36
Padres sistemáticos Selección de OrienTapas con artículos del orientador Carlos Pajuelo http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/ Carlos Pajuelo - @carlospajuelo Psicólogo, orientador educativo y padre de dos hijos https://orientapas.blogspot.com/

Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Padres sistemáticos

Selección de OrienTapas

con artículos del orientador

Carlos Pajuelo

http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/

Carlos Pajuelo - @carlospajuelo

Psicólogo, orientador educativo y padre de dos hijos

https://orientapas.blogspot.com/

Page 2: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

2

Artículos incluidos en esta recopilación: ¡Porque soy tu padre!, ¡Porque soy tu madre! (29-12-2015) .................................................................... 3

¿Cómo no perder la calma con los niños? (10-5-2013) ............................................................................. 4

El tiempo de las bofetadas a tiempo (29-12-2012) .................................................................................... 6

El SNC, el Síndrome del “Niño Cabrón” (5-3-2014) .................................................................................... 8

Los hijos que maltrataban a sus padres (22-5-2016) ............................................................................... 10

Cómo convertirse en un padre masoquista (17-3-2014) ......................................................................... 13

El chupete, instrucciones de uso (26-9-2016) .......................................................................................... 15

¿Qué hacer con los hijos que quieren controlar a los padres? (10-9-2014) ............................................ 17

Los hijos que “robaban” a sus padres (15-1-2017) .................................................................................. 19

Cómo enseñar a los hijos a ser responsables (18-4-2017) ....................................................................... 21

Cómo saber si proteges o sobreproteges a tus hijos (24-4-2017) ........................................................... 23

Cómo castigar para educar (2-5-2017)..................................................................................................... 24

Enseñar a obedecer aprendiendo a dar órdenes (14-1-2013) ................................................................. 26

Los hijos que se empeñaban en equivocarse (18-4-2016) ....................................................................... 28

Para educar hay que confiar (17-2-2014) ................................................................................................ 30

¡Papá, Mamá, moved el culo! (3-1-2016) ................................................................................................ 32

Frases que ayudan a educar: “Esto es lo que hay” (18-9-2016) .............................................................. 33

¿Padres pesados? No, padres sistemáticos (27-11-2016) ....................................................................... 35

Esta publicación es una recopilación de

las principales entradas del blog

educativo http://blogs.hoy.es/escuela-de-

padres/ sin fines comerciales, bajo

una licencia de Creative Commons

Reconocimiento-NoComercial-

CompartirIgual 3.0 España. Edición

realizada, con el permiso expreso del

autor, por la Orientateca de OrienTapas.

© del texto: Carlos Pajuelo, 2012-2017

Imágenes: http://www.hoy.es/

Page 3: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

3

¡Porque soy tu padre!, ¡Porque soy tu madre! (29-12-2015)

Hijo mío: Te quejas a veces de que

respondo a tus protestas con un

“¡Porque soy tu padre”. Y este no es un

grito de desesperación, es,

sencillamente, la razón de por qué

educamos: ¡Porque soy tu padre,

porque soy tu madre!

Yo reivindico el uso de esta

exclamación: “¡Porque soy tu padre!,

porque soy tu madre!” pero no como un

grito sino como algo que es todo lo

contrario a la desesperación o al enfado,

por que alguien se tiene que encargar

de la tarea de educar. Y educar a los

hijos es una tarea para estar contento

(aunque a veces se pasan las de caín).

Por eso te educo, aunque a ti te parezca

que lo que estoy haciendo es

incordiarte.

Por eso no tengo miedo a decirte NO,

aunque te pongas hecho un modorro o

una modorra y pienses que tienes los

padres más horribles del mundo.

¡Porque soy tu padre!, ¡porque soy tu

madre! por eso te castigo a veces, no

porque me sienta fastidiado o frustrado

con tu conducta sino porque todo lo que

hacemos tiene sus consecuencias. Y

además, entiendo que estés enfadado

porque no te permito hacer cosas que te

gustarían.

Por eso te hablo mucho porque me

interesa todo lo que te ocurre.

Por eso no tengo ninguna prisa por darte

rápidamente aquello que ya tendrás

toda una vida para ganarte y disfrutar.

Por eso me levanto una y otra vez y no

te doy por un” caso perdido”. Porque

solo los padres y madres saben como

duelen los hijos.

¡Porque soy tu padre!, ¡porque soy tu

madre!, porque me importas, me

interesas y te protejo, te guio y te

superviso.

Por eso no te quito sufrimiento, no soy

un escudo, soy un espejo. Te doy mi

ejemplo, mi ánimo y mis abrazos para

que lo combatas.

¡Porque soy tu padre!, ¡porque soy tu

madre!, por eso no quiero que sean los

demás los que se ocupen de mi tarea

solo intento que los demás me echen

una manita.

Page 4: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

4

Ni más ni menos, ¡porque soy tu padre!,

¡porque soy tu madre! y en estos pocos

años en los que eres un niño, un

adolescente no puedo permitir

quedarme de brazos cruzados, los

tengo que aprovechar para darte lo

mejor que tenemos: educación.

Feliz año a todos los padres y madres y

nos seguimos viendo el año próximo en

este espacio porque el mundo necesita

que exclaméis, satisfechos: ¡Porque soy

tu padre!, ¡porque soy tu madre!

¿Cómo no perder la calma con los niños? (10-5-2013)

Perder el control, cuando estás

educando, es algo que puede ocurrir y

de hecho nos ocurre. Que se lo

pregunten a mi amiga Paqui que me

escribió un correo electrónico con en el

asunto “Paqui a punto de reventar” y

con el siguiente texto: “Carlos, ya no

puedo más”.

Y me sigue contando: “Carlos, esto de la

crianza es un no parar, me da la

sensación de que en vez de una madre

soy un guardia de la porra que está en

una continua batalla con los niños y tú

me dices que intente estar calmada.

Pero ¿qué hago? Esta misma mañana,

por enésima vez, no han recogido el

cuarto, y yo venga a decirles “¡claro!,

como aquí tenéis a la criada para todo,

que eso es lo que soy,¡ una chacha!”.

Esto dicho con serenidad e ironía, pero

ni caso. Y al ratito los niños empiezan a

pelearse, y les vuelvo a decir con

seriedad y menos ironía “¿pegarse dos

hermanos? ¡No seáis cafres! ¿Dónde se

ha visto eso?”y ya sé que tú me dirías

que los inventores de la primera pelea

fueron los famosos hermanos Caín y

Abel. Y a continuación les pido que se

vayan a su cuarto y ni caso. A estas

alturas me estoy empezando a irritar, y

empiezo a decir en tono cada vez más

alto ¿Cuántas veces tengo que

repetirlo?, ¿es que hablo en chino? Y

entonces mis hijos me miran como si

realmente fuera la propietaria de una

tienda cien. Y a la hora de comer me

dicen “¡que asco! otra vez lentejas”, y

luego por la tarde me piden dinero para

comprar cosas que dicen que necesitan

urgentemente, y en ese momento les

suelto “te crees que mi cartera es el

Banco de España“. Y ¡exploté!, y me

puse a gritarles como una posesa y a

Page 5: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

5

decirles cosas que luego me hacen

sentir fatal“.

Si los padres nos dedicásemos solo a

educar, y no hiciéramos otra tarea,

entonces no nos alteraríamos

tanto. Pero los padres estamos

educando a la vez que desarrollamos

nuestra vida personal y

profesional. Mi teléfono es capaz de

hacer cinco cosas a la vez sin irritarse.

Yo no. Aunque es complejo para

educar, los padres necesitamos no

perder el control. Perder el control no

nos ayuda a educar, perder el control

hace que podamos herir a los que

queremos, perder el control nos hace

sentir débiles.

¿Cómo podemos aprender los

padres a autocontrolarnos para así

poder enseñar a nuestros hijos a

autocontrolarse? Fundamentalmente

necesitaríamos dos competencias:

1) Detectar en nosotros, lo más

precozmente, los síntomas del

descontrol. Ningún padre y ningún hijo

pasa del estado de calma al estado de

descontrol directamente. Esto ocurre a

través de un proceso mental mediante

el cual los padres o los hijos nos

vamos paulatinamente alterando. En

la mayoría de las veces nosotros

mismos nos vamos “jaleando”, “verás el

niño, como me vuelva a decir…” “como

me vuelva a mirar así…”

Nuestro pensamiento le dicta nuestra

conducta qué es lo que tiene que hacer.

Así que, cuando veas que te vas a

enfadar, intenta parar. A veces es

mejor dejar pasar un par de

horas para que seamos capaces de

decir lo que tenemos la obligación de

decir y hacer pero sin enfadarnos.

2) La capacidad de hacer frente a los

contratiempos. Muchas veces las

cosas no ocurren como deseamos, ni en

los momentos y tiempos que

desearíamos. Los hijos en su desarrollo

presentan avances y retrocesos, y

tenemos que estar preparados para

ambos. Los contratiempos son parte

de la educación. Son normales y nos

exigen nuevas medidas a la hora de

educar.

Calma, estamos educando.

Page 6: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

6

El tiempo de las bofetadas a tiempo (29-12-2012)

Hace ya unos años, cuando Carrefour

se llamaba Pryca, estando realizando

alguna compra, me sobresaltó los gritos

infantiles que procedían de un pasillo

más allá del que yo me encontraba. La

curiosidad me llevó a, con falso

disimulo, a acercarme y ver el siguiente

espectáculo, un niño de unos 4 años

sentado sobre una cortadora de césped

a modo de cochecito, una madre de los

nervios, un vendedor más apurado aún,

y como 5 o 6 espectadores, todos tan

curiosos como yo. Al niño que estaba

sentado sobre la cortadora de césped,

le salían fluidos por todos los orificio

visibles, y entre gemido y gemido

gritaba “El coche es mío”, la madre,

“Venga que nos tenemos que ir”

acercaba su mano para coger al niño y

cuando éste notaba que su madre le

intentaba coger, lanzaba un alarido con

su consiguiente “el coche es mío”. El

dependiente, “Si, es tuyo, luego te lo

llevo yo a casa. Ahora ve con mamá”. El

niño, cada vez que le hablaban, más alto

chillaba lo del coche mío. La cosa se iba

calentando y a mí alrededor empecé a

escuchar murmullos, in crescendo,

del tipo… “menuda bofetada tiene el

niño”, “anda que si fuera mío”, “ y la

madre el papo que tiene”. Y que verdad

es que para los hijos de los demás hay

que ver lo resueltos y seguros que nos

mostramos a la hora de educar. No sé

cómo terminó la historia, yo me fui antes

de que alguien dijera ¿tu no eres

psicólogo?… pues venga!!!

Muchas veces me han preguntado por

las bofetadas a tiempo, hay muchas

personas que creen en su valor

educativo y consideran que muchos de

los males que “asolan” a las familias hoy

en día son debidos a la falta de una

buena bofetada a tiempo.

El tiempo de las bofetadas surge en

unos momentos y en unos espacios muy

concretos, el de los conflictos, que como

repetiré muchas veces, son situaciones

normales en las que nos vemos

inmersos padres e hijos mientras

educamos. Y surgen porque llega un

momento en el que creemos que ya

no sabemos qué hacer o decir para

que obedezcan, para que no falten al

respeto, para que se callen, para que

dejen de gritar, para que no nos miren

con cara de perdonarnos la vida. El

tiempo de las bofetadas surge

cuando los padres estamos más

asustados y perdidos. Ninguna

bofetada se nos escapa educando

mientras permanecemos confiados,

tranquilos, seguros y convencidos de lo

que hacemos.

Nuestros hijos necesitan normas y

límites, y son esas normas y esos

límites, presentes de forma sistemática,

los que tienen que darnos seguridad a

los padres. En esto reside nuestra

Page 7: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

7

fortaleza durante el tiempo de la

educación, durante los conflictos, en

que tenemos unos objetivos, una meta

hacia la que nos dirigimos. ¡¡¡¡Estamos

educando!!!! Y educamos con

nuestras conductas, nuestras

actitudes y con nuestras palabras.

Normas y límites son imprescindibles

para educar, y se proponen y se

defienden con la convicción que da la

razón y se mantienen por el cariño que

sentimos por nuestros hijos. Las normas

y los límites no necesitan apoyarse ni en

la fuerza ni en el miedo.

Yo me acuso que algunas, pocas,

bofetadas se me han escapado, y tengo

la certeza de que todas ellas las di a

destiempo, que ninguna llegó en el

momento preciso, que en todas ellas

estaba irritado. Entiendo muy bien que

se escapen bofetadas, y entiendo la

desesperación que a veces los padres

sentimos ante el comportamiento de

nuestros hijos.

Pero ¿no creéis que cuando nuestros

hijos están más perdidos, más

desafiantes, más descontrolados es

el momento en el que necesitan a

unos padres más firmes, más

seguros, más controlados?

Para intentar que no se nos escapen las

bofetadas debemos estar convencidos

del valor de las normas y limites que

hemos establecido, ser constantes,

persistentes en la observancia de esas

normas y límites. Aplicar, las

consecuencias por no seguir esas

normas y valorar la tarea de educar.

Valorarnos como educadores.

Yo cuando algún padre, a pesar de otros

argumentos, me insiste en las

“bondades” de la bofetada a tiempo le

digo, “tienes razón”. Y a continuación le

digo, oye imagina que vas en tu coche,

sólo, o con tu familia, con tus hijos y

sobrepasas el límite de velocidad, vas a

70 kms/hora por una carretera con

límite de velocidad a 50. Y un poco más

adelante te para la Guardia Civil de

Tráfico y el agente te dice “Señor, esto

me duele a mí más que a usted, lo hago

por su bien, usted me lo agradecerá en

el futuro”… y te diera dos bofetadas.

Yo prefiero la multa y la pérdida de

puntos. Para mí y para mis hijos. ¿y tú?

Page 8: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

8

El SNC, el Síndrome del “Niño Cabrón” (5-3-2014)

En el año 1993, lo recuerdo muy

nítidamente, conocí a Gonzalito, un

aprendiz de adolescente que, sin

pretenderlo, me enseñó mucho del valor

de la educación en tiempos

(familiares) revueltos. Por eso no lo

olvido.

La madre de Gonzalito, una maestra

estupenda casada con un estupendo

maestro, me había llamado por teléfono

y, entre lágrimas, me habló de su hijo,

un chico de 14 años. Un niño que

había sido “muy bueno” pero que,

últimamente, había ido cambiando su

manera de comportarse en casa. Su

relato fue más o menos así: “Se ha

trasformado, se ha vuelto muy

contestón, siempre tiene un No en la

boca, nos lleva siempre la contraria,

critica todo lo que hacemos y decimos.

Te llamo porque, lo que más me

preocupa de Gonzalito ahora es que,

además de todo lo que te he

contado, se ha negado a ir al colegio.

No hay forma humana de hacerlo

cambiar de idea. La tensión, las peleas

y el malestar se han apoderado de mi

casa. Necesitamos saber qué le pasa a

este niño y qué hacer con él.”

Recuerdo a sus padres

sentados frente a mí, impacientes y

nerviosos esperando que yo hubiera

dado con la tecla esa tan famosa que

arregla a los “descarriados”. Abrí el

informe que había escrito y, mirando a

los padres, les dije: “Gonzalo padece

un SNC”.

Me miraron con inquietud, con ojos

de “¿y eso qué es?” así que, antes de

que me lo preguntaran, les traduje el

palabro: el Síndrome del Niño Cabrón.

Sus miradas indicaban desconcierto,

así que les volví a repetir

lentamente:“Gonzalito tiene el síndrome

del Niño Cabrón”. Y esbocé una sonrisa

que relajó el ambiente.

A continuación, a modo de explicación,

les dije que el Diccionario de la Real

Academia Española dice, en su

primera acepción que el

adjetivo cabróncoloquialmente se

utiliza para definir “una persona que

hace malas pasadas o resulta

molesto” y, os aseguro que en aquella

época, Gonzalito hacía muy malas

pasadas y resultaba algo más que

molesto. Así que el nombre del

síndrome le venía que ni pintado.

Page 9: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

9

Cerca de 20 años después un día me

encontré con “Gonzalito, el niño cabrón”

por la calle. Me presentó a su mujer y en

brazos llevaba a su hija. Me habló de

su trabajo de maestro en un colegio

(un colegio en el que sus compañeros lo

valoran, entre otras cosas, por su saber

hacer con todos sus alumnos y

especialmente con los “difíciles”) y de su

vida en general. Me dio un abrazo antes

de despedirse, y mientras contemplaba

cómo se alejaba esa postal de feliz

familia, recordé la cantidad de

lágrimas que habían derramado sus

padres 20 años atrás, y me reafirmé en

mi creenciade que ningunas de las

lágrimas que vierten los padres por

los hijos son estériles.

Gonzalito no sólo es un buen padre y un

buen profesional, además es

un magnifico hijo. Y sus padres han

jugado un importante papel en todo

esto.

Y te preguntarás qué es lo que

hicieron los padres para contribuir a

este cambio, y ya me gustaría contestar

que fueron mis sabios consejos, pero no

es verdad (bueno, un poquito sí porque,

a menudo, cuando te sumerges en un

problema pierdes la perspectiva, y los

ojos de quién no está sumergido ayudan

a abrir “las anteojeras” y a ampliar el

campo de visión).

Lo que realmente ayudó a los padres de

Gonzalito ante esta situación de “crisis”

es que fueron capaces de entender

por qué se sentían mal como padres.

Se sentían frustrados porque su hijo no

seguía sus directrices

independientemente de que usaran

premios o castigos. “Hemos probado de

todo”, decían.

Fueron capaces de tolerar el

malestar que les generaba el

comportamiento de su hijo. Para ello,

dejaron de centrarse en las conductas

de Gonzalito, y se centraron más en su

papel de padres, y por último,

fueron capaces de responder a los

envites de Gonzalito con la

seguridad de que podían utilizar las

mismas herramientas que habían

utilizado hasta ahora: educar y seguir

educando.

Los hijos para construirse como

personas precisan de tiempo y de

ayuda.

Tiempo, porque cuando se educa no se

puede tener prisa. Los resultados del

acto de educar no son inmediatos.

Ayuda, porque nuestros hijos siempre

van a necesitar alguien que les guíe,

alguien que ponga las señales. Y en la

adolescencia puede que se sientan

fascinados por las señales y guías de

otros y combatan con energía las que

los padres les marcamos. Esto es

normal que ocurra, pero si los padres

nos bloqueamos por el miedo cuando

Page 10: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

10

los hijos se descontrolan, ¿quién los

va a guiar con amor y mano firme?

Los padres de Gonzalito pidieron ayuda,

una ayuda que les permitió volver a

confiar en lo que estaban haciendo.

Fueron perseverantes en la tarea de

educar, y se armaron de paciencia para

ver los resultados. Así, Gonzalito solo

necesitó tener 30 años para poder

comportarse como uno de 30 años.

¡Ay Gonzalito!, cada vez que conozco a

los padres de un nuevo niño cabrón,y a

veces creo que hay epidemias, te

recuerdo a ti y a tus padres, y en ese

pensamiento encuentro una

oportunidad de sentirme reconfortado

por mi trabajo, un trabajo que consiste

en animar, dar ánimo, infundir vigor,

a los padres para que confíen en la

educación, porque cuando los padres

educan, trasmiten a sus hijos acción,

calor y vida. Eso es educar. Y son

tantos y tantos los padres y madres

empeñados en la tarea, que sigo

sonriendo cada vez que le digo a unos

padres: ”el niño lo que tiene es

un poquito del síndrome”.

Sí, es verdad, la historia de Gonzalito

es un cuento con final feliz, pero os

recuerdo que muchas veces los padres,

los de Gonzalito también, nos

desesperamos apenas va el cuento por

los primeros capítulos.

Y así, sin pausa, mientras educamos,

pasa la vida.

Los hijos que maltrataban a sus padres (22-5-2016)

“Te voy a dar de hostias, gilipollas”. Esto

es lo que le dijo María, una adolescente

de 14 años, a su madre después de que

ella entrara en el cuarto a pedirle que

bajara la música. “Tuve miedo, Carlos,

un pánico que me paralizó. Me parecía

una pesadilla, algo imposible, que mi

hija pudiera hablarme así, con ese

desprecio”.

Mentiría si os dijera que este es un

hecho aislado, la realidad es que son

algunos los padres que se ponen en

contacto conmigo para exponerme

situaciones parecidas. Y digo yo que

deben de ser muchos más porque a los

Page 11: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

11

padres nos cuesta mucho trabajo contar

cosas como estas, porque o nos

avergüenzan o nos culpabilizan y no

sé cuál de esas dos emociones es peor

a la hora de educar.

Mirad, yo cuando escucho a unos

padres contarme cosas así, no me

escandalizo. Ni pienso para mis

adentros el socorrido “una

buena bofetada a tiempo”, ni tampoco

me rasgo las vestiduras diciendo: “¡qué

asco de sociedad estamos

construyendo! Intento abrir los ojos a

los padres para que, por una

parte, entiendan porqué ocurre esto y

por otra, para exhortarles a que actúen.

Porque algo hay que hacer. Vivir la

educación de los hijos como si fueran

hemorroides “sufriendo en silencio” no

ayuda para nada a dar respuesta a

estos hechos.

Vamos a llamarlo por su nombre, esto

es maltrato, sí, maltrato. Pero os

recuerdo que estamos educando a

nuestros hijos, que con catorce años no

están “terminados”, que claro que saben

que eso no se le dice a una madre, ni a

un padre, ni a nadie. A nadie. Estamos

educando y por lo tanto somos espejo,

somos modelo, somos guía. Somos

padres dispuestos a afrontar los envites

de hijos que tienen que aprender que

ellos son los protagonistas de su vida

y por tanto del malestar de su vida.

Padres dispuestos a enseñar a nuestros

hijos a tolerar la frustración por no poder

hacer algo que deseas hacer, por tener

que hacer cosas que no les apetecen.

Padres dispuestos a enseñar a sus hijos

las consecuencias que tiene no

aprender a controlar su malestar.

La autoridad de un padre no se mide

por lo que hacen los hijos sino por la

capacidad de aplicar,

sistemáticamente, las consecuencias

que determinamos van a tener los

comportamientos de nuestros hijos.

¿Le vas a dar un bofetón para enseñarle

que no se habla así?, ¿Le vas a meter

miedo para que aprenda a no meter

miedo? ¿De eso va la autoridad? ¡Qué

va!, hay palabras que valen más que las

bofetadas. Hay decisiones que valen

más que las bofetadas, hay seguridad y

convicción en la tarea educadora, en lo

que los padres hacemos, que vale más

que mil bofetadas.

Ante el maltrato, no te calles. Tus hijos

tienen que saber perfectamente que

todo su entorno familiar y escolar va a

ser conocedores de esa conducta.

Muchos padres se callan ante el resto

de su familia, amigos, profesorado y ese

silencio es abono para el maltrato. Lo

repito, que un hijo insulte a sus padres

puede ocurrir sin necesidad de que la

criatura sea un presunto delincuente,

pero callándote no le ayudas ni al hijo ni

a ti.

Page 12: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

12

Habla con tu hijo, pero deja pasar unas

horas o un par de días, hablar para que

escuche, una por una, las palabras

que te ha dicho “te voy a dar de

hostias”, “me das asco” o lo que a la

criatura se le haya ocurrido decir. Dile

que escuchar eso, en la boca de quien

quieres, te hace sentir mal. Dile que si

por insultarte, cree que es mejor

persona; dile que si le gustaría escuchar

a otros diciéndoles esas mismas

palabras a su padre o a su madre; dile

que si es más hombre, más mujer, por

asustar, por intentar meter miedo. Dile

que no le tienes miedo, que tú vas a

luchar por no tenerle miedo porque no

se teme a quien se ama. Que no se le

olvide eso, que no lo olvide nunca, no

hay ningún amor sano que provoque

el más mínimo ápice de temor.

Habla con la familia, con tus amigos o

con su tutor. No es por avergonzarlo, un

padre que educa no pretende

avergonzar, lo que debe de avergonzar

es la conducta de maltratar no la de

educar. No me callo porque no me das

miedo.

Y luego lo dejas sin teléfono, sin

maquinita, sin salir, sin excursión o lo

que creas que es conveniente y

ajustado a lo que ha hecho el hijo, no por

venganza sino porque tu hijo tiene que

aprender que todos los hechos tienen

consecuencias.

Y cuida tu entorno, cuida lo que haces y

lo que dices, porque nuestros hijos se

fijan mucho en lo que hacemos los

padres. Se fijan en todo.

Y si te pide perdón, lo perdonas. Pero le

recuerdas que lo que ha pasado, ha

pasado, y eso ya no tiene remedio, que

tiene muchos días por delante para

seguir aprendiendo. Pero que no le

tienes miedo, lo que le tienes es

cariño, amor.

Son niños, adolescentes, menores

que están aprendiendo. De ti padre y

madre depende que tu hijo aprenda

nítidamente qué hacer para no

convertirse en un maltratador.

Ánimo. Pero esto es lo que tiene ser

padres, que a veces, los que más

quieres, te hacen sentir fatal.

¿La culpa? No pierdas el tiempo

buscando culpabilidades, hay opiniones

para todos los gustos. Tú a lo tuyo,

actúa. Educa.

Page 13: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

13

Cómo convertirse en un padre masoquista (17-3-2014)

A raíz del post sobre el Síndrome del

Niño Cabrón he recibido algunos

correos en los que padres y madres

“desesperados” me muestran su

paralización ante el comportamiento de

sus hijos. Padres que creen que “ya no

saben qué más hacer” y lo que es peor,

padres que sufren porque piensan que

están fracasando como educadores.

¿Has pensado tú alguna vez esto? Si la

respuesta es afirmativa, te informo de

que te estás convirtiendo en un/a

padre/madre masoquista, así que haz

el favor de leer lo que viene a

continuación para intentar evitarlo (y

procura, mientras lees, no pensar, “este

Carlos lo ve todo muy facilito, aquí lo

querría ver yo”).

Cómo no convertirse en padres

masoquistas:

1º Deja de una vez de creer que no

puedes hacer nada para ayudar a tus

hijos, deja de pensar que las

dificultades que presentan tus hijos o

que puedan presentar se deben a que

algo has hecho mal o no has sabido

hacer como padre. Si piensas que eres

un “inútil” te comportarás como un

“inútil”, y lo que es peor, se te pondrá

cara de inútil.

2. Deja de hablar de la relación que

mantienes con tus hijos como algo

insatisfactorio, tipop “vivo en un

infierno” porque entonces creerás que

tus hijos son hermanos o primos de la

niña del exorcista. Habla de las

dificultades reales que existen, pero

introduce siempre pensamientos e ideas

que muestren tu competencia, confía en

tu trabajo y, sobre todo, hay que tener

muy claro que lo que menos necesitan

los hijos cuando “modorrean” es a unos

padres desmoralizados.

3. Deja de buscar culpables alrededor

de tus hijos. No eres tú, ni tu pareja, ni

los profesores, ni los amigos, ni la

televisión, ni la sociedad. Ya he repetido

varias veces este proverbio africano:

“para educar a un niño hace falta toda

la tribu”, así que dejemos de buscar

culpables porque todos somos

corresponsables. Educar es actuar, y los

padres ante las conductas de los hijos

nos tenemos que posicionar sobre qué

conductas son tolerables y cuáles son

intolerables, y luego actuar.

4. Deja de pensar que “todo es un

asco” porque este tipo de pensamiento

lo que hace es que te encierres en ti

Page 14: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

14

mismo y aísles (“no tengo ganas de ná”).

Con el “cagapenismo”, además de

ofrecer a nuestros hijos un modelo en el

que le enseñamos que, ante los

problemas, nos hundimos, nos estamos

perdiendo la oportunidad de obtener

ayuda para afrontar los problemas,

ayuda para recibir información positiva

de nosotros mismos. Los amigos, los

compañeros de trabajo, la familia son

más que necesarias cuando hay

problemas.

5. No dejes que tus emociones sean

guiadas por las conductas de tus

hijos.Está claro que el comportamiento

de nuestros hijos hace mella en

nosotros, pero si vinculamos nuestras

emociones a las de nuestros hijos,

puede que nos ahoguemos en esas

emociones. Aprovecha las conductas

de los hijos para enseñarles modelos

de comportamiento, y qué mejor modelo

que el de padres seguros y tranquilos

frente a la tempestad, padres que, en

las turbulencias, ofrecen a los hijos sus

manos cariñosas pero firmes. Ese es tu

trabajo: el de ser padres.

6º) Y por último: cada noche cuando

te vayas a la cama deja de pensar en

lo desgraciado que va a ser tu hijo

“como siga así“, (te recuerdo que,

mientras tanto, el modorro duerme a

pierna suelta) y piensa que tú vas a

seguir con la brega porque los padres

no arrojamos nunca la toalla.

Como canta Luz Casal, es cuestión de

suerte ser féliz. Educando es como

adquirimos más papeletas del sorteo de

la suerte pero es necesario que nuestros

hijos también adquieran sus papeletas.

Y si necesitas ayuda, búscala. Hay

estupendos profesionales para ello.

Page 15: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

15

El chupete, instrucciones de uso (26-9-2016)

Carlos, ¿Es bueno el chupete? Me

preguntaron en una reunión de padres y

madres en un Centro Infantil. Y yo le

pregunté a la madre, ¿es bueno

el Dalsy? Y a todos los padres y madres

se les alegró la cara porque para

muchas madres y padres es el

Dalsydemisamores o San Dalsy.

El Dalsy, bajo prescripción facultativa,

es bueno, bueno no, lo siguiente para

combatir algunos síntomas de malestar

infantil. Pero puede tener, al igual que la

mayoría de los medicamentos, efectos

secundarios no deseables.

Igualito que el Dalsy, el chupete tiene

el beneficio de que es un calmante

natural, un relajante muscular, un

tranquilizador de

desasosegados pero puede tener

efectos secundarios perniciosos si no se

usa adecuadamente, efectos

secundarios de carácter físico: paladar

excavado, síndrome del respirador

bucal, hipotonía en labios, mordida

abierta, etc. vamos un dineral a gastar

en dentistas y logopedas; efectos

secundarios en el desarrollo, si un niño

tiene todo el día el chupe en la boca, no

aprende a autocalmarse, no habla

porque tiene la boca ocupada,

desarrolla una “adicción”.

El principal problema del chupete, es el

de la del “chupetadicción”, que se

genera por un mal uso, que es lo que

lleva al abuso, así al igual que hay

adultos que se meten un paracetamol

para el cuerpo a la mínima, tenemos a

padres de niños que al primer “ay ay ay“

de su niño les cascan el chupete y

sanseacabó. Y los chupetes enraízan en

las bocas fácilmente.

¿Por qué esta afición a chupar? Los

niños nacen con reflejo de succión, un

reflejo que asegura la supervivencia y

que dota al niño de experiencias

emocionales precoces, así mientras

mama está en brazos de su madre, la

huele, siente su calorcito, su olor y en

medio de este bienestar se forja el

vínculo que les da seguridad emocional.

Aprenden de esta manera los niños la

asociación que existe entre chupar y

bienestar.

Page 16: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

16

¿Cómo utilizar bien el chupe? El

chupe, el chupete beneficioso, necesita

de interacción, de un adulto que

mientras te pone el chupe, te habla, te

canta, te mira o te abraza… y en cuanto

cumple su misión te lo retira. El chupe

es una herramienta de quita y pon.

El chupe no está pensado para “que

se calle el niño”, ni para

“desenchufarlo”. Sí, para calmarlo y

una vez calmado ya no es necesario.

Pero para que se calme un niño

necesita que los calmadores estén

calmados.

Los bebés se comunican mediante el

llanto así que la tarea de los padres

es identificar las causas de ese llanto,

que tiene hambre pues a comer; que

está sucio, pues a cambiar el pañal; que

tiene ganas de brazos, pues un poquito

de brazos con sus achuchones

correspondientes; que tiene sueño,

pues a intentar dormirlo. Cada

necesidad del niño tiene una posible

acción por parte de sus padres pero si

cada vez que la criatura llora le

cascamos el chupe, le estamos

reforzando que se manifieste

chupetedependiente y no le damos la

oportunidad de que aprenda a

autorregularse, a calmarse sin

necesidad de chupe.

Pero no olvides que la presencia del

adulto está ligada al buen uso del

chupete.

¿Hasta qué edad dejar el chupete?,

preguntan también los padres. Pues

cuanto antes se deje de utilizar mejor,

porque cuanto más se use más

probabilidad de desarrollar algún efecto

perjudicial. De todas maneras cada niño

es un mundo y cada familia un

universo. No ser dogmáticos es una

buena manera de afrontar los retos

de la crianza y no olvidar que los

niños lo que más requieren y

necesitan cuando son bebés es

nuestra atención, nuestra serena

interacción, nuestra manifestación

de calma, aceptación, sosiego que

les ayuda a establecer sólidos

vínculos emocionales.

¿Chupete? Si gracias. Pero léete las

instrucciones.

Page 17: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

17

¿Qué hacer con los hijos que quieren controlar a los padres? (10-9-2014)

“Carlos: tengo 37 años y tres hijos, el

mayor de 14 años y los otros de 12 y 6.

Mi hijo el mayor actúa como si fuera el

cabeza de familia, y continuamente está

haciéndonos a su padre y a mí

consideraciones respecto a nuestra

forma de educar a él y a sus hermanos.

Pero si esto no fuera poco, intenta

controlar nuestras salidas,

nuestras amistades, (con quién hablas,

sabe papá/mamá que hablas con esa

persona, a qué hora vas a volver, anda

qué bonito tu por ahí de juerga y tus hijos

en casita, etc. son las lindezas que

suelta). Tiene la habilidad de hacernos

sentir culpables y por ello se está

generando un mal ambiente en casa

porque actúa como un pepito grillo de la

rama de los cotillas. El otro día su padre

le dijo que en casa mandaba él, a lo que

mi hijo le contestó, “así nos va”.

¿Cómo podemos actuar con un hijo

que se cree que es el que manda?

Si, ya sé que a muchos de los que estáis

leyendo esto os están entrando ganas

de aventarles un sopapo al niño y los

más radicales a sus progenitores, pero

ya sabéis cual es mi opinión

al respecto.

Es verdad que a veces nos encontramos

con hijos que asumen unos roles que no

les corresponden e intentan ser el

padre/madre de sus hermanos, el

marido o esposa de sus padres, y

algunos hasta el padre de sus padres.

Unos controladores que discuten con

sus padres los temas de organización

de la casa, de educación de tú a tú,

como si fueran unos iguales.

¿Qué hacemos con los hijos que

padecen el síndrome del ‘niño-

mandón’?

Ya sé que te han vuelto a entrar otra vez

ganas de dar otro sopapo…pero no,

créeme, un sopapo no es buena idea.

Los padres educamos “aquí y ahora”.

Eso quiere decir que educamos en un

momento que es el presente, y el

presente no es el pasado, así que

olvídate de eso de “anda que yo le iba a

decir eso a mis padres, en mis

tiempos…” ¿No te huele eso a

naftalina?

Estamos en tiempos donde una imagen

vale más que cien palabras, donde las

conductas de los padres, lo que

hacemos los padres, lo que ven los

hijos, eso es cómo educamos.

Page 18: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

18

Los padres no deben ser jefes que

manden “porque lo digo yo que soy tu

padre”, sino líderes que influyan.

¿Lideres que influyan? ¿Y eso qué es?,

te estarás preguntando. Ser líderes para

nuestros hijos no es más ni menos que

ser modelos positivos de

comportamiento para nuestros hijos. No

se trata de decirles a los hijos quién es

el que manda aquí, sino que los

padres se comporten de tal manera

que quede claro quién manda aquí.

La autoridad de los padres se mide

fundamentalmente por la firmeza de

nuestras convicciones a la hora de

educar, por la seguridad que nos da

saber el rumbo hacia dónde vamos.

Para saber ejercer la autoridad

eficazmente, hay que saber influir.

Nuestros hijos tienen su

personalidad, su forma de ser, y

cuando uno está forjando su

personalidad tiene mucha curiosidad

por saber cuáles son sus límites y

una buena forma de establecerlos es

desafiando, echando pulsos, una

manera de decir aquí estoy yo.

Pero cuando los hijos hacen eso,

necesitan unos padres que también les

digan con firmeza “aquí estoy yo”. Los

límites los ponemos nosotros, esa es

nuestra tarea.

Cuando se metan en asuntos que no

son de su incumbencia, por ejemplo,

creo que mejor que decirles “eso a ti no

te importa”, “son cosas de mayores”

dicho además con un tono de fastidio, es

mejor, de entrada, ignorarlos, un poco

de sordera transitoria es manita de

santo para los padres.

Si nos mostramos irritados cuando se

comportan así le estamos enseñando

cómo pueden irritarnos. Si ignoramos

esas conductas es más probable que

éstas disminuyan. Posteriormente, ya

habrá momentos para irles enseñando

qué es eso del “respeto”, y a conjugar el

verbo respetar (de esto hablaremos en

otro post).

A aquellos hijos que se permiten el lujo

de decirles a sus padres que no les

gustan sus amistades, simplemente hay

que contestarles, “pues a mí me

encantan” y si quieres añadir un “y tú

más” (que más o menos viene a

significar: ¡toma!)

Los hijos con el síndrome “niño-

mandón’ muchas veces lo que nos están

dando es un grito desesperado de

temor, el miedo a no ser aceptados y

reconocidos. Un miedo muy común en

los seres humanos.

¿Quién manda en tu casa? Tú, ¿no?

Pues entonces qué importa que otros

crean que mandan en casa.

Page 19: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

19

Los hijos que “robaban” a sus padres (15-1-2017)

Atacar el monedero de los padres es

una tentación a la que los hijos se

pueden ver sometidos durante el tiempo

en el que conviven con sus padres.

Cuando los padres se percatan de esta

situación se suelen llevar un gran

disgusto porque los padres tendemos a

pensar que esto de “robarle” a los

padres es una conducta incomprensible

que nos hace sentirnos defraudados,

perdemos la confianza y sobre todo

asustados por si nuestra criatura se

estuviera convirtiendo en un

delincuente.

Esto, lo de sisar en el monedero, ocurre

y ocurre más de lo que pensamos y en

vez de rasgarse las vestiduras y poner

el grito en el cielo, lo mejor que podemos

hacer los padres es educar. Educar sin

temor.

¿Por qué un “modorro o modorra”, que

“lo tiene todo”, ataca al monedero o a la

tarjeta de crédito de sus padres?

Por una parte, lógicamente, los hijos

no deben disponer de dinero

fácilmente. Mientras los educamos les

estamos enseñando el valor de las

cosas y los hijos deben, para ello,

manejar una cantidad de dinero acorde

a su edad. En un pasado artículo hablé

de este tema.

Pero por otra parte, vivimos en una

sociedad de consumo, donde se genera

continuamente la conducta de adquirir

bienes como fuente de felicidad o

bienestar (la publicidad está metida en

nuestras vidas hasta la médula). Y

nunca es suficiente con lo que se tiene.

Poseer “cosas” es durante la

adolescencia y pre-adolescencia es una

manera de situarte frente a tu grupo en

una posición de poder, lograr la

aceptación de los demás no solo por los

bienes que poseo, sino también,

trasmitiendo una imagen de “mira que

audaz soy, que le cojo dinero a mis

padres”.

Page 20: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

20

En último lugar, porque, en este

ambiente de tentación continua, los

padres dejamos los monederos y

carteras a mano de cualquiera en

casa. Es más, algunos padres hacen

compras en internet con sus hijos y no

se dan cuenta que les están dando la

llave con la que se abre su tarjeta de

crédito.

¿Qué hacer?

Lo primero es tranquilizarse, porque el

miedo es muy malo para educar.

En segundo lugar, pregúntale por qué

lo ha hecho. Algunos hijos lo niegan de

manera insistente. Tú no te desesperes

y sigue preguntando.

En tercer lugar, te dé las razones que te

dé, hay que abordar el tema de la

conducta de robar. Los hijos y algunos

padres, tienden a quitarle importancia,

“pero si solo fueron 10 euros” y ahí los

padres tenemos que ser

implacables. Robar es robar, un euro o

un millón, porque el problema es la

conducta de robar, la cantidad es una

circunstancia. Habla de cómo al “robar”

se perjudica a la familia y como le

perjudica a él.

En cuarto lugar, no te vayas al futuro

augurándole que va a ser un

desgraciado. Quédate en el presente,

y hazle ver las consecuencias que va

a tener esta conducta. La

principal consecuencia debe de ser la

de la reparación total y lo más rápida

posible, de todo lo “sisado”, esto

supone empezar a descontar de la paga

semanal, de los regalos que reciba por

cumpleaños, etc. la cantidad de dinero

hasta la recuperación.

En quinto lugar, estamos educando a

adolescentes o niños, así que hay que

seguir mostrando cariño y confianza.

Pero no se te olvide tener el

monedero a buen recaudo. Siempre.

Y por último, te recuerdo que tus hijos

ven lo que tú haces. Así que hay que

tener mucho cuidado con lo que

hacemos y decimos delante de ellos. Os

recuerdo que los comportamientos

corruptos también se pueden aprender

en casa. No, no se coge nada que no

sea tuyo porque si uno coge algo que no

es suyo y se calla, o lo dice, jactándose,

está enseñando un camino peligroso a

los hijos.

No vendría mal un repasito a los

artículos: Cómo explicar la corrupción

a los hijos y el de Educando en la

ejemplaridad.

Page 21: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

21

Cómo enseñar a los hijos a ser responsables (18-4-2017)

¿Tú quieres educar a tus hijos e hijas

para que sean responsables? Qué

pregunta más absurda, ¿verdad? Pues

claro que todas las madres y padres

quieren que sus hijos sean

responsables, muy responsables y,

además, prontito.

Conozco a muchos padres y madres

desesperados que dicen, a modo de

súplica: “¡cuando va a madurar esta

criatura!”, como si esto de madurar,

hacerse responsable, fuera una

cuestión del azar. Pues no, la

responsabilidad tiene mucho que ver

tanto con la personalidad de nuestros

hijos (y por lo tanto con los genes que

heredan), como con las pautas

educativas con las que enseñamos en

nuestra casa a ser responsables.

¿Quieres hijos responsables?

1º.- No olvides que los padres no

construimos hijos, lo que hacemos

es dar a nuestros hijos herramientas

para que se vayan construyendo. Así

que céntrate en ofrecerle estas

herramientas durante el tiempo en el

que estamos educándolos. A esto de

ofrecer herramientas es a lo que

llamamos educar, y se hace todos los

días durante muchos años.

2.- Para aprender a ser responsables

hay que tener responsabilidades de

las que ocuparse. Responsabilidades

acordes a la edad de cada hijo. Pero no

te creas que, con decir “Tú pones la

mesa”, o “tú recoges tus juguetes”, o “Tú

te lavas los dientes”, etc. es

suficiente. No, así no funciona, tú tienes

que establecer esa responsabilidad, y

enseñar a tu hijo o hija cómo se hace: le

acompañas al principio, y cada vez le

vas dejando que lo haga lo más

autónomamente posible. Y las

responsabilidades se practican siete

días a la semana.

3.- Los padres somos modelo de

comportamiento para nuestros

hijos. Enseña cómo tú ejerces tu

responsabilidad, y no lo utilices como

arma arrojadiza, tipo: “Yo todos los días

voy a trabajar y sin embargo tú…”. Se

supone que responsabilizarse de lo que

uno tiene que hacer es algo que nos

debe de llenar de satisfacción, así que

ten cuidado con decir que estás harta o

harto de cumplir con tus

responsabilidades, porque si los hijos

las perciben como un castigo o una

incomodidad, huirán de ellas. Enseña a

Page 22: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

22

tus hijos que tener responsabilidades no

es un castigo, ni una ayuda. Es más

sencillo: “en esta casa nos repartimos

las tareas”.

4.- Si hay responsabilidades, tiene

que haber necesariamente

consecuencias cuando alguien no

asuma sus responsabilidades. Por

ejemplo, si le dices a tu hijo que tiene

que recoger sus juguetes y no los

recoge, déjale claro que juguete que

esté en el suelo significa que no lo

quiere, por lo que “guarda” ese juguete

durante unas semanas. Y si llora cuando

pregunte por su juguete, contesta con

tranquilidad: “quedamos en que recoger

los juguetes es tu responsabilidad, si no

los recoges es porque no quieres ese

juguete”. Pero tiene que tener una

consecuencia, si recoges tú sus

juguetes, lo único que va a pasar es que

te va a doler la espalda de tanto

agacharte, y la cabeza de tanto comerte

el tarro.

5.- Aprender a tomar decisiones es

una buena manera de aprender a

responsabilizarse. Ofrecerle, siempre

que puedas, la posibilidad de que elija

entre dos opciones. Esto le ayudará a

tomar una decisión y a asumir lo que ha

decidido. Por ejemplo: Fruta o yogur; el

pantalón rojo o el verde; un juguete u

otro, etc. Y si dice fruta, le das la fruta

que es lo que él ha elegido, y si a mitad

de la fruta dice que no, que lo que quiere

es yogur, le recuerdas que él decidió la

fruta, o el pantalón rojo, o tal juguete.

6.- Si quieres hijos

responsables, tienes que darles

autonomía. Si no les das autonomía

tú siempre estarás decidiendo por ellos

y, por lo tanto, tú asumirás sus

responsabilidades. Y luego te quejarás.

Os recuerdo que los niños, los

adolescentes, no están terminados de

hacer y dan mucha lata y hay que estar

pendientes de ellos por esa razón tienen

madres y padres que se ocupan de ir

educando.

No tengas prisa. Lo que tienes que

tener es constancia.

Page 23: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

23

Cómo saber si proteges o sobreproteges a tus hijos (24-4-2017)

Muchas madres y padres van sintiendo

como aquello que comenzó siendo un

lógico desvelo por el cuidado de los hijos

pequeños se va convirtiendo en una

agobiante y cotidiana tendencia a la

intranquilidad, a estar continuamente

preocupados por los hijos. Y me

preguntan, ¿Dónde está el límite entre

proteger y sobreproteger a los hijos?

Los padres tenemos la obligación de

proteger, vigilar y supervisar a nuestros

hijos pero esto no significa que podamos

evitar que nuestros hijos vivan

situaciones de potencial peligro. Los

educamos para que ante las situaciones

de peligro sepan qué es lo que deben

de hacer.

1.- Proteger es construir un hogar en el

que nuestros hijos puedan crecer a

salvo y para ello se les enseña desde

pequeños a que sepan qué es peligroso

y cómo deben de actuar ante esas

situaciones de

peligro. Sobreproteger es intentar

eliminar todo lo que potencialmente sea

peligroso del contacto con nuestros

hijos. Esta conducta va acompañada de

la frase exclamativa “ ¡ten cuidado

con…! ” que además se repite

constantemente y con cara de pavor.

2.- Proteger es confiar y mostrar

confianza en que tus hijos van a ser

capaces de organizar su vida, de tomar

decisiones aunque se equivoquen

algunas veces, mientras

que sobreproteger es desconfiar y

por lo tanto tomar decisiones por los

hijos para evitar que se equivoquen.

3.- Proteger es estar presente en las

vidas de nuestros hijos dándoles

nuestro apoyo cuando tienen

adversidades y mostrarles nuestra

satisfacción con sus

éxitos. Sobreproteger es estar

omnipresentes en las vidas de

nuestros hijos, vivir la vida de nuestros

hijos como si fuera la nuestra.

4.- Proteger es enseñarle a que tiene

que responsabilizarse de sus

tareas (las de casa, las del

colegio) y sobreproteger es

responsabilizarte tú de las tareas que le

corresponde realizar a tu hijo.

5.-Proteger es acompañar, es enseñar

cómo hacer, es dar autonomía

progresivamente. Mientras

que sobreproteger es anular la

personalidad de los hijos para que los

Page 24: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

24

padres se sientan, supuestamente,

tranquilos.

6.- Proteger es educar y

sobreproteger es asustar.

Educa para que tu hijo sea el

protagonista de su vida, aguántate tu

miedo, confía en los hijos, confía en ti y

asume que la vida de los seres humanos

es frágil, que el sufrimiento convive a

nuestro alrededor, que no existe la

seguridad absoluta.

Educar para vivir y educar para convivir

eso es proteger. No dejes que tus

miedos sean un lastre para el

crecimiento de tus hijos.

Te recuerdo que cuando tu hijo, tu

hija, tenga que afrontar situaciones

de peligro tú en ese momento preciso

no vas a estar allí, así que elige

¿proteger o sobreproteger?

Cómo castigar para educar (2-5-2017)

Que los hijos dan “guerra” es una

realidad que la mayoría de las madres y

padres viven mientras educan a sus

hijos.

Más de una vez en este blog hemos

hecho referencia a que este batallar con

los hijos genera “malestar”, un lógico,

normal y natural malestar que obedece,

no a una incompetencia de padres y

madres (que no son omnipotentes)

sino a que los hijos están en

construcción, son aprendices y por lo

tanto tienen muchas posibilidades de

equivocarse.

Y como tienen muchas posibilidades de

equivocarse esta es la razón por la que

los hijos tienen madres y/o padres, para

que los guíen con normas y límites.

¿Hay normas en tu casa?, ¿tienen

límites las conductas de tus hijos? Si

la respuesta es sí, te recuerdo que

entonces hay muchas posibilidades

de que se las salten o intenten

saltárselas.

Y ¿qué hacemos cuando se las saltan o

las incumplen? Pues elige: aplicas

consecuencias o clamas venganza.

Page 25: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

25

Castigar no es perder el control mientras

retiramos privilegios a diestro y a

siniestro, castigar es simplemente hacer

ver, y sentir, a nuestros hijos que sus

conductas tienen consecuencias.

1.- Las consecuencias son el

resultado lógico y esperado del

incumplimiento de una norma. Si tú

no haces X, entonces no podrás hacer

Y. Y tu aprendiz de modorro o modorra

te dirá “me da lo mismo”. La venganza

es la manera en la que les

trasmitimos, tú me fastidias y ahora

te fastidio yo a ti y si puedo el doble,

a lo que tu hijo también contesta con un

“me da igual”.

2.- Las consecuencias están

determinadas desde el mismo

momento en el que aparece la

norma. La venganza nos

asalta dependiendo de cómo nos

frustre la conducta de nuestro hijo.

3.- Las consecuencias no requieren

de alteración emocional por parte de

los padres y madres, simplemente

recordamos a nuestros hijos cual es la

consecuencia de sus conductas y las

aplicamos sin necesidad de muchos

discursos. Mientras que la venganza va

acompañada de la famosa ingurgitación

yugular, mensajes emocionales (bien de

ira incontenida, bien de peligrosa ironía,

bien de sentimientos lastimeros).

4.- Las consecuencias son

inalterables permanecen igual día tras

día. La venganza hace que cada vez te

vuelvas más maquiavélico pensando

dónde le puedes dar que le haga más

daño.

5.- Las consecuencias dan seguridad

a los que educan y a nuestros

hijospues pueden anticipar sin la menor

duda qué es lo que va a ocurrir;

mientras que la venganza te lleva a un

círculo vicioso de inseguridad en el

que cada vez te sientes más perdido,

más avinagrado, más enfadado, más

asustado.

Te recuerdo que tú, madre o padre, eres

el que está educando, así que cómo te

vas a enfadar por hacer lo que tienes

que hacer.

Page 26: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

26

Enseñar a obedecer aprendiendo a dar órdenes (14-1-2013)

Ayer estando esperando a que un

semáforo se pusiera en verde, me

abordó una señora y me dijo: “he visto

que estás escribiendo un blog en el Hoy

digital” yo asentí con la cabeza y sin

pausa me espetó: “pues a ver si

escribes algo para hacer que los

niños obedezcan de una puñetera

vez”. Y me lo lanzó a la cara así como

si yo fuera un San Judas Tadeo pero

por lo civil, mientras se saltaba el

semáforo en rojo.

Allí me quedé yo, esperando

obedientemente a que la lucecita

verde me dijera que podía

seguir, pensando en lo complicado

que es para algunos niños y

adolescentes ser

obedientes, pensando en lo

complicado que es para los padres

enseñar a ser obedientes. La

obediencia, al igual que otros muchos

aprendizajes necesarios para la vida,

requiere su tiempo.

Es una realidad que una de las

situaciones que más conflictos

genera en el ámbito familiar y que a

los padres nos causa más malestar,

ejerciendo la tarea de ser padres,

es la desobediencia de nuestros

hijos. Nos asusta que se ponga en tela

de juicio nuestra competencia como

padres, nuestra autoridad.

No existen las varitas mágicas en

educación, ni recetas infalibles (por eso

en mi blog el apartado recetas está

vacío). Todos los padres que estamos

preocupados por el tema de la

desobediencia de los hijos hemos leído

libros y artículos donde nos dicen qué

hacer para educar a niños obedientes.

Pero, al final, todos terminamos diciendo

eso de a la una, a las dos y a

laaaaaaaas tres.

Enseñar a obedecer y aprender a

obedecer no es tarea sencilla, tiene su

enjundia y no porque requiera de

complejos conocimientos ni de

complicadas técnicas. De hecho

algunos hijos lo aprenden rápidamente

pero otros no. Fijaos que la propia

definición de obedecer dice “cumplir

la voluntad de quién manda” por lo

tanto el hijo que obedece debe de

someter su voluntad ante sus padres

y este cumplimiento puede ser o

bien por convicción, porque

creemos que eso que se pide es

justo, razonable, beneficioso

socialmente, etc., o puede ser por

Page 27: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

27

temor, temor a un castigo, temor a

perder afectos, temor a ser excluido,

etc.

La obediencia está muy ligada

al concepto que los padres tenemos

de autoridad, pero no es verdad que la

autoridad de los padres se mida

únicamente por la rapidez con la que los

hijos obedecen. La autoridad de los

padres se mide fundamentalmente

por la firmeza de nuestras

convicciones a la hora de educar, por

la seguridad que nos da saber el

rumbo hacia dónde vamos. Para

saber ejercer la autoridad

eficazmente hay que saber mandar. Y

para saber mandar hay que saber

obedecer.

Enseñar a obedecer es complejo

porque nuestros hijos tienen su

personalidad, su forma de ser y

cuando uno está forjando su

personalidad tiene mucha curiosidad

por saber cuáles son sus límites y

una buena forma de establecerlos es

desafiando, echando pulsos, una

manera de decir aquí estoy yo.

Enseñar a obedecer es complejo porque

vivimos en una sociedad

hedonista, una sociedad que prima

“el estar bien” y creemos que estar

bien es no tener problemas. Nuestros

hijos son desobedientes porque han

aprendido, muchas veces con nuestra

colaboración, a no desarrollar la

capacidad para tolerar aquello que les

resulta incómodo de hacer. Pero para

eso estamos los padres para

educar. Y cuando se educa hay que

enseñar a obedecer, eso es

irrenunciable. Y hay que hacerlo

porque obedecer es un

comportamiento que nos enseña de

manera progresiva a escuchar a los

demás, a entender a los demás,

a tener en cuenta a los demás, a ser

menos egocéntricos, en fin,

obedecer es una conducta que nos

facilita la integración social.

Enseñando desde que son bien

pequeñitos a ser obedientes podrán,

conforme van creciendo, desarrollar

sus propias convicciones, sus

propias opiniones, asumiendo

valores que les guiarán su rumbo en

esta sociedad. Y no hay mejor

rebeldía que aquella que nace de la

defensa de esas convicciones,

creencias y valores.

Enseñar a obedecer no es enseñar a

que los niños respondan

rápidamente a aquello que les

solicitamos, enseñar a obedecer es

hacerles ver que el mundo en el que

vivimos está regulado por normas

y que el incumplimiento de esas

normas conlleva consecuencias.

Para poder obedecer hace falta por lo

tanto que haya normas establecidas,

claras, razonables y adecuadas a las

Page 28: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

28

diferentes edades. Y también hace

falta que nuestros hijos sepan de

antemano cuales son las

consecuencias de cumplir las

normas o de incumplirlas. Y que

tenga la certeza de que siempre que

se incumplan las normas va a tener

que afrontar las consecuencias.

En estos tiempos de la rapidez, de la

inmediatez, en los que podemos llegar

en horas a cualquier parte del

mundo, compartir información nada

más generarse la noticia, hacer la

compra desde casa en un

instante, estamos contagiados por

las prisas cuando educamos por eso

es normal que queramos que

nuestros hijos obedezcan a la

primera.

Cada vez que les decimos a nuestros

hijos para que obedezcan eso de

“¡Niño! a la una; ¡niño! a las dos, ¡ea!

a laaaaaas tres”, les estamos

ofreciendo la oportunidad de obedecer

en tres segundos pero también la de

desobedecer desde el número tres

hasta el infinito. El calendario que se

utiliza para educar es de años de 365

días, días de 24 horas y horas de 60

minutos. Aprovechemos todo este

tiempo que tenemos para educar.

Ánimo y a seguir con la tarea,

y no lo olvidéis, para que los hijos

obedezcan hay que saber dar

órdenes y los padres que saben dar

órdenes son los que saben lo

complejo que es aprender a

obedecer.

Los hijos que se empeñaban en equivocarse (18-4-2016)

¿Cuántas veces has visto a tu hijo tomar

decisiones, pensadas o a la ligera, que

sabes que van encaminadas al más

estrepitoso de los fracasos? Qué difícil

es permanecer de espectador, qué

impotencia, qué desesperación, qué

desaliento, cuántas lágrimas cuando

sientes que ni por las malas ni por las

buenas son tenidas en cuenta tus

consideraciones.

Yo creo que educar a los hijos no es

un arte, ni una disciplina, ni un

trabajo.Los que educan no tienen

porqué ser artistas, ni expertos en

educación, ni trabajadores sometidos a

jornadas de 24 horas al día. Educar es

Page 29: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

29

un compromiso, el compromiso de dar

a los hijos las herramientas necesarias

para que se construyan como hombres

o mujeres.

No es que tenga una crisis de fe en la

tarea de educar, queridos lectores que

seguís mi blog, es que a veces hablo

con padres y madres que educan, que

guían, que instruyen entre normas,

limites, refuerzos, cariño, paciencia,

comprensión, amor, y sin embargo sus

hijos se empeñan en seguir su propio

mapa de ruta, un mapa que a menudo

no tiene ni norte, ni carreteras.

Que tu hijo se lance al mundo con una

mochila repleta de ingenuidad como

único equipaje, asusta. Que tu hijo

abjure de todas y cada una de tus

creencias, de tus consejos, de tus

ayudas, asusta. Que tu hijo corte todo

tipo de comunicación, que ignore los

lazos que unen a los padres con sus

hijos, que te dejen sin voz al otro lado de

la línea, asusta.

No, no hay educación que evite estas

situaciones. No hay padres, ni madres

capaces de abrir los ojos del futuro de

sus hijos cuando éstos no ven aquello

que no quieren ver.

Hay hijos que se empeñan en tomar sus

propias decisiones y muchas veces

aciertan, pero a veces se equivocan. Sí,

es verdad, es su vida. Pero es que las

vidas de los hijos, a veces, hacen

trizas las vidas de sus padres.

Esto es lo que podemos hacer los

padres y madres cuando nuestros

hijos se empeñan en tomar

decisiones equivocadas:

1.- Es primordial controlar el miedo,

porque el miedo sólo sirve para

ponernos en la peor de las situaciones

(drogas, alcohol, vida desordenada) y

así asustados vivimos prisioneros de

nuestro propio miedo.

2.- Controlar la rabia, porque la rabia

que da creer que los hijos “echan su vida

por la borda” te puede hacer actuar

cegado, irritado. Y eso no te ayuda a ti

ni a tus hijos. En estos casos los hijos

necesitan ver a padres seguros,

firmes y confiados.

3.- Habla. No te quedes callado, no

ruegues, simplemente di lo que tú

crees, lo que tú piensas, lo que tú

sientes. Dile que lo que tú quieres es

que encuentre su camino, que él sea el

protagonista de su vida. Que la elección

del tipo de vida que quiera tener es

suya. Pero que para tomar ese tipo de

decisión no es el mejor momento

cuando uno se encuentra perdido.

4.- Y por último y sobretodo, deja la

puerta de casa abierta, la luz

encendida, su plato favorito en la

nevera y confía en tu hijo siempre.

Mientras confiamos hay que seguir

viviendo. Esto es lo más difícil, vivir

con agujeros.

Page 30: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

30

Para educar hay que confiar (17-2-2014)

“El problema que tengo es que no puedo

confiar en mi hijo. He perdido la

confianza en él y mira que le he dado

oportunidades, pero nada, una vez tras

otra vuelve a fallar, a cometer los

mismos errores. Y yo ya no se qué hacer

porque lo de este chico no es normal, no

tiene solución. Discuto con mi mujer

porque ella enseguida se hace ilusiones

de que cambia para bien, y no se da

cuenta de que lo que hace es

engañarnos y engañarse. Estoy

desesperado.” Esto es parte del correo

que me envió José Luis, pero estoy

seguro que esto mismo lo pueden estar

pensando en este momento algunos de

mis lectores.

Si existe una herramienta necesaria

para ejercer la tarea de educar esta es

la confianza. Una herramienta tan

necesaria como “delicada”, porque la

confianza es fácil de perder y, una vez

que se pierde, cuesta trabajo volver a

encontrarla.

Para poder dar confianza a los hijos

hay que tener confianza en los hijos.

Tener y dar la esperanza de que

puedan conseguir lo que desean y para

ello hay que creer que los hijos han

desarrollado o pueden desarrollar las

competencias necesarias. Confiar

como herramienta educativa consiste en

creer que nuestros hijos podrán

gestionar su vida porque han aprendido

todo lo que les hemos enseñado para

ello.

¿Cómo confiar en los hijos?

Con los ojos abiertos. Los padres

debemos de confiar pero no deberíamos

“chuparnos el dedo”. No se trata de

decir: “¿Mi hijo?, Mi hijo eso no lo hace”.

Confiar no es esperar que nuestro hijo

siempre se va a comportar como

nosotros creemos que debe de

comportarse.

Confiar a no es un acto de fe ciega en

los demás, sino la simple constatación

de que tenemos seguridad en nuestra

manera de actuar/educar. Y muchos

padres se preguntarán, pero ¿cómo voy

a confiar en este insensato de hijo que

tengo? Y yo te contesto con un ejemplo:

si tu hijo perdiera sangre, le pondrías

una transfusión. No dirías pero ¡para

qué le voy a poner sangre a este

insensato si la va a volver a

perder! Pues la confianza es como la

sangre, necesaria para poder vivir.

Mientras educamos siempre es

posible que nuestros hijos se

equivoquen. La confianza reside en

que cuando nuestros hijos se

equivocan, aparte de aplicarles las

consecuencias, les animamos a que se

Page 31: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

31

pregunten qué podrían haber hecho

para evitar esa caída, y les hacemos ver

que confiamos en que ellos sabrán

buscar la respuesta apropiada la

próxima vez. Y la siguiente. Y otra más.

Y más. Los padres no nos podemos

permitir el lujo de tirar la toalla.

Transmitiendo esperanza. Esperanza

en que las dificultades que nuestros

hijos puedan experimentar en su

desarrollo no tienen su origen en que

ellos no saben o en que son

incompetentes, sino en que equivocaron

la elección. Esperanza significa que, al

caerse, no se van a quedar en el suelo,

sino que caerse es una importante

razón para volver a levantarse.

Los padres que confían en lo que

hacen trasmiten confianza. Muchos

padres que educan a sus hijos

estupendamente no tienen la confianza

suficiente en lo que están haciendo, y

por eso entran en un estado de

desánimo. Son ustedes unos padres

competentes, se lo digo yo que de esto

entiendo algo, y sí, claro que hay padres

con “el papo mu gordo”, pero la

mayoría de los padres están por la tarea

de educar, y por eso leen este blog.

Los padres competentes también tienen

hijos que, a veces, o por temporadas, se

comportan como unos verdaderos

“modorros”. Y cuando nuestros hijos

modorrean es cuando más necesitan

que los padres no perdamos la

confianza (Robert Louis Stevenson

pone en boca del Dr. Henry Jekyll la

frase “Quiéreme cuando menos lo

merezca, porque será cuando más lo

necesite”), así que confía en ti, en tu

pareja, en tu familia, en tus amigos, en

los maestros y sobre todo en tus hijos.

¿Por qué es necesario confiar?

Hodding Carter, periodista y padre

escribió: “Sólo dos legados

duraderos podemos dejar a nuestros

hijos: uno, raíces; otro, alas”.

Las raíces profundas son todas y cada

una de las cosas que enseñamos a

nuestros hijos mientras les educamos,

y las alas son la confianza en que

nuestros hijos, que conocen esas

enseñanzas, harán uso de ellas.

La confianza en los hijos es una

ayuda fundamental para el desarrollo

de su autoestima. Qué tipo de

autoestima podrá configurar un niño o

un adolescente que sólo recibe

información negativa sobre lo que él

es (y no sobre lo que él hace). Confiar

da alas. Pero recuerda que, al comenzar

a volar, es fácil cometer errores.

Ah! y que no se te olvide, creer y

confiar en los hijos no está reñido

con el control y la

supervisión porque para aprender a

volar hace falta una mano suave

y firme por si llegan las turbulencias.

¡Orgullo y confianza!

Page 32: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

32

¡Papá, Mamá, moved el culo! (3-1-2016)

Al mismo tiempo que la criatura, de seis

o siete años, tiraba con todas sus

fuerzas de la rama de una de

las Glicinias que adornan el parque,

miraba de reojo a sus padres tanteando

cual era su reacción. Su padre le miró

firmemente y, justo en ese instante que

dura una mirada, la criatura cesó su

intento de arrancar la rama de cuajo,

pero en cuanto el papá hizo un gesto

de “nene malo” meneando la cabeza

como si en vez de cuello tuviera un

muelle, el niño retomó su tarea de

despojar al tronco de su rama. Cinco

minutos después su madre le gritó,

desde su silla, “nene, deja eso” pero la

criatura estaba ya casi a punto de

mostrar al resto de niños que jugaban a

su alrededor que era más fuerte que el

increíble Hulk. “Ve a por el niño que va

a romper la planta” le dijo el padre con

cierta desgana a su cari. La madre se

levantó de su silla un tanto fastidiada

con el cari y con el niño. Para cuando

llegó la rama se había convertido en una

espada laser de caballero Jedi. Su

madre ante tal situación le espetó al

niño: “¡Qué burro eres hijo, te vas a

sacar un ojo” y se lo llevó hacia la mesa

donde estaban los padres mientras

arrojaba la rama hacia el arbusto. A lo

mejor cree que así “agarra“.

Educar es una tarea muy “pesada”, a

veces, ya lo hemos repetido en muchas

ocasiones en este blog porque cuando

educamos incomodamos a nuestros

hijos y nos tenemos que incomodar

nosotros también. Sí, educar conlleva

dedicar tu tiempo, casi todo tu tiempo a

enseñar, a guiar, a tus hijos.

Los hijos, mientras los estamos

educando, se están construyendo

como personas y no saben nada,

nada de nada, todo hay que enseñarlo.

Y para enseñar hay que mover el culo.

Moved el culo padres y madres

porque a los niños no podemos

educarlos via wifi, ni con mando a

distancia conectado a sus padres, así

que no queda más remedio que

levantarse e ir donde están ellos para

enseñar qué es lo que deben y qué no

deben hacer.

Mueve el culo papá, para que tu hijo vea

que te tomas en serio lo que le estás

enseñando.

Mueve el culo mamá, y enseña en

directo lo que hay que hacer en el

parque, en un restaurante, en el cine,

etc. y así evitaremos que tu hijo, además

Page 33: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

33

de dar la lata, diga eso de “es que yo

creía que…”

Mueve el culo porque ser tolerantes

significa que tienes que enseñar a tus

hijos lo que es intolerable.

Moved el culo bien rápido papás y

mamás cuando vuestros hijos empiecen

a repartir leña a diestro y siniestro, o a

molestar, porque cuando los niños no

tienen aún autocontrol, tienen un

padre o una madre que los deben

controlar.

Moved el culo en vez de decir “te lo

dije”. Educando no seas profeta, se

maestro que enseña qué, cómo,

cuándo, dónde.

Mover el culo, además de adelgazar,

nos hace protagonistas de la

educación de los hijos.

Cuando veas a un padre o a una madre

que mueve su culo no te fijes en lo que

hacen sus criaturas y pon en valor el

esfuerzo de unos padres que están

educando , eso hará sentir bien a los

padres que educan y te lo agradecerán.

Así que no lo olvides, educar es una

actividad, una acción. El

sedentarismo no ayuda, dar voces

tampoco. Mueve el culo y educa.

Y cuando la criatura se acueste.

Siéntate y descansa porque mañana

vas a tener que volver a mover ese

culito.

Frases que ayudan a educar: “Esto es lo que hay” (18-9-2016)

¿Alguna vez estás temerosa o temeroso

por la reacción que pueda mostrar tu hijo

cuando le vas a pedir, decir, preguntar

algo?, ¿Llevas en tu bolso

alguna chuminada que usas como

un “kit antipollo” por si tu criatura te

monta un número por la calle?, ¿Eres de

lo que creen que la tarea de ser padres

consiste en hacer felices a los hijos? Si

has respondido que sí a alguna de estas

preguntas, sin duda, necesitas utilizar

en tu repertorio educativo la frase: “esto

es lo que hay”.

¿En qué consiste? Pues sencillamente

en presentarles a los hijos algunas

situaciones de la vida cotidiana como

actividades que no se pueden cambiar,

aunque estas situaciones les generen

malestar o disgusto. Por ejemplo, para

merendar toca fruta y tu criatura

comienza a descontrolarse gritando que

no quiere eso, entonces tú, con toda

tranquilidad, le dices: “Esto es lo que

hay”. Que quieren ver la tele y no es el

horario que les tienes marcado para

poder hacerlo, desconectas la tele y les

dices: “esto es lo que hay”.

Page 34: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

34

Se trata de enseñar a los hijos que en

nuestra vida no siempre vamos a hacer

lo que nos apetece, que no siempre es

posible elegir y que hay situaciones que

o las aceptas o las rechazas pero no hay

posibilidad de cambiarlas por otras.

Vamos, en pocas palabras, enseñar a

los hijos a afrontar que en la vida

cotidiana hay malestar con el que hay

que convivir.

¿Cómo actuar? Con tranquilidad,

seguridad y firmeza. (Ya sabes,

controlando la ingurgitación yugular)

Pero te recuerdo que tu criatura ya tiene

hecho un máster sobre cómo salirse con

la suya y por lo tanto va a poner a

prueba tu capacidad de mantener la

tranquilidad, la seguridad y la firmeza.

Recuerda que cuando le pones límites a

tu hijo es normal que se enfade, tenga

un berrinche, de un portazo, pero tú

estás educando, que además es lo que

tienes que hacer, así que no te enfades

por hacer lo que tienes que hacer.

Tranquilidad porque “esto es lo que

hay”.

¿Para qué? Para que tu criatura no se

vuelva un déspota; para que aprenda a

tolerar la frustración por no poder

alcanzar lo que desea; para que

aprenda a auto regular su conducta;

para que aprenda a entender las

necesidades de los otros; para que no

sea un indolente caprichoso/a que no

tuvo la suerte de tener unos padres que

mostraron su cariño poniendo límites en

vez de mirar hacia otro lado para que su

criatura no sufriera, con argumentos del

tipo “es tan pequeño aún”, “qué más da,

ya tendrá tiempo de aprenderlo”, “por no

escucharte, que eres muy cansino”,

etc. Los padres que aman a sus hijos

no les evitan las lágrimas sino que les

proveen de pañuelo mientras les

muestran apoyo y comprensión ante

esas lágrimas. Esto es lo que hay.

Esto es lo que hay, no te engañes no

es fácil ni sencillo pero los hijos crecen

y por desgracia nos encontramos con

adolescentes, y algo más que

adolescentes, desnortados porque, por

temor o comodidad, nadie les señaló

nunca que “esto es lo que hay”. Y no son

mejores padres los que esconden el

sufrimiento y malestar a sus hijos sino

aquellos que los preparan para

afrontarlo.

Queridos padres y madres, nuestros

hijos viven en este mundo, un mundo de

sombras y luces, las luces son muy

bonitas y a los hijos les encanta que sus

padres los iluminen pero tus hijos

también necesitan aprender a tolerar las

sombras y esto, esto es lo que hay.

Apúntate al movimiento

educativo #EstoEsLoQueHay Te dejo

aquí un enlace a otro artículo que escribí

con otra frase que ayuda a educar:

“Porque soy tu madre, porque soy tu

padre”

Page 35: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

35

¿Padres pesados? No, padres sistemáticos (27-11-2016)

A menudo nuestros hijos, mientras los estamos educando, nos sueltan frases del tipo: ¡sois unos pesados!, todo el día repitiendo lo mismo, que si estudia, que si recoge, que si dónde estás, ¿me queréis dejar en paz?, ¡me estáis amargando la vida!. A menudo los padres, mientras educamos, les decimos, una y otra vez, frases del tipo: ¡pero cuántas veces te tengo que repetir lo mismo!, ¡es que como yo no esté encima!, ¡ estoy harto de repetirte todos los días lo mismo!. Ya ves, un drama doméstico en dos actos, que tiene toda la pinta de terminar en portazo, alguna voz más alta que otra, miradas asesinas, llantos y sensación de hartura.

Lo peor de todo esto es que muchos padres y madres tienen la sensación de que son unos pesados con sus hijos y que, además, su pesadez no sirve para lograr que modifiquen sus hábitos y sí para sentirse unos padres incompetentes. Para educar hay que repetir muchas veces las lecciones que queremos enseñar, por eso nuestros hijos nos llaman pesados.

¿Tú crees que eres un padre o una madre pesada?. Puede que creas que eres una madre pesada o un pesado padre pero los padres no tienen que sentir que son unos pesados lo que tienen es que sentir que educan de manera sistemática. ¿Cómo diferenciar ser pesado de ser sistemático? 1.- Los padres pesados repiten las instrucciones con desesperación y enfado. Los padres sistemáticos repiten las instrucciones con seguridad y firmeza. 2.- Los padres pesados hablan constantemente. Los padres sistemáticos actúan constantemente. 3.- Los padres pesados recuerdan a sus hijos las cosas que hacen mal. Los padres sistemáticos recuerdan constantemente cómo se hacen las cosas bien. 4.- Los padres pesados dan respuesta a todas las demandas de sus hijos y, además, les llaman pesados. Los padres sistemáticos animan a sus hijos a que busquen las respuestas. 5.- Los padres pesados tiene la necesidad de saber constantemente, qué están haciendo y dónde están sus hijos y para ello entran es sus cuartos, o los llaman al móvil, cada dos por tres; los padres sistemáticos se informan previamente de dónde están sus hijos y de qué van a hacer y saben cómo supervisar. 6.- Los padres pesados no confían en sus hijos, los ven siempre más ingenuos, más incapaces, menos preparados y se sienten en la obligación de protegerlos; los padres sistemáticos ponen normas y límites y dejan claras

Page 36: Padres sistemáticos (por Carlos Pajuelo)

Escuela de Padres – Carlos Pajuelo

36

cuales son las consecuencias de saltarse dichas normas. 7.- Los padres pesados, tienen mucho miedo y lo trasmiten a sus hijos; los padres sistemáticos también tienen miedo, pero no dejan que sea el temor el que eduque. 8.- Los padres pesados se consideran los mejores padres; los padres sistemáticos saben que todos los días se aprenden lecciones nuevas y, a veces, de los propios hijos. 9.- Los padres pesados nunca están lo suficientemente satisfechos con lo que hacen sus hijos; los padres sistemáticos procuran estar satisfechos con ellos mismos para que sus hijos lo vean y lo escuchen. 10.- Los padres pesados son compañeros pesados, cuñados

pesados, amigos pesados, son unos pesados allá donde vayan y los padres sistemáticos educan a los que tienen en casa y cuidan a sus amigos, a su familia, a sus compañeros. Efectivamente, hay que repetir a los hijos muchas veces las cosas, hay que recordar y volver a recordar lo que es tolerable y lo que no lo es. ¡Claro quehay que educar a todas horas!, y te recuerdo que ya seas pesado o sistemático, tus hijos siempre van a llamarte pesado. Pero tú a lo tuyo, a educar. Así que ya sabes, la próxima vez que tu hijo te llame pesado o pesada contéstale:

¿Pesada yo?, No hijo, llámame

sistemática.

Carlos Pajuelo - @carlospajuelo

http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/