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Artigas, la Revolución

radical y la Independencia

[ ]Pablo Ferreira* y Ana Frega**

LA REVOLUCIÓN RADICAL

Desde 1813 el artiguismo se había pronun-ciado en favor de la independencia abso-

luta, es decir, la separación de la antigua metró-poli, el fin de toda obligación de fidelidad a lacorona española o la familia de los Borbones yla disolución de toda conexión política entre“estas colonias” y el estado español. El jura-mento que debían prestar las autoridadesprovinciales en ese año, extendía la indepen-dencia a “todo poder extranjero”. A su vez, tam-bién defendía la autonomía de los cuerposterritoriales que se habían autoconstituido como“soberanías independientes” a partir de la re-volución, y su derecho a participar en pie deigualdad en la edificación de un nuevo ordenpolítico.

Los años 1815 y 1816 representaron la etapade mayor expansión del llamado Sistema delos Pueblos Libres (que en distintos momentosdel período llegó a integrar a las provincias deEntre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Misiones, Co-rrientes y Oriental) que reconocía a José Arti-gas como Protector. Fue también el periodo enque los artiguistas tuvieron el control sobre elconjunto de la Provincia Oriental. Entre las me-didas orientadas a reactivar la economíaprovincial, la adopción de un reglamento des-tinado a repartir las tierras de emigrados,“malos europeos y peores americanos” habíapuesto en discusión los alcances del derechode propiedad y había desilusionado a las éliteshispano criollas que vieron con desagradocómo la dirección revolucionaria priorizaba alos “negros libres, los zambos de esa clase, losindios y los criollos pobres” en el reparto detierras. Sin alcanzar apoyos sólidos entre lasélites de la provincia, el artiguismo convocó,canalizó y fue impulsado por los “más infe-lices”, como se solía llamar en el discurso a losgrupos no privilegiados de la jerarquizada so-ciedad colonial.

EL CONGRESO DE TUCUMÁN, EL DIRECTORIO Y EL ARTIGUISMO

En marzo del año 1816 comenzó a sesionar enTucumán un congreso que debía debatir sobre

Afines de julio de 1816 llegaba al campamento artiguista la noticia de la declaraciónde independencia realizada por el Soberano Congreso en Tucumán. La respuestade José Artigas fue sintética y contundente: Hace más de un año que se enarboló

el pabellón tricolor y se juró la independencia. ¿A qué aludía esta nota? Es probable quehiciera referencia a la bandera con los colores azul, blanca y rojo que ordenó levantar entodos los “Pueblos libres”, símbolo de la república, la libertad y la independencia, y al ju-ramento realizado por sus soldados el 13 de enero de 1815, pocos días después de la vic-toria sobre las fuerzas del Directorio que dio paso al control territorial de la ProvinciaOriental.

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la organización del Estado. Las provincias delProtectorado artiguista no enviaron diputados,por entender que allí no se reconocían los dere-chos de los pueblos. La confrontación entre lasposturas centralistas y federalistas se habíaprofundizado.

En ese contexto, llegaron noticias de lospreparativos de una expedición militar por-tuguesa sobre el territorio oriental. Los intereseslusitanos por extender sus dominios al Río dela Plata -bajo el propósito de “pacificar” laBanda Oriental y evitar la “infección” revolu-cionaria- encontraron una coyuntura favorableen el gobierno de las Provincias Unidas. Elfrente de guerra en el litoral resultaba, cada vezmás, un impedimento para constituir un estadounitario y centralizado en los territorios del an-tiguo virreinato y poder concentrar las fuerzasdisponibles en el enfrentamiento con los es-pañolistas. El Directorio de las ProvinciasUnidas consideró que la expansión de losplanteos federales socavaba la unidad políticay militar de los territorios que habían integradoel antiguo virreinato. Expresión de estas con-sideraciones es el decreto del Soberano Con-greso de Tucumán del 1º de agosto 1816 enque se declaraba el “fin a la revolución y el prin-cipio al orden”. Además, la adhesión de SantaFe y Córdoba al Sistema de los Pueblos Libresafectaba los recursos y las comunicaciones conChile y el Alto Perú. La situación de los “pueblosorientales” del Paraná y la Provincia Orientalpodía llegar a ser negociable, pero nunca labanda occidental del Paraná.

Desde 1815, Manuel José García se encon-traba en Rio de Janeiro como enviado especialdel Directorio. Desde allí, promovía una actitudfavorable frente al avance lusitano, asegurandoque Portugal no iba a atacar a las ProvinciasUnidas. En junio de 1816 le escribía al DirectorAntonio González Balcarce, señalando quealarmadas las autoridades lusitanas “de losprogresos que sobre el Gobierno de las Provin-cias Unidas va haciendo el caudillo de los anar-quistas”, parecen haberse inclinado a “empeñarsu poder en extinguir hasta la memoria de estacalamidad”, haciendo el bien a sus vasallos y

un beneficio “a sus buenos vecinos”. El histo-riador Juan Carlos Nicolau, en su trabajo sobrela gestión de García, menciona diversas cartasdonde el comisionado reafirma su posición fa-vorable a una expedición que pueda “cascar alSoberano Artigas”, “sin distraer nuestras fuer-zas del Perú”.

LAS ÉLITES DE LA PROVINCIA ORIENTAL Y LA INVASIÓN PORTUGUESA

A mediados de 1816, ingresó a territorio orientaluna expedición armada portuguesa al mandode Carlos Federico Lecor, cuya proclama re-marcaba el carácter “pacificador” de la em-presa. La guerra volvía al territorio oriental. Elplanteo de los invasores, sumado a una posiblealianza con el Directorio, brindaron oportu-nidades a las élites descontentas con el iguali-tarismo social proclamado por el Protector,tanto para recuperar las tierras y ganados con-fiscados como el poder sobre el territorioprovincial.

Las medidas de defensa tomadas por las au-toridades artiguistas incrementaron la tensiónen la ciudad. Se llamó al alistamiento generalen las milicias y se extendió el rumor de queestas serían llamadas a pelear en la campaña.Asimismo, se conformaron nuevos regimientos %

* Universidad de la República, Uruguay.

2005. Mar delPlata. No al ALCA

Marchas por Financiamiento Educativo

Diciembre 2001.

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de esclavizados tomados a sus dueños. A loscomerciantes se les exigió definir un lugar en elinterior para concentrar sus capitales en casode que la ciudad cayera en manos lusitanas, loque generó inquietud de que pudieran ser uti-lizados por el gobierno revolucionario parasostener la guerra. Finalmente, la decisión deunificar el gobierno político y militar en el dele-gado artiguista Miguel Barreiro y en el regidorJoaquín Suárez fue recibida como un recorte ala autoridad del cabildo. Estos factores estu-vieron detrás de la llamada “revolución de loscívicos” acaecida el 3 de setiembre de 1816. Enla madrugada de ese día, contingentes mili-cianos y miembros de la élite comercial ypolítica de la ciudad tomaron de forma efímerael control, haciendo prisionero a Barreiro y aotras figuras de gobierno afines al artiguismo.La rebelión fue derrotada en la tarde de esemismo día, pero evidenció la falta de apoyos delartiguismo entre las élites montevideanas.

Entretanto, las fuerzas lusitanas seguían suavance sobre Montevideo. El 30 de noviembreMiguel Barreiro escribía al Director Juan MartínPueyrredón solicitándole en forma desesperadael envío de auxilios. Paralelamente, y en acuer-do con el Cabildo, se decidía comisionar al al-calde de primer voto Juan José Durán y al regi-dor Juan Francisco Giró a trasladarse a BuenosAires para negociar auxilios. El mismo día de sullegada a Buenos Aires, el 8 de diciembre, los

comisionados firmaron un acta por la cual laProvincia Oriental debía declarar la indepen-dencia en los términos del 9 de julio, jurar obe-diencia al Directorio y al Congreso, y enviardiputados. Hecho lo cual, las Provincias Unidasenviarían auxilios para enfrentar a los portugue-ses. Tanto el Cabildo montevideano, como eldelegado Barreiro, desaprobaron lo actuado,señalando que se habían excedido en susatribuciones y que no podían disponer de todala provincia “y del jefe que está a su cabeza”.Se intentaron nuevas negociaciones sin éxito.

El 20 de enero de 1817 las fuerzas lusitanas in-gresaron a Montevideo con el beneplácito de unimportante sector de las élites. El acuerdo alcan-zado incluía la conservación de sus cargos, elrespeto de las propiedades y el reconocimientode las tradiciones de la milicia. Se abría así elperiodo de la “Cisplatina”, nueva denominaciónque buscaba borrar de la memoria a los orien-tales. El orden social, amenazado por el radica-lismo artiguista, sería restablecido en favor delas élites, de la mano de las armas lusitanas.

EL RICO PATRIMONIO DE LOS ORIENTALES

El acta del 8 de diciembre fue publicada enBuenos Aires el mismo día y se hizo circular atodos los pueblos, buscando con ello debilitarlas corrientes federalistas en el Río de la Plata.Ante la negativa oriental a aceptar los términosimpuestos, la estrategia de Pueyrredón fueacusar a los artiguistas de ser los responsablesdel avance lusitano por no incorporarse a lasProvincias Unidas. Con estos argumentos sepretendía contrarrestar opiniones en BuenosAires y las provincias favorables a una actitudmás decidida de apoyo a los “pueblos her-manos” invadidos por una potencia extranjera.

La negativa de Artigas, por el contrario, impli-caba reafirmar los principios de independencia,soberanía y libertad republicana. En carta di-rigida a los comisionados Durán y Giró de fecha26 de diciembre de 1816 les dijo que “nuncadebieron creerse bastante para sellar los intere-ses de tantos pueblos sin su expreso consen-timiento” y que él amaba tanto a su patria queno estaba dispuesto a “sacrificar este rico pa-trimonio de los orientales al bajo precio de lanecesidad”. /

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Marcha por reapertura de Paritarias.

Gran Marcha en la jornada nacional de protesta de CTERA

7 de marzo de 2013 - concentración frente al Ministerio de Educación de la Nación.

2008. Marchas por la sanción de la Ley deMedios de Comunicación Audiovisual.

Luchas y resistencias populares