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Yucatan Isla en Tierra Firme-libre

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Yucatán descubrimien y conquista militar y religiosa

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  • Fronterasdelmundohispnico:

    FILIPINASenelcontextodelasregiones

    liminaresnovohispanas

    MARTA MARA MANCHADO LPEZMIGUEL LUQUE TALAVN

    (Coords.)

    Servicio de Publicaciones

    UNNERSIDADE)CORDOBA

  • FRONTERAS del mundo hispnico: Filipinas en el contexto de lasregiones liminares novohispanas / Marta Mara Manchado Lpez.Miguel Luque Talavn (coords.) - Crdoba: Servicio de Publicaciones,Universidad de Crdoba, 2011

    424 p. : il. bl. Y n. ; 24 cmISBN 978-84-9927-080-7DL CO-428-20111. Filipinas - Historia '2. Filipinas - Fronteras 3. Espaa - Historia

    1. Manchado Lpez, Marta Maria, coord. 11.Luque Talavn, Miguel,coord. 111.Universidad de Crdoba. Servicio de Publicaciones, ed.

    959.9 (091)

    FRONTERAS DEL MUNDO HISPNICO: FILIPINAS EN EL CONTEXTODE LAS REGIONES LIMINARES NOVOHISPANASMarta Mara Manchado Lpez y Miguel Luque Talavn (Coords.)

    Imagen de cubierta: Vista general de Manila. Procedente de la obra de: PRVOST,Antoine Fran

  • ,INDICE

    PRLOGO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .FRONTERAS DEL MUNDO HISPNICO: FILIPINAS EN ELCONTEXTO DE LAS REGIONES LIMINARES NOVOHISPANAS.UNAINTRODUCCIN.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Marta Mara Manchado Lpez y Miguel Luque Talavn

    LAS FRONTERAS: ESPACIOS LIMINARES,LUGARES DE CONTACTO

    Barreras geogrficas y genticas en el sudeste asitico y el OcanoPacfico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Antonio Conzlez-Martn

    Avanzada o periferia? Una visin diacrnica de la situacinfronterizade Filipinas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Mara Fernanda Carca de los Arcos

    Filipinas. Una frontera ms all de la frontera.Antonio Carca-Absolo

    . . . . . . . . . . . .

    FILIPINAS: UN TERRITORIO EN LOS CONFINESORIENTALES DEL MUNDO HISPNICO

    La frontera ibrica en el Pacfico bajo el gobierno de los tres Felipes.Los orgenes de una nueva frontera en el Monasterio de la Ordende Cristo(Thomar,Portugal). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 91

    LeoncioCabreroFernndez(t)En los confines del mundo hispnico: Una propuesta para el estudiode la vida cotidiana de los espaoles en Manila (1571-1898) . . . .. 109

    JosMara FernndezPalaciosPoder y vidas licenciosas en Manila en la segunda mitad delsigloXVIII.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 135

    Marta MflManchadoLpezEn las fronteras de lo lcito: Vida privada y conductas de los militaresdestacados en el suroeste de las Islas Filipinas (siglos XVII-XVIII).. 165

    Miguel LuqueTalavn

    9

    15

    27

    47

    71

  • Malos tratos, adulterio y crimen en Manila. El caso del gobernadorAlonsoFajardode Tenza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191

    Ana MU Prieto Lucena

    La fundacin e historia del convento de monjas franciscanas deManila. Una frontera espiritual y artstica del imperio espaol. . . 207

    Herbert Gonzlez Zymla

    Allende el mar. Los intangibles confines de la negociacinmexicanaen Maniladurante el sigloXVIII. . . . . . . . . . . . . . . 241

    Carmen Yuste

    La ofensiva naval neerlandesa sobre Filipinas en el contexto de laguerra de los Ochenta Aos y su analoga con la llevada a cabo enlos territorios americanos de la Monarqua Hispnica. . . . . . . . . 255

    Miguel Martn Onrubia

    Forjando la identidad: la cuestin clerical en el nacimiento delnacionalismofilipino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281

    Roberto Blanco Andrs

    Del sueo colonial a la catarsis nacional. La conmemoracin pblicade Filipinasen Espaac. 1898 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 317

    CarlosReyero

    OTROS ESPACIOS LIMINARES EN EL VIRREINATODE LA NUEVA ESPAA

    Nuevas realidades y nuevos derroteros. Los contactos martimosentreSanBIasy las Islasdel Poniente. . . . . . . . . . . . . . . .

    GuadalupePinzn RosAcapulco, frontera comercial del reino espaol (1565-1815) . . . . . 361

    RaquelOfeliaBarcelQuintalMarginalidad y frontera en el sureste novohispano . . . . . . . . .. 385

    Francisco Luis Jimnez Abollado

    Lapennsulade Yucatn:una islaen tierra firme. . . . . . . . . . . 393Adriana Delfina Rocher Salas

    . 337

    APNDICERelacinalfabticade colaboradores. . . . . . . . . . . . . . . . . . 417ndicede ilustraciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 419ndicede grficos,tablasy cuadros. . . . . . . . . . . . . . . . . .. 421

  • LA PENNSULA DE YUCATN: UNA ISLA EN TIERRA FIRME

    Adriana Delfina ROCHERSALASUniversidad Autnoma de Campeche (Mxico)

    La pennsula de Yucatn, en el sureste de la actual Repblica Mexi-cana, tuvo durante la poca colonial caractersticas ms propias de unansula que de una regin de tierra firme: su aislamiento geogrfico, pro-ducto de estar rodeada de mar, selvas y pantanos, dificultaron su comuni-cacin con el resto del virreinato novohispano. Esta caracterstica, aunadaa unas especiales condiciones ecolgicas, que frenaron su desarrollo eco-nmico, y a una abrumadora mayora de poblacin indgena, hizo que lamarginalidad, la escasez y la impronta cultural maya yuca teca marcasende manera indeleble su desarrollo histrico. Este trabajo estudiar las difi-cultades que entra el establecimiento y permanencia del rgimen colo-nial en condiciones tan poco favorables, as como las diferentes estrategiasseguidas por sus habitantes para asegurar la pervivencia y continuidadde sus vidas, costumbres y haciendas.

    TERRITORIO Y POBLACIN

    La fundacin de Mrida, ocurrida en 1542, ha sido considerada elpunto culminante del proceso de conquista de Yucatn, si bien la penn-sula fue explorada desde fechas tan tempranas como 1517.Desde entoncesqued de manifiesto la dificultad que entraara someter a su poblacinautctona: a un primer enfrentamiento armado con indios de Cozumelsucedi la batalla de Champotn, donde los espaoles sufriran una dolo-rosa derrota que implic, entre otras cosas, la muerte de su capitn, Fran-cisco Hernndez de Crdoba. La tercera expedicin a tierras yucatecas, almando de Hernn Corts, arroj un mejor conocimiento de las posibilida-des del territorio, que parecieron pocas para la ambicin del conquistador,mxime cuando a sus odos llegaron noticias de las fabulosas riquezas delimperio tenochca1.

    I Sobre las primeras exploraciones a territorio yucateco vase DIAZDELCASTILLO,Bernal. HistoriaVerdadera de la C01lquista de la Nueva Espaiia. Mxico: Espasa-Calpe, 1989, captulos 11y VIII.

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  • Fronteras del mundo hispnico

    La conquista de Yucatn se inici formalmente en 1526 y estuvo acargo de uno de los antiguos capitanes de Corts, Francisco de Montejo.El proceso sera particularmente complejo, habida cuenta de la falta deunidad poltica en la regin, por lo que haba que conquistar cacicazgopor cacicazgo; si a eso se suma el pleno conocimiento de las limitadasposibilidades econmicas del territorio, que provocaba la desercin de lossoldados ante otros proyectos que ofrecan mejores premios, se entiendeque la conquista yuca teca tomara dieciseis aos, en los cuales hubo queconquistar y reconquistar territorios; fundar y refundar poblados de espa-oles; y sobre todo, plantear y replantear la forma en que se estableceranlos trminos de la relacin entre hispanos y mayas yucatecos, lo mismopara los tiempos de guerra que para los de paz.

    Concluida la conquista, qued de manifiesto que si el proceso mili-tar haba sido complicado, el mantenimiento del dominio hispano lo seraaun ms: tan indmito como su gente era el territorio, que no ofreca masque dificultades para sus nuevos amos:

    "(...)no sehalla mina alguna ni ro ni arroyo. Solohay pozosde indios, muyhondos de que bebenespaolesy naturales por falta de aguas,y por ser latierra ms montosa y spera de piedras que se ha hallado en Indias, haymala disposicin para labranzasy ganados. La gente la ms desasosegada,belicosay traidora que seha visto''2.

    Por si fuera poco, el territorio yucateco tena en su parte sur y orien-te una amplia regin montuosa, conocida como "la montaa': que durantesiglos sirvi de refugio a indios insumisos, nunca conquistados o prfu-gos del rgimen lo que, a la vez de vlvula de escape para la poblacinautctona, constituy un permanente recordatorio de que la conquista deYucatn segua siendo una "conquista inconclusa"3. La montaa era msun concepto que un espacio geogrfico claramente definido: era el lugarde la no civilizacin, de la barbarie y del paganismo4, y por extensin, asus moradores tradicionales se les caracteriz como gentiles, montaraces,brbaros y salvajes, mientras que a los fugitivos les llamaron cimarrones,

    , Carta del cabildo de Mrida al emperador. Mrida de Yucatn, 8 de febrero de 1547. Real Acade-mia de la Historia (Madrid. Espaa) -en adelante, RAH-, Coleccin Muoz, T. 84, 9/4846, foI. 240.Debemos aclarar que, en aras de facilitar la lectura, hemos actualizado la ortografa de los textoscoloniales citados.J Sobre la montaa vase a: BracamoNTE y SOSA,Pedro. La conquista inconclusa de Yucatn. Los mayas dela monta/ia, 1560-1680. Mxico: CIESAS: Universidad de Quintana Roo: M. A. Porra, 2001., Robert Patch encuentra que es sta una concepcin heredada de los pueblos mediterrneos queconciben a la montaa como un lugar donde se rinde culto al diablo y se practica la magia. PATCH,Robert. Maya and Spaniard in Yucatn. 1648-1812. Stanford, California: Stanford University Press,1993, p. 46.

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  • La pennsula de Yucatn: una isla en tierra firme

    alzados, apstatas o infieles5. Bajo esta concepcin, para los habitantes dela montaa no caba otro destino que ser futuros ciudadanos de los "sta-nos de Satans"6.

    La lnea divisoria entre la montaa y los pueblos de indios, o comolo caracterizaran los espaoles coloniales, entre la barbarie y la civiliza-cin7, fue tan delgada que en ocasiones poda dar la impresin de que,simplemente, no exista. Los contactos entre montaraces e indios de pobli-do eran continuos, ya fuera por el comercio existente entre ellos, por lasfamilias que los fugitivos dejaban en sus pueblos o porque fue comn quela huida no fuera definitiva y los tambin llamados pudzanesBretornasen,por voluntad propia o por la fuerza de una campaa de reduccin, a suspueblos o al rea colonizada9.

    El continuo contacto entre indios de la montaa y de poblado cons-tituy un dolor de cabeza permanente para las autoridades coloniales. Lascausas de su preocupacin eran diversas, pues iban desde los problemasinmediatos que los indios montaraces causaban en sus incursiones a lospueblos de indios, cuyo efecto ms notorio era el robo de infantes y demujereslO,o el que los indios de poblado siguieran el ejemplo de rebeldesy fugitivos y tomaran el camino de los montes, o que unos y otros, libresde toda sujecin, volvieran a sus antiguas prcticas religiosas:

    "(...) respectodeque treinta mil indios quefaltaban deestasprovincias mu-chos muertos en la pestepero mas los huidos y levantados de sus pueblos,con esteachaquey tuve noticia cierta estabanen algunas regionesy parajesdeestasprovincias y quedesdeall teniendo su correspondenciasecretaconlos quequedabaen los puebloslos llamaban representndoleslas comodida-desque all tenan sin doctrinas, tributo ni otra ninguna sujecin con quepodan volver a sus antiguos ritos e idolatras (...)"11.

    5 BRACAMONTEy SOSA,2001, pp. 26-27..Carta de Francisco de Bazn, gobernador de Yucatn, que incluye testimonio de una reduccinpracticada entre indios de las distintas provincias de Yucatn. Mrida de Yucatn, 15 de julio de1658. Archivo General de Indias (Sevilla. Espaiia) -en adelante, AGI-, Mxico, 360, R. 11, N. 57.7 Para ser ms exactos, los espai'olescoloniales usaran civilidad o polica, toda vez que el trminocivilizacin es un neologismo del siglo XVIII. Aqu lo hemos empleado para hacer ms clara la ideade dos mundos que se perciben como opuestos. Sobre las palabras civilizar y civilizacin vase:ESCOBAR,Jos. "Ms sobre los orgenes de civilizar y civilizacin en la Espai'a del siglo XVIII". NuevaRevista de FilologaHispllica (Mxico). 33/1 (1984), pp. 88-114.K Plldzall. "El o la que se ha huido o ausentado". ESCOBAR,1984, p. 26.. Ibdem, pp. 191, 192,220-222. PATCJI, 1993, pp. 46, 47. CiIVEZ GMEZ, Jos M. La custodia de Sall Carlosde CampecJze. Il/tellcill jrallciscal/a de evallgelizar elltre los mayas rebeldes. Segllllda mitad del siglo XVI/oCampeche, Mxico: Instituto de Cultura, 2000, pp. 152-154.10 Ibdem, p. 155. BRACAMONTEy SOSA,2001, p. 258.11 Carta del gobernador de Yucatn, Martn Robles, al rey. Mrida de Yucatn, 5 de noviembre de1653. AGI, Mxico, 360, R. 10, N. 48.

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  • Fronteras del mundo hispnico

    Tampoco poda descartarse la posibilidad de una alianza con elenemigo ingls, habida cuenta la dudosa lealtad de los indios a ambasmajestades:

    "(00') porque[YucatnJestpuestaen el parajedelas idasy vueltasdelasflotas y armadasdela Nueva Espaay Isla dela Habanaoo. donde si losenemigosla poblasen como estn en el Jacale Islas de San Cristbal y SanVicentey otrasquetienentomadas00' muchoseraestorboconlafacilidadque tendran defabricar navos,que los indios daran todoelfavor y ayudacomoles dejasena volver a vivir a susgentilidades dejandonuestrafe a quetan pocodevotosson oo.y por tantasrazonesesforzosoreducir los indios('00)"12,

    Los temores que la montaa haca aflorar impulsaron los sucesivosintentos que durante el ltimo cuarto del siglo XVI y todo el XVII se lle-varon a cabo para hacer avanzar la frontera colonial; de entre ellos, elms destacado lo fue el comandado por Martn de Ursa y Arizmendi,impulsado tambin por el deseo de abrir un camino que comunicase Yu-catn con Guatemala, mismo que concluy con la conquista del Petn Itzen 169713.Sin embargo, la rutilante conquista del Petn Itz, que significpara Ursa y Arizmendi el ttulo de conde de Lizrraga y su nombra-miento como futuro gobernador de Filipinas y presidente de la Audienciade Manila cuando concluyese su encargo como gobernador de Yucatn,slo se limit a la pacificacin de la regin circundante alIaga del mismonombre y a la fundacin de un puado de misiones-presidios, que cualestrellas fugaces aparecan y desaparecan en el Petn14,

    Durante el segundo cuarto del siglo XVII comenz a tomar impor-tancia otro tipo de evasin de los indios "bajo campana"-residentes depueblo de indios-, que aadi una nueva fuente de preocupaciones parael rgimen colonial, pues si bien se realizaba sin abandonar los lmites delespacio geogrfico del rea colonizada, s que lo haca fuera de sus espa-cios institucionales, La migracin indgena hacia milpas, sitios, estanciasy ranchos era, tal vez, ms disruptiva del modelo de ordenamiento terri-torial, social y poltico construido a partir de la segunda mitad del sigloXVI mediante el proceso de congregaciones, que llev a la creacin de lospueblos de indios con objeto de facilitar su evangelizacin, el cobro de tri-

    12El gobernador de Yucatn Fernando Centeno Maldonado, al rey. Mrida de Yucatn, 2 de diciem-bre de 1631.AGI, Mxico, 360, R. 1, N. 1.13 Al respecto, vase: JONES,Grant D. T/e cOllquest01t/elast maya killgdom. Stanford, California: Stan-ford University Press, 1998.14 Ibdem, captulo 15. BRACAMONTEy SOSA,2001, pp. 368-372.

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  • La pennsula de Yucatn: una isla en tierra firme

    butos y su permanencia en "polica espiritual y temporalmente". La rupturase produjo justo porque sus protagonistas y las tierras que colonizabanno formaban parte de los grupos y territorios que histricamente habanpermanecido al margen del sistema colonial, como era el caso de los Itiesy la montaa. Eran indios de poblado, tributarios del rey, del encomende-ro y de la Iglesia; mano de obra al servicio del Estado, de los particularesy del clero; nuevos conversos cuyo rescate de las garras de sus 'falsos"dioses constituan la justificacin moral y tica ltima de la conquista ypermanencia de los espaoles en Yucatn.

    En los establecimientos rurales los indios, establecidos ah como va-queros, mayorales o milperos, vivan "retiradosy escondidos,sin administra-cin delossantossacramentosni reconocerministros,justicias ni encomenderos"15;en una "ociosidadviciosasin otroejercicioquelabrar muy pocatierra"; donde,lejos de toda autoridad que pudiera reducirlos a polica espiritual y tem-poral, eran libres "paradarsea la idolatra y la embriaguez,y la ocasindeviolar la piedady elpudor enincestossin exceptuarelprimerogrado'1J6.

    Una breve mirada a las explicaciones expuestas por las autoridadescoloniales para temer y desconfiar de la montaa y de los sitios, milpasy estancias como espacios fuera del control colonial, permite apreciar suconvergencia en un punto: eran lugares donde los indios eran libres paravolver a "sus antiguos ritos e idolatras" y a la vida de "sus gentilidades".Para mantenerlos a raya, se dieron continuos procesos de persecucinde idolatras y misiones de reduccin y congregacin. Todava a finesdel siglo XVIII encontramos a los franciscanos, con el apoyo del obispo,enfrascados en una campaa de persecucin de idolatrasl7. Si bien esteproceso no cont con la anuencia de las autoridades civiles, impregnadasdel regalismo ilustrado que vea en estas acciones una intromisin de laIglesia en un mbito -el control social- propio del Estado, son sintomti-cas de una preocupacin, casi obsesin, por la idolatra que cruz todo elperodo colonial. En la lucha por su erradicacin se encuentra la lecturaque de ella hizo el rgimen colonial como un elemento que evidenciabala precaria aceptacin de los valores culturales propios de la civilizaciny cristiandad occidental por parte de los mayas yucatecos y que, por lo

    15 Carta de Francisco de Bazn, gobernador de Yucatn, que incluye testimonio de una reduccinpracticada entre indios de las distintas provincias de Yucatn. Mrida de Yucatn, 15 de julio de1658. AGI, Mxico, 360, R. 11, N. 57.16 Visita pastoral del obispo de Yucatn Francisco de Matos Coronado. 28 de julio de 1737.AGI,Mxico, 1037.

    17 ROCHERSALAS,Adriana. "Sin espacio misional no hay misionero: auge y declive del ideal evangeli-zador en la provincia de San Jos de Yucatn", en ROMNGUTIRREZ,Jos; Leticia del Rfo HERNNDEZ;Alberto CARRILLOCZARES.Los colegiosapostlicosde PropagallFide:su historia y su legado.Morelia,Mxico: UAZ, SPAUAZ, Ayuntamiento de GuadaIupe : COLMICH, 2007, pp. 240, 241.

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  • Fronteras del mundo hispnico

    tanto, cerna una sombra de duda sobre su lealtad hacia la majestad deDios y la de rey.

    Algunos autores han sealado tambin el vnculo que los espao-1esestablecieron entre idolatra y sublevacinl8. Desde mediados del sigloXVI, los llamados idlatras fueron tambin vistos como conspiradores, se-diciosos y rebeldes. No poda ser de otra manera cuando religin y cultu-ra constituan un binomio inseparable para los espaoles, que a travs dela supervivencia de la religin prehispnica vieron tambin la existenciade una identidad maya diferenciada de la del resto de los habitantes de lapennsula yucateca. De ah que durante los siglos XVI,XVIIYprincipiosdel XVIII, en las continuas misiones de reduccin de indgenas fugitivos,ocultos en la montaa o en establecimientos rurales, fueran de la manosoldados, eclesisticos y encomenderos; o dicho en otras palabras, el Es-tado, la Iglesia y los particulares, partcipes todos de un proyecto que, sinlos indios, hubiera carecido de sus principales columnas de sostn y que,en consecuencia, se habra derrumbado sin remedio.

    El recurrente temor a una sublevacin indgena convivi con otromiedo, tan real como tangible, como lo fue la permanente amenaza de pi-ratas, contrabandistas y dems enemigos de la catlica Espaa. Las carac-tersticas fsicas de la pennsula yucateca no slo eran poco favorecedoraspara el desarrollo econmico y comercial; tampoco abonaban mucho a ladefensa del territorio, tanto frente al enemigo interno como al externo.Las continuas acechanzas de ingleses, franceses y holandeses quitaban elsueo a los defensores de la tierra, pues adems de un terreno sembradode arboledas, juncos, espinos y maleza, se sumaban unos parajes pobladosde cinagas y pantanos, donde en pocas de lluvia slo los indios podantransitar. Depender de los indios 'faltos defe y de Zealtad"19era una opcinpoco propicia, por lo que los espaoles se organizaban en pelotones parapenetrar los montes y cubrir las zonas de ms fcil penetracin para elenemigo.

    La preocupacin por la defensa del territorio no fue gratuita: si ensu interior los montes y la selva daban refugio a los indgenas rebeldes,en su parte externa la naturaleza haba rodeado a la pennsula yucateca

    IX SoLis ROBLEDA,Gabriela; Paola PENICHEE(editores). Documelltos para la Historia 11ldigellade Yucatll.l. Idolatria y SublevacilI. Mrida, Mxico: Universidad Autnoma de Yucatn, 1996, pp. XXX-XXXII.ROCHERSALAS,Adriana. "Religiosidad e identidad en San Francisco de Campeche". AlIuario de Estu-dios Americallos (Sevilla). 63/2 (2009), pp. 43-44.IY El gobernador Francisco de Bazn, al rey. Mrida de Yucatn, 15 de agosto de 1657.AGI, Mxico,1006. La descripcin del terreno y de las estrategias defensivas la tomamos de una carta del cabildode Campeche al rey, fechada ellO de noviembre de 1746. DocumCl1tospara la Historia de Yucatll. III-en adelante, DHY3-, Yucatn, Mxico: Compai'ia Tipogrfica Yucateca, 1938, p. 90. AGI, Mxico,896.

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  • La pennsula de Yucatn: una isla en tierra firme

    de accidentes geogrficos y ecolgicos que la aislaban de su entorno yentorpecan la posibilidad de recibir ayuda del exterior. Al sur, la selva; alnorte, los pantanos y las cinagas tabasqueas; en el mar, bancos de arenay bajo fondo marino que dificultaban la navegacin de barcos de medianoy gran calado.

    Aislamiento, carencia de recursos y la desconfianza entre espaolese indgenas; tres elementos que, juntos de la mano, emergern una y otravez a lo largo de la historia colonial yucateca condicionando su desarrolloy su relacin con el mundo allende sus fronteras.

    LA DISTANCIA

    La lejana de la pennsula yucateca de los principales centros de po-der de la Nueva Espaa constituy uno de los primeros y ms notablesescollos a la hora de edificar una estructura administrativa y de gobiernoque permitiera la plena incorporacin de la regin y sus habitantes al r-gimen colonial. La distancia era un obstculo porque dificultaba el controlde las autoridades centrales sobre el territorio recin conquistado y susmoradores, fuesen espaoles o indgenas; y, por si fuera poco, entorpecala construccin o continuidad de los vnculos que unan a los sbditosyucatecos con la Corona: si no era posible sentir la mano regia a travsde sus instituciones y funcionarios, entonces tampoco el rey poda ser elpadre autoritario y protector que toda monarqua de Antiguo Rgimenrequera para subsistir.

    Pero tal incorporacin no fue una tarea fcil. Los subsecuentes tras-lados de la jurisdiccin sobre Yucatn de la Audiencia de los Confines a laAudiencia de Mxico y viceversa, son una buena muestra de ello. De 1542a 1560,Yucatn fue puesta en dos ocasiones bajo la rbita de la Audienciade los Confines, mismas veces en que se le regres a la de Mxico. Todavaen 1570,mediante una real cdula fechada el 21 de octubre a resultas delos reclamos de las autoridades guatemaltecas, la Corona solicit los pa-receres de la Audiencia de Mxico y del gobernador de Yucatn y Tabascosobre la conveniencia de que ambas provincias volviesen a someterse a laautoridad de la Audiencia de los Confines20.

    Las sucesivas solicitudes de los yucatecos, emitidas cada vez queYucatn quedaba integrada en la jurisdiccin de la Audiencia de los Con-fines, manifestando su preferencia por la Audiencia de Mxico, estuvie-

    20 GONZLEZCICERO,Stella Mara. Perspectiva religiosa en Yucatn. 1517-1571. Mxico: El Colegio deMxico, 1978, pp. 54-56.

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  • Fronteras del mundo hispnico

    ron permeadas por sus relaciones con los integrantes de las respectivasaudiencias y el color de sus negocios e intereses, pero en todas ellas lalejana campe siempre como una razn de gran peso, As, en 1548 frayLorenzo de Bienvenida puso de manifiesto cmo las relaciones familiaresimpedah la recta administracin de justicia por parte de la Audienciade Guatemala, pues tratar con su mxima cabeza era "apelar de suegro ayerno"21;que en Yucatn no haba plata, sino mantas y cera "que no valenen estaparte [Guatemala] sino en Mxico'~;y que la Audiencia Guatemaltecaestaba "muy lejos y [eran] muy peligrosos los caminos''22.En 1559 fray Diegode Landa, fray Francisco Navarro y fray Hernando de Guevara repitieronvarios de los argumentos de fray Lorenzo para probar que era "(".) muygrande el agravio que seles hace[a los yucatecos]estar al distrito de Guatemala ysetarda cuarenta dasen ir all y para Mxico slocinco o seisdashasta el puertode Veracruz", De esta forma, segn los serfico s frailes, en Yucatn:

    "no hay otra haciendasino mantasy ceray estono sepuedevender sino enMxico y muchoshabemosvisto perder sujusticia por ser tan largo el cami-no y tanta la costay cuando sepasa Guatemala era vivo el buen Cerrato,verdadero padre de los indios, y no hay en aquella audiencia quien vuelvapor ellos y a estacausasehacemejor en Mxico que en Guatemala''23,

    Ya fuese Guatemala o Mxico, de cualquier manera sus autoridadesestaban lejos y resultaba costoso llegar a ellas, por lo que los yucatecoscontemplaron tambin la posibilidad de tener su propia audiencia24 o deque, al menos, uno de los oidores de la Audiencia de Mxico residierade manera permanente en Yucatn25, Ni una ni otra opcin fue aceptada

    21 El entonces presidente de la Audiencia de los Confines, Alonso de Maldonado, estaba casado conCatalina, hija del adelantado Francisco de Montejo.22 Carta de fray Lorenzo de Bienvenida al prncipe don Felipe, de 10 de febrero de 1548. RAH, Co-leccin Muoz, T. 85, 9/4847, fol. 18. Una reproduccin de la citada carta se encuentra en: Cartas de[lidias, Madrid: Ministerio de Fomento, 1877,p. 82.23 Carta de fray Diego de Landa, fray Francisco Navarro y fray Hernando de Guevara, al presidentey oidores del Consejo de Indias. Mrida, 3 de abril de 1559. Documentos para la Historiade Yucatn.Primera Serie, 1550-1560 -en adelante, DHY1-. Mrida, Mxico: Compaa Tipogrfica Yucateca, 1936,pp. 70-71. AGI, Mxico, 2999, pp. 83-84, AGI, Mxico, 364.2

  • La pennsula de Yucatn: una isla en tierra firme

    pues, desde 1560, la provincia qued definitivamente integrada a la Au-diencia de Mxico, a pesar de las dificultades que su distancia entraaba:

    "(...)porque deestasprovincias de Yucatn ...est la Audiencia deMxicodoscientas leguas o ms,y a estacausael calor deella no llega acy pade-cen gran detrimento los espaolesen ir all con sus pleitos y muy mayorlos naturales porque no hay presidente ni oidor quejams los pueda ver nivisitar ni los naturales pueden tener recursoa ellos en sus agravios y malostratamientos ''26.

    Ahora bien, la negativa de las autoridades metropolitanas para ins-taurar una audiencia en Yucatn fue ms producto de la incapacidad eco-nmica de la regin para sostener una estructura administrativa de talenvergadura, que de un desconocimiento de la complejidad que la distan-cia y el aislamiento dotaban al gobierno de la provincia27. La solucin quese aplic fue la de erigir, en 1565, la Gobernacin y Capitana General deYucatn, dotando a sus titulares de una mayor autonoma en las tareasde gobierno, justicia y guerra, que la que haban disfrutado los antiguosalcaldes mayores. Adems, una vez establecidas las reglas del Real Patro-nato, el gobernador yucateco ejerci tambin funciones de vicepatrono,lo que en la prctica le habilit para intervenir no slo en la provisin delos oficios eclesisticos28, sino incluso en asuntos relacionados con la vidainterna y el gobierno de los diferentes sectores que integraban la Iglesiayucateca29.

    2. Carta de fray Luis de Villalpando, fray Diego de Bjar y fray Miguel de Vera, a S. M., dando rela-cin de cosas tocantes al bien de los naturales y espaoles de las provincias de Yucatn. Campeche,29 de julio de 1550, en DHYl, p. 2.27GONzALEZCrCERO,1978, p. 55.2S Al respecto, vase la real cdula de primero de junio de 1574, conocida como la cdula magna dePatronato, reproducida en: CARREO,Alberto Mara (editor). Un dcsconocidoccdulario del siglo XVIpertcnccicntc a la catcdralmctropolitana dc Mxico. Mxico:Victoria, pp. 314- 322.2'J El corpus jurdico construido para regular el ejercicio del Real Patronato por parte de presidentesde audiencias y gobernadores no les facultaba para inmiscuirse en los asuntos internos y de go-bierno de la Iglesia. Mas an, anualmente los pontfices romanos emitan la bula In CocnaDomini,mejor conocida como Bula de la Cena, donde establecan estrictas prohibiciones respecto a la intro-misin secular en la jurisdiccin y gobierno eclesisticos, fuera regular o secular. Sin embargo, lasdinmicas propias de las relaciones y alianzas de poder en las diferentes dicesis contrariaron talesdisposiciones, y en ese sentido, Yucatn estuvo lejos de constituir una excepcin. Sobre la bula dela Cena, vase: FARRIS,Nancy. La coronay el clcrocn elMxicocolonial,1579-1821.La crisis delprivilcgiocclcsistico.Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1995, p. 81; BRAVOLIRA,Bernardino. "El problemade la Bula de la Cena en tres juristas indianos del siglo XVII", en Actas del Vll Congrcsodel InstitutoIntcmacional dc Historia del DercclloIndiano.Actasy Estudios,l. Buenos Aires: Instituto Internacionalde Historia del Derecho Indiano, 1984, pp. 187-194.Ejemplos de intervencin de gobernadores yuca-tecos en cuestiones propias de la Iglesia pueden encontrarse en: ROCHERSALAS,Adriana. La disputaporlasalmas.LasrdcncsreligiosascnCampccllc.SigloXVlll. Captulo 111.(En prensa).

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  • Fronteras del mundo hispnico

    La formacin del gobierno diocesano fue, si cabe, aun ms acciden-tada que la del gobierno civil. Pese a que la primera instauracin de la di-cesis de Yucatn data de 1518,esta no fue una realidad por razones obvias:el territorio aun no estaba conquistado ni mucho menos pacificado, porlo que la sede episcopal se traslad a Tlaxcala, quedando comprendidodentro de su territorio Tlaxcala, San Juan de Ula hasta llegar a la Villa-Rica de la Veracruz y la villa de Medelln, con Tabasco y el ro Grijalvaincluidos, hasta Chiapas30; como puede observarse, Yucatn qued fuerade la jurisdiccin de la nueva dicesis.

    Una vez consumada la conquista, la pennsula qued de facto inte-grada al Obispado de Chiapas, creado el 19 de marzo de 1539,toda vez queaos atrs, en 1534, se haba establecido que los poblados no incorporadosa las dicesis ya existentes se integrasen a aquella cuyo prelado estuviesems cercan031.Sin embargo, esta dependencia no satisfizo a los yucatecos,quienes en reiteradas ocasiones solicitaron al rey su propio obispad032.A resultas de estas peticiones se nombraron obispos para Yucatn acom-paados de nuevas bulas de ereccin del obispado: el primero de ellos,el franciscano fray Juan de San Francisco, renunci a su nombramientomediante una carta fechada el 18 de marzo de 1553;el segundo, el tambinfranciscano fray Juan de la Puerta, recibi su nombramiento por parte dela Corona y la orden de trasladarse a su obispado sin esperar la confirma-cin papal el 12 de marzo de 1557;aunque acept el encargo, De la Puertano pudo llevado a cabo, pues muri en Sevilla a la espera de la flota quelo llevara al Nuevo Mund033. De esta forma, no sera hasta el tercero, eligualmente franciscano fray Francisco de Toral, electo en 1561,que se ha-ra efectiva la fundacin de la dicesis yucateca3.J.

    Ya en su obispado, fray Francisco de Toral tuvo que enfrentar lascircunstancias de un gobierno diocesano limitado en la prctica por lapobreza y, fundamentalmente, por el podero de sus hermanos de hbito,quienes tenan bajo su administracin a la gran mayora de la poblacinindgena. A lo cual habra que sumar un cabildo catedralicio incompleto,

    30 CUEVAS,Mariano. Historia dc la Iglcsia cn Mxico. Mxico: Porra, 1992, tomo 1, p. 295.31 GONZLEZClCERO,1978, p. 146.32 Algunas de esas peticiones, realizadas tantos por los franciscanos como por el cabildo de Mri-da, se encuentran en: RAH, Coleccin Muioz, T. 84, 9/4846, fol. 240; T. 85, 9/4847, fols. 12 y 335; yDHY1, p. 1.33 GONZI.EZClCERO,1978, p. 152. Tambin vase los documentos XXX a XL consignados en DHY1,que registran diferentes reales cdulas relacionadas con el nombramiento y aviamiento de fray Juande la Puerta.3' Sobre la fundacin del obispado de Yucatn vase: CUEVAS,1992, p. 303. CARRILLOY ANCONA, Cres-cencio. El obispado dc YI/CIlftn. Historia de Sil fl/ndacin !I dc SI/S obispos. Mrida, Mxico: 1979, tomo 1,pp. 168-179. Tambin vase el trabajo de: GONZLEZClCERO,1978, pp. 145-154. Un extracto de la bulade ereccin de 1561 puede verse en: RAH, Coleccin Muiioz, A-30, fol. 12.

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  • La pennsula de Yucatn: una isla en tierra firme

    debido a unos ingresos diezmales que trabajosamente permitan la sub-sistencia de su prelado, el den y el chantre, y a que algunos prebendadospreferan mantener su residencia en otras sedes catedralicias ms propi-cias para el cultivo de una fructfera carrera eclesistica. Si bien el creci-miento de los diezmos permiti el aumento de las prebendas del cabildoeclesistic035, estas nunca llegaron al nmero que la ereccin de la Iglesiayucateca sealaba, a saber: cinco dignidades -den, arcediano, chantre,maestreescuela y tesorero-, diez canonjas, seis raciones y seis medias ra-ciones36. De esta forma, al iniciar el siglo XVII el cabildo eclesistico yacontaba con un tesorero y un racionero, y para el siglo XVIII sumaba en to-tal cuatro dignidades -den, chantre, arcediano y maestreescuela- y doscanonjas, adems de dos raciones37.

    LA POBREZA

    La carencia de metales preciosos y la imposibilidad de cultivar ce-reales europeos como el trigo oblig a los conquistadores a establecer pau-tas productivas y comerciales que, invariablemente, tenan en su centrolos productos obtenidos mediante el tributo y la mano de obra indgena.Una de las grandes paradojas del Yucatn colonial lo constituy la rela-cin entre el rgimen colonial y los indgenas: por una parte, los mayasyucatecos fueron temidos y vistos con desconfianza; por otra, su capaci-dad productiva se constituy en el sostn de la economa y el comercioregionales, por lo que la poblacin autctona fue, a una vez, un perennedolor de cabeza, pero tambin la mejor carta para asegurar la continuidad

    '5 Un ejemplo de la pobreza de las rentas del cabildo catedralicio yucateco puede verse en el informedel obispo Diego Vzquez de Mercado, que registra para 1601y 1602cuartas capitulares de 2.030y1.330 pesos, respectivamente. DHY2, p. 143. La recaudacin diezmal ms alta de que se tenga cono-cimiento se dio' en 1815 y fue de 44.608 pesos. Sobre ingresos diezmales de la dicesis de Yucatnvase: FARRISS,Nancy. La sociedadlIlayabajoel dOlllillio colollial. La empresacolectivade la sllpervivCl/cia.Madrid: Alianza Editorial, 1992, p. 558.,,, Aparte de las prebendas, la ereccin de la Iglesia yucateca tambin contemplaba a dos curas, seisaclitos, seis capellanes de coro, sacristn, organista pertiguero, notario de la iglesia y cabildo, ma-yordomo de iglesia y cabildo y perrero. Memorial del obispo don fray Gregorio de Montalvo sobreel estado de la Iglesia de Yucatn,Mrida, 6 de enero de 1582,en: Doculllelltosparala Historia deYuca-tll, //. La Iglesiae// YUCOtll,1560-1610-en adelante, DHY2-.Mrida, Mxico:Compa'\aTipogrficaYucateca, 1938, pp. 72. AGI, Mxico, 374." Acerca del cabildo catedralicio yucateco en el siglo XVI vase: Carta del obispo don fray Gregoriode Montalvo a Su Majestad, con un memorial sobre el estado de la Iglesia de Yucatn. Mrida, 6 deenero de 1582, en Ibdem, pp. 68, 71, 72. AGI, Mxico 374. Carta del obispo de Yucatn, donde DiegoVzquez de Mercado, a Su Majestad, con relacin de los prebendados que hay y la renta que tienenMrida, 20 de octubre de 1604. Ibdem, pp. 140-143, AGI, Mxico, 369. Para el siglo XVIII, ver: CUEVAS,1992, tomo 4, captulo IV. En ese siglo la tesorera estaba aplicada al Tribunal de la Inquisicin. AGI,Mxico, 2549.

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  • Fronteras del mundo hispnico

    de la presencia espaola en Yucatn: si en 1543 el cabildo de Mrida afir-maba que "atentoqueesta tierraes pobrey sin provecho(..,) nos den perpetuoparanos, e para nuestros hijos, los indios que nos dieren en repartimiento, porquecon esta merced permaneceremos en ella"38;ciento ochenta aos despus, en1722, los defensores del servicio"personal mantenan esa relacin, al sea-lar que "puestos en conflicto de aliviar a los indios de dicho servicio, se destruyela habitacinde los espaolesen estaprovincia"39. En una poca tan tardacomo 1766, en plena era del reformismo borbnico, dos enviados de Josde Glvez, a la sazn Visitador General de la Nueva Espaa, reconocieronel papel histrico desempeado por la encomienda en el mantenimientodel rgimen colonial en Yucatn, pues sin los productos de los indios en-comendados los conquistadores y sus descendientes se habran marchadoy despoblado la provincia, que era tan pobre que slo poda mantenersecon esos subsidios, por lo cual recomendaron su permanencia40.

    El trabajo indgena abarcaba prcticamente todos los campos de lavida en Yucatn: iba desde el espacio domstico, donde las mujeres cui-daban a los nios espaoles, torteaban el maz y preparaban el chocolate,hasta el pblico, en el que los indios servan como cargadores, correos yalbailes, por mencionar sus empleos ms significativos. Por otra parte,los productos que mediante el tributo y el repartimiento de gneros seentregaban a funcionarios, encomenderos y eclesisticos permitieron lacreacin de un mercado interno y tambin la articulacin de la regin a losmercados externos. Maz, legumbres, pescados, gallinas e iguanas, entreotros, se vendan localmente, mientras las mantas de algodn, la cera yla sal se destinaron tanto al comercio interior como al comercio exterior;este ltimo trato tena la virtud aadida de proveer a la provincia de cir-culante41.

    Varias fueron las consecuencias de este esquema econmico. Entrelas ms significativas se encuentra la extraordinaria longevidad de la en-

    JH Citado por: Gi\Rcfi\BERNi\L,Manuela Cristina. Yucatn.Poblaciny encomiendabajolos Austrias.Sevilla: Escuela de Estudios Hispano Americanos, 1978, p. 228.J. Representacin del procurador de la Provincia, don Antonio Ruiz de la Vega, al gobernador deYucatn. Mxico, 3 de septiembre de 1722. Citado por: SoLfs ROBLEDi\,Gabriela. Bajo el signo de lacompulsin.El trabajoforzoso ind(

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    comienda42, que a su valor como unidad econmica aadi su carcter delegitimadora social de aquellos que sustentaban la nobleza de su estirpeen su ascendencia conquistadora o de primer poblador. Inicialmente, laencomienda dio a sus poseedores los dos bienes generadores de rique-za ms importantes de Yucatn: el tribu~o y la mano de obra indgena.La legislacin encaminada a limitar el poder de los encomenderos sobresus indios encomendados tard en echar races en la pennsula, no as lasacusadas crisis demogrfic:\s de la segunda mitad del siglo XVI, que mer-maron a la poblacin indgena, y con ella los ingresos de las encomiendas.Aun as, estas mantuvieron su importancia econmica, habida cuenta delinsuficiente desarrollo de otras fuentes de enriquecimiento, como podanser el repartimiento de gneros, el comercio y la estancia, actividades don-de, por cierto, los titulares de encomiendas tambin tuvieron una parti-cipacin destacada. En el primer caso, los encomenderos aprovecharonsu privilegiada posicin para cargar con repartimientos a sus pueblos enencomienda; en relacin al segundo, su impronta qued marcada debidoa que eran los productos de sus encomiendas el principal alimento delcomercio interno y externo; y con respecto a su incursin en la ganaderacomo estancieros, tuvieron la ventaja de contar con el capital, la mano deobra, el prestigio social y la influencia poltica necesarios para obtenermercedes de tierras y las licencias para poblarlas43.

    Para la segunda mitad del siglo XVII una nueva disminucin de lapoblacin indgena, una creciente carga fiscal y la necesidad de dividirlos tributos de los indios encomendados entre encomenderos y no enco-menderos beneficiarios de pensiones cifradas en encomiendas, llevaron aldefinitivo declive econmico de la encomienda, pero no impidieron quemantuviera inclume su carcter de principal smbolo de prestigio socialpara las capas sociales altas yucatecas44. La condicin de encomenderofue el smil ms cercano que el patriciado local encontr para legitimarun esta tus de nobleza que, por otra parte, nunca goz del reconocimien-

    42 Yucatn sera exceptuada de la incorporacin general de las encomiendas de Indias decretadaen 1718, por lo que su vida se extendi hasta el 16 de diciembre de 1785 en que se orden ]a incor-poracin a la Corona de las encomiendas yucatecas que fuesen vacando. GARCIABERNAL,ManuelaCristina. La sociedadde YUcatll.Sevilla: Escuela de Estudios Hispano Americanos, 1972, pp. 37, 38 YZAVALA,Silvio. La ellcollliellda lldialla. Mxico: Porra, 1973, pp. 254, 719 Y720.4J PATCH,1993, pp. 96-116. Sobre los encomenderos y su relacin con e] comercio vase: GARCIA BER-NAL, Manuela Cristina. "La lite mercantil de Campeche, (1590-1625)", en NAVARROGARCIA, Luis(coordinador). Elites urballas ell Hispalloalllrica. (De la cOllquista a lallldepelldellciaJ. Sevilla: Universi-dad de Sevilla, 2005, pp. 29-48. De la misma autora, ver: "Los comerciantes estancieros en Yucatn yla gran propiedad de Nohpat". Telllas Alllericmlistas (Sevilla). 4 (1984), p. 9.H GARCfABERNAL,Manuela Cristina. "La aristocracia de Yucatn (Siglo XVII)", enAlllrica, ellcuelltro!/asilllilaci/1. Actas de las 11omadas de Historiadores Alllericllllistas. Granada: Diputacin Provincialde Granada, 1989, pp. 323-326.

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    to por parte de la Corona en forma de ttulos nobiliarios o mediante lainstitucin de mayorazgos. La posesin de una encomienda certificaba lapertenencia a un linaje que se remontaba directamente a los conquistado-res y primeros pobladores, haciendo a su titular parte del selecto grupoconsiderado "la parte msprincipal y nobledequesecomponeestaprovincia[Yucatn}"45.Adems de constatar la nobleza de su estirpe, la institucinde la encomienda impona a sus titulares la obligatoriedad de acudir a ladefensa del territorio, obligacin que fue tambin vista como un derechopor parte de los encomenderos, pues la guerra y las armas formaban par-te del ideal caballeresco presente en la sociedad yuca teca, heredado delorden nobiliario propio del sistema estamental de la Europa del AntiguoRgimen46,

    La continuidad de mecanismos compulsivos, como la encomienda oel repartimiento de gneros, para obligar a la existencia de un excedenteen la produccin agrcola indgena, permitieron el abasto de los mercadoslocales, lo que desincentiv el desarrollo de la agricultura comercial y re-tras la aparicin de la hacienda para principios del siglo XVIII47.Pero sila hacienda tard en hacer sentir su presencia en el campo yucateco, nosucedi lo mismo con la estancia ganadera, pues ya desde 1579 se registrala existencia de numerosas estancias en los alrededores de Mrida48. Laabundancia de tierra disponible y la escasa inversin en mano de obra einfraestructura que la explotacin pecuaria demandaba, sumadas a lasbuenas perspectivas econmicas que representaba el abasto de carne tan-to a los centros urbanos como a los mercados de los poblados rurales, yel aprovechamiento comercial de productos ganaderos como el cuero yel sebo, hicieron de la estancia ganadera una opcin viable y apeteciblepara un amplio abanico de interesados: la nobleza local -encomenderos ybeneficiarios de pensiones sobre encomiendas y ayudas de costa- vidade la riqueza que sus encomiendas les daban cada vez en menor canti-dad; los comerciantes ansiosos por aadir capital social al econmico que

    .5 Carta de Pedro Velzquez y Valds, tesorero de la Real Hacienda de Yucatn, al Rey. 4 de enero de1682. Citada por: GARelA BERNAL,1978, p. 467... GARerA BERNAL,1989, pp. 323, 324. PATOI, 1993, pp. 97-98..7 GARetA BERNAL,Manuela Cristina. "La prdida de la propiedad indgena ante la expansin de lasestancias yucatecas. Siglo XVIII", en Actas de las Vil amadas de Alldaluca y Amrica. Sevilla: [s.n.],1991, pp. 55-90 Y 82; MILLETCMARA,Luis. "De las estancias y haciendas en el Yucatn colonial", enMILLETCMARA,Luis; et al. Haciellda y cambio social ell Yucatdll. Mrida: Maldonado Editores, INAH,1984, pp. 7-35; PATOI,Robert, "Agrarian change in eighteen century Yucatn". Tl1eHispallic AmericallHistorical Revil'w (Durham, USA). 65/1 (1985), pp. 21-49; PATCH,1993, captulo 6.'s GARefA BERNA!.,Manuela Cristina. "Los comerciantes estancieros en Yucatn y la gran propiedadde Nohpat". Temas Americallistas (Sevilla). 4 (1984), p. 8. De la misma autora: "Desarrollo indgena yganadero en Yucatn". Historia Mexicmrn (Mxico). XLllI-3 (enero-marzo 1994), p. 381.

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  • La pennsula de Yucatn: una isla en tierra firme

    ya gozaban49; los hombres de la Iglesia, particularmente del clero secular,que en sus afanes empresariales llegaron incluso a violar las disposicionesque prohiban mantener fincas rurales en el territorio de sus parroquias,por no hablar de su indiferencia hacia los continuos llamados de obispos ygobernadores para evitar que los indgenas se ausentasen de sus pueblospara vivir y trabajar en las estancias, sitios y ranchos como vaqueros, ma-yorales o milperos50; y los vecinos de diferentes perfiles raciales y sociales,en su lucha por el ascenso social o, simplemente, por la supervivencia5!.

    Estancieras fueron tambin algunas instituciones, como fue el casode los dos colegios jesuitas de Mrida, San Francisco Javier y San Pedro,propietarios de las estancias de Chenk y Xcatmis, respectivamente. Sinembargo, la incursin ignaciana en la actividad pecuaria fue marginal,casi casual, como ocurri con la estancia Xcatmis, la que les fue adjudica-da como pago por deudas y la cual se vieron obligados a conservar por-que no hubo ningn interesado en comprarla52. El otro lado de la medallalo constituyeron otras corporaciones que podran, en primera instancia,ser consideradas dentro del cuerpo de instituciones de la Iglesia, por es-tar, al menos formalmente, bajo su jurisdiccin, pero cuyos alcances re-basan esa caracterizacin y su peculiaridad se extiende tambin al perfil,administracin y uso que hicieron de la estancia ganadera: las cofradasindgenas.

    Las cofradas indgenas yucatecas, al igual que en el resto deMesoamrica, se "acabaron transformando en instituciones comunales quereproducan la forma y la funcin de las cajas de comunidad, movilizando losrecursos pblicos para el bienestar espiritual y material de la comunidad"53.Fiestas patronales, el culto a los santos, tributos, derechos parroquialesy dems gastos comunes eran pagados con fondos de las cofradas, ade-

    4. GARctA BERNAL,1984, pp. 9-10.511PATOI, 1993, p. 111. En 1711, el procurador de la provincia franciscana de San Jos de Yucatn re-clam al obispo fray Pedro Reyes Ros sus acusaciones contra los franciscanos, cuando haca odossordos a "las extorsiollCs de los clrigos telliendo Vtra. Sra. l/ma. talllargas lIoticias y experiellcias de las es-tal/cias de gallado mayol; milpas de lIIaz y algodlI que labrall sill satisfacer el trabajo de los miserables illdiosy otros tequios cOllsidera/J/es de los esclavos, criados y crecidas familias de los [curas] belleficiados". Escritode fray Andrs de Cartabitante al obispo de Yucatn. 15 de septiembre de 1711. AGI, Mxico, 1036.51 La diversidad en los perfiles de los estancieros, particularmente los ms modestos, puede verseen: Padrolles Origillales de los espmloles, mestizos y mulatos que vivell CIIlos pueblos y reducciolles de illdiosque estll a cargo de la admillistracilI de los religiosos de Sall Frallcisco de la Provillcia de Campeche. Ao1700. AGI, Mxico, 1035.52 Archivo Nacional de Chile (Santiago. Chile) -en adelante, ANCH-, Jesuitas, vol. 280, fols. 75, 84,89,90.5J FARRISS,1992, p. 414. Un breve estado de la cuestin sobre algunos de los principales aspectos estu-diados de las cofradas indgenas en Yucatn puede verse en: SOLtSROBLEDA,Gabriela. Elltre la tierray el cielo. ReligilI y sociedad ell los pueblos mayas del Yucatll colollial. Mxico: CIESAS, ICY : Miguelngel Porra, 2005, pp. 208-211.

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  • Fronteras del mundo hispnico

    ms de las cargas extraordinarias que ayudaban a solventar, como era elcaso de las desastrosas consecuencias producidas por epidemias y malascosechas, mismas que generalmente culminaban en hambrunas de ma-yor o menor entidad. Los ingresos de las cofradas provenan de diversasfuentes, como las tradicionales cuotas anuales, el trabajo comunal en lasmilpas de la cofrada, derramas y el sistema de repartimiento, slo que eneste caso los pagos anticipados por la manufactura de mantas y rescate decera se destinaban a las arcas de la cofrada y no a los productores indivi-duales54.Algunas cofradas desarrollaron actividades comerciales graciasa la venta de imgenes religiosas y escapularios e incluso hubo las quesostuvieron un productivo comercio interregional de caca055.Otros me-canismos para allegarse recursos fueron ciertamente ms originales, perotambin ms rentables, como fue el caso de su incursin en la explotacinpecuaria a travs de las estancias ganaderas.

    Si bien muchas de las estancias de las cofradas, mejor conocidascomo "haciendas de cofrada", tambin se dedicaron al cultivo de maz yfrijol y a la produccin apcola, fue la cra de ganado menor y mayor suactividad ms lucrativa56. Tanto cerdos y cabras como burros, mulas, ca-ballos, toros y vacas sirvieron para abastecer los mercados de los pueblosaledaos a las respectivas estancias, aunque de ser necesario, en pocade crisis alimentaria, buena parte de su ganado era sacrificado para ali-mentar a la comunidad, uso que tambin se daba a las cosechas de mazy frijol, cuyo destino en pocas normales era su venta para el sufragio delas fiestas patronales57.

    Para el ltimo cuarto del siglo XVIIla imagen de las estancias comolugares donde no haba ms que corrales, vacas, una noria y un par devaqueros para encargarse de su cuidado, se haba modificado sustancial-mente debido al inicio de la produccin agrcola en sus tierras, motivadoprincipalmente por el importante desplazamiento de la poblacin indge-na hacia las fincas ganaderas en busca de aminorar las cargas tributarias ylaborales que su condicin de indios "bajo campana"traa consigo. Los es-tancieros les daban cobijo y una parcela de tierra anual a cambio de un dade trabajo gratuito: el lunes, de ah que a los indgenas que se acogieron

    5< FARRIS,1992, pp. 415-420. SOLrSROBLEDA,2005, pp. 266-277.55 Las cofradas del sur de la provincia de Campeche combinaron exitosamente la ganadera con elcomercio del cacao. Sus mayordomos vendan en la regin del Usumacinta imgenes porttiles y es-capularios de santos, por los que reciban en retribucin cacao, que junto con el que compraban conel dinero de limosnas, lo llevaban al puerto de Campeche para su venta. FARRISS,1992, pp. 416-417.51>Vase al respecto el ejemplo de la cofrada de Nuestra Seora de la Concepcin del pueblo deHece1chakn desarrollado por: SoLfs ROBLEDA,2005, pp. 246-266.57 Ibdem, pp. 267, 268. FARRISS,1992, pp. 419 Y 420.

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  • Fronteras del mundo hispnico

    ms de las cargas extraordinarias que ayudaban a solventar, como era elcaso de las desastrosas consecuencias producidas por epidemias y malascosechas, mismas que generalmente culminaban en hambrunas de ma-yor o menor entidad. Los ingresos de las cofradas provenan de diversasfuentes, como las tradicionales cuotas anuales, el trabajo comunal en lasmilpas de la cofrada, derramas y el sistema de repartimiento, slo que eneste caso los pagos anticipados por la manufactura de mantas y rescate decera se destinaban a las arcas de -la cofrada y no a los productores indivi-duales54.Algunas cofradas desarrollaron actividades comerciales graciasa la venta de imgenes religiosas y escapularios e incluso hubo las quesostuvieron un productivo comercio interregional de caca055.Otros me-canismos para allegarse recursos fueron ciertamente ms originales, perotambin ms rentables, como fue el caso de su incursin en la explotacinpecuaria a travs de las estancias ganaderas.

    Si bien muchas de las estancias de las cofradas, mejor conocidascomo "haciendas de cofrada", tambin se dedicaron al cultivo de maz yfrijol y a la produccin apcola, fue la cra de ganado menor y mayor suactividad ms lucrativa56. Tanto cerdos y cabras como burros, mulas, ca-ballos, toros y vacas sirvieron para abastecer los mercados de los pueblosaledaos a las respectivas estancias, aunque de ser necesario, en pocade crisis alimentaria, buena parte de su ganado era sacrificado para ali-mentar a la comunidad, uso que tambin se daba a las cosechas de mazy frijol, cuyo destino en pocas normales era su venta para el sufragio delas fiestas patronales57,

    Para el ltimo cuarto del siglo XVII la imagen de las estancias comolugares donde no haba ms que corrales, vacas, una noria y un par devaqueros para encargarse de su cuidado, se haba modificado sustancial-mente debido al inicio de la produccin agrcola en sus tierras, motivadoprincipalmente por el importante desplazamiento de la poblacin indge-na hacia las fincas ganaderas en busca de aminorar las cargas tributarias ylaborales que su condicin de indios "bajo campana" traa consigo. Los es-tancieros les daban cobijo y una parcela de tierra anual a cambio de un dade trabajo gratuito: el lunes, de ah que a los indgenas que se acogieron

    ~4 FARRI5, 1992, pp. 415-420. SoLfs ROBLEDA,2005, pp. 266-277.~5 Las cofradas del sur de la provincia de Campeche combinaron exitosamente la ganadera con elcomercio del cacao. Sus mayordomos vendan en la regin del Usumacinta imgenes porttiles y es-capularios de santos, por los que reciban en retribucin cacao, que junto con el que compraban conel dinero de limosnas, lo llevaban al puerto de Campeche para su venta. FARRISS,1992, pp. 416-417.5(, Vase al respecto el ejemplo de la cofrada de Nuestra Seil0ra de la Concepcin del pueblo deHecelchakn desarrollado por: SOLfs ROBLEDA,2005, pp. 246-266.57 Ibdem, pp. 267,268. FARRI5S,1992, pp. 419Y 420.

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    a este sistema fuesen mejor conocidos como "luneros"s8.Varios fueron losintentos por detener este xodos9, pero a la larga resultaron infructuosos,como se deduce del informe hecho por el gobernador de Yucatn en 1711,que arroj como resultado que en la pennsula haban 95.017 indgenasmayores de catorce aos, de los cuales 33.764 haban abandonado sus pue-blos para irse a vivir a estancias, milpas, sitios y ranchos6.

    Contener el desplazamiento indgena hacia las fincas rurales era,adems de imposible, econmicamente inviable, por lo cual se pretendiregular su presencia en esos establecimientos, trasladando hacia ellos par-te de los mecanismos de control propios de los pueblos de indios. As,desde los primeros aos del siglo XVIII hay constancia de la concesin aalgunas iglesias u oratorias de estancias de permisos para celebrar misa yadministrar sacramentos "sin intervencin del curato"61. En 1722, el arancelde derechos parroquiales decretado por el snodo encabezado por el obis-po Juan Gmez de la Parada oblig a los indios vaqueros de las estanciasa pagar sus obvenciones de la misma forma que lo hacan los indios bajocampana62. Las haciendas, con su imparable crecimiento a costa de lastierras de los pueblos de indios, representaran el punto culminante deese traslado de funciones, pero todava habran de pasar varias dcadaspara ell063.

    Las estancias y la forma en que contribuyeron a fracturar el esque-ma de pueblos de indios es una muestra de las continuas paradojas y con-tradicciones en que cay el sistema colonial en Yucatn cuando de su rela-cin con los indgenas se trat. Por un lado, la concentracin de los mayasyucatecos en pueblos "al mododelosespaoles"64tuvo como fin constituir-

    '" BRACAMONTEy SOSA, Pedro. Amos y sirviclltes. Las haciclldas dc Yllcatll, 1789-1860. Mrida, Mxico:Universidad Autnoma de Yucatn, 1993, pp. 119-142. GARCIABERNAL,1984, p. 9. FARRlss, 1992, pp. 99Y 56. SoLls ROBLEDA,2005, p. 245.5YPedro Bracamonte consigna a la reduccin hecha en 1644, en tiempos del gobernador FernandoNfez Melin, como la primera que no se dirigi exclusivamente a los indgenas huidos a la mon-ta'\a, sino a los refugiados en milpas, sitios, estancias y ranchos. Refiere tambin otra de estas mi-siones realizada en 1666 a iniciativa del gobernador Juan Francisco de Esquive!. BRACAMONTEy SOSA,2001, pp. 205-207. Otra reduccin de estas caractersticas se llev a cabo en 1658, siendo gobernadorFrancisco de Bazn, en la que se reintegraron a pueblos 17.410indios tributarios y 5.918 muchachosque se hallaban viviendo en "molltcs, mi/perras, rallcherrasy otros parajes". AGI, Mxico, 360, R. 11, N.57.'" El gobernador y capitn general de Yucatn, Fernando de Meneses, al rey. 15 de septiembre de1711. AGI, Mxico, 1037.

    (" Licencia del Ilmo. Sr. Obispo Fray Pedro Reyes de los Ros para que se pueda decir misa y admi-nistrar a los indios en la estancia de Yax por cualquier clrigo particular aprobado. 11 de agosto de1705. ANCH, Jesuitas, vo!. 270, fo!' 230." Sotis ROBLEDA,2005, p. 189.'3 Este proceso es tratado en: BRACAMONTEy SOSA, 1993.h4 Ordenanzas del oidor Toms Lpez Medel, reproducidas en: LrEZDECOGOLLUDO,Diego. Historiadc YUcatllI, Madrid: [s.n.], 1688, libro quinto, captulo XIX, p. 302.

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    se en el mecanismo de control de la poblacin indgena por excelencia.Sin embargo, las exigencias de la economa regional, vida de aquellosproductos, clientes y mercados que le permitieran salir de su primitivaprecariedad, requera, y cada vez en mayor cantidad, de la mano de obrabarata que los indgenas le proporcionaban. De ah que las peridicas re-ducciones realizadas para devolver a los indgenas avecindados en fincasy dems establecimientos rurales a sus pueblos encontrasen la oposicinde los espaoles que tenan fincados sus principales intereses en el sectoragropecuari065. As, pese a todas las reservas que despertaba la dispersinindgena hacia milpas, sitios, estancias y ranchos, los estancieros pudie-ron siempre encontrar aliados poderosos que les brindaron la proteccinnecesaria para evitar el regreso forzado de sus trabajadores indgenas asus comunidades de origen66.

    Las estancias ganaderas no resultan una excepcin en cuanto al me-canismo de explotacin del trabajo indgena cuyos efectos contrariaronel andamiaje de control de la poblacin indgena impuesta por el propiorgimen colonial. Igualmente, la necesidad de dar a la productividad in-dgena la mayor eficacia posible hizo recaer esta responsabilidad en lasrepblicas de indios, dotndolas de una autonoma tal que permiti lareproduccin y continuidad de prcticas y creencias poco o nada compa-tibles con la "policay civilidad"buscada por el rgimen colonia167.Un parde ejemplos resultan ilustrativos al respecto. La bsqueda de miel y cera,preciado gnero exigido como pago de tributo, obvencin, limosna o pararepartimientos, obligaba a los indgenas a internarse solos en el monte,donde permanecan lejos de sus familias, comunidades y ministros re-ligiosos, sin ms vigilancia que la de sus propias conciencias68. Aunque

    65 BRACAMONTEy SOSA, 2001, p. 208. Los dueos de sitios, estancias y ranchos tambin se contaronentre los ms firmes opositores a la aplicacin del arancel del obispo Gmez de la Parada a los indiosvaqueros. SoLfs ROBLEDA, 2005, pp. 189, 190.61.En su carta del 11 de septiembre de 1711, el gobernador Fernando de Meneses acus al obispofray Pedro Reyes Ros de la Madrid de proteger a los estancieros para que los indgenas se quedaranen las estancias, sitios y ranchos, evitando que retornaran a sus pueblos. AGI, Mxico, 1037. Por suparte, el obispo Francisco Matos sealaba que alrededor de la dispersin indgena actuaba n variascomplicidades: por ejemplo, de los curas que, ante el temor "de perder laobvencin que causan si se res-tituyen [los vaqueros indios] a sus naturalezas" se aliaban a los duei'ios de ranchos y estancias. El obispodudaba de que hubiera solucin al problema porque "antes entiendo que los sujetos a quienespuedeV.M. encarsarla ejecucindeinformessobreesteastll/to tienelltoda la disposicin que se necesita para incurrirell la misma vnlla aprel1ellsin que los dueiios de los rancIlOsque esel temor de disminuir sus intereses". Visitapastoral del obispo de Yucatn Francisco de Matos Coronado. 28 de julio de 1737. AGI, Mxico, 1037.67 Sobre la organizacin indgena para el trabajo, ver: SoLfs ROBLEDA,2003, captulo IV.6' Como deca el cura de Calkin, el franciscano fray Jos Perdomo, debido a los repartimientos delgobernador, a los indios "varonesselespide tll/a sran porcin decera,por lo que tienen quepartir a losmontes,quedndoseSlImisani pastoespiritual y deja/Idodesprotesidasa susfamilias". Santa Visita de laPueblo de Calkin hecha por el Ilmo. y Rdmo. Sr. Obispo Don fray Luis de Pia y Mazo. Archivo

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    hubo un continuo sealamiento por parte de las diferentes autoridades ci-viles y eclesisticas yucatecas acerca de las perniciosas consecuencias quela recoleccin de miel y cera traa consigo, esta mantuvo su continuidada lo largo de los casi tres siglos que dur el rgimen colonial en Yucatn;difcilmente hubiera sido de otro modo, puesto que prcticamente todoaquel con poder sobre los indios se benefici de ella69.

    Otro tanto se puede decir de los camulnaes, esos cuartos donde loscaciques recluan a las mujeres para hilar las mantas para el tributo y elrepartimiento. Segn sus crticos, las indias permanecan encerradas "20y 30 Y ms das, dejando como dejan sus maridos e hijos y sus casas desampa-radas y sin quien las provea de lo necesario,y all suelen ser las dichas indiasmaltratadas (...) y es ocasin a otras ofensas a Dios nuestro Seor"70.A pesarde las prohibiciones insertas en las ordenanzas del oidor Diego Carca dePalacios, elaboradas en 1583, los camulnaes permanecieron hasta entrado elsiglo XVIII, debido en buena parte a los encomenderos, quienes los usaronpara asegurar sus tributos de mantas y pates71.

    En general, la dependencia de la economa y de los diferentes secto-res de la sociedad yucateca del tributo y el trabajo indgena supuso paralas repblicas de indios una carga extraordinariamente difcil de llevar,particularmente cuando haba un exceso en la demanda. El abuso podasurgir de cualquiera de los diferentes mecanismos de exaccin o de susbeneficiarios: de los repartimientos de gneros, mediante los cuales seadelantaba un pago y materia prima a los pueblos de indios a cambio deun producto manufacturado o el rescate de ciertos gneros, como la ceran.Aunque fueron los gobernadores y sus personeros quienes ms usaron yabusaron de este esquema, participaron de l tambin el clero, particular-mente los obispos, los encomenderos, integrantes de los cabildos civilesy otros funcionarios civiles y eclesisticos menores. Los derechos parro-

    Histrico de la Arquidicesis de Yucatn (Mrida, Yucatn. Mxico) -en adelante, AHAY-, VisitasPastorales, vol. 1, exp. 10, fol. 32.hY Para limosnas de cera exigidas por el obispo DiegoVzquez de Mercado, vase:Captulos de unacarta del gobernador de Yucatn, Don Diego de Velasco, a Su Majestad. Mrida, 15 de noviembrede 1600. DHY2, pp. 126-127.Sobre los repartimientos de gneros del gobernador Rodrigo Flores deAldana, vanse los testimonios consignados en: GARCfABERNAL,Manuela Cristina. "El gobernadorde Yucatn Rodrigo Flores de Aldana", en HOlllelliljeal Dr. Muro OrejII. Vol. 1. Sevilla: [s.n.], 1979.Ya para el siglo XVIII, ver: Certificaciones originales de los agravios irreparables que padecen losindios de la provincia de Campeche en la porcin que tienen a su cargo los religiosos franciscos dedicha provincia. Junio de 1700. AGl, Mxico, 1035.711Ordenanzas del oidor Diego Garda de Palacios reproducidas en: GARCfABERNAL,Manuela Cristi-na. "Garda de Palacio y sus ordenanzas para Yucatn".TemasAmericanistas(Sevilla).5 (1985),p. 11.71 SoLfs ROBLEDA, 2003, pp. 279, 285.72 Sobre los repartimientos de gneros, vase: SLfsROBLEDA,Gabriela. "El repatimiento de gnerosy la sociedad indgena en Yucatn en el siglo XVII". Estudiosde Historia Novollispillla (Mxico). 22(2000), pp. 13-48.

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    quiales pagados por los indgenas a sus curas doctrineros a cambio de laadministracin sacramental y doctrina, principal fuente de ingresos delclero, tambin podan ser causa de arbitrariedades en su cobro, habidacuenta que su regulacin no lleg hasta 1722, con el arancel realizado porel obispo Gmez de la Parada73. Otras contribuciones para el clero fueronel musil, impuesto para cubrir los gastos de las visitas de los obispos, y labula de la Santa Cruzada, que permita el consumo de carne durante dassantos. En este concierto de impuestqs y limosnas los tributos entregadosa los encomenderos parecieron los menos onerosos, pues fueron ms re-gulados74.

    La respuesta indgena ms efectiva a una excesiva demanda imposi-tiva o laboral fue la huida, ya fuera a la montaa o a los ya citados milpas,sitios, estancias y ranchos75. La huida fue un proceso continuo, que se dioa lo largo de todo el perodo colonial, aunque fue el siglo XVII cuando sepresentaron los movimientos ms significativos en ese sentido. Para nadiefue un secreto el mvil que impulsaba la fuga, "nico recurso suyo [de losindios]en cualquier ahogoy desconsuelo'~como tampoco sus consecuencias:menos tributos, menos brazos para el trabajo y ms idlatras. Tal fue laefectividad de la huida como recurso defensivo y de resistencia, que losmayas yucatecos amagaron con l para aflojar la tensin del nudo de la ex-plotacin: as ocurri en 1700 en Dzitbalchn donde, segn el franciscanocura de Bolonchn Ticul, no se reparta pates ni cera, porque el cacique"sehadefendidocondecir (...)[que]comoestnal piedela montaasehuirn losindios"76.

    La falta de aquellos productos ms valorados en el mercado ex-terior -metales preciosos, cereales europeos, etc.- y las dificultades delcomercio martimo y terrestre llevaron a la postracin de la economayucateca. Una y otra vez la pobreza aparece como marco explicativo detodo tipo de circunstancias y coyunturas: para justificar la continuidadde la encomienda, el repartimiento y el servicio personal; para explicarla lenta conformacin del gobierno de la catedral yucateca, incapaz desostener al nmero de prebendados y cannigos a que su ereccin le obli-gaba; para solicitar limosnas y mercedes especiales en beneficio de laIglesia, el ayuntamiento, funcionarios y particulares; en fin, la lista sera

    73 SOLs ROBLEDA, 2005, pp. 179-193.

    74 GARCABERNA!.,1972, pp. 99-107.75 Sobre la huda vase: BRACAMONTEy SOSA,2001, pp. 36-43. SOLs ROBLEDA;PENICJIEE,1996, pp. XXXIV-XXXVII. PATClI,1993, pp. 52-56.70 Ccrtificacol/CSorigil/alcs dc los agravios irrcparablcs y vcjaciol/cs il/justas quc padcccl/ los indios dc laProv" dc Call1pcclICcl/la porcil/ quc ticl/cl/ a su cargo los religiosos ral/ciscos dc dicha Provil/cia. Alio 1700.AGI, Mxico, 1035.

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    tan larga como tediosa en su reproduccin, lo que no es bice para afir-mar que, sin tomar en cuenta esta condicin, la historia colonial yucatecasera incomprensible.

    LA MARGINALIDAD

    Su aislamiento y pobreza colocaron a Yucatn en los mrgenes dela Nueva Espaa, aun cuando, geogrfica y cartogrficamente hablando,estuviese ms cerca que otras regiones. La pennsula tuvo que aprender avivir bajo esa condicin, aprendizaje que se aprecia en diversos discursosque se esforzaron por sealar su vala a partir, no de s misma, sino de loque poda significar para el conjunto novohispano.

    Desde 1552 las costas de la pennsula comenzaron a sufrir el acosode bandas filibusteras, de diverso tamao y entidad. Al mediar el sigloXVII el principal puerto de la pennsula, San Francisco de Campeche, yahaba sido tomado y saqueado en dos ocasiones, sin contar con las cotidia-nas dificultades que al trfico comercial impona la continua presencia debarcos piratas en la costa peninsular. Los gobernadores yucatecos solicita-ban una y otra vez al rey y al virrey ayuda para mejorar las fortificacionesy batallones peninsulares, sin mayor xito. Buscando impactar la concien-cia de las autoridades metropolitanas, el gobernador Francisco de Baznesgrimi el argumento que le pareci ms interesara a sus superiores:

    "Con que al pasocreceel poder del enemigo[pirata] en la mar a esemismopasocreceel riesgo deque no[sic] sehagapoderosoen la tierra y una vez sepierda una provincia como esta,abundante, tierra firme pasopara toda laNuevaEspaa(...)"77,

    As pues, segn Bazn, resguardar la pennsula no slo servirapara proteger sus recursos y su gente, sino que dara seguridad a toda laNueva Espaa, por lo que "sindudaningunadebierasermsasistidacomolamsnecesariadesu conservacin".Sin embargo, su argumento tampoco fueescuchado, y sus sucesores siguieron clamando por ayuda militar y finan-ciera para la defensa de la regin78.Slo la sucesiva oleada de devastado-res ataques perpetrados en 1663, 1678, Y el peor de todos, el comandadopor Agrammont y Lorencillo en 1685,decidieron a la Corona a voltear su

    77 El gobernador de Yucatn al rey. Mrida de Yucatn, 15 de julio de 1658. AGI, Mxico, 1006.7!1 Vase,por ejemplo, la correspondencia del sucesor de Bazn, don Jos Campero Sorrevilla, en:AGI, Mxico, 1006.

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    mirada a tan golpeada provincia, haciendo de San Francisco de Campecheuna plaza fuerte, adems de establecer fortificaciones y vigas en diversospuntos de la costa yucateca79.

    EPLOGO

    Durante los ltimos aos del perodo colonial, Yucatn logr am-pliar sus mrgenes de autonoma, en buena parte debido a los problemaspor los que atravesaba la metrpoli espaola y la propia Nueva Espaa.As, en 1814los puertos yucatecos se abrieron al comercio con las nacionesamigas y neutrales y se decret un rgimen de aduanas exclusivo parala pennsula; posteriormente, en 1820, a resultas del restablecimiento dela Constitucin de Cdiz, la Diputacin Provincial de Yucatn destituyal intendente y nombr en su lugar a un militar fiel al rgimen constitu-cionalista, quien a su vez desconoci al teniente de rey de Campeche. Es-tos sucesos quedaron grabados en la memoria yucateca y se recuperaronpoco despus, cuando las elites locales comenzaron a delinear una ima-gen de la regin que sublimaba su aislamiento y marginacin histricospara convertidos en smbolos de autonoma y capacidad para sobrevivirpor sus propios medios. La construccin de la "yucatequidad" estableciuna narrativa histrica donde la unin con la Nueva Espaa y la pertenen-cia a la Audiencia de Mxico haban sido hechos ms formales que reales;en la que el crdito por la defensa del territorio recay en el patriciadoyucateco y en la cual la geografa dej de ser sinnimo de esterilidad paraconvertirse en motivo de orgullo. Sin embargo, el trnsito de un esprituautonomista a un proyecto nacional independiente nunca lleg a concre-tarse; al fin y al cabo, el llamado separatismo yucateco era un proyectode "yucatecos", que exclua a la poblacin mayoritaria de la pennsula:los mayas yucatecos. La cruenta rebelin indgena conocida como "guerrade castas", iniciada en 1847, demostrara que tal ecuacin -la exclusinde la poblacin indgena- era del todo imposible, lo que probablementeconstituye la mejor hiptesis explicativa de la incapacidad yuca teca paraser una nacin independiente, tal y como hicieron la gran mayora de lasgobernaciones y capitanas generales del imperio hispano en Amrica.

    7') Sobre las invasiones pirticas y las fortificaciones peninsulares vase: JUREZMORENO,Juan. Cor-snrios y piratns ell Verac1'llz y Cnlllpeclle. Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1972; PREZMARTINEZ,Hctor. Piraterrns ell Cn1l1pecllc(siglos XVI, XVII Y XVIII). Campeche: Ayuntamiento deCampeche, 2004; CALDERNQUI/ANO,Jos Antonio. Fortificnciollcs el Nuevn Espmin. Madrid: Gobiernode Veracruz : Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, Escuela de Estudios Hispanoame-ricanos, 1984; y ORTlZLANZ,Jos Enrique. Arquitectura Militnr de Mxico. Mxico: Secretara de laDefensa Nacional, 1993.

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