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  • LA THIRD QUEST UNA NUEVA INVESTIGACIN?

    Rafael AGUIRREUniversitat de Deusto. Bilbao

    1. Luces y sombras de una periodizacin

    Parece que fue T. Wright quien por primera vez us la expresin ThirdQuest (TQ) para designar la oleada de investigaciones sobre Jess que irrum-pieron a partir de los aos ochenta del siglo pasado.1 En efecto, a partir de esafecha asistimos a una eclosin de publicaciones sobre Jess, pero tienen unapersonalidad similar de modo que podamos englobarlas con la etiqueta comnde TQ? Es acertado admitir una visin de la historia de la investigacin sobreJess que distinga dos etapas anteriores, claramente diferenciadas, como supo-ne la aceptacin del trmino TQ? El caso es que el trmino ha sido ampliamen-te admitido y tambin, consiguientemente, la periodizacin trifsica2 de lainvestigacin sobre el Jess histrico. Es una tipificacin de una produccinamplsima, que puede ayudar a comprender todo un proceso de investigacin,pero cuya pertinencia depende de que no sea una simplificacin excesiva, quepierda la riqueza de la realidad o que se realice desde perspectivas limitadas ocon criterios poco fundados. Para poder emitir una opinin fundada tenemosque considerar estas fases, que recuerdo brevemente, tal como ms habitual-mente se presentan, porque son bien conocidas.

    1. En la reedicin actualizada de S. Nelly T. Wright, The Interpretation of the New Tes-tament 1861-1986, Oxford New York: Oxford University Press 1988, 379.

    2. Es la terminologa usada por un autor que es un crtico implacable de esta visin: F. Ber-mejo, Historiografa, exgesis e ideologa. La ficcin contempornea de las tres bsquedasdel Jess histrico (I), RCatT XXX (2005) 349-406; d., Historiografa, exgesis e ideologa.La ficcin contempornea de las tres bsquedas del Jess histrico (II), RCatT XXXI (2006)53-114.

    RCatT XXXIII/2 (2008) 301-325 Facultat de Teologia de Catalunya

  • 1.1. Old Quest

    Su inicio se establece con la irrupcin de la crtica ilustrada en la investiga-cin histrica sobre Jess. Su punto de partida se sita en la obra de Reimarus,publicada por Lessing tras su muerte,3 y contina con autores tan diferentes comoStrauss, Bauer, Renan y J. Weiss entre otros. En 1906 A. Schweitzer hizo unbalance pesimista de una tarea ingente que haba comenzado llena de optimismo:cada individuo lo interpretaba (a Jess) segn su propia personalidad. No hayninguna tarea histrica ms personal que escribir una vida de Jess;4 a pesar deello, tambin Schweitzer propuso su propia visin de Jess: un profeta apocalpti-co que esperaba la irrupcin prxima del Reino de Dios y el fin del mundo.

    En realidad el verdadero corte en la investigacin (lo que se considera el fin dela Old Quest) no se da con Schweitzer, sino con R. Bultmann, que preconiza lavacuidad de los esfuerzos por estudiar el Jess histrico y ello por dos razones:

    1) Desde el punto de vista literario los evangelios son fundamentalmentecreacin de la comunidad postpascual, que vierte en ellos su teologa, yno se interesan por el Jess histrico;

    2) Desde el punto de vista teolgico, la fe cristiana es una decisin ante elCristo del kerigma y no hace referencia al Jess de la historia, que es unmero presupuesto del kerigma. Afirma Bultmann: De la vida y persona-lidad de Jess no podemos saber prcticamente nada, porque las fuentescristianas no estn interesadas en ellas.5

    1.2. No Quest

    Segn algunos autores,6 como consecuencia de lo dicho se abandonprcticamente el estudio del Jess histrico y llegan a hablar de un perodo

    ACTES DEL CONGRS LA RECERCA DEL JESS HISTRIC302

    3. Siete manuscritos, que sumaban entre todos unas 4000 pginas, no fueron publicados envida por Reimarus. El sptimo es el que nos interesa y lleva por ttulo Vom Zwecke Jesu und sei-ner Jnger (Sobre los objetivos de Jess y sus discpulos). Reimarus muri en 1768. Lessing fuepublicando el citado manuscrito de 1774 a 1778.

    4. A. Schweitzer, Geschichte der Leben-Jesu Forschung, 1906. Traduccin castellana:Investigacin sobre la vida de Jess, I II, Valencia: Edicep 1990-2002. La cita est tomada deltomo I, 54.

    5. Sin embargo, el escepticismo de Bultmann es relativo porque s considera que se puedenconocer bastantes cosas del mensaje de Jess, hasta el punto de que escribi un libro con estettulo: R. Bultmann, Jess, Tbingen 1926. Lo que para Bultmann es imposible es conocer elmarco cronolgico de su vida, la evolucin psicolgica y la pretensin personal de Jess.

    6. J. Reumann, Jesus and Christology, en E. J. Epp G. W. MacRae (eds), The New Tes-tament and Its Modern Interpreters, Atlanta: Scholars Press 1989, 502; B. Withering III, The

  • de No Quest, que ira desde los aos veinte hasta los cincuenta del siglopasado.

    1.3. New Quest (NQ)

    Una famosa conferencia de E. Ksemann en 1953 supuso la reaparicin delinters por el Jess histrico entre los discpulos de Bultmann. Es lo que sellama la New Quest, nacida en un ambiente teolgico y motivada muy explci-tamente por preocupaciones de esta naturaleza. Ksemann comparte la visinde Bultmann, su maestro, segn la cual los evangelios transmiten el kerigmapostpascual de la Iglesia, pero afirma que quieren mantener una relacin sufi-ciente con el Jess terrestre. Los evangelios refieren su kerigma, sea lo quesea lo que se piensa de su origen, precisamente al Jess terreno.7 El Jess dela historia es el extra nos de la salvacin, lo que nos impide recaer en el gnosti-cismo, aunque slo tengamos acceso a l en documentos que nos hablan delSeor exaltado.8 La bsqueda del Jess histrico no es solo legtima, sino tam-bin necesaria, porque la fe cristolgica requiere encontrar algn punto deapoyo en el Jess histrico. Es imposible y, adems, no interesa un cuadrocompleto de la vida de Jess. Lo que importa es descubrir los rasgos especfi-cos nicos, que reflejan una autoridad contrastante con el judasmo de su tiem-po, porque es este Jess el que puede dar pie a las afirmaciones cristolgicasposteriores.

    El criterio histrico de discontinuidad, clave en la New Quest y que Kse-mann formula en su artculo de 1953 (slo tenemos un suelo firme bajonuestros pies cuando una tradicin no proviene del judasmo ni tampocopuede atribuirse al cristianismo primitivo). Ms que una exigencia de rigormetodolgico, expresa el deseo teolgico de descubrir lo nico y superior deJess respecto a su contexto. Me atrevera a decir que, con frecuencia, seproyecta sobre la historia de Jess una trascendencia que slo la fe puedeconfesar, pero que transgrede los lmites del mtodo histrico. En la NewQuest la teologa marca en exceso la agenda y los objetivos de la investiga-cin histrica.

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    Jesus Quest. The Third Search for the Jesus of Nazareth, Carlisle: Paternoster Press 1995, 19; C.A. Evans, Life of Jesus Research. An Annoted Bibliography, Leiden: Brill 1996, 14.

    7. E. Ksemann, El problema del Jess histrico, en Ensayos exegticos, Salamanca:Sgueme 1978, 168.

    8. La cuestin del Jess histrico es legtimamente la de la continuidad del evangelio en ladiscontinuidad de los tiempos y en la variacin del kerigma (Ksemann, El problema delJess histrico, 188).

  • 1.4. Third Quest (TQ)

    Como he dicho, Wright y otros muchos despus de l, han hablado del TQpara designar la investigacin histrica sobre Jess que ha proliferado a partirde los aos ochenta. Pero el mismo Wright9 establece una distincin previa enel seno de la mencionada investigacin: la Wredestrasse, que parte de una des-confianza muy grande sobre el valor histrico de los evangelios cannicos y secaracteriza por una desescatologizacin de la figura de Jess. Aqu se en-cuentra la NQ, que pese a todo permanece en la tradicin bultmaniana y en suminimalismo sobre el valor histrico de los evangelios; por otra parte, los auto-res de la NQ dan una interpretacin existencial de las afirmaciones escatolgi-cas. El Jesus Seminar,10 que tanta proyeccin meditica ha tenido, se mantieneen esta misma lnea: conceden poco valor a los evangelios cannicos, eliminanlos dichos escatolgicos y entre estos autores predomina la visin de un Jesssabio, contracultural, a veces, relacionado con los cnicos de su tiempo. En elfondo se trata de hacer ms aceptable Jess para la cultura contempornea, eli-minando la dimensin apocalptica.

    En segundo lugar, Wright habla de la Schweitzerstrasse la cual concede msvalor histrico a los evangelios y considera innegable el carcter escatolgicode la predicacin y del proyecto de Jess. En la medida en que se resita aJess en el judasmo de su tiempo se impone esta visin escatolgica. Wrightconsidera que es E. P. Sanders, con su obra de 1985 Jesus and Judaism, el queha recuperado esta dimensin, de modo que es el punto de referencia de la TQ.Esta lnea empalma con autores importantes de la OQ, aunque por supuesto

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    9. N. T. Wright, Jesus and the Victory of God, Minneapolis: Fortress 1992, 21 ss.10. Es un grupo de estudiosos, casi todos norteamericanos, que han estudiado, primero, los

    dichos de Jess y, aos ms tarde, los hechos de su vida. Tras someter a votacin las distintasopiniones atribuyen a cada dicho o hecho un grado variable de fiabilidad histrica. Las obrasprogramticas, realizadas de esta manera, son: R. W. Funk R. W. Hoover, The Jesus Semi-nar, The Five Gospels. The Search for the Authentic Words of Jesus, San Francisco: Harper1993; Id., The Actas of Jesus. The Search for the Authentic Deeds of Jesus, San Francisco: Har-per 1999. La obra ms conocida de esta lnea pertenece a un autor que cuenta con una extensaproduccin cientfica anterior: J. Crossan, Jess: vida de un campesino judo, Barcelona: Crti-ca 1994. Este libro, amplio y muy bien escrito, hace gala de muchos conocimientos y las dos pri-meras partes, de carcter histrico y antropolgico, son de gran valor. En la tercera parte, la exe-gtica, pone de manifiesto su escepticismo sobre el valor histrico de los evangelios cannicos.El relato de la Pasin, por citar un ejemplo, lo considera fundamentalmente un midrs cristiano apartir de textos del AT. Crossan valora mucho cierta literatura no cannica y piensa que a partirdel Evangelio de Pedro puede descubrirse un antiguo Evangelio de la Cruz, que sera previo yfuente de los relatos que ahora poseemos. Otros autores del Jesus Seminar, con abundante pro-duccin, son Mack, Borg, y el coordinador del grupo R. W. Funk, quien ha publicado una obrasobre Jess en la que manifiesta cmo entiende la investigacin el grupo: R. W. Funk, Honest toJesus, San Francisco: Harper 1996.

  • acepta los mtodos histrico-crticos, que son patrimonio de toda la investiga-cin cientfica. Para Wright, en cambio, la investigacin norteamericana, repre-sentada por el Jesus Seminar, pertenece a la Wredestrasse y no la consideraTQ; est ms emparentada con la NQ. Su escepticismo respecto a los evange-lios coincide con ella tambin en el Jess poco judo que presenta. De estaforma, Wright pretenda definir ms estrictamente las caractersticas de la TQ.Este autor ha tenido que revisar, sin embargo, su postura ampliando el concep-to tan estricto de la TQ e incluyendo recientemente a una veintena de autores apartir de 1970.11

    Hoy es muy comn hablar de la TQ incluyendo a autores muy diversos, porsupuesto tambin a los del Jesus Seminar, que han tenido una voluntad muyexpresa de llegar a la opinin pblica, debido quiz a las caractersticas de lasociedad norteamericana y pienso que tambin por su deseo de contrarrestar elfundamentalismo bblico. Pero esto plantea algunos problemas que sealo bre-vemente.

    Hablar de TQ implica aceptar la periodizacin en tres fases que, de formamuy sucinta, he presentado y que, en mi opinin, tiene grandes dificultades.Una cosa es la tipificacin que ayuda a entender el desarrollo de un procesointelectual y otra la simplificacin que lo desvirta. El mero hecho de hablar deOld Quest da a entender que todo lo que se plante en el siglo XIX est supera-do y esto no es cierto. No se puede confundir el positivismo histrico, un tantopretencioso, con diversas cuestiones crticas, que siguen abiertas y reaparecenen nuestros das.

    Tampoco es cierto que despus de Schweitzer y Bultmann cesase prctica-mente la investigacin sobre Jess. En absoluto se puede hablar de un perodode No Quest. S. E. Porter12 proporciona un elenco de las obras producidasdurante estos aos, especialmente abundantes en el mundo anglosajn, perotampoco faltaron las alemanas, y de autores ciertamente muy reconocidos (H.Soden, A. Schlatter, J. Jeremias, E. Stauffer, L. Goppelt), y las francesas, entre

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    11. Cita a los siguientes autores como representativos de la TQ segn el orden de la publica-cin de sus obras en ingls: Caird (1965), Brandon (1967), Betz (1968), Hengel (1968, 1973,1981), Vermes (1973, 1983, 1993), Meyer (1979), Chilton (1979, 1984, 1992), Riches (1980),Harvey (1982, 1990), Lohfink ( 1984), Borg (1984. 1987. 1994), Sanders (1985. 1993), Oakman(1986), Theissen (1987), Horsley (1987), Freyne (1988), Charlesworth (1988), Witherington(1990, 1994, 1995) Meier (1991, 1994, 1995), de Jonge (1991). N. T. Wright, Jesus and theVictory of God, 84. J. H. Charlesworth, Jesus within Judaism. New Light from ExcitingArcheological Discoveries, New York: Doubleday 1988 da una lista anotada de los 38 libros denotable inters que se publicaron de 1980 a 1984. Este autor no habla de TQ, sino de A NewTrend: Jesus Research.

    12. S. E. Porter, The Criteria for Authenticity in Historical-Jesus Research. Previous Dis-cussion and New Proposals, (JSNT. Supplement Series 191) Sheffield: Sheffield AcademicPress 2000, 36-47. 60-62.

  • las que Porter no cita dos obras que me parecen especialmente significativas:Jsus et la tradition vangelique, de A. Loisy, de 1910, y Jess, de Ch. Guig-nebert, de 1933; estas obras como las de varios clasicistas que durante estosaos abordaron el estudio de Jess muestran que este tipo de estudios no selimitaban a los crculos eclesiales. Los autores que se suelen englobar dentrode la New Quest son una escuela determinada, fundamentalmente germana (J.M. Robinson,13 E. Fuchs, G. Ebeling, H. Conzelmann, G. Bornkamm, W.Marxsen, H. Braun), que se encuentran en la senda de Bultmann modificndo-la, pero en absoluto suponen todo lo que en su tiempo y antes se trabajabasobre el Jess de la historia.

    El grave inconveniente de esta periodizacin es que desconoce los trabajosajenos a la escuela postbultmaniana. Especialmente lamentable es el olvido delas obras realizadas por autores judos: el gran pionero fue J. Klausner (1922),pero otros muchos le siguieron, como S. Sandmel (1956), P. Winter (1961), A.Finkel (1964), Schalom Ben-Chorin (1967), D. Flusser (1968), H. Cohn(1968), G. Vermes (1973). Todos ellos, por cierto, autores de primera fila. Elrasgo comn de todas estas obras es situar a Jess en el judasmo de su tiempo,lo que muestra que esta preocupacin no es una novedad introducida por laTQ.

    Se podran presentar muchos ms datos, pero los reseados bastan parahacer ver la fragilidad de distinguir tres fases diferentes en la investigacin his-trica sobre Jess. Es una periodizacin realizada desde una perspectiva ger-mana y teolgica, pero que no tiene en cuenta toda la investigacin. Porter,14Holmn,15 Telford16 y Bermejo17 piensan que este escenario segmentado en vezde iluminar el proceso de la investigacin sirve para ocultar elementos muyvaliosos. Por eso, algunos investigadores actuales consideran impropio hablarde una tercera bsqueda. S. E. Porter, tras examinar las caractersticas que sele atribuyen, concluye que no hay base para hablar de una nueva etapa. W. R.Telford seala los rasgos distintivos de la investigacin reciente y afirma queno sera prudente en estos momentos afirmar que constituyen la base de unaTQ. Seala que hace falta ms perspectiva temporal para valorar las realiza-

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    13. Probablemente este autor fue quien introdujo la terminologa de New Quets: J. M.Robinson, A New Quest of the Historical Jesus, London 1959; d., The Recent Debate on theNew Quest, JBR 30 (1962) 192-208.

    14. Porter, The Criteria for Authenticity in Historical-Jesus Research, 52-56.15. T. Holmn, A Theologically Disinterested Quest? On the Origins of the Third Quest

    for the Historical Jesus, Studia Theologica 55 (2001) 175- 197.16. W. R. Telford, Major Trends and Interpretative Issues in the Study of Jesus, B.

    Chilton C. A. Evans, Studying the Historical Jesus. Evaluations of the State of CurrentResearch, Leiden: Brill 1994, 60-61.

    17. Este es el leit motiv de los dos artculos, citados en la nota 2 de este autor, como apareceya desde el ttulo de los mismos, y que desarrolla con erudicin y pasin.

  • ciones actuales, pero que s hay que reconocer una revitalizacin en los estu-dios sobre Jess y hay que ser capaces de dar cuenta de sus motivaciones yaportaciones. Por fin, Holmn tambin considera cuestionable la novedad delas caractersticas con las que se pretende definir la TQ (desinters teolgico,uso de fuentes extracannicas, insistencia en el judasmo de Jess) y, por eso,prefiere evitar esta etiqueta (TQ) y considera mejor hablar de a single multi-faceted quest of the historical Jesus, with various modifications and adjusta-ments in approach.18

    La TQ es una tipificacin inapropiada, pero es una etiqueta que ha tenidoxito y cuyo uso se ha impuesto. Los estudios histricos sobre Jess hanaumentado notablemente por un cmulo de razones, alguna de las cuales men-cionar enseguida, pero tambin hay que contar con algo, aparentemente trivialpero muy influyente, como es la facilidad actual para escribir libros y hacerediciones de poca tirada.

    Los estudios actuales sobre el Jess histrico asumen los mtodos histrico-crticos en el tratamiento de los textos y, en este sentido, continan la NQ, perose diferencian porque, en general, conceden ms valor histrico a los evange-lios. Esta es una de las razones que explica el nmero creciente de investiga-ciones histricas sobre Jess: ha aumentado la confianza en que se trata de unatarea posible.

    Los autores de la NQ trabajan claramente en funcin de una agenda teolgi-ca. Parten del kerigma e intentan buscar una cierta fundamentacin en la histo-ria. Contra lo que, a veces, se dice la investigacin actual no est exenta deinters teolgico y, por supuesto, tiene repercusiones teolgicas, pero este inte-rs est menos definido y ms diversificado que en la NQ. En muchos autoresla preocupacin teolgica se expresa en el deseo de recuperar el Jess de lahistoria, que lejos de ser un presupuesto del kerigma, es el contenido y normade la fe cristiana (Crossan, Borg, Sanders, de algn modo era ste el plantea-miento de Jeremias); en Crossan y Borg encontramos la vuelta de un neolibera-lismo del estilo de Harnack, con la diferencia de que Jess no ensea verdadesintemporales, sino valores contraculturales o una experiencia espiritual trans-formadora. El intento neoliberal de recuperar a Jess de la prisin del dogmalo que no deja de ser una preocupacin teolgica se encuentra tambin enautores que defienden que la investigacin crtica demuestra la falacia de la fecristolgica (Funk, Ldemann, Hollenbach, Bermejo, Montserrat, PuenteOjea). Se ha generalizado el pluralismo ideolgico de los investigadores, quecon frecuencia no son de formacin teolgica y trabajan en instituciones noteolgicas y no eclesiales. El clima cultural y eclesial existente muestran lanecesidad de replantear la delimitacin y relacin de los campos del historia-

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    18. Holmn, A Theologically Disinterested Quest?, 190.

  • dor y del telogo. No pretendo entrar aqu en tan delicada problemtica, pero sdir que estamos en el punto ms sensible de la historicidad de la fe cristiana.

    Buena parte de la investigacin actual retoma preocupaciones caractersti-cas de la OQ, como la recuperacin del Jess de la historia ocultado por la pre-dicacin eclesial, la dimensin escatolgica y futurista de Jess, su incidenciasocio-poltica. Esta investigacin es muy variada, pero cuando se penetra enella se descubre un dilogo, ms o menos soterrado, entre muchos de sus parti-cipantes, por ejemplo de Horsley con Theissen,19 de Meier con el Jesus Semi-nar,20 un dilogo explcito entre Crossan y Wright,21 etc.

    2. Algunos rasgos de la investigacin actual

    Sealo a continuacin algunas cuestiones que se suelen presentar comocaractersticas de la investigacin actual para ver hasta qu punto lo son; lohago con brevedad, porque doy por supuesto el conocimiento de la problemti-ca. Algunas de estas cuestiones, que se han generalizado en el mundo exegti-co,22 ya haban sido planteadas por investigadores anteriores, autnticos pione-ros, de modo que lo que hoy nos encontramos es novedoso slo en parte.

    2.1. Las fuentes

    El valor de las fuentes extracannicas ha sido objeto de una especial aten-cin y debate. H. Koester,23 discpulo de Bultmann y escptico respecto del

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    19. Pienso en el libro de G. Theissen, Sociologa del movimiento de Jess, Santander: SalTerrae 1979 y el de R. A. Horsley, Sociology and the Jesus Movement, New York: Crossroad1989. G. Theissen ha rehecho profundamente su libro: G. Theissen, El movimiento de Jess.Historia social de una revolucin de los valores, Salamanca: Sgueme 2005.

    20. El texto de la famosa obra de Meier es una exposicin equilibrada muy bien hilada, enla que valora las diversas opiniones sobre los textos que estudia, pero en algunas de las numero-sas notas, sin alardes polmicos, marca distancias muy claras con el Jesus Seminar tan influyen-te, sobre todo, en su pas.

    21. R. B. Stewart (ed.), The Resurrection of Jesus. The Crossan-Wrigth dialogue, J. D.Crossan and N. T. Wright in Dialogue, Minneapolis: Fortress 1984.

    22. J. Jeremias haba escrito sobre los agrapha de Jess y haba utilizado el Evangelio deToms en su libro famoso sobre las parbolas, pero el uso de los apcrifos no se haba generali-zado. G. F. Moore escribi en 1927 su obra en tres volmenes: G. F. Moore, Judaism in theFirst Centuries of the Christian Era: The Age of Tannaim, Cambridge: Harvard University Press1927-1930, en la que presentaba una visin del judasmo muy lejana al uniforme y legalistavigente entre la exgesis de su tiempo, pero su influencia fue muy escasa.

    23. La produccin de Koester es muy abundante y me limito a citar un texto, en el que sinte-tiza muchos de sus estudios y que me parece un libro de referencia en la exgesis actual: H.

  • valor histrico de los evangelios cannicos, fue un precursor en el estudio de laliteratura apcrifa, ya antes del descubrimiento de los escritos de Nag Hamma-di. Obviamente, tras el conocimiento de esta literatura gnstica, el inters porlos apcrifos cristianos aument notablemente. El mencionado autor, alemnpero que ha trabajado en los Estados Unidos, cre escuela y los miembros delJesus Seminar, en general, se caracterizan por sostener que en textos apcrifostardos pueden encontrarse rastros de tradiciones originales de Jess, que handesaparecido en los cannicos.

    Ciertamente la consideracin de las fuentes no cannicas es una caracters-tica de la investigacin actual, pero la opinin claramente dominante est muylejos de concederles el valor que les atribuyen los autores del Jesus Seminar.Tambin en la actualidad se concede a los evangelios cannicos ms confianzaque la que les atribuan los postbultmanianos. De la literatura no cannica, elEvangelio de Toms merece una consideracin especial. Son muchos quienespiensan que pueden encontrarse en l tradiciones antiguas que no dependen delos cannicos.24 Es una cuestin que hay que examinar caso por caso. Es unaopinin, que en su da ya defendi J. Jeremias, segn la cual habra parbolasde Jess incluidas en el Evangelio de Toms en un estado ms primitivo que enlos cannicos, en los que habran sido ms reelaboradas.

    En general, puede decirse que el uso de esta literatura extracannica tieneun valor escaso para el estudio del Jess histrico, pero su importancia es gran-de para el conocimiento del cristianismo naciente. Y, como veremos, cada vezse percibe ms relacin entre ambas cuestiones.

    2.2. Contextualizacin

    Creo que esta es la caracterstica general, principal y ms positiva, de losestudios actuales. El avance mayor de la investigacin se est produciendono tanto por el anlisis de los textos en s mismos, sino por su mejor contex-tualizacin, fenmeno que tiene muchas manifestaciones. A pesar de ciertastendencias exegticas y lingsticas (muy presentes en el mundo francfonoy en el mundo exegtico que sacraliza la palabra de una forma desencarna-da, que evita la confrontacin teolgica seria), hay que sostener que el con-texto social y cultural es decisivo para la comprensin y valoracin de lostextos.

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    Koester, Ancient Christian Gospels. Their History and Development, Harrisburg: Trinity Press1990.

    24. La literatura sobre este tema es ingente y me limito a citar un libro en castellano que meparece especialmente ponderado y bien documentado: R. Trevijano, Estudios sobre el Evange-lio de Toms, Madrid: Ciudad Nueva, 1997.

  • No hace falta volver a criticar las graves deficiencias del criterio de deseme-janza. Esto es hoy unnimemente admitido. El criterio de plausibilidad histri-ca parte de la conviccin de que es necesario situar contextualizar a Jessen el judasmo y circunstancias de su tiempo, y no separarlo del grupo de susprimeros seguidores. Slo cuando se le sita plausiblemente se puede pregun-tar por los rasgos propios que le caracterizan. As entendidos, rasgos propiosno equivalen a nicos (imposible de determinar porque no conocemos toda larealidad) ni, menos an a trascendentes, que supone un juicio de valor queno compete al historiador. G. Theissen afirma que individualidad no significainderivabilidad, sino diferenciabilidad en un contexto comn.25 La plausibili-dad tampoco implica cercenar a priori la posible originalidad del personaje.

    2.3. Contextualizacin de Jess en el judasmo

    Es la contextualizacin ms decisiva y el rasgo que ms destaca la investi-gacin actual: situar a Jess en el judasmo de su tiempo, cuyo conocimientoha avanzado mucho gracias a la edicin de las Manuscritos del Mar Muerto, alconocimiento de los trgums, de la literatura apcrifa juda, de los textos rab-nicos, etc. Es un judasmo pluriforme, muy diversificado, profundamente dife-rente al monoltico y caracterizado por el rigorismo legalista que se imagina-ban los postbultmanianos y en contraposicin al cual forjaban su visin deJess. Es un anacronismo pensar en un judasmo unitario y normativo para lapoca que nos ocupa.26

    El Jesus Seminar ha sido una excepcin y presenta a Jess como itinerantecnico o, al menos, afn a ellos. Parte de dos postulados errneos:

    1) Galilea era una regin no slo muy helenizada, sino tambin paganizada; 2) Despoja a Jess de su dimensin escatolgica y apocalptica, desagrada-

    bles en la cultura contempornea, y as le desarraiga del judasmo.

    ACTES DEL CONGRS LA RECERCA DEL JESS HISTRIC310

    25. G. Theissen A. Merz, El Jess histrico, Salamanca: Sgueme 1999, 142.26. La investigacin, an la ms pretendidamente asptica, no es inmune al clima cultural y

    la toma de conciencia de la responsabilidad cristiana en la Shoah ha influido notablemente enesta rejudaizacin de Jess. F. Bermejo, en su afn de desmontar toda novedad en la investiga-cin actual sobre Jess, reacciona contra esta observacin y se pregunta: es que los discpulosde Bultmann no supieron nada de los cadveres calcinados de los judos? Es que se necesitabancuarenta aos para que el mundo de la exgesis, compuesto supuestamente por personas cultas ysensibles, empezara a reaccionar al espanto y a la infamia de los Lager: (Bermejo, Historio-grafa, exgesis e ideologa, I, 45). Pues s, hicieron falta cuarenta aos para que reaccionase noya el mundo de la exgesis, sino el de la cultura y de la poltica en general. En la inmediata post-guerra hablar de los Lager en Alemania era tab. Han tenido que pasar muchos aos para que lacultura europea aceptase el cuestionamiento impresionante que le dirige la Shoah.

  • Pero se contextualiza a Jess no slo en el mundo de las ideas del judasmodel tiempo, como hace magistralmente Sanders en su obra de referencia en lainvestigacin contempornea. Tambin se le sita en las tensiones sociales, enlas diferencias regionales, en los conflictos de identidad, por los que pasaba elpueblo judo en Palestina. Despus volver a hacer alguna referencia ms aeste aspecto crucial.

    Pero esta contextualizacin juda de Jess plantea muchos problemas queestn en el centro del debate actual. Cmo hay que situar a Jess en un judas-mo que era enormemente plural? Hay que relacionarle con el judasmo fari-seo, como hace Sanders? Aparece, ms bien, como un profeta apocalptico?El judasmo galileo tena una especificidad diferente respecto al jerosolimita-no que pudiese caracterizar a Jess? Los investigadores estn divididos al res-pecto. Pero, era Galilea una regin juda? La situacin era tranquila o existatensin y crisis por las dificultades econmicas y la agresin cultural que sentael campesinado galileo?27 Estas son cuestiones de gran importancia para inter-pretar a Jess y, sin ningn nimo de zanjarlas, volveremos sobre ellas.

    2.4. Contextualizacin de Jess en el Imperio Romano

    La contextualizacin de Jess no implica slo situarle en el judasmo, sinotambin en el Imperio Romano, del cual Palestina formaba parte. Muchosautores, desde que comenzaron los estudios crticos, abordaron este tema yalgunos lo convirtieron en el eje central de sus obras. No pretendo hacer unboletn bibliogrfico y me limito a sealar la famosa obra de S. G. F. Brando,28que ha ejercido una enorme influencia.

    Los intentos de hacer de Jess un rebelde antirromano estn hoy abandona-dos, aunque siempre quedan excepciones,29 por falta de apoyo en los textos yporque no es plausible, es decir no encaja con la situacin de la Palestina de sutiempo.30 Por otra parte, es un anacronismo evidente una proyeccin de dis-

    R. AGUIRRE, LA THIRD QUEST UNA NUEVA INVESTIGACIN? 311

    27. Autores del mximo prestigio, como Sanders, Vermes y Freyne, difieren en estas cues-tiones. Sobre Freyne vase la nota 41. G. Vermes, Jesus, el judo, Barcelona: Mutchnik 1977.Sobre el tema de Galilea difiere radicalmente de Freyne: E. P. Sanders, Jess en Galilea, enD. Donnelly (ed.), Jess. Un coloquio en Tierra Santa, Estella: EVD 2004, 11-38.

    28. S. G. F. Brando, Jesus and the Zealots: A Study of the Political Factor in PrimitiveChristianity, Manchester: Manchester U. P. 1967.

    29. J. Montserrat, El Galileo armado. Historia laica de Jess, Madrid: Edaf 2007.30. H. Guevara, La resistencia juda contra Roma en la poca de Jess, Tesis presentada

    en el Pontificio Instituto Bblico de Roma, Meitingen 1981; una versin reducida de esta obra:H. Guevara, Ambiente poltico del pueblo judo en tiempos de Jess, Madrid: Cristiandad 1985;R. A. Horsley, The Zealots: Their Origin, Relationship and Importance in the Jewish Revolt,NT 28 (1986) 159-192.

  • tinciones postilustradas solucionar el problema diciendo que el ministerio deJess era religioso y no poltico. Es ineludible preguntarse por la actitudde Jess ante el Imperio, por el impacto que su mensaje poda tener ante lasautoridades romanas, por el papel de los herodianos prorromanos y del prefec-to Pilatos.31 Algunos autores actuales abordan este tema con conocimientoshistricos que antes no se tenan y con perspicacia crtica.

    Una perspectiva fecunda es la que parte de la teologa imperial,32 enten-diendo por tal la ideologa que legitimaba, en nombre de Dios, el dominioromano, la pax romana. Esta teologa imperial estaba presente por doquier(en las monedas, inscripciones, en celebraciones y fiestas, en obras literarias,espectculos, etc.) y es un trasfondo con el que inevitablemente tiene que con-tar una reconstruccin plausible del Jess histrico, que se observa en algunosautores. Los problemas crticos son de envergadura, porque las comunidadesde las que proceden los evangelios estaban muy condicionadas por su necesi-dad de evitar un conflicto abierto con el Imperio de fatales consecuencias. Estacontextualizacin de la historia de Jess pas totalmente inadvertida a la NQcon su hermenutica existencialista e individualista, pero es abordada por algu-nos autores actuales, sin que suponga una novedad absoluta porque ha habidomuchos exgetas que ya lo haban hecho en tiempos anteriores.

    2.5. Contextualizacin de Jess en sus seguidores

    Es un fenmeno reciente el auge extraordinario de estudios sobre los orge-nes del cristianismo. Casi al mismo tiempo, y en diversas lenguas, han apareci-do obras especializadas de mucha envergadura sobre el tema.33 Es muy expli-

    ACTES DEL CONGRS LA RECERCA DEL JESS HISTRIC312

    31. G. Theissen, Die politische Dimension des Wirken Jesus, en W. Stegemann B.Malina G. Theissen, The Social Setting of Jesus and the Gospels, Minneapolis: Fortress2001; B. Mailina, The Social Gospel of Jesus. The Kingdom of God in Mediterranean Perspec-tive, Minneapolis: Fortress 2000; R. A. Horsley, Jesus and the Spiral of Vilence: PopularJewish Resistence in Roman Palestine, San Francisco: Harper & Row 1987; ID., Jess y el Impe-rio, Estella: EVD 2003; R. A. Horsley N. A. Silberman, La revolucin del Reino, Santan-der: Sal Terrae 2005.

    32. J. R. Fears, The Cult of Jupiter and Roman Imperial Ideology, ANRW II, 17, I, NewYork Berlin 1981, 3-141; S. R. Price, Rituals and Power: The Roman Imperial Cult in AsiaMinor, Cambridge 1984; D. N. Schowalter, The Emperor and the Gods: Images from theTime of Trajan, Minneapolis: Fortress 1993; K. Wengst, Pax Romana and the Peace of JesusChrist, Philadelphia 1987; W. Carter ha escrito sobre este tema reiteradamente aplicndolo a lainterpretacin del evangelio de Mateo; una buena y breve presentacin en W. Carter, Matthewand Empire, Harrisburg: Trinity Press International 2001, 9-56.

    33. J. M. Mayer Ch. et L. Pietri A. Vauchez M. Venard (eds.), Histoire du Chris-tianisme. 1 Le Nouveau Peuple (des origines 250), Paris: Descle 2000; M. Mitchell F. Y.Young (eds.), Christianity. Origins to Constantine. The Cambridge History of Christianity,

  • cable. Los estudios sobre Jess llevan lgicamente a lo que viene despus, alestudio del movimiento que reivindica su memoria tras su muerte. De hecho,varios autores que han escrito obras importantes sobre Jess, al cabo de pocosaos, han escrito otras sobre los orgenes del cristianismo.34

    Pero creo que hay ms. Nos encontramos con la contextualizacin de Jessen sus seguidores. Dicho de otra forma, el estudio de los primeros seguidoresde Jess plantea la razn suficiente que explique algunas de sus actitudes yesto puede llevarnos al Jess histrico. Creo que Theissen abre perspectivasmuy interesantes al respecto cuando plantea que fueron unos valores alternati-vos vividos en las comunidades cristianas factor decisivo para explicar laatraccin que ejercieron y la rpida extensin que lograron. Pero cul es elorigen de esos valores y actitudes?

    2.6. Visin global de Jess

    La NQ se preocup fundamentalmente de las palabras de Jess, de las ips-sisima verba Jesu. Le importaba el mensaje de Jess y su posible continui-dad con el mensaje de la Iglesia. La investigacin actual, en general, no selimita a una perspectiva tan estrecha, como tampoco lo hacan muchsimos delos trabajos exegticos que la han precedido.

    Sanders, un autor de referencia ineludible, piensa que podemos detectar conms certeza los hechos fundamentales de la vida de Jess que sus palabras, ycomienza estableciendo el elenco de hechos que le parecen incuestionables(son ocho):

    1) Jess fue bautizado por Juan; 2) Fue un galileo que predic y realiz curaciones;

    R. AGUIRRE, LA THIRD QUEST UNA NUEVA INVESTIGACIN? 313

    Cambridge New York: Cambridge University Press 2006; M. Sotomayor J. FernndezUbia (coord.), Historia del Cristianismo. I. El mundo antiguo, Madrid: Trotta 2003; R. A.Horsley (ed.), A Peoples History of Christianity. Volume 1. Christians Origins, Fortpress,Minneapolis 2005; V. Burrus (ed.), A Peoples History of Christianity. Volume 2. Late AncientChristianity, Minneapolis: Fortpress 2005; J. BECKER (ed.), Christian Beginnings. Word andCommunity from Jesus to Post-Apostolic Times, Louisville: Westminster / John Knox Press1993. El original alemn (1987) se entenda como el primer volumen de una serie, realizada encolaboracin ecumnica, que llevaba como ttulo general Christentum und Gesellschaft, peroque qued interrumpida tras la publicacin del primer volumen.

    34. Es el caso de G. Theissen, que en colaboracin con A. Merz, public G. Theissen A.Merz, El Jess histrico, Salamanca: Sgueme 1999; d., La religin de los primeros cristianos,Salamanca: Sgueme 2002. J. D. Crossan, Jess: vida de un campesino judo, Barcelona: Crti-ca,1994; d., El nacimiento del cristianismo, Santander: Sal Terrae 2002; J. Gnilka, Jess deNazaret. Mensaje e historia, Barcelona: Herder 1993; d., Das Frhen Christen. Ursprnge undAngnge der Kirche, Freiburg Badel Wien 1982.

  • 3) Llam discpulos e hizo un grupo de doce; 4) Su actividad se limit a Israel; 5) Mantuvo una controversia en torno al Templo; 6) Fue crucificado por la autoridad romana a las afueras de Jerusaln; 7) Despus de su muerte, sus seguidores continuaron un movimiento en su

    nombre; 8) Algunos judos persiguieron a parte de este movimiento, al menos duran-

    te un tiempo, que se prolong hasta el final de la actividad pblica dePablo, para acometer inmediatamente un extenso tratamiento de laexpulsin del Templo, que considera clave para entender el proyectode Jess. Los milagros y los exorcismos tienen una importancia extraor-dinaria en la investigacin actual, textos que la NQ pasaba por alto osolucionaba con el expediente fcil de la desmitizacin. Despus vol-ver sobre estos aspectos.

    En general hoy se aspira a lograr una visin global y coherente de Jess,atendiendo a sus palabras, hechos y actitudes, no con una consideracin intem-poral, sino situndole en su contexto, enraizndole en el judasmo. Pero ha deser una visin que sea capaz de explicar el conflicto intrajudo, la crucifixinpor los romanos, y la pervivencia de un movimiento de seguidores que reivin-dicaban su memoria. Es decir, en la vida de Jess tiene que encontrarse unarazn suficiente35 que explique, por una parte, el hecho ms indiscutible yescandaloso que le aconteci (la muerte en cruz) y, por otra parte, el fenmenono parangonable que le prosigui. La contextualizacin plausible de Jess en eljudasmo y en sus seguidores no excluye al contrario exige la bsqueda desu especificidad personal.

    3. El uso de las ciencias sociales

    Una de las caractersticas ms novedosas de parte de la investigacin actuales su carcter interdisciplinar, concretamente el uso de las ciencias sociales.Creo que este recurso est realizando aportaciones positivas y de mucho inte-rs, que hacen avanzar el conocimiento de Jess a fondo, por una mejor con-textualizacin de su persona y de los textos que hablan de l. Se le contextuali-za mejor en el tiempo, en el espacio, en las circunstancias concretas, histricasy materiales, en que se desarroll su ministerio: es la aportacin de la arqueo-

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    35. V. Fusco, La qute du Jess historique. Bilan et perspectives en D. Marguerat E.Norelli J. M. Poffet (eds.), Jsus de Nazareth. Nouvelles approaches dune nigme, Gen-ve: Labor et Fides 1998, 56.

  • loga. Se le contextualiza en su cultura, en su mundo social, lo que nos ayuda adescubrir y valorar aspectos, que pueden parecer irrelevantes desde nuestrascategoras actuales: es la aportacin de la antropologa cultural. Se le contex-tualiza descubriendo los factores sociales que condicionaron su ministerio y lasfunciones sociales de su actuacin y enseanza: es la aportacin de la sociolo-ga. Realizar un breve apunte sobre cada una de estas perspectivas.

    3.1. Arqueologa

    El recurso a la arqueologa en los estudios del AT tiene una larga tradicin.Es significativo que a principios del siglo pasado importantes institucionesarqueolgicas se instalasen en Jerusaln para trabajar en excavaciones referen-tes al antiguo Israel, con una concepcin de la arqueologa bblica hoy cues-tionada (cole Biblique et Archologique Franaise, Albright Institute, BritishSchool of Archeology). La aplicacin de la arqueologa a los estudios del NTha sido muy escasa hasta hace poco tiempo. Pero recientemente trabajos arqueo-lgicos en Galilea (Sforis, Nazaret, Cafarnan, el entorno del Lago) y en Jeru-saln han proporcionado elementos importantes para situar mejor al Jess his-trico. La principal aportacin de la arqueologa a la investigacin del Jesshistrico radica en su capacidad para reconstruir su mundo social.36 Publica-ciones como la conjunta de J. J. Rousseau y Rami Arav37 y la recentsima reco-pilacin de trabajos realizada por J. Charlesworth38 ofrecen los resultados deestos trabajos a los exgetas.

    En Jerusaln hay que destacar, por una parte, las excavaciones realizadas enel entorno del Templo: en la parte sur que sube desde el Ofel, y en la parteoeste donde se encuentra el Muro de las Lamentaciones y por donde discurre elvalle del Tiropeon y que corresponde al trazado de una calle muy transitada enla ciudad del siglo I. Por otra parte hay que sealar las excavaciones en elbarrio alto de la ciudad, en el que viva la aristocracia sacerdotal, cuyos edifi-

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    36. J. L. Reed, El Jess de Galilea. Aportaciones desde la arqueologa, Salamanca: Sgue-me 2006, 36. Este autor afirma que, as como hay que excavar en los textos y descubrir susdiversas capas tradicionales, tambin hay que excavar a travs de la estratigrafa arqueolgicade los asentamientos galileos para recrear el entorno en el que Jess y sus discpulos se noshacen ms comprensibles (Ibd., 265).

    37. J. J. Rousseau Rami Arav, Jesus and His World. An Archeological and CulturalDictionary, London: SCM Press 1995.

    38. J. Charlesworth, Jesus and Archeology, Michigan: Erdmans 2006. La preocupacinde J. Charlesworth por la Arqueologa y el Jess histrico viene de lejos: Jesus within Judaism:New Light From Existing Archeological Excavations, New York: Doubleday 1988; J. Charles-worth W. Weaver (eds.), What has Archeology to do with Faith?, Filadelfia: Trinity PressInternational 1992.

  • cios quedaron relativamente sellados tras la destruccin del ao 70 (es decir nose transformaron: se edific encima y poco), lo que ha permitido una recupera-cin espectacular, que nos proporciona una visin clara de una parte clave dela Jerusaln del tiempo de Jess y de las casas y forma de vida de las familiassacerdotales poderosas. La intervencin de J. Charlesworth en este mismoCongreso es un ejemplo de extraordinario inters sobre el uso de la arqueolo-ga para una mejor comprensin del Jess histrico, concretamente por lasaportaciones que realiza sobre las vasijas de piedra y los miqvaot encontradosincluso en el entorno del Templo; stas nos revelan las normas de pureza intro-ducidas por la aristocracia sacerdotal, que iban ms all de la Tor bblica peroque le proporcionaba enormes beneficios econmicos, adems de asegurarle elcontrol ideolgico. Es un trasfondo decisivo para entender el conflicto de Jesscon este poderoso grupo social.

    La arqueologa galilea ha resultado decisiva para conocer la situacin de laregin, concretamente su grado de helenizacin y la penetracin del proceso deurbanizacin. El tema es de mxima importancia para el estudio del Jess his-trico. Se ha llegado a decir que la tercera bsqueda del Jess de la historiatiende a convertirse en la bsqueda de la Galilea de la historia.39 Las excava-ciones arqueolgicas hacen insostenible la teora de la Galilea pagana.40 Sinduda, S. Freyne es el mejor conocedor de la Galilea romana y sus alrededores ytiene numerosos trabajos41 en los que sita el ministerio de Jess en este con-texto. De estas investigaciones hay dos elementos que me parecen de mximaimportancia y suponen un avance para una mejor comprensin de Jess: ladifcil situacin socio-econmica de los sectores rurales galileos debido a lapoltica fiscal de los herodianos, que haca imposible la tradicional economade reciprocidad (la familia con su pequeo campo como unidad autosuficien-te); y la implantacin de centros urbanos en el corazn mismo de Galilea,Sforis y Tiberias, lo que supona, adems de las mencionadas repercusioneseconmicas, el avance de la helenizacin cultural y de la romanizacin polti-ca, todo lo cual explica las graves tensiones entre las ciudades y el campo gali-

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    39. La frase citada es de S. Freyne, The Geography, Politics and Economics of Galilee,en B. Chilton C. A. Evans, Studying the Historical Jesus: Evaluatios of the State of CurrentResearch, Leiden: Brill 1994, 76. H. Moxnes se pregunta: Why is that the quest for historicalJesus has become a quest for the historical Galilee?, en H. Moxnes, The Construction of Gali-lee as a Place for the Historical Jesus-Part I, BTB 31(2001) 26.

    40. Mark A. Chancey, The Myth of a Gentile Galilee, (SNTSMS 118), Cambridge: Cam-bridge University Press 2002.

    41. S. Freyne, Galilee from Alexander the Great to Hadrian 323 BCE to 135 CE. A Studyof Second Temple Judaism, Edinburgh: Clark 1998; D., Galilee, Jesus and the Gospels: Literaryapproaches and Historical Investigation, Philadelphia: Fortpress 1988; d., Galilee and the Gos-pels: collected essays, Tbingen: Mohr Siebeck 2000; d., Jess, un Galileo judo: una lecturanueva de la historia de Jess, Estella: EVD 2007.

  • leo. No es ninguna casualidad que Jess, que encontr un eco popular positivoen las aldeas galileas, no visitase las ciudades de Sforis y Tiberias, por otraparte tan cercanas a los lugares por donde discurra su ministerio. Las ciuda-des, donde vivan los sectores ms acomodados y vinculados al poder, no eranlugar propicio para su mensaje.

    3.2. Antropologa cultural

    Permtaseme que me extienda un poco sobre las aportaciones de la antropo-loga y la sociologa, porque es un campo en el que trabajamos un equipo dediferentes universidades espaolas del que formo parte.

    Lo que pretende la antropologa cultural es evitar una interpretacin etno-cntrica y anacrnica de Jess, y para ello lo sita en el contexto cultural de sutiempo, en la cultura mediterrnea antigua por utilizar una expresin muyaceptada tcnicamente.42 El estudioso se introduce en una cultura diferente a lasuya, adopta lo que se llama una perspectiva emic, la de los protagonistas delos relatos y sus destinatarios; despus podr adoptar una perspectiva etic, lade su propia cultura, lo que implica una tarea de recontextualizacin herme-nutica. Vista as la exgesis bblica, es una tarea apasionante de dilogo inter-cultural.

    En mi opinin, los estudios sobre la familia, sobre las estructuras de patro-nazgo, sobre el concepto de personalidad didica, muy diferente al indivi-dualista de la cultura moderna occidental, sobre el honor-vergenza comovalores centrales de aquella cultura, sobre los sanadores populares y tantosotros, han supuesto aportaciones de notable inters en la investigacin delJess histrico. Me voy a fijar en un fenmeno los exorcismos de Jessque causa incomodidad en la mentalidad actual y que, sin embargo, los estu-dios antropolgicos iluminan decisivamente y hacen captar su importancia. Lopresento a modo de ejemplo y de forma muy sucinta.43

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    42. Una obra fundamental y de referencia: B. J. Malina, El mundo del Nuevo Testamento.Perspectivas desde la antropologa cultural, Estella: EVD 1994.

    43. C. Bernab, Mary Magdalene and the seven Demons in a Social-scientific perspecti-ve, en I. R. Kitzberger, Transformative Encounters. Jesus and Women Re-viewd, Leiden:Brill, 2000, 181-205; C. Bernab, La curacin del endemoniado de Gerasa desde la antropolo-ga cultural, en R. Aguirre (ed.) Los milagros de Jess. Perspectivas metodolgicas plurales,Estella: EVD 2002, 93-120; S. Guijarro, El significado de los exorcismos de Jess, en Jessy sus primeros discpulos, Estella: EVD 2007, 97-122; E. Miquel, Aproximacin antropolgi-ca a la prctica exorcista de Jess, en C. Bernab C. Gil (eds.) Reimaginando los orgenesdel cristianismo, EVD, Estella 2008, 143-170; P. W. Hollenbach, Jesus, Demoniacs, andPublic Authorities: A Socio-Historical Study, The Journal of the American Academy of Reli-gion 49 (1981) 561-588; S. L. Davies, Jesus the Healer, London: SCM Press 1995. La literatura

  • Los exorcismos de espritus impuros por parte de Jess se encuentran en lastradiciones ms antiguas (Mc 1,21-28; 5,1-21; 7,24-30; 9,14-27; Q 11,14-26;En Mc se mencionan los exorcismos en sumarios de la actividad de Jess:1,32-34; 3,10-12). Las autoridades no niegan el hecho, pero lo atribuyen a queJess acta con el poder del Prncipe de los demonios (Mc 3,26-27; Lc 11,15),una acusacin en la que parece estar implcita la afirmacin de que Jess estendemoniado (Jn 7,20; 8,48-52; 10,20-21). La tradicin de los exorcismos deJess no se ampli ni desarroll en los escritos de la segunda generacin yparece que nos encontramos ante unos hechos que se remontan a la historia deJess. El presupuesto cultural es la creencia, extendida en el mundo judo delsiglo I, posiblemente por influencias extranjeras, en seres intermedios negati-vos, demonios o espritus impuros.44

    Los antroplogos observan que en todas las sociedades preindustriales sedan con notable frecuencia lo que se llaman tcnicamente estados alteradosde conciencia: fenmenos de enajenacin reversible, en los que el sujeto pier-de el control de los miembros de su cuerpo, de sus emociones y de su voluntad;son fenmenos de disociacin de la conciencia y conllevan alteraciones psqui-cas (alucinaciones, amnesia, convulsiones, etc.) y corporales (sordera, mudez,parlisis); se entra en situacin de trance. Tambin observan los antroplo-gos que estos fenmenos afectan a gentes especialmente vulnerables (con fre-cuencia mujeres sometidas a graves conflictos familiares y presiones sociales)y encuentran un terreno propicio en situaciones distorsionadas cuando los equi-librios sociales y culturales tradicionales han sido bruscamente agredidos, porejemplo en situaciones de colonialismo.45

    Hay que tener en cuenta que en toda sociedad existen unas normas depureza, que regulan el orden social, fundamentan la identidad del grupo y sir-

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    estrictamente antropolgica es inmensa, pero un libro que ha influido en el mundo exegtico esI. M. Lewis, Ecstatic Religin. A Study of Shamanism and Spirit Possessin, London NewYork: Routledge 1971.

    44. En esta poca intertestamentaria el trmino daimonia indicaba una serie de fuerzas per-sonificadas que rodeaban al ser humano pudiendo llegar a influir y controlar su existencia parabien o para mal. Los demonios malignos eran los ms abundantes, y la nica clase que es men-cionada en el NT. Podan daar las posesiones y la vida de las personas, pero, aunque se creaque eran la causa de ciertas enfermedades y desajustes del comportamiento, no eran considera-dos como seres intermedios entre Dios y la humanidad, ni tenan relacin con los espritus de losantepasados, como era ms habitual en el mundo griego. Por ello se utilizaba daimonion en lugarde daimn.... En el periodo del NT a estos daimonia tambin se les denomin pneumata, con elcalificativo de malos o impuros, para distinguirlos de aqul otro que proceda de Dios. (C. Ber-nab, La curacin del endemoniado de Gerasa desde la antropologa cultural, en Aguirre[ed], Los milagros de Jess, 97).

    45. En los evangelios encontramos que Jess libera de espritus inmundos a personas dbiles enel mbito domstico, nios y mujeres: Mc 7, 24-30; 9,14-29; Lc 4, 38-39; 8, 2-3; 13, 10-17; exor-ciza a varones en lugares pblicos o desiertos: Mc 1, 23-27 (sinagoga); 5, 1-21 (territorio pagano).

  • ven para demarcar la diferencia entre los de dentro y los de fuera. En el judas-mo estas normas eran especialmente rgidas, como contrapartida a su conociday fuerte voluntad de mantener su identidad social, y regulaban los tiempos, losespacios, los comportamientos, sobre todo los sexuales y alimentarios. Laantroploga Mary Douglas46 ha hecho notar la relacin existente entre el cuer-po social y el cuerpo fsico. En las sociedades en las que las normas de purezason muy rgidas, en las que la defensa de la identidad grupal es muy fuerte ylas barreras que separan a los de dentro de los de fuera muy marcadas, el con-trol sobre el cuerpo fsico de los propios miembros del grupo es muy frreo. Esnormal que surjan problemas contra un orden social tan constreidor, pero ten-drn que expresarse de forma necesariamente asocial a falta de otro tipo decauces. As el bandido o el subversivo expresa la protesta como agresividaddirecta contra el sistema. Pero hay otra forma de protesta, la del poseso, des-quiciado psquicamente, cuyos comportamientos asociales son tolerados por-que no se le considera responsable y es despreciado, estigmatizado, segn lacultura, como excntrico, loco, endemoniado, posedo por espritus impuros.Es una forma de protesta social aceptada, aunque no tomada en serio y, a lavez, funciona como una vlvula de escape de contradicciones sociales. En elmundo judo del siglo i estos estados alterados de conciencia eran frecuentes yfcilmente podan ser interpretados como posesin por espritus impuros.47

    Cmo interpretar los exorcismos de Jess? Qu repercusiones socialestenan? Jess posea una notable autoridad moral ante el pueblo, era crticocon muchos de los constreimientos sociales (tradiciones de los hombresque ocultan la tradicin de Dios), porque, en nombre de Dios, promovaunas relaciones sociales alternativas y suscitaba un movimiento de esperanza,sobre todo, entre los sectores rurales de Galilea. Cuando los endemoniadosson liberados de los espritus impuros no se reintegran al orden social vigen-te, sino al movimiento alternativo del Reino de Dios que Jess anuncia. Parala sociedad era cmodo que la protesta social se canalizase bajo la forma deposedos por Belceb, porque quienes as eran etiquetados quedabandesautorizados y estigmatizados. La liberacin de los espritus inmundos noera solo privar a la sociedad de una vlvula de escape, sino ponerla enfrentede una alternativa que rehabilitaba, desde unos valores nuevos, a unas gentesespecialmente vulnerables.

    Los exorcismos no son la simple curacin de unos desgraciados, sino quetenan unas peligrosas consecuencias sociales y, por eso, las autoridades, que

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    46. Mary Douglas, Smbolos naturales, Madrid: Alianza 1988.47. Demon possession is more often than not a coping mechanism, an attempt to solve pro-

    blems resulting from unsatisfactory personal relationships by those whose social status is sosubordinate that they have no other effective recourse (Davies, Jesus the Healer, 37).

  • no niegan la realidad de los hechos de Jess, buscan desacreditarle diciendoque expulsa a los demonios por el poder de Belceb. La antropologa cultu-ral nos permite comprender con mayor profundidad los exorcismos de Jess ypercibir su dimensin social, poltica y espiritual. Hay que situarles en el con-texto del anuncio del Reino de Dios, del mensaje de resistencia y esperanzaque comportaba, y de los valores alternativos que supona y que el grupo deJess iba aceptando. Naturalmente presupone un mundo cultural en el que losestados alterados de conciencia eran muy frecuentes y podan ser fcilmenteinterpretados como posesiones por espritus inmundos.

    Es evidente que se abre toda una tarea hermenutica para reinterpretar estasobras de Jess en nuestro contexto cultural. Al final de su famosa obra, dice A.Schweitzer que la investigacin sali en busca del Jess histrico para traerlo anuestra poca, para soltar las amarras con que se haba atado a Jess desdehaca siglos en los muros de la doctrina eclesial y cuando observaba gozosaque vena a nuestro encuentro Jess no se detuvo, sino que pas de largo pornuestra poca y regres a la suya.48Al menos en el tema que nos ocupa, el delos exorcismos, en el que tocamos la roca segura de la historia, Jess puedeseguir siendo muy significativo en nuestro tiempo, siempre que procedamos auna recontextualizacin de lo que nos ayuda a entender la antropologa medite-rrnea del siglo i.

    3.3. Sociologa

    Su uso plantea ms problemas que la antropologa cultural, pero puedetener una doble funcin muy positiva:49

    1) Heurstica: plantear cuestiones y descubrir aspectos de la realidad que,con frecuencia, pasan inadvertidos en los estudios literarios y teolgicos;

    2) Aumenta la comprensin de los datos que poseemos, relacionndoloscon otros fenmenos sociales y proporcionando modelos explicativos.

    La sociologa no estudia los rasgos especficos de una persona, sino losgenricos y tpicos de una sociedad o grupo social. En nuestro caso nos encon-tramos con un dato social primero e incuestionable: el movimiento de Jess enPalestina, un movimiento de renovacin intrajudo, que dur hasta el ao 70.

    ACTES DEL CONGRS LA RECERCA DEL JESS HISTRIC320

    48. Schweitzer, Geschichte der Leben-Jesu Forschung, 675.49. Hay quienes no aceptan el uso de la sociologa para el estudio de textos bblicos por dos

    razones: 1) Porque es una ciencia moderna, nacida con la revolucin industrial e inadecuada paraotro tipo de sociedades. 2) Porque la sociologa estudia fenmenos que se pueden observar y reca-bar datos y, posteriormente, se pueden hacer comprobaciones sobre las hiptesis que se proponen.

  • Desde un punto de vista sociolgico por movimiento se entiende un grupocarismtico, que surge al margen de las instituciones establecidas y frecuente-mente en contraposicin con ellas, que mantiene comportamientos sociales nohabituales y se encuentra polarizada por objetivos inmediatos.50

    Este planteamiento va del movimiento de Jess al Jess histrico; presupo-ne una continuidad o mejor considera que la razn suficiente de las caractersti-cas del fenmeno sociolgico llamado movimiento de Jess nos lleva a ras-gos centrales del ministerio de Jess.

    Soy bien consciente que hay presupuestos y explicaciones que no puedenrealizarse en el espacio de esta ponencia.

    3.3.1. El movimiento de Jess

    El movimiento de Jess tiene claras analogas y responde a unos mismosfactores sociales que otros movimientos profticos que se dieron en el judas-mo del tiempo. La tensa situacin existente en Palestina provoc el surgimien-to de una serie de movimientos populares, al margen de las instituciones oficia-les y de las ideologas establecidas (farisesmo y saducesmo). Hay quedistinguir entre movimientos mesinicos y profticos.51 Los mesinicos esta-ban liderados por aspirantes a la realeza y buscan la toma del poder poltico, yaparecieron en momentos especialmente crticos: el ao 4 aC, a la muerte deHerodes, surgen pretendientes mesinicos tales como Judas (hijo de Ezequas),Simen y Athronges; en la primera guerra juda, Judas y Simn Bar Giora;52durante la segunda guerra juda Bar Kochba, que fue reconocido Mesas por elrab Akiba (132-135).

    Hay que diferenciarlos de los movimientos profticos, que tienen una seriede caractersticas generales: expresan las ansias de salvacin de sectores popu-

    R. AGUIRRE, LA THIRD QUEST UNA NUEVA INVESTIGACIN? 321

    50. G. Theissen, El movimiento de Jess. Historia social de una revolucin de los valores,Salamanca: Sgueme 2005, 14, nota 1, acepta la definicin de A. Giddens, Sociology, Cambrid-ge 1999: Un movimiento social puede definirse como un intento colectivo por promover uninters comn o por asegurar una meta comn, mediante una accin colectiva que queda al mar-gen de la esfera de las instituciones establecidas.

    51. R. A. Horsley, Popular Messianic Movements around the Time of Jesus, CBQ 46(1984) 471-494; d., Popular Prophetic Movements at the Time of Jesus. Their Principal Featu-res and Social Origins, JSNT 26 (1986) 3-27; d., Like One of the Prophets of Old: TwoTypes of Popular Prophets at the Time of Jesus, CBQ 47 (1985) 435-463; d., Menahem inJerusalem. A Brief Messianic Episode among the Sicarii not Zealot Messianism, NT XXVII(1985) 334-348; C. A. Evans, Jesus and His Contemporaries, Leiden: Brill 1995. R. Horsley J. S. Hanson, Bandits, Prophets and Messiahs. Popular Movements at the Time of Jesus, SanFrancisco: Harper & Row 1988.

    52. BJ II, 55-60; AJ XVII, 272-285.

  • lares marginados; parecen entender la salvacin como una transformacin delmundo radical e inminente por obra de la intervencin divina; cuentan con unprofeta o lder carismtico; estos movimientos fueron vistos como peligrosospor las autoridades polticas hasta el punto de que eliminan al lder para aniqui-lar el movimiento. Los conocemos sobre todo a travs de Flavio Josefo.53

    El movimiento de Jess responde a las caractersticas que los socilogosdescubren en los movimientos milenaristas,54 de modo que puede ser conside-rado como tal:55

    1) Surge en un momento de crisis acelerada y expresa anhelos e intereses degrupos marginados.

    2) Es un movimiento de protesta contra el orden constituido y busca uncambio radical para un futuro prximo, que ser obra de Dios.

    3) Es clave la figura del profeta carismtico, Jess de Nazaret, que abre laperspectiva de una alternativa social radical y concita un grupo de segui-dores.

    4) Confiere a los sectores marginados, que en l se reconocen, la concienciade una nueva identidad y la esperanza de un protagonismo que ahora leses negado (Lc 22,30; Mt 19, 28).

    ACTES DEL CONGRS LA RECERCA DEL JESS HISTRIC322

    53. Me refiero al samaritano que va con sus seguidores a Garizim (AJ XVIII, 85 ss); aTeudas en tiempo de Fado (AJ XX, 97 22; crf. Hch 5,35-39); al egipcio que se present consus huestes en el Monte de los Olivos (AJ XX 169-170; BJ II, 161-163); Juan el Bautista, cuyadescripcin por Flavio Josefo es particularmente instructiva (AJ XVIII 117-119); el movi-miento suscitado por el Maestro de Justicia de Qumrn (J. Becker, Johannes der Taufer undJesus von Nazareth, Neukirchen 1972, 58); entre los judos de Cirene el movimiento de Jona-tn, en los aos 73-74 dC, que llev a una multitud al desierto provocando la consabida inter-vencin del gobernador romano (BJ VIII 450-458). Sobre estos movimientos pueden verse lasobras citadas en la nota 51. Una breve presentacin en R. Aguirre, Del movimiento de Jessa la Iglesia cristiana. Ensayo de exgesis sociolgica del cristianismo primitivo, Estella: EVD1998, 32-40.

    54. Estamos usando una categora transcultural y por eso, un recurso de la sociologa escomparar el movimiento de Jess no slo con fenmenos contemporneos, sino con movimien-tos de otros lugares y tiempos, que responden a factores similares y que tambin pueden clasifi-carse como milenaristas. Una breve presentacin de varios en Theissen, El movimiento deJess, 112-118.

    55. Los estudiosos de los movimientos milenaristas hacen frecuentemente referencia al cris-tianismo primitivo. La aplicacin de esta categora al movimiento de Jess ha sido realizada porJ. G. Gager, Kigdom and Community. The Social World of Early Christianity, Englewood:Prentice-Hall 1975, cap. a; S. R. Isenberg, Millenarism in Greco-Roman Palestine, Religion4 (1974) 26-46; D. L. Mealand, Poverty and Expectation in the Gospels, London 1980, 82s.;D. C. Allison, Jesus of Nazaret. Millenarian Prophet, Minneapolis: Fortress 1989; Aguirre,Del movimiento de Jess a la Iglesia cristiana, 40-48. G. Theissen ha introducido un captulo,que no exista en la primera y mucho ms breve versin de la obra, en el que utiliza esta catego-ra para interpretar el movimiento de Jess (Theissen, El movimiento de Jess, 101-130).

  • 5) Un movimiento milenarista desaparece pronto o se institucionaliza; eneste ltimo caso su fuerza innovadora se apaga, pero puede rebrotar endeterminadas circunstancias.

    No es posible citar todos los textos evanglicos que estn detrs de estasafirmaciones. Puede discutirse en cada caso su historicidad, pero lo que meparece indudable es que este movimiento de Jess, proftico y milenarista, solose explica a partir de rasgos ciertos del Jess histrico.

    3.3.2. Autoestigmacin

    Nos puede servir una categora sociolgica, que da una interpretacin muyesclarecedora de una caracterstica central del mensaje y de la actitud de Jessy que caracteriza posteriormente al sector central de su movimiento. Me refieroa la categora transcultural de autoestigmatizacin (Selbsstigmatisierung).56

    Toda sociedad tiene mecanismos para marginar o estigmatizar a quienescuestionan su orden o identidad. La autoestigmatizacin consiste en el procesopor el cual se asume el estigma (incluso se le puede buscar voluntariamente) yse le reinterpreta positivamente como crtica del orden social y fermento deuna alternativa radical. Esta es tarea fundamental del lder carismtico.

    En Jess descubrimos un claro proceso de autoestigmatizacin. Es un mar-ginado, no tiene hogar (que es mucho ms que simplemente no tener casa),lleva una vida itinerante y desinstalada, es pobre y no tiene dinero, es crticocon el honor tal como se entenda convencionalmente, que era el valor culturalms importante, propone valores alternativos como el amor a los enemigos, lano violencia, el servicio ms humilde. La esperanza en una inversin de lasituacin por Dios es el revulsivo que Jess utiliza para que se comience a rea-lizar aquello que se espera en el futuro.57 En Jess se ana el profeta escatol-gico con el maestro de sabidura. Theissen habla de la propuesta de una revo-lucin de los valores. El rechazo que esta actitud puede provocar refuerza laidentidad del grupo y su esperanza en una recompensa futura (6, 23. 35).

    El movimiento de Jess va a aceptar (sin disolverse ni reaccionar violentamen-te) la mxima estigmatizacin de su lder, la crucifixin, y en un proceso de auto-

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    56. C. J. Gil Arbiol, Los valores negados. Ensayo de exgesis socio-cientfica sobre laautoestigmatizacin en el movimiento de Jess, Estella: EVD 2003; M. N. Ebertz, Das Caris-ma des Gekreuzigten, (WUNT 45), Tbingen: Mohr 1987; d., Le stigmate du mouvement cha-rismatique autour de Jess de Nazareth, Social Compass 39 (1992) 255-273; H. Mdritzer,Stigma und Carisma im Neuen Testament und seiner Umwelt: zur Soziologie des Urchristen-tums, Freiburg: Vandenhoek & Ruprect 1994; Theissen, El movimiento de Jess.

    57. Gil Arbiol, Los valores negados, 414.

  • estigmatizacin va a convertir la cruz en lugar de generacin de valores positivosy socialmente crticos. Sus seguidores vern en el crucificado la realizacin mxi-ma de los valores que Jess anunci y, ms an, dirn que Dios mismo ha confir-mado esa forma nueva de entender la vida, esa revolucin de los valores, alresucitarle de entre los muertos. La interpretacin autoestigmatizadora que dio laprimitiva comunidad cristiana de la deshonrosa muerte de su lder slo fue posibleporque haban aprendido ese proceso en la actitud y enseanza del mismo Jess.58

    Por su propia naturaleza, un estudio sociolgico subraya la continuidad delmovimiento de Jess con el Jess histrico que est en su origen. La sociologano proporciona datos nuevos, pero nos ayuda a comprenderlos mejor y asituarlos en una visin de conjunto de la persona de Jess. La estigmatizacinaceptada voluntariamente y reelaborada como germen de una alternativa sociales central en el mensaje y en la actitud de Jess, y aparece slidamente enrai-zada en la historia. Es un ejemplo del carcter positivo del estudio interdisci-plinar del Jess histrico.

    Rafael AGUIRREDepartamento de Sagrada EscrituraUniversidad de DeustoAvenida de las Universidades, 24E 48007 BILBAOE-mail: [email protected]

    ACTES DEL CONGRS LA RECERCA DEL JESS HISTRIC324

    58. Creo que esto es lo que plantea, sin utilizar la palabra autoestigmatizacin, H. Koesteren el artculo: H. Koester, Jesus the Victim, JBL 111(1992) 3-15. Segn este autor, la afirma-cin de que a travs de Jess la vctima haba llegado una poca nueva implicaba una inver-sin completa de carcter poltico, social y de los valores religiosos tanto del judasmo como delsistema romano, en el que estaba muy extendida la persuasin de estar viviendo la plenitud esca-tolgica con la pax romana y la autoridad imperial. Koester se plantea la cuestin y da la res-puesta: Cmo esta inversin de los valores tradicionales, sobre la que estaban basadas unascomunidades que pretendan representar una poca nueva y un mundo nuevo, corresponde alministerio de Jess de Nazaret? [] los nuevos valores escatolgicos proclamados por los cris-tianos son fieles a la predicacin de Jess de Nazaret? La investigacin histrica puede ser capazde establecer que en las tradiciones ms primitivas de los dichos, Jess proclamaba y viva unainversin de valores segn la cual servir a otros y no dominar sobre ellos expresaba el reino deDios, que prestar a quienes no pueden devolver era el camino de la nueva era (Lc 6,34), queamar al enemigo era la nica respuesta posible a la hostilidad (Lc 6,27-28), que gentes de todaslas naciones del mundo seran invitados a la fiesta del reino (Lc 13,28-29), que los que no tienennada que perder los pobres, los hambrientos, los que lloran sern los herederos del reino (Lc6,20-21, Ibd., 15. Koester dice que estos dichos pertenecen a la capa ms antigua de la tradi-cin, pero no se atreve a afirmar que procedan del Jess histrico. Pero lo interesante para nues-tro objetivo es que ve en el proceso de autoestigmatizacin (sin usar esta palabra) de Jess lanica razn explicativa de la inversin de valores que realiz la comunidad cristiana postpascualy que empezaba por afirmar que la plenitud escatolgica haba llegado con Jess la vctima.

  • Summary

    We postulate the validity of the habitual division of the historical search for Jesusinto three distinct periods: the Old Quest, up to A. Schweitzer; the No Quest, up to themiddle of last century; the New Quest, instigated by the followers of Bultmann duringthe second half of the XX century, and the Third quest from the middle eighties till now.But that simplifies matters somewhat: during the first half of the XX century researchnever ceased, often of a very critical nature; the investigation into Jesus carried out byJewish authors is not new and cannot be specifically attributed to the so-called ThirdQuest; insufficient weight is given to a variety of contemporary studies, many of whichtake on problems emanating from the said Third Quest. The second part of the articlehighlights the principal characteristics of modern day research with special emphasisplaced on the contextualization of Jesus in relation to the Judaism of his time, to theRoman Empire and the theology that legitimized it, and to His followers. The third sec-tion stresses the inter-disciplinary status of current research and focuses on some con-crete contributions made by archeology, anthropology and sociology.

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