123
. MANUEL GARRIDO BONAÑO, O.S.B. Año litúrgico patrístico (5) Tiempo Ordinario X-XVIII Fundación GRATIS DATE. Pamplona, 2002

Año litúrgico patrístico

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Año litúrgico patrístico

2 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

.

MANUEL GARRIDO BONAÑO, O.S.B.

Año litúrgicopatrístico

(5) Tiempo Ordinario X-XVIII

Fundación GRATIS DATE. Pamplona, 2002

Page 2: Año litúrgico patrístico

3

Tiempo Ordinario

10ª Semana

DomingoEntrada: «El Señor es mi luz y mi sal-

vación: ¿a quién temeré? El Señor es ladefensa de mi vida: ¿quién me hará tem-blar? Ellos,mis enemigos y adversarios,tropiezan y caen» (Sal 26,1-2).

Colecta (del Misal anterior, retocada contextos del Gelasiano): «¡Oh Dios!, fuentede todo bien, escucha sin cesar nuestrassúplicas, y concédenos, inspirados por ti,pensar lo que es recto y cumplirlo con suayuda».

Ofrendas (del Misal anterior, retocadacon textos del Veronense): «Mira compla-cido, Señor, nuestro humilde servicio, paraque esta ofrenda te sea agradable y noshaga crecer en el amor».

Comunión: «Señor, mi Roca, mi Alcá-zar, mi Libertador, mi Fuerza salvadora,mi Baluarte» (Sal 17,3); o bien: «Dios esamor, y quien permanece en el amor per-manece en Dios y Dios en él» (1 Jn 4,16).

Postcomunión (del Misal anterior, re-tocada con textos del Gelasiano): «Padrede misericordia, que la fuerza curativa detu Espíritu en este sacramento sane nues-tras maldades y nos conduzca por el ca-mino del bien».

CICLO ACristo vino a llamar a los pecadores. Él

es infinitamente misericordioso y no quie-re la muerte del pecador sino que se con-vierta y se salve. La Misa de hoy nos lomuestra con el texto evangélico y el delprofeta Oseas. Para esto necesitamos fe,como enseña San Pablo en la segunda lec-tura, la fe en la muerte y resurrección delSeñor. La liturgia de este Domingo nosenseña a que suba hasta Dios el homenajede su amor y su confianza. Dios es lafuente de todo bien, como se dice en lacolecta, y nos ha dado a conocer su seríntimo: «Dios es amor».

–Oseas 6,3-6: Quiero misericordia y nosacrificio. San Agustín explica la impor-tancia del perdón:

«Centraos, hermanos míos, en el amor que laEscritura alaba de tal manera que admite que nadapuede comparársele. Cuando Dios nos exhorta aque nos amemos mutuamente, ¿acaso te exhorta aque ames solamente a quienes te amen a ti? Este esun amor de compensación, que Dios no considerasuficiente. Él quiso que se llegara a amar a losenemigos (Mt 5,44-45). Quien te enseñó a orares quien ruega por ti, puesto que eras culpable.Salta de gozo, porque entonces será tu juez quienahora es tu abogado. Dado que tendrás que orar ydefender tu causa con pocas palabras, has de lle-gar a aquellas: Perdónanos nuestras deudas, comonosotros perdonamos a nuestros deudores» (Mt6,12) (Sermón 386,1).

–Con el Salmo 49 decimos: «Al que si-gue buen camino le haré ver la salvaciónde Dios». Este Salmo es algo más queuna simple, pero durísima requisitoria con-tra la hipocresía de ciertas prácticas reli-giosas que carecen de sentido, porque notienen el aliento vital del espíritu. El sacri-ficio que Dios quiere es el de la alabanza,o lo que es lo mismo, que el hombre inte-gre en sus sacrificios y ofrendas su mis-ma persona, todo lo que él es.

10ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 3: Año litúrgico patrístico

4 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

–Romanos 4,18-25: Fue confortado enla fe por la gloria dada a Dios. Somosobra de Dios no sólo en cuanto justos.San Agustín dice:

«Conservemos esta justificación en la medidaen que la poseamos, aumentémosla en la propor-ción que requiere su pequeñez para que sea ple-na... Todo proviene de Dios, sin que esta afirma-ción signifique que podamos echarnos a dormir oque nos ahorremos cualquier esfuerzo o hasta elmismo querer. Si tú no quieres, no residirá en ti lajusticia de Dios. Pero aunque la voluntad no essino tuya, la justicia no es más que de Dios. Lajusticia de Dios puede existir sin tu voluntad..Serás obra de Dios, no sólo por ser hombre...Quien te hizo sin ti, no te santificará sin ti... Laparticipación en los dolores de Cristo será tu fuer-za» (Sermón 169,13).

–Mateo 9,9-13: No he venido a llamara los justos sino a los pecadores. La con-versión de San Mateo es una gran ense-ñanza siempre actual. Todos somos peca-dores. Comenta San Efrén:

«Él escogió a Mateo el publicano (Mt 9,9-13)para estimular a sus colegas a venirse con él. Él vea los pecadores y los llama, y les hace sentarse asu lado. ¡Espectáculo admirable; los ángeles es-tán de pie temblando, mientras los publicanos,sentados, gozan; los ángeles temen, a causa de sugrandeza, y los pecadores comen y beben con Él;los escribas rabian de envidia y los publicanosexultan y se admiran de su misericordia!

«Los cielos viven este espectáculo y se admi-ran, los infiernos lo vieron y deliraron. Satanás lovio ardiendo de furor, la muerte lo vio y experi-mentó su debilidad; los escribas lo vieron y que-daron ofuscados por ello. Hubo gozo en los cie-los y alegría en los ángeles, porque los rebeldeseran dominados, los indóciles sometidos, los pe-cadores enmendados, y porque los publicanos eranjustificados. A pesar de las exhortaciones de susamigos, Él no renunció a la ignominia de la cruz y,a pesar de las burlas de los enemigos, no renuncióa la compañía de los publicanos. Él ha desprecia-do la burla y desdeña las alabanzas, así contribuíamejor a la utilidad de los hombres» (Comentariosobre el Diatésaron 5,17).

CICLO B La victoria de Cristo sobre el demonio

había sido ya profetizada en el comienzodel mundo, cuando vemos a Dios anun-ciar que, si bien la mujer ha sucumbido ala tentación, su descendencia aplastará lacabeza de la serpiente. Por el pecado pri-mero hay miserias y sufrimientos, perose superan por la fe en Cristo resucitado,como dice San Pablo en la segunda lectu-ra de este Domingo. Cristo, en el Evan-gelio, acosado por la calumnia, respondea ella proclamando su victoria sobre Sa-tanás

–Génesis 3, 9-15: Establezco enemis-tades entre ti y la mujer entre tu estirpe yla suya. San Ireneo explica sobre Jesús,nacido de mujer, Hijo del Hombre:

«Recapitulando todas las cosas, Cristo fue cons-tituido Cabeza: declaró la guerra a nuestro enemi-go, y destruyó al que en el comienzo nos habíahecho prisioneros en Adán, aplastando su cabeza,como está escrito en el Génesis: “Pondré enemis-tad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y lasuya: él acechará a tu cabeza y tú acecharás a sucalcañar” (Gen 3, 15). Estaba predicho, pues, queaquel que tenía que nacer de una mujer virgen y denaturaleza semejante a la de Adán, tenía que ace-char a la cabeza de la serpiente. Esta es la descen-dencia de la que habla el Apóstol en la Carta a losGálatas: “la ley de las obras fue puesta hasta queviniera la descendencia del que había recibido lapromesa” (Gál 3,19). Y todavía lo declara másabiertamente en la misma Carta cuandodice: “cuando llegó la plenitud de los tiempos en-vió Dios a su Hijo, hecho de mujer” (Gál 4,4).

«El enemigo no hubiese sido vencido de unamanera adecuada, si no hubiese sido hombre na-cido de mujer el que lo venció. Porque en aquelcomienzo el enemigo esclavizó al hombre valién-dose de la mujer, poniéndose en situación de ene-mistad con el hombre. Y por esto el Señor seconfiesa a sí mismo Hijo del Hombre, reca-pitulando así en sí mismo aquel hombre originaldel cual había sido modelada la mujer. De estasuerte, así como por un hombre vencido se pro-

Page 4: Año litúrgico patrístico

5pagó la muerte en nuestro linaje, así también porun hombre vencedor podamos levantarnos a lavida. Y así como la muerte obtuvo la victoriacontra nosotros por culpa de un hombre, así tam-bién nosotros obtengamos la victoria contra lamuerte gracias a un hombre» (Contra las here-jías,V,21,1-2).

–Con el Salmo 129 proclamamos: «Des-de lo hondo a ti grito». El cristiano ha desaber aplicarse este salmo a sí mismo, re-conociéndose pecador y sepultado en elabismo de la muerte, que es el pecado.De este abismo sólo la misericordia deDios podrá salvarlo, porque sólo de Diosprocede el perdón y la redención comple-ta. Esto le hará ser precavido y temerosode Dios, consciente de que el perdón esun acto libre de la misericordia divina yexige la colaboración del hombre con elarrepentimiento.

–2 Corintios 4,13-5,1: Creemos y poreso hablamos. «Lo que se ve es transito-rio; lo que no se ve es eterno». San LeónMagno explica estas palabras:

«Aunque os damos estas exhortaciones y es-tos consejos, amadísimos, no es para que despre-ciéis las obras de Dios o para que penséis que enlas obras que Dios ha creado buenas (Gén 1,18)puede haber algo contrario a la fe, sino para queuséis con mesura y razonablemente de toda labelleza de las criaturas y del ornato de este mun-do (Gén 2,1), ya que como dice el Apóstol, “lascosas visibles son temporales, las invisibles eter-nas” (2 Cor 4,18). Hemos nacido para la vidapresente, pero hemos renacido para la vida futu-ra; no nos entreguemos, pues, a los bienes tem-porales, sino apliquémonos a los eternos; a fin deque podamos contemplar más de cerca el objetode nuestra esperanza, en el misterio mismo delnacimiento del Señor, lo que la gracia divina haconferido a nuestra naturaleza. Escuchemos alApóstol que nos dice: “estáis muertos y vuestravida está escondida con Cristo en Dios. Cuandose manifieste Cristo, vida nuestra, entonces osmanifestaréis gloriosos con Él” (Col 3,3-4)» (Ser-món 27,6).

–Marcos 3,20-35: Blasfemia contra elEspíritu Santo. San Agustín comenta aqué se refiere Jesús:

«La blasfemia contra el Espíritu Santo que nose perdonará ni en este siglo ni en el futuro es laimpenitencia. Contra este Espíritu, en efecto, dequien recibe el bautismo la virtud de borrar todoslos crímenes –perdón que refrenda el cielo–, con-tra este Espíritu habla, y de modo bien perversoel impío, ya con la lengua, ya con el corazón,quien, llamado a la penitencia por la bondad divi-na, él se va atesorando ira para el día de la ira ypara la revelación del justo juicio de Dios (Rom2,4-6). Esta impenitencia –nombre impreciso conel que podemos designar a la vez la blasfemia y lapalabra contra el Espíritu Santo–, no tiene per-dón jamás..., esta impenitencia no tiene perdónalguno ni en este siglo ni en el venidero, por ser lapenitencia quien en este siglo nos obtiene el per-dón que ha de valernos en el futuro» (Sermón71,20).

CICLO CLa resurrección del hijo de la viuda de

Naín, que relata el Evangelio de hoy esuna prefiguración de la resurrección delmismo Cristo, pero ante todo es un gestode piedad por parte del Señor a una ma-dre. El profeta Elías había actuado de unamanera semejante ante la angustia de lapobre viuda de Sarepta, un país pagano,que le había dado hospitalidad.

–1 Reyes 17,17-24: Tu hijo está vivo.Elías fue aun entre los paganos el hom-bre de Dios. Como profeta de Yahvé eratambién un instrumento del poder divinosobre la muerte y la vida entre los hom-bres. Dios nos ha dado la vida y nos hadado la gracia divina. Nuestra vida huma-na es un don de Dios. Pero más aún lo esnuestra vida divina por la gracia. Estába-mos muertos por el pecado y hemos re-sucitado por el perdón otorgado por Cris-to. Por eso gozosos cantamos en el sal-mo responsorial: «Te ensalzaré, Señor,porque me has librado».

–El Salmo 29 es un himno de acciónde gracias por la salvación recobrada;pero podemos recitarlos en sentido indi-vidual y colectivo por la liberación de todo

10ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 5: Año litúrgico patrístico

6 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

peligro, angustia y dolor. La gran victoriaes la que Cristo obtuvo de la muerte, delpecado, del abismo eterno. El dolor es unmisterio, aun para el mismo creyente, peroen Cristo se ha hecho luz y amanecer ra-diante con su gloriosa resurrección. El do-lor sufrido con Cristo se hace redentor,capaz de satisfacer por los pecados pro-pios y por los de todo el pueblo. Con talmodelo podrá el cristiano resistir firmela prueba, con la fortaleza de la fe y la se-guridad de la esperanza. Esto es una lec-ción para el futuro. Las pruebas que Diospermite son medios para acercarnos mása Dios (Rom 2,28).

–Gálatas 1,11-19: Se dignó revelar asu Hijo en mí para que yo lo anunciara alos gentiles. San Juan Crisóstomo se fijaen las palabras con las que San Pablo des-cribe su vida:

«¿Observas cómo señala cada acontecimientoy no se avergüenza? No se limitó a perseguir a laIglesia, sino que lo hizo con furia, no sólo fue trasella, sino que también la devastó, es decir, intentóapagar a la Iglesia, destruirla, aniquilarla, hacerladesaparecer, porque eso es lo propio del que de-vasta... Para que no creas que se comportaba asípor cólera, señala que actuaba por celo y, aunqueno sabía qué hacía, perseguía, no por vanagloria,ni por odio, sino porque era ‘celoso’ de las tradi-ciones paternas. Sus palabras quieren decir lo quesigue: si lo que hice contra la Iglesia no lo hice pormotivos humanos, sino por celo divino, equivo-cado, pero celo al fin, ¿cómo ahora corro en favorde la Iglesia y conozco la verdad podría actuar porvanagloria? Una pasión semejante no se apoderóde mí por error, sino que me guió el celo de Dios,por lo que ahora, que he conocido la verdad, seríamás justo verme libre de esa sospecha. Al tiempoque pasé a la doctrina de la Iglesia, me liberé detodo prejuicio judaico, con un celo entonces mu-cho mayor, lo que, ya en posesión de un celodivino, es una prueba de haber cambiado real-mente. Si no fuera así, dime: ¿qué otra cosa podríamotivar un cambio semejante: ultraje a cambio dehonores, peligros en lugar de tranquilidad, tribu-lación en lugar de seguridad? No se trata de nadaque no sea amor por la verdad» (Comentario a laCarta a los Gálatas).

–Lucas 7,11-17: ¡Muchacho, a ti te lodigo, levántate! La misión salvadora deCristo es integral, abarca por igual las al-mas y los cuerpos. Es la Resurrección yla Vida (Jn 11,25). San Ambrosio comen-ta este pasaje del Evangelio:

«Este pasaje es rico en un doble provecho. Cree-mos que la misericordia divina se inclina pronto alas lágrimas de una madre viuda, principalmentecuando está quebrantada por el sufrimiento y porla muerte de su hijo único, viuda, sin embargo, aquien la multitud del duelo restituye el mérito de lamaternidad. Por otra parte, esta viuda, rodeadapor una multitud de pueblo, nos parece algo másque una mujer: ella ha obtenido por sus lágrimasla resurrección del adolescente, su hijo único; esque la Iglesia santa llama a la vida desde el cortejofúnebre y desde las extremidades del sepulcro alpueblo más joven, en vista de sus lágrimas; estáprohibido llorar a quien está reservada la resu-rrección... Aunque existe un pecado grave que nopuede ser lavado con las lágrimas de tu arrepenti-miento, llora por ti la madre Iglesia, que intervienepor cada uno de su hijos únicos; pues ella se com-padece, por un sufrimiento espiritual que le esconnatural, cuando ve a sus hijos arrastrarse haciala muerte por vicios funestos. Somos nosotrosentrañas de sus entrañas...» (Tratado sobre elEvangelio de San Lucas lib.V, 89 y 92).

Lunes

Años impares–2 Corintios 1,1-7: «Dios alienta hasta

el punto de poder nosotros alentar a losdemás». El Apóstol experimenta el con-suelo de Dios en la prueba y alienta a losdemás. La participación en los sufrimien-tos supone la participación asimismo enel consuelo, esto es, en la gloria. SanAgustín dice:

«Nunca faltan persecuciones y el diablo o tien-de acechanzas o maltrata, por eso siempre debe-mos estar preparados con el corazón fijo en elSeñor y en cuanto nos sea posible, pedirle fortale-za en medio de estas fatigas, tribulaciones y ten-taciones, porque nosotros somos poca cosa onada. Lo que podemos decir de nosotros mis-

Page 6: Año litúrgico patrístico

7mos, lo escuchasteis cuando se leyó al apóstolPablo: “como abundan, dijo, los sufrimientos deCristo en nosotros, así también por Cristo abun-da nuestro consuelo” (2 Cor 1,5)... Si nos faltaseel Consolador, desfalleceríamos ante elperseguidor» (Sermón 305,A,5).

El consuelo es también para nosotros.Por eso cantamos en el salmo responso-rial: «Gustad y ved qué bueno es el Se-ñor».

–En el Salmo 33 alaba el salmista a Diose invita a todos a la alabanza de Yahvé.La protección divina que el salmista haexperimentado le llena el corazón de agra-decimiento y alegría; pero no como algopasajero que se expresa en momentos in-termitentes, especialmente dedicados alculto, sino en todo momento. El sí dadoa Dios ha de comprometer toda la vidadel creyente, sus acciones, sus pensamien-tos. Porque sus relaciones con Dios sefundan en la dependencia esencial y pro-funda del mismo existir. Todo creyente yno sólo el religioso y el místico, deberíatranspirar a Dios por todos los poros desu cuerpo. El salmista, posiblemente elrey David, no era anacoreta, sino un hom-bre de mundo, con sus limitaciones y fa-llos, pero fue un creyente sincero que, ins-pirado por Dios, trazó magistralmente lascoordenadas en las que todo creyente sedebe mover.

San Agustín ha experimentado la bon-dad del Señor; por eso dice:

«Ahí tienes su dulzura; paladéala y saboréala,como dice el salmo: Gustad y ved cuán suave es elSeñor. El Señor, en efecto, se te ha hecho dulce,mas después de haberte liberado. ¡Qué amargurala tuya cuando presumías de ti mismo! Bebe aho-ra su dulzura, ella es prenda y anticipo de la dulzu-ra del cielo» (Sermón 145,5).

Años pares–1 Reyes 17,1-6: Elías sirve al Señor

Dios de Israel. En el tiempo del rey Ajab,en el Reino del Norte, la reina Jezabel pre-

tende sustituir la religión por los cultospaganos de su país de origen. El profetaElías es elegido por Dios para conservaren toda su pureza la ley de Moisés. Pro-fetiza al rey la sequía como castigo de lainfidelidad del pueblo. Luego, por ordende Dios, marcha cerca del Jordán y allíDios lo alimenta milagrosamente. Co-menta San Agustín:

«Por medio de un cuervo alimentó el Señor alprofeta Elías. A quien los hombres perseguían leservían las aves» (Sermón 239,3).

– Por eso la Iglesia ha puesto a esta lec-tura como Salmo responsorial el Salmo120: «el auxilio me viene del Señor».

La providencia de Dios protege cadauno de nuestros pasos. Esa providenciase ha hecho visible y tangible en Jesús deNazaret «pastor y guardián de nuestrasalmas» (1 Pe 2,25). Caminando de sumano no hay miedo de perderse ni resba-lar en el camino. Esta providencia pater-nal de Dios y de Cristo no quita para quevivamos vigilantes y no descuidemos deponer todos los medios a nuestro alcancepara defendernos del mal, como dice elapóstol San Pedro: «estad alerta y velad,porque vuestro adversario el diablo andarondando como león rugiente, y busca aquien devorar; resistidle firmes en la fe,considerando que los mismos padecimien-tos soportan vuestros hermanos dispersospor el mundo» (1 Pe 5,8-9).

–Mateo 5,1-12: Bienaventuranzas. SanJuan Crisóstomo explica este pasaje delEvangelio:

«La muchedumbre no tenía otro afán que con-templar milagros; pero los discípulos quieren tam-bién oir una enseñanza grande y sublime; lo que,sin duda, movió al Señor a dársela y empezar sumagisterio por estos razonamientos. Porque nocuraba el Señor sólo los cuerpos, sino que ende-rezaba también las almas. Del cuidado de los unos,pasaba al cuidado de las otras. Con lo que no sóloera más variada la utilidad, sino que mezclaba laenseñanza de la doctrina con la demostración de

10ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 7: Año litúrgico patrístico

8 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

las obras. De este modo también cerraba las bo-cas desvergonzadas a los futuros herejes, puescon el cuidado que ponía por una y otra sustanciade que consta el hombre, nos hace ver que Él es elartífice del viviente entero. De ahí que su provi-dencia se distribuía por una y otra naturaleza,alma y cuerpo, enderezando ahora a la una, ahoraa la otra...

«Escuchemos con toda diligencia sus palabras.Porque fueron sí, pronunciadas para los que lasoyeron sobre el monte; pero se consignaron porescrito para cuantos sin excepción habían de venirdespués. De ahí justamente que mirara el Señor,al hablar, a sus discípulos, pero no circunscribe aellos sus palabras. Las bienaventuranzas se diri-gen sin limitación alguna a todos los hombres»(Homilía 15 sobre San Mateo 1).

Martes

Años impares–2 Corintios 1,18-22: Jesús no fue pri-

mero sí y luego no. En Él todo se ha con-vertido en un sí. San Pablo se defiende delas falsas acusaciones. Se fija en Cristoque ha sido el sí de Dios. Somos hijos adop-tivos de Dios y llevamos por la unción unsello impreso en nuestras almas. Se nosha dado el Espíritu como prenda de lasrealidades futuras.

Somos ungidos por el Espíritu. El bau-tismo y la confirmación imprimen carác-ter en el alma del cristiano, y el Espíritulo configura como profeta, sacerdote yrey. Así comenta San Juan Crisóstomo:

«Estos tres tipos de personajes recibían en lostiempos antiguos la unción que los confirmaba ensu dignidad. Nosotros, los cristianos, no tenemosel beneficio de una de esas tres unciones, sino delas tres a la vez y de una manera mucho más exce-lente. Así es, ¿no somos reyes siendo el imperiodel cielo infaliblemente nuestra herencia? ¿Nosomos sacerdotes, si hacemos a Dios la consagra-ción de nuestro cuerpo en lugar de víctimasirracionales y privadas de razón, como dice elApóstol: “os exhorto a que ofrezcáis vuestroscuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios”(Rom 12,1)? Por último, ¿no somos profetas si,

gracias a Dios, nos han sido revelados secretosque escapan al ojo y al oído del hombre?» (Homilíasobre II Cor,3).

–Por eso cantamos en el salmo res-ponsorial: «Haz brillar, Señor, tu rostro so-bre tu siervo». Todo lo que el Salmo 118canta es el amor de Dios bajo el aspectode la ley. Esta viene de una raíz que signi-fica «enseñar». La ley enseña el caminopara ir a Dios. No es una carga pesadacon múltiples y angustiosas normas, sinoque es objeto de amor y causa de gozo.El amor a Dios se expresa, generalmente,en los salmos con el símbolo de la ley quees el camino que Dios ha puesto para ir aÉl. Esta ley aparece bajo diversos sinóni-mos. En este caso se manifiesta con elnombre de precepto, que significa con-fiar algo a alguien. Los preceptos son todolo que Dios ha confiado al hombre: la crea-ción, su destino, su misión concreta... Engeneral: todo lo manifestado en la Alian-za.

Años pares–1 Reyes 17,7-14: No le faltó el alimen-

to. Sin embargo el profeta Elías se refu-gia en la casa de la viuda de Sarepta, tie-rra pagana, y allí es alimentado y corres-ponde con un espléndido milagro: «La or-za de harina no se vació, la alcuza de aceiteno se agotó». San Agustín dice:

«Dios alimentaba al santo Elías por medio deun ave; nunca falta a Dios la misericordia y laomnipotencia para alimentarlo siempre de esta ma-nera. Sin embargo, lo envía a una viuda para queella le dé de comer, y no porque no hubiera otramanera de alimentar al siervo de Dios, sino paraque la viuda piadosa mereciera la bendi-ción» (Sermón 277,1).

–El Señor hace milagros en favor nues-tro si nosotros actuamos según su ley santa.Hace brillar sobre nosotros la luz de surostro, como cantamos en el salmo res-ponsorial Salmo 4, que es una oración de

Page 8: Año litúrgico patrístico

9

confianza, de solidaridad en la fe. Esta so-lidaridad no se circunscribe a lo estricta-mente religioso, sino que ha de estar abier-ta a toda la dimensión de la persona huma-na, creada y llamada por Dios. Nos en-seña el salmo a orar sencillamente y sinesfuerzos, tratando todos los asuntos a laluz de Dios. El argumento que da el sal-mista a los hombres apartados de Dios esel hecho irrefutable de su propia experien-cia: «hizo milagros en mi favor», comoen la viuda de Sarepta. Es como si nosdijera a nosotros: «probadlo y veréis lomaravilloso que es vivir según el plan deDios».

–Mateo 5,13-16: Vosotros sois la luz delmundo. Comenta San Agustín :

«Pero también los apóstoles, hermanos míos,son lámparas del día. No penséis que sólo Juanera lámpara y que los apóstoles no lo son. A ellosles dice el Señor: “Vosotros sois la luz del mun-do”. Y para que no pensaran que eran luz comoquien es llamado Luz, de quien se dijo: Existía laluz verdadera que ilumina a todo hombre que vie-ne a este mundo, a continuación les mostró cuálera la luz verdadera. Tras haber dicho: Vosotrossois la luz del mundo, añadió: “Nadie enciendeuna lámpara y la pone bajo el celemín”. Cuandodije que vosotros erais luz, quise deciros que eraislámparas. No exultéis llenos de soberbia, para queno se apague la llama. No os pongo bajo el cele-mín, sino que estaréis en el candelero para quedeis luz. ¿Cuál es el candelero para la lámpara?Escuchad cual. Sed lámparas y tendréis vuestrocandelero. La cruz de Cristo es el gran candelero.Quien quiera dar luz que no se avergüence delcandelero de madera...

No habéis podido encenderos vosotros mis-mos para llegar a ser lámparas, tampoco habéispodido colocaros sobre el candelero; sea glorifi-cado quien os lo ha concedido. Escucha, pues, alApóstol Pablo, escucha a la lámpara que exulta degozo en el candelero: “lejos de mí, dice, lejos demí”, ¿qué?: “ gloriarme a no ser en la cruz denuestro Señor Jesucristo” (Gál 6,14). Mi gloriaestá en el candelero; si me lo retiran me caigo...Vuestra alabanza es vuestra disposición. Esté cru-cificado el mundo para vosotros; crucificaos parael mundo. ¿Qué quiero decir? No busquéis la fe-licidad en el mundo; absteneos de ella. El mundo

halaga; precaveos de él como de un corruptor; elmundo amenaza; no le temáis en cuanto opugna-dor. Si no te corrompen ni los bienes ni los malesdel mundo, el mundo está crucificado para ti y túpara el mundo. Pon tu gloria en estar en el cande-lero, conserva siempre, oh lámpara, tu humildaden el candelero para no perder tu resplandor. Cui-da que no te apague la soberbia. Conserva lo quehas hecho, para gloriarte en tu Hacedor» (Sermón289, 6).

Miércoles

Años impares–2 Corintios 3,4-11: Nos ha hecho ser-

vidores de una nueva Alianza, no basadaen pura letra, sino en el Espíritu. Los mis-terios del Nuevo Testamento superan losdel Antiguo. Estos estaban apegados a laletra, mas los del Nuevo lo son del Espí-ritu. Por eso brillan más que aquéllos. SanAgustín dice:

«Esto es un don de la gracia; mediante la virtudseptiforme actúa el Espíritu Santo en los amadosde Dios, para que la ley tenga alguna fuerza enellos. En efecto, si quitas el Espíritu, ¿para quésirve la ley? Hace a uno transgresor; por eso sedijo: “la letra mata” (2 Cor 3,6). Manda peronada hace. No mataba antes de ordenársete, y sila Providencia te tenía como pecador, no te teníacomo transgresor. Se te ordena algo y no lo haces,se te prohibe otra cosa y la haces: he aquí que laletra mata» (Sermón 250,3).

Si el código de la ley se inauguró congloria –no podían ver el rostro iluminadode Moisés– si lo caduco tuvo su esplen-dor, lo que permanece será más esplen-doroso.

–«Santo es el Señor nuestro Dios». Asícantamos con el Salmo 98, con el queproclamamos la santidad de Dios que tras-ciende a todo y que está por encima delas cosas creadas y contingentes, que notiene nada que ver con los ídolos, que soncreación humana. Celebramos al Dios ex-celso y santo por antonomasia, que tieneuna santidad ontológica y esencial y se

10ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 9: Año litúrgico patrístico

10 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

manifiesta en que ama la justicia y esta-blece la rectitud.

La santidad de Dios se manifiesta alhombre en la cercanía. De ahí que tras laalusión a la Alianza, se haga mención delos tres grandes mediadores del AntiguoTestamento: Moisés, Aarón y Samuel.Realmente fueron hombres que vivieronen una gran intimidad con Dios; pero elcristiano tiene un privilegio mayor y esque puede conocer al Dios trascendente ysanto descendido a la condición humanay hecho uno de nosotros, para ser modelode santidad palpable y camino visible parallegar a la santidad de Dios: Cristo, elSanto de Dios. La santidad invisible delDios trascendente se ha hecho visible ycercana en Cristo Jesús. Aprended de Míque soy manso y humilde de corazón (Mt11,29). Brilló esplendorosamente en laTransfiguración y en la Resurrección.

Años pares–1 Reyes,18,20-39: Que sepa esta gen-

te que Tú eres el Dios verdadero y que Túles cambiarás el corazón. Elías refuta alos sacerdotes de Baal..

La enseñanza de todo este relato la en-contramos en el salmo responsorial (Sal-mo 15), que manifiesta una total opciónpor Yahvé, dejando a un lado, abatidos yhumillados, a todos los baales que se pue-dan presentar al hombre. Elías hizo su sa-crificio y Dios lo aceptó y mostró la fal-sedad de los que adoran ídolos inertes.

–Sin un Dios vivo, eterno, trascenden-te, Dios de Amor y de Fidelidad que lla-ma al hombre a la existencia y le prometeuna vida sin término, no tiene sentido lavida ni la historia de los hombres. ConDios, en cambio, la vida adquiere un sen-tido, porque queda abierta a la trascen-dencia y a la esperanza, aun después de lamuerte. Esta intuición mística con la queel Salmo 15 termina, ya está como en

semilla, cuando el salmista reflexiona so-bre la fría realidad de lo que es un mundosin Dios: «Multiplican estatuas de diosesextraños...» Pero, todo son obra de susmanos que morirán con ellos y no podránsalvarlos de nada, porque nada son...

Los ídolos modernos son distintos; perotodos tienen de común que son creacio-nes humanas... Son incapaces de abrir unhorizonte de esperanza en un más allá sintérmino, que responda a las íntimas e in-natas aspiraciones de la humanidad. Si nohay un Dios Creador de todo, ¿quién po-drá hablar de fraternidad, o de sacrificiospor el pobre, el oprimido, el marginado?Sólo Dios puede inspirar esos sentimien-tos de fraternidad. Él es el Padre de to-dos. Todos somos sus hijos y hermanosunos con otros.

–Mateo 5,17-19: No he venido a abo-lir, sino a dar plenitud. La ley llegó a sumás pleno desarrollo en la interpretacióny culminación que le dio Cristo. San JuanCrisóstomo explica que Él cumplió la Leyy la llevó a su perfección:

«¿Y cómo no destruyó Cristo la ley y cómocumplió a par de los profetas? Los profetas antetodo, porque con sus obras confirmó cuanto aqué-llos habían dicho de Él... En todo se cumplió algu-na profecía. Todo lo cual hubiera quedado incum-plido si Él no hubiera venido. En cuanto a la ley,no la cumplió de una sola manera, sino de dos, yhasta de tres maneras. Primero, por no haber tras-pasado ninguno de sus preceptos. Así, que loscumplió todos, oye cómo lo dice a Juan: “de estemodo nos conviene cumplir toda justicia” (Mt3,15). Y a los judíos les decía: “¿Quién de voso-tros me convencerá de pecado?” (Jn 8,40). Y otravez a sus discípulos: “Viene el príncipe de estemundo y nada tiene que ver conmigo” (ib. 14,30).Y de antiguo había dicho el profeta: “Él no come-tió pecado” (Is 53,9). He ahí el primer modo comocumplió el Señor la ley. El segundo fue haberlacumplido por nosotros. Porque ahí está la mara-villa, que no sólo la cumplió Él, sino que nosconcedió también a nosotros gracia para cumplir-la. Es lo que Pablo declaró cuando dijo: “el fin dela ley es Cristo, para justicia de todo creyente”

Page 10: Año litúrgico patrístico

11(Rom 10,4)... Mas si lo examinamos con diligen-cia, aun hallaremos un tercer modo como Cristocumplió la ley. ¿Qué modo es éste? La misma leysuya que estaba ahora por proclamar. Porque loque Él dice no es derogación, sino su perfección ycomplemento» (Homilía 16 sobre San Mateo 2y 3).

Jueves

Años impares–2 Corintios 3,15–4,1.3-6: Dios ha bri-

llado en nuestros corazones, para que no-sotros iluminemos, dando a conocer la glo-ria de Dios. Al revelar Cristo el verdade-ro alcance del Antiguo Testamento retirael velo que lo encubría. Los que creen enCristo se transforman de día en día a ima-gen de la gloria esplendorosa del resuci-tado. San Agustín dice:

«Se quita el velo, no Moisés; el velo, no la ley.Y ved cómo a la venida del Señor se quita el velo.Cuando fue colgado del madero, el velo se rasgó.¡Oh misterio grande! ¡Oh símbolo inefable! Cru-cifican los trangresores de la ley, y los secretos dela ley muéstranse de manifiesto. ¿No fue la cruzcomo una llave? Ella sujetó al Señor y soltó loencerrado. Mas, aun rasgado el velo, tienen losjudíos el velo echado sobre su rostro... Pudieronellos tener la ley escrita en piedra. !Oh! Si la tuvie-sen grabada en el corazón, estarían con nosotros.Tengamos nosotros, hermanos, la ley en el cora-zón y probémoslo no con alabanzas verbales, sinocon obras buenas... Véase vuestro fruto, gócemeyo en vuestras obras. No puedes tú decir al enfer-mo: Levántate y anda; mas sí puedes decir: Hastaque te levantes de tu lecho toma y come. No pue-des tú sanar al enfermo, mas bien puedes vestir aldesnudo. Haz lo que puedas que Dios no ha depedirte lo imposible» (Sermón 125,A,3).

–Con el Salmo 84 decimos: «La gloriadel Señor habitará en nuestra tierra». Lavemos con la cara descubierta y refleja-mos la gloria del Señor y nos vamos trans-formando en su imagen con resplandorcreciente. San Agustín comenta:

«Cantad y edificad; cantad y cantad bien. Anun-ciad el día del día, su salvación. Anunciad el día

del día, su Cristo. Pues, ¿cuál es su salvación sinosu Cristo? Esta salvación es la que pedimos en elSalmo: “muéstranos, Señor, tu misericordia y da-nos tu salvación” (Sal 84, 8). Esta salvación de-seaban los antiguos justos, de los que decía elSeñor a sus discípulos: “Muchos quisieron ver loque vosotros estáis viendo y no pudieron” (Lc10,24).

«Y danos tu salvación. Esto dijeron aquellosjustos: Danos tu salvación, es decir, que veamos atu Cristo mientras vivimos en esta carne. Veamosen la carne a quien nos libre de la carne; llegue lacarne que purifica la carne; sufra la carne y redimael alma y la carne. Y danos tu salvación, Con estedeseo vivía aquel Santo anciano y lleno de méri-tos divinos, Simeón, decía también: Muéstranos,Señor tu misericordia y danos tu salvación. A estedeseo y a estas preces recibió como respuesta queno gustaría la muerte hasta que no viera al Cristodel Señor» (Sermón 163,4).

Y en otro lugar: «La verdad ha brotado de latierra. ¿Qué beneficio nos ha aportado? “La ver-dad ha brotado de la tierra y la justicia ha miradodesde el cielo” (Sal 84,10). Estabas dormido yvino hacia ti, roncabas y te despertó; te hizo uncamino a través de sí para no perderte a ti. Puestoque la verdad ha brotado de la tierra, por esonuestro Señor Jesucristo nació de una Virgen: lajusticia ha mirado desde el cielo para que los hom-bres tuvieran justicia, no propia, sino deDios» (Sermón 189,2).

Años pares–1 Reyes 18,41-46: Elías oró y el cielo

dio su lluvia. La conversión del pueblode Israel al verdadero Dios y la oracióndel profeta atrajeron la misericordia deDios. La sequía cesó por la oración deElías. Sobre el poder de la oración escri-be Orígenes:

«Un cristiano, por ignorante que sea, está per-suadido de que todo lugar es parte del universo ytodo el mundo templo de Dios. Y, orando en todolugar, cerrados los ojos de la sensación y despier-tos los del alma, trasciende el mundo todo. Y nose para ante la bóveda del cielo, sino que llega consu pensamiento hasta el lugar supraceleste, guia-do por el espíritu de Dios. Y, como si se hallarafuera del mundo, dirige su oración a Dios, nosobre cosas cualesquiera, pues ha aprendido deJesús a no buscar nada pequeño, es decir, nada

10ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 11: Año litúrgico patrístico

12 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

sensible, sino sólo lo grande y de verdad divino,aquellos dones de Dios que nos ayudan a caminarhacia la bienaventuranza que hay en Él mismo,por medio de su Hijo, el Logos de Dios» (ContraCelso 7,44).

–Con el Salmo 64 proclamamos: «OhDios, tú mereces un himno en Sión». Dioses providente con el hombre. Le da laslluvias a su tiempo y así, de toda la tierra,de los páramos y de las colinas, de losvalles y de las praderas vestidos de mie-ses, se eleva como un resplandor de ale-gría que canta y aclama la bondad de Dios.Es la espiritualidad de la naturaleza tancercana e inmediata al hombre, la que hayque descubrir. Porque todo lo que nosrodea es un don de Dios. Los santos, através de la creación, se remontaban a lacontemplación para alcanzar el amor,como hacía San Ignacio de Loyola. Pero,sobre todo, hemos de mirar el orden so-brenatural de Dios. San Jerónimo recor-daba que las cosas materiales pueden te-ner un sentido espiritual que las comple-ta. Así el agua, la fuente, la sed, los fru-tos... son símbolos de otra agua que saltahasta la vida eterna (Jn 4,14), de otra sedque sólo puede saciar Cristo (Jn 7,37-39),de otros frutos que pueden llegar al cien-to por uno (Mt 13, 8). Por esto y otrosmuchos bienes materiales y espirituales,que recibimos de Dios hemos de cantarcon el salmista: «Oh Dios, Tú merecesun himno en Sión».

–Mateo 5,2026: Todo el que está pe-leado con su hermano será procesado.Cristo promulgó la nueva ley, que com-pleta y perfecciona la antigua. De estemodo el espíritu de hombre se perfeccio-na por la doctrina de Cristo. San Juan Cri-sóstomo lo expone así:

«Mas no se detiene el Señor en lo ya dicho,sino que añade muchas cosas más, por las quenos demuestra cuánta cuenta tiene de la caridad.Ya nos ha amenazado con el juicio, con el concejoy hasta con el infierno; y ahora añade otra cosamuy en consonancia con todo lo dicho: Si ofreces

tu ofrenda sobre el altar y allí te acuerdas que tuhermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda de-lante del altar y marcha a reconciliarte primero contu hermano y entonces ven y ofrece tu ofrenda.¡Oh bondad, oh amor que sobrepuja todo razona-miento! El Señor menosprecia su propio honor atrueque de salvar la caridad; con lo que nos hacever de paso que tampoco sus anteriores amenazasprocedían de desamor alguno para con nosotros,ni deseo de castigo, sino de su mismo inmensoamor» (Homilía 16,9 sobre San Mateo).

Viernes

Años impares–2 Corintios 4,7-15: Quien resucitó a

Jesús, también con Jesús nos resucitará ynos hará estar con vosotros. El ministe-rio de San Pablo se realiza en medio desufrimiento, pero esta unión con la muer-te de Cristo manifiesta su vida, tanto enlo referente al mismo Apóstol cuanto enlos demás fieles. Pero llevamos los donesde Dios en vasos de barro. Explica SanAgustín:

«¡Admirable bondad la de Dios que nos otorgaun don igual a Él mismo! Su don es el EspírituSanto. Y el Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo sonun Dios único: la Trinidad. Y ¿qué bien nos trajoel Espíritu Santo? Oyéselo al Apóstol: EL amorde Dios ha sido derramado en vuestros corazo-nes. ¿De dónde, oh mendigo, te vino ese amor deDios derramado en tu corazón? ¿Cómo ha podidoeste amor divino ser derramado en el corazón delhombre? Tenemos, dijo el Apóstol, el tesoro ésteen vasos de barro. ¿A qué fin en vasos de barro?Para que resalte la fuerza de Dios (2 Cor 4,7).Habiendo por último dicho: El amor de Dios hasido derramado en nuestros corazones, y, al obje-to de que no se atribuya nadie a sí mismo el amara Dios, añadió: Por el Espíritu Santo que nos fuedado. Luego para que tú ames a Dios es necesarioque more Dios en tí, que su amor te venga de Él,es decir, que recibas su moción, ponga en ti sufuego, te ilumine y levante a su amor» (Sermón128,4).

–Por todo eso ofrecemos al Señor unsacrificio de alabanza y lo hacemos conel Salmo 115: «Tenía fe, aun cuando dije:

Page 12: Año litúrgico patrístico

13

qué desgraciado soy. Yo decía en mi apu-ro: los hombres son unos mentirosos. Mu-cho cuesta al Señor la muerte de su fie-les. Señor yo soy tu siervo, siervo tuyo,hijo de tu esclava; rompiste mis cadenas.Te ofreceré un sacrificio de alabanza, in-vocando tu nombre, Señor. Cumpliré misvotos, en presencia de todo el pueblo».

Años pares–1 Reyes 9,9.11-16: Aguarda al Señor

en el monte. Elías amenazado de muertepor Jezabel, huye hasta el monte santo –el Horeb–, en donde Dios se manifestó enotro tiempo a Moisés, como el único yverdadero Dios. Ahora se aparece a Elíasen medio de un susurro, de una brisa li-gera, símbolo de la intimidad de Dios paracon su pueblo.

–San Agustín explica el Salmo 26:«El ansia de Dios se ha de manifestado muchas

veces en las Sagradas Escrituras sobre todo en losSalmos: “Tu rostro buscaré Señor, no me escon-das tu rostro” (Sal 26). Esto es en definitiva loúnico que importa al salmista, porque quien haafirmado por la fe que Dios es su vida, su alegría,su defensa, su camino, sabe por la fe que Dios nole puede faltar. Al lado de Dios todo se desvanece,incluso la angustia mortal.

«“Tu rostro buscaré, Señor”. Nada puede de-cirse más excelente. Esto lo perciben lo verdade-ros amantes. Quizá alguno quisiera ser feliz e in-mortal, se ha escrito, en aquellos placeres de lasconcupiscencias terrenas que ama. Pero tú, ¿quédirías si te hiciera inmortal en estos deleites y de-seos de alegrías eternas? Tal amador respondería:No los quiero. Todo lo que existe fuera de Él no esdeleite para mí. Quíteme el Señor todo lo que quieradarme. Déseme Él.

«Dígale, pues, nuestro corazón: He buscado turostro; no apartes de mí tu faz. Sea ésta su res-puesta: “quien me ama guarda mis mandamien-tos; quien me ama será amado por mi Padre ytambién yo lo amaré y me mostraré a él” (Jn14,21). Sin duda alguna le estaban viendo con losojos aquellos a quienes decía esto y escuchabancon sus oídos el sonido de su voz, y en su cora-zón humano pensaban que era sólo un hombre;pero a quienes le amaban les prometió mostrárseles

a Sí mismo, es decir, lo que jamás el ojo vio, ni eloído oyó, ni llegó al corazón del hombre. Hastaque esto suceda, hasta que nos muestre lo que nosbasta, hasta que bebamos y nos saciemos de Él,fuente de vida; mientras, caminando en la fe, pere-grinamos hacia Él, mientras sentimos hambre ysed de justicia y deseamos con indecible ardor lahermosura de la forma de Dios (Sermón 194,4).

–Mateo 5,27-32: Nuestro Señor se dirigea todos los hombres y condena además elacto interno, aunque no vaya acompañadode efectos externos. El lenguaje enérgico conque nuestro Señor advierte contra la oca-sión de pecar no se ha de tomar literal-mente: el ojo izquierdo, por ejemplo, su-pone tanto peligro como el derecho. Lasexpresiones: «ojo derecho» y «mano de-recha» significan evidentemente todo loque nosotros tenemos de más querido. Siestos constituyen un obstáculo en la sen-da moral deben ser apartado de nosotros.Comenta San Juan Crisóstomo:

«Una vez que nos mostró el Señor el daño deque de ahí se sigue, pasa adelante y encarece laley, mandándonos cortar y extirpar y arrojar lejosde nosotros lo que nos escandalice. ¡Y eso nosordena el que mil veces nos ha hablado de suamor! Con lo que has de caer en la cuenta, por unoy otro lado, de su providencia y cómo en todo ypor todo busca tu provecho» (Homilía 17,3 so-bre San Mateo).

Sábado

Años impares–2 Corintios 5,14-21: Al que no había

pecado Dios le hizo expiar nuestros peca-dos. «Nos apremia el amor de Cristo, quemurió para salvarnos a todos y nos re-concilió con Dios». San Gregorio Nacian-ceno explica estas palabras de San Pablo:

«Jesús, que desde el principio acogió a los pe-cadores, deja el suyo, para ir de un lugar a otro(Mt 19,1). ¿Con qué fin? No sólo para ganarmayor número de hombres para el amor de Dios,frecuentando su trato, sino también, a mi pare-cer, para santificar un mayor número de lugares.

10ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 13: Año litúrgico patrístico

14 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

Para el judío se hizo judío, para ganar a los judíos;para ganar a los que estaban bajo la ley, se sujetóa la ley, con los débiles se hizo débil, a fin desalvar a los débiles, se hizo todo a todos paraganarlos a todos (1 Cor 9,19-23).

«¿Por qué digo a todos, mientras Pablo dice aalgunos, hablando de sí mismo? Porque yo pien-so que el Salvador ha sufrido más. En efecto, nosólo se hizo judío, no sólo aceptó los nombresmás absurdos e injuriosos, sino también, y esmás absurdo, Él se hizo pecado (2 Cor 5,21).Ciertamente Él no lo es (Gál 2,17), pero recibió elnombre. ¿Cómo podría Él ser pecado el que noslibra del pecado (Rom 6,18-22)? ¿Y como serámaldición el que nos rescató de la maldición de laley (Gál 3,13)? Pero Él llega hasta eso para hacer-nos ver qué es la humildad y mostrarnos la medi-da de esa humildad que nos ha merecido la exalta-ción (Lc 14,11). Como hemos dicho llega a peca-do y desciende al nivel de todos, echa el anzueloa todos para sacar el pez del fondo del mar, el quenada entre las olas agitadas y salobres de la vidadel hombre» (Sermón 37,1).

–Con el Salmo 102 proclamamos: «elSeñor es compasivo y misericordioso».El amor de Dios eclipsa a su majestad dejuez. El Dios infinitamente grande se in-clina como un padre sobre aquellos quese convierten a Él. Cristo es la manifesta-ción visible de la invisible bondad de Dios,como dice San Pablo en la Carta a Tito(3,4-7). Allí encontramos la mejor defini-ción que podría encontrarse de Cristo.Comenta San Agustín:

«No nos ha tratado en conformidad con nues-tras obras. En efecto, somos hijos. ¿Cómo loprobamos? El Hijo único, para no seguir siendoúnico, murió por nosotros. No quiso ser único,quien murió siendo único. A muchos hizo hijosde Dios el Hijo único de Dios. Con su sangrecompró hermanos; siendo Él reprobado los apro-bó, vendido los rescató, ultrajado los honró, muertolos vivificó» (Sermón 131,5).

Años pares–1 Reyes 19,19-21: Elías llama a Eliseo

con un gesto profético. Con razón la vo-cación de Eliseo y su entrega absoluta-mente ha sido siempre un modelo de la

obediencia que hemos de dar a toda lla-mada del Señor.

Los relatos sobre la vocación son, enmuchas ocasiones, las páginas más impre-sionantes de la Biblia, como ya se ha ex-puesto en otras ocasiones al tratar de lavocación. Lo mismo podemos decir delos Santos Padres.

La vocación es el llamamiento que Dioshace al hombre, directamente o por me-dio de otros, que ha escogido y que desti-na a una obra particular de salvación. Esun llamamiento personal dirigido a la con-ciencia más profunda del hombre y quemodifica radicalmente su existencia, ha-ciéndolo otro hombre.

La llamada de Dios debe tener una co-rrespondencia pronta, sin dilaciones. Diostiene siempre unos planes más elevados:para el llamado y para los que aparente-mente saldrían perjudicados por su mar-cha. Cuando Dios llama, ése es el mo-mento más oportuno, aunque aparente-mente, miradas las cosas con ojos huma-nos, puedan surgir razones que dilaten laentrega. Dice Suárez:

«Si Dios nos ha elegido, entre una infinidad decriaturas posibles para desempeñar una misión enla creación, esto es un hecho que nosotros nopodemos cambiar y ante el cual la única actituddigna de un hombre es la aceptación tal cual es,porque ni depende de nosotros, ni dejará de serasí porque pretendamos ignorarlo» (La VirgenNuestra Señora 81).

–La Iglesia en su liturgia lo expone conel Salmo 15: «Tú eres, Señor, el lote demi heredad». No se trata de alguien quebusca refugio en Dios, y pide fortalezapara permanecer siempre contra todas lasdificultades en esta fidelidad primera. Estaes la opción de todo creyente verdaderoque la hizo para siempre. Pero el peligroexiste. Son muchos los ídolos que se pre-sentan en su vida para alejarlo del caminoemprendido: el dinero, el placer, el poder,

Page 14: Año litúrgico patrístico

15

los honores... por esto exclama: «Proté-geme, Dios mío, que me refugio en Ti»

–Mateo 5,33-37: Yo os digo que no ju-réis en absoluto. La verdad y la sinceri-dad de la propia palabra tiene que ser su-ficiente para que nos consideren dignosde crédito. San Agustín expone su propiaexperiencia:

«Un juramento en falso no es un pecado sinimportancia; al contrario, el jurar en falso es peca-do tan grande que el Señor prohibió todo jura-mento, para evitar el juramento en falso» (Sermón307,2).

En otro lugar dice: «También yo juraba a cadamomento: también yo tuve esta costumbre horri-ble y mortal. Lo confieso a vuestra caridad. Desdeque empecé a servir a Dios y vi el mal que encierrael perjurio, se apoderó de mí un fuerte temor y conél frené tan arraigada costumbre. Una vez frena-da, se la contiene; contenida, languidece; langui-deciendo, muere; y la mala costumbre deja lugar ala buena» (Sermón 180,10).

Esto nos obliga a ser siempre sinceros.La sinceridad es una virtud cristiana porexcelencia porque está relacionada ínti-mamente con la verdad y Jesucristo nosdijo que Él era la Verdad. La sinceridaddel Señor fue reconocida por su propiosenemigos (cf. Mt 22,15ss.). A veces nosda miedo la verdad, porque es exigente ycomprometida.

Muy relacionada con la sinceridad estála sencillez, consecuencia de vivir la vidade infancia espiritual. El alma sencilla nose enreda ni se complica inútilmente pordentro. Se oponen a la sencillez la afecta-ción y la oficiosidad, posturas superficia-les, por las que el hombre se deja llevarmovido por fórmulas o actitudes vacías,o por simple imitación de otras personas.Se oponen también la pedantería, la jac-tancia y la hipocresía. Casiano dice:

«Son más peligrosos y más difíciles de reme-diar los vicios que tienen apariencia de virtud yse cubren con la apariencia de cosas espirituales,que los que tienen claramente por fin el placer

sensual. A estos, en efecto, como las enfermeda-des que se manifiestas con claridad, puedeatacárseles de frente y se les cura al instante. Losotros vicios, en cambio, paliados con el velo de lavirtud, permanecen incurables, agravando el es-tado de los pacientes y haciendo desesperar elremedio» (Colaciones,4).

10ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 15: Año litúrgico patrístico

16 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

11ª Semana

DomingoEntrada: «Escúchame, Señor, que te lla-

mo. Tú eres mi auxilio. No me deseches,no me abandones, Dios de mi salvación».

Colecta (del Misal anterior, y antes delos Sacramentarios Gelasiano y Grego-riano): «¡Oh Dios!, fuerza de los que en tiesperan, escucha nuestras súplicas; ypues el hombre es frágil y sin ti nada pue-de, concédenos la ayuda de tu gracia paraguardar tus mandamientos y agradartecon nuestras acciones y deseos».

Ofrendas (del Misal anterior, retocadacon textos del Veronense): «Tú nos hasdado, Señor, por medio de estos donesque te presentamos, el alimento del cuer-po y el sacramento que renueva nuestroespíritu; concédenos con bondad quesiempre gocemos del auxilio de estos do-nes».

Comunión: «Una cosa pido al Señor, esobuscaré: habitar en la casa del Señor porlos días de mi vida» (Sal 26,4) ; o bien:«Padre santo: guárdalos en tu nombre alos que me has dado, para que sean unocomo nosotros, dice el Señor» (Jn 17,11).

Postcomunión (del Misal anterior):«Que esta comunión en tus misterios,Señor, expresión de nuestra unión conti-go, realice la unidad de tu Iglesia».

CICLO ATodos constituimos un pueblo, que es

el depositario de la gracia y de la obra deCristo. Y, por lo mismo, depositario de lasalvación que los demás hombres necesi-tan.

–Éxodo 19,2-6: Seréis para Mí un rei-no de sacerdotes y una nación santa. LosApóstoles son enviados, como lo habíasido Moisés, para anunciar a los hombressin esperanza, que Dios quiere hacer deellos, su pueblo, Israel, pueblo sacerdo-tal, figura del nuevo pueblo de Dios. ¡Pue-blo de reyes, asamblea santa, pueblo sa-cerdotal! ¡Pueblo de Dios: bendice a tuSeñor!

Son apelativos legítimos del pueblo deDios en el Antiguo Testamento y que pa-san a la Iglesia, verdadero Pueblo de Diosen el Nuevo Testamento.

Los santos Padres han tratado muchasveces del sacerdocio común de los fieles.En esta ocasión trasladamos aquí un tex-to de San Pedro Crisólogo:

«Hombre, procura ser tú mismo el sacrificio yel sacerdote de Dios. No desprecies lo que el po-der de Dios te ha dado y concedido. Revístete conla túnica de la santidad; que la castidad sea tuceñidor, que Cristo sea el casco de tu cabeza, quela cruz defienda tu frente, que en tu pecho more elconocimiento de los misterios de Dios, que tuoración arda continuamente, como perfume deincienso; toma en tus manos la espada del Espíri-tu; haz de tu corazón un altar y, así afianzado enDios, presenta tu cuerpo al Señor como sacrificio.Dios te pide fe, no desea tu muerte; tiene sed de tuentrega, no de tu sangre; se aplaca, no con tu muer-te, sino con tu buena voluntad» (Sermón108).

–Por eso cantamos en el Salmo 99: «no-sotros somos tu pueblo y ovejas de tu re-baño». Este Salmo nos lleva como de lamano al sacrificio puro y santo de la NuevaAlianza en la sangre de Cristo. Este es elverdadero sacrificio de expiación y de

Page 16: Año litúrgico patrístico

17

acción de gracias, la Eucaristía. En él po-demos pagar con creces nuestras ofen-sas al Padre, puesto que en él se ofrece elCuerpo y la Sangre de Cristo derramadapor nuestros pecados. Pero, además, elsacrificio admirable y todo santo de laCruz se reactualiza sacramentalmente enla Eucaristía, o Santa Misa. Y es el quefunda y constituye la Iglesia, como Cuer-po místico de Cristo y Pueblo de Dioscongregado. Nunca mejor dicho que enla Cruz, en la Eucaristía, «Él nos hizo ysomos ovejas de su rebaño», un pueblosanto, regio y sacerdotal.

–Romanos 5,6-11: Si fuimos reconci-liados con Dios por la muerte de su Hijo,con cuanta más razón seremos salvadospor su vida. San Efrén dice:

«Nuestro Señor fue dominado por la muerte,pero Él venció a la muerte, pasando por ella comosi fuera su camino. Se sometió a la muerte y lasoportó deliberadamente para acabar con la obsti-nada muerte. En efecto, nuestro Señor salió car-gado con la cruz, como deseaba la muerte; perodesde la cruz gritó, llamando a los muertos a laresurrección, en contra de lo que la muerte desea-ba.

«La muerte le mató gracias al cuerpo; pero Él,con las mismas armas, triunfó sobre la muerte. Ladivinidad se ocultó bajo los velos de la humani-dad; sólo así, acabó con la muerte. La muerte des-truyó la vida natural, pero luego fue destruida, asu vez, por la vida sobrenatural.

«La muerte, en efecto, no hubiera podido devo-rarle a Él si Él no hubiera tenido un cuerpo, ni elabismo hubiera podido tragarle si Él no hubieraestado revestido de un cuerpo, pero cuando huboasumido el cuerpo, penetró en el reino de la muer-te, destruyó sus riquezas y desbarató sus teso-ros» (Sermón 3 sobre Nuestro Señor).

–Mateo 9,36-10,8: Llamó a sus docediscípulos y los envió. En el plan divino,Israel debía ser el que primero recibieralos beneficios de la ofrenda mesiánica (cf.Rom 1,16). La misión está confinada alterritorio galileo. La autenticidad de sumensaje está garantizada con milagros.

Sus propósitos misioneros no han de seroscurecidos y frustrados por la ambicióndel dinero, ya que el poder de obrar mila-gros nada les ha costado a los Apóstoles.Comenta San Juan Crisóstomo:

«Mirad la grandeza del ministerio, mirad la dig-nidad de los apóstoles. No se les manda que ha-blen de cosas sensibles, ni como hablaron antañoMoisés y los profetas. Su predicación había deser nueva y sorprendente. Moisés y los profetaspredicaban de la tierra y de los bienes de la tierra;los apóstoles, del reino de los cielos y de cuanto aél atañe. Mas no sólo por este respecto son losapóstoles superiores a Moisés y a los profetas,sino también por su obediencia. Ellos no searredran de su misión ni vacilan como los anti-guos... Ninguna gracia hacéis a los que os reci-ben, pues no habéis recibido vuestros poderescomo una paga ni como fruto de vuestro trabajo.Todo es gracia mía. De este modo, pues, dad tam-bién vosotros a aquéllos. Porque, por otra parte,tampoco es posible hallar precio digno de lo quevuestros dones merecen» (Homilía 32,4,sobre SanMateo).

CICLO BEn la historia de la salvación los acon-

tecimientos salvíficos evidencian la Vo-luntad de Dios por encima de los proyec-tos y esperanzas humanos. Aquélla ter-mina siempre superando los planes y lacapacidad limitada de los hombres.

–Ezequiel 17,22-24: Ensalcé un árbolhumilde. El desastre del pueblo de Dios,en los días de Nabucodonosor y de la cau-tividad babilónica, fue resultado de unapolítica, que confió más en los podereshumanos que en la fidelidad a Dios. Trasla humillación saludable, la iniciativa di-vina salvaría a su pueblo.

La misión de los profetas, como centi-nelas de los intereses espirituales de supueblo, es situar en su debida proporciónel alcance de los castigos de Dios a supueblo. En medio de todas las encrucija-das críticas de la historia de Israel se cier-ne siempre la esperanza mesiánica, como

11ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 17: Año litúrgico patrístico

18 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

norte de vida nacional. Esta lectura hacerelación con el Evangelio de hoy, sin elcual no se la entiende. Una vez más setrata en la liturgia de la humildad y de sueficacia en orden a la Iglesia. San LeónMagno elogia la humildad:

«Reconozca la fe católica su nobleza en la hu-mildad del Señor y encuentre su alegría la Iglesia,Cuerpo de Cristo, en los misterios de su salva-ción... Mas para curar las enfermedades, para darvista a los ciegos, para resucitar a los muertos,¿qué hay más conveniente que curar las heridasdel orgullo con los remedios de la humildad? (Ser-món 25,5).

–Con el Salmo 91 proclamamos que«Es bueno dar gracias al Señor». Los ca-minos de la providencia de Dios son, aveces, difíciles de comprender; pero elhombre de fe sencilla y humilde como lade un niño, podrá reconocer fácilmenteque Dios va escribiendo en ellos la histo-ria de un Amor infinito y de una fideli-dad sin límites: «El justo crecerá como lapalmera. Se alzará como cedro del Líba-no; plantado en la casa del Señor, creceráen los atrios de nuestros Dios. En la vejezseguirá dando fruto y estará lozano y fron-doso; para proclamar que el Señor es jus-to, que en mi Roca no existe la maldad» .

–2 Corintios 5,6-10: En destierro o enpatria nos esforzamos en agradar a Dios.La salvación definitiva del hombre no sedebe a los valores humanos, ni es frutode éxitos espectaculares terrenos. Es obrade Dios que nos la garantiza en Cristo yque habrá de juzgarnos por nuestra fide-lidad a Él. San Agustín dice que Cristo esel camino para nuestra peregrinación:

«Mientras dura la peregrinación en este cuerpomortal, camináis en la fe. Cristo Jesús, en su con-dición de hombre que se dignó tomar por noso-tros, se ha convertido en camino seguro para vo-sotros; Cristo Jesús a quien tendéis, reservó, enefecto, gran dulzura para quienes le temen; quie-nes esperan en Él tendrán acceso en plenitud aella cuando hayamos recibido también en la reali-dad lo que ahora hemos recibido en esperanza.

Pues “somos hijos de Dios y aún no se ha mani-festado lo que seremos; sabemos que, cuando semanifieste, seremos semejantes a Él, porque loveremos tal cual es” (1 Jn 3,2). Lo mismo prome-tió en el Evangelio: “Quien me ama, dijo, guardamis mandamientos. Y quien me ama será amadopor mi Padre, y yo lo amaré y me mostraré a él”(Jn 14,21). Ciertamente le estaban viendo aque-llos con quienes hablaba, pero en la forma de sier-vo, en la que es menos que el Padre. La primera lamostraba a quienes temían; la segunda la reserva-ba para quienes esperaban en Él; en aquélla semanifestaba a los que iban de viaje, a ésta llamabaa los que iban a habitar con Él; aquélla la mostrabaa los caminantes, ésta la prometía a los que llega-sen a la meta» (Sermón 260,A,1).

–Marcos 4,26-34: Era la semilla máspequeña, pero se hace más alta que lasdemás hortalizas. El estado glorioso delReino futuro sucederá al estado actual dehumildad. Comenta San Jerónimo:

«Pienso que las ramas del árbol del Evangelio,que crece del grano de mostaza, son los dogmasdiversos, en los que descansa cada una de las avesdichas. Tomemos nosotros también alas de palo-ma para que, volando a las más altas, podamoshabitar en las ramas de este árbol y hacernos ni-dos de las enseñanzas, huyendo de las cosas de latierra y corriendo hacia las del cielo» (Comenta-rio al Evangelio de San Mateo).

El Reino tiene en apariencia un comien-zo humilde. Pero Cristo predice un nota-ble desarrollo del que la historia da testi-monio. No la inmediatez ni la espectacu-laridad. Sin embargo, no hay nadie quelo pare. Pasan los perseguidores, los de-tractores, los cismáticos, los malos hijos,los calumniadores. La Iglesia sigue cre-ciendo por doquier y profundizando ensantidad. Es admirable la cantidad de pro-cesos de beatificación y canonización quehay en la Congregación para las Causasde los Santos y sigue aumentando sin ce-sar.

CICLO CEn este Domingo se nos recuerda la ne-

cesidad que tenemos de conversión per-

Page 18: Año litúrgico patrístico

19

manente: penitencia por el pecado y nue-va vida, propias de hijos de Dios, regene-rados por el sacrificio redentor del SeñorJesús.

También nosotros somos pecadoresante Dios. Es menester reconocer humil-demente nuestros pecados, pero tambiénresponder al designio de Dios, que quiereque rehagamos nuestras nuestras vidas poruna penitencia eficaz y constante y nosreintegremos al Amor que brota de suCorazón divino.

–2 Samuel 12,7-10.13: El Señor per-dona tu pecado. No morirás. Pecó Davidy, corregido por el profeta, confesó su pe-cado y se arrepintió: «Ten piedad de mí,Señor, según tu gran misericordia». Enun comentario atribuido a San Agustín sedice:

«(Dios) vió el corazón de David, cuando, recri-minado y gravemente por el profeta, después delas terribles amenazas de Dios, exclamó, dicien-do: Pequé, y al instante escuchó: El Señor ha bo-rrado tu pecado... Tal es el valor de estas dossílabas: Pequé consta de dos sílabas, pero me-diante ellas subió al cielo la llama del sacrificio delcorazón. Así, pues, quien haga penitencia en ver-dad y se vea libre de la atadura que le tenía sujetoy separado del Cuerpo de Cristo, si después dehaber hecho penitencia vive santamente, comoya debía haber vivido antes, muera cuando mueradespués de la reconciliación, se encamina haciaDios, se encamina al descanso, no se verá priva-do del Reino de Dios, y será separado de la com-pañía del diablo» (Sermón 393).

–Con el Salmo 31 clamamos: «Perdo-na, Señor, mi culpa y mi pecado». Estesalmo nos ofrece la alegría de la peniten-cia. El cristiano al meditarlo ha de tenermuy presente que si, mediante la peniten-cia sincera, ha recuperado la paz y la ale-gría, eso se debe al sacrificio de Cristo enla cruz. Todo este salmo es una exhorta-ción a frecuentar el sacramento de la pe-nitencia con gran arrepentimiento y converdadero dolor de corazón, que condu-ce al hombre a la fuente del verdadero

gozo, que sólo se encuentra en la fideli-dad a Dios.

–Gálatas 2,16.19-21: No soy yo; esCristo quien vive en mí. San Agustín co-menta:

«Aprende a orar como enemigo de ti mismo;mueran las enemistades. Tu enemigo es un hom-bre. Hay dos nombres: hombre y enemigo. Vivael hombre y muera el enemigo. ¿No te acuerdascómo Cristo, el Señor, con la sola voz desde elcielo, hirió, tiró por tierra y dio muerte a un enemi-go, Saulo, acérrimo perseguidor de sus miem-bros? No hay duda de que le dio muerte, puesmurió en su perseguidor y se levantó convertidoen predicador. Murió; si no me crees a mí, pre-gúntaselo a él. Escúchale y lee, oye su voz en laCarta a los Gálatas: “vivo, pero ya no soy yoquien vive” (2,20). Vivo, dice, pero ya no soy yo.Luego él murió. ¿Y cómo hablaba? Vive en míCristo. En la medida de tus fuerzas, ruega, pues,que muera tu enemigo, pero considera en qué for-ma. Si muriese sin que su alma abandone el cuer-po, tan sólo perdiste a un enemigo y a la vez con-seguiste un amigo. Por tanto, que vuestra oraciónno sea para pedir la muerte corporal de vuestrosenemigos» (Sermón 105,A).

La ley divina denuncia nuestros peca-dos; pero no tiene capacidad para rege-nerarnos. Esto sólo ha sido posible por elsacrificio redentor de Cristo, que nos dala posibilidad de una vida nueva.

–Lucas 7,36-8,3 : Sus muchos pecadosestán perdonados porque tiene muchoamor . Dejemos a un lado la identidad dela persona; son muchas las opiniones quehan dado los Santos Padres. Jesús decla-ra que sus pecados han sido perdonadosy el amor que ella siente en agradecimien-to es manifestado a Jesús. De todos mo-dos es evidente que ella trata a Jesús comoDios, pues sólo Dios puede perdonar lospecados. San Ambrosio nos exhorta:

«Tú también, si quieres la gracia aumenta elamor; derrama sobre el cuerpo de Jesús la fe en laresurrección, el olor de la Iglesia, el perfume delamor para la comunidad; y mediante tal progresotú darás al pobre. Este dinero te será más útil si,en lugar de dar de tu abundancia, prodigas en

11ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 19: Año litúrgico patrístico

20 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

nombre de Cristo lo que te hubiera servido, si lodas a los pobres como una ofrenda a Cristo» (Tra-tado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VI,29).

LunesAños impares

–2 Corintios 6,1-10: Damos prueba deque somos servidores de Dios. Exhorta SanPablo a los fieles para que den acogida ala gracia de Dios en el tiempo favorable,vaticinado por los profetas. Luego mani-fiesta que él siempre ha procedido comoministro de Dios en medio de numerosasdificultades de su vida apostólica. SanAgustín también explica este pasaje de SanPablo:

«¿Qué significa que unos lleven las cargas delos otros? Lleve el carnal la carga de otro hombrecarnal y el espiritual las de otro espiritual. Llevadmutuamente unos los pecados de los otros, esdecir, no os desentendáis recíprocamente de vues-tros pecados. Argüid a aquellos con quienes te-néis confianza; amonestad a los demás, si tenéisconfianza para argüirlos; y, si es necesario, paraque nadie peque, orad, rogad. ¿O acaso os hehumillado al decir rogad? Escuchad al Apóstol: “almandároslo, dijo, rogamos también para que norecibáis en vano la gracia de Dios” (2 Cor 6,1)»(Sermón 163,B,4).

En otro lugar dice: «No tener nada superfluo,nada que sea una carga, nada que ate, nada que seaun impedimento. En efecto, también ahora se cum-ple más auténticamente en los siervos de Diosaquello: “como quien nada tiene y todo lo posee”(2 Cor 6, 10). No tengan nada a lo que puedanllamar tuyo y todo será tuyo; si te adhieres a unaparte, pierdes la totalidad, pues lo suficiente es lomismo, venga de la riqueza o de la pobreza» (Ser-món 350,A,4).

–Con el Salmo 97 decimos: «El Señorda a conocer su victoria... revela a las na-ciones su justicia; se acordó de su mise-ricordia y su fidelidad». Dice San Rober-to Belarmino:

« Las maravillas de la bondad y fidelidad divi-nas llegaron a una realización impensable para lamente humana, con la encarnación y nacimiento

del Hijo de Dios, Cristo, nuestro Salvador. EsteRey mesiánico vino a ganar la batalla de la salva-ción del mundo; pero expulsó al enemigo no conarmas o fuerzas corporales, sino con el amor, lahumildad, la paciencia y con el mérito de su vidasantísima y con su sangre preciosa derramada poramor» (Sermón 3,2)

Años pares–1 Reyes 21,1-14: Nabot muerto ape-

dreado. La perfidia de los hombres haceestragos en la humanidad y consuma to-das las maldades.

«Vio Dios cuanto había hecho y era muybueno» (Gén 1,31). La oposición entre elbien y el mal plantea al creyente de nues-tros días un serio problema, para el quela Biblia misma nos ofrece elementos desolución: ¿De dónde viene el mal en estemundo creado bueno?, ¿Cuándo y cómose le vencerá? La bondad de las criaturasse mide en relación con el Dios Creador,único que da a las cosas su bondad.

Pero la bondad del hombre constituyeun caso particular. Depende en parte deél mismo. Dios le concedió un gran don:la potestad de elegir. Si rechaza el mal yhace el bien, observando la ley de Dios yconformándose con su voluntad, será bue-no y agradará a Dios; de lo contrario, serámalo y lo desagradará. Su elección deter-minará su calificación moral y, consi-guientemente, su destino. El primer hom-bre y la primera mujer escogieron el mal.Buscaron su bien en las criaturas, perofuera de la voluntad de Dios. Fueron cas-tigados. Esto se plantea en todo hombre,más aún con las consecuencias del peca-do original. Pero vino Cristo y nos dio sugracia para vencer el mal. Escogiendo elcristiano vivir con Cristo, se desolidarizade la opción de Adán.

–El cristiano ora a Dios para que atien-da sus gemidos ante el mal que le acosa,como pedimos en el Salmo 5. El cristia-no ha de salir cada mañana para librar la

Page 20: Año litúrgico patrístico

21

lucha diaria en un mundo «instalado en elmal» (Jn 5,19). Nada mejor que acudir aDios, a la intimidad de su presencia, paraemprender con alegría la nueva jornada:«Señor, escucha mis palabras, atiende amis gemidos, haz caso de mis gritos desocorro, Rey mío y Dios mío. Tú no eresun Dios que ame la maldad, ni el malvadoes tu huésped, ni el arrogante se mantieneen tu presencia. Detestas a los malhecho-res, destruyes a los mentirosos...»

Todo pecado es una falta de fe, porqueciega al hombre para que no vea la pro-funda realidad de las cosas, que son tal ycomo Dios las ve. Es una falta de amor,porque el hombre no se acepta en esaesencial correlación amorosa con DiosCreador y con los demás hombres. Es unorgullo que trata de romper los diques quelimitan su libertad. Es una autodestruc–ción.

–Mateo 5,38-42: Yo os digo: no hagáisfrente al que os agravia. No hay que de-volver mal por mal, sino bendecir. Exis-tía la ley del talión: ojo por ojo y dientepor diente. Cristo que habla de nuevo alalma de cada cristiano, subordina la jus-ticia estricta a la caridad generosa. Supunto de vista es aclarado con cuatro pe-queños ejemplos. Mas hay que concederun margen al vigor del lenguaje. Comen-ta san Agustín:

«Da algo a quien no tiene, puesto que tambiéntú creces de algo. ¿Acaso tienes la vida eterna?Da, pues, de lo que tienes para adquirir lo que notienes. Llama el mendigo a tu puerta: llama tam-bién tú a la puerta de tu Señor. Dios hace contigo,su mendigo, lo que haces tú con el tuyo. Da, portanto, y se te dará; pero si no quieres dar. ¡Allátú!... Veamos quien de nosotros sufre mayor daño:yo que me veo defraudado en un bocado, o tú,que te verás privado de la vida eterna; yo que soycastigado en el estómago, o tú, que lo eres en lamente; por último, yo que ardo de hambre, o tú,que has de ser entregado al fuego y llamas vora-ces. Ignoro si la soberbia del rico podrá dar res-puesta a estas palabras del pobre. “Da, dice el

Señor, a todo el que te pida” (Mt 5,42). Si atodos, cuánto más al necesitado y al mísero, cuyaflaqueza y palidez están mendigando, cuya len-gua calla, a la vez que piden limosna su suciedady gemidos. Escúchame, oh rico, y sea de tu agra-do mi consejo. Redime tus pecados con la limos-na... Da de aquello que te hace ser admirado,llénate de cosas más admirables para llegar al rei-no de los cielos» (Sermón 350,B).

MartesAños impares

–2 Corintios 8,1-9: Cristo se hizo pobrepor vosotros. San Pablo recomienda la ge-nerosidad de los fieles para con los nece-sitados. De este modo imitarán a Cristo.San Agustín pone ese texto al comentarque los invitados a la cena no quisieronvenir, y dice:

«No vinieron los ricos sanos, quienes creíanque andaban bien y que tenían la vista despierta,es decir, los que presumían mucho de sí y, por lomismo, casos más desesperados cuanto más so-berbios. Vengan, pues, los mendigos, ya que invi-ta el que “siendo rico se hizo pobre por nosotrospara que los mendigos nos enriqueciéramos consu pobreza” (2 Cor 8,9). Vengan los débiles, por-que no necesitan del médico los sanos, sino losenfermos. Vengan los cojos... Vengan los cie-gos...» (Sermón 162,8).

Venimos nosotros y somos servidos.–Por eso alabamos al Señor con el Sal-

mo 145: «alaba, alma mía, al Señor. Loalabaré mientras viva»... Con ese Salmose ponen de manifiesto la grandeza y elpoder real de Dios de tal manera, que, atraí-dos por la misericordia, el poder y la bon-dad de Dios, se despeguen de los atracti-vos ilusorios y engañosos de este mundoy pongan su esperanza sólo en Dios. Estemensaje del Salmo es de perpetua utili-dad. Cristo es nuestro Modelo. Él llevóuna vida entera pendiente de su Padre hastael punto de decir que su comida era hacerla voluntad del Padre (Jn 8,29). SanAgustín comenta:

11ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 21: Año litúrgico patrístico

22 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

«Contra tus venenosas insinuaciones canta elmártir: “alabaré al Señor mientras viva” (Sal145,2). Entonces, una vez que haya muerto, ¿yano lo alabarás? Al contrario, lo harás con mayorintensidad que mientras dura la vida. No se puedehablar de duración lo que no tiene fin» (Sermón335,B,2).

Años pares–1 Reyes 21,17-29: Has hecho pecar a

Israel. El profeta Elías manifiesta al reyla gravedad de su crimen con la muertede Nabot y le anuncia el castigo. El reyhace penitencia y obtiene que se retrasela ejecución de la sentencia.

Lógicamente la Iglesia indica como Sal-mo responsorial algunos versos del Sal-mo 50 con el estribillo: «Misericordia,Señor, hemos pecado» . El pecado es unmal intolerable. Es la muerte. Todo el Sal-mo está construido sobre la oposición:muerte–resurrección; pecado–perdón. Elpecado es un mal esencial, porque se midesu gravedad en relación con el Bien esen-cial que es Dios. El pecado no se miracomo la infracción de una regla, o de uncódigo de conducta, sino como la infide-lidad a un Amor: el Amor eterno e infini-to de Dios, Es un mal trascendente.

–El Salmo 50 contiene el resumen detodas nuestras oraciones: adoración, amor,ofrenda, acción de gracias, arrepentimien-to, súplica... Comenta San Agustín:

«Fíjate en el rey David. También él había reci-bido ya los sacramentos de su tiempo... Ya esta-ba también ungido con la unción venerable en laque estaba figurado el sacerdocio real de la Igle-sia. De forma repentina se hizo reo... No en vano,pues, arrepentido, clamó al Señor desde tan terri-ble y abrupto abismo del crimen, diciendo: Apar-ta tu rostro de mis pecados... ¿En mérito de qué,sino a lo que dice a continuación: Reconozco mimaldad y mi pecado está siempre en tu presen-cia. ¿Qué le ofreció al Señor para tenérselo propi-cio? Si hubieras querido un sacrificio... (Sal50,11,5.18-19). Así, pues, no sólo le ofreció de-votamente este sacrificio, sino que también mos-tró con esas palabras lo que convenía ofrecerle.

No basta, en efecto, mejorar las costumbres yapartarse de las malas acciones, si no se satisfacea Dios por todo cuanto se ha hecho mediante eldolor de la penitencia, el gemido de la humildad,el sacrificio de un corazón contrito y la colabora-ción de las limosnas» (Sermón 351,12).

–Mateo 5,43-48: Amad a vuestros ene-migos. La doctrina de la nueva justicia al-canza su culmen en el amor a los enemi-gos. Hasta ese punto de perfección de-ben tender los discípulos de Cristo, si quie-ren imitar al Padre que está en los cielos.San Juan Crisóstomo nos exhorta:

«¡He aquí cómo pone el Señor el coronamientode todos los bienes! Porque, si nos enseña nosólo a sufrir pacientemente una bofetada, sino avolver la otra mejilla; no sólo a soltar el manto,sino añadir la túnica; no sólo a andar la milla a quenos fuerzan, sino otra más de nuestra cuenta, todoello es porque quiere que recibas como la cosamás fácil algo muy superior a todo eso.

–«¿Y qué hay, me dices, superior a eso? –Quea quien todos esos desafueros cometa con noso-tros, no le tengamos ni por enemigo. Y todavíaalgo más que eso. Porque no dijo: no le aborrece-rás, sino: le amarás. Ni dijo: no le hagas daño,sino: hazle bien.

«Mas, si atentamente examinamos las palabrasdel Señor aún descubriremos algo más subidoque todo lo dicho. Porque no nos mandó simple-mente amar a quienes nos aborrecen, sino tam-bién rogar por ellos. ¡Mirad por cuántos escalo-nes ha ido subiendo y cómo ha terminado porcolocarnos en la cúspide de la virtud!

«Contémoslo de abajo arriba. El primer escalónes que no hagamos por nuestra parte mal a nadie.El segundo, que si a nosotros se nos hace, novolvamos mal por mal. El tercero, no hacer a quiennos haya perjudicado lo mismo que a nosotros senos hizo. El cuarto, ofrecerse uno mismo parasufrir. El quinto dar más de lo que el ofensor pidede nosotros. El sexto, no aborrecer a quien todoeso hace. El séptimo, amarle. El octavo, hacerlebeneficios. El noveno, rogar a Dios por él. ¡Heaquí una cima filosófica!. De ahí también el es-pléndido premio que se le promete... Se nos pro-mete ser semejantes a Dios, cuanto cabe que losean los hombres» (Homilía 18,3-4 sobre SanMateo).

Page 22: Año litúrgico patrístico

23

Miércoles

Años impares–2 Corintios 9,6-11: Al que da de bue-

na gana lo ama Dios. Se trata de la co-lecta por los pobres de Jerusalén. Quienda limosna con generosidad, atrae para sílas bendiciones de Dios. Comenta SanAgustín:

«Esto te dice el Señor: Dame y recibe. En elmomento debido te devolveré. ¿Qué devolveré?Me diste poco, recibirás mucho; me diste bienesterrenos, te devolveré celestiales; me diste tempo-rales, los recibirás eternos; me diste de lo mío,recíbeme a Mí mismo... Mira a quien prestas. Élalimenta y pasa hambre por tí; da y está necesita-do. Cuando da, quieres recibir; cuando está nece-sitado, no quieres dar. Cristo está necesitado cuan-do lo está un pobre. Quien está dispuesto a dar atodos los suyos la vida eterna, se ha dignado reci-bir de manera temporal en cualquier pobre» (Ser-món 38,8).

Y en otro lugar dice:«...Así, pues, cuando haces una obra de miseri-

cordia, si das pan, compadécete de quien está ham-briento; si le das de beber, compadécete del queestá sediento... Si amamos a Dios y al prójimo, nohacemos nada de esto sin dolor de corazón... Es-tas son nuestra buenas obras que confirman nues-tro ser cristiano... Esto os digo que “quien siem-bra escasamente, escasamente recogerá” (2 Cor9,6). Mas, cuando siembras, es decir, al hacer lasobras de misericordia, siembras entre lágrimas,puesto que te compadeces de aquél a quien se lashaces...» (Sermón 358 A,1-2).

–Con el Salmo 111 proclamamos: «di-choso quien teme al Señor». Pocos sal-mos como éste ponen tan de relieve queel justo es un aliado de Dios, que de todocorazón cumple con la justicia, como Dioses justo: «Dichoso quien teme al Señor yama de corazón sus mandatos... Repartelimosna a los pobres, su caridad es cons-tante, sin falta y alzará la frente con dig-nidad»

Años pares–2 Reyes 1,6-14: Lo separó un carro de

fuego y Elías subió al cielo . El hombrede Dios desaparece misteriosamente de lavista de los que lo rodean, arrebatado porel «torbellino», «el carro de Israel y suauriga», dejando a Eliseo su espíritu pro-fético para que continúe la obra de Dios.Al rapto misterioso corresponde un re-torno escatológico (Mal 3,23 ss. Eclo48,10).

El Evangelio nos aclara que ese retornoescatológico se realiza en Juan BautistaSon muchos los pasajes evangélicos quelo relacionan con la persona y actuacio-nes diversas del profeta Elías (Mt 17,10-13), pero de forma misteriosa (Jn1,21.25)... San Juan Bautista realiza la fi-gura de Elías sobre todo en lo que se re-fiere a la penitencia (Mt 3,4; 2Re 1,8).San Clemente Romano dice, a propósitode los dones concedidos por Dios a suselegidos:

«¡Qué bienhadados y maravillosos, carísimos,son los dones de Dios! Vida en inmortalidad, es-plendor en justicia, verdad en libertad, fe en con-fianza, continencia en santificación, y no sólo loque ahora alcanza nuestra inteligencia. Pues, ¿quéserá lo que está aparejado a los que esperan? Sóloel Artífice y Padre de los siglos, el Todo–Santo,sólo Él conoce su número y su belleza. Ahora,pues, por nuestra parte, luchemos por hallarnosen el número de los que esperan, a fin de sertambién partícipes de los dones prometidos» (Carta a los Corintios 35,1-4).

–Con el Salmo 30 proclamamos: «sedfuertes y valientes de corazón los que es-peráis en el Señor». En este salmo en-contramos cuatro ideas maestras: entre-ga sin límites, entrega activa, entrega a lajusticia que salva, Dios no quiere la ado-ración de los ídolos.

El que es constante con los principiosde la fe trabajará en el mundo con toda

11ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 23: Año litúrgico patrístico

24 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

responsabilidad y dedicación, sin comple-jos de ninguna clase. Pero no por eso severá libre de conjuras humanas. Sin em-bargo el justo ha puesto su vida en manosde Dios, a ejemplo de Cristo. En esa en-trega total encontrará plena libertad de es-píritu para obrar el bien y una fuente degozo y alegría que nadie le podrá arreba-tar.

–Mateo 6,1-6.16-18: Tu padre, que veen lo escondido, te recompensará. Todoha de ser hecho por amor de Dios: limos-na, ayuno, oración... San Juan Crisóstomoexplica:

«Quiere ahora el Señor desterrar de nosotros lamás tiránica de las pasiones: aquella rabia y furorpor la vanagloria que suele precisamente atacar alos que obran bien. Nada dijo al principio sobreeste punto, pues fuera superfluo, antes de ins-truirnos sobre nuestros deberes, darnos leccionessobre cómo habíamos de cumplirlos. Una vez quenos introdujo en la filosofía, entonces, sí, eramomento de limpiarla de esta peste que subrepti-ciamente se le infiltra. Porque esta enfermedad nonace así como así, sino después que hemos yacumplido mucho de lo que se nos ha mandado.Tenía, pues, que plantar primero la virtud y des-truir luego aquella pasión que suele corromper sufruto. Y advertid por dónde empieza el Señor: porel ayuno, la oración y la limosna, pues en estasbuenas obras es donde señaladamente suele ani-dar la vanagloria» (Homilía 19,1, sobre SanMateo).

Jueves

Años impares–2 Corintios 11,1-11: Os anuncié de bal-

de el Evangelio de Dios. San Pablo sedefiende de falsas acusaciones. Estas siem-pre existirán por causa de la envidia. Mi-remos lo que dice San Basilio sobre ellas:

«Así como los buitres, que pasan volando pormuchos prados y lugares amenos y olorosos sinque hagan aprecio de su belleza, son arrastradopor olor de las cosas hediondas; así como lasmoscas, que no haciendo caso de las partes sanas

van a buscar las úlceras, así también los envidio-sos, no miran ni se fijan en el esplendor de la vida,ni en la grandeza de las obras buenas, sino enpodrido o corrompido; y si notan alguna falta enalguno –como sucede en la mayor parte de la co-sas humanas– la divulgan y quieren que los hom-bres sean conocidos por sus faltas: (Homilía so-bre la envidia 3,2).

Mas como esto no es posible evitarloincluso sin hacer mal, como en el caso desan Pablo, hemos de estar dispuestos apresentar la verdad de los hechos y luegoestar tranquilos, como dice San GregorioMagno:

«¿Qué importa que los hombres nos deshonrensi nuestra conciencia sola nos defiende? Sin em-bargo, de la misma manera que no debemos exci-tar intencionadamente las lenguas de los que inju-rian para que no perezcan, debemos sufrir conánimo tranquilo las movidas por su propia mali-cia, para que crezca nuestro mérito» (Homilía so-bre los Evangelios, 3,4).

–Con el Salmo 110 decimos: «Justiciay verdad son las obras de tus manos, Se-ñor». La fidelidad de Dios permanece parasiempre y sus preceptos siguen siendofuente de vida y manifestación de su bon-dad y de su justicia. En Cristo se mani-festó de un modo insuperable la bondad,la fidelidad, la justicia de Dios y su in-menso amor a los hombres: «Doy gra-cias al Señor de todo corazón, en compa-ñía de los rectos, en la asamblea. Gran-des son las obras del Señor, dignas deestudio para los que las aman. Esplendory belleza son su obras, su generosidad durapor siempre; ha hecho maravillas memo-rables, el Señor es piadoso y clemente.Justicia y verdad son las obras de susmanos, todos sus preceptos merecen con-fianza; son estables para siempre jamás,se han de cumplir con verdad y rectitud».Es lo que hizo San Pablo ante los Corintios.

Años pares–Eclesiástico 48,1-14: Elogios de Elías

y de Eliseo. Es una página lírica dentro

Page 24: Año litúrgico patrístico

25

del elogio de los antepasados. Se canta aElías como un fuego, cuyas palabras eranhorno encendido. Desde la elección deAbrahán el signo del fuego resplandeceen la historia de la salvación (Gén 15,17).En Israel el fuego tiene sólo valor de sig-no, que hay que superar para hallar a Dios.En efecto, cuando Yavé se manifiesta en«forma de fuego», ocurre esto siempreen el transcurso de un diálogo personal.No es el único símbolo. El fuego divinodesciende entre los hombres en la perso-na de los profetas, pero entonces se trataordinariamente de vengar la santidad di-vina, purificando o castigando, como enMoisés, como en Elías que es llamado«una tea ardiente». San Cirilo de Alejan-dría dice:

«Este fuego es saludable y útil, por el cual no-sotros, que estábamos fríos y muertos por el pe-cado y por la ignorancia del verdadero Dios, so-mos despiertos para la vida religiosa, y nos hace-mos fervorosos en el espíritu, según dice San Pa-blo (Rom 12,11); y conseguimos además la parti-cipación del Espíritu, a manera de fuego dentro denosotros. Fuimos bautizados en el fuego, en elEspíritu Santo. Es habitual en la Sagrada Escritu-ra llamar con el nombre de fuego a la enseñanzadivina y a la fuerza y actuación del Espíritu San-to» (Comentario al Evangelio de San Lucas 2,4).

–El Salmo 96 habla precisamente delfuego que abrasa a los enemigos, de re-lámpagos que deslumbran el orbe y la tie-rra se estremece. El reino de Yavé apare-ce como la venida de Dios, en toda sumajestad, para juzgar al mundo, al finalde los tiempos. Pero este juicio, a prime-ra vista estremecedor, se convierte en unjuicio liberador del justo. Por eso, el cris-tiano, lejos de temer, anhela la venida glo-riosa del Señor que va a juzgar al mundo;porque ése es el acto culminante de la obrasalvífica. Sin embargo, es un toque de aler-ta para que el cristiano expulse valiente-mente de su corazón tantos ídolos de afi-ciones y pasiones desordenadas, que es-clavizan y envilecen al hombre. No po-

demos olvidar lo que dice el Salmo: «De-lante de Él avanza fuego, abrasando entorno a los enemigos» .

–Mateo 6,7-15: La oración del Padre-nuestro. Comenta San Juan Crisóstomo,

«Mirad cómo de pronto levanta el Señor a susoyentes y desde el preámbulo mismo de la ora-ción nos trae a la memoria toda suerte de benefi-cios divinos. Porque quien da a Dios el nombrede Padre por ese sólo nombre confiesa ya que sele perdonan los pecados, que se le remite el casti-go, que se le justifica, que se le santifica, que se leredime, que se le adopta como hijo, que se le haceheredero, que se le admite a la hermandad con elHijo unigénito, que se le da el Espíritu Santo. Noes, en efecto, posible darle a Dios el nombre dePadre y no alcanzar todos esos bienes. De doblemanera, pues, levanta el Señor los pensamientosde sus oyentes: por la dignidad del que es invoca-do y por la grandeza de los beneficios que de Élhabían recibido» (Homilía 19,4, sobre SanMateo).

Viernes

Años impares–2 Corintios 11,18.21-30: Tengo la pre-

ocupación de todas las comunidades . SanAgustín habla de los trabajos de San Pa-blo en el apostolado:

«Una vez convertido de perseguidor en predi-cador, ¿qué tuvo que soportar? “Peligros en elmar, peligros en los ríos, peligros en la ciudad”...(2 Cor 11,26-29). He aquí el perseguidor. Sufre,aguanta; padeces más que hiciste padecer; pero note sientas molesto, pues has cobrado los intereses.Pero, ¿qué esperaba cuando soportaba tales co-sas? Cuando soportaba con valentía todos esosmales, por duros y pésimos que fueran, pero siem-pre temporales, ardía en amor por las cosas eter-nas. Cualquier suplicio que tenga fin es llevaderocuando se promete un premio eterno.

«Y con todo, cuando soportaba eso, ¿no lo so-portaba en él y con él quien nunca desfallece?Decididamente me atrevo a afirmarlo; no era Pa-blo mismo quien lo soportaba. Lo soportaba él,porque en su fe así lo quería y, a la vez, no losoportaba él, porque en él habitaba la fuerza de

11ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 25: Año litúrgico patrístico

26 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

Cristo. Cristo reinaba. Cristo otorgaba las fuer-zas. Cristo no lo abandonaba. Cristo corría en lapersona del corredor. Cristo lo conducía hasta lapalma» (Sermón 299 C,3).

–Con el Salmo 33 proclamamos: «ElSeñor libra a los justos de todas sus an-gustias». La fe y la justicia no son un se-guro que exime al justo de las espinas deeste valle de lágrimas, en la vida ordina-ria, en el apostolado, en todo momento.Quiere decir que Dios lo mira con com-placencia; que en Dios tiene un valedoromnipotente y lleno de amor y que, portanto, todo terminará en bien. Así lo ex-plica San Agustín:

«¡Cuántas cosas soporto y nadie me oye! Sime oyera, tal vez, dices, apartaría de mí la tribula-ción; grito y soy atribulado. Permanece constan-temente en sus caminos y cuando seas atribuladote oirá... Como las madres, cuando refriegan a sushijos en el baño y estos lloran... ¿Crueles? Por elcontrario, son misericordiosísimas, sin embargo,lloran los niños y no se les perdona. Así tambiénnuestro Dios está lleno de amor; pero parece queno nos oye, con el fin de sanarnos y perdonarnospara siempre» (Sermón segundo sobre este Sal-mo).

Años pares–2 Reyes 11,1-4.9-18.20: Ungió a Joás y

todos aclamaron: ¡Viva el Rey! Renova-ción de la alianza entre Dios, el rey y elpueblo. Toda la historia de Israel, ya lohemos dicho, es la historia de los pactosentre Dios y su pueblo. El pueblo rompela alianza por su rebeldía e infidelidad ylos reanuda la infinita misericordia deDios. Esto también nos atañe a nosotros.Es cierto que el Pacto hecho con Cristo ysellado con su preciosísima Sangre nopuede romperse jamás. Pero nosotros po-demos apartarnos de él por nuestros mu-chos pecados.

Si denuncian los profetas unánimemen-te la infidelidad de Israel a Dios, si anun-cian las catástrofes que amenazan al pue-blo pecador, lo hacen en función del pac-

to del Sinaí, de sus exigencias y de lasmaldiciones que formaban parte de su te-mor. San Agustín habla del temor de Dios:

«Ama la bondad de Dios, teme su severidad;una y otra no te permitirán ser orgullosa. Aman-do, temerás ofender gravemente al amante y alamado. Pues, ¿qué ofensa puede haber más graveque desagradar por soberbia a quien por causatuya desagradó a los soberbios?... El temor delque habla San Pablo en Rom 8,15 creo que es elque tenían en el Antiguo Testamento de perder losbienes temporales que Dios les había prometido,no todavía como hijos dirigidos por la gracia, sinocomo a siervos sometidos bajo la ley. Es tambiénel temor del fuego eterno; pues si se sirve a Diospor evitarlo, no hay todavía perfecta caridad. Unacosa es el deseo del premio, otra el temor delcastigo» (Sobre la santa virginidad 38).

–Con el Salmo 131 proclamamos: «elSeñor ha elegido a Sión, ha deseado viviren ella». Dios no se deja vencer en gene-rosidad, a la ruptura de los pactos por lainfidelidad de Israel sigue la reanudaciónpor parte de Dios que es infinito en amory en todas sus perfecciones. Dios bendijoa David con una descendencia eterna, queno es otra que Cristo, el Ungido del Se-ñor, Rey mesiánico en quien habita la ple-nitud de la divinidad como en un templo.El cristiano fiel a la voluntad de Dios estambién un templo vivo de Dios. Así seedifica en este mundo la Jerusalén celes-tial, la Iglesia, construida como un inmen-so templo de piedras vivas que son loscristianos, edificados sobre la piedra an-gular que es Cristo, el descendiente deDavid (Ef 2,20).

–Mateo 6,19-23: Donde está tu tesoro,allí está tu corazón. El discípulo auténti-co de Cristo se desliga de las riquezas te-rrenas para amontonar tesoros en el cie-lo, es decir, ante Dios. Si la mirada delhombre está fija en Dios, toda su personaes transparente a la luz divina. San JuanCrisóstomo explica con claridad:

«Por eso, como antes he dicho, añade el Señorotra razón, diciendo: Porque donde está tu teso-

Page 26: Año litúrgico patrístico

27ro, allí está también tu corazón. Como si nosdijera: aun cuando nada de lo dicho sucediese, noserá menguado el daño que vas a sufrir, clavadoquedarás en lo terreno, hecho de libre esclavo,desterrado del cielo e incapaz de tener pensa-miento elevado. Todo será dinero, interés, prés-tamos, ganancias y viles negocios. ¿Puede habercosa más miserable? Un hombre así está someti-do a una esclavitud más dura que la de todos losesclavos, y nada hay más triste que haber abdica-do de la nobleza y libertad del hombre. Por másque se te hable, mientras tengas clavado el pensa-miento en el dinero, nada serás capaz de oir de loque te conviene. Serás como un perro atado a unsepulcro. Tu cadena –la más fuerte de las cade-nas– será la tiránica pasión por el dinero: Aullaráscontra todos los que se te acerquen y no tendrásotro trabajo, y continuo trabajo, que el de guardarpara vosotros lo que tienes. ¿Puede haber suertemás miserable?» (Homilía 20,3 sobre San Mateo).

Sábado

Años impares–2 Corintios 12,1-10: Muy a gusto pre-

sumo de mis debilidades. Habla San Pa-blo de su revelaciones, pero también desus debilidades, que supera por la graciade Jesucristo. Comenta San Agustín:

«En cuanto me es posible voy tras las huellasde aquel atleta de Cristo, es decir, del ApóstolPablo, que dice: “ni yo mismo, hermanos, piensohaberlo alcanzado”. Ni yo mismo (Flp 3,13). ¿Quéese yo mismo? ¿Yo que trabajo más que todosellos? Sé, apóstol, de qué manera pronuncias ‘yo’:es una expresión enfática, no manifestación deorgullo... He trabajado más que todos ellos. Ycomo si dijéramos nosotros: ¿Quién? nos respon-de: Pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.Así, pues, el que estaba en posesión de tanta gra-cia de Dios que, a pesar de haber sido llamadomás tarde, trabajó más que los que lo habían pre-cedido, dice no obstante: Hermanos, ni yo mismopienso haberlo alcanzado. Vuelve a aparecer el‘yo’ donde indica no haberlo alcanzado. El noalcanzarlo es resultado de la debilidad humana.En cambio cuando habla de que fue elevado altercer cielo.. no dijo ‘yo’. ¿Qué dijo entonces?“Conozco a un hombre que hace catorce años”...(2 Cor 12,2). Conozco a un hombre... y ese hom-

bre era el mismo que hablaba, y, como atribuyó aotro lo que había tenido lugar en él, no faltó»(Sermón 261,3).

–Con el Salmo 3 decimos: «gustad yved qué bueno es el Señor». Ya lo hemosexpuesto. La experiencia mundana pare-ce decir lo contrario y, sin embargo, estoes, encontrar en Dios todo su gozo. Quientiene a Dios tiene lo esencial, aun cuandose viera falto de muchas cosas; quien notiene a Dios, aunque tenga abundante ri-queza, vive en la más absoluta indigen-cia. Dios es el Bien esencial e insupera-ble. Ante Él palidecen todos los demásbienes transitorios y perecederos. Por esodijo el Señor: «Buscad primero el reino deDios y su justicia y todo lo demás se osdará por añadidura» (Mt 6,33)

Años pares–Crónicas 24,17-25: Muerte de

Zacarías, hijo del sacerdote Yehoyadá.Cristo lo evocó como precursor de losmártires cristianos (Mt 23,35). No obs-tante la infidelidad de los israelitas, Dioses fiel a sus promesas. Ha sellado unaalianza con su elegido. Fundó un linaje per-petuo davídico y edificó su trono para to-das las edades. Sólo en Cristo se cumplie-ron plenamente esas promesas. Los hijosde David abandonaron la ley del Señor,no siguieron sus mandamientos, profana-ron sus preceptos... Dios los castigó, perono retiró su favor ni desmintió su fideli-dad.

El cristiano, como el piadoso salmista,tiene que vivir de la fe, seguir esperandocontra toda esperanza, porque mientrasviva en esta peregrinación terrenal, sabeque no tiene en este mundo una mansiónpermanente. Es como un extranjero quevive lejos del Señor (2 Cor 5,6). El Pue-blo de Dios y cada uno de sus miembroses consciente de que en esta vida le que-

11ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 27: Año litúrgico patrístico

28 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

dan duras etapas que recorrer bajo la in-comprensión, injuria y persecución. Peronuestra esperanza es firme, pues estápuesta en Cristo, que dijo: «si a mí mepersiguieron, también os perseguirán avosotros».

–En el Salmo 88 el salmista hace decira Dios: «le mantendré eternamente mi fa-vor. Sellé una alianza con mi elegido, ju-rando a David mi siervo: Te fundaré unlinaje perpetuo, edificaré tu trono para to-das las edades... Mi alianza con él seráestable; le daré una posteridad perpetua yun trono duradero como el cielo. Si sushijos abandonan mi ley y no siguen mismandamientos, si profanan mis precep-tos y no guardan mis mandatos, castiga-ré con la vara sus pecados y a latigazossus culpas; pero no les retiraré mi favorni desmentiré mi fidelidad» .

–Mateo 6,24-34: No os agobiéis por elmañana. Hay que entregarse sin condi-ciones al servicio del único Amo y some-terse por entero a Aquel que conoce cuantonecesitamos. Ante todo debe interesarnosla búsqueda del Reino de Dios y su justi-cia. San Juan Crisóstomo así lo explica:

«No os preocupéis. Es decir, que, una vez mos-trado el daño incalculable, extiende aún más sumandamiento. Porque no sólo nos manda que ti-remos lo que tenemos, sino que no nos preocupe-mos siquiera del sustento necesario... No porqueel alma necesite de alimento, pues es incorpórea,sino que el Señor habla aquí acomodándose aluso común. Pues, si es cierto que ella no necesitade alimento, no lo es menos que no puede perma-necer en el cuerpo si éste no es alimentado. Y estodicho, no se contenta con afirmarlo simplemente,sino que también aquí nos da las razones... Puesel que os ha dado lo más ¿no os dará lo menos...No es el alimento el que le hace crecer, sino laprovidencia de Dios... Si tanta cuenta tiene Diosde los pobres animalillos, ¿cómo no la va a tenercon nosotros?» (Homilía 21 2 y 3 sobre SanMateo).

12ª Semana

DomingoEntrada: «El Señor es fuerza para su

pueblo, apoyo y salvación para su Ungi-do. Salva a tu pueblo y bendice tu here-dad, sé su Pastor y llévalos siempre» (Sal27,8-9).

Colecta (del Misal anterior, retocadacon textos del Gelasiano): «Concédenosvivir siempre, Señor, en el amor y respe-to a tu santo nombre, porque jamás dejasde dirigir a quienes estableces en el sóli-do fundamento de su amor».

Ofrendas (del Misal anterior, retocadacon textos del Veronense y del Gelasiano):«Acepta, Señor, este sacrificio de recon-ciliación y alabanza, para que, purifica-dos por tu poder, te agrademos con laofrenda de nuestros amor».

Comunión: «Los ojos de todos te estánaguardando, Señor, tú les das la comida asu tiempo» (Sal 144,15); o bien: «Yo soyel Buen Pastor, yo doy mi vida por lasovejas, dice el Señor» (Jn 10,11.15).

Postcomunión (del Misal anterior, re-tocada con textos del Veronense): «Reno-vados con el cuerpo y la sangre de tu Hijo,imploramos de tu bondad, Señor, quecuanto celebramos en cada eucaristía seapara nosotros prenda de salvación».

Page 28: Año litúrgico patrístico

29

CICLO ASe nos presenta en este domingo el dra-

ma existencial del cristiano auténtico, ensu condición de testigo de Cristo con to-das sus consecuencias. No es el discípulode mejor condición que su Maestro. Élfue vaticinado como «signo de contradic-ción» (Lc 2,34). Por lo mismo el cristia-no no puede quedar extrañado de que lesurjan contradicciones y dificultades. PeroCristo venció y el que le sigue tambiénparticipa de su victoria.

–Jeremías 20,10-13: Libró la vida delpobre de manos de los impíos. Jeremías,por su fidelidad a Dios y por su misiónde testigo de sus designios ante el pueblodegenerado y frívolo, fue personalmenteun signo de contradicción en medio delos suyos. Figura de Cristo y de los cris-tianos.

–Es bien expresivo el Salmo 68 sobreel tema de la contradicción: «Por Ti heaguantado afrentas, la vergüenza cubriómi rostro». Ante todo vemos en este Sal-mo la figura de Cristo, el Hijo de Dios,devorado por el celo de la Casa y de lacausa de su Padre; muerto por nuestrospecados, insultado, abandonado de todossaciada su sed con vinagre...

«Soy un extraño para mis hermanos, unextranjero para los hijos de mi madre,porque me devora el celo de tu templo, ylas afrentas con que te afrentan caen so-bre mí. Pero mi oración se dirige a Ti,Dios mío, el día de tu favor; que me es-cuche tu gran bondad, que tu fidelidadme ayude. Respóndeme, Señor, con labondad de tu gracia; por tu gran compa-sión vuélvete hacia mí. Miradlo los hu-mildes y alegraos, buscad al Señor y vivi-rá vuestro corazón. Que el Señor escu-cha a los pobres, no desprecia a los cau-

tivos. Alábenlo el cielo y la tierra, las aguasy cuanto bulle en ellas».

Buena ocasión para agradecer al Señorlos beneficios de su Pasión, para seguir-le, para imitarle, para soportar las con-tradicciones de la vida presente.

¡Qué caminos tan distintos siguen Diosy el hombre! Dios hecho hombre tienesed y el hombre le da vinagre. El hombretiene sed y Dios hecho hombre le da supropia Sangre para la vida eterna! (Mt26,27). San Ignacio de Loyola decía:

«¿Qué he hecho por Cristo? ¿Qué hago porCristo? ¿Qué debo hacer por Cristo?»

–Romanos 5,12-15: El don no se pue-de comparar con la caída. San Pablo su-braya nuestra solidaridad en la condena-ción a fin de exaltar nuestra solidaridaden la gracia que se nos da por Jesucristo.La vida de toda la humanidad es, por lomismo, un signo de contradicción. El pe-cado de origen común y la gracia reden-tora de Cristo luchan en el interior de cadahombre. No es posible ser indiferente.Comenta San Agustín:

«Ved lo que nos dio a beber el hombre, ved loque bebimos de aquel progenitor, que apenas pu-dimos digerir. Si esto nos vino por medio del hom-bre ¿qué nos llegó a través del Hijo del Hom-bre?... Por aquél el pecado, por Cristo la justicia.Por tanto todos los pecadores pertenecen al hom-bre, todos los justos al Hijo del Hombre» (Ser-món 255,4).

Y en otro lugar:«Gracias a la acción mediadora de Cristo, ad-

quiere la reconciliación con Dios la masa enteradel género humano, alejada de Él por el pecado deAdán (Rom 5,12). ¿Quién podrá verse libre deesto? ¿Quién se distinguiría pasando de esta masade ira a la misericordia? ¿Quién, pues, te distin-gue? ¿Qué tienes que no hayas recibido? No nosdistingue los méritos, sino la gracia... Gracias auna sola persona, nos salvamos los mayores, losmenores, los ancianos, los hombres maduros, losniños, los recién nacidos; todos nos salvamos gra-cias a uno solo: Cristo» (Sermón 293,8).

12ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 29: Año litúrgico patrístico

30 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

–Mateo 10,26-33: No tengáis miedo alos que matan el cuerpo. Los auténticosdiscípulos de Cristo habrán de afrontarsiempre la contradicción de cuantos noconocen a Cristo o positivamente lo re-chazan. «No puede ser el discípulo de me-jor condición que el Maestro». San JuanCrisóstomo comenta:

«Ya, pues, que ha animado el Señor y levanta-do a sus apóstoles, nuevamente les profetiza lospeligros que habrían de pasar, y nuevamente tam-bién presta alas a sus almas y los levanta por enci-ma de todas las cosas. Pues, ¿qué les dice? Notemáis a los que matan el cuerpo, pero no puedenmatar el alma. ¡Mirad cómo los pone por encimade todo! Porque no les persuade a despreciar sólotoda solicitud y la maledicencia, y los peligros, ylas insidias, sino a la muerte misma, que pareceser lo más espantoso de todo. Y no sólo la muerteen general, sino hasta la muerte violenta...

«¿Teméis la muerte, y por eso vaciláis en predi-car? Justamente porque teméis la muerte, tenéisque predicar, pues la predicación os librará de laverdadera muerte. Porque, aun cuando os hayande quitar la vida, contra lo que es principal envosotros, nada han de poder, por más que se em-peñen y porfíen... De suerte que, si temes el supli-cio, teme a lo que es mucho más grave que lamuerte del cuerpo.

«Mirad cómo tampoco aquí les promete el Se-ñor librarlos de la muerte. No, permite que mue-ran; pero les hace merced mayor que si no lo hu-biera permitido. Porque mucho más que librarlosde la muerte es persuadirlos de que desprecien lamuerte. Así pues, no los arroja temerariamente alos peligros, pero los hace superiores a todo peli-gro. Y notad cómo con una breve palabra fija elSeñor en sus almas el dogma de la inmortalidaddel alma y cómo, plantadas en ella esa saludabledoctrina, pasa a animarlos por otros razo-namientos» (Homilía 34,2, sobre San Mateo).

CICLO B Dios es el único Dueño de la creación.

Con ocasión de apaciguar la tempestad,Jesús hace que sus discípulos se ponganen interrogante acerca de su origen divi-no. San Pablo revela hoy el secreto de su

vida: el amor de Cristo le ha conquistado.Ese amor que ha hecho de él una criaturanueva, le confiere una visión renovada delmundo: «Lo viejo ha pasado, ha llegadolo nuevo».

–Job 38,1.8-11: Aquí se romperá la arro-gancia de tus olas. Como Creador, cuyashuellas se nos evidencian en todas lasobras de la creación, «Dios no se encuen-tra lejos de cada uno de nosotros. En Élvivimos, nos movemos y existimos» (He-chos,17,27-28).

–Esta lectura sirve de introducción a ladel Evangelio y lo mismo también el Sal-mo 106: «Los hijos de Israel entraron ennave por el mar comerciando por las aguasinmensa... Él habló y levantó un vientotormentoso, que alzaba las olas a lo alto;subían al cielo y bajaban al abismo... Perogritaron a Dios en su angustia y los arran-có de la tribulación». Sea una interpreta-ción simbólica de cuatro grupos de per-sonas liberadas de peligros diversos, o seauna interpretación realista de cuatro gru-pos de personas que suben a Jerusalénpara ofrecer sacrificios de acción de gra-cias, en el fondo es lo mismo: se dan gra-cias a Dios por los peligros de que los haliberado, ya sea para significar la libera-ción de la cautividad de Babilonia u otrospeligros.

Esto nos lleva a la acción de gracias porantonomasia: la Eucaristía que celebra-mos y que es el centro de la vida cristia-na. Por ella damos también gracias a Diospor los beneficios que constantemente re-cibimos de él.

–2 Corintios 5,14-17: Lo viejo ha pa-sado, ha llegado lo nuevo. La supremacercanía personal y amorosa de Dios anosotros se ha consumado en el Corazónde Cristo. Su presencia viviente de Verboencarnado, con el sello de su divinidadtras su Resurrección, le hace convivir mis-

Page 30: Año litúrgico patrístico

31

teriosamente con sus elegidos en la Igle-sia. San Agustín dice:

«En efecto, ya ve a Cristo detenido el que dice:Y “si habíamos conocido a Cristo, según la carne,ahora no lo conocemos así” (2 Cor 5,16). En lamedida en que es posible en esta vida, veía ladivinidad de Cristo. Existe la divinidad de Cristo,existe la humanidad. La divinidad se detiene, lahumanidad pasa. ¿Qué significa que la divinidadse detiene? No cambia, no se destruye, no retroce-de. Su venida a nosotros no significó separarsedel Padre; ni su Ascensión el moverse localmen-te» (Sermón 188,14).

«Ha llegado lo nuevo». San JuanCrisóstomo señala el cambio radical queha supuesto la Encarnación de nuestroSeñor Jesucristo, y la diferencia conse-cuente entre judaísmo y cristianismo:

«En lugar de una Jerusalén terrestre, hay unaJerusalén descendida del cielo; en lugar de un tem-plo material y sensible, un templo espiritual queno aparece a nuestras miradas; en lugar de unastablas de piedra, depositarias de la ley divina, sonnuestros propios cuerpos los que han venido a serel santuario del Espíritu Santo; en lugar de la cir-cuncisión, el Bautismo; en lugar del maná, el Cuer-po del Señor; en lugar del agua que brotó de laroca, la sangre que salió del costado de Jesucristo;la cruz del Salvador reemplaza la vara de Aarón yMoisés, y el Reino de los Cielos a la tierra prome-tida» (Homilía 11 sobre 2 Cor).

–Marcos 4,35-40: ¿Quién es éste aquien el viento y las olas obedecen?. Je-sucristo es mucho más que una «revela-ción de Dios» en medio de los hombres oque un signo humano de la divinidad. Esla presencia personal del Verbo consus-tancial al Padre, viviente en condición eintimidad humanas entre los hombres. Co-menta San Agustín:

«Oíste una afrenta, he ahí el viento. Te airaste,he ahí el oleaje. Soplando el viento y encrespán-dose el oleaje, se halla en peligro la nave, peligratu corazón. Oída la afrenta deseas vengarte. Tevengaste y, cediendo a la injuria ajena, naufragas-te. ¿Cuál es la causa? Porque duerme en ti Cristo.¿Qué significa: duerme en ti Cristo? Te olvidastede Cristo. Despierta, pues, a Cristo; acuérdate deÉl, está despierto en tí; piensa en Él. ¿Qué que-

rías? Vengarte. ¿Se te ha pasado de la memoriaque El, cuando fue crucificado dijo: “Padre, per-dónalos, porque no saben lo que hacen”? (Lc23,34). Quien dormía en tu corazón no quiso ven-garse. Despiértale, acuérdate de Él. Recordárle esrecordar su palabra. Recordarle es recordar su pre-cepto. Si Cristo está despierto en tí, ¿qué dices entu interior? ¿Quién soy yo para querer vengarme?¿Quién soy yo para proferir amenazas contra unhombre?... Por tanto calmaré mi ira y volveré a laquietud de mi corazón. Dio órdenes Cristo y seprodujo la bonanza» (Sermón 63,2).

CICLO CEn el Evangelio, después de la confe-

sión de fe de San Pedro, Jesús anuncia suPasión e invita a sus discípulos a tomarcada uno su cruz para seguirlo. Esto hasugerido colocar como primera lectura laprofecía de Zacarías sobre el Siervo do-liente, que prefiguraba a Cristo.

San Pablo nos recuerda que, por hallar-nos unidos a Cristo a causa del Bautismo,no formamos ya más que un sólo Cuerpocon Él. Nada debe separar a quienes sereconocen en la fe hijos de Dios. ¿Sere-mos capaces de reconocer esta revela-ción fundamental por encima de nuestrasdivisiones?

–Zacarías 12,10-11: Mirarán al quetraspasaron. Ya antes del acontecimientoredentor del Calvario, Dios había anun-ciado por sus profetas la condición victi-mal solidaria del Mesías Redentor: El GranTraspasado por nuestros pecados. DiceSan Agustín:

«Oid y entended; ya un profeta había dichoesto: Alzarán los ojos a Aquél a quien traspasa-ron. Verán, pues, la forma misma que traspasaroncon una lanza; se sentará como juez; condenará alos verdaderos culpables quien fue culpado injus-tamente. Él mismo será quien venga en aquellaforma. También tienes esto en el Evangelio» (Ser-món 127,10).

El primogénito traspasado por nuestrospecados, que con su sacrificio en la cruz,

12ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 31: Año litúrgico patrístico

32 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

está recabando nuestras miradas de amorpenitente y agradecido. En la cruz se nosevidenció todo el amor de Dios a los hom-bres en la inmolación redentora del Cora-zón que tanto ha amado a los hombres.

Pero el sacrificio del Calvario es preci-so hacerlo, de alguna manera, nuestro. Porla penitencia sincera, evidenciamos tenerconciencia de la profunda necesidad quetodos tenemos de Cristo.

Por la fe amorosa, podemos retornar ala condición bautismal de hijos de Diosmarcados para la santidad.

–Con el Salmo 62 decimos: «Mi almaestá sedienta de Ti, Señor, Dios mío». Delque traspasaron brotó sangre y agua: san-gre del sacrificio y agua de vida y gracia.Al caer sobre nosotros esa agua fecunda,sentimos primero nuestra aridez, se exa-cerba nuestra sed de Dios, pues sentimosuna corriente de vida, mejor que lo quecomúnmente llamamos vida: es la graciade estar unidos a Dios y recibir su espíritu»

–Gálatas 3,26-29: Los que habéis sidobautizados os habéis revestido de Cristo.Por el bautismo el misterio de la cruz sehace una realidad misteriosamente eficazen nosotros. Nos incorpora a Cristo, ha-ciéndonos participar de su condición deHijo del Padre. San Juan Crisóstomo co-menta este pasaje de San Pablo:

«Si la ley es un pedagogo y, encerrados, ellanos custodiaba, no es contraria a la gracia, sinoque colabora con ella. Por el contrario, se le opon-dría si, venida la gracia, ella persistiera en mante-ner su dominio. Corrompería nuestra salvación siimpidiera acudir a la gracia. Sería como la lámparaque iluminando de noche, impidiera, llegado eldía, la vista del sol, por lo que no sería agradable,sino desagradable. Así sucedería también con laley, que sería un obstáculo en la consecución delo que es mejor. Los que ahora la observan, sonlos que sobre todo la desacreditan, de la mismamanera que el pedagogo ridiculiza al joven cuan-do, llegado el momento de apartarse de él se afe-rra junto a él...

«¿Por qué no dijo: cuantos habéis sido bauti-zados en Cristo, habéis nacido de Dios? –era, sinduda, la consecuencia lógica de ser hijos de Dios–. Porque recalca la misma idea de una forma másefectiva. Si Cristo es Hijo de Dios y tú te hasrevestido de Él, teniendo al Hijo en ti mismo yhaciéndote semejante a Él, alcanzaste una totalconexión con Él « (Comentario a la Carta a losGálatas III,5).

–Lucas 9,18-24: Tú eres el Mesías deDios. El Hijo del hombre tiene que pade-cer mucho. Todo el amor redentor delCorazón de Cristo Jesús hacia nosotrosse convirtió en una constante obsesión porel misterio de la Cruz. Su pasión fue elsello misterioso de su condición de ver-dadero Mesías y el aval del amor infinitoque nos tiene. San Ambrosio explica:

«Pedro no ha seguido el juicio del pueblo, sinoque ha expresado el suyo propio al decir: Tú eresel Cristo, el Hijo de Dios vivo. El que es, es siem-pre, no ha comenzado a ser, ni dejará de ser. Labondad de Cristo es grande porque casi todos susnombres los ha dado a sus discípulos... Cristo espiedra –pues bebían de la roca que los seguía, y“la roca era Cristo” (1 Cor 10,4)–, y Él tampocoha rehusado la gracia de este nombre a su discípu-lo, de tal forma que él es también Pedro, para quetenga de la piedra la solidez constante, la firmezade la fe.

«Esfuérzate también tú en ser piedra. Y así, nobusques la piedra fuera de ti, sino dentro de ti. Tupiedra es tu acción; tu piedra es tu espíritu. Sobreesta piedra se edifique tu casa, para que ningunaborrasca de los malos espíritus pueda tirarla. Tupiedra es la fe; la fe es el fundamento de la Iglesia.Si eres piedra estarás en la Iglesia, porque la Igle-sia está fundada sobre piedra. Si estás en la Igle-sia, las puertas del infierno no prevalecerán sobreti: las puertas del infierno son las puertas de lamuerte y las puertas de la muerte no pueden serlas puertas de la Iglesia... El Hijo del Hombre hade padecer mucho... Tal vez el Señor ha añadidoesto porque sabía que sus discípulos difícilmentehabían de creer en su pasión y en su resurrección.Por eso ha preferido afirmar Él mismo su pasióny su resurrección, para que naciese la fe del hechoy no la discordia del anuncio. Luego Cristo no haquerido glorificarse, sino que ha querido aparecer

Page 32: Año litúrgico patrístico

33sin gloria para padecer el sufrimiento; y tú, quehas nacido sin gloria, ¿quieres glorificarte? Por elcamino que ha recorrido Cristo es por donde túhas de caminar. Esto es reconocerle, esto es imi-tarle en la ignominia y en la buena fama (2 Cor6,8), para que te gloríes en la cruz como Él mismose ha gloriado» (Tratado sobre el Evangelio deSan Lucas lib.VI, 97-98 y 100).

LunesAños impares

–Génesis 12,1-9: Abrahán marchócomo le había dicho el Señor. La fe deAbrahán es modélica. Comenta San Agus-tín:

«Tanto hizo por nosotros que, aún enseña másque sus promesas, y sus obras deben movernos acreer en lo que prometió. A duras penas creyéra-mos lo que hizo de no haberlo visto. ¿Dónde lovemos? En los pueblos que tienen su ley, en lasmuchedumbres que le siguen. Se ha realizado asíla promesa que hizo a Abrahán cuando dijo: “entu descendencia será bendecidas todas las gen-tes” (Gén 12,3). De poner los ojos en sí mismo,¿cuándo hubiera creído? Era un hombre y solo, yviejo, y estéril su mujer de tan avanzada edadque, aun sin el defecto de la esterilidad, la con-cepción fuera imposible. No existía base algunaen absoluto donde apoyar la esperanza: mirandoempero a quien le hacía la promesa, lo creía aunsin llevar camino. He ahí cumplido ante nosotroslo que fue objeto de su fe; creemos, en conse-cuencia, lo que no vemos por lo que viendo esta-mos. Engendró a Isaac: no lo hemos visto. Isaacengendró a Jacob: lo que tampoco vimos; ésteengendró a sus doce hijos; que no hemos vistotampoco; y sus doce hijos engendraron al pueblode Israel que ahora estamos viendo...

«Del pueblo de Israel nació la Virgen María,que dio a luz a Cristo y a los ojos está cómo enCristo son benditas las naciones todas. ¿Hay algomás verdadero? ¿Hay algo más palmario? Voso-tros que conmigo salísteis de la gentilidad, deseadconmigo la vida futura. Si ya en el siglo cumplióDios lo que había prometido hacer en la descen-dencia de Abrahán, ¿cómo no va a cumplir suspromesas eternas a los que hizo de la descenden-cia de Abrahán? El Apóstol dice: vosotros soiscristianos, luego “sois descendientes de Abrahán”

(Gál 3,29). Son palabras del Apóstol» (Sermón130,3).

–Con el Salmo 32 decimos «Dichosoel pueblo que el Señor se escogió comoheredad. Dichosa la nación cuyo Dios esel Señor, el pueblo que Él se escogiócomo heredad. El Señor mira desde el cie-lo, se fija en todos los hombres. Los ojosdel Señor están puestos en sus fieles, enlos que esperan en su misericordia, paralibrar sus vidas de la muerte y reanimar-los en tiempo de hambre. Nosotros aguar-damos al Señor: Él es nuestro auxilio yescudo. Que tu misericordia, Señor, ven-ga sobre nosotros, como lo esperamosde tí».

Nosotros, los miembros del CuerpoMístico de Cristo, somos la nueva crea-ción, la obra del Verbo y del Espíritu ysomos la tierra llena de su amor miseri-cordioso. Somos el Pueblo que Dios seescogió. A nosotros nos ha confiado elSeñor realizar su palabra, como dice SanPablo en su Carta a los Colosenses 1,24-27.

Años pares–2 Reyes 17,5-8: El Señor arrojó de su

presencia a Israel y sólo quedó la tribude Judá. Las calamidades acaecidas en elReino del Norte y la deportación de sushabitantes se deben a la desobediencia y ala infidelidad para con la alianza. Lo he-mos visto ya muchas veces.

–Ahora se confirma con el Salmo 59.Se trata de un desastre terrible o una se-ñal de desbandada ante los arcos del ene-migo. Pero tiene un trasfondo saludableque lleva envuelta la idea de corrección yconversión:

«Que tu mano salvadora nos responda,Señor. Oh Dios nos rechazaste y rompis-te nuestras filas, estabas airado, pero res-táuranos. Has sacudido y agrietado el país:repara sus grietas que se desmorona. Hi-ciste sufrir un desastre a tu pueblo, dán-

12ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 33: Año litúrgico patrístico

34 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

dole a beber un vino de vértigo. Tú, ohDios, nos has rechazado y no sales yacon nuestras tropas. Auxílianos contra elenemigo, que la ayuda del hombre es in-útil. Con Dios haremos proezas, Él piso-tea a nuestros enemigos».

El cristiano tiene conciencia de perte-necer al Pueblo de Dios de los últimostiempos: la Iglesia. Es indudable que através de la historia se han producido asal-tos contra la Iglesia, que han roto sus fi-las y han cuarteado sus muros, pero tienela promesa de Jesucristo: las puertas delinfierno no prevalecerán contra ella. Esaes nuestra fe, esa es nuestra esperanza, noobstante las dificultades que puedan sur-gir de dentro o de fuera.

–Mateo 7,1-5: Sácate primero la vigade tu ojo. Jesús enuncia el principio deque no hay que juzgar al prójimo. SanJuan Crisóstomo explica este principio:

«¿Veis cómo Cristo no prohibe juzgar, sino quemanda primero echar la viga de nuestro ojo y lue-go tratar de corregir lo de los otros? A la verdad,todo el mundo sabe lo suyo mejor que lo ajeno, yve mejor lo grande que lo pequeño, y se ama mása sí mismo que a su prójimo. De manera que, sicorriges por solicitud, tenla antes de ti mismo,pues ahí está más patente y es mayor el pecado.Mas, si a ti mismo te descuidas, es evidente queno juzgas a tu hermano por su interés, sino por-que lo aborreces y quieres deshonrarle. Si hayque juzgar, que juzgue quien no tiene él mismopecado, no tú... Porque, si es un mal no ver lospropios pecados, doble y triple lo es juzgar a losotros cuando uno mismo, sin sentirlas, lleva lasvigas en sus propios ojos. A la verdad, más pesa-do que una viga es un pecado» (Homilía 23,2sobre San Mateo).

Martes

Años impares–Génesis 13,2.5-18: No haya disputas

entre nosotros dos, pues somos hermanos.Un vez que Abrahán se separó de Lot,

Dios le prometió una numerosa descen-dencia junto con la posesión del país enque reposa». San Jerónimo exhorta tam-bién:

«Así, pues, te ruego y te aconsejo con afectode padre: ya que has dejado Sodoma para cami-nar presuroso hacia los montes, no mires a tuespalda, no sueltes la mancera del arado, ni elborde del vestido del Salvador, ni sus cabelloshúmedos con el rocío de la noche; nada entoncesde lo que has logrado asir permitas se te escape,ni bajes tampoco del tejado de las virtudes a bus-car los vestidos antiguos, no te vuelvas del cam-po a la ciudad, no ames como Lot los parajesllanos y amenos (Gén 13,10), que no son regadospor el cielo, como la tierra santa, sino por el tur-bulento río Jordán después de haber perdido ladulzura de sus aguas mezclándose con el marMuerto» (Carta 71,1 a Lucinio).

–En el Salmo 14 encontramos un códi-go moral del que aspira a vivir en la inti-midad con Dios en el santuario de Jerusa-lén: «Señor, ¿quién puede hospedarse entu tienda? El que procede honradamentey practica la justicia, el que tiene inten-ciones leales y no calumnia con su len-gua. El que no hace mal al prójimo ni di-fama al vecino, el que considera despre-ciable al impío y honra a los que temen alSeñor. El que no presta dinero a usura niacepta soborno contra el inocente. El queasí obra nunca fallará».

No se insiste en las purezas rituales, sinoen las condiciones morales del corazón.

El Nuevo Testamento nos manifiesta quela Humanidad de Cristo es el templo deDios. Es la tienda y el monte santo en laque Dios ha fijado su morada en mediode los hombres. Hemos de tener las virtu-des necesarias para entrar en ese santua-rio, principalmente las obras de caridad,como lo indica el Salmo.

Años pares–2 Reyes 19,9-11.14-21.31-36: Yo

escudaré a esta ciudad para salvarla, por

Page 34: Año litúrgico patrístico

35

mi honor y el de David. El reino de Judáno se libra del peligro de la invasión, perola oración del rey Ezequías es acogida: Elprofeta Isaías le anuncia la partida inmi-nente del enemigo y la próxima liberaciónde Jerusalén. Es grande el poder de la ora-ción, como ya lo hemos expresado en di-versas ocasiones. He aquí un bello textode San Gregorio Magno:

«La mente del que pide suele reaccionar de for-ma diferente a la mente de Aquel a quien se dirigela petición, por eso las almas de los santos ponensu morada en el seno secreto e interior de Dios,encontrando descanso en él. ¿Cómo es posible,entonces, que se diga que clamaban si sabemosque su voluntad no discrepa en nada de la deDios? ¿Cómo es posible que eleven su petición,si sabemos con certeza que no ignoran ni la vo-luntad de Dios ni lo que sucederá en el futuro?

«Se dice que presentan peticiones, aun vivien-do en Él, no porque deseen algo en desacuerdocon la voluntad que conocen, sino porque cuantomás ardientemente se unen a Él con la mente tan-to más reciben de Él el deseo de seguir pidiendolo que ya saben que se les va a conceder. De Élbeben lo que les hace estar más sedientos de Él, y,de forma aún incomprensible para nosotros, sesacian pregustando eso mismo que al ser pedidoaumenta el hambre. No estarían de acuerdo con lavoluntad del Creador si no pidieran lo que Élquiere que vean, y se unirían menos a Él si de-mandaran de mala gana lo que Él quiere darles»(Morales sobre Job lib. II,11).

–Con el Salmo 47 proclamamos: «Diosha fundado su ciudad para siempre. Gran-de es el Señor y muy digno de alabanzaen la ciudad de nuestro Dios. Su MonteSanto, una altura hermosa, alegría de todala tierra. El monte Sión, vértice del cielo,ciudad del gran rey. Entre sus palacios,Dios descuella como un alcázar. Oh Dios,meditamos tu misericordia en medio detu templo: como tu renombre, oh Dios,tu alabanza llega al confín de la tierra; tudiestra está llena de justicia».

El salmista ha celebrado la grandeza deDios en el momento del peligro. Se diríaque deseaba reproducir la oración de

Ezequías. La grandeza de Dios se ha ma-nifestado en la Iglesia: Ella es su ciudadsanta construida sobre el Monte santo quees Cristo. En ella elevamos a Dios nues-tras súplicas y ella misma ora por todoslos hombres principalmente en su liturgiasagrada.

–Mateo 7,6,12-14: Tratad a los demáscomo queréis que ellos os traten. Es laregla de oro de la buena concordia socialy cristiana. San Agustín dice:

«“Lo que no quieres que te hagan, no lo hagastú a otro” (Tob 4,16; Mt 7,12). Antes de darse laley, a nadie se permitió ignorar esto que decimos,para que así tuviesen modo de juzgar aquellos aquienes no se había dado la ley. Pero, para que loshombres no tratase de obtener algo que les falta-ba, se escribió en tablas lo que no leían en loscorazones. Tenían escrita la ley, pero no queríanleer... Pero como los hombres, apeteciendo lascosas externas, se apartaron de sí mismos, se diola ley escrita; no porque no estuviese escrita yaen los corazones, sino porque, habiendo huido túde tu corazón, debías ser acogido por Aquel queestá en todas partes y devuelto al interior de timismo» (Comentario al Salmo 57,1).

Con respecto a otros temas de esa lec-tura evangélica, el mismo San Agustín co-menta el respeto que hemos de tener porlo sagrado. No dar lo santo a los perros nilas piedras preciosas a los puercos.

«Perros son los que ladran calumniosamente;puercos son los manchados con el lodo de losplaceres sensuales. No seamos ni perros ni puer-cos para merecer que el Señor nos llame hijos»(Sermón 60,A,4).

La defensa de lo sagrado nos urge siem-pre; no podemos participar en la liturgiasanta con malas disposiciones del alma.Y se han de realizar las ceremonias sa-gradas tal como lo ha prescrito la compe-tente jerarquía de la Iglesia. «Con tem-blor y fe» decía una antigua antífonalitúrgica.

12ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 35: Año litúrgico patrístico

36 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

MiércolesAños impares

–Génesis 15,1-12.17-18: Abrahán cre-yó al Señor y se le contó en su haber, y elSeñor hizo alianza con él. Por la imita-ción de la fe de Abrahán, los seguidoresde Cristo son verdaderos hijos del Patriar-ca, herederos de la promesa y miembrosde la alianza. Así lo explica San Agustín:

«Así, a nosotros, hermanos, se nos llamó hijosde Abrahán, sin haberlo conocido personalmentey sin tener de él la descendencia carnal. ¿Cómo,pues, somos sus hijos? No en la carne, sino en lafe... Si Abrahán fue justo por creer, todos los quedespués de él imitaron la fe de Abrahán se hicie-ron hijos de él. Los judíos, nacidos de él, según lacarne, degeneraron; nosotros, nacidos de genteextranjera, conseguimos imitándolo lo que ellosperdieron por su degeneración. ¡Lejos de noso-tros pensar que Abrahán es su padre aunque des-ciendan de su carne! Sus padres fueron aquellosque ellos mismos confesaron que eran» (SanAgustín, Sermón 305,A,3).

–Con el Salmo 104 decimos: «el Señorse acuerda de su alianza eternamente». Elcristiano debe tomar conciencia de quetodos los prodigios operados por Dios enla Antigua Alianza para llevar adelante laspromesas hechas por Dios a Abrahán, sonprodigios que nos atañen a todos los be-neficiarios de la Nueva Alianza: «Si soishijos de Cristo, sois descendientes deAbrahán según la promesa» (Gál 3,29).

«Por eso el cristiano ha de recitar estesalmo como un memorial y una glorifi-cación de su propio origen, que llegó a suconsumación y plenitud en Jesucristo. Poreso con este Salmo nos adentramos en lasmaravillas de la Encarnación y en todoslos misterios de Cristo que son reactua-lizados en la celebración litúrgica, sobretodo en el Misterio Pascual.

Por medio de este salmo se nos da aconocer el aspecto divino de la historia

de la salvación, la parte absolutamente in-sustituible y esencial realizada por Diosdesde los comienzos hasta el fin del mun-do.

Años pares–2 Reyes 22,8-13.23,1-3: El rey leyó al

pueblo el libro de la Alianza encontradoen el templo y selló ante el Señor la Alian-za. Se trata de la reforma del rey Ezequías,que señala una vuelta a la fidelidad conrespecto al verdadero Dios y de la cualhemos tratado ampliamente en otras oca-siones.

–Por eso con el Salmo 118 cantamos:«muéstranos, Señor, el camino de tus le-yes». Este Salmo es el fruto de una conti-nua contemplación interior de la ley deDios. El piadoso salmista refleja en él sumaravillosa e inefable experiencia exal-tando la ley del Señor y declarando suamor y su adhesión a ella en todas las cir-cunstancias de su vida, porque en ella haencontrado el bien supremo, luz, alegríay confortación en las persecuciones y enlos sufrimientos.

Todo cristiano ha de encontrar en esteSalmo una colección de jaculatorias paraexpresar los sentimientos que le inspirasu amor a la palabra de Dios y al manda-to de la caridad, en las circunstancias másdiversas de la vida. El Salmo 118 es comoun rosario del mandamiento del amor en-señado por Jesucristo como complemen-to de la ley mosaica.

–Mateo 7,15-30: Por su frutos los co-noceréis. Cristo alerta contra los falsos pro-fetas. El árbol bueno da frutos buenos yel árbol malo da frutos malos. San JuanCrisóstomo explica estas palabras de Je-sús:

«En todo tiempo tuvo interés el diablo en su-plantar la verdad por la mentira. A mi parecer, alnombrar aquí a los falsos profetas, no alude elSeñor a los herejes, sino a quienes, siendo de vida

Page 36: Año litúrgico patrístico

37corrompida, se ponen la máscara de la virtud, y aquienes el vulgo da el nombre de impostores...No hay mansedumbre, no hay dulzura alguna enlos falsos profetas. De ovejas sólo tienen la piel.Por eso es fácil distinguirlos. Y porque no tengasla más ligera duda, te pone los ejemplos de lascosas que han de suceder por necesidad de la na-turaleza... El árbol malo produce siempre frutosmalos y no puede jamás producirlos buenos... Nodice que sea imposible que el malo cambie y queel bueno no pueda caer. El malo puede efectiva-mente convertirse a la virtud; pero, mientras per-manezca en su maldad, no producirá frutos bue-nos... El Señor mandó que a cada uno se le juzguepor sus frutos» (Homilía 23,6-7 sobre SanMateo).

JuevesAños impares

–Génesis 16,1-12.15-16: Hagar dio unhijo a Abrahán y Abrahán lo llamóIsmael. San Pablo en su Carta a los Gálatas(4,21-31) ve en la esclava Hagar un sím-bolo de la Sinagoga, el judaísmo esclavode la ley y en Sara, la mujer libre, la ima-gen de la Iglesia. Comenta San Agustín:

«Es, pues, el testamento antiguo, correspon-diente a Hagar, que engendra para la servidum-bre. En cambio la Jerusalén que está arriba es librey ella es nuestra Madre. Así, pues, los hijos de lagracia son los hijos de la libre; los hijos de la letrason los hijos de la esclava. Busca los hijos de laesclava: La letra mata. Busca los hijos de la libre:El Espíritu,en cambio, da vida. La ley del espíritude vida en Cristo Jesús te libró de la ley del peca-do y de la muerte, de la que no pudo librarte la leyde la letra» (Sermón 162,7).

–Con el Salmo 105 proclamamos: «dadgracias al Señor porque es bueno». La te-sis que el Salmo 105 desarrolla está enconsonancia con los temas del AntiguoTestamento, según los cuales, la miseri-cordia de Dios está muy por encima delos pecados de los hombres. Pero de aquíno se puede deducir que no hay que darimportancia al pecado. Por el contrario,uno de los fines del Salmo es dar a cono-

cer y sentir la enorme injusticia que su-pone el pecado que es una rebelión de lainfidelidad del hombre contra la fidelidadde Dios. De ahí que el salmo pretenda antetodo excitar los sentimientos de arrepen-timiento y conversión.No obstante, losversículos escogidos aquí son los prime-ros que expresan la invitación a alabar aDios por su misericordia, en relación conla lectura precedente que es la continua-ción de la historia de la salvación:

«Dad gracias al Señor, porque es bue-no, porque es eterna su misericordia.¿Quién podrá contar las hazañas de Dios,pregonar toda su alabanza? Dichosos losque respetan el derecho y practican siem-pre la justicia. Acuérdate de mí por amora tu pueblo. Visítanos con tu salvación:para que vea la dicha de tus escogidos, yme alegre con la alegría de tu pueblo, yme gloríe con tu heredad».

Años pares–2 Reyes 24,8-17: Deportación de

Jeconías y establecimiento de un monar-ca vasallo. La Iglesia sufre por la des-cristianización de los pueblos, en los cua-les se ha sembrado abundantemente lapalabra de Dios, de los sacerdotes y reli-giosos secularizados. Ora también por lapaz, la libertad y el bienestar de todos lospueblos. Son muchos los que están en gue-rra continua; se hallan esclavizados ymueren de hambre y de miseria.

–Todo esto está expresado en la oracióndel Salmo 78: «líbranos, Señor, por elhonor de tu nombre. Los gentiles han en-trado en tu heredad, han profanado tu san-to templo, han reducido a Jerusalén a rui-nas». Tanto la liturgia como la tradiciónpatrística ven en este Salmo una súplicade la Iglesia en tiempo de persecución yde prueba, pero también para expresar sen-timientos de penitencia y propiciar la mi-sericordia de Dios para con una humani-

12ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 37: Año litúrgico patrístico

38 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

dad pecadora y para con sus hijos arre-pentidos y penitentes:

«...echaron los cadáveres de tus sier-vos en pasto a las aves del cielo, y la car-ne de sus fieles a las fieras de la tierra.Derramaron su sangre como agua en tor-no a Jerusalén, y nadie la enterraba. Fui-mos el escarnio de nuestros vecinos, lairrisión y la burla de los que nos rodean.¿Hasta cuándo, Señor? ¿Vas a estar siem-pre enojado? ¿Va a arder como fuego tucólera? No recuerdes contra nosotros lasculpas de nuestros padres; que tu com-pasión nos alcance pronto, pues estamosagotados. Socórrenos, Dios Salvadornuestro, por el honor de tu nombre; líbra-nos y perdona nuestros pecados, a causade tu nombre».

–Mateo 21-29: La casa edificada sobreroca y la casa edificada sobre arena. Lareligión auténtica consiste en cumplir conla voluntad de Dios. Todo lo demás nopasa de ser ilusión y artificio, merecedorde condenación por parte de Dios. DiceSan Agustín:

«Hermanos míos, que vinísteis con entusias-mo a escuchar la palabra: no os engañéis a voso-tros mismos fallando a la hora de cumplir lo queescuchásteis. Pensad que es hermoso oirle, ¡cuántomás será el llevarlo a la práctica! Si no escucháis,si no ponéis interés en oirla, nada edificais. Pero,si la oyes y no la pones en práctica, edificas unaruina.

«Cristo el Señor puso a este respecto una seme-janza muy oportuna: Quien escucha mis palabras...¿Por qué no se derrumbó? Estaba cimentada so-bre roca. Por tanto, el escuchar la palabra y cum-plirla equivale a edificar sobre roca. El sólo escu-char es ya edificar... Quien la escucha y no la poneen práctica edifica sobre arena y edifica sobre rocaquien la escucha y pone en práctica; y quien no laescucha no edifica ni sobre la roca ni sobre laarena... ¿No es esto más seguro? Entonces que-darás sin techo donde cobijarte si nada escuchas...Considera, pues, qué parte vas a elegir... Si tehayas sin techo, necesariamente serás sepultado,arrastrado y sumergido.

«Por tanto, si es malo para ti edificar sobrearena, malo es también no edificar nada; sólo que-da como bueno edificar sobre roca. Cosa mala es,pues, no escuchar; mala también escuchar y noobrar; lo único que queda es obrar también» (Ser-món 179,8-9).

Viernes

Años impares–Génesis 17,1.9-10.15-22: Dios da a

Abraham un hijo de su esposa Sara, lalibre, Isaac, con quien establecerá su pactoperpetuo. Este pasaje es interpretado enel sentido de que es mejor la nueva alian-za que la antigua. Pero ello siempre quese conserve en unión con la verdaderaIglesia, por el bautismo, la fe y las cos-tumbres. Dice San Agustín:

«Hay quien solamente se ha revestido de Cristopor haber recibido el sacramento, pero están des-nudos de Él por lo que se refiere a la fe y a lascostumbres. También son muchos los herejes quetienen el mismo sacramento del bautismo, pero nosu fruto salvador ni el vínculo de la paz... O bienestán sellados por los desertores o bien son ellosmismos desertores, llevando el sello del buen reyen carne digna de condenación... Ved que puededarse que alguien tenga el bautismo de Cristo,pero no la fe y el amor de Cristo; que tenga elsacramento de la santidad y no sea contado en ellote de los santos. Ni importa, por lo que se refiereal solo sacramento, el que alguno reciba el sacra-mento de Cristo, donde no existe la unidad deCristo, pues también quien ha sido bautizado en laIglesia, si pasa a ser desertor de la misma, carece-rá de la santidad de vida, pero no del sello delsacramento» (Sermón 260,A,2).

–Con el Salmo 127 proclamamos: «éstaes la bendición del hombre que teme alSeñor». Los Santos Padres han aplicadolas palabras de este Salmo a la Iglesia,Madre fecunda por el Bautismo. San LeónMagno afirma:

«La fiesta de hoy, del nacimiento de Jesucristode la Virgen María, renueva para nosotros loscomienzos sagrados. Y al adorar el nacimiento de

Page 38: Año litúrgico patrístico

39nuestro Salvador, tratamos de celebrar al mismotiempo nuestros propios comienzos. La genera-ción de Cristo es, en efecto, el origen del pueblocristiano, y el aniversario de la Cabeza es tam-bién el aniversario del Cuerpo. Aunque cada unosea llamado en su orden y todos los hijos de laIglesia se diferencien en la sucesión de los tiem-pos, sin embargo, como el conjunto de los fielesnacidos de la fuente bautismal ha sido crucificadocon Cristo en su pasión, ha resucitado en su resu-rrección, ha sido colocado a la derecha del Padreen su ascensión, así también con Él ha nacido enesta navidad» (Sermón 6 de Navidad).

Años pares–2 Reyes 25,1-12: Marchó Judá al De-

sierto. Nueva conquista de Jerusalén porNabucodonosor. El rey es castigado y de-portado a Babilonia. Gran parte de la po-blación corre la misma suerte. Es el findel reino de Judá.

–Así lo canta el Salmo 136: «Que seme pegue la lengua al paladar si no meacuerdo de tí... Junto a los canales de Ba-bilonia nos sentábamos a llorar con nos-talgia de Sión». Babilonia es la personifi-cación de la multiforme potencia del mal.Este satánico poder que pervierte en elmundo está destinado a autodestruirse.Babilonia es el símbolo de la ciudad te-rrena, surgida y crecida en oposición aDios y a todo lo que viene de Él. Es elresultado de todos los egoísmos y concu-piscencias humanas.

En su poder y prosperidad, ella acu-mula sus pecados hasta el cielo, pero Diosrecuerda sus iniquidades y la justicia di-vina la aniquilará. Cristo ha revelado alhombre su miseria y su desgracia, perono lo ha abandonado en su desesperación.Con sus misterios pascuales nos ha de-vuelto el paraíso perdido y la posibilidadde cantar los cánticos de la Jerusalén ce-leste.

La Iglesia, formada por los que creenen la palabra de Cristo, sentada junto a

los canales de Babilonia, que son este enga-ñoso mundo que pasa, provocada y opri-mida por sus perseguidores, llora en susmiembros que sufren. Pero en su cora-zón, el deseo de ver a Dios y la nostalgiadel cielo son más fuertes que cualquierprovocación e insinuación del enemigo.

«Los que son de Cristo Jesús han cru-cificado su carne con sus pasiones y susdeseos» (Gál 5,24). Mientras estamos eneste mundo somos como exiliados y de-portados (cf. 2 Cor 5,6). Luchamos, peroen Cristo tenemos la esperanza del triun-fo (2 Cor 5,8).

–Mateo 8,1-4: Si quieres puedes lim-piarme. Comenta San Juan Crisóstomoel diálogo entre Jesús y el leproso:

«Grande es la prudencia, grande la fe de esteleproso que se acerca al Señor. Porque no le inte-rrumpió en su enseñanza, ni irrumpió por entre laconcurrencia, sino que esperó el momento opor-tuno y se acercó al Señor cuando éste hubo bajadodel monte. Y no le ruega como quiera, sino congran fervor, postrado a sus pies, como cuenta otroevangelista, con verdadera fe y con la opinión quede Él debe tener...: Si quieres, puedes limpiarme...Todo se lo encomienda a Él; a Él hace Señor de sucuración.

«Y Él atestigua que tiene toda autoridad... Loque hace es aceptar y confirmar lo que el leprosole había dicho. Por ello precisamente no le res-ponde: “queda limpio”, sino: “quiero, queda lim-pio”; con lo que el dogma ya no se fundaba en lamera suposición del leproso, sino en la sentenciamisma del Señor. No obraron así los apóstoles...Mas el Señor, que muchas veces habló de sí hu-mildemente y por bajo de lo que a su gloria co-rresponde, ¿qué dice aquí para confirmar el dog-ma, en el momento en que todos le admiraban porsu autoridad? Quiero, sé limpio. En verdad conhaber Él hecho tantos y tan grandes milagros, enninguna parte aparece repetida esta palabra. Aquíempero, para confirmar la idea que tanto el pue-blo como el leproso tenían de su autoridad, aña-dió ese “quiero”. Y no es que lo dijera y luego nolo hiciese, la obra siguió inmediatamente a su pa-labra» (Homilía 25,1-2 sobre San Mateo).

12ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 39: Año litúrgico patrístico

40 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

Sábado

Años impares–Génesis 18,1-15: La visita de los tres

a Abrahán junto a la encina de Mambré.Anuncio del nacimiento de Isaac, impor-tante para la historia de la salvación. SanJerónimo explica que:

«Abrahán era rico en oro, plata, ganado, pose-siones y vestidos, y tenía tanta familia que, al reci-bir una noticia inesperada, pudo armar un ejércitode jóvenes escogidos y alcanzar junto a Dan y darmuerte a cuatro reyes, de quienes antes habíanhuido otros cinco. Y sin embargo, después que,habiendo cumplido muchas veces el deber de hos-pitalidad, mereció recibir a Dios cuando él pensa-ba acoger a hombres, no encomendó a criados ycriadas que sirvieran a los huéspedes ni disminu-yó, por encomendarlo a otros, el bien que practi-caba; sino que él solo con su mujer Sara se entre-gó a aquel servicio de humanidad, como si hubie-ra dado con una presa. Él mismo les lavó los pies,él mismo trajo sobre sus hombros un lucido bece-rro del rebaño, permaneció en pie como un criadomientras los peregrinos comían, y sin comer él,les fue poniendo los manjares que Sara había co-cido con sus manos» (Carta 66,11 a Panmaquio).

Muchos Santos Padres y la liturgia tan-to oriental como occidental han visto enesto una figura de la Santísima Trinidad.San Hilario de Poitiers dice que «vió atres y adoró a uno»:

«...Cuando Abrahán ve a un hombre y adora aDios. La antigua liturgia romana tenía un respon-sorio en el que se decía: “tres vidit et unumadoravit”» (Tratado sobre los Misterios 2,13-14).

–Por eso se ha escogido como salmoresponsorial el Magnificat. «Auxilia a Is-rael, su siervo, acordándose de la miseri-cordia, como lo había prometido a nues-tros padres, en favor de Abrahán y su des-cendencia por siempre».

Del himno de la Virgen María se ha es-crito que no es ni una respuesta a Isabel,ni propiamente una plegaria a Dios. Es una

elevación y un éxtasis. La gran hora de laVirgen María es también la gran hora desu pueblo. Al comienzo de su cántico ha-bló María de la salud que Dios le habíapreparado, al final habla de la salud quealborea para su pueblo. Lo que sucedióen la Virgen María se realiza en la Iglesiade Dios. En la Virgen María está repre-sentado el pueblo de Dios.

El siervo de Dios es aquí el Pueblo deIsrael: «Pero tú, Israel, eres mi siervo, yote elegí. Jacob, progenie de Abrahán, miamigo. Yo te traeré de los confines de latierra, y te llamaré de las regiones leja-nas, diciéndote: Tú eres mi siervo, yo teelegí y no te rechacé» (Is 41,8s.). Ahorava a tener cumplimiento la misericordiade Dios y la fidelidad a las promesas. LaVirgen María se reconoce una con el pue-blo de Dios. Ella fue fiel. En Ella se cum-plen las promesas. Es un gran misterio elrechazo de Israel a Cristo, el Mesías. «Vi-no a los suyos y los suyos no le recibie-ron».

Años pares–Lamentaciones 2,2.10-14.18-19: Gri-

ta al Señor, levántate, Sión . Después dehaber descrito el desastre de la ciudad san-ta, el autor del libro de las Lamentacio-nes llora su dolor ante las ruinas. Echa encara a los profetas el que no le revelarana Israel su pecado, para provocar su peni-tencia y perdón divino. Finalmente invitaa los supervivientes a que oren con fer-vor. San Jerónimo explica:

«Jeremías se lamenta sobre un pueblo que nohace penitencia... Llora a quienes salen de la Igle-sia por sus crímenes y pecados y no quieren vol-ver a ella arrepintiéndose de sus pecados. Por eso,dirigiéndose a los hombres de Iglesia, a los queson llamados muros y torres de la Iglesia, la pala-bra profética dice: “Muros de Sión, derramad lá-grimas” (Lam 2,18), como cumpliendo con el pre-cepto del Apóstol de “alegrarse con los que sealegran y llorar con los que lloran” (Rom 12,15).

Page 40: Año litúrgico patrístico

41«Así, con vuestras lágrimas incitaréis a llanto a

los duros corazones de los que pecan para que notengan que oir, obstinados en su malicia: “Yo teplanté como viña fructífera, de simiente legítima.¿Cómo has degenerado en amarga vid silvestre?...”No han querido volverse a Mí para hacer peniten-cia, sino que por la dureza de su corazón me hanvuelto la espalda para injuriarme... Cuánta es laclemencia de Dios, cuánta nuestra dureza, quedespués de tantos pecados nos llama a la salva-ción. Y ni aun así queremos convertirnos al Bien»(Carta 122,1-2, a Rústico).

–Con el Salmo 73 decimos: «No olvi-des sin remedio la viña de tus pobres. Elenemigo ha arrancado del todo el Santua-rio... prendieron fuego a tu Santuario, de-rribaron y profanaron la morada de tunombre».

Este Salmo apasionado, como las mis-mas Lamentaciones, refleja una época trá-gica, si las ha habido en la historia de Is-rael. El templo destruido, los profetas dis-persos, Dios mismo parece haber aban-donado a su pueblo. Pero el salmista nodesespera, sino que se vuelve a Dios su-plicante y Dios otorga el perdón. Todo serestaura. Esto se repite constantemente enla historia de Israel, como hemos visto endiversas ocasiones.

Tiene aplicación en nosotros, porque elcristiano en gracia es templo vivo de Dios.Por el pecado ese templo queda destrui-do, profanado, como nos decía San Jeró-nimo en su Carta anterior. Dios nos aguar-da, como el Padre del hijo pródigo. Espe-ra de nosotros el arrepentimiento y siem-pre está dispuesto a la misericordia y alperdón.

–Mateo 8,5-17: Vendrán muchos de Orien-te y Occidente y se sentarán con Abrahán,Isaac y Jacob. La fe del centurión romanologra la salud de su criado. Jesús ve enellos el augurio de la conversión de lospueblos paganos. Luego curó a la suegrade San Pedro. Se cumplen las profecías:«Tomó nuestras dolencias y cargó con

nuestras enfermedades». Comenta SanAgustín sobre este milagro que Jesús haceen favor del centurión:

«Podemos nosotros medir la fe de los hom-bres, pero en cuanto hombres. Cristo, que veía elinterior, Cristo a quien nadie engañaba, dio testi-monio sobre el corazón de aquel hombre, al escu-char las palabras de humildad y pronunciar la sen-tencia de la sanación.

«El Señor, aunque formaba parte del pueblojudío, anunciaba ya la Iglesia futura en todo elorbe de la tierra, a la que había de enviar a susapóstoles. Los gentiles no lo vieron y creyeron;los judíos lo vieron y le dieron muerte. Del mismomodo que el Señor no entró con su cuerpo en lacasa del centurión, y, sin embargo, ausente en elcuerpo y presente por su majestad, sanó su fe y sucasa, de idéntica manera el mismo Señor sólo es-tuvo corporalmente en el pueblo judío; en los otrospueblos ni nació de una Virgen, ni sufrió la pa-sión, ni caminó, ni soportó las debilidades huma-nas, ni hizo las maravillas divinas. Ninguna deestas cosas realizó en los restantes pueblos. Él sehabía dicho: El pueblo, al que no conocí, ése mesirvió. ¿Cómo si faltó el conocimiento? Tras ha-ber oído me obedeció (Sal 17,45). El pueblo judíolo conoció y lo crucificó; el orbe de la tierra oyó ycreyó» (Sermón 62,4).

12ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 41: Año litúrgico patrístico

42 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

13ª Semana

DomingoVerdad y caridad son los dos polos de

la vida y del testimonio cristiano, y sontambién el objeto de nuestra oración enuna liturgia dominical como la de hoy, lle-na de la alegría de los redimidos.

Entrada: «Pueblos todos, batid palmas,aclamad a Dios con gritos de júbilo» (Sal46,2).

Colecta (del Sacramentario de Bérga-mo): «Padre de bondad, que por la graciade la adopción nos has hecho hijos de laluz; concédenos vivir fuera de las tinie-blas del error y permanecer siempre en elesplendor de la verdad».

Ofrendas (del Veronense): «¡Oh Dios!,que obras con poder en tus sacramentos,concédenos que nuestro servicio sea dig-no de estos dones sagrados».

Comunión: «Bendice, alma mía, al Se-ñor y todo mi ser a su santo nombre»(Sal 102,1); o bien: «Padre, por ellos rue-go; para que todos sean uno en nosotrosy así crea el mundo que Tú me has envia-do, dice el Señor» (Jn 17,20-21).

Postcomunión (del Misal anterior, reto-cada con el texto de Jn 15,16): «La vícti-

ma eucarística que hemos ofrecido y re-cibido en comunión nos vivifique, Señor,para que, unidos a ti en caridad perpetua,demos frutos que siempre permanezcan».

CICLO ALa primera y la tercera lecturas se co-

rresponden. En la primera Dios bendiceel hogar que había acogido al profeta Eli-seo; en el Evangelio, Jesús, después dehaber invitado a los apóstoles a dejarlotodo para que le sigan a Él solo, prometesu bendición a los que los acojan con ge-nerosidad y cariño. En la segunda lecturaSan Pablo que ya nos enseñó que hemossido salvados por la muerte y resurrec-ción del Señor, nos muestra ahora cómoel bautismo nos introduce en este miste-rio.

–2 Reyes 4,8-11.14-16: Este hombre deDios es un santo, se quedará aquí. Todoprofeta auténtico es un signo de la pre-sencia de Dios en la vida de los hombres.La plenitud del profetismo fue Cristo Je-sús. El Hijo de Dios comprometido en lavida de los hombres y conviviendo conellos.

–Por siempre jamás cantamos las mi-sericordias del Señor. Así lo proclama-mos en el Salmo 88. En Cristo nos lo hadado todo. La alianza sellada por Dios conla casa de David no fue quebrantada nun-ca por parte de Dios, aun cuando por par-te de los hombres hubo muchos fallos einfidelidades. Dios conducía la historia porcaminos desconcertantes hasta que llega-ra el Descendiente de David esperado, elUngido por antonomasia, Cristo Jesús,Salvador de los hombres. Desde entoncesla Alianza sellada con su sangre será eter-na, irrompible, no obstante las deficien-cias de unos y los insultos y persecucio-nes de otros. «Reinará para siempre en laCasa de Jacob» (Lc 1,32).

Page 42: Año litúrgico patrístico

43

–Romanos 6,3-4.8-11: Por el bautis-mo fuimos sepultados con Él en la muer-te para que andemos en una vida nueva.

La vocación cristiana es, por su propianaturaleza, vocación de santidad cristifor-me; ruptura total con el pecado y nuevaexistencia en Cristo. Comenta San Agus-tín:

«Mas centremos nuestra reflexión, amadísimos,en la resurrección de Cristo, pues del mismo modoque su pasión era símbolo de nuestra antigua vida,así su resurrección encierra el misterio de la vidanueva. Por eso dice el Apóstol: “Hemos sido se-pultados con Cristo por medio del bautismo, parala muerte, a fin de que, como Cristo resucitó deentre los muertos, así también nosotros camine-mos en una vida nueva” (Rom 6,4). Has creído yte has bautizado: murió la vida antigua, recibió lamuerte en la cruz, fue sepultado en el bautismo.Ha sido sepultada la vida antigua, en la que vivistemal; resucita la vida nueva. Vive bien; vive paravivir; vive de tal manera que cuando mueras, nomueras... Comenzad a realizar en el espíritu, vi-viendo santamente, lo que Cristo nos manifestómediante la resurrección de su cuerpo» (Sermón229,E,3-4).

–Mateo 10,37-42: El que no toma sucruz, no es digno de Mí. El que os recibea vosotros a Mí me recibe. San Juan Cri-sóstomo explica las palabras de Jesús:

«Mirad la dignidad del Maestro. Mirad cómose muestra a Sí mismo hijo legítimo del Padre,pues manda que todo se abandone y todo se pos-ponga a su amor... La propia vida que antepongáisa mi amor, estáis ya lejos de ser mis discípulos...Y si es cierto que Pablo ordena muchas cosasacerca de los padres y manda que se les obedezcaen todo, no hay que maravillarse de ello, puessólo manda que se les obedezca en aquello que nova contra la piedad para con Dios... Con este modode hablar quería el Señor templar el valor de loshijos y amansar también a los padres que tal vezhubieran de oponerse al llamamiento de sus hi-jos...

«Nada hay más íntimo al hombre que su propiavida. Pues bien, si aun a tu propia vida no aborre-ces, sufrirás todo lo contrario del que ama, serácomo si no me amaras. Y no nos manda simple-mente que la aborrezcamos, sino que lleguemoshasta entregarla a la guerra, a las batallas, a la

espada y a la sangre. Porque el que no lleva sucruz y me sigue no puede ser mi discípulo. Por-que no dijo simplemente que hay que estar pre-parado para la muerte, sino para la muerte vio-lenta y no sólo para la muerte violenta, sino tam-bién para la ignominia...

«Ahora bien, ¿no es cosa de admirarse y pas-marse que, oyendo todo esto, no se les saliera alos apóstoles el alma de su cuerpo? Porque loduro por todas partes se les venía a la mano; peroel premio estaba todo en esperanza. ¿Cómo espues, que no se les salió? Porque era mucha lavirtud del que hablaba y mucho también el amorde los que oían... Un simple vaso de agua fría quedes, que nada ha de costarte, aun de tan sencillaobra tienes señalada recompensa. Porque por vo-sotros, que acogéis a mis enviados, yo estoy dis-puesto a hacerlo todo» (Homilía 35,1-2 sobre SanMateo).

CICLO BComo sucede ordinariamente se corres-

ponden las lecturas primera y tercera.«Dios no hizo la muerte». Por envidia deldiablo entró la muerte en el mundo. Enla tercera lectura Cristo resucita a la hijade Jairo. San Pablo exhorta a los cristia-nos de Corinto a acudir en ayuda de sushermanos de Jerusalén. Ayudar al pobrees imitar a Cristo.

El poderío de Cristo sobre la vida y lamuerte es, en la Revelación divina, el sig-no más decisivo para evidenciar la antíte-sis misteriosa entre el Adán original consu influencia degradante (el pecado y lamuerte cf. Rom 5,17; 1 Cor 15,26) y elnuevo Adán, Redentor del pecado y de lamuerte.

–Sabiduría 1,13-15–2,23-25: La muerteno procede de Dios. Pero es el signo de lalimitación humana y la marca que dejóen el hombre la aberración original de pre-tender ser como Dios (Gén 3,4).

La revelación divina afronta el «enig-ma» de la muerte en su dimensión de mis-terio insoslayable para la existencia tempo-ral humana (GS 14). San Atanasio escribe:

13ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 43: Año litúrgico patrístico

44 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

«Porque Dios no sólo nos hizo de la nada, sinoque con el don de su Palabra nos dio el podervivir como Dios. Pero los hombres se apartaronde las cosas eternas, y por insinuación del diablose volvieron hacia las cosas corruptibles; y así,por su culpa le vino la corrupción de la muerte,pues, como dijimos, por naturaleza eran corrup-tibles, y sólo por la participación del Verbo po-dían escapar a su condición natural, si permane-cían en el bien. Porque, en efecto, la corrupciónno podía acercarse a los hombres a causa de quetenían con ellos al Verbo, como dice la Sabiduría:Dios creó al hombre para la incorrupción y paraser imagen de su propia eternidad; pero “por laenvidia del diablo entró la muerte en el mundo”(Sab 2, 23-24). Entonces fue cuando los hombresempezaron a morir, y desde entonces la corrup-ción los dominó y tuvo un poder contra todo ellinaje humano superior al que le correspondía pornaturaleza, puesto que por la transgresión delprecepto tenía en favor suyo la amenaza de Diosal hombre...» (Sobre la Encarnación 4,6).

–Con el Salmo 29 decimos: «te ensal-zaré, Señor, porque me has librado». Esun himno de acción de gracias por la sal-vación recobrada. La tradición patrísticay la liturgia ven en este Salmo una profe-cía de la Resurrección de Cristo y de nues-tra propia resurrección.

–2 Corintios 8,7-9.13-15: Vuestraabundancia remedia la falta que los po-bres tienen. Ante la indigencia humana elCorazón de Jesucristo es misterio de cari-dad y de comunión redentora. Quienes sonde Cristo lo evidencian en su comuniónde fe y caridad ante la indigencia de sushermanos. Así lo explica San Juan Crisós-tomo:

«Si no podéis entender que la pobreza enrique-ce, representaos a Jesucristo y en seguida se disi-parán vuestras dudas. En efecto, si Jesucristo nose hubiera hecho pobre, los hombres no hubieranpodido ser enriquecidos. Esas riquezas inefables,que por un milagro incomprensible para los hom-bres han encontrado su fuente en la pobreza son:el conocimiento de Dios y de la verdadera virtud,la liberación del pecado, la justicia, la santidad yotros mil beneficios que Jesucristo ya nos ha con-cedido y que nos concederá todavía. Todo estoha venido a nosotros por el canal de la pobreza,

es decir, porque Jesucristo se ha revestido denuestra carne, se ha hecho hombre, ha sufridotodo lo que sabemos, aunque Él no fuera, como losomos nosotros, deudor de la pena y de los sufri-mientos» (Homilía 17, sobre 2 Cor.).

–Marcos 5,21-43: Contigo hablo, niña,levántate. «Yo soy la resurrección y lavida» (Jn 11,25), pudo decir Jesús un día.Lo evidenció con el lenguaje de los he-chos y lo selló con el misterio de su pro-pia muerte redentora y su resurrecciónpascual. Comenta este milagro San Am-brosio:

«No está muerta la niña sino dormida. Los queno creen se ríen. Lloren pues, sus muertos los quese creen muertos; cuando se tiene fe en la resu-rrección, no se considera la muerte, sino el repo-so. Y no está fuera de propósito lo que dice SanMateo (9,23) de que había en la casa del jefe flau-tistas y una multitud de plañideras; ya porque,siguiendo los usos antiguos, se hizo venir a losflautistas para inflamar y excitar los plañidos; yaporque la Sinagoga, a través de los cánticos de laley y de la letra, no podía captar la alegría delEspíritu.

«Tomando, pues, la mano de la niña, Jesús lacuró y mandó que le dieran de comer. Es unaatestación de vida, para que no se crea que es unfantasma, sino una realidad. Dichoso aquél al quela Sabiduría coge de la mano. ¡Ojalá que ella dirijanuestras acciones, que la justicia tenga mi mano,que la tenga el Verbo de Dios, que Él me introduz-ca en su interior, que me aparte del espíritu delerror, que me conduzca el espíritu que salva, queordene que me den de comer! Pues el Pan celestiales el Verbo de Dios. Esta Sabiduría, que ha llena-do los santos altares con los alimentos del Cuerpoy de la Sangre divinos ha dicho: “Venid, comedmis panes, bebed mi vino, que he preparado paravosotros” (Prov 9,5)» (Tratado sobre el Evange-lio de San Lucas lib.VI, 62-63).

CICLO CCarácter exigente de la vocación apos-

tólica: Cuando Dios llama todo se ha deabandonar. Así lo hizo el profeta Eliseo.No nos ate la letra de la ley, como diceSan Pablo. Así estaremos en la verdaderalibertad para ponernos al servicio de los

Page 44: Año litúrgico patrístico

45

demás por amor. Ser cristiano significahaber sido elegido y predestinado por elPadre, para ser injertado en el misteriode Cristo y para permanecer fieles a sullamamiento, a su amor, y a su obra desantificación sobre nosotros. La iniciati-va de esta vocación es siempre de Dios.Nuestra responsabilidad consiste en res-ponder diariamente con toda generosidada este don divino.

–1 Reyes,19,16.19-21: Eliseo se levan-tó y se marchó tras Elías. Su actitud es unejemplo exacto de renuncia de los pro-pios intereses para seguir el llamamientodivino.

En la Nueva Alianza los apóstoles y dis-cípulos de Cristo heredarán el espíritu delos profetas. Jesucristo exigirá una exclu-sividad absoluta en su servicio. Así ac-tuaron los apóstoles y millones de hom-bres y mujeres en los veinte siglos de cris-tianismo. San Jerónimo dice:

«Una administración excesivamente cautelosade la hacienda familiar, y que vuelve cautelosa-mente a sus cálculos, no se abandona tan fácil-mente. José con la túnica puesta, no habría podidoescapar de la mano de la egipcia. Aquel joven que,envuelto en una sábana, seguía a Jesús, al serapresado por los esbirros dejó el vestido terreno yse marchó desnudo. Elías, cuando fue arrebatadoen un carro al cielo, dejó su manto en la tierra.Eliseo ofreció en sacrificio los bueyes y los yugosde su anterior oficio... Dejar el oro es de princi-piantes, no de perfectos. Eso lo hizo el tebanoCrates, lo hizo Antístenes. Ofrecerse a sí mismo aDios, eso es lo propio de los cristianos y de losapóstoles» (Carta 71,3, a Lucinio).

–Con el Salmo 15 decimos: «el Señores mi lote y mi heredad». En este Salmotenemos una magnífica expresión de lafe. Pero esa fe con la que nos jugamostoda nuestra existencia a la única carta deDios, está toda ella trascendida de amor.Con él nos remontamos fácilmente hastalas alturas desde donde se divisa una vidaprolongada más allá de la muerte en la pre-sencia y compañía de Dios. Esto se hizo

realidad cierta y firme con la resurrec-ción de Jesucristo.

–Gálatas 4,31-5,1,13-18: Vuestra vo-cación es la libertad. Liberación perso-nal del pecado para vivir totalmente confidelidad al designio de Dios sobre noso-tros. La libertad del justo es una libertaden el amor al prójimo por Dios. Esto, pa-radójicamente, nos lleva a una esclavitudal servicio del hermano. Es también unalibertad en el Espíritu Santo, que dirigela vida de los justos y la orienta por uncamino espiritual contrario a las apeten-cias de la carne, cuya vida es antagónicaa la del Espíritu, totalmente dominada porlo divino y sobrenatural. Dice San JuanCrisóstomo:

«Cristo nos liberó del yugo de la esclavitud,nos hizo responsables de nuestras actuaciones,pero no para que empleáramos ese poder para elmal, sino como ocasión de alcanzar un premiomayor, elevándonos a un nivel más alto de vida.Puesto que en varias ocasiones llama a la ley yugode esclavitud y a la gracia liberación de la maldi-ción, a fin de que nadie creyese que prescribeabandonar la ley porque fuera lícito vivir de formacontraria a la ley, corrige esta suposición dicien-do: ordeno esto, no para que surja una forma devida inicua, sino para que la vida cristiana vayamás allá de la ley, pues las ataduras de la ley hansido destruidas.

«No digo todo esto para que seamos pusiláni-mes, sino para que alcancemos un nivel más alto..Andad según el Espíritu y no deis satisfacción aldeseo de la carne. He aquí que señala otro caminoque hace accesible la virtud y que da cumplimien-to a cuanto se ha dicho, camino que engendraamor y que viene reforzado por el amor. Puesnada, nada inclina tanto al amor como el ser espi-ritual, y nada induce al Espíritu a permanecer connosotros como la fuerza del amor... El que poseeel Espíritu, tal y como conviene, apaciguará gra-cias a él todos los malos deseos. El que se ve librede estos, no necesita del auxilio de la ley, porquese encuentra en una situación más elevada conrespecto a sus preceptos...» (Comentario a laCarta a los Gálatas V,3-6).

–Lucas 9,51-62: Te seguiré adonde va-yas. Ante la iniciativa y el llamamiento di-

13ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 45: Año litúrgico patrístico

46 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

vino siempre corremos el riesgo de tratarde condicionar nuestra respuesta segúnlos propios intereses personales. De estemodo, podemos hacernos indignos deldon divino. Comenta San Agustín:

«Escuchad lo que me ha inspirado Dios sobreeste capítulo del Evangelio. En él se lee cómo secomportó el Señor distintamente con tres hom-bres. A uno que se ofreció a seguirlo, lo rechazó;a otro que no se atrevía lo animó a ello; por fin aun tercero que lo difería lo censuró. ¿Quién másdispuesto, más resuelto, más decidido ante un bientan excelente como es seguir al Señor adonde quieraque vaya que aquél que dijo: “Señor, te seguiréadondequiera que vayas” (Lc 9,57).

«Lleno de admiración preguntas: ¿Cómo esesto; cómo desagradó al Maestro bueno, nuestroSeñor Jesucristo, que va en busca de discípulospara darles el Reino de los cielos, hombre tanbien dispuesto? Como se trataba de un Maestroque preveía el futuro, entendemos que este hom-bre, hermanos míos, si hubiera seguido a Cristohubiera buscado su propio interés y no el de Je-sucristo.

«Pues el mismo Señor dijo: “No todo el que medice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cie-los” (Mt 7,21). Este era uno de ellos; no se cono-cía a sí mismo, como lo conocía el médico que loexaminaba. Porque si ya se veía mentiroso, si yase conocía falaz y doble, no conocía a quien lehablaba. Pues Él es de quien dice el evangelista:“No necesitaba que nadie le informase sobre elhombre, pues Él sabía lo que había en el hombre”(Jn 2,25). ¿Y qué le respondió? “Las zorras tie-nen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero elHijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabe-za ”(Lc 9,58). Pero, ¿dónde no tiene? En tu fe. Laszorras tienen escondites en tu corazón; eres falaz.Las aves del cielo tienen nidos en tu corazón; eressoberbio. Siendo mentiroso y soberbio no puedesseguirme. ¿Cómo puede seguir la doblez a la sim-plicidad?...» (Sermón 100,1).

Libertados por Cristo y para Cristo,nuestra libertad está en defender esa liber-tad de los hijos de Dios, sin hipotecar nues-tra vida a nada que pueda traicionar nues-tra vocación a la santidad y nuestra fideli-dad al Corazón de Cristo y al Evangelio

Lunes

Años impares–Génesis 18,16-33: ¿Es que vas a des-

truir al inocente con el culpable? Abrahán,con gran fe y con humilde respeto, perotambién con bastante familiaridad, inter-cede ante Dios en favor de Sodoma y Go-morra, ciudades depravadas por la per-versidad de sus habitantes. En toda la na-rración se palpa la misericordia de Dios yla perversidad de los hombres. Es un diá-logo inefable de la condescendencia deDios e ingenuidad de Abrahán.

–Con el Salmo 102 proclamamos la mi-sericordia del Señor. En este Salmo se ma-nifiesta la misericordia y el amor divinocon resplandor refulgente. La misma pa-labra «misericordioso» tiene para el he-breo una resonancia que no se puede tra-ducir en nuestras lenguas. Deriva de lamisma raíz que maternal.

Por muy enorme que sean los pecadosde los hombres mayor es la misericordiadivina. Si Abrahán hubiera descendidomás en el número de los justos tambiénDios lo hubiera atendido con la miseri-cordia divina, que aparece en la SagradaEscritura sin límites. Así lo enseñan losSantos Padres, como San Jerónimo:

«No dudéis del perdón, pues, por grandes quesean vuestras culpas, la magnitud de la misericor-dia divina perdonará, sin duda la enormidad devuestros muchos pecados» (Comentario sobre elprofeta Joel 4).

San Cipriano también lo dice:«Él nos ha prometido el perdón de los pecados

y no puede faltar a su palabra, ya que al enseñar-nos a que sean perdonados nuestros pecado, nosha prometido su misericordia paternal y, en con-secuencia, su perdón» (Tratado sobre el Padre-nuestro 18).

Y San Gregorio Magno:

Page 46: Año litúrgico patrístico

47«Consideremos cuán grandes son las entrañas

de su misericordia, que no sólo nos perdona nues-tras culpas, sino que promete el reino celestial alos que se arrepienten después de ellas» (Homi-lía 9 sobre los Evangelios,3).

Años pares–Amós 2,6-10.13-16: Oprimen contra el

polvo la cabeza de los míseros. Dios de-nuncia las injusticias y las prácticas ver-gonzosas a que se entregan los israelitas.Tales pecados serán castigados con seve-ridad, pues la infidelidad del pueblo, quetantos beneficios ha recibido de Dios, esinmensa.

A lo largo de la historia de la salvaciónla fidelidad de Dios se revela inmutable,frente a la constante infidelidad del hom-bre hasta que Cristo, testigo fiel de la ver-dad (Jn 18,37; Ap 3,4) comunica a loshombres la gracia de que está lleno (Jn1,14-16) y los hace capaces de merecerla corona de la vida imitando su fidelidadhasta la muerte (Ap 2,10).

–El Salmo 49 es un eco de la lecturaanterior: «atención los que olvidáis aDios». De suyo este salmo es una invecti-va contra el formulismo del culto judío yla hipocresía del pueblo. Fue tomado porCristo con términos fuertes y decisivos,sobre todo contra las actitudes de los fa-riseos y jefes espirituales del pueblo (cf.Mt 15,1-20. 23):

«¿Por qué recitas mis preceptos y tie-nes siempre en la boca mi alianza, tú quedetestas mi enseñanza y te echas a la es-palda mis mandatos? Cuando ves un la-drón, corres con él, te mezclas con losadúlteros; sueltas tu lengua para el mal,tu boca urde el engaño. Te sientas a ha-blar contra tu hermano, deshonras al hijode tu madre; esto haces, ¿y me voy a ca-llar? ¿crees que soy como tú? Te acusa-ré, te lo echaré en cara. Atención los queolvidáis a Dios, no sea que os destroce

sin remedio; el que me ofrece acción degracias ése me honra; al que sigue el buencamino le haré ver la salvación de Dios».

–Mateo 8,18-22: Sígueme. San Jeróni-mo comenta la exigencia de Jesús:

«Jesús propone duras exigencias a quienes quie-ren caminar en pos de Él; seguirle supone com-partir su vida de profeta que carece de morada;supone asimismo renunciar aún los deberes depiedad filial, por servicio al Reino. La llamada delSeñor debe tener una correspondencia pronta, sindilaciones, ni aun por motivos familiares. La dis-ponibilidad ha de ser sin condiciones. Él tieneunos planes más altos para el discípulos y para losque aparentemente saldrían perjudicados.

«Ha dispuesto las cosas para que resulten bue-nas para todos. Cuando Dios llama ése es el mo-mento más oportuno, aunque aparentemente, mi-radas las cosas con ojos humanos, puedan existirmotivos que dilaten la entrega. Tan pronto comoel Hijo de Dios entró en la tierra, se instituyó parasí una nueva familia, para que quien era adoradopor los ángeles en el cielo tuviera también ángelessobre la tierra.

«Entonces la casta Judit cortó la cabeza deHolofernes; entonces Amán, que significa iniqui-dad, quedó abrasado en su propio fuego; enton-ces Santiago y Juan, dejando padre, redes ynavecilla, siguieron al Salvador, abandonando a lavez los vínculos de la sangre, las ataduras delsiglo y la solicitud de la familia. Entonces se oyópor vez primera: “el que quiera venir en pos deMí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”(Mt 16,24). Porque no hay soldado que marche acombatir con su esposa. A un discípulo que de-seaba ir a dar sepultura a su padre no se lo con-siente el Señor. Las zorras tienen guaridas y lasaves del cielo nidos; pero el Hijo del Hombre notiene donde reclinar la cabeza (Mt 8,20). Eso paraque no te contriste si tu morada es algo estrecha»(Carta 22,21, a Eustoquia).

San Juan Crisóstomo dice:«Ni siquiera pidió al Señor que le permitiera ir

a su casa y dar la noticia a los suyos, por lodemás tampoco lo hicieron los pescadores. Estosdejaron las redes, la barca y padre, y Mateo suoficio de alcabalero y su negocio, para seguir alSeñor» (Homilía 30 sobre San Mateo).

13ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 47: Año litúrgico patrístico

48 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

Martes

Años impares–Génesis 19,15-29: El Señor hizo llo-

ver sobre Sodoma y Gomorra azufre y fue-go. El castigo de Dios se desencadenasobre las ciudades malditas. En el Evan-gelio se dice que quien rechace creer ensu mensaje será juzgado con mayor dure-za aún el día del juicio. Comenta SanAgustín:

«Nada hay tan opuesto a la esperanza comomirar atrás, poner la confianza en las cosas que sedeslizan y pasan. Por tanto, ha de ponerse en loque todavía no se nos ha dado, pero que ha dedársenos en algún momento y jamás pasará. Sinembargo, cuando se precipitan sobre el mundo lastentaciones como una lluvia de azufre sobreSodoma, ha mantenerse la experiencia de la mujerde Lot. Miró atrás y en aquel lugar quedó conver-tida en sal para sazonar a los prudentes con suejemplo» (Sermón 105,7).

–Con el Salmo 25 decimos: «tengo antemis ojos, Señor, tu bondad». La libera-ción de la familia de Lot hace pensar enlo que dice el salmo: «No arrebates mialma con los pecadores... camino en laintegridad». Quien contemporiza cons-cientemente con el mal, ya está resque-brajando su fe, al menos, en la pura lógi-ca de los hechos; ya ha roto de algún modoesa opción absoluta por Dios, que exigela fe. De ahí que la fe tenga que mante-nerse, reavivarse y fortalecerse continua-mente por medio de la oración. Porqueuna fe con esas exigencias de integridady perseverancia, ni puede adquirirse, nipuede conservarse viva y operante sin laayuda de Dios.

El Señor nos purifica con su propia san-gre y nos hace participar en su propia san-tidad e inocencia, nos asocia en su cultoal Padre mediante la celebración euca-rística. Una vez que hemos optado por

Dios, por su Cristo, por su Iglesia, no po-demos mirar atrás, hacia las cosas de estemundo que nos encadenan.

Años pares–Amós 3,1-8; 4,11-12: Habla el Señor,

¿quién no profetiza? Si el profeta hablaes porque tiene que transmitir un mensa-je. Ya que los últimos castigos nos hantraído consigo la conversión del pueblo,el Señor mismo vendrá en persona a juz-gar a Israel con severidad. Por tanto, quese prepare a comparecer ante Dios.

Los que desprecian al profeta y susamenazas deben pensar que los castigosy calamidades que anuncian vienen, en de-finitiva, de Dios, y, por tanto no burlarsede ellos, porque la venganza será inexo-rable. No podemos burlarnos de la predi-cación evangélica. Se nos pedirá cuentade los rechazos de los dones del Señor.No podemos jugar con la justicia divina.

–El Señor, como se dice en el Salmo 5,no es un Dios que ame la maldad, ni sonlos malvados los que habitan con Él, sinoel justo, como el piadoso salmista. Es ini-maginable hasta qué extremos puede lle-gar la cercanía de Dios: no sólo ofrece supropia Casa o Templo, sino que está dis-puesto a convertir el corazón del hombreen el templo más estimable y apreciado:«Cristo habita en nuestros corazones porla fe» (Ef 3,17).

Qué bien se dio cuenta San Agustín, aunantes de ser cristiano, de esa sublime rea-lidad de la presencia de Dios en el inte-rior de todo hombre:

«Pobre infeliz de mí..., era tal mi ignorancia,que te buscaba, Dios mío, con los ojos y demássentidos de mi cuerpo..., siendo así que Tú esta-bas más dentro de mí que lo más interior que hayen mí mismo» (Confesiones, 3,6).

La intimidad con Dios no se compren-de sino para llevar una vida según Dios lajusticia de Dios: mirar, valorar, usar de

Page 48: Año litúrgico patrístico

49

las cosas con el criterio de Dios, que es elúltimo que da el sentido verdadero y justode la realidad.

–Mateo 8,23-27: Increpó al viento y allago y vino una gran calma. Al sosegar latempestad muestra Jesús su poder sobrelos elementos. San Juan Crisóstomo dice:

«Una vez, pues, que estalló la tormenta y seenfureciera el mar, los apóstoles despiertan al Se-ñor... Mas el Señor los reprende a ellos antes queal mar. Porque esta tormenta la permitió Él paraejercitarlos y darles como un preludio de las prue-bas que más tarde había de sobrevenirles... De ahíel sueño de Cristo. Porque si la tempestad se hu-biera desencadenado estando Él despierto, o nohubieran tenido miedo alguno, o no le hubieranrogado, o, tal vez, ni pensaran que tenía Él poderde hacer nada en aquel trance. De ahí el sueño delSeñor, pues así daba tiempo a su acobardamientoy a que fuera más profunda la impresión de loshechos...

«Sin embargo, como era menester que tambiénellos, por personal experiencia, gozaran de losbeneficios del Señor, permitió Él la tempestad, afin de que al sentirse libres de ella, tuvieran tam-bién el más claro sentimiento de un beneficiosuyo... ¿Qué hombre es éste, a quien obedecenlos vientos y el mar? Cristo, empero, no les re-prendió de que le llamaran hombre, sino que es-peró a demostrarles por sus milagros que su opi-nión era equivocada. Ahora, ¿de dónde deducíanellos que fuera hombre? De su apariencia, de susueño, de tenerse que servir de una barca... Porqueel sueño y la apariencia externa mostraban que erahombre; pero el mar y la calma de la tormenta loproclamaban Dios» (Homilía 28,1, sobre SanMateo)

Miércoles

Años impares–Génesis 21,5.8-20. La herencia para

el hijo de la libre. Luego del nacimientode Isaac, son expulsados Hagar e Ismael.Si bien la oración de Hagar es atendida,sigue siendo Isaac el escogido como here-dero de la promesa hecha a Abrahán. Orí-genes comenta:

«Después estando el niño abandonado a puntode morir, se acercó el ángel del Señor a Hagar y leabrió los ojos y vio un pozo de agua viva (Gén21,19). ¿Cómo puede relacionarse esto con la his-toria? ¿Dónde encontramos que Hagar tuviera losojos cerrados, y que luego le fueran abiertos? Estámás claro que la luz que aquí hay un sentido espi-ritual y místico. El que fue abandonado es el pue-blo según la carne, el cual yace con hambre y sed,no con hambre de pan ni con sed de agua, sinocon sed de la palabra de Dios hasta que se le abranlos ojos a la sinagoga.

«Este es el misterio del que habla el apóstol, asaber, que la ceguera ha caído sobre una parte deIsrael hasta que la masa de los gentiles haya entra-do, y “entonces todo Israel será salvado” (Rom11,24). Esta es la ceguera de Hagar, la que engen-dró según la carne; y esta ceguera permanecerá enella “hasta que sea retirado el velo de la letra” (2Cor 3,16) por el ángel de Dios y vea el agua viva.

«Pero nosotros mismos hemos de estar alerta,porque muchas veces también estamos echadosjunto al pozo de agua viva, es decir, junto a lasEscrituras divinas y andamos perdidos en ellas.Tenemos los libros en las manos y los leemos,pero no alcanzamos su sentido espiritual. Por elloson necesarias las lágrimas y la oración ininte-rrumpida, a fin de que el Señor abra nuestrosojos...» (Homilías sobre el Génesis 7,5).

–Con el Salmo 33 decimos: «Si el afli-gido invoca al Señor, Él lo escucha y losalva de sus angustias; el ángel del Señoracampa en torno a su fieles, y los prote-ge. Todos sus santos, temed al Señor, por-que nada les falta a los que le temen; losricos empobrecen y pasan hambre, los quebuscan al Señor no carecen de nada. Ve-nid, hijos, escuchadme: os instruiré en eltemor del Señor; ¿hay alguien que ame lavida y desee días de prosperidad?».

Años pares–Amós 6,14-15.21-24: Dios manifies-

ta su desagrado ante el culto que se limi-ta a unas prácticas externas y carece desinceridad. El que es justo y exigente nopuede contentarse sino con la equidad yla justicia de sus seguidores.

13ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 49: Año litúrgico patrístico

50 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

Lo exige la esencia del culto que es laveneración por un ser basada sobre el sen-timiento de su excelencia y de la propiainferioridad y sumisión que se tiene fren-te a ello. Es, pues, radicalmente una cier-ta actitud interna hecha no sólo de admi-ración, de estima y de honor, sino tam-bién de humildad y de protestación de su-misión.

El culto es esencial y principalmente in-terno. Ante todo porque el culto es unhomenaje que se rinde a Dios; ahora bien,el honor está formalmente en el espírituque lo rinde, siendo formalmente una ac-titud del espíritu, ante todo de la volun-tad. También porque Dios es espíritu yen espíritu hay que ponerse en contactocon Él. Finalmente, porque en el hombrela parte sustancial, determinante, y másnoble es el espíritu. Pero, como el hom-bre no es solamente espíritu, también esnecesario el culto externo, social y colec-tivo. Mas en ese culto externo no se ha deomitir el interno, pues es esencial al cul-to.

El culto supone un signo empeñativo:las disposiciones de ánimo en las que elculto interno consiste no se conciben sinel «compromiso» o la obligación, al me-nos implícita de vivir en el futuro comolo exige de nosotros la excelencia de Dios,que reconocemos en el culto y la sumi-sión que le profesamos.

–Con el Salmo 49 nos ponemos en lamisma línea de lo dicho anteriormente:«Al que sigue buen camino le haré ver lasalvación de Dios» Es una requisitoria con-tra el formalismo requisitoria no son lossacrificios rituales que el pueblo ofrece,sino el absurdo de erigir la religión y elculto en un sistema consistente por sí mis-mo y privado de la entrega sincera delcorazón. El sacrificio que Dios quiere esel sacrificio de alabanza, o lo que es lomismo, que el hombre integre en sus sa-

crificios su misma persona, en contrapo-sición de los dones puramente materia-les. Los profetas insistieron mucho en esto.No debe haber dos líneas paralelas: porun lado el culto y por otro la conducta, lapropia vida de espaldas a lo que el cultoexige. Esto tiene una gran aplicación paranosotros.

El Concilio Vaticano II dice así:«Mas, para asegurar la plena eficacia de la litur-

gia, es necesario que los fieles se acerquen a lasagrada liturgia con recta disposición de ánimo,pongan su alma en consonancia con su voz ycolaboren con la gracia divina para no recibirla envano. Por esta razón, los pastores de almas debenvigilar para que en la acción litúrgica no sólo seobserven las leyes relativas a la celebración váliday lícita, sino también para que los fieles participenen ella consciente, activa y fructuosamente»(Sacrosanctum Concilium11).

–Mateo 8,28-34: Los milagros de Jesúsdan a conocer la presencia misteriosa delReino que hace retroceder a las fronterasdel imperio del mal. Al liberar a los hom-bres de la sujeción a los espíritus malig-nos, Jesús lleva a cabo ya desde ahora eljuicio de Dios. Dice San Juan Crisóstomo:

«Apenas hubo desembarcado Jesús, al milagropasado sucedió otro más temeroso. Y fue que unosendemoniados, como si fueran esclavos fugitivosy criminales que se topan con su amo comenza-ron a gritar: “¿qué tenemos que ver contigo Je-sús, Hijo de Dios? ¿has venido aquí para ator-mentarnos antes de tiempo?” Como las turbas lehabían confesado hombre, vienen ahora los de-monios a proclamarlo Dios; y los que no habíanoído al mar embravecido y luego en calma, ahoraoían a los demonios que gritaban lo mismo quehabía proclamado el mar con su calma.

«Luego, porque no se pensara que era cuestiónde adulación, como quienes lo estaban muy bienexperimentando, gritan y dicen: ¿Has venido aquípara atormentarnos antes de tiempo? Muy bienhacen confesando ante todo su enemistad con elSeñor, pues así no caben sospechas en la súplicaque le van a dirigir... ¿Y por qué razón mataronlos demonios a los cerdos? No por otra razónsino porque el empeño de los demonios es siem-pre afligir a los hombres y en la ruina de éstos

Page 50: Año litúrgico patrístico

51está siempre su alegría... Realmente también en elcaso de estos endemoniados les salió la jugada alrevés; pues, por una parte, quedó proclamado elpoder de Cristo, y proclamada también, con másclaridad aún, la maldad de ellos, de la que el Señorlibró a los posesos; y, por otra, se demostró que,si el Dios de todas las cosas no se lo permite, nopueden ellos tocar ni a una piara de cerdos» (Ho-milía 28,2-3 sobre San Mateo).

Jueves

Años impares–Génesis 22,1-19: El sacrificio de

Abrahán, nuestro padre en la fe. El sacri-ficio de Isaac fue una prefiguración delmisterio de la Cruz (cf. Heb 11,17-19).Orígenes así lo explica:

«Que Isaac lleve él mismo la leña para el holo-causto es figura de Cristo, que llevó Él mismo lacruz (Jn 19,17). Pero llevar la leña para el holo-causto es oficio del sacerdote; por tanto, él es a lavez hostia y sacerdote. Cuando se añade: “Y par-tieron los dos juntos” se significa lo siguiente:Abrahán, que tenía que hacer el sacrificio, llevabael fuego y el cuchillo, e Isaac no iba detrás de él,sino juntamente con él, para mostrar que con éldesempeña un mismo sacerdocio... Abrahán le-vanta un altar, pone sobre el altar la leña, ata al hijoy se dispone a degollarlo.

En esta iglesia sois muchos los padres que es-cucháis esta narración: ¿acaso alguno de vosotrosal oir narrar esta historia obtendrá tanta fortaleza ytanta valentía, que cuando tal vez pierda a su hijopor la muerte ordinaria que a todos ha de venir,aunque se trate de un hijo único, aunque se tratede un hijo preferido, se aplicará el ejemplo deAbrahán poniendo ante sus ojos su grandeza dealma? Y aun a ti no se te exigirá tan gran fortalezade que tú mismo hayas de atar a tu hijo, tú mismohayas de sujetarlo, tú mismo prepares el cuchi-llo, tú mismo degüelles a tu unigénito.

«Todos estos oficios no se te pedirán; peropor lo menos mantente firme en tu propósito yen tu voluntad, y agarrado a la fe ofrece con ale-gría tu hijo a Dios. Sé tú el sacerdote del alma detu hijo: ahora bien, no es digno que el sacerdote,al ofrecer un sacrificio a Dios, vaya con llanto...Abrahán ofrece a Dios su hijo mortal, que nohabía de morir; Dios ofrece a la muerte por los

hombres a su Hijo inmortal. Ante esto, ¿qué dire-mos? ¿qué le devolveremos al Señor a cambio detodo lo que nos ha dado? (Sal 105,3). Dios Padre,por amor nuestro, no perdonó a su propio Hijo.¿Quién de vosotros podrá oir alguna vez la vozde Dios diciendo: Ahora he conocido que tú te-mes a Dios, porque no has perdonado a tu hijo, oa tu hija, o a tu esposa, o no has perdonado tudinero, los honores del siglo y las ambiciones delmundo, sino que lo has despreciado todo y lo hastenido por estiércol para ganar a Cristo (Flp 3,8),lo has vendido todo dándolo a los pobres y hasseguido la palabra de Dios?» (Homilías sobre elGénesis, VIII).

–Con el Salmo 114 proclamamos: «ca-minaré en presencia del Señor en el paísde la vida». Pocos salmos como éste po-nen de relieve que el justo es un siervo deDios que cumple su voluntad, como lacumplió Abrahán.

«Amo al Señor, porque escucha mi vozsuplicante; porque inclina su oído haciamí, el día que lo invoco. Me envolvían re-des de muerte, me alcanzaron los lazosdel abismo, caí en tristeza y angustia. In-voqué el nombre del Señor; Señor, salvami vida. El Señor es benigno y justo, nues-tro Dios es compasivo; el Señor guarda alos sencillos; estando yo sin fuerza mesalvó. Arrancó mi alma de la muerte, misojos de las lágrimas, mis pies de la caída.Caminaré en presencia del Señor, en elpaís de la vida».

Años pares–Amós 7,10-19: Ve y profetiza a mi pue-

blo. El pesimismo de la predicación deAmós le lleva al profeta a ser acusado dealta traición y le acarrea la posibilidad deser expulsado de su territorio. Amós hacenotar el carácter irresistible de su voca-ción y reitera sus desdichados presagios.

El profeta es el representante de Diosy, por tanto, oponerse a su predicaciónes oponerse a los designios divinos. Susopositores serán los primeros en sentir laprueba de la autenticidad de la profecía

13ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 51: Año litúrgico patrístico

52 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

de Amós. Así ha sucedido siempre. Perolos seguidores de Dios no pueden, no de-ben abandonar su camino, aunque le cues-te la vida. Así actuaron los mártires delcristianismo en todos los tiempos y otrosque, sin derramar su sangre, han tenidoque sufrir por predicar y enseñar la doc-trina del Evangelio.

–El Salmo 18 canta la excelencia de laley del Señor: «los mandamientos del Se-ñor son verdaderos y enteramente justos».Es un himno maravilloso en el que se ce-lebra la Sabiduría de Dios que ordena yrige el universo y vivifica y dirige el es-píritu y el corazón del hombre. La mis-ma ley divina que se manifiesta en la crea-ción, penetra con su luminosa claridad enla conciencia humana y a través de la ra-zón y de la adhesión libre de la voluntad,armoniza el universo y la historia parauna misma celebración de la gloria deDios en la que el hombre viene a ser comointérprete consciente de todas las vocesde la creación y el cantor del cosmos anteel Altísimo.

«La ley del Señor es perfecta y es des-canso del alma; el precepto del Señor esfiel e instruye al ignorante. Los manda-tos del Señor son rectos y alegran el co-razón; la norma del Señor es límpida yda luz a los ojos. La voluntad del Señores pura y eternamente estable; los man-damientos del Señor son verdaderos y en-teramente justos. Más preciosos que el oro,más que el oro fino; más dulces que lamiel de un panal que destila».

–Mateo 9,1-8: La gente alaba a Diosque da a los hombres tal potestad. Conocasión de la curación del paralítico Je-sús manifiesta el misterio de su persona.Es el Hijo de Dios, llamado también porDaniel el Hijo del Hombre (Dan 7,13). Po-see, por lo mismo, la potestad de perdo-nar los pecados y transmitirla. ComentaSan Juan Crisóstomo:

«Como todos, pues, daban grandes pruebas defe el Señor la dio de su poder perdonando conabsoluta autoridad los pecados y demostrando unavez más su igualdad con el Padre. Pero notadlobien: antes la había demostrado por el modo comoenseñaba, pues lo hacía como quien tiene autori-dad... Aquí, empero, por modo más eminente obli-ga a sus propios enemigos a que confiesen suigualdad con el Padre, y por boca de ellos hace Élque esta verdad sea patente.

«Por lo que a Él le tocaba, bien claro mostrabalo poco que le importaba el honor de los hombres.Y era así que le rodeaba tan enorme muchedum-bre que amurallaban toda la entrada y acceso a Él,y ello obligó a bajar al enfermo por el tejado, y, sinembargo, cuando lo tuvo ya delante, no se apresu-ró a curar su cuerpo. A la curación de éste fueronmás bien sus enemigos los que le dieron ocasión.Él, ante todo, curó lo que no se ve, es decir, elalma, perdonándole los pecados. Lo cual, al en-fermo le dio la salvación; pero a Él no le procurómuy grande gloria. Fueron, digo, sus enemigosquienes, molestándole llevados de su envidia ytratando de atacarle, lograron, aun contra su vo-luntad, que brillara más la gloria del milagro. Y esque, como el Señor era hábil, se valió de la envidiamisma de sus émulos para manifestación del mi-lagro» (Homilía 29,1 sobre San Mateo).

Viernes

Años impares–Génesis 23,1-4.19; 24,1-8.62-67: An-

tes de morir Abrahán quiso que su hijo tomeesposa en el país de sus antepasados» eraRebeca. Era un eslabón más en las pro-mesas de Dios. Orígenes expone el para-lelismo entre el pozo de agua donde Isaacencontró a Rebeca y el agua viva de lasEscrituras, a donde hemos de ir todos:

«Rebeca iba todos los días a los pozos, todoslos días sacaba agua. Y porque todos los días ibaa los pozos, por esto pudo ser hallada por el mozode Abrahán y pudo arreglarse su matrimonio conIsaac. ¿Piensas que esto son fábulas y que el Es-píritu Santo cuenta cuentos en las Escrituras?Hay aquí una enseñanza para las almas y unadoctrina espiritual, que te instruye y te enseña air todos los días a los pozos de las Escrituras, a

Page 52: Año litúrgico patrístico

53las aguas del Espíritu Santo, para que saques siem-pre y te lleves a casa una vasija llena. Como hacíala santa Rebeca, la cual no se habría podido casarcon tan gran patriarca como Isaac –que era nacidode la promesa (Gál 4,23)- sino viniendo por aguay sacándola en tanta cantidad que pudiera saciarno sólo a los de su casa, sino al mozo de Abrahán;no sólo al mozo, sino que era tan abundante elagua que sacaba de los pozos que pudo abrevar asus camellos, como dice hasta que dejaron de be-ber (Gén 24,19).

Todo lo que está escrito son misterios... Si novienes cada día a los pozos, si no sacas agua cadadía (de la Escritura), no sólo no podrás dar debeber a otros, sino que tú mismo sufrirás la sed dela palabra de Dios. Oye al Señor que dice en elEvangelio: “el que tenga sed, que venga a Mí ybeba” (Jn 7,37). Pero, a lo que veo, tú no tieneshambre ni sed de justicia (Mt 5,6) ¿cómo podrásdecir: “como el ciervo desea las fuentes de lasaguas así mi alma desea al Señor”? (Sal 41,1)...Decidme vosotros, los que sólo venís a la iglesialos días de fiesta, ¿es que los demás días no sondías de fiesta? ¿No son días del Señor?...»(Homilías sobre el Génesis X).

–Con el Salmo 105 damos gracias alSeñor, porque ha sido tan bueno con no-sotros, porque es eterna su misericordia.«¿Quién podrá contar las hazañas de Dios,pregonar toda su alabanza? Dichosos losque respetan el derecho y practican siem-pre la justicia. Acuérdate de mí por amora tu pueblo. Visítame con tu salvación,para que vea la dicha de tus escogidos, yme alegre con la alegría de tu pueblo, yme gloríe con tu heredad».

Años pares–Amós 8,4-6.9-12: Enviaré hambre, no

de pan, sino de escuchar la palabra delSeñor. Amós descubre la forma inicua deproceder de los fraudulentos y explota-dores. Profetiza sobre «el Día del Señor».Por fin el pueblo arderá en deseos de laPalabra de Dios. Comenta San GregorioMagno

«Es la Sagrada Escritura comida y bebida. Poreso, también el Señor amenaza por otro profeta:“Yo enviaré hambre sobre la tierra; no hambre de

pan ni sed de agua, sino de oir la palabra de Dios”(Amos 8,11). Quien, habiendo sustraído su pala-bra, dice que nos angustiará con hambre y sed,demuestra que su palabra es para nosotros comi-da y bebida. Pero es de notar que unas veces escomida y otras bebida; pues en las cosas másoscuras, que no pueden entenderse si no son ex-puestas, la Sagrada Escritura es comida, porquelo que se expone para que sea entendido es comoque se mastica para ser deglutido; pero en las co-sas más claras es bebida, pues la bebida se deglutesin masticar. Así que bebemos los mandatos másclaros porque, aun sin exponerlos, los podemosentender» (Homilía 10,3, sobre Ezequiel).

–«No sólo de pan vive el hombre, sinode toda palabra que sale de la boca deDios» (Mt 4,4). A este estribillo siguenunos versos del Salmo 118:

«Dichoso el que, guardando sus precep-tos, lo busca de todo corazón. Te buscode todo corazón, no consientas que medesvíe de tus mandamientos. Mi alma seconsume, deseando continuamente tusmandamientos. Escogí el camino verda-dero, deseé tus mandamientos. Mira cómoansío tus decretos: dame vida con tu jus-ticia. Abro la boca y respiro, ansiando tusmandamientos».

–Mateo 9,9-13: No tienen necesidad demédico los sanos; misericordia quiero yno sacrificios. San Juan Crisóstomo dice:

«Después que Jesús hubo llamado a Mateo,honróle además con el más alto honor, como fuesentarse luego con él a la mesa. De este modoquería el Señor aumentar en él la confianza y subuen ánimo para lo por venir. La curación, efecti-vamente, de su mal estado no había necesitado demucho tiempo, sino que había sido obra de unmomento. Mas no se sienta a la mesa sólo conMateo, sino con otros muchos publicanos, no obs-tante echársele también en cara que no apartaba desí a los pecadores. Los evangelistas por su parte,tampoco ocultan que sus enemigos buscaban dequé acusarle en sus acciones. Acuden pues, lospublicanos a casa de Mateo, como compañero deoficio que era, pues él, orgulloso del hospedaje deCristo, los había invitado a todos.

«A todo linaje de medicina solía apelar Cristo;y no sólo hablando, no sólo haciendo milagros y

13ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 53: Año litúrgico patrístico

54 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

confundiendo a sus enemigos, sino hasta comien-do, procuraba la salud de los que mal se hallaban.Con lo que nos enseña que no hay tiempo, no hayobra que no pueda procurarnos alguna utilidad...Sus enemigos le acusaban de que trataba con aque-llas gentes, mas Él les hace ver que lo indigno deÉl y de su amor hubiera sido precisamente rehuirsu trato. Curar a aquellos hombres no sólo estabafuera de toda culpa, sino que era parte principal ynecesaria de su misión y merecía infinitas alaban-zas... “Misericordia quiero y no sacrificio” (Os6,6). Al hablar así, echábales en cara su ignoran-cia de la Escritura» (Homilía 30,2, sobre SanMateo).

SábadoAños impares

–Génesis 27,1-5.15-29: Animado por sumadre Rebeca Jacob arrebata a Esaú, suhermano primogénito, la bendición de suanciano padre. Los designios de Dios pro-ceden por simple elección y no dependende las obras, sino de Aquél que llama(Rom 9,11-13). Comenta San GregorioMagno:

«En efecto, el círculo de sus preceptos unaveces está arriba y otras abajo, porque a los másperfectos se les anuncia espiritualmente, a los dé-biles se les aplica conforme a la letra, y lo que lospequeñuelos entienden a la letra, los varones doc-tos lo subliman mediante la inteligencia espiritual.Porque, ¿quién de los pequeños no se deleita le-yendo la sagrada historia de Esaú y Jacob, cuandoel uno sale a cazar para ser bendecido, y el otro,mediante la suplantación hecha por la madre, reci-be la bendición del padre? (Gén 27). Historia, enla que, ciñéndose a una inteligencia poco sutil,parece que Jacob no arrebató fraudulentamentela bendición del primogénito, sino que la recibiócomo debida a él, puesto que, con el consenti-miento de su hermano, habíala comprado, dándo-le en pago el alimento. Pero, no obstante, si algu-no, pensando más profundamente, quisiera exa-minar la conducta de cada uno de ellos, mediantelos secretos de la alegoría, en seguida se elevadesde la historia al misterio» (Homilía 1 sobreEzequiel).

–Con el Salmo 134 proclamamos: «ala-bad al Señor, porque es bueno». El oficio

de alabar a Dios de todo corazón y contodas las fuerzas del espíritu, correspon-de de modo especial al cristiano, que hasido escogido por Dios con una espe-cialísima elección, como dice San Pedro(1 Pe 2,9-10). Pero la fe cristiana nos dicemucho más aún: Dios omnipotente y mi-sericordioso se ha hecho visible en Cris-to: verdadero Dios y verdadero hombre,semejante a nosotros menos en el pecado(Heb 4,15-16). La alabanza del piadosoisraelita es por la elección de Jacob: «Ala-bad al Señor, porque es bueno; tañed parasu nombre, que es amable. Porque Él seescogió a Jacob, a Israel en posesión su-ya».

Años pares–Amós 9,11-15: Haré volver los cauti-

vos de Israel y los plantaré en su campo.Una profecía sobre la restauración de ladinastía de David y sobre una era de feli-cidad. Es más bien una predicción sobrela vocación de todos los pueblos a reunir-se en la Iglesia de Jesucristo.

El idilio de los tiempos mesiánicos deque nos habla el profeta se ha quedadocorto, pues las realidades de la vida de lagracia, vivida con la intensidad que exigela vocación cristiana, superan a todo loque podían soñar los profetas del Anti-guo Testamento. San Jerónimo así lo ex-plica:

«En aquel tiempo, la uva se pisará en los laga-res llenos y se exprimirán los mostos enrojecidoscon la sangre de Cristo y de los mártires, y estepisador de uva será semillero de la palabra deDios, para que su sangre clame en el mundo másque clamó la sangre del justo Abel. Los que as-ciendan al monte por los méritos de sus virtudes,sudarán miel, más aún, destilarán la dulzura de lapalabra de Dios, de la que está escrito: “Gustad yved qué bueno es el Señor” (Sal 33,9) y “Quédulce al paladar tu promesa, más que la miel en laboca” (Sal 118,103). Los que están bajo las mon-tañas, a los que llega el esposo en el Cantar de losCantares saltando por las montañas, brincandopor las colinas (Cant 2,8) –los llama colinas–,

Page 54: Año litúrgico patrístico

55imitarán el paraíso de Dios, de manera que enellos se encuentren los frutos de la doctrina. En-tonces, si alguno está cautivo en la infidelidad, yaún no ha creído en el nombre del Señor, y es delresto del en otro tiempo pueblo de Israel, edifica-rán ciudades antes desiertas y habitarán en ellas»(Comentario sobre el profeta Amós 4).

–Con el Salmo 84 alabamos a Dios «queanuncia la paz a su pueblo». Dios habíaperdonado a su pueblo y le había abiertoel camino a la patria. Así se describen enIsaías 40, como si fuera un segundo Éxo-do; como un desfile triunfal por el de-sierto, en el que Dios marchaba a la cabe-za de los liberados. Pero, además, el re-torno se hacía coincidir con la restaura-ción final de los tiempos y de la conver-sión de las gentes. Todo esto se explicamejor con la liberación y redención he-cha por Cristo no obstante todas las difi-cultades y el mal en el mundo. En reali-dad todo se ve mejor en el triunfo totalde Cristo en la Jerusalén celeste, llamadavisión de paz (cf. 1 Cor 15-28).

–Mateo 14-17: El tiempo de la presen-cia del mensajero del Reino sobre este mun-do, similar a una fiesta nupcial, es un tiempode alegría, del que queda excluido el ayu-no. Pero, allá, en el horizonte, se perfilala tragedia final. El Esposo será arrebata-do. Entonces vendrá el ayuno. Renova-ción impuesta por Cristo. Dice San JuanCrisóstomo:

«Antes se había llamado el Señor a sí mismomédico y ahora se da el nombre de Esposo: nom-bres ambos con que se nos revelan inefables mis-terios. Y a fe que podía haberles respondido mu-cho más ásperamente. Podía, por ejemplo, haber-les dicho: No sois vosotros quiénes para poneresas leyes. Porque, ¿de qué vale el ayuno, si elalma está chorreando maldad?... Lo primero quedebiérais hacer era arrojar de vosotros toda vana-gloria y practicar luego las virtudes de la caridad,la mansedumbre y el amor al prójimo. Pero, real-mente, nada de esto les dice, sino que con todamodestia les replica: “no pueden ayunar los hijosde la cámara nupcial mientras esté con ellos elesposo”.

«Lo que el Señor quiere decir con esto es: eltiempo presente es de alegría y regocijo. No ven-gáis, pues, con estas cosas tristes. Y, en verdad,cosa triste es el ayuno, no por su naturaleza, sinopor la disposición aun demasiado flaca de quieneslo practican. Porque para quienes quieren de ver-dad vivir santamente, no hay cosa más dulce yapetecible... Mas no sólo por este medio cierra elSeñor la boca a sus enemigos, sino también con loque seguidamente dice: Días vendrán en que lesserá arrebatado el esposo... Con estas palabras leshace ver el Señor que, si sus discípulos no ayuna-ban, no era por glotonería, sino por una admirabledisposición suya. Pero ya anticipa aquí Jesús unanuncio sobre su pasión...» (Homilía 30,3-4, so-bre San Mateo).

Esta frase del Señor motivó en los pri-meros años del cristianismo el ayuno delviernes y sábado santos, con lo cual sepreparaban para la celebración de la Pas-cua del Señor. Esos pocos días se fueronluego ampliando, hasta llegar en el sigloIV a la Cuaresma.

13ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 55: Año litúrgico patrístico

56 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

14ª Semana

DomingoEntrada: «Oh Dios, meditamos tu mi-

sericordia en medio de tu templo» (Sal47,10-11).

Colecta (del Misal anterior, antes delGregoriano, y ahora retocada con textosdel Gelasiano): «¡Oh Dios!, que por me-dio de la humillación de tu Hijo levantas-te a la humanidad caída, concede a tusfieles la verdadera alegría, para que, li-bres de la esclavitud del pecado, alcancentambién la felicidad eterna».

Ofrendas (del Misal anterior, antes delGregoriano, retocada ahora con textos delGelasiano): «La oblación que te ofrece-mos, Señor, nos purifique, y cada día noshaga participar con mayor plenitud de lavida del reino glorioso».

Comunión. Es comprensible que la Igle-sia ante estos dones del Señor cante albo-rozada: «Gustad y ved qué bueno es elSeñor, dichoso el que se acoge a Él» (Sal33,9); o bien: «Venid a mí todos los queestáis cansados y agobiados y yo os ali-viaré, dice el Señor» (Mt 11,28).

Postcomunión (del Misal anterior, an-tes del Gregoriano, retocada con textosdel Gelasiano): «Alimentados, Señor, conun sacramento tan admirable, concéde-

nos sus frutos de salvación y haz que per-severemos siempre cantando tu alaban-za».

CICLO AEl Señor se nos presenta en el Evange-

lio con su Corazón manso y humilde; a Élcorresponde la profecía de Zacarías en laque ve al Señor «justo y victorioso, mo-desto y cabalgando en un asno», comoasí sucedió en su entrada triunfal en Jeru-salén. San Pablo nos recuerda que por elbautismo hemos participado en el Miste-rio Pascual del Señor. Por lo mismo he-mos de vivir, según el Espíritu de Cristoque habita en nosotros.

La figura mesiánica del Redentor, mansoy humilde de Corazón, con la que hoy laliturgia nos invita a identificarnos, encar-na el designio de Dios de ofrecernos elmodelo viviente para la regeneración delhombre degradado por la violencia del maly del pecado.

Es difícil para un corazón humano siem-pre dispuesto a la venganza, al rencor, ala violencia, al egoísmo y al odio todo loque significa el mensaje que nos da el Co-razón de Jesucristo. A Él hemos de mirary aprender de Él la mansedumbre, la hu-mildad y el amor.

–Zacarías 9,9-10: Tu Rey viene pobrea ti. Frente las esperanzas mesiánicas deIsrael, cifradas en el triunfo violento dela fuerza y del poderío político, el profetaZacarías anunció el verdadero Mesías, lle-no de bondadosa y humilde mansedum-bre.

Pablo VI dijo en la clausura del ConcilioVaticano II:

«La religión del Dios que se ha hecho hombrese ha encontrado con la religión –porque así es–del hombre que se hace dios.

«Este endiosamiento del hombre moderno re-presenta una de las crisis más graves de la huma-

Page 56: Año litúrgico patrístico

57nidad actual. De ahí el ateísmo; de ahí eltemporalismo absoluto; de ahí la fobia a las lla-madas virtudes pasivas tan queridas en el Evan-gelio; de ahí la repulsa obsesiva contra la moral yla ascética evangélica. Hemos de seguir a nuestroRey que viene a nosotros justo y victorioso, mo-desto y cabalgando en un asno».

–Como Salmo responsorial se ha esco-gido el Salmo 144 que aclama a Dioscomo Rey y bendice su nombre por siem-pre jamás, y es un himno a la grandeza ya la bondad de Dios. El objeto directo dela alabanza es Yavé, pero no de un mododidáctico, sino vivido y paladeado con lafruición del que contempla extasiado elser y el obrar de Dios. Así van aparecien-do los atributos divinos, vivos y operan-tes, excitando por sí mismos la admira-ción y la alabanza del orante: su majes-tad, su grandeza, su fidelidad protectora,su providencia generosa, sus cuidados pa-ternales y su delicadeza.

–Romanos 8,9,11-13: Si con el Espíri-tu dais muerte a las obras del cuerpo vi-viréis. Cuando se vive al impulso de laspasiones humanas y del espíritu del mun-do, resulta imposible vivir una genuina imi-tación de Cristo y alcanzar la santidad cris-tiana. San Jerónimo explica:

«Y no sólo ellos (Timoteo y Silvano), sino todoaquél que en el conocimiento y en la conducta essemejante a Pablo, puede decir: “Nosotros, losque vivimos”. Su cuerpo puede estar muerto acausa del pecado, pero su espíritu vive a causa dela justicia (Rom 8,10), y sus miembros han sidomortificados sobre la tierra, de modo que la carneno tenga deseos contrarios al espíritu. Pues si lacarne aún codicia, es que vive, y porque vive,codicia. Sus miembros aún no han sido mortifica-dos sobre la tierra. Porque si estuvieran mortifi-cados no desearían contra el espíritu, pues por lafuerza de la mortificación hubieran perdido esaespecie de pasión. Del mismo modo que quieneshan abandonado la vida presente y han pasado acosas mejores viven más cabalmente por haberdepuesto este cuerpo mortal y los incentivos detodos los vicios, así los que llevan en su cuerpo lamortificación de Jesús y no viven según la carne,sino según el espíritu, éstos viven en Aquél que

es la Vida y en ellos vive Cristo» (Carta 119,9, AMinervio y Alejandro).

–Mateo 11,25-30: Soy manso y humil-de de corazón. San Hilario de Poitiers ex-plica:

«Llama a Sí a cuantos están probados por lasdificultades de la ley y oprimido por los pecadosdel mundo (Mt 11,28-29)? Promete librarlos delas fatigas y de su peso sólo con que ellos tomensu yugo, esto es, acepten las prescripciones desus mandatos. Acercándose a Él por el misterio desu Cruz, ya que Él es manso y humilde de Cora-zón, encontrarán descanso para sus almas. Él ofrecela suavidad de su yugo y su carga ligera (Mt.11,30) para dar a los creyentes la ciencia del bien,que sólo Él conoce en el Padre. ¿Y qué hay mássuave que su yugo y más ligero que su carga, queconsiste en ser dignos de aprobación, abstenersedel mal, amar a todos los hombres, no odiar aninguno, conseguir la eternidad, no dejarse domi-nar por el tiempo presente, ni querer devolver anadie el daño que no se hubiera querido recibir?(Comentario al Evangelio de San Mateo 11,13).

CICLO BLas lecturas primera y tercera, como

es costumbre, se relacionan entre sí. Laprimera esta tomada del profeta Ezequiely nos presenta la rebeldía de Israel contraDios. La tercera manifiesta la rebeldía delos paisanos de Jesús contra Él, no obs-tante la elevada doctrina que ofrece y losmilagros que hace. San Pablo nos enseñala humildad no obstante sus revelacionessingulares. Por eso se pone enteramenteen manos de Cristo.

–Ezequiel 2,2-5: Son un pueblo rebeldey sabrán que hubo un profeta en mediode ellos. San Gregorio Magno explica:

«El conocer a los buenos suele servir a los ma-los o para ayuda de su salvación o para testimo-nio de su condenación. Sepan, pues, que en me-dio de ellos hay un profeta, para que, oyendo supredicación, o sean impelidos a levantarse y con-vertirse o sean condenados en sus iniquidades detal suerte que no tengan excusa... Consta cuánperversos sean aquellos a quienes se les manda

14ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 57: Año litúrgico patrístico

58 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

predicar, puesto que se les aconseja que no te-man; y porque todos los depravados y perversoshacen otras iniquidades con los que les predicancosas buenas y hasta los amenazan con otras poraquello bueno que hacen, se dice: no los temas; ypor las amenazas que les dirigen se agrega: ni teamedrenten sus palabras. O bien, porque los ré-probos y los inicuos infieren males a los buenosy siempre quitan autoridad a los actos de ellos, alprofeta enviado se le amonesta que no tema ni sucrueldad ni su furor y que no tema sus palabras»(Homilía 9 sobre Ezequiel 11-12).

–2 Corintios 12,7-10: Muy a gusto pre-sumo de mis debilidades, porque así resi-dirá en mí la fuerza de Cristo. San Pablo,apóstol de Jesucristo, experimenta sobresí mismo que Dios elige lo débil de la hu-manidad como instrumento de su graciapara la salvación de los demás. ComentaSan Agustín:

«Muéstranos, Apóstol Santo, otro lugar másclaro en el que confieses tu debilidad, no dondebusques la inmortalidad... Aquí tenéis, pues, alApóstol que teme el precipicio de la soberbia, almismo tiempo que proclama la grandeza de susrevelaciones. Para que sepas que el Apóstol quedeseaba salvar a los otros necesitaba todavía cura-ción personal; para que conozcas esto, si tienes engrande estima su honor, escucha qué remedio apli-ca el médico al tumor; escucha no a mí, sino a él.Escucha su confesión para reconocerle Maestro...Escucha también lo que soy, no te subas muy altoel corderillo allí donde el carnero se halla en elpeligro: “se me ha dado el aguijón de la carne, elángel de Satanás que me abofetea”. ¡Cuál no seríael tumor temido, si tan punzante fue el emplastoaplicado!...

«Somos hombres, reconozcamos a los apósto-les como hombres, aunque santos. Son vasos se-lectos, pero aún frágiles, que aún peregrinan en lacarne, sin haber alcanzado el triunfo en la patriacelestial. Él mismo rogó tres veces al Señor paraque le quitase tal aguijón y no fue oído en cuantoa su voluntad, porque lo fue en cuanto a la salud.“¿Quién librará mi cuerpo de la muerte?” Recibi-rás como respuesta: “hallarás tu seguridad no enti, sino en tu Señor”. Tu seguridad proviene de lagarantía que tienes. Teniendo como prenda la San-gre de Cristo... ¿Quién me librará? “La gracia deDios por medio de nuestro Señor Jesucristo”»(Sermón 154).

–Marcos 6,1-6: No desprecian a un pro-feta más que en su tierra. El propio Jesu-cristo que nos redimió como Hijo de Diosencarnado, fue signo de contradicción acausa de su humilde condición humana.Jesús responde al escepticismo del pue-blo de Nazaret con un proverbio que re-fleja la verdad bien sabida de que la envi-dia y la familiaridad predisponen mal fren-te a una persona conocida. San Ambrosiohabla de este odio y envidia:

«La envidia no se traiciona medianamente: ol-vidada del amor entre sus compatriotas, convierteen odios crueles las causas del amor. Al mismotiempo, ese dardo, como estas palabras, muestraque esperas en vano el bien de la misericordiacelestial si no quieres los frutos de la virtud en losdemás; pues Dios desprecia a los envidiosos yaparta las maravillas de su poder a los que fustiganen los otros los beneficios divinos. Los actos delSeñor en su carne son la expresión de su divini-dad, y “lo que es invisible en Él nos lo muestrapor las cosas visibles” (Rom 1,20).

«No sin motivo se disculpa el Señor de no ha-ber hecho milagros en su patria, a fin de que nadiepensase que el amor a la patria ha de ser en noso-tros poco estimado: amando a todos los hombres,no podía dejar de amar a sus compatriotas; masfueron ellos los que por su envidia renunciaron alamor de su patria... Y, sin embargo, esta patria noha sido excluida de los beneficios divinos –allívivió treinta años–. Observa qué males acarrea elodio; a causa de su odio, esa patria es consideraindigna de que Él, conciudadano suyo, obrase enella, después de haber tenido la dignidad de que elHijo de Dios morase en ella» (Tratado sobre SanLucas lib. IV, 46-47).

CICLO CLos profetas vaticinaron como signo de

los tiempos mesiánicos la alegría del es-píritu. Esto aparece en la primera lectu-ra, tomada de Isaías. En el Evangelio los72 discípulos vienen alegres después dela misión que les confió Cristo entre lossamaritanos. Pero a esa alegría no se lle-ga sino a través de la cruz, como nos lodice San Pablo en la segunda lectura.

Page 58: Año litúrgico patrístico

59

A la luz del Evangelio es difícil pensarque tenga vida auténticamente cristianaquien, aun siendo fiel a sus deberes reli-giosos y morales, nunca se ha tomado enserio su vocación y su responsabilidad enel apostolado, con la palabra, con el pro-pio comportamiento y con la oración.

–Isaías 66,10-14: Yo haré derivar ha-cia ella como un río la paz. Frente a lareligiosidad cerrada y racial del «Israel dela carne», Dios anunció ya en los orácu-los mesiánicos la universalidad salvíficade la Nueva Jerusalén, esto es, la Iglesia,y el gozo y la alegría de los que la aman yevangelizan.

El Dios del creyente es el Dios de lapaz, como aparece en muchos pasajes delAntiguo Testamento y del Nuevo. Sus in-tervenciones entre los hombres son siem-pre portadoras de la paz. Con ese términose quiere resumir la situación del plenobienestar en todos los órdenes de la vidahumana desde lo más elemental para supropia subsistencia hasta los dones máspreciados del orden sobrenatural: la jus-ticia, el gozo, la alegría, el consuelo, elperdón, la misericordia y la gloria futu-ra. San Beda dice:

«La verdadera y única paz de las almas en estemundo consiste en estar llenos del amor de Diosy animados de la esperanza del cielo, hasta elpunto de considerar poca cosa los éxitos o reve-ses de este mundo... Se equivoca quien se figuraque podrá encontrar la paz en el disfrute de losbienes de este mundo y en las riquezas. Las fre-cuentes turbaciones de aquí abajo y el fin de estemundo deberían convencer a este hombre de queha construido sobre arena los fundamentos de lapaz» (Homilía 12, Vigilia de Pentecostés).

También San Cirilo de Alejandría dice:«Se promete la paz a todos los que se consa-

gran a la edificación del templo de la Iglesia, yasea que su trabajo consiste en el oficio de cate-quistas y pregoneros de los sagrados misterios,ya sea que se entreguen a la santificación de suspropias almas, para que resulten piedras vivas y

espirituales de todo el edificio» (Comentario alprofeta Ageo).

–Con el Salmo 65 proclamamos: «acla-mad al Señor, tierra entera». La Iglesiacanta jubilosa al ver cumplidas en ella laspromesas del Antiguo Testamento. Sonmuchas las actuaciones del Señor en suIglesia durante veinte siglos de cristianis-mo. Así ha considerado este Salmo la tra-dición patrística: «Tocad en honor de sunombre, cantad himnos a u gloria; decida Dios; ¡Qué temibles son tus obras! Quese postre ante Ti la tierra entera, que to-quen en tu honor, que toquen para tu nom-bre. Venid a ver las obras de Dios, sus te-mibles proezas en favor de los hombres...Alegrémonos con Dios, que con su po-der gobierna eternamente. Fieles de Dios,venid a escuchar, os contaré lo que hahecho conmigo. Bendito sea Dios que norechazó mi súplica; ni me retiró su fa-vor».

–Gálatas 6,14-18: Llevo en mi cuerpolas marcas de Jesús. La actuación del Após-tol ha sido valiente y en todo similar a lade Cristo, por eso se considera como uncrucificado para el mundo y de modo es-pecial para los judíos. De este modo selibra de las realidades mundanas, que tie-nen ante Dios un valor muy relativo. So-bre el valor de la cruz, comenta San JuanCrisóstomo:

«La realidad de la cruz parece algo vergonzoso,pero sólo en el mundo y entre los incrédulos, yaque en el cielo y entre los creyentes es una gloriay una gloria grandísima. Ser pobre, en efecto, pa-rece algo vergonzoso, mas para nosotros es unmotivo de gloria; ser despreciado es para muchosalgo que provoca risa, nosotros, en cambio, nosgloriamos de ello. Para nosotros, efectivamente,la cruz es motivo de gloria...

«¿Qué es la gloria de la cruz? Que Cristo tomópara mí la forma de siervo y cuanto sufrió losufrió por mí, un esclavo, un enemigo, un ingrato,y así fue su amor, hasta el punto de entregarsepor mí. ¿Podría existir algo semejante? Si los sier-vos se sienten orgullosos porque sus amos, que

14ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 59: Año litúrgico patrístico

60 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

tienen su misma naturaleza, los alaban, ¿cómo nohemos de gloriarnos cuando el Señor, el verdade-ro Dios, no se avergüenza de la cruz por amornuestro?... Llevo en mi cuerpo las señales de Je-sucristo. No dijo “tengo”, sino “llevo”, como elque se enorgullece por los trofeos o las insigniasreales, aunque éstas, de nuevo, parezcan un moti-vo de deshonor. Sin embargo, èl se enorgullece desus heridas y como los soldados condecorados, élse regocija en llevarlas» (Comentario a la Cartaa los Gálatas 4).

–Lucas 10,1-12.17-20: Vuestra paz des-cansará sobre ellos. El camino de Jesúshacia los hombres pasa por los hombres.No son los cristianos meta del mundo;ellos son los preparadores del camino, losque ponen, sin imponer, ante los hom-bres, la Buena Nueva. San Ireneo explicaesta mediación de la Iglesia en la transmi-sión del Evangelio:

«La única fe verdadera y vivificante es la que laIglesia distribuye a sus hijos, habiéndola recibidode los apóstoles. Porque, en efecto, el Señor detodas las cosas confió a sus apóstoles el Evange-lio, y por ellos llegamos nosotros al conocimientode la verdad, esto es, de la doctrina del Hijo deDios. A ellos dijo el Señor: “el que a vosotros oyea Mí me oye”... (Lc 10,16). No hemos llegado alconocimiento de la economía de nuestra salvaciónsi no es por aquellos por medio de los cuales nosha sido transmitido el Evangelio. Ellos entonceslo predicaron, y luego, por voluntad de Dios, noslo entregaron en las Escrituras, para que fuerancolumna y fundamento de nuestra fe (1Tim3,15)» (Contra las herejías 3,1,1-2).

Y San Agustín insiste:«Nadie es docto si a la razón contradice; nadie

es cristiano si rechaza las Escrituras; nadie esamigo de la paz, si lucha contra la Iglesia» (Trata-do sobre la Santísima Trinidad 4,6,10).

LunesAños impares

–Génesis 28,10-22: Vio una escalinatay a ángeles de Dios que subían y bajabany a Dios que hablaba. Es el sueño de Ja-cob: una escalera que une el cielo y la tie-

rra. Dios renueva sus promesas. ExplicaSan Agustín:

«Cuando Jacob ungió la piedra que había pues-to como cabecera para dormir, ocasión en la quetuvo un gran sueño, es decir, unas escaleras quellegaban de la tierra al cielo y a unos ángeles quebajaban y subían por ellas, apoyándose sobre lasmismas el Señor, comprendió que debía simboli-zar algo; con el gesto de la unción nos manifiestaque él no fue ajeno a la comprensión de aquellavisión y revelación: la piedra simbolizaba a Cris-to. No te extrañe de la unción, puesto que Cristorecibió este nombre de ella» (Sermón 89,5).

Y añade en otro texto:«Él, en efecto, es la Piedra rechazada por los

edificadores, que vino a ser cabeza de esquina...Se tropezó contra la Piedra en la tierra, y vendráde arriba cuando llegue de las alturas para juzgar avivir y muertos. ¡Ay de los judíos por haber tro-pezado en Cristo, cuando era un pobre canto ro-dado!... ¡Insensato! ¡Te ríes de ver la piedra en elsuelo! Mas te ríes por estar ciego, y, por estarciego, tropiezas, y porque tropiezas, te haces añi-cos, y hecho añicos caiga sobre tí para reducirte apolvo. ¿Ungió, pues, Jacob la piedra para conver-tirla en ídolo? No; para convertirla en símbolo»(Sermón 122, 2).

–Con el Salmo 90 decimos: «Dios mío,confío en ti». Se trata de un himno triun-fal de la confianza en Dios. Es una espe-cie de tratado sobre la Providencia mani-festada amorosamente en aquellos queconfían en Dios, como lo fue con Jacob,cuando salió de Bersaba y se dirigió a Ha-rán. Dios es fiel a sus promesas y amparaa sus elegidos. De modo especial hay quever este salmo cumplido en Cristo: “Élhabita al amparo del Altísimo y se confiótotalmente en las manos del Padre”. Losversos 11-12 se aplican a Cristo (cf. Mt4,6).

Estos sentimientos de Cristo han pasa-do a los miembros de su Cuerpo místico,a la Iglesia que, no obstante las persecu-ciones, los obstáculos y las contradiccio-nes triunfará. «Las puertas del infierno noprevalecerán contra ella». Lo mismo tam-

Page 60: Año litúrgico patrístico

61

bién a los cristianos a los que se refieretambién este Salmo. Ellos confían plena-mente en Dios a pesar de las pruebas ydificultades. Nos sugiere este Salmo elabandono confiado en las manos del Se-ñor, el cual, por otra parte, no nos impideactuar de modo responsable y poner denuestra parte todo lo que podamos.

Años pares–Oseas 2,14-16.19-20: Me casaré con-

tigo en matrimonio perpetuo. El próxi-mo exilio es comparado por el profetacomo un retorno al desierto. Israel volve-rá a encontrar el amor de su primera ju-ventud en la fidelidad al amor de Dios.

«Todo lo que está escrito son misterios, por-que Cristo quiere también desposarse contigo,ya que te habla por el profeta diciendo: Te des-posaré conmigo para siempre, te desposaré en lafe y en la misericordia, y conocerás al Señor» (Os2,19).

Yavé se presenta aquí como un Esposoque ha atraído a su infiel esposa, Israel, yla lleva al desierto, aislándola de las in-fluencias paganas de la vida sedentaria deCanaán. La vida sencilla de Israel en lasperegrinaciones por las estepas del Sinaíera nostálgicamente recordada por los pro-fetas como la época ideal de la historia deIsrael, pues en el «desierto» Israel, total-mente impotente, vivía de la providenciaespecialísima de su Dios. Toda la perícopaes un símbolo de la íntima unión con supueblo, con la Iglesia, con las almas quehan llegado a un grado elevado en la vidainterior, como nos lo describen los auto-res místicos: «Si alguno me ama, guarda-rá mi palabra y mi Padre lo amará y ven-dremos a él y haremos en él nuestra mo-rada» (Jn 14,21). A esto hemos de aspi-rar todos.

–Con el Salmo 144 proclamamos: «elSeñor es clemente y misericordioso». Elsalmista tiene necesidad de bendecir y ala-

bar al Señor por siempre jamás y el almaque ha llegado a una unión tan íntima conDios también siente la misma necesidad.La alabanza que brota al contacto conDios vivo, despierta al hombre entero ylo arrastra a una renovación de vida. Elhombre, para alabar a Dios, se entregacon todo su ser. La alabanza, si es since-ra, es incesante, es explosión de vida. Peroson los corazones rectos, los humildes, losque pueden comprender la grandeza deDios y entonar sus alabanzas. Alabar a Dioses exaltarlo, magnificarlo, es reconocersu superioridad única, ya que es el quehabita en lo más alto de los cielos, puestoque es el Santo. La alabanza brota de laconciencia exultante por esta santidad deDios, que el alma ha percibido en la unióntransformante con Él y a la vez esta exul-tación muy pura y muy religiosa une másprofundamente con Dios.

–Mateo 9,18-26: Mi hija acaba de mo-rir. Pero ven Tú y vivirá. Jesús es la Vidapor excelencia y la da. San Juan Crisós-tomo dice:

«Considerad, os ruego, no sólo la resurrección,sino el mandato que da el Señor de no decir nadaa nadie. Y aprendamos siempre la lección que nosda de humildad y de modestia. Después de esto,pensemos también que el Señor echó fuera a todaaquella chusma del duelo y los declaró indignosde presenciar el milagro de la resurrección de laniña. Por vuestra parte, no os salgáis con lostañedores de flauta, sino quedaos dentro junta-mente con Pedro, con Juan y con Santiago. Por-que, si entonces arrojó afuera a aquéllos, muchomás los arrojará ahora. Entonces no era aún claroque la muerte fuera sólo un sueño; mas ahora estaverdad es más clara que el sol.. Mas, ¿me objetasque el Señor no ha resucitado ahora a tu hija? Perola resucitará con absoluta certeza y con más glo-ria que ahora. La hija del presidente de la sinago-ga, después de resucitar, volvió otra vez a morir;mas la tuya, cuando resucite, permanecerá in-mortal para siempre. Nadie haga, pues, duelo,nadie se lamente y rebaje así la gloria de Cristo.Porque Cristo ha vencido a la muerte. ¿A qué,pues, lamentarse inútilmente? La muerte se ha

14ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 61: Año litúrgico patrístico

62 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

convertido en un sueño» (Homilía 31,3, sobreSan Mateo).

MartesAños impares

–Génesis 32,22-32: Te llamaré Israel,porque has luchado conmigo y me haspodido. Un acontecimiento misterioso dalugar a la explicación del nombre de Is-rael impuesto a Jacob; éste hubo de lu-char con el Desconocido para obtener deÉl la bendición. La tradición cristiana hacreído ver en ello el símbolo del combateespiritual y del poder de la oración. Ex-plica San Agustín:

«Jacob prevaleció sobre él. Y, con todo, el mis-mo que luchaba, Jacob, era conocedor del miste-rio. Un hombre prevaleció en la lucha sobre unángel, y al decirle éste: “Déjame”, el que habíaprevalecido le respondió: “No te dejaré si no mebendices”. ¡Oh gran misterio! El vencido bendi-ce, habiendo sufrido quien libera; entonces tuvolugar la bendición plena... No te llamarás Jacob,sino Israel. La imposición de nombre tan sublimees grande bendición. Israel se traduce por el queve a Dios, nombre para uno solo y premio paratodos. Para todos, pues todos los fieles y los ben-decidos tanto judíos como griegos. En efecto, elApóstol llama griegos a todos los gentiles, por-que entre los gentiles destaca la lengua griega (Rom2,10. 8-9)... Bien para los judíos buenos y malpara los malos; bien para los gentiles buenos ymal para los malos» (Sermón 229,F,2).

–Con el Salmo 16 proclamamos: «conmi apelación, Señor, vengo a tu presen-cia». Una conciencia tranquila puede mi-rar con serenidad los momentos difícilesde una persecución injusta, si los miradesde las alturas de los juicios de Dios. Ypuede mantener la presencia de ánimopara no amilanarse ante la injusticia de unjuicio humano, que nada pesa en la balan-za de su fe. Esta serenidad, que es propiade los grandes hombres, es la atmósferaque debería respirar todo creyente. Mu-chas veces no queda otro recurso huma-

no, sino el sufrimiento magnánimo con lamirada puesta en Dios con gran fe. Siem-pre, en todo caso, lo que ha de contarpara el cristiano es estar convencido deque Dios es preferible al mundo entero yque la suprema felicidad consiste en viviren íntima unión con Él, con la esperanzaviva del gran momento en el que se abri-rán los ojos, después de la existenciaterrena, para quedar saciado en la con-templación de su gloria.

Años pares–Oseas 8,4-7.11-13: Siembran vientos

y cosechan tempestades. El oráculo hacealusión a las revoluciones palaciegas quese fueron sucediendo en Samaria. Pero,por encima de todo, estigmatiza la per-versión del culto, influenciado por las cos-tumbres paganas. El verdadero Dios nopuede aceptar los sacrificios de un pue-blo que menosprecia la ley. Es un temamuy repetido en la Sagrada Escritura, prin-cipalmente en los profetas. Dos partes,dos temas: en primer lugar la infidelidadde Israel. Se ha hecho un ídolo y será lle-vado al cautiverio como sus adoradoresy se reirán de él. Lo que cuenta en losprofetas es la alianza. Conforme a ella, lahistoria de Israel se desenvuelve en unaalternativa de bendiciones o castigos, se-gún sea fidelidad o deslealtad a la mismapor parte del pueblo elegido. En segundolugar los actos del culto han de procederdel corazón y no ser meramente exter-nos. Dios quiere ante todo la entrega sin-cera de sus corazones en el cumplimien-to exacto y religioso de su Voluntad.

–Adecuadamente decimos con el Sal-mo 113: «sus ídolos son plata y oro, he-chura de sus manos». La gran lección queda la historia sagrada es la de un Diosvivo y personal, frente a los ídolos paga-nos, faltos de vida, hechos por la manodel hombre. Él es Dios trascendente que

Page 62: Año litúrgico patrístico

63

está en los cielos. El Dios personal quetodo lo ve y todo lo regula, aunque seainvisible, precisamente porque es trascen-dente.

La situación que describe el salmo seha repetido muchas veces en la historiahumana que se deja llevar por los ídolosdel dinero, de la sensualidad, de la ambi-ción, de los honores, del poder, etc. Antetodo esto, hemos de poner la mirada en elDios verdadero y en su Cristo, que hamanifestado a todos los hombres su fide-lidad y su gracia. Con su presencia caentodos los ídolos mundanos y nos muestrael verdadero culto en espíritu y en ver-dad. Cristo desenmascara los ídolos, re-velando al mundo el rostro del único Diosverdadero al que han de dar culto. Él en-seña a los hombres a confiar en el Padrecelestial y, realizando la redención, otor-gó a todos una bendición sobreabundante,comunicándoles su misma vida.

–Mateo 9,32-38: La mies es abundan-te, pero los trabajadores son pocos. Dosnuevas curaciones acrecientan aún más lafama de Cristo y manifiestan su compa-sión por una gran muchedumbre sin rum-bo, como ovejas sin pastor. San Juan Cri-sóstomo comenta:

«Mirad una vez más cuán ajeno es el Señor a lavanagloria, pues para no atraerlos a Él a todos enpos de sí, envió a sus discípulos. Aunque no esésa la única razón por la que los envía. Él quiereque se ejerciten en Palestina, como en una pales-tra, y así se preparen para sus combates por todolo ancho de la tierra. De ahí que cada vez les vaofreciendo más ancho campo a sus combates encuanto su virtud lo permita, con el fin de que lue-go se les hicieran más fáciles los que les espera-ban... No os envío –parece decirles– a sembrar,sino a segar... Al hablarles así quería el Señor re-primir su orgullo a par de infundirles confianza,pues les hacía ver que el trabajo mayor estaba yahecho.

«Pero mirad también aquí cómo el Señor em-pieza por su propio amor y no por recompensade ninguna clase: porque se compadeció de las

muchedumbres... Con estas palabras apuntaba alos príncipes de los judíos; pues habiendo de serlos pastores, se mostraban lobos. Porque no sólono corregían a la muchedumbre, sino que elloseran el mayor obstáculo a su adelantamiento»(Homilía 32,2, sobre San Mateo).

Cristo nos da la solución de todo apos-tolado: «rogad al Señor de la mies que en-víe operarios a su mies». Esto es siemprenecesario en la Iglesia y en el mundo en-tero. El poder de la oración es grande entoda labor apostólica. Recordemos a SanFrancisco Javier o a Santa Teresa del NiñoJesús.

Miércoles

Años impares–Génesis 41,55-57; 42,5-7.17-24: Es-

tamos pagando el delito contra nuestrohermano. José vendido por sus hermanosy convertido en el personaje más impor-tante de Egipto por una serie de aconteci-mientos providenciales. Los hijos deJacob, sin reconocerle, se postran ante supropio hermano, quien los pone a pruebaa fin de que reconozcan el mal que hicie-ron.

San Gregorio Magno, después de na-rrar todo el episodio de José, dice:

«¡Oh tormento de la misericordia! Castiga yama. Ya vueltos, postrados en tierra y llorando,imploran el perdón; pues, acordándose de lo queacerca de él habían prometido al padre, veíanseoprimidos por una insoportable tristeza. Enton-ces, no pudiendo contenerse más la piedad oculta,prorrumpe, y de aquel rostro severo saca lágrimasde caridad; fue echada a un lado la aparente ira, yla misericordia, que existía y no aparecía, hízosepatente. De tal manera aquel santo varón perdonóy castigó en sus hermanos el crimen, de tal mane-ra mantuvo viva la misericordia con sus herma-nos, que ni fue piadoso sin castigo ni riguroso sinpiedad...

«He ahí cuál es el magisterio de la disciplina:saber perdonar discretamente las culpas y corre-

14ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 63: Año litúrgico patrístico

64 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

girlas con piedad. Pero los que no tienen espíritude corrección, o bien perdonan los pecados demanera que no los corrigen, o bien, al corregirlos,hieren como si no los perdonaran» (Homilía 9sobre Ezequiel).

–El Salmo 32 es como un himno a laprovidencia de Dios con su pueblo: «Quetu misericordia, Señor, venga sobre no-sotros, como lo esperamos de ti... El Se-ñor deshace los planes de las naciones;frustra los proyectos de los pueblos; peroel plan del Señor subsiste por siempre,los proyectos de su Corazón de edad enedad».

Si el creyente de todos los tiempos tie-ne motivos para confiar alegre y esperan-zado en la Palabra divina, llena de amory misericordia, el cristiano sabe que esaPalabra se ha hecho hombre (Jn 1,14) parallevar a cabo los proyectos del Corazónde Dios y llenar así con su misericordiatoda la tierra. Es la misma Palabra que undía dirá todos los cristianos: «Yo estarécon vosotros todos los días hasta el findel mundo» (Mt 28,20).

Años pares–Oseas 10,1-3.7-8.12: Es tiempo de

consultar al Señor. La riqueza de Israel,en vez de contribuir a alabar a Yavé porlos abundantes bienes materiales, no haservido más que para multiplicar los lu-gares de culto idolátrico y vino el castigode Dios. «Se acabó Samaria. Su rey escomo espuma sobre la superficie de lasaguas. Destruidos serán los altos de la im-piedad». Sólo con la conversión alcanza-rán misericordia y para esto han de acu-dir a Dios, buscar su rostro y ser fiel a laalianza.

–A esto conduce también el Salmo 104del responsorio. Dios ha sido fiel a suspromesas, Israel lo sea a la ley. Todo elSalmo canta la alianza de Yavé con losPatriarcas. El cristiano debe tomar con-ciencia de todos los prodigios realizados

por Dios en la Antigua Alianza para llevaradelante las promesas hechas por Dios aAbrahán. Son prodigios que nos afectantambién a nosotros, los que seguimos aCristo. Es lo que afirma San Pablo en suCarta a los Romanos 4,16.18-25.

–Mateo 10,1-7: Id a las ovejas desca-rriadas de Israel. Es admirable la actitudde Jesucristo por cumplir las promesashechas a los Patriarcas en favor del pue-blo de Israel. Pero no deja de cumplir tam-poco su misión universal de la salvaciónde todos los hombres. Las circunstanciasirán perfilando la realización del plansalvífico de Dios que ya apunta en la mis-ma predicación profética. San Juan Cri-sóstomo dice:

«Veamos ya a dónde y a quiénes envía Jesússus apóstoles. ¿Quiénes son éstos? Unos pesca-dores y publicanos... No penséis –les viene a de-cir el Señor–, que, porque me injurian y me lla-man endemoniado, yo los aborrezco y los apartode mí. Justamente a ellos tengo interés y empeñoen curarlos primero, y, apartándoos a vosotros delos demás, os envío a ellos como maestros y mé-dicos. Y no sólo os prohibo que prediquéis a otrosantes que a éstos, sino que no os consiento quetoquéis en los caminos que llevan a la gentilidadni que entréis en ciudad alguna de samaritanos...

«Mirad la grandeza del ministerio, mirad la dig-nidad de los apóstoles. No se les manda que ha-blen de cosas sensibles, ni como hablaron antañoMoisés y los profetas. Su predicación había deser nueva y sorprendente... Ninguna gracia ha-céis a los que os reciben, pues no habéis recibidovuestros poderes como una paga ni como frutode vuestro trabajo. Todo es gracia mía. De estemodo, pues, dad también vosotros a aquéllos.Porque, por otra parte, tampoco es posible hallarprecio digno de lo que vuestros dones merecen»(Homilía 32,4,sobre San Mateo).

Jueves

Años impares–Génesis 44,18-21.23-29;45,1-5: Para

vuestra salvación me envió Dios a Egip-

Page 64: Año litúrgico patrístico

65

to. José se da a conocer a sus hermanosen una escena emocionante y manifiestael carácter providencial de su historia,como se apuntó ayer. En los Hechos delos Apóstoles y puesto en los labios deSan Esteban, se lee a propósito de José:«Dios estaba con él y lo libró de todas sustribulaciones» (7,9-10). De este modoJosé prefiguró a Cristo en su pasión y re-surrección.

–La historia de José nos la exaltan losversos 16-22 del Salmo 104, escogidocomo Salmo responsorial, que tiene comoestribillo: Recordad las maravillas quehizo el Señor. Esos versos son un magní-fico ejemplo de las intervenciones de Diosen su pueblo. Son un nuevo canto a lamisericordia y a la providencia de Diospara con su pueblo. Nos sirve del lecciónen los momentos de peligro, de prueba,de contradicción en que podemos encon-trarnos. Dios quiere lo mejor para noso-tros, aunque en ocasiones no lo entenda-mos. Dios sabe más, como lo muestranlos testimonios que presentamos:

«Cualquier cosa que te suceda, recíbela comoun bien, consciente de que nada pasa sin que Dioslo haya dispuestos» (Carta de Bernabé 19).

También San Agustín:«Si algo acontece en contra de lo que hemos

pedido, tolerémoslo con paciencia y demos gra-cias a Dios por todo, sin dudar lo más mínimo deque lo más conveniente para nosotros es lo queacaece según la voluntad de Dios y no según lanuestra» (Carta 130 a Proba).

Y el mismo autor:«El Señor conoce mejor que el hombre lo que

conviene en cada momento, lo que ha de otorgar,añadir, quitar, aumentar, disminuir y cuándo o hade hacer» (Carta 138).

Años pares–Oseas 11,1-2.3-4.8-9: Se me revuelve

el corazón. En un fragmento de profundapoesía, el profeta compara el pueblo deIsrael con un niño pequeño al que Dios

prodiga cuidados maternales. Se ha lla-mado a esta perícopa «Balada del amordesdeñado»: Dios se comporta con supueblo como un padre amoroso. Israel nocorresponde y Dios castiga, pero perdo-na movido de su misericordia. Todo esadmirable. El último motivo por el que seinclinará al perdón es precisamente por-que Él es Dios y no hombre. Su compor-tamiento es diferente del comportamien-to del hombre que es vengativo y justi-ciero. Más allá de las infidelidades de supueblo Él conserva un inmenso amor paracon él.

Perdonar es verdaderamente una acti-tud divina porque sólo Dios es capaz dedominar el acontecimiento inmediato yrelativizarlo en la perspectiva más ampliade la historia de la salvación y de la eter-nidad. Dios es amor. Todo esto exige denuestra parte una correspondencia de amory de arrepentimiento sincero.

San Jerónimo nos habla de esto:«Cuánta es la clemencia de Dios, cuánta nues-

tra dureza, que después de tantos pecados nosllama a la salvación ...

«Cuán grande sea su misericordia, cuán gran-de y, por decirlo así, excesiva su clemencia, quenos lo enseñe el profeta Oseas, por cuya boca noshabla Dios: ¿Qué haré contigo Efraim? ¿Cómo teprotegeré, Israel, qué haré contigo?... Mi corazónestá en Mí trastornado, y me he conmovido dearrepentimiento. No daré curso al ardor de micólera...» (Carta 122,2 a Rústico ).

–Con el Salmo 79 proclamamos: «quebrille tu rostro y nos salve, Señor». Esuna súplica fervorosa para impetrar la in-tervención de Dios liberador. En todotiempo tenemos necesidad de esta actua-ción de Dios. Él es el Pastor Bueno noso-tros somos su rebaño (Mt 9,36; Jn 11,14-16) o también somos una viña amada. Éles el agricultor que nos cuida (Is 11,1; Jn15,1-6).

El misterio de la Iglesia se reproduce encada uno de sus miembros. A nuestra ple-

14ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 65: Año litúrgico patrístico

66 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

garia responde Cristo: «Yo soy la vid yvosotros los sarmientos; el que permane-ce en Mí y yo en él, ése da mucho fruto,porque sin Mí no podéis hacer nada. Elque no permanece en Mí es echado afue-ra, como el sarmiento, y se seca, y losamontonan y los arrojan al fuego para queardan. Si permanecéis en Mí y mis pala-bras permanece en vosotros, pedid lo quequeráis, y se os dará» (Jn 15,5-7).

–Mateo 10,7-15: Lo que habéis recibi-do gratis dadlo gratis. Jesús da a losDoce sus consignas en orden a la misiónde Galilea. Deberán reproducir la activi-dad de su Maestro: proclamar la proximi-dad del Reino de Dios y manifestar su pre-sencia por medio de milagros.

Cristo no se contenta con entregar a susenviados un mensaje que les encargatransmitir; desea que su estilo de vida seala reproducción viva de la palabra procla-mada.

Las modalidades de este estilo de vidano dependen totalmente de una decisiónprivada de los evangelizadores y catequis-tas. Cristo tiene sus exigencias y la Igle-sia, por Él fundada, también. Por eso nodebe extrañarnos que la competente je-rarquía de la Iglesia indique los modos ylos medios para toda clase de evangeliza-ción. Esto cambia con los tiempos y losespacios. No todo es bueno para todos.

Con respecto al último versículo sobreel castigo de los que no reciben o recha-zan la Buena Nueva, comenta San Agus-tín:

«Hay dos lugares de moradas: una en el fuegoeterno y otra en el reino también eterno. Mi opi-nión es que dentro del fuego eterno, los tormen-tos serán distintos; pero todos estarán allí paraser atormentados, aunque unos más y otros me-nos, pues en el día del juicio será más tolerable lasuerte de Sodoma que la de alguna otra ciudad(Mt 10,15)» (Sermón 161,4).

Al rechazar a los apóstoles del Evange-lio que llaman a las puertas de una ciudad

o una casa en aquella hora de la misión delos mismos, cuando ya los milagros deCristo los habían acreditado como lega-dos de Dios (Jn 3,2), no se les podía re-chazar impunemente. Esto era cerrar losojos a la luz mesiánica. Y en este sentido,la culpa de éstos era superior a la aberra-ción moral, pagana, de Sodoma y Gomo-rra. Santo Tomás de Aquino lo justificaasí:

«Pecan más los que oyen y no practican quelos que nunca oyeron» (Coment. in Mt).

De ahí la gran responsabilidad de losque rechazan la predicación evangélica yde los que no acomodan su conducta aella.

ViernesAños impares

–Génesis 46,1-7.28-30: Puedo morirdespués de haberte visto en persona.Jacob invitado a ir a Egipto por su hijoJosé, accede a instalarse allí con toda sufamilia. Con expresiones, que recuerdanel canto de Simeón, expresa su alegría porhaber vuelto a ver a su hijo José.

Lo principal de este relato es que laemigración del patriarca depositario de lapromesa de la tierra no es contraria al com-promiso de Dios, sino que constituye laetapa necesaria de sufrimiento y de prue-ba antes del cumplimiento de las prome-sas de abundancia.

No obstante las pruebas, los sufrimien-tos, las amarguras y contrariedades. «Dioses quien salva a los justos», como se diceen el Salmo responsorial.

–Salmo 36: «confía en el Señor y hazel bien... El Señor vela por los días de losbuenos y su herencia durará siempre».Todo el Salmo es una exhortación sa-piencial sobre la suerte del justo y delmalvado.

Page 66: Año litúrgico patrístico

67

Frente a la concepción más o menosdifusa de muchos creyentes, que confun-den la religión con una especie de «segu-ro de vida», el salmista pone su confianzaen Dios. Su gran tesoro es poseer a Dios.Todo lo demás es accesorio. El Salmo estáabierto a perspectivas mucho más ampliasque las meramente sociológicas. Perspec-tivas profundas, pero reales, que seránpuestas en toda su luz por la predicaciónde Cristo.

Un significado muy preciso tienen lasexpresiones del Salmo a la luz del miste-rio de Cristo. Él, el inocente, el justo porexcelencia, ha aparecido en medio de no-sotros pobre, humilde, perseguido por losimpíos, varón de dolores, abandonado enla cruz (Sal 21,2; Mt 27,46). Sobre Élhan caído los sufrimientos de todos noso-tros. Mas en Él y en su vida, el sufri-miento de los justos se ha revelado comoun misterio de salvación. Pero el caminorecorrido por Cristo hacia el Calvario con-duce a la derecha del Padre en la gloriaceleste. La Cruz ha venido a ser el árbolde la vida. Con estas consideraciones po-demos escuchar las sentencias del Salmo36 como una exhortación de Cristo a laIglesia. Parecen como una anticipación delas bienaventuranzas evangélicas. Recor-demos la parábola del rico Epulón yLázaro.

Años pares–Oseas 14,2-10: No volveremos a lla-

mar Dios a la obra de nuestras manos. Elprofeta exhorta a un retorno sincero aDios. El pueblo responde favorablemen-te y Dios lo premia.

Hay que reconocer que la conversióndel pueblo no es apenas desinteresada. Elque Israel vuela a Dios obedece en granparte a la búsqueda apasionada de la di-cha y la abundancia. Esta mentalidad esciertamente peligrosa cuando sólo se mira

el interés. Existe ciertamente un actitudlegítima de la recompensa por la obra bue-na hecha, con la gracia de Dios, cuandosobre todo se busca a Dios y no el pre-mio. Ya lo dijo el poeta:

«No me tienes que dar porque te quiera, por-que, aunque espero, no esperara, lo mismo que tequiero, te quisiera».

El cristiano se convierte a Dios y seagrega al pueblo de convertidos que es laIglesia, para ser beneficiario de la reali-zación del plan de Dios sobre la humani-dad y para permitir también a todos losrecursos humanos de desplegarse correc-tamente a partir de su foco y su fuente: lapresencia de Dios que anima a todas lascosas.

–En el responsorio rezamos el Salmo50, que bien podemos llamarlo Salmo dela conversión, del arrepentimiento y de lapenitencia. Pocos salmos como éste hanservido para expresar los sentimientos dela humanidad pecadora ante Dios. Gene-raciones de la humanidad han encontradoen él el camino que conduce a la Casa delPadre, la gracia de una purificación queno puede venir sino de la palabra de Diosy de la alegría de la amistad con Él:

«Misericordia, Dios mío, por tu bon-dad, por tu inmensa compasión borra miculpa... Oh Dios, crea en mí un corazónpuro... Devuélveme la alegría de tu sal-vación... Mi boca proclamará tu alaban-za, Señor».

–Mateo 10,16-23: No seréis vosotros losque habléis, sino el Espíritu de nuestroPadre. Jesús anuncia las persecuciones queaguardan a sus discípulos. No deben te-mer, pues contarán con la ayuda de la asis-tencia del Espíritu de su Padre. San Agus-tín trata muchas veces de este pasajeevangélico:

«Ved cómo nuestro Señor Jesucristo modela asus mártires con su disciplina. “Os envío, dice,como ovejas en medio de lobos” (Mt 10,16). Ved

14ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 67: Año litúrgico patrístico

68 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

lo que hace un solo lobo que venga en medio demuchas ovejas. Por muchos millares de ovejasque sean, enviado un lobo en medio de ellas, seespantan y, si no todas son degolladas, todas, almenos, se aterrorizan. ¿Qué razón había, qué in-tención, qué poder o divinidad para no enviar ellobo a las ovejas, sino las ovejas en medio delobos? No dijo al confín con los lobos, sino enmedio de los lobos.

«Había, pues, un rebaño de lobos: las ovejaseran pocas, para que fueran muchos lobos paradar muerte a pocas ovejas. Los lobos se convirtie-ron y se transformaron en ovejas... “Seréis odia-dos por todos los pueblos a causa de mi nombre”(Mt 10, 22). Se predijo para el futuro una iglesiaextendida por todos los pueblos. Como leemosque fue prometida, así la vemos realizada. Todoslos pueblos son cristianos y al mismo tiempo nocristianos. El trigo al igual que la cizaña, se hallaextendido por todo el campo. Por tanto, cuandoescuchéis de boca de nuestro Señor Jesucristo:seréis odiados por todos los pueblos a causa demi nombre, escuchadlo como trigo que sois, puesestá dicho para el trigo... ¡Oh pueblos todos cris-tianos, oh semillas católicas extendidas por todoel orbe, pensad en vosotros mismos y veréis quetodos los pueblos os odian por el nombre de Cris-to!» (Sermón 64,1).

Sábado

Años impares–Génesis 49,29-33; 50,15-24: Dios cui-

da de vosotros y os sacará de esta tierra.Muere Jacob en Egipto. José vuelve a ase-gurar el perdón a sus hermanos y les re-vela cómo Dios se ha servido de sus prue-bas para salvar la vida de su pueblo. «Porla fe, José, moribundo, evocó el éxodode los hijos de Israel» (Heb 11,22).

El futuro del pueblo de Dios no depen-de de la autoridad del «patriarca», sinode la buena voluntad entre los hermanosy sus tribus respectivas. José es el prime-ro en esta necesidad de la concordia y fra-ternidad. Sus motivos para esto son pro-fundos; el mal que hicieron con él se ha

convertido en bien de todos. Está lejos dela venganza, pues reconoce en todos es-tos sucesos la providencia de Dios. Esocasión para reflexionar sobre el perdónde las ofensas, como tantas veces apareceen la Sagrada Escritura, principalmenteen el Nuevo Testamento.

No es necesario que ocurran grandesinjurias para que nos ejercitemos en estaprueba de caridad. Mal viviríamos nues-tra vida cristiana si al menor roce se en-friase nuestra caridad y nos sintiéramosrencorosos y vengativos. Escuchemos untestimonio de San Cipriano:

«Es imposible alcanzar el perdón que pedi-mos de nuestros pecados, si nosotros no actua-mos de modo semejante con los que nos han he-cho alguna ofensa» (Tratado sobre la oración23-24).

Pero no tenemos necesidad de textospatrísticos. Son bien expresivos los tex-tos evangélicos de Mt 18,21-35; Lc 6,36-37.

–El responsorio recoge algunos versosdel Salmo 104, ya expuesto en días ante-riores. En esta ocasión se indica el estri-billo: «humildes, buscad al Señor y vivi-rá vuestro corazón».

La humildad consiste esencialmente enla conciencia del puesto que ocupamosfrente a Dios y frente a los hombres y enla sabia moderación de los deseos de glo-ria. Cristo nos dejó como lección espe-cial para que la aprendiéramos de Él: lahumildad (Mt 11, 29). Por eso escribióSan Gregorio Magno:

«Dígase a los humildes, que al par que ellos seabajan, aumentan su semejanza con Dios y dígasea los soberbios, al par que ellos se engríen, des-cienden, a imitación del ángel apóstata» (ReglaPastoral 3,18).

Y San Agustín:«Cuanto más se abaja el corazón por la humil-

dad, más se levanta hacia la perfección» (Sermónsobre la humildad).

Page 68: Año litúrgico patrístico

69

Y también:«Si me preguntáis qué es lo más esencial en la

religión y en la disciplina de Jesucristo, os res-ponderé: primero la humildad, segundo la humil-dad y tercero la humildad» (Carta 118)

Años pares–Isaías 6,1-8: Yo, hombre de labios im-

puros, he visto con mis ojos al Rey y Se-ñor de los Ejércitos. El profeta Isaías re-lata su vocación: vio al Señor en toda sumajestad. Se repite en la liturgia euca-rística diaria el triple Santo que Isaías oyóen el cielo. San Jerónimo comenta:

«Y entonces, con sus labios realmente purifi-cados, dijo al Señor: “Heme aquí, envíame”. An-tes había dicho: “¡Miserable de mí, que estoyperdido!”. Mientras vive Ozías, tú no entiendes,Isaías, que eres miserable, y no eres movido acompunción; pero una vez que ha muerto, enton-ces te das cuenta de que tienes labios impuros,entonces comprendes que eres indigno de la vi-sión de Dios.

«Ojalá también yo sea movido a compuncióny, después de la compunción, me haga digno depredicar a Dios; pues además de ser yo hombre ytener los labios impuros, habito en medio de unpueblo que tiene labios impuros. Isaías, que erajusto, había pecado sólo de palabra. Pero yo, quemiro con ojos de concupiscencia, a quien mi manoescandaliza y peco con el pie y con todas laspartes de mi cuerpo, todo lo tengo impuro y,habiendo manchado mi túnica después de habersido bautizado es espíritu, necesito la purifica-ción del segundo bautismo, es decir, del de fue-go» (Carta 18 A,11, a Dámaso).

–Con el Salmo 92 proclamamos: «ElSeñor reina, vestido de majestad... Tu tro-no está firme desde siempre y Tú ereseterno». Es el trono que vio Isaías. Peronosotros lo vemos también con un senti-do cristológico. Cristo es el Señor, consu Resurrección. Nosotros somos el rei-no de Dios y de Cristo. La Iglesia, conpalabras de este Salmo aclama a Cristo yreconoce en Él al Rey magnífico y pode-

roso, al Príncipe de la Paz, cuyo reino notiene fin y diariamente lo llamamos Rey ySeñor.

–Mateo 10,24-33: No tengáis miedo alos que matan el cuerpo. Cristo da ánimoa sus discípulos para el tiempo de la per-secución, de las contrariedades y de laspruebas. Proclamemos sin temor nuestrafe en todos los lugares y ante todos loshombres, con nuestras palabras y connuestras obras. San Juan Crisóstomo dice:

«Mirad cómo los pone por encima de todo.Porque no les persuade a despreciar sólo todasolicitud y la maledicencia y los peligros y lasinsidias, sino a la muerte misma, que parece ser lomás espantoso de todo. Y no sólo la muerte engeneral, sino hasta la muerte violenta... Como lohace siempre, también aquí lleva su razonamien-to al extremo opuesto. Porque, ¿qué es lo queviene a decir? ¿Teméis la muerte y por eso vaci-láis en predicar? Justamente porque teméis lamuerte, tenéis que predicar, pues la predicaciónos librará de la verdadera muerte. Porque, auncuando os hayan de quitar la vida, contra lo quees principal en vosotros, nada han de poder, pormás que se empeñen y porfíen...

«De suerte que si temes el suplicio, teme el quees mucho más grave que la muerte del cuerpo.Mirad cómo tampoco aquí les promete el Señorlibrarlos de la muerte. No; permite que mueran;pero les hace merced mayor que si no lo hubierapermitido. Porque mucho más que librarlos de lamuerte es persuadirlos que desprecien la muerte.Así, pues, no los arroja temerariamente a los pe-ligros, pero los hace superiores a todo el dogmade la inmortalidad del alma y cómo, plantada enella esa saludable doctrina, pasa a animarlos porotros razonamientos...

«No los temáis, pues. Aun cuando lleguen adominaros, sólo dominarán lo que haya de infe-rior en vosotros, es decir, vuestro cuerpo. Y éste,aun cuando no lo mataran vuestros enemigos, lanaturaleza vendrá sin remedio a arrebatároslo. Demanera que ni aun en eso tienen vuestros enemi-gos verdadero poder, sino que se lo deben a lanaturaleza. Y si eso temes, mucho más es razónque temas lo que es más que eso; que temas al quepuede echar alma y cuerpo en el infierno» (Ho-milía 34, 2-3 sobre San Mateo).

14ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 69: Año litúrgico patrístico

70 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

15ª Semana

DomingoEntrada: «Yo, con mi apelación, vengo

a tu presencia, y al despertar me saciaréde tu semblante» (Sal 16,15). Con estaardiente súplica se inicia la Misa.

Colecta (del Misal anterior, antes delGregoriano, y ahora retocada con textosdel Gelasiano): «¡Oh Dios!, que mues-tras la luz de tu verdad a los que andanextraviados, para que puedan volver albuen camino; concede a todos los cris-tianos rechazar lo que es indigno de estenombre y cumplir cuanto en él se signifi-ca»

Ofrendas (también del Misal anterior, yantes del Gregoriano): «Mira, Señor, losdones de tu Iglesia en oración, y concedea quienes van a recibirlos crecer conti-nuamente en santidad».

Comunión: «Dichosos los que viven entu casa» (Sal 83,4-5); o bien: «El quecome mi carne y bebe mi sangre habitaen mí y yo en él» (Jn 6,57).

Postcomunión (también del Misal ante-rior, retocada con textos del Gregorianoy Gelasiano): «Alimentados con esta eu-caristía, te pedimos, Señor, que cuantasveces celebramos este sacramento seacreciente en nosotros el fruto de la sal-vación».

CICLO ALa primera lectura nos prepara a recibir

las enseñanzas del Evangelio: el Sembra-dor difunde su doctrina. San Pablo exaltala dimensión cósmica de la Redención.

Dios es el Sembrador que realiza en no-sotros su obra. A nosotros nos queda laenorme responsabilidad de no hacer in-fructuosa la gracia santificante y los me-dios que Él nos da en su Palabra y en losSacramentos, especialmente en la Euca-ristía.

–Isaías 55,10-11: La lluvia hace ger-minar la tierra. La palabra de Dios, se-milla de salvación, lleva en sí toda la efi-cacia de la iniciativa divina y de su amorsantificador.

El profeta usa sus grandes cualidadesliterarias y una gran intuición teológicapara infundir la firme adhesión a Yavé,Dios de los padres que, contrariamente ala desconfianza general de los exiliados,está salvíficamente presente entre ellos.El dirige la historia y los acontecimien-tos para que el universo y el hombre, quehan sido creados por Él, de Él dependany con Él se desarrollen.

La semejanza de la lluvia y de la nieveque fecundan y hacen germinar la tierranos debe hacer comprender que la poten-cia creadora y transformadora de la pala-bra de Dios ha de dar fruto, si la acoge-mos con fe, pues Dios que nos creó sinnosotros no nos salvará sin nosotros.

Es un texto muy profundo y eficaz paracomprender la Sagrada Escritura comopalabra de Dios al hombre. Nos pone encontacto directo con Él que nos invita aque recibamos su mensaje salvífico paraotorgarnos su comunión de vida realizan-do en nosotros su salvación.

Page 70: Año litúrgico patrístico

71

–Muy acertadamente se ha escogidocomo responsorio el Salmo 64 : «Tú cui-das de la tierra, la riegas... Tú preparaslos trigales... La semilla cayó en buenatierra y dio su fruto». En realidad ese Sal-mo es un himno a Dios providente con supueblo. Los versículos 10-14, que son losque se han tomado aquí, nos hacen revi-vir la primavera de Palestina, cuando elmismo desierto florece, los rebaños pas-tan sobre verdes colinas y el trigo germi-na sus espigas en la llanura. Los santoshan usado esos dones de la creación paraelevarse hasta Dios y cantar su magnifi-cencia. Son bien conocidos los versos deSan Juan de la Cruz, ya expuestos pornosotros en otra ocasión.

–Romanos 8,18-23: La creación expec-tante está aguardando la plena manifes-tación de los hijos de Dios. En medio dela creación el cristiano auténtico es comouna semilla viva de Dios, que restaura laobra del Creador y la libera de la degra-dación del pecado.

Para San Pablo y para todo el NuevoTestamento el sufrimiento es esencial enla economía salvífica: Cristo murió en unacruz para la redención de la humanidad.El cristiano, como discípulo de Cristo, seencuentra en el mismo camino de la cruz:«El que quiera ser mi discípulo que serenuncie a sí mismo, tome su cruz y mesiga» (Mc 8,34;Mt 16.24;Lc 9,23).

Esto no debe ser motivo de tristeza.Muere con Cristo para resucitar con Él.Este destino no está fundado en la pala-bra del hombre, sino en la palabra de Diosque es viva y eficaz. Comenta san Agustín:

«Estáis viendo, amadísimos, qué se les pide enesta vida a los siervos de Dios en cambio a la vidafutura que se revelará en nosotros. Frente a esagloria, carece de significado cualquier tribulacióntemporal, sea la que sea. “Los sufrimientos deeste tiempo, dice el Apóstol, no son equipara-bles con la futura gloria que se revelará en noso-tros” (Rom 8,18). Si las cosas son así, nadie pien-

se ahora carnalmente; no hay tiempo: el mundose conmueve, el hombre viejo es echado fuera, lacarne siente la operación, aniquílese el espíritu.El cuerpo de Pedro yace en Roma, dicen los hom-bres; en Roma yacen los cuerpos de Pablo, deLorenzo y de otros santos mártires; sin embargo,Roma está asolada: es afligida, pisoteada e incen-diada... ¿Dónde están las memorias de los Após-toles? Allí están, allí están, pero no en ti. ¡Ojaláestuvieran en tí!... Ojalá estuviesen en ti las me-morias de los Apóstoles; ojalá pensaras en ellos.Verías qué felicidad les fue prometida, si la terrenao la eterna» (Sermón 296,6).

–Mateo 13,1-23: Salió el Sembrador asembrar. La palabra de Dios y toda suobra de santificación pueden quedar in-fructuosas por el modo de ser y de vivirde los hombres.

La parábola explica plásticamente laproclamación del Reino, que constituyesu tema fundamental. Aunque aparente-mente podamos ver un aspecto negativo,sin embargo, el tema esencial es un sere-no optimismo sobre el fruto que tendrá elmensaje predicado por el Señor. Comen-ta San Agustín:

«Dice Pablo en sus escritos que fue enviado apredicar el Evangelio allí donde Cristo aún nohabía sido anunciado. Pero, como aquella otra siegaya tuvo lugar y los judíos que quedaron eran paja,prestemos atención a la mies que somos nosotros.Sembraron los apóstoles y los profetas. Sembróel mismo Señor; Él estaba, en efecto, en los após-toles, pues también Él cosechó; nada hicieron ellossin Él; Él sin ellos es perfecto, y a ellos dice: “sinMí nada podéis hacer” (Jn 15,5). ¿Qué dice Cris-to, sembrando entre los gentiles? “Ved que salióel Sembrador a sembrar” (Mt 13,3). Allí se en-vían segadores a cosechar; aquí sale a sembrar elsembrador no perezoso. Pero, ¿qué tuvo que vercon esto el que parte cayera en el camino, parte entierra pedregosa, parte entre espinas? Si hubieratemido a esas tierras malas, no hubiera venidotampoco a la tierra buena.

«Por lo que toca a nosotros, ¿qué nos importa?¿Qué nos interesa hablar ya de judíos y de lapaja? Lo único que nos atañe es no ser camino, noser piedras, no ser espinas, sino tierra buena. –¡Oh Dios! Mi corazón está preparado– (Sal 56,8)para dar el treinta, el sesenta, el ciento, el mil por

15ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 71: Año litúrgico patrístico

72 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

uno. Sea más, sea menos, pero siempre es trigo»(Sermón 101,3).

CICLO BLa primera lectura trata de la vocación

del profeta Amós, cómo el Señor elige sumensajero a quien quiere, cuándo y comoquiere. La tercera lectura nos habla de lasconsignas dadas por Cristo a los discípu-los enviados a evangelizar. En la segundalectura San Pablo describe a los Efesiosel plan divino sobre nosotros. Dios nosha destinado desde toda la eternidad a con-vertirnos en hijos suyos por Jesucristo pa-ra alabanza de su gloria.

La vocación cristiana, don de iniciativaamorosa de Dios a quienes Él mismo haelegido, es, por su propia naturaleza, vo-cación a la santidad testifical y vocaciónal apostolado responsable (cf. LumenGentium 17 y 40)

El auténtico cristiano es siempre un tes-tigo viviente de Cristo. El falso cristianovive ajeno a la salvación de los hombres,sus hermanos.

–Amós 7,12-15: Ve y profetiza a mi pue-blo. En su fe profunda y operante, Amósse siente responsable ante Dios, que le re-clama para profeta y testimonio contra lafrivolidad religiosa del reino de Israel. Suvida evidencia plenamente su fidelidad aYavé. San Jerónimo dice:

«Los médicos que se llaman cirujanos son teni-dos por crueles y son realmente desdichados.Porque, ¿no es una desdicha dolerse de las heri-das ajenas y tener que cortar con hierro compasi-vo las carnes muertas, y, al tener que curar, nosentir horror de lo que horroriza al que es curado,y encima ser tenido por enemigo? Está en la natu-raleza de las cosas el que la verdad sea amarga ylos vicios sean considerados agradables.

«Isaías, para poner un ejemplo de lo que habíade ser la cautividad inminente, no tuvo empachode andar desnudo (Isaías 20,2); Jeremías es saca-do de en medio de Jerusalén y enviado al Eúfrates,río de Mesopotamia, para esconder allí, entre gen-

tes enemigas, donde está el asirio y los ejércitosde los caldeos, una faja que debía pudrirse (cf. Jer13,1-7); a Ezequiel se le manda comer un panhecho de todo género de semillas y rociado pri-mero con excrementos humanos y luego bovinos(cf. Ez 4,9-15), y termina presenciando con losojos secos de lágrimas la muerte de su mujer (ib.24,15-17). Amós es expulsado de Samaría (Am7,12) Y todo esto, te pregunto, ¿por qué? Porqueeran cirujanos espirituales que cortaban los viciosde los pecadores y exhortaban a la penitencia...Así, no es de extrañar, si también nosotros, alcensurar los vicios, ofendemos a muchos» (Car-ta 40 1-2, a Marcela).

–Con el Salmo 84 decimos: «voy a es-cuchar lo que dice el Señor». Esta es laactitud de todo profeta en todos los tiem-pos. «Dios anuncia la paz a su pueblo y asus amigos y a los que se convierten decorazón». El misterio de la venida deCristo tiene una historia en la vida de todocreyente. El que se convierte y recibe lagracia es como un exiliado que esperaregresar a la patria verdadera. Por eso pue-de hacer suyas las palabras del Salmo: «Lasalvación ya está cerca de sus fieles y lagloria habitará en nuestra tierra. La mi-sericordia y la felicidad se encuentran, lajusticia y la paz se besan; la fidelidad brotade la tierra y la justicia mira desde el cie-lo. El Señor nos dará la lluvia, y nuestratierra dará su fruto. La justicia marcharáante él, la salvación seguirá sus pasos».

–Efesios 1,3-14: Nos eligió en Él antesde crear el mundo. La introducción a laCarta a los Efesios nos recuerda que nues-tra fe cristiana es un don de iniciativa di-vina que compromete plenamente nues-tra existencia ante el Padre y ante los hom-bres.

Todo el proceso salvífico de la lecturaes atribuido por san Pablo a la benevo-lencia de la voluntad divina. Por tres ve-ces se subraya que esto sucede «para ala-banza y gloria de su gracia», «para que lagloria de su gracia... redunde en alabanzasuya», «seremos alabanza de su gloria».

Page 72: Año litúrgico patrístico

73

Estas expresiones tienen en el himno lafunción de estribillo, el carácter doxoló-gico de toda la composición. San Jeróni-mo comenta:

«Aunque uno sea santo y perfecto, y sea esti-mado digno de la felicidad a juicio de todos, sinembargo ahora ha conseguido las arras del Espíri-tu para la herencia futura. Si la prenda es tanta,¿qué será la posesión? Como la prenda que se nosda no está fuera de nosotros, sino dentro de noso-tros, así la herencia misma –esto es, el reino deDios dentro de nosotros está (Lc 17,21)– es algointrínseco a nosotros. ¿Qué mayor herencia pue-de haber que contemplar y ver sensiblemente labelleza de la Sabiduría del Verbo, de la Verdad yde la Luz, y lo inefable del mismo; y considerar lamagnífica naturaleza de Dios y ver la sustancia detodas las cosas creadas a semejanza de Dios. EsteEspíritu Santo de la promesa, que es la prenda denuestra heredad, se nos da ahora, para que sea-mos redimidos y unidos a Dios para alabanza desu gloria. No porque Dios necesite alabanza denadie, sino para que su alabanza aproveche a losque le alaban, y mientras conocen en cada una desus obras su majestad y su grandeza, se levantena alabarle en un milagro de estupor» (Comentarioa la Carta a los Efesios 1,14).

–Marcos 6,7-13: Y comenzó a enviar-los. Los primeros creyentes, los apósto-les y los discípulos, vieron íntegramentecomprometidas y marcadas sus vidas parala obra redentora de Cristo. A San Mar-cos le interesa presentar al predicadorevangélico como al que revela en el mun-do el misterio de la salvación mediante elMesías crucificado. A esto parece que vadirigida la absoluta pobreza de medios enel apóstol, catequista, evangelizador. LaIglesia es en sí, como lo fue Cristo, por-tadora de la salvación, pero no tiene nin-gún aspecto triunfalístico pagano y mun-dano. Cristo triunfó por su Misterio Pas-cual sobre el pecado y la muerte. La Igle-sia sigue ese mismo camino, no puedeprescindir de ello.

Esto no podemos olvidarlo, aun en nues-tro aspecto de vida escondida, crucifica-da, en la pobreza y debilidad, en nuestras

limitaciones. La doctrina que subyace enesta lectura es la de que la victoria se rea-liza en la humildad y en la carencia demedios humanos. No podemos prescin-dir de ellos, ciertamente; pero no hemosde poner nuestro afán en ellos. San Pablonos dice que todo es para nosotros, paranuestra utilidad, para nuestro provecho,pero nosotros somos de Cristo y Cristode Dios. Ése es el orden que siempre hanseguido los santos. Emplear los mediosde este mundo para el servicio de Dios,sin estar apegados, sino desprendidos to-talmente de ellos.

En la celebración litúrgica no agotamostoda la responsabilidad de nuestra fe y denuestra identidad cristiana. Esto se ha deprolongar en la vida cotidiana, como tes-tigos y apóstoles de Cristo.

CICLO CLa parábola del Buen Samaritano es una

enseñanza para vivir el mandato del amorpara con Dios y para con el prójimo. Laley del Señor, recuerda la primera lectu-ra, no es algo exterior a nosotros mismos,sino que se encuentra dentro de nosotrosy hemos de llevarla a la práctica. San Pa-blo, en la segunda lectura, delinea antenosotros la imagen de Cristo en toda sugrandeza. Es el principio de la nueva hu-manidad en su resurrección de entre losmuertos.

Cristo y la caridad serán siempre la cla-ve de toda autenticidad cristiana. El Co-razón de Jesucristo, su iniciador y consu-mador, el Maestro y el Modelo a seguir(LG 40). En el cristianismo todo lo queno se centra en la caridad, puede ser equí-voco. Ciertamente es infructuoso paranuestra salvación (1 Cor 13,10).

–Deuteronomio 30,10-14: El manda-miento está muy cerca de ti; cúmplelo.

15ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 73: Año litúrgico patrístico

74 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

Por la revelación divina, Dios mismo seha puesto en actitud de diálogo amorosoal alcance de toda conciencia recta. Es enlo íntimo de su corazón donde cada hom-bre se abre a su Voluntad o la rechaza.

Al autor de este libro interesa sobre todoexhortar al pueblo de su tiempo a reflexio-nar sobre su vocación y elección y obrelas consecuencias nefastas a que ha con-ducido el abandono de Yahvé, el Dios delos padres, mediante la infidelidad a laalianza sancionada después del éxodo yrenovada repetidas veces por Dios a tra-vés de los profetas. Como tantas veces yahemos expuesto con textos patrísticos, todose concreta en la observancia del Pacto,pues por parte de Dios siempre estará fir-me su fidelidad.

–El Salmo 68 nos exhorta a buscar alSeñor para que viva nuestro corazón. Escomo una continuación de la lectura an-terior: «Mi oración se dirige a Ti, Diosmío, el día de tu favor; que me escuchetu gran bondad, que tu fidelidad me ayu-de. Respóndeme, Señor, con la bondadde tu gracia, por tu gran compasión vuél-vete hacia mí. Yo soy un pobre malheri-do, Dios mío, tu salvación me levante.Alabaré el nombre del Señor con cantos,proclamaré su grandeza con acción de gra-cias. Miradlo, los humildes, y alegraos,buscad al Señor y vivirá vuestro corazón.Que el Señor escucha a sus pobres, nodesprecia a sus cautivos. El Señor salvaráa Sión...»

–Colosenses 1, 15-20: Todo fue creadopor Él y para Él. El acercamiento amo-roso de Dios a los hombres ha culminadoen el misterio entrañable del Corazón deCristo, centro y culmen de la revelaciónde la caridad del Padre. Orígenes dice:

«Ahora bien, el alma es movida por el amor ydeseo celestes cuando, examinadas a fondo la be-lleza y la gloria del Verbo de Dios, se enamora desu aspecto y recibe de Él como una saeta y una

herida de amor. Este Verbo es, efectivamente, laimagen y el esplendor del Dios invisible, “primo-génito de toda creación, en quien han sido creadastodas las cosas en el cielo y en la tierra, las visiblese invisibles” (Col 1,16). Por consiguiente, si al-guien logra con la capacidad de su inteligenciavislumbrar y contemplar la gloria y hermosura detodo cuanto ha sido creado por Él, pasmado por labelleza misma de las cosas y traspasado por lamagnificencia de su esplendor, como por una sae-ta bruñida, en expresión del profeta (Isaías 49,2),recibirá de Él una herida salutífera, y arderá en elfuego deleitoso de su amor» (Comentario al Can-tar de los Cantares, prólogo).

–Lucas 10,25-37: ¿Quién es mi próji-mo? Cristo, Dios y hombre, en unidad dePersona, ha hecho de la caridad a Dios ya los hombres la plenitud de la ley, comonorma de salvación para todos nosotros.Siempre tenemos necesidad de insistir enel precepto del amor. La apologética esen-cial al cristianismo será siempre la de lacaridad». Escuchemos a San Agustín:

«Aquel hombre que yacía en el camino, aban-donado medio muerto por los ladrones, a quiendespreciaron el sacerdote y el levita que por allípasaron y a quien curó y auxilió un samaritanoque iba también de paso, es el género humano.¿Cómo se llegó a esta narración? A cierta personaque le preguntó cuáles eran los mandamientos másexcelentes y supremos de la ley, el Señor respon-dió que eran dos... Jesucristo, el Señor, quiso queviésemos a Él representado en el Samaritano... ElSeñor se nos hace cercano en el prójimo. Él, parahacerse cercano a ti, asumió tu pena, pero no tuculpa, y si la asumió fue para borrarla, no paraperpetrarla. Siendo justo e inmortal, estaba lejosde los injustos y mortales. Tú, en cuanto pecadory mortal estabas lejos del justo e inmortal. Él no sehizo pecador, como lo eras tú, pero se hizo mortalcomo tú. Permaneciendo justo se hizo mortal.Asumiendo la pena sin la culpa, destruyó pena yculpa. Por tanto, el Señor está cerca, no os inquie-téis por nada. Aunque corporalmente ascendió porencima de todos los cielos, con su majestad no sealejó. Quien hizo todo está presente en todas par-tes (Sermón 171,2-3).

Prescindiendo o infravalorando la cari-dad evangélica (sobrenatural y positiva)el «moralismo» sólo sirve para justificar

Page 74: Año litúrgico patrístico

75

posturas naturalistas, privadas o sociales,pero nunca de autenticidad cristiana.

LunesAños impares

–Éxodo 21,8-14.22: Vamos a vencer aIsrael porque está siendo más fuerte y nu-meroso que nosotros. Los israelitas se venreducidos a esclavos de los egipcios. Unpueblo es explotado por otro. Esto es su-ficiente para señalar el mal. Los pobreshan tomado pronto conciencia de su infe-rioridad, han adoptado, bajo la direcciónde uno de los suyos, medidas para salirde ella. Pero esto tiene un sentido reli-gioso, porque en definitiva es Dios el quetiene la iniciativa de la liberación... Se verámás adelante. El hombre se rebela contraDios en la misma liberación que Él deter-mina hacer. Es increíble, pero así es deinsensato el hombre pecador. Prefiere lamisma esclavitud a la libertad que Dios leotorga. Así lo afirma San Jerónimo:

«En la etapa decimoséptima podemos darle elnombre de los ladrillos... En el Éxodo se lee de losladrillos de Egipto y que el pueblo gemía cuandolos fabricaba (Ex 1,14)... De todo ello aprende-mos que, en el camino de la vida presente y en elcontinuo pasar de una cosa a otra, unas vecescrecemos, otras retrocedemos, y después de ha-ber ocupado una dignidad eclesiástica con fre-cuencia pasamos al trabajo de los ladrillos» (Car-ta 78,19, a Fabiola).

–Por eso cantamos en el Salmo 123:«Nuestro auxilio es el nombre del Señor»,que es una afirmación llena de fe y deconfianza en Dios. El cristiano puede te-ner la seguridad de que nunca está solo.Sobrellevando con entereza las pruebasde esta vida, que Dios permite para nues-tra purificación y mayor mérito, pode-mos progresar rápidamente en la perfec-ción cristiana. El Salmo da al cristiano unabuena lección de fe y de humildad y le

muestra la caducidad de la vida presente:«Si el Señor no hubiera estado de nuestraparte, que lo diga Israel, si el Señor nohubiera estado de nuestra parte, cuandonos asaltaban los hombres, nos habríantragado vivos, tanto ardía su ira contranosotros. Nos habrían arrollado las aguas,llegándonos el torrente hasta el cuello; noshabían llegado hasta el cuello las aguasespumantes. Bendito el Señor que no nosentregó en presa a sus dientes. Hemossalvado la vida como un pájaro de la tram-pa del cazador; la trampa se rompió y es-capamos. Nuestro auxilio es el nombredel Señor, que hizo el cielo y la tierra».

Años pares–Isaías 1,15-17: Lavaos, apartad de mi

vista vuestras malas acciones. Dios da aconocer a su pueblo por medio del profe-ta Isaías cuál es el culto que le agrada: nolos ritos puramente externos, sino la con-versión del corazón. Es doctrina comúnen los profetas, como ya lo hemos ex-puesto en muchas ocasiones con textospatrísticos. San Justino trae ese texto deIsaías al tratar del Bautismo, en su pri-mera Apología, 61. Todo culto verdade-ro ha de proceder de un corazón purifi-cado y ha de inducir a un amor más in-tenso a Dios y al prójimo, que son todoslos hombres.

–Esto mismo sigue en el Salmo 49, enel que se repite como estribillo: «Al quesigue buen camino le haré ver la salva-ción de Dios», no a los que participan enel culto y detestan las enseñanzas de Diosy no tienen presentes sus mandatos... «Elque ofrece acción de gracias ése honra alSeñor». No debe haber dos líneas parale-las en la vida del cristiano: por un lado sufe, su culto y por otro su conducta y com-portamiento. El verdadero espíritu delculto cristiano es la fidelidad a la volun-tad de Dios. Es bien explícito lo que se

15ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 75: Año litúrgico patrístico

76 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

lee en la Carta a los Hebreos 9,11-15 y13,15-16.

Esto es lo que enseñó Pío XII en suencíclica Mediator Dei y lo repitió el Con-cilio Vaticano II, en la Constitución Sa-crosanctum Concilium, nº 11: en los dosdocumentos se nos pide «recta intenciónde ánimo y cooperar con la gracia divinapara no recibirla en vano».

–Mateo 10,34–11,1: No he venido asembrar la paz, sino espadas. Cristo esuna señal de contradicción para el mun-do. O en favor de Cristo o en contra delmismo. Sus discípulos han de preferirloa todo lo demás. «No anteponer nada alamor de Cristo», dice San Benito en suRegla.

Los enviados del Señor que le siguencon las rupturas necesarias y le acompa-ñan llevando cada uno su propia cruz,reciben al final una promesa extraordina-ria: todo lo que se haga a sus enviados esa Cristo a quien se hace. San Agustín hacomentado con frecuencia este pasaje:

«La justicia exige de ti lo que de ti obtuvo laimpureza. Escuchásteis el Evangelio: “No vine atraer la paz a la tierra, sino la espada” (Mt 10,34).Dijo que iba a separar a los hijos de los padres.Pon tu mirada, pues, en aquella espada. ¿Quieresacaso servir a Dios y tu padre te lo prohibe? Cuandoamabas la impureza, corrías tras ella, aunque tupadre te lo prohibiese. Ahora la justicia te prohibeseguir amándola; también aquí encontraste la pro-hibición de tu padre. Saca a relucir tu libertad,como entonces tu pasión. Entonces estabas dis-puesto a ser desheredado con tal de no separartede aquella impureza; estálo ahora también con talde no separarte de la hermosura de la justicia. Escosa grande y justa. ¿Quién hay que se atreva adecir: Es más merecedora de amor la impurezaque la justicia?... Fijaos en aquella impureza y vedcuánto más exige de vosotros la piedad y la cari-dad, la hermosura de la justicia y la dulzura de lasantificación» (Sermón 306,4).

MartesAños impares

–Éxodo 2,1-15: Cuando creció fue adonde estaban sus hermanos. Manifesta-ción de la protección providencial de Dioscon respecto a Moisés y a su pueblo ele-gido. El futuro liberador del pueblo ha sidoél mismo un «liberado»; el verdadero con-ductor del pueblo es el que ha vivido loque propone a los demás. Dios tiene com-pasión de su pueblo elegido. ComentaOrígenes:

«No se ha de pensar acerca de Dios según cri-terios humanos, pues no tenemos una naturalezatal que, por sus propias fuerzas, pueda elevarseal conocimiento de las cosas celestiales. De Diosmismo se ha de aprender lo que se ha de entenderacerca de Dios, pues no se le conoce sino cuandoÉl mismo se ha dado a conocer. Aunque algunotenga una instrucción completa en la ciencia se-cular y lleve una vida honesta, estas cosas seránde provecho para satisfacción interior. Pero nopueden alcanzar el conocimiento de Dios.

«Moisés había sido adoptado como hijo de lareina (Ex 1,10) e instruido en todas las ciencias delos egipcios... Y cuando había dejado Egipto yera pastor en la tierra de Madián, mientras mira-ba el fuego que ardía en la zarza sin que ésta seconsumiera, oyó a Dios, le preguntó su nombre yconoció su naturaleza: pues todas estas cosasacerca de Dios no hubieran podido ser conocidasmás que por su medio mismo. Por tanto, no sedebe hablar de modo distinto de como Él mismoha hablado de Sí, para que nosotros le entendiéra-mos» (Sobre el Éxodo, 3).

–Con el Salmo 68 proclamamos: Hu-mildes, buscad al Señor y revivirá vues-tro corazón. Estamos ante una súplica im-presionante para que Dios socorra al quese encuentra abandonado, y salve del bor-de de la muerte al que es objeto de perse-cución mortal, como en la lectura ante-rior lo estuvo Moisés. El justo no deja deconfiar en el Señor, aun en situaciones

Page 76: Año litúrgico patrístico

77

extremas, sino que espera confiadamenteverse libre de sus perseguidores. En elNuevo Testamento se aplica este Salmo aCristo (Jn 2,17;15,23-25;19,28-30)... Poresos numerosos testimonios los SantosPadres fueron unánimes en considerarmesiánico este Salmo. Siete veces apare-ce citado por San Agustín en sus sermo-nes. En uno de ellos dice:

«Antes de su pasión, cuando, con referencia ala misma, da ejemplo de humildad según la carne.Se enardecieron contra Él las olas del mar y a ellascedió de grado por nosotros. Para que se cum-pliera la profecía, dijo: “Llegué a la profundidaddel mar, y la tempestad me sumergió” (Sal 68,3).No repudió los testigos falsos, ni el clamor tu-multuoso de los que gritaban: “Sea crucificado”.No reprimió con su poder, sino que toleró con supaciencia los corazones rabiosos y las bocas delos furiosos. Le hicieron cuanto quisieron, puesse hizo obediente hasta la muerte y muerte decruz. Mas, cuando resucitó de entre los muertostenía que orar a solas por los discípulos recogi-dos en la Iglesia, como en una barquilla, sosteni-dos por la fe en su cruz como en un madero,sacudidos por las tentaciones de este siglo comopor el oleaje del mar. Y entonces comenzó a serhonrado su nombre también en este siglo, en elque fue despreciado, acusado y asesinado».

Este salmo nos muestra la angustia deCristo en la pasión y su confianza en elPadre: «Me estoy hundiendo en un cienoprofundo, y no puedo hacer pie; he en-trado en la hondura del agua, me arrastrala corriente... Pero el Señor escucha a lospobres, no desprecia a sus cautivos».

Años pares–Isaías 7,1-9: Si no creéis no subsistiréis.

El Señor tranquiliza a Ajab, rey de Judá,cuyo reino se ve atacado por los puebloscircundantes. Se invita al rey a un acto defe en la existencia divina. Dios está pre-sente, incluso en medio de las catástrofesy de los conflictos sociales. Es necesariotener fe, no obstante las contradicciones,las pruebas, los fracasos. Con esa fe par-

ticipamos en la misma vida de Dios y en-contramos en Él apoyo y aliento.

Multitud de veces han tratado de estepasaje bíblico los Santos Padres. Trae-mos aquí un texto de San Ireneo:

«También, para no sufrir nada semejante, de-bemos conservar intacta la regla de fe, cumplirlos mandamientos, creyendo en Dios, temiéndo-le porque es Señor y amándole porque es Padre.Ahora bien, el cumplimiento de los mandamien-tos es una adquisición de la fe, porque si no creéis–dice Isaías– no subsistiréis (7,9), y la verdadlleva a la fe, que tiene por objeto las cosas querealmente existen (Heb 11,1), de manera que crea-mos en los seres que existen y, creyendo en ellostal como son, guardemos siempre nuestra con-vicción con respecto a ellos.

«Y como la fe está íntimamente ligada a nues-tra salvación, hay que tener mucho cuidado, a finde tener una verdadera inteligencia de estos seres.Ahora bien: la fe es la que nos la proporciona, talcomo los presbíteros, discípulos de los apósto-les, nos la han transmitido por tradición» (De-mostración de la predicación apostólica, 3).

–Es impresionante la seguridad que ofre-ce el Salmo 47, tomado como responso-rio: «Dios ha fundado su ciudad para siem-pre. Grande es el Señor, y muy digno dealabanza en la ciudad de nuestro Dios. Sumonte Santo, una altura hermosa, alegríade toda la tierra. El monte Sión, vérticedel cielo, ciudad del gran Rey. Entre suspalacios, Dios descuella como un alcá-zar. Mirad: los reyes se aliaron para ata-carla juntos; pero, al verla, quedaron ate-rrados y huyeron despavoridos. Y allí losagarró el temblor y dolores como de par-to; como un viento del desierto que des-troza las naves de Tarsis».

–Mateo 11,20-24: El día del juicio será másllevadero a Tiro y Sidón y a Sodoma que avosotros. Comienza un período crítico enel ministerio de Jesucristo, pues muchoslo abandonan. Las maldiciones dirigidascontra las ciudades que han rehusado se-guir su llamada a la penitencia hacen re-

15ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 77: Año litúrgico patrístico

78 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

saltar la gravedad del aviso divino: un díael juicio divino caerá inexorablemente so-bre aquellos que hayan rechazado a su en-viado. San Juan Crisóstomo dice:

«Entonces, cuando la sabiduría quedó justifi-cada, cuando les hubo mostrado que todo se ha-bía cumplido, púsose el Señor a reprender a lasciudades. Ya que no las pudo convencer, las de-clara malhadadas, que es más que infundirles mie-do. A la verdad, ya les había dado su enseñanza,ya había en ellas realizado milagros. Mas ya quese obstinaban en su incredulidad, ya no le quedasino maldecirlas.. Y no sin razón les pone el ejem-plo de Sodoma, pues quiere con él encarecer suculpa. Prueba, en efecto, máxima de maldad esque, por lo visto, aquellos habitantes de Cafarnaúnno sólo eran peores que los que entonces vivían,sino más malvados que cuantos malvados habíanjamás existido.

«Por modo semejante, establece el Señor otravez comparación y condena a los judíos con elejemplo de los ninivitas y de la reina del Sur. Sóloque allí se trata de quienes obraron bien; aquí,empero, la comparación es con quienes pecaron,lo que aumenta la gravedad... Así por todos lados,trata de atraérselos; lo mismo por sus ayes demaldición que por el miedo que les infunde. Es-cuchemos también nosotros estas palabras delSeñor. Porque no sólo contra los incrédulos, con-tra nosotros mismos, señaló el Señor castigo másduro que el de los habitantes de Sodoma si noacogemos a los huéspedes que acuden a nosotros,pues Él les mandó que sacudieran hasta el polvode sus pies» (Homilía 37,4-5, sobre San Mateo).

Miércoles

Años impares–Éxodo 3,1-6.9-12: La zarza ardiendo

sin consumirse. La primera manifestaciónde Moisés manifiesta la grandeza y el po-der de Dios, así como una providencia yamor para con su pueblo. Muchas veceslos Santos Padres tratan de ese hecho y loaplican a la virginidad de María en la En-carnación. Oigamos a San Gregorio deNisa:

«¡Oh acontecimiento admirable: una virgenmadre, permaneciendo virgen! Mira el nuevo or-den de la naturaleza. En el caso de todas las de-más mujeres, mientras que una permanece vir-gen, ciertamente no puede ser madre al mismotiempo; una vez que llega a serlo, ya no posee lavirginidad.

«Conviene, en efecto, que aquel que hacía suentrada en la vida humana para la salvación de loshombres íntegro e incorrupto, trajera su origen deuna integridad absoluta y dada a Él sin reservas;ahora los hombres habitualmente llamanincorrupta a una mujer que no había tenido unióncarnal alguna.

«Pienso que el gran Moisés conoció ya esteacontecimiento por el fuego en el que Dios se leapareció, cuando veía la zarza ardiendo y no seconsumía (Ex 3 1ss.). Efectivamente, entonces enel fuego y en la zarza, se ponía de manifiesto aque-llo que en su momento oportuno se manifestóclaramente en el misterio de la Virgen. Del mismomodo que la zarza, aunque quemada por el fuego,no se consumió, igualmente la Virgen, engendran-do la Luz, no se corrompió» (Sermón sobre elnacimiento de Cristo).

–El Salmo 102, ya tantas veces expues-to, sigue con la idea de la misericordia deDios: «El Señor es compasivo y miseri-cordioso... Él perdona todas tus culpas ycura todas tus enfermedades... El Señordefiende a todos los oprimidos». El sal-mista es un israelita y tiene un título espe-cial para agradecer a Dios los beneficiosque ha hecho con su pueblo, muchas ve-ces oprimido, pero siempre liberado. LosSantos Padres cantan la amplísima mise-ricordia de Dios. Bien lo resume San Ber-nardo:

«Se da prisa en buscar la centésima oveja quese había perdido... ¡Maravillosa condescenden-cia de Dios que así busca al hombre; dignidadgrande la del hombre, así buscado por Dios!»(Sermón del primer domingo de Adviento, 7)

Años pares

–Isaías 10,5-7.13-16: ¿Se envanece elhacha contra quien la blande? Dios es-

Page 78: Año litúrgico patrístico

79

coge sus instrumentos para su obra, comolo hizo con el rey de Siria para castigo deIsrael, pero si el instrumento se sobrepo-ne a Dios, Él le retira su asistencia. Elprimero y el peor de los pecados es la so-berbia. Así lo reitera Orígenes:

«¿Cuál es el mayor de todos los pecados? Cier-tamente aquel por el que cayó el diablo. ¿Cuál esese pecado, en el que cayó tanta altura, del queelevado cae en el juicio del diablo? Dice el Após-tol: la inflación, la soberbia, la arrogancia es elpecado del diablo; y por tales delitos cayó a latierra desde el cielo. De aquí que Dios resiste alos soberbios y da su gracia a los humildes. ¿Paraque te ensoberbeces tierra y ceniza, de maneraque el hombre, olvidado de lo que es y en quévaso tan frágil está encerrado, y en qué estiércolestá metido y qué suciedades arroja de su cuerpo,se subleve con arrogancia?

«¿Qué dice la Escritura? ¿De qué teensoberbeces, polvo y ceniza? Ya en vida vomi-tas la entrañas (Eclo 10,9). La soberbia es el ma-yor de todos los pecados y el principal pecadodel mismo diablo. Cuando la Escritura descubrelos pecados del diablo, encontrarás que todos ellosbrotan de la fuente de la soberbia. Dice: “con lafuerza de mi brazo he hecho eso... me he apode-rado de la tierra toda” (Is 10,13-14).

«Mira sus palabras: hasta qué punto son so-berbias y arrogantes, y lo desprecia todo. Talesson todos los que andan hinchados por la jactan-cia y la soberbia. Materia de la soberbia, las ri-quezas, las dignidades, la gloria secular. Causafrecuente de soberbia es para aquel que ignoratener la dignidad eclesiástica, el orden sacerdotalo el grado de los levitas. ¡Cuántos presbíteros seolvidan de la humildad! ¡Como si hubieran recibi-do el orden sagrado para dejar de ser humildes!»(Homilías sobre Ezequiel 9,17).

Dice San Agustín:«Cuanto más humilde sea el hombre ante sí

mismo, más grande será ante Dios; el soberbio,cuanto más glorioso aparece ante los hombres,más abyecto es delante de Dios» (Sermón sobrela humildad 3).

–El castigo de Dios es siempre medici-nal en este mundo, con él quiere Dios pro-vocar la conversión. Esto es lo que se ma-

nifiesta en el Salmo 93: «El Señor no re-chaza a su pueblo. Trituran, Señor, a tupueblo, oprimen a tu heredad; asesinan aviudas y forasteros, degüellan a los huér-fanos. Y comentan: Dios no lo ve, el Diosde Jacob no se entera. Enteraos, los másnecios del pueblo, ignorantes, ¿cuándo dis-curriréis? El que plantó el oído ¿no va aoir? El que formó el ojo, ¿ no va a ver? Elque educa a los pueblos, ¿no va a casti-gar? El que instruye al hombre, ¿no va asaber? Porque el Señor no rechaza a supueblo, no abandona su heredad; el justoobtendrá su derecho, y un porvenir, losrectos de corazón».

–Mateo 11,25-27: Has escondido estascosas a los sabios y se las has revelado ala gente sencilla. A la incredulidad de lospueblos cultos se contrapone la fe de lossencillos. Comenta San Agustín:

«Confesamos ya cuando alabamos a Dios, yacuando nos acusamos a nosotros mismos. Piado-sas son ambas confesiones, ya cuando te repren-des tú que no estás sin pecado, ya cuando alabasa Aquel que no puede tener pecado... A los ridí-culos sabios y prudentes, a los arrogantes, enapariencia grandes y en realidad hinchados, opu-so a los incipientes, no los imprudentes, sino lospequeños. ¿Quiénes son estos pequeños? Loshumildes... ¡Oh camino del Señor! O no existía oestaba oculto, para que se nos revelase a noso-tros. ¿Y por qué exultaba el Señor? Porque elcamino fue revelado a los pequeños.

«Debemos ser pequeños; pues si pretendemosser grandes, como sabios y prudentes, no se nosrevelará el camino. ¿Quiénes son grandes? Lossabios y prudentes, diciendo que son sabios (Rom1,22). Pero tienes el remedio por contraste. Sidiciendo que eres sabio te haces necio, dí que eresnecio y será sabio. Pero dílo, y dílo interiormen-te. Porque no es así como lo dices. Si lo dices, nolo digas ante los hombres y lo calles ante Dios...Con tu Luz, Señor, iluminarás mis tinieblas (Sal17,29). Nada tengo, sino tinieblas, pero Tú eresla Luz que disipas las tinieblas al iluminarme. Laluz que tengo no viene de mí, sino que es luzparticipada de ti» (Sermón 67,1 y 8).

15ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 79: Año litúrgico patrístico

80 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

Jueves

Años impares–Éxodo 3,13-20: Yo soy el que soy. Yo

soy me envía a vosotros. Dios le da a co-nocer a Moisés su nombre: Yo soy. Es elúnico Dios verdadero. Existente por ex-celencia, el que actúa para salvar a su pue-blo. Esto es sumamente admirable. Nin-gún hombre pudo inventar esa definiciónde Dios, nada menos que un siglo antesde Tales de Mileto. Oigamos a San Agus-tín:

«Romped los ídolos de vuestros corazones;prestad atención a lo que se dijo a Moisés cuandopreguntó cuál era el nombre de Dios: “Yo soy elque soy”. Todo cuanto es, en comparación con Él,es como si no fuera. Lo que realmente es desco-noce cualquier clase de mutación. Todo lo quecambia y es inestable y durante un cierto tiempono cesa de sufrir mutaciones, fue y será; pero nolo incluyen dentro del que es. Dios, en cambio,carece de fue y será. Lo que fue, ya no es; lo queserá, aún no es, y lo que llega para luego desapa-recer, será para no ser. Pensad, si podéis esaspalabras: Yo soy el que soy. No os enredéis enantojos míos, no os turbéis con pensamientos ca-prichosos y pasajeros. Paraos en el “es”, perma-neced en el mismo “es”. ¿Adonde vais? Permane-ced, para que también vosotros podáis ser. Pero,si tenemos una imaginación versátil ¿vamos a que-darnos fijos en lo que permanece? ¿Cuándo lo-graremos tal cosa? Por eso se compadeció Dios, yel que “es” dijo: dirás a los hijos de Israel: “el quees me envió a vosotros”. Después de indicar elnombre de su ser, añadió el de su misericordia»(Sermón 223 A,5).

–Como Salmo responsorial se han es-cogidos algunos versos del Salmo 104,ya muchas veces expuesto, pero en estaocasión como estribillo se ha escogido elverso octavo: «El Señor se acuerda de suAlianza eternamente... envió a Moisés, susiervo, y a Aarón, su escogido». Es comoun eco poético de la lectura anterior. Elsalmista se dirige a la posteridad de

Abrahán y a los hijos de Jacob, porqueIsrael es una posteridad colectiva que con-serva su identidad a través de la historia.Por eso la comunidad presente puede ydebe proclamar ante el mundo lo que Dioshizo por ella, aunque sea en la lejanía delos Patriarcas. A partir del verso siete elhimno se convierte en una profesión defe, en la cual es presentado Dios como elDios de la Alianza y el Señor del mundoentero que gobierna la tierra. Aquella his-toria es también nuestra historia, que haperfeccionado la anterior con la AlianzaNueva sellada con la sangre de Jesucristoy avalada con el precepto del amor.

Años pares–Isaías 26,7-9.12.16-19: Despertarán

jubilosos los que habitan en el polvo. Esuna plegaria en la que el autor buscaardientemente a Dios y su justicia; y pro-fetiza la futura resurrección en unos tér-minos que auguran ya la revelación delNuevo Testamento. Comenta San Agus-tín:

«De esa paz dice el profeta Isaías: “Señor, Diosnuestro, danos la paz, pues nos has dado todo”(Is 26,12). Prometiste a Cristo y lo diste; pro-metiste su cruz, la sangre que se derrama para elperdón de los pecados y la diste; prometiste suAscensión y el Espíritu Santo enviado desde elcielo, y lo diste; prometiste la Iglesia, fundadapor toda la redondez de la tierra, y la diste; pro-metiste herejes futuros para ejercitación yprobación y la victoria de la Iglesia sobre loserrores de ellos, y los diste; prometiste la supre-sión de los ídolos de los gentiles, y los diste.Señor, Dios nuestro, danos la paz, pues todonos lo diste. Entretanto, mientras llegamos aaquella paz, en que no tendremos enemigo algu-no, peleemos larga, fiel y valientemente, paramerecer ser coronados por el Señor Dios... Cadauno es tentado por su concupiscencia. Por lomismo, pelee, resista, no consienta, no se dejellevar... He ahí que la concupiscencia solicita,estimula, insiste, exige, para que hagas algo malo;no consientas... El pecado es dulce, pero la muer-te es amarga» (Sermón 77,A,2-3).

Page 80: Año litúrgico patrístico

81

–El Señor desde el cielo se ha fijado enla tierra, dice el Salmo 101. Este salmonos enseña a ser solidarios con todo elpueblo de Dios. Jesucristo, como el sal-mista, vio las ruinas de Jerusalén castiga-da por no querer escuchar la voz de Diosy lloró sobre ella (Lc 19,41). El cristianoha de pensar que sus pecados afean elrostro de la Iglesia y, en cuanto de ellosdependa, procuran su ruina. Esto nos de-be ayudar a recapacitar sobre nuestros ac-tos que pueden ser útiles a la Iglesia operjudiciales. La santidad personal ya es,de por sí, un magnífico apostolado, puesen la Iglesia todos debemos ser solidariosunos de otros. Con este salmo el Señorquiere reanimar nuestra esperanza y dar-nos consuelo y fortaleza de ánimo. He-mos de acoger con confianza esta palabrade consuelo sabiendo que, por la graciade Cristo, seremos introducidos en la vidaeterna.

–Mateo 11,28-30: Soy manso y humil-de de corazón. Cristo se inclina hacia losmenesterosos y los invita a buscar en Éldescanso para sus almas. San Juan Cri-sóstomo,

«No os espantéis –parece decirnos el Señor– aloir hablar de yugo, pues es suave; no tengáis mie-do de que os hable de carga, pues es ligera. Pues,¿cómo nos habló anteriormente de la puerta es-trecha y del camino angosto? Eso es cuando so-mos tibios, cuando andamos espiritualmente de-caídos; porque si cumplimos sus palabras, su cargaes realmente ligera. ¿Y cómo se cumplen sus pa-labras? Siendo humildes, mansos y modestos.Esta virtud de la humildad es, en efecto, madre detoda filosofía. Por eso, cuando el Señor promulgóaquellas sus divinas leyes al comienzo de su mi-sión, por la humildad empezó. Y lo mismo haceahora aquí, al par que señala para ella el más altopremio. Porque no sólo –dice– serás útil a losotros, sino que tú mismo, antes que nadie, encon-trarás descanso para vuestras almas. Ya antes dela vida venidera te da el Señor el galardón, ya queaquí te ofrece la corona del combate y de estemodo, a par que poniéndosete Él mismo por de-chado, te hace más fácil de aceptar su doctrina.

Porque, ¿qué es lo que tú temes? parece decirte elSeñor. ¿Quedar rebajado por la humildad? Míra-me a Mí, considera los ejemplos que yo os hedado y entonces verás con evidencia la grandezade esta virtud. ¿Veis cómo por todos los medioslos conduce a la humildad?» (Homilía 38,2-3 so-bre San Mateo).

ViernesAños impares

–Éxodo 11,10-12.14: La Pascua delSeñor. El cordero pascual es símbolo deCristo. El memorial de la Nueva Pascuaes la Eucaristía. Comenta San Cirilo deAlejandría:

«Los israelitas en Egipto inmolaron un corderosiguiendo las órdenes e instrucciones de Moisés.Se les mandó también añadir panes ázimos y ver-duras amargas... Así pues, aquel verdadero cor-dero, que quita el pecado del mundo, se inmolótambién por nosotros, que estamos llamados a lasantidad mediante la fe. Acerquémonos en su com-pañía a aquellos banquetes espirituales, sublimesy realmente santos, prefigurados en cierto modopor los ázimos prescritos en la ley, y que espiri-tualmente han de ser recibidos.

«De hecho, en las sagradas Escrituras la leva-dura ha sido siempre considerada como símbolode iniquidad y del pecado. Por lo cual, nuestroSeñor Jesucristo exhorta a sus santos discípulosque se abstengan del pan fermentado de los fari-seos y saduceos... Igualmente, el doctísimo Pabloescribe a los santificados que se mantengan lomás alejados posible de la levadura de la impure-za que mancha el alma... Para estar espiritualmen-te unidos a Cristo, nuestro Salvador, y tener unalma pura, no es, pues, inútil, antes muy necesarioy hemos de tomarlo muy a pecho, librarnos denuestras miserias y evitar el pecado; en una pala-bra, mantener nuestra alma alejada de todo lo quepudiera contaminarla» (Homilía pascual 19).

–Con el Salmo 115 decimos: «alzaré elcáliz de la salvación, invocando el nom-bre del Señor». Lo primero que se pre-guntaba el salmista, y también nosotrosdebemos hacerlo, es: «¿Cómo pagaré alSeñor todo el bien que me ha hecho?».La respuesta la da él mismo: «Tomaré la

15ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 81: Año litúrgico patrístico

82 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

copa de la salvación e invocaré el nombredel Señor». La Eucaristía es, en efecto,no sólo la mayor prenda de la misericor-dia divina, sino que es el medio mejor dedar gracias a Dios por todo cuanto de Élhemos recibido.

Años pares–Isaías 38,1-6.21-22.7-8: He escucha-

do tu oración, he visto tus lágrimas. Eze-quías ora a Dios, y Él lo cura y prolongasu vida. De ahí está tomada la lectura y elsalmo responsorial. Esto nos da oportu-nidad de reflexionar sobre la muerte. Oi-gamos a San Jerónimo:

«Lo mismo muere el justo que el impío, el bue-no y el malo, el limpio y el sucio, el que ofrecesacrificios y el que no lo hace. La misma muertees para el bueno que para el que peca. El que juraque el que teme el juramento. De igual modo sereducen a pavesas hombres y animales... Pase quese llore a un muerto, pero a aquel que se lo lleva lagehenna, al que devora el tártaro, y para castigodel cual arde el fuego eterno. Pero nosotros, cuyasalida del mundo acompaña el ejército de los án-geles, a quienes sale Cristo al encuentro, debería-mos sentir pesar de permanecer demasiado tiem-po en esta tienda de muerte. Porque mientrasvivimos aquí, andamos peregrinos lejos del Se-ñor...» (Carta 39, a Paula).

Dice San Ambrosio:«No te perturbe el oir el nombre de la muerte,

antes bien, deléitate en los dones que te aporta estetránsito feliz, ¿Qué significa en realidad para ti lamuerte sino la sepultura de los vicios y la resu-rrección de las virtudes?» (Tratado sobre el biende la muerte, 4).

Y San Cipriano:«El que está lejos de la patria es natural que

tenga prisa por volver a ella. Para nosotros, nues-tra patria es el paraíso; allí nos espera un grannúmero de seres queridos, allí nos aguarda el nu-meroso grupo de nuestros padres, hermanos ehijos, seguros ya de su suerte, pero solícitos aúnde la nuestra... La muerte no es un punto final, esun tránsito. Al acabar nuestro viaje en el tiempoviene el paso a la eternidad» (Tratado sobre lamuerte, 18, 20).

–Mateo 12,1-8: El Hijo del hombre, Se-ñor del sábado. San Juan Crisóstomo ex-plica sobre los preceptos referidos al sá-bado:

«Habla de Sí mismo. Marcos, nos cuenta quetambién se refirió el Señor a la común naturalezahumana, y así dijo: “el sábado se hizo para elhombre, y no el hombre para el sábado”. Enton-ces ¿por qué fue castigado de muerte aquel querecogía leña el día de sábado? (Num 15,33ss).Porque si desde el principio se hubiera toleradoel desprecio de la ley, mucho menos se hubieraobservado posteriormente.

«Y a la verdad, muchos y grandes provechosvino a traer en los comienzos la guarda del sába-do. El sábado, por ejemplo, hacía que los judíosfueran más blandos y humanos para con sus pro-pios familiares, les enseñaba a conocer la provi-dencia y la obra de Dios, como dice Ezequiel (20,12,20), y los iba instruyendo para que, poco apoco, se apartaran de la maldad, y les obligaba, alfin, a prestar alguna atención a las cosas del espí-ritu.

«Si Dios, al promulgar la ley del sábado, leshubiera dicho: “el día del sábado haced el bien,pero no os entreguéis al mal”, no habrían conteni-do. De ahí que se lo prohibió todo por igual. Nohagáis absolutamente nada. Y ni aun así le obede-cieron. Sin embargo, el mismo que les da la leydel sábado, aun dentro de aquella generalidad, dejaentender que solo quiere que se abstengan de todaobra mala. Porque no haréis nada –dice– fuera delo que haga el alma (Ex 12,16) Y todo aquello sehacía en el templo y se hacía con duplicado fervory multiplicada faena. De este modo, por la sombramisma, revelábales el Señor a sus contrarios laverdad» (Homilía 39,3, sobre San Mateo).

SábadoAños impares

–Éxodo 12,37-42: La noche en que elSeñor sacó a Israel de Egipto. Esa nochese convirtió en una noche de vela, de ac-ción de gracias por los beneficios recibi-dos. De ahí el sentido grande que para elcristiano tiene la gran Vigilia Pascual: Pasode Cristo de la muerte a la resurrección,

Page 82: Año litúrgico patrístico

83

paso seguido por todos los cristianos,pues todos lo somos en la muerte y resu-rrección del Señor.

El recuerdo de la salida de Egipto alien-ta toda la historia de Israel con una granesperanza. Lo que Dios ha puesto en mar-cha, al reunir una masa tan grande de is-raelitas en el momento de la salida deEgipto, puede llevarlo a cabo hasta sumeta definitiva, haciendo surgir un granpueblo del pequeño renuevo del exilio.

Dios ha «velado» por su pueblo, en unanoche famosa, la del éxodo, como unamadre al lado de sus hijos enfermos. Lafiesta de Pascua, en la que se prescribeasí una manera de compartir el cuidadode Dios por el futuro de su pueblo. Estose realiza, debe realizarse, con mayor ra-zón y motivos sobrenaturales en los cris-tianos.

–El Salmo 135 es como un eco de lalectura anterior: «dad gracias al Señor,porque es bueno, porque es eterna su mi-sericordia». Es el Gran Hallel o Gran Ala-banza y se cantaba en la Pascua, porqueen él se conmemoraba la salida y libera-ción de la cautividad de Egipto.

En él se nos muestra el amor miseri-cordioso de Dios, la clave de toda la crea-ción, de toda la historia del pueblo de Diosen el que entramos también nosotros. Labondad de Dios es la razón de ser de todolo que Él ha obrado. Todo parte de la in-agotable bondad misericordiosa de Dios.En esa bondad toma aliento el universo yla historia sagrada. En esa bondad todovive y se ilumina.

Casiano dice que alabamos al Señorcuando proclamamos sus maravillas. En-tonces la alabanza sale del fervor de lacontemplación y manifiesta la grandeza,el poder de Dios.

Años pares–Miqueas 2,1-5: Codician los campos

y se apoderan de las casas. El profeta atacasin piedad a los ricos, preocupados úni-camente en acrecentar sus posesiones endetrimento de los pobres. Tendrán su cas-tigo. San Gregorio Magno dice:

«Creen algunos que los preceptos del AntiguoTestamento eran más severos que los del Nuevo;pero sin duda se engañan en su mal modo depensar; pues en aquél no se castiga el ansia detener sino la rapiña; en éste se castiga el robo concuádruple restitución... Por tanto, de aquí debecolegirse ante todo con qué pena será castigadoquien arrebata lo ajeno, cuando quien no da lopropio es castigado con la pena del infierno» (Ho-milía 20,3 sobre los Evangelios).

La injusticia social no es solamente unaviolación de los derechos de los pobres,sino ante todo es, para el profeta, una fal-ta contra Dios y su Alianza. Dios castigael pecado, en esta vida con sentido medi-cinal, para que el pecador se convierta yviva, pues Dios no quiere su muerte.

La ausencia de amor entre los hombresque son miembros del pueblo conciernedirectamente al honor de Dios. No se tra-ta sólo de deberes sociales, sino de obli-gaciones religiosas que recaen sobre losmiembros de un pueblo asociado a Diospor un puro favor de su benevolencia.

En todo esto se tiene mayor responsa-bilidad después de la venida de Cristo consu mandamiento nuevo de amar como Élamó.

–Con el Salmo 10 se dice eso mismo:«no te olvides de los humildes, Señor».En este Salmo se presentan dos cuadrosmuy diversos: el primero es un mundorevuelto por el desorden en el que domi-na el mal y se agitan los impíos que con-juran y tienden insidias contra los pobresy humildes; en el segundo, se ve a Diosque observa toda acción de los hombres

15ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 83: Año litúrgico patrístico

84 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

y está siempre dispuesto a intervenir parahacer justicia.

El grito de los pobres que se eleva hastalos oídos de Dios resuena con frecuenciaen los Salmos. Es cierto que en ellos nooímos sólo los lamentos de los indigen-tes, sino también la oración de los perse-guidos, de los desgraciados, de los afligi-dos, todos estos que no dejan de formarparte de los pobres. Sus enemigos sonlos de Dios, los soberbios y los impíos. Ysu aflicción es un título de amor de Dios.Constituyen las primicias del pueblo hu-milde y modesto, de la Iglesia de los po-bres que reunirá el Mesías: «La soberbiadel impío oprime al infeliz y lo enreda enlas intrigas que ha tramado... Pero Tú, ohDios, ves las penas y los trabajos... A Tise encomienda el pobre, Tú socorres alhuérfano».

–Mateo 12,14-21: Se dibuja en el hori-zonte la Pasión por obra de la conspira-ción de los fariseos. Pero Cristo sigue sumisión evangelizadora curando a los en-fermos, pero no quiere que se divulgue.San Mateo ve el oráculo de Isaías (42,1-4) en la discreción con que Jesús rodeasus curaciones y milagros. La intenciónprimera era sin duda rechazar las mani-festaciones populares en las que el entu-siasmo ahogaría la fe. Se ve que desde elprincipio los cristianos contemplan a Cris-to como el verdadero Siervo de Yahvé yasí fue considerado en la predicación a-postólica y de la primitiva comunidad cris-tiana. Para San Mateo es Jesús el Siervoque anuncia la justicia a las naciones ycuyo nombres es su esperanza (Mt 12,18-21; Is 42,1-4). En este mismo sentido seexpresa San Juan Crisóstomo:

«Todo es humildad, compasión, misericordia.No quiere destruir, sino edificar y reparar; noapagar el rescoldo que ha quedado, sino hacer queprenda allí de nuevo el fuego de su amor. Vino, enuna palabra, a renovar, robustecer y vivificar»(Homilía 40,2,sobre San Mateo).

16ª Semana

DomingoLa liturgia de este Domingo tiene un

mensaje especial sobre el sacrificioeucarístico.

Entrada: «Dios es mi auxilio, el Señorsostiene mi vida. Te ofreceré un sacrifi-cio voluntario, dando gracias a tu nom-bre que es bueno» (Sal 53,6.8).

Colecta (del Sacramentario de Bérga-mo): «Muéstrate propicio con tus hijos,Señor, y multiplica sobre ellos los donesde tu gracia, para que, encendidos de fe,esperanza y caridad, perseveren fielmen-te en el cumplimiento de tu ley».

Ofrendas (del Misal anterior, retocadacon textos del Gelasiano). Se alude en ellade nuevo al sacrificio: «Oh Dios, que hasllevado a la perfección del sacrificio úni-co los diferentes sacrificios de la antiguaalianza, recibe y santifica las ofrendas detus fieles, como bendijiste la de Abel, paraque la oblación que ofrece cada uno denosotros en honor de tu nombre sirva parala salvación de todos».

Comunión: «Ha hecho maravillas me-morables; el Señor es piadoso y clemen-te: él da alimento a sus fieles» (Sal 110,4-5); o bien: «Estoy a la puerta llamando,dice el Señor; si alguien oye y me abre,

Page 84: Año litúrgico patrístico

85

entraré y comeremos juntos» (Apoc3,20).

Postcomunión (del Veronense y delGelasiano): «Muéstrate propicio a tu pue-blo, Señor, y a quienes has iniciado enlos misterios del Reino, concédeles aban-donar el pecado y pasar a una vida nue-va».

CICLO ADios castiga al perverso, pero es pa-

ciente y espera la conversión. Esto es loque se deduce de la primera lectura y dela tercera con la parábola del trigo y lacizaña. El Espíritu intercede por nosotrosy obra en nosotros, según nos enseña SanPablo en la segunda lectura.

En el mundo que nos rodea, en las per-sonas con quienes convivimos, en noso-tros mismos, aparece el mal como unarealidad que nos condiciona. Es un ver-dadero misterio. Dios nos da los mediosadecuados para conocer el mal y supe-rarlo. Pero el hombre es libre y puede re-chazar el don de Dios y preferir las tinie-blas del error, de la mentira, del pecado.

–Sabiduría 12,13.16-19: En el pecadodas lugar al arrepentimiento. Dios apare-ce como el Soberano absoluto del univer-so. Lo muestra el orden de todo el cos-mos. Quien conoce el poder divino y nose le revela puede tener confianza y aban-donarse a la misericordia infinita de Dios.Dos enseñanzas deducimos de la lectura.Una lección de bondad, de amor para contodos los hombres: encontramos aquí unasuperación de los confines de la religióny raza, como pretendían los escribas yfariseos contemporáneos de Jesucristo,que traía una misión de salvación univer-sal para todos los hombres. Y una lec-ción de esperanza: el hombre no puedepretender por sí mismo ser impecable,

pero le conforta el pensamiento de queDios perdona a los que se arrepienten decorazón.

–Con el Salmo 85 proclamamos: «Tú,Señor, eres bueno y clemente... Todos lospueblos vendrán a postrarse en tu presen-cia, Señor bendecirán tu nombre. El Se-ñor es bondadoso y misericordioso, per-dona nuestros pecados...»

–Romanos 8,26-27: El Espíritu inter-cede por nosotros con gemidos ine-narrables. Por la obra redentora de Cris-to el Padre nos da su propio Espíritu, ca-paz de superar en nosotros el mal y trans-formarnos en hijos suyos. San Agustínexplica:

«Eso quiere decir que hay en nosotros una doctaignorancia, por decirlo así, pero docta por el Es-píritu de Dios, que soporta nuestra debilidad. Enefecto dice el Apóstol: “Si lo que no vemos loesperamos, por la presencia lo aguardamos”; y acontinuación dice: “De un modo semejante el Es-píritu socorre nuestra debilidad... pues intercedesegún Dios por los santos” (Rom 8, 25-27).

«No hemos de entender estas palabras como siel Espíritu de Dios, que en la Trinidad de Dios esinmutable y un solo Dios con el Padre y con elHijo, interpelase a Dios como alguien distinto deDios. Se dice que interpela por los santos, porqueimpulsa a los santos a interpelar. Del mismo modoque se dice: “Os tienta el Señor, vuestro Dios,para ver si le amáis” (Dt 13,3), es decir, para quevosotros lo conozcáis. El Espíritu Santo impulsaa interpelar a los santos con gemidos inenarrables,inspirándoles el deseo de esa tan grande realidad,que todavía nos es desconocida y que esperamoscon paciencia. Pero ¿cómo es que, cuando se de-sea, se pide lo que se ignora? Porque en verdad, sienteramente nos fuese ignorada, no la desearía-mos ni la pediríamos con gemidos» (Carta 130, aProba).

–Mateo 13,24-43: Dejadlos crecer has-ta la siega. Porque es eterno y paciente,Dios tolera el mal en los seres libres, has-ta el día de su juicio en que dará a cadauno una eternidad según sus obras. Co-menta San Juan Crisóstomo:

16ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 85: Año litúrgico patrístico

86 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

«A la verdad, traza suele ser del diablo mezclarsiempre el error a la verdad, coloreándolo muybien con apariencia de ella a fin de engañar fácil-mente a los ingenuos. De ahí que el Señor nohabla de otra semilla, sino que la llama cizaña,pues, ésta a primera vista, se asemeja al trigo.Seguidamente explica cómo procede el diablo ensu asechanza: “mientras sus hombres dormían”.No es pequeño el peligro que aquí amenaza a lossuperiores, a quienes está encomendada la guardadel campo; y no sólo a los superiores, sino tam-bién a los súbditos. Y da a entender el Señor queel error viene después de la verdad, cosa que com-prueban los hechos mismos. Después de los pro-fetas vinieron los falsos profetas; después de losapóstoles, los falsos apóstoles; después de Cris-to, el anticristo. Y es que el diablo, si no ve algoque imitar ni a quienes tender sus lazos, ni lointenta ni lo sabe...

«Así sucedió también en los comienzos de laIglesia. Porque muchos prelados, introduciendoen las Iglesias hombres perversos, heresiarcas so-lapados, facilitaron enormemente estas insidias deldiablo, pues una vez plantados estos hombres enmedio de los fieles, poco trabajo le queda ya aldiablo... Mientras los herejes estén junto al trigohay que perdonarlos, pues cabe aún que se con-viertan en trigo, mas una vez que hayan salido deeste mundo sin provecho alguno de tal proximi-dad, entonces necesariamente les alcanzará el cas-tigo inexorable» (Homilía 46, 1-2, sobre SanMateo).

CICLO BOvejas sin pastor fue el panorama que

vio Jesús en Palestina y peor aún en elmundo restante. Cristo se compadece. Eles verdadero Pastor que Dios había pro-metido a su pueblo. Todos los hombres,judíos y gentiles, se unen en Cristo, queha sellado con su sangre nuestro pacto conDios, de donde brota la paz verdadera.

La Iglesia entera es siempre el resulta-do de una acción pastoral evangélica, quehace de cada comunidad creyente un solorebaño, bajo el cayado del Unico y Eter-no Príncipe de Pastores (Jn 10; 1 Pe 2,25),elegidos por Él para continuar su obra desantificación.

–Jeremías 23,1-6: Reuniré el resto demis ovejas y les pondré pastores. La másentrañable semblanza del Mesías Salva-dor fue delineada desde siglos atrás, a tra-vés de los profetas, como el Buen Pastorde toda la humanidad y como Maestro depastores elegidos por Él para continuarsu obra bajo sus cuidados especiales. SanJerónimo dice:

«Los apóstoles, con toda confianza y sin te-mor alguno, apacentarán el rebaño de la Iglesia ylas reliquias del pueblo de Israel se salvarán detodas las tierras; y volverán a sus campos, a suspastos, y crecerán y se multiplicarán. Sobre losmalos pastores, escribas y fariseos, el Señor ma-nifestará la malicia de su doctrina. Con todo, po-demos entenderlo también, conforme a latipología, de los príncipes de la Iglesia que noapacientan dignamente las ovejas del Señor.Dejadlas, y castigados ellos, se salve el pueblo.Entregadlas a otros que sean dignos, y así se sal-ve el resto. Pierden las ovejas los que enseñan laherejía; laceran y dispersan los que hacen cis-mas» (Comentario sobre el profeta Jeremías 2,4).

–Oportunamente se canta el Salmo 22:«el Señor es mi Pastor, nada me puedefaltar», ya muchas veces expuesto.

–Efesios 2,13-18: Él es nuestra paz yha hecho de dos una sola cosa. En el Co-razón de Jesucristo se nos revela Jesúscomo el Buen Pastor que realiza la paz yla unidad entre los hombres por su pro-pio sacrificio. La salvación es paz, es re-conciliación, es acercamiento a Dios; enotros términos, la salvación es liberaciónde todos los males que nos oprimen y quenos impiden ser lo que Dios quiere queseamos. Sólo si se une a Cristo, puede elhombre conseguir su salvación.

Con mucha frecuencia ha comentadoSan Agustín este pasaje paulino:

«A ambos, judíos y gentiles, les nació la piedraangular, para, como dice el Apóstol, hacer en Símismo un solo hombre nuevo, estableciendo lapaz y transformar a los dos en un solo cuerpopara Dios por la cruz. ¿Qué otra cosa es un ángu-lo sino la unión de dos paredes que traen direc-

Page 86: Año litúrgico patrístico

87ciones distintas y, por decirlo así, encuentran allíel beso de la paz? Los judíos y los gentiles fueronenemigos entre sí, por ser dos pueblos diversos ycontrarios: allí encontramos el culto del único Diosverdadero y aquí el de muchos y falsos dioses.Aunque los primeros estaban cerca y los segun-dos lejos, a unos y a otros los ha conducido haciaSí (Ef 2,11-22)... Quienes escucharon y se mos-traron obedientes, viniendo de aquí y de allí, en-contraron la paz y pusieron fin a la enemistad.Los pastores y los magos fueron las primicias delos unos y de los otros» (Sermón 204).

–Marcos 6,30-34: Andaban como ove-jas sin pastor. La compasión pastoral esla expresión más profundamente bíblicade la caridad salvadora de Cristo ante lasnecesidades del género humano. Esto noes un gesto aislado o coyuntural en Jesu-cristo, sino la razón de toda su vida. Poreso hemos de acudir a Él como al PastorBueno de nuestras almas. San Gregoriode Nisa se dirige a Cristo:

«¿Dónde pastoreas, Pastor Bueno, Tú que car-gas sobre tus hombros a toda la grey? (toda lahumanidad, que cargaste sobre tus hombros, es,en efecto, como una sola oveja). Muéstrame ellugar de tu reposo, guíame hasta el pasto nutriti-vo, llámame por mi nombre, para que yo, ovejatuya, escuche tu voz, y tu voz me dé la vida eterna.Avísame, amor de mi alma, dónde pastoreas. Tenombro de este modo, porque tu nombre superacualquier otro nombre y cualquier inteligencia, detal manera que ningún ser racional es capaz depronunciarlo o de comprenderlo. Este nombre,expresión de tu bondad, expresa el amor de mialma hacia Ti. ¿Cómo puedo dejar de amarte, a Tique de tal manera me has amado, a pesar de minegrura, que has entregado tu vida por las ovejasde tu rebaño? No puede imaginarse un amor su-perior a éste, el de dar tu vida a trueque de misalvación.

«Enséñame, pues, dónde pastoreas, para quepueda hallar los pastos saludables y saciarme delalimento celestial, que es necesario comer paraentrar en la vida eterna; para que pueda asimismoacudir a la fuente y aplicar mis labios a la bebidadivina que Tú, como de una fuente, proporcionasa los sedientos con el agua que brota de tu costa-do, venero de agua abierto por la lanza, que seconvierte para todos los que de ella beben en un

surtidor que salta hasta la vida eterna» (Comen-tario al Cantar de los Cantares,2).

CICLO CLa primera lectura narra la hospitalidad

de Abrahán a Dios, que se le muestra bajolas apariencias de un extranjero. El Evan-gelio nos muestra a Jesucristo, huéspedde sus amigos Lázaro, Marta y María. Enla segunda lectura San Pablo se siente iden-tificado con Cristo, cuya pasión vive ensu propia carne, y con la Iglesia, cuyomisterio anuncia.

Ni la trascendencia de la divinidad ni laprofundidad misteriosa de su vida íntimatrinitaria, ni su absoluta supremacía so-bre todas las cosas han sido óbice contrala iniciativa de Dios de entablar intimi-dad amorosa con nosotros, los hombres.El mismo se ha puesto a nivel de diálogo.«El Verbo se hizo carne y habitó entrenosotros» (Jn 1,14), convivió con noso-tros. Esta es la gran noticia que todos loshombres deben conocer y secundar.

–Génesis 18,1-10: Señor, no pases delargo ante tu siervo. Abrahán, Padre delos creyentes, es en la historia de la salva-ción el «amigo de Dios» (Is 41,8; Sant2,23). Es el hombre que en la fe y en lacaridad pudo llegar hasta el diálogo y laintimidad misteriosa con Dios. Su pro-funda religiosidad no lo aparta del próji-mo, sino que lo hace particularmente ge-neroso y delicado con los hombres. SanHilario de Poitiers dice en su Tratado so-bre los Misterios que «Abrahán ve a unhombre y adora a Dios». Esta interpreta-ción es común en los Santos Padres.

En verdad acogiendo al hermano pobre,marginado, socorriendo al menesteroso,se acoge y socorre al mismo Dios. Lodijo Cristo en el Evangelio: «Tuve ham-bre y me diste comer...»

16ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 87: Año litúrgico patrístico

88 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

–Adecuadamente se ha escogido el Sal-mo 14 como Salmo responsorial: «Señor,¿quién puede hospedarse en tu tienda?»Y las condiciones son las obras de cari-dad: «El que procede honradamente ypractica la justicia, el que tiene intencio-nes leales y no calumnia con su lengua.El que no hace mal al prójimo ni difamaal vecino; el que considera despreciableal impío y honra a los que temen al Se-ñor. El que no presta dinero a usura, niacepta soborno contra el inocente, el queasí obra nunca fallará».

–Colosenses 1,24-28: El misterio queDios ha tenido escondido lo ha reveladoahora a su pueblo. Ese misterio es Cris-to, revelado como cercanía personal y su-prema de Dios ante los hombres. Todocristiano, en cuanto miembro de Cristopor el bautismo, ha de ser testimonio yapóstol del Evangelio. En el momento dela prueba y del sufrimiento no debe venir-se abajo, sino ofrecer las tribulaciones alSeñor para irradiar el mensaje evangélicoal mundo, completando, a imitación deSan Pablo, lo que falta al padecimiento deCristo. Todo fiel puede y debe cooperar ala dilatación del Reino de Cristo con suoración, con sus palabras, con su vidaejemplar, con su propio sufrimiento ofre-cido a Dios por medio de Jesucristo.

Dios ha reconciliado consigo al mundopor medio de la sangre de Cristo, muertoen la cruz. Tal misterio de amor ha de serparticipado por los cristianos en su que-hacer cotidiano. El amor de Dios se ma-nifiesta en el dolor y en el sufrimiento.El cristiano debe asociarse a la cruz deCristo para hacer brillar el rostro amoro-so de Dios en toda la humanidad.

–Lucas 10,38-42: Marta lo recibió ensu casa. María ha escogido la parte me-jor. La plena intimidad amorosa y dialo-gante con el Corazón de Cristo, como enfamilia y en trato de amistad es siempre

«la mejor parte», que el Evangelio garan-tiza y defiende para los que le conocen yle aman. San Agustín comenta este pasa-je evangélico:

«Marta y María eran dos hermanas no sólo enla carne, sino también en la devoción. Ambas seunieron al Señor, ambas le sirvieron en la unidadde corazón cuando vivía en la carne de este mun-do. Marta lo recibió en su casa como suele recibir-se a los peregrinos. La sierva sirve al Señor; laenferma al Salvador, la criatura al Creador. Lorecibió para alimentarlo en la carne, ella que iba aser alimentada en el espíritu. Quiso el Señor to-mar la forma de siervo y en ella ser alimentado porlos siervos, mas no por necesidad, sino porqueasí se dignó...

«Marta preparando y aderezando el alimentopara el Señor se afanaba en infinidad de quehace-res; María, su hermana, prefirió ser alimentadapor el Señor. Abandonando en cierto modo a suhermana, entregada a los afanes domésticos, ellase sentó a los pies del Señor y, libre de ajetreoshumanos, escuchaba su palabra... Una sola cosaes necesario: aquella unidad celeste, la unidad porla que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son unasola cosa. Ved cómo se nos recomienda la uni-dad... Y con todo, estas tres Personas no son tresdioses, ni tres omnipotentes, sino un solo Diosomnipotente. La misma Trinidad es un solo Dios,porque una sola cosa es necesaria. Y a la consecu-ción de esta única cosa sólo nos lleva el tener losmuchos un solo corazón» (Sermón 103).

Lunes

Años impares–Éxodo 14,5-18: Sabrán que yo soy el

Señor, cuando me haya cubierto de glo-ria a costa del Faraón. En el momentoen que los israelitas ponen el mar y eldesierto entre ellos y Egipto, creen llega-da la hora de medir el peso de esta deci-sión y, en particular, la significación y estaemancipación de su servicio al Faraón,para ponerse al servicio de Dios. Oríge-nes,

«La quinta etapa es Mara, que se traduce poramargura. No podían llegar a los torbellinos del

Page 88: Año litúrgico patrístico

89mar Rojo, para ver cómo perecía Faraón con suejército, hasta que tuvieron palabras de noblezaen su boca, es decir, hasta que confesaron lasmaravillas del Señor, y confiaron en el Señor y ensu siervo Moisés y oyeron de él: “El Señor com-batirá por vosotros y vosotros guardaréis silen-cio” (Ex 4,14)» (Sobre el Éxodo 4).

–Respondemos a la lectura con el cán-tico de Moisés después del paso del marRojo: «Cantemos al Señor, sublime es suvictoria» (Ex 15). «Caballos y carros haarrojado en el mar... Los carros del Fa-raón los lanzó al mar, ahogó en el marRojo a sus mejores capitanes. Las olas loscubrieron, bajaron hasta el fondo comopiedras». Por eso, se acogen a Dios solo.En El ponen su confianza: «Él es mi Dios;yo lo alabaré, el Dios de mis padres, yolo ensalzaré... Tu diestra, Señor, es fuertey terrible; tu diestra, Señor, tritura al ene-migo». Es una lección para nosotros. Is-rael, no obstante ver las maravillas queDios ha obrado en su favor, le fue rebel-de muchas veces. Así puede encontrarseel cristiano muchas veces y, de hecho, seencuentra, como nos lo manifiesta la vidaordinaria, pese a que el Señor, como locomentan los Santos Padres, ha hechocon nosotros mayores maravillas.

Años pares–Miqueas 6,1-4.6-8: Te he explicado,

hombre, lo que Dios desea de ti. Al revi-sar el proceso de su pueblo, recuerda Dioscon amargura todos los beneficios que leha prodigado. Entonces el fiel interrogaal profeta que le indique cuál es el cami-no preferido de Dios. Clemente de Ale-jandría dice:

«Todo el que se convierte del pecado a la fe, seconvierte de las costumbres de pecador, que soncomo una madre, a la vida; así me lo dirá el testi-monio de uno de los doce profetas cuando dice:“Habré de dar a mi primogénito por causa de miimpiedad, el hijo de mi vientre por causa de lospecados de mi alma” (Miq 6,7)» (Stromata,III,16,100).

El profeta es bien claro: «Pueblo mío,¿qué te hice o en qué te molesté? Respón-deme. Te saqué de Egipto, de la esclavi-tud te redimí, y envié delante de tí a Moi-sés, Aarón y Mirián». Esto nos evoca losllamados Improperios del Viernes Santoen la liturgia romana. Es una lección paranosotros, pues nos ha hecho mayores do-nes. ¿Cómo correspondemos? Sigue elprofeta: «Te he explicado, hombre, el bien,lo que Dios desea de ti: simplemente querespetes el derecho, que ames la miseri-cordia y que andes humilde con tu Dios».

–El Salmo 49 reza: «Al que sigue buencamino le haré ver la salvación de Dios».«Congregadme a mis fieles que sellaronmi pacto con un sacrificio. Proclame elcielo su justicia: Dios en persona va a juz-gar. No te reprocho tus sacrificios, puessiempre están tus holocaustos ante Mí.Pero no aceptaré un becerro de tu casa niun cabrito de tus rebaños. ¿Por qué reci-tas mis preceptos y tienes siempre en laboca mi alianza tú que detestas mi ense-ñanza y te echas a la espalda mis manda-tos? Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Creesque soy como tú? Te acusaré, te lo echa-ré en cara. El que me ofrece acción degracias, ése me honra, al que sigue buencamino le haré ver la salvación de Dios».

–Mateo 12,38-42: La reina del Sur selevantará contra esta generación en el jui-cio. A los que piden una señal espectacu-lar de que Él es el Mesías, Jesús les ase-gura de que no se les dará otra señal quela de Jonás, el profeta de la penitencia ysímbolo de la resurrección. San Agustíncomenta:

«El mismo Salvador mostró que el profetaJonás, arrojado al mar y engullido en el vientre deun monstruo marino y vomitado vivo al tercer día,es figura del mismo Salvador. Era denunciado elpueblo judío por comparación con los ninivitas,pues cuando fue enviado a ellos para fustigarlosel profeta Jonás, hicieron penitencia, aplacaron

16ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 89: Año litúrgico patrístico

90 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

la cólera de Dios y merecieron misericordia. Dijo:“y aquí hay uno más que Jonás” (Mt 12,41),refiriéndose a Sí mismo. Los ninivitas oyeron alsiervo y consiguieron sus caminos; los judíosoyeron al Señor y no sólo no se corrigieron, sinoque además lo asesinaron... » (Sermón A,1).

MartesAños impares

–Éxodo 14,21-15,1: Los israelitas en-traron en medio del mar Rojo a pie enju-to. Todo esto se ha interpretado en elNuevo Testamento y en la tradición pa-trística como figura de la liberación delpecado original por medio del bautismo.Predica San Agustín en una Vigilia Pascualcelebrada en Hipona:

«Amadísimos, ningún fiel dudará de que el pasode aquel pueblo por el mar Rojo fue figura denuestro bautismo. Así, liberados por el bautismoy bajo la guia de nuestro Señor Jesucristo, dequien era figura Moisés; del diablo y de sus ánge-les, quienes cual Faraón y egipcios, nos atribula-ban, sometiéndonos a fabricar ladrillos, es decir,al lodo de la carne... Para nosotros están muertosaquellos que ya no pueden someternos a su do-minio, porque nuestros mismos delitos, causan-tes de nuestra sumisión, han sido destruidos ycomo sumergidos en el mar. Cantemos, por lotanto, al Señor... arrojó caballo y caballero (Ex15,1); destruyó en el bautismo a la soberbia y alsoberbio. Este cántico lo entona quien ya es hu-milde y súbdito de Dios.

«El Señor no se ha mostrado grande y gloriosoen favor del soberbio, que busca su propia gloriay se engrandece a sí mismo. En cambio el impío,justificado ya, creyendo en el que justifica al im-pío, para que su fe se le compute como justicia, afin de que el justo viva de la fe, no sea que, igno-rando la justicia de Dios y queriendo establecer lasuya, no se someta a la de Dios, canta con todaverdad como su ayuda y protector, en orden a lasalvación, al Señor, su Dios, al que honra... Arro-jó al mar el carro del Faraón y su ejército (Ex15,3-4).

«Destruyó en el bautismo la altanería humanay la caterva de los innumerables pecados que mi-litaban en nosotros a favor del diablo... El quehizo sagrado el bautismo con su cruenta muerte,

en la que se consumieron nuestros pecados, su-mergió en el mar Rojo a todos los enemigos...»(Sermón 363,1-2).

–El Salmo responsorial es el canto deMoisés del que se trató ayer y en la lectu-ra anterior.

Años pares–Miqueas 7,14-15.18-20: Arrojará en

lo hondo del mar todos nuestros delitos.Una plegaria, pidiendo la piedad del pue-blo precede a un Salmo que glorifica alSeñor. Dios no es indiferente al pecado,pero, no por ello deja de ser fiel a la alian-za. Dios no deja de amar a su pueblo. Eldescubrimiento más importante de los is-raelitas en el exilio es que Dios les siguesiendo fiel y fundamentalmente benévo-lo. La fidelidad Dios se convierte de estaforma en misericordia, en perdón y engracia. Escribe San Jerónimo:

«Habla Dios Padre a su Hijo, esto es, a nuestroSeñor Jesucristo, para que, como Buen Pastorque da la vida por su ovejas (Jn 10,17), apacientea su pueblo con su cayado y a las ovejas de suheredad. Y no pensemos que las ovejas y los pue-blos son los mismos; en otro lugar vemos: “noso-tros somos su pueblo, el rebaño que él guía” (Sal94,7). El pueblo se refiere a aquéllos que sonrazonables, las ovejas a aquellos que, no usandoaún su razón, se contentan con su simplicidad y sedice que son la heredad de Dios» (Comentario aeste pasaje de Miqueas).

–La permanencia del amor de Dios ha-cia su pueblo a pesar de la infidelidad deéste es el motivo principal del Salmo 84escogido como Salmo responsorial de lalectura anterior. Contra lo que se ha es-crito, el hombre moderno es muy sensi-ble a la misericordia y al perdón. La mi-sericordia de Dios invita a la conversión,al cambio de mentalidad e impulsa a quiende ella se beneficia a practicar a su vez lamisericordia. No tiene nada de alienante,sino que es una llamada a asumir respon-sabilidades precisas. Esto es muy nece-sario en nuestros días.

Page 90: Año litúrgico patrístico

91

Este salmo es uno de los más bellos delSalterio: «Muéstranos, Señor, tu miseri-cordia... Has sido bueno con tu tierra, hasrestaurado la suerte de Jacob, has perdo-nado la culpa de tu pueblo, has sepultadotodos sus pecados, has suprimido tu cóle-ra...» Todo esto se cumplió de modoespecialísimo con la venida de Cristo. Poresto tiene tanto relieve este Salmo en eltiempo litúrgico de Adviento-Navidad. Allíse exalta con fervor la misericordia divi-na, pues jamás se ha manifestado tan gran-de y sublime.

–Mateo 12,46-50: Estos son mi madrey mis hermanos, dijo Jesús señalando asus discípulos. La primacía espiritual estásobre la carne. San Agustín ha comenta-do muchas veces este evangelio:

«Mientras trataba algunas cosas del reino delos cielos con sus discípulos, la madre estaba fue-ra y se le dijo que estaba allí. Digo que le anuncia-ron que su madre con sus hermanos, esto es, consus parientes, estaba fuera. ¿Qué madre? Aquellamadre que le concibió por la fe, aquella madreque, permaneciendo virgen, le dio a luz, aquellamadre fiel y santa, estaba fuera y se lo anunciaron.Si Él hubiera interrumpido las cosas que trataba yhubiera salido a su encuentro, habría edificado ensu corazón un afecto humano, no divino.

«Para que tú no escucharas a tu madre, cuandote retrae del reino de los cielos, Él, por hablar delreino de los cielos, desdeñó hasta a la buena Ma-ría. Si Santa María, queriendo ver a Cristo, esdesdeñada, ¿qué madre habrá de ser oída cuandoimpide ver a Cristo? Recordemos lo que entoncesrespondió cuando le anunciaron que su madre ysus hermanos, esto es, los parientes de su familia,estaban fuera. ¿Qué respondió?... extendiendo lamano a sus discípulos, estos son, dijo, mis her-manos. “Quien hace la voluntad de mi Padre queme envió es para Mí un hermano, hermana y ma-dre” (Mt 12,48-50). Rechazó la sinagoga de laque fue engendrado, y encontró a los que Él en-gendró. Y si los que hacen la voluntad del que leenvió son madre, hermano y hermana, queda com-prendida su Madre María» (Sermón 65,A,6).

Miércoles

Años impares–Éxodo 16,1-5.9-15: Yo haré llover pan

del cielo. El maná en el desierto comoalimento del pueblo israelita. Cristo locontrapuso al Pan que Él había de dar: laEucaristía (Jn 6,58). Comenta San Agus-tín:

«El Señor se presentaba de tal forma que pare-cía superior a Moisés; jamás tuvo Moisés la au-dacia de decir que él daba un alimento que noperece, que permanece hasta la vida eterna. Jesúspromete mucho más que Moisés. Este prometíaun reino, una tierra con arroyos de leche y miel,una paz temporal, hijos numerosos, la salud cor-poral y todos los demás bienes temporales...; lle-nar su vientre aquí en la tierra, pero de manjaresque perecen; Cristo, en cambio, prometía un man-jar que, en efecto, no perece, sino que permaneceeternamente» (Tratado 25,12, sobre el Evangeliode San Juan).

–Decimos con el Salmo 77: «El Señorles dio pan del cielo... Tentaron a Dios ensus corazones... Pero Dios hizo llover so-bre ellos maná, les dio un trigo celeste. Yel hombre comió pan de ángeles...». Lahistoria de Israel, resumida a grandes ras-gos en este largo Salmo de 72 versículos,es, en último término, la historia de laalianza de Dios con su pueblo, marcadapor la fidelidad inquebrantable de Dios ypor las deficiencias humanas. Dios no semuda, pero el hombre puede endurecersede tal modo en su obstinación que llegueun día a hacer infructuosos los infinitosdones de un Dios que es todo Amor.

La vida cristiana en el desierto de estemundo tiene mucho que ver con las infi-delidades y conversiones del pueblo is-raelita. Sólo una fe viva puede mantenerfirme la alianza con Dios. Para llegar avivir profundamente esta fe nada mejorque alimentarse con el verdadero maná

16ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 91: Año litúrgico patrístico

92 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

llovido del cielo, el verdadero pan de losángeles: la sagrada Eucaristía, que es larealización perfecta de la nueva Alianza,la Alianza entre Dios y su pueblo.

Cristo vino a llevar a cabo el cumpli-miento de la liberación iniciada en Egiptoy redimir de la esclavitud del pecado, nosólo a los israelitas, sino a todos los pue-blos, haciéndolos pasar por medio de lasaguas del bautismo a una vida nueva ysobrenatural (Jn 3,5.16-17). Él era la fuen-te de aguas vivas para apagar la sed de loshombres (Jn 4,10; 1 Cor 10,4). Él era lanube luminosa que debía guiar al pueblo ala salvación (Jn 8,12). Él era el Pan vivobajado del cielo para alimentar a los hom-bres en la travesía por el desierto de estemundo (Jn 6,35). Él vino para aniquilarlas potencias del mal, aplacar la cólera deDios, tomando sobre Sí las plagas y elcastigo debido a los hombres (Is 53,4-5).

Años pares–Jeremías 1,1.4-10: Te nombré profeta

de los gentiles. El profeta Jeremías relatacómo fue escogido por Dios para ser suportavoz ante todos los hombres. La pa-labra humana es totalmente incapaz de serportadora de Dios. Jeremías lo hace cons-tar. Esto es normal en la vocación de losprofetas: Moisés tartamudea, Isaías tuvonecesidad de purificarse los labios (Is 6,1-6), y los mejores anunciadores de la sal-vación fueron víctima del «mutismo» ose les trababa la lengua (Mc 7,31-37).Estas dificultades vienen a subrayar la co-munión entre Dios y su profeta y la ini-ciativa del primero en el ministerio delsegundo.

«El Señor que dijo al profeta: Mira que hoy tepongo sobre naciones y reinos... (Jer 1,10), con-cede en todo tiempo a su Iglesia la gracia de quesu cuerpo se mantenga íntegro por la paciencia yque no prevalezca el veneno de las doctrinas delos herejes. Cosa que vemos ahora cum-plida» (Carta de Teófilo a Epifanio).

–En estos casos siempre es lo mejorconfiar en el Señor como lo confirma elSalmo 70: «A Ti me acojo, Señor, noquede yo derrotado para siempre... Sé Túla Roca de mi refugio... Líbrame de lamano perversa... Tú fuiste mi esperanzay mi confianza...» Comenta San Agustín:

«No temas ser abandonado en la flaqueza, en lavejez. ¿Pues qué? Tu Señor ¿no se debilitó en lacruz? ¿Por ventura, no movieron ante Él, comoante un hombre sin valimiento e indefenso, pri-sionero y abatido, sus cabezas los potentados, lostoros fuertes?... ¿Qué te enseñó el que pendientede la cruz no quiso bajar de ella? La pacienciaentre los ultrajadores y que seas fuerte en tu Dios»(Comentario al Salmo 70).

Luego vino la victoria, la resurreccióny el triunfo. Así también vendrá a noso-tros.

–Mateo 13,1-9: Cayó en tierra buena ydio grano. San Juan Crisóstomo dice:

«Habiendo, pues, dicho el Señor los modos deperdición, pone, finalmente la tierra buena, puesno quiere que desesperemos, y nos da esperanzade penitencia, haciéndonos ver que de camino yrocas y espinas puede el hombre pasar a ser tierrabuena. Sin embargo, si la tierra era buena y elsembrador el mismo y las semillas las mismas,¿cómo es que una dio ciento, otra sesenta y otratreinta? Aquí también la diferencia depende de lanaturaleza de la tierra, pues aun donde la tierra esbuena, hay mucha diferencia de un corro a otro.Ya veis que no tiene la culpa el sembrador ni lasemilla, sino la tierra que la recibe, y no por causade la naturaleza, sino de la intención y disposi-ción. Mas también aquí se ve la benignidad deDios que no pide una medida única de virtud, sinoque recibe a los primeros, no rechaza a los segun-dos y da también lugar a los terceros. Mas si asíhabla el Señor, es porque no piensen los que lesiguen que basta con oir para salvarse» (Homilía44,4 sobre San Mateo).

Jueves

Años impares–Éxodo 19,1-2.9-11.16-20: El Señor

bajará al monte Sinaí a la vista de todos.

Page 92: Año litúrgico patrístico

93

La teofanía del Sinaí fue impresionante:nube, tormenta, relámpagos. Todo pararevelar Dios su mensaje a Moisés, media-dor entre Dios y su pueblo. Trascenden-cia de Dios. Comenta San Agustín:

«Allí el pueblo se mantuvo en pie a distancia;existe el temor, aún no el amor. En efecto, a tantollegó su temor que dijeron a Moisés:“háblanos tú,y no el Señor, no sea que muramos”. Descendió,pues, según está escrito, Dios al monte Sinaí en elfuego, pero atemorizando al pueblo, que se man-tenía a pie a distancia, y escribiendo con su dedoen la piedra, no en el corazón. En cambio, cuandovino el Espíritu Santo, los fieles estaban congre-gados en unidad; no sólo no los aterrorizó en elmonte, sino que entró en la casa. En efecto, derepente se produjo un estruendo procedente delcielo, como de un viento fuerte; a pesar del es-truendo nadie se asustó. Escuchaste el estruendoya, ve ahora el fuego y el ruido, pero allí habíatambién humo, mientras que aquí se trataba de unfuego sereno» (Sermón 105,6).

–Como salmo responsorial se ha esco-gido algunos versos del cántico de los tresjóvenes del libro de Daniel, 3: «Benditoeres, Señor, Dios de nuestros Padres...Bendito tu nombre santo y glorioso. Ben-dito en el templo de tu santa gloria... so-bre el trono de tu reino..., sentado sobrequerubines...»

Composición bellísima. Empieza a ala-bar al Dios de los Padres que con ellos hahecho la alianza y que se ha manifestadoglorioso en su nombre en la historia pro-digiosa de Israel. A pesar de esas mani-festaciones Él sigue siendo Altísimo ytranscendente, sentado sobre querubinesy penetrando con su mirada lo más pro-fundo de los abismos. Desde el cielo asis-te majestuoso, desplegando su providen-cia sobre su pueblo y sobre los justos. Poreso todas las criaturas lo alaban y noso-tros con ellas y en nombre de ellas.

Años pares–Jeremías 2,1-3.7-8.12-13: Hicieron al-

jibes agrietados y me abandonaron a Mí,

Fuente de agua viva. Tiempo de deca-dencia en Israel. Su pecado está bien ex-presado y se muestra en toda su maldad.Los responsables del pueblo –sacerdotes,legistas, reyes y profetas– no han reco-nocido a Yavé en el don de la tierra pro-metida con la misma fuerza que han sen-tido su presencia en la ley, el culto y elpoder (7-8). Nada tiene entonces deasombroso que sus sistemas legalistas olitúrgicos, aislados de la Fuente de aguaviva, sean cisternas incapaces para rete-ner el agua. Todo el esfuerzo religioso seconstruye sin el auxilio divino y sin suconocimiento de su presencia es vano einfructuoso. San Ireneo dice:

«Porque donde está la Iglesia, allí está el Espí-ritu de Dios y donde está el Espíritu de Dios, allíestá la Iglesia y la totalidad de la gracia. El Espíritues la verdad... Por esto, los que no participan delEspíritu, ni van a buscar el alimento en los pechosde su Madre (La Iglesia), ni reciben nada de lalimpidísima fuente que brota del Cuerpo de Cris-to, sino que por el contrario ellos mismos se cons-truyen “cisternas agrietadas” (Jer 2,13) hurgandola tierra y beben el agua maloliente del fango, alquerer escapar a la fe de la Iglesia por temor deequivocarse rechazan el Espíritu, y así no pue-den recibir enseñanza alguna. Puesto que se hanapartado de la verdad, es natural que se revuelvanen toda suerte de errores y que se sientan zaran-deados por ellos» (Contra las herejías III, 24,1).

–Por eso decimos con el Salmo 35: «enTi, Señor, está la fuente viva y en tu Luznos haces ver la luz». «Señor, tu miseri-cordia llega al cielo, tu fidelidad hasta lasnubes; tu justicia hasta las altas cordille-ras, tus sentencias son como el océanoinmensas. ¡Qué inapreciable es tu miseri-cordia, oh Dios! Los humanos se acogena las sombras de tus alas, se nutren de losabroso de tu casa, les das a beber deltorrente de tus delicias. Porque en Ti estála Fuente viva y en tu Luz nos hace ver laluz. Prolonga tu misericordia con los quete reconocen, tu justicia con los rectosde corazón».

16ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 93: Año litúrgico patrístico

94 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

–Mateo 13 10-17: A vosotros se os hadado a conocer los secretos del Reino. Larazón del empleo de las parábolas en lapredicación de Cristo. Sólo los cercanosa Él, sus íntimos, pueden entender su ple-no sentido. Clemente de Alejandría co-menta:

«“Al que tiene se le dará” (Mt 13,12). Al quetiene fe se le dará conocimiento; al que tiene cono-cimiento, amor; al que tiene amor, la herencia.Esto acontece cuando el hombre está adherido alSeñor por la fe, por el conocimiento y por el amor,y se remonta con él al lugar donde está Dios, elDios preservador de nuestra fe y nuestro amor,de donde procede el conocimiento para aquellosque son capaces de este privilegio y que son ele-gidos por su anhelo de una mejor preparación yentrenamiento. Estos son los que están dispues-tos a oir lo que les dice, a poner en orden susvidas a progresar por una cuidadosa observanciade la ley de la justicia. Este conocimiento es loque les conduce hasta el fin, el término final queno tiene fin, enseñándoles la vida que hemos deposeer, una vida según Dios, cuando quedemosliberados de todo castigo y corrección que ahorasoportamos a consecuencia de nuestras malda-des, como disciplina salvadora. Cuando, pues,hayan recibido esta liberación, los perfectos al-canzarán su recompensa y sus honores» (Stromata7,10,55-56).

Viernes

Años impares–Éxodo 20,1-17: La ley se dio por me-

dio de Moisés. Dios entregó a Moisés laley en el monte Sinaí, en ella figuran losdiez mandamientos. Cristo dijo que no vi-no a abolir la ley sino a perfeccionarlacon la promulgación del programa quelleva al Reino de los cielos.

El interés del Decálogo no radica sóloen su contenido, sino ante todo en su for-ma. No dimana del derecho natural o delsimple fenómeno étnico. Ante todo es laexpresión de la voluntad de Dios. Esa estambién la base de la moral cristiana. El

comportamiento nace en un mandamien-to de Dios que abarca los diez preceptosque se reducen al amor a Dios y al próji-mo. Para el cristiano la moral natural esrecibida por su yo más profundo, es de-cir, el que vive con Dios que se revela enJesucristo. Todo hemos de verlo a lo quedice el Señor de Sí mismo: «Yo soy elSeñor tu Dios, un Dios celoso» (Ex 20,5).Orígenes dice:

«Ved la bondad de Dios; para instruirnos yhacernos perfectos no teme asumir la debilidadde las pasiones humanas. Entendiendo de hablarde un Dios celoso, ¿quién no se admirará en se-guida viendo en ello un defecto de la humana de-bilidad? Pero Dios lo hace todo y lo sufre todopor nosotros y, para instruirnos, Él pone en sulenguaje las pasiones que nos son conocidas yfamiliares. Ved, pues, lo que Él quiere decir conesta palabra: “Dios celoso” (Homilía 8,5 sobre elÉxodo).

–Como canto a la ley del Señor es ade-cuado el Salmo 18: «Señor, Tú tienes pa-labras de vida eterna. La ley del Señor esperfecta y es descanso del alma; el pre-cepto del Señor es fiel e instruye al igno-rante. Los mandatos del Señor son rectosy alegran el corazón; la norma del Señores límpida y da luz a los ojos. La voluntaddel Señor es pura y eternamente estable;los mandamientos del Señor son verda-deros y enteramente justos. Más precio-sos que el oro, más que el oro fino; másdulce que la miel de un panal que destila».

Años pares–Jeremías 3,14-17: Os daré pastores

conforme a mi Corazón; esperarán en Je-rusalén todas las naciones. Restauracióndel reino de Judá e Israel. En la nueva eramesiánica no será necesaria la presenciadel arca, como símbolo de la presenciade Yavé. Ahora toda la ciudad de Jerusa-lén podrá ser llamada trono de Yavé, por-que Dios se hará sentir plenamente en ella.Es más esta nueva Jerusalén será el puntode convergencia de todos los pueblos.

Page 94: Año litúrgico patrístico

95

Tenemos reflejado aquí el universalismomesiánico, como aparece también enIsaías y en Miqueas. El profeta presentauna nueva religión basada no en lo pura-mente externo, sino vinculada al corazóncomo punto de arranque. Es bien claro laalusión a los tiempos de Cristo con su cultolitúrgico, centrado principalmente en laEucaristía.

–Como salmo responsorial se han es-cogido algunos versos del capítulo 31 deJeremías, que es una invitación a cele-brar el retorno glorioso de Israel, la pri-mera de las naciones en cuanto que hasido escogida por Dios como heredad par-ticular para que participara de sus benefi-cios materiales y espirituales. Se invita ala naciones a oir la palabra de Yavé y aque la den a conocer en las islas remotas:«El que dispersó a Israel lo reunirá, loguardará como pastor a su rebaño. Por-que el Señor redimió a Jacob, lo rescatóde una mano más fuerte. Vendrán conaclamaciones a la altura de Sión, afluiránhacia los bienes del Señor. Entonces sealegrará la doncella en la danza, gozaránlos jóvenes y los viejos; convertiré en gozosu tristeza, los alegraré y aliviaré sus pe-nas».

–Mateo 13,18-23: El que escucha lapalabra y la entiende ése dará fruto. Ex-plicación de la parábola del sembrador.El reino de Dios comienza ya aquí abajocon las palabras sublimes, y al mismotiempo sencillas, de Cristo. La acogidaque se dé en el espíritu nos convertirán enciudadanos del Reino.

Jesús se plantea el problema de los fra-casos y de las resistencias que se oponena su mensaje: ceguera de los escribas, en-tusiasmo superficial de las masas, descon-fianza de los parientes, dureza de cora-zón, afición a las cosas del mundo, a lasriquezas, a los honores, al poder. Preten-de dar un sentido a esta incomprensión y

lo descubre en la oposición entre el traba-jo casi infructuoso del sembrador y la ricacosecha que se recogerá en el tiempooportuno. Jesús piensa en su misión difí-cil y la analiza a la luz del juicio que seacerca. Dificultades las tuvo Cristo y lasha tenido la Iglesia en toda su historia,pero también ubérrimos frutos de santi-dad. San Efrén comenta:

«¿Quién es capaz, Señor, de penetrar con sumente una sola de tus frases? Como el sedientoque bebe de la fuente, mucho más es lo que deja-mos que lo que tomamos. Porque la palabra delSeñor presenta muy diversos aspectos, según ladiversa capacidad de los que la estudian. El Señorpintó con multiplicidad de colores su palabra, paraque todo el que la estudie pueda ver en ella lo quemás le plazca. Escondió en su palabra variedad detesoros, para que cada uno de nosotros pudieraenriquecerse en cualquiera de los puntos que con-centrara su reflexión» (Comentario al Diatésaron1,18).

Sábado

Años impares–Éxodo 24,3-8: Alianza del Señor con

el pueblo de Israel. Este se ha obligado aobservar la ley de Dios, por eso se realizauna alianza con Él sellada con la sangrede un sacrificio. La Nueva Alianza estarásellada con la sangre del Hijo de Dios en-carnado, para el perdón de los pecados yse hace presente en la Eucaristía. Ya he-mos visto que la alianza de Israel con Diosse rompió muchas veces por la infideli-dad del pueblo elegido. Pero Dios, infi-nitamente misericordioso, siempre la re-anudó. Lo hemos expuesto con muchostextos patrísticos. como éste de Melitónde Sardes:

«La salvación del Señor y la realidad fueronprefiguradas en el pueblo judío, y las prescripcio-nes del Evangelio fueron preanunciadas por laley. De esta suerte, el pueblo era como el esbozode un plan, y la ley, la letra de una parábola; pero

16ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 95: Año litúrgico patrístico

96 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

el Evangelio es la explicación de la ley y su cum-plimiento y la Iglesia el lugar donde aquello serealiza. Lo que era figura era valioso antes de quese diera la realidad, y la parábola era maravillosaantes de que se diera la explicación. Es decir, elpueblo judío tenía un valor antes de que se esta-bleciera la Iglesia, y la ley era maravillosa antes deque resplandeciera la luz del Evangelio» (Núme-ros 4-10).

–El pacto es cantado por el Salmo 49,algunos de cuyos versículos forman elSalmo responsorial de hoy: «Ofrece a Diosun sacrificio de alabanza. Congregadme amis fieles que sellaron mi pacto con un sa-crificio». Nuestro Pacto ha sido selladocon el sacrificio de Cristo en la Cruz. Estoes reactualizado sacramentalmente en laEucaristía. En ella hemos de participar conmente y corazón y ser consecuentes conlo que esa participación exige.

Años pares–Jeremías 7,1-11: El templo no se pue-

de convertir en una cueva de bandidos.El profeta interpela a los peregrinos jun-to al templo, denunciando la hipocresíade sus compatriotas y vaticinando la rui-na del lugar santo. Los exhorta a practi-car una religión comprometida, interior ysincera, no sólo un culto externo, aunqueeste también sea necesario. San Jeróni-mo así lo explica:

«Si han de pasar el cielo y la tierra, sin dudaque pasará también todo lo terreno. Por consi-guiente, los lugares de la cruz y de la resurrecciónaprovecharán sólo a quienes llevan su cruz y re-sucitan con Cristo cada día, a los que se hacendignos de tan excelsa morada. Por el contrario,los que dicen: “el templo del Señor, el templo delSeñor” (Jer 7,4), oigan al Apóstol... Vosotros soistemplo de Dios y el Espíritu Santo mora en vo-sotros. La corte celeste está abierta lo mismo sise mira desde Jerusalén como si se mira desdeBretaña, pues el Reino de Dios está dentro devosotros (Lc 17,21)» (Carta 58,3, a Paulino pres-bítero).

–El Salmo 83 expone los deberes delsantuario del Señor: «¡Qué deseables son

tus moradas, Señor de los ejércitos!» Elalma del piadoso israelita se consume yanhela los atrios del Señor, su corazón ysu carne retozan por el Dios vivo... An-hela vivir en la Casa del Señor, alabándo-lo siempre y encontrar su gozo y su ale-gría y toda su fuerza en Dios y en su cul-to auténtico. Por eso prefiere el umbralde la Casa del Señor a vivir con los mal-vados, y vivir un día en los atrios del Se-ñor a mil en su propia casa.

El cristiano tiene muchos motivos parasuperar el fervor del piadoso israelita. Elantiguo templo de Jerusalén era sólo unsímbolo y signo de la presencia dinámicade Dios; pero el templo cristiano es lamorada del Dios vivo, ya que allí está Je-sucristo, realmente presente en la Euca-ristía. Allí se reactualiza sacramentalmen-te el sacrificio redentor del Calvario. Todoesto es mucho más que lo que significabael templo judío de Jerusalén.

–Mateo 13,24-30: Dejadlos crecer jun-tos hasta la siega. Manifiesta la pacienciade Dios que no quiere la muerte del peca-dor, sino que se convierta de su conductay que viva. Dice Clemente de Alejandría:

«Si decimos, como se admite universalmente,que todas las cosas necesarias y útiles para la vidanos vienen de Dios, no andaremos equivocados.En cuanto a la filosofía, ha sido dada a los griegoscomo su propio testamento, constituyendo un fun-damente para la filosofía cristiana, aunque los quela practican de entre los griegos se hagan volunta-riamente sordos a la verdad, ya porque menos-precian su expresión bárbara, ya también porqueson conscientes del peligro de muerte con que lasleyes civiles amenazan a los fieles.

«Porque igual que la filosofía bárbara, tambiénen la griega ha sido sembrada la cizaña (Mt 13,25)por aquel cuyo oficio es sembrar cizaña. Por estonacieron las herejías juntamente con el auténticotrigo, y entre ellos, los que predican el ateísmo yel hedonismo de Epicuro, y todo cuanto se hamezclado en la filosofía griega contrario a la rectarazón, son fruto bastardo de la parcela que Dioshabía dado a los griegos...» (Stromata 6,8,67).

Page 96: Año litúrgico patrístico

97

17ª Semana

DomingoEntrada: «Dios vive en su santa mora-

da; Dios, que prepara casa a los desvali-dos, da fuerza y poder a su pueblo» (Sal67,6-7.36). Dios nos recibe siempre ensu Casa: la iglesia catedral, parroquial,monástica. Le adoramos en su santa mo-rada, en la asamblea litúrgica.

Colecta (del Misal anterior, antes delGregoriano, ahora retocada con textos delVeronense): «¡Oh Dios!, protector de losque en ti esperan; sin ti nada es fuerte nisanto. Multiplica sobre nosotros los sig-nos de tu misericordia, para que, bajo tumano providente, de tal modo nos sirva-mos de los bienes pasajeros, que poda-mos adherirnos a los eternos».

Ofrendas (del Misal anterior, antes delGregoriano, retocada ahora con textos delGelasiano y del sacramentario de Bérga-mo): «Recibe, Señor, las ofrendas quepodemos presentar gracias a tu genero-sidad, para que estos santos misterios,donde tu Espíritu actúa eficazmente, san-tifiquen los días de nuestra vida y nos con-duzcan a las alegrías eternas».

Comunión: «Bendice, alma mía, al Se-ñor y no olvides sus beneficios» (Sal102,2); o bien: «Dichosos los miseri-

cordiosos, porque ellos alcanzarán mise-ricordia. Dichosos los limpios de cora-zón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,7-8).

Postcomunión (tomada del propio de losdominicos): «Hemos recibido, Señor, estesacramento, memorial perpetuo de la pa-sión de tu Hijo; concédenos que este donde su amor inefable nos aproveche parala salvación».

CICLO AParábola del tesoro escondido. Todo se

sacrifica a fin de conseguirlo. Nada su-pera a la Sabiduría que procede de Dios.San Pablo nos inculca el plan de Dios so-bre nosotros que no es otro que el amorque Dios nos tiene y quiere que reproduz-camos en nosotros la imagen de su Hijobien amado para compartir su gloria.

Sólo así es posible entrar en el Reino deDios y aquí en la tierra. Esto nos prepara,a su vez, para la santidad de vida y para laliberación y santificación consumada enla eternidad.

Dichosos los que por la oración y dis-ponibilidad humilde saben descubrir en eltiempo las posibilidades de la eternidadbienaventurada que nos ofrece el miste-rio de Cristo, revelación de la plenitud dela Sabiduría divina.

–1 Reyes 3,5.7-12: Pediste discerni-miento. Salomón es en la historia de lasalvación un símbolo típico de la exalta-ción de la sabiduría como actitud religio-sa, como don gratuito y como responsa-bilidad bienhechora entre los hombres.

El don del juicio a Salomón señala unmomento importante en la historia del mo-vimiento sapiencial de Israel. El carismaconsiste en una especial prerrogativa delsoberano para gobernar al pueblo con rec-titud, en el contexto no de una justiciahumana, sino en el de la elección de Is-

17ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 97: Año litúrgico patrístico

98 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

rael y de la fidelidad a la Alianza, es decir,en un sentido religioso y mesiánico. Estoes un carisma concedido de lo alto parabien del pueblo, un don del Espíritu queha aparecido en otros personajes comoMoisés y, sobre todo, aparecerá en el Rey-Mesías.

Las inevitables deficiencias de varios re-yes de Israel en el gobierno, en la admi-nistración de la justicia y en la fidelidad ala Alianza, conducirá a una espera cadavez más apremiante del futuro Rey ideal,el que sólo ejercerá plena y perfectamen-te la justicia, sueño de todos los hombres.Esto sucederá en el Nuevo Testamento,más aún será propio del Mesías «la justi-cia de Dios» (Jer 23,5): Cristo, más queSalomón (Mt 12,42).

–Unos versos del Salmo 118 nos ofre-cen materia de reflexión y meditación,como Salmo responsorial: «¡Cuánto amotu voluntad, Señor! Mi porción es el Se-ñor, he resuelto guardar tus palabras. Másestimo yo los preceptos del Señor quemiles de monedas de oro y plata. Que tuvoluntad me consuele, según la promesahecha a tu siervo; cuando me alcance tucompasión, viviré, y mis delicias será tuvoluntad. Yo amo tus mandatos, más queel oro purísimo; por eso aprecio tus de-cretos, y detesto el camino de la mentira.Tus preceptos son admirables, por eso losguarda mi alma; la explicación de tus pa-labras ilumina, da inteligencia a los igno-rantes».

–Romanos 8,28-30: Nos predestinó aser imagen de su Hijo. La sabiduría sal-vífica de Dios ha culminado su revela-ción en Cristo. Y nos ofrece el don dedescubrir en Él la Sabiduría divina quenos ilumina y santifica. Su Corazón es eldiseño perfecto que nos ha trazado el Pa-dre.

Es conocida la distinción evangélica de«llamados» y «elegidos» (Mt 22,14). Los

israelitas estaban todos llamados al Rei-no, pero no todos fueron elegidos, es de-cir, miembros efectivos del Reino de Dios.El Apóstol insiste aquí en el don inefablede la vocación divina, pero esto no ex-cluye la responsabilidad de la colabora-ción activa y total al don de Dios. Co-menta San Agustín:

«Me dirá alguno: Entonces no obramos noso-tros, sino que otro obra en nosotros. Le respondo:Es más acertado decir que obras tú y que otro obraen ti; y sólo obras bien cuando actúa en ti el que esbueno. El Espíritu de Dios que obra en ti, te ayudacuando obras tú. Su mismo apelativo de auxilia-dor te indica que también tú haces algo. Reconocelo que pides, reconoce lo que proclamas cuandodices: “sé mi auxiliador, no me abandones” (Sal26,9). Invocas ciertamente a Dios como auxilia-dor, pero nadie recibe ayuda si él nada hace. Quie-nes son movidos por el Espíritu de Dios, dice,esos son hijos de Dios; movidos no por la letra,sino por el Espíritu, no por la ley que ordena,amenaza y promete, sino por el Espíritu que ex-horta, ilumina y ayuda. “Sabemos, dice el Após-tol, que todo coopera para el bien de los que amana Dios” (Rom 8,28). Si tú no hicieres nada, él nosería tu colaborador» (Sermón 156,11).

–Mateo 13,44-52: Vende todo lo quetiene y compra el campo. La genuina sa-biduría evangélica consiste en la aperturahumilde y decidida a la gracia divina y alos dones salvíficos que el Padre nos ofre-ce amorosamente en Cristo y que trans-forman nuestras vidas. El anuncio del Rei-no de Dios es el punto principal del men-saje de Cristo (Mc 1,15) realidad o unasituación espiritual, en la cual el hombrereconoce, en espíritu de amor y de temorfilial, la soberanía o el primado absolutode Dios y cumple lo más perfectamenteposible su Voluntad (Mt 6,10). San Jeró-nimo explica:

«Este tesoro en el cual están ocultos todos lostesoros de la sabiduría y de la ciencia (Col 2,3), esel Verbo de Dios que parece escondido en la carnede Cristo, o bien las sagradas Escrituras en lasque está guardado el conocimiento del Salvador.Cuando alguien lo descubre en ellas, debe despre-ciar todas las ganancias de este mundo para po-

Page 98: Año litúrgico patrístico

99der poseer a aquel a quien ha encontrado. Lo quesigue: el hombre que lo encuentra, lo vuelve aesconder, no significa que lo hace por maldadsino por temor y como no quiere perder ese bien,esconde en su corazón el tesoro que ha preferidoa sus antiguas riquezas» (Comentario al Evange-lio de San Mateo 44).

«Las perlas finas que busca el mercader son laley y los profetas, el conocimiento del AntiguoTestamento. Pero hay una perla única, la más va-liosa: el conocimiento del Salvador, el misterio desu pasión, el secreto de su resurrección. Cuandoun mercader la encuentra, como el Apóstol Pablo,desprecia todos los misterios de la ley y de losprofetas y las antiguas observancias en las quevivía irreprochablemente; las considera como in-mundicias y basura, para ganar a Cristo (Flp 3,8).No es que el descubrimiento de la nueva perla seacondenación de las perlas antiguas, sino que encomparación con aquélla, todas las otras joyasson menos valiosas» (ib. 45,46).

CICLO BCon este domingo la liturgia comienza

a presentarnos un tema centralísimo en elcristianismo: la sagrada Eucaristía, segúnel capítulo sexto del Evangelio de SanJuan.

El discurso eucarístico de Cafarnaún de-sarrollado y meditado en estos domingos,nos irá actualizando las inmensas rique-zas del acontecimiento eucarístico, que,como ha expresado el Concilio VaticanoII en varios de sus documentos es «el cen-tro y culmen, raíz y fuente» de toda lavida de la Iglesia, de su propia actividady de la vida y autenticidad cristiana.

Necesitamos mucho insistir en todo loque es la Eucaristía en la vida cristiana yactuar en consecuencia en su triple as-pecto: Sacramento-Sacrificio; Sacramen-to-Presencia y Sacramento-Comunión,según expresión del Papa Juan Pablo IIen su primera encíclica Redemptor Ho-minis.

–2 Reyes 4,42-44: Comerán y sobrará.El Antiguo Testamento, aún con sus som-

bras, nos adelantó proféticamente las rea-lidades del Nuevo y proclamó la salva-ción definitiva en Cristo, Mesías y Profe-ta, en la plenitud de los tiempos.

Los prodigios que Dios obraba por me-dio de sus siervos los profetas tenían pormisión autentificar la palabra predicadapor ellos, de modo que el pueblo tuviesegarantía de su origen divino.

Dios sigue obrando en su Iglesia mara-villas. Hemos de reconocerlo y utilizarlopara profundizar más y más en la fe yhacer que los demás crean en el mensajedivino. Pero esto será difícil si nuestravida no se conforma con ese mensaje, noobstante los prodigios que Dios hace cons-tantemente en medio de nosotros.

–El Salmo 144 nos ofrece unos textosde meditación relacionados con la lecturaanterior: «Abres tú la mano, Señor y sa-cias de favores a todo viviente. Los ojosde todos están fijos en el Señor y Él lesda la comida a su tiempo... Está cerca delos que lo invocan sinceramente». El Se-ñor es fiel y providente, levanta a los quecaen y suministra a las criaturas lo nece-sario para vivir.

–Efesios 4,1-6: Un solo cuerpo, una fe,un solo bautismo. En el Corazón de Cris-to se consuma el designio de unidad entretodos los hombres. Un único Padre quenos ama en su único Hijo y que nos hacea todos participar en su único Espíritu.

En la Iglesia no debe existir ningún ele-mento discriminatorio ni en los que vie-nen del judaísmo, ni en los que vienen dela gentilidad. Lo que todos han de haceres poner su esperanza en la salvación a lacual todos han sido llamados por Dios.Sobre la unidad, exhorta San Cipriano:

«El que abandona esta cátedra de Pedro, sobrela cual está fundada la Iglesia, ¿puede creer queestá todavía en la Iglesia? El que se rebela contrala Iglesia y se opone a ella, ¿puede pensar queestá en ella? El mismo Apóstol Pablo enseña idén-

17ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 99: Año litúrgico patrístico

100 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

tica doctrina declarando el misterio de la unidadcon estas palabras: “un solo cuerpo y un soloespíritu, una sola esperanza en vuestra vocación”(Ef 4,4)... Esta unidad hemos de mantener y vin-dicar particularmente aquellos que estamos al fren-te de la Iglesia como obispos, mostrando con elloque el mismo episcopado es uno e indiviso.

«Nadie engañe a los hermanos con falsedades;nadie corrompa la verdad de nuestra fe con des-leal prevaricación: el episcopado es uno y cadauno de los que lo ostentan tienen una parte de untodo sólido. La Iglesia es una, aunque al crecerpor su fecundidad se extienda hasta formar unapluralidad. El sol tiene muchos rayos, pero su luzes una; muchas son las ramas de un árbol, perouno es el tronco, bien fundado sobre sólidas raí-ces; muchos son los arroyos que fluyen de la fuente,pero aunque la abundancia del caudal parezca di-fundirse en pluralidad, se mantiene la unidad en elorigen» (Sobre la unidad de la Iglesia,4-7).

–Juan 6,1-15: Repartió a los que esta-ban sentados todo lo que quisieron. Deeste hecho histórico procedió el llamadosermón eucarístico de Cafarnaún. El «he-cho eucarístico» es, en la Iglesia, la ver-dadera multiplicación del Pan de vida (Jn6,35-48), que nos alimenta para la unidadcon la propia vida de Cristo, el hijo deDios vivo.

De este milagro, ampliamente comen-tado por los Santos Padres, se deducenmuchas consecuencias: debemos servir atodos en su totalidad existencial, en lo quepertenece a su alma y a su cuerpo, a susproblemas temporales y eternos. Hemosde actuar evangélicamente con sentidopreciso de las necesidades de este mundo,como toda la historia de la Iglesia nos lomuestra desde los tiempos apostólicos, enlos que «todos tenían un solo corazón yuna sola alma». Comenta San Agustín:

«Gran milagro es hartar con cinco panes y dospeces a cinco mil hombres y aún sobrar docecanastos. Gran milagro, a fe; pero el hecho no estan de admirar si pensamos en el Hacedor. Quienmultiplicó los panes entre las manos de los re-partidores, ¿no multiplica las semillas que germi-nan en la tierra y de unos granos llena los trojes?

Pero como este portento se renueva todos losaños a nadie le sorprende... Al hacer estas cosashablaba el Señor a los entendimientos no tantocon palabras como por medio de sus obras» (Ser-món 130).

El relato evangélico de la multiplicaciónde los panes y de los peces tiene, en sucontexto y en la intención pedagógica delMaestro, un fuerte trasfondo mesiánico-eucarístico. Jesús intenta poner en evi-dencia sus poderes teándricos y su Seño-río mesiánico trascendente para promo-ver la fe. Trata de disponer las inteligen-cias al anuncio eucarístico-pascual. Aunliterariamente, el relato histórico del acon-tecimiento es consignado por los cuatroevangelistas con módulos y lenguaje litúr-gicos, que reflejan la tradición eucarísticaya existente en las primitivas comunida-des (1 Cor 11,17s.). Iluminados por la Pa-labra de Dios y vivificados con su Euca-ristía testifiquemos en nuestra vida coti-diana nuestra identidad evangélica entretodos los hombres, si no queremos frus-trar todo lo que Dios ha obrado en noso-tros por su liturgia eucarística plenamen-te vivida.

CICLO CSe nos exponen vivamente en la prime-

ra y tercera lecturas la fuerza de la ora-ción. Así lo muestra el diálogo de Abraháncon Dios y la parábola del amigo inopor-tuno. San Pablo nos recuerda que, porobra del bautismo, hemos muerto y resu-citado con Él. Por su sacrificio en la cruzCristo nos ha merecido el perdón de lospecados y nos ha hecho compartir su vi-da.

Para la existencia cristiana la oración noes un adorno convencional, sino una ne-cesidad profunda y el primer signo de unavida real de fe, esperanza y caridad. Laoración dialogante con el Padre, en Cris-

Page 100: Año litúrgico patrístico

101

to, por el Espíritu Santo, es siempre lavivencia más espontánea de la fe cristia-na, un ejercicio de la virtud de la esperan-za y el primer acto de la caridad.

–Génesis 18,2-32: No se enfade mi se-ñor si sigo hablando. Como Padre de loscreyentes, Abrahán aparece también en lahistoria de la salvación como criaturaabierta al coloquio con Dios y en actitudmediadora.

Todo es impresionante en este diálogo,pero de modo especial la condescenden-cia y la misericordia de Dios. Se acomo-dó a lo que Abrahán le pide. Fue lástimaque Abrahán no descendiera más. Se que-dó en diez justos. No los había. Pero, ¿ysi hubiera pedido dos o un justo? Posi-blemente Dios hubiera accedido. Hay pa-sajes escriturísticos que lo sugieren. An-tes el pecado de uno bastaba para el casti-go de muchos. Ahora la justicia e inocen-cia de pocos es suficiente para atraer lamisericordia divina. Más aún la de unosolo (Jer 5,1). San Agustín enseña:

«No seamos prontos para las disputas y pere-zosos y tardos para las oraciones. Oremos, mismuy amados hermanos, oremos para que Dios désu gracia a nuestros enemigos y, sobre todo, anuestros hermanos y a los que nos aman, paracomprender y confesar que, después de la tre-menda e inefable ruina por la que todos en unocaímos, nadie puede ser libre sino por la gracia deDios, y que ésta no se da como debida a los méri-tos de los que la reciben, sino como verdaderagracia, gratuitamente, sin mérito alguno preceden-te» (Del don de la perseverancia 24,66).

–Como Salmo responsorial se han es-cogido algunos versos del Salmo 137:«Cuando te invoqué, Señor, me escuchas-te... El Señor se fija en el humilde... con-serva la vida en los peligros... su derechanos salva... completará sus favores, por-que su misericordia es eterna y no aban-dona la obra de sus manos».

–Colosenses 2,12-14: Os dio vida enCristo, perdonándoles todos los pecados.

Por el bautismo se nos ha dado la exis-tencia cristiana, con el derecho filial a laoración, a la amistad y al diálogo de inti-midad con el Padre. Se trata ahora, en lapráctica reflejar que estas dos realidades,bautismo y fe son indisolubles: el bautis-mo sin fe nos une al misterio de Cristo; lafe sin bautismo es una realidad incom-pleta. Dice San Ambrosio:

«Es evidente que, en el que es bautizado, estácrucificado el Hijo de Dios, porque nuestra carneno podía estar libre de pecado si no estuviera cru-cificada en Cristo Jesús (Rom 6,3 y 6,5-6), y alos Colosenses: sepultados con Él en el bautis-mo... (Col 2,14), porque Él solo puede perdonarnuestros pecados. Él es quien triunfa en nosotrosde los principados y de las potestades (Col 2,15)»(Tratado de la Penitencia 2,2,9).

–Lucas 11,1-13: Pedid y se os dará. ElCorazón de Cristo Jesús, el Hijo muyamado del Padre, nos reveló la Paterni-dad entrañable de Dios. Nos ha hecho par-ticipar de su propia filiación divina (Gál4,4) y nos ha enseñado el secreto de laverdadera oración. San Ambrosio expli-ca:

«Este es el pasaje del que se desprende el pre-cepto de que hemos de orar en cada momento, nosólo de Día, sino también de noche; en efecto, vesque éste que a media noche va a pedir tres panes asu amigo y persevera en la demanda instan-temente, no es defraudado en lo que pide. Pero,¿qué significan estos tres panes? ¿acaso no sonuna figura del alimento celestial?; y es que, siamas al Señor, tu Dios, conseguirás, sin duda, loque pides, no sólo en provecho tuyo, sino tam-bién en favor de los demás. Pues, ¿quién puedeser más amigo nuestro que Aquel que entregó sucuerpo por nosotros?» (Tratado sobre el Evan-gelio de San Lucas 87).

Lunes

Años impares–Éxodo 32,15-24.30-34: El pecado de

idolatría del pueblo. El becerro de oro.Dos concepciones de religión: una falsa y

17ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 101: Año litúrgico patrístico

102 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

otra verdadera. Una que adora a las cria-turas, llamemos ídolos, honores, rique-zas, prestigio, fama...; y otra que adoraal verdadero Dios en Jesucristo, que nosdejó el culto al que hemos de dedicarnoscon la reactualización sacramental de susacrificio redentor en la celebración de laEucaristía, en los demás sacramentos ysacramentales, todo dirigido por su Igle-sia santa.

Al final de esa lectura Moisés intercedepor su pueblo prevaricador. Comenta SanAgustín:

«El pueblo de Dios, después de haber vistotantos prodigios y milagros..., no obstante todoesto, pidió un ídolo, lo exigió, lo hizo, lo adoró yle ofreció sacrificios. Indica Dios a su siervo lohecho por el pueblo y promete hacerlo desapare-cer delante de sus ojos. Intercede Moisés... ; seadhiere a los pecadores y pide por ellos. ¿Y cómopide? ¡Gran prueba de amor, hermanos! ¿Cómopide? Ved aquella prueba de amor materno del quehemos hablado con frecuencia.

«Cuando Dios amenazaba al pueblo sacrílego,se estremecieron las piadosas entrañas de Moisésy se puso en su lugar ante la ira de Dios: “Señor,dijo, si le perdonas el pecado, perdónaselo; de locontrario bórrame del libro que has escrito”(Ex,32,31-32). ¡Con qué entrañas a la vez pater-nales y maternales, con cuánta seguridad dijo esto,confiando en la justicia y misericordia de Dios!.Para que siendo justo no perdiera al justo, y sien-do misericordioso perdonara a los pecadores»(Sermón 88).

–El Salmo 105 nos ofrece materia parameditar y reflexionar aún más sobre elcontenido de la lectura anterior: «Dad gra-cias al Señor, porque es bueno... En Horebse hicieron un becerro, adoraron un ídolode fundición, cambiaron su gloria por untoro que come hierba. Se olvidaron deDios, su Salvador... Dios hablaba ya deaniquilarlos, pero intercedió Moisés...» ElSalmo es un poema histórico que sinteti-za la historia de Israel. Nosotros tenemosmucho que aprender de él. También noshacemos con frecuencia ídolos de fundi-ción: el poder, las riquezas, los honores,

la fama..., y miles de manifestaciones delamor propio. Pero Dios, siempre miseri-cordioso, nos aguarda, espera la hora dela conversión, del arrepentimiento, comoel Padre esperaba al hijo pródigo de lareina de las parábolas. Donde abundó eldelito, sobreabundó la gracia, nos enseñaSan Pablo.

Años pares–Jeremías 13,1-11: El pueblo será como

ese cinturón que ya no sirve para nada.Con un gesto profético, Jeremías da a en-tender que Dios rechazará a Judá y a Je-rusalén, puesto que su pueblo se ha apar-tado de Él.

La imagen del cinturón es elocuente.Yahvé ha hecho de Israel algo entraña-blemente suyo, y este pueblo vive de laintimidad misma que Dios le propone. Encuanto Israel rompe sus compromisos consu Señor, pierde automáticamente su ra-zón de ser, como el cinturón de cuero ex-puesto a la humedad. Así nos sucede tam-bién a nosotros. Nuestra filiación divinanos hace mucho más cercanos a Dios queel antiguo Israel, nos hizo el Señor másentrañablemente suyos; el pecado nosconvierte en cinturón inservible. Despo-seído de la gracia, por la que participa-mos en la propia naturaleza divina, cohe-rederos con Cristo de su gloria..., todo loperdimos.

Pero hemos de reaccionar vigorosamen-te contra esa situación tan calamitosa yarrepentirnos de nuestros pecados. El Se-ñor siempre nos aguarda con gran mise-ricordia.

–Lo mismo sigue en el canto respon-sorial, tomado del Deuteronomio 32:«Despreciaste a la Roca que te engendró...olvidaste a Dios. Lo vio el Señor e, irrita-do, rechazó a sus hijos e hijas... Son unageneración depravada... Se han hecho undios ilusorio... Idolos vacíos». ¡Cuántas

Page 102: Año litúrgico patrístico

103

veces podría dirigirnos el Señor esas mis-mas quejas. Siempre que pecamos nos po-nemos en las mismas circunstancias queIsrael. Dice San Agustín:

«Todo lo que quieres y deseas es bueno. Noquieres tener una bestia mala, un siervo malo, unvestido malo, una villa mala, una casa mala... Todolo quieres bueno, pues sé tú también bueno quetodo lo quieres bueno. ¿Dónde has tropezado, paraque entre todas las cosas buenas que quieres, sólotú quieres ser malo» (Sermón 297).

–Mateo 13,31-35: El grano de mostazase hace arbusto... Así el Reino de los cie-los, pequeño al principio y luego esplen-doroso. San Juan Crisóstomo comentaesta parábola:

«¿Quiénes, pues, y cuántos serán los que crean?A fin de quitarles este temor, incítalos a la fe pormedio de esta parábola del grano de mostaza y leshace ver que, de todos modos, se propagaría lapredicación del Evangelio. De ahí que les pongadelante la imagen de una legumbre muy propiapara el objeto que el Señor se proponía... Quiso elSeñor dar una prueba de su grandeza, pues asíexactamente sucederá con la predicación del Rei-no de Dios. Y, a la verdad, los más débiles, losmás pequeños entre los hombres, eran los discí-pulos del Señor; mas como había entre ellos unafuerza grande, desplegóse ésta y se difundió portodo el mundo» (Homilía 46,2 sobre San Mateo).

Martes

Años impares–Éxodo 33,7-11; 34,5-9.28: Moisés ha-

bla con el Señor cara a cara. En mediode las tiendas del pueblo se halla la Tien-da del Encuentro, en que reside la gloriade Dios, y en donde Moisés reside inter-cede en favor de su pueblo. Esta presen-cia de Dios en medio de su pueblo se ve-rificará en plenitud en la Encarnación,cuando la Palabra hecha carne establezcasu tienda entre los hombres.

A raíz del incidente del becerro de oro,vino a producirse una ruptura entre Diosy su pueblo. Ruptura que Moisés simbo-

liza en su mismo comportamiento. Estaruptura entre el pueblo y Moisés sirve deocasión para describir la vida mística delPatriarca. San Gregorio de Nisa lo expli-ca así:

«Hemos descrito la vida de Moisés como unejemplar de perfección, por el que pueden dibu-jarse los rasgos de esta belleza manifestada en unhombre. Que Moisés alcanzó la perfección posi-ble al hombre, se manifiesta en el testimonio de lavoz divina: “has hallado, dice, gracia a mis ojos yte conozco por tu nombre” (Ex 33,17). Además élfue llamado “amigo de Dios” (Ex 13,11) por Diosmismo. Y queriendo Dios, airarse por los peca-dos de su pueblo, perderlos a todos, Moisés pre-fiere morir con el pueblo a vivir sin el pueblo, yDios, obrando como amigo, se aplacó (Ex 3211-14). Todo lo cual manifiesta que Moisés llega a lacumbre de la perfección humana» (Libro de lavida de Moisés).

–Con el Salmo 102 decimos: «El Señores compasivo y misericordioso, hace jus-ticia, defiende a los oprimidos, enseñó suscaminos a Moisés..., lento a la ira, rico enclemencia, no acusa siempre ni guardarencor perpetuo, no nos trata como me-recen nuestros pecados, ni nos paga se-gún nuestras culpas..., siente el Señor ter-nura por su fieles».

Es un canto maravilloso al amor deDios. La santidad de Dios es, ante todo,la trascendencia, por la cual Dios es to-talmente distinto de los hombres. Es elTodo Otro. Mas el Dios infinitamentegrande se inclina como un Padre sobresus hijos. A todos quiere, a todos deseasalvar, mas ¿qué hace el hombre?

Años pares–Jeremías 14,17-22: Recuerda, Señor

y no rompas tu alianza con nosotros. Elprofeta Jeremías describe el inmenso de-sastre que se ha abatido sobre el pueblo.Éste hace penitencia. Esta confesión co-lectiva de los pecados atrae la misericor-dia de Dios. Esa confesión es una mani-festación de gran fe, por la cual se expre-

17ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 103: Año litúrgico patrístico

104 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

sa que la bondad de Dios es inmensamentemayor que los pecados de los hombres.Así se han expresado generalmente losSantos Padres, como San Jerónimo:

«No dudéis del perdón, pues, por grandes quesean vuestras culpas, la magnitud de la misericor-dia divina perdonará, sin duda, la enormidad devuestros muchos pecados» (Comentario sobreel profeta Joel).

Y San Gregorio Magno:«Consideramos cuán grandes son las entrañas

de su misericordia, que no sólo nos perdona nues-tras culpas, sino que nos promete el reino celestiala los que se arrepientan después de ellas» (Homi-lía 19 sobre los Evangelios).

–Sigue el clamor penitencial en el Sal-mo 78: «Líbranos, Señor, por el honorde tu nombre... Líbranos de nuestros pe-cados... salva a los condenados a muer-te..., nosotros, ovejas de tu rebaño..»

La Iglesia sabe que el pecado es la cau-sa de inmensas ruinas espirituales y ma-teriales (Gaudium et spes 13). El pecadoprofana el templo espiritual de las almas,donde mora el Espíritu Santo; por el pe-cado Cristo derramó su propia sangre.Tengamos presente lo que dice San Pabloen la Carta a los Romanos 2,24: «que elnombre de Dios no sea blasfemado entrelos paganos por vuestra culpa». La Igle-sia sufre por la descristianización de lospueblos en los que se ha sembrado abun-dantemente la semilla evangélica.

–Mateo 13,36-43: La cizaña arranca-da y quemada simboliza el fin del tiem-po. Cristo da a conocer que en el estadoactual del Reino una lucha constante en-frentará al Hijo del hombre con el Malig-no, pero al final vencerá y los justos bri-llarán como el sol. Comenta San Agustín:

«Ved lo que preferimos ser en su campo; consi-derad cuáles nos hallará la siega. El campo que esel mundo, es la Iglesia, difundida por el mundo.Quien es trigo persevere hasta la siega; los queson cizañas, háganse trigo. Porque entre los hom-bres y las espigas de verdad o la cizaña real hay

esta diferencia: cuando nos referimos a la agricul-tura, la espiga es espiga y la cizaña. Pero en elcampo del Señor, esto es, la Iglesia, a veces lo queera trigo se hace cizaña y lo que era cizaña seconvierte en trigo y nadie sabe lo que será maña-na...

«Escuchad, carísimos granos de Cristo; escu-chad carísimas espigas de Cristo; escuchadcarísima mies de Cristo; reflexionad sobre voso-tros mismos, mirad a vuestra conciencia, interro-gad a vuestra fe, preguntad a vuestra caridad, des-pertad vuestra conciencia y si os reconocéis miesde Cristo, traed a vuestra mente: “quien perseverarehasta el fin, ése será salvo” (Mt 10,22). Peroquien al escudriñar su conciencia, se encontrareentre la cizaña, no tema cambiarse. Todavía nohay orden de cortar; aún no llegó la siega; no seashoy lo que eras ayer; o no seas mañana lo que ereshoy» (Sermón 73, A,1-2).

Miércoles

Años impares–Éxodo 34,29-35: Al ver el rostro ilu-

minado de Moisés no se atrevieron a acer-carse a él. San Pablo alude a esto en sucarta segunda a los Corintios 3,18: en lanueva Alianza, los discípulos reflejancomo en un espejo la gloria del transfor-mado en su misma imagen. Moisés apa-rece como un hombre de Dios, capaz deun acercamiento especial con Yavé y sumisterio y sembrando con ello su misiónde mediador. Comenta San Juan Crisós-tomo:

«El cristiano, purificado por el Espíritu Santoen el sacramento de la regeneración es transfor-mado, según la expresión del Apóstol, en imagendel mismo Jesucristo. No solamente contemplala gloria del Señor, sino que toma para sí mismoalgunos rasgos de esta gloria divina... El almaregenerada por el Espíritu Santo recibe y difundea su alrededor el resplandor de la gloria celesteque le ha sido comunicado» (Homilía sobre 2Cor,7).

–Rezamos con el Salmo 98: «Santoeres, Señor, Dios nuestro... Moisés yAarón, con sus sacerdotes, Samuel con

Page 104: Año litúrgico patrístico

105

los que invocan su nombre, invocaban alSeñor y Él respondía. Dios les hablabadesde la columna de nube, oyeron susmandatos y la ley que les dio».

Ciertamente, Moisés, Aarón y Samuelfueron tres grandes siervos de Dios quetuvieron con Él una gran intimidad; peroel cristiano tiene un privilegio mayor y esque puede conocer a Dios trascendenteen la Persona de Cristo, como dice SanJuan: «A Dios nadie le vió jamás, Diosunigénito que está en el seno del Padre,Ése lo ha dado a conocer» (Jn 1,18).

Años pares–Jeremías 15,10.16-21: ¿Por qué se ha

vuelto crónica mi llaga? Si vuelves,esta-rás en mi presencia. Jeremías manifiestasu gran amargura y sufrimiento, por lascontradicciones que tiene que soportar.Dios lo consuela y responde a sus plega-rias prometiéndole una gran fuerza paracontinuar su misión profética.

Poner fin a la duda negando a Dios orompiendo los compromisos contraídoscon Él no es digno del misterio de Dios.Es menester permanecer firmes en las no-ches oscuras del sentido y del espíritu yver venir la luz, tener confianza en Diosy esperar que la solución vendrá sin dudaalguna. Estar en vela como aquellos cen-tinelas de que trata el profeta Isaías.

–Un canto que inspira confianza es elSalmo 58 y de él se han escogidos algu-nos versos como Salmo responsorial:«Dios es mi refugio en el peligro... líbra-me de mi enemigo, protégeme de misagresores, líbrame de los malhechores yde los hombres sanguinarios.. Porque Tú,oh Dios, eres mi Alcázar». La verdaderafelicidad del hombre sólo se encuentra enla fidelidad a Dios, que es Padre amoro-so. Apartarse de Él, equivale a ir al dolor,a la angustia, a la muerte. Con Él tene-

mos seguridad en medio de los muchospeligros en que podemos encontrarnos y,de hecho, nos encontramos. Nada másdoloroso que la pasión de Cristo, pero Élresucitó y está sentado a la derecha delPadre. A sus discípulos no les faltarán su-frimientos, pero del mismo modo tambiénpara ellos vendrán la gloria, la luz esplen-dorosa y el triunfo.

–Mateo 13,44-45: Vende todo lo que tie-ne y compra el campo. Son dos parábolascasi idénticas: perla y tesoro. Al hallar esoel buen mercader vende todo lo que tienepara comprar algo de mucho más valor.San Hilario de Poitiers escribe:

«Con la parábola del tesoro en el campo, Élmuestra las riquezas de nuestra esperanza puestaen Él. Efectivamente, Dios ha sido encontrado enun hombre; para comprarlo deben ser vendidastodas las riquezas de este mundo. Así adquirire-mos las riquezas eternas, el tesoro celestial, dandovestido, comida y bebida a quienes de ello tengannecesidad. Mas es necesario observar que el teso-ro se ha encontrado escondido... El tesoro ha esta-do escondido porque debía ser comprado tambiénel campo. En efecto, con el tesoro en el campo,como hemos dicho, se entiende Cristo encarnado,que se encuentra gratuitamente. La enseñanza delos Evangelios es de suyo completa. Pero no hayotro modo de utilizar y poseer este tesoro con elcampo si no es pagando, ya que no se poseen lasriquezas celestiales sin sacrificar el mundo» (Co-mentario al Evangelio de San Mateo 13,7).

San Agustín dice que la piedra preciosaes la caridad:

«También vuestra sociedad es un negocio decosas espirituales, para ser semejante a los mer-caderes que buscan la piedra preciosa. Esta no esotra que la caridad, que será derramada en vues-tros corazones por el Espíritu Santo que os serádado» (Sermón 212,1).

Jueves

Años impares–Éxodo 40,14-19.32-36: La gloria de

Dios en el santuario. Una nube cubría la

17ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 105: Año litúrgico patrístico

106 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

tienda levantada por Moisés, según lasórdenes de Dios. En la Nueva Alianza elverdadero templo de Dios es Cristo.

El tabernáculo, el arca y el sacerdocioaseguran al pueblo la presencia de Dios.No se trata, sin embargo, de una presen-cia automática. Se percataban de que Yavésólo está presente donde reinan la fideli-dad y la conversión y, sobre todo, conlos que son «pobres de Yahvé», como apa-rece en los capítulos 56, 57, 60, 63 y 66de Isaías.

La Biblia y la Tradición cristiana sonunánimes en encarecer la eficacia santifi-cadora del ejercicio de la presencia deDios: «anda en mi presencia y sé perfec-to», dice Dios a Abrahán (Gén 17,1).Quien está plenamente convencido de queDios le está mirando, se esforzará en evi-tar todo lo que pueda ofenderle y procu-rará estar recogido y hacer todo comocorresponde a un hijo de Dios. San Co-lumbano explica:

«Dios está en todas partes, es inmenso y estácerca de todos, según atestigua Él mismo: “Yosoy un Dios cercano, no lejano”. El Dios quebuscamos no está lejos de nosotros, ya que estádentro de nosotros, si somos dignos de esapresencia» (Instrucciones sobre la fe,1).

Para San Ignacio de Antioquía:«Nada hay escondido para el Señor, sino que

aún nuestros secretos más íntimos no escapan asu presencia. Obremos, pues, siempre conscien-tes de que Él habita en nosotros, para que seamostemplos suyos y Él sea nuestro Dios en noso-tros, tal como es en realidad y tal como semanifiestará ante nuestra faz; por esto tenemosmotivos más que suficientes para amarlo» (Car-ta a los Efesios).

–Lógicamente se han escogido algunosversos del Salmo 83 para Salmo respon-sorial: «¡Qué deseables son tus moradas,Señor de los Ejércitos! Mi alma anhela losatrios del Señor... Dichosos los que vivenen tu casa alabándote siempre... Vale más

un día en tus atrios que mil en mi casa...»Esto es más cierto en las iglesias cristia-nas, donde se tiene a Cristo realmente pre-sente en la sagrada Eucaristía. Este Sal-mo expresa la alegría y el abandono enDios del que vive en su gracia. Expresatambién la felicidad de pertenecer a la Igle-sia y poder gozar en las celebraciones li-túrgicas los beneficios del amor de Cris-to. Los que anhelan la perfección espiri-tual y la unión con Dios encuentran aquí,en este Salmo, la plegaria que mejor cua-dra a sus aspiraciones.

Años pares–Jeremías 18,1-6: Como el barro en

manos del alfarero. Soberanía total de Diossobre el pueblo de Israel y todo el mun-do. San Pablo también usa esa imagen dela elección. Este tema subraya la iniciati-va de Dios en su designio sobre el hom-bre. Todo esto se conjuga con la propialibertad del hombre que el mismo Dios leha otorgado. Dios quiere que el hombrecorresponda, por voluntad propia, poramor, a los designios de amor por partede Dios. Esto se corresponde mejor conla visión de Cristo en la Cruz, donde sepatentiza el supremo amor de Dios y lalibertad del hombre. Cristo en la Cruz orópor sus verdugos.

–La lectura anterior nos ofrece una to-tal confianza en manos de Dios, abando-no en su divina providencia, aunque no-sotros tengamos el deber de hacer todolo que podamos por nuestra parte. Poreso decimos en el Salmo 145: «Dichosoa quien auxilia el Dios de Jacob... Alaba,alma mía, al Señor: alabaré al Señor mien-tras viva, tañeré para mi Dios mientrasexista. No confiéis en los príncipes, se-res de polvo que no pueden salvar; exha-lan el espíritu y vuelven al polvo, ese díaperecen sus planes. Dichoso a quien auxi-lia el Dios de Jacob, el que espera en el

Page 106: Año litúrgico patrístico

107

Señor su Dios, que hizo el cielo y la tie-rra, el mar y cuanto hay en él».

–Mateo 13,47-55: Selección de los pe-ces buenos y abandono de los malos. Esuna descripción del juicio final como laque hace San Jerónimo:

«Una vez cumplida la profecía de Jeremías quedice : “He aquí que os envío a muchos pescado-res”. Andrés, Santiago y Juan, hijos del Zebedeooyeron estas palabras: “seguidme y os haré pes-cadores de hombres” (Mt 4,19), entretejieron to-mando del Antiguo y Nuevo Testamento la red delas doctrinas evangélicas y la arrojaron al mar deeste siglo. Hasta el día de hoy está tendida enmedio de las olas y recoge todo lo que cae deestos abismos salados y amargos, es decir, hom-bres buenos y malos, peces mejores y peores.Cuando llegue la consumación y el fin del mundo,como Él mismo lo explica más claramente a con-tinuación, la red será sacada a la orilla; entoncesse mostrará el juicio verdadero, la selección de lospescados. Como en un puerto muy tranquilo, losbuenos serán puestos en los recipientes de lasmansiones celestiales. Pero el fuego de la gehennarecibirá a los malos para quemarlos y calcinarlos»(Comentario al Evangelio de Mateo 13, 47-49).

Viernes

Años impares–Levítico 23,1.4-11.15-16.27.34-37:

Asambleas litúrgicas en las solemnidadesdel Señor. Entre los judíos se encuentranestas solemnidades litúrgicas: Pascua y losAzimos, Pentecostés, Día de Expiación yFiesta de la Tiendas.

Las fiestas para los israelitas tienen unsentido muy preciso que supera su ori-gen. No se trata ya de una sumisión delhombre a la naturaleza, sino de su comu-nión con Dios en la realización de unahistoria de salvación. Las fiestas judíasconmemoran las principales etapas de estacolaboración de la libertad de Dios con ladel hombre en la construcción del mundoy en la orientación de su historia.

Con todo, esto no llegó a su plenitudsino con Jesucristo: Él es nuestra Pas-cua, nuestro Pan ázimo, nuestra NuevaAlianza, nuestra promesa de felicidad.Todas las fiestas cristianas son esencial-mente los misterios de Cristoreactualizados sacra-mentalmente, pormedio de los cuales nos ponemos en con-tacto con su Persona y recibimos su gra-cia para unirnos más a Él en el amor. Siesto desaparece la fiesta carece de senti-do.

–Otra vez nos encontramos con el Sal-mo 80 para reflexionar sobre la lecturaanterior. Esto indica la solemnidad conque comienza este himno, invitando a unaalegría extraordinaria, acompañada contoda clase de instrumentos músicos, pan-deros, cítaras, arpas, trompetas... «Acla-mad a Dios nuestra fuerza... Acompañad,tocad los panderos, las cítaras templadasy las arpas; tocad la trompeta por la lunanueva, por la luna llena que es nuestra fies-ta, porque es una ley en Israel, un pre-cepto del Dios de Jacob, una norma esta-blecida para José al salir de la tierra deEgipto...» Todo esto tiene un gran senti-do religioso, porque las fiestas litúrgicashan de ser una fuente de alegría, y unaafirmación rotunda de la soberanía deDios, el Dios único. Celebramos el com-portamiento bienhechor y salvífico deDios para con el hombre y que Él es elúnico que puede exigir el tributo de reve-rencia y sumisión del hombre.

Años pares–Jeremías 26,1-9: El pueblo se juntó

en el templo del Señor. Nueva exhorta-ción de Jeremías para que el pueblo semantenga fiel a la ley de Dios, de lo con-trario le vendrá la ruina y desolación. Estaexhortación le acarrea la incomprensióny el castigo por parte de los hombres queno quieren salir de su pecado y tener es-

17ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 107: Año litúrgico patrístico

108 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

píritu para un culto de mente y corazón,interior y comprometido. Pero todo esoconduce al ateísmo, como lo indicó Pa-blo VI: «la secularización es un terrenofértil para el ateísmo» (19-III-1971). LaConstitución conciliar Sacrosanctum Con-cilium subraya más de diez veces el ca-rácter sagrado de la liturgia y afirma que«es acción sagrada por excelencia».

–Mateo 13,54-58: ¿De dónde le vienea Cristo toda su doctrina? Es la preguntaque se hacían sus paisanos. Su doctrina ysu autoridad hizo estallar de admiracióna sus paisanos, pero era una admiraciónde escándalo. Conocían a sus familiares ysabían que el Mesías nadie sabría de dón-de venía. Pero, por sus hechos y doctrinapodían deducir que un mero hombre nopodía hacerlos. Comenta San Jerónimo:

«Observa la necedad de los nazarenos: se pre-guntan asombrados de dónde le viene la sabiduríaa la Sabiduría y de dónde el poder al Poder. Elerror es evidente; pensaban que era el hijo delcarpintero... El error de los judíos es nuestra sal-vación y la condenación de los herejes. Hasta talpunto veían en Jesucristo el hombre que pensa-ban que era hijo de un carpintero. ¿Te asombrasde que se equivoquen con respecto a sus herma-nos cuando se equivocan con respecto al padre?

«La envidia hacia un conciudadano es casi na-tural. No consideran las obras actuales del hom-bre, sino que recuerdan la debilidad de su infan-cia, como si ellos mismos no hubieran alcanzadola edad madura por esas mismas etapas. No allímuchos milagros a causa de su incredulidad. Noporque no pudiera hacer muchos milagros tam-bién para estos incrédulos, sino para no conde-nar, haciendo muchos, a sus conciudadanos in-crédulos.

«Asimismo puede entenderse de otra maneraque Jesús haya sido despreciado en su casa y ensu patria, es decir, en el pueblo judío. Por esohizo allí pocos milagros, para que no fueran to-talmente inexcusables. Pero cada día hace signosmás grandes entre los gentiles por medio de susapóstoles, no tanto sanando los cuerpos comosalvando las almas» (Comentario al Evangeliode Mateo 13,53-58).

Sábado

Años impares–Levítico 25,1.8-17: Año jubilar. Cada

cincuenta años hay que celebrar un jubi-leo a las deudas. Jesús, comentando unapágina del profeta Isaías en la sinagogade Nazaret, proclamará el año de graciadel Señor, que traerá el perdón de los pe-cados (Lc 4,21). Será un año jubilar espi-ritual. Cristo enfoca su ministerio comoun verdadero año jubilar. Lo pone de ma-nifiesto en muchas ocasiones (Mt 11,2-6;Lc 1,77; cf. Ef 1,7). Lo manifiesta demodo particular por su poder de perdo-nar los pecados, cosa que irrita a sus ene-migos (Mt 9,6). El ministerio público deJesucristo será, en efecto, una serie inin-terrumpida de liberaciones, curaciones,perdón de deudas y de pecados. Esto mis-mo confía a sus apóstoles y a sus suceso-res: obispos y presbíteros. El sacramentode la penitencia es un gran regalo hechopor Cristo a su Iglesia. Hemos de acer-carnos frecuentemente a él con verdade-ro espíritu, con dolor de haber ofendidoa Dios, con arrepentimiento de todos lospecados.

–Esto debe movernos a dar gracias aDios y alabarlo como se hace con el Sal-mo 66: «Oh Dios, que te alaben los pue-blos, que todos los pueblos te alaben... ElSeñor tenga piedad y nos bendiga, ilumi-ne su rostro sobre nosotros... que cantende alegría las naciones... que Dios nos ben-diga; que le teman hasta los confines delorbe».

Es como el padrenuestro del AntiguoTestamento. Lo que se pretende con esteSalmo es que Dios sea reconocido comoSeñor universal de toda la tierra. Es lo quepedimos en el padre ha mostrado al Pa-

Page 108: Año litúrgico patrístico

109

dre. Rostro misericordioso y sereno queilumina a cuantos creen en Él. En Cristohemos conocido la benignidad de Dios,su infinita misericordia, siempre dispues-ta al perdón. Todos los pueblos están lla-mados a dar gracias al Señor a alabarlo,porque a todos llama Él a la salvación ylos hace partícipes de sus bendiciones.

Años pares–Jeremías 26,11-16.24: El profeta en-

viado por Dios a predicar. No tiene temoralguno de confesar la misión para la queha sido elegido por el Señor. Él es ino-cente. Es sólo instrumento escogido porDios en favor de su pueblo.

Tres razones: Es profeta de Dios, suspalabras expresan la voluntad divina y esaspalabras producirán no obstante la oposi-ción y la contradicción de los hombres.Es lo mismo que siglos más tarde diránlos apóstoles y discípulos de Cristo. Estomismo hemos de hacer hoy, aunque elmundo sea adverso a la doctrina del Evan-gelio y hemos de hacerlo con la palabra yel testimonio de una vida totalmente evan-gélica. Cristo y su Espíritu ayudan siem-pre, como lo vemos en tantos apóstolessantos, que proclaman sin cesar el men-saje salvador de Jesucristo, aunque por ellotengan que sufrir e incluso derramar supropia sangre.

–Oramos con el Salmo 68: «Escúcha-me, Señor, el día de tu favor... que no mehunda en el cieno, líbrame de las aguassin fondo...»

Es una súplica impresionante para queDios socorra al que se encuentra abando-nado y lo salve del borde de la muerte, yaque es objeto de todas las injurias de loshombres. Sin embargo, no deja de con-fiar en Dios, aun en esa situación extre-ma, sino que espera verse libre de sus ene-migos e incluso que sirva de ejemplo paraque se alegren los humildes. En el Nuevo

Testamento se aplican a Cristo muchosversos de este salmo. De los labios de Cris-to pasa esta súplica a los de la Iglesia,tantas veces atribulada con persecucio-nes, cismas, herejías, desobediencias e in-surrección. Ayuda este Salmo a entrar enel espíritu de Cristo paciente y nos ofreceuna saludable meditación sobre la pasióndel Señor.

–Mateo 14,1-12: Juan decapitado porHerodes. Sus discípulos acuden a Cris-to». El Bautista muere como víctima dela prioridad de lo político sobre lo espiri-tual, del instinto sobre el espíritu. San Je-rónimo dice:

«Juan Bautista, que había venido con el espírituy la fuerza de Elías, quien había reprendido a Ajaby a Jezabel, reprocha a Herodes y Herodías, porhaber contraído matrimonio ilícito, porque en vidade su hermano no le estaba permitido casarse conla hermana de éste. Prefirió arriesgarse a perder elfavor del rey antes que adularlo olvidando lospreceptos de Dios... Temía una sedición del pue-blo a causa de Juan, sabía Herodes que él habíabautizado a numerosas multitudes en el Jordán,pero lo vencía el amor de la mujer cuyo ardor lehabía hecho descuidar los preceptos de Dios...

«Herodías, temiendo que un día Herodes searrepintiera o que se reconciliara con su hermanoFilipo y que un repudio dejara sin efecto su matri-monio ilícito, aconseja a su hija que pida de inme-diato en pleno banquete la cabeza de Juan: dignopremio de sangre por la digna obra de una bailari-na... Excusa su crimen pretextando el juramento;bajo el manto de la piedad deviene el impío... Quiereque todos participen en su crimen para que sepresenten alimentos sangrientos en el banquete dela lujuria y la impureza... La que bailó pide comoprecio sangriento la cabeza del profeta, para teneren su poder la lengua que censuraba un matrimo-nio ilícito. Esto sucedió literalmente. Pero noso-tros hasta hoy vemos en la cabeza del profeta Juana Cristo, Cabeza de profetas, a quien los judíoshicieron perecer» (Comentario al Evangelio deMateo 1-11).

17ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 109: Año litúrgico patrístico

110 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

18ª Semana

DomingoEntrada: «Dios mío, dígnate librarme;

Señor, date prisa en socorrerme. Que túeres mi auxilio y mi liberación; Señor,no tardes» (Sal 69,2.6).

Colecta (del Veronense, retocada contextos del Gelasiano y Grego-riano): «Ven,Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tubondad inagotable sobre los que te supli-can, y renueva y protege la obra de tusmanos en favor de los que te alaban comocreador y como guía».

Ofrendas (del Misal anterior, retocadacon textos del Veronense): «Santifica,Señor, estos dones; acepta la ofrenda deeste sacrificio espiritual y a nosotros trans-fórmanos en oblación perenne».

Comunión: «Nos has dado pan del cie-lo, Señor, que brinda toda delicia y saciatodos los gustos» (Sab 16,20); o bien: «Yosoy el pan de vida. El que viene a mí nopasará hambre, y el que cree en mí nopasará sed, dice el Señor» (Jn 6,35).

Postcomunión (del Misal anterior, reto-cada con textos del Gelasiano): «A quie-nes has renovado con el pan del cielo,protégelos siempre, Señor, y, ya que nocesas de reconfortarlos, haz que sean dig-nos de la redención eterna».

CICLO ALa multiplicación de los panes y peces

(lectura evangélica) ha sugerido el textode Isaías 55,1-3, en el que el Señor invitaa comer y a beber gratis. En la segundalectura San Pablo corona su exposicióncon un himno al amor de Dios.

La liturgia de la palabra es hoy una pro-clamación de la condición vivificante deCristo y una meditación profunda sobrela grandeza de cuantos, por la fe, hemosconocido el gran acontecimiento de la Eu-caristía. Por lo mismo, es un día de grati-tud y de responsabilidad, de amor intensoy de fidelidad amorosa al Padre que asínos ha amado en su Hijo unigénito.

–Isaías 55,1-3: Daos prisa y comed. Laidea de convite de comunión con Dios yde llamamiento divino a participar en élaparece en los vaticinios mesiánicos comoun reclamo amoroso de Dios invitándo-nos a la salvación. En todos los dones quenos ofrece ese texto de Isaías se subrayala «gratuidad». A tal gratuidad de amor yde benevolencia se contrapone la desidiadel hombre, que pretende busca en sí mis-mo su felicidad. San Jerónimo dice:

«Había dicho que todo vaso falso había de sermachacado contra la Iglesia, y toda voz y lenguaque se armara contra la lengua de Dios había deser superada. Provoca a los creyentes a venir alrío de Dios, lleno de aguas, y cuyo ímpetu alegrala ciudad de Dios, para que beban en las fuentesdel Salvador. Dice a la Samaritana: “si conocierasel don de Dios..., te habría dado agua viva” (Jn4,10). Y en el templo: “si alguno tiene sed, quevenga a Mí y beba... ” (Jn 7,37-38), significandoal Espíritu Santo... De ella se dice con palabramística: “mi alma tiene sed de Dios” (Sal 41,2), yen otro lugar: “me han abandonado a Mí, fuentede aguas vivas, para cavarse aljibes agrietados”(Jer, 2,13). Estas aguas las esparcen las nubes,por las que llega la verdad de Dios (Is 45,8)»(Comentario al profeta Isaías).

Page 110: Año litúrgico patrístico

111

–En el Salmo 144 prosigue el tema dela lectura: «Abres tú la mano, Señor, ynos sacias de favores... Todos aguardana que Él nos dé la comida a su tiempo...Él abre la mano y sacia de favores a to-dos viviente... está cerca de los que loinvocan sinceramente». Alabamos a Dios,digno de toda alabanza por su infinita gran-deza, por la sublimidad maravillosa de susobras. Pero, sobre todo, por su inmensabondad, por su misericordia y generosi-dad, ya que todos los dones que tenemoslo debemos a Él.

–Romanos 8,35.37-39: Ninguna cria-tura podrá apartarnos del amor de Dios,manifestado en Cristo. Frente al mundoincreyente o anticristiano que dramática-mente pretende arrancar al creyente delamor de Dios garantizado por Cristo, elmismo Cristo es quien nos mantiene en elamor del Padre y nos vivifica. ComentaSan Agustín:

«Por la paciencia fueron coronados los márti-res: Deseaban lo que no veían y despreciaban lossufrimientos. Fundados en esta esperanza decían:“¿Quién nos separará del amor de Cristo?”... (Rom8,23 s.). ¿Dónde está el por quién? Porque por Tivamos a la muerte cada día. Por Ti. ¿Y dóndeestá?: “Dichosos los que no vieron y creyeron”(Jn 20,29). Mira dónde está: En ti, pues en ti estátu misma fe. ¿O nos engaña el Apóstol que diceque “Cristo habita por la fe en nuestros corazo-nes”? (Ef 3,17). Ahora habita por la fe, luego porla visión; por la fe mientras estamos en camino,mientras dura nuestro peregrinar... Todo lo queaquí buscamos, todo lo que aquí tenemos porgrande, todo eso será para ti... Estando en pose-sión de la caridad y nutriéndola en nosotros, per-severemos con confianza en Dios, con su ayuda,y digamos hasta que Él se apiade y lo lleve a laperfección: ¿Quién nos separará del amor de Cris-to...? (Sermón 158,8-9).

La garantía del cristiano es el amor in-quebrantable y gratuito de Dios, no la pro-pia voluntad de corresponder a Él, aun-que sea muy decidida y comprometida.Toda la teología de la gracia de modo in-cisivo y entusiasta está contenida en esa

lectura paulina, corta, pero densa y lumi-nosa.

–Mateo 14,13-21: Comieron hasta que-dar satisfechos. Si Jesucristo, Dios-Hom-bre entre los hombres, tenía poderes di-vinos para dar vida a los cuerpos, muchomás para dar vida a las almas. Comentaeste evangelio San Jerónimo:

«Levanta los ojos al cielo para enseñarnos adirigir hacia allí nuestra mirada. Tomó en sus ma-nos los cinco panes y los dos pececitos, los partióy se los dio a sus discípulos. Cuando el Señorparte los panes abundan los alimentos. En efecto,si hubieran permanecido enteros, si no hubieransido cortados en trozos ni divididos en cosechamultiplicada no hubieran podido alimentar a lasgentes, los niños, las mujeres, a una multitud tangrande. Comenta San Jerónimo:

«Por eso la Ley con los profetas es fraccionadaen trozos y son anunciados los misterios que con-tiene para que lo que estaba íntegro y en su primerestado no alimentaba, dividido en partes, alimentea la multitud de los pueblos. Cada uno de losapóstoles llena su canasto con los restos del Sal-vador para tener luego que alimentar a los puebloso bien para mostrar con esos restos que los panesmultiplicados eran panes verdaderos. Trata a lavez de explicar cómo en un desierto, en una sole-dad tan vasta donde no se encuentran sino cincopanes y dos pececitos, tan fácilmente se hallandoce canastos» (Comentario al Evangelio deMateo 14,19-20.

Jesús «rompe» la ley, y los misteriosque contiene escondidos en su interior sonahora revelados. Es lo que quiere decirSan Jerónimo y lo mismo dice San Agus-tín (La ciudad de Dios 4,33 y 16,26,2).

CICLO BLa multiplicación de los panes y de los

peces dio ocasión a Jesucristo a exponerla admirable doctrina del Pan de la vida.Esto ha sugerido la primera lectura sobreel maná en el desierto (Ex 16,2-4.12-15).San Pablo nos recuerda en la segunda lec-tura que el cristiano es un hombre nuevo.

18ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 111: Año litúrgico patrístico

112 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

Ha de abandonar el hombre viejo que ha-bía en él.

La lectura continuada del capítulo sex-to del Evangelio según San Juan nos pre-senta el acontecimiento eucarístico comomisterio de participación de la vida divi-na del Verbo encarnado en plenitud devida para nosotros. En la plenitud de lostiempos Cristo es el verdadero maná, queda la vida divina y la salvación real de loselegidos de Dios para la eternidad. Parti-cipar de esta vida, viviendo el misteriode Cristo y dejándonos transformar porÉl, es la finalidad del acontecimientosalvífico del Hijo de Dios vivo y vivienteen medio de su Iglesia (Jn 10,10).

–Éxodo 16,2-4.12-15: Yo haré lloverpan del cielo. Peregrinos los israelitas porel desierto hacia la tierra de promisión, elalimento providencial del maná fue sig-no permanente del amor divino sostenien-do su indigencia de emigrantes. San Gre-gorio Magno dice:

«Truena Dios maravillosamente con su voz,porque con fuerza oculta penetra incomparable-mente nuestros corazones y, cuando con secretosimpulsos los oprime en el terror y los reforma enel amor, publica de alguna manera calladamentecon cuánto ardor debe ser seguido; y hácese en elalma una grandeza de ímpetu, aunque no suenanada en la voz. La cual tanto más fuertementeresuena en nosotros cuanto hace ensombrecer eloído de nuestro corazón de todo sonido exterior.

«Por lo cual el alma, recogida luego en sí mismapor esta voz interior, se maravilla de lo que oye,porque recibe la fuerza de la compunción no co-nocida. La admiración de la cual fue bien figuradaen Moisés cuando el maná vino de arriba (Ex16,15). Porque aquel dulce manjar es llamadomaná que quiere decir :“¿Qué es esto?” Y enton-ces decimos: ¿qué es esto, cuando, no sabiendo loque vemos nos maravillamos» (Tratados mora-les sobre el libro de Job 27,42).

–Con el Salmo 77 decimos: «El Señorles dio pan del cielo»... Dio orden las al-tas nubes, abrió las compuertas del cielo.Hizo llover sobre ellos maná, les dio pan

del cielo. El hombre comió pan de ánge-les, el Señor les mandó provisiones hastala hartura»...

–Efesios 4,17.20-24: Vestíos de la nue-va condición humana creada a imagen deDios. En la Nueva Alianza Cristo mismoes el misterio de la vida divina que nosvivifica y nos transforma en hijos suyos.El paso de una situación a otra se deno-mina «nueva creación» No se trata de uncambio exterior, como el que tendría lu-gar en quien cambia de vestido, sino deuna renovación interior, por la que el cris-tiano, al ser hecho nueva criatura en Je-sucristo, puede vivir la justicia y la santi-dad con una profundidad y verdad quesuperan las fuerzas de la propia naturale-za humana. San Anastasio Sinaíta dice:

«Entrar en la iglesia y honrar las imágenes sa-gradas y las veneradas cruces, no basta por sí solopara agradar a Dios, como tampoco lavarse lasmanos es suficiente para estar completamente lim-pio. Lo que verdaderamente es grato a Dios esque el hombre huya del pecado y limpie sus man-chas por la confesión y la penitencia. Que rompalas cadenas de sus culpas con la humildad delcorazón» (Sermón sobre la sagrada sinaxis).

–Juan 6,24-35: El que viene a Mí nopasará hambre, y el cree en Mí no pasaránunca sed. Cristo se nos presenta comoprovidencia amorosa y como Redentor de-finitivo que nos ofrece la salvación eter-na.

Comenta San Agustín: «Necesitamos el consejo de cómo llegar a Él

para saciarnos de Aquel del que ahora apenas con-seguimos una migajas, para no perecer de hambreen este desierto; sobre cómo llegar a la hartura deese Pan del que dice el Señor. Necesitamos elconsejo sobre cómo conseguir esa saciedad dePan tan distinta de la saciedad de quien sufre elhambre de aquí abajo» (Sermón 389,2).

Dios pone a disposición del hombre suvida una vida que no termina jamás, puessupera la muerte.

Page 112: Año litúrgico patrístico

113

Esta vida se identifica con el Hijo que elPadre ha dado al mundo. Aceptar al Hi-joequivale a entrar en el círculo de la vidadivina. El hombre tiene que abrirse al Hijo.En una palabra, tener fe en Él, tomar unadecisión por Él y vivir de Él.

Hemos de repartir el pan material, paraque el mundo entero se acerque al Panespiritual, esto es, la Sagrada Eucaristía.

Tenemos una gran responsabilidad deuna comunión vital con el Corazón deCristo vivo, que deberá dar nuevo senti-do a toda nuestra vida, más allá del altary del templo, si no queremos profanar connuestra conducta lo que la Eucaristía sig-nifica y exige.

CICLO CLa codicia de que nos habla el Evange-

lio de hoy está relacionada con la prime-ra lectura: «Vaciedad sin sentido; todo esvaciedad». Nueva vida, nos dice San Pa-blo, han de vivir los que han sido bauti-zados, pues son un hombre nuevo. Estohace que caminemos hacia el encuentrodel Señor.

Las lecturas de este domingo nos re-cuerdan el «principio y fundamento» delos Ejercicios de San Ignacio de Loyola:«El hombre es creado para alabar, hacerreverencia y servir a Dios y mediante estosalvar su alma». Todo lo demás vale «tan-to» en «cuanto». Caminamos hacia Dios.Somos peregrinos. Nos realizamos enCristo.

–Eclesiástico 1,2; 2,21-23: ¿Qué sacael hombre de todo su trabajo?. El inson-dable misterio de la muerte y de la limita-ción de la felicidad humana, sin perspec-tivas de eternidad, son una fuente perma-nente de defraudación, que sólo la fideli-dad en Dios puede esperar». Dice SanGregorio Magno:

«Cosas vanas hacemos cuando pensamos enlas cosas transitorias; y de aquí es que se diceenvanecer lo que de repente es quitado de losojos de los que lo miran... Así que “las cosas quepasan son vanas”, según que dice Salomón (Ecl.1,2). Pero convenientemente después de la vani-dad sigue luego la maldad, porque, cuando somosllevados por algunas cosas transitorias, somosatados culpablemente en algunas de ellas; y comoel alma no tiene estado de firmeza, procediendode sí misma con inconstancia, cae en los vicios.Así que de la vanidad se cae en la maldad, porqueel alma, acostumbrada a las cosas mudables, comosiempre salta de unas cosas a otras, allégase a lasculpas que nuevamente nacen» (Tratados mora-les sobre el libro de Job 10,20-21).

–El Salmo 94 recuerda al pueblo judío,y ahora a nosotros, las prevaricacionesde tiempos pasados: «No endurezcáis elcorazón como en Meribá, como el día deMasá en el desierto». Podemos encontrar-nos también nosotros en situaciones se-mejantes. Es mejor: «aclamar al Señor,postrados por tierra, bendiciendo al Se-ñor, Creador nuestro», no sólo con nues-tros labios, sino, sobre todo, con el cora-zón y las obras buenas.

–Colosenses 3,1-5.9-11: Buscad los bie-nes de arriba, donde está Cristo. Incor-porado al misterio redentor por la renun-cia al «hombre viejo» y por la «nuevavida en Cristo», el auténtico cristiano pue-de superar a diario el riesgo de frustra-ción de su vida para la eternidad. San Agus-tín ha comentado con frecuencia este pa-saje paulino en sus sermones. Escogemosun sermón predicado en Hipona en la oc-tava de Pascua:

«Escuchemos lo que dice el Apóstol: Si habéisresucitado con Cristo... ¿Cómo vamos a resucitarsi aún no hemos muerto? ¿Qué quiso decir enton-ces el Apóstol con esas palabras? ¿Acaso Él hu-biera resucitado si o hubiera muerto antes? Habla-ba a personas que aún vivían, que aún no habíanmuerto y ya habían resucitado. ¿Qué significa esto?

« Ved lo que dice: “si habéis resucitado conCristo saboread las cosas de arriba, buscad lascosas de arriba...” Si vivimos bien, hemos muerto

18ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 113: Año litúrgico patrístico

114 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

y resucitado; quien, en cambio, aún no ha muertoni resucitado, vive mal todavía; y, si vive mal, novive; muera para no morir. ¿Qué significa muerapara no morir? Cambie para no ser condenado...A quien aún no ha muerto, le digo que muera; aquien aún vive mal, le digo que cambie. Si vivemal, pero ya no vive, ha muerto; si vive bien, haresucitado... Por tanto, mientras vivimos en estacarne corruptible, muramos con Cristo, medianteel cambio de vida, y vivamos con Cristo, median-te el amor a la justicia. La vida feliz no hemos derecibirla más que cuando lleguemos a Aquel quevino hasta nosotros y comencemos a vivir conquien murió por nosotros» (Sermón 231,3ss).

–Lucas 12,13-21: Lo que has acumu-lado ¿de quién será? La misión redento-ra de Cristo de Cristo Jesús no fue la desolucionarnos la felicidad materialista enel tiempo, sino la de abrir nuestras vidasíntegras a los verdaderos valores de la eter-nidad, que nos llevan hasta el Padre. Loafirma San Ambrosio:

«El que había descendido para razones divinas,con toda justicia rechaza las terrenas, y no se dig-na hacerse juez de pleitos ni repartidor de heren-cias terrenas, puesto que Él tenía que juzgar ydecidir sobre los méritos de los vivos y de losmuertos. Debes, pues, mirar no lo que pides, sinoa quien se lo pides, y no creas que un espíritudedicado a cosas mayores puede ser importunadopor menudencias. Por esto, no sin razón es recha-zado este hermano que pretendía que el Dispensa-dor de los bienes celestiales se ocupara en cosasmateriales, cuando precisamente no debe ser unjuez el mediador en el pleito de la repartición deun patrimonio, sino el amor fraterno.

«Aunque, en realidad, lo que debe buscar unhombre no es el patrimonio del dinero, sino el dela inmortalidad; pues vanamente reúne riquezas elque no sabe si podrá disfrutar de ellas, como aquélque, pensando derribar los graneros repletos pararecoger las nuevas mieses, preparaba otros mayo-res para las abundantes cosechas, sin saber paraquien las amontonaba (Sal 38,7). Ya que todas lascosas de este mundo se quedan en él y nos aban-dona todo aquello que acaparamos para nuestrosherederos; y, en realidad, dejan de ser nuestrastodas esas cosas que no podemos llevar con no-sotros. Sólo la virtud acompaña a los difuntos,sólo la misericordia nos sirve de compañera, esamisericordia que actúa en nuestra vida como norte

y guía hacia las mansiones celestiales, y lograconseguir para los difuntos, a cambio del despre-ciable dinero los eternos tabernáculos» (Tratadosobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,122).

LunesAños impares

–Números 11,4-15: Yo solo no puedocargar con este pueblo. Quejas de los is-raelitas por el maná. Moisés se desahogaante Dios. San Pablo, evocando las mur-muraciones del pueblo en el desierto, es-cribe a los Corintios en su primera Carta,10,6: «No codiciéis el mal, como lo hi-cieron vuestros padres». San Agustín dice:

«Cuando los cuerpos de los fieles son someti-dos a servidumbre, toda disminución del placercorporal va en provecho de la salud del espíritu.Por ello debéis guardaros de buscar manjares cos-tosos, o simplemente sustituirlos por otros, a ve-ces, más exquisitos, bajo la excusa de no comercarne. La mortificación del cuerpo y su reduccióna servidumbre conlleva reducir los placeres, nocambiarlos por otros. ¿Qué importa un alimento uotro, si la culpa está en el deseo inmoderado delmismo? La voz divina condenó a los israelitas porapetecer no sólo carnes, sino también algunos fru-tos y alimentos del campo... Por lo tanto,amadísimos, sean cuales sean los alimentos deque os plazca absteneos, recordad las palabrasantes mencionadas, para manteneros en vuestrospropósitos por religiosa templanza, sin conde-nar, por sacrílego error, a ninguna criatura deDios» (Sermón 208,1).

–Con unos versos del Salmo 80 nosunimos a la lectura anterior: «Aclamad aDios, nuestra fuerza. Mi pueblo no escu-chó mi voz. Israel no quiso obedecer.Ojalá me escuchase mi pueblo y camina-se Israel por mi camino». Un Dios tanbueno para con su pueblo, tiene derechoa que se le oiga y se le obedezca como suúnico Dios. Él ha testimoniado de sí mis-mo narrando todas sus grandes gestas enfavor de Israel. Ahora corresponde a losisraelitas dar testimonio de sí mismos obe-deciendo y amando a su Señor. No qui-

Page 114: Año litúrgico patrístico

115

sieron. Pero Dios esperó su conversión.Así también nosotros. Todo pecado es unaespecie de idolatría que sustituye al Diosúnico por un capricho. También el Señorespera nuestra conversión, nuestro progre-so espiritual. Siempre podemos, debemos,optar por un grado mayor de perfección.

Años pares–Jeremías 28,1-17: Jeremías sufre la

contradicción del profeta Ananías que ase-gura al pueblo una liberación inmediata.Jeremías, desorientado en un principio,cambia de postura y, desenmascarando alfalso profeta, denuncia la próxima derro-ta.

El individuo que va a la búsqueda de símismo, considera que la actitud de la so-ciedad para con él es la de los falsos pro-fetas, puesto que calla una verdad paraofrecer otra; por otra parte, define la ver-dad de manera tan absoluta y con una pu-blicidad tan bien orquestada, que el indi-víduo se verá obligado a aceptarla, no porconvicción, sino para ser bien visto, porcausa de su buen nombre o, simplemen-te, para no hacerse notar. Es, por consi-guiente, imposible que una sociedad asíconcebida tenga una alta concepción desu ética.

El «falso profeta» puede hallarse tam-bién en los que defienden la lucidez confanatismo; los que crean poseer ellos so-los la verdad, los que no quieren escu-char, sino que se les escuche. Todo ha deser moderado por la humildad y el amor.

–De nuevo rezamos unos versos del Sal-mo 118, el más largo de todo el Salterio.Humildemente se pide al Señor que nosinstruya en sus leyes, que nos aparte delfalso camino y nos dé la gracia de su vo-luntad, que no quite de nuestros labioslas palabras sinceras, porque queremos es-perar en sus mandamientos..., que seanuestro corazón perfecto en sus leyes,

para no quedar avergonzado. A pesar delos lazos y redes del enemigo el fiel medi-ta los preceptos del Señor. Instruídos porÉl no nos apartamos de sus mandatos.

–Mateo 14,13-21: La multiplicación delos panes y peces. Se ha querido ver eneste hecho a Cristo como un nuevo Moi-sés, capaz de saciar al pueblo con alimen-to de vida y conducirlo a los pastos defi-nitivos. Toda la narración de la multipli-cación de los panes y de los peces estáconcebida de tal manera que aparece real-mente Cristo, no como Moisés, sino comosuperior a él, ofreciendo un alimento demás valor que el antiguo maná, liberandoal pueblo del legalismo en que había caí-do la ley de Moisés, triunfando sobre lasaguas del mar y abriendo acceso a la ver-dadera Tierra Prometida, no solamente alos miembros del pueblo elegido, sino tam-bién a los mismos paganos. San Juan Cri-sóstomo comenta este milagro:

«Por el lugar en que se hallaban, por el hechode no darles de comer sino pan y peces, y dárselea todos en igual medida y en común y que a nadiese le procurara mayor porción que a otro, el Señordaba a las muchedumbres lecciones varias de hu-mildad, de templanza, de caridad, de aquella igual-dad que había de imperar entre todos y de la co-munidad de bienes en que habían de vivir... Él lesdio partidos los cinco panes y éstos se multipli-caban en manos de los discípulos. Y no acabaaquí el prodigio, sino que el Señor hace que so-bren, y que sobren no sólo panes sino tambiénfragmentos. Estos mostraban que eran restos deaquellos panes, y los ausentes podían fácilmentecomprobar el milagro.

«Podía muy bien el Señor haber hecho que lasgentes no sintieran hambre, pero sus discípulosno se hubieran dado cuenta de su poder, pues esomismo había sucedido con Elías (3 Re 17,9-16).El hecho fue que los judíos quedaron tan maravi-llados de este milagro, que intentaron proclamarlorey, cosa que no hicieron en ningún otro prodigiodel Señor. ¡Qué palabra, pues, pudiera explicarcómo se multiplicaban aquellos cinco panes, cómocorrían como un río por el desierto, cómo fueronbastantes para tan ingente muchedumbre? Eran,en efecto, cinco mil hombres sin contar las muje-

18ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 115: Año litúrgico patrístico

116 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

res ni los niños. Máxima alabanza de aquel pue-blo, pues seguían al Señor a par de hombres ymujeres, ¿Cómo se formaron los fragmentos?Porque éste es otro milagro no menor que el pri-mero. Y hubo tantos que se llenaron doce canas-tos, en número igual, ni más ni menos al de losapóstoles. Tomando, pues, los fragmentos, los dioel Señor no a las muchedumbres, sino a los após-toles, pues las gentes eran aún más imperfectasque los apóstoles» (Homilía 49,3 sobre SanMateo).

Martes

Años impares–Números 12,1-13: Se atrevieron a ha-

blar contra Moisés. En vista de las quejasde la profetiza María y de Aarón contraMoisés, el Señor hace resaltar la superio-ridad de éste, a quien habla como confi-dente, que tiene, además, el privilegio decontemplar su gloria. Dice San Jerónimo:

«Aquel caudillo del ejército israelita que habíaherido a Egipto con diez plagas, y a cuyo mandoobedecían cielo, tierra y mares, es proclamadocomo “el hombre más bondadoso de cuantos en-tonces había engendrado la tierra” (Num 12,3). Ypor eso conservó el poder durante cuarenta años,pues con la bondad y la mansedumbre atenuaba laarrogancia del mando. El pueblo intenta apedrearlo,y él ruega por los que le quieren apedrear. Es más:prefiere se le borre del libro de Dios (Ex,32,32) aque el pueblo que se le ha confiado perezca. Que-ría de este modo imitar a aquel pastor de quiensabía que iba a llevar sobre sus hombros las ove-jas descarriadas... También el discípulo del BuenPastor desea ser anatema por sus hermanos y alle-gados según la carne, que son los israelitas (cf.Rom 9,3). Y si éste desea perecer para que losperdidos no perezcan, ¿cuánto más los padresbuenos deberán estar atentos para no provocar asus hijos a ira y no forzar por una dureza excesi-va a que aun los más dóciles se hagan violentos?»(Carta 82,3, a Teófilo).

–Los judíos, arrepentidos de haber cri-ticado a Moisés, obtienen el perdón. Tam-bién nosotros lo obtendremos rezando elSalmo 50: «Misericordia, Señor, miseri-

cordia, hemos pecado». También noso-tros pecamos y tenemos necesidad delperdón de Dios. El venerable Padre Char-les de Foucauld escribe:

«Gracias, Dios mío, por habernos dado estadivina oración del Miserere... Este Miserere quees nuestra oración cotidiana... Digamos este Sal-mo con frecuencia, hagamos a base de él nuestraoración. Él contiene el resumen de todas nuestrasoraciones: adoración, amor, ofrenda, acción degracias, arrepentimiento, súplica. Parte de la con-sideración de nosotros mismos y sobre nuestrospecados, y se eleva hasta la contemplación de Dios,pasando por el prójimo y orando por la conver-sión de todos los hombres».

La humanidad pecadora, guiada porCristo, encuentra el camino para pasar dela esclavitud del mal a una vida renova-da, obteniendo la efusión del EspírituSanto y un corazón puro santificado porla gracia divina, para ofrecerse a sí mis-ma, «como sacrificio viviente, santo yagradable a Dios» (Rom 12,1), juntamen-te con Cristo el cual «se ha dado comosacrificio de suave olor» (Ef 5,2).

Años pares–Jeremías 30,1-2.12-15.18-22: Se cam-

biarán la suerte de las tiendas de Jacob.No obstante la desgracia vaticinada, Diospronuncia palabras de consuelo, por bocadel mismo profeta. La derrota exterior esconsecuencia del pecado, pero vendrá lareconstrucción y la alegría. Sigue la Alian-za porque Dios es siempre fiel a sus pro-mesas. El mesianismo no ha muerto. Nopuede morir. Espera la venida del Mesías:Cristo. San Jerónimo distingue entre laaflicción del pecador y la del inocente:

«Existen diferentes tipos de aflicciones. Una esla aflicción que padece el pecador como castigosin remisión; otra es la que padece para que searrepienta; otra distinta es la que uno puede sufrir,no para que se arrepienta de alguna falta pasada,sino para que no la cometa en el futuro; otra, enfin, es la que padecen muchos, no para que searrepientan de un pecado pasado ni para impedir

Page 116: Año litúrgico patrístico

117que lo cometan en el futuro, sino para que cuandouno es salvado inesperadamente de la aflicción,ame con mayor ardor la esperada potencia delque le salva. De esta forma cuando el sufrimientoalcanza al inocente, permite que por su pacienciaobtenga un cúmulo de méritos. Como hemos di-cho, a veces el pecado es afligido para recibir uncastigo sin remisión, tal como se dice a Judea alser condenada: “te golpeé con la desgracia delenemigo, con un castigo cruel” (Jer 30,14). Y aña-de: “¿por qué me invocas en la aflicción? Tu dolores incurable” (ib. 30,15)» (Libros morales sobreJob prefacio, 12).

–Las ideas de la lectura anterior siguenen estos versos del Salmo 101, escogidoscomo responsorial: «El Señor reconstru-yó Sión y apareció en su gloria. Los gen-tiles temerán su nombre, los reyes del mun-do su gloria, cuando el Señor reconstru-ya Sión y aparezca su gloria, y se vuelvaa la súplica de los indefensos y no des-precie sus peticiones, cuando se reúnanunánimes los pueblos y los reyes para darculto al Señor».

Dios es eterno y por eso los hijos de sussiervos subsistirán y encontrarán una ha-bitación estable en el país que Él les haasignado. Su posteridad vivirá eternamen-te en su presencia. La eternidad de Diosaparece para el salmista como el gran mo-tivo de esperanza para él y para la ciudadsanta. La tradición cristiana ha meditadoeste Salmo como plegaria de Cristo en suPasión. Él resucitó y esta Resurrección esnuestra liberación. «El salario del pecadoes la muerte, pero el don de Dios es lavida eterna en Cristo Señor nuestro»(Rom 6,23).

–Mateo 14,22-36. Cristo andando so-bre las olas. Es un signo más del misteriode su persona que se presenta como Hijode Dios ante sus discípulos. Comenta esteevangelio San Jerónimo:

«“Tened confianza. Soy yo. No temáis”. Poneremedio a lo que interesaba en primer lugar; a losque tienen miedo les manda: tened confianza, notemáis. En cuanto a lo que sigue: Yo soy, sin

especificar quién es, podían conocer por la vozque les era conocida a quien les hablaba en lasoscuras tinieblas de la noche, o bien se acordabande Aquel que sabían había hablado a Moisés: Asídirás a los israelitas: Yo soy me ha enviado avosotros.

«Pero le respondió: “Señor, si eres Tú, mánda-me ir a ti sobre las aguas”. En todas partes encon-tramos la ardentísima fe de Pedro... También aho-ra, con la misma ardiente fe de siempre, mientraslos otros callan él cree poder hacer por la voluntaddel Maestro, lo que éste podía por naturaleza.Mándalo y al punto las aguas se volverán sólidasy mi cuerpo, pesado por sí mismo, se volveráliviano... Era ardiente la fe de su alma pero lafragilidad humana lo arrastraba hacia las profun-didades. Es abandonado por un momento a la ten-tación para que aumente su fe y para que com-prenda que ha sido salvado no por una oraciónfácil, sino por el poder del Señor...

«Si al Apóstol Pedro cuya fe y corazón ardienteevocamos antes, si a él que había pedido con granconfianza al Señor mándame ir a ti sobre las aguas,por haber tenido miedo un momento se le dice:“hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”, ¿qué senos dirá a nosotros que no tenemos ni siquierauna parte de esa poca fe?» (Comentario al Evan-gelio de Mateo 14,27-31).

Miércoles

Años impares

–Números 13,2-3.26; 14,1,26-30.34-35: Despreciaron una tierra envidiable.Las noticias de los exploradores de la tie-rra prometida es acogida con murmura-ciones. Dios castigó la incredulidad. Lagrandeza de estos hechos no puede serdisimulada por las perversiones y abusospropios de gran parte de los que se reve-lan. La misma rebelión contra Dios es yauna gran perversión. Dice Orígenes:

«En este mismo libro que tenemos en las ma-nos: cuando regresaron los exploradores, envia-dos a inspeccionar la tierra, y diez de ellos, consus informes pésimos, infundieron desesperaciónal pueblo, pero los otros dos, a saber, Caleb y

18ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 117: Año litúrgico patrístico

118 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

Josué, anunciaron las ventajas (Num 13 y 14) yexhortaron al pueblo a permanecer en lo propues-to, les valió del Señor un mérito inmortal, no tan-to su confesión, cuanto el miedo de sus compa-ñeros» (Homilía sobre los Números 16-17,9).

La presencia de Dios es siempre fecun-da de promociones humanas, sobre tododespués de Cristo, que ha iluminado consu vida y doctrina todas las situaciones enque podemos encontrarnos los hombres.Siempre hemos de proceder con gran es-píritu de fe, de sumisión y de reverenciaa Dios, a Cristo, a su Iglesia, que se rigepor pastores escogidos por Él. No hay quedudar: Cristo está presente en su Iglesiahasta la consumación de los siglos, comoÉl mismo prometió, y su palabra no pue-de fallar.

No podemos ser desorientados por lasrevoluciones, por los díscolos, losinsumisos, los orgullosos, los autosufi-cientes que niegan toda autoridad al Papay a los obispos en comunión con él.

–De nuevo el Salmo 105 nos sirve demeditación a la lectura anterior: «acuér-date de mí, Señor, por amor a tu pueblo:Hemos pecado con nuestros padres, he-mos cometido maldades e iniquidades...Olvidaron las obras de Dios, no se fiaronde sus planes, ardieron de avidez en eldesierto y tentaron a Dios en la estepa...Se olvidaron de Dios, su Salvador»...También nosotros, por nuestros pecados,hemos sido rebeldes. Necesitamos con-vertirnos a Dios con todo nuestro cora-zón. Muchas veces nuestra misma histo-ria está descrita en esas páginas bíblicas.Es una historia de caídas, de rebeliones,de traiciones... Es la historia del mismoDios que sigue nuestros pasos y nos lla-ma constantemente a la conversión y a lapenitencia. Es la historia de nosotros que,arrepentidos, volvemos a Dios.

Años pares–Jeremías 31,1-7: Con amor eterno te

amé. Jeremías contempla la restauraciónde Israel, fruto del amor eterno de Diospara con los suyos. Serán unos días dealegría para Jerusalén, celebrando al Se-ñor que ha salvado a su pueblo. San Am-brosio explica que:

«En todo actuar divino está presente la mismamisericordia, aunque la gracia varíe según nues-tros méritos. El Pastor va a la oveja cansada, eshallada la dracma que se había perdido, y el hijo,por sus propios pasos, vuelve al Padre, y vuelve aÉl plenamente arrepentido del error que le acusasin cesar (Lc 15,1-32). Y por eso, con toda justi-cia se ha escrito: “Tú, Señor, salvarás a los hom-bres y los animales” (Sal 35,7). ¿Y quiénes sonesos animales? El profeta dijo que la simiente deIsrael era una simiente de hombres, y la de Judá,una simiente de animales (Jer 31,37) Y por esoIsrael es salvado como un hombre y Judá recogi-do como una oveja» (Tratado sobre el Evangeliode San Lucas 7,208).

–Del mismo Jeremías se ha tomado elcanto responsorial: «El Señor nos guar-dará como Pastor a su rebaño... El quedispersó a Israel lo reunirá..., porque elSeñor redimió a Jacob, lo rescató de unamano más fuerte, vendrán con aclama-ciones a la altura de Sión, afluirán hacialos bienes del Señor... convirtió su triste-za en gozo, los alegró y alivió sus penas»Esto mismo hace con su Iglesia, con lasalmas de los pecadores que se convierten,con las almas buenas que reparan los pe-cados de los demás. Con razón en el cultoal Corazón de Jesucristo se ha escogidoeste texto de Jeremías: «Con amor eternote amé». Esto está pidiendo una corres-pondencia de amor por nuestra parte.

–Mateo 15,21-28: Mujer ¡qué grandees tu fe! Curación de la hija de la Cananea.San Jerónimo elogia la fe de esta mujer:

«Admira en la persona de la mujer cananea lafe, la paciencia, la humildad de la Iglesia; la fe

Page 118: Año litúrgico patrístico

119porque creyó que su hija podía ser sanada, lapaciencia porque a pesar de tantos rechazos per-severa rogando, la humildad cuando no se com-para a los perros sino a los cachorros. Los perrosson los paganos llamados así a causa de su idola-tría, los perros que alimentados con sangre y concadáveres se vuelven rabiosos (cf. Ap 22,15).

«Observa que esta cananea, perseverando ensu petición, lo llama primero Hijo de David, lue-go Señor, y finalmente lo adora como Dios... “Yosé, dice, que no merezco el pan de los hijos, queno puedo recibir todo su alimento ni sentarme asu mesa con su padre. Pero me contento con losrestos reservados a los cachorros, para que por lahumildad de las migas pueda llegar al honor decompartir todo el pan”. ¡Oh admirable mudanzade las cosas! En otro tiempo Israel era hijo, noso-tros, perros, Por la diversidad de la fe se cambia elorden de los nombres... Nosotros escuchamos conla sirofenicia y la hemorroísa: “Grande es tu fe,que te sucede como deseas”, e “Hija, tu fe te hasalvado”» (Comentario al Evangelio de Mateo15,26-27).

Jueves

Años impares–Números 20,1-13: Ábreles tu tesoro,

la fuente de aguas vivas. El pueblo se que-ja a Moisés por faltar el agua. Y Dios leindica que haría brotar agua de la roca.El pueblo tiene sed y murmura. Pone enduda la presencia de Dios. El simbolismodel agua ocupa un lugar importante en lavida del pueblo elegido y en el mismoCristo.

También en nuestros días tiene esto unaplena realidad, no obstante tantísimos ade-lantos como hay. Hay épocas, tempora-das e incluso años de sequía. Esto es másvivo en la época en que se escribió estelibro bíblico. El pueblo debió experimen-tar con frecuencia, durante su vida en eldesierto (Ex 17; Num 20), y en la mismaJerusalén en la que sólo había una fuente,la bendición que significa para él el des-cubrimiento de un punto de agua. De ahí

que el tema del agua viva sea uno de losmás evocadores de la presencia de Diosen su pueblo (Sal 45-46; Is 30,25; 35,4-7; 41,15-18; Ez 47; Zac 13,1). Es Cristoquien distribuye el agua viva, don de supropia vida (Jn 7,37-38;1 Cor 10,1-11),agua llena del Espíritu.

–El oráculo fivino del Salmo 94 siguesiendo actual. «¡Ojalá escuchéis hoy lavoz del Señor!... No endurezcáis el cora-zón como en Meribá, como el día de Masáen el desierto». El hoy de la misericordiade Dios brilla sobre nosotros. San Pablotambién cita este salmo al invitar a la con-versión a los cristianos:

«Mirad, hermanos, que no haya en ninguno devosotros un corazón malo e incrédulo, que se apartedel Dios vivo; antes exhortaos mutuamente cadadía, mientras perdura el hoy, a fin de que ningunose endurezca con el engaño del pecado. Porquehemos sido hechos participantes de Cristo en elsupuesto de que hasta el fin conservemos la firmeconfianza del principio; mientras se dice: Si hoyoyéreis su voz, no endurezcáis vuestros corazo-nes como en la rebelión» (Carta a los Hebreos3,12-15).

Años pares–Jeremías 31,31-34: Haré una alianza

nueva y no recordaré sus pecados. Elanuncio de una nueva alianza constituyeun hito en la predicación del profeta. Laantigua alianza, basada en la ley escrita,cederá su puesto a una Alianza nueva,cuya ley estará grabada en los corazonesde los fieles. Se trata de la Alianza nuevay eterna que Cristo asegura que se ha rea-lizado en su Sangre, según las palabrasdel relato de la institución de la Eucaris-tía. Exclama Clemente de Alejandría:

«¡Salve, Luz! Desde el cielo brilla una luz so-bre nosotros, que estábamos sumidos en la oscu-ridad y encerrados en la sombra de la muerte, Luzmás pura que el sol, más dulce que la vida de aquíabajo. Esta Luz es la vida eterna, y todo lo que deella participa vive, mientras que la noche teme ala luz y, ocultándose de miedo, deja el puesto al

18ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 119: Año litúrgico patrístico

120 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

día del Señor; el universo se ha convertido en Luzindefectible, y el ocaso se ha transformado en au-rora. Esto es lo que quiere decir la “nueva crea-ción” (Gál 6,15); porque el Sol de justicia (Mal4,2), que atraviese en su carroza el universo ente-ro, recorre asimismo la humanidad imitando a suPadre...

«Él fue quien transformó el ocaso en amanecer,quien venció la muerte por la resurrección, quienarrancó al hombre de su perdición y lo levantó alcielo;... Da leyes a su inteligencia y las graba ensu corazón. ¿De qué leyes se trata? Pues “todosme conocerán, desde el más pequeño al mayor,oráculo de Yavé; ya que perdonaré su culpa y norecordaré más su pecado” (Jeremías, 31,34)» (Ex-hortación a los paganos 11,114,4-5).

No hay oposición entre los dos Testa-mentos, sino cumplimiento en uno de loque en el otro se había prometido. Todoes un acto continuado de la misericordiadivina.

–De nuevo repetimos algunos versos delSalmo 50: «Oh Dios, crea en mí un co-razón puro..., renuévame por dentro... en-señaré a los malvados tus caminos, lospecadores volverán a Ti; los sacrificiosno te satisfacen, si te ofreciera un holo-causto no lo querrías. Mi sacrificio es unespíritu quebrantado: un corazón quebran-tado y humillado Tú no lo desprecias».

–Mateo 16,15-23: Tú eres Pedro, te darélas llaves del Reino de los cielos. Pedroproclama en nombre de los Doce su fe enque Jesús es el Mesías y Éste lo procla-ma dichoso y le anuncia su futura misiónen la Iglesia. Muchas veces ha comenta-do San Agustín este pasaje evangélico:

«Él les dijo: “Los hombres que pertenecen alhombre dicen esto y aquello; pero vosotros, hom-bres ciertamente, que pertenecéis al Hijo del Hom-bre, ¿quién decís que soy yo?” Entonces respon-dió Pedro, uno por todos, la unidad en todos: “Túeres Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Cristo encarecesu humildad; Pedro confiesa la majestad de Cris-to. Era justo y conveniente que fuera así. Escucha,Pedro, lo que Cristo se hizo por ti y tú di quien se

hizo Hijo del Hombre por ti. “¿Quién dice lagente que soy yo, el Hijo del Hombre?” ¿Quiénes Este que por ti se hizo Hijo del Hombre?...“Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Yo, dijo,recomiendo mi humildad; tú reconoce mi divini-dad. Yo digo que me he hecho por ti; di tú cómo tehice a ti (Hebreos 3,12-15):» (Sermón 306, D).

Viernes

Años impares–Deuteronomio 4,32-40: Amo a tus

padres y después eligió su descendencia.Llama la atención Moisés sobre lamisericordiosa elección del Señor en fa-vor de Israel, a quien se ha dado a cono-cer y ha colmado de beneficios. Por esoel pueblo escogido ha de correspondercon gran amor, manifestado en la obser-vancia de sus mandatos, que en definitivason para bien de todos los hombres.

Tres acontecimientos del pasado retie-nen la atención de este pasaje bíblico: Diosse ha acercado a Israel comprometiéndo-se en las promesas de los patriarcas yen-do a busca a su pueblo exiliado en Egip-to, e introduciéndolo en la tierra prome-tida. El mismo y único Dios es el autorde estos tres acontecimientos: ¿por quéno habrá de ser también el autor de losacontecimientos que nos preocupan? Dioses único; por tanto su amor dura parasiempre...

La palabra de Dios no se limita al pasa-do; también tiene actualidad ahora y latendrá en el futuro; si esa Palabra esperauna respuesta del hombre, esa respuestaes tan necesaria hoy como ayer y no esotra que una correspondencia de amor.

–Seguimos con la misma idea en el Sal-mo 76 escogido como responsorial: «Re-cuerdo las proezas del Señor, Sí recuer-do tus antiguos portentos, medito todas

Page 120: Año litúrgico patrístico

121

tus obras y considero tus hazañas. Diosmío, tus caminos son santos... Tú, ohDios, haciendo maravillas...»

El cristiano, con mirada de fe, ha desaber leer en los caminos de la Providen-cia, que saca bienes aun de los mismosmales. Por muy mal que nos parezca lasituación del mundo, el cristiano ha de sa-ber que Cristo ha prometido su asistenciaa la Iglesia y una acogida favorable a laoración perseverante. Nunca hemos dedesconfiar de que los antiguos portentosde la historia de la salvación se puedenrenovar en nuestros días, como de hechose renuevan en tantos movimientos máso menos silenciosos y en tantos actos he-roicos patentes a los ojos de Dios.

Años pares–Nahúm 1,15; 2,2; 3,1-3.6-7: ¡Ay de

la ciudad sangrienta! Nahúm, contempo-ráneo de Jeremías, anuncia el final del po-der sirio. El profeta es el alegre mensaje-ro que trae la noticia de la salvación, altiempo que anuncia la ruina de Nínive, laciudad enemiga. Yavé es realmente el Se-ñor de toda la historia. San Jerónimo ex-plica que:

«El padre únicamente corrige al que ama; elmaestro únicamente reprende al alumno que ve demás agudo ingenio; si el médico deja de curar, esque ha perdido toda esperanza. Y si tú replicarasque así como Lázaro recibió los males en su vida,así yo también soportaré resignado mis sufrimien-tos, para que se me conceda la gloria futura, elSeñor no tomará dos veces venganza de los mis-mos (Nah, 1,9). Por qué Job, hombre santo y sintacha, y justo entre los de su tiempo, tuvo quesufrir tantas calamidades está explicado en su mis-mo libro» (Carta 68,1, a Castriciano).

–El salmo responsorial se ha tomado delcapítulo 32 del Deuteronomio: «Yo doyla muerte y la vida... El Señor defenderáa su pueblo y tendrá compasión de sussiervos...» El Señor es justo. Si castiga,será hasta lo señalado por Él y al mismo

tiempo quien ha sido en cierto sentido es-cogido como instrumento de su justiciarecibirá su paga por su mala acción. Éldice: daré su paga al adversario». PorqueDios es único, un acontecimiento quetuvo lugar en Nínive, según la lectura an-terior, repercutió en Jerusalén. Por la mis-ma razón, un pueblo hundido en la des-gracia recupera la felicidad prometida asus antepasados. Siempre hemos de tenergran confianza en Dios.

–Mateo 16,24-28: ¿Qué podrá dar unhombre para recobrar la vida? Despuésdel anuncio de la Pasión, Jesús les indicaa los suyos que habrán de seguirle en elsufrimiento y en la muerte. Llegará, sinembargo, un día en el que Cristo volveráen su gloria para el premio final. Algu-nos de sus discípulos tendrán un anticipode semejante venida en la visión de Jesústransfigurado. San Agustín comenta:

«El hombre se perdió por primera vez causadel amor a sí mismo. Pues si no se hubiese amady hubiese antepuesto a Dios; no se hubiese incli-nado a hacer su propia voluntad descuidando lade Él. Amarse uno a sí mismo no es otra cosa quequerer hacer su propia voluntad. Antepón la vo-luntad de Dios; aprende a amarte no amándote...Cuanto tiene de bueno, atribúyalo a Aquél porquien ha sido hecho; cuanto tiene de malo, es decosecha propia.

«No hizo Dios lo que de malo existe en él;pierda lo que hizo si esto le causó defección. “Nié-guese a sí mismo, dijo, y tome su cruz y sígame”(Mt 16, 24). ¿A dónde hay que seguir al Señor?Sabemos adonde va: hace pocos días hemos cele-brado su solemnidad. Resucitó y subió al cielo:allí hay que seguirle. No hay motivo alguno paraperder la esperanza; no porque el hombre puedaalgo, sino por la promesa de Dios... Sigan a Cris-to los miembros que allí tienen su lugar, cada unoen su género, en su puesto...

«Tomen su cruz, es decir, mientras están eneste mundo toleren por Cristo cuantos sufrimien-tos les procure el mundo. Amen al único que nosufre engaño, el único que no engaña. Amenleporque es verdad lo que promete. Mas como nolo da al instante, la fe titubea. Resiste, persevera,

18ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 121: Año litúrgico patrístico

122 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

aguanta, soporta la dilación: todo esto es llevar lacruz» (Sermón 96).

Sábado

Años impares–Deuteronomio 6,413: Amarás al Se-

ñor tu Dios con todo tu corazón. Jesúsreiterará a sus discípulos que en esto con-siste el primero y el más grande manda-miento. Comenta San Agustín:

«La ley contiene muchos preceptos; aquellamisma ley que recibe el nombre de decálogo tienediez. Pero son como los diez preceptos generalesa los que han de referirse todos los demás, innu-merables por cierto... No te envió a cumplir mu-chos preceptos; ni siquiera diez, ni siquiera dos;la sola caridad los cumple todos. Pero la caridades doble; hacia Dios y hacia el prójimo. HaciaDios, ¿en qué medida? Con todo.

«¿A qué se refiere ese todo? No al oído, o a lanariz, o a la mano, o al pie. ¿Con qué puede amarsede forma total? Con todo el corazón, con toda elalma, con toda la mente. Amarás la fuente de laVida con todo lo que en tí tiene vida. Si, pues,debo amar a Dios con todo lo que en mí tiene vida,¿qué me reservo para poder amar al prójimo?Cuando se te dio el precepto de amar al prójimono se te dijo “con todo el corazón, con toda el almay con toda la mente”, sino “como a tí mismo”. Hasde amar a Dios con todo tu ser, porque es mejorque tú, y al prójimo como a tí mismo, porque es loque eres tú» (Sermón 179,A).

–Sigue la misma idea en el Salmo 17:«Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza...Dios mío, peña mía, refugio mío, escudomío, mi fuerza salvadora, mi baluarte...Viva el Señor...sea ensalzado mi Dios ySalvador». El Señor nos sigue con un ros-tro lleno de amor y de misericordia, conel poder del Espíritu. En la Carta a losHebreos se dice:

«No os habéis allegado al monte tangible, alfuego encendido, al torbellino, a la oscuridad, a latormenta, al sonido de la trompeta y a la voz d laspalabras, que quienes las oyeron rogaron que nose les hablase más...Pero vosotros os habéis alle-

gado al Monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, a laJerusalén celestial... y al Mediador de la nuevaAlianza, Jesús...» (12,18-19.22.24).

Habría que traducir: «yo te amo entra-ñablemente, desde lo más íntimo de miser». Con estas palabras se expresa el sen-tido de lo preceptuado en Deuteronomio6,4, según la lectura anterior.

Años pares–Habacuc 1,12–2,4: El justo vivirá por

su fe. El profeta Habacuc, coetáneo deJeremías, exalta la potencia de Dios y selamenta del espantoso poderío del rey deAsiria. Seguidamente el profeta aguardala visión que tiene que esperar con pa-ciencia. Comenta San Agustín:

«Igualmente si dijerámos que carecemos en ab-soluto de justicia, carecemos también de fe; y sino tenemos fe, ni siquiera somos cristianos. Sitenemos fe, algo de justicia poseemos. ¿Quieresconoces la medida de ese algo? El justo vive por lafe... puesto que cree lo que no ve» (Sermón 158,4).

–Con el Salmo 9 decimos: «No aban-donas, Señor, a los que te buscan... Élserá el refugio del oprimido... Él vengala sangre. Él recuerda y no olvida el gritode los humildes». La acción de gracias yla alabanza es un modo de manifestar lafe en Dios. Pero la fe es, además, la máspura fuente de alegría; más aún, de unaalegría desbordante. Este tema de la fe serepite muchas veces en el Salterio. Hayque vivir según la fe. El que vive comoun pagano, el avaro, el intrigante, el mal-hechor, el opresor, ha negado la fe en lapráctica y no tardará de abandonarla porcompleto; porque, si el corazón está co-rrompido, pronto se nublará la vista parano ver claro las cosas de la fe.

–Mateo 17,14-19: Si tuvierais fe, nadaos será imposible. Con ocasión de la cu-ración del epiléctico, Jesús recomiendasiempre la fe. La incredulidad no puedehacer milagros. Pero la fe es capaz de ob-

Page 122: Año litúrgico patrístico

123

tener de Dios grandes cosas. San JuanCrisóstomo dice:

«La Escritura nos muestra que este hombre eramuy débil en la fe, Muchas circunstancias nospatentizan esta debilidad de fe: el haberle dichoCristo “para el que cree todo es posible”; la res-puesta misma del hombre a Cristo “Señor, ayudaa mi incredulidad”; el haber mandado al demonioque no volviera a entrar en el enfermo. Y otraprueba de poca fe es haber dicho el hombre aCristo: “Si puedes”...

–«Mas si la falta de fe del padre –me dirás– fuela causa de que el demonio no saliera del enfermo,¿cómo es que el Señor reprende a sus discípulos?

–«Porque quiere hacerles ver que podían ellosmismos, sin contar con los que se les acercaban,curar en muchas ocasiones con sola su fe. Porqueasí como muchas veces ha bastado la fe del supli-cante para recibir la gracia aun de taumaturgosinferiores, así otras muchas ha bastado la fuerzadel taumaturgo, aun sin la fe de los que se lesllegaban, para obrar el milagro... De uno y otrocaso se muestran ejemplos en la Escritura» (Ho-milía 57,3 sobre San Mateo).

San Agustín comenta:«Nuestro Señor Jesucristo... reprochó la infi-

delidad hasta en sus mismos discípulos... Si losapóstoles eran incrédulos, ¿quién puede llamarsecreyente?... No obstante, ni siquiera cuando eranincrédulos los abandonó la misericordia del Se-ñor, sino que los censuró, los nutrió, perfeccionóy coronó. Pues también ellos, conscientes de sudebilidad le dijeron: “Señor, auméntanos la fe”(Lc 17,5). La primera cosa útil era la ciencia, saberde qué estaban escasos; la gran felicidad saber aquien lo pedían... Ved si no llevaban sus corazo-nes como a la fuente y llamaban para que se lesabriera y los llenara. Quiso que se llamase a lapuerta, no para rechazar a los que lo hicieran, sinopara ejercitar sus deseos» (Sermón 80,1).

18ª Semana del Tiempo Ordinario

Page 123: Año litúrgico patrístico

124 P. Manuel Garrido, O.S.B. – Año litúrgico patrístico (5)

Indice

10ª Semana. –Domingo, 3. –Lunes, 6. –Martes, 8. –Miérco-les, 9. –Jueves, 11. –Viernes, 12. –Sábado, 13.

11ª Semana. –Domingo, 16. –Lunes, 20. –Martes, 21. –Miér-coles, 23. –Jueves, 24. –Viernes, 25. –Sábado, 27.

12ª Semana. –Domingo, 28. –Lunes, 33. –Martes, 34. –Miér-coles, 36. –Jueves, 37. –Viernes, 38. –Sábado, 40.

13ª Semana. –Domingo, 42. –Lunes, 46. –Martes, 48. –Miér-coles, 49. –Jueves, 51. –Viernes, 52. –Sábado, 54.

14ª Semana. –Domingo, 56. –Lunes, 60. –Martes, 62. –Miér-coles, 63. –Jueves, 64. –Viernes, 66. –Sábado, 68.

15ª Semana. –Domingo, 70. –Lunes, 75. –Martes, 76. –Miér-coles, 78. –Jueves, 80. –Viernes, 81. –Sábado, 82.

16ª Semana. –Domingo, 84. –Lunes, 88. –Martes, 90. –Miér-coles, 91. –Jueves, 92. –Viernes, 94. –Sábado, 95.

17ª Semana. –Domingo, 97. –Lunes, 101. –Martes, 103. –Miércoles, 104. –Jueves, 105. –Viernes, 107. –Sábado, 108.

18ª Semana. –Domingo, 110. –Lunes, 114. –Martes, 116. –Miércoles, 117. –Jueves, 119. –Viernes, 120. –Sábado, 122.