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Algunos pensamientos finales Toda organización es como un organismo: tiene un momen- to de nacimiento, un crecimiento, a través de diferentes etapas de desarrollo, una maduración y, finalmente, un fin. La vida de una compañía tiene cierta duración; si el pasado es prólogo del futu- ro, dentro de 40 años dos tercios de las 500 empresas principales ya no existirán . l Es probable que las aptas sobrevivan . Y entre los ingredientes de una organización efectiva, como hemos visto, se incluye una sa- ludable dosis de inteligencia emocional. Desde luego, hay numerosos agentes patógenos que pueden resultar fatales para una compañía: convulsiones sísmicas en los mercados, una visión estratégica miope, absorciones hostiles, tecno- logías competiti vas no previstas y cosas similares. Pero una falla de inteligencia emocional puede ser crucial para hacer que una compa- ñía sea vulnerable a lo otro; es el equivalente corporativo de un sis- tema inmunológico debilitado. Por igual motivo, la inteligencia emocional puede ser una ino- culación que proteja la salud y fomente el crecimiento. Si una em- presa tiene las aptitudes que brotan del conocimiento de uno mismo y la autorregulación, motivación y empatía, habilidad de liderazgo y comunicación abierta, es probable que sea más adaptable a lo que el futuro traiga. Yeso, a su vez, hace más importantes a las personas dotadas de inteligencia emocional. Ya no funcionan las maneras antiguas de manejar los negocios; los desafíos de la economía mundial, cada vez más competitiva, apre- mian a todos, en todas partes, a adaptarse a fin de prosperar según re- glas distintas. En la vieja economía, las jerarquías enfrentaban a la mano

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Algunos

pensamientos finales

Toda organización es como un organismo: tiene un momen­to de nacimiento, un crecimiento, a través de diferentes etapas de desarrollo, una maduración y, finalmente, un fin. La vida de una compañía tiene cierta duración; si el pasado es prólogo del futu­ro, dentro de 40 años dos tercios de las 500 empresas principales ya no existirán.l

Es probable que las aptas sobrevivan. Y entre los ingredientes de una organización efectiva, como hemos visto, se incluye una sa­ludable dosis de inteligencia emocional.

Desde luego, hay numerosos agentes patógenos que pueden resultar fatales para una compañía: convulsiones sísmicas en los mercados, una visión estratégica miope, absorciones hostiles, tecno­logías competitivas no previstas y cosas similares. Pero una falla de inteligencia emocional puede ser crucial para hacer que una compa­ñía sea vulnerable a lo otro; es el equivalente corporativo de un sis­tema inmunológico debilitado.

Por igual motivo, la inteligencia emocional puede ser una ino­culación que proteja la salud y fomente el crecimiento. Si una em­presa tiene las aptitudes que brotan del conocimiento de uno mismo y la autorregulación, motivación y empatía, habilidad de liderazgo y comunicación abierta, es probable que sea más adaptable a lo que el futuro traiga.

Yeso, a su vez, hace más importantes a las personas dotadas de inteligencia emocional.

Ya no funcionan las maneras antiguas de manejar los negocios; los desafíos de la economía mundial, cada vez más competitiva, apre­mian a todos, en todas partes, a adaptarse a fin de prosperar según re­glas distintas. En la vieja economía, las jerarquías enfrentaban a la mano

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Algunos pensamientos finales. 381

de obra contra la gerencia y a los trabajadores se les fijaban los sala­rios según sus habilidades; pero eso se va erosionando con el acele­rado ritmo del cambio. Las jerarquías se están transformando en re­des de trabajo; la mano de obra y la gerencia se unen en equipos; los sueldos ingresan en nuevas mezclas de opciones, incentivos y parti­cipación; la capacidad laboral fija cede paso al aprendizaje perpe­tuo, según los trabajos fijos se funden en carreras fluidas.

Según cambian las empresas, también lo hacen las caracterís­ticas necesarias para sobrevivir, por no hablar de destacarse . Todas estas transiciones aumentan el valor de la inteligencia emocional. El incremento de las presiones competitivas otorga nuevo valor a las personas automotivadas, que tienen iniciativa, deseos de esmerarse y optimismo suficiente para tornar con calma los contratiempos y los obstáculos. Ante la permanente necesidad de servir bien a compra­dores y clientes, y de trabajar con creatividad estable en grupos de personas cada vez más diversas, las capacidades empáticas resultan tanto más esenciales.

Al mismo tiempo, la disgregación de las antiguas formas or­gánicas, que de un diagrama jerárquico se han convertido en el mandala de una telaraña, junto con la ascendencia del trabajo en equipos, aumentan la importancia de las habilidades humanas tra­dicionales, tales corno la capacidad de establecer vínculos, de influir y de colaborar.

Además, está el desafío de proporcionar liderazgo: las capaci­dades que los líderes necesitarán en el próximo siglo diferirán radi­calmente de las que se aprecian en la actualidad. Hace una década no figuraban en el radar aptitudes tales corno la activación de cam­bios, la adaptabilidad, el aprovechamiento de la diversidad y la ca­pacidad de trabajar en equipo. Ahora cada día interesan más.

Nuestros hijos y el futuro del trabajo

¿Cuál es la mejor manera de educar a nuestros jóvenes para el nuevo mundo laboral? Para nuestros hijos, esto incluye una educa­ción en los conocimientos emocionales; para los que ya estamos tra­bajando, requiere cultivar nuestra aptitud emocional. Todo esto, des­de luego, nos exige reconsiderar la idea de "lo básico" en una

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382 • LA ORGANIZACIÓN D O TA D A DE INTELIGENCIA EMO CIONAL

educación: la inteligencia emocional es ahora tan crucial para el fu­turo de nuestros hijos corno la preparación académica.

Los padres de todo el mundo comienzan a descubrir que la vida requiere una preparación más amplia que la ofrecida por los planes de estudio tradicionales. En la universidad de Illinois en Chicago, el Collaborative for Social and Emotional Learning infor­ma que, en la actualidad, miles de escuelas estadounidenses están utilizando más de 150 programas diferentes para la preparación emo­cional. Y en todas las partes del mundo (Asia, Europa, Oriente Me­dio, América del Norte, América del Sur, Australia) van surgiendo programas similares.

El enfoque más visionario es, quizá, el de la coalición de avan­zada entre gobiernos locales, escuelas y empresas, que apunta a re­forzar el nivel colectivo de inteligencia emocional en la comunidad. El Estado de Rhode Island, por ejemplo, ha iniciado un movimiento para fomentar la inteligencia emocional en sitios tan variados corno escuelas, cárceles, hospitales, clínicas de salud mental y programas de reinserción laboral.

Las empresas más visionarias empiezan a comprender que tam­bién a ellas las afecta la educación que las escuelas estén brindando a sus futuros trabajadores. Imagino coaliciones de empresas para alentar programas de preparación emocional, lo cual será a la vez un gesto de buena voluntad y una inversión práctica. Si las instituciones de ense­ñanza no ayudan a sus alumnos a dominar estas habilidades humanas fundamentales, las empresas tendrán que remediarlo cuando empleen a esos alumnos. Si se concierta la ayuda para que las escuelas enseñen esas habilidades, se ayudará a mejorar tanto la civilidad de la vida co­munitaria corno su prosperidad económica.

La empresa del mañana: la organización virtual

La demanda de inteligencia emocional no puede menos que subir, según las organizaciones dependan cada vez más de los talen­tos y creatividad de trabajadores que son independientes. Aun aho­ra, el 77% de los " trabajadores del conocimiento" estadounidenses dicen que son ellos quienes deciden qué hacer en el trabajo, en vez de recibir órdenes de otra persona.2

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Algunos pensamientos finales. 383

La creciente popularidad de las telecomunicaciones está ace­lerando esta tendencia. La autonomía sólo funciona si va de la mano con el autodominio, la confiabilidad y la escrupulosidad. Y según la gente trabaje menos "para la empresa" y más para sí misma, se re­querirá inteligencia emocional para mantener las relaciones vitales para la supervivencia de los trabajadores.

Estos agentes libres sugieren un mundo laboral futuro más o menos parecido al funcionamiento del sistema inmunológico, donde hay células errabundas que, cuando detectan una necesidad apre­miante, se reúnen espontáneamente en un grupo de trabajo compac­to y altamente coordinado, a fin de satisfacer esa necesidad, para disiparse nuevamente cuando la labor queda cumplida. En el mun­do empresario pueden surgir esos grupos, cada uno con una mezcla especializada de talento y experiencia, dentro de la organización y más allá de ella, según lo requiera la necesidad, y dejar de existir una vez cumplida la tarea. Esa modalidad es ya típica en la indus­tria del entretenimiento, donde se arma una seudoorganización para realizar un proyecto y luego se la desbanda. Muchos sugieren que, en el futuro, ésa será la manera habitual de trabajar.

Esos equipos virtuales pueden tener una agilidad especial, pues no los dirige alguien que tiene, por casualidad, el título de jefe, sino quienquiera tenga la capacidad requerida. En muchas organizaciones proliferan ya los grupos ad hoc para un proyecto y las fuerzas de tareas; otras empresas, para crear capacidad latente para esos grupos, hacen que la gente se reúna a charlar y a compartir información e ideas.

La cuestión a resolver es si el nuevo mundo laboral se tomará cada vez más sombrío, con implacables presiones y aprensiones que nos priven de la sensación de seguridad y de tiempo para los placeres más sencillos, o si aun frente a esta nueva realidad sabremos hallar maneras de trabajar que nos estimulen, nos satisfagan y nos mejoren.

El resultado final

La buena noticia es que la inteligencia emocional se puede aprender. Individualmente, podemos añadir estas habilidades a nues­tro equipo de herramientas, a fin de sobrevivir en una época en que la "estabilidad laboral" parece un curioso oximoron.

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384 • LA ORGA NIZACIÓ N DOTA DA DE INTELIGENCIA EMO CIO N A L

En todo tipo de empresas, el hecho de que se puedan evaluar y mejorar las aptitudes emocionales sugiere otra zona en la que se puede incentivar el desempeño y, por lo tanto, la competitividad. Lo que se necesita equivale a una afinación en aptitudes emocionales para la empresa.

En el plano individual, es posible identificar, evaluar y au­mentar los elementos de inteligencia emocional. En el plano grupal, significa afinar la dinámica interpersonal que torna más inteligentes a los grupos. En el plano empresario, revisar la jerar­quía de valores para dar prioridad a la inteligencia emocional, en los términos concretos de contratación, capacitación y desarrollo, evaluación de desempeño y ascensos.

Sin duda alguna, la inteligencia emocional no es una varita mágica; no garantiza una mayor participación en el mercado ni un rendimiento más saludable. La ecología de toda corporación es ex­traordinariamente fluida y compleja. Ninguna intervención, ningún cambio por sí solo, puede arreglar todos los problemas. Pero si se ignora el ingrediente humano, nada de lo demás funcionará tan bien como debería. En los años venideros, las empresas cuya gente cola­bore mejor tendrán ventaja competitiva, por lo que la inteligencia emocional será más vital.

Pero aparte de la inteligencia emocional de las organizaciones para las que trabajamos, el poseer esas habilidades nos ofrece una manera de sobrevivir con nuestra humanidad y n.uestra cordura in­tactas. Y según el mundo cambie, estas aptitudes humanas pueden ayudarnos, no sólo a competir, sino también a alimentar la capaci­dad de encontrar placer y hasta gozo en el trabajo.