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ANUEL GALLEGO JORRETO nació en O Carballiño

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ANUEL GALLEGO JORRETO nació en O Carballiño (Ourense) en diciembre de 1936, aunque sus primeros años transcurrieron en Ourense, donde sus padres (Manuel Gallego y Joaquina Jarreto) fueron destinados como funcionarios del Ministerio de Educación. Fue en ese paisaje cultural en el que

transcurrió su infancia y donde cursó el Bachillerato, completado con un último curso en Vigo. El panorama de sus experiencias visuales fue básicamente el de la Galicia interior, con una referencia especial a la pequeña población de O Incio. Un viaje de estudios a Lisboa y quizás la referencia de su tío aparejador, aparte de una inclinación natural al dibujo, posiblemente procedente de su abuelo paterno, excelente pintor, parecen estar en el origen de su decisión final de iniciar estudios de arquitectura.

Trasladado a Madrid, en su escuela realizó la carrera entre 1954 y 1963. En la capital entró en contacto con compañeros, especialmente gallegos (Baltar, Suances), con quienes desde entonces mantuvo una estrecha amistad. Y con la cultura arquitectónica contemporánea a través de algunos profesores, en especial Alejandro de la Sota, a cuyo estudio asistió, primero como estudiante y más tarde como arquitecto, entre 1963 y 1966. La influencia de su magisterio marcó la trayectoria de Gallego de forma muy profunda. Siendo estudiante, en 1962 también trabajó, becado, con Erlin Viksjo, en Oslo.

Su vuelta a Galicia desde Madrid se produjo tras obtener, por oposición en 1967, una plaza en el cuerpo de arquitectos del Ministerio de la Vivienda en la Delegación de A Coruña, llegando a ser Jefe de los Servicios Provinciales de Urbanismo. Coincidió allí con Carlos Meijide, con quien colaboró hasta que, en 1969, marchó becado a París para realizar un curso de Técnicas de Urbanismo.

Desde aquellas fechas, coincidiendo con la creación del Colegio de Arquitectos de Galicia y la Escuela de Arquitectura de A Coruña, se implica en la vida cultural de Galicia, alcanzando cada vez mayor importancia entre los profesionales españoles. Finalmente, en 1978 abandona el trabajo en la Delegación por un puesto en la Escuela de Arquitectura de A Coruña, enseñando desde entonces Urbanística 1, cuya plaza de profesor titular desempeña desde 1987. ·

Su trabajo profesional de arquitecto, relativamente escaso, ha ido evolucionando a partir de la influencia sotiana en un sentido personal de gran delicadeza y precisión que ha merecido la atención de la crítica y numerosos premios, entre ellos el Nacional de Arquitectura, obtenido en 1997 por el Museo de Bellas Artes en A Coruña. Está considerado como uno de los arquitectos más relevantes en el panorama europeo, habiéndose creado a su alrededor un aura de respeto que le configura como arquitecto de "culto" para las jóvenes generaciones que ven en él un maestro seguro.

Casado en 1966 con Jeanne Picard, ha tenido de su matrimonio tres hijos: Santiago, Pablo y Elisa, los dos últimos también arquitectos por la Escuela de Madrid.

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56. Casa de la Cultura, 1987-90. Chantada, LUGO.

157. Manuel Gallego Jorreto.

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158. Casa de la Cultura, 1987-90. Chantada, LuGo.

159. Vivienda unifamiliar en Corrubedo, 1969. A CORUÑA.

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LA OBRA DE MANUEL GALLEGO

En la producción de Gallego, toda ella realizada en Galicia, pueden distinguirse, a pesar de su enorme continuidad, varias etapas. Una primera, muy corta, corresponde a su colaboración con Meijide; en ella, a partir de los presupuestos formales del Movimiento Moderno tamizados por las influencias de la Escuela de Madrid (Sota y Corrales en especial) y del empirismo nórdico, se observa la búsqueda de un lenguaje personal (viviendas en Santa Cruz).

A continuación, una etapa de práctica independiente, en la que, junto a obras en las que se pretende simplificar la forma hasta lo estrictamente imprescindible (Torre de Galicia), comienza un esfuerzo por encontrar tanto un método como un "modo", ajenos a presupuestos y liberados de "compromisos", de tendencias, ahondando en la propia consciencia, sin renunciar a lo profundamente asimilado de sus fuentes, haciéndolo compatible con la experiencia personal sobre el lugar y la memoria. Esta etapa gira alrededor de sus dos viviendas en Corrubedo (1969) y en Carballo (1977), y en ella se gesta su lenguaje.

A partir de ese momento, se siente en posesión de sus recursos formales y, al tiempo que inicia su compromiso con la docencia, produce sus obras más maduras y, al tiempo, más arriesgadas y personales. Desde la Casa de la Cultura en Valdoviño hasta la de Chantada. Desde el Museo de la Colegiata hasta el de Bellas Artes, ambos en A Coruña. Desde la piscina en Chantada hasta el Centro de Salud en Viveiro. Desde la casa en Veigue hasta el Complejo de la Presidencia de la Xunta en Santiago. Desde los laboratorios en Santiago hasta la Facultad de Ciencias Sociales en A Coruña. En ella también ha realizado algunas rehabilitaciones singulares: Teatro Rosalía (A Coruña), edificio central de San Caetano (Santiago), Santa Eulalia de Bóveda (Ourense). Esta etapa, afortunadamente vigente, se caracteriza por la coherencia interna de los procesos más que por las semejanzas de los resultados, que, por ello, siempre son, en último término, en muchos aspectos sorprendentes aún dentro de una línea poética reconocible.

En su producción ocupan un papel importante los estudios urbanísticos, desde estudios de planeamiento menor (Cariño, Noia) hasta propuestas de diseño urbano (Avenida de Juan XXIII en Santiago), a los que también ha dedicado sus esfuerzos docentes, como consecuencia de su trabajo para la Administración, y, sobre todo, por una particular manera de entender el paisaje y su relación con lo construido, que intenta reconocer en las preexistencias las voces de una memoria personal y colectiva con las que entabla un diálogo sutil de referencias, intentando materializar el genio dormido del lugar. Quizás sea esta particular relación con el medio el hilo conductor que permite reconocer la evolución de una arquitectura ligada cada vez más profundamente a los orígenes de su propia cultura.

APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA DE MANUEL GALLEGO

Para estudiar la arquitectura de Gallego, propongo ahora hacerlo desde la poética que ha ido elaborando a lo largo de los años. Ello supone dar prioridad a su etapa madura, considerando la producción anterior como tanteos, significativos no obstante dada la gran coherencia de su desarrollo, pero ya analizados por mí mismo en otras ocasiones, contemporáneamente a su producción.

INFLUENCIAS Y FUENTES

Tras su aprendizaje sotiano, que finalmente se convirtió en la fuente inagotable de su aventura intelectual, buscó en otras (empirismo nórdico, la herencia de Corbu ... ) algo que por una parte hiciese inteligible la intuición del maestro y, por otra, lo que se pudo haber perdido de emoción plástica y emotiva en el lenguaje

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moderno. Algunas de sus preferencias literarias (de Celso Emilio Ferreiro a Hamsun), plásticas (de Munch a Palazuelo) o críticas (de Bergsson a Derrida) muestran una amplitud de intereses culturales muy amplios pero muy selectivos. Ni el canon estricto ni la contracultura. En una posición intermedia establecida a su propia medida. De acuerdo con un instinto personal que también guía sus decisiones como arquitecto.

Muy pronto, ya en Galicia, los modelos del origen se fueron ampliando. Aparece la figura de Siza, como referencia más próxima a sus propias inquietudes. La exigente búsqueda del sentido de un discurso que se iba articulando con fragmentos le lleva a intentar indagar del modo más preciso en las formas en que la naturaleza se encontraba en las cosas. Mas allá de los métodos que buscan fijar la forma ligada al análisis previo, ha ido elaborando una reflexión continua en la que, del propio reconocimiento de lo aleatorio del proceso y de lo sugerente de lo que se define al definirse, ha ido proponiendo en sus respuestas el origen del paso sucesivo. Este sentido machadiano de hacer suyo el camino convierte cada experiencia en irrepetible.

Una vez establecidos sus principios poéticos, una vez controlados los medios para satisfacerlos, las influencias han dejado de ser referentes para pasar al terreno de las sugerencias compartidas. No parece probable que puedan desviar un camino claramente establecido.

CLAVES POÉTICAS

En una obra tan coherente como la de Gallego, los parámetros sobre los que concreta sus opciones se confunden con frecuencia. Las comunes referencias al origen y al aprendizaje, en su caso adquieren una importancia sustancial por sus particularidades concretas. Su tierra es tan sutil y compleja como la cultura intelectual en la que Gallego se inscribe: el esquivo, equívoco y contradictorio Movimiento Moderno, en especial sus desarrollos menos programáticos.

La cultura asimilada en su origen por Gallego es la de la Galicia más profunda, ligada tanto al océano como al bosque, al huerto, al monte, a la niebla, a la piedra. La voluntad adulta de trascender y ordenar la experiencia original de esa naturaleza está en la base de su obra.

Igualmente, su definida pertenencia a un contexto cultural ligado a las promesas, nunca del todo conseguidas, de las vanguardias históricas.

La decantación de estas dos tensiones primordiales a través de su maestro primero y definitivo, el también gallego Alejandro de la Sota, sirvió de punto de partida inevitable para el esfuerzo posterior de maduración autónoma en el que se sitúa la arquitectura de Gallego.

El proyecto es, para Gallego, según me parece, un medio de conocimiento. En él adquiere una importancia trascendente el "modo". Desde la actitud personal, que modifica la realidad preexistente, haciendo que tanto su percepción como su nueva organización arquitectónica sean intransferibles y sólo apropiables desde referencias adecuadas.

Aquí puede seguirse con mayor precisión la huella sotiana. En su obra subyace implícito un mensaje que pretende trascender cada caso para referirse a cierta posición ante el mundo, desde la construcción del propio. En Sota, el "modo" era conductor de un proceso de alteración de la razón "objetiva". La intuición explorando la realidad y buscando en ella sus ideales.

La trayectoria de Gallego desarrolla sus propias referencias intelectuales de modo sutilmente distinto aunque en su órbita. La voluntad de ser y sentirse de un "modo" independiente le han llevado al fondo más vital de la intuición. Al instinto.

El proyecto forma parte así de un proceso interior y anterior al mismo tiempo. Tanto de conocer como de conocerse.

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160 y 161. Vivienda El Pinar, 1977. Oleiros, A CORUÑA.

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162. Vivienda El Pinar, 1977. Oleiros, A CORUÑA.

163. Vivienda y estudio para un pintor, 1979-82. Isla de Arousa, PONTEVEDRA.

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Algunas consideraciones sobre un trabajo pausado pero tenso y continuo me permiten proponer algunas claves desde las que entender sus procesos complejos en busca del lugar y la memoria, a mi entender los dos extremos entre los que se tensa su poética.

Determinadas cualidades del paisaje cultural de Galicia, lo huidizo de las formas, lo borroso de los límites, y especialmente la niebla, esa sustancia particular de agua y luz que participando de sus componentes los transforma en algo diferente, han sido indudablemente causantes de la elaboración del personal lenguaje de Gallego. Tanto como las sutilezas sotianas sobre la "imprecisión precisa", sobre la ascesis de lo mínimo, sobre la ironía evasiva y ambigua en búsqueda de no evidenciar lo evidente. La "buena educación" de algunas arquitecturas que dicen decididamente lo que no querrían tener que decir, del modo menos evidente. El juego en esos límites del compromiso personal, asumiendo con lucidez las propias contradicciones. Arriesgando en cada paso sucesivo lo conseguido poco antes.

Podemos, a partir de estas cuestiones, indagar sobre los temas recurrentes de la arquitectura de Manuel Gallego: la idea de lugar y la noción de memoria, tiempo y experiencia personales, para ver después algunos de los instrumentos empleados y las estrategias seguidas para su materialización.

EL LUGAR: En pocos autores resulta tan clara la influencia de este concepto como en Gallego. No sólo entendido como condicionante previo del proyecto, como preexistencia física (el sitio, soporte constructivo), formal (con una estructura con la que debate desde un principio la propia del proyecto), con sus cualidades ambientales (incluidos factores climáticos y plásticos), sino psíquicos (en cuanto susceptibles de ser "entendidos" por quien interviene o por quien usa).

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La arquitectura de Gallego puede resumirse como una propuesta de lugar en un lugar, de forma inclusiva, manteniendo la obra en el tiempo las relaciones establecidas en el proyecto. La continuidad en la tensión que de esta manera se produce otorga a sus obras una extraña vitalidad que ineludiblemente alude a la memoria, su otro polo creativo. Los lugares (casi mejor que arquitecturas) propuestos por Gallego, resultan de este modo particularmente emotivos, reclaman la atención con sugerencias que pueden probablemente adivinarse; resultan, a veces, extrañamente, y de antemano, conocidos. Sus lugares, por serlo, son re­conocibles.

LA MEMORIA: Efectivamente, a ella se refieren los lugares. Sin ella, podrían quizá tener existencia física, pero nos serían indiferentes. Es a través de la memoria que nos pertenecen los lugares y les pertenecemos. En cuanto memoria no artificial, personal y profunda, es la base común de la experiencia compartida. Es la estructura profunda en que apoyamos nuestra comunión cultural con lo preexistente. Está en el origen, en el nuestro particular y en el colectivo. Más allá del subconsciente, de algún modo aprendido, se encuentra en la capa profunda e inconsciente, sólo accesible al instinto.

Reconocer los signos que atrapan la memoria es un trabajo que corresponde al arte y al artista recuperarla, en ellos, para todos. Disponerlos de la forma adecuada, haciendo posible una nueva memoria, recreada de modo infinito, mediante ritos, continuamente renovados con el uso, es un trabajo de "arquitectura" que pocos pueden asumir. Se apoya en cualidades trabajadas con empeño, tendentes a profundizar en la propia conciencia, más allá de lo aprendido, sin eludir el riesgo de encontrarse en soledad en comunión con los otros. De nuevo posible sólo gracias al instinto.

Manuel Gallego parece, en este sentido, obsesionado por alcanzar instintivamente la memoria del lugar que nos propone y devolvemos así la nuestra reencontrada. Su arquitectura hace especial hincapié en las posibilidades de re­crear, en el tiempo, una memoria compartida.

EL TIEMPO: Es el tiempo, fugaz e inaprensible. Como la luz. Y con ellos, sin embargo, se construye la arquitectura. O, al menos, de ellos se precisa para recuperar la memoria y, así, hacer memorable el sitio, convertirlo en lugar. El lugar "es", en el tiempo, con el tiempo. El lugar intemporal, hace referencia a un tiempo inmemorial, más allá del tiempo personal, de la experiencia cotidiana, "sin memoria". Se refieren al "monumento", que permanece en la memoria desde "antes" de nosotros, o que permanecerá más que nosotros. Entender la arquitectura "en y con" el tiempo, con Ruskin, requiere proyectarla de acuerdo a su propio devenir, contando con que, de este modo, la arquitectura se "hace" con el paso del tiempo y es, por ello, un producto siempre inacabado. Ello precisa también proyectar con el tiempo, dejándole pasar para que, como a Klee, "las cosas se me vengan", o como Kahn quería, dejar que las cosas sean (lleguen a ser) lo que "quieren" ser.

En el caso de Gallego el entendimiento del proyecto está ligado a su propio transcurrir, al tiempo incluido, no atrapado sino liberado. Quizás pretende Gallego liberar el tiempo, no concretarlo a un periodo, el del proyecto acabado, dejándole fluir con "indecisiones" que se mantienen en suspenso porque, seguramente, no se quieren decidir esperando que "se decidan" con el tiempo. Forma así parte componente del proyecto y queda incluido curiosamente en la obra revivida. Al demorarse en los procesos de proyecto y obra de forma tan obsesiva, Gallego introduce con el tiempo la memoria, la intrahistoria, la búsqueda instintiva de lo que la cosa quiere ir siendo, y, con ella, lo que el propio arquitecto "viene siendo".

LA LUZ: Como elemento definidor, se podría entender enemiga de la indecisión, necesaria para dejar que el tiempo transcurra en el proyecto. Como elemento fugaz, ligado al transcurrir, como su ausencia, la sombra (Tanizaki),

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164 y 165. Museo de Arte Sacro de la Colegiata de Santa María, 1982-85. A CORUÑA.

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166. Casa de la Cultura, 1981-93. Valdoviño, A CORUÑA.

asume una importancia decisiva en la evolución de las ideas. Recordemos algunos dibujos decisivos (Chantada, el Museo de Bellas Artes), en los que Gallego intenta "aclarar", "poner luz con la sombra" de la duda en lo que tarda en definir, aun conociendo la solución preferida de antemano. Lo que el arquitecto quiere que la cosa sea.

En este sentido, la experiencia personal de Gallego creo que tiene que ver con esa luz "ausente", tan "presente" en Galicia, de la niebla (agua y luz suspendidas, como he dicho). Luz que "está y no está", como el cristal de Seerbart, y que permite dejar el concretar a su debido momento, a su tiempo, y, con él, a su propia memoria.

¿ Luz intemporal?, ¿Tiempo inmemorial?, ¿Memoria sin lugar? Concretar un lugar para la memoria, es hacer memorable un lugar (arquitectura

inteligible), es permitir que el tiempo la construya (experiencia intransferible), es dejar que la luz descubra la sombra y la sombra la luz, estableciendo relaciones variables en las cosas (espacio sensible).

La arquitectura de Gallego contribuye a todo ello. Para lo cual, se apoya en varias estrategias y distintos instrumentos. Estrategias: La singular obra de Gallego, si bien ha surgido de muchas

dependencias, libremente asumidas, ha seguido, sin embargo, un camino en solitario, cada vez más autónomo.

En busca de la distancia necesaria para poder reflexionar sobre los conflictos con los que se enfrenta a diario un arquitecto, Gallego ha utilizado la estrategia de "poner tierra por medio". Las huidas hacia delante, sus "fugas", buscándose a sí mismo, "La saga fuga de M. G.f' que hubiese dicho Torrente Ballester, pueden ser síntomas de una estrategia tendente a encontrar el propio origen bajo capas de memoria adherida. Un modo de exiliarse muy gallego. Sin romper del todo sus amarras, fijando referencias pero yéndose lejos. De De la Sota, su maestro, primero. De Madrid, de las modas, de Ourense, su ciudad, luego de volver desde Madrid a Galicia. De A Coruña, como medio, a través del Ministerio y del cabo Corrubedo; más tarde, del Colegio y de la Escuela, sin asumir nunca el papel que muchos probablemente le reclaman.

Aparte la estrategia personal del autoexilio, la arquitectura de Gallego parece responder a ciertas estratagemas respecto a su enfrentamiento con el lugar y la memoria. En general, se mueve más a gusto en el camuflaje. En este sentido, las referencias a lo uno y la otra se concretan en guiños que pretenden ocultar relaciones profundas. Las obras en Santiago, los Laboratorios y el Complejo de Presidencia, plantean posiciones opuestas. Si los Laboratorios parecen asumir su

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autonomía respecto al territorio maltratado, proponiendo objetos precisos en el paisaje (la actitud de Corrubedo ), el complejo se desarrolla "desde dentro" del propio territorio, remitiendo en su forma a una memoria ancestral y "arqueológica", de castro y de burgo medieval. La mayoría de las veces recurre, sin embargo, a soluciones intermedias en que los límites asumen todo un ritual de paso de lo uno a lo otro (Museo de Bellas Artes), o de lugar fronterizo, impreciso, perteneciente simultáneamente a lo uno y lo otro, siendo además, distinto.

Instrumentos: La forma de instrumentar las estrategias para concretar los objetivos poéticos se centra en algunos "estilemas", que como "firmas", hacen muchas veces reconocible al autor de la obra. Sin embargo, no se trata tan sólo de "señas de identidad" dejadas como testigo sino que es el "modo" de firmar, de signar, de señalar, lo que en verdad las distingue. A riesgo de desvirtuar su sentido, debe reconocerse que algunos de esos signos tienen "vida propia" aun fuera de "su

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sitio". Se convierten en recursos, en "maneras", tanto como en gestos-. De la importancia de los límites en la obra de Gallego, ya he dicho en otras

ocasiones varias cosas: cómo ocultan, cómo envuelven, cómo definen. La duda "dialéctica" de la definición, en un proceso de proyecto como el que desarrolla Gallego, necesariamente "indefine" hasta el último momento posible (el valor del

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"tiempo" en el proyecto, marca el "tempo" de las decisiones). La fachada descompuesta en capas traslada el límite a un espacio intermedio que a la vez es lugar, alcanza su máximo virtual al minimizar lo construido en las pérgolas de Veigue o en las de la piscina de Chantada.

De ahí la importancia de la piel, que se decanta por acabados tersos y precisos unas veces (museos, laboratorios, facultad, piscina, en general edificios públicos ) frente a la superficie rugosa inacabada, en general ligada a la vivienda y la experiencia personal.

El volumen como pieza interior dentro de otro volumen, como altar sagrado, como lugar ritual de paso y de ascenso, ha producido piezas interiores magníficas (las escaleras del Museo de Bellas Artes, las de la casa en Veigue, las de la Casa de la Cultura en Chantada y en otras más recientes, en Santiago). Es, con las sutiles barandillas, uno de los elementos plásticos más refinados de los utilizados por Gallego.

La línea que conduce la mirada y establece las relaciones espaciales, tensando los vacíos y tamizando los planos en que se instala, dando continuidad al recorrido, se materializa en las fabulosas barandillas de Gallego, más elaboradas aun que las

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de su maestro. Los ejemplos de Carballo, Chantada, los museos de A Coruña , los edificios de Santiago ... También los pilares exentos que articulan los planos en Chantada, en Bellas Artes, como elementos totémico-tecnológicos, resumen de la memoria y del futuro.

El plano curvo del Museo de Arte Sacro, probable guiño aaltiano, que se busca de nuevo en la planta baja de Bellas Artes, en la Facultad de A Coruña, aquí quebrado y curvo ... Quizás el uso de la madera como envolvente no sea casual, como el muro-rendija posterior de Corrubedo, recuperado en la Facultad de Ciencias, también en el Museo de la Colegiata, quizás sea una referencia inconsciente al bosque nórdico, invocado en el constante recurso al abedul.

Los recorridos entendidos como sendas, nunca como ejes en la obra de Gallego, sugeridos por la "ruptura" en diagonal quebrada en Valdoviño, en la Facultad de Ciencias, o como "pasos perdidos" en Bellas Artes, llegan a su extremo de estancia senda en la escalera-estancia del Museo de la Colegiata. La indefinición de subir­bajar, entrar-salir, ir-venir, tan "gallega", parece acomodarse con naturalidad en este gallego tan universal.

La articulación de los volúmenes al modo de Asplund en la piscina de Chantada, o en el Complejo de Santiago, suponen una vuelta al origen "tapada" por una cultura superpuesta cada vez lejana.

FORTUNA CRÍTICA

Desde la primera ocasión en que fueron publicadas algunas obras de Manuel 4

Gallego, en 1971 , muy poco después de su instalación en Galicia, el tiempo ha ido acumulando comentarios críticos cada vez más elogiosos de una obra unánimemente reconocida. Sin embargo, la individualización de su aportación al panorama gallego en un principio y más tarde español e internacional, estuvo ligada a algunas obras singulares que trascendieron el ámbito local y a algunas críticas que fueron definiendo su aportación y su independencia. Tras una etapa en que fue prácticamente considerado epígono destacado de De la Sota, hasta su actual autonomía como autor plenamente original, las etapas de la evolución crítica vienen marcadas por la aparición de distintas publicaciones. Aunque las obras de Gallego fueron apareciendo en las revistas profesionales sin prisa pero sin pausa desde mediados de la década de los 70, hubo que esperar a 1992 para que su obra se publicase de forma completa hasta ese momento5

• Poco después, en 1994, la obra de Gallego dedicada a edificios culturales fue publicada monográficamente

6•

El afán que, desde los primeros 70 se desató por recoger la producción de nuestros

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167 y 168. Vivienda unifamiliar en Veigue, 1988-91. Sada, A CORUÑA.

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169. Manuel Gallego Jorreto.

valores más seguros, afectó a Gallego aun a pesar de situarse en la periferia de las modas más urgentes. Veinticinco años después de la publicación de Hogar y

arquitectura, tuve ocasión de revisar el panorama gallego incorporando al mismo las nuevas generaciones y constatando con más perspectiva el efecto de las figuras que constituyeron una escuela regional de gran calidad. La figura de Gallego quedaba ahora claramente situada en su contexto y su influencia resultaba evidente

7•

En los últimos años, fueron apareciendo textos dedicados a obras concretas, en • 8 • •

especial al Museo de Bellas Artes y su figura y su obra aparecen citadas en todas las publicaciones de carácter general sobre la arquitectura española de los últimos años. En 1998, apareció una nueva publicación dedicada a su arquitectura

9, por el

momento la última aproximación a su obra completa. Algunas de sus últimas obras, publicadas como libro independiente'º, ponen de manifiesto el valor adquirido por la firma de Gallego en estos momentos.

NOTAS 1

Baldellou, M. A., "La precisión precisa. A propósito de unas obras en Santiago de Manuel !Jallego", en Manuel Gallego, Constructora San José, 2003. - Baldellou, M. A., "La arquitectura como gesto", en Diseño interior, nº 14, Madrid, 1992. 3

Baldellou, M. A., "Treppenhauser Zwei Museen in Coruña", en Deutsche Bauzeitung, nº ~' 1992.

Baldellou, M. A., "Panorama de la arquitectura actual en Galicia", en Hogar y arquitectura, nº 96, 1971. Poco después, El Ideal Gallego publicó íntegramente, sin pedir permiso ni comunicarlo, el texto correspondiente. Desde entonces lo que allí se decía pasó a ser lugar común y referencia obligada, frecuentemente sin citar. 5

Baldellou, M. A. y Mendes, M., José Manuel Gallego, Gustavo Gili, Barcelona, 1992. 6

Cohn, D., "Espacios para actividades culturales. Manuel Gallego". Documentos de Arquitectura, nº 28, COAAOr., Almería, 1994. 7

Baldellou, M. A., Lugar, memoria y proyecto, Electa. Madrid, 1995. Algunas ideas ya fueron planteadas en: Baldellou, M. A., "Algo se mueve en Galicia", en A. V, nº 23, 1992. 8

Premio Nacional de Arquitectura en 1997. 9

Cohn, D., Manuel Gallego, Tanais Ediciones, Sevilla, 1998. 'ºEntre ellas: AA.VV., Piscina cuberta climatizada de Chantada, Xunta de Galicia, 2002. Gallego, M., Facultad del Área de las Ciencias Sociales de la Universidad de A Coruña, ACS, 2003. Baldellou, M. A. y Cohn, D., Manuel Gallego, Constructora San José, 2003.

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