UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
SECCIÓN DE HISTORIA DE AMÉRICA
LA COLONIA ESPAÑOLA EN LA VIDA POLÍTICA, ECONÓMICA
Y SOCIAL DEL MÉXICO REVOLUCIONARIO (1910-1930)
Tesis doctoral presentada por
Vicente González Loscertales.
Dirigida por el Profesor Doctor
Don Mario Hernández Sánchez Barba.
INDICE GENERAL
TOMO I
PRIMERA PARTE Página
Proemio ……………………………………………………………………………… 2
Introducción………………………………………………………………………….. 9
1. El Tema2. La Documentación3. La Bibliografía4. Sistematización del trabajo
NOTAS……………………………………………………………………. 21
SEGUNDA PARTE
Los españoles en la “Pax porfiriana”………………………………………………. 23
CAPITULO I
México y la Colonia española en 1910 …………………………………………… 24
1. Los censosA. La población ………………………………………………………………. 25
2. Distribución y composición de la población1. Su estructura y crecimiento
B. La Economía……………………………………………………………….. 292. Los desequilibrios de una economía exportadora1. El grupo urbano
C. La sociedad ………………………………………………………………… 34a) Los favorecidosb) Las clases mediasc) Los obreros y artesanos 2. El grupo rural Páginas
D. La Política………………………………………………………………. 38
La Colonia española en 1910 ………………………………………………….. 40
a) La necesidad de inmigración extranjera1. Antecedentes……………………………………………………………. 41b) Número, procedencia y distribución de los españoles en territorio
Mexicano2.
Análisis socioeconómico de la colonia…………………………………… 51A. El sector agrario 1. Las clases propietariasa) Las compañías…………………………………………………………….. 54b) Las explotaciones agrícolas en poder de los Bancos……………………... 58c) Los hacendados banqueros……………………………………………….. 592. Las clases medias rurales Adminidtradores y mayordomos……………… 653. El proletariado rural: jornaleros y capataces ……………………………... 66 B. El sector urbano …………………………………………………………... 671. Banqueros y hombres de empresas……………………………………….. 682. Comerciantes, prestamistas y tiendas de raya…………………………….. 733. Dependientes y empleados……………………………………………….. 834. Prensa y periodistas………………………………………………………. 87C. Industria y minería ……………………………………………………….. 941. La industria ………………………………………………………………. 94a) La industria textil…………………………………………………………. 95b) La siderúrgica……………………………………………………………... 103c) La azucarera ……………………………………………………………… 105d) La tabacalera……………………………………………………………… 105e) Harineras-alimenticias……………………………………………………. 106f) Papel y editoriales………………………………………………………... 107g) Vidrio…………………………………………………………………….. 1082. La minería ……………………………………………………………….. 1123. Los españoles y el movimiento obrero………………………………….. 1124. Instituciones recreativas, regionales, benéficas y asistenciales………….. 118
NOTAS………………………………………………………………….. 121
TERCERA PARTE EL MADERISMO: FIN DE LA BONANZA
CAPÍTULO II
Los españoles en la revolución maderista (Noviembre 1910-Febrero 1913)…… 128
A. Los españoles y Madero antes de su toma del poder (Noviembre1910-Julio 1911)…………………………………………………………. 128
1. Escepticismo de los pendientes…………………………………………... 129a) La valoración de Madero y su movimiento………………………….. 130b) La exagerada confianza en D. Porfirio Diaz…………………………. 135
2. El temor de los españoles en medios rurales…………………………….. 1363. El papel de los Estados Unidos de América …………………………….. 139B. Daños españoles en la Revolución Maderista…………………………… 1411. El estado de Puebla ……………………………………………………… 141a) Antecedentes……………………………………………………………… 142b) Los Asaltos a fábricas textiles propiedad de españoles…………………… 145
Página
c) Ataques a “Haciendas” españolas y otros establecimiento……………….. 1482. En otros Estados………………………………………………………….. 150C. La defensa contra la catástrofe……………………………………………. 151a) La protección diplomática ……………………………………………….. 1511. El envío de un buque de guerra por España……………………………… 1512. La protección de los Estados Unidos de América………………………… 155b) Las formas de autodefensa………………………………………………… 1571. La acción conjunta de colonias extranjeras……………………………….. 1572. La colaboración con las autoridades porfiristas en la defensa armada……. 157c) Manifestaciones: protestas y exclamaciones……………………………… 1581. El eco de Antecingo ………………………………………………………. 159 2. La acusación de injerencia del Cónsul español en Puebla
en la política mexicana …………………………………………………… 1613. Las reclamaciones por daños en este periodo ……………………………. 162d) Madero en el poder (Julio 1910-Febrero 1913) …………………………. 1631. Elecciones de Septiembre de 1910 ………………………………………. 1632. Nuevas acusaciones a Iñigo Noriega ……………………………………... 1663. Los españoles y Félix Díaz ……………………………………………….. 1674. Reclamaciones e indemnizaciones ………………………………………... 169
NOTAS …………………………………………………………………… 171
CUARTA PARTELA TEMPESTAD
CAPITULO III Página
Los españoles en la “Restauración” Huertista (Febrero 1913
-Agosto 1914) ……………………………………………………………. 176
I. Huerta y la Colonia española ……………………………………………177
A. Los españoles en la “decena trágica” (9-18 febrero de 1913)………177
1. Las gestiones de Don Bernardo Cólegan. Su mediación
en la crisis ……………………………………………………………..178
2. La participación de españoles en el “Cuartelazo” de la Ciudadela…...179
3. La opinión pública mexicana ante estos hechos ……………………..180
B. El reconocimiento del Gobierno de Huerta por parte de España ……181
C. El apoyo armado: La Defensa Social ………………………………...184
1. Precedentes
2. La Defensa Social de Durango
3. Proyecto de Defensa Social en Puebla
4. La Defensa Social de Tehuacán (Puebla)
D. Acusaciones contra los españoles …………………………………... 186
1. El apoyo español a Huerta
2. La explotación al pueblo mexicano …………………………………. 188
E. Defensa española contra estos cargos ……………………………….. 188
F. El envío de Carlos V a Veracruz …………………………………….. 189
II. Los constitucionistas contra el “Gachupín” …………………………….. 191
A. Villa contra los españoles ………………………………………….. 1911. Villa y la colonia española de Chihuahua …………………………. 193a) Las gestiones del embajador español en Washingtonb) La misión Cárdenasc) La junta de Auxilios. La Solidaridad de otras colonias.d) Los bienes confiscados por Villa en Chihuahuae) El papel de los Estados Unidos2. La Colonia española en Torreón y comarca (Coahuila) …………… 1983. La Colonia española en San Luis Potosí y
la protección norteamericana……………………………………….. .2004. El general Pablo González. La Colonia española de Tampico
y las contribuciones de guerra………………………………………. 201NOTAS……………………………………………………………....204
CAPÍTULO IV.
LA COLONIA ESPAÑOLA DURANTE LA LUCHA DE FACCIONES (agosto 1914-Noviembre de 1916) ……………………………………… 207
A. La defensa diplomáticaI. La Misión Valle y Merino …………………………………………... 208
II. Angel del Caso, Agente Confidencial ante la Convención ………….. 214
III. Emilio Zapico, Agente Confidencial ante Villa ……………………..216
IV. Rafael Cazares: Agente ante Carranza ………………………………217
V. La Expulsión de José Caro …………………………………………..218
B. Los españoles en el Distrito Federal …………………………………222
El comercio español en la Capital ………………………………………222
a) Alvaro Obregón y el comercio español……………………………..225b) La Comisión Internacional de Beneficencia privada………………..228
La Colonia española en Puebla…………………………………….........229
1. Los Constitucionalistas contra los españoles……………………….2302. Los Zapatistas en Puebla……………………………………………233C. Los españoles bajo el Constitucionalismo: Veracruz……………… 236D. Los españoles y Villa ……………………………………………… 237
NOTAS………………………………………………………………….239
CAPITULO V
LOS ESPAÑOLES DURANTE LA PRESIDENCIA DE CARRANZA
(Noviembre de 1915.Mayo 1920)
I. El Reconocimiento por España ……………………………………...244
II. Las Colonias españolas en 1916-17 ………………………………….246
A. Los españoles en el Distrito Federal ………………………………...247a) Los comerciantes y el General Hill……………………………... 247b) Huelgas y desórdenes …………………………………………...249
B. Los españoles en los Estados norteños. La colonia española de Torreón …………………………………………………………. 250
C. La Colonia española de Tampico …………………………………... 251D. Los centros regionales de la Capital ………………………………... 252
III. Reforma de la Banca y los intereses españoles …………………….. 253
A. Gestiones de la Legación y resumen de los hechos………………… 254B. Hechos ocurridos a los Bancos y gestiones que hicieron …………...255
IV. El Clero español y la Constitución de 1917 ………………………...267
V. Reclamaciones por daños en la Revolución …………………………268
NOTAS …………………………………………………………………271
CAPITULO VI.
LOS ESPAÑOLES DURANTE LAS PRESIDENCIAS DE OBREGÓN Y CALLES 1920-1928
I. La Misión Palavicini ………………………………………………..274
II. La reforma agraria. Su repercusión en los españoles ……………….. 277
III. El movimiento obrero mexicano y los españoles.
1. Tampico…………………………………………………………2812. Veracruz………………………………………………………... 2823. Puebla…………………………………………………………... 282
NOTAS……………………………………………………………...283
PARTE VII
CONCLUSIONES.................................264
ANEXOS
INDICE DOCUMENTAL
INDICE DE PUBLICACIONES PERIÓDICAS
BIBLIOGRAFÍA
TOMO II. APENDICE DOCUMENTAL
PROEMIO
La consumación del movimiento independiente cierra el capítulo histórico del
dominio político de España en el Nuevo Mundo pero no por eso concluye la actividad ni
la influencia política, social y económica de los españoles en la vida de las recién
nacidas repúblicas. La transmisión del poder político de manos españolas a las
oligarquías criollas no implica ni alteración en la estructura económica ni en las
relaciones sociales en estos países. Los españoles europeos, por utilizar la terminología
del momento, que habían conseguido salvar vidas y propiedades del torbellino bélico
continúan detentando en la mayoría de los países hispanoamericanos la hegemonía
económica, juntos y en unión con la aristocracia criolla y se hallan en la cúspide de la
pirámide social.
El caso de México con su peculiar modelo de emancipación, refleja
extraordinariamente bien la unión de las clases propietarias conservadoras criolla y
española frente al peligro liberal. Conservadores mexicanos y españoles cierran filas
ante la amenaza común, proclamando su independencia frente a la metrópoli, enferma
de libertad.
Con el transcurrir del tiempo el “desespañolizar” el país habría de convertirse
en la tarea primordial de los gobiernos liberales mexicanos que se suceden a la caída del
Imperio.
La proliferación de proclamas, panfletos, manifiestos cuyo tema se centra en la
“desgachupinización” es la prueba de un esfuerzo que habría de culminar en la
expulsión de españoles de 1827, decretada por el gobierno del general Victoria,
seguidos por los decretos de 1829.
El papel de los peninsulares durante los treinta primeros años del siglo XIX, ha
sido tema de un interesante estudio de Romeo Flores Caballero, quien calificó la labor
de la colonia española de “contrarevolución en la independencia”.
Las repercusiones de este hecho en la actividad comercial mexicana fueron
notables, a pesar de que las excepciones que los decretos de expulsión llevaban consigo
quitaron buena parte de su fuerza a la medida.
Pero habría de ser la política migratoria del gobierno de D. Porfirio Díaz la que
abriese de nuevo las puertas de México a los españoles. A partir de 1878 la afluencia de
peninsulares es notable. Consiguiendo en algo mas de treinta años convertirse en la
colonia europea mas numerosa del país azteca, sólo superada en número por la
norteamericana.
El estudio de las colonias españolas en el extranjero ha sido una tarea muy
dejada de lado por la historiografía española. Apenas encontramos estudios de tipo
demográfico y cuantitativo sobre la migración de Hispanoamérica, junto a folletos y
publicaciones de los emigrantes, a los que no cabe aplicar el calificativo de científicos.
Una excepción a este abandono: la emigración republicana tras la guerra civil
que por su carácter intelectual y preminencia cultural ha sido objeto de numerosos e
importantes estudios.
La colonia española en México en estos años de la Revolución o de las
revoluciones mexicanas, por utilizar conceptos de todas las tendencias de la
historiografía de este periodo, no destaca ni por su envergadura intelectual, ni por sus
figuras en el terreno de la ciencia o de la cultura. Las notas definitorias de estos
hombres son la laboriosidad, la austeridad y la dureza consigo mismo y con los demás.
Hay que añadir a estos dos rasgos primordiales sin los cuales sería incomprensible su
actuación en el tiempo: el apego profundo a la tradición y el tremendo arraigo de sus
componentes culturales, entendidos estos en un sentido antropológico.
Tradicionalidad y arraigo que les confieren una forma de ser español que en la
propia España había dejado de existir y que ni el contacto con otras costumbres y
formas de vida, ni la lejanía y el medio diferente consiguen mitigar.
Esta españolidad, este conservadurismo en su valores había muchas veces de
ser el pedernal que en choque con los prejuicios seculares y la fuerte carga nacionalista
del mexicano inflamarían la yesca de la catástrofe.
A estos rasgos caracteriológicos, añadiría yo la acusación de abandono en que
se sentían con respecto la patria lejana.
La no muy activa gestión de algunos representantes diplomáticos de España,
unida al escaso interés que en ésta se mostraba por ellos, les motiva tal sentimiento de
abandono que no le sería difícil presentar al que esto escribe tantos testimonios que
ocuparían varios tomos.
La incomprensión, cuando no desprecio que los intelectuales compatriotas de
visita en México, muestran hacia ellos, véanse los testimonios de Luis Araquistain,
Valle Inclán, Altamira, Crevea y Blasco Ibánez entre otros, generado por su rudeza,
tosquedad y excesivo sentido práctico, motiva al unirse con su conservadurismo una
actitud de recelo ante cualquier compatriota que con el marchamo de intelectual se
presentara en México, a la par que se alegraba del éxito intelectual de cualquier
connacional. Estos triunfos de españoles en las ciencias y en las artes solían ser
utilizados como arma ofensiva-defensivaa frente a los convenios mexicanos.
La intuición genial de un artista como Valle Inclán en su Tirano Banderas dice
más y mejor sobre este problema que la mayor parte de los trabajos de erudición. Frente
al genio del artista este historiador, todavía en aprendizaje, se siente fascinado y en
deuda. Por eso la única pretensión que le guía es convertir en ciencia, a fuerza de
trabajo, lo que en la genial novela de D. Ramón es puro deleite estético.
… Pienso, al contrario que el emigrante español es el obstáculo más grande a
una aproximación espiritual entre España y las repúblicas hispanoamericanas. Su escasa
ilustración, sus ambiciones puramente utilitarias, su torquedad de modales, su espíritu
anacrónico, a fuerza de ser ultraconservador, que le impide comprender la evolución
social y política de América; su desdén por lo nativo del país… todo esto levanta una
infranqueable barrera de mutuas refracciones psicológicas entre españoles y americanos.
Luis Araquistain. La Revolución mexicana. Pág. 313
… ¿de qué nación europea hemos recibido una colonización más trabajadora,
más honrada, que se establezca definitivamente en el país, aumenta la riqueza pública
por medio de su laboriosidad y lance familiar, modelo de moralidad? Sólo de España.
Francisco G. Cosme “Junius”
INTRODUCCIÓN
1. EL TEMA
El proceso de la llamada Revolución mexicana que algunos historiadores
mexicanos y norteamericanos propenden a prolongar hasta nuestros días1, es en sus
aspectos políticos, institucionales e incluso diplomáticos2 sobradamente conocido. De
ahí que las actuales investigaciones sobre este periodo crucial de la Historia de México
contemporáneo tiendan a centrarse en un objeto menos llamativo y espectacular que los
anteriormente citado pero de vital trascendencia, a mi juicio, para el esclarecimiento del
México del primer tercio de nuestro siglo; el estudio de los grupos sociales que
componían la nación azteca.
Los trabajos en curso de Friedrich Katz sobre los “Villistas”, los de John
Womack Jr. sobre el zapatismo3, Hans Wernwe Tobler sobre el ejército revolucionario
(en curso) y jean Meyer sobre los cristero4, no son más que algunas de las principales
muestras de esta línea de investigación.
Dentro de esta tendencia tuvo, la idea de elaborar mi tesis doctoral sobre un tema
que se me antojaba de gran interés: el papel de los españoles residentes en México en la
vida de la Nación mexicana desde el año 1910, fecha de iniciación de la llamada
revolución maderista hasta 1930, momento en que ya se puede dar por concluida la fase
de consolidación de la Revolución mexicana.
La lección de este grupo social, la colonia española atrajo mi atención por un
motivo principal: a pesar de las afinidades de lengua, cultura, historia, etc., ningún
grupo de extranjeros en el país, sufrió tanto en estos años en sus personas y haberes
como la colonia española, a causa de la actividad revolucionaria.
En el terreno agrario la revolución supuso la casi total liquidación de las
propiedades agrícolas españolas. En 1910, el 27% del total de la superficie cultivada en
México y un 33% del valor total de las tierras se halla en manos españolas en 1927 estas
cifras se han reducido a un 5% en lo que atañe a la superficie y a un 8% del valor.
1 Véase por ejemplo: Howard Cline: “México: A Matured Latin America Revolucion, 1910-1960” o también James Wilkie: The Mexican Revolution: federal Expediture and Social Change since 1910. Berkeley 1967. El periodo se cierra en 1967 fecha de la pubñicación del libro.2 Esta afirmación, si bien es verdad en lo que atañe a las relaciones con los Estados Unidos, dista mucho de serlo en lo que corresponde a países europeos. En el caso de España, se trata de terreno casi Virgen3 Zapata y la revolución mexicana. México 1969.4 La Cristiade. México 1974 3 volúmenes. El último no ha sido editado aún en versión española
EL tributo en vidas humanas, si bien es difícil de precisar con exactitud, se sabe
a ciencia cierta que fue el más alto entre las colonias extranjeras superior a los 2,000
muertos.
Y esto sucede al grupo más afín a los mexicanos, en cultura, lengua,
costumbres, religión, etc. ¿Quizás precisamente a causa de esta afinidad, de este
contacto estrecho con el pueblo mexicano?¿Separa y desune esta comunidad cultural en
ves de facilitar la comprensión?¿Quizás las actividades económicas de los españoles
exasperaron al pueblo de México? ¿Atavismo? ¿Envidia? ¿Malos tratos por parte
española? Estas y otras muchas interrogaciones eran razón suficiente para apasionar a
un historiador en este tema y justificar a mi modo de ser sobradamente la elección.
La internacionalidad de este tema podría encausarse a cuatro grandes aspectos
esenciales:
1) La Actividad de los españoles : Influencia económica, peso social, labor
cultural, benéfica, política, etc. Es decir, el quehacer de la colonia durante el
periodo de estudio.
2) Actitud frente a la Revolución : Posturas ideológico políticas a veces
puramente teóricas y pasivas; en muchos casos traducidas en una militancia
frente al o en el proceso revolucionario en sus distintas etapas y facciones.
3) Las Transformaciones y daños que el devenir revolucionario produce en los
intereses y personas de los españoles.
4) La acción de España por medio de sus representantes diplomáticos para
salvaguardar los intereses de sus connacionales en medio de tantos desastres,
es decir las relaciones diplomáticas hispano-mexicanos en este periodo.
Respecto a este ultimo punto quiero recalcar que el estudio del toma y daca
diplomático no constituye el objeto central de este trabajo. Las relaciones diplomáticas
son estudiadas como reflejo y en función de los avatares de la colonia española en estos
años críticos. He dejado, intencionalmente, muchas facetas de esta actividad de lado por
considerarlas innecesarias para la comprensión del tema. No quiero, ni mucho menos,
afirmar que carezcan de interés sino que por el contrario me prestaría hacerlas objeto de
trabajos posteriores. La necesidad de limitarse me impone esta obligación.
El porqué de los límites temporales que encuadran este tema han sido ya
aclarado, sólo me resta añadir que la documentación disponible acaba en 1930.
2. LA DOCUMENTACIÓN
Los materiales utilizados para la confección de este trabajo son los fondos
mexicanos existentes en el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid.
Esta información abundantísima y de extraordinaria importancia, pues no se trata
exclusivamente de documentos sino además de folletos, recortes de Prensa, prospectos,
etc., se halla repartida entre las acciones de: Política Exterior y Correspondencia de
Embajadas y Legaciones. El catálogo de Documentos para la Historia de Iberoamérica
en Archivos españoles editados por la UNESCO en colaboración con la Dirección
General de Archivos incluye estos fondos, que por otra parte carecen de índice y se
encuentran insuficientemente inventariados y catalogados.
La custodia de estos fondos documentales con suficientes garantías de
conservación y facilidad de manejo hacía imprescindible una cataloquización, que dada
la importancia de los mismos, considero tarea ingente.
Hasta ahora no han sido consultados por los historiadores los documentos
relativos a este periodo 1910-1930 por hallarse prohibida su consulta por las autoridades
pertinentes.
Los legajos en total para México en estos años se dividen en dos
correspondientes a la sección de Correspondencia y cinco a la de Política.
Se encuentran clasificados por años dentro de estos apartados e incluyen desde
telegramas a informes de particulares, de diplomáticos, etc., escritos normalmente a
máquina, en algunos casos a mano.
La consulta de fondos existentes en México hubiera sido de gran interés. La
imposibilidad de hacerlo por razones materiales limita muchas veces el alcance y la
ambición del análisis. No se entienda esto como excusa a las posibles faltas, cuya
responsabilidad asumo plenamente sino véase más bien como necesaria explicación a
una limitación impuesta a este autor. Una ampliación de estudios en Alemania Federal
me han permitido además el manejo de los papeles del Archivo del Ministerio de
Asuntos Exteriores de la República Federal Alemana en Bonn. Si bien estos fondos
aparecen citados sólo una vez en el texto, su consulta ha sido de gran utilidad para
contrasta datos con respecto a indemnizaciones y trato a personas.
Estos fondos se dividen en los siguientes apartados:
a) Asuntos Generales de México5: 58 volúmenes de 1879-1920.
b) Addenda a esta sección: 1 volumen de 1879-1915.
5 En alemán: Archiv des Auswärhigen Amtes, Bonn.
c) Un apéndice “Información sobre particulares y protección de sus intereses
con ocasión de disturbios”: 8 volúmenes (1913-19)
d) Sección finanzas.
e) Prensa.
3. LA BIBLIOGRAFÍA
Señalado ya el objeto y alcance de este trabajo, puesta de relieve la novedad del
tema, es obvio que se diga que no se cuenta con una bibliografía de tema similar. Ahora
bien, la posibilidad gracias al disfrute de una beca Max Planck de doctorado, de trabajar
durante año y medio en la biblioteca del Instituto Iberoamericano del patronato cultural
prusiano de Berlín, la mejor de Europa en su campo, que cuenta con mas de 700,000
volúmenes sobre temas Iberoamericanos, amén de una importante hemeroteca, se ha
permitido la consulta de colecciones de Prensa de la época, de una colección de folletos
algunos de los cuales son de gran interés por este tema y de una extensa bibliografía, me
puso en condiciones de poder llevar a cabo el trabajo. De lo publicado hasta ahora o no
ha sido realizado por especialistas o poco tienen que ver con nuestro propósito.
Los trabajos de periodistas con Ricardo del Alcázar6, Florisel. Amando Mº de
Campos7. Desiderio Ramos entre otros, ni son científicos ni son dignos de clificativos
de históricos.
La prensa de la colonia española en México8, los boletines de los diversos
centros regionales, los de la Cámara de Comercio, los Conmemorativos del Centenario
y de Covadonga, son de consulta imprescindible.
Los fondos de la Biblioteca del Instituto de Cultura Hispánica, de la del Instituto
Gonzalo Fdez de Oviedo del C.S.I.C y de la Nacional de Madrid contribuyeron a la
realización del siguiente trabajo.
4. SISTEMATIZACIÓN DEL TRABAJO
Una vez realizada la labor de archivo, de extracción de los materiales se
presentaba claro que estos nos permitían analizar algunas facetas de la vida de la
colonia. El problema era dotar de una sistemática, dar un orden a este cúmulo de datos.
El análisis de las fichas no afirmó en la creencia de que el orden más apropiado era
seguir la cronología de los hechos, las distintas presidencias, comenzando con un
estudio analítico-estructural de la colonia al comienzo de nuestra época, es decir al final
de la dictadura porfiriana. Analizado este punto, se trataría de la relación Mexicano-6 Ricardo del Alcázar, “el Gachupín, problema fundamental de México”. México 1928.7 A María de Campos: La Colonia Española de México un siglo de Beneficencia.8 Rojo y Gualda, El correo español, el Diario Español son los principales.
española, sus prejuicios y afinidades. Tras el análisis sincrónico de la colonia, comienza
el diacrónico con la Revolución maderista y sus efectos sobre la colonia.
La dictadura de Huerta; la época de facciones revolucionarias: Villa, Carranza,
Zapata; el Carrancismo en el poder y las presidencias de Álvaro Obregón y Plutarco
Elías Calles son otros tantos momentos en los que hay que situar y con los que conviene
relacionar a nuestros compatriotas.
Resumiendo: Tras un primer análisis sincrónico situado en el año 1910, vendría
el estudio de la colonia en la revolución, para concluir con el mismo en la construcción
del Orden Nuevo, es decir, la presidencia de Obregón y Calles (1920-1928)
Con todo lo cual el trabajo se presenta dispuesto en la siguiente forma:
1) Una introducción obligada para hablar de las posibilidades, del tema, de la
intención del autor, de la documentación, etc.
2) Una segunda parte compuesta por el análisis estructural-ideológico,
económico, social, institucional, etc., de la colonia española y de México al
final de la dictadura de Porfirio Díaz.
3) La transmisión de la actividad normal al desenfreno revolucionario, es decir,
la presidencia de Francisco I. Madero constituye la tercera parte.
4) La tempestad revolucionaria y la defensa contra ella, precisan de una
respuesta diplomática y de una readaptación a las circunstancias. Su análisis
representa en cuarto gran apartado de esta tesis.
5) La quinta parte consiste en el reajuste y aclimatación de los españoles al
nuevo orden seguido de la Revolución, que se consolida en las presidencias
de los generales Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.
6) Como colafón las conclusiones y los índices documental y bibliográfico.
El primer tomo de elaboración historiográfica hemos creído necesario
complementarlo con un segundo tomo o apéndice documental en el que siguiendo la
sistemática del primero se agrupan por epígrafes los documentos que estimamos
necesarios para la mejor comprensión del texto. La justificación de un apéndice
documental se ve aumentada por el hecho de tratarse de documentos absolutamente
inéditos, que hasta ahora de encontraban fuera del alcance del historiador.
Las Notas al texto, remitiendo a la obra o al documento correspondiente o
aclarando conceptos, se han puesto a fin de capítulo según el criterio que estimamos
más aconsejable.
SEGUNDA PARTE
MÉXICO Y SU COLONIA ESPAÑOLA EN LA “PAX PORFIRIANA”
Niño Santos se retiró de la ventana para recibir a una endomingada diputación de
la Colonia Española: El abarrotero, el empeñista, el chulo de braguetazo, el patriota
jactancioso, el doctor sin reválida, el periodista hampón, el rico mal afamado se
inclinaban en hilera ante la momia taciturna…
Valle Inclán, Tirano Banderas pág. 16
CAPITULO I
MÉXICO Y LA COLONIA ESPAÑOLA EN 1910
I. México en 1910
Una pez de treinta años, un crecimiento económico espectacular tras una
estagnación de casi un siglo, una población casi duplicada en este lapso; México parecía
vivir el año de la celebración del Centenario del comienzo de la independencia en una
nube de optimismo.
El sueño liberal daba la impresión de ser compartido por todos, el “enrichissez-
vous” de Guizot, la sensación de haberse convertido en realidad al menos para los cinco
mil invitados que tomaban parte en el baile celebrado con motivo de las fiestas del
Centenario en el Palacio Nacional. A las diez de la noche, el príncipe de este país
fabuloso del brazo de una marquesa, daba la señal. L fiesta podía comenzar. Los criados
vestidos de calzón corto y casaca de color se apresuraban a servir a la luz de los
cuarenta mil focos que iluminaban el “primorosísimo planfod de seda”.9Al día siguente
la prensa se haría eco del alto grado de buen gusto, de cultura y de bienestar de las
clases rica y media de este país de fábula. La lectura de estas líneas podrían inducir al
lector a creerse en un país de ensueño. La realidad era otra. El país se llama México; el
príncipe don Porfirio Díaz.
Detrás de todo este lujo y esplendor veamos que se oculta
A.-La población:
1. Los censos.
La República Restaurada fracasó en su empeño de hacer buenas estadísticas del
número, distribución geográfica, estructura y movimiento natural y social de la
población mexicana10. La estimación de 1877 de 9,389,461 es poco fidedigna. La
ideología positivista había de suponer el estímulo necesario para el fomento de las
estimaciones censales.
La creación en 1882 de la “Dirección General de Estadística” dependiente de la
Secretaría de Fomento representa el comercio de una era en la que los recuentos de
población ofrecen más garantías que en etapas precedentes. El 10 de junio de 1883 se
dotó de un reglamento a esta dirección general, que había de ser completado en 1900
con el establecimiento de un registro de entradas y salidas de extranjeros, así como con
la creación de inspectores que visitarán las oficinas estadísticas de los Estados y
municipios.9 González Navarro, Moisés: El Porfirillo ”La vida social”, pág. 40310 Respecto a la situación de la estadística en la República Restaurada vial. Tomo III., de Historia Moderna de México, dirigida por Daniel Cosio Villegas, México, Editorial Hernes, 1967.
A esta labor oficial hay que añadir las estaciones de numerosos particulares
como el economista Manuel Zapata Vera que estimó, en 1883, la cantidad de
10,447,998 mexicanos11. También se ocuparon de esta tarea Antonio García Cubas y
Alfonso Luis Velasco12.
Pero a pesar de haberse realizado otros recuentos censales en 1890/95 y1900, la
escaza confianza que inspiran nos ha hecho acudir al de 1910, como mas fidedigno y
relacionado con nuestro periodo de estudio. Este recuento13 que comenzó a prepararse
en 1908 por la secretaría de Fomento con el envío de cuestionarios, boletos para los
empadronados, etc., y movilizó a las personalidades del país en su apoyo, dio unas
cifras de 720,753 habitantes para el Distrito Federal y de 15,160,369 para toda la
nación.
Entre el recuento de 1877 y el Censo de 1910 observamos el espectacular
aumento de la población mexicana. En unos 30 años casi seis millones más de
habitantes cuenta la nación.
2.Distribución y composición de la población.
Quienes millones de habitantes se distribuyen en un país de dos millones de
kilómetros cuadrados. Los seis estados del Norte que constituyen casi la mitad del
territorio mexicano apenas representaban el once por ciento de la población de 1910.
Chihuahua, Sonora, Coahuila y Baja California ocupaban los primeros lugares en
extensión territorial y los últimos en densidad demográfica. Esa desproporción explica
los temores de una expansión territorial de los Estados Unidos en esta zona del país.
Igualmente despobladas de hallaban las entidades federativas de ambas costas, salvo
algunas excepciones.
En consecuencia, la mayor parte de los mexicanos se encontraba en la parte
central del territorio en una extensión relativamente limitada. En los Estados de
Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, México, Tlaxcala, Puebla, Morelos y el Distrito
Federal se concentraba mas de la tercera parte de sus habitantes. De las 52 ciudades que
en 1910 tenían más de 100,000 habitantes, doce estaban a una altura superior a los 2,000
metros sobre el nivel del mar y 22 entre 1,000 y 2,000. De las 9 ciudades que pasaban
11 Se basaba en las estimaciones de Humboldt aplicándoles una tasa mas o menos variable de crecimiento anual.12 Vid Gonzáles Navarro, Moisés, Op. CIt., p. 6.13 Para información sobre este censo de 1910. vid. Wittich, Ernesto: “Apuntes relativos al censo sacrificado en la república mexicana en 1910” en Momoires de la Societé Alzate, tomo 31. México, Imprenta y Fotocopia de la Secretaría de Fomento, 1911, p. 329.339.
de 40,000 habitantes, sólo Monterrey, Mérida y Veracruz se hallaban a menos de 1,000
metros de altitud.
Entre 1810 y 1910 la población de México aumentó en un 148 por ciento,
pasando de los seis a los quince millones de, lo que significa un incremento anual de
90,000 personas.
El periodo comprendido entre 1877 y 1910 acusó un incremento del 61,5 por
ciento en la población mexicana.
Los movimientos migratorios internos fueron en buena medida del centro al
norte del país y hay que relacionarlos directamente con la sobrepoblación relativa que el
latifundismo originó en la parte central de la República y con el estímulo de los mejores
salarios norteños.
En cuanto a la composición étnica de la población mexicana, disponemos de
cifras de Castellanos14 para 1909 en las que se aprecian un total de 5,170,000 indios que
constituirían el 38 por ciento de la población, un 43 por ciento de mestizos y un 19 por
ciento de blancos puros.
Como colofón podríamos añadir que el incremento de número de localidades fue
muy superior al de la población: de 1877 a 1910 los poblados aumentaron en un 152 por
ciento, mientras que los habitantes solo lo hicieron en un 61 por ciento. El 71 por ciento
de la población mexicana era rural en 1910. La población de Quintana Roo era
íntegramente rural, y solamente en la capital de la República hubo un predomino
absoluto de habitantes urbanos, con un 23 por ciento de rurales. En términos generales
puede afirmarse que en algunas entidades del sur, así como en las mas atrasadas,
económica y culturalmente del centro, y en las mas despobladas del Norte, la población
rural predominaba con claridad sobre la urbana.
B.- La economía
1. Estructura y crecimiento.La colonización de nuevas tierras, en las cosas, en los Estados del Norte, en el
itomo, acompañado por el tremendo auge del ferrocarril son signos evidentes de una
reanudación del crecimiento del siglo XVIII durante los 30 años de gobierno de D.
Porfirio Díaz.
Para un apologista de la obra del general “… el país había disfrutado de treinta
años de paz, que le habían permitido no solamente desarrollar la parte más importante
14 Castellanos, Maqueo, Algunos problemas nacionales., México, Eusebio Gómez de la Puente, 1909, 218 pp.
de sus elementos materiales y afianzar su crédito interior y exterior, sino alcanzar el
respeto y la consideración de los pueblos más notables del mundo. Los ferrocarriles
habían unido los centros productores de mayor importancia y nos habían dado acceso a
los puestos marítimos y nos habían comunicado con nuestros vecinos del norte con
quienes hacíamos ya comercio muy activo. El telégrafo había unido los lugares más
apartados del país y nos había ligado por medio del cable submarino con las regiones
más distantes del globo. El auge de la minería era magnifico; nuestras corrientes y
caídas de agua comenzaban a dar la energía eléctrica necesaria para acrecentar las
industrias y para alumbrar diversas ciudades. Tras de largas y costosas operaciones se
había hallado petróleo en nuestra región oriental y estaba ya explotándose, como se
estaba explotando la hulla, valiosísimo elemento también para numerosas industrias…
El cumplimiento de las obligaciones financieras internacionales había logrado que
Europa y los Estados Unidos hubieran proporcionado al país los recursos que necesitaba
lo mismo para la conversión de deudas gravosas anteriores, que para realizar obras
transcendentales como fuera la adaptación de nuestros puertos en el Golfo y en el
Pacifico a fin de facilitar el comercio interoceánico a través del Istmo de Tehuantepec,
que fue convertido en un poderoso competidor del canal de Panamá por la distancia que
acortaba para los transportes”15
Todas estas transformaciones unifican, construyen a partir de un mundo de
células productivas aisladas entre sí, un mercado nacional, unido en estrecho contacto
con el mercado mundial.
Treinta años, pues, de crecimiento económico sostenido, incluso acelerado
después de 1,90016. El crecimiento industrial es del orden del 12 por ciento anual y las
exportaciones aumentan en término medio en un 6 por ciento entre 1878 y 1911. Si nos
fijamos en las importaciones, las de bienes de consumo descienden del 77 por ciento al
43 por ciento, mientras que los bienes de equipo y las materias primas doblan
respectivamente.
Las inversiones industriales podemos considerarlas en un 75 por ciento
nacionales y de un total de inversiones extranjeras de más de 1.700 millones de dólares,
representan las americanas el 30 por ciento, las inglesas el 29 por ciento y las francesas
el 27 por ciento. De este total la deuda representa el 15 por ciento, los ferrocarriles un
tercio y las unidades un cuarto.15 Carreño, Alberto M. Los españoles en el México independiente, un siglo de Beneficencia. México, Imprenta Manuel León Sánchez. 1948, pp. 248-49. 16 Reynolds, Clark, The Mexican Economy: Twentieth Century Structure and Growth, Yale 1970.
En 1910 el 70 por ciento de la población vive del sector primario todavía, pero
se observa un proceso acelerado de urbanización al ritmo de crecimiento del producto
nacional bruto.
2. Los desequilibrios de una economía exportadora.
En este sistema económico típicamente exportador, el crecimiento se basa en la
explotación cada vez más intensa de los recursos naturales, favorecido por una obra de
mano barata y con un capital y una tecnología extranjeros.
Como en otros países de Hispanoamérica en la misma época, no olvidemos que
se trata de la fase alcista del ciclo Kondrafietf, este sistema origina la prosperidad de los
grupos dominantes, fenómeno ocurrido en Chile y en Perú por no citar más que estos
dos ejemplos. Pero al mismo tiempo estos avatares cíclicos, estas oscilaciones del
mercado originan y agravan las diferencias y desigualdades entre regiones pobres y
ricas, entre ciudades, entre los hombres, naturalmente.
Tras 1900 se acentúan estas distorsiones. El crecimiento se ensambla gracias a la
exportación mientras que los salarios reales, la agricultura de subsistencia y el
crecimiento de la población declinan. Entre 1885 y 1895 los salarios aumentan en un 24
por ciento; entre 1895 y 1910 descienden un 17 por ciento. La industria no puede
emplear al ejército de reserva en un momento en que está arruinado el artesano. Solo en
el sector textil el número de desempleados disminuye en 20.000. La gran emigración
hacia los Estados Unidos comienza entonces y hasta nuestros días. Esto en el momento
de la llamada “prosperidad” porfirista.
Este crecimiento no suprime la dicotomía entre los enclaves de la agricultura
comercial o de la actividad minera y el resto de la actividad agraria de subsistencia base
de sustento de la mayoría de los mexicanos.
La tendencia desde el poder es la redistribución de las tierras estables y las
pertenecientes a propiedades comunales en beneficio del sector moderno. Hasta 1895 se
observa un alza en los salarios rurales con lo que el paso del campesino propietario a
jornalero se ve de alguna manera suavizado. Pero después de 1895 la afluencia de mano
de obra que la crisis del artesano y la industria lanza al campo hacen decrecer la renta
rural. La situación es tanto más dramática a medida que se acentúa la ruptura entre
agricultura de exportación y agricultura de subsistencia.
Entre 1900 y 1910 aumenta el precio de los alimentos en un 20 por ciento
mientras que las exportaciones agrícolas se incrementan en un ritmo anual del 6 por
ciento. Citando textualmente a J. Meyer “…la contradicción no es simple. No hay solo
dos agriculturas en México, si no muchas variedades regionales. Así el Norte y el Golfo
prosperan de forma global, mientras que el centro y el Sur, que concentran la mayoría
de la población van a la zaga. Se trata de un movimiento de larga duración. En 1900 y
1907 la producción agrícola de Sonora, Sinaloa y Chihuahua disminuye en un 40 por
ciento, en tanto que la del Centro aumenta ligeramente. El descontento acentuado del
Noreste y el papel decisivo que desempeñan estos Estados en la crisis revolucionaria,
están en relación directa con estas crisis de coyuntura”.17
El impacto de la revolución tecnológica porfiriana, sobre estructuras como la del
Norte, nómada y ganadera y el ideal comunitario de los campesinos del Sur, suponen el
punto de partida de la revolución, gigantesco proceso de crisis modernizadora en que
entran en choque la dualidad coexistente en México: el mando precosteriano y la
revolución industrial, la tradición y la modernidad. Proceso expansivo, pero con
enormes cortes sociales, en este marco se inscribirán los cambios.
C- La sociedad
La población mexicana, ya descrita en el apartado A podemos caracterizarla en
dos grupos o seguir al medio en el que se mueven: los urbanos y las clases rurales.
1. El grupo urbano:
a) Los favorecidos del sistema: Son los comerciantes ricos, los grandes
propietarios, los banqueros, los industriales, los financieros, algunas miles de
personas o familias. Se trata más de una plutocracia que de una clase, debido
a su falta de homogeneidad y solidaridad. En este grupo se halla l
tecnocracia de entonces “Los científicos”, los empresarios nacidos de la
prosperidad porfiriana y que se ha unido con las viejas familias. Liberales de
ideología, conservadores en todo viven un ritmo de vida lujosa y de
imitación europea. Los extranjeros son numerosos en este grupo. Su lejanía
del pueblo es increíble.
b) Las clases medias: Entre los privilegiados y las masas, se encuentran las
débiles y favorecidas clases medias que constituyen la mitad de la población
urbana. Con formación intelectual, con carrera y sin salidas profesionales,
los quince mil abogados, cinco mil médicos e ingenieros, los millares de
maestros mal pagados, etc., ven en la revolución la única salida a sus
problemas. Sin destino político hasta 1913, esta tercera fuerza que quiso
crear el liberalismo no logra consolidarse a escala nacional.
17 Meyer, Jeans: La resolución Mexicana. Barcelona, Dopesa.1973.
c) Los obreros: Un proletariado poco numeroso y joven. En 1910 se cuentan
195,000 obreros y 500,000 artesanos que trabajan normalmente para firmas
extranjeras. Concentrados en la Capital, en Monterrey, en las fábricas textiles
de Veracruz y Puebla, su debilidad les obligaba a buscarse productores y a
someterse al gobierno. Su juventud explica que sus líderes sean extranjeros,
americanos o españoles.
Entre 1900 y 1910 asistimos al auge de la gran industria y al consiguiente
ocaso del taller y del paternalismo social. Alto número de accidentes, descenso o
estación de salarios explica el descontento y el elevado número de huelgas,
algunas como las de Cananea (mineros del cobre) y Rio Blanco (textil)
sangrientamente reprimidas.
Al producirse la revolución de 1910-11 no se puede hablar en un medio
tan heterogéneo ni de consciencia de clase, ni de clase obrera organizada, los
obreros no están dispuestos a considerar la posibilidad de una revolución y más
tarde los que promoverán agitaciones no serán los obreros de las fabricas sino
los trabajadores del viejo mundo artesanal.
2. El grupo rural.
En 1910, los campesinos constituyen el 62 por ciento de la población
activa. El siglo XIX fue peor en muchos aspectos, que el régimen colonial
para el campesino y consagro la diferenciación entre el campesino indígena y
el restante. El campesino indígena no habla español y se dividen en peones
que dependen totalmente del amo y en “comuneros” o pertenecientes a una
comunidad, aislados de la nación y explotado por el gran propietario, el
cacique y el comerciante. El segundo grupo se expresa sólo en español, está
más integrado en la nación y participa más activamente en el mercado. A
este pertenecen los pequeños propietarios que pudieron sobrevivir y
prosperar, así como la masa de los vaqueros y peones que constituyen, en las
“haciendas modernizadas”, un proletariado rural naciente.
Los comuneros y los pequeños colonos constituyen los llamados
“campesinos libres”, poseen generalmente menos de diez hectáreas y las
comunidades que conservan sus tierras no son raras en Oaxaca, Guerrero,
Jalisco, Veracruz, Morelos, Tlaxcala y en parte del Estado de Puebla. A
costa de resistencia encarnizada las comunidades de Morelos conservan sus
tierras en un 60 por ciento. A este grupo se suman los aparceros, muy
numerosos dedicados a cultivo de subsistencia y los arrieros y transportistas,
a menudo también aparceros.
En la cúspide de este grupo se hallan los rancheros, propietarios de
extensiones de aproximadamente 100 a 1,000 Ha., explotados por ellos y sus
familiares igualmente se hallan en terrenos excesivamente buenos y se
pueden cubrir las inversiones necesarias para mejorar técnicamente sus
propiedades.
La hacienda:
Hay que distinguirla por su carácter industrial del latifundio
paternalista tradicional. Hay estudios muy recientes como los de Haras Pohl,
F. Katz sobre la hacienda porfiriana. Dejamos solamente que en 1910 mil
grandes haciendas empleaban a tres millones de peones. La hacienda es una
unidad socioeconómica completa que engloba a amor y servidor. A las
aldeas libres, la hacienda puede asfixiarlas retirándoles, los derechos de
pasto, uso de agua, etc. Como resultado en 1910 cerca de la población rural,
se encontraba “encasilladas” es decir alejadas en las haciendas.
Más que a la propiedad de la tierra aspira al control de los
trabajadores. Lo que sorprende en el campo mexicano en 1910 es su
modernidad: la modernidad de las haciendas y el mundo que controlan.
D-La política
Sobre estas bases demográficas, económicas y sociales reposa la
superestructura política. Los objetivos del gobierno porfiriano fueron el
progreso en el orden, para llevarlos a cabo se utilizó todos los medios, pan y
palo, corrupción y represión. La política nacional se congela en torno a Don
Porfirio.
Es una realidad cotidiana a nivel regional que contrasta con unos
parlamentos y unas constituciones nacionales sometidas a Don Porfirio, viejo
y zorro, caído con el paso de los años en sus propias intrigas.
Los problemas políticos de la Nación: Las relaciones con los Estados
Unidos nunca fueron brillantes. Díaz trabaja para reducir la presión de sus
vecinos haciendo concesiones a Inglaterra, Francia, Alemania. Esta
tendencia se acentúa aún más a partir de 1900: Limantour quiere atraer al
capital extranjero pero pudiéndolo controlar.
La crisis reyista, la sucesión presidencial 1900-1910, la crisis
monetaria y bancaria además de los problemas económicos ya señalados son
explicaciones de la debilidad política de un régimen que parecía solidísimo y
en realidad no se basaba ni en fortaleza militar, ni por facilidad de
comunicaciones, ni en un burocracia eficaz, como demostró la rapidez y
facilidad de la caída.
El exceso de éxito había dislocado el cuerpo político porfiriano.
Archisatisfecho de sí mismo, víctima de la larga época de abundancia, el
porfirismo había de morir de satisfacción como el feliz abejorro después de
su vuelo nupcial.
II.La Colonia española en 1910
Las fiestas del Centenario tocaban a su fin.
El Casino Español de México, engalanaba sus salones para el gran
baile de gala que había de celebrarse en honor de D. Porfirio Díaz. Los
salones fueron iluminados con 9,000 focos eléctricos y a los sones del baile
“Espiritual”, dedicado por el maestro Gascón a la esposa del presidente se
inició la fiesta que había de durar años en el recuerdo de los mexicanos. La
colonia española de México o más exactamente lo más florido de ella
expresaba su agradecimiento y adhesión al hombre de Estado que había
hecho posible tan largo periodo de paz y prosperidad. Aquel año de gracia de
1910 pudiera llamarse el año cumbre de la Colonia Española en México. A
través de la República entera sus actividades eran patentes. La amistad
Hispanoamérica había alcanzado un grado tal de cordialidad que España
misma decide solemnizar más aun los festejos enviando a México una
selecta delegación presidida por el Marqués de Polavieja, una de las figuras
políticas y sociales de mayor relieve del momento, que debía entregar en
prenda de amistad real y positiva, al gobierno mexicano el uniforme del
prócer de la Independencia: D. José María Morelos y Pavón. Un año más
tarde esta idíbica visión de amistad, prosperidad y fraternidad
Hispanoamericana era cosa del pasado. La realidad era de persecución y
matanza al español. En el elegante salón de la calle de Isabel la católica, sede
del Casino Español, no sonaba la música, mientras en los campos de la
republica volvían los “mueran los gachupines”. ¿Quién y qué cosa había
cambiado? Pero, analicemos en primer lugar las componentes sociales,
económicas e ideológicas de la Colonia española en víspera de la catástrofe.
1-Antescedentes: La política colonizadora del Porfiriato.
La reactivación que experimenta la coyuntura económica en los años
de poder de D. Porfirio, unido a la firme creencia de la incapacidad de las
razas aborígenes para el trabajo industrial son algunas de las motivaciones
del incremento experimentado por la población extranjera de México durante
estos años.
El afán de inmigración extranjera: se apoyaba principalmente en
cuatro supuestos, la gran riqueza nacional, la escasa población, la
incapacidad para aprovechar los ricos dones naturales y en la mayor valía del
trabajador extranjero.
Estos argumentos explican los esfuerzos oficiales en favor de la
inmigración y las numerosísimas controversias que la prensa de todas las
tendencias acoge sus columnas.18 A pesar de todos los esfuerzos, los intentos
de atracción de inmigrantes extranjeros, constituyeron un rotundo fracaso,
como dan a entender los censos de 1895, 1900 y 1910.
En la primera fecha residían en el país poco más de 48,000
extranjeros, el doble de los que había en la República Restaurada; cinco años
después se contaban 10,000 más. Para 1910 la cifra había subido hasta
116,527. De estos, sólo un 9 por ciento se dedicaba a labores agrícolas.
La escasa cantidad de extranjeros dedicados al campo, en calidad de
colonos muestra hasta qué punto había sido errónea la creencia de que en la
inmigración pudiese estar una de las soluciones del agro mexicano. Estos
inmigrantes en su mayor parte norteamericanos y españoles, seguidos de
lejos por chinos e ingleses, en cuanto tenían oportunidades se dedicaban al
comercio o a labores industriales. En 1909 el 60 por ciento consistía en
hombres solteros de 19 a 40 años, muchos de ellos a la espera del momento
propicio para trasladarse a los Estados Unidos de Norteamérica.
La inmigración española tuvo sus mejores partidarios entre los
conservadores, aunque algunos laborales como Junios se mostrasen
18 En documento estudio de este fenómeno, lo hallamos en un tomo correspondiente a la Vida Social del Porfiriano, llevado a cabo por Moisés.
decididos partidarios de ella, defendiendo la obra colonizadora de los
españoles en la época colonial y en la independiente.
El argumento esgrimido por los contrarios a la inmigración hispana
era el carácter de comerciantes y usureros que se les atribuía, a lo que se
contestó que no todos lo eran y que debía pensarse en especial en el caso de
la frontera norte donde la inmigración latina sobre todo la española podría
detener la expansión yanqui en estos pocos poblados territorios.
La discusión llego hasta tal punto que se planteó la cuestión de que
región española proporcionaría la inmigración idónea. Las opiniones fueron
para todos los gustos: unos eran partidarios de los vascos por su fortaleza y
reciedumbre, otros de los catalanes por su laboriosidad y espíritu de empresa,
en fin, algunos pensando en la facilidad de asimilación preferían los oriundos
del mediodía de España y más particularmente de la costa mediterránea.
Otro elemento importante en la discusión fue el factor profesional.
Los posibles inmigrantes debían ser trabajadores agrícolas, que era lo que
necesitaba la nación mexicana y no urbana que abandonarían enseguida las
labores agrarias dedicándose al comercio en las ciudades.
Pasemos a continuación a analizar el número, el origen regional y la
distribución en el territorio mexicano de esta inmigración española, atraída
por las relaciones económicas del Porfiriato.
2- Número, procedencia y distribución de los españoles en territorio
mexicano:
a) El número.
No resulta fácil determinar con exactitud la cantidad de españoles residentes en
territorio mexicano. Los censos hasta 1895 no nos dan cifra fidedigna de ellos ni en
cuanto su número, ni a su distribución por sexos, ni en cuanto a la manera en que se
hallaban repartidos en el territorio. Las listas consulares que hemos manejado además
de ser insuficientes para tratar de saber con exactitud estos extremos son muy
incompletos. Hay que tener en cuenta además que buena parte de ellos no se hallaban
inscritos en el consulado por muy distintos motivos. Ya sea por no haber hecho el
servicio militar, por la lejanía del consulado más cercano, por ignorancia de sus deberes
y desechos, o bien por descuido.
Por eso las cifras que vamos a dar no pueden ser aceptadas más que como
indicadores, si bien con un grado aceptable de aproximación. Añadamos a estos
problemas de fuentes el grado de imprecisión con que la palabra española es utilizada.
A veces se considera españoles, personas residentes en México desde dos a tres
generaciones y que ni constan en el consulado ni se encontraban siquiera en posesión de
la ciudadanía española. Estos casos son fáciles de observar en las listas de
reclamaciones desechadas por no hallarse el reclamante en posesión de la ciudadanía
española.
Hechas estas salvedades pasaremos al análisis de los datos censales.
El censo de 1895 arroja un total de 12,228 españoles es decir un 0.10 por ciento
del total de la población mexicana. Las limitaciones del citado censo, la ligereza con
que fue llevado a cabo y los prejuicios de la población contra lo que consideraban una
invasión de su intimidad,19 nos hace suponer una cifra mayor. Sólo la capital México
según otras fuentes como la Revista española, tenía ya una colonia del orden de los
10,000. La cifra que arroja la Revista Mexicana de Emigración e Inmigración, para
1900 es de 21,312 españoles nos parece mucho más cercana de la realidad para esas
fechas.
El censo de 1910, mejor elaborado y llevado a término con un control más
riguroso estima la colonia española en ese año en 28,541 miembros, lo que constituiría
un 0.19 por ciento total de la nación.
A pesar de la mayor perfección de este recuentro nos parece baja la estimación.
En informes del cónsul de España en la ciudad de México, D. Emilio Moreno a su
superiores se da la cifra de 40,000 habitantes, habiendo solo en la capital más de 15,000.
Además las estadísticas de migración publicadas por la ya citada Revista
Mexicana de migración e inmigración arrojan para 1910 la cantidad de 31,000
españoles.
El reparto por sexos de estos inmigrantes es casi imposible de llevar a cabo con
exactitud. Sólo por referencias indirectas y por deducciones derivadas del frecuente
número de matrimonios de españoles con mexicanos, por saber que la mayor parte de la
inmigración española se trataba de hombres solteros sólos. El hecho de que a veces las
mexicanas casadas con españoles fueran registradas como españolas se presta también a
confusión.
El censo de 1910 arroja la cifra de 10,874 mujeres españolas lo que vendría a
suponer más o menos un 40 por ciento de la cifra total.
19 Gonzales Navarro. Vid. El Porfiriato, la Vida social pág. 122.
Prescindiendo del carácter imperfecto de estas cifras vemos que en sólo quince
años, en el periodo de tiempo comprendido entre 1895 y 1910, la colonia española ha
experimentado un aumento de casi un 140 por ciento. El aumento es real aunque no en
estas proporciones. La mejor elaboración del censo de 1910, lo explica.
b) La procedencia.
Resulta también extremadamente difícil el precisar el lugar de origen de los
españoles emigrados en México. Ni se disponen las listas completas de emigrados, ni en
los censos, ni en ningún otro documento oficial consta. Los análisis llevados a cabo por
mí se basan en dos fuentes imperfectas aunque en cierta manera ilustrativa: las listas de
individuos pendientes del servicio militar existente en el Consulado de España en
México y las filiaciones de socios de los diversos centros regionales de la Capital de la
Nación.
El análisis de 150 casos de españoles pendientes del servicio militar arroja las
siguientes conclusiones respecto a su origen regional:
Asturias Sesenta y cinco casos, 50 por ciento del
total.
Santander Treinta casos, es decir 20 por ciento del
total.
Galicia Quince casos, es decir 10 por ciento del
total.
Cataluña y Baleares Diez casos, es decir 7 por ciento del total.
Vascongadas Cinco casos, es decir 3 por ciento del
total.
Otras regiones Quince casos, es decir 10 por ciento del
total.
La preponderancia de asturianos y santanderinos es evidente. Aunque el carácter
imperfecto de esta estimación no permita tomarla en valor absoluto, la confrontación
con innumerables fuentes da siempre como resultado la mayoría aplastante de
asturianos con respecto a los oriundos de otras regiones de España, si bien quizás el 50
por ciento que arroja el análisis de estos 150 casos, pueda considerarse exagerado.
Las cifras que se podían deducir del análisis del número de asociados de los
diversos centros regionales, darían aun resultados más importantes y las traeremos a
colación más adelante al tratar de los centros regionales en el país.
c) Distribución en el país.
Prácticamente no existía lugar por pequeño que fuese donde no existieran
españoles. De ahí la dificultad de determinar con exactitud la forma en que nuestros
compatriotas se repartían por los diversos Estados. Por lo tanto nos limitaremos a hacer
el análisis por capitales de Estado o ciudades que reúnan una colonia numerosa. Las
fuentes en que no nos hemos basado para llevar a efecto esta labor son el tan ya oído
censo de 1910 y una relación de todos los viceconsulados y consulados del país con el
número de inscritos. Con ambos datos hemos elaborado el siguiente cuadro:
Españoles
México D.F. 12,000
Aguascalientes 562
Chihuahua 400
Chilpancingo 762
Celaya 356
Ciudad Victoria 274
Coatzacoalcos 127
Cuernavaca 624
Durango 372
Guadalajara 812
Guaymas 127
Jalapa 646
Matamoros 189
Mazatlán 107
Mérida 1,702
México 12,000
Monterrey 1,200
Morelia 562
Oaxaca 829
Pachuca Puebla 1,450
Querétaro 229
Salina 254
San Juan Bautista 389
San Luis Potosí 764
Tampico 1,012
Tapachula 227
Toluca 549
Torreón 2,000
Tuxtla 500
Veracruz 6,000
De estos datos se deduce que la población española se concentraba en la Meseta
Central, en las grandes ciudades de la costa como Veracruz o en el Bajío, Guadalajara o
San Luis Potosí.
El Norte, escasamente poblado solo tiene núcleos importantes en la región de
Torreón y en la industria de Monterrey.
Las innumerables haciendas, rancherías etc., donde la actividad de españoles era
importante es tan sólo muy imparcialmente contabilizada en el cuadro anterior. Para
llevar a cabo un análisis más minucioso hubiera sido imprescindible la utilización de
datos existentes en México que, desgraciadamente no nos ha resultado posible
consultar.
A continuación pasamos al estudio de la estructura socioeconómica de la
Colonia.
3- Analisis socioeconómico de la Colonia
Ya mencionamos anteriormente que no había Estado en la república mexicana
en donde no existiesen Españoles en todas las manifestaciones de la vida económica y
social y en todos los ambientes posibles. Estos grupos pormenorizados y analizados
constituirán ahora el objeto de nuestro estudio.
Comencemos por la población española ocupada en el sector primario:
a) El sector Agrario.
La actividad primordial del pueblo mexicano en 1910 era la agricultura y en ella
se encauzaron también innumerables españoles desde esa calidad de propietarios de
muchos millares de hectáreas, hasta en la de obrero agrícola, pasando por todas las
categorías intermedias de administradores, mayordomos y capataces. Comencemos por
los más favorecidos, por la clase terrateniente.
1-Las clases propietarias:
El deslinde de los baldíos y la desamortización de los terrenos de las
comunidades tuvieron como consecuencia la aparición de una nueva casta de
latifundistas normalmente comerciales o prestamistas en su origen que tras un proceso
de acumulación de capital acceden a la propiedad de tierra. Este deslinde de baldíos
tiene su causa en la ley sobre deslinde y colonización de terrenos baldíos en 1883, que
aparte de otras disposiciones autorizaba el deslinde por compañías, ofreciéndoles en
compensación de los gastos que erogaran hasta la tercera parte de los terrenos
denunciados; el resto quedaría en poder del gobierno mientras no lo comprase era un
particular era una compañía; pero tanto uno como otra sólo podían adquirir hasta 2,500
Has. Numerosos españoles accedieron de esta manera a la propiedad de la tierra
introduciendo cultivos como el del tabaco en zonas como el Valle Nacional de Oaxaca
hasta entonces sin explotar, los cultivos algodoneros en la Jara de la Laguna en el Valle
del rio Nazas, ingenios azucareros en las regiones de Veracruz y Morelos entre otras
actividades.
El bien nos resulta casi imposible el determinar con exactitud el número de
hectáreas en poder de españoles, las listas de reclamaciones y de expropiaciones para
ejidos nos proporciona una base estimativa aproximada20 que cifra las propiedades de
españoles expropiadas para ejidos en aproximadamente 170,000 Has. con un valor total
de veinticinco millones de pesos.
Esta misma fuente estima esta suma en una cuarta parte del total de las tierras en
poder de españoles, lo que nos permite calcular el total de hectáreas en manos
españolas, entre setecientas mil y un millón. Naturalmente esta estimación es muy
global y está hecha bastante a la ligera, no teniendo más que un valor meramente
indicativo. Para llegar a conocer con precisión este supuesto sería necesaria la consulta
de los fondos del Archivo histórico de la Nación en México, en la sección “Tierras”.
20 Vid. Documento de Noviembre1926. (el día los consta) Arch. Ministerio de Asuntos Exteriores. Secc. Política. Leg. 2563.
Analicemos a continuación los distintos tipos de grandes propietarios
terratenientes:
a) Las compañías: Tiene su origen en las compañías deslindadoras de los
comienzos del porfiriato. Normalmente pertenecen a una sociedad, que se
halla en estrecho contacto con un banco o grupos de bancos. Las
asociaciones de estas compañías suelen encontrarse concentradas en muy
pocas manos.
Explotan la tierra ya sea de manera directa, ya sea entregarla en aparcería a otros
cultivadores, casi siempre españoles o al menos extranjeros. El sistema de acumulación
de tierras se realiza a través del acaparamiento y expropiación de terrenos pertenecientes
a comunidades indígenas y a los pueblos por lo que los conflictos eran frecuentes y
motivarían al llegar a la Revolución incidentes.
Las más importantes fueron las pertenecientes al amigo personal y uno de los
favorecidos de D. Porfirio Díaz, el santanderino Iñigo Noriega, miembro de la primitiva
Sociedad Amigos del Presidente que acogió en su seno algunos de los políticos más
caracterizados de la época. En 1891 se transformó en la junta Central Porfirista de la
que Noriega era vocal. Esta situación le otorgo privilegios extraordinarios, concesiones
de terrenos injustas que le convirtieron en uno de los enemigos más acérrimos de la
Revolución, como tendremos ocasión de ver en el capítulo siguiente. Noriega,
accionista de números bancos, propietario de varias fábricas textiles en la región de
Puebla, poseía mayoría absoluta de las acciones de dos grandes compañías: la de Xico y
la colonizadora Mexicana.
1) La de Xico, que abarcaba una gran parte del distrito de Xochimilco,
ensancho “La extensión de sus dominios21, a expensas de los terrenos
pertenecientes a los pueblos colindantes, y de tal manera lo hizo que la
primitiva propiedad comprada en poco más de veinte mil pesos, alcanzo un
valor de varios millones.”
La forma en que esta expansión fue llevada a cabo entraba dentro dela legalidad
porfiriana pero con grandes cargas de abuso y favoritismo. Un contrato de desecación le
permitió apoderarse de varios miles de hectáreas teniendo que hacer uso de la fuerza
pública para arrojar fuera de sus terrenos a los naturales.
Naturalmente, hubo un gran número de protestas que quedaron siempre sin
efecto por la benevolencia que el presidente Díaz dispensaba a Noriega y que permitía a
21 Vid. Nueva Era. 28 Octubre, 1911
este hacer depender de su voluntad y de hecho nombras a las autoridades políticas y
judiciales en el distrito de Chalco, Estado de México y en el de Xochimilco
perteneciente al Distrito Federal.
Entre los accionistas de esta compañía se hallaba el General Díaz, su hijo y otras
personas del círculo del presidente.
El número de juicios que los vecinos de los pueblos de Huitzilzingo, Mixquic,
San Juan Ixtatayopan, Tláhuac etc. plantearon contra la compañía de Xico es bastante
crecido no teniendo más efecto que el que los indígenas al ver que no conseguían
resultados favorables, vendiesen sus tierras y emigraran a otras regiones o se
convirtieran peones de la compañía. La agricultura practicada por esta compañía era
moderna, con grandes inversiones de capital, muy maquinizada y con considerables
tazas de rendimiento, por lo cual uno de los panegiristas de Noriega le califica de “padre
de la agricultura moderna”22
Los cultivos eran de diversas clases y pasaban del maíz, a las fibras
textiles, existiendo también ganadería e industrias lecheras.
Hacia 1908, con los primeros brotes de descontento, Noriega consiguió del
gobierno la autorización de disponer de un pequeño ejército para la protección de las
haciendas, compuesto por soldados federales pero costeado por la Compañía.
2- La Compañía agrícola Colonizadora Mexicana
Contaba de numerosas haciendas y se dedicaba a gama de productos que iban
desde el algodón, y la caña de azúcar hasta la explotación de resinas.
En la negociación resinera de la Compañía trabajaban obreros españoles
contratados en las provincias de Soria y Guadalajara, que llegaban desde España con
contratos de un mínimo de tres años de duración, gastos de viaje pagados, manutención
y un jornal de cuatro pesos diarios.
Las quejas contra la compañía por parte de estos obreros era muy numerosas e
incluso a veces debió intervenir el Consulado de España en México como mediador.23
Esta Compañía, si bien de apariencia netamente mexicana pertenecía en un 100
por ciento de las acciones de Iñigo Noriega.
Junto a estas dos grandes compañías hay otras menores como la Santeña de
Matamoros, dedicada a la cría de ganado caballar y mular, la de los hermanos Alcorta
en Acapulco entre otras de menor cuantía.22 Carreño Alberto M. “Los españoles en el México independiente”. Cien años de Beneficencia. Pág. 24923Vid. Documento del 3 de Julio de 1913. Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Secc. Política. Leg. 2558.
b) Las explotaciones agrícolas en poder de Bancos:
1) El Descuento español cuya mira era auxiliar ciertas industrias tenía
tierras en explotación. En Papantla (Norte de Veracruz), explotaba más
de 10,000 cabezas de ganado, además de dedicarse a la recolecta y
comercialización de la vainilla, cuyo centro de explotación era Papantla.
2) El Banco Oriental de Puebla cuyo principal accionista era D. Manuel
Rivero Collada explotaba varias haciendas azucareras en los Estados de
Puebla, Morelos y Veracruz, amén de ranchos ganaderos en los mismos
Estados. Por otra parte ambos barcos refaccionaban y financiaban a gran
cantidad de agricultores y ganaderos.
Tanto del descuento Español como el banco oriental de Puebla eran sociedades
anónimas con numerosos accionistas pero controlados ambos por el vicecónsul de
España en Puebla (honorario) D. Manuel Rivero Collada, propietario de grandes fincas
e industrias.
C) Los hacendados y rancheros
Además de las Compañías y de los Bancos explotadores de tierras hay toda una
gama de hacendados y rancheros que van desee los grandes terratenientes, dedicándose
también al comercio y a la Banca hasta pequeños cultivadores de café, algodón, tabaco
y otros cultivos de gran rentabilidad. Determinar su riqueza y su número es casi
imposible con los datos de que disponemos, pero intentaremos hacer una sumaria
clasificación por estados y tipos de cultivos.
1) La caña de azúcar: los ingenios cañeros en manos de españoles se
caracterizaban por su tecnológica menos avanzada24 en comparación con los
americanos. Se hallaban principalmente repartidos por los estados de
Veracruz y Morelos. Los principales propietarios de ingenios y productos de
azúcar son entre los Españoles Don Vicente Alonso, Don Juan Pagaza y Don
Gonzalo de Murga25 de quien se podía decir que controlaban más de la mitad
de la producción de azúcar en México, entre los tres.
2) El algodón: el área principal de este cultivo en la región lagunera o sea toda
la comarca en las cercanías de Torreón, regada por los desbordamientos del
rio Nazas en la estación de lluvias, y que suministraba casi toda la materia
prima a las fábricas de la república. Esta comarca forma parte de los estados 24 Vid. Gonzales Navarro, Moisés: La Colonización en México. Pág. 78. 25 Vid Documento del 19 de Febrero de 1914, despacho nº79 Archivo Ministerio de Asuntos Exteriores. Secc. Política. Ley 2558
de Durango y Coahuila. Los creadores y productores de esta riqueza en la
región fueron españoles, quienes a su llegada encontraron un erial que
transformaron con su trabajo en una región próspera26. La mayoría de los
corredores, comisionistas o intermediarios también lo eran.
Tras los españoles se encontraban por orden de importancia en lo que al
algodón se refiere ingleses, americanos, franceses y alemanes. Para la
financiación de los cultivos se formaron Bancos, como el de la Laguna de
Torreón, de capital español en gran parte.
En esta actividad algodonera sobresalen los hacendados Santiago Lavín,
también propietario de fábricas textiles, Joaquín Serrano, Feliciano Cebrián,
Rafael Arocena y Pedro Camino, así como una gran cantidad de medianos y
pequeños cultivadores.
3) El tabaco: aun siendo este un cultivo de tanta tradición en México, es sin
embargo a fines del siglo XIX cuando el español Ramón Balsa, estimula su
cultivo con la colonización del Valle Nacional. Cuando en 1907, Tunner
visita esta región en Oaxaca, halla que más del 80 por ciento de los
cultivadores del Valle son españoles, a los que denuncia en su libro por el
inhumano trato que daban a los peones27.
En el estado de Veracruz se hallan también numerosas plantaciones en manos
de españoles como los hermanos Zaldós.
Otro rico cultivador español de tabaco fue Cándido Fernández del Valle
Nacional, procesado por la muerte de un trabajador norteamericanos que dio lugar a una
reclamación diplomática en la que el ministro Norteamericano exigió además de castigo
consiguiente, el pago de una indemnización de 100,000 pesos.
En la fabricación de puros destacaron los hermanos Balsas, españoles
procedentes de Cuba, nacidos en Cataluña que hicieron famosa su marca dentro y fuera
del país.
4) El café: Se dedican a él gran cantidad de pequeños cultivadores españoles, en
Chiapas destacaron como grandes cultivadores: Pedro Cueto y José
Revuelto.
5) El henequén: El mercado del henequén en Yucatán fue dominado por los
comerciantes y banqueros Don Avelino Montes y Don Rogelio Suarez, 26 Vid Documento del 19 de Febrero de 1914, despacho nº79 Archivo Ministerio de Asuntos Exteriores. Secc. Política. Ley 255827 Vid. Tunner: México marbarus pag.208
existiendo además un buen número de españoles con explotaciones de
henequén de pequeño tamaño.
6) Agricultores banqueros españoles: son los que tienen más peso en la vía
económica mexicana. Relativamente numerosos, citaremos a los más
importantes de ellos en sus Estados correspondientes:
Guadalajara, Jalisco D. Manuel y L. Justo Hernández del
Valle
Tampico, Tamaulipas D. Ángel Trápaga
Mayatlai, Sinaloa D. Francisco Echeguren
Tepic D. Fermín Maisterrena
Chihuahua D. Federico Sieniega
San Luis Potosí D.Enrrique Tavala
Toluca, México D. Santos Pérez Cortina
En Matamoros, Nuevo León, Monterrey y Coahuila se hallan las
propiedades de la firma “Francisco Armendaiz y Luz”, que extendía
si influencia a varias actividades poseyendo desde Matamoros a
Coahuila numerosas empresas28:
-La Compañía de tranvías.
-Fábrica de despepitar algodón.
-La finca “potrero de Santa Cruz” y otras más.
-Almacenes de cueros, pieles con un valor de
-La casa de comercio “Francisco Arcuendaiz y Co.”
-Numerosas casa de vecinos en el casco urbano de Matamoros.
-Rancho “San Francisco” con más de cien mil reses.
En Nuevo León:
-La Hacienda Concepción.
-Destiladero de Alcohol.
-Rancho “El Canelo” con más de cinco mil reses.
En Monterrey:
-Almacén de cueros y pieles.
En Linares:
Agencia y almacén de mercancías.
28 Vid. Tunner: México yufuyf pág. 208
En Coahuila:
-Hacienda “Sierra del Pino”
-Ranchos de Cerro Blanco con más de 20,000 carneros.
Este inventario de los bienes de la firma Francisco Armendaiz y sucesores, nos
puede dar una idea de las propiedades de una de las casas comerciales más potentes del
Norte de México pero que no alcanza punto de comparación con los bienes de los más
acaudalados de la Colonia española, como podría ser Noriega o un Manuel Rievero
Collada, por ejemplo.
Los hacendados y los banqueros que acabamos de enumerar constituían la flor y
nata de la Colonia española en México. Eran los pilares más firmes del Casino español,
lugar y centro de reunión de la plutocracia ibérica.
Firmes soportes y beneficiarios directos del régimen porfirista, reaccionan con
violencia contra todo intento reformista. Su actitud frente a la Revolución la
analizaremos en los capítulos venideros, en este solo pretendemos poner de relieve su
poder económico. Las vinculaciones de este grupo con la hélice porfirista son estrechas
y posteriormente habrían de servir de base financiera de cualquier intento
contrarrevolucionario ya sean los de Félix Díaz o los del General Bernardo Reyes.
Acostumbrados al estilo de D. Porfirio no consiguieron ni adaptarse a las nuevas
situaciones, ni comprender el sentido del proceso revolucionario. Esto, les habría de
costar la supervivencia como grupo económico. Al final de la Revolución sus
propiedades se habían reducido a una octava parte
2-Las clases medias rurales: Administradores y mayordomos de Hacienda.
Este grupo, muy numeroso es de difícil estudio. Sabemos su enorme número y
no faltan testimonios que ponen de relieve que gran parte de las haciendas y fincas, ya
de propietarios mexicanos, ya de españoles se hallaban regidas por administradores y
mayordomos españoles.
Los testimonios de que disponemos son o bien de índole negativo como el del
mayor domo de la finca de San Isidro en Pichucalco, denunciado por los hermanos
Flores Magón por malos tratos a los peones a los que propiciaba cinco palos para
estimularlos en las labores, antes de comenzar el trabajo. Este original sistema tuvo
como consecuencia que varios trabajadores le matarán a él a palos. Los hacendados
solicitaron de las autoridades que los vengativos peones fuesen fusilados para
escarmiento de los demás, pero tuvieron que conformase con apalear a los más
significativos.
Las quejas sobre los malos tratos que los administradores españoles infligen a
los peones son constantes y es significativo el número de muertos durante la revolución
pertenecientes a este grupo. Los revolucionarios extienden este odio a todos los
españoles aunque en realidad según Maite R. Gómez… “sólo se quería eliminar a los
administradores y mayordomos que eran usados por los terratenientes mexicanos y se
habían hecho idiosos por la crueldad con que trataban a los peones”…
Diseminados por todas las regiones del país, en contacto directo con los
trabajadores mexicanos, obligados dar cuentas a los terratenientes mexicanos y
españoles este grupo, de escasa cultura y maneras rudas pero de un nivel de ingreso, y
posición social elevados para el medio rural, se convierte en el más odiado y
perseguido, en la victima primordial de la revolución.
3-El proletariado rural español: Jornaleros y capataces.
El jornalero español es poco numeroso. Encontramos ejemplos en los
contratados por las Compañías Agrícolas como la Compañía Agrícola Colonizadora
mexicana, pero duran poco y enseguida se convierten o en capataces y en arrendatarios
o bien se establecen como comerciantes. De muy escasa cultura, frecuentemente
analfabetos, al convertirse en capataces se hacen odiosos al mexicano que se siente
portegado frente a ellos. Los capataces y jefes de cuadrilla del Valle Nacional eran en su
totalidad españoles. Turner hace una negra pintura de estos hombres rudos e incultos, a
menudo brutales pero trabajadores y honrados. Un prófugo del Valle Nacional refirió
que uno de estos capataces obligo a latigazos a unos trabajadores a que corriera y
cuando callo jadeante y rendida, hiso bailar a su caballo en el cuerpo de aquella
desgraciada mujer. Esta descripción sin duda exagerada y posiblemente poco veras no
tendría ningún valor sino fuera por el altísimo número de quejas a que va unido. El
número de capataces muertos por los revolucionarios confirman el odio que se les
profesaba.
En capítulos posteriores trataremos de los avatares de estos grupos en el proceso
revolucionario, ahora pasemos al análisis de los grupos urbanos.
B) El sector urbano:
El peso de la colonia española en la vida de la totalidad de las ciudades
mexicanas era considerable. No existía núcleo urbano por pequeño que fuese donde
existiese un importante grupo de españoles en actividades muy diversas, desde el
control de Bancos hasta empleados modestamente como dependientes de Comercio.
Comenzaremos nuestro análisis de este sector por los más acomodados, por los sectores
de la Banca y el Comercio en gran escala.