La.,
conservaclon de la fauna entomológica
por SALVADOR V. PERtS
CATEDRATICO DE ZOOLOGIA DE ARTROPODOS
DEPARTAMENTO DE ZOOLOGIA. UNIVERSIDAD DE MADRID
Con mucha frecuencia, amigos o personas amantes
de la naturaleza me han hecho la pregunta ¿Por qué
hay actualmente menos «bichos)} en el campo que
antes? La comparación de époc.as se refiere, naturalmente. a uno dimensión temporal inconcreta pero, en
todo caso, reciente. Se trata de una circunstancia que
afecta a la naturaleza de muchos. si no todos, los
países del mundo, y que de un modo u olro está siendopuesta de relieve por entomÓJogos. cada vez máspreocupados por la conservación de ciertas especies.En un interesante artículo del profesor Willmer, de la
Universidad de Cambridge, publicado en The Observer,de Londres, y reproducido en el Boletín de la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza
(enero-marzo 1968), se hace la misma pregunta:¡En dónde están las mariposas~
El problema, referido a la fauna entomológica. no
parece diferente del que se plantea en la flora y lafauna de otras especies. No hace muchos años sepublicó un libro que trataba de estos problemas, refe
rido a los grandes animales (Ziswiler, 1967: Extinctand Vanishing Anima/s, Nueva York). en el que se estudian las fazones de esta extinción o lenta desaparición
de formas animales, que pueden también aplicarse al
caso de los insectos y otros artrópodos. Analizaremosesto un poco detenidamente.
Dos razones pueden darse para explicar esta desaparición. Una es de tipo directo en la acción humana.
Los pequeños animales, y muy frecuentemente las ma
riposas y otros insectos de llamativo aspecto, son capturados como recuerdo o colección, cuando no sonmuertos (asesinados, parecería más propio), simplemente por el placer de matar o por ignorancia, ya
que es frecuente la creencia de que todos los animalesdel campo son dañinos por sí mismos. En el caso de lasespecies más vistosas o raras, también los entomólogosaficionados o coleccionistas han intervenido activamente en este proceso de destrucción. Más adelante mereferiré de nuevo a este aspecto, pero no estará de máscomentar ahora que en nuestra Patria hay variosejemplos de estas destrucciones con idea coleccionista,siendo clásico el caso del Parnassius apolfo, que antañoera abundante en el Guadarrama en zonas próximas aMadrid y actualmente ha desaparecido en casi todasellas. El exterminio de esta bella mariposa en muchoslugares donde volaba en abundancia se debe, en granparte, si no totalmente, a Jo acción despiadada y faltade espíritu profesional de recolectores poco escrupulosos. El coJeccioni.smo_ que ha servido de base a losmuseos del mundo, deja de servir así a la Ciencia paraconvertirse en su destructor.
Tan importante como este motivo de la acción directahumana, es la indirecta debida a efectos secundarios.Es indudable que los insectos constituyen algunos denuestros más formidables competidores alimentariosen el mundo. Hablar aquí de la importancia de lasplagas producidas por estos seres estaría fuera delugar, en cualquiera de los aspectos económico, sanitario, efe.; todo el mundo lo sabe. Pues bien, el hombrese defiende de esta competencia con los medios que laciencia y la técnica le proporcionan. Uno de estos medios son los plaguicidas. Hablar del papel destructor delos mismos, peligrosamente indiscriminado en muchoscasos, negativamente selectivo en otros, es usual ahora,
si bien no lo era hace pocos años. El interesante librode Rachel Carson, Silent Sprint, traducido al castelianoen 1964 (Primavera silenciosa, Caralt edit.) fue un alda-
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bonazo en la conciencia de muchas gentes, y antes y
después de este libro muchas son las publicaciones
habidas sobre este tema; yo mismo tengo un trabajo
sobre este problema, publicado en colaboración con el
Dr. Templado en 1961 (Revista Universidad, Madrid, 10,
501-543).
Pero hay otras causas de la desaparición de nuestros
insectos. La destrucción de lugares donde viven y de la
vegetación de que se alimentan, el drenaje de pantanos,
la construcción de los mismos, las modificaciones agrí
colas o forestales, la influencia urbana e industrial, son
factores que alteran las condiciones de vida de los
insectos y con ello la desaparición directa o indirecta
de estos pequeños seres. Incluso el tráfico rodado, que
ya está amenazando nuestra propia vida ciudadana,
ejerce una acción notablemente importante sobre los
insectos. He comprobado en muchas ocasiones que los
coches que circulan rápidamente por carreteras donde
vuelan frecuentemente insedos, van recogiendo en su
parte delantera un número considerable de insectos,
alcanzados y muertos en pleno vuelo, quedando in
crustados en el radiador. En una carretera de los alre~
dedores de Valencia he observado durante varios días
de agosto último una mortandad extraordinaria de la
libélula raja (Crocothemis erythraea), debido al atropello por automóviles. El incremento y rápido desarro
llo de nuestras ciudades también es causa de reducción
de las poblaciones de muchas especies o su retirada
de sitios habitados. Un ejemplo, el Templasilus bolivari,una mosca cazadora exclusiva de nuestro país, era cono
cido solamente por media docena de ejemplares que
habían sido recogidos en lo que es hoy la zona de la
calle de Velázquez en su cruce con la de López de
Hoyos; más concretamente, habían sido recogidos en
el lugar ocupado actualmente por el edificio de las
oficinas de Iberia. Pues bien, desde 1912 en que se reco
gió la serie típica, no había vuelto a encontrarse esta
especie y se consideraba extinguida. Afortunadamente,
en fecha reciente ha podido comprobarse que en los
montes de El Pardo existe en número suficiente para
que, de momento, los entomólogos podamos elimi
narla de la lista de especies desaparecidas (Peris:
revista Eos, 1957). Pero otros casos no tienen remedio,
y lo mismo desapareció una de las especies endémicas
de Dolicopódidos (dípteros) de las lejanas islas Hawaii,que en el siglo pasado se extinguió en las islas Bri
tánicas el más bello lepidóptero inglés, la célebre
Chrysophanus dispar, antes común en las zonas panta
nosas de los Condados de Cabridge y Huntingdon,
donde el último ejemplar fue capturado en 1848. La
especie, actualmente, está representada en Europa por
las razas del continente, que son de menor tamaño y
colorido más apagado.
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Es interesante observar con algún detalle, especiales
motivos d~ la desaparición o rarefacción de los insec
tos en ciertas comarcas o países. La búsqueda de insec
tos cavernícolas, por ejemplo. resulta muy destructiva
p:lrque muchas especies o razas, sobre todo de coleóp
teros, viven exclusivamente en una cueva o un con
junto de cavidades naturales de una región de reducida
extensión. El empleo de cebos y trampas especiales y
la búsqueda sistemática, llegan a hacer muy raras
ciertas especies, sobre todo en los casos de insectos muy
evolucionados. típicamente troglobios, que suelen ser
despigmentados y ciegos, de formas curiosas en los
más modificados de ciertas familias entomológicas,
que no solamente viven en sitios muy limitados, sino
también requieren condicione s especia!ísimas de vida,
ya que son muy sensibles a las alteraciones d e hu
medad, temperatura y a las ondas sonoras. La visita
insistente de estas cuevas o el acondicionami ento turís
tico de las mismas, con iluminación, altavoces, etc., ale
jan a lugares recónditos de las cuevas a muchas espe
cies o incluso ocasionan su extinci ón gradual.
Muchos coleccionistas, sobre fado de lepidópteros,
utilizan trampas especiales de captura cuyos efectos son
devastadores. Entre las más nocivas son las lámparas
de vapores de mercurio, que a menudo llevan disposi
tivos que matan o impiden el alejamiento de los insec
tos atraídos. Las radiaciones ultravioleta, a las que son
tan sensibles la mayoría de insectos nocturnos, atraen
cantidades enormes de insectos, especialmente mari
posas, de tal modo que a menudo se cazan con estas
lámparas especies que se creía extin 9 uidas en deter
minados países. De esta forma son aniquilados los
raros ejemplares que sobrevivían y que pudieran haber
mantenido la especie. Por otra parte, es bien sabido que
ciertos recolectores sin escrúpulos cazan con estos
métodos millares de ejemplares, que son luego desecha
dos porque de entre ellos solo interesaba determinada
especie o ejemplar. El resto, muerto con cianuro o
destrozado en aleteo desesperado dentro de las tram
pas de cristal, es tirado indiferentemente. Conocem:ls
cjertos coleccionistas que, luego de una campaña de
varios días de cazas con luz de mercurio, llegan a al
fombrar materialmente el suelo en las inmediaciones
de sus puestos de acecho, de restos de mariposas dese
chadas. Como variante de estos métodos hay los atra
yentes químicos, cebos de diverso tipo, o, más selecti
vamente, las cazas con reclamo por medio de hembras.
En todos los casos, la destrucción implacable de todos
los insectos, pero casi siempre con la intención de cazar
los más raros, los más hermosos, que son generalmente
los más inofensivos.
En España tenemos muchas especies de insectos intere-
santes, qUE' por su rareza o singular aspecto atraen el
interés de coleccionistas o comerciantes de insectos,
aparte de los verdaderos entomólogos también inte
resados en recoger nuestros endemismos, las especies
más roras o características. Sería poco menos que inter
minable lo relación de especies exclusivas de nuestro
país, muchas de las cuales peligran por esta búsqueda
incesante, que suma víctimas a los casi infinitas pro
porcionadas por los insecticidas, contaminación am
biental y otros alteraciones de la naturaleza que antes
se han mencionado. Los hermosos coleópteros de co
lores metálicos o abigarrados son perseguidas tenaz
mente, sobre todo si son endémicos o poseen razas
locales, e incluso si son raros simplemente en ciertos
países, como la Megacephala euphratica de Andalucía
oriental y Levante, e incluso una especie tan común
como la Ca/osoma sycophanta es perseguida simplemente
por su hermoso colorido verde dorado metálico, hasta
el extremo de que ha tenido que ser protegida en mu
chos lugares de Europa y Norteamérica y también en
ciertos sitios de España; los carábidos, sobre todo, son
muy codiciados por los extranjeros y por los raros colec
cionistas españoles: Chrysocarabus lineatus, Ch. splendens, Ch. ruH/ans, Oreoearabus errans, Eurycarabus faustus ... y muchos, muchísimos, carábidos, cerambícidos,
escarabeidos, que no tienen otra culpa que ser raros
o de hermoso colorido. Del problema de los caverní
colas ya he hablado antes; sean grandes o pequeños,
los más extraños, los curiosamente evolucionados,
restos, muchas veces, de faunas antiguas, verdaderos
fósiles vivientes, como Jldobates neboti, de Castellón,
como una verdadera pléyade de catópidos, carábidos,
pseláfidos, y otras muchas familias de pequeños escara
bajos pobladores de las cavernas y simas españolas,
todos son sistemáticamente aniquilados. Recuerdo con
indignación, y la de un profesor vienés que me acom
pañaba, cuando descubrimos en el macizo de Peña
Vieja, en los Picos de Europa, cómo el paso de un
recolector extranjero de coleópteros, había estro
peado totalmente los lugares en donde se encontraban
algunas de nuestras más interesantes especies endé
micas. Pero en todo esto llevan la peor parte las mari·
posas. Más llamativas y más visibles que otros insectos
son perseguidas tanto más ávidamente cuanto su ra
reza aconsejaría que fueran protegidas con mayor
cuidado. El ya mencionado Parnassius apollo, que en
España presenta alrededor de diez razas endémicas,
de las cuales, al menos, una, la nevadensis, parece ser
realmente interesante, es muy buscado por todo tipo
de colectores, habiendo desaparecido en muchos lu
gares, como, por ejemplo, amplias zonas de la sierra
del Guadarrama, donde antes volaba con frecuencia.
La más hermosa y también exclusiva mariposa espa
ñola, la GraelJsia isabe/ae, es cazada sistemáticamente
por entomólogos, coleccionistas curiosos, guardas fo
restales, vendedores de objetos de historia natural, et
cétera, pagándose a SOO pesetas la pareja y aun más.
Por suerte, su área dispersiva se amplló en los prime
ros de~enios de este siglo, pero actualmente es muy
rara o se ha extinguido en ciertos lugares, debido al
empleo de insecticidas para destruir plagas forestales
o a la caza incesante. Y qué diré de las Erebias (palarica, gorgone... ), del AgUa tau, y de tantas otras. También
otros insectos hispanos son atraídos por propios yextraños y se procura su exterminio por negocio o
simple coleccionismo alternando con razones cientí·
ficas. El más bello neuróptero de Europa, Nemoplerabipennis, por suerte todavía abundante en España, ymultitud de saltamontes, chicharras, mántidos y otros
ortópteros, son igualmente buscados con especial
ahinco. Su mención sería pesada e impropia de este
lugar, pero no prescindiré de citar especies tan nota
bles como la Canario/a emarginata, descubierta re
cientemente en la Sierra de Cazorla, el Omoeestusbolivari, de Sierra Nevada; el Aeropus sibiricus hispaninicus, de la Sierra de Guadarrama; la Ramburiellahispanica, del centro y levante ibéricos, la Acinipehesperica, de Andalucía; las gruesas chicharras Sterop/eurus casteJlanus, de la zona de Burgos; la Baeticaustu/ata, de las altas cumbres de Sierra Nevada; los
mántidos Ameles paui y Apteromanlis aptera, del sur his
pano, y tantos otros, que si raros. y localizados, pe
ligran por todos conceptos, y merecerían ser declarados
de protección especial.
Son muchos los países en los que existe una legisla
ción protectora de ciertas especies de insectos. En
Alemania, en Suiza, en Suecia, ciertas mariposas, algu
nos escarabajos, diversos insectos raros o útiles de
cualqUier orden, son protegidos, a veces, con leyes que
se remontan a comienzos de siglo. En 1912 una dis
posición bávara prohibía la caza d~l Parnassius apollo,en el distrito de Hersbruck, bajo multa de 150 marcos.
(Qué se podría hacer para resolver estos problemas?
Tengo en mis manos un folleto sobre la organización
de ia entomología en Gran Bretaña (Perkins, 1964:The Organisalion of Enlom%gy in Brilain, Londen), ypienso que algo parecido podem:>s hacer en nuestro
país. Estas tareas recaen ahora en un Comité para la
Conservación de Jos Insectos Británicos, organizado
por la Roya/ En/om%gical Society sobre la base de dos
anteriores organizaciones, la Conservation (fnseet Protecrion) Committee y el Enlomofogica/ Liaison Commifteede la Nature Conservaney, y desde el pasado año de
1968 hay una íntima colaboración dentro del expre
sado Comité, con representantes de la Royal Entom%gical Society, British Trust for Enlom%gy, Brilish Enlom%-
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gical and Natural History Socie/y, Ama/eur Entomologis/s' Soclety, Brltish Butterfly Conservation Socie/y, yrepresentantes del Brltish Museum (Natural His/ory,)Forestry Commission, Nature Conservancy y Society forthe Promotioo of Nature Reserves, con representacionesregionales. La misión que tiene este Comité, y que en
cierto modo es similar a una de las Secciones de Trabajo de nuestra Comisión Científica de Protección de
la Naturaleza, es la siguiente:
1. Preparar un registro de especies que requierenconservación e investigar su estado.
2. Considerar la forma en que pueden ser protegidosen cada caso.
3. Inicior y promocionar lo anterior, sobre todo en
forma de creación de pequeñas reservas locales abiertas solamente a estudio científico vigilado.
4. Actuar de coordinador con otros organismos para
los fines anteriores.
Es afortunado que en nuestro país hay todavía zonas
en las que se conserva la vida silvestre, libre de inter
ferencias, lo cual envidian otros países europeos.
Compaginar un adecuado aprovechamiento de la
naturaleza, proteger nuestros campos de plagas, y
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cuidar que ciertas especies no se destruyan por la incu
ria y el vandalismo, son metas que no parecen dema
siado dificiles de alcanzar, y en todo caso hay que procurar mejorar la crítica situación de ciertas especies,
antes de que sea. demasiado tarde. Muchos países,
sobre todo de regiones tropicales, poseen disposiciones
legales que impiden la caza o exportar al extranjero
insectos; tales medidas se practican en Colombia, en
Brasil, Venezuela, sobre todo para ciertas mariposas
(inmediatamente se recuerdan los bellos azules de las
Morpho... ) y otros hermosos o extraños insectos de
gran tamaño, que hacen las delicias de coleccionistas
de todo el mundo y son motivo de negocio activo inter
nacional. En España podría intentarse algún tipo de
control similar para algunas de nuestras más raras y
codiciadas especies. Las razones de este empeño en
conservar para la posteridad lo que es nuestro y
quisiéramos que pudieran conocer indefinidamente
nuestros sucesores, parecen suficientemente claras y
evidentes para no requerir otra explicación, sin acudir
a los ejemplos de la utilidad de los parásitos en la luchabiológica, de los polinizadores en la agricultura, del
alimento de otros seres alados que nos alegran con su
presencia y cantos, de la estética de la naturaleza. La
misión de nuestra Revista es divulgar aspectos pro~
teccionistas y sus razones son del dominio interna
cional. ¿Deberé insistir más, en defensa de nuestros
insectos?