Vanguardia literaria hispanoamericana, modernidad y pueblos indígenas en Pequeña sinfonía del Nuevo Mundo de Luis Cardoza y Aragón

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    MESOAMRICA 48 (ENERODICIEMBRE DE 2006), PGS. 129148

    Emilio del Valle Escalante*

    VANGUARDIA LITERARIA HISPANOAMERICANA,MODERNIDAD Y PUEBLOS INDGENAS EN

    PEQUEA SINFONA DEL NUEVO MUNDO DELUIS CARDOZA Y ARAGN

    ResumenEste ensayo se enfoca en Pequea sinfona del Nuevo Mundo del poeta y escritor gua-

    temalteco Luis Cardoza y Aragn. Propone explorar y problematizar el rol de la vanguar-dia hispanoamericana y sus esfuerzos epistemolgicos por desafiar y construir un imagi-nario cultural latinoamericano a contrapelo de occidente. El argumento es que, a pesar deque este importante movimiento literario constituy una modernidad literaria latinoa-mericana culturalmente autnoma de occidente, casa adentro, sta igualmente comolo evidencia Pequea sinfona traslad una epistemologa eurocntrica al terreno latino-americano con relacin al subalterno, en este caso particular, los pueblos indgenas.

    THE HISPANIC AMERICAN LITERARY VANGUARD, MODERNITY,AND INDIGENOUS PEOPLES IN THE PEQUEA SINFONA DEL NUEVO MUNDO

    BY LUIS CARDOZA Y ARAGN

    AbstractThis essay examines the Pequea sinfona del Nuevo Mundo by the Guatemalan poet

    and writer Luis Cardoza y Aragn. I explore and problematize within the text the role ofthe Hispanic American vanguard, analyzing its efforts at challenging and constructing aLatin American cultural imaginary that runs counter, epistemologically speaking, toWestern models. I argue that, despite the fact that the movement embodied Latin Ameri-can notions of a literary modernity culturally autonomous from that of the West, themovement, as evidenced by the Pequea sinfona, in and of itself transposed Eurocentricideas, especially in relation to those considered subaltern, Latin Americas indigenouspeoples among them.

    * Emilio del Valle Escalante (guatemalteco) obtuvo su doctorado en Lenguas y Lite-raturas Hispnicas por la Universidad de Pittsburgh. Actualmente se despea como profesoradjunto de espaol y literaturas latinoamericanas en la Universidad de Penn State, LehighValley, y su investigacin acadmica se concentra en literaturas indgenas contemporneas ymovimientos sociales en Latinoamrica. Complet recientemente un manuscrito sobre elmovimiento maya guatemalteco titulado Discursos mayas y desafos postcoloniales enGuatemala: Modernidad, colonialidad y polticas de la identidad cultural. El autor agrade-ce los valiosos comentarios de dos lectores annimos, as como los de John Beverley. Sudireccin de correo electrnico es [email protected].

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    Edicin de 1992del Fondo de Cultura Econmica

    Edicin de 1948de El Libro de Guatemala

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    La vanguardia hispanoamericana se ha destacado como un punto culminantepara la literatura latinoamericana en general. Se trata de un ferviente deseopor renovar el lenguaje literario mediante un rechazo al naturalismo y las co-rrientes modernistas decimonnicas a manera de asimilar las ms novedosasexperimentaciones literarias de las primeras dcadas del siglo XX. Para quieneshan estudiado este periodo literario, como Jos Miguel Oviedo y otros contri-buidores, se trata del verdadero comienzo de la poca contempornea1 puestoque es aqu donde se inicia un proceso que culminar en la inscripcin de laliteratura latinoamericana universalmente. Jos Emilio Pacheco, por su parte,destaca particularmente el ao de 1922, cuando surgi The Waste Land (de T.S. Eliot), Trilce, Desolacin, la Semana de Arte Moderno en So Paulo, el naci-miento de Proa en Buenos Aires y del estridentismo en Mxico con Actual, hojade vanguardia.2

    Tomando en cuenta estas perspectivas, en este ensayo me propongo explo-rar y problematizar el rol de este importante movimiento literario y sus esfuer-zos epistemolgicos por desafiar y construir un imaginario cultural latinoame-ricano a contrapelo de occidente. Me interesa explorar sobre todo los textos deescritores representativos de este movimiento que han tomado al mundo ind-gena como objeto de su creacin, as como tambin dialogar con crticos quecelebran la funcin de la vanguardia en su apropiacin de las culturas popula-res para lograr una sntesis esttica transculturadora.3 En este contexto, meenfocar en la contribucin de Pequea sinfona del Nuevo Mundo, escrita entre1929 y 1932, del poeta y ensayista guatemalteco Luis Cardoza y Aragn.4 Consi-

    1 Jos Miguel Oviedo, editor, Historia de la literatura hispanoamericana. 4 tomos.Vol. 3. Postmodernismo, vanguardia, regionalismo (Madrid: Alianza Editorial, 2004 [2001]),pg. 289.

    2 Jos Emilio Pacheco, Nota sobre la otra vanguardia, en Revista Iberoamericana106107 (enerojunio, 1979), pg. 327.

    3 Mario Roberto Morales, La articulacin de las diferencias o el sndrome de Maximn:los discursos literarios y polticos del debate intertnico en Guatemala (Guatemala: FLACSO,1999), pg. 98.

    4 Existen varias ediciones de la obra: Guatemala: El Libro de Guatemala, 1948;Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1969; Mxico: Tezontle, 1977 (ma-nuscrito incluido en Poesas completas y algunas prosas, pgs. 244349, y el cual utilizo en esteensayo); y Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1992. Si bien la obra fue escrita entre losaos indicados, su publicacin no vio luz sino hasta 1948. No hay ninguna explicacinconcreta sobre el porqu Cardoza y Aragn esper tantos aos para publicar su texto. Se

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    dero que Pequea sinfona es de suma importancia puesto que es representativade la vanguardia y su poca, especialmente por el uso de tcnicas surrealistasinnovadoras. Pero sobre todo, el texto es significativo porque representa unaimportante trasgresin y desafo epistemolgico a Europa a manera de estable-cer un lugar de enunciacin diferenciado para Latinoamrica. Mi argumento esque a pesar de establecerse como un importante esfuerzo critico frente a occi-dente, Pequea sinfona y por ende la vanguardia hispanoamericana igual-mente traslada una epistemologa eurocntrica al terreno latinoamericano, cons-tituyendo consciente o inconscientemente una forma de lo que el crtico EdwardSaid denomin en 1978 orientalismo con relacin al subalterno; en este casoparticular, los pueblos indgenas.

    Segn Cardoza y Aragn en el prlogo al texto, Pequea sinfona es unexperimento alentado por Gustave Flaubert, que busca sostenerse slo sobrela escritura.5 El libro es una explosin verbal que combina la poesa y la prosaprosema, como lo denomina Gilberto Prado Galn6 y est divido encuatro partes, que a la vez se subdividen en 13 secciones. La primera partecomprende el sacrificio del nio Luis obviamente el mismo autor en unapirmide azteca, para entregar su corazn al dios del sol, Huitzilopochtli.7 Lasegunda parte narra el recorrido de Dante Alighieri (12651321) con el nioLuis por la Nueva York de finales de la dcada de 1920. La tercera parte busca

    podra aventurar, sin embargo, que tuvo que ver con su experiencia como exiliado poltico.Luego de haber trabajado en Nueva York como representante diplomtico para Guatemala,Cardoza y Aragn renunci al cargo como protesta a la dictadura de Jorge Ubico (19311944), lo cual lo llev a exiliarse en Mxico.

    5 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona del Nuevo Mundo, en Poesas completas yalgunas prosas (Mxico: Tezontle, 1977), pg. 244. Vale observar que las diversas edicionesde Pequea sinfona muestran algunas diferencias. Por ejemplo, la versin de 1992 difiere deltexto incluido en las Poesas completas y algunas prosas. Mientras que la edicin de 1977cuenta con cuatro epgrafes de Gerard de Nerval, Giorgio de Chirico, Percey Bysshe Shelleyy Ezra Pound, la edicin de 1992 solamente cuenta con dos: el de Nerval y el de Chirico.Adems, al contrario de la de 1977, la edicin de 1992 no subdivide el texto en subsecciones.Por otra parte, existe tambin otra edicin ms corta titulada Nuevo Mundo, publicada en1960, en Xalapa, Mxico por la Universidad Veracruzana. Este texto est dividido en cuatrocaptulos titulados Nuevo Mundo, Martirio de San Dionisio, Dante en Nueva York yElogio de la embriaguez.

    6 Gilberto Prado-Galn, Luis Cardoza y Aragn: las ramas de su rbol (Mxico: Fondode Cultura Econmica, 1997), pg. 24.

    7 Cardoza y Aragn dice que Pequea sinfona es el ms autobiogrfico de sus tex-tos. Luis Cardoza y Aragn, El ro: novelas de caballera (Mxico: Fondo de Cultura Econ-mica, 1986), pg. 817.

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    capturar la atmsfera de una manifestacin en la Habana donde los huelguistasgritaban: Mueran los telfonos!, mueran los telfonos!8 Finalmente, se narrael martirio de San Dionisio de Pars, quien fue decapitado en Galia en el ao250 por evangelizar a los habitantes alrededor de Francia. Todas estas partes seentrelazan mediante la metfora de la infancia, estructurada en un itinerario otravesa donde el autor es guiado por Dante, y el Nuevo Mundo es interpreta-do con los ojos de un nio.

    8 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 302.

    Luis Cardoza y Aragn

    Annimo, sin fecha, Coleccin Luis Cardoza y Aragn, Fototeca Guatemala, CIRMA

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    Cada uno de los lugares recorridos es igualmente una referencia a diversoscontextos sociohistricos, que imaginariamente borra fronteras y constituye unaruptura temporal y geogrfica epistemolgica. En un momento, por ejemplo,tenemos a los personajes en la Nueva York de finales de la dcada de 1920 y enotro los tenemos en la poca precolombina: Si esto es Siena o Quirigu oManhattan no sabra decirlo nadie pero si nos guiamos por el color del cielo esel mismo cielo el que a ambos confiere igual tonalidad de campana.9 De he-cho, Cardoza y Aragn plantea que su narracin no intenta ser lineal, sino quems bien busca decir muy mviles facetas del nimo, compuesto slo con sen-saciones y correspondencias de elementos remotos entre s, repentinamente re-velando la relacin oculta que los ilumina con nuevo sentido.10 Adems, comoLucrecia Mndez de Penedo observa, el texto tambin est estructurado encuatro movimientos sinfnicos, los cuales establecen el tono de la narrativa.11

    Cuando estamos en Nueva York, por ejemplo, nos encontramos con los sonidosde campanas y rganos que definen un paisaje ensombrecido y nublado.12 Ycuando viajamos por Mesoamrica y la Habana, encontramos instrumentosautctonos como los teponaxtles, chirimillas y tambores de madera quedan cuenta de una atmsfera cultural ms extica.13

    En cuanto a la crtica, Pequea sinfona ha sido ledo como un manifiestovanguardista hispanoamericano con un decidido impulso renovador,14 as comotambin una experiencia verbal que ilustra la relacin del poeta con los visio-narios surrealistas de la poca.15 En efecto, Cardoza y Aragn utiliza visionesonricas, asociaciones subconscientes, adjetivos inadecuados que con una obviainfluencia surrealista pareciera ser algo puramente irracional. Lo que obtene-mos es, segn Arturo Arias, una mezcla de imgenes como un collage de frag-mentos de la realidad guatemalteca y dentro de este gran collage Cardozamezcla elementos mayas, elementos ladinos, elementos del pasado prehispnico

    9 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 340.

    10 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 246.

    11 Lucrecia Mndez de Penedo, Cardoza y Aragn: lneas para un perfil (Guatemala:Ministerio de Cultura y Deportes, 1994), pg. 45.

    12 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pgs. 256257 y 261262

    13 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pgs. 269 y 274.

    14 Jos Emilio Pacheco, en Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 13.

    15 Prado Galn, Luis Cardoza y Aragn, pg. 24.

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    con elementos contemporneos.16 Se ha dicho adems que Pequea sinfona esun texto que pretende destruir y romper radicalmente todo legamen con el arteprecedente a manera de proponer una visin inslita y perturbadora del arte,como anloga a la crisis vertiginosa de cambios que sufra la vida del hombre enlas primeras tres dcadas del siglo XX.17 Por su parte, Jos Eduardo SerratoCrdova ha hecho un estudio que explora tanto el uso de la metfora y lasimgenes, as como tambin la cercana relacin e intertextualidad entre Peque-a sinfona y Poeta en Nueva York (19291930) de Federico Garca Lorca.18

    A pesar de estas valiosas lecturas de Pequeas sinfona, considero que lacrtica primordialmente se ha preocupado en relacionar el texto a su poca,celebrando sus dimensiones estticas, literarias y artsticas. Poco o nada se hadicho del inmenso significado de Pequea sinfona como un texto que involucrauna importante trasgresin y desafo epistemolgico a occidente. A continua-cin entonces, me propongo examinar y problematizar lo que esta trasgresin ydesafo conlleva. En mi enfoque del texto me concentrar primordialmente enla relacin de Dante y el nio Luis, as como tambin en la construccin narra-tiva que Cardoza y Aragn hace del mundo indgena.

    DE LA PERIFERIA AL CENTRO:MESTIZAJE CULTURAL Y EUROCENTRISMO

    Como lo observa T. S. Eliot, Dante Alighieri fue crucial para los escritoresde las primeras dcadas del siglo XX puesto que vivi en una poca en la que loshombres todava tenan visiones; y aade, ahora nosotros tenemos nicamen-te sueos y hemos olvidado que ver visiones fue antes una manera de soar msinteresante, disciplinada y significativa que la nuestra.19 Segn Octavio Paz,con esta interpretacin, Eliot se vali de Dante a manera de reinventar unanueva tradicin literaria que implicaba entender la poesa como una visin delorden divino. La historia, aade Paz, es infierno, purgatorio, cielo, limbo y la

    16 Arturo Arias, Sin ttulo, 6 de enero de 2004.Disponible en .

    17 Mndez de Penedo, Cardoza y Aragn, pg. 50.

    18 Jos Eduardo Serrato Crdova, Metfora y representacin iconogrfica en Peque-a sinfona del Nuevo Mundo, de Luis Cardoza y Aragn, en Literatura Mexicana 11: 1(2000), pgs. 223255.

    19 Eliot, en Octavio Paz, Los hijos del limo (Barcelona: Editorial Seix Barral, 1990),pg. 195.

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    poesa es el cuento, el relato del viaje del hombre por esos mundos de la histo-ria.20 Al igual que Eliot se apropia de Dante para redescubrir y reconsiderar elpasado y su poesa, Cardoza y Aragn hace una operacin semejante. Sin em-bargo, a diferencia de Eliot, Cardoza y Aragn no slo busca articular un nuevoestilo literario, sino que tambin busca usar al poeta italiano para inscribir unproyecto literario y poltico latinoamericano diferenciado.

    En Pequea sinfona, Cardoza y Aragn hace una reescritura de la Divinacomedia (1321?) y se apropia de Dante para construirlo de una manera extra-vagante y a veces ingeniosamente humorstico. Lo aparta de su espacio y locoloca dentro de un terreno americano, vindolo a veces tan teolgicamenteazteca.21 El infierno de la Divina comedia, el cual se inicia con el horror queDante siente en la selva Ah quanto a dir qual era cosa dura/ Esta selvaselvaggia e aspra e forte,/ Che nel pensier rinnova la paura!22 se torna en elmundo moderno representado por Nueva York. Es decir, en Pequea sinfonaencontramos la ciudad como el lugar del pnico. Dante en ese nuevo espacio,segn Cardoza y Aragn, se encontr en una de las grandes ciudades que exis-ten en el centro de la tierra bajo cielos glaucos de lava.23 Al contrario de la selva,la ciudad es el lugar donde el aire fue triste, dola como una llaga sin el canto deun pjaro, sin el vuelo de una mosca. El aire habase vuelto loco, atormentadopor el mundo yerto.24 En Nueva York, todo est impregnado de viudez, de unllanto que lo ven nada ms que los ojos de los ciegos. Las mquinas olvidadasde las horas, encendidas por las turbinas y los vapores oprimidos en las calde-ras.25

    En ese nuevo infierno, Dante experimenta la soledad absoluta y, al con-trario de la obra original, Virgilio tambin desaparece para que Dante, de lamano del nio Luis, sea guiado por el temblor de una voz y los helicpteros delmar.26 En Pequea sinfona adems, dos de las mujeres que deban proteger aDante, la virgen Mara y Santa Luca, son asesinadas. La primera, en presencia

    20 Paz, Los hijos del limo, pg. 188.

    21 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 274.

    22 Dante Aliguieri, The Divine Comedy. Edicin de Geoffrey L. Bickersteth (Cam-bridge, Massachussets: Harvard University Press, 1965), pg. 2.

    23 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 254.

    24 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 263.

    25 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 260.

    26 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 267.

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    del poeta quien ve cmo las flechas de Sebastin cedieron tanta dulzura a lamuerte de la virgen,27 y la segunda con [un] ramo de puales en el seno.28 Elpoeta es obligado a usar sus propios instintos y no los que originalmente lehaban inspirado sus guas para descubrir su propio ser. Sin embargo, Dantefracasa puesto que sigue perdido y sigue hurfano de su infancia de mrmol.29

    En la relacin que existe entre el poeta toscazo y el nio Luis encontramostambin que a pesar de que el primero gua el camino, es el segundo el que casisiempre era mayor que Dante.30 Es tambin de hacer notar que en esta apro-piacin de Dante hecha por Cardoza y Aragn se caracteriza por el silencio delpoeta toscano puesto que, si bien en la Divina comedia el autor narra su entor-no, ac no encontramos frase alguna dicha por Dante.

    No es muy difcil percatarnos que en esta apropiacin de Dante y su obraCardoza y Aragn usa la parodia como una estrategia retrica subversiva. No espara nada casual que el escritor guatemalteco haga esto. Como bien se sabe,Dante es considerado no slo el ms grande poeta italiano sino que junto aShakespeare y Goethe es uno de los maestros y uno de los ms grandes repre-sentantes de la literatura occidental. Su obra magna, La divina comedia, consti-tuye uno de los trabajos ms celebrados de la literatura moderna e incluso mu-cha de la crtica cree que en su imaginera y el poder de su lengua. El poemanunca ha sido superado.

    Tomando esto en cuenta, si bien interpretamos a Dante como una alego-ra de Europa, podemos aventurar que el objetivo primordial de Cardoza yAragn es el de subalternizar o simbolizar una prdida de autoridad de Europacomo el lugar y el espacio que guarda toda significacin literaria universal.Esta aproximacin indudablemente obedece a la voluntad de invertir el orden amanera de parodiar y teatralizar la cultura occidental con el objetivo de cons-truir un discurso propio de la periferia.31 Este proyecto emerge ms claramen-te en la representacin que Cardoza y Aragn hace del mundo indgena.

    Si bien tomamos en cuenta el contexto social al que Cardoza y Aragn serelaciona, encontramos que durante esta poca, adems de contar con una ex-periencia de primera mano a propsito del surrealismo francs, Cardoza y Aragn

    27 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 265.

    28 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 261.

    29 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 302.

    30 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 310.

    31 Hugo Achugar, La biblioteca en ruinas: reflexiones culturales desde la periferia (Mon-tevideo: Ediciones Trilce, 1994), pg. 38.

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    tambin haba trabajado al lado de Georges Raynaud en el redescubrimiento yconsecuente traduccin del Rabinal Ach del francs al castellano.32 Este texto yel Popol Wuj, como bien se sabe, funcionaron como instrumentos epistemolgicosesenciales en la revaloracin tanto de la literatura hispanoamericana como de lahistoria cultural del continente. El mestizaje cultural se convirti en ladiscursividad que vendra a redefinir una identidad latinoamericana continen-tal y supuestamente ms autentica para representar la realidad de Latinoamrica.Fue de hecho la combinacin del surrealismo y los textos indgenas la que cre,segn Jos Miguel Oviedo, un reencuentro con esencias y races culturalespropias, con un fondo ancestral de imgenes latentes que no haban sido activa-das.33

    Este reencuentro con el pasado indgena igualmente vino a darle ya noslo esa nueva identidad cultural al continente, sino tambin un nuevo gradode valor artstico a sus literaturas, puesto que vinieron a crear un nuevo argu-mento cultural y poltico frente a Europa. Este nuevo argumento fue abandera-do por un grupo de intelectuales que venan a vindicar una historia milenaria.Es decir, si bien Grecia o Italia tenan sus propias historias, los textos indgenas,de la mano con las arquitecturas azteca, inca y maya, eran evidencia concreta deque Latinoamrica tena tambin una historia y una tradicin cultural milenariapropia. Se inscriba as a Latinoamrica como un ente cultural autnomo ydiferenciado universal. La construccin del mundo indgena que encontra-mos en Pequea sinfona se sita precisamente en ese contexto sociohistrico,

    32 Tampoco debemos olvidar al otro guatemalteco, Miguel ngel Asturias, quien tam-bin trabaj con Raynaud en la traduccin del Popol Wuj al castellano. Para una discusinsobre la influencia de textos indgenas en las corrientes literarias vanguardistas o del llamadorealismo mgico, se puede acudir a Gordon Brotherston, Book of the Fourth World: Readingthe Native Americas Through Their Literature (New York: Cambridge University Press, 1992);a Gerald Martin, Journeys Through the Labyrinth: Latin American Fiction in the TwentiethCentury (New York y London: Verso, 1989); y ms recientemente a Ricardo Roque-Bal-dovinos, The Epic Novel: Charismatic Nationalism and the Avant-Garde in Latin America,en Cultural Critique 49 (2001), pgs. 5883.

    33 Oviedo, Historia de la literatura hispanoamericana, III, pg. 16. Gerald Martin tam-bin observa la importancia del surrealismo en la creacin de una identidad cultural mscontinental. Escribe: Su nfasis respecto al inconsciente, y por lo tanto a lo primitivo, suinsistencia en que haba un mundo ms real que la realidad visible del sentido comn y delpositivismo y la idea de que el arte es un viaje de descubrimiento que involucra a la asocia-cin libre y a la liberacin de los reprimidos fueron todos hechos a la medida de las interpre-taciones y aplicaciones del Tercer Mundo y, por lo tanto, para cimentar la relacin culturalcreciente entre Francia y Latinoamrica tras su Independencia, y la aseveracin de que loque los britnicos insisten en llamar Amrica del sur era en realidad [Amrica] latina.Vase Martin, Journeys Through the Labyrinth, pg. 142.

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    as como tambin hace eco de ese proyecto cultural compartido por otros inte-lectuales latinoamericanos.34

    En su texto, Cardoza y Aragn parte de una crtica a Europa, adjudicadotanto una ignorancia cultural, as como una crtica que apunta al eurocentrismo.En la parte donde el nio Luis es sacrificado por sacerdotes aztecas, tenemospor ejemplo a Cristophorus Colombus observando el sacrificio del nio y pos-teriormente gritando: Antropfagos! Antropfagos!35 A esa extraa proce-sin de sangre y el sacrificio del nio,36 el autor responde: Jams les habansacado el corazn a ellos. Jams ellos haban visto por la ventana abierta por elpedernal hasta lo ms hondo de la primera sangre. Antes y despus realizaronmil proezas en que el amor y la muerte, que alientan en el centro mismo delpolvo y de la vida, fueron los guas nicos. Habran comprendido!37 Y luego,Cardoza y Aragn aade:

    Borremos, aunque sea por un instante, el recuerdo del nacimiento de Venus, laserenidad de Apolo, la sonrisa de Elena. Yo que la admir desde los ojos delcaballo de Troya, os lo aconsejo! Qu profano, que humano el mundo de la bellaElena! Y ahora, ved el dorso de la medalla: qu brbaro y sagrado este mundosiempre primero y virginal, con su dios solar, Huitzilopochtli, con su infinitaSerpiente Emplumada que sigue y seguir pasando sobre esta tierra. La muerteque nos trajeron los hombres cubiertos de hierro nos juzg como hombres. Lanuestra nos juzg como dioses.38

    Como se puede ver, estas citas ilustran una construccin binaria entre un ellos(Europa) y un nosotros (Latinoamrica), a manera de establecer dos contextos

    34 Adems de Cardoza y Aragn y Asturias, podemos incluir tambin, entre otrosms, a Alejo Carpentier, Octavio Paz, Csar Vallejo y Jos Carlos Maritegui. Para estudioscontemporneos sobre la vanguardia en el rea andina, se puede acudir tambin a los estu-dios de Ulises Juan Zevallos Aguilar, Indigenismo y nacin: los retos a la representacin de lasubalternidad aymara y quechua en el Boletn Titikaka (19261930) (Lima: Instituto Francsde Estudios Andinos, 2002); y de Javier Sanjins, Mestizaje Upside-Down: Aesthetic Politicsin Modern Bolivia (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 2004). Estos estudiosos exa-minan los proyectos culturales latinoamericanistas en Per y Bolivia, respectivamente, apropsito de la construccin narrativa de lo indgena en proyectos artsticos literarios, pe-riodsticos vanguardistas de las primeras dcadas del siglo XX.

    35 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 271.

    36 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pgs. 268269.

    37 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 272.

    38 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 273, las cursivas son mas.

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    sociohistricos y culturales diferenciados. Por un lado, el mundo representadoen Venus, Apolo y Elena y, por el otro, el mundo representado por laserpiente emplumada y Huitzilopochtli. Se viene a exaltar de esta manera unmundo en que todo es sagrado, un mundo entregado a lo sobrenatural, unmundo que juzga a la humanidad como dioses a contrapelo de una civiliza-cin occidental que promueve otra clase de muerte, otros saberes, otras formasde entender el mundo.

    Como se hace harto explcito, el objetivo del autor es hacer ved el dorsode la medalla, contemplar un nuevo espacio geocultural a manera de darleautoridad y de constituirlo como un lugar de enunciacin ya no slo diferencia-do, sino primordialmente compatible con la historia y el proyecto cultural eu-ropeo. Se trata, como dice Hugo Achugar a propsito del proyecto vanguardistade la poca, de poner al da nuestras sociedades con el rechazo de lo institucionaly de sintonizar los relojes de nuestras sociedades con el reloj universal o simple-mente occidental.39 A su vez, se trata de reafirmar los orgenes brbaros, eneste caso, los aztecas, con el propsito de darles poder de gestin y constituirloscomo ingredientes esenciales en la identidad cultural e histrica de la llamadaLatinoamrica. Es un proyecto cultural que obviamente busca una revaloracindel pasado precolombino, el cual para tomar prestadas las palabras de MichelFoucault hasta entonces haba representado saberes y conocimientos des-calificados como inadecuados a su causa o insuficientemente elaborados: cono-cimientos ingenuos, localizados hasta debajo de la jerarqua, debajo del nivel deconocimiento requerido o cientfico.40 Este proyecto, por otra parte, y como losugiere Ricardo Roque-Baldovinos, se caracteriz por un esfuerzo donde inte-lectuales latinoamericanos

    estaban entusiasmados de distinguirse de un continente europeo que prob serintimidante por el esplendor de su tradicin cultural. La primera guerra mun-dial prestara credibilidad a ideas de renovacin cultural tambin. Para muchoseuropeos y no europeos, la guerra era una seal clara de deterioro del ViejoMundo y un llamado para una nueva civilizacin. Algunos latinoamericanos to-maran ese desafo al redescubrir las seales de una negada alteridad cultural, quehasta entonces, era una seal de barbarismo.41

    39 Achugar, La biblioteca en ruinas, pg. 39.

    40 Michel Foucault, Power/Knowledge: Selected Interviews and Other Writings19721977. Colin Gordon, editor (Hertfordshire: Harvester Press, 1980), pg. 82. En otromomento, y con este mismo espritu, Cardoza y Aragn tambin llega a capitalizar que losgriegos son los mayas de Europa. Vase Cardoza y Aragn, El ro, pg. 203.

    41 Roque-Baldovinos, The Epic Novel, pg. 63.

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    En este contexto, con Pequea sinfona Cardoza y Aragn inscribe un llamadopara una nueva civilizacin, reafirmando al mundo mesoamericano precolom-bino.

    Esta discusin desarrollada aqu por Roque-Baldovinos respecto a redes-cubrir una negada alteridad, as como tambin la perspectiva de Cardoza yAragn frente a occidente, es una que en buena medida hace eco de los argu-mentos de crticos que defienden el proyecto literario vanguardista hispano-americano como un fenmeno que, lejos de emular a los movimiento vanguar-distas europeos, es ms bien una respuesta legtima a condiciones previas y[es una] variable especfica de un fenmeno internacional ms amplio.42 Deigual forma, esta discusin a propsito de Pequea sinfona y la vanguardia his-panoamericana se emparienta a los debates sobre postmodernismo y postcolo-nialismo en Latinoamrica.43 En efecto, aqu podemos tomar en consideracinlas discusiones planteadas por el ya mencionado Hugo Achugar y Nelly Richard44

    sobre estos debates.Tanto Achugar como Richard responden a quienes argumentan que la

    discusin sobre la postmodernidad y el postcolonialismo remitan meramente alcentro particularmente anglosajn. Segn ellos, muchas veces la crtica

    42 Nelson Osorio, compilador, Manifiestos, proclamas y polmicas de la vanguardialiteraria hispanoamericana (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1988), pg. xxi. La propuesta deOsorio est obviamente respondiendo a Octavio Paz (Los hijos del limo), quien considera a lavanguardia hispanoamericana como una rearticulacin del fenmeno europeo. Adems deOsorio, se puede tambin acudir a Hugo J. Verani, Las vanguardias literarias en Hispanoam-rica (manifiestos, proclamas y otros escritos) (Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1995[1986]); Gloria Videla de Rivero, Direcciones del vanguardismo hispanoamericano: estudiossobre poesa de vanguardia en la dcada del veinte. Documentos (Pittsburgh: Instituto Interna-cional de Literatura Iberoamericana, 1994); y Vicky Unruh, Latin American Vanguards: TheArt of Contentious Encounters (Los Angeles: University of California Press, 1994). Todosellos toman en cuenta las variantes culturales, sociales y polticas de las vanguardias conrelacin a contextos nacionales e internacionales.

    43 Vanse, entre otros, John Beverley, Jos Oviedo y Michael Arona, editores, ThePostmodernism Debate in Latin America (Durham y London: Duke University Press, 1995);Santiago Castro-Gmez y Eduardo Mendieta, Teoras sin disciplina: latinoamericanismo,postcolonialidad y globalizacin en debate (Mxico y San Francisco: Porra y University ofSan Francisco, 1998); y Mabel Moraa, editora, Nuevas perspectivas desde/sobre Amrica La-tina: el desafo de los estudios culturales (Providencia, Santiago: Editorial Cuarto Propio eInstituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 2000).

    44 Nelly Richard, Cultural Peripheries: Latin America and Postmodernist De-cen-tering, en Beverley, Oviedo y Arona, editores, The Postmodernism Debate in Latin America,pgs. 217222.

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    latinoamericanista que habla desde el centro peca de imponer criterios ajenossobre la llamada periferia. En relacin a quienes piensan que la postmodernidades una discusin exclusiva del centro, estos crticos plantean que en Latinoamricala postmodernidad latinoamericana toma una dimensin precursora que, si bienasimila modelos culturales hegemnicos, esto se da no con el propsito de imi-tar el original, sino ms bien con un carcter subversivo que busca otorgarse unpoder de gestin propio frente a ese centro. Para Achugar, la modernidad opostmodernidad en Latinoamrica se resemantiza de manera autnoma, y esaforma de simulacro, de la parodia o de la hiprbole, son formas propias de laperiferia de construir o de producir obras modernas y posmodernas [sic] la pe-riferia termina por construir un discurso que, al exacerbar los rasgos o trazas deldiscurso metropolitano, se erige como un discurso propio.45 La construccinde esta subjetividad desarrolla entonces, segn Achugar, un lugar de enuncia-cin que habla desde la periferia latinoamericana, es decir desde la periferiahumanstica en que nos ha puesto el neoliberalismo de la sociedad poskeynesiana,hablamos desde la periferia de quienes apostamos a la utopa y el sujeto quenarra conoce su situacin marginal y, si en algunos casos olvida... esta situaciny asume una voz central, el efecto es el de la parodia o el del simulacro.46

    Richard, igualmente, hace eco de este proyecto cuando habla de cmo enla llamada periferia ocurre una inversin de papeles que va de atrasado aavanzado, de secundario a principal, de extra a protagonista. Esta operacinviene a invertir

    la sancin colonialista que castiga la repeticin con la denigracin del dj vu,dado que el dj vu de la copia es ahora la adulterada hiptesis que la periferiateatraliza a manera de ridiculizar la creencia dominante europea de un modelointegro. De una manera postmoderna, es verdad, pero usando el pastiche cultu-ral como una forma de satirizar que invierte la jerarqua del modelo de imitacindel Primer Mundo, aunque el modelo mismo haya llegado a ser, en la etapapostauratica de esta jerarqua, la profanacin del modelo. En la re-funcin de lacopia como su herencia colonial, la periferia desordena el protocolo fundacionalde un antes y un despus, reinaugurndose caricaturescamente como el pre delpost.47

    En estas discusiones desarrolladas por Achugar y Richard nos damos cuenta quelo que est en juego en los debates sobre la modernidad o postmodernidad es

    45 Achugar, La biblioteca en ruinas, pg. 38.

    46 Achugar, La biblioteca en ruinas, pg. 43.

    47 Richard, Cultural Peripheries, pg. 220.

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    un dilogo entre una intelectualidad latinoamericanista con el centro, dondese busca establecer un lugar de enunciacin diferenciado. A la vez, podemosigualmente relacionar los posicionamientos de Richard y Achugar con lo ex-puesto por Cardoza y Aragn en Pequea sinfona puesto que es precisamenteese desafo el que emerge de su obra.

    En efecto, mediante su apropiacin de la Divina comedia y su reivindica-cin del mundo indgena o de la negada alteridad cultural (para tomar pres-tadas las palabras de Roque-Baldovinos arriba citadas), en Cardoza y Aragnencontramos precisamente una crtica desde la periferia (Latinoamrica) a esecentro universal llamado Europa. Este proyecto es reiterado por Cardoza yAragn cuando en otro momento sugiere que los escritores latinoamericanosdeben trabajar en un proyecto cultural que, en lugar de constituirse como uncomplejo de inferioridad o como un complejo de Edipo, ms bien requiere queLatinoamrica se constituya como una universalidad que no implique imi-tarlos, no inquietarnos por su reconocimiento o su desconocimiento.48 Y aa-de que, Esa civilizacin francesa, inglesa, yanqui, alemana, asimismo es clsicapor causar o poder causar ms nefandas y siniestras catstrofes universales.49 Enel proyecto vanguardista abanderado aqu por Cardoza y Aragn surge un pro-yecto crtico que se complementa con lo planteado por quienes hoy clamandefender un lugar de enunciacin desde Latinoamrica. Achugar, de hecho,sugiere que la vanguardia hispanoamericana propone el relativismo de todaproduccin artstica y filosfica como algo propio de una civilizacin que sabao haba aprendido la historicidad de todo lo construido por el hombre y sueventual caducidad.50 Para Achugar, la vanguardia hispanoamericana igualmenterepresenta un proyecto que desafi y desafa a una modernidad burguesa racio-nalista, competitiva, tecnolgica, para desmitificar su autoritarismo.51 En estesentido, lejos de ser una cancelacin de este proyecto crtico-cultural, la van-guardia representa una continuacin de un proyecto cultural latinoamericanistaque ahora puede repensarse como una crtica al neoliberalismo anglosajn.

    No hay ninguna duda de la pertinencia que existe en la crtica elaboradatanto por Achugar y Richard, como tambin el mismo Cardoza y Aragn. Pero

    48 Cardoza y Aragn, El ro, pg. 292.

    49 Cardoza y Aragn, El ro, pg. 293.

    50 Hugo Achugar, El museo de la vanguardia: para una antologa de la narrativavanguardista hispanoamericana, en Hugo Verani, editor, Narrativa vanguardista hispa-noamericana (Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1996), pgs. 740,cita de la pg. 31.

    51 Achugar, El museo de la vanguardia, pg. 31.

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    si bien hasta cierto punto se pueden celebrar estos desafos epistemolgicos alcentro, es tambin vlido preguntarnos: Con quin estn dialogando Cardozay Aragn, Richard y Achugar?, a quin interpelan?, hasta qu punto el proyec-to cultural que estos crticos abanderan no constituye una crtica elaborada des-de el centro mismo de la periferia?, hasta qu punto este dialogo entre perife-ria y centro no viene a subalternizar los mrgenes de la periferia misma? Conrelacin a Cardoza y Aragn, hasta qu punto, en realidad, se viene a reivindi-car a los indios y sus saberes? Quiero ahora avanzar algunas respuestas a estasinterrogantes analizando ms detenidamente la construccin narrativa que Car-doza y Aragn hace del mundo indgena, lo cual permitir desmitificar ese im-pulso artstico renovador y celebratorio de una especificidad cultural latinoa-mericana diferenciada, puesto que hace ver que lo que queda fuera de la mira-da de la discusin es lo que ocurre dentro de la periferia misma.

    MODERNIDAD OCCIDENTAL,TEMPORALIDAD Y PUEBLOS INDGENAS

    En la apropiacin que Cardoza y Aragn hace de los saberes de los pueblosoriginarios ya no slo en Pequea sinfona, sino tambin en otros textoscardocianos encontramos toda una serie de ambigedades y contradicciones.Por un lado, en Pequea sinfona leemos referencias a un primitivo mundoindgena,52 cuyas ciudades enterradas son pases que ya no estn en los mapas,reducidos a una huella de caballo.53 En sus obras posteriores, encontramos unaperspectiva ms a tono a una crtica a proyectos coloniales, as como tambinun reconocimiento de responsabilidad sobre el despojo cultural y de recursos delos pueblos originarios. El autor escribe, por ejemplo, que a los indgenas Lesrobamos su pasado, sus tierras precolombinas y se les quiere cerrar el porve-nir.54

    A luz de estas perspectivas cardocianas no se puede negar que en efectohaya un evidente deseo de reivindicacin cultural, as como tambin una rela-cin afectiva con una causa indgena. No es esa relacin afectiva, ni muchomenos la construccin de un legtimo lugar de enunciacin diferenciado lo queme interesa cuestionar, sino ms bien hacer ver que en la construccin narrativade lo indgena que Cardoza y Aragn articula emerge una percepcin orientalistaque es necesario poner en tela de juicio. Esto es para desmitificar un horizonte

    52 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 245.

    53 Cardoza y Aragn, Pequea sinfona, pg. 302.

    54 Cardoza y Aragn, El ro, pg. 139.

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    comn compartido ya no slo por Cardoza y Aragn, sino por una mayora deintelectuales y estudiosos de antes y de hoy que han tomado a los indgenascomo objeto de estudio.

    En su celebrado libro, Guatemala, las lneas de su mano, Cardoza y Aragnnarra su experiencia en un pueblo maya del pas. Escribe:

    Cuando se sale del templo, con la multitud arrodillada u oficiando mil ceremo-nias diversas, las velas en la mano, el que hace de jefe de familia, acaso de zahori,de rezador principal, ponindolas sobre la frente, los hombros, sobre la cabezade los nios, de las mujeres, y uno se tropieza con la maana divina ahita de luz,en diez pasos se retorna de cinco mil aos atrs a nuestros das. Nada me extraa-ra, a pesar de los automviles de los turistas, ver cruzando al mismo tiempo queel avin, algn ltimo saurio alado del cuaternario.55

    Ntese cmo esta cita ilustra una construccin narrativa que no hace sino des-plegar la temporalidad como marcador de la diferencia entre Cardoza y Aragn,quien encarna aqu a los ladinos o mestizos,56 y los indgenas a los que observa.Se sugiere que los indgenas, a pesar de estar en un contexto social coetneo aldel autor, son sujetos no coincidentes con la modernidad. Es decir, en lugar deser sujetos del presente o de la modernidad, los indios vienen a representar loprimitivo, un paradigma de originalidad o antigedad que define una especiede artefactos del pasado y la tradicin, figurando como un pueblo ancestral enuna tierra ancestral viven cinco mil aos atrs. De un modo u otro se vienea sugerir lo que Johannes Fabian denomina una negacin de la contempora-neidad,57 que interpreta al mundo indgena como el lugar del pasado, el lugarque los ladinos o mestizos han dejado atrs a manera de asumir la civilizacin

    55 Luis Cardoza y Aragn, Guatemala, las lneas de su mano (Mxico: Fondo de Cul-tura Econmica, 1986 [1955]), pg. 102, cursivas mas.

    56 Cardoza y Aragn se identifica culturalmente como mestizo. En su texto, La con-quista de Amrica, en Nuestra Amrica frente al V Centenario: emancipacin e identidad deAmrica Latina: 14921992 (Bogot: Editorial El Bho, 1992), escribe por ejemplo: Soyun mestizo, tengo mi lugar. Un lugar entre Apolo y Coatlicue. Soy real, me fundo en dosmitos, pgs. 3742. En otro lugar escribe tambin sobre el mestizaje: Cuando digo mesti-zaje no me refiero a lo espaol especialmente, o al indio especialmente. Para m ambaspresencias son equitativas y constituyen una sntesis armoniosa. Vase Cardoza y Aragn,Miguel ngel Asturias, casi novela (Mxico: Ediciones Era, 1991), pg. 118.

    57 Por negacin de la contemporaneidad, Fabian quiere decir: una tendencia per-sistente y sistemtica a colocar los referente(s) de la antropologa en una poca diferente delpresente de quien produjo el discurso antropolgico (pg. 31). Johannes Fabian, Time andthe Other: How Anthropology Makes Its Object (New York: Columbia University Press, 1983).

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    o para entrar a la modernidad. Si bien los indgenas representan el pasado, losorgenes o la niez de la humanidad, los ladinos representan ese otro mundomoderno o civilizado. La modernidad, en este sentido, es una experiencia parti-cular para los ladinos o europeos, y solamente involucra al mundo indgena enla medida que constituye su contraparte. Aun cuando evidenciamos una simpa-ta con el indgena, se percibe que el indgena es fabricado como un ser extico,noble y tolerante. En todo caso, esta discursividad revela una relacin de cono-cimiento/poder que poco altera las relaciones coloniales entre dominantes ydominados, puesto que es un discurso que crea condiciones en las que los in-dios han perdido control para determinar su propia identidad. En su bsquedapor reivindicar tanto los saberes como al sujeto indgena mediante el mestiza-je, Cardoza y Aragn muestra una articulacin arqueolgica y orientalista queentiende las filosofas e historias de la realidad indgena como algo meramenteretrospectivo. Lejos de que lo indgena sea una realidad en dinmica y constan-te rearticulacin a travs de la historia, sta representa un pasado cultural ybiolgicamente inmutable.

    En todo caso, lo que Cardoza y Aragn nos muestra con Pequea sinfonay su construccin narrativa del mundo indgena es un proceso de situar lo ame-ricano en un nuevo contexto de consumo para occidente y para Latinoamricamisma, ahora con estrategias narrativas surrealistas. Lo americano se inscribedentro de una narrativa universal/internacional mediante el mestizaje, trasla-dando a la vez una postura occidental que se sita como portadora de unaautoridad que clama entender y representar una particularidad esencializada dela llamada Latinoamrica. Lo que obtenemos a la larga es una apropiacinque, a pesar de definirse como anticolonial y como solidaria con los pueblosindgenas, sigue pecando de reciclar cierto eurocentrismo con relacin a su ob-jeto de estudio. Si bien tenemos ac un sofisticado desafo epistemolgico aoccidente, ste es uno que busca reivindicar lo mestizo como ente cultural uni-versal, y no meramente la autoridad de las culturas indgenas. Ms bien reivin-dica el pasado indgena en la medida que sirve para construir un argumento quelegitime lo mestizo como un lugar de enunciacin latinoamericano universal.

    Vale tambin puntualizar que con esta lectura de ninguna manera estoysugiriendo que, por el hecho de mostrar estas limitaciones, Cardoza y Aragndeba ser desechado o que su obra sea borrada de la historia. Mi intencin no esimponer criterios actuales sobre perspectivas del pasado. Bien podra argumen-tarse que de haber estado presente con el surgimiento de los movimientos ind-genas contemporneos, como el zapatismo o el movimiento maya en Guatema-la, Cardoza y Aragn se habra identificado plenamente con ellos y con susluchas. Lo que intento sugerir es ms bien que el problema que surge a partir deesta representacin cardociana de lo indgena es que la autoridad de las ideasabanderadas por l y la vanguardia hispanoamericana, particularmente la quetom a los pueblos indgenas como objeto de estudio, ha servido para seguir

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    nutriendo un imaginario, sentimientos y racionalidades estereotipadas de losindios. Es decir, a pesar de que Cardoza y Aragn es un visionario crtico delimperialismo, su perspectiva cultural irnicamente recicla una ideologa etno-cntrica que igualmente mantiene una condicin subordinada y marginal de lasculturas indgenas. En este sentido, se trata de hacer ver que estas representacio-nes y tendencias interpretativas no son actitudes enterradas en el pasado, sinoque ms bien se siguen rearticulando en el presente, deshumanizando conscien-te o inconscientemente aspectos vitales de aquellos sujetos en condiciones desubalternidad.

    58 Mario Vargas Llosa, La utopa arcaica: Jos Mara Arguedas y las ficciones del indi-genismo (Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1996), pg. 273.

    59 Larry Rohter, 500 Years Later, Brazil Looks Its Past in the Face, en The New YorkTimes (25 de abril, 2000), pg. A3, cursivas mas.

    Estas tendencias discursivas, porejemplo, son rearticuladas tambin porMario Vargas Llosa quien, al hablar de laliteratura de Jos Mara Arguedas, sugie-re que sta representa una nostalgia des-esperada por un mundo perdido, que seacaba, ya en gran parte destruido, ascomo tambin lo indgena est incon-taminado de modernidad, alejado de lacosta y de todo lo que es extranjero.58

    En suma, al igual que Cardoza y Aragn,Vargas Llosa en buena medida tambinentiende lo indgena como algo inmuta-ble, algo incontaminado de moderni-dad e, incluso, un mundo perdido. Asi-mismo, lo indgena es colocado como ellugar del pasado.

    Estas perspectivas abanderadas porescritores latinoamericanos como VargasLlosa y Cardoza y Aragn han sido tam-bin adoptadas por quienes interpretany hablan de lo indgena en los mediosmasivos. A las de arriba basta aadir dos

    Jos Mara Arguedas

    Fotografa de Jos Gushiken. De los ar-chivos de Fernando Silva Santisteban, sinfecha.

    ejemplos ms. Larry Rohter, columnista del New York Times, titula un artculoque habla de la conmemoracin de los 500 aos de la invasin portuguesa a loque hoy es Brasil: 500 aos despus, Brasil mira a su pasado en la cara.59 Por

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    otra parte, en su artculo Guatemala se va verde con ecoturismo, publicadopor USA Today, Gene Sloan hace referencia a la aparentemente intacta culturamaya. Sloan incluye la opinin de Vincent Stanzione, un investigador y viajerode Colorado quien habla de su experiencia en un pueblo indgena guatemalte-co. Este afirma que estar en esa comunidad indgena Es como regresar en eltiempo.60 En estos dos artculos una vez ms nos percatamos de esa implcitareferencia a que lo indgena representa el pasado y no el presente, a pesar deque obviamente se trata de contextos sociales contemporneos. Al igual queCardoza y Aragn y Vargas Llosa, se sugiere que lo indgena no es coetneo conla modernidad; ms bien, que sta es una experiencia del pasado y no del pre-sente.

    CONCLUSIN

    La lectura que propongo de Cardoza y Aragn y la vanguardia hispano-americana en general lleva la intencin de postular que si bien sta en ciertomomento represent un proyecto cultural que desafi a Europa a manera deconstruir un lugar de enunciacin diferenciado mestizo para Latinoamrica,hoy da este proyecto hace ver sus limitaciones con relacin a los pueblos ind-genas casa adentro. A la luz del surgimiento de movimientos que reclaman supasado y el reescribir la historia desde sus propias perspectivas como indgenas,se trata pues de un momento coyuntural que obliga, por un lado, a repensar,reescribir y actuar las relaciones intertnicas ante el fenmeno de la globalizacin,as como tambin a confrontar las evidentes tensiones entre una modernidadlatinoamericana con una fuerte base occidental. Es decir, se trata de desmitificarla idea de que la modernidad es una experiencia particular a occidente, o deaquellos que claman relacionarse con un imaginario europeo, y de sugerir quelos indgenas, en nuestra relacin con nuestros entornos, nuestra cosmovisin,concebimos y tenemos nuestra propia relacin con esa modernidad occidental.Bien se sabe que desde el momento mismo de la conquista la hemos venidoresistiendo, modificando e influenciando, as como tambin nos ha servido pararearticular y reafirmar nuestras historias, nuestros idiomas y nuestras especifici-dades culturales.

    60 Gene Sloan, Guatemala Goes Green with Ecoturism, en USA Today.com, 3 demarzo de 2005. Disponible en .

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