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LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA El trabajo pedagógico de la Fundación San Felipe de Jesús con menores en situación de calle y en riesgo de serlo. Tesis que presenta: ELIZABETH MENDOZA GARCÍA Para obtener el título de Licenciada en Pedagogía ASESORA M. en C. LAURA ELENA ORTIZ CAMARGO MEXICO D.F. Noviembre de 2011 UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL UNIDAD AJUSCO

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LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA

El trabajo pedagógico de la Fundación San Felipe de Jesús con menores en

situación de calle y en riesgo de serlo.

Tesis que presenta:

ELIZABETH MENDOZA GARCÍA

Para obtener el título de Licenciada en Pedagogía

ASESORA

M. en C. LAURA ELENA ORTIZ CAMARGO

MEXICO D.F. Noviembre de 2011

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

UNIDAD AJUSCO

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Gracias a Dios y a todas las personas que hicieron posible que mi

formación académica llegara hasta este momento. Gracias a todos por

ayudarme a ser la mujer que soy. Gracias a mi querida hermana

Claudia Mendoza García y a mi papá Claudio Mendoza López porque

sin ti no estaría hoy aquí

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 5

CAPÍTULO I. CRECIMIENTO Y NECESIDADES DE LOS NIÑOS 9

1.1 La infancia. 9

1.1.1 Desarrollo psico-afectivo en el niño. 9

1.1.2 Las necesidades de los seres humanos. 12

1.1.3 Los menores de edad y sus necesidades. 14

1.2 El niño y sus relaciones familiares. 17

1.2.1 La familia y tipos de familia. 17

1.2.2 Padres y tipos de padres. 20

1.2.3 Roles, disciplina y valores dentro de la dinámica familiar. 22

CAPÍTULO II. LOS NIÑOS EN MÉXICO 27

2.1 ¿Los niños hacen lo que tienen que hacer los niños? 27

2.2 ¿Qué es la vulnerabilidad? 30

2.3 Grupos vulnerables y su clasificación. 33

2.3.1

Situación de riesgo y factores que intervienen en el desarrollo

infantil. 35

2.4 El maltrato infantil. 38

CAPÍTULO III. DEL HOGAR A LA CALLE 41

3.1 México y sus niños maltratados. 41

3.2 ¿Los niños de o en la calle? 46

3.2.1 ¿Cómo es que sobreviven los niños que viven en la calle? 48

3.2.2 Los niños en la calle buscan y sustituyen afectos. 49

3.3.3 Los niños de y en la calle en números. 52

3.4 La ayuda que se da a los menores en situación de calle. 54

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CAPÍTULO IV. ACERCAMIENTO A LOS PARTICIPANTES DEL PROYECTO

RESIDENCIAL "LA GRAN HIGUERA" DE LA FUNDACIÓN

SAN FELIPEDE JESÚS. 59

4.1 Metodología. 59

4.2

Criterios para seleccionar a los residentes del centro de formación

humana. 60

4.3 Finalidad del trabajo del centro de formación humana. 64

4.4 Problemas a los que se enfrentan los educadores y residentes. 67

4.5

Percepción que tienen los menores y educadores sobre el

proyecto. 71

CONCLUSIONES 76

BIBLIOGRAFÍA 79

ANEXOS

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INTRODUCCIÓN

Los menores en situación de calle y en riesgo de serlo son una problemática

significativa que tiene nuestro país. Esto no se puede dejar de lado de la dinámica

social y de todo lo que acontece en la actualidad a la población mexicana. Los menores

de edad son los miembros de las comunidades que por sus condiciones físicas y

emocionales, entre otras, se encuentran ante mayor vulnerabilidad.

La vulnerabilidad es entendida como aquella situación bajo la cual algún individuo está

constantemente propenso a sufrir cualquier tipo de agravio físico o moral. Existe una

serie de factores que determinan el que una persona sea vulnerable o no. Cabe

mencionar que todos somos vulnerables ante algunas situaciones, sin embargo, para

efectos de la presente investigación sólo se hablará de los menores de edad que son

vulnerables por su situación cultural, social, económica y familiar, considerando a las

dos últimas como las que ponen en mayor situación de riesgo su desarrollo y

estabilidad.

Los menores en situación de riesgo son los que se encuentran inmersos en ambientes

que de alguna manera obstaculizan o truncan su óptimo desarrollo. Entre las

circunstancias a las que se puede enfrentar un niño o niña en situación de riesgo son: la

falta de alimentos al interior de su hogar, el maltrato que puede sufrir por alguno de sus

progenitores o padrastros en cualquiera de sus vertientes; puede ser físico, sexual,

psicológico o descuido.

El presente trabajo en modalidad de tesis tiene la finalidad de analizar la labor que hace

el Centro de Formación Humana “La gran higuera” que pertenece a la Fundación San

Felipe De Jesús, cuya labor es reeducar y reintegrar a la sociedad a los menores en

situación de calle y en riesgo de serlo.

En el 2005 el Centro de Estudios Sociales y de opinión Pública presentó el reporte

sobre la Violencia y el Maltrato a menores en México. En el cual se menciona que en el

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año 2003 se contó con un total de 25374 denuncias efectuadas por algún tipo de

maltrato a niños y niñas. Cabe mencionar que en algunas situaciones de abuso no se

denuncian por miedo al agresor.

De las que se denuncian en muchos de los casos las autoridades consideran que el

agravio no amerita penalización. El agresor queda impune y los menores agredidos

para solucionar la violencia que viven al interior de su hogar, optan por salir de sus

casas y vivir en las calles de la ciudad.

El presente estudio trata de abordar esta problemática. Para la realización del mismo se

formularon tres preguntas, las cuales fueron:

1. ¿Cuáles son los principales factores que hacen que algunos niños salgan de sus

casas y decidan vivir en las calles?

2. ¿Por qué es importante la intervención del pedagogo en los procesos de

reintegración y reeducación de menores en situación de calle y en riesgo de

serlo que se llevan a cabo en el Proyecto Residencial Centro de Formación

Humana “La gran higuera”, el cual pertenece a la Fundación San Felipe de Jesús

I.A.P.?

3. ¿Cuáles son las limitantes a los que se enfrenta el pedagogo en el trabajo que se

lleva a cabo en el Centro de Formación Humana “La gran higuera”?

El análisis del trabajo que realiza la Fundación San Felipe de Jesús en cuanto a la

reeducación de los menores en situación de calle y en riesgo de serlo, ha permitido

reflexionar sobre los menores antes mencionados, así como acerca algunas causas

que los han llevado a decidir dejar de vivir en sus casas. Asimismo, este análisis ha

permitido identificar los obstáculos ante los que se enfrentan tanto este grupo

vulnerable como los profesionales que trabajan con ellos.

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El objetivo de la presente investigación consistió en analizar la relevancia que tiene el

trabajo pedagógico en la Fundación San Felipe de Jesús, con la finalidad de apreciar la

labor del pedagogo en la reeducación de los menores en situación de calle y en riesgo

de serlo. También se brinda un panorama general sobre los factores que intervienen

para que este tipo de población siga existiendo en nuestra sociedad, así como también

algunas de las causas y los motivos que lo originan.

Este es de carácter documental y contiene la información que se consideró más

relevante en cuanto a temas como: la familia y su dinámica, la infancia y sus

necesidades, el maltrato infantil, los grupos vulnerables y los niños de la calle.

En cuanto a la familia y su dinámica se abordó como autora principal a Eguiluz (2003)

ya que el enfoque que le da a la teoría familiar es el que más estuvo de acuerdo con el

presente estudio. Con respecto a la infancia y sus necesidades, los autores centrales

fueron: Brazelton y Stanley (2000). En cuanto al maltrato infantil, este fue abordado con

la perspectiva de García y Noguerol (2007). Por otra parte, Pérez (2011) fue la autora

en la que se basó el apartado sobre los grupos vulnerables. Por último, Murrieta (2008)

es la autora principal de la cual se toman referencias en cuanto a los niños en situación

de calle, porque su investigación sobre la problemática de los niños de la calle es la

más reciente que se encontró.

Así mismo se hizo investigación basada en la realización de tres entrevistas

semiestructuradas de corte etnográfico con la finalidad de conocer cuál es la

perspectiva de los participantes del proyecto. Para llevar a cabo estas, se tomó como

referencia a los autores Woods (1987) y Briggs (1986), puesto que plantean lo

importante de recabar información en un ambiente que les genere a los entrevistados

confianza. Así mismo plantean la importancia de utilizar un lenguaje que los haga sentir

con seguridad y en un clima de confianza. Las entrevistas fueron realizadas a una de

las educadoras y las otras a dos menores de 17 años de edad, se grabaron para

después realizar su transcripción y con base en este trabajo, surgieron las categorías

de análisis.

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Por todo lo anterior, este trabajo quedó estructurado en cuatro capítulos que a

continuación se describen.

El primer capítulo refiere a la infancia y su desarrollo, se mencionan las necesidades

propias de la etapa del crecimiento que deben ser cubiertas para el buen desarrollo del

menor. También se define a la familia y se explica el papel que ésta juega en el sano

crecimiento de los niños y las niñas.

En el segundo capítulo se aborda el estado de la infancia en nuestro país. Se

proporcionan algunas cifras de los menores que actualmente viven en México así como

también las actividades que estos realizan. Además se trata la vulnerabilidad, los

grupos vulnerables y las situaciones de riesgo. Se dan los rasgos que identifican a cada

grupo así como también se hace mención del maltrato y sus diferentes variantes.

En el tercer capítulo se analiza la situación de los niños maltratados de nuestro país,

para posteriormente considerar a la población callejera de la Ciudad de México y sus

características, necesidades y el trabajo que realizan con ellos algunas instituciones

que los ayudan.

El capítulo cuatro presenta el análisis de las entrevistas que se realizaron y se

especifica el procedimiento que se llevó a cabo para realizar dicho análisis. Asimismo

se presentan las conclusiones.

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CAPÍTULO I

CRECIMIENTO Y NECESIDADES DE LOS NIÑOS

1.1 La infancia

El ser humano a lo largo de su vida se encuentra inmerso en un proceso de desarrollo.

Este proceso está relacionado con una serie de etapas por las que los individuos tienen

que pasar; tales etapas son: la niñez, la pubertad, la adolescencia y la juventud, entre

otras. Cada etapa trae consigo determinados cambios en los ámbitos psicológico, social

y físico. Estos cambios están siempre en función del crecimiento de los seres humanos.

Con la finalidad de aproximarnos al análisis de los factores que influyen en que los

menores decidan vivir en la calle, se considera pertinente abordar el desarrollo

psicológico en la infancia, porque es la etapa en la vida del individuo que determinará la

personalidad y forma de actuar del mismo. Por tal motivo, es de suma importancia

comprender los cambios que se dan durante el crecimiento de los infantes.

1.1.1 Desarrollo psico-afectivo en el niño.

Para efectos de la presente investigación será considerada la teoría psicoanalítica de

Sigmund Freud, dicha teoría habla de los estadios por los que atraviesa el infante a lo

largo de su desarrollo. Esta hace referencia a cinco etapas del desarrollo afectivo y

sexual del individuo, como son: etapa oral, etapa anal, etapa fálica, la etapa genital y el

periodo de latencia. Estas contribuyen a la personalidad del sujeto y cada una de éstas

define aspectos que dan forma a la misma.

La primera etapa por la que pasan los niños es la oral. En ésta existe una enorme

dependencia del niño hacia la madre, ya que es ella quien proporciona todos los

aspectos que tienen que ver con la nutrición del infante. La mamá es la principal

proveedora de alimento y satisfacción en la etapa oral. La etapa anal, se da entre el

primer y tercer año de vida del niño. En ésta, se busca que el infante aprenda

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cuestiones que están relacionadas con la alimentación, la limpieza y el control de

esfínteres, motivo por el cual la zona anal adquiere gran relevancia. El control de los

esfínteres en un inicio es “regulado” por los adultos ya que estos van fomentando en el

menor hábitos de como relacionarse con las normas que establece la sociedad.

La etapa fálica, se caracteriza porque los niños presentan una gran ansiedad

relacionada con la idea de que están incompletos. En esta etapa los niños manifiestan

la necesidad de ser admirados constantemente y surge lo que se denomina “Complejo

de Edipo”: el niño manifiesta un fuerte apego hacia su madre de tal forma que concibe

al papá como rival, y en el caso de la niña se da a la inversa. Es importante mencionar

que depende de las relaciones que se den entre los padres y los hijos y de cómo los

primeros lleven a cabo el proceso de adaptación dentro de las relaciones afectivas, es

que se determinará la vinculación del niño con su medio.

En la etapa genital los niños dirigen su líbido, es decir, su deseo sexual hacia

determinados objetos. Es a partir de este periodo que el niño comienza a entablar

relaciones adultas y logra alcanzar cierta madurez y plenitud en el aspecto sexual,

permitiéndole vincularse positivamente con el medio al que pertenece.

Se hará particular énfasis en el periodo de latencia que es la etapa en la cual se

comienzan a determinar los rasgos característicos de la personalidad del futuro

adolescente. Esta etapa se da entre los seis y doce años de edad y se caracteriza por

el desplazamiento de la energía sexual hacia un considerable descenso, ya que el niño

comienza a canalizar su energía vital a diferentes planos, entre los que se encuentra la

escuela y los procesos de socialización, razón por la cual esta fase del desarrollo cobra

gran importancia. Es en este estadio donde el sujeto podrá adquirir una serie de

herramientas que le serán muy útiles para desenvolverse en todos los aspectos de su

vida.

La mayor parte de la energía se aprovecha en el proceso socializador de la escuela y

se da el proceso de fantasía, que representa un elemento importante que permite

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resolver conflictos simbólicamente y enfrentar situaciones dolorosas, así como contar

con un canal de descarga de tensiones.

Se entiende al periodo de latencia como un proceso deseable por el que debe pasar el

niño. Le otorga la posibilidad de estabilidad y de hacer ajustes que le ayuden a formar

las bases para su vida adulta. Sin embargo, no en todos los niños puede lograrse tal

estado de latencia, el maltrato, poca capacidad para la simbolización (elaboración de

fantasías), sobreexcitación, hiperactividad o problemas de concentración, pueden

impedir que se de en óptimas condiciones el proceso.

“Si el niño vive bajo muchas presiones en este periodo, no hay capacidad para la

fantasía y se puede desencadenar un proceso patológico, un patrón de agresión al

mundo” (Angulo,2003:23). Su desarrollo se verá afectado, por lo que no contará con las

suficientes herramientas para enfrentar lo que se le presente en el mundo adulto.

Cuando no se logra el estado de latencia, hay dificultad para relacionarse, para

controlar impulsos y para el aprendizaje. Por lo tanto, el niño debe adquirir la capacidad

de la fantasía que le permitirá en este periodo la absorción de significados sociales al

reemplazar lo fantástico por realidades y una comprensión de la naturaleza de la

sociedad y sus demandas en el individuo. La fantasía es una vía para la transmisión de

la cultura, además de que permite al niño reducir tensión, resolver conflictos, estar en

paz con las figuras paternas y una configuración de las defensas del yo1 que permiten

la estabilización por medio de las fantasías.

La latencia está altamente relacionada con el ambiente en el que se desenvuelve el

niño, razón por la cual éste debe propiciar las condiciones necesarias para que pueda

desarrollar sus capacidades. Cabe mencionar que si el menor está bajo la tutela y

cuidado de los adultos a su alrededor, son estos los encargados de brindarle

1 Instancia del aparato psíquico que media entre el inconsciente y la realidad y representa un núcleo organizado y coherente de la personalidad.

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protección, afecto y los conocimientos que estén a su alcance para que él adquiera las

habilidades necesarias que le permitan conocer diferentes formas de vida.

En esta etapa, el niño consolida su imagen en relación con el mundo. Las condiciones

bajo las cuales se dé este proceso repercutirán considerablemente en el desarrollo de

la adolescencia del individuo. Con la maduración cognitiva, el contacto con la realidad

remplaza el uso de la fantasía para resolver problemas. Crece la objetividad cuando

este proceso culmina y se desintegra la estructura de latencia, y hay un enfrentamiento

con la realidad que permite ver las demandas del mundo que tendrán que ser resueltas.

Sin lugar a dudas, la niñez es la etapa en la que los individuos son totalmente

dependientes de un adulto para subsistir en el medio que les rodea, por lo tanto, las

calidad de las relaciones que se dé durante esta fase en cuanto a la conformación de

diversos aspectos, como la afectividad y la socialización de los individuos, marcará la

pauta para estructurar la personalidad del individuo.

Para que el niño se desarrolle de manera óptima, es importante que en la infancia se

cubra una serie de insuficiencias que no pueden pasarse por alto, porque si alguna de

éstas es omitida o en su defecto cubierta parcialmente, el niño puede presentar en las

etapas de desarrollo posteriores ciertas carencias que de alguna manera mermarán su

desempeño psicológico, social y físico.

1.1.2 Las necesidades de los seres humanos.

A lo largo de su desarrollo, el ser humano tiene que cubrir una serie de necesidades

básicas, entre las que se encuentran: la necesidad de alimento, vestido y un lugar

donde dormir. Cabe mencionar que es necesario cubrirlas de manera

permanentemente. “(...) hay tres tipos de carencias que tiene que enfrentar todo

individuo: 1) necesidades inherentes a todo ser humano -fisiológicas, de seguridad, de

afecto, de estima y de autoactualización-, 2) necesidades propias de la edad, y 3)

necesidades definidas culturalmente” (Murrieta, 2007:69).

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Entre las necesidades básicas que todas las personas tienen que cubrir, se encuentra

las necesidades fisiológicas que son el comer, beber, dormir y descansar en un sitio

adecuado y son indispensables para vivir. En cuanto a las necesidades de seguridad,

éstas tienen que ver con la confianza que sienta el individuo con respecto al medio en el

que se desarrolla. La necesidad de afecto se relaciona con la carencia que presentan

los seres humanos por el hecho de que son seres sociales y necesitan pertenecer a un

grupo en el que se sientan aceptados y amados. Las necesidades de autoestima tienen

que ver con el reconocimiento que las demás personas nos proporcionan y, por último,

la autoactualización es el deseo de consolidar ante los demás y ante sí mismos lo que

uno es.

En cuanto a las necesidades propias de la edad, van de acuerdo con los cambios

fisiológicos y psicológicos que el ser humano sufre a lo largo de su vida. Cabe

mencionar que el contexto cobra gran importancia y está altamente relacionado con las

necesidades definidas culturalmente. A continuación se aprecian las necesidades

ordenadas jerárquicamente de acuerdo con la organización que Maslow propone.

Jerarquía de las necesidades de Maslow.

Con base en lo anterior se puede decir que lo primordial para la subsistencia del ser

humano es que éste tenga alimento, vestido y un techo para dormir; posteriormente

siguen las necesidades de seguridad, afecto, estima y autoactualización que no dejan

de ser importantes, sin embargo, de no ser cubiertas las primeras, luego entonces el

individuó dejaría de existir o en su defecto cambiará considerablemente su naturaleza.

Para Maslow, “todo ser humano tiende a la actualización; busca el crecimiento y el

Autoactualización

Estima

Amor

Seguridad

Fisiológicas

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afecto. La violencia no es vista como parte de la naturaleza humana; ésta se da cuando

las necesidades básicas se ven amenazadas. Cuando un individuo es privado de

comida, seguridad o cualquier otra necesidad básica, puede actuar de manera violenta,

mentir, o hacer trampa; no lo hace por simple placer” (Maslow 1943, citado por

Murrieta,2007:71). Por lo tanto, el que un individuo no cubra sus necesidades básicas

altera totalmente su manera de actuar al momento de que trata de obtener los recursos

para solventarlas.

Sin lugar a dudas, existen elementos que se tienen que considerar para que el

desarrollo de los seres humanos se dé bajo las mejores condiciones posibles. En

cuanto a los menores se refiere, es necesario que cada una de las necesidades antes

mencionadas sean cubiertas para que el desarrollo emocional, físico y social sea el que

más potencialice las capacidades de los mismos.

1.1.3 Los menores de edad y sus necesidades.

El crecimiento de los niños depende de la satisfacción de diversas necesidades. En la

medida en que éstas se cubran va a ser el ritmo al que las habilidades y aptitudes de

los menores se van a desarrollar. La atención a cada una de las necesidades que a

continuación se presentan, están en función de optimizar la calidad de vida de las

personas en las diferentes etapas de su crecimiento.

Brazelton y Stanley (2000:27) hacen mención a siete necesidades: 1. Necesidad de

relaciones afectivas estables; 2. Necesidad de seguridad, regulación y protección física;

3. Necesidad de experiencias adecuadas a las diferencias individuales; 4. Necesidad de

experiencias adecuadas a la etapa de desarrollo; 5. Necesidad de establecer límites,

estructura y expectativas; 6. Necesidad de comunidades estables y de continuidad; 7.

Proteger el futuro. Todas éstas se consideran básicas y desde la perspectiva de los

autores se relacionan directamente con un buen desarrollo de los menores de edad. A

continuación se describe cada una de ellas.

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1. Necesidad de relaciones afectivas estables

Los menores tienen la necesidad de relaciones afectivas estables. El aspecto emocional

es de gran importancia para que el desempeño en las diferentes áreas en las que se

desarrollan los niños sea el idóneo, y se lleve a cabo el proceso de integración a la

sociedad. En el caso de los menores de edad, el que disfruten de relaciones afectivas,

sanas y empáticas, les permitirá llevar a cabo un acto de socialización de acuerdo con

las necesidades del entorno en el que se desenvuelven. Brazelton y Stanley, (2000:27)

nos mencionan que “(...) son las relaciones el medio por el cual las niñas y los niños

aprenden a distinguir las conductas adecuadas de las que no lo son.” Esto último pone

de manifiesto que las relaciones psicoafectivas estables dentro del ámbito familiar son

las que marcan la pauta para establecer, en la afectividad de un menor, las normas

morales establecidas por la sociedad.

2. Necesidad de seguridad, regulación y protección física

Es de vital importancia y está particularmente ligada a los cuidados que se deben

procurar al niño desde que se encuentra en el vientre materno. Es necesario hacer lo

posible porque la alimentación y el estado anímico, así como la salud de la madre,

estén en las mejores condiciones para que el bebé al nacer llegue al mundo con una

buena condición física. Es importante que una vez que esté fuera del vientre materno,

se le brinden los mismos cuidados. Los adultos que se encuentran a su alrededor le

deben proporcionar las condiciones necesarias para un óptimo desarrollo físico,

emocional y cognitivo.

3. Necesidad de experiencias adecuadas a las diferencias individuales.

Es pertinente mencionar que todos los seres humanos somos diferentes, razón por la

cual es necesario que el trato que se le brinde a cada persona sea de acuerdo con las

características de su personalidad, ya que por ser único el individuo necesita un trato

acorde con su forma de pensar, sentir y actuar.

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4. Necesidad de experiencias adecuadas a la etapa de desarrollo.

Cada una de las etapas del desarrollo requiere que se ponga determinada atención en

la misma. No tiene las mismas necesidades un niño de tres años que un niño de siete.

Por lo tanto, es importante que los padres de familia, así como los profesores de las

escuelas brinden al menor de edad las herramientas que necesita en cada una de las

etapas de su desarrollo; esto con la finalidad de que cada uno de los aspectos a

desarrollar en el ser humano sea logrado de la mejor forma. No se trata de forzar el

aprendizaje, pero tampoco de que éste sea retrasado por el descuido de los adultos.

5. Necesidad de establecer límites, estructura y expectativas

Tiene que ver con la forma en que los menores son guiados por sus padres. Es

necesario enseñarles con amor cuestiones relacionadas con la disciplina y las reglas

para que ellos mismos conformen paso a paso su manera de conducirse por el mundo.

Los padres les deben proporcionar a los pequeños los conocimientos y valores básicos

que les permitan forjarse metas y alcanzarlas.

6. Necesidad de comunidades estables y de continuidad

El entorno y las relaciones que se dan en el mismo son cruciales para el desarrollo de

los individuos. Por lo tanto, el que un individuo de cualquier edad se sienta miembro y

participe del medio sociocultural donde se desenvuelve, tiene gran repercusión en su

desarrollo personal. En el caso de los niños es necesario que el ambiente de su

comunidad sea de armonía y solidaridad.

7. Proteger el futuro.

Esta última necesidad está en función de las seis anteriores y se relaciona directamente

con la creación de condiciones óptimas para el desarrollo del menor a lo largo de su

infancia y adolescencia. Gira en torno a las situaciones recomendables que en los

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ámbitos biológico, psicológico, social y educativo deben existir ya que mientras cada

una de las anteriores se cubra de la mejor manera, el niño que en un momento será

adolescente, contará con más posibilidades de ser una persona plena.

Todos los seres humanos tenemos necesidades y la medida en que se satisfagan

determinará la calidad del desarrollo del individuo. No siempre se pueden satisfacer de

la manera que se espera o desea; pero si dentro de la familia el niño cuenta con buenos

ejemplos, como el fomento de valores, se le provee de los recursos materiales que

necesita para su supervivencia así como de una saludable alimentación y trato idóneos

para su pleno crecimiento, se puede hablar de que las necesidades primordiales han

sido cubiertas.

1.2 El niño y sus relaciones familiares

1.2.1 La familia y tipos de familia

La familia es “(…) un conjunto organizado e interdependiente de unidades ligadas entre

sí por sus reglas de comportamiento y por funciones dinámicas, en constante

interacción y en intercambio permanente con el exterior” (Andolfi, 1984, en Rage, 1997,

en Eguiluz (2003:19). Con base en lo anterior, se puede decir que el primer contacto

que el ser humano tiene con la socialización es la familia, motivo por el cual la calidad

de las relaciones que se den entre los miembros de la misma marcarán la pauta que

determinará el desarrollo del individuo en la sociedad.

La familia tiene diferentes formas de expresión y éstas se establecen bajo dos criterios,

el primero es de acuerdo con el número de elementos que la forman, y el segundo está

relacionado con la forma de constitución. Con base en el primer criterio, las familias se

dividen en dos categorías; las familias nucleares y las familias extensas. Las familias

nucleares, están formadas por ambos padres y los hijos, viven bajo el mismo techo y

manifiestan sentidos de pertenencia al grupo en el que se encuentran. Un rasgo

característico de esta tipología es que en los miembros de dicho grupo hay un

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compromiso personal y las relaciones que se dan entre los mismos son intensas y en la

mayoría de los casos afectivas. Actualmente se puede hablar de familia nuclear sin la

presencia de hijos. Desde la perspectiva de Eguiluz (2003:20), se considera a la familia

nuclear como “...la unión de dos personas que comparten un proyecto de vida en

común”

Las familias extensas se caracterizan porque son muchas las personas que la integran.

La convivencia familiar se da entre padres, hijos, abuelos, tíos, primos etc. Son varios

los factores que intervienen para que una familia sea extensa. Entre los principales se

encuentra la condición socioeconómica de los progenitores, en muchos casos ambos

padres de familia tienen que trabajar, luego entonces, dejan el cuidado de sus hijos a

algún miembro cercano de la familia. Otro factor importante es el divorcio o separación

de los padres, y es que repercute de manera considerable al momento de establecer

ciertas prioridades en cuanto a la manutención y el cuidado de los menores.

En cuanto a la forma de constitución, existen cinco tipos de familias, entre las que se

encuentran las familias de padres divorciados, las familias reconstituidas, las familias

monoparentales, las familias adoptivas y las familias homosexuales. Se hará especial

énfasis en las familias reconstituidas y monoparentales, en su mayoría son las que

presentan problemas de diferente índole dentro de su dinámica y éstas perjudican el

desarrollo de los niños.

Las familias de padres divorciados son aquellas en las que se decide romper con el

vínculo del matrimonio debido a problemas que presentan los cónyuges. Las familias

adoptivas son en las que no existe un vínculo biológico entre ambos padres e hijos,

éstas se logran después del término de un proceso legal mediante el cual se logra la

adopción del menor. En cuanto a las familias homosexuales, éstas son constituidas por

el niño y dos padres o dos madres. En ambos casos el menor puede ser hijo biológico

de uno de los padres o en su defecto de ninguno, habiendo recurrido a la adopción

como medio para ser papás.

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Las familias reconstituidas son aquellas “(…) donde uno o ambos padres han decidido

formar una relación de pareja luego de un divorcio o muerte, llevando al hogar a un

padrastro o una madrastra. (McGoldrick y Gerson,1996:59)”. Este tipo de familias en el

transcurso de la reconstitución afrontan varias circunstancias adversas. De acuerdo con

la condición de cada uno de los cónyuges (en cuanto a hijos se refiere), tienen que

llegar a determinados acuerdos que promuevan el buen funcionamiento de la dinámica

familiar. Sin embargo, no en todos los casos se logra la armonía dentro de la nueva

estructura familiar, porque se tratan cuestiones como la custodia de los hijos en caso de

que las parejas anteriores del nuevo matrimonio sigan vivas, los celos por parte de los

hijos, el favoritismo o rechazo de los padres hacia sus hijastros.

En este tipo de familia se da con frecuencia, aunque no en todos los casos, el maltrato

infantil por parte de los padrastros o las madrastras y muchas de las veces los niños

prefieren salir de sus casas ya sea para irse a vivir a casa de algún familiar o en su

defecto creen que es mejor vivir en las calles que soportar la violencia de la que son

víctimas.

En el caso de las familias monoparentales, éstas son aquellas “(…) donde uno de los

padres está educando a los hijos. Esto puede ser debido a la muerte de uno de los

cónyuges. O puede resultar de la partida de uno de los mismos debido al divorcio,

separación o deserción” (McGoldrick y Gerson,1996:58). Estas familias suelen afrontar

diversas consecuencias no del todo favorables para los integrantes de la misma, ya que

a causa de que al ser sólo uno de los padres el encargado de la manutención enfrentan

problemas económicos y de integración familiar principalmente.

Ya sea el padre o la madre, el que esté a cargo de la familia, tiene que trabajar para

cubrir las necesidades básicas de cada uno de los miembros (comida, vestido y techo

donde dormir). Esto provoca que los hijos la mayor parte del día la pasen solos en casa

y sean ellos los que decidan en dónde y en compañía de quién pasar su tiempo. Los

hijos de este tipo de familias, en muchos de los casos, tienen problemas de

aprovechamiento escolar, desnutrición, drogadicción y bandalismo. Cabe mencionar

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que no en todas las familias se manifiesta esto, aunque en las que se da alguno de

estos problemas, las consecuencias de que el padre no esté tan al pendiente de sus

hijos son muy desafortunadas y no siempre se pueden revertir.

1.2.2 Padres y tipos de padres

El papel de los padres, en la vida de familia, juega un rol muy importante en la

sociedad, son ellos los encargados de proveer a los hijos de alimento, vestido y afecto.

Asimismo, inculcan reglas, valores morales y sobre todo enseñan a los menores por

medio del ejemplo. El ser padre implica una serie de responsabilidades que no siempre

son asumidas de la mejor manera por las condiciones en las que las personas se

convierten en progenitores. La edad, el status socioeconómico, el nivel educativo, las

experiencias de vida y formación son algunos de los factores que merman la dinámica

familiar y por lo tanto las relaciones que se den dentro de la misma.

Con la finalidad de tener una aproximación a las características que identifican a los

padres que incurren en el maltrato a menores, es necesario hacer mención de la

tipificación que propone Fontana (2003:93-114), él menciona seis tipos de padres a los

que denomina padres problema, entre los cuales se encuentran: “los padres

emocionalmente inmaduros, padres neuróticos o psicóticos, padres mentalmente

deficientes e ignorantes, disciplinarios, padres criminal-sádico y toxicómanos”. Las

características de cada uno de ellos se describen a continuación y para los fines del

presente estudio, se hará particular énfasis en las que más los identifican.

Padres emocionalmente inmaduros. Este tipo de padres se caracterizan porque

manifiestan cierto miedo a la responsabilidad de ser padres. Estos cubren primero las

necesidades de ellos mismos y no les interesa satisfacer las del niño. Regularmente

son personas que tienen hijos a edades muy tempranas por algún descuido o

simplemente sin haberlo planeado.

Padres neuróticos o psicóticos. Estos presentan trastornos de personalidad, “[...] la

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gran mayoría [...] son padres cuyos antecedentes y educación han trastornado su

personalidad, sus actitudes y sus valores, dejándolos impreparados para la paternidad”

(Fontana,2003:100). Con frecuencia creen que lo todo lo que hace el niño como llorar,

orinarse, defecar y pedir comida, lo hace para molestarlos. No tienen conciencia de que

el niño no tiene las capacidades y habilidades de un adulto para satisfacer sus propias

necesidades.

Padres mentalmente deficientes e ignorantes. Estos no saben qué hacer ni como

pensar, el crecimiento y las necesidades de sus hijos los aturde de sobremanera y se

perciben como incapaces de proporcionar los cuidados y el afecto necesario a sus hijos.

Se alteran con gran facilidad y descargan su ira contra los menores.

Padres disciplinarios. Estos creen que como ellos fueron educados, tienen que educar a

sus hijos. Actúan con base en sus experiencias y tienen la convicción de que las formas

de enseñar que utilizaron sus padres cuando ellos eran pequeños funcionaron muy

bien; por eso también recurren a ellas en la educación de sus hijos. No siempre golpean

al menor, muchas de las veces es suficiente usar la mirada para someterlo.

Padres criminal-sádicos. De acuerdo con la clasificación que hace Fontana (2003:106),

estos padres son: “Amorales, retraídos, sin conciencia, o remordimiento, duros de

corazón, incapaces de relaciones humanas normales, avanzan destruyendo todo lo que

tocan”. Estos padres no tienen el más mínimo sentido de culpa después de haber

maltratado a sus hijos. Tienden a abusar física, moral, psicológica y sexualmente de los

menores; en ocasiones pueden matarlos a golpes.

Padres toxicómanos. Estos son descuidados, su necesidad más inmediata es satisfacer

su adicción, dejan solos a sus hijos durante largo tiempo, razón por la cual no

satisfacen sus necesidades. A este tipo de padres se les encuentra en todos los

estratos sociales, debido a que las adicciones no distinguen raza, género y tampoco

status socioeconómico.

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El hecho de procrear es una gran responsabilidad que se adquiere a diferentes edades

e implica el cumplimiento de diferentes roles entre los que se encuentran el de

proveedor, guía, cuidador, sobre todo la tarea de los padres es brindar amor a los

nuevos miembros que integrarán la nueva familia.

La decisión de tener un hijo se debe tomar con plena conciencia de que una nueva vida

cambiará en definitiva el rumbo de las decisiones que los papás tomen, y si no se toma

con la suficiente claridad y convicción, eso puede generar disgusto e inconformidad que

posteriormente se convierte en agresiones físicas, psicológicas, verbales y morales

hacia los menores de edad. Por tal razón, es conveniente que se planee la decisión de

tener un hijo, aunque en caso de no ser así, se puede buscar ayuda para tratar de

solucionar los problemas o inconsistencias que tenga la familia con la finalidad de no

maltratar y dañar a los niños.

1.2.3 Roles, disciplina y valores dentro de la dinámica familiar

Sin lugar a dudas, la familia es la primera institución con la que tenemos contacto, al

igual que en otras instancias, dentro de ella se llevan a cabo una serie de funciones que

debe cumplir cada uno de los miembros, para que los integrantes tengan un pleno

desarrollo.

Con base en lo anterior, resulta importante considerar la postura de Alonso (2006:37)

quien respecto a la familia menciona: “En su carácter de institución, es parte integral de

la persona; conforma sus sentimientos, emociones y su desarrollo como ser social

durante un periodo que va desde el nacimiento hasta la mayoría de edad, [...] puede

crear seres plenos y constructivos o enfermos y destructivos. La institución familiar

ocupa un sitio primordial en el desarrollo del individuo. Ideas, opiniones, valores,

creencias o perjuicios del niño son influencia de sus patrones familiares.” Nuestra

primera escuela es la familia, entonces lo que en ella se enseñe ya sea de forma

consciente o inconsciente será lo que determine la calidad de las relaciones de un

individuo y la forma en la que éste se desenvuelva en los diferentes entornos que

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conformen su desarrollo, entiéndase por estos a la escuela, el trabajo y la misma

familia.

Eguiluz (2003:1) se refiere a la familia como un “sistema, lo que implica explicarla como

una unidad interactiva, como un «organismo vivo» compuesto de distintas partes que

ejercen interacciones recíprocas. Del mismo modo, podemos considerar a la familia

como un sistema abierto constituido por varias unidades ligadas entre sí por reglas de

comportamiento; cada parte del sistema se comporta como una unidad diferenciada, al

mismo tiempo que influye y es influida por otras que forman el sistema.” Minuchin citado

por Eguiluz (2003:1) menciona que dentro del seno familiar existe una serie de

subsistemas que cumplen funciones y roles específicos dentro de la dinámica que se da

al interior de un hogar.

Entre los subsistemas se encuentra en primer lugar el conyugal, constituido por la unión

que hacen dos adultos con la intención de formar una familia. En segundo lugar está el

subsistema parental que se da con las relaciones entre padres e hijos. Inicia con el

nacimiento del primer hijo y se espera que el menor obtenga de sus padres todo lo que

necesita para desarrollarse plenamente y en armonía.

El tercer subsistema es el fraterno, se forma cuando existe más de un hijo en la familia.

Al respecto Eguiluz (2003: 2) menciona que: “En este subsistema, los hijos aprenden a

llevar relaciones de camaradería, a cooperar, a compartir y a negociar, pero también a

recelar, a envidiar y pelear con sus pares”. Sin los hermanos, este último subsistema no

existiría dejando fuera todo el aprendizaje que trae consigo el tener relaciones entre

iguales.

Al ser la familia y los subsistemas que la integran la primera escuela de los seres

humanos, cae en cada uno de los miembros una gran responsabilidad porque la calidad

de las relaciones que se den al interior del hogar determinan en buena parte las

características que conformarán la personalidad de los mismos individuos.

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El proceso educativo, al interior de la familia, de acuerdo con lo que plantea Alonso

(2006:41) se basa “… en todas las interacciones suscitadas entre padres e hijos, a

través de las cuales los mayores reflejan sus valores, intereses, modo de pensar,

costumbres y principios, dando al niño las pautas para su relación con el mundo, pues

capta las conductas, actitudes e intenciones que sus padres tienen cotidianamente”.

Los modelos adultos cobran gran relevancia si se considera que una de las formas que

los seres humanos tienen de aprender es mediante el ejemplo; y si el modelo no es

idóneo, entonces las actitudes, los modos de pensar y de actuar serán no del todo

benéficos en el desarrollo del menor que se encuentra en formación. La familia, en

particular los padres, tendrán que ser quienes enseñen valores, pongan límites,

impulsen, guíen, acompañen y quieran a los menores que se encuentran en formación,

sin olvidar que ellos también necesitan relaciones cordiales, amorosas y de

complementariedad.

Uno de los elementos de suma importancia en la educación de los infantes es el amor.

Al respecto, Alonso (2006:47) menciona que “… es el factor principal de las relaciones

significativas. Sólo se aprende en los intercambios afectivos que se dan entre los

miembros de la familia, y que se manifiestan de múltiples formas, mediante caricias,

abrazos, palabras, manifestaciones de cariño y compañía”. Si un niño dentro de su

hogar ve que las relaciones entre sus padres y hermanos son afectuosas y se dan en

un ambiente de fraternidad, empatía, armonía y aprecio, entonces eso es lo que él

reflejará con las personas y en los lugares que se desenvuelva. No será un niño

enojado ni violento con las personas que le rodean fuera de su casa. Por el contrario, si

el menor en su casa únicamente encuentra un ambiente y relaciones hostiles, eso lo

externará a la gente con la que se relacione, esto puede ser en la escuela y con sus

amigos.

Otro elemento cuya responsabilidad también recae en las relaciones familiares es la

autoestima, entendida como la confianza y el valor que nos damos a nosotros mismos

siempre y cuando se consideren nuestras habilidades, aptitudes, capacidades,

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conocimientos, experiencias y cualidades. Cuando dentro del entorno familiar el niño no

es maltratado, descalificado, minimizado o rechazado, manifestará una alta autoestima

que se verá reflejada en sus relaciones personales, familiares y en su rendimiento

escolar.

Resulta vital que los padres brinden a sus hijos el trato y las herramientas necesarias

para que la confianza que desarrollen en ellos mismos sea lo suficientemente sólida

para que no se desquebraje con las experiencias que a los largo de su vida tendrán que

atravesar. “Cabe aclarar que la familia es la cuna de nuestra autoestima. El ambiente

familiar moldea y da forma a los cimientos del edificio de nuestro valor personal. La

convivencia cotidiana con elementos favorecedores o destructivos, teje la red de

pensamientos y actitudes” (Alonso,2006:99).

En cuanto a los límites, se puede decir que son la base para que las sociedades

funcionen. Estos se ponen en favor de que los integrantes de una comunidad no sufran

ningún tipo de agravio ni malestar por la forma de proceder de los otros miembros. Los

límites generan autonomía y conceden libertad a los seres humanos, y mediante el

cumplimiento de estos es que se establece el respeto.

Alonso (2006:125) hace referencia a que dentro de la dinámica familiar, los límites

actúan como:

1. La mesura de las cosas.

2. La delimitación del camino.

3. El cerco protector.

4. La frontera de la seguridad.

5. El marco contenedor y referencial.

6. Un instrumento para realizar funciones.

7. Un centro organizador.

Establecer límites a los integrantes de cualquier grupo social y reglas de

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comportamiento tiene la finalidad de procurar relaciones armoniosas y duraderas. En

cuanto a la familia se refiere, el que haya límites bien establecidos y claros está en

función de que todos los miembros, pero en particular los menores de edad, sepan

hasta donde pueden llegar con sus acciones sin que su integridad emocional, física y

personal corra algún riesgo que pueda obstaculizar su pleno desarrollo o traiga consigo

alguna fatalidad que no pueda remediarse.

En lo que respecta a los valores, están en función de lo que se considera correcto o

incorrecto. Alonso (2006:143) al respecto menciona que: “Pertenecen al terreno de la

moral, de los hábitos, de las costumbres, de las creencias, de la toma de decisiones, de

las conductas consideradas buenas o malas que se exigen o prohíben a los miembros

de una sociedad. [...] determinan nuestra forma de conducirnos [...] e influyen

grandemente en el rumbo que toma la vida de cada uno de nosotros al momento de

elegir entre hacer el bien o el mal”. Por lo tanto, si el niño ve en su familia acciones

acordes con lo que socialmente se considera correcto, tendrá la certidumbre de tomar

decisiones apropiadas relacionadas con su vida personal, escolar, laboral, entre otras;

además con sus decisiones tendrá la seguridad de no afectar a las personas ni directa

ni indirectamente.

Definitivamente el trabajo de los padres de familia, educadores y la sociedad, en

general, en cuanto a la educación de los menores de edad, tiene una gran repercusión

en el buen desarrollo y crecimiento de los niños. Es pertinente mencionar que la

responsabilidad que tienen las personas mayores y el trabajo que realizan en lo que a

la formación de los infantes se refiere, determina el nivel y la calidad de vida de los

seres humanos a lo largo de su crecimiento y desarrollo.

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CAPÍTULO II

LOS NIÑOS EN MÉXICO

2.1 ¿Los niños hacen lo que tienen que hacer los niños?

Los niños en general son seres que se encuentran en constante cambio y evolución,

razón por la cual es necesario que cuenten con las herramientas necesarias para lograr

su óptimo desarrollo. Éstas deben ser proporcionadas, en primera instancia, por la

familia en conjunto con la sociedad y las instituciones educativas; pero esto no siempre

sucede así. En diversas circunstancias, es la misma familia de los infantes la que de

alguna u otra forma obstaculiza o definitivamente trunca el avance físico, escolar,

emocional y biológico de los pequeños.

Los menores, en nuestro país, son un sector vulnerable de la a causa de una serie de

factores que afectan su desarrollo. Aunque esto no es así en su totalidad, para efectos

de la presente investigación se hablará de los niños que por sus condiciones

económicas, familiares y sociales, están inmersos en situaciones de vulnerabilidad.

Con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo realizada por el INEGI

(Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática) y la STPS (Secretaría de

Trabajo y Previsión Social) en el año 2009 se observa que la población de menor edad

de la República Mexicana no está dedicada cien por ciento a las actividades que su

edad requiere, es decir, a la escuela y a realizar labores de recreación, entre otras.

En México, un número considerable de menores tienen que trabajar para poder

coadyuvar y aportar recursos monetarios a los gastos de su hogar, porque las

condiciones o la composición de su núcleo familiar así lo requiere. Esta acción de cierta

forma merma considerablemente las posibilidades de desarrollo de los niños puesto

que muchas de las veces sus capacidades físicas no son las idóneas para desarrollar

las tareas que se les encomiendan, aunque en otras, los trabajos que realizan tampoco

son los adecuados para su edad.

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De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación

(ENOE) sobre el trabajo infantil en 2009, se observa que una cantidad considerable de

menores que por diversas circunstancias tienen que trabajar. A continuación se

muestran los cuadros que corresponden a las cifras que arrojó el trabajo antes

mencionado.

Con base en la ENOE de 2009 se obtuvieron los datos que aparecen en las páginas

siguientes, en los que se proporcionan datos en función del total de la población. En el

cuadro I, la población de infantes que son personas que se encuentran en un rango de

edad que va de los 0 a los 17 años, equivale a un 34.83 % de la población del país. El

número de menores de edad que habitan la República Mexicana es de 37577391

individuos, de los cuales el 33.10% son mujeres y el 66.89 % son hombres.

Cuadro I Población infantil en la República Mexicana

Grupos de edad Total Hombres % Mujeres %

0 a 4 años 9329455 4747619 12.634 4581836 12.1931

5 a 9 años 10533535 5324733 14.17 5208802 13.8615

10 a 13 años 8694711 4477614 11.916 4217097 11.2224

14 a 17 años 9019690 4529405 12.054 4490285 11.9494

Total 37577391

34.83% del total de la población son

menores de edad

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía/ Secretaría de

Trabajo y Previsión Social, ENOE 2009.

En lo que respecta a los menores que se encuentran inmersos en el ámbito laboral,

éstos conforman un 79.91% que corresponde a los rangos de edad de 5 a 17 años, ya

que quedan fuera los menores con edades de los 0 a los 4 años. Véase Cuadro II.

Cuadro II Población infantil ocupada Grupos de edad Hombres % Mujeres %

5 a 9 años 181773 108384 3.5951 73389 2.43429

10 a 13 años 674350 453640 15.047 220710 7.32088

14 a 17 años 2158677 1454864 48.257 703813 23.3453

Total 3014800

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía/ Secretaría de Trabajo y Previsión Social, ENOE 2009.

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En cuanto a las labores que realizan, éstas se ven reflejadas en el cuadro III. En éste se

observa que el principal grupo de ocupación de la población menor de edad en nuestro

país se conforma principalmente por trabajadores agropecuarios, lo cual da un total del

29.85 %, seguido el de trabajadores industriales, artesanos y ayudantes, así como

también los comerciantes y empleados de comercios establecidos con un 21.70 % cada

grupo.

Cuadro III Grupos de ocupación

Total Hombres % Mujeres %

Trabajadores industriales, artesanos y

ayudantes 654506 480157 15.9266618 174349 5.783103357

Comerciantes y empleados de comercios

establecidos 654371 318891 10.57751758 335480 11.12776967

Vendedores ambulantes y trabajadores ambulantes en servicios 191954 99250 3.292092344 92704 3.074963513

Trabajadores en servicios domésticos 120735 14977 0.496782539 105755 3.507861218

Trabajadores en servicios personales 348481 223905 7.42686082 124576 4.13214807

Trabajadores agropecuarios 900054 790706 26.22747778 109348 3.627039936

Otros trabajadores 144112 88452 2.933925965 55660 1.846225289

No especificado 587 550 0.018243333 37 0.001227279

Total 3014800

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía/ Secretaría de Trabajo y Previsión Social, ENOE 2009.

La conformación del hogar de los menores, es un factor que influye determinantemente

en que realicen alguna actividad por la cual obtengan alguna remuneración. Por esta

razón, es necesario hacer referencia a los tipos de hogares cuyos miembros menores

de edad realizan alguna actividad laboral. Véase Cuadro IV

Cuadro IV Hogares con población ocupada de 5 a 17 años

Tipo de hogar Total Hombres % Mujeres %

Familiar 2386289 1818252 568037

Nuclear 1661418 1337019 324399

Jefe o jefa con hijos 294852 33423 1.3935 261429 10.8997

Pareja con o sin hijos 1366566 1303596 54.35 62970 2.62538

No nuclear 724871 481233 20.064 243638 10.1579

No familiar 12218 9764 0.4071 2454 0.10231

Total 2398507

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía/ Secretaría de Trabajo y Previsión Social, ENOE 2009.

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Con base en la información del Cuadro IV, se observa que las familias que no son

nucleares, son en las que más predomina el número de menores que realizan alguna

actividad laboral, ya que el gasto de los integrantes así lo requiere.

Muchas de las veces los niños se ven en la necesidad de aportar algún ingreso al gasto

de la familia, ya que los recursos de los padres no son suficientes para la manutención

de todos sus miembros. En el siguiente cuadro, se puede apreciar cual es el porcentaje

de menores que contribuyen al gasto familiar. Véase Cuadro V.

Cuadro V Condición de aportación de ingreso al hogar

Hombres % Mujeres %

Si aporta 1013912 724868 24.0436513 289044 9.587501658

No aporta 2000888 1292020 42.8559108 708868 23.51293618

Total 3014800

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía/ Secretaría de Trabajo y Previsión Social, ENOE 2009.

Se puede observar que un número considerable de menores pertenecen a un grupo

vulnerable de la población. Eso los sumerge en diversas situaciones de riesgo,

principalmente por las condiciones a las que pertenece su núcleo familiar. Entre éstas

podemos encontrar: el status socioeconómico bajo, conformación adversa de su núcleo

familiar, el lugar en el que viven y las diferentes necesidades que presentan de acuerdo

con la edad que tienen. No todo tipo de trabajo atenta contra el bienestar y buen

desarrollo de los niños y niñas. Existen labores que los niños desempeñan y son

consideradas como trabajo, es decir, las labores del hogar. Estas favorecen a su

crecimiento, sin embargo, para efectos de la presente investigación es necesario hablar

de quienes por las necesidades de su entorno tienen que integrarse al sector productivo

de la sociedad, de lo contrario sus necesidades básicas no quedarían cubiertas. Es a

este sector al que se le ubica dentro de los grupos vulnerables.

2.2 ¿Qué es la vulnerabilidad?

En la actualidad existen factores que ponen en desventaja a determinado grupo de

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personas en comparación con otros. Para tratar de comprender un poco más a fondo

esto, es necesario hacer mención de lo que significa el término vulnerable.

La palabra vulnerable proviene del latín vulnerabĭlis y se puede asignar a una persona

como adjetivo calificativo para describir “que puede ser herido o recibir lesión, física o

moralmente” (Diccionario de la Lengua Española 1998). La vulnerabilidad influye en el

proceso de crecimiento de cualquier ser humano, y si se encuentra en un grupo

vulnerable, es muy probable que sufra algún tipo de agravio que interfiera en su

desarrollo. Cabe mencionar que toda persona es vulnerable ante ciertas situaciones,

pero no en otras, se puede ser vulnerable en el aspecto emocional ante la actitud de

una persona, lo cual no significa que la vulnerabilidad en este caso sea un estado

permanente. Por tal razón es de vital importancia señalar que no toda vulnerabilidad

fractura la integridad del individuo.

Si tomamos en consideración el planteamiento de Pérez (2011), se puede decir que:

“Las personas son vulnerables porque no cuentan con los recursos necesarios para

satisfacer las necesidades básicas del ser humano, como la alimentación, la vivienda,

los servicios de salud y el agua potable, entre otros”. Las principales características de

una persona o un grupo vulnerable se relacionan con las satisfacción de las

necesidades fisiológicas del individuo, pero la autora también refiere a la “noción de

inseguridad, ya sea que se manifieste como una debilidad, o una exposición en

condiciones de desventaja, una posibilidad de daño a la integridad física, psicológica o

moral de la persona, e inclusive la exposición a un estado de derecho violatorio de

derechos y garantías fundamentales.”

La vulnerabilidad es un estado en que se ubican determinados individuos debido a sus

condiciones sociales, económicas, culturales, físicas, emocionales y de oportunidad, a

causa de que no todos los seres humanos tienen acceso a los servicios de los que

deben ser beneficiarios. Marshal citada por Pérez (2011) nos habla de una clasificación

de las vulnerabilidades que ponen en situación de riesgo a los miembros de una

comunidad. A continuación se enlistan y se explica cada una de ellas.

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a) Vulnerabilidad por idiosincrasia.

b) Vulnerabilidad natural.

c) Vulnerabilidad por recursos.

d) Vulnerabilidad social.

e) Vulnerabilidad cultural.

La primera, la vulnerabilidad por idiosincrasia, está relacionada con la forma de pensar

de las personas. Todos tenemos una diferente manera de pensar y por lo tanto de

actuar. Cabe mencionar que a veces la preferencia religiosa, la política, los usos y

costumbres de los individuos no les son del todo agradables a otras personas.Causa

rechazo y hasta cierto grado se margina a las personas por sus ideas. La vulnerabilidad

natural está relacionada directamente con algún padecimiento físico que los individuos

tengan desde su nacimiento o en su defecto éste haya sido ocasionado por algún

accidente. Los niños y ancianos aunque no presenten algún padecimiento se

consideran dentro de este grupo de vulnerabilidad por las condiciones y necesidades

propias de su edad.

La vulnerabilidad por recursos, se refiere a la falta de oportunidades que las personas

tienen en cuanto al acceso a los servicios relacionados con el bienestar y la

preservación de su calidad de vida. Esta se relaciona con los requerimientos de tipo

material que la satisfacción de las necesidades exige.

En cuanto a la vulnerabilidad social, de acuerdo con el planteamiento de Pérez (2011),

se refiere a “[…] aquellas vulnerabilidades que son construidas a partir de los

estereotipos, roles y prácticas socioculturales establecidas en una determinada

comunidad. Las personas o grupos que padecen este tipo de vulnerabilidad suelen ser

afectadas por prejuicios y prácticas discriminatorias, en razón de ciertas cualidades del

ser humano, como la raza, el sexo, la condición o el origen social, así como también la

orientación sexual”. Esta vulnerabilidad por lo general se da cuando los miembros de

una comunidad no tienen la suficiente información respecto a algún fenómeno social, tal

es el caso de los homosexuales y a causa de la emisión de juicios deliberados.

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Por último, se puede mencionar de la vulnerabilidad cultural. Esta hace referencia a los

grupos minoritarios que por su forma de pensar, usos y costumbres sufren

discriminación y rechazo por el resto de la población, un ejemplo pueden ser los

seguidores de determinado grupo de música o las «tribus urbanas».

Para considerar a un grupo de personas dentro de alguna de las vulnerabilidades antes

mencionadas, es inevitable hablar de los factores que intervienen. Espinoza (2000:11)

citada por Pérez (2011) nos habla de las causas que intervienen en este proceso:

1. Falta de igualdad de oportunidades.

2. Incapacidad para satisfacer las necesidades.

3. Desnutrición y enfermedad.

4. Incapacidad para acceder a los servicios públicos.

5. Marginación.

De acuerdo con planteamiento de González (2001:225): “[…] la vulnerabilidad va más

allá de la pobreza, aunque es sin duda en condiciones de pobreza donde la

vulnerabilidad se presenta más cotidianamente y más crudamente. El pobre se siente

frecuentemente un inútil por incapaz. El miserable puede zozobrar en el abandono,

replegarse en sí, en la inacción, la marginalidad, la delincuencia, el desánimo frente al

rechazo de las otras personas, el sentimiento de ser rechazado conduce a esta

extremidad”. Por lo tanto, resulta importante el abordaje de la vulnerabilidad y grupos

vulnerables, ya que de acuerdo con sus condiciones, en la mayoría de los casos el

estatus se preserva por generaciones y las condiciones sociales y culturales con el

paso del tiempo van más en declive en lugar de que suceda lo contrario.

2.3 Grupos vulnerables y su clasificación.

Ya se habló de vulnerabilidad y de los tipos que existen. Sin embargo, es necesario

hablar de los grupos vulnerables. Son éstos los que se encuentran en peligro de

sumergirse en situaciones de riesgo, de las que no es fácil salir.

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Los grupos vulnerables son aquellos que representan a los sectores de la población

más débiles dentro de la sociedad en la que se encuentran. De acuerdo con el

planteamiento de González (2001:225), se considera que un grupo vulnerable es aquel

“… que en virtud de su género, raza, condición económica, social, laboral, cultural,

étnica, lingüística, cronológica y funcional sufren la omisión, precariedad o

discriminación en la regulación de su situación.” Se puede ser vulnerable ante una

situación, pero no en otras, aunque hablar de grupos vulnerables implica considerar los

motivos por los que tienen ese título.

El que un grupo de personas sea vulnerable o no, depende de su condición cultural,

social y económica, de su forma de pensar y actuar entre otras. De acuerdo con

González (2001:227), entre los grupos vulnerables que existen en México se pueden

mencionar los siguientes:

a) La mujer pobre, jefa del hogar y con niños a su cargo; y responsable del

sostenimiento familiar.

b) Los menores y adolescentes en situación de riesgo social (niños en riesgo de

salir del hogar, menores infractores y menores víctimas de violencia física, sexual

o psicológica en el seno familiar, menores con padecimientos adictivos) (Vélez,

citado por González).

c) Los menores que viven en la calle o los menores que, no obstante de tener un

hogar, a causa de la desintegración familiar o problemas de otra índole pasan

todo el día en la calle.

d) Los menores dedicados a actividades como: pepenar, estibar, la mendicidad,

venta ambulante, limpia de parabrisas y actuación en la vía pública.

e) Las personas de la tercera edad.

f) Las personas discapacitadas.

g) La población rural e indígena que se encuentra afectada en forma alarmante por

la pobreza.

h) Las mujeres pobres, embarazadas y en estado de lactancia.

i) Los jóvenes y las mujeres pobres afectadas por el desempleo.

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j) Los trabajadores pobres del sector informal.

k) Los excluidos de la seguridad social.

l) Las mujeres que sufren discriminación política y social, y

m) Los pueblos indígenas.

Los grupos vulnerables están conformados por las personas que hasta cierto grado son

más endebles dentro de la sociedad, por su situación familiar, educativa, económica,

social y cultural. Una característica común de los grupos antes mencionados es la

pobreza que existe al interior de los hogares; es ésta la que en algunas circunstancias

lleva a la desintegración familiar y por ende a que padres e hijos tengan que trabajar

para contribuir con un ingreso al gasto de la familia. En otros casos los niños no

trabajan, pero pasan la mayor parte del tiempo solos a causa de la situación de una

familia fracturada por sus condiciones.

2.3.1 Situación de riesgo y factores que interfieren en el desarrollo infantil

La familia es la encargada de abastecer a los menores de buenos ejemplos y

conductas, de cubrir sus necesidades básicas, de afecto e integración, así como

también las de superación. Sin embargo, esto no sucede en todos los casos, ya que

lamentablemente en muchos hogares las condiciones familiares no son las más idóneas

para que los niños y las niñas lleven a cabo las actividades propias de su edad.

La dinámica de la familia se encuentra permeada por diferentes factores que influyen

directamente en el desarrollo de cada uno de sus integrantes: la condición económica,

la relación entre los padres de los menores, el tipo de familia a la que pertenecen, así

como las aptitudes y habilidades de los niños son circunstancias que marcan

definitivamente su crecimiento.

Las situaciones de riesgo a las que se encuentran expuestos los menores de edad

giran en torno al ambiente familiar, económico y social. De acuerdo con lo que Medina

(2006) analiza, se entiende como situación de riesgo “aquella en la que existe algún

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tipo de carencia o dificultad en la atención de las necesidades básicas que los menores

precisan para su correcto desarrollo físico, psíquico y social.”

En lo que al entorno familiar se refiere, se puede encontrar que la desintegración

familiar causada por la violencia es uno de los factores determinantes en el desarrollo

infantil. Pérez (2011) refiere a las personas que son víctimas de violencia familiar como

“[…] las […] que tienen mayor riesgo de sufrir menoscabo en sus derechos

fundamentales y su dignidad humana, en su integridad física, psicológica y sexual”. En

este estudio se considera que la violencia intrafamiliar es causada por circunstancias

que en algunas ocasiones son ajenas a los integrantes de la familia, sin embargo,

repercuten de manera fuerte y directa en las relaciones de los integrantes.

Dentro de las causas que la generan se encuentra: en primer lugar, el entorno

socioeconómico; se hace alusión principalmente a la pobreza, que además de ser un

factor determinante dentro de la violencia, también influye en otros aspectos de la vida

de cada uno de los miembros que integran a la familia. Sauceda y Maldonado

(2003:262) distinguen dos tipos de pobreza con base en un sentido longitudinal.

La pobreza crónica trae consigo una serie de vicisitudes que quebrantan el buen

funcionamiento de la familia y, por lo tanto, el desarrollo de los menores. Dentro de los

efectos que la pobreza deja al interior del grupo familiar se encuentran los que plantean

los autores en mención:

POBREZA

Crónica

Prevalece en la familia por generaciones.

Pasajera Permanece en la

familia por un lapso de tiempo breve

(meses)

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A. La “cultura de la pobreza”

B. Ciclos de desventajas.

C. Efectos de la pobreza sobre la salud.

Contacto con contaminantes, intoxicaciones y accidentes.

Menor acceso a servicios de salud y servicios de inferior calidad.

D. Efectos en el intelecto y la educación.

Mayor riesgo de dificultades escolares y educativas.

E. Efectos sobre la psicología del niño y del adolescente.

Dejar de ser niño prematuramente.

Efectos de la autoestima.

Discriminación.

Riesgo de trastornos psicológicos.

F. Efectos de la pobreza sobre la familia.

Efectos en la crianza de los niños.

Efectos en las relaciones familiares y entre las familias.

G. Efectos en el medio social. La cultura “callejera”

Los niños de y en la calle.

Vivir en áreas con pobreza, malas condiciones y con mayor criminalidad.

La falta de recursos monetarios al interior sociedad se ve inmediatamente reflejada en

sus pobladores. Sobra decir que la falta de dinero causa estragos sobre la salud de un

individuo cuando necesita atención médica y no tiene dinero para solventar el gasto que

implica la consulta con un doctor o el costo de los medicamentos.

Las familias con escasos recursos económicos, dedican poco tiempo a la convivencia

familiar, porque los padres al estar ocupados en abastecer a sus hijos pasan la mayor

parte del tiempo fuera de casa, en el trabajo y no existe el suficiente contacto con los

miembros de la familia; causa por la cual se da un fuerte distanciamiento entre padres e

hijos que en definitiva afecta las relaciones familiares.

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Las familias en situación de pobreza se encuentran permanentemente en un ciclo de

desventaja en comparación con otras que pertenecen a una clase social con mejor

poder adquisitivo, debido a que no tienen las mismas oportunidades de acceso a

servicios educativos, culturales, de salud, informativos y recreativos, entre otros.

2.4 El maltrato infantil

Es sabido que las relaciones entre padres e hijos llevan consigo aspectos como

adaptaciones y negociaciones que no en todas las circunstancias se desarrollan de la

mejor forma para los integrantes de la familia. Una manifestación de la mala integración

dentro de los hogares es el maltrato que se da a uno o más miembros de la familia. La

mayoría de las veces los más perjudicados son los menores de edad, quienes por su

vulnerabilidad son los que se encuentran más expuestos a la agresión física,

psicológica y emocional por parte de un adulto.

El maltrato a los menores dentro del núcleo familiar tiene que ver con el tipo de familia

de la que se esté hablando, así como con el nivel socioeconómico, el nivel educativo y

las experiencias de vida de los padres. Las familias en las que más se da el maltrato

son en las familias de padres divorciados y en las reconstituidas.

El maltrato es un problema que se da por diversas causas y afecta de diferente forma a

cada uno de los individuos que lo sufre. Las consecuencias no son las mismas para

todas las personas y en los menores la forma de actuar y de reaccionar tampoco es la

misma.

El término maltrato es abordado por diferentes autores y el enfoque que se le dé tiene

que ver con la problemática que se esté abordando. Para los fines de la presente

investigación, se considera el concepto que presentan García y Noguerol (2007:13):

“Maltrato es cualquier conducta o actitud, directa o indirecta por parte de un adulto, otro

menor o institución que implique la falta de atención y cuidados que un niño o

adolescente necesita para crecer y desarrollarse de manera óptima”

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Esta concepción se centra en el menor, y no solamente hace referencia a la agresión ya

sea física, verbal o emocional, sino que también incluyen la no cobertura de las

necesidades materiales y socio afectivas de niños y adolescentes. No necesariamente

se maltrata a un menor de edad cuando se le agrede en alguna de las formas que a

continuación se mencionan, pues el abandono y la omisión de la satisfacción de alguna

de sus necesidades también se consideran maltrato.

Existen diferentes tipos de maltrato y cada uno de ellos repercute en determinado

aspecto dentro del desarrollo físico, emocional y social de las personas; no todo niño

maltratado tiene huellas que hagan visible los abusos de los que ha sido víctima.

Entre los maltratos que soportan algunos menores encontramos el maltrato físico. De

acuerdo con la National Society for the Prevention of Cruelty to Children (NSPCC) éste

se presenta: “Cuando un adulto responsable de un niño le produce un daño físico, le

hiere o le mata. Puede incluir golpes, los zarandeos, las quemaduras y los mordiscos,

así como dar sustancias venenosas, drogas inadecuadas o alcohol, e intentar ahogarlo

por falta de aire o mediante el sumergimiento en el agua” ( De Senillosa,1999:28). Sin

lugar a dudas, este tipo de maltrato es fácil de identificar en los menores por las marcas

visibles que quedan en el cuerpo de la víctima, pero eso no es lo más grave, ya que

puede causar daño permanente, como por ejemplo, neurológico. En los peores casos,

hasta la muerte del niño.

Otro tipo de maltrato del que sufren algunos niños es el psicológico o emocional. Es

definido por la NSPCC como: “El hostigamiento verbal habitual del niño mediante el

desprecio, la crítica, la amenaza y la falta de amor; de forma verbal y no verbal, del

rechazo y la inhibición” (De Senillosa,1999:28). Se considera uno de los más crueles,

pues no deja marcas físicas en el individuo, pero es difícil eliminar las secuelas que

deja en el aspecto emocional del niño; merma su estima y por lo tanto su manera de

desenvolverse en la sociedad.

En cuanto al maltrato sexual, según la NSPCC se manifiesta en: “los niños o niñas que

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son víctimas de abuso por parte de los adultos, que los utilizan para satisfacer sus

necesidades sexuales. Puede incluir el acto sexual, las caricias, la masturbación, el

sexo oral y el mostrarles material pornográfico” (Senillosa,1999:28). Todos los abusos

causan traumas en los agredidos, sin embargo, el abuso sexual es de los que más

afectan el desarrollo y la personalidad del menor que lo sufre, y si no se trata de manera

oportuna, se presentará el síndrome de estrés postraumático.

Las características del estrés postraumático son: “a) Revivir el evento traumático, que

en este caso fue el abuso sexual; b) Negación del mismo o de hechos asociados a él.

El niño no acepta por pena o miedo ante ninguna persona que su integridad física sufrió

un agravio y c) Hiperactividad psicológica” (De Senillosa,1999:29). El menor

constantemente se encuentra reviviendo en su mente el abuso. Esto se manifiesta en

muchas ocasiones con enojo, agresividad o retraimiento.

El maltrato que sufren los menores de edad, en las diferentes sociedades, es un

determinante en la conducta y evolución del entorno en el que se desarrollan; pues los

patrones de conducta y comportamiento que reciben a lo largo de su formación van a

ser los que ellos pongan en práctica al momento de convertirse en adultos. Si un niño

es maltratado física, psicológica o sexualmente, es muy probable que en su edad adulta

también sea un agresor.

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CAPÍTULO III

DEL HOGAR A LA CALLE

3.1 México y sus niños maltratados

El maltrato es uno de los principales factores que propician la desintegración familiar y

es esta situación la que lleva a los miembros de la familia a buscar soluciones que, no

en todas las circunstancias, son las más adecuadas para el mejor desarrollo de los

menores, principalmente.

En el país existe un número considerable de niños y niñas que sufren algún tipo de

maltrato y éste repercute directamente en su desarrollo. De acuerdo con el reporte

sobre la Violencia y Maltrato a Menores en México llevado a cabo en 2005, durante

2004, se tuvo un total de 12,639 denuncias efectuadas por algún tipo de maltrato a

menores de edad. Sin embargo, cabe mencionar que hubo un descenso considerable

en este tipo de manifestaciones, ya que durante el año 2003 fue de 25374 el total de

denuncias que se tuvo por abuso infantil.

El maltrato infantil tiene sus orígenes en diferentes circunstancias por las que atraviesan

principalmente los padres de familia. Al respecto Perry, Mann, Palker, Ludy-Dobson

2002. citados en Uribe (2006), precisan “[…] hay ciertos factores sociales y

demográficos que presentan una asociación más alta con el abuso físico; por ejemplo:

padres solos, bajos niveles de ingreso, así como cualquier otro factor que incremente el

estrés en la familia –la presencia de niños con discapacidades o enfermedades médicas

complejas, hijos no deseados, niños hiperactivos, hijos de padres que atraviesan

situaciones difíciles como el divorcio, la pérdida del empleo, o padres que tienen

expectativas poco realistas sobre sus hijos”. Sin embargo, no se justifica que debido a

que la familia está atravesando por problemas serios, se incida en el maltrato de sus

miembros, especialmente de los niños, quienes son los que se encuentran ante mayor

vulnerabilidad, principalmente por sus condiciones físicas y emocionales.

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Cuando el menor de edad sufre agresiones, tienden con frecuencia a visualizar como

una opción la salida de su casa a la calle, como única opción viable para terminar con la

situación de agresión que vive dentro de su hogar. No considera que es en este

contexto donde se encuentra expuesto a diversas situaciones que atentan contra su

integridad, tanto el aspecto sexual y emocional, así como en el físico y psicológico.

Con base en el Reporte Temático número uno sobre la Violencia y Maltrato a Menores

en México que realizó el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la

Cámara de Diputados (CESOP), en 2005 se puede apreciar que no todos los casos de

maltrato infantil que se suscitan en la República Mexicana son denunciados, por lo que

se tiene una cifra aproximada de los menores que sufren algún tipo de agravio, como se

puede ver en el cuadro VI.

1999 2000 2001 2002 2003 2004¹

 26302 27735  30540  24563  25374  12639 

 14986  16993  16221 13855   16185 9049 

 2897 3297  3399  3355  3267  1477 

 26121 28354  29163  22986   27337 13143

 13195 14220 14808 11688 13168 6171

12948  14339 14355 11298 13739 6238

Lactante  4995 5508 5732 4696 4566 2078

Jardín de niños 3558  3712 3243 2783 3035 1544

Primaria 10926  1 1785 12014 9291 9754 5222

Secundaria 2459  3210 2889 2284 2641 1247

Preparatoria  340 687 617 486 628 514

Sin escolaridad  3544 3637 3947 2895 2276 11 1 1

Físico 8354  8920 8074 7118 7828 3213

A buso sexual 1060  1 120 1185 1123 1257 566

A bandono  1830 1615 1858 1474 2518 682

Emocional 5378  6941 6064 4744 7301 3090

De omisión de cuidados  5448 7921 7888 5338 6879 3455

Explotación, comercio sexual 1 10  39 17 64 59 39

Negligencia  2781 2397 2843 3080 2069 1082

Explotación laboral.  650 203 330 257 246 98

Madre 11367  1 1786 12010 9568 10668 5160

Padre  5660 7201 7409  5986 7349 2947

A mbos padres  0 0 0 1124 240 515

Maestros  156 244 182 167 165 76

A buelos 541   584  543 486 570 240

Madrastra  723 943 745 516 871 306

Padrastro  1206 1559 1429 1121 1485 590

Tíos 479  644 520 426 490 236

Otros 211 1   2139 1865 1070 1186 692

Nota: La reducción de cifras en los años 2002 y 2003 obedece a que las delegaciones estatales del DIF no han entregado información, no obedece a la disminución de

casos. A lgunos de los estados que no registran información son: Coahuila, Guerrero, M orelos, Nuevo León, Oaxaca, Sonora, Tabasco y Veracruz principalmente.

1/ Cifras preliminares; nd. No disponible. Fuente DIF.

Fuente: : CESOP. Reporte Temático número 1 sobre La Violencia y Maltrato a Menores en México 2005. P.p. 8

Menores maltratados atendidos

Total de niños maltratados atendidos

Total de niñas maltratadas

Escolaridad del menor

maltratado.

Tipo de maltrato

Relación jurídica del

agresor

Cuadro VI Principales indicadores de menores maltratados de 0-18 años, 1999-2004

A ños

Denuncias Recibidas

Denuncias en las que se comprueba el maltrato

Denuncias presentadas ante el ministerio público

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La CESOP, organismo de la Cámara de Diputados, en el Reporte Sobre la Violencia y

Maltrato a Menores (2005:10), ofrece un panorama general en cifras del maltrato que

sufren algunos menores en nuestro país tal como a continuación se menciona.

En más del 50 % de los casos denunciados no se comprueba el maltrato.

Del total de denuncias de maltrato, aproximadamente el 50 por ciento recibe

atención.

Casi el 40 por ciento de los maltratados son menores de entre 6 y 12 años, que

reciben educación primaria, seguido de niños en edad preescolar y, en tercer

término los lactantes.

Entre 1999 y 2003 la tendencia de la agresión a menores de acuerdo con su

escolaridad, registró una leve disminución entre los lactantes, niños de

preescolar, de primaria y los „sin escolaridad‟, esto en cambio aumentó entre los

adolescentes de preparatoria. Pese a este ligero descenso, es preocupante que

los más agredidos sean menores de 12 años y que este patrón se mantenga sin

cambios.

El porcentaje de los menores agredidos varía de acuerdo con el grupo de edad al

que pertenecen. Durante este período, tenemos que el 18.7% de los menores

atendidos son de 0-3 años, el 12.1% de 3-5 años y con 40.1% son menores de

6-12 años de edad, siendo este grupo de edad el que recibe mayores maltratos.

El tipo de maltrato más frecuente es el físico, representa en promedio el 30 por

ciento de los casos en el periodo revisado (1999-2003). Le siguen, por orden de

frecuencia, la omisión de cuidados y la agresión emocional. Es importante

señalar que el menor suele padecer más de un tipo de maltrato. Véase Cuadro

VI.

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Los otros tipos de maltrato presentan menores frecuencias, pero no por ello

deben subestimarse, pues la explotación laboral, la negligencia y el abuso sexual

constituyen situaciones de grave sufrimiento para quienes las padecen, y la

sociedad no puede permanecer indiferente ante estas situaciones.

Como se mencionó en el capítulo uno, la etapa de latencia es el estadio del desarrollo

infantil que se caracteriza porque los niños y niñas se adentran en la resolución

simbólica de conflictos y en el enfrentamiento de diversos tipos de situaciones

dolorosas. Esta es una etapa muy importante en el crecimiento personal de los

individuos. Si en su familia son provistos de las herramientas necesarias para hacer lo

propio de la etapa, los niños pueden tomar las decisiones pertinentes para su óptimo

desarrollo.

Los niños de edades que oscilan, en especial entre los seis y doce años, son los que a

casusa de las situaciones hostiles que viven al interior de sus hogares deciden

abandonar su seno familiar y adoptar como “casa” las calles, puentes y alcantarillas de

las principales ciudades de la República Mexicana. Murrieta (2008:31) presenta el

testimonio de una niña que decide vivir en la calle a causa de los maltratos que sufría

por su padrastro. En cuanto a las causas que la llevaron a vivir fuera de su hogar, la

menor comenta: “La primera vez que me salí no me llevé nada, bueno, más que dinero

que era mío. Me salí en diciembre, a principios de diciembre […] ¿por qué? Porque mi

padrastro empezó a abusar de mí, por maltratos de mi mamá, peleas con mis

hermanas…”

Lo anterior lleva a considerar al tipo de agresor del que son víctimas los infantes, pues

no en todos los casos son padrastros, madrastras o algún miembro ajeno a la familia el

que violenta la estabilidad del niño, sino todo lo contrario. El Reporte Sobre la Violencia

y Maltrato a Menores (2005:14) informa que “En la mayor parte de los casos son las

madres las principales agresoras; en segundo término, son los padres. “[…] pero la

mayoría de los casos, son las madres las autoras potenciales de maltrato físico,

psicológico y por descuido.” Resulta paradójico que las personas que deben

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proporcionar todo tipo de cuidados y atenciones al menor, sean estos quienes actúen

en contra de su integridad.

Existe otro tipo de agresores, los cuales aparecen en el siguiente cuadro. Sin embargo,

debe considerarse que de acuerdo con el reporte en mención, son los que menos

mancillan la inocencia de niños y niñas.

Cuadro VII Tipo de agresor en el maltrato a menores 1999-2004 (Porcentajes)

Agresor 1999 2000 2001 2002 2003 2004

Madre 51.1 47 48.6 46.5 46.3 47.9

Padre 25.4 28.7 30.0 29.1 31.9 27.4

Ambos padres n.d. n.d. n.d. 5.5 1.0 4.8

Maestros 0.7 1.0 0.7 0.8 0.7 0.7

Abuelos 2.4 2.3 2.2 2.4 2.5 2.2

Madrastra 3.3 3.8 3.0 2.5 3.8 2.8

Padrastro 5.4 6.2 5.8 5.5 6.4 5.5

Tíos 2.2 2.6 2.1 2.6 2.1 2.2

Otros 9.5 8.5 7.5 5.2 5.2 6.4

Fuente: CESOP. Reporte Temático número 1 sobre La Violencia y Maltrato a Menores en México 2005. P.p. 14

La violencia y el maltrato infantil son los principales factores que llevan a los niños a

abandonar su hogar. Sin embargo, la falta de recursos económicos para solventar el

gasto familiar también influye en que los menores tengan que emplearse en la

realización de alguna actividad que les permita obtener recursos para abastecer sus

necesidades básicas, ésta es la razón por la que pasan un periodo considerable de su

tiempo fuera de su hogar.

Las actividades que realizan los menores para ganar dinero van desde la venta de

algún producto en cruceros viales, la mendicidad en zonas muy transitadas de las

grandes urbes, limpiar parabrisas hasta la realización de actividades que atentan contra

la salud.

Por ejemplo, tragar fuego en cruceros o avenidas, acostarse sobre un trapo cubierto de

vidrios en los vagones del metro o hacer malabares sobre los hombros de otro menor

de edad.

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3.2 ¿Los niños de o en la calle?

En México los niños de la calle son un fenómeno que no se puede ocultar. La sociedad

no se puede sentir ajena a él, ya que son los actos de los adultos los que llevan a los

niños a considerar que la mejor opción que tienen es salir de su casa para evitar los

agravios que sufren dentro de ésta.

La radical decisión de un menor de salir a la calle, está relacionada, de acuerdo con

Luchinni (citado en Cárdenas, 2008:18), con “el medio que éste utiliza para alejarse de

un contexto doloroso, desafiar a su madre (o a su padre) para comprobar su amor, o

buscar una posibilidad de afirmar su identidad en la medida en que puede probar y

probarse sus habilidades para sobrevivir de manera independiente”. Sin embargo, en la

mayoría de los casos es porque no están dispuestos a tolerar más la agresión física,

psicológica, verbal, sexual y emocional de la que son víctimas, es así como deciden ser

“niños de la calle”.

Actualmente, se utilizan diferentes definiciones en relación con los niños que viven

fuera de su casa, en varios documentos se consideran las definiciones que, en 1992,

utilizó la UNICEF2 en El primer estudio sobre niños callejeros en la Ciudad de México,

que se llevó a cabo en el año de 1992 (Citado en Murrieta, 2008:27), entre las que se

encuentran:

“Niño callejero. Aquella persona menor de 18 años, cuya sobrevivencia o

subsistencia depende de su propia actividad en la calle”. (UNICEF,1992)

“Niño de la calle. Niños de uno y otro sexo que habiendo roto el vínculo familiar

temporal o permanentemente, duermen en la vía pública y sobreviven realizando

actividades marginales dentro de la economía informal callejera”.

(UNICEF,1992).

2 Siglas en inglés United Nations International Children‟s Emergency Fundation.

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“Niño en la calle. Niños de uno y otro sexo que mantienen el vínculo familiar, que

suelen estudiar y salen a la calle a realizar actividades marginales de la

economía callejera, para el sustento o para ayudar a su familia”. (UNICEF,1992).

De acuerdo con lo anterior, es conveniente que no se hable de los niños en situación de

calle y en riesgo de serlo de manera general, porque no todos han roto sus vínculos

familiares y viven en la calle, hay quienes únicamente salen a la calle a trabajar, tal vez

no de la forma y en las condiciones óptimas para su pleno desarrollo, pero la situación

económica, social y cultural de su familia así lo amerita.

Existen también quienes por el ambiente que se da al interior de su familia, el cual

puede ser de mucha violencia y maltrato, deciden pasar la mayor parte del tiempo en la

calle; sin embargo, en algún momento del día o al cabo de varios días deciden regresar

a su hogar, pero no permanecen mucho tiempo en él, se vuelven a ir a la calle por

varios días e incluso semanas.

Una vez que los menores deciden vivir en las alcantarillas, calles y avenidas de la

ciudad, se inicia lo que es conocido como el proceso de callejerización. Al respecto

Cornejo (1999:211) menciona que: “Es un evento que no ocurre de una vez y para

siempre, sino que se va dando en etapas sucesivas (iniciación, adaptación, movimiento,

inercia, búsqueda, crisis) que, en lo general, se caracteriza tanto por la paulatina ruptura

de los lazos o vínculos familiares debido, principalmente, a la dinámica y estilo de

comunicación familiares, como por la incorporación de una particular visión del mundo o

cultura callejera (valores, normas de comportamiento, patrones de conducta, lenguajes

interiorizados); durante el transito del hogar a la calle, ésta última se convierte en un

espacio de sobrevivencia a partir de la principal actividad laboral de los menores”

El hecho de que un niño viva en la calle, tiene una serie de implicaciones que en

consecuencia modifican del todo su forma de pensar y de ser, por lo tanto, de actuar.

No es lo mismo que dentro de su hogar las personas adultas le proporcionen los

elementos necesarios para su desarrollo y subsistencia a que él sea el único encargado

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de buscar sus alimentos y abrigo, puesto que para lograr obtener recursos hacen uso

de varias tácticas.

A continuación se mencionan algunas de las actividades que llevan a cabo los niños,

una vez que viven en el contexto callejero para lograr la subsistencia en él y

permanecer fuera de su casa.

3.2.1 ¿Cómo es que sobreviven los niños que viven en la calle?

La sobrevivencia de los niños que pernoctan en las calles se debe principalmente a la

compasión que lamentablemente manifiesta hacia ellos el resto de la población. Por la

lástima producida por su apariencia, muchas personas les dan dinero y contribuyen a

que los menores en situación de calle no tengan la necesidad de buscar algún espacio

seguro para subsistir; esto aunado a que con poco dinero sus necesidades fisiológicas

están parcialmente cubiertas.

Cuando los menores se integran al espacio callejero, comienzan a familiarizarse con la

dinámica que el medio ya tiene establecida. Inician a formar grupos en los cuales los

niños de mayor edad adoptan la responsabilidad de cuidar a los más pequeños; y el

trabajo de los niños más chicos es ayudar a los más grandes a realizar las actividades

que ellos les encomienden.

Los niños realizan diversas actividades para la obtención de dinero. Al respecto Murrieta

(2008:33) menciona que: “Una vez en la calle, los chavos buscan la manera de

subsistir. Algunos roban, otros tragan fuego, son malabaristas, payasos, mimos, o

prestigitadores. Otros se convierten en políticos con cuerpo de rata que se encaraman

en sus compañeros para bailar sobre sus hombros. La mayoría simplemente se dedican

a palabrear o charolear en las peseras –como ellos le llaman al hecho de pedir dinero

usando cualquier objeto que pueda servir para recoger las monedas.” Con base en lo

anterior, nos podemos dar cuenta de que los niños más grandes y los más pequeños

que viven en la calle forman una red de complicidad y ayuda que les permite obtener

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los recursos suficientes para lograr su sobrevivencia fuera de su hogar.

Por otro lado y de acuerdo con lo que plantea Murrieta (2008:35): “Los adolescentes y

niños mayores suelen limpiar los vidrios de los coches en los semáforos, cuidarlos y

lavarlos o vender cosas en las esquinas”. Pero una vez que se obtiene el dinero, no

todo es empleado para alimentos, ropa y zapatos que los abriguen, puesto que existen

fundaciones y diferentes grupos de personas que les regalan ropa y comida.

Los niños hacen uso del dinero para la compra de drogas y golosinas, principalmente,

pues los menores en situación de calle están expuestos al consumo de drogas. Un

factor que determina su adentramiento en el proceso adictivo es el fácil acceso que

tienen a diversos tipos de narcóticos, entre los que se encuentra la marihuana y los

inhalantes, estos últimos son los que más se consumen por la población callejera.

Muchos de los niños utilizan las drogas para evadir el dolor físico y emocional que

sienten; en ocasiones se drogan porque no tuvieron éxito en la obtención de dinero y el

estar bajo los efectos de estupefacientes, les hace olvidar el hambre, el frío y la falta de

protección.

En otras ocasiones, son explotados por diferentes grupos de personas que les piden

cierta cantidad de dinero por estar dentro de una zona que ellos creen es de su

propiedad y les exigen a los niños pagar una cantidad cada determinado tiempo.

3.2.2 Los niños en la calle buscan y sustituyen afectos.

La vida en la calle no es algo que se considere sencillo. Los menores que ahí viven, se

encuentran expuestos al rechazo y a la marginación de diversos miembros de la

sociedad, entre los que se encuentran: comerciantes, policías y otros grupos de

personas.

El repudio de que son objeto, así como sus necesidades no cubiertas los llevan a tomar

la decisión de inmiscuirse en el ambiente de las drogas, por momentos consideran que

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sus efectos de éstas los hace olvidar las inclemencias que sufren por las condiciones en

las que viven, así como también el rechazo y estigmatización de las que son víctimas.

Los menores que viven en la calle consumen, debido a su bajo costo, los inhalantes,

son drogas que hacen efecto de manera muy rápida. Las reacciones que producen van

de acuerdo con la cantidad del producto ingerida, y pueden ser alucinaciones, náuseas

o sumergen al adicto en un estado de euforia. Al respecto Murrieta (1998:37) comenta:

“La botella ayuda a olvidar: el hambre, la soledad, los golpes: aunque también se olvida

cómo protegerse. La botella los hace fuertes y los hace vulnerables. En la botella se

transporta el activo…, vaya nombre…, el «activo»: el PVC, el solvente con el cual

podrían limpiar las sucias coladeras y tuberías de la ciudad que los abriga y esconde.

La mona se guarda en la otra mano –el pequeño pedazo de papel arrugado e

impregnado de solvente-. […] La mona se defiende tanto como la mamila (la botella de

125 mililitros que guarda el solvente). Ellos saben que el tinaco (thinner) es «corriente»,

por eso les duele tanto la cabeza, pero es más fácil de conseguir que el activo. Éste

sólo se consigue en talleres clandestinos o entre personas ajenas al grupo. Los que no

pueden comprar una mamila compran lo necesario para hacerse una mona. Lo más

fácil de conseguir es el chemo (pegamento), pero los balconea, no se puede ocultar.

Todo parece ser cosa de control. (…) Con las botellas y las bolsas de plástico pueden

aparentar que toman refrescos; pero la bolsa es más agresiva, es más difícil de

controlar.”

El consumo de inhalantes es una situación que se da a menudo entre los niños que

viven en la calle, la mayoría tiene su primer acercamiento a este tipo de droga porque

algún compañero se las ofrece y sienten la curiosidad de saber qué es lo que se siente

y es así como se sumergen en el proceso adictivo, que a largo plazo afecta

considerablemente sus sentidos, su salud y por lo tanto, su calidad de vida.

Los niños se vuelven más propensos a las agresiones que se dan dentro del contexto

en el que se desenvuelven, además los grupos policiacos constantemente los acosan y

agreden por el consumo de estupefacientes. Pero para los menores, esto no importa

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puesto que en los momentos en que usan la droga no sienten más que la euforia y así

evaden la falta de afecto y protección de la que son víctimas.

Tampoco miden las consecuencias que tiene el inicio de la vida sexual a temprana edad

y en las condiciones en las que se encuentran. En su contexto, es sumamente riesgoso

tener sexo, su entorno es muy insalubre y al momento de tener un encuentro coital

corren el riesgo de adquirir alguna enfermedad de transmisión sexual. Tampoco tienen

la conciencia de que al iniciar su vida sexual existe una alta posibilidad de que se

embaracen y la vida en la calle no es el mejor lugar para procrear y criar a un nuevo ser

humano.

Los niños que pernoctan en la calle utilizan el sexo para sentirse queridos. Sobre este

tema Murrieta (2008:39) dice: “El niño de la calle busca la caricia, busca el afecto. Se

penetran para darse calor. El sexo se vuelve una forma de comunicación y de afecto

entre ellos.” Es entre ellos mismos con quienes más cercanía tienen, también existen

personas de las cuales se vuelven dependientes por el trato afectivo y/o amable que de

las mismas reciben.

Existen asociaciones, fundaciones y grupos de personas cuya preocupación son los

niños que viven en la calle y deciden realizar actividades que están a favor de mejora la

calidad de vida de los menores. Les regalan ropa, tienen espacios en los que pueden ir

a comer y asearse totalmente gratuitos, realizan talleres en los que se difunde la higiene

y la salud sexual. Es de las personas que les dan alguna muestra de afecto de quienes

tienen la necesidad de recibir más porque a veces se vinculan emocionalmente de

manera rápida, les gusta recibir, pero no dar. Una constante de los menores de la calle

es que no les gusta recibir órdenes sobre actividades a realizar o algún compromiso a

causa del tiempo que llevan fuera de su casa son ellos quienes organizan su tiempo y

pertenencias, ellos rigen el ritmo de su vida y cuanto hacen. Son los únicos dueños de

su existencia, hasta que algún infortunio les arrebate todo lo que tienen.

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3.3.3 Los niños de y en la calle en números.

El fenómeno de los menores en situación de calle es complejo. Es sumamente

complicado saber cuál es la cifra real de niños y niñas que viven en la calle, pues como

ya se mencionó, muchas de las veces viven algunos días en las calles (niños en la

calle) y regresan a sus casas o en su defecto deciden entrar a alguna institución que

trabaja en pro de los infantes en situación de calle (niños de la calle).

Murrieta (2008:26) comenta al respecto: “Según el II Censo de Niños en Situación de

Calle (1995) de 13 377 niños que trabajan en la ciudad de México, sólo 1850 viven en la

calle (13.84 %); porcentaje que si se compara con la población total de la zona urbana

del Distrito Federal, representa aproximadamente .001%, cifra positivamente

sorprendente en un país con altos niveles de pobreza, desigualdad social y violencia.

Documentos no oficiales (Camacho 1993) (Avilés y Escarpit, 2001) hablan de al menos

11 000 niños viviendo en la calle. Hay quien llega a estimar más de 30 000 jóvenes

viviendo en la zona urbana de la ciudad de México. Por supuesto, un porcentaje mucho

más alto que el presentado por el Gobierno Federal (Poniatowska 2000).”

Murrieta (2008) hace particular énfasis en que el Gobierno da “verdades a medias”

sobre la realidad de la población callejera que existe en el D.F, y aunque otras

instancias no gubernamentales han hecho el esfuerzo por llevar a cabo un conteo de

los menores en y de la calle, las cifras cambian de una fecha a otra y aún más de un

día para otro por los cambios que los menores hacen del lugar en el que duermen y

trabajan principalmente.

Por otro lado, en el 2007 se llevó a cabo un foro en el que se habló de la situación de

los niños de la calle. Dicho evento acudió Ricardo García Hernández, presidente de la

Comisión de Atención a Grupos Vulnerables de la Asamblea Legislativa del Distrito

Federal (ALFD). Al respecto Llanos, Raúl (La jornada,2007) menciona que en dicho

evento Hernández proporcionó la siguiente información:

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“El censo levantado en 1999 por el DIF nacional y de la UNICEF, según los

cuales en esta capital se tiene un registro de 14 mil 322 menores que utilizan la

vía pública para trabajar.

Siete por ciento de ellos -expresó el legislador- vive en situación de calle, es

decir, cerca de mil niños o jóvenes carecen de una vivienda y se hallan en graves

condiciones de marginación y vulnerabilidad social.

Que la Secretaría de Desarrollo Social del DF tiene detectados 147 puntos de

encuentro de niños y niñas en situación de calle, los cuales se localizan en 10 de

las 16 delegaciones políticas, fundamentalmente en la Cuauhtémoc, con 83

sitios, mientras que la Gustavo A. Madero y la Venustiano Carranza tienen 15

cada una.

Mencionó que se presentó la iniciativa de reformas para que el Gobierno del

Distrito Federal (GDF) pueda hacerse cargo de los menores que deambulan sin

mayor futuro por las calles de esta capital, y logre su rescate integral.

Al respecto, Miguel Sosa, integrante de la comisión legislativa, agregó que

estimaciones del DIF indican que por lo menos 5 mil niños y niñas están en

situación de calle, los cuales llegan a tener un promedio de vida de 25 años, y su

destino llega a ser la explotación infantil, la drogadicción, la pornografía, la

delincuencia o la muerte; por lo que se debe atender de manera pronta esa

situación, pues los datos muestran una tendencia creciente”

Con base en los datos antes mencionados, se puede dar cuenta de que la población en

situación de calle, con énfasis en los menores, se encuentra en constantes riesgos: no

obstante se llevan a cabo acciones con la finalidad de mejorar su calidad de vida para

ser reintegrados de un modo amable a la sociedad, así como también se hacen

esfuerzos para prevenir el maltrato infantil dentro de los hogares y no sea este el que

detone en los menores la decisión de vivir fuera del mismo.

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Lo anterior no ha sido suficiente, pues todavía hay niños que prefieren vivir en las calles

a soportar malos tratos en el seno familiar, convirtiéndose así esta realidad en la que

vive una cantidad considerable de las personas vulnerables y expuestas a los peligros

que existen el Distrito Federal. No se tiene precisión de cuántos son los menores que

realmente tienen como casa una alcantarilla, un paso a desnivel, las afueras de una

estación del metro, alguna terminal de autobuses o un parque. Al mismo tiempo que el

gobierno federal tiene instancias para atender a la población menor de edad en

situación de calle, para efectos del presente estudio es trascendental hablar de las

Instituciones de Asistencia Privada (I.A.P) que también brindan atención a esta

población. El presente trabajo expone el análisis sobre una de ellas.

3.4 La ayuda que se da a los menores en situación de calle

En la capital de nuestro país, existen Instituciones de Asistencia Privada (IAP)

reguladas por la Junta de Asistencia Privada (JAPDF). De acuerdo con lo que comenta

Villalobos (2010:257), fue constituida el 30 de octubre de 1992 y “es el órgano

encargado de asesorar, supervisar, coordinar, apoyar, cuidar y fomentar a las

Instituciones de Asistencia Privada (IAP) constituidas en el Distrito federal, de

conformidad con la Ley de Instituciones de Asistencia Privada (LIAPDF), cuyo objetivo

consiste en garantizar el cumplimiento de sus obligaciones y preservar la voluntad

fundacional a lo largo de su vida.” (JAPDF En línea. http://www.jap.org.mx).

Luego entonces, el que existan las IAP, tiene que ver con las necesidades u objetivos

que el grupo de personas que la conforma persiga, en particular, tiene que ser con fines

de ayudar a la sociedad, principalmente a los sectores que consideren más vulnerables

y esto depende de los objetivos de la institución de la que se esté hablando. De

acuerdo con la JAPDF se entiende a las Instituciones de Asistencia Privada como:

“Entidades con personalidad jurídica y patrimonio propio, sin propósito de lucro, que con

bienes de propiedad particular ejecutan actos de asistencia social: promoción, previsión,

prevención, protección y rehabilitación. Se encuentran reguladas por la Ley de

Instituciones de Asistencia Privada para el Distrito Federal. Garantizan la permanencia y

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la adecuada administración del patrimonio destinado a la labor asistencial cumplen

también con el fin para que fueron creadas.” (JAPDF En línea. http://www.jap.org.mx).

Las IAP son instituciones que promueven el desarrollo de los individuos a los que

atienden, entre los cuales se encuentran: adultos mayores, niños en situación de calle y

en riesgo de serlo, madres solteras, mujeres maltratadas, niños huérfanos, niños y

jóvenes con problemas de drogadicción, entre otros. Actualmente y en lo que respecta a

las necesidades de los grupos vulnerables las IAP se han ido transformando. No todas

ofrecen servicios para los grupos en situación de riesgo de manera general.

Villalobos (2010:259) señala que “las instituciones se han diversificado y brindan

servicio no solamente a los pobres y desamparados, sino que promueven el desarrollo

mediante dispensarios médicos comunitarios; impulsan talleres de alfabetización,

nutrición, prevención de adicciones y desarrollo humano, ofrecen becas para incentivar

la capacitación laboral, y brindan atención, asesoría profesional y ayuda espiritual a

personas que han sido privadas de su libertad. Otras instituciones procuran la

reinserción al trabajo de personas con capacidades diferentes mediante la capacitación

especial y la rehabilitación.”

Existen diferentes secciones en las cuales se encuentran agrupadas las fundaciones

dentro de la JAPDF, entre las que se encuentran las que a continuación se mencionan:

1. Niños y jóvenes

2. Adultos mayores

3. Salud y adicciones

4. Educación y capacitación

5. Otra clase se servicios asistenciales

6. Discapacidad y rehabilitación

Para los fines de la presente investigación, se hablará únicamente de las que están

activas así como reguladas por la JAPDF y se especializan en el trato de niños y

jóvenes. Cabe mencionar que de acuerdo con los fines que la institución persiga es el

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modelo o tipo de intervención con el que trabajará. A continuación se mencionan los

tipos de intervención con el que algunas IAP trabajan en la actualidad.

En el Cuadro VIII aparecen las Instituciones de Asistencia Privada que se encuentran

activas, lo que significa que actualmente brindan los servicios que en su objeto, el cual

consiste en mencionar el tipo de grupo vulnerable con el cual trabajan y los servicios

que brindan.

Las instituciones que se consideraron para la elaboración del Cuadro VIII el, están a

favor de la protección de los menores en situación de riesgo, las labores que realizan

son principalmente de subsistencia y asistencia, para abastecer las necesidades del

menor.

Entre las atenciones que les son brindadas en las fundaciones se encuentran: el darle

vestido, techo y comida, atención en la prevención de las adicciones, asistencia escolar,

atención médica, psicológica, entre otras.

Tipos de intervención con

niños de la calle

Enfoque

correctivo

Enfoque

de

rehabilitación

Estrategias

macrosociales

La visión

preventiva

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CUADRO VIII

NOMBRE DE LA INSTITUCIÓN

A FAVOR DEL NIÑO, I.A.P.

ALDEAS INFANTILES SOS MEXICO, I.A.P.

ASILO PRIMAVERA, I.A.P.

ASOCIACION "ORMSBY", I.A.P.

ASOCIACION NUESTRO HOGAR ANAR MEXICO, I.A.P.

ASOCIACION PARA LA DEFENSA DE LA MUJER, I.A.P.

AYUDA Y SOLIDARIDAD CON LAS NIÑAS DE LA CALLE, I.A.P

BIENESTAR E INTEGRACION FAMILIAR, I.A.P

CASA DE LAS MERCEDES, I.A.P.

CASA HOGAR DE LA SANTISIMA TRINIDAD, I.A.P.

CASA HOGAR DE LAS NIÑAS DE TLAHUAC, I.A.P.

CENTRO DE APOYO AL MENOR TRABAJADOR DE LA CENTRAL DE ABASTO, I.A.P.

CENTROS DE PREVENCIÓN COMUNITARIA REINTEGRA, I.A.P.

CENTROS DE PROMOCION JUVENIL, I.A.P.

COLONIAS DE VACACIONES, I.A.P.

EDNICA, I.A.P.

EL POBRECILLO DE ASIS, I.A.P.

FMR COMUNIDAD DE LOS NIÑOS, I.A.P.

FUNDACION BURTON BLOOMS, I.A.P.

FUNDACION CASA ALIANZA MEXICO, I.A.P.

FUNDACION CLARA MORENO Y MIRAMON, I.A.P.

FUNDACION DAR Y AMAR (DAYA), I.A.P.

FUNDACION DEJAME AYUDARTE, I.A.P.

FUNDACION FAMILIAR INFANTIL, I.A.P

FUNDACION HOGAR DULCE HOGAR, I.A.P.

FUNDACION HOGAR DULCE HOGAR, I.A.P.

FUNDACION PARA EL SERVICIO, I.A.P.

FUNDACION POR NOSOTROS, I.A.P.

FUNDACION PRO NIÑOS DE LA CALLE, I.A.P.

FUNDACION QUINTA CARMELITA, I.A.P.

FUNDACION RENACIMIENTO, DE APOYO A LA INFANCIA QUE LABORA, ESTUDIA Y SUPERA, I.A.P.

FUNDACION SAN FELIPE DE JESUS, I.A.P.

FUNDACIÓN SAN JUDAS TADEO, I.A.P.

HOGAR INFANTIL MARIA DE JESUS ROMERO RODRIGUEZ, I.A.P.

HOGAR PROVIDENCIA DON VASCO, I.A.P.

HOGAR RAFAEL GUIZAR Y VALENCIA, I.A.P.

HOGARES PROVIDENCIA, I.A.P.

LAS ROSAS ROJAS, I.A.P.

MENSAJEROS DE LA PAZ, MEXICO, I.A.P.

NUESTROS PEQUEÑOS HERMANOS, I.A.P.

PATRONATO CASA HOGAR AMPARO, I.A.P.

PATRONATO FRANCISCO MENDEZ, I.A.P.

PROMOCION Y ACCION COMUNITARIA, I.A.P.

Fuente: Junta de Asistencia Privada del Distrito Federal. http://www.jap.org.mx

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La labor asistencial se describe ya como la guía que reciben los menores de edad al

encontrarse dentro de alguna institución a la que hayan decidido ingresar; entre las

funciones que a ésta se refieren se encuentran: la atención psicológica y médica, la

asistencia a una instancia escolar, la realización de actividades recreativas y la

impartición de talleres enfocados a la prevención del consumo de drogas, entre otras.

Es importante destacar que el trabajo que se realiza con los menores depende mucho

del modus operandi de la IAP de la que se esté hablando. Existen algunas que tratan

con la población callejera directamente en su contexto. Hay algunas otras que el trato

es ya dentro de la institución, directamente en una instancia de la misma. Existen

algunas otras instituciones que trabajan en ambos contextos, el callejero y el que

denominan de resguardo, se refieren principalmente a una casa hogar. La Fundación

San Felipe de Jesús es una de las que trabaja en ambos contextos. Esta investigación

tuvo su origen en su proyecto residencial cuyo nombre es “Centro de Formación

Humana la Gran Higuera”.

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CAPÍTULO IV

ACERCAMIENTO A LOS PARTICIPANTES DEL PROYECTO RESIDENCIAL “LA

GRAN HIGUERA” DE LA FUNDACIÓN SAN FELIPE DE JESÚS.

4.1 Metodología.

El presente capítulo analiza el proceso de reeducación con menores en situación de

calle y en riesgo de serlo que realiza la Fundación San Felipe de Jesús (FSFJ). Para

llevar a cabo dicho análisis, se realizaron tres entrevistas semiesructuradas de corte

etnográfico a tres de los miembros que participan en el proyecto residencial de la

institución

Se pretendió tener un acercamiento a los beneficios y obstáculos que se presentan

durante el trabajo que se desempeña en el proyecto residencial de la FSFJ.

Los dos autores en los que se basó la realización de las entrevistas fueron Woods

(1987) y Briggs (1986), ellos hacen referencia a que la entrevista debe llevarse a cabo

bajo un clima de confianza y completa libertad, de modo que el entrevistado se sienta

con plena seguridad al momento de ser entrevistado; de igual forma hacen referencia al

lenguaje y comentan que debe ser acorde al nivel sociocultural de la persona

entrevistada. Asimismo, plantean que la entrevista debe desarrollarse a manera de

conversación para obtener la información de manera más asertiva.

Las entrevistas fueron realizadas a una educadora y dos residentes que participan en el

proyecto. Los nombres de estos fueron cambiados con fines de confidencialidad. El

nombre de la educadora será Liliana. Esta fue seleccionada porque fue con la que se

tuvo mayor contacto y se interesó en participar. La entrevista se realizó dentro de su

horario de trabajo. Fue una persona muy accesible y proporcionó la información que se

le solicitó a lo largo de la entrevista.

En lo que refiere a los dos residentes, Juan y Mario, fueron considerados para la

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entrevista porque ellos llevan más tiempo dentro del proyecto y tienen mayor edad.

Además fueron los que más interés presentaron en participar en la elaboración del

presente trabajo de investigación. Juan tiene 16 años y Mario 17.

Las entrevistas se efectuaron individualmente para establecer un óptimo clima de

confianza entre el entrevistador y el entrevistado. Se realizaron en el lugar que el

entrevistado eligió, se trató que no hubiera interrupciones. Cada entrevista tuvo una

duración de 45 minutos aproximadamente.

Cabe mencionar que las entrevistas fueron grabadas y posteriormente transcritas para

llevar a cabo su análisis. Se realizaron dos guías de entrevista (Anexos 1 y 2). Es

importante señalar que las preguntas de ambas estuvieron encaminadas a obtener

información sobre la finalidad del proyecto, así como también de algunos obstáculos a

los que se enfrentan los participantes en el mismo.

A partir del estudio detallado, de la transcripción y de la información recabada en cada

entrevista surgieron las categorías de análisis que a continuación se mencionan.

1. Criterios para seleccionar a los residentes del Centro de Formación Humana.

2. Finalidad del trabajo del Centro de Formación Humana.

3. Problemas a los que se enfrentan los educadores y los residentes.

4. Percepción que tienen los participantes del proyecto.

A continuación se presenta el análisis que se hizo de las entrevistas que se realizaron a

los participantes del proyecto. Dicho análisis aparece en el orden de las categorías

antes mencionadas.

4.2 Criterios para seleccionar a los residentes del centro de formación humana.

Dentro de esta categoría, se analizan algunos de los criterios que se toman en

consideración para que los menores en situación de calle y en riesgo de serlo puedan

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entrar al proyecto residencial de la FSFJ. De igual forma, se presentan algunas de las

situaciones que pusieron a los adolescentes entrevistados en riesgo de situación de

calle

La FSFJ es una institución que se dedica al trabajo de reeducación de menores en

situación de vulnerabilidad. Como ya se mencionó en capítulos anteriores, el maltrato

es una de las características que presenta la población vulnerable. Al respecto, en las

entrevistas se menciona que uno de los factores que consideran para para el ingreso el

Centro es que el menor haya vivido alguna situación de maltrato o abandono. Esto lo

reflejan los siguientes fragmentos de entrevista:

Liliana: “Que tenga riesgo de calle porque luego llegan las mamás, a Matlapa3 (…) y si

el niño va posiblemente desalineado, a lo mejor el niño lleva malas calificaciones, llora,

es golpeador, de cualquier cosa se violenta, entonces es un niño con riesgo de calle y

es cuando posiblemente hablan con la familia, con el papá o con la mamá, porque a

veces hasta vienen también con los abuelo, no con los papás, y es cuando se ve el

problema y nos dicen — …tenemos un chico de doce años, se llama Francisco está

viniendo a un curso de verano pero está con una violencia … . Ya fuimos, investigamos

qué pasa con ese niño y vive con la mamá y con el padrastro, pero la mamá es

alcohólica y el padrastro también, pues ese niño está en riesgo” (E1-2). 4

Las situaciones de riesgo son principalmente el maltrato, como se puede ver en el

testimonio de Liliana. Cuando la fundación lo detecta, es en ese momento que el Centro

interviene y comienza a hacer una investigación de campo en la que se entrevista al

menor y a sus familiares. Se le hace un estudio socioeconómico y posteriormente se

continúa con una serie de entrevistas y alguna observación participante que se hace

principalmente con el menor.

3 Es un centro de la FSFJ que lleva a cabo acciones preventivas asociadas al fenómeno de la callejerización.

4 Esta clave corresponde al archivo que constituye la transcripción de las entrevistas, y refiere al número de entrevista como a la página de la que se está tomando el fragmento.

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La edad que tienen los menores es un factor a considerar al momento de comenzar el

trabajo dentro de la Fundación. El proyecto residencial de la FSFJ trabaja con una

población que se encuentra dentro de determinado rango de edad.

Liliana: “Las edades conforme el perfil, tienen que ser entre 10 y 11 años hasta 18 y 20

años.” (E1-7).

Otro fenómeno importante que se da dentro de las situaciones de riesgo es el maltrato,

pero no todo tipo de maltrato consiste en agredir a un menor; también el abandono u

omisión de cuidados es considerada maltrato, como lo mencionan García y Noguerol

(2007:13).

En el siguiente fragmento de entrevista se puede apreciar que los menores

entrevistados no tenían las atenciones y actividades pertinentes a su edad. En cuanto a

los responsables de ellos no podían cubrir sus necesidades y los echaban a la calle.

Juan: “Pues primero estuve en mi casa con mi mamá y pues pasé a la secundaria, y en

la secundaria como que agarré el puro despapaye, no, y pues al hacer despapaye mi

familia dijo que ya estaba como saliéndome del límite, no, que hay en una familia y mi

mamá me corrió y así andaba en la calle”. (E2-1).

Es de esta forma como se inicia el proceso de callejerización. Ya se mencionó que éste

empieza cuando los menores pasan gran parte del día en la calle. Esto se da

paulatinamente; posteriormente dejan de llegar a sus casas por varios días hasta que

llega el momento en el que ya no vuelven.

En cuanto al proceso que viven los menores, una vez estando en la calle, uno de los

entrevistados menciona lo siguiente:

Juan: “yo estaba enojado, no estuve como completamente en la calle, o sea, a veces,

como que era por ratos, un día o dos. Ya después de los dos días regresaba otra vez a

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mi casa, otra vez nada más llegaba a comer, bañarme y me volvía a ir, andaba en

fiestas, andaba con mis amigos, amigas haciendo despapaye y medio. Andaba bien

tomado cercas de Martín Carrera” (E2-1).

Como se puede apreciar, la falta de interés por parte de sus padres o tutores en cuanto

a lo que al menor le sucede es síntoma de enojo que muchas de las veces se

manifiesta en rebeldía. Quizá en cuanto a los límites tan rígidos que se tienen

establecidos dentro de un hogar, esto lleva a los menores a tomar la decisión de hacer

lo que ellos quieren, esto sin medir las consecuencias que tiene para su desarrollo el

salir de su casa y vivir en la calle.

El tiempo es un elemento indispensable en la formación y crianza de los hijos de una

familia; a veces, por las condiciones económicas de la misma, no se presta la atención

ni se brinda el tiempo necesario a los cuidados que debe tenerse con los menores, a

causa de que los padres están ocupados en ganar el dinero suficiente para cubrir las

necesidades básicas de cada uno de los integrantes del hogar. Al respecto expresó uno

de los entrevistados:

Mario: “mi mamá es comerciante, vende discos en un puesto en mixcoac todo el día”

(E2-4).

La mamá de Mario se dedica a trabajar de lunes a viernes, por eso cuando él vivía en

su casa pasaba la mayor parte del tiempo solo. Después de un lapso considerable de

estar bajo esta situación y encontrarse en la adolescencia, es que comienza a cambiar

su comportamiento.

La falta de seguimiento, por parte de los padres y/o tutores en cuanto a las actividades

que los niños y adolescentes realizan, es un descuido que trae consigo circunstancias

cuyo desenlace es muchas de las veces el que un menor decida dejar de estudiar.

Igualmente ellos pueden tener desordenes en su conducta y sumergirse en las

adicciones. Algunas de éstas pueden ser al alcohol, al tabaco o a las drogas, como se

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muestra a continuación.

Mario. “Ya me estaba saltando las reglas de mi casa, iba mal en la escuela, me

corrieron de dos, de la 243 y de la 215. No llegaba a tiempo, tomaba más tiempo del

que me dejaban, no hacía lo que me correspondía. Si no estaba en la escuela, me iba

de pinta, estaba con mis amigos. Si no entrábamos a la escuela nos, íbamos de pinta a

cotorrear a cualquier casa. Tomábamos cerveza, mucha cerveza hasta donde el dinero

alcanzara”. (E3-1).

Al estar inmersos en alguna situación de riesgo o desamparo, los adolescentes tienden

a subsanar las necesidades propias de su edad, como afecto: atención, asistencia

escolar y asistencia médica, entre otras. Con la compañía de gente de su edad que se

encuentran en semejante situación, en lugar de mejorar la calidad de vida del menor

tiende a perjudicarla de alguna u otra manera.

4.3 Finalidad del trabajo del Centro de Formación Humana.

Una vez que los menores ya se encuentran en el Centro de Formación Humana, es

cuando se empieza a trabajar con ellos. En el trabajo que se lleva a cabo intervienen

psicólogos y trabajadores sociales, así como también algunas instituciones dedicadas a

las adicciones.

Una de las funciones que debe atender el Centro, principalmente los educadores, que

en este caso son trabajadoras sociales, es la que refiere Pereira (1987:40), “intentar

establecer vínculos [con las personas que los cuidan y guían] y estar cerca de ellos,

razón por la que es muy necesario que sus relaciones tengan un mínimo de

continuidad”. Esto último es de gran importancia, puesto que el trabajo que realiza la

Fundación, en cuanto al proceso de reeducación de los menores y de reinserción de los

mismos a la sociedad como seres independientes, está planeado para un tiempo de 6

5 Secundarias de la colonia donde vivía

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años aproximadamente, pues se considera que la edad que tengan al ingresar sea de

12 años. En cuanto al propósito que se tiene desde que los menores ingresan al centro

de formación “La Gran Higuera”, menciona la entrevistada:

Liliana: “La vinculación con los niños es como parte de la contención y lo maternal,

tiene que ver mucho para la realización de mi trabajo. Se dice educadora como muy

firme, pero también está la parte maternal el hecho de que un niño se sienta triste se

sienta mal, es cuando abordo y digo “a ver vamos a platicar”, cuando hay violencia y

golpes dentro de la casa también igual hay que platicar con ellos, hay que ver cuál es el

problema, desde donde está arraigado y es cuando se le hace una contención tanto al

chico como al grupo. Cuando hay un robo en el hogar, se hacen juntas comunitarias y

es también cuando entro como contención …puras intervenciones dentro de lo cotidiano

lo que más interesa en intervenciones con los chavos, tanto en lo individual como con el

grupo” (E1-4).

El trabajo que llevan a cabo los educadores, está encaminado principalmente a la guía

y contención de emociones. Los chicos con los que se trabaja en el proyecto son

impulsivos y manifiestan un alto grado de enojo, por eso se dan las situaciones de

conflicto a las que refiere la educadora.

Se tiene que escuchar al adolescente el tiempo que sea necesario; de manera que se

trata de observar cuál es su verdadera molestia, en diversas ocasiones se tiende a

transferir el sentimiento que se tiene de una persona hacia a otra, y esto muchas veces

nada tiene que ver con la emoción que presenta en un determinado momento.

Liliana: “porque el chavo ve al educador que se le parece al papá o a la mamá, o simple

y sencillamente no le gusta que le griten; entonces es cuando el niño como que se

revota un poquito más” (E1-6.)

La transferencia de emociones que hacen los adolescentes que viven en el Centro, es

un factor que determina el proceso de reeducación que se lleva a cabo, pues en

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ocasiones los adolescentes no están dispuestos a tolerar que se les confronte con sus

emociones y deciden abandonar el trabajo que están realizando. Por este motivo, es

muy importante mencionar que una de las principales finalidades es proporcionar a los

menores elementos que les ayuden a formar la que será la estructura de su

personalidad y comportamiento, a pesar de la molestia que eso les cause.

Se les deben dar las herramientas a ellos para que puedan realizar sus actividades de

manera independiente y responsable, pues si bien es cierto que son un grupo

vulnerable, no por esa circunstancia se les debe consecuentar la falta de interés por

desenvolverse adecuadamente en los ámbitos social, escolar y personal.

Liliana: “que les pongas limites por que piden autoridad «mírame, ayúdame y al mismo

tiempo regáñame» no es como él no me interesa si está haciendo esto que bueno,

ellos siempre van a pedir autoridad y si hay autoridad hay aceptación por parte del niño

entonces es cuando el niño se da cuenta que uno está para el bien de ellos” (E1-5).

Son menores, que como ya se mencionó, no tienen las bases para saber cuáles son las

acciones que más le beneficiaran y muchas veces no respetan límites que los guíen en

cuanto a lo que es considerado socialmente correcto. Por lo tanto, la Fundación debe

brindarles lo necesario para que ordenen y reencaucen sus pensamientos, emociones y

la actitud que hasta cierto momento los llevó a entrar al proyecto. Una de las funciones

primordiales que cumple el trabajo pedagógico que realiza la Fundación es la

modificación de hábitos. Tal vez esto pueda parecer un tanto presuntuoso en

adolescentes que se encuentran fuera de su hogar, pero se logra. Esto lo podemos

apreciar con el testimonio de un adolescente que lleva dos años en el Centro de

Formación.

Juan: “como que todo lo que haces aquí se te va haciendo como hábito, o sea, yo voy a

mi casa y me dice mi mamá, no, si quieres no laves el plato, pero como siempre lo hago

aquí pues lo hago; o si está sucio algo lo limpio o así, cosas así, o por ejemplo aquí

cuando yo salgo no me preguntan a donde voy o con quien voy porque confían en mí,

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pero en mi casa no, en mi casa cuando salgo me preguntan a dónde vas y con quién

vas …, no es el mismo sistema estar con una familia a estar aquí” (E2-6).

Mario: “Pues sí, en mi casa me paraba así como muy temprano, pero pues igual aquí

me fui moldeando más y más hábitos de responsabilidad, de puntualidad. Aquí

planchaba mi ropa, lavo mis trastes, me paro yo solo, respeto a mis compañeros” (E3-

5).

La modificación de hábitos, la creación del sentido de responsabilidad así como el

compromiso de hacerse cargo de la apariencia personal, es una de las finalidades de la

Fundación, pues les permite desenvolverse en diferentes ámbitos de la vida cotidiana,

la convivencia dentro de la casa es un ejemplo claro de esto.

Mario: “He aprendido responsabilidad, he aprendido la solidaridad. El más chico es

Armando que tiene 12 años y pues he aprendido a tratar con él y pues con el más

grande por meses que es Roberto y pues, ser solidario es estar con ellos aunque no

sean de tu familia, exactamente apoyarlos, ayudarlos en lo que se necesite, estar con

ellos en sus buenos momentos y en sus malos momentos; aprende uno a convivir con

nueve carácteres diferentes pues también es difícil tienes que hablar con ellos pero

diferente porque no todos son iguales o no todos somos iguales. He aprendido a

relacionarme con muchas” (E3-5).

Otro aspecto importante que se les enseña a los menores son los valores y el trabajo en

equipo. El equipo está formado por miembros del centro, lo que ellos denominan su

familia. Cabe mencionar que en el Centro viven la mayor parte del tiempo. Sólo en

determinados momentos salen con sus familias, por ejemplo, en temporada vacacional

4.4 Problemas a los que se enfrentan los educadores y residentes.

El trabajo que se realiza con adolescentes no es fácil por las características propias de

la edad. Entre éstas se encuentran: cambios de ánimo, conformación de la personalidad

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del individuo y cambios físicos hormonales, entre otras.

Si a lo anterior se le agrega que los menores con los que se trabaja son chicos cuyas

características distan de las de los adolescentes que viven en condiciones “normales”

dentro de su hogar que además de los cambios físicos, emocionales y hormonales

propios de la edad, los menores del Centro se enfrentan a otras situaciones que se

suscitan a lo largo de su proceso de reeducación a la sociedad.

Dentro de las situaciones que se presentan y pueden ser consideradas problemas que

obstaculizan, de cierta forma la reeducación de los menores, se encuentra el consumo

de drogas. Esto se muestra cuando se le pregunta a uno de los residentes por qué se

drogaba.

Juan: “Pues porque aquí quieras o no, no hay nadie de mi familia, entonces pues yo

veía que aquí nadie me decía nada. Pues yo entre aquí con una mentalidad de seguir

echando mi desmadre, pus es lo mismo y pues aquí (…) que había drogas, adentro de

la casa, (…) yo podía salir con amigos que aquí conocí (…), y pues ellos vivían con sus

papás y se drogaban, y yo veo que este proyecto, (…) es como para la gente que sí

quiere como estar bien. Vivir en armonía, porque yo ya tiene mucho que no consumo

pero, creo que el tiempo de estar aquí me ha servido como para madurar y para ver qué

este no es el buen camino. Y que pues que para ser alguien de bien, no me debo

drogar”. (E2-5).

La tendencia de los adolescentes ión es muy alta. Un factor determinante es el grupo de

pares con el que conviven. Como se puede apreciar en el fragmento anterior, aunque

tienen cierta guía no se les puede prohibir absolutamente nada a los menores. Pero

queda claro que el trabajo que se hace en la FSFJ ha vertido grandes frutos. Con base

en lo que menciona Juan, se puede identificar un cambio de opinión y actitud acerca de

su consumo de las drogas.

El principal narcótico que utilizan los menores en situación de calle son los inhalantes,

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entre los que se encuentran principalmente los solventes industriales, tales como el

PVC, el pegamento y el thiner, entre otros. Al respecto, Vargas en el periódico La

Jornada en abril del año 2010 menciona que “Estas sustancias ocupan uno de los tres

primeros lugares entre las llamadas drogas de inicio, apenas después del alcohol y el

tabaco. En México, la adicción a los solventes se inicia a una edad promedio de 14.5

años”. El inicio en el consumo de los inhalantes comienza por la sensación de saber

qué se siente y vivir nuevas experiencias. Al respecto uno de los entrevistados

menciona:

Juan: “No, la primera vez si fue por curiosidad, pero ya después pues porque yo sentía

que se sentía bien, me sentía relajado, me sentía como en otro mundo”. (E2-5).

Dentro y fuera del hogar, los adolescentes son presa fácil para incidir en el consumo de

drogas y no es posible tenerlos vigilados todo el tiempo. Por este motivo, si dentro del

Centro se da una situación de adicción, los educadores estipulan un tiempo en el que

esperan que el menor hable con ellos y diga que ingirió una droga; de lo contrario, se

espera la misma reacción de alguno de los compañeros del Centro. Pero si ninguno de

ambos externa lo que sucedió, en cuanto al consumo de drogas, luego entonces se

confronta al menor con una serie de evidencias que lo lleven a reconocer su falta; se le

tiene en observación y si reincide nuevamente, se comienza a considerar la opción de

canalizarlo a algún centro especializado en adicciones.

La también es un obstáculo en el proceso que llevan a cabo los residentes del Centro,

está presente todo el tiempo. Tanto educadores como residentes deben aprender a

lidiar con ella aunque llegue el momento en el que no se sabe qué hacer, pero no por

eso el trabajo se interrumpe.

Liliana: “cuando se violenta un niño de 10, 12 o 13 años, dependiendo de la edad, a

veces implica miedo, porque en ocasiones uno no puede sobrellevar ese tipo de

violencia (…) el niño agrede hasta con uno como educador. Si uno sabe manejar esa

emoción, pues le va a uno bien. Pero somos seres humanos y de repente se te mete el

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miedo y es cuando posiblemente no tengas una buena intervención. Se tiene que

hablar con el chico, se le tiene que bajar la angustia, porque la angustia los violenta, si

el niño está violento es que tiene algo.”(E1-6).

En el contexto que sea, es incierta la reacción que la persona bajo los efectos de la

violencia pueda tener. Por esta situación, las personas que están a su alrededor a

veces no saben cómo reaccionar. La labor de los educadores en este caso está

enfocada a la contención del menor. Ponen en riesgo su integridad física y emocional,

pues son blanco principal de las agresiones en el momento en el que tratan de darle

solución al conflicto. Este se tiene que solucionar lo antes posible, de lo contrario la

violencia se incrementa y puede aumentar de manera considerable, influyendo en cada

uno de los residentes del hogar de tal manera que puede provocar un estado de

inconformidad y molestia en la mayoría de los residentes.

La violencia que presentan los menores, algunas ocasiones tiene su origen desde que

el menor se encontraba en su casa o fuera del hogar y por algún acontecimiento que se

suscita una vez que participa en el proyecto se deja salir la emoción y es cuando el niño

al sentirse vulnerable reacciona en forma ofensiva o defensiva, reacciona en contra de

los educadores y sus compañeros. Se violentan a causa de situaciones no resueltas, a

las cuales es necesario darles solución antes de que la agresión sea tal que el niño se

vuelva adicto a alguna droga o termine en algún reformatorio para menores.

Liliana: “la mayoría de los niños no son niños de la calle con problemas de adicción, son

con problemas de conducta, de abuso sexual, maltratos por los papás abusados por los

propios padres; unos abandonados por los mismos padres y por todo lo que les ha

pasado piden ser queridos y lo hacen conforme a la violencia hacia ellos mismos.

Piensan, yo me drogo, yo me salgo, yo fumo, yo robo o sea, todas esas formas de ser

las van a hacer en el hogar porque les vamos a dar la opción de no hacerlo” (E1-7).

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4.5 Percepción que tienen los menores y educadores sobre el proyecto.

Una parte crucial de este trabajo de investigación, es la percepción que tienen los

involucrados sobre el trabajo que realiza la Fundación. Su proyecto, sin lugar a dudas,

lo que los participantes comentan da una perspectiva sobre las vivencias personales así

como también de los logros que se dan en cuanto a la actitud y los hábitos de los

adolescentes con los que se trabaja.

Algunos de los menores que se encuentran en el centro no estuvieron por mucho

tiempo en la calle, sin embargo los escenarios por los que transitaron antes de ingresar

al proyecto les hace pensar que es un tipo de oportunidad extra que se les dio para que

pudieran desarrollarse en un ambiente idóneo. Al respecto los residentes entrevistados

comentan:

Mario: “pues que son muy buenos, ayudan a la gente que está así como nosotros que

está en riesgo de calle, nos dan una segunda oportunidad (…) de la que tal vez ya nos

habíamos alejado o algo así ¿no? Más que nada te vuelven a enfocar y pues eso está

así como que bien chido, te dan oportunidades que yo creo que en mi casa nunca

hubiera tenido; pues aprendes cosa nuevas que sólo igual en una fundación tienes la

oportunidad, pues por eso yo digo que, pues están muy bien” (E3-6).

Algunos de los menores están en riesgo de situación de calle por la condición

socioeconómica de su familia. La Fundación hace un estudio socioeconómico y si

considera que el ingreso familiar no es suficiente para que sean cubiertas las

necesidades alimenticias, de vestido, escolares y recreativas, además de los cuidados y

atención que requiere el menor, entonces se considera que éste en esencia es un

candidato para ingresar al proyecto residencial.

La conducta también es un factor que determina el ingreso de los menores de edad a la

Fundación, y si a esto se le aumenta la falta de herramientas y límites que el menor

tenga dentro de su hogar, independientemente de las personas con las que viva, luego

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entonces pierde las fronteras entre lo que le conviene hacer y lo que no, de acuerdo

con las necesidades de su edad.

Por lo anterior resulta importante el siguiente testimonio, pues con se puede ver que los

participantes del proyecto lo consideran como una alternativa para cambiar el rumbo de

sus vida.

Juan: “Pienso que es como una segunda oportunidad para los chavos, más que nada

que quieren como ya salirse de ese mundo de despapaye. Cuesta mucho trabajo pero

si se puede lograr” (E2-6).

Es de suma importancia mencionar que si los residentes entrevistados no hubiesen

ingresado al proyecto, sus oportunidades serían considerablemente diferentes. Ambos

no tenían los elementos y las herramientas necesarias para poder desenvolverse en un

ambiente apropiado a su edad y con personas que potenciaran su crecimiento, tanto

social y emocional así como académico.

Uno de los entrevistados nos compartió cuales serían las actividades que estuviera

realizando de no haber comenzado un proceso de reeducación dentro de la Fundación.

Juan: “Yo creo que estaría en la calle, drogándome o haciendo de mi vida un

despapaye o ya anduviera vendiendo drogas o algo así, porque varios amigos con los

que me juntaba pues vendían droga. Varias veces fueron los policías a buscarme a mi

casa” (E2-6).

Como se puede advertir, la visión que Juan tenía de su futuro estaba encauzada hacia

la dependencia y distribución de drogas. Las amistades dentro de este tipo de

ambientes juegan un papel crucial para que un menor se inserte en el medio. Sin

embargo, el menor decidió ingresar al Centro y de esta forma ha podido encaminarse

hacia otro rumbo.

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En lo que respecta a las oportunidades, es importante mencionar que los residentes del

centro tienen una serie de actividades a realizar que tal vez no hubiesen tenido si

estuvieran fuera de ella. Se les manda a cursos y a talleres, además de que tienen el

apoyo incondicional para llevar a cabo tareas que estén en función de su crecimiento

personal, escolar y emocional. A continuación está el testimonio de uno de los

residentes del Centro que habla de lo que hubiese hecho de no haber entrado al centro

y lo que él ha cambiado una vez que decide participar en él mismo.

Mario: “Híjole, yo creo que no hubiera acabado la secundaria, no hubiera conocido a

tanta gente que ahora conozco, prácticamente no fuera lo que soy ahorita, no estuviera

formado como lo estoy ahorita, no tuviera esos valores, principios, pues todo esto, me

fueron ayudando a moldear aquí y estuviera pues... tal vez no en la calle, pero no

estudiara, no trabajara, no generara, pues estuviera de prángana en mi casa, yo

creo…” (E3-5).

Por otra parte, en lo que se refiere a la perspectiva del educador, el trabajo de éste es

de suma importancia para los residentes, pues son los educadores quienes están al

pendiente de lo que les sucede, de sus necesidades y de los planes y proyectos que

quieren llevar a cabo.

Liliana: “Entonces el proyecto está bien, (…) el objetivo es siempre el bienestar del

chico, que no sigan en la adicción, en el maltrato o que no incidan en el regresar a la

calle, (…) creo que los niños de ahora, ya no son de la calle, son con otro tipo de

problemas” (E1-8).

El trabajo que se desempeña dentro de la Fundación está siempre en función de los

menores de edad y de lo que necesitan para desarrollarse óptimamente.

Los menores en situación de calle y en riesgo de serlo son uno de los grupos más

vulnerables y que más riesgos corren dentro de nuestra sociedad, principalmente

debido a las condiciones sociales y económicas que actualmente atraviesa nuestro

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país. El tipo de población con el que se trabajó está en riesgo, las causas centrales son

el maltrato dentro de la familia y los problemas conductuales.

El que un menor pase de la situación de riesgo, a ser niño de calle, lleva un camino

que en ocasiones puede ser largo y otras no tanto, como es el caso de los menores

entrevistados, puesto que ellos no estuvieron en su totalidad viviendo en la calle, sin

embargo pasaban un tiempo considerable en ella.

El trabajo que realiza la Fundación San Felipe de Jesús con esta población es además

de suma importancia las familias de los mismos, pues al terminar su estancia dentro del

Centro, la mayoría de los menores han modificado considerablemente sus hábitos e

ideología, de tal manera que pueden desarrollarse en contextos alejados de las

adicciones.

Otro aspecto importante a considerar es que el seguimiento que se les da a los

menores es totalmente integral. Se les da atención médica, psicológica y seguimiento

escolar. Su alimentación es planeada por un grupo de especialistas y de igual manera

se trabaja psicológicamente con la familia del menor.

En cuanto a los educadores se refiere, ellos son profesionales que han trabajado con

población en riesgo de calle y callejera durante tiempos considerables, tal es el caso de

Liliana. Ella trabaja con niños de la calle desde hace14 años.

Las bondades que otorgan este tipo de proyectos a la comunidad son de suma

importancia por la visión de ayuda que manifiestan. El rumbo de vida que habrían

seguido los beneficiados no estaría lleno de las oportunidades que ahora tienen. Este

centro no tiene ningún costo monetario para los miembros. El único costo que tienen los

adolescentes que pagar es el estar casi todo el tiempo dentro del proyecto, esto con el

fin de que se le dé continuidad a su formación, lo cual implica casi no tener contacto

físico con su familia. Ellos pueden hablar por teléfono. Las visitas que les pueden hacer

a los menores son sólo el último domingo de cada mes, además de que si en

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determinada circunstancia se requiere de la presencia de los padres o tutores del menor

se les llama y pueden convivir con él sin problema.

En este Centro, también existen algunas deficiencias. En ocasiones, no todos los

educadores tienen el mismo compromiso con la función que deben desempeñar y esto

merma considerablemente el trabajo comprometido que hacen algunos educadores. Sin

embargo, a pesar de las carestías, la labor es de muy buena calidad y siempre en favor

de mejorar la vida del menor con el que se trata.

Los participantes están muy satisfechos con sus logros y la transición que han sufrido

desde que ingresaron hasta el momento. Además, la atención que se les brinda es lo

que más se puede acercar a la que debieran tener dentro del seno familiar.

Con este análisis sobre los menores en situación de calle y en riesgo de serlo se puede

ver que el trabajo que se realiza al interior de las fundaciones, es de suma importancia

para la sociedad y sobre todo para los menores que en ella se encuentran, pues como

lo refieren los residentes del centro, “es como una segunda oportunidad”.

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CONCLUSIONES

La infancia es un sector de la sociedad que requiere recibir cuidados y atenciones por

parte de las personas adultas, con la finalidad de que su desarrollo emocional, físico,

escolar y personal se lleve a cabo de la mejor manera en función de sus necesidades.

Todos los individuos tenemos necesidades que deben ser cubiertas. En primer lugar se

encuentran las necesidades fisiológicas, de alimentación, vestido y la del poder dormir

en un lugar adecuado. En segundo lugar se encuentran la necesidad de seguridad, la

cual consiste en sentirnos protegidos y a salvo dentro del contexto en el que nos

encontremos. Sin embargo, esto no suele suceder así. En un número considerable de

casos, los menores de edad se encuentran constantemente en peligro dentro de su

propia familia, cuando es ésta la que en teoría se debe encargar de la subsistencia y

bienestar de los niños y las niñas.

La familia juega un papel de vital importancia en el desarrollo de los menores de edad,

es la encargada de proveer al infante de los elementos que requiere para

desenvolverse plenamente en los diferentes contextos que integran su vida; pero por

diversas circunstancias, esto no sucede en algunos de los casos, ya que la dinámica

familiar se encuentra permeada por factores que determinan considerablemente la

calidad de las relaciones y el trato que se da al interior de una familia.

Entre los elementos que constituyen y merman la dinámica familiar, se encuentra el

status socioeconómico así como las condiciones sociales y el nivel de escolaridad de

los integrantes, en particular de los padres de la familia. La falta de recursos

económicos es el factor principal que interviene dentro del contexto familiar y es éste un

parámetro mediante el cual se puede decir que la familia o los miembros de la misma se

encuentran catalogados como grupos vulnerables, lo que conlleva a que se encuentren

inmersos en alguna situación de riesgo.

Los menores de edad son un sector vulnerable de la población, constantemente se

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encuentran inmersos en situaciones de riesgo, puesto que sus condiciones físicas y

sociales los dejan expuestos a peligros que pueden sufrir dentro y fuera del seno

familiar y son propensos a ser víctimas de cualquier tipo de abuso.

Entre los abusos que sufren los menores de edad en nuestro país, en la mayoría de los

casos en sus casas se encuentra el abuso sexual, el maltrato físico, el maltrato

psicológico, el abandono y la explotación laboral. Pero llega el momento en el que los

infantes ya no están dispuestos a tolerar las arbitrariedades de las que son víctimas al

interior de su hogar y deciden salir de él. Sin embargo, quizá ésta no sea la mejor

opción, aunque ellos creen que lo mejor que pueden hacer es no vivir más con sus

verdugos y es así como se inicia su vida en el cotidiano transitar por las calles, las

avenidas, las estaciones de metro y los puentes peatonales de las ciudades de nuestro

país.

Los niños de la calle son una realidad con la que nos enfrentamos a diario, pero sólo se

ve de lejos, como si no tuviéramos nada que ver o no nos afectara directamente. Sin

embargo, al ser los individuos más vulnerables los que se encuentran en esta situación

y considerando que por naturaleza son las personas mayores las que cuidan a las más

pequeñas, esto significa que algo no está funcionando del todo bien, pues niños y niñas

creen que es mejor estar lejos de sus padres a sufrir maltratos dentro de su casa.

La situación es que, afortunada o desafortunadamente, se encuentran en lo correcto, lo

cual no significa que lo mejor sea que pernocten en las calles, pero existen una serie de

grupos y fundaciones que están al pendiente de los niños que se encuentran en

situación de calle, lo que tampoco significa que se brinde atención a toda la población

callejera; aunque no se tienen datos certeros del número de menores que viven en

situación de calle, se considera que son una cantidad considerable. Además de que no

todos están en la disposición de aceptar la ayuda que se les brinda, puesto en algunas

de las situaciones es un intercambio ya sea de actitudes o hábitos por algún servicio

que necesiten. Esto puede ser que les den comida, vestido, un baño para asearse,

atención médica entre otros a cambio de que se bañen o no lleguen drogados al centro

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de atención al que decidan acudir. Entre el sector de menores que son atendidos y

asistidos por alguna fundación, se encuentra la población con la que trabaja la FSFJ en

su proyecto residencial Centro de Formación Humana la Gran Higuera. Dentro de este

Centro, se llevan a cabo las funciones que son propias de la familia: a los menores se

les da ropa para vestir de acuerdo con sus necesidades; se les brinda atención médica

cuando lo requieren; atención psicológica constantemente para que aborden las

situaciones emocionales, familiares y conductuales que los llevaron a integrarse a este

proyecto; se les brinda educación, ya que asisten a una instancia escolar conforme al

último ciclo escolar que cursaron y aprobaron; se les lleva a centros de esparcimiento y

recreación como los son balnearios, deportivos y diferentes zonas turísticas, entre

otros.

El trabajo que se realiza en la fundación es de gran importancia para la sociedad, sobre

todo para los menores de edad que en él participan, los niños que participan al interior

del proyecto han modificado considerablemente sus actitudes, hábitos, perspectiva en

cuanto al comportamiento que anteriormente tenían de vida que tenían antes de

ingresar al Centro, así como también su tendencia hacia el consumo de drogas.

El trabajo que realiza la FSFJ es totalmente altruista, no tiene ninguna intención de

lucro debido a que a los familiares de los residentes no se les cobra ninguna cuota. Es

un trabajo que se hace con la intención de ayudar y los resultados son latentes y se

aprecian en el día a día del convivir con los menores que viven en el Centro de

Formación Humana “La gran higuera”.

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ANEXOS

Anexo 1: Entrevista al educador

Anexo 2: Entrevista al residente

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Anexo 1.

ENTREVISTA AL EDUCADOR

Datos generales Nombre: Edad: ¿Qué estudiaste? ¿Hace cuánto tiempo trabajas aquí? ¿Cuáles son los criterios que sigue para que un niño ingrese? ¿Me puedes describir un día de trabajo? ¿Cuál es el mayor reto que has enfrentado en este trabajo? ¿Cómo le haces para que los niños te acepten? Adicciones ¿Hay adicciones dentro del centro? ¿Cuáles? ¿Qué pasa si algún niño se droga? ¿Qué haces tú como educadora? Violencia ¿Si algún niño se violenta que haces? Orden ¿Qué pasa si los menores no cumplen con sus deberes? Evaluación ¿Cómo se evalúa el avance de los menores? ¿Existe alguna gratificación por su avance? ¿Qué piensas del comportamiento de los niños? ¿Qué opinión tienes del proyecto?

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Anexo 2

ENTREVISTA AL RESIDENTE

Datos generales Edad: Escolaridad: ¿Cuánto tiempo llevas aquí? Cuéntame cual fue el proceso que te hizo llegar a este lugar ¿Por qué decidiste vivir en la calle? Descríbeme un día de tu vida Familia ¿Tienes contacto con tu familia? ¿Con quiénes? ¿A qué se dedican? Escuela ¿Actualmente estudias? ¿Qué estás estudiando? Adicciones ¿Has consumido alguna droga? ¿Cuál? ¿Por qué? ¿Qué piensas al respecto? Proyecto de vida ¿Qué piensas hacer cuando salgas de aquí? ¿Qué piensas de que haya este tipo de proyectos? ¿Cuál es el principal reto que tienes al estar aquí?