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Historia

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  • :: portada :: Opinin ::

    05-05-2014

    El retorno de la geopoltica y sus razonesAtilio BoronAlai

    Una ojeada a las novedades editoriales producidas en el estudio de las relaciones internacionales-o, si se quiere utilizar un lenguaje "polticamente incorrecto" pero ms difano y accesible: elimperialismo- revela la creciente presencia de obras y autores que apelan a la problemticageopoltica. La sbita irrupcin de esta temtica nos mueve a compartir una breve reflexin, y estopor dos razones. Primero, porque el tema, y la palabra haca tiempo que haban sido expulsadas,aparentemente para siempre, del campo de los estudios internacionales y ahora estn de vuelta.Proponemos la hiptesis, en segundo lugar, de que su reincorporacin no tiene nada de casual oaccidental sino que es un sntoma de un fenmeno que trasciende el plano de la teora y lasemiologa: la decadencia del imperio norteamericano.

    En relacin a lo primero digamos que el abandono de la perspectiva geopoltica no slo se verificen las elaboraciones de los mandarines de la academia, lo cual no es motivo alguno depreocupacin, sino que tambin se hizo sentir en las obras de los pensadores de la izquierda, locual s era motivo de inquietud. Tanto era as, y tanto ha cambiado en muy poco tiempo, que alterminar la redaccin de mi libro "Amrica Latina en la Geopoltica del Imperialismo", a mediadosdel 2012, y proceder a la ltima revisin del texto antes de enviarlo a la imprenta cre necesariointroducir un largo prrafo, que reproducir parcialmente a continuacin, para responder a losmuchos amigos y camaradas que, sabedores de la problemtica que estaba investigando mehicieron conocer su sorpresa, y en algunos casos desacuerdos, por dirigir mi atencin hacia untema, la geopoltica, asociada a los planteamientos de la derecha ms reaccionaria y racista. De ahque sintiera la necesidad de decir lo siguiente en las mismas pginas iniciales del libro:

    "Unas palabras, precisamente, sobre la problemtica geopoltica. Se trata de una cuestin que engeneral la izquierda ha demorado ms de lo conveniente en estudiar por una serie de razones queno podemos sino apenas enunciar aqu: concentracin en el examen de temas "nacionales"; visineconomicista del sistema internacional y del imperialismo; menosprecio de la geopoltica por lagnesis reaccionaria de este pensamiento y por la utilizacin que de ella hicieron las dictadurasmilitares latinoamericanas de los aos setenta y ochenta del siglo pasado. La generalizacin delconcepto y las teoras de la geopoltica se encuentra en la obra de un gegrafo y general alemn,Karl Ernst Haushofer, quien propuso una visin fuertemente determinista de las relaciones entreespacio y poltica, y la inevitabilidad de la lucha internacional entre los diferentes Estados paraasegurarse lo que, en un concepto de su autora, calific como "espacio vital" (Lebensraum). Eldesprestigio de esa teorizacin se relaciona con el hecho de que fue este concepto de Lebensraumel empleado por Hitler para justificar el expansionismo alemn que a la postre culmin con latragedia de la Segunda Guerra Mundial. Haushofer tuvo como fuente de inspiracin la obra de ungegrafo y poltico britnico, Halfor John Mackinder, quien en 1904 haba escrito un muy influyenteartculo sobre "El pivote geogrfico de la historia".[1]

    En todo caso el nacimiento de esta perspectiva tuvo lugar en un momento histrico signado por elpredominio de las concepciones colonialistas, imperialistas y racistas de finales del siglo XIX ycomienzos del XX. Si hoy reaparece, completamente resignificada en el pensamiento contestatario,es porque aporta una perspectiva imprescindible para elaborar una visin crtica del capitalismo enuna fase como la actual, signada por el carcter ya global de ese modo de produccin, su afiebradadepredacin del medio ambiente y las prcticas salvajes de desposesin territorial padecidas porlos pueblos en las ltimas dcadas. No debera sorprendernos entonces que dos de los principalespensadores de nuestro tiempo sean gegrafos marxistas: David Harvey y Milton Santos. Es que lapoltica y la lucha de clases, tanto en lo nacional como en lo internacional, no se desenvuelven en

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  • el plano de las ideas o la retrica, sino sobre bases territoriales, y el entrelazamiento entre territorio(con los "bienes pblicos o comunes" que los caracterizan), proyectos imperialistas de explotacin ydesposesin y resistencias populares al despojo requieren inevitablemente un tratamiento endonde el anlisis de la geografa y el espacio se articulen con la consideracin de los factoreseconmicos, sociales, polticos y militares. En tiempos como los actuales, en los que la devastacincapitalista del medio ambiente ha llegado a niveles desconocidos en la historia, una reflexinsistemtica sobre la geopoltica del imperialismo es ms urgente y necesaria que nunca. Tal comolo recordara el Comandante Fidel Castro en su proftica intervencin en la Cumbre de la Tierra -enRo de Janeiro, junio de 1992-, una importante especie biolgica est en riesgo de desaparecer porla rpida y progresiva liquidacin de sus condiciones naturales de vida: el hombre." Creo que las razones por las cuales desde la izquierda tenemos que recuperar la problemticageopoltica -que s estaba presente, si bien expresadas con otro lenguaje, en el marxismo clsico!-son por dems convincentes. Pero, a qu se debe que el pensamiento de la derecha haya hecho lopropio y que la obra de los intelectuales orgnicos del imperio (Zbigniew Brzezinski y HenryKissinger, para tan slo nombrar a los de mayor gravitacin) y de los acadmicos del mainstreamnorteamericano deban recurrir cada vez con ms frecuencia a consideraciones geopolticas en susestudios e investigaciones? Se trata de una superficial y efmera moda intelectual, parareemplazar al ya difunto concepto de "globalizacin", cuya muerte fue anunciada simultneamentea su advenimiento o hay algo ms?

    Efectivamente hay algo ms. No es un tema de modas intelectuales o escolsticas, y esta es lasegunda cuestin que queramos plantear. La reflexin geopoltica en el campo del pensamientoimperial es hija de una dolorosa (para algunos) comprobacin: el imperio norteamericano hasuperado su cenit y ha comenzado a recorrer el camino de su lento pero irreversible ocaso. Para losgobernantes y las clases dominantes de Estados Unidos de lo que se trata entonces es de tomar losrecaudos necesarios para evitar dos desenlaces inaceptables: (a) que el crepsculo imperialprecipite una incontrolable reaccin anrquica en cadena en el sistema internacional, en donde unbuen nmero de estados y una cantidad desconocida pero significativa de actores privadosdisponen de un arsenal atmico capaz de eliminar de raz toda forma de vida en el planeta y, (b),que producto de la irreversible redistribucin del poder mundial la seguridad nacional y el modo devida de Estados Unidos puedan verse irremediablemente menoscabados. Esta es la razn de fondopor la cual los estrategas militares estadounidenses llevan ms de diez aos refirindoseoblicuamente al tema y alertando, en sus escenarios blicos prospectivos de largo plazo, que esepas deber estar preparado para librar guerras, en los ms diversos rincones de este planeta,durante los prximos veinte o treinta aos. Doctrina de la "guerra infinita" cuyo objetivo no seracrecentar su primaca mundial mediante la incorporacin de nuevas reas de influencia o controlsino apenas preservar las ya existentes, o evitar un catastrfico derrumbe de los parmetrosgeopolticos globales.

    Estos pronsticos tardaron ms de diez aos en incorporarse a los anlisis del mandarinatoacadmico y de los publicistas del imperio, profundamente enquistados en los grandes medios decomunicacin. Pero ya no ms. La terca realidad les ha obligado a hablar de lo que hasta hace pocoera impensable, cuando una pandilla de reaccionarios nucleada en el Proyecto para el Nuevo SigloAmericano fundado por Dick Cheney en 1997 se ilusion al creer que el mundo que apareca antesus ojos tras el derrumbe del Muro de Berln y la implosin de la Unin Sovitica haba llegado paraquedarse, para siempre, en una tpica reiteracin de la incapacidad del pensamiento burgus paracomprender la historicidad de los fenmenos sociales.[2] Se trat de una ilusin infantil, as la juzgese viejo lobo del imperio que es Zbigniew Brzezinski, que la realidad desbarat en pocos aos. Losatentados del 11-S derrumbaron no slo las Torres Gemelas sino tambin los tranquilizadoresespejismos con los cuales se entretenan los dizque expertos del Proyecto para el Nuevo SigloAmericano. No es casual que en su ms reciente libro Brzezinski dedique unas sorpresivas pginasintroductorias al tema de la declinante longevidad de los imperios, y si bien no lo diceexplcitamente est claro que para l, como para tantos otros, Estados Unidos es un imperio. [3]Claro est que se tratara de un imperio de nuevo tipo, movido por el idealismo Wilsoniano, como loasegura Henry Kissinger en sus diversos escritos, idealismo que lo lleva a convertirse segn esta

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  • autocomplaciente visin, en un abanderado de las mejores causas de la humanidad: democracia,derechos humanos, libertad, pluralismo, etctera. En una palabra, el pas a quien Diospresuntamente le habra encomendado la realizacin de un "Destino Manifiesto" y en virtud del cualsembrara aquellos nobles valores e instituciones a lo largo y ancho del planeta. Un razonamientomuy parecido haba sido formulado por Henry Kissinger en un libro publicado en 1994 y traducido alcastellano al ao siguiente: "La Diplomacia". En l el ex Secretario de Estado de Richard Nixonadverta sobre la precariedad de los ordenamientos internacionales al observar que "con cada sigloha ido encogindose la duracin de los sistemas internacionales. El orden que surgi de la Paz deWestfalia dur 150 aos... el del Congreso de Viena se mantuvo durante 100 aos... el de la GuerraFra termin despus de 40 aos." Y concluye: "Nunca antes los componentes del orden mundial, sucapacidad de interactuar y sus objetivos han cambiado con tanta rapidez, tanta profundidad o tanglobalmente."[4]

    Dado todo lo anterior no sorprende la nota que das atrs publicara David Brooks en el New YorkTimes y que fuera reproducida en Buenos Aires por La Nacin y, con seguridad, en otros diarios deAmrica Latina y el Caribe. Brooks, un hombre de clara persuasin conservadora, cita en su nota laopinin de Charles Hill, uno de los mayores expertos del Departamento de Estado, ya retirado de sucargo, quien dice textualmente que: "La gran leccin que ensea la historia de la altaestrategia es que cuando un sistema internacional establecido entra en fase de deterioro, muchoslderes actan con indolencia y despreocupacin, y felicitndose a s mismos. Cuando los lobos delmundo huelen esto, por supuesto que empiezan a moverse para sondear las ambigedades delsistema que envejece y as arrebatar de un tarascn los bocados ms preciados." Brooks refleja,con desazn, la literatura que cada vez con mayor frecuencia examina el proceso de decadenciaimperial, esa "fase de deterioro" a la que aluda Hill, si bien no todos los autores se atreven aabandonar los eufemismos tranquilizadores. El ltimo nmero de la revista Foreign Affairs, elconservador rgano del establishment diplomtico estadounidense, presenta un par de artculos dedos de los mayores especialistas en el anlisis de las relaciones internacionales y en los cuales,ms all de sus diferencias, concuerdan en el hecho de que "la geopoltica est de vuelta".[5] Y si loest es precisamente porque la correlacin de fuerzas que en el plano internacional se cristalizaradespus de la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, las fantasas que anunciaban el advenimientode "un nuevo siglo americano" se derrumbaron estrepitosamente. Ejemplos: Estados Unidos esderrotado inapelablemente (29 a 3) en una votacin en la OEA que pretenda decretar laintervencin de ese organismo en la crisis que afecta a la Repblica Bolivariana de Venezuela;asiste impotente a la reincorporacin de Crimea a Rusia, pese a que en una actitud inslita yprovocativa su Secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Euroasiticos, Victoria Nuland, estuvo enla Plaza Maidan de Kiev repartiendo panecillos y galletitas a las bandas de neonazis que luegotomaran por asalto los edificios gubernamentales y constituiran un nuevo gobierno, mismo quefue rpidamente reconocido por las corruptas y decrpitas democracias capitalistas; y susbravuconadas y amenazas en contra de Siria se derrumbaron como un castillo de naipes en cuantoRusia -y de modo ms cauteloso, China- le hicieron saber a Washington que no permaneceran debrazos cruzados si la Casa Blanca lanzaba una nueva aventura blica en la regin. Cambiosinesperados, muy profundos y sucedidos en muy corto tiempo y que nos obligan a reflexionar sobre-y a actuar en- una transicin geopoltica global que difcilmente podr llevarse a cabo de manerapacfica. Si atendemos a las lecciones de la historia, todas las transiciones geopolticas precedentesfueron violentas. Nada permite suponer que hoy la historia ser ms benigna para nuestroscontemporneos, especialmente si se repara en la fenomenal desproporcin de recursos militaresque retiene el centro imperial, superior a la de la totalidad de los dems pases del planeta.

    Notas

    [1] Mackinder (1861-1947) sostena que en el planeta hay una "Isla Mundial" que es el sitio dondese concentran las mayores riquezas naturales y que est conformada por la gran masa euroasiticay africana. Al interior de este enorme espacio se recorta, segn este autor, un pivote que se

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  • extiende desde el Volga hacia el Este, hasta el ro YangTse en la China, y desde los Himalayas hastael Ocano rtico y Siberia. Quien controle ese pivote, sostiene Mackinder, controlar la Isla Mundialy quien ejerza ese control podr extenderlo a todo el mundo. Tiempo despus, el geopolticonorteamericano Nicholas Spykman (1893-1943) re-elabor las concepciones de Mackinder yacentu la importancia del anillo de tierras y mares que rodean al pivote central. Si ese cerco esexitoso, asegura Spykman, la potencia que lo consiga dominar Eurasia, y quien controle Eurasiaregir los destinos del mundo. Zbigniew Brzezinski es el ms encumbrado continuador de estatradicin que le asigna al pivote central de la masa euroasitica un papel crucial en el dominio delplaneta. La obsesin por cercar ese pivote con toda suerte de alianzas poltico-militares aliment lapoltica exterior de los Estados Unidos desde el triunfo de la Revolucin Rusa en 1917 hastanuestros das, como lo prueban los mapas utilizados por Brzezinski en su ya referida obra.

    [2] Recordar que Cheney luego se convertira, bajo la presidencia de George W. Bush, enVicepresidente de los Estados Unidos durante sus dos mandatos y uno de los personajes de mayorinfluencia en el proceso decisional de la Casa Blanca, algo poco comn si se recuerda el carctereminentemente protocolar, casi decorativo, de los vicepresidentes en la repblica imperialnorteamericana.

    [3] Puede consultarse este tema de la declinante longevidad de los imperios en ZbigniewBrzezinski, Strategic Vision.America and the Crisis of Global Power (New York: Basic Books, 2012),pp. 21-26.

    [4] Henry Kissinger, La Diplomacia (Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1995), p. 803.

    [5] Ver John Ikenberry, "The Illusion of Geopolitics. The Enduring Power of the Liberal Order" yWalter Russell Mead, "The Return of Geopolitics. The Revenge of the Revisionist Powers", ambos enForeign Affairs, Mayo-Junio de 2014.http://www.atilioboron.com.ar/2014/05/el-retorno-de-la-geopolitica-y-sus_2.html

    - Dr. Atilio A. Boron, Director del PLED, Programa Latinoamericano de Educacin a Distancia enCiencias Sociales, Argentina.

    URL de este artculo (incluyendo grficos): http://www.alainet.org/active/73451

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