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Hermes y el frejol Hermes era muy inquieto, un día estaba chupando los frijoles crudos, su mamá le dijo: “¡Hermes! Deja de chupar esos frijoles”, contestó Hermes: “¿Por qué? Ni que me fuera a morir”, le dijo su mamá de nuevo: “Porque cuando yo era niña mi abuelita me decía: Si te tragas los frijoles crudos, te crece una planta en el estómago”. Hermes no le dio importancia a las palabras de su madre y siguió jugando, pensando que esas cosas eran puras fantasías, cuando sin querer se tragó un frijol. Era de noche y ya era hora de dormir, Hermes se fue a dormir e iba pensando en las palabras que le dijo su madre sobre lo de la planta en el estómago. Entonces sucedió algo sorprendente, Hermes a media noche sintió un cosquilleo su oreja, se tocó y sintió que algo le salía de su oreja. ¡Era la punta de una planta! Hermes se levantó y se miró en el espejo ¡De ambas orejas también salían puntas de plantas, de la nariz, de la boca igualmente! Pasado el tiempo se sintió que se

Hermes y el frejol

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Page 1: Hermes y el frejol

Hermes y el frejol Hermes era muy inquieto, un día estaba

chupando los frijoles crudos, su mamá le

dijo: “¡Hermes! Deja de chupar esos

frijoles”, contestó Hermes: “¿Por qué? Ni

que me fuera a morir”, le dijo su mamá

de nuevo: “Porque cuando yo era niña

mi abuelita me decía: Si te tragas los frijoles crudos, te crece una

planta en el estómago”.

Hermes no le dio importancia a las palabras de

su madre y siguió jugando, pensando que esas

cosas eran puras fantasías, cuando sin querer

se tragó un frijol. Era de noche y ya era hora de

dormir, Hermes se fue a dormir e iba pensando

en las palabras que le dijo su madre sobre lo

de la planta en el estómago.

Entonces sucedió algo sorprendente, Hermes a

media noche sintió un cosquilleo su oreja, se

tocó y sintió que algo le salía de su oreja. ¡Era

la punta de una planta! Hermes se levantó y se

miró en el espejo ¡De ambas orejas también

salían puntas de plantas, de la nariz, de la boca

igualmente! Pasado el tiempo se sintió que se

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volvía una planta.

Hermes, asustado saltó por la ventana y se fue

a esconder al bosque. Una hora más tarde,

Hermes ya tenía tantas ramas que unos

pajaritos fueron a pararse y comenzaron a

hacer su nido sobre Hermes, el sólo sentía

cosquillas, pero no pudo mover las ramas para

espantarlos.

Entonces quiso gritar pero de su boca no salió

ni un sonido, intentó correr pero no pudo

porque sus pies se volvieron raíces que

comenzaban a enterrarse. Hermes pensó que

ya no iba a ser un niño común y corriente sino

un árbol, ya no podría jugar, ni tener amigos

mucho menos ir a la escuela: “¿Quién imagina

un árbol dentro de un salón de clases?”

Hermes se puso a gemir pero entonces… ¡Despertó! Corrió

hacia el cuarto de su mamá y le contó su pesadilla. “Ya, no pasa

nada, sólo fue un sueño” le dijo su mamá.