Abogados, Justicia y Poder Una Aproximacion Empirica

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  • ECUADOR

    Debate CONSEJO EDITORIAL Jos Snchez-Parga, Alberto Acosta, Jos Laso Ribadeneira, Simn Espinosa, Diego Cornejo Menacho, Manuel Chiriboga, Fredy Rivera Vlez, Marco Romero.

    Director: Francisco Rhon Dvila. Director Ejecutivo del CAAP Primer Director: Jos Snchez Parga. 1982-1991 Editor: Hernn lbarra Crespo Asistente General: Margarita Guachamn

    REVISTA ESPECIALIZADA EN CIENCIAS SOCIALES Publicacin peridica que aparece tres veces al ao. Los artculos y estudios impresos son canalizados a travs de la Direccin y de los miembros del Consejo Editorial. Las opiniones, comentarios y anliss expresados en nuestras pginas son de exclusiva responsabilidad de quien los suscribe y no, necesariamente, de ECUADOR DEBATE. ECUADOR DEBATE. CENTRO ANDINO DE ACCION POPULAR Se autoriza la reproduccin total y parcial de nuestra informacin, siempre y cuando se cite expresamente como fuente a ECUADOR DEBATE.

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    PORTADA PuntoyMagenta

    DIAGRAMACION Martha Vinueza

    IMPRESION Albazul Offset

    I ISSN-1012-1498 I

  • ECUADORDEBATE 83Quito-Ecuador, Agosto del 2011

    PRESENTACION / 3-6

    COyUnTURA

    Dilogo sobre la coyuntura / 7-24Conflictividad socio-poltica Marzo-Junio 2011 / 25-34

    TEmA CEnTRAl

    Independencia Judicial y derechos en EcuadorAgustn Grijalva / 35-42Abogados, justicia y poder: una aproximacin empricaLuis Psara / 43-60Cambio de personas para cambiar la justicia? Cultura jurdica, neoconstitucionalismo y transformacin socialRamiro vila / 61-74Entre el derecho y la protesta socialRoberto Gargarella / 75-94Economa y poltica como determinantes del voto judicial: explorando la toma de decisiones en la Corte Suprema del Ecuador (1993-2009)Santiago Basabe / 95-108Cambios en la administracin de justicia indgena en Ecuador despus de la Reforma Constitucional de 1998Solveig Hueber / 109-126

    DEBATE AgRARiO-RURAl

    La relacin del gobierno de Rafael Correa y las bases indgenas: polticas pblicas en el medio ruralLuis Tuaza / 127-150

  • Anlisis

    La huelga de los mineros de la Escondida de Agosto de 2006Francisco Zapata / 151-170La reforma al mercado de valores (I)Luis Rosero / 171-186

    REsEAs

    Los trabajos de la memoria / 187-190

    2 ndice

  • os abogados son materia de chis-tes con ms frecuencia que ob-jeto de estudio. En el caso

    latinoamericano, los pocos investigado-res que estudian la profesin legal handetectado en los ltimos aos dos ten-dencias de importancia. De una parte, lacalidad de la preparacin profesionalest decayendo (Psara 2004, Prez Per-domo 2006) en la medida en que unaampliacin enorme de la oferta univer-sitaria produce niveles de baja exigen-cia, tanto al reclutar profesores como alaprobar y graduar alumnos. De otra, alcomps de la expansin del nmero deabogados resultante de la multiplica-cin de facultades de derecho, la pro-

    fesin atraviesa por un agudo proceso deestratificacin (Bergoglio 2005; Bergo-glio y Carballo 2005), como resultadodel cual un pequeo grupo atiende a losclientes mejor situados en la escala so-cial mientras que el resto de abogados,pertenecientes a niveles decrecientes depreparacin y competencia profesiona-les, ofrecen sus servicios a la mayora dela poblacin, segn tramos de su capa-cidad de pago.

    En el marco creado por estas dos l-neas de definicin en curso en la profe-sin de abogado, el presente texto buscapreguntarse por el impacto de estos fac-tores en la administracin de justicia1, apartir de la evidencia emprica resultante

    Abogados, justicia y poder: una aproximacin empricaLuis Psara

    Se suele pasar por alto el papel que cumplen los abogados en el Sistema de justicia. En los lti-mos aos se ha producido en Amrica Latina un inmenso crecimiento de abogados y estudian-tes de derecho, un hecho que no se vincula a un mejor desempeo profesional. Las evidenciasencontradas en Per y Mxico sealan que la oferta profesional se halla estratificada, lo queotorga a los sectores sociales mejor situados una mejor calidad disponible. Es por eso que quie-nes tienen mayor poder pueden reforzarlo con el concurso de mejores abogados, en tanto quequienes poseen menor poder se hallan desprotegidos en trminos de defensa profesional.

    L

    1 Si bien la contribucin del abogado con la justicia no se limita a su actuacin como litigante, sta es cen-tral y, sin embargo, debe reconocerse que, al establecer la conexin, surge una dificultad metodolgica:cul es el peso del litigio en la actividad del abogado. La informacin disponible al respecto es sumamentelimitada. As, en una encuesta aplicada a una muestra representativa de abogados en la provincia de Bue-

  • de dos trabajos hechos en Mxico y enPer.

    Al abogado se le caracteriza, en c-digos de tica y, en general, en el dis-curso acerca de la profesin, como unauxiliar de la justicia. En esta direccinincluso se sublima su papel como un de-fensor de la justicia Defenders causasjustas es el lema del Colegio de Aboga-dos de Lima, por ejemplo, soslayandoel carcter mercantil de la relacin pro-fesional-cliente que con frecuencia ponede lado, en los hechos, consideracionesde tipo valorativo. Pero, aun sin introdu-cir el rasero tico en la discusin acercadel quehacer del abogado, cuando sedefine su papel como un elemento deapoyo de la justicia, se supone que elprofesional desarrolla una labor que, ennombre de los intereses del cliente, co-adyuva a alcanzar una solucin jurdi-camente adecuada al conflicto del quese trata.

    Hay, pues, en juego, en el trabajo delabogado, una doble lealtad que no siem-pre es sencillo equilibrar. De una parte,una lealtad con el orden jurdico en elcual ejerce la profesin y que est obli-

    gado a defender, incluso bajo juramentoformalmente prestado. De otra, una leal-tad con su cliente en cuanto es quien, alcontratar sus servicios, tiene la legtimaexpectativa de contar con la mayor dili-gencia que el profesional es capaz deprestar2. A los efectos de este trabajo sepondr de lado el nada hipottico con-flicto entre esas dos lealtades y se con-centrar la atencin sobre la segunda,que es el punto de conexin entre laprctica profesional y el poder, deten-tado por quienes estn en condicionesde remunerar de diversas maneras alprofesional por los servicios prestados3.

    Acerca de la calidad del servicio profe-sional

    El curso que han tomado tanto la for-macin como el ejercicio profesionalesen Amrica Latina, en los ltimos aos,parece afectar severamente la lealtad delabogado con el cliente y, en consecuen-cia, el servicio a la justicia. Aunque elasunto se exhiba ahora de manera espe-cialmente notoria, sus races son menoscircunstanciales. Alberto Binder (2007)

    44 LUIS PSARA / Abogados, justicia y poder: una aproximacin emprica

    nos Aires, se encontr que cuatro de cada cinco entrevistados litigaba (Fucito 1997: 60, 67). En las res-puestas dadas, en 1994, por abogados afiliados al Colegio de Abogados de Lima en ocasin de concurrira un acto electoral de la institucin, tres de cada cinco encuestados indicaron como primera actividad ladedicacin a los procesos judiciales, mientras uno de cada cinco la seal como segunda actividad(Smar 1997: 139). En suma, la proporcin en la provincia de Buenos Aires y en Lima era la misma.

    2 De hecho, el ciudadano parece asignar un alto valor al abogado en la resolucin de un problema. Al pre-guntarse Qu tan probable es que gane un juicio el que tiene un buen abogado?, en una encuesta efec-tuada en el Per por encargo del Consorcio Justicia Viva, en noviembre de 2005, tres de cada cuatroentrevistados respondieron probable o altamente probable, en las cuatro ciudades donde se realizel trabajo de campo: 77% en Lima, 76% en Trujillo, 72% en Huamanga y 67% en Tarapoto.

    3 Aqullos situados en la cumbre de la pirmide social estn en las mejores condiciones para pagar los ser-vicios profesionales de mejor calidad. En esto, mdicos, arquitectos, etc. no son diferentes al abogadocuando trabajan para quienes pueden pagarles. Pero la diferencia estriba en que el servicio profesionalque rinde un abogado suele estar directamente vinculado a las formas en las que el cliente ejerce elpoder o se relaciona con l.

  • ha explorado el asunto de un modo par-ticularmente incisivo al examinar la cul-tura jurdica profesional, un agregadoaluvional de tipo histrico que ha sidoproducido por la abogaca y, al mismotiempo, moldea a los abogados, carac-terizado por la debilidad de la ley, quese explica histricamente en la tradicinindiana debido a la conjuncin de un Es-tado autoritario que pretende regulartodos los aspectos de la vida social conla imposibilidad de poner en vigencia lanormativa formalmente establecida; elresultado es el acatamiento formal y, almismo tiempo, la preservacin en los he-chos de los privilegios que la ley pros-cribe. Subraya Binder que el doblejuego constitutivo de la cultura jurdicaindiana an pervive, manteniendocomo su peculiaridad haber construidoun saber escolstico desligado de suefectividad social. De ese modo, en elcaso de la regin, la cultura profesionaldel abogado tiene como eje el presu-puesto de la debilidad selectiva de la ley,manifestado en su aplicacin irregular yarbitraria, que contradice el principio degeneralidad. La debilidad selectiva semantiene a travs del conceptualismo, laneutralidad, el formalismo y el ritua-lismo, herramientas predominantes en elmanejo profesional.

    En esa cultura jurdica se halla el em-brin de un modo de ejercicio profesio-nal, en el que la ley es utilizada de modotal que, valindose de argucias ms quede razones, favorezca los intereses y, enmuchas ocasiones, los privilegios delcliente. Por esta va, el trabajo profesio-nal interviene directamente sobre las re-laciones de poder que, por unacircunstancia determinada, son materiade litigio.

    En un estudio sobre la justicia co-mercial en tres estados mexicanos (Psara2006) fue posible examinar, mediante elestudio de expedientes tomados al azaren una muestra de juzgados, las caracte-rsticas del trabajo de los abogados. Ad-mitida la demanda y emplazado eldemandado, la labor del abogado del de-mandante en un procedimiento mercan-til tena un carcter marcadamenterutinario y consista principalmente en nodejar que el expediente se inmovilizara.Para ello era preciso que, en cada pasodel procedimiento, el abogado solicitaseque se diera el siguiente. Importaba, porsobre todo, la atencin al seguimiento sindilacin del transcurso procedimental,hasta que se ejecutase la sentencia y laobligacin fuera pagada.

    El caso del abogado del demandadoresult distinto en aquellos casos dondese encontr casi siempre, en asociacincon la importancia de la deuda y las po-sibilidades econmicas del cliente unprofesional que realizara diligentementesu tarea. En una mayora abrumadora deestos casos, la obligacin, cuyo cumpli-miento haba sido objeto de la demanda,exista y haba sido incumplida por el de-mandado. El objetivo principal de la in-tervencin del profesional consistaentonces en trabar el proceso, no tantopara impedir su consecucin sino parademorarla y acaso negociar entretanto,con un demandante exasperado por elretraso del proceso, una solucin conve-niente a los intereses del demandado. Deall que fuera usual encontrar en las con-testaciones a la demanda una multiplici-dad de excepciones y, a lo largo delproceso, constantes muestras de lo queuna magistrada entrevistada denomin lavocacin impugnatoria del abogado.

    ECUADOR DEBATE / TEMA CENTRAL 45

  • Dictada una resolucin, el abogado deldemandado peda su revocatoria y de-negada sta, la apelaba y si el resultadole fuere adverso, que era lo usual, habrade considerar la posibilidad de valersede una accin de amparo. Lo que el abo-gado pareca haber prometido a sucliente demandado era tiempo; es decir,no impedir el cobro de lo adeudado sinoretrasar el desenlace casi inevitable.

    Cuando ambas partes contaban condefensas activas, un expediente de juicioejecutivo mercantil que, debido a laexistencia de un documento ejecutable,es un proceso sencillo en el que muypoco debera poder discutirse podaprolongarse durante aos, llenndose derecursos y de incidentes diversos, cuyoobjetivo, de un lado, era ganar tiempo y,del otro, recortarlo4. En aquellos casosdonde ambas partes contaban con unpatrocinio profesional activo, los aboga-dos competan en un torneo5 en el quese buscaba dar por perdido el derechode la otra parte a determinada actuacindebido a no haberla efectuado dentrodel trmino legal. Cuando el juez as lodeclaraba, la otra parte peda, casi inva-riablemente, la revocatoria. Quien per-da usualmente apelaba y, por esa va, enalgunos expedientes result incontableel nmero de pedidos de revocacin y

    las apelaciones de autos que, en defini-tiva, no tenan mayor trascendencia. Esteextremo de la actuacin profesional, alentorpecer el proceso sin mayor benefi-cio para alguna de las partes, probable-mente buscaba beneficiar, ms que alcliente, a los propios abogados, encuanto se justificaba as una mayor labory los honorarios consiguientes.

    Este estilo de trabajo profesional,centrado en los recursos para disputar,pareca contaminar otros aspectos delejercicio. As, segn los abogados entre-vistados en el curso de esa investigacin,de una parte, el uso de la clusula arbi-tral es infrecuente en Mxico y general-mente se limita a empresas grandes; y, deotra, la mediacin es escasamente utili-zada y a menudo los clientes ni siquierason informados por sus abogados de laposibilidad de recurrir a ella. De hecho,en los Estados visitados se constat unuso poco frecuente de los centros de me-diacin disponibles en el propio orga-nismo judicial. Si no se pacta recurrir aun arbitraje y no se considera el uso dela mediacin, el cliente ser llevado porsu abogado directamente a la va judicialen el caso de que surja un conflicto. stees otro indicio que sugiere, como obje-tivo prevalente, el inters del profesionalen hacerse cargo de un proceso que le

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    4 Al internarse en la selva de tretas desplegadas por los abogados que intervinieron en algunos casos, seconstat como una irona el hecho de que legalmente la defensa en esta materia no sea cautiva en M-xico y, en consecuencia, demandante o demandado puedan, segn la ley, concurrir a un juicio mer-cantil sin abogado. En los hechos, basta que una de las partes cuente con un abogado para que la otrano pueda arriesgarse a dejar de hacer lo propio.

    5 Ceidos al anlisis de expedientes efectuado, no se cuenta con una base emprica para develar que enese torneo disputado por los abogados de las partes se utiliza armas legalmente prohibidas, que hoy enda algunos visten como capacidad relacional del profesional que tiene cierto nivel de acceso a quie-nes pueden influir o decidir en el proceso. Es difcil trazar la lnea a partir de la cual, en este esfuerzo,se ingresa en el terreno de la corrupcin.

  • procurar un ingreso durante un lapsoque l mismo se encargar de prolongarpor encima del inters del cliente.

    Algunos aspectos de la actuacinprofesional contribuyeron a reforzar lahiptesis de un desempeo del abogadoen beneficio propio. As, en materia pro-batoria, en cierto nmero de juicios eje-cutivos, teniendo el necesario ttulo decrdito, el abogado de la parte deman-dante ofreci como prueba la confesindel demandado o la de testigos, que sonintiles no slo por innecesarias sino, enel caso de la confesin, debido a que,obviamente, el demandado respondera ella del modo que ms favorable le re-sulte. Ofrecer estas pruebas que el abo-gado sabe que, citaciones e incompa re-cencias mediante, dilatarn el proceso sindar fruto no tiene como objeto precisa-mente facilitar la resolucin del casosino postergarla, justificndose as enuna ineficiente actividad procesal unmayor cobro de honorarios.

    Es verdad que tambin debe admi-tirse, como hiptesis explicativa de al-gunas de estas prcticas, la pobre calidadprofesional. Respecto de sta, se cons-tat en la investigacin la existencia deun alto nmero de demandas que no sonadmitidas; segn los informantes entre-vistados, este dato corresponde a plan-teos deficientemente formulados enrazn de la baja calidad profesional delos abogados que intervienen. Asomaaqu la clase de servicio profesional quereciben aqullos que no pueden pagarun buen abogado: sea por deficiencia ensu formacin o sea porque no dedica eltiempo necesario a cada caso a fin deacumular ingresos tomando ms casosde los que puede atender, el abogadoque sirve a sectores que se hallan lejos

    del poder, y tienen ingresos medio-bajosy bajos, usualmente no les ofrece un tra-bajo profesional de calidad.

    Otra investigacin emprica, queconcentr la atencin en la calidad de ladefensa, fue la llevada a cabo respectodel papel de los abogados de Lima en laadministracin de justicia (Psara 2005).En ese estudio se examin, en particular,el desempeo profesional en 64 casosjudiciales cuyos expedientes fueronmuestreados al azar en varios juzgadospenales, civiles y de amparo.

    Tratndose de los expedientes pena-les (23), el examen de stos separ eldesempeo de los abogados defensoresdel realizado por los abogados de laparte civil, y esta distincin permiti es-tablecer similitudes y diferencias. As, elcambio de abogado fue mucho ms fre-cuente en la defensa que en la parte civilpero el nmero de abogados a los querecurri el procesado no tuvo relevanciaal comparrselo con el resultado del pro-ceso; esto es, condena (20 casos) o ab-solucin (10 casos). En cuanto al nivelde actividad profesional, la defensa decasi la quinta parte (19%) de los 31 pro-cesados slo present un recurso; en so-lamente nueve de las defensas sepresent ms de cinco recursos. Si sesuma los casos de defensa en los que sepresent slo entre uno y tres recursos alo largo de todo el proceso, se supera lamitad del total (16). Estas cifras, de pors, sugieren un bajo nivel de actividad departe del defensor, que era an menor enel caso del abogado de la parte civil: encasi tres cuartas partes de los casos (72%)se present tres o menos recursos.

    Pero el tipo de actividad realizadapor la defensa se puede apreciar mejorsi se presta atencin al contenido de los

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  • recursos presentados. Teniendo encuenta que en un proceso se presenta di-versos tipos de recursos, la gua de an-lisis incluy la observacin acerca de Aqu se refieren principalmente los recur-sos?, de modo de recoger las tendenciasen el comportamiento del abogado, o losabogados, en el expediente analizado.Los resultados admitan la posibilidad deque hubiera ms de un contenido prin-cipal en los recursos de la defensa y deall que el nmero de menciones (58)casi doble el de procesados (31). An as,los asuntos de trmite quedan situadoscomo objeto principal de los recursos dela defensa en casi la mitad de las men-ciones y, en cambio, el ofrecimiento depruebas que es, a no dudarlo, un as-pecto clave del proceso aparece comoobjeto principal slo en una de cadadiez. Peor an, de acuerdo con los datosrecogidos mediante la gua, tratndosede ms de la mitad del nmero de pro-cesados (16 de los 31), la defensa no pre-sent pruebas6. En tres cuartas partes delos casos examinados, los recursos pre-sentados por la parte civil se refirieronprincipalmente a asuntos de trmite yslo en un caso el centro de la atencinde los recursos estuvo en la presentacinde pruebas. En contraste, en 10 de los 18casos de intervencin de un abogado dela parte civil, sta ofreci pruebas.

    En siete de las 31 defensas, se pre-sent recursos de poca o ninguna clari-dad pero slo en tres de los 18 casos conparte civil constituida, sta ofreci re-cursos de poca claridad. Asimismo,

    ambas partes se sirvieron de citas lega-les pertinentes como tendencia, presenteen 28 de las 31 defensas y en 14 de loscasos con parte civil. La defensa invocen 13 casos el principio de presuncinde inocencia y, salvo dos casos, lo hizocorrectamente. Se encontr que, en ge-neral, los recursos de la defensa no te-nan propsitos dilatorios, ni los tuvieronlas apelaciones interpuestas. Se advirti,sin embargo, que el recurso de apelacinfue usado en menor proporcin de loque se hubiera podido hacer, dados losmritos del caso. La defensa dej de ha-cerlo en 15 de los casos examinados y laparte civil incurri en omisin en elmismo nmero de casos, aunque este l-timo dato resulta tener peso proporcio-nalmente mayor, dada la menorintervencin de abogados de parte civil.

    Pero el dato ms importante del an-lisis de expedientes peruanos es, sinduda, el referido a la relevancia de la in-tervencin del abogado en el caso, valo-rada al contrastarse los contenidos deesta participacin con la sentencia reca -da en el proceso. La apreciacin quepuede formularse, a partir del anlisis decasos efectuado, es que en 18 del totalde 31 procesados la relevancia de la de-fensa en la decisin del caso fue baja,debido principalmente a la falta de m-rito en la intervencin del abogado, oabogados, a cargo; se registr apenas doscasos de alta relevancia. Tratndose dela intervencin del abogado de la partecivil, la mayora (14) fueron tambin de

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    6 La impresin de indefensin que surge del examen de los expedientes fue corroborada mediante otro ins-trumento utilizado por la investigacin: entrevistas a condenados, que mayoritariamente manifestaron lasensacin de haber sido abandonados por los abogados que contrataron.

  • baja relevancia y slo en un caso su in-tervencin fue altamente relevante.

    Los casos en materia civil (32) y lasacciones de amparo (9) fueron objeto deun anlisis conjunto sobre 68 partes quecontaron con patrocinio profesional, 41de ellas como partes demandantes y 27como parte demandada. A diferencia delo encontrado en materia penal, en elmbito civil tres de cada cuatro partes(76%) tuvieron a un solo abogado du-rante el proceso. Solamente 7% de laspartes tuvieron tres o cuatro abogados.

    Si se mide el nivel de actividad porel nmero de escritos presentados por losabogados que patrocinaban a alguna delas partes, incluidas la demanda y la con-testacin, los resultados difieren de losreseados para los asuntos penales. Ladiferencia surge particularmente en rela-cin con la categora de escritos ms nu-merosos (ms de cinco), que en losexpedientes civiles y de amparo mues-treados se acerca a la mitad del total delas partes que intervienen (46,2%), mien-tras en materia penal, sumados los re-cursos de la defensa y de la parte civil enesa categora, llegaban a conformar algoms de una quinta parte (22,4%) del totalde partes que intervinieron. Ello no obs-tante, debe notarse que, en materia civil,ms de un tercio de las partes (34,3%)presentaron apenas uno o dos escritos; ysi se aade la siguiente categora se tota-liza 44,7% de las partes con tres o menosescritos presentados.

    Si se examina el contenido de los es-critos ofrecidos por las partes, mediantela accin de sus abogados, llama la aten-cin igual que en el trabajo realizadosobre la justicia comercial mexicana laalta presencia de escritos de subsanacinde la demanda, que casi llegan a ser uno

    de cada cinco escritos de la parte de-mandante y, con alta probabilidad, re-miten a una grave deficiencia profesionalen los respectivos abogados. Estos datosrespaldan el testimonio recogido entrelos jueces participantes en la discusinconvocada como parte del trabajo decampo de este estudio sobre el desem-peo profesional, en el sentido de que,con cierta frecuencia, les son presenta-das demandas cuyo planteamiento haceimposible abrir paso al procedimiento,por lo que las califican como improce-dente y ordenan que se proceda a lasubsanacin. Si se toma en cuenta queen ciertos casos el abogado opta por nosubsanar, el haber hallado en la muestrade expedientes 18,6% de escritos desubsanacin en la parte demandante pa-rece un dato comprobatorio de la bajacalidad de un nmero importante de de-mandas sometidas a los tribunales. Entrelos casos examinados que concluyeroncon una declaracin de improcedencia,se hallaron incluso algunas acciones deamparo a las que se haba echado manosin haberse agotado previamente la vaadministrativa.

    En relacin con el desempeo delprofesional que interviene en los casos,resalta asimismo la alta incidencia de es-critos referidos a asuntos de trmiteque, en proporcin similar a la halladaen materia penal, se acerca a la mitad delos recursos examinados en la muestray la escasa presencia de alegatos defondo. De acuerdo con el anlisis efec-tuado, 62 de las 68 partes participantespresentaron pruebas. Sin embargo, lamitad (51%) de las partes con patrociniolegal presentaron escritos en los que lamayor parte de las citas legales utiliza-das no eran pertinentes; y en 19 de las

    ECUADOR DEBATE / TEMA CENTRAL 49

  • 32 oportunidades en las que hubo parti-cipacin en una audiencia, el abogadode la parte correspondiente tuvo uncomportamiento pasivo o ritual, segnaquello que constaba en el expediente.Asimismo, slo en un tercio de los casos(33%) se present alegato antes de lasentencia y se dej de interponer apela-cin en nueve de los once casos en queera procedente hacerlo. De manera lla-mativa, en ms de un tercio de los casos(37%), hubo abandono de la instanciapor el abogado, paso que, segn las en-trevistas a informantes efectuadas, usual-mente corresponde al hecho de que elcliente no ha satisfecho los honorariosdel profesional, omisin a partir de lacual queda en la indefensin.

    Slo siete de las 68 partes con patro-cinio legal llegaron a una transaccin,aunque la mayora de stas tuvo lugardespus de dictada la sentencia. Estacifra parece reforzar la hiptesis de quelos abogados no inducen al cliente a lle-gar a una transaccin, si bien tambinsera posible atribuir la cifra a una actitudde alta beligerancia en las partes.

    Desde el punto de vista de la forma,el anlisis hall que ms de un tercio delos profesionales que intervinieron en los68 casos presentaron escritos poco cla-ros (33%) o nada claros (3%), porcen-tajes algo mayores que los encontradosen materia penal (22,5% entre los defen-sores y 16,6% entre los abogados de laparte civil). Puede agregarse que, en ma-teria civil, casi un tercio (31%) de los es-critos principales no eran comprensiblessin haber ledo todo el expediente.

    Finalmente, en cuanto a la relevanciade la intervencin del abogado, segn elanlisis efectuado sta fue baja (19%)o nula (45%) en casi dos terceras partes

    de los casos, proporcin que en conjunto(64%) es algo mayor a la intervencinirrelevante de la defensa que fue consta-tada en materia penal (58%). En algo msde cuatro de cada cinco de los casos deirrelevancia del abogado en materia civil(88%), sta se debi a la falta de mritode la intervencin del profesional. Slouna tercera parte de las sentencias (34%)recogieron claramente argumentos ofre-cidos por alguno de los abogados de laspartes, mientras que en una proporcinprxima a la mitad de las sentencias(44%) la decisin del juez contena refu-taciones directas de argumentos ofreci-dos por alguno de los abogadosparticipantes en el caso.

    Al examinar algunos de los casos ci-viles materia de la muestra se hall unaimagen de la incompetencia profesionalpatente en algunos de ellos. Uno de losms destacados fue el de una demandaen la que no haba referencia a normalegal alguna. En varios casos, la demandaera confusa o contradictoria. En otroscasos, la demanda o la contestacin re-sultaban manifiestamente equivocadas.

    Los estudios empricos efectuados enMxico y en el Per sugieren, pese a laslimitadas muestras sobre las que se tra-bajaron, algunas hiptesis de inters:

    La actuacin del profesional que pa-trocina un caso judicial es poco re-levante en el resultado obtenido atravs de la sentencia, en una pro-porcin importante de procesos.

    La actividad profesional tiende a cen-trarse en asuntos de trmite que, sibien pueden ser legalmente necesa-rios, no constituyen propiamente unadefensa eficaz de los intereses delcliente.

    50 LUIS PSARA / Abogados, justicia y poder: una aproximacin emprica

  • El desempeo profesional pasa, encierto nmero de procesos, por eluso de recursos que tienden a la di-lacin, en lugar de la resolucin, delcaso, en beneficio del inters de unade las partes o como medio de justi-ficacin de los honorarios del abo-gado.

    La calidad tcnica de los abogados ola atencin que prestan al caso a sucargo resultan cuestionables a partirdel alto nmero de demandas queson rechazadas por los jueces paraque sean subsanadas las deficienciaspresentes en ellas.

    Dinmicas del mercado y servicio pro-fesional

    La ineficacia de la actuacin que serefleja en las demandas rechazadas y larelativa irrelevancia de la defensa profe-sional, que se expresa tanto en su con-centracin en asuntos de trmite comoen su baja incidencia en las sentencias,pueden corresponder, como se ha indi-cado, tanto a una deficiente formacinprofesional como a una insuficienteatencin prestada al caso por el abo-gado. Aunque es difcil optar por una delas dos explicaciones, resulta de intersla observacin formulada por algunosjueces mexicanos, entrevistados en elcurso de la investigacin mencionada: eldesempeo profesional se da en elmarco de un sealado incremento en elnmero de abogados participantes en el

    mercado, una parte importante de loscuales recurre, para competir, a rebajarel monto de honorarios y, a fin de noafectar sus ingresos globales, la consi-guiente desatencin al servicio prestadoa cada uno de sus numerosos clientes.

    Al lado de las condiciones del mer-cado estn las de la formacin profesio-nal. Diversos trabajos muestran laconjuncin entre expansin de faculta-des y alumnos de derecho y decaimientoen la calidad de la preparacin profesio-nal en Venezuela (Prez Perdomo 2006),Argentina (Bhmer 2005)7, Per (Psara2004) y Colombia (Fuentes 2005). Entodos los casos, el incremento de laoferta educativa conlleva una estratifica-cin marcada, de modo que la aproxi-macin a la universalidad en el acceso ala universidad oculta una clara diferen-cia en niveles de calidad formativa. Alestar reglado este proceso por el mer-cado que tambin ha conquistado la es-fera de la educacin, usualmente lamayor calidad es accesible principal-mente a los estratos socioeconmicosms altos que, siendo quienes estn msestrechamente eslabonados con la cs-pide del poder econmico y poltico, in-cluso pueden costear post grados enEstados Unidos o Europa.

    Esta dinmica hace posible formularla hiptesis de que existe una tendenciaal predominio de la baja calidad entre losabogados que constituyen la mayora deaquellos disponibles en el mercado pro-fesional. La multiplicacin del nmero de

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    7 Aunque se trata de un estudio de opinin realizado entre los jueces de la provincia de Buenos Aires, esde inters notar que un importante sector de entrevistados concord en el sealamiento de la baja cali-dad del trabajo de los abogados que, segn algunos jueces, estara en un proceso de agravamiento, aso-ciado con carencias crecientemente manifestadas en la formacin universitaria (Fucito 2000).

  • estudiantes de derecho y de abogados,que ha sido impactante en las ltimas d-cadas8, probablemente ha conducido aque, en la segmentacin del mercadoprofesional resultante, la mayor parte delos abogados ofrezcan un servicio profe-sional en el que se entremezclan la bajacalidad de la preparacin tcnica con laescasa dedicacin al cliente.

    Guillar (1999: 222) observ que esten curso un proceso universal por el cualse segmenta la oferta profesional de laabogaca en un sector que atiende la de-manda local y otro que sirve a la inter-nacional. Este autor puso el acento en lasdiferencias econmicas existentes entreuno y otro, en trminos de la cuanta dela transaccin o el litigio y los honora-rios cobrados. En el examen del fen-meno en Amrica Latina, sin embargo,lo que resalta son las consecuencias so-ciales. Lo significativo del proceso desegmentacin profesional es que, aldarse al lado del deterioro relativo en landole de la oferta profesional del abo-gado, el mercado determina una corre-lacin entre la calidad de la oferta y lacapacidad de pago en la demanda. Estoes, que los sectores socioeconmicosms altos y mejor vinculados a los luga-res de ejercicio del poder pertenezcan ala esfera internacional o local tengan alalcance a los mejores abogados, me-diante el pago de honorarios elevadosque les resulta accesible, y, a la inversa,

    cuanto ms baja sea la ubicacin delcliente en la pirmide social y de poder,menor sea la calidad profesional del abo-gado que pueda pagar hasta que, en unafranja de muy escasos recursos, resulteimposible costear a un profesional qued servicios legales.

    De hecho, en la investigacin sobre lajusticia comercial mexicana (Psara2006), llam la atencin tanto el alto n-mero de procesos en el que el demandadopara el pago de una deuda era notificadoy luego no compareca en juicio, como laporcin de casos en los que el propio de-mandante no continuaba con el procesoque haba iniciado; para ambos casos, apartir de la informacin recogida de los in-formantes calificados, pudo formularse lahiptesis explicativa de que la imposibili-dad de pagar a un abogado era una de lasrazones ms frecuentes.

    En la investigacin efectuada sobreabogados en Lima (Psara 2005) se ex-plor, mediante una encuesta de opininpblica, la conexin entre nivel socioe-conmico del cliente y satisfaccin obte-nida en el servicio profesional contratado.Al preguntarse a los 413 encuestados enLima Metropolitana que haban tenidotrato con abogados, Ud. ha sentido quesu abogado le daba todo el tiempo nece-sario para analizar su problema?, la res-puesta diferenciada segn estratos sugiereuna clara variacin correspondiente a losdistintos niveles socioeconmicos: entre

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    8 Por cada cien mil habitantes, entre 1965 y 2000, el nmero de estudiantes de derecho pas en Chile de39 a 163, en Mxico, de 42 a 193, y en Per, de 40 a 142. En Argentina, el nmero de estudiantes dederecho por cada cien mil habitantes se increment de 124 a 443 entre 1970 y 1998; en Brasil crecide 25 a 218 entre 1961 y 2000; en Colombia subi de 29 a 187 entre 1965 y 1996; y en Venezuela saltde 78 a 160 entre 1966 y 2000 (Prez Perdomo 2004). El nmero de abogados por cada cien mil habi-tantes, a lo largo de las ltimas cuatro dcadas se duplic en Chile, se quintuplic en Brasil y en Vene-zuela, y se multiplic casi por nueve en Mxico (Prez Perdomo 2005).

  • las respuestas provenientes del estratomarginal, la opcin S, en buena me-dida obtuvo 36,8%; subi a 40,7% en elestrato bajo inferior, a 48,8% en el bajosuperior y lleg hasta 62,7% en elmedio/alto. Desde esta percepcin, po-dra inferirse que la disponibilidad delabogado consultado se halla en razn di-recta del nivel socioeconmico al quesirve. Asimismo, tratndose de los 190encuestados que fueron alguna vez a jui-cio, apareci claramente una correspon-dencia entre el nivel socioeconmico ylas respuestas dadas a preguntas sobre susexpectativas de ganar el juicio, el trato re-cibido de parte del abogado y el resultadomismo del proceso.

    El nivel de informacin y consulta alcliente sobre la estrategia que se debe se-guir en el juicio y las actividades que sedeben realizar en l tambin exprescierta diferenciacin segn el nivel so-cioeconmico: 70,3% en el estrato mar-ginal, 80,3% en el bajo inferior, 83% en elbajo superior y 88,6% en el medio/alto.Se revel la misma tendencia en las res-puestas a seis preguntas de la encuesta,referidas a: (i) explicacin dada por elabogado a su cliente acerca de los pasosdel proceso; (ii) informacin sobre el tr-mite; (iii) conocimiento de documentosdel proceso y escritos presentados; (iv)presencia del abogado durante las decla-raciones ante el juez o el secretario; (v)presentacin de pruebas durante el pro-ceso; y (vi) percepcin del cliente sobrela dedicacin al caso. Las respuestas co-

    rroboraron que a un nivel socioecon-mico ms alto corresponda la percepcinde un mejor nivel de servicio profesional.Por ltimo, tratndose del resultado deljuicio, resulta de inters el que la res-puesta Gan (47,4%) se diferenciaraclaramente en razn del nivel socioeco-nmico: 29,7% en el sector marginal,40,8% en el bajo inferior, 55,3% en elbajo superior y 68,6% en el medio/alto.Si asumimos que en la medida en que elcliente est situado en un estrato socialms alto puede pagar un abogado mscaro y obtener as mejor servicio, no sor-prende esta correlacin entre nivel so-cioeconmico y desenlace del proceso.

    El grado de satisfaccin del clienteapareci ms sealadamente en el sec-tor medio/alto, cuando se pregunt alconjunto de encuestados en Lima Me-tropolitana si, en el futuro, volvera aconsultar con el abogado que lo asesoro alguno de quienes lo asesoraron, obuscara uno nuevo? La confianza o sa-tisfaccin logradas creci en razn di-recta del nivel socioeconmico: buscaraal mismo abogado 40,8% del sector mar-ginal, 45,9% del sector bajo inferior,55,1% del sector bajo superior y 57,3%del sector medio alto. Con algunas dife-rencias porcentuales, la tendencia es si-milar entre aquellos encuestados quehaban ido a juicio. La escala muestra lapercepcin de una mayor calidad profe-sional conforme se incrementa la capa-cidad de pago de los sectores socialesdiferenciados en la muestra9. En contra-

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    9 En una encuesta aplicada en octubre de 1995 en el Gran Buenos Aires, entre aqullos que haban tenidoexperiencia personal con abogados, que constituyeron la mitad de la muestra, dos de cada tres (68%)consider que el desempeo del abogado fue bueno. Sin embargo, la evaluacin positiva era mayorentre los que pertenecen a niveles socio-econmicos ms altos (Fucito 1997: 188).

  • punto, las entrevistas en profundidadefectuadas a usuarios de los sectores so-cioeconmicos ms bajos revelaron, enalgunos de ellos, una percepcin del sig-nificado de no estar en condiciones depagar un abogado ms caro; exista laconciencia de que, debido a no tener di-nero suficiente, no podan esperarmucho del abogado.

    Esas entrevistas a usuarios de sectoressocioeconmicos bajos y, en consecuen-cia, ms lejanos de los crculos de podermostraron, en general, un alto grado deinsatisfaccin con los abogados. Entre los21 entrevistados, trece mencionaron,como caracterstica de estos profesiona-les, algn rasgo alusivo al inters por ellucro; siete de ellos usaron calificativoscomo corrupto, estafador, vendidoo ladrn. La expresin malos, en ge-neral, fue utilizada por cinco entrevista-dos. Pero tambin hubo menciones comono confiables y faltos de profesionali-dad o tica. No apoyan a que uno con-siga justicia, manifest una entrevistada.Slo se mueven por plata, precis unentrevistado. Otro dijo que encontrar unbuen abogado es tener suerte y otro,peor an, lo equipar a encontrar unaaguja en un pajar. Incluso las buenas ex-periencias no parecieron cambiar la opi-nin predominante. Una mujer, que habadenunciado varias veces a su marido de-bido a agresiones, haba tenido variosabogados de oficio y manifest buenaopinin de todos ellos. Sin embargo, con-sideraba que los abogados, en general,son estafadores. Como consecuencia,entre los abogados de estos entrevistados,el nmero de los que no volveran a serconsultados (29) casi triplic al de quie-nes s volveran a ser consultados (10).

    Aunque la evidencia disponible esinsuficiente, los resultados de esta inves-tigacin sugieren que, por lo menosdesde la percepcin del cliente, el ren-dimiento del abogado corresponde alnivel socioeconmico de quien lo con-trata. Es verdad que la percepcin delcliente generalmente oscurecida por lasdificultades existentes para entender elmundo del derecho y del proceso y, enconsecuencia, para evaluar a sus opera-dores no provee la fuente ms ade-cuada para juzgar la calidad profesionaldel abogado; peor an, puede no co-rresponder con exactitud a la realidad.Pero la desconfianza hacia los abogadoshallada, a lo largo del estudio, en los li-tigantes de sectores socioeconmicosms bajos parecera corresponder a ex-periencias en las que, ms que las defi-ciencias tcnicas del profesional, sudeslealtad hacia el cliente aparece comoel rasgo ms significativo desde la pers-pectiva de ste. En las experiencias refe-ridas tanto por litigantes como porcondenados entrevistados, esa deslealtadconsisti, entre otros hechos, en desa -tencin al caso.

    Desde estos datos puede inferirse quela oferta profesional se halla estratificadasegn una lgica en la que calidad y pre-cio tienden a convergir, lo que otorga alos sectores sociales mejor situados unamejor calidad profesional disponible. Estevnculo probablemente es comn a cual-quier profesin en buena parte delmundo. Sin embargo, para formular unahiptesis sobre el caso de los abogadosen Amrica Latina es preciso introducirdos elementos diferenciadores.

    El primero consiste en que, dados elnivel decreciente de la formacin pro-

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  • vista por las facultades de derecho a lamayora de quienes obtienen el ttuloprofesional en ella y la limitada capaci-dad de pago de un amplio sector ciuda-dano, el estrato profesional que atiendea la mayora de los ciudadanos proba-blemente est dotado de una prepara-cin insuficiente y/o dedica a sus clientesuna atencin insuficiente para las nece-sidades del problema que les es confiadopor ellos. Esto significa, para un seg-mento importante de poblacin, la ex-clusin de servicios legales idneos.

    El segundo proviene del hecho, ob-servado antes, de que el trabajo profe-sional del abogado incide directamenteen la gnesis, el desarrollo y la afirma-cin o la cancelacin de relaciones depoder10. Trtese de la formulacin o laejecucin de un contrato millonario, odel litigio en torno a una modesta pen-sin alimenticia, aquello que es objetodel trabajo legal es la definicin de vn-culos de poder. Si esto es inevitable-mente as, el elemento peculiar en elcaso latinoamericano es que un mercadoque opera en el marco de amplias desi -gualdades sociales ha conducido a unasituacin en la que, claramente, quienestienen mayor poder pueden reforzarlo yacrecentarlo con el concurso de los me-jores abogados y quienes, por el contra-

    rio, padecen pobreza en trminos de ac-ceso al poder se hallan desprotegidos entrminos de defensa profesional.

    Es un escenario caracterizado por unmercado que es imperfecto, cuandomenos, desde dos dimensiones. En la pri-mera, dada la bsqueda masiva de for-macin profesional como forma deasegurar ingresos ms altos y la facili-dad con la que se puede prepararabogados con base en una metodologalegalista, oferta y demanda de educacinen derecho han crecido exponencial-mente. La competencia en este mercadoparece girar en torno a dos polos: de unlado, una limitadsima oferta de calidadalta y mediana, a precio elevado, diri-gida a un sector socioeconmico en-cumbrado que puede pagar por ella; deotro, una amplia oferta de calidad baja ya precios reducidos, en busca de los sec-tores mayoritarios que, haciendo algnesfuerzo, pueden recibir un ttulo profe-sional sin el respaldo de una formacinprofesional seria. En este segundo mer-cado, se compite por dar facilidades paraobtener el ttulo de abogado a cambio deprecios alcanzables por el presupuestofamiliar de los estratos bajos; en conse-cuencia, en este otro mercado imper-fecto la calidad no gravita ni en la ofertani en la demanda.11

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    10 Foucault (2009) insiste en el carcter esencialmente relacional del poder; es decir, que el poder se ejerce,ms que se posee, y se ejerce a travs del vnculo con el otro o los otros. Desde esta manera de conce-bir el poder, la relacin jurdica entre sujetos que ocasionalmente puede llegar al terreno judicial esuna relacin cargada de poder o, en trminos de Foucault, de poderes en juego, que operan a travs dela mediacin de abogados.

    11 La baja importancia o la ausencia de la calidad en la demanda resulta posible en un contexto en el que,de una parte, la mera posesin del ttulo profesional habilita formalmente para ejercer ciertas actuacio-nes reservadas a quien lo ostenta y, de otra, la pobrsima educacin jurdica de la poblacin incapacitaa la mayora de los ciudadanos para controlar y evaluar el servicio legal que reciben. Para desempearseen la profesin, incluso impunemente, no es pues necesario estar dotado de una buena formacin.

  • En la segunda dimensin, la limitadacapacidad econmica de una buena partede la poblacin en una regin delmundo que ha naturalizado que en cadapas los pobres constituyan entre 40 y60% de los habitantes y el desconoci-miento del derecho son los dos factoresclave en la constitucin de la imperfec-cin del mercado. El mayoritario clientepotencial tratar de no recurrir a un abo-gado, dado que cualquier pago que efec-te desequilibrar su acotado presupuesto.Cuando no tenga ms remedio que ir a unabogado, buscar el que cobre un precioque pueda pagar. El abogado disponiblea partir de este criterio tender a ser unabogado formado en ese segundo mer-cado existente para proveer el ttulo pro-fesional con las mayores facilidades; esdecir, como tendencia, no ser un abo-gado bien preparado para desempearsecomo tal y/o no dedicar atencin sufi-ciente a sus clientes, dado que necesitatomar muchos casos para sumar un in-greso que cubra sus necesidades. En estaotra dimensin tampoco la calidad estpresente, tanto porque el cliente no tienecriterios o no tiene recursos para buscarla,como porque el abogado disponible dellado de la oferta, como tendencia, nopodr ofrecerla.

    A modo de conclusin

    Mirando a este paisaje, Alberto Bin-der ha postulado que existe una crisisen el mercado de los servicios legalesque no suele ser advertida y menos anafrontada, que incluye paradjicamentela desocupacin y el subempleo de unsector de abogados y, a la vez, un cre-ciente nmero de ciudadanos en condi-cin de indefensin (Binder 2005: 62,

    63). Al tiempo que en varios pases eu-ropeos tambin se da un deterioro de in-gresos en la mitad inferior del escalafnprofesional (Clark 1999: 148-149), lopropio del fenmeno latinoamericanoes, ms bien, la indefensin de una granparte de la poblacin.

    La indefensin es visible en el casode quien no puede pagar un abogado y,simplemente, no accede al sistema. Escasi visible en el caso de quien recurre aun abogado o defensor de oficio que, amenudo situado en los escalones msbajos de la profesin y casi siempreabrumado por el volumen de casos a sucargo, hace lo que puede es decir, muypoco por el cliente que la ley le imponepara que se cumpla, aunque sea slo enapariencia, la promesa del derecho a ladefensa. Pero la indefensin no es visi-ble en los casos de quienes puedenpagar poco por los servicios de un abo-gado y, creyendo que tienen uno, reci-ben tambin poco de l. Unainvestigacin debera explorar mejor lasituacin en la que se encuentran secto-res medios y bajos que contratan un pro-fesional para que los patrocine y noobtienen casi nada a cambio. Su situa-cin de indefensin se corresponde conla de impunidad del abogado cuya prc-tica resulta ineficaz para su clientesiendo as que, en los hechos, no est su-jeta a ningn tipo de control eficaz.

    Una parte de la funcin desempe-ada por los abogados consiste en pre-venir el surgimiento de conflictos,mediante la formulacin jurdica deacuerdos que, al tomar en cuenta el in-ters de las partes y el marco jurdicoexistente, evita un enfrentamiento poste-rior o, de surgir un diferendo, facilita suresolucin. Pero en Amrica Latina, de

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  • una parte, un sector importante de po-blacin no puede acceder a los serviciosprofesionales para obtener este encua-dramiento jurdico de sus relaciones. Deotra, la deficiente formacin profesional,presente en cierto nmero de abogados,conspira contra un desempeo correctode esta funcin.

    Ciertamente, es posible imaginar queuna porcin de abogados son tilescuando un cliente les consulta un con-flicto que los ha llevado o puede llevar-los a juicio. Algunos de ellos tratarn desolucionar el problema en los trminosms convenientes y posibles para sucliente, lo que probablemente en mu-chos casos aconseje no recurrir a un pro-cedimiento judicial o, en caso dehaberse iniciado ste, cortarlo medianteuna transaccin razonable. De ser inevi-table el proceso judicial, estos abogadosprocurarn seguirlo hasta donde resulteindispensable y siempre guiados por elinters del cliente segn un clculocosto/beneficio que evitar a ste gastosy trmites inconducentes.

    La pregunta pertinente es, en las con-diciones existentes en Amrica Latina,qu proporcin de los abogados en ejer-cicio se mueven dentro de estos par-metros de trabajo profesional y cuntos,en cambio, pertenecen al modo de ejer-cicio y de litigio respecto del cual en estetrabajo se ha recogido algunas eviden-cias empricas?

    Si en una proporcin importante, elabogado no es un auxiliar de la justiciadado que, cuando no entorpece el fun-cionamiento de sta, su intervencin re-sulta ms o menos irrelevante, qudebera decirse del desempeo de laprofesin? Que es apenas un medio devida para miles de personas en la regin

    que se benefician de la existencia de unareserva legal para que se tenga que re-currir a ellas? Debera, entonces, en unproceso de reforma de la justicia, reco-mendarse la supresin de la defensa cau-tiva a fin de eliminar este campo detrabajo en el que hay desplegado muchode cinismo, a un gran costo social con-sistente en la carencia efectiva de un ser-vicio de justicia?

    Esto ltimo requiere alguna atencinespecial debido a que, en la percepcinsocial, el abogado no aparece como unode los responsables principales del es-tado del sistema de justicia. La encuestaefectuada en el Per por encargo delConsorcio Justicia Viva, en noviembre de2005, arroj algunos resultados ilustrati-vos. Mientras que la aprobacin delPoder Judicial se movi, a lo largo de en-cuestas realizadas de 2003 a 2005, entre12 y 15%, la aprobacin de la gestinde los abogados en general en la en-cuesta fue bastante ms alta en las cua-tro ciudades en las que se realiz eltrabajo de campo: 41% en Lima, 33% enTarapoto, 32% en Huamanga y 29% enTrujillo. Al preguntarse en Lima por lahonestidad, el promedio alcanzado porlos abogados (2,9 sobre 10) fue mejorque el de policas y fiscales (2,8 sobre10), superior al de jueces (2 sobre 10) yslo ligeramente inferior al de los perua-nos en general (3,1 sobre 10). Final-mente, cuando se pregunt alentrevistado si le gustara que un hijosuyo fuera abogado, la mayora (57%)respondi afirmativamente; en este sec-tor, la razn dada por tres de cada cuatroentrevistados (73%) fue porque ayuda-ra a que haya justicia y las respuestasms utilitarias obtuvieron respuestas mi-noritarias: es una carrera de prestigio

    ECUADOR DEBATE / TEMA CENTRAL 57

  • (26%), tendra trabajo (26%), ganarabien (24%), y tendra poder (10%). Enel lado opuesto (39% de los entrevista-dos), una de las razones dadas para nosimpatizar con la posibilidad de un hijoabogado fue mencionada por la mitad deeste sector: los abogados estn despres-tigiados (51%). Pero debe notarse queesta respuesta correspondi, en el con-junto, a uno de cada cinco de quienesrespondieron la pregunta.

    Una encuesta aplicada en octubre de1995 entre la poblacin del Gran Bue-nos Aires resulta comparable. Los entre-vistados (i) consideraron, con 15% demenciones, a la abogaca como la ter-cera profesin ms til para la sociedad,luego de la medicina y la enseanza, (ii)concordaron con la afirmacin de queEn general, los abogados ayudan a quese haga justicia (56%), (iii) se mostraronasimismo mayoritariamente de acuerdo(56%) en relacin con La mayora de losabogados defiende los intereses de susclientes como si fueran propios, y (iv)respecto a la frase La mayora de los abo-gados les roban a sus clientes hubo msdesacuerdo (45%) que acuerdo (38%).No obstante, obtuvo respuesta mayorita-ria (72%) la afirmacin La mayora de losabogados slo prestan la suficiente aten-cin a casos importantes y el desacuerdoprevaleci tanto respecto de La mayorade los abogados son honestos comofrente a Los abogados dicen toda la ver-dad a sus clientes (48% vs. 35%, enambos casos) (Fucito 1997: 187, 190).

    Pese a los matices, la imagen de losabogados resultante de estos sondeos deopinin no es marcadamente negativa y,en un sector importante de respuestas,aparece identificada con la realizacinde la justicia. Dada esta percepcin, es

    usual que cuando se debate acerca delestado del sistema de justicia, se critiqueel desempeo de jueces, fiscales, fun-cionarios y policas, pero no se incluya alos abogados. Los propios abogados con-tribuyen a esta visin del problema en laque ellos no aparecen: suele ocurrir queson los mismos abogados los peores cr-ticos del funcionamiento del sistema ju-dicial y legal, como si ellos fueransimples espectadores y no actores cen-trales en la actuacin de la ley y los tri-bunales (Binder 2005: 62).

    Transformar la justicia requiere in-cluirnos a los abogados como parte delproblema, consistente no slo en un ren-dimiento insatisfactorio del aparato quela administra sino en la profundizacinsistemtica de relaciones de desigualdadque benefician a quienes ms poder tie-nen. Encarar las tareas resultantes de esepaso constituye una tarea diversa, com-pleja y ardua que debera empezar poruna modificacin sustancial en la for-macin universitaria del abogado y cul-minar mediante ciertas intervencionesclave en el muy imperfecto mercado delos servicios jurdicos.

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