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Universidad de Buenos Aires Facultad de Ciencias Exactas y Naturales Abundancia de obreras forrajeras en colonias de hormigas granívoras del género Pogonomyrmex en el Monte central Tesis de Licenciatura Autora: Beatriz Elisa Nobúa Behrmann Marzo 2008 Director: Javier Lopez de Casenave

Abundancia de obreras forrajeras en colonias de …server.ege.fcen.uba.ar/Ecodes/Tesis/Licenciatura5.pdf · El objetivo general de este trabajo fue profundizar en el ... en la misma

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Universidad de Buenos Aires Facultad de Ciencias Exactas y Naturales

Abundancia de obreras forrajeras en colonias de

hormigas granívoras del género Pogonomyrmex

en el Monte central

Tesis de Licenciatura

Autora: Beatriz Elisa Nobúa Behrmann

Marzo 2008

Director: Javier Lopez de Casenave

Índice

esumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2

Resu

Discu

. . 31

Conc

R

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

Métodos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

Área de estudio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

Estimación del número de forrajeras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Técnicas de captura–marcado–recaptura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12

Evaluación de los supuestos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14

Determinación del tamaño de colonia por excavación. . . . . . . . . . . . . . . . . 16

Relación entre la abundancia de forrajeras y los niveles de actividad . . . . . . 17

ltados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

Evaluación de los supuestos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

Abundancia de obreras forrajeras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20

Excavaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

Niveles de actividad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

sión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27

Aplicabilidad de las técnicas de captura–marcado–recaptura . . . . . . . . . . . 27

Características de las colonias de las especies sudamericanas del género

Pogonomyrmex . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Abundancia de forrajeras y actividad externa de la colonia . . . . . . . . . . . . .

33

lusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36

Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40

1

Resumen En el Monte Central, las hormigas son consideradas los organismos granívoros más

importantes en primavera-verano, encontrándose entre ellas las especies del género

Pogonomyrmex. El efecto de estas hormigas sobre las semillas depende, entre otros

factores, de los niveles de actividad y de la estrategia de forrajeo (individual o grupal)

de la colonia. A su vez, ambos factores pueden depender de la cantidad de obreras

presentes en la colonia o de la abundancia de forrajeras en la misma. Una de las técnicas

que permiten estimar la abundancia de obreras forrajeras sin causar daños en el nido es

la de de captura–marcado–recaptura, cuya aplicabilidad depende de que se cumplan los

supuestos de la misma. El objetivo general de este trabajo fue profundizar en el

conocimiento de las características de las colonias de las hormigas granívoras del

género Pogonomyrmex y su influencia sobre el forrajeo de semillas en la porción central

del desierto del Monte. En particular, los objetivos específicos fueron: (1) evaluar la

aplicabilidad de las técnicas de captura–marcado–recaptura para estimar la abundancia

de obreras forrajeras en colonias de Pogonomyrmex pronotalis, P. rastratus y P.

inermis, (2) estimar el número de obreras forrajeras presentes en sus colonias, y (3)

evaluar la relación entre la abundancia de obreras forrajeras en las colonias de las tres

especies y sus niveles de actividad. Mediante experiencias de laboratorio se pudo

comprobar que el tipo de marca utilizada (pintura al óleo) no afecta a la supervivencia

ni el comportamiento de las obreras (dos de los supuestos necesarios para aplicar

correctamente la técnica de captura–marcado–recaptura). Se estimó la abundancia de

forrajeras usando dos métodos distintos de captura–marcado–recaptura: el Método de

Petersen (que requiere solo dos ocasiones de muestreo) y el de Schnabel (con múltiples

ocasiones de muestreo). Ambos arrojaron valores de abundancia diferentes, siendo

siempre mayores las obtenidas mediante el Método de Schnabel. El análisis de los

resultados sugiere fuertemente que ocurren eventos de mortalidad durante el tiempo

transcurrido entre el primer y el último muestreo. El Método de Schnabel es más

sensible al incumplimiento del supuesto de que la población es cerrada (i.e., sin

reclutamientos ni muertes), dado que, por las características biológicas y

comportamentales de las forrajeras de estas especies, necesariamente implica un tiempo

de muestreo más largo. Si bien ambos métodos pueden servir para estimar la

abundancia relativa de forrajeras en las colonias de P. pronotalis, P. inermis y P.

2

rastratus, el Método de Petersen es más recomendable en términos de eficiencia de

tiempo y esfuerzo de muestreo. El Método de Schnabel, aunque sobreestima la

abundancia absoluta de forrajeras, brinda información acerca del cumplimiento o no de

los supuestos de la técnica. A partir de las estimaciones mediante el Método de Petersen

y de excavaciones se encontró que las colonias de P. pronotalis, P. inermis y P.

rastratus son relativamente pequeñas, con aproximadamente unas 300-1000 obreras, de

las cuales el 7-15% corresponde a forrajeras. El análisis de la actividad forrajera mostró

que ésta se correlaciona positivamente con la abundancia de forrajeras en las colonias

de P. rastratus. La misma tendencia fue observada en P. inermis y P. pronotalis,

aunque en este caso no se pudo encontrar una correlación significativa entre ambas

variables.

3

Introducción

Las semillas constituyen una parte importante de los ecosistemas desérticos ya que

representan el principal medio de dispersión de muchas plantas y les permiten persistir

durante largos períodos de sequía (Kemp 1989). Al mismo tiempo, son una fuente de

alimento diverso y abundante para muchos de los animales que habitan estos sistemas,

un recurso que está disponible en el suelo y que incluso puede ser colectado y

almacenado para su posterior consumo (Brown et al. 1979). Los principales

consumidores de semillas en los desiertos son las aves, las hormigas y los roedores

(Brown et al. 1979). En particular, las hormigas granívoras influyen de manera

significativa en la estructura de las comunidades y el funcionamiento de estos

ecosistemas debido a la densidad y longevidad de sus colonias, la cantidad de semillas

que cosechan y la magnitud del movimiento de suelo que realizan durante la

construcción y el mantenimiento de sus nidos (Hölldobler & Wilson 1990, MacMahon

et al. 2000).

En las colonias de hormigas, las obreras tienden a especializarse en tareas específicas

(e.g., forrajeo, cuidado de las larvas, mantenimiento de la estructura del nido). En las

especies polimórficas, la división de tareas está dada por el tamaño de las obreras,

quienes mantienen una misma ocupación a largo de toda su vida adulta (Hölldobler &

Wilson 1990). Por el contrario, en la mayoría de las especies monomórficas, las obreras

van cambiando de tarea a medida que envejecen: las más jóvenes se ocupan de las

labores que se realizan dentro del nido, como el cuidado de las larvas, y las más viejas

de las tareas en el exterior, como forrajear (Gordon 1989, Hölldobler & Wilson 1990).

El número de obreras que se dedican a forrajear es relativamente constante dentro de

una colonia (Tripp et al. 2002) y suele estar relacionado con el número total de obreras

en la misma (e.g., Kruk-de Bruin et al. 1977, Porter & Jorgensen 1980).

El forrajeo y el consumo de semillas por parte de las hormigas granívoras pueden tener

importantes efectos sobre la vegetación. Si bien la mayoría de los estudios realizados

estiman que la fracción del total de semillas producidas por año que son consumidas por

estas hormigas es menor al 10% (Pulliam & Brand 1975, Whitford 1978, Crist &

MacMahon 1992), pueden tener un impacto mucho mayor sobre las especies que

4

prefieren, de las cuales llegan a remover hasta el 100% de las semillas disponibles (Crist

& MacMahon 1992). El consumo selectivo de semillas puede producir cambios

cualitativos en la estructura de la comunidad de plantas al alterar la abundancia relativa

de las especies (Pulliam & Brand 1975, Whitford 1978, Crist & MacMahon 1992,

MacMahon et al. 2000). Este efecto puede ser más marcado en las cercanías de los

nidos en donde suelen generar cambios en la abundancia y composición del banco de

semillas (Hölldobler & Wilson 1990, MacMahon et al. 2000, Pirk 2007) y modificar las

condiciones del suelo como resultado del movimiento de tierra y de la acumulación de

desechos (MacMahon et al. 2000, Wagner et al. 2004).

El efecto de las hormigas sobre las semillas depende, entre otros factores, de los niveles

de actividad, de las características del área de forrajeo y de la estrategia de forrajeo

(individual o grupal) de la colonia (Crist & MacMahon 1992, MacMahon et al. 2000).

A su vez, tanto los niveles de actividad como la estrategia de forrajeo pueden depender

de la cantidad de obreras presentes en la colonia o de la abundancia de forrajeras en la

misma. Los patrones diarios y estacionales de actividad están relacionados

principalmente con la temperatura del suelo (Hölldobler y Wilson 1990, Crist &

MacMahon 1991). Sin embargo, los niveles de actividad también pueden verse

afectados por otros factores como la disponibilidad de alimento (Crist & MacMahon

1991, Schafer et al. 2006) o la abundancia de forrajeras en las colonias. En algunas

especies se encontró que la tasa de forrajeo (nivel de actividad forrajera) aumenta con el

tamaño de colonia (Mailleux et al. 2003), aunque es esperable que la actividad de

forrajeo del nido esté más estrechamente relacionada con el número de hormigas

forrajeando que con el tamaño total de la colonia. En cuanto a la estrategia de forrajeo,

el patrón general observado es que las forrajeras de las especies que tienen colonias

pequeñas buscan su alimento de manera solitaria, mientras que las de especies con

colonias grandes forrajean en grandes grupos, usando señales químicas para reclutar a

sus compañeras (Beckers et al. 1989). En las especies estudiadas del género

Pogonomyrmex en América del Norte, por ejemplo, la estrategia de forrajeo varía en

función del tamaño de la colonia, con un promedio de 100–1500 obreras por colonia en

las especies con forrajeo individual y de >5000–10000 obreras en aquellas que

presentan forrajeo grupal (Johnson 2000).

5

La mitad de las especies de hormigas granívoras del mundo pertenecen al género

Pogonomyrmex. Este género, exclusivamente americano, incluye unas 60 especies con

dos grandes áreas de distribución independientes, una en la parte occidental de América

del Sur y otra en el sudoeste de los Estados Unidos y regiones colindantes de México

(Kusnezov 1951, Taber 1998). Las especies de América del Sur se caracterizan por

tener colonias mucho más pequeñas y poblaciones menos densas que las de América del

Norte (Hölldobler & Wilson 1990). Según Kusnezov (1951), todas ellas presentan

forrajeo individual, sin la formación de filas ni caminos radiales. En ese sentido, se las

considera menos evolucionadas que las especies congenéricas norteamericanas (de

colonias grandes y con forrajeo grupal), y aún menos en comparación con el género

norteamericano Veromessor y el género paleártico-etiópico Messor, los cuales son

considerados como los representantes más evolucionados de la forma de vida de

hormiga granívora (Kusnezov 1951). La mayoría de los estudios ecológicos y

comportamentales de las especies del género Pogonomyrmex, realizados en América del

Norte, se ocupan de las especies que poseen colonias grandes y conspicuas. Por el

contrario, poco se sabe de las que tienen colonias pequeñas, a pesar de que es

información necesaria para realizar estudios comparativos de la ecología y la historia

evolutiva de las especies de hormigas granívoras (Johnson 2000).

En el Monte Central, las hormigas son los organismos granívoros más importantes

durante la primavera y el verano, incluyendo unas 26 especies que remueven semillas

(Lopez de Casenave et al. 1998 datos no publicados, Marone et al. 2000). Tres de estas

especies, pertenecientes al género de granívoras especialistas Pogonomyrmex, han sido

estudiadas recientemente: P. pronotalis, P. inermis y P. rastratus (Figura 1). Por

ejemplo, se conoce su dieta y sus preferencias por distintas semillas (Pirk et al. 2004,

2007, Pirk & Lopez de Casenave 2006, Pirk 2007), la distribución espacial de sus

colonias (Pirk et al. 2004, Milesi et al., datos no publicados) y su sistema de

apareamiento (Pol et al. 2008). También se han estudiado sus patrones temporales y

espaciales de forrajeo, encontrándose variaciones estacionales similares a las descriptas

para otras especies congenéricas de América del Norte (Pol & Lopez de Casenave 2004,

Pol et al., datos no publicados), aunque con niveles de actividad más bajos (Crist &

MacMahon 1991). En cambio, aún se desconoce el tamaño de las colonias de estas

especies. Las únicas referencias disponibles son observaciones anecdóticas de la historia

6

natural de algunas especies del género (e.g., Kusnezov 1951) que sugieren que las

colonias tendrían bajas densidades de obreras (<500 por colonia), lo que a su vez

explicaría que sus niveles de actividad sean menores que los de las especies de colonias

grandes estudiadas en América del Norte. Es necesario estimar adecuadamente el

tamaño de colonia de estas especies para poder evaluar si existe una asociación entre ese

tamaño, los niveles de actividad y los patrones de forrajeo.

Figura 1. Obreras de las tres especies de hormigas granívoras del género Pogonomyrmex que habitan en

el Monte Central: P. pronotalis (izquierda), P. inermis (centro) y P. rastratus (derecha).

Se han utilizado diferentes técnicas para estimar el número de obreras en colonias de

distintas especies de hormiga. La más comúnmente usada consiste en excavar los nidos,

extraer a todos los individuos y contarlos (e.g., Gaglio et al 1998, Tschinkel 1998, 1999,

Diehl-Fleig & Diehl 2007, Johnson et al. 2007). La excavación permite registrar no solo

el número de obreras, sino también el de larvas y, algunas veces, hasta el número de

huevos presentes en una colonia. Sin embargo, es inapropiado para algunos estudios. En

primer lugar, necesariamente implica la destrucción de la colonia, impidiendo futuros

estudios y el seguimiento en el tiempo de la misma. En segundo lugar, para muchas

especies es difícil asegurar que todas las obreras y larvas han sido encontradas durante

la excavación (Stradling 1970, Billick 1999), por lo que resulta más un muestreo que el

pretendido censo. En tercer lugar, las excavaciones solo permiten medir el tamaño del

nido, cuando por lo general lo que se quiere conocer es el tamaño de la colonia (Billick

1999). Una colonia se define como la unidad dentro de la cual los individuos cooperan

para reproducirse, mientras que un nido es el lugar en donde se mantiene a las larvas

7

(Billick 1999). Las colonias de algunas especies presentan múltiples nidos y, sin

estudios comportamentales o genéticos, es imposible determinar mediante la excavación

si las obreras de nidos cercanos pertenecen o no a la misma colonia (Billick 1999). Por

último, por ser un método destructivo la excavación no permite distinguir entre grupos

de hormigas con distintas funciones (especialmente en las especies monomórficas): solo

es posible estimar el número total de obreras en la colonia, sin saber cuántas de ellas

pertenecen a diferentes grupos (e. g. forrajeras, patrulladoras, de mantenimiento, de

cuidado de larvas).

Existen técnicas menos invasivas para estimar el tamaño de las colonias de hormigas,

como las de captura–marcado–recaptura (e.g., Kruk-de Bruin et al. 1977, Porter &

Jorgensen 1980, 1981, Billick 1999, 2001, Tripp et al. 2000). Estas técnicas fueron

desarrolladas originalmente para pesquerías y su primer aplicación en ecología fue

llevada a cabo por Petersen en 1894 para calcular la tasa de mortalidad en peces (Le

Cren 1965). Sin embargo, el primero en publicarlas como técnicas para estimar el

tamaño poblacional fue Lincoln, quien en 1930 lo aplicó a una población de patos

(Bailey 1951). Las técnicas de captura-marcado-recaptura consisten básicamente en

capturar individuos de la población de interés, marcarlos y liberarlos. Luego de permitir

que los animales marcados se mezclen con el resto de la población, se toma otra muestra

y se cuenta el número de individuos marcados y no marcados que fueron capturados. El

tamaño de la población puede ser estimado haciendo el supuesto de que la proporción

de individuos marcados en la segunda muestra es la misma que en la población total. A

partir de la formulación original se han desarrollado muchos otros modelos, más

complejos, basados en el mismo principio (Seber 1982, 1986). Estas técnicas no son

destructivas y permiten el seguimiento de las colonias en el tiempo. Además, siguiendo

el movimiento de los individuos marcados es posible identificar cuáles nidos pertenecen

a la misma colonia. El principal problema de esta técnica, aunque no el único, es que

solo pueden ser capturadas y marcadas las obreras que salen del nido. Esto significa que

solamente puede estimarse el número de obreras que realizan tareas fuera del nido, sin

obtenerse información de los grupos de obreras que permanecen por debajo de la

superficie, especializadas en tareas como el almacenamiento de comida y el cuidado de

las larvas (Kruk-de Bruin et al. 1977, Billick 1999). Sin embargo, esta característica del

muestreo puede ser ventajosa cuando se busca discriminar entre grupos funcionales de

8

hormigas, como ser conocer el número de individuos de una colonia que buscan

alimento fuera del nido. La aplicabilidad de estas técnicas depende principalmente de

que se cumplan los supuestos de las mismas en el sistema en estudio.

El objetivo general de este trabajo es profundizar el conocimiento de las características

de las colonias de las hormigas granívoras del género Pogonomyrmex y su influencia

sobre el forrajeo de semillas en la porción central del desierto del Monte. En particular,

los objetivos específicos son: (1) evaluar la aplicabilidad de los métodos de captura–

marcado–recaptura para estimar la abundancia de obreras forrajeras en colonias de

Pogonomyrmex pronotalis, P. rastratus y P. inermis; (2) estimar el número de obreras

forrajeras presentes en colonias de P. pronotalis, P. rastratus y P. inermis; y (3) evaluar

la relación entre la abundancia de obreras forrajeras en las colonias de P. pronotalis, P.

rastratus y P. inermis y sus niveles de actividad de forrajeo.

9

Métodos

Área de estudio

El trabajo se desarrolló en la Reserva de la Biosfera de Ñacuñán (34º03’S, 67º54’O), en

la provincia de Mendoza. La reserva tiene una superficie de 12800 ha y está atravesada

de norte a sur por la ruta provincial 153. El clima es árido-semiárido, estacional, con

veranos cálidos y relativamente húmedos e inviernos fríos y secos. La temperatura

promedio anual es de 15.6 °C, con máxima y mínima mensual promedio de 23.8 °C y

7.6 °C, respectivamente (Lopez de Casenave 2001). La oscilación diaria de la

temperatura es muy grande: su valor promedio es de 16.2 °C. El régimen de lluvias

presenta una marcada estacionalidad y gran variación interanual. El promedio de

precipitaciones anuales en Ñacuñán es de 343.6 mm (periodo 1972-2005). A pesar de

presentar una estación relativamente húmeda (el 78% de las lluvias caen entre octubre y

marzo), el balance hídrico es deficitario a lo largo de todo el año (i.e., la

evapotranspiración siempre es mayor que las precipitaciones; Roig 1971).

El ambiente predominante de la reserva es el bosque abierto de Prosopis flexuosa

(algarrobal), que alterna con jarillales de Larrea cuneifolia en zonas bajas y con

comunidades asociadas a médanos. En el algarrobal, los árboles (Prosopis flexuosa y

Geoffroea decorticans) están dispersos en una matriz de arbustos altos (Larrea

divaricata, Condalia microphylla, Capparis atamisquea y Atriplex lampa), arbustos

bajos (Lycium spp., Verbena aspera y Acantholippia seriphioides) y gramíneas

perennes (Pappophorum spp., Trichloris crinita, Digitaria californica, Aristida spp.,

Setaria leucopila, Sporobolus cryptandrus, Stipa ichu). Las dicotiledóneas herbáceas

(e.g., Chenopodium papulosum, Phacelia artemisioides, Sphaeralcea miniata,

Parthenium hysterophorus, Glandularia mendocina, Descurainia spp.) presentan una

cobertura muy variable entre estaciones y años, aunque usualmente menor a la de las

gramíneas (Lopez de Casenave 2001).

La reserva se encuentra atravesada por numerosos ca os (picadas), que tienen un trazado

lineal y que, en su mayoría, confluyen radialmente en la estación biológica de la reserva

(Pirk et al. 2004). Las colonias estudiadas de las tres especies del género

10

Pogonomyrmex de Ñacuñán estaban ubicadas a lo largo de estos caminos. Las picadas

son de tierra y tienen un ancho de aproximadamente 6 m incluyendo sus bordes. La

cobertura de plantas es mucho menor allí que en el algarrobal adyacente, encontrándose

la superficie del suelo más expuesta al sol, al viento y a la lluvia, y con un mayor grado

de compactación. Las especies de hormigas estudiadas habitan tanto en los caminos

como en el algarrobal, aunque son más abundantes sobre las picadas, y no presentan

diferencias importantes en su ecología trófica entre ambientes (Pirk et al. 2004).

Estimación del número de hormigas forrajeras

La estimación del número de obreras forrajeras se llevó a cabo durante febrero y marzo

de 2007, en el periodo del año de mayor actividad de Pogonomyrmex pronotalis, P.

inermis y P. rastratus (Pol & Lopez de Casenave 2004, Pirk 2007). Se seleccionaron

cinco nidos activos de cada una de las tres especies, ubicados a lo largo de los caminos

que atraviesan la reserva. El número de obreras forrajeras de cada colonia se estimó

mediante la técnica de captura–marcado–recaptura. Para ello se llevaron a cabo varios

eventos de captura y marcado en cada nido (las ocasiones de muestreo fueron siempre

en días diferentes, para evitar posibles disturbios en la colonia). Los muestreos se

hicieron durante los horarios de máxima actividad del día (Pol & Lopez de Casenave

2004) y evitando los días fríos, climáticamente desfavorables para la actividad forrajera.

En cada ocasión de muestreo se capturaron con un aspirador todos los individuos que

entraban o salían del nido durante al menos 30 minutos, colocándolos en un recipiente

plástico de boca ancha hasta terminar el evento de captura. La captura se daba por

terminada al cabo de una hora o cuando durante un lapso de 10 minutos no se

observaban hormigas entrando ni saliendo del nido. Para asegurarse de capturar solo a

las obreras involucradas en una excursión de forrajeo, se consideró que un individuo

regresaba de forrajear o abandonaba el nido para forrajear cuando estaba entrando o

saliendo, respectivamente (con o sin carga), de un círculo imaginario de 35 cm de

diámetro centrado en la entrada del nido (ver Pol & Lopez de Casenave 2004).

Una vez finalizado cada evento de captura, las hormigas fueron contadas, discriminando

entre las que habían sido marcadas previamente y las que no. El marcado de estas

últimas fue realizado en el campo. Para ello cada obrera fue asida con una pinza y

11

pintada cuidadosamente en el dorso del abdomen con un marcador de pintura al óleo

Uni Paint (Mitsubishi Pencil Co.). Esta misma pintura ya ha sido utilizada con este

objetivo en otras especies del género Pogonomyrmex (Gordon et al. 2005). Las

hormigas pintadas (Figura 2) fueron colocadas en otro recipiente y se esperaron unos

minutos hasta que secara la pintura. A continuación, todas las hormigas capturadas

fueron liberadas en las cercanías de la entrada del nido, para facilitar su retorno.

El proceso de captura y marcado se repitió para cada colonia hasta que el porcentaje de

obreras marcadas recapturadas era mayor o igual a 90% durante tres muestreos

consecutivos o hasta un máximo de 11 ocasiones.

Figura 2. Obreras de Pogonomyrmex pronotalis (izquierda), P. inermis (centro) y P. rastratus (derecha)

marcadas con pintura al óleo.

Técnicas de captura–marcado–recaptura

El número de obreras forrajeras en cada colonia se estimó usando el Método de Petersen

(considerando solo los dos primeros muestreos) y el Método de Schnabel (tomando en

cuenta todos los muestreos realizados).

El método de Petersen (también conocido como índice de Lincoln) es la más básica de

las técnicas de captura–marcado–recaptura e implica solo dos eventos de captura.

Consiste en tomar una muestra de n1 individuos de la población, marcarlos y liberarlos.

Luego se toma otra muestra de n2 individuos, en la cual se cuentan los m2 individuos

marcados. Con esos datos se utiliza el estimador de Petersen para el tamaño de la

población (N) según la fórmula N = n1 n2 / m2 . Como esta fórmula tiende a sobreestimar

el tamaño poblacional se utilizó la siguiente corrección según lo propuesto por Seber

12

(1982): N = [(n1 + 1) (n2 + 1) / (m2 + 1)] – 1. El método de Schnabel (1938) es una

extensión del de Petersen y consta de una serie de muestreos sucesivos. En cada muestra

de tamaño ni se registra el número de individuos marcados encontrados (mi), se marca a

aquellos que fueron capturados por primera vez y se los libera. Si Mi es el número de

individuos marcados presentes en la población antes de que la muestra i fuera tomada,

se puede estimar el tamaño de la población como N = Σ (ni Mi) / Σ mi . Los límites del

intervalo de confianza del 95% para cada estimador se calcularon según Seber (1982).

Para comparar a las tres especies estudiadas en cuanto a la abundancia de forrajeras en

sus colonias se realizó una prueba de Kruskal-Wallis (Siegel & Castellan 1988).

Es importante tener en cuenta que el tamaño de la población estimado con las técnicas

ara que estos métodos de captura–marcado–recaptura produzcan estimaciones

a mayor ventaja del muestreo múltiple para aplicar el método de Schnabel es que es

de captura–marcado–recaptura se refiere siempre a la población capturable, la cual

puede o no coincidir con la población entera (Krebs 1989). Para las especies de

hormigas que construyen su nido bajo rocas es fácil acceder a la mayoría de las cámaras

y, por lo tanto, es posible estimar el número total de obreras en la colonia (e.g., Brian et

al. 1965, Stradling 1970, Billick 1999). Sin embargo, en la mayoría de las especies solo

pueden ser capturadas las obreras que salen del nido. En estos casos, las técnicas de

captura–marcado–recaptura solo se aplican a la subpoblación de obreras forrajeras (la

población capturable de estas colonias).

P

confiables es necesario que se cumplan una serie de supuestos (Southwood 1978, Seber

1982): (1) la población es cerrada, por lo tanto N es constante; (2) todos los individuos

de la población tienen la misma probabilidad de ser capturados; (3) la marca no afecta el

comportamiento de los individuos; (4) la marca no afecta la expectativa de vida de los

individuos; (5) la marca no afecta la capturabilidad de los individuos (marcados y no

marcados tienen la misma probabilidad de ser capturados); (6) los individuos no pierden

sus marcas en el tiempo transcurrido entre dos muestreos.

L

posible detectar las violaciones a estos supuestos, en caso de haberlas. Un gráfico de

regresión de la proporción de animales recapturados en la muestra (mi / ni) en función

del número acumulado de animales previamente marcados (Mi) será lineal si los

13

supuestos se cumplen, pero se curvará cuando estos se violen (Figura 3).

Desafortunadamente, no existe una única interpretación para los gráficos curvilíneos: si

bien señalan que uno o más supuestos han sido violados, no indican cuál de ellos o

cómo ha sido violado (Krebs 1989).

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0.5

1

0 30 60 90Marcados acumulados

Prop

orci

ón d

e re

capt

urad

os .

Figura ción del

valuación de los supuestos

captura–marcado–recaptura, se pusieron a prueba dos de

upervivencia.— Para evaluar si la marca afecta la supervivencia de las hormigas se

3. Ilustración esquemática de la proporción de animales recapturados (mi / ni) en fun

número acumulado de animales previamente marcados (Mi) a lo largo de un muestreo con múltiples

capturas. El tamaño de la población es igual al número de individuos marcados previamente cuando

la proporción de recapturas es igual a 1 (flecha). La relación entre ambos parámetros es lineal

siempre y cuando se cumplan los supuestos de las técnicas de captura–marcado–recaptura.

E

Antes de utilizar la técnica de

sus supuestos: (1) que la marca no afecta la supervivencia de los individuos y (2) que no

afecta el comportamiento de los individuos. Para ello se realizaron dos experiencias de

laboratorio durante enero de 2007.

S

capturaron obreras pertenecientes a tres colonias de cada una de las tres especies

estudiadas. De cada colonia se extrajeron 15 obreras, separándolas al azar en tres grupos

de cinco hormigas. Como el lugar en donde se aplica la marca puede influir en su efecto

sobre la supervivencia (según la cercanía de la pintura a los espiráculos y la complejidad

14

de manipuleo que requiera cada tipo de marca), se decidió marcar a las hormigas tanto

en el tórax como en el abdomen (siguiendo el procedimiento explicado más arriba), para

evaluar posibles diferencias. Por lo tanto, a las hormigas del primer grupo se las marcó

en el abdomen, a las del segundo grupo en el tórax y a las del tercero no se las marcó.

Luego se colocaron los tres grupos de cada colonia en un mismo formicario. Cada

formicario consistió de una bandeja plástica de 10 x 15 cm, con tierra en la base

(profundidad: 1 cm), extraída de los mismos sitios donde se encontraban las colonias, y

con una tapa perforada para permitir la ventilación. Se mantuvo a los formicarios en el

laboratorio durante siete días, en condiciones adecuadas de humedad y con semillas de

Setaria italica como alimento para las hormigas. Se calculó la proporción de hormigas

vivas por tratamiento (i.e., marca en el abdomen, marca en el tórax y sin marca) al cabo

de siete días.

Para analizar si existen diferencias en la supervivencia de las tres especies dependiendo

omportamiento.— Para poner a prueba el supuesto de que la marca no afecta el

del tipo de marca, la variable obtenida (proporción de hormigas vivas) fue analizada

mediante un ANOVA de dos factores (previa transformación aplicando el arcoseno de

la raíz cuadrada para que se cumplieran los supuestos de normalidad y homocedacia).

Se tuvieron en cuenta tres niveles para el factor especie: Pogonomyrmex pronotalis, P.

inermis y P. rastratus; y tres para el factor “tipo de marca”: en el abdomen, en el tórax y

sin marcar.

C

comportamiento de los individuos se usaron obreras de tres colonias de cada una de las

tres especies estudiadas. Se capturaron 10 obreras de cada colonia y se las llevó al

laboratorio, en donde fueron colocadas en formicarios, iguales a los descriptos en la

sección anterior, para observar su comportamiento. Las interacciones entre individuos

fueron categorizadas como: “agresión”, cuando un individuo tomaba a otro con sus

mandíbulas; “anteneo”, cuando dos individuos tocaban mutuamente sus antenas; “toque

otorgado”, cuando el individuo observado tocaba con sus antenas el cuerpo de otro

individuo; y “toque recibido”, cuando el individuo observado era tocado en el cuerpo

por otro individuo. Las hormigas se comunican usando feromonas, las cuales perciben

con sus antenas. Cuando una hormiga usa las antenas para tocar a otra, ya sea en las

antenas o en el cuerpo, puede recibir mensajes químicos y así determinar si la hormiga

15

con la cual se contacta es de la misma colonia (Gordon et al. 1993). Si la pintura

afectara las claves de reconocimiento entre individuos, se esperaría encontrar una mayor

frecuencia de contactos y anteneos, o incluso interacciones agresivas entre ellos.

Luego de un periodo de adaptación al formicario (3 minutos), se eligió al azar un

ebido a la complejidad del diseño y al bajo número de réplicas (tres colonias de cada

eterminación del tamaño de colonia por excavación

l de las colonias (i.e., el número

individuo y se hizo un seguimiento puntual, registrando todas las interacciones en las

que participaba durante un minuto. Este procedimiento se repitió tres veces

consecutivas, eligiendo cada vez un individuo del grupo al azar. A continuación se

retiraron cinco individuos, se los marcó en el abdomen y se los devolvió al formicario.

Se esperaron 3 minutos para permitir que las hormigas se adaptaran y se volvió a

registrar consecutivamente las interacciones de tres individuos marcados y de tres

individuos no marcados.

D

especie) no se realizó un análisis estadístico de los resultados. En su lugar, se

describieron y analizaron las tendencias observadas.

D

Para obtener una estimación aproximada del tamaño tota

total de obreras) se excavaron dos colonias de cada una de las tres especies estudiadas, a

las cuales previamente se les había estimado el número de obreras forrajeras. Las

excavaciones se realizaron 1–6 días después del último muestreo de captura–marcado–

recaptura, comenzando cuando los nidos estaban inactivos (Pol & Lopez de Casenave

2004). Se comenzó removiendo la capa superior de tierra, delimitando el área alrededor

de la entrada del nido en la cual se encontraban túneles o cámaras. Luego se removió

sistemáticamente la tierra por capas, capturando todos los individuos (larvas, adultos y

pupas) que aparecían. La tierra extraída fue tamizada para verificar la captura de todas

las hormigas de la colonia. La excavación continuó hasta una profundidad de varias

decenas de centímetros después de que ya no se encontraban más hormigas o signos de

ellas (túneles o cámaras). Se contaron todas las hormigas capturadas, discriminando

entre los distintos grados de desarrollo (larva, pupa o adulto) y su historia de captura

(marcada o no marcada). Para cada colonia se calculó la proporción de obreras

marcadas respecto del total de obreras encontradas.

16

Relación entre la abundancia de forrajeras y los niveles de actividad

ras forrajeras se En cada una de las colonias en las que se estimó el número de obre

registró el nivel de actividad forrajera durante 4–5 ocasiones de muestreo, antes de

comenzar los eventos de captura y marcado. Se contó el número de obreras forrajeras

que entraban y el número de forrajeras que salían del nido durante 3 minutos para P.

inermis y P. pronotalis y 6 minutos para P. rastratus (ver Pol & Lopez de Casenave

2004). Se consideró que un individuo regresaba de forrajear o abandonaba el nido para

forrajear cuando estaba entrando o saliendo, respectivamente (con o sin carga), de un

círculo imaginario de 35 cm de diámetro centrado en la entrada del nido. Al mismo

tiempo, se registró la temperatura de la superficie del suelo cerca de la entrada del nido

para asegurarse de que las mediciones se hicieran dentro de los rangos de temperatura

en los cuales la actividad de cada especie es máxima (ver Pol & Lopez de Casenave

2004). Los datos provenientes de las distintas ocasiones de muestreo se promediaron

para obtener un índice del nivel de actividad para cada colonia. Para evaluar la relación

entre el nivel de actividad y el número de obreras forrajeras de cada colonia se realizó

una correlación entre ambas variables con la Prueba de Spearman (Siegel & Castellan

1988).

17

Resultados

Evaluación de los supuestos

El tipo de marca utilizada, ya fuera aplicada en el tórax o en el abdomen, no afectó a la

supervivencia de las obreras (Figura 4, Tabla 1). Tampoco se encontraron diferencias

entre las tres especies de hormigas estudiadas en cuanto a su supervivencia.

Todos los individuos marcados mantuvieron su marca durante los 7 días que duró la

experiencia. Esto sugiere que la tasa de pérdida de marcas es extremadamente baja, al

menos en las condiciones de cautiverio ensayadas.

0

20

40

60

80

100

P. pronotalis P. inermis P. rastratus

% S

uper

vive

ncia

Figura 4. Porcentaje de supervivencia promedio (+ EE) de obreras de Pogonomyrmex pronotalis, P.

inermis y P. rastratus marcadas en el abdomen (barras blancas), en el tórax (barras negras) y sin marcar

(barras rayadas).

Tabla 1. Resultados del ANOVA de dos factores para la supervivencia de las obreras (proporción de

obreras vivas al cabo de 7 días). Factores: especie (Pogonomyrmex pronotalis, P. inermis y P.

rastratus) y tipo de marca (en el abdomen, en el tórax y sin marcar).

GL CM F p

especie 2 0.14653 2.1426 0.146315 tipo de marca 2 0.01793 0.2621 0.772288 tipo de marca X especie 4 0.06757 0.9881 0.439040 Error 18 0.06839 - -

18

Durante las experiencias comportamentales no se registraron conductas agresivas de

ningún tipo entre individuos de una misma colonia, ni antes ni después del marcado.

Las otras tres categorías de interacción (toque a otro individuo, anteneo y toque

recibido) fueron registradas tanto antes como después de marcar a las hormigas. No se

observaron tendencias de aumento ni de disminución en el número promedio de

interacciones antes y después del marcado, así como tampoco se observaron diferencias

importantes en el comportamiento entre hormigas marcadas y no marcadas cuando se

encontraban juntas (Figura 5).

Figura 5. Número promedio (± DE) de toques otorgados a otros individuos (arriba), de anteneos (centro)

y de toques recibidos (abajo) registrados en las experiencias comportamentales con P. pronotalis, P.

inermis y P. rastratus, antes del evento de marcado (cuadrados negros) y después del mismo, para

hormigas marcadas (círculos blancos) y no marcadas (círculos negros).

0

1

2

3

4

Toca

das

P. inermisP. pronotalis

0

1

2

3

4

Toqu

e

P. rastratus

sTo

ques

oto

rgad

osTo

ques

oto

rgad

os

0

2

4

6

Ant

eneo

sTo

ques

reci

bido

sTo

ques

reci

bido

s

Antes Después Antes Después Antes Después

19

Abundancia de obreras forrajeras

estimado mediante el índice de Schnabel resultó

Tabla 2. Abundancia de obreras forrajeras en colonias de Pogonomyrmex pronotalis, P. inermis

Colonia Petersen Schnabel

El número de obreras forrajeras

siempre mayor que el estimado con el de Petersen (Tabla 2). No se observaron

diferencias importantes en la precisión de la estimación realizada con el Método de

Petersen y el de Schnabel, ya que ambos presentaron intervalos de confianza de

amplitud similar.

y P. rastratus estimada mediante el Método de Petersen y el Método de Schnabel. Entre

paréntesis se muestran los límites superior e inferior del intervalo de confianza del 95% y entre

corchetes el número de muestreos sucesivos realizados para la estimación con el Método de

Schnabel.

P. pronotalis P3 52 (45-60) 109 (97-124) [10]

242 (237-247) rmis

15 (11-18) 35 (29-44) [10]

stratus 39 (33-45) 51 (42-65) [7]

133 (119-151) [10]

128 (117-140)

P6 68 (59-77) 103 (92-117) [10] P5 89 (82-96) 155 (140-173) [10] P2 90 (79-100) 203 (186-222) [10] P4 361 (337-388) [10] P. ine I10 I9 44 (20-68) 54 (46-64) [10] I5 56 (39-73) 88 (74-109) [11] I8 71 (60-81) 104 (91-122) [10] I7 96 (83-109) 125 (110-144) [10] P. ra R8 R7 42 (34-49) 63 (51-84) [9] R5 78 (54-102) R4 96 (81-112) 124 (108-146) [10] R6 156 (140-175) [8]

o se encontraron diferencias significativas entre las tres especies en cuanto al número

N

de obreras forrajeras de sus colonias, ya sea estimado mediante el Método de Petersen

(KW = 1.36; p > 0.10) o mediante el Método de Schnabel (KW = 4.22; p > 0.10). Sin

embargo, las colonias de P. pronotalis mostraron una tendencia a presentar un mayor

número de forrajeras, mientras que las de P. inermis tendieron a tener menos forrajeras.

20

Ambos métodos proveen una estimación similar de la abundancia relativa de forrajeras

entre colonias: al ordenar las colonias de una misma especie en función de su

abundancia creciente de obreras forrajeras se obtuvo el mismo ordenamiento con los dos

estimadores, a excepción de los pares de colonias P3-P6 y R5-R4 (que en ambos casos

superponen sus intervalos de confianza; Tabla 2).

La proporción de hormigas recapturadas aumentó a medida que se incrementaba el

xcavaciones

nidos se observó que las primeras cámaras se encuentran a muy escasa

lgunas de las cámaras superiores de los nidos de P. pronotalis contenían restos de

número acumulado de forrajeras marcadas (Figura 6). Sin embargo, en la mayor parte

de los casos no se observó la relación lineal esperada (Figura 3) entre ambas variables.

En general, la proporción de recapturas aumentó en forma desacelerada, generando

gráficos curvados, y raramente se obtuvieron muestras con todos los individuos

marcados, sino que la proporción se mantenía en valores cercanos a 0.8–0.9 a pesar de

que el número acumulado de marcadas seguía aumentando. Como consecuencia, la

abundancia de forrajeras estimada con el Método de Schnabel para una misma colonia

fue mayor a medida que aumentaba el número de muestreos sucesivos considerados (y

la duración del período de muestreo; Figura 7). Estos dos patrones sugieren que uno o

más de los supuestos de la técnica de captura–marcado–recaptura no se cumplen.

E

Excavando los

profundidad (2–3 cm), conectadas entre sí por túneles y formando una red que abarca un

radio de aproximadamente 40 cm alrededor de la entrada del nido. A medida que

aumenta la profundidad, va disminuyendo el número de cámaras y de túneles hasta que

solamente se pueden encontrar uno o dos túneles verticales que se ensanchan

periódicamente formando cámaras de tamaño variable. La profundidad de las

excavaciones varió entre 1–1.5 m, llegándose a remover hasta 2 m3 de suelo.

A

semillas y sus coberturas (glumas, palea y lemma), tratándose probablemente de

basureros internos. Estos basureros no fueron encontrados en los nidos de P. inermis

(que tienen basureros externos) ni en los de P. rastratus (cuyas obreras descartan las

estructuras que envuelven las semillas de varias de las especies que consumen antes de

llevarlas al nido; Pirk & Lopez de Casenave 2006, Pirk et al. 2007). Cuando se

21

P. pronotalis P. inermis P. rastratus

P2

0

0,5

1

0 50 100 150 200 250

P3

0

0,5

1

0 50 100 150

P4

0

0,5

1

0 100 200 300 400

P5

0

0,5

1

0 50 100 150 200

P6

0

0,5

1

0 30 60 90 120

I5

0 20 40 60 80

I7

0 50 100 150

I8

0 30 60 90 120

I9

0 20 40 60

I10

0 10 20 30 40 50

R4

0 50 100 150

R5

0 50 100 150

R6

0 40 80 120 160

R7

0 20 40 60 80

R8

0 20 40 60

Marcadas acumuladas

Prop

orci

ón d

e re

capt

urad

as

Figura 6. Proporción de obreras forrajeras de P. pronotalis, P. inermis y P. rastratus recapturadas (mi / ni) en

función del número acumulado de forrajeras previamente marcadas (Mi) a lo largo del muestreo para cada una

de las colonias estudiadas.

22

I5

40

50

60

70

80

90 R4

80

90

100

110

120

130

140P2

60

100

140

180

220

I7

80

90

100

110

120

130 R5

80

90

100

110

120

130

140P3

40

60

80

100

120

I8

60

70

80

90

100

110 R6

110

120

130

140

150

160

170P4

200

240

280

320

360

I9

10

20

30

40

50

60 R7

20

30

40

50

60

70

80P5

80

100

120

140

160

igura 7. Abundancia de obreras forrajeras de P. pronotalis, P. inermis y P. rastratus estimada mediante el F

Método de Schnabel a medida que aumenta el número de muestreos sucesivos para cada una de las colonias

estudiadas.

P6

50

70

90

110

130

0 2 4 6 8 10

I10

0

10

20

30

40

50

0 2 4 6 8 10

R8

20

30

40

50

60

70

80

0 2 4 6 8 10

Ocasiones de muestreo

P. pronotalis P. inermis P. rastratus A

bund

anci

a

23

encontraron granarios (cámaras en donde las hormigas acumulan las semillas), éstos

generalmente estaban ubicados a profundidades intermedias. Tanto las larvas como las

pupas fueron encontradas juntas a todas las profundidades, sin mostrar un patrón

evidente de distribución vertical. En algunos nidos, en especial en los de P. rastratus, se

hallaron larvas y pupas en las mismas cámaras que contenían las semillas.

En todos los nidos excavados, más del 60% de la colonia estaba compuesta por obreras,

de las cuales solo una pequeña fracción (5–13%) estaban marcadas (Tabla 3). La

mayoría de las obreras marcadas fueron encontradas en las capas más superficiales del

nido, mientras que en las zonas más profundas solo se encontraron obreras no marcadas.

A excepción de la colonia I7 de P. inermis, en el resto se encontraron larvas y pupas,

que constituyeron el 12–36% de los individuos de la colonia. El número de pupas fue

siempre ligeramente mayor que el de larvas. En tres de los nidos excavados se encontró

un adulto con el gáster ligeramente más desarrollado que el resto y las alas cortadas, que

podría ser la reina de la colonia.

Tabla 3. Resultado de la excavación de nidos de Pogonomyrmex pronotalis, P. inermis y P.

rastratus. Para cada colonia se muestran los números de obreras, adultos alados, larvas y pupas

encontrados. Se discrimina entre obreras marcadas y no marcadas, y se indica el porcentaje que las

primeras representan del total. También se muestra el número total de obreras del nido que fueron

marcadas a lo largo del muestreo de captura–marcado–recaptura (CMR) y el porcentaje de éstas que

fue recuperado durante la excavación. El asterisco indica que uno de los adultos alados encontrado

podría ser la reina activa de la colonia.

P. pronotalis P. inermis P. rastratus P2 P3 I5 I7 R4 R5 Obreras 691 538 378 219 916 1077 No marcadas 597 496 350 201 867 1017 Marcadas 94 42 28 18 49 60 Porcentaje marcadas (%) 13.6 7.8 7.4 8.2 5.3 5.6 Marcadas durante CMR 230 127 78 142 123 150 Marcadas encontradas (%) 41 38 36 13 40 40 Adultos alados 1 0 1 * 0 1 * 6 *

Larvas 159 87 22 0 100 156 Pupas 234 104 32 0 114 165

24

El número de obreras marcadas que fueron encontradas en los nidos durante las

excavaciones fue siempre menor que el total de obreras marcadas durante el muestreo

previo por captura–marcado–recaptura (Tabla 3). Esta fracción representó alrededor del

40% del total de individuos marcados en todas las colonias excepto en la colonia I7 de

P. inermis, donde la diferencia fue mayor (13%). Esto también indica que uno de los

puestos de la técnica de captura–marcado–recaptura no se cumple: la población de

.8 °C) que en P. pronotalis y P. inermis (37.7 °C y

9.8 °C, respectivamente), reflejando los distintos rangos de tolerancia térmica de estas

species.

L e

activ

P e

am e

en número de obreras forrajeras de sus colonias

(rs = 0.6, p > 0.10 en ambos casos).

su

forrajeras no es cerrada o hay mortalidad durante el período de estimación. El tiempo

transcurrido entre el primer evento de marcado y la excavación de los nidos fue de 11–

17 días (solo 1–6 días desde el último evento de marcado).

Niveles de actividad

Las temperaturas registradas durante las mediciones se encontraron dentro del rango en

el cual la actividad de cada una de las especies estudiadas es máxima (ver Pol & Lopez

de Casenave 2004). Los niveles de actividad de P. rastratus fueron medidos a una

menor temperatura promedio (28

3

e

as colonias con mayor número de obreras forrajeras tendieron a presentar niveles d

idad más elevados en las tres especies estudiadas, especialmente en P. rastratus y

. inermis (Figura 8). Sin embargo, solo se encontró una correlación significativa entr

bas variables en P. rastratus (rs = 0.9, p < 0.05). En P. pronotalis y P. inermis no s

contró correlación entre la actividad y el

25

0

10

20

30

40

50

30

40

Figura 8. Relación entre la abundancia de obreras forrajeras (y su intervalo de confianza

del 95%), estimada mediante el Método de Petersen, y el nivel de actividad promedio (±

EE) en colonias de Pogonomyrmex pronotalis, P. inermis y P. rastratus.

0

10

20

0

10

vida

P. pronotalis

P. inermis

dA

cti

20

30

40 P. rastratus

0 50 100 150 200 250

Abundancia de forrajeras

26

Discusión

Aplicabilidad de las técnicas de captura–marcado–recaptura

Para poder aplicar correctamente las técnicas de captura–marcado–recaptura en la

estimación de tamaños poblacionales deben cumplirse sus supuestos. Dos de ellos son

que el procedimiento de marcado y la marca en sí no afectan el comportamiento ni la

expectativa de vida de los individuos marcados. Si bien en otros trabajos ya se ha

comprobado que la pintura para aeromodelismo no afecta la supervivencia (Kruk-de

Bruin et al. 1977) ni el comportamiento (Gordon 1989, Brown & Gordon 1997) de

varias especies de hormigas, los resultados podrían variar según el tipo de pintura

utilizada y las características de las hormigas (e.g., su tamaño). Los marcadores de

pintura al óleo empleados en este estudio ya fueron usados por Gordon et al. (2005)

para marcar obreras de Pogonomyrmex barbatus, aunque sin comprobar previamente la

inocuidad del marcado. En este trabajo se corroboró que el marcado cuidadoso con

pintura al óleo (ya sea aplicada en el tórax o en el abdomen) no afecta la supervivencia a

corto plazo de las obreras de Pogonomyrmex pronotalis, P. inermis y P. rastratus, al

menos en condiciones de laboratorio. Los resultados indican también que este tipo de

marca no influye sobre el comportamiento de las hormigas que la portan ni sobre el de

sus compañeras no marcadas que interactúan con ellas. En el campo, las hormigas

pintadas fueron encontradas forrajeando normalmente al poco tiempo de ser liberadas y

tampoco allí se observaron interacciones agresivas entre individuos marcados y no

mar a alta

dur as que

dur ron hormigas pintadas

hasta tres meses después de marcarlas. Otra ventaja de este tipo de marca es que, si las

hormigas se manipulan adecuadamente durante el procedimiento de marcado, no puede

ser transmitida de un individuo a otro. Otros marcadores, como el P32 usado por Golley

& Gentry (1964), aunque duraderos, se transmiten a otras hormigas dentro del nido,

llevando a estimaciones erróneas de abundancia.

Los dos métodos de captura–marcado–recaptura usados para estimar el número de

forrajeras en las colonias de P. pronotalis, P. inermis y P.rastratus arrojaron resultados

diferentes. Utilizando el Método de Schnabel siempre se obtuvieron abundancias

cados de una misma colonia. La marca utilizada, además, mostró un

abilidad. Ningún individuo perdió su marca en el laboratorio durante los 7 dí

ó el experimento de supervivencia, y en el campo se encontra

27

mayores que al aplicar el Método de Petersen para las mismas colonias. Esto indica que

no de los dos estimadores, o ambos, están subestimando o sobreestimando el número

os, el procedimiento de

7). El mismo patrón fue registrado por

olley & Gentry (1964) al realizar múltiples muestreos en colonias de Pogonomyrmex

u

de forrajeras. Si bien ambos métodos comparten sus supuest

obtención de datos es diferente y esto puede afectar la magnitud de importancia de

supuestos no válidos. Para aplicar el método de Petersen solo se precisan dos eventos de

muestreo, mientras que para el de Schnabel se deben realizar varios muestreos sucesivos

(entre 7 y 11, en este caso). Es necesario que transcurra cierto tiempo entre muestreos

sucesivos debido a la inevitable perturbación de la actividad de las forrajeras durante el

procedimiento de captura, así como para favorecer el supuesto de la técnica de que los

individuos marcados se mezclan en la población de interés hasta que su probabilidad de

captura sea la misma que la de los individuos no marcados. Dado que los períodos de

actividad de estas hormigas son relativamente cortos (ver Pol & Lopez de Casenave

2004) eso suele implicar que los muestreos consecutivos se hagan en días sucesivos.

Así, el método de Petersen se puede aplicar en solo dos días, mientras que el de

Schnabel abarca tantos días como muestreos sean necesarios. Esto implicaría una

diferencia entre los métodos en su sensibilidad al incumplimiento del supuesto de que la

población es cerrada. Cuando el tiempo que transcurre entre el primer y el último

muestreo es corto, es plausible suponer que no ocurra reclutamiento o muerte de

hormigas forrajeras, o que éstos sean tan bajos como para ser despreciables. Pero

cuando este período es más largo (algo inevitable al usar el Método de Schnabel) el

sesgo puede ser más importante. Bajo estas condiciones, este método arrojaría

estimaciones sesgadas del número de forrajeras (Sutherland 1996).

El incremento desacelerado en la proporción de hormigas recapturadas a medida que

aumenta el número de muestreos (y, por lo tanto, el número acumulado de obreras

marcadas), observado al aplicar el Método de Schnabel (Figura 6), permite detectar la

invalidez de alguno de los supuestos de la técnica de captura–marcado–recaptura.

Asociado a esto, al incorporar más eventos de muestreo a la estimación se obtienen

valores de abundancia cada vez mayores (Figura

G

badius en Carolina del Sur (EEUU) utilizando P32 como marca. Estos autores

propusieron que sus resultados se debieron a que la marca radioactiva es fácilmente

transferible entre individuos y a que las hormigas marcadas no se mezclan rápidamente

28

con el resto de la población. La primera explicación no puede ser aplicada a los datos de

este trabajo, dado que la pintura al óleo empleada no se transfiere entre las obreras. La

segunda explicación sería válida si la población de interés fuera la colonia entera, pero

no cuando se hace referencia a las obreras externas, las cuales rara vez se mezclan con

el resto de la colonia (Kruk-de Bruin et al. 1977, Porter & Jorgensen 1980, 1981, Tripp

et al. 2000). Las diferentes actividades fuera del nido (patrullaje, mantenimiento del

nido y forrajeo) son llevadas a cabo por distintos grupos de obreras que mantienen

relativamente constante su asignación de tareas (Gordon 1989, Tripp et al. 2000) y que,

como mostraron Kruk-de Bruin et al. (1977), se mezclan muy bien entre ellas al cabo de

un día. Aunque las obreras pueden cambiar de tarea, esto sucedería en ocasiones muy

particulares, como perturbaciones de la colonia o cambios en la oferta de alimento

(Gordon 1989). Por lo tanto, es improbable que en las colonias estudiadas las obreras

forrajeras marcadas no se hayan entremezclado con las no marcadas entre días de

muestreo y, por consiguiente, que ese haya sido el factor que afectó las estimaciones del

Método de Schnabel.

Durante las excavaciones, el número de obreras marcadas que se recuperaron en cada

nido fue muy similar y bastante menor que el total de obreras marcadas durante el

muestreo de captura–marcado–recaptura (alrededor de un 40% en 5 de los 6 nidos

excavados). Esto sugiere que, consistentemente, cerca del 60% de las hormigas

marcadas en cada nido durante los muestreos murió o perdió la marca. Como la tasa de

pérdida de marcas a corto plazo en condiciones de laboratorio fue nula (ver arriba), es

uy probable que corresponda a eventos de mortalidad de hormigas forrajeras. En m

general, la división de tareas dentro de las colonias de especies del género

Pogonomyrmex está asociada a la edad de las obreras: las más jóvenes se encargan de

las labores que se realizan enteramente dentro del nido, como el cuidado de las larvas,

mientras que las más viejas llevan a cabo las tareas en el exterior (Porter & Jorgensen

1981, Gordon 1996, 1999). Esta progresión con la edad desde obreras que trabajan en el

nido hasta forrajeras externas está acompañada por cambios en el peso corporal y el

desgaste de las mandíbulas (Porter & Jorgensen 1981, Tschinkel 1998). Estas

características llevan a considerar a las forrajeras como el grupo con mayor probabilidad

de mortalidad en la colonia (Porter & Jorgensen 1981). Se desconoce cuál es la duración

promedio de vida de las forrajeras de las tres especies de hormigas estudiadas, pero se

29

ha reportado que las obreras externas de Pogonomyrmex owyheei viven en promedio

unos 14 días (Porter & Jorgensen 1980, 1981). Si las obreras forrajeras de las tres

especies de Ñacuñán tuvieran niveles de mortalidad similares, seguramente muchas de

las hormigas marcadas en los primeros días de muestreo habrían muerto antes del

último evento de recaptura (aproximadamente 15 días más tarde). Aún cuando el

tamaño de la población de forrajeras se mantenga relativamente constante (y, por lo

tanto, represente un valor estimable por estas técnicas), reemplazándose las forrajeras

muertas en este lapso de tiempo por nuevas obreras reclutadas a esa tarea (como sucede

en Formica polyctena; Kruk-de Bruin et al. 1977), se obtendría una situación análoga a

la “pérdida de marca” (i.e., obreras marcadas se reemplazan por no marcadas). Eso

produciría un incremento desacelerado en la proporción de recapturas y estimaciones de

abundancia mayores al incorporar más eventos de muestreo, o al incrementar el período

de tiempo abarcado, cuando se utiliza el Método de Schnabel. En consecuencia, los

resultados obtenidos sugieren fuertemente que el Método de Schnabel sobreestima la

abundancia de forrajeras en las colonias de las especies estudiadas al ser más extendido

n el tiempo que el de Petersen. e

En resumen, el Método de Petersen parece más confiable pues requiere solo dos eventos

de muestreo y por lo tanto permite reducir los efectos negativos de la mortalidad de las

forrajeras (y, eventualmente, la posible pérdida de marcas) haciendo la recaptura poco

después del marcado. Por el contrario, la aplicación exclusiva de este método no

hubiese permitido detectar la invalidez de uno de los supuestos (i.e., que la población de

forrajeras es cerrada), así como tampoco permite estimar el sesgo que posee la

estimación del tamaño de la población de hormigas forrajeras. Merece destacarse que

ambos métodos proveen una evaluación similar de la abundancia relativa de obreras

forrajeras entre una serie de colonias de la misma especie. Cuando el objetivo del

estudio es conocer la abundancia relativa más que la abundancia absoluta de forrajeras

de una colonia (e.g., para correlacionarla con otra variable, ver abajo), cualquiera de los

dos métodos podría ser usado. No obstante, ante la obtención de resultados similares

seguiría siendo recomendable la utilización del de Petersen en términos de eficiencia de

tiempo y esfuerzo de muestreo.

Si bien las estimaciones mediante el Método de Petersen se ven poco afectadas por la

30

violación del supuesto de población cerrada (cuando se lo aplica en un intervalo corto

de tiempo), existen otros métodos de captura–marcado–recaptura que podrían aplicarse

en esta situación para obtener estimaciones más exactas. Un ejemplo es el Método de

Jolly–Seber, el cual fue diseñado para ser aplicado en poblaciones abiertas. Este método

requiere de al menos tres eventos de muestreo y de marcas específicas para cada ocasión

de marcado (e.g., usar un color de pintura distinto cada vez). De esta manera, a partir de

la “historia de captura” de cada individuo, se podría estimar no solo el tamaño de la

población, sino también la tasa de pérdida y de ganancia de individuos a la población.

Aplicando este método (u otro similar) podría obtenerse información más detallada

acerca de la dinámica de la población forrajera en las colonias de las tres especies

estudiadas.

Características de las colonias de las especies sudamericanas del género

Pogonomyrmex

Considerando la relación entre obreras marcadas y no marcadas revelada por las

excavaciones de los nidos y las estimaciones de abundancia de forrajeras obtenidas por

l Método de Petersen, el 7–15% del total de obreras de una colonia serían forrajeras.

tivas entre las tres especies en cuanto a la abundancia

e forrajeras en sus colonias, se puede observar que el número promedio de forrajeras

e

Esto coincide con lo encontrado en otras especies del mismo género que habitan en

América del Norte: en P. owyheei las forrajeras llegan a ser el 13% de la colonia (Porter

& Jorgensen 1981), mientras que en P. badius y P. occidentalis son el 10% (Golley &

Gentry 1964, Crist & MacMahon 1991). En muchos casos la abundancia de forrajeras

se correlaciona con el tamaño de la colonia (Porter & Jorgensen 1980), y hasta es

posible para algunas especies obtener un estimador grosero del tamaño de la colonia a

partir de la abundancia de forrajeras usando técnicas de regresión (Kruk-de Bruin et al.

1977).

Como sucede con Formica sp. (Kruk-de Bruin et al. 1977), la abundancia de forrajeras

fue variable entre colonias en las especies del género Pogonomyrmex estudiadas. Esto

probablemente refleje la variabilidad en la edad de las colonias muestreadas, aunque

también podría estar asociado a diferencias en el éxito de las mismas. Si bien no se

encontraron diferencias significa

d

en las colonias de P. pronotalis (108 individuos) es levemente mayor que en las de

31

P.rastratus (77 individuos) y de P. inermis (56 individuos). Los estudios en otras

especies del mismo género en América del Norte (P. badius y P. owyheei) muestran

abundancias promedio mayores, cercanas a las 200 forrajeras por colonia, aunque en

este caso se trata de especies con colonias grandes, de más de 5000 obreras (Golley &

Gentry 1964, Porter & Jorgensen 1980). Las especies del género Pogonomyrmex de

Ñacuñán tienen colonias pequeñas (300–1000 obreras), a juzgar por el resultado de las

excavaciones. Estos valores se asemejan a los recopilados por Kusnezov (1949, 1951)

para la mayoría de las especies sudamericanas del género. No obstante, aunque las

excavaciones permiten conocer el número total de obreras de la colonia, los valores

deberían ser tomados con cautela debido al bajo número de nidos excavados y a que en

las especies que tienen colonias con múltiples nidos la excavación de uno de ellos no

ecesariamente produce valores referidos a la colonia (Billick 1999). La ausencia de

do y no de una colonia entera, lo que también explicaría que el

Por el contrario, muchas de las especies norteamericanas construyen nidos

randes y forrajean en forma grupal (Johnson 2000). Estas diferencias tan acentuadas

n

larvas y pupas en la colonia I7 (ver Tabla 3) es un indicio de que probablemente se haya

tratado de un ni

porcentaje de obreras marcadas encontradas en ese nido fuera mucho menor que en los

otros. Coincidentemente, de las tres especies estudiadas, solo en P. inermis se ha

observado ocasionalmente la utilización de diferentes nidos por parte de obreras de una

misma colonia (Lopez de Casenave & Milesi, datos no publicados).

El hecho de presentar colonias pequeñas y con pocas forrajeras (como es el caso de las

tres especies estudiadas en este trabajo) es, según Kusnezov (1951), una característica

típica de las especies del género Pogonomyrmex que habitan en Argentina. Como

consecuencia del bajo número de obreras, sus nidos están poco desarrollados y sus

forrajeras tienden a buscar el alimento en forma solitaria, sin formar caminos (Kusnezov

1951).

g

podrían ser consecuencia del desarrollo independiente de las especies de este género en

América del Norte y América del Sur (i.e., las dos áreas de distribución actuales de

mayor importancia), lo cual se corresponde con una de las hipótesis acerca del origen

evolutivo del género, que ubica su centro de dispersión en América del Sur (Kusnezov

1951, Taber 1998). Las características biológicas de las especies estudiadas en este

trabajo coinciden con lo reportado para otras especies sudamericanas (Kusnezov 1951)

y apoyan la hipótesis de dispersión planteada. Sin embargo, son necesarios más estudios

32

acerca de la biología de estas especies para poder analizar en profundidad la historia

evolutiva del género en el continente americano.

Abundancia de forrajeras y actividad externa de la colonia

Los patrones diarios y estacionales de actividad de las distintas especies están

relacionados principalmente con sus rangos de tolerancia a la temperatura y la humedad

(Hölldobler & Wilson 1990). Además, en los momentos en que sus obreras externas

están activas, las colonias de una misma especie pueden diferir en sus niveles de

actividad dependiendo de factores como la predación (Gentry 1974), la disponibilidad

de alimento (Crist & MacMahon 1991, Gordon 1991, Schafer et al. 2006), o el número

de obreras forrajeras presentes en las mismas. Para las colonias de P. pronotalis y P.

rastratus de Ñacuñán, se encontró que la temperatura superficial del suelo es el

principal factor (aunque no el único) que determina sus niveles diarios y estacionales de

actividad (Pol & Lopez de Casenave 2004); probablemente lo mismo ocurra con P.

inermis, que tiene ciclos diarios de actividad muy similares (observación personal).

Además, existen diferencias en las tolerancias térmicas entre especies: P. pronotalis

forrajea a temperaturas más elevadas que P. rastratus (Pol & Lopez de Casenave 2004),

patrón que coincide con lo observado en este trabajo. Pol & Lopez de Casenave (2004)

mbién han registrado una alta variabilidad en los niveles de actividad de las distintas ta

colonias de P. pronotalis y P. rastratus, aunque estos autores no analizaron la posible

influencia del tamaño de la colonia sobre este patrón. La actividad de estas especies está

confinada a los períodos con temperaturas del suelo entre 20 y 55 °C, pero, al mismo

tiempo, se encontró que la temperatura del suelo no es un buen predictor de los niveles

de actividad dentro de ese rango (Pol & Lopez de Casenave 2004). En este trabajo, las

temperaturas registradas durante las mediciones de actividad de P. pronotalis, P.

inermis y P. rastratus se encuentran dentro de dicho rango y, por lo tanto, puede

suponerse que no es la temperatura el factor que explicaría las variaciones observadas

entre las distintas colonias en cuanto a sus niveles de actividad.

Los resultados de este trabajo muestran que existe una tendencia de las colonias con

más forrajeras a presentar niveles de actividad más elevados, tanto al comparar colonias

de una misma especie como comparando entre especies. La relación intraespecífica, sin

embargo, resultó estadísticamente significativa solo en P. rastratus; la falta de

33

significancia para las otras dos especies probablemente se debe a la baja potencia del

análisis estadístico empleado (bajo tamaño muestreal y técnica de correlación no

aramétrica muy conservativa). Al comparar entre especies, se observó que las colonias

mente mayor que las de P.

p

de P. pronotalis presentan una abundancia de forrajeras ligera

rastratus, lo que concuerda con sus niveles de actividad mayores (reportados en Pol &

Lopez de Casenave 2004), y apoya la hipótesis de la influencia del tamaño de colonia

sobre la actividad de las colonias.

34

Conclusiones

1. Las obreras de Pogonomyrmex pronotalis, P. inermis y P. rastratus no presentan

cambios en su comportamiento ni en su supervivencia cuando son marcadas con

pintura al óleo. De esta manera se comprobó que se cumplen dos de los supuestos de

los métodos de captura–marcado–recaptura empleados en este trabajo.

2. El método de Petersen parece adecuado para estimar la abundancia relativa de

forrajeras en las colonias de P. pronotalis, P. inermis y P. rastratus. Al requerir de

solo dos días de muestreo, se reducen los efectos que la mortalidad de las obreras (y la

potencial pérdida de marcas) puede generar sobre la estimación.

3. El Método de Schnabel es más sensible que el Método de Petersen al incumplimiento

del supuesto de que la población es cerrada, dado que, por las características

biológicas y comportamentales de las forrajeras de P. pronotalis, P. inermis y P.

rastratus, necesariamente implica un tiempo de muestreo más largo. Esto genera que

los valores obtenidos tiendan a sobreeestimar la abundancia absoluta de forrajeras. Sin

embargo este método sirve para estimar la abundancia relativa de forrajeras entre

colonias de una misma especie, además de brindar información útil acerca del

cumplimiento o no de los supuestos de la técnica.

4. Las colonias de P. pronotalis, P. inermis y P. rastratus son relativamente pequeñas.

Tienen aproximadamente unas 300–1000 obreras, de las cuales el 7–15% corresponde

a forrajeras. Estas características son típicas de las especies del género Pogonomyrmex

que habitan en Argentina y las diferencian de la mayoría de sus congéneres estudiadas

en América del Norte.

5. El nivel promedio de actividad forrajera de las colonias de P. rastratus se

correlaciona positivamente con la abundancia de forrajeras presentes en las mismas.

La misma tendencia se observa en P. inermis y P. pronotalis, aunque no se pudo

encontrar una correlación significativa entre ambas variables.

35

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39

Agradecimientos

co or brindarme todo su apoyo y dedicación durante

F zar importantes aportes críticos. A

Rodrigo Pol, sin cuyo aporte no hubiera sido posible esta tesis. A todos los integrantes

es pañaron, me apoyaron y me

g ier, Fernando, María

es

ú

ca inigualable: Natalia, Hernán,

“e

Agradezco particularmente a mi director, Javier Lopez de Casenave, por tenerme la

nfianza y la paciencia necesarias, p

estos años y en todas las etapas de este trabajo. A Gabriela Pirk, Víctor Cueto y

ernando Milesi por revisar este manuscrito y reali

los que colaboraron “hombro a hombro” en el trabajo de campo: Bárbara Paván y

del Grupo de Investigación en Ecología de Comunidades de Desierto (ECODES), y

pecialmente a aquellos ecodianos que me acom

estimularon, tanto en el laboratorio como en el campo, y que forman este maravilloso

rupo humano con el cual comparto gran parte de mi tiempo: Jav

del Mar, Gabriela, Carolina, Taty, Víctor, Rodrigo y Federico. Quiero agradecer

pecialmente a Fernando Milesi por su interés, paciencia y dedicación; por estar

siempre dispuesto a brindar su ayuda y aportes, indispensables para el desarrollo de este

trabajo. Agradezco también mi familia (a mis padres y mi hermano) por apoyarme en

mis decisiones y estar siempre a mi lado, brindándome su cariño incondicional. Por

ltimo (pero no menos importante), quisiera agradecer a mis amigos y compañeros de la

rrera, por hacer de estos años una experiencia hermosa e

Lucas, María, Eugenia, Leticia, José, Osqui, Elisa, Mer, Mechi, mis queridos

copelelas” y todos los demás... No habría sido posible sin ellos.

40