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Página 1 de 10 La Penitencia Perdonado del pecado original, alcanzando la plenitud del Espíritu Santo y recibiendo a Cristo realmente presente en la Santísima Eucaristía, el fiel está insertado en el Cuerpo de Cristo por los preciosos dones de los sacramentos de la iniciación cristiana. Este tan precioso tesoro, sin embargo, lo guardamos en “vasos de barro” (2Co 4, 7), esta vida que recibimos de Dios puede ser debilitada e incluso perdida por el pecado. El Sacramento de la Reconciliación nos alcanza el perdón y la gracia. Este sacramento tiene 2 dimensiones: Teologal: obtiene la misericordia de Dios y el perdón de los pecados cometidos contra Él. Eclesial: reconcilia al pecador con la Iglesia. 1. Nombre del Sacramento El Catecismo enseña que este Sacramento ha recibido nombres diversos, de acuerdo con su significado para el perfeccionamiento de la vida cristiana: a. Sacramento de conversión: realiza la vuelta del pecador al Padre. b. Sacramento de la Penitencia: por consagrar el proceso personal y eclesial de conversión y reparación del pecado. c. Sacramento de la confesión: por ser concedido mediante la confesión de los pecados ante el sacerdote. d. Sacramento del perdón: por él Dios concede el perdón y la paz. e. Sacramento de la Reconciliación: por este sacramento, el pecador recupera el amor de Dios que había rechazado por el pecado y se reconcilia con el Señor. 2. Conversión de los Bautizados El Bautismo borra todo pecado, consagrando la primera conversión. Sin embargo, por la concupiscencia consecuente de la herencia del pecado original, que sirve de prueba en el combate de la vida cristiana, muchas veces el ser humano no es fiel a la primera conversión, haciéndose necesario el proceso ininterrumpido de la segunda conversión, que consiste en la purificación constante. Esta no es una obra estrictamente humana, sino que cuenta con el auxilio de la gracia y la respuesta del hombre a la misma. San Ambrosio afirma que en la Iglesia existen “el agua y las lágrimas: el agua del bautismo y las lágrimas de la Penitencia”. 1 Esta conversión debe estar acompañada del dolor y tristeza saludables que los Padres llamaron animi cruciatus (aflicción del espíritu) y compunctio cordis (arrepentimiento del corazón). 2 Es la grandeza del amor de Dios que hace con 1 Ep. 41, 12 – CEC n. 1429. 2 Cf. Concilio de Trento: DS 1676–1678; Catecismo Romano 2, 5, 4; CEC n. 1431.

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    La Penitencia

    Perdonado del pecado original, alcanzando la plenitud del Espritu Santo y recibiendo a Cristo realmente presente en la Santsima Eucarista, el fiel est insertado en el Cuerpo de Cristo por los preciosos dones de los sacramentos de la iniciacin cristiana. Este tan precioso tesoro, sin embargo, lo guardamos en vasos de barro (2Co 4, 7), esta vida que recibimos de Dios puede ser debilitada e incluso perdida por el pecado. El Sacramento de la Reconciliacin nos alcanza el perdn y la gracia.

    Este sacramento tiene 2 dimensiones: Teologal: obtiene la misericordia de Dios y el perdn de los pecados

    cometidos contra l. Eclesial: reconcilia al pecador con la Iglesia.

    1. Nombre del Sacramento

    El Catecismo ensea que este Sacramento ha recibido nombres diversos, de acuerdo con su significado para el perfeccionamiento de la vida cristiana:

    a. Sacramento de conversin: realiza la vuelta del pecador al Padre. b. Sacramento de la Penitencia: por consagrar el proceso personal y eclesial

    de conversin y reparacin del pecado. c. Sacramento de la confesin: por ser concedido mediante la confesin de

    los pecados ante el sacerdote. d. Sacramento del perdn: por l Dios concede el perdn y la paz. e. Sacramento de la Reconciliacin: por este sacramento, el pecador

    recupera el amor de Dios que haba rechazado por el pecado y se reconcilia con el Seor. 2. Conversin de los Bautizados

    El Bautismo borra todo pecado, consagrando la primera conversin. Sin embargo, por la concupiscencia consecuente de la herencia del pecado original, que sirve de prueba en el combate de la vida cristiana, muchas veces el ser humano no es fiel a la primera conversin, hacindose necesario el proceso ininterrumpido de la segunda conversin, que consiste en la purificacin constante. Esta no es una obra estrictamente humana, sino que cuenta con el auxilio de la gracia y la respuesta del hombre a la misma.

    San Ambrosio afirma que en la Iglesia existen el agua y las lgrimas: el agua del bautismo y las lgrimas de la Penitencia.1

    Esta conversin debe estar acompaada del dolor y tristeza saludables que los Padres llamaron animi cruciatus (afliccin del espritu) y compunctio cordis (arrepentimiento del corazn).2 Es la grandeza del amor de Dios que hace con 1 Ep. 41, 12 CEC n. 1429. 2 Cf. Concilio de Trento: DS 16761678; Catecismo Romano 2, 5, 4; CEC n. 1431.

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    que nuestro corazn se estremezca ante el horror y el peso del pecado, que es el mayor mal que puede existir en la creacin pues separa al hombre de su propio Creador. Por eso, el mejor medio para mover el corazn humano a esta necesaria conversin es contemplar el Corazn traspasado de Jess por nuestros pecados.

    Este amor infinito del Padre, invita al hijo a retornar a la casa paterna. 3. Fundamentacin bblica

    a. Lc 15, 11-32 Es conocida la Parbola del Hijo Prdigo, en la cual, al momento en que el

    hijo reconoce sus faltas, es inmediatamente perdonado por el padre y recolocado en su lugar en la familia. Son paralelas a ella la Parbola de la oveja perdida y de la moneda (Lc 15, 1-10). b. Jn 20, 22s

    Jesucristo, el nico hombre que tena, por su personalidad divina, el poder de perdonar los pecados, en el primer encuentro con sus apstoles despus de la Resurreccin sopl sobre ellos y dijo: Reciban al Espritu Santo. Los pecados sern perdonados a los que ustedes se los perdonen, y sern retenidos a los que ustedes se los retengan.

    Consecuentemente: 1) Jess habilita a los apstoles, por un don divino, a perdonar los pecados. 2) Las expresiones pasivas sern perdonados y sern retenidos, indican

    que es Dios quien perdona. 3) En los textos paralelos en que Jess perdona los pecados (Lc 5, 20; 7,

    48), se encuentran las mismas palabras de este mandato, indicando el perdn de los pecados en sentido literal. Aquello que Jess haca cuando estaba en la tierra, deben continuar hacindolo sus ministros.

    4) El soplo individualizado a los Apstoles, indica que el poder es dado slo a ellos y a sus sucesores y no a toda la Iglesia.

    5) Los apstoles reciben un don especial (Reciban el Espritu) para realizar este ministerio singular en la Iglesia.

    6) Para ejercer esta funcin, ellos necesitan conocer los pecados del penitente. Las razones para absolver o no, son de carcter ntimo y personal: verdadero o falso arrepentimiento, propsito de enmienda, etc., que slo pueden ser conocidas por la confesin personal del propio pecador. Por eso la Iglesia dedujo de las palabras de Cristo la obligatoriedad de la confesin de los pecados como condicin para el ejercicio del ministerio del perdn.

    En algunas circunstancias, la Iglesia ha permitido la absolucin sin confesin previa. En estos casos, la confesin no es abolida, sino postergada, pues queda siempre la obligacin de confesar los pecados as perdonados. La confesin es dislocada en el tiempo, puesto que la Iglesia no tiene el poder de extinguir una prctica que es impuesta por derecho divino.

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    7) El pecado quita la paz del alma. El verdadero sentimiento de culpa denota nobleza de carcter y no se disipa sino con la certeza del perdn divino, que ocurre en el Sacramento de la Reconciliacin. La evasin de este sacramento lleva a muchas personas, en nuestros das, a buscar una sustitucin en una confesin psicoanaltica u otras terapias que significan un desnudamiento de la personalidad del paciente delante de un profesional frecuentemente liberal y materialista. Esto, que en algunos casos de enfermedad puede ser una ayuda, no alcanza el fondo del problema que es de ndole tico y religioso.

    8) La direccin espiritual y la confesin sacramental pueden estar separadas una de la otra. La primera es muy buena, pero depende directamente de las cualidades naturales y grado de unin con Dios del director espiritual, mientras que el sacramento no depende de las condiciones personales del ministro.

    9) Para salvaguardar la pureza del sacramento, la Iglesia exige estricto sigilo, que debe ser guardado aun bajo los mayores riesgos o perjuicios.

    Dice el Cdigo de Derecho Cannico: 1388 1. El confesor que viola directamente el sigilo sacramental, incurre en excomunin latae sententiae reservada a la Sede Apostlica; quien lo viola slo indirectamente, ha de ser castigado en proporcin con la gravedad del delito.

    c. Mt 16, 16-19; Mt 18, 18

    Las palabras de Cristo en Jn 20, 22ss, deben ser ledas a la luz de lo que el Seor declara en Mt 16, 16-19 y 18, 18.

    Mt 16, 16-19: Jess promete a Pedro el poder de las llaves del Reino de los cielos, de modo que Todo lo que ates en la tierra, quedar atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedar desatado en el cielo.

    Atar y desatar en lenguaje rabnico significa, en el plan disciplinario, usar de rigor, excomulgar (atar) o usar de blandura, suspender la excomunin (desatar).

    Mt 18, 18: En este texto Jess extiende a los apstoles, en unin con Pedro, el poder de atar y desatar.

    Las facultades concedidas por Jess a Pedro slo y a los once con Pedro, son distintas de las conferidas en Jn 20, 22s. Las palabras atar y desatar dicen respecto al gobierno de la Iglesia en su fuero disciplinario externo, y las de que trata Jn 20, 22s, se refieren al perdn de los pecados, en el fuero interno, de la conciencia. Existe, sin embargo, un paralelo entre estos textos en el sentido de que Jess quiso servirse del ministerio de los hombres para comunicar su gracia y hacer su obra.

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    4. Tipos de pecado

    Es conocida la divisin entre pecados mortales y veniales. Los pecados graves (o mortales) son aquellos que quitan la vida de la gracia santificante e impiden la Comunin Eucarstica. Para eso, deben cumplir con las siguientes condiciones: materia grave, conocimiento pleno y voluntad deliberada. Los pecados veniales son aquellos en que falta una de las tres condiciones.

    La facultad de perdonar pecados no fue limitada por el Seor, pero el Nuevo Testamento menciona la blasfemia contra el Espritu Santo, para la cual no hay perdn (Cf. Mt 12, 31s; Mc 3, 28s; Lc 12,10).

    El pecado contra el Espritu Santo es el rechazo directo a Dios y a su gracia, no encuentra perdn pues es el rechazo del propio perdn. Dios no fuerza al pecador a arrepentirse, sin embargo, si este alcanza a arrepentirse es perdonado.

    1Jn 5, 16: El pecado que conduce a la muerte. El Apstol habla primero del pecado que no conduce a la muerte; es el pecado que lleva a la tibieza y peligros espirituales y el pecado que conduce a la muerte es cerrarse totalmente a la gracia, lo que excluye la conversin.3

    La negacin de la verdad reconocida como tal es considerada como un pecado contra el Espritu Santo y tambin, en cierto sentido, imposible de perdonar, puesto que el pecador no encuentra motivos para arrepentirse, por negar el carcter pecaminoso de su acto. 5. Desarollo histrico

    La administracin del Sacramento de la Reconciliacin fue asumiendo diversas formas hasta el siglo XIII, cuando se fij en el modo del rito actual. Se puede distinguir tres fases en esa evolucin:

    1. Hasta el siglo VI: penitencia nica y pblica. 2. Del siglo VII al XIII: penitencia tarifada. 3. Del siglo XIII a nuestros das: penitencia estrictamente secreta.

    5.1. Hasta el siglo VI

    En esta poca el bautismo era en general recibido en edad adulta, despus de largo catecumenado y deba significar profunda conversin. La vuelta a los pecados anteriores era concebida como resistencia al Espritu Santo. Los pecadores incluidos en la lista de pecados graves, buscaban secretamente al Obispo o al presbtero. El ministro juzgaba si deba ser sometido a la Penitencia sacramental. El pecador era agregado a la categora de los penitentes. El obispo impona las manos, lo revesta de cilicio y lo expulsaba simblicamente de la Iglesia. La comunidad se dispona a acompaar a los penitentes con la oracin y celo fraterno. El perodo de penitencia era proporcional a la gravedad de las faltas cometidas y tena finalidad medicinal: ayunos, limosnas, oraciones y dar sepultura a los muertos. Los penitentes que abandonasen su estado eran excomulgados. 3 Cf. BETTENCOURT, ESTEVO. Curso sobre os Sacramentos. Rio de Janeiro: Mater Ecclesiae, 2002, pp. 145-151.

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    Concluido el largo tiempo de penitencia, la absolucin era realizada en un rito litrgico acompaado de toda la comunidad. El obispo impona las manos sobre los penitentes y profera la oracin sacerdotal. Celebrbase la Eucarista, durante la cual los reconciliados comulgaban. Despus del perdn seguan rigurosos interdictos a los penitentes perdonados.

    La Iglesia antigua administraba una nica vez la Penitencia sacramental. La cada despus de tan rigurosa reconciliacin era considerada seal de nimo dbil. Estos relapsos eran acompaados con la oracin. Se les permita volver a la clase de los penitentes, pero no se les conceda la reconciliacin, ni siquiera en caso de muerte. Algunas veces, si haba dado pruebas de verdadero arrepentimiento, el Obispo permitia la Comunin Eucarstica como vitico in articulo mortis.

    A los clrigos y religiosos no estaba permitido entrar en el orden de los penitentes. Si cometan un pecado grave, eran destituidos de su ministerio y encerrados en un monasterio de clausura por toda la vida.

    Este rigor de la disciplina haca con que los fieles buscasen la penitencia slo al final de la vida. Quien pecase gravemente, buscaba vivir de modo recto y prepararse para recibir la Penitencia en el final de la vida o en el lecho de muerte. La profesin monstica perpetua era tenida como equivalente al proceso de penitencia eclesial, de modo que estos podran recibir la Comunin Eucarstica.

    5.2. Del siglo VII al XIII

    A finales del siglo VI esta situacin era insustentable, lo que determin un cambio en la praxis penitencial. El primer testimonio de esto se encuentra en el Concilio Regional de Toledo (589) que reprocha la actitud de los sacerdotes que concedan el perdn sin los rigores de la penitencia pblica. A pesar de la advertencia del Concilio, la nueva praxis se fue propagando. El Concilio Regional de Chalon-sur-Sane (647-653) aprueba la concesin de la absolucin sacramental cada vez que los penitentes hagan la confesin.

    Esta costumbre proviene de la influencia de los monjes de Gran Bretaa e Irlanda en la primera mitad del siglo VI. En los monasterios de estas islas los monjes haca un tipo de confesin de los pecados graves y de las fallas de la vida espiritual, cuantas veces juzgasen necesarias. Esto rompa con la unicidad de la administracin del sacramento. Sin embargo, segua el rigor de la satisfaccin medicinal. Los monjes irlandeses llevaron al continente europeo sus Libros Penitenciales en que se estipulaba una penitencia correspondiente a cada tipo de pecado, por eso recibi el nombre de penitencia tarifada. Estas penitencias eran rgidas y largas, pudiendo durar aos. La absolucin era concedida despus de la confesin y la penitencia deba ser cumplida despus de la misma, no comportando los interdictos anteriores que marcaban al pecador por toda su vida, estando abierta a los clrigos y a los monjes.

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    Tornndose ms habitual, el ministro qued sendo casi exclusivamente el presbtero, mientras los obispos hacian la reconciliacin solemne de varios penitentes en las grandes fiestas segn la Penitencia cannica que, en cierta medida, continu existiendo hasta el siglo XIII. 5.3. A partir del Siglo XIII

    Hubo diversos abusos en las penitencias tarifadas y sus conmutaciones, por eso, la costumbre cay en desuso. A partir del Siglo XIII, pas a haber en la Iglesia tres categoras de Penitencia:

    1) La pblica y solemne, irrepetible, herencia de la antigedad, reservada a los pecados graves pblicos. En general iba del Mircoles de Ceniza hasta el Jueves Santo.

    2) La penitencia privada, derivada de la influencia de los monjes irlandeses, implicando satisfaccin rigurosa, pero privada.

    3) La penitencia pblica no solemne, o peregrinacin penitencial: en la puerta de la iglesia local, los pecadores recibian las insignias de peregrino y caminaban a un determinado santuario, donde, al llegar, consideraban perdonados los pecados.

    Entre los siglos VII y XIV, la estima a la accin penitencial hizo surgir la confesin a los laicos. En la falta del ministro ordenado, era recomendado acusar sus pecados a amigos, compaeros de viaje o vecinos. Los diconos podan escuchar confesiones, pero no absolver. Esta praxis se basaba en despertar la humillacin y arrepentimiento para alcanzar el perdn de Dios. Santo Toms la consideraba necesaria in articulo mortis, en la ausencia de un ministro ordenado.

    Duns Escoto comenz a impugnar esa prctica, por no tener valor sacramental y por tanto, no podra ser considerada obligatoria.

    El IV Concilio de Letrn (1215) prescribi la obligacin de por lo menos una confesin anual.

    A partir del siglo XIII el rito del sacramento de la Penitencia asumi la forma que tiene en nuestros das, prevaleciendo el nombre de Confesin, puesto que en este siglo mucho se enfatiz el carcter penitencial de la acusacin de los pecados.

    La purificacin de las races del pecado pasa a ser efectuada espontneamente por el penitente, despus de la reconciliacin sacramental. Esta tarea es imprescindible para eliminar el sentimiento desarreglado y con eso estar en condiciones de comparecer delante de Dios. En caso de no conseguir efetuar esta purificacin en la vida presente, tendr que hacerlo en el purgatorio, concesin de la miserciordia divina a la criatura cuyo amor no est purificado. La existencia del purgatorio est atestiguada por las Escrituras (cf. 2Mac 12, 39-45; 1Cor 3, 10-15), definido por el Magisterio y es consecuencia lgica de esta necesidad de purificacin para el convivio con la pureza y la santidad perfectas de Dios.

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    La Introduccin al Ritual de la Penitencia prescribe: La verdadera conversin se realiza con la satisfaccin por los pecados, el cambio de vida y la reparacin de los daos. EI objeto y cuanta de la satisfaccin debe acomodarse a cada penitente, para que as cada uno repare el orden que destruy y sea curado con una medicina opuesta a la enfermedad que le afligi. Conviene, pues, que la pena impuesta sea realmente remedio del pecado cometido y, de algn modo, renueve la vida. As el penitente, olvidndose de lo que queda atrs, se injerta de nuevo en el misterio de la salvacin y se encamina de nuevo hacia los bienes futuros.

    El Cdigo de Derecho Cannico determina: 981 Segn la gravedad y el nmero de los pecados, pero teniendo en cuenta la condicin del penitente, el confesor debe imponer una satisfaccin saludable y conveniente, que el penitente est obligado a cumplir personalmente.

    La conciencia de la hediondez del pecado, tan viva en la antigedad, debe ser mantenida en nuestros das. El pecado grave es una excepcin que debe desaparecer en la vida del discpulo de Cristo. Nadie est llamado a la mediocridad, sino todos estn llamados a la santidad (Cf. LG, c. IV). Por eso el cristiano debe salir del mundo de la tibieza, rechazada por Dios (Ap 3, 16), para buscar, cada vez ms, la perfeccin recibida en el Bautismo. Para esto, es imprescindible contar con la gracia y el auxilio divino. La penitencia es un remedio imprescindible para ejercitar el amor a Dios y extinguir los amores desordenados en el alma del cristiano.

    Conocer la fuerza del amor y el rechazo al pecado de los antiguos cristianos, nos llama a ser verdaderos hijos de los Santos y a no traicionar su linaje. Esta es la gran leccin que la historia del sacramento nos transmite y convoca a reavivar constantemente para sacudir la rutina y sacarnos a nosotros y, por nuestro ejemplo, a los dems, del relativismo y de la mediocridad, llamndonos a una vida cristiana siempre ms coherente con la santidad de Dios.4

    6. Materia y Forma

    6.1. Materia

    De un modo general, se puede decir que la materia (o casi-materia) son los actos del penitente. La forma es la accin de Dios que perdona al pecador, por la absolucin, a travs de la frmula sacramental.

    Los actos del penitente, se pueden dividir en tres partes principales:

    6.1.1. Contricin

    Entre los actos del penitente, la contricin aparece en primer lugar. Es un dolor del alma y una detestacin del pecado cometido con la resolucin de no

    4 Cf. BETTENCOURT, ESTEVO. Op. cit., pp. 153-164.

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    volver a pecar5. La contricin supone un examen de conciencia sincero en que se busca considerar la conducta personal con toda la objetividad con que Dios la considera. Aunque slo los pecados graves son materia obligatoria, mucho se recomienda el examen y la confesin de los pecados veniales, tambin perdonados por la absolucin, siempre acompaada de la gracia sacramental para evitar la recada en el pecado y para la purificacin de sus estigmas.

    El examen debe suscitar la contricin perfecta (por amor a Dios) o por lo menos la atricin (por la fealdad del pecado o temor de las penas), que tambin es un don de Dios. La parbola del Hijo Prdigo nos presenta cmo la atricin, unida al perdn del Padre, alcanza la reconciliacin, pero ella sola no es suficiente para eso.

    El verdadero dolor del pecado debe estar acompaado del propsito sincero de evitar toda ocasin prxima del pecado. 6.1.2. Confesin

    El arrepentimiento lleva a confesar los pecados y reconocerlos delante de Dios, representado por su ministro. El Catesimo puntualiza que esta confesin constituye una parte esencial del sacramento de la Penitencia6. El Concilio de Trento manda confesar todos los pecados graves, segn el nmero, especie y las circunstancias. (DS 1679; 1707s).

    a. Nmero: La repeticin torna ms grave el pecado y puede constituir un vicio o costumbre de pecar.

    b. Especie: Un solo pecado puede tener doble malicia. Por ejemplo el robar un vaso de una tienda o robar un vaso sagrado. El primero es pecado contra el stimo Mandamiento, el segundo es adems un sacrilegio.

    c. Circunstancias: Las circunstancias cambian la gravedad del pecado. No es lo mismo una agresin a un compaero que a un superior, a un sacerdote o a un Obispo. El mal ejemplo dado a otros constituye una circunstancia que cambia sustancialmente un pecado.

    A veces se recomienda incluir en la confesin la acusacin de pecados ya absueltos. Si fueron vlidamente absueltos, estn perdonados, pero la nueva absolucin recae sobre los resquicios del pecado y el desorden consecuente del mismo. La absolucin recae sobre la culpa y comunica la gracia sacramental para extinguir las races del pecado y el desorden remanente. Esta prctica puede no ser recomendable en casos de conciencias escrupulosas y de pecados que hacen retornar recuerdos que perjudican el crecimiento espiritual. Si hay duda sobre la validez de la confesin, conviene hacerlo, pero no estar repetiendo varias veces. El penitente no se limita a recibir la accin litrgica del ministro. Confesndose, l mismo cumple una funcin litrgica con sus actos que tienen un carcter sacramental, por hacer parte de la materia del sacramento.7 5 Concilio de Trento: DS 1676; CEC n. 1451. 6 CEC n. 1456. 7 Cf. ALIADA GIRBES, E. Penitencia. En: BOROBIO, Dionisio (dir.). A celebrao na Igreja. Tomo 2:

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    6.1.3. Satisfaccin

    Es una ayuda medicinal para eliminar todo resquicio del pecado. El pecado tiene dos dimensiones: culpa y pena. La culpa es perdonada por la absolucin sacramental, la pena es perdonada por la virtud y amor a Dios, as como por la satisfacin. La satisfaccin en la praxis actual no atae a los defectos del penitente, sino que simboliza la ascesis que l deber emprender por su propia cuenta para exterminar las races del pecado. Los fieles ms fervorosos pueden pedir al confesor una satisfaccin ms medicinal que la convencional. 6.2. Forma

    La forma es la respuesta de Dios a los actos del penitente. Consiste en la absolucin sacramental, que actualmente utiliza la siguiente frmula:

    Que Dios, Padre misericordioso, que reconcili consigo al mundo por la muerte y la resurreccin de su Hijo y derram el Espritu Santo para la remisin de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdn y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espritu Santo.

    La frmula tiene carcter de una sentencia judicial y por las palabras del ministro, pasa la gracia del perdn de Dios. 7. Ministro

    El Concilio de Trento defini que los ministros de la Reconciliacin son los Obispos y persbteros. Estos, slo pueden ejercer su ministerio de reconciliacin despus de haber recibido de su Obispo la jurisdicin para esto.

    Ciertos pecados especialmente graves estn sancionados con la excomunin que impide la recepcin de los sacramentos y su absolucin slo puede ser concedida por el Papa, por el Obispo del lugar o por sacerdotes autorizados por ellos. En caso de peligro de muerte, todo sacerdote, incluso suspendido de la facultad de or confesiones, puede absolver de cualquier pecado y de toda excomunin.8 8. Modalidades de celebracin

    Actualmente el Sacramento de la Reconciliacin puede ser ministrado de tres maneras: 8.1. Celebracin individual

    Es la forma ordinaria en los ltimos siglos: la acogida, la confesin auricular, la exhortacin, la imposicin de la satisfacin, la absolucin y la despedida. Sacramentos. So Paulo: Loyola, 1993, p. 369. 8 CEC n. 1463.

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    8.2. Celebracin comunitaria con acusacin y absolucin individual

    Esta segunda modalidad consta de la preparacin comunitaria, de acuerdo con el ritual propio. La acusacin y la absolucin son individuales.

    8.3. Confesin y absolucin generales

    Las dos grandes guerras mundiales llevaron a la Santa Sede a conceder que un sacerdote presente a una multitud amenazada por una tragedia, ministre la absolucin colectiva, precedida de la confesin interior y del propsito de confesin individual posterior, en caso de sobrevivir a la catstrofe. Tambin est permitida en casos de grave necesidad, en que no habiendo sacerdotes en nmero suficiente, las personas quedaran por mucho tiempo sin la reconciliacin y la Comunin Eucarstica. Estos casos deben ser decididos por el Obispo, no siendo lcito al sacerdote tomar la iniciativa de la absolucin colectiva.

    Para que la absolucin colectiva sea vlida, se requiere que el fiel est debidamente dispuesto, y tenga el propsito de confesar individualmente lo antes posible.9

    9. Las Indulgencias

    Es la remisin ante Dios de la pena temporal por los pecados ya perdonados. La indulgencia puede ser parcial o plenaria, segn libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente. Todo fiel puede lucrar para s mismo, o aplicar por los difuntos, las indulgencias tanto parciales como plenarias.10

    10. Efectos del sacramento

    El sacramento de la Reconciliacin nos restituye a la gracia de Dios y nos une con l con profunda amistad. Los que reciben el sacramento con corazn contrito tienen como resultado la paz y la tranquilidad de conciencia, a las que acompaa un profundo consuelo, produciendo una verdadera resurreccin espiritual, la restitucin de la dignidad y de los bienes de la vida de los hijos de Dios, as como la reconciliacin con la Iglesia, con efecto vivificante para todo el cuerpo eclesial por la Comunin de los Santos.11

    9 Cf. BETTENCOURT, ESTEVO. Op. cit., p. 169. 10 Cf. CEC n. 1471. 11 Cf. CEC ns. 1468-1469.