Upload
juli-barrera
View
115
Download
1
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Apunte 4°- Unidad 2
Citation preview
Historia
4° año “A” y “B”
Ciclo Lectivo: 2015
UNIDAD 2
“La Confederación
Rosista”
Profesoras: Julieta Barrera y Consuelo Navarro
1. LA CONFEDERACIÓN DE ROSAS (1829-1852)
La muerte del gobernador federal Dorrego impulsó la carrera política de Juan Manuel de Rosas al quedar como
hombre fuerte del federalismo porteño. Tras derrotar el levantamiento unitario liderado por Lavalle, en 1829 la sala
de representantes proclamó a Rosas gobernador de Buenos Aires otorgándole el título de “Restaurador de las Leyes”.
Este hecho marcó el comienzo de un nuevo período en la historia de las Provincias Unidas: La Confederación
Rosista (1829-1852), que se caracterizaría por la imposibilidad de constituir un Estado Nacional para las provincias,
ya que Rosas retrasaría, cada vez que se presentara, la posibilidad de la definitiva constitución del país. Sin embargo,
bajo el nombre de la federación, realizó una política intensa de intervención en los asuntos internos de las provincias,
exigiendo el reconocimiento de su autoridad, a través de diversos métodos: apoyo político y financiero, la persuasión,
la amenaza o la acción armada. Es decir, que sin que durante este período se haya sancionado una constitución, por
delegación de las atribuciones de las provincias y por acción propia, Rosas ejerció de hecho el poder nacional, apoyado
por la fuerza de Buenos Aires.
El período de la Confederación Rosista puede subdividirse de la siguiente manera: la primera gobernación de
Rosas (1829-1832), caracterizada por el triunfo de la Liga Federal por sobre la Liga Unitaria; un período intermedio de
gobernaciones inestables (1832-1835) que asegurarán el regreso de Rosas al poder; y la segunda gobernación de Rosas
(1835-1852) caracterizada por el aumento la violencia por parte del gobierno contra todo posible opositor, así como
también por un aumento de las conspiraciones de los sectores opositores a Rosas.
Durante sus gobiernos, el caudillo impuso su dominio económico y político al conjunto de las provincias
interiores y litorales. Aunque, como se mencionó anteriormente, Rosas evitó avanzar en la organización constitucional
del nuevo Estado, consolidará y defenderá el reconocimiento internacional de la Confederación Argentina como un
Estado soberano y políticamente independiente.
Rosas tendrá un amplio apoyo popular derivado probablemente de su condición de estanciero, ya que la
dirección de sus estancias le dio a Rosas un gran conocimiento sobre la vida y las costumbres de sus peones, entre
quienes funcionaron los mecanismos propios del paternalismo, otorgando su apoyo al sentirse protegidos, seguros y
tenidos en cuenta. Pero fue realmente el sector terrateniente el que sustentó el liderazgo rosista, ya que el restaurador
les garantizó el orden y la disciplina social necesarios para desarrollar sus actividades económicas. Al gozar de un gran
predicamento entre sectores populares de Buenos Aires, apareció ante los terratenientes de la provincia como el único
capaz de contener y encauzar las demandas de las clases bajas. Además, Rosas tuvo a su disposición una fuerza
miliciana regular, debidamente disciplinada, que desempeñará un papel de importancia, inclinando a su favor el
equilibrio militar.
Para sostener ese orden necesario para los negocios, Rosas debió mantener la paz en Buenos Aires y un orden
en el resto del país que no alterara esa paz. Para lograrlo, el gobernador no dudó en usar una política de terror: el
control de la sociedad y la persecución de los enemigos formaba parte de la estrategia de gobierno. Durante su
mandato, el partido federal se dividió entre los federales doctrinarios y los federales rosistas. Sus posiciones diferirán
no sólo en el apoyo o reprobación de los métodos de Rosas, sino fundamentalmente en el debate torno las atribuciones
de gobierno que Rosas exigirá para continuar en el poder.
La Primera Gobernación de Rosas (1829-1832) Como se explicó anteriormente, Rosas asumió el gobierno de la provincia con el apoyo de todos los sectores
sociales que veían en él la personalidad capaz de restablecer el orden y la paz, desde estancieros y comerciantes, hasta
peones, gauchos y esclavos. La Legislatura lo declaró el “Restaurador de las Leyes y de las Instituciones de la Provincia
de Buenos Aires” y le concedió facultades extraordinarias. Esto significaba que el nuevo gobernador podía decidir las
acciones de gobierno que personalmente considerada como adecuadas, sin dar cuenta a la legislatura. El otorgamiento
de esos poderes se fundamentó en la necesidad de conformar un gobierno de excepcionalidad ante la amenaza del
desorden interno.
La Liga Unitaria y el Pacto Federal Mientras en el Rosas se afianzaba en
Buenos Aires, el interior se vio agitado por el
enfrentamiento entre unitarios y federales. El
general José María Paz extendió su influencia en las
provincias del norte, luego de vencer al gobernador
de Córdoba, Eugenio Bustos y al caudillo riojano
Facundo Quiroga. La derrota quebró el dominio de
Quiroga sobre el interior y permitió la constitución
de la Liga del Interior que delegó en Paz el supremo
poder militar. Mediante tratados, las provincias
del Interior - Córdoba, Tucumán, Salta, Mendoza,
San Juan, San Luis, La Rioja, Santiago del Estero y
Catamarca – se aliaron integrando esta liga
ofensiva y defensiva, con el propósito de organizar
constitucionalmente la Nación, mediante un
congreso. El proyecto político era el unitarismo,
pero a diferencia de las experiencias anteriores,
este tenía su centro en el interior y se oponía a la
hegemonía de Buenos Aires liderada por Rosas.
En respuesta, las provincias del Litoral y Buenos Aires firmaron en enero de 1831, el Pacto Federal, organizando
un ejército a mando de Estanislao López. Firmado este Pacto, se le declaró la guerra a Paz, iniciando una guerra civil
entre la Liga del Interior y la Liga Federal, que culminó con el triunfo de esta última.
El Pacto Federal preveía integrar a las restantes provincias y organizar el país bajo el sistema federal. En el
trascurso del año 1832, el resto de las provincias adhirió a él, pero nunca se logró convocar al Congreso que organizara
al país debido a las presiones de Rosas para no convocarlo. En este momento, como en el resto de su mandato, el
gobernador de Buenos Aires manifestó su posición sobre la inconveniencia de reunir un congreso y sancionar una
constitución, alegando que las condiciones aun eran prematuras ya que se vivía bajo la sombra del peligro unitario.
Si bien nunca lo admitió abiertamente, se puede interpretar que Rosas, representante del federalismo porteño,
creía que no había llegado el momento de constituir el país, ya que las provincias no estaban lo suficientemente
subordinadas al interés de Buenos Aires. Es por eso que consideraba que una constitución, antes de que la
desproporción entre el poder bonaerense y la debilidad del interior se hubiera acentuado más todavía, podía llegar a
perturbar la acumulación capitalista ganadera y podía hacer peligrar el monopolio bonaerense del puerto y de la
aduana. Así, Rosas retrasó, cada vez que se presentó, la posibilidad de la definitiva constitución del país. Mientras
tanto, el Pacto Federal serviría de andamiaje legal de una confederación que delegaba en Buenos Aires el manejo de
las relaciones exteriores.
Período de gobiernos inestables (1832-1835) En 1832 finalizó el primer mandato de Rosas y la
Sala de Representantes lo reeligió como gobernador. Sin
embargo, Rosas exigió como condición continuar en
ejercicio de las facultades extraordinarias, pero estas no le
fueron renovadas debido a la negativa de varios federales.
En consecuencia, Rosas rechazó el cargo y decidió alejarse
figurativamente de la política y reasumió el cargo de
comandante general de campaña e inició una expedición
al sur para expandir el territorio provincial sobre tierras
indígenas, lo que aumentaría su poder y prestigio (+info).
El puesto de gobernador fue tomado entonces por
Balcarce.
Para esos momentos ya estaba planteada la
escisión entre los federales porteños. Por un lado se
encontraban los “cismáticos” o “doctrinarios” que
deseaban regularizar las instituciones provinciales. Eran partidarios de darle a la nación una estructura jurídica que
permitiera la organización definitiva, es decir, sancionar una Constitución. Percibía que el fin de la guerra con la Liga
Unitaria representaba el inicio de un momento de paz ideal para la convocatoria a un Congreso Constituyente. Los
federales doctrinarios eran mayoría en la legislatura, por lo que fueron ellos quienes promovieron que no se renovasen
las facultades extraordinarias como mecanismo para sanear las instituciones provinciales. Por otro lado, se
encontraban los federales alineados con Rosas, denominados “apostólicos” o “rosistas”. Estos seguían las ideas del ex
gobernador quien desconfiaba de la conveniencia de convocar a un Congreso Constituyente y era partidario de la
continuidad del sistema confederado que se sustentara en pactos interprovinciales como mecanismo de garantizar la
cohesión nacional. Ambos grupos armaron redes políticas con sus apoyos respectivos y publicaron periódicos y
panfletos con sus opiniones.
La división entre federales cismáticos y apostólicos se profundizó durante el gobierno de Balcarce. Finalmente,
el cierre de un diario partidario del ex gobernador fue el detonante de una revolución política dirigida por su esposa,
Encarnación Ezcurra. Este conflicto se desencadenó cuando el gobierno inició un juicio contra un periódico rosista,
llamado “El Restaurador de las Leyes”, que había publicado una serie de artículos que atacaban duramente a Balcarce.
En respuesta, los federales apostólicos, dirigidos por Encarnación Ezcurra, organizaron un levantamiento en octubre
de 1833 que contó con el apoyo de grupos populares urbanos y rurales, conocido como “La Revolución de los
Restauradores”. Balcarce intento reprimir este movimiento pero el ejército se negó a obedecer. Balcarce se exilió y la
Sala de Representantes designó a Viamonte como gobernador de Buenos Aires. Sin embargo su gobernación fue
efímera, debido a que el juego de la oposición, fundamentalmente de la Sociedad Popular Restauradora (+info) –
organización rosista liderada por Encarnación Ezcurra- obligó su renuncia. La Legislatura ofreció el cargo a Rosas, quien
lo volvió a rechazar. Por lo tanto, Vicente Maza fue designado gobernador provisorio de la provincia.
La muerte de Facundo Quiroga, ocurrida Barranca Yaco, resulta el hecho decisivo que lleva a Rosas al poder
por segunda vez. Este crimen, claramente político, ocurrió cuando Quiroga se encontraba viajando de regreso a Buenos
Aires luego de haber oficiado como mediador en un conflicto entre las provincias de Tucumán y Salta. La conflictividad
política fue aprovechada por Rosas, que rápidamente logró volver a la gobernación de Buenos Aires.
(+info) Expedición de Rosas al “desierto” El desarrollo del comercio internacional y las posibilidades de aumentar las exportaciones de cuero y carnes saladas impulsaron al gobierno de Buenos Aires a realizar avances para incorporar tierras a la explotación ganadera. Las tierras, llamadas por los blancos “desierto”, estaban poblada por tribus indígenas que se enfrentaron a los hombres de Rosas. Los indígenas perdieron 2900 leguas y debieron refugiarse en el Sur. Por su parte, Rosas incrementó su prestigio político y adquirió mayor apoyo entre los hacendados y la población de la campaña.
Segundo Gobierno de Rosas (1835-1852)
La noticia de la muerte de Quiroga impactó en Buenos Aires. Maza renunció a su cargo,
denunciando el peligro que vivía el país y culpando a los unitarios de provocar el caos. La Junta
de Representantes, por temor a la anarquía, designó a Rosas gobernador, con la suma del poder
público, lo que implicaba que el gobernador, además de ejercer el poder ejecutivo, podía
intervenir en el legislativo y judicial, cuando lo creyese conveniente. Ante la magnitud del poder
que se le otorgaba, Rosas solicitó la realización de un plebiscito o votación para que la ciudadanía
manifestara su aprobación o rechazo. El resultado, ampliamente favorable, dio legitimidad a una
dictadura legal, ya que la concentración de poder no sólo se basaba en una ley de la Junta de
Representantes sino que estaba refrendada por el voto popular.
La Suma del Poder público terminó implicando que la Sala de Representantes abandonara
su función deliberativa, es decir, de debate sobre los temas que debían legislarse, y a que se
convirtiera en una mera instancia aprobatoria de las medidas tomadas por el poder ejecutivo. Los
procesos eleccionarios de los representantes, caracterizados anteriormente por la competencia
entre distintas listas de candidatos, dieron paso a elecciones en las que se presentaba una lista
única oficial que debía ser refrendada por la votación.
A su vez, bajo la carátula del restablecimiento del orden y la paz, Rosas persiguió a sus
enemigos políticos, calificándolos de unitarios. Con el fin de unificar el país, impuso un régimen
de partido único, y la uniformidad de pensamiento político que se manifestaba exteriormente en
el uso obligatorio de la divisa punzó para todos los ciudadanos, así como en la censura de la prensa
opositora. La Mazorca incrementó su acción contra los enemigos, muchos de los cuales optaron
por exiliarse.
(+info) La Sociedad Popular Restauradora y la Mazorca Doña Encarnación organizó la Sociedad Popular Restauradora, un organismo cuyo objetivo era apoyar a Rosas. Sus integrantes pertenecían a diversos sectores sociales. La mazorca fue su símbolo y dio nombre al grupo de choque que tuvo a cargo la intimidación de los enemigos políticos, utilizando métodos ilegales y violentos. Esta sociedad habría de promover el accionar violento coercitivo de su fuerza de choque con el fin de amedrentar a los opositores. Las casas de figuras destacadas, ya sean unitarios o federales doctrinarios, fueron atacadas y baleadas ya que les provocaban desconfianza por su falta de filiación rosista. Se constituyó así una política de terror que impulsó al exilio a los principales líderes del federalismo doctrinario. El terror emergió como práctica política del rosismo y se consolidó en los años siguientes. Surgió como un rasgo del pragmatismo de Rosas para disciplinar y lograr la cohesión de los diferentes estratos sociales mediante el desplazamiento de cualquier expresión que pudiera ser fermento de nuevos conflictos internos. A su vez, podría garantizar su influencia en la política en general. En ese complejo entramado, Encarnación se constituyó en una figura mediadora entre los sectores bajos y la elite provincial. Así quedaba articulada la proximidad de la elite con los sectores bajos mediante una cohesión política centrada en la figura de Rosas, quien permanecía retirado mientras Encarnación daba forma a los nuevos cimientos de su poder.
En el plano extraprovincial, el régimen extendió un poder informal. Si bien el Pacto Federal limitaba las
atribuciones del gobierno de Buenos Aires a las relaciones exteriores, Rosas expandió su influencia en el interior del
territorio mediante la combinación de diversas estrategias como las alianzas personales o el sometimiento directo. Así
logró colocar en las provincias gobernadores partidarios que obedecían por adhesión o por temor. El resultado fue la
formación de una confederación que, si bien no se encontraba avalada por ningún texto constitucional, funcionaba de
hecho.
Consenso y Oposición Rosas, al igual que en su primer gobierno, contó con un
gran consenso en la provincia de Buenos Aires. Hacendados,
comerciantes, militares, sectores medios y clases bajas de la
ciudad y de la campaña apoyaron su gestión, convencidos de su
papel como promotor del orden y la prosperidad bonaerense.
Adhesiones similares tuvo en las provincias al formarse la
Confederación.
Sin embargo, la persecución y imposibilidad de manifestar
la disidencia, fue engrosando las filas de la oposición integrada por
distintos sectores: unitarios y federales doctrinarios; federales del
litoral, que reclamaban la libre navegación de los ríos; federales
de interior, que se oponían a la intervención de Rosas en
detrimento de las autonomías provinciales; y el grupo de
intelectuales de la Generación del 37 (+ info)
La oposición del Litoral y del Interior no tardo en conspirar
y levantarse. Como sabemos, la política de puerto único
desarrollada por Buenos Aires perjudicaba el comercio de las
provincias del Litoral. Por esa razón, en 1839, el gobernador
correntino Astrada inició un levantamiento que fue derrotado por
las tropas de Rosas. Ese mismo año, con apoyo francés y de los
exiliados de Montevideo, Lavalle invadió Entre Ríos para iniciar
una campaña en contra de del gobernador de Buenos Aires.
Lavalle fue derrotado en 1840, por lo que se dirigió hacia el Norte
en donde se había producido otro levantamiento. Las provincias
del Norte, agobiadas por la política intervencionista de Rosas y por
el estancamiento económico, habían conformado la Coalición del Norte contra el Restaurador. Lavalle avanzó hacia
Córdoba, que formaba parte de la Coalición, para plegarse a esta alianza, pero fue derrotado por las tropas rosistas
nuevamente.
A partir de ese momento, Rosas mantuvo el control de la Confederación a través de sus aliados, como Ibarra
en Santiago del Estero, Benavídez en San Juan y Urquiza en Entre Ríos.
Los Conflictos Internacionales durante el Rosismo Rosas, quien había recibido de las provincias la delegación de las relaciones exterior, enfrentó conflictos
armados con países extranjeros. Los principales fueron con Francia e Inglaterra.
A partir de 1830, Francia estaba interesada en ampliar su influencia en América Latina y, en particular aumentar
su presencia en el comercio rioplantense. En 1838, una escuadra de guerra bloqueó el puerto de Buenos Aires,
exigiendo para los ciudadanos franceses residentes en la Confederación la eximición del servicio militar, como sucedía
(+info) La Generación del 37 Hacia el año 1837, un grupo de jóvenes
intelectuales, muchos de los cuales se habían
formado en la Universidad de Buenos Aires, se
reunieron en el Salón Literario, en donde se
encontraban para leer sus escritos Esteban
Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Juan María
Gutiérrez y otros jóvenes intelectuales
seguidores del romanticismo, movimiento
cultural desarrollado en Europa.
Sus integrantes anhelaban dar forma a una
nación que alineara las diferentes y turbulentas
partes de la confederación. Los jóvenes fueron
en un principio simpatizantes de Rosas pues
pensaban que había logrado alcanzar un
momento apto para la organización, aunque le
exigían medidas tendientes a la conformación
definitiva de una república constitucional.
Intentaron influir en el rosismo con sus ideas de
reorganización democrática pero, a medida
que el gobierno de Rosas fue adquiriendo un
tono más autoritario y violento, fueron
perseguidos como opositores y debieron
emigrar.
con los ingleses. El conflicto se resolvió con la firma de un tratado que estableció que los desacuerdos entre los dos
estados solo se podrían resolver por la vía diplomática.
En 1845, los exiliados unitarios pidieron la intervención de Francia y Gran Bretaña, con el fin de detener el
avance de Rosas y su aliado, Manuel Oribe, en Uruguay. Estas potencias vieron la oportunidad de presionar para
obtener la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay, que convenía a sus intereses comerciales. Entre 1845 y 1848
llevaron adelante un nuevo bloqueo al puerto de Buenos Aires. El 20 de noviembre de 1845, cuando una escuadra
aglofrancesa intentó navegar por el río Paraná por la fuerza, se produjo el combate de la Vuelta de Obligado (+ info).
Después de una lucha desigual, en el que las fuerzas rosistas trataron de impedirles el paso, las naves extranjeras
continuaron su recorrido. Sin embargo, no encontraron el mercado que esperaban: las provincias del Litoral se
encontraban empobrecidas y poco era lo que podían comprar. Otro tratado puso fin a este conflicto: los países
europeos reconocían a Oribe como el presidente de Uruguay y la libre navegación de los ríos quedaba como un tema
de la soberanía argentina. Por ello, el 20 de noviembre celebramos el Día de la Soberanía, recordando la batalla de la
Vuelta de Obligado.
(+info) El Bloqueo Anglofrancés y la Batalla de la Vuelta de Obligado. En 1845, el puerto de Buenos Aires fue bloqueado por una flota anglo-francesa que intentaba obtener la libre navegación del río Paraná. El 20 de noviembre de 1845, siendo el general Juan Manuel de Rosas responsable de las relaciones exteriores del territorio nacional, tuvo lugar el enfrentamiento con fuerzas anglo-francesas conocido como la Vuelta de Obligado, en la localidad de San Pedro. El encargado de la defensa del territorio nacional fue el general Lucio N. Mansilla, quien tendió de costa a costa barcos sujetos por cadenas. La escuadra invasora contaba con fuerzas muy superiores a las locales. A pesar de la heroica resistencia de Mansilla y sus fuerzas, la flota extranjera rompió las cadenas colocadas de costa a costa y se adentró en el Río Paraná.
Rosas y la Vuelta de Obligado, por Felipe Pigna.
2. TRASFORMACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES DURANTE LA COFEDERACIÓN
ROSISTA
Como quedó retratado en el conflictivo proceso de consolidación del Estado Nacional, cada una de las regiones
argentinas tenía sus propios intereses económicos y políticos. Es por eso que para analizar su devenir en el ámbito
económico durante el período 1829-1852 es necesario establecer diferencias entre Buenos Aires, el Litoral y el Interior.
Buenos Aires La apertura del comercio atlántico y el desarrollo de la actividad ganadera fueron el marco para un crecimiento
económico sin par en la provincia de Buenos Aires. La posibilidad de vender los productos de origen pecuario incentivó
a la elite local el interés por adquirir tierras y criar ganado vacuno. Gradualmente se consolidó un sector de propietarios
rurales, dueños de grande estancias, que contó con el apoyo del Estado para expandir sus tierras y asegurarse la
propiedad privada y la existencia de mano de obra dispuesta a trabajar en las faenas del campo.
Durante la administración rosista, no sólo que se extendieron los límites de la frontera provincial, sino que la tierra
se puso a disposición de los estancieros a través de la venta o la donación en calidad de premio, pensión y otras formas
de recompensa. Esta política permitía, por una vía, obtener recursos fiscales y, por otra, compensar a quienes apoyaban
al régimen. Gradualmente, un recurso barato y abundante se volvió caro y escaso. Las estancias adquirieron un tamaño
mucho mayor que las coloniales. Los estancieros eran también dueños de los saladeros, en los que se faenaba el ganado
y se preparaba la carne salada.
Además de apoyarse en la actividad ganadera, la prosperidad bonaerense se asentó en los recursos de la aduana.
Desde comienzos de 1820, los aportes aduaneros representaron entre el 75% y el 80% de los ingresos del tesoro
provincial.
Litoral Las provincias del Litoral también basaron su economía en la actividad ganadera. Sin embargo, afectados por la
política de libre comercio y por la exclusividad de la aduana y del puerto de Buenos Aires, llevará a estas provincias a
enfrentarse constantemente con Buenos Aires. Entre Ríos fue sin dudas una de las provincias más prósperas, apoyada
en el crecimiento de las grandes propiedades y la explotación de los saladeros.
Interior Las economías del interior, golpeadas por el libre comercio, buscaron nuevos circuitos comerciales. Por un lado, la
reactivación de la economía chilena abrió algunas posibilidades de intercambio comercial a las provincias cuyanas.
Estas podían vender, entre otras cosas, las mulas para la minería chilena, ganado vacuno, jabón y frutas secas.
En el norte, la República de Bolivia se convirtió desde 1825 en un mercado aceptable para la producción de Salta y
Jujuy. De esta forma se reconstruyeron circuitos comerciales del período colonial.
En el caso de Córdoba, se reorientó hacia el Atlántico a través de la exportación de cueros vacunos y ovinos, lana y
cerdas, así como la venta de tejidos, harina y cal en los mercados del litoral. Este viraje también se registró en Tucumán,
que dirigió sus exportaciones hacia Buenos Aires al tiempo que se aseguró un rol de intermediario entre la ciudad del
puerto y las provincias del nordeste. En Santiago del Estero, el proceso de privatización y concentración de las mejores
tierras de cultivo y ganadería afectó las posibilidades de subsistencia de los campesinos, que en muchos casos, vieron
como único camino la migración (+ info)
A pesar del sostenimiento de la política de libre comercio, en su segundo mandato Rosas intentó responder a la
demanda proteccionista de las provincias del interior. Por ello, en 1835, promulgó una nueva Ley de Aduanas, haciendo
uso de sus facultades extraordinarias como gobernador bonaerense como de la delegación de la representación
exterior de las provincias. Esta ley incluyó medidas proteccionistas a favor de las manufacturas del Interior, que eran
solicitadas por varias provincias, a la vez que aumentaba considerablemente los ingresos de la aduana porteña. La ley
prohibía importar productos que pudieran ser provistos por las provincias que formaban la Confederación como
cueros, maderas, hierro y estaño, entre otros. Además, establecía un arancel del 25% para todas las mercaderías
europeas en general, que se elevaba al 30% para vinos y aceites y al 40% para ropa y calzado. Sin embargo, la política
no duró mucho: en 1837 estos aranceles se redujeron y desde 1838 volvieron a los niveles anteriores. Esto significó
dejar de lado el proteccionismo, por lo que nuevamente la importación de bienes manufacturados se vio beneficiada,
en detrimento de las producciones provinciales.
(+info) Migrar para buscar trabajo En general, las migraciones internas consistieron en el desplazamiento de los habitantes de sexo masculino de algunas provincias del norte hacia el litoral rioplantense. En la provincia de origen, la escasa posibilidad de acceder a la tierra, los bajos salarios pagados por los estancieros y la falta de oportunidades de empleo llevaban a los varones a probar mejor suerte. Las migraciones solían ser estacionales: se iba en busca de un contrato temporal en los momentos de mayor intensidad de trabajo rural – durante la cosecha o la yerra – y se retomaba al final de la temporada el lugar de origen. Las migraciones masculinas tuvieron como resultado una gran baja en los índices de natalidad de las provincias del interior.
Santiagueñas tejiendo – Palliere 1862
3. EL CAMINO HACIA LA UNIFICACIÓN NACIOANAL: LA REPÚBLICA ESCINDIDA
(1852-1862)
Fue en el Litoral donde se gestó la alianza que llevó al fin del régimen rosista. Su gobernador, el estanciero
Urquiza, buscó alianzas entre los mayores enemigos del rosismo en el exterior: Uruguay y Brasil. En el interior de la
Confederación sólo consiguió apoyo de Corrientes. Esta alianza antiporteña tenía como finalidad liberar a Montevideo
del sitio al que tenía sometido Rosas con su aliado uruguayo Oribe y avanzar sobre Buenos Aires para dar fin al régimen
que por más de 16 años ininterrumpidos se había negado a consolidar una Constitución Nacional y había privado al
resto de las provincias de los beneficios de la aduana y del puerto.
La creación de un Ejército Grande que derrotara las fuerzas
de Rosas les permitía conseguir la libre navegación de los ríos
Uruguay y Paraná, lo cual beneficiaría a las economías del Litoral, así
como las de Brasil y Uruguay. En 1852, las fuerzas de Rosas se
enfrentan al Ejército Grande en la Batalla de Caseros. Las
fuerzas de Ejército Grande logran vencer a Rosas, quién se retira
exiliado a Inglaterra.
Luego de la caída de Rosas, el poder ejecutivo nacional pasó
en manos de Urquiza. El líder entrerriano convocaría a un encuentro
entre las provincias en San Nicolás, en el cual se planeaba hacer
efectivo el Pacto Federal firmado entre las provincias en 1831 con la
finalidad de conformar un Estado Constitucional. En este Acuerdo de
San Nicolás se establece:
- Llamar a un Congreso Constituyente en el cual cada
provincia tendría dos representantes
- Que la administración nacional se solventara a partir de
un porcentaje de cada una de las aduanas.
Buenos Aires, al verse perjudicada por ambas medidas, no
acepto la validez del acuerdo y terminó por desvincularse de la
Confederación Argentina. El Congreso se reunió entonces sin la presencia de Buenos Aires, y sancionó en 1853 la
Constitución Nacional, que establecía la forma representativa, republicana y federal del gobierno y aseguraba la
división de poderes. La Constitución también estableció la nacionalización de la aduana y el establecimiento de la
ciudad de Buenos Aires como capital de Confederación, pero no tuvo la fuerza necesaria para imponerlo, por lo que
Mapa de la Confederación Argentina y el
Estado de Buenos Aires.
Paraná fue reconocida como capital provisoria. Comienza así un proceso de organización institucional de la
Confederación y de Buenos Aires por separado en el cual ambos considerarán a la otra como potencia extranjera,
proceso en el cual lo enfrentamientos entre ambas serán constantes.
Los distintos intereses que integraban el frente antirrosita triunfante en Caseros sólo podían mantenerse
unidos en tanto subsistiese el enemigo común que los aglutinaba. Caído Rosas, la desintegración del frente que lo
derribó fue inevitable. Los productores de Buenos Aires que querían terminar con la política rosista dentro de la
Provincia, deseaban continuar conservando para sí la aduana y el puerto único, en detrimento del Litoral y de Interior.
La burguesía comercial y los estancieros bonaerenses, superando las divisiones entre rosistas y unitarios, se unieron
para impedir que la República se organizase bajo la dirección de los productores del Litoral, respaldados por los
caudillos y masas del Interior.
Así, con su oligarquía unificada en contra de Urquiza, Buenos Aires fue acentuando su autonomismo y las
relaciones con la Confederación se volverían cada vez más tensas, fundamentalmente por las cuestiones económicas.
Buenos Aires tenía la posesión de la aduana del principal puerto de la región rioplatense lo cual le posibilitaba tener
holgados presupuestos. En cambio, la Confederación se encontraba constantemente en déficit. La insuficiencia de
recursos hará que la estabilidad política de la Confederación se vea amenazada. En este contexto, el Congreso de la
Confederación aprobaría la Ley de Derechos Diferenciales en 1856. Esta ley implicaba que las mercancías del exterior
que no entraran por los puertos de Buenos Aires y que en cambio entraran por los puertos de la Confederación pagarían
una tasa menor de aduana. La finalidad de esta medida era disputarle a Buenos Aires el monopolio del comercio
ultramarino. Sin embargo, el gobierno confederado no logró por ese medio solucionar su problema financiero, ya que
los buques extranjeros siguieron prefiriendo el puerto porteño.
El clima entre la Confederación y Buenos Aires era de una verdadera guerra económica. En Buenos Aires,
comenzaron a surgir dos posiciones políticas enfrentadas: los integracionistas que abogaban por la anexión de la
provincia al resto de la Confederación; y los autonomistas quienes defendían a ultranza la posición separatista. Entre
los autonomistas se encontraba Bartolomé Mitre, Faustino Sarmiento y Valentín Alsina. Este último, quien era el más
grande referente del autonomismo, fue elegido Gobernador de Buenos Aires en 1857, lo cual dejó claro que el abismo
se ensanchaba entre Buenos Aires y la Confederación.
En este contexto, el Congreso de la Confederación sancionó una ley que habilitaba a Urquiza a incorporar a
Buenos Aires por medidas pacíficas o por la fuerza de armas. Esto fue considerado por Buenos Aires como una
declaración de guerra: se desata así la Batalla de Cepeda en 1959. Las tropas porteñas serán vencidas por las
tropas de la Confederación. Ante la derrota, Alsina renuncia a la gobernación, y Buenos Aires se ve obligado a firmar el
Pacto de San José de Flores, según el cual Buenos Aires pasaría a integrar la Confederación, pero reservándose el
derecho de examinar la Constitución y de proponer reformas.
Sin embargo los conflictos entre las dos partes no se habían resuelto con la batalla. Los conflictos armados se
reanudarían luego de que Buenos Aires intentara enviar más de dos representantes al Congreso Nacional. La
Confederación rechazará este intento de insubordinación de Buenos Aires al poder central, y las tropas volverían a
enfrentarse en la Batalla de Pavón en 1861. Urquiza se retiraría de esta batalla aún antes de perderla, sabiendo
que aun con otra batalla ganada no podrían subordinar a Buenos Aires por mucho tiempo. Así, se disolvió el gobierno
de la Confederación, y Mitre, el Gobernador de Buenos Aires, asumiría entonces el Poder Ejecutivo Nacional. Podemos
decir que la Batalla de Pavón significó la aceptación por parte de las provincias del interior de que Buenos Aires
encabezara el proceso de consolidación y unificación del Estado Nacional.