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144. Enero y febrero 2016 / www.indignacion.org Los derechos del pueblo KATÚN 2

Varejón 144: "Los derechos del pueblo"

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El Varejón es la publicación bimestral del Equipo de Derechos Humano Indignación AC. El número 144 se titula "Los Derechos del Pueblo"

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144. Enero y febrero 2016 / www.indignacion.org

Los derechos del pueblo

KATÚ

N 2

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Equipo Indignación

[email protected] www.indignacion.org.mx 9137021

Con los derechos de los pueblos, va este Varejón, con la intención de ir un poco más abajo, un poco más adentro, entre los montes, la tierra, las aguadas, la costa, el mar, el territorio, la libre determinación, la autonomía. Chablekal abre esta edición y en realidad abre una discu-sión nacional sobre la tierra y el territorio al reivindicar el derecho del pueblo como legítimo titular de un derecho que el ejido, en ocasiones, ha monopolizado. En este ca-so, el ejido está excluyendo al pueblo para vender y está siendo herramienta para el despojo de tierras contra el pueblo maya y a favor de grandes empresarios. En Halachó, la criminalización de la lucha por la tierra. Aquí es el ejido el que se defiende del abuso de un empre-sario. Tanto Chablekal como Halachó nos hablan de sus mon-tes… y nos enseñan que en los montes hay mucho más que tierra: diversidad, historia, territorio, origen. ¡Tenemos que defender nuestros montes! gritó Chablekal ante la Procuraduría Agraria. Como si los hubiese escuchado, don Mario Tun nos rega-la una leyenda que algo nos muestra de los montes habita-dos. No es casualidad que este Varejón quiera ir con los pue-blos originarios y esté dedicado a sus luchas. Por estos días se cumplen 20 años de los Acuerdos de San Andrés, firmados entre el EZLN y el gobierno federal, traiciona-

dos por el gobierno cumplidos por los pueblos zapatistas, que los han hecho valer en los hechos, viviendo la auto-nomía en sus pueblos. Algo nos comparte Mauricio Casa-res Castro sobre esto en su xec, con jícama y chile, como fruto sabroso de la lucha. Entre los derechos de los pueblos la península ha recorda-do el derecho a la consulta, que si no está ligada al dere-cho a la libre determinación se desvirtúa y trivializa, co-mo nos hace notar Jorge Fernández en su artículo sobre la insuficiente resolución de la Suprema Corte de Justicia en el caso de la soya transgénica. Un intento de desalojo ocurrido en Chablekal y frenado por la propia comunidad nos recuerda la fuerza del pueblo pero también nos hace ver el abuso del gobierno y la ex-traña forma de proceder que llega a desalojar, con la poli-cía, sin orden de desalojo. ¡Alerta! 20 años, un katún de los acuerdos de San Andrés nos trae también otra celebración katúnica, la del Congreso Nacio-nal Indígena. Randy y Koyoc nos comparten sobre el re-ciente encuentro en el que participaron. Como siempre le agradecemos a RLM su columna, acom-pañando con música la causa de cada Varejón. Todas las fotos de este Varejón, incluyendo la de la portada (y exceptuando la de la columna de RLM), son de Rodrigo Díaz Guzmán, a quien le agradecemos su entrañable solidaridad, su terrible mirada.

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Chablekal: una lucha de mujeres y jóvenes mayas

¿La tierra es del pueblo o del ejido?

¿De quién es la tierra? ¿de quien la trabaja? ¿de quien la paga? ¿de quien hereda derechos ejidales? ¿de quien la habita? ¿de quien la sueña? ¿de las mujeres, excluidas his-tóricamente del ejido? ¿de los jóvenes, muchos de ellos sin derechos ejidales? ¿y el pueblo? Chablekal lanzó la pregunta, como acertijo que nadie logra responder. Derechos de los pueblos, derechos agrarios, ejido. Lo viejo y lo nuevo en una tensión que no pasaría de ser un acertijo interesante si no fuese porque entran los intereses de los avorazados. Mujeres y jóvenes encabezan una lucha que ha puesto en jaque al Tribunal Agrario por lo novedoso del planteamien-to. El pueblo reclama su derecho a la tierra, a poseerla, a usufructuarla y a decidir sobre el territorio. El derecho está amparado por la legislación nacional e internacional, por los acuerdos de San Andrés, por los derechos indígenas. Pero en México la tierra se “devolvió” a los pueblos a tra-vés de la figura del ejido, después de la revolución. Y los derechos ejidales, cien años después, han quedado en ma-nos de muy pocos en el pueblo. Y los ejidatarios deciden por todas las personas y suelen dejar fuera a las mujeres y a los jóvenes. En los alrededores de Mérida la situación es más dramática por la voracidad ambiciosa de los compradores de tierras, de los especuladores. Unos pocos de cada pueblo están decidiendo por todos, por todas. Y Chablekal se preguntó en voz alta quizá lo que se pre-guntan muchos pueblos en voz baja: ¿de quién es la tierra? ¿No es el pueblo el que tiene derecho a decidir sobre la tierra? El ejido ¿protege la tierra? ¿o usurpa el derecho del pueblo a decidir sobre su territorio? El ejido protegía la tierra y quizá no se planteaba el asunto del territorio ni el asunto de los derechos de los pueblos originarios.

Chablekal, pueblo maya, sí se lo plantea. Y, además de la pregunta, tomaron posesión de tierras que aún no se han vendido. Y lanzaron un manifiesto al cumplir un año de constituirse como unión y tomar posesión de las tierras. Aquí incluimos un fragmento, celebrando su lucha: Manifiesto El 28 de agosto se cumplió un año de que los pobladores, avecindados y comuneros de este pueblo de Chablekal, tomamos posesión de las tierras que siempre nos fueron negadas por parte del ejido y de las autoridades agrarias. En esta fecha se constituyó la Unión de pobladoras y po-

bladores del pueblo de Chablekal, por el derecho a la tenencia de la tierra, el territorio y los recursos natura-les. Esta unión la conformamos poco más de 250 personas entre hombres y mujeres; muchos somos hijos e hijas de ejidatarios, otros somos hijos e hijas de ejidatarios que fue-ron depurados de manera ilegal, también estamos aquellos que hace años llegamos y que nos establecimos, haciéndo-nos vecinos. Todos aquellos somos vecinos y naturales porque somos hijos e hijas nacidos en este pueblo de Cha-blekal. Nuestra Unión de pobladoras y pobladores ha resistido un año de lucha comunitaria, se ha mantenido unida y co-municada. Ha permanecido todos los domingos en las tie-rras que hemos ocupado, en el polígono denominado Misne-Balam (El gato-Jaguar). (…) ACCIONES JURIDICAS La Unión de pobladores presentó el día 8 de septiembre

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de 2014 una demanda ante la Procuraduría Agraria del Estado de Yucatán, en la que se solicitaba la intervención de dicha autoridad para que suspendiera toda clase de transacción que se pudiera hacer con las tierras de nues-tro pueblo. También se solicitó el reconocimiento de los derechos que todas y todos tenemos a la tenencia de la tierra y el territorio. (…) El 10 de octubre del 2014 presentamos nuestra demanda ante el Tribunal Unitario Agrario; en ella exigimos se reconociera nuestro derecho a la tenencia de la tierra, el territorio y los recursos naturales. También exigimos que dicho Tribunal dictase las medidas precautorias necesa-rias para detener la venta de nuestras tierras. ¿QUÉ ES LO QUE ESTAMOS EXIGIENDO? Las y los pobladores de Chablekal le exigimos al ejido que paren las ventas de las tierras de nuestro pueblo. LA TIERRA ES DE TODOS Y TODAS Que reconozcan el derecho que tienen todos los poblado-res, avecindados, comuneros y posesionarios, sobre las tierras y seamos incluidos en la toma de decisiones (…) Exigimos a la Procuraduría Agraria que deje de solapar todas esas ventas que se han hecho de manera ilegal y tramposa. (…) Y al Tribunal Agrario QUE DEJE DE DEFENDER A LOS EMPRESARIOS Y QUE DEFIENDA AL PUE-BLO. ÉSE ES SU TRABAJO. Después de analizar la situación que hoy existe en la ma-

yoría de nuestros pueblos, naciones y comunidades indí-genas que vivimos en el territorio nacional, en Chablekal hemos resuelto manifestar nuestra palabra. Damos a conocer que actualmente muchos de nuestros pueblos mayas de Yucatán somos víctimas de despojos violentos de nuestras tierras, territorios y recursos natura-les. Los grandes empresarios de Mérida, junto con el capital extranjero, están acaparando todo nuestro territo-rio. Y peor aún es lo que pasa en otros estados de la repú-blica, en donde se ha asesinado, desaparecido y encarce-lado a cientos de hermanas y hermanos indígenas. (…) La intromisión de los malos gobiernos y las empresas en nuestras comunidades y pueblos, se ha dado a través de los programas gubernamentales que las dependencias, funcionarios, partidos políticos y empresarios, a través de mentiras, corrupción, engaños y traiciones han venido imponiendo sin consultar a nuestras comunidades. El PROCEDE, PROCECOM, la SEMARNAT, Secretaría de Turismo, SEDESOL, INEGI, Procuraduría Agraria, el CDI, INDEMAYA, FANAR, CULTUR, y Tribunal Uni-tario Agrario: ¡ÉSTOS SON LOS QUE CHINGAN AL PUEBLO! Lo anterior es una manera en que los malos gobiernos convencen, confunden, controlan y someten a muchas de nuestras comunidades, generando divisionismos y pleitos que han permitido a los malos gobiernos facilitar muchas veces la represión, el asesinato y la cárcel. Insistimos en que la tierra, que es nuestra madre, NO SE VENDE, CON LA VIDA SE DEFIENDE.

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El Congreso Nacional Indígena, 20 años después

¡Ni un paso atrás!

Randy Soberanis Dzul/ José Koyok

San Antonio Las Palmas, Oaxaca, enero de 2016.- A casi 20 años del Congreso Nacional Indígena diversos pueblos nos dimos a la tarea de encontrarnos en San Antonio Las Palmas, territorio chinanteco, para seguir de cerca las noti-cias que surcan el territorio nacional de despojo, discrimi-nación y pobreza pero también de esperanza y lucha. La encomienda es mucha, llegamos a territorio chinanteco con la esperanza de mirarnos, de evaluarnos y sobre todo, recordarnos del porqué pertenecemos al Congreso Nacional Indígena. Asistieron más de 30 pueblos originarios con sus represen-tantes; por mencionar algunos: las abejas de Chiapas, wi-xarikas, kumiai, los del pueblo zoque, representantes de Nurío llegaron de la ciudad de México y mayas yucatecos, por mencionar algunos. La idea era reforzar con nuestra presencia las diferentes trincheras de las comunidades que están en problemas porque el Estado se ha volcado contra nosotros para despojarnos de nuestras tierras dándole todos los beneficios a los empresarios. Se rindió un pequeño homenaje al compañero Federico que días antes de la reunión falleció de un infarto en su hogar; se leyeron algunas muestras de solidaridad y algunas cartas de condolencias por su terrible pérdida, ya que el compañe-ro fue un incansable luchador, un guerrero y sobre todo cercano al dolor de los pueblos originarios. Los compartimientos eran similares, la lucha de los pueblos en defensa de su territorio, el estado corrupto con sus de-pendencias agrarias que avalan los despojos y, sobre todo, la organización que los pueblos han logrado para hacerle frente a estos atropellos, como los compañeros de Candela-ria, Campeche, quienes acusan al gobierno de intentar inti-midar a las personas que se encuentran en resistencia sobre al no pago de la luz en candelaria Campeche. En el pueblo maya de Yucatán compartimos que la situa-ción es distinta; ahí con la pena pero es el propio ejido que se ha encargado de regalar sus tierras, escribo regalar lite-ralmente ya que se han propuesto rematar a cualquier pre-cio sus tierras desde dos pesos hasta 10 pesos el metro cua-

drado de ese tamaño es la mezquindad y la ignorancia de 360 ejidatarios de chablekal, dejando en la orfandad de no poseer un pedazo de tierra al resto de la población. Es por ello que hace más de un año que la Unión de Pobla-dores y Pobladoras del Pueblo de Chablekal por el Derecho a la tenencia de la Tierra, el Territorio y los Recursos Natu-rales, nace para hacerles frente a estos 360 ejidatarios y decirles que basta ya de despojarnos de la tierra, de vender indiscriminadamente nuestros montes. Les dijimos eso a ellos y a las distintas dependencias de gobierno como son las Procuradurías Agrarias, el Tribunal Agrario y el Registro Agrario que lamentablemente son los principales promoventes del despojo, facilitándoles toda clase de garantías a los empresarios para poder poseer tie-rras del ejido, abusando de la ignorancia de los ejidatarios, dándoles una pésima asesoría para así abrir paso a que em-piece el despojo, eso está pasando aquí en Chablekal, Yuca-tán…así lo dijimos en san Antonio Las Palmas los que fui-mos ahí. Muy pronto estaremos en las redes sociales, haciendo uso de esa herramienta que nos queda, ya que ni radios comuni-tarias nos dejan tener en nuestros pueblos. Pronto podremos tener información sobre las distintas lu-chas que acompañan estos casi 20 años de haberse formado el CNI, que originalmente es el espacio para todo pueblo que decida mandar al diablo al Estado, no pertenecer a nin-gún partido político y simplemente compartir su lucha y ayudar a otras comunidades a empoderarse y más que nada estar más cercano al dolor y unir fuerzas para lo que viene ya que hay que estar pendientes de todo lo que está pasando en México. Los pueblos ultimadamente están siendo asesinados, desa-parecidos por el simple hecho de defender sus tierras, de-fender su ideales y, para variar, hasta por el simple hecho de no estar de acuerdo con lo que sucede, el Estado repri-me… Ay que seguir, seguir mirando adelante. Ningún paso atrás.

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El pueblo indígena maya del estado de Yucatán no es la excep-

ción: tal como otros pueblos originarios como la Tribu Yaqui, en

el Estado de Sonora; el pueblo purépecha de Cherán, en el Estado

de Michoacán; el pueblo zapoteco de Juchitán de Zaragoza, en el

Estado de Oaxaca; los pueblos mephaa y na savi en el Estado de

Guerrero y, el pueblo Tlahuica en el Estado de México, entre

otros, sus líderes y/o luchadores sociales han sido el blanco per-

fecto por parte del gobierno federal, estatal y municipal para cri-

minalizar su lucha sostenida o la protesta social emprendida para

la defensa de sus tierras, territorios, recursos naturales y/o formas

de gobierno.

Criminalizar significa convertir en delito la lucha social, muchas

veces a través de acusaciones falsas o, como dice la Fundación

para el Debido Proceso: Criminalizar implica “descontextualizar

los conflictos sociales, despojarlos de su carácter de reclamos

colectivos, para convertirlos meramente en “delitos”, lo que con-

lleva un juzgamiento individual que diluye su carácter de reivindi-

cación como pueblos.”

Campesinos mayas de Halacho, Yucatán, al igual que otros lucha-

dores indígenas de otros estados como los ya mencionados, han

sido criminalizados, acosados y hostigados, esto con la finalidad

de ser despojados de las tierras que ancestralmente han poseído y

de las cuales tienen, además, títulos que datan de la época porfiria-

na.

Aproximadamente son 40 los campesinos mayas de Halacho quie-

nes se encuentran inmersos en tres procesos judiciales de índole

penal, dos averiguaciones previas y un proceso judicial ya iniciado

ante un juez del fuero común.

El contexto dentro del cual se encuentra esta problemática resulta

ser un conflicto puramente agrario, el cual data desde el año de

1913, en razón de una anexión de 581 hectáreas conformantes de

las tierras de uso común del ejido a favor de la propiedad de San

Gerónimo Kuncheila mediante un acta de escritura de ese año de

1913 la cual no fue nunca inscrita en el Registro Público de la

Propiedad y que, fraudulentamente se extendió a 581 hectáreas.

Fue en el año 2010 cuando los campesinos ejidatarios mayas de

Halachó se dieron cuenta de que dicha propiedad privada invade

parte de sus tierras ejidales trayendo como consecuencia la crimi-

nalización, acoso y hostigamiento hacia su persona, esto por parte

del dueño actual de la finca San Gerónimo Kuncheila Hebert Zu-

márraga Rejón, pues éste impide a los ejidatarios mayas trabajar

en sus parcelas en las cuales realizan sus actividades económicas

tradicionales tales como la siembra de la milpa, de cítricos y agro-

forestales.

Todo lo recién expresado forma parte del origen y contexto en el

cual se encuadra la criminalización de la cual vienen siendo vícti-

mas los campesinos miembros del ejido, puesto que, como ya se

dijo actualmente, más de 40 de ellos enfrentan procesos penales

derivados de las denuncias penales interpuestas por Zumárraga

Rejón por el supuesto delito de daño en propiedad ajena ocurrido

supuestamente en el mes de abril del 2010 en la finca que dice es

de su propiedad.

En los procesos penales instaurados en contra de los ejidatarios

mayas, no existen elementos de prueba o evidencias contundentes

para presumir la probable responsabilidad de éstos, se dice lo

anterior puesto que el denunciante no vio de manera personal

quien realizó los supuestos hechos por los cuales les acusa de

haber dañado su propiedad, ya que habría sido llamado por su

encargado para informarle de los supuestos daños sufridos en su

propiedad; por otro lado uno de los testigos de cargo se desistió de

las acusaciones hechas en contra de los ejidatarios pues manifestó

ante la autoridad ministerial que había declarado en contra de los

ejidatarios porque así le dijo su patrón que lo hiciera pues de lo

contrario perdería su trabajo.

En el presente caso se evidencia que existe un patrón de criminali-

zación hacia los campesinos ejidatarios de Halachó como herra-

mienta para el despojo, puesto que un particular intenta quedarse

con más de 500 hectáreas con la aceptación o complicidad de las

dependencias del gobierno y las autoridades agrarias que han per-

mitido la invasión y despojo de las tierras de los ejidatarios mayas.

La criminalización y los ataques contra los campesinos ejidatarios

de Halacho han sido constantes y en ellos han participado las poli-

cías estatales y municipales quienes han acompañado a Zumárraga

Rejón para sacarlos del lugar donde se encuentran cosechando sus

milpas, por tal motivo se afirma que el gobierno mexicano, en sus

tres niveles, actúa como administrador de despojo de los pueblos

originarios.

Finalmente se concluye que la utilización de los órganos de procu-

ración de justicia como instrumento de criminalización, amenaza e

intimidación, sitúa a los campesinos y/ o luchadores sociales indí-

genas en una posición de desventaja en la resolución de conflictos.

El sistema de justicia penal debe enfocarse en la investigación,

persecución y sanción de aquellos delitos que representan un agra-

vio a la sociedad y no ser herramienta de coacción frente a colecti-

vos que están reclamando sus derechos.

Intentan criminalizar la lucha de Halachó

J. Orvelín Montiel Cortés

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El 4 de noviembre pasado, la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitió una resolución de suma trascendencia para el pueblo maya peninsular en México. Se confirmó de manera definitiva la concesión de tres amparos presentados por comunidades y asociaciones de apicultores pertenecientes a dicho pueblo originario, en con-tra de un permiso otorgado por la Sagarpa (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Social, Pesca y Alimenta-ción) a la empresa transnacional de biotecnología y agroquí-micos Monsanto, para la siembra, en fase comercial, de 253,500 hectáreas de soya genéticamente modificada en 7 entidades del país, incluyendo las tres que integran la penín-sula de Yucatán. En pocas palabras, la Corte consideró que se había violado, en perjuicio de los quejosos, el derecho a la consulta libre, previa, informada y culturalmente adecuada. Este derecho se encuentra protegido tanto en el artículo 2° de la Constitución Política, como en el 6° del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y básicamente obliga a los Estados a garantizar la participación y recoger la opinión de los pueblos originarios en la determinación de aquellas políti-

cas públicas, sean administrativas, legislativas o de cualquier otra índole, que sean susceptibles de afectarles cultural, eco-nómica, social, territorial y/o ambientalmente. Dadas las condiciones en las que se encuentra nuestro maltre-cho sistema de justicia, el hecho de que los amparos en revi-sión estaban siendo analizados por la Sala más conservadora de la Corte y la evidente parcialidad del gobierno federal, que prácticamente litigó de la mano de Monsanto (¡Hasta el Mi-nisterio Público Federal impugnó a favor de la empresa!), la resolución en cita representa un triunfo importante para las apicultoras y apicultores mayas en una batalla legal y política que se antojaba, desde su inicio, muy desigual. Sin embargo, los argumentos a partir de los cuáles resolvió la Segunda Sala distan de acercarse a los estándares más altos en materia de protección a los derechos humanos. De hecho, existen razones para afirmar que hay una tendencia regresiva por parte del principal tribunal del país en materia de dere-chos colectivos, fundamentalmente en relación a los derechos de los pueblos originarios. En el presente caso son básica-mente dos las razones que sustentan la afirmación anterior: 1.- La ausencia de pronunciamiento en torno al argumento de

La Suprema Corte ante los derechos de los pueblos: insuficiente protección

Jorge Fernández Mendiburu

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la violación al derecho a un medio ambiente sano. A pesar de que esa fue la razón principal por la cual los Tribunales Colegiados de Campeche y Yucatán solicitaron a la SCJN la atracción de los casos[1], la Corte reconoce que en los juicios existían elementos probatorios[2] que acreditaban las posibles afectaciones ambien-tales, a la salud y económicas (contaminación de la miel) que podrían generarse con la siembra de soya transgénica en las co-munidades indígenas aquejadas por el permiso[3]. Sin embargo, se limita a afirmar que dicho “impacto significativo” justifica la implementación de la consulta, pero no representa, por sí mismo, una violación a los derechos humanos, en este caso, al medioam-biente sano. Así como se escucha. Se tiene que consultar a las comunidades mayas para que ellas decidan si aceptan o no una política que de antemano la misma Corte considera que podría causar efectos perniciosos a la salud y al medioambiente, entre otros. El Máximo Tribunal del país hace mutis del principio precautorio[4], a pesar de reconocer los inminentes riesgos que la siembra de soya genera. La SCJN pasa por alto diversos criterios de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que reconocen el acceso y preservación de los recursos naturales como elemento esencial de los derechos culturales de los pueblos originarios (patrimonio biocultural). Igualmente, omite, de paso, los principios de univer-salidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad estable-cidos en el párrafo tercero del artículo primero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos[5], la que obligaban a realizar un análisis integral y no sesgado de la realidad y los dere-chos argumentados como violados. Se intuye que las razones que llevaron a la Corte a dejar fuera de la discusión el tema del principio precautorio como un elemento fundamental para la defensa del medioambiente sano y de la sa-lud, son más de carácter político que jurídico. Efectivamente, de

haberle entrado al análisis sobre la argumentada violación del principio precautorio, había una alta posibilidad de anular de ma-nera definitiva el permiso, pues no existía en el expediente prueba alguna que demostrara la “inocuidad” de la soya transgénica. Por el contrario, sí muchas que acreditaban serios riesgos ambientales y a la salud para las comunidades afectadas. Al someter la vigen-cia del permiso solamente al proceso de consulta indígena, la Corte deja abierta la puerta a Monsanto y a otras transnacionales de biotecnología para que sigan comercializando semillas trans-génicas a sabiendas que dicho proceso de consulta será impulsado por el mismo gobierno federal que ha promovido y defendido la política agroindustrial de siembra de semillas genéticamente mo-dificadas[6]. 2.- La Segunda Sala niega que los representantes indígenas ten-gan interés legítimo para impugnar el permiso, es decir reconoce que existieron violaciones para las y los apicultores que reclama-ron en lo individual (interés jurídico), pero que éstos no pueden erigirse como representantes de todas las comunidades mayas afectadas por el permiso impugnado, sino solamente de aquellas en las que habitan. Lo anterior, significa particularizar derechos que sólo tiene sentido si se piensan en una lógica de colectividad. Al individualizar el derecho a la consulta, este se reduce a un mero trámite procedimental, desvinculándolo de otros derechos sin los cuales no se puede pensar en un ejercicio serio de partici-pación de los pueblos originarios, como lo son la autonomía y autodeterminación. En consecuencia, la Segunda Sala de la Suprema Corte empieza a delinear lo que, muy probablemente, será la postura del máximo tribunal mexicano (o cuando menos de la segunda sala) en futuras discusiones que tengan que ver con reclamos de pueblos origina-rios que, a lo largo y ancho del país, se enfrentan a megaproyec-tos de toda índole que afectan su integridad cultural. Quizá la

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Este artículo se publicó también en http://dplfblog.com/2016/02/16/sentencia-de-

suprema-corte-sobre-la-soya-transgenica-en-la-peninsula-de-yucatan-una-tutela

-insuficiente-de-derechos-humanos/

notas

[1] Tanto el Tribunal Colegiado del Trigésimo Primer Circuito, como el Segundo

Tribunal del centro Auxiliar de la Octava Región al solicitar a la Suprema Corte

que ejerciera su facultad de atracción, argumentaron que la razón principal que

justificaba dicha atracción era que en los amparos se veían involucrados …temas

relativos no sólo a derechos humanos de una colectividad indígena, sino a los

derechos humanos a un medio ambiente adecuado de todos sus destinatarios,

contenido en el artículo 4 constitucional.

[2] Entre ellos los dictámenes de la Comisión Nacional para Uso y Conocimiento

de la Biodiversidad (Conabio) y de la Comisión Nacional de Áreas Naturales

Protegidas (Conanp) que desaconsejaron la siembre de soya OGM en los polígonos

autorizados.

[3] Algunos de los riesgos derivados de la siembra de soya transgénica e identifica-

dos por la misma Corte en su sentencia son a) los posibles riesgos ambientales y

sanitarios que se deriva de la utilización del herbicida glifosato; b) el potencial

peligro de dispersión de las semillas genéticamente modificadas a zonas libres de

transgénicos; c) la afectación al proceso de polinización de las abejas, entre otros

[4] El principio de precaución impone el deber a las autoridades de tomar las

medidas necesarias, a fin de evitar un posible daño ambiental y a la salud, cuando

no hay evidencias científicas suficientes, para asegurar que dicho daño no será

producido. Tiene sustento, entre otras normas internacionales, en el artículo 15 de

la Declaración de Río sobre Medioambiente y Desarrollo.

[5] “Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación

de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad

con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresivi-

dad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las

violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley.”

[6] Sobre el particular es preciso recordar que dos de los procesos de Consulta

indígena más importantes efectuados en los últimos años en México, el del Acue-

ducto Independencia en Sonora y el de los parques Eólicos en Oaxaca, han sido

señalados de no cumplir con los mínimos estándares en la materia. Para mayor

información ver https://observacionconsultayaqui.files.wordpress.com/2015/02/

informe-yaquisweb.pdf y https://consultaindigenajuchitan.wordpress.com/

frase de la sentencia en cuestión que mejor condensa esta apuesta del máximo tribunal por limitar la autodeterminación de los pueblos indígenas es la siguiente: lo anterior no significa que el Estado de-ba consultar a los pueblos y comunidades indígenas siempre que se vean involucrados en alguna decisión estatal, pues se llegaría al absurdo de tener que consultarlos incluso para la emisión de algu-na ley o decisión administrativa. Es decir a criterio de la Corte la determinación del grado de Impacto (y si éste es significativo) de una política pública que pudiera aquejar a un pueblo o comunidad indígena, queda al arbitrio del propio Estado y no de las considera-ciones que, desde su propia lógica e identidad cultural haga el pue-blo afectado. En síntesis, si bien la resolución de la Suprema Corte deja sin efecto el permiso otorgado a Monsanto para la siembra de soya GM en las comunidades afectadas, queda corta frente a las necesidades plan-teadas y la urgencia de establecer criterios que hagan efectivo el derecho a un medioambiente sano, derecho que, además, adquiere un carácter esencial cuando se relaciona con el ejercicio de los dere-chos indígenas, dada la importancia cultural e histórica que para aquellos tienen su relación con la naturaleza. Al negarse la Corte a realizar un análisis integral del caso, deja a las comunidades el peso en la definición de una política cuyos impactos van más allá de los pueblos originarios. Pero además, la historia reciente marca que en la actualidad no existen en el país condicio-nes mínimas para que un una consulta en materia indígena pueda efectuarse con garantías. En ese sentido, más allá del necesario pro-ceso de organización comunitaria y de la vigilancia ciudadana que se haga sobre este proceso, toca a la Segunda Sala verificar que su sentencia, aún con las limitaciones que conlleva, sea cumplida a partir de los más altos estándares en materia de derechos humanos.

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El día viernes 8 de enero del año en curso, Magdalena Euán

Guardia se encontró en la puerta de su casa a Román Zapata

Brito, acompañado de dos licenciados y dos muchachas. Bus-

caban a Salvador Euán, abuelo de Magdalena, y venían a desa-

lojar la casa. La amenaza fue que “si no se salen por las bue-

nas va ser a la fuerza”. Venían con ellos algunos policías y un

camión de mudanza que habían entrado ya a la parte trasera de

la casa y sin permiso. Mientras los invasores sacaban perte-

nencias, Don Salvador Euán, de 93 años de edad, se fue cam-

biado de recámara para evitarle una alteración en su salud.

Vecinos y familiares se dieron cuenta de lo que pasaba. La

respuesta fue inmediata. Los vecinos salieron para hacer frente

a los invasores y evitar que se llevara a cabo el desalojo. En

poco tiempo se juntaron a las puertas del domicilio cerca de

200 personas. Ninguno de los invasores presentó documento

alguno firmado por un juez que ordenara o justificara el desa-

lojo que estaban realizando. La gente reunida impidió la ex-

pulsión. Los agentes de la Policía Estatal se retiraron sin men-

cionar quién estaba a cargo de las unidades. Se retiraron hacia

las afueras del pueblo, ante gritos y reclamos de la gente, per-

maneciendo con las unidades estacionadas frente al cemente-

rio por varias horas.

Antecedentes del conflicto por la tenencia de la propiedad

Salvador Euán ha vivido por muchos años en la casa de la que

pretendieron desalojarlo. Cuando sus padres murieron los cua-

tro hijos recibieron cada uno un terreno donde pudieran hacer

sus casas. Muertos ya dos de los hermanos varones, Severiana,

una de las hijas, inició un juicio de propiedad, argumentando

que era ella la única heredera legítima de todas las propieda-

des. Severiana falleció sin que el juicio hubiera concluido. El

único sobreviviente de los cuatro hermanos es Salvador Euán.

Antonio Chalé Euán, hijo de Severiana, continuó con el juicio

que quedara inconcluso tras la muerte de su madre. Ha desalo-

jado ya a uno de sus primos hermanos en 2014. Muerta su

madre, él dice estar recuperando lo que le pertenece.

Román Zapata dice haber comprado esta casa a Antonio Cha-

lé. Los hijos y nietos de Salvador aseguran que hay un juicio

todavía no resuelto entre ellos y Román Zapata. Dieron el nú-

mero del expediente del juicio (519/2015 del Juzgado Tercero

de lo Civil) y aseguran que no se ha dado aún sentencia de

parte del Juez y tienen una cita pendiente para el próximo mes.

Román Zapata Brito intentó el desalojo acompañado de perso-

nas que dijeron ser del Juzgado (sin demostrarlo) y dela Poli-

cía Estatal. Si el juicio aún no se ha definido con sentencia ¿

cómo es que empleados del Juzgado y policías estatales reali-

zaron la maniobra sin orden del Juez? Se trata de un modus

operandi común pero inexplicable. Los familiares de Salvador

han interpuesto una demanda ante el Ministerio Público y que-

ja ante la CODHEY. Los vecinos anotaron los números de

unidades de la Policía: 5987 / 1873 / 6264 / 5884. El 18 de

febrero hubo un nuevo intento de desalojo: Román Zapata,

junto con policías y funcionarios, irrumpieron de manera vio-

lenta. La gente, de nuevo, impidió el desalojo a gritos de

¡Fuera! ¡Rateros! La intervención del equipo Indignación lo-

gró que la fuerza pública se retirara de la casa y que ambas

partes entablaran una negociación.

El pueblo frena desalojo

Silvia Beatriz Chalé Euán / Randy Soberanis Dzul

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144 enero y febrero 2016

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Sonó la campana de la iglesia en la mañana, con un soni-

do urgente. El silencio roto con la alerta, el sonido de la

convocatoria, traía el eco de un tiempo de autonomía y

resistencia. Esta mañana, la campana nos llamaba a to-

das, a todos.

Las campanas del pueblo tienen su lenguaje: convocan,

avisan, alertan. Tocan para anunciar que alguien falleció,

tocan para llamar al inicio de alguna ceremonia…o tocan

a rebato.

El sonido lúgubre, pausado, largo que acompaña la ca-

rroza fúnebre rumbo al cementerio es distinto del llama-

do a misa o del llamado al rosario.

En Chablekal esta vez, ante el intento de desalojo, las

campanas tocaron a rebato: la convocatoria urgente ante

un peligro, el repique rápido, como grito de auxilio.

Hace muchos años las mujeres de Tetiz nos contaron

cómo rompieron el cerco impuesto por policías antimoti-

nes para llegar a la Iglesia del pueblo y tocar las campa-

nas. Una vez tocada la campana, el peligro mayor estaba

conjurado pues la presencia segura de todo el pueblo

podía enfrentar cualquier abuso.

En cada pueblo, ante cualquier peligro, la iglesia se ha

hecho compañera del pueblo con sus campanas.

Y así, este febrero en Chablekal, ante el intento de desa-

lojar a una familia injustamente de la casa que han vivido

por años y décadas, alguien tomó las campanas y avisó.

Era el segundo intento de desalojo. Más de doscientas

personas salieron a defender a una familia de la injusti-

cia, una familia en la que hay también un señor de más

de noventa años.

La ley de afuera, mañosa y torpe, llegó a ejecutar una

orden injusta. Pero el pueblo salió, convocado por la

campana y por saberse pueblo. La ley de afuera, tan aje-

na, debiera pedir permiso al entrar al pueblo. Debiera

preguntar y averiguar.

El sonido de la campana tenía también tono de autono-

mía recuperada, pues en los pueblos no ha faltado quien

ha querido que la campana no suene con el dolor del

pueblo. En Chablekal un tiempo las autoridades de la

iglesia intentaron arrebatarle la campana al pueblo y

prohibir que se usara para alertar o llamar en casos de

riesgo para el propio pueblo.

Por eso la campana, al romper el silencio de la mañana,

traía también el sonido de otras luchas, llamaba con ur-

gencia.

Y el pueblo, la comunidad, acudió al llamado.

Las campanas del pueblo

Sofía Magdalena

Foto

Ro

drigo

Díaz G

uzm

án

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Esto que les voy a contar sucedió hace muchos, pero mu-chos años atrás que no me acuerdo ni cuándo.. Así me lo contaron, así te lo cuento. Cientos de familias que vivían en la orilla de la selva se adentraron en ella buscando tierras más fértiles para hacer sus milpas. Llevaban consigo sus útiles de labranza tales como coa, machete, piedra de afilar, metate y alguna que otra vesti-menta. Buscaban un lugar donde establecerse, generalmente un claro junto a una aguada, estableciéndose por algún tiempo, entonces erigían su casa con materiales que la misma selva les prodigaba: maderos gruesos para los horcones, bejucos para el amarre, palma para el techo y embarraban lodo con zacate para rellenar los espacios que había entre bajereques, no era un trabajo agotador. El clima era sofocante para quien no estaba acostumbrado, era un calor bochornoso. Hubo una familia que se distinguía por ser pequeña, consis-tía en un matrimonio joven con un bebe de pecho. La mujer ayudaba al esposo en el desmonte de la selva, lle-vando al hijo en la espalda sujeto con el rebozo. Trabajaban de sol a sol para, cuando llegaran las lluvias, la milpa estuviera lista a tiempo. Fueron pasando los días y no se daban cuenta de lo que ocu-rría a su alrededor, distraídos como estaban en el desmonte. El joven esposo en sus ratos libres, que por cierto eran muy pocos, labró una batea para que la mujer pudiera lavar la poca ropa que tenían para el recambio. Su casa era de una sola pieza, techo de palma de guano o huano como ellos gustan llamarlo, su hamaca estaba hecha con hilo de henequén, sobresalían puntitas del mismo que causaban picor al que no estaba al tanto de ello.

Para que él bebe no llorara por hambre y se mantuviera quieto mientras los papas trabajaban, le hicieron un chupón de trajo remojado en miel o simplemente agua. Pero tenían un acompañante que no podía faltar en cualquier casa o familia, me refiero al perro fiel amigo de los mayas cuando salen de cacería, flaco al igual que el dueño, pero efectivo para alejar a los depredadores que rondaban el jacal o simplemente husmeando. Salían de caza todos los días y las piezas cobradas eran pe-queños: un jaleb, o un cutz o pavo de monte, algún conejo, un tsub o liebre, un bach o chachalaca, tsu tsuy o paloma torcaz. En fin, no tenían descanso; la vida era dura para esta pareja de mayas. Al perro le daban su ración de carne según su participación en la caza, así eran de justos los mayas, de acuerdo al traba-jo hecho era lo que le tocaba disfrutar, moviendo la cola se alejaba para disfrutar de su comida para luego retozar al pie de un gran árbol de pich o ceiba. No contaban los días sábados o domingos simple y sencillo. Vivían de acuerdo a la selva, así transcurrían los días. El perro tenía por nombre pek, en lengua maya; presentaba en el cuerpo diminutas cicatrices, signos del enfrentamiento con los animales del monte; varias veces había traído a la familia conejos, jaleb, era un magnifico compañero de las horas de soledad del joven matrimonio, lamía con cariño al bebe y éste alargaba las manitas tratando de tocarlo. Estuvo en la ceremonia que realizó un chamán para invocar a Yum Kax, para que diera permiso para iniciar el desmonte. Como sabrás el maya quería los favores del dios del monte para que tuviera mucho maíz para alimentar a su familia, no to-maban la tierra así nada más, reconocían con rezos la auto-ridad divina que también tenía participación en el agasajo

Historias y leyendas mayas

A través de sus ojos

Mario Tun

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La primera comunidad que visité en la selva Lacandona fue Santa Amalia, en

las cañadas de Las Margaritas. La comunidad tenía pocos años de haberse ini-

ciado y menos de una veintena de familias la conformaban. Su génesis fueron

jóvenes que querían trabajar en colectivo, fundaron un nuevo pueblo y, una a

una, fueron levantando las casas; casas de techo de lámina, paredes y horcones

de madera, y con pisos de tierra. Entre los jóvenes tenían un promotor de edu-

cación, elemento sumamente necesario pues en estas latitudes los maestros

salieron corriendo de la montaña en 1994.

El primer trabajo que pusieron en colectivo fue el café. Tuve la oportunidad de

acompañarlos al cafetal; el día comenzó mucho antes que saliera el sol. Tras

dar cuenta de unos frijoles con tortillas, la pregunta del hermano fue: ¿va usté a

llevar machete? Respondí afirmativamente y comenzamos la caminata entre la

bruma nocturna, adentrándonos en la selva. Amaneció tras caminar cerca de

media hora y arribar al cafetal, donde entra poca luz a través del denso follaje,

hay mucha humedad en el ambiente y la tierra es obscura y húmeda. Al árbol

de café ellos la llaman “Mata de café”. El café es un arbusto que se cosecha en

tres sombras de distintas alturas: La sombra del mismo arbusto, la sombra del

árbol del plátano, y la sombra de cualquier otro árbol de superior tamaño que la

mata del café y del plátano. “Limpiar” es el verbo que usan para la acción y

efecto de cortar la maleza con machete en la tierra alrededor de las matas de

café y a eso nos dedicamos la mañana entera.

Al cenit del sol, un hermano me buscó para ofrecerme una bebida y tras reunir-

nos con algunos hermanos más, en un claro del cafetal, me entregaron una

botella que llamaban “litro” y contenía “pozol”: masa de maíz de grano, pasado

por el molino únicamente una vez y disuelto en agua. De rústica textura y blan-

da naturaleza, el maíz se mastica efusivamente para salivar y envolverlo en el

bolo alimenticio para auténtica absorción. Todo un ritual. Refrescante al instan-

te, el pozol alimenta mas no abulta el estómago. Sorbo tras sorbo gasté la bote-

lla y un hermano comenzó a contar una historia, tras la cual, todos ellos rieron.

Los observé reírse. Yo no había entendido el chiste por lo que no reí, y tras sus

risas, sonreí y uno de ellos exclamó, melódicamente y viéndome a los ojos:

“Hermano Uicho”. Me habían puesto un apodo, un apodo cariñoso. Regresa-

mos a limpiar los surcos de las matas de café un par de horas más. Fueron ter-

minando los hermanos y a mí me faltaba para terminar la parte que me corres-

pondía. El Hermano Margarito me mostró su habilidad para cortar la maleza

ayudándome en mi surco; comparado con él yo era torpe y débil usando el

machete. Minutos después terminamos juntos el surco y emprendimos la mar-

cha rumbo casa. Al día siguiente asistí al servicio religioso. Leyeron un frag-

mento de la Biblia, del libro “Hechos de los Apóstoles” donde lxs primerxs

Cristianxs ponían sus bienes en común. Esta comunidad estaba viviendo el

evangelio con su cafetal en común, huerto en común, promotor de educación y

estaban trabajando ya en el proyecto de un gallinero en colectivo. Autonomía y

Libre Determinación en su estado puro.

Por la noche, el Hermano Margarito tocó la guitarra y cantó para mí y mi com-

pañera. Pocas canciones sabía, pero se esmeraba y si se equivocaba la repetía

hasta lograrla correctamente. Fue mucha gozadera ese viaje, nos despidieron

con tamales de ibes y nunca lo voy a olvidar.

Hasta las próximas letras

Limpiando surcos de café en la

Selva Lacandona

Mauricio Casares Castro / Indignación AC

que consistía en un altar hecho en medio de la selva. Terminada la ceremonia se sentaron al suelo para comer el cool que se había preparado para tal fin, los huesos del pavo de monte se lo daban a pek, al atardecer regresan los tres juntos, nadie hablaba para no interrumpir al dios en su labor. Si estaba bien dicho el rezo o usaban las palabras adecuadas las lluvias llegarían pronto para hume-decer el suelo, entonces crecería el maíz, reco-giendo abundante cosecha, así pensaban los dos hombres, ahora se dispuso a construir un chil, es decir una troje. Justo como lo había pronosticado el chamán, las lluvias cayeron, inundando las aguadas, llenando los jaltunes o sartenejas con agua cristalina que los animales montaraces bebían con ansia al igual que los mayas, preparando su keeyen y cariñosamente tapaban el jaltún, dejando espacio para que pudieran usarlo los animales. Crecieron las plantas del maíz, gruesos tallos que trataban de alcanzar el cielo como dando gracias al dios Yum Kaax por dejarlos crecer en sus dominios. Grandes mazorcas de la santa gracia doblaban los tallos, llenas de granos blancos o amarillentos. Despejaba el hombre la maleza que podía impe-dir el crecimiento de las plantas; de noche co-rrían a través de los surcos el venado, el jabalí, el pavo de monte, los conejos e infinidad de anima-les y ninguno, es decir, ninguna planta de maíz fue estropeada; temían la ira del dios que podía, entregarlos a los cazadores para que hicieran lo que quisieren con ellos Cuando llegó el tiempo de la cosecha, hombre y mujer con el bebé a cuestas, doblaban las cañas para que no se pudrieran o comieran los anima-les, fueron llenadas la troje o chil apretando las mazorcas para evitar que los ratones hicieran algún estropicio, así cuidaban la preciosa gracia o santa gracia o madre gracia los mayas. La mujer traía las mazorcas mientras el esposo las colocaba en apretado haz, iba y venían carga-da con el cesto, no estaban lejos de la vivienda, por lo tanto en el ir y el venir el bebé quedó pro-fundamente dormido en la espalda de la madre. Ella dejó por un momento el cesto, dirigiéndose rápidamente al jacal, acostándolo en la hamaca, despacio se fue alejando para no despertarlo, siguió su trajín, cuando escuchó el llanto, había despertado; al no encontrar el brazo materno prorrumpió en gritos, la mujer comenzó a deses-perarse, buscaba afanosamente algo o alguien que pudiera ayudarla, topó su mirada con pek que estaba echado a un lado de aguada, disfru-tando el frescor. Espetó al perro diciéndole en maya, ay pek, queshi tech ka uantene, lo cual quiere decir siquiera tú me ayudaras, pero el bebé lloraba y lloraba, mas de pronto un silen-cio que había sucedido pek no estaba, sigilosa-mente la mujer se dirigió al jacal, miró a través del colooche, observó como pek mecía al niño con sus menudita patas, colocó suavemente al bebé en la hamaca, para luego mecerlo . Terminada esta acción se echó debajo de la ha-maca cuidando que nadie molestara el dulce

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“Queremos ser un pueblo libre y autónomo, quere-mos ser Pueblo entre los pueblos del mundo, con todo lo que se necesita para serlo. Queremos vivir todos nuestros sueños, sintiendo nuestras alegrías y deci-diendo y construyendo nuestra propia historia, nues-tro futuro” del libro Rebelión y resistencia del pue-blo Maya. En Yucatán, según cifras del INEGI en 2010 había 537 mil 618 personas que hablaban maya. Ubicándo-nos como el segundo estado con mayor presencia de personas que hablan un dialecto indígena en México únicamente por detrás del estado de Oaxaca. Hablar español en Yucatán no es excluyente a ser maya, por esto podría pensarse con seguridad en una mayor presencia de ellos en la península. El lenguaje no es lo único que determina la pertenencia a un pue-blo, sin embargo es justo decir, que si es uno de los factores mas determinantes para ello y que en él van muchos aspectos de la propia cultura. La lengua maya ha resistido a duros embates cultura-les y sociales, sin embargo poco a poco las nuevas generaciones de mayas van escuchándola menos, leyéndola menos, cantándola menos. La música maya como otro aspecto cultural importante ha tenido una historia mayormente instrumental. En la actualidad los ejemplos vocales existen, sin embargo, no tienen la difusión suficiente ni la cotidianeidad en las comu-nidades; la radio y la televisión como reflejo de nues-tra sociedad actual brindan poco espacio a estas mani-festaciones afectando primordialmente a la juventud. Tal vez con esta conciencia Daniel May Pat, maya proveniente del municipio de Felipe Carrillo Puerto del estado de Quintana Roo, emprendió su vocación musical y pedagógica. Licenciado en educación por la Universidad Pedagógica Nacional, estudió también dirección musical en la escuela presbiteriana San Pa-blo en Mérida Yucatán, y un diplomado en dirección coral. Es maestro, músico, compositor y poeta miem-bro de la sociedad de Autores y Compositores de Mé-xico y de la Academia de la Lengua y Cultura Maya de Quintana Roo. En el año 2004 participó en el concurso de canción en lengua maya organizado por el INDEMAYA obte-niendo el primer lugar con la hermosa canción Máasewáal que dice asi:

Ich u k’i’inam máasewáal Ku líik’sik u k’ab u t’aan Ku ba’atel yóok’sal u kaajal U machmaj u jaajilil. Ich u k’i’inam máasewáal Ku líik’sik u k’ab u t’aan Ku ba’atel yook’sal u kaajal U machmaj u jaajilil. K’aay ti’ le lu’uma’ Tia’al u lu’umil noj balam Tia’al u lu’umil máak ma’ sajki’ Tumen siij tia’al u náajal. K’aay ti’ le lu’uma’ Tia’al u lu’umil noj balam Tia’al u lu’umil máak ma’ sajki’ Tumen siij tia’al u náajal. K’aay ti le lu’uma’ K’aay ti le lu’uma’ K’aay ti’ u lu’umil máasewáal Dzo’ok u najal yéetel u t’aan Yéetel xan u jaajilil. Táan u xíimbal máasewáal Sáansamaal tun je’ik u beel Dzo’ok yilik tak tu’un kun náakal Dzo’ok yilik u kúuchilil. Táan u xíimbal máasewáal Sáansamal tun je’ik u beel Dzo’ok yilik tak tu’un kun náakal Dzo’ok yilik u kúuchilil. K’aay ti le lu’uma’ Tia’al u lu’umil noj balam

En el dolor del máasewáal Alza su mano y su voz Grita y lucha por su pueblo Empuñando su verdad. En el dolor del máasewáal Alza su mano y su voz Grita y lucha por su pueblo Empuñando su verdad. Canta a la tierra A la tierra del gran jaguar A la tierra del valiente Que nació para vencer. Canta a la tierra A la tierra del gran jaguar A la tierra del valiente Que nació para vencer. Canta a la tierra Canta a la tierra Canta a la tierra del máasewáal Ya ganó con su voz Y también con su verdad. Está caminando el máasewáal Cada día abre su camino Ya vio donde llegará Ya vio ese lugar. Está caminando el máasewáal Cada día abre su camino Ya vio donde llegará Ya vio ese lugar. Canta a la tierra A la tierra del gran jaguar

Daniel May Pat – Educaciones

Máasewáal RLM

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La melodía y el arreglo coral de la canción le dan un sentido casi solemne a los versos en que se nombran con orgullo y esperanza; el camino, la tierra y el dolor del máasewáal (nativo) que junto a su pueblo, está ca-minando, vencedor con su voz y su verdad. Participante frecuente en festivales institucionales e independientes de música en lengua indígena tanto en México como otros países, Daniel se ha vuelto un pro-motor cultural relevante para su comunidad llegando a desempeñarse como director de cultura de su municipio y coordinador del museo regional de la música en Quintana Roo. Ha sido becado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes para poder desarrollar otro de sus proyectos musicales y de promoción de la maya ahora dirigido a un sector de la comunidad desatendido no solo por la música maya sino por la música en general: los niños. Daniel cuenta su preocupación al ver cómo los niños de preescolar y primaria de las zonas urbanas de su estado iban dejando de aprender la lengua de sus padres y abuelos. Para esto compuso una serie de canciones in-fantiles con letras en maya y español acompañados con cuadernos didácticos para repartir en las escuelas. Así han visto la luz los discos Educaciones vol. 1 y 2 con canciones como Un gato persigue a un ratón, la araña o llueve que llueve. “Estamos trabajando por la cultura de nuestra comuni-dad y los niños son los herederos de la cultura maya”

Palabras de Daniel que resiste con su música a la ame-naza del olvido. A pesar de la discriminación y precariedad con que muchas comunidades de pueblos originarios viven en nuestro país y estado, ejemplos como el del pueblo maya y sus historias de resistencia (relatadas de propia voz en el libro mencionado en la introducción) nos hablan de una cultura con una fortaleza especial y una riqueza viva que se debería respetar plenamente y es-cuchar con atención, mucho nos tienen que decir. Cuentan que el 4 de octubre del 2008 se llevo acabo en Chichen Itzá un polémico concierto llamado de las mil columnas con la participación del tenor Plácido Domin-go. Un concierto de repercusiones internacionales pero que de nuevo aquí en el estado abrió la discusión del trato a los pueblos originarios, sus tierras, su legado cultural y la manera en cómo se les ha querido vender como atractivo turístico frívolo. Cuentan que esa no-che ante políticos, artistas y miembros de la sociedad yucateca, antes de la intervención del destacado tenor, comenzaron a sonar suaves las notas provenientes del espíritu de un compositor maya ausente, palabras como una flor que sigue viva. ¿Habrán escuchado los asisten-tes?... Está caminando el Máasewáal, cada día abre su ca-mino, ya vio dónde llegará, ya vio ese lugar. Imagen tomada de la memoria del festival de la cultura maya 2014. La traducción de máasewáal fue tomada del sitio www.mayas.uady.mx

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“…y aquellos pusieron nombre al país y a los pueblos, y pusie-

ron nombre a los pozos en donde se establecían y pusieron

nombre a las tierras altas que poblaban y pusieron nombre a

los campos en que hacían sus moradas. Porque nunca nadie

había llegado aquí, a la garganta de la tierra, cuando nosotros

llegamos”. Chilam Balam de Chumayel

En Uay Ja’ estamos de manteles largos: nuestrxs compañerxs

zapatistas cumplen 20 años de firmar los Acuerdos de San An-

drés con el gobierno de México. No comeremos pib porque la

tierra sabe cuando le mienten y qué tal que no acepta el sacrifi-

cio de alguno de nuestros animales. Lo que si ofrecemos es el

xec con pozol.

Comeremos xec pues observamos que la dulzura de nuestros

cítricos se alcanza cuando se separa la fruta en buen tiempo de

las ramas. Lxs zapatistas lucharon contra el estado con tiros y

balacera, y después, lucharon con el gobierno en las mesas de

diálogo. Hicieron consultas e hicieron marchas llevando éste

esfuerzo entre zapatistas y gobierno -los Acuerdos de San An-

drés-, hasta el Congreso de la Nación, y así la lucha zapatista

fue madurando y creciendo. Y tras la traición del gobierno a los

acuerdos firmados podemos decir que el fruto de los zapatistas

era tan grande, tan “nojoch”, que ninguna rama les podría soste-

ner. El fruto regresa a la tierra y la lucha zapatista comenzó un

nuevo ciclo abonando su tierra, fundando sus Municipios Autó-

nomos, el Congreso Nacional Indíge-

na, y haciendo un llamado a los cora-

zones de todos los humildes y sencillos

del mundo en la sexta declaración de

la selva Lacandona. Un mundo donde

quepan muchos mundos es la lucha

zapatista. Basta mirar una naranja con

todas esas semillas que carga, para

saber que muchos árboles y muchxs

frutxs están contenidxs en la singulari-

dad de un gajo. Porque así los zapatis-

tas acostumbran ver la vida, así noso-

tros también, cuando echamos las se-

millas en la tierra, vemos también mu-

chxs frutxs en nuestra mesa. Así en-

tonces, nuestro xec tiene cítricos, fru-

tos de lucha en muchos pueblos, y

semilla que nace de la mano de quien

quiere un mejor futuro.

La jícama de nuestro xec viene de la sociedad civil, porque ve-

mos que la jícama crece enraizada en toda la tierra. Hay jícama

que le dicen yucateca y otra más grande que venden en los mer-

cados en todo el país, y otra más que le dicen “nabo” y crece en

Europa. Y es así como la jícama que crece en toda la tierra (y

protegida por ella), así también las luchas de la sociedad civil

crecen y se hacen más en todo el planeta; aún cuando tengan

otros nombres, otros rostros.

El chile molido es como nuestros hijos, porque dan sabor a

nuestra vida, y son ellos también los que gozarán de nuestras

luchas, de la mano amable del sembrador que mira a futuro y

actúa y siembra en el presente; el fruto de un mundo donde que-

pan muchos mundos.

Acompañamos nuestro xec con pozol, pues el maíz da fuerza

para seguir la resistencia. No es casualidad que el maíz germina

cuando varios maicitos se siembran juntos en la tierra. Así tam-

bién, la lucha y la resistencia crecen cuando juntos hacemos un

esfuerzo colectivo por un mejor mañana.

Pues así de cosas que en Uay Ja’ comemos xec con pozol y ha-

cemos un ejercicio de memoria histórica. No olvidamos la trai-

ción del gobierno mexicano tras incumplir los Acuerdos de San

Andrés, más sin embargo, nos alimentamos día con día de la

lucha y la fuerza de nuestro pueblo, hoy con xec y pozol, maña-

na, mañana haremos pib con aquellos verracos que hemos ali-

mentado por tanto tiempo.

Xec con pozol

Mauricio Casares Castro

Foto

Ro

drigo

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