8/20/2019 adaptacion paradojica
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Clínica y Salud
ISSN: 1130-5274
Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
España
MONTERO GÓMEZ, ANDRÉS
Síndrome de adaptación paradójica a la violencia doméstica: una propuesta teórica
Clínica y Salud, vol. 12, núm. 1, 2001, pp. 5-31Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
Madrid, España
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ARTÍCULOS
Síndrome de adaptación paradójica a laviolencia doméstica: una propuesta teórica
Paradoxical adaptation to domestic violence: atheoretical framework pr oposal
ANDRÉS MONTERO GÓMEZ*
RESUMEN
Se presenta una hipótesis para concep tualizar una nueva catego ría psicopato - lógica, el Síndrome de Adaptación Paradójica a la Violencia Doméstica (SAPVD).No se trata de una teoría sobre las causas o el mantenim iento de la violencia doméstica, sino una aproximación tentativa a cómo se relacionan determ inadas variables y m omentos psicológicos para producir un escenario fenomenológico concreto e identificab le, el SAPVD. Este síndrome será desc rito como un conjun - to de procesos psicológicos que culmina en el desarrollo paradójico de un víncu - lo inte rpersonal de protecc ión entre la mujer víct ima y el hombre agreso r a través
de la induc ción de un modelo mental que estará dirigido a la recuperación de la homeostasis fisiológica y el equilibrio conductual, asícomo a la protecc ión de la integ ridad psicológica, en la víctim a. Los e lement os definito rios del síndrome será caracterizados por un patrón de cambios cognitivos, su funcionalidad adap - tativa resultado de un proceso psicológico reac tivo en la víctima.
ABSTRACT
A hypot hesis for conc eptualising a new psychop athological category, the Paradoxical Adap tation to Domestic Vilence Syndrome (PADVS), is p resented.
* Organización: Universidad Autónoma de MadridDirigir la correspondencia a : Andrés Montero Gómez, Departamento de Psicología Biológica y la
S a lud , Universida d Autonom a d e Mad rid, 28049 Madrid (Espa ña ). Tlf : 606363675. E-ma i l:a [email protected] ecimientos : Al P rof. Dr. J os é Antonio Ca rrobles, q uien d irige la investiga ción pa ra la verifiica ción
empírica del modelo teó rico
Clínic a y Salud , 20 01 , vo l. 12 n°. 1 - Págs. 5- 31
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It is not a theory on the c auses and maintenance of domestic violence, but a tentative app roach to how certain variables and psychological steps are put in relation to each o ther to p roduce a phenomenological scenery, specific and identifiable, the PADV syndrome. The PADV will be described as an interper - sonal bond of p rotection bu ilt betw een a victim woman and a man aggressor,within a traumatic and stimuli restricted environment, through the induct ion of a mental model that will be aimed at the victim’s physiological and behavioru - ral balance recovering and p sychological integrity protect ion. The feature of the syndrome would be determined b y a pattern of cognitive changes and its adaptive functionality as a fresult of a psychological reactive process in the vectim.
PALABRAS CLAVE
Vínculo t raumático, modelo m ental induc ido , violencia doméstica, Síndro - me d e Adapt ación Paradójica a la Violencia Doméstica.
PALABRAS CLAVE
Traumatic bond , induced m ental model, dom estic violence, Paradoxical Adapt ation to Domestic Violence Syndrome .
Síndrom e d e adap tación p aradójica a la violenc ia doméstica: una prop uesta teórica
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INTRODUCCIÓN
Un factor que añade un elemen-
to de dificultad al estudio de la vio-
lencia c ontra la mujer en el seno de
relaciones de pareja -en su mayo-
ría heterosexuales- es que única-
mente una mín ima par te de los
casos de malos t ra tos es denun-
ciada. Al igual que ocurre en las
diversas aproximaciones efectua-
das al problema del abuso sexual
en la in fanc ia , e l mal t ra to de l a
mujer po r pa reja s o co mpa ñero s
se ntimentales ofrece re c o n o c i d a s
restricciones al conocimiento de la
s it u a c ió n p o r p a r t e d e a c t o r e s
ext ernos a l a nillo prima rio de re la -
ciones de la víctima. Incluso, en un
alto porcentaje de los casos, los
detalles del maltrato no salen del
ám b i to d i ád i c o e xc l u s i v o d e l a
p a re ja d o n d e s e p r o d u c e n . U n
aspecto que pudiera parecer para-
d ó j ic o e s q u e e s t e s ile n c io n o
s i e m p re c orrelac iona co n mujere seconómica o socialmente depen-
dientes de sus parejas sentimenta-
les, sino que a veces mujeres que
podrían ser autosuficientes en el
t erreno laboral o personal continú-
an en el domici l io o contexto de
c o n v i v e n c i a d e l a p a re j a d o n d e
están siendo maltratadas, alimen-
tando así una extraña dinámica de
traumát icas consecuencias . Así ,
comenzando las primeras agres io-
n e s d u r a n t e e l n o v i a z g o o l o s
meses iniciales del matrimonio, lousual es que el escenario de vio-
lencia se prolongue durante añosh as t a qu e l a m u j e r e s c ap az d e
rea c ciona r o uno de los miembro s
de la pareja muere. Alguna macro-
encuesta de orientación sociológi-
ca estima en cinco años la perma -
nencia de la mujer en el contexto
doméstico donde está expuesta a
la violencia (Instituto de la Mujer,
2000), mientras estudios en entor-
nos clínicos elevan esta cifra a los
d i e z a ñ o s (E c h e b u rú a , C o r r a l ,
S a r a s u a , Zu b iz a r re t a y S a u c a ,
1990; Echeburúa, Corral, Sa ras ua y
Z u bi za rreta , 1996).
A pesa r de q ue algunos estudios
establecen un vínculo representati-
vo entre maltra to do méstico y lesio-
nes sufridas por las mujeres (Son-
kin, Martin y Walker, 1985; Stark y
Flitcraft, 1988), sólo una minoría de
estas lesiones es la que finalmente
se registra en centros policiales,
judiciales o de atención a la mujer
como efecto de la violencia domés-
tica. En la literatura se llega a esti-mar que el rango de incidentes de
a g resión domé stica denuncia dos
se e n c u e n t r a e n t re e l 1 0 % y e l
30%, aunque son datos cuya vali-
dez es complicado precisar.
Otra característica a considerar
en este fenómeno es la importante
p ro p o rc ió n d e s itu a c i o n e s e n
donde la s denuncias pre s e n t a d a s
ante las autoridades judiciales o
policiales son retiradas por las pro-
pias mujeres objeto de maltrato ,antes de que se inicie el correspon-
And rés Mont ero Gómez
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diente procedimiento legal sancio-nad or o preventivo . El s ob re s e i-
m i e n to d e u n a c au sa p e n a l p o r
maltrato , como consecuencia del
perdón al agresor o la retirada de la
denuncia por pa rte de la víctima, ha
s ido eva luado cuan t i ta t ivamente
por algún estudio en un 63’5%,
representando el total de sobresei-
mientos un 30% del global de cau-
sa s judicia les po r maltrato (Themis,
1999).
PLANTEAMIENTO GENERAL Y MARCO CONCEPTUAL
La violencia contra mujeres en el
m a rco de re la ciones a fectivas da
lugar a l a man i fes tac ión de una
gran variedad de procesos psico-
l ó g i c o s , l a m ayo r í a d e e l l o s d e
evolución pato lógica debido a la
naturaleza traumática del contex-
to . Alg u n o s d e e s t o s p ro c e s o s
consti tuyen categorías diagnósti-ca s reconocida s en la psicopa tolo-
gía siendo clínica mente obs erv a -
dos y tratados aunque en muchas
ocasiones sin conocer completa-
mente la s com pleja s es tru c t u r a s
del problema real.
A pesar de l a p revalenc ia de l
silencio en las víctimas en la vasta
m a y o r ía d e c a s o s d e v io le n c ia
d o m é s t ic a , l o s t e ra p e u t a s h a n
identifica do una serie de des órd e-
nes clínicos as ociad os a esta clas e
de maltrato. Por parte del hombre
a b u sa d o r, los estud ios en la litera -tura s e re f i e ren c omúnme nte a
t r a s t o r n o s d e la p e r s o n a lid a d
( H a m b e rger y Ha s t ings , 1986),
siendo el trastorno antisocial de la
personal idad y l a depres ión los
más detectados (Dinwiddie, 1992),
c o m p lic a d o s o n o c o n a b u so d e
sustancias. S i se toma en conside-
ración a la mujer víctima, las cate-
goría s diag nóstica s más frec u ent es
son depresión (Campbell, Sullivan
y D a v i s o n , 1 9 9 5 ; E c h e b u r ú a ,
C o rra l, Amor, S a ras úa y Zubiza rre-
ta , 1997) y d iversos cuadros de
an s i e d ad ( S a to y H e i b y , 1 9 9 1 ) ,
e n t re los q ue des tac a el trast orn o
d e e s t ré s p o s t rau m át i c o (Ho u s-
kamp y Foy, 1991).
No obstante, si bien la diagnosis
psicopatológica realizada post-hoc
puede da r c uenta, pa rc i a l m e n t e ,
del impacto de la violencia sobre el
equilibrio psicofisiológico de la víc-
t ima, su uti l idad será en cambio
marginal en el momento de ofreceruna explicación acerca del porqué,
en má s d el 70% de los c a so s (Insti-
tuto de la Mujer, 2000), la mujer
maltratada permanece en una rela-
c i ó n d e a b u s o d u r a n t e a ñ o s
sufriendo las consecuencias aversi-
vas y traumáticas de la vio lencia
e j e rcida co ntra ella por su pa re j a .
En este punto, se podrían mencio-
nar tentativamente tres grupos de
factores que, ya sea de modo uni-
tario o en combinación, e influidos
o no por la presencia de distorsio-
Síndrom e d e adap tación p aradójica a la violenc ia doméstica: una prop uesta teórica
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nes cogn i t ivas producto de unas erie de mitos c ulturales y re li g io-
so s , c o ad yu v an a m an te n e r a l a
mujer en silencio sobre el maltrato
q ue es tá sufriendo: 1) diverso s pro-
c e s o s p a ra l iz a n t e s g e n e ra d o s y
mantenidos por el miedo; 2) la per-
c e p c i ó n p o r l a v í c t i m a d e u n a
ausencia de vías de escape o sali-
da de la situación de tortura; 3) y la
c a renc ia de rec urso s altern a t i v o s ,
s o b re todo en el c a so de mujere s
con hijos que no vislumbran, por
causas variadas, un apoyo externo
viable. Sin embargo, en no pocas
ocasiones se observa que mujeres
a quienes se supone una indepen-
dencia personal o ec onómica y una
pos ibilida d de a cc eso a re c u r s o s
con t inúan en re lac iones ín t imas
dond e s ufren violencia . Esta s muje-
res , que desarro l lan ac t iv idades
sociales o profesionales que sugie-
ren a su entorno inmediato que no
están paralizadas por el miedo, o
q ue incluso llega n a e mprender conéxito iniciativas en varios ámbitos
de sus vidas, parecen sin embargo
incapaces de denunciar a sus agre-
s o res, con q uienes siguen co nvi-
viendo, y mucho menos de aban-
dona r la rela ción.
En muchos casos es te t ipo de
mujeres, de perfil social considera-
do más independiente, y aquellas
otras de dependencia más ligada a
un núcleo familiar del tipo que sea,
c o m p a rten la rea cc ión para dó jic a
de desarrollar un vínculo afectivo
gradualmente más fuerte con susa g re s o res, lleg and o a a sumir la s
excusa s esg rimida s por el a gre s or
tras cada episodio de violencia y
a ce pta ndo s us a rre p e n t i m i e n t o s ,
r e t i r a n d o d e n u n c i a s p o l i c i a l e s
cuando han tenido un momento de
l u c i d e z y l a s h an p re se n t ad o , o
deteniendo procesos judiciales en
m a rcha a l dec la ra r a favor d e sus
a g re s o res antes de q ue sea n con-
denados.
Algunas investigaciones han tra-ta do de a rroja r luz so bre la oc urren-
cia de estos vínculos paradójicos
entre víctima y agresor, fundamen-
t a l m e n t e a p e l a n d o a l a s c l a v e s
afectivas o emocionales que apare-
cen en el contexto d el entorno tra u-
mático y, en algún caso, utilizando
descripciones similares a las pro-
puesta s pa ra el denomina do «sín-
drome de Estocolmo», un conjuntode mecanismos psicológicos que
determinan la formación de un vín-
culo afectivo de dependencia entrelas víctimas de un secuestro y sus
c a p t o res y, sob re t odo, a la as un-
ción por parte de los rehenes d e la s
idea s, creencias , motivos o razo nes
q ue es grimen s us sec uestradore s
para llevar a cabo la acción de pri-
vac ión d e libertad (S trentz, 1980;
M o n t e ro, 1999). No ob sta nte, los
escasos modelos teóricos se han
concentrado en los elementos más
salientes del trauma que convertirí-
an a la víctima en un receptor pasi-
vo de la violencia, dejando de pro-
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fundizar en la cadena de procesosp s i c o l ó g i c o s i m p l i c a d o s y , p o r
tanto, obteniendo al final un dibujo
ses ga do de l fenómeno. Tal vez la
u rg e n c i a p o r e n c o n t r a r m e d i o s
paliativos ante el sufrimiento de las
m u j e res ma ltrata da s ha ya influido
en la circunstancia de presta r aten-
ción a las señales más evidentes,
sin preg unta rse a q ué re s p o n d í a n
determinados síntomas. Pero, en el
fondo, e l éxi to en interpretar la
complejidad de la reacción de una
víctima en un escenario de agresión
co ntinuad a re q u i ere una compren-
sión rigurosa del aparato psicológi-
co involucrado en la formación del
tipo de vínculos paradójicos men-
cionados, con el propósito final de
desactivarlos y abrir más oportuni-
dades a la acción de procedimien-
tos legales o a sistenciales.
Aunque existen teorías que tra-
tan de explica r a spec tos parc i a l e s
del proces o de l maltrato cuya men-
ción sobrepasa el foco de análisisde este estudio (para una revi s ión,
Villavicencio y Sebastián, 1999a),
dos han sido los modelos postula-
d o s p a ra e n saya r u n a h i p ó te s i s
s o b re la naturaleza y emerg e n c i a
de los vínculos paradójicos en rela -
ciones íntimas de componente vio-
lento (figura 1). En uno de ellos,
Dutton y P a inter (1981) ha n des cri-
to un escenario en el que dos fac-
t o res , el d ese q uilibrio de pode r y la
i n t e rmite nc ia en e l t ra t a mien to
bueno-malo, generan en la mujer
maltratada el desarrollo de un lazotraumático que la une con el agre-
sor a través de conductas de doci-
l idad. Según Dutton y Painter , e l
abuso crea y mantiene en la pare ja
u n a d i n á m i c a d e d e p e n d e n c i a
d e b i d o a s u e f e c t o a s i m é t r i c o
s o b re el e q uilib rio de pod er, siendo
el vínc ulo traumá tico prod ucido por
la a lternanc ia de re f u erzos y casti-
gos. Sin embargo, esta teoría des-
c a n s a a p a r e n t e m e n t e s o b r e l a
base del condicionamiento instru-
mental que, desde mi perspectiva,
es válido para dar cuenta de algu-
nos a spectos del rep ertorio de vic-
t i m i z ac i ó n ( p r i n c i p a l m e n te d e
aquellos referidos a la indefensión
a prendida y al efecto sobre la vícti-
ma de los períod os de arre p e n t i-
miento del agresor), pero falla en
cubrir la compleja ca dena funcional
de procesos psicológicos as ocia da
a este tipo d e vínculos pa rad ójico s.
Se gún se expondrá aq uí, la incerti-
d u m b re inherente a la vio lenc iarepetida e intermitente es un ele-
mento clave en el camino hacia el
d e s a rrollo de l vínculo, pero no su
causa única. Además, la teoría no
toma en consideración que alguna
esfera de desequilibrio de poder es
en cierta medida una c a ra cterística
común a muchas relaciones huma-
nas (Dobash , Dobash , Wilson , y
D a l y, 1992): e n las pa rejas traumá -
t ic a s n o p a r ec e s e r un a c o n s e -
c u e n c i a s i n o u n an te c e d e n te a l
a buso.
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O t ro m o d e lo q u e p la n te a u n a
i n t e r p retac ión pa ra el c ompo rt a -
miento pa radó jic o de la s mujere s
maltratadas es el tratamiento facto-ria l de G raham so bre re a c c i o n e s -
t i p o - s í n d rome de Es toc olmo en
mujeres jóvenes q ue mantienen rela-
ciones de noviazgo (Graham, Raw-
lings y Rimini, 1988; Graham et al,
1995). Su modelo factorial toma la
forma de una escala de evaluación
de 49 ítems alrededor de un núcleo
caracterizado por distorsiones cog-
nit ivas y estrategias de coping, y
dos dimensiones secundarias deno-
minadas ‘daño psicológico’ y una
más amb igua ‘amor- d ep e n d enc i a ’ .
La teoría de Graham, de propósitos
evalua t ivos , per f i l topográ f ico y
metodología correlacional, fue dise-
ñada para detectar la aparición de
síntomas del síndrome de Estocol-mo en mujeres jóvenes sometidas a
abuso por parte de sus compañeros
sentimentales, y está basada en la
idea de que el síndrome es el pro-
ducto de un tipo de estado disocia-
tivo que lleva a la víctima a negar la
p a rte violenta del co mporta m ie n t o
del agresor mientras desarrolla un
vínculo con el lado que percibe más
positivo, ignorando así sus propia s
necesidades y volviéndose hipervigi-
lante a nte las de s u ag resor (Graha m
y Ra w lings , 1991). Sin emb arg o ,
mientras esta explicación puede ser
And rés Mont ero Gómez
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FIGURA 1Esq uematizac ión de los mod elos teórico s d e Dutton y P ainter, 1981 y
Graham et al, 1995
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válida para describir alguno de losprocesos globales implicados en el
síndrome, no proporciona una hipó-
tesis teórica sobre la naturaleza del
p ro c e so t rau m á t ic o m ás a l lá d e
algunos de sus elementos constitu-
yentes. Igualmente, el modelo de
Graham está afectado por un sesgo
metodológico inicial derivado del
hecho de que tanto la extracción
empírica del cues tionario q ue utiliza
para la contrastación teórica, como
los resultados que arroja, proceden
d e in v e s t i g a c i o n e s q u e u t iliz a n
muestras de mujeres de una deter-
minada franja de edad y nivel edu-
ca tivo (univers ita ria s ), c ircunstancia s
que comprometen las propi eda des
del instrumento de medida y dificul-
tan la generalización de los resulta -
dos .
Por otra parte, hasta donde llega
el conocimiento del autor, en Espa-
ña no se han realizado investigacio-
nes que abordaran la presencia de
rea cc iones parad ójica s en víctimasde violencia doméstica. Los traba-
jos q ue han explorado a ctitudes o
es tructuras cognitivas de interpreta -
ción de la realidad violenta en ámbi-
tos de a gresiones de género s e han
co ncentrado en des cribir la existe n-
cia de distorsiones cognit ivas en
a g re s o res intrafa milia res (Fern á n-
de z-Monta lvo y Echeb urúa , 1997), o
en dar cuen ta de jus t i f i cac iones
a cerca de la violencia en conductas
de a gresión s exual en re l a c i o n e s
h e t e rosexua les entre jóvene s uni-
vers i ta r ios (S ipsm a , C a rro b l e s ,Montorio y Everaerd, 2000). En este
último se encontró que un 17.5%
de los varones de la muestra acep-
taba algún tipo de c oac ción en con-
ductas sexuales en base a determi-
nadas justificaciones, mientras que
ese porcentaje era de un 6.3% en el
caso de las mujeres .
Alternativamente, en orden a facili-
tar una explicación teórica para el
comportamiento pa ra dójico obs erva-
do en determinadas mujeres maltra-tad as , se propone q ue un determina-
do tipo de víctimas de violencia en el
ámbito de la pareja, cuyas caracte-
rísticas habrá que determinar en la
consiguiente investigación, sufren la
manifestación de un síndrome glo-
b a l, e l S í n d ro m e d e Ad a p tac ió n
Paradójica a la Violencia Doméstica
(SAPVD), generado como una reac-
ción psicofisiológica y conforma do
en una serie de modificaciones cog-
nitivas ante un entorno traumático
d e n t ro de un c onte xto re f e re n c i a l ,cual es el medio doméstico.
El síndrome AP VD, c omo nuevo
concepto, proviene de la aplicación
al ámbito de la violencia contra la
mujer en el entorno doméstico del
mode lo teór ico desarro l lado por
Montero (1999, 2000a, 2000b) para
el síndrome de Estocolmo clásico. El
s í n d rome AP VD será des crito aq uí
como un conjunto de procesos psi-
cológicos q ue, a través d e la s d imen-
siones de respuesta cognitiva, con-ductual y fisiológico-emocional, cul-
Sínd rome de adap tación paradójic a a la violencia doméstic a: una prop uest a teórica
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mina en el desarrollo paradójico deun vínculo interpersonal de protec-
ción entre la mujer víctima y el hom-
b re a gre s o r, en e l ma rco de un
ambiente traumático y de restricción
estimula r, a través de la inducción de
un modelo mental, de génesis psico-
fisiológica, naturaleza cognitiva y
anclaje contextual, que estará dirigi-
do a la recuperación de la homeosta-
sis fisiológica y el equilibrio conduc-
tual, así como a la protección de la
integridad psicológica, en la víctima.
Desde esta perspectiva, el síndrome
APVD es un mecanismo activo de
a dapta ción ha bilitado para amorti-
gua r y/o e vita r la incidenc ia ma siva
de estresores amenazantes sobre la
víctima, que se aproximaría a este
cuadro psicológico a través de cua-
tro fases s ituad as en un continuo.
FASES SINDROMICAS
1 . Fase DESENCADENANTE(figura 2). Originad a e n la presenta -
ción del escenario traumático, esto
es, cuando la mujer recibe la primera
expresión d e violencia física de parte
de su pareja sentimental. A pesar de
que se hubieran producido discusio-
nes previas o incluso algún nivel de
ma ltra to psicológico en la pa re j a ,
cons idera mos la primera a gre s i ó n
física como el elemento disparador
clave de todo el proceso. Esta vio-
lencia inaugural tiene el efecto trau-
mático de una ruptura del espacio
de seguridad y confianza construido
sobre la base de la relación afectiva.
Después de la agresión, los límites
de seguridad y peligro se entremez-
clan y sus señales se difuminan.
And rés M ont ero Gómez
CLÍNICA Y SALUD 13
FIGURA 2Mapa conceptual hipotetizad o pa ra la fase des enca dentante del SAP VD
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A pa rte la s bien c onoc ida s re a c-ciones neuroendocrinas de estrés
comunes a todo e ntorno de intensa
amenaza (Se lye , 1956; Soko lov ,
1963; Neufe l, 1984; Sa nd ín, 1995),
desde una perspectiva cognitiva se
puede afirmar que el aspecto más
signif icat ivo de esta fase será un
e s t r e c h a m i e n t o d e lo s c a n a l e s
atencionales (MacLeod, Mathews y
Ta ta , 1986), sesg ados y comprome-t i d o s h ac i a l a p e rc e p c i ó n d e l a
amenaza (Williams, Watts, MacLe-
od y Mathews, 1988; MacLeod y
R u t h e rf o rd , 1992), q ue te nd rá
re percusiones en una consecuente
limitación de los imputs estimulares
que alcanzan el nivel de conscien-
cia. Debido a la focalización aten-
cional, los procesos perceptivos y,
a través de ellos, las vías esta ndari-
zadas de juicio y razonamiento se
verán puntualmente desestabiliza-
das por la evaluación de la amena-
za y la inevitable adjudicación de
recursos a su afrontamiento.Emocionalmente, aunque en otra
clase de ataques violentos contra
m u j e res (p. ej. viola c ione s ) el c on-
tacto inicial y repentino entre vícti-
ma y ag res or origina una re a c c i ó n
primaria de miedo, genuina en el
se n t i d o i n s t i n t i v o j am e s i an o
(J a mes , 1983) y previa a c ualq uier
valoración cognitiva del hecho, el
miedo en este contexto y después
l a a n s i e d a d e s t a r á n a l t a m e n t e
modulados por un sentido de pér-
dida. La mujer siente que algo se
ha roto, q ue una pa rte en su interiorse ha perdido. Además, el impacto
g lobal de l a rea l idad t raumát ica
p e rcibido a tra vés de una evalua-
ción sesgada por la desorientación
derivada de la circunstancia d e q ue
el agresor es la pareja afectiva de la
víctima, desencadenará una miría-
da de emociones, principalmente
negativas. Una vez la agresión ha
f inal izado y la mujer es dejada a
solas, el resultad o má s proba ble es
q ue la víctima entre en un angus tio -
so e s t ad o d e an s i e d ad d e c u rso
p ro g res ivo, q ue pro b a b l e m e n t e
correlacionará con accesos ocasio-
nales de ira que revertirán hacia el
e s t r é s c o m o e l e m e n t o a ñ a d i d o
( L a z a rus, 1968; Dia mo nd , 1982).
Ta nto la inca pa cida d d e la víctima
de actuar eficazmente para modifi-
car su entorno, como la acumula-
c ión de a fec to negat ivo y , sobre
todo, la consolidación del senti-
miento de pérdida, favorecerán el
avance hacia un posterior cuadrodepresivo.
2 . Fase de REORIENT A C I Ó N(figura 3). Cuando la mujer dispon-
ga del momento de reevaluar tras la
primera a g resión fís ica , la ru p t u r a
d e l e sp ac i o d e se g u r i d ad h ab rá
p roducido un pa trón g enera l de
desorientación, responsable de la
instauración de un estado de incer-
t idumbre donde previamente había
p ro t e c c ió n . S i c o n s id e r a m o s e l
hog ar co mo un a mbiente re f e re n-
cial en lo concerniente a la identi-
Síndrom e d e ad aptación p aradójica a la violenc ia doméstica: un a pro puesta teórica
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8/20/2019 adaptacion paradojica
12/28
dad individual, es viable suponerque la incertidumbre, junto al miedo
y al sentido de pérdida, coadyuvan
a bo rra r los límites de la ins erc i ó n
de la víctima en su núcleo primario
de relación, el lugar donde ella se
siente a salvo. Es de esperar que
tal reversión tenga una repercusión
en los esquemas del se l f y en la
autoestima de la víctima. Además,
o t ro elemento s ignifica tivo en la
es tructura d e referentes d e la mujer,
su marido o compañero sentimen-
tal, ha modifica do ab ruptamente su
definición, convirtiéndose en una
am ena za impred ec ible (re v e r s i ó n
de re f e rentes ). De es te mod o, laprimera consecuencia derivada de
la ruptura del espacio de seguridad
es la exposición a un riesg o q ue se
si túa en el in terior mismo de un
entorno de referencia bá sica para el
sujeto . El poder disruptor de un
p e l i g ro incierto, junto a l ma nteni-
miento de la violencia en casa, con-
tr ibu irán de un modo no tab le a l
d e te r i oro psicofísico de la víctima.
La presencia continuada de estre-
s o res a mbientales en un c ontexto
referencia l subs ta nciará la recurren-
cia de un estado de ansiedad que
seguramente irá creciendo en cro-
And rés Mont ero Gómez
CLÍNICA Y SALUD 15
FIGURA 3Mapa conceptual hipotetizado para la fase de reorientación del SAPVD.
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13/28
nic idad y que podr ía degenerar ,como se verá, en la formación de
un cua dro d epres ivo . Tod o es te
proceso de desorientación y ruptu-
ra se verán potenciados en mujeres
sin ocupación profesional o aficio-
nes fuera del hogar, debido al peso
específico del entorno doméstico
en la definición de sus estruc tu ra s
espac io- tempora les bá s ica s y en
su autoconcepto.
Unidas a las insidiosas cualida-
des de la ansiedad y originadas enla fase previa como reacción adap-
tativa a la percepción de la amena-
za, las anormalidades atencionales
s e r á n m a n t e n id a s c o m o v ía d e
optimización de recursos. Algunos
a u t o res (Will ia ms et a l , 1988;
E y s e n c k , M a c L e o d y M a t h e w s ,
1987; Eysenck, 1991) han encon-
trado evidencia que apoya la afir-
mación de que los individuos afec-
t a d o s p o r e s t a d o s d e a n s ie d a d
desarrollan una clase de sesgos en
el procesamiento preatencional dela información ambiental que favo-
recen, de modo a utomático, la c ap -
tación de estímulos amenazantes.
En nuestro ca s o de re f e rencia , los
ca nales para e l normal pro c e s a-
miento de imputs estimula res e xter-
nos (a los que añadimos los intero-
ceptivos) se estrechan hasta que-
da r pro g res iva mente limitado s a la
p e rcepción d e la amena za . Es te
tipo de buc le a tencional , cre a d o
por la situación ans ióge na, s uminis-
tra un sustento para la ansiedad y
conduce al sujeto a una forma dec írculo vic ios o q ue e s re tro a l i me n-
tado a través del patrón general de
desorientación de la víctima. Inclu-
so podríamos contemplar una s uer-
te de restricción estimular en el
sentido d e q ue la mujer está vivien-
do permanente en el seno de una
configuración amenazante, similar
en cua nto a un principio de percep -
ción de no-hay-salida al aislamien-
to sensorial producido en situacio-
nes de secuestro (Montero, 1999).
As í, la mujer s ufre de una re s t r i c-
ción estimular en clave de aisla-
miento que, añadida a los sesgos
atencionales, cercena claramente
s u c a p a c i d a d d e c o m un ic a c ió n
hacia otras personas.
S i s uponemos q ue las ag re s i o-
nes tienen un curso intermitente y
repetido (Dutton y Painter, 1981;
Echeburúa et al. 1990), el manteni-
miento de intensos niveles en la
respuesta de estrés, la incapacidad
que percibe la víctima para manejarun entorno hostil con la evidente
in fe r io r idad de sus recursos , l a
des orienta ción deb ida a la re v e r-
sión de refe rente s y, fina lmente, la
adicción de factores de influencia
p e rturba do ra co mo la incert i d u m-
b re y la s ensa ción de nega tivida d,
todos ellos se agruparán para con-
solidar el inicial proceso agudo y
reactivo de estrés hacia uno cróni-
co y sostenido de ansiedad, perju-
dicial de es e modo para el orga nis-
mo. Este estadio en la evolución de
Síndrom e d e ad aptación p aradójica a la violenc ia doméstica: un a pro puesta teórica
16 CLÍNICA Y SALUD
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la situación traumática es complejo,pues l a fo rmación crón ica de l a
reacción de ansiedad coincide en la
víctima c on la b úsq ueda d e estrate-
gias de coping en orden a adaptar-
se al nuevo contexto.
Una vez sobrepasada la fase ini-
cial de miedo reactivo modulado
por l a sensac ión de pérd ida , l as
interacciones víctima-agresor que
o c u rra n en aus encia de violencia,
serán posicionadas por la mujer en
el marco de la dinámica de reorien-tac ión e n la q ue es tá compro meti-
da. Aunque posibles acercamientos
entre los actores implicados duran-
t e la q u e h e d e n o m in a d o ‘ fa s e
d e s e n c a d e n a n t e’ p u e d a n e s t a r
marcados por conductas de recha-
zo y aislamiento en el lado de la
v íc t i m a (i .e . n e g a t iv as a h ab la r,
retracción motora, etc.), la apertura
conductual de la mujer en esta fase
de exploración favorecerá una dis-
tensión en la relación, quizás coin-
c id i e nd o c o n a lg u n o s s ig n o s d ea rrepentimiento en el c ompa ñero
a g res or (Wa l k e r, 1984). Aq uí, s in
e m b a rgo , la mujer com enza rá a
añadir indicadores de vulnerabili-
da d a los ya emergentes s entimien-
tos de culpabilidad.
En efecto, durante los compases
iniciales del proceso de violencia la
tendencia en la mujer será autocul-
parse por los golpes recibidos. Una
vez la ira ha desaparecido o se ha
i n t roye c ta do (Wa l k e r, 1984), y elpatrón de d esorientación y los ses-
gos atencionales se han estableci-do, los canales cognitivos centra-
dos en evaluar la amenaza sugeri-
rán a la mujer que debe de haber
una razón para las agresiones, que
la violencia pudiera ser un castigo
p ara a l g u na c la s e d e c o m p o rt a -
miento impropio en que ha incurri-
do . La mujer se sentirá culpable
p o rq ue sus vías de ra zonamiento,
comprometidas por la hipervig i la n-
c ia y los sesgos a tenc ionales , l a
conducen hacia la conclusión más
autorreferencial: el castigo está ahí
para corregir algo que ella ha hecho
mal. De esta forma, la víct ima se
autoinculpa, pronunciándose esta
tendencia en mujeres que conser-
ven estructuras de creencias basa-
das en pautas de comport a m ie n to
tradicionales, ya sean fundamenta-
das en ejes religiosos, culturales o
sociales, que primen adhesiones
incondicionales de f idel idad a la
pareja o ideas irracionales sobre el
a m o r, entre o tra s . P ero , a demá s,otra fuente de culpa y verg ü e n z a ,
bastante más inconsciente y laten-
te, la constituye el hecho de que el
a g reso r es a lguien q ue la pro p i a
mujer eligió un día pa ra c ompa rt i r
su vida: esta es una culpa determi-
nada por una frustración de expec-
tativas y metas.
La ruptura del espacio de seguri-
dad, más pronunciada si se produ-
ce en el seno de una unión matri-
monia l , qu iebra en la mujer l as
e xp e c t a t i v as e n u n p ro ye c to d e
And rés Mont ero Gómez
CLÍNICA Y SALUD 17
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fu tu ro junto a su pa reja . Es te co n-ce pto era un elemento pro b a b l e-
mente ya incorporado a los esque-
m as d e i d e n t i d ad d e l a m u j e r y
ahora, en un contexto de violencia,
se torna en factor disonante que
colisiona con el mantenimiento del
estatus marital o afectivo. En esta
f a se d e re o r i e n t ac i ó n , l a m u j e r
busca introducir un equilibrio entre
su sistema de creencias, la f rag-
menta da es truc tura de re f e re n t e s ,
la autoestima dañada por la auto-
culpabilización y la realidad violenta
en el hogar. La víct ima entonces
producirá un reajuste de expectati-
vas y un realineamiento cognitivo
sobre la base del principio de con-g ruenc ia a ctitudinal, to do ello en
orden a evita r la disona ncia (Festin-
g e r, 1957) entre su co nduc ta de
elección y compromiso con la pare-
ja, de una parte, y la situación trau-
mática en la que está viviendo, de
otra. Intentando compaginar estos
elementos con un mermad o pa q ue-
te de recursos, la mujer entrará en
la fase d e coping.
3 . Fase de AFRONT A M I E N T O
(figura 4). En este punto, la víctimadedica su l imi tada capac idad de
inf luencia a log rar una inse rc i ó n
más funcional en un entorno refor-
Síndrom e d e adap tación p aradójica a la violenc ia doméstica: una prop uesta teórica
18 CLÍNICA Y SALUD
FIGURA4Mapa conceptual hipotetizado para la fase de afrontamiento del SAPVD.
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16/28
mulado. En este punto, las posibili-dades de coping estarán modula-
das por las variables personales y
contextuales asociadas a la víctima
en c ad a ca so part i c u l a r, entre la s
cuales mencionamos los estilos de
a f ronta miento (Witkin y G ood e-
nough, 1981; Lazarus y Folkman,
1984), el apoyo social real (Saran-
son y Saranson, 1985) y perci bid o
(Hoff, 1990), y el propio estado psi-
cofisiológico general de la mujer,
sin olvidar el peso específico juga-
do por los factores de vulnerabili-
dad de la víctima ante el maltrato
(Mittc hel y Hod s on, 1986; Wa l k e r,
1984; Dutton, 1992), en cuya cate-
goría destaca la exposición general
de la víctima a violencia durante la
infa ncia /a do lesc enc ia (Vil la v i ce n ci o
y Sebastián, 1999b).
A lo largo de esta fase de afron-
tamiento en una relación violenta
que ha perdido los límites definito-
rios y referenciales afectivos que la
i n i c i a ron, los proce so s de va lora-ción cognitiva del medio ambiente
se convierten en el elemento pros-
pectivo preponderante. Si durante
la exposición inicial a una coalición
de e streso res la eva luac ión prima ria
de las dema ndas contextuales es la
que tiene prioridad en la formación
de respuesta de resistencia ade-
c u a d a , e n c u a n t o c o n c ie r ne a l
co ping la c uestión predo minante es
un ciclo de evaluación secundaria,
esta vez concentrado en la valora-
ción permanente de los recursos de
la víctima para hacer frente a lasd e m a n d a s c o n t e x t u a l e s . E s t e
mecanismo bifásico de evaluación
co gn it iva des cr ito por Laza rus y
Folkman (1984) implica someter a
continuo contraste la estimación de
la s d emanda s situac ionales frente a
la percepción de los propios recur-
sos, de tal manera que ello produz-
ca una progresiva retroalimentación
en donde la información originada
en el medio ambiente marque el
ri tmo de las medidas puestas en
marcha para lograr el ajuste indivi-
dua l. En un es ce na rio de ru p t u r a
del espac io de seg urida d, expuesta
la víctima a restricción estimular y
afectada por sesgos atencionales,
es viable considerar que la habili-
dad de la mujer para llevar a cabo
u n a e v a l u a c i ó n s e c u n d a r i a c o n
garantías está básicamente distor-
sionada.
Si la mujer carece de vías salu-
dables para la expresión emocio-
nal, la configuración depresiva delestrés crónico avanza (por tanto ,
involucrando una dinámica c irc ula r
n e g a t iv is t a e n l a p e rc e p c i ó n
ambiental –Beck, 1976) y, sobre
todo , la inac ción determinante e n la
v í c t i m a e s t á c r e c i e n d o , l o s y a
e m e rgentes sentimientos de culpa
y vergüenza serán promocionados;
y el drástico descenso en la auto-
estima debido a las conductas de
docilidad se verá pronunciado.
La culpa es atribuida en la litera-tura a la influencia de difere n t e s
And rés Mont ero Gómez
CLÍNICA Y SALUD 19
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f a c t o res (Ca st illa del P ino, 1991),aunque su génesis bien puede ser
limitada a un par de áreas: la per-
cepción, por parte del sujeto, de
q ue no es tá cumpliendo c on re fe-
rentes normativos externos, deter-
minados por religión-moral, educa-
ción, cultura (Kohlberg, 1981); o la
presunción de q ue está excediendo
criterios re f e renc iales internos del
autoconcepto (Rogers, 1951). En
es te ámbi to y l igando los sen t i-
mientos de culpa a la mencionada
circularidad del proceso depresivo,
es posible suponer una culpa estre-
chamente asociada a autoevalua-
ciones corrompidas por el proceso
de desorientación y la hostilidad del
ent o rno, afec tand o directa mente a
la búsqueda por parte de la mujer
de elementos de ayuda en el exte-
r i o r, una bús q ueda q ue fina lmente
la conducirá al itinerario más carac-
te r ís t ico de l SAPVD, su f ase de
adaptación.
A es ta c lara incapac idad de l amujer pa ra lograr recursos efectivos
por ella misma -siempre teniendo
en cuenta una víctima que ha llega-
do a este punto sin conseguir un
a f rontamiento a da ptat ivo-, pode-
m o s a ñ a d ir la e l e va d a c a rg a d e
in c ertidu m b re inherente a a gre s i o-
nes intermitentemente administra-
da s. A modo d e a gente des esta bili-
za d o r, la incert i du mb re tend rá una
influencia s ustantiva en es ta etapa ,
puesto que es en esta fase cuando
la incertidumbre se manifiesta más
claramente en su coincidencia conla autoevaluación de recursos en la
víctima y sus intentos por construir
e s t r a t e g i a s d e c o n t r o l s o b r e e l
entorno. Según el argumento clási-
co de Kelly (1955), la de termina ción
de la conducta está basada en la
capacidad de la persona para anti-
cipar apropiadamente la ocurrencia
de eventos a su alrededor, consoli-
d á n d o s e e l a j us t e p e r s o n a l po r
medio de la previsión de acciones
llevadas a cabo desde la observa -
ción de las regularidades en la rea-
lidad. En el entorno traumático y
a m e n a z a n t e q u e s e a n a l iz a , lo s
contornos para la anticipación son
borrosos y las intenciones del agre-
sor difícilmente predecibles.
La producción de mode los de
rea lida d, es cenarios para la ac ción,
por parte de la mujer se transforma
en un proc es o extre m a d a m e n t e
c o n s t reñido po r la reversión de
referentes y subordinado a la cons-
tante probab ilida d de una ag resión.La incapacidad para la anticipación
se une a la inacción para erosionar
el autoconcepto, sujeto a una pre-
sión m ultidimensional a limenta da
por las dinámicas cognitivas circu-
la res y los sesgos mencionados, y
por un patrón de notable deterioro
psicofísico. De este modo, la per-
cepción de estar en posesión de
conducta s inefica ces para a fro n ta r
el contexto a versivo y la importante
ca rga de incertidumbre que c ondu-
ce a sentimientos de incontrolabili-
Sínd rome de adap tación paradójic a a la violencia doméstic a: una prop uest a teórica
20 CLÍNICA Y SALUD
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dad, se traducirán en la víctima enel desarrollo de lo que se conoce
como conducta de vict imización,
e sp e c i a l m e n te a so c i ad a c o n l o s
principios de la teoría de la indefen-
sión aprendida de Seligman, que
co mprende el esta blecimiento en la
m u je r d e c o n d u c t a s d e e n t re g a
pasiva bajo la inevitabilidad de las
c o n s e c u e n c ia s d e riv a d a s d e l a
situación aversiva (Seligman, 1975;
Abra ms on, S eligm a n y Te a s d a l e ,
1978; Peterson y Seligman, 1983).
Tam b ién, la a usenc ia de c ontro l
s o b re los e lementos traumá ticos
estaría impulsada por lo que Hoier
de nomina «a prendiza je traumá tico»
(Hoier et a l, 1992), q ue provend r í a
de la exposición de la mujer a una
superposición de programas con-
currentes de aprendizaje, definidos
por el refuerzo positivo de las res-
puestas de la víctima d esead as por
el agresor y e l cast igo para cual-
q uier conducta de resistencia.
En este estado de cosas, el pro-ceso de cron i f icac ión de l es t rés
liga do a fases previa s, las cog nicio-
nes depresógenas y el distrés sin
coping, se unirán para estabilizar
un incipiente estado depresivo en
la víctima, que evolucionará hacia
un patrón d istímico q ue s ería válido
situar como el último eslabón en
continuo dimensional estrés-ansie-
d a d - d e p resión-dis timia (Kenda ll y
Watson, 1989; King, Ollendick, y
Gul lone , 1991; Cra ig y Dobson ,
1995). La generación de analgesia
medida por la liberación de opioi-des endógenos, probada en estrés
( Va n d er Kolk, G re e n b e rg y Orr,
1989) y estrés sin coping, puede
contribuir -además del aumento en
el umbral dolor- al embotamiento
emocional y a la reducción de la
sensibilidad, todo lo cual fortalece-
rá l a s c o n d u c t a s d e p as i v i d ad e
indefensión en la víctima.
4. Fase de ADAPTACIÓN ( f igu-ra 5) . Este estadio es una exten-
s i ó n d e l a f a s e d e c o p i n g e ndond e, ba jo el prisma de la re s i s-
tencia pasiva, la víctima comienza
a s o m e t e r s e a la s c o n d i c io n e s
e x t e rna s , a ad ap tarse de manera
p a r a d ó j i c a a l a v i o l e n c i a d e s u
a gresor. De este modo, bajo la pro-
ba ble premisa de l dete rioro psicofi-
siológico, sumergida la mujer en tal
a mbiente de duda so bre su pro pio
b ie n e st a r, co n un s istema de refe-
rencias fracturado, consciente de
una situación de inferioridad que la
hace dependiente de su agresor ysin elemento s fia bles d e juicio pa ra
abrigar esperanzas reales de cam-
bio, la víctima s e c omprometerá en
una búsq ueda de nuevos factore s
q ue pueda n s uminis trar e sta bilida d
y equilibrio. Ello la llevará a mover-
se hacia el lugar donde se concen-
tra el mayor porcentaje de poder
en es e momento, el a gre s o r, c on
quien comenzará a desarrollar un
víncu lo paradó j ico de d inámica
similar al síndrome de Estocolmo
( Mo n t ero, 1999, 2000a).
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E n e f e c to , d u ran te l a f a se d e
a d a p t a c i ó n l a v í c t i m a b u s c a s u
i nse rción c on el máximo g rad o deajuste en un entorno cuyas propie-
dades de cambio sobrepasan los
recursos que tiene la persona. La
mujer asume que el mantenimiento
de un contexto hostil y adverso es
independiente de los medios que
ella pueda poner en práctica para
m o d i f i c a r l o , e n t r a n d o d e e s t a
manera en un estado cercano a la
indefensión a prendida des crita por
Seligman (Seligman, 1975), que en
nuestro ca so sería del tipo personal
a utoinculpa torio (Abrams on et a l,
1978).
No obstante el período de victi-
mización, lo que transforma verda-
deramente al SAPVD en un cuadrodiferencial con respecto a otro tipo
de desórdenes explicados en parte
sobre la base de la teoría de Selig-
ma n (por ejemplo, e l PTS D), es q ue
durante el desarrollo de la fase de
adaptación la víctima logra sobre-
pasar la indefensión aprendida en
orden a situarse en posiciones que
marcarán el ritmo de su reintroduc-
ción en un marco redefinido por los
nuevos referentes impuestos por el
con texto . La mujer abandona la
inde fens ión a pre n d i d a - p e r s o n a l
principalmente a través de un pro-
Síndrom e d e adap tación p aradójica a la violenc ia doméstica: una prop uesta teórica
22 CLÍNICA Y SALUD
FIGURA 5Mapa conceptual hipotetizad o pa ra la fase de a da ptac ión del SAP VD.
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ce so de «identifica ción traumá tica »
c o n e l ag re so r y p o r m e d i o d e l
cambio de atribuciones personales
i n t e rnas (so bre la s q ue se funda-
menta el mod elo re f o rmula do de
Seligman) a externas y universales,
ambas en el sentido causal de Wei-
ner (1972).
El proceso de identificación se
construye sobre la base proporcio-
n ad a p o r l a e m e rg e n c i a d e u n aespecie de formación delirante o
pseudodelirio , hacia el cual la vícti-ma dirige sus mínimos recursos en
o rden a proteger el autoc oncepto
por medio de un desplazamiento
de la culpa hacia el mundo externo
a su hábitat -precisamente hacia
quienes el agresor haya declarado
como sus enemigos o re s p o n s a -
bles de la situación-, conteniendo
así la percepción de relaciones de
no-contingencia e incontrola b ili da d
(ahora existen responsables causa-
les y están fuera). Los estudios de
O’Leary apoyarían esta tesis cuan-
do encuentra que el 75% de las
mujeres maltratadas no perciben su
relación como problemática y atri-buyen las causas de las agresiones
recibidas a elementos externos al
m a l t r a t a d o r, s in reco noc er s us
intenciones de ser vio lento o de
hacer daño (O’Leary et al, 1989).
P or lo ta nto, el proc es o de identi-
ficación víctima-agresor arranca de
And rés Mont ero Gómez
CLÍNICA Y SALUD 23
FIGURA 6Previsión de tres dimensiones atribucionales de la víctima en las fases de
afrontamiento y adaptación del SAPVD.
AUTOEFICACIA LOCUS DE LOCUSPERCIBIDA CONTROL DE CAUSALIDAD
afrontamiento ba ja externo (a gresor) Interno
adaptación ba ja externo (otros) Externo
• la autoefica cia (Ba ndura, 1977) percibida responde a las expectativas q ue
tiene el sujeto d e emitir una respuesta con éxito en una s ituac ión d etermi-
nada
• el LOC, en el sentido d e Weiner (1972), responde a la pregunta d e ¿ ba jo
control de qué o de quién está la situación?
• el locus de causa lidad responde a la pregunta de ¿dónde está situada la
ca usa d e la situación? o, lo q ue es igual, ¿q ué o quién ca usa la situación?(eq uivaldría a la percepción de respons a bilida d)
8/20/2019 adaptacion paradojica
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un estado de ruptura del espaciode seguridad y confianza y de la
superac ión de la indefensión apren-
d i d a , p a r a l l e g a r a c o n s t ru i r u n
modelo mental inducido a partir de
la naturaleza traumá tica del contex-
to y sus repercusiones, un modelo
q ue enca rna un ma rco re f e re n c i a l
p ropio, q ue po d ría mos denominar
«m a rc o re f e rencia l d e tran sic ión»
–transición derivada del carácter
i n s t rumenta l de l mod elo-, y una
identidad de compromiso, ambos
elementos adoptados por la víctima
en el transcurso de su adaptación
al trauma.
La identidad de compromiso es
una iden t idad d isoc ia t iva a d hoc
f o rma da por es q uemas q ue incor-
poran las premisas cognitivas del
a g re s o r. A tra vés de es ta nueva
h e rram ienta c og nitiva, la víct ima
e n s a y a la c o m p o s ic i ó n d e u na
espec ie de al ia nza con su pare j a
a busiva para intentar a frontar, para-
dójicamente, la espiral de agres io-nes . E l mode lo menta l inducido
recoge las ideas, razonamientos y
a rgumentos del ma ltrata dor pa ra
modelar un tipo de escenario ope-
racional . Este conjunto de ideas
constituirá el pretendido escenario
mental donde conseguir diversos
niveles subjetivos de seguridad y
confianza.
El modelo mental inducido, que
conceptualmente podemos si tuar
c e rca no a un es q uema contextualde procedimiento, quizás como un
esquema explicat ivo con Fiske yTa ylor (1991) o s imilar a un es q ue-
ma de razonamiento pragmático en
el sentido de Holland et al (Holland,
Holyoa k, Nisbe tt y Thaga rd, 1986),
es un a lgo ritmo c ogn itivo q ue opera
sobre la base adaptativa de sobre-
vivir a las posibles consecuencias
negativas del entorno traumático,
cuyas expectativas adversas son de
ese modo congeladas y evi tadas;
también tiene un propósito de ajus-
t e a l a m b i e n t e a m e n a z a n t e p o r
medio del nuevo marco referencia l.
La identida d d e co mpromiso traba ja
a modo de eje del proceso de iden-
tificación, condicionado por un prin-
cipio de congruencia cognit iva y
sostenido en esa mencionada clase
de formación delirante cuyas fun-
ciones so n evita r la disona ncia (Fes-
tinger, 1957) y llenar de sentido los
vínculos de la víctima con el agre-
s o r. La s líneas de la identida d de
c o m p romiso ac túan sesg ada s por
la selectividad atencional, que enestas circunstancias filtra la infor-
mación negativa en orden a incor-
porar al marco de identificación úni-
camente los elementos de la con-
ducta del agresor que parezcan ser
positivos, generalmente ideas , a rgu-
mentos o inst a ntes de a rre p e n t i-
miento y reconcilia c ión.
El concepto de formación deli-
rante no alude aquí estrictamente a
la catalogación de un delirio según
la perspectiva c lás ica de J a spers
(1975), pues to q ue mi pro p u e s t a
c a rec e de los elementos de falso
Síndrom e d e ad aptación p aradójica a la violenc ia doméstica: un a pro puesta teórica
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juic io o evide ncia s ob re una re a l i-dad imposib le que requer i r ía l a
aproximac ión diagnóstica a un tras -
t o rno delirante. Al c ontra rio, c on
f o rmac ión de lirante se pre t e n d e
referir cierta arrogación cognitiva
q ue la víctima realiza ac erca de las
idea s motiva ntes del agresor, de su
universo argumental, al modo que
o c u rriría en un c a s o d e «folie à
deux»(Gralnick, 1942). Desde esta
perspectiva y para evitar connota-
ciones confusas, quizás sería más
a p ropiad o incluso proponer una
formación ideativa o ideacional, en
vez de delirante, sobre la cual se
apoyarían la identidad de compro-
miso y el modelo mental construi-
dos por la víctima.
El fenómen o de la re e s t ru c t u r a -
ción cognitiva producido en la vícti-
ma es de tal magnitud que genera
un nuevo modelo mental de induc-
c ión s ituac iona l -co n e l a g re s o r
como estímulo de referencia nucle-
a r- q ue s e convierte en un fac torg o b e rnante en la co nducta de la
mujer, debido especialmente a que
su re pe rtorio cond uct ual es tá des-
p rovisto de sentido: la víctima se
e n f ren ta a una d is to rs ión en su
estatus de relación con ella misma
y co n el mundo, y sus perc e p c i o-
nes son f i l t radas a t ravés de los
e s q u em a s d e u n a id e n t id a d d e
c o m p romiso , que son esq uemas
auto-referenciales establecidos con
el agresor y la situación traumática
co mo referentes.
Fina lmen te, s e pued e utiliza r lateoría de la identidad de Schlenker
(1982) para respaldar la hipótesis
expuesta d e q ue la mujer pro t e g e
su autoconcepto modif icando su
inicial actitud de rechazo hacia el
contexto por una nueva de acepta-
ción, asumiendo el modelo mental
de su pareja y proyectando la culpa
al exterior. Schlenker afirma que
una persona cambiará sus actitu-
des c uando se crea responsa ble de
ac c i o n e s av e rs i v as , t o d o e l l o a l
objeto de introducir un ajuste entre
co mp ortamiento y actitudes. En el
modelo que se presenta, la mujer
comienza autoculpándose por la
situación traumá tica , pero a da ptati-
v am e n te m o d i f i c a su ac t i tu d d e
rechazo desarrollando un vínculo
cognitivo con su agresor pasando
por un modelo mental de anclaje
contextual.
VERIFICACION DE LA HIPOTESIS
El proceso de vinculación trau-
má tica expuesto para el Síndro me
de Adaptación Paradójica a la Vio-
lencia Doméstica podría tener raí-
ces bio lógicas l igadas a una base
filogenética, que conectarían ade-
más con las tesis defendidas por la
teoría de Bowlby para el apego en
n iño s (Bow lb y , 1969). No se r ía
arriesgado especular con la posibi-
lidad de que exista una progra ma -
ción biológica, en el repertorio con-ductual no-aprendido de la especie
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humana, que prepara al individuopara reac cionar en a lgún modo a fi-
liativo en contextos de dependen-
cia pa ra la supervivencia. Ta l como
se ha pla ntead o c on el des arro l l o
d e u n m o d e l o m e n t a l in d u c i d o
como eje nuclear para la emergen-
cia del s índrome, así uno de los
elementos del apego de Bowlby es
la construcción de lo que él deno-
mina «mod elos d e tra b a jo». Es to s
son re p res en tac iones cog n it ivas
e s t ructurad a s so bre la experiencia
del niño con la figura de apego, y
co ntienen re c u e rdos, conc eptos ,
expecta t ivas y una visión a cerc a
del mundo físico y social que sirve
para poner en contexto la re la c ión
con la figura de referencia. La prin-
cipal diferencia entre la teoría de
B o w l b y y l a h i p ó t e s i s p a r a e l
SAPVD, además del hecho de que
en Bow lby el apeg o es un concepto
d o t a d o d e d e m a s ia d a p o t e nc ia
explicat iva, es que el in terés del
niño por la figura d e a peg o es origi-nal e innato, mientras en el ámbito
de la violencia contra la mujer el
vínculo paradójico es secundario e
instrumental.
De otra pa rte, a pes ar de a lgunos
de los conceptos que se han utili-
zado para elaborar la hipótesis son
difíciles de operacionalizar, una vía
óptima para contrastar si responde
o no a una realidad psicológica y
p a r a v a l i d a r e m p í r i c a m e n t e e l
modelo teórico es diseñar un cues-
tionario para la detectar la presen-
cia del S AP VD en mujeres ma ltrata -da s. Ta l instrumento, que es tá s ien-
do desarrollado en la Universidad
Au t ó no m a d e M a d r id p o r J o s é
Antonio Carrobles y el autor (Mon-
tero y Carrobles, 2000) traduce en
ítems de extracción teórica los pro-
cesos nucleares del síndrome, tra-
tando de representar los conceptos
menos operac ional izab les desde
una perspectiva funcional. El cues-
t ionar io es tá s iendo re f inado en
muestras piloto de diversas pobla-
ciones -población normal, mujeres
maltratadas denunciantes en cen-
tros de asistencia, mujeres maltra-
tad as en primer contacto c on la red
de asistencia policial, social o sani-
taria- para evaluar sus propiedades
psicométrica s y de d etecc ión, y ser
posteriormente sometido a un aná-
l is is f a c to r ia l p a r a c o n f i rm a r y
explorar la estructura del SAVD y
para eva luar su cons is tenc ia . Se
espera así mismo que la investiga-
ción empírica contribuya a ajustare l mode lo teór ico has ta hacer lo
más parsimonioso.
E v i d e n t e m e n t e , n o t o d a s l a s
mu jeres que permanecen en entor-
n o s d e v i o l e n c i a d o m é s t i c a l o
hacen por estar afectadas por un
p roc eso q ue pudiéram os des cribir
como similar al Síndrome de Adap-
ta ción P a ra dó jica a la Vi o l e n c i a
Domés tica . A igua l q ue sugiere n
Fuselier (1999) y Montero (1999)
para la variante clásica del síndro-
m e d e E s to c o l mo , a l c o n s i d e ra r
Síndrom e d e adap tación p aradójica a la violenc ia doméstica: una prop uesta teórica
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que el desarrollo del síndrome deE s t o c o l m o e n u n a s it u a c i ó n d e
cautiverio no se llega a producir en
la mayor ía de los escenar ios de
s ecues tro, ca be s eñalar aq uí q ue la
incidencia de este cuadro clínico
puede no ser tan común como la
presencia de otros condicionantes
en la casuística que rodea a la per-
manencia de la mujer en un medio
donde está siendo sometida a mal-
trato constante. Algunos de estos
co ndiciona ntes podrá n es ta r re fe ri-
dos a diversos tipos de dependen-
c ia distintos d el S AP VD (a fect iva ,económica), miedo combinado con
expectativas de d esa mparo, desór-
denes de la personalidad o a otra
clase de circunstancias de índole
personal o familiar, algunos de los
cuales pueden ejercer como facto-
res predispo nente s y/o fa cilita do re s
p a ra u n e v e n tu a l d e sa r ro l l o d e l
SAPVD. Futuras investigaciones
tendrán que d i luc idar has ta qué
punto están presentes en contex-
t o s r e a l e s l o s e l e m e n t o s a q u í
m o del iza dos .
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Síndrom e d e ad aptación p aradójica a la violenc ia doméstica: un a pro puesta teórica
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