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UNA MIRADA A NUESTROS BOSQUES NATIVOS Y SU DEFENSA

Una Mirada a Nuestros Bosques Nativos y su defensa

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El libro “Una Mirada a Nuestros Bosques Nativos y su Defensa” relata el largo camino recorrido por Claudio Donoso Zegers cuando, a la par de sus investigaciones y recorridos por el bosque, puso parte importante de su tiempo en difundir sus valores y terribles amenazas a los que se ve enfrentado debido al modelo forestal extractivo imperante.

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UNA MIRADA A NUESTROS BOSQUES NATIVOS Y SU DEFENSA

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Autor: Claudio Donoso ZegersEdición: Magdalena Donoso

Diseño, diagramación e ilustraciones: Paulina Veloso

Distribuido por: Maria Cuneo EdicionesFono fax: 56-63-212323email: [email protected]

Registro de Propiedad Intelectual: 214352ISBN: 978-956-7173-28-0

Este libro se imprimió en el verano de 2012 en los talleres de ANDROS impresores.Santiago de Chile.

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Reconocimientos

La idea original de este libro nació en la mente y en el espíritu de mi esposa Sonia Hiriart G. el año 1982.

Yo había guardado algunos diarios en que aparecían cartas y algunas tarjetas y ella me regaló un día una selección de ellas

en un álbum para fotos que aun tengo guardado como un tesoro. Algunos años después yo retomé la idea y surgió este libro.

Han contribuido de distintas maneras a la realización de este esfuerzo mi hija Magdalena, mi hijo Claudio, el periodista Pedro Andrade,

la diseñadora Paulina Veloso, y la generosidad de la AIFBN, en especial de su director René Reyes. Mis agradecimientos a ellos.

Claudio Donoso Zegers

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índice

Presentación 9Introducción 11

Capítulo 1Artículos y reportajes

Los desconocidos del bosque 19Los delincuentes del bosque 23… Y el desastre de los pinos 27Reacciones al reportaje… y el desastre de los pinos 29El desastre de los pinos 39Araucaria. Cuando pa’ Cuyo me voy… 43Es necesario despertar conciencia forestal entre empresarios madereros 48Manuscritos botánicos a la sombra de un roble blanco 50Árboles chilenos: ¿deben seguir viviendo? 51¿Catástrofe en los pinos? 56Bosque nativo: ganador por k.o. 61Hay que cuidar el bosque nativo 65Expertos aseguran que el alerce no está en peligro de extinción 67Especialista advierte crítica situación de bosque nativo entre Curicó y Loncoche 68Palos en el bosque 71A la casa de los ciervos 77Cuando hacemos las cosas mal culpamos al pino o al eucalipto 80La diversificación y el raulí 85Renovales: promisoria reserva 89Con el talento en la sangre 93Cada vez tenemos menos bosque nativo 95En esta región hay muchas cosas ocultas 101Tregua en “guerra verde” 105El pensamiento de los académicos que trabajan en bosque nativo 108Otra mirada a los bosques nativos 114El preciado bosque nativo 118Recuperar el pasado 121No hemos logrado detener la destrucción del bosque nativo 123Los árboles dejan ver su riqueza 127Ex hombre clave de Tompkins se prepara para frenar expansión salmonera 131Tecnología para coihue y raulí 133Mensaje para toda la AIFBN 137

Capítulo 2Cartas en defensa del bosque nativo Nuestros bosques 141Riqueza del bosque 144

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Explotación ilegal de bosques 147Cómo salvar nuestro bosque 148El genocidio forestal 151CONAF convertida al ecologismo 154Mirar al bosque con criterio minero 155Crimen sin castigo 157Clamábamos por la creación de un Servicio Forestal del tipo que poseen los países forestalmente desarrollados 159Destruidas 400 mil hectáreas de bosque nativo en 10 años 162Denuncian corte ilegal de bosques en el sur 163Multa por destruir bosque nativo 164Bosque nativo, un recurso que el país debe rescatar 165Lucius y los alerces 167Bosque nativo, mapuches y desarrollo 169El bosque nativo otra vez 171Bosque nativo en peligro 173Bosque nativo 175Conservación y desarrollo 178Quinquén 181El negocio de las empresas astilladoras y la conciencia forestal 183Manejo del bosque nativo 188El ecologismo fundamentalista 190Armonía y equilibrio, no fundamentalismo 194Solución final para el bosque nativo 196Fundamentalismo y otros motes 199El escándalo de las estadísticas forestales 203Bosque nativo 206Bosques nativos 208Autoridades expresaron excusas a la agrupación de forestales 209 Científicos independientes aprueban proyecto de Trillium 211Comisión científica independiente (CCI) del proyecto Rio Cóndor pediría a la autoridad que nombre científicos internacionales para revisar y evaluar sus estudios y recomendaciones 213Bosque nativo: protección y producción 215Preservación, conservación, sustitución y propiedad privada 220Forestales critican proyecto 223Parlamentarios e ingenieros forestales opinan sobre proyecto de ley de bosque nativo 225Senadores pueden salvar bosque nativo 227Rechazo a proyecto de bosque nativo 228Es insólito atacar a Trillium antes de que opere 231Bosque nativo: no es contradictorio explotar y preservar 233En debate tercera vía sobre bosque nativo 234La investigación en silvicultura 237Abandono de la investigación silvícola 239El abandono del bosque nativo 239

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Sobre el abandono del bosque nativo 241Precisiones de la U. Austral 243Las responsabilidades sobre el bosque nativo 244Sobre el bosque nativo 247Mi integridad física está amenazada 249Sobre el proyecto del bosque nativo 252Carta a Carlos Weber, director ejecutivo de la Corporación Nacional Forestal 255Comentarios de mi hijo Pablo a carta a Carlos Weber 257Se teje una historia tenebrosa 259De Claudio Donoso a Antonio Lara, Pablo Donoso, Mauro González, Carlos Le Quesne, Rodrigo Vergara 261

Capítulo 3Libros, premios, ceremonias

Editado libro sobre Ecología Forestal 265Premio Mario Puente Espil 266Nuevo texto sobre el bosque nativo pretende derribar mitos existentes 268Rogelio Tapia de la Puente 270Docentes de la UACH publican libro 271La voz de los bosques 272Discurso lanzamiento del libro silvicultura de los boques nativos 274Lanzamiento libro de silvicultura palabras de Pablo Donoso 277Decreto nº 293 de Universidad Austral de Chile 279Laudiatum Claudio Donoso 281Bosque, naturaleza y ser humano 284En defensa de la naturaleza de nuestra tierra 291Premio “Luis Oyarzún” 294Felicitaciones por homenaje 295Un merecido homenaje 297Premio Luis Oyarzún a Godofredo Stutzin y Douglas Tompkins 299Discurso de despedida por jubilación y profesor emérito 302Un árbol símbolo 304Carta sobre celulosas 305Premio Colegio Ingenieros Forestales X región 309Proyecto “Leña, energía renovable para la conservación de los bosques nativos del sur de Chile” 311Ceremonia de graduación de estudiantes de carreras de la facultad de ciencias forestales de la Universidad Austral de Chile 314 Reconocimiento a la trayectoria por parte del Colegio de Ingenieros Forestales de Chile 318Lanzamiento del libro Autoecología de árboles nativos de Chile 323Profesional Forestal del Bicentenario 325Rechazan acuerdo 326Pabellón “ARAUCO”, una mancha para la Universidad de Chile 327

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Capítulo 4cartas de opinión a chile forestal

Modernización, globalización y bosque nativo 331La sustitución de bosques en Chile 334Bosques para Chile 337Bosques nativos desperfilados 339Atributos de un país forestal 341Una necesidad para el manejo sustentable de los bosques 343 Una aproximación al concepto de manejo sustentable 345Manejo sustentable: único camino para conservar el bosque nativo 347Nunca está de más recordar el pasado para crear el futuro (I parte) 349Nunca está de más recordar el pasado para crear el futuro (II parte) 3512003, año de desafíos 353Postulación a la carrera forestal, desastre previsible 355Los mercados están: hay que suministrarles productos 357El árbol en la ciudad 360Reflexiones sobre ética en la profesión forestal 363¿Biodiversidad versus manejo forestal? 366Especialistas en bosque nativo 368No al péndulo: utilizar y preservar los bosques nativos I 370No al péndulo: utilizar y preservar los bosques nativos II 372 Manejo forestal: ¿en retirada? 374Una agonía anunciada: se necesita una resurrección 376Expansión de la industria de celulosa: ¿parte del modelo de desarrollo de Chile? 378Y ahora, el bosque esclerófilo 380¿Cambio de énfasis o regreso al espíritu original en la carrera forestal? 382Trillium - Río Cóndor, historia de una pérdida lamentable 384Una reserva de la biosfera para el alerce 386Bosque, naturaleza y ser humano 388¿Qué pasa con el manejo de los bosques nativos? 390Se requiere más poder y más acción del Estado para el bosque nativo 392Democracia y participación 394

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Presentación

Es usual en los seres humanos intentar realizar recuentos de su vida y de su labor o de sus acciones durante ella, cuando se alcanzan edades avanzadas, y se siente naturalmente, sin miedo ni sufrimiento, que es escaso el tiempo que les queda en la condición de vida propia de nuestro planeta. Mi caso no es distinto al de tantos otros. Creo que algo positivo que he logrado hacer en mi vida está relacionado con mi amor por la naturaleza y, en especial, por los bosques nativos de Chile, mi país, que son muy especiales y únicos, escondidos en este rincón al fin del mundo.

Los objetivos de este libro son: 1. Mostrar cómo se inicia y cómo va crecien-do, a partir de 1971, el conocimiento de los bosques nativos de Chile y de los peligros que los amenazan en la conciencia de la gente de este país, a través de la información que van entregando a la prensa algunos técnicos en la materia con el apoyo extraordinario de periodistas de gran relieve, en artículos, cartas y entrevistas. 2. Incentivar a las nuevas generaciones a través del conocimiento del bosque nativo de Chile y de su historia en los últimos 40 años, para que valoren lo nuestro y se mantengan en alerta para defenderlo junto a los demás recursos natu-rales. 3. Dar a conocer cómo nace el amor por los bosques y su entorno y cómo la vida va conduciendo por un camino sinuoso hacia un objetivo lejano pero claro, en este caso la defensa de nuestros recursos contra la voracidad del ser humano.

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Introducción

Esta primera parte, a modo de introducción, es más bien una pequeña autobio-grafía centrada en cómo fui conociendo los bosques de Chile y en las personas e instituciones que tuvieron especial influencia en el desarrollo de mi personalidad, determinando un amor por los bosques y naturaleza chilenos que han sido el motor más potente de mi vida.

En este libro se transcriben una serie de artículos escritos en diferentes órganos de prensa por periodistas preocupados del tema ambiental en general, en los cuales diferentes profesionales o académicos ligados con este tema, entre ellos yo mismo, son entrevistados o citados por estos periodistas.

El origen del amor

Como en algún documento lo dije, es imposible amar a lo que se ignora o no se conoce. A Dios lo amamos porque lo conocemos a través de su grandiosa crea-ción. Quizás si hubiéramos vivido siempre en el desierto o en el océano, no po-dríamos amar al bosque. Quizás si lo hubiéramos visto en fotografías o incluso en películas, podría gustarnos o infundirnos ese sentimiento especial que provoca la belleza. Pero creo que eso no es precisamente amor. Se requiere un conocimiento más profundo para amar.

Cuando yo era pequeño, a los 6 años de edad, en Santiago de Chile, era un niño de la ciudad, como cualquier otro. Prácticamente no conocía el campo ni menos el bosque. Un afortunado encuentro en mi vida en esa temprana infancia, permi-tió que desde ese entonces, y por varios años, viajara al campo durante los meses de verano, en las cercanías de la ciudad de Concepción. Ahí aprendí de la natura-leza, y llegué a amarla hasta hacérseme difícil no visitarla lo más frecuentemente que me era posible. De acuerdo con las características de uso de la tierra de aque-llos tiempos en esa región, el paisaje consistía en lomajes secos y vegas húmedas. En las últimas se criaban vacunos y a veces se cultivaban papas; en los lomajes se establecían viñas o se plantaba trigo y avena; en algunos sectores se mantenía bosques que, generalmente, correspondían a renovales dominados por Roble, con presencia de Laurel, Peumo y Avellano principalmente, además de muchas otras especies arbustivas. Este fue el paisaje y el bosque que quedaron en mi memoria y en mi corazón grabados para siempre. Aquí aprendí a amar al bosque porque lo conocí, penetré repetidamente en él, aprendí a reconocer sus especies haciendo una colección de trozos de sus troncos. Haciendo una colección de huevos de aves aprendí a reconocerlas, a identificar sus cantos, sus nidos, sus hábitats.

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Mediante un insectario, que me dolió mucho hacerlo, conocí a muchos insectos de esos parajes, algunos de los cuales no he vuelto a ver en mi vida, y que pro-bablemente estén extinguidos por el brutal cambio de la cubierta vegetal que ha ocurrido desde esa época hasta hoy día. Aprendí a apreciar los amaneceres y los atardeceres y a encontrarme con el olor a tierra húmeda después de las lluvias de verano. Aprendí a regocijarme cada vez que encontraba un secreto rincón en una quebrada con un hilo de agua corriente, o un gran árbol o una especie que no había visto antes en nuestras frecuentes caminatas. Me regocijé explorando y construyendo pequeños senderos para acceder a lugares difíciles. Así aprendí a amar íntimamente al bosque y a toda la vida presente en él.

Elsa Zegers Combett, una madre cariñosa y comprensiva, dulce y fuerte al mismo tiempo, la gran familia Enríquez Villarroel, que me permitió conocer su campo y me dio amor y amistad incondicional por largos años y, finalmente, por el resto de mi vida, y un gran colegio, el Instituto Nacional, que me entregó, además de conocimientos, valores éticos y ciudadanos, me formó y me incentivó. Ellos fueron los pilares que hicieron posible que lograra incorporar en mi espíritu a la naturaleza y al bosque como objetos de amor y de dedicación.

Los designios de Dios son insondables y los caminos que elige son infinitos. En forma extraña, algo misteriosa, siendo muy joven y teniendo una plena y clara vocación por actividades relacionadas con la naturaleza, ciertas influencias, inse-guridades, dudas, me hicieron torcer el camino, aun cuando no los intereses y la vocación, y entré después de un final exitoso en el mejor colegio de Chile, a la Escuela Militar, y seguí la carrera militar.

Durante ese periodo tuve experiencias diferentes que, con seguridad, me permi-tieron conocerme mejor y valorar más lo que había obtenido con mi familia, con mi colegio y con mi vida en el campo. Entonces apareció el amor por la mujer; tuve mis pololas, Ana Victoria Torres Barile (1952), Marcela Aravena del Valle (1953) y Mary Ruth Jackson (1954), quien apareció de nuevo 50 años más tarde, en mi vida, y finalmente la definitiva, la más amada, la mujer de mi vida, mi es-posa, Sonia Hiriart Guina (1955).

Durante los años 60 con Sonia tuvimos a nuestros dos hijos varones, Claudio en 1961 y Pablo en 1963. Mi vocación verdadera estuvo siempre presente y de-terminó parte de la actividad que realicé en mis años de oficial en Concepción, en Quillota y en Puerto Natales, donde me caractericé como patrullero y como conocedor de la geografía de las regiones; nunca dejé de recorrer los cerros y los bosques. El año 1964 fue el momento en que se dieron las circunstancias para que volviera a mi camino, fue el momento en que “dos caminos divergieron en mi ruta y yo tomé el que parecía más difícil de recorrer”. Como primer alumno del

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Curso de Tenientes de la Escuela de Caballería podía ingresar sin dar exámenes a la Academia de Guerra del Ejército, sin embargo decidí retirarme de sus filas y dar examen para ingresar a la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad de Chile. Desde muchos puntos de vista, Sonia fue determinante en esta decisión, y a partir de entonces y por el resto de su vida, ella fue un apoyo permanente y sin claudicaciones.

Durante 5 años, después de 11 años como Oficial de Caballería del Ejército de Chile, y después de los 30 años de edad, fui estudiante universitario. Apoyado siempre por mi esposa Sonia, sin la cual y con dos hijos no habría podido cur-sar esos 5 años exitosamente, viví una hermosa vida universitaria, con jóvenes mucho menores que yo que, con seguridad, dejaron huellas positivas en mi espíritu. Tuve la suerte de conocer desde el primer día de clases a mi gran amigo Mario Puente Espil, estudiante y luego profesional brillante, que seguramente habría dejado una gran estela en el ámbito forestal si no hubiese muerto en un lamentable accidente a los 40 años de edad. Tuve la suerte también de estudiar en ese periodo brillante, lleno de ideas de cambios profundos y solidarios, como fue el de los años 60.

En cuanto entré a estudiar la carrera forestal mi énfasis se volcó hacia los bosques nativos, que habían quedado indeleblemente grabados en mi alma desde mis días de campo en mi infancia. Fui apoyado en mi defensa de los bosques nativos en un ambiente en que se privilegiaba absolutamente a las plantaciones de Pino Insigne, por mi amigo Mario Puente. Ambos éramos los mejores estudiantes del curso y Mario, el primero, tenía una áurea de prestigio muy sólida. Ello permitió que, bajo nuestra influencia, nuestro curso se caracterizara por la discusión en torno al tema de los Bosques Nativos y de su silvicultura. Durante mi periodo como estu-diante universitario revisité los bosques y conocí muchos que eran desconocidos para mí y, además, ahora miraba a los bosques con el corazón complementado con el conocimiento de las especies y algunos aspectos de su ecología, y también con un ojo forestal del que antes carecía. Recuerdo que en mi primera práctica individual, cuando pasaba de 1º a 2º año, conocí los bosques de Raulí de altura en la cordillera andina de Polcura. Ya tenía conciencia de cómo se maltrataban y destruían los bosques nativos; en Polcura pude ver con mis propios ojos cientos de hermosos árboles de Raulí cortados y botados en el suelo, sin que se pudieran extraer los trozos porque se cortaron antes de construir un camino; ahí estaban perdida la madera, perdida la belleza, perdida parte de la vida. Al pasar al 3er año de Forestal, mi curso tuvo la primera práctica colectiva en Llancacura y Frutillar. En la primera conocí maravillado los bosques siempreverdes, que en ese tiempo se ubicaban dentro de los conocidos como bosques valdivianos, y los bosques de Alerce. Mi amor por los bosques y por los árboles se materializó con el rápi-do conocimiento que adquirí sobre ellos, lo que determinó que me nombraran

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Ayudante de la Asignatura de Botánica Forestal, que en ese tiempo la dictaba el profesor Federico Schlegel. Lo fui desde 3er año en 1967 hasta 5º año en 1969. En 2º año hice el curso de Anatomía Vegetal y luego el de Fisiología Vegetal con la profesora Fusa Sudzuki (Q.E.P.D.), para mí la mejor profesora que tuve y que se constituyó en el modelo que yo tuve como profesor en mi vida académica posterior. También en 1967 fui nombrado Ayudante de la profesora Sudzuki, lo que para mí fue motivo de orgullo. Mi inclinación por todo lo relacionado con el árbol, en especial desde el punto de vista biológico y ecológico era evidente, y el énfasis lo ponía en las especies y en los bosques nativos. En la Facultad era conocido como “El Tata”, apodo que me sigue hasta el día de hoy, en especial de parte de mis compañeros contemporáneos de universidad y de mis estudiantes de la Universidad de Chile que tuve como Ayudante o como Profesor, y también era conocido por mi amor por los bosques nativos.

Especialmente a través de mis ayudantías aprendí mucho sobre las especies y los bosques nativos y, además de ser un buen alumno, era especialmente reconocido por ello. De alguna manera tuve la suerte de que el profesor de Botánica Forestal, Federico Schlegel, se fuera como profesor de la Universidad Austral de Chile en 1969, siendo yo su ayudante y alumno de 5º año. Se intentó reemplazar a Schle-gel con un profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, pero no fue bien acogido por los estudiantes, quienes pidieron al entonces Director de Escuela, Ingeniero Forestal Ventura Matte Hunneus Q.E.P.D., que yo conti-nuara haciendo las clases como Profesor. Aun cuando como alumno yo no podía ser profesor, se arregló la situación de una manera informal, de tal modo que yo quedé como Profesor de ese curso en 1969, y con un mejor ingreso en dinero que me sirvió mucho en ese momento en que esencialmente Sonia mantenía la casa. Ahí empezó con claridad mi carrera académica como profesor universitario. En 1969 inicié también mi trabajo de Tesis de Pregrado, la que consistió en un estudio completo de las especies de Nothofagus que crecen en la Zona Central de Chile en un clima de tipo Mediterráneo. Recorrí con mi amigo norteamericano Les Landrum toda la región desde el norte de Santiago hasta la línea de los ríos Ñuble-Itata en el sur, conocí muy bien esos bosques, en especial los de Roble de la cordillera andina de Curicó y los de Hualo de la de Linares-Parral. Estos últimos fueron un verdadero hallazgo que realicé, especialmente en el sentido de ponerlos en conocimiento del mundo científico y forestal, ya que, como bosques y futuro tipo forestal no eran mencionados en ninguna literatura. Junto a ello realicé un estudio que demostró que una de las especies, Huala o N. leonii, era en realidad un híbrido entre Roble y Hualo. Desde entonces esos bosques fueron mis regalo-nes. Recuerdo que un colega, Leonardo Araya, me decía que él consideraba que ese era el aporte más importante que yo había hecho al sector forestal. Cuando llegamos a Bullileo con Les Landrum y encontramos casi por casualidad ejem-plares de N. leonii, que nunca se había descrito para la Cordillera de los Andes,

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nos encontramos con una anciano de 90 años, llamado Melitón Alfaro; con esa increíble sabiduría de los viejos campesinos nos dijo cuando le preguntamos por la especie, que se llamaba Huala y que era “un injerto de la naturaleza entre Roble y Hualo”, es decir, don Melitón sabía antes que nosotros y sin estudios especiales, que se trataba de un híbrido.

Ya en mi condición de profesor en la Universidad de Chile, nació en 1970 nuestra hija Magdalena, la morena. Parecía que hasta ahí llegaba nuestra producción, la de Sonia y yo, pero el amor nos hizo una jugada, y en 1977 apareció Silvia, nues-tro concho, el terremoto rubio. Bienvenidas ambas.

En mis recorridos en busca de los Nothofagus mediterráneos junto con Les Lan-drum llegamos hasta una localidad llamada Bullileo, al lado del embalse del mis-mo nombre, y un predio llamado Amargo y Lara, con su laguna Amargo. Estaba cubierto de bosques de Hualo y más en altura de Roble, y ahí descubrimos con claridad que Huala era un híbrido. De aquí nace mi primera publicación en la Revista Nº 112 de Anales de la Universidad de Chile (1971). Más tarde, junto con Landrum publicaríamos sobre el tema del híbrido N. leonii, en Chile y en Nueva Zelandia. Este predio sería histórico durante varios años, y está hoy día considerado como un área prioritaria de conservación.

Mi aprendizaje teórico y práctico del bosque nativo se intensificó con las clases y las frecuentes visitas a distintos tipo de bosques con los estudiantes. Los más visitados mientras fui profesor en la U. de Chile, fueron los de Ciprés de la Cor-dillera y Roble en Curicó, y los de Hualo y Roble en Bullileo. Hermosas jornadas tuvimos en esos lugares. Generalmente desde niños me acompañaron mis hijos Claudio y Pablo, y una vez me acompañó mi profesora Fusa Sudzuki.

En 1973 llegó el horror del golpe militar a Chile, del cual nos escapamos con mi familia porque tuve la fortuna de haber sido favorecido, antes del golpe, con una beca del Convenio U. de Chile-U. de California para ir a obtener un postgrado a Berkeley, donde afortunadamente pasamos dos años de los más espantosos de la dictadura. Fue excelente estar en California, en una de las mejores escuelas fores-tales de esa época, y en una Universidad famosa, y en la también famosa bahía de San Francisco, con esa ciudad amada por mi esposa, y con Berkeley, famoso tam-bién por su calidad en la educación superior en Estados Unidos y en el mundo, y por el nacimiento ahí de los movimientos hippies de los años 60. Y fue excelente para Sonia y los hijos, que aprendieron muy bien Inglés.

A mi regreso a Chile tomé como profesor el curso de Ecología Forestal en 1976. Ya habían sido publicados en 1975 mis primeros trabajos sobre el tema “variación y diferenciación en Roble y sobre Nothofagus en general”, en el Boletín Técnico

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de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad de Chile, y también la pri-mera edición del Manual Nº 2 de Dendrología “Árboles y Arbustos chilenos”, del cual aparecería una segunda edición en 1978.

Algo me recibió muy mal en mi querida Facultad. Me encontré con un grupo de amigos, que lo éramos claramente cuando me fui a California, y sin entender por qué me encontré con un Director de Departamento, Harald Schmidt, ex-tremadamente hostil. Rápidamente me di cuenta que lo acompañaban también Mario Peralta, Rodolfo Gajardo y ¡mi gran amigo Mario Puente¡ Me ocurrieron muchas cosas ingratas, diariamente con ellos, lo que determinó finalmente, ante un ofrecimiento de la Escuela Forestal de la Universidad Austral de Chile en Valdivia, que tomara la decisión de abandonar mi querida Escuela Forestal de la Universidad de Chile. Me fui a Valdivia en junio de 1978, casi al cumplir 45 años de edad. Aquí tuve la suerte de encontrarme con Tom Veblen, geógrafo y ecólogo norteamericano, a quien ya había conocido en Berkeley. Tom es excelente observador de la naturaleza y del bosque y con él salí a terreno por sus proyectos en muchas oportunidades. Tuvimos gratas experiencias en los bosques dominados por Nothofagus en la Cordillera de los Andes, y en los bosques siempreverdes de la Cordillera de la Costa. Gran parte de mi trabajo posterior en ecología y diná-mica de bosques tuvo su origen en aquellos tiempos.

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Capítulo 1

ARTíCULOS Y REPORTAJES

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Mi primera incursión en la prensa, en mi propósito de dar a conocer a los bosques y a sus especies, se produjo gracias a Alberto Ganderats, periodista encargado de la Revista del Domingo de El Mercurio. El artículo se llamó “Los Desconocidos del Bosque” y fui entrevistado con don Carlos Muñoz Pizarro, el personaje más importante de Chile en lo que se refería a la Botánica en aquellos tiempos, y para mí fue el inicio de mi defensa de los bosques nativos a través de la prensa.

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LOS DESCONOCIDOS DEL BOSQUERevista del Domingo de El Mercurio, 20 de Junio de 1971

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Este artículo fue iniciativa de Alberto Ganderats, periodista muy interesado en los temas relacionados con medioambiente, que era Director de la Revista del Domingo. Nos entrevistó a Don Carlos Muñoz y a mí, escribió un interesante artículo sobre el árbol y los bosques y tituló Diccionario Forestal a un listado de especies importantes con una descripción y fotos. Las especies que destacó fueron Raulí, Coigüe, Lingue, Canelo, Alerce, Araucaria, Roble, Mañíos, Laurel, entre las nativas, y Álamo, Eucalipto, Pino Insigne, entre las exóticas. Yo creo que este fue el principio del despertar de alguna conciencia sobre el tema de los bosques nativos en particular, y el tema medioambiental en general, en Chile. Es un artí-culo muy bueno y pionero. ¡Hay que leerlo¡

“Si una plaga matara todos los árboles exóticos o extranjeros que existen hoy en la zona central, el Chile de los huasos cambiaría de cara. Desaparecerían las alame-das que bordean los caminos y potreros, los bosques de eucaliptos con su aroma “tan chileno”, los sauces llorones que remojan sus ramas en los ríos y esteros, los grandes manchones de verde que forman los pinos insignes, miles de palmeras que dan su característica a muchas ciudades y los árboles de casi todas las plazas y calles. Sería una cirugía estética al revés.

La mayoría de esas especies se introdujeron a nuestro país en este siglo o en el pa-sado. El álamo, de origen lombardo como los papas Juan XXIII y Paulo VI, llegó en la pasada centuria en manos del gramático, historiador y filósofo franciscano chileno Juan Manuel Guzmán Lecaros. El eucalipto, originario de Australia, entró a Chile hace unos 100 años y lo plantó por primera vez en La Ligua el agricultor Manuel José Irarrázabal, destacado político, Secretario de la Junta de Gobierno de Iquique en 1891 y conspicuo dirigente conservador. Se ignora en qué época ingresó el sauce llorón (de origen eurásico), en tanto que el pino insigne echó sus raíces en nuestro país hace medio siglo. Otras especies exóticas protagonistas de esta invasión pacífica llegaron en forma silenciosa, casi clandestina, sin dejar rastros cronológicos.

El futuro y el presente forestal de Chile tienen que descansar en los criollos coigües, raulíes, canelos, alerces, lingues, pehuenes, laureles y mañíos, pero po-quísimos chilenos de la ciudad saben identificarlos. Son grandes desconocidos en su propia casa, aunque ocupan una cuarta parte de la superficie. La culpa no la tienen solamente los “falsos árboles chilenos” que no dejan ver el bosque nativo, sino los planificadores de la educación. El desapego juvenil por los bosques y la falta de una mentalidad conservacionista nacional tal vez tengan su origen en este desconocimiento. No se puede querer lo que no se conoce.

Resulta un evidente absurdo que el grueso de los chilenos desconozca los árboles nativos, si se considera que sólo unas 400 mil hectáreas de nuestro territorio están

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plantadas con especies exóticas (90 por ciento de pinos insignes), mientras que 20 millones tienen bosques naturales de especies autóctonas. De esos 20 millones, sólo cinco resultan utilizables con fines comerciales.

El resto corresponde a matorrales, bosques inaccesibles o de segundo orden. Pese a todo, el bosque chileno tiene gran valor comercial por la calidad de su madera. Se le ha diezmado con incendios y talas indiscriminadas y con una explotación intensiva sin las reforestaciones correspondientes. Sólo se han plantado tamaru-gos en el desierto nortino y algunas hectáreas insignificantes en el extremo sur (“RdD”, “S.O.S de la tierra”, 8 dic. 68; “La erosión galopante”, 5 enero 69; “La sequía en busca del culpable”, 3 enero 68; “El tamarugo maravilla”, 1º noviembre 70). Hasta hoy la reforestación se ha hecho en baja escala y básicamente con es-pecies extranjeras. Esta concepción unilateral del problema constituye, a juicio de los expertos, un craso error ecológico. Para mantener el equilibrio de la naturaleza se precisa reforestar principalmente con especies chilenas o extranjeras similares.

Entre los planes a futuro del Instituto Forestal y demás organismos preocupa-dos del bosque y la industria maderera, está el cubrir extensas zonas de nuestro territorio con árboles autóctonos. Lamentablemente la Universidad de Chile no ha estudiado convenientemente aun la germinación y desarrollo de la mayoría de nuestras especies forestales. Sabe, sin embargo, que ofrecen un potencial eco-nómico considerable. El bosque nacional supera a los de la mayor parte de los países europeos y norteamericanos, que entregan preferentemente madera blanda (coníferas). Las especies chilenas aserrables, en cambio, corresponden en un 90 por ciento a madera dura, de alta cotización en el mercado. Nuestro país tam-bién aventaja a los países tropicales. Estos, aunque ofrecen maderas ricas (caoba, cedro), sus bosques no forman masas homogéneas de la misma calidad y especies de árboles. Resulta difícil su explotación. Para obtener caoba, por ejemplo, deben cortarse muchos árboles sin valor comercial. El bosque chileno, a la inversa, for-ma masas arbóreas normalmente homogéneas de una, dos o tres especies. Resulta fácil la explotación y manejo. En este aspecto tan importante no existe país lati-noamericano que iguale a Chile.

El árbol nativo, como desventaja fundamental, crece más lentamente que los pi-nos insignes, eucaliptos y varias otras especies exóticas (todas de madera blanda), que pueden explotarse desde los 20 años más o menos. La especie chilena más rápida -el raulí-, exige por lo menos 50 años y está en condiciones óptimas de color y de dureza a los 80. Esta lentitud resulta relativa, ya que la mayoría de las especies maderables que se explotan en la Tierra tardan igual o más tiempo en crecer. Por otra parte, las especies más “rápidas”, como el pino insigne, eucalipto globulus, tienen graves inconvenientes, como acidificar los suelos, terminar con la florifauna donde ellos crecen o consumir cantidades desproporcionadas de agua.

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Unas 130 especies forestales existen en Chile (incluyendo Pascua y Juan Fernán-dez), de las cuales 60 tienen mayor importancia y menos de 15 se explotan para obtener madera. En el comercio maderero exterior destacan araucarias, raulíes, alerces, lengas, coigües y varias otras. Desde el punto de vista dendrológico (estu-dio del árbol) Chile tiene una característica propia: la mayoría de sus especies sólo existen en su territorio, aunque crezcan primos y hermanos en otras latitudes. Esto se debe a su configuración geográfica (bloqueado por mar y cordillera), que lo transforma en una virtual isla botánica. Algunas especies son endémicas, vale decir, no tienen parentesco alguno con otras extranjeras. Así ocurre con el Queule (Gomortega queule), que sólo crece en la zona de Concepción y cuyo fruto, seme-jante al damasco, se prepara en almíbar. También son endémicas de Chile la tara (Caesalpinea spinosa), cuyo fruto tiene valor comercial porque está compuesto en un 50 por ciento de tanino, y el pitao (Pitawia punctata) llamado también cane-lillo, que alcanza a 8 metros de altura.

Los nombres científicos de varias especies forestales chilenas tienen curiosos orí-genes. El alerce, hermano menor de las sequoias gigantes, recibe el nombre botá-nico de “Fitzroya patagonica” o “Fitzroya cupressoides”. El nombre de Fitzroya se lo puso el inglés Hoocker en homenaje a Robert Fitz-Roy, marino y meteorólogo británico, comandante del célebre buque “Beagle” de Darwin. Otra especie sure-ña, el mañio hembra, fue bautizada como “Saxegothaea conspicua” en homenaje de Alberto de Saxe-Coburgo Gotha, príncipe consorte y primo de la Reina Victo-ria de Inglaterra, la “abuela de Europa”. Ambos son bisabuelos de la actual Isabel II y del príncipe consorte Felipe. El nombre lo eligió el botánico inglés Lindley (Alberto era botánico aficionado).

En estas páginas se entrega una descripción de los principales árboles chilenos con valor comercial y de algunas especies exóticas incorporadas al paisaje y a la economía forestal de nuestro país. Las fotos son de Guillermo Franco (SAG) y los datos fundamentales los proporcionaron el Profesor Carlos Muñoz Pizarro, miembro de la Academia de Ciencias, catedrático de la Escuela de Agronomía y Vicepresidente del Comité Latinoamericano de Parques Nacionales, y el profesor de Botánica Forestal de la Escuela de Ingeniería Forestal Claudio Donoso Zegers. Las especies que se describen en estas páginas son explotadas por 1.200 aserrade-ros. Unos 80.000 chilenos viven a costillas del bosque”.

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LOS DELINCUENTES DEL BOSQUERevista del Domingo de El Mercurio, 26 de agosto de 1979

Este artículo está enfocado hacia la corta ilegal del alerce. El alerce se cortaba normalmente en Chile desde tiempos de la Colonia y se consideró tan grave su condición de sobrevivencia, que el Estado determinó la prohibición de su cor-ta en 1976 mediante el Decreto Supremo 490. Este decreto permite el aprove-chamiento de árboles cortados o muertos por incendios ocurridos antes de su fecha de dictación. La fiscalización ha sido difícil y la corta ilegal e incendios intencionales para provocar la muerte del alerce y así obtener la autorización para aprovecharlo como madera muerta se transformó en la norma.

Ricardo Astorga explica cruda y valientemente esta situación en un reportaje que es una verdadera acusación con nombres y apellidos. Se apoya en un viaje a terre-no con profesionales y en la opinión de los profesores de la Universidad Austral Carlos Ramírez, Federico Schlegel, Roberto Delmastro y Claudio Donoso. Un breve resumen del reportaje dice lo siguiente: “Mediante una pesquisa secreta, Revista del Domingo descubrió e identificó en terreno a algunos madereros y comerciantes responsables de la corta de alerce, prohibida por ley desde hace dos años. Autoridades de Conaf, en Puerto Montt, siguen viviendo en la inocencia, mientras se destruyen los últimos alerzales, declarados “monumentos nacionales” por el actual Gobierno”.

HISTORIA PARA AVERGONZARSELa recopilación de los datos obtenidos ha sido publicada en estudios.

La explotación irracional de nuestros bosques no es privilegio de esta época. Apenas llegados, los españoles comenzaron a arrasarlos. Pocos años después ya se explotaba alerce intensamente en la isla de Chiloé y en el golfo de Relonca-ví. Importantes centros madereros se crearon en esas zonas.

A mediados del siglo XIX se exportaban o salían del sur 6 mil metros cúbicos de alerce al año. Se transformaba así en la principal fuente de ingresos del sur de Chile.

Cortar un alerce era signo de hombría. Un joven llegaba a la madurez cuando con su hacha cortaba uno de esos árboles milenarios.

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En esa época surgen las primeras voces de alarma. Estudiosos pronostican la desaparición de la especie.

Al comenzar este siglo ya casi no quedaba alerces en zonas accesibles. Sin embargo, españoles, yanquis o italianos, y en menor escala chilenos, se encar-gaban de cortarlo donde lo encontraran. Además, la quema casual o intencio-nada para abrir campos de pastoreo destruyó inmensos bosques que dejaron como recuerdo gigantescos cementerios de alerce. Hoy nada puede vivir allí.

En la década del cincuenta, el alerce constituía el 6 por ciento de la produc-ción total de madera en el país y el 11 por ciento de la exportación de madera chilena.

En 1969, por fin, se dictó la primera ley que debía proporcionar cierto grado de protección a esta especie. El proyecto de manejo de los bosques debía ser aprobado por las autoridades, previo plan de repoblación del bosque. Jamás se cumpliría. La explotación del alerce continuó legal e ilegalmente dentro de los parques nacionales.

El 5 de septiembre de 1977 un decreto ley anunciado con mucha anticipación declaraba el alerce monumento nacional y prohibía todo tipo de explotación.

Es una buena legislación conservacionista, pero ya casi no tenía donde aplicar-se. Para algunos ecólogos, ese cuerpo legal contiene ciertos vacíos que pueden dar el último empujón hacia la extinción total del alerce.

La burla de los madereros queda comprobada en el reportaje principal de estas páginas.

ALERCES EN LIQUIDACIóNEmpresa del Estado, Bima, está licitando fundos con alerzales. Una entrevista con dos rostros.

Un gran aviso ofreciendo fundos madereros con 60 mil hectáreas de alerce en pie llamó la atención de Revista del Domingo cuando ya estaba concluido el reportaje Los delincuentes del bosque, publicado en estas páginas.

¿Para qué se ofrecen a la venta bosques de alerce?, era la pregunta de cajón. Resolvimos averiguar, pues es Corfo la que vende dichos bosques. Los explota la empresa BIMA, controlada por esa corporación del Estado.

Resolvimos encarar la investigación periodística de dos maneras distintas. Pri-mero, enviar a un reportero que se presentara a BIMA como un potencial maderero, interesado en comprar los predios con alerce. Más tarde, solicitar oficialmente una entrevista para un reportero.

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El supuesto comprador consiguió hablar con el sub-jefe de Administración Fernando Ramos, sin cita previa, en cuestión de minutos. El reportero tardó dos días en ser recibido por el gerente general Manuel Lecanda.

Al supuesto comprador se le dijo una cosa; al reportero, otra un poco diferen-te. ¿Será que ambos funcionarios tienen criterios distintos?

Al reportero el gerente le dijo que Conaf podría autorizar la corta de alerces muertos de esos fundos.- ¿Qué porcentaje está muerto?- se le preguntó.- No hay estudios sobre eso- dijo

Al supuesto maderero, el otro jefe le dijo en forma enfática:- Yo le aseguro que el 75 por ciento de los bosques de alerce se pueden cortar. Cla-

ro que existe una disposición legal que por ahora prohíbe hacerlo sin permiso.

El “maderero” acotó con malicia.- Sí, pero se puede talar el árbol muerto. Y lo que no está muerto…se muere en

el camino, ¿no le parece?- Bueno -respondió el jefe-, usted puede cortar siempre que Conaf autorice. La

autorización se puede conseguir…

Más cauto se mostró el gerente con el reportero. Conaf puede autorizar la corta de alerce, dijo, pero no para simple explotación comercial:- Sólo cuando se necesita realizar alguna investigación científica, para habilitar

terrenos para obras públicas, por razones de manejo forestal o de defensa nacio-nal… En estos casos el permiso se otorga sin dilaciones burocráticas.

Al periodista el gerente le advierte que la compra de tales fundos madereros ofrece un riesgo al inversionista, “como en todo”.- Si Conaf dicta un reglamento que permita cortar el alerce en ciertas condicio-

nes, efectivamente se les puede sacar plata a los bosques. Por lo demás, el ase-rradero y la planta que tienen dichos fundos se pueden aprovechar en cualquier parte.

Al “maderero” se le dio otra versión:- Es muy buen negocio el alerce. Como está muy escaso en el mundo, la demanda

es tremenda.

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… Y EL DESASTRE DE LOS PINOSRevista del Domingo de El Mercurio, 14 de octubre de 1979

Nuevamente Ricardo Astorga pone el dedo en la llaga relacionando la destrucción de los bosques nativos con las plantaciones de Pino Insigne. Escribe este artículo sobre la base de una entrevista a los profesores de la Universidad Austral de Chile Carlos Ramírez, Roberto Delmastro, Claudio Donoso y Federico Schlegel.

Errores graves en materia forestal, dentro de los cuales el pino ocupa un lugar protagónico, están acercándonos al desastre ecológico. Así lo anuncian expertos entrevistados en la Universidad Austral de Valdivia.

- Nuestros bosques nativos son casi un recuerdo. Nunca se los ha protegido. Ninguna de las leyes de protección o reforestación se cumplen adecuadamente. Además, no se consulta a los expertos al redactar estas leyes- se queja el doctor Carlos Ramírez, director del Instituto de Botánica de la Universidad Austral.

Revista del Domingo conversó en Valdivia con él y otros docentes de esa casa de estudios, todos con especializaciones en el extranjero. Ellos consideran que los problemas de nuestros bosques no empiezan ni terminan con el alerce o la arauca-ria, que se hallan en graves problemas, como fue denunciado en edición anterior (“Delincuentes del bosque”, Nº 662). Pero la situación de estas especies constituye una dramática muestra de la historia de nuestros bosques nativos.

El problema fundamental que plantean es respecto de los mecanismos y criterios que rigen la explotación y reforestación de los bosques. En síntesis, afirman que no sólo de smog, sino “ de pino también se muere”

El profesor de Genética Forestal Roberto Delmastro, que obtuvo un master en la Universidad ed Carolina del Norte en Raleigh de los Estados Unidos, explica.

Se han reemplazado bosques nativos, como el del alerce, por bosques económicos. En algunos casos este criterio económico es atendible; sin embargo se exagera su aplicación y se cometen errores irreparables. Por otro lado, las leyes conservacionistas se violan por falta de fiscalización y control.

Señalan que por la forma como han sido explotados, hay pocas esperanzas de re-generación espontánea de las especies nativas. Además, los planes de reforestación a menudo no se cumplen, o se hacen en forma defectuosa.

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El Dr. Federico Schlegel, ingeniero forestal, hace notar que el Decreto 701 obliga a reforestar un bosque explotado y se bonifica a sus propietarios.- Pero es una burla. Las pocas veces que se cumple, sólo interesa plantar pino, que es económicamente más rentable. Con esto se destruyen los bosques autóctonos y se cae en el serio error del monocultivo.

Uno de los problemas más graves, según los expertos, es la incorporación de es-pecies exóticas a nuestra flora y fauna, que suelen provocar verdaderas catástrofes ecológicas.

Entre las introducciones más masivas y apoyadas por las autoridades forestales está el pino, que hoy cubre grandes extensiones en el centro y sur de Chile. Esta especie es sin duda la que más se planta en nuestro país en desmedro de las espe-cies nativas.

Dr. Carlos Ramírez:- La protección por especies ya no tiene valor. Los vegetales están asociados y, en conse-cuencia, se debe proteger a la comunidad entera. Si se rompe un eslabón la cadena se desintegra. No se pueden introducir especies así como así. En esto la política forestal ha sido nefasta. Ni siquiera los parques nacionales se manejan con el criterio de conservar las especies. Conaf terminó con la investigación y sólo fomenta el cultivo de pino.

Aun no se han investigado a fondo los efectos que tiene la plantación masiva de una especie extranjera como el pino, pero el Dr. Ramírez advierte:

- El pino no tiene enemigos naturales en Chile porque no es especie nativa. Pero sus enemigos están comenzando a aparecer. El pino con el tiempo no será negocio. Lo alarmante es que donde crece pino no crece nada más. Cuando venga el quiebre, tal vez ya no quedarán más bosques nativos en nuestro país.

Para el ingeniero forestal Dr. Claudio Donoso, existe un gran desconocimiento en cuanto a especies nativas. Algunas de ellas son de alta rentabilidad y su madera es mucho más apreciada que la del pino. Además, estas especies ni siquiera entrarían en competencia con el pino, pues crecen en distintas zonas. Crecen en tierras que hoy no están reforestadas. El Dr. Donoso señala:

- En Inglaterra se plantan grandes extensiones con especies chilenas como roble y raulí. Estos bosques están en condiciones de explotarse a los treinta años; sólo demo-ran diez años más que el pino. Con esto se demuestra que tenemos bosques nativos que pueden ser muy rentables y lo más importante es que no provocan ningún des-equilibrio ecológico.

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Los expertos no están ciegamente contra la reforestación con pino. Reconocen la buena labor de Conaf en zonas erosionadas que han sido plantadas con esta es-pecie, y no niegan su importancia como fuente de entrada de divisas al país. Pero estiman que Conaf ha caído en un extremo peligroso pues tiene cancelada toda la labor de investigación en materia de especies nativas.

Dr. Claudio Donoso:La labor de investigación sobre estas especies sólo se hace y en pequeña escala, en las universidades. Pero los intereses y los presupuestos para la investigación están dirigidos sólo hacia el pino.

Dr. Schlegel:Conaf terminó con la investigación, ha puesto fin a su labor de reforestación directa y vendió sus viveros de pino, Hoy es sólo un organismo contralor. Pero, además, redujo drásticamente su personal, por lo cual cumple su labor en forma deficiente. Existe tal inseguridad en el servicio forestal del Estado que los buenos profesionales han emigra-do. Se trabaja casi sólo con egresados de escasa experiencia.

Para todos los expertos con quienes Revista del Domingo conversó en Valdivia, la Conaf (o Pinaf, como se le conoce en la zona) debe revisar aceleradamente su política sobre bosques nativos.

Un desastre ecológico se está gestando en Chile. Y no parece necesario insistir aquí sobre algo que el mundo civilizado ya conoce y enfrenta con sentido históri-co en muchos países: si el hombre destruye su casa, él morirá con ella.

Un terremoto ecológico amenaza nuestra casa. La actual situación de Conaf pare-ce acercarnos a las fronteras del desastre.

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REACCIONES AL REPORTAJE…Y EL DESASTRE DE LOS PINOSRevista del Domingo de El Mercurio, 25 de noviembre de 1979

En esta edición aparecen diversas cartas refiriéndose al reportaje en cuestión. Una es de una persona de Concepción que deplora la destrucción en la Cor-dillera de Nahuelbuta. Roland Peters, decano de la Facultad Forestal de la Universidad Austral muestra preocupación por lo expresado en el reportaje. Federico Schlegel, lamenta una deplorable agresividad. Roberto Delmastro destaca ciertas deficiencias conceptuales. Julio Ponce; director de Conaf, hace unos breves comentarios al pie de una foto suya. Godofredo Stutzin y Clau-dio Donoso opinan positivamente del reportaje.

HOY - SE ARRASA - HOY

Señor Director: La maravilla botánica y paisajística que fue la Cordillera de Nahuelbuta, ha sido elegida como territorio favorito de los exterminadores del bosque nativo. No es tan difícil comprobar allí que han sido arrasadas sin piedad miles y miles de hec-táreas de selvas vírgenes que se habían salvado hasta unos tres años. Baste men-cionar algunos lugares: Fundo “San Ricardo” al norte de Nueva Imperial; fundos “Paillaco”, “Mondoví”, “Matraquín”, “Tranaquepe” y “Choqui”, al sur del lago Lleu-Lleu; fundos “Lanalhue” y “Tranguilvoro”, al sur del lago Lanalhue; varios fundos que pueden observarse desde Cañete, Tres Pinos, Curanilahue, Caram-pangue, y para qué continuar la trágica enumeración.

En esos lugares, a la vista de quien desee comprobar la irreparable pérdida de la riqueza forestal autóctona de Arauco histórico, que debió ser lugar casi sagrado para la raza chilena, está fresca, casi humeante aun, la destrucción brutal. Pero el exterminio continúa hora a hora, ante el avance arrollador de los instrumentos mecánicos. En marzo, abril o antes, vendrá el holocausto de los que hoy es, o fue ayer, espléndida floresta. Gran servicio podría hacer Revista del Domingo envian-do personal adecuado a la zona, para mostrar a la ciudadanía toda esta verdad espeluznante; podría comprobar por ejemplo, que en estas mismas horas, varias hectáreas de selva virgen que se salvaron de destrucciones pasadas, están siendo eliminadas en el fundo “Venecia”, entre Capitán Pastene y Tirúa, en el confín suroccidental de la provincia de Malleco, al oriente del río Pellahuén. ¿Podrían allí salvarse algunos árboles siquiera, merced al poder moralizador de la prensa,

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ya que los guardianes de las leyes y reglamentos forestales no cumplen con su de-ber? Después de Nahuelbuta vendrán Chiloé, Panguipulli, y quizás cuántas otras zonas de privilegiada belleza escénica de nuestro amado territorio, desaparecerán convertidos en astillas, cenizas y pavorosas columnas de humo.

¿Podremos seguir tolerando tanto irracional vandalismo en nombre de la Econo-mía y en perjuicio eterno de la Patria?

Con mucha verdad se ha señalado a BIMA como uno de los principales exter-minadores de nuestra flora arbórea, cuya codicia por sus más nobles especies no conoció límites; luego, para quienes nos angustiamos ante la masiva destrucción de bosques y selvas autóctonas de Chile, el actual proceso de liquidación de esta empresa no podría sino causarnos satisfacción.

Pero, ¡ay¡, otros delincuentes aun más poderosos-como se ve- ya han entrado en escena o empiezan a clavar sus destructores tentáculos en nuestro suelo; no se tra-ta aquí de aquellos que con indignante y olímpico desprecio burlan la legislación protectora de algunas especies como el alerce, y que ya han sido desenmascarados por Revista del Domingo.

Nos referimos a estos otros- mencionados antes- que, por trágica paradoja, actúan escudados por el decreto 701 que estimula la reforestación de tierras de aptitud forestal hoy desprovistas del manto arbóreo que antes las cubrió. ¿Autoriza ese decreto la devastación implacable de selvas vírgenes, que desaparecen de un año a otro, a través de miles y miles de hectáreas.

¿Por qué se exterminan sin dejar vestigio alguno de estos majestuosos bosques, habiendo tanto y tanto terreno baldío donde plantar pinos, pinos y más pinos? ¿Por qué tanta tolerancia y ningún control sobre estos asesinos de la naturaleza chilena? ¿Por qué tanto silencio de las autoridades, cuya principal misión es pre-servar los bienes que el Creador puso en nuestro suelo que, por lo tanto, deben ser eternos, para goce y solaz de las futuras generaciones? ¿No es este un motivo ante el cual palidece cualquier interés económico a corto plazo, que sólo puede beneficiar a unos pocos mortales y no a la chilenidad, que es inmortal?

C.I. 1. 889. 856Concepción

Decano inquieto

Señor Director:En relación con el artículo “…Y el desastre de los pinos”, el suscrito, Decano de la Facultad de Ingeniería Forestal de la Universidad Austral de Chile, debe puntualizar.

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La autoridad universitaria es ajena y rechaza las expresiones duras y categóricas atribuidas a tres académicos de la Facultad de Ingeniería Forestal. La Universidad Austral de Chile y su Facultad de Ingeniería Forestal se han esmerado siempre y siguen preocupadas de que la verdad se busque a través del análisis y del diálogo sereno, de la crítica constructiva y de la apreciación justa y ponderada de los he-chos, nunca por la vía de la generalización y jamás por el empleo de expresiones hirientes, medios que reprueba.

Las inquietudes de la Facultad, que no faltan obviamente en el sector forestal, son objeto de oficios que se dirigen a los poderes públicos, acompañados de los informes técnicos y datos estadísticos que los fundamentan. Bien entiendo que esta práctica no se concilia con la entrevista breve del periodista, pero estimo que la brevedad del espacio no es pretexto para recurrir a generalizaciones que desvir-túan la opinión de los entrevistados.

El profesor Roberto Delmastro proporcionó una versión escrita y razonada so-bre el alerce, del cual se extrajeron aseveraciones relativas al pino insigne. Tengo motivos plausibles para pensar que tanto el profesor Delmastro como los pro-fesores Schlegel y Donoso entregaron la información sin faltar en momento alguno a la mesura.

Sin perjuicio de lo anterior, habría que señalar que las opiniones individuales de estos u otros docentes no comprometen el pensamiento de la Facultad, la que cuando estima necesario hacer pública su opinión en los medios de difusión, lo hace por escrito y bajo la firma de su Decano.

- Rogando al señor Director dar cabida a estas líneas en el prestigioso semanario, me suscribo su atto. y S.S.

Dr. Roland Peters N.Valdivia

Los profesores Schlegel y Donoso confirmaron verbalmente, o por escrito sus de-claraciones. Si faltaron o no a la “mesura”, queda a criterio de los lectores. El pro-fesor Delmastro si perdió la “mesura”, a nuestro juicio, pero no en la entrevista, sino en la carta que nos ha enviado y que publicamos en estas páginas. Su juicio, evidentemente, es discrepante con el del resto de los entrevistados. Objeta, apa-rentemente con no poca razón, ocho líneas del reportaje, en las cuales se intentó sintetizar un concepto expresado, por él. Ellas, en todo caso, no van al fondo del problema ni restan validez al reportaje, el cual, con toda justicia titulamos “…Y el desastre de los pinos”.

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Deplorable agresividad

Señor Director:Con profunda sorpresa y preocupación he leído el artículo “…Y el desastre de los pinos” de Ricardo Astorga, que atenta seriamente contra la confianza y colabora-ción que se ha entregado.

El estilo periodístico que se ha empleado es francamente deplorable por la forma tan agresiva de su enfoque. En vez de discutir críticamente, pero con altura de miras, la política de reforestación impulsada y fomentada por Conaf, se ha causado un daño tremendo, reproduciendo erróneamente sólo una parte de las conversa-ciones sostenidas con un grupo de docentes universitarios evidentemente críticos.

No se debe callar que la actual política forestal ha tenido también una gran varie-dad de beneficios tanto socio-económicos como ecológicos para el país.

Es lamentable que con este artículo se lesione tan seriamente la imagen de Conaf, de la Facultad de Ingeniería Forestal de la Universidad Austral de Chile y de los docentes mencionados.

Es para todos conocido que justamente se han mantenido excelentes y construc-tivas relaciones con Conaf, y que se está colaborando positivamente en diversos aspectos técnicos y proyectos de investigación todavía en ejecución.

Finalmente ruego a Ud velar en el futuro por un carácter más constructivo y res-petuoso en sus artículos a fin de evitar el grave perjuicio a instituciones y personas que nada ayuda a nuestra causa común de hacer de nuestra patria un país cada vez más próspero y humano.

Dr. Federico Schlegel Sachs Fac. Ingeniería Forestal

JEFE DE CONAF: El ingeniero forestal Julio Ponce, que ha conducido la política forestal en los últimos años, rom-pió su silencio cuando esta edición ya estaba preparada. Durante más de siete horas, en dos etapas, conversó con Revista del Domingo para defender con calor y con cifras la reforestación a base de pino insigne. Sus opiniones serán publicadas el próximo domingo. Sostiene que el monocul-tivo es una práctica mundial y que si hubiese temores de un “desastre” por el pino, no estarían trabajando con éste grandes empresas e inversionistas.

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Stutzin opina

Señor Director:Valiosa y valiente la colaboración de los expertos de la Universidad Austral (…Y el desastre de los pinos”. Nº 669), a quienes hay que felicitar por su actitud, que revela una clara conciencia de la responsabilidad que a los hombres de ciencia les cabe frente a los destinos del país.

El reemplazo de los bosques nativos por monocultivos de especies exóticas es uno de los más graves errores que pueden cometerse en materia forestal. Sus con-secuencias son incalculables e irreversibles. Así se ha denunciado y demostrado en innumerables publicaciones científicas; sólo quiero mencionar aquí el libro Rush to destruction (“Carrera a la destrucción”), de Graham Searle, director de los “Amigos de la Tierra”, de Gran Bretaña.

Quizás lo más increíble e inaudito del proceso de “pinificación” de Chile es el hecho de que se están quemando deliberadamente miles y miles de hectáreas de valioso bosque autóctono, con toda la fauna y todo el resto de la flora, para plan-tar pinos, creando un bosque y un suelo muertos. En una información publicada por “El Mercurio”, el 6 de mayo de 1975, se lee: “En la provincia de Valdivia la tierra es tan fértil que, no obstante que el terreno es dos veces arrasado a fuego…, la vegetación autóctona retorna en forma exuberante al cabo de dos o tres meses. Este es el principal problema que enfrentan en la región lo esfuerzos que realiza Conaf para incrementar… la población de pinos”. No cabe duda de que la tierra es más sabia que los hombres que tratan de enmendarle la plana… ¿Y qué decir del caso de la provincia de Arauco donde se procedió a quemar incluso un vivero de árboles chilenos? La denuncia respectiva, corroborada por fuentes fidedignas, dice tex-tualmente: “En Cañete una empresa forestal de nombre Ingar instaló y creó un vivero de plantas nativas con espléndidos resultados. Lograron plantar una gran cantidad de hectáreas de robles, raulíes y otros, a la orilla del lago Lanalhue. Posteriormente, esta empresa cedió los trabajos a la firma Crecec, la cual procedió a quemar todo lo realizado para plantar pino. Como verán ustedes, esto es un crimen que debería ser castigado. Para mayor información, consulten ustedes con Conaf o cualquier vecino de la zona y les confirmarán lo relatado”.Huelgan en verdad los comentarios…

Godofredo StutzinCasilla 3016

Santiago

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Deficiencias conceptuales

Señor Director:Deseo hacer un llamado a su buen juicio y objetividad, relacionado con dos ar-tículos aparecidos en esa revista, en los cuales se me cita haciendo diversas de-claraciones que merecen un detenido análisis. Me refiero específicamente a los artículos “Los delincuentes del bosque” del Nº 662 y “… Y el desastre de los pinos” del Nº 669.

Relacionado al primero de ellos, fue mi intención escribirle unas líneas aclara-torias, pero lamentablemente mis labores impidieron hacerlo oportunamente. Sin embargo, ante el artículo “…Y el desastre de los pinos”, he creído necesario hacerlo a la brevedad, con el fin de que las cosas queden en el lugar que corres-ponden.

En el mes de julio pasado fui entrevistado en mi casa por el señor Ricardo Astor-ga, en relación con la situación del alerce en Chile. Accedí a ello por considerar que se trataba de un tema científica y técnicamente interesante y que, por las explicaciones del periodista, me parecía que éste sería tratado con seriedad y obje-tividad. Digo esto, porque me ha causado extrañeza y profundo malestar la forma como se ha manejado una información que fue proporcionada creo, en forma seria, responsable y sana, en el entendido que se trataba de buscar soluciones y malos entendidos. Debido a que el señor Astorga no disponía de mucho tiempo, solicitó que le enviara un documento titulado “El alerce y un mejor futuro”, cuya fotocopia adjunto para su información.

Obviamente, en este documento no se pueden extraer frases sueltas sin caer en serias deficiencias conceptuales y errores que más tarde se deben lamentar. Estimo que este tipo de procedimientos quiebra toda futura disposición a contribuir con una revista que tiene indiscutible influencia en la opinión pública del país. No le solicitaré que publique “in extenso” dicho documento, pero si agradeceré que lo haga a la brevedad posible con esta carta, con el fin de que la opinión pública tenga una información completa al respecto.

El documento mencionado no plantea en ninguna de sus partes la situación del pino insigne sino que, muy por el contrario, se circunscribe estrictamente al caso del alerce. Aun cuando no fuera un planteamiento por escrito, es necesario tomar las aseveraciones vertidas en el contexto y con la debida ponderación con que se expresan, de lo contrario se pierde objetividad. A modo de ejemplo, en el artículo “…Y el desastre de los pinos”, aparezco declarando lo siguiente: “Se han reem-plazado bosques nativos, como el de alerce, por bosques económicos. En algunos casos este criterio económico es atendible; sin embargo, se exagera su aplicación y se cometen

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errores irreparables. Por otro lado, las leyes conservacionistas se violan por falta de fiscalización y control”. Remitámonos al texto original y veamos cómo cambia el sentido de lo expresado:

“Una alternativa, que a veces se considera en el ámbito forestal, es la posibilidad de conversión, de bosques como los de alerce, a bosques económicos creados artificialmente con una especie diferente. Con ello entonces se pretende justificar la explotación de la especie nativa, con el consecuente beneficio económico, para dar lugar a un bosque bajo el concepto de rendimiento sostenido. En algunos casos esta posición es atendible y de hecho existen numerosos ejemplos donde el cambio ha tenido éxito: sin embargo, a veces se ha exagerado un poco la aplicación de este criterio y se han cometido errores irreparables.

Afortunadamente, o tal vez lamentablemente, la situación de alerce es tal que el tipo de suelo donde habita no permite invasión de otras especies nativas de importancia y tampoco regenera naturalmente en forma suficiente luego de la explotación. En con-secuencia sólo queda lugar para la invasión de malezas y arbustos sin importancia y/o erosión de un suelo frágil y delgado. La implantación de una especie alternativa eco-nómica casi no se puede considerar por las mismas condiciones del suelo descritas y por el clima imperante en la mayor parte del área de distribución del alerce. En realidad, esta especie casi no tiene competidores en las condiciones bajo las cuales logra crecer”.

Como usted podrá apreciar, señor Director, además de cambiarle el sentido a un pensamiento, éste se aplica a otro contexto que no tiene relación alguna con el ori-ginal. En tanto la inconsecuencia de lo planteado, por cuanto desde hace tres años estoy involucrado en un programa de mejoramiento genético, principalmente de pino insigne, a nivel nacional, en el cual participan seis de las principales empre-sas forestales del país y más específicamente la Corporación Nacional Forestal (Conaf ).Más aun, este programa también está preocupado de la investigación en el mejoramiento genético de algunas especies nativas de importancia para el país. No escapará a su elevado criterio, señor Director, que dista mucho de la realidad lo expresado en los artículos mencionados.

Finalmente quisiera expresarle, señor Director, que lo planteado no compromete en absoluto a la Facultad de Ingeniería Forestal, a la cual pertenezco, como así tampoco a la Universidad Austral de Chile. Solicitándole una vez más la publica-ción completa de estas líneas, lo saluda atentamente.

Roberto Delmastro N. Profesor de Genética Forestal Universidad Austral de Chile

Valdivia

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Creemos que nuestra respuesta se encuentra en la crónica que encabeza estas pá-ginas. Lamentamos haber incurrido en “deficiencias conceptuales y errores” en las ocho líneas a que el profesor Delmastro se refiere. Tiene razón cuando señala que dio respuesta a un cuestionario sobre el alerce y no sobre el pino. Pero en ninguna parte del reportaje aparece refiriéndose él a esta especie, sino en forma genérica a los bosques económicos”. Esto nada tiene de raro, pues el artículo sobre el pino analiza fundamentalmente la situación de las especies nativas. Estas ocupan el 70 por ciento del espacio en dicho reportaje, y él se refirió al alerce dentro del con-texto especies nativas versus especies exóticas.

100 años perdidos

Señor Director:Es mi primera intención al escribir estas líneas el felicitarlo calurosamente por el tipo de campañas que Ud. emprende habitualmente en su revista, campañas que tienden a hacer resaltar y a rescatar los verdaderos valores nacionales. En función de la defensa de nuestro patrimonio vegetal, he tenido la satisfacción de aportar a sus campañas en relación con las especies forestales chilenas en más de una oportunidad: “Los desconocidos del bosque” (1971), “Los delincuentes del bosque” (1979). Es de primera importancia la labor de ustedes, en virtud de la calidad de la revista y del poder de difusión de la prensa.

Quiero también, confirmar las expresiones puestas en mi boca por el periodista señor Ricardo Astorga, en su artículo “…Y el desastre de los pinos”, y haciendo, en honor a la verdad, una sola aclaración. Efectivamente, la casi totalidad de las investigaciones en relación con el bosque nativo se hacen en las universida-des, pero hay que destacar que en lo últimos 2 años ha habido una importante contribución de Conaf y organismos internacionales a través de algunas de las actividades contratadas por el Proyecto Conaf/PNUD/FAO, Chile, entre las que deben destacarse “Manejo de renovales de Rauli-Roble”, “Regeneración en bosques de Raulí” y “Variaciones en Raulí”.

También son de gran valor los proyectos financiados por Serplac en los bosques nativos de diversas regiones del país. Prácticamente todos los demás proyectos y en particular aquellos de conocimiento básico y de más largo alcance sobre el bosque nativo y sus especies, son realizados con algunos fondos, relativamente de bajo monto, de las universidades y algunas otras instituciones, como el Instituto de la Patagonia. Ese, a mi entender, es el cuadro de la investigación en bosque nativo en Chile.

Mucho más importante que destacar posibles culpabilidades en relación con el problema del bosque nativo, puesto que en gran medida son compartidas por

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muchas instituciones y muchos profesionales, es hacer resaltar lo negativo del mo-nocultivo y las contradicciones en que se ha caído en relación con ello. Respecto de los problemas del monocultivo y su significación ecológica y económica, el asunto está tratado en los textos y en diferentes simposios realizados en el mundo. El caso de las plantaciones de pino insigne cumple con todos los requisitos que las transforman en un monocultivo peligroso, altamente susceptible de ataques de insectos, plagas y enfermedades, sin atender a otras consideraciones ecológicas y económicas. Por otra parte es contradictorio y casi irónico el hecho de, por un lado, haber traído técnicos de prestigio mundial, como es el caso del Dr. B. Zobel, que han señalado en forma perentoria lo estúpido que es insistir en el monocul-tivo en Chile, y, por otro, proyectar la continuación de la política monoculturista al día siguiente de las palabras de los técnicos. Y no son sólo algunos profesionales del Estado los que mantienen esta actitud tozuda, sino que muchos otros, inclu-yendo los de las universidades.

Es fundamental, además, destacar la negligencia que ha habido respecto de plan-tar, para diversificar, con especies nativas de grandes posibilidades, ¡como parado-jalmente lo demuestran las plantaciones inglesas¡ Y lo grave es que, hace 15 a 20 años, algunos de nosotros venimos insistiendo en esto, sin lograr casi nada hasta el día de hoy porque nuestros propios pares nos niegan el derecho a plantar nuestros árboles en nuestros suelos para demostrar que son tanto o más dignos ecológica y económicamente de ser plantados que el pino insigne y otras exóticas. ¡Son años perdidos para esa causa y para el país¡

Un nuevo artículo específico sobre la materia, con consulta a diversos profesiona-les, podría ser de alto interés para promover la conservación y buena utilización de nuestros recursos, pues hay mucho más que decir y mucho más por qué luchar aun en estas materias.

Claudio Donoso Zegers Ing. For. M.Sc. Ecología Forestal

Valdivia

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EL DESASTRE DE LOS PINOSRevista del Domingo de El Mercurio, Diciembre de 1979

Un aluvión de cartas y una serie de sismos en el sector forestal chileno está pro-vocando el reportaje “…Y el desastre de los pinos”, publicado en nuestra edición Nº 669.

Las críticas al avance desmesurado de las plantaciones de pino insigne y el gravísi-mo estado de indefensión en que se encuentran nuestras especies nativas, fueron hechas por un grupo de profesionales realmente muy calificados de la Universi-dad Austral. Tales críticas afectaban principalmente a la Corporación Nacional Forestal (Conaf ).

De inmediato se produjeron situaciones tirantes entre ambas instituciones y, de acuerdo con informaciones no oficiales, fue estudiada de inmediato la cesación de ayuda económica que Conaf presta a ciertos programas de la Universidad Austral.

Conaf optó por el silencio y no nos hizo llegar su opinión sobre las críticas for-muladas en el reportaje por los expertos universitarios. Lo hicieron prontamen-te, en cambio, el Decano de la Facultad de Ingeniería Forestal de la Universidad Austral, Roland Peters N., y el Decano de la Facultad de Agronomía de la Uni-versidad de Chile, Manuel Contreras (su carta fue publicada en nuestra edición Nº 672). También enviaron cartas los profesores de la Universidad Austral. Federico Schlegel, Roberto Delmastro y Claudio Donoso. Todas estas se publican en estas páginas.

Insistencia estúpida

En su carta, el profesor Claudio Donoso Zegers señala: “Quiero confirmar las ex-presiones puestas en mi boca por el periodista señor Ricardo Astorga”, y añade que es preciso dejar constancia que si bien las universidades llevan el peso de la in-vestigación sobre bosque nativo, en los dos últimos años Conaf y organismos internacionales han prestado también “una importante contribución” (ver carta en estas páginas).

Reitera que la reforestación con pino en forma casi exclusiva (monocultivo) encie-rra peligros de consideración. Textualmente dice: “…es contradictorio y casi irónico el hecho de por un lado haber traído técnicos de prestigio mundial, como es el caso del

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Dr. Zobel, que ha señalado en forma perentoria lo estúpido que es insistir en el mono-cultivo en Chile, y por otro proyectar la continuación de la política monoculturista al día siguiente…” Añade que “el caso de las plantaciones de pino insigne cumple con todos los requisitos que lo transforman en un monocultivo peligroso, altamente suscep-tible de ataques de insectos, plagas y enfermedades, sin atender a otras consideraciones ecológicas y económicas”.

Casi un recuerdo

Por su parte, el Director del Instituto de Botánica de la Universidad Austral, doctor Carlos Ramírez, confirmó al Director de Revista del Domingo que las declaraciones que él aparece haciendo en dicho reportaje reflejan cabalmente su pensamiento. “No tengo nada que rectificar”, advirtió.

¿Qué había dicho él?“Nuestros bosques nativos son casi un recuerdo. Los vegetales están asociados y, en con-secuencia, se debe proteger a la comunidad entera. Si se rompe un eslabón, la cadena se desintegra. No se pueden introducir especies así como así. En esto, la política forestal ha sido nefasta. Ni siquiera los parques nacionales se manejan con el criterio de con-servar las especies. Conaf terminó con la investigación…”

“El pino no tiene enemigos naturales en Chile, porque no es una especie nativa. Pero sus enemigos están comenzando a aparecer. El pino con el tiempo no será negocio. Lo alarmante es que donde crece pino no crece nada más. Cuando venga el quiebre, tal vez ya no quedarán bosques nativos en nuestro país”.

Pocas veces se cumple

Una carta poblada de adjetivos y de recomendaciones sobre estilo periodístico nos hizo llegar el Dr. Federico Schlegel, profesor de la Facultad de Ingeniería Forestal de la Universidad Austral. Deplora la “forma tan agresiva” del reportaje y que se hayan reproducido sólo partes de las largas conversaciones sostenidas con el grupo de docentes universitarios, a quienes define, sin embargo, como “eviden-temente críticos”.

No rectifica, eso sí, ninguna de las declaraciones que él hizo a través de ese re-portaje. Consultado, entonces, telefónicamente por el Director de Revista del Domingo, dijo:

- Todo lo expresado en esa crónica es verdad, pero resulta lamentable que con ella se hayan producido conflictos entre instituciones.

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Le replicamos que el conflicto entre instituciones carece de relevancia cuando el conflicto de fondo se halla entre el interés y el futuro de nuestro país y un grupo de funcionarios y técnicos que actúa erróneamente, en complicidad con el si-lencio ¿Qué había dicho el doctor Schlegel durante la entrevista publicada en el reportaje que se cuestiona?

Refiriéndose al Decreto 701, que obliga a reforestar un bosque explotado, para lo cual se bonifica a sus propietarios, señaló:

“Pero es una burla. Las pocas veces que se cumple, sólo interesa plantar pino, que es económicamente más rentable. Con esto se destruyen los bosques autóctonos y se cae en el serio error del monocultivo”. Y agrega: “Conaf terminó con la investigación, ha puesto fin a su labor de reforestación directa y vendió sus viveros de pino. Hoy es sólo un organismo contralor. Pero, además, redujo drásticamente su personal, por lo cual cumple su labor en forma deficiente. Existe tal inseguridad en el servicio forestal del Estado, que los buenos profesionales han emigrado. Se trabaja casi sólo con egresados de escasa experiencia”.

Ninguna de sus aseveraciones es desmentida en la carta que publicamos en estas páginas, y que lleva su firma.

Problemas subalternos

Nos parece que la situación descrita por él y los expertos ya citados convierten nuestra “deplorable agresividad” en un pecado venial. Nos cuesta, es cierto, cul-tivar la serenidad cuando los intereses nacionales se encuentran tan gravemente descuidados y dañados.

Por lo demás escribimos -serenamente- en dicho reportaje, el siguiente párrafo:

“Los expertos no están ciegamente contra la reforestación con pino. Reconocen la buena labor de Conaf en zonas erosionadas que han sido plantadas con esta especie, y no niegan su importancia como fuente de divisas al país. Pero estiman que Conaf ha caído en un extremo peligrosos, pues tiene cancelada toda su labor en materia d e especies nativas”.

En la misma edición, Revista del Domingo destinó el reportaje central a elogiar las tareas de Conaf en otras áreas (“El milagro de las vicuñas”), y el propio Ricardo Astorga viajó hacia la zona del Lauca antes de la aparición del reportaje sobre el pino y las especies nativas, para dar a conocer con mayor profundidad los éxitos que se pueden alcanzar cuando se aplica una adecuada política conservacionista en la fauna.

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Rechazamos, en consecuencia, los conceptos que algunos profesores- por razones fácilmente explicables a la luz de los antecedentes ya entregados- emplean para referirse a las intenciones de esta revista. Con o sin el apoyo de tales personas continuaremos nuestra campaña de defensa de los intereses nacionales, sin dete-nernos en problemas subalternos y de subalternos.

Por temor a equivocarnos, por temor a incurrir en eventuales errores derivados de la obligación de sintetizar el pensamiento de los entrevistados, no cometeremos el peor de los errores: guardar silencio. Con José Martí diremos que “quien no denuncia una injusticia, la comete”.

Luis Alberto Ganderats

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ARAUCARIA. CUANDO PA’ CUYO ME VOY…Revista del Domingo de El Mercurio, 23 de Noviembre de 1980

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Los madereros pueden estar optimistas

A mediados de 1980, cuando entraron en vigencia las actuales normas sobre ex-plotación de bosque nativo, la araucaria y el alerce quedaron en suspenso. “Se va a profundizar más el estudio”, explicó el Ministro de Agricultura. Y eso, en buen castellano, significa dejar abierta la posibilidad de volver a explotar y comerciali-zar la madera del perseguido alerce y de nuestra araucaria.

De otra forma ¿por qué “estudiar” nuevamente la situación de especies declaradas “monumento natural” hace ya cuatro años?

Ecólogos, ingenieros forestales y madereros esperan el veredicto final que, según averiguó Revista del Domingo, se entregará sólo en un par de años más.

Pero, por encima de estudios y polémicas, algo parece claro: la araucaria araucana o pehuén nunca tendrá descanso, salvo el descanso eterno que le prometen los madereros, en su mayoría extranjeros, sin arraigo en Chile ni cultura ecológica.

Por su belleza, por encontrarse en vías de extinción, los conservacionistas presio-nan para que nadie toque a la araucaria. Por su valor comercial, los madereros quieren aprovecharla. Tienen razones de pesos, de dólares. Cortando un solo ár-bol obtiene madera por un valor de 100 mil pesos, o más. Eso, según los últimos precios publicados en el boletín Chile Forestal, de Conaf.

Un experto (soy yo, y no sé por qué no lo dice el periodista) advirtió que, a su juicio, son tan nefastas las posiciones de los “carniceros” del bosque como las de aquellos conservacionistas fanáticos:

- Me recuerdan a una señora que pretendía prohibir el uso de máquinas fotográficas en los parques nacionales. “El ruido inquieta a los pájaros” decía.(era una bióloga argentina que estaba en un congreso sobre parques nacionales en Viña del Mar, por allá por 1971) Y eso es tan absurdo como que un señor se eche al bolsillo el futuro ecológico de Chile y tenga la complicidad de quienes deben impedirlo.

Buscando nuevas proposiciones llegamos al doctor Carlos Ramírez, director del Instituto de Botánica de la Universidad Austral, y al ingeniero forestal Claudio Donoso, destacado docente e investigador del Instituto de Silvicultura.

Esos expertos comenzaron abriendo una ventana realista. Por donde se la mire la araucaria es productiva: con su fruto, el piñón, se pueden fabricar alimentos y bebidas; la corteza se vende para leña; la goma resinosa que bota el tronco sirve como analgésico… ¿La madera? Bueno, con ella fabrican mástiles de barcos, pie-zas de aviones, esquís, muebles, pisos…

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Árboles al suelo

Por esta razón, en 1969 se dictó un reglamento para su explotación. Los planes de trabajo y las medidas para garantizar la regeneración debían someterse al Servicio Agrícola y Ganadero. Sólo él podía entregar los permisos. ¿Resultado? Corta in-discriminada, exterminio de bosques.

Claudio Donoso:- No sólo se arrasó con los árboles en pie. Los madereros trabajaron, además, con trac-tores y otros implementos que arruinaron la regeneración natural.

La situación hizo crisis en 1976. Entonces se decidió declararla “monumento natural”. El decreto, eso sí, no fue terminante.

Explica el doctor Carlos Ramírez:- Como en Chile las leyes se hacen dejando “un escape”, se prohibió cortarla, pero no se prohibió usar la madera que estaba en el suelo.

Y en esos días, muchos árboles- araucarias y alerces- se fueron al suelo. Según Donoso, los madereros sabían que venía el decreto y se pusieron a cortar enormes cantidades. Así se explica que en marzo de 1976- cuando entró en vigencia la medida- los productores declararon tener 4 millones de pulgadas de madera en el suelo. Después de cuatro años de ventas dentro y fuera de Chile, aun quedan alre-dedor de dos millones. Eso demuestra claramente el criterio de tales madereros.

Buscando aire

La calidad de la araucaria es fruto de su lento crecimiento: menos de 10 centíme-tros al año. Alcanza su madurez a los 5 siglos de vida. Puede, eso sí, explotarse a partir del cuarto siglo.

Ramírez reconoce como absurdo pretender que todo Chile sea un gran parque nacional, sin embargo piensa que la economía del país no sufriría si se deja de tocar la araucaria.

“Chile tiene muchos otros recursos fáciles de renovar. Nuestra flora está compuesta por casi 7 mil especies, más unas 3 mil traídas del extranjero. Con 10 mil plantas distintas no parece demasiado sacrificio dejar tranquila a la araucaria, que se halla en extin-ción. De verdad, yo no entiendo por qué se vuelve a insinuar siquiera la posibilidad de volver a explotarla”.

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Tiene su propia teoría. Esta especie crece sobre los mil metros de altura en la cordillera de Nahuelbuta y en la cordillera de los Andes (entre Valdivia y Los Ángeles) sólo porque otros árboles más “eficientes” la desplazaron.

Explica:Se desarrolla en zonas difíciles, con nieve, mucho frío, vientos de altas velocidades y suelo casi pura roca. Ahí no sobreviven otros árboles, a excepción del coigüe y la len-ga. Con otras especies la araucaria se ahoga. Pero si uno la saca de ahí y la pone en cualquier otra zona, crece sin problemas. Eso me ha llevado a pensar que en épocas anteriores ocupó otros terrenos.

Sugiere un tipo de explotación y nada más: la explotación turística (las fotos de estas páginas demuestran el valor que ellas tienen como recurso turístico).

Preguntamos:- Pero si nadie toca los bosques ¿no se corre el riesgo de que los árboles más viejos impidan el desarrollo de los jóvenes?- No, los bosques de araucaria son poco densos. Entre árbol y árbol hay hasta 15 metros de distancia. No existen problemas de regeneración.

Destino incierto

Claudio Donoso no desecha la posibilidad de explotarla turísticamente. Sin em-bargo, cree que nada se puede señalar en términos absolutos.

Aquí decide el factor económico. Aun así, para que funcione una explotación racional se necesita que el propietario tenga conciencia forestal, que los ingenieros forestales los obliguen a actuar en forma correcta… Además, en Chile tenemos algunos cono-cimientos de la araucaria, pero no son suficientes para poner en marcha planes de explotación que aseguren su supervivencia.

¿Se estudian posibles planes de manejo?Sí, nosotros dentro de la Universidad Austral hemos realizado investigaciones, pero ahora la Conaf les pidió a las distintas escuelas de Ingeniería Forestal que presentaran proyectos de sistemas de explotación.

¿Se puede cortar sin riesgo?En teoría sí, aunque estas cosas hay que experimentarlas. Siempre aparecen impon-derables. Nosotros hicimos un estudio donde resultaba rentable e inofensivo cortar los individuos que tenían troncos de 90 y 150 centímetros de diámetro, y sacando sólo 43 árboles de entre 320. Menos del 15 por ciento. Bueno, eso era un lugar preciso y en un

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largo período. En general, creo que es posible manejar tales bosques, sacando una pe-queña cantidad cada 20 o 40 años. Claro que todo esto hay que verlo en el terreno.

Según él, en 1981 la Conaf entregará fondos para que las universidades empiecen a investigar métodos de explotación racional y sólo con los resultados en la mano se conocerá el destino de la araucaria. Se anticipa:

- Todas las leyes que puedan dictarse para proteger esta especie se van a prestar para lo mismo: abusos. A menos que se realice un buen control con sanciones fuertes. Creo que en Chile debe estructurarse un eficiente sistema de fiscalización; de otra forma, ninguna ley o decreto cumple bien su función. Cuando dicen “¡Esto no se toca¡”, yo me pregunto ¿quién controla hectáreas y hectáreas de bosques? Es muy difícil.

Tal vez la araucaria está condenada sin remedio.Y mientras los chilenos tomamos el asunto “con andina”, los argentinos (¡hay que reconocerlo¡) actúan responsablemente y con visión de futuro. Ellos tienen casi la misma cantidad de hectáreas de araucaria, pero ya en los años 60 incluyen en parques nacionales todas esas hectáreas.

Carlos Ramírez:- ¿Para qué cortarla en Argentina? Ellos esperan cómodamente que los chilenos les vendamos las nuestras. Nuestros madereros se frotan las manos, mientras la araucaria sigue subiendo por la cordillera ¿Querrá asilarse en Argentina?

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ES NECESARIO DESPERTAR CONCIENCIA FORESTALENTRE EMPRESARIOS MADEREROSLa Tercera, 1983

Valdivia (Adolfo Pineda, corresponsal)Las necesidades de despertar una conciencia forestal, especialmente entre los empresarios que se dedican a la explotación de bosques, señaló aquí el profe-sor de Ingeniería Forestal de la Universidad Austral, Claudio Donoso Zegers, autor del libro “Ecología Forestal”, de reciente publicación.

En entrevista concedida a La Tercera señaló que la explotación comercial de los bosques naturales está vigilada mediante la legislación y el control ejercido por la Corporación Nacional Forestal, Conaf, aunque no es suficiente.

La entrevista se realizó primero en la oficina del especialista escritor y luego visi-tando el hermoso jardín botánico que la Universidad posee en el Campus Univer-sitario de Isla Teja, y que, curiosamente, muy pocos valdivianos conocen.

Obligación

Redondeando su idea, el profesor dice: “Los empresarios y propietarios de gran-des masas de bosques debieran pensar que fueron donados por Dios o la natura-leza. Por consiguiente ellos tienen la obligación de devolver lo que están usando para su beneficio en la misma forma., esto es, como bosques ordenados y sanos a las futuras generaciones”.

Cuando se refiere al grado de cuidado de bosques del sur de Chile, señala que tra-dicionalmente o históricamente, es bajo. Ello, como consecuencia de que Chile, desde el punto de vista del desarrollo de una conciencia forestal, es un país nuevo.

“La legislación actual respecto al bosque nativo, que data de 1980, abre la esperanza de que nuestros bosques sean conservados y bien utilizados en el futuro”, dice.

Turismo

El profesor Donoso estima que el turista puede perjudicar el bosque si provoca daños casuales o deliberados, particularmente mediante el uso irresponsable o descuidado del fuego. También deteriorando el medioambiente y el paisaje por desaseo o arrojando desperdicios. “La mejor forma de cuidar o proteger el bosque es no produciendo alteraciones como las señaladas”, puntualiza.

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Respecto a la forma en que los países de alto desarrollo científico protegen sus bosques, Donoso expresa: “En primer lugar, tienen una política muy clara con respecto a los recursos forestales y una aplicación muy severa de la legislación, llegándose en algunos casos a que no se puede botar un árbol sin la autorización expresa de un ingeniero forestal del Estado”. Y agrega:“Otra cosa muy importante en estos países es que existe una fuerte presión del público, que es atendida por los organismos correspondientes, en beneficio del desarrollo de usos de valor intangible de los bosques, como puede ser el valor estético del paisaje, la recreación y la sobrevivencia de la fauna que habita en los bosques. De esta forma se mantienen y se extienden”.

Reducido hábitat

Finalmente, preguntamos al profesor Donoso Zegers si es efectivo que la fauna autóctona ha desaparecido en los últimos años por la introducción del pino y el eucalipto.

“Pienso que no se puede señalar claramente que ha ido desapareciendo, responde. Pero sí, es indudable que se ha reducido el hábitat adecuado para la fauna, lo que puede llegar a significar en un caso límite, la eventual desaparición de una especie de la fauna desde un área. Podría ser ejemplarizada, quizás, con el caso del pájaro carpintero grande, que prácticamente ha desaparecido de los bosques”.

Visitamos, junto al estudioso, el jardín botánico junto al río Cau-Cau. Es un hermoso campo con gran variedad de plantas de distintas latitudes que van desde el autóctono “canelo” hasta el ciprés de las Guaitecas, el “aliso”, planta exótica de Europa, y otros.

“Aquí tratamos de conocer las características ecológicas de las plantas en sus pri-meras etapas jóvenes”, explica el profesor Donoso. Se aprovechan para ello reque-rimientos de suelo y luz. Lo mismo ocurre con un vivero que allí existe.

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MANUSCRITOS BOTÁNICOS A LA SOMBRADE UN ROBLE BLANCOArtes y Letras de El Mercurio, 22 de julio 1984

Descubrimiento del Maqui, el Pehuén y la Azucena Campestre

Los últimos años se han caracterizado por un despertar hacia la naturaleza y no es raro que un padre de familia muestre orgulloso en el patio de su casa un maqui que él mismo plantó o un canelo, agregando la observación de rigor: “es el árbol sagrado de los araucanos…”.

A este fenómeno espontáneo se suma el hecho de las numerosas publicaciones aparecidas en torno a nuestras plantas, flores y bosques. Uno de los álbumes más hermosos fue el que apareció en 1982 titulado Orquídeas de Chile con hermosas láminas de gran formato terminadas a mano, una a una. En la Universidad Aus-tral de Valdivia, Claudio Donoso se especializa en Flora Leñosa Chilena y estudia el ñirre, la lenga, el coigüe y el laurel.

En tierras bañadas por el Calle-Calle hay un auge de la botánica. Lo mismo puede decirse de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de Chile. En la Uni-versidad de Concepción está el mejor herbario de que dispone nuestro país, con muestras de plantas recolectadas de Arica a Magallanes. En esta Universidad, los profesores Roberto Rodríguez, Oscar Matthei y Max Quezada acaban de publicar en 1983 el primer volumen de la serie “Biblioteca de Recursos Renovables y No Renovables de Chile”, con título Flora Arbórea de Chile, recogiendo 123 especies chilenas e indicando su distribución geográfica, así como su taxonomía.

Y actualmente, los libros de Adriana Hoffmann, finos, científicos y a la vez poéticos. Hasta la fecha, hay tres publicaciones con el auspicio de la Fundación Claudio Gay de El Mercurio y constituyen un éxito, tanto por la novedad y belleza del tema, como por la erudición y arte con que se aborda la materia de nuestras plantas. Los dos pri-meros han sido Flora Silvestre de Chile: Zona Central y Flora Silvestre de Chile: Zona Austral, recogiendo este último árboles, arbustos y enredaderas leñosas. Luego vino El árbol urbano en Chile. Por aparecer, un libro hermosamente ilustrado como los an-teriores, sobre nuestros cactus y otro sobre Flora Andina Chilena. Con tijeras, pinzas, bolsos, chuzos, palas y hasta lupas, Adriana Hoffmann se interna con una rara mezcla de sensibilidad y curiosidad científica en nuestros parajes, observando y analizando nuestros lirios del campo, nuestras “violetitas” o los humildes dedalillos de oro que encienden de amarillo en primavera las abandonadas estaciones de ferrocarril.

Manuel Peña Muñoz

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ÁRBOLES CHILENOS: ¿DEBEN SEGUIR VIVIENDO?La Tercera, 14 de julio de 1985

Las especies forestales nativas de Chile -al menos muchas de ellas- desaparecen paulatina y constantemente. Casi todas son productoras de finísimas maderas, muy bien cotizadas en los mercados nacional e internacional. Pero replantarlas es poco atractivo desde el punto de vista del empresario privado. Se demoran mucho tiempo en crecer.

¿Están, por lo tanto, condenadas irremediablemente a desaparecer? Esta interro-gante fue planteada a tres destacados docentes de la Facultad de Ciencias Foresta-les de la Universidad Austral de Chile: el Decano Dr. Rubén Peñaloza, el doctor Federico Schlegel y el profesor Claudio Donoso.

El corresponsal de La Tercera, Adolfo Pineda Armstrong, entregó el cuestionario del informativo del Agro y recogió las respuestas.

Los puntos de vista de estas tres personalidades, extractados, se agrupan inmedia-tamente después de cada tema.

Los bosques ayudan al bienestar

1. Extensas regiones chilenas, antes pobladas de bosques nativos, se encuentran ahora convertidas en yermos o están replantados con especies introducidas al país. ¿Existen posibilidades y conveniencia de reforestar con aquellos viejos árboles autóctonos?

Schlegel:“El bosque nativo no es solamente una fuente de materia prima y de empleo de mano de obra, sino que aporta beneficios de importancia para el bienestar del hombre. Mantiene el equilibrio ecológico mediante el control de la erosión y de las cuencas hidrográficas. Produce aguas puras, sirve de recreación, permite la vida silvestre. Al estimular el desarrollo socio-económico del área rural, restablece un adecuado equilibrio en el actual contraste campo-ciudad”.

“En realidad, queda muy poco bosque nativo aprovechable, solamente restos de sucesivas explotaciones selectivas. No se ha invertido un peso en su renovación. Convertir las extensas áreas de bosques nativos ya explotadas en nuevos bosques productivos requiere una alta inversión”

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“Distinta es la situación de los bosques jóvenes resultantes de incendios forestales (renovales) porque permiten una cosecha en un plazo no mayor de 30 años”.

Donoso: “Reforestar significa, legalmente, poblar con especies arbóreas o arbustivas, me-diante plantación, manejo de la regeneración o siembra, un terreno que haya sido explotado para extraer madera”.

“Según esa definición, es perfectamente posible reforestar en el bosque nativo, de acuerdo a los conocimientos que se tienen en este momento”.

“Otro concepto legal es el de forestar: poblar con árboles terrenos que no los tienen, o que los tienen pero no es posible mejorarlos o explotarlos económica-mente. Allí se puede forestar con especies nativas chilenas”.

Peñaloza:“La formación de bosques con especies nativas nos sólo es posible mediante re-generación y siembra, sino también mediante plantación. Tenemos en Chile al-gunos ejemplos. Lo más notable se produce en Gran Bretaña, donde especies chilenas, como Roble y Raulí, son las más preciadas por su rápido crecimiento y notable producción volumétrica. Si esto no se hace en Chile es más bien por un equivocado concepto de rentabilidad”.

Raulí, coigüe y roble son los más rentables

2. A la consulta del Informativo del Agro sobre cuáles son las especies nativas más recomendables para la reforestación chilena, los expertos de la Universidad Austral opinaron así:

Schlegel:“Las experiencias en viveros y plantaciones experimentales han dado excelentes resultados con el raulí, roble y coigüe. La Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral recogió los siguientes resultados en una plantación experi-mental de 9 años, en predios de su propiedad; el coigüe alcanzó un diámetro de 13, 5 centímetros y una altura de 9, 5 metros; el raulí 8, 5 centímetros de diáme-tro y 8 a 10 metros de altura; finalmente el roble, de 6 centímetros de diámetro y una altura de 6 metros.

La plantación se hizo con plantas producidas en viveros. También son valiosos el laurel, tepa, olivillo, lingue y mañío, aunque son de crecimiento más lento y condiciones de semisombra.

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Donoso: En general, se puede decir: a) en los terrenos donde haya regeneración de especies nativas se debiera reforestar manejando este sistema; b) en los lugares sin regene-ración, es conveniente plantar con especies que se sepa dan buenos resultados en el sitio. Si no hay un conocimiento claro de ellas, siempre es preferible plantar con las especies que crecen naturalmente en el lugar.

En la zona sur las mejores plantaciones son de raulí, roble y coigüe. También, en cierto modo, la lenga. Esto no quiere decir que otras especies deben descartarse. Todo depende del sitio donde quiere plantarse. Por ejemplo, en las alturas de la cordillera en Malleco o Cautín, debe reforestarse con araucaria, con plantas producidas en vivero. En los ñadis de Llanquihue se puede reforestar con canelo, mientras que en Chiloé debe hacerse con coigüe y alerce.

Peñaloza: Cualquier especie nativa es adecuada para plantar. Determinar cuál es la mejor, depende de los objetivos fijados. Existen árboles productores de maderas o de frutos. Otros son ornamentales o protectores del ambiente, La función de los bosques no es fundamentalmente la producción de madera sino la de proporcio-nar favorables condiciones de vida al hombre. Aparte de su función económica, los bosques también desempeñan una función social y reguladora de condiciones ambientales. Por ejemplo, donde las hoyas hidrográficas están cubiertas de bos-ques no se producen inundaciones.

Lentos…pero dan la mejor madera

3. La demora entre plantación y explotación de las especies forestales se ha con-vertido, para algunos, en el punto clave para decidir la especie que se planta. Al consultar a los profesores de la Universidad Austral sobre este punto, opinaron de esta manera:

Schlegel:Para las especies indicadas, el periodo entre la plantación y la cosecha es de un máximo de cincuenta años. En ese lapso los árboles alcanzan un diámetro míni-mo de 50 centímetros para la cosecha final.

Donoso:El tiempo que media entre la plantación y la explotación depende de cada especie y del sitio donde se la plante. En malos lugares para el árbol elegido, el periodo es más largo, naturalmente.

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Respecto de cada especie existe una verdadera mitología en Chile. Hay algunas que, plantadas, crecen muy rápidamente. Los ingleses se han encargado de de-mostrarlo en su país, en algunos casos. Son especialmente rápidas el coigüe, raulí y roble. Estas especies pueden producir árboles cosechables en 35 años, según afirman los ingleses. Aunque aumentemos este periodo a 40 y hasta 50 años, siempre será un lapso corto para especies de calidad. También son muy rápidas el notro, avellano y el canelo, en Chiloé. Entre las especies más lentas están el alerce y el ciprés de las Guaitecas, las cuales, en sus habitat, pueden demorar hasta 250 años para ser árboles maderables. La mayoría, como el laurel, tepa y ulmo, puede demorar entre 60 y 100 años. El tema es muy amplio y puede dar para escribir un libro.

Peñaloza:No se puede precisar con absoluta seguridad el tiempo que debe transcurrir entre plantación y explotación para cada especie nativa. Pero si se puede estimar que este turno o rotación es mucho menor que lo que se cree. Esto se ha demostrado en experiencias tanto en Chile como en el extranjero. Este tiempo será siempre mayor que el de pino insigne, pero la calidad de la madera será también siempre mucho mayor. Es este concepto de rentabilidad el que hace poco atractivo o im-pide la forestación con especies nativas para un particular. Pero no debería serlo para el Estado.

Rol de el Estado en el financiamiento

4. Existe unanimidad, al parecer, en cuanto a la conveniencia de reforestar con especies nativas. El problema es de financiamiento. En relación a esta disyuntiva, las opiniones de los tres docentes consultados se consignan a continuación.

Schlegel:Cuando el doctor Schlegel se refiere al financiamiento hace presente que la plan-tación de especies nativas puede financiarse a través de un sistema de bonificación similar, pero más favorable que el aplicado para las especies de rápido crecimiento introducidas.

El Estado, o CONAF, deberá garantizar una producción de plantas nativas en cantidades y calidad adecuadas y a un precio conveniente. A su vez, la asistencia técnica debería ser obligatoria. La producción de plantas en viveros fiscales es especialmente importante, porque es muy difícil la colección de una cantidad adecuada de semilla fértil de estas especies.

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Donoso:Sin duda que los propietarios particulares y los pequeños empresarios no tienen posibilidades de afrontar los costos de una forestación o reforestación o esperar el momento de la explotación para obtener los retornos. Por lo demás, tampoco son capaces de hacerlo con especies de rápido crecimiento, como el pino insigne, que pueden explotarse a los 20 o 25 años después de plantadas. Estas plantaciones sólo se han podido aumentar sobre la base del subsidio estatal, conocido como bonificación.

En el caso de las especies nativas el Estado debe, con mayor razón, emprender directamente la reforestación.

Peñaloza:El Estado debe velar por aspectos distintos al de la mera rentabilidad financiera del bosque nativo. No sólo se trata de un recurso renovable que puede proporcio-nar utilidad en términos económicos directos, son además los beneficios indirec-tos o intangibles tanto o más importantes que el primero. El Estado debería asu-mir una función subsidiaria de mayor envergadura, empezando por utilizar sus propios bosques con criterio silvícola, a objeto de propender a su permanencia. Subsidios adecuados a los particulares evitarían la peligrosa dependencia de una sola especie, como sucede actualmente. Me refiero a los riesgos fundamentalmen-te de tipo biológico a los cuales están expuestas las extensas superficies cubiertas actualmente por pino insigne. Por otro lado, no todos los terrenos forestales del país son aptos para una sola especie.

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¿CATÁSTROFE EN LOS PINOS? Revista del Domingo de El Mercurio, 14 de julio de 1985

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Luis Cerda, entomólogo de la Universidad Austral:Siempre se pensó que las plantaciones chilenas de pino insigne serían asépticas. Inma-culadas. De ahí el enorme margen de ganancias. Y sin embargo, tarde o temprano, los problemas iban a llegar.

Ahora, centenares de propietarios se verán obligados a cortar, fumigar o quemar miles de hectáreas de pino. Sobre muchas más se cierne la amenaza: una plaga ataca las plantaciones de pino insigne y nubla el futuro forestal chileno.

La noticia no ha trascendido a la luz pública.

CONAF, la Universidad Austral y empresas madereras estudian aceleradamente el problema planteando soluciones. De reuniones con el SAG, realizadas durante estos días, debe salir un planteamiento técnico definitivo para abordar el problema.

Revista del Domingo viajó a Valdivia y a la zona de Ensenada, en el lago Llan-quihue, para conocer la opinión de expertos de la Universidad Austral y observar directamente el daño que están sufriendo las plantaciones. El problema parece grave. No obstante, es algo que se arrastra por más de una década.

Monocultivo

Desde hace varios años, el centro y sur chilenos están cubriéndose del verde pino, un paño que comienza en la Zona Central y -con intermitencias- se extiende hasta Puerto Montt.

Un millón doscientas mil hectáreas. El más gigantesco monocultivo jamás plan-tado en el país. Así, en los últimos años el sector forestal se transformó en el segundo productor de divisas para el país.

Durante bastante tiempo, Revista del Domingo entrevistó, en relación al mono-cultivo de pino insigne, a numerosos ingenieros forestales -casi todos con docto-rados en el extranjero-. De su opinión publicada en nuestras páginas extractamos lo siguiente: gracias a la práctica de hipercultivo y explotación a tala rasa de esta especie, casi se ha terminado con el bosque nativo. El paño verde cubrió tierras cultivables; secó esteros y ríos; derribó la milenaria y rica floresta autóctona.

Donde el pino asentó sus reales terminó con el sotobosque, con la flora y fauna endé-micas; acidificó el suelo, evitando que casi nada crezca donde una vez fue cultivado.

La explotación de las plantaciones provoca erosión en lomas, pendientes y que-bradas.

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Ataques al pino

Varios expertos de la Universidad Austral- hace cinco años- advirtieron del riesgo en estas páginas (Nº669), recomendando un cambio drástico en la política forestal.

Federico Schlegel, ingeniero forestal (Ph.D.) señalaba:Se está cayendo en el serio error del monocultivo.

Carlos Ramírez, biólogo (Ph.D.) : El pino no tiene enemigos naturales en Chile, porque no es una especie nativa. Pero sus enemigos están comenzando a aparecer.

Ahora parece producirse el derrumbe del monocultivo, una situación anticipada por expertos nacionales y extranjeros, que jamás fueron escuchados.

Primero fueron bichitos chilenos que se adaptaron a la nueva especie. Surgieron la “cuncuna espinuda”, que gusta de las hojitas tiernas; luego, la “cuncuna del pimien-to”, el “bicho del cesto”, “trips de los viveros”, el “escarabajo de polvo de poste”…

No obstante, estos insectos cuentan con enemigos naturales que impiden -por el momento- su ataque definitivo a las plantaciones.

En 1969, un entomólogo gringo pone la voz de alarma: la “polilla del brote”, uno de los más temibles enemigos del pino insigne, está aquí al lado, en Argentina, donde causa estragos considerables. Claro que los trasandinos tienen sólo peque-ñas extensiones cultivadas con esta especie forestal.Nadie parece tomarlo en serio.

La polilla se alimenta de yemas y acículas de casi todas las especies de pinus, espe-cialmente insigne y contorta. Aunque no daña la madera, inhibe el crecimiento del árbol. El bicho coloca sus huevos sobre yemas o ramitas nuevas para que sirvan de alimento a la larva. Esta, una vez nacida, se desliza por el corazón de las ramas esperando días más calurosos. Cuando se transforma en un ser alado, de inmediato come de los brotes y acículas del año, hasta secarlas. Y vuelve a poner huevos. Y así, continúa el demoledor ciclo.

Una plantación atacada severamente por “polilla del brote” detiene su crecimiento en altura, casi por completo.. Cada ejemplar mordido se despega dramáticamente torci-do o con su punta seccionada. Los pinos mayores no tienen problemas con la polilla, pero los ejemplares menores de once años sufren daños irreparables en su desarrollo.

Y atención: el 75 por ciento de las plantaciones chilenas tienen menos de esa edad. Controlar el ataque en sitios reducidos no es muy difícil; pero hacerlo en un paño continuo de pino insigne resultaría una hazaña.

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Si no se consigue puede ser el fin de un gran negocio, por culpa de la polilla. Y ya llegó a Chile. Nuestras plantaciones comienzan a sufrir su devastador mordisco.

Bosques condenados

Luis Cerda:Aquí la polilla encontró la utopía jamás soñada en alimento. Un banquete. Este es un insecto con el cual no se puede convivir: o lo eliminamos por completo o termina con nuestras plantaciones.

La voz de alarma surgió del fundo Nueva Carintia, a unos setenta kilómetros de Puerto Montt. El SAG descubrió, a fines del año pasado, un serio ataque de polilla del brote. Sin embargo Conaf fue avisada sólo tres meses después. En todo caso, esta institución, junto a la Universidad Austral, se lanzó a realizar un catastro de daños.

Resultados provisorios indican que el insecto entró desde Argentina hace unos cuatro años. A puro comer. Hasta el momento más de 15 mil hectáreas han sido atacadas y la Décima Región podría declararse zona prohibida para pino.

Ahora, la tarea prioritaria es evitar que la plaga alcance las grandes plantaciones de la Octava Región: un millón de hectáreas de pino.

Se discuten alternativas para controlar el bicho. Según Federico Schlegel, “debemos desestimar el control químico: La Décima Región resulta técnica y económicamente imposible de fumigar, y es una locura pensar hacerlo con medio país”. Por otro lado, el control biológico -es decir, importar insectos o esperar que bichos chilenos la combatan- resulta demasiado lento. La situación no está para demoras.

El Colegio de Ingenieros Forestales plantea crear una faja libre de pinos al norte de Valdivia. Además, analiza la posibilidad de botar y quemar todas las planta-ciones en la Décima Región. ¡Sesenta mil hectáreas¡ Gigantesco capital perdido. Aunque claro está, toda la madera de árboles adultos puede ser comercializada.

Para Luis Cerda, quien más ha investigado la polilla, esto es técnicamente impo-sible de realizar. “La fórmula debería ser una combinación entre corta y fumigación en zonas reducidas. Es decir, controlar sólo los focos de ataque. Estoy cierto que esto es posible de hacer. Actualmente estamos delimitando la real magnitud del peligro. Si el daño es generalizado habría que botar todo el pino de esta país”.

Una catástrofe de proporciones incalculables. “Aunque estoy seguro que el problema será controlado”.

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Claudio Donoso, presidente del Colegio Regional de Ingenieros Forestales de la Décima Región, opina:

Todas estas son soluciones transitorias, nada más. La única respuesta al problema se llama “diversificación”; es decir, comenzar a cultivar otras especies, la mayoría nati-vas. Replantar nuestro bosque. Así, se recuperan las tierras erosionadas, las aguas del Sur, y se supera el problema del monocultivo.

Diversificación

Conaf y la Universidad Austral realizan estudio sobre bosque nativo desde hace algunos años. Los ejemplos son notables; los riesgos mínimos.

El raulí, especie que ya sólo es un recuerdo, puede crecer en cuarenta años. Su valor supera diez veces el del pino. También existe excelente regeneración en coigüe y en roble.

El profesor Schlegel opina de manera similar: “diversificar es la única solución. No existe otra. Nuestro deber es crear un paisaje atractivo, ecológicamente sano, económi-camente activo.”

Todo eso puede realizarse gracias a la diversificación. Schlegel, a diferencia de Do-noso, plantea que lo mejor sería reforestar con ejemplares exóticos. “Durante años hemos estudiado el comportamiento y desarrollo de especies como el pino Oregón, el aromo australiano, el eucalipto. Tenemos resultados espectaculares que mostrar”.

Para los profesores del la Universidad Austral una cosa queda clara: se debe termi-nar el monocultivo del pino.

Algunos opinan que esto es una catástrofe sin solución. Está aquí. Luis Cerda, en cambio, asegura que la polilla será controlada. “Sin embargo, eliminar la plaga en esta zona tampoco es la solución. Por primera vez las empresas deberán gastar en prevención, en detección de otros focos, en protección sanitaria. Así, el pino dejará de ser un gran negocio. La única verdadera solución de esta realidad es fomentar decidi-damente el repoblamiento de otras especies”.

Los profesores Schlegel, Donoso y Cerda no condenan el pino, nunca lo han hecho. Es más, argumentan que podrá seguir siendo cultivado, en mucho menor escala, por supuesto.

Detener la polilla parece misión difícil. De lograrse, existen otros enemigos que acechan al pino insigne. El más temido es el sirex, una avispa taladradora de ma-dera. Está comiendo árboles en Uruguay.

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BOSQUE NATIVO: GANADOR POR K.O.Revista del Domingo de El Mercurio, 22 de septiembre de 1985

Terminado el conteo, sabemos que el bosque nuestro puede renacer. Técni-cos avivan el proyecto de reforestar con raulí, lenga, ulmo. Para vivir mejor y ganar más.

Reportaje de Ricardo Astorga

Después de que muchos reforestaron centenares de miles de hectáreas sólo con pino insigne, la polilla del brote (Nº 969) puede provocar una catástrofe.

Ingenieros forestales, ingenieros comerciales y técnicos proponen la “diversifica-ción”. O sea, variar. La naturaleza lo hace así, si se la deja en libertad.

Claudio Donoso, ingeniero forestal:Con la diversificación se recuperan las aguas, los animales y los suelos.No se trata de eliminar el pino, ni de rechazar árboles introducidos. Federico Schle-gel, ingeniero forestal, cuenta con estudios sobre árboles extranjeros, especialmente el eucalipto. Algunos crecen metro y medio por año, tan rápido como el pino.

También habla del pino oregón, ciprés, aromo australiano, maderas finas de mu-cho mayor valor que el pino insigne.Con cien mil hectáreas de Oregón, Chile puede dominar el mercado mundial. En cambio, nuestra actual plantación de pino insigne significa apenas el 0,1 por ciento de la producción total del planeta.

Además, ha conseguido que especies nativas crezcan más de un metro al año.

Claudio Donoso vaticina que el rauli puede explotarse cada cuarenta o cincuenta años. “En Inglaterra lo logran cada 35 años. Y recordemos que es la madera más ape-tecida en el extranjero”. El coigüe se podrá explotar a los cuarenta años, el lingue a los sesenta.

Aunque el pino es comercializable antes de los 30 años, de todos modos conviene plantar especies nativas: “Podríamos llenar barcos con madera valiosa”.

Iván Castro, director ejecutivo de Conaf, comulga con la diversificación:Existe un proyecto en su fase final, que postula bonificar ciertas formas de reforestación con especies nativas. Iniciamos el camino para recuperar nuestros bosques.

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Hoy en día quedan solamente 850 mil hectáreas de floresta endémica valiosa, y ubicadas en lugares casi inaccesibles.

El bosque nativo está prácticamente extinto. Saqueado. Enorme formaciones ar-bóreas fueron sometidas al “floreo”, es decir, han dejado sólo los árboles de mala calidad.

Aquí apunta el proyecto de Conaf. Ricardo Yoma, ingeniero forestal, jefe del de-partamento de Manejo Forestal de Conaf: “Debemos ayudar a crecer a este bosque tan maltratado. Solo no puede”.

Existen 3 millones de hectáreas de bosques maltrechos. “De aprobarse el proyecto, pensamos que es posible recuperar un millón de hectáreas”.

Además, el plan apunta a rescatar el renoval autóctono, es decir, el bosque nacien-te. Francisco Ulloa, ingeniero forestal de Conaf:El renoval nativo normalmente es cortado para plantar pino insigne, Este proyecto significa salvar unas 600 mil hectáreas de renoval nativo. Más aun, transformarlas en bosque económicamente productivo.

Particulares recibirán dinero para manejar renovales y nuestra floresta degradada. Bienaventuranza para los bosques, siempre perseguidos.

Negocio redondo.

Pero ha sido un proyecto extraño…, comandado por ingenieros comerciales, no forestales.

Iván Castro:Constituimos un equipo sin prejuicios, ni a favor ni en contra del bosque nativo.

Carlos Fernández, ingeniero comercial, jefe del proyecto:Tardamos por lo menos tres meses en saber de qué se trataba esto. Después, estudiamos la lenga, una especie con muy buena madera, rápido crecimiento y sobreexplotada.

Finalmente evaluaron: la hectárea de lenga pude entregar 18 mil dólares (4 millo-nes de pesos) de ganancia, después de setenta años. Una vez realizada la primera rotación esa cantidad podría subir a 25 mil dólares (5 millones de pesos). “En términos financieros nuestros resultados son francamente positivos”.

Calculan en 700 mil hectáreas donde es posible mejorar los bosques de lenga. De llevarse a cabo, provocaría en una sola rotación un ingreso líquido similar al total de la deuda externa chilena. En raulí, tienen antecedentes que hablan de 45 mil dólares (9 millones de pesos) de ganancia por hectárea, con rotación en sesenta años.

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Y ni siquiera toman en cuenta el hecho de que replantar un bosque detiene la erosión, mejora la calidad de las aguas, incrementa la belleza escénica.

Claudio Donoso recomienda, después de muchos años de estudio, fomentar el cultivo de árboles como raulí, coigüe, ulmo y otros. “Especies de rápido crecimiento y madera fina. Además, enriquecen el suelo fijando nitrógeno”.La cosa está clara: económica y ecológicamente el bosque nativo es un gran nego-cio. Económica y ecológicamente conviene diversificar.

Existen unas 10 millones de hectáreas para reforestar.-Básicamente, el problema del bosque nativo es la ignorancia.Sabemos muy poco de un buen negocio.

Paraíso destruido

Los españoles encuentran el norte bajo bosques de tamarugos, algarrobos, chaña-res. El Centro es selva. Palmas chilenas enturbian el relieve costero. Hacia el sur, una masa verde casi impenetrable, hasta Magallanes.

Los iberos talan quillayes, peumos, boldos y canelos en la Zona Central. Las guerras araucanas queman el verde. El alerce sirve de base a la navegación y a la vivienda. Caen robles y cipreses. Después de 1800 y la Independencia, hachas y fuego hacen hueco al trigo entre Curicó y Talca. La zona mapuche permanece poco explotada.

Miles de alerces caen en Puerto Montt y la cordillera de Valdivia. Abre campo la colonización alemana.

En 1863, una sequía convierte lo quemado en tierra inútil. De 15 millones de hectáreas forestales entre Arauco y Llanquihue quedan 2 millones a fines del siglo 19. Comienza la reforestación con pino, eucalipto, aromo, ciprés, álamo. Y caen los primeros bosques nativos en las Guaitecas y los Chonos.

Bosques de Aisén y Magallanes son abatidos en 1940 gracias al avance coloniza-dor. Un millón de hectáreas quemadas; la devastación más escandalosa del siglo 20. Ya existen 25 mil hectáreas de pino insigne. Quedan 15 millones de hectáreas de bosque nativo, en todo el país, incluido el verde arbustivo desértico.

En 1965 se proclama oficialmente que el bosque nativo está agotado comercial-mente.

Hoy el bosque autóctono ocupa 7 millones de hectáreas. Degradado, saqueado. De buena calidad quedan solamente 850 mil hectáreas: en Panguipulli, Chiloé,

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Aisén y Magallanes. Magallanes queda lejos todavía, Aisén corre peligro por la carretera austral, Chiloé vive bajo amenazas. Lo más alarmante está en Valdivia, donde se ubica el principal núcleo boscoso -y el de mejor calidad- : el complejo maderero Panguipulli. Resiste la presión de las sierras a duras penas. Sólo y gracias a que pertenece al Estado. Se habla de licitarlo.

Nos quedan 72 años para que se agoten absolutamente todas las especies foresta-les nativas.

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ReportajeAdvierte académicoHAY QUE CUIDAR EL BOSQUE NATIVOEl Sur de Concepción, 10 de agosto de 1986

Se han tejido mitos en torno al bosque natural, señaló a El Sur el profesor Claudio Donoso Zegers, de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universi-dad Austral de Valdivia, durante su estada en Chillán.

“Hay bosques de árboles naturales para muchos años más en Chile, pero ¡cui-dado¡, siempre que los manejemos con un firme criterio de preservación de las especies. Sólo mediante un uso racional de ellos evitaremos, en el futuro, causar preocupaciones a nuestros hijos y a nuestros nietos”.

Los conceptos corresponden al profesor Claudio Donoso Zegers, de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral de Valdivia, con quien EL SUR conversó durante un seminario sobre producción de especies nativas, que fue clausurado en Chillán, tras dos días de exposiciones científicas.

El académico sureño abogó, también, por un incentivo para el buen manejo del bosque nativo, mediante una pronta resolución respecto a la bonificación del sector, “porque aquí, como en muchas otras cosas, se trata de dinero, tam-bién”. Opinó que si hay problemas en los recursos financieros, “bien podrían reducirse otros incentivos”. Agregó que “entonces, el futuro de las especies fo-restales naturales está dependiendo, fundamentalmente, de lo que, en cuanto a bonificación, puedan hacer y resolver la CONAF y el propio gobierno.”Hay que impedir la disminución del bosque nativo, porque ello va a incidir en su utilización económica, y por lo tanto, en su preservación para las futuras gene-raciones”, enfatizó.

Papel de la prensa

El profesor Donoso Zegers expuso también que hay que trabajar, “y en esto los medios de comunicación social tienen una tarea y una misión importantísimas, por la creación de una nueva mentalidad en las empresas y en el gobierno mis-mo”. Atribuyó los signos de destrucción del bosque nativo- citó ejemplos de la zona de Recinto, 50 Kms. al oriente de Chillán, sobre el camino a las Termas- “a una tradición de ignorancia del buen manejo”. Reveló, igualmente, que en la zona sur ha causado “pavor el problema de la polilla (en plantaciones de pino) pero eso

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ha tenido la virtud de originar una mayor preocupación de la comunidad por el tema del bosque nativo”.

El destacado especialista de la Universidad Austral relató, por otra parte, que en dicho plantel se está trabajando, en convenio con la CONAF, en diversos ensayos de viverización y de plantación, con especies nativas de esa región, “para resolver diferentes incógnitas”. Calificó tales labores de “etapas iniciales, trabajos suave-mente crecientes”; y realzó la participación de las empresas forestales de la zona, “que así están demostrando, también, un interés mayor”. Los ensayos se refieren, específicamente, al tratamiento de corta y regeneración.

Los mitos

Finalmente, el profesor Donoso Zegers enfatizó el seminario que terminó ayer en Chillán, “por ser el primero que se realiza en el país en torno a la producción de especies forestales nativas e invitó vigorosamente “a destruir los mitos que se han tejido en torno al bosque nativo. Por ejemplo, no es cierto- precisó – que sus árboles sean de un crecimiento lento, pues las experiencias han confirmado que no es así. Por otra parte, hay que insistir, una y otra vez, en que estas maderas son complementarias, y no reemplazantes, del pino; nunca el roble, por ejemplo, va a reemplazar al pino o viceversa”.

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EXPERTOS ASEGURAN QUE EL ALERCE NO ESTÁ EN PELIGRO DE EXTINCIóNEstudio fue realizado por investigadores de la Universidad Austral

La Época, 1986

El alerce es una especie forestal regenerable y no se encuentra en peligro de extin-ción. Así lo reveló un estudio que fue entregado ayer al director de la Corporación Nacional Forestal (Conaf ), Iván Castro.

El trabajo, contenido en tres tomos, fue realizado por investigadores de la Facul-tad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral. Estos se abocaron durante un año y medio al estudio de esta especie, en la zona de Contao, a 30 kilómetros de Puerto Montt, en plena Cordillera de los Andes y en el sector de Venecia, en las cercanías de Valdivia.

Según explicó Claudio Donoso -uno de los gestores del trabajo- la investigación demostró que el alerce - coigúe de Chiloé es el subtipo que cubre la mayor parte de la Cordillera de los Andes, con un cincuenta por ciento del total, en tanto que en la Cordillera de la Costa predomina el alerce mixto, que cubre el 40 por ciento de la superficie.

El especialista dijo que, como conclusión, se estableció que “no existe peligro de extinción de esta especie, ya que muchos “mitos”, como el de que la semilla del alerce no germina, demostraron ser falsos. Agregó que incluso es posible producir este árbol en vivero.

Esta especie, se indicó, es de crecimiento lento y como dato curioso los investi-gadores informaron que en la zona estudiada se descubrieron alerces de más de quinientos años con un espesor de tres metros en su tronco.

El estudio recomendó sustituir los actuales métodos de tala rasa, árboles semi-lleros y cortas de protección, por otros sistemas más conservadores, de selección individual o por grupos.

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Reportaje

ESPECIALISTA ADVIERTE CRíTICA SITUACIóN DE BOSQUE NATIVO ENTRE CURICó Y LONCOCHEInvestigador Claudio Donoso, de la Universidad Austral, envió a La Época completo diagnóstico. 1988

La preocupación fundamental se centra en los bosques de roble, raulí y coigüe, que están siendo reducidos a astillas. El negocio, señala Donoso, es fomentado por capitales japoneses.

Si no se toman medidas para impedir que los bosques nativos de roble, raulí y coigüe, ubicados entre las regiones VII y IX sigan siendo convertidos en astillas, en muy poco tiempo tales bosques serán sólo “un recuerdo”.

La advertencia la formuló el investigador forestal Claudio Donoso, de la Uni-versidad Austral, considerado uno de los mejores especialistas de la situación del bosque nativo en Chile.

Donoso hizo llegar a La Época un documento en el cual da a conocer un comple-to diagnóstico del que, a su juicio, es uno de los problemas más alarmantes que están afectando al bosque natural chileno.

Problema alarmante

En su texto, señala que en Chile, entre los bosques de mayor importancia y pers-pectivas, están los llamados “renovales de raulí, roble y coigüe”, que constituyen uno de los doce tipos forestales legalizados de Chile.

Al respecto señala Donoso:Estos son bosques nuevos de 20 a 60 años que crecieron después de incendios, talas o despejes para cultivos agrícolas o ganaderos y abandono posterior, como bosques puros de raulí, roble o coigüe, o como mezclas entre algunas de esas especies.

Habían crecido más o menos libres de presión hasta 1974. Con la aparición del DL 701, que bonifica las plantaciones, se inició la reforestación especialmente con pino insigne en todo el país.

Llegó un momento en que esa acción excedió los límites y se acabaron las tierras buenas para plantar; las empresas entonces iniciaron el “despeje” de ricos y fértiles

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suelos cubiertos con renovales, para habilitar nuevos sitios para sus plantaciones, a veces cobrando incluso la bonificación.

Las estadísticas señalan que cerca de 400 mil hectáreas de renovales se perdieron por ese concepto.

Desde unos años, gracias a la acción de la prensa y de algunos investigadores y empresarios que realizaron algunos ensayos o intervenciones en renovales, de-mostrando el valor y la potencialidad que ellos tienen, esta segunda ola de presión había cesado.

En conjunto con esa acción surgió un estudio realizado por la Corporación Na-cional Forestal (Conaf ), demostrando que el manejo de los renovales con cierta bonificación (similar a la del DL 701) era altamente rentable. Las autoridades señalan que es cuestión de decisión -que no se quién debe tomar- para que esa bonificación se haga realidad, porque el problema financiero es mínimo.

Pero la decisión no se ha tomado y han llegado los japoneses que, ávidos y des-tructores de ecosistemas ajenos a su isla, como siempre, quieren astillas, astillas y más astillas, como nuevas y tecnológicamente evolucionadas termitas.

Pero ahora las astillas que quieren son de mejor calidad, son de roble, de raulí y de coigüe, Llueve el dinero para ello. El precio es la destrucción de lo mejor y de lo poco que nos va quedando y que, con una pequeña bonificación, debería ser manejado e incorporado a la producción y al verdadero desarrollo forestal y nacional.

En este momento varias empresas chilenas han establecido, o lo están haciendo, poderes compradores de metros ruma de roble, raulí y coigüe, de los renovales que crecen entre Curicó y Loncoche (sólo esta escapando la X Región, seguramente por-que allí hay otras empresas que ya tienen prácticamente terminados los renovales). Las empresas que operan son Astex, CCA, Forestal Mininco y Diguillín.

Recién una de las empresas puso 29 mil metros ruma de roble y raulí en el puerto de Concepción.

Si no se detiene este nuevo crimen estúpido y antinacional, contra todos los con-ceptos modernos de conservación y desarrollo, en poco tiempo los bosques de raulí y roble, y después los de coigüe serán sólo recuerdo.

Más condenable es el crimen cuando los conocimientos y experiencia, así como la calidad integral de los bosques en proceso de destrucción y su potencialidad económica en el corto plazo (ni siquiera en el mediano), son muy altos y consis-

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tentes, de tal modo que la posibilidad de vender los productos de los raleos -que son la actividad esencial del manejo de estos renovales- para los mismos objetivos que se tienen con las ventas actuales de todo el bosque, es absolutamente cierta.

Es una oportunidad siempre esperada por los forestales: que los productos de los raleos sean vendibles y no sólo costos, para poder manejar los bosques.

Ahora se tiene la oportunidad para hacerlo y también se tiene la oportunidad de obtener bonificación para el manejo de los renovales: y ahora es justamente el mo-mento en que las empresas inician una nueva embestida contra el bosque nativo.

Por Carlos Aldunate

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Reportaje

PALOS EN EL BOSQUERevista del Domingo de El Mercurio, 20 de agosto de 1989

El problema del bosque nativo pareciera que se ventila en un ring con cuatro boxeadores dando puñetazos al aire. A pesar de que últimamente las partes se han reunido con relativo éxito en algunos seminarios, al entrevistarlos por separado queda claro que aun falta mucho para lograr el consenso que proteja el futuro del bosque. Codeff (Comité de Defensa de la Flora y Fauna) ataca, Conaf (Corpora-ción Nacional Forestal) dice que todo marcha bien, los académicos lo dudan y las empresas privadas juran que no es para tanto.Y así se lo llevan.

Vayamos a la Región de Los Lagos para ver qué ocurre. La zona resulta intere-sante porque ya tiene instalada una empresa que explota bosque nativo en Puerto Montt (Richco); cuenta con otra que está a punto de iniciar faenas en Valdivia (Terranova), y, además, cobija el 47 por ciento de la superficie nacional de bos-ques autóctonos explotables. Cuando pedimos un diagnóstico, nadie se atrevió a resumirlo en una palabra. En Santiago, el ingeniero forestal y profesor de la Universidad de Chile Harald Schmidt nos había explicado que el problema se arrastra desde que nuestro bosque sufrió el embate de cortas y quemas para habi-litar terrenos agrícolas hace ya más de un siglo. Luego vino el turno de los traga madera y apareció la explotación irracional utilizando el sistema de “floreo”, cruel método que consiste en sacar los mejores árboles.

- Producto de ello -sentencia Schmidt- nuestros bosques se encuentran enfermos.

Para colmo, las masas vírgenes tampoco andan mejor. En estado silvestre, apenas un diez o veinte por ciento de un bosque sirve para madera, la gran mayoría son árboles seniles o con defectos irrecuperables. Schmidt piensa que esta situación confunde incluso a los ingenieros forestales, quienes alegan que el bosque nativo es de mala calidad. El lo reconoce, pero aclara que se trata de una característica lógica de la población natural y que con manejos adecuados se puede modificar.

- El bosque nativo es un regalo de Dios y nunca el hombre ha invertido un peso para mejorar su productividad… Lo que pasa es que tal como está, no es rentable y por eso a los empresarios no les importa cortarlo y prefieren plantar árboles exóticos en vez de recuperarlo.

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Por algo el pino -especie introducida de rápido crecimiento- con un millón 300 mil hectáreas de plantaciones entregó más de 700 millones de dólares al país el año pasado, mientra que el bosque nativo -con 8 millones de hectáreas- no le llegó ni a la raíz.

Según los expertos, los empresarios le hacen el quite al manejo del bosque au-tóctono porque creen que no existen técnicas adecuadas de explotación y porque piensan que su crecimiento es muy lento. Claudio Donoso, ingeniero forestal y profesor de ecología forestal de la Universidad Austral de Valdivia dice que sí existen técnicas (“lo que pasa es que no se han difundido”). Hoy se pueden manejar sin problemas, por ejemplo, los bosques de lenga de Magallanes y los renovales de coigüe y raulí.

- Pero crecen muy lento.- Eso es un mito. Los ingleses lograron que las rotaciones de roble, raulí y coigüe bajen de cuarenta años. Incluso señalan que están por llegar a treinta.

Schmidt demostró que manejando los bosques de lenga en Magallanes se puede alcanzar cifras impresionantes. Probó que es factible acelerar el crecimiento de los árboles y que también se puede aumentar la cantidad de madera extraída en diez a quince veces. Muy convencido, asegura que si hiciéramos más productivos nuestros bosques estaríamos frente a un negocio redondo, ya que las entradas por este concepto serían muchísimo más altas que las del pino. Además, agrega el académico, las maderas de nuestro bosque nativo cuentan con un mercado importante en el mundo.

- Hoy estamos llegando a una situación en que la demanda por pino está práctica-mente asegurada con los bosques que existen. En cambio, con el producto que entrega nuestro bosque nativo, ocurre justamente lo contrario, ya que cada día quedan menos bosques naturales en el planeta.

Existe consenso de que algo hay que hacer y nadie que huela el conflicto puede estar de acuerdo con las posiciones extremas, que van desde “el no tocar” hasta la “corta total”.

Claudio Donoso lo resume diciendo que hay que buscar el equilibrio, ya que “no podemos cortar todos nuestros bosques ni tampoco dejarlos como están”.

Proyecto factible

¿Qué hacer? ¿Quién está dispuesto a limpiarlos sin obtener un peso de ganancia por el manejo?

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Aquí es donde aparece la astilla (o chip). Hace unos años se instalaron en el país las primeras chipiadoras, plantas que compran bosque nativo para triturarlo y conver-tirlo en astillas de fibra corta las que se exportan a Japón donde las transforman en papeles de alta calidad.

Boris Cerda, director de Conaf Región de Los Lagos, dice que la astilla es la he-rramienta que los productores necesitan para manejar sus bosques.

- Gracias a este nuevo mercado pueden extraer los árboles viejos y aquellos que im-piden que los más sanos puedan desarrollarse correctamente y venderlo todo a las astilladotas.

Cerda no es el único que piensa así. Hasta Codeff está de acuerdo. Eduardo Alvar, Ingeniero forestal y presidente de la institución ecologista en Puerto Montt, cree que el proyecto astillas es perfectamente posible, “pero Conaf y las empresas priva-das tratan de hacernos aparecer en una posición romántica y desubicada…”.

-¿Y dónde radica la diferencia?- En el cómo… -y aquí comienzan los puñetes-. El problema es que con esto de ven-der árboles a las astilladoras, los productores están cortando a tala rasa sus bosques o bien los están sobreexplotando.

Para los académicos, la astilla puede ser una bendición o una maldición. Bendi-ción porque permite manejar los bosques y maldición porque el proyecto tienta a los productores a burlar la ley para llenar sus bolsillos en el corto plazo.

- ¿Y qué está pasando?Harald Schmidt piensa que hasta el momento es una maldición porque se están cortando muchos renovales (bosques jóvenes) que a futuro, con manejo adecua-do, serían masas muy interesantes y rentables. Claudio Donoso coincide y dice que la astilla está llevando al bosque nativo al filo de la navaja.

- Los chips dan la oportunidad de que las cosas se hagan bien, pero, desgraciadamente, no es así. En la zona de Llanquihue se ha tentado a los pequeños propietarios para comprarles sus bosques y cortarlos a tala rasa.

¿Holocausto ecológico?

Codeff es aun mucho más duro. Según Eduardo Alvar, el bosque corre grave riesgo de exterminio por lo que él llama “explotación irracional”. Y recuerda el caso del predio Hueñu-Hueñu, de Forestal Puerto Montt (empresa que abastece de materia prima a una de las astilladotas). Allí -con autorización de Conaf- se cortaron a tala rasa 400 hectáreas de bosque nativo provocando la indignación de los ecologistas.

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Conaf aprobó ese plan de manejo porque se trataba de un bosque del tipo “coigüe-raulí-roble” ( la ley permite en algunos casos su tala rasa) y también porque el pre-dio presentaba un porcentaje muy bajo de árboles maderables.

- Muchos sufrían daños fitosanitarios graves, con pudrición central y ataques de insec-tos. Por último -concluye Cerda- se trata de un predio plano, de manera que la tala rasa no puede producir ningún tipo de erosión.

Codeff no está de acuerdo. Ellos alegan que el bosque no es “coigüe-raulí-roble”, sino “siempreverde” (la ley no permite su tala rasa, dicen).

Conaf no está de acuerdo con Codeff y Codeff no está de acuerdo con Conaf. Y así se lo llevan, ventilando el tema por la prensa local con titulares que hablan de “holocausto ecológico”.

Pero Codeff no se queda en esta acusación, aunque reconoce que las empresas abastecedoras en algo han enmendado el rumbo tras el conflicto de Hueñu-Hue-ñu. Ellos alegan porque algunos productores medianos y pequeños no cuentan con el plan de manejo que exige Conaf para cortar un bosque; porque no faltan los que compran el documento a terceros para poder vender sus árboles, y porque algunos simplemente no se ciñen al proyecto que les aprobaron y cortan más allá de la cuenta.

Esta situación es complicada y difícil de controlar. Tanto Conaf como Forestal Puerto Montt están conscientes. Por contrato, esta empresa debe suministrar el ochenta por ciento de la materia prima a la chipiadora Richco. Para conseguirlo, utilizan sus propios predios y compran a terceros.

Triquiñuelas legales

Juan Eduardo Vergara, gerente general de Forestal Puerto Montt, reconoce que manejar un poder comprador es delicado. Tuvo que abrir una campaña publicita-ria en las radios locales para explicar que sólo compraba madera de raleos.

- Además, por decisión propia y porque así me lo exige el nuevo contrato con Richco, también pido el plan de manejo aprobado por Conaf y todos los meses les envío una lista de mis abastecedores. Con esta fórmula estamos funcionando bien…

Si juntáramos todo lo que se ha convertido en astillas, ¿cuántas hectáreas de bos-que nativo serían?-Unas mil hectáreas… Un 35 por ciento producto de nuestros bosques y un 65 de compras a terceros.

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- ¿de ese 65 por ciento qué seguridad tiene usted que proviene de bosques mane-jados correctamente?- No tengo estadísticas. No lo sé.

- Codeff y los académicos dicen que no se está manejando bien el proyecto astilla. ¿O sea que tienen razón?- Ahí existe un problema, es un misterio sin duda, pero estamos buscando solución, cada vez ponemos más énfasis en exigir los planes de manejo.

- Pero los productores tienen triquiñuelas para burlar la exigencia.- A eso voy… Por eso hay que perfeccionar la fiscalización. Ahora, yo creo que aunque aun existen irregularidades estamos muy bien encaminados. Reconozco que el pro-blema es crudo. Muchos podrían pensar que a nosotros no nos interesa que se cumpla la ley con tal de juntar metros-ruma. Pero no es así. Nos interesa porque el negocio forestal es a largo plazo y sería un imbécil si apoyara las talas rasas.

No sólo Forestal Puerto Montt reconoce que aun existen problemas con los pe-queños propietarios. También piensa así Conaf. No obstante, Boris Cerda quiere recalcar “que las talas ilegales fueron una situación más común en el pasado y que de a poco han ido disminuyendo gracias a nuestra fiscalización”.

Para explicar su posición el Director Regional de Conaf prefiere sostenerse en cifras. Los números dicen que en la Región de Los Lagos existen tres millones y medio de hectáreas con bosque nativo (550 mil están en parques nacionales).- Nos quedan alrededor de tres millones en manos privadas y calculo que este año se explotarán unas cinco mil, obviamente no todas a tala rasa. Diría que aun no se puede hablar de una cifra alarmante.

A pesar de su optimismo, Boris Cerda no se conforma con esos cálculos, “pues no podemos pensar que de aquí a unos años no va a pasar nada”.- Sabemos que hay gran interés por nuestro bosque nativo de parte del sector privado, incluso existen inversionistas extranjeros con planes. Por lo tanto, es posible que dentro de unos años sí se produzca un aumento creciente de las explotaciones. Nosotros con-fiamos en que todos haremos los esfuerzos necesarios para que esta situación sea cada vez más racional.

Sana convivencia

Forestal Puerto Montt,, según su gerente general, pretende lo mismo. Dice que ellos no son devoradores de bosques y que llegaron a la zona a levantar una im-portante masa boscosa.

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- ¿Lo harán con talas rasas?- Por Dios la palabra fea… No, solamente haremos tala rasa en aquellos lugares donde técnicamente corresponda. En otros casos, pretendemos manejar bosque nativo y fores-tar y reforestar con eucaliptus.

- ¿Con eucaliptus? Pero esa también es una especie introducida.- Así es. Somos una empresa que produce fibra corta y para ella la mejor materia pri-ma que existe es el eucaliptus.

- Algunos se oponen a este tipo de reforestación, dicen que se corta mucho bos-que nativo para plantar eucaliptus.- Sí, claro, eso es lo que entiende la gente, pero no debemos olvidar que Conaf no va a autorizar que reforestemos sólo con eucaliptus. Muchas veces manejaremos renovales.

- Sí, pero esos renovales ustedes los trabajarán porque pueden ser rentables en el corto plazo, pero a la larga, una vez que se corten, igual van a reforestar con eucaliptus.- Si me lo pregunta francamente, claro que va a disminuir la superficie de bosque nativo.

- ¿Y eso lo deja frío? ¿No es una crítica importante?-Claro que sí, pero sólo para aquellos que consideran que el bosque nativo es una vaca sagrada. Yo soy de los que piensan que hay que trabajarlo porque allí existe una riqueza enorme.

A Conaf no le preocupa mayormente la introducción de eucaliptus. No obstante, Boris Cerda asegura que no van a permitir reemplazos indiscriminados.

- Si bien las proyecciones de las plantaciones de eucaliptus son interesantes, nunca van a igualar las hectáreas que hoy existen de pino. En una opinión personal, creo que la superficie de eucaliptus no sobrepasará las 300 mil hectáreas.

Si Conaf no teme, los académicos tampoco, “siempre que no se caiga en el mo-nocultivo”. Donoso es de los que creen que se puede plantar eucaliptus y pino y manejar bosque nativo.

Los tres pueden convivir, es sano que así sea, tanto para la economía como para la ecología del país.

Texto y fotografías: Pedro Álvarez

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A LA CASA DE LOS CIERVOSRevista del Domingo de El Mercurio, 17 de noviembre de 1991

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Parece un chiste. Aunque la espesa y hermosa vegetación cubre todo su territorio, alguna vez se llamó isla Pelada… Para reivindicar tamaño desaire sus actuales dueños (bien por ellos) la rebautizaron en honor a los únicos habitantes que per-manecen allí siempre: los ciervos.

Dicen que son más de cuarenta, que recorren los laberínticos bosques y que de pronto afloran en las pequeñas pampas al caer la tarde. Eso dicen, porque la cifra real aun es un misterio.

Hoy, la suerte de estos juguetones animalitos -introducidos para convertir la isla en un coto de caza privado de la antigua familia dueña de la isla- se encuentra en manos de Giorgio Gamberini y Vittorio Signore, un par de italianos románticos (jubilado de Cepal, el primero; empresario, el segundo), quienes adquirieron la isla hace cuatro años y la cuidan como un verdadero santuario que pretenden compartir. Para ello, manejan dos sueños: crear un Centro de Estudios Ecológi-cos, en convenio con la Universidad Austral, y abrirla al turismo ecológico

Ubicada cien kilómetros al sureste de Puerto Montt y a menos de un kilómetro del pueblo Río Negro-Hornopirén, en Chiloé continental, la isla de los Ciervos posee una superficie de más de dos mil hectáreas. El resto, todo un deleite para los fanáticos de la naturaleza… Una impresionante selva de bosque húmedo siem-preverde repleta de ulmos, mañíos, canelos, tepas, avellanos, ciruelillos, lumas, coigües, romerillos, tineos, tiacas, arrayanes, pataguas y tepúes. Más arbustos, enredaderas hierbas, helechos y musgos…

Producto de la mano del hombre hoy sólo se levantan dos casas destinadas a los cuidadores y una tercera para huéspedes, más unos cinco kilómetros de senderos abiertos a punta de hacha y machete que pretenden llegar hasta las siete lagunas: Anita, Marta, Elena, Susana, Sofía, Daniela y Francesca, bautizadas así en home-naje a las esposas, hijas y nietas de los dueños.

Safari fotográfico

Según Giorgio Gamberini, decidieron trabajar en la isla por lo estimulante que resulta manejar un territorio virgen. La idea de levantar el Centro de Estudios Ecológicos la concibieron para que la Universidad Austral realice investigacio-nes sobre la flora y fauna de la isla. Representativa del bosque húmedo chileno, alberga fenómenos curiosos. Uno de ellos es simbiosis vegetal de especies (“aquí tenemos avellanos que crecen sobre ramas de mañíos), y otro, la presencia de alerces de más de 40 metros de altura y con tres mil años de antigüedad. Por el momento, ya existe un estudio sobre su vegetación dirigido por el profesor de la Universidad Austral Claudio Donoso.

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Respecto del segundo proyecto -abrir la isla al turismo ecológico-, Giorgio Gam-berini y su socio actualmente están dedicados a obtener financiamiento ( 500 mil dólares) para construir un hotel refugio de 30 camas, 20 cabañas y un edificio para el Centro de Estudios Ecológicos.

- ¿Y mientras tanto?- Bueno, por ahora la isla está abierta en forma gratuita para todos aquellos turistas y aventureros que deseen recorrerla y, por supuesto, respetarla.

Para alojar y comer una alternativa momentánea es cruzar a la isla Llancahué. Allí, aparte de poder recibir a 20 personas (10 mil pesos diarios la pensión completa), Estas instalaciones poseen baños termales en tinas y a la intemperie. Otra posibi-lidad es cruzar hasta Río Negro- Hornopirén (mil pesos la noche), un hermoso pueblo enclavado en una zona que recién se abre a la civilización y que cuenta con una infraestructura mínima, pero decente.

Una aventura digna de vivirse en la isla es la caza fotográfica de ciervos. Según el cuidador Moisés Rosas, uno de ellos, lindísimo, es completamente blanco. “Lo normal es divisarlos en parejas, pero yo he visto grupos de hasta seis… Hermoso espec-táculo”.

Espectáculo que, con nuestra cámara, disfrutamos. Cierta tarde, poco antes de caer el sol, divisamos uno, mientras intentaba ocultarse en el bosque. Lo perse-guimos cuesta arriba y desapareció. Un rato después lo avistamos en una pequeña pampa donde captamos el salto de la fotografía con que se ilustra esta crónica… Toda una caza en la casa de los ciervos.

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Claudio Donoso Z., Ingeniero Forestal

CUANDO HACEMOS LAS COSAS MAL CULPAMOS AL PINO O AL EUCALIPTOChile Forestal Nº 196, Julio de 1992

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Por Juan Domingo Ramírez. Valdivia.

Claudio Donoso Zegers, Ingeniero Forestal, Master of Science. Nació en 1933, docente del Instituto de Silvicultura de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral de Chile…”

Durante las vacaciones familiares en Concepción y mientras tiraba la yunta de bueyes tras un árbol seco para hacer carbón, el chiquillo de 12 años no tenía idea que iba a ser presentado de esa manera. Y es que tuvieron que pasar muchos años más para que supiera que iba a ser “forestal”.

“Empecé a estudiar viejo, por eso me decían ‘el tata’ en la Universidad de Chile”, dice sin que nadie pregunte, iniciando en medio de la lluvia de Valdivia una actividad que le gusta tanto como los árboles: conversar sobre temas forestales.

Acelerado para responder, el conocimiento le sale por los labios a este hombre que para nada representa su edad. “Así dicen, que me veo más joven que los casi 60 años que tengo”, asegura, con algo de rubor.

Santiaguino de nacimiento, veraneante entre los cerros costeños entre Concep-ción y Penco, llegó a Valdivia en 1978. Como tantos otros, reconoce que “algún atractivo particular hay aquí en Valdivia, pero está bien, está bien que nos vayamos quedando en las provincias”.

Llegó tarde a la entrevista, pero delicadamente avisó. Un almuerzo con el Presi-dente del Senado y senador por Valdivia, Gabriel Valdés, lo mantuvo entretenido. El tema: Medio Ambiente.

- La preocupación por el medioambiente ha puesto de moda el concepto de “Desarrollo Sustentable” ¿Cómo se aplica al sector forestal?- En general, es aplicable a todas las cosas que hace el ser humano, pero donde es más fácil distinguirlo es en el ámbito de los recursos naturales. El desarrollo sus-tentable significa desarrollo para el hombre. Y el concepto de sustentabilidad im-plica un desarrollo equilibrado para todos. Es decir, con una implicación social, que haya al mismo tiempo una mantención de las bases de los recursos de modo que no se destruyan, que se mantengan con todos sus elementos, con todos sus contenidos, para utilizarlos en el tiempo en beneficio de la mantención del desa-rrollo. Y en el caso particular de los bosques, como se trata de recursos renovables y que además cubren grandes superficies, es absolutamente factible utilizarlos, mejorando sus rendimientos y en toda su amplitud de funciones, no solamente en la función de productores de maderas.

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- Hay temas polémicos en esto del desarrollo. Uno de ellos es el Bosque Nati-vo y su manejo. Muchas personas aseguran que aun hay muy poca informa-ción respecto a las especies autóctonas.- Ese argumento se viene dando de parte de algunas personas que no tienen por qué tener conocimiento porque no son del ámbito forestal, ni pertenecen a la ciencia forestal ni a ninguna actividad relacionada con el bosque. Creo que mu-cha gente de las universidades, del sector forestal, debieran ya tener una concien-cia clara de que hoy la situación, en lo que se refiere a conocimiento del bosque nativo, es absolutamente distinta de hace 20 o 25 años.

- Lamentablemente no he publicado aun, mira: “Variación, Estructura y Diná-mica de Bosques”, un libro con énfasis en los bosques templados de Chile y Argentina. Además de capítulos teóricos, hay otros referidos específicamente a los bosques chilenos. Y en los cuales está volcado el conocimiento de muchas personas que los materializaron en publicaciones científicas, en trabajos.

- Entonces existe un divorcio entre el conocimiento científico y la empresa. O, podría ser que a la empresa no le interese dicho conocimiento.- Hay divorcio en lo que se refiere al conocimiento del bosque nativo. Se produce también porque las grandes empresas no tienen interés en este bosque. Las gran-des empresas chilenas trabajan en general con pino radiata y tienen suficiente. Muchas empresas no tienen enclaves de bosque nativo dentro de sus grandes superficies de pino radiata, no las manejan. Y, si lo hacen, es esporádico”.

Sin embargo, dice el profesor Donoso, el tema de las astillas ha cambiado la pers-pectiva, pero desde una especial óptica:Ahora, en esta región, han empezado a surgir empresas que están interesadas de distintas maneras en el bosque nativo. Lamentablemente, y todo lo pone en evidencia, la mayor parte de ellas ha estado interesado en este bosque como un producto. No como un recurso renovable, que se maneja, sino como un producto que se extrae, con un criterio un poco minero.

- Esta falta de información, aparente o real, tiene que ver con lo mitos. Por ejemplo, ¿son el pino y el eucalipto especies dañinas?- Hay una distorsión que deriva de estas controversias polarizadotas, como son las del bosque nativo, en que aparecen posiciones extremas. Y de éstas surgen estos conceptos equivocados, que el bosque de pino radiata produce suelos ma-los, porque los acidifica, de que liquida la fauna… En realidad la especie, que es la más antigua y casi asilvestrada en el país es de extraordinarias características, muy plática, que puede crecer en condiciones variadas de terrenos, tiene pocos requerimientos.(…).

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Hablar de que el pino radiata es una mala especie, de que es una mala pécora, es una barbaridad, un absurdo, y ningún forestal, ninguna persona que tenga un espíritu ecológico y que conozca la naturaleza puede hablar mal de una especie. Lo mismo es válido en gran medida pare el eucalipto.

- Si estas especies no son “malas pécoras”. ¿Dónde está el problema?- Como de costumbre está en el hombre, no en el pino ni en el eucalipto. Cuando el hombre hace las cosas mal le echa la culpa al pino o al eucalipto. El proble-ma está en las personas, en las empresas, en el país en general, que no impide y pregona muchas veces, el monocultivo. Ese es todo el asunto: la masificación de plantaciones con una sola especie.

- Y en este sentido ¿qué papel le asigna usted al Estado?- Aquí hay toda una gama de conceptos. Pueden trasladarse , si se ideologiza la cosa, desde un concepto estatista a uno privatizador total. Ninguna de las dos cosas me interesa. Yo creo que el estado tiene un rol tutelar y que no lo puede abandonar. En el tema forestal es extremadamente importante, porque se trata de grandes superficies, Prácticamente son regiones del país cubiertas con bosques, en las que está inserta la actividad forestal. Por lo tanto, es el Estado el que tiene que regular. Lo ideal es que lo hiciera a través de medianos y pequeños propietarios, no a través de las grandes empresas. Como mejor podría funcionar sertía con propietarios medianos y pequeños que abastecieran a las grandes industrias y que, por supuesto, tuvieran el control respectivo del Estado. Las grandes empresas, la gran superficie forestal de miles y miles de hectáreas, es extremadamente difícil de controlar. Y, además, tiene mucho poder.

- Lo que usted plantea está en la Ley de Bosque Nativo enviada al Parlamento…- La Ley de Bosques tiene algo que nació aquí, en esta región, con gente de la No-vena y Octava regiones. Como Colegio de Ingenieros Forestales fuimos los que enviamos la idea a Conaf y esta institución respondió frente a esto del incentivo a los bosques nativos. Esto que hablo es por el año 83 u 84. Por diferentes circuns-tancias, la iniciativa no surgió, pero hace mucho tiempo que se viene hablando de bonificaciones y hay mucha gente que tiene expectativas en ella. Espero que muy pronto se apruebe la ley. Si se hubiese hecho antes, se habría salvado gran cantidad de bosque nativo. Si los propietarios hubiesen tenido el incentivo, los habrían manejado.

- Tras la gran demanda exportadora para nuestros productos forestales están las industrias transnacionales, de gran poder económico. ¿Cree usted que esas corporaciones dificultan el manejo y la conservación?- Las grandes compañías del sector forestal acogen más que nada el avance cientí-fico a través de la tecnología. Cuando hay un elemento tecnológico que les sirve

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para sus propósitos lo utilizan y en ese sentido tienen contacto con las universi-dades, a través, por ejemplo, de convenios de mejoramiento genético, como el que hay con esta universidad. O es convenio qe tiene relación con las plagas. No exploran. Usan lo que tienen en este momento.

- Es decir, hay una relación utilitaria…..- Sin duda. Pero, a lo mejor, no es una función de las empresas, sino de las univer-sidades. La cuestión es de dos vías. A lo mejor, las universidades no hemos sabido llegar adecuadamente a algunas empresas. No hemos sabido ponernos por delante del conocimiento contingente, como lo debiéramos haber hecho en relación al bosque nativo.

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LA DIVERSIFICACIóN Y EL RAULí Claudio Donoso Z. 1995

Desarrollo y sustentabilidad

Me atrevo a pensar con poca duda que una serie de ideas básicas que puntualizaré son las que han ilustrado al Ministerio de Agricultura para iniciar una campaña nacional de diversificación de las plantaciones y bosques productivos.

Los temas o ámbitos en que nos introducimos los seres humano tienen que ver normalmente con el desarrollo.

Eso es o debería ser el punto de partida, la motivación esencial de las acciones que emprendemos en relación con la comunidad. Es fundamental entonces que el con-cepto de desarrollo sea el correcto para que las acciones sean también correctas.

Debe entonces destacarse que el concepto de desarrollo se define como “ la utili-zación de los recursos humanos, financieros y vivos e inanimados, con el objeto de satisfacer las necesidades humanas y mejorar la calidad de vida del hombre”·.

Este concepto motivador está absolutamente ligado al de conservación: en rea-lidad la conservación está implícita en el desarrollo. Hablando en términos más actuales el desarrollo sin conservación no es sustentable.

La sustentabilidad de los ecosistemas ofrece el equilibrio entre las posiciones ex-tremas que colocan primero a la naturaleza y las que ubican primero al hombre (Salwasser, 1991). La sustentabilidad de los ecosistemas tiende a lograr la man-tención de la calidad del medioambiente en equilibrio con el acceso a los recursos naturales que permiten la producción para un desarrollo económico sustentable y una buena calidad de vida.

La biodiversidad, factor relevante de la sustentabilidad

La diversidad biológica es un componente importante del capital con que conta-mos en nuestra tierra y se requiere conservarla por razones de ética, por razones de estética, por razones de beneficios directos para la humanidad a través de la reserva genética implícita en la biodiversidad, y por razones de mantención de los procesos ecológicos esenciales, como son el control sobre los suelos y su fertilidad, sobre el reciclaje de nutrientes, el control de plagas, la polinización, en que los organismos vivos cumplen un rol esencial (Ehrlich, 1993).

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La diversificación, solución para restaurar la biodiversidad

La primera y gran causa de la pérdida de biodiversidad ha sido la destrucción. So-breexplotación y modificación del hábitat (Ehrlich, 1993; Simonetti y Spotorno, 1993). Entre las muchas medidas recomendadas para lograr la conservación de la biodiversidad en función del medioambiente y el desarrollo, se encuentran la promoción de la restauración de ecosistemas alterados y la mantención y recupe-ración de poblaciones de especies y sus hábitat naturales.

Nuestra historia forestal ha sido en gran parte destructora de ecosistemas. Una vez surgió la iniciativa de enmendar la acción destructora mediante las plantaciones. Mucho se logró, pero sobrepasamos los umbrales con una sola especie, y por la vía del monocultivo afectamos nuevamente a la biodiversidad y al medioambiente.

Hoy día surge otra muy buena iniciativa que opta por la mantención y recupera-ción de hábitat y especies sobre la base de diversificación.

Su iniciación con el aromo australiano es una señal de que la posición recupe-radora y conservacionista no es sesgada. No se pretende que la diversidad sea materializada sólo en el bosque nativo.

Las razones para la diversificación con Raulí

En el ámbito del bosque y de las especies nativas el inicio de la diversificación con la especie Nothofagus alpina (procera, nervosa), Raulí, parece del todo adecua-da. Muchos argumentos la justifican, además del sentido ético, que es la primera razón para diversificar con el objeto de conservar la biodiversidad.

1. Desde el punto de vista económico inmediato, no sería razonable dar el primer impulso a la diversificación con otra especie nativa que no fuera el Raulí. Su alto valor maderero potenciado por una buena tasa y forma de crecimiento y buena sanidad, proporcionan el estímulo necesario para realizar programas de refores-tación con ella. Su rapidez de crecimiento, sus características ecológica silvícolas y las buenas características comerciales de la madera juvenil y de su hermosa madera duraminizada , permiten la silvicultura de plantaciones productivas de diferentes edades.

2. Desde el punto de vista de la conservación de la biodiversidad, aun cuando la especie no puede considerarse todavía amenazada en algún grado, podría serlo, y sí están amenazados los ecosistemas naturales a que ella pertenece. Ética y cientí-ficamente sería altamente recomendable que el estado de Chile considerara este aspecto. Para ello, la diversificación con Raulí puede ser el principio de la restau-ración de estos ecosistemas naturales en áreas protegidas.

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3. L estética junto a la ética es una razón más para conservar la biodiversidad. Los árboles de Raulí con sus fustes rectos de gran simetría y su follaje claro de grandes hojas que adquiere tonos dorados en el otoño, en contraste con el follaje verde oscuro de la mayoría de los árboles chilenos, garantiza la belleza de los paisajes y por lo tanto el reforzamiento de las posibilidades de recreación y crecimiento espiritual de las personas.

4. Aun cuando es exigente en requerimientos de suelo y clima, su distribución geográfica natural es bastante amplia, ocurriendo entre Curicó y el sur de Valdi-via por la Cordillera de los Andes y entre el río Itata en Maule y Huellusca entre Purranque y Fresia por la Cordillera de la Costa. Este hecho es importante porque permite iniciar acciones de reforestación o forestación con altas posibilidades de éxito en vastas áreas forestales de Chile. Por ejemplo ello es posible hacerlo en el norte de su distribución, en los suelos profundos de trumao, en las mesetas de altura y y laderas sombrías de la Cordillera andina de Curicó, Talca, Linares y Ñuble, en alturas sobre los 700 a 1000 metros, donde probablemente pocos se imaginan bosques de Raulí, de excelentes crecimientos, además de los de Roble y Hualo (Donoso et al, en prensa). En el otro extremo, en algunos bosques australes de la región interior de Aysén, constituidos por Coigüe común, Tepa y Mañío, donde sólo falta Raulí para que sean exactamente iguales que los bosques de Coigüe-Raulí-Tepa de más al norte. El intento de plantación o enriquecimiento con esta especie en esas latitudes no sería aparentemente una locura.

5. Las especiales condiciones de sitio que requiere Raulí, en suelos profundos, y especialmente en laderas más sombrías y húmedas en su distribución norte, promueven la diversificación con otras especies con diferentes requerimientos de sitio, lo que crea un mosaico positivo para la biodiversidad, para el suelo, para el agua, para la fauna y para la belleza del paisaje y la recreación. Del mismo modo, aun cuando Raulí es capaz de crecer a campo abierto en sus mejores condiciones de sitio, también pude hacerlo y con mejores posibilidades de éxito con cierta protección. Esta característica ecológica aumenta las posibilidades de la especie para se cultivada en variadas condiciones de topografía y microclima, con variadas coberturas. Esto último significa que es una especie de alto valor con especiales condiciones para cumplir la función de enriquecimiento en áreas cubiertas con matorrales o vegetación alterada en diferentes grados y para ser cultivada bajo ciertas coberturas de protección, como lo está haciendo la empresa Bomasa en algunos de sus predios.

6. La tendencia medioambiental y ecológica que se impone en los países fores-tales más desarrollados es hacia la creación y mantención de bosques mixtos. La dinámica poblacional de Raulí y la dinámica sucesional de las comunidades en que se desarrollan, garantizan la diversidad de fauna y de flora en los bosques ini-

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ciados con plantaciones de Raulí, y más aun por supuesto, en aquellos en que se enriquece con Raulí. Efectivamente, una buena posibilidad de éxito para Raulí en condiciones más difíciles de sitio, es la de ser plantada con cierto grado de asocia-ción o bajo protección de Coigüe, como ocurre en la naturaleza. Por otra parte en las plantaciones puras de Raulí surgirán, o alternativamente será fácil establecer especies valiosas que tiene mayores requerimientos de sombra y que son parte de la dinámica natural de estos bosques, como son tepa, Mañío, Lingue, Laurel, Ulmo, en diferentes sectores de la distribución geográfica de Raulí.

Por estas vías vamos a mantener o aumentar la biodiversidad, y a reducir los problemas de escurrimiento por erosión, a aumentar la infiltración de agua en el suelo, contribuyendo a moderar blas fluctuaciones en el flujo de los cursos de agua, lo que reduce el peligro de avalanchas e inundaciones, a mejorar la calidad del agua, restaurar la fertilidad y la fauna del suelo y los ciclos de nutrientes, ya aumentar la posibilidad de obtener una gran variedad de `productos naturales: madera, frutos, hongos, refugio y alimento de fauna, oportunidad de belleza y recreación. En definitiva, mi mensaje es que la diversificación a través de las plan-taciones de Raulí es una excelente y oportuna iniciativa porque a través de ella se va por el camino correcto para mantener la diversidad de nuestro mundo natural como un componente importante de la sustentabilidad y un factor necesario para mantener nuestra cultura y nuestra identidad nacion

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De Bosque Nativo

RENOVALES: PROMISORIA RESERVARevista del Campo del Diario Austral de Valdivia, 1997

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Así lo afirma el especialista de la universidad Austral Pablo Donoso. A través del raleo pueden ser altamente rentables. Precios de maderas nativas superan entre 2 y 4 veces a los del pino insigne.

En la actualidad se estima que en Chile hay entre 7 y 9 millones de hectáreas de bosques nativos distribuidas preferentemente entre las regiones Metropolitana y XII. A esto se le deben sumar las plantaciones, que ascienden a 1,6 millones de hectáreas, de las cuales una baja proporción corresponde a especies autóctonas.

Según detalla el especialista del Instituto de Silvicultura de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral, Pablo Donoso, del área de bosques nativos se considera que la reserva más promisoria, en términos productivos, es la constitui-da por renovales de especies del género Nothofagus. Estas últimas están represen-tadas por raulí, roble y coihue, aunque en la VII Región también son importantes el hualo o roble maulino y en la zona austral, XI y XII, lo son los de lenga.

Refiriéndose a los renovales, aclaró que son aquellos bosques jóvenes formados a partir del cubrimiento generalmente de un área desnuda debido a incendios, aban-dono de terrenos agrícolas o ganaderos, deslizamientos de tierra u otros motivos.

“Por tratarse de especímenes jóvenes aun están en una etapa de crecimiento vigoro-so y son capaces de responder positivamente al manejo por medio de raleos, cuyo objetivo es mantener o incrementa las tasas de crecimiento”, afirmó el especialista.

Donoso describió que los bosques señalados como valdiviano (siempreverde), lenga, coihue chilote (también siempreverde), coihue de Magallanes y coihue-lenga, también son importantes en superficie. Otros como alerce y araucaria son monumentos naturales y teóricamente se prohibe su explotación. Estos, a dife-rencia de los renovales, son especímenes adultos, los cuales generalmente tienen árboles de grandes diámetros y están compuestos por varias especies y distintos estratos, correspondiendo a varias edades.

“En estos casos, -apuntó el profesional- tanto los individuos de los estratos supe-riores como los de los inferiores tienen crecimiento lento. Los primeros debido a que entran en una etapa de madurez fisiológica y los otros porque la alta cobertu-ra y sombra generada por el estrato superior limita una mayor expansión”.

Crecimiento puede incrementarse con Manejo

Pablo Donoso apunta que el crecimiento de los bosques se puede expresar de distintas formas, pero una de las más comunes es hacerlo según el volumen. Este corresponde a la suma de los volúmenes de todos los ejemplares, en una determi-

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nada superficie, expresada para un periodo de tiempo dado. Explicando a través de un ejemplo, dijo que si se dice que un rodal crece 10 metros cúbicos por hec-tárea al año, debido al engrosamiento de los árboles en diámetro y en altura, éste acumula 10 m3 adicionales en una temporada.

Según afirma el catedrático, los renovales de roble, raulí y coihue son considera-dos la reserva más promisoria del bosque nativo chileno, porque se trata de for-maciones jóvenes con tasas de desarrollo relativamente altas que ocupan extensas superficies en lugares de buen acceso (valle central y precordillera)

“En las zonas de crecimiento más malo, -recalcó Donoso- los renovales de roble y raulí pueden tener tasas de desarrollo medio anual del orden de los 4 a 6 m3/há/año. En otras de mejor calidad.

Pueden llegar a 7-13 m3/há/año. Sin embrago, se debe considerar que cuando se trata de renovales que tienen aproximadamente 30 años, el 50% del volumen se ha acumulado en los últimos 10, lo cual se traduce en expansiones anuales del orden de 7,5 m3/há/año en los peores sitios y de 17 m3/há/año en los mejores”.

El especialista continuó señalando que en el caso del coihue, las cifras son aun más altas. Los crecimientos evaluados fluctúan entre 8 y 16 m3/há/año entre los sitios más malos y los mejores. “Esto significa que en renovales de 30 años durante los últimos 10 la expansión anual será del orden de los 12 m/há/año en los sitios más malos y de 23 m3/há/año en los mejores”.

A juicio de Pablo Donoso, si se intervienen oportunamente los renovales por medio de raleos, los cuales en roble, raulí y coihue se sugiere realizarlos alrededor de los 12 a 15 años, se pueden mantener crecimientos del orden de 17 a 25 m3/há/año, lo cual quiere decir que los más jóvenes generalmente clasificados erró-neamente como matorral, manejados desde temprana edad, en 30 años pueden entregar volúmenes del orden de 600 m3/há/año. Plantaciones de nativos

“Hasta la fecha en Chile se han realizado pocas experiencias con plantaciones de especies nativas. Las más importantes han sido las efectuadas con coihue y raulí, con una edad de solamente 9 a 13 años”, describió el académico universitario.

Según Donoso, estas plantaciones, utilizando ejemplares de buena calidad, pero sin apoyo de herbicidas y fertilizantes, han mostrado desarrollos notables, con valores de 25 a 30 m3/há/ año a partir de la décima temporada.

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“El desarrollo, manifestó, expandido hasta los 30 años, es menor que el encontra-do en el pino insigne en los mejores sitios, pero mejor que el incremento encon-trado en sitios malos para esta especie”.

Perspectivas

“A partir del conocimiento que se ha adquirido en relación al crecimiento y, por lo tanto, a las posibilidades económicas del bosque nativo, es conveniente que no sólo se revierta su disminución, sino que también se manejen y regeneren los bosques adultos, se mejoren por medio de raleos los renovales y se efectúen plan-taciones con especies de alto “valor”, recomendó Pablo Donoso. “En este sentido, continuó, es importante mencionar que los valores de la madera de especies nativas superan entre dos y cuatro veces las de pino insigne”.

Al mismo tiempo, acotó que la silvicultura de bosques nativos, aparte de las ven-tajas ecológicas innatas de las formaciones naturales en relación a las artificiales (conservación de las aguas y del suelo, mejoramiento del paisaje, diversidad de fauna y flora), permite producir bosques mixtos en los cuales se pueden mezclar especies de distintos requerimientos ecológicos. Por ejemplo, es posible realizar establecimientos o manejar renovales con raulí, roble o coihue, que en general crecen mejor bajo luz directa, mezclados con ulmo, lingue, laurel o tepa, que lo hacen bajo cierta protección.

“Estas formaciones mixtas, -concluyó el especialista- no sólo tienen ventajas eco-lógicas sino que también permiten lograr crecimientos mayores que formaciones puras, debido a que entre las especies hay un bajo nivel de competencia. Por ejemplo, el desarrollo medio de un rodal de raulí sin manejo, que es de 16 m3/ha/año, a los 30 años, probablemente pueda ser de 20 a 25 m3/ha/año si se mezcla con lingue u otra de las especies mencionadas.

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Proyecciones

CON EL TALENTO EN LA SANGREEl Mercurio, 1998

Inevitablemente los relacionan con sus padres. A veces cuesta tiempo y mu-cho esfuerzo destacarse por sí mismos, porque el apellido pesa. Son “hijos de tigre”.

Por Karen Klenner

Cuando Juanita Parra tocó por primera vez con Los Jaivas, su madre y su abuela se llevaron una impresión grande y hermosa. No podían creer que, desde lejos, con su largo pelo y los movimientos flexibles pero firmes, con que golpeaba la batería, se confundiera con su padre, Gabriel.

Ahora era ella quien tomaba su lugar. El mismo día del funeral de Gabriel Parra, en 1988, el resto de la banda le propuso que tocara las baquetas y se sentara on la batería. A sus 17 años, sorprendida y un tanto incrédula, aceptó, aunque la pena y el vacío de su ausencia la llevaron a materializar esta decisión recién dos años después.

Si bien siempre pensó que su destino era trabajar junto a su padre, jamás se ima-ginó que lo reemplazaría.

En sólo cinco años practicando la percusión, Juanita se aproximó al sonido y a la escuela que Gabriel había creado en veinticinco.

“Estoy haciendo lo que él hacía y continuando lo que él creó, tengo mucho más que aprender todavía”, aclara quien ya lleva una década con el grupo.

En algunos casos, la fuerza de la herencia genética “condena” en forma inapelable a los hijos a continuar la labor de sus padres. En otros, aunque no tenga que ver con la sangre, la influencia paterna se encarga de trazarles, inevitablemente, el camino.

El trayecto a veces se vuelve más pedregoso de los esperado, porque el apellido suele transformarse en un estigma difícil de sobrellevar.

El entorno genera expectativas que los hijos deben cumplir y hasta superar. Ade-más, la responsabilidad autoimpuesta de no decepcionar a los padres parece ser aun más dura de soportar.

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En la memoria colectiva del país, ciertos apellidos están inscritos profundamente, y hoy sus hijos comienzan a escribir una nueva historia.

En el gabinete del Presidente Ricardo Lagos, los nombres de Mariana Aylwin, Claudio Orrego, Alejandra Krauss y Carolina Tohá pertenecen a dinastías ya co-nocidas en el medio político nacional y confirman la existencia de una tradición familiar.

Pero la sucesión no se restringe sólo a ese ámbito. En las más diversas ocupaciones y oficios, desde el arte hasta las ciencias, existen grupos familiares completos que comparten las preferencias de los padres, aunque no todos sobresalen

Talento heredado

Se refiere al caso de Claudio Arredondo, actor y director de teatro que heredó el talento de su padre César Arredondo y su madre, Gabriela Medina, destacados actores de teatro y cine, y figuras de la televisión.

Eterno campeón

Se refiere al caso de los destacados futbolistas del mismo nombre, Leonel Herrera.

Pablo Donoso también tiene una historia similar. Aunque en un ámbito muy diferente.

Tal como su padre, Claudio Donoso Zegers, Pablo es ingeniero forestal de la Universidad Austral y de él heredó su amor por el bosque nativo.

“Mi papá es una especie de historiador de la naturaleza y, claramente, influyó en la decisión que tomé”, admite.

Siente que su padre le dejó la vara muy alta y que, a pesar de no recibir críticas de su parte, las exigencias de esforzarse más se las traza él mismo.

Por ello, hoy realiza un doctorado en ecosistemas forestales y sus aplicaciones, en la U. de Nueva York.

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CADA VEZ TENEMOS MENOS BOSQUE NATIVOEl Mercurio, 5 de agosto de 1998

Chile posee especies únicas, hermosas y envidiadas. Sin embargo, la sobreex-plotación, la tala rasa y los incendios forestales tienen al borde de la desapa-rición a varios ejemplares exclusivos de esta tierra.

Por Nieves Aravena

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Quien no conoce el bosque chileno, no conoce este planeta. Chile tiene un real tesoro verde, con especies arbóreas nativas únicas en el mundo.

Están los milenarios alerces del sur, altos, longevos y firmes. La espectacular arau-caria araucana, empinada con su belleza en los paisajes volcánicos. Los olvidados robles maulinos, la selva “siempreverde” o perenne, el ciprés de cordillera y una palma en extrañas latitudes.

Todo esto hace que Chile despierte envidias. Pero, al parecer, poco hemos sabido valorarlo.

Casi todos los bosques nativos desde los tiempos de la colonización y más inten-samente en las últimas décadas sufren el impacto de la acción humana: incendios intencionales, sustitución por especies comerciales de rápido crecimiento, mal manejo técnico y talas para abrir terreno agrícola. Son prácticas que irrumpen sin respeto en la obra de la naturaleza.

Lo revelan así décadas de estudios realizados por el académico e investigador de la Universidad Austral Claudio Donoso especialista en Ecología Forestal.

Entre los datos más dramáticos que entrega figura el fuerte reemplazo de los bos-ques de roble-hualo -¡exclusividad chilena¡- por plantaciones de pino en la sexta y séptima regiones

La misma causa habría relegado al ruil y al queule, otrora más frecuentes, a aisla-dos ejemplares entre las quebradas. Especies únicas en el mundo, con potencial maderero, pero ya casi inexistentes. Tardíamente Conaf los declaró monumentos naturales en 1995. Reducción

Alguna vez la vegetación arbórea nativa cubrió áreas más amplias de nuestro país, especialmente en la zona central.

También fue así en el norte chico, donde restan algunos vestigios boscosos y ar-bustivos en la zona de Fray Jorge. Cambios en el clima primero y la intervención del hombre después explican el retroceso.

Nadie pone en duda que el “tesoro” se ha reducido y se concentra ahora entre la X y XII regiones, con el 82% de la superficie verde.

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Los resultados del catastro realizado por la Corporación Nacional Forestal (Conaf ) y la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama), con un costo de 3,5 mi-llones de dólares, indican que hay 13,5 millones de hectáreas de bosques chilenos. Es la quinta parte del territorio.

Queda poco de peumo, boldo y quillay, que junto a otras especies componen los bosques esclerófilos -de hoja dura-, y que antes tapizaban cerros y planicies desde la V hasta la VII Región. Suman 342 mil hectáreas.

La Región Metropolitana, densamente poblada, tiene apenas 93 mil hectáreas de bosques.

Siempreverde Hacia el sur, el más abundante es el bosque siempreverde, afirmado sobre frágiles suelos. Son 4,3 millones de hectáreas cuyo máximo exponente es la selva valdiviana.

Durante los últimos días este tipo de bosque ha estado en el centro de la polémica tras anunciarse el proyecto industrial Cascada Chile en el sector de Ilque, a unos 15 kilómetros al oeste de Puerto Montt. La planta -de 150 millones de dólares-sería abastecida con bosque siempreverde proveniente de toda la X Región.

Además, la semana pasada, en la zona de la Cordillera de la Costa, al sur de Valdi-via, se conoció la autorización de talar 10 mil hectáreas de estos bosques nativos. El hecho fue repudiado por organizaciones ambientalistas.

Admirados en el mundo

El bosque siempreverde forma parte de los bosques templados lluviosos, admirados y foco de atención a nivel mundial por su diversidad de especies de flora y fauna. Exhibe combinaciones variables hasta de 25 árboles distintos y los botánicos se maravillan con su sotobosque rico en helechos.

En superficie, le sigue la lenga (Nothofagus pumilio), estrella de la polémica ambien-tal por el proyecto Río Cóndor de la empresa Trillium en Tierra del Fuego. Es un manto que avanza serpenteando e insertándose con coníferas y coigüe por la cordi-llera andina entre Curicó y el extremo sur, con unas 3,4 millones de hectáreas.

No sería una especie en peligro, según la perspectiva forestal, lo que los ambien-talistas no comparten.

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Sustentabilidad

Desde el punto de vista ambiental, la conservación de la biodiversidad y de las especies ya es consenso en todo el planeta.Chile quiere ser certificado de sustentabilidad. Esto significa extraer sin alterar o dañar los recursos.

La Conaf trabaja en el monitoreo satelital y aéreo para un mejor control en las ex-plotaciones autorizadas, dice el jefe de catastro del organismo, Leonardo Araya.

Las astillas, la leña y los incendios crean mucha presión sobre esta riqueza verde y única, que todavía pocos chilenos conocen.Científicos extranjeros vienen a ver las áreas de vegetación inalterada como las que hay en islas y canales chilenos, las mismas que dejan extasiados a los turistas ante el paisaje.

Crecientes grupos de ornitólogos llegan a fotografiar y observar las aves en estos parajes. No hay duda de que los ojos del mundo están puestos en nuestros bos-ques. Y si es así, por algo será.Los chilenos tendremos que descubrirlo.

Edad: 3.600 años

Qué gran señor es el milenario y único alerce (Fitzroya cupressoides)¡. Es el se-gundo árbol más longevo el planeta, después del pino erizo (Pinus longaeva) de California (Estados Unidos).

Esta conífera gigante mide más de 50 metros de altura (la torre Entel tiene 127 metros) y se encarama hasta los mil metros sobre el nivel del mar. Está en el sur de Chile y Argentina. Los alerces más antiguos son verdaderos fósiles vivientes, afirman científicos.

Mediciones dendrocronológicas (en anillos de crecimiento de los árboles) realiza-das por Antonio Lara de la Universidad Austral y Ricardo Villalba de la Univer-sidad de Colorado revelaron que el árbol más antiguo analizado en Chile tiene 3.613 años.

Pero no se trata de un ejemplar en pie, sino de un tocón. El árbol fue cortado en 1975, cuando no era una especie protegida. Podría vivir seguramente otro tan milenario oculto en áreas impenetrables.

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Milenarios

En la zona de Contao y Hornopirén los alerces conforman “bosques catedrales”, de los más antiguos del mundo.

Un ejemplar muy famoso y visitado está en el monumento Alerce Costero de la Unión, con un tronco de 4,3 metros de diámetro que tendría más de 2.200 años, según Lara. Declarado monumento natural en 1976, los bosques de alerce se concentran en las cordilleras de Los Andes y de la Costa en la X región. Se entre-mezclan también con otras especies, como el coigüe.

Cada vez más escasos, estos árboles milenarios sufren el embate del fuego, la tala ilegal y su explotación en tejuelas y trozos de madera.

Su madera rojiza, resistente a la acción de la humedad, es de alta demanda. Y aunque hay permisos restringidos para sacar ejemplares muertos o enterrados, hay quienes transgreden las normas y los extraen vivos.

Algunos árboles declarados monumentos naturales

Los bosques chilenos se clasifican, de acuerdo al clima, en “mediterráneos”, entre Santiago y el río Malleco, y “templados lluviosos costeros”, desde el sur de la VIII Región hasta Tierra del Fuego. Existen siete especies de árboles protegidos bajo la declaración de monumentos naturales: Pitao, Queule, Ruil, Araucaria, Alerce, Belloto del Norte y Belloto del Sur. Son únicas y constituyen un importante com-ponente de biodiversidad forestal del país.

En este artículo se presentan las figuras en dibujo, y los nombres y ciertas carac-terísticas de Pitao, Queule, Ruil, Araucaria y Alerce, con datos entregados por Fundación Claudio Gay, Conaf e Instituto de Silvicultura de la Universidad Aus-tral de Chile.

Chilena de corazón

Como si se tratara de una isla, el área de los bosquetes de palma chilena (Jubaea chilensis) es hoy muy restringida. Y aunque el aprecio por su miel y los frutos (coquitos) hace delicias en muchos hogares, pocos habitantes de este país saben que se trata de otra especie nativa única en el mundo.

Extraña en estas latitudes, es la más austral del planeta. Sólo es posible verla en Ocoa, el Parque Nacional La Campana y un predio en Cocalán. Y desde hace poco en vitrina y a la vista de todos en el camino de Las Palmas, nuevo acceso a Viña del Mar. No hay más de 8 mil hectáreas de esta palma en el país.

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Gusta mezclarse con la vegetación arbórea esclerófila (peumo, boldo, litre). Al-guna vez crecieron bosques más extensos en la zona central. Y hasta se la vio en nuestra exótica Isla de Pascua.

Una Fundación para la Recuperación y Fomento de la Palma Chilena -entidad privada- intenta repoblar 2.500 hectáreas vecinas al parque nacional. Bien.

Roble y Hualo

La etiqueta de “muy escasos” les queda bien a los bosques de roble y hualo (Notho-fagus obliqua) y (Nothofagus glauca) que habitan en la zona central.

También son únicos a nivel mundial, porque no hay otros nothofagus que crez-can en clima mediterráneo.

Sólo están en Chile. En Los Andes y en la costa. En las alturas el roble (a mil metros) y más abajo el hualo (a 400metros). Protegidos por ellos, gran variedad de especies amenazadas de extinción encuentra su hábitat.

Nunca fueron abundantes, pero entre 1984 y 1991 estos bosques nativos en-frentaron fuerte sustitución por plantaciones de pinus radiata y eucaliptus. Esto -según estudios de la U. Austral- habría acelerado su reducción.

En resumen, quedan apenas unas 184 mil hectáreas en la VII Región, equivalen-tes al 1,4 % de la superficie de la vegetación arbórea natural de Chile.

Protegidos

También hay un hermoso bosque de roble (Nothofagus obliqua), el más septen-trional de Chile al interior de las Sierras de Bellavista, en la VI Región, cuidado celosamente por una sociedad inmobiliaria de tipo ecológica, que lidera Adriana Hoffmann.

La Corporación Nacional Forestal acaba de incorporar al Sistema de Áreas Sil-vestres Protegidas el área de Radal y, en el futuro, Altos de Vilches, donde es posible verlos.

Peor es el panorama del maravilloso Ciprés de la Cordillera (Austrocedrus chi-lensis), que se ganó en el último catastro el rótulo de “el tipo forestal más escaso en Chile”.

En el siglo pasado fue madera de exportación; hoy está reducido a una pequeña área de 45 mil hectáreas-También es una exclusividad, aunque compartida.

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Tala rasa:

EN ESTA REGIóN HAY MUCHAS COSAS OCULTASVoces del Bosque, Defensores del Bosque Chileno, Invierno de 1998 Nº 16

Poco antes que se hiciera público el escándalo de la tala rasa en la Cordille-ra de la Costa de la X Región, y que el proyecto Cascada-Chile se volviera noticia nacional, quisimos saber qué sabía -y qué opinaba- este maestro de ingenieros forestales de las cosas que estaban sucediendo en su provincia y en la región.

En su oficina de la Universidad Austral, donde tiene las fotos de toda su familia, se ve relajado, aunque habla muy rápido, como si alguien lo estuviera apurando. Está listo para jubilar como Profesor Titular, Categoría Uno, Profesor de Ecología Forestal, de Silvicultura del Bosque Nativo y de Botánica Forestal. Pero aun le quedan cosas por terminar. Quiere tener tiempo para escribir el libro sobre todas las especies forestales chilenas, que empezó antes del de los Bosques Templados, que ya está publicado.

No tiene claro lo que ocurre en su adoptiva Provincia de Valdivia, y reflexiona, como hablando consigo mismo:- Yo no sé si soy yo el que está un poco fuera de moda, pero tengo la sensación de que hay un ocultamiento en materia forestal. Ocurren muchas cosas, pero de tal manera que da la sensación de que no ocurriera ninguna. Uno no está nunca bien informado de lo que está pasando. Supone que está pasando algo por aquí y alguien dice que está pasando algo por allá, pero no hay una información clara. Yo pertenezco a la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo y ahora se está hablando mucho de la certificación, pero en ningún momento se ha tocado el tema de qué está ocurriendo realmente con los bosques.

“No hay transparencia. No sale nada en la prensa; en esta región no pasa nada. A mí eso me produce siempre una especie de angustia, porque yo veo que se habla del concepto de sustentabilidad, y resulta que la gente que está trabajando en los bosques lo sigue haciendo igual que siempre. Mal. Sin tener mucho cuidado con los bosques. Sin tener mucho interés”.

“Detrás de todo esto también está el hecho que los propietarios quieren ganar di-nero, tienen incluso rentabilidades negativas porque los bosques están tan altera-dos. Y necesitan subsidios para manejar bien sus bosques, que es lo que hace tanto tiempo le estamos pidiendo al gobierno. Hay muchos bosques alejados en esta

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región y frecuentemente lo que hacen es cortarlos para sacar astillas y posterior-mente, de una u otra manera, se las arreglan para plantar eucalipto. La filosofía de los sustituidores es simplemente tener dinero rápido. Y como no tienen apoyo del Estado, lo más fácil es cortar, vender la madera para astillas y por lo menos pagar los costos. En seguida plantar eucalipto, que a corto plazo le va a dar utilidades. No se lo que va a pasar más adelante, con puro pino y eucalipto por todas partes. Esas son cosas que no se quieren ver”

La Ley de Bosques, que ya va en su cuarta versión no le da garantías.

No sacamos nada con la ley si no hay una política clara y que el gobierno esté dispuesto a seguirla, particularmente en lo que se refiere al bosque nativo, porque ahí es donde fallan totalmente. Inspirados por los economistas y los madereros, los políticos están pensando que conservar el bosque nativo no es rentable.

Tala rasa en la Cordillera de la Costa

“En esta región hay situaciones críticas. En lo que era Terranova, donde dimos toda una pelea y el proyecto se detuvo en tiempos de Aylwin. Posteriormente he tenido contacto con los dueños de Bosques S.A., que compraron los fundos Chaihuín y Venecia. A mí me llamó el Senador Valdés, poco después que los her-manos Montt se hicieran cargo, y me dijo que me tenía muy buenas noticias, que eran unas personas con gran espíritu ecológico y que les había propuesto que se pusieran en contacto conmigo. Nunca lo hicieron. Pero yo tengo unos ensayos en terrenos de ellos, en el fundo Venecia, desde hace muchos años, y de repente me encontré con que nos empezaron a poner problemas para entrar al predio. Pasó un buen tiempo, hablé con Conaf -que no hizo mucho- hasta que finalmente llamé personalmente a Guillermo Montt, que me dio muchas explicaciones y me mandó a hablar con su hermano menor, Carlos Montt, con el cual -como son estas cosas aquí- tuvimos una reunión almuerzo en el hotel Puerta del Sur y ha-blamos muy amablemente. Parecía tener una buena disposición, pero al final no pasó nada. Posteriormente tuvimos una reunión con él y con el gerente, queda-mos de acuerdo que nosotros le íbamos a entregar las pautas de sustitución que se hicieron en los años 90, y que validó Francisco Mendoza, el Director Regional de Conaf, cuando dio la autorización para esta tala rasa. Nosotros habríamos acep-tado si nos hubieran entregado el Plan de Manejo, pero este nunca llegó, como tampoco la cartografía. Perdimos totalmente el contacto con ellos”.

“Me he enterado que la autorización es para más de 9 mil hectáreas. La gente que ha sobrevolado la zona dice que es impresionante, que está quedando una terrible destrucción”.

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- ¿Qué hay de la Reserva de 14 mil hectáreas de alerce en manos de Bosques S.A.?- Mucho se ha hablado que anexen el bosque de alerce que tienen, y que no pue-den explotar, a la Reserva Nacional Valdivia, pero todo ha quedado en nada.

Cascada Chile

“Tengo contacto con la Compañía Industrial Puerto Montt, porque me llamó Akos Zahoran, que es un consultor forestal, y también tuve contacto con los gringos, que me hablaron de su proyecto de tableros y querían que nosotros les hiciéramos la reproducción de plantas nativas, porque ellos iban a trabajar con cinco especies: coigüe, tepa, canelo, ulmo y mañío, y deseaban que las áreas que se cortaran se plantaran con las mismas especies. Les expliqué que algunas especies no son tan fáciles de reproducir. Había que comenzar por la recolección de semi-llas y los ensayos correspondientes, y durante toda esta etapa la empresa ha estado más preocupada de la industria y del puerto que del bosque. Pero, en fin, pagaron lo que se les pidió y se hicieron algunos ensayos, una plantación falló y estamos haciendo los informes correspondientes. Tenemos plantas para plantar”.

“Yo les dije: ustedes se van a encontrar con el rechazo de los grupos ciudadanos ambientalistas y de las bancadas verdes del país porque el problema de trabajar con terceros es complicado. Salvo que se haga en muy buena forma. Y la buena forma -les dije- es que den demostraciones inmediatas, claras, de que éste es el plan de trabajo que tienen: esto es el bosque que se va a utilizar, estas las propie-dades con que van a trabajar; estos los propietarios. Si van a intervenir 200 mil hectáreas, deben decir cuántas este año, cuántas el próximo, para que planifique-mos bien y tener las plantas necesarias para plantar en esas setenta hectáreas aquí y en esas 190 más allá. De modo que cada intervención asegure una replantación y un manejo evidente, con regeneración de bosque, y esto sea mostrable a todo el mundo.

Quiere creer en la empresa, como le creyó a Trillium

“Si uno va a partir de la base que las empresas son deshonestas, que la Conaf no tiene capacidad de control, no podemos llegar a ninguna parte. La única posibili-dad sería que la empresa no fuera deshonesta. Que haga las cosas con honestidad y que lo demuestre. Y para demostrarlo tiene que hacerlo. Aquí no se trata de grandes propietarios, como Bosques S.A., sino pequeños. Si este esquema funcio-nara bien…aunque me consta que las astillas han sido una gran porquería y que han liquidado el bosque y a la gente. Los astilleros han sido malas personas, todos por igual. Pero yo quisiera tener confianza en alguien. Para eso tienen que demos-trar que están actuando bien. Nosotros les estamos haciendo plantas: tenemos un

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gran vivero para ese fin. Si se lograra que al pequeño o mediano propietario le exigieran que haga el Plan de Manejo, además de la plantación, y que sean ellos los que les entreguen las plantas (de lo contrario los pequeños y medianos no lo van a hacer), eso sería muy bueno para el bosque y para la gente”.

- ¿No le da miedo equivocarse y luego tener que lamentar la muerte del “angelito”?- Me dan susto todas las empresas pero pienso que debiéramos tratar de tener los mecanismos -nosotros los chilenos- como para que las cosas que se hagan, se hagan bien y que si se hacen mal, se cortan. Porque de lo contrario no vamos a dejar que nunca nadie haga nada. Porque el Estado no lo hace.

- ¿No le preocupa el tamaño? Es un megaproyecto. El más grande del mundo en paneles aglomerados de astillas nativas. Más que dobla la actual produc-ción de astillas. ¿Da el bosque para eso?- Hay muchos bosques alterados y en malas condiciones. Si las cosas se hacen bien, se reforesta y se promueve un espíritu forestal como el que tienen los finlan-deses. De acuerdo: la cosa es idealista.“La idea es que nosotros les diéramos las pautas de cómo hacer las cosas. Lo que ocurre en la realidad es que ellos no se acercan a pedirlas y las manejan de una ma-nera comercial, nada más. No sería permisible que después de 20 años que dura su proyecto, una masa de bosque alto, aunque esté alterado, quede al descubierto. Tendría que haber un proceso técnico muy cuidadoso.

- ¿Qué incluye Plan de Manejo de Conaf?- Sin duda. Pero los Planes de Manejo que se otorgan aquí en Chile son autoriza-ciones de corta, nada más.

- Y frente a esa realidad. ¿Todavía confía en Cascada?- No lo sé. En todo caso tengo mucha más fe en Trillium que en Boisse Cas-cade…“Yo he intentado que los bosques antiguos se conserven. Si autorizamos a estas grandes empresas a que se instalen en el país -porque esa es una política de Esta-do- debemos obligarlas a que desarrollen áreas de reserva, avaladas por científicos y técnicos en la materia. Tal como ofreció Trillium.

- Respecto a su participación en el caso Trillium acude a su profesión, que lo con-diciona: “Yo no sería forestal si me inquietara porque van a utilizar bosques. Pero a estos bosques siempreverdes les tengo mucho más susto. O a los de Palena. O a los del norte, donde está el roble hualo, donde no hay nada protegido, que está lleno de biodiversidad, con muchas plantas amenazadas de extinción”.

Malú Sierra

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TREGUA EN “GUERRA VERDE”El Mercurio, 14 de julio de 1999

Eterna pugna entre ecologistas y empresarios parece aminorar ante la alterna-tiva de diversificar la oferta arbórea con especies de alto valor económico.

Por Sergio Velásquez

Siempre hay una segunda opinión a la hora de hablar de proyectos forestales, sobre todo entre empresas madereras y ambientalistas, cuya relación en torno al tema podría definirse como una “guerra verde”, donde cada bando intenta impo-ner su punto de vista.

La situación se ha agudizado últimamente a raíz del proyecto para diversificar las plantaciones forestales mediante la introducción de tres especies con alto interés económico.

Ante su mero anuncio, en noviembre de 1998, los pocos puntos coincidentes entre ambos bandos se hicieron de inmediato insuficientes para ocultar las dispa-ridades de criterio respecto del problema de fondo: la modalidad de manejo de las especies y la política de desarrollo forestal del país.

En su raíz, el tema se originó en el Ministerio de Agricultura, con el apoyo de la Corporación Nacional Forestal (Conaf ), entidades que fijaron como objetivo la recuperación de los suelos degradados y el mejoramiento de la calidad medio-ambiental. La fórmula planteada: fomentar la plantación de especies exóticas y nativas de alto valor comercial.

¿?Sr esta temática a un estudio del Instituto Forestal (Infor), la Fundación Chile y la Universidad Austral, se derivó al reconocimiento de que sólo dos especies no tradicionales -el pino radiata y el eucaliptus globulus- representan el 92% de la superficie cubierta por plantaciones forestales. Asimismo, el 86% del consumo de trozos en la industria corresponde a estas dos especies, cuya producción resulta de baja manufacturación.

Debido a esto último se propone aprovechar las ventajas comparativas del casta-ño (Castanea sativa), del ciprés de los Himalaya (Cupressus torulosa) y del roble americano de los pantanos (Quercus palustris).

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Polémico Bosque Nativo

La explotación del bosque nativo ha sido siempre un tema de alta sensibilidad, aun cuando sólo en octubre de 1997 logró precisarse su real extensión, de 13 millones 446 mi hectáreas.

De ellas, el 82% se concentra en las regiones de Los Lagos (X) y de Magallanes y Antártica Chilena (XII).

El catastro permitió también describir los tipos forestales predominantes, entre los que destaca el siempreverde (32%), la lenga (25%) y el coigüe de Magallanes (13%), además de asociaciones de especies como roble-raulí-coigüe, coigüe-raulí-tepa y roble-hualo. (El catastro determinó las superficies, pero los tipos forestales fueron definidos y descritos en un trabajo fao/pnud/chile en 1981).

Hasta la aparición de este informe oficial sólo se escuchaban mutuas recrimi-naciones entre ecologistas y empresarios. En la práctica, estas opiniones no han desaparecido ni variado sustancialmente.

El actual proyecto de diversificación es un paso importante, aunque menor, para una visión global del desarrollo forestal chileno. Su propuesta ha aminorado las tradicionales posturas antagónicas, que ahora manifiestan puntos en común.

Ello, por cuanto se reconoce que una alta concentración monoproductiva impli-caría riesgos en el comercio internacional (pocas especies y productos) y sociales (concentración de la propiedad y emigración del campesinado).

Susana Benedetti, experta del Infor y una de las encargadas del proyecto, señala que no se trata de sustituir el bosque nativo por estas nuevas especies y que las plantaciones se harán en suelos actualmente degradados y sin uso, de baja pro-ductividad y rentabilidad. Los denominamos cultivos aptos para zonas silvoagro-pecuarias marginales.

De paso, proporciona alternativas a pequeños y medianos propietarios, quienes hasta ahora han mirado desde lejos el desarrollo forestal nacional.

Acuerdo condicionado

De las tres especies propuestas, la que presenta un mejor pronóstico es el castaño.

Sobre el punto, la ecologista Adriana Hoffmann, coordinadora nacional de la Agrupación Defensores del Bosque Chileno, indica que resulta positivo intentar diversificar, calificando al castaño como una especie de madera noble y bastante amigable con el ambiente.

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De igual manera, el académico de la Universidad Austral y Vicepresidente de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, Claudio Donoso, sostuvo que en terrenos degradados o con procesos erosivos “siempre es bueno plantar”.

Sin embargo, el camino del acuerdo se bifurca nuevamente al presentarse el deba-te de fondo, aquel que apunta a realizar una mayor investigación de las especies presentes en nuestro territorio.

Por ejemplo, bastó que la información se diera a conocer el 8 de noviembre de 1998 para que el empresario estadounidense Douglas Tompkins abriera los fuegos.

En extensa carta indicó que si bien era positivo que se tomara conciencia de los riesgos de mantener monocultivos, la diversificación propuesta no contemplaba especies nativas, por lo que la calificó de “futuro descalabro”.

Claudio Donoso, en tanto, manifestó no comprender que en Chile no se hayan investigado en toda su extensión las especies nativas paralelamente a las introdu-cidas, al menos como una forma de aumentar el conocimiento de los recursos nacionales.

Para concluir, Adriana Hoffmann cuestionó los estudios sobre el castaño, califi-cando los actuales informes como una pérdida de tiempo y de dinero, por cuanto sus propiedades ya eran de sobra conocidas.

Es decir, avenimiento sí, pero ni tan cerca ni tan lejos.

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Documento elaborado por Claudio donoso Z. y aprobado por los académicos del Instituto de Silvicultura de la UACh.

EL PENSAMIENTO DE LOS ACADÉMICOS QUE TRABAJAN EN BOSQUE NATIVO2000

Introducción:Parece ser una tendencia generalizada especialmente en los últimos tiempos el concentrar esfuerzos en potenciar posiciones extremas en la difusión de temas importantes de la vida nacional.

Esta tendencia puede ser extremadamente perjudicial cuando se trata de temas que tienen alta incidencia en el estilo de desarrollo y, por lo tanto, en la vida de las personas y en la biósfera en general.

Esta ha sido la situación en relación con la temática de los bosques nativos de Chile, la que se ha hecho especialmente crítica durante los últimos 10 años en lo que se refiere a la polarización señalada.

Resulta paradojal que quienes investigan, experimentan y escriben a diario, desde hace ya largo tiempo, en relación con la ecología, la silvicultura, la protección y el manejo de los bosques nativos de Chile, son justamente quienes parecen tener menos voz en el debate actual sobre el tema. Quizás el centro más importante existente actualmente en Chile en cuanto a investigación, experimentación y ma-nejo de los bosques nativos se concentra en la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral de Chile, potenciado por la presencia del Instituto Forestal y especialmente por la cantidad importante de empresas forestales que cada vez más se interesan por la silvicultura y la producción de los bosques de la región.

Nos interesa, como centro de enseñanza y de investigación forestal, dar a conocer nuestra realidad y nuestros puntos de vista sobre un tema que constituye parte esencial de nuestras vidas y de nuestro diario quehacer. Nos interesa informar sobre ello al público en general y, a los órganos de prensa, radio y televisión en particular, puesto que son ellos quienes mejor pueden contribuir a la difusión del conocimiento evitando, con nuestra colaboración, que se caiga en distorsiones e irrealismos muchas veces intencionados.

A lo largo del tiempo, la desinformación, el insuficiente manejo sobre los bosques nativos y otros factores han determinado una proliferación de mitos, falsedades

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y distorsiones en relación con las especies y bosques nativos que han hecho más difícil aun lograr una racionalización y han incentivado la polarización en torno al tema. Se requiere con urgencia, entonces, poner el equilibrio en estos temas y discusiones y creemos tener propiedad para hacerlo; nuestras acciones reales son las pruebas de que así es; no nos hemos quedado sólo en palabras.

Algo de historia

Desde tiempos antiguos la historia del bosque nativo de Chile ha sido de extrac-ción y de destrucción; el espíritu minero fue el patrón de esta conducta y lo es en gran medida hasta hoy día. Personajes de la historia fueron grandes conservacio-nistas, como Benjamín Vicuña Mackenna y Federico Albert, pero la investigación en los bosques australes de Sudamérica tuvo us primeros balbuceos por el año 1941 con el finlandés Kalela y luego en la década de los 50 con dos pioneros, el chileno E. Pisano y el argentino M. Dimitri. La década de los 60 dio paso a nu-merosos trabajos, principalmente publicados por euroipeos, entre los que destaca el alemán Schmithüsen, y se iniciaron acciones pioneras para desarrollar la cultura forestal en Chile, como son la creación de las Escuelas de Ingeniería Forestal en Santiago (U. de Chile, 1952), y Valdivia (U. Austral de Chile, 1954), así como también el Instituto Forestal (CORFO, 1960), que efectuó el primer catastro del bosque chileno. Estos fundamentos permitieron dar paso a la investigación ecoló-gica silvicultural con la participación de expertos europeos (alemanes y franceses principalmente) y jóvenes académicos chilenos en ciencias forestales.

La investigación ecológica y la experimentación silvicultural se inicia realmente en los años 70 y se sigue efectuando hoy día con estudios ecológicos realizados en casi todos los tipos forestales chilenos por investigadores chilenos, norteamerica-nos y alemanes en la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral de Chile y en algunas otras Facultades Forestales y de Ciencias de otras Universida-des. Esta investigación ha dado origen a la altura de 1994 a algunos centenares de publicaciones científicas y otros tantos documentos técnicos y tesis de grado.

Los polos de la controversia

La discusión sobre el bosque nativo se ha concentrado en dos polos o posiciones opuestas, especialmente en los dos últimos años, las cuales ya han sido señaladas en artículos de prensa y televisión. Una de esas posiciones es la que pone énfasis en la libertad de empresa y las leyes del mercado y el concepto de propiedad privada y el derecho del propietario de actuar libremente sobre ella; esta posición se fundamenta en la producción de bienes con fines lucrativos, generalmente es cortoplacista y no va al compás de los tiempos en cuanto a la valorización de los conceptos de conservación de la biodiversidad, de mantención de los procesos

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ecológicos vitales y de los equilibrios medioambientales. La otra posición, el otro polo, actúa en forma reactiva, enfatizando los valores del bosque que dicen rela-ción con la preservación de la fauna y flora, con la belleza del paisaje y la manten-ción de los procesos ecológicos vitales en su forma original; deja en un segundo plano todo lo que se refiere a la producción de bienes que el hombre obtiene de los ecosistemas forestales, como también al usufructo de importantes servicios que estos pueden prestarle. Estos últimos actores predican con frecuencia mora-torias a la intervención de distintos tipos de bosques, sosteniendo que no se tiene conocimiento suficiente de ellos y sobre el efecto de las intervenciones en los ecosistemas forestales, y que las investigaciones realizadas hasta ahora son pseudo-científicas. Los primeros, por otro lado, alientan la sustitución de bosques nativos por plantaciones de exóticas de rápido crecimiento, esgrimiendo argumentos sin base científica y mitos que falsean y distorsionan la realidad y la potencialidad del bosque nativo.

En la Universidad, en general, pensamos que existe una mejor alternativa, más equilibrada, que es la que necesita el hombre y lo sitúa como especie en el ecosis-tema Tierra.

Mitos y distorsiones

El bosque nativo chileno fue considerado desde la Colonia un depósito natural de maderas y/o un obstáculo para el desarrollo urbano y agrícola. Así es como fue desplazado y/o explotado, proceso durante el cual fueron acumulándose mitos y distorsiones que persisten hasta el día de hoy no obstante los conocimientos y las experiencias adquiridas.

1. Desde ambos extremos, especialmente desde el que promueve la sustitu-ción de bosques nativos, se difunde el concepto de que las especies forestales chilenas son de lentos crecimientos y bajas productividades. Para algunas es-pecies esto resulta una majadería, pues, por ejemplo, en plantaciones de Raulí y Roble se ha demostrado que pueden alcanzar rotaciones de 35 o menos años, es decir, un periodo de crecimiento sólo un poco mayor que el de Pino Insigne. Tales comparaciones se hacen sin considerar las condiciones ambien-tales en que deben hacerse crecer las diferentes especies, y las calidades de los productos que se obtienen de ellas. Por otra parte, las especies forestales nativas presentan un gran potencial genético por explorar pudiendo así lograr crecimientos mucho mayores.

Estas comparaciones con argumentos equivocados afectan a un sinnúmero de especies nativas y se basan en estadísticas anticuadas, de bosques marginales y/o explotados, donde los individuos de mejor calidad ya fueron extraídos.

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En general, se piensa que para todas las especies que se plantan se debe proceder como se ha hecho con el Pino Insigne: talar un área, limpiarla de desechos o quemarlos, plantar y liberar de competencia todas las veces que sea necesario. Las especies nativas tiene otros requerimientos y características ecológicas y a cada una hay que tratarla de manera diferente. Ese conocimiento, más en algunas es-pecies que en otras, lo poseemos en la Universidad y lo difundimos en la medida de nuestras posibilidades.

2. Conceptos de bosque degradado o sobremaduro se señalan frecuentemente en forma equivocada o como falsos argumentos para dar la idea de que esos bosques están muriendo o se están pudriendo y es necesario cortarlos y sustituirlos por otras especies forestales. Eso no es sino ignorancia o una aberración ecológica.

Ese concepto es consecuencia de la observación materialista de bosques residuales y producto de las históricas actividades de madereo selectivo o “floreo”, favoreci-das por el mercado y una falta de política visionaria. Bosques jóvenes en distintas etapas de regeneración son bosques secundarios que pueden manejarse silvicul-turalmente muy fácilmente y no constituyen bosques degradados ni matorrales. Bosques viejos que han sido intervenidos más de una vez quedando en pie los árboles más viejos y defectuosos o bosques en que estos últimos abundan porque el bosque se encuentra en etapas avanzadas de su dinámica sucesional, no son bosques degradados ni sobremaduros. Si los primeros no tienen regeneración es porque se han introducido animales domésticos en ellos y si no es así, ambos tipos de bosques tienen doseles inferiores con árboles jóvenes y pueden ser intervenidos silviculturalmente con éxito sin que sea necesario ni conveniente un reemplazo por otras especies.

En este mismo punto es común escuchar la aberración ecológica de que los bos-ques nacen, crecen, se reproducen y mueren de la misma manera que un orga-nismo, y sobre esa base se predica que nuestros bosques nativos están viejos y hay que eliminarlos para dar cabida a otros jóvenes. En esas aseveraciones hay mucha ignorancia acumulada que desprecia el abundante conocimiento científico no sólo de los bosques chilenos, sino que del mundo en general.

3. El hecho de responsabilizar de la destrucción y deterioro de los bosques nativos exclusivamente a los pequeños propietarios y colonos, no es más que culpar a los más débiles en forma injusta y sin análisis previo. Efectivamente, el porcentaje de material leñoso extraído de los bosques es actualmente, alto, pero la extracción de leña podría favorecer a los bosques, eliminando individuos viejos y defectuosos, permitiéndose así condiciones adecuadas para la regeneración, si en ellos no se introduce ganado. Sin duda que la adecuada asesoría técnica a esta población de personas favorecería la formación de bosques de valor.

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4. Frecuentemente se dice que la sustitución de bosques nativos por plantaciones de exóticas constituye un porcentaje insignificante de la superficie de bosques nativos. A pesar de que existen algunos antecedentes al respecto, no ha habido un seguimiento del proceso de plantaciones con sustitución de bosque nativo. Para cualquiera que haya observado lo ocurrido en los bosques de la región del Maule, en la zona de Concepción, en la Cordillera de Nahuelbuta , en la precordillera de Malleco y en los alrededores de Valdivia y Los Lagos, no cabe duda de que las mi-les de hectáreas de bosques nativos sustituidos por plantaciones de Pino Insigne son de una proporción de consideración.

5. El conformismo que se desea crear con que el bosque nativo de Chile está suficientemente protegido a través de parques y reservas del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas, amenaza a numerosos tipos de bosques que no están protegidos. De las supuestas 14 millones de hectáreas, en realidad sólo 1,5 millones está cubiertas de árboles. El resto corresponde a zonas alto-andinas sin vegetación o con hielos eternos, aguas continentales y zonas desérticas. Estas ci-fran hablan por sí solas.

Nuestra posición

Los académicos de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral de Chile hemos logrado un concepto silvicultural para el bosque nativo. La Silvicultu-ra tiene como base científica a la Ecología Forestal, por lo tanto nuestro concepto de bosque es fundamentalmente ecológico. Además, el objetivo de la silvicultura cono arte-ciencia es utilizar los bosques con un sentido económico-social, para producir bienes y servicios para el hombre y mantener al mismo tiempo los equilibrios y los procesos ecológicos vitales. Esto significa que, además del enfoque ecológico, la silvicultura está claramente ligada con el desarrollo y con la conservación, en el bien entendido de que ambas son fundamentales para satisfacer las necesidades humanas y mejorar la calidad de vida de los hombres de hoy mañana.

Nuestra posición frente a la discusión alrededor del bosque nativo busca el equi-librio entre una posición proteccionista que deja fuera del escenario al hombre como consumidor en la cadena trófica y buna posición utilitarista mercantilista que saca al hombre del ecosistema despreciando los valores ecológicos y por lo tanto atentando contra el futuro de la Tierra y del mismo hombre. Para nosotros el bosque cumple o puede cumplir una serie de funciones que debemos tratar que se logren en su integridad a nivel nacional, regional e incluso predial cuando ello es físicamente posible. Entre estas funciones están, sin duda, la producción de madera y otros demás componentes del ecosistema: fauna, flora y medioam-biente. Entre esos servicios o funciones están la de mantener el hábitat adecuado para la fauna y flora, mantener la belleza del paisaje y permitir la recreación, la

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regulación del agua y de las condiciones del clima local, la preservación de reser-vas genéticas valiosas y otros.

Nosotros hemos estado preocupados de este tema hace largo tiempo y hemos hecho investigación y experimentación que ha dado y está dando respuestas. Po-demos asegurar y lo hemos señalado públicamente, que tenemos el conocimiento ecológico suficiente, lo que no significa que sea absoluto y completo, meta que no se alcanzará jamás, de casi todos nuestros bosques, lo que permite hacer silvicul-tura en ellos. Eso está expresado claramente en textos y artículos publicados sobre ecología forestal, el bosque y su medioambiente, bosques templados de Chile y Argentina, variación, estructura, dinámica, etc. La Facultad de Ciencias Foresta-les de la Universidad Austral de Chile y científicos de nuestra Facultad así como de otras facultades de las principales universidades están entregando permanen-temente información sobre la autoecología de las especies. Esta base científica actual y en desarrollo constituye el sustrato de nuestra cultura forestal.

De hecho, hemos conseguido derribar la mitología existente alrededor del bosque nativo, hemos aprendido a viverizar y a plantar muchas de nuestras especies, esta-mos experimentando con éxito manejo de renovales o bosques jóvenes de diferen-tes especies, en bosques de Lenga, en bosques siempreverdes y estamos iniciando la investigación en bosques de Coigüe de Magallanes y otros.

Los conocimientos adquiridos por nosotros han alimentado, y lo siguen haciendo, la acción conservacionista en Chile desde hace 25 años. Nuestra investigación es la que ha permitido legislar y reglamentar sobre los bosques nativos y hoy día estamos dise-ñando y aplicando una normativa para el manejo de los distintos tipos forestales.

Sabemos que los bosques nativos, además de cumplir funciones vitales para el hombre y para la tierra, son de gran potencialidad económica, y lo estamos de-mostrando. Nuestro objetivo es que la diversidad genética de nuestras especies y ecosistemas quede 100 `por ciento preservada en un completo sistema de áreas silvestres protegidas, que las superficies erosionadas o muy alteradas sean refores-tadas con diferentes especies, entre ellas Pinos y Eucaliptos, evitando siempre caer en el error del monocultivo y de la sustitución de bosques nativos, que los bosques nativos que no están en parques y reservas y no constituyen zonas de protección sean puestos en manejo y en producción cumpliendo realmente con sus diferen-tes funciones. En este sentido, postulamos que el bosque sí puede ser intervenido, siendo ésta la mejor forma para favorecer su vitalidad y permanencia.

Estamos convencidos que esta posición libre de los extremos, y los aportes que realizamos en términos de investigación y experimentación en los bosques nati-vos, son el camino que conducirá a finalizar la destrucción de este patrimonio y a un desarrollo económico compatible con un medioambiente limpio y sano.

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Proyecciones

OTRA MIRADA A LOS BOSQUES NATIVOSEl Mercurio, 27 de mayo de 2000

Conaf intenta nueva estrategia para buscar consenso y aplicar bonificaciones al manejo de este recurso natural. Mientra, las comisiones del Senado des-echaron la idea de “congelar” el trámite de futura ley.

Por Nieves Aravena

Palabras como “batalla”, “enfrentamiento” y “discordia” acompañaron los titulares noticiosos hace ocho años, al inicio del debate del proyecto de ley de bosque nativo.

Ese estilo confrontacional, que primó entre ecologistas y empresarios, con el tiem-po fue dando paso a una discusión técnica con el aporte del mundo académico, aunque no por eso se atenuaron los argumentos contrapuestos.

Entretanto, comenzó a crecer la sensibilidad mundial sobre el cuidado de la biodi-versidad de los ecosistemas forestales. Y en el país empezó a escucharse cada vez más acerca de las funciones ambientales del bosque natural, tales como proteger suelos, generar agua, influir en las temperaturas, ser hábitat de fauna y flora, y contribuir al paisaje. Todo eso, más allá de su explotación para extraer leña, astillas o madera.

Chile posee 13,4 millones de hectáreas de cubierta vegetal nativa (el 20% del te-rritorio). De esas , 4 millones pertenecen al Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas y tienen un destino cierto: la preservación. Son intocables.

Pero, por razones ambientales, interesa regular el manejo de los otros 9,4 millones de hectáreas que están en predios privados, salvo una reducida fracción fiscal. El futuro de esa superficie boscosa, hoy concentrada desde la X Región al sur, con escasa presencia en la zona central, es el objetivo del proyecto de ley en trámite, destinado a la recuperación y el fomento de un uso apropiado, que aun no arriba a buen puerto.

Sobre el tema, el gobierno retomó la iniciativa, y a través de la Corporación Na-cional Forestal (Conaf ) establecerá un nuevo diálogo, con miras a delinear una política y reformular el marco legal con la meta de obtener una ley a más tardar a fines de abril del 2001.

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A juicio del director ejecutivo de la Conaf, Carlos Weber, Chile no ha definido lo que quiere de sus bosques nativos y en ello radica la demora para tener una legis-lación acorde. Si se ha entrampado, dice, es porque “diferentes actores ven cosas totalmente distintas: los ambientalistas creen que esta ley tiene que prohibir el re-emplazo del bosque nativo (por plantaciones de pino u otras especies), pero para al-gunos propietarios y empresas debe consagrar la absoluta libertad de sustitución”.

Conaf quiere dar otra mirada al tema y por ello prepara una ronda de consultas -“uno a uno”- a partir del 15 de junio, como un tiempo de reflexión, sin llegar a un foro público donde cada parte se cierre en su postura. En el organismo se percibe que, dadas aspiraciones tan disímiles, es muy difícil lograr una legislación que obtenga un apoyo irrestricto.

Sin embargo, hay parlamentarios que no comparten esa percepción. Por ello, cuando el gobierno pidió hace un mes “congelar” la discusión en curso en el Senado, las comisiones de Agricultura y Medio Ambiente desecharon esa idea y siguen trabajando, según confirma el senador Antonio Horvath (independiente), presidente de la Comisión de Medio Ambiente. La razón -explica- es que “para nosotros el, trámite está más que maduro y sólo quedan pequeños puntos por resolver. Esto no se ha detenido”.

Horvath asegura que el riesgo de la sustitución del bosque quedó resuelto sin necesidad de prohibirla, ya que al existir una bonificación al manejo apropiado (hoy de 10 UTM por hectárea) hace atractivo intervenir el recurso en forma sus-tentable, es decir, sin destruirlo ni agotarlo.

La vía sustentable

Los desacuerdos subsisten. Surgen cada vez que se plantea cambiar la definición de bosques, prohibir la sustitución por plantaciones de especies introducidas, o ante la exigencia que el Estado indemnice a los propietarios si se les restringe el uso que quieran dar a este recurso natural en sus predios.

También, brotan argumentos opuestos cuando se discute el cuidado de la biodi-versidad en todos los ecosistemas nativos y no sólo en zonas de preservación.

Más allá de esas discrepancias entre empresarios, académicos, ambientalistas y ecologistas que parecen irreconciliables, hay consenso sobre la necesidad de valo-rizar el recurso nativo e incorporarlo a la actividad productiva sustentable.

Ese escenario hace que Conaf esté pensando algunas vías paralelas al curso de la ley en trámite que puede tomar largo tiempo. Una de ellas es la posibilidad de efectuar modificaciones al D.L.701 (el actual marco forestal) e incorporar allí los

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incentivos al manejo de este recurso natural. “Podríamos probar si la bonificación resuelve o cuánto resuelve los temas del bosque nativo. Con los 12 millones de dólares (el monto actual) no haríamos mucho, pero habría que ver si los parla-mentarios están dispuestos a autorizar una cifra mayor de inversión pública en esto”, afirma Weber.

A juicio del vicepresidente de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bos-que Nativo, Claudio Donoso, la única forma de evitar que se siga deteriorando el recurso es aplicar incentivos o subsidios apropiados al manejo silvicultural. “Se podrían intervenir renovales (bosques jóvenes de hasta 50 años) que hoy están amenazados porque los tiran abajo para hacer leña”.

Precisa que habría que diferenciar montos en las bonificaciones, porque no es lo mis-mo manejar árboles de más edad, de los cuales se extraen algunos productos, que un renoval más joven que “necesita más subsidio para prepararlo a que sea productivo”.

El vicepresidente ejecutivo de la Corporación de la Madera (Corma), Juan Eduar-do Correa, cree que lo primero es hacer una buena definición de bosque en la ley, lo que tiene implicancias en las posibilidades de manejarlo. “Que no se confunda bosque con matorrales o plantas arbustivas, lo que está pasando hoy día”.

Así, dice, quedaría claro qué superficies se pueden destinar a producción, sin pe-dirles funciones de protección o conservación. “No para hacer tala rasa, sino para pensar en un estilo de producción y un manejo sustentable”, precisa. El subsidio de 10 UTM por hectárea propuesto en la iniciativa le parece “muy bajo”, pues -afirma- “hoy no es negocio intervenir bosque nativo, debe haber bonificaciones del Estado al manejo en concordancia con lo que esto significa, con montos que estimulen a cuidarlo”.

Para el coordinador del programa de bosques de Codeff, Hernán Verscheure, si se quiere intervenir la cubierta arbórea nativa, “interesa que se haga bien y que eso tenga un beneficio”. En ese sentido, el rol del Estado a través de la creación de ins-trumentos resulta crucial. “No estamos por inmovilizar los bosques. Nos interesa que haya una buena ley que oriente al sector privado, que haya un desarrollo equili-brado y no se mire a los bosques naturales sólo desde el punto de vista maderero.

Crear Mercado

Casi el 80% de los bosques nativos privados está en poder de pequeños y media-nos propietarios. Al año, según datos Infor-Conaf, se cosechan unos 6 millones de metros cúbicos de leña y unos 2 millones de metros cúbicos (entre la VII y la XII Región) con fines productivos (tableros, trozos para aserraderos, astillas y otros productos).

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La mayoría de quienes poseen estas superficies se dedican a la agricultura, con un sistema productivo que no combina lo forestal con cultivos o ganadería.

José Manuel Concha, ejecutivo de la gerencia de desarrollo de la Sociedad Na-cional de Agricultura (SNA), reconoce que esa entidad no ha analizado el tema del bosque nativo ni lo que significaría en términos económicos. “Son negocios de largo plazo. Puede que sea una falta de visión. Hoy nos resulta más rentable instalar un sistema de riego o fertilizar una pradera, pero si hay bonificaciones y mercado puede ser atractivo”.

Pero hay aprensiones. A los agricultores les interesa que haya libertad para susti-tuir los “montes”, como ellos llaman al bosque nativo, para incorporar tierras a la producción. Hoy, argumenta Concha, hay problemas para establecer una planta-ción de paltos en el lugar donde hay espinos, entonces cree que debiera precisarse mejor qué se está protegiendo.

En términos de mercado, la Conaf estima que la madera nativa tiene un potencial interesante, ya que podría reemplazar a otras de origen tropical. Pero hay un cue-llo de botella: la dificultad de mantener un flujo que abastezca en los volúmenes requeridos por las industrias.

Actualmente, un agricultor por sí solo no podría hacer mucho, ya que entrega pocos metros cúbicos. “Hay que buscar la manera de que muchos propietarios se asocien y lleven su madera a un centro de acopio, donde los compradores hallen la cantidad requerida en cada especie y calidad” opina Weber.

Hoy ya existe un centro de ese tipo en Los Ángeles, en un proyecto desarrollado por Conaf y la alemana GTZ que abastece a una industria. Se pretende replicar ese modelo en otras regiones del país.

Mientras se discuten subsidios y la ley, la estrategia será utilizar todos los instru-mentos Corfo y líneas de crédito para realizar transferencia tecnológica en el uso sustentable del bosque nativo e incorporarlo al sistema productivo agrícola. Se-gún el director ejecutivo de Conaf, se desconoce aun si la bonificación propuesta será interesante para los propietarios, “pero sabemos que si hay un mercado que venda producto de buena calidad y a buen precio, eso si hará atractivo manejar de buena manera el bosque”.

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EL PRECIADO BOSQUE NATIVODiario de Talca, 3 de diciembre de 2000

La investigación genética y la diversificación del bosque nativo se están convir-tiendo en las nuevas estrategias de producción forestal en la Región del Maule.

Generar una nueva estrategia productiva del sector forestal, basada en los resulta-dos de la investigación genética de especies del bosque nativo chileno y el cultivo mixto entre las actuales plantaciones de pino radiata y eucalyptus globulus, con especies autóctonas de gran potencial, son algunas de las propuestas desarrolladas por Roberto Ipinza y Claudio Donoso, expertos en el estudio del Bosque Nativo y Silvicultura quienes participaron en las actividades organizadas por la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad Católica del Maule, en el marco de la celebración del vigésimo séptimo aniversario de su creación.

Roberto Ipinza, Doctor Ingeniero en Montes por la Universidad Politécnica de Madrid, dictó la clase magistral “Mejora Genética de Especies Nativas”, tema en el cual integra un equipo de trabajo que se encuentra desarrollando tres inves-tigaciones Fondef (Fondo de Desarrollo de las Ciencias y la Tecnología) sobre estudios en evolución genética de cinco especies del bosque nativo chileno: Raulí, Roble, Coigüe, Lenga y Laurel.

El objetivo de los estudios iniciados en 1997 es llegar a optimizar la productividad forestal ya que, a diferencia de los esquemas de producción desarrollados durante muchos años atrás, donde las semillas son colectadas sin considerar el progenitor o éste es reproducido sin considerar su calidad, hoy se busca seleccionar árboles sementales y madres reproductoras de buena forma y volumen.

“Queremos lograr que estos árboles sean los padres de futuras generaciones en Chile, explicó, y con ello poder restaurar el potencial productivo de estas especies tan valiosas en los mercados internacionales”.

De acuerdo a la ubicación de las especies, la investigación se enfocó entre Santia-go y Llanquihue para el Roble; desde la Región del Maule a la de Los Lagos para el Raulí; entre la Novena y Undécima Regiones para el Coigüe; en la Décima Re-gión para el Laurel, y entre Coyhaique y Magallanes para el estudio de la Lenga.

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Producción de semillas

El programa de trabajo se ha desarrollado en un 60 por ciento, restando comple-tar las próximas metas respecto a áreas productoras de semillas, el establecimiento de huertos semilleros y pruebas genéticas para concluir el año 2002.

Actualmente el estudio se encuentra en la etapa de producción de semillas para ser utilizadas en plantaciones comerciales y además -agregó- hemos colectado ma-terial genético de estas mejores madres y las hemos clonado, con lo que obtendre-mos en los próximos años semillas de nivel genético cada vez superior”.

Sobre la base de este proyecto la propuesta de Ipinza es que debe existir una sus-tentabilidad genética. Es decir, que aquel bosque nativo de alta calidad genética pueda perpetuarse y mejorar en el tiempo. “Para ello -afirmó- debe existir una política legislativa de incentivo sobre los procesos de evolución genética, ya que actualmente los productores compran semillas en cualquier parte y sin certifica-ción contribuyendo a la degradación de nuestros bosques

Por otra parte, Claudio Donoso, Master en Ciencias con mención en Ecología Forestal por la Universidad de Berkeley (California), coincide en que debe resol-verse a tiempo sobre la existencia de una Ley de Bosque Nativo, que subsidie y estimule al sector privado para diversificar las plantaciones y el manejo de ellas.

“Haciendo un poco de historia -señaló- en Chile hay bastantes avances en materia de publicaciones y textos sobre el desarrollo del sector forestal, la tendencia de las empresas ha sido por el camino fácil al plantar especies de rápido crecimiento, mayoritariamente de pino radiata y eucaliptos, atentando contra el bosque nativo y el paisaje”.

“Lamentablemente no existe una política clara que permita que las plantaciones se hagan en lugares específicos e impida la sustitución de bosque nativo por plan-taciones comerciales”.

Salvo la Ley de Bosques que rige desde 1931, sólo en 1990 hubo una iniciativa de legislar sobre la recuperación del bosque nativo y fomento de manejo forestal con la idea de recuperar especies autóctonas pero con un estímulo para ello.

“Esa ley está discutiéndose durante diez años -indicó- ya que no han existido intereses compartidos para llevar adelante una política eficaz”.

Mientras Ipinza sostiene que debería subsidiarse la conservación y mejora genética de especies nativas, Donoso propone, además, que las políticas deben orientarse a

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impedir las grandes plantaciones o monocultivos llamados “desierto verde” (pino radiata y eucaliptos), los cuales generan una serie de problemas ambientales en el agua, la fauna y flora silvestres, y traen consigo pestes y plagas.

“Las plantaciones deben mantenerse conjuntamente con las especies nativas des-de un cultivo que yo denomino “mosaico”, en donde el bosque nativo no debe ser sustituido, sino valorado ecológica y productivamente”.

Como estrategia de producción las especies nativas y las de actual uso comercial como el pino radiata y el eucaliptus globulus, deben tender a una diversificación del sector forestal, ya que, si bien el origen del desarrollo forestal chileno tuvo especial fuerza con el subsidio estatal a la producción de bosques, hoy ya existen esfuerzos conjuntos entre el Estado, a través de Fondef, las empresas y universida-des, entre otras entidades, para desarrollar proyectos de conservación y producti-vos con un gran potencial genético y económico futuro.

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Proyecto Sucre

RECUPERAR EL PASADORevista del Campo Diario Austral, 2003

El manejo sustentable de bosque era un concepto desconocido hace muchos años atrás. Miles de hectáreas de especies nativas desaparecieron bajo enormes incen-dios, la tala rasa o porque los terrenos fueron destinados a las plantaciones de bosques de pino o eucalipto.

Actualmente la Universidad Austral de Chile está desarrollando un proyecto de tres años denominado “Uso sustentable, conservación y restauración del Bosque Nativo del Centro Sur de Chile”, también conocido por su sigla en inglés “Sucre”.

El proyecto dirigido por Antonio Lara tiene por objetivo conseguir una propuesta sustentable para el manejo forestal de manera de promover la conservación del bosque nativo en aquellas regiones.

Este proyecto considera además la restauración de algunos sistemas forestales como por ejemplo el alerce de la Décima Región. Alerce

Una parte importante del estudio está basado en la técnica desarrollada por los profesores Claudio Donoso y Bernardo Escobar, que permite producir plantas de alerce en vivero a partir de semillas o estacas.

Con esta técnica se pudo establecer las dos primeras plantaciones extensas (un poco más de una hectárea) en el predio de Alfredo Núñez, ubicado en el área del Tepual en Puerto Montt y también otra plantación en el parque provincial Lahuenabi en las cercanías de Puerto Montt.

Para esto debieron desarrollar la investigación que les permite producir las plantas, técnicas de plantación adecuadas y de cuidados culturales, para que estas plantas se desarrollen, vale decir que no haya pastoreo o una fertilización adecuada?.La idea de plantar el alerce no es sacar madera, sino que recuperar el ecosistema.

Con esto, al cabo de diez años habrán bosquetes de alerce, renovales que de lo contrario no existirían y sólo había una pradera degradada sin oportunidad de tener alerce.

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La reforestación se realiza plantando 400 árboles por hectárea, no hileras, sino que cerca de arbustos de forma de imitar un bosque nativo. De esta forma en la hectárea se desarrollan otras especies.Lo importante es que han logrado involucrar a privados como Alfredo Núñez quien ofreció sus terrenos. Por otra parte Conaf está desarrollando un proyecto con el Ciprés de las Guaitecas al sur de Cockrane.

Genética

Lo importante de este proyecto de restauración, es conservar los recursos genéti-cos y estacas sacadas de los mismos lugares, es decir se hace restauración ecológica con recursos genéticos locales.

Por eso se desarrolla además un proyecto de variabilidad genética de estas espe-cies, ya que cada una de ellas tiene diferentes variaciones. No es lo mismo un alerce del sur de Chile a uno argentino por ejemplo.

Por otra parte, el manejo sustentable consiste en hacer un estudio del crecimiento de los renovales para poder determinar la tasa a que estos pudieran ser raleados o intervenidos a futuro. Por eso se trabaja en la definición de estándares e indicado-res de manejo sustentables probando en terreno.

Si bien los criterios están de antes, la idea es determinarlos en forma concreta para determinados tipos forestales de la Décima Región. Como el Coihue, Raulí y Roble. El alerce no entra en este estudio porque es una especie vulnerable pro-tegida por la ley.

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Antonio Lara, destacado académico:

NO HEMOS LOGRADO DETENER LA DESTRUCCIóN DEL BOSQUE NATIVORevista del Campo Diario Austral, 7 de abril de 2003

Como profesor es “cototo”, dicen los alumnos. Como investigador, literal-mente nadie es capaz de seguirle el ritmo.

Disparado en mil proyectos. Disparado por carácter, porque le gusta y por-que, al final de los finales, ni siquiera el mismo se puede atajar.

Antonio Lara ya era así cuando estudiaba ingeniería forestal en la Universi-dad de Chile. Impaciente, laborioso, disciplinado, un hombre con convic-ciones definidas. Y entre tanta virtud, la elocuencia es definitivamente una habilidad natural y un instrumento comunicacional a su favor.

La Universidad Austral, especialmente la Facultad de Ciencias Forestales ha sabido valorar -y aprovechar- estos atributos, siendo hoy unos de los profesionales mejor evaluados en el mundo académico. Él, además de otros connotados académicos/investigadores, le han dado un sello especial al Instituto de Silvicultura, marcado por el aporte a la conservación del bosque nativo, además han sido vanguardistas en el desarrollo de tecnologías e ideas para el desarrollo del sector forestal.

Lara recuerda que cuando estudiante, junto a un grupo de colegas, estaban moti-vados por investigar los bosques nativos y también proponer sistemas silvicultu-rales, formas de intervención del bosque, que resultaran sustentables.

Una fuente de inspiración fue el profesor Claudio Donoso, quien como maestro y como persona, marcó las vidas profesionales de muchos, entre ellos Antonio Lara.

En sus más de doce años de trayectoria universitaria ha conseguido muchos lo-gros. No han sido pocas las peleas que ha debvido fraguar movido por sus convic-ciones. En su historia personal se le conoce por su defensa del bosque nativo. Sus sueños son que la Ley del Bosque Nativo se concrete alguna vez.

El año pasado fue un buen año porque, junto a un equipo multidisciplinario se adjudicó uno de los proyectos más importantes, Forecos, que permitirá hacer una mirada distinta hacia el bosque nativo.

A sus alumnos les ha enseñado a salir del letargo, a ampliar los horizontes de la discusión, a proponer ideas, a pensar en grande.

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He aquí un personaje que conoce bien de los que habla y que se maneja al dedillo en materia de bosque nativo, de ecosistemas naturales y rurales.

Antonio Lara no necesita mayor presentación, aquí van sus más íntimos pensa-mientos y convicciones.

Entrevista

- La Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo fue lanzada y proclamada por el año 1993. ¿Ha cambiado mucho el escenario y la percep-ción del bosque chileno desde esa época a ahora?Yo pienso que sí. En ese tiempo todavía había un optimismo grande y mucha ex-pectativa de que se lograría un acuerdo forestal más rápido y que iba a plasmarse en la ley que fue presentada ̀ por el presidente Aylwin en abril de 1993 al Congre-so. Pero, lograr un acuerdo ha sido mucho más difícil de los que se pensó.

Otro camino importante es que se ha acumulado conocimiento en diez años a través de distintas investigaciones. Si uno suma el monto de recursos que se ha destinado, siempre quisiéramos que fuera más.

Otro hecho importante ha sido el surgimiento de la certificación, hecho que como agrupación veníamos promulgando y defendiendo desde el 95. Hubo personas que no creyeron, pero nosotros visualizamos que eso era importante no sólo para el bosque nativo sino para las plantaciones porque en la medida que se certifica-ran las plantaciones iba a ayudar a la conservación del bosque nativo.

Nosotros los planteamos con mucho anticipo y afortunadamente el tiempo nos dio la razón. Incluso había procesos de certificación que se veían demasiado ver-des o no gustaban los que estaban promulgando en Chile como el FSC.

- Cuando se crea la Agrupación, la discusión en torno al bosque nativo esta-ba dividida entre quienes decían que al bosque había que ponerle candado y otros que planteaban que el bosque había que manejarlo. Hoy, ¿cuál es el escenario de la discusión?Yo creo que ha habido un avance. Nuestra influencia tanto a través de la investi-gación que hacemos en el Instituto de Silvicultura y la Agrupación fue justamente demostrar eso, que había que buscar opciones de manejo para el bosque nativo.Lara reconoce un avance. Pero, en lo personal, “mis aspiraciones hubieran sido más altas. Siempre hay que ser capaces de soñar, de plantear ideas progresistas. Uno no puede seguir, “los negocios coma van” porque vamos mal.Desgraciadamente no hemos logrado detener la destrucción del bosque nativo, no hemos logrado que mayoritariamente la superficie intervenida hasta hoy es destruida ya sea por incendio, por sustitución, por habilitación agropecuaria. En

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la estimación más optimista la nuestra es de un 10%, pero otras estimaciones marcan 20 a 25%. Yo aspiraría a más que eso, yo diría que falta un mejoramiento del desempeño en el sector forestal relacionado con el bosque nativo y también con las plantaciones”.

- ¿Qué piensa del desarrollo que han tenido las plantaciones forestales?Las plantaciones son un recurso muy importante para el país, por lo cual hay que manejarlas bien.

El sector forestal se ha basado tanto en las plantaciones, que es absurdo que com-pitan estos dos sectores. Pero, hay una situación que es necesario cambiar, no puede ser que haya susidio para las para las plantaciones y cero pare el bosque nativo.

-Usted cree en un desarrollo más equitativo, entonces.Por supuesto, debiéramos ser capaces de pensar que el desarrollo forestal se puede basar en un desarrollo balanceado y equitativo entre el bosque nativo y las plan-taciones. Eso es lo que proponemos nosotros.

Hay mucha gente que dice “la madera no importa nada”. Eso es querer pasarse de listo. O decir que el bosque nativo es sólo para el agua, para la conservación de la biodiversidad, para el turismo y la recreación y la madera no tiene ninguna importancia. ¿Qué estamos haciendo con esta percepción? Pegándole en el suelo al bosque nativo. Lo que si es claro es que hay un mercado de la madera y de los productos del bosque nativo. En el ambiente académico tenemos discusiones su-per acaloradas por lo mismo.

En el proyecto Forecos siempre decimos. “El bosque nativo par la sociedad tiene que garantizar una serie de servicios ecosistémicos (producción de agua, manten-ción de pesca deportiva, producción de salmones), pero a la vez tiene que satisfa-cer una demanda por madera y por otros productos forestales no madereros.

La miel, los coligües, las flores las ramas para arreglos florales, hongos, una serie de productos que no aparecen en la estadística, pero que le dan el sustento a muchas familias en el campo. Lo importante es que tiene que haber un uso combinado del bosque para madera, otros productos forestales y servicios ecosistémicos. No es cosa que uno tenga más importancia que otra”.

- Dice que tenía mayores expectativas, ¿cree que las cosas puedan cambiar en una visión de mediano plazo?Sí, de hecho cuando me incorporé a la Uach después de hacer mi doctorado me encontré con un país que tenía un excelente proyecto de ley.

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Yo creo que las empresas del bosque nativo han tenido avances importantes sobre todo en la IX y X regiones. Las ONG’s se han puesto las pilas, las organizaciones académicas y profesionales también.

El que falta que se ponga las pilas es el gobierno, es decir, el ejecutivo. Hay un acuerdo nacional forestal desde junio del 2001, que costó mucho, se pensó que nunca se iba a lograr. ¿Qué está faltando?, los estímulos a propietarios, las bo-nificaciones para que podamos mejorar sus bosques y eso es algo que interesa y lo necesita todo el mundo; los propietario, pequeños y grandes empresarios, las organizaciones conservacionistas, los profesionales forestales.

Lara asevera que es la cuenta pendiente del sector forestal, “se ha hecho subsidios para montones de instancias, para la recuperación de praderas, continuidad del 701 y me parece muy bien. Lo malo es que el bosque nativo ha visto pasar los billetes todos estos años y todavía no le ha tocado”. Concretamente, especifica, lo que hace falta es que el gobierno mande la versión que está trabajando en el Congreso y tome la decisión de invertir en los subsidios.

- Pero, se están bonificando las plantaciones mixtas y plantación con especies nativas.Ah! eso sí. Cuando se renovó el DL 701 nosotros comentábamos que hacía falta nueve palabras que había que agregarle a ese decreto para encontrar la solución: “el manejo de renovales y la recuperación de bosques degradados”. Eso nunca vino, pero por suerte se incorporó con un monto mayor la bonificación a las plantaciones.

- ¿La agrupación de ingenieros forestales por el bosque nativo sigue teniendo participación en la toma de decisiones a nivel de país?La agrupación sigue plenamente vigente, hemos participado en el acuerdo forestal, en la mesa forestal (un derivado de la mesa agrícola). De hecho la agrupación fue la que empujó el acuerdo entre las ONGs a través de un proyecto que tiene el ingenie-ro forestal Luis Otero, docente e investigador del Instituto de Silvicultura.

Hemos tenido grandes avances en promover acuerdos, en participar en la mesa donde se discute la certificación, especialmente la FSC. Respecto a ésta creemos que es la que mejor asegura los buenos estándares de manejo en Chile.

Seguimos haciendo una tarea de difusión y de acercamiento hacia nuestros socios. Estamos trabajando hacia adentro y con un camino seguro.

Eliana San Martín Cerda

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Bosques chilenos:

LOS ÁRBOLES DEJAN VER SU RIQUEZAEl Mercurio, 6 de junio de 2004, Panorama Forestal VIII, IX y X Región.

Más del 20 por ciento del suelo del país está ocupado por especies nativas y plan-taciones forestales, la mayor parte de las cuales se encuentra en las zonas centro y sur del país.

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Los bosques del país suman más de 15 millones de hectáreas. Junto a sus funcio-nes ambientales, hoy son fuente de riqueza y trabajo, constituyéndose en uno de los principales motores de la economía.

En Chile existen más de 13 millones 400 mil hectáreas de bosque nativo y cerca de 2 millones 200 mil de plantaciones forestales, cubriendo en conjunto el 20% del suelo nacional.

La producción forestal se genera casi en su totalidad sobre la base de especies exóticas plantadas, siendo el pino radiata o insigne la más importante del país. Se caracteriza por su gran flexibilidad, crece en suelos de distinto tipo y calidad y en zonas de variada climatología y condiciones ambientales.

Necesita idealmente de suelos profundos, donde las raíces pueden penetrar sobre los 40 centímetros de profundidad, aunque también pude desarrollarse en áreas en las que sus raíces son más superficiales. El suelo requiere un pH ligeramente ácido y la presencia de macro y microelementos esenciales para su crecimiento, como calcio, azufre, nitrógeno, cobre y boro.

Claudio Donoso Zegers, académico de la Universidad Austral, afirma que todos estos elementos están presentes en el sur de Chile, salvo en algunos lugares espe-cíficos.

La especie estrella

El pino requiere para su óptimo crecimiento de niveles relativamente elevados de humedad ambiental. Por eso es usual que se plante en zonas costeras. Respecto del nivel de precipitaciones, necesita de un mínimo de 300 mm al año y de un óptimo de 500 mm anuales aproximadamente.

Su desarrollo se hace muy difícil o imposible en áreas con más de 4000 mm de precipitaciones al año, siendo uno de los principales problemas la aparición de diversos hongos, que pueden ser controlados, pero a un alto costo.

En zonas de largos periodos secos, logra suplir el déficit de agua con humedad costera o napas subterráneas. No se adapta bien a la nieve por fenómenos quími-cos o el efecto físico de su caída en los árboles.

Las plantaciones experimentales realizadas en el país a más de 700 metros de altu-ra no han tenido resultados positivos, pero el pino es una de las especies forestales de más rápido desarrollo.

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En zonas como Valdivia, Malleco o la Cordillera de Nahuelbuta, su crecimiento puede alcanzar entre 25 y 30 m3 por hectárea al año. En las fronteras norte y sur de su localización territorial, o sea, la VI Región y Chiloé respectivamente, dismi-nuye a 20 m3 por hectárea.

Su manejo debe ser cuidadoso en evitar que la vegetación arbustiva o maleza compita con los pinos en luz y nutrientes. Los raleos se suelen realizar de manera temprana. La poda, en tanto, no se realiza de manera natural, sino que se utilizan sistemas mecánicos. Crecen hasta cerca de los 35 metros de altura, aunque en algunos casos son cosechados cuando alcanzan los 25 metros.

Su utilización es múltiple: madera aserrada, celulosa de fibra larga, papel, rollizos pulpables y aserrables, astillas, tablero y muebles, entre otros.

El éxito del eucaliptus

La segunda especie en importancia es el eucaliptus, y las variedades globulus y nitens son las más comunes en Chile. Se trata de un árbol exótico, originario de Australia. Crece entre las regiones IV de Coquimbo y X de Los Lagos, concen-trándose las plantaciones entre las VII del Bíobío y X de Los Lagos.

“El eucalipto se adapta a una gran diversidad de condiciones de suelo y de clima, por lo tanto, las exigencias para su plantación y desarrollo no son diferentes a las del resto de las especies forestales”, señala René Escobar, académico de la Univer-sidad de Concepción.

En los primeros meses de su crecimiento, es muy sensible a la competencia por agua, por lo que a través de controles químicos o mecánicos se deben eliminar pas-tos y malezas que absorben parte de los nutrientes necesarios para su desarrollo.

Una de las principales diferencias entre los dos tipos más relevantes de la especie es que el nitens soporta mejor las bajas temperaturas, siendo posible su crecimien-to en áreas con hasta quince grados bajo cero.

El eucaliptus globulus , en tanto, puede soportar hasta cinco grados bajo cero. En ambos casos, las especies toleran hasta 39 grados. Debido a razones ambientales y climáticas, en las zonas precordilleranas andinas se suele utilizar la especie nitens, mientras que para las áreas costeras se escoge globulus.

La velocidad de crecimiento es muy rápida, y su cosecha es posible a los ocho o doce años de su plantación. En el caso de globulus, y dieciséis a dieciocho en el nitens. Su madera se caracteriza por alta densidad y elevado poder calórico.

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Los usos son múltiples, siendo relevante la producción de celulosa de fibra corta, madera aserrada y muebles, entre otros. La cosecha puede realizarse todo el año. Aunque lo óptimo es hacerla a fines de invierno y comienzos de pimavera.

René Esobar afirma que aunque el eucaliptus cuenta con grandes potencialidades derivadas de ventajas como su rapidez de crecimiento, sin embargo para ciertos usos sigue siendo más ventajosa la utilización de madera o pulpa de pino, a lo que se suma el hecho de que la industria nacional está basada, esencialmente, en las coníferas. También existen causas ambientales y climáticas que favorecen la plantación de pinos.

Bosque nativoRESERVA DE LA BIODIVERSIDAD

Aunque el grueso de la producción forestal chilena proviene de plantaciones de especies exóticas, el bosque nativo también se emplea en la elaboración de algu-nos productos forestales. En el país existen cerca de 13,4 millones de hectáreas de bosque nativo, concentradas básicamente entre las regiones X de Los Lagos y XI de Aisén. “es bastante único, pertenece a los bosques templados, que son escasos en el mundo, y Chile es uno de los países que tiene mayor extensión de ellos, después del oeste de Estados Unidos y Canadá. Su superficie de bosque nativo es considerada como una de las más preservadas”, señala Claudio Donoso.

Contiene un gran porcentaje de endemismo (especies exclusivas) y sus caracte-rísticas son distintas a las del resto de los bosques templados del mundo. “Es similar sólo al de Nueva Zelandia y Tasmania. Posee alta biodiversidad, y acoge a una fauna especial y única. Tiene valor desde un punto de vista productivo y de provisión de varios servicios”, comenta.

Cumplen, como todos los bosques, funciones de conservación de agua, atmósfera y suelo, además de ser hábitat de una numerosa fauna. Algunas de las especies nativas empleadas en el país con propósitos comerciales son el alerce, el raulí y el coigüe. Esta última es la de uso más común. Se desarrolla sólo en zonas con más de 700 mm de precipitaciones anuales y no requiere suelos de gran calidad en términos de profundidad y textura. Posee un rápido crecimiento -dentro de las especies nativas- y alcanza a 20 m3 por hectárea al año.

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Mediante creación de parque marino-terrestre en la zona austral del país

EX HOMBRE CLAVE DE TOMPKINS SE PREPARAPARA FRENAR EXPANSIóN SALMONERALa Nación, 19 de octubre de 2007

Por más de 15 años el ingeniero forestal Carlos Cuevas fue el brazo derecho del ecologista norteamericano. Pero el viernes pasado renunció a la Funda-ción Pumalín. No por diferencias con Douglas Tompkins, sino para reactivar su proyecto de conservación.

Carlos Cuevas conoce como nadie a Douglas Tompkins. Trabajó codo a codo con él durante 15 años, pero el viernes pasado puso fin a toda relación contractual con el ecologista norteamericano para seguir su propio camino: la conservación de la naturaleza. Una ruta que inició mucho antes de dedicarse en un ciento por ciento a trabajar en la creación de Pumalín, primero, y luego de los parques Corcovado y de la Patagonia.

Su idea es reactivar la fundación Melimoyu para promover la creación de un parque marino-terrestre de 500 mil hectáreas el límite de la Décima y Undécima Región, para lo cual necesitará del apoyo del Estado y las comunidades de colonos que son dueños de algunos paños de tierras. Su fin: frenar así la expansión de la industria salmonera y fomentar la actividad turística.

“Pumalín ha sido un capítulo dentro de mi vida, pero dentro de una historia que venía de antes”, dijo Cuevas a La Nación.

Viejos conocidos

Efectivamente, este ingeniero forestal formado en el Campus Antumapu de la Universidad de Chile, en la década de los 70’, fue parte del grupo de Ecología integrado por alumnos de la sede de avenida Santa Rosa, quienes se reunían a discutir sobre esta temática cuando no era parte de la agenda, motivados por docentes como Juan Gastó y Claudio Donoso.

En este círculo, hay algunas caras conocidas para el mundo ambiental: Juan Car-los Cárdenas (Ecocéanos), Patricio Rodrigo (Chile Ambiente), Leonardo Araya (Conaf ) y Antonio Lara (U. Austral), entre otros.

“Somos el viejo movimiento ecologista chileno”, comentó, quien recordó que parte de este grupo se opuso al proyecto astillas de Chiloé, junto al Obispado de Ancud.

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Además de ser director del Parque Pumalín, Cuevas era presidente de la Funda-ción Pumalín, entidad conformada por representantes de Gobierno y la Iglesia, que administra el total de las tierras que adquirió originalmente el ecologista estadounidense y que ahora deberá buscar una nueva dirección.

Un área sin tocar

-¿Renunció a los proyectos de Tompkins por algún problema con él en par-ticular?No. No hemos peleado, no es ese el tema, por lo tanto no hay ninguna cosa que yo pueda decir contra él o las campañas que está desarrollando. Lo que sucede es que retirarme antes de concretar Pumalín y Corcovado (inaugurado bajo el gobierno de Lagos) hubiese sido poco coherente. En la historia del movimiento ambiental chileno, incluso más allá del movimiento, hay un antes y un después de Douglas Tompkins, quien ha logrado instalar una discusión que antes no había ocurrido, que es cómo en los próximos 20 años vamos a desarrollar el sur austral.

Pero se va en un momento clave de la lucha contra las represas en Aysén y el camino por el Parque Pumalín, ¿se seguirá oponiendo a estos proyectos?Yo estoy trabajando en los temas ecológicos desde el año 1971 y voy seguir tra-bajando. Son temas que me preocupan, comparto con Douglas la mayor parte de toda su visión. Realmente pienso que el camino interior es una locura y, por lo tanto, voy a participar en forma independiente dando mi opinión. Tampoco estoy de acuerdo con que se represen todos los ríos de la Patagonia para llevar energía a Santiago y las mineras del norte.

¿Cuál será el objetivo de su fundación?El proyecto de la fundación Melimoyu es crear una gran área de protección, te-rrestre y marítima, en la parte sur de la Décima Región y en la parte norte de la Undécima Región costa, es decir, desde la bahía de Tic Toc, que es parte del Parque Nacional Corcovado, hasta el volcán Melimoyu.

¿Por qué?Considero que el lugar es maravilloso, es uno de los lugares más impresionantes de Chile, no tienen nada que envidiarle a Pumalín y porque la industria salmone-ra tiene pensado duplicarse en los próximos cinco años. Por eso me parece funda-mental dejar un área protegida. Esta industria tiene muchos impactos que se van a ir viendo con mayor claridad en el futuro y debiera ser una responsabilidad de todos dejar un área sin tocar.

Carlos González Isla

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Invierten más de un millón de dólares

TECNOLOGíA PARA COIHUE Y RAULíCampo Sureño, 2009

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Un millonario proyecto, con una inversión total de 658 millones de pesos, es el que comenzará a ejecutarse este 2009 por la Universidad Austral de Chile y la Universidad Católica de Temuco para el mejoramiento de plantaciones de coihue y raulí en las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos.

Se trata de una propuesta de investigación y transferencia tecnológica financiada por Fondef en un porcentaje superior al 50% y que con la contribución de las universidades involucradas y empresas privadas llega al millón de dólares.

Generar protocolos

“El objetivo general del proyecto es generar protocolos para plantaciones de dos especies nativas de alto valor como son el coihue y el raulí con el fin de proveer alternativas rentables para la industria nacional forestal”, señala el Dr. Pablo Do-noso, prodecano de la Facultad de Ciencias Forestale y director del proyecto.

En el desarrollo del proyecto que se estima en cinco años, la Universidad Austral de Chile cumplirá el rol de institución principal y contará con la Universidad Ca-tólica de Temuco como institución asociada. En el proyecto participarán también otras cuatro instituciones asociadas: Conaf, Masisa, Forestal Neltume Carranco y la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN).

Proyecto ciencias forestales UACH

Con el análisis de las plantaciones de coihue y raulí se hará una evaluación de los efectos de raleos, poda, fertilización en el crecimiento y calidad tecnológica de la madera. También se colectará información para generar modelos dendrométricos y dasométricos (estimaciones para el manejo forestal).

Como resultado de este proyecto se espera generar protocolos silviculturales para plantaciones a campo abierto de coihgue y raulí, complementados de sus respec-tivas avaluaciones económicas.

Finalmente, considerando que hay millones de hectáreas de bosques degrada-dos que necesitan ser recuperados y para ello las plantaciones de raulí y coihue parecen ser una gran oportunidad, el proyecto contempla evaluar plantaciones jóvenes bajo dosel, lo que permitirá compara el crecimiento y calidad de éstas en relación a plantaciones a campo abierto.

Continuación

Este proyecto representa una continuación lógica de la línea de investigación y desarrollo en el tema de plantaciones con especies nativas que han conducido du-

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rante los últimos años las universidades Austral de Chile y Católica de Temuco.Anteriormente fueron desarrollados dos proyectos Fondef en este tema, dirigidos por ambas instituciones y un proyecto Innova Chile- Corfo, liderado por la Uni-versidad Católica, relativo a la clasificación de maderas nativas de alto valor.

El valor del conocimiento que ha de generarse será cada vez más demandado por las razones ya expuestas y porque además recientemente se ha promulgado la Ley de Fomento y Recuperación del Bosque Nativo.

Los beneficiarios finales de la solución ofrecida por esta propuesta serían, funda-mentalmente miles de propietarios que optarían por ella con fines de obtener bie-nes directos (madera de alta calidad principalmente) y toda la cadena de agentes involucrados en el transpote, procesamiento y comercialización de la madera.

Importancia asociativa

En la ceremonia de lanzamiento del proyecto, efectuado el lunes 15 de junio en el salón Jorge Millas de la UACh, y a la que asistieron importantes autoridades de la Universidad Austral de Chile, de la Universidad Católica de Temuco y de las demás empresas e instituciones involucradas en el proyecto, se resaltó la im-portancia de trabajar en conjunto entre diferentes instituciones académicas, del sector público y empresa privada.

Así, el vicerrector académico de la UACh, Dr. Oscar Galindo sostuvo que es mo-tivo de orgullo trabajar con la Universidad Católica de Temuco y otras institucio-nes y recordó además que este proyecto se desarrollará en un área particularmente significativa para la UACh como es el sector silvícola.

UC en Temuco

Por su parte, el rector (s) de la Universidad Católica de Temuco, Dr. Emilio Guerra, sostuvo que para su universidad “ésta es una oportunidad de poder generar cono-cimiento a partir de la gran experiencia que tienen en la Universidad Austral y que ellos generosamente la comparten y sobre la cual nosotros podemos contribuir en el sentido de que tenemos un territorio en común que es bastante grande y que nos permite cubrir de mejor forma un basto recurso como es el bosque nativo”.

En tanto que el gerente silvícola de Masisa, Jorge Echeverría, el importante po-tencial forestal de la zona y la oportunidad trascendente que se abre para un desa-rrollo forestal integral de manera sustentable ambiental y socialmente.

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MENSAJE PARA TODA LA AIFBN

Se ha hablado mucho en los últimos tiempos de que la Agrupación está pasando por una crisis. Hay diferentes matices en cuanto a la apreciación de la existencia o no, o por lo menos de la magnitud de esta crisis.

Personalmente he tenido muchas dudas en relación con esto y me ha costado mucho identificar el problema. ¿Existe crisis? ¿Cuál es la crisis?

Finalmente he llegado a una conclusión. Estamos confundidos porque sin darnos cuenta hemos ido cambiando gradualmente algunos elementos esenciales de los motivos que nos impulsaron a crear nuestra Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo.

El nacimiento de la Agrupación, en abril de 1993, fue determinado por la preocu-pación de un grupo de ingenieros forestales frente a la continuación y aumento de la destrucción y deterioro de nuestros bosques nativos y por su sustitución por plantaciones y por la conciencia de que los bosques nativos y las plantacio-nes son importantes y necesarios y, además, complementarios y en ningún caso excluyentes. Nacimos y nos organizamos porque estábamos convencidos de que a los ingenieros forestales nos corresponde jugar un rol decisivo en cambiar la si-tuación de los bosques nativos hacia su conservación y manejo sustentable, y que para lograrlo debemos difundir lo que se sabe y lo que se ha hecho en los bosques nativos e incidir en las instancias de poder para lograr aunar la voluntad nacional para hacer de Chile un país forestal.

Es importante destacar que la destrucción y deterioro de los bosques nativos no era un hecho natural, fortuito, sino que normalmente surgía de la acción de las empresas forestales agrupadas a través de la Corporación de la Madera (Corma), lo que fue claramente señalado en nuestra batalla. La posición de Corma fue siempre la de favorecer las plantaciones de especies exóticas de rápido crecimien-to, y ello con una alarmante alta frecuencia en áreas cubiertas con bosque nativo que eran sustituidas incluso sin realizar ningún aprovechamiento del bosque nati-vo talado. El proyecto de ley de bosque nativo que apareció en esos años contenía un punto en que se regulaba la sustitución, y ese era el punto más objetado por Corma, la cual señalaba que había bosques de preservación, de protección y de producción, y que en esta última categoría es sólo el mercado el que manda, por lo que la sustitución es una alternativa técnica y económica plenamente válida para esos bosques. Además planteaba Corma que el manejo del bosque nativo no es rentable, lo que hacía a la sustitución la alternativa económica obligada.

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Claramente Corma no quería una ley de “recuperación y manejo de los bosques nativos” porque sólo le interesaba la libertad para sustituirlos por plantaciones de exóticas. Queda nítidamente claro entonces de dónde provenía la destrucción de nuestros bosques nativos, y quién era el enemigo al que había que desenmascarar para defenderlos y salvarlos.

Es importante que nos demos cuenta hoy día, 17 años después, que esa lucha no ha cesado y que, además, el escenario no es favorable, por lo que la lucha debe ser aun más intensa.

Consecuente con lo anterior, hace pocos años la AIFBN hizo público un artículo titulado “Las plantas de celulosa y el sector forestal. Visíón de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN).” Es un artículo de tres pági-nas que no sería apropiado transcribir totalmente aquí y que espero, además, que haya sido leído por los socios de la Agrupación, pero me parece importante resal-tar que en sus primeras líneas señala que la AIFBN tiene la obligación de mostrar su visión a la comunidad y al estado en una perspectiva no sólo de protección de nuestros recursos naturales y de nuestros bosques como entes altamente merece-dores en sí mismos de ser protegidos, sino también muy importantemente, con una mirada socio-económica de desarrollo equilibrado del país en su conjunto en el presente y para el futuro.

Debemos tener muy claro que en el pasado, antes de la Dictadura, el estado de Chile creó para todos los chilenos las grandes empresas Corfo, como Endesa, y en el ámbito forestal, Nacimiento-Laja, Forestal Arauco, Celco Constitución. Y tener muy claro también que durante la Dictadura militar se inició el proceso pri-vatizador que logró que en 5 años se enajenaran 30 empresas, lo que significó una pérdida, según Contraloría, de más de 2.223 millones de dólares (6,4 % del PIB del año 1990). Las grandes empresas forestales y las grandes plantaciones fueron pasando a manos privadas concentrándose finalmente en los grupos Angelini y Matte, cuyos líderes se ubican hoy día entre las personas más ricas del mundo; junto a ellos los grupos Luksic, Paulmann y Solari, entre los 200 más ricos del mundo, y poco más abajo el mismo Sebastíán Piñera (437), la familia Ibáñez de los supermercados y Julio Ponce, yerno del dictador Pinochet, que accedió en for-ma ventajosa, por decirlo en forma suave, a la privatización de Soquimich, y que por esta empresa recibe hoy el fabuloso sueldo anual de 1.599 millones de pesos (Le Monde Diplomatique).

Es fundamental destacar que la acción de estos grandes grupos económicos que representan en la mente quizás de la gran mayoría nacional el gran crecimiento económico del que se sienten orgullosos, ha significado en realidad una con-centración brutal de la riqueza y, a la vez, un nivel de injusticia y desigualdad

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social descollante en Sudamérica. Ellos han sido los responsables de una enor-me sustitución de bosques nativos por plantaciones de exóticas en forma de monocultivos, que ha empobrecido y expulsado de sus tierras ancestrales a los pobladores que allí vivían, y que ha provocado un significativo deterioro del paisaje y de los factores del medioambiente, en especial del agua, del suelo y del hábitat de la fauna y de la flora.

Esta acción de las grandes empresas continúa operando, a veces abierta, otras veces disimuladamente, hoy día, como lo demuestran claramente las acciones de monitoreo realizadas. Es decir, tenemos que mantenernos en la lucha porque, desgraciadamente, las cosas no han cambiado, sino que por el contrario, han em-peorado, en relación con el panorama que teníamos hace 17 años, cuando estába-mos naciendo. El no tener clara esta situación, el perder de vista dónde están los enemigos de nuestros bosques y de las poblaciones que viven alrededor de ellos, es lo que nos tiene confundidos.

Esperemos que la nueva década que se inicia pronto nos de inspiración y nuevas fuerzas.

Claudio Donoso ZegersPresidente Honorario

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Capítulo 2

CARTAS EN DEFENSA DEL BOSQUE NATIVO

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Las 2 cartas publicadas a continuación corresponden a la respuesta que dí a un cono-cido ingeniero civil de apellido Von Bennewitz, quien en una carta al diario El Mer-curio, señala que en Chile debería efectuarse una corta de los inútiles bosques nativos de norte a sur, a razón de 60.000 hectáreas anuales, para ir plantando esas superficies con pino insigne. En la misma u otra carta señala que los Saltos del Petrohué debieran transformarse en una potente central hidroeléctrica.

Lamentablemente, cuando he decidido publicar estas cartas me he encontrado con que se extraviaron, pero en todo caso deben estar en los archivos del periódico.

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NUESTROS BOSQUES El Mercurio, 15 de marzo de 1980

Señor Director:He leído en vuestra edición del 5 de marzo de 1980 una carta del señor Von Bennewitz, y he pensado que es mi obligación contestarla como ecólogo forestal, como ingeniero forestal y como ciudadano chileno.

No me cabe duda que, al igual que yo, el señor Bennewitz ama a Chile y desea su bien, pero creo que en lo que se refiere al tratamiento y utilización de los bosques y todo lo que ellos implican en cuanto a bienes y servicios para los chilenos de hoy y mañana está equivocado, por lo menos en una gran medida.

Me permito tratar de aclarar muchas de las aseveraciones del señor Bennewitz.

1º La superficie forestal de Chile en bosques nativos es mucho mayor que tres millones de hectáreas; se habla de cinco a seis millones y también de nueve mi-llones de hectáreas de bosques comerciales, los que con seguridad están reducidos hoy no a tres sino que quizás a uno o dos millones por la acción destructiva de los que no han querido nunca mirar hacia el futuro y que, por ejemplo, propician transformar los saltos del Petrohué en central hidroeléctrica.

2º El concepto de sobremadurez de un bosque no es aceptable desde un punto de vista ecológico. Es importante aclarar que el bosque es una “comunidad”, no un “organismo”, y que como comunidad está constituida por individuos jóvenes, maduros y ancianos, lo que significa que se puede intervenir de tal manera, que los jóvenes o los maduros reemplacen a los ancianos sobremaduros para transfor-mar el bosque en productivo. En eso consiste justamente parte de la ciencia fores-tal. Además, gran parte de los viejos coigües, raulíes y otras especies de los bosques no están efectivamente degradados, como siempre se dice; así se comprueba al observar los trozos de árboles de 300 a 400 años o más que se extraen en la cor-dillera valdiviana, o los que quedan al lado de caminos recién construidos. Por el contrario, se trata de maderas de primerísima calidad que, vendidas a los precios que realmente valen, permitiría una extracción menos masiva que dejaría la posi-bilidad de aplicar los tratamientos necesarios para mantener y recrear los bosques. Repárese en que un m3 de aromo australiano vale en Australia 600 dólares y un m3 de vieja madera de haya en Alemania vale más de dos mil dólares. Yo creo que un m3 de viejo raulí también debiera valer algo así. La madera, por lo menos de una especie, puede agotarse, como ya ha ocurrido en otras partes.

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3º Los bosques vírgenes generalmente no son los que están llenos de malezas y matorrales. Además, entre uno de los muchos forestales que ha penetrado a las marañas creadas por el mal manejo del bosque y a los limpios y escasos bosques vírgenes que quedan en Chiloé o en Valdivia, a los bosques de alerces, de araucarias, de robles, hualos y cipreses de la cordillera central, está el que suscribe, y que generación tras generación de estudiantes forestales pasan un mes o más al año trabajando con lluvia o con calor en alguna área del bosque nativo de Chile.

4º Yo me pregunto si se sabe realmente lo que se dice cuando se habla de cortar 60 mil hectáreas anuales del bosque chileno “al barrer”. ¿Es que quienes hablan así conocen realmente las condiciones topográficas, climáticas y edáficas en que se desarrollan todos nuestros bosques con una tremenda diversidad?

¿Es que tienen alguna idea del comportamiento de las especies y del efecto sobre las condiciones de sitio en cada caso después de una corta “al barrer”? ¿Es que no conocen los ejemplos históricos? Quisiera remitir a esas personas a las acla-raciones al respecto que hace un distinguido colega en el diario “Chile Forestal” de CONAF, de septiembre de 1979. Hay formas más razonables de propender al uso intensivo, integral, del recuso forestal. A través del sistema al barrer es como en la mayoría de los casos mejor podemos llegar a la degradación del recurso o a la desertificación, según sea el caso, e inevitablemente a la pobreza del medio y del hombre.

5º A nadie le cabe duda de que el hallazgo del pino insigne para Chile fue provi-dencial, y el que suscribe, que siempre ha estado defendiendo, con razones y no sentimentalismos, el bosque y las especies nativas, es el primero en reconocerlo y lo ha calificado en alguna publicación como “el motor de la actividad fores-tal en Chile”. En este momento le rindo un homenaje sincero, así como a los visionarios que lo introdujeron, pero clamo porque no sea cortina que impida ver otras realidades. ¿¿Cómo está tan seguro el señor Bennewitz que “es claro que no hay que temer que alguna vez todos nuestros bosques estén poblados sólo de árboles foráneos”, más aun si se trata de una sola especie o de un solo género? ¿No conoce realmente los problemas de adaptación de algunas especies y los conocidos problemas del monocultivo? Respecto del crecimiento y posi-bilidades de las especies chilenas le ruego también no equivocarse. Los lentos crecimientos del raulí, del roble y del coigüe ya son leyendas del pasado, y bas-ta para saberlo acudir a algunas publicaciones actuales. Muchas otras especies serán también alguna vez cultivadas no por su rápido crecimiento sino por el alto valor de sus maderas, que puede permitir extraer sólo algunos árboles por hectárea con buenos dividendos.

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6º Respecto de los 12 millones de hectáreas con pino, creo que el señor Bennewitz está exagerando, y ha sobrepasado lo dicho por los técnicos más extremistas en el sentido de la reforestación con pino (salvo algunos errores deslizados en alguna publicación). Quizás podamos llegar hasta cinco o seis generaciones con pino sin que haya gran disminución de los rendimientos, pero no se trata sólo de eso; hay problemas de plagas de las que ya se ha hablado mucho, pero que son una reali-dad, y también hay problemas con el agua, que es un recurso valioso; en fin, todos los problemas derivados de un monocultivo. ¿Qué todo se puede solucionar con abonos? Dejemos los abonos -recursos escasos- para fertilizar los cultivos agríco-las, necesarios y vitales, para alimentar a un mundo cada vez más necesitado. ¡Los bosques bien manejados deben autonutrirse!

Hay mucho más que decir respecto de estas cosas, pero quiero terminar subra-yando dos puntos: 1º Los ingenieros forestales del sector público y privado y de la universidad ya están preocupados del manejo del bosque nativo y quieren trabajar en conjunto para dar solución racional a sus problemas. Por favor déjenlos tra-bajar sin “distorsionar realmente” a la opinión pública. 2º Nosotros no miramos al hacha del maderero como un arma funesta. La conocemos y sabemos lo que vale. Lo que sí es funesto es la sed insaciable de riqueza de algunos en el más corto plazo y sin jamás siquiera avizorar el porvenir de Chile, que, en cuanto al sector forestal, no está en la corta al barrer del bosque nativo.

Claudio Donoso Zegers

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RIQUEZA DEL BOSQUEEl Mercurio, 4 de mayo de 1980

Señor Director:No sabemos con absoluta precisión la superficie forestal de Chile, pero cono-cemos lo que hay en ella. La imprecisión deriva del criterio con que se hace la estimación o la medición.

Generalmente se consideran sólo las áreas que contienen bosques accesibles o ma-derables. Pero el área forestal de Chile, si incluimos en ella a todos los terrenos que tienen vegetación arbórea o arborescente, es de más de 20 millones de hectáreas. Interesa al servicio forestal regular la actividad en toda esta área, que incluye los bosques esclerófilos de la zona central (quillay, boldo, peumo, maitén, litre, etc.), los bosques de hualo y roble y de ciprés de la cordillera, en la misma zona; los de araucaria en Nahuelbuta, y en los Andes, de Ñuble a Valdivia, los renovales de roble, raulí y coigüe, que abundan en las partes bajas de las cordilleras, desde más al norte de Chillán hasta Llanquihue; los bosques mixtos de coigüe-raulí-tepa, de los faldeos de media altitud de la Cordillera de los Andes; el complejo y enorme bosque siempreverde (ulmo, tineo, coigüe, olivillo, tepa, mañío, canelo, luma, meli), que se extiende desde Temuco al sur, por la Cordillera de la Costa, y desde Llanquihue por la de los Andes, abarcando Chiloé insular y continental, las islas y parte del continente en Aysén, hasta la península de Taitao; los bosques de ciprés de las Guaitecas, repartidos por las islas y bordes continentales, desde Chiloé al sur; el bosque de coigüe de Magallanes, que reemplaza en las islas al siemprever-de, desde Taitao hasta el Cabo de Hornos; y finalmente, el bosque de lenga, que se extiende desde Chillán por las alturas de los Andes hasta Aysén y Magallanes, lugares donde crece en importantes bosques en las tierras bajas.

Puede apreciarse en el párrafo anterior la enorme extensión, difícil de precisar, de los bosques naturales de Chile, varios de los cuales no se cuentan a veces como comerciales por razones de accesibilidad, de mercado, o simplemente, de desco-nocimiento. Pero, más que eso, se destaca el hecho de la enorme variabilidad que queda de manifiesto: áreas forestales que se encuentran desde las regiones semiá-ridas del norte hasta las permanentemente húmedas de los canales y archipiélagos; en las costas templadas y en las cumbres frías de los Andes; en las riberas de ríos y lagunas y en los riscos de las montañas; en los suelos trumaos profundos de la región centro sur y en las delgadas capas de materia orgánica o turba de las islas.Estos bosques son muy diferentes entre sí, y lo son porque las especies que los componen son distintas, con diferentes requerimientos y características ecológi-

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cas; las condiciones topográficas son variadas, desde áreas de suaves pendientes hasta otras muy abruptas; el clima fluctúa desde condiciones de extremos de tem-peratura hasta otras de condiciones templadas, y desde precipitaciones no mayo-res de 200 mm. de lluvia caídas en invierno a otras de más de siete metros caídos a lo largo de todo el año; el suelo, finalmente, o es profundo y fértil, o es delgado y deficiente, o es permeable y aireado o es anegado y turboso, o es estable y firme o es inestable y erosionable.

Es fácil comprender, entonces, que el problema del bosque nativo es menos sim-ple de lo que algunos creen. Su enorme complejidad ecológica y la variedad de productos y servicios potenciales que suministra, así como la diversidad de efectos o influencias que ejerce sobre otros sectores del país (agropecuario, hidrológi-co, ambiental, turístico, etc.), concitan el concurso del criterio y conocimiento ecológico-silvicultural con el económico-financiero y el tecnológico. No es cosa, entonces, de “barrer” los bosques con hacha o motosierra para plantar a continua-ción en esas tierras una sola especie. La ciencia forestal no existiría si el problema fuera tan simple.

Las diferentes situaciones de bosques que se presentan en este complejo cuadro bien las conocen los forestales del mundo; no pueden ser tratadas todas de la misma manera. Existen para ello numerosos métodos silviculturales que depen-den de la combinación de factores que inciden en el bosque, incluyendo el factor económico; y todos ellos implican el uso del bosque para el hombre bajo la con-dición de que el rendimiento sea sostenido, y, por tanto, no exista una ruptura del equilibrio ecológico tal, que determine la disminución del rendimiento, lo que ha sido común en la historia de la utilización de nuestro bosque nativo.

La explotación de nuestros bosques para dar riqueza y bienestar a nuestro pueblo es la aspiración de los ingenieros forestales, peros sabemos también que muchos de estos bosques deben permanecer donde están y ser manejados de otro modo por razones de uso turístico, o de producción de agua o de otro tipo o porque si los extraemos con métodos de tala rasa (al barrer), vamos a perder el sustrato y no podremos tener bosques nuevamente en mucho tiempo. Del mismo modo, sabemos que en muchas áreas no podemos cortar al barrer para después reforestar con “una” especie, en primer lugar, porque tenemos que saber qué especie es ade-cuada, por adaptación y posibilidad de reemplazar a las originales, y, en segundo lugar, porque hay demasiadas razones y experiencias que destacan la inconvenien-cia de plantar con una sola especie (monocultivo). Existe, además, una tercera razón: tenemos muchas especies de muy buena calidad y de rápido crecimiento. ¿Por qué tienen que venir algunos profesores y forestales extranjeros a decirnos que las cuidemos y que las plantemos?

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Los profesionales del bosque, apoyados por el impulso financiero de los que creen que el recurso forestal no es una mina, sino un recurso renovable, queremos que en Chile haya uno o dos millones de hectáreas cubiertas con pino insigne para abastecer papeleras y aserraderos, y también muchos miles de hectáreas de bos-ques manejados o forestados con especies de alto valor y rápido crecimiento, como roble, raulí, coigüe y canelo, que nos pueden dar madera en 35 a 60 años, según el caso, u otras valiosísimas pero más lentas, como lingue o laurel, que pueden abarcar superficies menores. Y no descartemos la presencia de valiosas exóticas, como pino oregón, alerce europeo, sequoia y otras, plantadas en sitios en que probadamente reemplazarían con éxito a las nativas.

Sabemos que con nuestro conocimiento y con cierto apoyo podemos crear para Chile, además de riqueza permanente, agrado, belleza escénica, y calidad ambien-tal y de vida. No sólo para 100 mil compatriotas del presente, sino que para los chilenos de ahora, mañana y siempre.

Claudio Donoso ZegersIngeniero Forestal M.Sc. Profesor U. Austral de Chile

En el grupo de 5 cartas que siguen efectúo un apoyo a CONAF por su acción positiva para el bosque nativo con la aplicación de multas a destructores de bosques y también se condena a la destrucción de bosques en Nahuelbuta y en Cordillera del Sarao para efectuar plantaciones de pino insigne o de eucalipto

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EXPLOTACIóN ILEGAL DE BOSQUESCartas al Director de El Mercurio, 29 de abril de 1981

Señor Director:En la edición de El Mercurio del martes 14 de abril de 1981 aparece una noticia relacionada con una multa por explotación ilegal de un bosque de ciprés de la cordillera realizada en San Fernando.

El objetivo de esta carta es enviar una cordial felicitación pública a la dirección ejecutiva de CONAF y al juez de policía local, porque a mi entender su acción constituye un ejemplo y probablemente un hito en la historia de recuperación y conservación de nuestros bosques y recursos naturales renovables.

Recientemente, en 1980, se firmó y oficializó aquí en Valdivia el reglamento para la aplicación de la legislación sobre el bosque nativo de Chile. Gran parte de las personas ligadas al sector forestal mantuvieron una actitud de duda y escepticis-mo frente a la aplicabilidad de la legislación. Se pensó que, como tantas otras ve-ces, sería letra muerta. La acción realizada ahora en San Fernando abre esperanzas a los que hemos tenido fe.

Es deseable, sin embargo, que la acción continúe igual para todos los tipos fores-tales señalados en la ley. Todavía se pueden observar en diversas localidades del país renovales de diferentes edades de roble o de otras especies nativas talados para destinarlos a otros usos, contraviniendo lo señalado por la ley; lo mismo es válido, naturalmente, para rodales del tipo siempreverde y otros.

Pero más deseable aun es que esta experiencia de los cipreses de San Fernando sir-va de ejemplo para que ningún propietario o empresa caiga más en el mismo error y la ley cumpla con su objetivo. Y esto es lo más relevante de todo el asunto: de-ben convencerse de que al no acatar lo que la ley señala están cometiendo un error que, como tal, va a producir resultados negativos para el recurso mismo, para los recursos ligados a él, para la economía presente y futura de la nación y, paradóji-camente, para el futuro del propietario y sobre todo de sus descendientes.

Claudio Donoso ZegersFacultad de Ciencia Forestales, Universidad Austral de Chile

Valdivia

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CóMO SALVAR NUESTRO BOSQUERevista del Domingo de El Mercurio, 4 de octubre de 1981

Señor Director:Es curioso que los artículos de Revista del Domingo relacionados con el alerce y con el pino insigne hayan causado tanto revuelo y comentarios, en cambio, éste titulado Hijos de Nahuelbuta destruyen la cordillera (Nº 760) del mismo pe-riodista, ha motivado sólo dos breves comentarios en números posteriores. Sin embargo, a mi entender, este artículo es de mayor interés y significación que los anteriores. Por eso es que quiero referirme a algunos aspectos que en él se tocan. En realidad el tema daría para un volumen o para un simposio.

Muchas personas han escrito páginas y páginas, desde hace mucho tiempo, tra-tando con ellas de evitar la destrucción del bosque nativo y de incentivar su con-servación y, por lo tanto, su utilización inteligente. La lucha ha sido constante, pero, los resultados han sido casi siempre nulos, antes del pino y después del pino. Antes de que surgieran las plantaciones de pino insigne como una excelente al-ternativa en el campo forestal, los malos madereros arrasaban los bosques nativos buscando las maderas de algunos de sus componentes, particularmente araucaria, alerce y raulí; para ello no se trepidaba en usar el fuego, incendiando miles de hec-táreas, tampoco en extraer algunas especies dejando bosques degradados y de más baja calidad o, en cortar a tala rasa en pendientes fuertes, o en laderas formadoras de cuencas y quebradas.

Jamás se intentó, si no manejar los bosques que se explotaban (expoliaban que-daría mejor), por lo menos plantar con las especies que se extraían. Bien sabemos que con este sistema se perdieron miles de hectáreas de valiosos bosques y millo-nes de pulgadas de madera, como para construir mucho más que todas las casas y todos los muebles que necesita el pueblo chileno.

Luego, a mediados del siglo, empezó la era del pino insigne en Chile, y la verdad es que en una gran medida ello disminuyó la presión sobre el bosque nativo; gran parte de lo mejor de él ya había sido talado y destruido, y los ojos se volvieron hacia los nuevos, vigorosos y fáciles de explotar bosques de pino insigne (claro es que jamás faltaron los que estúpidamente cortaron bosques nativos para plantar pino allí, aunque al lado tuvieran un área que necesitaba forestación).

Gracias a esta tregua surgieron muchos de los renovales de roble-raulí y de coigüe y canelo, y renacieron los árboles que se habían salvado del hacha en medio de bosques semiexplotados o semiquebrados.

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La tregua se acabó en los últimos años; el DFL Nº 701, como bien lo dice Ri-cardo Astorga, desató la fiebre de forestación y entonces, paradójicamente, se reinició la agonía del bosque nativo.

Dos son las causas, a mi juicio, de esta paradoja.

La primera de ellas está dada por el hecho de que se bonifica la plantación, pero no se bonifica el manejo de algún tipo de intervención en los bosques nativos, como bien lo señala M. Etchepare.

El segundo motivo es la ignorancia y los mitos negativos respecto del bosque y las especies chilenas, como también lo señala el señor Etchepare. Ambas cosas las confirma Luis Jarpa y el problema tiene solución.

En primer lugar debo decir que las conclusiones obtenidas tanto en las X Jornadas Forestales como en las Jornadas de Corma (Corporación de la Madera) realizadas en forma paralela en Valdivia en 1979, recomiendan que se establezca algún tipo de bonificación que promueva el manejo de los renovales de bosque nativo, par-ticularmente de roble y raulí.

Lamentablemente, por razones que desconozco, esa interesante inquietud no tuvo eco.

En relación con el segundo punto es importante destacar dos aspectos: En primer lugar, que a casi nadie se le ocurre manejar los bosques nativos o plantar con especies chilenas porque no saben como hacerlo (en muchos casos no se sabe en absoluto). En segundo lugar, a pesar de algunos conocimientos que ya se tienen sobre las especies y el bosque nativo, se mantienen muchos mitos entre los chile-nos, especialmente aquellos relacionados con la velocidad de crecimiento, con la germinación de las semillas y con la posibilidades de plantación y de intervencio-nes silviculturales con las especies y bosques nativos.

A lo anterior se suma la ignorancia general respecto de nuestro país y de nuestros recursos. Sin embargo, es necesario señalar que algunos técnicos de las universi-dades iniciaron la investigación en el bosque nativo con cierta insistencia y regu-laridad, esto hace unos 10 años, y que Conaf comprendió en los últimos años que para utilizar y al mismo tiempo conservar el bosque chileno era necesario, por un lado, legislar sobre él con un criterio técnico y, por otro, investigar.

Ello dio por resultado la legislación que regula las cortas y la regeneración de los distintos tipos forestales chilenos y financiamiento para una serie de experiencias que se están realizando o se deberán realizar, especialmente por las universidades, en esos tipos forestales.

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Aquello, más las investigaciones y experiencias realizadas con fondos propios de las mismas universidades, intenta resolver los problemas del bosque nativo con el objeto de salvarlo y utilizarlo con sentido conservacionista, es decir, ecológico-económico, en el futuro.

Quiero destacar que el problema de la conservación del bosque nativo lo ha com-prendido Conaf y está tratando de actuar, en consecuencia, dentro de sus posi-bilidades y con profesionales muy jóvenes. Pero Conaf no puede lograr un éxito pleno e inmediato, si no cuenta con el apoyo y la comprensión de la realidad del bosque nativo por parte de las empresas forestales.

Ojala el Estado busque la forma de bonificar el manejo de los renovales y del bosque nativo en general, pero ello no bastaría si las empresas forestales no com-prenden que si el país ha hecho un sacrificio gastando millones de dólares en bo-nificaciones para que ellos reforesten (con beneficio propio especialmente), ellas deberían compensarlo por lo menos mediante el respeto a la legislación y regla-mentación forestal existente, con el objeto de reforestar donde se deba y utilizar el gran potencial del rico bosque nativo en beneficio de todos los chilenos.

Creo que algunos pequeños empresarios y algunos profesionales de las grandes empresas ya lo están empezando a comprender así. Que los más grandes sigan el ejemplo; para ellos es más fácil, y más fácil les sería aun si entendiesen que, a la larga, los beneficiados serían ellos mismos.

(Quizás algo pueda enseñar la actual situación del mercado de la madera).

Claudio Donoso Zegers, Ingeniero Forestal(Ecología y Silvicultura) Universidad Austral de Chile

Valdivia

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151Una mirada a nuestros bosques nativos y su defensa

EL GENOCIDIO FORESTALRevista del Domingo de El Mercurio, 3 de enero de 1982

Señor Director:Como usted bien lo señala en respuesta o comentario a carta de un lector en el Nº 780, se ha producido un “silencio sobre Nahuelbuta” que yo me atrevo calificar de, por decir lo menos, temeroso. Esporádicas voces suenan a través de algunas cartas al director de El Mercurio de Santiago o a la revista. Pero yo pienso, y está a la vista que estoy pensando bien, que ellas no bastan.

Hay muchas cosas de las que ocurren en relación con los bosques chilenos, que son discutibles; pueden gustar a algunos o disgustar a otros. Pero hay también otras que nos son discutibles, sino que simplemente están mal. Puede discutirse por ejemplo lo referente a la licitación de 300 mil hectáreas de bosques en Ma-gallanes o de miles de hectáreas ya licitadas en Panguipulli; unos piensan que el bosque debe seguir siendo patrimonio del Estado y que éste tiene la obligación de administrarlo y hacerlo útil para el pueblo, otros creen que la única forma de utilizar bien el bosque es mediante la acción privada. Lo que no merece, en cam-bio, ninguna discusión es que el Estado, a través de sus organismos competentes, tiene la irrestricta obligación de proteger los recursos forestales y permitir que ellos se conserven de tal modo que puedan ser permanentemente utilizados por las generaciones de hombres que se sucedan en este territorio.

Esto significa que, aunque los bosques estén en poder del Estado o de una em-presa nacional o de una extranjera, la autoridad técnica forestal es, y debe ser, la única que rige lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer en esos bosques; cualquiera sea el tipo de tenencia de esos bosques y recursos, será responsabilidad del Estado que ellos sean bien tratados y conservados. Naturalmente que, para que esto sea posible, los organismos forestales del Estado deben estar imbuidos de una gran autoridad, es decir, deben contar con el apoyo total de las máximas autoridades del país para poder ejercer sus atribuciones afectando frecuentemente “intereses” de las empresas, o bien de grupos extranjeros a los cuales poco o nada les preocupan las futuras generaciones de chilenos.

Obviamente es condición necesaria también que los funcionarios forestales del Estado estén imbuidos de una mística indispensable en este sector más que en cualquier otro, que les permita actuar siempre con altura de miras; cualquiera que sea la política imperante en el país, ella no debe pasar jamás por encima de la convicción que deben tener esos funcionarios forestales de que el bosque es un patrimonio nacional para los chilenos de hoy y de siempre.

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En Chile tenemos leyes sobre el bosque, sobre las aguas, sobre la vida silvestre, cuyo espíritu es protegerlos; hoy día tenemos además un reglamento para la corta y regeneración del bosque nativo; todos los ingenieros forestales en Chile, con mayor razón todos los de Conaf, los conocen y “especialmente conocen su espí-ritu”. Por lo tanto, si la autoridad del país los respalda, dándoles pleno poder, y si ellos actúan con la altura de miras que en su condición de guardianes del más precioso recurso que Dios nos ha dado les exige, el recurso forestal estará salvado, cualquiera sea el tipo de tenencia de la tierra; habrá entonces muchas situaciones en que aquellos cuyo único afán es el lucro desmedido e inconsciente, verán que es mejor abandonar sus objetivos.

Decía antes que no hay discusión posible de que el Estado tiene inclaudicable obligación de proteger y conservar sus recursos, entre ellos muy particularmente los forestales, por el efecto que el bosque tiene sobre otros recursos como el agua, la fauna, el aire.

Además de ejercer su acción, el Estado, mediante la aplicación de las leyes y re-glamentos por funcionarios profesionales de elevado espíritu, la ejerce también a través de la creación y mantención de Parques Nacionales. Entre las razones que justifican un Parque Nacional están muy principalmente la protección y conser-vación de una especie o de un tipo forestal o asociación vegetal, o de una comu-nidad biótica.

El Ministerio de Bienes Nacionales ha determinado ahora último licitar algunos Parques Nacionales, los que previamente fueron desafectados por Conaf por con-siderarse que no cumplían con los objetivos.

Es muy factible, y más aun, es efectivo que ocurre así en varios casos, particu-larmente Aisén. Pero hay un caso en que no es así; se trata del Parque Nacional Pirihueico, ubicado en las riberas del lago Pirihueico y en la frontera con Argen-tina. Hay muchas razones que indican que este parque no debe ser desafectado (aunque ya lo fue) ni menos ser licitado, entre ellas el hecho de ser fronterizo, de constituir un área de gran belleza y la única preservada dentro de la gran área del ex Complejo Panguipulli, la de ser un protector de la ribera del lago Pirihueico, frente a un complejo de lagos valdivianos, etc.

Pero hay una razón que hace que no sea discutible que este parque debe seguir siendo Parque Nacional (y no otra cosa) y es que constituye el ÚNICO donde realmente se encuentra conservado el tipo forestal coigüe-raulí-tepa y, muy im-portantemente la especie raulí (Nothofagus alpina), de la que se han exportado en estos años los últimos miles de trozos de árboles de 400 o 500 años de edad. Si se

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licita al mejor postor, no cabe duda que se acabará la existencia de un tipo forestal y de una especie que hoy corre mucho más peligro que el alerce o la araucaria, como es el raulí.

Abogo por esta última, tan simple pero poderosa razón, para que Conaf, el Minis-terio de Bienes Nacionales y quienes corresponda o se sientan llamados a hacerlo, devuelvan a Pirihueico su condición de Parque Nacional. Es un problema de responsabilidad y conciencia histórica.

NOTA: Ni el tipo forestal coigüe-raulí-tepa ni raulí como especie, están representados debida-mente en los parques nacionales de Cautín ni Malleco, donde además sus características son distintas, ni mucho menos en Puyehue, donde simplemente ni el tipo ni la especie existen.

Prof. Claudio Donoso Zegers, Ingeniero Forestal(Ecólogo Forestal)

Valdivia

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CONAF CONVERTIDA AL ECOLOGISMORevista del Domingo de El Mercurio, 19 septiembre 1982

Señor Director:Hace ya unos meses que debía haberle escrito para manifestarle una inquietud que me parece importante en relación con los recursos naturales y la defensa de ellos que usted impulsa y dirige a través de la revista.

Es claro que ustedes orientan sus dardos a Conaf como responsable del control en el manejo y cuidado de los recursos forestales; es claro también que Conaf, en buen chileno, se hace la lesa.

Pero yo creo que hay un malentendido en esto, o quizás una falla de comunicación. Yo sé que bajo anteriores administraciones de Conaf ustedes tuvieron discusiones o problemas con ellos; en ese momento yo estaba totalmente a favor de las posiciones de ustedes. Ello no quiere decir que ahora no lo esté, sigo estándolo, pero no ataco a Conaf y en muchas ocasiones usted habrá visto que la defiendo o apoyo de alguna manera. Ello es porque he conocido el espíritu y la acción de los muy jóvenes in-genieros forestales de la Décima Región, creo que todos menores de 30 años, y he visto que son loables; el problema está en que no tienen fuerza, por su juventud, y tampoco tienen apoyo adecuado. Por otra parte he tenido oportunidad de darme cuenta y de informarme de que el actual director ejecutivo de la Conaf, que es inge-niero comercial, paradójicamente es un defensor del bosque frente a muchos perso-neros de mayor peso que él, y es un creador de áreas protegidas. Creo que cuando no hace más es porque no puede, debido a intereses o poderes más fuertes.

Creo que justamente un apoyo de la prensa, particularmente de Revista del Do-mingo, sería de gran valor para esos jóvenes y podría servir mucho mejor a los objetivos de conservación y buen uso de los recursos y el patrimonio nacional, que a ustedes y a mí nos interesan.

Me he permitido escribirle esta carta porque a través de su acción y de la mía lo considero a usted un amigo. Espero tenga buena acogida y dé buenos resultados.

Claudio Donoso Zegers, Director Instituto de SilviculturaUniversidad Austral de Chile, Valdivia.

* Por la calidad científica y moral del profesor Donoso Zegers, creemos muy honestamente, y con alegría, que la conversión ecológica de Conaf merece ser tomada en serio, aunque haya sido tardía.

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MIRAR AL BOSQUE CON CRITERIO MINEROEl Mercurio, 20 octubre 1982

Señor Director:En una carta al diario Don Godofredo Stutzin se refiere al proyecto de Corfo para “aprovechamiento integral de los recursos forestales de la Cordillera del Sarao” y a la llamada comunidad científica del país para que tome cartas en el asunto.

Debo señalar que tengo en mi poder un folleto a todo color en español e inglés que explica de qué se trata el proyecto con mapas físicos, tablas y dibujos, proyec-to cuyo objeto es difundir y proporcionar a inversionistas nacionales o extranjeros los antecedentes para determinar la factibilidad de industrializar el bosque.

Todo ello estaría muy bien si implicara realmente un proyecto forestal de gran en-vergadura, que significara desarrollo económico de una vasta región, protección a lo recursos naturales y valores escénicos.

Se trata de 278.924 hectáreas de bosques pertenecientes al tipo forestal siempre-verde y algo al tipo forestal alerce, de acuerdo con la clasificación aprobada por decreto ley en 1980. Una vez más, en el documento de Corfo se hace referencia a un bosque decadente. Posiblemente se pueda indicar que es sólo un problema de semántica, pero está bueno que, por lo menos, los profesionales del sector forestal terminen de hablar de bosques decadentes, sobremaduros o degradados, cuan-do se refieren a bosques naturales y no a bosques que han sido alterados por el hombre. Salvo en este último caso, no existen esos bosques decadentes. Lo que sí existe es la necesidad que el hombre aplique a ellos las técnicas de manejo forestal necesarias para transformarlos en bosques ordenados altamente productivos. La diferencia es importante, porque la palabra decadente lleva a la mente la idea de “eliminar para cambiar por otro”, en tanto que la idea de natural no manejado, implica “ordenar los elementos que se tienen”. Sin duda, esta última idea no está en el documento sobre Cordillera del Sarao.

Pero, lo más importante y destacable de este proyecto es que no considera para nada el reglamento del DL 701 sobre el bosque nativo, el que señala concretamente:1. Que el tipo forestal alerce no puede explotarse (Alerce está declarado mo-numento nacional) y en los inventarios del área aparece el tipo, aunque nos es mencionado explícitamente por el proyecto; 2. Que en pendientes sobre el 30 % no puede aplicarse ni el método de corta a tala rasa ni el de árboles semilleros; 3. Que en el tipo forestal siempreverde no pueden aplicarse los sistemas de corta de tala rasa y árboles semilleros.

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Sin embargo, el proyecto recomienda corta a tala rasa o corta en cuarteles, que es lo mismo, pero en superficies menores.

Parece increíble que esto ocurra cuando se llevan a cabo en varios tipos forestales y en áreas diversas, proyectos experimentales cuyo propósito es verificar la facti-bilidad técnica de los tratamientos silviculturales señalados por la ley. En el tipo siempreverde, donde está la Cordillera del Sarao, es evidente que cualquiera que lo conozca entenderá que el tipo y monto de las precipitaciones, la topografía, y las características del suelo, hacen simplemente aberrante la utilización de la tala rasa, la cual, además, no permite regenerar naturalmente a la mayoría de las especies forestales interesantes del área. ¿La idea es, entonces, reforestar? ¿Y con qué? ¿Cómo?

Es grave y es triste que se siga mirando al bosque con criterio minero y eso es lo que ocurre con este proyecto; sólo se trata de extraer rápidamente, ubicando los buenos filones, y después ¿qué?; el proyecto no dice nada para después, salvo que haya aparecido sólo la primera parte.

Prof. Claudio Donoso Zegers

La carta a continuación tiene especial importancia porque fue la que decidió a dos grandes luchadores por el bosque nativo, a incorporarse decididamente a esta batalla: Antonio Lara y Aaron Cavieres.

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CRIMEN SIN CASTIGORevista del Domingo de El Mercurio, 1983

Señor Director:Durante ya un buen periodo de tiempo he esperado alguna reacción desde alguna parte, desde algún sector nacional respecto del problema de destrucción de nues-tros recursos forestales.

Acudo una vez más ahora a su revista, único órgano de prensa que eleva la voz en defensa de la conservación o uso inteligente de los recursos naturales renovables.

Como contraste con la presentación de la excelente muestra de nuestro país hecha por Sergio Nuño con el programa La Tierra en que vivimos, cualquiera puede ir a ver los bosques quemados en la Cordillera de Nahuelbuta y en los Andes desde Chillán hasta Malleco.

Muchas hectáreas de bosques naturales se han destruido en Chile, pero lo impor-tante es que muchas se están destruyendo en la actualidad, día a día, una tras otra. Las denuncias se han hecho en forma esporádica. La más importante de ellas fue aquella publicada en Revista del Domingo Nº 760 que, a pesar de lo espectacular, no tuvo ningún impacto aparente.

Ese artículo se refiere a la destrucción de los bosques de roble y raulí de la Cordi-llera de Nahuelbuta hará un año atrás. ¿Qué ha ocurrido después de ello? Ha ocu-rrido más y más destrucción, cientos y cientos de hectáreas volteadas y quemadas en Los Alpes y en otra áreas al interior de Angol en la Cordillera de Nahuelbuta, otro tanto en la cordillera al interior de Mulchén (Las Malvinas, San Manuel), en Malleco al interior de Collipulli y ahora también en Ñuble, al lado de Recinto.Es sólo cuestión de ir y mirar.

Más de alguien va a decir… ¿Pero después que queman los propietarios plan-tan pinos?

Sí, pero lo que queman son bosques de excelentes maderas de raulí, de roble, de coigüe y otras especies. Son muchos los testigos que han visto los hermosos trozos de estas especies cortados para luego ser quemados.

Pero ¿por qué los queman si las maderas son tan buenas y costosas?

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La respuesta es muy simple: les conviene más decir que se trata de matorrales y quemarlos para así poder cobrar la bonificación en virtud del D.L. 701; si sacan la madera nativa para comercializarla no pueden cobrar bonificación; además, los mercados para la madera no están muy buenos.

Es realmente triste y a la vez indignante ver tanto despilfarro; por un lado, se pierden los bosques naturales con todo su valor y su potencialidad y, por otro, se pierde el dinero de Chile a través de la bonificación de las plantaciones donde no se necesita plantar porque.. ¡ya la naturaleza se ha encargado de ello¡ La situación es más grave aun, y por añadidura se cae en la estupidez, si se nota que con mucha frecuencia estas “plantaciones bonificables” se hacen sobre los 700 metros, donde los pequeños pinos mueren al poco tiempo; también son muchos los que los han visto mustios y moribundos bajo la nieve.

¿Qué se pretende?

Las mismas empresas que están cometiendo estas fechorías forestales reciben la masa del dinero para forestación mediante el D.L.701. El Gobierno ha entregado ahora 50 millones de pesos para forestación con el objeto de reactivar la econo-mía. Pienso que a quienes les corresponda tienen la obligación moral y cívica de controlar Con mucha energía que ese dinero de los chilenos sea usado realmente en reactivar la economía y ésta no se reactiva destruyendo los recursos naturales.En una carta enviada a la revista el 4 de octubre de 1981 señalé que los ingenieros forestales y los empresarios de la madera habían recomendado en 1979 que se bonificara por lo menos el manejo de los renovales del bosque chileno. Hasta la fecha nadie ha dicho nada al respecto.

Digo yo, ahora, después de 3 años de esa conclusión, que si el problema es que no se puede dar más dinero para bonificaciones y, como vemos, el remedio está saliendo peor que la enfermedad, más vale suprimir las bonificaciones, más aun si aquellos que plantan no quieren entender y tampoco hay nadie que los pueda obligar a entender lo que la ley pretende en beneficio del país.

A través de este medio quisiera pedir a otros profesionales ojalá del sector forestal, que también levanten su voz en defensa de lo que es el motivo y el corazón de nuestra actividad o de nuestra profesión.

Claudio Donoso Zegers, Ingeniero ForestalMaster of Sciences

Valdivia

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Carta saludo a CONAF, 1984

CLAMÁBAMOS POR LA CREACIóN DE UN SERVICIO FORESTAL DEL TIPO QUE POSEEN LOS PAíSESFORESTALMENTE DESARROLLADOSLa Nación, Mayo de 1984

El 13 de mayo de 1984 la Corporación Nacional Forestal cumple 14 años de vida. Es un buen momento para rendirle un homenaje.

Con anterioridad al nacimiento de la Corporación Nacional Forestal, el 13 de mayo de 1970, los forestales a lo largo de Chile clamaban desde hacía tiempo por la creación y desarrollo de un servicio forestal del tipo que poseen los países forestalmente desarrollados del mundo. La creación de la Corporación Nacional Forestal vino a satisfacer ese anhelo y, de hecho, la CONAF es hoy el Servicio Forestal de Chile y todos los chilenos lo sentimos así.

Chile es un país de mar, de bosques y de montañas. Así debemos comprenderlo y actuar consecuentemente con ello para lograr un constante y armónico desarrollo de nuestro potencial. A lo largo de nuestra historia, particularmente desde la lle-gada de los europeos a este territorio, los bienes y servicios inherentes al mar, a los bosques y a las montañas, que la naturaleza chilena brindaba generosamente a los hombres blancos que llegaban desde el norte, por abundantes y ricos parecieron in-agotables y fueron locamente despilfarrados por muchas generaciones. Pero es con el siglo XX que surgen en el país, frente al mal uso de los recursos señalados, los pri-meros conceptos ecológico-conservacionistas; se empieza a entender entonces que la naturaleza es frágil y que sus bienes no son inagotables y que la acción destructora sobre los bosques repercute con gran resonancia en el aire, en las aguas y en la tie-rra, afectando negativamente, por consiguiente, a las montañas y al mar, los otros dos elementos característicos y permanentes de nuestra naturaleza. Nacen así, por supuesto de la mano, la ecología y la conservación en la mente de los chilenos.

Frente a la destrucción, el hombre reacciona tratando de reconstruir; de este modo aparecen tímidamente las primeras plantaciones de álamos primero y lue-go de pino insigne o de monterrey. Al mismo tiempo muchos profesionales y empresarios, a través de diferentes órganos de difusión, destacan la necesidad de crear y desarrollar escuelas forestales universitarias y un servicio forestal o de bos-ques y agua. Así se gesta el embrión de la futura Corporación Nacional Forestal o servicio forestal chileno.

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Las obras y acciones del hombre destinadas a perdurar y a cumplir grandes pape-les no nacen con facilidad. Ese es el caso de CONAF, su nacimiento costó años, luchas y sacrificios, y varios forestales chilenos inscribieron sus nombres en la creación de una gran obra. El nacimiento fue difícil, pero el crecimiento ha sido acelerado. CONAF nació plantando y ha crecido tan rápido como los bosques que ha plantado. CONAF nació recién en 1970, pero eso no impidió que rápi-damente comprendiera y asumiera el papel de pilar de una reconstrucción y un desarrollo forestal armónicos.

Es por eso que se dedicó sólo a forestar; rápidamente asumió la responsabilidad de la áreas protegidas y el desarrollo de los Parques Nacionales, los que pronto se de-ben transformar en un modelo latinoamericano; dedicó también gran parte de sus esfuerzos a la protección de las cuencas y va rápidamente en camino de regularlas y tomar esa enorme responsabilidad que impone a los forestales nuestro régimen hídrico marítimo y montañoso; el control de dunas y de los procesos de desertifi-cación en el norte también han sido asumidos con gran acierto por la CONAF. En el área de la vida silvestre, en conjunto con el desarrollo de los parques nacionales, la acción de protección, de investigación y de desarrollo es única y primera en la historia de Chile. En conjunto con las universidades, además desarrolla una loable acción de investigación y extensión, con énfasis en el bosque nativo de Chile.

En fin, el crecimiento de CONAF ha sido verdaderamente exponencial, pero más importante que ello es el esfuerzo que ha desplegado por lograr armonizar su función como organismo rector que impulse, por un lado, la producción de bienes y servicios, y, por otro, la protección de los recursos. A través de lo señalado podemos ver que, en una gran medida, lo ha logrado.

Esto significa que la Corporación Nacional Forestal ha comprendido el concepto de conservación, que no es otra cosa que la correcta armonización de la ecología con la economía.

La puesta en producción y manejo forestal de los enormes recursos siempre mal utilizados y nunca bien manejados de los bosques nativos de Chile es la acción relevante que ahora debe iniciar y que está iniciando la Corporación.

CONAF, organismo forestal nacional joven y constituido por jóvenes, está en camino de perfección. Para ello necesita del apoyo del pueblo de Chile y, especial-mente, de las autoridades que deben otorgarle el poder y la fuerza sin los cuales no es posible el logro de los objetivos de conservación.

Prof. Claudio Donoso Zegers

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Los tres artículos a continuación corresponden a denuncias efectuadas por dos inge-nieros forestales por destrucción de bosques nativos por parte de empresas forestales, y las multas que lograron que se les aplicara a dichas empresas, lo que significó serios problemas para estos valientes profesionales.

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DESTRUIDAS 400 MIL HECTÁREAS DE BOSQUE NATIVO EN 10 AÑOSLa Tercera de la Hora, 11 de julio de 1985

Concepción (Mario Aravena M). Cuatrocientas mil hectáreas de bosque nativo se han destruido en los últimos diez años en el país. El deterioro ha significado pérdidas de 40 millones de dólares, cifra comparable a la bonificación otorgada a plantaciones, especialmente para pino insigne.

Lo anterior lo afirmaron Antonio Lara y Aarón Cavieres, ingenieros forestales del Comité Nacional de Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF) de Chile. Esta entidad, dijeron, tiene fines ecologistas y conservacionistas.

Trabajan en ella científicos y especialistas y la respaldan universidades e institucio-nes que defienden y protegen recursos naturales. Recordaron su posición frente al lago Chungará, protección de la ballena y de los lobos marinos.

Labor Forestal

CODEFF inició un completo estudio del daño en el bosque nativo, principal-mente en la Octava Región, y verificó denuncias públicas en fundos.

Cavieres indicó que se apreció, en cuatro fundos, en la comuna de Quillaco, provincia de Bío-Bío, “un sistema estandarizado aplicado por las empresas fores-tales para explotar bosques nativos y reforestar con pino insigne, aprovechando el subsidio forestal del decreto 701”´.

Detectaron la destrucción de mil 400 hectáreas de bosques con especies como raulí, roble y coigüe. Se advirtió la corta ilegal, falta de un plan de manejo, cobro fraudulento de la bonificación forestal, trasgresión al reglamento de uso del fuego y pérdidas indirectas como cesantía, emigración poblacional, muerte masiva de fauna y deterioro del suelo.

Juicio

Los antecedentes se entregaron a la Corporación Nacional Forestal, CONAF, la que recurrió a los tribunales. La tramitación duró un año y medio y se sancionó con una multa de siete millones de pesos a la empresa Mininco.

“Es un juicio histórico y que sienta un precedente. A partir de esto, se ha iniciado una campaña de prospección. Hay 14 casos en que se han cometido infraccio-nes”, sostuvo Antonio Lara.

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DENUNCIAN CORTE ILEGAL DE BOSQUES EN EL SURLa Nación, 19 de julio de 1985

Catorce denuncias por corte ilegal de bosque nativo, que corresponden a casi tres mil hectáreas, dejó presentadas el Comité de Defensa de la Fauna y Flora (Codeff) ante la Corporación Nacional Forestal (Conaf ) para que sean investigadas por este organismo.

La información fue presentada ayer por los ingenieros forestales Aarón Cavieres y Antonio Lara, quienes además de Leonardo Araya, como miembros de la Co-misión Forestal del Codeff, proporcionaron el martes último a la Conaf estudios realizados durante la temporada 84-85 en las VII y VIII regiones.

Estos profesionales, a nombre del organismo en que trabajan, pidieron a la CONAF que “denuncie a la brevedad posible, ante los Juzgados de Policía Local correspondientes, los casos de destrucción ocurridos este año, investigar aquellos ocurrido en 1984 y rechazar las solicitudes de bonificación que le sean presenta-das para esos predios”.

Infracciones al DL 701

Asimismo los ingenieros forestales del Codeff afirmaron que desde la promul-gación del DL 701, que bonifica la forestación, vale decir la plantación en áreas carentes de vegetación con valor económico actual o potencial; se ha recurrido a la destrucción masiva de bosques nativos maderables para reemplazarlos por plantaciones de pino insigne.

De esta forma, añade Antonio Lara, “cobran fraudulentamente las bonificacio-nes que el decreto establece por forestar”, explicando además que con el fin de continuar estudiando la evolución del fenómeno destructivo se llevó a cabo re-cientemente “una campaña que compendió distintos recorridos por las áreas más representativas de la actividad forestal pinera del país”.

Termina diciendo que como resultado la Comisión de Investigación Forestal de Codeff pudo constatar que “la destrucción de los bosque autóctonos persiste en magnitudes significativas”.

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MULTA POR DESTRUIR BOSQUE NATIVOLas Últimas Noticias, 19 de julio de 1985

Dirigentes del Comité Nacional pro Defensa de la Fauna y Flora (CODEFF) informaron de un reciente fallo de la Corte de Apelaciones de Concepción que confirmó una multa de siete millones de pesos a la Sociedad Forestal Mininco S.A., por explotación ilegal de bosque nativo para efectuar plantaciones de pino insigne. Este fallo “histórico”, porque sienta jurisprudencia, tuvo su origen en una denuncia de la Comisión de Investigación Forestal de CODEFF ante CONAF. Sus personeros han formalizado otras 14 similares.

La multa fue confirmada por la Corte de Apelaciones de Concepción en un fallo que se considera histórico según los señala Las Últimas Noticias del 27 de julio de 1985.

La misma noticia fue publicada también por el diario El Sur de Concepción el 19 de julio de 1985

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BOSQUE NATIVO, UN RECURSO QUE EL PAíS DEBE RESCATARDiario El Sur de Chillán, 10 de agosto de 1986

Pie de foto:Bosques – El profesor Claudio Donoso Zegers, especialista de nivel nacional en bos-que nativo, fue uno de los participantes como relatores del seminario realizado por la Conaf en Chillán esta semana. Durante su desarrollo enfatizó la necesidad de que el bosque nativo es un recurso que el país debe rescatar. El deterioro del mismo ha alcan-zado márgenes inquietantes, especialmente, entre quienes conocen la realidad forestal y la riqueza natural de nuestro país.

Soy un convencido de que el bosque nativo es un recurso que el país ha tenido abandonado durante mucho tiempo, y que tiene gran valor no sólo económico, sino también desde el punto de vista estético, y del paisaje chileno.

El profesor Claudio Donoso Zegers, ingeniero forestal MSc, docente de la Fa-cultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral de Chile, fue uno de los expositores en el primer seminario organizado por CONAF a nivel nacional y que tuvo lugar en nuestra ciudad, recientemente.

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“Justamente en esta línea quiero destacar eventos de esta naturaleza, porque si no me equivoco no se había realizado ninguno en relación a la producción de plan-tas de especies nativas”, agregó en seguida. Esta es una materia que está muy en pañales todavía en Chile, porque no ha habido una dedicación al bosque nativo importante y menos a los aspectos de viverización, que es lo relacionado al creci-miento, a las semillas, etc.”.

Especies

Algunos tipos forestales como raulí-roble-coigüe, la lenga también un poco más al sur, y otras especies como laurel, lingue, tepa, ulmo, canelo, preocupan a los ex-pertos. Pero los problemas de especies en vías de extinción, señaló, se encuentran más al norte, en esta zona mediterránea, central.

Las poblaciones naturales en el sur, en cambio, están amenazadas seriamente, como es el caso del raulí. No está extinguido como especie, sólo existen renovales o algunas pequeñas plantaciones.

Normalmente de estos seminarios o congresos salen muchas sugerencias y plan-teamientos que se dan a conocer a los organismos correspondientes y, a través de ellos, a las autoridades.

Pero no tienen naturalmente poder resolutivo, señaló. Sin embargo estos semi-narios sobre bosque nativo han sido hitos muy importantes que van marcando ciertas pautas de avance en la materia.

Viveros

Estamos en un proceso o etapa de desarrollo. Nosotros en la Universidad Austral estamos estudiando la viverización de plantas de estas especies chilenas, hace dos años solamente. Por eso hablé en Chillán de los estados de avance en la Décima Región, nada más que elementos generales, porque el problema es largo, y las so-luciones son a largo plazo. Por ejemplo, hay especies que producen buenas canti-dades de semillas cada cuatro, seis u ocho años. Si se realiza en forma permanente y continuada un estudio al respecto tendría para diez años por lo menos.

Aparte de la araucaria y el alerce, otras importantes especies que están presentes en el bosque nativo son el queule, lleuque, belloto, hualo, ciprés de las Guaitecas, palma chilena. Pitao, guindo santo, ruil y tayu.

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A raíz de un estudio de dos años sobre Alerce realizado con un proyecto soli-citado por CONAF, el Diario La Época publicó una carta burlesca o irónica sobre mi réplica. Esto se encuentra en las dos cartas que siguen.

LUCIUS Y LOS ALERCESLa Época. Cartas al Director, Julio-Agosto 1986

Señor Director:Porque soy una de las primeras personas que adhirieron a la campaña de suscrip-ción del diario que Ud. dirige, y por lo tanto es de mi interés el prestigio de este órgano de prensa en todos los niveles y sectores, es que me siento con el derecho de expresarle que, por lo menos, debería llamársele la atención a quien se firma como Lucius en la columna de opiniones llamada Viñeta, así como a quien ha dirigido todo lo que se ha denominado “polémica” sobre el alerce, puesto que jamás se ha consultado a los técnicos en la materia.

En relación con quien se firma Lucius, me imagino que jamás habrá preguntado qué antecedentes tiene la persona a quien él se refiere insultantemente en la co-lumna Viñeta; creo sí que había leído mi carta, que fuera publicada como entre-vista y en forma recortada y resumida en la página Ecología y Medio Ambiente en la Época del 7 de julio. El señor Lucius dice que le irrita la fraseología rimbombante y seudotécnica, refiriéndose a frases mías señaladas “textualmente” en su escrito, indicando, además, que tras ellas se oculta la verdad.

Si estos no son insultos gratuitos, no se cómo calificarlos. Lamentablemente, mi respuesta anterior no fue publicada completa en su diario; si así hubiese sido, los lectores se darían cuenta de cuál es la verdad, que el señor Lucius dice que yo oculto. Por ejemplo, que en ninguna parte se menciona que la publi-cación sobre el estudio de los bosques de alerce (cuatro tomos que mostré al señor editor de La Época), en que participaron tres miembros de Codeff, que trabajan conmigo en investigaciones sobre bosques nativos, en la U. Austral, y que fueron impulsados por mí a ingresar a ese organismo, como gran parte de los ingenieros forestales que actúan en él. Esa es una verdad que se ocultó, y no fui yo quien lo hizo.

Pero, además, el señor Lucius falta a la verdad al poner como mía la frase que dice “que el alerce representa una riqueza que debe extraerse…”, en circunstancias que en mi carta se dice que “la madera muerta, dadas las características del alerce, es absolutamente aprovechable y representa una riqueza que debe extraerse y…”

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Es muy claro que lo que se expresa es muy distinto y en el contexto de mi car-ta tiene un sentido muy diferente que aquel que sugiere la columna de Lucius. ¿Debo yo suponerle intenciones?

Lucius califica mis frases de seudotécnicas. ¿Cómo debería yo , entonces, ingenie-ro forestal, especializado y profesor en Ecología Forestal y Silvicultura, autor de varios trabajos y publicaciones, entre ellos manuales sobre las especies forestales y arbustivas de Chile y un texto de 370 páginas de Ecología Forestal, calificar a quienes han estado desde el 26 de junio haciendo aseveraciones técnicas sobre el alerce, sin no solo no haber estudiado ni publicado sobre él, sino que, sin ser técnicos y probablemente sin conocer siquiera los bosques de alerce?

Hay que tenerles un poco más de respeto a los técnicos universitarios. Creo que entre los objetivos de la aparición de La Época están el culto a la verdad y a la objetividad y la recuperación, por parte de la prensa, del verdadero respeto por las personas.

Claudio Donoso Zegers, Profesor de Ecología y Silvicultura Universidad Austral de Chile

Reacción a cartas de destacado economista:

El autor de las dos cartas que siguen, es un conocido profesor de Economía de la Uni-versidad Católica de Santiago. Sus dos cartas son verdaderos símbolos de la mentali-dad economicista, cortoplacista y materialista que desarrollaron en Chile los famosos “Chicago boys” aprovechando la oportunidad de la espantosa y perjudicial dictadura de Pinochet, que se ha mantenido hasta el día de hoy cambiando el espíritu y la mentalidad de las generaciones posteriores, y produciendo un daño inmenso a nuestro país, no bien comprendido por los chilenos posteriores a los años de la dictadura. Para entender lo que digo basta leer al señor Fontaine, hoy profesor emérito de la Católica, donde formó a economistas por décadas bajo esta poco evolucionada concepción.

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BOSQUE NATIVO, MAPUCHES Y DESARROLLOErnesto Fontaine, El Mercurio, 4 de mayo de 1989

Fui al sur por primera vez en 1950. En tren hasta Temuco, por el camino de tierra a Villarrica, hasta el fundo de (creo) la Chilena Consolidada Coipué. Los 300 metros desde el camino a la casa patronal -moderna y preciosa- eran pavimentados. Los salmones abundaban en el Toltén, donde pescábamos. Los exuberantes bosques naturales eran maravillosos y nos ofrecían avellanas sin bajarnos del caballo cuando recorríamos los potreros que estaban destroncando y haciendo aptos para cultivos anuales. Me traje un polluelo de choroy, cuyo nido cayó junto al fastuoso árbol que lo cobijaba. Temuco y toda la zona es-taba repleta de mapuches con su original vestimenta. Visitamos la ruca de un cacique, donde una viejita muy alhajada estaba haciendo chicha de maqui: lo masticaba y escupía a un recipiente. Siendo demasiado jóvenes, declinamos su invitación a probarla.

Volví a la zona en 1969 y no pesqué nada bajando el Toltén (¿sobreexplotación?). En 1976, ni siquiera pude con pancora, y fuimos a visitar Coipué. No quedaban potreros por destroncar; la casa estaba prácticamente destruida e inhabitada, la piscina trizada y malezas en lugar de jardines, pues, nos dijeron, el lugar fue usado por los asentados como establo y criadero de chanchos.

El camino estaba pavimentado desde Santiago, y el bosque nativo había casi des-aparecido en todo el trayecto. Las mapuches alhajadas eran más escasas, y tam-bién los choroyes.

Este verano llevé a unos gringos a la zona para mostrarles algunas bellezas y peculia-ridades. En el camino nunca pude usar la frase “typical chilean native forest”, que repetí “ad nauseam” en caminos más intransitables y en los parques de CONAF, pues sólo había pino radiata. ¡Qué bien lo ha hecho y lo hace CONAF!

No pude mostrarles choroyes ni indias en sus atuendos; pero pudieron fotogra-fiarlas en blue jeans a bordo de carretas con ruedas de tronco tiradas por bueyes, vehículos usados por estos conciudadanos que, habiendo sido los dueños del sur, fueron relegados a “reservas” de propiedad comunitaria y, por tanto, condenados a la misma pobreza que los trabajadores de Coipué con la reforma agraria. Res-pecto de lo acontecido con el bosque nativo, recuerdo un reportaje de El Mercu-rio (¿1968?) que criticó la destrucción de nuestras “viriles” especies y su reemplazo por las exóticas y “pollerudas” importadas -como el pino radiata- “dándoles con

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todo” a los colonos que quemaban bosques jóvenes. Mandé al director una carta sugiriendo que estas acciones eran quizás convenientes para el país, y que muchas variedades viriles eran, como el petróleo, un recurso no renovable. No me la pu-blicaron. Argumentaba así: Debido a que las araucarias demoran unos 500 años en ser aserrables, una hectáraea con árboles de 100 años generará al cabo de 400 años, un ingreso de 100 mil dólares, que es el valor máximo de una buenísima hectárea de araucarias. Si se queman y la hectárea se dedica a cultivos que generan un excedente de tan sólo 10 dólares por año, el país habría acumulado en ese lapso 45 millones 474 mil 239 dólares si el interés fuese de tres por ciento por año, comparado con los 100 mil dólares que se obtendrían con las araucarias. ¿Quién -si desea el bien para su país- puede oponerse entonces a que se quemen? Por lo demás ¿quién en su sano juicio querría plantarlas? Lo asombroso es que no convendría plantarlas siquiera en el caso de que la hectárea fuese tan inútil como para generar un excedente de tan solo 0.0011 dólar ¡y plantarlas costara cero!

Siendo recursos no renovables, nuestros nietos tendrán que internarse a lugares inaccesibles o visitar parques nacionales para tener el privilegio que tuvimos sus abuelos de ver choroyes y transitar por caminos rodeados de algunas especies del “typical chilean native forest”, debiendo contentarse con especies nativas de creci-miento menos lento, con pinos radiata y con mapuches que habrán abandonado sus carretas y bueyes.

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EL BOSQUE NATIVO OTRA VEZErnesto Fontaine, El Mercurio, 11 de mayo de 1989

El jueves pasado afirmé que ciertas especies de nuestro bosque nativo debieran, por su lento crecimiento, derechamente considerarse como recursos no renova-bles tendientes a desaparecer con el curso del tiempo -salvo en parques nacionales o en lugares “económicamente inaccesibles-, pues nadie que desee el bien para el país querría en su sano juicio hacernos esperar los 500 a 800 años que demoran en crecer, por ejemplo, las araucarias y los alerces. Sin embargo, son también na-tivos el coigüe, raulí, lingue, roble, olivillo- ¡qué lindo es el olivillo¡- , ulmo, ave-llano, tepa y lenga. Estos forman un ecosistema que permite el desarrollo de una espectacular flora y fauna autóctonas, y demoran aproximadamente “sólo” unos 80 a 100 años en crecer y venderse como rollizos o madera aserrada. Ese “corto” periodo de crecimiento sugeriría que podrían quizás ser recursos renovables, pero veamos que dicen las frías cifras.

Una “buenísima” hectárea aserrable de estas viriles especies, distribuidas en bos-que efectivamente nativo -no “manejado”-, tiene un valor que no sobrepasa los tres mil dólares. Si el costo de plantarlos así fuese cero, y la tasa de interés del cinco por ciento, no convendrá hacerlo si esa hectárea tiene un uso alternativo que genera un excedente anual de tan sólo 1,90 dólar. Asimismo, si el bosque es joven, con rebrotes de 30 años, convendría efectuar una tala rasa para convertirlo en chips, en vez de esperar los 60 años restantes, si éste puede venderse ahora en más de 161 dólares, y la hectárea quedara “inutilizable”; si ella puede generar en otros usos una anualidad perpetua de tan sólo cinco dólares convendrá conver-tirlo de inmediato en chips si el bosque puede venderse en sólo 61 dólares. Por último, en aquellos lugares cuya altura y clima aceptan el pino radiata se preferirá replantarla con esta especie que entrega cuatro “cosechas” en el mismo lapso de 90 años, con un valor de unos cuatro mil 800 dólares cada una. De modo que es muy probable que la mayor parte de los bosques nativos sean transformados en chips (para pulpa de fibra corta), y sus tierras usadas en cultivos anuales, en empastadas, en pinos radiatas o en rebrotes para ser “chipeados” en el futuro.

¿Estamos, entonces, condenados a la extinción del bosque nativo, con a veces graves consecuencias ecológicas, de erosión y embancamiento de ríos y puertos? Me dicen que no, pues si éste es plantado desde el comienzo con una combina-ción adecuada de especies y se lo “maneja” como es debido, el negocio puede ser para su dueño tanto o más rentable que sus alternativas; produce menos metros cúbicos que el radiata, pero el precio de la madera es mayor y se van obteniendo

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ingresos parciales durante el menor lapso (60- 80 años) que dura el ciclo con un buen plan de manejo. De modo que debemos esperar la desaparición del bosque nativo “natural” en algunas áreas con buenos usos alternativos; su explotación a base de rebrotes en otras, y su reemplazo por un bosque nativo “manejado” en otras. Lo importante es reconocer que, para el bien del país, el bosque nativo puede convenientemente desarrollarse sólo en algunas áreas y ¡debe desaparecer en otras! Queda la tarea de asegurar que los precios enfrentados por los inversio-nistas privados no sean “mentirosos”, para que sus particulares decisiones lleven consecuentemente a beneficiarlos a ellos y también al país.

Siendo un gran admirador de las especies nativas y un amante de la flora y fauna chilenas, me encantaría que se pudiera demostrar que el bosque nativo “maneja-do” es merecedor de un subsidio incluso mayor que el acordado al pino radiata, en cuyos bosques no prosperan nuestros copihues, helechos, flor de la botellita, orquídeas, chilcas, carcelarias, ourisias y palos santos, como tampoco los pájaros carpinteros, chercanes, colibríes, martín pecador, choroyes y chucaos.

La carta que sigue, escrita por tres personas de muy distintas características y forma-ciones, es una verdadera respuesta a las brutalidades escritas por E. Fontaine, aunque jamás pretendió serlo. Incluso dos de sus autores ni siquiera saben de ellas.

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BOSQUE NATIVO EN PELIGRORevista del Domingo de El Mercurio, 14 de mayo de 1989

Señora Editora:Las conclusiones fundamentales del simposio Taller sobre Silvicultura del Bosque Nativo, realizado recientemente en Valdivia, con más de cincuenta profesiona-les, entre ellos especialistas de Alemania Federal y Nueva Zelandia, destacan lo siguiente:

1. El avance del conocimiento en relación con el bosque nativo ha sido de tal envergadura en los últimos años que es posible aplicarlo directamente a la práctica silvícola en este mismo momento.

2. Este conocimiento pone de manifiesto que los tipos forestales nativos son manejables, que los renovales establecidos pueden intervenirse asegurando su desarrollo con producción de madera de alta calidad y con una producción volumétrica extraordinariamente elevada.

3. Las dos consideraciones anteriores indican que, con alta probabilidad, el ma-nejo de las especies nativas de Chile es económicamente más favorable que el de pino insigne y eucalipto, no siendo en todo caso incompatible ninguno de los tres, sino que por el contrario se complementan.

4. A la consideración económica es necesario agregar la ecológica y estética, as-pectos en los cuales el papel del bosque nativo es de importancia nacional y global cada día mayor en el mundo actual de sobrepoblación, contaminación y efecto invernadero.

5. La utilización del bosque nativo para astillas o chips lo pone en el momento más crítico de su historia. Si se aplica bien, como una herramienta silvícola por primera vez otorgada a la ingeniería forestal, sería la vara mágica que, apoyada en el conocimiento que ahora se tiene, permitiría desplegar toda la potencialidad de los bosques chilenos. Si se aplica mal, como desgraciada-mente se está haciendo, se está condenando a muerte a esta enorme riqueza nacional.

Lo que ha señalado Tadashi Nakase, gerente general de Astex Ltda., un interesado en utilizar bosque para astillas, nos está poniendo luz roja a los ingenieros fores-tales y a los chilenos en general.

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“Aunque Astex compra trozos de especies nativas, es responsabilidad del propie-tario del bosque cumplir con los requerimientos legales para su manejo y explo-tación. Si Conaf no cumple sus funciones de inspección y control, es posible que se realice la explotación inapropiada que, sin duda, será perjudicial para el futuro del bosque nativo.”

El profesor Mead, de Nueva Zelandia, ha dicho:

“La falta de preocupación por el bosque nativo y por el medioambiente de parte de los ingenieros forestales neozelandeses, expertos en pino insigne, determinó al gobierno de ese país quitarles la tuición que ellos tenían sobre ambos. En el último año académico sólo siete estudiantes ingresaron a ingeniería forestal en Nueva Zelandia.”

Peter Burschel, Profesor Universidad de MunichEx decano Facultad Ciencias Forestales

Universidad Austral de ChileClaudio Donoso, Profesor Facultad Ciencias Forestales

Universidad Austral de ChileHerbert Siebert, Ingeniero forestal consultor

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BOSQUE NATIVOEl Mercurio, 10 de julio de 1989

¿Qué desgraciadas circunstancias harán que en general en Chile se tienda a que los pasteleros no fabriquen pasteles, sino que se dediquen a otras cosas? ¿Qué razones habrá para que sólo en contadas profesiones y oficios se respeten y consulten las opiniones y conocimientos de los técnicos? ¿No vendrá de estas circunstancias y razones nuestra tendencia a escurrirnos hacia los polos, hacia los extremos, en lugar de ubicarnos en las posiciones de equilibrio que permiten sumar esfuerzos y obtener los objetivos deseados en mejor forma y más rápido?

Estas reflexiones y muchas más se me pasan por la mente a propósito de cartas y opiniones aparecidas en relación con el bosque nativo de Chile en los últimos tiempos.

Hace algunos años tuve un intercambio de opiniones por la prensa con alguien que, sin pertenecer al ámbito forestal, recomendaba aprovechar todo el bosque chileno cortándolo a tala rasa a razón de 60 mil hectáreas anuales para luego plan-tarlas con pino. Hace un par de años tuve otro intercambio de opiniones, ahora con periodistas científicos de un diario de Santiago, en relación con los bosques de alerce. En el primer caso se trataba de extremismo financiero, que mira al bosque como una entidad no viva, productora de algo parecido a un mineral, la madera. En el segundo nos encontramos con el otro polo, el que mira al bosque como una entidad viva, pero intocable. En ambos casos hay una suerte de fanatis-mo y falta de respeto por las opiniones y conocimientos de los que conocen cien-tífica o técnicamente al bosque y a las comunidades forestales chilenas. En ambos casos se trata de pasteleros que no fabrican pasteles, y que en nada contribuyen al entendimiento del bosque y del problema técnico forestal y, por el contrario, distorsionan y producen confusión, retardando la comprensión del problema y, por lo tanto, el desarrollo.

No obstante, es interesante destacar una declaración, publicada por El Mercu-rio, emitida por una cincuentena de personas del sector forestal, varias de ellas realmente conocedoras del bosque nativo. Desde luego, esa declaración es muy contraria a los planteamientos extremistas, y se ubica en el punto de equilibrio adecuado. Poco después, se realizó en Valdivia un taller sobre el bosque nativo en relación con su utilización como astillas, en que participaron personeros de la universidad, de Conaf y de la empresa privada; también en esa oportunidad pri-mó la posición técnica y equilibrada que, ojalá, tenga la difusión que se merece.

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Es bueno que se sepa a nivel nacional, y que lo sepan y difundan las autoridades y la prensa, que las personas que conocen el recurso forestal y al bosque nativo tienen claridad en este momento en cuanto a que:

1. Existe un conocimiento no completo, pero suficiente del bosque nativo en el momento actual.

2. Que ese conocimiento señala que la mayor parte del bosque nativo es utili-zable, pero sobre todo “manejable” en el sentido de que puede transformarse en bosque nativo ordenado y mucho más productivo que lo que es y ha sido. Muy claramente son de ese tipo las más de un millón de hectáreas de bosques de lenga, las 600.000 hectáreas de renovales, las 900 mil hectáreas de bosques de coigüe, raulí, tepa y mañío; unas 200 mil o más hectáreas de roble, hualo y raulí de la región central de Chile; las por lo menos 200 mil hectáreas de canelo en el sur de Chile. En esta parte es conveniente que la gente interesada en este campo tome conciencia que el mito del lento crecimiento de las especies de estos bosques no es otra cosa que eso: un mito. Coigües, raulíes y robles y otras pueden alcanzar tamaños maderables en “sólo 35 a 50 años, según como se traten; lengas, ulmos, lingues laureles y otros en 50 a 70 años. Los bosques europeos se manejan a más de 100 años con gran éxito.

3. Que de las más de 2 millones de hectáreas de los bosques siempreverdes del sur de Chile, mucho más de la mitad corresponde a condiciones de sitio tan frágiles que es una locura pensar en intervenciones de explotación que signifiquen des-aparición o cambio de las especies que allí ocurren. Más difícil, y por lo mismo clara, es la situación respecto del bosque de coigüe de Magallanes en las regiones australes de canales y archipiélagos de ese lugar.

4. Que las poco más de 300 mil hectáreas de araucaria y cifra similar de alerce están resguardadas por el Sistema Nacional de Áreas Protegidas en más de 100 mil hectáreas y que lo que se puede y se debe hacer con el resto es una de las dos alternativas:

a) Se transforman las más de 600 mil hectáreas en parques nacionales y reservas; o b) Se pone lo que no es parque nacional en manejo para ordenar y mantener al bosque como recurso renovable.

En este punto es necesario entender que un bosque de alerce o de araucaria se debe utilizar y ordenar en forma muy distinta que un bosque de pino, de tal modo que no se cae en el absurdo de plantar o promover a un área para que rege-nere para luego esperar 300 a 500 años (no 800) para nuevamente cosecharla. El método se llama de selección y permite ordenar el bosque y utilizarlo con una tasa

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de uso más reducida por supuesto. (Es un problema técnico forestal y hay gente en el mundo dedicada a estudiarlo).

Asimismo, debe entenderse que las condiciones en que crecen alerce y araucaria son tales que no podría estar más fuera de su sano juicio alguien que, conocién-dolas, quisiera quemarlas para dedicarlas a un cultivo más rentable. Afortunada-mente, en algún sentido, esos sitios “son” de araucaria y de alerce.

5. En el país hay suficientes superficies descubiertas y plantadas para pinus radiata (que ya sólo debería expandirse muy poco más y modificarse en cuanto a su carác-ter negativo de monocultivo), así como para eucaliptos (que debe procurarse con mayor razón que el pino, que no forme grandes masas continuas). De tal modo que no es necesario en este momento, dadas las superficies que quedan y sus posi-bilidades, reemplazar al bosque nativo por otros bosques en casi ninguna parte.

Es fundamental, sí, hacer un plan regulador nacional y ordenar el bosque nativo que queda, antes que sea demasiado tarde.

Claudio Donoso Z.

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CONSERVACIóN Y DESARROLLOEl Mercurio, 26 de agosto de 1989

La argumentación esgrimida en pro de la conservación de la naturaleza responde, en muchas ocasiones, al deseo de mantener intacto el paisaje y el hábitat para la fauna silvestre, logrando de esta manera un uso de los recursos, tanto científico como recreacional.

Las áreas declaradas para la protección y la conservación en forma representativa de nuestro bosque nativo cubren estas inquietudes y están salvaguardadas por el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas.

El objetivo de la conservación es el de salvar de la degradación a los recursos na-turales que son necesarios para el funcionamiento de la naturaleza. Si el suelo, el agua, el aire o las especies son dañados irreversiblemente, nadie los puede aprove-char, ni desarrollados ni subdesarrollados, ni ahora ni en el futuro, y por lo tanto no habría desarrollo económico sostenible.

De esta manera, cabe señalar que las modificaciones al medio ambiente son na-turales y constituyen un factor necesario del desarrollo, entendiendo el desarrollo como ha sido descrito en el documento Estrategia Mundial para la Conservación, donde “la modificación de la biosfera y la aplicación de los recursos humanos, financieros, vivos e inanimados están en aras de la satisfacción de las necesidades humanas y para mejorar la calidad de vida del hombre”.

Si retomamos del mismo documento elaborado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales (IUCN) junto con el World Wildlife (WWF) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) vemos que en ningún momento se pretende mantener in-tocables nuestros recursos naturales y más bien está dirigida a “la utilización de la biosfera por el ser humano, de tal suerte que produzca el mayor y sostenido beneficio para las generaciones actuales, pero que mantenga su potencialidad para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las generaciones futuras”.

Publicaciones que contribuyen a esclarecer la problemática de cómo utilizar el bosque nativo, bien valen la pena ser consideradas, pues a pesar de que pueden existir diferencias en los planteamientos, recaen en un mismo objetivo, que es la búsqueda de alternativas de desarrollo donde se incorporen aspectos ecológicos, económicos y sociales.

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El último simposio-taller de silvicultura de bosque nativo, así como publicaciones de profesionales entendidos en la materia, dan a conocer que la mayor parte del bosque nativo es utilizable.

Nuestro país tiene una superficie de 11.800.000 há de terrenos forestales produc-tivos, de los cuales casi la mitad, es decir 5.500.000 há corresponden a bosques nativos en diferentes estados de maduración (Conaf ), 800 mil há están cubiertas con un bosque nativo comercial, 300 mil há de renovales y 4.400.000 há de bos-que degradado que estuvo sujeto a explotaciones extractivas, dejando individuos de mala forma, sobremaduros y en estado de pudrición.

La mayor superficie corresponde al bosque nativo degradado el cual, en la ac-tualidad, permanece improductivo y ocupando un 39 por ciento de la superficie forestal productiva del país.

Estudios realizados en el sector costero de la X Región muestran un volumen aserrable de 28m3/há debido a la alta proporción de pudrición, la que, para diá-metros con un límite de utilización de hasta 10 cm, alcanza a cerca del 26 por ciento, cifra que se incrementa al 38 por ciento considerando un límite de utili-zación de hasta 40 cm (estos valores no incluyen los defectos habituales en este tipo de bosque).

A la luz de la actual situación del bosque nativo chileno, bien vale la pena de-tenerse para analizar la recuperación y manejo del bosque nativo degradado, ya que hoy día esa enorme masa forestal no está incorporada al desarrollo y proceso socioeconómico del país.

Dentro de este contexto surge la necesidad de buscar alternativas de uso que plan-teen un criterio integral y donde se contemplen:1. La mantención y el mejoramiento de la productividad en los terrenos aptos

para la producción de maderas.2. La reducción de impactos irreversibles y adversos al ecosistema.3. Que el aprovechamiento de los bosques sea económicamente eficiente.4. La creación de actividades que generen un mejoramiento en el nivel de vida de

la comunidad.

Se desprende que la implementación de proyectos de desarrollo integral permitirá:1. Mantener en su estado actual de conservación aquellos sectores que dadas sus características representen un riesgo de daño irreversible al ecosistema, poniendo énfasis en la protección del suelo y de los cauces de agua. Estas áreas permitirán, asimismo, mantener los hábitats de las especies silvestres y satisfacer las necesida-des de recreación.

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2. Recuperar y manejar aquellos sectores de bosque maduro y renovales con el fin de ordenar la masa nativa existente.

3. Reforestar en sectores cuya degradación no permita una recuperación de la masa forestal existente, con especies nativas que presenten una tasa de creci-miento aceptable (coigüe, raulí y roble), así como la introducción de especies exóticas que han demostrado una buena adaptación, obteniendo rendimien-tos altos. Lo anterior permite una óptima distribución de la producción de madera.

4. Utilizar en forma integral los productos obtenidos de este bosque, dándole el mayor valor agregado a cada especie. Las posibilidades van desde producir muebles con los mejores trozos, hasta tableros y chapas, aprovechando todos los subproductos en la producción de astillas o celulosa.

Por último, en aquellos sectores que se dediquen a reforestación se deben aplicar técnicas de transformación que aseguren la protección del suelo; como ejemplos de estas técnicas se puede mencionar:

1. Trabajos en áreas de tamaño regular a pequeño, evitando la quema de los resi-duos de explotación, como habitualmente se hace, para que permanezca una cubierta protectora del suelo, incorporándose posteriormente a éste:

2. Utilización de sistemas de explotación que permiten extraer la madera con un mínimo de arrastre evitando cualquier riesgo de erosión por remoción de la cubierta protectora del suelo, y

3. Construcción de caminos, preferentemente en la cima de los cerros, lo que implica un mínimo de movimiento de tierra y pendientes menores.

Esta aproximación distinta a la tradicional permitirá la incorporación de terrenos forestales improductivos rompiendo, al mismo tiempo, el mito de que el análi-sis económico de proyectos forestales comprende solamente ganancias en vez de beneficios.

Ricardo Yoma Beck Sergio Valdés Valenzuela

Ingenieros Forestales U.Ch.

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QUINQUÉNViñeta en La Época, 21 de noviembre de 1989

Cuando el hombre continúa arrasando y extinguiendo los bosques nativos, cuan-do el hombre en su afán de convertir en oro la riqueza de todo un pueblo y cuan-do para ello no importa con terminar con los pehuenches y con las araucarias, un poema catalán que canta Joan Manuel Serrat, muestra que no es sólo el drama de Quinquén o el de Amazonas, sino también el peligro en que se encuentra el planeta Tierra y con ello su propio destructor: el Hombre.

Padre, dígame.Dígame qué le han hecho alRío, que ya no canta,Que resbala como esos peces Que murieron bajo un palmo deEspuma blanca.Padre, el río ya no es el río; Antes de que llegue el verano, esconda Ud. todo lo queEncuentre vivo.Qué le han hecho al bosquepadre,que no hay un árbol;con que leña encenderemos elfuegoy en qué sombranos cobijaremossi el bosque ya no es el bosque.Antes que oscurezca, padre,Guarde Ud. un poco de vida en ladespensa,porque sin leña y sin pecestendremos que quemar la barca.Tendremos que arar sobre una ruinay cerrar la puerta de casa conmuchas llaves.Ud. Nos dijo, padre,que donde hay pinos hay piñones,

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que donde hay flores hay abejas, y seda, miel. Pero el campo, yano es ese campo;alguien anda pintando el cielorojoy anunciando lluvias de sangre.Alguien que ronda por ahí,Padre Monstruo de carne con gusanode hierro,Asómese y dígales que Ud. nostiene a nosotros y dígales, también, que nosotros no tenemos miedo, Padre.Pero asómese, porque son elloslos que están matando la tierra.Padre, deje Ud. de llorar,que nos han declarado la guerra

Raúl Omar Torres Q

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El tema Astillas se aborda con alta frecuencia desde el artículo que sigue:

EL NEGOCIO DE LAS EMPRESAS ASTILLADORASY LA CONCIENCIA FORESTALLa Época, (Tribuna), 18 de marzo de 1990

Desde hace largo tiempo se viene hablando del mal uso y destrucción de los recursos naturales renovables de Chile, entre ellos el bosque. La preocupación ya tiene siglos, aunque sólo en los últimos quince años el problema tiene reso-nancia nacional. Pero ésta no se ha traducido en políticas que salvaguarden la conservación de estos recursos y, por el contrario, la destrucción de los bosques nativos persiste.

Hoy, en las postrimerías del siglo XX, surgen renovadas esperanzas de un mun-do mejor, manifestadas en luchas victoriosas por la paz, la justicia y la demo-cracia. De estas luchas no puede quedar excluida aquella por la conservación de los recursos naturales y los ecosistemas que los sostienen, si queremos realmente que la victoria sea del hombre, porque su conservación tiene la categoría de un derecho humano.

Por lo tanto, no debemos aceptar que ningún país ni sistema político destruya los recursos, justificando esta acción por la necesidad del crecimiento económico. La historia nos demuestra que, tanto sistemas capitalistas como socialistas, han generado daños y devastación de sus bosques y sus mares.

No habrá quizás mejor política para el próximo gobierno democrático en Chile, junto a la solución de las más urgentes necesidades sociales del pueblo, que cris-talizar la conservación y manejo de los bosques nativos y de la fauna marina, la protección adecuada de las cuencas hidrográficas, y la desconcentración y descon-taminación de los grandes poblados humanos y sus entornos.

Ya no se necesitan más conferencias, encuentros o congresos para seguir analizan-do el problema de la conservación de los recursos y del medioambiente. Es hora de poner manos a la obra. En este aspecto más que en cualquier otro, los intereses privados no pueden anteponerse a los intereses nacionales, ni puede haber políti-cas conciliatorias al respecto. Los intereses nacionales se centran en un crecimien-to económico o desarrollo que será efímero si no considera los dos componentes esenciales para hacerlo verdadero y duradero: justicia social y conservación de los recursos naturales y del medioambiente.

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La democracia con la debida posibilidad de alternativa en el poder, debe garanti-zar el cumplimiento de estos objetivos, que son aspiración de las grandes mayo-rías, evitando que ellos sean contrariados por acciones negativas de minorías o por protagonismos parciales de mayorías.

Después de un intento fallido a finales de la década de los 70, en 1986 empiezan a instalarse en Chile empresas extranjeras en su gran mayoría con una fuerte par-ticipación de capitales extranjeros, cuyo objetivo es producir y exportar astillas, principalmente a Japón.

Estas empresas logran instalarse gracias a una política económica que promueve la inversión extranjera y facilita la transnacionalización de los recursos.

La larga historia de destrucción y desaparición de grandes superficies de bosques y de valiosas especies -raulí, lingue, laurel, por mencionar sólo algunas-, y la de-gradación de otro tanto sobre la base de cortas selectivas que falazmente muchas veces pretendieran ser técnicas, a puesto suspicaz, escéptica o desconfiada a mu-cha gente.

La reacción inmediata de las empresas fue tranquilizar a la ciudadanía planteando que la materia prima para las astillas proviene del raleo de renovales y del material inservible de bosques degradados o árboles sobremaduros, extracción de material que deriva, además, en la creación de bosques ordenados, de mejor crecimiento y calidad a futuro. Efectivamente así sería si las cosas se hicieran técnicamente bien, consiguiendo que, éticamente, el afán de lucro deje un espacio a la conservación y al interés nacional. La gente tuvo esperanzas frente a la proyección de esta imagen entregada por las empresas a través de la prensa y de algunas conferencias y talle-res realizados con profesionales que inspiraron credibilidad. Sin embargo, con el correr del tiempo, los hechos han sido claros y lapidarios.

Los renovales de roble, raulí y coigüe han sido la fuente más apetecida por las empresas astilladotas y, salvo rarísimas excepciones, han sido cortados a tala rasa pero utilizando planes de corta que dicen otra cosa, reflejando luego en su ejecu-ción, que hubo o mala fe o ignorancia. Otras veces, han sido calificados falaz y antiéticamente como bosques “degradados” o “sobremaduros” con el objetivo de justificar su utilización como astillas.

El pueblo de Chile, ahora en democracia, no puede seguir aceptando engaños ni falsas imágenes. Seguimos sosteniendo que la aparición de las empresas astilla-dotas podría haber sido una excelente alternativa para el manejo de los bosques nativos, tan abandonados por largo tiempo. Pero para ello se habría necesitado que estas empresas hubiesen sido un anexo a la producción forestal a través de su

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inserción en complejos forestales integrados que trabajen con, y no en contra, el bosque nativo, obteniendo diferentes productos en que se favorezca a aquellos de mayor valor, y tendiendo al ordenamiento y mejoramiento de los bosques.

Esta situación no se ha dado, y desgraciadamente para todos, incluso para los responsables, de mantenerse las cosas como están sólo se dispondrá de un periodo que será más breve mientras mayor sea la intensidad de corta. Así se repetiría la vieja y estúpida política de pan para hoy y hambre para mañana.

Frente a estos análisis y a la polémica que ellos desatan, no falta quienes preten-den descalificar señalando que en ellos prima un fuerte componente emocional, e incluso romántico. Nada más lejos de ello de parte de los técnicos y profesionales que realizamos estos análisis y que conocemos los problemas en el terreno. Y para descartar de las mentes de algunos la sospecha de un componente emocional, que por lo demás no tiene nada de malo, enfatizamos en seguida sobre aspectos cuantitativos del problema.

Los verdaderos intereses

A partir de 1990 serán nueve las empresas astilladoras operando en las regiones Octava (4), Novena (3), Décima (3) y Duodécima (1), en que los nombres y capitales extranjeros -como Mitsubishi y Marubeni- predominan. Casi todas es-tas empresas operan como astilladoras, o tienen pequeñas superficies de bosques propios, comprando la materia prima para astillas a terceros, lo que implica que ellas no tienen intención ni interés en el ordenamiento y mejoramiento de un recurso que no es de ellos.

Excepción a esto son los complejos forestales Terranova S.A., en Valdivia, con 60 mil hectáreas de bosques propios; y Magallánica de Bosques, en la Duodécima Región, con alrededor de 50 mil hectáreas. Ambas empresas tienen ambiciosos planes de ordenamiento y mejoramiento de los bosques y de utilización de pro-ductos con alto valor agregado, mediante el desarrollo de complejos industriales, para los cuales las astillas son principalmente una herramienta.

Las astilladoras de la Octava Región ocupan aproximadamente un 40 por cien-to de especies nativas, pero las de las otras regiones ocupan casi exclusivamente maderas nativas. Se estima que la producción anual de las chipiadoras en Chiloé sería de unos tres millones 150 mil toneladas, de las cuales dos millones 400 mil tendrían su origen en especies nativas como materia prima en los productos de mayor valor agregado, que alcanza a no más de un millón 500 mil toneladas anuales.

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Quienes creen defender el negocio de las astillas, argumentan que mucho más grave es el consumo de leña de especies nativas, que con alrededor de cinco millo-nes de toneladas al año, representa el doble del consumo de astillas.

Pero el análisis no debe ser tan simplista. Desde luego, el consumo de leña repre-senta la satisfacción de una necesidad básica de la mayor parte de los chilenos, cosa que no es atribuible a las astillas. Además, la extracción de leña se efectúa en forma selectiva, con lo que los bosques se pueden degradar, pero no se eliminan como se hace generalmente con la extracción de madera para astillas en que se sigue empleando, con diferentes resquicios, la tala rasa.

En todo caso, tanto la extracción de astillas como la de leña deben realizarse en forma tal, que además de la obtención del producto, surjan bosques ordenados y más productivos.

Pérdidas de bosques nativos

Las siguientes cifras muestran con mayor claridad aun lo alarmante de la situación.

Según índices de conversión, para producir las toneladas de astillas y de leña antes mencionadas se necesitan unos quince millones de metros cúbicos de madera. Considerando un promedio de 300 metros cúbicos por hectárea, tendríamos una superficie de 50 mil hectáreas que estarían siendo eliminadas anualmente por estos conceptos.

Sin embargo, puesto que no todo se corta a tala rasa, la superficie afectada o intervenida sería bastante mayor. En cualquier caso, las superficies no cortadas a tala rasa, sino que floreadas, se dejan generalmente así, a la buena de Dios, o llega algún consultor enviado por alguna empresa para decir que son bosques degradados no maderables y sin valor económico y que, por lo tanto, deben reforestarse, obteniendo además la ganancia de la bonificación si se trata de tala rasa. Normalmente el propósito es, además de obtener las astillas, plantar generalmente con eucalyptus. Es decir, siempre es el bosque nativo el que se ve disminuido y pierde.

De acuerdo con lo señalado por las mismas empresas, las astillas son, en el corto plazo, un negocio redondo para sus dueños. Por concepto de retorno de las expor-taciones en un año, más que duplican los costos totales de inversión.

Las plantas astilladoras tienen costos de inversión relativamente bajos, entre tres y doce millones de dólares, y la cantidad de mano de obra directa es baja, fun-

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cionando principalmente para el abastecimiento por medio de contratistas. La participación de las exportaciones de astillas en el contexto nacional tuvo una variación de un 3,4 por ciento en 1987, a un 9,6 por ciento en 1989, en cuanto a retornos generados para el sector forestal.

Como consecuencia de estas cifras, en las regiones Novena y Décima el aumento de solicitudes, y proporcionalmente, de superficies de manejo en bosque nativo, ha aumentado después de 1987 doce a quince veces, sin que ello se vea correspon-dido con un aumento en el control por parte de Conaf ni con un aumento en los recursos que deberían destinarse a esta institución para tales efectos.

Esta situación ha llevado a que haya más de un 30 por ciento de cortas ilegales no detectadas y otro tanto de superficies donde hay incumplimiento de los planes de manejo. Sin embargo, Conaf destinará para esta temporada 500 millones de pesos para el control de incendios forestales, esfuerzo que va dirigido especialmente a las plantaciones artificiales de las grandes empresas privadas. Esa cifra representa el 50 por ciento del total (el resto lo ponen las empresas) y tradicionalmente, en años anteriores por lo menos, alrededor de un 70 por ciento del presupuesto de la propia Conaf.

En resumen, la instalación de las empresas astilladoras que podrían haber sido una excelente alternativa para promover el manejo de los renovales y los bosques nativos no se ha convertido en mucho más que un buen negocio. Si la utilización de materia prima se compara con la mano de obra utilizada, el valor del producto, la participación en las exportaciones forestales y el daño producido al bosque, la relación es baja. Sólo es alta si se compara con el costo de la inversión, y eso no le importa mayormente a los chilenos, especialmente cuando, además de obtenerse un bajo valor agregado del producto, nada está quedando en Chile.

Pero todavía es posible hacer algo por lo que queda de los siete millones de hectá-reas de bosques nativos, únicos en el mundo, entre los cuales quedan, a lo menos hoy, 600 mil hectáreas de valiosos renovales que se hacen astillas. Esperamos que una sana política hacia los recursos naturales y una verdadera toma de conciencia nacional, sean un imperativo para la democracia.

Claudio Donoso Z, Ingeniero forestal, profesor U, Austral de Chile, Valdivia.Pablo Donoso H., Ingeniero forestal. Codeff, Valdivia.

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Este artículo fue respondido mediante una carta por el señor Fernando Hart-wig en el diario la Época del 1º de abril de 1990. Lamentablemente el texto de la carta de F. Hartwig se extravió y no se si es posible recuperarla, porque el diario en cuestión ya no existe (en 2010). Ella fue contestada por mí en una carta al mismo diario.

MANEJO DEL BOSQUE NATIVOCartas al Director, La Época, 1990

Señor Director:A un día de viajar fuera del país por un periodo largo y por razones de actividad académica, pienso que es mi obligación referirme brevemente a las opiniones expresadas por el señor F. Hartwig en La Época del 1º de abril, en que toca di-rectamente lo expresado por Pablo y Claudio Donoso en artículo sobre el tema astillas en La Época del 18 de marzo. El señor Hartwig se refiere a errores funda-mentales del artículo en cuestión, bajo el título general de “Apreciaciones respecto del manejo del bosque nativo”. Creo que de eso se trata, solamente apreciaciones, lo que no permite juzgar algunos de nuestros párrafos como errores fundamenta-les. Quien está confundiendo a la opinión pública, que no es técnica, es el señor Hartwig, no los señores Donoso. Los juicios técnicos respecto del problema han sido ya emitidos por profesionales de alto nivel a través de simposios, talleres y reuniones técnicas. Por eso, insisto, ya no sólo se necesita una decisión nacional al respecto, avalada por las conclusiones desprendidas de esas reuniones que señalan, consensualmente, que hay suficiente espacio para plantar pinos y eucaliptus sin destruir para ello el bosque nativo chileno que queda, y que es único en el mundo y que es valioso y manejable. Además también ha sido consensual que la utiliza-ción del bosque para astillas, así como para leña, es conveniente, pero sólo si se concibe como una herramienta de manejo y no de destrucción.

Los técnicos sabemos qué se quiere decir con eso y el señor Hartwig lo entendió también. Desde hace decenas de años, personas ligadas con la explotación del bosque chileno, como el propio señor Hartwig, vienen contra argumentando a aquellos que queremos poner las cosas en el equilibrio que corresponde en rela-ción con los bosques de Chile. Hasta el momento han sido siempre vencedores y la víctima ha sido siempre el bosque nativo y, por lo tanto, el interés de todos los chilenos y el bien común.

En relación con la opinión del señor Hartwig de que hay que mantener el debate alejado de ideologismos políticos, no me queda claro a qué se refiere, salvo que

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sea a nuestras expresiones respecto de la democracia que hoy vivimos y en la cual confiamos. Creo, por otro lado, que sería más adecuado cambiar la frase “alejado de ideologismos políticos” por la de “alejado de intereses particulares o persona-les”, que son justamente los que han dañado a los recursos naturales renovables de nuestro país, cuando se contraponen a los grandes intereses nacionales.

Claudio Donoso Zegers, Ingeniero ForestalProfesor de Ecología Forestal y Silvicultura

Master of Science de la Universidad de California, Berkeley

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Respuesta de Fernando Hartwig Carte:

EL ECOLOGISMO FUNDAMENTALISTALa Época, 3 de abril de 1994

En la misma medida que el desarrollo acrecienta la distancia material de los hom-bres respecto de la naturaleza, crece la cercanía espiritual y afectiva con ésta. Los tiempos modernos, dominados por el cemento y el acero, se acompañan de una valorización creciente del verde, del deseo de contacto con la naturaleza y de amor a los bosques.

En los últimos años, la ciudadanía chilena ha progresado considerablemente en materia de conciencia ambiental. En todos los niveles sociales, económicos y cul-turales, ha avanzado la convicción de que la humanidad debe vincularse sana-mente con la naturaleza para que las generaciones futuras también puedan vivir con ella. Paralelamente, sin embargo, grupos minoritarios pero influyentes han ido desarrollando una concepción fundamentalista para la cual el medioambiente deja de tener relación con el hombre y la naturaleza deviene sagrada e intocable.

Desde mi condición de investigador en ciencias naturales, amante de la natura-leza y partícipe del creciente compromiso ciudadano con el medioambiente, me propongo analizar aquí algunos de los contenidos de esta deriva fundamentalista de los sectores radicales del ecologismo, y los riesgos que su avance puede implicar para el desarrollo nacional. Nos concentraremos en cuatro núcleos argumentales que nos parecen constitutivos de la argumentación fundamentalista. Para hacer más concreta nuestra presentación, nos remitiremos al caso forestal, hoy día ob-jeto de una intensa polémica.

Para el fundamentalismo el “bosque chileno” está constituido exclusivamente por aquellas especies forestales originarias de nuestro territorio. Ello equivale a considerar chilenos sólo a los herederos de los pueblos que aquí habitaban antes del arribo de los españoles, olvidando la formación de una nueva estirpe de ciu-dadanos que conforman hoy la chilenidad. El sauce y el álamo, por ejemplo, no formarían parte del bosque chileno, a pesar del lugar central que ocupan en la cultura y en la historia del país; menos aun lo serán el eucalipto y el pino insigne, junto a los cuales han crecido ya varias generaciones de chilenos.

Consideremos que, además de las 1.8 millones de hectáreas de plantaciones desde la Quinta Región al sur, en casi todas las latitudes encontramos bosquetes de estos árboles creciendo en la más completa espontaneidad. El bosque chileno entonces,

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es variado en términos de especies, usos y data de arribo a nuestro territorio. Sólo ello explica que el habitante de la gran ciudad no haga distingos entre el raulí y el eucalipto cuando se trata de evitar que se corten los árboles que dan sombra a una plaza, protegen el caudal de un río o la integridad de una quebrada.

Esta visión restrictiva corresponde a una concepción estática y conservadora de la chilenidad. No reconoce que, del mismo modo que las sucesivas migraciones poblacionales pasan a formar parte de la estirpe nacional haciéndole a ella un aporte específico, las diferentes especies animales y vegetales se aclimatan y se integran al ecosistema nacional, y a veces, como es el caso del pino insigne, desa-rrollándose en nuestro territorio de modo mucho más exitoso que en su propio lugar de origen.

2. Esta concepción afirma que las plantaciones de árboles no son bosques. Porque cometen el pecado de ser creados y cuidados por el hombre, del mismo modo que los animales domésticos son criados para la recreación, la compañía humana o el consumo alimenticio, o las plantas son cultivadas para fines productivos, estéticos o de protección. Pero los gatos continúan siendo felinos, los cereales no pierden su condición vegetal, los claveles, por cultivados que sean, no son otra cosa que flores, y las plantaciones forestales al crecer por supuesto que constituyen bos-ques. Los chilenos de este siglo hemos paseado o pernoctado en las costas o cam-pos del país bajo un bosque de eucaliptus o de pinos, y hemos sentido allí el vigor de la naturaleza que despliega toda su fuerza a partir del esfuerzo del hombre que establece pequeñas plántulas y cuida y espera varios decenios para la constitución de un bosque adulto.

Los cientos de miles de hectáreas de suelos erosionados que han recuperado co-bertura vegetal y vida animal gracias a las plantaciones, no se plantean duda algu-na sobre la condición de bosques que ostentan los pinares o las plantaciones de eucaliptos, álamos, pino Oregón, tamarugos o raulíes.

3. Esta reflexión radical se desarrolla como si Chile no enfrentara en el presente ingentes desafíos de desarrollo y de superación de la pobreza. Irrita la lectura de planteamientos que casi abiertamente exponen el rechazo a que el hombre intervenga sobre la naturaleza para obtener beneficios en el presente, todo ello en aras de una supuesta seguridad económica y espiritual en el largo plazo. No podemos tomar esa distancia aristocrática de las realidades. Está fuera de toda posibilidad, a menos que posterguemos las necesidades básicas de parte im-portante de los chilenos, que el país deje de tener una relación productiva con sus recursos naturales. Para un país como Chile no hay otro camino que el del desarrollo sustentable.

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El ecologismo fundamentalista alienta a escuchar la palabra de naturalistas, filó-sofos y poetas sobre el futuro de los bosques, pero ignora la voz de los naturales del lugar, los campesinos, los trabajadores, los técnicos e ingenieros forestales, los silvicultores, los propietarios de tierras, en fin, los habitantes de las regiones don-de lo bosques representan la fuerza motora del desarrollo. De pronto las cosas se plantean como una oposición entre las élites contemplativas y la gente de trabajo, entre quienes desde la distancia mantienen una relación estética y cultural con los bosques y aquellos que están vinculados materialmente a ellos en su historia y su vida cotidiana. Porque son distintas las demandas que le hacen al bosque quienes lo visitan cuando viajan al sur en periodo estival, y lo miran sólo bajo el prisma del placer, la estética o el valor simbólico, que aquellos que viven y trabajan en el sur de Chile, y saben que parte de sus posibilidades de progresar y desarrollarse está en los bosques, sean estos naturales o creados por el hombre.

Enhorabuena cada día es más difícil que cenáculos capitalinos tomen decisiones que afecten a las regiones. Aunque algo debemos hacer para que la voz de los hombres de la tierra, hoy día completamente ignorada en este tema, tenga algún espacio en los medios de comunicación, casi monopolizados por esta visión ro-mántica que hace como si los problemas de la gente no fueran otros que los de su seguridad espiritual afectada por la intervención del hombre sobre la naturaleza.

4) Por último, los conceptos de los voceros nacionales de esta tendencia son sin-tomáticos del tránsito que han hecho -sin aviso a la opinión pública- desde la defensa del medioambiente al fundamentalismo ecologista. Sus planteamientos corresponden con sorprendente exactitud a la fotografía que hace el filósofo fran-cés Luc Ferry de esta tendencia radical del ecologismo.

Fredy nos entrega cuatro elementos que la caracterizan: a) su crítica a la civiliza-ción occidental, a la tradición judeo-cristiana por colocar al espíritu por encima de la naturaleza, y al mundo industrial moderno por conceder la primacía a las necesidades del hombre y a la economía; b) su antihumanismo, que confiere a la naturaleza un valor intrínseco, y aboga, como dice un documento de Greenpeace, por “la sustitución de los sistemas de valores humanos por valores suprahumanos”; c) su oposición a la técnica moderna, habitualmente acompañada por una nos-talgia por modelos de vida bucólicas del pasado o utopías equivalentes de futuro; d) su “vitalismo”, que otorga sentimientos a los árboles y pone a la biósfera por sobre la humanidad, en una suerte de panteísmo, en que la naturaleza es sagrada y los árboles son “ ventanas que se abren hacia las raíces mismas de la creación”; y e) el miedo al hombre, a la técnica, a los cambios y a lo que nos depara el futuro, acompañados de anuncios apocalípticos de fin de mundo.

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En un periodo de crisis mundial de las ideologías y cuando el comunismo sale ya de la historia, el extremismo ecologista tiende a ser el refugio y la metamorfosis de los críticos radicales al sistema. Desde su mesianismo profético, luchan por de-tener el desarrollo y limitar el consumo, aun cuando deban limitar en su empeño las necesidades y demanda de la gente. El fundamentalismo ecologista comparte con antiguos movimientos autoritarios la tesis de que el fin justifica los medios. Comparte también con ellos su recelo de la democracia formal, su repugnancia ante el mercado y la preocupación por producir un hombre nuevo.

A la hora de abordar los grandes problemas ambientales del país, es preciso distin-guir claramente la preocupación ciudadana por la ecología de una deriva funda-mentalista que, al fin de cuentas, se constituye en un obstáculo para la resolución de esos mismos problemas. Anunciar las peores catástrofes futuras por la acción del hombre, ofrecer modelos de vida natural o limitar el crecimiento del país no resuelve nada. El camino es colocar el desarrollo económico y tecnológico al servi-cio del mejoramiento del medioambiente y del aumento de la eficacia de nuestra relación con la naturaleza.

Ya lo decían 264 prominentes científicos de las más diversas áreas del conoci-miento y países del mundo en un llamado a los Jefes de Estado reunidos en la Cumbre de la Tierra, Río de Janeiro, en junio de 1992: “La naturaleza virgen -a veces idealizada por movimientos que tienden a tener el pasado como referencia- no existe y probablemente jamás ha existido desde la aparición del hombre en la biósfera, en la medida que la humanidad siempre ha progresado poniendo la naturaleza a su servicio y no a la inversa”.

Fernando Hartwig Carte es doctor en Ciencias Naturales

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ARMONíA Y EQUILIBRIO, NO FUNDAMENTALISMOClaudio Donoso Zegers, La Época, 20 de abril de 1994

Como ocurre frecuentemente en las comunidades humanas, al discutirse distin-tos temas se tiende a la polarización, favoreciéndose a los extremos desequilibra-dos en lugar de enfatizar la armonía de los equilibrios. El debate nacional sobre el bosque nativo no ha escapado de esta norma. Por ello, probablemente gran parte de la opinión pública tiene hoy versiones condicionadas por las visiones prove-nientes más bien de posiciones polarizadas que tienen fluido acceso a los medios de comunicación masivos.

Uno de estos polos está representado por quienes luchan con todo el poder del dinero por defender sus intereses financieros y las enormes prerrogativas que po-seen en nuestra sociedad. Emplean todo tipo de propaganda para convencer de la legitimidad de sus acciones, sobre la base de exaltar el derecho de propiedad privada y de llevar las señales del mercado a niveles de mágico mensaje divino.

Es así como se oponen a la promulgación del proyecto de ley de recuperación y fomento del bosque nativo, argumentando para ello falencias técnicas, pero deve-lando en forma muy ostensible para quienes conocen el problema, que de lo que se trata es de evitar que se restrinja la libre destrucción y sustitución de los bos-ques nativos por plantaciones exóticas y que no se bonifique, consiguientemente, el manejo de los tipos forestales nativos.

Naturalmente, hay reacción frente a la vandálica destrucción de los bosques y de la naturaleza en general, llevada a cabo por los hombres, y en los últimos tiempos especialmente por algunas empresas forestales a través de la sustitución y del “no manejo” y “contrarraleo” destructivos para efectos de obtener astillas, así como de la falsa habilitación de terrenos agrícolas. Quien reacciona más clara y pública-mente es un grupo de personas amantes de la naturaleza, quienes legítimamente alzan su voz en representación de los bosques y sus ecosistemas. Es cierto que, en medio de la desesperación y exasperación provocadas por la falta de voluntad política y la falta de respuesta de las autoridades frente a sus clamores, y la conti-nuación de las acciones vandálicas y de la destrucción de los bosques, se plantea a veces la no intervención en los bosques y su moratoria por periodos prolongados. Es natural que se llegue a ese extremo, porque no se ve la posibilidad después de tanto tiempo y tanta lucha, de salvar especies y ecosistemas amenazados.

Sin embargo, la verdad es que quienes defendemos al bosque planteamos como norma su utilización con criterios de conservación, partiendo de la premisa de

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que conservación de los recursos naturales implica su utilización para satisfacer las necesidades del hombre y mejorar su calidad de vida manteniendo los sistemas y procesos ecológicos vitales, conservando la biodiversidad y utilizando los recursos con criterios de rendimiento sostenido.

Sin embargo, los que claramente están esencialmente por defender sus intereses, ubicados en un polo del asunto, no trepidan en ubicar a los conservacionistas en el otro polo y no dudan en descalificarlos con el apelativo peyorativo de funda-mentalistas ecológicos.

De esta manera definen, sin duda, a los defensores del bosque y seguramente a los que formamos recién la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo y a quienes trabajan en Codeff y organismos similares. La descalificación implícita en estas ideas va más allá aun de la mera posición frente a los recursos naturales, y relaciona a este supuesto ecologismo fundamentalista con un refugio de los críticos al sistema económico que hoy se encuentra con sus ideologías en crisis. Sin duda esta aseveración es malintencionada y absolutamente antojadiza. Véase sólo la composición de los grupos más radicales de los defensores del bos-que, encabezados por Adriana Hoffmann. ¿Cabe para ellos esta implicación de tipo político-filosófico? Pregunta cuya respuesta es obvia.

En todo este absurdo y prolongado debate lleno de descalificaciones, de errores conceptuales y de falsas interpretaciones, se tiende a olvidar que existimos profe-sionales no ubicados en posiciones extremas, que entendemos sin prejuicios y sin tener intereses creados, el valor no sólo de los bosques nativos representados por los tipos forestales chilenos, sino también de las plantaciones de todo tipo, tenien-do como norte el valor ecológico y económico de la diversidad y los intereses no sólo de las empresas forestales que aportan a los indicadores macroeconómicos, sino del pueblo chileno en su total diversidad, que clama por mejorar su calidad de vida sin perder su identidad y su futuro.

Nuestra acción permanente y de largo tiempo en beneficio de los bosques y de los seres humanos relacionados con ellos se manifiesta en un trabajo de hormigas, sin mucho ruido y sin dinero, que nos permite estudiar y publicar normas para el manejo de algunos tipos de bosques, editar documentos y libros que reflejan que realmente sabemos de nuestros bosques, realizar silenciosos y baratos trabajos de terreno en los bosques de pequeños y medianos propietarios y establecer ensayos que cuentan con un apoyo financiero insignificante si se compara sólo con el cos-to de la propaganda de las grandes empresas agrupadas en Corma.

Claudio Donoso Zegers es ingeniero forestal, Master of Science en Ecología Fo-restal y Silvicultura y Presidente de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo.

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SOLUCIóN FINAL PARA EL BOSQUE NATIVOIván Chacón Contreras, La Época, 23 de abril de 1994

La discusión en torno al “problema del bosque nativo” prosigue intensa. Los lec-tores de La Época han sido testigos de la tenaz argumentación por parte de los protagonistas principales del quehacer y del pensamiento en política forestal na-cional, el sector privado y el público.

Por una parte, voceros de la empresa privada, la mayor parte de las veces ligados a Corma (Corporación de la Madera), han denostado con energía lo que ellos consi-deran la principal falencia de la futura y cercana ley de bosque nativo, la que con-tendría una suerte de expropiación implícita del patrimonio privado, puesto que quedaría prácticamente al arbitrio de funcionarios de Conaf el permiso para susti-tuir bosque nativo por especies de rápido crecimiento, sin duda alguna muchísimo más rentables. Los defensores de este argumento son claros, nadie puede engañarse y su posición es lógica y también legítima: aquí está en juego un importante ámbito para emprender, producir, ganar dinero y generar bienestar económico a la pobla-ción. Si el Estado y la sociedad desean darle otro uso al bosque nativo, lo menos que debieran hacer es indemnizar a los propietarios de ese patrimonio.

Por otra parte, afloran las opiniones de funcionarios gubernamentales, represen-tantes del Estado y, por transitividad, de la sociedad toda, gestores del proyecto de ley y defensores de las prerrogativas fiscalizadoras estatales para conservar y ojala aumentar el patrimonio boscoso natural del país. No hay tal expropiación velada, dicen ellos, el sector privado puede explotar el bosque natural y disfrutar legítima-mente de su producto. Le basta con presentar el respectivo Plan de Manejo (y una evaluación de impacto ambiental, de acuerdo con otra ley casi lista, la de Bases del Medioambiente) y luego hacer lo que más sabe: producir.

Sus detractores insisten:¿cómo un funcionario público, por muy ingeniero forestal que sea, puede saber cómo y cuándo es técnicamente factible extraer del bosque para asegurar la sustentabilidad del recurso, si el estado actual del conocimiento silvicultural es insuficiente? La réplica de sus adversarios también es razonable: ¿y cómo pueden asegurar los empresarios privados, entonces, dicha sustentabilidad, aunque estén debidamente asesorados por ingenieros forestales, si lo que algunos ignoran, necesariamente debe ser ignorado por los demás?

La conservación del bosque nativo, dentro de sus actuales límites físicos, es indis-pensable para preservar la biodiversidad, argumentan unos. La biodiversidad está suficientemente resguardada por la enorme extensión del Sistema Nacional de

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Áreas Silvestres Protegidas. Esta gran extensión física no basta, se vuelve a replicar, hay tipos forestales insuficientemente representados en las áreas de conservación públicas y se necesita conservar estrictamente el patrimonio bajo dominio priva-do, punto en el que se vuelve al tema de la legítima indemnización, y así se podría continuar por siempre.

Así como se ha desarrollado hasta ahora, la discusión no tiene posibilidad alguna de definirse. Son dos visiones distintas. Dos visiones que, si no diametralmente opuestas, al menos responden a percepciones diferentes acerca de qué es el bosque nativo, para qué está puesto sobre la tierra, cuánto valen sus productos y sobre todo, sus servicios tangibles e intangibles: protección del suelo, agua y fauna sil-vestre, recreación, belleza escénica, producción de oxígeno, preservación de espe-cies de utilidad todavía desconocidas.

La discusión no puede zanjarse todavía, tal vez nunca pueda. Es cierto que es in-suficiente el estado actual del conocimiento acerca del manejo correcto de la ma-yoría de los variados tipos forestales nativos, por lo tanto la discusión caso a caso, bosque por bosque, propietario por propietario, no terminará mientras no haya consenso pleno y definitivo acerca de lo que es técnicamente factible hacer con los bosques naturales. Por otra parte, conciliar dos percepciones, dos objetivos, incluso podría decirse hasta dos escalas valóricas diferentes (a riesgo de pecar de exageración), es indispensable para superar cierto estado de indecisión e inmovi-lismo, que impera en la actividad forestal relacionada con el bosque nativo. No se puede esperar hasta que ésta tenga alguna vez soluciones definitivas y si esto fuera posible, probablemente a esta altura la discusión ya sería otra muy distinta.

Esta polémica construida sobre bases diferentes, con objetivos y metas divergen-tes, ¿puede tener salida por la vía de la discusión misma? ¿Es la vía de la argumen-tación la que finalmente ofrecerá la salida? ¿Podrán unos convencer a los otros y dar punto final al problema? Más lejana, todavía, está la solución de la polémica si fuera verdadero lo que algunos afirman privadamente, en el sentido de que la argumentación exhibida públicamente esconde otras percepciones no declaradas por los actores interesados en el tema: unos piensan que los otros sólo quieren llenarse los bolsillos a costa de arrasar con el bosque nativo y los otros piensan que sus contradictores lo único que desean es desplegar el pesado manto del estatismo para inhibir la iniciativa privada. Al parecer hay dos tipos de solución final en casos como estos: o una parte se impone por la fuerza sobre la otra, o se negocia. Esto último es lo que cabe hacer.

Actualmente está en desarrollo un gran proyecto para actualizar el conocimiento acerca del estado de existencias de bosques naturales en Chile. Se podrá saber cuánto hay y dónde está ubicado. Con seguridad el sector privado debe tener

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una noción de lo que considera óptimo y de lo que considera mínimo acepta-ble. También el sector público. Una comisión técnica de alto nivel, con figuras representativas de todos (del sector privado, público y académico), podría definir sobre las cartas vegetacionales que evacuará el proyecto mencionado, dos límites: uno, las zonas de bosque nativo cuya composición no puede cambiar, y desde ese límite hasta otro mayor, la zona donde se permita presentar proyectos de manejo que podrían incluir la sustitución de especies. En ambas zonas, en todo caso, se puede extraer y producir. La diferencia radica sólo en el grado de flexibilidad para enfrentar el manejo de ambas zonas. En la primera, la sustitución no se acepta, y en la segunda, puede aceptarse. La definición entregada por esta comisión bien podría transformarse en un reglamento de la flamante ley de Bosque Nativo, aceptado por todos. Así, cuando un propietario particular presente un plan de manejo predial de bosque nativo, todos sabrán a qué atenerse: si el bosque está dentro de los límites de la primera zona, el citado plan sólo puede proponer ni-veles de extracción, sin sustituir el tipo forestal. Y si el bosque está dentro de la segunda zona, se puede proponer todo, incluso la sustitución.

El costo de esta solución probablemente represente una cifra ínfima adicional al proyecto de catastro del bosque natural. En realidad, se trata nada más que de explicitar las áreas mínimas donde no será aceptada la sustitución del bosque na-tivo, aunque habría que decir, más apropiadamente, definir la zona donde todos acepten la no sustitución.

Iván Chacón Contreras es ingeniero forestal y profesor de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad de Talca.

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FUNDAMENTALISMO Y OTROS MOTESAdriana Hoffmann, La Época, 4 de mayo de 1994

El desarrollo, entendido solamente como crecimiento económico, y la ilusión de que éste pueda ser ilimitado, está en la raíz del grave deterioro que sufre el bosque chileno. La inconciencia y la codicia humana han hecho el resto. El reciente caso de la empresa china Golden Spring en Chiloé, denunciado hace cuatro meses por los Defensores del Bosque Chileno, y el escándalo Neltume-Carranco, ponen de manifiesto que algo muy grave está sucediendo en nuestro país. Para que se den estos actos de franca piratería, es necesaria una institucionalidad permisiva que los aliente. Y aunque no todos los casos denunciados y por denunciarse sean tan obvios, esta “primavera dorada”, que es la traducción literal, es una curiosa punta de iceberg que obliga a revisar los conceptos de “fundamentalismo” y “radicalismo ecológico” cuando se trata de bosque nativo.

El Senado de la República ya tomó conocimiento de los malos manejos de esta empresa, y a través del senador independiente Antonio Horvath pidió oficiar al Ministro de Agricultura para que envíe los antecedentes e informe sobre los planes de manejo vigentes en la zona austral. Asimismo, hizo ver la necesidad de que dichos planes se autoricen sólo si hay capacidad de fiscalización y segui-miento de la actividad. Por su parte, el senador Nicolás Díaz, de la Democra-cia Cristiana, propuso que los senadores que representen regiones con riqueza forestal, inicien una campaña en su defensa. Pidió incluir la preservación del bosque nativo entre los temas especiales del Senado en las sesiones ordinarias de los días miércoles.

No se trata de una cuestión de ideología, sino de conciencia

La respuesta que ha tenido el grupo de acción Defensores del Bosque, convocado a fines del año pasado por doce personalidades del ámbito nacional, demuestra una conciencia creciente sobre la necesidad de proteger los recursos naturales, en este caso el recurso “bosque”. Como si de repente la ciudadanía despertara de un largo sueño y entendiera que tiene que hacerse cargo de sus tesoros o, de lo contrario, irán a dar a las arcas de los filibusteros. La acusación de “fundamenta-lismo” pierde sentido a la vista de los bosques destruidos, de los cambios hechos sin respeto, de la franca transgresión de las más elementales normas de decencia ecológica. O es que tal vez, frente a aquellos que no trepidan en destruir los bos-ques para volverlos astillas, el país entero se ha vuelto “fundamentalista”.

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Don Fernando Hartwig Carte, destacado empresario forestal, cuya familia deten-ta la propiedad de las más importantes industrias de astillado de bosque nativo, hace un largo análisis par descalificar lo que llama “el ecologismo fundamentalis-ta”. En esta concepción, según él, “el medio ambiente deja de tener relación con el hombre y la naturaleza deviene sagrada e intocable”. En cuanto a la primera afirmación, resulta incomprensible. La segunda desdice a la anterior. ¿Cómo es que para aquellos que consideran a la naturaleza algo sagrado, ésta no va a tener relación con el hombre? Justamente porque la tiene en grado sumo, porque no podemos prescindir de ella, porque la necesitamos más que ella a nosotros, es que la ecología -sin apellidos- busca religar al ser humano y su medio ambiente. Y hacerlo sin trampas, de una manera equitativa.

La denominación de “radicalismo ecológico” es comprensible cuando quien la formula está atado, por su propia formación, a la concepción economicista que hace del bosque un “producto” y por eso no distingue un bosque de una planta-ción. Es cierto que el habitante de la gran ciudad ha perdido el contacto con la naturaleza, pero lo está recobrando. Y aunque la publicidad trata de convencerlo de que ordenadas filas de pinos son lo mismo que el diverso bosque chileno, ya empieza a cuestionárselo.

Por definición, el bosque está constituido por especies nativas, que han evolucio-nado en nuestro territorio por miles de años. Ni el sauce, ni el álamo, ni el pino ni el eucalipto son especies autóctonas, por mucho que hayan sido introducidas hace unos cientos de años en Chile. Pero esa no es la cuestión de fondo. Todos los árboles son bellos y algunos más productivos que otros en términos de dinero. Pero un bosque es un bosque y eso es lo que se está defendiendo. Que donde hay bosque siga el bosque y no una plantación. Y que si ha de explotarse el bosque, que se haga como quien cuida un parque. Que sea “rentable” para toda la nación, no sólo medido en dinero.

Lo que comienza a cambiar es un punto de vista

La voz de alerta sobre el proceso de destrucción que sufre el bosque chileno la han dado muchas personas a quienes difícilmente podría considerárselas fun-damentalistas. No sólo respetados profesores del ramo, como Claudio Donoso, sino que el propio presidente de los empresarios forestales, antes de llegar a ser-lo. De su puño y letra, Eladio Susaeta, actual presidente de la Corma, expresaba en 1992 con ocasión del Cuarto Encuentro Científico del Medio Ambiente que “al examinar la evolución de los bosques nativos de Chile y su situación actual, se configura un escenario que se puede bosquejar como sigue: cediendo a las presiones del desarrollo económico y social, las formaciones boscosas han

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retrocedido más allá de los límites técnicamente aceptables, provocando en el proceso la destrucción de extensas masas boscosas y la exposición de varios millones de hectáreas de suelo al proceso erosivo, cuya capacidad de uso no soporta la explotación agropecuaria”.

Reconoce Susaeta que a pesar de que el aporte del bosque nativo a la economía global es más bien modesto, éste sigue retrocediendo en su ámbito geográfico, “frente a la opinión pública confundida y desconfiada de la capacidad de los orga-nismos del Estado para cautelar la aplicación eficaz de la normativa vigente”.

Pedía el actual presidente de la Corma lo mismo que los Defensores del Bosque. Una política forestal, una buena legislación y una institucionalidad que contara con los adecuados mecanismos de control ciudadano. Y, con distintas palabras, la misma “moratoria” a la que hemos aludido. En su definición de los suelos en que crecen bosques, Susaeta proponía que aquellos que crecen en suelos frágiles (capacidad de uso VIII) no podrían ser explotados a ningún título. ¿Pero cómo podemos saber en este momento cuáles son aquellos suelos frágiles, si no conta-mos con un catastro? Lo que decimos, entonces, es que mientras no sepamos con cuánto bosque contamos, y en qué clase de suelo están, no se otorguen planes de manejo de Puerto Montt al sur. Menos en Tierra del Fuego, donde se sabe que el ecosistema es muy frágil.

Y que cuando los bosques se “manejan”, que no se haga solamente con criterio “racional”, que viene a ser “comercial”, porque ya conocemos los resultados. Hoy más y más chilenos comprenden cuál es el verdadero valor que tiene el bosque nativo; en el fluir de las aguas, en el clima, en la pureza del aire, en el ensancha-miento del espíritu.

Habrá que hacer plantaciones: plantar todo lo que se pueda en terrenos que ya fueron degradados. Pero no necesariamente como haciendo el servicio militar: pinos o eucaliptos clonados, todos idénticos, condenados a crecer lo más rápido posible para luego ser cortados sin la menor compasión. No tiene que ser un castigo: esas 35 millones de hectáreas de suelos abandonados se pueden también plantar con árboles nativos, que crecen a distinto tiempo y se van volviendo bos-ques. Restaurar el paisaje, embellecer el entorno y contar con combustible para los largos inviernos. Pero no hacerlos astillas: hay usos mucho más nobles a la hora de sacar madera del bosque. No se trata de “ecologismo fundamentalista que ignora a los naturales del lugar”, como señala el articulista.

En Chiloé fueron los chilotes -en primer término los huilliches- los que se opu-sieron a la Golden Spring. Son ellos los más “radicales” y por eso obtuvieron re-

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cientemente un triunfo de orden romántico: el juez de letras de Castro, Francisco Javier del Campo, acogió la querella presentada a nombre de la comunidad por los abogados Fernando Dougnac y Francisco Urrutia y ordenó a la empresa sus-pender las faenas. Auténticos defensores del bosque.

Algo está cambiando en la mente de la gente. No se trata de “limitar el crecimien-to del país”, sino de ponerse de acuerdo sobre qué se entiende por crecimiento cuando se habla de bosques, por ejemplo. El progreso nos es lo mismo que la calidad de la vida: de eso podemos dar fe los sufridos santiaguinos. ¿O no, don Fernando Hartwig?

Adriana Hoffmann es botánica

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EL ESCÁNDALO DE LAS ESTADíSTICAS FORESTALESAdriana Hoffmann, La Época, 5 de noviembre de 1994

Los Defensores del Bosque Chileno, a esta fecha 62 mil 360 personas que han ad-herido a sus objetivos, han denunciado una y otra vez la falacia de las estadísticas forestales que se esgrimen, incentivando con ello al mal uso que se está haciendo de nuestro bosque nativo. Se habla de siete millones y medio de hectáreas de bosque, cifra oficial entregada por el Instituto Forestal de Corfo (Infor). Una cifra que ha permanecido idéntica los últimos años, pese a que la explotación indus-trial del recurso ha tenido un aumento impresionante.

Para quien no conoce los bosques, que no tiene contacto con el sur del país, que no ha visto con sus propios ojos la acelerada destrucción de este patrimonio na-tural, la cifra puede parecer razonable. Pero un diez por ciento del territorio de Chile continental cubierto de bosques no es demasiado, sobre todo si se adhiere a la premisa de que somos un “país forestal”. Quien se haya preocupado mínima-mente de observar lo que está sucediendo, como zarpan cada año barcos de gran tonelaje (de 40 mil toneladas promedio cada uno) cargados con astillas de espe-cies nativas, cómo se destruyen los caminos transportando metro ruma desde las más remotas localidades; cómo se va arruinando el paisaje, clave para el turismo, esa cifra merece muchas dudas.

La idea de que hay “mucho bosque”, alentada por las estadísticas, y el explosivo aumento de la oferta, han causado ya muchos estragos y es tiempo de saber la verdad. Se habla de legislar y la base son los datos que se entregan oficialmente.

Si analizamos cuidadosamente la existencia de bosques en el país según el tipo de recurso forestal, según los Boletines Estadísticos Forestales de 1987 a 1991, se puede observar que la cifra de siete millones 616 mil 500 hectáreas de superficie de bos-que nativo es siempre la misma, así como los 940,5 millones de metros cúbicos de volumen de madera contenido en dichos bosques.

El origen primero de estas cifras es difícil detectarlo. Pero ellas pueden ser pes-quisadas hacia atrás en el tiempo y sin variación ninguna hasta el informe técnico Estadísticas Forestales del año 1979 (Santiago, Chile, Infor, agosto de 1979). Es decir que el total de siete millones 612 mil 500 hectáreas de bosques nativos de Chile y los 905,1 millones de metros cúbicos de madera no han cambiado ni un ápice en 15 años. Además de lindo, el bosque nativo es mágico: no disminuye su superficie ni el volumen de madera que contiene, a pesar de la explotación que de él se hace.Paralelamente, están las estadísticas de exportación de maderas nativas.

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En los últimos seis años se exportaron siete millones 828 mil 700 toneladas de astillas de maderas nativas, pero ese no es el único producto que se extrae de los bosques. ¿Y qué hay de las maderas aserradas para uso local, nacional y de exporta-ción? ¿Y las chapas y tableros? ¿Las casas, los muebles? ¿Y el uso intensivo de leña?

Y se siguen dando planes de manejo y autorizando el ingreso de capitales transna-cionales para faenar industrialmente el bosque nativo, como si éste fuera eterno. Y, sobre todo, con esta singular manera de llevar las cuentas nacionales, se da pie a ciertos empresarios forestales para escudarse en cifras espurias y atacar lo que llaman “ecologismo fundamentalista” cuando se reclama contra estadísticas fores-tales poco confiables. Así, Fernando Hartwig, exportador de astillas nativas, en su artículo Fundamentalistas al ataque postula que la tesis de dictar una moratoria se desploma frente a la “información oficial y los estudios especializados del Infor”. Según él, esas 7,5 millones de hectáreas de bosques nativos de tipo productivo son cinco veces más que las plantaciones de pino insigne, “por lo que los bosques nativos distan de estar en extinción”.

El profesor Harald Schmidt, en un artículo publicado en la revista de la Corpo-ración de la Madera (Corma) en junio de este año, basándose en la misma cifra de siete millones 620 mil hectáreas de “bosques productivos”, hace un análisis de estado de conservación. De ese total Schmidt estima que actualmente habría 850 mil hectáreas de bosques “comerciales”, seis millones 710 mil hectáreas de bosques degradados, y 600 mil hectáreas de renovales. Los Defensores del Bosque nos preguntamos: ¿qué significa este concepto de “bosques comerciales”? Sin duda corresponden a aquellos bosques de mejor calidad que deberíamos dejar para el futuro como bosques de preservación, ya que sin duda las reservas de material genético de la biodiversidad de los bosques no se encuentran en los seis millones 170 mil hectáreas de florestas degradadas que menciona el profesor Schmidt. El mismo profesional ha hecho un estudio interesante a partir de los planes de ma-nejo que entrega Conaf, según el cual a su criterio “la tasa actual de destrucción del bosque es baja”: diez mil hectáreas se perderían anualmente por sustitución de bosques por plantaciones, tres mil 500 hectáreas se talarían para transformar bosques en terrenos agrícolas o ganaderos y 100 mil hectáreas se deterioran por la disminución paulatina de la capacidad productiva de los bosques nativos (explo-tación maderera sin planes de manejo, roce, siembra agrícola itinerante, incendios y pastoreo dentro de los bosques). El total de pérdida al año sería entonces de unas 113 mil 500 hectáreas. Si multiplicamos esta estimación por la tendencia que se ha observado durante los últimos cinco años (cuando comenzó el auge de las astillas y la sustitución de bosques por plantaciones de rápido crecimiento), se puede deducir que se han perdido 577 mil 500 hectáreas de nuestro patrimonio natural de bosques.

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Sin estadísticas confiables, sin técnicas de manejo apropiadas para los renovales, sin plantaciones de especies nativas, sin cuidado de los bosques existentes este uso de las estadísticas es más que peligroso. El bosque chileno es un bien nacional, por mucho que tenga dueños, y es el Estado el que tiene la obligación de cautelar su permanencia en el tiempo. ¿Habrá que esperar que ya no haya bosques, que el desastre sea total, para denunciar el escándalo? No sólo se habrán perdido millo-nes y millones de pesos- como en el cobre y el carbón -sino que se habrá perdido la cubierta natural de la Tierra, la rica biodiversidad que Chile se comprometió a proteger , la fauna silvestre, el paisaje, “la gallina de los huevos de oro” del turismo del mañana. Una irresponsabilidad que afectará no sólo a las generaciones del presente sino a los que han de venir.

Antes de legislar será necesario disponer de estadísticas confiables. Mientras dure la situación de desinformación sobre la realidad del bosque nativo y la demora en el proceso legislativo, sugerimos:

• QueConafmuestreunaactituddesumaprudenciaenelotorgamientodeplanes de manejo, ateniéndose al nuevo espíritu de sustentabilidad que debe existir en las actividades productivas del sector forestal y darles conveniente publicidad.

• DotardepresupuestoyatribucionesfiscalizadorasespecialmenteaConafparaque efectivamente proteja a los bosques de la depredación.

• PedirunaaclaraciónalInstitutoForestalsobresusmétodosdeinformaciónrespecto del bosque nativo y sus proyecciones futuras.

Se impone una toma de conciencia por parte de las autoridades en materia de bosque nativo, o serán las generaciones que vienen las que nos acusen, con razón, de malversación de recursos.

Adriana Hoffmann es bióloga e integrante del movimiento Defensores del Bosque Chileno.

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BOSQUE NATIVOEl Mercurio, 20 de noviembre de 1994

Hasta ahora el debate sobre la conservación del bosque nativo en Chile ha estado centrado fundamentalmente en la producción de astillas para papeles finos. Se ha argumentado a favor de esta actividad que sería la gran oportunidad para manejar el bosque, y en su contra, que estimularía el apetito destructivo al exacerbar el interés económico.

Es sabido que las empresas forestales chilenas están promoviendo hace ya varios años la plantación de eucaliptos en suelos de aptitud forestal aun descubiertos. En 1993 se plantaron más de 45 mil hectáreas de esta especie, cuyo valor comer-cial es mayor que las nativas. Si continúa esta tasa de plantación el año 2000 los bosques naturales de Chile serán relegados de nuevo a un segundo plano, ya que los productores y exportadores de astillas preferirán la materia prima proveniente de estas plantaciones.

La ciudadanía y las autoridades se alarman frente al retroceso del bosque nati-vo de Chile, pero reaccionan prohibiendo, limitando, o poniendo bajo sospecha justamente aquellas iniciativas que pueden avanzar en un camino que detenga o revierta la situación. Los grandes proyectos forestales son fáciles de controlar, cuentan con equipos especializados que garantizan la confiabilidad técnica y están en condiciones profesionales y económicas de cumplir los planes de manejo que se proponen. De hecho, pueden constituirse en ejemplos de lo que es posible hacer productivamente con los bosques naturales. Y sabemos que si Chile no logra incorporar sus bosques naturales al desarrollo, la tendencia a su deterioro y destrucción continuará su curso inexorable.

Todos conocemos la historia de este siglo. El avance de la agricultura y la ganade-ría se hizo en gran medida a expensas de la destrucción del bosque. Pero a nadie se le ocurriría denunciar hoy al colono de ayer por haber quemado los bosques para sobrevivir y extender las fronteras de la nación.

Sin embargo, la destrucción del bosque no se ha detenido. Quien ha sobrevolado las áreas boscosas de la precordillera sabe de la cantidad innumerable de incen-dios -en su mayoría provocados- que a diario consumen grandes extensiones de bosques; el que se ha adentrado por alguna senda en las provincias del sur sin duda habrá visto antiguos camiones o señeras carretas con bueyes transportando madera cortada en un campo cualquiera, o aserraderos clandestinos practicando el “floreo” como antaño; es decir, cortando los mejores árboles sin ningún criterio

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de cultivo que asegure una buena regeneración o crecimiento de los ejemplares que quedan. Quién puede desconocer que ni los parques y reservas nacionales se libran de esta depredación.

Se dirá que esta es una realidad marginal. Pero la condición de marginalidad es mayoritaria en los lugares donde se encuentra el bosque nativo. Es frecuente la situación de pequeños propietarios asediados por la urgencia de sobrevivir e imposibilitados para cultivar bosques con ciclos naturales tan prolongados. O la de miles de ocupantes ilegales y familias que no poseen sus títulos de propiedad (sépase que estos son condición obligada para presentar un plan de manejo a Conaf, demostrando que se utiliza el bosque siguiendo las normas que apuntan a asegurar la conservación del recurso).

No se trata de una cuestión accesoria para el futuro del bosque chileno: esta economía informal, sin ley ni mucho menos criterio de cultivo, extrae cada año siete millones de toneladas de leña, volumen muy superior al utilizado por toda la industria del bosque nativo, astillas incluidas. Y esto no es una queja. Es una invitación a que asumamos efectivamente esta realidad. Por doloroso y difícil que resulte abordar un camino de solución, hacerlo es la única posibilidad real de asegurar el futuro para Chile en el que el bosque nativo tenga su lugar.

No es cuestión de sustituir un chivo expiatorio por otro (empresarios de astillas por la economía informal). Es preciso comprender que lo que aquí describimos tiene su respuesta lógica en la ausencia de otras alternativas para vivir y progresar. Poco pueden hoy -sólo las grandes empresas- hacerlo a partir del cultivo de sus bosques naturales.

Ofrecer opciones que resuelvan la condición de marginalidad es la única respuesta seria y con perspectiva que la sociedad en su conjunto puede dar a este problema. La empresa privada puede hacer su aporte, invirtiendo y desarrollando proyectos que incorporen al bosque nativo a un sistema de producción con criterios profesionales que aumenten su rendimiento y aseguren su conservación; su aporte será también la creación de fuentes de trabajo en zonas hoy sumidas en la pobreza y el abandono.

El Estado, además de promover y facilitar el desarrollo de la actividad forestal, puede organizar planes de forestación orientados al consumo familiar de leña, subsidios y programas de asistencia técnica y crediticia, regularización de la pro-piedad de la tierra, promoción de formas de asociación de pequeños productores; en fin, potenciar todos sus recursos para avanzar en la dirección señalada.

Hernán Cortés S.Ingeniero Forestal

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BOSQUES NATIVOSLa Época, 1994

Señor Director:Recientemente la botánica Sra, Adriana Hoffmann, ha propuesto “una mora-toria por 10 años” del bosque nativo, vale decir suspender por una década todo aprovechamiento de este recurso, mientras se investiga y obtiene la información necesaria, que según ella, no existiría para manejar estos bosques. Creo que este planteamiento no es negativo en sí; el problema es que refleja desinformación y una posición extrema, dentro de una variada gama de opiniones en torno al futu-ro de los bosques naturales.

Esta posición representa las legítimas aprensiones de una parte de la opinión pú-blica, que no teniendo formación silvícola, tiene igualmente derecho a opinar sobre lo que es parte del patrimonio natural y cultural de todos los chilenos

Las posiciones extremas son interesantes para tomar conciencia de los problemas forestales, sin embargo son muy poco útiles para buscarles soluciones. Las solu-ciones para el problema del aprovechamiento el bosque nativo, en términos ge-nerales, ya están y quienes se interesen por ellas, pueden verlas yendo e internán-dose en los bosques del sur. Visitando por ejemplo, los ensayos de corta del Lago Chapo y la hacienda Venecia, del profesor Claudio Donoso de la Universidad Austral y Conaf, donde se puede ver cómo intervenir uno de los tipos forestales más extensos del país, el bosque Siempreverde. Conociendo lo ensayos de Río Rubens en Magallanes, de Harald Schmidt de la Universidad de Chile y Conaf, donde está la respuesta para manejar los valiosos bosques de Lenga. Informándose sobre los estudios de renovales de roble-raulí del Instituto Forestal y los ensayos de raleo de renovales de Jauja (Malleco), de las empresas Forvesa y JCE. Visitando la extraordinaria experiencia del silvicultor Tomás Monfil, quien ha plantado y ma-nejado desde hace muchos años los bosques de coihue-raulí-tepa de Panguipulli. Sólo para nombrar algunas de las experiencias silvícolas que hay en el país.

Por último, la excusa de la falta de información no puede ser utilizada una vez más, para postergar el Manejo el Bosque Nativo, que es la armonización de su uso y preservación, conceptos que son la base de la nueva Ley de Fomento Forestal, que se encuentra en trámite en el Parlamento.

Luis Otero D. Ingeniero Forestal MSc.

Santiago

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AUTORIDADES EXPRESARON EXCUSAS A LA AGRUPACIóN DE FORESTALESEl Diario Austral, 17 de mayo de 1994

La Agrupación de Ingenieros Forestales que preside Claudio Donoso hizo ver su malestar por la nula participación de autoridades y parlamentarios a quienes se invitó a un recorrido al ex Complejo Panguipulli para compartir experiencias en bosque nativo.

Este diario efectuó las consultas pertinentes. Según Relaciones Públicas de la In-tendencia regional la invitación no fue recibida y no aparece registrada. Además el fin de semana pasado el Intendente Regional Rabindranath Quinteros se en-contraba en Castro en la reunión del Consejo Regional.

Por su parte el Seremi de Agricultura Enrique Villalobos dijo que estuvo en Valdi-via y fue a la Universidad Austral para ubicar al profesor Claudio Donoso pero no lo encontró, además estaba el conflicto estudiantil, con la finalidad de entregarle sus excusas, ya que había adquirido un compromiso con anterioridad en Puerto Montt. Indicó que el Ministerio se representa también por los servicios que de él dependen, en este caso alrededor de diez profesionales del Ministerio participaron en las acciones programadas por el Colegio de Ingenieros Forestales.

Señaló que por parte del organismo de gobierno existe un gran interés por el bos-que nativo, especialmente poder implementar a ley que está en el Parlamento. In-dicó que había estado en Neltume, ocasión en la que visitó un plan de manejo.

El Gobernador Provincial Jorge Vives informó que se excusó ya que tenía un com-promiso contraído con anterioridad, ya que ese día se efectuaba el lanzamiento del libro del senador Gabriel Valdés. “Hice llegar una carta a los organizadores donde les daba a conocer los motivos de mi ausencia en esa oportunidad, aunque tenía gran interés en ir porque deseo interiorizarme del tema especialmente en terreno”.

El jefe provincial de la Corporación Nacional Forestal Germán Classing que de la oficina de Valdivia asistieron Alex Rudloff, en calidad de subrogante, Adolfo Iturra, ingeniero forestal, Pablo Soto, técnico forestal; de Osorno asistió el jefe provincial de Conaf, Francisco Ibarra y Mauricio Sepúlveda, y Jorge Wendler de Puerto Montt, el Director regional subrogante Carlos Ritter, el jefe de Control Regional Conrado González y el profesional Carlos Poblete, jefe del Programa de Manejo. Jaime Garrido encargado de Fiscalización de Control Regional.

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Classing señaló que la Gobernación Provincial de Valdivia dio la autorización para que Conaf pusiera a disposición de los organizadores dos jeep.

En relación con lo señalado por las autoridades consultamos al presidente de la Agrupación de Ingenieros Forestales quien manifestó que en primavera harán nuevamente una invitación y esperamos que en esa oportunidad “tomen en serio nuestra posición que es la protección del bosque nativo”.

Los tres artículos siguientes más uno del 11 de enero de 1998 se refieren al tema del proyecto Río Cóndor de Trillium, que produjo mucha controversia por parte de grupos ambientalistas, y que terminó en que esta buena oportunidad de manejar seriamente bosques nativos fracasara.

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CIENTíFICOS INDEPENDIENTES APRUEBANPROYECTO DE TRILLIUMNo obstante, pidieron énfasis en reservas forestales

Erica Triviño, La Época, 30 de octubre de 1995

El ingeniero forestal Claudio Donoso, integrante de la Comisión Científica Inde-pendiente encargada de evaluar el megaproyecto forestal de la empresa estadouni-dense Trillium en la Duodécima Región, aseveró a “La Época” que si la iniciativa se lleva a cabo tal como está ideada, no tendría por qué alterarse sustancialmente la flora y fauna de la zona.

“Si Trillium llegara a engañarnos, cosa que no creo, pues ya llevamos dos años en esto, nosotros -los miembros de la CCI- seríamos los primeros en denunciarlos”, aseveró el catedrático de la Universidad Austral al explicar que los bosques chile-nos han sido arrasados por las talas indiscriminadas que han motivado informes como los elaborados por el Banco Central.

Al ser consultado el ingeniero por el impacto que el proyecto tendría en la zona, explicó que es indudable que siempre que hay una intervención humana en la naturaleza va a existir algún efecto en los componentes del sistema, como el agua y la fauna. “Lo que se trata de hacer con esta iniciativa es causar el menor impacto posible en el hábitat”, dijo el científico

“Nuestra esperanza es que realmente éste sea un ejemplo de una forma de trabajar los bosques en el país”, subrayó.

Donoso expresó que la diferencia entre el proyecto Río Cóndor y las tala tradicio-nales de bosques es que el primero plantea la idea de sustentabilidad ecológica y largo plazo. Esto significa que los recursos forestales se renovarán ayudando a que “el hábitat natural” no se pierda.

“Cuando se realizan intervenciones de los bosques para utilizar la madera, leña y astillas, normalmente los procedimientos son destructivos. Nunca se había con-siderado ni siquiera regenerar el bosque de manera natural o artificial. Además, tampoco se había pensado en manejar la fauna, el agua, ni ninguno de los otros elementos que componen a un bosque, es por eso que en Chile esto ha sido ca-tastrófico. Ojala que Trillium de el ejemplo, eso es lo que estamos esperando”, enfatizó el científico.

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Dentro de las recomendaciones que emitió el CCI se encuentra el que se desti-nen sectores para establecer reservas forestales. Estas no serían utilizadas para la explotación -explicó Donoso- sino que permanecerán intactas para asegurar la mantención del equilibrio ecológico.

Reserva natural

El catedrático comentó que entre diciembre de este año y marzo de 1996 se de-finirá la zona destinada a ser la reserva natural, por lo que aseguró que Trillium tiene un compromiso que cumplir con los integrantes de la CCI”.

Del total de 257 mil hectáreas de bosques de lenga, coigüe y pastizales que abarca el proyecto, un 25 por ciento está destinado a la reserva. A esto se debe sumar un diez por ciento de los bosques destinados a la explotación maderera.

El proyecto Rïo Cóndor implica una inversión cercana a los 150 millones de dólares. Esta iniciativa empresarial de procesamiento de la madera de los bosques de Tierra del Fuego -según los ejecutivos de Trillium- pretende contribuir al desa-rrollo social, ecológico y económico de la zona.

Las instalaciones se encontrarán en un área de 200 hectáreas, pudiendo llegar a producir un total de 200 mil metros cúbicos de madera elaborada por año.

Según los responsables, con este proyecto se pretende dar empleo directo a un to-tal de mil personas en las distintas áreas, como el aserradero y el bosque mismo.

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COMISIóN CIENTíFICA INDEPENDIENTE (CCI) DEL PROYECTO RIO CóNDOR PEDIRíA A LA AUTORIDAD QUE NOMBRE CIENTíFICOS INTERNACIONALES PARA REVISAR Y EVALUAR SUS ESTUDIOS Y RECOMENDACIONESPrensa de Punta Arenas, 1996

Nos hemos informado que, con fecha 6 de mayo de 1996, los Diputados de la República, Sres. Guido Girardi Lavín y Alejandro Navarro Brain, junto al Sr. Marcelo Castillo Sánchez y la Médico Cirujano Lidia Amarales Osorio, interpu-sieron un Recurso de Protección ante la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Pun-ta Arenas en contra de la Comisión Regional del Medio Ambiente de Magallanes y la Antártica Chilena.

Entre los argumentos de hecho en que se funda la apelación se encuentra el si-guiente:“La lenga (Nothofagus pumilio) es una especie forestal poco conocida y poco estudiada. Por ello en la actualidad no existen estudios científicos validados inde-pendientes y objetivos que permitan concluir que existe la posibilidad de explotar comercialmente la lenga, ni tampoco existen estudios sobre los ecosistemas aus-trales que concluyan que es posible intervenirlos sin grave daño para sí mismos. Sólo existen algunas experiencias realizadas por científicos contratados por la pro-pia empresa u otras empresas del rubro forestal, precisamente con el objetivo de justificar su explotación. A mayor abundamiento, se puede señalar que el único estudio independiente que existe fue efectuado por la Office National des Forets, organismo público encargado de la protección de los bosques de Francia, a peti-ción de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), Corporación de la Madera (CORMA) y Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), con el obje-to de obtener ecocertificación”.

Como científicos chilenos encargados de los estudios de Línea Base de los Eco-sistemas Terrestres, y autores de las recomendaciones ecológicas contenidas en el Estudio de Impacto Ambiental del Proyecto Río Cóndor, nos sorprende y nos sentimos ofendidos por las aseveraciones gratuitas de los personeros públicos y los personeros solicitantes de este recurso de protección. Jamás fue el objetivo de estos estudios justificar a priori la explotación del bosque, tal como lo sugieren los solicitantes del recurso. Muy por el contrario, los estudios fueron orientados a evaluar la sustentabilidad ecológica del método de cosecha de los bosques, buscar

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un equilibrio entre la conservación de la biodiversidad y su uso sustentable en la propiedad de Río Cóndor, y proponer recomendaciones ecológicas para asegurar el cumplimiento de estos objetivos.

A este respecto, nos preguntamos si los solicitantes de este Recurso de Pro-tección están en conocimiento de que la Comisión Científica Independiente llegó a un acuerdo con la empresa para la creación de un sistema de reservas biológicas permanentes de 63.000 hectáreas dentro de su propiedad, las que contienen más de 20.000 hectáreas de bosque. ¿Están enterados los firmantes de la apelación que la CCI propuso y logró un acuerdo para la conservación de todos los bosques de ñirre en la propiedad Río Cóndor? ¿Estarán conscientes estas personas que a proposición de la CCI, la empresa aceptó incluir nuevas modalidades silvícolas en el proyecto forestal, consistentes en mantener “islas” de bosque (o agregados) intocadas dentro de los lotes de cosecha para asegurar la conservación de la biodiversidad en las áreas de producción? ¿Sabían que la CCI recomendó limitar la intervención de bosques a pendientes menores de 40%, hasta que se realicen estudios experimentales que aseguren la sustentabi-lidad del bosque en pendientes mayores?

Nos extraña profundamente que personas que deberían haber leído detenida-mente nuestros informes y recomendaciones, ampliamente difundidos, y además la versión final del proyecto en el EIA, fundamenten su recurso de protección con los argumentos anteriormente citados. Si existen dudas sobre nuestra indepen-dencia y objetividad científica, nos reservamos el derecho de solicitar a la más alta autoridad del país, que designe una comisión integrada por científicos nacionales e internacionales de reconocida trayectoria, con el objeto de que evalúen la ob-jetividad y validez científica de nuestros estudios y recomendaciones, haciendo públicas sus conclusiones.

Queremos dejar en claro que respetamos el derecho de apelación de cualquier ciudadano, no obstante este derecho debe ser ejercido de manera informada y respetuosa de la ética y profesionalismo de las personas involucradas.

Firman:Dra. Mary T. Kalin Arroyo, Presidenta CCI, U. de Chile

Dr. Claudio Donoso, U. Austral de ChileDr. Juan Armesto, U. de Chile

Dr. Italo Serey, U. de ChileDr. Edmundo Pisano, U. de Magallanes

Dr. Roberto Schlatter, U. Austral de ChileDr. Roberto Murúa, U. Austral de Chile

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BOSQUE NATIVO: PROTECCIóN Y PRODUCCIóNPrensa de Punta Arenas, 1996

Carta respuesta a los detractores del Proyecto en Chile

Hace miles de años el hombre, gracias a su condición única sobre la tierra de ser inteligente, logró adaptarse y sobrevivir.

Para ello debió domesticar animales, llevar agua a las tierras secas para que en ellas crecieran pastos, o para cultivar las plantas que también domesticó. También, con los mismos objetivos, debió cortar bosques, de los cuales además, utilizó la madera.

Consiguió así mejorar sus condiciones de vida y gradualmente desarrollar un conocimiento científico y tecnológico que le permitió aprovechar mejor y más rápidamente los recursos que le entregaba la naturaleza. Por el mismo camino logró también aumentar la esperanza de vida de los seres humanos y aumentar considerablemente la población. Esto último, acentuado por la mala distribución de los productos y la riqueza, dio origen a los problemas que hoy enfrenta la humanidad.

Llegó un momento en que la utilización de los recursos naturales sobrepasó los límites de su capacidad para mantenerse y regenerar. El hombre, que había de-sarrollado su poderosa tecnología pensando que todo lo solucionaría a través de ella, se dio cuenta que no era así, que los recursos eran limitados y que debía cui-darlos. Nació así el concepto de conservación cuya finalidad muy clara tiene tres componentes esenciales: 1. Mantención de los procesos ecológicos y los sistemas vitales esenciales; 2. preservación de la diversidad genética; 3. aprovechamiento sostenido de las especies y de los ecosistemas.

Si en el proceso no se considera cualquiera de estos componentes, no se está ac-tuando con criterios de conservación. Y más claramente aun, sin conservación no se puede pensar en desarrollo, puesto que éste pretende lograr la satisfacción de las necesidades del hombre y su felicidad sobre la tierra hoy y mañana, para nuestra generación y las futuras.

Efectivamente, el hombre se percató de la realidad que estaba ocurriendo debido a su acción sobre la tierra y desarrolló los conceptos de conservación y desarrollo señalados. En el espíritu, en la conciencia de la humanidad están estos conceptos

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y principios, pero los hombres, particularmente los que poseen el poder, y toman por consiguiente las decisiones, se empeñan en actuar de manera diferente, ya sea afectando las finalidades de la conservación por un lado, o las de crecimiento, por otro. En ambos casos se ven también afectados lamentablemente, los objetivos del desarrollo y, por lo tanto, los seres humanos.

Esta situación se aprecia en este momento con mucha claridad en el sector fo-restal. Por un lado, un grupo importante en términos de poder y acción sobre los bosques del territorio chileno, lucha por producir más y más madera u otros productos del bosque. Para ello destruye numerosos ecosistemas por la vía de malas o equivocadas prácticas extractivas en los bosques o por la simple vía de sustitución de bosques nativos en diferentes estados de desarrollo por plantacio-nes de especies exóticas de rápido crecimiento. Para ello se opone tenazmente (ya van cuatro años) a la legislación para el bosque nativo que restringe su sus-titución y que incentiva su manejo. Este grupo está produciendo riqueza, pero lo está haciendo como quien construye una moderna pero frágil casa (la plan-tación) en el mismo lugar donde había una hermosa, y sólida mansión antigua (el bosque nativo) que sólo necesitaba reparación y mantenimiento (manejo). Sin duda este grupo está creando riqueza y recuperando parte del equilibrio de los ecosistemas naturales cuando desarrolla plantaciones de pino o eucaliptos en suelos erosionados, pero cuando lo hace en terrenos cubiertos por bosques naturales en cualquiera de sus etapas de sucesión o desarrollo, está afectando fuertemente los sistemas ecológicos y la diversidad genética, y por consiguiente, no está contribuyendo realmente al desarrollo.

Por otro lado, un grupo también poderoso en términos de propaganda, difusión y acceso a la sensibilidad de la comunidad humana apunta cada vez con más fuerza hacia la no utilización de los bosques nativos vía la moratoria, basándose pare ello en la premisa supuesta de que no se tiene información sobre la existencia de bosques ni conocimiento para utilizarlos con criterio sustentable. De la buena intención de este grupo no caben dudas en general, pero desde el punto de vista del concepto de desarrollo con conservación está equivocado. No está valoran-do adecuadamente la finalidad de aprovechamiento sostenido de las especies y ecosistemas, sin la cual no hay, aparte de otras consideraciones, posibilidad de satisfacción de necesidades y por lo tanto, de desarrollo.

La comunidad técnica y científica en relación con el tema de los bosques está muy claramente en la posición equilibrada del desarrollo propiamente tal, que bien entendido no necesita ser adjetivado. Él implica, por definición, crecimiento económico, conservación y equidad o justicia social. Esta comunidad técnica y científica ha señalado ya en más oportunidades que las que serían necesarias para convencer a un auditorio que escucha, que ve y que entiende, que el conocimien-

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to científico actual de los bosques chilenos es abundante, lo que nos hace sostener que es factible y deseable manejarlos y hacerlos productivos. Decimos claramente no a la destrucción y a la sustitución de los bosques nativos, del mismo modo como decimos no a moratorias prolongadas e indiscriminadas.

A unos y otros les planteamos:

•Elcomplejosistemadelosbosquesnativosnoescomparableconunaplanta-ción de pinos o de eucaliptos. Posee una particular biodiversidad y una equili-brada interacción con los procesos evolutivos y ecológicos, que se ha desarrollado en millones de años, que representan un enorme valor cultural y una fuente de numerosos recursos económicos actuales y potenciales. Tampoco es razonable comparar a pinos y eucaliptos con la gente de origen europeo y a los árboles na-tivos con los pueblos aborígenes de Chile, esencialmente porque los hombres de distintos pueblos pertenecen a una misma especie que tiene inteligencia, capaci-dad de reflexión y posibilidad de integración enriquecedora.

Sin embargo, ello no significa que estemos oponiéndonos a que se plante con pinos y eucaliptos siempre que se haga en las áreas que no tengan bosque nativo, donde sea bueno recuperar suelos erosionados y donde no se puede o es muy difícil restablecer el bosque nativo. En este sentido, apelamos a la cordura de los profesionales que trabajan en este tema, pues ellos son los que finalmente deciden qué, dónde, cómo y cuánto plantar. Pueden resolver por ejemplo, en algunos casos, no plantar determinada especie, sino otras nativas o exóticas, porque es inconveniente el desarrollo de un monocultivo.

•Nosoponemosaqueserechacelaintervencióndelhombresobrelanaturalezapara obtener beneficios. Pero tenemos muy claro que esa intervención debe ser realizada con el conocimiento científico que se tiene de los recursos, en este caso, forestales, de la manera técnica aconsejable para las características de cada ecosis-tema y de forma que reporten reales beneficios a todos lo trabajadores en forma equitativa, mejorando realmente su calidad de vida. Sabemos positivamente que muchas veces, la mayoría, ello no se logra con la destrucción y sustitución de bos-ques y con la creación de monocultivos; por el contrario, se altera radicalmente la vida de los habitantes del campo, que frecuentemente migran a los pueblos sumándose a la miseria, se rompen los equilibrios de los ciclos hídricos, de los nutrientes y las cadenas tróficas.

Pero sabemos también que la solución que evitaría la destrucción no es la mo-ratoria sino que es la aplicación de manejo sobre los bosques productivos. La comunidad nacional y las autoridades políticas y administrativas deben saber y reconocer que existen técnicas silviculturales similares a las que se aplican en

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países forestales que permiten el uso sustentable del bosque nativo, y que son el fruto de muchos años de investigación en terreno. Deben saber y entender también que estas técnicas no tienen por qué y no deben implicar la destrucción del bosque en su conjunto ni la alteración antiestética y antiecológica del paisaje. El adecuado conocimiento de las especies de flora y fauna, del medioambiente y de las interacciones entre todos ellos puede permitir la mantención e incluso el mejoramiento de las condiciones que favorecen la biodiversidad y los procesos ecológicos vitales.

Se debe entender también que los bosques nativos chilenos son muy variables en composición, características medioambientales y requerimientos de las especies para crecer y regenerar en esos ambientes. Ello significa que hay diferentes formas de tratar silviculturalmente a esos bosques. En algunos la estructura y el trata-miento son muy simples, en otros muy complejos. Debe entenderse además que los bosques y especies nativas chilenas, por su condición de únicos en el cono sur de Sudamérica y en el mundo deben ser considerados como un patrimonio de la humanidad y, por lo tanto, se deben conservar. Pero al mismo tiempo debe con-siderarse que la calidad de sus productos es en la mayoría de los casos elevadísima y que el hombre tiene derecho a utilizarlos para satisfacer sus necesidades. Con-servarlos no implica no usarlos, por el contrario, pero sí implica no sustituirlos. Usarlos, por otra parte, no implica necesariamente cortarlos; pueden utilizarse en función de belleza y recreación, de manejo de fauna, de producción de agua y energía hidroeléctrica, de producción de productos secundarios como hojas aromáticas, hongos, frutos, hojas ornamentales, etc. En todos los casos no se les debe poner candado ni se deben destruir, se deben manejar.

Este péndulo que se mueve locamente entre un polo destructivo, utilitario y eu-femístico y otro extremadamente restrictivo, bien intencionado pero equivocado, sólo está dañando a los bosques de Chile y a su gente.

La comunidad científica, a la que se une la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, llama una vez más a la cordura, lo que requiere necesaria-mente reconocer la existencia de profundos errores conceptuales, interpretaciones equivocadas y desconocimiento de aspectos científicos y técnicos.

Estamos de acuerdo con los reclamos de quienes se preocupan por la destrucción y sustitución de bosques nativos y tratan de detenerla. Pero les pedimos que apun-ten los dardos donde corresponde. En este momento han desplegado todas sus fuerzas y sus armas para atacar lo que se hace o trata de hacerse en los bosques de Lenga de Magallanes. En estos bosques simples, así como en los de Coyhaique, profesionales de las universidades chilenas han realizado estudios que llevan ya casi 20 años y que permiten señalar, con más propiedad que en muchos otros bos-

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ques, que el manejo de ellos es factible y deseable. Quienes constituimos la Agru-pación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo lo hemos comprobado en el terreno y podemos decir que las fallas de operación que pueden ocurrir hoy día son subsanables y no son inherentes a las características propias de los bosques.

Por otra parte, algunos de nosotros formamos parte del Comité Científico que asesora a Trillium Corporation en Tierra del Fuego y creemos, por la experiencia que tenemos hasta el momento, que hay buena fe y buenas intenciones de parte de ellos para realizar el trabajo forestal en esos bosques apegándose estrictamente a las finalidades de la conservación. En este momento contamos con la aproba-ción de la empresa para analizar los antecedentes que permitan proponer un área importante como Reserva Ecológica, adscrita al Sistema de Áreas Silvestres Prote-gidas de Chile. Creemos que nuestra acción como técnicos y científicos de larga trayectoria en relación con el bosque nativo, en conjunto con esa empresa forestal podría constituir un modelo para las empresas forestales.

Los grandes problemas del bosque chileno no están en Magallanes; están en el área forestal comprendida entre la séptima y la décima regiones, ambas incluidas.

No permitamos que los bosques de Lenga de Magallanes enmascaren, oculten, la terrible tragedia que viven los bosques de Roble-Hualo, de Coigüe-Raulí-Tepa, los renovales de Roble, Raulí y Coigüe y los frágiles bosques siempreverdes de la décima región. A ellos debe apuntar nuestra lucha.

Claudio Donoso Zegers, Presidente de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, miembro

del Comité Científico Asesor Trillium Corporation, Universidad Austral de Chile.

Mary Kalin Arroyo, Coordinadora del Comité Científico Asesor Trillium Corporation,

Universidad de Chile.

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PRESERVACIóN, CONSERVACIóN, SUSTITUCIóN Y PROPIEDAD PRIVADACarta a Director Ejecutivo de CONAF, José Antonio Prado

Estimado José Antonio:De acuerdo con lo conversado telefónicamente el viernes te envío algunos argu-mentos respecto de los temas que me comentaste. Podría argumentarse más. Pero puede servir como el punto de partida o base de argumentación. De ello se puede concluir algo respecto de la propiedad privada vs. los principios de la Conserva-ción y Preservación.

AfectuosamenteClaudio Donoso Zegers30 de octubre de 1995

Los conceptos de Preservación de la Naturaleza y Conservación del Patrimonio Ambiental se encuentran consagrados como obligaciones fundamentales del Es-tado para con los hombres que habitan este territorio, su calidad de vida y su futuro.

Ambos conceptos están fuertemente ligados. Si nuestro propósito es que se con-serven las características del medioambiente, que permitan una vida grata, sin ca-tástrofes y destrucción en el planeta, ello implica o es sinónimo de la conservación del Patrimonio Ambiental. Pero el medioambiente, es decir, ese patrimonio, es estrictamente dependiente de la Naturaleza, entendiendo como tal a los Ecosiste-mas Naturales, constituidos por los organismos y el medio físico interactuando. En resumen, para que la sociedad viva con buena calidad de vida es necesario que se conserven las condiciones de su entorno natural y, por consiguiente, que se preserve la naturaleza.

La Preservación de la Naturaleza y la Conservación del Patrimonio Ambiental pasan necesariamente por proteger y conservar los bosques o ecosistemas foresta-les con todas sus características. Ello es equivalente a señalar que la sustitución de los bosques por plantaciones, e incluso, la excesiva simplificación de los bosques atentan contra los dos principios constitucionales que estamos analizando.

Para entender bien la importancia vital que tienen la Preservación de la Natura-leza y la Conservación del Patrimonio Ambiental, debemos interiorizarnos con

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mucha fuerza y claridad que hoy día está claro que estamos en un proceso de cambio global que se materializa principalmente por el calentamiento del planeta. En nuestro territorio significa que habría un desplazamiento de la temperatura en 6º de latitud hacia el sur en el lapso de los próximos 60 años, es decir que en ese lapso Puerto Montt tendría las temperaturas de Constitución.

En relación con los ecosistemas forestales y sus especies es importante destacar frente a este hecho, que su respuesta dependerá de las capacidades de migración y de adap-tación espacial y ordenamiento en el paisaje vegetacional de las especies dominantes especialmente. Fundamentales para que los bosques respondan adecuadamente al cambio global son la amplitud de la distribución geográfica de las especies domi-nantes, de su diversidad y de la diferenciación latitudinal y altitudinal de los tipos de vegetación. Estas características que son propias de nuestros bosques naturales indican la variedad de especies y su potencial de variabilidad genética, atributos con los cuales pueden responder a los cambios globales señalados. Lo contrario ocurrirá con la creación de islas de vegetación producidas por la fragmentación de los bos-ques naturales y con la falta de diversidad creada por las plantaciones. Estos son argumentos suficientes para entender que la sustitución de los bosques naturales no es viable si queremos conservar nuestro patrimonio y calidad de vida.

Unido a los conceptos anteriores y reforzándolos, está el concepto de sustentabi-lidad. Éste se refiere a la mantención del potencial de los bosques y sus sistemas acuáticos asociados, para producir la misma cantidad y calidad de bienes y servi-cios a perpetuidad. La sustentabilidad considera gran amplitud de bienes y servi-cios, por ejemplo, la mantención de la capacidad de los bosques de proporcionar servicios funcionales tales como regulación del flujo de los esteros, minimización de la pérdida de nutrientes del suelo por erosión, habilidad para proporcionar hábitat y la capacidad continua de proporcionar la misma cantidad y calidad de productos para consumo humano.

Por lo tanto la sustentabilidad requiere prevenir:

1. La degradación de la capacidad productiva de los bosques y aguas.2. La pérdida de la diversidad genética.

Para cumplir con la prevención de la degradación es importante el buen manejo y la conservación de los bosques naturales. Para conservar la biodiversidad es ne-cesario un enfoque paisajístico o ecosistémico. Esto implica considerar además de las grandes plantas y animales, a los pequeños organismos como invertebrados, hongos y bacterias que superan el 90% de los seres de los ecosistemas y que rea-lizan funciones esenciales, como descomposición y fijación del Nitrógeno. Estos componentes sólo podrán conservarse si se conservan los ecosistemas.

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Se sugiere que el clima templado húmedo que caracteriza a nuestros ecosistemas forestales protege a los bosques contra el cambio climático global. Para ello se requiere conservar los bosques, proteger la naturaleza, mantener el patrimonio ambiental. Un bosque natural presente en una región es más tolerante a los cambios medioambientales que un bosque que se establece después de una al-teración como un incendio o una plantación por sustitución, es capaz de amor-tiguar los efectos de las condiciones alteradas, de tal modo, que un ambiente de temperatura o disminución de humedad producen efectos, o se hacen sentir, muy lentamente.

La Conservación y la Preservación deben ser potenciados por un manejo forestal que considere la mantención de la biodiversidad a través de áreas manejadas con permanencia de reservas en su interior, así como de árboles viejos y muertos, troncos, etc., y, muy importantemente, por un sistema de áreas protegidas de un tamaño mínimo que mantengan a las especies sobre una gran porción de su rango geográfico, de modo que pueda seguirse el cambio climático y las respuestas de las especies.

Ello implica restaurar áreas naturales en lugar de sustituir por plantaciones puras.

Todo ello implica obviamente que los artículos constitucionales sobre Preserva-ción y Conservación no pueden ser alterados por acciones que afecten lo señalado con anterioridad. Si queremos sustentabilidad y prevenir cambio global debemos hacer que ellos preponderen sobre la libertad absoluta de un propietario para sustituir, altera y cambiar los ecosistemas forestales.

Las cuatro cartas siguientes, así como la del diario La Época de 1999 y una del año 2000 firmada por varios académicos, se relacionan con el rechazo y críticas a la ley de bosque nativo.

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Ley de bosque nativo

FORESTALES CRITICAN PROYECTOAgrupación de Ingenieros por el Bosque Nativo rechaza “espíritu” del nuevo texto

Jorge Escalante, La Nación, Regiones, 8 de mayo de 1996

Para la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo con sede en Valdivia que reúne a 120 profesionales, el nuevo proyecto de ley sobre este recurso natural es, contradictoriamente, una vía expedita a su destrucción.

El nuevo texto redactado por el Ministerio de Agricultura con participación de Hacienda, fue despachado al Parlamento en diciembre pasado, y en la prácti-ca reemplazó al original presentado durante el gobierno del Presidente Patricio Aylwin, cuyo espíritu de “Recuperación y Fomento” de este tipo de bosque, es rescatado por la agrupación.

Criticando de paso el procedimiento “antidemocrático” y exento de participación con que a juicio de esta agrupación se gestó la nueva propuesta, los profesionales argumentan que “gran parte del articulado, en lugar de promover el manejo de los bosques nativos, estimula la sustitución por plantaciones con otras especies”

Los ingenieros forestales sostienen que, en concreto, el artículo 18 facilita la sus-titución de especies nativas por plantaciones exóticas, como pino insigne y eu-caliptus, al permitir que la reforestación se haga con especies diferentes a las que fueron extraídas.

La figura de la “sustitución” de bosque nativo por especies llamadas exóticas resul-ta fundamental para las especies forestales, ya que sobre el 70% de la producción del sector tiene su base en las especies no nativas, debido a su rápido crecimiento y tiempos de retornos monetarios bastante más breves que la explotación de es-pecies nativas.

Las críticas fueron expuestas por la agrupación en un reciente encuentro realizado en Valdivia con participación de parlamentarios, en el marco de lo que será la discusión en el Congreso del nuevo proyecto.

La agrupación es presidida por el ingeniero forestal Antonio Lara, quien fue jefe del equipo de la Universidad Austral que participó en el estudio sobre el estado y proyecciones del bosque nativo, emitido por el Banco Central en 1995.

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Agregan los ingenieros que, además, el nuevo proyecto permite incluso la “elimi-nación” del bosque nativo mediante el pago de un impuesto.

Este impuesto a la corta del bosque nativo es también criticado por los profesio-nales, porque, a su entender, si estos bosques no son manejados sustentablemente hoy, sin impuesto, “menos lo serán si se debe pagar por ello”.

El nuevo proyecto establece en el artículo 19 que “toda corta de cosecha o elimi-nación de bosque nativo” obligará al propietario a pagar un impuesto de 660 mil pesos (30 UTM) por hectárea intervenida.

El impuesto será el doble si el bosque se considera de “alto valor”, pero sólo de 10 mil pesos (5 UTM) por hectárea, si éste está degradado”.

Según la agrupación “degradar” el bosque para pagar sólo ese monto por cortar, es una tarea “fácil” para quienes se lo propongan.

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PARLAMENTARIOS E INGENIEROS FORESTALES OPINAN SOBRE PROYECTO DE LEY DE BOSQUE NATIVONota de prensa Diario Austral, Valdivia, 23 de abril de 1996

Un foro para analizar el proyecto de Ley de Bosque Nativo y el proyecto de con-tinuación del DL 701 organizado por la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo fue realizado en la ciudad de Valdivia. El foro que contó con la participación de más de 80 personas, tuvo como expositor al Senador Antonio Horvath y los Diputados Exequiel Silva, José Luis González y a Claudio Donoso, Vicepresidente de la Agrupación que reúne a más de 120 Ingenieros Forestales interesados en promover el manejo del Bosque Nativo. El Senador Sergio Bitar, si bien no estuvo presente envió su planteamiento escrito sobre el tema. Claudio Donoso en su presentación de apertura hizo una breve reseña de la evolución que ha seguido la discusión del Proyecto de Ley sobre Recuperación y Fomento del Bosque Nativo, desde que fuera presentado a la Cámara de Diputados por el Pre-sidente Aylwin en Abril de 1992. Se refirió a la falta de consenso y lentitud que ha caracterizado la discusión del mencionado proyecto. Dicho Proyecto de Ley fue aprobado por la Cámara de Diputados a fines de 1993, pero al asumir el actual gobierno en Marzo de 1994 éste lo retiró para discutirlo en los Ministerios de Agricultura y Hacienda. Según planteó Donoso, todo se silenció hasta Diciembre de 1995 en que el Gobierno presentó al Senado una indicación sustitutiva del Proyecto de Ley sobre Bosque Nativo, que reemplaza el Proyecto aprobado por la Cámara de Diputados.

El Senador Horvath planteó que la indicación enviada por el Gobierno, la cual era esperada con expectación, “le había sorprendido mal”, ya que a su juicio estimula-ba la sustitución del bosque nativo por plantaciones, al legalizar la posibilidad de sustituir o eliminar el bosque nativo y por otra parte al establecer impuestos que deben pagarse antes de intervenir el bosque obstaculiza su manejo. El Diputado Exequiel Silva se refirió a la lentitud y falta de consenso que ha caracterizado la discusión del Proyecto de Ley sobre Bosque Nativo. Planteó además el hecho de que algunas interpretaciones del derecho de propiedad privada que supedita al derecho colectivo han dificultado legislar en este tema. Se refirió además a las limitaciones institucionales y presupuestarias que tiene Conaf para regular las actividades de uno de los sectores más dinámicos de la economía, y a la baja proporción de multas que se pagan en los casos de infracciones denunciados por Conaf. El Diputado José Luis González consideró inadecuada la indicación sus-titutiva presentada por el Senado, y opinó que “parecía el resultado de un estudio apresurado para quedar bien con Dios y con el diablo”. Señaló que la indicación

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“era aun peor que lo señalado por los otros expositores”, pues no consideraba el problema campesino, la economía campesina y la realidad rural. Planteó la necesidad de una política de desarrollo rural dentro de la cual debía insertarse el Proyecto de Ley sobre Bosque Nativo.

Debido a la lentitud y falta de consenso que han caracterizado la discusión del actual proyecto de ley de bosque nativo, la Agrupación propuso promover el manejo del bosque nativo a través del Proyecto de Ley que prolonga la bonifi-cación de las plantaciones y que está siendo actualmente debatido en la Cámara de Diputados, Según planteó Claudio Donoso “Creemos que el actual proyecto de continuidad a la bonificación a las plantaciones (Continuación del D.L. 701) ofrece una excelente oportunidad para promover el manejo del bosque nativo”. Ello implicaría modificar el proyecto de continuidad del D L 701 en los siguientes aspectos: 1) establecer bonificaciones para el bosque nativo (manejo de renovales, enriquecimiento y recuperación de bosques deteriorados); 2) prohibir totalmente las prácticas de sustitución y habilitación agropecuaria y 3) mejorar la capacidad de control y fiscalización de la legislación forestal.

Los tres parlamentarios presentes estuvieron de acuerdo en lo inadecuada de la ac-tual indicación sustitutiva del proyecto de ley sobre bosque nativo, por promover su sustitución y obstaculizar su manejo, lo que se contrapone al espíritu original de la ley, cual era el fomentar su manejo y recuperación. El Senador Horvath y los Diputados González y Silva, así como el Senador Bitar a través del documento escrito que envió, estuvieron de acuerdo en la necesidad de incorporar bonifica-ciones al manejo de bosque nativo en el actual Proyecto de Ley de continuación de l D L 701 que bonifica las plantaciones. No obstante, Exequiel Silva planteó las dificultades de esta propuesta, pues implicaría según él un cambio en el marco presupuestario.

Por último, el Senador Horvath planteó la necesidad de que los legisladores conta-ran con una información adecuada respecto a la potencialidad del bosque nativo, y propuso que la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo reali-zara en el Senado una actividad en la cual se diera a conocer a los parlamentarios los antecedentes respecto a dicho potencial. La Agrupación acogió con gran inte-rés esta propuesta, y se comprometió a trabajar para su pronta materialización.

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SENADORES PUEDEN SALVAR BOSQUE NATIVOJorge Escalante, La Nación, 14 de julio de 1997

“En la manos de los senadores está que los bosques nativos sean protegidos, bo-nificando su conservación”, dijeron los dirigentes de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo Antonio Lara y Claudio Donoso, en una carta enviada a todos los parlamentarios de la cámara alta.

Con una gran desconfianza en que finalmente llegue a concretarse pronto una Ley de Recuperación del Bosque Nativo y Fomento Forestal “proyecto que se discute ya por más de 5 años”, la agrupación que reúne a más de 100 profesionales propone que la bonificación al manejo sustentable de los bosques autóctonos, sea incorporada en el actual proyecto de ley que modifica el D L 701 de fomento a las plantaciones forestales.

Pero la agrupación dice a los senadores que “con preocupación vemos que esta medida aun no ha sido incorporada al texto del proyecto de ley (modificación D L 701), que está pronto a aprobarse”.

Lara, presidente y Donoso, vice, recuerdan a los parlamentarios que tal medida “transitoria” de bonificación -a la espera de una ley de Bosque Nativo-, fue apo-yada por diversos sectores e incorporada “por consenso, en las conclusiones del Seminario sobre Manejo Silvicultural del Bosque Nativo organizado por la Comi-sión de Medioambiente del propio Senado en diciembre de 1996”.

Sostienen que con agregar “pocas y simples palabras” se lograría un beneficio para revertir la situación de “destrucción y deterioro” en que hoy se encuentran los recursos forestales nativos, sin que ello implique problemas de asignación de recursos.

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RECHAZO A PROYECTO DE BOSQUE NATIVOLa Época, 1998

Señor Director:La Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, entidad que reúne a más de 120 profesionales, declara públicamente su más absoluto rechazo al pro-yecto de ley sobre fomento y recuperación del bosque nativo, enviada al Senado por el Ejecutivo, por las razones que a continuación se indican:

Los objetivos centrales de dicho proyecto son: a) Protección, recuperación y con-servación del bosque nativo chileno, y b) Una intervención esencialmente sus-tentable. Llena de estupefacción o perplejidad leer a continuación el articulado del proyecto que más bien parece una burla o una broma, porque establece exac-tamente lo contrario que se podría esperar para recuperar, proteger, conservar e intervenir con criterio de sustentabilidad.

Hemos sido testigos de una larga historia negativa que se extiende desde antes de Federico Albert, que pasa por misiones extranjeras especialmente traídas para decirle a los chilenos y sus gobiernos lo que está pasando en sus ecosiste-mas forestales y lo que deben hacer, que sigue con la acción de grupos profe-sionales y ambientalistas que promueven y gritan la necesidad de protección y principalmente de manejo del recurso. Numerosos actores analizan, investigan, experimentan, denuncian, van a comisiones en el Parlamento, van a la calle. Aparecen documentos producto de largos estudios en todo el país para boni-ficar el manejo de los bosques como forma de recuperarlos; aparecen textos científicos y técnicos y declaraciones de congresos representando la situación de nuestros bosques y lo que se debe hacer. El ex presidente Aylwin hace un es-fuerzo y logra que se envíe un proyecto con muchos defectos, debido a muchas presiones, pero con buenas intenciones. De pronto se detiene casi dos años con la llegada del Presidente Frei y su Ministro de Agricultura, quienes contradicen así lo prometido al iniciar su gobierno.

Manos misteriosas, que rara vez han tocado los árboles, toman el proyecto du-rante esos dos años, son economistas de Cieplan y otros. Quedan fuera los aca-démicos, los investigadores, los ecólogos, muchos profesionales, justamente los que han trabajado, a veces por varias décadas, en los bosques nativos, los que han estado insertos en medio de ellos.

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No hay intención de recuperación de los mismos. Por el contrario, una revisión de los artículos 18, 21, 22, 33 muestra una meridiana claridad de intención, el, el objetivo es permitir que se transgredan las leyes y se pueda sustituir con especies exóticas, que los planes de manejo y la ordenación del bosque nativo sean intervenciones no estrictamente exigibles: si no se hacen o no se cumplen se paga poco o se devuelve el dinero; si se corta un buen bosque ilegalmente, ¡no importa¡, se puede plantar en otra superficie del mismo tamaño, no importa que sea de más mala calidad.

Es tan negativa esta nueva versión para el recurso que tiene la impudicia de acu-ñar la expresión “eliminación del bosque” en su articulado. El que sustituye paga simplemente: ¿es ese el imperativo ético que nos compromete con las futuras generaciones?

La eliminación del estímulo a la investigación en el desarrollo de los productos que pueden ser obtenidos del bosque nativo, constituye a nuestro juicio otro in-dicador claro de que no le interesa a esta ley ni a este gobierno.

Hace más de diez años hubo gran impulso y estudios completos tendientes a lograr la bonificación del manejo de los renovales, los cuales ni siquiera aparecen definidos en la nueva versión, a pesar de constituir el más alto potencial produc-tivo de los bosques nativos del futuro que requiere del necesario impulso. Por el contrario, la nueva versión, con un sistema de impuestos y concursos públicos para lograr menguadas bonificaciones, no sólo no incentiva el manejo de reno-vales, sino que introduce el concepto de que el plan de manejo y ordenación de bosques puede o no realizarse o cumplirse. Los artículos 19, 20 y 21 referidos a este tema no son nada más que obstáculos y dificultades que en lugar de fomentar, desincentivan el manejo y recuperación de los bosques nativos. Es fácil entender que si los propietarios no manejan los bosques en las condiciones actuales, menos lo harán si tienen que pagar impuestos además de los costos que significa manejar sus bosques. ¿Es eso incentivo o fomento? Como hay que pagar menos por bos-ques degradados, la tendencia será continuar como hasta hoy alterándolos hasta que puedan ser considerados degradados para pagar menos impuestos por la corta de cosecha (o eliminación) y luego sustituirlos siguiendo los anchos caminos que para ello deja esta ley.

Frente a esta agresión legal contra los bosques nativos, nosotros decimos y esta-mos convencidos que la ciudadanía consciente está de acuerdo, no a la sustitución en ninguna de sus condiciones. Hay suficiente espacio abierto para las plantacio-nes y para la agricultura.

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Si se compara esta ley con aquellas que favorecen y bonifican a las plantaciones no cabe duda que nos encontramos frente a un trato discriminatorio contra el bosque nativo.

Esta ley no la hicieron los amigos del recurso y del desarrollo sustentable. Por la vía de la falta de fomento y del incentivo a la sustitución que es lo que ella favo-rece, se puede llegar a lo increíble, que es la desaparición legal de los bosques de producción.

Queremos culminar nuestra declaración recogiendo la última frase de una pro-puesta efectuada por el senador de la Décima Región y presidente del Senado, don Gabriel Valdés: “sólo cuidando y desarrollando nuestros bosques nativos será posible desarrollar la vocación forestal del país”. (Extracto)

Claudio Donoso Z. Vicepresidente Agrupación de Ingenieros

Forestales por el Bosque Nativo

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Experto Forestal Claudio Donoso

ES INSóLITO ATACAR A TRILLIUM ANTES DE QUE OPERECrónica La Prensa Austral, Punta Arenas, 11 de enero de 1998

Profesional indicó que sus detractores deben llevar el tema al contexto nacional, frente a situaciones donde realmente se depreda el bosque.

“Llama la atención que haya tantos dardos lanzados contra una empresa como Tri-llium, que no ha empezado siquiera a operar y de cuyo proyecto forestal se ha he-cho una evaluación de impacto ambiental (EIA)”, opinó Claudio Donoso Zegers, profesor de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral de Chile y Vicepresidente de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo.

En conversación telefónica con La Prensa Austral, el profesional con 30 años de trayectoria y autor de varios libros sobre ecología forestal y silvicultura del bos-que nativo, reconoció como un avance que se operara la EIA en forma separada del proyecto industrial, pues “hay algo más que tiene que ser evaluado, que es el proyecto industrial”.

Polémica

Donoso se mostró extrañado de que parlamentarios de la bancada verde y perso-nas del sector ambientalista “a quienes conozco y comparto casi todas sus postu-ras, saquen totalmente el problema del contexto nacional”.

Donoso, quien junto a profesionales de varias universidades, algunos bastante co-nocidos en el ámbito conservacionista, integró la comisión científica que aportó a Trillium, subrayó que por primera vez una empresa realmente se preocupa de crear reservas biológicas y tener la comisión científica que desde su punto de vista al realizar una evaluación ambiental “hubo un extenso estudio y se planificó un método de manejo que implica utilizar el recurso y conservarlo”.

Destacó la posibilidad de aplicar un modelo de manejo en los bosques nativos de Chile que podría ser imitado en la zona central, “donde ocurre todo lo contrario y no se preocupan ni Guido Girardi ni Adriana Hoffmann de cosas bárbaras en la X o VII Región, y donde basta sobrevolar para saber lo que ocurre con sus bosques”.

Indicó que el asunto debe colocarse en un contexto general y desprender realmen-te la posibilidad de que Trillium establezca un modelo, que está sometido a todas

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las evaluaciones de impacto ambiental, a la presión de la Conaf y la comunidad, y no que sea presionado incluso antes de que empiece a funcionar:

Ante los dichos de Girardi, quien señaló que Trillium cometió la barbaridad de comprar a Bienes Nacionales el bosque a 300 pesos la hectárea, indicó que aquel “fue el costo que pagó la empresa canadiense que había antes, a la que luego Tri-llium compró y mucho más caro; fue aquella la que compró a Bienes Nacionales y aquí hubo también una deficiencia altísima del propio Estado chileno”.

Colaboración

Donoso además dirige el proyecto Coigüe de Magallanes contratado por Trillium -temporalmente detenido a raíz del fallo de la Corte Suprema- del cual destacó que se han establecido parcelas y se medirá en función a una serie de actividades.

La iniciativa intenta evaluar si es factible intervenir los bosques de Coigüe, de qué manera hacerlo, y cómo se comportan la regeneración, la flora y fauna. “El coigüe es una especie nativa que habita en forma muy importante la zona austral de Chi-le, especialmente de Aysén al sur, forma los bosques en sectores muy húmedos, especialmente más hacia la costa de donde está lenga (sectores más húmedos)”.

Asimismo, señaló que dentro de un esquema natural las especies tienen ciclos más largos si no se intervienen, pudiendo una lenga obtener un tamaño para ser utilizada como madera sobre los 100- 150 años; “pero si se maneja el bosque el desarrollo es más rápido y ha sido demostrado en diferentes ensayos con renovales (Coyhaique), pudiendo bajar fácilmente a menos de 100 años hasta 80 años la rotación”.

Resguardo

En relación a si el proyecto implicaría extraer mayor volumen de bosque que el conveniente, como aportan algunos especialistas, señaló: “hay que probarlo, y de todas maneras está el esquema planteado por la empresa de manejo adaptativo en los cinco primeros años de corta autorizada-; y si no funciona adecuadamente en las primeras intervenciones, se vuelve un poco atrás y las siguientes se hacen más suave. Además entiendo que la aceptación del proyecto por la Corema rebajó la extracción de volumen en un 18 por ciento”.

Finalmente, destacó como positiva la garantía ambiental “como lo que ocurre con Tompkins” de que la empresa funcionará bien: “todas las cosas están indicando que la empresa no va a estar haciendo barbaridades, porque tampoco le va a convenir”.

Claudio DonosoProfesor de Ingeniería Forestal de la Universidad Austral de Chile

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Libro Silvicultura:Los dos artículos a continuación se refieren a la publicación del libro “Silvicultura de los Bosques Nativos de Chile”, editado por Claudio Donoso y Antonio Lara.

BOSQUE NATIVO: NO ES CONTRADICTORIO EXPLOTAR Y PRESERVARLa Nación, 20 de noviembre de 1999, J.E.H. Santiago.

Resultados de 16 años de investigaciones de varios autores sobre cómo manejar los bosques nativos de Chile, con un equilibrio entre el interés económico y la preservación de esta riqueza del patrimonio natural del país, aparecen presentados en el libro “Silvicultura de los Bosques Nativos de Chile”.

La obra, cuyos editores fueron los académicos e ingenieros forestales de la Uni-versidad Austral de Valdivia Claudio Donoso y Antonio Lara, fue presentada ayer en Santiago por el senador Gabriel Valdés, por el Gerente de de Desarrollo y Fomento Forestal de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), Guillermo Guerra, y por los propios editores.

El punto central de la obra es demostrar que es científicamente posible y económi-camente rentable dar este tratamiento sustentable a la riqueza forestal chilena, aban-donando posiciones extremas de quienes sostienen que los bosques nativos no deben ser tocados por nadie, y de aquellos que los han explotado desde hace décadas con un criterio puramente comercial para sus empresas o intereses monetarios individuales.

No obstante, en las intervenciones de la presentación quedó también ratificado que desde 1992 hasta ahora no ha sido posible que en el Parlamento se apruebe un proyecto de ley de recuperación, protección y fomento del bosque nativo, cuyo texto original ha sufrido reiteradas y profundas modificaciones.

Como coincidieron el senador Valdés y el profesor Claudio Donoso, hasta el mo-mento todas las nuevas versiones de ese proyecto han sido bastante más malas que el texto original enviado al Congreso por el ex Presidente Patricio Aylwin.

En el fondo, y como ha quedado demostrado en múltiples reuniones, seminarios, foros y diálogos, una de las cuestiones fundamentales que ha trabado la aproba-ción -según sectores ambientalistas- es la presión de los empresarios forestales a través de los parlamentarios que representan sus intereses, con el fin de impedir que se legisle.

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Tesis de investigadores y académicos:

EN DEBATE TERCERA VíA SOBRE BOSQUE NATIVOEl Mercurio, 20 de noviembre de 1999

Según expertos, cada nuevo proyecto de ley sobre este tema ha sido peor que el anterior.

La entrampada discusión sobre el bosque nativo, polarizada entre posturas am-bientalistas y economicistas, además de un proyecto de ley que lleva ocho años en el Parlamento, podría empezar a despejarse a través de una “tercera vía”, planteada por investigadores y académicos en un texto sobre la silvicultura de los bosques chilenos.

A su juicio, el manejo del bosque nativo chileno, satisfaciendo distintas necesi-dades y garantizando su sustentabilidad, es posible, ya que distintas experiencias así lo demuestran.

El libro “Silvicultura de los bosques de Chile”, que reúne experiencias de 25 investigadores, fue coeditado por los ingenieros forestales Claudio Donoso y An-tonio Lara, de la Universidad Austral de Chile, dos profesionales reconocidos en el ámbito de la silvicultura.

En síntesis, se trata de un manejo que, desde un punto de vista ecológico forestal, permite que los bosques cumplan una serie de propósitos -madereros, recreativos, protección del agua o de la fauna- en forma continua, sin que ello comprometa su existencia.

Según Donoso, las posturas extremas en este debate tienen falencias.

La conservacionista a ultranza, por ejemplo, elimina al ser humano de los ecosis-temas forestales, lo que considera negativo porque igualmente habrá una presión sobre los bosques.

Una que denomina “productiva, en tanto, tiende a analizar el tema desde la ren-tabilidad económica en el corto plazo, privilegiando en demasía el concepto de propiedad privada.

Para Antonio Lara, la experiencia demuestra que el aprovechamiento integral de los bosques manejados con silvicultura es mucho más rentable que la mera pro-ducción de astillas, por ejemplo.

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Recordó que el catastro nacional de bosque nativo reveló la existencia de 13,4 mi-llones de hectáreas en todo el país. De ellas 3,6 millones corresponden a renovales (bosques jóvenes) que son factibles de manejar.

Estos conceptos, sin embargo, no han sido recogidos hasta ahora por el proyecto sobre bosque nativo. Según Donoso, cada nueva versión enviada al Congreso ha sido peor que la anterior, ya que progresivamente se fue perdiendo el sentido de protección y manejo de las especies.

El citado texto legal -hoy radicado en la Comisión de Agricultura del Senado-tam-bién ha sido demorado por la prioridad que el Ejecutivo dio a otra iniciativa legal, que transforma la institucionalidad de la Corporación Nacional Forestal (Conaf).

Tal es así que los propios legisladores reconocen que recién podría ser aprobado el 2000.

Uno de los aspectos aun pendientes es la viabilidad de prohibir definitivamente la sustitución de especies autóctonas por otras introducidas desde el exterior, crite-rio respecto del cual ya hay consenso entre los senadores.

No obstante, se teme una posible impugnación ante el Tribunal Constitucional (TC), por cuanto restringir el uso de las especies nativas podría considerarse aten-tatorio contra el derecho a la propiedad.

El Parlamento está haciendo una serie de consultas al TC para mejor resolver en esta materia.

El senador Gabriel Valdés (DC) aseguró ser partidario de sustituir la sustitución, simplemente por una cuestión de bien común para el país. Advirtió que la actual institucionalidad forestal es mala y que la Conaf debe convertirse en un organis-mo público.

“Quien tenga bosques protegidos, sin embargo, debe ser compensado por el Es-tado”, agregó.

Según el senador Antonio Horvath (independiente), una causa directa del retraso legislativo fue la intención del Gobierno de fijar un impuesto previo (de entre $300 mil y $1,5 millón por hectárea) a cualquier intervención del bosque, lo que motivó casi cuatro años de discusión. “Era como ponerle un candado”, advirtió.Horvath discrepa de la prioridad otorgada al proyecto que transforma a la Conaf, porque en el país hay 4,5 millones de hectáreas que se siguen degradando en la medida en que no se renueva el marco regulatorio del sector y no se bonifica la intervención.

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Sin embargo el senador Marco Cariola (independiente-UDI) enfatizó que no tiene sentido prohibir la sustitución mientras no culminen los cambios en la Conaf y la corporación tenga efectivas atribuciones para fiscalizar o sancionar a los infractores.

Los expertos, en todo caso, cuestionan que el Estado haya bonificado por años la sustitución por especies exóticas -para gatillar el desarrollo de la industria forestal- sin que hasta ahora se haya adoptado igual criterio para manejar los bosques nativos.

Las 8 cartas que siguen corresponden a una fuerte polémica suscitada por las críticas a la falta de interés por la investigación en bosque nativo representada por el hecho de eliminación o disminución significativa del dinero aportado durante más de 20 años por Conaf para estas investigaciones de largo plazo realizadas por la Universidad Austral de Chile

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LA INVESTIGACIóN EN SILVICULTURALa Nación, 15 de diciembre de 1999, Tribuna

Los chilenos tenemos la tendencia a sentirnos superiores a los habitantes de otros países latinoamericanos en muchos aspectos. Sin embargo, suele ocurrir que los hechos o las cifras nos obligan a darnos cuenta de que a veces estamos entre los últimos de la lista.

Así ocurre, por ejemplo, con el pobre esfuerzo de financiamiento que hacemos para realizar investigación científica, tecnológica y aplicada a los bosques nativos de Chile. Hasta hace 30 años aproximadamente nos limitábamos al conocimien-to botánico de las especies que componían los bosques y de manera más o menos general al estudio de su fitosociología. Posteriormente se ha avanzado tanto en estas materias que a la fecha tenemos un conocimiento bastante acabado de todos los tipos forestales, lo que nos permite iniciar el manejo silvicultural de ellos.

El conocimiento ecológico de nuestros bosques se ha alcanzado gracias al esfuerzo de un reducido número de investigadores, que pertenecen principalmente a unas pocas escuelas universitarias vinculadas a las ciencias biológicas y a las ciencias fores-tales. Estos académicos han contado con apoyo financiero gracias a la aprobación de algunos proyectos por el Fondecyt y el aporte de algunos organismos regionales.

Cabe señalar que dicho financiamiento cubre apenas periodos que abarcan dos o tres años de trabajo. Sin embargo, la investigación en el campo de la silvicultura tiene un carácter mucho más experimental y, obviamente, dados los largos periodos de crecimiento de los árboles, no tiene mucho sentido diseñar proyectos que cubran tan solo 2 o 3 años. Corresponde entonces que las instituciones establezcan los ensayos silviculturales en los distintos tipos forestales y los financien durante el tiempo que sea necesario, de tal modo que los proyectos tengan continuidad. El no hacerlo de esa manera ha significado el abandono de casi todos los proyectos que se han iniciado y, por supuesto, la consiguiente pérdida de grandes montos de dinero, muchas horas de trabajo y, sobre todo, la pérdida de la información que se esperaba de los ensayos.

Eso está ocurriendo hoy con los proyectos ecológico- silviculturales que ha im-pulsado la Universidad Austral de Chile, que ha contado con el apoyo de Conaf desde hace 16 años. Es importante destacar que esta es la institución que realiza el mayor número de investigaciones en este campo y que cuenta con mayor can-tidad de ensayos en boque nativo en Chile.

Lamentablemente, se les está poniendo término a esos proyectos debido a la ac-tual política sustentada por la dirección de Conaf. Parece que las autoridades de este organismo no comprenden que si se quiere avanzar en el desarrollo de la

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silvicultura de los bosques nativos es necesario promover y respaldar el estableci-miento y mantención de ensayos de carácter permanente.

La decisión de la Conaf resulta pues inaceptable, especialmente si se considera que estos proyectos han dado origen a 13 documentos técnicos sobre las técnicas de vivero y plantaciones para 13 especies forestales nativas, a 40 tesis de grado, a 30 publicaciones en revistas científicas, a normas de manejo para dos tipos fores-tales, al texto de Ecología y Dinámica de bosques titulado “Bosques Templados de Chile y Argentina”, a varios capítulos del texto “Silvicultura de los Bosques Nativos de Chile”, aparecido recientemente. La decisión de Conaf resulta inacep-table además pues es irrespetuosa con las personas e instituciones que han dado muchos años de sus vidas en pro del conocimiento de los bosques nativos.

La directiva de CONAF sin embargo señala que sólo dará apoyo a nuestra even-tual postulación a proyectos Fondecyt, Fondef u otros. Parecen no darse cuenta que en relación al bosque nativo ese tipo de proyectos no sirve para dar continui-dad a los estudios, porque son acotados en el tiempo y porque no pueden abarcar la gama de materias y ensayos de diferentes experiencias que abarcan desde las técnicas de viverización hasta distintos ensayos de plantaciones y ensayos de apli-cación de silvicultura en bosques naturales.

Quizás lo más aberrante de todo es que la continuación de los proyectos sólo ha sig-nificado un monto anual bajísimo, que normalmente no ha ido más allá de los $25 millones, en cambio algunos de los proyectos Fondef aprobados en el último tiempo, superan los $300 millones para 2 o3 años y algunos llegan a los $700 millones, es decir, con uno de esos proyectos el Estado podría mantener los ensayos silvicul-turales en bosques nativos efectuados por la Universidad Austral de Chile, hasta por 30 años. ¿No sería eso más eficiente, sobre todo si se considera que en esos proyectos ya hay resultados parciales y los otros no tienen nada que mostrar y cabe la posibilidad de que no aporten mucho al término de los proyectos?

Como antiguo profesor e investigador en el área forestal, que ha aportado al co-nocimiento de los bosques de Chile, puedo asegurar que los caminos que se han seguido son equivocados y que se están tomando decisiones inconsultas y poco respetuosas.

Quiero hacer un llamado a las autoridades del país para que se reflexione sobre este tema tan importante para los bosques de Chile y para los chilenos del futuro, y para que se corrijan las decisiones equivocadas, que pueden tener consecuencias irreversibles.

Claudio Donoso Zegers

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ABANDONO DE LA INVESTIGACIóN SILVíCOLALa Nación, 19 de enero de 2000, Punto de Vista

Este artículo es exactamente el mismo que el anterior “La investigación en Silvi-cultura”, excepto por el título, publicado el 15 de diciembre de 1999 en el mismo diario y también en las páginas editoriales. Fue una decisión exclusiva del Direc-tor del Diario. La razón la desconozco.

Claudio Donoso ZegersProfesor de la Universidad de Valdivia

EL ABANDONO DEL BOSQUE NATIVOLa Nación, 7 de marzo de 2000

Polémica Estamos en pleno proceso de cuoteo político y creo que la mayor parte de los chilenos no están conscientes de lo que eso ha significado hasta ahora en cuanto a desencuentros y desinteligencias. ¿Qué pasó con el plan de descontaminación? ¿Por qué demoró tanto la construcción de tal o cual carretera? ¿Quién le asignó un computador a un colegio rural que no tiene energía eléctrica? ¿Quién presentó ese proyecto de ley deficiente?

¿Quién autorizó esa tala?

La lista de desinteligencias sigue, sin embargo, hay que reconocer que no todo funciona así. Es bueno partir diciendo que existen muchos funcionarios públicos que realizan un muy buen trabajo y que se entregan por completo a su labor en pro del bien común. Lamentablemente, esa noble preocupación es precisamente lo que suele dejarlos fuera de los círculos políticos importantes.

En la Corporación Nacional Forestal (Conaf), por ejemplo, hay gran cantidad de ingenieros forestales de muy buen nivel, que por desgracia tienen como jefes a an-tiguos funcionarios que pretenden perpetuarse en los cargos más que hacer bien su trabajo. Si la capacidad profesional de estos funcionarios no les alcanza para hacer un aporte a su institución y en definitiva al país, por lo menos podrían no dificultar la labor de otras personas cuya capacidad y voluntad si les permite generar proyectos interesantes y actividades destacables. ¿Cómo vas a trabajar bien si tu jefe no sabe utilizar ni siquiera un computador?, me decía una amiga que trabaja en la Conaf.

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Sucede que hoy se están cometiendo errores tremendamente graves para el país, como la eliminación de los fondos para las investigaciones que realiza la Universi-dad Austral de Chile (UACH) en los bosques nativos de la Décima Región. Esas actividades, con más de 16 años de antigüedad y con una gran cantidad de publi-caciones a su haber, las ha dirigido el académico e investigador Claudio Donoso, que durante décadas se ha dedicado a estudiar los bosques nativos de Chile.

En concreto ¿qué significa esta medida? Significa que más de 16 años de investi-gación se pierden porque a un grupo de funcionarios con cierta jerarquía dentro de la CONAF se les ocurrió que ya no eran necesarias. Consideremos además que para la política actual de la Conaf, que pretendía promover el proyecto de ley de “Recuperación del bosque nativo y fomento forestal”-orientado más bien a eliminar los bosques nativos que a recuperarlos-, el grupo de investigación de la UACH era molesto. ¿Cómo esconder una medida tan arbitraria? Fácil, con el argumento de que no hay presupuesto.

El responsable de esta situación es el actual gerente de Desarrollo y Fomento Fo-restal de la Conaf, Guillermo Guerra, que al verse presionado por el sinnúmero de cartas de apoyo que han recibido los proyectos de la UACH por parte de personas preocupadas por el problema -investigadores chilenos y extranjeros; parlamenta-rios como los senadores Bitar y Valdés y el diputado Girardi, e incluso autoridades del mismo gobierno, como el ministro Insulza-, divulgó la siguiente explicación: “Apoyamos totalmente las investigaciones del profesor Donoso, es más, estamos a su disposición para que postule a proyectos del tipo Fondef o Fondecyt, los cuales están diseñados para financiar proyectos vinculados al área forestal”.

Quienes conocemos los proyectos Fondef y Fondecyt sabemos que esa respuesta es más bien una burla, ya que esos fondos financian actividades de investigación que no encajan con las evaluaciones que hace periódicamente el profesor Donoso. Los proyectos Fondef y Fondecyt cubren periodos de dos o tres años y entregan montos cercanos al millón de dólares, mientras que los proyectos UACH-Conaf han sido planificados para un horizonte de varias décadas y requieren sólo 25 mi-llones de pesos al año (unos 50 mil dólares) para su funcionamiento. Esta absurda respuesta es la que se ha dado a personas tan importantes como las autoridades mencionadas, sin importar que fuese falsa.

Es hora de que este tipo de funcionarios dejen sus cargos a profesionales más ca-pacitados, de los que hay muchos dentro de la Conaf, ya que al persistir en estas actitudes perjudicarán enormemente a la ciencia y comprometerán con ellos el futuro de todo el país. Promovemos la inteligencia y la capacidad en este nuevo siglo; empecemos a cambiar desde ya.

René Reyes G.Ingeniero forestal, investigador de la Universidad Austral de Chile

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SOBRE EL ABANDONO DEL BOSQUE NATIVOLa Nación, 13 de marzo de 2000

PolémicaHe leído con mucha atención y gran preocupación el artículo “El abandono del bosque nativo”, escrito por el señor René Reyes, ingeniero forestal, quien se des-empeña como investigador en la prestigiosa Universidad Austral de Chile. Consi-derando que el único propósito del texto es buscar el desprestigio de mi persona, deseo manifestar lo siguiente.

Por espacio de 15 años (de 1972 a 1986) tuve la suerte de trabajar como acadé-mico de jornada completa en la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile. En ese periodo me desempeñé como jefe del Departamento Forestal durante cinco años; en 1986, en la primera apertura democrática de la Univer-sidad de Chile, fui elegido por mis pares como director de la escuela de Ciencias Forestales (época sin Facultad Forestal), por lo cual aplico la rigurosidad como único medio de lograr avances en el quehacer científico y en el profesional.

Todas las universidades necesitan gente preparada en diversas especialidades, bastante disímiles entre sí, pero todos los investigadores deben tener en común ciertas cualidades, entre ellas el apego a la verdad, y deben a la vez ser muy cuidadosos en sus comunicaciones escritas u orales. Considerando el artículo del señor Reyes, a quien no conozco, puedo decir sin temor a equivocarme que carece de los atributos esenciales mencionados, lo cual ocasiona un grave des-prestigio para la Universidad Austral de Chile, para su Facultad Forestal y para el grupo con que trabaja.

Jamás en mi vida profesional y académica he actuado movido por presiones ex-ternas, como expresa el señor Reyes cuando dice: “Al verse presionado por el sinnúmero de cartas de apoyo que han recibido los proyectos de la Universidad Austral de Chile por parte de personas preocupadas por el problema -investiga-dores chilenos y extranjeros; parlamentarios como los senadores Bitar y Valdés y el diputado Girardi, e incluso autoridades del mismo Gobierno, como el ministro Insulza, divulgo la siguiente explicación”. La decisión de la Corporación Nacional Forestal en lo referente a la nueva política de financiamiento de la investigación forestal fue analizada en un encuentro con la autoridad forestal de la Universidad Austral, donde también participó el profesor Claudio Donoso, único responsable de esta polémica. En esta reunión (Junio de 1999), sostenida especialmente para discutir dicha materia, el señor decano entendió perfectamente la postura de la

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Corporación Nacional Forestal. Las cartas aludidas lógicamente son posteriores a la reunión mencionada. A todas ellas se respondió oportunamente, entregándose los antecedentes completos que motivaron nuestra decisión y, según mi opinión, todas las personas señaladas quedaron conformes con las explicaciones.

Como soy un ferviente defensor de la gente veraz, seria y leal y, a la inversa, detractor de aquellos que utilizan la mentira, la ligereza de juicio y la deslealtad como medio para lograr fines personales, he solicitado al señor Andrés Iroume, decano de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral, institu-ción afectada y comprometida y que además alberga al señor Reyes, que por este mismo diario de a conocer la realidad de lo acontecido, dejando de una vez por todas claramente establecido cuál ha sido la posición de la Corporación Nacional Forestal y del suscrito en esta materia.

En su descomedido artículo el señor Reyes manifiesta gran preocupación por la “ciencia”. Como profesor universitario deseo comenzar con él por lo básico, para decirle que no desvirtúe a la ciencia, pues es sinónimo de “verdad”, acepción que desconoce brutalmente.

Guillermo GuerraGerente de Desarrollo y Fomento Forestal

de la Corporación Nacional Forestal (Conaf ).

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PRECISIONES DE LA U. AUSTRALCartas La Nación, 15 de marzo de 2000

El 7 de marzo La Nación publicó un artículo titulado “El abandono del bosque nativo”, cuyo autor don René Reyes, figura como “ingeniero forestal, investigador de la Universidad Austral de Chile”.

Me permito informar a usted que el señor René Reyes no tiene ningún tipo de vinculación formal con la Universidad Austral de Chile, ni menos con la Fa-cultad de Ciencias Forestales, aunque ha participado esporádicamente en tareas específicas de apoyo a proyectos dirigidos por académicos e investigadores de nuestra facultad.

Des esta manera, las opiniones del señor Reyes son estrictamente personales y no representan para nada el sentir de la mencionada facultad.

Respetamos profundamente al profesor Claudio Donoso y valoramos muchísimo sus investigaciones y aportes al conocimiento de nuestros bosques nativos. Es por ello que las autoridades de la facultad y de la universidad han hecho una serie de gestiones para obtener financiamiento que asegure la continuación de sus inves-tigaciones.

De igual forma, valoramos el interés de la Corporación Nacional Forestal, plan-teado por el propio señor Guillermo Guerra M. en conversaciones sostenidas desde inicios de 1999, en formular proyectos conjuntos que puedan postular a fondos concursables y en mantener en el futuro la línea de investigaciones que el profesor Donoso ha desarrollado desde hace más de 20 años.

Andrés Iroumé A.Decano de la Facultad de Ciencias

Forestales de la Universidad Austral

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LAS RESPONSABILIDADES SOBRE EL BOSQUE NATIVOLa Nación, 15 de marzo de 2000

TribunaDespués de leer el artículo “Abandono del bosque nativo” del señor René Reyes, ingeniero forestal, investigador de la Universidad Austral, publicado por La Na-ción el 7 de marzo, considero conveniente formular ciertas precisiones sobre lo allí aseverado.

Respecto a la polémica asociada a los fondos para la investigación en bosque na-tivo que realiza la Universidad Austral, llama la atención que el señor René Reyes reitere puntos referidos al financiamiento para la investigación básica y aplicada que ya fueron extensamente discutidos con el profesor Donoso y las autoridades superiores de dicha casa de estudios.

Los recursos siempre son escasos frente a las múltiples necesidades que tiene un país como el nuestro. Sin embargo, cualquier entendido en investigación forestal debe reconocer que los montos comprendidos en este ámbito durante la última década por los ministerios de Educación, Agricultura, Economía y por la Corfo han sido de gran magnitud. Así lo demuestran las cifras.

Respecto al periodo de financiamiento de los proyectos de investigación que son aprobados, el señor Reyes muestra sólo una parte de la realidad, porque es cierto que los respectivos concursos establecen una duración de tres años por proyec-to, pero si estos necesitan seguir desarrollándose no existe impedimento alguno para realizar consecutivas presentaciones, política que responde a la necesidad de vincular estrechamente los largos periodos que demanda la investigación forestal con la pertinencia y calidad de la misma. En este sentido, extendemos una invi-tación formal al señor Reyes a conocer los proyectos financiados por FDI (Corfo) y Fondef (Economía), algunos de los cuales han tenido varias etapas que suman bastante más que tres años.

La Corporación Nacional Forestal (Conaf ), desde su creación a comienzos de los 70, ha dado prioridad a la investigación forestal en todos sus ámbitos, pero siem-pre privilegiando las materias relacionadas con el bosque nativo, con el propósito de encontrar respuestas sobre el comportamiento de este recurso y promover su manejo sustentable.

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Esta preocupación de la Conaf queda demostrada como dice el señor Reyes, por 16 años de financiamiento directo a las investigaciones desarrolladas por el profesor Donoso.

Desgraciadamente, lo que no dice es que cada año los dineros de Conaf transferi-dos a él han ido disminuyendo debido a que la actividad de investigación no tiene glosa específica en el presupuesto de la Corporación, por lo que ha habido que reasignar fondos del resto de las actividades operacionales, con el correspondiente deterioro de los programas propios de la institución.

Por otra parte, la decisión de los directivos de Conaf implica realizar la investi-gación de la Universidad Austral sobre el bosque nativo (no es la única), al nivel que corresponde, por lo que no se puede pretender buscar reales respuestas en esta materia con presupuestos anuales cercanos a los 25 millones de pesos.

La propuesta concreta de Conaf ha sido analizar con dicha universidad un pro-grama de investigación, con un horizonte de a lo menos 10 años, secuencial y progresivo en etapas de 3 años, y presentarlo al juicio de uno de los fondos exis-tentes para su financiamiento. No cabe duda de que los montos involucrados en dicha propuesta serán significativamente superiores a los escasos dineros que hoy reclama el señor Reyes.

Conaf ha mantenido en todo momento una actitud de preocupación respecto de esta materia. Para muestra un botón: durante el segundo semestre del año pasado hemos organizado un encuentro con diferentes autoridades en el cual se ha destacado y agradecido el aporte de la Universidad Austral al manejo de bosque nativo. Aun más, conscientes del esfuerzo entregado por dicha casa de estudios y por sus investigadores, se sostuvo una reunión con el señor Andrés Iroumé, decano de la Facultad de Ciencias Forestales y con el seño Donoso, en la cual expresamos nuestro reconocimiento e informamos sobre la política de Conaf en esta materia. El señor decano en esa oportunidad comprendió la necesidad y ventajas de la nueva manera de enfrentar la investigación por parte de la Conaf . En resumen, ha existido de nuestra parte un gran respeto hacia la universidad, sus autoridades e investigadores.

Deseo reiterar la necesidad de que la Conaf promueva un programa de inves-tigación forestal, en el que se atienda en particular los asuntos inherentes al bosque nativo. Los recursos para este programa integral deben provenir de los fondos concursables existentes, cuyas formalidades operativas y administrativas permiten asegurar primero una adecuada selección de proyectos y, en seguida, obliga a un exigente y oportuno control, tanto de las actividades realizadas como de los fondos utilizados.

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Como es de conocimiento público, actualmente se encuentra en el Parlamento el proyecto de ley de “Recuperación del Bosque Nativo y Fomento Forestal”, el que contempla destinar un fondo especial para investigación. De ser aprobado, podrá brindar solución adicional y definitiva a las inquietudes planteadas por el señor Reyes.

Finalmente, creo que la descalificación personal del señor Gerente de Fomento y Desarrollo de Conaf no es la manera adecuada de enfrentar un asunto de esta im-portancia, sobre todo cuando la posición de las autoridades de esta Corporación ha sido previamente discutida y analizada con quienes se manifiestan afectados.

De las afirmaciones del señor Reyes rescato aquel acápite en que realza las bonda-des de los esforzados servidores públicos del área forestal. Es precisamente sobre esas bases que debemos cimentar un diálogo constructivo en las materias señala-das. La investigación es, por definición, un ejercicio compartido.

Cristian Palma ArancibiaDirector Ejecutivo de la Corporación Nacional Forestal

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SOBRE EL BOSQUE NATIVOLa Nación, Abril de 2000

Polémica El 7 de marzo publiqué un artículo acerca de la eliminación de los fondos que se destinaban a la investigación que desde 1982 ha realizado el profesor Claudio Donoso en la Universidad Austral.

Lamentablemente, como deja ver la actitud que han adoptado algunos funciona-rios de la Corporación Nacional Forestal (Conaf ), mi sincera apreciación del pro-blema ha sido tomada en su forma y no en su fondo, eludiendo lo primordial.

No me refiero a los comentarios sobre mi persona que se publicaron después, sino a lo poco que se ha reflexionado en torno a las consecuencias que tendrá abandonar más de 75 hectáreas de ensayo de manejo de bosque nativo y más de 20 hectáreas de plantaciones de especies nativas dispersas en la Décima Región, así como el dejar a su suerte a uno de los pocos viveros de alerces y otras especies nativas amenazadas. Estos ensayos han sido evaluados anualmente desde que se establecieron, tienen 16 o más años de crecimiento e indirectamente han dado origen a gran parte de los conocimientos que hay sobre el tipo forestal siempre-verde, que representa más del 50% de nuestros bosques nativos. De ahí su impor-tancia y mi preocupación.

Su interés no ha sido causar polémica, sino más bien pedir a las autoridades que mediten y reconsideren sus decisiones. No podemos darnos el lujo de perder casi dos décadas de investigación. Como muy bien dice don Cristian Palma, ex direc-tor ejecutivo de la Conaf, los recursos siempre son escasos. Por lo tanto, tampoco podemos darnos el lujo de botar la plata.

Los plazos en silvicultura son bastante más largos que 20 años, y por eso debemos aprovechar lo que se ha avanzado hasta el momento para continuar con las inves-tigaciones y seguir aprendiendo sobre nuestros bosques.

El aumento de la población, el crecimiento de la economía y la apertura de nue-vos mercados son factores que ejercen cada vez mayor presión sobre nuestros recursos naturales. Para que el crecimiento económico y el mejoramiento de la calidad de vida sean procesos perdurables, requerimos como país que aumente el conocimiento sobre tales recursos.

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Los fondos residuales que maneja el profesor Donoso están prontos a agotarse; cuando eso ocurra, los ensayos y los restantes componentes de la investigación (entre ellos el personal que trabaja en ésta) quedarán también abandonados a su suerte, es decir, quedarán expuestos a una serie de intervenciones externas que alterarán los procesos naturales que precisamente necesita estudiar, con lo cual las evaluaciones quedarán invalidadas.

Tengo la esperanza de que el compromiso que está demostrando el nuevo gobier-no con el medio ambiente se traduzca en un aumento de los fondos de investi-gación a largo plazo y específicamente se pueda continuar con la evaluación de estos proyectos.

Las vías alternativas de financiamiento que sugirió la anterior administración de la Conaf no son viables. Los proyectos Fondef y otros sólo financian actividades de corto plazo, aunque algunos de ellos obtienen a veces financiamiento para una segunda etapa.

No quiero entrar en más detalles sobre esto, pues las autoridades pueden consul-tar a las instituciones que administran los fondos para cerciorarse de que así es en realidad.

Es necesario que las nuevas autoridades se informen pronto sobre la situación y tomen las medidas que estimen conveniente, las cuales atenderán, según creo, al bien de la nación, pues estoy convencido de que ese será el criterio que prevalecerá en definitiva, y no intereses personales.

René ReyesSecretario general de la Agrupación

de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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MI INTEGRIDAD FíSICA ESTÁ AMENAZADAEl Diario Austral de Valdivia, 26 de agosto de 2000

Ingeniero Forestal René Reyes dijo que sufrió atentados graves, ante daños causados a los vehículos que manejaba cuando se dirigía a la costa en visita fiscalizadora por tala de bosque nativo.

“Es evidente que mi integridad física está siendo fuertemente amenazada, por lo que ha sido interpuesta una querella criminal por amenazas entre los que resulten responsables”, señaló el secretario general de la Agrupación de Ingenieros Fores-tales por el Bosque Nativo René Reyes.

Dijo que no tienen pruebas para señalar a nadie como el responsable de estas acciones.”Primero cortaron la manguera que conecta el estanque con la respectiva bomba y se agotó la gasolina del Suzuki Vitara que manejaba, agotándose la gaso-lina, lo que me impidió llegar a destino que era la caleta Chaihuín.

Posteriormente mientras conducía entre Corral y Chaihuín el jeep Daihatsu Roc-ky con otras personas se produjo el corte de los frenos del vehículo”.

“Lo que nos preocupa es que sigan ocurriendo estos hechos y puedan llegar a mayo-res, y el último desperfecto en el sistema de frenos podría haberme provocado más que un accidente menor, sobre todo en el camino a la costa que es peligroso. Con el mecánico va a dar su testimonio en el Juzgado del Crimen. Uno de los trámites que el Juzgado debería solicitar es que la Policía de Investigaciones inicie una serie de diligencias para ver quién está detrás de todo esto”.

Indicó que ante el corte ilegal de alerzales, han estado trabajando en la provincia de Valdivia, muy cerca del Monumento Natural Alerce Costero, hay algunos par-ticulares que tienen cortas ilegales que también han sido fiscalizados por Conaf y en la Cordillera de los Andes estuvieron fiscalizando el verano pasado, haciendo una evaluación de daños ambientales en el predio de la empresa Forestal Ltda. Y el tema en la Cordillera de la Costa “donde hemos trabajado en todo lo que es el caso Chaihuín y Venecia, donde hay una empresa forestal que está talando grandes superficies de bosque nativo.

En mayo pasado la CONAF detectó un corte ilegal en 450 hectáreas “y presen-tamos un recurso de protección junto con Codeff y la comunidad de Chaihuín;

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Conaf tiene una acción legal en contra de la empresa en el Juzgado de Policía Local y todavía no se termina”.

El vicepresidente de la Agrupación Claudio Donoso dijo al respecto “se está tra-bajando en el control de destrucción de bosque nativo hace muchos años y han ocurrido estos atentados cuando se sale a terreno en los lugares relacionados con bosque nativo.

Uno puede tener sus sospechas, pero pareciera ser que aquí están involucradas empresas con las cuales estamos interviniendo en cuanto a control, pero no se puede culpar a las empresas en sí y es muy probable que sean personas que tienen relación de interés, incluso alguna persona de la misma comunidad que equivoca-damente cree ver afectados sus intereses por los organismos de control o ambien-talistas, equivocadamente, porque no se trata de afectar intereses de nadie, sino que a través del manejo del bosque nativo no solamente conservemos los bosques, sino que demos más trabajo”.

Otro hecho que preocupa a René Reyes es que el nochero que vigila la villa donde vive le informó que la noche antes que ocurriera el último incidente (29 de ju-nio), había observado a las 03 horas de la madrugada a dos tipos escondidos en la parte delantera de la casa los cuales al verse observados huyeron.

Campaña de amedrentamiento contra dirigentes de la Agrupación de Ingenie-ros Forestales a quienes culpan de doble estándar.

El profesional René Reyes lleva un año diez meses en Valdivia trabajando como asistente de investigación de Antonio Lara, docente de la Universidad Austral y forma parte de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, ocupando el cargo de secretario general.

Indicó que en el verano tienen un programa de salida para el monitoreo de los cortes ilegales de alerce y con respecto al tema de la sustitución, puntualmente lo que ha sucedido en la caleta Chaihuín hemos tenido un plan de actividades durante los últimos seis meses en terreno, para ir a hablar con la comunidad y evaluar el daño que se ha ocasionado”.

Dijo que los dos atentados se produjeron en junio, a los vehículos en que se trans-portaba. También en el estacionamiento de su casa, que tiene una reja muy baja y es fácil entrar el nochero les confirmó que vio a unas personas en el lugar y se-guramente fueron los que produjeron los desperfectos, ahora trato de no guardar más vehículos en el patio.

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El ingeniero forestal indicó que esto coincide con una campaña que hay contra el presidente de la Agrupación, que es Antonio Lara, la cual empezó contra Claudio Donoso.

“Los hechos partieron culpándonos de tener doble estándar, de estar defendiendo al bosque nativo y por otro lado estar ligados a las empresas, como si hubiésemos estado vendidos, incluso se hicieron declaraciones donde suplantaron los nom-bres de los supuestos firmantes. Hubo intervención de abogados, dimos cuenta a Investigaciones y finalmente se acalló”, expresó Donoso.

“Ahora ¿quiénes son?. No sabemos, muchas veces ocurre que hay mandos medios, subalternos y personas que tienen interés en hacer defensa de estas cosas”.

El abogado patrocinante de la querella es Ricardo Hernández y solicitó al Juzgado que se solicite a la Policía de investigaciones que inicie los peritajes, dijo el afecta-do, quien manifestó que es muy difícil encontrar a los culpables, pero la querella sienta un precedente.

Indicó “el atentado asusta, especialmente cuando se me cortaron los frenos, pero seguiré haciendo lo que se ha hecho durante los dos últimos años y no me amedrenta”.

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SOBRE EL PROYECTO DEL BOSQUE NATIVOLa Nación, 23 de diciembre de 2000

Desde que en 1992 se envió al Congreso la primera versión del proyecto de ley sobre recuperación del bosque nativo y fomento forestal, hemos estado propo-niendo mejoras, en forma individual o colectiva, como organizaciones acadé-micas y científicas ligadas al sector forestal. De esa forma, en 1998, formamos la llamada Coalición Técnica, en la cual elaboramos un proyecto distinto del que se discutía en el Senado que, entre otros aspectos inadecuados, permitía sustituir bosque nativo por plantaciones, que ha sido en la última década la principal causa de destrucción de los bosques nativos. Nuestro documento des-empeñó un papel clave en la discusión del proyecto de ley, pues introdujo en el debate aspectos como la concepción ecosistémica del bosque, la prohibición de la sustitución y la determinación de incentivos para el manejo sustentable del bosque nativo. Después vinieron las elecciones presidenciales sin que hubiese modificaciones formales al proyecto.

Durante la campaña presidencial, e incluso después, en algunos de los discur-sos del Presidente Lagos, se habló claramente de la importancia que tiene para el gobierno conservar los bosques nativos y ofrecer incentivos para su manejo sustentable. El bosque nativo ha sido una de las banderas de este gobierno, lo que consideramos muy positivo en el nuevo escenario internacional, en que el cambio climático, la conservación de la biodiversidad y la desertificación están adquiriendo cada vez mayor importancia.

Las graves deficiencias del actual proyecto de ley de bosque nativo han impe-dido que obtenga el apoyo de diversas personalidades del sector forestal y de la mayoría parlamentaria. Incluso durante la campaña presidencial, a fines del año pasado, Ricardo Lagos criticó públicamente el proyecto de ley y planteó la nece-sidad de elaborar una versión completamente nueva que surgiera de una amplia participación de los actores sociales relevantes en el asunto. Posteriormente, en abril o mayo, el Director Ejecutivo de la Corporación Nacional Forestal ma-nifestó la intención del Gobierno de materializar esta iniciativa y de crear en un plazo breve una instancia de amplia participación para preparar un nuevo proyecto de bosque nativo. En consecuencia, teníamos grandes esperanzas de que este gobierno iba a convocar a una amplia participación para elaborar un nuevo proyecto que resolviera de una vez por todas los urgentes problemas de conservación y de falta de oportunidades para la población que derivan de no tener una legislación adecuada al respecto.

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Sin embargo, nuestras expectativas se han visto frustradas, pues está terminando el año y aun no se ha convocado a ese proceso de discusión. Lo que es peor, hemos tomado conocimiento de que como consecuencia de la mesa de diálogo agrícola se creó una instancia en la cual participan la Conaf, el Infor y la Odepa, en repre-sentación del gobierno, la Corma en representación de los empresarios forestales, y el Movimiento Unitario de Campesinos y Etnias (Mucech), en que, según se dice, se está elaborando una versión corregida del proyecto de ley en cuestión, información que nos confirmaron diversas fuentes de gobierno.

Nuestra completa exclusión e esta instancia de discusión, así como la de otros actores importantes, nos preocupa enormemente, pues no se está considerando la opinión técnica de muy calificados representantes de la profesión y del sector forestal que integran nuestra coalición, y ni siquiera de la Comisión Nacional del Medioambiente, máxima autoridad ambiental del país.

Durante los más de 8 años en que se ha discutido el proyecto, abarcando tres gobiernos de la Concertación, ha quedado demostrado que cada vez que se han hecho modificaciones o elaborado nuevas versiones en forma secreta, sin una participación amplia, los resultados han sido deficientes.

Esto ha impedido reiteradamente el logro de acuerdo entre los diferentes acto-res sociales y los parlamentarios, acuerdos que son esenciales para la tan espe-rada ley.

Obviamente, esta falta de participación nos ha causado molestia y desilusión, pues lo que menos imaginamos es que este gobierno fuera a seguir un camino probadamente errado en cuanto al bosque nativo. En virtud de estos antece-dentes, solicitamos que en el más breve plazo se forme una instancia amplia de discusión y participación que de confianza a los diferentes actores para preparar una nueva versión de la ley. Esta nueva versión debe estar orientada por el espí-ritu del proyecto original propuesto por el gobierno de Aylwin, cual es la recu-peración del bosque nativo y el fomento forestal. Según hemos demostrado en diversos análisis y documentos, las sucesivas versiones del proyecto resultaron cada vez más deficientes y se fueron apartando paulatinamente de la intención original. Por lo tanto, no parece conveniente seguir trabajando sobre un docu-mento inadecuado y fracasado.

Confiamos en que se cumpla lo planteado al respecto durante la campaña presi-dencial. Manifestamos además nuestra disposición para seguir contribuyendo a la búsqueda de soluciones para la conservación del bosque nativo y la generación de oportunidades, riqueza y empleo que puede proveer su manejo sustentable.

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Juan ArmestoBiólogo, PhD, Sociedad de Biología de Chile

Antonio LaraIngeniero Forestal, PhD, Director Instituto de Silvicultura,

Universidad Austral de Chile

Claudio DonosoIngeniero Forestal, MSc, Vicepresidente Agrupación

de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

Miguel StutzinPresidente Comité Nacional Pro

Defensa de la Fauna y Flora (Codeff)

Marcel ClaudeEconomista, Fundación Terram

Agustín RamírezAbogado, MSc, Académico Facultad de Ciencias Jurídicas,

Universidad Austral de Chile

Juan Carlos AravenaBiólogo, MSc, Investigador Asociado Facultad de Ciencias

Universidad de Chile.

Carmen Luz de la MazaIngeniera Forestal, PhD, Académica Facultad de Ciencias Forestales,

Universidad de Chile

Bertram HuschIngeniero Forestal, PhD, Consultor Forestal Infora Estudios Limitada

Mary KalinBióloga, PhD, Académica Facultad de Ciencias, Universidad de Chile

Juan GaldámesFederación de Cámara de Turismo de Chile

Luis Eduardo AstorgaIngeniero Forestal, Director Agrupación

de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

René ReyesIngeniero Forestal, Coordinador Coalición Técnica

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CARTA A CARLOS WEBER, DIRECTOR EJECUTIVODE LA CORPORACIóN NACIONAL FORESTALMarzo de 2001

Sr. Director:Como usted estará imaginando, el objetivo de esta carta es referirme al tema de los proyectos de Bosque Nativo que he tenido a mi cargo, auspiciados por Conaf desde 1982-1983.

Muchos problemas han ocurrido durante estos años, pero objetiva y lamentable-mente el periodo 1982-1990 fue el más propicio para el Bosque Nativo en lo que se refiere a proyectos de investigación y experimentación. Conté en esos años con el apoyo decidido y la participación directa del personal de Conaf de la X Región y con el apoyo permanente del Director Ejecutivo de Conaf Nacional y de Conaf Provincial X Región. Junto con ellos estuvimos incluso a punto de obtener un subsidio para el manejo de renovales.

La disminución del interés y del apoyo vino poco después de 1990, es decir, cuan-do ya habíamos vuelto a la democracia ¡Paradojal¡ ¿no?. Gran parte de mi tiempo he tenido que ocuparlo en dar una lucha constante por evitar que se recorten presupuestos o proyectos, preparando presentaciones o actividades para explicar o justificar los proyectos o las investigaciones. Varias veces trataron de eliminar el financiamiento de estos proyectos durante los últimos 8 o 10 años.

Se que he sido descalificado, llegando a decir algunos que durante todos estos años no se ha hecho nada, insistiendo en esa mentira incluso después que les fueron presentadas una significativa cantidad de publicaciones, manuales, tesis, capítulos de libros y libros que han derivado de estos proyectos, después que han visitado, tras muchas postergaciones y dificultades, al revés de lo que ocurrió durante la Dictadura, numerosos ensayos de terreno en bosques naturales y en plantaciones, muchos de ellos absolutamente únicos. Todo ese tiempo tan pobremente gastado durante estos años pudo haber sido ocupado productivamente en escribir más publicaciones, folletos y manuales, en visitar y discutir conjuntamente los ensayos para lograr mejorarlos o encauzar mejor las actividades. Se perfectamente bien que estas cosas las he señalado en reiteradas oportunidades y de distintas maneras. Esta es la última vez que lo hago personalmente.

En estos momentos los proyectos y la experimentación que hemos realizado acá, están en crisis. Hace meses que hemos estado trabajando con dinero de reserva y,

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en especial, sobre la base de otros proyectos que ya no están más. Eso se terminó y si no tenemos un apoyo inmediato debemos cerrar las puertas del vivero, de los ensayos y de las plantaciones y dejarlos morir para que se diga después, como tan-tas otras veces, que no se ha hecho investigación en bosque nativo y que cuando se ha hecho, se ha abandonado.

En este momento yo estoy jubilado de la Universidad y sólo me ligan a ella, en especial, los ensayos realizados en los bosques nativos. Mi gran aspiración es que no se pierdan y que continúen trabajando en ellos los jóvenes que están especiali-zándose fuera del país y quizás Carlos Le Quesne, que requiere para ello estar por lo menos presente aquí en Valdivia en forma permanente.

Lamentablemente me estoy quedando sin alas metros antes de que se efectúe un buen relevo en esta posta que es la investigación de largo plazo que requiere el bosque nativo. Si el problema es que yo ya no alcanzo a llegar a la meta, no im-porta, utilicen un relevo anticipadamente, pero permitan que la posta continúe hasta el final. Tomen la decisión para que así sea.

Si no tengo respuesta a esta comunicación, en Abril le diré a la gente que trabaja conmigo que esto se acabó (como en el fútbol) y que busquen algún trabajo. Aquí en la Universidad quedará sólo el Técnico Forestal que está de planta en ella y que, con estos proyectos se ha transformado en un especialista en viverización y algu-nos aspectos de plantación de especies de bosque nativo. Ojala él pueda mantener algunas actividades poe lo menos del vivero hasta que lleguen tiempos mejores.

Es casi todo lo que quería decir. Nada nuevo. Sólo una vez más. Si no hay luz para mí será la última.

Saluda afectuosamente a ustedes, esperando que las ilusiones e ideales que reflota-ron después de 1990 sean pronto aunque sea medio realidad. ¿Estamos realmente abriendo las grandes alamedas? ¿O estamos cortando los álamos?

Claudio Donoso Z.

c.c : Sr. Alberto Peña Sr. Conrado González Sr. Leonardo Araya, Sr. Antonio Lara

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COMENTARIOS DE MI HIJO PABLO A CARTA A CARLOS WEBERMarzo de 2001

Hola Papi:Al leer la carta que le envías a Carlos Weber en referencia a los proyectos no puedo más que encontrar increíble que estés pasando por esta situación, y me da una tremenda impotencia sentir desde acá que yo no puedo hacer nada. Además de todo lo que ha pasado durante la década del 90 en cuanto a que hayas tenido que pelear para que te dieran la plata y te la dieran a tiempo, seguido de la reducción del presupuesto, ahora veo que ni siquiera la administración Conaf dirigida por Carlos Weber, activo integrante de la Agrupación, responde.

Recuerdo cuando la gente de CONAF te decía que había que buscar fondos concursables y que en esa búsqueda ellos te apoyaban. Qué mejor ejemplo que el proyecto Fondef al cual postularon y al cual dedicaron tanto tiempo y que fi-nalmente no fue financiado, así como no se financió ningún proyecto en bosque nativo? Escabullida de la Conaf no más, de fondo ellos saben que la única forma de mantener estos proyectos es con apoyo de largo plazo.

A futuro, de no financiarse los proyectos por parte de Conaf, yo creo que va a ser posible evaluar al menos algunos ensayos con platas de otros proyectos. Sin embargo, probablemente a través de ese mecanismo sólo va a ser posible evaluar los ensayos de la provincia de Valdivia y otros, como Correntoso, van a quedar sin evaluación. Ojala no sea así. Sería bueno que Conaf al menos se comprometiera a financiar la mantención del vivero y evaluaciones bianuales de los ensayos, o un esquema parecido en el cual habría que reducir algo de personal.

Qué indignación me causa el sistema político económico que vivimos en Chile y en Latinoamérica en la actualidad!!! Imagínate que acá en EEUU, supuestamente el modelo para muchas autoridades en Chile (incluyendo los pseudosocialistas), hay una superficie enorme de National Forests administradas y manejadas muchas veces por el servicio forestal (USDA Forest Service), el cual genera una cantidad enorme de notas de investigación (Research Notes) y reportes técnicos (General Technical Reports) anualmente en cada una de sus estaciones (noreste, sureste, noroeste, Roccky Mountains, etc). El caso de Canadá es similar, y me imagino que en los países escandinavos y algunos países europeos también. Claramente Chile tiene muy pocas reservas nacionales donde se desarrolla investigación y el Instituto Forestal desde los tiempos de Gonzalo Paredes y algo antes ya no recibe

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plata del estado en forma directa sino que (al igual que te dicen a ti) tiene que participar en fondos concursables. Para peor, en general estos fondos concursables están dirigidos a investigación (¿) aplicada, generalmente en vínculo con la gran empresa, y en el caso forestal por ende al pino y al eucalipto. Claramente Chile es un país enfermo!!!

Yo me pregunto, cuando algunos ignorantes dicen que con los proyectos no se ha hecho nada, qué tan buen uso ha hecho la Conaf de la millonada de plata que recibe del gobierno alemán y que administra Lazlo Panzer. Como alguna vez lo planteé en Chile sería bueno analizar los orígenes, la cantidad, y los resultados de los fondos monetarios destinados al bosque nativo (tema de tesis?). Mi hipótesis es que los fondos son pocos, que en la actualidad provienen principalmente del aporte exterior (alemán) y que la eficiencia del uso de estos fondos es en todos los casos inferior a la lograda con los proyectos Conaf (medida en número de ensa-yos/publicaciones por cantidad de plata, o “costo” de cada ensayo/publicación).

Acabo de conversar con un profesor de mi comité (Dr. Chris Nowak) acerca de cuánto es el costo de una publicación en un “quality refereed Journal”, y las estimaciones, a partir de financiamiento del estado ( al Forest Service) o de otras fuentes a la universidad, es de 60- 100 mil dólares por publicación. Qué te pa-rece?. Uno de los ejemplos que él me dio es que la Northeastern Experimental Station del Forest Service en una de sus tantas ramas recibe 1 millón de dólares al año, y que cada investigador principal debe sacar dos publicaciones por año, por lo tanto en ese caso el costo de cada publicación es de 100 mil dólares. Entiendo que el costo de las publicaciones surgidas de tus proyectos es una infinitésima parte de esto.

Como te decía anteriormente aparte de lamentar esta situación, me veo impoten-te en cuanto a poder ayudar en este momento. Dime qué puedo hacer. Recuerdo que hace un tiempo Tom Veblen y otras personas mandaron cartas de apoyo tuyo a Conaf, y por lo que veo no han dado resultados positivos.

Bueno papi, estamos al habla. Suerte.

Pablo

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SE TEJE UNA HISTORIA TENEBROSAAlejandro Delgado V., El Diario Austral de Valdivia, 17 de junio de 2004

El presidente honorario de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, Claudio Donoso, aseguró que la denuncia que involucra a dos guarda-parques del Monumento Nacional Alerce Costero en la comercialización de la madera de alerce podría obedecer a un montaje turbio propiciado por personas involucradas en el tráfico de esta especie en la zona.

El experto aseguró que los funcionarios son inocentes, debido a que contaban con el permiso para sustraer la madera de desecho y que correspondían a restos de construcción, hecho que “estaría aclarado”.

Y aunque confirmó que el caso es investigado por Conaf, indicó que las personas inculpadas en reiteradas ocasiones han denunciado la tala y comercialización ile-gal de la especie, agregando además que en esa zona existen “muchos bandoleros” y que “se teje una historia bastante tenebrosa que amerita más de alguna duda”. “Creo que los guardaparques son inocentes, porque se les acusa de sacar palos bo-tados y viejos en un área que está explotada hace mucho tiempo y que permanece abandonada”, dijo.

Aclaró que una vez que esta situación esté aclarada completamente, la Agrupación de Ingenieros Forestales se abocará a investigar más en profundidad el tema “por-que hay algo más turbio allí, que no tiene que ver estrictamente con los guarda-parques. Los que tienen las manos sucias, a veces hacen cosas sucias”, señaló.

El experto hizo ver además que en la zona existe un reservorio de esta especie, el que quedó en manos del grupo Chaihuín -Venecia comprado por grupos ambien-talistas extranjeros y en los que también tienen participación Codeff, la Agrupa-ción de Ingenieros Forestales y organizaciones no gubernamentales. Y aunque aseguró que allí no existen problemas, indicó que la historia es distinta hacia el sector de Fresia, en la Cordillera de la Costa y en Palena.

Ayer este medio también intentó tomar contacto con el jefe provincial de Conaf Valdivia, Marcos Puente, sin embargo se indicó que se encontraba fuera de la ciudad. También se buscó la opinión de la gobernadora provincial Marta Meza, sin embargo desde Santiago indicó desconocer la situación que afecta a los guar-daparques del Monumento Nacional Alerce Costero.

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Declaraciones en Puerto Montt Mientras tanto, ayer continuaba el desfile de autoridades ante la querella presen-tada por el senador Sergio Páez contra el abogado Carlos Barahona.

Ese era el caso del director regional de Conaf, Pedro Bahamonde, y del Presidente de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, René Reyes.

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DE CLAUDIO DONOSO A ANTONIO LARA, PABLO DONOSO, MAURO GONZÁLEZ, CARLOS LE QUESNE, RODRIGO VERGARAValdivia, 24 de noviembre de 2004.

Queridos amigos,Hace tiempo que me preocupan los temas alrededor de los cuales haré algunas reflexiones y sugerencias en esta comunicación. Como el más viejo de este grupo, del cual me considero parte, no tan activa en este minuto, pero con la tranquilidad de sentir que he dado el impulso inicial que ha permitido el desarrollo de un gru-po de investigadores jóvenes (Antonio también joven). Este grupo, a mi entender, está constituido por Antonio Lara, Pablo Donoso, Mauro González, Carlos Le Quesne, Rodrigo Vergara y el joven que debe contratarse ahora y que espero que sea el seleccionado por este grupo. Sin embargo, la grandeza y eficiencia de este grupo no sería posible de mantenerse en el futuro si no se logra que sea potencia-do por los colegas de suelos, Víctor Gerding, Juan Schlatter y Renato Grez y por Moisés Osorio en Patología, y otras personas que constituyen el grupo Forecos liderado por Antonio. Sin duda no excluyo de este grupo a Bernardo Escobar y algunos otros técnicos y ayudantes que son o podrían ser aportes positivos.

Es de conocimiento público, para quienes no son o no se hacen los sordos, que este grupo es ya conocido como el más importante y mejor centro de estudio y de docen-cia del tema de Bosques Nativos de Chile, tanto a nivel nacional como internacional. Hay un sólido prestigio y una fama justificada y merecida, porque hay mucha gente trabajando arduamente y produciendo mucho y con muy buena calidad.

Quiero resaltar también un hecho que creo que es relevante y significativo. En este lugar y con el impulso y participación de la gente de este grupo se creó la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, que en un frente un poco distinto, pero con el mismo propósito, ha producido y ha significado mu-cho para el sector forestal. La visión fundamental, expresada hace ya años por el Instituto incluso a través de la prensa y señalada reiteradamente a autoridades y parlamentarios, y que, además, es el propósito fundamental de la Agrupación, es el concepto de Manejo del Bosque Nativo que permite la aplicación de la Silvi-cultura para hacer productivos los bosques nativos (incluyendo madera), mante-niendo las funciones medioambientales y la biodiversidad.

El grupo de trabajo de Silvicultura ha hecho mucho, pero creo que se ha sesgado excesivamente en los últimos tiempos, hacia algunos elementos de la Ecología, específicamente la Dinámica de Bosques y la Dendrocronología. Estos temas son

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relevantes y sin duda han sido fuertemente impulsados por la influencia de Tom Veblen y de Antonio Lara. Pero creo que el gran entusiasmo despertado por estos temas ha enmascarado, si no la importancia, por lo menos la actividad y el esfuer-zo y entusiasmo que también deben despertar otros temas que son nuestros. No tengo una medición exacta, pero esa es mi percepción, y creo que es impresión general no explicitada.

Creo que, por el otro lado, se ha dejado un tanto de lado el tema de la Silvicutura aplicada al Bosque Nativo y la Silvicultura de Plantaciones, lo que se manifiesta en los proyectos y personas que trabajan en esos temas y en el número y tipo de publicaciones correspondientes. Creo que casi todos ustedes han trabajado en estos temas y tienen los elementos para continuar haciéndolo; de hecho Antonio Lara es el gestor de las Normas para Manejo de Renovales de Roble, Raulí y Coigüe. Mauro también ha participado en algunos de estos temas y Rodrigo también antes de irse a Estados Unidos. Pablo trabaja en ellos. Mi sugerencia es que sólo se haga un esfuerzo para volverse un poco más hacia la Silvicultura, lo que incluye por supuesto la rea-lización de estudios de Autoecología de especies forestales y de Ecofisiología, activi-dad esta última especialmente, que requiere de la participación además del Ecólogo Silvicultor, de los especialistas en suelos, en clima, en geología y geomorfología, en hongos e insectos y fauna mayor, en cuencas y aguas y en paisaje. La labor integra-dora de Antonio Lara con Forecos y sus proyectos ha sido gigantesca. Yo me atrevo a pedir que se haga otro esfuerzo igual por los colegas más jóvenes, pero centrado en la Silvicultura con bases claramente ecológicas de los bosques y especies nativas, incluyendo por supuesto en ello la producción de plantas y las plantaciones.

El otro punto que creo debe reflexionarse es el de las publicaciones, específicamente en el sentido de que se establezca como un importante propósito a nivel nacional que un porcentaje de las publicaciones se hagan en la Revista Bosque (e incluso algunas en Chile Forestal), para efectos de que el conocimiento de lo nuestro pueda llegar a los jóvenes y técnicos que no acceden a revistas internacionales. También para aumentar las posibilidades de que la Revista Bosque suba de nivel. Además, resulta contradictorio que el centro más importante de Bosque Nativo se encuentre en la UACh, y que su revista científica forestal no tenga a veces ningún artículo de los investigadores de bosque nativo, salvo en ocasiones algunos argentinos.

Son sólo algunas reflexiones, seguramente se me quedan muchas en el tintero. Espe-ro que sean de utilidad, que estimulen algunos virajes y, muy especialmente que sean motivo de más reflexión en conjunto y algunas discusiones en los jueves cerveceros o en algunos pequeños claustros en Los Senderos del Bosque, como otras veces.

Los quiero mucho y los valoro mucho a todos.Sólo el amigo más viejo, emérito, honorario, pero prefiero sólo amigo y Tata.

Claudio Donoso Zegers

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Capítulo 3

LIBROS, PREMIOS, CEREMONIAS

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EDITADO LIBRO SOBRE ECOLOGíA FORESTALLa Tercera, 1984

Valdivia. El bosque no sólo es un conjunto de árboles con algunas especies do-minantes. Es una compleja interrelación entre organismos, plantas, animales y el medio, lo que constituye un sistema ecológico que en último término correspon-de a un ecosistema forestal.

En líneas generales, este es el tema que se aborda en el libro titulado “Ecología Forestal. El Bosque y su Medioambiente”, editado por la Universidad Austral de Chile.

El texto fue preparado por Claudio Donoso Zegers, destacado profesor e investi-gador de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Valdivia.

La obra comprende una visión integrada de los diversos aspectos que componen un bosque en el cual existen árboles dominantes, árboles subdominantes y una amplia comunidad de plantas y animales.

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PREMIO MARIO PUENTE ESPILPresentación, 1987

Estimados profesores y estudiantes de Ciencias Forestales:El Centro de Alumnos de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral de Chile ha tomado la decisión de instituir un premio al mejor trabajo presentado por un estudiante en las Jornadas Científicas de Pregrado, cuya pri-mera versión está finalizando hoy día aquí en Valdivia. Pero además, ha tomado la decisión unánime y espontánea de poner a este premio el nombre de Mario Puente Espil.

Muchos de ustedes quizás habrán oído hablar de Mario Puente, muchos otros quizás no saben nada de él. Es bueno entonces que recordemos un poco quién fue esta persona y por qué estamos instituyendo un premio que lleva su nombre.

Mario Puente ingresó al mundo forestal en 1965 a través de las puertas de la, en aquel entonces, Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad de Chile en Santiago. Desde sus tiempos de colegio se había distinguido como un excepcional estudiante. A poco andar, pasando recién a segundo año en la carrera, todo el mundo, estudiantes y profesores, se percataron de que un personaje especial había ingresado a la Escuela. A partir de entonces fue siempre el primero, y más allá de eso, fue siempre el mejor.

Su trayectoria por la Escuela fue clara y luminosa, culminó con un calificativo máximo en el examen de grado final. De ahí pasó a ser ayudante y luego profesor de la misma Escuela Forestal de la U. de Chile. Después de algunos años decidió trasladarse a entregar sus conocimientos a la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral de Chile. Finalmente tomó la decisión, que creo que fue la más difícil de su vida, de irse a trabajar a la Empresa Inforsa, donde cumplió una labor que sus compañeros de esa y otras empresas aún recuerdan. Desde allí mantuvo contacto con la Universidad como profesor de jornada parcial en la Universidad de Concepción en Chillán. En estas últimas actividades trabajaba cuando lo sorprendió la muerte.

En todas partes fue siempre el primero, fue siempre el mejor. Pero eso no es el motivo fundamental por el cual los estudiantes están dando su nombre al pre-mio instituido. Varias generaciones de forestales tuvieron la fortuna de conocer la calidad de maestro de Mario Puente; en verdad fue maestro de sus propios compañeros estudiantes y profesores en la Universidad, compañeros de trabajo en

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la empresa. Su oficina y casa estaban siempre abiertas para sus alumnos; en ellas estaba Mario siempre dispuesto a resolver el problema técnico, que generalmente no era problema para él. Y más aún, el problema personal de cualquier índole que tuvieran los estudiantes. Son muchos los egresados que recuerdan hoy día la palabra tranquila y cariñosa de Mario, así como la acción rápida y eficaz para resolver sus situaciones difíciles.

Porque Mario Puente fue un maestro, un técnico de calidad, un científico serio, un forestal que conoció y amó profundamente los bosques de Hualo, de Arau-caria, de Lenga, de Canelo, de Pino Insigne, y los renovales de Roble y Raulí, porque fue capaz de formar una mentalidad distinta en muchos estudiantes, que desde entonces enfrentan el problema del bosque con un enfoque diferente, por-que la asignatura de Silvicultura del Bosque Nativo de la Universidad Austral es esencialmente una creación de él, y sobre todo, porque Mario Puente fue el profesor amigo de los estudiantes de Ciencias Forestales, es que ellos mismos han decidido inscribir su nombre en las Jornadas Forestales de Pregrado.

Este es el mejor homenaje que puede haber recibido nuestro amigo que se los agradece sonriente desde el más allá.

Gracias

Claudio Donoso ZegersValdivia, 1987

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NUEVO TEXTO SOBRE EL BOSQUE NATIVO PRETENDE DERRIBAR MITOS EXISTENTESLa Época, 7 de marzo de 1994

Un aporte a la investigación ambiental y científica en torno al bosque nativo con-cretó la Corporación Nacional Forestal, Conaf, al financiar la edición del libro “Bosques Templados de Chile y Argentina. Variación, Estructura y Dinámica”, escrito por el ingeniero forestal y académico de la Universidad Austral, Claudio Donoso.

El texto pretende llenar un vacío en torno a los conocimientos universales y mo-dernos relacionados con la sinecología, parte de la ecología forestal que se dedica al estudio de los bosques.

En este sentido, el autor de la publicación destacó que con ella pretende, entre otras cosas, demostrar que no es efectivo el absoluto desconocimiento que se pregona respecto al bosque y que “sirve de argumento para no hacer silvicultu-ra”, técnica que permite poner en producción a los bosques, en equilibrio con el medioambiente.

El libro, apoyado en los conocimientos del autor y más de 500 referencias biblio-gráficas, recoge abundantemente información sobre la variación de las especies forestales, específicamente de las chilenas, lo que según Donoso es base funda-mental para hacer silvicultura sin cometer errores fundamentales y para iniciar programas de mejoramiento genético.

En segundo término, la publicación discute las características estructurales y di-námicas de los doce tipos forestales chilenos. Lo anterior se refiere al conocimien-to de los elementos constituyentes de los bosques y a los métodos de análisis de la vegetación, lo que permite caracterizar a cualquier comunidad forestal, acción imprescindible en todo trabajo o proyecto que se realice en los bosques. A juicio del autor, “se entregan conocimientos concretos sobre los bosques chilenos que hacen posible iniciar un manejo, no meras ideas generales y especulaciones”.

En el mismo sentido, en su tercera parte, el texto desarrolla el tema de la dinámi-ca de los bosques, es decir, los cambios que ocurren en ellos desde sus primeras etapas de regeneración, hasta que llegan a estados de equilibrio dinámico con el medioambiente.

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Por último, la cuarta parte del libro analiza la historia, estructura y dinámica de los tipos forestales de Chile, incluyendo también comunidades forestales argen-tinas.

Otras investigaciones

Claudio Donoso destacó que aunque todavía se debe aprender del bosque, “ya sabemos mucho más”. Según afirmó, pronto saldrá a luz un texto sobre la ecolo-gía del bosque nativo editado por tres profesores de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile con 18 capítulos escritos por investigadores nacionales.

Asimismo, sostuvo que están por publicarse dos textos escritos en Estados Unidos con capítulos completos sobre la ecología del género Nothofagus y de las coníferas chilenas.

Según declaró “me parece que lo que tenemos logrado es suficiente como para que el país y quienes poseen los bosques nativos cambien su actitud destructiva y cortoplacista en relación con ellos”.

En relación a la ley forestal para el Bosque Nativo, en trámite en el parlamento, Donoso afirmó que, a su juicio, debe ser aprobada, “porque será la tabla de salva-ción de los bosques chilenos, y que en conjunto con las plantaciones y en armonía con el medioambiente, pueden ser la base no de un mero crecimiento, sino de un verdadero desarrollo económico nacional”.

Con este libro, se cumple con el ofrecimiento de una segunda parte anunciada en el prefacio del anterior texto publicado por el autor, Ecología Forestal, el Bosque y su Medioambiente, y se redondea un texto completo, en dos tomos, de Ecolo-gía Forestal, con énfasis en los bosques templados sudamericanos, que se ubican fundamentalmente en Chile y en menor proporción en Argentina.

Magdalena Donoso, Santiago

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Presentación en homenaje

ROGELIO TAPIA DE LA PUENTEFacultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile, 1994

Rogelio Tapia de la Puente fue alumno de Forestal en la Universidad de Chile, pero luego se fue a la Universidad Austral de Chile, donde lo volví a encontrar en 1978 o 1979, siendo ya un egresado. Ahí hizo su tesis de grado relacionada con bosques de canelo. Yo fui profesor informante de esa tesis. Recuerdo un trabajo serio que significó un gran esfuerzo de terreno. Era un joven tranquilo, algo intro-vertido. No lo conocí mayormente, pero mi impresión fue muy grande, cuando siendo yo Presidente Regional (X Región) del Colegio de Ingenieros Forestales, fue asesinado en Valdivia. Por diferentes circunstancias pudimos percatarnos rá-pidamente de la falsedad de que su muerte había ocurrido en un enfrentamiento. Como Presidente del Colegio tuvimos una fuerte controversia a través de la pren-sa con el Gobernador Militar de turno. Hubo participación a favor de Rogelio de la Iglesia y de abogados de Derechos Humanos, pero no se logró nada. Este asesinato estuvo en el contexto de asesinatos simultáneos cometidos también en Santiago y Concepción.

Rogelio Tapia fue una víctima más de la dictadura.

Hace un par de años afortunadamente los estudiantes de Forestal de la Univer-sidad Austral de Chile lo reconocieron así y le rindieron un homenaje estable-ciendo un premio con el nombre de Rogelio Tapia a un alumno destacado.

Claudio Donoso Zegers

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Sobre silvicultura de los bosques nativos de Chile:

DOCENTES DE LA UACH PUBLICAN LIBROEl Diario Austral de Valdivia, 11 de septiembre de 1999

“Silvicultura de los Bosques Nativos de Chile” se titula el libro presentado el miércoles 8 en la Universidad Austral de Chile, entidad que además homenajeó a uno de los compiladores, el profesor Claudio Donoso Zegers, con el premio “Luis Oyarzún”. Dicha distinción se entrega a quienes han hecho una destacada contribución a las relaciones armónicas entre seres humanos y naturaleza, desde las ciencias o las artes.

Donoso, junto a Antonio Lara Aguilar, son los editores de este libro de 421 pági-nas donde junto a otros 22 autores recalcan con fuerza que autoridades, legislado-res y la sociedad como un todo necesitan darse cuenta de que los bosques nativos deben manejarse en forma sustentable en vez de sustituirse o eliminarse.

Los autores señalan que en los últimos 25 años el conocimiento ecológico de los tipos forestales chilenos se ha incrementado, sin embargo, debido a la falta de difusión y capacitación en los diferentes niveles, los bosques nativos siguen siendo intervenidos sin la aplicación de estos conocimientos.

Es por ello que los editores quisieron compilar los resultados y experiencias de distinguidos biólogos, ecólogos y silvicultores que han investigado o practicado por años en los diferentes bosques nativos de Chile y Argentina, para contribuir a su conservación y correcto manejo.

Los editores son titulados de la Universidad de Chile. Claudio Donoso Zegers tie-ne estudios de postgrado en la Universidad de California en Berkeley y Antonio Lara Aguilar en la Universidad de Colorado en Boulder. Los dos son profesores de la UACh.

Además, ocupan cargos de presidente y vicepresidente de la Agrupación de In-genieros Forestales por el Bosque Nativo. Ambos han dedicado años al estudio de la autoecología de las especies, de la dendrocronología, de la variación entre poblaciones, de la estructura y la dinámica de los tipos forestales y en los últimos 15 años, gran parte de los estudios y ensayos experimentales se han dedicado a la aplicación de silvicultura en distintos tipos y condiciones de bosques.

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Completo libro de la Silvicultura

LA VOZ DE LOS BOSQUESDiario Austral de Valdivia. Campo Sureño, 20 de septiembre de 1999

No se logrará la conservación ni el desarrollo económico social equilibrado de los bosques nativos de Chile sin sostenerse en una silvicultura que los considere como ecosistemas forestales, vale decir, la silvicultura es la herramienta que puede lograr la conservación de los bosques nativos. Así lo enfatizan los autores del libro “Silvicultura de los bosques nativos de Chile”. Esto se fundamenta en que “las finalidades de la conservación son esencialmente equivalentes a los objetivos de la silvicultura: permitir el aprovechamiento sostenido de las especies y los ecosis-temas y, al mismo tiempo, mantener los procesos ecológicos, los sistemas vitales esenciales y preservar la diversidad genética”.

La obra fue presentada en la Universidad Austral de Chile, entidad que además homenajeó a uno de los compiladores, el profesor Claudio Donoso Zegers, con el premio “Luis Oyarzún”.Dicha institución se entrega a quienes han hecho una destacada contribución a las relaciones armónicas entre seres humanos y natura-leza, desde la ciencia o las artes.

Donoso, junto a Antonio Lara Aguilar, son los editores de este libro de 421 páginas donde junto a otros 22 autores recalcan con fuerza que autoridades, legisladores y la sociedad como un todo necesitan imperiosamente darse cuenta de que los bosques nativos deben manejarse en forma sustentable en vez de sustituirse o eliminarse.

Los autores señalan que en los últimos 25 años el conocimiento ecológico de los tipos forestales chilenos se ha incrementado, sin embargo, debido a la falta de difusión y capacitación en los diferentes niveles, los bosques nativos siguen siendo intervenidos sin la aplicación de estos conocimientos. Es por ello que los editores se decidieron a compilar los resultados y experiencias de distinguidos biólogos, ecólogos y silvicultores que han investigado o practicado por años en los dife-rentes bosques nativos de Chile y Argentina, para contribuir a su conservación y correcto manejo.

Camino opcional

Según se expone en el Boletín de Divulgación Nº 21 de los ingenieros forestales por el bosque nativo, este libro constituye “un camino alternativo a las posturas extre-mas que aluden al no uso y a la explotación intensiva de los bosques nativos”.

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El texto contempla trece capítulos. Se abordan allí temas como “Bases de la sus-tentabilidad ecológica y sus implicaciones para el manejo y conservación del bos-que nativo en Chile”. El sistema de cosecha con “retención variable”, una alter-nativa de manejo para conciliar los objetivos de conservación y producción en los bosques nativos chilenos”, “Los bosques de lenga en Argentina”, “Los bosques siempreverdes” y la silvicultura alternativa: un concepto silvícola para el bosque nativo chileno”, entre otros.

Por su parte, las conclusiones del texto llevan el nombre de “Hacia una silvicul-tura sustentable”. Allí los autores, luego de ahondar en diversos antecedentes, hacen propuestas concretas que tienen que ver con abandonar la sustitución y habilitación agropecuaria de los bosques nativos”.

Los editores son titulados en la Universidad de Chile, Claudio Donoso Zegers tie-ne estudios de postgrado en la Universidad de California en Berkeley y Antonio Lara Aguilar en la Universidad de Colorado en Boulder. Los dos son profesores de la UACh.

Además, ocupan los cargos de presidente y vicepresidente de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo.

Ambos han dedicado años al estudio de la autoecología de las especies, de la den-drocronología, de la variación entre poblaciones, de la estructura y de la dinámica de diversos tipos forestales y en los últimos 15 años, gran parte de los estudios y ensayos experimentales se han dedicado a la aplicación de silvicultura en distintos tipos y condiciones de bosques.

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DISCURSO LANZAMIENTO DEL LIBRO SILVICULTURA DE LOS BOQUES NATIVOSSantiago, 19 de noviembre de 1999

Hace sólo dos meses en la Universidad Austral se efectuó un Primer Lanzamiento del libro que nos convoca hoy día.

Resalté en esa oportunidad que nuestro libro aparecía cuando se llegaba a una fuerte polarización de posiciones en relación con los bosques nativos: un extremo pidiendo prohibición de cortas y de utilización, posición que excluye al ser huma-no de los ecosistemas forestales, y que no tendría una consecuencia positiva para los bosques, si no que sería más destructiva aún; y otro polo, que basado solo en criterios de rentabilidad a corto plazo y un concepto extremo de propiedad priva-da, es esencialmente transformador y destructor de sistemas naturales.

Con nuestro libro, pretendemos ubicarnos entre dos polos con el convencimiento de que los bosques nativos se conservarán sólo a través de criterios adecuados de manejo silvicultural, mirándolos como entidades productivas con múltiples fun-ciones y en un contexto de ecosistema o de paisaje.

Ante esta tercera posición se nos dice que no hay conocimiento ni investigación. Ambos polos parecen estar de acuerdo con ello.

Sin embargo, la base necesaria para hacer una silvicultura sustentable es el cono-cimiento de la ecología de los bosques. Y podemos asegurar que en este momento hay más conocimiento de nuestros bosques que el que se tenía en la década del 60 de los bosques de pino insigne. Estos conocimientos se ven reflejados en muchas publicaciones científicas y técnicas de muchos tipos.

Ya en 1989 en un Simposio de Valdivia se concluye que se tienen suficientes co-nocimientos como para iniciar silvicultura en los bosques de Chile.1993: Texto de Ecología Forestal - Bosques Templados de Chile - Recopila cono-

cimientos de variación, estructura, ecología de la regeneración y dinámica de los tipos forestales.

1995: Ecología de los Bosques Nativos de Chile. Editado por Armesto, Villagrán y Arroyo.

1995: Ecología de los Bosques de Coníferas del Hemisferio Sur. Dos capítulos sobre Chile.

1996: Ecología y Biogeografía de las especies de Nothofagus. Tres capítulos sobre los de Chile y Argentina.

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Estos significativos avances posibilitaron la realización del texto de Silvicultura que nos reúne y sin duda desde hace tiempo hacen posible hacer Silvicultura.

Nos produce gran satisfacción haber concitado el interés y logrado la participa-ción de 24 profesionales de muy diversas características para la realización de nuestro texto. Académicos relevantes en el mundo científico forestal, como Jerry Franklin de la U. de Washington, Ingeniero Forestal y Ecólogo que estaría introduciendo en nuestro país, a través de los bosques de lenga, métodos silviculturales con fuerte base ecológica que significan mantener la complejidad estructural de los bosques de modo de permitir su utilización y manteniendo al mismo tiempo las demás funciones del bosque, entre ellas belleza del paisaje, biodiversidad, procesos ecoló-gicos vitales, así como la productividad del bosque . O Mary Kalin y Juan Armes-to, biólogos y ecólogos de primer nivel de la U. de Chile, cuyo aporte a este libro debería ser fundamental para introducir y reforzar en el sector forestal y en los nuevos ingenieros forestales, los conceptos de sustentabilidad ecológica, manejo ecosistémico, manejo adaptativo y monitoreo.

Pero además participan en este esfuerzo con capítulos fundamentales profesiona-les que se han destacado en la aplicación práctica de la Silvicultura, como Hans Grosse, Andrés Martínez, Luis Otero y Herbert Siebert.

Nos complace también haber contado con la colaboración con un capítulo so-bre Lenga, de José Bava, de Argentina. Podrán notarse algunas ausencias aquí, particularmente en lo que se refiere a los bosques de Lenga de Chile, en que hay muchas experiencias. Los editores hicimos los esfuerzos para que se escribieran dos capítulos en este tema, pero fueron infructuosos. Confiamos en poder incluir la Lenga de Chile en el segundo tomo en una segunda edición.

Hace seis años, en 1993, fue lanzado aquí en Santiago, por iniciativa de CONAF, el libro Bosques Templados de Chile y Argentina.

En el prólogo de ese libro se destacaba el crecimiento notable del sector forestal a través de plantaciones de Pino y las exportaciones, contrastando con el descuido y destrucción de los bosques nativos, lo que hace decir que se teme que más que un libro de Ecología, pase a ser un libro de historia de los bosques nativos.

Al efectuar este lanzamiento no es mucho lo que ha cambiado la situación.

Hace ya muchos años que se discute una ley para el bosque nativo, pero el largo tiempo se ve menos importante si se confronta con el hecho de que los proyectos

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nuevos van siendo cada vez más malos en el sentido de no promover en el fondo la recuperación del bosque nativo y del fomento de su manejo, dejando espacios para que se sustituya y se deteriore. Y en forma especial se destaca negativamente el hecho de no poder contar con una clara política forestal en relación con estos bosques, a pesar de que ahora sabemos cuánto tenemos y los conocemos ecológi-camente en forma documentada.

Estas fallas se visualizan claramente cuando comprobamos que no se fomentan experiencias a mayor escala en los bosques nativos, salvo gratas excepciones de-rivadas del interés de franceses y alemanes (en dos reservas y con pequeños pro-pietarios).

A pesar de que se reconoce la falta de apoyo y financiamiento a la investigación y experimentación en los bosques nativos, nos encontramos hoy con la paradoja de que estamos lanzando un libro que refleja que estamos realizando investiga-ción, tenemos experiencias, hemos publicado manuales y libros, hemos desarro-llado normas y justamente la institución del Estado que nos apoyaba reduce los presupuestos y tiende a eliminar el financiamiento. Simultáneamente, haciendo más notable la paradoja, el mismo Estado, por otras vías, concede presupuestos millonarios a proyectos que no apuntan en absoluto a la recuperación y fomento del manejo del bosque nativo.

Aprovecho esta audiencia para sugerir a todos una reflexión y revisión de esta situación.

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LANZAMIENTO LIBRO DE SILVICULTURA PALABRAS DE PABLO DONOSO Universidad Austral de Chile, Septiembre de 1999

Estimadas autoridades, amigas y amigos,Se me ha pedido que después de las palabras de nuestro rector y de Leonardo Araya diga yo algunas palabras en relación al libro que nos reúne aquí, pero más particularmente en relación a uno de sus editores, Claudio Donoso, mi padre. El gusto con que hago esto es como aquel que siente él cuando anda entre los bosques. Sucede que mi padre, desde niño, ha sido un estudioso de la natura-leza. Es por ello que para él su trabajo en ecología y silvicultura de los bosques nativos no sólo ha sido su profesión, sino que también su pasión. Fue a finales de los años 30 cuando él empezó a empaparse de amor por los bosques, en ese tiempo como niño entre los bosques nativos y arroyos de la zona de Concep-ción, bosques de peumos, boldos, robles y otras especies que ya casi no existen en esa zona porque han sido sustituidos por plantaciones de pinos o destruidos por otras razones.

En su carrera académica de ya casi 40 años, de los cuales más de la mitad los ha pasado en Valdivia y en la Universidad Austral, sus más de 100 publicaciones, los 10 capítulos que ha escrito en distintos libros, sus 2 libros de Ecología, más el libro que presentamos coeditado por él y Antonio Lara, son un reflejo de su dedicación, compromiso y profesionalismo que lo sitúan como uno de los grandes académicos de las ciencias forestales en Chile y América Latina. Sin embargo, su accionar no sólo se ha reflejado en esta gran productividad acadé-mica. Al menos tan importante como sus escritos científicos ha sido su lucha en defensa del bosque nativo Chileno. Sus cartas a la prensa a principio de los 70 y 80 ya advertían acerca del peligroso proceso de eliminación de bosques nativos que estaba ocurriendo, proceso que se agravó con el crecimiento explosivo de las plantaciones de pino primero en las regiones VII y VIII, y ahora en la IX y X regiones. Sus denuncias públicas en relación a las pérdidas de bosques nativos, así como sus proposiciones en pro de la conservación y buen uso de éstos, han tenido como mejor resultado el que hoy haya un número cada vez mayor de forestales conscientes de que el modelo forestal chileno actual es insustentable, y de que éste debe urgentemente integrar visiones ecosistémicas antes de que colapse más temprano que tarde. Sin lugar a dudas, Antonio Lara, uno de los editores del libro que presentamos hoy es uno de los mejores exponentes de las nuevas generaciones de forestales chilenos que nuestro frágil y amenazado bosque templado sudamericano necesita.

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Los 30 años de investigación de Claudio Donoso han cubierto diversos eco-sistemas forestales de Chile, desde los bosques esclerófilos de Chile Central hasta los de Lenga de Tierra del Fuego. Sin embargo, particularmente intensa ha sido su labor en los bosques de la décima región. Durante casi 20 años, y gracias al apoyo financiero anual entregado por autoridades del sector público que entendían la necesidad e importancia de estudios de largo plazo en los bosques nativos, mi padre ha revolucionado el conocimiento de los bosques de nuestra región, la más rica del país en bosques nativos. Es paradojal que hoy, cuando decenas de ensayos están entregando información tremendamente rele-vante para el futuro de los bosques nativos de la región y del país, estos fondos se supriman. El anarquismo observado hoy en cuanto al destino de los recursos entregados por el estado para la investigación forestal, que es un reflejo más de la falta de una política forestal comprehensiva, está siendo una agravante más en contra de los bosques nativos chilenos.

Para terminar, quiero reproducir las palabras de mi madre, que con esa capacidad increíble que tenía para entender los sentimientos de los demás, escribió acerca de los bosques a través de los ojos de mi padre: Sus voces eran tantas que debía detenerme y escuchar una a una. El viento, los pájaros, las hojas al caer, todo era un canto, donde todos cabíamos, el sol, el cielo, los árboles, los pájaros, y muy cerca, en el silencio pleno de rumores, Dios.

Muchas gracias.

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DECRETO Nº 293 DE UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE7 de septiembre de 1999

Otórgase el Premio “Luis Oyarzún” de la Universidad Austral de Chile, a don CLAUDIO DONOSO ZEGERS, por sus contribuciones científicas para el co-nocimiento profundo de los bosques nativos de Chile, como por su compromiso personal y activo en la protección de los mismos.

Anótese, comuníquese y archívese.

Manfred Max Neef, Rector

Karin Exss Krugmann, Secretario General

INVITACIóN CEREMONIA PREMIO LUIS OYARZÚN

Manfred Max Neef, Rector de la Universidad Austral de Chile, saluda cordial-mente a usted y tiene el agrado de invitarle a la ceremonia de entrega del Premio Luis Oyarzún, distinción que será otorgada al profesor Claudio Donoso Zegers.Este evento tendrá lugar el día miércoles 8 de septiembre, a las 17.00 horas, en el Salón Jorge Millas.

Contar con su presencia en este acto constituye un gran orgullo para la Universi-dad, ya que se trata de un reconocimiento a quienes a través del arte o la ciencia hayan hecho una destacada contribución a las relaciones armónicas entre seres humanos y naturaleza.

Claudio Donoso conoció los bosques y los bosques lo conocieron a él en la Región de la Araucanía, cuando corrían los años ’40. Allí encontró, recorriendo los veranos de su infancia, la revelación de una belleza y armonía que le parecieron únicas.

Aunque los ritmos de la vida lo llevaron por otros rumbos, en su tercera década y con el apoyo incondicional de su mujer Sonia, se reencontró con esos viejos amores, convir-tiéndose en el “Tata” de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad de Chile, e iniciándose en una incansable lucha por la defensa de los bosques nativos de Chile.

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Hoy, así lo evocamos… como el hombre sensato y amante de la foresta, que extrajo y reveló con incansable estudio, terreno y tesón - lo mejor de ella: la revelación de sus múltiples funciones, sus generosos frutos, su particular e inconfundible aroma húmedo y verdadero.

(Magdalena Donoso Hiriart)

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LAUDIATUM CLAUDIO DONOSOAntonio Lara, 7 de septiembre de 1999

Hacer un homenaje a mi maestro, colega y amigo, CLAUDIO DONOSO ZE-GERS, es ciertamente un desafío, pues ¿Cómo hacer justicia a su vida, a su obra y a su enorme aporte a la ciencia, a la Universidad Austral de Chile y a la defensa de la naturaleza?

Don Luis Oyarzún escribió “hay que estimular el conocimiento de la necesidad de los árboles, con sus innumerables usos. También la conciencia de su belleza en este medio nuestro de naturaleza tan hermosa y tan deleznable y fea fundación humana”.

Hoy la Universidad Austral está cumpliendo plenamente con el deseo expresado por don Luis Oyarzún, al premiar a quien ha sido voz de los árboles, creador y portador de su conocimiento, conciencia plena de la belleza incomparable de nuestros bosques.

El profesor Donoso se ha destacado por su labor científica innovadora como in-vestigador pionero de los bosques nativos. Él descubrió para la comunidad cien-tífica los bosques mediterráneos de la zona central de nuestro país hoy reconocida como una de las de mayor diversidad biológica con especies restringidas a este rincón del planeta. Abrió nuevos campos de investigación con sus estudios sobre la dendrología, la variación genética, las técnicas de propagación de decenas de especies de árboles y arbustos nativos y su autoecología. Por otra parte, diseñó la clasificación de los bosques en tipos forestales que hoy está incorporada en nues-tra legislación, estudió la dinámica de estos bosques y ha desarrollado sistemas silviculturales que permiten su manejo sustentable.

Esta investigación se ha transformado en más de 100 publicaciones de las que el profesor Donoso es autor o coautor, 59 de las cuales corresponden a publicacio-nes en revistas científicas arbitradas. También es autor de tres manuales de árboles y arbustos, dos textos de ecología forestal que son los referentes utilizados en Chi-le y en varios países de Latinoamérica, y coeditor de un libro sobre Silvicultura del Bosque Nativo que será presentado esta tarde. Su preocupación constante por difundir sus investigaciones lo ha llevado a publicar numerosos documentos de divulgación técnica que circulan ampliamente en el sector forestal.

Su labor como profesor y maestro desde hace 30 años, inicialmente en la U. de Chile y desde 1979 en la U. Austral de Chile, revela en él una constante preocu-pación por entregar lo mejor a los estudiantes.

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Creó nuevas asignaturas y prácticas incorporadas al curriculum de Ingeniería Fo-restal en nuestra Universidad. Esto junto al trabajo de otros colegas ha llevado a que los programas de pregrado de Ingeniería Forestal y el Magister mención Silvicultura de nuestra Universidad gocen de un gran prestigio en el país y en el extranjero, especialmente en el área de bosques naturales. Así, ha contribuido a la formación de generaciones de profesionales que han entendido el valor de nues-tros bosques nativos y que hoy trabajan en su conservación y manejo adecuado. El aporte y compromiso del profesor Donoso con la U. Austral también se ha manifestado al ocupar diferentes cargos administrativos sumado a su activa parti-cipación para recuperar la democracia dentro de la Universidad.

El profesor no se ha detenido en la teoría, sino que la ha vinculado con la práctica, manifestando siempre su interés por utilizar la ciencia para generar soluciones a los problemas y al desafío de manejar y recuperar los bosques nativos. Esta vocación lo ha llevado a desarrollar un laboratorio de semillas y un vivero expe-rimental donde a pesar de la escasez de medios, se ha hecho la contribución más importante para establecer las técnicas de propagación de las especies de árboles y arbustos de nuestro país. Junto a obreros, técnicos y profesionales jóvenes ha entregado el conocimiento que posibilita hoy la restauración de tantos bosques nativos destruidos por la codicia y ceguera de los humanos. Cuán satisfecho es-taría Don Luis Oyarzún de ver esta labor que nos permite reparar los daños que hemos hecho a la tierra y recuperar su belleza.

El interés del profesor Donoso por desarrollar sistemas silviculturales adecuados para los bosques nativos, lo ha llevado a dirigir proyectos en los cuales se han esta-blecido más de 100 ha de parcelas permanentes, donde se han ensayado diferentes tratamientos que se han mantenido y remedido en algunos casos durante 18 años. Todo este trabajo ha sido efectuado en conjunto con CONAF, propietarios de bosques y empresas.

La Universidad Austral ha tenido a través del profesor Donoso un fuerte vín-culo con diferentes instituciones gubernamentales, con el Congreso Nacional, así como con organismos internacionales y ONG, las cuales han demandado su conocimiento e investigación científica, aportando al desarrollo de nuestro país. También ha contribuido a varios proyectos de empresas privadas, orientados a im-plementar sistemas silviculturales que aseguren la permanencia de los bosques.

Es bien conocido el permanente compromiso del profesor Donoso en la defen-sa de nuestros bosques y en la tarea de crear conciencia entre las autoridades y ciudadanos. Desde los años setenta ha publicado numerosas cartas y artículos de prensa, y ha aportado los antecedentes científicos para numerosos artículos y reportajes periodísticos.

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Su defensa sólida y permanente de los bosques de Chile, en la cual ha puesto y pone su conocimiento científico y su alma le ha otorgado el reconocimiento de sus pares, y sin buscarlo se ha constituido en un referente y un líder de esta causa. Ésta a menudo ha sido una tarea difícil, que ha sabido realizar con sabiduría y equilibrio, enfrentando diversos conflictos y la incomprensión de algunos. Una vez más Don Luis Oyarzún ciertamente que estaría satisfecho y orgulloso del compromiso del profesor Donoso en la defensa de la tierra.

Quiero referirme a la calidad humana del Profesor desde un punto de vista per-sonal, conociéndolo desde 1977 como su alumno y discípulo y posteriormente como colega y amigo. Aquí debo destacar su modestia, su constante búsqueda de la verdad, su respeto por la independencia de sus discípulos, de nuestro derecho a discrepar. También debo referirme a su integridad como persona y a su amor y dedicación a su familia. A su valor para sobreponerse a la prematura y muy dolo-rosa muerte de su querida esposa Sonia.

Por otra parte, la casa de los Donoso-Hiriart siempre ha estado abierta a los es-tudiantes y colegas necesitados o en problemas, dando siempre un ejemplo de solidaridad digno de imitarse. También ha estado abierta para las celebraciones y para quienes veníamos de Santiago a defender el bosque nativo o a presentar trabajos en los congresos.

Otra muestra de integridad del profesor Donoso en el ser y el hacer es su obra en su parcela “Los Senderos del Bosque” donde ha plantado y recuperado el bosque nativo, devolviéndole a la naturaleza lo que otros destruyeron, y poniéndola a disposición para la realización de investigaciones, tesis y prácticas de estudiantes.

Hacia el final de este Homenaje, quisiera señalar que con la entrega de este pre-mio se está reconociendo la vida y obra del profesor Donoso y su enorme aporte a la ciencia, a la Universidad Austral, al desarrollo de nuestra Región y nuestro país y a la defensa de la naturaleza, siguiendo el legado de Don Luis Oyarzún. Sin embargo, nos queda una importante tarea pendiente. Como Universidad de-bemos comprometernos a asegurar la continuidad de las investigaciones de largo plazo del profesor Donoso, la cual hoy es incierta debido a la interrupción de su financiamiento externo. Es ésta una tarea urgente y que debemos abordar como el mejor reconocimiento a quien tanto nos ha entregado.

Para terminar no me resta más que decirte: Claudio: gracias por tu sabiduría y tus enseñanzas, gracias por ayudarme a comprender, a amar y a admirar la belleza de nuestros bosques, gracias por tu ejemplo y por tu lucha en la defensa de la tierra.

Antonio Lara

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Discurso Premio Luis Oyarzún

BOSQUE, NATURALEZA Y SER HUMANO8 de septiembre de 1999

Muy en el fondo, como en sueños, había pasado por mi mente alguna vez en mi vida, la idea peregrina de recibir un premio, así como éste, nada menos que el Premio Luis Oyarzún otorgado por la Universidad Austral de Chile y más aun, sucediendo en la premiación a uno de los grandes de nuestro país: Nicanor Parra. No tuve la suerte de conocer personalmente a Luis Oyarzún, pero es como si lo conociera a través de los recuerdos de su hermano Fernando y supe de él por allá por los años 50, cuando mi esposa Sonia, entonces su alumna en el Pedagógico de la Universidad de Chile, llegó contándome impresionada que había tenido clases con un profesor que hablaba tan perfectamente que ella cerraba los ojos y sentía que Luis Oyarzún estaba leyendo un hermoso libro. Nicanor Parra dice a propó-sito de los mismo: “Yo quería escribir como se habla. En cambio él se sentía muy bien hablando como quien está leyendo un ensayo de Heidegger”.

¿Mereceré yo este Premio? Yo digo que yo no, pero que sí quizás algunas de las cosas que he escrito, en relación con lo árboles o los bosques, o algunos de los bosques que he plantado y muchos de los forestales jóvenes en quienes he influi-do, o a quienes he convencido de que luchar por los bosques vale la pena, aunque no se gane mucho dinero, si el afán es conservarlos y hacerlos útiles para todas las generaciones.

Sin embargo, hubo gente que pensó que yo podía recibir este premio, y aquí me tienen tratando de recibirlo con dignidad. Para eso, lo mejor que puedo hacer es hablar una vez más de la naturaleza, del bosque y del ser humano, y continuar aportando a su conocimiento y a su conservación durante el resto de mi vida. Me gusta el fundamento por el cual se otorga este premio: “para quienes a través del arte o la ciencia hayan hecho contribuciones destacadas para el logro de re-laciones armónicas entre los seres humanos y la naturaleza”. No sé hasta donde puedo haber contribuido a ese logro, pero esa ha sido la motivación principal de mi acción.

Si nos introducimos en la historia de los bosques de Chile, sentiremos normal-mente a través de las lecturas, que en ellas y en quienes las han escrito hay frustra-ción, pena, sensación de pérdida, a veces rabia. Luis Oyarzún nos dice que “hay tristeza acumulada en estas tierras más que en otras del globo, y ella se apodera también de los hombres”. Efectivamente, ¿se fijan ustedes en nuestras canciones,

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nuestras tonadas, generalmente hermosas, pero saturadas de tristeza, de melan-colía? Así parece que somos. Luis Oyarzún aclara diciendo que “esta es una tierra sin hadas, sin elfos, y por eso se nos empobrece, se nos escurre entre los dedos, y tiembla debajo de nuestros pies”.

Vivimos en una tierra que parece que no sentimos nuestra, ¿Será porque la sen-timos inquieta, vislumbramos su historia de cambios permanentes, de flujos y reflujos?

Porque efectivamente, nuestros árboles y nuestros bosques se formaron, se adap-taron, luchando contra vientos, glaciares y fríos congelantes, contra movimientos tectónicos y erupciones volcánicas calcinantes. Así tuvieron que avanzar y retroce-der alternativamente de sur a norte, devorando secularmente latitudes, y de oeste a este subiendo y bajando, persiguiendo a los glaciares. Así fueron formando eco-sistemas nunca en equilibrio absoluto, el que no existe en esta nuestra naturaleza tan viva y dinámica. ¿Será esta conciencia histórica o ancestral presente en nuestra tierra la que en parte dificulta nuestro amor por ella?

Los bosques chilenos, en procesos milenarios, conquistaron el territorio y se ins-talaron cobijando a vegetales y animales, formando ecosistemas dinámicos que cambian y fluctúan, oscilando en forma suave a nivel planetario. Sólo recién, hace 3000 años, se constituyeron en forma similar a la actual, en realidad estrictamente a la que tenían hace 450 años, cuando el hombre europeo ingresó al territorio.

Hasta ese instante los bosques habían logrado mantener a la tierra chilena fir-memente agarrada a la Cordillera, evitando que cayera descolgándose hacia el mar. Pero desde entonces el hombre, todos los hombres de este país, europeos de todo origen, indígenas y mestizos, han entrado en discordia, en lucha con los bosques y la naturaleza. Sumándose a la falta de amor que nos hace no cuidar y defender a esta tierra, pudo haberse pensado que en los primeros tiempos de la conquista, el problema de no entender el bosque era sólo un producto de la necesidad y de la ignorancia, ¡pero no!, había más que eso; muchos hombres ya en ese entonces luchaban defendiendo a los bosques, tratando de que no fueran destruidos; destacan en el siglo pasado Benjamín Vicuña Mackenna y a princi-pios de este siglo que termina, Federico Albert, quienes ya sugerían conceptos ecosistémicos y aconsejaban con criterios de manejo sustentable de los bosques. Ni sus antecesores, ni ellos, ni los de ahora han sido escuchados. Es más que ig-norancia y mucho más que necesidad. Luis Oyarzún nos señala el problema de fondo de los chilenos desde el lago Panguipulli, mirando la belleza violada por los incendios y los hombres que la vejan y la matan. Mira, contempla y reflexiona diciendo: “En todas partes la miseria, la miseria de Chile, miseria con desidia, con mala voluntad, con impulsos agresivos. El problema no es sólo económico, sino

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también moral, y sería iluso quien creyera que la solución depende sólo de la de aquél. El chileno proyecta su feísmo de población callampa a la naturaleza y por eso no le cuesta arruinar su hermosura. Él no mira el paisaje ni tiene la capacidad de verlo en perspectiva, lo que exige una condición mental superior, la facultad de desprendimiento estético y moral. Los montes, las selvas, las cascadas impre-sionan al chileno por su magnitud, como expresión espectacular de fuerza, y no de belleza,…” (Hasta aquí Luis Oyarzún).

Pero el feísmo no es sólo un problema de la miseria, de la pobreza económica, sino que lo encontramos en toda esta sociedad moderna, que es pobre en sensi-bilidad, que ha perdido el sentido de la belleza. Somos un país que odia la tradi-ción, lo bello, que no quiere tener identidad. Por eso no trepidamos en quemar una vieja y hermosa casona del siglo pasado e instalar en el lugar un Mall, centro hoy día fundamental de nuestros paseos dominicales, como dice Julio Jung. Del mismo modo, el campesino chileno al construir su casa, elige probablemente un hermoso lugar, pero al cabo de poco tiempo la casa campesina estará rodeada ya no de árboles ni jardines, sino de basura, trapos y desperdicios botados. ¿Odio al árbol? ¿Odio a la belleza? ¿Culto a la fealdad? Pero no sólo en el campo, en la ciudad el constructor eliminará también los árboles para aumentar el espacio para construir miles de casas, todas iguales, sin el esplendor y la paz del verde, matando la capacidad de contemplación y el sentido de belleza, propios del espíritu huma-no. ¿Se han fijado ustedes que en Chile en las ciudades se ven, cuando lo hay, casi puramente árboles nuevos, recién plantados o mutilados por una poda que es un símbolo de la falta de sentido ético y estético? Los árboles añosos molestan, son peligrosos, se eliminan. Sólo se salvan milagrosamente algunos en viejas plazas, conventos o casonas que resisten la avalancha de los Malles o los edificios cuadra-dos funcionales. Con razón se ha destacado a Chile como el más hermoso país del mundo con las más feas ciudades de la tierra. Y crecen día a día estas feas ciudades y se destruyen día a día los hermosos paisajes naturales.

Es curioso y lamentable el espíritu contradictorio que tenemos en Chile. Nos sentimos efectivamente un centro de belleza natural, y aunque eso fuera sólo imaginación de isleños, no hacemos casi nada por detener la destrucción de lo que reconocemos como lo mejor que tenemos. En nuestro afán de utilizarlo todo, rápido, con el espíritu minero del buscador de oro, no nos damos cuenta de que estamos destruyendo aquello que nos permite sobrevivir. No hemos logrado in-corporar en nuestro espíritu que para que haya verdadera armonía y felicidad es necesario conectar estrechamente lo ético con lo estético.

Curioso ser el humano que como dice William Vogt en “El camino de la sobre-vivencia”, es el único organismo conocido que vive mediante la destrucción del medioambiente indispensable para su supervivencia”, algo similar a los virus.

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Los indígenas de América vivieron en una suerte de equilibrio dinámico con la naturaleza. Entendieron, muchos años antes de que llegaran los europeos que “lo que ocurre a la tierra, ocurrirá a los hijos de la tierra”. Al territorio de Chile ese mensaje de Seattle no llegó, los europeos avanzaron hacia el sur construyendo ciu-dades y quemando los bosques que permitieron construirlas; se acabó la madera y surgieron las casas grises de barro y de adobe, apareciendo las feas ciudades de las que habla Luis Oyarzún.

La corta y quema de los bosques de la región Central de Chile, perfumados de Espino y de Peumo y de los glaucos Robles del Maule con cuyas maderas se fabri-caban los lanchones que viajaban con trigo a Perú y California, dejaron la tierra descubierta, que así pudo descolgarse hacia el mar. Lo mismo ocurría más al sur, en Nahuelbuta, en Malleco y aun más al sur, cerca de Puerto Montt. Los chilenos habíamos descubierto nuevos ricos yacimientos, ahora los nombres eran Raulí, Araucaria, Alerce; No bastaba con cortar y mal utilizar esas preciosas maderas milenarias; había que quemar; Pérez Rosales mandaba al Huilliche Pichi Juan a quemar los Alerces de la Depresión Central (¿Sabemos los chilenos que ahí hoy podríamos tener un hermoso Parque Nacional por donde pasarían los caminos de Puerto Varas a Puerto Montt bajo Alerces llegados a esta tierra mil años antes de Cristo?). Y un campesino hace 40 años le diría a un Luis Oyarzún espantado ante el fuego que consumía los bellísimos bosques de raulíes, coigües y mañíos: ¡Qué importan estos bosques? ¡viera usted la fuerza con que salen después los renovales, patrón!

La belleza, el elegante dorado de los Raulíes gigantes entremezclado en maravillo-sa armonía con el verde brillante de los Coigües desaparecía frente a la indigna-ción y el lamento profundo en el alma de Luis Oyarzún. Efectivamente, como lo gritaba feliz el campesino, los renovales de Coigüe y de Raulí emergían vigorosos poco tiempo después. Maravillosa y generosa tierra de volcanes del sur de Chile; la naturaleza, Dios, hacían crecer nuevamente un bosque joven, vigoroso, que cubría rápidamente el suelo con un manto vegetal que impedía que los ríos siguie-ran sedimentándose y embancándose los deltas y desembocaduras.

Pero ello no quería decir que era bueno quemar los bosques viejos para que cre-cieran vigorosos los nuevos. Algunos dirán que los bosques antiguos estaban “so-bremaduros” (equivocado, bárbaro e ignorante concepto). Muchos, la mayoría de los habitantes de nuestro país no sabían, no querían saber o no entendían que los bosques cumplían muchas funciones importantes para la tierra, para todos los se-res vivos, para los hombres, y que el trato hacia ellos no debía ser la destrucción.

Cuando el campesino quemaba alegremente los bosques, no llegaba a su espíritu el dolor de la belleza y de su propia identidad perdida, ni llegaba a su mente el

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lamento de muerte de miles de individuos de la fauna silvestre, ni el drama que significa el silencio de los rinocríptidos, como el Chucao y el Huet- Huet, que ya no pueden dar vida e individualidad al bosque con sus llamadas que lo identifi-can. Tampoco alcanzamos a entender la maravilla que representaban esos millo-nes de árboles nuevos que surgían milagrosamente cubriendo miles de hectáreas quemadas o abandonadas, en palabras de Luis Oyarzún… “estos fieles árboles nuestros que vuelven a brotar de sus raíces calcinadas y que son más país, más tierra nuestra que nosotros”… Eran exactamente un regalo de Dios, que nos era dado una vez más, después de haber depredado y dilapidado el privilegio de esta naturaleza tan hermosa.

Muchos hemos luchado durante estos últimos 50 años por salvar lo que ha ido quedando de los bosques nativos, de los jóvenes renovales, ese nuevo regalo de Dios, de las numerosas especies de plantas y animales, únicas en el mundo y al borde de la extinción. Pero han ido apareciendo en el camino nuevos obs-táculos, nuevos poderosos enemigos de la belleza, de nuestro paisaje. Durante los 60 y al principio de los 70 los renovales de Raulíes-Robles y Coigües que surgían de las cenizas, crecían velozmente, más que los árboles y bosques de cualquier lugar del mundo. Parecía una providencial coincidencia, el renacer de estos bosques maravillosos y el anuncio de una crisis ecológica documentada entre otros por “Los Límites del Crecimiento” de Meadows y otros, “Primavera Silenciosa” de Raquel Carson y “Lo Pequeño es Hermoso” de Schumacher, que mostraban al mundo, con claridad, la amenaza de agotamiento de los recursos naturales y de las fuentes de energía, y los problemas derivados del desarrollo de grandes complejos industriales, asociados al reemplazo del trabajo del ser humano y su secuela de trastornos sociales. Parecía en ese entonces que se abría una ancha avenida más amigable con la naturaleza y con el ser humano. Las pa-labras del Presidente Eduardo Frei Montalva sonaban como un anuncio de esto en los años 60, cuando les decía a los jóvenes: “¿Qué nos dice la tierra chilena? ¡Cúidame¡ Para que yo no me vaya hasta el mar y se queden ustedes sin territo-rio que cultivar. ¿Qué nos dicen los ríos? ¡Sujétenme! Porque cada litro de mi agua es para fecundar la tierra. ¿Qué nos dice el árbol? ¡No me quemen, no me destrocen inútilmente, porque hay muchos años en mi corazón para servirte, para traerte lluvia, para sujetar desiertos, para regular tus ríos!” “Que los niños de Chile, mañana, no vivan en un país donde el desierto crece, sino que vivan donde crece y mejora la naturaleza y la vida”.Pero una filosofía dilapidadora y el hiperdesarrollo de una sociedad tecnológica de consumo se apoderarían del mundo en el último cuarto de siglo y se combinarían espantosamente en Chile con la codicia y la falta de amor por lo nuestro.

La consecuencia está a la vista: dilapidación de los recursos marinos, destruc-ción de los bosques nativos y su sustitución por monocultivos que alteran los

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procesos ecológicos vitales, atentan contra la vida y el hábitat de las especies de la fauna y de la flora nativas, eliminan la diversidad, deterioran la heterogenei-dad y belleza del paisaje y afectan directamente la vida humana, expulsando a los campesinos de sus tierras y de su cultura, sumiéndolos en la cesantía, la miseria y la marginalidad.

¿Qué nos ocurre? Suscribimos y ratificamos numerosas convenciones interna-cionales para la conservación de los recursos y del patrimonio universal, pero generalmente no las cumplimos y continuamos por el mismo camino, incapaces de darnos cuenta que la destrucción del bosque y sus sustitución significa des-trucción de valores, de recursos y de identidad, que si las materias que se exportan constituyen recursos más importantes para el país que los bienes que pueden obtenerse con las divisas que se reciban, como es el conocido caso de las astillas, la exportación pasa a ser más perjudicial que beneficiosa.

¡Qué contradictorios somos! En los últimos 30 años hemos aprendido mucho sobre nuestras aves, sobre nuestros árboles y sobre nuestros bosques. Sabemos lo que tenemos y el valor y la relevancia que ello tiene como patrimonio nacional y universal. Sin embargo, justamente durante estos mismos años nos hemos empe-ñado en consumir y destruir aceleradamente, tratando de vencer a la naturaleza sin reparar en que la naturaleza vencida significa la autodestrucción del hombre, y que el camino es utilizar los recursos escasos de tal manera que los productos hecho con ellos sean altamente durables. Durante estos años hemos hecho todos los esfuerzos, ¡y vaya que lo hemos logrado!, por perder nuestra identidad impo-niendo valores extraños.

Al encontrarnos ya en las puertas del nuevo siglo se tiene la sensación de que una voz cósmica nos está diciendo ¡basta!, este hermoso planeta puesto en vues-tras manos debe ser conservado, Usemos los recursos naturales como la propia naturaleza se los está mostrando y cuidemos los equilibrios y el medioambiente, preconicemos la duración máxima de los productos y luchemos por cambiar los exagerados conceptos de máximo rendimiento y productividad del trabajo, hacia una vida en que el ser humano experimente satisfacción dentro y fuera del tra-bajo, porque, como dice otra vez Luis Oyarzún “no puede haber planificación social y económica feliz sin un hombre que de algún modo pueda sentirse feliz en algunos instantes privilegiados, que valen por todo el resto oscuro de su vida”.

Ha llegado el momento en que entendamos que no hay desarrollo sin conserva-ción, si efectivamente la idea es elevar la calidad de vida humana. Hay que salir de la civilización supertecnológica y buscar las alternativas de desarrollo que nos permitan evitar el desastre ecológico global. Todo esto ya es simplemente cuestión de supervivencia.

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Ya no nos debe caber duda que los esfuerzos que se realicen para mejorar la cali-dad de vida, preservar la naturaleza y desarrollar el arte y la cultura no son posibles en el marco de una sociedad basada sólo en la búsqueda de ganancias y en la ob-sesión por consumir. Ello no responde al verdadero espíritu de los seres humanos, no produce ni tranquilidad ni felicidad.

Volviendo a Luis Oyarzún, debemos estimular no sólo el conocimiento de la necesidad de los árboles, las aves y todas las cosas de la tierra, sino también la conciencia de su belleza y de que nosotros, los seres humanos, somos parte de esta naturaleza y debemos entenderla, cuidarla y amarla para recibir sus beneficios.

Quedémonos con este último hermoso mensaje de Luis Oyarzún: “Nuestra tierra y la naturaleza se salvarán cuando seamos capaces de regar nuestras plantas y dar-les vida dentro de nosotros mismos y cuando al mismo tiempo seamos capaces de sentir una amor saludable por los seres humanos”. Muchas gracias

Claudio Donoso Zegers

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Destacamos

EN DEFENSA DE LA NATURALEZA DE NUESTRA TIERRARevista Universidad Austral de Chile, Septiembre de 1999

A través de su labor científica en la investigación de los bosques nativos Claudio Donoso ha luchado por destacar la importancia y belleza de nuestros bosques, ha llevado a cabo una incesante búsqueda por lograr una silvicultura sustentable. Estas y otras razones le permitieron recibir recientemente -el 8 de septiembre- el Premio “Luis Oyarzún” otorgado por la Universidad Austral, galardón que está dedicado a aquellas personas que se han destacado por su contribución, a través del arte y la ciencia, hacia el logro de las relaciones armónicas entre los seres hu-manos y la naturaleza.

El profesor Donoso confiesa que su primera impresión fue casi como susto cuan-do lo llamó el Rector y le comunicó que recibiría el Premio Luis Oyarzún. “Ho-nestamente no me lo imaginaba, aunque sé que he hecho harto por el bosque nativo, creo que lo que tiene más valor es lo que ha quedado escrito y las personas que siguen atrás mío. Además, veía la connotación que tuvo Luis Oyarzún para la Universidad y el país; y que antes que mí este premio lo había recibido Nicanor Parra, todo eso me hizo sentir muy encumbrado. Pero, después de todo, los que me dieron este reconocimiento deben saber si me lo merezco. Esto ha sido una gran satisfacción para mí en este momento, es como la culminación, lo que no significa que tenga ganas de dejar esta actividad, sino que deseo tener más tiempo para escribir porque pienso que eso es lo más productivo que yo puedo hacer en esta etapa de mi vida”.

Claudio Donoso fue alumno del Instituto Nacional donde obtuvo un resultado académico que le hubiera permitido estudiar lo que eligiera en la Universidad, pero asuntos familiares, cosas del destino determinaron que entrara a la Escuela Militar después de terminar su educación secundaria. “Siempre tuve afinidad con el campo y la naturaleza, pero fui encaminado hacia la carrera militar. Sin embar-go, a veces lo que puede interpretarse como negativo, acarrea resultados positivos que sin pensar encausan tu vida. Es así como llegué a la Escuela de Caballería donde conocí a Sonia, mi esposa. Y de pronto volvió a aflorar mi vocación, que nunca perdí, me retiré del Ejército y pude ingresar a la Universidad de Chile para estudiar Ingeniería Forestal. Mis compañeros, 10 a 13 años menores que yo, me decían El Tata. En ese entonces teníamos dos hijos pequeños y mi esposa me ayudó mucho para que yo terminara la carrera”.

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Sus dos primeros hijos, Claudio y Pablo, nacieron mientras estuvo en la Escuela Militar; siendo Ingeniero Forestal, nacieron Magdalena y Silvia. Se siente muy orgulloso de su familia, de sus valores y buena formación, en lo que destaca que ha tenido mucha incidencia el diálogo entre padres e hijos, algo que se ha per-dido entre las familias chilenas. Siente que junto a su desaparecida esposa Sonia entregaron a sus hijos una filosofía de vida sin individualismos y libres de grandes ambiciones materiales. Hoy tiene tres nietos y viene otro en camino.

El bosque: su pasión de vida

Se desempeñó como docente en la Universidad de Chile y luego estudió su post-grado en Estados Unidos. Cuando llegó en 1978 a la Universidad Austral ya había escrito el libro Ecología Forestal, pero tuvo muchas dificultades para publicarlo. Recién en 1981, a través del aporte de algunas empresas y de la Facultad de Ciencias Forestales, se pudo publicar este libro que hoy va en su quinta edición. Como profesor, siente haber tenido una estrecha relación con sus alumnos, sin embargo, ha observado que últimamente no existe el entusiasmo de antes en los estudiantes por el bosque nativo y por el medio ambiente; le preocupa que cada vez siente mayor apatía.

Frente a su acción por la defensa del bosque, Claudio Donoso declara que desde niño tuvo estrecha relación con el campo, lo que fue despertando su amor por la naturaleza. Como estudiante de la Universidad fue ayudante en distintos ramos de la carrera, llegando a ser uno de los mejores alumnos de su promoción. Así comenzó a manifestarse en defensa de los recursos naturales dentro del ámbito de las ciencias forestales, siendo esta labor hasta hoy su pasión de vida.

Su preocupación incesante por transmitir su pasión y conocimientos se ha re-flejado en varios profesionales de quienes él en alguna medida fue su formador. Entre ellos destaca Antonio Lara, actual Director del Instituto de Silvicultura, quien precisamente destacó la labor de Claudio Donoso cuando recibió el Pre-mio Luis Oyarzún. “El Profesor Donoso se ha destacado por su labor científica innovadora como investigador pionero de los bosques nativos. Él descubrió para la comunidad científica los bosques mediterráneos de la zona central de nuestro país, hoy reconocida como una de las de mayor diversidad biológica con especies restringidas a este rincón del planeta. Abrió nuevos campos de in-vestigación con sus estudios de dendrología, variación genética, técnicas de pro-pagación de decenas de especies de árboles y arbustos nativos y su autoecología. Por otra parte, diseñó la clasificación de los bosques y ha desarrollado sistemas silviculturales que permiten su manejo sustentable… su defensa sólida y per-manente de los bosques de Chile, en la cual ha puesto y pone su conocimiento científico y su alma le ha otorgado el reconocimiento de sus pares y sin buscarlo

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se ha constituido en un referente y un líder de esta causa. Ésta a menudo ha sido una tarea difícil, que ha sabido realizar con sabiduría y equilibrio, enfrentando diversos conflictos y la incomprensión de algunos”.

En relación a la actual polarización de los puntos de vista respecto al recurso fores-tal, Donoso señala que: “Lo principal es que se produzca una verdadera voluntad política del Estado para poner a los bosques nativos en conservación y produc-ción. Tomando en cuenta que conservación no significa no tocar los bosques, si no manejarlos bien, considerándonos a nosotros, los seres humanos como parte del ecosistema. Pienso que más importante que una ley de bosque nativo es que haya una política forestal que refleje la preocupación nacional con respecto a los recursos naturales, la contaminación y la importancia de la biodiversidad”.

Algunos de sus planes son retomar un libro que postergó hace casi diez años acer-ca de la autoecología de las especies chilenas (comportamiento de las especies na-tivas). “Creo que este libro es muy importante porque recopilaría un montón de conocimientos de las especies nativas que están dispersos en tesis y publicaciones, y que hay que ordenar para obtener un texto de consulta primordial dentro del sector forestal nacional. También está la posibilidad de editar con Antonio Lara, en algún momento, la segunda parte del libro Silvicultura de los bosques nativos de Chile. Pero, por ahora estoy en un proyecto FONDEFF de mejoramiento ge-nético de coigüe, laurel, roble y raulí, donde tengo la misión de escribir un libro sobre variación de especies nativas”.

A Claudio Donoso le gusta mucho la música docta, leer historia, literatura y poesía. Pero dice que en este último tiempo, una de las cosas que más le gratifi-can es disfrutar de su parcela de Los Senderos del Bosque, donde sueña tener un herbario y una colección de huevos de aves silvestres, cosas que intentó alguna vez cuando fue niño. “Pero lo que más me gustaría que se hiciera realidad pronto es tener a toda mi familia reunida aquí de nuevo, porque en estos momentos estamos todos dispersos”.

Claudio Donoso ZegersInstituto de Silvicultura

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A Claudio Donoso

PREMIO “LUIS OYARZÚN”Diario Austral de Valdivia, Campo Sureño, 20 de septiembre de 1999

El tradicional premio de la Universidad Austral de Chile, “Luis Oyarzún”, por la armonía con la naturaleza, fue entregado a Claudio Donoso Zegers.

El profesor Donoso recibió el premio a los 66 años de edad, mostrando una vasta experiencia desde que en 1965 comenzó a estudiar ingeniería forestal en la Uni-versidad de Chile. Luego, en 1974 se recibió como Master of Natural Resource Science, Mención Ecología Forestal, en la Universidad de California, Berkeley.

A la UACh se incorporó en 1979 ( 1978 en realidad), primero como profesor colaborante y luego como responsable de diversas Áreas, entre ellas destacan eco-logía forestal, silvicultura básica y silvicultura del bosque nativo. Además ha desa-rrollado cátedras en postgrado y ha guiado más de 30 tesis de pregrado.

Claudio Donoso ha sido un incansable investigador, participando como autor o coautor de 105 publicaciones, 10 capítulos de libros, así como tres manuales de plantas y árboles.

Este investigador no descansa, ya ha esbozado la idea de publicar otros trabajos que en principio se abocarían al aspecto económico y el marco legal que regula el manejo del bosque nativo.

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FELICITACIONES POR HOMENAJE8 de septiembre de 1999

Querido amigo Claudio,Hoy, un día especial para ti y para todos los que te queremos, quiero expresarte mi alegría y felicidad por el significado y justicia de este reconocimiento que te hace TU universidad y TU país. Hoy el bosque chileno también festejará porque su amigo, su defensor, su indagador, ha sido reconocido como tal. Seguramente tu Sonia, nuestra amiga, también está con una gran sonrisa, porque su compañero de vida está feliz.

Te reitero mi afecto y gratitud por tu amistad, Esteban

Don Claudio:Para mi familia y para mí en especial, fue una alegría muy grande el saber que había recibido el Premio “Luis Oyarzún”. Creemos que por fin, de alguna manera se está haciendo justicia a lo que Ud. ha entregado a la Universidad y es por esta razón que queremos felicitarlo y a la vez hacemos votos para que siga cosechando lo que Ud. con tanto amor y dedicación ha sembrado en cada alumno y trabaja-dor de esa Universidad.

Cristina y familia

Para un Jefe que por su calidad humana no se olvida.Con sincero cariño

Cristina Álvarez Valdivia, septiembre de 1999

Estimado Claudio:El escuchar la radio de la Universidad no solamente me brinda el placer de la buena música, sino también -de vez en cuando- la felicidad de oír alguna buena noticia. Una de estas buenas nuevas fue sin duda el que te hayan conferido el Premio Luis Oyarzún Peña 1999. Por el conocimiento que tengo de la pasión que has puesto en el estudio de nuestros bosques y la manera en que don Luis amó nuestras especies vegetales estoy tan convencido de los mutuos merecimientos.

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No se si conozcas este pequeño verso de don Luis, el que transcribo como muestra de mi afecto.

Sin vacilar bebió varias botellas,Sabedor de que el hígado es su falla.Lo hizo sin más, pasando de la raya,Bajo la fría luz de las estrellas. Se sabe que prefiere causas bellasA buenas causas de cualquiera layaY como en eso al fin su amor se halla,Se perdona a si mismo sin querellas…Es hora de que vuelvas a los jardinesCon bucólico gesto de becerro.Su mal quién sabe viene de su encierroY su bien en que está contra los delfines,Partirá al otro mundo en volantinesY será nostalgia de los perros.

Luis Oyarzún se llama este ser débilQue amó al natri, al arrayán y al huévil

Con el afecto de siempre, aun en las diferencias,Te saluda Benjamín Olivares

Valdivia, 11 de septiembre de 1999.

Estimado Claudio,Con gran alegría recibí la noticia de que, este año, el Jurado convocado por la Universidad Austral te ha distinguido con el premio Luis Oyarzún.

Sin duda que, como lo indica el propósito del premio, tú has marcado una huella muy profunda en la academia del país, y tu esfuerzo en investigación ha contribuido mucho a la relación armónica entre el hombre y la naturaleza en nuestro país.

Te han distinguido a ti, pero nos lega a todos el orgullo que significa tenerte entre nosotros.

CordialmenteGonzalo Paredes

Director Ejecutivo Infor

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Estimado Claudio: Por correo de Alberto Peña recibí copia de tu discurso al reci-bir el premio Luis Oyarzún. Palabras que me han causado una especial emoción al recordar al hombre y profesor que hemos conocido y a propósito de ellas quiero expresarte un sencillo reconocimiento, escrito en archivo adjunto. Te saluda con afecto

Ricardo Vargas Picón

UN MERECIDO HOMENAJE

Muchas veces esperamos que los viejos robles vuelvan derrumbados a la tierra que los vio crecer, para manifestar expresiones de sentimientos por las huellas que en vida dejaron. Afortunadamente, en este caso, aun muy lejos de alcanzar la condi-ción de un pellín, se le ha dado un especial reconocimiento al destacado hombre y profesor de los bosques, Don Claudio Donoso Zegers al concederle el premio “Luis Oyarzún” de la Universidad Austral.

Que emoción entonces al leer y repensar sus palabras, trasuntas del hermoso sen-timiento por la estética, cuando en el podio de homenaje él agradeció ese recono-cimiento. Cuántas horas vividas en la umbrosa convivencia con el bosque estaban allí, cuántas generaciones de estudiantes caminaban por sus huellas. Cuántos sen-timientos de orgullo por saber que yo, junto a tantos otros tuve en mis comienzos forestales la posibilidad de descifrar la belleza de los árboles junto a él. Cuanto cariño surgido desde el fondo del corazón por la aventura de reconocer el resu-citar de un musgo, el olor de los helechos y la majestad de los fustes de los viejos árboles desprendidos desde el cielo.

Allí están las palabras, dichas tal vez con humildad y haciendo la pregunta “¿Me-receré yo este premio?”, sílabas escritas, imagino, al calor de tantos recuerdos, frases que querían expresarse con “dignidad”, frente a ese homenaje del que él se sentía inmerecido.

El valor de sus palabras al rescatar más allá de la ciencia aprendida en su vasto ejercicio profesional, más allá de la silvicultura o de la ecología que definida la temperatura exacta del germinar de un avellano, está en volver, luego de un cami-no de ricas experiencias a lo esencial que nos sujeta a la vida y realza la esperanza del hombre, que no olvida la naturaleza y el sentido esencial de la belleza.

Ahí está el clamor que muchos otros antes también han expresado, al constatar que a pesar de las maravillas tecnológicas que hemos sabido fabricar, aun no po-demos dar respuesta a la construcción de la armonía entre el hombre, el desarrollo y la naturaleza.

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Qué alegría es el poder compartir a la distancia, este homenaje indudablemente merecido. Pues quien no merecería un premio como ese, cuando ha demostrado un camino de vida de auténtico amor por la naturaleza y su voz resuena en el universo forestal de Chile en la búsqueda de “la armonía entre el hombre y la naturaleza”.

La esperanza es que aprendamos a escuchar y esta voz urdida en la íntima expe-riencia del canto de los bosques, no caiga en el desierto y por el contrario resuene como una campana, de las que el mismo Luis Oyarzún decía que fueron descu-biertas para ser “portadoras de la experiencia espiritual, si no en su riqueza, en su abecedario simbólico: lúgubres, jocundas, alegres, graciosas, tristes, desesperadas, solemnes, ellas siguen dándonos la esperanza o la alarma. Pero son, ante todo, so-noridad, aspiración de altura, exhalación, bronce firme en el aire, música humana y celestial”.

Ricardo Vargas Picón29 días de Septiembre

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PREMIO LUIS OYARZÚN A GODOFREDO STUTZIN Y DOUGLAS TOMPKINSUniversidad Austral de Chile, 7 de septiembre de 2001

LAUDATIO (Defensa de Méritos)

El Laudatio estuvo a cargo de Claudio Donoso, profesor emérito de la Facul-tad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral de Chile, y Premio Luis Oyarzún 1999. Ingeniero Forestal, Master of Science University of California, Berkeley, U,S.A,. el profesor Donoso ha dedicado toda su vida profesional al manejo sustentable de los bosques y tiene un amplio curriculum en materia de proyectos de investigación de larga vigencia, además de ser autor de libros sobre la especialidad.

Durante la defensa, Donoso se refirió a la trayectoria de ambos premiados en relación a la defensa del patrimonio natural y la armónica relación de los hom-bres con la naturaleza, fundamento esencial de la definición de la entrega de este premio.

Godofredo Stutzin es el fundador y presidente del Comité Nacional Pro Defensa de la Flora y de la Fauna (CODEFF) en 1967, lo que - dijo Donoso debe con-siderarse como un hito relevante de la historia de la conservación en Chile. Casi al mismo tiempo y mientras Don Godofredo recibía el Premio Global 500 de Naciones Unidas, prosiguió el profesor Donoso-, Douglas vendía sus posesiones en negocios comerciales y se volcaba hacia la naturaleza creando las fundaciones medioambientales Deep Ecology y The Conservation Land Trust, en California, y adquiriendo una gran extensión de tierras vírgenes en la región de Palena en Chile, donde realiza proyectos de conservación y ayuda a financiar libros y activi-dades que promueven la conservación de la naturaleza.

“La adquisición de esta gran superficie de bosques y lagos con sus fiordos y que-bradas ha originado muchas y ácidas críticas, porque probablemente afecta a in-tereses, lo que es muy común alrededor del tema de los bosques nativos-, que los bosques primarios van desapareciendo a una gran velocidad y, muy especial-mente, que la zona de Pumalín, de singular belleza posee según algunas cifras un porcentaje cercano al 70% de este tipo de bosques, acción que debería ser propia del Estado, pero que este no la cumple, por lo tanto Douglas Tompkins con el parque Pumalín está haciendo lo que debería hacer el estado con estos ya muy escasos bosques vírgenes”, sentenció el académico.

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Sobre estos último Claudio Donoso dijo estar confiado en que Tompkins apoyará la forma de mirar los bosques en beneficio de la biodiversidad de nuestro país. “Nos apoya para confiar en eso el que esté ya definido que en el futuro el parque Pumalín será donado a una fundación chilena, en cuyo directorio está la UACh, y cuyo destino es constituir un Santuario de la Naturaleza dirigido por el destacado ecólogo Juan Gastó, y por supuesto, el libro La tragedia del Bosque Chileno, del que Douglas Tompkins fue el gran impulsor”. Por otro lado -dijo- Godofredo Stutzin está plenamente de acuerdo con esta filosofía en su ensayo “Un impera-tivo ecológico; reconocer los derechos de la naturaleza”. Todo el amor de Don Godofredo está fielmente expresado en sus libros “Presencia de San Francisco”, “Ausencia de San Francisco” y “Cuando los animales tenían voz”, a los cuales se suman cientos de artículos de defensa de los animales, de los árboles, de los bos-ques y los niños y la familia.

Premiados

Posteriormente se llevó a efecto la lectura de decreto para ambos premiados por parte de la Secretaria General, Sra. Karin Exss. Par el caso de Don Godofredo Stutzin la lectura señaló que se le confiere el premio por su vida ejemplar, su labor pionera en la promoción del conocimiento, admiración y respeto hacia nuestra flora y fauna, lo que ha contribuido a generar una mayor armonía entre seres humanos y naturaleza.

Mientras que para el caso de Don Douglas Tompkins, el decreto señala como argumento que se le confiere el mencionado premio por ser reconocido interna-cionalmente por su trabajo por la conservación, para el goce de las futuras gene-raciones, de patrimonios naturales únicos en el mundo.

Durante su discurso Godofredo Stutzin señaló que fue compañero de Universidad con el propio Luis Oyarzún con quien lo unió un profundo amor por la naturaleza. Conocido como unos de los precursores de la legislación medioambiental en Chile, Stutzin reconoció que ha dedicado medio siglo a lo que él denomina “justicia uni-versal”, esto es, una justicia no restringida a la especie humana. Tras referirse a su trayectoria académica y laboral como unos de los fundadores de organismos como el Comité Pro defensa de la Flora y Fauna (CODEFF) y la Asociación para la Pro-tección de la Familia (APROFA), Stutzin dijo que en el extranjero -específicamente en Europa- el proyecto parque Pumalín que lidera su compañero de premio Do-uglas Tompkins es conocido como el “milagro chileno”, ya que se trata del parque natural protegido privado más grande de todo el mundo.

Por su lado Tompkins agradeció al jurado el haber otorgado este premio a pesar de la controversia que puede haber ocasionado, refiriéndose a la resistencia de varios

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sectores de la sociedad chilena respecto de la adquisición de tierras en la provincia de Palena destinados a la conservación de la biodiversidad. “Quiero agradecerlo más que por mí por haber escogido a Godofredo Stutzin, quien es uno de mis hé-roes. Hace treinta años Godofredo estaba muy adelantado en sus ideas. Más allá de ser un pensador y un escritor él es un activista medioambiental trabajando para cambiar las políticas y las formas en que la sociedad entiende el mundo natural y la importancia de la biodiversidad. Hace treinta años yo no estaba pensando para nada en estas cosas, estaba desarrollando una carrera empresarial”, dijo. Sobre este aspecto dijo que fue durante la década del setenta que comenzó a indagar sobre aspectos medioambientales como lo hace hoy en día.

Una vez terminada la ceremonia ambos premiados acompañados del rector Man-fred Max-Neef y del profesor Claudio Donoso, ofrecieron una conferencia de prensa conjunta en la que respondieron las inquietudes periodísticas principal-mente referidas al desarrollo y futuro del controvertido proyecto Pumalín. Sobre las opiniones contrarias al proyecto, Tompkins reconoció la existencia de intere-ses políticos, y dijo que durante esta administración se ha apreciado una actitud menos antagónica que la observada -dijo- durante la administración de Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

Periodista Lilian Delgado L.

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DISCURSO DE DESPEDIDA POR JUBILACIóN Y PROFESOR EMÉRITOAño 2001

Repasando mi vida universitaria puedo recordar que empezó tarde, después de los 30, con mi ingreso a Ingeniería Forestal en la Universidad de Chile. Ahí retomé el camino que había perdido cerca de 15 años antes. Rápidamente tomé como opción, o las circunstancias hicieron que así fuera, la enseñanza y la investigación, y con ello el idealismo y las esperanzas, los éxitos y las frustraciones. Como dice el escritor Frost, en la bifurcación de los senderos, yo tomé el menos transitado, y ahí ha estado toda la diferencia que me ha marcado.

La misma señal me marcó en los 70 hace 22 años, cuando opté por otra Univer-sidad y por el Sur, desde donde llamaba el bosque. Es cierto que el alma mater nunca se pierde, pero el tiempo es inexorable y al final nos hace sentir que es posible compartir en el espíritu y en la mente dos almas mater, como si fueran posibles dos orígenes: allí donde naciste es uno, allí donde pasaste la mayor parte de tu vida es otro; eso es similar a lo que ocurre con dos generaciones seguidas, una primera europea, por ejemplo, y una segunda americana. Acá en la segunda, que pronto pasa a ser la primera, (Valdivia y la Universidad Austral de Chile), se plasmó la familia, crecieron los hijos con sus éxitos y problemas, la esposa y madre se quedó aquí para siempre. La nueva Universidad y la ciudad se transformaron así en el lugar importante; las amamos y las sufrimos.

Muchas cosas malas han ocurrido en estos años; como muchos he dado batallas contra ellas, he perdido muchas, tal vez la mayoría; pero creo haber contribuido a que otras se ganasen, o por lo menos que no se perdieran. Pero la vida está hecha de dulce y de agrás, y ha habido también muchas cosas buenas; el nuevo curri-culum, tan difícil de alcanzar y que le costó muchos problemas a la Facultad, es una esperanza de alcanzar una mayor altura en la educación forestal chilena, a la cual tanto le falta aún; un tipo de evolución académica como la que se realizó este

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año creo que es un hito que debería marcar cambios a futuro; la nueva generación de académicos que ha estado y se está preparando a alto nivel en el extranjero es una fuerza que viene, y que sumada a algunos logros académicos ya obtenidos en la Facultad, puede derribar las barreras que nos han impedido ser mejores y que aún subsisten. Esperemos que junto a ello esos jóvenes traigan armonía, que frecuentemente nos falta. A lo mejor su llegada junto a la ida, aunque sea parcial, de algunas viejas cortezas como yo, puedan abrir el camino.

Todo eso es pasado, presente y futuro. Ahora, cuando ya el tiempo ha pasado es cuando nos parece breve y nos parece corta la vida. Un día entramos al colegio y nos parecían largos los años que allí transcurrían, y luego entramos a la Universi-dad y cuando terminamos y nos incorporamos como adultos a la vida del trabajo, nos parecía que había sido tan breve ese brillante período como estudiantes. Y así, sin darnos cuenta nos llegó la tercera edad, la edad de la jubilación, y nos cuesta creerlo. Tenemos que mirar nuestra cédula de identidad y mirarnos al espejo, porque sentimos que nuestro espíritu está joven. Porque quizás el espíritu puede estar siempre joven y no morir jamás.

¿Por qué jubilamos? Se supone que porque estamos viejos y cansados y necesi-tamos naturalmente quedar exentos de servicio. El concepto de jubilar tiene en realidad dos acepciones:

La primera es desechar una cosa inútil (sinónimo de pobrete o infeliz en algunos lugares de América Latina).

Alegrarse o regocijarse es la segunda acepción.

Afortunadamente me aproximé a esta última al jubilar gracias a que me entre-garon la condición de emérito que implica el disfrute de un premio por buenos servicios.

Muchas gracias a la Universidad, al Decano y a mis amigos de la Facultad que me han considerado suficientemente meritorio como para concederme la condición de emérito. Espero bajo esta condición servir mucho tiempo más y aprender más.

Realmente este premio me hizo sentir bien, y en lugar de hacerme sentir más viejo, como el calificativo de emérito parece significarlo, me he sentido más vital y con nuevas fuerzas para trabajar. ¡Muchas gracias de nuevo amigas y amigos!

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UN ÁRBOL SíMBOLOLa Nación, 8 de agosto de 2002

Me he enterado recientemente de que en la Región del Maule algunos personeros de Corma se enojaron porque las autoridades determinaron ubicar el Ruil en lugar del Pino Insigne entre los símbolos del Escudo Regional.

El Ruil es un árbol único en el mundo que sólo crece en esa región, y que está seriamente amenazado de extinción, Pero el Pino Insigne es mucho más abun-dante y común debido a las plantaciones que han permitido que se creen grandes fortunas en este país.

Por qué no seguimos esa idea de Corma y reemplazamos al Huemul por la vaca en el Escudo Nacional?. Al Huemul no lo conoce nadie y está amenazado de extin-ción igual que el Ruil, en cambio la vaca nos da cualquier cantidad de beneficios y la vemos todos los días en nuestros potreros.

Dejémonos de cosas con árboles o animales emblemáticos de nuestra Flora y Fauna. Dejemos que las ganancias y el mercado manden.

Claudio Donoso Zegers Instituto de silvicultura

Universidad Austral

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CARTA SOBRE CELULOSASEl Mostrador, 2003

La AIFBN, como organización no gubernamental interesada en el cuidado de los bosques de Chile en una perspectiva no sólo de protección de nuestros recursos naturales y de nuestros bosques como entes altamente merecedores en sí mismos de ser protegidos, sino también muy importantemente, con una mirada socio-económica de desarrollo equilibrado del país en su conjunto en el presente y para el futuro, siente que tiene la obligación de mostrar a la comunidad nacional y al Estado que la conduce, su visión del sector forestal inserto en el conjunto de sectores que constituyen la nación.

Siempre es importante para analizar el presente y avizorar el futuro, mirar al pasado y tratar de hurgar en lo bueno y en lo malo de él, para extraer las experien-cias más positivas. Analizando nuestro pasado, los miembros de la Agrupación creemos que mucho de lo malo estuvo en que perdimos la capacidad que nos había caracterizado, de mantener posiciones filosóficas y políticas muy diferentes u opuestas, y ser capaces de discutirlas vehementemente, nunca violentamente, y continuar siendo amigos. Eso se perdió y determinó la pérdida del alma de la nación que se produjo en los últimos 33 años y que cuesta mucho recuperar. Parte de lo bueno estuvo en que se logró tener claro un objetivo nacional de de-sarrollo del país y de su gente, que no consistió sólo en frases y discursos que lo mostraban, sino que en acciones concretas del Estado para todos los chilenos. Ello tuvo su mejor expresión en las ejemplares empresas creadas por CORFO, como Endesa quizás como el ejemplo más destacado. En el ámbito forestal se inició un proceso de reforestación significativo de áreas abiertas y degradadas que permitió la creación de grandes empresas públicas madereras y de celulosa de y para to-dos los chilenos, dígase Forestal Arauco, Nacimiento- Laja, Celco Constitución, como claros ejemplos.

Pero en los años 80, durante la dictadura militar, se inició el proceso privatizador de las grandes empresas que logró, sólo en 5 años (1985-1989), que el Estado se deshiciera de 30 grandes empresas, con una pérdida de más de 570 mil millones de pesos (pesos al año 2000). Gran parte de esas grandes empresas fueron cambiando de manos pasando finalmente a grandes consorcios internacionales. A pesar de las enormes pérdidas que ello ha significado para el país, se ha logrado convencer a muchos del beneficio de las privatizaciones como mejor forma de desarrollo. Las grandes empresas forestales y las grandes plantaciones fueron pasando a manos privadas y concentrándose en los grupos Angelini y Matte, poseedores hoy día de

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imperios económicos que los ubican entre las personas más ricas del mundo (véa-se Revista Forbes). El grupo Matte tiene el mérito de haber sido la única empresa privada desde su creación. Las demás habían sido todas creadas por el Estado de Chile con el esfuerzo y la voluntad de todos los chilenos.

No es novedad lo que han significado para Chile estos dos gigantes. Lo realizado por estos grandes grupos económicos representa exactamente el gran crecimiento económico de que muchos se sienten ufanos, pero no muestra, más bien enmasca-ra, el subdesarrollo propiciado por este sistema que produce tanta riqueza y tanta injusticia y desigualdad, que desconcierta a muchos más. Sumándose a las demás grandes empresas han contribuido a crear una macroeconomía descollante, pero niveles de desigualdad social también descollantes, y una sustitución enorme de bosques nativos por plantaciones de exóticas en la forma de monocultivos, que ha empobrecido y expulsado de sus tierras ancestrales a la gente que vivía en y de esos terrenos hoy plantados, provocando al mismo tiempo un deterioro del paisaje y de los factores del medioambiente, entre ellos muy importantemente el agua, que no han sido clara y públicamente dados a conocer.

Los fuertes impactos (positivos y negativos) nacionales, regionales y locales que ha generado la fuerte expansión de la industria de la celulosa en Chile han tenido el mérito de generar una discusión que traspasa las fronteras del sector forestal y que plantea nuevamente el problema del desarrollo sustentable que queremos.

Los problemas ambientales y sociales generados por el crecimiento y expansión de estas grandes empresas han irrumpido en la sociedad chilena a raíz de la muer-te y emigración de los cisnes de cuello negro del Santuario de la Naturaleza de Río Cruces en Valdivia provocadas por los efectos de los efluentes de la planta de celulosa de San José de la Mariquina, de las empresas Angelini. La prensa, el gobierno, las organizaciones empresariales y las organizaciones de la sociedad civil han entregado opiniones y declaraciones referidas más que nada a los aspectos puntuales visibles de la situación. Ello, a nuestro juicio, representa sólo la punta del témpano de un problema nacional mucho más profundo, la luz roja que nos avisa del peligro. Sin embargo, no ha habido la discusión ni los pronunciamientos con visión de futuro de la industria forestal y otras grandes empresas; y sus rela-ciones con el desarrollo sustentable del país.

Las decisiones de Angelini y Matte se han basado en la alta rentabilidad que genera la celulosa, no necesariamente por sí misma o por una gran gestión rea-lizada por los grupos, sino que por una serie de causas que conviene recordar y discutir:

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Debido al cierre de plantas de celulosa de los grandes productores de Europa y América del Norte se ha producido una restricción de la oferta y una expansión de la demanda que hace que la producción se desplace hacia los países del sur del Ecuador. ¿Por qué ocurre esto? Simplemente porque los grandes productores del sur, Chile, Malasia y Brasil tienen los costos más bajos del mercado mundial de celulosa, lo que les permite ser competitivos incluso cuando los precios están bajos. Las empresas dan argumentos técnicos para explicar esto, señalando que los costos son menores gracias al rápido crecimiento de las especies en nuestro país de clima templado y a que producen madera homogénea porque todos los árbo-les son iguales y no se requiere invertir más para producir como ocurre cuando hay mayor diversidad de la madera. Sin duda pueden ser argumentos que tienen validez en una perspectiva económica muy simplista, que no considera para nada los valores de la biodiversidad y de las diversas funciones ecológicas y sociales de los bosques.

Agregan otros argumentos técnicos como la cercanía de los bosques de los centros de procesamiento y de transporte, así como la multiplicidad de buenos puertos. Lo que no se dice es que toda la comunidad nacional ha financiado las plantacio-nes forestales a través del Decreto Ley 701, la infraestructura caminera, portuaria y de otros servicios, que es lo que realmente ha permitido los bajos costos de la industria forestal y el aumento de las utilidades.

Lo que no se dice tampoco es que los bajos costos que permiten las enormes acu-mulaciones de ganancias, tienen su origen en los bajos ingresos de los trabajado-res, causa principal de la enorme brecha existente entre ricos y pobres justamente en países como Brasil y Chile.

No se dice tampoco que las grandes utilidades de estas empresas no absorben los impactos sociales y ambientales de gran magnitud que producen. Estos impactos vienen siendo analizados desde los años 70 en la región del Maule y muestran claramente la pérdida de los terrenos agrícolas de los campesinos, la violenta in-terrupción del ciclo hidrológico que deja sin agua a ríos y otras fuentes vitales, y el éxodo de los campesinos a los pueblos donde forman cinturones de pobreza en medio de la opulencia de las empresas forestales. Hace ya bastante tiempo que en el mundo se han desarrollado y se aplican tecnologías para eliminar los impactos ambientales como malos olores, contaminación de las aguas y otros. De ninguna manera se justifican estas enormes inversiones y utilidades sin la adecuada inver-sión en la eliminación de los impactos ambientales y sociales negativos.

Los impactos negativos de todo tipo de las plantaciones y de las industrias en Maule, Concepción, Malleco y Arauco son ya antiguos y conocidos y sólo esca-sas medidas para evitarlos han sido tomadas, quedando en evidencia, como lo

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demuestran hoy día los casos de la paralización de la planta de Valdivia y de la construcción de la de Itata, que las grandes empresas todavía operan generando altos grados de contaminación del aire y del agua.

El “éxito” obtenido ha impulsado a estas macroempresas a plantear una posible expansión ilimitada de la industria de celulosa, lo que significa la expansión en varios millones de hectáreas de las plantaciones forestales, aún a costa del bosque nativo degradado para abastecer a las nuevas plantas. Ya sabemos por la experien-cia de más de 30 años y está dicho, lo que significaría esta iniciativa llevada a la acción. Sabemos lo que pasa con la gente, con el agua, con la fauna y la biodiver-sidad y con la calidad de vida para la mayoría, en general. Ya el problema no es sólo el de una planta de celulosa contaminante y destructora de vida, sino que es el modelo llevado a toda la nación. Por lo que hemos experimentado es claro que es tan fuerte el impacto de una planta de celulosa en una localidad y en una pro-vincia, que la ciudadanía debe tener participación en la decisión de una inversión, mucha más allá de los espacios que ha creado la Ley de Bases del Medioambiente. Si la inversión afecta a prácticamente todo el país al expandirse las plantaciones para la creación de plantas de celulosa y plantas madereras a todo el territorio con características forestales, sin duda que la decisión debe ser tomada por toda la ciudadanía, de la mano con el gobierno que les pertenece.

Inversiones y decisiones de tal magnitud no pueden realizarse en función de los planes y utilidades de los grupos económicos que las promueven, sino que en función de las necesidades de desarrollo sustentable de las regiones y del país.

La AIFBN plantea la necesidad de iniciar a la brevedad una discusión nacional para analizar el futuro a la luz de los peligros que presenta un modelo de desa-rrollo como el planteado por los grandes empresarios de la celulosa, el papel y las plantaciones forestales. Proponemos que el Estado, a través de sus organismos competentes, inicie una amplia y participativa discusión sobre el desarrollo del sector forestal, como factor relevante de la economía, de la ecología, del paisaje y de la vida de los ciudadanos desde la VII hasta la XII regiones. Se propone que esta actividad se inicie con un trabajo previo de Ordenación Territorial que anali-ce el uso actual y potencial de este territorio para planificar su uso futuro; y se su-giere que se solicite el apoyo de experiencias de otros países que ya han transitado el camino que Chile está recorriendo, como Finlandia y Suecia.

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Discurso

PREMIO COLEGIO INGENIEROS FORESTALES X REGIóN2002

Estimados amigosDebo contarles que ha sido una grata pero inesperada noticia esta de recibir un premio de parte del Colegio Regional de Ingenieros Forestales. En verdad mi par-ticipación en el colegio mismo ha sido nula en los últimos años, y en el periodo 2001-2001 ha sido sin duda menos productiva que los años anteriores. Diferentes elementos y circunstancias podrían explicar esto, pero no es del caso hacerlos.

Por eso mismo agradezco con más fuerza aun el reconocimiento, que espero que sea atribuible a mis logros y méritos anteriores en lo académico y forestal a nivel nacio-nal, valores que si han sido considerados por el Colegio, merecen mis felicitaciones y loas. También me gustaría atribuirlo a mi activa participación en la dirección tan-to del colegio regional, en el que durante varios años y situaciones difíciles en los 80 compartí la presidencia y vicepresidencia con el colega Arturo Norambuena, como del nacional, en cuya directiva resulté elegido también en los 80 con la segunda mayoría nacional. Si es así, si esas son parte de las consideraciones, implican una significativa apertura de mente y de espíritu por parte del Colegio, que esperamos se proyecte al Colegio Nacional de la Orden en un futuro próximo.

Quiero creer también que Domingo Urzúa, de quien fui amigo junto con mi esposa, ha tenido alguna influencia desde el más allá en esta decisión.

Junto con mis agradecimientos a la actual directiva del colegio regional, quiero expresar mi reconocimiento y satisfacción por la activa presencia de las últimas directivas del colegio regional en la discusión de los problemas del sector forestal durante los últimos años. Digo esto porque ha sido mi impresión y la de muchos otros, que el Colegio Nacional en cambio, no ha tenido esa presencia, lo que ha incidido en que el sector forestal esté desperfilado en el país. No me refiero con esto por supuesto, a los éxitos económicos en comercio exterior, sino que al sector como actor y factor determinante del desarrollo socio-económico-ambiental en Chile.

Como defensor durante toda una vida de los recursos naturales en general, y de los bosques nativos de Chile en particular, debo destacar en cambio la preocupa-ción por el tema que han tenido las últimas directivas del Colegio Regional. Ellas

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han sido en el contexto del Colegio Nacional de Ingenieros Forestales las que realmente han dado una lucha porque algo ocurra con la ley de bosque nativo, tratando de convencer con argumentos que los bosques nativos son un recurso de enorme importancia socio-económica y que la dictación de la ley constituye una prioridad esencial para el desarrollo regional. Así es como está dando la cara y una lucha muy honesta en conjunto con empresas regionales, instituciones de gobierno regionales y ONGs, con las cuales ha llegado a acuerdos formales para hacer más poderoso el esfuerzo.

Aprovechando este momento en que hay un grupo importante de colegas reuni-dos, todos con alguna relación con el sector forestal por supuesto, los insto a que a través del colegio y apoyándolo, continúen en esta lucha. Es necesario incluso ir más allá, tratando de que la región sea más escuchada y de que tenga un rol determinante en la toma de decisiones con respecto a sus problemas y, en particu-lar, a aquellos relacionados con los bosques nativos. ¿Por qué? Porque aquí están esos bosques, porque aquí está la gente que trabaja en ellos, porque aquí están concentrados los ingenieros forestales y propietarios que más saben de los bosques nativos y de su manejo, y porque aquí está la Facultad de Ciencias Forestales que más se ha dedicado a ellos, y que más ha trabajado y escrito sobre ellos.

El colegio puede lograr que se entienda que aquí se deben tomar las decisiones que pongan en justo y dinámico equilibrio al manejo de los bosques nativos con las plantaciones a un nivel regional de paisaje y ecosistémico, y que ello es de absoluta necesidad para el éxito de un desarrollo económico, social y ambiental armónico para la región y para el país forestal. Quisiera invocar porque esta fuera la gran tarea para el próximo futuro del Colegio Regional, apoyado por todas las instituciones regionales del sector.

Tengo la sensación de que Domingo Urzúa estaría en esta posición, con el ímpe-tu, la fuerza y la inteligencia que le conocimos, y creo que estaría de acuerdo con los que les he dicho.

Muchas gracias a todos.

Claudio Donoso Zegers

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Discurso lanzamiento

PROYECTO “LEÑA, ENERGíA RENOVABLE PARA LA CONSERVACIóN DE LOS BOSQUES NATIVOS DEL SUR DE CHILE”Valdivia, 2007

Lanzamiento Proyecto “Leña, energía renovable para la conservación de los bos-ques nativos del sur de Chile”

Tengo el agrado de iniciar en esta reunión el lanzamiento de un gran proyecto de nuestra Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, de la cual me honra ser Presidente Honorario por voluntad de los socios y su Directorio.

La Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo nace en 1993, cuando es muy fuerte la controversia entre preservacionistas que privilegian dejar intocados los bosques nativos, y productivistas que destacan que los bosques na-tivos pueden ser libremente dejados para preservación o ser sustituidos según la voluntad de los propietarios.

En medio de estas poderosas fuerzas, la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo levanta su voz para destacar la importancia de mirar el bosque y actuar en él bajo el prisma de la multiplicidad de funciones que cumple. Un objetivo o función central que nos hemos fijado ha sido luchar porque se entienda que el concepto de sustentabilidad incluye la aplicación del manejo y el uso de los bosques nativos y los recursos naturales en general. La sustentabilidad mirada desde el punto de los bosques y su relación con los seres humanos, se refiere a la mantención de su potencial para producir la misma cantidad y calidad de bienes y servicios a perpetuidad, y considera amplios bienes y servicios funcionales, como la regulación del flujo de esteros, la minimización de pérdida de nutrientes del suelo, la mantención y suministro de hábitats para fauna y flora, la mantención de la calidad del aire y de microclimas especiales y frágiles, y la capacidad de propor-cionar una variada cantidad de productos de calidad para el consumo humano, uno de los cuales, en vastas regiones del territorio y del mundo, es la leña.

Hasta hoy la producción de varios millones de metros cúbicos de leña, aún cuan-do cumpliendo una función socio-económica, se ha realizado de tal manera, que se ha agregado materialmente a la justificación final para las talas fraudulentas, y finalmente la sustitución de los bosques nativos. La realización de este proyecto,

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en cambio, tenderá a la conservación de los bosques nativos a través del su uso lo que lleva implícita la idea de desarrollo unida a la de conservación, como la forma de romper el círculo vicioso de destrucción de recursos debido al exceso de consumo por unos pocos, a miseria de muchos, que se suma inevitablemente a esa destrucción.

El concepto de manejo sustentable es absolutamente posible de llevarlo a la prác-tica, a pesar de que en algunas esferas la idea de manejo tiene mala fama porque se interpreta como opuesto a la conservación de los bosques y de la biodiversidad, lo que se explica simplemente porque hay errores conceptuales por un lado, y porque por otro han sido históricamente normales las malas prácticas forestales. Se sabe que hace ya casi dos décadas en los ámbitos técnicos y académicos, que se tiene el conocimiento suficiente de los bosques, con su enorme diversidad en Chile, para aplicar silvicultura en ellos. Se sabe mucho más de ellos que lo que se sabía de silvicultura de las plantaciones de Pino cuando se extendieron masiva-mente en el territorio.

¿Cuál es el problema entonces?

Simplemente, como en tantos campos, falta una decisión política que favorezca el manejo sustentable de los ecosistemas forestales que poseen miles de pequeños y medianos propietarios, que en su mayor parte realizan en sus campos una activi-dad de subsistencia que no logra satisfacer adecuadamente sus necesidades y que, con frecuencia es altamente destructiva. Para cambiar esta situación, esta decisión política debe impedir la sustitución de los bosques nativos que aún quedan, debe considerar incentivos adecuados para el manejo de esos bosques nativos, debe impulsar y exigir la enseñanza y capacitación sobre los bosques nativos en las universidades y escuelas técnicas, y la investigación y experimentación corres-pondiente en ellos. Algo de esto es considerado en el último proyecto de ley, pero veremos qué ocurre; hace 16 años y más que estamos en espera, y la legislación sigue siendo confusa, cambiante e imprecisa.

Sin duda para lograr la satisfacción de las necesidades básicas de las familias propie-tarias, y una mejor calidad de vida con conservación de los valores culturales y man-tención de procesos ecológicos, será necesario incluir también en la capacitación el concepto de uso múltiple, que dependerá de las características de cada predio o conjunto de predios. En este concepto de uso múltiple sin duda la leña será un producto siempre presente. Si esto lo logramos con miles de propietarios y miles de hectáreas, la producción será un complemento rentable muy atractivo desde el punto de vista económico para ellos, si se aplican las técnicas adecuadas de manejo de los bosques, será fácil, rutinaria y conservadora la producción de leña.

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La producción de leña, del mismo modo como pudo y debió haber sido la de “astillas” tiempo atrás, es una gran oportunidad para revertir la situación actual de deterioro de los bosques nativos y alcanzar su tan anhelado manejo sustentable. Si con el manejo obtenemos leña y otros productos en beneficio de los seres huma-nos y no afectando a las especies endémicas o emblemáticas, ni a los bosques esca-sos o frágiles, vamos a mantener y a mejorar el paisaje, y vamos a asignar un valor a los bosques, lo que va a permitir que los amemos y que nos sea fácil protegerlos y conservarlos dando cumplimiento el primer principio del desarrollo sustentable que señala que los seres humanos constituyen el centro de su preocupación.

No me cabe duda de que estamos presenciando el lanzamiento de un proyecto es-trella para los bosques nativos, que puede significar tan simplemente la iniciación de su manejo masivo y la transformación de Chile en un verdadero país forestal. Creo que así lo pensó la Agrupación y el Director de este proyecto, y así lo enten-dió la Comisión Económica Europea.

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CEREMONIA DE GRADUACIóN DE ESTUDIANTES DE CARRERAS DE LA FACULTAD DE CIENCIAS FORESTALES DE LA UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILEValdivia, 2007

Estimados jóvenes egresados de las carreras de nuestra Facultad de Ciencias Fo-restales. El señor Decano de esta Facultad me ha concedido el honor de ser la voz que les de una despedida en este día de gran significado para ustedes, para la Facultad y para la Universidad. Ha terminado una importante e interesante etapa de vuestras vidas y se inicia otra llena de expectativas, y también de incertidum-bres y de confusión.

Este momento lo han vivido por supuesto los profesionales universitarios, y entre ellos los forestales de todas las promociones y de todas las etapas de la evolución del mundo, del país y de las diferentes carreras, cada una con sus esperanzas y temores propios del momento.

Por los años 50 nació la carrera forestal en Chile y egresaron las primeras pro-mociones de la Universidad de Chile fuertemente inspiradas en el resplandor que producía el éxito del cultivo del Pino Insigne, y de la Universidad Austral de Chile inspiradas seguramente por la intensa emoción que producían los bosques de Alerce, de Araucaría y de las bellas latifoliadas del sur del mundo.

En la década del 60 y parte de los 70 una gran actividad forestal centrada en las plantaciones de Pino Insigne en la zona central, y en la corta de las valiosas es-pecies nativas en el sur, eran un fuerte acicate para el ingreso de estudiantes a las escuelas forestales, los que egresaban con claras posibilidades de trabajo.

En el último cuarto del siglo XX, la gran producción de madera, especialmente de pino, y el desarrollo de las plantas de celulosa transformaron a Chile en un exportador forestal. Ello, combinado con un exitismo nacional y falta de visión de la autoridad determinó la creación de un exceso de escuelas forestales en el país, y al mismo tiempo mantuvo las fuentes de trabajo y permitió que muchos jóvenes postularan felices a la carrera forestal.

En lo que va corrido del siglo XXI, el gran crecimiento de la industria unido al desarrollo tecnológico produjeron el efecto de reemplazo del trabajo de las per-sonas por elementos tecnológicos. Esto explicó la fuerte baja que ocurrió en las postulaciones a la carrera forestal.

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Pero hay otra cara en este impacto sufrido por las carreras forestales. Es efectivo que en muchos lugares del mundo el despertar de la conciencia medioambiental y de protección de los recursos naturales ha tenido como reacción un efecto de rechazo a las actividades madereras en los bosques, y como consecuencia, una disminución de las postulaciones a las carreras universitarias correspondientes. Pero la situación en nuestro país en relación con esto último no es la misma que en otros países del mundo.

Nuestro sector forestal no está constituido sólo por las grandes empresas y por los enormes monocultivos que no necesitan muchos ingenieros y técnicos forestales hoy día, y que son los que han deteriorado el paisaje y el medioambiente. La otra parte del sector es como la porción del témpano de hielo bajo el agua, enorme y silenciosa. Más de 15 millones y medio de hectáreas están cubiertas de todo tipo de bosques, lo que representa cerca del 21% de la superficie del territorio, y de ellos 13 millones y medio son bosque nativo. Si esa enorme superficie y ese enor-me volumen, que en su mayor parte pertenece a pequeños y medianos propieta-rios, no son utilizados sustentablemente en un país como el nuestro, y el bosque nativo esté en condiciones críticas y su problemática no haya sido resuelta, quiere decir que el sector forestal y el país están en crisis.

¿Por qué les digo esto en este momento? Simplemente porque este tema es el gran desafío y la gran oportunidad para los ingenieros forestales de cualquier especialidad. Nuestros bosques naturales produjeron mucha riqueza, pero fueron intensamente talados, floreados y quemados, y hoy son incapaces de entregar un flujo de producción continuo y productos homogéneos de buena calidad. Los ingenieros forestales hemos fallado porque hemos sido incapaces de hacer lo nece-sario para poner en manejo y producción la enorme superficie de bosque nativo, lo que requiere de mucho conocimiento y trabajo profesional y técnico, porque la diversidad de especies, de bosques y de situaciones actuales es muy alta. Enfrentar el problema es difícil sin duda, pero siempre se mantiene presente la oportunidad de hacer algo, de crear trabajo y riqueza. Se nos han dado muchas oportunidades, como cuando hubo masas de renovales de especies de gran valor y muy fáciles de manejar que fueron taladas, quemadas y sustituidas, o cuando se cortó mucho bosque nativo para exportar astillas a Japón con provecho para algunas personas y daño para Chile, desaprovechando excelentes oportunidades para manejarlo.

Es necesario para el país, para el sector forestal, para ustedes, recuperar la concien-cia del significado de nuestros bosques naturales en cuanto a identidad y belleza, trabajo y riqueza, esperanza, alegría y bienestar. Nuestro país y nuestros bosques están en el fin del sur del mundo.

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Finlandia que está también en el fin del mundo hacia el norte, es uno de los paí-ses más desarrollados del mundo, y ha obtenido una alta calidad de vida a partir de sus bosques y de su industria forestal, con sólo tres especies, en un clima extremadamente riguroso y con la masa de los bosques en manos de pequeños y medianos propietarios. ¿Por qué es así? Porque ellos aplican adecuadamente los principios éticos que debe tener todo ingeniero forestal, utilizando el recurso para satisfacer necesidades del ser humano bajo el concepto de rendimiento sostenido y teniendo claro que los recursos deben mantenerse para las genera-ciones futuras, y que del uso y manejo que se haga de los ecosistemas forestales dependen en gran medida los demás recursos necesarios para la vida además de la madera y otros bienes, concretamente la calidad del aire que respiramos, la belleza del paisaje que nos rodea, la creación y mantención de los suelos donde se producen nuestros alimentos, la regulación y calidad del agua de vertientes, ríos y cuencas hidrográficas, y la vida silvestre de la cual el bosque es hábitat, es decir, las funciones del bosque que son la esencia de los procesos ecológicos y de los sistemas vitales esenciales. No hay incompatibilidad entre mantención del recurso bosque y la producción para satisfacer las necesidades de las personas, porque el concepto de conservación no es estático, sino que implica un manejo para producir bienes y servicios.

Con estos conceptos reglamentados e incorporados a la tradición, los propietarios finlandeses deciden cómo y cuándo intervenir sus bosques, planificando todas sus intervenciones en cooperación directa con los ingenieros forestales locales deter-minados para ello.

¿Y qué ha ocurrido con nuestros bosques? Sólo los hemos talado mediante flo-reo, talas disfrazadas de legalidad, habilitando fraudulentamente suelos para usos agropecuarios, y casi siempre detrás de todo ello viene la sustitución por planta-ciones de exóticas. ¿Y de nuevo por qué les digo esto en esta ocasión? Porque la historia de la destrucción de nuestros recursos forestales nativos y sus implicancias económicas, sociales y ambientales requieren de la acción inmediata de los inge-nieros forestales.

Es importante también tener claro que la disyuntiva bosque nativo versus plan-taciones es falsa y se requiere un desarrollo balanceado de ambos recursos. El país necesita desarrollar todos sus recursos boscosos y expandir las plantaciones hacia los suelos forestales desprovistos de bosques. Al mismo tiempo se requiere manejar, en el sentido amplio, los bosques naturales existentes que constituyen un recurso económico de gran importancia.

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Podemos influir positivamente en el cambio climático porque somos responsables de mantener masas de bosques antiguos en áreas protegidas en todo el territorio y masas jóvenes en crecimiento continuo, las que juegan un papel muy importante en el mantenimiento de los niveles de anhídrido carbónico en la atmósfera, cap-tándolo y reteniéndolo como carbono.

Como ven ustedes, estamos y ustedes lo están ahora especialmente, ante un gran desafío como ya lo señaláramos, pero a la vez una gran oportunidad de revertir la situación de deterioro creciente de los bosques nativos. El concepto de sustentabi-lidad y manejo sustentable es una realidad actual imperativa que nos compete. Es importante que tengamos conciencia de que somos indispensables porque la ca-rrera forestal de la Universidad Austral de Chile es la más competente y autorizada técnica y éticamente para manejar los bosques nativos, porque ellos requieren de profesionales de alto nivel de conocimiento. Mi mensaje y desafío es que del éxito de ustedes dependerá el éxito de nuestros bosques y del sector forestal chileno. No puedo entonces sino desearles que les vaya extraordinariamente bien.

Muchas gracias.

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RECONOCIMIENTO A LA TRAYECTORIA POR PARTE DEL COLEGIO DE INGENIEROS FORESTALES DE CHILE2007

A la Directiva y a los socios del Colegio de Ingenieros Forestales de Chile.Siempre resulta grato recibir reconocimientos de los amigos y de los colegios pro-fesionales afines. Más grato es aun cuando ese reconocimiento ocurre después de haber recorrido un largo camino en la vida, y proviene entonces de aquellos que han sido alumnos, algunos quizás memoristas y otros compañeros de trabajo y de más de algún recorrido por las montañas y los bosques.

Es especialmente importante para mí recibir este reconocimiento del Colegio de Ingenieros Forestales, al cual serví durante años difíciles tanto a nivel regional, en Valdivia, como a nivel nacional, habiendo sido elegido Presidente y Vicepresiden-te regional en algunas oportunidades, y habiendo obtenido la segunda mayoría nacional, detrás del colega Álvaro Urzúa en una elección nacional.

Entiendo que, sin duda, la parte más importante del reconocimiento es atri-buible a mis logros materializados principalmente en mis trabajos alrededor del tema de los bosques nativos y en las publicaciones, capítulos de libros y libros escritos o editados sobre ellos. Si es así, mi agradecimiento es aun mayor, por-que significa el premio a toda una vida de un trabajo al cual me he dedicado con pasión y alegría.

Debo señalar, como lo dije cuando recibí un premio similar entregado por el Colegio de Ingenieros Forestales de la X Región en el año 2002, que durante un largo periodo fue impresión general que la presencia del colegio en los problemas del sector forestal era muy escasa, lo que hacía que como sector, particularmente profesional, estuviera muy desperfilado. Por ello ha sido especialmente grato y positivo verificar en los últimos tiempos una participación activa del Colegio Nacional en diversos temas de gran importancia, como entre otros, los referidos al Proyecto de Ley del Bosque Nativo.

Ello me parece muy bien, porque los forestales no debemos olvidar que nuestro sector es de importancia fundamental par el país, y que se caracteriza porque pue-de seguir siéndolo en el futuro, dada su condición de renovable, lo que depende más que nada de nosotros mismos. El relieve del Colegio no puede ser menor en un país para cuya economía la producción forestal y el bosque son esenciales. Ello está basado especialmente en los productos derivados de las plantaciones,

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sin embargo la enorme superficie relativa de bosques nativos, muchos de ellos de gran potencial comercial maderero y muchos otros con gran valor turístico y recreativo, además del valor en sí por sus funciones ambientales, indican que su puesta en manejo y utilización serían de gran significación para la ecología y la economía nacionales, y por lo tanto para el bienestar y mejor calidad de vida de sus ciudadanos.

Muchas gracias

Claudio Donoso Zegers

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LANZAMIENTO DEL LIBRO AUTOECOLOGíA DE ÁRBOLES NATIVOS DE CHILE2007

En 1987 surgió la idea de este libro con el nombre de “Dendrología y semillas de las especies forestales chilenas”. Incluso aun tengo guardados los borradores a mano, en hojas amarillentas, de algunos capítulos iniciales y algo de la especie Nothofagus obliqua, pero por distintas razones se detuvo y en 1990 surgió un año sabático en España, pareció más adecuado en el momento cambiar de tema, y así es como empezó a nacer el libro “Bosques Templados de Chile y Argentina. Varia-ción, Estructura y Dinámica”, el cual se publicó en 1993 y se refirió a los bosques como comunidades, no precisamente a sus especies componentes. Después de publicado el texto de Bosques Templados, sugió no recuerdo como, la idea de escribir un libro de Silvicultura de los Bosques Nativos de Chile, esta vez en conjunto con Antonio Lara como Editores y con la participación de 24 autores y coautores que tenían los conocimientos necesarios para algunos Tipos Forestales relevantes. Se concretó la idea y se publicó el libro en 1999.

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Parecía que la escritura del libro del que estamos efectuando el lanzamiento hoy día no se iniciaría nunca, porque nuevamente, cuando se tuvo el propósito de hacerlo, mi participación en un proyecto Fondef sobre mejoramiento genético de coigüe, laurel, roble y raulí me comprometió a escribir un libro sobre el tema de variación en especies nativas. Este libro titulado “Variación intraespecífica en especies arbóreas de los bosques templados de Chile y Argentina”, tuvo muchos problemas editoriales y de difusión, y finalmente logró ser publicado en el año 2004. Me acompañaron como editores de este libro los investigadores argentinos Andrea Premoli y Leonar-do Gallo y el colega Roberto Ipinza que era Director del proyecto señalado, y 20 autores más. Como tuvo un difícil nacimiento y ninguna difusión aprovecho este momento para anunciarlo a modo de un lanzamiento dentro de otro. ¿Por qué hago esto? Porque hay dos elementos muy destacables a mi juicio en este libro; en primer lugar, que tiene en la dedicatoria un homenaje a la Universidad Austral de Chile en su cumpleaños número 50; luego, pero muy importante, el haber obtenido la participación de 11 profesionales argentinos que fueron autores o coautores de 12 capítulos de un total de 20 del texto, además de ser dos de ellos coeditores.

Pero se mantuvo latente la idea de escribir sobre el tema, que fue gradualmente trans-formándose en Autoecología de las distintas especies, es decir, el estudio de cada una de ellas en relación con su medioambiente, tema con que en el fondo inicié mi carrera académica a través de mis clases de Botánica Forestal en la Universidad de Chile, las que creo que tenían un fuerte componente de Autoecología. Recuerdo que hace pocos días el profesor Juan Gastó comentaba a propósito de este libro, que yo había empezado con la Autoecología de las especies al hacer las clases de Botánica Forestal y luego de Ecología Forestal en la Universidad de Chile, que después me había volcado hacia la Estructura y Dinámica de los bosques, y que ahora volvía a la Autoecología. Ello es consistente con lo señalado en la introducción del libro, en que se dice textualmente que “al tomar la decisión de escribir un libro de Autoecología de las especies arbóreas de nuestros bosques templados, y empezar a hacerlo, nos damos cuenta de que no podríamos siquiera haberlo intentado antes de tener el cúmulo de antecedentes entregados por diversos investigadores en botánica, fisiología, patología, entomología, dinámica de bosques, silvicultura, durante los últimos 60 años, y es-pecialmente desde 1990, lo que demuestra que no se tenían antecedentes suficientes para escribir sobre Autoecología de nuestras especies hasta recientemente”.

Como dice el prologuista Les Landrum, este libro es el resultado de la destilación de muchos años de investigación de muchos científicos dedicados. Por esa misma razón está dedicado a la larga lista de personajes que nos antecedieron en el esfuerzo por estudiar y dar a conocer nuestros árboles y nuestros bosques, representados por Otto Urban, profesor osornino y autor de un hermoso libro escrito en 1930, Lucas Tortorelli, gran maestro argentino, autor de otro libro extraordinario escrito en 1956, y Edmundo Pisano, incansable magallánico, a quien tuve la suerte de conocer.

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El compromiso de escribir este libro se efectuó con un proyecto Fondef relacio-nado con técnicas de producción de plantas de diferentes especies nativas. Contó además con el apoyo financiero oficial del Fondo de Innovación Agraria (FIA). Pero el alto costo de la impresión del libro obligó a pedir colaboración a diferentes instancias y la respuesta que tuve fue extraordinaria y me llenó de satisfacción. Por eso van mis sinceros agradecimientos a todos ellos:

A la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo en conjunto con la Comunidad Europea.A la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Mayor.Al Proyecto Forecos de la Universidad Austral en conjunto con la Iniciativa Cien-tífica Milenium.A la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile.A la Dirección de Investigación y al Instituto de Silvicultura de la Universidad Austral de Chile.A la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad Católica del Maule a través del profesor Rómulo Santelices.A la Universidad de Talca a través del profesor José San Martín.Al Jardín Botánico Chagual de Santiago.

Todos ellos fueron extremadamente generosos y ahora sólo espero que el libro haya cumplido con sus expectativas.

También me parece adecuado agradecer públicamente las palabras o mensajes de reconocimiento, o de aliento y de aprecio, que he recibido a propósito de los libros que he escrito, de parte de numerosos ex estudiantes o memoristas y cole-gas, así como de profesores extranjeros de gran prestigio, como Peter Burschel de Alemania y Jerry Franklin de Estados Unidos, y muy especialmente, los concep-tos vertidos en los prólogos por los profesores Tom Veblen de la Universidad de Colorado y Les Landrum de la Universidad de Arizona, con los que tuve además la suerte de trabajar en Chile y mucho en el interior de nuestros bosques.

Todo lo hecho no habría sido posible sin la investigación y el conocimiento acumulados por los autores y coautores de los diversos capítulos. Sé cuanto trabajo les ha significado y me imagino cuánto les habrá molestado algunas veces la insistencia, a lo mejor casi majadería del editor para que enviaran sus contribuciones. Pero la verdad es que, sin perder la compostura, es así como se consiguen los objetivos. Aporte fundamental fue el realizado por mis colegas ecólogos silvicultores del Instituto de Silvicultura de la Universidad Austral, quienes aportaron con su estímulo y entusiasmo y, además, con la autoría de 12 especies y la coautoría de 33.

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Antonio Lara sacó tiempo de alguna parte para su contribución fundamental en sus dos especies preferidas, Ciprés de las Guaitecas y Alerce.

Pablo Donoso que, además de liderar los capítulos de nuestros Nothofagus más conocidos e importantes en nuestra región, Coigüe, Raulí y Roble, contribuyó como coautor en 6 capítulos más.

Mauro González que se concentró en 2 especies por él ya vastamente conocidas, Araucaria y Lenga y que, al igual que Pablo Donoso, impulsó a jóvenes ayudantes para que escribieran capítulos de especies menores o poco investigadas.

Carlos Le Quesne se concentró en aquello que más le interesa, las especies ame-nazadas Pitao y Queule, lo que hizo muy bien, y también estimulando a varios jóvenes valores.

Paulina Hechenleitner, hoy becada en Escocia, en forma similar lideró los capí-tulos de varias especies amenazadas, Lleuque, Naranjillo y Guindo Santo, y fue coautora de Belloto del Sur y Luma del Norte, esta última también con una joven investigadora, Camila Martínez, también hoy en Escocia.

Bernardo Escobar fue autor de dos especies relevantes, Ulmo y Notro, y nece-sariamente coautor de una veintena de especies, porque gran parte de los cono-cimientos en cuanto a reproducción de las especies del sur en laboratorio y en vivero, los posee él y están volcados en este libro.

Un grupo de profesores investigadores de otras universidades e instituciones realizó una valiosa contribución a este trabajo. Ángel Cabello de la Universidad de Chile fue el segundo autor con 10 especies como autor principal y 5 como coautor, cen-trando su esfuerzo en las especies de la zona central mediterránea de Chile. Jaime Cuevas, del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, tuvo un rol fundamental en las especies del Archipiélago de Juan Fernández, en conjunto con Patricio Novoa del Jardín Botánico de Viña del Mar y destacadamente con dos jóvenes ingenieros forestales de nuestra Facultad, Jan Bannister y Rodrigo Vargas, quienes fueron auto-res o coautores de 3 de las especies más importantes del Archipiélago.

Tuve también un excelente apoyo del Ingeniero Forestal de CONAF Homero Altamirano, con las tres especies de Prosopis del Norte de Chile, y del profesor Pablo Cruz de la Universidad Mayor, quien escribió el capítulo del Quillay con dos jóvenes ayudantes, y de los profesores José San Martín de la Universidad de Talca, y Rómulo Santelices de la Universidad Católica del Maule, quienes tuvie-ron a su cargo las importantes especies de la zona mediterránea, Ruil, Hualo y Sauce Chileno.

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Sé que muchos, o todos, de los 12 jóvenes poco tiempo atrás egresados en el mo-mento en que se escribía el libro y que contribuyeron a él, se sienten muy felices y orgullosos de haberlo hecho y de figurar en la nómina de autores, pero no les quepa ninguna duda de que yo me siento tanto o más feliz y orgulloso que ellos, porque si hay algún logro importante en toda nuestra acción como académicos universitarios, es el haber contribuido al entusiasmo y a la productividad de las generaciones siguientes. Algunos de ellos, específicamente Jan Bannister, Rodrigo Vargas, Darian Stark, Ariel Muñoz, Ana María Abarzúa, Camila Martínez y Jorge Moya, pudieron ser incluso, los autores principales de sus capítulos, y Mariela Núñez y Daniel Soto coautores.

Debo dejar señalada también en este lanzamiento la valiosa colaboración que tuve de parte de mis ayudantes en ese momento; Fernando Utreras y Alberto Zúñiga, y posteriormente en lo que se refiere a difusión, de parte de mi hija Magdalena como periodista, de mi amiga editora Marisa Cuneo y de la Secretaria del Institu-to de Silvicultura, Verónica Fredes.

Es muy destacable el apoyo que la Universidad Austral y yo tuvimos de la CONAF a través de proyectos de investigación y experimentales que se mantuvieron du-rante casi 25 años, que se cumplirían justamente este año, pero que lamentable-mente fueron interrumpidos durante los dos últimos años por razones ajenas a los directores y ejecutores de estos proyectos. Tenemos esperanzas de que se reanuden este año gracias a gestiones de las actuales autoridades de la Facultad de Ciencias Forestales. Estos proyectos nos permitieron tener el conocimiento de las especies y dilucidar muchas incertidumbres y conocer fenómenos propios de cada una de ellas a lo largo de su vida, las que sólo son posibles de identificar en ensayos de mediano y largo plazo, en concordancia con las longitudes de vida de los árboles.

Sería deseable y esperable que este libro que es, podría decirse, la expresión final de todo lo hecho en muchos años, sirva como un llamado para que se logre en-tender que las especies nativas son muchas y muy valiosas desde distintos puntos de vista, que el sector forestal es mucho más que las grandes empresas forestales y las plantaciones, y que tiene la capacidad para crear más riqueza y sobre todo, más bienestar y calidad de vida, y que sólo instituciones como la Universidad y la CONAF, que es el organismo rector del sector forestal, pueden y deben mantener ensayos permanentes, única forma de poder estudiar y conocer con claridad a nuestras especies y a nuestros bosques.

Claudio Donoso Zegers Editor

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PROFESIONAL FORESTAL DEL BICENTENARIOSeptiembre, 2010

En Septiembre del año 2010 el Colegio de Ingenieros Forestales de Chile resolvió elegir al profesional forestal del bicentenario, es decir, a aquel que hubiera hecho más aportes al sector en los últimos 200 años. Hubo 5 ó 6 candidatos propues-tos por la Directiva del Colegio. A los pocos días yo, uno de los candidatos, iba resultando ganador con más de un 60 % de los votos. Pero resultó que surgieron voces de algunos que decían que faltaban personas en la lista, refiriéndose sin duda a forestales que tenían preferencia por las plantaciones con especies exóticas. Resultó que un colega forestal, Roland Peters, reclamó que debía estar en la lista su bisabuelo alemán que había sido el primero que había plantado pinos cerca de Concepción, y que falleció por los años 50. Se armó un gran escándalo debido a esto y finalmente, se suspendió esta especie de concurso, que quedó en nada.

A propósito de ello, un amigo de Valdivia escribió una carta en la prensa que transcribo:

Claudio Donoso

En conocimiento de la candidatura de don Claudio Donoso Zegers, a ser elegido como es Ingeniero Forestal del Bicentenario, quisiera agregar a sus méritos acadé-micos y profesionales, reconocidos internacionalmente, sus enormes cualidades como persona y ser humano.

Fui su vecino durante más de una década en la calle Eliodoro Yáñez, donde com-partimos sueños, alegría y también enormes penas, como fue el fallecimiento de Sonia Hiriart, su inolvidable esposa y compañera de toda la vida.

Juntos vimos crecer a nuestros hijos e hijas, celebramos cumpleaños y fiestas, hicimos planes y soñamos un mundo mejor en largas y entretenidas tertulias. Su amor por la naturaleza es contagiante y muchos de sus alumnos son hoy líderes y guardianes de los ecosistemas.

Pese a sus merecidos logros y premios, Claudio Donoso es, dentro de su fuerte carácter, una persona que ha hecho de la humildad un estilo de vida. Sus firmes convicciones sociales, morales y políticas, además de sus méritos profesionales, indudablemente lo hacen merecedor de dicho premio.

Jaime Matamala Elorz

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RECHAZAN ACUERDODiario Austral de Valdivia, 5 de enero, 2011

Las y los académicos que suscribimos esta Declaración deseamos expresar el pro-fundo dolor, decepción y preocupación que nos ha provocado la firma del Con-venio Marco de Colaboración entre la Universidad Austral de Chile y la empresa Arauco (propietaria de Celco), en temas de investigación, docencia, medio am-biente y responsabilidad social.

Consideramos que la firma de este convenio vulnera los valores corporativos de excelencia, libertad y responsabilidad social.

Rechazamos el Convenio suscrito por la Universidad Austral de Chile y Empresa Arauco y solicitamos su revisión por parte de los cuerpos colegiados y favorecer su discusión por la comunidad universitaria.

Claudio Donoso ZegersManfred Max-Neef;

Alfredo Erlwein;Amalia Ortiz de Zárate;

Adrián Silva; Carlos Gallardo; Carlos Jara; Cecilia Preller;

Christian Henríquez; Clara Olmedo;Claudia Monsalves; Claudio Zaror;

Daniela Olivares; Debbie E. Guerra; Eduardo Israel; Eliana Sheihing;

Gladys Mujica; Iñaki Ceberio de León;Iñaki Moulian ; Iván Carrasco;

Juan Carlos Olivares Toledo;Juan Carlos Skewes;

Karin Weil; Loreto Vargas;Luis Cárcamo; Marcelo Arancibia;

Marcelo Godoy; María Eugenia Solari Alberti;María Isabel del Río; María Pía Poblete Segú;

Marta Santana Soto; Otto Lührs;Pablo Donoso Hiriart;

Pablo Villarroel; Randy Yáñez; Ricardo Oyarzún; Roberto Morales;

Rodrigo Moulian Tesmer; Rosa Eugenia Tumper;

Sebastián Brauchi; Sergio Toro;Walter Sáez; Yanko González.

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Declaración pública

PABELLóN “ARAUCO”, UNA MANCHA PARA LA UNIVERSIDAD DE CHILEAbril de 2011

El 30 de marzo la Facultad de Ciencias Forestales y conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile y la empresa Celulosa Arauco Constitución se unieron en un mismo salón para cortar la cinta que dio por inaugurado oficialmente el Pabellón Arauco. El nuevo edificio de casi 520 metros cuadrados, fue construido con los aportes de la empresa Celulosa Arauco Constitución, el apoyo de la Vice-rrectoría de Asuntos Económicos y Gestión Institucional (VAEGI) y la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM).

Repudiamos que la Universidad de Chile, formadora de los más destacados in-genieros forestales del país, se haga objeto de la estrategia utilizada por Forestal Arauco para mejorar su imagen ante la opinión pública luego de, por años, haber despreciado a los ecosistemas y las comunidades que alguna vez ocuparon los terrenos que hoy pertenecen a dicha empresa, cuyo modelo forestal hoy se en-cuentra en expansión hacia otros países de América Latina.

En palabras de Claudio Donoso Zegers, destacado ingeniero forestal egresado de la Universidad de Chile, “es una evidente contradicción que se diga que la querida Facultad sigue creciendo con un espíritu renovado, inspirado en los valores del compromiso, integridad, ética y respeto a su entorno natural, que su futuro es la conservación y que, al mismo tiempo, acepte con gran pompa una donación que es parte de las campañas multimillonarias que sirven de lavado de imagen a una empresa como Forestal Arauco, cuyo pasado y presente son la negación de la conservación”.

Representando el malestar de las generaciones más jóvenes de forestales de la Universidad de Chile, Cristian Frêne, afirma que “pese a todas las regalías que este consorcio recibió por parte del Estado, Arauco es la empresa más contaminante del sector industrial forestal, la que genera mayores impactos ambientales y socia-les a escala de paisaje en el centro sur de Chile. Tiene una deplorable distribución de las utilidades, a favor del capital y en desmedro de los trabajadores, además de una brecha enorme entre los sueldos de sus empleados de más alto rango y los obreros forestales y subcontratistas. Es decir, Arauco no sólo es una pésima imagen de lo que se considera un desarrollo forestal sustentable, sino que además genera serios perjuicios al territorio nacional y a sus habitantes”.

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Las Universidades están llamadas a la reflexión y a la toma de decisiones inspirado-ras y orientadoras para la sociedad en su conjunto, y consideramos que esta decisión de la casa de Bello, la más antigua institución de educación superior de nuestro país, mancha irremediablemente su imagen y cuestiona su rol formador en los actuales escenarios sociales y políticos que el país y el mundo enfrentan.

Adhieren 28 organizaciones

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Capítulo 4

CARTAS DE OPINIóN A CHILE FORESTAL

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MODERNIZACIóN, GLOBALIZACIóN Y BOSQUE NATIVOChile Forestal Nº 286. 2001

Hoy día es común escuchar que se hable de crecimiento económico, de mo-dernización y -envolviendo a todo ello- de globalización o mundialización. La globalización consiste en que todos los aspectos de la economía, en particular, y de la vida de los seres humanos, en general, se hacen comunes o se generalizan, atravesando y enlazando países, continentes y a todo el globo terráqueo. La glo-balización se logra gracias a la evolución de la ciencia y el conocimiento, los que se van haciendo exponenciales, trayendo consigo el crecimiento vertiginoso de la tecnología y de la producción. Ello hace suponer progreso y mejoramiento de la calidad de vida al mismo ritmo del desarrollo tecnológico y de la producción, porque si no ¿para qué sirve la tecnología y para qué aumenta la producción?

En este plano ¿qué ha pasado con la modernización y la globalización en lo refe-rente al bosque nativo?

Durante gran parte del siglo XX se intervinieron los bosques nativos sólo con criterios de cosecha, utilizándose para ello básicamente el hacha, el trabajo físico del hombre y los bueyes. En la segunda mitad de este periodo empezó la modernización a través de la tecnología; se incorporó la motosierra y las eficientes maquinarias de madereo y transporte. Sin duda, las máquinas tienen como objetivo aumentar los rendimientos y las calidades de producción, y -como consecuencia de estas metas parciales- hacer más fácil la tarea de los seres humanos, además de mejorar la calidad de vida.

Es decir, las máquinas son instrumentos de desarrollo. Pero, ¿qué ocurrió con ellas en los bosques nativos? Antes de la motosierra y de los skidders, varios hombres con hacha y con bueyes cortaban y transportaban durante varias horas sólo un gran árbol. Mucho más destruían los incendios que los madereros. El bosque tenía tiempo para recuperarse y los hombres laboraban fuertemente, pero tenían una actividad. La motosierra y las máquinas permitieron que el mismo trabajo que hacían varios hombres, lo hicieran ahora uno o dos, y a una velocidad mucho mayor. El lento avance de los hacheros y de los bueyes a través de los bosques, con las máquinas se hizo voraz y arrollador, provocando las mayores destrucciones y desapariciones de bosques y transformando la pobreza digna de muchos traba-jadores en miseria de la mayor parte de ellos. Hasta ese momento la tecnología elevó la producción, pero no contribuyó positivamente a la conservación de los bosques nativos ni al mejoramiento de la calidad de vida.

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El crecimiento de la tecnología en los últimos 30 años se ligó con el incon-mensurable desarrollo de las comunicaciones y con el dominio del esquema capitalista de tipo neoliberal. La tendencia del capitalismo a universalizarse im-pulsó la aparición del concepto de globalización o mundialización. Esto parece significar que el conocimiento, la ciencia y la técnica se hacen alcanzables para todos los países y para todos los seres humanos, y por consiguiente abren el camino para el desarrollo, el bienestar y la mejor calidad de vida de todos los ciudadanos del mundo.

En el terreno de los bosques nativos se puede suponer que la globalización logra que los gobiernos, los empresarios, los profesionales y la gente entiendan la mul-tiplicidad de funciones y de valores que tienen los ecosistemas forestales, y actúen en consecuencia. El conocimiento de ciencias como la ecología llega con facilidad a los países en desarrollo, como Chile. Ello, unido a las técnicas modernas, se tradujo en que hayamos adquirido un conocimiento mucho mayor de nuestros bosques, además de una posibilidad de fortalecerlo y aumentarlo significativa-mente en el futuro próximo.

¿Qué ha representado estos para los bosques nativos y para la gente que ha vivido con ellos durante muchas décadas?

No mucho, desgraciadamente, porque el sistema económico en que ha surgido la globalización, con todo su bagaje de tecnología, ha logrado que las bondades de la mundialización escapen de las manos de la gente y del poder de control del Estado. En lugar de conseguir que la enorme riqueza creada se distribuya y con-tribuya a un mayor bienestar, por el contrario, la concentra en poquísimas manos, profundizando la desigualdad entre los países y entre los habitantes de cada país. Las utilidades de bancos y grandes empresas crecen a tasas considerables, mien-tras el poder adquisitivo de la mayoría disminuye y éstas pierden su capacidad de consumo, no pudiendo satisfacer mínimamente sus necesidades.

Economistas de relieve nos señalan que Chile ha retrocedido en los últimos años en lugar de avanzar hacia una mayor equidad. ¿Por qué? Porque el Estado no ha podido -a veces quizás no ha querido- cumplir con el rol que se espera de él. El sistema ha promovido la debilidad del Estado, del cual se dice que debe cumplir un papel subsidiario, pero de tal manera que no puede realizar cabalmente lo que el común de los ciudadanos esperaría de él. Se ha pretendido dogmáticamente dejar que el mercado, al que controlan las grandes empresas, lo resuelva todo. Sin embargo, es evidente que todo no lo resuelve, por lo que el Estado debe colaborar para que el sistema funcione, como ocurre en los países desarrollados, incluyendo el mismo Estados Unidos.

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Al parecer, el mercado no funciona favoreciendo al bosque nativo. No obstante, sabemos que, además de sus potencialidades productivas, las funciones ambienta-les del bosque nativo son de un valor incalculable para la calidad de vida misma. Pero esos valores parece que no fueran tales para la mano del mercado. La des-trucción y los cambios brutales de los bosques nativos, parte fundamental de la vida en los campos y de nuestra identidad, ha significado un tremendo deterioro de las estructuras socioculturales de nuestra nación, hasta el punto que a veces ella se nos hace irreconocible.

La modernización se ha confundido con privatización, con el pretexto de que la administración estatal es ineficiente. La propia privatización en Chile ha demos-trado que eso no es cierto en la mayor parte de los casos. En el sector forestal el Estado fue el creador y el gran impulsor de las grandes empresas y de las planta-ciones que hoy constituyen el patrimonio de las más enormes fortunas personales. Sin la dirección y el control del Estado, está visto que la globalización, bajo el prisma de tipo neoliberal con que se está mirando hoy día, no va a lograr una uti-lización y conservación equilibrada de los bosques nativos a cargo del mercado.

La globalización es inevitable y puede ser beneficiosa para el ser humano si se concibe bajo el concepto de que los habitantes del país -y por extensión los seres humanos que habitan la Tierra- somos miembros de una gran familia.

Claudio Donoso Zegers. Profesor Emérito UACh

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LA SUSTITUCIóN DE BOSQUES EN CHILEChile Forestal Nº 287. 2001

Es natural y evidente que el ser humano, como cualquier otro ser vivo en la Tierra, necesita realizar acciones en la naturaleza para sobrevivir, produciendo con ello efectos sobre cualquier medio en el que actúe. Eso es inevitable, pero sí es posible e inteligente que los hombres se desenvuelvan de tal manera que los efectos negativos que puedan ocasionar se eliminen o atenúen en forma significa-tiva, particularmente cuando se trata de los bosques de Chile, variables y únicos hasta el punto de que están en condiciones de considerarse un patrimonio de la humanidad.

Un requisito necesario para ello es reconocer a los bosques como sistemas comple-jos de seres vegetales y animales interactuando entre sí y con los componentes de un medioambiente dinámico. Aun cuando los ecosistemas forestales mantienen ciertos atributos que los caracterizan en el espacio y en el tiempo, las interaccio-nes, los consistentes cambios en los factores del medioambiente y las significativas diferentes longitudes de vida de las poblaciones implican que, independiente de la acción de los seres humanos, los ecosistemas forestales podrán cambiar de ma-nera considerable y permanentemente.

El hecho de que la naturaleza no sea estática y que, por lo tanto, los bosques es-tén expuestos a cambios naturales derivados de las modificaciones climáticas, no significa que los seres humanos estemos libres para ejercer acciones y presiones que no guarden coherencia con las tendencias de cambios que se observen. Por el contrario, nuestras acciones deben ir conjugadas con los esfuerzos necesarios para mantener los ecosistemas por el tiempo y hasta el punto que sea posible. En otras palabras, no debemos realizar acciones cuyas consecuencias signifiquen cambios o alteraciones profundas e irreversibles. Para lograr este propósito es esencial que nuestra actividad en los bosques esté ilustrada por un conocimiento de ellos tal que permita visualizar y entender las posibilidades de variaciones y de estabilida-des del conjunto del ecosistema, entendiendo que éste es dinámico, pero sujeto a ciertos equilibrios temporales que no pueden romperse abruptamente y que los seres humanos dependemos de ellos y de su funcionamiento.

De las acciones que podemos realizar sobre los bosques, la sustitución por otros usos (agrícolas, industriales o forestales) es la más fuerte y dañina, en el sentido de que rompe las tendencias naturales y produce cambios irreversibles.

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La sustitución es especialmente grave cuando se aplica masivamente, a escalas regionales o de paisaje, y más aun cuando los bosques naturales se reemplazan por monocultivos de especies muy diferentes a las originales, en cuyo caso está eliminando ecosistemas completos y está reduciendo en forma significativa la bio-diversidad.

El tema del efecto de la sustitución masiva sobre la diversidad biológica no es banal. En primer lugar se presenta el valor en sí de las diferentes especies, obra de un creador o de un proceso superior sobre el cual no tenemos por qué arrogarnos derecho de vida y muerte. La sustitución posibilita la extinción de variedades, proceso que es irreversible.

No menos importante, desde el punto de vista de los hombres es la considera-ción de que no conocemos cabalmente las propiedades y el valor potencial de muchas especies únicas en este territorio, las que pueden resolver problemas de la humanidad y permitir nuestra adaptación a cambios futuros. Conservarlas ade-cuadamente es nuestra obligación con las generaciones futuras. La sustitución, en consecuencia, opera en sentido contrario.

Desde otro punto de vista, pero siempre afectando a las generaciones que vienen, la sustitución tiende a hacer homogéneo el paisaje o bien a fragmentar los bosques naturales, fenómenos que disminuyen la posibilidad de especies y que aceleran la extinción a distintos niveles.

La sustitución de los bosques no afecta sólo a los árboles, sino que a toda la ve-getación y a toda la fauna asociada, debiéndose recordar que se está eliminando variedades y también hábitat. La biodiversidad, a través de la vida y de la acción de las especies, mantiene los procesos físico-químicos y biológicos vitales, los que en definitiva son la base de la vida en general y de la humana en particular.

Además, la sustitución, especialmente mediante monocultivos, facilita la intro-ducción de pestes y plagas, afectando la fertilidad de los suelos. Ello necesaria-mente implica el uso de pesticidas y fertilizantes, con un evidente aumento de los costos y disminución de las rentabilidades y, de manera fundamental, con efectos tóxicos en las aguas y alteración de sus ciclos. La reacción negativa sobre los suelos y sobre la flora y la fauna son evidentes y no requieren comentarios.

Las características de la sustitución masiva han sido negativas también dentro del esquema económico de libre mercado, porque han significado menos necesidad de trabajadores y, por ende, menos oportunidades de trabajo y emigración rural. A ello hay que agregar, como consecuencia lógica, la pérdida de la cultura y forma de vida campesina tradicional, con la consiguiente pérdida de identidad nacional

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y acentuación de las diferencias socioeconómicas. Cuando se piensa en sustituir bosques naturales en Chile en función de un desarrollo sustentable, además de considerar todo lo señalado, es muy importante recordar que la expansión de las plantaciones en nuestro país es posible y necesaria sobre los suelos descubiertos de vegetación, erosionados o muy alterados, que requieren con urgencia su recu-peración y que representan grandes superficies.

Claudio Donoso Zegers. Profesor Emérito UACh

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BOSQUES PARA CHILEChile Forestal Nº 288. 2001

Que los recursos de la tierra se conserven y se usen para satisfacer las necesidades de la actual generación de modo tal de no comprometer las posibilidades de las futuras generaciones es el propósito del desarrollo sustentable.

Para lograrlo se requieren muchas cosas, entre ellas llegar a vivir naturalmente en solidaridad. Ello implica distribuir la riqueza y eliminar la miseria y la indigencia. ¿Utopías? También un día lo fueron la eliminación de la esclavitud y de la pena de muerte.

En el campo de los bosques, el problema parte con la dificultad para aceptar una definición de sostenibilidad de los ecosistemas forestales. Difícil será acceder a un acuerdo si no se reconocen los elementos básicos de solidaridad señalados.

Un segundo gran problema es la inadecuada comprensión de los ecosistemas fo-restales en sí, por un lado, y de la aplicabilidad del manejo forestal en los diferen-tes ecosistemas, por otro lado.

La confusión es enorme. La discusión y la propaganda que hacen los distintos actores con diferentes intereses no aclara nada ni al común de las personas, ni a los legisladores, ni a los políticos que toman las decisiones.

No resulta adecuado ni honesto hacer propaganda sobre el cuidado de los bos-ques, sugiriendo que las plantaciones de pino van asociadas con la vida y la pro-tección del pájaro carpintero, simplemente porque ello es una falacia y un enga-ño. Tampoco resulta apropiado afirmar que sólo es cuestión de plantar más pinos para tener más bosques en Chile. Hay que ser precisos en el sentido de que si se plantan más pinos para que haya más bosques, esto debe hacerse en áreas donde no hay bosques nativos, que las hay. Además, no deben eliminarse bosques na-tivos para sustituirlos por pinos o eucaliptos, porque entonces no decimos con claridad si estamos sumando o restando. Tampoco está dentro de lo estrictamente verdadero señalar a la gente que con las plantaciones mejorará su calidad de vida, por cuanto a toda vista eso no ha sido cierto, lamentablemente, pudiendo haberlo sido y pudiendo serlo aun en el futuro próximo.

Asimismo, no es conveniente ni para los seres humanos, que pertenecen a este ecosistema, ni para los propios bosques nativos, sugerir que sólo los bosques de

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pino o los de eucaliptos son productivos en el sentido maderero. Es mucho más aconsejable y conceptualmente correcto promover la aplicación de una silvicultu-ra práctica con un sentido ecológico en función de las características de cada tipo forestal o tipo de bosque, que permite la utilización de sus productos sin alterar significativamente sus funciones y su diversidad. Es conveniente también enfa-tizar que el manejo forestal debe concebirse y planificarse a nivel de ecosistema o de paisaje, lo que significa, además, la mantención de reservas ecológicas o de preservación.

En el mismo terreno, resulta por lo menos una exageración sugerir que los bos-ques nativos no constituyen recursos naturales renovables. Prácticamente, todos los ecosistemas son únicos y, por lo tanto, podría interpretarse como que ninguno sería renovable. Acentuar la no renovabilidad de los bosques nativos propone de nuevo su no utilización maderera por los seres humanos, y en un mundo en que hay muchos millones de seres humanos eso no es aconsejable. Sólo se podría “lograr” a través de la prohibición, la que es siempre negativa e ineficiente. Lo adecuado es promover y regular el manejo de los bosques nativos con criterios ecosistémicos, eliminando por definición métodos aberrantes, como las talas rasas y los floreos.

La aplicación de una buena silvicultura en los bosques nativos no tiene por qué significar la pérdida de los servicios ecosistémicos. Por el contrario, puede hacerse de tal manera que algunos servicios puedan ser, incluso, mejorados. Indudable-mente, siempre habrá algún grado de alteración y algunos efectos negativos, del mismo modo como también los provocan las acciones de ciertos animales en las áreas naturales. Lo que ellos hacen guiados por las leyes de la naturaleza, nosotros debemos imitarlo utilizando nuestros conocimientos y nuestra inteligencia.

Pretendo que mi mensaje sea el siguiente: la silvicultura y el manejo forestal con-cebidos con criterio ecosistémico deben ser la solución de los conflictos que ocu-rren hoy en relación con los bosques de Chile. Pero se requiere conocimiento y habilidad para predecir consecuencias ecológicas de las acciones sobre los bos-ques, y la toma de conciencia nacional de que la obtención de riqueza desmedida y los inapropiados sistemas de tenencia de la tierra son causa de miseria y de mal uso y destrucción de los bosques y de los ecosistemas naturales en general.

Los propietarios, las empresas y el Estado deben actuar pensando que, si están en guerra con la ecología de un sistema, ellos pierden especialmente cuando ganan.

Claudio Donoso Zegers. Profesor Emérito UACh

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BOSQUES NATIVOS DESPERFILADOSChile Forestal Nº 289. 2002

Resulta paradojal y contradictorio que en tanto el mundo se preocupa cada vez más de la conservación de los recursos forestales en particular, y de los bosques como ecosistemas naturales, en general, en Chile el tema va haciéndose cada vez más opaco y silencioso.

Mi sensación es que ya nadie habla negativamente de los bosques en Chile, no porque todos conozcan sus bondades y estén convencidos de que su presencia y conservación son convenientes para el país y para el mundo, sino que simple-mente porque aparece como de mal gusto, poco elegante o reflejo de ignorancia, referirse a ellos en términos despectivos o superficiales.

Pasan los días últimamente y se cierne el silencio sobre el bosque nativo, como si ya todos sus problemas de que tanto se habló hace un tiempo, hubieran sido solucionados. Sabemos que hay muchas personas en los organismos del Estado, en algunas universidades que, amando y conociendo a los bosques nativos, se desvelan tratando de realizar investigación y difusión, y apoyando actividades de manejo en reservas nacionales o en comunidades campesinas. ¿Pero por qué se oye tan poco? ¿Por qué este silencio alrededor de los bosques nativos?

Más ampliamente ¿qué nos ocurre a los chilenos? Creemos, muchos de manera sincera, que estamos siempre en el primer lugar de los progresos y del desarro-llo. Son frecuentes las noticias que nos dicen que estamos en el primer lugar de América Latina en un determinado sector o actividad, que somos el quinto o el tercer país del mundo en determinada otra cosa, que somos los menos corruptos, que otros países deben seguir nuestros modelos para poder crecer y desarrollarse, en fin, que somos lo mejor de por estos lados. Y realmente lo creemos. Y quizás de alguna forma lo hemos creído siempre. Antes fuimos los ingleses de América Latina.

Sin embargo, en demasiadas cosas importantes no nos ponemos ni muy lejos, en la vanguardia. Por ejemplo, en los años 70, después de 1973, se terminó en Santiago con los trolebuses. El más cómodo, silencioso y no contaminante medio de transporte urbano que hemos tenido en la capital, para reemplazarlo por el negocio, porque realmente no ha sido nunca un servicio de los contaminantes, escandalosos y desagradables microbuses. Durante el mismo periodo, poco tiem-po después, se liquidaron los ferrocarriles del Estado, columna vertebral de Chile construida visionariamente y con gran esfuerzo por un país en que la gente era lo

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más importante, incluyendo a los pobladores de las pequeñas localidades servidas por los ramales. Y fueron reemplazados también por buses ingratos y peligrosos. Todo esto cuando recién había ocurrido en Estados Unidos la primera crisis de la energía derivada del petróleo, y no hacía mucho que el Club de Roma había publicado el libro “Los límites del crecimiento”. Entretanto, los países europeos desarrollaban los ferrocarriles para viajar cómodamente a través del continente. Sin duda no estábamos caminando por el sendero del desarrollo para los seres humanos, y había muchos que estaban convencidos que íbamos a la punta con estas políticas.

En el sector forestal se tomaron medidas para aumentar la superficie de plantacio-nes mediante el DFL 701, y se plantó bastante, lo que estuvo muy bien. Una vez más nos sentimos los mejores de América Latina. Pero detrás de esas plantacio-nes hubo muchas hectáreas de bosques nativos desaparecidas probablemente para siempre, porque fueron sustituidas. También numerosos campesinos debieron, por diversas razones o motivaciones, abandonar los campos que antes les daban sustento, calidad de vida en pobreza digna e identidad, para irse a los pueblos a vivir en miseria y marginalidad. Sin duda, plantando dónde y cómo se debió haber hecho, todo habría sido mejor, y el crecimiento habría significado además desarrollo. ¿No debería acaso ser un delito acumular riqueza en forma desmedida e ilimitada como ha ocurrido en Chile, y muy especialmente en el área forestal, donde tanta gente se ha empobrecido y hoy no tiene expectativas de trabajo? En un futuro mejor para los seres humanos esta idea no será una utopía.

Si queremos ser realmente consistentes y estar efectivamente a la cabeza del de-sarrollo forestal en este continente, no nos quedemos atrás vanagloriándonos de pretendidos éxitos y revirtamos algo de lo que hemos hecho mal, no continuemos haciéndolo, no nos pongamos velos que no nos dejan ver el futuro en cuanto a conservación y utilización de los recursos naturales, los bosques nativos entre ellos. Que no tengamos que lamentar la pérdida de este regalo maravilloso que tenemos, como muchos hemos lamentado por largo tiempo la pérdida de los ferrocarriles de Chile.

Claudio Donoso Zegers. Profesor Emérito UACh

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ATRIBUTOS DE UN PAíS FORESTALChile Forestal Nº 290. 2002

Que Chile parece ser un país forestal no merece muchas dudas si miramos su vegetación y su paisaje. Más de la mitad de su territorio continental está cubierto de terrenos forestales, que asociados a condiciones de clima, suelo y topografía muy variables, determinan diferentes ecosistemas, Sin embargo, no se refleja esa condición aparente con la realidad, al carecer de una serie de atributos que per-mitirían llamarlo país forestal.

Un país que se reconoce como forestal debería no sólo poseer una gran parte de su territorio cubierta de bosques. España estuvo, al parecer, totalmente cubierta de bosque hace mucho tiempo. Se decía que un mono podía cruzar la península desplazándose de carbol en árbol, desde Andalucía hasta los Pirineos. Pero eso no le dio nunca el carácter de país forestal. En cambio, Finlandia, cubierto hasta hoy de bosques, los que bajo difíciles condiciones de clima y suelo tuvieron dificulta-des para establecerse y adaptarse a los largos periodos de oscuridad, nieve y hielo, con muy bajas tasas de crecimiento de las tres especies forestales principales que los constituyen, pudo crecer y desarrollarse como un país plenamente forestal, y en forma destacada en la actualidad.

Estos atributos esenciales que definen a un país forestal son disponer de importantes superficies de bosque, e primer lugar, peo también tener la capacidad de conservar-los. Es decir, utilizarlos sin que pierdan por completo sus características y funciones esenciales. Para esto se requiere que los habitantes humanos -entre ellos, por su-puesto, las autoridades- posean algo bastante simple aparentemente, porque se ex-presa en una palabra muy común, pero que resulta complejo en realidad: AMOR. Posiblemente para un ser humano normal (concepto también difícil y que implica muchos elementos) amar a la pareja o a los hijos o a los padres sea algo fácil y com-prensible. No obstante, pese a que se habla harto del amor a la patria, al país, ese amor no está por lo general incorporado en la mente y en el espíritu de las personas y, por consiguiente, es más bien aparente que real. Para amar con sinceridad al te-rritorio, al país en que se vive y al que se pertenece, es esencial conocerlo, identificar sus recursos, su geografía, su paisaje. ¿Ocurre eso con nosotros, los chilenos? Yo diría que no como conjunto. Si no sabemos cómo están constituidos nuestros paisajes, cuáles son los bosques que los caracterizan, cuáles son sus especies más comunes y destacadas, qué fauna hay en ellos, difícilmente podremos amarlos y difícilmente podremos tener claros elementos de identidad. La unicidad de nuestros bosques y de muchas especies de nuestra fauna y flora es un factor fundamental para recono-cer nuestra identidad como chilenos.

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Amar a nuestros bosques, y para ello conocerlos, es entonces una condición básica inicial a fin de reconocernos como país forestal. Sólo si se cumple con esa condi-ción podremos empezar a reunir los requisitos para serlo.

Indudablemente que el conocimiento y el amor por los bosques implica valo-rarlos. No es fácil amar a algo a lo que no se asigne valor. Para poder asignárselo es necesario tener el conocimiento básico de las funciones vitales que cumplen como ecosistemas en relación con la calidad del aire, con el agua, con los suelos, con la fauna y la biodiversidad, con la belleza y, en forma general, con la calidad de vida. Por otro lado, es conveniente saber de los beneficios materiales que nos pueden brindar las especies componentes, a través de la belleza y del valor de sus maderas, de sus frutos, de sus hojas, o flores, o cortezas, de los hongos que se asocian a ellos, etc.

Es evidente que si amamos a nuestros bosques con el conocimiento de lo que son y de lo que valen estarían dadas las condiciones para hacer lo necesario a fin de protegerlos y conservarlos según corresponda y, de ese modo, transformarnos en un país realmente forestal.

Un país forestal con estos atributos de sus bosques y de su gente, como lo es Fin-landia, cumplirá a la brevedad con otras características necesarias para serlo. Des-de luego, quienes primero reconocerán los valores de los bosques en su integridad serán las autoridades ejecutivas y legislativas. Entonces, será urgente la creación de mecanismos legales y reglamentarios para incentivar el manejo de los bosques nativos y su utilización, para evitar la destrucción y sustitución, para proteger a través de parques nacionales toda la variación de ecosistemas que debe estar protegida, para crear y mantener reservas forestales que permitan que el Estado, mediante las universidades, institutos y de su propio servicio forestal, establez-ca ensayos silviculturales permanentes que puedan dar las bases para las buenas prácticas en todos los tipos forestales. Sin duda, habrá también una reacción del sistema educacional, que incluya el conocimiento de lo nuestro, de nuestra iden-tidad, en las escuelas y colegios y que seleccione y defina un número de escuelas forestales adecuado para el país, con la incorporación obligatoria del estudio de la ecología y silvicultura de nuestros bosques nativos.

Es claro que estamos lejos de contar con todos estos atributos y de ser, por lo tanto, un país propiamente forestal. Sin embargo, tenemos posibilidades de serlo todavía, incluso en el corto plazo.

Claudio Donoso Zegers. Profesor Emérito UACh. Presidente Honorario Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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Investigación

UNA NECESIDAD PARA EL MANEJO SUSTENTABLE DE LOS BOSQUESChile Forestal Nª 291. 2002

Prácticamente en todos los seminarios, congresos y conferencias que se realizan hoy en Chile, el tema es cómo incentivar la producción en general y las acciones de sustentabilidad, cómo incentivar a los propietarios de los bosques nativos de modo de fomentar el manejo, la conservación y la recuperación de ellos.

Sin embargo, rara vez se reflexiona sobre una razón fundamental que hace difícil lograr el manejo de los bosques nativos bajo el concepto de sustentabilidad de los ecosistemas, aunque se consideren incentivos. La razón es la falta de una adecuada comprensión de los ecosistemas forestales.

Y para comprenderlos se requiere conocerlos, aprender sobre ellos, sobre su com-posición, su estructura, su funcionamiento, su dinámica, sus fortalezas y sus de-bilidades. Eso es conocer la ecología de los bosques y de sus especies. Siempre ha sido importante la ecología forestal como base-fundamento del manejo forestal, y cada día es más importante porque quienes hacen las políticas que definen las leyes y reglamentos necesitan ese conocimiento que asegura la obtención del ob-jetivo de uso sustentable de los recursos y que se responderá así adecuadamente al público que opina y que aprueba o desaprueba.

No es posible conocer la ecología de los bosques simplemente mirándolos y reco-nociendo sus especies. Es condición absolutamente necesaria investigar en ellos y complementar la investigación con experimentación. Es cierto que la observa-ción de los bosques en sus distintos estados de alteración o etapas sucesionales nos puede permitir aprender cómo debe ser un entorno forestal sustentable. Sin ello es difícil interpretar correctamente el lenguaje de los bosques, las señales que nos da la naturaleza para manejarlos sustentablemente. La ecología forestal, su conocimiento, constituye el soporte, los cimientos necesarios para construir una silvicultura y, por lo tanto, un manejo sano de los bosques. Ello no se logra bien sin la investigación-experimentación.

Es evidente que no haremos las cosas bien en nuestros bosques, ser verdadera-mente un país forestal, si seguimos hablando de que “hay que fomentar el manejo y recuperar y conservar los bosques”, pero al mismo tiempo estamos haciendo tan poco por investigarlos aplicadamente mediante experimentación en toda su

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enorme diversidad y variabilidad. Para concretar nuestra intención de manejo sustentable debemos hacer en primer lugar que nuestras ideas o conceptos sobre la aplicación de silvicultura y sobre cómo los bosques deberían ser manejados sean consistentes con el conocimiento adquirido en ecología forestal y con su relación con los diferentes valores y funciones del bosque. Para ello debemos aprender sobre la base de la investigación-experimentación, cómo funcionan nuestros bos-ques con miras al manejo para un desarrollo sustentable. Y no estamos haciendo los esfuerzos necesarios para aprender.

Es necesario agregar, que el tipo de tenencia de la tierra forestal, asociada con una mala o inexistente o inaplicada legislación y una equivocada política de investiga-ción en este campo, con un pobrísimo financiamiento y sin ninguna orientación, operan en contra de la realización de la investigación que queremos y, por ende, de la posibilidad real de hacer manejo sustentable. Sin superficies de bosques importantes del Estado y sin convicción o voluntad de los grandes propietarios de bosques no lograremos salir de la escala experimental de pequeños ensayos y, en consecuencia, menos aun conseguiremos abarcar la diversidad de ecosistemas forestales, regiones y paisajes representados en nuestros tipos forestales.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UACh. Presidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales

por el Bosque Nativo.

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UNA APROXIMACIóN AL CONCEPTO DE MANEJO SUSTENTABLEChile Forestal Nº 292. 2002

El concepto de sustentabilidad, ya incorporado de manera definitiva en el mundo moderno, entra con facilidad en contradicciones o antagonismos con la idea de globalización. Ello se hace particularmente visible cuando penetra en el tema de los recursos naturales, por supuesto estamos pensando en su uso por el ser humano.

Al tocarse esta materia surge la controversia entre quienes sostienen que el manejo sustentable resuelve el conflicto entre conservacionistas y explotadores del recur-so, y quienes afirman que los actuales sistemas de manejo sustentable continuarán llevando a la extinción a las especies y a los ecosistemas de los bosques antiguos o primarios. El tema merece discusión en beneficio tanto de los bosques como de los seres humanos.

En primer lugar vale la pena establecer dos principios fundamentales: 1) Los seres existentes en la naturaleza, cualesquiera sean las fuerzas o voluntades que los crea-ron, deben seguir existiendo en ella, experimentando o no cambios en el espacio y en el tiempo, en función de, o debido a, esas mismas fuerzas; 2) El ser humano es una de las creaciones de esas voluntades, y debe vivir con y de la naturaleza, que es su medio, siguiendo los principios y las leyes que la rigen y permitiendo su conservación y sobrevivencia en el largo plazo.

Quienes están por la opción de utilización de los bosques deberán entender y tener siempre presente el primer principio, so pena de fracasar en su intento de desarrollo en un plazo cercano. La globalización, como se está concretando hoy, tiende a que los valores nacionales y muchos valores universales, pasen a ser irrelevantes. Frecuentemente los valores relacionados con el bosque parecieran estar entre ellos, y las ideas mercantilistas nos permiten caer en la cuenta de que si no se consideran en su magnitud y diversidad estamos desconociendo nuestra propia cultura e identidad, y ello significa en un mediano plazo el fracaso de la economía y del desarrollo. Respetar la diversidad de nuestros bosques es esencial para desarrollar un verdadero proyecto de país. Ya el mundo se ha percatado de esto, como lo habían hecho muchos pueblos originarios en el pasado. Lamenta-blemente quienes tienen el poder parecen no darse cuenta o actúan como si no se dieran cuenta.

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Por otro lado, los conservacionistas puros deben considerar claramente el segun-do principio, si no quieren ser alcanzados también por el fracaso, al condenar a la especie humana a excluirse del ecosistema. Si se define el manejo sustentable como compatible con la conservación, y no ocurre así realmente, es sólo porque se ha utilizado mal o equivocadamente desde el punto de vista de una verdadera sustentabilidad. Es indudable que cualquier forma de intervención en el bosque tendrá un impacto en las especies y en el ecosistema. El ser humano tiene la posi-bilidad de lograr que ese impacto sea el menor posible. Para ello debe reconocer la necesidad de conservar las otras especies del ecosistema que no interesan al mercado. Ello es posible sólo si se disminuye la intensidad de las cosechas, en el caso del producto madera, lo que técnicamente se consigue con la aplicación de la silvicultura cercana a lo natural, como es el método de selección. Pero en el esquema económico y filosófico dominante ocurre que aumentan sin control las poblaciones humanas en algunas regiones, o aumenta exageradamente el consu-mo per cápita en otras, lo que incrementa la demanda de los productos y, por lo tanto, los niveles de cosecha de los bosques.

El problema no está, entonces, en el concepto mismo de sustentabilidad, sino que en el dominio y aplicación sin contrapeso del sistema económico de mercado, de visión cortoplacista. Para que el manejo sustentable de los bosques sea posible es necesaria una combinación adecuada de una perspectiva holística que enfatice la conservación biológica y una perspectiva antrópica (no antropocéntrica) que priorice la utilización de los recursos naturales para satisfacer las necesidades de todos los seres humanos en forma indefinida en el tiempo.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UACh. Presidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el

Bosque Nativo.

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MANEJO SUSTENTABLE: ÚNICO CAMINO PARA CONSERVAR EL BOSQUE NATIVOChile Forestal Nº 293. 2002

La discusión acerca del tema bosque nativo ha llegado a ser majadera; lleva ya demasiados años, y si fuéramos cuerdos y consistentes, esa discusión debería ha-ber muerto y haber dado cabida al renacimiento y recuperación de los bosques nativos en sana y equilibrada armonía con plantaciones de mayor diversidad.

Hubo mejores momentos, más esperanzadores, para el bosque nativo. A prin-cipios de los 90 volvía la democracia a Chile llena de expectativas de relaciones solidarias, de participación, de cooperación en busca de metas comunes. A fines de los 90 estuvo listo para la promulgación por el Presidente Aylwin un proyecto de ley de recuperación y fomento del manejo del bosque nativo. Sin embargo, las infaltables solapadas manos negras detuvieron la materialización de lo tan larga-mente estudiado y esperado. Después de esa oportunidad la historia sin fin ya es conocida. ¿Qué ha ocurrido? El tema de la recuperación y manejo de los bosques nativos ha sido absorbido por la fuerza de la filosofía destructiva del individualis-mo y la competencia indiscriminada, valores incuestionables del neoliberalismo.

Quizás vale la pena recordar una vez más que se sostenía -y muchos lo siguen haciendo- que la razón por la cual el bosque nativo no se manejaba era por su baja tasa de crecimiento. Hoy día se muestra que “el” bosque nativo no es tal, sino que se trata de “los” bosques nativos, y que entre ellos hay algunos cuyas especies principales poseen altas tasas de crecimiento. Se dice que el manejo de los bosques nativos no es rentable, se pide, entonces, que se apliquen incentivos al manejo de “algunos” bosques, así como se han aplicado tantos años a las plantaciones; se realiza un estudio por allá por 1984-85 y se demuestra que el manejo de algunos bosques, como los renovales, posee aceptables niveles de rentabilidad, incluso sin la aplicación de incentivos; el Ministro de Agricultura y hasta el Ministro de Hacienda de aquel entonces apoyan para que se apliquen los incentivos a fin de iniciar el manejo de estos bosques. Una vez más, siempre de las mismas fuentes, surgen las manos negras y se vuelve a fojas cero.

Se ha investigado y se ha escrito mucho sobre la silvicultura y el manejo de los bosques nativos en las últimas décadas. Se han derribado muchos mitos. Sin em-bargo, se sigue sembrando la idea, potenciada por el enriquecimiento de quienes se han dedicado a las grandes plantaciones de exóticas de rápido crecimiento, de que los bosques nativos sólo son utilizables para el cumplimiento de algunas

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funciones ambientales. Ese falso concepto implica que a los bosques nativos había que dejarlos tal como están, sólo en parques nacionales o privados, en quebradas y altas elevaciones con bosques achaparrados, o en situaciones inaccesibles; si no es-tán ahí la economía neoliberal “dice sustitución”. Y vuelta a lo mismo en esta dis-cusión circular. ¿Po qué no ha de tener sentido económico trabajar con un renoval joven de Coigüe o de Raulí que puede crecer, incluso sin manejo, sobre 20 m3/ha/año, o por lo menos 15, dependiendo del sitio? ¿Y las diferentes calidades y usos de la madera? ¿Y el valor de la diversidad cada vez más claro e indesmentible?

El dilema conservación de los ecosistemas forestales con o sin manejo ya no debe-ría plantearse. La población humana crece, lamentablemente, en forma inexora-ble, y presiona a los recursos por exceso de pobreza o por exceso de riqueza y po-der. Tarde o temprano los bosques nativos más lejanos serán accesibles o estarán cercanos a las poblaciones humanas. Los Parques Nacionales públicos y privados (estos últimos debieran estar en todas las grandes propiedades o proyectos fores-tales, como se decidió y se definió en el tan vilipendiado proyecto Río Cóndor en Tierra del Fuego) son los destinados a la preservación absoluta de los ecosistemas, pero habrá mucho más bosque fuera de ellos presionado por el ser humano, cuya única posibilidad de mantener su diversidad biológica y sus funciones ecosistémi-cas es a través del adecuado manejo forestal en función de ellas y de su utilización para beneficio de los seres humanos.

No es posible que, como en tantos otros campos de la vida nacional, ya no nos atrevamos a señalar al neoliberalismo o a fundamentalismos de otra especie que los bosques nativos deben ser manejados para producir riqueza que signifique calidad de vida para todos, y para que efectivamente puedan ser conservados. Es de esperar que en este campo se sumen y no se anulen las fuerzas que hasta ahora son antagónicas en el sector forestal y en el ambiental. Ese es el camino para el siglo XXI y las nuevas generaciones.

Claudio Donoso Z.. Profesor Emérito UACh. Presidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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NUNCA ESTÁ DE MÁS RECORDAR EL PASADO PARA CREAR EL FUTURO (I parte)Chile Forestal Nº 294. 2002

A esta altura de mi vida y después de muchos años de debate y de lucha parece absurdo, casi extemporáneo, insistir en los temas mil veces presentados y discuti-dos sobre lo que ha ocurrido y ocurre con los bosques nativos: ¿qué se ha hecho? ¿qué se puede hacer?

Siempre creemos que todos ya saben acerca del tema y que estamos repitiéndonos y aburriendo. Pero he llegado a la conclusión que no importa lo que algunos pu-dieran decir o pensar, porque hay sordera y ceguera casi absolutas. Hay que seguir adelante en la defensa de los bosques, que significa también la defensa de los seres humanos. Porque los bosques nativos se siguen deteriorando y quizás los esfuer-zos de los pocos defensores activos de los bosques, -es decir, de aquellos pocos que los defienden conociéndolos y trabajando en ellos- han contribuido para que por lo menos la sustitución se haya atenuado, permitiendo que algunos bosques, aunque sean alterados, subsistan y puedan mantener la capacidad de entrar en un proceso de recuperación.

Recordemos, una vez más, partiendo con un poco de historia. No hace mal.

Revisando la historia del uso de nuestros recursos en el sur de Chile podremos percatarnos de que los pueblos originarios habitaron terrenos agrícolas y ganade-ros talando bosques en tierras adecuadas, con el propósito de obtener productos agrícolas, carne, pieles, agua y todo lo necesario para vivir físicamente. Para lo-grarlo también vivieron en comunidades en que la tierra y lo que producía era de todos y para todos. De tal modo que no necesitaban expandir sus territorios en función de poseer tierras privadas en que se reunieran las condiciones para satisfacer las necesidades de su grupo. Así, entonces, se conservaban los bosques aledaños a las poblaciones y a las áreas agrícolas y ganaderas, y era posible mante-ner el paisaje y, consiguientemente, una buena calidad de vida.

Con la llegada de los europeos después de la conquista y durante la colonia y la república, se establecieron las grandes propiedades en que se funcionaba para la agricultura y la ganadería, en forma similar a como lo habían hecho las comuni-dades originarias. Sin embargo, los grandes beneficios que representan la satisfac-ción de necesidades y mejoramiento de calidad de vida se concentraban ahora en los propietarios y algunas personas más, y no se dirigían hacia toda la comunidad.

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Una importante importante de esta se vería, entonces, obligada a concentrarse en pueblos o a desplazarse a sectores alejados, poco accesibles o de características más rigurosas. Bajo estas nuevas condiciones, la satisfacción de necesidades se hacía más difícil, y la calidad de vida se deterioraba francamente, lo cual tendría repercusiones negativas sobre los bosques y recursos naturales en general, como ocurría de manera principal a partir de mediados del siglo XIX.

Los extremos se tocan. Paradojalmente la creación de grandes riquezas produjo extrema pobreza y condujo a fuerte deterioro de los recursos naturales. Durante la segunda mitad del siglo XX, el crecimiento de grandes empresas y el desarrollo e introducción de nuevas tecnologías, unidos a una política económica ad hoc, es-timularon la expansión de las propiedades de las empresas, específicamente de las forestales, lo que además de incidir en el desplazamiento de los pobladores rurales desde esas propiedades a los pueblos o ciudades, con el consiguiente deterioro de su calidad de vida, significó la destrucción de bosques y ecosistemas forestales en general, vía extracción sin manejo de los bosques, o tala, quema y sustitución por monocultivos con especies exóticas de rápido crecimiento.

Si la política económica, el modelo, no es capaz de satisfacer las necesidades bási-cas del ser humano, no podemos decir que hay desarrollo. Si no se puede obtener que los ciudadanos sean hombres alegres que se sientan dignos y se identifiquen con lo que es propio de la nación, aunque no sean poseedores de grandes bienes, no ha mejorado su calidad de vida y, por lo tanto, no podemos decir que hay desarrollo.

Aunque haya hoy más ganado en los potreros y más madera y celulosa prove-niente de las plantaciones, aunque el “crecimiento” sea mayor, no hay desarrollo real sustentable, puesto que los objetivos no se cumplen. Aunque se den miles de argumentos, esta es una verdad gigantesca que está en la conciencia de la mayoría pensante de las personas.

Un día firmamos los principios de la Declaración de Río de Janeiro, pero clara-mente nos hemos olvidados del número 1 que dice que “los seres humanos cons-tituyen el centro de la preocupación relacionada con el desarrollo sustentable”.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UACh. Presidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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NUNCA ESTÁ DE MÁS RECORDAR EL PASADO PARA CREAR EL FUTURO (II parte)Chile Forestal Nº 295. 2003

Si no se ha cumplido con el principio número uno de la Declaración de Río de Ja-neiro es indudable que no ha habido desarrollo sustentable. Ni siquiera podríamos decir ha habido una intención de manejo sustentable a nivel nacional. Se pensó que el objetivo era producción de madera. Pero, ¿se produjo alguna vez madera en los bosques nativos? ¡No! Sólo se extrajo madera. No hubo manejo con criterio de ren-dimiento sostenido y menos hubo, por lo tanto, manejo sustentable. Con los usos indiscriminados del hacha y del fuego fueron afectadas de manera grave la estabili-dad de las laderas y de los suelos y la regulación de las aguas, funciones esenciales del bosque. Necesariamente se vieron también bastante perjudicadas las funciones de preservación del hábitat de la vida silvestre, los microclimas y la belleza del paisaje.

No cabe duda que con el advenimiento de las plantaciones de Pinus radiata mu-chos de los valores económicos y ambientales de los bosques nativos, que habían sido tan fuertemente alterados por la tala y el fuego, fueron restaurados en gran medida. Los bosques volvieron a proteger el suelo donde éste se había perdi-do y erosionado, protegiéndose las laderas del excesivo escurrimiento. En alguna medida quedó restituida la belleza del paisaje y el hábitat para parte de la vida silvestre. Fue, entonces, restaurada la posibilidad de producir madera y productos secundarios del bosque.

Todo funcionaba más o menos bien mientras se plantó en los terrenos desnudos y erosionados provocados por la alteración del bosque nativo, con lo que se efectuó una labor de recuperación y enriquecimiento de vastos sectores empobrecidos. Ello permitió de nuevo pensar en sustentabilidad. Al revés de lo ocurrido con los boques nativos, las plantaciones fueron concebidas con el criterio de rendimiento sostenido. Es decir, con el propósito de lograr en las áreas plantadas un flujo cons-tante y perpetuo de los productos del bosque.

Sin embargo, la posibilidad de manejo sustentable se esfumó cuando se produje-ron, se hicieron comunes y se masificaron los siguientes eventos:

1º Cuando las explotaciones se empezaron a efectuar a tala y fuego en laderas de fuertes pendientes y en las quebradas a orillas de cursos de agua, río y lagos, incidiendo nuevamente en pérdidas de suelo, erosión y mala regulación y pérdida de la calidad de las aguas.

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2º Cuando las plantaciones se empezaron a realizar en superficies cubiertas con bosque o regeneración nativa en diferentes estados, frecuentemente mediante ro-ces y fuego que no permitían incluso utilizar la madera de las especies nativas. Con este procedimiento, además de producirse los efectos negativos ya señalados sobre el suelo y el agua, ocurría una alteración drástica de todas las demás fun-ciones del bosque. Especialmente se alteraba el hábitat de la vida silvestre, con la consiguiente pérdida de biodiversidad y una probable puesta en peligro, o incluso desaparición, de algunas especies de fauna y flora.

3º Cuando las plantaciones puras de una sola especie se empezaron a transformar en monocultivos masivos, como ocurrió con Pino Insigne, y hoy tiende a ocurrir con Eucalyptus globulus.

Surgen, entonces, los siguientes problemas ecológicos, sociales y económicos.

A) Las propias plantaciones se hacen muy susceptibles a plagas de insectos y pestes de hongos. Estas plagas disminuyen los rendimientos de las cosechas, aumentan los costos y contribuyen a la contaminación del medioambiente por la aplicación de pesticidas y plaguicidas.

B) Cuando las plantaciones se hacen masivas en ambientes menos favorables o más rigurosos, además de aumentar la susceptibilidad a pestes y plagas, se pro-ducen problemas de balance hídrico. Así, por ejemplo, el efecto de larga sequía estival en nuestra zona de clima mediterráneo hace que el exceso de consumo de agua por la masa de árboles de rápido crecimiento desequilibre el proceso de absorción-transpiración y agote las napas freáticas, lo que se visualiza a través de desecamiento de esteros, vegas y pozos artesianos. La pérdida de hábitat y la ausencia de fuentes de alimentación de animales silvestres hacen que algunos roedores e insectos ataquen a las propias plantaciones ocasionándoles importantes pérdidas.

C) La masificación del monocultivo elimina usos agrícolas o ganaderos de la tie-rra, lo que -unido a la eliminación de las fuentes de agua- determina el despla-zamiento de los pobladores rurales a pueblos y villorrios, donde su calidad de vida y expectativas experimentan gran deterioro, perdiéndose técnicas y procesos tradicionales, cultura e identidad.

De esta manera, el posible desarrollo sustentable dejó de serlo hasta el día de hoy.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UACh. Presidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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2003, AÑO DE DESAFíOSChile Forestal Nº 296. 2003

Si pretendemos que el desarrollo y el manejo forestal sean sustentables en el fu-turo debe enfatizarse que el ser humano necesita de los recursos naturales y que se requiere poner a estos al servicio de él, pero con un sentido de conservación. De este modo, el concepto de sustentabilidad es necesariamente ecológico, eco-nómico y social.

Para que el manejo forestal sea sustentable en Chile se necesita:

1) Una decisión política que asegure la conservación de los recursos naturales promoviendo:

• Diversificacióndeplantacionesydeproductosforestales.• Estímulooincentivoparaelmanejodelosbosquesnativos.• Proteccióndetodoslosecosistemasyespeciesmedianteelsistemanacional.• Enseñanzaadecuadaenlasuniversidadeseinvestigaciónyexperimentación

para complementar el conocimiento ya obtenido sobre los bosques nativos.• Sanciónjustayeficazcuandonosecumplanlasdisposicionesorientadaspor

esa política.

2) Una decisión política que impida la sustitución de los bosques nativos y que exija a los propietarios su puesta en manejo y utilización con los incentivos que fuesen necesarios. Por ahora el énfasis de esta política debe ponerse en las empresas o propietarios de superficies de bosques nativos que intentan hacer productivos a esos bosques. Las experiencias existentes muestran, por ejemplo, que los bosques de Lenga en Magallanes y Aysén son fácilmente manejables; las respuestas a los raleos en latizales jóvenes significan a veces aumentos hasta de cuatro veces el crecimiento en diámetro, pudiendo entonces esperarse producciones de madera aserrable muchísimo mayores al término de las rotaciones que las que se tienen en los bosques no manejados. Más sencillo y productivo puede ser aun el manejo de los bosques de Raulí, Roble o Coigüe en la región centro-sur de Chile, donde un renoval de Raulí raleado a los 10 ó 15 años de edad en cuatro raleos sucesivos puede entregar cerca de 250 m. cúbicos en los raleos y cerca de 700 m. cúbicos en la cosecha final a los 60 años de edad. Con este tipo de manejo se mantienen los valores o funciones del bosque, pudiéndose por lo tanto hablar de sustentabilidad ecológica. Para que la sustentabilidad sea integral debe lograrse una buena distri-bución de los beneficios en bienes y servicios para los seres humanos.

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3) Una decisión política que favorezca el manejo sustentable de los pequeños ecosistemas forestales representado por varias decenas de pequeños y medianos propietarios de predios de carácter forestal. En la mayor parte de los casos estos propietarios realizan sólo una actividad de subsistencia, con frecuencia altamente destructiva de los ecosistemas, no siendo en consecuencia sustentable. El desarro-llo de un manejo que permita utilizar plenamente los recursos de las pequeñas propiedades es la vía para lograr la satisfacción de las necesidades básicas de las familias y una mejor calidad de vida con conservación de los valores culturales y mantención de los procesos ecológicos. Los propietarios no lograrán lo esperado sólo con el uso de los bosques; para lograrlo deberán desarrollar las actividades productivas dentro del concepto de uso múltiple, dependiendo ello de las ca-racterísticas climáticas, edáficas, topográficas, culturales-regionales y de tamaño de la propiedad. Esas actividades podrán ser de producción agrícola tradicional, de producción frutícola y desarrollo de técnicas de aprovechamiento intensivo, producción avícola y ganadera, plantaciones con especies para usos múltiples (producción de miel, hongos, fruto, ornamentales, leña, etc.), manejo del bosque para obtener productos con alto valor agregado, además de leña o astillas. Indu-dablemente que para lograr éxito con este modelo se requiere una acción per-manente de capacitación, hasta que las ideas, técnicas y procedimientos queden incorporados y funcionando naturalmente, manteniéndose las culturas propias y la identidad regional y nacional. Es necesaria la creación a nivel local de pequeñas a medianas industrias abastecidas por los propietarios, y que utilicen intensiva-mente los productos, de tal modo que pueda desarrollarse un flujo permanente de productos del bosque a la industria, que represente un ingreso permanente para ellos. El mercado necesario para este tipo de producción está latente; para abrirlo se requiere que los productos sean de buena calidad y baratos, lo que se logrará con el desarrollo del flujo constante bosque - industria - comercio - consumidor.

Es fundamental para que este modelo de manejo sustentable pueda hacerse real que los propietarios cuenten con un apoyo o incentivo inicial, hasta el mo-mento en que puedan autofinanciarse con los productos y el flujo permanente desarrollados.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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POSTULACIóN A LA CARRERA FORESTAL, DESASTRE PREVISIBLERevista Chile Forestal nº 297, junio 2003

Los pioneros recordarán con qué entusiasmo se creó la carrera forestal en la Uni-versidad de Chile, quizás bajo el resplandor que producía el éxito del cultivo del Pino Insigne en los alrededores de Concepción y de Arauco, y en la Universidad Austral, quizás inspirada por la imagen del Alerce y de los bosques siempreverdes y los hualles y pellines que dominaban el paisaje valdiviano.

Por los años 60 los forestales participaban felices en los planes de reforestación de los gobiernos de la época. Se plantaba y plantaba normalmente en suelos deterio-rados en la zona central mientras que en el sur caían gigantescos Raulíes y los mi-lenarios Alerces bajo el hacha y eran arrastrados por varias yuntas de bueyes hasta los camiones donde los cargadores hacían maravillosas proezas de fuerza, valentía y habilidad. Mucho dinero y creación de riqueza para pocos, mucha destrucción también, pero al fin un panorama que producía entusiasmo en los jóvenes profe-sores y estudiantes forestales que veían un futuro brillante.

Por aquella época varios ingenieros forestales con una visión clara argumentaban que no era razonable ni conveniente formar nuevas escuelas forestales en el país, como lo ambicionaban algunas ciudades frente a una carrera que surgía pujante y promisoria. Que era más que suficiente con el número de egresados anuales de ambas escuelas forestales. El interés y las presiones asociados a la riqueza que iban creando las plantaciones y todavía los bosques nativos vencieron a todos los argumentos académicos. A pesar de la carencia de profesores especializados y de literatura nacional forestal, expresada en publicaciones y en libros o textos sobre nuestros bosques, se pudo justificar y entender lo ocurrido gracias al crecimiento y la dinámica del sector forestal, especialmente por parte del Estado.

Durante los años 70, 80 y 90 se conjugó el fuerte desarrollo, vía plantaciones y exportaciones, de la economía forestal con la libertad absoluta y aberrante que se otorgó para crear universidades y en ella diferentes escuelas forestales. Si en los 60 se había fundamentado en contra de ello, ahora, frente a una población de menos de 15 millones de habitantes y sin profesores formados para cumplir adecuada-mente sus funciones académicas, los argumentos podrían ser mucho más podero-sos. Pero Chile ha cambiado, nadie dijo nada, por lo menos con fuerza y llegada. No obstante, el efecto del desarrollo del sector como exportador permitió que, a pesar de la precariedad de las escuelas, se coparan sus vacantes con numerosos postulantes y puntajes relativamente buenos.

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Sin embargo, en los últimos años la disminución de postulantes a la carrera fores-tal y la baja en los puntajes han sido ostensibles, hasta que en el 2003 en casi nin-guna escuela se llenaron las vacantes y los puntajes estuvieron entre los más bajos dentro de las profesiones impartidas por las universidades. ¿Qué ha ocurrido? Este hecho no es casual ni tiene su origen en la calidad de las Escuelas Forestales, en las que en este momento hay un alto porcentaje de profesores con postgrado a nivel PhD, Doctorado europeo o MSc obtenidos en excelentes universidades, hay investigación y ensayos importantes materializados en publicaciones, capítulos de libros y textos de estudio de nivel y uso internacional. Mirando hacia lo que ocu-rrió en el pasado, su origen -a mi juicio- tiene dos caras: por un lado, el gran creci-miento de la Empresa, que antes estimuló a los estudiantes por las expectativas de trabajo, hoy, debido al desarrollo tecnológico, se produjo el efecto de reemplazo de personas por tecnología; por otro lado, el país ha sido incapaz de sacar adelante las medidas necesarias para poner en manejo y producción la enorme superficie de bosque nativo que requiere de bastante conocimiento y trabajo profesional y técnico, además de mano de obra. Las cifras se han repetido insistentemente. Pero durante años todos los esfuerzos fueron infructuosos y, salvo situaciones esporádicas, el silencio ha rodeado el problema. En la actualidad los postulantes potenciales a las carreras forestales se encuentran con un sector sin expectativas de trabajo, frustrado y desesperanzado. Eso llega al espíritu de la juventud y se nota en la baja demanda y baja calidad en las universidades y el ejercicio profesional.

El problema de fondo es, entonces, el de un país desperfilado forestalmente, que no tiene o que perdió la conciencia de lo que significan sus bosques naturales en cuanto identidad y belleza, trabajo y riqueza, alegría, esperanza y bienestar.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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LOS MERCADOS ESTÁN: HAY QUE SUMINISTRARLES PRODUCTOSRevista Chile Forestal Nº 298. 2003

Cuando nos preguntamos por las posibilidades del bosque nativo y de sus especies forestales desde el punto de vista del producto madera, invariablemente surge la inquietud y la interrogante sobre si ese producto tiene o no tiene mercado. Eso se ha venido repitiendo eternamente y no es sólo un problema del momento actual en que se imponen los fundamentalistas del mercado.

Las maderas de muchas especies de los bosques nativos tuvieron mercados en el pasado; de otro modo no habrían sido exportadas durante mucho tiempo, como ocurrió con Alerce, Ciprés de la Cordillera y Raulí, por nombrar algunas. Con seguridad que, dadas sus características, ellas, junto a muchas otras, pueden tener mercados hoy día. Pero ocurre que lo que no hay es madera, bosques suficientes y menos, por supuesto, bosques manejados, porque los bosques chilenos no se manejan.

No se pretende llorar sobre la leche derramada; sin embargo, si las grandes exten-siones de bosques de Alerce con enormes árboles se hubieran trabajado aplicando en ellos una silvicultura muy conservadora con métodos entonces ya conocidos en Europa, se habría podido extraer un cantidad de madera por año suficiente para hacer ricas a las mismas personas que obtuvieron millones, pero sin que se hubieran perdido muchos millones más para el presente y para el futuro. Lo mismo podemos decir para los maravillosos bosques de Raulí de los Andes del centro-sur de Chile. Pero no es asunto de llorar por el pasado, porque ahí están los bosques regenerando, creciendo y surgiendo una y otra vez. La naturaleza o Dios no se cansan de darnos permanentemente nuevas oportunidades.

Cuando se empezaron a hacer las primeras plantaciones de Pino Insigne en Chile, los propietarios en general no se inquietaron por los mercados. Incluso más, no sabían si los tenían o no. Sólo plantaron para crear un recurso donde no lo había, y hoy se ven los resultados.

Para muchas especies nativas, la experiencia histórica señala que sus maderas han sido y siguen siendo muy cotizadas. En ocasiones se han exportado, lo que indica que sí hay mercados, pero por lo general esas exportaciones han fallado en el corto plazo simplemente por la insuficiencia de madera para abastecer a esos mercados.

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Es decir, los bosques que todavía quedan no dan abasto para los grandes mercados (por el contrario, el mercado nacional es demasiado pequeño debido a los escasos ingresos de la mayoría de la población) y las calidades frecuentemente no son buenas. ¿Por qué ocurre esto? Porque los bosques nativos fueron extensivamente explotados o quemados durante muchas décadas, y lo que queda hoy sigue siendo intervenido de mala manera mediante el floreo. Lo que se tiene, entonces, son bosques fragmentados o muy alterados, de los cuales se puede extraer poco volu-men aprovechable que no entregan un flujo de producción continuo ni produc-tos homogéneos de buena calidad, con lo que no es posible conquistar y menos mantener mercados exigentes.

Es de sentido común, por lo tanto, entender que lo que se requiere es manejar los bosques aplicando la silvicultura que corresponda a cada tipo y condiciones actuales. Sólo de esa manera llegaremos a tener flujos de producción continuos y abundantes, con maderas de buenas calidades para distintos usos, que otorguen suficiente flexibilidad para reaccionar frente a los vaivenes de los mercados.

Se nos ha dado ya varias veces la oportunidad de iniciar el manejo de los bosques en situaciones de bosques simples, que ya han superado las difíciles etapas inicia-les de desarrollo natural, sin que se haya hecho ningún esfuerzo para ello, y una y otra vez las hemos desaprovechado torpemente. Así ocurrió con vastas superficies de renovales de Roble con Lingue y Laurel en Cautín por los años 40 a 50, como lo relatan profesionales de entonces en la Revista Forestal de la época. Fueron des-truidos y cambiados de uso sin aprovechamiento ninguno. Un pequeño esfuerzo silvicultural, e incluso con sólo haberlos mantenido sin intervenir negativamente, habría permitido que por la década del 80 o antes se hubieran tenido bosques productivos de excelentes calidades que habrían permitido establecer sistemas sil-viculturales permanentes, asegurando flujos continuos de producción.

La falta de sentido de futuro y sentido común volvió a repetirse con los re-novales de Roble y Coigüe, especialmente, durante las últimas dos décadas, a propósito de la exportación masiva de astillas de madera de fibra corta hacia Ja-pón. Todo indicaba en ese momento, y así se dijo reiteradamente por la prensa y a través de declaraciones de grupos científicos y profesionales, que las astillas venían a dar la posibilidad de manejar los renovales y otros bosques, sin que ello implicara un costo silvicultural, porque se estaba obteniendo un producto y haciendo silvicultura al mismo tiempo. Manos negras y oídos sordos, como tantas veces, impidieron otra vez que se iniciara el manejo de los bosques nati-vos. Posibilidades similares con los bosques de Lenga en Magallanes y con los renovales de Canelo constituyen otro ejemplo de nuestra escasez de visión y creatividad forestal.

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Para entender lo beneficioso que es el manejo de los bosques para producir madera, es importante destacar finalmente que una silvicultura adecuada para cada caso, unida a un manejo adaptativo, no tiene por qué afectar a otras fun-ciones del bosque, sino que incluso puede mejorarlas, como puede ser el caso de la belleza escénica, la producción y regulación de agua y la conservación de la fauna.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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EL ÁRBOL EN LA CIUDADRevista Chile Forestal Nº 299. 2003

Nosotros, los chilenos, hemos sido formados en el marco de la cultura europea occidental y, por eso, cuando visitamos las grandes ciudades de Europa las senti-mos como algo nuestro, propio de nuestra memoria, y recorriéndolas sentimos que estamos revisitando nuestra historia.

Es cierto que en estos países está dominando la filosofía mercantilista y el esque-ma globalizador liderado por Estados Unidos y la gran empresa, pero la impre-sión que queda es que en muchos aspectos, no en todos, es el gobierno y no el mercado el que gobierna en ellos. Así se aprecia aún en la mantención y cuidado de los ferrocarriles y del transporte público que hacen, en general, más gratos el medioambiente y la vida. ¡Qué absolutamente contrario es lo que ocurre en Chi-le!, incluso después de más de 20 años que políticos y economistas que se creían iluminados con un foco del futuro, los destruyeran o eliminaran estúpidamente, en perjuicio y no en beneficio de la comunidad nacional.

Del mismo modo, la preocupación por mantener vigente el pasado a través del cuidado de las casas y sus peculiares arquitecturas, del embellecimiento de los monumentos y esculturas públicas, del respeto y amor reverencial por los museos y los personajes, o simplemente personas, que dieron carácter y estructura al país mediante sus conocimientos, sus pensamientos, su arte, su aporte simple de una vida, o su genialidad.

En esta columna quiero destacar el amor por las áreas verdes y por los árboles que se siente y se ve claramente en las ciudades europeas, incluso en las españo-las, donde se sabe que la destrucción de los bosques fue masiva en el pasado. Así como se protegen y se aman las fachadas de las viejas casas de los siglos pasados, los monumentos e incluso las ruinas, a veces milenarias, hay un cuidado y un amor porque se cuidan y se aman los viejos árboles de las calles, plazas y parques, hasta un punto insospechado para los chilenos y que a muchos parecería absurdo y negativo.

Es un hecho sabido que las ciudades de Chile, y Santiago en particular, se en-cuentran en el mundo entre las que poseen más baja proporción de áreas verdes por habitante. Londres en cambio, posee enormes parques y París está lleno de plazuelas pletóricas de verde en cada rincón a que se llega.

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Hablar de las funciones de los árboles en las ciudades y del valor que ellos repre-sentan en sí, está casi de más, como ya debería estar de más hablar de las funciones ambientales que cumplen los bosques cuando se trata de manejo forestal. Sin embargo, a pesar de que pensamos que ya es algo archisabido, no hay ninguna reacción positiva hacia ellas de parte de las personas, en general, y de las autori-dades pertinentes, en particular, cuando se trata de planificar, proyectar y ejecutar en nuestras ciudades. Los árboles en la ciudad proporcionan, sin duda, oxígeno y son capaces de absorber y retener el dióxido de carbono que producen motores, fábricas y chimeneas. Por lo tanto, nos están permanentemente purificando el aire que respiramos. Evidentemente que si no los plantamos, o si lo hacemos y no los dejamos crecer mediante podas que no son tales, sino mutilaciones, o simplemen-te a través de su eliminación por medio de tala porque han crecido “demasiado” y se pueden caer o desprenderse sus ramas dañando personas o edificios, la función de pulmón no se cumplirá.

Los árboles en la ciudad, no sólo en parques y plazas, sino también muy impor-tantemente en las calles, proporcionan sombra y frescura durante los períodos de calor, además de permitir la vida de muchas aves que dan alegría a la ciudad; los parques con sus árboles entregan belleza y son, o deberían ser, lugares de juego para los niños, de amor, de regocijo, de recogimiento y de reflexión para los jóve-nes y los mayores. Es claro que para cumplir esas funciones es necesario permitir su libre crecimiento y el desarrollo amplio de sus copas, que incluso puede lograr-se cuando hay alambres eléctricos o de teléfonos que pasan a través de ellas. ¿Por qué en los parques, calles y plazas europeos podemos disfrutar de la compañía de grandes árboles, frondosos, con hermosas ramificaciones, con maravillosas corte-zas que los árboles adquieren con la edad? ¿Por qué en Chile no es posible, salvo escasas excepciones? ¿Por qué sus áreas verdes y calles, cuando tienen árboles, se caracterizan por tener sólo arbolitos nuevos, y si han crecido un poco, horrorosa-mente podados? Y no se piense que en Europa no caen ramas de los árboles o que éstos nunca se quiebran o se caen. Si eso pasa a nadie se le ocurre que habría que eliminar a esos árboles. Incluso, a los árboles muy viejos que tienden a inclinarse, o cuyas ramas gruesas pueden caer por el peso y la vejez, en Europa se les cuida apoyándolos con verdaderas muletas que les permiten seguir en pie, entregándo-nos sus beneficios y mostrando a los transeúntes el respeto que los pueblos cultos sienten por lo antiguo. ¿Por qué en Chile ocurre todo lo contrario? Y no parece ser un problema de los países en desarrollo, que podría servir de justificación. Que no es así lo demuestra la ciudad de Mendoza, llena de árboles casi en el desierto, al contrario de lo que he visto en Vallenar, pleno desierto, donde hermosas acacias en una calle central, fueron mochadas hace algunos años, dejando sólo un tronco sin ramas ni hojas como muestra ¿de barbarie? ¿o de mandato de algún mercado? Sin duda hay detrás un problema de cultura, de educación.

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La educación, sin embargo, no es un atributo con el que todas las personas y los pueblos nacen. Ella debe tener su origen en una visión de futuro de los gober-nantes y autoridades en general, la que debe manifestarse en ordenanzas y mar-cos regulatorios, a través de los cuales se enseñe a la comunidad, cultivando en ella valores, reafirmando en ella las costumbres positivas que caracterizan nuestra identidad, y erradicando prejuicios y costumbres negativas, como aquellas que han permitido que en Chile el árbol sea considerado un enemigo o un obstáculo que molesta. La acción conductora de la autoridad, sin dejar a un lado la parti-cipación ciudadana, debe terminar desarrollando valores y buenas costumbres, transformándonos definitivamente en un pueblo culto y más feliz.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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REFLEXIONES SOBRE ÉTICA EN LA PROFESIóN FORESTALRevista Chile Forestal Nº 300. 2003

Ética es una parte de la filosofía que, a partir de principios, vivencias, actitudes o influencias, intenta determinar el sentido del obrar humano, tanto individual como social.

La ética supone una determinada concepción del bien y del mal. Diferentes fi-losofías o puntos de vista tratan de relativizar el concepto. De ese modo, los pragmatistas asocian lo bueno con lo útil o provechoso y lo malo con lo perju-dicial; los totalitaristas asumen sólo la voluntad del Jefe o la ley del Estado como criterio de bondad; y Nietzche funda una filosofía individualista y una política aristocrática basada en la voluntad del poder, del más fuerte. Para la ética cristiana (hablamos de filosofía y no de religión), el bien y el mal están en la misma natura-leza de las acciones y se adecuan a principios absolutos, universales y constantes: esos principios son los valores, elementos básicos de la ética (y, por favor, no los relativicemos). La razón puede deducir esos principios o valores de la naturaleza humana y del orden total establecido por Dios o por una fuerza superior. Creo que otras filosofías como las mencionadas anteriormente son sólo acomodamien-tos o adecuaciones a intereses personales o incluso a personalidades psicopáticas. Los seres humanos tenemos una conciencia, en nuestro fuero interno, de que lo que nos dice el concepto de ética cristiano es efectivo y seguramente universal y propio de muchas otras filosofías. Es decir, hay principios absolutos, constantes, universales, que están en cada uno de nosotros y que nos dicen qué es malo y qué es bueno. Camus resume este sentido de la ética humana implícito en la cristia-na, diciendo que es bueno todo aquello que representa la voluntad y la nostalgia humana de orden y solidaridad. Esto nos indica que el concepto no es puramente académico, porque su aplicación es necesaria para el logro final de la felicidad del hombre sobre la Tierra.

De este marco conceptual de ética no podemos escapar cuando nos referimos a la aplicación de la ética a un campo específico de la actividad humana, en nuestro caso al campo de los ingenieros forestales en particular. En cualquier área del ejercicio de su profesión el ingeniero forestal debe aplicar los principios éticos esenciales en dos frentes: 1) El hombre y 2) El recurso natural. Ambos frentes no son excluyentes. Por el contrario, los seres humanos son el objetivo esencial y la acción del profesional debe ir dirigida hacia ellos como entes individuales y, en su conjunto, como sociedad. Por otro lado, al actuar sobre el recurso, que es natura-

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leza, lo está haciendo necesariamente sobre el hombre y la sociedad. Esto significa que su acción sobre el recurso debe ser ética; no puede dejar de serlo.

El profesional que trabaja con la naturaleza, como el ingeniero forestal, está im-plicado con el desarrollo económico, concepto cuyo objetivo es satisfacer las ne-cesidades humanas y mejorar la calidad de vida del hombre. Pero al hablar de de-sarrollo nos encontramos con que los recursos y la capacidad del medioambiente son limitados, y que es un imperativo ético tener en cuenta las necesidades de las generaciones futuras.

Al hablar de ética en relación con el recurso surge necesariamente el concepto de conservación, sin el cual la idea de desarrollo queda con un enorme vacío en cuanto a ética. Si no se actúa profesionalmente con el sentido de conservación de los recursos, se está actuando contra el hombre del presente y del futuro y, por consiguiente, se está actuando antiéticamente.

¿Por qué? Para contestar hay que acudir majaderamente a las finalidades de la conservación que son: 1) Mantener los procesos ecológicos y los sistemas vitales esenciales, 2) Preservar la diversidad genética, y 3) Permitir el aprovechamiento sostenido de las especies y de los ecosistemas. Sólo cumpliendo con estos pun-tos en nuestra acción profesional, podremos contribuir a lograr un desarrollo verdadero que asegure nuestra supervivencia como humanidad, y así estaremos cumpliendo con nuestra responsabilidad de ser los depositarios del resguardo de los recursos naturales renovables que necesitarán las generaciones futuras. Las infracciones conscientes a este marco general constituyen las grandes faltas a la ética en que pueden incurrir los profesionales forestales. La normativa y la le-gislación forestal son muy claros en muchos aspectos técnicos, de tal modo que normalmente no es justificable realizar actividades contrarias a esas normas y, por lo tanto, reñidas con la ética, aduciendo desconocimiento o carencia de una clara conciencia al respecto. Desgraciadamente, es corriente ver y comprobar que in-genieros forestales han sido los responsables o ejecutores de todo tipo de acciones negativas para el bosque y sus funciones medioambientales.

La gravedad de estas faltas es siempre muy alta, pero indudablemente tiene una mayor connotación si son cometidas por quienes tienen la obligación de hacer cumplir las normas y fiscalizar su cumplimiento. En el ámbito universitario, de parte de quienes enseñan la conducta ética debe ser la norma, y esencialmente ella no es posible enseñarla en clases si no va acompañada con el ejemplo permanente del profesor. Es muy importante en este punto que todos los profesores revisemos nuestras conciencias. No debería ocurrir que profesores que realizan actividades de ejercicio de esta profesión, lo hagan sin cumplir normas y códigos básicos de ética. ¿Qué se puede decir de un profesor que frente a un estudiante que sostiene

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que no se puede sustituir un renoval de Roble por una plantación de Eucalipto, argumenta que como es más alto el retorno que obtendría el propietario con esta última en menor tiempo, … bueno, ocurre a veces que los bosques se queman?.

Si hay profesores capaces de ese tipo de faltas de ética, ¿qué se puede esperar de quienes fueron sus estudiantes? Eso debería ser sancionado, ¿no es verdad? Pero lamentablemente no hay sanciones de ningún tipo, ni siquiera sociales, para ese tipo de faltas y de infractores.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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¿BIODIVERSIDAD VERSUS MANEJO FORESTAL?Revista Chile Forestal Nº 301. 2003

En este momento el sector privado posee en Chile, y va en camino de poseer más, una gran superficie de terrenos forestales o bosques nativos que tuvieron diferen-tes usos o actividades en el pasado reciente. Algunos de ellos tienen ecosistemas completos no intervenidos, otros han sido intervenidos a través de floreos, talas rasas, incendios y sustitución en gran porcentaje de su superficie, otros fueron intervenidos y alterados en su totalidad. El objetivo único o principal de las ad-quisiciones de estos grandes territorios ha estado centrado en la preservación de los bosques en su condición natural o la restauración de ellos para devolverlos a esa condición.

Los bosques nativos chilenos en general no han sido sometidos a prácticas de manejo, salvo raleos en algunos bosques jóvenes y algunas cortas del tipo pro-tección, que no han pasado aún de una primera intervención. Considerando lo anterior, es difícil que se tenga una vasta experiencia en la aplicación de silvi-cultura en terreno, en especial si esos ecosistemas escapan de la simplicidad de bosques monoespecíficos y coetáneos, que es probablemente donde se cuenta con más experiencia. Eso es cierto. Sin embargo, no es una razón, como se arguye con frecuencia, en contra del manejo o aplicación de silvicultura en los bosques nativos, porque si así fuese jamás se habría hecho silvicultura y prácticamente no existiría el concepto. Quienes argumentan de esa manera están pidiendo muchas veces “recetas para manejar los bosques”, y están equivocados, porque lo que se requiere es conocimiento y conceptos ecológicos. Ya lo hemos señalado antes, en Chile hemos adquirido ya el suficiente conocimiento de nuestros bosques, el que nos permite asegurar que podemos hacer silvicultura.

Durante demasiado tiempo la tendencia común ha sido la de oponer el concepto de manejo forestal al de conservación de bosques y al de la biodiversidad. Esa oposición no debería existir y no tiene sentido. Si la hay es por la lamentable ocu-rrencia de conceptos equivocados y de malas prácticas de manejo en los bosques y si se mantiene es debido justamente a la falta de voluntad política nacional por hacer silvicultura en los bosques nativos utilizándolos con sentido ecológico y social y con beneficio económico.

La biodiversidad se refiere a la diversidad de todas las formas de vida en todos sus niveles de organización. Es decir, desde aquella que se encuentra en la base mole-cular de la vida hasta la diversidad de los grandes biomas (bosque, océano, desier-

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to, etc.), considerándose en ellos poblaciones, razas, comunidades y ecosistemas. Por su lado, el manejo forestal no sólo consiste en producción de madera, sino que también en manejo para la diversidad de la vida silvestre, para las cuencas hi-drográficas, para la recreación y para otros bienes y servicios. O sea, biodiversidad y manejo forestal, que para algunos suenan como contradictorios, no lo son y no son incompatibles. Por el contrario, el manejo forestal, que incluye el manejo de la vida silvestre y, por lo tanto, de la biodiversidad, debe considerarse como parte fundamental del gran movimiento para la conservación de nuestra fauna y de nuestra flora. Naturalmente, para ello es necesario que se realicen las prácticas forestales de modo tal que no destruyan los ecosistemas. Debe entenderse que las buenas prácticas forestales sólo producen alteraciones que cambian de maneras diferentes el arreglo u ordenamiento de las especies que constituyen el ecosistema. Estrictamente, cuando efectuamos prácticas silviculturales sabemos que estamos afectando el hábitat de determinadas especies, pero es importante entender que si alteramos, o incluso destruimos el hábitat de una especie en un espacio físico, estamos al mismo tiempo creando un hábitat para otra especie. Quizás en otro artículo posterior podré dar ejemplos.

Si hablamos de biodiversidad debemos entender que el buen manejo de ella, es decir, de la vida silvestre, tiene como objetivo fundamental mantener o restaurar a todas las poblaciones nativas, especialmente a las amenazadas, y esa mantención o restauración requiere normalmente de buenas prácticas forestales, en ningún caso de malas prácticas, por supuesto, pero tampoco de ninguna intervención.

Sería de gran valor y significación para el país que los nuevos propietarios de gran-des extensiones forestales que ocurren hoy en la región centro sur de Chile, en las Cordilleras de los Andes y de la Costa de la región sur, en la isla de Chiloé, en Palena y en Tierra del Fuego, incorporaran estos territorios a la casi nula superficie de bosques nativos manejados, utilizando silvicultura a la luz de los conocimien-tos y de los conceptos ecológicos que se tienen, que son bastante más de lo que se piensa, contribuyendo de este modo a dar riqueza, trabajo, acceso a la belleza y calidad de vida a una importante proporción de chilenos de las áreas forestales que no cuentan con esos beneficios que deberían ser inherentes al ser humano.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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ESPECIALISTAS EN BOSQUE NATIVORevista Chile Forestal nº 305. 2004

El Proyecto de Ley de Bosque Nativo en trámite en el Parlamento vuelve a señalar que podrán realizar Planes de Manejo profesionales que tengan el título de Inge-niero Forestal o de Ingeniero Agrónomo especializado en forestal. Naturalmente han surgido reclamos de ingenieros forestales, quienes no ven ninguna razón para esta situación especial, y ven, por el contrario, menoscabados sus intereses y la dignidad de su profesión. En principio estoy de acuerdo con el reclamo y no me parece que haya alguna justificación para establecer por Ley ese derecho para ingenieros agrónomos, que tienen una base muy distinta y son, básicamente, pro-fesionales diferentes, por muy buena que pueda ser su preparación universitaria. Me parece que si esto fuera aceptable, no tendría por qué no serlo que médicos veterinaria especializados en un área determinada de la medicina humana, lo cual perfectamente pueden lograrlo, pudieran ejercerla en forma oficial.

Sin embargo, este asunto de la planificación y el manejo de los bosque nati-vos merece mucha reflexión, y parece muy apropiado realizarla a propósito del Proyecto de Ley tan largamente postergado por autoridades gubernamentales y parlamentarias, oficialmente desde hace ya 14 años, pero que en realidad viene dilatándose desde principios de los años 80, cuando se tuvo listo y aprobado por Agricultura un proyecto de incentivos para manejo de renovales.

Chile tiene más de 13 millones de hectáreas de bosques nativos. Estos son ex-tremadamente diversos y únicos. Constituyen una verdadera isla biogeográfica, separada de sus orígenes dese hace más de 1 millón de años, en al que se han desarrollado numerosas especies endémicas tanto de la flora como de la fauna. Frente a esta enorme diversidad y complejidad de los bosques nativos, que sólo por simplicidad están clasificados en 12 tipos forestales, y éstos, a su vez, en varios subtipos cada uno, no sólo me perece poco razonable que se agreguen profesio-nales que no son del bosque para manejarlos, sino además es del todo inaceptable y negativo para la sobrevivencia, conservación y buen uso de los bosques nativos que cualquier ingeniero forestal sea considerado competente y autorizado para hacer silvicultura, y más aún, esta última requiere absolutamente de conocimien-to de la ecología forestal. Si no se está preparado en ecología forestal, no se pueden conocer los bosques y no se puede hacer silvicultura en ellos.

Y lamentablemente ésta es una deficiencia general en la formación de nues-tros ingenieros forestales. ¿Cuántas escuelas forestales tenemos en Chile? ¿12,

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14? ¿Cuántas hay en Finlandia o en Suecia, países desarrollados especialmente forestales? ¿2 ó 3? Y al lado viene la pregunta. ¿Cuántos ingenieros forestales preparados en ecología forestal o silvicultura para los bosques nativos hay en Chile? Creo que con dificultad para más escuelas que las que hay en Finlandia o en Suecia. Difícilmente, entonces, los forestales de todas esas escuelas forestales dispersas en nuestro país tan disperso pueden contar con los profesores y la enseñanza adecuados.

Asimismo, no hay ni siquiera una conciencia clara de estas consideraciones por parte de las autoridades y de las universidades. Hoy existen escuelas forestales en que, como ocurría hace 30 años, se ha eliminado la asignatura de Ecología Fores-tal y se incluyen algunos elementos de ella en un ramo de Silvicultura, el que ade-más se dicta en conjunto para alumnos de forestal y de agronomía. En un mundo en que el problema medioambiental y el tema de la biodiversidad pasa al primer lugar y en que, por lo tanto, el tema de manejo forestal pasa a ser ecosistémico y se hace más complejo, todo esto es muy aberrante.

Frente a este panorama, si la Ley pretende recuperar los bosques nativos y fomen-tar su manejo integral, a lo que debemos sumar el desastre de las postulaciones y de los puntajes de las carreras de Ingeniería Forestal, es de primera importancia repensar la cantidad de escuelas existentes con la idea de reforzar aquellas pocas que sean realmente necesarias. En segundo lugar, pero no menos importante, de-berían replantearse las asignaturas y los métodos de enseñanza, poniendo mucho énfasis en los elementos básicos de la Ecología, y en esta misma como una ciencia imprescindible para realizar buen manejo de los bosques nativos, como también de las plantaciones exóticas, sin duda. Obviamente, no es discutible, en ningún programa debería faltar Ecología Forestal.

Si por alguna razón permiten escuelas centradas en las plantaciones de exóticas con una filosofía puramente economicista, los profesionales que egresaran de ellas no deberían legalmente ser autorizados para realizar Planes de Manejo. Por ahora, en espera de una normalización de esta situación, deberían poder realizar Planes de Manejo sólo aquellos profesionales acreditados por la Corporación Nacional Forestal y una comisión de profesionales universitarios calificados.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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NO AL PÉNDULO: UTILIZAR Y PRESERVAR LOS BOSQUES NATIVOS IChile Forestal 306. Año 2004

A lo largo de la historia tortuosa de nuestros bosques nativos han ocurrido muchos eventos diferentes, sin duda caracterizados, frente a la opinión de los entendidos y de los interesados, por un constante deterioro y disminución de su superficie. Pero también sabemos, quienes los conocemos, que incansable y silenciosamente los hijos de los grandes árboles cortados o quemados han aparecido de semillas o rebrotes por aquí, por allá, tratando siempre de recuperar terrenos perdidos. Si no fuera por esa fuerza, la inteligencia de la naturaleza y de la vida, probablemente ya muchas más especies y tipos de bosques habrían desaparecido.

Desde fines de los años 70 hasta los 90 reinó la oscuridad para los bosques nati-vos, porque vimos cómo fueron víctimas de talas rasas implacables con el obje-to de sustituirlos por plantaciones de Pino insigne. Así se pasó rápidamente de 300.000 ha de plantaciones a una cifra de más de un millón, siempre avanzando hacia los 2 millones. La oscuridad era muy persistente, porque había pocas ins-tancias que encendieran luces tratando de salvar a los bosques, además de existir un poder total que las controlaba. A principios de los 90, con la llegada de la democracia, aparecieron de pronto luces que produjeron cierta claridad en medio de la oscuridad provocada hacía tiempo por la destrucción de los bosques a través del floreo, de los incendios, de la sustitución y del silencio reiterado de todo tipo de autoridades.

Durante este último tiempo, luces que se encienden y se apagan destellan en la noche del bosque nativo. Ello, como consecuencia de los temas de Tompkins-Pumalín y de Trillium-Río Cóndor. Las voces airadas en contra de uno y otro provinieron desde todas partes y se siguen escuchando.

Pumalín es un gran espacio abierto a la preservación de paisajes y bosques nativos únicos e irreemplazables por su fragilidad ambiental. Si en su condición actual hay defectos de algún tipo legal o jurídico o de otro orden, ellos son soluciona-bles, como por ejemplo la posibilidad de construir una carretera que impida que el país se corte en dos. Ello podría resolverse llegando a un acuerdo ahora con Tompkins o mejorando la facultad del Ejecutivo para expropiar por razones de interés público, lo que debería ser una ley natural. El hecho innegable es que el concepto de Pumalín, que es preservación, está bien para esa área del país, a la vez que se está haciendo algo positivo para los seres humanos.

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Trillium ya murió, y hasta hace poco yo no diría afortunadamente... Ahí hubo un gran esfuerzo por iniciar un manejo sustentable de los bosques. No es cierto que se hicieron astillas o que se tenía el propósito aberrante de hacer astillas los bos-ques de Tierra del Fuego. No iba a trabajar para eso durante más de un año una Comisión Científica constituida por conocidos miembros del mundo científico y ecológico que logró reunir a cerca de 100 investigadores en el terreno, quienes realizaron un enorme esfuerzo de investigación que significó que de esos bosques se haya acopiado la mayor cantidad de información que se tenga en corto plazo de un tipo forestal.

El concepto de conservación estaba siendo bien pensado y no alcanzó a concre-tarse. Si alguien pretendía sólo preservarlos estaba cayendo en un error, porque la situación es diferente a la de Pumalín por razones edáficas, topográficas y climáti-cas, más que por razones de poblamiento o necesidad humana. Se sintió una olea-da extremadamente preservacionista cuando el Banco de Inversiones Goldman Sachs adquirió las 270.000 ha de Tierra del Fuego que pertenecían al proyecto Río Cóndor de Trillium, con el propósito anunciado de donarlo a una organiza-ción de conservación ambiental para crear una reserva natural que mantenga sus características ecológicas. Afortunadamente en este caso, los actuales propietarios dejaron en claro que la idea es que se preserve por lo menos lo más valioso y único ecológicamente, y que otras áreas deberían contemplar actividades de desarrollo económico.

Este es el camino correcto ecológica, económica y socialmente, y sería esperable que este caso se concretara pronto, a fin de que sirva de ejemplo para situaciones similares que parecen venir.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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NO AL PÉNDULO: UTILIZAR Y PRESERVAR LOS BOSQUES NATIVOS IIRevista Chile Forestal Nº 308 2004

Durante el año 2003, en medio de una lucha sorda por la promulgación de la Ley de Bosque Nativo y, en especial, por la aplicación de incentivos y la prohibición de sustitución, surge como un ventarrón el acuerdo por el cual Forestal Arauco y CMPC, las dos gigantes empresas forestales pineras, se comprometen a preservar los bosques nativos que poseen y a no promover sustitución en terrenos en que desde 1994 en adelante hubieren existido especies originales, además de crear proyectos conjuntos de preservación.

Siempre es bueno escuchar gestos de arrepentimiento de los que han cometido faltas o delitos, pero ellos mismos sostienen hoy que nunca han sustituido. Eso demuestra que el arrepentimiento no es tal, porque todos quienes conocemos este país y las superficies cubiertas en la actualidad por pino insigne, sabemos que si alguien de buena fe dice que en Chile no hay sustitución sólo podría hacerlo por ignorancia. Esas grandes empresas ya sustituyeron todo lo que necesitaban o querían sustituir para lograr sus plantaciones abastecedoras y para ubicarse entre los multimillonarios top en el mundo.

Con este nuevo acuerdo se sigue potenciando el concepto de que los bosques nativos sólo son utilizables para el cumplimiento de algunas funciones ambien-tales, por lo que sólo cabría dejar los bosques nativos como están. ¿No hay otras alternativas salvo ésa o la sustitución?. Debemos decirles a los fundamentalistas neoliberales que nuestros bosques nativos deben ser manejados para producir ri-queza y calidad de vida para todos, y de esa manera conservarse.

Para sólo preservar tenemos Parques Nacionales y debemos crear los que sean necesarios para preservar una muestra importante de todos nuestros ecosistemas. Pero no el total de ellos, porque si es así el ser humano no tiene cabida en nuestra tierra. Muchas de las miles de hectáreas que hoy las grandes compañías quieren dejar como un gran jardín, pueden y deben utilizarse para aplicar en ellas una silvicultura práctica con sentido ecológico (no debe haber otra forma de silvicul-tura), que permita emplear recursos para objetivos distintos y complementarios, sin alterar significativamente sus funciones y biodiversidad. La aplicación de sil-vicultura en renovales de raulí, roble, coigüe y otros efectuada en propiedad de Forestal Valdivia (Arauco) por un excelente ingeniero forestal demuestra, a quien quiera verlo, cuán manejable es el bosque nativo, cuán bello puede quedar y cuán-ta riqueza puede crear, después de haber sido intervenido con criterio ecológico.

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Así como debe ser exigible que en las grandes superficies forestales dedicadas a la producción de madera se mantengan importantes reservas que preserven los cauces de agua, las áreas con valor escénico y parte de los bosques en su estado original, debiera ser también exigible que en las grandes superficies forestales de-dicadas a la preservación se destinen áreas o predios a la producción de madera y/u otros tipos de productos del bosque.

Ello debiera ocurrir, por ejemplo, con las 80.000 ha de los mejores bosques de raulí, pertenecientes a un solo dueño en el ex Complejo Panguipulli, de tal ma-nera que aportaran trabajo, belleza y calidad de vida a todos los chilenos, no sólo a algunos.

El caso Chaihuín-Venecia ya está siendo estudiado por un grupo de conservacio-nistas y de expertos que confiamos que darán la orientación debida a esas 60.000 ha de bosque siempreverde y de alerce, a fin de que permita preservar y utilizar en forma equilibrada, sirviendo de modelo al sector forestal en Chile.

Si las grandes empresas o quienes quieran creen que dejar sin tocar a los bosques nativos que no sustituyeron es lo bueno, se equivocan. Siguen en guerra con la ecología, porque el ser humano es parte de ella, y si pierden los seres humanos como especie, ellos siguen perdiendo aunque crean que están ganando.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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MANEJO FORESTAL: ¿EN RETIRADA?Revista Forestal Nº 309. 2004

Me he referido en varias oportunidades a la controversia productivista-ambienta-lista en el campo de los ecosistemas forestales. En esta misma columna de opinión lo hice hace ya casi dos años. Un grupo importante de profesionales y personas en general ven que la tendencia a caer en uno de los dos extremos es, como siem-pre, negativa, y ha dado una batalla para lograr que se creen las condiciones que permitan haya producción y, al mismo tiempo, protección de los ecosistemas y funciones ambientales. Me considero entre ellos. Durante muchos años hemos confiado en que se darían esas condiciones y una vez tras otra hemos sido defrau-dados; no quiero decir derrotados, porque no somos nosotros los derrotados, ya que no defendemos intereses personales ni de grupos o corporativos. Los derro-tados son, lamentablemente, los propios ecosistemas forestales y, principalmente, miles de personas que tratan de vivir en ellos, con ellos y de ellos.

Durante mucho tiempo luchamos por los bosques nativos poniéndonos en contra de quienes los intervenían mediante cortas y talas destructivas sin ningún esbozo de silvicultura con base ecológica, y de quienes los eliminaban simplemente para sustituirlos por plantaciones de exóticas de rápido crecimiento (qué cansancio, cuántas veces repetido). En esos momentos nos pusimos al lado de los grupos y personas que defendían los bosques nativos aduciendo argumentos para proteger-los. A poco andar las posiciones se polarizaron. Unos, ilustrados por los conceptos sacrosantos de propiedad privada y libertad económica, querían hacer lo que qui-sieran con “sus” bosques. Otros pretendían que los bosques nativos se cerraran a la acción humana, dejándolos crecer sin ninguna intervención o utilización, excepto la de contemplación y paseo a través del turismo.

Quienes hemos continuado dando la batalla para que los bosques nativos sean tanto protegidos como utilizados con criterios ecológicos, económicos y socia-les adecuados, nos hemos encontrado con que aquellos con quienes estábamos juntos se manifiestan con demasiada frecuencia, no siempre en forma explícita, contra el concepto de manejo forestal, seguramente sin tener claridad respecto a su significado. Y de pronto el sector empresarial, mirando hacia los beneficios de la certificación, se pone de acuerdo con EE.UU. y grupos ambientalistas y anun-cia la decisión de no tocar más, aproximadamente 300.000 ha de bosques nativos de su propiedad. A los ojos de cualquiera persona común y corriente, esto parece excelente, pero nadie piensa en las posibilidades de desarrollo económico y social que significaría poner en manejo esa enorme superficie. En ello podrían gastar parte de sus enormes utilidades esas grandes empresas.

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La situación negativa hacia el manejo forestal paradojalmente se da no sólo en el ámbito de la polémica cruzada por distintos intereses, sino también en el mundo académico y en el ámbito de la investigación y de la planificación. Voces auto-rizadas señalan reiteradamente que no deben clasificarse en el proyecto de ley a los bosques nativos en bosques de producción, protección y preservación. Pero se insiste en hacerlo, desconociéndose con ello el concepto profundo de manejo con base ecológica, económica y social. Se separan en forma tajante las dos posiciones: los productivistas, con el propósito de lograr disponer de bosques en que sólo es importante la producción de madera, con algunas áreas para protección, donde es evidente que no cabe la tala de los árboles; los proteccionistas quieren que los bosques estén dedicados esencialmente a la preservación. Si se piensa en un com-pleto sistema nacional de áreas protegidas, esta última posición es absolutamente razonable. El problema surge cuando se pretende que todos los bosques nativos que hoy no son plantaciones se incorporen a estas áreas de preservación pura. Eso ocurrió de alguna manera en Costa Rica, donde existía una disposición legal que aportaba dinero para conservación de bosques (en el sentido de preservación), plantaciones y manejo de bosques. Grupos no gubernamentales de la filosofía preservacionista presionaron a las autoridades hasta que lograron que se eliminara el subsidio al manejo de bosques.

Como consecuencia de todo lo anterior, en las propias escuelas forestales uni-versitarias y en los organismos de control, de fiscalización y de investigación que están constituidos por ellos, se dividen, a veces no consciente y explícitamente, en las dos posiciones, y ello se manifiesta de manera clara en sus proyectos, en sus publicaciones y muchas veces en sus discursos. Por supuesto, esto se vuelca a los estudiantes a través de las enseñanzas y ejemplos de sus profesores. Y, claro, los estudiantes se polarizan, manteniéndose el círculo vicioso. Éste sólo se romperá cuando se hagan las cosas de tal manera que los productivistas resuelvan mantener importantes reservas de preservación en sus bosques hoy llamados de producción, y los preservacionistas destinen importantes superficies de bosques de sus áreas de preservación al manejo de bosques con objetivos de producción.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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UNA AGONíA ANUNCIADA: SE NECESITA UNA RESURRECCIóNRevista Chile Forestal Nº 311, 2005

En una columna de opinión anterior, hace dos años, nos referimos a la delicada situación que se avizoraba en el horizonte de la profesión forestal. Después de re-visar lo que ha ocurrido en los dos años siguientes, podemos darnos cuenta de que lamentablemente la condición se ha tornado casi agónica. Bastante ya se dijo en la Revista Chile Forestal Nº 297 (2003) y en parte en la edición Nº 305 (2004), pero esta situación es tan seria al iniciarse e 2005 que resulta oportuno insistir un poco más en el tema.

El bosque nativo de Chile ha recibido graves daños durante muchos años. Me pa-rece importante destacar e intentar que las autoridades universitarias, parlamen-tarias y ejecutivas entiendan con mucha claridad que lo que está ocurriendo hoy con la carrera forestal en nuestro país es un nuevo artero ataque contra los bos-ques nativos. Se intenta explicar que el proceso de disminución de los postulantes a esta profesión y el cierre de escuelas forestales universitarias es un fenómeno mundial que está relacionado con el despertar de la conciencia medioambiental y de protección de los recursos naturales que, por una reacción, ha tenido un efecto de rechazo a las actividades humanas madereras en los bosques. Es posible que eso tenga mucho de efectivo en algunos países europeos e, incluso, Estados Unidos, pero las autoridades deben entender que la situación en Chile es muy diferen-te y tienen la obligación de analizar profundamente el problema y no tratar de explicarlo a la ciudadanía en general como un fenómeno universal que llega acá inevitablemente, como una especie de peste.

En las columnas anteriores sobre el tema se trató de explicar brevemente la his-toria y los eventos que han llevado a la carrera forestal a la situación de crisis actual. Esa historia no ha sido igual en los países desarrollados que en Chile. Existe una gran confusión en los conceptos y visiones sobre el sector forestal. La mayoría lo visualiza como el conjunto de las grandes empresas forestales, posee-doras de enormes superficies de monocultivos que han deteriorado el paisaje y el medioambiente. Dentro de esta mayoría están aquellos que no quieren estudiar una profesión que creen ha sido la ejecutora de vandalismos medioambientales. Otros simplemente no quieren postular a ingresar en un campo en el que no hay trabajo, porque esas empresas ya no lo dan, y las medianas y pequeñas empresas del sector, que sí dan trabajo, han sido paulatinamente absorbidas. Por el otro lado está el verdadero sector forestal, muy débil y silencioso, constituido por los

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bosques nativos y por los pequeños y medianos propietarios y empresarios. La debilidad de este sector no tiene relación ni con superficie, ni con su potencia-lidad, ni con los conocimientos que se han adquirido sobre él. Está relacionado con ignorancia o ceguera, con intereses o un sistema que no quiere entender que el mercado no es Dios, o lo que sea, pero claramente con falta de voluntad y de acción por parte de las autoridades para aportarle al sector lo que necesita para volver a ponerlo en marcha. Los ingenieros forestales hemos fallado en mostrarle a la sociedad lo que realmente son la profesión y el sector forestal.

Existen dos muros que impiden avanzar por un camino lleno de posibilidades: el muro empresarial de la sustitución, el monocultivo, la tala rasa, el deterioro del medioambiente, del paisaje y la falta de trabajo para los forestales, porque en ese mundo no se necesitan; y el muro fundamentalistamente verde, que quiere sacar a los seres humanos del ecosistema forestal, lo que significa que tampoco en este mundo se requieren profesionales de esta disciplina. No se entiende que los habitantes de las áreas forestales seguirán extrayendo leña, cortando los me-jores árboles, y produciendo en definitiva una gran destrucción. Chile necesita profesionales forestales bien formados, de criterio amplio, en no más de tres im-portantes escuelas forestales a lo largo del país. Ellos deberían ser los encargados por mandato de la nación y voluntad del gobierno de terminar con los muros que hoy limitan el verdadero desarrollo forestal potencial que tiene Chile, aquel de bosques diversos, sanos, elegantes, productivos y de enorme beneficio para la gente y la sociedad.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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EXPANSIóN DE LA INDUSTRIA DE CELULOSA: ¿PARTE DEL MODELO DE DESARROLLO DE CHILE?Revista Chile Forestal Nº 313 2005

Las grandes iniciativas de reforestación y de creación de grandes empresas públi-cas de y para todos los chilenos, con la excepción de la Papelera, nacieron antes de 1973 impulsadas por el Estado con el esfuerzo y voluntad de todos los chilenos. Pero durante la dictadura militar, el proceso privatizador logró que el Estado de Chile se deshiciera de 30 de estas empresas con una pérdida de más de 570 mil millones de pesos del año 2000. Dichas compañías y plantaciones forestales fue-ron pasando a manos privadas, concentrándose en los grupos Angelini y Matte. Sumándose a las demás importantes empresas privatizadas durante los años 80, han contribuido al significativo crecimiento económico del que muchos se sien-ten ufanos, pero que ha propiciado desconcertantes niveles de desigualdad social y una enorme sustitución de bosques nativos por plantaciones en la forma de mo-nocultivos. Ello ha empobrecido y expulsado a la gente de sus tierras ancestrales, en las cuales y de las cuales vivían dignamente.

Los problemas ambientales generados por estas monumentales empresas, en par-ticular las de Angelini, han tenido un impacto nacional a raíz de la destrucción del Santuario de la Naturaleza de Río Cruces, en Valdivia, cuyo efecto más es-pectacular se focaliza en la muerte y emigración de los cisnes de cuello negro. A mi juicio, esto representa sólo una punta de un problema nacional mucho más profundo, algo así como una luz roja que nos avisa del peligro.

Las decisiones e intenciones de los magnates de la celulosa se han basado en la alta rentabilidad que ella genera, derivada de una serie de causas, muchas de ellas no explicitadas. El cierre de las plantas de celulosa de Europa y América del Norte determinó una expansión de la demanda que hace que la producción se desplace hacia los países del Hemisferio Sur, porque los grandes productores del sur, Chile, Brasil y Malasia, tienen los costos más bajos del mercado mundial de celulosa. Las empresas justifican los menores costos por el rápido crecimiento de las especies en nuestro país de clima templado, por la mayor homogeneidad de la madera que pueden producir, por la cercanía de los bosques de los centros de procesamiento y de transporte y por la multiplicidad de buenos puertos. Sin embargo, hay tam-bién explicaciones muy importantes que no se dicen: 1) que toda la comunidad nacional ha financiado las plantaciones a través del D.L. 701, como asimismo la infraestructura caminera, portuaria y de otros servicios; 2) que los bajos costos se deben también a los bajos ingresos de los trabajadores, lo que a su vez explica

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la enorme brecha entre ricos y pobres en nuestros países; 3) que las grandes uti-lidades no absorben los enormes impactos sociales y ambientales, que ya desde los años 70 se vienen apreciando en la Región del Maule y más al sur, donde los campesinos han perdido sus tierras agrícolas, donde una violenta interrupción del ciclo hidrológico ha dejado sin agua a las fuentes vitales y donde el éxodo obliga-do de los campesinos a los pueblos ha formado cinturones de pobreza en medio de la opulencia de las empresas de la celulosa y la madera.

El “éxito” ha impulsado a estas megaempresas a plantear una expansión ilimitada de la industria de celulosa, lo que significa varios millones más de hectáreas de plantaciones tipo monocultivos, aun a costa de los bosques nativos (el concepto degradado para el bosque es una falacia), para abastecer a las nuevas plantas. La experiencia de más de 30 años, ya señalada para la Región del Maule, nos muestra lo que pasaría con la gente, con el agua, con la fauna y la biodiversidad y con la calidad de vida para la mayoría si la iniciativa es llevada a la acción. En Valdivia hemos comprobado el efecto de una planta de celulosa gigante sin la adecuada inversión en la eliminación de los impactos sociales y ambientales negativos. Por lo tanto,el problema dejaría ya de circunscribirse al de una planta contaminante y destructora de vida para una provincia, a fin de transformarse en el modelo llevado a toda la nación. Si se afecta a prácticamente todo el país al expandirse las plantaciones y la creación de gigantescas industrias instaladas en territorio con ca-racterísticas forestales, la decisión debe ser tomada por la ciudadanía, de la mano con el Gobierno que le pertenece, porque esta magnitud de decisiones no pueden tomarse sólo en función de las utilidades de los grandes grupos económicos, sino que en función de las necesidades de desarrollo verdaderamente sustentable de las regiones y del país.

Quiero señalar, finalmente, que esta opinión representa también la posición de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, de la cual soy su presidente honorario.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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Y AHORA, EL BOSQUE ESCLERóFILORevista Chile Forestal Nº 314 2005

Al escuchar hablar sobre el tema de los bosques esclerófilos, recientemente pues-tos en el tapete de la discusión, se me ocurre que, como tantas veces, aquí hay cosas mezcladas que deben separarse para llegar alguna vez a buenas soluciones. El primer punto a tocar no corresponde al más importante en el fondo, pero es lamentablemente el que determina el curso de los acontecimientos y está siempre presente. El tema del bosque nativo se ha discutido una y otra vez a lo largo ya de mucho más que estos últimos 15 años. “Se ha permitido” en diferentes ocasiones que los técnicos o profesionales den sus opiniones a través de comisiones o de invitaciones al Congreso o de reuniones con autoridades del Ejecutivo. Se les “ha escuchado” un par de veces como para cubrir las apariencias, pero rápidamente sus opiniones son puestas de lado y las comisiones funcionan por lo general en beneficio de los intereses económicos empresariales, que están frecuentemente en contra de los intereses de las mayorías. Creo que la reciente discusión en el Parla-mento acerca del esclerófilo, los espinales y los paltos es una clara demostración de lo que estoy señalando, y de una clara falta de voluntad política en relación con el tema en particular y con los bosques nativos en general.

Entendiéndose que es absolutamente aberrante que las opiniones de unos cuantos empresarios y de algunos senadores muy ligados a ellos prevalezcan en decisiones fundamentales para el bosque nativo, por sobre las de técnicos y profesionales y sobre intereses nacionales, es importante realizar un debate más profundo acerca del tema y un estudio y análisis específico para cada situación o tipo de bosque. No me parece que el problema sea mayor para cada uno de los tipos forestales, aunque más para unos que para otros, sin duda. Sabemos bastante de cada uno de ellos. Conocemos su superficie, los subtipos que los componen, cómo se distribu-yen en las regiones, cómo varía la vegetación en función de la latitud, la longitud y la topografía.

Asimismo, sabemos bastante más de lo que cree el común de las personas en cuanto a las interacciones de las especies con el medioambiente y con otras espe-cies. Todo lo que se ha escrito y se está escribiendo da muy clara cuenta de ello.

No obstante, ocurre que después de cada gran tarea, como por ejemplo la defini-ción de los tipos y subtipos forestales, la publicación de libros que se refieren in extenso a su ecología, a su dinámica, a su silvicultura y a su manejo, el catastro y evaluación de los recursos vegetacionales, no nos detenemos jamás a repensarlas,

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tipo por tipo, región por región, para identificar deficiencias y contradicciones, así como para precisar áreas o bosques especiales que debieran ser protegidos vía SNASPE o de otra manera si son privados y también para detallar necesidades de reparación o restauración en ellos. Tampoco hacemos el pequeño, pero importan-te esfuerzo de identificar áreas que podrán o tendrán que ser destinadas a caminos necesarios o a cultivos y plantaciones y áreas en que los propios bosques escleró-filos, al igual que los demás tipos forestales, podrían o deberían ser manejados para objetivos productivos o recreativos. Es decir, no efectuamos la tan mentada ordenación territorial. Al hacer esto me parece que debemos llegar a un punto de idealización: planificar lo que pensamos, sobre la base de lo que sabemos, en beneficio del país, de su gente y de su futuro controlado. Y exigirlo a la autoridad, como debe ser en democracia. En otras palabras, lo que estaríamos haciendo sería simplemente concretando nuestra opción por el desarrollo sustentable, lo que significa preservar la biodiversidad y las funciones ecológicas de los ecosistemas, además de mejorar la calidad de vida de los habitantes, utilizando esos recursos en beneficio de todos, no de unos pocos. No debemos permitir que estos aspectos del desarrollo sustentable, el ecológico y el socio-económico, se planteen como excluyentes, simplemente porque estaríamos negándolo.

Sólo así no seremos sorprendidos frente a una embestida de algún grupo de in-terés contra un tipo forestal completo. Hoy día es el Esclerófilo. Otro día puede ser el Roble-Hualo o el Ciprés de la Cordillera, cuya situación actual es probable-mente más difícil que la del Esclerófilo.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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¿CAMBIO DE ÉNFASIS O REGRESO AL ESPíRITU ORIGINAL EN LA CARRERA FORESTAL?Chile Forestal Nº 316. 2005

La carrera forestal se encuentra en una crisis cuyas probables causas se han comen-tado varias veces en estas páginas. Las escuelas forestales de las diferentes univer-sidades están preocupadas por el tema y están tratando de cambiar nombres que reflejen énfasis diferentes. Estos énfasis van dirigidos por lo general a los temas de medioambiente y conservación. Está muy bien, pero resulta curioso que sea así, porque ambos conceptos son inherentes a la profesión forestal. Los que no han entendido esto cabalmente señalan que para producir están las plantaciones y no los bosques nativos, y para conservar, las áreas protegidas. Curiosamente en esta idea, aun cuando con una filosofía de fondo diferente, han confluido productivis-tas y proteccionistas. Sin embargo, ocurre que todo bosque, aunque alguien quie-ra “dedicarlo” a su sola existencia sin hacer nada en él, u otro quiera “dedicarlo” en forma exclusiva a producir madera o celulosa, cumple naturalmente con muchas funciones que, se produzca o no madera, requieren con frecuencia de ciertas ac-ciones para que ellas se cumplan mejor o, simplemente, se cumplan.

Para producir madera sin destruir el ecosistema es necesario hacerlo con criterios ecológicos que, por lo demás, son la base de la silvicultura. Si se quiere manejar esos bosques para producir agua en forma permanente y regulada es, si no estric-tamente imprescindible, por lo menos muy conveniente, aplicar silvicultura en ellos justamente para regular el ingreso del agua al suelo, y luego el flujo hacia los cauces.

Si se quiere enfatizar en la biodiversidad es fundamental tener presente que el manejo del bosque, ya sea para regular la cuenca como para producir madera, no afecta esencialmente a la diversidad, aun cuando puede afectar a una especie. En un sentido amplio no se puede decir que se está creando o destruyendo hábitat de vida silvestre cuando se interviene el bosque, porque cuando se destruye el há-bitat de una especie se crea al mismo tiempo el de otra especie. La atención debe enfocarse hacia la biodiversidad en su conjunto y no a especies puntuales. Si, por ejemplo, en un renoval siempreverde muy denso y con abundantes masas de Qui-la en el sotobosque, eliminamos la Quila y efectuamos un raleo fuerte para liberar a los árboles que se encuentran en mejores condiciones, estamos con seguridad afectando el hábitat de algunas especies que viven en él, como -por ejemplo- el chucao, el colilarga y varias otras especies, pero con certeza también estamos favo-reciendo la vida de aves que requieren más espacio, como zorzales y hurcos, y a la

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vez el accionar de muchos predadores. Además, en otro lugar aledaño, mantene-mos una quebrada con Quila y matorral abundante, donde mantienen su hábitat las especies afectadas por la corta y el raleo.

Lo anterior significa que estamos produciendo más diversidad en el paisaje, favo-reciendo un arreglo o distribución variada de los rodales y, del mismo modo, una distribución diversa de ecosistemas y de sus especies constituyentes. Esta forma de ordenar el paisaje es una acción propia de una buena silvicultura con sentido amplio, que contribuye, además, a mantener la estabilidad de los ecosistemas.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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TRILLIUM - RíO CóNDOR, HISTORIA DE UNA PÉRDIDA LAMENTABLERevista Chile Forestal Nº 319 2006

Escribo estas pocas líneas más bien para no olvidar y para que las generaciones que vienen con la idea de que frente a un hipotético caso parecido futuro no co-metan los mismos errores.

El Proyecto Río Cóndor de la Empresa Forestal Trillium tenía por objeto el ma-nejo con un criterio de uso múltiple de la tierra de los bosques de Lenga y Coigüe de Magallanes de Tierra del Fuego, manteniendo los siguientes principios: 1) Que el manejo asegurara la producción indefinida de recursos forestales y la protección de los ecosistemas, utilizando el conocimiento científico actualizado, 2) Que en situaciones en que no hubiera datos científicos se apoyarían los estudios nece-sarios hasta que fueran terminados y 3) Que se establecerían reservas biológicas permanentes en la propiedad, que incluirían todos los ecosistemas representativos para proteger y preservar la biodiversidad y para efectuar investigaciones en ellas.

La responsabilidad de ejecutar este proyecto la asumió una Comisión Científi-ca Independiente a petición del entonces Presidente de la Academia Chilena de Ciencias y estaba constituida por siete académicos de las universidades de Chile y Austral de Chile y del Instituto de la Patagonia de la Universidad de Magallanes, todos de reconocida trayectoria académica y de fuerte compromiso con la conser-vación de los recursos y de la biodiversidad.

Este proyecto representa el estudio más grande desarrollado en Chile sobre una superficie forestal con un alto compromiso con la conservación de la naturaleza, en el que se llevaron a cabo 17 proyectos de investigación realizados por más de 100 científicos chilenos y extranjeros y revisados críticamente por otros especia-listas en los temas, todo ello con un costo para la empresa de US$ 800.000. Este estudio permitió que la propiedad de Río Cóndor, de más de 250.000 ha, sea hoy una de las cinco áreas mejor conocidas de Chile desde el punto de vista de la biodiversidad.

Un segundo objetivo muy destacable de este proyecto y de la acción de los cien-tíficos fue la identificación cartográfica y en terreno de 64.000 ha que incluían todos los tipos de vegetación de la propiedad, y que fueron asignadas a reservas biológicas permanentes. Esto constituía un logro que debería servir de modelo para todas las grandes propiedades forestales, y que quizás signifique la mejor ma-

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nera de preservar la diversidad de nuestros ecosistemas, como un complemento a los parques y reservas nacionales.

Un tercer resultado importante, complementario con la reserva, fue el acuerdo con la empresa para conservar las turberas y zonas andinas únicas, además de todos los bosques puros de Ñirre, el delta del Río Cóndor y otras zonas de interés ecológico.

Se inició, además, en las cercanías del Río Cóndor, un estudio experimental eco-lógico silvicultural de los bosques de Coigüe de Magallanes en una superficie de 60 hectáreas, que quedaron marcadas y medidas y que debería durar cuatro años, con el compromiso de la empresa de no tocar esos bosques hasta que se tuvieran los resultados y conclusiones de la investigación.

Se dejó también una superficie en el sector de Vicuña con una demostración de la aplicación de una corta bajo método de protección en bosques puros de Lenga.

Se llegó a acuerdo con la empresa para impulsar actividades de recreación y pros-pección de la biodiversidad y aplicar en el manejo de los bosques los conceptos de monitoreo y manejo adaptativo.

Finalmente, la empresa Trillium comprometió el aporte de US$ 2.000.000 para estudios científicos en los cinco años siguientes.

Este gran proyecto que pudo haber sido un hito en el desarrollo forestal chileno y, en especial, de su bosque nativo contó, como es muy característico en nuestro país, con numerosos detractores y con el apoyo de muchos científicos de renom-bre internacional.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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UNA RESERVA DE LA BIOSFERA PARA EL ALERCERevista Chile Forestal Nº 320 2006

Leyendo el interesante artículo de conservación de la Revista Chile Forestal Nº 315, titulado la Reserva de Biosfera Cabo de Hornos y sus Bosques Submarinos, la que se suma a una lista de otras siete de la Red Mundial de Reservas de Bios-fera en Chile, a saber, Fray Jorge, Juan Fernández, Torres del Paine, Laguna San Rafael, Lauca, Araucarias y La Campana-Peñuelas, me llegó a la mente el área de bosques de alerce de Hornopirén, Contao y Alerce Andino.

Como parte de un proyecto de Manejo del Tipo Forestal Alerce, financiado por CONAF y realizado por la UACh, se estudió y caracterizó a los bosques de alerce de la Cordillera de la Costa de Valdivia y de la región andina de Contao, al sur del Estuario de Reloncaví. Los bosques de alerce del sector andino son dignos de especial mención. Con una superficie aproximada de 25.000 hectáreas en Con-tao, cubren un gradiente desde las áreas bajas a intermedias en que alerce se asocia con coihue de Chiloé, hasta las altitudes en que alerce, asociado con coihue de Magallanes, va achaparrándose hasta convertirse en un árbol casi enano. Este gra-diente se repite en el sector de Valle Hermoso, colindante con el Parque Nacional Hornopirén, en una superficie aun mayor.

El perfecto gradiente vegetacional y estructural encontrado en este bosque es de gran interés ecológico y estético, sin duda. Dentro de él merece especial atención el clasificado como Subtipo Alerce-Coihue de Chiloé que, además, ocupa más del 50% de la superficie total de estos bosques y que se presenta en un 60% en áreas planas o de escasa pendiente correspondientes a valles de glaciación que enfilan hacia el Estuario de Reloncaví o hacia el Océano Pacífico entre los 600 y los 800 metros de altitud. Estos valles están cubiertos por un sustrato milenario de ori-gen volcánico de drenaje imperfecto y cubierto con numerosos grandes troncos muertos no descompuestos que forman una red cubierta de variada vegetación extendida sobre aguas semisubterráneas o esteros subsuperficiales y sobre suelos bajo los cuales yacen otros suelos fósiles milenarios con gran acopio de materia orgánica.

Bajo estas condiciones y en un clima de altas precipitaciones a lo largo de todo el año, se ha desarrollado un bosque extraordinario compuesto por alrededor de 100 árboles de alerce por hectárea de tamaños gigantescos y de edades superiores a los 1.000 ó 1.500 años cada uno, muchos de ellos con edades de 3.000 años, próximos o quizás superiores al de más edad registrado hasta hoy. Los tamaños de

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estos ejemplares son imaginables, la mayoría sobre 1 metro de diámetro y sobre 35 metros de altura, acompañados en el sotobosque por grandes árboles de coihue de Chiloé y de mañío de hojas punzantes que, sin embargo, se ven muy peque-ños al lado de los árboles catedrales. Como bosque vivo debe ser el más viejo o antiguo del mundo.

Interesante es destacar que algunos de estos gigantes han crecido durante más de 1.000 años sobre otros gigantes caídos, también de más de 1.000 años, y todo esto sobre suelos milenarios que se han desarrollado sobre otros suelos fósiles tam-bién milenarios. Ahí está escrita la historia de los bosques de Chile.

Afortunadamente tenemos los Parques Nacionales Alerce Andino, al norte, y Hornopirén, al sur. Pero ellos no son 100% comparables con estos monumentos de la Tierra y de la naturaleza. A la luz de lo señalado, pareció del todo razonable que estos bosques de Contao pasaran a formar parte del SNASPE. Ello fue solici-tado a CONAF, la que acogió la idea. No obstante, Contao pertenecía entonces a CORFO, organismo estatal que, siguiendo la “filosofía del momento”, aceptó el traspaso a CONAF, previo pago del valor de mercado del predio, lo que resulta absurdo tratándose de dos instituciones del mismo dueño.

Se sugirió en aquella época que esta maravilla de la naturaleza, más que pasar a formar parte del SNASPE, debería -en conjunto con los dos parques colindantes ya mencionados- constituir una Reserva de la Biosfera, tanto o más merecida-mente que las ya existentes en Chile. Propongo a todos los chilenos, a través de esta columna, que hagamos todo lo necesario para lograr una RESERVA NA-CIONAL LOS ALERCES MILENARIOS.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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BOSQUE, NATURALEZA Y SER HUMANORevista Chile Forestal Nº 322. 2006

Si nos introducimos en la historia de los bosques de Chile, sentiremos nor-malmente a través de la lectura que en ellas y en quienes las han escrito hay frustración, pena, sensación de pérdida, a veces rabia. Luis Oyarzún nos dice que “hay tristeza acumulada en estas tierras más que en otras del globo, y ella se apodera también de los hombres”, y agrega “ésta es una tierra sin hadas, sin elfos, y por eso se nos empobrece, se nos escurre entre los dedos, y tiembla de-bajo de nuestros pies”.

Vivimos en una tierra que parece que no sentimos nuestra. ¿Será porque la sen-timos inquieta, vislumbramos su historia de cambios permanentes, de flujos y reflujos? Porque efectivamente nuestros árboles y nuestros bosques se formaron, se adaptaron, luchando contra vientos, glaciares y fríos congelantes, contra movi-mientos tectónicos y erupciones volcánicas calcinantes. Así tuvieron que avanzar y retroceder alternativamente de sur a norte, devorando secularmente latitudes, y de oeste a este subiendo y bajando, persiguiendo a los glaciares. Así fueron formando ecosistemas nunca en equilibrio absoluto, el que no existe en nuestra naturaleza tan viva y dinámica. ¿Será esta conciencia histórica o ancestral presente en nuestra tierra la que en parte dificulta nuestro amor por ella?

Los bosques chilenos, en procesos milenarios, conquistaron el territorio y se instalaron cobijando a vegetales y animales, formando ecosistemas dinámicos que cambian y fluctúan, oscilando de manera suave a nivel planetario. Sólo re-cién, hace 3.000 años, se constituyeron en forma similar a la actual, y hasta hace 450 años, cuando el hombre europeo ingresó al territorio, los bosques habían logrado mantener a la tierra chilena firmemente sujeta a la cordillera, evitando que cayera descolgándose hacia el mar. Pero desde entonces el hombre, todos los hombres de este país, europeos de todo origen, indígenas y mestizos, han entrado en discordia, en lucha con los bosques y la naturaleza. Sumándose a la falta de amor que nos hace no cuidar y defender a esta tierra, pudo haberse pen-sado que en los primeros tiempos de la conquista, el problema de no entender el bosque era sólo un producto de la necesidad y de la falta de conocimiento, ¡pero no!, había más que eso; muchos hombres ya en esa época luchaban defendiendo a los bosques, tratando de que no fueran destruidos; destacan Benjamín Vicuña Mackenna en el siglo XIX y a principio del siglo XX, Federico Albert, quienes ya sugerían conceptos ecosistémicos y aconsejaban con criterios de manejo sus-tentable de los bosques. Ni sus antecesores, ni ellos, ni los de ahora han sido

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escuchados. Es más que ignorancia y mucho más que necesidad. Es el problema de esta sociedad moderna pobre en sensibilidad que ha perdido el sentido de la belleza.

Es curioso y lamentable el espíritu contradictorio que tenemos en Chile. Nos sentimos efectivamente un centro de la belleza natural, y aunque eso fuera sólo imaginación de isleños, no hacemos casi nada por detener la destrucción de lo que reconocemos como lo mejor que tenemos. En nuestro afán de utilizarlo todo, rápido, con el espíritu minero del buscador de oro, no nos damos cuenta que estamos destruyendo aquello que nos permite sobrevivir. No hemos logrado in-corporar en nuestro espíritu que para que haya verdadera armonía y felicidad es necesario conectar estrechamente lo ético con lo estético. Por el contrario, una fi-losofía dilapidadora y el hiper desarrollo de una sociedad tecnológica de consumo se apoderaron del mundo, y se combinaron espantosamente en Chile con la codi-cia y la falta de amor por lo nuestro. Al entrar al nuevo siglo se tiene la sensación de que una voz cósmica nos está diciendo ¡basta!, este hermoso territorio puesto en vuestras manos debe ser conservado. Usemos los recursos naturales como la propia naturaleza nos lo está mostrando y cuidemos los equilibrios y el medio-ambiente, preconicemos la duración máxima de lo que producimos y luchemos por cambiar los exagerados conceptos de máximo rendimiento y productividad del trabajo, hacia una vida en que el ser humano experimente satisfacción dentro y fuera del trabajo.

Todo lo señalado corresponde a frases del discurso que realicé con motivo de la entrega del Premio Luis Oyarzún, por contribuciones destacadas para el logro de relaciones armónicas entre los seres humanos y la naturaleza otorgado por la Universidad Austral de Chile en 1999. Hoy, en 2006, creo que la ciudadanía tiene otro grado de conciencia y que está esperanzada en que la Presidenta de la República cumpla su compromiso de potenciar la inclusión y la participación, y podamos así hacer valer nuestras inquietudes por la defensa de nuestra tierra y de su pueblo, y avanzar realmente hacia el desarrollo sustentable.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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¿QUÉ PASA CON EL MANEJO DE LOS BOSQUES NATIVOS?Revista Chile Forestal Nº 324 2006

Como ya lo he planteado en otra columna, quienes estamos por el concepto de manejo forestal para los bosques nativos nos encontramos aprisionados entre dos fuertes muros que, de distintas maneras, siguen contando con apoyos que pue-den ser interpretados como formas de incentivo. Quienes han cortado bosques nativos para sustituirlos han obtenido ya por décadas apoyo económico y políti-co para hacerlo, y de diferentes maneras siguen obteniéndolo. Quienes quieren preservación total están obteniendo su objetivo con la sumatoria creciente de enormes superficies de bosques nacionales y privados que no se tocan o no se manejan. Para el manejo del bosque nativo, en cambio, no hay ningún tipo de apoyo o incentivos.

En la investigación forestal se observa una situación del mismo tipo. Es fácil entender -según la racionalidad de las teorías neoliberales libre mercadistas que se ha apoderado de todo- que la mayoría de los investigadores, en especial en las facultades de ciencias forestales, consiga financiamiento para desarrollar proyec-tos relacionados generalmente con el mejoramiento de la productividad de las especies exóticas y de sus plantaciones. Y ¡cómo no!, si ellas dan el dinero; “es racional” darles financiamiento para investigar, por ejemplo, “cómo lograr árbo-les que parezcan postes, ojalá de sección rectangular y sin hojas, y con una sierra incorporada y programada para transformarlos en tablas en cuanto alcancen el tamaño suficiente en el más corto plazo posible”. Esto es por un lado; por el otro, los pocos que investigan sobre los bosques nativos y escriben sobre ellos y sus nu-merosas especies lo hacen normalmente alrededor de la investigación básica, muy especial y razonablemente en las facultades de ciencias, no tan razonablemente en las facultades forestales. Afortunadamente, esas personas están en estas últimas, pero se echa mucho de menos que en ellas haya más personas que se dediquen a investigar y abrir caminos en los temas de la silvicultura y el manejo de los bosques nativos. Además de ser escasos esos investigadores, la norma es que los proyectos enviados por ellos a las fuentes de financiamiento de la investigación no sean aprobados, aun cuando sus antecedentes sean muy buenos. La frustración termina por producir en muchos la necesidad de volcar los esfuerzos hacia otro tipo de proyectos con más posibilidades de éxito en nuestro ámbito. Los pocos proyectos que se aprueban en esta línea están relacionados por lo general con la silvicultura de plantaciones, incluidos los temas de semillas y viverización, lo que es sin duda muy importante, pero no atiende a los muchos miles de hectáreas de

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bosques nativos que ahí están en pie, desde renovales a bosques adultos en dife-rentes estados de conservación. Por el contrario, pueden promover la utilización de las plantaciones como una forma disimulada y sutil de sustitución de bosques nativos, de manera similar a como ha ocurrido con las exóticas.

La enorme investigación que se necesita en esos bosques, y que requiere experi-mentación, se deja de lado, quizás porque quienes deben resolver no logran, o no tienen la capacidad de ver, su potencialidad y futuro.

Un factor adicional que incide en disminuir el interés por la investigación en silvicultura y manejo de bosques nativos es el tema de dónde publicar. Los inves-tigadores privilegian publicar en revistas internacionales, porque ello les da mayor puntaje en sus currículo y más prestigio, especialmente a nivel internacional. Lo más probable es que una investigación silvicultural práctica realizada en un bos-que nativo no sea considerada aceptable para una revista muy reconocida; algunas revistas nacionales comparten esa posición. ¿Qué hace, entonces, el investigador?. Trata de investigar en temas que respondan a hipótesis más científicas y que sean publicables en esas revistas.

Los temas de silvicultura y manejo práctico de nuestros bosques no sirven para esas revistas, y si fueran publicados en ellas no serían aprovechados por muchos usuarios que no son científicos y a quienes van dirigidos los artículos. Parece un callejón sin salida que se resuelve por la vía de publicar en otro tipo de revistas que dan muy poco puntaje a los investigadores. A mi parecer, la verdadera solución sería que los científicos forestales publicaran más en revistas nacionales, en temas de bosques nativos, mejorando así los niveles de éstas, como ocurre con algunas revistas de Estados Unidos, Canadá y Europa.

En una columna anterior se destacaba la frase “los ingenieros forestales hemos fallado en mostrarle a la sociedad lo que realmente son la profesión y el sector forestal”. Quizás sería el momento de mostrar un rostro que muchos esperan y sería lo racional que las universidades dieran el ejemplo.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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SE REQUIERE MÁS PODER Y MÁS ACCIóN DEL ESTADO PARA EL BOSQUE NATIVORevista Chile Forestal Nº329. 2007

Chile es un país extraordinariamente diverso en cuanto a paisaje y vegetación. Gran parte del territorio está dominado por condiciones de semi aridez hasta extrema aridez, y otra gran parte por una cordillera carente de bosques e in-cluso de vegetación en sus cumbres. Sin embargo, la mayoría de los chilenos lo reconocemos como un país forestal, independientemente incluso del real conocimiento que se tenga de los bosques de Chile. El interés y la preocupa-ción por nuestros bosques quedaron claramente reflejados en la encuesta que realizó Adimark en 1994 en Santiago y alrededores. Según ella, más del 80% de la población dice conocer el problema de explotación grave del bosque nativo y estimar que el Estado debe prohibir su explotación. Es muy probable que ese porcentaje sea bastante menor en el desértico norte y mucho mayor en el sur cubierto de bosques.

Lo que es claro es que, de alguna manera, los chilenos amamos a nuestros bosques o, por lo menos, tenemos una imagen positiva, un espíritu del bosque nativo. Naturalmente es distinta la manera cómo se expresa este amor o este es-píritu en diferentes grupos o tipos de chilenos. Algunos sectores empresariales y, al mismo tiempo, algunos grupos muy preservacionistas dicen que los bosques nativos deben conservarse y no intervenirse. Sin duda, sus motivaciones son muy distintas; los primeros sostienen que no es necesario porque para producir madera están las plantaciones; los segundos piensan que no debe intervenirse simplemente por razones de ética y estética. Los trabajadores del bosque y los campesinos en general aman al bosque y estiman que es bueno y necesario utili-zarlo, pero llegan a veces a su destrucción por falta de visión y de apoyo. Existen también grupos de personas que conocen a los bosques nativos y entienden que si se aman realmente deben cuidarse y conservarse a través de las mejores prác-ticas de utilización y manejo.

Hoy todos estamos de acuerdo en que es necesaria una buena Ley de Bosque Na-tivo. Pero este acuerdo lleva ya más de 15 años y parece que un poder muy fuerte no está de acuerdo, porque siempre se va postergando su concreción. Parece que nos ha faltado, como en tantos otros aspectos, como en el tema del mar y la pesca, o como en el de la energía, un sentido claro del futuro, o una falta de voluntad política, que si es que se tuviera carece de poder.

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En definitiva, falta la voluntad de los grandes empresarios, quienes poseen la mayor superficie de bosques del país, y falta la acción y el poder del Estado. El neoliberalismo imperante no hace posible un Estado que pueda cumplir el gran objetivo nacional de manejo de los bosques nativos. Los grandes propietarios, que tienen demasiado dinero, no se interesan por ello y sólo destinan sus grandes bos-ques a preservación pura, lo cual por supuesto satisface y encanta a muchos. Por otro lado surgen grandes proyectos que abren las esperanzas de que se practique el manejo correcto de los bosques, como ocurrió con Trillium, con la extracción de madera para astillas que se exportó a Japón, y en menor medida, con el proyecto Cascadas, pero muy pronto son desbaratados por la presión nacional e interna-cional de quienes quieren candado para los bosques y/o por la falta de fuerza de un Estado que no se interesa mayormente por el tema.

A pesar de todo, y aunque de pronto algunas luces se apagan, otras siguen alum-brando la esperanza para el manejo del bosque nativo, y aparecen nuevos focos que prometen permanecer. Es absolutamente justo y necesario destacar la labor realizada por el Proyecto Conservación y Manejo Sustentable del Bosque Nativo principalmente con la colaboración alemana, el que efectivamente promueve e inicia el manejo de una superficie de bosque nativos que se ubican en pequeñas y medianas propiedades que representan más de la mitad de los bosques nativos potencialmente productivos. Esperemos que éste sea el principio de un renaci-miento que mejore la calidad de vida de millones de chilenos. Ése es un gran foco de luz. Está naciendo también otro foco que se complementará con el anterior y que tiene perspectivas positivas, de la misma manera como las tuvo el tema de las astillas que tan mal se manejó. El nuevo foco es el proyecto leña que está partiendo de manera distinta, con otra mentalidad, que confiamos que no nos defraudará. Éste puede ser un tema de otra columna de opinión.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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DEMOCRACIA Y PARTICIPACIóNRevista Chile Forestal Nº 330. 2007

Tengo una visión clara, que la mayoría de los chilenos probablemente no la tiene porque simplemente no vivió el pasado o era demasiado joven, de que muchos valores y actitudes que teníamos los chilenos hasta 1973 no sólo fueron rotos o alterados por los 17 años de dictadura, sino que desaparecieron de la conciencia hasta el día de hoy, después de 17 años de democracia.

Hasta 1973 la gente participaba, y la mayoría tenía una clara conciencia de la his-toria reciente, y sentía que podía lograr que hubiera más participación en todo lo que fuera de interés nacional e individual, y que la democracia fuera mejorando. Había un sentimiento de solidaridad, nos importaba lo que ocurría con nuestros recursos y confiábamos en que el Estado podía funcionar correctamente en be-neficio de todos. Las grandes empresas de bien público eran administradas por el Estado, a veces podía ser mala o equivocadamente, pero eso era corregible porque los dueños seguíamos siendo los chilenos.

La dictadura, fuertemente manejada por las teorías ultracapitalistas y antimar-xistas, hizo que las conciencias se nublaran. La gente no pudo participar en la marcha del país porque se le impidió mediante el terror, pero muy pronto se acostumbró y la no participación pareció normal. La dictadura nos arrebató los servicios de seguridad social, de educación y de salud, y las grandes y emblemáti-cas empresas CORFO, como Endesa, fueron privatizadas después de haber sido el motor de nuestro desarrollo, todo ello hecho por y para los mercaderes que se robaron a Chile. Ya hemos comentado en otras columnas que el sector forestal no estuvo fuera de esto. Por el contrario, apropiándose de las plantaciones y em-presas creadas por el Estado y del dinero aportado por él a través del DL 701, se forjó la mayor concentración de la riqueza conocida en este país, acompañada del crecimiento de la pobreza y de una desigualdad socioeconómica que se yergue como una de las más altas del mundo. Dentro del sector forestal, también era considerado vergonzoso que el vilipendiado Complejo Panguipulli, con los más ricos bosques de Raulí, estuviera en manos del Estado; pues bien, después de al-gunas maniobras quedó en su mayor parte en manos de un solo dueño, quien en la actualidad tiene cerrados con candado los accesos a los más bellos lugares de la hoy Región de los Ríos.

Y llegó la democracia y perdimos la memoria y la capacidad de reclamar. Muchas veces parecemos estar en un estado de inconsciencia que conduce a que no nos

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demos cuenta de que sigue ocurriendo permanentemente lo que entre amigos o en familia comentamos que está mal y que no debe ocurrir. Quizás los estudiantes secundarios estén empezando a reaccionar después de 17 años. Tengo también la percepción de que la Presidenta Bachelet tiene clara conciencia de nuestra reali-dad, pero es sobrepasada por el medio ambiente general.

Aun cuando los medios de comunicación, en general, transmiten altos porcen-tajes de incultura propagando con ello antivalores que deforman la mente y el espíritu de los chilenos, son innegables los esfuerzos que algunos, como el diario La Nación, realizan por abrir espacios.

Lamentablemente, además, todo lo que se dice parece que ocurriera en Santia-go, o bien que Chile se extendiera desde Santiago hasta sólo un poco al norte y un poco al sur. Como una muestra de ello, desde hace un buen tiempo en la televisión nacional los pronósticos meteorológicos para los tres días siguientes se dan únicamente entre Antofagasta y Temuco. Y Santiago sigue expandiéndose y “modernizándose”, creando más mala calidad de vida aun y dejando fuera del crecimiento y, particularmente del desarrollo, al resto de las ciudades y regiones, que son las que realmente poseen los minerales y los bosques, y proveen de los frutos y verduras, de la madera y el papel, de la leche y de la carne, y de los pro-ductos del mar.

En definitiva, no hay participación porque no hay diálogo, porque muchas au-toridades, no el Gobierno, se acostumbraron a decidir y actuar sin consulta por cuanto, entre otras razones, la gente en general perdió también la costumbre y, consiguientemente, el interés por dar su opinión, reclamar y participar; basta con dar el voto cuando hay alguna elección. Así es como se ha llegado al extremo de que muchas autoridades de distintas áreas y niveles ni siquiera responden, por cualquiera de los tantos medios que existen hoy, aunque fuese sólo para decir no, como le consta por experiencia actual en sus ámbitos de trabajo al propio autor de esta columna.

De esto se deduce que el problema está en nosotros mismos. Confiemos en que las últimas generaciones logren desprenderse de las ataduras mentales y espiritua-les que nos dejó la dictadura y el modelo neoliberal que las sostiene.

Claudio Donoso Z. Profesor Emérito UAChPresidente Honorario Agrupación Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

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