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Reflexiones y marcos de acción La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social 9 Vicente Altaba Gargallo

La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa

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La espiritualidad que nos anima en la acción

caritativa y social

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Embajadores, 16228045 Madridwww.caritas.es

SECRETARÍA GENERAL DE POLÍTICA SOCIAL Y CONSUMO

DIRECCIÓN GENERALDE POLÍTICA SOCIAL, DE LAS FAMILIAS Y DE LA INFANCIA

MINISTERIODE SANIDAD, POLÍTICA SOCIAL E IGUALDAD

GOBIERNODE ESPAÑA

Vicente Altaba Gargallo

ISBN 978-84-8440-550-4

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La espiritualidad que nos anima en la acción

caritativa y socialVicente Altaba Gargallo

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Edita:

Cáritas Española EditoresEmbajadores, 16228045 [email protected]

Con las debidas licencias.

Preimpresión e impresión:

Gráficas Arias Montano, S. A.Puerto Neveros, 9 28935 Móstoles (Madrid)

Depósito legal:

M. 35923-2012

ISBN:

978-84-8440-550-4

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A ti,que vives el servicio a los pobres

como don del Espírituy eres testigo de que la lógica del mercado

puede trascenderse con la lógica del don y la gratuidad.

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Presentación ........................................................................................................................................................................................................................................................................................................................ 9

Introducción ......................................................................................................................................................................................................................................................................................................................... 13

1. Espiritualidad trinitaria que hunde sus raíces en la entraña amorosa de nuestro Dios ............................................................................................................................................................................................................................. 19

2. Espiritualidad histórica, de ojos y oídos abiertos a la realidad de los pobres ................................................................................................................................................................................................................................................................................................................ 25

3. Espiritualidad encarnada que hace de la persona el centro de la acción caritativa y social ............................................................................................................................................................................................................................... 33

4. Espiritualidad transformadora que nos sitúa al lado de los pobres y contra las causas de la pobreza ................................................................................................................................................................................ 39

5. Espiritualidad de la ternura que nos hace apreciar lo débil y pequeño ......................................................................................................................................................................................................................................................................................................................... 45

6. Espiritualidad de la gracia que nos hace vivir el compromiso como vocación y don ...................................................................................................................................................................................................................................................................................... 51

7. Espiritualidad de comunión, para acoger al otro como un regalo y promover su participación ........................................................................................................................................................................................................... 57

8. Espiritualidad de discernimiento para optar a la luz del Evangelio .. 63

ÍndiceÍ

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9. Espiritualidad pascual que nos hace testigos de fortaleza y esperanza .......................................................................................................................................................................................................................................................................................................... 69

10. Espiritualidad eucarística, alimentada y celebrada en el sacramento de la Eucaristía ....................................................................................................................................................................................................... 75

11. Espiritualidad de la pobreza evangélica que nos hace sencillos y pobres ..................................................................................................................................................................................................................................................................................................................... 81

12. Espiritualidad evangelizadora que hace presente en el mundo la buena noticia del amor misericordioso de Dios ............................................................................ 87

Anexo: Oraciones para terminar la reflexión personal o grupal ............................. 97

Siglas y abreviaturas ........................................................................................................................................................................................................................................................................... 103

El autor ....................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................... 107

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«Ojalá escuchéis hoy su voz» (Salmo 95).

Una de las características de nuestro mundo, repetida incansablemente por Benedicto XVI, es el llamado «eclipse de Dios» (M. Buber). Dios no es noticia, desarrollamos nuestra vida cotidiana desde la ausencia transparente de Dios. Incluso los que nos llamamos y consideramos creyentes vivimos de manera opaca la presencia de nuestro Dios.

Esta alerta nos concierne, especialmente, a los que estamos vinculados al ejercicio de la Caridad. Podemos descubrir, en muchas ocasiones, cómo «gradualmente la vida se va diluyendo en mero compromiso» (H. de Lubac) y, por lo tanto, va disolviéndose lo nuclear de nuestro ser.

En este Año de la Fe, a los cincuenta años del Concilio Vaticano II, es esencial para todo el Pueblo de Dios volver a la «fonte donde todo mana» (San Juan de la Cruz). y este libro es una viva invitación, una lúcida clarificación y un pedagógico itinerario para la vida en el Espíritu.

Es una invitación porque nos transparenta de forma lúcida cómo el cultivo de la espiritualidad es indispensable para la acción sociocaritativa, cuestión esencial, en primer lugar, porque «la fe tiene vocación de experiencia» de Dios (H. de Lubac) y sin ese cultivo originario es fácil perder el horizonte de nuestra vida y compromiso. y en estos momentos históricos en los que hemos perdido todas las cartas de navegación es imprescindible volver a mirar las estrellas. En un mundo desnortado

P Presentación

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y sin rumbo volver la mirada a quien es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6) es una necesidad existencial de las personas.

En segundo lugar, es forzoso ponernos en manos del Espíritu para que nos sustente en tiempos de turbación y zozobra histórica. El desánimo, desaliento y «cansancio del alma» (Santa Teresa de Jesús) nos embarga en nuestro transitar, especialmente a quiénes intentamos caminar con los pobres y excluidos, convirtiéndonos en cómplices de la desesperanza. Los cristianos que vivimos en las fronteras del olvido, en los márgenes oscuros de nuestras sociedades en el compromiso por la dignidad de los excluidos tenemos la responsabilidad de construir o, mejor dicho, de compartir Esperanza. Y nuestra Esperanza nos viene de más allá de nosotros mismos, porque es un regalo del Dios de Jesús.

La reflexión de nuestro buen amigo Vicente Altaba, es una lúcida clarificación de la experiencia espiritual desde el compromiso caritativo. Sabemos que en la historia de la espiritualidad, en la teología y en la vida de los grandes místicos ha existido una gigantesca lucha contra los límites del lenguaje para expresar la experiencia del Misterio. La poesía mística es un elocuente ejemplo de este profundo esfuerzo por contar, expresar y compartir lo más hondo de nuestro existir que es «más elevado que lo más alto de mí mismo; más íntimo a mí que mi propia intimidad» (San Agustín). Sin embargo, en este libro brota de manera sencilla y con un lenguaje accesible y fluido qué significa la vida en el Espíritu.

Y esta vida en el Espíritu no consiste en volar hacia lo Absoluto desentendiéndonos del mundo, sino que es una vida en el Espíritu encarnada en la historia. En definitiva, es «espiritualidad cristiana». Este aspecto es esencial destacarlo en tiempos de «new age», de orientalismos místicos y espiritualismos múltiples «ad hoc». La espiritualidad cristiana es encarnada, histórica y comprometida. El Espíritu del Dios cristiano es «Espíritu en el mundo» (K. Rahner). La espiritualidad cristiana es presencia convocada al compromiso, pues estamos «incondicionalmente concernidos» (P. Tillich) con el mundo desde nuestra opción creyente.

Si este estudio es una viva invitación y una lúcida clarificación, además, y no menos importante, es un excelente itinerario pedagógico. Es un libro práctico para poder compartir en comunidad, para hacer discernimiento sobre nuestras vidas, para

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valorar nuestra acción caritativa. Nos abre con suma facilidad esferas de la realidad ignotas o poco transitadas en nuestro compromiso cotidiano y nos sirven de guía para ejercer la Caridad a la «luz de la verdad» (Benedicto XVI).

En el momento que vivimos de turbulencia histórica, desde el seguimiento de Cristo sabemos que es necesario recrear la vida, y en ninguna parte se está erigiendo la vida tal como Dios la quiere si no es liberando a los pobres, a los olvidados y humillados, a los excluidos, a los últimos que habitan en las fronteras de la dignidad. Por ello, esta serena provocación de Vicente a la espiritualidad cristiana es una invitación al compromiso y esta convocatoria al compromiso es una invitación a la espiritualidad cristiana.

Compromiso con los últimos y vida en el Espíritu nacen hermanados en la experiencia del Dios de Jesús, como se expone a lo largo de esta obra. Por ello, como cristianos estamos llamados a situarnos a los pies de la cruz, con los crucificados de la tierra, «fijos los ojos en Jesús, el que inició y completa nuestra fe» (Heb 12, 2). Es la experiencia a la que nos invita y conduce el autor en esta reflexión.

SebaStián MoraSecretario General de Cáritas Española

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La razón última de la acción caritativa y social de la Iglesia está en Dios, que es amor, nos ha manifestado en Cristo su amor preferencial por los pobres y sigue suscitando este amor en la comunidad cristiana por la presencia y acción del Espíritu.

El ministerio de la caridad se inserta en el corazón mismo de la vida en el Espíritu, así como la animación de la caridad en la comunidad, tarea fundamental en el ejercicio de la caridad, es obra de cada uno de nosotros y de toda la comunidad, pero es, sobre todo, obra del Espíritu.

El Espíritu Santo, por el que confesamos que Jesús es el Señor y por el que formamos parte de un cuerpo en el que cada uno ponemos nuestros dones y carismas al servicio de los demás, en especial de los más débiles, es el que suscita en la Iglesia el carisma de la caridad, fundamento del correspondiente ministerio de servicio a los pobres. De ahí que necesitemos una profunda espiritualidad si queremos ejercer el ministerio de la caridad y animar la caridad en la comunidad.

¿Pero qué queremos decir cuando hablamos de espiritualidad? ¿Tiene algo que ver la espiritualidad con nuestra acción caritativa y social? ¿Será la espiritualidad una

Con esto hacemos referencia directa a su fundamento teológico, cristológico y pneumatológico, es decir, trinitario. Cfr. Cáritas Española: Reflexión sobre la identidad de Cáritas, Madrid, 1997, I. En adelante será citado con la sigla RIC.

Cfr. 1Cor 12, 3b-7. 11ss.

I Introducción

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forma de escapar, de huir de la cruda y dura realidad o, por el contrario, será lo que nos mueve y anima en el ejercicio de la caridad?

Espiritualidad viene de espíritu. Y hablar de espíritu, en castellano, es hablar de ánimo, aliento, valor, energía, fuerza. Según esto, hablar de espiritualidad de la acción caritativa y social es hablar de lo que anima, alienta, da fuerza y energía a nuestra acción caritativa y social. En este sentido cabe hablar de muchas y diferentes espiritualidades, inspiradas en diversos patrimonios culturales, morales y espirituales.

Pero espiritualidad en sentido cristiano significa algo más. La espiritualidad cristiana viene del Espíritu, con mayúscula, pues, «cristianamente hablando, no puede haber más espiritualidad que la que viene del Espíritu Santo». En este sentido hablar de espiritualidad tiene una clara connotación religiosa y significa reconocer que el Espíritu es el que nos mueve a amar a los hermanos y el que nos anima, alienta, orienta, da fuerza y abre perspectivas y posibilidades nuevas en el servicio del amor, en el servicio de la caridad.

En Cáritas decimos que hay ejercicio organizado de la caridad porque hay pobres y porque hemos sido ungidos por el Espíritu para dar la Buena Noticia a los pobres: «El mismo Espíritu que ungió a Jesús para enviarlo a anunciar el Evangelio a los pobres conduce a sus discípulos hacia la misión de continuar la obra salvadora entre los más abandonados».

No obstante, queremos significar que el término pobre debe interpretarse en sentido amplio, pues, como muy bien precisa Benedicto XVI, aun en el supuesto de una sociedad justa en que no hubiera pobres, siempre sería necesario el ejercicio de la caridad, ya que «siempre el ser humano tiene y tendrá necesidad de amor», así como siempre será necesaria «la caridad social» que anima a los cristianos a configurar rectamente la vida en sociedad y a atender a los hombres

Cfr. Joaquín García Roca: Espiritualidad para voluntarios, Madrid, 2012. En este libro estudia la espiritualidad en la acción social desde la óptica de buscar la convergencia en un espacio y una ética común donde lograr el encuentro entre las diferentes espiritualidades en favor de la sociedad inclusiva que necesitamos en este mundo globalizado.

Comisión Episcopal de Pastoral Social: La Iglesia y los pobres, Madrid, 1994, n. 130. En adelante este documen-to será citado con la sigla IP.

RIC, I. 3.

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en todas sus necesidades. Dicho con otras palabras, siempre será necesario «curar dolencias» y «expulsar demonios» que oprimen y esclavizan la vida del hombre, y a eso nos manda el Señor.

Hoy, sin embargo, en el contexto de injusticia y de pobreza en que vivimos, bien podemos decir que la razón sociológica de Cáritas está en el servicio a los más pobres, y la razón teológica, en el mandato nuevo del amor y en el Espíritu que nos mueve a ser Buena Noticia para los pobres.

Esta motivación teológica la recuerdan con toda claridad los obispos de la CEPS: «La Iglesia puede y debe hacer suya la proclamación de Jesús en la sinagoga de Nazaret, al comienzo de su vida pública. Cuando le invitan, según costumbre a dirigir la palabra a los asistentes, en aquel momento diríamos programático, que era como la introducción y explicación de su misión, retomando las palabras de Isaías, dice solemnemente: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Noticia —el Evangelio, diríamos nosotros—, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Y añadió después, al comenzar su comentario: “Esta Escritura que acabáis de oír, se ha cumplido hoy (Lc 4, 18-21)”» .

Jesús se siente ungido y enviado por el Espíritu y este mismo Espíritu es el que nos ha ungido y enviado a cada uno de nosotros desde el bautismo para anunciar la Buena Noticia a los pobres. De tal manera esto es así que en nuestro servicio de la caridad no podemos caer en la tentación —cosa que ha sucedido en ocasiones— de disociar o contraponer acción y contemplación, compromiso y oración, lucha por la justicia y vida espiritual, como si se tratara de realidades independientes y hasta contrapuestas, puesto que el Espíritu no es algo ajeno y extraño a nuestro ser y hacer, sino el aliento, el latido, el principio vital de cuanto somos y hacemos.

Benedicto XVI: Encíclica Deus caritas est, 2005, n. 29. En adelante será citada con la sigla DCE. También el Concilio nos propone una caridad que abarque a todos los hombres y a todas sus necesidades: Cfr. CONCI-LIO VATICANO II, decreto Apostolicam actuositatem, n. 8. En adelante citado con la sigla AA.

Cfr. Mt 10,8.

Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española.

IP, n. 24.

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Nuestra acción caritativa y social no se sostiene en sí misma y por sí misma. Dice relación intrínseca a dos polos de referencia que hemos de tener siempre presentes porque son los que, conjuntamente, le dan sentido y consistencia. Éstos son el Espíritu del Señor que nos hace testigos de su amor y la realidad de los pobres, de los seres humanos que claman en su indigencia por la necesidad de experimentar la fuerza salvadora del amor.

Tan importante es no disociar la acción caritativa y social de la espiritualidad que los obispos nos dicen que «hemos de acudir con nuestra oración perseverante al Espíritu Santo para que nos encienda en el fuego de su amor; para que veamos al pobre como Cristo lo ve, le amemos como Cristo le ama y le sirvamos como Cristo le serviría en su tiempo, y quiere seguir haciéndolo en el nuestro, ahora por medio de nosotros»a0.0

Desde este punto de partida, queremos plantear dos cuestiones de fondo referidas a nuestra espiritualidad en la acción social:

1.ª ¿Qué aporta la espiritualidad cristiana a nuestra acción caritativa y social? ¿Es la espiritualidad la que nos dice lo que debemos hacer y el modo concreto como lo hemos de hacer?

2.ª ¿Cómo hacer de la acción social una verdadera experiencia espiritual? ¿Qué acentos o características deberíamos potenciar para que nuestra acción sea una verdadera experiencia del Espíritu?

A estas cuestiones responde la presente reflexión que quiere ayudarnos a descubrir y enfrentar dos desafíos fundamentales: cómo una espiritualidad cristiana da calidad humana y nuevos horizontes a la acción social, y cómo ésta puede y debe ser en sí misma una auténtica experiencia espiritual cuando se realiza desde la vida en el Espíritu.

Indirectamente, al afirmar las notas de la propia espiritualidad, responderemos también a una tercera cuestión que nos podemos plantear: ¿qué aporta una

a0 IP, n. 30.

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espiritualidad cristiana a la búsqueda de una espiritualidad de convergencia en favor de la solidaridad universal? Pues estamos convencidos de que la convergencia en favor de elementos comunes sólo es enriquecedora cuando se parte del reconocimiento claro de la propia identidad, no cuando en pro de la unidad se produce una disolución de la identidad.

Y lo primero que queremos señalar para situar la reflexión es que la espiritualidad no nos da las técnicas y herramientas operativas para el hacer social, no nos da el cómo instrumental de la acción, para lo que necesitamos las mediaciones de las ciencias humanas y sociales, pero la espiritualidad es el alma, el espíritu de lo que tenemos que hacer. Nos da motivaciones y convicciones para la acción, así como nos ofrece criterios de acción y sentido para todo lo que hemos de hacer y podemos haceraa.

¿Cuáles son esas características básicas que nos ofrece la espiritualidad cristiana y que se traducen en motivaciones, actitudes, criterios y sentido de todo lo que hacemos? Las vamos a presentar desde doce perspectivas diferentes y mutuamente complementarias, siempre a la luz del dinamismo que el Espíritu es capaz de generar en la comunidad eclesial y en cada uno de nosotros.

Al final de cada uno de los capítulos ofrecemos un cuadro con una guía para la reflexión personal o grupal, esperando que pueda contribuir a una lectura más reflexiva de los contenidos que se exponen y a una interiorización y vivencia más personal de los mismos.

Terminaremos con un Anexo en el que ofrecemos algunas oraciones que pueden ser útiles para ponernos en manos del Espíritu tras cada una de las reflexiones que invitamos a hacer al final de cada capítulo. A este anexo remitiremos al terminar cada una de ellas.

Con esta obra completamos la trilogía que hemos querido dedicar al cuidado de la acción caritativa vivida a la luz del Espíritu: El ministerio sacerdotal en Cáritas (2010), Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación (2011) y La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social (2012).

aa Cfr. AA, n. 8.

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Reflexiones y marcos de acción

No puedo cerrar esta introducción sin una palabra de reconocimiento y gratitud a los amigos y compañeros en el servicio a los pobres que han tenido la amabilidad de leer estas obras antes de publicarlas y de hacerme oportunas aportaciones y sugerencias para que respondan con fidelidad a la espiritualidad que vivimos y queremos alimentar desde Cáritas en el servicio de la caridad.

Permitidme que concluya expresando un profundo deseo: que la reflexión sobre la espiritualidad que aquí ofrecemos avive en nosotros la experiencia del Espíritu que nos habita y contribuya a que la acción caritativa y social nos ayude a crecer en santidad, en vida vivida en el Espíritu puesta gratuitamente al servicio de los demás.

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1 Espiritualidad trinitaria que hunde sus raíces en la entraña amorosa

de nuestro Dios

«El Espíritu es esa potencia interior que armoniza su corazón [el corazón de los creyentes] con el corazón de Cristo y los mueve a amar a los hermanos como Él los ha amado, cuando se ha puesto a lavar los pies de sus discípulos (cfr. Jn 13, 1-13) y, sobre todo, cuando ha entregado su vida por todos (cfr. Jn 13, 1; 15, 13). El Espíritu es también la fuerza que transforma el corazón de la Comunidad eclesial para que sea en el mundo testigo del amor del Padre, que quiere hacer de la humanidad, en su Hijo, una sola familia»as.

La caridad, como virtud teologal que es, hunde sus raíces en Dios, «es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta», dice Benedicto XVIad. Y sabemos por la fe que en el misterio hondo de nuestro Dios, en la Trinidad, el Espíritu es el Amor, el que hace que la relación entre el Padre y el Hijo sea relación de pura donación, de reciprocidad total, de amor absoluto y gratuito, de ser enteramente el uno para el otro. El amor constituye el corazón del misterio trinitario, de ahí que profesar la fe en la Trinidad —Padre, Hijo y Espíritu Santo— equivale a creer en un solo Dios que es Amor y que es familia, es comunidad de vida y amoraf. San Agustín dice que «ves la Trinidad si ves el amor». A la inversa podemos nosotros decir que si ves el amor ves la Trinidad. Es más, si vives el amor vives la Trinidad, porque Dios es amor y donde hay amor allí está Dios. Por eso decimos que la espiritualidad de Cáritas es trinitaria. Este mismo Espíritu que vive en el misterio

as DCE, n.19.

ad Ibíd.

af Cfr. Benedicto XVI: Carta apostólica Porta Fidei, 2011, 1. En adelante será citada con la sigla PF.

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hondo de Dios es el que habita en nosotros y nos hace ser esa comunidad de vida y amor que queremos ser y vivir en nuestras relaciones humanas y en el ejercicio de nuestra caridad como expresión y signo del amor de nuestro Dios.

Es el Espíritu el que hace, como dice San Juan de Ávila, que Dios ame tanto al hombre que parece que ande tras él muerto de amores: «¿Qué viste, Señor, en este hombre, que tanto lo amáis, que parece que andáis muerto por él de amores?». Y la razón, dirá el Santo, «es que moraba Dios en el hombre»ag. Dios mora en el hombre por su Espíritu. Pues bien, ese mismo Espíritu que llena la tierra, que habita en la humanidad y en el corazón de los creyentes, es el que nos mueve a amar y poner nuestras vidas al servicio de los hermanos.

La fuente de nuestra caridad es Dios y el fundamento de nuestra espiritualidad está en el amor de nuestro Dios, en ese amor del Padre que se nos ha comunicado en Cristo por la efusión del Espírituah. No hay caridad sin Espíritu y no hay acción caritativa y social sin espiritualidad, sin vida en el Espíritu. Sin espiritualidad Cáritas se reduciría a una obra social o a una empresa de servicios sociales.

Aquí tenemos una primera clave de nuestra espiritualidad: «Hay Cáritas, ante todo, porque el Espíritu del Padre, que ungió al Hijo para anunciar el Evangelio a los pobres, sigue suscitando en la Iglesia el amor a los pobres», dice Cáritas Española al hablar de su propia identidadaj. Y hay Cáritas, podemos decir también, porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y esa imagen de Dios que somos la vivimos en el amor, siendo y haciendo familia, siendo y construyendo comunidad, con un amor que no se expresa sólo en la solidaridad, sino en la fraternidad que nos recuerda que todos somos iguales e hijos de un mismo Padre.

En consecuencia, vivir la caridad implica vivir en Dios, tener una profunda experiencia del amor de Dios. Él nos amó primero, dice Juanak. Nuestro amor

ag Cfr. Carta S. Juan, Sermones.

ah Cfr. Jn 20,22. Cfr. CIV, n.5.

aj RIC, p. 16.

ak Cfr. 1Jn 4, 10.

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nace de Dios y se nutre de la experiencia de sentirnos hijos amados de Diosal. Por eso la caridad, dice Benedicto XVI, es don: «Don recibido y ofrecido»s0. Primero recibido y desde la experiencia del amor recibido, amor ofrecido.0

Hoy, cuando estamos tan urgidos por tantas demandas que nos desbordan, tenemos el peligro de perdernos en el activismo, en lo mucho que hay que hacer, perdiendo el hontanar y el horizonte de lo que hacemos. Y cuando vivimos en una cultura del «hombre sin vínculos» y del «amor líquido» —como dice Z. Bauman—, porque ha perdido el eslabón para ligarse de manera firme y estable con los otros, corremos el riesgo de basar nuestras relaciones en vínculos centrados en el propio yo y los propios interesessa. En este contexto, más que nunca, necesitamos cuidar la mística, la unión profunda con el Señor y la configuración con Él, hasta armonizar nuestro corazón con el corazón de Cristo para poder amar como él ama, servir como él sirve y dar la vida como él la da. Necesitamos que sea Dios el eslabón firme y duradero de nuestro amor.

Esta espiritualidad trinitaria nacida de la experiencia del amor de Dios es la que nos posibilita y nos capacita para amar a los hermanos y nos descubre algo muy importante: que lo prioritario en el servicio caritativo y social es el amor y que los que trabajamos en el campo caritativo y social estamos llamados a «ser instrumentos de la gracia para difundir el amor de Dios»ss.

Es mucho lo que hay que hacer y mucho lo que hay que dar, pero no podemos olvidar que lo prioritario para nosotros ha de ser esto, ser instrumentos del amor de Dios y dar amor, porque el amor es lo que salva. Y la fuente de este amor —«la fonte que mana y corre», como diría San Juan de la Cruz—, está «escondida en Dios»sd. Por eso necesitamos acudir permanentemente en la oración al Espíritu Santo para que nos lleve a la fuente, para que nos encienda en el fuego de su amor.

al Cfr. Cáritas Española: Modelo Acción Social, Madrid, 2009, p. 16. En adelante será citado con la sigla MAS.

s0 Benedicto XVI: Encíclica Caritas in veritate, 2010, n. 5. En adelante será citada con la sigla CIV.

sa Cfr. Zygmunt Bauman: Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Madrid, 2011, pp. 7 y 10.

ss CIV, n. 5.

sd Cantar de la alma que se huelga de conocer a Dios por fe.

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El profeta Oseas nos transmite con un lenguaje verdaderamente gráfico y lleno de ternura la naturaleza del Dios-Amor y la prioridad de la experiencia del amor de Dios para poder amar. El amor de Dios, dice, es el de un padre que recuerda a su hijo cómo lo amó, lo sacó de la esclavitud y lo sostuvo suavemente de la mano. Un padre que lo llevó en brazos, lo alzó hasta sus mejillas, se inclinó para enseñarle a andar. Un padre que une a su hijo con lazos de amor y cuerdas de ternura y cuyas entrañas se estremecen cuando su hijo se olvida y aleja de él. Es la experiencia de este amor entrañable de Dios la que hace posible para el profeta que el hombre sea capaz de amar a Dios y, en él, amar a los hermanos y rehacer la justicia y la vida de la comunidadsf.

Y en este momento complejo que vivimos en que detrás de la crisis económica y política se esconde la crisis moral que nos ha llevado a destruir el proyecto comunitario del «nosotros», queriendo construir la sociedad sólo desde el valor y consistencia del «individuo», necesitamos recuperar la dimensión comunitaria, ya que el ser humano no es un individuo, sino una persona y, en consecuencia, un ser comunitario, como nos recuerda la Trinidad.

Esta espiritualidad trinitaria es la que nos hace recuperar dos dimensiones fundamentales de la vida y la convivencia humana: el concepto de fraternidad, que va más allá de la solidaridad, pues nos remite a un Dios Padre de todos, y la dimensión comunitaria y social del ser humano que nos hace comprendernos no como individuos aislados, sino como seres sociales y miembros de una misma familia humana, como seres llamados al diálogo, a la comunicación, a ser los unos en relación con los otros, desde los otros y para los otros.

Sólo la espiritualidad que hunde sus raíces en la experiencia profunda de Dios rompe las disyuntivas entre individuo y comunidad, entre acción y contemplación, entre lucha por la justicia y vida espiritual y nos ayuda a ejercer el ministerio de la caridad como un servicio, más que como un trabajo, como un estilo de vida, más que como una actividad, como una expresión del amor de Dios, más que como un mero servicio social.

sf Cfr. Os 11, 1-9; Cfr. Ez 36,26ss.

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Y sólo la espiritualidad que nace de la comunión con un Dios Padre de todos es capaz de hacer del servicio caritativo y social una tarea de construcción de fraternidad, el fundamento sólido de la comunidad.

Para la reflexión personal o grupal

1. Tomo nota de las tres frases que más me han llamado la atención sobre la espiritualidad trinitaria.a) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................b) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................c) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

2. Expreso con mis palabras lo que considero más importante en la espiritualidad trinitaria. ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... .....................................................................................................................................................................

3. ¿Mi espiritualidad es trinitaria? ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... .....................................................................................................................................................................

4. ¿Qué puedo hacer para crecer en ella en mi compromiso caritativo y social? ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... .....................................................................................................................................................................

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5. Oración:

a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social. .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... ..........................................................................................................................................................

b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.

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2 Espiritualidad histórica, de ojos y oídos abiertos a la realidad de los pobres

«El clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto la opresión con que los egipcios los oprimen»sg.

Nuestro Dios no es un Dios encerrado en sí mismo. Es comunicación y donación en el seno mismo de la Trinidad y es un Dios que se hace comunicación y donación fuera de sí mismo en la obra de la creación. La creación entera, especialmente el ser humano, es fruto de un Dios que, por amor, entra en éxtasis, sale de sí mismo, y se nos hace don en el tiempo, en la historia y en toda la creación.

Por eso la creación entera, si sabemos mirarla y leerla desde la fe, es reveladora del amor de nuestro Dios. Y el tiempo para nosotros, si sabemos mirarlo desde la fe, es un «kairos», es tiempo de Dios, tiempo oportuno que nos revela el poder creador y salvador de nuestro Dios; tiempo propicio y favorable que el Señor nos da para ser con él creadores y salvadores, para desarrollar la creación que ha puesto en nuestras manos, construir comunidad y avanzar en la construcción de la justicia y la fraternidad.

Pero el amor de Dios manifestado en la creación se nos ha revelado sobre todo en el ser humano, hecho a su imagen y semejanza. De ahí que, mirados y leídos desde la fe, amor a Dios y amor al hombre están tan íntimamente relacionados, tan estrechamente entrelazados «que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios»sh.

sg Ex 3, 9-10.

sh DCE, n. 16.

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Cáritas

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Reflexiones y marcos de acción

Dios ha querido manifestar su amor de tal manera en toda la creación que la primera tarea que nos ha encomendado es amarla, cuidarla, cultivarla y desarrollarla. La caridad no es ajena al cuidado de la naturaleza, de tal modo que el cuidado del medio ambiente y de todo lo relacionado con la ecología es un elemento primero de la expresión de la caridad. Así se entiende la invitación de San Juan de Ávila: «Pon los ojos en todo este mundo, que para ti se hizo todo por sólo amor, y todo en él y todas cuantas cosas hay en él significan amor y predican amor y te mandan amor»sj.

De manera muy especial hemos de tener ojos y oídos abiertos a todo lo relacionado con lo que el Papa Benedicto XVI define como una «ecología de la persona humana»sk, pues tenemos el peligro de estar muy atentos a todo lo relacionado con el medio ambiente descuidando el elemento fundamental del mismo que es el ser humano. No se pueden exigir los deberes que tenemos con el medio ambiente y no respetar los que tenemos con la persona humana.

Por eso, el amor nos abre los ojos y el corazón a la creación entera y, de manera especial, al ser humano. El amor nos ayuda a ver al hermano y a cargar con él. Lo ha expresado con un lenguaje lúcido y profundo el Papa en el mensaje de Cuaresma de 2012, cuyo título, tomado de la Carta a los Hebreos (10, 24), decía: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras».

El Papa nos invita a estimular y animar la caridad y, para ello, nos hace dos llamadas muy actuales y sugerentes en estos tiempos de desorientación y de crisis que estamos viviendo: la primera es a «fijarnos». Fijarnos en lo que pasa en nuestro entorno y en lo que «pasan» muchos de los que están en nuestro entorno. Es la llamada a observar bien, a estar atentos, a mirar conscientemente, a darnos cuenta de la realidad social, económica y política que nos envuelve, porque en ella podemos escuchar el susurro de Dios que se nos manifiesta y habla en sus criaturas y en lo que el Concilio Vaticano II llamó «los signos de los tiempos»sl.

sj Tratado del amor de Dios, n. 2.

sk CIV, n. 51.

sl VATICANO II: Constitución pastoral Gaudium et spes, 1965, n. 4.

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La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social

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En una cultura tan individualista como la que vivimos, puede resultar extraña una llamada a fijarnos los unos en los otros. Es más, no faltará quien pueda interpretar una llamada así como una invitación al chismorreo o a la intromisión irrespetuosa e indebida en la vida e intimidad del otro. Sin embargo, es ésta una llamada del Espíritu que nos hace bien en un momento social como el que estamos viviendo.

La caridad comienza por fijar la mirada en el otro y estar atentos los unos a los otros. La solidaridad comienza por no mostrarse extraños e indiferentes a la suerte de los otros. El primer paso para construir un mundo diferente es tener los ojos bien abiertos para ver, los oídos atentos para escuchar y el corazón sensible para conmoverse y, tras la conmoción, actuar, como hizo Dios ante su pueblo, diciendo a Moisés tras ver la opresión de su pueblo y escuchar su clamor: «Ve, pues yo te envío al Faraón para que saques a mi pueblo de Egipto»d0.0

La caridad nos hace abrir la mirada al mundo insolidario e injusto que hemos hecho —he visto cómo los oprimen—, nos hace fijarnos en los que sufren a nuestro lado, escuchar su clamor, y desde ahí salir del encierro egoísta en nuestros propios intereses y buscar lo que es bueno no sólo para mí, para cada uno aisladamente, sino para los otros, para la comunidad en la que vivimos y cuyo presente y futuro compartimos.

Hoy no podemos vivir ajenos al drama de los que no tienen trabajo, a las empresas abocadas a reducir plantilla o a cerrar las puertas, a las familias con todos sus miembros en paro, a los jóvenes excluidos del mercado de trabajoda. Como tampoco podemos ser insensibles ante los sueldos escandalosos de directivos de instituciones financieras sostenidas con dinero público o a los millones y miles de millones de beneficios que declaran algunas empresas mientras despiden obreros y reducen salarios. Así como no podemos permanecer ciegos y vivir de espaldas al genocidio de pueblos indígenas, al hambre, a la falta de atención sanitaria y de educación, al tráfico de armas y de personas y a la

d0 Ex 3, 9-10.

da Cuando escribimos esto, a mediados del año 2012, en España 5.700.000 ciudadanos no tienen trabajo, el 24,6% de la población activa; son miles las empresas abocadas a reducir plantilla o a cerrar las puertas; 1.770.000 familias tienen a todos sus miembros en paro; más del 52% de nuestros jóvenes están excluidos del mercado de trabajo.

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Reflexiones y marcos de acción

explotación a que son sometidos tantos millones de hombres y mujeres en nuestro mundo.

Pero no sólo estamos llamados a fijarnos. El Señor nos llama a hacernos cargo los unos de los otros. Aquella pregunta que Dios dirige a Caín y recoge el libro del Génesis, «¿qué has hecho de tu hermano?», es la pregunta que se nos hace a todos nosotros en este momento histórico: ¿tú, financiero, empresario, funcionario, sindicalista, obrero..., qué has hecho con tu hermano? Y no vale responder como Caín: «¿Soy acaso guardián de mi hermano?»ds. No vale decir que yo me ocupo de lo mío, de mi sueldo o mi negocio, y nada tengo que ver con mi hermano, nada que ver con el derroche de los poderosos y el hambre de los pobres, con los especuladores del dinero y los empresarios y emprendedores sin recursos financieros.

La caridad nos pide que entablemos relaciones caracterizadas por el cuidado recíproco, por atender no sólo a nuestro bien, sino al bien del otro, en especial de aquéllos que promueven y crean puestos de trabajo y de los más pobres y necesitados.

No podemos vivir y caminar cada uno a nuestro ritmo sin fijarnos y hacernos cargo de los que están apaleados y tirados al borde del camino, como recuerda la parábola del Buen Samaritano, ni podemos encerrarnos en el disfrute de nuestra seguridad e intereses endureciendo el corazón con una «anestesia espiritual»dd —así la llama el Papa— que nos hace ciegos, sordos e insensibles ante el sufrimiento de los pobres, como el rico epulón del que habla el evangelio.

Es momento para fijarnos, para conmovernos y movernos, para cargar los unos con los otros si es que queremos otro modo de vida y convivencia, si estamos dispuestos a trabajar juntos por una sociedad que supere vicios del pasado y abra caminos nuevos a ese horizonte de justicia, de austeridad, de trabajo y bienestar para todos que es posible si dejamos de anteponer los propios intereses y buscamos decididamente, aun a precio de renuncias, lo que es mejor para todos.

ds Gn 4, 9.

dd Cfr. Mensaje de Cuaresma 2012, antes citado.

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Nuestra caridad necesita partir de una mirada muy atenta a la realidad. Descubrir la situación de los pobres y escuchar su clamor es lo que debe conmover nuestro corazón, como conmovió el corazón de Dios ante su pueblo en Egipto y como tantas veces, nos dice el Evangelio, conmovió a Jesús ante los pobres. Con una conmoción que dio paso a la acción y a una acción salvadora, liberadora, sanadora, transformadora.

De manera muy especial, hay que tener una mirada muy atenta a la realidad para descubrir los nuevos rostros de la pobreza y las respuestas nuevas que desde Cáritas nos podemos plantear.

En un momento en que tenemos el peligro de refugiarnos en el sálvese quien pueda o de ceder a la resignación, Cáritas tiene la misión de ser vigía a favor de los pobres, de abrir y ayudar a abrir los ojos y los oídos de la comunidad cristiana y de toda la sociedad a la situación de los más pobres y de unir fuerzas para hacer posible que busquemos decididamente lo que es mejor para todos, en especial para los más débiles y pobres.

La caridad está llamada a ser un signo luminoso de la compasión de Dios que nos llama a estar al lado de los que sufren y dejar que se nos conmuevan las entrañas como se le conmovían a Jesús ante un leproso, ante una multitud hambrienta, ante una viuda que pierde a su hijo, ante el saqueado y tirado al borde del caminodf.

Así ha de ser nuestra espiritualidad, una espiritualidad atenta a la realidad de los pobres, que se conmueve ante ellos, denuncia su situación y carga con ellos de manera transformadora y liberadora. Hoy necesitamos cultivar una mística de ojos abiertos, como dice J. B. Metz, hablando del clamor de la tierra: «La experiencia de Dios inspirada bíblicamente no es una mística de ojos cerrados, sino una mística de ojos abiertos; no es una percepción relacionada únicamente con uno mismo sin una percepción intensificada del sufrimiento ajeno»dg.

df Cfr. Mc 1, 41; Mt 15, 20; Lc 10, 25-37.

dg Johann Baptista Metz: El clamor de la tierra, Estella, 1996, p. 26.

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Reflexiones y marcos de acción

En este sentido hablamos de espiritualidad histórica. No nos referimos, por tanto, a una espiritualidad anclada en el pasado y ajena al presente, sino todo lo contrario. Nos referimos a una espiritualidad bien atenta al momento histórico que estamos viviendo y capaz de iluminar nuestro hacer aquí y ahora, en el momento presente.

Con otras palabras, podemos hablar también de una espiritualidad profética, pues cuando el Espíritu se manifiesta en la historia su presencia y acción se hacen profecía. Es la espiritualidad de esos hombres y mujeres que, ungidos por el Espíritu, son especialmente sensibles ante la pobreza y la opresión, en nombre de Dios denuncian la injusticia y toda forma de explotación, se rebelan ante el lujo y la orgía de los poderosos, demandan un culto verdadero hecho de misericordia —no de sacrificios—, y de atención a los pobres, a las viudas y a los huérfanos, es decir, a los más pobres e indefensos, y anuncian el amor misericordioso de un Dios comprometido en manifestar su fuerza salvadora en la historiadh.

Este profetismo debe seguir vivo en la Iglesia, pues todos los cristianos hemos siglo ungidos en el bautismo para ser sacerdotes, profetas y reyesdj. Somos, por tanto, un pueblo de profetas llamado por Dios a anunciar hoy su amor misericordioso y a denunciar toda injusticia y explotacióndk.0

Para una espiritualidad así, de tipo histórico y profético, necesitamos educar la miradadl y educarnos en la escucha, no sea que tengamos ojos y no veamos, oídos y no oigamos, como aquellos ídolos de los que habla el salmistaf0. Y hoy hay muchos intereses dispuestos a invisibilizar a los pobres y a no dejarnos ver la realidad de la pobreza. Así como hay muchos interesados en no dejarnos escuchar su clamor y en callar toda denuncia profética.

dh Serían innumerables las citas bíblicas a las que podríamos apelar aquí. Para quienes no estén muy interiori-zados en el conocimiento de los profetas les recomiendo dos libros cortos, Amós y Oseas, en los que podrán ver expresado cuanto acabamos de decir en un lenguaje muy vivo e interpelante.

dj Así se nos dice a cada bautizado al ser ungidos con el santo crisma.

dk Cfr. IP, nn.18.19.51-53. Muy interesante lo que nuestros obispos dicen en estos números sobre el profetismo de los cristianos y, en particular, sobre la denuncia profética.

dl Un adagio oriental dice que «una manera de que las cosas cambien es mirarlas de manera diferente», y para nosotros una primera manera de cambiar la realidad es mirarla con los ojos de Dios, como nos recomienda Benedicto XVI (cfr. DCE, nn. 12 y 18; CIV, n. 32).

f0 Cfr. Sal 135, 17.

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Hemos de ver con los ojos, pero también con el corazón, desde la cercanía, desde la empatía, y también con la razón, con una reflexión lúcida y analítica de la realidad, y a la luz que nos da la fe, para lo cual nos ayudarán las mediaciones de las ciencias sociales y de la Doctrina Social de la Iglesia.

Y necesitamos educarnos en la escucha para no quedarnos en la superficialidad de lo inmediato y periférico, sino ser capaces de descubrir el clamor que nace de lo profundo que el otro vive, siente y espera. Hemos de educarnos en la escucha para no dar respuestas aprendidas a lo que el otro ni pregunta ni espera, para no dar respuestas viejas a situaciones nuevas.

Sobre todo, hemos de educar nuestro corazón hasta ser capaces de identificarnos con los pobres, hacer nuestro su sufrimiento y hacernos pobres con los pobres, como Jesús, que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobrezafa.

Una espiritualidad así hace nuestra la bienaventuranza de Jesús: «Dichosos vuestros ojos que ven y vuestros oídos que oyen»fs. El ministerio de la caridad es el ojo que ayuda a la comunidad a ver la situación de los pobres, el oído que le hace llegar su clamor, la lengua que denuncia su situación y el corazón que le lleva a conmoverse y actuar.

Para la reflexión personal o grupal

1. Releo el texto y subrayo las ideas más importantes sobre la espiritualidad histórica.

2. Resumo en tres frases lo que es una espiritualidad histórica.

a) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

fa Cfr. 2Cor 8, 9.

fs Mt 13, 16.

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Reflexiones y marcos de acción

b) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

c) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

3. ¿Qué me pide a mí, aquí y ahora, una espiritualidad así?

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

4. Oración:

a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social.

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.

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La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social

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Espiritualidad encarnada que hace de la persona el centro de la acción

caritativa y social

3

«El primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad: “Pues el hombre es el autor, el centro y el f in de toda actividad económico-social (GS, n. 63)”»fd.

La espiritualidad cristiana nos da la convicción de que la persona es el centro de la vida y de la acción social. La persona en toda su grandeza y dignidad de hijo/hija de Dios, pues hemos sido creados a su imagen y semejanza. Una dignidad que lleva en sí toda persona por su misma condición de persona, más allá de las condiciones en que viva: «Esa dignidad, que deriva de la voluntad con que Dios creó al hombre, no es algo otorgado por otros, es inseparable del hecho mismo de vivir, aunque las condiciones reales de existencia y el pecado personal y colectivo la condicionen y la hagan más difícil de reconocer»ff.

Esta es una convicción básica, irrenunciable, que hemos de mantener a toda costa en nuestra acción caritativa y social. La persona, toda persona, tiene una dignidad que podremos pisotear, pero que no podemos negar, porque se la ha dado Dios y nada hay que justif ique desacreditarla, puesto que «todos los otros valores son valores en cuanto sirven a la dignidad humana y promueven su causa»fg.

fd CIV, n. 25.

ff MAS, p. 13.

fg Z. BAUMAN, o. c., p. 111.

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Cáritas

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Reflexiones y marcos de acción

Si a ello añadimos que Dios en Jesús se hizo carne de nuestra carnefh, todo ser humano, como dijo el Vaticano II en Gaudium et spes y repitió Juan Pablo II en Redemptor hominis, es en alguna medida encarnación de Dios, pues «mediante la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre»fj, de tal modo que lo que hacemos al otro se lo hacemos al mismo Cristo. Y si esto se puede decir de todo ser humano, de manera especial se puede decir del pobre, del hambriento, del inmigrante, del preso, con quienes Jesús se identificó de manera especialfk.

Por eso, el pobre es sacramento de Cristo. Como dicen los obispos españoles, «podríamos decir que Jesús nos dejó como dos sacramentos de su presencia: uno, sacramental, al interior de la comunidad: la Eucaristía; y el otro existencial, en el barrio y en el pueblo, en la chabola del suburbio, en los marginados, en los enfermos de sida, en los ancianos abandonados, en los hambrientos, en los drogadictos... Allí está Jesús con una presencia dramática y urgente, llamándonos desde lejos para que nos aproximemos, nos hagamos prójimos del Señor»fl.

Más allá, pues, de las apariencias, más allá de su condición legal, más allá de su condición social, más allá de su conducta personal, toda persona tiene una dignidad inviolable, lo que hace que quien se dedica al servicio caritativo y social «no adopta un tono de superioridad ante el otro por miserable que sea momentáneamente su situación»g0, al contrario, intenta fomentar el empoderamiento del otro fortaleciendo sus cualidades y capacidades.0

Esta conciencia de la dignidad de la persona nos da un «talante contemplativo» en nuestra acción. Nos ayuda a ver, a mirar, a escuchar, a penetrar en el misterio del otro. Y nos hace entender nuestro servicio no como una demostración de nuestras habilidades, ni como dar al otro lo que a nosotros nos parece, sino hacer lo que el otro necesita.

fh Cfr. Jn 1, 14.

fj Juan Pablo II: Encíclica Redemptor hominis, 1979, n. 13.

fk Cfr. Mt 25.

fl IP, n. 22.

g0 DCE, n. 35.

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Es más, este carácter contemplativo nos hace descubrir y contemplar a la persona como «lugar teológico». Nos lleva a descubrir en el pobre el rostro del Señor. El pobre para nosotros no es sólo un dato sociológico o el objeto de nuestra acción caritativa y social. Es lugar teológico, lugar en el que Dios está, se hace presente, se revela y nos habla, lugar en el que podemos encontrar a Dios, amarle, acceder a élga. El pobre para nosotros, cristianos, es todo esto si sabemos mirarlo con los ojos de la fe, si sabemos mirarlo con los ojos de Dios y amarlo con el corazón de Dios. Y así hemos de mirarlos. «La Iglesia y los cristianos queremos mirar a los pobres con la mirada de Dios», dicen nuestros obisposgs.

Comprender y vivir la presencia de Dios en el mundo, en el ser humano y, de manera especial, en el pobre, y descubrir que los pobres son lugar de encuentro con Dios no es algo periférico o añadido a la acción caritativa y social, «sino más bien el talante, la mística y la espiritualidad en la que debe beber cotidianamente quien se encuentra inmerso en la acción sociocaritativa de la Iglesia»gd.

Benedicto XVI nos recuerda que «la verdadera originalidad del Nuevo Testamento no consiste en nuevas ideas, sino en la figura misma de Cristo, que da carne y sangre a los conceptos: un realismo inaudito»gf. Este realismo inaudito del amor de Dios manifestado en Cristo se llama encarnación: «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros»gg. El Verbo, la Palabra creadora y salvadora de Dios manifestada en el Antiguo Testamento, esa Palabra que estaba en Dios y era Dios, se nos revela ahora asumiendo desde dentro la realidad humana, haciéndose «carne», haciéndose «hombre» y asumiendo el ser, la vida, el tiempo y la historia del ser humano.

La encarnación significa hambre de presencia, experiencia de cercanía, capacidad de asumir la realidad sencilla y cotidiana, identificación con el otro en lo más hondo, encuentro con el rostro y la historia del otro. Ahí, dice el mismo Papa, «el

ga Cfr. Vicente Altaba Gargallo: El ministerio sacerdotal en Cáritas, Madrid, 2010, pp. 20-23.

gs Conferencia Episcopal Española: La caridad en la vida de la Iglesia, Madrid, 1997, «Primera parte: Introducción doctrinal». En adelante citaremos este documento con las siglas CVI.

gd RIC III, 5.1.

gf DCE, n. 12.

gg Jn 1, 14.

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Reflexiones y marcos de acción

cristiano encuentra la orientación de su vivir, de su amar»gh, y ahí encontramos en Cáritas la manera, el estilo de acercarnos a los pobres, a los que sufren, y de compartir con ellos la existencia.

Necesitamos una espiritualidad de encarnación que nos haga descubrir el rostro de Dios en el rostro del ser humano y que nos lleve a acercarnos a él e implicarnos en la vida, en el tiempo, en la historia del hombre. Una espiritualidad de encarnación que nos ayude cada día a amar al otro sabiendo que al ser humano no se le salva desde fuera, sino desde dentro y no se le salva desde arriba, sino desde abajo, como hizo Cristo en su encarnación. Para salvarnos se acercó a nosotros, vino a vivir con nosotros y entre nosotros, haciéndose hombre como nosotros. Como dice un clásico principio soteriológico, «sólo se redime lo que se asume». Dicho con otras palabras, la encarnación es el camino que Dios eligió para la salvación.

Esta espiritualidad nos hace descubrir que nos salvamos en el mundo y con el mundo, implicándonos en su desarrollo, no huyendo y escapando de él, así como nos descubre que el amor al hombre pasa por promover su desarrollo integral y defender los derechos humanos.

Esta misma espiritualidad nos hace descubrir que al análisis causal de la pobreza y a la acción estructural contra ella se debe añadir la cercanía y la inmersión en las condiciones de vida del pobre. Hay que trabajar en la distancia (análisis, estructuras), pero también en la cercanía y sin que el trabajo en la distancia justifique eludir la cercanía.

Jesús es Buena Noticia desde su inmersión-encarnación en la situación del pobre, desde el estar de su lado y a su lado, desde la cercanía y comunión con él (tocaba al leproso, comía con los pecadores), desde el amor entrañable y cercano, que es el alma de la caridad. Ahí encontramos los cristianos otra clave sobre la orientación y el sentido de nuestro amor y nuestra acción social.

La espiritualidad cristiana nos lleva a vivir la experiencia de que la encarnación se prolonga por el misterio de la caridad cuando la comunidad cristiana y cada uno

gh DCE, n. 12.

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de sus miembros reconocen la dignidad de los pobres, comparten sus problemas, apoyan sus legítimas aspiraciones y se comprometen con ellos en procesos de liberación y salvacióngj.

Para la reflexión personal o grupal

1. Tomo nota de las tres frases que más me han llamado la atención sobre la espiritualidad encarnada.

a) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

b) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

c) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

2. Expreso con mis palabras lo que considero más importante en la espiritualidad encarnada.

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

3. ¿Mi espiritualidad es encarnada?

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.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

gj Cfr. RIC III, 5.1.

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Reflexiones y marcos de acción

4. ¿Qué puedo hacer para crecer en ella en mi compromiso caritativo y social?

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

5. Oración:

a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social.

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de las oraciones que tengo en el Anexo, páginas 97 a 101.

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Espiritualidad transformadora que nos sitúa al lado de los pobres

y contra las causas de la pobreza

4

«El Espíritu del Señor está sobre mi, porque él me ha ungido. Me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres»gk.

La acción caritativa y social no puede servir para adormecer y tranquilizar conciencias, ni para dejar las cosas como están: los ricos con su riqueza y los pobres en su pobreza. El Espíritu hace nuevas todas las cosas y es capaz de cambiar el corazón del hombre y de hacer un cielo nuevo y una tierra nueva en los que habite la justiciagl.

Jesús afirma expresamente que el Espíritu del Señor le ha ungido «para anunciar la Buena Noticia a los pobres» y hará de esta opción por los pobres el distintivo de su misión. Jesús estará con los pobres, se pondrá sistemáticamente del lado de los pobres y los hará los destinatarios preferenciales del Reino: «Bienaventurados los pobres porque vuestro es el Reino de Dios»h0. Y a quienes le preguntan de parte del Bautista si él es el Mesías, les responde: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, y se anuncia a los pobres la Buena Noticia»ha. Jesús es el Mesías que trae la salvación a los pobres y hace que su situación cambie, se transforme.0

gk Lc 4, 18.

gl Cfr. 2Pe 3, 13; Ap 21, 1.

h0 Lc 6, 20.

ha Mt 11, 4-5.

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Reflexiones y marcos de acción

El mismo Espíritu que ungió y envió a Jesús para ponerse del lado de los pobres y dar la Buena Noticia a los pobres nos ha ungido y enviado también a nosotros a optar por los pobres en nuestro servicio, a ponernos de su lado y a luchar contra la pobreza y las causas que la generan para que las cosas cambien y puedan lograr la liberación integralhs. Dios no es neutral ante los pobres y tampoco nosotros podemos ni queremos serlo. Donde el Espíritu del Señor se manifiesta y actúa las cosas cambian y se produce una inversión de situaciones. Es lo que canta María desde la experiencia de la irrupción del Espíritu del Señor en ella: «Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos»hd.

Nosotros queremos distinguirnos por estar del lado de los pobres y a los pies de los crucificados de la historia, pero queremos estarlo de manera transformadora y salvadora, para lo cual, en nuestra opción por los pobres, hemos de tener presentes algunas claves operativas que nos pueden ayudar a vivirla en toda su densidad.

a) Por los pobres y contra la pobreza

Lo primero que hay que notar es que hablamos de opción por los pobres y no por la pobreza. Esto nos parece obvio, pero conviene afirmarlo. La pobreza es un mal, porque atenta contra la dignidad de la persona y contra la equidad y la justicia en las relaciones humanas y socialeshf. Y si es un mal hay que luchar contra ella. «En la perspectiva bíblica la pobreza no acontece de modo casual; antes bien, es el resultado de una estructura social injusta que implica una ruptura de la solidaridad y de la comunión humana»hg.

hs Cfr. III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano: Puebla. La evangelización en el presente y el futuro de América Latina, 1979, n. 1134.

hd Lc 6, 52-53.

hf Hablamos de la pobreza como realidad sociológica, no como carisma y actitud religiosa. De ésta hablare-mos en otro momento, en el capítulo 11.

hg RIC, p. 17.

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Esto mismo dicen nuestros obispos: «Consideramos un bien la pobreza evangélica que hay que fomentar; en tanto que la pobreza como indigencia, miseria y marginación siempre representa un mal que hay que erradicar»hh. La lucha contra la pobreza es una exigencia de la caridad.

b) Por los pobres y contra las causas de la pobreza.

«El que está animado de una verdadera caridad es ingenioso para descubrir las causas de la miseria, para encontrar los medios de combatirla, para vencerla con intrepidez», dijo Pablo VIhj. La pobreza no es fruto del destino ni es un fatalismo inevitable. Tiene unas causas que la generan. Detrás de ella hay mecanismos económicos, financieros, sociales, políticos. «La raíz de la pobreza se encuentra en la misma entraña de un sistema socioecómico que, si no es corregido, está basado exclusivamente en la concepción utilitarista y meramente funcional del ser humano, en la filosofía de la desigualdad, en los “mecanismos perversos” de la ambición y del lucro desorbitados, y en la sed de poder a cualquier precio y de cualquier manera, con todas las consecuencias que conlleva para los débiles»hk. Y como dice el Concilio, «hay que suprimir las causas, y no sólo los efectos, de los males»hl, de modo que quienes reciban la ayuda de la caridad se vayan liberando de la dependencia externa y se vayan bastando a sí mismos.

Esto significa que nuestra acción al servicio de los pobres no puede ser nunca tapadera de las injusticias o suplencia silenciosa ante las mismas. Debe ir, en la medida de lo posible, a los problemas de fondo y provocar los cambios estructurales necesarios.

Hay que evitar, pues, paternalismos que no promocionan a los pobres, sino que los mantienen en actitud pasiva y situación de dependencia de sus bienhechores,

hh IP, p. 6.

hj Pablo VI: Encíclica Populorum progressio, n. 75. En adelante será citada con la sigla PP.

hk IP, n. 38.

hl AA, n. 8.

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Reflexiones y marcos de acción

pues el paternalismo puede ser una forma de mantener la pobrezaj0. Y hay que implicar al pobre en la lucha contra la pobreza, hay que potenciar sus valores y capacidades para que sea él el agente principal de su propio desarrollo.0

Somos conscientes de que una espiritualidad así resulta «excéntrica», es decir, extraña y extravagante para el mundo que se mueve y gira alrededor de los poderosos y sus intereses, pero es la que nos hace situarnos y mirar la vida desde el lugar del pobre. Y una espiritualidad así es transformadora, capaz de hacernos personas libres y liberadoras, capaz de transformar los hábitos del corazón y también las estructuras.

Como dice el cardenal Rouco, «sin la caridad, es decir, sin la generosidad sincera, movida en último término por el amor de Dios y del prójimo, será imposible introducir los cambios necesarios en el estilo de vida y en las costumbres sociales y políticas que han conducido a la crisis y que seguirán amenazantes aun cuando hayan sido solucionados los problemas más graves»ja. En Cáritas decimos siempre que nuestro objetivo es la «trans-formación», es decir, la formación para la transformación, para transformarnos nosotros y para transformar el mundo en que vivimosjs.

Una espiritualidad transformadora necesita asumir las implicaciones sociopolíticas que nacen del propio dinamismo de la caridad. Es lo que nuestros obispos llaman la caridad políticajd, entendiendo por ella «un compromiso activo y operante, expresión del amor cristiano en favor de los demás, especialmente de los más necesitados, y a favor de una sociedad más justa y fraterna»jf. Un compromiso que conlleva, entre otras cosas, la defensa de los derechos humanos, la denuncia de las injusticias, la propuesta de acciones transformadoras, la opción por los últimos y no atendidos.

j0 Cfr. IP, n. 113.

ja ANTONIO MARÍA ROUCO, en el mensaje de apertura de la Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, abril, 2012.

js Cfr. Cáritas Española: Documento marco sobre la formación en Cáritas, 2011, p. 4.

jd Esta expresión fue empleada ya por Pío XII y se ha utilizado en otros muchos documentos de la Iglesia, como puede verse en el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia.

jf Conferencia Episcopal Española: Los católicos en la vida pública, Madrid, 1986, n. 61.

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En este campo hemos de distinguir lo que es el compromiso político del compromiso en un partido político o de la política partidista. La militancia en un partido es una forma de compromiso, pero no la única. También acompañando a los pobres en sus esfuerzos por salir de la pobreza, denunciando las causas que la generan e intentando transformar las estructuras que sostienen las situaciones de pobreza, estamos realizando la caridad política y el compromiso transformador de la caridad.

Para la reflexión personal o grupal

1. Releo el texto y subrayo las ideas más importantes sobre la espiritualidad transformadora.

2. Resumo en tres frases lo que es una espiritualidad transformadora.

a) .............................................................................................................................................................. ..............................................................................................................................................................

b) .............................................................................................................................................................. ..............................................................................................................................................................

c) ..............................................................................................................................................................

3. ¿Qué me pide a mí, aquí y ahora, una espiritualidad así? ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... .....................................................................................................................................................................

4. Oración:

a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social. .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... ..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.

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Espiritualidad de la ternura que nos hace apreciar lo débil y pequeño 5

«Lo necio del mundo lo ha escogido Dios para confundir a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta»jg.

La caridad y la tarea a la que ésta nos compromete es apasionante y tiene una dimensión y una capacidad transformadora extraordinaria, pero no podemos olvidar que esta fuerza es de Dios y nosotros la llevamos en vasijas de barro, como llevamos la fejh.

Vivimos en una cultura del triunfo y del éxito, de la exaltación de los grandes, los fuertes, los triunfadores. Una cultura del éxito en la que todo se mide por los resultados y los resultados inmediatos. Sin embargo, nosotros, desde el Espíritu de Jesús, optamos por el amor a los frágiles, los débiles, los pequeños, los perdedores en este «duelo» de intereses en que hemos convertido nuestro mundojj: «Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos»jk.

Este aprecio por lo débil y pequeño, en que consiste la ternura, no es en la espiritualidad cristiana un premio de consolación para cuando no podemos

jg 1Cor 1, 27-29.

jh Cfr. 2Cor 4, 7.

jj Z. Bauman, en o. c., p 118, dice muy gráficamente que en esta cultura «uno sólo vale según los resultados del último duelo», es decir, según los competidores a los que ha podido vencer y aplastar en la última lucha.

jk Mt 11, 25.

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Reflexiones y marcos de acción

alcanzar lo grande. Lo pequeño y los pequeños tienen nobleza evangélica en sí mismos. Las personas pobres y los medios humildes tienen en el Evangelio una especial connaturalidad con el Reino de Dios y con sus leyes. No olvidemos que Dios eligió lo pobre, lo humilde, lo necio de este mundo para confundir a los grandes, los sabios, los poderosos. Porque Dios es amor no puede olvidarse de los pequeñosjl. Porque es Padre se vuelca con especial predilección sobre sus hijos más débiles e indefensos. Porque tiene entrañas de misericordia ama con ternura de Madre a los más pequeños y necesitados.

La situación de crisis que estamos viviendo, con el aumento insospechado de la pobreza y la reducción de recursos y medios, nos ha despojado en la Iglesia, también en Cáritas, de la ilusión de llevar a cabo grandes proyectos y realizaciones en la vida y en la acción de nuestras comunidades. Es una ocasión propicia para que redescubramos el valor de muchas de nuestras realizaciones pequeñas y frágiles, que nunca debimos subestimar, como el acompañamiento sencillo y discreto desde las redes familiares y eclesiales a los pobres, la atención cordial en nuestros servicios de acogida, las pequeñas ayudas para superar una situación puntual de necesidad.

«Lo pequeño es hermoso», dice un refrán inglés que encierra mucha sabiduría. Y si leemos la Escritura comprobaremos con frecuencia cómo Dios se sirvió de los pequeños para manifestar su fuerza salvadorak0.0

Generalmente se escribe la historia de los grandes y famosos, pero el mundo se ha movido, sobre todo, gracias a innumerables desconocidos, a hombres y mujeres sin nombres conocidos que con su trabajo modesto y silencioso han sabido ofrecer a otros su ayuda, su afecto y protección, transformando así la vida de los seres humanos y los puebloska.

jl Decía Kierkegaard: «Del Zar de las Rusias, tal vez cabría pensar que Dios se olvidara de él: ¡Dios tiene tantas cosas de las que ocuparse…! ¡Y el Zar de las Rusias es algo tan grande…! Pero de un pájaro… no, no…porque Dios es amor, y el amor mantiene una relación inversa a la grandeza y a la excelencia del objeto». Citado por Luis González Carvajal en El clamor de los excluidos, Santander, 2009, p. 117.

k0 Recordemos a Gedeón eligiendo los soldados para enfrentarse a los madianitas: Jc 7, 1ss; recordemos la elección de David para ser ungido rey: 1Sm 16,6ss; recordemos los cánticos del Siervo del Señor: Is 42-45; recordemos a María proclamando las maravillas que Dios ha hecho en su pequeñez: Lc 1, 46ss.

ka Cfr. José maría laboa: Por sus frutos los conoceréis. Historia de la caridad en la Iglesia, Madrid, 2012, p. 19.

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Este aprecio de lo pequeño tiene que llevarnos a superar la nostalgia en otros momentos más favorablesks. En tiempos difíciles, podemos caer fácilmente en la nostalgia del pasado. La sintió Israel en los días de exilio y apretura: «Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar acordándonos de Sión; en los álamos de las orillas colgábamos nuestras cítaras… ¿Cómo cantar al Señor una canción en tierra extranjera?»kd. Cuidado con la nostalgia, pues produce tristeza y ésta genera pasividad. Necesitamos intactas todas nuestras fuerzas para vivir y testificar nuestra caridad.

Y el aprecio de lo pequeño debe capacitarnos a cada uno y a la comunidad cristiana «para la no rentabilidad inmediata, para la inversión en lo “inútil” que la sociedad excluye. Optar por el desarrollo “desde los últimos” exige apostar por los bienes inmateriales e ir más allá de la eficacia y de la eficiencia»kf.

Los humanos no somos en realidad esos seres poderosos y satisfechos, capaces de resolver todos nuestros problemas. En nuestra más profunda verdad somos más precarios y desvalidos de lo que parecemos y aparentamos. Para los psicólogos somos seres fundamentalmente carentes; de tal carencia nace el deseo humano. Para los teólogos la precariedad es inherente a la condición humana y signo de la contingencia de toda criatura. Y para místicos como José Jiménez Lozano, «en la oquedad de nuestro barro breve / está la versión de Dios en pequeñez humana».

«Mater virtutum», llamaba San Agustín a la humildad y hoy es una de las virtudes que necesitamos tener y ejercitar. «Humildad para reconocer nuestros propios límites, nuestra propia limitación y pobreza. Humildad para reconocer que no podemos todo, que no está todo en nuestras manos. Humildad para delegar y para trabajar en equipo. Humildad para reconocer que con mucha frecuencia la solución no depende de nosotros y que lo único que podemos ofrecer son pequeños signos… Signos de ayuda, de cercanía, de solidaridad, de que otro

ks Seguimos en este punto, aplicándolas a la acción social, algunas de las ideas y expresiones literales de los obispos vascos sobre la espiritualidad que necesitamos en momentos de crisis y que exponían ya en su mensaje Renovar nuestras comunidades cristianas, Cuaresma-Pascua 2005, y que me parecen de suma actualidad.

kd Sal 137

kf MAS, p. 22.

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Reflexiones y marcos de acción

mundo es posible. Humildad que tiene que llevarnos a asumir que no podemos todo, pero sí podemos ofrecer algunos gestos y algunas acciones significativas»kg.

Ante las demandas que con frecuencia nos desbordan y agobian tenemos el riesgo de caer en la hiper-responsabilidad y es muy importante tener la humildad de reconocer y aceptar que no todo está en nuestras manos, no todo depende de nosotros y de nuestra responsabilidad. En consecuencia, responsabilizarse, en el sentido de dar la respuesta a lo que esté en nuestras manos, sí. Responsabilizarse en el sentido de culpabilizarse como si todo fuera como es por culpa nuestra, no. El mismo Jesús no tuvo la pretensión de curar a todos los enfermos, de convertir a todos los pecadores, de reformar todas las estructuras de su tiempo. Lo que sí hizo fue realizar acciones significativas de ese Reino que anunciaba y personificaba.

Cada cual debe asumir su responsabilidad y también su debilidad, sabiendo que «quien gobierna el mundo es Dios, no nosotros. Nosotros le ofrecemos nuestro servicio sólo en lo que podemos y hasta que Él nos dé fuerzas», como dice Benedicto XVIkh. Aquí, en medio de nuestra debilidad, reside nuestra solidez y fortaleza. Por eso, porque nuestra fortaleza está en el Señor, somos débiles, pero no líquidos e inconsistentes, como se dice en la cultura moderna. Somos humildes, pero no personas de tono vital bajo y pusilánime, sino firmemente esperanzados. Porque nuestra fortaleza está en el Señor podemos presumir de nuestras debilidades, pues en ellas se manifiesta el poder de Dios, y podemos decir con Pablo que cuando somos débiles entonces somos fuerteskj.

Por otra parte, no podemos olvidar que, aunque parezca débil frente a los grandes poderes del mundo, sólo el amor es fuerte, más fuerte que el olvido, que el odio y que la muertekk.

Esta espiritualidad del aprecio a lo débil y pequeño es la que nos libera del sueño de las grandes realizaciones y las prisas, nos invita a priorizar y nos hace valorar y

kg V. Altaba Gargallo: o. c., p. 50.

kh DCE, n. 35.

kj Cfr. 2Cor 12, 8-10.

kk Cfr. Cant 8, 6-7.

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promover acciones coherentes y significativas, acciones que, aunque sean pequeñas, respondan a nuestra identidad, sean de calidad, incluyan a los pobres como sujetos primeros de su propio desarrollo y abran caminos a un desarrollo integral.

El cantautor argentino Facundo Cabral lo decía en una de sus canciones invitando a seguir siendo niños para no ser presas de grandes sueños y ambiciones: «Vuela bajo, porque abajo está la verdad. Esto es algo que los hombres no aprenden jamás».

Para la reflexión personal o grupal

1. Tomo nota de las tres frases que más me han llamado la atención sobre la espiritualidad del aprecio a lo débil y pequeño.

a) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

b) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

c) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

2. Expreso con mis palabras lo que considero más importante en la espiritualidad de la ternura.

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

3. ¿Mi espiritualidad es de aprecio a lo débil y pequeño?

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

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Reflexiones y marcos de acción

4. ¿Qué puedo hacer para crecer en ella en mi compromiso caritativo y social?

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

5. Oración:

a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social.

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.

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Espiritualidad de la gracia que nos hace vivir el compromiso

como vocación y don

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«Quien es capaz de ayudar reconoce que, precisamente de este modo, también él es ayudado; el poder ayudar no es mérito suyo ni motivo de orgullo. Esto es gracia»kl.

Nuestra sensibilidad social y la capacidad de amar son don que se nos ha dado. Y la posibilidad de ponerlas en práctica en la acción caritativa y social también es don, es gracia.

Esta gracia comienza en la vocación, en la llamada. El Señor llamó a los que quiso a compartir su misiónl0 y hoy también nos sigue llamando, por nuestro propio nombre, para estar con él y compartir su misión de ser Buena Noticia para los pobres.0

Quienes tenemos fe sabemos que detrás de los acontecimientos, tras el grito de los pobres y el clamor por una sociedad nueva en la justicia y en la paz, está la voz de Dios que nos llama gratuitamente, y nos envía, por gracia suya, por puro don, a ser en medio del mundo testigos de su amor y de su proyecto salvadorla.

Es la espiritualidad del don la que nos hace comprender la llamada al compromiso caritativo y social como una vocación y vivir el compromiso, antes que como un deber, como una gracia, como un verdadero don. Lo dice muy

kl DCE, n. 35.

l0 Cfr. Mt 10, 1-7.

la Cfr. Vicente Altaba Gargallo: Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación, Madrid, 2011, pp. 18 y 19.

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Reflexiones y marcos de acción

bien Benedicto XVI: «Puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cfr. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro»ls.

La conciencia del don nos lleva, en primer lugar, al agradecimiento: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador», dice María tras sentirse llena de graciald. Y la conciencia del don nos lleva a la generosidad, a la entrega generosa a quien nos ha llamado y confiado este don: «Hágase en mi según tu Palabra»lf, soy toda tuya y estoy dispuesta a que el Espíritu haga, es lo que dice María ante la experiencia de sentirse profundamente agraciada.

No estamos haciendo un favor a los demás. Con frecuencia pensamos: «¡Qué suerte tienen éstos que me tienen a mí!». Es lo que muchos piensan, aunque no lo digan. Y pensar así termina pasando factura. Facturas que pueden ser de reconocimientos, afectos o favores. Facturas que nos hacen olvidar que los primeros agraciados en el servicio de la caridad somos los llamados a él.

La conciencia del don, en consecuencia, también nos lleva a la gratuidad en la acción social: «Dad gratis lo que gratis habéis recibido»lg, con una gratuidad que debe ser efectiva y afectiva. No hemos de cobrar ni en efectivo ni en afectivo. Lo cual no quiere decir que no pueda haber servicios remunerados ni que los lazos afectivos que puedan generarse sean malos. Lo malo es pasar factura y condicionar absolutamente el servicio a la nómina o a la gratificación de la respuesta.

El amor de Dios es enteramente gratuito, nada interesado, busca sólo el bien y el interés del otro. Y porque queremos ser para los pobres un signo del amor de nuestro Dios, lo nuestro es la gratuidad, a diferencia de lo que parece dominar en esta cultura de los «individuos líquidos»lh que tienden a concentrar las relaciones

ls DCE, n. 1.

ld Lc 1, 46.

lf Lc 1, 28.

lg Mt 10, 8.

lh Expresión repetida de Z. BAUMAN en la obra citada.

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en las satisfacciones que de ellas se obtienen. La caridad entraña en sí misma el dinamismo de la gratuidad y nos conduce a vivir la gratuidad en nuestro servicio y a promover la gratuidad en las relaciones humanas y sociales.

En una institución como Cáritas hemos de cuidar todos de manera exquisita —voluntarios y contratados— la mística de la gratuidad. No sería lógico y coherente que midiéramos nuestro tiempo y dedicación desde el estricto sentido de la justicia o desde la expectativa de las satisfacciones en las relaciones y fuéramos incapaces de dar espacio a la gratuidad.

«El amor gratuito constituye la musculatura ética de la acción solidaria, que se despliega en amor incondicional. Por el amor gratuito unos y otros somos capaces de ayudar, de anteponer al otro, de preferir a los que están peor situados, de luchar contra la injusticia y, de este modo, ser humanos»lj. Por eso, todos, voluntarios y contratados, nos hemos de caracterizar por nuestra gratuidad, pues si prescindiéramos de la generosidad, de la capacidad de dar sin esperar nada a cambio, Cáritas desaparecería y quedaría reducida a una institución más del mercado de lo social.

Trabajamos por la justicia para que todos vean respetados sus derechos y a nadie se le dé por caridad lo que se le debe en justicia, pero si de verdad queremos y buscamos el bien de todos, especialmente de los más pobres, hay que sobrepasar la justicia con la gratuidad. Una gratuidad que nos mueva a cada uno a dar «de lo mío», para el bien de todos. Una gratuidad desinteresada, pues sólo el don que se realiza a fondo perdido, sin voluntad de recuperar nada, es verdadero donlk.

Este criterio debe afectar también al mundo de las finanzas, de la empresa y de las instituciones lucrativas, de modo que, junto al cálculo legítimo de los beneficios incluyan en sus proyectos y presupuestos ciertos márgenes de gratuidad como expresión de fraternidad y en bien de la comunidadll.

lj Joaquín García Roca: o. c., pp. 29-30.

lk Cfr. Francesc Torralba: La lógica del don, 2012, pp. 85-94.

ll Cfr. CIV, nn. 5, 6, 34 y 36.

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Reflexiones y marcos de acción

Para que esto sea posible hemos de promover decisiones y opciones en el campo económico, laboral, social y político que no se sustenten sólo «en relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, en relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión»a00, lo que supone que deben hacerse desde la opción por los pobres y desde la realidad de los más débiles y pobres. 00

Nuestra cultura se caracteriza por dar como principio absoluto e incuestionable que todo lo rige y regula el mercado y que todo es susceptible de comprarse y de venderse: cultura, diversión, sexo, amor… La ciudad entera es un inmenso mercado en el que todo se rige por el interés y doy para que me des. Necesitamos desenmascarar este engaño y descubrir que el mercado es parte de la ciudad, pero que no todo es mercado ni puede someterse a las reglas del mercado.

Para salir de esto urge la participación de la sociedad civil desde otra lógica diferente: la lógica del don y de la gratuidad. Así como urge recuperar los grandes relatos que nos hablan del sentido de la vida y de la solidaridad, para no quedarnos en el único relato que sabemos contar, el contar las cuentasa0a, olvidándonos de la narrativa de la solidaridad, de la fraternidad, del amor gratuito, de la comunidad, que son los grandes relatos capaces de hacernos crecer en humanidad.0

En una sociedad prisionera del mercado, el servicio caritativo y social es una zona liberada de tal esclavitud y una referencia de personas libres que nos indican que es posible lo que parece imposible: que seamos capaces de relaciones de gratuidad.

Esta conciencia del don nos lleva también a distinguir entre eficacia y éxito en nuestro servicio caritativo y social. Queremos ser eficaces, porque queremos que lo que hacemos se haga bien y sirva para bien, pero otra cosa muy distinta es vincular mi eficacia a mi éxito. El éxito no está en lograr los resultados esperados,

a00 Ibíd, n. 5.

a0a He oído lamentar a Imanol Zubero que hemos dejado de contarnos «cuentos» y nos hemos limitado a contar «cuentas». Esto mismo lo podemos ver en los medios de comunicación social. Cada mañana nos levantamos con las cuentas de la prima de riesgo, del Ibex y del índice de la bolsa, como si de ellos depen-diera el sentido de nuestra existencia y de nuestra convivencia, olvidándonos de los grandes relatos que nos dan cuenta de esta dimensión de la vida.

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está en el amor, en el servicio mismo que brindamos y en la incondicionalidad que nos lleva a buscar lo mejor para el otro, no lo mejor para nuestros resultados. Esto, por otra parte, nos evita muchos desengaños y nos ayuda a saber vivir con humildad éxitos y fracasos.

Para la reflexión personal o grupal

1. Releo el texto y subrayo las ideas más importantes sobre la espiritualidad de la gracia.

2. Resumo en tres frases lo que es una espiritualidad de la gracia.a) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................b) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................c) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

3. ¿Qué me pide a mí, aquí y ahora, una espiritualidad así? ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... .....................................................................................................................................................................

4. Oración:

a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social. .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... ..........................................................................................................................................................

b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.

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7 Espiritualidad de comunión, para acoger al otro como un regalo

y promover su participación

«El verdadero sujeto de las diversas organizaciones católicas que desempeñan un servicio de caridad es la Iglesia misma, y eso a todos los niveles, empezando por las parroquias, a través de las Iglesias particulares, hasta llegar a la Iglesia universal»a0s.0

El Espíritu es comunión y la experiencia del Espíritu se vive en comunión y desde la comunión. Es la comunión en el Espíritu la que nos hace sentirnos miembros vivos y activos de un mismo cuerpo, la que nos hace participar de una misma familia humanaa0d.0

La comunión en el Espíritu nos hace descubrir que la caridad es tarea de cada cristiano. Todos estamos llamados al amor desde las entrañas de nuestro mismo ser personas y desde nuestra condición de cristianos, desde nuestro bautismo. Pero el amor no es tarea individual, sino comunitaria. Es toda la comunidad cristiana, unida en el Espíritu, la que está llamada a vivir la caridad y a hacer de Cáritas la expresión organizada del amor de la comunidada0f.0

Juan Pablo II, en un precioso párrafo de la carta apostólica Novo millennio ineunte, nos exhortaba a vivir «una espiritualidad de la comunión» y nos decía de manera muy gráfica y concreta lo que esto significa en un texto un poco largo, pero que conviene recordar:

a0s DCE, n. 32.

a0d Cfr. 1Cor 12, 4-30.

a0f Cfr. DCE, nn. 20 y 31b.

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Reflexiones y marcos de acción

«Espiritualidad de comunión significa ante todo una mirada del corazón hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado.

Espiritualidad de comunión significa, además, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como “uno que me pertenece”, para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad.

Espiritualidad de comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un “don para mi”. Además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente

En fin, espiritualidad de comunión es saber “dar espacio” al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros (Cfr. Gl.6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos acechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias»a0g.

0

Cuatro claves preciosas para nuestra espiritualidad que nunca tendríamos que olvidar son:

•  Comunión que mana del misterio de la Trinidad.

•  Comunión que hace sentir al hermano como alguien que me pertenece.

•  Comunión que lleva a valorar y acoger al otro como un don.

•  Comunión que hace capaz de dar espacio al otro y cargar con el otro.

Hoy estamos llamados a promover una espiritualidad de comunión que nos haga valorar al otro como don, que nos haga sentir miembros vivos, activos y corresponsables de la Iglesia en el ejercicio organizado de la caridad —sin olvidar que el agente principal de la caridad es la comunidad—, y que nos dé un corazón abierto y universal para acoger a todos, especialmente a los excluidos de la sociedad, reintegrarlos a la comunidad y hacerlos partícipes de ella con todos sus derechos.

a0g Juan Pablo II: Carta apostólica Novo millennio ineunte, 2001, n. 43.

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Dicho con otras palabras, todos estamos llamados a configurar, con nuestro servicio caritativo y social en el seno de la comunidad cristiana, el rostro creíble de una Iglesia samaritana y servidora de los pobres.

Actitud fundamental, pues, de cuantos trabajamos en Cáritas es hacer, con espíritu de comunión, que nuestro servicio esté insertado en la vida de la comunidad eclesial y sea expresión del amor y servicio a los pobres de la comunidad.

De ahí la importancia de que como Cáritas estemos presentes de manera activa en los órganos de comunión y participación que hay en la vida de la Iglesia, tanto en el ámbito parroquial como arciprestal y diocesano.

Esta espiritualidad de comunión nos hace amar al pobre. En la medida en que lo acogemos, valoramos y vamos haciendo camino juntos va creciendo el encuentro afectivo con los pobres y con el Señor. Un encuentro que posibilita «recibir su amistad y también la amistad especial del Señor con los que sirven a los pobres»a0h. La ayuda efectiva al necesitado es necesaria e imprescindible, «pero caeríamos en un materialismo y pragmatismo inhumanos si olvidáramos la actitud afectiva en una acción caritativa y social que pretenda llamarse realmente cristiana»a0j.00

Esa comunión lleva también a descubrir en aquél que se nos acerca no sólo al sujeto de necesidades, sino al portador de valores, de potencialidades y capacidades. Por tanto, no entendemos al pobre desde la negatividad, desde lo que no tiene o desde lo que no es, sino desde el vergel de posibilidades que incluye cada biografíaa0k. Es lo que hizo Jesús con la mujer cananea que se acercó a él pidiendo la curación de su hija: descubrió su valor como persona, admiró el valor de su fe y a partir de ahí actuóa0l.00

Si de lo que se trata en nuestro servicio al pobre es de que pueda vivir según su dignidad y se reintegre con plenos derechos en la comunidad, esto no se hace sólo

a0h IP, n. 134.

a0j IP, n. 129.

a0k Cfr. MAS, p. 14.

a0l Mc 7, 24-30.

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Reflexiones y marcos de acción

desde los estudios y los análisis estructurales. Se hace desde el acercamiento al pobre que nos hace descubrir su dignidad con todas sus capacidades y potencialidades.

Al análisis causal de la pobreza y a la acción estructural —lo hemos dicho ya— se debe añadir la cercanía y la inmersión en las condiciones de vida del pobre. Hay que trabajar en la distancia, pero también en la cercanía y sin que el trabajo en la distancia justifique eludir la cercanía al pobre y la comunión con él.

La espiritualidad de comunión nos lleva a entender la acción social como «diálogo entre sujetos», tal como se explicita en nuestro Modelo de Acción Socialaa0, lo cual supone, en expresión de nuestro secretario general, Sebastián Mora, tres principiosaaa:0

•   Un principio ético: el otro es igual en dignidad, luego nuestra relación no es de superior a inferior.

•   Un principio organizativo: estamos en función del otro, no en función de nuestros intereses.

•   Un principio operativo: la intervención social no es de sujeto a objeto, sino de acción entre sujetos, por lo que hay que contar siempre con el otro y valorar lo positivo del otro.

Esta conciencia de la dignidad de la persona nos lleva también a promover su desarrollo integral, es decir, a promover su desarrollo en todas sus dimensiones: material y espiritual, individual y comunitaria, histórica y trascendente, social y religiosaaas. La pobreza, lo sabemos bien, no es sólo carencia económica. Es también exclusión social, carencia de educación, de salud, de derechos sociales, civiles, laborales, políticos. En consecuencia, el servicio a los pobres no consiste sólo en promoverlos materialmente y liberarlos del hambre y la miseria. Con esta mentalidad decimos fácilmente que «aquí no hay pobres» o que «no hay nada que hacer». Se trata de liberar al ser humano de todo aquello que no le permite ser y vivir con dignidad, en el orden individual y comunitario, en lo social y en lo cultural, en lo espiritual

aa0 Cfr. MAS, III. 1.

aaa Así lo expresó en la ponencia de apertura de la XX Escuela de Formación, celebrada en El Escorial en julio de 2012.

aas Cfr. CIV, n. 11.

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y también en lo religioso. Es lo que ya Pablo VI denominó desarrollo integral en Populorum progressio y lo que reivindica Benedicto XVI en Caritas in veritateaad. Y la espiritualidad de comunión se traduce y expresa entre nosotros en la comunicación cristiana de bienes. Compartir los bienes de todo tipo, también los económicos, es una expresión del amor, de superación del modelo actual de sociedad consumista y de apuesta por una solidaridad tangible y efectiva.

Esta espiritualidad de comunión debe manifestarse en comunicación de bienes entre las personas, entre las Cáritas Parroquiales y las Diocesanas, entre éstas y la Confederación de Cáritas, así como en los otros niveles organizativos de la caridad, llámense Interparroquiales, Regionales, etc. Compartir bienes y servicios es un signo de caridad, al igual que el no hacerlo tiene que llevarnos a revisar la autenticidad de nuestra caridadaaf.

Esto sin olvidar que la universalidad de la caridad nos llama a traspasar los límites de nuestros propios espacios para acercarnos a los pobres de toda la tierra colaborando y asumiendo, en la medida de nuestras posibilidades, proyectos de cooperación internacionalaag.

Para la reflexión personal o grupal

1. Tomo nota de las tres frases que más me han llamado la atención sobre la espiritualidad de comunión.a) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................b) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................c) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

aad Cfr. PP, n. 20; CIV, nn. 23, 76, 77.

aaf Cfr. RIC, III, 4.

aag Cfr. Cáritas Española: Directorio de Cooperación Internacional, Madrid, 2002.

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Reflexiones y marcos de acción

2. Expreso con mis palabras lo que considero más importante en la espiritualidad de comunión.

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

3. ¿Mi espiritualidad es comunión?

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

4. ¿Qué puedo hacer para crecer en ella en mi compromiso caritativo y social?

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

5. Oración:

a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social.

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.

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8 Espiritualidad de discernimiento para optar a la luz del Evangelio

«La caridad no excluye el saber, más bien lo exige, lo promueve y lo anima desde dentro. El saber nunca es sólo obra de la inteligencia. Ciertamente, puede reducirse a cálculo y experimentación, pero si quiere ser sabiduría capaz de orientar al hombre a la luz de los primeros principios y de su fin último, ha de ser “sazonado” con la “sal” de la caridad. Sin el saber, el hacer es ciego, y el saber es estéril sin el amor… No existe la inteligencia y después el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor»aah.

El Espíritu condujo a Jesús hasta el desierto antes de comenzar su misión y allí, en la soledad, en el encuentro consigo mismo y con Dios, fue capaz de discernir a la luz de la Palabra cuáles debían ser sus opciones y los caminos a seguir para ser Buena Noticia para los pobres.

La caridad requiere discernimiento, pues como nos ha dicho Benedicto XVI, si queremos orientar nuestro hacer en el campo caritativo y social a la luz de los primeros principios, necesitamos sabiduría, un amor rico en inteligencia y una inteligencia llena de amor.

El discernimiento es el amor inteligente o la inteligencia movida por el amor, capaz de preguntarse y discernir desde la verdad de Dios y del hombre qué puedo y debo hacer aquí y ahora, en este contexto y en este momento. Y hoy necesitamos un amor así para que nuestro hacer no sea ciego y nuestro saber no resulte estéril. Desde esta perspectiva, el discernimiento es visto como

aah CIV, n. 30.

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Reflexiones y marcos de acción

instrumento necesario y estímulo para afrontar con más coraje y con mayor responsabilidad la situación actualaaj. Cuantos trabajamos en el servicio de la caridad somos plenamente conscientes de que nos toca vivir el ministerio que se nos ha confiado en un momento verdaderamente difícil y complejo. Con frecuencia nos sentimos abrumados con el paro, los desahucios, los planes de ajustes, los recortes sociales y otros datos del mundo socioeconómico y político. No cabe duda de que estamos viviendo uno de los momentos más difíciles y desconcertantes de las últimas décadas tanto en lo económico y político como en el orden social y, en consecuencia, también en el campo de la acción caritativa y social que la Iglesia nos encomienda.

Mientras tanto, muchas Cáritas están desbordadas por las demandas de ayuda, afectadas por los recortes, con serias dificultades para mantener plantillas y proyectos y teniendo que someter a discernimiento qué nos está pidiendo el Señor aquí y ahora, en este momento de la historia, y cuáles son los caminos que hemos de rectificar y aquéllos que debemos explorar y transitar para reorientar el trabajo de nuestras Cáritas y dar la respuesta caritativa y social que hoy los pobres necesitan.

En este contexto, la acción de nuestras comunidades a favor de los últimos no puede responder a los impulsos de la improvisación o a opciones precipitadas y poco maduradas. Nuestras decisiones y opciones deben nacer de la escucha de la voz de Dios en las situaciones de pobreza y de un serio discernimiento, pues, como dicen nuestros obispos, «sin escucha y discernimiento, la caridad eclesial no responderá a la historia cambiante de un mundo cada vez más complejo, plural y globalizado»aak.

Para este discernimiento, además de la referencia permanente a la Palabra de Dios y a la Doctrina Social de la Iglesia, necesitaremos recurrir también a la mediación de las ciencias sociales, pues la fe nos da principios y criterios de acción, pero los recursos prácticos e instrumentales debemos obtenerlos usando las mediaciones de las ciencias sociales. Fe y razón, teología y ciencias sociales están

aaj Cfr. XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos: Instrumentum laboris, n. 16. En adelante este documento será citado con la sigla IL.

aak Conferencia Episcopal Española: La caridad de Cristo nos apremia, Madrid, 2004, n. 2.

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llamadas a relacionarse y complementarse en el necesario discernimiento de aquello que es mejor en el servicio al ser humanoaal.

Darío Mollá, hombre con experiencia en la acción social y experto en discernimiento según el espíritu ignaciano, concreta la necesidad de discernimiento en cuatro ámbitos que merecen nuestra atenciónas0:0

a) Discernimiento en el ámbito de los análisis y diagnósticos de lo que sucede y de sus causas, para saber con la mayor objetividad posible qué está pasando y por qué está pasando, y para poder, en consecuencia, discernir desde criterios evangélicos las soluciones y alternativas posibles. Hay que prestar atención a este ámbito porque los análisis no son neutros y son muchos los diagnósticos interesados y parciales que llevan a deformar la lectura de la realidad.

b) Discernimiento en el ámbito de las soluciones que debemos poner en juego y de las tensiones que esas soluciones deben afrontar. Discernimiento entre necesidades y posibilidades, entre apoyos económicos y libertad, entre respuestas apresuradas que nos pueden quitar lucidez y respuestas meditadas y pensadas, discernimiento entre cantidad y calidad en el hacer. Y siempre discernir si las soluciones que proponemos respetan la dignidad de las personas a las que queremos ayudar, fomentan su desarrollo integral y construyen comunidad.

c) Discernimiento en el ámbito de la «limpieza», de la rectitud de intención con la que actuamos. Trabajar en acción social no es un signo de honestidad. Cuidado con protagonismos y egoísmos que nos pueden llevar a competir para quedar bien, para no ser menos que otros o para obtener ventajas personales. En este sentido, el verdadero discernimiento consiste en «ir convirtiendo nuestra existencia en receptividad y donación»asa.

d) Y discernimiento en el ámbito de la coordinación y colaboración con otras entidades e instituciones y con las diversas administraciones. Es necesaria la mutua colaboración, pero sin olvidar que este es un campo ambiguo y siempre necesitado de discernimiento.

aal Cfr. CIV, nn. 31 y 53.

as0 Cfr. Dario Mollá: Espiritualidad en la acción social, Bilbao, 2011, pp. 66-67 y 77-78.

asa Javier Melloni: Hacia un tiempo de síntesis, Barcelona, 2011, p. 48.

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Reflexiones y marcos de acción

En este último aspecto, queremos hacer notar que ciertamente es necesario el discernimiento para no dejarnos utilizar en función de intereses que no podemos compartir desde el Evangelio, pero también es necesario el discernimiento para descubrir esos foros y espacios sociales en los que sólo estando presentes podremos hacer oír nuestra voz y ser testigos de los valores del Evangelio.

Como los cristianos nos hacemos presentes en muchos campos de la actividad humana —cultura, medios de comunicación, enseñanza, sanidad—, también estamos llamados a hacernos presentes, con el debido discernimiento, en los patios sociales de los gentilesass, sabiendo que en un tiempo caracterizado por grandes cambios y transformaciones «es útil para la Iglesia dedicar momentos y ocasiones de escucha y de confrontación recíproca, para que se mantenga en un nivel alto de calidad el ejercicio del discernimiento exigido por la acción evangelizadora, que, como Iglesia, estamos llamados a vivir»asd.

Los obispos de la CEPS lo dicen con otras palabras recordándonos que el hecho de tener unas motivaciones y un horizonte propios no excluye, sino, más bien al contrario, pide la colaboración con otras personas en la tarea de la justicia: «Recordemos además que si bien nosotros tenemos unas motivaciones especiales y un horizonte propio, podemos y debemos unirnos a todos los hombres de buena voluntad que luchan en el mundo por construir una sociedad más justa, solidaría y fraternal»asf.

Hoy los cristianos necesitamos saber leer y descifrar los nuevos escenarios que han surgido en el ámbito de lo social, para habitarlos y, en la medida de nuestras posibilidades, transformarlos en lugares de testimonio y de anuncio del Evangelio,

ass Expresión que tomamos de Benedicto XVI cuando habla del «patio de los gentiles», aludiendo a Mc 11,17 y refiriéndose al diálogo necesario con el mundo de la increencia y de los medios de comunicación, para aplicarla también al diálogo necesario con las diversas concepciones vigentes en el mundo social. Cfr. Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana para el intercambio de felicitaciones con ocasión de la Navidad (21 de diciembre de 2009). La misma imagen del «patio de los gentiles» es citada por el Papa Benedicto XVI en el Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 2010.

asd XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos: La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Lineamenta, 2011, n. 4.

asf IP, n. 63.

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de modo semejante a como hemos de hacernos presentes en los nuevos escenarios culturales, económicos, políticos y religiososasg.

Para la reflexión personal o grupal

1. Releo el texto y subrayo las ideas más importantes sobre la espiritualidad de discernimiento.

2. Resumo en tres frases lo que es una espiritualidad de discernimiento.

a) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

b) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

c) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

3. ¿Qué me pide a mí, aquí y ahora, una espiritualidad así?

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

4. Oración:

a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social.

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.

asg Cfr. Juan Pablo II, Encíclica Redemptoris missio, 1990, nn. 282-286.

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9 Espiritualidad pascual que nos hace testigos de fortaleza y esperanza

«Quien gobierna el mundo es Dios, no nosotros. Nosotros le ofrecemos nuestro servicio sólo en lo que podemos y hasta que Él nos dé fuerzas»ash.

Ante las dificultades que con frecuencia desbordan al que vive comprometido en el ejercicio de la caridad, «le aliviará saber —dice Benedicto XVI— que, en definitiva, él no es más que un instrumento en manos del Señor; se liberará así de la presunción de tener que mejorar el mundo —algo siempre necesario— en primera persona y por sí solo. Hará con humildad lo que le es posible y, con humildad, confiará el resto al Señor»asj. El Espíritu de la Pascua que resucitó a Jesús de entre los muertos nos hace vivir la experiencia de que la historia no está abandonada a su suerte. Dios se ha comprometido con ella, la ha asumido en su encarnación de modo tal que ha hecho suya la historia del hombre. Pasado, presente y futuro están en Dios, son de Dios y tienden a Dios. En la resurrección de Jesús, Dios nos ha anticipado en primicia el futuro de plenitud que todos esperamos. Mientras tanto, como dirá Pablo, la creación entera lleva en sus propias entrañas la semilla del Reino y vive esperando, aunque sea entre dolores de parto, la plenitud y la glorificación de la promesaask.

La Pascua, por otra parte, nos hace descubrir la experiencia de un gran profeta moderno, mártir de Adolf Hitler, el pastor Dietrich Bonhoeffer, quien decía que

ash DCE, n. 35.

asj Ibíd.

ask Cfr. 1Cor 15, 20; Rom 8, 22.

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Reflexiones y marcos de acción

el Dios que se revela en Jesús es «lo opuesto de todo lo que el hombre religioso espera de Dios». Es la experiencia de Pablo. Como dice a los corintios, nosotros creemos en Cristo y éste crucificadoasl. Y un Dios crucificado es todo lo contrario a las imágenes convencionales de Dios, pues buscamos un Dios omnipotente y se nos manifiesta sin poder, confiamos en un Dios fuerte y se muestra débil, esperamos un Dios grande y resulta que se identifica con los pequeños y los que no cuentan.

Cuesta aceptarlo, pero es así. En Jesucristo, Dios no se ha revelado como todopoderoso, sino como aquél que, en su relación con nosotros, renuncia a su poder para identificarse con la debilidad que somos y con las víctimas que producimos. Un Dios inútil como objeto de consumo, pero buena noticia como horizonte y fuerza de vida.

Pero la Pascua nos enseña también que el grano que muere en la tierra no queda infecundoad0 y que el Crucificado ha vencido la muerte y vive glorificado. En la Pascua descubrimos que el Crucificado ha resucitado y que el Resucitado lleva las marcas del Crucificadoada.0 Esta espiritualidad pascual, de muerte y vida, de humillación y glorificación, de cruz y de esperanza nos hace realistas y humildes en nuestro servicio, a la vez que nos hace fuertes, pacientes e inconmoviblemente firmes en la esperanza.

Con frecuencia experimentamos la sensación de fracaso e impotencia en nuestros esfuerzos y compromisos por la salvación del hombre y la transformación de la sociedad. Aspiramos a un mundo y una sociedad diferentes en los que la vida sea posible para todos, según el proyecto de Dios. Sabemos que el futuro del mundo y del hombre no es lo que nosotros con nuestras propias fuerzas logramos hacer. Pero no nos desanimamos: sabemos que quien gobierna el mundo es Dios, no nosotros y confiamos en su Palabra, en su Promesa.

asl Cfr. 1Cor 1, 23.

ad0 Jn 12, 24.

ada Jn 20, 24-29.

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Esta seguridad es la que nos lleva a profundizar en la esperanza, como virtud teologal que se funda en Dios, que es don de Dios. Los que trabajamos en la acción caritativa y social, animados y movidos por el Espíritu, experimentaremos y sufriremos, como todos, el dolor de la injusticia, de la fragilidad humana, personal y social, el dolor de los fracasos y de los proyectos y sueños incumplidos, pero estamos llamados a mantener la esperanza y a ser en medio del mundo, en especial para los pobres, testigos y signos de esperanza.

Una esperanza que nos hace fuertes ante la dificultad y la adversidad, pues la fortaleza es la otra cara de la esperanza. Vivir esta fortaleza que nace de la esperanza es situarnos en los límites, es mantener la paciencia para que la semilla dé fruto, la levadura fermente la masa y llegue el momento de separar el trigo de la cizañaads. Es comprender que Dios somete los procesos de salvación a los procesos humanos.

Y los procesos de conversión, sean personales o comunitarios, propios y ajenos, son lentos y laboriosos. Las contrariedades de la vida cristiana y apostólica nos exasperan con alguna frecuencia. Las prisas suelen interrumpir prematuramente los procesos, en vez de madurarlos. La paciencia espiritual y pastoral, hija de la virtud de la esperanza, nos es necesaria. «Ved cómo el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra esperando con paciencia las lluvias tempranas y tardías. Pues vosotros, lo mismo: tened paciencia y buen ánimo, porque la venida del Señor está próxima»add.

La paciencia cristiana no es en absoluto indiferente a lo que está mal. No se resigna a dejarlo tal cual está, si tiene oportunidad de cambiarlo. Soporta con mansedumbre heridas que sufre en su persona por querer enderezar las cosas. Intenta una y otra vez mejorarlas sin desmayar en el empeño. Está preparada para esperar. Es una paciencia orante y activa.

El servicio a los pobres es un lugar privilegiado para la experiencia de Dios en la experiencia de nuestra pobreza y nuestra riqueza, de nuestra fragilidad y nuestra

ads Cfr. Mt 13.

add St 5, 7-8.

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Reflexiones y marcos de acción

fortaleza, pues nuestra fortaleza y nuestra riqueza no están en nosotros mismos, están en Dios, en el Dios de la Promesa.

El amor irrevocable de Dios Padre, la energía de la Resurrección del Señor y la actividad incesante del Espíritu en la historia son cimientos sólidos para confiar no sólo a la misericordia de Dios nuestro pasado, sino a su providencia nuestro futuro individual y comunitario.

Los tiempos presentes llevan dentro de sí una llamada especial del Señor a una acendrada confianza en Él. La meditación orante del Salmo 71 nos ayuda, entre otras muchas cosas, a confortar nuestra esperanza. Podemos recitarlo en primera persona del singular y del plural: «A ti Señor me acojo, sé para mí roca de cobijo y fortaleza protectora... en tus manos encomiendo mi espíritu... yo confío en el Señor... mi destino está en tus manos... tú me mostraste tu amor en el momento del peligro... Sed fuertes y cobrad ánimo los que confiáis en el Señor».

La Pascua cristiana se manifiesta tanto en los signos de muerte (pobreza deshumanización, exclusión social, insolidaridad…) como en los signos de nueva vida (miedo vencido, protagonismo de los excluidos, solidaridad afianzada, procesos de crecimiento y liberación, empatía y acogida incondicional de los pobres…).

En tiempos de pesimismo y desencanto la Pascua nos tiene que ayudar a releer el presente desde la perspectiva de esperanza que el cristianismo nos ofrece como don, y a descubrir, de manera muy especial, los signos de vida y de esperanza que se dan entre nosotrosadf. Es mucho lo positivo que se da en nuestras familias, en nuestras comunidades, en los voluntarios y los contratados de Cáritas y de las comunidades cristianas, es mucho lo positivo que se da en la Iglesia y también fuera de ella. Hemos de saber descubrir estos signos y manifestarlos como signos de la resurrección operante del Señor que sigue venciendo la muerte con el poder de la Pascua.

Los que creemos en la resurrección del Señor no podemos ser profetas de calamidades. No podemos olvidar, como dijo ya el Concilio Vaticano II, que el futuro será de aquéllos que ofrezcan a la humanidad motivos para vivir y para

adf Cfr. Benedicto XVI: Encíclica Spe salvi, 2007, nn. 1003-1004; Cfr. Juan Pablo II; Tertio millennio adveniente, 1994, n. 46.

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esperaradg, y nosotros los podemos ofrecer. Nosotros podemos dar razón de nuestra esperanzaadh.

Porque el Espíritu del Resucitado está con nosotros: cuando parece que todo termina, todo comienza; cuando parece que vencen los poderosos, Dios rescata a los débiles; cuando parece que todo se hunde, todo renace y se levanta, cuando las tinieblas cubren toda la tierra, amanece el día sin ocaso; cuando parece que vencen los que quitan la vida, triunfan los que la dan.

Para la reflexión personal o grupal

1. Tomo nota de las tres frases que más me han llamado la atención sobre la espiritualidad pascual.a) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................b) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................c) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

2. Expreso con mis palabras lo que considero más importante en la espiritualidad pascual. ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... .....................................................................................................................................................................

3. ¿Mi espiritualidad es pascual? ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... ..................................................................................................................................................................... .....................................................................................................................................................................

adg GS, n. 31.

adh Cfr. 1Pe 3, 15.

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4. ¿Qué puedo hacer para crecer en ella en mi compromiso caritativo y social?

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

5. Oración:

a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social.

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.

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10 Espiritualidad eucarística, alimentada y celebrada en el sacramento

de la Eucaristía

«La “mística” del Sacramento tiene una carácter social (…). La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega»adj.

Hay muchos motivos para animarnos en el servicio a los pobres, pero la mística de ese servicio los cristianos la alimentamos en la Eucaristía. La Eucaristía es el sacramento de la entrega. De la entrega de Jesús y de la nuestra, pues la Eucaristía nos adentra en el acto oblativo de Jesús. En ella celebramos la entrega actualizada de su vida y cuantos participamos en ella no recibimos de modo pasivo el cuerpo entregado de Jesús, sino que nos implicamos en la dinámica de su entregaadk.

La Eucaristía es para nosotros el gran sacramento del amor de Dios, el gran sacramento de la Caridad y la fuente de ese amor de Dios que nosotros queremos encarnar y significar en la acción caritativa y social de la Iglesia en favor de los pobres y excluidos, en favor de los últimos y no atendidos.

De ahí que en la Eucaristía encontremos y alimentemos la fuente de nuestra caridad. La Eucaristía es Sacramentum caritatis, el sacramento del amor. Quien come el Cuerpo de Cristo acepta de antemano ser un don para el mundo. Y la comunión con Cristo es comunión con la humanidad en el acto de ofrecerse para la salvación del mundo.

adj DCE, n. 14.

adk Cfr. DCE, n. 13.

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Reflexiones y marcos de acción

Como dice Benedicto XVI, participar en la Eucaristía es «implicarnos en la dinámica de su entrega»adl. Y añade: «La “mística” del Sacramento tiene un carácter social, porque en la comunión sacramental yo quedo unido al Señor como todos los demás que comulgan (...). La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega»af0.0

No se pueden separar Eucaristía y caridad. El sacramento de la Eucaristía no se puede separar del sacramento de la caridad. No se puede recibir el cuerpo de Cristo, si se recibe bien, y sentirse alejado de los que tienen hambre y sed, de los enfermos, de los que sufren el drama del paro, de los que están excluidos de la mesa del bienestarafa. Una Eucaristía sin caridad es «fragmentaria», dice Benedicto XVI. Y Pablo es más radical y dice que es «escandalosa».

El amor y servicio a los pobres no sólo es el indicador de la autenticidad de nuestras Eucaristíasafs

, sino de nuestra vida cristiana. Ésta es la seña de identidad que se aplicó a sí mismo Jesús. Recordad lo que dijo a los discípulos de Juan. Le preguntan: «¿Eres tú o tenemos que esperar a otro?» Y la respuesta es: «Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios…»afd.

Hasta tal punto se identifica con los pobres que considera como hecho a él lo hecho a los pobres y, en consecuencia, esa será la credencial para formar parte de su reinoaff. Por eso, dice la teología, en Cristo los pobres se convierten en lugar teológico, es decir, lugar donde Dios se nos revela, habla y sale al encuentro. Ellos nos evangelizan, ellos se convierten en buena noticia para nosotros al desenmascarar y quebrar, con su existencia, las falsas imágenes de Dios, del culto vacío, de la espiritualidad, de la moral. Ellos son clave para valorar la realidad social, económica, política y religiosa en que vivimos.

adl DCE, n. 13.

af0 Ibíd, n. 14.

afa Cfr. Tomás Otero: «Cena del Señor, amor fraterno y unidad de la Iglesia (1Cor 10, 14-22; 11, 17-34)», en Corintios XIII, n. 129, 2009, pp. 56-76.

afs Cfr. 1Cor 11, 21.

afd Mt 11, 3-5.

aff Cfr. Mt 25, 31-46.

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Pero si es verdad que el amor es el indicador de la autenticidad de nuestras Eucaristías, también es verdad que la Eucaristía es a su vez el indicador de la autenticidad del amor, pues amar es dar la vida —«nadie tiene amor más grande que el que da la vida»— y darla hasta el extremo, y en la Eucaristía celebramos el amor de un Dios que habiendo amado a los hombres «los amó hasta el extremo»afg. La capacidad de dar la vida por los otros en los gestos más sencillos de cada día y también en los más heroicos, si es necesario, es un distintivo del amor cristiano.

Cuando esto se descubre, Eucaristía y caridad se comprenden y viven como realidades que se implican mutuamente y que nunca se pueden disociar ni vivir la una al margen de la otra, de tal modo que la celebración de la Eucaristía nos lleva a vivir la caridad, y la experiencia de la caridad nos remite a alimentar y celebrar nuestro servicio en la Eucaristía.

Una pequeña anécdota puede ilustrar algo de cuanto venimos diciendo: en la sede de Cáritas Española tenemos una capilla con una vidriera que da a la recepción de la casa. La vidriera tiene el logo de Cáritas. Muchas personas cuando vieron la vidriera por primera vez me dijeron: «Vicente, el logo de Cáritas está puesto al revés». Efectivamente, desde fuera se veía con los corazones en posición inversa; el grande estaba a la izquierda y no a la derecha. El día que tuvimos la primera celebración en la capilla les dije a quienes me hicieron esa observación: «Venid al altar. Mirad desde aquí el logo de Cáritas. ¿Cómo se ve?». «Desde aquí se ve bien», respondieron. Y les hice notar: «Es que Cáritas sólo se ve bien desde dentro, desde el altar, desde la Eucaristía».

En la Eucaristía tenemos la expresión del amor llevado hasta el extremo, el amor hecho don de sí mismo, don de la propia vida. Y un amor así es el que verdaderamente mueve al amor y alimenta la entrega de la propia vida.

El nuevo Doctor de la Iglesia, San Juan de Ávila, lo dice con estas palabras: «La causa que más mueve el corazón al amor de Dios es considerar profundamente el amor que nos tuvo Él, y, con Él, su Hijo benditísimo, nuestro Señor. Más mueve el

afg Jn 13, 1; 15, 13.

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Reflexiones y marcos de acción

corazón a amar que los beneficios, porque el que hace a otro beneficio dale algo de lo que tiene; mas el que ama, da a sí mesmo con todo lo que tiene, sin que le quede nada por dar»afh. Esto es lo que celebramos en la Eucaristía y en esto consiste participar en ella, por eso decimos que la mística de Cáritas es profundamente eucarística.

Hay un pasaje bíblico que resulta muy evocador leído en clave eucarística. El profeta Elías, desilusionado y desencantado en su misión profética y cansado de caminar en el desierto, se echó debajo de una retama diciéndole a Dios: «Basta ya, Señor, quítame la vida». Pero Dios, dándole pan, le dijo: «Levántate, come, que el camino es superior a tus fuerzas»afj. Necesitamos comer, reponer fuerzas para no desfallecer y afrontar el camino que nos queda por hacer y, con frecuencia, nos desborda. Ese alimento nos lo da el Señor en la Eucaristía.

El lenguaje de Jesús en esto es meridianamente claro. Los discípulos no sólo han de creer en él, sino que han de alimentarse y nutrir su vida de su misma persona en la Eucaristía, pues «mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida», y si no lo hacéis así, añade Jesús, «no tenéis vida en vosotros»afk.

Para tener vida en nosotros necesitamos alimentarnos de Jesús. Para amar como Jesús necesitamos entrar en comunión con él, interiorizar sus actitudes, sus pensamientos, sus sentimientos. Este es el secreto y la fuerza de la Eucaristía. Sólo lo conocen aquéllos que comulgan con él y se alimentan de su pasión por el Padre y de su amor a los hermanos, en especial a los más pobres. Y a quien sabe alimentarse de Jesús, éste le hace una promesa: «Ese habita en mí y yo en él»afl. Quien se nutre de la Eucaristía experimenta que su relación con Jesús no es algo externo, algo que imitamos desde fuera, sino algo que nos «habita» y que nos configura por dentro para pensar como Jesús piensa, amar como ama Jesús y dar la vida como la da Jesús.

afh Tratado del amor de Dios, n. 1.

afj 1Rey 19, 4-8.

afk Jn 6, 56.

afl Jn 6, 53. 55.

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Para la reflexión personal o grupal

1. Releo el texto y subrayo las ideas más importantes sobre la espiritualidad eucarística.

2. Resumo en tres frases lo que es una espiritualidad eucarística.

a) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

b) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

c) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

3. ¿Qué me pide a mí, aquí y ahora, una espiritualidad así?

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

4. Oración:

a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social.

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.

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11 Espiritualidad de la pobreza evangélica

que nos hace sencillos y pobres

«La pobreza evangélica es una vocación universal para todos los bautizados, y no solamente para los que asumen con un voto especial la pobreza de la vida consagrada»ag0.0

Más allá de los diez rasgos de la espiritualidad que hemos presentado, es necesario señalar la llamada que el Espíritu nos hace hoy, como a Jesús en el desierto, a vivir la pobreza evangélica en nuestro servicio a los pobres para no poner nuestra seguridad en los bienes materiales, no pretender un orden nuevo desde el poder ni utilizar a Dios al servicio de nuestros interesesaga.

Hemos dicho que la pobreza es un mal, pero lo que hay detrás de muchas pobrezas es la idolatría de esta sociedad rendida al dios dinero, al dios bienestar, al dios del poder y la riqueza. En una sociedad así, servir a los pobres es ser iconoclasta, destruir esos ídolos de muerte para dar paso al Dios de la fraternidad y de la vida.

Sólo podrá optar por los pobres —sin instrumentalizarlos— quien conciba todo lo que es y tiene como don que ha recibido y como entrega y servicio, quien viva abierto a los hermanos y en ellos a Dios, quien viva desprendido de lujos y consumos innecesarios, quien no sea esclavo de ambiciones de tener y de poder.

ag0 IP, n. 124.

aga Son éstas las opciones que tomó Jesús en el desierto al que fue conducido por el Espíritu: cfr. Mt 4, 1-11; Lc 4, 1-13.

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Cáritas

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Reflexiones y marcos de acción

En este sentido, sólo se puede servir a los pobres desde la pobreza evangélica. Ella nos hace libres frente a la codicia y, al ponernos del lado de los pobres, nos empuja a luchar contra los imperativos del egoísmo, del dinero, del individualismo, contra las estructuras que producen dependencia y marginación. Ella nos conduce a la radicalidad necesaria a la hora de respetar la dignidad del ser humano y de poner en práctica la solidaridad. Ella es la fuerza transformadora de un orden injusto, señalando cuál es la función del desarrollo económico y técnico: que todos tengan los bienes necesarios para su desarrollo integralags. Desde ahí se entiende la llamada que nos hacen nuestros obispos a amar la pobreza «como una forma de vida modesta y sencilla, pero digna y honesta, que no busca acaparar riquezas para un mañana siempre incierto, sino que vive trabajando honestamente para vivir en el presente; que no se muere por la ansiedad de consumir cada vez más cosas y cada vez más caras, sino que sabe saborear el valor de lo que está a su alcance, lo pequeño y lo cercano; que vive en paz consigo mismo, con la sociedad y con el medio ambiente, sin la mala conciencia de gastar inútilmente lo que otros necesitan para no morir de hambre, vivir en la miseria, ni colaborar al deterioro irreversible del planeta, dejando para las siguientes generaciones un mundo inhabitable»agd. En este momento histórico de crisis, tras habernos rendido mayoritariamente a un estilo de vida consumista y hedonista, es necesaria una vuelta a la austeridad que no es enemiga del desarrollo y del progreso, pero sí del materialismo que deshumaniza y degrada al ser humano. Una austeridad que no es un castigo o una penalización para los más pobres y que no debe confundirse con precariedad y condiciones de vida indignas, sino como uso recto y moderado de los bienes en función de la solidaridad, de la libertad y del bien de la comunidad.

La pobreza evangélica nos hace libres ante todo y ante todos. Ella nos libera el corazón del peligro que suponen las riquezas, cuando ahogan la semilla del Evangelio en el corazón del ser humano, a la vez que nos ayuda a vivir abandonados y confiados en la providencia de nuestro Padre y a estar disponibles para nuestros hermanos.

ags Cfr. Obispos de Aragón: A los pobres los tendréis siempre entre vosotros, 1992, n. 27.

agd IP, n. 120.

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Con palabras de Juan Pablo II dirigidas a los sacerdotes, la pobreza evangélica es la que nos prepara «para estar al lado de los débiles; para hacerse solidario con sus esfuerzos por una sociedad más justa; para ser sensible y más capaz de comprensión y de discernimiento de los fenómenos relativos a los aspectos económicos y sociales de la vida; para promover la opción preferencial por los pobres»agf.

Se dice de Diógenes que cada vez que pasaba por el mercado se reía porque decía que le causaba mucha gracia y a la vez le hacía muy feliz ver cuántas cosas había en el mercado que él no necesitabaagg. Y San Francisco, quien saboreó la pobreza, expresaba muy bien y con pocas palabras la experiencia de su pobreza: «Deseo poco y lo poco que deseo lo deseo poco».

Entendida así, «la pobreza evangélica es una vocación universal para todos los bautizados, y no solamente para los que asumen con un voto especial la pobreza de la vida consagrada»agh. Una vocación que es llamada a poner nuestra confianza y seguridad sólo en Dios y a saber relativizar todo lo demás en función del Reino de Dios.

Cáritas Española, en la Campaña 2011-2012, nos invita a un estilo de vida pobre con un lema verdaderamente sugerente: «Vive sencillamente para que otros sencillamente puedan vivir». Y nos ofrece un «Decálogo de la sencillez», que recogemos a continuación de manera literal porque nos da pistas muy concretas para vivir con sencillez en función de la solidaridad.

Vivir el decálogo de la SENCILLEZagj

1. Vivir la sencillez es no necesitar tener muchas cosas para ser feliz, no cayendo en el consumismo ni en las modas que nos obligan a comprar lo nuevo, lo último.

agf Juan Pablo II: Exhortación apostólica Pastores dabo vobis, 1992, n. 30.

agg Algo parecido he leído aplicado a Sócrates.

agh IP, n. 124.

agj Campaña Institucional 2011-2012, Materiales para Adultos, p. 19.

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Reflexiones y marcos de acción

2. Vivir la sencillez es tener más alegría al dar, o al compartir, que al recibir, porque has descubierto el poder misterioso que tiene la palabra gratuidad.

3. Vivir la sencillez es vaciar el corazón de todas las cosas innecesarias que lo ocupan, y llenarlo del tesoro de la amistad, de la cercanía y del encuentro humano con los demás.

4. Vivir la sencillez es creer que tu valía y dignidad está en lo que eres como persona y no en lo que tienes ni en la posición social que ocupas.

5. Vivir la sencillez es solidarizarte con tantas hermanas y hermanos de tu familia humana que viven injustamente en la pobreza y necesidad, y movilizarte e implicarte porque no quieres vivir mejor que ellos.

6. Vivir la sencillez es poner tu confianza y seguridad no en el dinero o las posesiones, sino en tus bienes espirituales, en tus convicciones y creencias, en tu Fe, en tus capacidades, en tu fuerza interior y en la de aquéllos que te aman y aprecian.

7. Vivir la sencillez es trabajar para vivir y no vivir para trabajar.

8. Vivir la sencillez es disfrutar de los innumerables regalos que la vida, la naturaleza, te ofrece constantemente cada día, y que pasan desapercibidos para la mayoría de la gente.

9. Vivir la sencillez es respetar y cuidar de la naturaleza con tu forma de vivir, reciclando, reutilizando, reduciendo el consumo innecesario.

10. Vivir la sencillez es utilizar tu dinero para que tú y tu familia podáis vivir con dignidad, y para que los demás también puedan vivir con dignidad si lo inviertes en banca ética y si te habitúas a exigir productos que provengan del comercio justo y del comercio local.

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Para la reflexión personal o grupal

1. Releo el texto y subrayo las ideas más importantes sobre la pobreza evangélica.

2. Después de leer el Decálogo de la Sencillez, valórate del 1 al 10 en cinco de estos puntos —a tu elección— y luego plantéate en cada uno de ellos una acción muy concreta que puedas realizar ya a lo largo de este mes. Si así lo haces te aseguramos que algo muy especial ocurrirá en tu vida..., mejorarás tu calidad de vida y, al mismo tiempo, contribuirás a mejorar la calidad de vida del mundo en que vives. ¿Te atreves a experimentarlo?

2.1. Punto nº ...................................

Valoración que te das .......................................................................................................

Acción a realizar ..................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

2.2. Punto nº ..................................

Valoración ................................................................................................................................

Acción ........................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

2.3. Punto nº ..................................

Valoración ................................................................................................................................

Acción ........................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

2.4. Punto nº ..................................

Valoración ................................................................................................................................

Acción ........................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

2.5. Punto nº ..................................

Valoración ................................................................................................................................

Acción ........................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

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Reflexiones y marcos de acción

3. Oración:

a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social.

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.

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Espiritualidad evangelizadora que hace presente en el mundo la buena

noticia del amor misericordioso de Dios

12

«El testimonio de la caridad de Cristo mediante obras de justicia, paz y desarrollo forma parte de la evangelización»agk.

Terminamos esta reflexión sobre la espiritualidad que nos anima diciendo que la misión última de toda institución de acción caritativa y social de la Iglesia es continuar en el tiempo la obra de Jesús, el primer y gran evangelizadoragl.0

Jesús es el ungido y enviado por el Espíritu a evangelizar a los pobres —como dijo de sí mismo en el discurso programático de la sinagoga de Nazaret—ah0, con una evangelización que no es adoctrinamiento e imposición opresora, sino buena noticia del amor de Dios que libera y —como en los años jubilares—aha, restablece la justicia y el orden social trastocados por los hombres en el transcurso de los años. En él se cumple el anuncio sobre la llegada del Ungidoahs que evangeliza con una acción que afecta a la totalidad del hombre y a toda la sociedad y cuyos destinatarios privilegiados son los pobres y oprimidos. Una acción evangelizadora que consiste en la «experiencia profunda concedida a cada hombre de sentirse

agk CIV, n. 15.

agl Cfr. Pablo VI: Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, 1975, n. 7. En adelante será citada con la sigla EN.

ah0 Cfr. Lc 4, 18-19.

aha Los años jubilares se celebraban en Israel cada 50 años (cfr. Lev 25,8-19) y en ellos se dejaba en libertad a los esclavos, se perdonaban las deudas, se dejaba descansar la tierra y se redistribuían las propiedades. Era una forma de reconocer a Dios como único señor y de comenzar de nuevo en relaciones de reconciliación, justicia, libertad e igualdad.

ahs Cfr. Is 61, 1s.

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Reflexiones y marcos de acción

amado por Dios y de aprender a reconocerlo en el rostro de un Padre amoroso y pleno de compasión (cfr. Lc 15)»ahd.

También todos nosotros, cristianos, hemos sido ungidos por el Espíritu. Todos al menos una vez: en el bautismo. La mayoría dos veces: en el bautismo y la confirmación. Algunos tres veces: en el bautismo, la confirmación y el orden sacerdotal. Y algunos hasta cuatro veces, como es el caso de los obispos. Pero todos ungidos por el mismo Espíritu y para la misma misión, aunque la ejerzamos de distinto modo: anunciar y hacer presente la buena noticia a los pobres.

Si comenzábamos nuestra reflexión sobre la espiritualidad diciendo que ésta es trinitaria y que la razón última de la acción caritativa y social de la Iglesia está en Dios, que es amor, terminamos ahora afirmando que el sentido último de nuestra acción caritativa y social, vivida a la luz del Espíritu, es hacer presente en el mundo la buena noticia del amor de Dios, es decir, evangelizar.

Somos conscientes de que esto, dicho así, provoca a veces ciertos recelos y resistencias en algunos cristianos, afortunadamente cada vez menos, que imbuidos del desprestigio de que ha sido objeto en nuestra cultura laicista la evangelización, y con una deficiente formación teológica, identifican evangelizar con adoctrinar, imponer la fe o aprovechar el servicio de la caridad para hacer proselitismo.

Pero no es eso lo que la Iglesia entiende por evangelizar. Para comprender su significado y sus implicaciones en nuestra acción caritativa y social, es necesario recordar, aunque sea brevemente, algunos criterios muy claros en la doctrina de la Iglesia:

1.º La misión de la Iglesia, continuadora de la misión de Jesús en la historia, es evangelizar: «La Iglesia lo sabe. (…) Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar»ahf.

ahd IL, n. 23.

ahf EN, n. 14. Cfr. LG, nn. 17.35.

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2.º Todos en la Iglesia estamos llamados a evangelizar: «La orden dada a los Doce: “Id y proclamad la Buena Nueva”, vale también, aunque de manera diversa, para todos los cristianos»ahg.

3.º Todo en la vida de la Iglesia, también el ejercicio de la caridad, tiene sentido cuando es evangelizador. «Como se lee en los Hechos de los Apóstoles, también la vida más íntima —la oración, la escucha de la Palabra y la enseñanza de los Apóstoles, la caridad fraterna vivida y el pan partido (cfr. Hch 2,42-46)— adquiere todo su significado sólo cuando se transforma en testimonio, provoca la admiración y la conversión, y se hace predicación y anuncio del Evangelio, de parte de la Iglesia y de cada bautizado»ahh.

4.º La evangelización no sólo se realiza a través de la catequesis y de la celebración de la fe. El ejercicio de la caridad es elemento constitutivo de la naturaleza y misión de la Iglesia: «La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra. Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia»ahj.

5.º Evangelización y promoción humana (desarrollo, liberación) no se oponen, sino que se implican y mutuamente reclaman para ser completas cada una de ellas: «No es posible aceptar que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo»ahk.

6.º Evangelizar no es hacer proselitismo: «La caridad no ha de ser un medio en función de lo que hoy se considera proselitismo. El amor es gratuito; no se

ahg EN, n.13. Cfr. LG, n. 31; AA, n. 2.6.

ahh IL, n. 27. Esto mismo lo dice EN, n. 15.

ahj DCE, n. 25.ª

ahk EN, n. 31. Cfr. PP, nn. 20 y 21.

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Reflexiones y marcos de acción

practica para obtener otros objetivos. (…) Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la fe de la Iglesia. Es consciente de que el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar. El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor»ahl.

7.º La caridad es criterio de discernimiento y motivo de credibilidad en la acción evangelizadora: «Así es también la fe: si no se tienen obras, está muerta por dentro. Pero alguno dirá: “Tú tienes fe y yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin las obras, y yo con mis obras te mostraré la fe” (St 2, 14-18). La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino»aj0.0

También el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización ha dicho que «un ámbito peculiar de la nueva evangelización es, sin duda alguna, el de la caridad», donde muchos hombres y mujeres, fieles al Espíritu, presentan múltiples signos concretos que hacen «visible» y «actual» la Palabra del Señor y ofrecen un testimonio «en el que se juega, de hecho, su credibilidad en lo que constituye el núcleo mismo del anuncio: el amor»aja.

Un amor que —conviene recordar con frecuencia— no es un amor cualquiera, sino el amor de un Dios que es compasivo y misericordioso. El calificativo que más se aplica a Dios en la Biblia y con el que se define y describe el amor de nuestro Dios es precisamente éste: misericordioso. Un Dios con entrañas de amor. Un Dios al que se le conmueven las entrañas ante la pobreza, la injusticia y el sufrimiento de sus hijos. De ahí que toda expresión de misericordia sea en alguna medida manifestación del rostro —por no decir de la entraña— de nuestro Dios.

Teniendo en cuenta estos criterios y el desafío que nuestro momento social, cultural y religioso plantea a la evangelización, los cristianos estamos llamados a potenciar la fuerza

ahl DCE, n. 31c.

aj0 PF, n. 14.

aja Rino Fisichella: La nueva evangelización, Santander, 2012, pp. 68 y 69.

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evangelizadora de la caridad, pues la misma manera de tratar a los pobres puede ser ya evangelizadora, así como «el mismo arte de Jesús de tratar con los hombres debe ser considerado como elemento esencial de su método evangelizador»ajs.

La caridad, cuando está animada por el Espíritu, como hemos reflexionado aquí, es en sí misma evangelizadora:

•   Es evangelizadora cuando hunde sus raíces en la entraña de nuestro Dios y se convierte en transparencia del amor misericordioso de Dios y en fuente de fraternidad.

•   Es evangelizadora cuando nos hace fijarnos los unos en los otros y cargar los unos con los otros.

•   Es evangelizadora cuando nos ayuda a descubrir el rostro de Dios en el rostro de todo ser humano y nos lleva a promover su desarrollo integral.

•   Es evangelizadora cuando denuncia la injusticia y es transformadora de las personas y de las estructuras.

•   Es evangelizadora cuando en una cultura del éxito y de la rentabilidad apuesta por los débiles, los frágiles, los últimos.

•   Es evangelizadora cuando se vive como don y ayuda a superar la lógica del mercado con la lógica del don y de la gratuidad.

•   Es evangelizadora cuando se vive en comunión, contribuye a configurar una Iglesia samaritana y servidora de los pobres y lleva a compartir los bienes y servicios.

•   Es evangelizadora cuando sabe discernir desde el Espíritu lo que nos está pidiendo Dios aquí y ahora y responde desde ahí a los desafíos sociales y culturales del momento.

•   Es evangelizadora cuando transmite la fuerza y la esperanza que nacen de la Pascua.

•   Es evangelizadora cuando se hace vida gratuitamente entregada, alimentada y celebrada en la Eucaristía.

ajs IL, n. 23.

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Reflexiones y marcos de acción

•   Es evangelizadora cuando nos hace sencillos y pobres para estar disponibles ante Dios y ante los pobres.

•   Es evangelizadora cuando nos hace testigos de una experiencia de amor de la que hemos sido hechos protagonistas, y abre caminos, con obras y palabras, a la experiencia del encuentro con Dios en Jesucristo.

Todas estas manifestaciones de la caridad son evangelizadoras porque entran a formar parte de las etapas de un proceso evangelizador tal como nos lo presenta Juan Pablo IIajd:

•   Son testimonio del amor de Dios y de la comunidad cristiana, y el testimonio es el primer paso de la evangelización.

•   Son reveladoras de las palabras y actitudes de Jesús y constituyen un primer anuncio de su persona y su mensaje.

•   Son una llamada a la conversión, a configurarnos con Cristo y a la transformación de las personas y de las estructuras.

•   Si se realizan desde un verdadero acompañamiento, ofrecen la posibilidad de un anuncio explícito de las motivaciones y el sentido de nuestro servicio: la fe y el seguimiento de Jesúsajf.

ajd Cfr. Encíclica Redemptoris missio, 1990, nn. 42-46. En el capítulo V nos ofrece los elementos de un proceso evangelizador.

ajf Cfr. IL, nn. 28-32. El objetivo último de toda acción evangelizadora es el encuentro personal con Jesucristo, pues él es el Evangelio, la buena noticia del amor de Dios que el ser humano necesita, y ese ha de ser, en la medida de nuestras posibilidades y sabiendo que la fe se propone, pero no se impone, el objetivo último de toda acción caritativa y social de la Iglesia. Esto significa que hemos de estar muy atentos a «una confu-sión creciente que induce a muchos a desatender y dejar inoperante el mandato misionero del Señor (cfr. Mt 28, 19). A menudo se piensa que todo intento de convencer a otros en cuestiones religiosas es limitar la libertad. Sería lícito solamente exponer las propias ideas e invitar a las personas a actuar según la con-ciencia, sin favorecer su conversión a Cristo y a la fe católica: se dice que basta ayudar a los hombres a ser más hombres o más fieles a su propia religión, que basta con construir comunidades capaces de trabajar por la justicia, la libertad, la paz, la solidaridad. Además, algunos sostienen que no se debería anunciar a Cristo a quienes no lo conocen, ni favorecer la adhesión a la Iglesia, pues sería posible salvarse también sin un conocimiento explícito de Cristo y sin una incorporación formal a la Iglesia» (Congregación para la Doctrina de la Fe: Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización, 2007, 3).

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•   Y si son obra de la comunidad cristiana, son una invitación a la integración en la comunidad de hermanos que constituye la Iglesia.

Lo más propio y específico que aporta la acción caritativa y social en el campo de la evangelización es el testimonio y la llamada a ser y vivir de manera diferente, pero no sólo eso. Si es posible, manifestaremos nuestras motivaciones y el sentido de lo que hacemos. Y cuando sea posible, haremos anuncio explícito de Jesús y su Evangelio como el mejor servicio que podemos ofrecer a los hermanos, también a los pobres.

Cuando la caridad se vive animada por el Espíritu, «adquiere consistencia también el signo del voluntariado como un auténtico anuncio cristiano», dice el presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, antes citadoajg. Y eso que dice del voluntariado puede aplicarse también al contratado vocacionado. Cuando se ejerce el servicio de la caridad con espíritu evangélico, el mismo servicio es un auténtico anuncio del Evangelio, a la vez que nos evangeliza a nosotros mismos.

Hoy reconocemos con gozo que son muchos, cada día más, los contratados y voluntarios que hacen del trabajo en la acción caritativa y social de la Iglesia el campo explícito de su compromiso evangelizador.

Al igual que reconocemos como un don con frecuencia constatado que algunos hermanos que se acercan a nuestros servicios desde la indiferencia, el agnosticismo o la increencia, a través del servicio caritativo y social, llegan a descubrir lo que significa el gozo de creer y de configurar su vida con Jesucristo en el seno de la Iglesia.

Esto no obsta para que seamos conscientes, a la vez, de que necesitamos cuidar la dimensión evangelizadora de la caridad y formarnos para ella de tal modo que sepamos hacer cada día mejor que nuestro servicio suscite interrogantes sobre la motivación y el sentido de lo que hacemos, invite a la conversión y facilite el anuncio de Jesús y de su Evangelio.

Con otras palabras, necesitamos crecer en la conciencia de que la acción caritativa y social de la Iglesia puede ser evangelizadora de muchas maneras: por lo que

ajg Rino Fisichella: o. c., p. 70.

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Reflexiones y marcos de acción

hacemos y por el modo como lo hacemos, por las motivaciones y el sentido de lo que hacemos, por los efectos de lo que hacemos, por lo que denunciamos y por los cambios que promovemos, por el acompañamiento que hacemos, por el mensaje del Evangelio que podemos anunciar en lo que hacemos.

«Mirad cómo se aman»ajh. Estas palabras que Tertuliano pone en boca de los enemigos de la Iglesia siguen teniendo vigencia hoy. A pesar de los cambios y transformaciones sociales y culturales que vive nuestro mundo, el testimonio del amor gratuito, del servicio desinteresado, reflejo del Dios amor que en Jesucristo por la fuerza del Espíritu ofrece la Iglesia, es una manera privilegiada de evangelizar. Vale la pena, pues, que aprovechemos y potenciemos el dinamismo evangelizador de la caridad.

Vivimos un momento privilegiado, un verdadero momento del Espíritu, para que el ejercicio de la caridad nos evangelice y nos haga ser cada día más evangelizadoresajj. Vivámoslo con corazón agradecido y generoso y hagamos de nuestra vida y servicio, como María, un canto a la acción evangelizadora y liberadora del Señor en favor de los más pobres y oprimidosajk.

Para la reflexión personal o grupal

1. Tomo nota de las tres frases que más me han llamado la atención sobre la espiritualidad evangelizadora.a) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................b) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................c) ..............................................................................................................................................................

..............................................................................................................................................................

ajh Apologeta 39, 7; CCL, 151.

ajj Hay dos acontecimientos que nos ayudarán a conseguirlo: el Sínodo de los Obispos sobre «La nueva evangelización para la transmisión de la fe», celebrado en octubre de 2012, cuyos documentos y con-clusiones tendremos que seguir con particular atención, y las Jornadas de Teología sobre la Caridad organi-zadas por Cáritas Española en abril de 2013 sobre «La fuerza evangelizadora de la caridad», cuyas actas tendremos publicadas en un número monográfico de Corintios XIII de ese mismo año.

ajk Cfr. Lc 1, 46-55.

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La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social

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2. Expreso con mis palabras lo que considero más importante en la espiritualidad evangelizadora.

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

3. ¿Me siento evangelizado en el ejercicio de la caridad? ¿Cuándo?

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

4. ¿Me siento evangelizador en el servicio caritativo y social? ¿Cómo?

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

.....................................................................................................................................................................

5. Oración:

a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social.

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

..........................................................................................................................................................

b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.

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La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social

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Anexo: Oraciones para terminar la reflexión personal o grupalA

Para facilitar la oración al terminar la reflexión que se propone al final de cada capítulo, ofrecemos algunas oraciones.

Danos un Espíritu nuevo

Señor Jesucristo,amor inmenso del Padre,que nos enviaste el Espíritupara que, amando a Dios sobre todas las cosas,cumplamos el mandamiento nuevodel amor fraterno.

Danos un Espíritu nuevoque nos llene del amor de Diospara servir a los hermanos más débiles y necesitados.

Haz que nuestro servicioesté marcado por la caridad y la misericordia,el trabajo por la justicia,la promoción de la dignidad de la personay el amparo a los pobres y excluidos de este mundo.

Que en todo sigamos tu ejemplode servidor humilde y generoso,

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Cáritas

98

Reflexiones y marcos de acción

paciente y esperanzadode los más pobres y necesitados.

Que siguiendo tus pasos,con obras y palabras,seamos para ellostransparencia de tu amor y tu Evangelio.

Te lo pedimos a Tique con el Padre y el Espíritu vives para siempre.Amén.

Dichoso quien cuida del pobre

¡Dichoso quien cuida del pobre y del débil!¡Dichoso quien tiende su mano al necesitado!¡Dichoso quien no sabe negar una ayuda!¡Dichoso quien sabe amar y comprometerse!

Dichosos los que no temenarriesgar todo por el Reino.Dichosos los que saben cambiarla rivalidad por la colaboración,la competencia por la solidaridad,la violencia por la justicia y el amor.

Ayúdanos, Señor, a desterrar del corazónel egoísmo que tantas veces lo envuelve.Ayúdanos a no fracasar en nuestro intentode estar atentos al dolor de los demás.Ayúdanos a saber mirar la realidad,a descubrir la injusticia y la maldad.Ayúdanos a ser mensajeros de esperanza,a arriesgar, si necesario fuera,

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La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social

99

la vida por los demásy por el Evangelio.

Tú sabes que nos duelever tantos buenos deseosque luego no hacemos fructificar.Que nos duele tener las cosas claras en la mentey no traducirlas en compromisospara transformar.

Haz fecundo, Señor, nuestro servicio.Danos la fuerza del Espíritupara que tu Palabra y nuestros deseoslleguen a hacerse realidad.Amén.

Ayúdanos, Señor

Ayúdanos a cambiar, Señor,para mirar el mundo, la vida, los seres humanoscon tu mirada y desde tu corazón.

Sana nuestras cegueras que nos impiden verel dolor y el sufrimiento de los que caminan a nuestro lado,de los que viven en nuestro mundo, bajo nuestro mismo sol.

Sacude nuestro corazón para que aprendamos a vercon los ojos llenos de Evangelio y Esperanza de Reino.

Corre ya el velo de nuestros ojospara que, viendo, podamos conmovernos por los otrosy movernos desde lo profundo del corazónpara acudir a dar una mano, y la vida toda,a los que están caídos y rotos en las cunetas de los caminos.

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Cáritas

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Reflexiones y marcos de acción

Ayúdanos, Señor,a ver y a cambiar, a verte y a optar,a utilizar esa mirada nueva que nos dejaste: la mirada del Evangelio,para ver con tus ojos de Dios,para sentir con tu corazón compasivo,para actuar llevados por la fuerza de tu Espíritu,para hacer posible, ya aquí en la tierra,el mundo nuevo del Reino prometido.Amén.

A Jesús Eucaristía ante la crisis

Señor, Jesús, cuerpo entregado y sangre derramada para la vida del mundo.

Te pedimos por cuantos sufren los efectos materiales, morales y espiritualesde la crisis que estamos viviendo.

Que cuantos celebramos la memoria de tu vida entregada en el sacramento de la Eucaristíatengamos ojos abiertos para ver la aflicción de los que sufren,oídos atentos para escuchar su clamory un corazón sensible para compartir en el amor sus sufrimientos y esperanzas.

Ayúdanos a ser valientes y creativos para regenerar nuestras vidas y los espacios sociales y económicos en los que vivimos.

Que pongamos lo mejor de nuestras capacidades y bienes a disposición de los hermanos

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La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social

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con verdadero espíritu de comunión y participación,de responsabilidad y servicio.Amén.

Magnificat

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

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La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social

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Siglas y abreviaturas

1. Libros bíblicos

Ap ApocalipsisCant Cantar de los CantaresEx ÉxodoEz EzequielFil FilipensesGen GénesisHech HechosIs IsaíasJc JuecesJn JuanLc LucasLv LevíticoMc MarcosMt MateoOs OseasRom RomanosSal SalmosSt Santiago1Cor 1ª Corintios1Jn 1ª Juan1Pe 1ª Pedro1Rey 1º Reyes

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Cáritas

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Reflexiones y marcos de acción

1Sm 1º Samuel2Cor 2ª Corintios2Pe 2ª Pedro

2. Documentos del Concilio Vaticano II

AA Decreto Apostolicam actuositatem, 1965.GS Constitución pastoral Gaudium et spes, 1964.LG Constitución dogmática Lumen gentium, 1964.

3. Documentos del magisterio

CIV Benedicto XVI: Encíclica Caritas in veritate, 2009.CVI Conferencia Epicopal Española: La caridad en la vida de la Iglesia,

Madrid, 1993.DCE Benedicto XVI: Encíclica Deus caritas est, 2005.EN Pablo VI: Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, 1875, n. 13.IL XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos:

Instrumentum laboris, 2012.IP Comisión Espiscopal de Pastoral Social: La Iglesia y los pobres,

Madrid, 1994.NMI Juan Pablo II: Carta apostólica Novo millennio ineunte, 2001.PF Benedicto XVI: Carta apostólica Porta fidei, 2011.PP Pablo VI: Encíclica Populorum progressio, 1967.RM Juan Pablo II: Encíclica Redemptoris missio, 1990.SRS Juan Pablo II: Encíclica Sollicitudo rei socialis, 2006.

4. Documentos de Cáritas

MAS Cáritas Española: Modelo de Acción Social, Madrid, 2009.RIC Cáritas Española: Reflexión sobre la identidad de Cáritas, Madrid, 1997.

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La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social

105

5. Abreviaturas

Cfr. CónferCEPS Comisión Episcopal de Pastoral Social, de la Conferencia Episcopal

EspañolaIbíd En el mismo lugarn. Númeronn. Númeroso. c. Obra citadap. Páginapp. Páginass. Siguientess. Siguientes

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La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social

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El autor

Vicente Altaba Gargallo es delegado episcopal de Cáritas Española desde el año 2007.

Sacerdote de la Diócesis de Teruel y Albarracín, es experto en Pastoral por el Instituto de Adaptación Pastoral Latinoamericana y licenciado en Teología, con especialidad de Teología Pastoral, por el Instituto Superior de Pastoral de Madrid, Universidad Pontificia de Salamanca.

Trabajó diez años como misionero en la Diócesis de Mar del Plata, Argentina, donde fue párroco de Miramar, profesor de Enseñanza Secundaria y profesor de Teología en el Centro Diocesano de Estudio y Reflexión.

Ha sido delegado episcopal de Pastoral de Juventud, delegado de Apostolado Seglar, vicario general y administrador diocesano (sede vacante) de la Diócesis de Teruel y Albarracín. También ha sido teólogo asesor de Caritas Internationalis para el Sínodo de los Obispos sobre «La nueva evangelización para la transmisión de la fe».

En la actualidad, en Teruel, es párroco de la parroquia San Andrés, director del Instituto de Estudios Teológicos San Joaquín Royo y canónigo de la iglesia catedral.

Es consejero delegado de Corintios XIII, revista de Teología y Pastoral de la Caridad. Ha publicado numerosos artículos en diarios y en revistas especializadas y es autor de:

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Cáritas

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Reflexiones y marcos de acción

•   20 Encuentros de oración con el Rosario. Contemplar con María el rostro del Señor, Madrid, 2003.

•   Cristianos fieles a la tierra. Motivaciones desde la fe para la presencia en la vida pública, Soria, 2004.

•   La planif icación pastoral al servicio de la misión. Por qué y cómo planif icar la acción pastoral, Madrid, 2007.

•   El ministerio sacerdotal en Cáritas, Madrid, 2010.

•   Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación, Madrid, 2011.

•   La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social, Madrid, 2012.

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ia Cáritas y el Comercio Justo desde un modelo de economía solidariaDocumento marco

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Títulos publicados

1. Las personas que trabajamos en Cáritas

2. Marco de intervención con personas en grave situación de exclusión social

3. El ministerio sacerdotal en Cáritas

4. Documento marco sobre la formación en Cáritas

5. II Plan Estratégico de Cáritas Española 2010-2013

6. Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación

7. El voluntariado en Cáritas

8. Cáritas y el Comercio Justo desde un modelo de economía solidaria

9. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social

Reflexiones y marcos de acción

Reflexiones y marcos de acción

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El voluntariado en Cáritas

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Carta e itinerario de la persona voluntaria

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Marco de intervencióncon personas

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Las personas

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