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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994 Por David Velilla 1 UNIVERSIDAD DE VALLADOLID ACTUACIÓN MÉDICA EN EL GENOCIDIO RUANDÉS DE 1994 Por David Velilla Vico Historia de la Medicina

Actuación Médica en el Genocidio Ruandés de 1994

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Ensayo realizado por mi hermano, David Velilla, para la Universidad de Valladolid. El ensayo explica, abarcando el marco histórico del país, el abandono y falta de actuación, por parte de las organizaciones internacionales, durante la guerra que sufrió en 1994.

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

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UNIVERSIDAD DE VALLADOLID

ACTUACIÓN MÉDICA EN EL GENOCIDIO

RUANDÉS DE 1994

Por David Velilla Vico

Historia de la Medicina

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ACTUACIÓN MÉDICA EN EL GENOCIDIO

RUANDÉS DE 1994

Por David Velilla

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Por David Velilla

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Abstract

Medicine is all about helping those who suffer, and show them compassion. In

Western countries health is a human right; an “unbreakable law” which guarantees that

every single person will be assisted when in suffering, without any kind of racism or

distinctions.

However, the truth is that the reality of the world is far from this “utopia”

(sometimes even developed countries are). In developing countries health care can’t

always be provided to the society. Poverty, corruption, overpopulation and internal

divisions make impossible for these countries to evolve and grow naturally.

When these countries suffer the consequences of natural disasters, epidemics,

dry seasons or war they are in need of foreign help. Especially in war times, when

governments are absent and panic and chaos are all around, international help must be

provided in order to help locals and save lives; otherwise, innocent people will become

victims of international stand by.

In this article I will analyze several aspects of international medical aid, focused

on the medical action during Rwanda’s genocide in 1994. First of all, I will explain how

the genocide occurred, what caused it and its consequences. Secondly, I will try to

explain the medical procedure used in war zones. Later on, we will have the testimony

of a Spanish doctor who went to Rwanda during the genocide. His view, his experiences

and his knowledge will in light us to try to understand what doctors face in such

extreme situations.

Every doctor has the duty to protect, help and care about those who are in pain,

physically or emotionally. The ultimate sacrifice that a doctor can make is to risk his

own life in order to save others. This is all about these “scalpel heroes”.

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Keywords

- Ruanda

- Genocidio

- Medicina Humanitaria

- Actuación médica en zonas de conflicto.

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Introducción

El juramento hipocrático1 que todo médico pronuncia y sostiene es mucho más

que una simple serie de vanas y vacías frases sin sentido. Es una promesa. Es la elección

de un modo de vida concreto y un compromiso frente a la humanidad, frente a los que

sufren y frente a él mismo.

“En el momento de ser admitido como miembro de la profesión médica: Prometo solemnemente

consagrar mi vida al servicio de la humanidad. […] Hacer caso omiso de credos políticos y religiosos,

nacionalidades, razas y rangos sociales, evitando que éstos se interpongan entre mis deberes

profesionales y mis pacientes; […]”2

El médico jura poner su vida “al servicio de la humanidad”. Este juramento es

puesto a prueba especialmente en situaciones en las que la vida del médico está en

juego. Los médicos que actúan en conflictos armados son puestos al límite. Las

situaciones por las que tienen que pasar, los casos que tienen que tratar, el caos y la

locura que les rodea y la incomprensión ante las atrocidades de las que son testigos (y a

veces víctimas) no son fáciles de llevar para cualquiera. En situaciones límite, se les

exige a los médicos un comportamiento casi heroico.

Una de estas situaciones límite a la que muchos médicos se enfrentaron fue el

conflicto vivido en Ruanda entre Abril y Junio de 1994. Un frenesí de ira, odio, racismo

y sed de sangre y venganza recorrió el país centroafricano de punta a punta. Cientos,

miles, cientos de miles de personas fueron asesinadas a sangre fría, ejecutadas,

perseguidas y torturadas. Ante tal carnicería, la poca ayuda que llegaba era insuficiente.

La actuación internacional fue, en general, mediocre y en muchos casos incluso

criminal.

Hemos de entender la medicina como algo mucho más grande que una ciencia

impersonal encargada de arreglar “máquinas”. La medicina es capaz de hacer que la

gente que sufre tenga esperanza; es un grito en contra de la injusticia del dolor humano.

1 Actualmente se jura una versión modificada del juramento hipocrático, la declaración de Ginebra de

1948. 2 Organización Médica Colegial, Código de ética y deontología médica y compendio de doctrinas

internacionales, Consejo General de Colegio de Médicos de España, 1990.

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Quizás en los países desarrollados hemos olvidado en cierta manera el significado del

sufrimiento, del verdadero sufrimiento. El dolor va mucho más allá de una sensación

incómoda o molesta. El dolor real incluye no solo problemas físicos, sino también

emocionales. Personas cuyos problemas van mucho más allá de lo patológico: personas

que han perdido a sus familias, que han visto a seres queridos ser mutilados, que lo han

perdido todo; incluso han perdido el sentido de la vida y su razón de ser en medio de un

mundo lleno de odio, violencia y sufrimiento. El médico tiene la capacidad de transmitir

esperanza a estas personas, de mostrarles un poco de justicia, compasión y solidaridad

en medio de sus tribulaciones; tiene la capacidad de aliviar un poco su dolor.

¿Qué lleva a estos médicos a arriesgar sus vidas para ayudar a las víctimas de

esta clase de conflictos? ¿Sirve de algo salvar a un puñado de personas cuando cientos

de miles de personas están siendo asesinadas, sin compasión? ¿Cómo se desarrollan

estos levantamientos armados? ¿Cómo deben de actuar los médicos que se encuentran

en estas situaciones?

A estas y otras preguntas intentaremos dar respuesta a lo largo del artículo. En

cualquier caso, no hay que olvidar que cada una de las víctimas y damnificados son

“personas” y no números sin sentido. Detrás de cada cifra que demos y detrás de cada

anécdota que relatemos hay una persona cuyo sufrimiento es real y único. Hemos de

aprender algo de todo lo que se diga: caer en la indiferencia ante el sufrimiento ajeno

hace que perdamos nuestra humanidad, nuestra dignidad y todo aquello que nos hace

“persona”.

“Cuando un hombre bueno

está herido, todo el que se

considere bueno debe sufrir

con él”

(Eurípides de Salamina)3

3 Salamina, Eurípides de (480 a.C. – 408 a.C.)

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Genocidio Ruandés, 1994

Antecedentes

Ruanda es un país centroafricano ubicado en la región de “los grandes lagos”.

Limita con Uganda, Burundi, Tanzania y la República Democrática del Congo. Es

conocida por sus tupidas y abundantes colinas (lo franceses le llamaban “Pays des Mille

Collines4”), sus parques naturales y su fauna, especialmente por sus gorilas de montaña.

Se trata de un país con escasos recursos naturales, por lo que su economía se

basa principalmente en la agricultura. Más del 90 % de la población5 subsiste gracias a

una agricultura y ganadería de subsistencia, pero en general más del 60 % de la

población6 vive por debajo del nivel de pobreza. Gran parte de esta pobreza es causada

por la superpoblación que vive el país, ya que se trata de uno de los países más

densamente poblados de África.

La mayor parte de los ingresos del país provienen de la exportación del café

arábigo y del té, productos muy preciados internacionalmente. La segunda fuente de

ingresos del país proviene de un gran apoyo económico internacional.

Su población está compuesta básicamente por tres etnias distintas. Los hutus,

que suponen un 84% de la población ruandesa; los tutsis, correspondiente al 15% de la

población; y los twas o pigmeos que representan un 1% de la población7. La historia de

las dos etnias mayoritarias es bastante conflictiva; marcada por los continuos

enfrentamientos y provocaciones.

En su origen, Ruanda estaba poblada únicamente por pigmeos twas.

Paulatinamente fueron llegando grupos de agricultores (hutus) del Sur y del Oeste,

asentándose en el lugar. Al mismo tiempo, grupos de ganaderos (tutsis) llegaron desde

el Norte y desde el Este y se establecieron también en el actual territorio ruandés.

4 “El país de las mil colinas”

5 (Economy Watch: Economy, Investments & Finance Reports, 2011)

6 (Central Intelligence Agency, 2011)

7 ibíd.

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“Con el tiempo, hutus y tutsis acabaron hablando la misma lengua, teniendo la misma

religión, se casaron entre ellos y vivieron mezclados, sin distinciones territoriales, en las mismas

colinas, compartiendo la misma cultura política y social en pequeños clanes.”8

Los jefes de estos clanes eran los “mwamis”, que pasarían a ser considerados

como divinidades. La distinción entre las etnias se basaba en su tipo de economía de

subsistencia: los hutus eran agricultores y los tutsis ganaderos.

Se tiene constancia de la existencia de un régimen dirigido por mwamis cuyo

origen se remonta al siglo XIV. El régimen era básicamente feudal: los tutsis

correspondían a la aristocracia, se les concedía los puestos de importancia en asuntos

políticos, militares y económicos; los hutus correspondían a los vasallos, con menos

poder adquisitivo y menos influencia.

Existen ciertas diferencias físicas entre hutus y tutsis que han sido determinantes

en la historia del país. En general los hutus son personas robustas, de rostros

redondeados, nariz aplanada, labios grandes y piel muy oscura. Los tutsis en cambio son

altos, de piel menos oscura que la de los hutus, nariz

estrecha y prominente, rostro alargado y labios finos (ver

ilustración 1). Estos rasgos serán determinantes durante

el genocidio, ya que hutus podían ser confundidos con

tutsis, y viceversa, dependiendo de sus rasgos físicos.

En 1895 muere el mwami Rwabugiri, sumiendo al

país en el caos y la anarquía, ya que habían varios

pretendientes a continuar la dinastía de los mwami.

Aprovechando la desorganización interna, Alemania

funda las primeras oficinas administrativas en territorio

Ruandés, estableciendo lo que se denominó un

“colonialismo dual” por medio del cual las élites tutsis

utilizaban el poder alemán para perpetuar sus feudos y

mantener sometidos a los hutus.

8 (Gourevitch, 2009)

Ilustración 1: diferencias físicas interétnicas

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Con el fin de la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones otorga el

mando del territorio Ruandés a Bélgica. Cuando los belgas toman el control de Ruanda,

hacen de la distinción entre hutus y tutsis la piedra angular de su gobierno.

Basándose en que los tutsis tenían facciones más refinadas y nobles que los

“hoscos” hutus, se les concedió más poder y derechos que a estos. Todos los puestos

administrativos y políticos de la colonia eran concedidos a tutsis. Las probabilidades

que tenía un hutu de progresar económica y socialmente eran nulas; eran una “raza

inferior”. Los hutus eran relegados a trabajos forzados y a tareas de baja categorías. Se

les concedió a los tutsis un poder casi ilimitado sobre los hutus, para organizar la mano

de obra y la recolección de impuestos. Por así decirlo, los tutsis estaban sometidos a los

belgas, y lo hutus sometidos a los tutsis.

Las diferencias entre ambas etnias eran cada vez más violentas. Las diferencias

de oportunidades de una etnia y otra eran abismales. Entre 1933 y 1934 el gobierno

belga censó a la población ruandesa dando documentos de identidad que hacían

hincapié en la raza de cada persona; así, la población fue etiquetada y separada en hutus,

tutsis y twas. La diferencia entre las etnias ya no era solo cultural sino política; era una

diferencia tangible e insalvable. Fue entonces cuando cualquier posibilidad de

hermandad entre tutsis y hutus se perdió. “Los belgas hicieron de la «cuestión étnica»

el rasgo definitorio de la existencia ruandesa”.9

Después de la Segunda Guerra Mundial, empiezan a llegar sacerdotes flamencos

que, reflejando su lucha con los valones e identificándose con los hutus, alientan a los

hutus para que intenten mejorar su estatus social. Durante 1957 se publica el

“Manifiesto hutu” que sostenía que el poder lo debía de ostentar la mayoría, a saber, los

hutus, y que estos debían gobernar sobre los tutsis. Empieza una revolución social en la

que ser tutsi o hutu definía políticamente a una persona; las voces moderadas eran

ahogadas.

9 (Gourevitch, 2009)

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Ilustración 2: Grègoire Kayibanda

La primera matanza entre estas etnias ocurrió en Noviembre de 1959, cuando un

activista político hutu fue asesinado por activistas tutsis. Asesinatos esporádicos y

quemas de casas tutsis sucedieron por todo el país. Fue

conocido como el “viento de destrucción”. La pasividad

belga ante lo ocurrido se continuaría al año siguiente con

un golpe de estado llevado a cabo por el coronel belga Guy

Logiest, que sustituyó a los jefes tutsis por hutus. La

revolución había terminado. El mando del gobierno

provisional fue puesto en manos de Grègoire Kayibanda

(ver ilustración 2), coautor del Manifiesto hutu. En 1962,

Bélgica le otorga la independencia total a Ruanda y

Kayibanda es nombrado presidente de la República de Ruanda. El resultado final de la

revolución ruandesa fue cambiar una dictadura racial por otra. Ruanda estaba ahora en

manos del “Poder Hutu”, y los problemas raciales irán empeorando paulatinamente.

En esta época, la matanza de tutsis comienza a ser una práctica habitual en todo

el país, miles de personas huyen del país en busca de refugio. Cualquier excusa era

utilizada para tomar represalias contra los tutsis. Ciertos grupos de tutsis monárquicos

en el exilio forman bandas armadas que de vez en cuando realizan incursiones de muy

poca importancia en territorio ruandés. A finales del año 1963 una incursión de unos

cuantos cientos de tutsis entra en el país sin mucho éxito ya que son neutralizados

inmediatamente por las fuerzas ruandesas, pero era el pretexto que estaba esperando el

gobierno para empezar la matanza generalizada de tutsis por todo el país. Los años

siguientes son descritos por el filósofo británico Bertrand Russel como: “The most

horrible and systematic human massacre we have had occasion to witness since the

extermination of the Jews by the Nazis10

”. A mediados del año 1964, más de doscientos

cincuenta mil Tutsis habían huido al exilio. Los años siguientes están marcados por el

sometimiento de los tutsis a los hutus. Los tutsis eran constantemente vejados,

maltratados, perseguidos y asesinados.

En 1966 las guerrillas tutsis se disuelven y el régimen de Kayibanda se

encuentra exento de cualquier tipo de oposición. El gobierno de Kayibanda utilizó con

10

“La masacre más horrible y sistemática de la que hemos sido testigos desde el exterminio de los judíos por los nazis”. (Bertrand Russel, 1872-1970)

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los tutsis el mismo modelo que los belgas utilizaron para someter a los hutus: limitó a

los tutsis el acceso a la educación, a los puestos políticos, económicos y militares,

además de continuar con las frecuentes matanzas, especialmente intensas en 197211

.

En Julio de 1973 Juvènal Habyarimana (ver ilustración 3), alto mando del

ejército ruandés y general a cargo de las matanzas, depone al presidente Kayibanda y se

autoproclama presidente de la Segunda República Ruandesa. En sus inicios dio la

sensación de que la situación para los tutsis mejoraría. Las restricciones y

discriminaciones eran cada vez más severas, pero el partido del presidente

Habyarimana, MRND (Movimiento Revolucionario Nacional para el Desarrollo)

prometía dejarles vivir en paz.

Desde la llegada de Habyarimana al poder, la economía del país mejoró de

manera exponencial, convirtiéndose en un ejemplo para el resto de países africanos. La

gestión de las exportaciones de café y té, y sobre todo la ayuda internacional, influyeron

en ello. Gran parte de la comunidad internacional daba su

apoyo al gobierno ruandés. Ayudar a Ruanda era la

moda; países como Bélgica y Suiza donaron sumas

extraordinarias de dinero al país centroafricano, Francia,

en cambio, apoyó militarmente al país.

La Ruanda de finales de los años setenta y

principios de los ochenta podemos describirla como una

bestia dormida, camuflada bajo la imagen de una

tranquila sociedad utópica, esperando ser despertada para

mostrarle al mundo lo que en verdad era: un saco lleno de

desigualdad, racismo, corrupción, odio, ambición, complejos y falta de unidad.

Hemos de resaltar que, si bien la imagen del gobierno era Habyarimana, quien

ostentaba el verdadero poder era su mujer Agathe y un grupo de poderosos ruandeses

conocidos como la akazu (precursores del Poder Hutu). Estos se encargaban de mover

los hilos del país, decidían quién vivía y quién moría, organizaban las matanzas, etc.

11

La situación del vecino país Burundi, cuyo gobierno organizó un exterminio hutu que se saldó con más de 100,000 muertos, reavivó el fervor anti-tutsi en el país.

Ilustración 3: Juvènal Habyarimana

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El país iba sobre ruedas hasta que en 1986, el valor de las principales

exportaciones ruandesas, café y té, caen en picado en los mercados internacionales. El

país entra, por tanto, en una severa crisis que tendrá repercusiones a corto plazo. En

1989 el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial exigieron a Ruanda que

pusiera en marcha medidas estructurales para mejorar la situación del país; ese año el

presupuesto del gobierno fue casi la mitad del presupuesto normal. “Al mismo tiempo

aumentaron los impuestos y las exigencias de trabajos forzados. La falta de lluvia y la

mala gestión de los recursos provocaron bolsas de hambre. Se filtraban detalles de

escándalos de corrupción […].12

Entre 1990 y 1991, con la mediación de Francia, se establece un supuesto

sistema pluripartidista, que lo único que consiguió fue ocasionar conflictos por la lucha

por el poder. El resultado final fue la pérdida de popularidad de Habyarimana y el auge

de la akazu o Poder Hutu. En cualquier caso era una farsa amañada por el gobierno.

Mientras la situación económica y política empeoraba en Ruanda, las guerrillas

de tutsis y hutus moderados se habían reorganizado en Uganda formando el Frente

Patriótico Ruandés (FPR). El 1 de Octubre de 1990 el FPR ataca el nordeste de país,

declarándole la guerra al gobierno de Habyarimana y proponiendo un “programa

político que proclamaba el fin de la tiranía, de la corrupción y de la ideología de la

exclusión «que genera refugiados».13

A decir verdad, se trato de una incursión poco

problemática para el gobierno, pero fue exagerada y magnificada para ser usada como

excusa para reavivar la persecución a los tutsis. Todos los tutsis pasan a ser

considerados cómplices y aliados del FPR, y los hutus moderados son considerados

“traidores pro-tutsis”. El 11 de Octubre del mismo año, diez días después de la

incursión del FPR, el gobierno ordena a todos los hutus del país asesinar a sus vecinos

tutsis; ese era su deber, y a decir verdad, pocos le dieron la espalda. Entre el 11 y el 14

de Octubre, más de trescientos mil tutsis fueron masacrados por sus vecinos; el número

de exiliados tutsis fue en aumento.

Los primeros años de la década de los noventa están marcados por la guerra. El FPR,

liderado por Mr. Kagame, realiza varias incursiones y defiende varias posiciones, pero

12

(Gourevitch, 2009) 13

Ibid.

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el apoyo internacional al país centroafricano le hace casi imposible avanzar. Francia,

Bélgica y Zaire dan un gran apoyo militar a las Fuerzas Armadas Ruandesas de

Habyarimana en su lucha contra el FPR. Cientos de paracaidistas franceses y belgas

luchaban junto a las Fuerzas Armadas Ruandesas.

El apoyo de Francia, con hombres y armas, durante todo el conflicto al gobierno

de Habyarimana hizo que el FPR no pudiera avanzar a mayor velocidad. Francia quería

mantener su influencia sobre Ruanda, de habla francófona, y esta influencia se veía

comprometida por el FPR, que encontró refugio y base de acción en la vecina Uganda,

anglófona. Este continuo juego de influencias de países como Estados Unidos, Francia,

Bélgica, etc. será responsable en parte de los acontecimientos futuros.

Durante estos años las fuerzas hutus son entrenadas y preparadas para el

combate. Un grupo extremista formado en su mayoría por jóvenes, y dirigida por el

Poder Hutu, forma la llamada interahamwe (“los que atacan juntos”). Este grupo se

preparaba para el exterminio de tutsis: se entrenaban en el uso de armas de fuego y

armas blancas, hacían listas de tutsis y organizaban reuniones conspiratorias. Además el

Poder Hutu empezó a preparar e idear el genocidio. Se obtenían armas de fuego

procedentes de Francia, Egipto y del Apartheid Sudafricano.

También durante estos años toman especial importancia en el país los medios de

comunicación. Revistas como “Kangura” o la “Radio Télèvision Libre des Mille

Collines (RTLM)” se encargan de esparcir ideales anti-tutsi y de organizar las matanzas.

En marzo de 1992, Radio Ruanda emite un comunicado que afirmaba que los tutsis

estaban planeando masacrar a los hutus (información absolutamente falsa). La reacción

de la gente no se hizo esperar; los hutus se levantaron y comenzaron a asesinar a tutsis,

especialmente en ciudades como Bugesera, Gisenyi o Kibuye (ver anexo 1). En Octubre

del mismo año se firmó una alto al fuego entre el gobierno y el FPR, nada más que un

“un pedazo de papel” según Habyarimana.

Al mismo tiempo, en Noviembre de 1992, León Mugesera, vicepresidente del

MRND y médico cercano a Habyarimana, pronunció un famoso discurso anti-tutsi que

aún hoy es recordado por los ruandeses: “Nosotros, el pueblo, estamos obligados a

asumir la responsabilidad y limpiar esta escoria”, ordenó la muerte de los “cómplices”

de las “cucarachas”. Además propuso “mandar a los tutsis de vuelta a Etiopía por el río

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Nyabarongo”, “¿Qué estamos esperando para ejecutar la sentencia? […] ¿Qué estamos

esperando para diezmar a estas «cucarachas»? […] Destruidles, no importa lo que pase,

no les dejéis escapar”.

El 4 de Agosto de 1993 se firma en Arusha, Tanzania, un acuerdo de paz entre el

gobierno de Habyarimana y el FPR, poniendo fin a la guerra iniciada a finales de 1990.

Durante este periodo de “paz”, el gobierno de Habyarimana preparó y organizó el

genocidio a conciencia. Cantidades ingentes de machetes eran importados desde China

y posteriormente distribuidos gratuitamente a las personas. En los mercados se vendían

armas de fuego y granadas a precios ridículos, y no era difícil acceder a armas de gran

calibre. De hecho, lo “avanzado” del genocidio ruandés fue que no se utilizó tecnología

punta, las armas eran las personas.

Una de las cuestiones más polémicas que desencadenó el genocidio fue la

pasividad internacional. El general canadiense Roméo Dallaire, al mando de las fuerzas

de UNAMIR14

, recibió informes detallados que afirmaban que se estaba preparando una

masacre sin precedentes en el país; éste informó a la ONU de lo que se estaba tramando

dentro de la interahamwe y de la RTLM. La respuesta de la ONU fue decepcionante; se

le ordenó no intervenir e informar al presidente Habyarimana (responsable en parte de

lo que se estaba gestando) de que ello representaba una seria amenaza a la paz y una

clara violación de la paz de Arusha. Eso fue todo.

Finalmente, el 6 de Abril de 1994, el

avión con destino a Kigali, en el que iban

Juvéval Habyarimana y su homólogo de

Burundi es derribado (ver ilustración 4). No

se sabe qué fue lo que pasó realmente. Unas

fuentes afirman que el avión sufrió una

avería y se estrello antes de llegar a su

destino, otras, mas fehacientes, afirman que el avión fue derribado por un misil SAM 16

utilizado por fuerzas rebeldes tutsis o por el Poder Hutu. En cualquier caso, lo que le

pasó al avión en el que iba Habyarimana sigue siendo un misterio. Sin importar quién

estuviera detrás de la muerte del presidente, su efecto fue instantáneo y a la vez

14

Misión de Asistencia de las Naciones Unidas a Ruanda

Ilustración 4: Restos del avión de Habyarimana

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catastrófico. Fue el detonante que el Poder Hutu estaba esperando para comenzar la

masacre.

Desarrollo

Los acontecimientos se fueron sucediendo vertiginosamente. No hay duda de

que los que habían ideado el genocidio estaban preparados para explotar la muerte del

presidente inmediatamente.

A las pocas horas de la muerte de Habyarimana ya se habían establecido puestos

de control en las carreteras y se empezaba a matar a gente por las calles. Kigali estaba

llena de soldados, miembros de la interahamwe y de la Guardia Presidencial de élite,

que poseían las listas de los tutsis que había que asesinar. Aquello se extendió como la

pólvora gracias, en gran medida, a la RTLM. Esta emisora controlaba a las masas: decía

lo que había que hacer, cómo, dónde… y recordaba constantemente a los hutus su deber

de acabar con todas las “cucarachas”, insistiendo en que las masacres eran un acto de

“autodefensa”. La mañana siguiente a la muerte de Habyarimana la RTLM emitió un

comunicado en el que culpaba al Frente Patriótico Ruandés y a UNAMIR de la muerte

del presidente.

A decir verdad, Poder Hutu había dado un golpe de estado y controlaba todo lo

que ocurría a través de la RTLM. El día de la muerte de Habyarimana se creó un comité

de crisis que, para el 9 de Abril ya había organizado un gobierno provisional compuesto

en su totalidad por leales al Poder Hutu, cuyo presidente era Théodore Sindikubwabo.

El 7 de Abril, la primera ministra hutu Agathe Uwilingiyimana fue asesinada al

igual que su escolta compuesta por diez soldados belgas de la ONU, que fueron

retenidos, torturados, asesinados y mutilados. A partir de este momento el exterminio

en grandes dimensiones dio comienzo y no acabaría hasta casi tres meses más tarde.

Todas las embajadas internacionales fueron cerradas, y los gobiernos se apresuraron a

evacuar a sus ciudadanos.

Poco después de que se desatara el conflicto, el FPR, que había estado

entrenándose y preparándose para la guerra, entró en el país en menos de veinticuatro

horas y empezó a luchar por el nordeste.

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La matanza de tutsis y de opositores hutus fue extendiéndose de región en

región. Gran parte de la población hutu participaba en la masacre: la interahamwe, la

policía y el ejército hacían su trabajo, los médicos mataban a sus pacientes, los

profesores a sus alumnos, los pastores condenaban a sus fieles, etc. no había piedad.

Además, los asesinatos iban acompañados de violaciones, saqueos, torturas y

mutilaciones. Incluso las mujeres participaban en las matanzas, si bien la mayoría no

estaba implicada directamente en las muertes, si lo estaba indirectamente, ya que

denunciaban a los tutsis que conocían o llamaban a las milicias para que mataran a

alguien. “Basta el instante de un cerrar de ojos para hacer de un hombre pacífico un

guerrero15

”.

La pregunta que suele surgir y que es complicada, si no imposible, de responder

es: ¿Qué hace que tanta gente “normal” se una para algo tan macabro y durante tanto

tiempo? Testimonios de hutus que participaron en el genocidio revelan una frialdad

absoluta: “Cuánto más matábamos, más nos engolosinábamos con matar”, “Matar era

una actividad más brusca (que la siembra), pero más gratificante”16

. Al parecer el

escritor irlandés George Bernard Shaw tenía razón cuando dijo que “nosotros mismos

somos nuestro peor enemigo. Nada puede destruir a la humanidad, excepto la

humanidad misma”.

“Tomemos las estimaciones más optimistas: ochocientos mil muertos en cien días. Esto

es, 333,3 asesinatos por hora, o cinco vidas y media segadas por minuto. Consideremos también

que la mayoría de estas matanzas ocurrieron en las primeras tres o cuatro semanas y añadamos

a la lista de bajas legiones de personas no contabilizadas que quedaron mutiladas, pero que no

murieron a causa de las heridas, y añadamos la violación sistemática y en serie de mujeres

tutsis…”17

El 29 de Abril, más de veinte días después del inicio de las matanzas, la RTLM

anuncia y proclama que el día 5 de Mayo será el día de la limpieza general de Kigali.

Para entonces se pretendía haber eliminado a toda la población tutsi de la capital

ruandesa. A decir verdad, no estuvieron lejos de conseguirlo, pero el FPR no les daría

tregua. A finales de Abril la ciudad estaba divida, una parte bajo control del FPR y otra

del Poder Hutu.

15

Samuel Butler (1835 – 1902) 16

(Villalobos, 2005) 17

(Gourevitch, 2009)

Page 17: Actuación Médica en el Genocidio Ruandés de 1994

Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

17

Las masacres se van sucediendo por todo el

país. En la catedral de Kibeho murieron cientos de

personas, primero torturadas y violadas, luego

mutiladas, y cuando los asesinos se cansaron,

quemaron la catedral con todas las víctimas dentro.

En la misma ciudad ochenta y dos huérfanos son

asesinados a sangre fría. Ver ilustración 5.18

Mientras todo esto se desarrolla, UNAMIR, con órdenes de no abrir fuego se

dedica de hacer de intermediario entre ambos bandos. El 21 de Abril se ordena la

retirada de todas las tropas de la ONU en Ruanda, a excepción de doscientos setenta

soldados, justo después de que Dellaire, a cargo de UNAMIR, declarara que con solo

cinco mil soldados dispuestos y permiso para actuar, podría haber detenido al Poder

Hutu. La actuación de países como Estados Unidos, Gran Bretaña y especialmente

Francia fue casi criminal. Una semana después de la retirada de las tropas, la presión de

los gobiernos de Checoslovaquia, Nueva Zelanda y España consigue que se apruebe un

plan de ayuda a Ruanda, aunque del todo inefectivo. Con estas burocracias, se había

llegado a Mayo y la comunidad internacional no había hecho nada. Hay que destacar la

acción de Francia: durante el conflicto mandó refuerzos y armas al Poder Hutu, de

hecho, soldados franceses participaron del lado del gobierno conquistando territorios del

sur y delimitando la “zona turquesa” en la que seguirán desarrollándose las matanzas.

“Desde el momento en que llegaron, y allá adonde fueron, las fuerzas francesas

apoyaron y protegieron a los mismos líderes políticos locales que habían presidido el

genocidio”19

El FPR, en condiciones de inferioridad contra unas fuerzas que le superaban

sustancialmente20

, avanzaba desde la zona oriental del país, ya controlada a finales de

Abril, hacia el oeste, centrándose sobre Kigali. Éste rápido avance se debe en parte a

que las tropas ruandesas estaban centrándose en terminar el exterminio y olvidándose

18

© Gilles Peress / Magnum Photos: Refugiado asesinado junto a mil personas en la iglesia parroquial de Nyarubuye. 19

(Gourevitch, 2009) 20

El FPR contaba con alrededor de veinte mil efectivos, mientras que las Fuerzas Armadas Ruandesas les doblaban en número y contaban con el apoyo de las milicias locales, la interahamwe y de los civiles movilizados.

Ilustración 5: Víctima del genocidio

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

18

del frente. A principios de Julio, el FPR toma Kigali y Butare, ciudades clave del país.

Una vez conquistadas ambas ciudades, el FPR ya había controlado todo el territorio

Ruandés, a excepción de la Zona Turquesa francesa, único lugar de Ruanda donde se

seguirá con el exterminio. Conforme el FPR iba avanzando, los hutus huían del país

temiendo que fueran a hacer con ellos lo que ellos acababan de hacer con los tutsis. A

mediados de Julio, casi dos millones de hutus huyeron de Ruanda refugiándose en

Goma (Zaire).

En Kigali el FPR anunció que formaría un gobierno nacional “inspirado por los

principios de la división de poderes, los Acuerdos de Arusha y sin tener en cuenta

diferencias étnicas.”21

Para finales de Julio, Ruanda tenía un nuevo gobierno y la

situación estaba más o menos bajo control.

Consecuencias

El genocidio ruandés fue uno de los conflictos más importantes del siglo XX y sus

repercusiones fueron enormes en todos los sentidos. A nivel humanitario, social, político y

económico, las consecuencias del genocidio fueron tremendas:

Se calcula que durante el genocidio fueron asesinados entre ochocientos mil y

un millón de tutsis y hutus moderados, es decir, cuatro de cada cinco tutsis

residentes en el país fueron asesinados. El ritmo de asesinatos era casi tres

veces mayor que el del holocausto judío.

Gran parte de los supervivientes al genocidio terminaron con secuelas

psicológicas y físicas, ya que muchos de ellos fueron mutilados o torturados.

La ONU calcula que en el transcurso del genocidio fueron violadas entre

doscientos cincuenta mil y quinientas mil mujeres, de las cuales dos de cada

tres son seropositivas.

Decenas de miles de niños quedaron huérfanos tras el conflicto, aumentando

la mortalidad infantil. Dos años después del genocidio, más de cien mil niños

se cuidaban unos a otros en hogares en los que no había presencia de adultos.

La economía del país se vio muy afectada los primeros años después del

conflicto. En general la población empobreció significativamente. “El BM

21

Íbid.

Page 19: Actuación Médica en el Genocidio Ruandés de 1994

Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

19

descubrió que después del genocidio Ruanda se había convertido en el país más

pobre de la tierra, con una renta media de ochenta dólares al año”.22

Cientos de miles de personas se desplazan a campos de refugiados de la ONU y

de Organizaciones No Gubernamentales en el Congo, Tanzania y Burundi. En

estos campos se desarrollaran epidemias que

terminaran con la vida de miles de personas. Aún

hoy en día hay gente refugiada en estos campos

por culpa de la tensión en el territorio

centroafricano. Ver ilustración 6.23

La Primera Guerra del Congo estará provocada en

gran parte por el genocidio ruandés. El gobierno

del Congo (en aquella época Zaire) acoge a los

hutus que huyen de Ruanda después de que el

FPR tomara el control del país. Una gran mayoría

de estos refugiados participó en las masacres: habían comandos del ejército y

miembros de las milicias y de la interahamwe que, desde territorio congoleño

llevaban a cabo ofensivas contra el nuevo gobierno ruandés. Esto provocó la

entrada de Ruanda en el país, desencadenando en gran parte esta guerra.

En cualquier caso, las consecuencias del horror vivido en Ruanda no se pueden expresar

simplemente con cifras y números. La verdadera magnitud del conflicto no se puede explicar,

va más allá de lo racional. ¿Locura? ¿Maldad? ¿Odio? ¿Ambición? ¿Cómo se puede explicar lo

inexplicable?

22

(Gourevitch, 2009) 23

© Chris Steele-Perkins / Magnum Photos: Refugiado hutu ruandés, camino a Goma, Zaire.

Ilustración 6: Refugiado Ruandés

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

20

Actuación Médica en Conflictos Armados

“El mayor espectáculo es un

hombre esforzado luchando contra

la adversidad; pero hay otro aún

más grande: ver a otro hombre

lanzarse en su ayuda.” (Oliver Goldsmith)

Procedimiento Médico

Proporcionar ayuda médica a la población de países envueltos en conflictos

armados es una actividad muy peligrosa. Las situaciones a las que se enfrentan los

médicos en estos casos son totalmente imprevisibles y, por lo tanto, desarrollar un

plan de acción realista y adaptado a las condiciones a las que tendrán que afrontar es

muy complicado. “El contexto político y militar de la acción humanitaria en conflictos

es mucho más complejo, tenso y dinámico que en los programas de desarrollo.”24 Sin

embargo, se pueden desarrollar ciertas pautas parar potenciar la seguridad de los

médicos y los beneficios que puedan aportar a la población.

Una correcta organización de la acción a desarrollar en terrenos conflictivos ha

de estar asentada en diez pilares fundamentales, a saber: Impacto, relevancia, eficacia,

protección, espacio humanitario, impacto negativo (conectividad), manipulación por

actores locales, independencia (manipulación por actores internacionales) y exclusión

(grupos vulnerables).

1. Impacto: Se trata de definir o prevenir los efectos que causará la acción

médica a nivel individual, familiar o de población. Se ha de valorar

especialmente el impacto sobre la supervivencia de la población, ya que

el objetivo central de la actuación es salvar el mayor número de vidas

posibles. Así mismo, hay que considerar el impacto que pueda tener

sobre la protección de la población y la percepción de la población hacia

el proyecto. Por otro lado, dentro de lo posible, es necesario evaluar

24

(Estébanez, 2005)

Page 21: Actuación Médica en el Genocidio Ruandés de 1994

Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

21

todos los impactos no deseados que puedan aparecer como consecuencia

de la acción.

2. Relevancia: Antes de realizar cualquier acción humanitaria ha de

comprobarse y verificarse la utilidad del proyecto, analizar si es

apropiado para suplir las “prioridades definidas por las necesidades del

grupo de población asistido”25

. Es decir, se ha de comprobar que la

acción que se va a desarrollar es la adecuada y la necesaria para paliar las

consecuencias del conflicto, que la acción está justificada y que es

apropiada la actuación.

3. Eficacia: Se trata de hacer que el programa trace unos objetivos claros y

los cumpla. Para ello, la acción ha de estar acompañada de varias

actitudes o consideraciones:

a. Se ha de hacer un uso adecuado de los recursos de los que se

disponga.

b. La respuesta humanitaria al conflicto ha de llegar a tiempo.

c. Se ha de buscar la eficacia en la implementación y la gestión de

la ayuda.

d. La ayuda ha de estar coordinada para potenciar sus beneficios y

su aprovechamiento.

4. Eficiencia: Se trata de intentar obtener los mayores beneficios posibles

con los recursos disponibles. Por tanto, los médicos que actúen en estas

circunstancias han de estar preparados para actuar con escasos medios.

5. Protección: Una de las mayores prioridades de la medicina humanitaria

es proteger a las víctimas de los conflictos. Ha de hacerse todo lo posible

por evitar violaciones de los derechos humanos y salvar a las personas de

daños físicos, psíquicos y emocionales.

25

(Estébanez, 2005)

Page 22: Actuación Médica en el Genocidio Ruandés de 1994

Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

22

6. Espacio humanitario: la acción humanitaria no ha de ser manipulada. La

ayuda médica ha de ser accesible a la población y estar conforme a sus

necesidades.

7. Impacto negativo (conectividad): Uno de los mayores problemas de la

medicina humanitaria en conflictos es la dependencia que se puede

generar de la ayuda extranjera en la población una vez terminado el

conflicto. Los proyectos han de ser diseñados con vistas a largo plazo.

8. Manipulación por actores locales: En países subdesarrollados y en

conflicto, la corrupción es uno de los grandes escollos con los que se

topa la ayuda médica internacional. Ha de evitarse, dentro de lo posible,

que los recursos y ayuda médica sean desviados por los gobiernos o las

fuerzas militares para obtener recursos, legitimidad, notoriedad o infligir

más daños a la población.

9. Independencia (manipulación por actores internacionales): la ayuda

humanitaria no debe de ser usada por gobiernos internacionales como

escusa o tapadera para acciones encubiertas. La ayuda humanitaria ha de

ser ajena a cualquier ideología política o económica, tiene que ser

puramente solidaria. “Cuando la ayuda humanitaria se convierte en una

cortina de humo para cubrir los efectos políticos que crea, y los estados

se esconden detrás de ella, utilizándola como vehículo de acción

política, entonces podemos ser considerados como partes activas en el

conflicto.”26

10. Exclusión (grupos vulnerables): el programa ha de estar diseñado de

modo que no haya ningún tipo de discriminación en la atención médica.

Los grupos minoritarios o excluidos (niños, ancianos, mujeres, etnias

minoritarias o credos religiosos) han de ser atendidos igual que a las

mayorías. La medicina humanitaria “tiene el deber de combatir cualquier

26

(Gourevitch, 2009)

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

23

forma de discriminación respecto las víctimas, ya esté fundada sobre

orígenes étnicos, nacionalidad, sexo o religión”.27

En cualquier caso, como decimos, todo plan que se trace va a estar sujeto a

variaciones y cambios continuos, ya que la actuación no se desarrolla en un ambiente

estable. Los médicos han de estar preparados para sufrir serios riesgos y para afrontar

situaciones límite.

Desde un punto de vista ético y humano, la medicina humanitaria se sustenta en

cinco principios clave:

Imparcialidad: La atención médica ha de ser facilitada a todo aquel que

la necesite, sin tener en cuenta y sin estar basada en “ningún interés

político o militar, fe religiosa o solidaridad nacional o de comunidad

alguna”, solo se ha de mirar lo humano de cada persona. El problema de

este principio durante los conflictos armados es la dificultad de

mantenerse imparcial cuando se observan las actitudes de algunos de los

bandos beligerantes. El problema al que se enfrentan los médicos es muy

serio cuando tienen que ayudar a algún herido que saben que ha

cometido crímenes atroces, ¿merecen ser ayudados?

Universalidad: Se trata de ver a todas las personas como miembros de la

humanidad, y al mismo tiempo ver a toda la humanidad en una sola

persona. “[…] cualquier víctima de una catástrofe natural o humana

pertenece a la herencia de toda la humanidad, «es» toda la humanidad,

y está por lo tanto legitimada para recibir ayuda y socorro en virtud de

ese hecho.”28

En pocas palabra, este principio se basa en el “trata a los

demás como te gustaría que ellos te trataran a ti”. Se ha de ser

consciente de todo lo que nos une a los demás y desde esta perspectiva

“sufrir con los que sufren y llorar con los que lloran”.

Independencia: La distribución de la ayuda médica ha de realizarse sin

importar ninguna razón burocrática o política. El ambiente en el terreno

de acción y en el país de origen de la ayuda, no han de ser condicionantes

27

(Estébanez, 2005) 28

(Estébanez, 2005)

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

24

para la ayuda distribuida. Este principio se ve afectado por las

necesidades financieras o burocráticas de estos proyectos.

Competencia: El hecho de estar “sobre el terreno” no es suficiente. La

eficacia y competencia práctica han de estar aseguradas. Los médicos

han de estar dispuestos a hacer todo lo necesario para salvarle la vida a

las víctimas. Esto implica un código de actuación muy distinto a la

medicina habitual, con más libertades y más márgenes de error ya que “a

situaciones desesperadas, medidas desesperadas”. Los médicos han de

saber a lo que se enfrentan y estar preparados para ello.

Ser testigos: Además de la ayuda que suministran los médicos en los

conflictos, el hecho de estar con los que sufren, de ser testigos del horror

que puede provocar el ser humano supone un gran testimonio para la

humanidad. Saber qué fue lo que pasó y cómo pasó, para que no caiga en

el olvido y la humanidad aprenda de sus errores.

Seguridad

Los riesgos a los que se enfrentan los médicos en estas situaciones son variados

e implican generalmente un gran obstáculo para la ayuda. Antes de embarcarse en una

misión de este calibre, los médicos han de ser conscientes de los riesgos a los que se

enfrentarán y saber qué deben hacer para aumentar su seguridad.

Uno de los mayores riesgos a los que se enfrentan los médicos en ayuda

humanitaria es la violencia física. Los atentados contra la salud y la vida de los

cooperantes es una constante en estas situaciones. “Dado el peligroso ambiente en el

que tienen que actuar los médicos para proteger y asistir a los refugiados, es inevitable

que los cooperantes resulten heridos o asesinados. A ocurrido en el pasado y volverá a

pasar en el futuro”.29

De este modo, los médicos han de velar continuamente por su

propia seguridad. Por otro lado, los médicos extranjeros suelen “afrontar riesgos

adicionales […] porque como extranjeros atraen más la atención”.30

Por lo tanto,

acudir en auxilio de estas poblaciones en conflicto supone arriesgar la vida.

29

(EISF Report, 2010) 30

(Stillhart, 2010)

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

25

Además del riesgo de perder la vida, los médicos pueden ser sometidos a

cualquier tipo de violencia o daño físico: “Las acciones de ayuda humanitaria implican

inherentemente la exposición a riesgos de violencia e inseguridad. Esto significa que

este trabajo puede implicar para los médicos ser sometidos a violencia física o mental,

incluyendo posibles heridas, violaciones, secuestros y muerte…”.31

Otro riesgo importante al que se ven sometidos los médicos es la violencia

mental. Las situaciones que tienen que vivir, las cosas que tienen que ver y los casos

que tienen que tratar son absolutamente brutales. Mantener la cordura y la calma

necesarias para actuar en esas circunstancias es sumamente complicado. Mantener la

“distancia terapéutica” es muy complicado en esas circunstancias. Ejemplo de esto es la

entrevista que hace Philip Gourevitch a una médico holandés, Annick van Lookeren

Campagne:

“─Aquel tipo con la lanza en la garganta. Simplemente, lo dejé. Y de repente me puse

a reír y a reír. No podía dejar de reír. Estaba con los heridos, sangre por todas partes, un

hombre colgando a causa de una granada, o una boca completamente abierta con un machete, y

yo solo podía reír. “32

Las medidas de seguridad que se pueden tomar para minimizar los riesgos son

escasas. Quizás la mayor protección o protocolo de seguridad que pueden seguir los

médicos es seguir su instinto: no exponerse demasiado, no enfrentarse a la población

violenta, y a la hora de tomar riesgos, ser conscientes de las consecuencias que puede

acarrear cualquier decisión.

Impacto

Generalmente, la acción de los médicos voluntarios en zonas de conflicto no

suele ser muy efectiva ya que en el epicentro de la violencia es difícil salvar vidas (los

pacientes una vez sanados suelen ser asesinados). “El apoyo internacional en la fase de

emergencia no suele ser suficiente para aliviar las necesidades de la población

damnificada.”33

Por otro lado, fuera de las regiones más conflictivas los médicos

pueden ser de mayor utilidad, ya que la curación y seguimiento de los pacientes es más

31

(EISF Report, 2010) 32

(Gourevitch, 2009) 33

(Estébanez, 2005)

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

26

sencillo en zonas tranquilas; además aumenta la esperanza de vida de los pacientes ya

que se les provee de protección y asistencia eficaces. Desde este punto de vista, los

campos de refugiados son sitios idóneos para la actuación médica; la organización y el

control permiten satisfacer las necesidades básicas de los refugiados y velar por su salud

física y emocional. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que los campos de

refugiados son muy propensos a las epidemias como el cólera o la disentería, que

pueden acabar con la vida de decenas de miles de personas; por lo tanto, la correcta

gestión de los campos de refugiados es esencial.

Actuación Médica Durante el Genocidio

La situación de Ruanda entre Abril y Junio de 1994 fue especialmente dura. Las

personas eran asesinadas de manera brutal sin consideraciones. Las torturas,

mutilaciones y violaciones eran el pan de cada día. La falta de humanidad era absoluta.

En este contexto, mientras cientos de miles de personas son asesinadas, unos cuantos

médicos arriesgaron sus vidas para salvar todas las que pudieran; para intentar paliar el

sufrimiento de estas personas dentro de sus

capacidades, y a veces por encima de ellas.

Los médicos se enfrentaba continuamente

a casos sobrecogedores (ver ilustración 7)34

:

heridas por machetes, violaciones, mutilaciones,

heridas de bala… Los recursos que tenían eran

mínimos y la seguridad nula. Los pacientes a los que curaban un día, al siguiente eran

asesinados. En una ocasión, el 14 de abril, un camión de la Cruz Roja que transportaba

seis heridos tutsis fue detenido por una barricada de las interahamwe y los seis heridos

fueron asesinados en el acto.

La atención médica nacional estaba totalmente detenida. Los médicos hutus

mataban a sus pacientes tutsis, los pacientes hutus mataban a sus médicos tutsis o hutus

34

© Magnum Photos / Guilles Peress

Ilustración 7: Paciente en Kigali

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

27

moderados. En medio de este caos, la única asistencia médica a la que tenía acceso la

población era provista por Organizaciones No Gubernamentales como la Cruz Roja o

Médicos Sin Fronteras. Dentro del país la actuación de estos médicos era casi

imposible, los riesgos a los que se enfrentaban y los beneficios que obtenían estaban

muy desigualados. Todo lo que podían hacer era curar a los heridos más graves de la

mejor manera posible y rezar para que sus pacientes no fueran asesinados al día

siguiente.

Fuera de territorio Ruandés, en los campos de refugiados creados cerca de las

fronteras con Tanzania, Zaire y Burundi, la actuación era más efectiva. Los médicos se

encargaban de proporcionar asistencia médica a todos los refugiados que la necesitasen,

y velar por la organización sanitaria de los campos.

Un caso especial es el del campo de refugiados creado en Goma (Zaire), cerca de la

frontera con Ruanda. Una vez el FPR tomó el control sobre territorio ruandés, se

produjo un éxodo masivo de hutus hacia Goma; gran parte de estos hutus habían

participado o directa o indirectamente en el genocidio. La comunidad internacional se

volcó en la ayuda de estos refugiados en la actuación humanitaria internacional más

grande de toda la historia. Había cerca de un millón y medio de refugiados en el campo,

por lo que la organización, control y saneamiento eran un problema logístico muy

importante; además, la presencia de las milicias y de la interahamwe (refugiadas en este

campo) hacía que los asesinatos fueran frecuentes. A mediados de Julio, estalló una

epidemia de cólera, agravada por el hecho de que los ruandeses se negaban a incinerar a

los muertos por considerarlo tabú y a las malas condiciones de alimentación e

hidratación, que acabó con la vida de miles de personas. [Ver Anexo 2]

Testimonio

“Un héroe es todo aquel que hace lo que puede”

(Romain Rolland)

Luis Velilla es un médico español nacido en Madrid. Estudió medicina en la

Universidad Complutense de Madrid y es especialista en Ginecología y Obstetricia. Ha

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

28

dedicado gran parte de su vida a la atención y a los cuidados de los más necesitados.

Junto a su mujer, Mercedes Vico, también médico, ha trabajado en Honduras durante

casi dos años (en las zonas de Lepaterique y Tegucigalpa) y en varias zonas

Guatemala35

durante más de trece años. Entre otras cosas, en 2005 él y su mujer

acudieron a pueblos como Santiago Atitlán y Jaibalito, que se vieron gravemente

afectados por el paso del huracán “Stan”. Actualmente trabaja en un pequeño hospital-

maternidad construido por él y su mujer en San Pedro la Laguna, Sololá, que, en 2008

fue gracias ellos el único municipio de todo Guatemala sin mortandad materno-infantil.

En Abril de 1994, acudió a la llamada de Médicos Sin Fronteras y fue a Ruanda

para tratar de aportar algo de esperanza a los que sufrían. El 16 de Abril de 1994 llegó a

la capital de Burundi, Bujumbura, y desde allí entró a Ruanda.

¿Qué te motivó para acudir a Ruanda?

“Comencé a estudiar medicina con la idea de dedicarme a la ayuda

humanitaria en cuanto dispusiera de la experiencia suficiente para ser útil. Antes de

salir hacia la guerra de Ruanda ya había trabajado en otros lugares en conflicto.

Al conocer la situación que se estaba produciendo en Ruanda, decidí, de

acuerdo con mi familia, que tenía que hacer algo para ayudar. Si los médicos nos

olvidamos de que nuestro principal objetivos es aliviar el dolor humano, nos estamos

olvidando del sentido de nuestra profesión. Si nos hacemos médicos porque nos gusta

operar o por otras cosas, seremos a lo sumo buenos técnicos, pero no buenos médicos.

Creo que el sufrimiento de un ser humano es el sufrimiento de todos. Saber hacer algo y

no hacerlo es una irresponsabilidad. Para mí, la ayuda humanitaria significa no pasar

de largo ante el dolor ajeno.

Personalmente, la ayuda humanitaria es también una forma de protesta ante un

mundo lleno de injusticia. Los países generalmente se mueven solo si sus intereses

están en peligro; los hombres también hacen lo mismo. Ayudar es una forma de decir

que no estoy de acuerdo con este sistema que vive en la locura de olvidar al prójimo,

sin darse cuenta de que ese prójimo es uno mismo. Si nos tomamos en serio el amor nos

tenemos que tomar en serio a todos los hombres, sobre todo si están sufriendo.

35

La primera vez que fueron a Guatemala, el país seguía en guerra civil (5 de Enero de 1990)

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

29

La pregunta que deberíamos hacernos no es “¿porqué ir a una guerra como la

de Ruanda?”, sino “¿por qué no ir a una guerra como esa?”, ¿cómo podemos ser

capaces de conocer lo que ocurre y no hacer nada?”

¿En qué zonas de Ruanda actuaste?

La zona donde trabajé en Ruanda se encuentra en el sur del país, no lejos de la

frontera con Burundi. Llegué desde este país en Abril, justo cuando todo el mundo

había comenzado a salir de Ruanda. Recuerdo que en la frontera me encontré con un

sacerdote español que acababa de salir de Ruanda. El creía que nosotros también

estábamos saliendo, y cuando supo que íbamos a entrar se llevó las manos a la cabeza

y nos dijo que desistiéramos, pues en la primera curva del camino había un grupo de

fanáticos que nos matarían sin contemplaciones. Le dije que llamase a mi mujer y que

dijera que me había visto bien, y así lo hizo. No obstante, pasamos y en efecto un grupo

armado de unas cien personas paró el vehículo. Comenzaron a zarandear el coche y

hacían gestos amenazadores indicando que nos iban a cortar el cuello. Cuando

creíamos que estábamos perdidos, de no sé dónde aparecieron dos gendarmes con

boinas rojas y consiguieron hacerles entender que íbamos a ayudar. Después casi de

tirón llegamos a Butare. Esta ciudad fue bautizada después de la guerra como «la

ciudad de la muerte»36

, y para ser Ruanda, uno puede imaginarse lo que allí ocurrió.

Después trabajé en Burundi hasta que los refugiados dejaron de llegar, y

posteriormente fui a Tanzania a trabajar en el campo de refugiados de Benako.

¿En qué consistía tu actuación en Ruanda?

“Trabajábamos a tres niveles. El nivel principal consistía en la actuación

médica, que era fundamentalmente quirúrgica. Nos alojábamos en una casa algo

retirada del hospital donde trabajábamos37

. Por las mañanas comenzábamos muy

temprano y continuábamos operando hasta la hora del toque de queda. Si las cosas se

36

Luis llegó entre el 18 y 19 de Abril a Butare. Antes del 19 de abril, Butare era un lugar de refugio de todos los tutsis, las matanzas no habían llegado a la ciudad. El 19, el presidente de emergencia Sindikubwabo convocó un mitin en el que animó a los hutus a levantarse en armas y aniquilar a todos los tutsis. El día después, empezaron a llegar camiones llenos de soldados, milicianos y armas, y la masacre empezó. “Las matanzas de Butare se encuentran entre las más grandes del genocidio: en solo dos o tres semanas, al menos veinte mil tutsis encontraron la muerte en la parroquia de Cyahinda y al menos treinta y cinco mil en la parroquia de Karama”. (Gourevitch, 2009) 37

Hospital Universitario de Butare

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

Por David Velilla

30

complicaban, o se alargaba la llegada de los heridos, nos quedábamos en el hospital,

pues salir era un suicidio. Al principio los asesinatos se cometían sobre todo durante la

noche, pero después ya era a cualquier hora. De todas formas salir después del toque

era una locura.

La segunda ocupación era ayudar, transportar y ocultar a todos los tutsis que

podíamos. Esto era bastante peligrosos, pues si los hubieran hallado con nosotros

hubiese sido el fin. Cuando atravesamos la frontera, al final de nuestra estancia,

pudimos sacar a varios.

En tercer lugar, aparte de conservar la vida (lo más importante era andar

agachados al pasar por las ventanas para evitar los disparos), debíamos ocuparnos los

unos de los otros, no solo de la seguridad, sino de levantar la moral y apoyar a los que

desfallecían después de vivir las atrocidades cotidianas. Ninguno de los que estuvimos

allí hemos superado del todo el trauma que vivimos.”

¿Cómo médico, a qué solías enfrentarte?

“Como médico, las situaciones con las que me

encontraba más a menudo tenían que ver con heridas

producidas sobre todo por machetazos (en lengua ruandesa38

al machete se le llama «panga»), porras, heridas de bala,

quemaduras, heridas por explosiones de mortero,

violaciones… Para un ginecólogo como yo ese tipo de

cirugías eran todo un reto, y daba gracias a Dios por el

tiempo de formación que pasé en cirugía general. En todo

caso, yo era el único cirujano, así que había que armarse de

valor y sacar el trabajo adelante. (Ver ilustración 8, 9 ,10)

Recuerdo multitud de pacientes que jamás podré olvidar. Vi a una adolescente

caminar hacia mí con ojos desorbitados; caminaba muy lentamente, como las personas

que llevan algo sobre sus cabezas y temen que se les caiga. Estaba sumamente delgada

y su mirada era de una tristeza indescriptible. Poco a poco pude distinguir, a medida

que se acercaba, que su cabeza sangraba profusamente; fui hacia ella y al sujetar sus

38

Kinyarwanda

Ilustración 8: Niño herido

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

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hombros casi se desploma. Tanía una terrible herida de machete en la región parietal

derecha a través de la cual se veía el cerebro. Pude operarla enseguida, luego se la

llevaron a otra sala y nunca más conseguí volverla a ver; era

tutsi, así que no me hice ilusiones.

A los pacientes que iban llegando los poníamos en

primer lugar en una gran tienda de campaña frente al hospital,

allí los clasificaban los asistentes y luego, por orden de

gravedad, los pasábamos al quirófano. Una mañana, al hacer

mi ronda por la tienda, vi a una joven madre que apretaba

contra su pecho a un lactante; ambos habían sido degollados y

estaban empapados en sangre, pero estaban vivos. Después de

varias horas de lucha en la sala de operaciones (teníamos un anestesista que había

venido voluntario desde Canadá) pudimos salvarles la vida.

Tampoco puedo olvidar a un pobre joven de unos veinte años, con un grave

deterioro psíquico y que dependía por completo de su madre, al que tuve que amputarle

ambos brazos. Cuando le estaban macheteando, se cubrió la cabeza con sus brazos; eso

le salvó la vida, pero no puedo dejar de pensar en su futuro si es que no lo mataron

después. Él fue uno de los pocos pacientes que pude volver a ver después de varios días

de operado. Estaba en una sala de la parte “hutu” del hospital,, donde nosotros

teníamos problemas para entrar.

Otro paciente había recibido un disparo por la espalda y tenía perforado el

estómago. Con este paciente sufrí bastante, pues no querían que le operase en primer

lugar porque era tutsi. Yo les dije que era el más grave y que era mi responsabilidad

tratarle primero; así que fui interrogado por varios militares que querían saber por qué

mi empeño en asistirle antes que a otros hutus. Después de operarle, al día siguiente lo

mataron. Esto era una de las cosas más desesperantes de todas. El hospital estaba

dirigido por las autoridades hutus: nos dejaban operar a los heridos tutsis haciendo

“teatro” y luego, los enfermos desaparecían.

En medio de tanto horror, lo único en lo que me enfocaba era en trabajar sin

pensar mucho en lo que estaba pasando para no bloquearme. Luego el temor de salir

del hospital y conseguir pasar los controles militares hasta la casa. Debíamos aguantar

Ilustración 9: Herido

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toda clase de tratos humillantes y amenazas. Casi todos los días nos hacían señas de

que nos iban a degollar. Una vez en casa, por la noche, era un martirio oír los disparos

y lo gritos, y oler el humo de las hogueras. Metían

a las personas en el interior de neumáticos y les

prendían fuego.

Resultaba curioso tener que lavar los

calcetines en el lavabo en medio de aquel caos,

mientras escuchábamos a las emisoras de radio

alentando a las masacres. La falta de información

fiable de lo que estaba pasando añadía incertidumbre a la angustia cotidiana. Es

curiosa la sensación de indiferencia cósmica que se siente en esas circunstancias. Yo

no podía comprender cómo era posible que, al lado de un grupo de inocentes sentados

en el suelo sin quejarse antes de ser masacrados a golpes, nacieran multitud de

hermosas flores de colores maravillosos. Me resultaba impúdica tanta belleza

indiferente en medio de aquel infierno.

También me costaba trabajo encontrar a Dios en Ruanda, hasta que

comprendía que el único lugar en el que estaba era en todas las víctimas. Esto me

alentó a seguir y a no entrar en un colapso mental.”

¿Cuáles son los mayores riesgos a los que te tuviste que enfrentar?

“Los riesgos eran los de vivir en medio de una de las guerras más aberrantes de

la historia. No es que haya guerras que no lo sean, pera esta tenía unas connotaciones

especiales; se trató de una guerra de exterminio planificado, ante la indiferencia

mundial más absoluta.

Los hutus lo primero que nos dejaron claro es que estábamos vivos de momento

solamente porque habían creído que nuestros pasaportes eran verdaderos y que no

éramos belgas, dado que ellos acusaban a los belgas de haber sido los iniciadores del

conflicto histórico antiguo y reciente. Pero ser blanco era de por sí un riesgo no

pequeño, solo menor a ser tutsi naturalmente. Además, no podían comprender ni

aceptar que personas normales dejaran sus países para meterse en aquella guerra, sin

Ilustración 10: Herido

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más, solo por ayudar; pensaban que allí había gato encerrado, y eso nos ponía en

riesgo.

Un segundo riesgo importante era contagiarse del SIDA (Ver Anexo 3) en la sala de

operaciones, pues Ruanda tiene una altísima tasa de enfermos del SIDA39

.

Cada vez que teníamos que desplazarnos era una aventura de final incierto. Lo

más peligroso era llevar a nuestros colaboradores locales del hospital (muchos de los

cuales eran tutsis) a sus casas, pero la única forma que tenían de sobrevivir era nuestra

presencia y cuidado. Como ya he comentado, lo controles militares eran cada vez

peores y sabíamos que el capricho de cualquier soldado podía ser nuestro fin. Una vez

uno de ellos metió una granada en mi mochila mientras me explicaba en su peculiar

francés en cuantos pedacitos iba yo a salir por el aire.

Los cascos azules nos pararon un día en pleno trayecto al hospital y nos dijeron

simplemente que evacuaban y que estábamos desde ese momento solos y que lo mejor

era que nos fuésemos.

Por otra parte, estuvimos más de una vez en medio de disparos indiscriminados,

y esto nos ponía muy nerviosos, sobre todo al principio, luego terminamos por no

agacharnos casi nunca. Pero lo peor era contenerse y no hacer nada cuando uno veía

las atrocidades. Sabíamos que cualquier gesto podía significar nuestra muerte, y uno

sudaba adrenalina por todos los poros. Querías gritar, hacerles entender, llamarles a

la simple humanidad, protestar, y, a veces, también hubiéramos sido capaces de algo

más al no poder soportar tanta depravación.

Pero quizá lo peor de todo fue nuestra

salida hacia la frontera de Burundi. Unos amigos

del hospital de la ciudad de Butare, que es donde

estábamos, nos informaron de que las autoridades

habían planeado secuestrarnos. Creo que así

teníamos más valor para ellos, así habrían podido

negociar. El caso es que planificamos escapar sin

39

En 2003 más de medio millón de personas infectados con VIH/SIDA (Central Intelligence Agency, 2011)

Ilustración 11: Luis Velilla y el equipo de MSF

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que se dieran cuenta y el día indicado, en vez de tomar la ruta hacia el hospital, nos

dirigimos a las afueras para tomar la carretera que conducía a la frontera. El primer

control fue el peor porque los soldados no sabía leer (miraban los pasaportes del

derecho o del revés indistintamente) y no estaban seguros de que no fuéramos belgas.

Después de conseguir pasar cinco controles más, llegamos al borde del río Kagera que

separa Ruanda de Burundi. Allí la situación era dantesca, el río llevaba cientos de

cuerpos flotando en su corriente (ver imagen 12), y no cesaban de pasar; hombres,

mujeres y niños flotaban sin vida. Algunos hinchados, otros quemados y la mayoría

mutilados. Apiñada al lado del río se agolpaba

una multitud de refugiados que pretendían pasar

al otro lado, como nosotros. Entre carreras,

gritos y desesperación, logramos llegar al otro

lado; pero del otro lado la situación era también

caótica, pues, tirados por todas partes, los

heridos se amontonaban. Comunicamos por

radio a los compañeros en Burundi que

habíamos pasado, y nos enviaron un coche en el que pudimos llegar a un hospital cerca

de la frontera. Allí organizamos el transporte y la asistencia de los refugiados, y creo

que es cuando más útiles fuimos. Además, allí había un cirujano griego que fue para mí

un gran alivio. No sé cómo salimos ilesos de esta escapada, pero lo más curioso es que

nunca pensé seriamente que no lo fuésemos a conseguir. El no volver a ver a mi esposa

y a mis hijos era simplemente inaceptable.

Sin embargo, cuando más cerca estuve del desastre no fue en Ruanda, sino un

par de meses después, en el campo de refugiados de Benako, en Tanzania. Después de

que las autoridades de la ONU detuviesen a un destacado responsable de las masacres

que se ocultaba entre los refugiados hutus (que por cierto estaban mezclados con los

tutsis, y seguían matándose), una multitud portando sus “pangas” vino a por nosotros y

tuvimos que salir corriendo, subir a los coches y salir a toda velocidad para salvar

nuestras vidas. Ellos no entendían al parecer que estábamos allí para ayudar.”

Ilustración 12: Cadáver arrastrado por el río Kagera

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¿Qué es lo más difícil al actuar en esas circunstancias?

“El acto más difícil consiste en mantener la calma y no desmoronarse o caer en

un pánico paralizante. Una enfermera del equipo dejó de ir al hospital porque no podía

soportarlo. Todos lo comprendimos.

A ser posible hay que tener experiencia en esas situaciones, lo malo es que hay

cosas para las que uno nunca está preparado. Además, la única forma de tener

experiencia es estando allá.

Se necesita una buena formación para ser útil, y una organización logística y

sanitaria de primer orden. Los suministros son complicados de conseguir y los recursos

locales son casi nulos. El transporte, las comunicaciones y la diplomacia con las

autoridades son cosas imprescindibles. Pero lo más importante es mantener la cohesión

entre el equipo humano, el apoyo continuo, el no perder la visión de por qué se está

allí, y el no desmoronarse por la falta de grandes resultados. Es necesario conocer la

lengua colonial del país y disponer de traductores de confianza de las lenguas nativas.

También es incomprensible el abandono en que la ONU y la comunidad

internacional dejaron a Ruanda. No podíamos entender cómo podían dejarnos solos y

mirar hacia otro lado. Ésta falta total de colaboración por parte de todos fue la peor

dificultad en términos prácticos.

Pero insisto, lo más difícil es no desmoronarse, no paralizarse ante el

espectáculo de lo que puede ser capaz el ser humano.”

¿Cómo es la ayuda en los campos de refugiados?

“La ayuda en los campos tiene una dimensión diferente a la guerra abierta.

Benako (Ver ilustración 13) fue el resultado de un

gran éxodo de personas que huían de Ruanda. En

pocas semanas más de quinientas mil personas

acudieron a Tanzania atravesando la frontera

masivamente. Lo más difícil fueron las dos

primeras semanas, pues en ese tiempo hubo que

instalar a una doscientas mil personas que Ilustración 13: Campo de refugiados de Benako

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llegaron de golpe. Esta vez la ONU dirigió el asentamiento y todas las ONGs

implicadas tomaron por áreas y competencias las actividades dentro del campo.

Benako es un páramo desértico situado cerca de la frontera con Ruanda y

escasamente poblado. Nosotros vivíamos en un pequeño pueblo a unos quince

kilómetros del campo. Cada día debíamos desplazarnos hasta el campo en

todoterrenos; tardábamos bastante porque había que atravesar un río en una barcaza

movida a base de braceros. El polvo rojo de la tierra lo impregnaba todo.

Los campos suelen estar bajo la supervisión de la ONU. Hay unos cuantos

cascos azules, personal administrativo, logistas, etc. Lo más impostante en un campo es

el orden y los suministros. Los momentos más difíciles suelen ser los del principio, pues

la afluencia es masiva y las condiciones de salud de los refugiados suele ser muy

precaria.

La ONU proporciona unas ya famosas tiendas de plástico azul donde se aloja

como puede todo el mundo. Hay que tener en cuenta que a veces los campos son tan

grandes que son verdaderas ciudades. Hay que comenzar por organizar el suministro

de agua, alimentos, servicio de salud, iluminación, manejo de desechos, seguridad y

todo lo necesario para evitar la aparición de epidemias, que son muy frecuentes en

estas situaciones. Con el tiempo, en el campo aparecen tiendas, zonas de baile y de

ocio, iglesias, comités de todo tipo y hasta partidos políticos.

Mi trabajo como médico consistía en

organizar la asistencia, controlar las

vacunaciones, crear áreas para problemas

específicos como tiendas para enfermos de

malaria (casi todos)y enfermedades infecciosas

y parasitarias, nutrición, organización y diseño

del manejo de los residuos, charlas de

formación, maternidad, etc. El trabajo primario, la clasificación, lo hacían los propios

ruandeses que tenían conocimientos sanitarios y que eran reclutados por nuestra

organización (Médicos Sin Fronteras).

Ilustración 14: Refugiados

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Trabajábamos hasta el anochecer y comíamos en el campo: yuca, arroz, judías

y sobre todo polvo rojo. Luego de regreso a la casa y a descansar hasta el día

siguiente.

La violencia es frecuente. Y en este caso las autoridades del campo no

comprendieron que los refugiados eran de las dos etnias que se habían estado matando

en Ruanda, y no tomaron las medidas oportunas para que los asesinatos dejaran de

producirse. En una ocasión las autoridades de la ONU en el campo me llamaron para

que examinara un cadáver que había aparecido con la cabeza totalmente aplastada y

que era irreconocible. Por las características físicas se trataba de un tutsi, es todo lo

que pude decirles.

Desde un punto de vista práctico, el trabajo en el campo es más útil en

cuanto a resultados, porque los medios, la seguridad y las garantías de continuidad son

mejores.”

¿Merece la pena arriesgar la vida para ayudar a los que sufren?

“A esta pregunta debo contestar que sí, pero debo explicártelo. La forma en que

se procedió en nuestra misión en Ruanda fue una barbaridad, no solo porque no hubo

ningún tipo de protección, sino porque enviar a un médico general, un anestesista, un

ginecólogo, dos enfermeras y dos logistas a una ciudad en

guerra de más de cien mil habitantes no tiene ningún sentido.

Ni siquiera podíamos garantizar la supervivencia de nuestros

pacientes tutsis. Por mucho trabajo y sufrimientos que

pasáramos, lo que lográbamos era casi nulo. El riesgo que

implicaba estar allí no se correspondía con los beneficios en

modo alguno. Así que, si bien de un modo general creo que

arriesgar la vida por el que sufre se justifica, no creo que esto

se deba hacer como se hizo en esa ocasión. La buena

planificación y el logro de objetivos reales es fundamental antes de emprender una

empresa semejante. En nuestro caso, desde un punto de vista práctico, nuestra

presencia no significó mucho, pero por lo menos si fue un testimonio.

Ilustración 15: Luis Velilla

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Actuación Médica En El Genocidio Ruandés de 1994

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Y es que pienso que los seres humanos a veces debemos

emprender acciones que estén más allá de la lógica y de la

planificación. Es una forma de testimonio, de protesta frente a

un mundo que se ha olvidado de ser humano. Pero incluso a

este nivel, el impacto que hicimos llegó a muy pocas personas

en España y en el resto del mundo. Lo que ocurre es que

algunas personas, entre las que me encuentro, pensamos que

esto de alguna manera misteriosa contribuye a que el mundo

no se desmorone definitivamente. Son este tipo de acciones las

que creo que nos mantienen dentro de una especie

teóricamente racional.

Nunca olvidaré la expresión vacía y siniestra de los ojos de los masacradores

armados de porras o machetes, con sus capuchas subidas en un vano intento de ocultar

parte de sus rostros. Después de ver aquellas miradas, pareciera que el mundo había

llegado a su fin. Lo único que puede contrarrestar esa ira es otra mirada, una que sea

más poderosa, que no tema mirar a ese odio de frente, que no baje los ojos, que no se

resigne, que grite sin palabras que también hay otras personas que no temen morir

amando al necesitado, que hacen contrapeso para que el mundo no se desmorone

definitivamente. Pero, para poder mirar esas miradas siniestras, y vencerlas, hay que

estar allí. No basta con mirar, desde el sofá de la casa, con estupor las noticias de la

televisión, hay que ir, arriesgarse y pagar el precio para que el mundo pueda hallar un

resto de dignidad y pueda seguir siendo digno de ser habitado.”

¿Qué se puede aprender de todo lo ocurrido en Ruanda?

“¿Podemos aprender algo de todo esto? El aprendizaje sucede a lo largo del

tiempo, cuando la distancia hace reposar los datos y cuando las emociones se calman.

Confieso que aun estoy aprendiendo cosas de mi estancia en Ruanda.

Quizá la lección más inesperada fue la relativa a la autoridad. La autoridad es

algo muy diferente al poder. Tener autoridad significa ser autor de uno mismo y tener

la capacidad de hacer crecer a los demás. La autoridad no depende de nuestra posición

en el escalafón de lo que sea, sino de nuestra capacidad de ser capaces de vivir en la

verdad. Para poder decir la verdad hay que conocerla y vivirla. Si ahora me atrevo a

Ilustración 16: Niño enfermo y su madre

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levantar mi voz y revelarme frente al mal, a denunciar la injusticia y el dolor es porque,

en cierta forma, haber estado allí me da el derecho para poder hacerlo. Los que

pagamos el precio de estar allí hemos dejados de ser toreros de salón denunciando

desde el burladero, hemos toreado y por ello podemos hablar y denunciar a este mundo

egoísta. Y esto es un alivio. Ahora tengo la autoridad para decirles a mis hijos que el

«botellón» no basta, que tienen que cuidar de los seres humanos como de sí mismos,

que eso da valor a la vida y que merece la pena pelear por ello, y que antes de

protestar por lo mal que están las cosas tenemos que hacer lo posible para que estas

cambien.

He aprendido duramente de lo que es capaz el ser humano. De lo peor y de lo

mejor. Y también que tenemos en nuestras manos la posibilidad de aportar un poco de

belleza y compasión aun en medio del caos más absoluto.

También soy consciente de la importancia de aprovechar con calidad todos los

momentos de la vida. Tenemos un tiempo corto y limitado, y merece la pena que cada

momento tenga la suficiente carga de sentido para poder transmitir afecto a los que nos

rodean. Esto es algo que no nos viene dado, sino que tenemos que construirlo con

esmero.

He aprendido el maravilloso don que tenemos los médicos de poder sanar, y de

lo importante que es una buena formación responsable.

Pero quizá lo más importante es que mi perspectiva de Dios también a

cambiado. Ahora ya no creo en el Dios todopoderoso de los cielos, sino en el

escandaloso Dios que sufre y muere impotente en cada ser humano.”

Si pudieras volver a elegir ¿volverías a ir?

“¿Volver a ir? Sin duda. A pesar de todo volvería a ir sin ninguna duda. Pero

no se lo recomendaría a nadie, no al menos en esas condiciones. Creo que lo más

efectivo que he hecho en mi vida, en lo que respecta a la ayuda humanitaria, es lo que

ahora hago. Trabajar y crear un proyecto de ayuda digno y continuado que tienda a

producir cambios reales y permanentes en una comunidad. El pequeño hospital que

hemos construido en Guatemala ha salvado sin duda muchas más vidas.

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Pero es cierto que las guerras

continuarán y que los campos de refugiados

necesitarán de gente que ayude, y que los

desastres naturales no van a dejar de ocurrir.

Siempre será necesaria la ayuda de médicos un

poco chiflados que consideren que merece la

pena arriesgarse sin obtener más beneficio que

haber sanado a alguien que sin su presencia no

lo habría conseguido.”

Ilustración 17: Luis Velilla

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Conclusión

La Medicina, entendida como un medio para aliviar el sufrimiento de las

personas, es capaz de realizar actos grandiosos. La habilidad de poder salvar la vida a

una persona es magnífica, demuestra el lado más solidario y humano del hombre. Esta

habilidad puede ser esgrimida como un arma contra las atrocidades llevadas a cabo por

el ser humano; demuestra que, si bien hay personas capaces de las mayores

monstruosidades, también hay personas capaces de los mayores actos de amor y

humanidad.

Especialmente en situaciones críticas, como la vivida en Ruanda en la primavera

de 1994, la presencia de personas valientes, capaces de arriesgar su propia vida para

ayudar a los necesitados y que no callen ni pasen de largo ante el sufrimiento humano,

es fundamental. El momento en el que dejamos de luchar y de preocuparnos por los

demás, es el momento en el que perdemos nuestra humanidad. Esto no significa que

todas las personas tengan la obligación de arriesgar su vida en estas circunstancias (no

todo el mundo es capaz de soportar esas presiones), sino que todas las personas tienen la

obligación como seres humanos, de no pasar de largo, interesarse por los que sufren,

demostrar compasión, solidaridad y amor.

La intención de este artículo no es otra más que decir que, en medio de un

mundo lleno de sufrimiento, injusticias y atrocidades, es necesario que haya personas

capaces de enfrentarse al dolor y luchar por los que no pueden luchar por sí mismos. La

medicina es una buena herramienta para ello, así que, si podemos, utilicémosla.

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Anexo [1]: Mapa de Ruanda

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Anexo [2]: Goma

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Anexo [3]: Luis Velilla (ABC)

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Anexo [4]: Luis Velilla (La Vanguardia)

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Por David Velilla

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Contenido Abstract ......................................................................................................................................... 1

Keywords ....................................................................................................................................... 4

Introducción .................................................................................................................................. 5

Genocidio Ruandés, 1994.............................................................................................................. 7

Antecedentes ............................................................................................................................ 7

Desarrollo ................................................................................................................................ 15

Consecuencias ......................................................................................................................... 18

Actuación Médica en Conflictos Armados .................................................................................. 20

Procedimiento Médico ............................................................................................................ 20

Seguridad................................................................................................................................. 24

Impacto ................................................................................................................................... 25

Actuación Médica Durante el Genocidio .................................................................................... 26

Testimonio ................................................................................................................................... 27

Conclusión ................................................................................................................................... 41

Bibliografía .................................................................................................................................. 42

Anexo [1]: Mapa de Ruanda ........................................................................................................ 44

Anexo [2]: Goma ......................................................................................................................... 45

Anexo [3]: Luis Velilla (ABC) ........................................................................................................ 46

Anexo [4]: Luis Velilla (La Vanguardia) ........................................................................................ 47