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asuntos O b s e r v a t o r i o d e D E G É N E R O ISSN 1794-4082 Boletín 8 Mayo - Junio 2007 Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer LA VOZ DE LA MUJER ÍNDIGENA Refl exiones sobre la equidad de género en sus comunidades Refl exiones sobre la equidad de género en sus comunidades

asuntosa suntos - Consejería Presidencial para la … · Puinave 40. Curripaco 41. Wanano 42. Cubeo 43. Pisamira 44. Taibano 45. Caravana 46. Yuruti 47. Piratapuyo 48. Bara 49. Tatuyo

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asuntosO b s e r v a t o r i o d e

asuntosD E G É N E R O

ISSN 1794-4082

Boletín 8 M a y o - J u n i o 2 0 0 7

Consejería Presidencialpara la Equidad

de la Mujer

LA

VOZDE LA

MUJERÍNDIGENARefl exiones sobrela equidad de géneroen sus comunidades

Refl exiones sobrela equidad de géneroen sus comunidades

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OBSERVATORIO DE ASUNTOS DE GÉNERO2

Editorial 3

Los pueblos Indígenas en Colombia 4

Columnista invitada

Negar un problema no ayuda a resolverlo 6Margarita Chaves, Antropóloga-Investigadora ICANH

Mujeres Indígenas en la disyuntiva:

¿Derechos individuales o derechos colectivos? 9

Acciones del Estado Colombianopara favorecer a los Pueblos Indígenas 12

Laboratorios Regionales y Encuentro Central de Mujeres Indígenas:

Recordar el pasado, Un derecho para construir el futuro 14

Conclusiones de los tres laboratoriosLaboratorio de la Costa Norte 16Laboratorio del Cauca 18Laboratorio del Amazonas 19Encuentro Central 22

La UNAD: escenario de formación para las mujeres indígenas y otros grupos minoritarios 23Jaime Alberto Leal Afanador, Rector

El OAG recomienda 24

Observatorio de Asuntos de Género

–OAG-

ISSN 1794-4082

República de ColombiaÁlvaro Uribe Vélez

Presidente de la República

Consejera Presidencialpara la Equidad de la Mujer

Martha Lucía Vásquez Zawadzky

Publicación de:Consejería Presidencial

para la Equidad de la Mujer

Consejo Editorial:Martha Lucía Vásquez Zawadzky

María Carolina Melo Venegas

Ana Paola Tinoco Cote

Redacción:María Carolina Melo Venegas

Ana Paola Tinoco Cote

Gloria Nieto Moreno

Margarita Chaves

Jaime Alberto Leal Afanador

Foto portada y fotos interiores:Archivo Laboratorios Regionales y

Encuentro Central

de Mujeres Indígenas

CPEM

Diseño, Diagramación y Edición:MTP Comunicaciones

Impresión:Off-Set Gráfico

Consejería Presidencial

para la Equidad de la Mujer

Dirección: Calle 10 No 1-15

Teléfono: 2832252, 3361540

E-mail: [email protected]

www.presidencia.gov.co/equidad

La Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer agradece al Programa de las

Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD–, a la Agencia Española de Cooperación

Internacional –AECI– y a FONADE, el apoyo brindado al Observatorio de Asuntos de

Género. Igualmente a otras entidades que suministraron información.

asuntosO b s e r v a t o r i o d e

D E G É N E R O

Foto portada:Archivo Encuentro Central

de Mujeres Indígenas - CPEM

c o n t e n i d o

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OBSERVATORIO DE ASUNTOS DE GÉNERO 3

Apartir de los avances alcanzados en el propósito de potenciar el papel de la mujer en la sociedad colombiana y con miras al 2010,

hemos puesto en marcha un Plan Estraté-gico para la Defensa de los Derechos de la Mujer ante la Justicia. El Plan compren-de una serie de medidas en todas las esfe-ras que deben acelerar el proceso de con-cientización de quienes legislan, formulan políticas públicas y aplican leyes, en torno a las implicaciones que tiene la equidad de género en la disminución de la pobreza, la inclusión social y el impulso al desarrollo, ha-ciendo énfasis en las mujeres.

Con el Plan Estratégico esperamos, de con-formidad con diversos compromisos adquiri-dos1, que la transformación cultural y la revo-lución social impulsada por las mujeres en las últimas décadas, se traduzca en menos dis-criminación y en mayor igualdad en materia de oportunidades entre mujeres y hombres.

Es en este punto, cuando nos pregunta-mos si se reconocen las discriminaciones que afectan a las mujeres en las comunidades indígenas, así como por las estrategias que se deben adelantar para construir los valores universales y éticos de igualdad y equidad en estas comunidades.

La realidad es, que implementar la pers-pectiva de género entre las comunidades indígenas constituye un verdadero reto para el Estado colombiano, si se tiene en cuenta que debemos enfrentar los límites impuestos por la ley y la jurisprudencia para conciliar los derechos colectivos de los pueblos indígenas con los derechos individuales de las mujeres, consagrados en la Constitución Política.

Si sabemos que todas las comunidades humanas deben respetar derechos intan-gibles como el derecho a la vida, a no ser esclavizado y a no ser torturado, a que todo proceso que se surta contra un individuo o comunidad se haga conforme a un procedi-miento establecido previamente, es necesa-rio establecer que las normas tradicionales de los grupos étnicos priman, siempre y cuando las mismas no afecten a la mujer hasta el punto de atentar contra su vida, o someterla a tortura o esclavitud.

Como una contribución en la lucha por erradicar todas las formas de discriminación contra la mujer indígena, de impulsar los asuntos étnicos y de profundizar el reconoci-miento y la protección de la diversidad étnica y cultural, la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer desarrolló tres Labora-torios Regionales y un Encuentro Central de Mujeres Indígenas, a partir de los cuales las mujeres percibieron su vida dentro y fuera de las comunidades en los ámbitos económico, social, ideológico y político.

De esta manera, el Boletín “La Voz de la Mujer Indígena” reúne los hallazgos de los 3 Laboratorios y las conclusiones del Encuen-tro Central, las reflexiones desde la academia relativas a la transformación de las asime-trías de género en las comunidades indí-genas; presenta también la oferta jurídica e institucional que las tres ramas del poder público y la UNAD han consolidado para per-mitir el efectivo ejercicio de los derechos de los grupos étnicos y concluye con las reco-mendaciones que el Observatorio de Asun-tos de Género se ha comprometido a incluir en cada boletín.

e d i t o r i a l

Martha Lucía Vásquez ZawadzkyConsejera Presidencial

Notas1 El Consenso de México, producto de la Novena Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe de la CEPAL (México D.F., 10 al 12 de junio de 2004), reafi rma la decisión de los países participantes, entre ellos Colombia, de adoptar medidas en diversos ámbitos hacia la equidad de género. Documento disponible en el sitio Web: http://www.eclac.org/publicaciones/xml/8/15198/lcg2256e.pdf

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OBSERVATORIO DE ASUNTOS DE GÉNERO4

La población total de Colombia asciende a 41.468.384 habitantes, de los cuales el 13,91% está compuesto por personas que pertenecen a grupos étnicos, siendo los indígenas el 3,4%. Del porcentaje total

de población indígena en el país, se estima que el 49,6% son mujeres1.

Población de Colombiasegún pertenencia étnica

Grupo étnico Población

Indígena 1.378.884

Rom 4.832

Afrocolombiano 4.261.996

Sin pertenencia étnica 34.955.512

Población Nacional 41.468.384Fuente: DANE, Censo general 2005.

En Colombia existen 87 pueblos Indígenas ubicados en todo el territorio nacional, especialmente en zonas rura-les, dado que es allí donde están localizados los 710 res-guardos indígenas titulados. Los departamentos de La Guajira, Cauca, Nariño, Córdoba y Sucre, concentran el 66,36% del total de la población indígena del país.

En términos de edad, se estima que el 40% de la población indígena es menor de 15 años. Con respecto a la población nacional, el porcentaje de indígenas entre 0 y 4 años, así como entre 5 y 9 es considerablemente mayor.

Esto concuerda con los cálculos de la relación niño-mujer, un indicador formulado por el DANE que per-mite medir la fecundidad, a través de la división de “la población menor de 5 años por el número de mujeres en edad reproductiva, entre 15 y 49 años”2.

Los resultados son sorprendentes. El cálculo de este indicador, demostró que por cada 100 mujeres en edad fértil, hay 62 niños menores de 5 años; considerable-mente mayor con respecto a los resultados del Censo 2003, donde, por cada 100 mujeres en edad fértil, había 42 niños menores de 5 años.

Notas1 La totalidad de la información estadística utilizada en este artículo corresponde a los resultados de la aplicación del Censo 2005 realizado por el DANE. Para más información, consultar el documento: Colombia, una nación multicultural. Su diversidad étnica. Dirección de Censos y Demografía - DANE, octubre de 2006. 2 Ibid, DANE p. 39.

Los pueblos Indígenasen Colombia

Departamento Total %

Antioquia 28.013 0,51

Atlántico 27.973 1,33

Bogotá D.C 15.033 0,23

Bolívar 2.042 0,11

Boyacá 5.776 0,48

Caldas 38.269 4,39

Caquetá 4.718 1,51

Cauca 247.987 21,50

Cesar 44.833 5,15

Córdoba 151.064 10,39

Cundinamarca 7.399 0,34

Chocó 41.214 11,90

Huila 10.334 1,05

La Guajira 278.254 44,94

Magdalena 9.045 0,81

Meta 8.398 1,20

Nariño 154.776 10,76

Norte de Santander 7.189 0,60

Quindío 2.145 0,41

Risaralda 24.667 2,88

Santander 2.381 0,13

Sucre 82.926 10,95

Tolima 55.891 4,32

Valle del Cauca 21.845 0,54

Arauca 3.250 2,22

Casanare 4.060 1,46

Putumayo 37.896 17,97

San Andrés y Providencia 62 0,10

Amazonas 18.673 42,84

Guainía 11.559 64,81

Guaviare 1.990 4,05

Vaupés 11.581 66,63

Vichada 17.641 44,31

Total 1.378.884 3,40

Fuente: DANE, Censo general 2005. *Porcentajes calculados sobre la población que dio respuesta a la pregunta de autoreconocimiento. **El total incluye la población sin respuesta a la pregunta de autoreconocimiento.

Población censada por departamentosegún pertenencia étnica, 2005. Indígenas.

c o n t e x t o

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OBSERVATORIO DE ASUNTOS DE GÉNERO 5

1. Wayu

2. Kogi

3. Kankuamo

4. Arhuaco

5. Yuko

6. Wiwa

7. Sánha

8. Chimila

9. Pacabuy

10. Mokaná

11. Zenú

12. Emberá Katio

13. Cuna

14. Embera

15. Waunaan

16. Eperara siapidara

17. Guambiano

18. Páez

19. Totoroe

20. Guanaca

21. Coconuco

22. Yanacona

23. Pastos

24. Awa

25. Pujo

26. Tama

27. Pijao

28. Muisca

29. Guane

30. Uwa

31. Bari

32. Betoye

33. Chiricoa

34. Makaguaje

35. Sicuani

36. Amorúa

37. Cuiba

38. Piaroa

39. Puinave

40. Curripaco

41. Wanano

42. Cubeo

43. Pisamira

44. Taibano

45. Caravana

46. Yuruti

47. Piratapuyo

48. Bara

49. Tatuyo

50. Siriano

51. Tuyuca

52. Barasana

53. Tariano

54. Desano

55. Bakú

56. Macuna

57. Tucano

58. Ticuna

59. Yagua

60.Cocama

61. Ocaina

62. Yuri

63. Tarimuca

64. Cabiyarí

65. Yacuna

66. Matapí

67. Bora

68. Letuama

69. Yauna

70. Miraña

71. Uitoto

72. Muinane

73. Andoque

74. Carijona

75. Nonuya

76. Siona

77. Coreguaje

78. Kamsá

79. Inga

80. Kofán

1

2

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Ubicación de los pueblos indígenas colombianos

c o n t e x t o

31

Cartografía: IGAC

Con base en la información de la página web: www.etniasdecolombia.org

LA GUAJIRA

CESAR

MAGDALENA

SAN ANDRÉS

BOLÍVAR

SUCRE

CÓRDOBA

ANTIOQUIA

NORTE DE SANTANDER

SANTANDER

CHOCÓ

VALLE

CALDAS

RISARALDA

QUINDÍOTOLIMA

CUNDINAMARCA

BOYACÁCASANARE

META

HUILA

CAUCA

NARIÑO

PUTUMAYO

CAQUETÁ

AMAZONAS

VAUPÉS

GUAVIARE

GUAINÍA

VICHADA

ARAUCA

SAN ANDRÉSY PROVIDENCIA

Grupos

participantes en

los Laboratorios

Regionales

Los departamentos de La Guajira, Cauca, Nariño, Córdoba y Sucre, concentran el 66,36% del total de la población indígena del país.

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OBSERVATORIO DE ASUNTOS DE GÉNERO6

Negar un problemano ayuda a resolverlo

Hace más de tres décadas, la antropó-loga norteamericana Michelle Rosal- do1 documentó las valoraciones cultu-rales sobre los géneros en una amplia gama de sociedades. Con base en un marco sociocultural comparativo, encontró que junto al hecho univer-

sal de que son las mujeres quienes tienen la responsabi-lidad primaria de engendrar y criar los hijos, se conocían muy pocas sociedades en las cuales ellas detentaran auto-ridad pública frente a los hombres. Incluso en sociedades no occidentales donde las mujeres ocupaban posiciones importantes e influyentes, la evaluación comparativa de

Un modelo para dimensionar las asimetrías de género en comunidades indígenas

Por: Margarita Chaves

Antropóloga - Investigadora ICANH

sus actividades con las de los hombres de su misma edad y estatus, destacaba su carencia de autoridad, reconocida y valorada culturalmente.

Antes que una explicación causal del fenó-meno, Rosaldo propuso un modelo estructural para entender cómo se relacionaba la deva-luación de las actividades femeninas frente a las masculinas, con las asimetrías de género.

Más allá, su propósito primordial era identificar dife-rentes estrategias y motivaciones disponibles en diferen-tes sociedades para superarlas. El modelo se basaba en el

c o l u m n i s t a i n v i t a d a

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OBSERVATORIO DE ASUNTOS DE GÉNERO 7

examen de la dicotomía doméstico/público que subyace a las evaluaciones locales de los sexos, y que sustenta además “una generalizada identificación (con frecuencia degradante) de las mujeres con la vida doméstica y de los hombres, con la pública”2. Rosaldo encontró que aunque estas identificaciones no eran ni necesarias ni deseables en sí mismas, en todas partes se presentaban asociadas al papel que las mujeres juegan en la alimentación, el cui-dado y la crianza de los niños.

Notó además, que las evaluaciones culturales sobre las actividades femeninas y masculinas eran en sí mismas ‘fuentes de poder’. Por lo tanto podían ir en contra o a favor del empo-deramiento de las mujeres y de la transforma-ción de las asimetrías de género.

Así, mientras el modelo mostraba una devaluación compa-rativa de las actividades domésticas frente a las públicas, también permitió identificar dos tipos de arreglos estruc-turales para elevar el estatus de las mujeres: que ellas tras-ciendan los límites de lo doméstico, o a la inversa, que los hombres entren en la esfera doméstica del hogar y de la crianza de los hijos.

Validez del modelo

Aunque hubo críticas al modelo de Rosaldo, la validez de sus resultados las ha dejado sin fundamento. Este es el caso, por ejemplo, de la aparente sobreestimación de la dicotomía doméstico/público para examinar el lugar de las mujeres en sociedades donde las dos esferas no están tan claramente demarcadas, como podría ser el caso de algunas sociedades amerindias. Sin embargo, cuando retomamos el sentido de las palabras de Rosaldo sobre los términos de dicha oposición, queda claro que ella no la asociaba con espacios físicos, como pueden ser las coci-nas o la plaza pública, sino con ejes de relaciones estructu-rados alrededor de la crianza, los cuales pueden coincidir con los anteriores, pero no necesariamente.

En sus palabras, lo ‘doméstico’ se refiere a “ins-tituciones mínimas y modos de actividad que se organizan de manera inmediata alrededor de una o más madres y sus hijos”; y ‘público’, a “las actividades, instituciones y formas de asociación que relacionan, clasifican, organizan o subsu-men a grupos particulares de madre e hijos”3. En este sentido, la oposición doméstico/público es más de orden teórico-metodológico que factual, y por lo tanto no niega las posibles interseccio-nes de las esferas.

Otra critica se refería a la influencia de esquemas vic-torianos en su aproximación a la oposición doméstico/

público, influencia que la misma Rosaldo reconocía. Ésta también ha quedado neutralizada por la profundización histórica de esta dicotomía como uno de los legados más perdurables de las ideologías derivadas de la Ilustración en la sociedad moderna y en el mundo colonial y postco-lonial4, a la cual las rutinas del Estado y la expansión del capitalismo han contribuido enormemente.

Pero más allá de las críticas, la vigencia de su modelo se debe a que enfatiza que el lugar de las mujeres siem-pre se define en relación con el de los hombres, y que por lo tanto es necesario contrarrestar la fuerte tendencia que existe entre quienes tienen como prioridad trabajar con y a favor de las mujeres, de invisibilizar la relación entre los géneros. No en vano los polos de soluciones al problema los involucra a ambos: traer los hombres a lo doméstico, o llevar a las mujeres hacia lo público.

Negar la opresiónno hace que desaparezca

Reflexionar sobre las premisas y los resultados del modelo de Rosaldo puede resultar de gran utilidad a la hora de identificar intervenciones estratégicas que promuevan la equidad de género entre grupos y comunidades indíge-nas.

En primer lugar, porque nos obliga a preguntarnos por las resistencias que existen, tanto dentro de estas comu-nidades, como por fuera de ellas, para aceptar que las mujeres indígenas no cuentan con igual estatus y parti-cipación en las decisiones políticas que sus compañeros varones. Estoy de acuerdo con Rosaldo cuando respondió a sus críticas afirmando que negar la historia de opresión de las mujeres no hará que ésta desaparezca5.

En segundo lugar, porque al reconocer que las valora-ciones culturales son en sí mismas recursos de poder, a favor o en contra de las mujeres, nos ofreció una posi-bilidad para cuestionar la ‘sabiduría’ convencional sobre las mujeres indígenas. Por último, porque nos propuso un marco para pensar que pese a la multiplicidad de posicio-namientos y diferencias entre sociedades y mujeres, que aplica también para las mujeres indígenas, la construc-ción de un sujeto colectivo ‘mujeres’ [indígenas] no sólo es posible sino necesaria.

Las resistencias a reconocer el problema son parte del problema

En efecto, una de las mayores dificultades que enfrenta la intervención en favor de las mujeres indígenas, desde las organizaciones públicas y privadas, es la negativa interna y externa a reconocer la existencia de asimetrías de género en sus comunidades.

En mi trabajo de investigación he tenido la oportuni-dad de constatar el hecho desde diferentes ángulos. Por una parte, entre mujeres indígenas, habitantes de áreas

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OBSERVATORIO DE ASUNTOS DE GÉNERO8

urbanas y rurales, pertenecientes a generaciones, gru-pos étnicos y estatus social, étnico y laboral diferentes. A pesar de esta multiplicidad de posicionamientos, la mayo-ría de las veces me he encontrado con su negativa a reco-nocer su subordinación frente a los varones. Sólo cuando lograban distanciarse de su posición como representantes de un grupo étnico, surgían voces personales que denun-ciaban el maltrato, el abandono, la desvaloración y la asi-metría que caracteriza la situación en sus hogares y en sus comunidades. Era evidente su temor a ir en contravía de los intereses colectivos de sus grupos étnicos, pues los intereses de las mujeres indígenas pasan por la negocia-ción de los principios de lealtad a sus ‘pueblos’ y no sólo de las relaciones de poder entre hombres y mujeres.

A esta tensión se sumaba la disyuntiva que les plantea el ajuste de los marcos de los derechos de las mujeres indígenas como sujetos de dere-chos individuales, con los derechos de las comu-nidades indígenas, como sujetos de derechos colectivos.

Desde fuera, y especialmente entre asesores y acom-pañantes de los procesos indígenas, otro de los ejes de resistencia a reconocer las asimetrías de género está repre-sentado por las perspectivas que proponen: que dada la sobreposición de los espacios doméstico y público, la desvalorización de las mujeres en las sociedades indíge-nas no es importante. Es posible que, hasta hace unas décadas, fuera posible identificar comunidades indígenas en las cuales el ámbito doméstico no se encontrara diso-ciado de las decisiones políticas que afectaban al grupo y que, por lo tanto, las mujeres contaran con un margen de deliberación y autonomía para participar en las decisio-nes. Hoy esta situación es prácticamente inexistente. En la mayoría de los casos, la esfera doméstica se ha ido debili-tando para intentar alcanzar y orientar lo que sucede en la esfera pública, que sometida a una creciente penetración de relaciones y espacios institucionales estatales y de mer-cado, no sólo ha disociado la anterior articulación entre público y doméstico, sino que ha colocado a las mujeres en posiciones de franca subordinación frente a la partici-pación de los hombres en la toma de decisiones políticas.

Una tercera fuente de resistencia para recono-cer las asimetrías de género en las comunidades indígenas, es la que genera las idealizaciones del mundo indígena como reflejo invertido de nues-tra sociedad.

Entre ellas, una muy corriente, auspiciada por teorías antropológicas, es la que asume que la complementariedad en las tareas, las actitudes y las responsabilidades asociadas con los géneros en las comunidades indígenas, son garantía

de relaciones de poder y estatus balanceadas. Efectivamente, si nos aproximamos a las relaciones entre hombres y muje-res indígenas desde la descripción de la organización social, sin una instancia crítica que se pregunte por la estructura de poder que hay detrás de todo tipo de ordenamiento gené-rico, la respuesta siempre recaerá en explicaciones funciona-listas neutras sobre los roles complementarios que cumplen los géneros para la buena marcha de las sociedades. Por el contrario, si introducimos la preocupación por las “fuentes de valor y poder”, como llamaba Rosaldo a las elaboraciones culturales que producen o inhiben las asimetrías de género, podremos aproximarnos a múltiples ordenamientos posibles.

Representaciones culturales y reproducción de jerarquías de género

Todas estas instancias de negación de las asimetrías de género entre indígenas tienen su contraparte en las elabo-raciones culturales que le sirven como soporte ideológico y que, por lo tanto, constituyen una fuente de reproduc-ción del problema.

Pensemos, por ejemplo, en la tendencia a justificar el rezago de la representación femenina indígena en los espacios políticos debido al carácter eminentemente mas-culino que se le atribuye a los mismos. Y en la irónica justificación que, basada en el esquema de la comple-mentariedad, propone que estar ausente de los espacios de representación no significa estar excluida, puesto que la compenetración entre hombres y mujeres es garantía de participación indirecta. O la fuerte asociación de las mujeres indígenas con el papel de ‘guardianas de la tradi-ción’ que las colocan en el lugar incorrecto cuando ellas se manifiestan interesadas en espacios e intercambios inte-rétnicos e interculturales de participación social y política. O los discursos que equiparan naturaleza femenina con ‘madre tierra’ y preservación de la naturaleza, al tiempo que niegan el lugar de los hombres en la creación de vida y justifican su disociación del plano doméstico.

Irónicamente, esta suerte de estereotipos logran man-tener a las mujeres distantes de la esfera pública y en posi-ciones de subordinación frente a los hombres.

Comenzar a articular representaciones que den cuenta fehaciente de la diversidad, la complejidad y el carácter muchas veces contradictorio de las identidades femeni-nas indígenas, constituye una propuesta de intervención estratégica para comenzar a superar el problema.

Notas1 Rosaldo, Michelle. 1974. Women, culture and society: a theorethical overview. En Michelle Rosaldo y Louise Lampere (eds.), Women, culture & society. Stanford: Stanford University Press.2 Rosaldo, op cit, Pp. 23-243 Rosaldo, op cit, p. 234 Lugo, Alejandro y Maurer, Bill, 2002. Gender matters. Rereading Michelle Z. Rosaldo. Ann Arbor: The University of Michigan Press.5 Rosaldo, Michelle. 1980. The use and abuse of anthropology: reflections on feminism and cross-cultural understanding. Sings 5(3): 389-417.

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Mujeres indígenas e intervenciones estratégicas

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OBSERVATORIO DE ASUNTOS DE GÉNERO 9

Apartir de la expedición de la Constitución de 1991, Colombia estableció como pilares fun-damentales de la relación entre el Estado y los grupos étnicos la valoración, el reconocimiento

y la protección de la diversidad cultural que caracteriza su población y territorio1. Desde entonces las tres ramas del poder –ejecutivo, legislativo y judicial– han venido tra-bajando en la consolidación de una oferta jurídica e ins-titucional que permita hacer efectivo el ejercicio de los derechos de los grupos étnicos.

En este sentido, conciliar los derechos de los pueblos indígenas y los derechos de la mujeres consagrados en la Constitución Política, representa un reto para el Estado.

Mujeres Indígenas en la disyuntiva

¿Derechos individualeso derechos colectivos?

El reto para el Estado es conciliar los derechos de los pueblos indígenas y los derechos de las mujeres consagrados en la Constitución Política y en las leyes

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Derechos como la autonomía territorial2, la jurisdicción especial indígena, la autonomía política y administrativa de sus autoridades3, la administración por parte de los cabildos de los ingresos corrientes de la nación que les son transferidos, así como la protección a la diversidad, pueden entrar en conflicto con el conjunto de derechos reconocidos por la Constitución al resto de las mujeres. Por ejemplo, el derecho a no ser sometidas a ninguna clase de discriminación4, a no ser víctimas de ningún tipo de esclavitud, servidumbre o trata de seres humanos5, el derecho a vivir una vida libre de violencia sexual, física o psicológica tanto en el ámbito público como en el pri-vado6, y a tener los mismos derechos y oportunidades que los hombres.

¿A quién le corresponde conciliar esos derechos? ¿Pri-man los derechos especiales de los grupos étnicos o los de las mujeres como grupo poblacional históricamente discriminado? ¿Cómo conciliar las normas de la jurisdic-ción especial indígena con el principio de equidad entre mujeres y hombres establecido por la constitución y la ley nacional?

El Estado Colombiano junto con los grupos étnicos ha dado diferentes respuestas ha estos interrogantes.

Pronunciamientos de la Corte Constitucional

En primer lugar, cabe resaltar que la Constitución Polí-tica en el artículo 246 establece que las autoridades de los pueblos indígenas podrán ejercer funciones jurisdiccio-nales, siempre y cuando sus normas y procedimientos no sean contrarios a la Constitución y leyes de la República. Esto se conoce como jurisdicción especial indígena.

La Corte Constitucional se ha pronunciado en reitera-das ocasiones con el fin de determinar los límites de dicha jurisdicción, estableciendo el principio de maximización de la autonomía y, por lo tanto, de la minimización de las restricciones que, desde el derecho nacional, se pueden imponer a las autoridades indígenas.7 Según argumentó la Corte, el límite de la jurisdicción especial está dado por los derechos intangibles que deben ser respetados por todas las comunidades humanas: el derecho a la vida, a no ser

MARCO NORMATIVO PARA PUEBLOS INDÍGENAS

Norma Tema

Ley 89 de 1890Por la cual se determina la manera como deben ser gobernados los salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada.

Ley 100 de 1993 Por la cual se crea el Sistema de Seguridad Social en Salud.

Ley 691 de 2001Por medio de la cual se reglamenta la participación de los grupos étnicos en el Sistema General de Seguridad Social en Salud.

Ley 141 de 1994 Por la cual se crea el Fondo Nacional de Regalías.

Ley 715 de 2001 Por la cual se dictan normas orgánicas en materia de recursos y competencia.

Decreto 1088 de 1993Por el cual se regula la creación de las Asociaciones de Cabildos y/o Autoridades Tradicionales Indígenas.

Decreto 1397 de 1996 Por medio del cual se crea la Comisión Nacional de Territorios Indígenas.

Decreto 1396 de 1996 Por el cual se crea la Comisión Nacional de Derechos Humanos para los pueblos indígenas.

Documentos de política pública

CONPES 3024 de enero de 1999Distribución del situado fiscal y de la participación de municipios y resguardos indígenas en los ingresos corrientes de la nación en 1999, reaforo situado fiscal en educación y participación de municipios y resguardos indígenas en los ingresos corrientes de la nación 1997.

CONPES 57 de enero de 2002 Distribución del sistema general de participaciones, vigencia 2002.

CONPES 65 diciembre de 2002Sistema general de participaciones, vigencia 2002: ajustes a la distribución efectuada en educación y distribución última doceava.

CONPES 76 enero de 2004Distribución de una parte del reaforo de la participación de los municipios y los resguardos indígenas en los ingresos corrientes de la nación de la vigencia 2000.

CONPES 77 enero de 2004 Distribución del sistema general de participaciones, vigencia 2004.

CONPES 87 de diciembre 6 de 2004Distribución de una parte del reaforo de la participación de los municipios y los resguardos indígenas en los ingresos corrientes de la nación de la vigencia 2000.

CONPES 93 de mayo de 2005Distribución del reaforo de la participación de los municipios y los resguardos indígenas en los ingresos corrientes de la nación de las vigencias 2000 y 2001.

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Mujeres indígenas en la disyuntiva

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esclavizado y a no ser torturado. Otro límite que se deriva del artículo 246 es el derecho a que todo proceso que se surta contra un individuo o comunidad se haga conforme a un procedimiento establecido previamente.

Aunque la Corte Constitucional no se ha pronunciado específicamente sobre violación a derechos fundamenta-les de mujeres indígenas desde una perspectiva de género, el principio de maximización de la autonomía representa un límite a la aplicación de la normatividad encaminada a generar equidad entre mujeres y hombres.

De los límites derivados de los derechos intan-gibles, es posible establecer que primarán las normas tradicionales de los grupos étnicos, salvo que las mismas afecten a la mujer hasta el punto de atentar contra su vida, o someterla a tortura o esclavitud.

Adicionalmente, la Corte ha reconocido a las comunidades indígenas como sujetos colecti-vos de derechos, afirmando que las diferentes formas de vida social, cuyas manifestaciones y permanente reproducción cultural son impu-tables a estas comunidades, se realizan a tra-vés del grupo y asimilan como suya la unidad de sentido que surge de las distintas vivencias comunitarias8.

En ese sentido, las reivindicaciones que desde 1991 han hecho los pueblos indígenas exaltan los derechos colecti-vos. Argumento que refuerza la hipótesis esbozada ante-riormente, según la cual frente al tema de mujer indígena priman los derechos colectivos.

El trabajo adelantado por la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer con diferentes grupos indíge-

nas a través de tres Laboratorios Regionales y un Encuen-tro Central de Mujeres Indígenas durante al año 2005 así lo confirman, pues sus reivindicaciones van encaminadas a la protección de derechos colectivos como tierra, auto-nomía y salud, pero no realizan demandas individuales relativas a sus derechos como mujeres, reivindicaciones de género o denuncias de situaciones por maltrato intrafami-liar o de inequidad.

No obstante, un buen ejemplo de consolidación norma-tiva son las acciones afirmativas implementadas por parte del Estado en favor de las mujeres indígenas; tal es el caso de la expedición de la Ley 691 de 2001, mediante la cual se reglamenta la participación de los Grupos Étnicos en el Sistema General de Seguridad Social en Colombia, la cual ordena en el artículo 8 el tratamiento diferencial para mujeres y hombres. De acuerdo con esta ley, y debido a las deficiencias nutricionales de los pueblos indígenas, el Plan Obligatorio de Salud Subsidiado –POSS– contendrá la obligatoriedad de proveer un subsidio alimentario a las mujeres gestantes y a los menores de cinco años.

El reto de implementar la perspectiva de género, se enfrenta a los límites impuestos por la ley y la jurispru-dencia a la intervención por parte del Estado y del dere-cho nacional en las comunidades indígenas, en aras de la protección a la autonomía de las comunidades, por ley o por la posibilidad de modificar o eliminar todas las for-mas de discriminación contra la mujer que se presentan en los grupos étnicos o los procesos de concertación y diálogo.

La estrategia desarrollada por la Consejería Presiden-cial para la Equidad de la Mujer, es un primer paso que abre el camino para la eliminación de todas las formas de discriminación y violencia contra la mujer, pero a la vez revela las dificultades que se enfrentan para alcanzar este objetivo.

Notas1 Constitución Política de Colombia Art. 1 y 7.2 Art. 330. De conformidad con la Constitución y las leyes, los territorios indígenas estarán gobernados por consejos conformados y reglamentados según los usos y costumbres de sus comunidades y ejercerán las siguientes funciones:

1. Velar por la aplicación de las normas legales sobre usos del suelo y poblamiento de sus territorios. 2. Diseñar las políticas y los planes y programas de desarrollo económico y social dentro de su territorio, en armonía con el Plan Nacional de Desarrollo. 3. Promover las inversiones públicas en sus territorios y velar por su debida ejecución. 4. Percibir y distribuir sus recursos. 5. Velar por la preservación de los recursos naturales. 6. Coordinar los programas y proyectos promovidos por las diferentes comunidades en su territorio. 7. Colaborar con el mantenimiento del orden público dentro de su territorio de acuerdo con las instrucciones y disposiciones del Gobierno Nacional. 8. Representar a los territorios ante el Gobierno Nacional y las demás entidades a las cuales se integren; 9. Las que les señalen la Constitución y la ley.

Parágrafo. La explotación de los recursos naturales en los territorios indígenas se hará sin desmedro de la integridad

cultural, social y económica de las comunidades indígenas. En las decisiones que se adopten respecto de dicha explotación, el Gobierno propiciará la participación de los representantes de las respectivas comunidades. 3 Art. 287. Las entidades territoriales gozan de autonomía para la gestión de sus intereses, y dentro de los límites de la Constitución y la ley. En tal virtud tendrán los siguientes derechos:

1. Gobernarse por autoridades propias. 2. Ejercer las competencias que les correspondan. 3. Administrar los recursos y establecer los tributos necesarios para el cumplimiento de sus funciones. 4. Participar en las rentas nacionales.

4 Art. 43: La mujer y el hombre tienen igualdad de derechos y oportunidades. La mujer no podrá ser sometida a ninguna clase de discriminación. El Estado apoyará de manera especial a la Mujer Cabeza de Familia.5 Art. 17: Se prohíben la esclavitud, la servidumbre y la trata de Seres Humanos en todas sus formas.6 Art. 42. La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla. El Estado y la sociedad garantizan la protección integral de la familia.

La ley podrá determinar el patrimonio familiar inalienable e inembargable. La honra, la dignidad y la intimidad de la familia son inviolables. Las relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y deberes de la pareja y en el respeto recíproco entre todos sus integrantes. Cualquier forma de violencia en la familia se considera destructiva de su armonía y unidad, y será sancionada conforme a la ley. Los hijos habidos en el matrimonio o fuera de él, adoptados o procreados naturalmente o con asistencia científi ca, tienen iguales derechos y deberes. La ley reglamentará la progenitura responsable. La pareja tiene derecho a decidir libre y responsablemente el número de sus hijos, y deberá sostenerlos y educarlos mientras sean menores o impedidos. Las formas del matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los deberes y derechos de los cónyuges, su separación y la disolución del vínculo, se rigen por la ley civil. 7 Sentencia T-349/1996. Magistrado Ponente: Carlos Gaviria Díaz. 8 de Agosto de 1996.8 Sentencia T-380/93 Magistrado Ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz

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Acciones del Estado Colombianopara favorecer a los Pueblos Indígenas

El Ministerio del Interior y de Justicia es la enti-dad encargada de liderar el diseño y ejecución de políticas, planes, programas y proyectos que procuren el mejoramiento de las condiciones de

vida1 de los grupos étnicos, y dentro de estos, de los pue-blos indígenas.

El Plan Nacional de Desarrollo 2006 – 2010: “Estado comunitario, desarrollo para todos”, propende por la formulación de una política integral para los pueblos indígenas, la cual incluye aspectos relacionados con terri-torialidad, identidad, autonomía y gobierno, y planes de vida, entre otros, a través del Ministerio del Interior2.

Por medio del Decreto 4331 de 2005 “por el cual se modifica la estructura del Ministerio del Interior”, se trans-formaron las funciones de la Dirección de Etnias, siendo las más destacadas:

1) Apoyar al Gobierno Nacional en la formulación de las políticas orientadas al reconocimiento y protección de la diversidad étnica y cultural.

2) Adelantar y divulgar estudios e investigaciones sobre

grupos étnicos, con el fin de evaluar la incidencia social, cultural y del medio ambiente que las distintas actividades puedan tener sobre dichas comunidades, de conformidad con la ley.

3) Promover la resolución de conflictos por razón de propiedad colectiva, usufructo, explotación de tierras o recursos naturales y ejercicio de prácticas tradicionales de producción, conforme a las disposiciones legales sobre la materia.

4) Coordinar interinstitucionalmente la realización de la consulta con los grupos étnicos, sobre los proyectos que puedan afectarlos de conformidad con la ley.

5) Llevar el registro de las autoridades tradiciona-les indígenas reconocidas por la respectiva comunidad, las asociaciones de autoridades indígenas, los consejos comunitarios y las organizaciones de base de comunida-des negras.

6) Apoyar al Gobierno Nacional y a las entidades pri-vadas en los programas de capacitación sobre diversidad étnica y cultural, la gestión pública y en general aquellos temas de interés relacionados con los grupos étnicos.

7) Atender las peticiones y consultas relacionadas con asuntos de su competencia.

8) Coordinar las acciones con las distintas entidades públicas, privadas y extranjeras en desarrollo de progra-mas indigenistas y prestar apoyo al desarrollo autogestio-nario de dichas comunidades.

9) Promover acciones tanto de parte del Ministerio, como de las demás entidades del Estado, para que los grupos étnicos del país sean atendidos debidamente por los programas de acción del Gobierno Nacional y tenidos en cuenta en los presupuestos de las diferentes depen-dencias que guarden relación con estos programas.

10) Impulsar mecanismos para la implementación de los asuntos étnicos en los procesos de descentralización y atención en el ámbito regional y local.

El mismo Decreto, determinó la creación de la Sub- dirección de Asuntos Indígenas, y le asignó las siguientes funciones:

Diseñar programas de asistencia técnica y social y desarrollar programas de apoyo a la política indige-nista.

Identificar mediante acción concertada con las comu-nidades y otras instituciones, el marco conceptual con que el Gobierno Nacional vaya a formular la política en esta materia.

Promover acciones interinstitucionales para que las comunidades indígenas sean atendidas debidamente por los programas del Gobierno Nacional y tenidas en cuenta en los presupuestos de las diferentes dependen-cias que guarden relación con sus programas.

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Diseñar, ejecutar y evaluar la planeación de los pro-gramas y proyectos en materia de indígenas, en coor-dinación con la Dirección de Etnias, la Oficina Asesora de Planeación y la Oficina de Asuntos de Cooperación Internacional del Ministerio.

Adelantar con las distintas entidades públicas, priva-das y extranjeras, el desarrollo de programas indige-nistas.

Dar a conocer los lineamientos y decisiones del Gobierno Nacional relacionados con las comunidades indígenas.

Adelantar las gestiones de coordinación y el manejo de las relaciones con gobiernos y organismos interna-cionales que desarrollen políticas, proyectos o presten asistencia o cooperación técnica para las comunida-des indígenas.

Servir de coordinador con las demás autoridades del nivel nacional, regional e interinstitucional para la debida y oportuna aplicación de la política indige-nista.

Fortalecer el sentido de solidaridad interno indígena, brindando apoyo a sus organizaciones y autoridades tradicionales.

Realizar, directamente o a través de organismos o entidades especializadas o de las mismas comunida-des, las investigaciones que por su naturaleza requiera llevar a cabo la Subdirección.

Concertar con las comunidades indígenas los progra-mas a realizar, en cada sección del país, conforme a sus requerimientos y coordinar con las demás entida-des del sector la asistencia técnica y de capacitación que para ellos se necesite.

Apoyar y asesorar a las autoridades y organizaciones indígenas en el desarrollo de sus planes y programas.

Acciones para favorecera las mujeres Indígenas

La Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, como entidad rectora de las políticas para las mujeres, adelanta iniciativas para hacer frente a las diversas formas de discriminación que las afectan, así como para promo-ver la equidad e igualdad de oportunidades, respetando

las particularidades de los grupos étnicos y la diversidad cultural y regional del país3.

Con el propósito de hacer visible la situación de las mujeres, jóvenes y niñas indígenas, en el marco de la Polí-tica Mujeres Constructoras de Paz y Desarrollo, la CPEM diseñó y puso en marcha un proyecto piloto para favore-cer a las mujeres indígenas.

Desde el Observatorio de Asuntos de Género –OAG– la Consejería ha venido profundizando en el estudio de la situación de las mujeres indígenas, inicialmente a través de investigaciones que han servido, por una parte, para reflexionar de manera crítica sobre las políticas diseñadas en la materia; y por otra parte, para que el OAG cuente con las herramientas y el conocimiento que le permitan hacer recomendaciones de política para la construcción de nuevas estrategias que garanticen la protección y el respeto de los derechos de las mujeres indígenas.

Para esto, el OAG elaboró un estado del arte sobre la situa-ción de reconocimiento de los derechos de los pueblos indí-genas, que brindó un marco de análisis sobre las principales situaciones de discriminación y violencia, y permitió evaluar aspectos tales como: las formas de participación dentro de sus comunidades, el relacionamiento con el resto de la socie-dad en lo social, lo económico, lo político y lo cultural, identi-ficando las diferencias, los desequilibrios y los demás factores o situaciones que deben ser superados.

Como resultado de esta exploración, se hizo visible la necesidad de profundizar el estudio de la situación de las mujeres indígenas, para lo cual se propuso la realización de tres Laboratorios Regionales y un Encuentro Central, que permitieran generar espacios de interlocución, así como socializar la importancia de las acciones que vienen realizando estas mujeres desde sus comunidades. Este ejercicio buscaba empoderar a las mujeres dentro de sus comunidades, y frente a la sociedad no indígena.

Con el propósito de socializar los procesos, así como de exponer las problemáticas de las mujeres indígenas expresadas en cada Laboratorio, se realizó en Bogotá el Encuentro Central de Mujeres Indígenas, los días 23 y 24 de noviembre de 2005. Contó con la participación de 54 de las mujeres que asistieron a los Laboratorios, entidades del Estado con competencia en el tema, organizaciones indígenas y representantes de organismos de cooperación internacional.

Notas1 Tomado de: Departamento Nacional de Planeación. Plan Nacional de Desarrollo 2002 - 2006: Hacia un Estado Comunitario, p. 251.2 P. 448. Más información, consultar en:http://www.dnp.gov.co/archivos/documentos/GCRP_PND_2006_2010/cap_7.pdf 3 Presidencia de la República, Consejería para la Equidad de la Mujer. Mujeres constructoras de paz y desarrollo: una política nacional orientada a la paz, la equidad y la igualdad de oportunidades, Bogotá, segunda edición, octubre 2005, p. 18.

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Laboratorios Regionales y Encuentro Central de Mujeres Indígenas:

Recordar el pasado, Un derecho para construir el futuro

Históricamente, las mujeres indígenas han asumido dentro de sus comunidades roles en la vida política, pública y organizativa que han fortalecido el orden

social, arraigando los procesos de identidad cultural. La importancia de reconocer el papel de la mujer indígena en sus sociedades no debe limitarse al espacio doméstico; por el contrario, debe tenerse en cuenta en la totalidad

de estas sociedades para que su presencia trascienda las fronteras de la invisibilidad y sea integrada a la vida pública del Estado Colombiano.

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Aspectos simbólicos y mítico-rituales determi-nan en cierta medida las relaciones de género dentro de cada sociedad, así como las activida-des, roles y responsabilidades de cada género.

Estas concepciones locales sobre el sentido de ser mujer indígena podrían verse como una dificultad para acceder a los derechos y espacios de poder que las mujeres han logrado en la sociedad occidental. Lo que se considera un espacio femenino de poder no corresponde ni tiene la misma valoración entre la sociedad urbana y la sociedad indígena. La crianza, el papel nutricio, la relación con la naturaleza y las funciones políticas, son todas actividades sociales valoradas de diferente forma en cada sociedad. Esta condición de desconocimiento por parte de la socie-dad nacional sobre las particularidades en las formas de ser mujer en las sociedades indígenas, dificulta el desarro-llo de políticas estatales que mejoren la condición de vida de las mujeres indígenas y sus sociedades.

Si bien es cierto que el ser mujer es concebido de forma particular en la sociedad, también es importante reconocer que en su interior, cada mujer es un mundo de inquietudes, sentimientos, emociones y motivacio-nes particulares. La mujer ocupa un lugar diferenciado en la sociedad, dependiendo de su edad, historia, habi-lidades, conocimientos, acceso a los recursos, así como de las relaciones que la unen a los demás. Diferencias que determinan en gran medida su participación dentro de las instancias de poder.

Diálogo desde las diferencias

Como un mecanismo de aproximación al centro de acción y de poder de las mujeres indígenas, en el año 2005 la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer diseñó un proyecto piloto para favorecer a las mujeres indígenas, a través de la realización de tres Laboratorios Regionales y un Encuentro Central, que abordaron, a partir de un diá-logo desde la diferencia, temas comunes, problemáticas particulares y soluciones requeridas, partiendo del análi-sis de las experiencias locales, de acuerdo con la región, etnia, clan, sexo, edad, y roles.

En desarrollo de este trabajo se constituyó un comité de impulso a un proceso de negociación cultural que per-mitiera, a través del diálogo, el logro de acuerdos, tiem-pos y métodos de trabajo. Este comité fue liderado por la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer a través del Observatorio de Asuntos de Género, y contó con la participación de mujeres indígenas reconocidas a nivel local y nacional por su liderazgo y compromiso con sus pueblos en la búsqueda de superar la discriminación y promover el análisis de sus causas más profundas. Son ellas Leonor Zalabata, indígena Arhuaca, asesora de dere-

chos humanos de la Confederación Indígena Tayrona; Bárbara Muelas, ex-gobernadora del pueblo Guambiano y Rosario Epieyú, indígena Wayuu.

Para la realización de los Laboratorios Regiona-les se definieron tres puntos geográficos: Costa Norte, Cauca y Amazonas, y la participación de siete etnias: wiwa, kankuama, wayuu, arhuaca, guambiana, uitoto y ticuna. Con el propósito de abarcar el espacio cultural en el que se encuen-tra enmarcada la vida de las mujeres, se orga-nizó la discusión en cuatro ámbitos posibles de poder1: económico, social, ideológico y político, percibidos en el pasado, el presente y el futuro.

Experiencias compartidas

Estos laboratorios promovieron espacios de diálogo per-manente y flexible, en los cuales las mujeres se permitie-ron la discusión y proyectaron las que consideraron sus fortalezas y debilidades en sus hogares, en sus comuni-dades y frente al Estado. Se observaron conjuntamente coincidencias encontradas y posibles soluciones. La meto-dología utilizada se pensó como un espacio en el que las mujeres tuvieran la posibilidad de conversar libre y espon-táneamente en un ambiente ameno. Durante estos días se compartieron comidas, ratos de tejido, descanso, histo-rias, en un continuo trabajo de observación y análisis por parte de todos los participantes.

En este esfuerzo, se hizo evidente que en la práctica cotidiana, las esferas de poder y liderazgo de las mujeres indígenas son efectivas en relaciones no siempre forma-les, ni en espacios de poder masculino. Procesar y ofrecer comida, generar vida, mantener los vínculos sociales, cui-dar de sus parientes, son actividades altamente valoradas que reafirman la autonomía y poder de decisión feme-nino.

Por otra parte, fue claro que el manejo metodológico de los tres laboratorios se desarrolló en cada región de acuerdo con su particularidad, visión e historia. Se toma-ron tiempos necesarios de acuerdo con la importancia del tema y fueron orientados y monitoreados por ellas mis-mas. Desde la convocatoria, difusión en medios, organiza-ción y ejecución de los laboratorios, hasta la elaboración de los documentos conclusivos, se trabajó desde la región y por su propia gente. Cada laboratorio entregó docu-mentos, registros fotográficos y en el caso del pueblo guambiano, la elaboración de un video.

Es también por esta razón que la presentación de las conclusiones de cada laboratorio, y aún de cada etnia, difiere en su enfoque y en la ‘voz’ que las presenta, de acuerdo con la dinámica desarrollada en cada caso.

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Se realizó en la ciudad de Valledupar, del 4 al 7 de octubre de 2005. Contó con la participaron de 60 indígenas de las etnias wiwa, kankuama, wayuu y arhuaca, y el acompañamiento de una representante del pueblo guambiano.

Wiwa2

Habitan en los departamentos de Cesar, Magdalena y La Guajira. Comparten el territorio con parte de los resguardos de los Kogui y Arhuaco. Su población total es de 1.922 personas. Sus actividades económicas principales son la agricultura y la cría de animales.

KankuamoHabitan en territorios del departamento del Cesar y colindan con los Kogui, Wiwa y Arhuaco. Su población se estima en 3.802 personas. Su sistema económico se sustenta en la posesión individual de cultivos y animales para la cría.

WayuuUbicados en el departamento de La Guajira y mayormente en Venezuela. La población estimada para Colombia es de 149.827 personas, constituyéndose en la etnia con el mayor número de población del país, cerca del 19%. Sus principales actividades económicas son la ganadería, la pesca y la explotación de sal.

ArhuacoSe ubican en los departamentos del Cesar, La Guajira y Magdalena. Comparten parte del territorio con los Kogui y los Wiwa y se estima que su población es de 14.977 habitantes. Su principal actividad económica es la ganadería.

Conclusiones de la etnia Wiwa

Lograr la unidad de las mujeres de los diferentes pue-blos indígenas, respetando sus particularidades cultu-rales, con el fin de articular los diferentes aspectos que se deben trabajar teniendo en cuenta la ley de origen de cada etnia.

Realizar convocatorias a nivel regional y nacional para integrar y analizar la situación de los pueblos.

Socializar y concertar con las autoridades tradicionales el diseño de programas y planes para cada comunidad, teniendo en cuenta las necesidades particulares de los pueblos.

Fortalecer la orientación propia de los mayores como autoridades tradicionales hacia niñas, niños y jóvenes de la comunidad, a través de la escuela, contribuyendo así al mejoramiento de la comunicación y la colectividad.

Mantener una coordinación entre las organizacio-nes indígenas como defensoras de los derechos de las mujeres indígenas.

Fortalecer la orientación propia de las mayores a través de la realización de reuniones, con la guía de Mamos y Sagas.

Conclusiones de las etnias Kankuama y Wayuu

Generar espacios de fortalecimiento de la identidad y del gobierno propio.

Promover y proteger los derechos colectivos de los pue-blos indígenas.

CONCLUSIONES DE LOS TRES LABORATORIOS

Laboratorio de la Costa NorteNOS ENCONTRAMOS y consideramos que las mujeres participantes de los cuatro pueblos reunidos, tenemos compromiso para retomar y mantener los valores y conocimiento de nuestros pueblos, las enseñanzas y la recuperación de nuestros cultivos y alimentos, ritualidad y cantos, religiosidad, medicina, nuestra ley de

origen, valores que nos diferencian del resto de la sociedad nacional. La identidad cultural fue la base primordial para cada uno de los pueblos que participamos, todo lo que

hagamos debe estar encaminado al fortalecimiento y posicionamiento del sistema político y organizativo del nuestros pueblos, como elemento vital para lograr el respeto a su territorio, la reconstrucción de sus propios espacios de hermandad, reafirmación de sus valores y formas propias de manejo de la problemática, como camino prioritario y coherente para dar solución al desequilibrio social y político por el que atravesamos.

Conclusiones de los cuatro pueblos participantes en el laboratorio de la Costa Norte

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Recuperar formas de educación propia, a partir de los espacios de socialización relacionados con la cultura –teroaricas, ezwamas, danzas tradicionales– en el caso de las mujeres kankuamas.

Recuperar y fortalecer la medicina tradicional.

Las mujeres Wayuu recomiendan al Gobierno crear un equipo de trabajo para formular un proyecto de crea-ción de centros médicos en cada Ranchería, que bene-ficie principalmente a la niñez.

Incentivar la formación política de la mujer indígena

con el propósito de mejorar su participación en los espacios de toma de decisión de las organizaciones y formación de líderes mujeres.

Generar mecanismos y estrategias de sensibiliza c i ón que permitan reducir la violencia intrafamiliar.

Implementar programas de reparación integral de las mujeres víctimas de la violencia.

Recuperar y apropiar el rol de la mujer indígena en la crianza de los hijos a través de la formación en valores propios de la cultura.

Conclusiones de la etnia Arhuaca

“Las mujeres indígenas vamos a recuperar nuestras vidas, costumbres, siempre vamos a estar respeta-das si el medio ambiente se recupera: que crezcan los ríos, que se reproduzcan los animales, del monte, que llueva. Volver a como era antes, que entendamos los mensajes de nuestros hermanos; las aves, los gusani-tos, las hormigas, todos los animales nos traen su men-saje y desarrollan nuestros conocimientos propios, por

eso tenemos que hacer que se nos respete a nosotras pero también todo lo que tenemos como herencia en nuestras comunidades y territorios”.

“Tener unidad como mujeres y como indígenas, por-que todas las mujeres no somos iguales. Las mujeres indígenas no están por fuera de los derechos estable-cidos, pero se necesita que los derechos se realicen, se ejecuten o se desarrollen”.

“En la medida que se rescaten las costumbres podemos tener una educación propia”.

“Necesitamos validar nuestras tierras para lo que las necesitamos”.

“No hay que buscar el pensamiento en las universida-des ni en los colegios, sino en las raíces”. Ese fue un consenso.

“En común acuerdo entre los pueblos indígenas, las muje-res debemos encontrar alternativas que verdaderamente queremos o necesitamos”.

“Recoger las más ricas experiencias de nuestros pue-blos, que frente al conflicto, la muerte, la viudez, la orfandad de nuestros niños indígenas, plantean la soli-daridad, la esperanza, para reconstruirnos en estos espacios, en donde se garantice el alimento de nues-tras costumbres, de nuestras decisiones para nuestro destino, departir y compartir nuestras experiencias, conocimientos, y valores”.

“En ese camino hacer una agenda de trabajo por muchos años, a lo largo y ancho de nuestros territo-rios, con el acompañamiento y el desarrollo de nues-tros derechos indígenas y como mujeres”.

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Laboratorio del Cauca “…Cuando necesitamos reconstruir nuestra identidad y dignidad es porque la necesitamos... si la

Constitución Política de Colombia y otras leyes reconocen una gama de derechos que nos hacen diferentes a otros pueblos y culturas, es un deber hacerlo... en 1980, cuando se escribió el manifiesto guambiano, en ese entonces se decía: recuperar la tierra para recuperarlo todo; todo es todo, aunque no en un 100 % de su totalidad porque las culturas cambian, desarrollan lo propio y también toman prestado de otras... Hoy

necesitamos aprender a desarrollar lo propio y tomar lo de otros, pero con coherencia identitaria.”

Apartes del documento-memoria, Laboratorio Guambiano

El Laboratorio Regional del Cauca tuvo lugar en Sie-rra Morena, territorio guambiano, del 29 de sep-tiembre al 2 de octubre de 2005. Contó con la participación de 50 mujeres de los 14 cabildos que conforman su territorio.

GuambianoUbicados en su mayoría en el departamento del Cauca, aunque también habitan en el Huila. Cuen-tan con una población estimada de 23.642 perso-nas, de las cuales el 77% se alberga en el resguardo de Guambía en Silvia (Cauca). Se caracterizan por desarrollar actividades agrícolas y, en menor medida, la ganadería.

Conclusiones:

Participar en la elaboración, ejecución y evaluacion de los planes de desarrollo a todos los niveles.

Tener acceso a la salud, educación y orientación polí-tica con fundamento en la identidad y dignidad cultu-ral.

Obtener todos los tipos de educación y de formación, académica y no académica, incluidos los relacionados con la alfabetización funcional, así como, entre otros, los beneficios de todos los servicios comunitarios y de divulgación a fin de aumentar su capacidad técnica e intelectual.

Organizar grupos de autoayuda y solidaridad a fin de logar la igualdad en el acceso a las oportunidades económicas mediante el empleo por cuenta propia, y afianzar la identidad cultural.

Participar en todas las actividades comunitarias.

Obtener acceso a los créditos y préstamos agrícolas, a los servicios de comercialización y a las tecnologías apropiadas, y recibir un trato igual en los planes de reforma agraria y de reasentamiento.

Gozar de condiciones de vida adecuadas y dignas en coherencia con la cultura, particularmente en las esfe-ras de la vivienda, los servicios sanitarios, la electrici-dad y el abastecimiento de agua, el transporte y las comunicaciones.

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Este laboratorio se realizó en la ciudad de Leticia, kilómetro 9 sede Ágape, entre el 27 y el 30 de octubre de 2005. Contó con la participación de 66 personas de las etnias Uitoto y Ticuna y el acompañamiento de dos representantes de los pueblos Guambiano y Arhuaco.

UitotoAl igual que los Ticuna, los Uitoto habitan la Amazonía colombiana, específicamente los departamentos de Amazonas, Caquetá y Putumayo, aunque también se encuentran localizados en Perú. Se estima que en Colombia habitan 7.343 personas. Se dedican a actividades económicas como la caza, la pesca y la horticultura.

TicunaLocalizados al sur de la Amazonía y cerca de la ciudad capital, Leticia, aunque se concentran mayormente en Perú y Brasil. Aún así, en Colombia, los Ticuna constituyen uno de los pueblos más numerosos de la cuenca Amazónica, en donde habitan aproximadamente 7.102 personas. Así como los Uitoto, la caza, la pesca y la horticultura son algunas de las actividades de tipo económico que desarrollan.

Conclusiones de las etniasUitoto y Ticuna

Poder económico.

Tanto para los Ticuna como para los Uitoto, el poder y la fuerza de la mujer se centra en el control sobre los alimen-tos cultivados en el espacio que ellas denominan chagra, de donde proveen a su familia, además de otros produc-tos, del alimento básico de la dieta indígena amazónica: la yuca brava, la yuca dulce y sus derivados: la fariña en el caso de las Ticuna, y el casave y la caguana en el caso de las Uitoto. Productos éstos de gran valor simbólico.

La chagra, además de ser un sistema de horti-cultura, es un lugar lleno de significados cul-turales donde se infunden valores como la solidaridad y la cooperación; también es un espacio importante de transmisión de conoci-mientos madre-hija, y el lugar donde se obtie-nen los recursos para el intercambio entre mujeres y entre familias, además de ser el esce-nario donde la mujer hace ‘brotar’ y reproduce su cultura.

En el pasado, hombre y mujer complementaban la eco-nomía familiar con las tareas propias de cada género, según la capacidad de cada persona. En la elaboración de una chagra participan ambos géneros, al igual que los hijos, aunque el cuidado como tal está a cargo de las mujeres. Este sistema de cultivo se realiza por medio de tumba y quema del bosque, se cultiva y cosecha alrededor de dos años para luego dejar descansar y reforestar por 10 o 15 años. Para poder abastecer de comida a la familia de forma permanente, en el pasado cada familia tumbaba anualmente una hectárea nueva de terreno.

En la actualidad la carencia de tierras, limitadas por el territorio del resguardo –el cual está bordeado por tierras que son las fincas de recreación de unos pocos colonos–, sumada a la creciente urbanización y a las políticas medio-ambientales, no permite que se pueda hacer una chagra

Laboratorio del Amazonas“Es importante el aprendizaje de las dos culturas, las propias y la occidental, sin olvidar que lo nuestro es hoy

y es el mañana de los pueblos indígenas”“Será la sabiduría de la mujer, apoyada con la sabiduría del hombre, la que acompañe un propósito

común en el trabajo mancomunado de sus organizaciones y el fortalecimiento de su cultura”

Palabras de mujeres participantes en el evento amazónico

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cada año. Esta es una de las razones por las que cada vez más las familias dependen de alimentos provenientes del mercado, como el arroz, y la pasta. Para ello las muje-res deben vender en la ciudad sus productos y artesanías, creando una dependencia con el mercado.

A esto se suma el cambio de valores que traen la edu-cación y la cercanía a la ciudad, que motiva a las jóvenes a emplearse en otros oficios asalariados, dejando de lado el interés en el trabajo de la chagra.

Poder Social:

Antiguamente el hilo de la organización social en ambas etnias eran el linaje y el clan. Para el caso de las Uitoto, dirigidos por un jefe –el más anciano– quien tenía la fun-ción de organizar los bailes tradicionales que permitían las buenas relaciones con los grupos vecinos, ofreciendo buena comida. Su función se extendía a la transmisión a su gente, cada noche, de la palabra y los valores propios. Sin embargo, actualmente la convivencia interétnica, la cercanía a las ciudades y la ausencia de una autoridad tradicional en las comunidades han llevado, entre otras situaciones, a la desorganización.

Cabe notar que para ellas la relación con la naturaleza hace parte de las relaciones sociales.

Las Ticuna plantearon como potencialidad que la mujer es la base principal del gobierno de un hogar, es quien organiza y cuida. Aún así, al avanzar el ejercicio, se evidenció una subvalora-ción de su trabajo, así como de sus conocimien-tos, por parte de las generaciones más jóvenes. Las mujeres Uitoto señalan el peso histórico de las bonanzas, empezando por la cauchera y las que posteriormente siguieron su paso (pieles, animales, coca, marihuana), como una de las razones de desintegración social.

No obstante, señalan que en el presente están en un proceso de recuperación cultural, donde las mujeres ancianas desempeñan un papel importante, al ser consi-deradas como bibliotecas (por ser depositarias del conoci-miento) que manejan información valiosa en términos de educación, sostén de la familia y de tipo religioso.

En el trasncurso del Laboratorio, señalaron como un problema central la falta de unidad entre los miembros de las comunidades, hecho que debilita el posicionamiento de las mujeres.

En el futuro, esperan disponer de espacios de concerta-ción local, regional y nacional para lograr una articulación entre los planes, programas y proyectos gubernamentales con sus particularidades y problemáticas.

Poder Ideológico:

Para las indígenas el pensamiento debe ser prác-tico, es decir que debe transformarse en hechos. Por esto las mujeres Uitoto hablaron del poder mágico de la palabra en el mambeadero, donde los jóvenes aprenden sobre todos los aspectos de su cultura: salud, educación, economía; y el espacio de la chagra que es la fuerza, el poder de la mujer, el lugar de transmisión de saberes femeninos y dónde se convierte la palabra en trabajo.

Las Ticuna también mencionaron la importancia del cultivo de la tierra, la crianza de los hijos y los conocimien-tos de las abuelas en la transmisión de saberes.

Como principales obstáculos las mujeres plantearon la mezcla entre clanes, así como la influencia del pensa-miento occidental: la academia, las religiones y la política. Sin embargo, también señalaron una tendencia hacia la recuperación de lo propio, defensa de las costumbres, de la autonomía y del territorio por parte de los propios indí-genas.

Una debilidad para los Uitoto es que las malocas pasa-ron, de ser centros religiosos y de transmisión de sabe-res tradicionales, a ser centros turísticos. Estos espacios de educación tradicional han sido remplazados por la educa-ción occidental, pues mientras la mujer va a la chagra, su hija va a la escuela. Sumado a esto, en las escuelas se pro-mueve más el uso del idioma español y en menor medida el idioma Ticuna o Uitoto.

Frente a estas circunstancias, las mujeres Ticuna propo-nen fortalecer costumbres como la pelazón (ritual ticuna) y la lengua materna, para que éstas sean respetadas por los occidentales. Aún así, reconocen la importancia de una mayor capacitación para afrontar las exigencias del mundo occidental.

De igual forma, rescataron la importancia de continuar con los Laboratorios como espacios de interlocución ideológica y de afianzamiento, no sólo entre mujeres, sino entre pueblos y organizaciones a nivel local y regional, para tener unidad de criterios; y a nivel nacional, para tomar fortaleza.

Poder Político:

La política en el pasado era ‘vivir bien’ como hermanos, tra-bajando juntos, haciendo mingas y colaborándose unos a otros. Es decir, que la política consistía en el bienestar y la igualdad social en la comunidad, lo que dependía de cada una de las personas.

En la actualidad, la introducción del dinero ha modifi-cado las relaciones entre las personas, ya que se interpone

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Laboratorio del Amazonas

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frente a una moral basada en la solidaridad. Manifestaron la preocupación de que cualquier solución de problemá-ticas se realiza a través de la elaboración de ‘proyectos’, que no escapan a una ética corrupta. Tanto así que la palabra ‘proyecto’ está de moda: hay muchos proyectos y pocas soluciones.

Las mujeres se han organizado: como una poten-cialidad, los dos grupos señalan logros de las mujeres indígenas dentro del proceso de posicionamiento como autoridades: existen curacas (autoridades civiles den-tro de la comunidad), gobernadoras de comunidades, miembros de organizaciones de mujeres y grupos de tra-bajo que laboran dentro de las al interior de las organi-zaciones indígenas.

Recordaron a una mujer de la comunidad de San Sebastián, la abuela Eva, quien luchó por el terreno que tiene ahora la comunidad, se enfrentó a los blancos y se hizo fuerte logrando el diálogo con los blancos para que la escucharan y la respetaran.

Gracias a este posicionamiento, las mujeres sienten que ahora son más escuchadas, su opinión es valiosa, aunque a veces se sienten excluidas por los hombres. Por esto recalcan la importancia de los procesos de organiza-ción interna por parte de las comunidades y la necesidad de buscar espacios para su articulación.

El compartir opiniones entre las dos etnias llevó a la conclusión de que por ser mayoría, las Ticuna deben jalo-nar en sus procesos a las mujeres Uitoto.

Encuentro Central

El Encuentro Central de Mujeres Indígenas se rea-lizó a finales del año 2005 con la participación de delegadas escogidas por los grupos indígenas locales en cada laboratorio. Así mismo, se invitó

a mujeres de organizaciones sociales y políticas como la Organización Nacional Indígena de Colombia –ONIC–, la Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana –OPIAC–, Autoridades Indígenas de Colom-bia –AICO– y la Organización Indígena de Antioquia –OIA–, para socializar las experiencias y analizar caminos para este proceso.

Analizados los resultados por parte de las asistentes, y conscientes del esfuerzo que se ha venido realizando de manera conjunta entre algunos pueblos y la Conse-jería Presidencia para la Equidad de la Mujer, a través del

Observatorio de Asuntos de Genero, se propuso abordar el tema desde diversos ángulos, así como desde sus múlti-ples visiones y perspectivas. Todo esto sobre la base de un interés común – mujer indígena – y desde allí afrontar los retos y proyecciones.

Es importante subrayar como posición común y perma-nente entre los siete pueblos que participaron de los labo-ratorios, el reconocimiento por parte de las mujeres del importante papel de los hombres, en un nivel de com-plementariedad de género en la vida social. Se resaltó la defensa de la cultura y el rescate de los valores locales, así como el reconocimiento al papel que realizan las organi-zaciones sociales y políticas indígenas del orden regional y nacional ante el Estado colombiano.

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Reflexión finalLa realización de este ejercicio piloto permitió evidenciar que las diversas formas de discriminación que afectan a los grupos étnicos y, de manera particular, a las mujeres indígenas, obliga a la conformación de alianzas estratégicas que incorporen y comprometan al Estado y a la sociedad civil para fomentar su acceso en condiciones de igualdad a todos los niveles de la educación, la salud, la economía y la participación política, en concertación con las mujeres indígenas.

El espacio de diálogo construido entre la Consejería y las mujeres indígenas participantes de los tres laboratorios, contribuye a la construcción de una agenda de trabajo conjunta que recoja los esfuerzos que las mujeres vienen realizando desde sus propios escenarios, hacia la construcción de un plan de acciones afirmativas para pueblos indígenas con énfasis en mujeres.

Las acciones realizadas en estos tres laboratorios, se constituyen en un avance hacia la búsqueda de una política integral que:

1. Fomente la capacitación de mujeres indígenas líderes en una perspectiva de género.

2. Impulse la divulgación de los derechos de las mujeres, sensibilizando a la comunidad sobre los problemas que enfrentan los grupos étnicos, así como la efectividad en las acciones del Estado.

3. Produzca y difunda datos desagregados por sexo, procurando que las estadísticas se recopilen, procesen y sistematicen por categorías adicionales como la edad; así como establecer mecanismos de supervisión en las estructuras gubernamentales para incorporar los resultados pertinentes en las principales políticas de desarrollo.

4. Fomente el diseño e implementación de acciones afirmativas que permitan permear las políticas públicas con la dimensión de género, para garantizar la eliminación de las distintas formas de discriminación que afectan a grupos étnicos; y el cumplimiento por parte del Estado de los compromisos adquiridos internacionalmente, y de los mandatos constitucionales y legales.

5. Fortalezca las organizaciones indígenas que existen en el territorio nacional, garantizando la participación de las mujeres en espacios de poder.

Las mujeres conformaron un grupo de trabajo repre-sentativo de los pueblos y de las organizaciones indígenas para la formulación de un Plan de Acciones Afirmativas, en la que se debe construir una agenda de orden nacio-nal que involucre a mujeres de otros pueblos indígenas. Esta agenda trabajará sobre las posibles formas discri-

minatorias que afectan a las mujeres, a fin de promover estrategias que se incorporen en los programas, proyec-tos, presupuestos y políticas que reconozcan la especi-ficidad de sus necesidades como mujeres indígenas, y las convierta en una población visible para la sociedad colombiana.

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Encuentro Central

Notas1. En este contexto el uso del término poder se refiere a la capacidad de agenciar, de actuar frente a otro, o frente a algo, es la potencialidad de obtener y hacer cosas o de hacer que otra persona cumpla mis deseos. Es decir su control sobre las relaciones con personas y cosas. 2. Para la caracterización de los grupos indígenas mencionados, se tomó como referencia la publicación: ARANGO Raúl, y SÁNCHEZ Enrique. Los pueblos indígenas de Colombia en el umbral del nuevo milenio, Departamento Nacional de Planeación, Bogotá, Colombia, 2004, p. 302.

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La vulnerabilidad de las mujeres que viven en estado de pobreza a nivel mundial y en especial en América Latina ha llevado a las naciones a adoptar políticas y estrategias de desarrollo para asegurar la igualdad

de oportunidades de género en el acceso a los recursos de educación, trabajo y salud, entre otros.

La respuesta de la UNAD a este compromiso ha sido clara: su presencia en toda la geografía nacional ha permi-tido llegar con sus programas formativos a grupos minori-tarios, tales como las etnias (Muisca, Wayuu, Nasa e Inga principalmente y, en menor medida a Koguiis, Otavaleños, Sikuani y Senú), la población afrocolombiana, la pobla-ción desplazada, los reinsertados y desmovilizados, entre otros.

En particular, la Licenciatura en Etnoeducación que ofrece la UNAD, es un aporte a la interculturalidad para fortalecer pedagogías propias que permitan la inclusión social mediante la recuperación de tradiciones ancestra-les, y la investigación social para la conservación y forta-lecimiento de valores culturales y cosmovisiones plurales y múltiples, en cabildos y zonas rurales donde los grupos étnicos se encuentren.

Esta propuesta educativa se fundamenta en la investiga-ción sociocultural, en la pedagogía, en el análisis crítico y permanente de los problemas reales de cada pueblo o etnia. La Etnoeducación se concibe como un proceso vital en la for-mación integral y continua de los grupos, enmarcada dentro

La UNAD: escenario de formación para las mujeres indígenas y otros grupos minoritarios

del ambiente social y cultural, como fundamento de la con-servación, crecimiento y transmisión de valores culturales, de normas y cosmovisiones, entendidas como pilares de la iden-tidad de los diversos pueblos y de Colombia como país mul-ticultural y pluriétnico.

De este modo, la UNAD contribuye, a través de los egre-sados de diferentes programas que hoy son líderes en las comunidades indígenas de sus regiones, al desarrollo social del país. Para citar algunos casos, Clementina Troches, de la etnia Guambiana, egresada del Programa de Comunicación Social, se desempeñó como secretaria privada del goberna-dor del Cauca, Floro Alberto Tunubalá, primer Gobernador indígena (departamento del Cauca) durante el periodo 2002-2004; María Ovidia Palechor, de la etnia Yanacona y estu-diante de décimo semestre de Psicología Social Comunitaria, trabaja como Coordinadora del Proyecto de Mujer para la Regional Sur Occidente Colombiano del programa de Psico-logía Social Comunitaria; la egresada María Antonia Yalanda, de la etnia Guambiana, trabaja como líder regional en Popa-yán gestionando proyectos sociales y comunitarios.

Por otra parte, en representación de la población afro-colombiana, la estudiante Hermesinda Mosquera trabaja con parte del equipo del proyecto “Ciudad Futuro las Guacas”, en el Departamento del Cauca.

Las políticas de equidad social que promueve la UNAD están referidas, en este caso especial, a reconocer y respe-tar la igualdad de géneros, como seres humanos que tie-

Por: Jaime Alberto Leal Afanador

Rector Universidad Nacional Abierta y a Distancia –UNAD–

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La Unad

El OAG recomienda Producto del esfuerzo investigativo para conocer la situación de la mujer indígena, el OAG formuló las siguientes recomendaciones:

• Es imprescindible que la información estadística recopilada para la identificación de la población indígena en Colombia1 sea desagregada por sexo y edad. Ligado a esto, sería útil que la recolección de esta información permitiera identificar a posibles beneficiarios de las acciones estatales.

• Utilizar los planes de vida elaborados por algunos pueblos indígenas, como punto de partida para el diseño de iniciativas que los favorezcan, así como los proyectos definidos al interior de las comunidades, expuestos a las entidades del orden

nacional, regional y local, para que sirvan de elemento fundamental en la realización de programas específicos con pueblos indígenas.

• Crear un Sistema de Información Nacional que permita recopilar, sistematizar y clasificar los documentos producidos por los pueblos indígenas, así como los registros administrativos que adelantan las entidades del Estado. De igual importancia es garantizar la permanente circulación de esta información entre las entidades del Estado y los pueblos indígenas.

• Las entidades del Estado con competencia en el tema deberán socializar con los beneficiarios la información sobre iniciativas, programas y proyectos para favorecer a los pueblos indígenas. Así mismo se plantea la necesidad

de socializar los desarrollos legislativos que adelantan a nivel nacional sobre el tema indígena.

• Diseño de programas de inversión pública que identifiquen enfoques culturales apropiados de desarrollo que superen la condición de pobreza de estas comunidades y la construcción de un Plan de Acciones Afirmativas.

• Constituir una mesa de trabajo interinstitucional sobre asuntos indígenas para avanzar en el tema de los derechos humanos y definir alternativas que superen la inequidad en las condiciones de participación de las mujeres dentro de sus comunidades y con el resto de la sociedad.

Notas1 Esta información es utilizada para la legalización de resguardos, la aplicación de recursos del sistema general de participaciones y para el acceso a servicios sociales.

nen la misma capacidad de razón para intervenir en una sociedad. El sentido de identidad y pertenencia por lo local hace que las mujeres indígenas se apropien de las distintas instancias de poder local y de igual forma ejerzan su parti-cipación ciudadana.

A través de la propia herencia cultural que tienen las diferentes etnias se va tejiendo una nueva red de memo-rias históricas de la misma, que es fundamental para el conocimiento y entendimiento de una cultura; esa memo-ria histórica que hemos dejado atrás y que es pertinente recuperar para entender las actuaciones de las distintas culturas, pero especialmente el papel relevante de la mujer en la sociedad.

En la construcción del conocimiento, específicamente en la UNAD, se reconoce el diálogo de saberes, entendido como el saber empírico que tienen nuestras culturas indí-genas; un saber que se ha adquirido a través de la experien-cia a lo largo de los años, y cómo ese saber allí expresado, tiene igual valor que el saber del especialista.

Lo que se plantea aquí es un saber compartido desde dos miradas diferentes, que se enriquece mutuamente y que juntos construyen un nuevo conocimiento.

Por eso, en la educación intercultural y pluricultural el elemento fundamental es trabajar teniendo muy presente el respeto por el otro, por sus creencias y valores. La edu-cación plantea múltiples interpretaciones y paradigmas de un fenómeno de la sociedad, y cada ciudadano lo aplica y lo reconoce en su género.

En este sentido, el reto de la UNAD es contribuir a la consolidación de un país con múltiples formas de lograr el desarrollo local, regional y nacional con calidad académica y, sobre todo, con equidad social.

Fuentes consultadas:Escuela de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades UNAD. Programa Licenciatura en Etnoeducación. UNAD. Fundación Etnias de Colombia.