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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año XLVII, número 12 (2.407) Ciudad del Vaticano 20 de marzo de 2015 Al iniciar el tercer año de pontificado el Papa Francisco anuncia un jubileo extraordinario Bajo el signo de la misericordia El tercer año del pontificado del Papa Francisco se abrió bajo el signo de la misericor- dia. El viernes 13 de marzo, por la tarde, aniversario de su elección, durante la celebra- ción penitencial presidida en la basílica vaticana, el Papa anunció un Año santo de la misericordia. Además, tuvo lugar el rito de la reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución individual; celebrada, como el año pasado, en vísperas del cuarto domingo de Cuaresma, dedicado de modo especial la misericordia de Dios Padre. El Jubileo extraordinario iniciará en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de este año y concluirá el 20 de noviembre de 2016, domingo de Nuestro Señor Jesucristo Rey del universo. La organización del Año jubilar se encomendó al Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización. PÁGINAS 6 Y 7 Lo que nos cambia En el Ángelus el dolor del Pontífice por las tragedias de los cristianos en Pakistán La persecución que el mundo oculta El grito de dolor del Papa por la enésima masa- cre de cristianos, provocada en Pakistán por los ataques terroristas contra dos iglesias en Lahore, resonó en el Ángelus del domingo 15 de marzo. Al dirigirse a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro el Pontífice denunció la indiferen- cia del mundo ante el drama de las persecucio- nes que golpean a los creyentes y pidió el fin de las violencias en el país asiático y en todos lo países donde «los cristianos son perseguidos, nuestros hermanos derraman la sangre sólo por ser cristianos». PÁGINA 2 Cómo leer la exhortación apostólica «Evangelii gaudium» Un desafío importante En muchos aspectos el anuncio de un Año santo extraordinario no hace más que confirmar lo que el Papa había escrito en su carta programática Evangelii gaudium: «La Iglesia en salida es la co- munidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan... y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos pa- ra invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimen- tado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a primerear!» (n. 24). Esta es la iniciativa que el Papa Francisco asumió y que arrastra consigo a toda la Iglesia en una aventura de contemplación y oración, de con- versión y peregrinación, de compromiso y testimo- nio, de fantasía de la caridad vivida por doquier. Una iniciativa ya prefigurada desde su primer Án- SIGUE EN LA PÁGINA 8 VÍCTOR MANUEL FERNÁNDEZ Publicamos algunos pasajes de la «Guía breve para aplicar Evan- gelii gaudium» (Buenos Aires, 2014) del arzobispo rector de la Pontificia universidad católica Santa María de los Buenos Ai- res. El Papa Francisco nos ha plan- teado un desafío importante. RINO FISICHELLA Un Año santo de la misericordia. No es impropio sostener que el Papa Francisco hizo de la misericordia su programa de pontifi- cado. Este Jubileo aunque llega de modo repentino no es, de hecho, algo inespera- do. Llega en el segun- do aniversario de la elección de Jorge Ma- rio Bergoglio como Sucesor de Pedro. SIGUE EN LA PÁGINA 2 Nos dijo que Evangelii gau- dium no es un documento más, porque tiene un «sentido programático» (25). ¿Qué sig- nifica esto? Que no es un do- cumento para estudiar y co- mentar, o para tomarlo sola- mente como una inspiración o una motivación. Es un «pro- grama» de trabajo para todos los católicos y para todas nues- tras comunidades. ¿Se nota en nuestras dióce- sis y parroquias que nos hemos tomado en serio este programa que nos presenta Francisco? Si así fuera, tendrían que verse cambios importantes, tendría que llamarnos la atención la renovación, la vida y el dina- mismo novedoso de nuestras comunidades. De hecho, el Pa- En el funeral de las víctimas del atentado (Epa/Rahat Dar)

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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00

L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año XLVII, número 12 (2.407) Ciudad del Vaticano 20 de marzo de 2015

Al iniciar el tercer año de pontificado el Papa Francisco anuncia un jubileo e x t r a o rd i n a r i o

Bajo el signo de la misericordia

El tercer año del pontificado del Papa Francisco se abrió bajo el signo de la misericor-dia. El viernes 13 de marzo, por la tarde, aniversario de su elección, durante la celebra-ción penitencial presidida en la basílica vaticana, el Papa anunció un Año santo de lamisericordia. Además, tuvo lugar el rito de la reconciliación de varios penitentes conconfesión y absolución individual; celebrada, como el año pasado, en vísperas delcuarto domingo de Cuaresma, dedicado de modo especial la misericordia de DiosPa d re .

El Jubileo extraordinario iniciará en la solemnidad de la Inmaculada Concepción deeste año y concluirá el 20 de noviembre de 2016, domingo de Nuestro Señor JesucristoRey del universo. La organización del Año jubilar se encomendó al Consejo pontificiopara la promoción de la nueva evangelización.

PÁGINAS 6 Y 7

Lo que nos cambia

En el Ángelus el dolor del Pontífice por las tragedias de los cristianos en Pakistán

La persecución que el mundo ocultaEl grito de dolor del Papa por la enésima masa-cre de cristianos, provocada en Pakistán por losataques terroristas contra dos iglesias en Lahore,resonó en el Ángelus del domingo 15 de marzo.

Al dirigirse a los fieles reunidos en la plazade San Pedro el Pontífice denunció la indiferen-cia del mundo ante el drama de las persecucio-nes que golpean a los creyentes y pidió el fin delas violencias en el país asiático y en todos lopaíses donde «los cristianos son perseguidos,nuestros hermanos derraman la sangre sólo porser cristianos».

PÁGINA 2

Cómo leer la exhortación apostólica «Evangelii gaudium»

Un desafío importante

En muchos aspectos el anuncio de un Año santoextraordinario no hace más que confirmar lo queel Papa había escrito en su carta programáticaEvangelii gaudium: «La Iglesia en salida es la co-munidad de discípulos misioneros que primerean,que se involucran, que acompañan, que fructificany festejan... y, por eso, ella sabe adelantarse, tomarla iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar alos lejanos y llegar a los cruces de los caminos pa-ra invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotablede brindar misericordia, fruto de haber experimen-tado la infinita misericordia del Padre y su fuerzadifusiva. ¡Atrevámonos un poco más a primerear!»(n. 24). Esta es la iniciativa que el Papa Franciscoasumió y que arrastra consigo a toda la Iglesia enuna aventura de contemplación y oración, de con-versión y peregrinación, de compromiso y testimo-nio, de fantasía de la caridad vivida por doquier.Una iniciativa ya prefigurada desde su primer Án-

SIGUE EN LA PÁGINA 8

VÍCTOR MANUEL FERNÁNDEZ

Publicamos algunos pasajes de la«Guía breve para aplicar Evan-gelii gaudium» (Buenos Aires,2014) del arzobispo rector de laPontificia universidad católicaSanta María de los Buenos Ai-re s .

El Papa Francisco nos ha plan-teado un desafío importante.

RINO FISICHELLA

Un Año santo de lamisericordia. No esimpropio sostener queel Papa Francisco hizode la misericordia suprograma de pontifi-cado. Este Jubileoaunque llega de modorepentino no es, dehecho, algo inespera-do. Llega en el segun-do aniversario de laelección de Jorge Ma-rio Bergoglio comoSucesor de Pedro.

SIGUE EN LA PÁGINA 2

Nos dijo que Evangelii gau-dium no es un documentomás, porque tiene un «sentidoprogramático» (25). ¿Qué sig-nifica esto? Que no es un do-cumento para estudiar y co-mentar, o para tomarlo sola-mente como una inspiración ouna motivación. Es un «pro-grama» de trabajo para todoslos católicos y para todas nues-tras comunidades.

¿Se nota en nuestras dióce-sis y parroquias que nos hemostomado en serio este programaque nos presenta Francisco? Siasí fuera, tendrían que versecambios importantes, tendríaque llamarnos la atención larenovación, la vida y el dina-mismo novedoso de nuestrascomunidades. De hecho, el Pa-

En el funeral de las víctimas del atentado (Epa/Rahat Dar)

L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 20 de marzo de 2015, número 12

En el Ángelus del 15 de marzo el Papa recuerda a los cristianos víctimas de los atentados en Pakistán

La persecución que el mundo oculta

Un desafío importante

pa dice que lo que él nos planteaen Evangelii gaudium tiene «conse-cuencias importantes» (25).

Pero él avanza más todavía, deuna manera muy práctica, y nos di-ce que no nos conformemos conponernos algunos objetivos para re-novar nuestras comunidades sinoque hay que «poner los medios ne-cesarios» (25), porque no podemos«dejar las cosas como están» (25).Una nueva opción misionera tieneque ser «capaz de transformarlo to-do». (27).

Este pedido es muy claro e insis-tente, pero a veces parece que estu-viéramos como adormecidos, enre-dados en miles de cosas secundariasy descuidando lo más importante.Algunos laicos más generosos y en-tusiastas suelen lamentar que no lo-gramos reaccionar ante lo que elEspíritu Santo nos está pidiendo através del Papa. Les duele que nose vean reacciones en algunos obis-pos, en sacerdotes ni en muchoslaicos que trabajan en parroquias,movimientos e instituciones católi-cas.

El reclamo del Papa es muy pro-fundo. Es como si nos dijera:«¡despierten!». «El mundo se nosescapa, la gente se aleja, muchos vi-ven sin el amor y la luz de Jesucris-

to. No sigamos perdiendo el tiem-po en cosas secundarias. ¡Entremosen un estado de misión, de búsque-da, de salida, de cercanía con to-dos! ¡Que nadie se quede sin escu-char de forma directa el anuncio deun Dios que ama, que salva, que vi-ve! ¡No nos quedemos encerrados,salgamos!».

Si realmente escuchamos ese pe-dido, despertamos y reaccionamos,no se trata sólo de cambiar algunascositas. El Papa dice que hace falta«transformarlo todo» (27) para laevangelización del mundo actual.No nos pide que organicemos algu-na misión cada tanto, sino que en-tremos en un «estado permanentede misión» (25).

En el punto 8 se va al centro, yallí dice cómo se alcanza la alegríamás bella: sólo gracias al encuentrocon el amor de Dios «somos resca-tados de nuestra conciencia aisladay de autorreferencialidad. Llegamosa ser plenamente humanos cuandosomos más que humanos, cuando lepermitimos a Dios que nos llevemás allá de nosotros mismos paraalcanzar nuestro ser más verdadero.Allí está el manantial de la acciónevangelizadora» (8).

La autorreferencialidad es estarpendiente de uno mismo, de laspropias necesidades y los propios

proyectos, sin pensar en los demásy en la gloria de Dios. La «concien-cia aislada» es no dejarse tocar porel amor de Dios, y entonces vivirencerrado en la propia insatisfac-ción y en las propias ideas. Todoeso se resume en lo que el Papa lla-ma la «mundanidad espiritual»,porque nos volvemos egoístas y va-nidosos pero creemos que somosespirituales.

Pero hay que descubrir cuál es lapropuesta positiva para romper esosvicios: la salida de sí. Es decir, quenos abrazamos al amor del Señor yle permitimos que nos saque másallá de nosotros mismos, para vol-vernos cercanos a todos y llenos demisericordia. Aplicando esto a laIglesia, aquí está el punto de parti-da de la evangelización. La Iglesiatambién debe salir de sí, y eso es lamisión. En el punto 9, retoma unviejo principio: «el bien siempretiende a comunicarse». Si uno real-mente se ha dejado transformar porDios, ese bien que recibió busca lle-gar a otros, comunicarse, compartir-se. Si lo hacemos somos felices ynos realizamos como personas. Sinos encerramos en nosotros mis-mos, perdemos vida, alegría y felici-dad.

teología: Dios nos ama con amor gra-tuito y sin medida.

Así nos ama Dios y este amorDios lo demuestra ante todo en lacreación, como proclama la liturgia,en la Plegaria eucarística I V: «A ima-gen tuya creaste al hombre y le en-comendaste el universo entero, paraque, sirviéndote sólo a ti, su Crea-dor, dominara todo lo creado». Enel origen del mundo está sólo elamor libre y gratuito del Padre. SanIreneo un santo de los primeros si-glos escribe: «Dios no creó a Adánporque tenía necesidad del hombre,sino para tener a alguien a quien do-nar sus beneficios» (Adversus haere-ses, I V, 14, 1). Es así, el amor de Dioses así.

«Que esta persecución contra loscristianos, que el mundo busca ocultar,acabe y haya paz»: a los fielesreunidos en la plaza de San Pedroel domingo 15 de marzo, el Pontíficerecordó «con mucho dolor» losatentados en Lahore, Pakistán.El Papa Francisco rezó por lasvíctimas y los familiares a la hora delÁngelus, durante el cual, al comentarel Evangelio del cuarto domingo deCuaresma, afirmó que «Dios nos amacon amor gratuito y sin medida»:esta es, dijo al iniciar la reflexión,«la expresión más sencilla que resumetodo el Evangelio, toda la fe, toda lateología».

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

El Evangelio de hoy nos vuelve aproponer las palabras que Jesús diri-gió a Nicodemo: «Tanto amó Diosal mundo, que entregó a su Unigé-nito» (Jn 3, 16). Al escuchar estaspalabras, dirijamos la mirada denuestro corazón a Jesús Crucificadoy sintamos dentro de nosotros queDio nos ama, nos ama de verdad, ynos ama en gran medida. Esta es laexpresión más sencilla que resumetodo el Evangelio, toda la fe, toda la

Continúa así la Plegaria eucarísti-ca I V: «Y cuando por desobedienciaperdió tu amistad, no lo abandonas-te al poder de la muerte, sino que,compadecido, tendiste la mano a to-dos». Vino con su misericordia. Co-mo en la creación, también en lasetapas sucesivas de la historia de lasalvación destaca la gratuidad delamor de Dios: el Señor elige a supueblo no porque se lo merezca, sinoporque es el más pequeño entre todoslos pueblos, como dice Él. Y cuandollega «la plenitud de los tiempos», apesar de que los hombres en más deuna ocasión quebrantaron la alianza,Dios, en lugar de abandonarlos, es-trechó con ellos un vínculo nuevo,en la sangre de Jesús —el vínculo dela nueva y eterna alianza—, un vín-

culo que jamás nada lo podrá rom-p er.

San Pablo nos recuerda: «Dios, ri-co en misericordia, —nunca olvidar-lo, es rico en misericordia— por elgran amor con que nos amó, estan-do nosotros muertos por los peca-dos, nos ha hecho revivir con Cris-to» (Ef 2, 4-5). La Cruz de Cristo esla prueba suprema de la misericordiay del amor de Dios por nosotros: Je-sús nos amó «hasta el extremo» (Jn13, 1), es decir, no sólo hasta el últi-mo instante de su vida terrena, sinohasta el límite extremo del amor. Sien la creación el Padre nos dio laprueba de su inmenso amor dándo-nos la vida, en la pasión y en lamuerte de su Hijo nos dio la pruebade las pruebas: vino a sufrir y morirpor nosotros. Así de grande es lamisericordia de Dios: Él nos ama,nos perdona; Dios perdona todo yDios perdona siempre.

Que María, que es Madre de mi-sericordia, nos ponga en el corazónla certeza de que somos amados porDios; nos sea cercana en los momen-tos de dificultad y nos done los sen-timientos de su Hijo, para que nues-tro itinerario cuaresmal sea experien-cia de perdón, acogida y caridad.

Al término de la oración marianael Papa expresó también su cercanía ala población de Vanuatu, en el OcéanoPacífico, azotada por un fuerte ciclón,asegurando oraciones «por los difuntos,los heridos y los sin techo»y agradeciendo a quienesse movilizaron para llevar socorro.

Queridos hermanos y hermanas:Con dolor, con mucho dolor, reci-

bí la noticia de los atentados terro-ristas de hoy contra dos iglesias enla ciudad de Lahore en Pakistán,que provocaron numerosos muertosy heridos. Son iglesias cristianas.Los cristianos son perseguidos.Nuestros hermanos derraman la san-gre sólo porque son cristianos.Mientras aseguro mi oración por lasvíctimas y por sus familias, pido alSeñor, imploro del Señor, fuente detodo bien, el don de la paz y la con-cordia para ese país. Que esta perse-cución contra los cristianos, que elmundo busca ocultar, termine y lle-gue la paz.

Dirijo un cordial saludo a voso-tros fieles de Roma y a vosotros lle-gados de muchas partes del mundo.

Estoy cercano a la población deVanuatu, en el Océano Pacífico, azo-tada por un fuerte ciclón. Rezo porlos difuntos, los heridos y los sin te-cho. Doy las gracias a quienes semovilizaron inmediatamente parallevar socorro y ayudas.

A todos vosotros os deseo un felizdomingo. Por favor, no os olvidéisde rezar por mí. ¡Buen almuerzo yhasta la vista!

VIENE DE LA PÁGINA 1

número 12, viernes 20 de marzo de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

El Pontífice recuerda que no hay ningún pecado que Dios no pueda perdonar

La fiesta del abrazoTodos deberían salir del confesionario con la felicidad en el corazón

«Vivir el sacramento como medio paraeducar en la misericordia; dejarseeducar por lo que celebramos; custodiarla mirada sobrenatural»: son las «tresexigencias» del ministerio de lareconciliación indicadas por el PapaFrancisco a los nuevos sacerdotes y losseminaristas participantes en el cursosobre el fuero interno organizado porla Penitenciaría apostólica. Durante laaudiencia, celebrada el jueves 12 demarzo, por la mañana, en la salaClementina, el Pontífice destacó quela confesión «no debe ser una“t o r t u ra ”, sino que todos deberían salirdel confesionario con la felicidaden el corazón».

Queridos hermanos:Me alegra de manera especial, en

este tiempo de Cuaresma, encontrar-me con vosotros con ocasión delcurso anual sobre el fuero internoorganizado por la Penitenciaríaapostólica. Dirijo un saludo cordialal cardenal Mauro Piacenza, peni-tenciario mayor, y le agradezco susamables palabras. Le doy las graciaspor las felicitaciones que me ha ex-presado, pero también quiero com-partir otro aniversario: además delde mañana, dos años de pontificado,hoy se cumple el 57º aniversario demi entrada en la vida religiosa. Re-zad por mí. Saludo al regente, mon-señor Krzysztof Nykiel, a los prela-dos, a los oficiales y al personal dela Penitenciaría, a los colegios de pe-nitenciarios ordinarios y extraordina-rios de las basílicas papales in Urbe,y a todos los participantes en el cur-so, cuyo fin pastoral es ayudar a losnuevos sacerdotes y a los candidatosal orden sagrado a administrar recta-mente el sacramento de la Reconci-liación. Como sabemos, los sacra-mentos son el lugar de la cercanía yde la ternura de Dios por los hom-bres; son el modo concreto que Diosha pensado, ha querido para salir anuestro encuentro, para abrazarnossin avergonzarse de nosotros y denuestro límite.

Entre los sacramentos, ciertamenteel de la Reconciliación hace presentecon especial eficacia el rostro miseri-cordioso de Dios: lo hace concreto ylo manifiesta continuamente, sinpausa. No lo olvidemos nunca, co-mo penitentes o como confesores:no existe ningún pecado que Diosno pueda perdonar. Ninguno. Sólolo que se aparta de la misericordiadivina no se puede perdonar, comoquien se aleja del sol no se puedeiluminar ni calentar.

A la luz de este maravilloso donde Dios, quiero poner de relieve tresexigencias: vivir el sacramento comomedio para educar en la misericor-dia, dejarse educar por lo que cele-bramos y custodiar la mirada sobre-natural.

1. Vivir el sacramento como mediopara educar en la misericordia, signi-fica ayudar a nuestros hermanos aexperimentar la paz y la compren-sión, humana y cristiana. La confe-sión no debe ser una «tortura», sinoque todos deberían salir del confe-sionario con la felicidad en el cora-

corazón, incluso al corazón del con-fesor. De esta manera nosotros, sa-cerdotes, hacemos crecer la relaciónpersonal con Dios, para que su reinode amor y de paz se dilate en los co-razones.

Muchas veces se confunde la mi-sericordia con el hecho de ser confe-sor «de manga ancha». Pero pensaden esto: ni un confesor de mangaancha ni un confesor rígido es mise-ricordioso. Ninguno de los dos. Elprimero, porque dice: «Sigue ade-lante, esto no es pecado, sigue, si-gue». El otro, porque dice: «No, laley dice…». Pero ninguno de los dostrata al penitente como hermano, lotoma de la mano y lo acompaña ensu camino de conversión. Uno dice:«Ve tranquilo, Dios perdona todo.Ve, ve». El otro dice: «No, la ley di-ce no». En cambio, el misericordiosolo escucha, lo perdona, pero se hacecargo de él y lo acompaña, porquela conversión comienza hoy —qui-zá—, pero debe proseguir con la per-severancia… Lo toma sobre sí, comoel buen Pastor que va a buscar laoveja perdida y la toma sobre sí. Pe-ro no hay que confundirse: esto esmuy importante. Misericordia signi-fica hacerse cargo del hermano o dela hermana y ayudarles a caminar.No decir «¡ah, no, sigue, sigue!», ola rigidez. Esto es muy importante.¿Y quién puede hacer esto? El con-fesor que reza, el confesor que llora,el confesor que sabe que es más pe-cador que el penitente, y si no harealizado la cosa fea que dice el pe-nitente, es por pura gracia de Dios.

de conversión. Personas que desdehace meses, a veces años, han estadobajo el dominio del pecado y que,como el hijo pródigo, vuelven en síy deciden levantarse y regresar a lacasa del Padre (cf. Lc 15, 17) para im-plorar su perdón. ¡Qué hermoso esacoger a estos hermanos y hermanasarrepentidos con el abrazo de bendi-ción del Padre misericordioso, quetanto nos ama y hace fiesta por cadahijo que con todo el corazón vuelvea Él.

¡Cuánto podemos aprender de laconversión y del arrepentimiento denuestros hermanos! Nos impulsan aque también nosotros hagamos unexamen de conciencia: yo, sacerdote,¿amo así al Señor, como esta ancia-na? Yo, sacerdote, que he sido cons-tituido ministro de su misericordia,¿soy capaz de tener la misericordiaque hay en el corazón de este peni-tente? Yo, confesor, ¿estoy dispuestoal cambio, a la conversión, como es-te penitente, a quien debo servir?Muchas veces nos edifican estas per-sonas, nos edifican.

3. Cuando se escuchan las confe-siones sacramentales de los fieles espreciso tener siempre la mirada inte-rior dirigida al cielo, a lo sobrenatu-ral. Ante todo, debemos reavivar ennosotros la conciencia de que nadieejerce dicho ministerio por méritopropio, ni por sus propias compe-tencias teológicas o jurídicas, ni porsu propio trato humano o psicológi-co. Todos hemos sido constituidosministros de la reconciliación porpura gracia de Dios, gratuitamente y

las juzgues y seas más importanteque ellas; lo haré para que sientasvergüenza, para que te avergüencesde lo que has hecho». La experien-cia de la vergüenza: al escuchar estepecado, esta alma que se arrepientecon tanto dolor o con tanta delica-deza de conciencia, ¿soy capaz deavergonzarme de mis pecados? Y es-ta es una gracia. Somos ministros dela misericordia gracias a la misericor-dia de Dios; jamás debemos perderesta mirada sobrenatural, que noshace verdaderamente humildes, aco-gedores y misericordiosos con cadahermano y hermana que pide confe-sarse. Y si no he hecho esto, si nohe cometido ese pecado feo o no es-toy en la cárcel, es por pura graciade Dios, solamente por eso. No pormérito propio. Y esto debemos sen-tirlo en el momento de la adminis-tración del sacramento. También elmodo de escuchar la acusación delos pecados debe ser sobrenatural:escuchar de modo sobrenatural, demodo divino; respetuoso de la digni-dad y de la historia personal de cadauno, de manera que pueda compren-der qué quiere Dios de él o de ella.Por eso la Iglesia está llamada a«iniciar a sus hermanos —s a c e rd o t e s ,religiosos y laicos— en este “arte delacompañamiento”, para que todosaprendan siempre a quitarse las san-dalias ante la tierra sagrada delotro» (Exhortación apostólica Evan-gelii gaudium, 169). También el peca-dor más grande, que se presenta a

zón, con el rostro resplandeciente deesperanza, aunque a veces —lo sabe-mos— humedecido por las lágrimasde la conversión y de la alegría quederiva de ella (cf. Exhortación apos-tólica Evangelii gaudium, 44). El sa-cramento, con todos los actos delpenitente, no debe convertirse en unpesado interrogatorio, fastidioso eindiscreto. Al contrario, debe ser unencuentro liberador y rico de huma-nidad, a través del cual se puedeeducar en la misericordia, que no ex-cluye, sino que más bien comprendeel justo compromiso de reparar, enla medida de las posibilidades, elmal cometido. Así, el fiel se sentiráinvitado a confesarse frecuentemen-te, y aprenderá a hacerlo del mejormodo posible, con la delicadeza deconciencia que hace tanto bien al

Misericordioso es estar cerca yacompañar el proceso de conversión.

2. Y es precisamente a vosotros,confesores, que os digo: Dejaos edu-car por el sacramento de la reconci-liación. Segundo punto. ¡Cuántasveces nos sucede que escuchamosconfesiones que nos edifican! Her-manos y hermanas que viven unaauténtica comunión personal y ecle-

por amor, más aún, precisamentepor misericordia. Yo que he hechoesto, lo otro y lo de más allá, ahoradebo perdonar… Me viene a la me-moria el pasaje final de Ezequiel 16,cuando el Señor reprocha con pala-bras muy fuertes la infidelidad de supueblo. Pero al final, dice: «Te per-donaré y te pondré sobre tus herma-nas —las otras naciones— para que

sial con el Señor y un amorsincero a los hermanos. Al-mas sencillas, almas de po-bres de espíritu, que seabandonan totalmente alSeñor, que se fían de laIglesia y, por eso, tambiéndel confesor. También nosocurre a menudo que asisti-mos a verdaderos milagros

SIGUE EN LA PÁGINA 8

página 4 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 20 de marzo de 2015, número 12

Con los obispos de Corea el Papa recuerda el viaje del año pasado al país asiático

Memoria, jóvenes, misiónY desea el crecimiento de la pequeña comunidad de la Iglesia en Mongolia

«La memoria, los jóvenes y la misiónde confirmar a nuestros hermanos ynuestras hermanas en la fe»: estasfueron las tres líneas directrices de lareflexión que el Papa Franciscopresentó a los obispos de Corea alrecibirlos el jueves 12 de marzo, por lamañana, con ocasión de su visita «adlimina». Publicamos la traducción deldiscurso que el Pontífice les entregó enlengua inglesa.

Queridos hermanos obispos:Es una gran alegría para mí daros

la bienvenida mientras realizáis vues-tra visita «ad limina Apostolorum»para rezar ante las tumbas de lossantos Pedro y Pablo y reforzar losvínculos de amistad y comunión quenos unen. Rezo para que estos díassean una ocasión de gracia y renova-ción en vuestro servicio a Cristo y asu Iglesia.

Agradezco al arzobispo Kim lasafectuosas palabras de saludo que hapronunciado en vuestro nombre y enel de toda la Iglesia en Corea y enMongolia. Vuestra presencia hoy metrae a la memoria los hermosos re-cuerdos de mi reciente visita a Co-rea, donde experimenté personal-mente la bondad del pueblo corea-no, que me acogió con tanta genero-sidad y compartió conmigo las ale-grías y las tristezas de su vida. Mivisita a vuestro país seguirá siendopara mí un incentivo duradero en miministerio al servicio de la Iglesiauniversal.

Durante mi visita tuvimos laoportunidad de reflexionar sobre lavida de la Iglesia en Corea y, en par-ticular, sobre nuestro ministerio epis-copal al servicio del pueblo de Diosy de la sociedad. Deseo proseguiresa reflexión con vosotros hoy, des-tacando tres aspectos de mi visita: lamemoria, los jóvenes y la misión deconfirmar a nuestros hermanos ynuestras hermanas en la fe. Tambiénquiero compartir estas reflexionescon la Iglesia en Mongolia. Aunsiendo una pequeña comunidad enun territorio vasto, es como el granode mostaza, que es promesa de laplenitud del reino de Dios (cf. Mt13, 31-32). Ojalá que estas reflexionesincentiven el crecimiento constantede ese grano y alimenten el rico sue-lo de la fe del pueblo de Mongolia.

Para mí, uno de los momentosmás hermosos de la vista a Coreafue la beatificación de los mártiresPaul Yun Ji-chung y compañeros.Incluyéndolos entre los beatos, ala-bamos a Dios por las innumerablesgracias que derramó en la Iglesia enCorea en su infancia, y también di-mos gracias por la respuesta fiel da-da a estos dones de Dios. Ya antesde que su fe se manifestara plena-mente en la vida sacramental de laIglesia, estos primeros cristianos co-reanos no sólo habían alimentado surelación personal con Jesús, sino quetambién la habían llevado a otros,prescindiendo de la clase o posiciónsocial, y habían vivido en una comu-nidad de fe y caridad como los pri-meros discípulos del Señor (cf. Hch4, 32). «Estaban dispuestos a gran-

caridad y al sacrificio. Las leccionesque impartieron pueden aplicarse demodo particular a nuestro tiempo enel que, a pesar de los numerososprogresos realizados en la tecnologíay en la comunicación, las personasestán cada vez más aisladas y las co-munidades más debilitadas. Qué im-portante es, pues, que trabajéis juntocon los sacerdotes, los religiosos ylas religiosas y los líderes laicos devuestras diócesis para garantizar quelas parroquias, las escuelas y los cen-tros de apostolado sean auténticoslugares de encuentro: encuentro conel Señor, que nos enseña cómo amary abre nuestros ojos a la dignidad decada persona, y encuentro de unoscon otros, especialmente con los po-bres, los ancianos y las personas ol-vidadas en medio de nosotros.Cuando encontramos a Jesús y ex-perimentamos su compasión por no-sotros, nos convertimos en testigoscada vez más convincentes de su po-der salvífico; compartimos más fácil-mente nuestro amor por Él y los do-nes con los que hemos sido bendeci-dos. Nos convertimos en un sacrifi-cio vivo, entregados a Dios y a losdemás por amor (cf. Rm 12, 1, 9-10).

Mi pensamiento se dirige ahora avuestros jóvenes, que con fuerza de-sean llevar adelante la herencia devuestros antepasados. Están al co-

verdad de Jesucristo con claridad yde un modo que puedan compren-der. También ponen a prueba la au-tenticidad de nuestra fe y de nuestrafidelidad. Aunque prediquemos aCristo y no a nosotros mismos, esta-mos llamados a ser un ejemplo parael pueblo de Dios (cf. 1 P 5, 3) a finde atraer a las personas hacia Él.Los jóvenes nos llamarán inmediata-mente al orden a nosotros y a laIglesia, si nuestra vida no reflejanuestra fe. Al respecto, su honradezpuede ayudarnos precisamente mien-tras tratamos de impulsar a los fielesa manifestar la fe en su vida diaria.

Mientras reflexionáis sobre la vidade vuestras diócesis, mientras formu-láis y revéis vuestros planes pastora-les, os exhorto a tener presentes alos jóvenes a quienes servís. Vedloscomo interlocutores para «edificaruna Iglesia más santa, más misioneray humilde […], una Iglesia que amay adora a Dios, que intenta servir alos pobres, a los que están solos, alos enfermos y a los marginados»(Homilía en el castillo de Haemi, 17de agosto de 2014). Estad cerca deellos y mostradles que os preocupáispor ellos y comprendéis sus necesi-dades. Esta cercanía no sólo reforza-rá las instituciones y las comunida-des de la Iglesia, sino que tambiénos ayudará a comprender las dificul-

tades que ellos y sus familias experi-mentan en la vida diaria en la socie-dad. De este modo, el Evangelio pe-netrará cada vez más profundamenteen la vida, tanto de la comunidadcatólica como de la sociedad en suconjunto. A través de vuestro servi-cio a los jóvenes, la Iglesia llegará aser esa levadura en el mundo que elSeñor nos llama a ser (cf. Mt 13, 33).

Mientras os preparáis para volvera vuestras Iglesias locales, ademásde alentaros en vuestro ministerio yconfirmaros en vuestra misión, os pi-do, sobre todo, que seáis servidoresprecisamente como Cristo, que vinoa servir y no a ser servido (cf. Mt20, 28). Nuestra vida es una vida deservicio, entregada libremente porcada alma confiada a nuestro cuida-do, sin excepción. Comprobé estoen vuestro servicio generoso y al-truista a vuestra gente, que se mani-fiesta de modo particular en vuestroanuncio de Jesucristo y en la entregade vosotros mismos, que renováis ca-da día. «Anunciar a Cristo significamostrar que creer en Él y seguirlono es sólo algo verdadero y justo, si-no también bello, capaz de colmarla vida de un nuevo resplandor y deun gozo profundo, aun en medio delas pruebas» (Evangelii gaudium,167).

Con este espíritu de servicio, sedsolícitos unos con otros. A través devuestra colaboración y vuestro apoyofraterno, fortaleceréis la Iglesia enCorea y en Mongolia, y llegaréis aser cada vez más eficaces al procla-mar a Cristo. Estad cerca de vues-tros sacerdotes: sed verdaderos pa-dres que no sólo quieren exhortarlosy corregirlos, sino sobre todo acom-pañarlos en sus dificultades y ale-grías. Acercaos también a los nume-rosos religiosos y religiosas, cuyaconsagración enriquece y sostienecada día la vida de la Iglesia, puestoque ofrecen a la sociedad un signovisible del nuevo cielo y de la nuevatierra (cf. Ap 21, 1-2). Con estosobreros comprometidos en la viñadel Señor, junto con todos los fieleslaicos, edificad a partir de la heren-cia de vuestros antepasados y ofre-ced al Señor un sacrificio digno parahacer más profundas la comunión yla misión de la Iglesia en Corea y enMongolia.

Deseo expresar de modo particu-lar mi aprecio a la comunidad católi-ca en Mongolia por sus esfuerzos enedificar el reino de Dios. Que sigasiendo fervorosa en la fe, siempreconfiada en que la fuerza santifica-dora del Espíritu Santo obra en ellacomo discípula misionera (cf. Evan-gelii gaudium, 119).

Queridos hermanos obispos: Conrenovada gratitud por el testimonioduradero de las comunidades cristia-nas en Corea y en Mongolia, os ase-guro mis constantes oraciones y micercanía espiritual. Os encomiendo atodos a la intercesión de María, Ma-dre de la Iglesia, y os imparto debuen grado mi bendición apostólicaa vosotros y a todos los que han si-do confiados a vuestra atención pas-toral.

des sacrificios y a despojarse de todolo que pudiera apartarles de Cristo[…]: sólo Cristo era su verdadero te-soro» (Homilía en Seúl, 16 de agostode 2014). Su amor a Dios y al próji-mo se realizó en el acto final de en-tregar su propia vida, regando consu sangre el semillero de la Iglesia.

Aquella primera comunidad hadejado a vosotros y a toda la Iglesiaun hermoso testimonio de vida cris-tiana: «Su rectitud en la búsquedade la verdad, su fidelidad a los másaltos principios de la religión queabrazaron, así como su testimoniode caridad y solidaridad para contodos» (ibídem). Su ejemplo es unaescuela que puede enseñarnos a sertestigos cristianos cada vez más fie-les, llamándonos al encuentro, a la

mienzo de su vida y llenos de espe-ranzas, promesas y posibilidades.Fue una alegría para mí estar conlos jóvenes de Corea y de toda Asia,que se reunieron para la Jornada dela juventud asiática, y experimentarsu apertura a Dios y a los demás.Precisamente como el testimonio delos primeros cristianos nos invita aser solícitos unos con otros, así tam-bién nuestros jóvenes nos desafían aescucharnos unos a otros. Sé que envuestras diócesis, parroquias e insti-tuciones estáis buscando nuevos mo-dos de implicar a los jóvenes paraque puedan expresarse y ser escu-chados, a fin de compartir la riquezade vuestra fe y de la vida de la Igle-sia. Cuando hablamos con los jóve-nes, ellos nos desafían a compartir la

número 12, viernes 20 de marzo de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 5

En una entrevista a Televisa

Dos años de pontificadoEl Papa Francisco concedió una lar-ga entrevista a Valentina Alazraki,vaticanista de Televisa, el 6 de mar-zo por la tarde en la Casa SantaMarta. La televisión mexicana co-menzó a transmitirla el 12 de marzopor la noche, víspera del inicio deltercer año de pontificado.

Durante el diálogo abordó mu-chos y variados temas: el próximoviaje apostólico a Estados Unidos yla decisión de no visitar en esa oca-sión México; el significado de la Vir-gen en su vida; la inmigración; elproblema de la droga; la privacidadde sus llamadas telefónicas y las car-tas enviadas a otras personas; elavance en América Latina de losevangélicos y las sectas; su elecciónal pontificado; su estancia en SantaMarta; la sensación de la brevedadde su pontificado; la puerta abiertapor Benedicto XVI al renunciar; surelación con el Papa emérito; la re-forma de la Curia; la reforma queparte del cambio del corazón; su es-

Pero le tengo que recordar que fue unamonja mexicana la que tuvo una granintuición. Usted el sábado antes de laelección comió en casa de su amigo, elcardenal Lozano Barragán, y la madreEstela le dijo: «Eminencia, si lo hacenPapa Usted nos invita a comer alláarriba, ¡eh!

La madre Estela me dijo así. Bue-no y así empezó el cónclave. Los pe-riodistas decían que a lo más yo eraun kingmaker que, bueno, un elector,un gran elector, que indicaría a algu-no. Y estuve en paz. Empezó la pri-mera votación, el martes a la noche,segunda el miércoles a la mañana,tercera el miércoles antes del almuer-zo y. El fenómeno de las votacionesahí en, siempre, no sólo en el cón-clave, en estos grupos, es un fenó-meno interesante. Hay candidatosya, fuertes. Pero mucha gente queno sabe dónde dar el voto. Entonceselige seis, siete, que son los votosdepósito. Entonces yo deposito el

saba gracia. Después, en la segundavotación cuando se alcanzaron losdos tercios, siempre se aplaude ¿no?En todos los cónclaves aplauden. Ysí el escrutinio. Y él ahí sí me besó yme dijo: «No te olvides de los po-bres». Y eso me empezó a dar vuel-tas en la cabeza y fue lo que provo-có la elección del nombre, después,¿no? Yo, mientras la votación, reza-ba el Rosario, solía rezar los tres Ro-sarios diarios, tenía mucha paz. Yodiría que hasta inconciencia. Lo mis-mo cuando se dio la cosa, y para míese fue un signo de que Dios queríaeso. La paz. Hasta el día de hoy nola he perdido. Pero es algo de aden-tro, que, como un regalo ¿no? Ydespués, qué es lo que hice, no sé.Me hicieron parar. Me preguntaronsi aceptaba. Dije que sí. No sé si mehicieron jurar algo, no me acuerdo.Estaba en paz. Fui, me cambié la so-tana. Y salí y quise primero ir a sa-ludar al cardenal Días, que estabaallá en su silla de ruedas, y despuéssaludé a los cardenales. Después lepedí al vicario de Roma y al carde-nal Hummes, por amigo, que meacompañaran. ¡Cosa que no estabaprevista en el protocolo!

Ahí empezaron sus problemas con elprotocolo, creo.

¿Qué sabía? Yo puse ahí a...

Esa fue la primera de muchas.Y fuimos a rezar a la capilla Pau-

lina, mientras el cardenal Taurananunciaba el nombre. Después salí yyo no sabía lo que iba a decir. Ybueno, de todo lo demás son testi-gos ustedes. Sentí profundamenteque un ministro necesita la bendi-ción de Dios, pero también la de supueblo. No me atreví a decir que elpueblo me bendijera. Simplementedije: «Pueblo recen para que Dios, através suyo, me bendiga». Pero mefue saliendo todo espontáneo. Iguallo de rezar por Benedicto. Decía,no, no sé, no preparé nada. Salió so-lo.

¿Y le gusta ser Papa?¡No me disgusta!

Porque uno se hubiera imaginado queno le hubiese gustado ser Papa.

No, no. Una vez dada la cosadespués se hace.

¿Qué es lo que le gusta y qué lo que nole gusta tanto de ser Papa? ¿O le gus-ta todo?

Sí, lo único que me gustaría espoder salir un día, sin que nadie meconociera, e irme a una pizzería acomer una pizza.

¡Eso estaría muy bien!Lo digo como ejemplo. En Bue-

nos Aires yo era muy callejero. Iba,venía por las parroquias, y clarocambiar de hábitos y estar... eso mecuesta un poquito, pero, no, no sé,se arregla, se habitúa. Se encuentraotra manera de callejear: el teléfo-no...

¿Le gusta estar aquí en Santa Marta?Es simplemente porque hay gente.

Yo allá solo, no hubiera soportado.

No porque sea lujoso, como algunosdicen, no. No es lujoso. El aparta-mento no es lujoso. Es grande. Peroesa soledad no la hubiera tolerado.Venir aquí, comer en el comedor,donde está toda la gente, tener lamisa esa donde cuatro días a la se-mana viene gente de afuera, de lasparroquias, me da un poquitito deholgura espiritual. Me gusta muchoeso.

¿No se siente solo?No, no, no. En serio que no.

¿Por qué tenemos la sensación de queUsted, por un lado, es como si tuvieraprisa, en su forma de actuar?, y porotra, ¿por qué como que parecería queviera su Pontificado a breve plazo?

Yo tengo la sensación que miPontificado va a ser breve. Cuatro ocinco años. No sé, o dos, tres. Bue-no dos ya pasaron. Es como unasensación un poco vaga. Le digo,capaz que no. Por ahí es como lapsicología del que juega y entoncescree que va a perder para no desilu-sionarse después. Y si gana está con-tento ¿no? No sé qué es. Pero tengola sensación que el Señor me ponepara una cosa breve, nomás y... Peroes una sensación. Por eso tengosiempre la posibilidad abierta ¿no?

Y Usted nos ha dicho también que se-guiría el ejemplo del Papa Benedicto...

Bueno, hubo algunos cardenalesen el pre cónclave, en las Congrega-ciones Generales, que se plantearonel problema teológico, muy intere-sante, muy rico ¿no? Yo creo que loque hizo el Papa Benedicto fue abriruna puerta. Hace setenta años, noexistían los obispos eméritos. Y hoytenemos mil cuatrocientos. O sea sellegó a la idea de que un hombredespués de los 75, alrededor de esaedad, no puede llevar el peso de unaIglesia particular. En general. Creoque, lo que hizo Benedicto con mu-cha valentía fue abrir la puerta delos Papas eméritos. A Benedicto nohay que considerarlo como una ex-cepción. Sino como una Institución.Por ahí sea el único en mucho tiem-po, por ahí no sea el único. Pero esuna puerta abierta institucional. Hoydía el Papa emérito no es una cosarara, sino que se abrió la puerta, quepueda existir esto.

tilo de vida sencillo; los pobres en elEvangelio; el Sínodo de la familia;los abusos de menores por parte delclero y su estilo de comunicación.La entrevista completa se puede leeronline en: http://www.osservatorero-m a n o .v a / e s / n e w s / i n t e r v i s t a - s p a g n o l a

A continuación publicamos am-plios pasajes de las respuestas delPontífice relacionadas con el aniver-sario de su segundo año de pontifi-cado, y las preguntas correspondien-tes de forma sintética.

Esta entrevista cae en el segundo ani-versario de su elección. A ver, ¿qué pa-só ese día?

La cosa fue muy sencilla. Yo mevine con una valijita chica porquehice el cálculo, y dije el Papa no vanunca a asumir en Semana Santa.Por lo tanto yo me puedo venirtranquilamente y estar el Domingode Ramos en Buenos Aires. Dejépreparada la homilía del Domingode Ramos sobre mi escritorio y mevine con lo necesario para esos días,aunque pensaba que podía ser uncónclave muy corto ¿no? De todasmaneras, me preparé hasta lo másposible por si fuera largo de tal ma-nera que tenía el boleto de vuelta.Lo podía cambiar o adelantar ¿no?Pero tenía asegurado ese. Ademásno estaba en ninguna lista de papa-bles, gracias a Dios, pero ni se mepasó por la cabeza. En esto quieroser sincero para evitar cuentos y eso.En las apuestas de Londres creo queestaba en el número 42 o 46. Un co-nocido mío, por simpatía apostó, ¡yle fue muy bien!

voto en Usted y cuando veo yaquien va se lo doy. [...]

¿Es cierto que en el cónclave anteriorhabía tenido unos cuarenta? ¿Se puededecir?

No.

Eso dijeron.Sí, bueno, dijeron.

Algún cardenal dijo.Bueno, dejémoslo al cardenal.

Aunque yo podría decirlo porqueahora yo tengo la autoridad para de-cirlo. Pero mejor. Dejémoslo que lohaya dicho el cardenal. Pero nada.Realmente, hasta ese mediodía, na-da. Y después pasó algo, no sé. Enel almuerzo, yo vi algún signo raro,pero. Me preguntan por la salud,esas cosas que... y ya cuando volvi-mos a la tarde, se cocinó el pastel¿no? En dos votaciones se acabó to-do ¿no? O sea que para mí tambiénfue una sorpresa. ¿Qué me pasó amí? En la primera votación de latarde cuando yo vi que ya eso ya po-día ser irreversible, lo tenía al lado—y esto lo quiero contar porque hacea la amistad— al cardenal Hummes,que para mí es un grande. A la edadque tiene, es el delegado de la Con-ferencia episcopal para la Amazonia.Y va allá y se mete y va en barca yva, y va visitando las iglesias, y lo te-nía al lado, y ya a la mitad de la pri-mera votación de la tarde —hub odos, porque hubo una segunda—cuando se vio la cosa, se me acerca-ba así, me decía: «No te preocupes,así obra el Espíritu Santo». Me cau-

número 12, viernes 20 de marzo de 2015 L’OSSERVATO

Durante la celebración penitencial en la basílica vaticana el Papa Francisco anuncia el año san

El gran perdón

«He pensado con frecuencia de qué formala Iglesia puede hacer más evidente sumisión de ser testigo de la misericordia.Es un camino que inicia con unaconversión espiritual; y tenemos querecorrer este camino. Por eso he decididoconvocar un Jubileo extraordinario quetenga en el centro la misericordia de Dios.Será un Año santo de la misericordia».Lo anunció el Papa Francisco el viernes13 de marzo, por la tarde, segundoaniversario de su elección al Pontificado,durante la celebración penitencial quepresidió en la basílica de San Pedro.También este año, en vísperas del cuar-to domingo de Cuaresma, nos hemosreunido para celebrar la liturgia peni-tencial. Estamos unidos a muchos cris-tianos que hoy, en todas las partes delmundo, han acogido la invitación devivir este momento como signo de labondad del Señor. El sacramento de laReconciliación, en efecto, nos permiteacercarnos con confianza al Padre paratener la certeza de su perdón. Él es ver-daderamente «rico en misericordia» yla extiende en abundancia sobre quie-nes recurren a Él con corazón sincero.

Estar aquí para experimentar suamor, en cualquier caso, es ante todofruto de su gracia. Como nos ha recor-dado el apóstol Pablo, Dios nunca dejade mostrar la riqueza de su misericor-dia a lo largo de los siglos. La transfor-mación del corazón que nos lleva aconfesar nuestros pecados es «don deDios». Nosotros solos no podemos.Poder confesar nuestros pecados es undon de Dios, es un regalo, es «obra su-ya» (cf. Ef 2, 8-10). Ser tocados conternura por su mano y plasmados porsu gracia nos permite, por lo tanto,acercarnos al sacerdote sin temor pornuestras culpas, pero con la certeza deser acogidos por él en nombre de Diosy comprendidos a pesar de nuestras mi-serias; e incluso sin tener un abogadodefensor: tenemos sólo uno, que dio suvida por nuestros pecados. Es Él quien,con el Padre, nos defiende siempre. Alsalir del confesionario, percibiremos sufuerza que nos vuelve a dar la vida yrestituye el entusiasmo de la fe. Des-pués de la confesión renacemos.

El Evangelio que hemos escuchado(cf. Lc 7, 36-50) nos abre un camino de

esta mujer habla de amor y expresa sudeseo de tener una certeza indestructi-ble en su vida: la de haber sido perdo-nada. ¡Esta es una certeza hermosísima!Y Jesús le da esta certeza: acogiéndolale demuestra el amor de Dios por ella,precisamente por ella, una pecadorapública. El amor y el perdón son si-multáneos: Dios le perdona mucho, leperdona todo, porque «ha amado mu-cho» (Lc 7, 47); y ella adora a Jesúsporque percibe que en Él hay miseri-cordia y no condena. Siente que Jesúsla comprende con amor, a ella, que esuna pecadora. Gracias a Jesús, Dioscarga sobre sí sus muchos pecados, yano los recuerda (cf. Is 43, 25). Porquetambién esto es verdad: cuando Diosperdona, olvida. ¡Es grande el perdónde Dios! Para ella ahora comienza unnuevo período; renace en el amor a unavida nueva.

Esta mujer encontró verdaderamenteal Señor. En el silencio, le abrió su co-razón; en el dolor, le mostró el arrepen-timiento por sus pecados; con su llanto,hizo un llamamiento a la bondad divinapara recibir el perdón. Para ella no ha-

gunta sobre cuál de los servidores ha-bía amado más, el fariseo respondió co-rrectamente: «Supongo que aquel aquien le perdonó más». Y Jesús no de-ja de hacerle notar: «Has juzgado rec-tamente» (Lc 7, 43). Sólo cuando el jui-cio de Simón se dirige al amor, enton-ces él está en lo correcto.

La llamada de Jesús nos impulsa acada uno de nosotros a no detenerse ja-más en la superficie de las cosas, sobretodo cuando estamos ante una persona.Estamos llamados a mirar más allá, acentrarnos en el corazón para ver decuánta generosidad es capaz cada uno.Nadie puede ser excluido de la miseri-cordia de Dios. Todos conocen el cami-no para acceder a ella y la Iglesia es lacasa que acoge a todos y no rechaza anadie. Sus puertas permanecen abiertasde par en par, para que quienes son to-cados por la gracia puedan encontrar lacerteza del perdón. Cuanto más grandees el pecado, mayor debe ser el amorque la Iglesia expresa hacia quienes seconvierten. ¡Con cuánto amor nos miraJesús! ¡Con cuánto amor cura nuestrocorazón pecador! Jamás se asusta denuestros pecados. Pensemos en el hijopródigo que, cuando decidió volver alpadre, pensaba hacerle un discurso, pe-ro el padre no lo dejó hablar, lo abrazó(cf. Lc 15, 17-24). Así es Jesús con noso-tros. «Padre, tengo muchos peca-

Al salir del confesionario, percibiremossu fuerza que nos vuelve a dar la viday restituye el entusiasmo de la fe.Después de la confesión renacemos

brá ningún juicio si noel que viene de Dios, yeste es el juicio de lamisericordia. El prota-gonista de este en-cuentro es ciertamenteel amor, la misericor-dia que va más allá dela justicia.

esperanza y de consuelo. Es bueno per-cibir sobre nosotros la mirada compasi-va de Jesús, así como la percibió la mu-jer pecadora en la casa del fariseo. Eneste pasaje vuelven con insistencia dospalabras: amor y juicio.

Está el amor de la mujer pecadoraque se humilla ante el Señor; pero an-tes aún está el amor misericordioso deJesús por ella, que la impulsa a acercar-se. Su llanto de arrepentimiento y dealegría lava los pies del Maestro, y suscabellos los secan con gratitud; los be-sos son expresión de su afecto puro; yel ungüento perfumado que derramaabundantemente atestigua lo valiosoque es Él ante sus ojos. Cada gesto de

Simón, el dueño de casa, el fariseo,al contrario, no logra encontrar el ca-mino del amor. Todo está calculado, to-do pensado... Él permanece inmóvil enel umbral de la formalidad. Es algo feoel amor formal, no se entiende. No escapaz de dar el paso sucesivo para ir alencuentro de Jesús que le trae la salva-ción. Simón se limitó a invitar a Jesús acomer, pero no lo acogió verdadera-mente. En sus pensamientos invoca só-lo la justicia y obrando así se equivoca.Su juicio acerca de la mujer lo aleja dela verdad y no le permite ni siquieracomprender quién es su huésped. Sedetuvo en la superficie —en la formali-dad—, no fue capaz de mirar al cora-zón. Ante la parábola de Jesús y la pre-

ORE ROMANO páginas 6/7

nto de la misericordia

dos...». —«Pero Él estará contento si túvas: ¡te abrazará con mucho amor! Notengas miedo».

Queridos hermanos y hermanas, hepensado con frecuencia de qué forma laIglesia puede hacer más evidente sumisión de ser testigo de la misericordia.Es un camino que inicia con una con-versión espiritual; y tenemos que reco-rrer este camino. Por eso he decididoconvocar un Jubileo extraordinario quetenga en el centro la misericordia de

vivo de la misericordia del Padre. En-comiendo la organización de este Jubi-leo al Consejo pontificio para la pro-moción de la nueva evangelización, pa-ra que pueda animarlo como una nuevaetapa del camino de la Iglesia en sumisión de llevar a cada persona elEvangelio de la misericordia.

Estoy convencido de que toda laIglesia, que tiene una gran necesidadde recibir misericordia, porque somospecadores, podrá encontrar en este Ju-

En el 50° aniversariode la clausura del Vaticano II

Tiempo de misericordia

El Papa Francisco anunció el 13 demarzo de 2015, en la basílica de SanPedro, la celebración de un Año santoextraordinario. Este Jubileo de la mi-sericordia se iniciará el presente añocon la apertura de la Puerta santa enla basílica vaticana durante la solem-

nidad de la Inmaculada Concepción yconcluirá el 20 de noviembre de 2016con la solemnidad de Nuestro SeñorJesucristo, Rey del Universo. El SantoPadre, al inicio del año, exclamó:«Estamos viviendo el tiempo de lamisericordia. Este es el tiempo de lamisericordia. Hay tanta necesidad hoyde misericordia, y es importante quelos fieles laicos la vivan y la lleven alos diversos ambientes sociales. ¡Ade-lante!».

El anuncio se realizó en el segundoaniversario de la elección del PapaFrancisco, durante la homilía de la ce-lebración penitencial con la que elSanto Padre ha dado inicio a las «24horas para el Señor», iniciativa pro-puesta por el Consejo pontificio parala promoción de la nueva evangeliza-ción para promover en todo el mundola apertura extraordinaria de las igle-sias y favorecer la celebración del sa-cramento de la Reconciliación. El te-ma de este año ha sido tomado de lacarta de San Pablo a los Efesios:«Dios rico en misericordia» (Ef 2, 4).

La apertura del próximo Jubileoadquiere un significado especial yaque tendrá lugar en el quincuagésimoaniversario de la clausura del ConcilioVaticano II, ocurrida en 1965. Será,por tanto, un impulso para que laIglesia continúe la obra iniciada conel Vaticano II.

Durante el Jubileo las lecturas paralos domingos del tiempo ordinario se-rán tomadas del Evangelio de Lucas,conocido como «el evangelista de lamisericordia». Dante Aligheri lo defi-nía «scriba mansuetudinis Christi»,«narrador de la mansedumbre deCristo». Son bien conocidas las pará-bolas de la misericordia presentes eneste Evangelio: la oveja perdida, lamoneda extraviada, el padre miseri-c o rd i o s o .

El anuncio oficial y solemne delAño santo tendrá lugar con la lecturay publicación junto a la Puerta santade la bula, el Domingo de la DivinaMisericordia, fiesta instituida por san

Cuanto más grande es el pecado, mayor debe serel amor que la Iglesia expresa hacia quienes seconvierten. ¡Con cuánto amor nos mira Jesús!¡Con cuánto amor cura nuestro corazón pecador!

bileo la alegría pararedescubrir y hacerfecunda la miseri-cordia de Dios, conla cual todos esta-mos llamados a darconsuelo a cadahombre y a cadamujer de nuestro

Dios. Será un Año santo de la miseri-cordia. Lo queremos vivir a la luz de laPalabra del Señor: «Sed misericordio-sos como el Padre» (cf. Lc 6, 36). Estoespecialmente para los confesores: ¡mu-cha misericordia!

Este Año santo iniciará con la próxi-ma solemnidad de la Inmaculada Con-cepción y se concluirá el 20 de noviem-bre de 2016, domingo de Nuestro Se-ñor Jesucristo Rey del universo y rostro

tiempo. No olvidemos que Dios perdo-na todo, y Dios perdona siempre. Nonos cansemos de pedir perdón. Enco-mendemos desde ahora este Año a laMadre de la misericordia, para que di-rija su mirada sobre nosotros y vele so-bre nuestro camino: nuestro camino pe-nitencial, nuestro camino con el cora-zón abierto, durante un año, para reci-bir la indulgencia de Dios, para recibirla misericordia de Dios.

La basílica de San Pedro como un gran «hospital decampaña». En cada rincón muchos sacerdotes y peni-tentes. Algunos de rodillas, otros sentados, otros depie, decenas de fieles recibiendo la «medicina» de lamisericordia. No es un medicamento, sino mucho más,porque tiene el poder de curar al instante las heridasdel alma. Y el pecado no hace distinción de personas:es por ello que en la basílica había gente de toda raza,lengua, cultura y procedencia geográfica. Uno junto alotro, jóvenes y ancianos, mujeres y hombres, consagra-dos, laicos, sacerdotes, esperando recibir el perdón através del sacramento de la penitencia. No podía dar-se mejor ocasión para anunciar un año de gracia, unjubileo extraordinario, un Año santo bajo el signo dela misericordia. Como lo hizo el Papa Francisco elviernes por la tarde, 13 de marzo, al presidir la cele-bración penitencial. Una sorpresa que dejó asombra-dos, contentos, conmovidos, y que que fue acogidacon un estruendoso aplauso.

Será un tiempo de misericordia el que iniciará el 8de diciembre próximo, solemnidad de la Inmaculada,50° aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II,y concluirá el 20 de noviembre de 2016, domingo deCristo Rey del Universo. El anuncio oficial y solemnetendrá lugar con la lectura y la publicación junto a laPuerta santa de la Bula en la fiesta de la divina miseri-cordia, el primer domingo después de Pascua.

Un tiempo de gracia que en cierto modo ya inició y

que para cada cristiano inicia todas las veces que el per-dón de Dios reconcilia el corazón a través de la absolu-ción sacramental. No pasó desapercibido, por lo demás,que el primero en arrodillarse ante un confesor haya sidoel Papa Francisco mismo. Sobre el escalón del confesio-nario de madera, el Pontífice se arrodilló para confesarsecon uno de los frailes menores conventuales que pasa ho-ras enteras en la basílica para acoger a los penitentes. Noes la primera vez que el Pontífice se confiesa en público:ya lo hizo el año pasado, en la misma ocasión. Como en-tonces, esta escena quedó grabada en los ojos de quienesparticipaban en el rito, con el cual se inició también las«24 horas para el Señor», la iniciativa del Consejo ponti-ficio para la promoción de la nueva evangelización, quese ocupará también de la organización del Jubileo ex-t r a o rd i n a r i o .

Tras recibir la absolución, el Papa Francisco se sentóen un confesionario y confesó a ocho penitentes: un jo-ven, un anciano, una madre de familia, dos voluntarios,una religiosa, un sacerdote y un hombre. Confesaron alos fieles cuarenta y ocho sacerdotes, entre los cuales lospenitenciarios de las cuatro basílicas papales. Al ver laslargas filas de fieles hacía recordar las palabras que Jesúsconfió a la hermana Faustina Kowalska, la santa de lamisericordia: «Ora a fin de que las almas no tengan mie-do de venir a este tribunal, que es el de mi misericor-dia». SIGUE EN LA PÁGINA 8

página 8 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 20 de marzo de 2015, número 12

En el quincuagésimo aniversario de la clausura del Vaticano IIVIENE DE LA PÁGINA 6

Dios para pedir perdón, es «tierra sagrada», y también yo, que deboperdonarlo en nombre de Dios, puedo hacer cosas más feas que lasque ha hecho él. Cada fiel penitente que se acerca al confesionario es«tierra sagrada», tierra sagrada que hay que «cultivar» con dedicación,cuidado y atención pastoral.

Queridos hermanos: Os deseo que aprovechéis el tiempo cuaresmalpara la conversión personal y para dedicaros generosamente a escucharlas confesiones, de modo que el pueblo de Dios pueda llegar purifica-do a la fiesta de la Pascua, que representa la victoria definitiva de laMisericordia divina sobre todo el mal del mundo. Encomendémonos ala intercesión de María, Madre de la Misericordia y Refugio de los pe-cadores. Ella sabe cómo ayudarnos a nosotros, pecadores. A mí megusta mucho leer las historias de san Alfonso María de Ligorio y losdiversos capítulos de su libro «Las glorias de María». Esas historias dela Virgen, que siempre es el refugio de los pecadores y busca el caminopara que el Señor perdone todo. Que ella nos enseñe este arte. Osbendigo de corazón y, por favor, os pido que recéis por mí. Gracias.

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VIENE DE LA PÁGINA 1

Juan Pablo II que se celebra el do-mingo siguiente a la Pascua.

Antiguamente, para los hebreos eljubileo era un año declarado santo,que recurría cada 50 años, y duranteel cual se debía restituir la igualdada todos los hijos de Israel, ofrecien-do nuevas posibilidades a las fami-lias que habían perdido sus propie-dades e incluso la libertad personal.A los ricos, en cambio, el año jubilarles recordaba que llegaría el tiempoen el que los esclavos israelitas, lle-gados a ser nuevamente iguales aellos, podrían reivindicar sus dere-chos. «La justicia, según la ley deIsrael, consistía sobre todo en laprotección de los débiles» (San JuanPablo II, Tertio millennio adveniente13).

La Iglesia católica inició la tradi-ción del Año santo con el Papa Bo-nifacio VIII, en el año 1300. EstePontífice previó la realización de unjubileo cada siglo. Desde el año 1475—para permitir a cada generación vi-vir al menos un Año santo— el jubi-leo ordinario comenzó a espaciarseal ritmo de cada 25 años. Un jubileoextraordinario, en cambio, se procla-ma con ocasión de un acontecimien-to de particular importancia.

Los Años santos ordinarios cele-brados hasta hoy han sido 26. El úl-timo fue el Jubileo del año 2000. Lacostumbre de proclamar años santosextraordinarios se remonta al sigloXVI. Los últimos de ellos, celebradosel siglo pasado, fueron el de 1933,proclamado por Pío XI con motivodel XIX centenario de la Redención,y el de 1983, proclamado por JuanPablo II por los 1950 años de la Re-dención.

La Iglesia católica ha dado al ju-bileo hebreo un significado más es-

piritual. Consiste en un perdón ge-neral, una indulgencia abierta a to-dos, y en la posibilidad de renovarla relación con Dios y con el próji-mo. De este modo, el Año santo essiempre una oportunidad para pro-fundizar la fe y vivir con un com-promiso renovado el testimonio cris-tiano.

Con el Jubileo de la Misericordia,el Papa Francisco pone al centro dela atención el Dios misericordiosoque invita a todos a volver hacia Él.El encuentro con Él inspira la virtudde la misericordia.

El rito inicial del jubileo es laapertura de la Puerta santa. Se tratade una puerta que se abre solamentedurante el Año santo, mientas el res-to de años permanece sellada. Tie-nen una Puerta santa las cuatro basí-licas mayores de Roma: San Pedro,San Juan de Letrán, San Pablo Ex-

tramuros y Santa María Mayor. Elrito de la apertura expresa simbóli-camente el concepto que, durante eltiempo jubilar, se ofrece a los fielesuna «vía extraordinaria» hacia la sal-vación.

Luego de la apertura de la Puertasanta en la basílica de San Pedro, se-rán abiertas sucesivamente las puer-tas de las otras basílicas mayores.

La misericordia es un tema muysentido por el Papa Francisco quienya como obispo había escogido co-mo lema propio «miserando atque eli-gendo». Se trata de una cita tomadade las homilías de san Beda el vene-rable, el cual, comentando el episo-dio evangélico de la vocación deSan Mateo, escribe: «Vidit ergo lesuspublicanum et quia miserando atqueeligendo vidit, ait illi Sequere me» (VioJesús a un publicano, y como le mi-ró con sentimiento de amor y le eli-

gió, le dijo: Sígueme). Esta homilíaes un homenaje a la misericordia di-vina. Una traducción del lema po-dría ser: «Con ojos de misericor-dia».

En el primer Ángelus después desu elección, el Santo Padre decíaque: «Al escuchar misericordia, estapalabra cambia todo. Es lo mejorque podemos escuchar: cambia elmundo. Un poco de misericordiahace al mundo menos frío y más jus-to. Necesitamos comprender bien es-ta misericordia de Dios, este Padremisericordioso que tiene tanta pa-ciencia» (Ángelus del 17 de marzode 2013).

También este año, en el Ángelusdel 11 de enero, manifestó: «Estamosviviendo el tiempo de la misericor-dia. Este es el tiempo de la miseri-cordia. Hay tanta necesidad hoy demisericordia, y es importante que losfieles laicos la vivan y la lleven a losdiversos ambientes sociales. ¡Adelan-te!». Y en el mensaje para la Cuares-ma del 2015, el Santo Padre escribe:«Cuánto deseo que los lugares enlos que se manifiesta la Iglesia, enparticular nuestras parroquias ynuestras comunidades, lleguen a serislas de misericordia en medio delmar de la indiferencia».

En el texto de la edición españolade la exhortación apostólica Evange-lii gaudium el término misericordiaaparece 29 veces.

El Papa Francisco ha confiado alConsejo pontificio para la promo-ción de la nueva evangelización laorganización del Jubileo de la Mise-r i c o rd i a .

Lista de los años jubilarescon los respectivos Papas:

1300: Bonifacio VIII1350: Clemente VI1390: proclamado por Urbano VI,

presidido por Bonifacio IX1400: segundo jubileo de Bonifa-

cio IX1423: Martín V1450: Nicolás V1475: proclamado por Pablo II,

presidido por Sixto IV1500: Alejandro VI1525: Clemente VII1550: proclamado por Pablo III,

presidido por Julio III1575: Gregorio XIII1600: Clemente VIII1625: Urbano VIII1650: Inocencio X1675: Clemente X1700: Abierto por Inocencio XII,

concluido por Clemente XI1725: Benedicto XIII1750: Benedicto XIV1775: proclamado por Clemente

X I V, presidido por Pío VI1825: León XII1875: Pío IX1900: León XIII1925: Pío XI1933: Pío XI1950: Pío XII1975: Pablo VI1983: Juan Pablo II2000: Juan Pablo II2015: FranciscoEn los años 1800 y 1850 no hubo

jubileo a causa de las circunstanciaspolíticas de la época.

gelus cuando el Papa Francisco de-cía con sencillez: «Misericordia. Eslo mejor que podemos escuchar:cambia el mundo».

No es casualidad que el anunciodel Jubileo se haya dado precisa-mente durante una celebración peni-tencial. El Papa Francisco, hablandode la misericordia, indicó también elprimer lugar en el que cada unopuede experimentar directamente elamor de Dios que perdona: la confe-sión. La imagen del Papa arrodilladoante el confesor sigue siendo el len-guaje más expresivo para hacer quese vuelva a descubrir la belleza deeste sacramento, olvidado desde ha-ce demasiado tiempo. Las palabrasdel Papa Francisco en su primer Án-gelus vuelven hoy con toda su fuer-za profética: «No olvidemos esta pa-labra: Dios jamás se cansa de perdo-narnos, nunca... nosotros nos cansa-mos, nosotros no queremos, nos can-samos de pedir perdón. Él jamás secansa de perdonar». Muchos fielesen estos dos años se acercaron denuevo al confesonario, después demuchos años, precisamente porque

Lo que cambia al mundo

La fiesta del abrazo

quedaron impactados por esta invi-tación del Papa. Celebrar este sa-cramento, por lo tanto, es el iniciode un camino de caridad y solidari-dad. La misericordia, en efecto, tie-ne un rostro: es el encuentro conCristo que pide ser reconocido enlos hermanos. Reexaminar las obrasde misericordia, por lo tanto, seráun itinerario obligatorio durante elpróximo Jubileo.

La apertura de la Puerta santatendrá lugar en la solemnidad de laInmaculada Concepción. Tampocoesta fecha es una elección casual.Hace 50 años, ante esa misma puer-ta se concluía el Concilio VaticanoII. Abriendo la Puerta santa es co-mo si el Papa Francisco quisiera ha-cer que todos revivieran la intensi-dad de aquellos cuatro años de tra-bajos conciliares que hicieron com-prender a la Iglesia la exigencia desalir de nuevo hacia el mundo. ElVaticano II, en efecto, pedía a laIglesia hablar de Dios a un mundocambiado, con un lenguaje nuevo,eficaz, poniendo en el centro a Je-sucristo y el testimonio de vida.¿Qué palabra más expresiva podíaesperar el mundo de parte de la

Iglesia si no la de la misericordia?Y precisamente en la Gaudium etspes, donde los padres afrontaban eltema de la ayuda que la Iglesia po-día ofrecer a la sociedad, se insistíaen que ella «puede crear, mejor di-cho, debe crear, obras al servicio detodos, particularmente de los nece-sitados, como son, por ejemplo, lasobras de misericordia» (Gs 42). An-tes de cualquier intervención de or-den político, económico y social, laIglesia ofrece su nota distintiva: serun signo eficaz de la misericordiade Dios. El Papa Francisco, alanunciar un Año santo extraordina-rio, que ponga en el centro la mise-ricordia, destaca la senda que hacecincuenta años había sido indicadapor los Padres conciliares y confir-ma a la Iglesia en el incansable ca-mino de la nueva evangelización.

La misericordia será en este Añola protagonista de la vida de laIglesia para consentir que todosparticipen en la grandeza del cora-zón paterno de Dios que ha queri-do revelarse y darse a conocer co-mo «rico en misericordia y grandeen el amor».

número 12, viernes 20 de marzo de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 9

Cómose cambia

Nosotros somos el «sueño de Dios»que, enamorado de verdad, quiere«cambiar nuestra vida». Precisamen-te por amor. Sólo nos pide tener fepara dejarlo obrar. Y así, «sólo po-demos llorar de alegría» ante unDios que nos «re-crea», dijo el PapaFrancisco en la misa celebrada el lu-nes 16 de marzo, en la capilla de laCasa Santa Marta.

En la primera lectura, tomada deIsaías (65, 17-21) «el Señor nos diceque crea cielos nuevos y tierra nue-va, es decir, “re - c re a ” las cosas», des-tacó el Papa Francisco, al recordartambién que «muchas veces hemoshablado de estas “dos creaciones” deDios: la primera, la que se hizo enseis días, y la segunda, cuando elSeñor “re h a c e ” el mundo, arruinadopor el pecado, en Jesucristo». Y,destacó, «hemos dicho muchas vecesque esta segunda es más maravillosaque la primera». En efecto, explicóel Papa, «la primera ya es una crea-ción maravillosa; pero la segunda,en Cristo, es aún más maravillosa».

En la meditación, sin embargo, elPapa Francisco eligió detenerse «enotro aspecto», a partir precisamentedel pasaje de Isaías en el cual, expli-có, «el Señor habla de lo que hará:un cielo nuevo, una tierra nueva». Y«encontramos que el Señor tienemucho entusiasmo: habla de alegríay dice una palabra: “Me regocijarécon mi pueblo”». En esencia, «elSeñor piensa en lo que hará, piensaque Él, Él mismo gozará de la ale-gría con su pueblo». Así «es como sifuese un “sueño” del Señor, como siel Señor “soñase” acerca de noso-tros: cuán hermoso será cuando este-mos todos juntos, cuando nos en-contraremos allá o cuando esa perso-na, la otra o la otra caminará...».

Precisando aún más su razona-miento, el Papa Francisco recurrió a«una metáfora que nos pueda hacercomprender: es como si una jovencon su novio o el joven con su noviapensase: cuando estaremos juntos,cuando nos casemos...». He aquí,precisamente, «el “sueño” de Dios:Dios piensa en cada uno de noso-tros, nos quiere mucho, sueña connosotros, sueña con la alegría de laque gozará con nosotros». Y es pre-cisamente «por esto que el Señorquiere “re - c re a r n o s ”, hacer de nuevonuestro corazón, “re - c re a r ” n u e s t rocorazón para hacer triunfar la ale-gría».

Todo esto condujo al Papa a suge-rir alguna pregunta: «¿Habéis pen-sado alguna vez: el Señor sueña con-migo, piensa en mí, yo estoy en lamente, en el corazón del Señor, elSeñor es capaz de cambiarme la vi-da?». Isaías, añadió el Papa Francis-co, nos dice también que el Señor«hace muchos proyectos: construire-mos casas, plantaremos viñas, come-remos juntos: todos esos proyectostípicos de un enamorado».

Por lo demás, «el Señor se mani-fiesta enamorado de su pueblo» lle-gando incluso a decir: «Pero yo note elegí porque tú eres el más fuerte,el más grande, el más poderoso; sinoque te elegí porque tú eres el más

pequeño de todos». Es más, «se po-dría decir: el más miserable de to-dos. Pero te elegí así, y esto es elamor».

«De allí —afirmó el Papa— estecontinuo querer del Señor, este de-seo suyo de cambiar nuestra vida. Ynosotros podemos decir, si escucha-mos esta invitación del Señor:“Cambiaste mi luto en danzas”», osea las palabras «que rezamos» en elSalmo 29. «Te ensalzaré, Señor, por-que me has librado» dice también elSalmo, reconociendo de este modoque el Señor «es capaz de cambiar-nos, por amor: está enamorado den o s o t ro s » .

«Creo que no existe un teólogoque pueda explicar esto: no se pue-de explicar», destacó el Papa Fran-cisco. Porque «sobre esto sólo sepuede reflexionar, sentir y llorar dealegría: el Señor nos puede cam-biar». A este punto surge espontá-neo preguntarse: ¿qué debo hacer?La respuesta es clara: «Creer, creerque el Señor puede cambiarme, queÉl puede». Exactamente lo que hizocon el funcionario del rey que teníaun hijo enfermo en Cafarnaún, co-mo relata san Juan en su Evangelio(4, 43-54). Ese hombre, se lee, a Je-sús le «pedía que bajase a curar a suhijo, porque estaba por morir». YJesús le respondió: «Anda, tu hijovive». Así, pues, ese padre «creyó enla palabra que Jesús le había dicho yse puso en camino: creyó, creyó queJesús tenía el poder de curar a su ni-ño. Y tuvo razón».

«La fe —explicó el Papa Francis-co— es dejar espacio a este amor deDios; es dejar espacio al poder, alpoder de Dios, al poder de alguienque me ama, que está enamorado demí y desea la alegría conmigo. Estoes la fe. Esto es creer: es dejar espa-cio al Señor para que venga y mecambie».

El Papa concluyó con una signifi-cativa anotación: «Es curioso: estefue el segundo milagro que hizo Je-sús. Y lo hizo en el mismo sitio quehabía hecho el primero, en Caná deGalilea». En el pasaje del Evangeliode hoy se lee: «Fue Jesús otra vez aCaná de Galilea, donde había con-vertido el agua en vino». De nuevo«en Caná de Galilea cambia inclusola muerte de este niño en vida». Deverdad, dijo el Papa Francisco, «elSeñor puede cambiarnos, quierecambiarnos, ama cambiarnos. Y es-to, por amor». A nosotros, concluyó,

«sólo nos pide nuestra fe: es decir,dejar espacio a su amor para quepueda obrar y realizar un cambio devida en nosotros».

La misa en Santa Marta

No cerréisesa puerta

La Cuaresma es tiempo propicio pa-ra pedir al Señor, «para cada uno denosotros y para toda la Iglesia», la«conversión a la misericordia de Je-sús». Demasiadas veces, en efecto,los cristianos «son especialistas encerrar las puertas a las personas»que, debilitadas por la vida y porsus errores, estarían, en cambio, dis-puestas a recomenzar, «personas alas cuales el Espíritu Santo mueve elcorazón para seguir adelante».

La ley del amor está en el centrode la reflexión que el Papa Franciscodesarrolló, el martes 17 de marzo,por la mañana, en Santa Marta, apartir de la liturgia del día. Una Pa-labra de Dios que parte de una ima-gen: «el agua que cura». En la pri-mera lectura el profeta Ezequiel (47,1-9.12) habla, en efecto, del agua quebrota del templo, «un agua bendeci-da, el agua de Dios, abundante co-mo la gracia de Dios: abundantesiempre». El Señor, en efecto, expli-có el Papa, es generoso «al dar suamor, al sanar nuestras llagas».

El agua está presente también enel Evangelio de san Juan (5, 1-16)donde se narra acerca de una piscina—«llamada en hebreo Betesda»— ca-racterizada por «cinco soportales,bajo los cuales estaban echados mu-chos enfermos, ciegos, cojos, paralí-ticos». En ese sitio, en efecto, «ha-bía una tradición» según la cual «devez en cuando bajaba del cielo unángel» a mover las aguas, y los en-fermos «que se tiraban allí» en esemomento «quedaban curados».

Por ello, explicó el Pontífice, «ha-bía tanta gente». Y, así, se encontra-ba también en ese sitio «un hombreque estaba enfermo desde hacíatreinta y ocho años». Estaba allí es-perando y Jesús le preguntó:«¿Quieres quedar sano?». El enfer-mo respondió: «Señor, no tengo anadie que me meta en la piscinacuando se remueve el agua, cuandoviene el ángel. Para cuando llego yo,

otro se se me ha adelantado». Es de-cir, quien se presenta a Jesús es «unhombre derrotado» que «había per-dido la esperanza». Enfermo, pero—destacó el Papa Francisco— «no só-lo paralítico»: estaba enfermo de«otra enfermedad muy mala», laacedia.

«Es la acedia la que hacía que es-tuviese triste, que sea perezoso»,destacó. Otra persona, en efecto, hu-biese «buscado el camino para llegara tiempo, como el ciego en Jericó,que gritaba, gritaba, y querían hacer-le callar y gritaba más fuerte: encon-tró el camino». Pero él, postradopor la enfermedad desde hacía trein-ta y ocho años, «no tenía ganas decurarse», no tenía «fuerzas». Al mis-mo tiempo, tenía «amargura en elalma: “Pero el otro llega antes queyo y a mí me dejan a un lado”». Ytenía «también un poco de resenti-miento». Era «de verdad un almatriste, derrotada, derrotada por la vi-da».

«Jesús tiene misericordia» de estehombre y lo invita: «Levántate. Le-vántate, acabemos esta historia; to-ma tu camilla y echa a andar». ElPapa Francisco describió la siguienteescena: «Y al momento el hombrequedó sano, tomó su camilla y echóa andar. Pero estaba tan enfermoque no lograba creer y tal vez cami-naba un poco dudoso con su camillasobre los hombros». A este puntoentraron en juego otros personajes:«Era sábado, ¿qué encontró esehombre? A los doctores de la ley»,quienes le preguntaron: «¿Por quéllevas esto? No se puede, hoy es sá-bado». Y el hombre respondió:«¿Sabes? Estoy curado». Y añadió:«El que me ha curado es quien meha dicho: “Toma tu camilla”».

Sucede, por lo tanto, un hechoextraño: «esta gente en lugar de ale-grarse, de decir: “¡Qué bien! ¡Felici-dades!”», se pregunta: «¿Quién eseste hombre?». Los doctores co-mienzan «una investigación» y dis-cuten: «Veamos lo que sucedió aquí,pero la ley... Debemos custodiar laley». El hombre, por su parte, siguecaminando con su camilla, «pero unpoco triste». Comentó el Papa: «Soymalo, pero algunas veces pienso quéhubiese sucedido si este hombre hu-biese dado un buen cheque a esosdoctores. Hubiesen dicho: “Sigueadelante, sí, sí, por esta vez sigueadelante”».

Continuando con la lectura delEvangelio, tenemos a Jesús que «en-cuentra a este hombre más tarde y ledice: “Mira, has quedado sano, perono vuelvas atrás —es decir, no pe-ques más— para que no te suceda al-go peor. Sigue adelante, sigue cami-nando hacia adelante”». Y el hom-bre fue a los doctores de la ley paradecir: «La persona, el hombre queme curó se llama Jesús. Es Aquel».Y se lee: «Por esto los judíos perse-guían a Jesús, porque hacía tales co-sas en sábado». De nuevo comentóel Papa Francisco: «Porque hacía elbien también el sábado, y no se po-día hacer».

Esta historia, dijo el Papa actuali-zando su reflexión, «se repite mu-chas veces en la vida: un hombre—una mujer— que se siente enfermo

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página 10 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 20 de marzo de 2015, número 12

El Santo Padre ha nombradonuncio apostólico en Cuba amonseñor GIORGIO LI N G UA , ar-zobispo titular de Tuscania, has-ta ahora nuncio apostólico enIrak y en Jordania.

Giorgio Lingua nació en Fos-sano (Cúneo, Italia) el 23 demarzo de 1960. Recibió la orde-nación sacerdotal el 10 de no-viembre de 1984. Se doctoró enderecho canónico. Entró en elservicio diplomático de la SantaSede el 1 de julio de 1992. Bene-dicto XVI le nombró arzobispo ti-tular de Tuscania y nuncio apos-tólico en Jordania y en Irak el 4de septiembre de 2010; recibió laordenación episcopal el 9 de oc-tubre sucesivo.

Colegio episcopal

R e p re s e n t a c i o n e sp ontificias

Audiencias pontificias

Luto en el episcopado

RENUNCIA:

El Papa ha aceptado la renuncia algobierno pastoral de la archidióce-sis de Fort de France (Martinica,Antillas francesas) que monseñorMICHEL MÉRANVILLE le había pre-sentado en conformidad con el ca-non 401 § 1 del Código de derechocanónico.

Michel Méranville nació en Vau-clin, archidiócesis de Fort de Fran-ce, el 4 de febrero de 1936. Recibióla ordenación sacerdotal el 20 dediciembre de 1959. Benedicto XVI lenombró arzobispo de Fort de Fran-ce el 14 de noviembre de 2003; reci-bió la ordenación episcopal el 18 deabril de 2004.

EL PA PA HA NOMBRAD O:

—Arzobispo de Fort de France(Martinica, Antillas francesas) alpadre DAV I D MACAIRE, O.P.

David Macaire, O.P., nació en He-xagonale, Francia, el 20 de octubrede 1969. Ingresó en la Orden deFrailes Predicadores (dominicos),donde recibió la ordenación sacer-dotal el 23 de junio de 2001. Se li-cenció en teología y en derecho ca-nónico en Francia. Desempeñó suministerio como profesor de teolo-gía en el seminario mayor de Bur-deos, formador de los estudiantesdominicos, miembro del consejopresbiteral de Burdeos, superior deuna comunidad dominica y miem-bro del consejo provincial de su Or-den religiosa.

—Arzobispo de Maribor (Eslovenia)al padre ALOJZIJ CVIKL, S.J.

Alojzij Cvikl, S.J., nació en Celjeel 19 de junio de 1955. Se licencióen pedagogía y ciencias sociales enBruselas. Recibió la ordenación sa-cerdotal el 3 de julio de 1983. Ha si-do vicario parroquial, párroco, su-perior provincial de los jesuitas enEslovenia, presidente de la Confe-rencia de superiores mayores de supaís, rector del Pontificio Colegioruso de Roma y ecónomo de la ar-chidiócesis de Maribor.

—Obispo de San Diego (EstadosUnidos) a monseñor ROBERT WAL-TER MCEL R O Y, hasta ahora obispotitular de Gemelle di Bizacena y au-xiliar de San Francisco.

Robert Walter McElroy nació enSan Francisco, California, el 5 defebrero de 1954. Recibió la ordena-ción sacerdotal el 12 de abril de1980. Benedicto XVI le nombróobispo titular de Gemelle di Bizace-na y auxiliar de San Francisco el 6de julio de 2010; recibió la ordena-ción episcopal el 7 de septiembresucesivo.

—Obispo de Spokane (Estados Uni-dos) a monseñor THOMAS ANTHO-NY DA LY, hasta ahora obispo titularde Tabalta y auxiliar de San José enCalifornia.

Thomas Anthony Daly nació enSan Francisco, California, el 30 deabril de 1960. Recibió la ordenaciónsacerdotal el 9 de mayo de 1987. Be-nedicto XVI le nombró obispo titu-lar de Tabalta y auxiliar de San Jo-sé en California el 16 de marzo de2011; recibió la ordenación episcopalel 25 de mayo sucesivo.

EL SANTO PADRE HA RECIBID OEN AU D I E N C I A :

Jueves 12 de marzo—A monseñor Girolamo Prigione,

arzobispo titular de Lauriaco, nun-cio apostólico.

—A monseñor Andrés CarrascosaCoso, arzobispo titular de Elo, nun-cio apostólico en Panamá.

A los obispos de la Conferenciaepiscopal de Corea, en visita «ad li-mina Apostolorum»:

—Monseñor Matthias Ri Iong-hoon, obispo de Suwon, con el au-xiliar: monseñor Linus Lee Seong-hyo, obispo titular de Torre di Ta-malleno.

—Monseñor Peter Lee Ki-heon,obispo de Uijeongbu, con el obispoemérito: monseñor Joseph LeeHan-taek, S.J.

—Monseñor Jacobus Kim Ji-Seok,, obispo de Wonju.

—Monseñor Thaddeus ChoHwan-kil, arzobispo de Daegu.

—Monseñor John ChrisostomKwon Hyeok-ju, obispo de An-d o n g.

—Monseñor Paul Hwang Chul-soo, obispo de Busan, con el auxi-liar: monseñor Joseph Son Sam-seok, obispo titular de Fessei.

—Monseñor Gabriel ChangBong-hun, obispo de Cheongju.

—Monseñor Francis Xavier AhnMyong-ok, obispo de Masan, con elobispo emérito: monseñor MichaelPak Jeong-il.

—Monseñor Francis Xavier YuSoo-il, O.F.M., Ordinario militar.

—Monseñor Wenceslao S. Padilla,C.I.C.M., obispo titular de Tharros,prefecto apostólico de Ulaanbaatar(Mongolia).

Sábado, día 14—Cardenal Marc Ouellet, P.S.S.,

prefecto de la Congregación paralos obispos.

—Monseñor Orlando Antonini,arzobispo titular de Formia, nuncioapostólico en Serbia

Lunes, día 16—A sus excelencias los señores

Gian Franco Terenzi y GuerrinoZanotti, capitanes regentes de laRepública de San Marino, con susesposas y el séquito.

—Cardenal Robert Sarah, prefec-to de la Congregación para el cultodivino y la disciplina de los sacra-mentos.

—Hermano Alois, prior de Taizé.

A los obispos de la Conferenciaepiscopal de Bosnia y Herzegovina,en visita «ad limina Apostolorum»:

—Cardenal Vinko Puljic, arzobis-po de Vrhbosna, Sarajevo, con elauxiliar: monseñor Pero Sudar,obispo titular de Selja.

—Monseñor Franjo Komarica,obispo de Banja Luka, con el auxi-liar: monseñor Marko Senren, obis-po titular de Abaradira.

—Monseñor Ratko Peric, obispode Mostar-Duvno, administradorapostólico de Trebinje y Mrkan.

—Monseñor Tomo Vuksic, Ordi-nario militar.

Miércoles, día 18—Cardenal Angelo Amato, S.D.B.,

prefecto de la Congregación paralas causas de los santos.

—Monseñor ANDRÉ VALLÉE,P.M.E., obispo emérito de Hearst(Canadá), falleció el 28 de febre-ro. Había nacido en Sainte-An-ne-de-Pérade, diócesis de Trois-Rivières, el 31 de julio de 1930.Era sacerdote desde el 24 de ju-nio de 1956. Juan Pablo II lenombró obispo titular de Sufasary Ordinario militar para Canadáel 28 de octubre de 1987; recibióla ordenación episcopal el 28 deenero de 1988. El mismo Papa lenombró obispo de Hearst el 19de agosto de 1996. Benedicto XVIaceptó su renuncia al gobiernopastoral de dicha diócesis el 3 denoviembre de 2005.

El Santo Padre ha nombradoconsultores de la Secretaría gene-ral del Sínodo de los obispos alas siguientes personas: monse-ñor LLUÍS CL AV E L L , miembro or-dinario de la Pontificia Academiade Santo Tomás de Aquino;GIUSEPPE BO N F R AT E , docente enla facultad de teología de la Pon-tificia Universidad Gregoriana deRoma; MAU R I Z I O GRONCHI, pro-fesor ordinario de teología dog-mática en la Pontificia Universi-dad Urbaniana de Roma; MI-CHELE GIULIO MASCIARELLI,profesor de teología dogmáticaen la Facultad Marianum de Ro-ma y de teología fundamental enel Instituto teológico AbruzzeseMolisano de Chieti; PETER PAU LSALDANHA, profesor de eclesiolo-gía en la Pontificia UniversidadUrbaniana de Roma; DARIO VI-TA L I , profesor de eclesiología enla Pontificia Universidad Grego-riana de Roma; AIMABLE MUSO-NI, S.D.B., profesor de teologíasistemática, eclesiología y ecume-nismo en la Pontificia Universi-dad Salesiana de Roma; padreFRANÇOIS XAV I E R DUMORTIER,S.J., rector magnífico de la Ponti-ficia Universidad Gregoriana deRoma; GEORGES RUYSSEN, S.J.,profesor de derecho canónico enel Pontificio Instituto oriental deRoma; SA B AT I N O MA J O R A N O,C.S S.R., profesor de teología mo-ral sistemática en la AcademiaAlfonsiana de Roma; MANUELJESÚS ARROBA CONDE, C.M.F., di-rector del Instituto «Utriusqueiuris» en la Pontificia Universi-dad Lateranense; JOSÉ GRANA-D OS, D.C.J.M., subdirector delPontificio Instituto Juan Pablo IIpara los estudios sobre el matri-monio y la familia, profesor en laPontificia Universidad Gregoria-na.

Síno dode los obispos

COMUNICACIONES

número 12, viernes 20 de marzo de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 11

El Papa invita a los obispos y a los fieles de la comunidad coreana de Roma a permanecer fieles a la herencia de los mártires

Promesa para Asia«Vosotros sois Iglesia de mártires, y esta es una promesa para toda Asia.Seguid adelante»: con estas palabras el Papa Francisco saludó en la basílica deSan Pedro a los obispos y a la comunidad coreana de Roma antes de la misacelebrada por los prelados el jueves 12 de marzo, por la tarde, en acción degracias por la reciente visita del Pontífice al país asiático y por la beatificaciónde 124 mártires coreanos. El Pontífice invitó a todos a mantener intactos la fey el celo y a cuidarse de las tentaciones del «bienestar religioso».

¡Buenas tardes a todos!Os doy la bienvenida. Me com-

place volver a reunirme otra vez conlos obispos y encontraros a vosotros,miembros de la comunidad coreana.Tengo siempre en el corazón —¡aúnno se ha ido!— la alegría de la visitaa Corea. Fue una visita preciosa,preciosa, y no puedo olvidar vuestrafe y vuestro celo. Quiero expresar miagradecimiento por esto. A vosotros

obispos pido, por favor, que al re-gresar a la patria, llevéis mis saludosa la comunidad coreana y a todoslos coreanos, también a los no cató-licos, porque es un pueblo que meha edificado. Y no olvido el día dela beatificación, tan llena de gente,tan llena. Transmitid mis saludos.

Quisiera solamente recordar doscosas. Primero, los laicos. Los laicosllevaron adelante vuestra Iglesia du-rante dos siglos. Ayudad a los laicosa ser conscientes de esta responsabi-lidad. Ellos heredaron esta gloriosahistoria. Primero, los laicos: ¡quesean valientes como los primeros!

Segundo, los mártires. VuestraIglesia fue «regada» con la sangrede los mártires, y esto dio vida. Porfavor no cedáis. Cuidaos del «bie-nestar religioso». Estad atentos, por-que el diablo es astuto. Os explicarécon una anécdota: los japoneses,cuando en la persecución religiosa,torturaban a los cristianos —tambiénentre vosotros, muchas torturas—después los llevaban a la cárcel, peroun mes antes del juicio, cuando de-bían apostatar, los conducían a unacasa hermosa, les daban bien de co-mer, en un buen bienestar. Todas es-tas cosas están escritas en la historiade la persecución de los cristianosen ese país. ¿Por qué los llevaban unmes antes? Para ablandar la fe, para

que encontraran el placer de estarbien, y después les proponían laapostasía y ellos cedían porque sehabían debilitado. El cardenal Filonime regaló un libro con la historia delas persecuciones japonesas, muybueno. Y así algunos se derrumba-ban y caían, mientras que otros lu-chaban hasta el final y morían.

Yo no quiero ser profeta, pero asíos puede suceder a vosotros. Si vo-sotros no seguís adelante con lafuerza de la fe, con el celo, con elamor a Jesucristo, si vosotros llegáisa ser blandos —cristianismo de«agua de rosas», débil— vuestra fe sevendrá abajo.

El demonio es astuto —decía— yhará está propuesta, el bienestar reli-gioso —«somos buenos católicos, pe-ro hasta aquí...»— y os quitará lafuerza. No os olvidéis, por favor:sois hijos de mártires y el celo apos-tólico no se puede negociar. Recuer-do lo que dice la Carta a los he-breos: «Recordad aquellos días pri-

meros, en los que soportasteis múlti-ples combates y sufrimientos por lafe. No renunciéis ahora» (cf. Hb 10,32-36). Y dice también, en otro pasa-je casí al final: «Acordáos de vues-tros padres en la fe, de vuestrosmaestros, y seguid su ejemplo» (cf.Hb 12, 1).

Vosotros sois Iglesia de mártires, yesta es una promesa para toda Asia.Seguid adelante. No cedáis. Nadade mundanidad espiritual, nada. Na-da de catolicismo fácil, sin celo. Na-da de bienestar religioso. Amor a Je-sucristo, amor a la cruz de Jesucristoy amor a vuestra historia.

Y con estas dos cosas me despido,para que podáis seguir la misa. Osagradezco mucho la visita y ahora osinvito a rezar a la Virgen, todos jun-tos, un Avemaría: en coreano voso-toros y yo en italiano.

[«Ave María...»]Y por favor rezad por mí. Y ¡ade-

lante!

en el alma, triste, que cometió mu-chos errores en la vida, en un ciertomomento percibe que las aguas semueven, está el Espíritu Santo quemueve algo; u oye una palabra». Yreacciona: «Yo quisiera ir». Así, «searma de valor y va». Pero ese hom-bre «cuántas veces hoy en las co-munidades cristianas encuentra laspuertas cerradas». Tal vez escuchaque le dicen: «Tú no puedes, no, túno puedes; tú te has equivocadoaquí y no puedes. Si quieres venir,ven a la misa del domingo, peroquédate allí, no hagas nada más».Sucede de este modo que «lo quehace el Espíritu Santo en el corazónde las personas, los cristianos conpsicología de doctores de la ley lod e s t ru y e n » .

El Pontífice dijo estar disgustadopor esto, porque, destacó, la Iglesia«es la casa de Jesús y Jesús acoge,pero no sólo acoge: va a al encuen-tro de la gente», así como «fue abuscar» a ese hombre. «Y si la gen-te está herida —se preguntó—, ¿quéhace Jesús?, ¿la reprende diciéndo-le: por qué está herida? No, va y lacarga sobre los hombros». Esto,afirmó el Papa, «se llama misericor-dia». Precisamente de esto hablaDios cuando «reprende a su pue-

blo: “Misericordia quiero, no sacrifi-cios”».

Como es costumbre, el Pontíficeconcluyó la reflexión sugiriendo uncompromiso para la vida cotidiana:«Estamos en Cuaresma, tenemosque convertirnos». Alguien, dijo,podría reconocer: «Padre, hay tan-tos pecadores por la calle: los queroban, los que están en los camposnómadas... —por decir algo— y no-sotros despreciamos a esta gente».Pero a este se le debe decir: «¿Y túquién eres? ¿Y tú quién eres, quecierras la puerta de tu corazón a unhombre, a una mujer, que tiene ga-nas de mejorar, de volver al pueblode Dios, porque el Espíritu Santoha obrado en su corazón?». Inclusohoy hay cristianos que se compor-tan como los doctores de la ley y«hacen lo mismo que hacían conJesús», objetando: «Pero este, estedice una herejía, esto no se puedehacer, esto va contra la disciplina dela Iglesia, esto va contra la ley». Yasí cierran las puertas a muchas per-sonas. Por ello, concluyó el Papa,«pidamos hoy al Señor» la «con-versión a la misericordia de Jesús»:sólo así «la ley estará plenamentecumplida, porque la ley es amar aDios y al prójimo, como a nosotrosmismos».

Audiencia a una delegaciónde la Red latinoamericana

sobre la doctrina social de la Iglesia

El lunes 16 de marzo, por la mañana, el Papa Francisco recibió en audien-cia a la comisión coordinadora de la Red latinoamericana y del Caribe so-bre la doctrina social de la Iglesia (REDLAPSI). El encuentro tuvo lugar enla biblioteca privada del palacio apostólico. La delegación de seis personasesta formada por la presidenta, la brasileña Rosana Mazini; el tesorero, elmexicano Víctor Chávez; la secretaria, la uruguaya Roxana Esqueff; porEduardo Ramos, de Honduras; Roberto Sandoval, de Chile; y el jesuitaargentino Juan Carlos Scannone, escritor de la «Civiltà Cattolica».

VIENE DE LA PÁGINA 9

La misa en Santa Marta

página 12 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 20 de marzo de 2015, número 12

En la audiencia general del miércoles 18 el Papa habla de los niños

Riqueza de la humanidadPero también grandes excluidos porque ni siquiera les dejan nacer

12 MAR [12.30 AM] ¡Cuidado conla comodidad! Cuando nos aco-modamos olvidamos fácilmente alos demás14 MAR [10.30 AM] La Cuaresmaes un tiempo para acercarse aCristo por medio de la Palabra deDios y los sacramentos17 MAR [1.00 PM] Dejemos queDios nos colme de su bondad yde su misericordia

Los tuits enp ontifex_es

«Los niños son una riqueza para lahumanidad y también para la Iglesia,porque nos remiten constantementea la condición necesaria para entrar enel reino de Dios: la de noconsiderarnos autosuficientes,sino necesitados de ayuda, amor yperdón». Lo destacó el Papa Franciscoen la audiencia general del miércoles18 de marzo, por la mañana. Alcontinuar con los fieles presentes en laplaza de San Pedro las reflexionesdedicadas a las diversas figurasrelacionadas con la vida familiar, elPontífice se detuvo a hablar de loshijos.

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

Después de haber pasado revista alas diversas figuras de la vida fami-liar —madre, padre, hijos, hermanos,abuelos—, quisiera concluir este pri-mer grupo de catequesis sobre la fa-milia hablando de los niños. Lo haréen dos momentos: hoy me centraréen el gran don que son los niños pa-ra la humanidad —es verdad, son ungran don para la humanidad, peroson también los grandes excluidosporque ni siquiera les dejan nacer—

la ayuda de los demás, y en especiala los niños. Por ejemplo Jesús dice:«Te doy gracias, Padre, Señor delcielo y de la tierra, porque has es-condido estas cosas a los sabios yentendidos, y se las has revelado alos pequeños» (Mt 11, 25). Y dicetambién: «Cuidado con despreciar auno de estos pequeños, porque osdigo que sus ángeles están viendosiempre en los cielos el rostro de miPadre celestial» (Mt 18, 10).

Por lo tanto, los niños son en símismos una riqueza para la humani-dad y también para la Iglesia, por-que nos remiten constantemente a lacondición necesaria para entrar en elreino de Dios: la de no considerar-nos autosuficientes, sino necesitadosde ayuda, amor y perdón. Y todosnecesitamos ayuda, amor y perdón.

Los niños nos recuerdan otra cosahermosa, nos recuerdan que somossiempre hijos: incluso cuando se lle-ga a la edad de adulto, o anciano,también si se convierte en padre, siocupa un sitio de responsabilidad,por debajo de todo esto permanecela identidad de hijo. Todos somoshijos. Y esto nos reconduce siempreal hecho de que la vida no nos la

za y una sencillez interior. Pero losniños no son diplomáticos: dicen loque sienten, dicen lo que ven, direc-tamente. Y muchas veces ponen endificultad a los padres, manifestandodelante de otras personas: «Esto nome gusta porque es feo». Pero losniños dicen lo que ven, no son per-sonas dobles, no han cultivado aúnesa ciencia de la doblez que nosotrosadultos lamentablemente hemosa p re n d i d o .

Los niños —en su sencillez inte-rior— llevan consigo, además, la ca-pacidad de recibir y dar ternura.Ternura es tener un corazón «de car-ne» y no «de piedra», come dice laBiblia (cf. Ez 36, 26). La ternura estambién poesía: es «sentir» las cosasy los acontecimientos, no tratarloscomo meros objetos, sólo para usar-los, porque sirven...

Los niños tienen la capacidad desonreír y de llorar. Algunos, cuandolos tomo para abrazarlos, sonríen;otros me ven vestido de blanco ycreen que soy el médico y que vengoa vacunarlos, y lloran... pero espon-táneamente. Los niños son así: son-ríen y lloran, dos cosas que en noso-tros, los grandes, a menudo «se blo-quean», ya no somos capaces... Mu-chas veces nuestra sonrisa se con-vierte en una sonrisa de cartón, algosin vida, una sonrisa que no es ale-gre, incluso una sonrisa artificial, depayaso. Los niños sonríen espontá-neamente y lloran espontáneamente.Depende siempre del corazón, y confrecuencia nuestro corazón se blo-quea y pierde esta capacidad de son-reír, de llorar. Entonces, los niñospueden enseñarnos de nuevo a son-reír y a llorar. Pero, nosotros mis-mos, tenemos que preguntarnos:¿sonrío espontáneamente, con natu-ralidad, con amor, o mi sonrisa esartificial? ¿Todavía lloro o he perdi-do la capacidad de llorar? Dos pre-guntas muy humanas que nos ense-ñan los niños.

Por todos estos motivos Jesús in-vita a sus discípulos a «hacerse co-mo niños», porque «de los que son

como ellos es el reino de Dios» (cf.Mt 18, 3; Mc 10, 14).

Queridos hermanos y hermanas,los niños traen vida, alegría, espe-ranza, incluso complicaciones. Perola vida es así. Ciertamente causantambién preocupaciones y a vecesmuchos problemas; pero es mejoruna sociedad con estas preocupacio-nes y estos problemas, que una so-ciedad triste y gris porque se quedósin niños. Y cuando vemos que elnúmero de nacimientos de una so-ciedad llega apenas al uno por cien-to, podemos decir que esta sociedades triste, es gris, porque se ha queda-do sin niños.

La víspera de la fiesta de san José

Ejemplo de vida humilde y discreta«Mañana celebraremos la solemnidad desan José, patrono de la Iglesia universal»,recordó el Papa Francisco en los saludosque dirigió a los fieles presentesen la plaza de San Pedro al término de laaudiencia general, diciendo: «Queridos jó-venes, miradlo a él como ejemplo de vidahumilde y discreta; queridos enfermos, lle-vad la cruz con la actitud del silencio y laoración del padre putativo de Jesús; y vo-sotros, queridos recién casados, construidvuestra familia en el mismo amor queunió a José y a la Virgen María».

Dirigiéndose a los fieles de lengua fran-cesa dijo, además, que «la Cuaresma es untiempo favorable para llegar a ser comoniños, porque el reino de Dios es paraquienes se asemejan a ellos».

y próximamente me detendré en al-gunas heridas que lamentablementehacen mal a la infancia. Me vienen ala mente muchos niños con los queme he encontrado durante mi últimoviaje a Asia: llenos de vida y entu-siasmo, y, por otra parte, veo que enel mundo muchos de ellos viven encondiciones no dignas... En efecto,del modo en el que son tratados losniños se puede juzgar a la sociedad,pero no sólo moralmente, tambiénsociológicamente, si se trata de unasociedad libre o una sociedad escla-va de intereses internacionales.

En primer lugar, los niños nos re-cuerdan que todos, en los primerosaños de vida, hemos sido totalmentedependientes de los cuidados y de labenevolencia de los demás. Y elHijo de Dios no se ahorró este paso.Es el misterio que contemplamos ca-da año en Navidad. El belén es elicono que nos comunica esta reali-dad del modo más sencillo y directo.Pero es curioso: Dios no tiene difi-cultad para hacerse entender por losniños, y los niños no tienen proble-mas para comprender a Dios. Nopor casualidad en el Evangelio hayalgunas palabras muy bonitas y fuer-tes de Jesús sobre los «pequeños».Este término «pequeños» se refiere atodas las personas que dependen de

hemos dado nosotros mismos sinoque la hemos recibido. El gran donde la vida es el primer regalo quenos ha sido dado. A veces corremosel riesgo de vivir olvidándonos deesto, como si fuésemos nosotros losdueños de nuestra existencia y, encambio, somos radicalmente depen-dientes. En realidad, es motivo degran alegría sentir que en cada edadde la vida, en cada situación, en ca-da condición social, somos y perma-necemos hijos. Este es el principalmensaje que nos dan los niños consu presencia misma: sólo con ellanos recuerdan que todos nosotros ycada uno de nosotros somos hijos.

Y son numerosos los dones, mu-chas las riquezas que los niños traena la humanidad. Recordaré sólo al-gunos.

Portan su modo de ver la reali-dad, con una mirada confiada y pu-ra. El niño tiene una confianza es-pontánea en el papá y en la mamá;y tiene una confianza natural enDios, en Jesús, en la Virgen. Al mis-mo tiempo, su mirada interior es pu-ra, aún no está contaminada por lamalicia, la doblez, las «incrustacio-nes» de la vida que endurecen el co-razón. Sabemos que también los ni-ños tienen el pecado original, susegoísmos, pero conservan una pure-