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Los •
am1nos de la
usticiaen / . eXlCO
1810-2010
BICENTENARIO INDEPENDE NCIA
CENTENAR IO ' REVO L UCIÓN "'
PODER JUDICIAL do la Federación
•
COMISIÓN BYC-PJF
Ministro Guillermo l. Ortiz Mayagoitia Presidenle de lo SC}N, del CjF y de lo Comisión
Ministro José de Jesús Gudiño Pelayo (t) Ministro José Ramón Cossío Díoz Supremo Corte de justicia de lo Noción
Consejero Óscar Vázquez Marín Consejero Jorge Efraín Moreno Collado Conse¡o de lo judicatura Federal
Magistrada Electoral Ma. del Carmen Alan is Figueroa Presidenta de lo Solo Superior del Tribunal Electoral del Poder judicial de lo Federación
Magistrado Electoral Manuel González Oropeza Magistrado Electoral Pedro Esteban Penagos López Tribunal Eleclorol del Poder judicial de lo Federación
Invitados Permanentes
Comisión Organizadora de lo Conmemoración del Bicentenario del inicio del Movimiento de Independencia Nocional y del Centenario del inicio de lo Revolución Mexicano Comisión Especial Encargado de los Feste¡os del Bicentenario de lo Independencia y del Centenario de lo Revolución Mexicano del Senado de lo República Comisión Especial de Apoyo o los Feste¡os del Bicentenario de lo Independencia y del Centenario de lo Revolución de lo Cámara de Diputados Comisión de los Celebraciones del Bicentenario de lo Independencia y del Centenario de lo Revolución en lo Ciudad de México Secretaría E¡ecufivo de lo Asociación Mexicano de lmportidores de justicia {AMlj)
Consejo Asesor
Dr. Alfredo Ávilo Rueda Dra. Eugenia Meyer Dr. David Pontojo Morón Dr. Ricardo Pozos Horcasitos Dra. Elisa Speckmon Guerra Mtro . Moría Teresa Franco González Salas Dr. Andrés Lira González Dra. Margarita Martínez Lámbarry Dra. Cecilia Noriega Elío Mtra. Alicia Salmerón Castro Dra . Érika Pani Bono
Secretariado de la Comisión BYC-PJF
Lic. Alfredo Orellana Moyao Coordinador Genero/ Miro. Ignacio Marván Laborde Enloce con el Conse¡o Asesor Lic. Juan Manuel Hoffmann Calo Secretorio Técnico en lo Supremo Corte de justicia de lo Noción Lic. José Rolando Téllez y Straffon Secretorio Técnico en el Conse¡o de lo judicatura Federo/ Lic . Héctor Dávalos Martínez Secretorio Técnico en el Tribunal Electorol del Poder judicial de lo Federación
Contenido
Prelin1inar.... ......... ........ .. ............................ .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX
Presentación
Ministro Guillenno l. Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprem.a
C01'te de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura
Federal..................... ................................... ............. . . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI
Primera Parte
l. 1812-1847. De la justicia Novohispana
a la justicia republicana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
De las Reales Audiencias Ind ianas
D1'. Rafael Diego-Femández Sotelo.. ... ... .. ... .... ........................... ... ..... 3
La formación del Poder Judicial en los o rígenes del estado moderno
en México. Identidad y antecedentes
Dr. Víctor Gayo!. .............. .. .. .. ............. ... ........ ... .. .. ..... ... ...... ... ... ... ...... . 31
Independencia y autonomía del Poder Judicial: un espejismo en la
primera mitad del siglo XIX
D1'. T M . Jan~es. .. . . .... ... . . . . . .. . . . . . .. . . .. . . .. . . ... . . .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. . . . . . .. . . .. . . .. . . 53
-
Cont enido - Suprema Corte dejusticia de la Nacióu
11. 1847-1857. Hacia la supremacía constitucional. .... ....... .... ... 75
La justicia mercantil: 1821-1889
Dr. Osear Cruz Barney...... ........................ .. .......... ............ ...... .......... 77
Administrar justicia sin Constitución. Continuidades e innovaciones
bajo la dictadura de Santa Anna, 1853-1855
Dr. Andrés Lira González .. ... ...... ... ... .... ..... ... ... ..... ..... .. ...... .... ... ......... 11 5
La Suprema Corte ele Justicia. Entre e l proyecto liberal y la visión
conservadora del país: la clausura ele la Suprema Corte y la ley
de justicia ele 1855
Dm. Linda Amo/d.. .. ... .... ... .... .. .. .. .. .. .. ... ...... .... .. .... ... .. .. .. ... .... .... ... ... ... 141
m. 1857-1917. Interpretación y vigencia
de la Constitución de 1857 .. ............ ... .. ............ .. ..... .... ....... .. .. ....... 159
La identidad del Poder Judicia l durante la segunda mitad del siglo
XIX. Polémicas en torno a la natu raleza y los alcances ele la
función jurisdiccional, inventora de naciones
Dr. Rafael Estmda Jl1ichel. .. ... ..... ...... .. ..... ... ............ ... .... ........ ............ 161
El arte ele poner apuestas las razones. Culturas y lenguajes en el
foro pena l (Ciudad ele México, 1871-1929)
Dm. Elisa Speckmcm Guerra.............. .............. .... ..................... .... .... 183
La imagen paradigmática de l Juez federal en la legislación
mexicana del siglo XIX
Dr. Salvctd01' Cárdenas Gutiérrez... ... .... .. ... .. ....... .. .... .. ..... .... ............. 219
Segunda Parte
l. 1917-2010. Momentos y temas de la justicia.. ........ ... ...... ........ 241
Justicia agraria y justicia laboral en las primeras décadas del
México revolucionario
Dra. Maria del Refugio González. ......... ........... ......................... .. ... .. . 243
El Poder Judicial de la Federación y la formación del régimen
municipal
Dr. Antonio Azuela. .. ...... .... .. ...... ... ... ... .. ... .... ..... ........ .. .. .................. .. 271
Los caminos de /a j usticia en Mé.x:ico 1810-2010
El rezago judicia l: ¿herencia bicentenaria?
Ministro ]osé de j esús Gudiiio Pe layo ( t ) .. . . . ... . . . . .. . .. . .. . .. . .. . ..... . . . . . . . . .. 295
La jurisdicción agraria: raíz y carácter
Dr. Sergio Ca reía Ramírez............................................ ... ... ... ... ... ...... 323
El derecho laboral en México. 1810-2009
Magdo. Héctor Arturo Mercado López.......... .... ... ......... ... . ... . ... .. . . . . . . . . 347
La interpretación del artículo 133: sobre la inviabilidad ele ejercer
un control difuso ele la Constitución
Dr. Manuel González Oropeza.. .. . . . . .. . ... . . . . . . . . . . . .. . .. ... . .. . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . 373
La protección al derecho de pro piedad mediante e l juicio ele
amparo, durante e l siglo XX
J\!Jinistro Carlos de Silva Nava.. ... ..... ...... ....... .. .... ... ........ .. ... ... .. .. .. ... ... 405
Justicia y Economía: Aranceles a la Importación e Impuestos
Dr. Luis M. Pérez de Acha...... ................. .. .. ...... .. .. .... .............. .. ......... 427
Juicio de amparo en materia fiscal
Dr. Cena ro David Góngora Pi mente/. ..... .. .... .................... ... .. .. ........ . 451
Evolución y perspectivas de l derecho penal
J\!Jinistro Juan N. Silva Meza................................ ........... ........... .. ...... 469
Las libertades ele expresión, manifestación (reunión) y asociación
políticas como premisas del Estado democrático. Su inte rpretación
por el Poder Judicial mexicano
Dr. Lorenzo Córdova Vianello ............................................... ... ......... 495
Dos derechos clave en la consolidación democrática y su
interpretación po r la SC]N
Dr. Pedro Salazar Ugct71e...... ..... .. ......... .. .......... ............ ............. ..... ... 515
Los derechos de las mujeres en la historia del constituciona lismo
mexicano
Ministra Oiga Sánchez Cordero de Gct1'CÍa Villegas ............... ..... .... . 535
Infancia, destino y justicia
Dra. Eugenia Meyer..... .. . .. . ..... ... . . . . . .... . . . .. . .. . .. ... . .. . .. . .. .. . . ... . ... . . . . . . . . . . . . . . 555
Cou/euido -
Contenido - Suprema Corte dejusticia de la Nación
Justicia y derechos fundamentales: seguridad social
Ministro Sergio A. Valls Henzández.. ...... .... .... ............... ... .. ... ....... ..... 583
Sistemas y modelos de la jurisdicción constitucional mexicana
Ministro ]osé Ramón Cossío Díaz .. .... ... .. .. ....... .. ... ... ... ...... .. ... ............ 599
Suprema Corte y federalismo
Ministra Margarita Beatriz Luna Rct1nos .. .... .. .......... .. .. ... ....... ..... ..... 639
La Suprema Corte y el principio de división de Poderes
.Ministro Setgio Salvador Aguirre Anguiano .............. .. .. ... .... .. ... ....... 661
La Suprema Corte de Justicia de la Nación como guardián de la
Constitución
Dr. Hécto1~ Fix-Zamudio... ...... ......... ... ... ... ..... ......... ...... ... ................... 679
El Poder Judicia l de la Federación y la cultura jurídica mexicana
D1'. Héctor Fix-Fierro ...... ... ........... ..... ... ... ... ......... ... .. ... ... ... .. .... ....... .. .. 711
Nuevas ideas para los desafíos actuales: Una justicia vanguardista
Dr. Setgio López Ayllón ..... ...... ... ... ........... ........... ... ...... ... .... .... ....... .... 737
De las Reales Audiencias Indianas
Dr. Rafael Diego-Fernández Sotelo*
De lo expuesto se puede infe1'Ú' que el término AUDIENCIA tuvo en la legislación indiana una doble acepción: En primer
lugar, se llamó Audiencia a la jurisdicción administrativa básica del imperio colonial español en América; es decir, a
un territorio delimitado en el cual se establecían instituciones políticas, militares, judiciales, económicas y religiosas, y que
se utilizó como medio de integración de las regiones, sirviendo de base a las futuras naciones latinoamericanas.
En segundo lugar, se denominó Real Audiencia al cuerpo colegiado o tribunal encargado de administrarjusticia en
una jurisdicción audiencia!. 1
Don Carlos, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de Lean, de Aragon, de las dos Sicilias, dejerusalen, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca,
de Sevilla, de Cerdeña, de Cordova, de Corcega, de Murcia, de ]aen, de los Algarues, de Algecira, de Gibraltar, de las Islas
de Canaria, de las Indias 01'ientales y Occidentales, Islas, y Tierra Firme del Mar Oceano ... (Carlos II en la ley que
declara la auto ridad ele la Recopilación de Indias de 1680).
l artículo 10 de la Constitución de Cádiz de 1812 en su capí
tulo 11, titulado 11Del territorio de las Españas, su re ligión y
_¡¡¡,••~ gobie rno, y de las ciudades españolas 11, establecía que:
11El territotio español comprende (. . . ) en la Arnética septen
Nueva España con la Nueva Galicia y Península ele Yucatán,
Guatemala, Provincias Internas de Oriente, provincias internas ele Occi
dente, isla de Cuba con las dos Floridas, la parte española de la isla de
Santo Domingo y la isla ele Puetto Rico con las demás adyacentes a éstas
y al Continente en uno y otro mar. .. En el Asia, las islas Filipinas y las que
dependen de su gobierno .
• Profesor l nvesl igador de El Colegio de Michoacán , A.C. ' Lópcz 13ohorquez, Alí Enrique, !.a Real Audiencia de Caracas (estudius ), Presentación Santiago Gerardo Suárez, Venezueb , Ed ic iones del Rector<tclo ele la Universidad de Los Amk:s, M0rida-Vcnczuela, 199H, 362 pp. (109-11 0)
-
Rafael Diego-Fer11á11dez Soleto -
Con,liiudon de 1~1 L (.(u/i::. ¡nvclmuacuíll de la 11111/Wn¡uia esjlli/Wia. e11 Cádi::. el día /'J
ele 11Wr::11 de /81.! (;rahado . .\Ju,co \Jun it'ipal Cadiz. Foto: .\rdli\'o Fologr:ílko
lm:tgo 'kmpo
Supre111a Corte dejusticia de la i\'aci611
Como se puede apreciar, ya ele e ntrada , e l cri terio para d efinir
los territorios con derecho a en viar d iputados a las Cortes d e Cádiz no se
corresponde ni con las categorías de "virreinatos", ni ele "re inos" ni ele
"provincias", s ino q ue en la base de l mismo están las jurisdicciones ele las
Reales Audiencias Indianas, que para e l caso de la América Septe ntrio nal
eran cinco: Santo Domingo, México o Nueva España, Guatemala , Nueva
Galicia y Filipinas.
En esta oportun idad vamos a exponer e l proceso por medio
d el cual las Audiencias te rminaro n siendo la base ele la división político
te rritorial de l Nuevo Mundo, imponié ndose a los otros mode lo s te rritoria
les de vin-einatos, ele reinos y ele provincias.
Para e llo es necesario partir del conce pto mismo ele Nueva
España, pues como se sabe e n el antiguo régimen no se trataba ele una
nación inde pe ndie nte y sobe rana como lo es actualme nte la nación mexi-
Los ccmúnos de la]uslicía en México 1810-2010
cana, sino que formaba parte de un cuerpo político mayor que era la
monarquía hispana, también denominada en ese entonces como monar
quía católica.
Este inmenso cuerpo político que conformaba la monarquía
hispana era tan grande que se decía que en sus territo rios nunca se po
nía el sol dado que se encontraban los mismos tanto en Europa y África,
como en América y Asia.
Otra de las cuestiones que debe de tenerse muy presente es
que fue gracias a un marino italiano, llamado Cristóbal Colón, que los
reyes ele España, que eran las autoridades supremas de esa monarquía
hispana, se hicieron ele lo que en un principio se conoció como e l Nuevo
Mundo o las Indias Occidentales , y al poco tiempo como América.
Colón, como también es del dominio popular, llegó a lo que
hoy es el Caribe, creyendo en realidad que lo hacía a Caray y Cipango, es
decir a las costas de j apón y de China, hacia fi nales del año ele 1492.
Como queda claro, a pesar de que Colón era italiano -con
cretamente ele Génova-, todo ese inmenso continente con que ahora se
encontraban los europeos por primera vez no les correspondería a los
italianos sino a los españoles, ya que fue ron sus monarcas, Isabe l ele
Castilla y Fernando de Aragón, mejor conocidos como los reyes cató licos,
quienes financiaron la expedición de Colón y le dieron todo su apoyo.
Lo anterior se explica en parte porque Colón salió ele territorio
español y las gentes que con él participaron en dicha expedición también
eran españoles o súbditos de los reyes católicos.
Un aspecto que hay que tener muy en cuenta es que España
en esa época no era una nación como lo es hoy en día, al igual que
México , sino que se trataba de un conglomerado de unidades políticas
distribuidas por buena parte de la Península Ibérica - toda, salvo la parte
correspondiente a Portugal y la de Navarra- , y con algunas posesiones
ubicadas en otras partes de Europa , en ese entonces concretamente en
Italia, y también un a rchipiélago de islas frente a la costa noroccidental
de África: - las Islas Canarias.
Como ya se mencionó, los reyes católicos e ran Isabel ele
Castilla y Fernando de Aragón, lo que hace referencia a las dos máximas
De las Reales Audiencias Indianas -
Rafael Diego-Fe,.,uíudez Sote/o - Suprema Corte de justicia de la Nación
instancias políticas que conformaban la monarquía cató lica: la Corona de
Castilla y la Corona de Aragón.
A su vez, cada una de estas dos mitades que conformaban el
cuerpo político ele la monarquía estaba integrada por un conjunto de
reinos, y así, por ejemplo, la Corona ele Aragón se integraba por los rei
nos de Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares, en tanto que la Corona ele
Castilla se conformaba por una serie mayor ele re inos, entre los que termi
naron sobresaliendo los reinos ele León y de Castilla y, por tanto, hay que
tener presente que el concepto Castilla se refería tanto a un reino como (.r)(lice.filo/(1Jl'C a una Corona.
\rdli\'O l·olograilco !mago '1\:mpo
Es necesario hacer todas
estas precisiones debido a que cada
una de las Coronas -la ele Aragón
y la de Castilla-, y aun cada uno
de los reinos, e inclusive las ciuda
des, pueblos y villas que formaban
parte de cada reino, solían tener
sus propias leyes e instituciones
políticas, lo que explica el porqué
se habla del pluralismo jurídico que
imperaba en ese entonces.
Ya con la anterior expli
cación se entenderá por qué no era
lo mismo que América quedara in
corporada a la Corona de Aragón
que a la de Castilla, pues las leyes,
las instituciones políticas y aún la
lengua e ran d istintas en cada lu
gar, lo mismo que hubiera resul
tado muy distinto que América hu
biera quedado incorporada a Italia
que a España.
Una vez que se tiene
presente el mosaico político en e l
cual se organizaba la monarquía
hispana, es necesario centrar nues
tra atención en una ele sus partes que
ya hemos mencionado: la Corona
de Castilla.
Los caminos de !ajusticia en México 1810-2010
Cuando Colón planea su expedición trasatlántica por muy
diversas causas termina entendiéndose con la máxima autoridad política
de la Corona de Castilla, que no era otra que la reina Isabel la Católica.
Dado que ella le da su apoyo político y económico, Colón realizó su expe
dición bajo la bandera y a las órdenes de esta soberana.
Este hecho determinaría definitivamente el futuro de esos terri
torios que entonces no se sabía qué eran -como mencionamos, Colón
estaba convencido que había llegado a las costas de Japón y de China- ,
y que pronto se confirmó se trataba de un "nuevo mundo", en la medida
en que los europeos ignoraban su existencia, y más tarde se bautizaría
como América en recuerdo de otro marino italiano, de nombre América
Vespucio, que hizo un mapa de esas nuevas regiones.
De /~1s Rentes Audiencias lndinnns -Cothn· (),un:t. 1 'iúO. ~~~laJKitl del {)r f'll.~tl
1\ihlu >tl·c:• "\auonal dt: .\lt::\JCO. ArdltH> Fotogralico lm¡¡go kmpo
Rt:!{ael Diego -Fei -IUílufez Sote/o -l'hcodorc· lk lln. FH ll~,\ - t '\,\.\1. c·n .lfipel!ells
l/og11i., Fxuj1itur .llu11erilms oiJ /1/Co!is c·n tlL· hry. l'heodor. .lmerica. 1591-1622.
"Colomhus in India primo" ¡\rchil o Fo!ogr:ífico Clío
Suprema Corte de.fuslicia de la Nación
Columbus in India primo appellens )magnis exci- IX. 'turmuncribus ablncolis. ~~-~~-:~~~
~.;~~ _ ... -;::.r.r.,.
~~~~~R 1M A nauigatione,quum Colum!Jw tarramattigit, crucem ligneam in li~tore flatutt:deinde frouelfm in Hoyt in 1 n(ulam afpeUit, q~am !liffantola1n nuncupat, e5 tnterram cum multü Htfjanu Jeftendtt.16t quum ah eius l~ci (acico ( regulumlta appeUant ;e inomen Guacan~riUofumma comtt ate exceptu.t 1fet ,muneri6u.r inuteem datú & acceptü ,am6o f
demamiútüfutur~fonxere. (olumhu.t,induflú,pileolü,cult UiJ,fj;eculú eS fimiltbmeú Jónauit: (acitm contra fati.t magno auri p, ndere {olum 6um muneratm efl.
Los caminos de !a justicia en México 1810-2010
Una primera consecuencia de la empresa colombina fue que
las nuevas tierras descubiertas no fueran para los ita lianos sino para los
españoles, pero como ya se vio en España había sus d ife rencias , una cosa
era Castilla y otra muy diferente lo era Aragón.
Pues bien, conviene insistir en este punto: América quedó por
tanto incorporada a Castilla precisamente por la relación y sociedad que
se dio entre Cristóbal Colón y la reina Isabel la Católica.
Lo anterior, por tanto, nos obliga a conocer cómo era que estaba
organizado el gobierno y la sociedad en Castilla, pues precisamente Amé
rica - con el archipiélago de las Filipinas posteriormente- serían goberna
dos por la Corona de Castilla y no por la de Aragón, que en ese momento
eran distintas, no obstante que los monarcas respectivos estaban casados,
y por eso el famoso dicho de la época: "tanto monta, monta tanto, Isabel
como Fernando" .
Ahora bien, como ya se sabe, las Coronas estaban conforma
das por un conjunto de unidades políticas autónomas conocidas con e l
nombre de re inos y, formando parte de la Corona de Castilla tenemos,
aparte de los ya mencionados reinos de Castilla y León que terminaron
siendo los principales, otros muchos reinos: Galicia , Asturias, Oviedo,
Extremadura, Toledo, Sevilla, Granada, Córdoba, y otros más.
La cuestión que ahora se nos presenta es la de precisar cómo
fue que América pasó a incorporarse a ese cuerpo político que era la
Corona de Castilla, y la respuesta no es otra que la de integrarse como un
reino más de dicha Corona, pues como sabemos las Coronas se confor
maban a partir de un conjunto de reinos.
No dejará de sorprender, sin embargo, saber que una medida
política que funcionaba para territorios de muy escasa extensión , de
suerte que solamente en la Corona de Castilla hubiera tal cantidad de rei
nos, se aplicara en la misma medida para un nuevo miembro de dimen
siones descomunales para los parámetros europeos de la época, como
lo era precisamente el continente americano con e l archipié lago fili
pino incluido.
Si bien es cierto que tuvieron que pasar muchos años para que
los europeos se dieran cuenta de la dimensión real de ese nuevo mundo
descubierto por Colón, que al principio no pasaba de un puñado de islas
a las que se bautizó como las Antillas, lo que realmente llama tanto la
atención es que la condición política de esas Indias Occidentales, luego
De las /leales Audieucias Judim1as -
Rafael Diego-Fel'luíudez Sotelr> ._ Suprema Corte dejusticia de la Nación
bautizada como América , no hubiera cambiado de condición después ele
que se tuvo conciencia en la corte castellana ele su inmensidad.
¿A quién le cabía en la cabeza que un territorio ele las dimen
siones de Galicia , en un rincón del noroeste de la Península Ibérica, tuviera
la misma categoría política ele las posesiones trasatlánticas de la Corona
castellana, y que los dos fueran tratados como reinos, sin más diferencia?
Y a pesar ele lo que se pud iera llegar a pensar, así quedaron
las cosas; y hasta la etapa misma de las guerras de Inclepenclencia, ya en
la segunda década del siglo XIX, a la América h ispana se le seguía consi
derando -y lo que es aún peor tratando--, justo en la misma categoría ele
los demás re inos peninsulares de la monarquía.
Independ ientemente ele lo absurdo que resulte esta medida
política, resulta obvio que el Nuevo Mundo desbordaba por todos lados
al mecanismo político que tan buenos resultados había arrojado en
España, y que en consecuencia a ninguna persona cuerda se le ocurriría
nunca ni siquiera intentar gobernar todo ese continente -con el agre
gado ele las islas Filipinas en el Lejano Oriente- con ese mismo modelo
ele gobierno aplicable a territorios ínfimos en comparación con los te rri
torios americanos.
El problema que alin hoy en d ía se presenta a los que quieren
estudiar el tema ele la organización política ele América en la etapa hispana
es que todo resulta muy confuso al respecto.
Por un lado, ya vimos cómo oficialmente los sucesivos reyes ele
España nunca cambiaron su postura, de suerte que oficialmente América
mantuvo hasta el final la categoría ele uno más de los reinos sujetos a la
Corona ele Castilla.
Este estatuto político de la América hispana además quedó
consagrado en la ley, en donde se calificaba a las posesiones americanas
ele la monarquía católica como un simple reino.
Sin embargo, para agravar el problema ele la organización polí
tico territorial indiana --o americana- , hay que tener presente que, en ese
entonces, las leyes no e ran tan precisas como uno pensaría, ele suerte que
las mismas leyes empezaron a aplicar o tras categorías para o rganizar los
territorios americanos y filipinos dado que, como ya se sabe, la mera cate
goría ele Reino de las Indias no servía absolutamente para nada a la hora
que se quería goberna r todo aque llo, y la dificultad no sólo se debía al
Los caminos de lajusticict en Jl!Iéxico 1810-2010
océano que se interponía entre España y América, ni a las distancias des
comunales y accidentes geográficos que tanto abundaban en el Nuevo
Mundo, sino a la complejidad social y cultural que no tenía nada que ver
con lo que en ese tiempo se conocía en España.
Se entiende que, con lo anterior, nos estamos refiriendo a todos
los pueblos indígenas que habitaban aquellas tierras, con tan desigual desa
n·ollo cultural entre ellos y también a los grandes problemas que se pre
sentaron entre las comunidades de europeos que se empezaron a avecindar
en aquellos territorios y, por si faltara poco, casi de inmediato se empe
zaron a llevar grandes contingentes de africanos para que trabajaran como
esclavos, y no mucho después surgieron distintas comunidades de asiáti
cos que también se quedaron a vivir en América. A todo lo anterior habrá
que añadir las mezclas raciales que empezaron a producir las uniones de
razas tan distintas y luego las uniones ele los que ya venían mezclados.
Por lo anterior es que en la propia ley se empezó a usar otra
categoría que igual se empleaba en los dominios ele la Corona ele Castilla,
aunque con alcances muy distintos: la ele provincias mayores y provincias
menores, de suerte que se pretendió que todo el territorio americano
quedara organizado, tanto respecto al gobierno temporal como al gobier
no espiritual, en provincias mayores y menores, todo muy uniforme y
racional , aunque sólo en el papel.
La realidad es que los españoles al llegar a América - y luego
a Filipinas- no se encontraron con territorios deshabitados, sino que,
como ya se mencionó, estaban muchos de ellos densamente poblados
y con graneles diferencias en su grado de desarrollo político y cultural.
A la enorme cantidad de poblaciones indígenas que por todos
lados y con tan distinto nive l de desarrollo se encontraron, los españoles,
siguiendo la costumbre política y cultural propia, empezaron de inme
diato a fundar ciudades y a tomar posesión absolutamente de todo a nom
bre ele los reyes de Castilla.
Lo anterio r lleva implícito el tema de la autoridad política res
ponsable ele poner orden a todo aquello, y al respecto el tema se compli
caba, debido a que los indígenas también vivían en poblaciones y, sin
importar el distinto grado de desarrollo que presentaran, aun entre los de
niveles más básicos contaban con sus propias autoridades.
Lo anterior implica que el descubrimiento de América, de entra
da , hizo patente que el sistema político administrativo ele Castilla no iba a
De las Reales tludieucias /udiauas -
Rr!fi tel Die~o-Feruútulez Sote/o - Suprema Corte de jusi icia de la Naciú11
servir para nada y que no se podía ignorar que los pueblos aborígenes de
América tenían sus propias comunidades con sus respectivas au toridades.
De donde sale a relucir la pregunta ele cómo fue entonces q ue
se organizó e l gobie rno indiano. Advirtiendo que la respuesta se e ncuentra,
más que e n modelos po líticos imperantes e n la penínsu la hispánica, en
los ¡')roble mas que se p lantea ron e n América desde el momento mismo
del descubrimiento y conquista.
Dado que la e mpresa colombina resultó un proyecto conju nto
entre Cristóbal Colón y la reina Isabel la Católica, sobera na ele la Corona
el e Castil la, se formalizó po r medio ele un contrato celebrado entre ambas
partes - e n ese entonces, a este tipo ele documentos se les conocía como
capitulaciones po r esta r, entre o tras cosas, clivicliclos en capítulos- y
como se firmó en la ciudad ele Santa Fe a mediados ele 1492, comúnmen
te se le conozca como Capitulación de Santa Fe.
Como la empresa colombina resultó todo un éxito -aunque
no po r los mo tivos que é l pensaba, según ya se sabe- , rápidamente sur
gieron de todas partes inte resados e n celebrar con la re ina Isabe l uno ele
estos contratos para llevar a cabo empresas de descubrimiento , p rimero,
y de conquista, colonización y población, después.
De ese modo fue que en muy pocos años ya había desparra
madas por todo el continente americano pequei1as compailías ele euro
peos fisgoneando en todo lo habido y por haber.
La consecuencia pe rniciosa que a la larga arrojó este tan exito
so sistema de capitulaciones fue que la Corona castellana encontraba
cada vez más d ifícil somete r a los rijosos capitu lantes.
Si bien es cierto que desde antes de la partida de Colón, ya en
su capitu lación se habían introducido diversos cargos ele autoridad que
eran comunes en España -almirante, virrey, gobernador-, en la práctica
lo que de manera casi espo ntánea empezó a florecer por toda la geogra
fía , primero en la caribeüa y luego en la continental, fue la fundación ele
ciudades a partir ele la constitución de sus respectivos cabildos y ele las
ceremonias que solían realizarse.
De modo que tenemos al grueso de las huestes organizándose
política y jurídicame nte en comunidad, que era una práctica que les había
dado buenos resultados a lo largo ele toda la reconquista.
Los ccniJiuos de !a Justicia en México 7870-2070
Por encima ele estos n uevos ayuntamie ntos y poblaciones que
van surgiendo hay una serie ele autoridades superiores que son usual
me nte los p ro pios capitulantes, que por lo ge ne ra l ostentan e l cargo ele
gobernadores, o bien a lg unos otros como el ele adelantados, y son ellos
la autoridad superio r en cada uno ele estos nuevos territorios que se van
clescubrie nclo , conquistando y poblando .
Sin e mbargo, y como e ra ele espe rarse, como consecuencia ele
las pas iones que se desataron ele inmediato entre todos los integrantes
ele esas huestes que arriesgaban la vida en empresas tan pelig rosas con e l
Cmico objeto ele enriquecerse lo más rá pido posib le, al poco tiempo,
e l mayor pe ligro en Ind ias lo representaban los p ropios europeos que se
mataban e ntre sí sin tregua ni cuartel.
Y entre más rica , poblada y próspe ra resultara la regió n a la
que se llegaba, más violenta se volv ía la lucha po r conquistar la riqueza
y e l poder, como quedó claramente ele manifiesto tanto e n México como
en el PerCt.
Como primero tuvo lugar la conq uista ele México y como e l con
traste con lo que habían e ncontrado los e uropeos en las islas caribeñas
resultaba inmenso, las ambiciones y las luchas ele faccio nes se magnifi
ca ron en la misma proporció n, de suerte que ya no se trataba ele enfren
tamientos entre grupos contrapuestos sino en verdaderas guerras civiles, tal
como acontecería, incluso con más virulencia, un par de décadas des
pués en e l Pe rú.
Uno ele los serios proble mas que entonces se le plantea ron a
la Co rona de Castilla era el del modelo ele au toridad políti ca a aplica r para
contro lar la situació n q ue cada día se volvía más incontro lable , y e ntre
más tiempo pasara, más difíc il sería e nmendar la situación.
Como ya se advirtió . e l rnocle lo imperante hasta ese entonces
había sido el ele confiar la máxima instancia de la auto ridad polít ica en
los propios capi tulantes, siguiendo en esto el modelo ele los Colón en las
Antill as , e n donde ostentaban el cargo ele virreyes y gobernadores.
Sin e mbargo, e n México - y luego en Perú- e l peligro rad i
caba precisamente en estos mismos cap itulantes en quienes la Corona
había de positado los máximos cargos de autoridad en sus respectivas
zonas, pues, ele inmediato, empezaron a actuar e n provecho prop io y ele
sus camarillas, lo que agravó e l encono del resto de la hueste poniendo
e n serio riesgo el éxito ele la e mpresa misma .
De las Reales ll utfiencias lndimws -
Ut!{ael /Jiegu-Fenuíudez Sol efn - Suprema Corte dejusticia de la .\ácicín
Así fue como rápidame nte e n la Corte se die ro n cuenta ele q ue
e l reto e ra q u itar de e n medio nada menos q ue a aquellos q ue habí:m
arriesgado la vicia y todo su patrimonio por ganar para la Corona aque llas
posesio nes nuevas y ricas e n todos sentidos y q ue, para cohno, se e ncon
traban fue rte me nte armados y respa ldados por roela una hueste a ns iosa
ele que se les e mpezaran a repartir bene ficios a ma nos ll enas.
De roelas las herramientas políticas con que contaba e l arsenal
castellano. y aunque pusieron a pruebas casi rodas ellas a ver cuál les resul
taba exitosa , la q ue ele inmediato brilló po r su e ficacia fue la ele las
Audiencias o Tribunales ele Justicia, ele los cuales se contaba con dos en
Castilla , uno en Vallaclo licl y otro en Granada.
Luego ele una se rie ele inte ntos fracasados por parte ele la Co
rcma e n las Antillas para someter al primer clan ele capitu lantes - los
Colón-, e n 1509 e nviaron a un grupo de Jueces ele apelación q ue se
instala ro n en la isla Espai1ola como máximas autoridades representantes
de los reyes castellanos y los resultados fueron mejores ele los esperados. ele
suerte que para 1511 actuaban ya e n calidad ele Aud iencia.
De ese modo, a los pocos años, y ya e n México, cuando e l
nuevo clan de los Cortés e mpezó a convertirse e n e l nuevo proble ma a
resolve r, la Coro na vo lvió a echa r mano de l re medio q ue tan bie n le
había funcio nado con los Coló n, y así fue como nombró , en 1527, la pri
me ra Aud ie ncia ele México, casi ele mane ra simu ltánea con la creació n, ya
e n toda forma, ele una Audiencia para Santo Domingo.
Si bien es cierto que esta prime ra Aud iencia causó tantos p ro
ble mas q ue al poco tie mpo tuvo que ser sustituida toda ell a, e n s u abono
hay que recordar que se tuvo que nombrar para integrarl a a gente más
acostu mbrada a las armas que a los libros, pues la mis ión que se les había
e ncomenclaclo as í lo ameritaba: desarmar a He rná n Cortés y a sus ague
n·idos partidarios.
El éxito mismo del modelo ele las Audie ncias nos lo proporcio
na el hecho de q ue ele inmediato, con la llegada ele la segunda Audie ncia
a México, ésta sí conformada por el tipo ele pe rso nal adecuad o. resultó
un éxito rotundo logrando e n un tiempo récord revertir la s ituación e
impo ne r el orden y la tranquiliclacl q ue parecía que nunca se lograría.
Con estas dos pri meras Aud iencias bie n se aprecia cómo su
fundació n iba siguie ndo el rumbo ele las exped icio nes descub ridoras y
Los calllillOS de lct.Justicict en .\1/éxicu 7810-2010
conquistadoras, primero el Caribe y luego México, por lo que el siguiente
paso sería ir avanzando rumbo a l sur, p rimero a Centro Amé rica y luego
a la América Meridiona l.
La Corona dispuso en 1535 la fundación ele una nueva Audien
cia en Castilla del Oro, en Panamá; sin embargo, ciada la trascendencia ele
la conquista de Perú , se decidió en 1542 que dicha Audiencia se trasladara
ele Panamá a Lima, y para cubrir e l vacío que se generaba en Centroamé rica,
se creaba una nueva Audiencia en Honduras, mejor conocida como Audien
cia ele los Confines, y que en 1550 fue reubicada en Guatemala.
Conviene hacer un paréntesis antes de continuar con la histo
ria ele la funda ción de las Reales Audiencias Indianas , para señalar que
más que un plan perfectamente definido por la Corona Castellana para ase
gurar e l buen gobie rno de sus nuevas posesiones ultramarinas, más bien
su fundación era consecuencia directa de las súpl icas ele los vasallos ame
ricanos del rey , pues eran ellos los que se daban cuenta que la única
forma de logra r un gobie rno estable e ra a partir ele la presencia ele una ele
estas Audiencias en el territorio, así que e ran los propios pobladores es
panoles en Indias los que constantemente suplicaban al rey la fundación
ele una Audiencia.
El siguiente paso que dio la Corona en la dirección ele la fun
dación de las Audiencias Indianas tuvo lugar en la misma década de los
cuarenta, y así fue como el mismo día -21 ele mayo de 1547- se o rdenó
la creación ele una en el Septentrión y otra en e l Mericlión; una en Com
postela -que en 1560 se reubicaría en Guadalajara- para el gobierno de
lo que ya entonces se llamaba la ueva Galicia, y la otra en Santa Fe, en el
Re ino de la Tueva Granada, hoy Colombia.
Así como para la fundación de la Audiencia ele Nueva Gal icia
fue determinante el descubrimiento de las minas ele Zacatecas, una década
después se descubrieron las fabulosas minas ele Potosí, en la actual Boli
via , por lo que ele inmediato se ordenó la creación de la Audiencia Real
en la Villa de la Plata que es en los Charcas.
Hay que tomar en cuenta que en los años en que se fundaba
la Audiencia ele Charcas, Carlos V abdicaba y dejaba a su hijo Fel ipe II
como rey ele España, por lo que es a él a quien le toca continuar conso
lidando e l sistema ele Reales Audiencias Indianas, tema al cual le presta
ele inmediato atención - como al de la organización de todo e l gobierno
indiano-, y así tenemos que, a lo largo de la década de los sesenta y
De las Reales ;ludieucias Judiauas -
Rt![ael DieJ.:o-Fermírulez Soleto .. (e llht < 1 i.Ht 1Jc e 1, l..1111 \ 111. ( <T<.'Ill< 1111:1 dl'
llll",ll1ll'11hl \ I'C,."f..OIHlllllliL'Illtl ;1 h:lipv 1(. ~~;-\¡ ¡)l,¡ P1. llt'r pl.lllt ,, .1111• H·u.i.llh. .. , ti\ ilt· ... ; n.:hgi< ,...,,, ... .:
"t'gllth..ltl pl.tn< > • • tul! ,rkbdc..· ... 'irn .. 'lll.llt..· ... . d 1 liT<'\ l1 ,, tk• \ ,.¡,1''"· l'i .lr/ohi'l" 1 \lon1111.1r
1 coldol'<'' <k !.1 \lldll·llc l;t
1 oto \n.lll\ 1, l·ntt ,gr;tflcc, lr11.1go ll lllpn
Sup rema Corte dejusticiü de la Noci<lu
pri ncipios de los setenta. le dedicará mucha ele su atención al tema de la
organizació n del gobierno indiano, incluida una reforma a fondo del
propio Co nsejo Rea l y Supremo de Indias y, como es ele supo ner, a todo
e l sistema ele Reales Audiencias Indianas.
A su paso po r Panamá, en cal idad ele virrey del PerC1, el Conde
ele Nieva informó al Consejo ele Ind ias q ue resultaba ind ispensable la
fundación d e una Audiencia ahí, dado lo estratégico del lugar, pues e ra
e l puente ele comu nicación entre Europa y Suclamérica y el tránsito de
p lata y mercancías era impresionante, por lo q ue la Corona de inmediato
o rde nó q ue la Audiencia ele los Confines que, a partir ele 1550 se reubicó,
como dijimos, en Guatemala, se pasara a Panamá.
Lo anterior hizo que el visitador ele la Nueva Espa i'la, el licen
ciado j erónimo ele Va lcle rrama, a mediados ele los a i'los sesenta hicie ra
ver a la Coro na que se hab ía quedado clesprotegida toda Centroamé rica
con la marcha el e la Audiencia a Panamá, gracias a lo cual e n 1568 se funda
una nueva Audie ncia e n Guatemala , a la cua l queda ro n adscritas las pro
vincias ele Chia pa y Soconusco.
Los caminos de !aJusticia en México 1810-2010
Sin embargo, no tardó en hacerse evidente la necesidad de
cubrir e l no rte y sur ele la Amé rica Meridional, po r lo que en el año de
1563 se funda la Audiencia de Quito y en 1567 la ele Chile, en la ciudad
ele Concepción, que resultó suprimida en 1571 y reinstalada en 1606.
Si tan buenos resultados le estaban arrojando a la Corona his
pana la creación ele estas Audiencias, tanto en la zona de l Caribe como
en la parte continental, pues lo lógico era que en las nuevas posesiones del
Extremo Oriente, concretamente en e l Archipié lago ele las Filipinas, igual
mente se fundara una ele estas Audiencias, lo que se hizo en e l año ele
1584 y, aunque se clausura en 1590, se vuelve a reinsta lar en 1598.
De fas Ueafes ; lutlieucias Jmlia11as -( nd1u.· e )...,\11'.1 1 ~(Jd, fu, ltltl< e hut!lc·, de ftt < llultu!
t/(• 11•'\'/t u t!c'I/1/JI< ltllt llll/(' €'/tt\tlacfc¡r \ tl!dc·J-rtlll'(l
tfllt'fu, c''/}(11/tJ/c'' le' ,.,,htlhc/11 '11' 1/t'l"l"tl\ 1 e a-,
llrhlu •t<<.l '·'' 1 •11. ), ,. \1<' '1
1 11, \r\ ll\n 1 <•t()'.!f.ilt..il bn.l,...,t ll1llpc
Rf¡{aef Diego-Fen u íudez Sotefo -- Supre111a Corte de.fusticia de la Nación
La única región de la posesiones ultramarinas de la Corona
que quedó sin los beneficios ele contar con una de estas Audiencias fue
la costa Atlántica , aunque es en la segunda mitad de l siglo XVII cuando
se funda la Audiencia de Buenos Aires, que opera en una primera etapa
que va de 1663 a 1671 y, ele manera definitiva a partir ele 1784.
De suerte que tenemos que ya bajo la administración de la
nueva casa reinante de los Borbón, en la década ele los ochenta del siglo
XVIII , se crean las tres ü ltimas Audiencias Indianas: la ele Buenos Aires,
ya mencionada, en 1784; la ele Caracas -también en la costa Atlántica
en 1786; y, fina lmente, la Audiencia ele Cuzco, proyecto que se venía
conside rando desde e l mismo siglo XVI, en 1788.
Un asunto que ele inmediato sale a relucir luego de presentar
esta panorámica de la red de Reales Audiencias Ind ianas es que, salvo
dos casos, todas las demás Audiencias se convirtieron entre la segunda y
te rcera década del siglo XIX en naciones inclepenclientes , con la excep
ción ele Cuzco, que fue la última en crearse y por tanto no alcanzó a
madurar lo suficiente, y la ele Nueva Galicia, que merece una considera
ción particular.
Con lo anterior queda ele manifiesto que las Audiencias India
nas, aunque en un principio seguían e l modelo de las Audiencias que
funcionaban en España, y que fundamentalmente eran Tribunales Supe
riores de Justicia , en América y Filipinas rápidamente vendrían a cumplir
una función a todas luces más compleja y completa , pues de hecho se con
virtieron en los gobiernos colegiados de los diversos te rritorios en que
concluyó o rganizándose el gobierno del Nuevo Mundo.
Como es bien sabido, en España las Audiencias y Chancillerías
nunca llegarían a convertirse en la base de la división político-territorial
en que se dividió el territo rio peninsular, pues ese papel lo representaron
allá los distintos reinos que surgieron de la reconquista.
Lo paradójico del tema radica en que la historiografía que abor
da el periodo colonial de América aún no acaba de asumir p lenamente
este fenómeno tan particularmente americano y, por mucho, se ha im
puesto el concepto de Virreinato sobre el de las Audiencias a la hora de
estudiar la época colonial.
Los caminos de laJIIslicia en Mé..Yico 1810-2010
Lo anterior resulta especialmente evidente para el caso de México,
en donde la gran mayoría ele los trabajos que tratan de su pasado colonial
se refieren, casi indefectiblemente , al Virreinato de la Nueva España, gene
rando con esto serias confusiones y problemas de análisis histórico.
Lo primero debido a que
en realidad, bajo la autoridad del
virrey que residía en la Ciudad de
México en la ueva España queda
ban, por lo menos en teoría, las
Audiencias septentrionales: Santo
Domingo, México, Guatemala, Nueva
Galicia y Manila. De suene que cuan
do se habla del Virreinato de la
Nueva Espai'i.a, en realidad se ten
dría que abarcar al conjunto de to
das estas Audiencias, pues todo
este grupo de Audiencias quedaba
- insistimos que por lo menos en
teoría así era- sujeto a la autori
dad de l virrey ele la ueva Espai'i.a ,
en tanto que el resto correspondía
a l Virre inato ele PerCt.
La consecuencia de se
guir refiriéndose a la organización
político-territorial del antiguo régi
men a partir del concepto de
Virreinatos es que se pierde ele vista
que la verdade ra división política
ele las posesiones ultramarinas de
la Corona espai'i.ola se basaba en
jurisdicciones audiencia les y no
virreinales, lo cual termina por afecta r las conclusiones y la exactitud his
tórica ele este tipo de trabajos.
Ahora el asunto a tratar es e l ele cómo se organizaron y funcio
naron estas Reales Audiencias Indianas, y una primera respuesta que
tendríamos al respecto sería la de que siguiendo e l modelo ele las Audien
cias y Chancillerías de Espai'i.a, concretamente nos referimos a las de Valladolid
y Granada, que a su vez contaban con sus respectivas Ordenanzas en
D e lns Renles Audieucia s /udimlfls -
\'irn:y Amon io de .~kndoza. An<inimo. 1 ~:\~. ,\I'\11-CO:'\ACL ILTA-1:\AI I - ,\ 1 1~:\ .
i\rchin> Fotogr:ílko Clío
Suprema Corte de_fusticia de la Nacióu
donde se cons ignaba el modo de funcio nar ele estos Tribunales Supe riores
de justicia ele España.
La inte nció n de la Corona pa ra que hubie ra Audie ncias en
Indias se manifiesta e n fecha tan te mprana como lo es el año de 1511 ,
cuando la re ina Juana dicta las prime ras Ordenanzas para la recién fundada
Audie ncia de Santo Do mingo.
En la exposició n de motivos la Reina manfiesta:
Sepacles, que yo. entendiendo ser complidero a mi servicio e a la buena
administración de la mi justicia en las d ichas Yndias, e por escusar los mu
chos gastos e espensas que los vecinos e moradores e estantes en las d ichas
Yndias han hecho hasta aquí en venir en grado ele apelación. por qualquier
cantidad , al mi Consejo , e los que harían si no se remed iase. queriendo
proveer e remedyar sobre ello. ele manera que nuestros súbdi tos alcancen
conplimiento de justicia e no gasten su tiempo e fasicndas en pleyto. mi
merced e voluntad es q ue en las dichas Yndias aya unjusgaclo e Abdiencia.
en la qual estén e resydan, en quanto mi merced e \ 'Oiuntad fuer<:. tres
buenas personas, que sean letrados de buena conciencia. los q uales. así
en lo ho rdinario como en lo decisorio. tengan e guard<:n la forma e borden
siguiente.
Este párrafo da cue nta ele los dos e lementos insti tucionales
sobre los cua les se soste ndría e l siste ma de las Reales Audiencias Indianas,
que no son otros que, po r un lado, las pro pias Audie ncias, y po r o tro, e l
Consejo.
Aunque o bviame nte nos referimos al Consejo ele Indias, hay
que te ner cuidado e n no confundirlo con e l Consejo ele 1511 a l que se
refie re la reina Juana, dado que e l Consejo ele Indias no se fundó como
ta l sino hasta e l año ele 1524, bajo la administración de Carlos Y. Al Con
sejo que se refie re el texto es al Consejo ele Castilla o Consejo l~ea l.
La cuestió n que ahora procede abordar es la siguiente: si, e nton
ces, las Audiencias Indianas nacen con e l objetivo ele servir de tribuna les
de ape lación, misma función que desempeñaban las Audie ncias ele Castilla ,
¿cómo te rminan por convertirse -sus respectivas jurisdicciones- e n la
base de la divisió n territorial de Amé rica y Fi lipinas?
La prime ra disposición medular al respecto fue la o rde n dada
por Felipe II y posteriormente ratificada por Felipe IV, y que luego Carlos
II incorporaría e n la ley VII, del título II del libro II de la Recopilación de
Indias de 1680, e n donde se fij a el crite rio que habría de seguir la o rga
nizació n del gobie rno temporal y espiritual e n el Nuevo Mundo:
Los call!illos de la Justicia e u Mé.:.:ico 18 10-20 JO
Ley VII. Que el Estado de las Indias esté dividido ele modo. que lo temporal
se corresponda con lo espiri tual. Porque T:mtas y tan grandes tierras. Islas
y Provincias se puedan con mas claridad y d istincion percevir y entender
de los que ruvieren cargo de gobernarlas. Mandamos ;í los de nuestro Con
sejo ele las Indias. q ue siempre tengan cu idado ele d ividi r }' parti r todo el
Estado dellas. descubierto y por descubri r: para lo temporal en Virreynaros.
Provincias de Audiencias y Chanci llerías Heales y Provincias ele Oficiales de
la Real hazienda, Adelantamientos. Governaciones. Alcaldías mayores. Corre
gimientos, Alca lcl ias O rdinarias y de la llermandad, Concejos de Espar1olcs y ele Indios: Y para lo espiritu:d en Arzobis¡x rclos y Obispados su fraganeos.
y Abad ias, Pa rroquias y Dezmerias, Provincias ele las O rdenes y Hel ig io
nes, teniendo siempre atencion :í que la division para lo tempora l se vaya
con formando y correspondiendo q uan to se compadeciere con lo espiritu :rl:
los Arzobispados y Provincias ele las Relig iones con los d istritos de las
Audiencias: los Obispados con las Governaciones y Alcald ias mayores: y
Parroquias y Curatos con los Corregimientos y Alcalcl ias O rd inarias .
A su vez la ley p rimera , título XV, libro II , ele manera comple
mentaria consigna:
Ley Primera. Que lo descubierto ele las 1 ncl ias se d ivida en cloze Audiencias,
y en los Goviernos, Corregim ientos y Alcalclías mayores de sus distritos.
Po r Quanto en lo q ue hasta ::~ hora se ha descubierto ele nuestros Reynos y
Señoríos de las Indias están fundadas cloze Audiencias y Chancillerías
Reales, con los l ímites, que se expressan en las leyes siguientes. para que
nuestros vassallos tengan quien los rija y govierne en paz y en justicia, y
sus d istritos se han d iv id ido en Goviernos, Corregimientos y Alcaldías ma
yores, cuya provision se haze segCm nuestras leyes y o rdenes, y est:ín
subord inados á las Reales Audiencias, y rodos a nuestro Supremo Consejo
de las l nclias, que representa nuestra Rea l persona. Establecemos y mancb
mos, que por aho ra, y m ientras no o rdenaremos otra cosa. se conserven las
dichas cloze Audiencias, y en el distrito de cada una los Gobiernos, Corre
gimientos y Alcalclias mayores, que al presente hay. y en ello no se haga
noveclacl, sin cxpressa orden nuestra, ó del d icho nuestro Consejo. (D. Felipe
Quarto en esta Recopilación).
La trascendencia de esta disposición rea l radica en e l hecho
ele que en el año ele 1680 el último ele los monarcas ele la dinastía ele los
Habsburgo en España , Carlos II "el hechizado" - se decía que por ese
motivo no p udo tener descendencia- decidió añadir esta síntes is ele la
forma en la cual se encontraban organizada po líticamente América y Fili
pinas; es decir, no era una idea que se tuviera en la Corte ele lo que sería
la mejo r organización po lítico-territoria l del Tuevo Mundo, sino la exp li
cación de cómo se hallaba organizada al final del gobierno ele los Austria.
Como se explica con toda precisión, las posesiones americanas
y asiáticas de la monarquía católica se encontraban clivicliclas en grandes
unidades te rrito riales denominadas Audiencias -12 en ese tiempo-, y al
De las Reales tlutliencias lndimws -
Rt!/ttel Diego-Ferutíutlez Sote/o - Sup rema Corte dejusticia de la Nación
interio r cada uno ele estos territo rios autónomos e independientes, se
encontraban a su vez organizados en gobernaciones, alcaldías mayores y
corregimientos, en la base de los cuales se encontraba una red de ciuda
des, villas y po blaciones, políticamente organizadas en repúblicas de es
paño les y repúblicas ele indios.
De entre las leyes fundamentales que definie ron cuál sería el
tipo de o rganización política que regiría a las posesiones ultramarinas de
la monarquía católica , un texto que reviste la categoría de constitucio
nal, las Leyes Nuevas, de 1542-1543, dispuestas por el propio emperador
Carlos V, quien en persona asistió a la e laboración de este cuerpo legal
que tanta importancia tendría en la historia de América, ya fijaba el p rin
cipio según e l cual las Audiencias Indianas serían conside radas mucho
más que meros tribunales superiores de justicia, como lo eran las Audien
cias en Espail.a, sino que de ellas dependería nada menos que el gobie rno
y conservación de las posesiones ultramarinas:
[3] Yten, porque Nos avemos mandado de nuevo hazer ciertas ordenanzas
para las nuestras Audiencias de la Nueva España y del Perú, y Guatimala y
Nicaragua, y la ysla Espai'iola, cerca ele la orden y manera q ue deben tener
en el conoscer y determinar las causa que en ellas se ofrescie ren, y en la provisió n ele las otras cosas tocantes al buen gobierno y conservación de
aque llas panes y naturales ele ellas, y para que los del dicho nuestro Consejo tengan más p resente lo que está proveído y mandado a las dichas
Abdiencias, y no conozcan ni aclvoquen cabsas ni cosa contraria ele ellas, las avemos mandado yncorporar aq uí; y mandamos a los dichos nuestros
presidente y los del nuestro Consejo ele las Ynclias que las guarden y cum
plan como e n e llas se contiene, y contra el tenor y forma ele e llas no advoquen ni conozcan de cabsa alguna.
Estos artículos citados parecerían resultar argumento suficiente
para que los estudiosos de la etapa colonial conside raran cada uno de los
territorios de las Reales Audiencias Indianas como la base de la o rganiza
ción político territorial de las llamadas Indias Occidenta les, Nuevo Mundo
o América.
Si a lo anterior le añadimos el hecho de que las naciones ame
ricanas que surgieron al momento de independizarse de España fue ron
precisamente los territo rios que en su momento constituyeron cada una
de estas Reales Audiencias Indianas --con la sola excepción de la ele Cuzco
y Nueva Galicia como ya se explicó en su momento- , entonces parece
rían argumentos más que suficientes para abordar el estud io de l pe riodo
colonial desde la perspectiva de cada una de estas grandes unidades
político-territoriales que eran las Reales Audiencias.
Los caminos de /ajusticia en México 1810-2070
Lo paradójico del asunto, insistimos, es que a estas alturas, por
lo menos por lo que se refiere al caso de México, la historiografía espe
cializada en el tema del periodo colonial ignora absolutamente este dato
fundamental y no se deja de insistir en el empleo ele la categoría ele virrei
nato, el ielealizaelo Virreinato ele la Nueva España.
Una ele las consecuencias nocivas de este vicio tan arraigado
en la historiografía colonial mexicana es que se tiende a considerar que
desde el periodo colonia l el actual te rritorio mexicano -incluyendo la
parte que se pe rdió en la guerra contra los americanos- ya conformaba
una sólida unidad con un virrey al frente responsable del buen gobierno
del te rritorio mexicano -en ese entonces novohispano.
En realidad, las cosas eran mucho más complejas y, por el mo
mento , baste decir que el actual territorio mexicano correspondía al distrito
ele tres distintas Audiencias, la ele México, la ele Guatemala y la de Nueva
Galicia, con asiento en la ciudad ele Guadalajara .
En la práctica, esto se traducía en que muchas ele las cosas que
acontecían en el pe riodo colonia l encontraran precisamente su explica
ción en el hecho ele tener lugar en el territorio ele una Audiencia determi
nada y no en el de otra.
Un buen ejemplo de esto nos lo proporciona la entrada en
vigor ele un nuevo modelo ele gobie rno en la etapa ele las reformas bor
bónicas, la implantación del sistema ele intendencias a partir ele la década
de los ochenta. Como en parte importante ele la producción historiográfica
colonial que se ocupa de México se parte ele la idea de la existencia de
una unidad político-territoria l denominada, como ya se elijo, Virre inato
ele la Nueva España, a los autores les basta, al momento ele querer expli
car cómo fue que funcionó el régimen ele intendencias , con considerar
algún caso concreto, casi siempre correspondiente al territorio de la Audien
cia ele México, y ele ahí extrapolar sus conclusiones a todo e l ámbito del
actual territorio mexicano.
Sin embargo las diferencias que al respecto se dieron entre lo
que acontecía en el territorio de la Audiencia ele México y en el de la Nueva
Galicia resultaron considerables debido, entre otras muchas causas, a que
en México el presidente ele la Audiencia era el virrey, y en la ele Nueva
Galicia se reunie ron en una sola persona las calidades de presidente ele
la Audiencia y de intendente de Guadalajara.
De las Reales tludieucias Indianas -
Rafael Die,r.;o-Ferududez Sote In - Suprema Corle de.fuslicia de la Nación
Una ele las mayores consecuencias jurídicas y políticas de lo
anterior se daba cuando los subdelegados de las d iversas intendencias
que caían bajo la jurisdicción de la Audiencia de México ignoraban olímpi
camente a sus respectivos intendentes y se iban a negociar sus asuntos
d irectamente a la Audiencia ele México, lo cual le daba a ésta un peso
político y un prestigio nada desdeñables.
En cambio, en la jurisdicción ele la Nueva Galicia, al ser el inten
dente a la vez presidente ele la Audiencia, hacía que las re laciones entre
los subdelegados y e l intendente resultaran diametralmente opuestas a las
que se establecían entre los intendentes y subdelegados del te rritorio
correspondiente a la Audiencia ele México.
Hay que tene r muy presente que, a pesar ele lo que se d ispo
nía en diversos cuerpos legales y de lo que en algunas obras doctrinales
se afirmaba, en los hechos las Audiencias e ran casi completamente inde
pendientes entre sí, entre otros factores en razón de las enormes distancias
que mediaban entre unas y otras, así como en la dificultad y tardanza que
había en las comunicaciones debida a los escasos y rudimentarios medios
ele transpo rte y a lo accidentado del territorio , lo que se traducía en el
hecho de que era sumamente difícil que una Audiencia, en teoría superio r
a otra --como lo serían las virreinales respecto a las pretoriales- , en la
práctica influyera mayormente en la vida interna de la misma.
Sin eluda la persona más autorizada para explicar la re lación
existente entre las d iversas Audiencias Indianas , era nada menos que Juan
ele Solórzano Pere ira, quien al respecto comentaba:
71. Con advertencia ele que entre Audiencias d istintas y separadas, no se
podrán hacer tales juntas, ni introducirse una á querer juzgar o establecer
algo en el d istrito ele la otra o hablar con ella por provisiones o po r pala
bras preceptivas, imperativas ó inhihitivas; porque ele esto hallo haver for
mado grave quexa la Audiencia ele la Plata contra la ele Lima, como parece
por la relacion ele una cédula ele 30 ele Marzo del a11o ele 1609, en la qua!
no se decide cosa alguna sobre el modo que en esto se ha ele tener; pero
clíxolo bien Rebufo, enseñando, que cada una se ha ele contentar con su
Provincia y jurisd icción, y que p ues son iguales, no puede la una mandar
a la otra , ni rescindir lo que en ella se obrare y juzgare, y que si sucediere
algo en que mutuamente necesiten ele auxil io, se ha ele pedir po r cartas
suplicatorias. Lo qua! tambien dice y p rosigue aun más latamente Andrés
Knichen y sólo se puede limitar y limita en los casos en que por algun títu lo
o respeto particular, la una se halle superior á la otra, como he dicho que
sucede en la ele Lima en vacante ele Virrey; porque entonces, como lo
advierte bien el m ismo Knichen, es esto , en que asi se hallare superior,
aunque incida en un mismo lugar o sugeto, se diversifica la juriscl iccion y
!.os caminos de /a .fllslic ia en Mé::.:ico 1810-2010
cada punto de esta se debe exercer como su calidad lo requ iere. Y algunas
, ·eccs en negocios :.írduos puede ser col1\·enienre que los Oidores de una
Audiencia los consu lten con los de otra. ó se los remiran en discordias ele
n>los. si no los fiaren ele los Lerraclos ele sus Provinc ias. ele los quales m:tn
dan las ordenanzas que se valgan en tales casos y t:llnbien del voro ele los
Fisctles en los p leyros en q ue no fueren parte.2
No quiere esto d ecir que las A udiencias Indianas fueran en los
hechos una especie ele territorios inclepenclientes, ya que se había creado
un mecanismo ele control y ele comunicación entre el rey ele España y
c tcl a una ele estas Aud ienc ias de A méri ca y Fili p inas, que era el Con
sejo ele 1 ncl ias.
No hay que o lvidar que autores tan importantes ele! periodo
co lonial com o el mismo Juan ele Soló rz;mo Pereira -la máxima autori
dad colonial en el tema d el gobierno indiano- afirmaba con buen cono
cimiento ele causa que en muchos sentidos las Audiencias fungían en
T ncl ias como verdaderos Consejos -se refería en concreto al Consejo
ele Indias- lo que las hacía tan d istintas y tan especiales con respecto a
las Audiencias que había en Esp;ü1a.
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