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2003. Cuenca Nazarena

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Revista Cuenca Nazarena 2003. Edita la Junta de Cofradías de Cuenca.

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P A R A R E F L E X I O N A R . . . 3S A L U D A S 6E N T R E V I S T A S 8AL CARTELISTA: EMILIO MORALESPor José María Abellán 8AL PREGONERO: JOSÉ LUIS MUÑOZ MARTÍNEZPor Juan Ignacio Monserrat 12

I N V E S T I G A C I Ó N 1 8JULIÁN RECUENCO PÉREZLa Semana Santa de Cuenca en el siglo del liberalismo 18ÁNGEL LUIS MOTALa Semana Santa de Andrés González Blanco 26JUAN CARLOS GARCÍA RECUENCODivulgación de la Semana Santa. Las nuevas tecnologías 34

O P I N I Ó N 4 2JAVIER CARUDA. PRESIDENTE DE LA JUNTA DE COFRADÍASViernes Santo 2002. Procesión “Camino del Calvario” 42ENRIQUE BUENDÍAPensamientos turbadores en clave musical 44ADRIÁN LÓPEZ ÁLVAREZPregón Infantil 2002 48JOSÉ LUIS LUCAS ALEDÓNLa última tulipa 52MARIANO G. HERRÁIZ GASCUEÑAVerónica 54ÁNGEL HORCAJADANazarenos: “Iglesia en la calle” 56VBLE.HDAD. DEL STMO. CRISTO DEL PERDÓN. PASO DE LA EXALTACIÓNEl Paso de la Exaltación por las calles de Cuenca: Cien años después (1903-2003) 60RAFAEL TORRES MUELASVida de un concierto 68RAUL TORRESLa Semana Santa del César en Cuenca 72FRANCISCO ALARCÓNCristo de las Misericordias 74

H A B L A N L A S H E R M A N D A D E S 7 8TALLERES PARA NIÑOSVble. Hdad. de Ntro. Padre Jesús entrando en Jerusalén y Ntra. Sra. de la Esperanza 78III CENTENARIOVble. Hdad. de San Juan Apóstol Evangelista 8050 ANIVERSARIOVble. Hdad. de Ntro. Sr. Jesucristo Resucitado y Ntra. Sra. del Amparo 84ACTIVIDADESVble. Hdad. de la Santa Cena 86

D E C Í A M O S A Y E R 9 2P. VICENTE MENAPrograma Oficial 1951 92LEANDRO DE LA VEGAPrograma Oficial 1962 94

S U E Ñ O S 9 8JAVIER CARUDA

2 0 0 3CUENCA NAZARENAPublicación Oficial de la Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca

S U M A R I O

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Comisión de Publicaciones de la Junta de Cofradías:Antonio Abarca ContrerasJuan Carlos García RecuencoJavier Hevia CevaJulián Recuenco Pérez

Diseño y maquetación:ZOOM-3000, S.L.

Publicidad:Editorial MIC

Imprime:Editorial MIC

Edita:Junta de Cofradías de Semana Santa de CuencaUniversidad de Castilla-La Mancha

Fotografía Cubierta:Gregorio Cubillo

Fotografía Contraportada:Antonio Abarca

Agradecimientos:A las Juntas de la Diputación de las Venerables Hermandades de la Semana Santa

L E Y E N D A

Antonio Abarca

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PARA REFLEXIONAR...ADRIÁN LÓPEZ ÁLVAREZ

¿Qué es en realidad nuestra Semana Santa? ¿Dónde está la esencia de nuestra semana grande, o más bien, por qué es tan peculiar, tan mística, tan espiritualmente bella?

Antonio Abarca

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Se podrían dar miles de respuestas: su orden, su colorido, sus tallas, etc. Pero sería más conveniente citar un concepto que solemos pasar por alto cuando hablamos de ella. Ante todo, sobre todos los rasgos estéticos que la hacen bella, nuestra Semana Santa es intemporal. Y es precisamente esa intemporalidad lo que la descubre única. Porque en ella se vienen fundiendo desde tiempos inmemoriales los esfuerzos de los banceros del pasado y del presente y con ellos se cimentan los sueños de futuros nazarenos. ¿Cómo de otro modo podría ser si no? Nadie que caiga en la cuenta de ello podrá dejar de percibir el fue, el ser y el será de este magnífico acontecimiento. Y en ese todo heterogéneo que constituye la Cuenca de los mil brazos, en la cual banceros de un “siempre” antiguo y un “nunca” esperado se agrupan fraternalmente para ayudarse y cargar el mismo madero, solo distinguidos por una mirada penitente bajo un capuz de esperanza; ahí es donde encontramos la fusión única e irrepetible del cielo y de la tierra en una tradición incontestablemente eterna, nuestra Semana Santa.

Y a pesar de que ello sea así no debemos confundirnos; nuestro esfuerzo, impreso en las calles a golpe de horquilla en pos de un próspero futuro no está del todo asegurado. Quienes atesoran valiosísimos años nazarenos en su haber podrán contar graves acontecimientos que pusieron en tela de juicio la continuidad de la semana grande. De hecho, quienes vivimos en el presente hemos tenido la ocasión de presenciar un desgraciado hecho que pone momentos de difícil solución a quienes se esmeran por hacer más pequeños los baches. No pretendo hacer leña del árbol caído, como a algunos les pueda parecer, ni siquiera me aventuraré a juzgar a nadie ni a volver a exponer los hechos a los que me refiero, pues ya se ha hecho innumerables veces; primero porque no puedo y segundo porque jamás he pretendido esto. Sin embargo quiero advertir, como ya hice por otra parte un año atrás en las páginas de esta publicación, del precario equilibrio que guardan actualmente las dos columnas que sirven de apoyo a la continuidad de la comunidad nazarena. Mirando con los ojos del futuro puedo decir que un clima de decepcionante desinterés se está extendiendo entre las generaciones que vendrán a suceder inmediatamente a la mía, aún joven. Quienes digan que esto es mentira seguramente se referirán a hijos de nazarenos de siempre pues estos, por supuesto, van a continuar la tradición. Pero ¿podemos asegurar nuestro futuro solo con ellos? Mi opinión es que no.

En esta posición de novicios, quienes tenemos que tomar el relevo observamos ávidamente los movimientos de nuestros mayores, buscando el modelo con el que poder hacernos cargo de nuestra amada tradición. Apartados como vivimos en algunas hermandades, que no en todas, podemos ver todo lo que ocurre y no andamos exentos de juicio para ver en algunas ocasiones aspectos que nos entristecen. Y en aquellas en las que participamos activamente intentamos mejorarlos. Resulta frustrante ver como en lugar de allanarse el camino se ondula hasta convertirse en algo insuperable. Porque lejos de ser coherentes y actuar tal y como deberíamos hacerlo como buenos cofrades, e incluyo a quienes todavía no hemos tomado parte totalmente activa en los entresijos de la Semana Santa, nos olvidamos de lo que significa en sí la hermandad y el ser nazareno y dejamos de cuidar este bien tan preciado del que gozamos, de manera que quienes nos sucederán no lo disfrutarán del mismo modo que nosotros: lo estamos estropeando.

Últimamente tendemos a tomar una visión egoísta de la tradición. Es nuestra, y a veces nos creemos que nuestros actos solo benefician o perjudican al presente. Nos estamos equivocando, porque tanto los beneficios que logremos como los retrocesos que creemos serán heredados por quienes vienen detrás de nosotros. ¿Es justo pues que no pensemos en ello? Quiero abrirles los ojos de modo que no puedan decir que no es de algún modo cierto lo que les estoy relatando.

David L. Meysonnier

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Hace un año, cuando escribía en esta revista, lo hacía sobre una naciente y prometedora actividad que emprendíamos un grupo de amigos y yo para fomentar nuestra semana grande entre los más pequeños. Esta vez no puedo hacerlo. Desgraciadamente no porque no sea necesario, sino porque el abandono y la dejadez de aquellos a quienes iba dirigida la actividad ha propiciado la suspensión de una iniciativa que prometía realmente y detrás de la cual había un gran número de personas muy vinculadas a la Semana Santa. Lo peor es que no puedo culpar a los alumnos. ¿Quién o quienes son los culpables? Nosotros mismos, porque lo más penoso del caso no es el abandono en sí de los chicos y chicas de la actividad, sino el motivo de él. Resulta cuanto menos muy preocupante que pequeños de nueve a doce años opinen que nuestra magna celebración no tiene futuro. Los últimos y desgraciados acontecimientos, sumados a ciertos temas que nadie se atreve a abordar en nuestra Semana Santa han hecho que estos pequeños pierdan el afán nazareno que a muchos de nosotros nos impulsó y todavía nos impulsa a soñar sobre un mejor futuro para los cofrades conquenses. No dejarán de salir pero, y esto lo han admitido ellos mismos, no lo harán porque les guste. Sencillamente, estamos eliminando nuestro propio futuro. Ese sentimiento cofrade, esa emoción de ponerse el capuz en la puerta de la iglesia, el deseo de crecer para portar el paso o simplemente para acompañarlo en la fila, quedará reducido a una minoría, será un coto familiar; y eso no se debe consentir.

Esto lo hemos logrado entre todos, yo mismo me culpo, hemos cerrado los ojos. Pocas son las hermandades que se abren al futuro. Y cuando digo esto no me refiero al futuro en cuanto a tecnología o progreso, porque ya sabemos que muchas ya se han lanzado a este. Me refiero al futuro en su más estricto sentido. No me hace falta citar los factores que están malogrando la imagen de nuestra comunidad; de sobra los sabemos, pero el hecho es que mientras nos centremos en una labor personal y no profesional, mientras no colaboremos, el futuro seguirá diluyéndose entre nuestros dedos como el agua de un chaparrón en los ríos y riveras. Debemos ser hermandad, olvidar las desavenencias, tratar de trabajar como el eterno rumor bancero, de maderadas y antiguos gancheros, nos impone: hombro con hombro para conseguir solventar las dificultades. Basta de rivalidades y egoísmos, pues sabemos que solo nos perjudican, olvidemos nuestros prejuicios e intentemos acercarnos a quienes

juzgamos menos importantes y más inexpertos. ¿Por qué no enseñarles a cambiar, por qué no progresar?

Hay quienes todavía creen que esto es cierto, esos que trabajan por conseguir que no ocurra, quienes apoyaron nuestra actividad y quienes sin apoyarla se alegraron por ella. Aquellos nazarenos que desde su modesta aportación, sumando esfuerzos, logran cada día alargar la vida de la Semana Santa. Pero me resisto a pensar que existan personas que no se den cuenta de esto. Es el espíritu de esos trabajadores el que debe inflamar nuestras filas, encender nuestras tulipas y mantener viva la llama nazarena. Pensemos qué ocurrirá cuando no haya gente que trabaje con la única recompensa de sentir la emoción al ver desfilar su paso por las calles de nuestra ciudad, o nadie que intente reprimir las lágrimas al observar el cadencioso paso de una Soledad o el acompasado vaivén del San Juan de la mañana. Imaginemos qué ocurriría si ya nadie se sintiera esperanzado el Domingo de Ramos ni apesadumbrado el de Resurrección, con el final de esta fugaz e intensa semana que constituye nuestra semana grande.

Ningún joven nazareno debería olvidarse de la túnica y el capuz, de la vela y la horquilla, y el rancio sabor de la tradición, pues si lo permitimos, nos estaremos condenando y condenaremos a nuestra más preciada celebración. Estaremos lapidando a esa maravillosa forma de expresión conquense, a esa explosión de pasión y sentimiento, de ilusión y de sueños; estaremos enterrando nuestra valiosa Semana Santa.

Antonio Abarca

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S A L U D AJAVIER CARUDA

Presidente de la Junta de Cofradías

A mis hermanos nazarenos:

Haciendo uso del tópico, “parece que fue ayer...” cuando me encontraba pensando, por primera vez, qué quería comunicaros, qué quería deciros, qué pretendía resaltaros...

Desde aquella fecha muchas cosas han ocurrido, unas agradables y otras muy desagradables.

Sería muy sencillo, por mi parte, enumerar todos los momentos agradables, todas las buenas noticias que hemos tenido durante este año. Y tampoco sería justo intentar mostrar únicamente el lado positivo. Debemos ahondar, evidentemente, en las noticias no tan agradables.

Los lamentables actos que ocurrieron en la puerta de la Iglesia de San Esteban a la conclusión de la procesión “Camino del Calvario” suponen un antes y un después en la celebración de la Semana Santa, suponen un punto de inflexión en la gestión de la Junta de Cofradías. Nuevos parámetros han de ser contemplados en cada uno de los desfiles procesionales. Parámetros que condicionaran el tra-bajo de la Junta de Cofradías, Hermandades y Nazarenos.

Pero lo más importante de todo, desde nuestra convicción de creyentes, es que sepamos usar todos la capacidad del perdón. Parece que estamos más preocupados en buscar culpables de aquellos actos que en saber perdonar. Saber perdonar no significa estarnos de brazos cruzados; saber per-donar no significa ser pasivos. Saber perdonar es tender una mano abierta para, entre todos, buscar soluciones a éste y cualquier problema que se nos presente.

Si no somos capaces de trabajar de esta manera, creo que se nos avecina, al menos, un futuro incierto.

No obstante, quiero desde estas líneas agradecer el trabajo de todos durante este año con el fin de tener una Semana Santa 2003 cargada de momentos felices. Que estos días sirvan, desde el respeto a todos, de homenaje a los que nos precedieron y nos dejaron este legado que debemos sal-vaguardar.

José Andrés Jiménez

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EL PASO DE DIOSÁNGEL HORCAJADA

Delegado Episcopal en la Junta de Cofradías

Comienza la Semana Santa, la de los grandes misterios. Es el Paso de Dios. Llega Dios hasta el hombre, y su Paso tiene que dejar luz y libertad. Llega Dios hasta mí, y su Paso tiene que iluminarme y salvarme.

En esta SEMANA SANTA 2003, vamos a abrirnos a este acontecimiento de Dios. No podemos celebrar la Pascua si Dios no pasa por nosotros.

NUESTRAS CELEBRACIONES no deben mirar solamente a hechos pasados.

Los misterios de Cristo no pasan. Siempre son actuales, tienen sabor a eternidad. HOY sigue pasando Dios por nues-tra historia, personal y comunitaria.

EMPEZAMOS LA SEMANA SANTA, tiempo de intensidad religiosa, culmen de todo el año litúrgico. El pueblo creyente -CUENCA NAZARENA- tiene dos formas de celebrarlo:“Hacia fuera”, sacando a la calle EL MISTERIO PASCUAL. Pasos con nazarenos, penitentes, multitudes fervorosas, re-presentando “los momentos y escenas” más importantes de la Pasión del Señor. Que nadie sea frívolo, indiferente, y mucho menos, irrespetuoso, violento...

“Hacia dentro”, queriendo interiorizar todo el Misterio del Señor, fundamentalmente en las Celebraciones Litúrgicas, que renuevan la Muerte y Resurrección del Señor, y se complementan con ejercicios piadosos y compromisos de caridad.

HERMANOS NAZARENOS DE CUENCA:EL PASO DE DIOS continúa renovando primaveras:

“Nuestros esfuerzos superadores, nuestras libertades conquis-tadas, nuestros gestos solidarios, nuestras reconciliaciones conseguidas, nuestra vida creciente, cada vicio que se supera, cada paz que se consigue, cada fermento de solidaridad que crece, cada victoria del amor, cada encuentro con Dios...es PASCUA”.

Antonio Abarca

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E N T R E V I S T A

E M I L I O M O R A L E S

UN CARTEL PARA UNA CIUDAD PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Emilio Morales nace en Mota del Cuervo (Cuenca), en el año 1958 en el seno de una familia de pintores y alfareros.Su temprana inclinación a la pintura fue esti-mulada por Antonio Cabañero, quien le inició en la técnica del dibujo.La atracción por el impresionismo le instó a instalarse en 1976 en Cuenca, ciudad de la luz, de cuyo exuberante y extraordinario pai-saje surge gran parte de su creación combi-nando así la pintura con la docencia artística.En 1982, se integra en el “Centro de artistas y artesanos de Cuenca” y toma contacto con las nuevas corrientes pictóricas, marcándole decisivamente su relación con diferentes artis-tas de primera línea, con quienes participa en varias exposiciones colectivas.

por José Mª Abellán

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Hablar del cartel de la Semana Santa en Cuenca y en-tre conquenses es siempre el inicio de una polémica, ya que éste, como el pregón, tiene su propio espacio y su propio ambiente...

¿Cuándo recibiste la noticia de que habías sido elegido para realizar el cartel de la Semana Santa de Cuenca?Recibí la noticia de haber sido elegido cartelista de la Semana Santa de Cuenca estando en el pregón de las fiestas de Arcas y junto a su maravillosa Iglesia.

Tu primer pensamiento cuando te quedaste a solas.Mi primer pensamiento fue que tenía que ser un cartel que situara nuestra Semana Santa, nuestra gente y nuestra ciudad en el lugar que se merece.

¿Cuál es la primera imagen que sobre la Semana Santa con-servas en tu retina?Cuando cerré los ojos y empecé a ver luces y sombras me quedé impresionado por las primeras luces del amanecer (el rosicler del alba).

Y cuando cerraste los ojos, ¿Qué cartel veías?Creo que en el fondo cada conquense tenemos nuestro pro-pio cartel y nuestro propio pregón, así como nuestros olores, sensaciones, etc.

Para un conquense, para un nazareno de la espátula y el pincel, ¿Qué significa llegar a realizar el cartel de la Semana Santa?

Significa alegría y satisfacción por dos vertientes: primero por que tu gente ha confiado en ti para representar nuestra Sema-na Santa, y segundo por sentir en tus manos y en tu mente la visión de lo que, con el paso del tiempo, será el prólogo visual que recordaremos de la Semana Santa del 2003.

Yo se que tu vinculación plástica con la Semana Santa ha sido permanente, y más como testigo que como grafista has ido escribiendo a lo largo de los años tu propio pregón visual, ¿Con cuál de esas páginas ya escritas te identificas más?Como conquense me siento vinculado con toda la Semana Santa, desde el Domingo de Ramos hasta el de Resurrec-ción, con sus colores y con ésa atmósfera especial que crea la Semana Santa en una ciudad tan maravillosa como Cuenca, que por algo es Patrimonio de la Humanidad, pero creo que me identifico más en ese momento en el que Jesús Nazareno carga con la Cruz, camino del Calvario, entre las burlas, pitos y estruendos de la multitud (impresionante), con esa atmósfe-ra de morados, carmines, amarillos, blancos, negros, brumas grises azuladas y primeras luces rosadas del amanecer, que envuelven esos momentos mágicos y que hacen que esta vi-sión quede grabada en conquenses y visitantes hasta tal punto que se hace necesario volver a vivir ese momento.

Por cierto, ¿Qué ha sido de aquel reportaje en aguatintas en el que estaban todos los “pasos” de nuestra Semana Santa?Estas aguatintas ya hace tiempo que quedaron en mi colec-ción particular y de la cual me siento muy orgulloso.

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Una madre.Jesús de Medinaceli.

Un abuelo.Un resucitado.

Un extrangero.Las turbas.

Un conquense.El Jesús de las seis.

Un pintor.Camino del Calvario.

¿Qué dificultad entraña plasmar tu visión en una sola ima-gen?Creo que cualquier imagen puede perfectamente representar nuestra Semana Santa, pero para plasmarla hay que haberla vivido.

¿Qué quieres que veamos en tu cartel?En cuanto a la forma, octogonal, dar a conocer el significado del octógono como símbolo (Iglesia de San pedro y símbolo templario), así como los rosetones de la entrada de nuestra catedral o como la misma estrella del escudo de Cuenca. Y respecto al texto del cartel, puesto en círculo, en el plenilunio de primavera en la muerte de Jesús. También me gustaría que se apreciara la espectacularidad de nuestra Semana Santa junto a nuestra catedral, símbolo y mito histórico, siendo una forma de unir nuestras procesiones con el gótico-normando.

Ya sabemos que una parte de la forma de ser y entender la vida en Cuenca es la de ser nazareno. Pero, ¿en qué consiste para ti ese ser nazareno?En vivir la Semana Santa.

¿Qué imagen o qué imágenes consideras más impactantes vi-sualmente de la Semana Santa de Cuenca?Creo que todas, pero especialmente las tallas de Marco Pé-rez.¿Y las turbas?Espectaculares.

Una imagen para:Un niño.El Domingo de Ramos y una tulipa.

Javier Gismero

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¿Cómo vive un pintor la Semana Santa?Apuntes.

¿Y un pintor conquense?Yo conozco a uno que la pasa pintando.

Por último, ¿Qué te gustaría transmitir con el cartel?La integración de Cuenca y de aquellos que nos visitan con nuestra Semana Santa. El respeto a nuestras tradiciones.

Por último. ¿Qué te gustaría que viéramos?, ¿Cómo tenemos que mirar tu cartel que va a ser el de todos?Con libertad y muy objetivamente.

Emilio calla para dejar que hable el cartel.

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E N T R E V I S T A

J O S É L U I S M U Ñ O Z

PREGONERO SEMANA SANTA 2003

José Andrés Jiménez

por Juan Ignacio Monserrat

“Se me cayó el mundo encima cuando me en-cargaron el pregón de los pregones”... Esta fue la expresión que utilizó José Luis Muñoz, cuando recibió el encargo de ser el pregonero de la Semana Santa 2003.

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José Andrés Jiménez

José Luis Muñoz es una de esas personas a las que, a pesar de conocerlo, a uno siempre le queda la sensación de que tiene algo más que contar. Y esa misma sensación me quedó cuando me contaba cómo había estructurado el pregón.

Su aspecto distraído, con una sonrisa siempre amable, son tan sólo parte del “atrezzo” de este hombre de peculiar voz que a todos nos ha paseado por “España en fiestas” a través de Radio Nacional de España.

Licenciado en “geografía pura” -como antaño se denominaba a esta carrera- es padre de tres hijos. Su madre “se vino aquí a parir, como hacían en aquella época tantas y tantas mujeres de pueblos de la sierra”. De esto hace ya 55 años. Sus primeros días los pasaron en casa de su “tía Pura”, en el barrio de “los Moralejos”, y no sería hasta doce años después cuando José Luis Muñoz se trasladase hasta nuestra ciudad de forma definitiva.

Sus primeros 10 años los pasó en las Majadas, “allí fui a la escuela, allí crecí, allí robaba nidos, allí fui monaguillo...”

De esta época de niño, ¿algún recuerdo especial relacionado con la Semana Santa?

”Lo recuerdo como si fuese ahora mismo. Yo era monaguillo, y recuerdo que las misas entonces se decían de espaldas a los fieles... Aquellas Semanas Santas eran tremendas. Ten en cuenta que era cuando en las hornacinas de las iglesias tapaban las imágenes con paños morados. Entonces, pasabas a la iglesia y daba un poquitín de miedo, un poquitín de pavor. Pero lo que más me impresionó a mí, era la procesión que hacían, y todavía hacen, el día de Jueves Santo.

Ese día llevan a una Virgen, muy pequeñita, y a un Cristo muerto en un ataud de cristal, un Cristo yacente con la boca entreabierta, pálido... Y lo llevan en procesión hasta las mismas puertas del cementerio” -cuando José Luis me está contando esta procesión pierde la mirada buscando las imágenes de ese desfile, casi visionario, en las mismas puertas del cementerio- “La procesión era tarde, y cuando llegábamos al cementerio lo hacíamos ya entre dos luces, con velas encendidas y las mujeres cantando... - perdona a tu pueblo señor, perdona a tu pueeeblo...-.

Aquello me impresionó mucho y nunca lo olvidaré. Mis recuerdos, por lo tanto, son de ese tenebrismo francés, en blanco y negro, con el señor cura con su capa pluvial, el bonete y la cruz parroquial revestida de luto. Y entonces,

desde la puerta del cementerio, volvíamos al pueblo. ¡Era tremendo aquello! ¡impresionante!.

De ese blanco y negro del que nos hablas, el paso a la poli-cromía y riqueza de colores y matices de nuestra Semana Santa. ¿ Cómo ha sido para ti esa evolución?

Bueno, yo vengo a Cuenca un buen día con mi madre y, cuando conozco la Semana Santa, descubro que hay un cierto paralelismo entre mis vivencias de niño del pueblo y lo que veo en la Semana Santa. Porque ten en cuenta que yo viví carnavales cuando prácticamente estaban prohibidos en toda España. Pero en mi pueblo las gentes se disfrazaban y lo hacían de una forma ancestral. Se tapaban totalmente el cuerpo y la cara y rellenaban sus pantalones con paja. Parecían muñecos de trapo gigantescos. Y además, predominaba el color negro. La verdad es que daban, o por lo menos a mi me lo parecía, mucho miedo, ...

Yo llego a Cuenca y descubro la Semana Santa. Al ser un niño, intentaba esconderme detrás de mi madre. Porque yo veía a esos señores, con lo que luego me dijeron que eran capuces, con las caras tapadas y se mezclaba el recuerdo del entierro de mi pueblo, el Jueves Santo. Y realmente, ahí estaba yo, sorprendido. La verdad, más aterrorizado que sorprendido. Esos son mis primeros recuerdos de Cuenca en Semana Santa, y luego claro, cómo no, llegó el color. Cómo no... -José Luis vuelve a esbozar una sonrisa, esta vez su gesto no es de recuerdo o añoranza, sino más bien de orgullo, y suena su voz con rotundidad-.

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“Tenemos, desde luego, una Semana Santa preciosa. Yo conozco muy pocas Semanas Santas en España, pero lo que he visto no tiene parangón con lo nuestro. Con razón tenemos la calificación que tenemos”.

Una pregunta de guión y obligada. ¿Cómo va a ser el pregón de este 2003?

El pregón, teniendo en cuenta que yo no he salido nunca en ninguna procesión y que no me he vestido de nazareno nunca, mis hijos sí pero yo no, va a ser desde el punto de vista profesional y desde el punto de vista del espectador que está en la acera con sus hijos, con su mujer o con unos amigos; un Miércoles Santo o un Jueves Santo; a cualquier hora contemplando el desfile y gozando del desfile...

Y una parte del pregón van a ser esas vivencias que tenemos nosotros, los que por obligación y por devoción, tenemos el trabajo de transmitir al resto del país, a nuestros propios conciudadanos, a la provincia, ... cómo es una determinada procesión.

Por tu profesión, muchos han sido los pregones que te han tocado vivir, si tuvieras que hacer un mosaico con ellos, ¿ qué eligirías de los mismos, la forma, prosa, verso, humanidad, religiosidad, ...?

”Mi pregón va a tener de todo: la visión de un espectador, de un trabajador trabajando, y también va a tener este año, algo que creo, no han tenido los demás. Es simple y llanamente,

aprovecharme de los adelantos técnicos propios del siglo XXI. Usando la voz, sonidos, fundamentalmente la música, y yo, voy a ir un poco más allá... -José Luis no nos quiere desvelar ese “ir un poco mas allá”. Habrá que descubrirlo el Viernes de Dolores en la iglesia de San Miguel-.

“Creo que para la gente que va a estar en la iglesia de San Miguel va a ser una auténtica sorpresa. Ni mejor ni peor que otros. Simplemente, les va a sorprender, de eso no me cabe ninguna duda...

Y luego, lo que me decías de otros pregones. Cuando te cae esta enorme responsabilidad de hacer el pregón de los pregones. A mí, se me cayó el mundo encima. Empecé a repasar pregones desde el principio. Me estaba metiendo en un auténtico embrollo, un lío. Y cada vez, me daban más ganas de decir que no. Incluso después de haber aceptado. Y claro, cuando analizas los primeros pregones, tan narrativos... Cuando buceas, por ejemplo, en el de Lucas Aledón, tan precioso, tan conquense, tan buscando la madera que podría ser del Hosquillo... O lees y relees el de Enrique Buendía; el de José Carlos Calvo... precioso; o el de Acacia Uceta, recientemente fallecida, a la que citaré en el pregón por ser la primera pregonera. Infinidad de pregones preciosos y otros no tanto. Pero lo que tengo claro es que no voy a meterme en camisas de once varas, es decir, yo no puedo filosofar, ni puedo entrar en problemas teológicos, porque sencillamente sólo soy un hombre de calle.

Mucho tiempo para escribirlo, ¿cómo te decidiste por el formato final ?

”Te lo cuento un poco cronológicamente. Mi padre fallece el día 30 de septiembre del 2002. Javier Caruda, Presidente de la Junta de Cofradías, me llama cinco días después para ofrecerme el pregón, y le digo, hasta tres veces que no. Que no, que no y que no. Que no puedo aceptar esto porque no sé, ni soy quién para estar en esa galería de pregoneros. Porque yo no me veo allí.

Finalmente le digo que sí porque se me ilumina en la cabeza una idea de cómo enfocar el pregón usando pregones anteriores de los que tuviéramos en R.N.E. Digo que sí y empiezo a buscar en los archivos de la radio. En ese momento comienza mi autentico calvario. Pero bueno, lo importante es que el pregón ya está hecho, y aconsejado por muchos pregoneros con los que he hablado. Sí tengo claro que no va a durar más de 40 minutos. Ahora queda el tiempo de leer, releer y quitar cosas, y añadir muy poquito.

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Por la fecha del encargo ¿la memoria de tu padre estará presente en el pregón?”Sí, presente sí, por supuesto. A la hora de hacerlo y cuando lo esté desarrollando, pero no lo cito. Y tampoco, el pregón es un canto ni a la vida ni a la muerte. Lo he escrito, simple y llanamente, para la gente que va a estar allí, y los últimos tres minutos, para la gente que va a estar escuchándolo a través de la radio o que al día siguiente lo lean en los periódicos, nada más.”

Pregonar es anunciar, ¿anunciar fiesta, pasión, muerte o resurrección?”Yo entiendo que lo que voy a pregonar es fiesta, fiesta y pasión. Pero sobre todo fiesta. Y más, para un hombre como yo que está especializado en fiestas, porque desde hace siete años estoy haciendo un programa en R.N.E. que se llama España en fiestas, en el que hablo de las fiestas de toda España. Y claro, para mí la Semana Santa como tal, además de que sea la Semana de Pasión, y eso mismo sea lo que yo sienta por la Semana Santa, pasión es fiesta, y yo la enfoco como tal. Además recuerdo pasajes de otros pregones en los que decían que un determinado papa había prohibido ciertas representaciones semanasanteras porque salían disciplinantes y gentes que se azotaban, se flagelaban, ... Pero realmente hoy en día, en muchísimos puntos de esta España nuestra, la gente va a esos lugares, llamados precisamente por eso: por los flagelantes, los empalados, el juego de las caras de Calzada de Calatrava en el que se juegan verdaderos montones de dinero,... Y la gente va por eso. Buscando ese atractivo. Aunque se ponga de excusa, precisamente, la Semana Santa. Pero van a eso, a la fiesta, al divertimiento y al folklore”.

Antes de acabar, José Luis, nos puntualiza que aunque no ha desfilado nunca, sí pertenece a la hermandad del “Medinaceli”, pero por algún problema de papeles llevan unos años sin pasarle la cuota. “Ya me he encargado de que lo resuelvan” - añade José Luis.

Terminamos de hacer esta entrevista con José Luis Muñoz, mejor dicho, de charlar con un amigo, el día 10 de febrero de este 2003. Justo un día antes de que cumpla 53 años. Nos acompaña hasta la puerta de la emisora de Radio Nacional de España, en la que es el director, tarareando la marcha de “San Juan”, porque se me olvidaba decir, José Luis siempre tiene alguna música entredientes .

Ahora “ale ad yacta est”. Todo preparado para que el Viernes de Dolores, en la iglesia de San Miguel, José Luis Muñoz, se gradúe -a buen seguro que lo hace con honores- como pregonero de la Semana Santa Conquense.

Antonio Abarca

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I N V E S T I G A C I Ó N

L A S E M A N A S A N T A D E C U E N C A E N E L S I G L O D E L L I B E R A L I S M O

JULIÁN RECUENCO PÉREZ

El siguiente texto se presentó al IV Congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa que fue celebrado en Salamanca en el mes de marzo del año pasado. Como el resto de las comunicaciones que fueron seleccionadas en el encuentro, fue publicado en su momento, junto al resto de las actas, por la Junta de Cofradías y Hermandades de la ciudad castellano-leonesa, en un tomo que es difícil de encontrar en nuestra ciudad. Sin embargo, por el tema que trata, de excepcional interés en una Semana Santa como la nuestra, en la que es precisamente el siglo XIX el periodo más olvidado por especialistas y amantes de la celebración, consideramos conveniente que pueda llegar con más facilidad a los nazarenos de Cuenca; no obstante, por motivos de espacio sólo publicamos la primera parte de la comunicación, dejando para el próximo número de Cuenca Nazarena la parte final de la misma.

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El siglo XIX es, seguramente, el periodo más olvidado por todos los que han estudiado la religiosidad popular, tanto a nivel local como regional o, incluso, nacional. A pesar de que la historiografía de la Semana Santa no es demasiado abundante en títulos de interés científico, sí pueden ser citados algunos sobre lo que se ha venido a llamar la procesión barroca; del mismo modo, también la Semana Santa del siglo XVIII y la crisis provocada por la Ilustración sobre ciertas manifestaciones de la religiosidad popular son bien conocidos gracias a las aportaciones de algunos investigadores. Y por lo que se refiere al siglo XX, si no cuenta con demasiadas monografías dedicadas íntegramente a este periodo interesante de la historia, partes esenciales de algunos estudios acometen de manera objetiva diversos aspectos relacionados con el tema, como la influencia que tanto el nacional-catolicismo primero, como el Concilio Vaticano II después, tuvieron sobre el desarrollo de las cofradías.

No podemos decir lo mismo al hablar del siglo XIX, y el problema es más importante si tenemos en cuenta la importancia intrínseca que el periodo tiene a la hora de estudiar cualquier aspecto relacionado con la historia de la Iglesia, y por lo tanto también la religiosidad popular. Hay que tener en cuenta que en estos momentos está naciendo lo que el suizo Hans Küng, catedrático de Teología Ecuménica de la Universidad de Tubinga, ha llamado “paradigma cristiano de la modernidad”, caracterizado por ser un paso firme hacia el racionalismo y el progresismo dentro de la religión, más allá tanto del centralismo y papismo católico, del que forman parte manifestaciones populares como las procesiones penitenciales, como del espíritu evangélico que es propio del paradigma reformista. Coincide, no hace falta insistir en ello, con la crisis del Antiguo Régimen, y con el desarrollo en España y en Europa del liberalismo, primero incipiente, completamente desarrollado al final del periodo,

que socavó los cimientos del antiguo sistema económico y social, en el que estaban asentados los principios básicos de las hermandades. Por lo tanto, las cofradías penitenciales no tuvieron más remedio que transformarse para sobrevivir; otras, y las gremiales es un claro ejemplo de ello, ni siquiera lograrían hacerlo.

Esta comunicación se propone el fin de ahondar un poco en la historia de la Semana Santa de Cuenca, y en este periodo concreto del pasado, el siglo ignorado del liberalismo. Sin embargo, para poder comprender mejor el periodo es necesario adentrarnos, siquiera superficialmente, en el conocimiento de la centuria anterior, el siglo de la Ilustración y el racionalismo, que va a marcar las bases de lo que después será el liberalismo. Se trata, ya lo he dicho, de un breve resumen. Remito, por lo tanto, a los interesados, a otros trabajos anteriores, en los que el siglo XVIII ha sido estudiado con más detenimiento.

1.- De la Ilustración al liberalismoLos historiadores de la Ilustración española coinciden

en afirmar que en nuestro país ésta no fue un movimiento antirreligioso, ni siquiera anticatólico, como sí lo pudo ser en Francia. En efecto, se trata más bien de caminar hacia un nuevo tipo de religiosidad, caracterizado por unas creencias de tipo racional, en las que lo supersticioso, incluso lo mágico, que tan asentado estaba aún en algunas facetas del catolicismo, no tenían ya cabida. Así lo afirman, por ejemplo, el hispanista francés Joël Saugnieux, estudioso de una de las figuras cumbres de la Ilustración española, el obispo Antonio Tavira, o Francisco Sánchez-Blanco. Muchas son las figuras de la jerarquía católica que, como el ya citado Antonio Tavira, destacaron por una ideología ilustrada que criticaba determinados aspectos de la religiosidad popular, como el culto indiscriminado e irracional a las reliquias, la creencia en milagros dudosos, o las manifestaciones externas de fe como eran las procesiones barrocas.

Otro aspecto a tener en cuenta es que la Ilustración, a pesar de ser un movimiento característico de la segunda mitad del siglo XVIII, no se presenta de improviso en este momento, poniendo en duda todas las creencias anteriores. Se trata, en realidad, de un proceso lento, continuado, que nace incluso de la misma Contrarreforma, del propio Concilio de Trento, que al mismo tiempo que propugnó ciertas manifestaciones de fe, como el culto a las imágenes o las procesiones en la calle, concibió una iglesia jerárquica, piramidal, y los elementos

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adecuados para mantener esa concepción: las visitas y los sínodos diocesanos. Mediante ambos, principalmente estos últimos, se establecían las normas por las que debía regirse una diócesis concreta, y no dejaban de lado ningún aspecto importante de la religión.

Como se ha dicho, para el pensamiento ilustrado las cofradías religiosas representaban un catolicismo anclado en el pasado, un catolicismo teñido de fuertes improntas supersticiosas, e incluso mágicas. Pero además, otras causas provocaron el cerco ilustrado a las cofradías: el carácter conventual que muchas de ellas tenían y, sobre todo, el proteccionismo económico que es propio del Despotismo Ilustrado. Por una parte, muchas cofradías penitenciales estaban asentadas en conventos religiosos y contaban con la protección de estos, lo que los alejaba en parte del control directo de la jerarquía, manifestada en las visitas diocesanas a las parroquias. Por otra parte, las cofradías gremiales controlaban por completo todo lo relacionado con el gremio respectivo, incluido los aspectos puramente económicos de éste. Pero además, los gastos que todas las cofradías realizaban, salvando las lógicas diferencias entre unas y otras, eran excesivos, debido a las rivalidades internas y externas de prebostes y cofradías.

Varias fueron las medidas externas que se tomaron contra las cofradías a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Entre ellas destaca el Expediente General de Cofradías, que se originó en junio de 1768, cuando el obispo de Ciudad Rodrigo, Cayetano Cuadrillero, mandó una carta a la corte

informando del que, según pensaba, era uno de los grandes males de España, causa directa de su pobreza: el excesivo e improductivo gasto que llevaban a cabo las cofradías religiosas. A ello se vinieron a añadir en 1770 nuevos problemas suscitados a raíz de algunos abusos cometidos por varias hermandades catalanas de luz, y la denuncia firmada por Juan de Villegas, procurador mayor de Jerez de la Frontera, contra todas las cofradías de esa localidad gaditana. Ello motivo la consulta del conde de Aranda, a raíz de la cual, mediante cédula real de 20 de febrero de 1777 se prohibían los disciplinantes y empalados en las procesiones de Semana Santa, la organización de procesiones nocturnas y los bailes delante de las imágenes sagradas o en el espacio de las iglesias. Tres años más tarde se decretaba la supresión de la tarasca y los gigantes en las procesiones del Corpus. Por fin, en 1783 se suprimían las hermandades que no pudieran demostrar su aprobación real y eclesiástica. Estas advertencias tuvieron que ser repetidas, por su escaso cumplimiento, en 1799 y en 1802.

También las cofradías religiosas se vieron seriamente afectadas por los diferentes procesos desamortizadores que, iniciados en 1798, se desarrollaron sobre todo en la primera mitad de la centuria siguiente. Mediante la ley desamortizadora propugnada por Godoy en 1798 se nacionalizaron algunos bienes propios de colegios mayores, hospitales, fundaciones, memorias, capellanías y obras pías en general, así como, lo que más nos interesa en este momento, las de las cofradías religiosas, cuyo patrimonio procedía normalmente de legados y aportaciones de los cofrades. Lo recaudado por este motivo se ingresó en la caja de amortización, a cambio de un interés anual del tres por ciento. No parece que las hermandades conquenses en general se vieran demasiado afectadas por este proceso desamortizador, pues la documentación que, procedente de archivo, hemos podido manejar, hace pensar que los bienes de éstas no debieron ser demasiado importantes. Si se vieron afectadas, en cambio, aunque indirectamente, como ya veremos en su momento, por los procesos desamortizadores posteriores.

Ésta es la atmósfera que se respiraba al comenzar el siglo XIX, una atmósfera marcada por la renovación de las ideas en un sector de la población y, por lo tanto, por una lucha abierta entre renovadores y reaccionarios, una lucha cuyos contrincantes tuvieron en cada momento nombres diferentes (ilustrados y ultramontanos, liberales y realistas, progresistas

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y moderados), conforme el siglo fuera avanzando. De lado de los primeros se asentaban siempre los enemigos de las cofradías.

Sin embargo, ningún proceso histórico, y éste tampoco, tiene nunca una visión lineal y única, y en determinadas ocasiones liberalismo y progreso marcharon de la mano. Dos hechos así lo demuestran. Por una parte, la figura de Valentín Mariana, impresor, uno de los destacados entre los revolucionarios que tras la sublevación de Riego, en 1820, promovieron en Cuenca por primera vez el liberalismo después de la entronización de Fernando VII, era al mismo tiempo secretario, como después lo serían su hijo, Pedro, y su nieto, Manuel, de la hermandad del Paso del Huerto. Por otra parte, la primera vez que las procesiones de Semana Santa fueron subvencionadas en Cuenca por el gobierno fue precisamente en 1842, durante el gobierno de los progresistas. Curiosamente, y no debe ser una casualidad, también para el caso de Sevilla la primera subvención pública a las procesiones fue en 1869, durante el llamado sexenio revolucionario.

No obstante, no podemos dejar pasar de largo el hecho de que durante gran parte del siglo XIX se siguieron repitiendo desde el gobierno central nuevas órdenes que, como ya había sucedido en la centuria anterior, intentaban regular el mundo de las cofradías. Así, mediante Real Orden de 17 de abril de 1834 se instaba a todos los obispos informe detallado de las hermandades y cofradías que pudiera haber en cada

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diócesis, y en respuesta a dicha orden, el prelado conquense, Jacinto Rodríguez Rico, remitía a su vez a los párrocos del obispado circular reclamando la información solicitada. La respuesta fue llegando por parte de los diferentes sacerdotes; el expediente, que se conserva en el Archivo Diocesano de Cuenca, en su sección de Secretaría, es interesante conocer con relativa exactitud, aunque de manera muy superficial por la escasez de datos que aporta de cada una de ellas, las diferentes cofradías religiosas, penitenciales o no, que en aquel momento había en Cuenca.

En 1841 la reina María Cristina, regente de su hija Isabel, disponía la disolución de las cofradías que no pudieran demostrar su autorización real, y al año siguiente instaba otra vez a los obispos y a los jefes políticos de las provincias a que revisaran otra vez las constituciones de este tipo de asociaciones. Órdenes que serían repetidas mediante una nueva Real Orden, fechada el 13 de abril de 1854. Toda esta regularización desencadenaría finalmente en 1887, año en que se promulgó la llamada Ley de Asociaciones, que obligaba a la inscripción de este tipo de instituciones en un registro especial que estaría a cargo de los respectivos gobernadores civiles.

2.- De cabildo a archicofradíaDe las diferentes cofradías penitenciales que existían en

Cuenca a la entrada del siglo XIX, la más antigua era, como también sucedía en otras muchas otras ciudades y pueblos de Castilla y de Andalucía, la de la Vera Cruz, que había sido fundada en 1527, bajo la advocación primigenia de Nuestra Señora de la Misericordia, mediante aprobación real de Carlos I, al amparo de los regidores de la ciudad y seguramente también del convento franciscano. Sin embargo, la hermandad estaba en estos momentos sumida en una fuerte crisis, y sólo la actividad de las diferentes hermandades que desde el siglo XVII se habían ido creando dentro de su seno, con el único objeto de organizar en la Semana Santa el desfile procesional de una imagen concreta dentro del cortejo conjunto de la noche del Jueves Santo, había permitido la pervivencia de aquélla. Estas hermandades eran, en un principio, las de Jesús Nazareno, Nuestra Señora de la Soledad, Paso del Huerto y Paso de la Caña. Por otra parte, también la otra gran actividad desarrollada por la cofradía de la Vera Cruz desde su inicio, el entierro de los ajusticiados, también necesitaba en estos momentos de la colaboración de dichas hermandades para su mantenimiento.

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En el Archivo Diocesano de Cuenca, en su sección de Libros, se conserva una colección de actas de la cofradía de la Vera Cruz. El documento abarca los años comprendidos entre 1750 y 1810, y se cierra con lo que parece ser, a primera vista, el acta de defunción de la misma. En efecto, los siete únicos hermanos que habían sobrevivido, reunidos en junta, solicitan de la autoridad diocesana que se dé por finalizada la hermandad, y que los escasos fondos de la misma que habían respetado las tropas napoleónicas se repartieran proporcionalmente entre todos ellos. En la misma página del documento se aprecia una nota marginal del provisor general de la diócesis aprobando ambas cosas.

Sin embargo, otras fuentes documentales demuestran que la petición de los cofrades era sólo un hecho coyuntural, y que la cofradía de la Vera Cruz sobrevivió a estas decisiones. Esos documentos proceden sobre todo del archivo de una de esas hermandades filiales de la cofradía, la del Paso de la Caña, que aún existe, y que mantiene en su poder una colección de documentos que están fechados entre 1802 y mediados de esa misma centuria, y que a menudo hablan todavía de la cofradía de la Vera Cruz. Hay que tener en cuenta, para interpretar adecuadamente esa aparente contradicción documental, la situación en que Cuenca se encontraba en 1810, invadida por las tropas francesas del general Coulincourt, que incendiaron entre otros edificios la

ermita de San Roque, en la cual se encontraban las imágenes propiedad de la cofradía, y con algunos miembros de ésta, seguramente, muertos o huidos.

Entre esos documentos son de gran interés las repetitivas cuentas de gastos, que hablan de un repartimiento a partes iguales de esos gastos, correspondientes a la procesión del Jueves Santo, entre las cuatro hermandades que habían sido filiales del cabildo, y que ya eran completamente independientes. Pero además, hay también algunos documentos, algo más tardíos, que vienen a indicar algo más profundo, y que demuestran de qué manera se gestó realmente la Archicofradía de Paz y Caridad. En 1844, la que se define como Junta Principal de Caridad, que estaba formada por las cuatro hermandades, aprueba que la función dedicada a los Santos Pasos quede reducida sólo a la misa en honor al Cristo de las Misericordias, antiguo titular del cabildo de la Vera Cruz. Por otra parte, en 1847 vuelve a aparecer en otro de los documentos una clara referencia a la cofradía de la Vera Cruz.

Es, precisamente, en estos momentos agitados cuando las imágenes de la cofradía y de las cuatro hermandades filiales fueron trasladadas a su emplazamiento que hasta ahora es definitivo: la ermita de Nuestra Señora de la Luz. Adosada al antiguo convento de religiosos antoneros, se había visto cerrada al culto cuando, en 1798, se vio afectada

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la orden por los decretos desamortizadores de Carlos IV. Fue en 1816 cuando el ayuntamiento solicitó el edificio, que había permanecido en un terrible estado de abandono desde su pase a la Dirección Nacional de Rentas. Aprobado un año más tarde el traslado de la propiedad en beneficio del Ayuntamiento, éste se dispuso desde un primer momento a devolverla al culto. Para ello forzó en primer lugar el traslado de la imagen de su antigua titular, la Virgen del Puente (en este momento estaba empezando a ser conocida también como Nuestra Señora de la Luz, advocación actual de la patrona de la ciudad) desde la cercana parroquia de San Juan, a la que había sido trasladada tras el cierre de la ermita, y después solicitó de la cofradía de la Vera Cruz el traslado a ésta de los pasos procesionales, que tras la destrucción de la ermita de San Roque se encontraban en la parroquia de San Esteban. Todo ello se llevó a cabo con gran celeridad, hasta el punto de que ya en 1818 la nueva iglesia disponía ya de la misma configuración iconográfica, aproximadamente, que hoy mantiene.

Este hecho, a primera vista, parece significar un primer auge de la cofradía de la Vera Cruz en el periodo estudiado. Pocos años más tarde se incorporará a ésta la hermandad

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del Santísimo Ecce-Homo, cuya imagen titular recibía culto entonces en la iglesia parroquial de San Gil, y que según algunos documentos conservados en el Archivo Histórico Nacional, organizó durante algún tiempo no bien conocido, pero que debía remontarse a la centuria anterior, un desfile procesional en la tarde del Miércoles Santo. Esta incorporación provocaría en el futuro diversas disidencias en el resto de las hermandades, provocadas por los problemas de orden procesional suscitados a raíz de la incorporación de su imagen titular al desfile en una iglesia diferente al del resto de los pasos; estos problemas, que provocaron el intento de los hermanos de la nueva cofradía de volver a organizar la desconocida procesión del Miércoles Santo, volverían a repetirse una y otra vez a raíz de los sucesivos traslados de la talla a las parroquias de San Juan Bautista y San Andrés, y serían solucionados definitivamente en 1902, año en que fue trasladada definitivamente al mismo templo que las otras.

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El segundo momento de auge se produjo a mediados de la centuria, y vino fundamentado en dos logros importantes. El primero fue la creación de la Archicofradía de Paz y Caridad; después se estudiará este proceso con detenimiento, por cuanto marcó para el futuro el devenir del viejo cabildo de la Vera Cruz en su conjunto. El segundo fue inmediatamente posterior a éste, casi coetáneo: la creación de una nueva hermandad en su seno, en este caso la de la Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna. Ésta había sido fundada en la iglesia parroquial de Santo Domingo de Silos, y dos años más tarde solicitaba su ingreso en la archicofradía, que fue aprobado sin problemas, configurando de esta forma casi definitivamente (si exceptuamos las nuevas incorporaciones, ya en la Semana Santa contemporánea, de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído y la Verónica, en 1945, y del paso del Auxilio, propio de la hermandad de Jesús Nazareno, en 1997), el desfile procesional del Jueves Santo en su integridad. Volviendo a la hermandad de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna, en 1859 los hermanos, viendo conveniente la sustitución de la talla titular por otra de más vistosidad de cara a la procesión de Semana Santa, intentaron cambiarla por otra imagen de la misma advocación que recibía culto en el cercano lugar de Palomera. No se conoce el resultado de este intento, pues el documento, que se conserva en el Archivo Diocesano de Cuenca, no está completo.

Por lo que respecta a la creación de la archicofradía de Paz y Caridad, no se trata, como antes se pensaba, de un proceso aislado de unión de hermandades independientes entre sí, sino de un proceso lógico a partir de un cabildo matriz y varias hermandades satélites de éste. Tuvo su primera manifestación en sí misma, como tal archicofradía, en 1849, cuando se firmó una concordia entre las diversas hermandades filiales del cabildo de la Vera Cruz y el propio cabildo. No conocemos los detalles de esta concordia, pero es lógico suponer que, además de establecer con total seguridad las relaciones concretas entre las diversas instituciones, regulaba todo lo relativo a los cultos, principalmente la procesión del Jueves Santo. Esta concordia se plasmó definitivamente en las constituciones de la archicofradía, que fueron aprobadas definitivamente el 26 de febrero de 1865, aunque dos años más tarde el presidente de la archicofradía, secretario al mismo tiempo de la hermandad del paso del Huerto, Manuel Mariana, remitía un escrito al obispado solicitando que fueran explicados con absoluta claridad dos de los artículos de dichas constituciones. La respuesta de éste, previo informe del fiscal

diocesano, fue la anulación de dichos artículos, siendo sustituidos sus textos respectivos en unos términos que, si bien no variaban demasiado con los anteriores, dejaban estos dos puntos mucho más claros.

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L A S E M A N A S A N T A D E A N D R É SG O N Z Á L E Z B L A N C O

ÁNGEL LUIS MOTA

Raúl del Pozo tituló Ciudad levítica su, por ahora, última novela, una narración en la que su ciudad, nuestra ciudad, adquiere un papel protagonista. El término levítico nos refiere aquí a lo sacerdotal, a lo religioso, con una serie de connotaciones peyorativas: “supeditado a lo eclesiástico” (D.R.A.E.), “alu-diendo a la hipocresía o puritanismo” (Seco. Andrés, Ramos). Casi cien años antes, Andrés González Blanco utilizó este mismo adjetivo aplicándolo a Episcópolis, nombre bajo el que este escritor encubriera a su Cuenca natal y de la que nos dejó una detallada descripción de su paisaje y de su paisanaje; y también de su Semana Santa.

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Andrés González Blanco nació en Cuenca en 1886, donde su padre ejercía como inspector de educación, aunque pronto se trasladaron a su lugar de origen, Asturias, y allí, concretamente en Luanco, transcurrió la mayor parte de su infancia. Ciudad Real, Madrid (a la muerte de su padre) y París fueron también lugares relacionados con su vida, aunque fue la capital de España el escenario de su biografía, una biografía en la que la creación y, sobre todo, la crítica literaria ocupan el protagonismo; porque González Blanco ocupa lugar desta-cado en ese rico y complejo mundo de la literatura de final y principio de siglo en nuestro país. Sus colaboraciones, sus críticas, sus estudios, suponen un material imprescindible para quienes quieran conocer los autores y las obras de lo que Mainer y otros han calificado como “edad de plata”, un momento en el que van a coincidir algunos de nuestros más relevantes autores y que, en conjunto, ofrece un panorama rico y variado.

No tan destacable en lo creativo, sus poemas de corte modernista (Poemas de provincia y otros poemas) y sus narraciones, generalmente cortas, (Doña Violante, Julieta rediviva,...) repletas de amores apasionados y románticos, no dejan de tener interés aunque sólo sea como retrato de una época y reflejo de una mentalidad. Es en este último bloque donde se incluyen sus narraciones del ciclo de Episcópolis, espacio ficticio creado a imagen y semejanza de la Vetusta de Clarín, que tiene como referente inmediato a la ciudad de Cuenca, aunque no de una manera directa, sino convertida en símbolo de la capital de provincia española, un tanto al estilo noventaiochista característico de la época. Episcópolis no es exactamente Cuenca, y quien busque una total adecuación entre las dos descubrirá más de un desajuste; sin embargo, en Episcólis está Cuenca, toda la Cuenca de alrededor de 1900, y de siempre.

El 27 de noviembre de 1908, en el número 100 de “El cuento semanal”, aparecía Un amor de provincia, “cuento recomendado” por el jurado de esta publicación y que significa el arranque del ciclo de Episcópolis de Andrés González Blanco, obra que ha llegado a mis manos gracias a la generosidad de mi buen amigo Florencio Martínez Ruiz.

Con mucho de autobiográfico, la acción arranca en los comienzos de 1886 y, narrada en primera persona, gira alre-dedor de la pasión amorosa, del flechazo romántico, entre un joven que no ha cumplido los veinte años y una madura actriz

de compañía ambulante. Pero no es el argumento lo que aquí nos preocupa; tampoco el reflejo que se da de nuestra ciudad a lo largo de la narración. En esta ocasión me he centrado en la descripción que de la Semana Santa de 1887 nos ofrece el crítico y novelista, descripción detallada que se incluye en el capítulo III de manera casi monográfica.

Como ocurre con la propia ciudad, tampoco la Semana Santa de González Blanco intenta ser un puro reflejo fotográfico, documental, de las procesiones de la época.

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Nuestro narrador, que en el campo de la narración militaba en posturas naturalistas, busca informar de cómo eran los desfiles procesionales de una capital de provincia pero no le preocupa tanto ser fiel como dar una imagen, una impresión que, de paso, sirva para enmarcar ese ambiente levítico (con sus veintiséis iglesias de la parte alta) que para él es fundamental en la España provinciana de finales del XIX y principios del XX.

La descripción arranca en el Miércoles Santo y “las tinieblas”, y aquí González Blanco cuenta de “las carracas y los altares velados de negro” y del Miserere cantado en la Catedral a toda orquesta, con la participación del órgano, de los seises, además de contralto, tenor y barítonos.

Tras este arranque musical, el Jueves Santo, con “la solemnidad de los Oficios; el monumento, iluminado con bri-llantez, atrayente como una decoración de teatro, y el señor Obispo magnífico en sus vestiduras más lujosas”; y después, la primera procesión, la de los Pasos “que se alargaba por toda la ciudad vieja como una cinta de luces que, formada en la Catedral, iba desarrollándose en inverosímiles ondulaciones por las callejas tortuosas”.

En la narración, se insiste en señalar esta procesión co-mo “la más fastuosa” y se detalla que recogía imágenes de distintos templos (San Felipe, Angustias, Santo Domingo, Santa Cruz, San Andrés, Santa María, San Juan y San Antón) en un recorrido inverosímil para cualquier conocedor de nuestra ciudad. En este desfile participaría la Congregación de Nuestra Señora de los Dolores, “la más aristocrática de todas”. La tarde estaría reservada a la visita a los monumentos de “los veintiséis edificios religiosos de la ciudad”.

Pero “el día del año más rico en emociones” era para González Blanco, el Viernes Santo. Frente a la fastuosidad del Jueves Santo, el autor de Un amor de provincia se extenderá en la descripción de ese día, señalándolo como excepcional. Así pues, me limitaré a transcribir, casi en su integridad, el texto para que los expertos en la historia de nuestra Semana Santa puedan comparar cuánto hay de ficción y cuánto de realidad en esta recreación de una madrugada conquense en el Viernes Santo de finales del siglo XIX, un ejercicio en el que la literatura y la historia deberán complementarse para enriquecerse.

El protagonista cuenta que son despertados a las cinco de la mañana para ver la procesión “de las seis” y detalla cómo de la iglesia de San Esteban salía “un Jesús caído, con la Verónica enjugándole las lágrimas sangrientas y un Cirineo

ayudándole a soportar el peso de la Cruz”. Esta procesión estaba integrada exclusivamente por “devotas y presbíteros” y era “pacata y pía, en la cual no se oía sino el susurro sibilante de los rezos”.

A su encuentro, y desde la parroquia de San Pedro, avanzaba otra “estruendosa, formada por una comitiva irreverente, voceadora y bestial. Eran nazarenos revestidos con ropas lúgubres, como las de los ahorcados cuando van al cadalso, que llevaban en andas una Dolorosa compun-gida y romántica, con el supremo gesto del amor maternal exacerbado...” Aquí González Blanco se detiene a diseccionar los diversos integrantes del cortejo. Por un lado, los que llevan las andas y las horquillas, uniformados con túnicas “lujosas y ondulantes”; por otro, la “mesocracia de los cofrades” con “las (túnicas) viles y pobres, de percalina descolorida, aja-da por los años de uso y a veces apolillada, toda llena de remiendos”. Estos últimos eran “los que formaban la parte cantante de la sacrílega procesión, vociferando, eructando coplas sucias y arremangándose la túnica mal sujeta con cíngulos morados, para sacar de las profundidades de los bolsillos de sus chaquetones un trozo de chorizo que mandu-caban ávidamente, y no pocos la castiza bota de vino, cuyo pitorro alzaban, para dejar caer con delectación el chorro de sabroso tinto de la tierra...”.

Así pues, nos encontramos con una procesión de mu-jeres, con el Jesús y la Verónica, y con otra de hombres acompañando a la Virgen, y que esta última cuenta con un elemento transgresor, estruendoso, irreverente y bestial. “El momento culminante de la extraña fiesta, más profana

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que religiosa” se producirá cuando se encuentren las dos comitivas, dando lugar a un espectáculo “nada edificante” que era tolerado “por incomprensible tolerancia tradicional, a pesar del escándalo anualmente renovado”.

Tampoco faltan en la narración las referencias a los tambores “velados, cuyos sones lúgubres y opacos turbaban la calma de la ciudad dormida”, ni a las trompetas “ que hacían retemblar los ecos de la calle, soltando al rostro del divino Jesús resoplidos gigantescos que parecían deshacerse en flatos de rabia”. Todo tiene su explicación en que “ fingiendo ser soldados pretorianos, que hacían irrisión del Salvador, tomaban tan en serio su papel, que parecían efectivamente proponerse hacer befa y escarnio del Hijo de Dios”.

Todavía se extenderá el novelista en la recreación de este cortejo, reseñando que concluirá en San Martín “no sin que antes ocurriesen los consabidos incidentes, usuales entre personas de esta laya...”; gente que “había pasado la noche anterior emborrachándose”. Seguramente los sociólogos ten-drían bastante que decir sobre este aspecto marcadamente clasista de la descripción del desfile procesional, donde los

distintos grupos y clases participan de forma diferenciada. Aquí, nos interesa sólo el aspecto literario que, más o menos fiel a la realidad, nos revela un panorama ciudadano crispado con estos “jornaleros locos de aguardiente”.

A las once de ese mismo día, González Blanco cuenta que se celebraba “la plácida procesión del Cristo de los Espejos”, de la que disfrutaba “toda la ciudad sensata y morigerada que no quería tomar parte ni aun presenciar la de las seis”. Con todo, la atención prestada a este desfile es sensiblemente inferior a la que concedió a la vituperada procesión “de las seis”, que se nos aparece como la excepcional, la única dife-rente dentro de su tono irreverente y condenable.

Por último, nuestro recorrido concluye con el Regina Caeli cantado el Sábado Santo por las monjas Angélicas, completando así un viaje prolífico y detallado por nuestra Semana Santa de finales del siglo XIX.

Después de la morosa descripción de la Semana Santa, Un amor de provincia continúa. Será precisamente en la función teatral del Domingo de Resurección dónde el jo-ven protagonista descubra a Milagros Luján y, a partir de ese momento, la pasión, tan románticamente modernista, arras-trará a nuestro joven protagonista que, al final, romperá con todo rumbo a un futuro imprevisto, en contraste con lo que el Dionisio de Miguel Miura resolverá en Tres sombreros de copa, una obra totalmente distinta en el tono y el tratamiento pero muy similar en el tema: la elección entre la monotonía y la seguridad provinciana o la aventura del amor.

En medio, y es lo que aquí nos interesa, queda ese prólijo reflejo de una Semana Santa que puede o no ser la de Cuenca, que indudablemente tiene elementos conquenses pero que, sobre todo, sirve para contextualizar la narración aportándole un ambiente determinado de acuerdo con los planteamientos del autor.

González Blanco buscaba, ante todo, propiciar un ambiente levítico, provinciano, en el que un amor apasionado marcara el contraste. En ese sentido, las manifestaciones reli-giosas adquieren una importancia definitiva, aunque no haya una estricta fidelidad a la hora de reflejarlas. Hay elementos que nos suenan como inconfundiblemente nuestros, aunque otros nos resulten extraños. Discernir unos y otros podrá ser interesante, pero nunca este texto perderá su valor docu-mental ni, sobre todo, literario.

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D I V U L G A C I Ó N D E L A S E M A N A S A N T A

JUAN CARLOS GARCÍA RECUENCO

L A S N U E V A S T E C N O L O G Í A S

Desde la restauración de la Semana Santa tras la Guerra Civil, y aún antes, la Junta de Cofradías y las diferentes Hermandades han realizado una labor de difusión de sus fines y actividades. El desfile procesional era el prin-cipal evento que llegaba a los conquenses. La demanda de estos unido al interés de aquéllas para un mejor conocimiento, logró que comenzaran a editarse guías y libros, en los cuales el texto y las imágenes pictóricas o fotográficas constituían su elemento comu-nicador.

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De igual forma, hubo también personas individuales enamoradas o interesadas en el fenómeno de la Semana Santa. Así existieron pintores, fotógrafos, literatos y afi-cionados al nuevo arte del cine que con sus cámaras rudimentarias y tomavistas intentaron conservar imágenes que hoy en día constituyen un pequeño tesoro. Recordamos en concreto la película donada a la Venerable Hermandad de San Juan Evangelista por la familia Barrachina de unos retazos de la Semana Santa antes de la guerra de 1936, y otras ya posteriores.

Una segunda etapa surge cuando el poder adquisitivo de las gentes, hermandades y de la Junta de Cofradías fue au-mentando, y el material audiovisual fue perfeccionándose (el color en la fotografía, las grabadoras, las cámaras de vídeo). Numerosas fotógrafos aparecen primero, profesionales o no. También recordamos, antes de que existieran grabaciones publicadas, numerosas personas con casetes siguiendo las procesiones o en los conciertos de música de Semana Santa. Con posterioridad surgirían los que gustaban conservar sus recuerdos por medio del vídeo.

A la par, a tal proliferación e interés de los conquenses, las entidades de crédito, bancarias y otras empresas cola-boraban en grabaciones de música, de vídeo, y en la crea-ción de concursos y certámenes en distintas modalidades audiovisuales y artísticas. Por otra parte los medios de comu-nicación diarios, programas de radio y más actualmente la televisión están contribuyendo a que la Semana Santa de Cuenca llegue a todos los rincones de la ciudad, provincia y, con la emisión hace dos años de la Procesión del Silencio por el Canal Internacional de Radio Televisión Española, fuera de nuestras fronteras.

Estas inquietudes se mantienen en la actualidad. En la organización de la Junta de Cofradías hay una comisión de trabajo específica, la de Publicaciones, encargada precisa-mente de estas labores de divulgación mediante la revista Cuenca Nazarena, el programa y el cartel oficial de cada año, estudios de investigación y otros libros, grabaciones de música o de vídeo etc.

Las Nuevas Tecnologías:En la actualidad con la aparición de nuevas tecnologías

podríamos iniciar un nuevo período caracterizado por la interactividad y la comunicación directa. Palabras como “PC”, “CD-Room”, “Internet”, “Correo electrónico” están ya incorporadas a nuestro diccionario habitual, a nuestro trabajo, a nuestra vida cotidiana y a nuestro ocio.

Las ventajas son innumerables. Con las nuevas tecno-logías se mezclan texto e imágenes fotográficas propias de una revista o libro, pero también la música de una grabación o el vídeo. Se podrá conectar en directo mediante cámaras “web” cualquier evento cultural, video-conferencias con miembros de las Juntas Directivas, para tratar diferentes temas directamente o incluso transmisiones de las procesiones de nuestra Semana Santa a todo el mundo. De igual forma las nuevas tecnologías dan cabida a la participación del receptor: formularios para encuestas de opinión, posibilidad de utilización de usuarios con claves para acceder a determinados archivos como por ejemplo actas, diario de cuentas, bases de datos de los hermanos o hermandades, etc. Por último imágenes o dibujos en movimiento o con efectos especiales las hacen más atractivo al visitante y ejercen una labor de mejor difusión de la hermandad.

El correo electrónico permite remitir mensajes de forma inmediata, sin apenas coste, a cualquier parte del mundo. Si bien no es tan directo como el teléfono, permite transmitir archivos de imágenes o gran cantidad de datos. De igual forma, la comodidad del mismo es notoria al evitar desplazarse por los responsables a la Junta de Cofradías o los diferentes locales de las hermandades.

Las “páginas web” en las que la Junta de Cofradías o las hermandades se dan a conocer al navegante por la red tienen también la ventaja de que están continuamente vivas. Para hacer alguna modificación en un libro o revista hay que editarlo de nuevo, con el consiguiente coste económico. Una “página web” puede modificarse y volver a colgarse de nuevo en el servidor correspondiente con las novedades

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más inmediatas de forma casi instantánea. También, a nivel estético podemos fácilmente modificarla (fondos, movi-mientos y efectos especiales, nuevas imágenes, colores, vi-deos, música).

La Junta de Cofradías y las Hermandades no están ajenas a esta circunstancia y poco a poco están adoptando las enormes posibilidades que encierran estas nuevas tecnologías.

El futuro Museo de Semana Santa se basará, siempre y cuando se cuente con la financiación adecuada, en manifestar lo que es la Semana Santa de Cuenca a los visitantes por medio de contenidos audiovisuales e interactivos que despierten todo un mundo de sensaciones, incluidas las menos habituales de un museo, como el tacto o el olfato. Según el proyecto inicial habría una sala dedicada a mostrar al público los datos que a cada uno interese de las diferentes hermandades por medio de pantallas. Otra sala estaría dedicada a mostrar lo que sería una procesión cualquiera con todo el mundo de sensaciones que hemos comentado.

La Junta de Cofradías estuvo algún tiempo elaborando una “página web” pero que no llegó a buen termino. Actualmente ya ha se ha creado una nueva, en la que podremos ver la información de todas las actividades que se realicen a lo largo del año y otro tipo de datos de la propia Junta de Cofradías y de las diferentes hermandades.

Descripción de algunas páginas web:Si bien con retraso, comparadas con la proliferación de

éstas que existen de la Semana Santa andaluza en general, nuestras Hermandades van realizando sus primeras páginas.

La Junta de Cofradías, como hemos mencionado, ya cuenta con una página web propia. Es de destacar en ella su diseño muy elaborado. Destacan los aspectos formales, pero sin menosprecio de los contenidos. Predomina el fondo oscuro con letras en color claro y presenta unas fotografías, montajes fotográficos y de composición general muy bien lo-grados. Es muy original en este aspecto la visualización, en la mayor parte de sus páginas, en línea horizontal, frente la verticalidad que presentan otras páginas web.

Los contenidos del menú principal son los siguientes: “Semana Santa de 2002”, “Hermandades”, “Exposición de Carteles” y “Cultura y Tradiciones”. Lógicamente conforme vaya transcurriendo el tiempo se podrán incluir nuevos apar-tados.

“Semana Santa de 2002”: Formalmente cada uno de los apartados de que consta presenta una variación respecto a los rasgos generales que hemos expuesto: predominio de fondos claros con letras oscuras y de la línea vertical frente a la horizontal. Estos apartados son: “Recorridos”, “Normas y consejos para procesiones”, “Revista Cuenca Nazarena”, “Actos y cultos”, “El cartel y el cartelista de 2002” y “El pre-gonero”.

En el Recorrido se hace mención a la cronología pro-cesional de la Semana Santa de Cuenca y el marco escénico: las Iglesias de donde salen y finalizan las procesiones y las calles por donde discurren con un plano de su situación. Las normas y consejos van dirigidos a los espectadores, los comerciantes y sobre todo a los nazarenos. En el apartado “Revista Cuenca Nazarena” aparece el sumario de la misma.

“Hermandades”: Estas vienen estructuradas por proce-siones. El navegante así puede seleccionar la hermandad que desee viendo el día en el que desfila. Dentro de cada hermandad aparecen datos muy completos como el escudo, el hábito penitencial, la solemne función religiosa, datos históricos y peculiaridades de la hermandad, pasos que la integran, descripción de los mismos y autores y fecha de las diferentes tallas.

“Exposición de Carteles”. La página se nos presenta como si asistiéramos a una sala de exposiciones. Los carteles pueden visualizarse por décadas, y dentro de cada una de ellas individualmente, con el nombre del autor del mismo.

“Cultura y tradiciones”. Contiene un apartado de “Publi-caciones “que se subdivide en “Bibliografía” (fotos de portadas de libros de diversos autores) y “Documentos audiovisuales”. Pulsando sobre el CD “Marchas procesionales” editado por la Junta de Cofradías podemos descargarnos música en formato MP3.

Otros apartados son “Tradición” en el cual se trata sobre Cuenca y la tradición de su Semana Santa, “Derechos y su-bastas” que trata de los cargos de las hermandades y de la organización procesional, “Turbas” (apartado sin contenido de momento), “Imaginería” en el que figuran todos los escul-tores y sus tallas o grupos escultóricos de nuestra Semana Santa y por último “Historia” desde los orígenes inciertos de nuestra más importante celebración conquense hasta la actualidad.

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La página de la Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna se ha convertido en referente de las páginas web de la Semana Santa de Cuenca, tanto por el número de visitas como por la participación del navegante en la misma a través de sus encuestas y su foro. Tiene la es-tructura de un pequeño portal y mezcla armónicamente los contenidos de la Hermandad, de la Junta de Cofradías y de la Semana Santa.

Formalmente está muy bien presentada. Tiene como fon-do los colores de la Hermandad (morado y marfil o caña). Entre los contenidos generales podemos ver los datos de la hermandad, un foro nazareno, en el cual el visitante puede verter opiniones; una encuesta sobre algún tema concreto que se plantea y que va cambiando cada cierto tiempo, en-laces con otras páginas, novedades y noticias de actualidad y un apartado en el que contiene los pasajes bíblicos sobre la flagelación. Incluye también el número de visitas, la fecha de la última actualización de la página y un calendario sobre los días que faltan para la Semana Santa. Ultimamente ha incluido un apartado para que el visitante pueda darse de alta como hermano y un diccionario nazareno.

En la barra superior se pueden acceder a los siguientes contenidos: -Hermandad: Historia y datos de la misma.-Iglesia: Datos, imágenes de pasos que se veneran en la mis-ma.-Escultor: Biografía de Marco Pérez y centenario de su naci-miento.-Procesión: Plano, recorrido, momentos de especial interés y una breve reseña de las hermandades de la procesión de Paz y Caridad.-Archicofradía: Historia y otros aspectos.-Restauración del paso: Fotos de la misma y explicación del proceso.-Vía Crucis: explicación y recorrido por el barrio de San Antón.-Otros “Amarrados”: Fotos de otros pasos de “Amarrados” de España.-Fotos: Antiguas, curiosas o en procesión. Hay la posibilidad de que el visitante envíe nuevas fotos.-Semana Santa: Noticias, enlaces, fondos de escritorio.-Rincón Nazareno (foro).

La página de la Venerable Hermandad de la Santa Cena tiene una portada inicial sobre la que se accede luego a un menú con los contenidos que se desarrollan:-Fines de la Hermandad.-Elementos distintivos de la Hermandad (uniformidad, escudo y ubicación).-El paso con las características del mismo y de las figuras, así como una galería fotográfica.-Órganos de Gobierno de la Hermandad.-Estatutos.-Organización Procesional (cabecera, hermanos mayores, banceros, filas, hachones, cereros, etc.).-Datos de la hermandad: Dirección de la misma, Junta directiva, número de Hermanos, Patrimonio, el belén de la hermandad, etc.-Historia.

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-Junta de Cofradías.-Procesión del Silencio: Hermandades y recorrido.-Semana Santa de Cuenca.-Actualidad y noticias de la Hermandad.-Enlaces con otras páginas.

Los contenidos multimedia son el texto y las imágenes. Los fondos son diversos: para los que tratan sobre la hermandad son rosáceos o con el escudo difuminado. Los referentes a la Junta de Cofradías, Procesión del Silencio y Semana Santa de Cuenca son de color azul oscuro; el referente al paso es de color oscuro (marrones y negros). Existe cuenta de correo electrónico a través de la cual los visitantes pueden enviar sus opiniones, inquietudes, altas, bajas etc. Cuenta también con enlaces a otras páginas.

Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Puente ha terminado de elaborar la suya. Su página web se nos presenta, al igual que la de la Hermandad de Jesús Amarrado a la Columna, con una estructura de portal con numerosos contenidos. Al marcar su dirección nos da la opción de cargar una presentación, o pasar directamente a los contenidos iniciales. Dicha presentación si bien tarda algo, merece la pena visitarla la primera vez. En ella figura un difu-minado de la Imagen de Jesús del Puente con la Catedral de Cuenca al fondo que se va haciendo más nítido, después lo mismo con el paso del Auxilio. Mientras se van produciendo estos efectos se puede escuchar la música de Nuestro Padre Jesús Nazareno del maestro Cebrián.

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Formalmente predominan los tonos morados de la her-mandad en el fondo con el amarillo en detalles menores. La primera impresión es de un continuo movimiento de imá-genes y texto lo que la hace muy atractiva visualmente. A los contenidos se puede acceder por la pantalla de inicio o por medio de dos barras situadas en la parte superior e inferior tanto en la página principal como en todas las secundarias.

En la página principal aparece la fecha actual, noticias y novedades, un calendario nazareno, acceso a un recorrido interactivo, galería de imágenes, acceso a la revista “Capuz digital”, datos de la hermandad, algunos pasajes de pregones de Semana Santa en los que se cita a la misma, una zona de Hermanos con la posibilidad de acceso de estos mediante una clave, encuestas periódicas, posibilidad de información a través de correo, acceso a la página web de la Junta de Co-fradías, servicios interactivos (foro, fotos y artículos que los internautas pueden enviar) y un contador de visitas.

Los contenidos de las páginas secundarias son los siguientes:-Hermandad: con los siguientes subapartados: “Historia”, “Escudo” “Uniformidad” “Junta de Diputación”, “Activida-des”, “Altas de Hermanos”.-Estatutos: Figuran los Estatutos actuales del años 2000 y otros anteriores (1984, 1918 y 1814).-Imágenes: Descripción de los dos pasos que integran la Hermandad.-Escultores: Biografías de José Capúz y José A. Hernández Navarro.-Procesión: Hermandades de la Procesión de Paz y Caridad, Recorrido procesional, descripción del mismo y acceso a un recorrido interactivo por medio de vídeos de los momentos más interesantes del paso de Jesús del Puente. Descripción de la hermandad procesionando: la cabecera y los pasos, así como las andas actuales y antiguas.-Semana Santa: Descripción de las diferentes procesiones por días, recorrido de las procesiones, puntos de interés y hermandades que las componen (escudos y uniformidad). Carteles de Semana Santa y actividades programadas.-Archicofradía: Datos históricos y del Cristo de Paz y Caridad.

David L. Meysonnier

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-Galería: Imágenes fotográficas del Auxilio, Jesús del Puente, fotos antiguas, puesta en andas, fotos del año 2002 y fotos enviadas por internautas. También se puede acceder a videos de la hermandad y descargarse fondos de escritorios.-Enlaces: Otras imágenes de Jesús Nazareno, Semana Santa de Cuenca, a nivel nacional e internacional, a páginas de Cuenca en general.-En la barra inferior los contenidos son principalmente interactivos: foro, chat, encuestas y libro de visitas de la Hermandad. Posibilidad de envío de artículos por el visitante. También se puede acceder a la Revista “Capuz Digital”, a la página de inicio y al mapa de la web.

Existen también otras páginas que tratan de nuestra Semana Santa, no oficiales, de empresas o personas parti-culares.

En la página de la empresa Citelan encontramos uno de estos casos. Fue la primera creada que informaba sobre la Semana Santa de Cuenca. Está enlazada con otros aspectos de tipo turístico y de información en general sobre Cuenca. El menú principal tiene enlaces con la Semana Santa de varios años. En todos ellos hay información específica de

los programas y actividades tanto de la Junta de Cofradías como de varias hermandades, horarios e itinerarios de las procesiones, etc. También incluye enlaces con páginas de la Semana de Música Religiosa.

La de 1997 aparece dividida en cada uno de los días con las diferentes procesiones y un diccionario nazareno.

En la de 1998 aparece un monográfico sobre la Venerable Hermandad de María Santísima de la Esperanza.

En la de 1999 aparecen los horarios y el recorrido de las diferentes procesiones, un bando de la Junta de Cofradías y normas de comportamiento para los visitantes.

En la del año 2000 cuenta con un monográfico sobre “la Semana Santa de principios de siglo a través de las nuevas constituciones”.

En la de 2001 el monográfico está firmado por Angel Soria Rodríguez, titulada “Venerable Hermandad del Bautis-mo de Jesús. La juventud unida a la tradición”. Este contiene gran información sobre la Hermandad: Su creación, la uniformidad, escudo, grupo escultórico, andas, guión y es-tandartes, el desfile y nuevas imágenes.

En la de 2002 figuran enlaces con el sitio oficial de la Junta de Cofradías y de varias Hermandades.

David L. Meysonnier Gregorio Cubillo

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Todas estas páginas tienen aspecto de libro o revista: como elementos multimedia cuentan únicamente con texto e imágenes. No tiene enlaces con otras páginas distintas de su servidor principal ni medios de participación de los navegantes como formularios o correo electrónico. El as-pecto general de las páginas es vistoso y con variedad de fondos para cada página.

El creador de la página personal “www.usuarios.com/ib305743” expone al inicio de su página personal sus pre-tensiones. En el fondo de su página figura la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Salvador. Figuran también imágenes de varios “Cristos” de nuestra Semana Santa que van cambiando como diapositivas. El cartel oficial de la Se-mana Santa del 2001 y de la semana de Música Religiosa. También cuenta con un contador del número de visitas.

En cuanto a los contenidos de Semana Santa entre otros

variados podemos ver:-Cuadro general de pasos procesionales.-Las Hermandades: Datos, historia, imágenes de pasos, há-bito penitencial y algunos pasajes del Evangelio. En algunas hay fondos musicales.-Las Turbas: Datos (texto de Andrés González Blanco). Sonido de las turbas. Fotos e imágenes de cuadros de varios pintores.-Horario (referido a 1996)-Exposición de carteles desde 1941 a 1991 (dividido por décadas).-Música de la Semana Santa: Incluye archivos musicales en MP3. Hay instrucciones para bajarse estos archivos.-Fotos con sabor añejo (fotos antiguas interesantes).-Videos: Incluye algunos vídeos de procesiones con instruc-ciones para la descarga.-Fotos de algunas Hermandades (van cambiándose como dia-positivas).-Noticias de la Semana Santa: son enlaces con artículos del “Día Digital”.-Enlaces con otras web de Semana Santa tanto de Cuenca como de otras de España.

En la dirección “www.es.geocites.com/ssantacuenca/” encontramos una nueva página personal. En cuanto a sus aspectos formales presenta un fondo oscuro sobre textos en letras claras. Por lo que se refiere a sus contenidos son los

siguientes: “Inicio”, “Procesiones”, “Hermandades”, “Carte-les”, “Anuario” y “Enlaces”. Destaca en ella los enlaces entre sí (procesiones y hermandades), que facilita la navegación, los planos que aparecen dentro del apartado “Procesiones” y el “Anuario” con muchos datos cronológicos de los hechos más importantes a lo largo de la historia de nuestra Semana

Santa.

Otra página personal figura en la dirección “www.terra.es/personal3angelvjs/turbas/inicio.htm”. Nos presenta a las Turbas con un menú que integra: historia, imágenes de las mismas, itinerario, enlaces y el e-mail del grupo turbas. Esta página contiene fondos de sonido de las Turbas.

Finalizamos esta descripción con las direcciones “www.it.uc.3,.es/~cgr/semanasa” que contiene fotografías diversas señalizadas por medio de enlaces escritos y “www.perso.wanadoo.es/matwork/contents/santa.html”, en la que figura como contenido las diferentes procesiones por días con el recorrido y las hermandades que las integran, con una breve reseña sobre las mismas.

RELACION DE PAGINAS WEB INDICADAS.

Páginas oficiales:Junta de Cofradías: www.juntacsemanasantacuenca.comVenerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno Amarrado a la columna: www.jesusamarrado.comVenerable Hermandad de la Santa Cena: www.agora.ya.com/santacenacuVenerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Puente www.jesusdelpuente.com

Paginas personales:www.citelan.es/cuenca/semana_santa (Semana Santa en ge-neral)www.usuarios.com/ib305743 (Semana Santa en general)www.es.geocities.com/ssantacuenca/ (Semana Santa en ge-neral).www.terra.es/personal3angelvjs/turbas/inicio.htm (Las Tur-bas)www.it.uc.3,.es/~cgr/semanasa (fotografías de Semana San-ta en general).www.perso.wanadoo.es/matwork/contents/santa.html (Semana Santa en General).

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José Andrés Jiménez

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Cuenca Nazarena 41Antonio Abarca

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V I E R N E S S A N T O 2 0 0 2

P R O C E S I Ó N “ C A M I N O

D E L C A L V A R I O ”

JAVIER CARUDAPresidente de la Junta de Cofradías

O P I N I Ó N

Cuenca Nazarena 42 David L. Meysonnier

Ha pasado casi un año desde el viernes Santo del 2.002 y han sido múltiples y muy variadas las versiones y visiones de lo que ocurrió antes, durante y después de la procesión “Camino del Calvario”.Opinar es gratuito y, sin acritud, es sencillo manifestar públicamente aquello que nos han contado, que nos han dicho, etc... poniendo en tela de juicio lo manifestado incluso por los participantes en los hechos.No quisiera que esta breve reflexión fuera un búsqueda de culpables, de responsables. Soy más partidario de buscar soluciones que de exigir la cabeza de alguien.

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La lluvia obligó a suspender el desfile de Paz y Caridad a su llegada a la Plaza Mayor. Y lloviendo estuvo, prácticamente, toda la noche.

Cuando llegué a la Iglesia del Salvador, ya se había producido una primera reunión en la que se decidió retrasar la salida.

Posteriormente se realizó otra reunión en los locales propiedad de la V.H. de Nuestra Señora de la Soledad (de San Agustín) dónde expresamos nuestra opinión varias personas implicadas. Sí puedo asegurar que miente el que opina que se salió con la idea premeditada de encerrar en San Esteban. Dentro de esas opiniones, las había de todos los gustos. Por ejemplo, un Hermano Mayor de la I.V.H. de Ntro. Padre Jesús Nazareno (del Salvador) manifestó que “a mí el cuerpo me pide salir”, el Subdelegado de Gobierno indicó que se debía salir habida cuenta que las predicciones meteorológicas indicaban que el tiempo iba a mejorar. Los representantes del Excmo. Ayuntamiento dijeron que no ocurría nada por suspender la procesión, que la gente poco a poco se mar-charía. Y yo expuse que, en caso de salir, deberíamos articular posibles soluciones ante la necesidad de concluir el desfile antes de tiempo. Los representantes de la V.H. de Nuestra Señora de la Soledad (de San Agustín) acordaron no salir si llovía, aunque los demás les recordamos que ésta decisión debía ser colegiada.

Finalmente, se decidió que la procesión saliera. Y cuando se decidió, la lluvia había cesado. Lluvia que hacía de nuevo su aparición cuando se abrieron las puertas. ¿Hubiera sido más conveniente haber dado marcha atrás? ¿Volver a encerrar en la Iglesia las imágenes de la I.V.H. de Ntro. Padre Jesús Naza-reno del Salvador? ¿Cuál hubiese sido el comportamiento de los indeseables que cometieron las tropelías de la puerta de la Iglesia de San Esteban?Tras un año de debate e intercambio de opiniones, es posible que hubiera habido mejores soluciones. Por ejemplo, el presidente de la Junta decide que la procesión no debe salir. Las hermandades entonces, deciden por su cuenta y riesgo salir a la calle (más o menos es la situación actual). Y entonces la Junta retira el grupo de seguridad. Y entonces, entonces, entonces.... Entonces, el enfrentamiento entre Jun-ta y hermandad hubiera sido mucho más explícito. Y hay que respetar las tradiciones históricas (Ahora no lo creo así, pero entonces sí).

Acertadamente o no, la procesión ocupó su lugar habitual, la calle. Y desde un principio, es cierto, se comprobó que, bien por la espera, por la lluvia, por la ingesta de sustancias perjudiciales para la salud, por lo que fuera, había un grupo de personas que manifestaban una violencia inusitada. Pero, he dicho la procesión. Debería decir que fue una procesión incompleta. La V.H. de Nuestra Señora de la Soledad (de San Agustín) decidió no salir.

Y este ha sido otro tema para la polémica. ¿Hicieron bien? ¿Hicieron mal? Es cierto que habían dicho que si llovía no sa-lían, pero ¿El acuerdo era vinculante o no?

Ciertas fueron las explicaciones que miembros con mu-cho peso en la hermandad me dieron. Y por transmitir a la ciudad lo que me dijeron, se solicitó que me retractase de mis declaraciones y si no se pediría mi dimisión. Sé que no voy a convencer a ningún hermano de esta hermandad, pero lo que me dijeron dije. Nunca me inventé nada. Y siempre mantendré mi postura. Independientemente que me costara ser objeto de burla y chanza, en su junta general, por parte de quienes dicen llevar en su corazón a Nuestra Madre de la Soledad. Pero debe ocuparles tanto que no tienen sitio para la comprensión ni el perdón.Decía que la procesión estaba en la calle. (Por cierto una pro-cesión laica ya que no hubo presidencia religiosa.)

En un momento determinado, la lluvia arreció. En con-creto frente al Convento de las RR.MM. Concepcionistas Franciscanas. Y en este punto, y sólo en este punto, se decidió concluir el desfile en la Iglesia de San Esteban. Iglesia a la que quiero agradecer su diligencia, rapidez y colaboración para poder dar cobijo a las imágenes de la I.V.H. de Nuestro Padre Jesús Nazareno (del Salvador).

Todos conocemos lo ocurrido en dicha puerta.

Posiblemente, cuando leais estas líneas, tengáis cono-

cimiento de todo lo trabajado durante el curso nazareno que ahora está a punto de concluir.Lo que no sabemos es lo que ocurrirá a partir de ahora.

Sólo quiero, y sin ahondar en mayores polémicas, exponer lo siguiente ¿qué queremos para la Semana Santa conquense, Junta de Cofradías o Hermandades?

Yo creo saber el camino que debemos continuar.

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P E N S A M I E N T O S

T U R B A D O R E S E N

C L A V E M U S I C A L

ENRIQUE BIENDÍA. UN NAZARENO

I Paralipómenos 15,16-24: “David mandó a los jefes de los levitas que dispusieran a sus hermanos los cantores, que hiciesen resonar los instrumentos musicales, arpas, cítaras, bocinas, trompetas, salterios y címbalos (de bronce) en señal de regocijo...

O P I N I Ó N

Gregorio Cubillo

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No hay constancia de que existiese algún tipo de sono-ridad musical acompañando a Jesús de Nazaret en sus últi-mos días en La Tierra. Sabemos, que llegaba a Jerusalén a ‘cumplir’ por Pascua como un judío más, y sería normal, que entre las expresiones culturales de ‘entonces’, hubiesen manifestaciones populares o específicas de músicas y cantos corales. Y es que la celebración a la que me refiero, no solo lo era de recogimiento y oración comunitaria sino también, señal de identidad, regocijo y alegría. Era la gran fiesta, la fiesta de la Pascua judía.

Los inicios del Señor, entre su gente que como Él, hasta Jerusalén se habían acercado, fueron por lo menos, lo que se llama ‘muy tentadores’. El pueblo, puede que los más pobres, seguro que también los poderosos y los ricos, andaban un tanto ‘movidos’ por los rumores que les llegaban sobre Jesús, decían unos que era un hombre de talante especial, otros lo consideraban ya como un líder carismático, bastantes no le comprendían aún, pero se sabía por sus palabras y hechos, por sus milagros y por su testimonio, que ‘tenía clase’. Hablaba de la necesidad de ‘cambiar’ las estructuras religiosas, políticas y sociales.

Ese domingo, se habían echado a la calle para verlo de cerca y saludarlo, saber más de Él… La curiosidad popular formó la manifestación callejera, es de suponer no autorizada, en torno a Jesús de Nazaret. La muchedumbre empezó a co-rear su nombre, moviendo ramos de olivo y palmas de la cercana arboleda. Del inicial rumor, se pasaría a los cantos de bienvenida y esperanza: ¡Hosanna!, ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!, luego a las aclamaciones, ¡Era demasiado! Y la maquinaria de poder de los judíos se puso en marcha.

Había que prender y juzgar al hijo del carpintero José, porque su presencia en Jerusalén era por lo menos preo-cupante. Este Jesús, de la estirpe de David, se había vuelto peligroso, pues en el colmo de sus desvaríos andaba diciendo que “Él era el rey, aunque su reino no era de este mundo”; era un loco muy poco o nada conveniente en la cele-bración de la Pascua, al que se tenía que ‘quitar de en medio’ en definitiva. Había que juzgarle y condenarle, y a muerte, si fuera posible.

Es comprensible, que tanto Pilatos, representante imperial, como el Sanedrín judío, tendrían los necesarios sonidos anunciadores de su presencia en las calles de Jerusalén, trompetería pretoriana, bocinería sanedrita…, y por lo que la historia cuenta, debió ser una semana muy movida, de idas y venidas, de reuniones… Junto a todo ello, la calle era presa de un rumor sordo por parte del populacho, deliberadamente manejado, convertido en griterío de inclemencia, y que veía en el juicio del Nazareno, un espectáculo añadido a la fiesta Pascual.

Los evangelistas guardan silencio, no dan datos rela-cionados con los aspectos musicales de estos días. Sólo silen-cio de aflicción y tragedia, llanto por el drama y la muerte del que consideraban el Mesías, su rey Salvador. No dicen nada los textos sagrados, pero sonoro el espacio de Jerusalén lo fue, vaya si lo fue. Los golpes, latigazos, improperios, sollozos y gritos del pueblo..., también el dolor de las piedras, de la columna, de las púas de la corona, del látigo, de la caña, de los escupitajos, de los clavos, del martillo, de la madera, de..., manifestaron su herida compañera. Y son los detalles que junto a las palabras de Jesús más nos impresionan, más penetran en nuestra mente, si en ello nos detenemos. Debió ser tremendo.

Antonio AbarcaCuenca Nazarena

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Cuenca Nazarena 46

Acerquémonos a nuestra ciudad y observemos la repre-sentación teatral de esta historia, que vivió Cristo en su última semana en la tierra, y difícilmente se podría escenificar hoy, sin añadidos simbólicos, la música entre ellos. Aquí, dicen los líricos, se sueña con la musicalidad estética del paisaje, hasta cuando dormimos, o lo parecemos.

1988, Pregón de Luis Calvo: “... Si quieres abarcar a Cuenca en Semana Santa, tendrás que abrir los brazos hacia el infinito y fundirte con ella para que te cuente su Canción Íntima... Escucha hermano, porque no vas a olvidar la ora-ción vertical de Cuenca, llamando a la puerta del Paraíso: Miserere...”

Por eso, puede ser, que casi nadie, nos apuntemos al SILENCIO que pide nuestro interior, ni a la REFLEXIÓN que nace del recogimiento, cuando acompañamos a las imágenes de nuestras Hermandades participantes en el Gran Retablo de la Pasión de Jesús de Nazaret.

- Será el anuncio de las Cornetas y los Tambores, la forma de sonoridad aguda y temblorosa, marcial, que tiene la Cuenca nazarena de comunicar a los cuatro vientos, una y mil veces, que Aquel que se convirtió en pieza crucial para nuestra salvación, va a iniciar su permanente y majestuoso Camino de Tragedia. Y se estremecerá la ciudad. - Serán las composiciones musicales de las Bandas de Música, las que alimentarán el fervor y la sensibilidad de los ‘conquenses y visitantes’ de esta Pascua, en la que Cristo se ‘pasea’ entre la multitud, a ritmo con aquellos que LE lle-van ‘a hombros’, banceros para la eternidad, mostrando su interminable y cálido Pregón de Entrega a los hombres. -Será el estremecedor lamento, bello finalmente, del Miserere, el que recorrerá, como aullido desgarrado, los confines de Cuenca, pidiendo la Misericordia a Cristo, suplicada al Padre Eterno..., finalmente otorgada.- Y si señalamos sonoridades externas, no olvidaré aquellas que producimos los nazarenos participantes en la Gran Se-mana Sacra:

¿Cuál es tu evocación de dolor personal, al escuchar los cantos gregorianos detrás del Cristo de la Vera Cruz?

¿Habéis oído el murmullo de rezos de los penitentes detrás del paso de Jesús de Medinaceli o de la Virgen de las Angustias?

¿Habéis sentido los sollozos de las piedras de las calles, ante las pisadas de los nazarenos de cetro, guión, estandarte o tulipa, o al chasquear las horquillas de los banceros?

¿Qué sugerencias os han despertado el sonido del ‘esqui-lón’ del Jueves Santo de Paz y Caridad? ¿Cómo habéis reaccionado ante la desarmonía rítmica del gri-terío, el tambor y el clarín en la ‘madrugada’ del Camino del Calvario, o del silencio del crepúsculo mortuorio del Yacente bajando a la ciudad?

¿Cómo habéis notado la participación rumorosa del aire de la Serranía, del Júcar y el Huécar, de las golondrinas, de los rayos del Sol, del crepitar de la cera, de los mil y un flases

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que arrancan escenas para la eternidad estando Cristo en el Calvario?

¿Y el silencio sordo del pueblo que se acomoda en las aceras y baja la cabeza, respetuoso al paso sereno del Ya-cente, entre sombras?

¿No habéis notado como se estremecen a ritmo los cora-zones de nuestras gentes en el Encuentro de Hijo y Madre en la Plaza del pueblo?

Son apenas sonidos. Pero si las ‘cosas’ que nos rodean provienen de un acto creativo, y Jesús de Nazaret es el Crea-dor, los sonidos en Semana Santa son también un modo de

recogimiento y a la vez gozoso detalle de adoración y agrado hacia Él. Aunque si me permitís, creo que hay demasiado RUIDO. Innecesario número de bandas de música, con mu-chas veces ausencia del respeto debido, a lo trascendente del desfile procesional: la representación de una hermosa historia de entrega y esperanza.

… DEMASIADO MURMULLO EN ESTA HISTORIA DE REFLEXIÓN Y MEDITACIÓN. … A VECES, ES NECESARIO EL RECUERDO DEL SILENCIO.

David L. Meysonnier

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O P I N I Ó N

GANADOR PREGÓN INFANTIL 2002

VBLE. HDAD. DE NTRA. SRA.

DE LA SOLEDAD DEL PUENTE

ADRIÁN LÓPEZ ÁLVAREZ

S E M A N A S A N T A E N C U E N C A

P R I M A V E R A H O N D A

R E P L E T A D E P A S I Ó N

Gregorio Cubillo

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Gregorio Cubillo

Apenas se ha cubierto la tarde de su velo negro, apenas la oscura garra de la noche ha teñido de dolor las rocas. Ya no hay luz, no hay blancura y el silencio se filtra palmo a palmo, calleja a calleja, por la Cuenca de los miradores. Pero con la voracidad de la noche, con la eterna e insondable negrura de la sombra, las vetustas rocas de la Cuenca alta se tiñen de tristeza, se tornan de un pardo apagado, melancólico. La magnífica fortaleza se encoge más, si cabe, haciéndose una maraña todavía más estrecha y anudada y se achica temblorosa. No, Cuenca no se rebaja, sólo posa sus cimientos sobre el suelo abandonando a la roca primigenia. Se ha desnudado de elogios y cumplidos, pues en la magnífica noche del dolor, Cuenca se hace Cuenca Nazarena. Así transcurre la noche del Sábado más largo, la que sirve de vigilia a una nueva primavera, primavera honda, luminosa repleta de alegrías y tristeza, de pasiones y esperanzas; de Cristos y Vírgenes llevados a hombros entre las calles angostas. Y los conquenses postrados en su tierra navegan entre hondas reflexiones, esperando el primer canto que anuncie la mañana, esperando el renacer de esa nueva primavera que se divulga en el rescoldo de la noche. El tiempo parece haberse suspendido, las calles desiertas y a la vez tan concurridas, se mojan en el recuerdo de tiempos

inmemoriales, donde Cuenca ni conquenses existían. La noche llega a la agonía, y entre el primer canto amanece la cándida mañana, novicia, ignorante de lo que atañe al que contempla, con nervios e impaciencia, el cielo anaranjado de la aurora. Por doquier se escuchan antiguos cánticos y viejas melodías y el albor de una extraña floración sube por Cuenca como la hiedra por Alfonso VIII.

Escalando adusta la fachada de la antigua villa, trepando por estrechos recovecos un mar de grana y blanco se adivina, entre las ramas de olivo florecientes. Jubiloso en toda su esperanza, pero conociendo su destino, asciende Jesús por la Jerusalén conquense a lomos de una humilde borriquilla; humilde en su aspecto, mas holgada en el alma. No es si no el presagio de la pasión que se adviene temerosa, pues a pesar del blanco de inocencia, empaña la mañana el granate de la sangre, de la pasión, del martirio... Felices gozan los conquenses del momento eterno de alegría. Ven pasar al cortejo y agitan sus ramos y palmas que baten al son de la horquillas. Mas la mirada del Señor se adivina entre tristeza y resignación serena, como advirtiendo qué cruel será su pueblo en días venideros. Y pronto se esfuma entre los pinos el canto alegre del Domingo blanco, Domingo de Ramos en la ciudad eterna. Ahora la tristeza se apodera de la inmensa atalaya de la altura, rompiendo con su grito entrecortado todo cuanto ligaba el alborozo, se hace el silencio... nada suena en las calles y callejas. Las estrellas parecen haberse extinguido en el negro de los cielos, azoradas, deseosas de no molestar el recogimiento que reina entre los miradores. Parece que todo se ha parado, parece que no existe el tiempo ni el espacio, y parece que todos los colores se han fundido en un negro uniforme que lo cubre todo. Negro terciopelo por las calles de Cuenca. Un Cristo silencioso se recorta en lo hondo de la espesa oscuridad, ahogado en su dolor y firme en su suplicio. Mirada al infinito cielo, gesto doliente de agonía, clavado y retorciendo su figura. Firme en la cruz que le atormenta avanza el Cristo entre cánticos arcanos, de un tiempo antiguo, muy antiguo. Vera Cruz, presagio de desdichas, heraldo de la pasión, ya inmediata, que tiende su mano entre las riberas de los ríos.

Antonio AbarcaCuenca Nazarena

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Pero la pasión se consuma de repente, se cierra en un todo uniforme y gigantesco. Crea un tiempo acelerado y una luz que confunde los contornos. ¿Es la luz de las tulipas, de las velas? ¿O es la luz de las Vírgenes llorosas, apesadumbradas en sus negras soledades? Qué tremendo teatro de informes emociones, qué espléndido escenario de mudos sentimientos. Cuenca se torna y se disfraza convirtiéndose en un transcurrir de hechos repentino, una veloz sucesión de escenas sacras. Entre las luninarias de tenue alumbrar. Entre temblorosas flores de dorado centro se desarrolla el espléndido cortejo, la gran procesión, el desfile inmenso. Se escenifica entre eternas cavilaciones el gran hecho de la Pasión, la Pasión en Cuenca. El cielo y la tierra se juntan en lo alto de las rocas. Los campos de olivos se estremecen y el Júcar y el Huécar se tienden una mano. Todo se cierra en torno de la misma Cuenca que días atrás soñara con los cielos. La hiedra se encadena solícita como tejiendo un palio de verdura, para que nada perturbe a los actores, que tan mudos e inertes representan la Pasión del Señor. Llevados por todos los conquenses se suceden los pasos por las calles. Se hace verdad la Pasión, se hace eterna, y las calles se empañan de colores. Los días transcurren cual torrente impetuoso y se suceden las escenas del acto definitivo. Parece haber tres lunas, mas es el viento quien mueve al astro blanco, para que vea lo que a sus pies ocurre. La Cuenca del dolor se estremece entonces bajo el firme pa-so del Bautista. “Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo” reza la inscripción de su bandera, y firme, como firme avanza, se asoma a todos los balcones pregonando la dicha a la vertical ciudad. “Yo no soy Él, soy su avance” dice a todos los conquenses, con esa muda mirada y ese gesto erosionado por la salvaje vida. Su cuerpo tallado por los vientos de las hoces se recorta al lado del dócil corderillo.

Su mano endurecida deja caer el agua santa sobre la testa del Redentor, como un fino hilillo de claridad mundana sobre una luz divina. El agua del Jordán baña sus cabellos, su cuerpo, su figura. Y el Jordán de la sierra baña las murallas, el Júcar verde de Gerardo Diego hace sumergirse a la Cuenca Antigua en un laberinto de pasiones, de sencillas penitencias. Las riberas se han entrecruzado, se han fundido bajo el in-flujo de la noche blanca. Y caen sobre la ciudad apasionada esas “puñaladas de luna fría” que Luis Calvo Cortijo citara en su pregón de 1988. Las estrellas se despiertan ateridas pegándose a los verdes olivares, que ahora desfilan entre gentes de ribera, gentes que portan con toda su entrega los

cuerpos de madera, de madera viva. Todo se mezcla en una noche larga, larga e inmensa en su esplendor. Y la luna pa-rece acurrucarse o agacharse en un ademán de esconder su fulgor plateado al pavimento de la vertical y rocosa Cuenca Nazarena. Un ángel se recosta silencioso al lado de un ilustre penitente. Mientas, detrás de la oración agónica y doliente, detrás del ruego del Señor hacia su padre, duermen los após-toles tranquilos, ignorantes de la muerte, que les roza con frío tacto, tacto del destino. Apenas se divisa en el horizonte la luz de miles de llamas temblorosas, apenas han llegado al Getsemaní del Huécar las sombras de miles de soldados, cuando entre el blanco de todos los capuces se adelanta el traidor y besa al maestro. Es el beso que marcará la historia, el roce que apenas se ha notado, pero que con su cándido tacto sonrosado se muestra injuria entre la blancura. Cristo ha sido prendido y presentado y la noche se consuma escapando al dolor de la amargura. Mientras, el gallo tres veces ha cantado, y Pedro llora sabiendo su desdicha, sabiendo que todo se ha cumplido y sonsumado como su amado maestro predijera. Ya no queda nadie entre los arcos y solo dos altas siluetas pasean por las calles entre tristes sollozos y amenas soledades. San Juan arropa a la Madre que ahoga su dolor en el hombro del apóstol. Y así transcurren rápidas las horas que no quieren alterar el curso del impetuoso cauce que es la procesión inacabable.

Antonio Abarca

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David L. Meysonnier

Cristo se acerca hacia su muerte, coronado de espinas, cubriendo su rostro de granates yagas que hacen de su gesto un agónico retrato de un mártir salvador. Cristo amarrado a la columna se deja golpear por el dorado tormento, aguanta el peso de los cielos que descienden a golpearle con rudeza y aguanta, igual que sus banceros, la madera redentora de los banzos. Los banzos que apoya sobre el cuerpo, la muerte, más cerca cada hora. Es Jueves Santo, la tarde rojimorada del dolor avanza lentamente entre los ojos de miles de hombres arrepentidos que ven al penitente cargar con cruel madero. Jesús del Puente, nazareno solo y resignado. Camina lento por la calle larga temiendo turbar a su madre que viene pesa-rosa tras de sus pasos, pasos de penitente.

Pero qué bella se halla en su tristeza. Qué tierna lágrima de diamante se cae por su mejilla. Soledad del Puente, llorando desconsolada detrás del hijo que avanza hacia la muerte. No llores. Soledad, no te atormentes. No, que los conquenses han tejido con sus manos un sencillo palio de emociones y te acompañan en tu eterno sufrimiento. Los banceros avanzan tan despacio que apenas se nota el movimiento, pues quieren llevar suave a su señora, porque llegue pronto a su destino y llore, nunca sola pues Cuenca aún la arropa, la muerte del hijo bien amado. Parece el manto negro, como la noche que se avecina. Y entre el resonar del último Miserere se levanta un clamor salido del abismo, un clamor de mil vientos, mil tempestades. Un estruendo impetuoso se hace con las ca-lles paso a paso. Y la marabunta de gentes presurosas se cierne por todos los rincones, sobre las rocas que todo lo contemplan. Es la Turba, el mar de sonido y vituperio. Insul-tan al señor representando el más apasionado acto de este gran teatro, Salieron cuando aún no amanecía, se mueven inquietos y ruidosos y finalmente acompañan a la madre a su encierro entre las puertas del templo originario. Llega entre ellos un soberbio conjunto de penuria. Jesús en el Calvario, porta la cruz hasta el último momento, hasta el lugar previamente señalado, lugar de la última caída, caída que le lleve hasta los cielos. Tan solo el apoyo sincero de ese hombre al que llaman Cirineo y de aquella que con turbado gesto limpiara su rostro demacrado, le sirve al Señor para remontar el monte del destino. Por fin llega hasta la cima donde se ve cubierto de su última agonía. Levantado sobre el mismo madero que portaba y torturado por las gentes que lo amaron. Las nazarenos lo acompañan en dolor sincero y par-ticipan en su inmenso sufrimiento.

Cristo ha muerto, y difunde la luz de sus espejos, luz del alma, a todos los rincones. Entre los acordes de una marcha fúnebre se explaya por las riberas luciendo refulgente entre toda la ternura que sus gentes le demuestran. Por fin lo bajan de la cruz con llorosos ademanes y por fin lo llevan solo ante la Madre. Virgen de las Angustias, que velas a tu hijo en la hora postrera a su última palabra. El dolor te ha apuñalado con insólita fiereza ese corazón de dorado y plateado y una llama te quema las entrañas. Pues lo has perdido, por fin se cumplió la profecía. Y con tu última lágrima de dolor incontenible cierras lo que parecía eterno. La Pasión se ha consumado, el sepulcro hermético permanece cerrado hasta la eternidad del mundo, pues Cristo a muerto a los ojos de la gente. María llora ante el potro de tortura que sirvió a su hijo de lecho de muerte, ante la cruz que permanece tan sola como ella. Y así pasan las últimas horas de este gran suceso. Solo con el amanecer del último Domingo se llega al esperado fin de tan efímera semana, Semana Santa en Cuenca.

Hay, pues, que llegar al origen del que partimos días atrás. Hay que llegar de nuevo al júbilo, a la alegría que Cristo resucitado difunde por la Cuenca pasionaria y difusa, nazarena. Y entre vuelos de palomas, entre alborozos eternos y blancos contornos se termina el sufrimiento, se termina el martirio que sufriera el bien amado.

Ya no hay horquillas que resuenen por los recovecos ni tampoco hay capuces en todas las esquinas. No se escuchan las marchas por Alfonso VIII La hiedra parece entristecerse pues sabe que todo ha terminado. La Semana Santa, efímero compendio de colores, de sonidos, de olores, de emociones, ha llegado a su fin. Pero Cuenca esperará dormida a otra efímera primavera, esperará un año si hace falta a que se re-pita la noche de vigilia, aquella noche antesala de todos los dolores.

Cuenca esperará a que de nuevo la tarde se cubra con su velo negro.

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O P I N I Ó N

L A Ú L T I M A T U L I P A

JOSÉ LUIS LUCAS ALEDÓN

Cuando encendió su tulipa en la bocatarde de Jueves Santo, supo el viejo nazareno que era su último desfile procesional.Se le aceleró el corazón como empujado por un muelle de acero destemplado debajo de su túnica granate y, aunque tuvo congoja se sorprendió de que las lágrimas no brotasen de sus ojos como manantial entre riscas, Sin embargo, sus mejillas, dentro del capuz, las notaba húmedas, doloridas y la frente con abundante y amargo sudor.

Antonio Abarca

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Separóse de la recta devocional. Vio que de los de su época y hierbas ya no quedaban, pero reconoció entre los banceros hijos e incluso nietos de aquellos y de él mismo, que años antes soportaron conjuntamente sobre sus hombros el peso penitencial del “paso”. Novísimas generaciones infantiles caminaban afanándose en ese caminar devoto, correctamente tras el guión, según les habían explicado y recomendado mil y una vez, hasta la exageración, sus madres, abuelas o tías.

En ellos reconoció la raza y raíz de las antañonas familias de la cofradía. Sonrió alegre.

- “Aún quedan” ... fue su pensar.El largo caminar tranquilo de las filas con sus cortos des-

cansos marchaban calle abajo.El bamboleo, entre cirios y faroles esquineros, daba un

embrujo tétrico al sufriente y doloroso andar del Envilecido y Burlado Rey, coronado de espinas, que desde su frente, sangre y dolor manchaba. Cetro burdo de caña y dalmática canalla sobre sus espaldas entumecidas y sanguinolentas.

Reo hacia la muerte salvadora para y por los hombres que, en estos momentos, en la incierta hora, exigen su sangre y dolor, no solo para ellos, también a los hijos de los hijos por los siglos de los siglos, sin comprender la Redención de esta entrega de sufrimiento del Hijo de Dios hecho Hombre.

El viejo nazareno arrastró sus pies esperando al “paso”, acurrucándose bajo el tintineo de los pabilos, que bizqueaban encima de las andas.

Tintilearon las mínimas y tenues llamacillas dentro de su entulipado entorno de cristal, poniendo temblor luminoso por las calles retorcidas, construidas por la albañilería mágica e imposible que la ciudad diseñó, inspirada en la yedra o sesgos de culebras. Vino, llegó, rompió a la madre que ponía negrura en las hojas de los árboles.

¡El seco aullido truculento del Miserere, crispando el ambiente!

Con majestad Jesús con su caña precisa, pequeño faro de gran fe, fue acercándose poco a poco a las voces que el Miserere entonaban.

Éste resonó por la hoz que lo repitió en ecos más tristes, más conventuales, más armoniosos, más patéticos y entrañables, como si fuese cantado por locos monjes poseí-dos por un misticismo perdurable y convertidos en mogotes, riscos, ríos y pinos, gargantas roturadas de embrujos soli-citando el perdón de los perdones.

Al viejo nazareno se le arrasaron los ojos. Miró con la mirada enturbiada por el cortinaje salado de las lágrimas

oscuras, con los jirones de la noche entrando en el cuenco -cáliz de la ciudad afligida-.

A la garganta le llegó el acre sabor de la sangre, que su corazón roto no pudo aguantar. Se arrodilló, cayó en la última curva de la noche nazarena. Mirando fijamente a su “Paso de la Caña”, se dejó morir apaciblemente con la suave sonrisa de un hombre bueno.

El chasquido final y último que oyó fue su vieja tulipa al romperse.

Javier Gismero

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O P I N I Ó N

V E R Ó N I C A

MARIANO G. HERRÁIZ GASCUEÑA

VERÓNICA, VERUS ICONOS

Una mujer espera,ni siquiera una seña,

madre tal vez, Con certeza mujer.

Con una pobre tela se acercay enjuga el rostro de un hombre...

empapado, roto...Y con un sencillo acto

-sólo contado, pues no hubo letra, ni pergamino, ni imprenta;sólo una voz popular habló del paso certero de una mujer hacia

el cielo-descubre la imagen velada.

Sólo la gratitud de mujerque da vida, pudiera ser

quien vida hallara,sólo la claridad, el misterioy la sensibilidad de mujer

que el misterio viera,pudiera ser

que el misterio desvelara.La generosidad de mujer sólo,

que ofrece y no espera, desvelala Imagen verdadera.

Javier Gismero

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José Andrés Jiménez

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O P I N I Ó N

N A Z A R E N O S :“ I G L E S I A E N L A C A L L E ”

ÁNGEL HORCAJADAIntervención del Delegado Episcopal en la Junta de Cofradías

en la Junta General del día 24 de febrero de 2003.

Con la autoridad que me confiere el Art.50 de los Estatutos de la Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca, y la misión encomendada por el Obispo Diocesano al nombrarme Delegado Episcopal para que os anime desde mi ministerio sacerdotal a vosotros -Grupo numeroso de fieles asociados como especial corporación pública colegiada-,para promover y practicar, como fin principal y específico, mediante las PROCESIONES, el culto público a los Misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Ntro. Sr. Jesucristo y de su Stma. Madre -arts.1 y 3:-,me- dirijo a vosotros en esta Junta General, en sesión extraordinaria.

José Andrés Jiménez

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La voz de la Iglesia, en la persona del Obispo Diocesano,”alta. Dirección en la Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca “para que se conserve y acreciente la integridad de la Fe y de las costumbres y se evite la introducción de abusos en la disciplina eclesiástica”, está aquí, en LOS ESTATUTOS, con el Decreto de Aprobación Canónica, por el que fuera Obispo, D. José Guerra Campos, y que entraron en vigor el 25 de abril de 1996: sois la voz, actuación y expresión del Obispo, como miembros activos y parte integrante de la Iglesia, siempre que ponéis en práctica los Estatutos y os conducís por ellos. Bajo la normativa de los Estatutos nos movemos y trabajamos durante todo el año, para que, cuando llegue la Semana Santa, todo esté a punto, y se realicen los fines religiosos y eclesiales que se nos han encomendado.

Ya estamos a las puertas de la Semana Santa 2003. Nuestro gozo, finalidad, alegría y entusiasmo se aproximan. Nuestros esfuerzos, trabajos y perseverancia, durante todas las reuniones reglamentarias del año, son para desembocar en la gran manifestación pública de Fe, y poder ofrecer -mediante las PROCESIONES y Actos Litúrgicos a todos los creyentes y presentes en las calles, el rostro de Dios que, por amor al hombre “padece, muere y resucita”.

Los que lleváis, con fe, amor y sacrificio, la carga pesada de LOS PASOS, y los que formáis las interminables filas nazarenas y penitenciales, no debéis olvidar que cuando JESÚS sale y está en la calle, será para unos, ocasión de actualizar su fe y hacer actos de amor a Dios, y para otros, ocasión de mofa, irreverencia, eacarnio e incluso, violencia. No os extrañéis. Ya lo anunció proféticamente el anciano Simeón: “será como una bandera discutida; así quedará clara la actitud de muchos corazones” (Le 2,34-35). Así ocurrió con Jesús de Nazaret.

Que se repita en el siglo XXI, no es para alarmarnos. Es prueba evidente de que somos discípulos de Cristo. Vuestra misión es mostrar “las imágenes” de los Misterios dolorosos y gloriosos de Cristo y de su Madre, como Luz para el mundo, aunque para algunos sea ocasión de “perdición y caída”.

TODA nuestra Semana Santa, con sus Procesiones, es celebración esencialmente religiosa. Y no lo hademos como reclamo para el turismo. Sois cirineos, verónicas y precursores del PASO DE CRISTO, sin avergonzaros de llevarlo sobre vuestros hombros, soportando, algunas veces, la indiferencia, burla, incluso el insulto y agresiones físicas, como así ocurrió lamentablemente, en las puertas de San Esteban -Procesión “Camino del Calvario” de 2002-.TODOS hemos condenado esta mala acción, y como Cristo, perdonamos; “condenamos el pecado y perdonamos a los pecadores”. Ya pasó. Ahora estamos en “un después” de aquel triste suceso. El 15 de junio de 2002 realizamos el acto de oración-desagravio y alabanza, en El Salvador. Estuve presente y concelebré. Dos días antes había publicado mi artículo “Una cita con Jesús de las Seis” (DÍA DE CUENCA, 13/6/2002).

TODA la Semana Santa debe ser una llamada al corazón para convertirnos y PERDONARNOS. De otra forma, no se entiende “la salida y el discurrir de los PASOS por nuestras calles”. Sois portadores y seguidores de quien, por amor al hombre, se entregó y murió perdonando. Ese es nuestro modelo.

Javier Gismero (detalle)

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Se nos ha ido de las manos, desde hace años, LA NOCHE DEL JUEVES SANTO. Con lágrimas en el corazón y honda pena, lamentamos que esa “noche santa”, sea noche de recogimiento y oración, sino “noche de atracción y éxodo de todos los rincones provinciales a la capital”, como escenario, donde se justifican los excesos y pasiones des enfrenadas,... ¿Dónde está el clima de preparación para el Drama Divino del Viernes Santo...? Si hubo un inicio y proceso degenerativo de propaganda y difusión de este “evento”, como espectáculo de cultura lúdica. ¡Ojalá!, en este año 2003, comiencen nuestras Autoridades a dar los primeros pasos y a tomar medidas firmes para que la Noche del Jueves Santo propicie un clima significativo, austero y religioso, como preparación para la Procesión “Camino del Calvario”.

Yo, como Delegado Episcopal, “con voz y voto” -según los Estatutos- en la Junta General, de Diputación y Ejecutiva, exhorto a los que iban vestidos de turbos el año pasado, y fueron actores de las escenas irreverentes en las puertas de San Esteban, a que, de alguna forma notoria, reconozcan su error, equivocación y ofensa a Dios, a la Religión y a toda Cuenca. Yo sé que, en vuestro interior, ya habéis pedido perdón a Dios. Reconocedlo, también, de forma visible. Estaréis muy contentos y en paz, aunque os cueste. He pedido y sigo pidiendo al Señor por el cambio eficiente de vuestras actitudes, y lo mismo, por todos los demás, porque, todos, personal y comunitariamente, necesitamos El Perdón y La Reconciliación. Este es El Mandamiento Nuevo de Cristo, y el distintivo y el distintivo de los cristianos. Admitamos “la corrección fraterna, todos”.

Borremos el pasado y construyamos el presente. Defendamos Nuestra Semana Santa como herencia y patrimonio de nuestros mayores. ES OBRA DE TODOS.

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Cuenca Nazarena 59José Andrés Jiménez

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O P I N I Ó N

E L P A S O D E L A E X A L T A C I Ó N P O R L A S C A L L E S D E

C U E N C A :

V.H. DEL STMO. CRISTO DEL PERDÓN - PASO DE LA EXALTACIÓN.

C I E N A Ñ O S D E S P U É S ( 1 9 0 3 - 2 0 0 3 )

Son ya cien, los años que Cuenca ha podido contemplar cada Viernes Santo al solemne Pa-so de la Exaltación, y este Viernes Santo de 2003, coincidiendo con el centenario de su primer desfile procesional, nos acompañará por el Calvario conquense la imagen del Stmo. Cristo del Amparo; Titular de la V.H. del Stmo. Cristo del Amparo y, primer Titular del Paso del Misterio de la Exaltación de Jesús Crucificado, imagen que sólo desfiló durante el trienio 1903 - 1905.

Para recordar el último desfile del Stmo. Cristo del Amparo en Semana Santa, tendríamos que remontarnos al Lunes Santo del año 1990, con motivo del 50 Aniversario de la nueva Se-mana Santa, desfilando junto a la Soledad de Sotos y el “Ecce Homo” de la Catedral.

Antonio Abarca

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Este Viernes Santo será una fecha histórica para las hermandades del Stmo. Cristo del Perdón y del Stmo. Cristo del Amparo. Seguro que se revivirán emotivos momentos cargados de “nostalgia nazarena”; entre los que destacará, para todos los que pudieron asistir, el acto de hermanamiento celebrado el 14 de septiembre de 2002 en la Iglesia parroquial del Stmo. Cristo del Amparo, retomando así el origen de lo que hoy es la hermandad del Stmo. Cristo del Perdón - Paso de la Exaltación.

A modo de pequeño homenaje a todas aquellas personas que durante estos años han hecho posible que nuestra ciu-dad haya podido admirar cada Semana Santa al paso de la Exaltación, recogemos unos fragmentos de su historia per-tenecientes a diferentes escritos de Antonio Pérez Valero aparecidos en Lignum Crucis (números 0, 1 y 2, publicación anual de la V.H. del Stmo. Cristo del Perdón - Paso de la Exal-tación). Con el fin de no redundar, y ya que el periodo que abarca desde el año 1951 hasta nuestros días, ya fue tratado coincidiendo con el cincuentenario del paso de la Exaltación, grupo escultórico del imaginero conquense D. Luis Marco Pérez, en el artículo Cincuenta años con nosotros de la re-vista oficial de la Junta de Cofradías del año 2001 “Cuenca Nazarena”, trataremos la historia de la hermandad desde sus orígenes en 1902, hasta la reestructuración de 1951.

Como marco donde se gestaría nuestra hermandad es necesario traer a colación la primera página de la Historia de la V.H. del Stmo. Cristo del Amparo, que empieza así: “Libro de la Hermandad que se ha fundado a devoción del Santísimo Cristo del Amparo el año de 1815. Tienen por su Titular a una Cruz que hay en los Tiradores y se ha de celebrar dicha Santa Cruz el día 3 de mayo todos los años. El que fundó dicha Hermandad fue Francisco Palomino y sus compañeros”. La primera de sus Constituciones data de 1819: “Constitución para el Gobierno de la Hermandad de Socorro con el Título de la Vera Cruz”, establecida en la ermita del Cristo del Am-paro, en el barrio de Tiradores, extramuros de la ciudad, en el distrito de la parroquia de San Esteban Protomártir.

Habría que esperar a los albores del S. XX para asistir a la aparición de nuestra hermandad. Así, según Pérez Valero:“La Junta General celebrada por la Hermandad del Stmo. Cristo del Amparo en la ermita de San Antonio Abad con fecha 6 de abril de 1902, se constituiría en el origen de la

fundación de la V.H. del Stmo. Cristo del Perdón - Paso de la Exaltación. En ella, varias hermanos tienen el propósito de hacer el Misterio de La Exaltación de la Santa Cruz, sin variar la advocación del Santísimo Cristo, que seguiría con la denominación del Amparo, contribuyendo así al mayor es-plendor y culto del Santísimo Cristo y dar mayor realce a las procesiones de Semana Santa, pues con ello, y de aceptarse esta proposición saldría procesionalmente el día del Viernes Santo”.

Los hermanos que con este mismo fin desean ingresar para formar la que se ha de constituir bajo el nombre de La Exaltación de la Santa Cruz son: Constancio Jiménez, Fran-cisco Arquero, Andrés López, Rogelio Sanchiz, Luis Velasco, Ángel Peñalver, Rafael Macho, Saturnino Pérez, Gerardo Mingo, Manuel Cubas, Lorenzo Torrero, Leopoldo Garrido, Agapito del Olmo, Antonio Yunta, Tomás Hernáiz, Antonio Martínez, Laureano Montoya, Pablo Pérez, Domingo Puerta, Antero Nieto, Tomás Solera, Federico Sáiz y Bautista Vindel.

Tras diversas consideraciones se acuerda por unanimidad “sin perjuicio de modificar el presente acuerdo cuando la Hermandad lo tenga por conveniente” autorizar a que la imagen del Stmo. Cristo del Amparo, se coloque en el Mis-terio de La Exaltación de la Santa Cruz, previo permiso del Cabildo de Santa Catalina, autorizándose a realizar la reforma necesaria en la talla del Santísimo Cristo.El 14 de septiembre de 1902 en la sacristía de la parroquia de El Salvador, estando presentes las hermandades del Stmo. Cristo de la Luz, Stmo. Cristo de la Agonia y Stmo. Cristo de la Salud y por parte del Stmo. Cristo del Amparo o Paso de la Exaltación los hermanos Ramón Lucas, Esteban Lucas, Fran-cisco Abarca, Rogelio Ayllón, José Royo, Juan Julián Jiménez y Bernabé Aguilar, se aprueba por unanimidad la admisión en la concordia fundacional del desfile procesional del Viernes Santo ̀ En El Calvario´, desfile instituido el 16 de febrero de 1902.

En la Junta General del Stmo. Cristo del Amparo del 12 de octubre de 1902 se informa de la firma de la mencionada concordia, del traslado a Barcelona del Stmo. Cristo para su restauración y de la autorización eclesiástica para desfilar el Viernes Santo. El 15 de marzo de 1903, también en Junta, se comunica la llegada del paso a la ciudad, autorizando a los señores de La Exaltación para que se bendiga el Domingo por la tarde con sermón y cantándose después un miserere

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Cuenca Nazarena 62 Antonio Abarca

(realiza la bendición en la iglesia de San Esteban, el obispo de la diócesis D. Wenceslao Sangüesa). Los primeros ban-ceros del paso fueron: Jesús Enero, Manuel Cubas, Agapito del Olmo, Joaquín Martínez, Rogelio Ayllón, Tomás Hernáiz, Ángel Abarca, Matías García, Pedro Gómez, Saturnino Pérez, Lorenzo Torrero y Antonio Martínez (tienen la obligación de abonar dos pesetas con cincuenta céntimos para los fondos de la hermandad).

El recorrido de los primeros desfiles procesionales co-menzaba en la iglesia de El Salvador, con los pasos del Cristo de la Agonía y del Cristo de la Luz, incorporándose en San Esteban, los pasos de la Exaltación y del Descendimiento, para ascender a la Plaza Mayor entrando en la Catedral y retornando por el Peso a El Salvador, donde se retiran las Hermandades que aquí comenzaron y continuando hacia San Esteban las allí instituidas, con el guión del Cristo de la Luz. El 2 de febrero de 1959 la Junta de Cofradías acuerda el cambio del sentido en el itinerario del desfile ̀ En El Calvario´, que se iniciaría en San Esteban a las diez horas. Desde el año 1960 hasta 1989 el Paso de la Exaltación saldría desde la iglesia de San Andrés y, a partir de 1990 sus desfiles procesionales co-menzarán de nuevo desde la iglesia de San Esteban.

El 2 de julio de 1905 se instituye la hermandad del Stmo. Cristo del Perdón con el fin de tributar culto a una imagen de Cristo en el Misterio de su Exaltación, bajo la advocación del Stmo. Cristo del Perdón, ya que con fecha 25 de junio de ese mismo año la hermandad del Cristo del Amparo y los Señores de La Exaltación acuerdan por mayoría desligarse por comple-to, dejando a la hermandad del Cristo del Amparo en las mis-mas condiciones que se encontraba el día 6 de abril de 1902. Fueron sus fundadores: Luis Velasco, Federico Sáiz, Sotero Descalzo, José Nuño, Laureano Montoya, Gerardo Mingo, Matías García, Cristóbal Condes, Antero Nieto, Pablo Pérez, Julián Miranzo, Juan Enero, Ángel Peñalver, Rogelio Sanchiz, Francisco Arquero, Aquilino López, Rafael Macho, Santos Martínez, Telesforo Miguel de Priego, Constancio Jiménez, Manuel Cubas, Tomás Hernáiz, Celestino del Olmo, Bernabé Aguilar, Leopoldo Garrido y la hermana Paz Aranda.

Sus primeras Constituciones fueron aprobadas el 9 de ju-lio en Junta General y ratificadas por la autoridad eclesiástica el 27 de octubre, quedando inscritas en el registro de asocia-ciones el 20 de febrero de 1906, publicándose en 1913. La primera Junta Directiva estuvo compuesta por: Telesforo Mi-

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haciendo un llamamiento a los antiguos hermanos para que acudan a la mencio-nada reunión. Definitivamente Marco Pérez no entrega el paso antes de los desfiles, por lo que se le da como plazo de entrega la fecha de la fiesta (14 de septiembre), recibiéndose escrito de la Empresa Sr. López San Juan y Sr. Del Pozo, en la que se envía relación de sus operarios que desean pertenecer a la cofradía, acordándose constituir inme-diatamente la hermandad, citando a los apuntados hasta ese momento.

En la sesión del 10 de octubre de 1950 se da cuenta del escrito recibido

guel de Priego como Hermano Mayor; Rogelio Sanchiz Catalán como su Teniente; Pablo Pérez de Depositario y Juan Julián Jiménez ejercía de Contador; Secretario nuevamente Rogelio Sanchiz Catalán y como Vocales Jesús García, Antero Nieto y Bernabé Aguilar.

El 11 de marzo de 1906 llega a Cuenca la imagen del Crucificado, de tamaño natural, con destino al paso de la Exaltación, que había sido tallada en Barcelona por el escultor José Quixal. La talla fue adquirida con limosnas y bendecida en el anochecer del Miércoles Santo por D. Jesús de la Plaza, párroco de San Esteban. En Junta General del 21 de julio de 1907, el hermano Juan Julián Jiménez plantea la problemática del tamaño y escaso valor artístico de las imágenes del grupo es-cultórico, informando que por su cuenta ha mandado construir nuevas imágenes y andas al escultor José Tena de Valencia por un costo de dos mil pesetas, estando a disposición de la hermandad, y que cedería su derecho de propiedad cuando la cofradía le pagara su importe, dando todas las facilidades posibles. La cofradía acepta y le nombra depositario para ir cobrándose las cantidades que buenamente se pueda. Las antiguas figuras se sortean entre los cofrades.

La Junta de Cofradías celebra sesión extraordinaria el día 9 de noviembre de 1947, siendo el segundo punto del orden del día la exposición de que tras la destrucción de 1936 queda únicamente por recuperarse la hermandad de la Exal-tación: Por ello se proyecta hacer un concurso de bocetos cuyo premio consistiría en el encargo de la realización del paso. Igualmente se acuerda oficiar a antiguos hermanos que se recuerden para que reorganicen la Hermandad y nombren el representante ante la Junta. Se cuenta con diez mil pesetas presupuestadas por la Excma. Diputación para este año y se podría intentar conseguir más fondos. El 7 de diciembre de 1947 se siguen manteniendo los acuerdos de la reunión anterior y se solicita a Luis Marco Pérez, que remita boceto y forma de construcción del Paso de la Exaltación. El 11 de enero de 1948, la Junta de Cofradías da el visto bueno al boceto de Luis Marco Pérez, encargándole el Paso por importe de sesenta mil pesetas, a pagar en varios plazos según disponibilidad de la economía. Por parte de la Junta de Cofradías se pone el mayor empeño en la consecución de este Paso, y así en sesión del 10 de octubre de 1948, y a propuesta del Depositario Manuel Sáiz Abad, se aprueba que se entreguen a Luis Marco Pérez cuatro mil pesetas a cuenta del Paso de la Exaltación, segundo pago que se le hacía, totalizando entre ambos nueve mil pesetas.

En sesión de la Junta de Cofradías del 21 de enero de 1950, se pone en co-nocimiento de los asistentes que Luis Marco Pérez ha comunicado que el paso de la Exaltación estará preparado para desfilar el Viernes Santo de ese año, por lo que se convoca reunión extraordinaria el día 5 de febrero citando a ella a los antiguos hermanos, así como a los industriales de la madera para ver la forma de reorgani-zar la hermandad y de adquirir lo necesario para su desfile. Manifiesta el hermano Francisco Jiménez que tiene en su poder el cetro de la hermandad, que se han ofre-cido algunos madereros y en especial la Compañía de Maderas para sacar el paso y subvencionar la Hermandad. Se acuerda se publique un anuncio en Ofensiva,

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hace entrega del mismo a una comisión constituida por: Ángel González, Felipe de la Torre, Antonio Cruz, Primitivo Atienza Serrano, Santiago Herrero Co-hete, Ambrosio Andrés y Julián Andrés Colmenar. El 24 de febrero de 1951 la Junta de Cofradías acuerda hacer una exposición en las Escuelas de Aguirre, con el paso de la Exaltación y adornan-do la sala con fotografías y carteles. En la misma fecha se aprueba hacer una operación de crédito con Caja de Aho-rros Provincial para la adquisición de 50 túnicas para la Exaltación. Con el fin de dotar a la hermandad de banzos, la

de Luis Marco Pérez sobre el pago del paso y de las garantías que se le ofrecen para cobrar el resto. Se acuerda remi-tirle siete mil pesetas y recoger el paso en Madrid entre el 20 y el 25 de dicho mes, y en cuanto a las garantías, reca-bar las subvenciones necesarias para el abono de las quince mil pesetas de am-pliación sobre las sesenta mil que con el pago de las siete mil ya tiene recibidas.

Definitivamente en la sesión del 14 de enero de 1951 la Junta de Cofra-días comunica que queda constituida la hermandad del Santísimo Cristo del Perdón (Paso de la Exaltación), y se

Junta de Cofradías adelanta el importe de los mismos.Sirvan estos retazos de nuestra historia, que deseamos hayan despertado esa añoranza nazarena que todos tenemos guardada, para emplazarles al históri-co Viernes Santo de este año, en el que todos los hermanos nos sentiremos, si cabe, un poco más gozosos de nuestra ya vetusta Hermandad.

Cuenca, enero de 2003.

José Andrés Jiménez

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O P I N I Ó N

V I D A D E U N C O N C I E R T O

RAFAEL TORRES MUELASSecretario de la Vble. Hdad. de Jesús Orando

en el Huerto (de San Esteban)

La Venerable Hermandad de Jesús Orando en el Huerto (de San Esteban) con motivo de celebrarse el 50 Aniversario de la reaparición en procesión de la Hermandad, según consta en acta levantada en “Cuenca a nueve de marzo de mil novecientos cuarenta y uno...” organizó y patrocinó un concierto de marchas procesionales, en la iglesia parroquial de San Esteban, presidido por nuestro paso e interpretado por la Banda de Música de Cuenca, bajo la dirección de don Aurelio Fernández Cabrera. Este fue el primer contacto entre la Hermandad y la Banda de música; corría el año 1991.

Antonio Abarca

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Parece que fue ayer, y ya han pasado trece años desde aquel primer encuentro con todos los nazarenos. Corto y duro ha sido el camino pero intenso en emociones. La música, la más excelsa de las artes se unió a la hermandad. Y, desde entonces, desfilan juntas para engrandecer el corazón del nazareno conquense. Si alguno de nosotros no fuésemos capaces de percibirla ni de aumentar nuestro sentimiento con ella, sería irremediable y nos hallaríamos incompletos. Si un pueblo en la Tierra no hubiera encontrado su propia música y no cantara y se regocijara a su través, estaríamos ante un pueblo sin alma.

Razonar la música es para mi muy difícil. Y razonar su sentido es imposible. Por eso debemos cerrar los ojos y dejamos llevar a esos recuerdos que sólo son capaces de volver a nosotros cuando suena esa Marcha.

Ahora es el momento de proyectar nuestra película íntima y dejar rienda suelta a los sentimientos en la curva del Escardillo, la calle del Peso, la entrada a la Plaza Mayor, y en tantos y tantos momentos fantásticos e inolvidables. Estas composiciones tienen un algo especial que está más allá de la música, por encima de la técnica e incluso por encima de la sensibilidad propia del pueblo.

Pero para que todo resultase dotado de hermosura estas composiciones sólo podían ser interpretadas por nuestros hermanos de la Banda de Música de Cuenca. Auténticos nazarenos de instrumento que a fuerza de “ver los pasos” en el marco indispensable de vivir, segundo a segundo, las cosas de esta Semana Santa nuestra, de compartir la herida del

banzo y las devociones, han conseguido el encanto indefinible en los nazarenos. Llegando a conmover y a deleitar el ánimo en todas sus interpretaciones.

La Banda de Música de Cuenca siempre ha sido uno del más eficaz vehículo de comunicación entre la ciudad y la música. Ella ha venido constituyendo, en el transcurso de los años desde su creación, el eje en tomo al cual siempre giró la atención de los vecinos, reflejada en cada uno de los acontecimientos habidos en nuestra ciudad.

Desde aquel lejano 16 de Diciembre de 1985, fecha de su fundación, largó es ya el camino recorrido por esta veterana y entrañable Banda de Música, sirviendo a la colectividad en esa nobilísima y honrosa tarea, como es la de amenizar la vida de sus conciudadanos, predisponiéndoles para sentir con mayor eficacia y profundidad tanto los acontecimientos de tipo religioso como lúdicos.

En el firme pedestal en el que Cuenca se eleva, con anhelos de horizontes infinitos, su banda de música fue

Enrique Buendía

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desgranando, día a día, una hermosa labor que nos debe predisponer para unirnos más a ella y proporcionarle los más eficaces apoyos. Varios han sido los directores que han empuñado la batuta al frente de esta prestigiosa banda: Arturo García Agúndez, primer Director fundador, al que luego irían sucediendo a lo largo de los años Casimiro y D. Rafael Rubio, Nicolás Cabañas, Jesús Calleja, Lució Navarro y Aurelio Fernández-Cabrera, actual Director. Todos ellos supieron extraer y armonizar, con gran maestría, lo más íntimo de los muchísimos músicos que en estos más de 100 años han pasado por la banda. Vaya desde aquí nuestro homenaje y gratitud para todas esas personas que a lo largo de los años han configurado la historia de nuestra querida Banda de Música.

Durante estos trece años el popular Concierto del Huerto, decano de todos cuantos se celebran en nuestra ciudad, es acogido con enorme cariño por todos los nazarenos de Cuenca, como vienen demostrando año tras año abarrotando la iglesia de San Esteban que tan amablemente nos acoge. La HERMANDAD DE JESÚS ORANDO EN EL HUERTO,

seguirá trabajando para servir de estimulo y ofrecer este marco y este acto a nuestros músicos y compositores colaborando humildemente al mayor esplendor de nuestra Semana Santa. Podemos recodar las más de cien marchas interpretadas en estos años, marchas nuevas, ya por ser de absoluto estreno, ya por ser desconocidas en nuestra Semana Santa. Hemos conocido a nuevos compositores pero sin duda, lo más gratificante ha sido descubrir las obras, de indudable calidad, de jóvenes autores conquenses, cumpliendo así uno de los principales objetivos de esta actividad.

Por todo lo expuesto anteriormente el Concierto de Marchas Procesionales organizado por la Venerable Hermandad de Jesús Orando en el Huerto de san Esteban con la Banda de Música de Cuenca ha pasado a ser un acto más de nuestra tradición de Semana Santa, una cita de rigor obligada a una semana del Viernes de Dolores.

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Cuenca Nazarena 71Gregorio Cubillo

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O P I N I Ó N

L A S E M A N A S A N T AD E L C É S A R E N C U E N C A

RAUL TORRES

Las imágenes de por sí gloriosas, como explosiones silenciosas a lo largo de las calles, plazas y otros ámbitos: las hoces, los cerros, los cielos entintados, dibujados por un genio invisible de dedos mágicos, eran para González Ruano, como una búsqueda del tiempo indefinido antes. Siempre es una sorpresa la Semana Santa conquense, siempre para el primer día cómo espectador, es una sorpresa suprema, única, protagonista dentro de la imaginación, de la aventura de cualquiera que fuere: religiosa, vanal, descarnada, realista, pródiga de cualquier forma, en imágenes únicas, nunca repetidas. O por el contrario, en el César, vividor de otras geografías, nostálgica (el gran Borges, refiriendo la nostalgia la definía a la perfección: Buenos Aires es horrible de fea...... pero es preferible soportar su fealdad de cerca, que sufrir su nostalgia en el extranjero; lo cuenta Blas Matamoro en el Diccionario Privado de J.L.Borges, Madrid, 1979),la nostalgia, escribíamos, es un leit-motiv fundamental que le encanta explotar, lógico en un gran viajero, conocedor sobre todo, de los ámbitos mediterráneos.

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Recuerdo un Viernes Santo de luz y luces reflejadas en el trompeterio de la música- plena Carreteria-, en las tulipas agitadas con parsimonia, en los grabados con profusión en el manto de la Virgen de la Soledad o en algún vestido finísimo de las acompañantes ofreciendo flores, pétalos y yerbas olorosas, desde el balcón mágico de Lorenzo Cañas, por encima del reloj preciosísimo, desaparecido de “Jimeno Relojería”, los de “Notario” avanzaban su tiempo hacia la Ventilla, recuerdo ya digo, las palabras de César de la Semana Santa Conquense:”Si tuviera lágrimas, lloraría esta pasión íntima que arrastro desde niño, sin poderla echar fuera, Dios mío”.

Se lo conté a Carlos de la Rica, el cual me aseguró que aquello era apócrifo, aunque él cuenta en sus libros su encuentro con el maestro de la Catedral, al lado del arco de Jamete, donde se situa la Santa Cena, y se lo conté a Federico Muelas, que aseguró que César González Ruano era un gran semanasantero enamorado de la Semana Mayor de Cuenca.Yo leo cada año sus definiciones, me empapo con el misterio, al que él sabe dar un tono especial, lejano del conocido, en su diapasón íntimo y jamás conocido. Recuerdo aquello de:

Hay que ver la Semana Santa en CuencaPara darle al corazón un bello espectáculo:

El de con los ojos cerrados,pasar un día cualquiera

la íntima películaen el cinematógrafo mágico de la memoria.

¡Un bello espectáculo! Un bello sentimiento, una fervorosa luz, un amor distinto en cada lugar, como una versión distinta en cada sitio, en distinta lengua con los mismos protagonistas, con apreciaciones fulminantes por parte de nuestro gran narrador : “yo creo que lo que quema puede ser la llama, pero lo que da luz es la ceniza” . Si esto fuera del tal Proust, lo exhibiríamos cotidianamente. En César González Ruano puede hasta pasar desapercibido.

De cualquier manera yo, en cada Semana santa que vivo, siempre en Cuenca, leo al maestro su Semana Santa íntima, casi secreta, narrada tantas veces en libros y periódicos: la otra Semana Santa, la literaria, y la degusto intensamente dentro de esa frontera de lo espiritual, al borde del congreso de lo divino, junto al sueño casi infinito de la percusión del tambor batiente, desde el cerro de la Majestad o el Socorro, sin imágenes, sólo ruido y escalofrío: la Pasión según González Ruano.

Leo al César, evoco su geografía pasionaria,Anoto:Lo que más me impresiona de la Semana Santa de

Cuenca es la expresiva participación de su paisaje y de su entraña urbana con el espectáculo y la predisposición natural de sus gentes..... y la nostalgia......

Todo ello, todos sus escritos, fueron acompañados por las imágenes únicas de su amigo Lorenzo Goñi, al que también retrató al lado de los capuces de la calle del Peso.

Antonio Abarca

Gregorio Cubillo

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O P I N I Ó N

C R I S T O D E L A S M I S E R I C O R D I A S

FRANCISCO ALARCÓN

SOBRE EL ÚLTIMO ACOMPAÑAMIENTO QUE EL CRISTO DE LAS MISERICORDIAS HICIERA A UN CONDENADO A MUERTE

Corría el año de 1907, cuando el Tribunal de Justicia de Cuenca, notificaba a la Archicofradía de Paz y Caridad, que un reo condenado a la pena de muerte, había entrado en “capilla”.

Javier Gismero

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Se trataba de un hombre, que estaba acogido en la Casa de Beneficencia, y que había sido condenado a la máxima pena por asesinar a una religiosa de esta Institución.

Según constaba en las antiguas constituciones de esta Archicofradía, y dando cumplimiento a las mismas, trasladaron hasta la cárcel a su titular, el Cristo de las Misericordias, con el propósito de confortar en sus últimas horas al desgraciado reo.

Tres mesas petitorias, cubiertas con un paño negro, a cuyos lados se colocaron dos candelabros con velas encendidas y un crucifijo en el centro, habían sido instaladas en las plazas de más tránsito de la ciudad, con el fin de recaudar fondos destinados a las exequias del condenado, mientras una campana que anunciaba a muerte, con su incesante toque, llamaba la atención de cuantos por allí pasaban, solicitando sus limosnas.

Mientras en la mazmorra, el condenado era obsequiado por la archicofradía, siguiendo la normativa, con cocido de gallina, que previamente, había sido cocinado en el domicilio del Presidente, además de chocolate y dos tipos de vino generoso.

En la madrugada del día en que se cumplió la pena, los conquenses pudieron presenciar, la más patética de las procesiones, que discurrió entre el trayecto que separaba la cárcel, de la plaza donde se había montado el patíbulo.

Abría el singular cortejo, la imagen del Cristo de las Misericordias, que desfilaba dándole la cara al condenado, quien marchaba tras él, acompañado de seis miembros de la Archicofradía de Paz y Caridad, uno por cada una de las Hermandades que la componían.

Portaban estos cofrades hachones encendidos, mientras entonaban cantos penitenciales y funerarios, hasta el mismo momento de llegar al patíbulo, al que subirían también con el reo, acompañándole de esta forma hasta el mismo momento de su muerte.

También formaba parte del cortejo el presidente, llevando el cetro de la archicofradía, más otro cofrade que portaba la campana que hacía sonar sin interrupción, anunciando con su lúgubre tintineo, lo que poco más tarde, irremediablemente iba a suceder.

Una vez ejecutado, el cetro presidencial, quedó depositado en la argolla del patíbulo, mientras que los anteriormente referidos seis hermanos, custodiarían el cuerpo del ajusticiado hasta el momento de su entierro, acto final del que estaban encargados.

De la recaudación conseguida en las mesas petitorias, y según lo estipulado, una parte se dedicó a cubrir los gastos del entierro y las exequias, otra fue entregada a la familia del ajusticiado y una tercera, pasó a engrosar los fondos de la archicofradía.

Aquel año, fue el último que el Cristo de las Misericordias

acompañó a un condenado a muerte.

A partir de entonces, saldría únicamente en la procesión de Paz y Caridad en la tarde del Jueves Santo de Cuenca.

Antonio Abarca

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Javier Gismero

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T A L L E R E S P A R A N I Ñ O S .

V B L E . H D A D . D E N T R O .

PADRE JESÚS ENTRANDO

E N J E R U S A L É N Y N T R A .

S R A . D E L A E S P E R A N Z A

H A B L A N L A S H E R M A N D A D E S

JAVIER HEVIA

La procesión del Domingo de Ramos, quizá por tradición, quizá por esa alegria desbordada de oir los primeros tambores de nuestra Semana Santa, tiene un atractivo especial para la gente menuda, para esos pequeños nazarenos que llenos de ilusión se visten su túnica blanca y con su palma acompañan las imágenes de la “Borriquilla” y Ntra. Sra. de la Esperanza desde San Andrés hasta la Catedral.

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Pensando en ellos, y siendo conscientes de la obligación de formar a estos pequeños, que mañana tendrán que asumir la enorme responsabilidad de dirigir la Hermandad y la Semana Santa conquense, las pasadas navidades organizamos unos talleres de pintura, plástica y cerámica, con el fin de fomentar la convivencia entre los hermanos y no dejar que el pertenecer a esta hermandad se limite al hecho de asistir a una junta general, una función religiosa y una procesión al año. Para ello buscamos dos lugares con significado suficiente para motivar a los pequeños: por un lado la Iglesia de Santa Ana, nuestra sede, donde durante todo el año están nuestras imágenes donde celebramos los actos litúrgicos de la Hermandad. Por otro, el Museo de Arte Abstracto, uno de los iconos arquitectónicos de nuestra ciudad, y referente cultural inexcusable para todos los conquenses.

En la Iglesia de Santa Ana, los días 2, 3 y 4 de enero, organizamos el taller de escultura al que asistieron niños de entre cinco y diez años. Dirigidos por Luis Castillo aprendieron durante esos tres días lo básico en el manejo de la arcilla y aplicándolo a los diferentes trabajos que realizaron con indudable imaginación .

Al mismo tiempo, y en el Museo de Arte Abstracto, otro grupo de niños de la hermandad, asistía a un taller de pintura y plástica, teniendo como referencia la Semana Santa conquense.

Silvia Garrote y Celina Quintas les propusieron llevar a cabo un paseo por diferentes salas del Museo, jugando con distintos itinerarios y analizando un conjunto de obras

desde el punto de vista plástico, pero al mismo tiempo tratando de aplicar sobre estas obras abstractas conceptos que también pueden percibir en una procesión. Al final en el taller, los niños realizaron sus propias creaciones: en una de ellas representaron nuestra procesión y nuestras imágenes exclusivamente con colores; en otra, jugaron con la imagen del nazareno y los símbolos que lo identifican con su procesión por medio del collage y por último realizaron un cartel anunciador de la Semana Santa de este año 2003.

Ahora, terminando estas lineas, me viene a la cabeza Fernando Zóbel y sus entrañables dibujos del libro “Sketchbook of a Spanish Hill Town” que algun año usamos en la citación de la Hermandad. Creo que él hubiera disfrutado viendo como se divertían estos chicos en el museo.

Sólo nos queda agradecer al Museo de Ate Abstracto, a la Iglesia de Santa Ana, a Luis Castillo, a Celina Quintas y Silvia Garrote su colaboración en este proyecto que a todas luces ha sido positivo y con unos resultados espectaculares que podréis ver en la sede de la Vble. Hdad. de Nuestra Sra. De la Soledad del Puente a partir del 28 de Marzo.

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I I I C E N T E N A R I O D E

S A N J U A N E VA N G E L I S TA

H A B L A N L A S H E R M A N D A D E S

VENERABLE HERMANDAD DE SAN JUAN APÓSTOL EVANGELISTA

Quienes desconocen la historia de la Venerable Hermandad de San Juan Apóstol y Evangelista, posiblemente hayan caído en la tentación de recordar con tristeza, la celebración de nuestro tercer centenario. Sensación provocada indiscutiblemente, por la sucesión de insensateces con que se vio sorprendido nuestro pasado Viernes Santo; Conmoción provocada por la rabia, el asombro, la impotencia, quizás incluso por similares escepticismos e incertidumbres que nuestro venerado San Juan debió experimentar, cuando hace casi dos mil años sé convirtió en solitario testigo de sacrificio y amargura.

Hipólito Ruiz

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San Juan dedicó desde entonces su vida y sabiduría a transmitirnos el porque de dicha situación, a hacernos reflexionar sobre los motivos y las consecuencias de aquella todavía, cercana muerte en Jerusalén.

Porque existió un antes y un después. Posiblemente incluso más importantes que el trágico momento del Golgota.

Por eso quienes nos sentimos juanistas, sabemos que el desfile procesional es normalmente, en conjunción con la función del 27 de Diciembre la forma más externa de rendir homenaje a nuestro Santo Apóstol. Por eso al diseñar la celebración del tercer centenario incluimos ligeras variaciones en el desfile de la madrugada del Viernes Santo: Nos acompañaban los Hermanos Mayores de las hermandades de Jesús entrando en Jerusalén y de Cristo Resucitado, recordando aquellos años de la década de los cincuenta, cuando la hermandad de San Juan fue impulsora y participante en ambos desfiles, pero ante todo rememorando los lazos

que ante la dificultad unieron y engrandecieron a cuantos quisieron y soñaron un futuro común. Y nos acompañaban igualmente el guión de nuestra Junta de Cofradías y su presidente, como máximo responsable de nuestros desfiles y en representación de todas las hermandades conquenses a las que queríamos rendir también homenaje conscientes de que trescientos años de historia solo son posibles si tienes con quien compartir las espinas.

Similar homenaje el erigido en la Plaza de la Constitución, si bien en esta ocasión dirigido no a las hermandades, sino a sus nazarenos, a todos los nazarenos, a aquellos que desde el anonimato de su capuz fueron capaces de superar todo tipo de escollos. A ellos que representados en el bronce de Barrios llevan el futuro de la mano. Ojalá sepamos demostrar que aquellas manos supieron transmitirnos su sensibilidad, que también nosotros somos merecedores de llevar el futuro de la mano. Ojalá la juventud de siglos venideros quiera reconocernos en esta escultura.

Fotos Aguilar

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Pero al programar este aniversario el sentir de la hermandad era algo mas profundo que este reconocimiento. Porque no queríamos quedarnos únicamente en la figura de nuestro Apóstol; nuestra intención era acércanos también a sus enseñanzas. Y por eso, el pasado mes de mayo nos trasladamos a Huete, a compartir con los vecinos de esta localidad el culto al Evangelista. Allí, junto con una de las comunidades de la provincia más antigua en el culto a San Juan, celebramos la festividad de San Juan Ante Portam Latina.

Y mientras, en Gama, una fabela de Brasilia, posiblemente por vez primera se oiga el nombre de Cuenca, quizás incluso el nombre de nuestro santo titular. Porque las Hijas del Amor de Jesucristo trabajan en la construcción de la Casa de Acogida de San Juan Evangelista, que en breve ha de ser cobijo

Fotos Aguilar

para niños y jóvenes enfermos de cáncer, aliviándolos en su enfermedad y educándolos para su posterior enfrentamiento con la vida. Se hará entonces realidad el sueño que un grupo de nazarenos tuvieron hace casi dos años, cuando bajo su verde capuz disfrutaban de la más bella de las madrugadas conquenses.

Quizá por ello, el 10 de diciembre Su Santidad Juan Pablo II, imparte la Bendición Apostólica a la hermandad como consecuencia de la celebración del tercer centenario.

Seguramente animado por la sonrisa de esos niños brasileños, que desde su enfermedad contemplan como se construye la que deseamos pueda servir para aliviarles en su dolor y soledad: “La Casa de Acogida de San Juan Evangelista”.

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Gregorio Cubillo

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5 0 A N I V E R S A R I O

DE LA VBLE. HDAD. DE

NTRO. SR . JESUCRISTO

R E S U C I T A D OY N T R A . S R A . D E L

A M P A R O

H A B L A N L A S H E R M A N D A D E S

Entre las hermandades que este año tienen algún centenario que celebrar figura la de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado y Nuestra Señora del Amparo. En efecto, aunque fue ya en el mes de septiembre de 1951 cuando en la Junta de Cofradías se empezaba a hablar sobre la necesidad de que el Domingo de Resurrección se celebrara con la correspondiente procesión, y aunque ya en ese mismo mes se le encargaba al escultor conquense Leonardo Martínez Bueno la elaboración de la talla, problemas de diversa índole, entre los que se contaban también los metereológicos, impidieron que la procesión pudiera desarrollarse en plenitud hasta el año 1953.

Cuenca Nazarena 84 Gregorio Cubillo

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Para celebrar este aniversario se ha programado una serie de actos tanto litúrgicos como culturales. Por lo que se refiere a los actos litúrgicos, se basan sobre todo en la celebración de la función a las dos imágenes titulares, que como es tradicional se va a celebrar en la iglesia parroquial de Santa Ana el próximo día 8 de junio, Domingo de Pentecostés, a la una de la mañana. Este acto será precedido, los tres días anteriores, por la celebración de un triduo, en el mismo templo, a las siete y media de la tarde, y se complementará con la también tradicional misa por los hermanos difuntos, el lunes 9 de junio, a la misma hora. Además, en los momentos preliminares a la salida de la procesión, este año se va a celebrar también una Misa el mismo Domingo de Resurrección, en la antigua iglesia de San Andrés, a las nueve, acto al que asistirán los hermanos que participarán en la procesión.

Pero lo más novedoso han sido las celebraciones de carácter cultural, que se han venido celebrando durante los pasados meses de febrero y marzo, y que se coronaron el día 29 de ese mes con un acto en la Sala Uno del Teatro Auditorio,

en el cual se entregaron algunos objetos conmemorativos de la celebración y se presentaron el libro, el vídeo y el CD-ROM de la hermandad. Antes de ello, y durante esos dos meses, se ha desarrollado un concurso de dibujo y pintura entre los niños de las catequesis que forman parte de la diócesis, dibujos que fueron expuestos al final del periodo.

Sin embargo, como se ha dicho, el centro de toda la celebración fue el acto celebrado en el Auditorio, acto que fue moderado por Carlos Calvo, y en el cual se visionaron algunos minutos del vídeo que, montado por Zoom 3000, describe en hermosas imágenes los instantes más emotivos del desfile procesional del Domingo de Resurrección; también, ¿cómo no?, de los excepcionales momentos de la Semana Santa de 1995, cuando la procesión salió, por primera y única vez, de las naves de la catedral, a donde habían sido conducidas las imágenes para participar en la Vigilia Pascual del día anterior.

Gregorio Cubillo David L. Meysonnier

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En el mismo acto se presentó también el libro, que ha sido realizado por Julián Recuenco, y ha contado con la colaboración de otros miembros de la hermandad. Unos, por la donación de algunas fotografías que además, en gran medida, han pasado a integrar los fondos documentales de la cofradía. Otros, participando directamente en la elaboración del trabajo; son los casos de Jesús García Palomares, autor de un amplio reportaje fotográfico que también se ha incorporado al libro, y José Andrés Guijarro Ponce, que se ha encargado de la enmaquetación y diseño. Toda la labor, tanto por lo que al libro se refiere como a los otros dos productos que se presentaron, ha sido coordinada directamente por el secretario de la hermandad, Jesús Serna Moya.

También se ha editado un CD-ROM sobre la hermandad, que ha sido realizado por los cofrades David Serna García y Eva López García, y que se presentó también ese mismo día en el Auditorio. Este producto novedoso, que ninguna hermandad conquense ha realizado hasta ahora, consta aproximadamente de unas cincuenta páginas de texto y cerca de cuatrocientas fotografías, de ellas unas noventa antiguas y el resto realizadas durante los últimos años. Toda esta documentación se complementa con un vídeo, diferente al otro, de nueve minutos de duración, que ha sido realizado por los mismos autores del CD, y un fondo musical formado por siete marchas procesionales, entre ellas la que le dedicó a la hermandad el compositor conquense Julián Aguirre en los años ochenta.

El acto de presentación de estos tres productos tuvo una continuación, una segunda parte musical, que corrió a cargo de la Joven Orquesta de Cuenca, que interpretó algunas marchas penitenciales adaptadas a música sinfónica por su

director.

Gregorio Cubillo

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Cuenca Nazarena 87Gregorio Cubillo

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A C T I V I D A D E S D E

L A S A N T A C E N A

H A B L A N L A S H E R M A N D A D E S

Gregorio Cubillo

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ASISTENCIA AL CONGRESO DE HERMANDADES DE LA SANTA CENA EN ZARAGOZA.

La Venerable Hermandad de la Santa Cena asistió durante el pasado puente de la Inmaculada Concepción a un Congreso de Cofradías-Hermandades de toda la geografía nacional, que veneran o procesionan la Santa Cena. El lugar de su celebración este año fue Zaragoza.

Los Congresos de Cofradías o Hermandades de la Santa Cena se vienen realizando ya desde hace tiempo con una periodicidad bianual y habitualmente durante este puente pa-ra favorecer los desplazamientos.

En el Congreso de Zaragoza se celebró una serie de actividades variadas tales como conferencias, mesas redon-das, visitas guiadas, celebraciones eucarísticas y contó con una nutrida participación de personalidades tanto de la loca-lidad como de las propias Cofradías de toda España.

Los temas tratados fueron muy variados: teológicos como el Sagrado Misterio de la Santa Cena o bien del ámbito meramente cofrade. Los Congresos resultan muy positivo porque a través de ellos se ven las diferentes formas de manifestación de la Semana Santa que se realizan por toda la geografía española. Sirven para tratar problemas comunes

y sus posibles soluciones, para enriquecer con los aspectos positivos de algunos e incluso exportar ciertas ideas que pue-dan servir a nuestras respectivas hermandades.

En este último Congreso, por ejemplo, durante una mesa redonda se expuso por parte del representante de nuestra hermandad, D. Rafael Gómez, el problema de la juventud en las cofradías. La mayoría de ellas de momento no ven un grave problema, sin embargo a largo plazo puede que la juventud vaya abandonándolas, para lo cual habría que buscar incentivos que los atraigan. Entre otros acuerdos que se tomaron fue la aprobación de la celebración del siguiente congreso en la villa valenciana de Torrente, en diciembre de 2004.

Aprovechando el viaje de vuelta desde Zaragoza, la Co-fradía de la Sagrada Cena de Huelva visitó Cuenca los días 8 y 9 de diciembre. Se les mostró nuestra bella ciudad, así como las iglesias donde se albergan algunos de nuestros pasos. De igual manera pudieron observar nuestra sede de la Junta de Cofradías y se les ofrecieron unos recuerdos.

Javier Gismero

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ELABORACIÓN DE UN BELÉN EN LA CATEDRAL.

La Venerable Hermandad de la Santa Cena, desde ya ha-ce tiempo tenía la intención de elaborar un belén. Diversos Hermanos comentaban que la Catedral, el primer templo de nuestra ciudad, no contara con un belén en Navidad era poco menos que curioso. De ahí y por estar nuestra Sagrada Imagen albergada en la S.I.C.B. es por lo que tras varias vicisitudes, en el año 2.002 se acordara en Junta General su colocación delante de nuestro paso. En la misma surgió un grupo de voluntarios que formaron una comisión encargada de la elaboración, instalación y cuidado del belén durante las Navidades.

La Hermandad buscó la colaboración de la Asociación de Belenistas de Cuenca y su Presidente D. Jesús Martín de los Santos prestó una ayuda imprescindible, tanto en cuanto a las técnicas de elaboración como a la colocación de figuras y demás elementos.

El grupo se puso a trabajar en los locales de la Junta de Cofradías desde comienzos del mes de octubre y hasta mediados de diciembre. Una vez elaborada toda la estructura, casas y demás decorado, diseñado la colocación de las figuras y elementos que lo componen, se instaló en la Catedral.

El día 21 de diciembre de 2002 se procedió a su inauguración. Este fue bendecido por el Sr. Obispo de Cuenca Monseñor D. Ramón del Hoyo. A este sencillo acto asistieron entre otros el Sr. Alcalde-Presidente del Exmo. Ayuntamiento de Cuenca D. José Luis Martínez Cenzano, el Sr. Presidente de la Junta de Cofradías de Cuenca D. Javier Caruda de Juanas, así como el Sr. Vicesecretario D. Antonio Armero y el Sr. Contador D. Antonio Serrano de la mencionada institución. De igual forma miembros de las cofradías de la Santa Cena de la villa valenciana de Torrente y la alicantina de Orihuela; hermanos mayores, miembros de la Junta Directiva y demás hermanos y público en general.

Tras unas palabras de un portavoz de la Hermandad y de D. León Chicote, secretario del Cabildo de la Catedral de Cuenca, el Sr. Obispo bendijo y dirigió una breve alocución. A la par, un grupo musical juvenil entonó unos villancicos. Posteriormente el Sr. Presidente de la Junta de Cofradías mostró personalmente los locales de la calle Solera a las hermandades visitantes. La jornada finalizó con un aperitivo navideño.

La acogida del belén fue muy buena en general. En el concurso que organiza el Ayuntamiento de Cuenca, en la categoría de grupos y asociaciones obtuvo el tercer premio. Esto ha animado al grupo a seguir trabajando para futuros años.

Javier Gismero

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D E C Í A M O S A Y E R

C U E N C AP R O G R A M A O F I C I A L D E 1 9 5 1

P. VICENTE MENA

NO es el sentimiento la explosión abierta de la hondura del espíritu, ni la voz que hiere el aire con el fácil estallido de la aupada palabra, ni la manifestación jubilosa que arrastra al que va y viene por los senderos de las viejas ciudades, cargadas de historia y prietas de poesía; sino el dulce y humilde recogerse del corazón, en tanto los párpados se abren a un mundo, siempre antiguo y siempre nuevo, donde la luz no se quiebra y donde la emoción es besada por el suave silencio de un recuerdo perenne y vivo.

Enrique Martínez Olivares

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Desnudo y temblante, como agua que corre con sonido, es el que embarga a Cuenca, la bien plantada, en los días de Semana Santa, de su Semana Santa, bienoliente a pinares despeinados, recoleta en sí, abrazada a la Cruz del Mártir Divino y apurando con Él la angustia del drama torturante (estallido de odio insano), que conmovió los ejes de diamante del mundo bajo los trastornados cielos de Palestina.

Cuenca eleva todos los años sobre el cáliz de su amor religioso la estrella de su piedra sincera; se enjoya con los paros que mueven a intimo sufrir y, viviendo el recuerdo sa-grado, conmueve rebeldes espíritus y rompe duros corazones al lanzar al aire blando de sus mejores días las palabras ele-giacas del profeta de las Lamentaciones:

«Ved y considerad si hay dolor como mi dolor»

¡Dolor y sentimiento de Cuenca! Como de un manantial inagotable y profundo salen ambos a la intacta claridad del día fundidos en un beso de ternura regaladísima que refresca las sienes taladradas de sus Cristos y el rostro de sus Vírgenes sollozantes.

Y se asoma desde sus crestas de piedra para abarcar mejor el círculo de su amargura...

Y se mira en el cristal del Júcar donde se retrata, como en un espejo, su corazón de siglos...

Y se mide, desde Mangana al Huécar, niño mirón y ca-llado, que corre con fugitivo y breve pie...

Y, desde San Antón, penetra en las hoces de uno y otro lado, llenándolas de rumor de enfervorizada multitud...

Y termina por posarse en la altura del Cerro del Socorro, como en un nuevo Calvario, en tanto por la entraña de la ciudad desfilan las cofradías, lento el paso, el ánimo en-cogido

Y soñando los devotos -con los párpados caídos- en el misterio de la Cruz...

¡Dolor y sentimiento de Cuenca, la absurdamente olvi-dada ciudad, mi ciudad, que en estos días de Semana Santa ejemplariza con su devoción y fervor inusitados!

¡Dolor y sentimiento de Cuenca, único, fecundo, sin igual!

Quien quiera que seas, peregrino, detén el paso, con-templa con los ojos del alma al Cristo que pasa o a la Virgen lacrimosa y piensa en la tragedia que en el monte de la Ca-lavera, monte pingüe de maravillas, acaeció al Hijo de Dios para salvar a la humanidad prevaricadora...

¡Dolor y sentimiento de Cuenca en sus procesiones emotivas! ¡Quién pudiera guardaros en su retina perenne-mente!

¡Quien pudiera reteneros en su corazón de arcilla!...

¡Cuenca... Cuenca..,, la bien plantada y la muy religiosa!

¡Dios te guarde y te colme de luz, poniendo sobre el cáliz de tu corazón la estrella de su luz de gracia!

Enrique Martínez Olivares

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D E C Í A M O S A Y E R

C U E N C APROGRAMA OFICIAL DE 1962

LEANDRO DE LA VEGA

Pasado el Hosanna, el telón se alzará defini-tivamente el Martes Santo. Ya está el paso en orden, y ya -morada, blanca, roja, azul, negra, ...- la túnica nazarena doblada sobre la silla, y el capuz enhiesto cubriendo la horquilla mise-ricorde o la tulipa en que la mariposa de luz se apresta al vuelo. Y gravitando sobre todo, una hora, un instante de estreno, que igual apunta al alba que a la media noche.

Enrique Martínez OlivaresCuenca Nazarena 96

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Pero, alto ahí. Quien en otros lugares quedara deslum-brado por el oro o la cristalina pedrería que enjoya el manto, las andas o el múltiple aparato procesional, que contenga en este punto la ilusión. El conquense no quiere, ni en el fondo lo ha concebido jamás, rivalizar con otras ciudades en la bri-llantez que la riqueza presta a sus cortejos procesionales. Cuenca es esencialmente Castilla, y ésta no ha podido nunca ofrecer mejor joyel que la austeridad, el símbolo desglosado en patético realismo, la auténtica secuencia del sentimiento contorneado por una fe, una tradición, que es ley, una historia un paisaje.

Frente a aquello, esta ciudad castellana pone en pie, en vertical limpia e inquebrantable, todo un capitulario que junto al esplendor no espiritual vale el mil por uno: Sus procesiones, hechas ya teoría sobre el hombro, sobre el alma del cofrade, y no del costalero a sueldo, se llaman lo que se siente o lo que se anhela: «del Silencio», «de Paz y Caridad», «Camino del Calvario», «En el Calvario», «del Santo Entierro»... La solemnidad de cualquier momento evocado, e invocado por estos nombres no es una manifestación de entidades más o menos particulares, ni siquiera de la colectividad, pese a responder a una raíz que todavía bebe en los tiempos del oficio y del gremio. No. Es el sentimiento trascendente de toda una ciudad puesta en pie y acudiendo esperanzada, cruz al hombro, a la convocatoria luminosa de la Resurrección definitiva. El Calvario no es más que un paso; la eternidad, es infinita. Y ésta, bien vale esas mil misas del dolor en Cuenca devocional.

Y aún Cuenca ofrece más, viajero: que en la exacta re-trospección el tiempo no corre. Apoteosis de la Semana Santa conquense es el Viernes Santo. Ya está todo ganado porque supo perderse todo. Esta hora ha estado cuajándose en el aire, condensándose en el ambiente como una tormenta que al fin estalla en la más imponente de las músicas de fondo: El Silencio. El otro elemento que; completado con el «Miserere», de Pradas-Cuenca tiene su propio Miserere, en exclusiva además-, faltaba a la cita de lo que marcha hacia arriba indeclinablemente. Calló el tambor ominoso, y el ritmo de la marcha, que no se ha de interrumpir por nada y porque hay una inercia irrefrenable hacia la muerte-vida, se marca en el acompasado arrastrar de pies desnudos arrancando al guijarro de la calleja la chispa deliciosa del dolor por algo; y se marca además por el golpe seco de las horquillas en el suelo, por el jadeo que a los pechos imprime el esfuerzo y por el crujir de las andas al balanceo obligado por cien brazos que anillados al banzo más que empujar, tiran vertical arriba.

Se carga el ambiente de emociones, hasta ese momento incluso inesperadas, y hay que gemir como válvula de escape. Trágico, lúgubre, crispación de la agonía, como un último estertor que se está perdiendo a cada momento en los hom-bres y en las cosas, desgarra el aire el «Miserere», El trae a la tarde prendida de sus notas, la arrastra al cortejo y a su conjuro nace la muerte hecha Cristo y llenando el vacío de angustia lacerante hecha Virgen solitaria y Cruz desnuda. Trabajada a golpe de dolor, unción y fe, la piedad está conse-guida. La soledad de María, allá, en su ermita montada al aire de la Hoz del Júcar, tiene el alivio de toda una ciudad aún penitente que desfila cuadriculando la noche en idas y venidas, ante la Madre de los brazos sin nadie para hacer la ofrenda de un sentimiento solidario en el dolor. La Caridad, está lograda....

Sí; ese es el fruto supremo de la Semana Santa más austera y profundamente desarrollada de España, en la que incluso la Naturaleza, que hasta ayer fue teogonía, se pone en pie para conmemorar el trance de la Pasión. Toda una his-toria, toda una tradición, que responden al dolor con la fe y la esperanza. El amor ha vivido el parto de su primavera, y ha llegado con él a flor de corazón ante el pórtico mismo del Resurrexit.

... Lo demás, viajero, no tiene importancia. Cuando la luz llega de nuevo, Cuenca ya tiene su vertical afianzada.

Colección de Antonio AbarcaCuenca Nazarena

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Enrique Martínez Olivares

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S U E Ñ O S

JAVIER CARUDA

Cuenca Nazarena 100 Antonio Abarca

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Como es tradicional en su ciudad, había participado desde niño en los desfiles de Semana Santa. Prácticamente, sus recuerdos más lejanos estaban unidos al aroma que impregnaba su casa durante los días de Cuaresma, a su ma-dre preparando las túnicas familiares, al aroma de la cera gastada durante la procesión, a las marchas procesionales que invadían su cerebro de una manera omnipresente, e incluso al disgusto cuando no había podido terminar el recorrido completo (bien por inclemencias o por voluntad paterna).

Durante todo el año, recogía recortes de periódico, no-ticias, fotografías relacionadas con la Semana Santa. Incluso se acercaba, una vez concluida la Navidad, al Almudí con el fin de oír los ensayos de la Banda de Música e incluso gra-barlos.

Le enseñaron sobre todo a respetar a la Junta de Co-fradías. Él, en su adolescencia, no entendía si se hacía bien o mal, si había que cambiar a unos o no. Sí entendía que era maravilloso el que hubiera personas que le permitieran disfrutar de lo que más quería en este mundo, la Semana Santa.

Y también le enseñaron a dialogar, le mostraron que des-de la cerrazón únicamente se conseguía enfrentarse aún más y comprendió que el eje central de cualquier actividad y más especialmente de la Junta de Cofradías debía ser el diálogo.

Fueron pasando los años y fue pasando por la mayor parte de los puestos de una hermandad de Semana Santa, Hermano Mayor infantil, Farol de Cabecera, Estandarte de Cabecera, Guión, Hermano Mayor y Bancero.

Pero entendió que debía hacer algo más por su Her-mandad y su Semana Santa. No debía quedarse en una cola-boración el día de la procesión, si no que quería conseguir una mayor implicación. Así fue directivo de su hermandad. Al principio su participación era escasa. Le infundía mucho respeto el oír hablar en la Junta de Diputación a aquellos a los que profesaba verdadera admiración. Pero, poco a poco, comenzó a presentar sus propuestas, sus necesidades, sus ideas, se atrevió a mostrar los defectos que veía, y comprobó que no eran propuestas descabelladas. Muy al contrario, eran muchas las personas que coincidían con él en su forma de entender la Semana Santa.

Finalmente, llegó el momento de dar el salto al Sancta Sanctorum de nuestra Semana Santa. Llegó el momento de acceder a la Junta de Cofradías.

Durante los primeros años de participación, confío en sus posibilidades, confío en que se podían cambiar cosas, que se podían plantear alternativas, que se podía dialogar, que se iba a encontrar apoyo en los diversos momentos y actos, que se iba...

Pero la realidad era otra. Desde el primer momento, in-tentó convencer a todos que en la Junta de Cofradías no había diferencia entre hermandades. Que la Junta de Cofradías era cosa de todos, y, entre todos, había que construir cada mo-mento la Semana Santa.

Pretendió que las Hermandades entendieran que había que acudir a la Junta de Cofradías con la idea de defender la Semana Santa, no de defender a su hermandad.

Y soñó que esto no era así. Que todas las hermandades se implicaban en el desarrollo de la Junta de Cofradías. Que a la Comisión Ejecutiva y al Presidente se les daba una autoridad, una confianza, una seguridad, un respeto...

Que la Junta de Diputación brillaba por su carácter dialogante, que se sucedían las propuestas, que se implicaba en los malos y buenos momentos...

Que las Hermandades entendían que la Junta de Cofradías era el órgano que las aglutinaba, las coordinaba y, evidentemente, era el referente de la organización de la Se-mana Santa.

Soñó también que las Instituciones mostraban su apoyo decidido, unánime e incondicional a la Junta de Cofradías. Que la Junta adquiría el prestigio que debe tener.

Soñó que la relación entre la Junta de Cofradías y el Obispado era como la sangre que va a la herida, que acude sin llamarla...

Soñó...Soñó...Pero el amargo despertar de una Madrugada Santa puso

al descubierto la realidad.Vio que todo lo que había soñado era eso, un sueño.Y soñó que todo había sido una pesadilla.Y soñó que, a pesar de todo, habría esperanza.

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