Periodico Diagonal - La Eternidad - 2013-05-06

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Anfigorey

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  • La eternidadPublicado en Peridico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)

    La eternidad

    Enviado por Anfigorey el Lun, 05/06/2013 - 16:30

    El capitalismo ha dejado hace tiempo de vender objetos. En su lugar vende experiencias, modos devida, eternidad. Al doblar la esquina puede asaltarte un coolhunter, uno de esos "cazadores detendencias" habilitados para convertir tu combinacin de botas, camisa y sombrero, en una modaselecta; la pgina par de una revista; la marquesina desde la cual una chica esculida clavar susojos en ti, mientras esperas el bus con impaciencia. Las armas secretas del capitalismo nuncaparecen armas. Las estrategias de marketing son armas blancas. La mirada de esa modelo eslanzada desde ultratumba. Pero hemos aprendido a ver tan slo moda, belleza y no muerte.

    En realidad nos hemos acostumbrado a que las mercancas sean efmeras, pero no lo hemosacompaado de una enseanza de que todo tiene un fin o que todo se acaba, ms bien lo contrario,todo es renovable, todo substituible. "No llores, ya compraremos otro, uno mejor". Apenaspermitimos que las cosas que compramos se degraden, no consentimos que algo llegue a tener unroto, una muesca, un rastro nimio del paso del tiempo. Cualquier atisbo de imperfeccin hace denuestras posesiones algo absolutamente prescindible. Esa arruga, esa mirada, la chica de la foto dela marquesina.

    Hace un par de das el filtro anti-spam de la cuenta de correo que utilizo habitualmente tuvo unagujero de seguridad por el que se col uno de esos correos electrnicos de publicidad. Bajo el literalregala experiencias me ofreca "865 sorprendentes experiencias" a elegir. En el momento hicementalmente la cuenta: si un ao tiene 365 das, entonces podra disponer de dos experiencias alda y an me quedaran 135, margen ms que suficiente por si algn da sintiese la necesidad detener ms momentos inolvidables, una pizca ms de emocin en una vida del todo rutinaria. Cadauna de esas experiencias era un bocado de eternidad, la ilusin de que lo que ves por la ventana noes el desastre, la ilusin de que no existe el fin, sino sencillamente el aburrimiento. Las armas

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  • La eternidadPublicado en Peridico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)

    secretas penetran as en nuestra conciencia, ya dentro se doblan para asegurar su efectividad.

    En un pequeo escrito de 1936, El narrador, el filsofo alemn Walter Benjamin sealaba que desdeel siglo XIX la sociedad burguesa, a travs de medidas higinicas, facilit a la poblacin la posibilidadde no ver a los moribundos en las calles. "Hoy los ciudadanos, en espacios intocados por la muerte,son flamantes residentes de la eternidad, y en el ocaso de sus vidas, son depositados por susherederos en sanatorios u hospitales", deca el autor. Hasta hace poco poda ser as. Cada vez eranmenos quienes haban visto a algn familiar morir en la habitacin contigua, tras una largaenfermedad degenerativa, quienes haban contemplado el rostro con el que la muerte penetra en loscuerpos hasta hacerlos desaparecer. Lo habitual haba dejado de ser ver eso, pero los recortes en lasayudas al cuidado de nuestros mayores harn que volvamos a convivir con la muerte. Y no slo encasa conviviremos con ella.

    Hace tan slo tres das Andrs Canet, Caniche, un hombre que viva en la calle, muri en la calle.Hace tres das un hombre de cuarenta y dos aos reciba atencin de los servicios de urgencias en ladrsena de la Avenida Xon XXIII, en Santiago de Compostela, donde se cobijan del fro variaspersonas que duermen a diario en la calle. Al no ser hospitalizado, acab muriendo all esa mismanoche. Mi ventana no da a esa calle. Mi ventana no dio a esa muerte. Por qu la siento entonces?Por qu me afecta? Me pregunto qu haremos cuando sea la amenaza de la muerte la que nosasalte al doblar la esquina. Cmo nos mantendremos a distancia entonces? Lograremos que noentre en casa y asuste a nuestros hijos? Se quedar fuera si nuestra ventana no da a esa calle?Cuntas calles sern esas calles?

    No hay mayor sentimiento de irrealidad que recordar el estpido reclamo publicitario, la receta delos "momentos mgicos", la promesa de experimentarlo todo, de comprarlo todo, esa cuidadaasepsia a la que tan bien nos ha acostumbrado el capitalismo, la ilusin de no haber fin ni desastreque nos ha convertido en consumidores obedientes y civilizados votantes. Pulsar "eliminar" sobre elmensaje es apenas una caricia frente a esas otras armas que continan incrustadas en nuestrascabezas. Cmo esquivamos esas armas? Cmo sorteamos su capacidad para fagocitar los sueosque soamos, la realidad que deseamos? Qu sucede mientras del otro lado de mi ventana?Quin, en qu calle, est muriendo mientras pienso todo esto?

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