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 (*)Christian Maselló es autor de “Enrique Symns. Dolor, soledad y magia frente a las puertas de la eternidad” (Letra Sudaca), editado  y presentado recientemente. Cursó estudios de periodismo en el taller-escuela TEA y entrevistó a personajes como Diego Armando Maradona, Luis Alberto Spinetta, Pappo, Skay Beilinson, Charly García, Jaime Bayly, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, entre otros. En 2005 publicó su primer libro, “Miscelánea Serratiana” (Diario desordenado de un andar utópico), sobre Joan Manuel Serrat. Luego vinieron “Un sueño fuera de ambiente”, “Tras las huellas del capitán Sabina”. Los tres fueron galardonados con el premio El Dorado, en Resistencia, Chaco, a mejor trabajo de periodismo gráfico.  Las 8 preguntas para Christian Maselló (*) MARDELPLATA DOMINGO 22 DE FEBRERO DE 2015 IDA Y VUELT A : [email protected] 1 ¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario y cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer? -Hay tres tipos de error es. El primero es el referi do a la ortografía, que muchas veces puede deber se a un desliz al teclear o cuestiones por el estilo. Luego están aquellos que hacen a la trama o a las caracterís- ticas de los personajes, por ejemplo que en la página 25 algui en tenga veintidós años y en la página 50 se diga que tiene dieciocho. La terc era clase de error es la que está relacionada con el armado, por ejemplo páginas mal numeradas o intercaladas. Los errores ort ográficos molestan, pero si se trata de unos pocos en todo el libro uno entiende que se hayan escapado; incluso hay veces que no se deben al autor, ya que el texto, antes de su publicación, suele pasar por varias manos (correctores, armadores, etc.), y siempre hay alguien que toca lo que no debe. Los errores en la trama, o que tienen que ver directamente con los personajes, no se pueden perdonar, porque hablan de una falta de interés del autor por su propia obr a. Y, en lo que hace a cuestiones de armado, los descuidos me chocan, porque desaci ertos de ese tipo predispo- nen mal a quien se enfrenta con el libro: complican la lectura. Estoy leyendo el tomo de las obras comple- tas de Ernesto Sábato referido a su narrativa, y en el comienzo me topé con algunos yerros ortográficos, que, en este caso, al tratarse de text os que se conocieron mucho antes de la edición en cuesti ón, obvia- mente se deben a descuidos de la gente que armó la edic ión. PORNICOLÁSMARTÍNEZSÁEZ(*) migajasdelafilosofia.blogspot.com.ar D urante la Segunda Guerra Mundial el filósofo Karl Pop- per formuló, en su obra La so- ciedad abierta y sus enemigos (1945), la llamada paradoja de la tolerancia: la tolerancia ilimitada conduce a la desaparición de la tolerancia. Enton- ces, si somos tolerantes de manera ili- mitadahabríamosdeserlo,sinmayo- res problemas, frente a los violadores, asesinos y frente a los seres más crueles y miserables del mundo. Por otra parte, si no somos tolerantes con los intolerantes, ¿acaso no nos convertiría- mos en intolerantes? Para Popper, si noestamospreparadosparadefender una sociedad contra las tropelías de los intolerantes, el resultado no será otro que la destrucción de la toleran- ciamisma. El concepto conlleva una semánti- ca algo negativa: proviene del latín tolerare que significa ‘soportar’ o ‘aguantar’. Y quizás esto es lo que hace- mos, aun sin ser muy conscientes, cuando nos decimos tolerantes res- pecto del pensamiento o modo de vi- da de otro. En Occidente, la tolerancia ha sido una conquista moderna, las grandes obras en defensa de la toleran- cia se escribieron entre los siglos XVII y XVIII como consecuencia de miles de años de luchas religiosas. La práctica de la tolerancia no es una cuestión na- tural o instintiva, sino algo que se aprendepocoapocoalolargodelahis- toria. Así entonces, ¿puede ser ella ilimi- tada?O¿existealgu- na intolerancia que pueda justificarse? Las respuestas a es- tas preguntas nos llevan a la cuestión deloslímites:¿cuálesellímiteenquela tolerancia destruye la propia toleran- cia? ¿Quién decide ese límite entre lo tolerableylointolerable? Cuando desde Occidente vemos que el Estado Islámico cuelga en alambrados cabezas de cristianos, mutila y apedrea a mujeres, tira al va- cío a los homosexuales o atenta con- tra aquellos que ridiculizan su fe, no podemos más que considerar a esos actoscomointolerantesy criminales. A pesar de ello, deberíamos ser cons- cientes de que, tal como lo ha señala- do el filósofo francés Paul Ricoeur, cualquier intelectual que pretenda defender la práctica de tolerancia lo hace determinado por la reciente his- toria moderna. Es decir, que para las democracias occidentales, la práctica delatoleranciaesunhechocentralde su historia, una conquista que tiene apenas 200 o 300 años y que posibili- tó el pluralismo de creencias y de con- cepciones de lo que es una vida feliz. Dicho de un modo más sencillo: en general estamos de acuerdo, en Occi- dente, que cada uno puede vivir a su manera, pensar como qui era y decir lo que se le antoje siempre y cuando no dañe al otro. Otra vez, asoma la cuestión de los límites, ¿puede una caricatura dañar a otro? ¿quién deci- de lo que es dañino y lo que no? ¿pue- de una cultura, en defensa de valores universales, intervenir en otra? O ¿deberíamos ser relativistas y dejar que cada cultura y cada civilización viva de acuerdo a sus propios valores, leyes y costumbres, aun cuando estos nos parezcan intolerantes, sanguina- riosycrueles? (Continúaenpágina4) “En Occidente, la tolerancia ha sido una conquista moderna”  SOBRE EL DAÑO DE UNA CARICATURA Y LOS LÍMITES A UN CONCEPTO MODERNO ¿Es posible tolerar a los intolerantes? El atentado terrorista a la revista francesa Charlie Hebdo, que sucedió el 7 de enero último en París, despertó la reflexión y el debate en los docentes marplatenses Nicolás Martínez Sáez y Román March. Estos dos artículos exclusivos son el fruto de ese pensar sobre el mundo contemporáneo y sobre el aporte de la filosofía –la disciplina que enseñan- a estos grandes dilemas de la actualidad. Las preguntas y la polémica.

2015-02-22 Tolerar a Los Intolerantes

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2015-02-22 Tolerar a Los Intolerantes

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  • (*)Christian Masell es autor deEnrique Symns. Dolor, soledad ymagia frente a las puertas de laeternidad (Letra Sudaca), editadoy presentado recientemente.Curs estudios de periodismo enel taller-escuela TEA y entrevist apersonajes como Diego Armando Maradona, Luis AlbertoSpinetta, Pappo, Skay Beilinson, Charly Garca, Jaime Bayly,Eduardo Duhalde y Nstor Kirchner, entre otros. En 2005 publicsu primer libro, Miscelnea Serratiana (Diario desordenado deun andar utpico), sobre Joan Manuel Serrat. Luego vinieron Unsueo fuera de ambiente, Tras las huellas del capitn Sabina.Los tres fueron galardonados con el premio El Dorado, enResistencia, Chaco, a mejor trabajo de periodismo grfico.

    Las 8 preguntas para Christian Masell (*)

    MAR DEL PLATA DOMINGO 22 DE FEBRERO DE 2015 IDA Y VUELTA: [email protected]

    1Qu error le molesta ms advertir en un texto literario y cul es el ltimo quehall en el libro que est leyendo o que acaba de leer?-Hay tres tipos de errores. El primero es el referido a la ortografa, que muchas veces puede deberse a

    un desliz al teclear o cuestiones por el estilo. Luego estn aquellos que hacen a la trama o a las caracters-ticas de los personajes, por ejemplo que en la pgina 25 alguien tenga veintids aos y en la pgina 50 sediga que tiene dieciocho. La tercera clase de error es la que est relacionada con el armado, por ejemplopginas mal numeradas o intercaladas. Los errores ortogrficos molestan, pero si se trata de unos pocosen todo el libro uno entiende que se hayan escapado; incluso hay veces que no se deben al autor, ya que eltexto, antes de su publicacin, suele pasar por varias manos (correctores, armadores, etc.), y siemprehay alguien que toca lo que no debe. Los errores en la trama, o que tienen que ver directamente con lospersonajes, no se pueden perdonar, porque hablan de una falta de inters del autor por su propia obra. Y,en lo que hace a cuestiones de armado, los descuidos me chocan, porque desaciertos de ese tipo predispo-nen mal a quien se enfrenta con el libro: complican la lectura. Estoy leyendo el tomo de las obras comple-tas de Ernesto Sbato referido a su narrativa, y en el comienzo me top con algunos yerros ortogrficos,que, en este caso, al tratarse de textos que se conocieron mucho antes de la edicin en cuestin, obvia-mente se deben a descuidos de la gente que arm la edicin.

    POR NICOLS MARTNEZ SEZ (*)

    migajasdelafilosofia.blogspot.com.ar

    Durante la Segunda GuerraMundial el filsofo Karl Pop-per formul, en su obra La so-ciedad abierta y sus enemigos (1945),la llamada paradoja de la tolerancia:la tolerancia ilimitada conduce a ladesaparicin de la tolerancia. Enton-ces, si somos tolerantes de manera ili-mitada habramos de serlo, sin mayo-res problemas, frente a los violadores,asesinos y frente alos seres ms cruelesy miserables delmundo. Por otraparte, si no somostolerantes con losintolerantes, acasono nos convertira-mos en intolerantes? Para Popper, sino estamos preparados para defenderuna sociedad contra las tropelas delos intolerantes, el resultado no serotro que la destruccin de la toleran-cia misma.

    El concepto conlleva una semnti-ca algo negativa: proviene del latn

    tolerare que significa soportar oaguantar. Y quizs esto es lo que hace-mos, aun sin ser muy conscientes,cuando nos decimos tolerantes res-pecto del pensamiento o modo de vi-da de otro. En Occidente, la toleranciaha sido una conquista moderna, lasgrandes obras en defensa de la toleran-cia se escribieron entre los siglos XVII yXVIII como consecuencia de miles deaos de luchas religiosas. La prcticade la tolerancia no es una cuestin na-tural o instintiva, sino algo que seaprende poco a poco a lo largo de la his-

    toria. As entonces,puede ser ella ilimi-tada? O existe algu-na intolerancia quepueda justificarse?Las respuestas a es-tas preguntas nosllevan a la cuestin

    de los lmites: cul es el lmite en que latolerancia destruye la propia toleran-cia? Quin decide ese lmite entre lotolerable y lo intolerable?

    Cuando desde Occidente vemosque el Estado Islmico cuelga enalambrados cabezas de cristianos,mutila y apedrea a mujeres, tira al va-

    co a los homosexuales o atenta con-tra aquellos que ridiculizan su fe, nopodemos ms que considerar a esosactos como intolerantes y criminales.A pesar de ello, deberamos ser cons-cientes de que, tal como lo ha seala-do el filsofo francs Paul Ricoeur,cualquier intelectual que pretendadefender la prctica de tolerancia lohace determinado por la reciente his-toria moderna. Es decir, que para lasdemocracias occidentales, la prctica

    de la tolerancia es un hecho central desu historia, una conquista que tieneapenas 200 o 300 aos y que posibili-t el pluralismo de creencias y de con-cepciones de lo que es una vida feliz.Dicho de un modo ms sencillo: engeneral estamos de acuerdo, en Occi-dente, que cada uno puede vivir a sumanera, pensar como quiera y decirlo que se le antoje siempre y cuandono dae al otro. Otra vez, asoma lacuestin de los lmites, puede una

    caricatura daar a otro? quin deci-de lo que es daino y lo que no? pue-de una cultura, en defensa de valoresuniversales, intervenir en otra? Odeberamos ser relativistas y dejarque cada cultura y cada civilizacinviva de acuerdo a sus propios valores,leyes y costumbres, aun cuando estosnos parezcan intolerantes, sanguina-rios y crueles?

    (Contina en pgina 4)

    En Occidente, latolerancia ha sido unaconquista moderna

    SOBRE EL DAO DE UNA CARICATURA Y LOS LMITES A UN CONCEPTO MODERNO

    Es posible tolerar a los intolerantes?

    El atentado terrorista a la revista francesaCharlie Hebdo, que sucedi el 7 de eneroltimo en Pars, despert la reflexin y el

    debate en los docentes marplatenses NicolsMartnez Sez y Romn March. Estos dos

    artculos exclusivos son el fruto de esepensar sobre el mundo contemporneo y

    sobre el aporte de la filosofa la disciplinaque ensean- a estos grandes dilemas de la

    actualidad. Las preguntas y la polmica.

  • 4 C U L T U R A Domingo 2222015 C U L T U R A 5

    Las 8 preguntas para Christian Masell

    4Cul es el mejor dilogo que recuerda entre dospersonajes de ficcin? -El final del libro El coronel no tiene quien le escriba, de GabrielGarca Mrquez, cuando la mujer, desesperada por la situacin enla que se encuentran, y ante la negativa del coronel en vender el

    gallo que haba sido del hijo fallecido, pregunta cmo van a sobre-vivir sin plata. Dime, qu comemos, pregunta ella. Y el coronel re-sponde con el mejor final que ha dado una obra literaria: Mierda.

    Las 8 preguntas para Christian Masell

    5 Si le permitieran ingresar en una ficcin y ayudar aun personaje, cul sera y qu hara? -Mmm Tal vez tendra una conversacin con EmilioGauna, para intentar convencerlo de que no pretendarevivir aquella historia de la que no recuerda detalles, y as evitar que se tope con el destino que alguna vez pudoesquivar. El libro se titula El sueo de los hroes. Elautor es el insuperable Adolfo Bioy Casares.

    (Continuacin de pgina 1)

    La salida parece difcil: mientras ladefensa de valores universales puedellevarnos a imponer por la fuerzanuestras propias creencias y valores alotro, una postura relativista puedehacer de nosotros personas indiferen-

    tes a la crueldad y lo inhumano. Fuer-za o indiferencia frente a lo intolera-ble, son esas las alternativas?, po-dramos ser indiferentes y mirar co-mo simples espectadores a una mujer

    que est siendo apedreada? O debe-ramos intervenir, incluso con la fuer-za, en defensa de esa mujer?

    La cuestin no puede simplificarsey resulta an ms compleja en elmundo contemporneo. Si tenemosen cuenta que jvenes de segunda otercera generacin musulmana enEuropa no se sienten a gusto en suspases y ven en el Estado Islmico unaposibilidad de tener una identidad yde ser alguien, entonces quizs falten,en realidad, proyectos de vida. Y aqus pueden los intelectuales proponerproyectos de vida comn que seansuperadores de la indiferencia relati-vista, el universalismo a ultranza y elfundamentalismo musulmn.

    En la obra citada, Popper no estabade acuerdo con impedir las expresio-nes de concepciones filosficas into-lerantes, siempre y cuando se puedancontrarrestar mediante argumentosracionales y mantenerlas en jaque an-te la opinin pblica. Sin embargosostena que debemos reclamar el de-

    recho de prohibirlas, si es necesariopor la fuerza, cuando los intolerantesrespondan con armas o golpes de pu-o a los argumentos. La utilizacin dela fuerza, en defensa de la tolerancia,

    debe ser usada solamente como lti-ma alternativa y no como primera, al-go que Occidente an debe aprendersi quiere que en el mundo sea preferi-ble, no ya aceptarnos y comprender-nos, sino antes soportarnos que ma-tarnos

    (*) Profesor de filosofa.

    Es posible tolerar a los ...?

    POR ROMN MARCH (*)

    [email protected]

    El dios romano Jano era unafigura que posea dos carasque miraban hacia amboslados de su perfil. Era el dios de laspuertas, de los comienzos, de los fi-nales, se lo invocaba cuando co-menzaban y mientras duraban lasguerras. Como dios, se le atribu-yen, entre muchas cosas, la inven-cin del dinero, las leyes y la agri-cultura. Eso desde lo mitolgico.Desde la literatura, en cambio, Al-bert Camus, lo simboliza como unpersonaje que representa, al mis-mo tiempo, el pasado y el futuro.Qu queremos decir con esto? Quelos hechos no siempre son como pa-recen, que es interesante abrir lamirada y nuestras reflexiones, queuna situacin puede tener mlti-ples causas (que a veces desconoce-mos) y que todo tiene un procesopor el que se llega a diversas situa-ciones.

    Tratemos de imaginar dos situacio-nes. Por un lado, en Occidente, 2014.Policas blancos matan a un ciuda-dano negro en Estados Unidos. Porel otro, Oriente, en 2015. Un grupo defanticos religiosos matan a perso-nas homosexuales arrojndolos desdeedificios al vaco.

    Ahora, a partir de esos hechos inten-taremos reflexionar sobre las siguien-tes preguntas: hay puntos de contac-to? son hechos del mismo tenor? sig-nifican lo mismo para nosotros si lopensamos desde este lugar del plane-ta?

    Para ello, es necesario que pensemosa qu nos referimos cuando decimosOccidente y, tambin, cuando escu-chamos Oriente. Una de las prime-ras aclaraciones que podramos haceres la siguiente: ambas sociedades sonun conglomerado de culturas con sus

    valores propios (econmicos, polti-cos, culturales, y sociales), que son pro-ducto, y al mismo tiempo, producto-res de esos mismos valores y de los fu-turos. En este momento, podramosenumerar los valores que se identifi-can con Occidente: el capital, la com-petencia, el machismo, las guerrasmundiales, los adelantos cientfico-tcnicos que se presumen neutrales,entre otros.

    Hasta aqu, hemos expresado mo-dos de ver y practicar la vida que tene-mos que afrontar casi permanente-mente pero que a todas luces, son evi-

    dentemente negativos. Tratemos debuscar ahora, aquellos signos por loscuales nos podemos distinguir: la soli-daridad ante la catstrofe, las reivindi-caciones que han logrado las minoras( en todas las versiones ), las grandesmujeres y los grande hombres (Rodol-fo Walsh, Juana Manso, AlfonsinaStorni, Nelson Mandela, entre otrostantos), la recuperacin de las demo-cracias luego de las oscuridades milita-

    res, y las pequeas acciones de much-simas personas annimas que todoslos das aportan su granito de arenapara que la vida sea ms vivible.

    No obstante, cuando queremos ha-cer el mismo ejercicio con Oriente, nossale en el mejor de los casos y con bue-na voluntad, algo parecido. Pero esono es culpa de Oriente sino de nues-tra ignorancia respecto de ese conjun-to de culturas milenarias que descono-cemos por completo. Permanente-mente escuchamos cosas tales comoque rabe, musulmn o islamista es lomismo. Y por supuesto, que esto no es

    as. Esto tambin evidencia, adems deun desconocimiento cultural, un des-conocimiento geogrfico. A lo que sele suma, la informacin seleccionaday direccionada que nos llega de losmedios de comunicacin occidentales(que en muchos casos mantienen inte-reses econmicos sobre algunos pa-ses: recordar la incursin de EstadosUnidos en Irak en 2003).

    Todos estos elementos juntos, noshacen ver a los que no son occidentalescomo personas con prcticas involu-cionadas, salvajes, tribales y ho-rrendas. Es decir, que como occiden-tales observamos a las dems culturascomo lo extrao, lo extico, lo diferen-te, lo antinatural, y en muchos casos,

    lamentablemente, lo vemos como al-go a eliminar. Esto lo observ el filso-fo francs Voltaire cuando expres quepara aprender quin gobierna sobreti, simplemente encuentra a quin tno ests autorizado para criticar o quequienes te hacen creer cosas absurdas,te hacen cometer atrocidades.

    Sin olvidarnos de lo anterior, nossurge otro interrogante los valores ne-gativos y positivos que mencionamosal principio, son tnicos o son huma-nos? Si contestamos que son tnicos,caemos en nuestra visin actual deOriente como un mundo insoporta-

    ble, para los occidentales que son bue-nos. Si pensamos, en cambio, desdeuna tica humanitaria, podemos con-denar enrgicamente todas aquellasacciones como las que mencion al co-mienzo. Como tambin as podremosadvertir, que ms all de las particulari-dades de cada cultura, en ellas prima,mayoritariamente, el respeto por la vida.Y ese debe ser el lmite inquebrantable.

    Por eso, tanto las mujeres asesinadaspor lapidacin (pensemos en Nigeria,por ejemplo) pasando por los empren-dimientos de la megaminera que ma-tan la vida humana y animal (sobradosejemplos en nuestro pas), las inter-venciones militares en pases de Orien-te para saquear sus recursos naturales(Europa contra Irak, Siria, etc) o la de-capitacin de periodistas occidentalesen nombre de una religin; no debenponerse como excusa de nada sino queson producto del fanatismo (carenciade argumentos), de la desaprensinpor la vida, de intereses econmicos ypolticos, y de las mezquindades y fra-

    gilidades humanas (pensemos en losfilsofos Kant y Ricoeur).

    Por ltimo, tambin es necesario re-marcar, que las religiones no justificanmatanzas y que la poltica (bien enten-dida) tampoco las alienta. Esto, ms al-l de si nos interesa la poltica o si tene-mos creencias religiosas de cualquierndole. Una de las claves est en cadapersona: no es necesario fabricarnosun infierno que nos destruya la digni-dad como seres humanos

    (*) Docente de Filosofa en nivelsecundario e integrante del Grupo

    Phronesis (UNMDP).

    Para lasdemocracias

    occidentales, laprctica de la

    tolerancia es unhecho central

    Puede unacultura, en

    defensa de valoresuniversales,intervenir en

    otra?

    La filosofa como puente entre dos miradas de un mismo mundo

    Oriente y Occidenteson un conglomeradode culturas con susvalores propios

    No es culpa deOriente sino de

    nuestra ignoranciarespecto de ese

    conjunto de culturasmilenarias

    Permanentementeescuchamos que

    rabe, musulmn oislamista es lo mismo.

    Y por supuesto queesto no es as

    Para tener en cuentaCharlie Hebdo es un semanario sa-trico y progresista francs.

    El atentado terrorista del pasado 7de enero dej 12 muertos.

    La mayora de los asesinados eranmiembros de la redaccin, incluidosu director, Stphane Charbonnier.

    Una rama de Al Qaeda se adjudicel atentado.

    La semana despus del ataque, larevista volvi a salir al mercado y ven-di 3 millones de ejemplares. Y reali-z una tirada extra de 2 millones ms.

    La frase Je suis Charlie (Yo soyCharlie) se convirti en el emblemade las marchas en contra del atenta-do.

    El Estado Islmico est ubicado enun territorio entre Siria e Irak, es unestado no reconocido que controlavarias ciudades

    Para seguir leyendo, estos linkshttp://www.clarin.com/mundo/Detienen-comico-frances-Dieudonne-defensa-terrorismo_0_1285071692.html

    http://www.atilioboron.com.ar/2015/01/charlie-hebdo-una-reflexion-dificil-de.html

    http://pulsoslp.com.mx/2015/01/16/que-piensan-touraine-chomsky-y-zizek-de-los-atentados-a-charlie-hebdo/

    PEREZ-REVERTE DEFIENDE LA RAZON FRENTE AL FANATISMO EN SU NUEVA NOVELA

    Nostalgia de la Ilustracin

    POR ANA MENDOZA *

    E l escritor Arturo Prez-Revertedefiende la razn frente al fa-natismo en su nueva novela,Hombres buenos, una intriga histricaambientada a finales del XVIII, en elPars de la Ilustracin, en la que haymil aventuras y lances pero tambinideas que tienen plena actualidad.

    La razn, la educacin y la cultu-ra son las nicas armas frente al fana-tismo y la estupidez de los seres hu-manos, asegura Prez-Reverte (Mur-cia, 1951) en una entrevista en la queadelanta las claves de esta novela queAlfaguara publicar el prximo 12de marzo en Espaa, Latinoamricay Estados Unidos.

    Con Hombres buenos, cuyas prue-bas acaba de corregir, el escritor re-gresa al territorio literario de El ClubDumas (1993), el libro que abripuertas a otros del mismo gnero ycon el que Prez-Reverte consiguilectores en medio mundo.

    Realidad y ficcin se funden en sunueva novela, en la que rinde home-naje a aquellos hombres buenosque, en tiempos de oscuridad, lu-charon por traer a sus compatrio-tas las luces y el progreso y que qui-sieron cambiar Espaa y Europa, aca-bar con la tirana, con la injusticia, ycrear ciudadanos educados, cultos.

    En su nuevo libro, sumerge al lec-tor en el Pars de los aos previos a laRevolucin Francesa (1789-1799), ydespliega ante l todo lo que es elmundo cultural, poltico e ilustradode la poca. Las luces, el progreso, lademocracia que viene, la revolucinque se est gestando, es decir, la Euro-pa futura.

    Al mismo tiempo, recrea el am-biente de la Espaa que pudo ser, silas luces nos hubieran guiado, yque no fue porque la oscuridad noslo impidi, seala Prez-Reverte,uno de los autores espaoles de ma-yor xito y cuya obra est traducida ams de 40 idiomas.

    REACCIONARIOS

    El siglo XVIII fue nuestra granoportunidad. Espaa estuvo a puntode levantar la cabeza y salir del pozonegro donde nos tenan metidos losms reaccionarios, los polticos co-rruptos.

    De pronto, se fue todo al diabloporque lleg la Revolucin y llegNapolen. Pero ese momento deesperanza, de finales del siglo XVIII,fue magnfico en todo: en la ciencia,en la literatura, en la poltica, en los

    avances sociales.La chispa de la novela prendi en

    la mente del escritor cuando vio en laBiblioteca de la Real Academia Espa-ola (es acadmico desde 2003) los28 tomos de la primera edicin dela Enciclopedia francesa. Empez aindagar y la historia se adue de l.

    Y es que, en el siglo XVIII, la RAEdecide conseguir la Encyclopdie deDAlembert y Diderot, prohibida enEspaa, y para ello obtiene el permi-so real y el de la Inquisicin, perobajo ciertas condiciones. En las ac-tas de la poca se menciona a loshombres buenos que enviaron aFrancia.

    La Enciclopedia no estaba bienvista por el sector reaccionario de lacultura espaola, de la Iglesia, delEstado, comenta Prez-Reverte,

    que ha situado la trama en torno a1780.

    La novela se desarrolla en un dobleplano, porque transcurre en el sigloXVIII y en el XXI.

    El narrador es acadmico -no soyyo, asegura el novelista-, y desgranala investigacin que lleva a cabo y susconversaciones con historiadores enPars y en Madrid.

    Ese narrador va contando lanovela de la novela, cmo se escribeuna novela a mitad del XVIII, aadeel autor de Hombres buenos, en la que,en algn momento, salen personajesreales como Vctor Garca de la Con-cha, Daro Villanueva, Jos ManuelSnchez Ron, Carmen Iglesias oFrancisco Rico y se menciona a JavierMaras y a su padre, el filsofo JulinMaras.

    En la fic-cin, la difcil misin de conseguir laEnciclopedia recae en dos acadmi-cos: en el bibliotecario don Herm-genes Molina, uno de esos hombresilustrados que crean conciliables fey razn, y en el almirante don PedroZrate, cientfico, fro, que solo creeen la razn.

    Desde el Madrid ilustrado de Car-los III, la dispar pareja viaja a Parscon las dificultades propias de la po-ca y por caminos infestados de ban-doleros.

    El sector reaccionario espaol de-cide sabotear el viaje y manda tras losacadmicos a un sicario que esmuy revertiano, un tal PascualRaposo, antiguo soldado de caballe-ra, para que les reviente la opera-cin, comenta el autor.

    A esos dos acadmicos respeta-bles y tranquilos les hace de gua enPars un abate espaol exiliado, Brin-gas, un hombre exaltado, revolu-cionario, radical, ultramontano,que los mete en unos los enormes,aade.

    Como sucede con cada uno de suslibros, detrs de Hombres buenos hayun trabajo de documentacin ex-haustivo. El escritor ha viajado a Pa-rs, ha comprobado en planos anti-guos calles y lugares, y ha ledo todolo que se puede leer del XVIII espaoly del francs.

    Cada debate de los acadmicos es-t tomado de textos de la poca. Nohablo yo: lo hacen Voltaire, Rous-seau, Diderot, DAlembert, Feijo,Jovellanos, Cadalso, subraya el au-tor, que se ha limitado a transformarese material en dilogos lcidos entrepersonas inteligentes

    El autor revela las claves de su obra, Hombres buenos, una intriga histrica ambientada a fines del siglo XVIII.

    Y rinde homenaje a aquellos que quisieron cambiar Espaa llevando las luces y el progreso en tiempos de oscuridad.

    El escritor cree que el fin del siglo XVIII fue magnfico en todo: en la cien-cia, en la literatura y en los avances sociales.