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Andrea Fernández: "La resaca de lo vivido"

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Esta muestra es parte de una serie de proyectos curatoriales cooperativos, que proponen la gestión de siete muestras individuales de cada uno de los integrantes de COO, cooperativa de jóvenes artistas tucumanos. Dos (o tres) integrantes de COO asumen el rol de curadores de cada uno de los proyectos expositivos. Esta acción refuerza el compromiso que asumió COO en su conformación y que se enuncia en el texto fundacional: pensamos este grupo como una cooperativa, desde la convicción de que, al accionar desde un grupo, se potencian las fuerzas individuales y, con éstas, la capacidad de dar solución –o de resistir– a problemas comunes, como el modo y medio de plantear y pensar las disyuntivas de una comunidad (en este caso, de artistas visuales)

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la resaca de lo vivido

“Era como si el tejido desgarrado del amor se reconstruyera a una velocidad in-concebible, solo, y sus hebras, siguiendo de memoria el diseño original, se trenza-ran de nuevo hasta borrar todo rastro de desgarradura” (El pasado)

A veces hablaba de este asombro, pero como

nadie parecía compartirlo, ni tan solo com-

prenderlo (la vida está hecha así, a base de

pequeñas soledades), lo olvidé.

Para componer este texto me vestí de Andrea, de repente soy una mujer que siempre supo que no aceptaría las opciones que le propongan, que crearía nuevas opciones, alternativas. Que por eso estudió arte, porque pensó que era el lugar donde podría recordar este deseo, y alimentarlo.

Entonces soy un clon de Andrea que quedó en Tucumán, recorté cinco textos que nos estuvimos enviando las dos desde el inicio de esta curaduría que pienso nos definen, o mejor aun: que intentan hacerlo; espero sean de su agrado y los invitamos a ser nosotras en cinco tiempos:

1 Y si alguien tuviera diez sentidos y podría percibir todas las emisio-nes satelitales sin necesidad de un dispositivo: ¡wi-fi en el cerebro! Surgirá “el arte telepático”, creo que el futuro todo lo podrá. Creo en un/a hombre/mujer súpersensible.

2 Aquí he vuelto a pensar en la tierra, en las raíces, en la alteridad, en la familia, en la defensa de los derechos, en el vivir bien. En la dignidad y el placer. Aquí decidí escribir manifiestos, alentar a otros a pelear, unirme con mis pares para cambiar las cosas. Ya casi nada me da vergüenza.

Al lado de mí estoy yo. Es hacia mí adonde voy. Y de mí salgo para ver. ¿Ver qué? Ver lo que existe. Después de muerta es hacia la realidad adonde voy. Mientras tanto, lo que hay es sueño. Sueño fatídico. Pero después, después todo es real.

“pero, para vivir así...desahogadamente”

3 Nos saludamos por primera vez en su muestra: el día que me quieras , invitada por su amigo Alfredo Frías la muestra y su presen-cia estaban ligadas a Alfredo, desde ese momento en adelante la presencia de Andrea siempre estaría ligada a alguien o algo (lugares generalmente)

Me encantó la muestra. Reconocí a una profesional detrás de ella. Y también reconocí a una gran romántica que como todos los román-ticos sabemos: nos escondemos para mostrarnos y nos mostramos para escondernos, por el motivo que todos los románticos sabemos.

4 Esa noche la luna estaba ausente, todo era oscuridad. Llegamos a un lugar, me ofrecieron un manta para dormir. Al despertar estaba en un sueño, en un lugar de sueño, era el pasado, otra dimensión, el mundo si hubiera seguido siendo otro.

5 El hecho de realizar esta muestra dentro de su propia casa, en primer lugar, intenta transfigurar dicho formato; en segundo lugar, opera sobre la verosimilitud de estos “mapas de relaciones” que traza la artista con su obra, es decir, descentrar la muestra de ámbi-tos tradicionales institucionalizados o no (museos, galerías, centros culturales, espacios de arte, etc.) “desficcionaliza” su propuesta. En tanto los percibamos “mas reales” tendremos más confianza para recorrer estos (sus) territorios y reidentificarnos con Andrea, de no ser así será demasiado tarde porque estaremos dentro de su casa, dentro de su “sobreexposición”, estaremos con ella siendo felices huéspedes cautivos.

Gustavo Nieto. Abril 2012

Tengo esa sensación, como a punto de entrar a un lugar oscuro,

ese miedo absurdo, insostenible para la razón, pero totalmente

lícito para los sentidos y a la vez la sospecha que proporciona el

conocimiento, seguramente los ojos se acomodaran a la oscuridad

y ese lugar no será tan oscuro sino simplemente será otro, con

una luminosidad diferente a la que inevitablemente uno se acos-

tumbrará antes de poder decidirlo. No quiero tener miedo; ni a la

oscuridad, ni a la soledad, ni a acostumbrarme, ni menos a la vida.

A la extensión de la vida (…)

Si me preguntáis de dónde vengo, tengo que conver-sar con cosas rotas, con utensilios demasiado amar-gos, con grandes bestias a menudo podridas y con mi acongojado corazón. (Yo también, Pablo)

En COO pensamos, hace un tiempo, en juntarnos para unir fuerzas y seguir haciendo lo que nos gusta y también para hacer cosas nuevas, involucrando a más personas; pensando de nuevo en el trabajo de los artistas y sus posibilidades. Eso pasó en 2 de 7. Esta “muestra” que fue más que nada un encuentro, fue posible gracias a muchas personas que están vinculadas a mi vida. Es muy importante para mí decir GRACIAS a los que hicieron que el 28 de abril sea un día inolvidable. Principalmente a mis COO Gustavo Nieto y Belén Aguirre, que vinieron a Salta, superando todos los obstáculos, y se entregaron realmente a trabajar por mi pro-yecto, que fue nuestro. A Gustavo en especial por sus propuestas como curador y su compañía como romántico, Belén gracias por su compro-miso y cariño y todo. Gracias también a los demás COO: Bruno, Alfredo, Gabriel y Sonia, que los quiero y es fundamental su presencia y compañía en este camino. Gracias a mi familia bella: mi madre incondicional que me apoya en todas, hermano Fran, tía Gra, Facu, Micky, Hugo. A Elena y Norberto y a Flor, a Eloy, que son mi familia y compañeros, que me hacen pensar y habitar “otros territorios”. A mis hermosas compañeras de la escuela: Gloria, Ana, Andrea, Cintia, Lily, Silvina. A todos los amigos que me ayudaron, aunque algunos no pudieron estar presentes, en especial a Mariana Vidal. A Esteban, el electricista perfecto; al fletero; al vecino que me prestó la escalera; a Andrés Gauna, un legendario artista que pintó el pasacalles; a Lucas Aimar que me prestó la mesa que faltaba, a Laura, Rosa, Marita que vinieron a conocerme un poco más y se abrieron a com-partir. A Soledad Dahbar por sus palabras afiladas y por “dar sentido”. A Nahuel Pereyra, gran ayudante de montaje. A Alcira y Mato, que me están enseñando mucho y bailan bien bonito. Y a Mariano, que me ayudó a hacer posible.