Ateneo Juventud

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    EL ATENEO DE LA JUVENTUD

    1. Los maestros de los atenestas

    Al finalizar el siglo XIX slo la filosofa positivista gozaba de una situacin acadmica

    legal en las instituciones oficiales del pas. El positivismo, en las versiones de Comte, Milly Spencer, imperaba en la Escuela Nacional Preparatoria y en las dems escuelasprofesionales dependientes del Estado, y se ergua como una hegemona en la vidaintelectual del pas. Fuera de esta filosofa, aseguraban sus partidarios, no era posibleencontrar la verdad.

    Pero en los comienzos de nuestro siglo, empieza a destacar en el ambiente cultural delpas un grupo de jvenes que se rebela contra la opresin filosfica ejercida por elpositivismo y se da a leer y meditar, en pequeos cenculos, justamente aquellos autoresque la filosofa oficial tena asfixiados y proscritos de las aulas. Y no slo lee y medita,sino que expone en pblicas conferencias su disentimiento con la filosofa oficial y susimpata a esos autores v a esas doctrinas proscritas.

    La aparicin de este grupo de jvenes, de estos cenculos y de esta actividad deconferencias es todo un acontecimiento en la vida intelectual de Mxico. Significa que unaminora selecta, vida de salud intelectual y espiritual, se separa de la gran masaestudiantil educada en el positivismo para respirar una cultura ms amplia. Esos pequeoscenculos, creados por ese grupo de jvenes, son como respiradores para meditar en eloxgeno que escaseaba en las instituciones dominadas por el positivismo. Son centros convirtudes respiratorias, que brindan a esa minora de jvenes la pureza del aire de lascimas, de1 aire de las cumbres que aumenta la fuerza vital, como que era el aire de losgrandes clsicos del pensamiento y de nuestras tradiciones hispanoamericanas yvernculas. Y esa actividad de conferencias era, adems de una manifestacin de lavitalidad de ese grupo, una forma de propagar en el pas el amor a las ideas nuevas y

    nobles.Empero ese grupo de jvenes, esos pequeos cenculos y esa actividad de conferenciasno surgieron en la vida intelectual del pas por arte de magia: fueron el resultado, por unaparte, de la docencia antipositivista de algunos maestros eminentes del porfiriato; y, porotra parte, de la lectura y comentarios que ese grupo haca por cuenta propia de los librosnuevos que llegaban de Europa.

    Los propios atenestas confiesan en sus escritos quines eran esos maestros. AntonioCaso cuenta que de la ctedra de retrica de don Jos Mara Vigil su generacin recibacomo antdoto al positivismo la evocacin de los poetas latinos que saba traducir,preciosamente, as como los elementos de la esttica krausista, cuyo sistema conocacon perfeccin.1Que don Ezequiel A. Chvez, no obstante que meditaba dentro delmarco del empirismo, los haca pasar a travs de sus lecciones de psicologa, de Comte aSpencer. Para l Comte no era ya un fetiche". Inclinbase en su preferencia hacia el"pensamiento psicolgico de Spencer.2Que don Justo Sierra en su ctedra de historia losllevaba del escepticismo de la ciencia positivista al terreno de lo que es la cultura. Susbienes y valores; sus vicisitudes, sus triunfos y sus hroes. Y que los propios campeonesdel positivismo aplaudan sus esfuerzos de juventud, y los alentaban con su ejemplo.

    1Antonio Caso,Mxico. Apuntamientos de cultura patria,p. 89.2Ibid., p. 90

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    Don Porfirio Parra presidi, con nobleza, mis conferencias de la Preparatoria sobre la evolucindel positivismo, y aplaudi con entusiasmo el primer curso libre de Metafsica que dict en laextinta Facultad de Altos Estudios. Don Pablo Macedo, uno de los prceres ms relevantes ycultos del porfirismo, coste la edicin de la serie inaugural de conferencias que dio el Ateneode la Juventud, fundado en el centenario de Mxico por Pedro Henrquez Urea, Alfonso Reyes,

    Jos Vasconcelos y yo mismo, que tuve a honra ser su primer presidente.3

    Alfonso Reyes refiere que Justo Sierra hizo sospechar a su generacin de que haba sidoeducada en una impostura.

    A veces, abramos laHistoriade Justo Sierra y nos asombrbamos de leer, entre lneas, atisbos ysugestiones audaces, audacsimos para aquellos tiempos, y ms en la pluma de un ministro. Elpositivismo mexicano se haba convertido en rutina pedaggica y perda crdito a nuestros ojos(p. 33) [...] Por si su pluma no bastara para su gloria, es Justo Sierra, en la administracinporfiriana, la inteligencia ms noble y la voluntad ms pura. A la distancia de las jerarquas y losaos, se sinti amigo de los jvenes, nos vio nacer a la vida espiritual, nos salud con pblicasmanifestaciones de confianza y de simpata, comprendi nuestras rebeldas y acaso las bendijo4

    (pp. 23-25).

    El mismo Alfonso Reyes reconoce la influencia de Enrique Gonzlez Martnez y de LuisUrbina, a quienes llama los hermanos mayores de los atenestas.

    Tuvimos dos hermanos mayores: Enrique Gonzlez Martnez, trnsito entre la generacin pasaday la venidera, que tena de la pasada, de los Modernistas o decadentes, los secretos tcnicos;de los jvenes, 1a seriedad artstica; y de suyo, aquella manera de castidad espiritual que hace del un alto poeta. Y el otro hermano mayor fue Luis Urbina que, en su rara penetracin, nosadivin, vino hacia nosotros y se mezcl en nuestras filas, nos ense a tutearnos con l,reconoci que poda adquirir algo en nuestra frecuentacin, y no tuvo empacho en abrir de nuevo

    los libros para estudiar, modesto y sencillo, en nuestra compaa.5

    Jos Vasconcelos declara que a Justo Sierra:

    debe aquella generacin la conciencia definitiva de su propio momento [... ] A los entusiasmoscomtistas opuso la fina irona y la elevacin de su pensamiento. Al pblico ilustrado siemprerepiti en sus memorables discursos que la ciencia est muy lejos de ser lo indiscutible, pues susmismos principios son materia constante de debate, y aun suponindola fija y perfecta, ella no esotra cosa que la disciplina y el conocimiento de lo relativo y nada dice, ni pretende decir, sobrelos objetos en s mismos. Los sistemas y las hiptesis cientficas, como las filosficas, declara,son organismos vivos, que, como todo lo que vive, cambia y necesita la refaccin perenne de lamuerte.

    Este hombre extraordinario, que del romanticismo jacobino y todava ms lejos, de la fetradicional pudo pasar a la comprensin clara de todos los problemas de la ciencia y reformar sumentalidad entera conforme a estas nuevas convicciones; que dedic toda su energa almagisterio y despus a la educacin general como ministro de Estado y organizador de la culturamoderna en Mxico, tuvo todava flexibilidad de espritu bastante para adivinar los nuevos

    3Antonio Caso,Ramos y yo. Un ensayo de valoracin personal, Mxico, Editorial Cultura, 1927, pp. 10-11.4Alfonso Reyes,Pasado inmediato y otros ensayos, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1941.5Ibid., 46-47.

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    derroteros dc1 pensamiento. En su discurso inaugural de la nueva Universidad, pronunciado enel ao del Centenario de la independencia mexicana, reconoce y acoge el nuevo idealismofrancs, y tambin la nueva crtica, la crtica de la ciencia emprendida por los mismos sabios, porlos autores de esa ciencia con el propsito de asignar al empirismo su justo lugar entre losrecursos admirables del ingenio humano, pero despus de calificarlo tan categricamente comotodo lo que procede de la unin miserable y misteriosa de un hombre y una mujer.6

    Justo Sierra, Ezequiel A. Chvez, Porfirio Parra, Jos Mara Vigil, Pablo Macedo,Enrique Gonzlez Martnez y Luis Urbina son los maestros del porfrismo que alentabancon su docencia, sus discursos y sus escritos la seleccin de aquel grupo de jvenes quehaba de separarse de la gran masa estudiantil educada en el positivismo para formar elAteneo.

    2. Qu lean y comentaban los atenestas

    Los autores y libros que lea y meditaba este grupo de jvenes en sus pequeos cenculos,

    y que al lado de la docencia de los maestros mencionados influyeron para que se fueraapartando del positivismo, han sido confesados tambin por ellos. Jos Vasconcelosreconoce que las lecturas que influyeron en su grupo fueron la de Schopenhauer, Kant,Boutroux, Eucken, Bergson, Poincar, William James, Wundt, Nietzsche, Schiller, Lessing,Winkelman, Taine, Ruskin, Wilde, Menndez Pelayo, Croce y Hegel:

    En los corredores de la misma Preparatoria, gracias al don de la libertad que nos legaron losreformistas, actuaban otras influencias: all se discuta a Schopenhauer y de sus ironas ysentencias ttricas se pasaba muy pronto a los estudios de metafsica renovados por l en suscomentarios sobre Kant. Volvimos a meditar el problema del conocimiento, dentro del cual, laciencia, o lo que es lo mismo, la percepcin, es uno de los factores. Paulatinamente vuelve a

    ganar terreno la Metafsica; la Crtica de la razn pura se hizo el libro del da, y poco a pocoaumentaron los lectores de Eucken y Boutroux, de Bergson, Poincar, William James y Wundt.Otro rebelde, Nietzsche, nos aturdi las orejas de filisteos cientficos con las voces elocuentes

    que al travs de los siglos extrae del alma griega en su Origen de la tragedia; y en suZarathustranos plante el problema esttico importantsimo y todava virgen de la significacinde la msica; nos hizo volver a rer.

    En el campo de la esttica se dejaron sentir la mayor parte de los autores modernos:

    Naturalmente que el spencerianismo expuso su teora del juego como base del fenmenoesttico, pero ella no pas de ciertas ctedras, y fuera el pensamiento se nutra con la doctrinaoriginal de Schiller y las de Lessing, Winkelman, etctera.

    Durante el periodo materialista nos domina la crtica inteligentsima de Taine; despus,Ruskin ocupa toda la atencin y el Oscar Wilde de las Intentionsy elDe Profundis, por ltimoWalter Pater es tan solicitado que aparece de l una traduccin mexicana. Como obras didcticasconsultadas en la poca, deben citarse las historias de Menndez Pelayo y de Benedeto Croce,

    6Jos Vasconcelos. El movimiento intelectual contemporneo de Mxico. Conferencia leda en laUniversidad de San Marcos de Lima, Per, el da 26 de julio de 1916. Tomada del peridicoBaja California,Lima, julio, 1916.

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    tambin la de Hegel, aun cuando este filsofo nunca alcanz entre nosotros la aceptacin generalacordada a su rival Schopenhauer.7

    Pedro Henrquez Urea nos ha dejado tambin testimonio de las influencias filosficas,literarias y artsticas que provocaron el divorcio de sus compaeros de la doctrinapositivista.8Confiesa que Platn, Kant, Schopenhauer, Nietzsche, Bergson, Boutroux,James y Croce, fueron los autores ms ledos por ellos:

    Pero en el grupo a que yo perteneca, el grupo que me afili a poco de llegar de mi pas a Mxicopensbamos de otro modo. ramos muy jvenes (haba quienes no alcanzaron todava los veinteaos) cuando comenzamos a sentir la necesidad del cambio. Entre muchos otros, nuestro grupocomprenda a Antonio Caso, Alfonso Reyes, Jos Vasconcelos, Acevedo el arquitecto, Rivera elpintor. Sentamos la opresin intelectual, junto con la opresin poltica y econmica de que ya sedaba cuenta gran parte del pas. Veamos que la filosofa oficial era demasiado sistemtica,demasiado definitiva, para no equivocarse. Entonces nos lanzamos a leer a todos los filsofos aquienes el positivismo condenaba como intiles, desde Platn, que fue nuestro mayor maestro,hasta Kant y Schopenhauer. Tomamos en serio (oh blasfemia!) a Nietzsche. Descubrimos a

    Bergson, a Boutroux, a James, a Croce. Y en la literatura no nos confinamos dentro de la Franciamoderna. Lemos a los griegos, que fueron nuestra pasin. Ensayamos la literatura inglesa.Volvimos, pero a nuestro modo, contrariando toda receta, a la literatura espaola, que habaquedado relegada a las manos de los acadmicos de provincia. Atacamos y desacreditarnos lastendencias de todo arte pompier; nuestros compaeros que iban a Europa no fueron ya ainspirarse en la falsa tradicin de las academias, sino a contemplar directamente las grandescreaciones y a observar el libre juego de las tendencias novsimas; al volver, estaban en aptitudde descubrir todo lo que daban de s la tierra nativa y su glorioso pasado artstico.9

    3. Los pequeos cenculos

    El proceso de separacin del positivismo, que bajo el influjo de esos maestros y de esaslecturas se va operando en el grupo de jvenes, lo vemos manifestarse a travs de lafundacin de pequeos cenculos en donde se leen y comentan los autores y libros que elpositivismo tena proscritos.

    El taller del arquitecto Jess T. Acevedo fue uno de esos cenculos. Por las noches elgrupo se reuna a leer a Schopenhauer, a Nietzsche, a James y, sobre todo, a Platn:

    Una vez nos citamos para releer en comn El banquete de Platn. ramos cinco o seis esanoche; nos turnbamos en la lectura, cambindose el lector para el discurso de cada convidadodiferente; y cada quien le segua ansioso, no con el deseo de apresurar la llegada de Alcibades,como los estudiantes de que habla Aulo Gelio, sino con la esperanza de que le tocaran en suertelas milagrosas palabras de Ditima de Mantinea [] La lectura acaso dur tres horas; nunca

    7Idem.8Pedro Henrquez Urea, La Revolucin y la cultura en Mxico,Revista de Filosofa(Cultura-Ciencias-Educacin). Publicacin bimestral dirigida por Jos Ingenieros y Anbal Ponce, ao XI, num. 1, BuenosAires, Argentina, enero, 1925.9Idem.

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    hubo mayor olvido del mundo de la calle, por ms que esto ocurra en un taller de arquitecto,inmediato a la ms populosa avenida de la ciudad.10

    La biblioteca de Antonio Caso fue otro de esos cenculos. El mismo grupo solareunirse all a leer y comentar a Kant, a Boutroux y a Bergson:

    En nuestra casa y compaa leamos y comentbamos a Kant en el texto de Perojo [...] Esaslecturas fueron para nosotros de incalculable significacin y trascendencia. Henrquez Ureaposea la versin inglesa de Max Mller, y sola agregar importantes notas eruditas a nuestraslecturas comentadas de los captulos de la Esttica y Analtica trascendentales [...] La revelacinde Kant produjo su efecto indudable: la liberacin perenne de todo empirismo.11

    La casa de Alfonso Reyes se convirti tambin en cenculo. Los mismos jvenes solanreunirse en ella movidos por la inquietud filosfica de leer y comentar autores y librosproscritos por el positivismo oficial:

    En la casa de Alfonso Reyes, circundados de libros y estampas clebres, disparatbamos sobre

    todos los temas del mundo. Preocupados, sin embargo, de poner en orden nuestro divagar ybuscando bases distintas de las comtianas, emprendimos la lectura comentada de Kant. Nologramos pasar de la Crtica de la razn, pero lemos sta, prrafo a prrafo, detenindonos aveces en un rengln. Luego, como descanso y recreo de la tarea formal leamos colectivamenteEl banqueteo elFedro. Llev yo por primera vez a estas sesiones un doble volumen de dilogosde Yajnavalki, y sermones de Buda en la edicin inglesa de Max Mller, por entonces reciente.El poderoso misticismo oriental, nos abra senderos ms altos que la ruin especulacin cientfica.El espritu se ensanchaba en aquella tradicin ajena a la nuestra y ms vasta que todo elcontenido griego.El Discurso del mtodo cartesiano, las obras de Zeller sobre filosofia griega,Windelband, Weber, Fouille en la moderna, con mucho Schopenhauer y Nietzsche por mi partey bastante Hegel por la de Caso, tales eran los asuntos de nuestro bisemanal departir.12

    4. La Sociedad de Conferencias

    Uno de estos jvenes, el arquitecto Jess T. Acevedo, concibe en 1907 la idea de crear unaSociedad de Conferencias, agrupando en ella no slo a sus compaeros que se daban citaen aquellos cenculos, sino a los literatos, poetas, msicos y pintores que haban logradodestacarse en aquellos aos. El principal propsito de esta asociacin, como se deduce delnombre, haba de consistir en organizar conferencias pblicas para propagar el amor a lasideas nobles y bellas.

    Sin apoyo oficial ni proteccin alguna, la Sociedad de Conferencias organiz suprimera serie en el amplio y elegante saln del Casino de Santa Mara. Las conferencias se

    efectuaron los mircoles por la noche y, adems de la conferencia, siempre se ejecut unnmero de msica selecta y otro de poesa original, encomendados a msicos y poetas

    10Pedro Henrquez Urea, La cultura de las humanidades. Discurso pronunciado en la inauguracin de loscursos de 1914 en la Escuela Nacional de Altos Estudios.Revista de Ciencias Sociales, t. I, nm. 4.noviembre de 1930.11Antonio Caso, "Kant en Argentina y en Mxico",El Universal, viernes 17 de febrero de 1939.12Jos Vasconcelos, Ulises Criollo, Mxico, Ediciones Botas, 1935, pp. 311-312.

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    jvenes. Por lo que aquellos actos culturales tuvieron siempre el carcter de conferencias-conciertos.

    Alfonso Cravioto sustent la primera (mircoles 29 de mayo). Disert sobre La obrapictrica de Carrire", ilustrndola con magnficas fotografas parisienses que habatrado de su reciente viaje por Europa.

    Antonio Caso sustent la segunda (mircoles 12 de junio). Disert sobre Lasignificacin y la influencia de Nietzsche en el pensamiento moderno.Pedro Henrquez Urea sustent la tercera (mircoles 26 de junio). Vers sobre Gabriel

    y Galn. Un clsico del siglo XX.Rubn Valenti sustent la cuarta (mircoles 10 de julio). Disert sobre La evolucin de

    la crtica literaria.Jess T. Acevedo sustent la quinta (mircoles 24 de julio). Disert sobre El porvenir

    de nuestra arquitectura.Ricardo Gmez Robelo cerr el ciclo (mircoles 7 de agosto). Su conferencia vers

    sobre la Obra de Edgar Poe.En cada una de las seis conferencias se deleit al pblico con la ejecucin de msica de

    Chopin, Beethoven, Bach, etctera, y con la declamacin de poemas originales de NemesioGarca Naranjo, Manuel de la Parra, Luis Castillo Ledn, Roberto Argelles Bringas, AbelC. Solazar, Eduardo Coln y Alfonso Reyes, todos miembros de la Sociedad deConferencias.

    El xito alcanzado por esta primera serie llev a la Sociedad de Conferenciasaorganizar una segunda. El 14 de marzo de 1908, el presidente de la Sociedad, Jess T.Acevedo, hizo circular una invitacin para las conferencias-conciertos que se celebraranen el Teatro del Conservatorio Nacional a las 8:30 de acuerdo con el programa siguiente:Antonio Caso: Max Stirner y el individualismo exclusivo (mircoles 18 de marzo); MaxHenrquez Urea: La influencia de Chopin en la msica moderna (martes 24 de marzo);Jenaro Fernndez Mac Grgor: Gabriel D'Annunzio (mircoles 1 de abril); Isidro

    Fabela:Jos Mara de Pereda (mircoles 8 de abril), y Rubn Valenti: Arte, ciencia yfilosofa (mircoles 22 de abril).

    Como en la primera serie, cada velada estuvo amenizada con nmeros musicalesejecutados antes y despus de la disertacin del conferencista. Chopin y Rubinstein fueroninterpretados por la seorita Alba Herrera y Ogazn y por los seores Roberto Ursa,Aurelio M. Lpez, Manuel Tinoco y Carlos del Castillo, todos miembros del ConservatorioNacional. Slo los nmeros poticos, que en la primera serie cerraban las veladas, fueronsuprimidos en esta segunda.13

    5. Fundacin del Ateneo de la Juventud

    Ya en vsperas de celebrarse el primer centenario de nuestra Independencia nacional, estegrupo de jvenes, inquieto por doctrinas ajenas al positivismo, haba madurado un estilopropio de pensamiento. Para dar cuerpo real a este pensamiento funda el 28 de octubre de1909 el Ateneo de la Juventud. Antonio Caso escribe Vasconcelos inici esta agrupacincon las conferencias y discusiones de temas filosficos, en el Saln del Generalito, de la

    13Cf., peridicos de la poca.

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    Preparatoria. Ms tarde, con la llenada del dominicano Pedro Henrquez Urea,espritu formalista y acadmico, tom cuerpo de Ateneo.14

    Este Ateneo de la Juventud, cuyo proceso de gestacin hemos perseguido a travs deesos cenculos, representa un recodo en la historia de las ideas en Mxico. No tiene losperfiles de las instituciones del coloniaje, ni las caractersticas de las agrupaciones del

    porfiriato. Es el primer centro libre de cultura que nace entre el ocaso de la dictaduraporfirista y el amanecer de la revolucin del 20 de noviembre. Tiene, por tanto, fisonomapropia: es el asilo de una nueva era de pensamiento en Mxico.

    Ante los ojos de sus propios fundadores, el Ateneo de la Juventudaparece como unacontecimiento verdaderamente nuevo en la cultura del pas. Lo forma una generacin quese define a s misma con perfiles propios. Vasconcelos es el primero en presentar a losatenestas como una generacin nueva. Declara que el Ateneo fue organizado para darforma social a una nueva era de pensamiento. Sus organizadores se propusieron crearuna institucin para el cultivo del saber nuevo que haban encontrado y para el cual nohallaban asilo ni en las agrupaciones que discutan el rancio saber escolstico delcatolicismo, ni en las que se recordaba la ideologa superficial de la poca de la

    Reforma, ni en las positivistas dominadas al amparo del despotismo oficial. Enconsecuencia, tuvimos que reunimos solos, y como rompiendo un lazo demasiadoopresor, cortamos nuestras relaciones con lo que empezamos a mirar como el pasado, ycomenzamos a procurar beber en las fuentes abundantes del saber de los puebloscompletos.15

    El mismo Vasconcelos insiste en este carcter nuevo de la generacin del Ateneo. Enmedio de las desolaciones y de las inquietudes:

    Florece una generacin que tiene derecho a llamarse nueva, no slo por sus aos, sino mslegtimamente porque est inspirada en esttica distinta de la de sus antecesores inmediatos, encredo ideal que la crtica a su tiempo calificar con acierto, pero que no es ni romntico nimodernista ni mucho menos positivista o realista, sino una manera de misticismo fundado en la

    belleza, una tendencia a buscar claridades inefables y significaciones eternas. No es fe platnicaen la inmortalidad de las ideas, sino algo muy distinto, nocin de la afinidad y el ritmo de unaeterna y divina sustancia.16

    6. Los atenestas pintados por Vasconcelos

    Quines formaron el Ateneo de la Juventud? De nuevo es Vasconcelos el que nos ofrecela lista ms completa de los atenestas, a la vez que nos define con precisin los rasgoscaractersticos de su personalidad intelectual y artstica.

    Encabeza la lista Alfonso Reyes, a quien llamaban Euforin:

    Porque como el hijo de Fausto y la Belleza clsica, era apto y enrgico en todo noble ejerciciodel alma. Su adivinacin de nuevos senderos en la esttica, su intensa labor literaria, su

    14Jos Vasconcelos, Ulises Criollo, p. 266.15Jos Vasconcelos, "La juventud intelectual mexicana y el actual momento histrico de nuestro pas",Revista de Revistas, junio 25, 1911. Discurso pronunciado el 17 de junio de 1911 en el banquete ofrecido enhonor de los atenestas revolucionarios.16Idem.

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    dedicacin exclusiva al ideal, podris apreciarla en libros, opiniones y artculos. [...] Le sigueAntonio Caso, constructor de rumbos mentales y un libertador de los espritus: gusta de enseary fortalecer las convicciones y de acoger con calor todos los credos, tan slo por el placer dedestruirlos con crtica luminosa y facilsima. A su contacto, la bruma de las almas se disipa ydisuelve en claridad, como el cielo despus de los relmpagos. Su doctrina es la del jardineroque da a sus flores humus fecundo, agua y luz, y goza en seguida mirndolas lucir en profusa

    variedad.

    Menciona a continuacin a Pedro Henrquez Urea, quien pone en su prosa la luz y elritmo que norman su espritu. De nombre conocido en toda la Amrica hispana, loreclamamos como nuestro, aunque l se obstina en seguir fiel a su minsculo y queridoSanto Domingo. En Mxico dej discpulos y amigos, tambin enemigos, y la durablehuella de su alma pura de santo escptico. Se suceden luego en la lista los nombres deJulio Torri, humorista hondo y un extrao vidente; Enrique Gonzlez Martnez,filsofo que sabe concordar la idea con la msica y el metro; Rafael Lpez, de poesafastuosa y pulcra, como el arte de los orfebres aztecas, que es moro y tambin tenoch;Roberto Argelles Bringas, que hipnotiza con sus poderosas visiones; Eduardo Coln,

    austero y noble, busca la exuberancia sin rebasar la porcin; Joaqun Mndez Rivas,que ensaya metros para sus inspiraciones laminosas; Medz Bolio, que cultiva musaelocuente y bravia; Rafael Cabrera, sentimental; Alfonso Cravioto, un preciosistaescultor de prosa; Jess Acevedo, con ms talento que el que puede ponerse en libros yque escribe cosas que algn da sonarn a maravilla; Martn Luis Guzmn, esprituclaro y vigoroso que pronto habr de definirse con inconfundible relieve y que divide suactividad entre el ensayo poltico y la crtica de los pintores; Diego Rivera, que hadejado de pintar a la manera clsica en la que ya era maestro, por amor de modernossentidos esotricos de la figura y el volumen; Roberto Montenegro, que desarrolla ensus cuadros la incitacin de la lujuria femenina, en medio de misterios y sombras queapaciguan la sensualidad; Ramos Martnez, que "pinta mujeres delicadas y profundas

    como el mirar de las criollas; Manuel Ponce, que compone una msica que tiende aformar una escuela mexicana; Julin Carrillo, que se prepara a continuar la obraeducadora del insigne maestro Meneses; Carlos Gonzlez Pea, que en la novela reinasolo, entre los jvenes; Isidro Fabela, sentido cuentista narrador de costumbres yamores campestres; Manuel de la Parra, un poeta sin glora, incoherente y sublime;Mariano Silva y Aceves el latinista, que por culto a la perfeccin a penas osa escribir, yFederico Mariscal, devoto de los prodigios arquitectnicos de la colonia, los cualescataloga y estudia en libros admirables.17

    7. Homogeneidad de los atenestas

    Una serie de cualidades comunes, de caractersticas homogneas definen el perfil propiodel grupo de jvenes que formaron el Ateneo. Estas cualidades han sido sealadas porellos mismos.

    Martn Luis Guzmn, al comentar El suicidade Alfonso Reyes, escribe que el grupo delAteneo caracterzase por una:

    17Jos Vasconcelos,El movimiento intelectual contemporneo de Mxico.

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    cualidad de valor inicial indiscutible, si bien de mrito muy diverso y abierto a todas lasapreciaciones en cuanto a la realizacin personal: la seriedad. La seriedad en el trabajo y en laobra; la creencia de que las cosas deben saberse bien y aprenderse de primera mano, hasta dondesea posible; la conviccin de que as la actividad de pensar como la de expresar el pensamientoexigen una tcnica previa, por lo comn laboriosa, difcil de adquirir y dominar, absorbente, y

    sin la cual ningn producto de la inteligencia es duradero; el convencimiento de que ni lafilosofa, ni el arte, ni las letras son mero pasatiempo o noble escapatoria contra los aspectosdiarios de la vida, sino una profesin como cualquiera otra, a la que es ley entregarse del todo, sihemos de trabajar en ella decentemente, o no entregarse en lo mnimo.18

    Pedro Henrquez Urea, en Horas de estudio, dice: caracterizaba a todos los miembrosdel Ateneo un vivo espritu filosfico, fcil de comprobar en la produccin intelectual decada uno de ellos; cualidad que define en estos trminos: Espritu capaz de abarcar convisin personal e intensa los conceptos del mundo, de la vida y de la sociedad, y deanalizar con fina percepcin de detalles los curiosos paralelismos de la evolucinhistrica, y las variadas evoluciones que en el arte determina el inasible elemento

    individual.19

    Alfonso Reyes, en Pasado inmediato y otros ensayos, seala como caracterstica delgrupo de atenestas su aficin a Grecia, su admiracin por lo helnico:

    La aficin a Grecia era comn, si no a todo el grupo, a sus directores. Poco despus, alentadospor el xito, proyectbamos un ciclo de conferencias sobre temas helnicos. Fue entonces,cuando en el taller de Acevedo, sucedi cierta memorable lectura de El banquete de Platn enque cada uno llevaba un personaje del dilogo, lectura cuyo recuerdo es para nosotros todo unsmbolo. El proyecto de estas conferencias no pas de proyecto, pero la preparacin tuvoinfluencia cierta en la tendencia humanista del grupo.20

    La preocupacin por lo mexicano y lo hispanoamericano aparece como otracaracterstica del grupo atenesta. De ella nos habla la serie de conferencias que paracelebrar el primer centenario de la independencia de Mxico, organiz el Ateneo en laEscuela Nacional de Jurisprudencia durante los meses de agosto y septiembre de 1910.Estas conferencias fueron las de Antonio Caso sobre La filosofa moral de don EugenioM. de Hostos (8 de agosto); la de Alfonso Reyes sobre Los poemas rsticos de ManuelJos Othn (15 de agosto); la de Pedro Henrquez Urea sobre La obra de Jos EnriqueRod (22 de agosto); la de Carlos Gonzlez Pea sobre El Pensador Mexicano y sutiempo (29 de agosto), y la de Jos Vasconcelos sobre Don Gabino Barreda y las ideascontemporneas (12 de septiembre).21

    Su inconformidad con el positivismo es, quiz, la cualidad ms notoria del grupo. Elpositivismo, base ideolgica de la dictadura porfirista, fue refutada pblicamente por los

    18Martn Luis Guzmn,A orillas del Hudson(Ensayos y poemas. Crtica-poltica-varia), Mxico, LibreraEditorial de Andrs Botas e Hijo, pp. 48-49.19Pedro Henrquez Urea,Horas de estudio, p. 292.20Alfonso Reyes,Pasado inmediato y otras ensayos, p. 50.21Justo Sierra y Ezequiel A. Chvez, secretario y subsecretario, respectivamente, de Instruccin Pblica yBellas Artes, fueron los patrocinadores de esta serie de conferencias. Con el ttulo de Conferencias delAteneode la Juventud, fueron reunidas y publicadas por la imprenta Lacaud, Mxico, 1910. Los miembros delAteneo dedicaron este volumen a don Pablo Macedo, director de la Escuela de Jurisprudencia.

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    atenestas: al darwinismo social, opusieron el libre albedro y el sentimiento deresponsabilidad humana que debe presidir la conducta individual y colectiva; al fetichismode la ciencia, la investigacin de los primeros principios, la bsqueda concerniente a lasprimeras causas de la vida y del mundo; a la actitud de circunscribir la investigacin a loshechos positivos, la necesidad de volver a las fuentes puras de la filosofa y de las

    humanidades.

    22

    Antonio Caso fue el que ms se distingui en la campaa que el Ateneo emprendi encontra del dominio exclusivo de la filosofa positivista en las aulas, sobre todo, de laEscuela Nacional Preparatoria. En su polmica con Samuel Ramos, habla consatisfaccin, y hasta con orgullo, del triunfo alcanzado:

    Mi obra como derrocador de la hegemona comtista [...] pertenece a la historia de las ideas enMxico. Ella dir algn da que provoqu la batalla y tuve la buena fortuna de triunfar en lacontienda. El ilustre poeta don Ramn Lpez Velarde, en un artculo suyo, rotulado: UnFilsofo de la Comodidad, publicado en Revista de Revistas, describi, con alabanzas que nomerezco, y que sinceramente agradecer siempre, mi actuacin de aquellos das generosos.Todava hoy me complace el rumor de la lucha empeada y lo indiscutible de la victoria que

    alcanc! Aquella campaa me conforta.23

    La crtica de los atenestas no se enderez slo contra el positivismo, fundamentofilosfico del porfirismo, sino que abarc la propia personalidad de Porfirio Daz y losdems aspectos de su rgimen dictatorial. Nacidos casi todos en pleno idilio porfirista, losatenestas sintieron de nios admiracin por el presidente Daz. Pero ya jvenes seliberaron de aquel culto en el que sus mayores los haban iniciado. Martn Luis Guzmn harelatado en pginas admirables cmo al correr de los aos se fue deshaciendo en sufantasa la imagen casi mitolgica que de nio se haba forjado del dictador. En 1906,cuando tena 19 aos, Porfirio Daz, aquel semidis, aquel hroe vivo, fulgurante debordados y medallas de todos los brillos, que habitaba en el Castillo de Chapultepec y

    que se confunda con los acordes del Himno Nacional, haba acabado por desfigurarse.No era ya el adalid fabuloso. Tanto haba cambiado en su fantasa, que cuando ya joventuvo ocasin de estar frente al dictador:

    Hasta las arrugas del charol de los zapatos, altos y de una pieza, le dieron la impresin de serartificiales. Se haba convertido en hombre de carne y hueso. Ni era ya tampoco el caudilloliberal continuador de la obra consumada por Jurez y Lerdo y Ocampo en Veracruz. De tantomirarse a s mismo, y de tanto consentir en que slo hacia l se mirase, o de exigirlo, se le habaenturbiado la idea de su origen y de su razn de ser. No perciba ya la realidad material yespiritual del pas a quien gobernaba, sino lo que los aos haban pintado sobre la realidad paraenmascararlo; ni se percataba del imposible de que la vida se anulase mantenindose inmvil yque voluntariamente dejaran de existir los resortes sociales herederos de aquellos otros que, al

    hacerlo a l necesario en su hora, todava lo justificaban. La ficcin y el emblema vaco habanproliferado y florecido a su alrededor. Atento, l y cuantos tena cerca, el mrito de lascondecoraciones con que se le premiaba su voluntad, y con que se interpretaban sus virtudes,haban acabado por creer que las condecoraciones eran la realidad; realidad el aplauso que se lascolocaba y se las admiraba en el pecho; realidad lo que de Mxico decan quienes le

    22Vicente Lombardo Toledano, "El sentido humanista de la Revolucin Mexicana",Revista Universidad deMxico, t. I, nm. 2, diciembre, 1930.23Antonio Caso,Ramos y yo. Un ensayo de valoracin personal, Mxico, Editorial Cultura, 1927, p. 11.

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    escamoteaban el poder para usarlo en provecho propio. Una loa haba adquirido validez de juiciopermanente e indestructible: la entonada por las prsperas colonias extranjeras, que felices deexplotar a sus anchas la miseria mexicana, lo cantaban a todo lo ancho de los continentes hastaerigirlo en uno de los grandes constructores mundiales del siglo XIX poltico, econmico ysocial. Ni siquiera se conceba ya discutible el valor ditirmbico del apotegma, tan falso comoindolente, que lo declaraba, a perpetuidad, el augur irreemplazable de los destinos de Mxico, el

    recipiente total de las inteligencias nacionales, la suma de las voluntades del pas. Y l obrarcomo si, en efecto, fuese una inteligencia objetiva, externa a l, sensible para cuantos lconstrea, su deseo de que nada cambiase, nada se moviese, nada alentase, porque siendo buenasu obra, resultara eviterna.24

    Vasconcelos condena el rgimen porfirista porque detuvo el proceso de adelantonacional iniciado por la revolucin de Reforma:

    La Administracin de este dspota ensea a burlar el funcionamiento de las instituciones, nadaprepara, nada crea, slo aprovecha una prosperidad material obtenida a costa de un verdaderoremate de las riquezas pblicas. En este periodo, la cultura, como el capital y el poder, seencuentra en reducidos grupos, se convierte en prenda de lujo; cosa de ejercer influencia sobrelas masas. Lo poco que hay de valor en la poca se explica por el impulso del periodoantecedente.

    El mismo Vasconcelos hace responsable a la dictadura porfirista de haber acabado conla erudicin y con la enseanza de las humanidades. Por aquel tiempo en el Mxicooficial y universitario, desapareci el cultivo de las humanidades; mal de cuyasconsecuencias nos resentimos y apenas logramos corregir yendo, ya maduros, a buscar lasfuentes eternas del espritu griego.25

    Alfonso Reyes nos ha dejado este retrato crtico del dictador Porfirio Daz:

    El antiguo rgimen o como alguna vez le o llamar con pintoresca palabra, elPorfiriato venadando sntomas de caducidad y haba durado ms all de lo que la naturaleza pareca consentir.El dictador haba entrado francamente en esa senda de soledad que es la vejez. Entre l y supueblo se ahondaba un abismo cronolgico. La voz de la calle no llegaba ya hasta sus odos, trasel teln espeso de prosperidad que teja para s una clase privilegiada. El problema de unaineludible sucesin era ya angustioso. El caudillo de la paz, de la larga paz, haba intentadosoluciones ofreciendo candidatos al pueblo. Pero no se es dictador en vano. La dictadura, comoel tsigo, es recurso desesperado que, de perpetuarse, lo mismo envenena al que la ejerce que alos que la padecen. El dictador tena celos de sus propias criaturas y los devoraba como Saturno,conforme los iba proponiendo a la aceptacin del sentir pblico. Y entonces acuda a figuras sinrelieve, que no merecieron el acatamiento de la nacin. Y el pueblo, en el despertar de un sueoprolongado, quera ya escoger por s mismo, quera ejercitar sus propias manos y saberse dueo

    de sus msculos.Bajo el signo de Porfirio Daz, en aquellos ltimos tiempos, la historia se detiene, al advenir

    hace un alto. Ya en el pas no suceda nada o nada pareca suceder, sobre el plano dedeslizamiento de aquella rutina solemne. Los cientficos, dueos de la Escuela, haban derivadohacia la filosofa de Spencer, como otros positivistas, en otras tierras, derivaron hacia John

    24Martn Luis Guzmn,Academia. Tradicin. Independencia. Libertad, Coleccin: Ideas. Letra y Vida, pp.33-34, 36.25Jos Vasconcelos, op. cit.

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    Stuart Mill. A pesar de ser spencerianos, nuestros directores positivistas tenan miedo de laevolucin, de la transformacin. La historia, es decir, la sucesin de los hechos trascendentespara la vida de los pueblos, pareca una cosa remota, algo ya acabado para siempre; la historiapareca una parte de la prehistoria. Mxico era un pas maduro, no posible de cambio, enequilibrio final, en estado de civilizacin. Mxico era la paz, entendida como especie de lainmovilidad, la Pax Augusta. Al frente de Mxico, casi como delegado divino, Porfirio Daz,

    Don Porfirio, de quien colgaban las cadenas que la fbula atribua al padre de los dioses. DonPorfirio, que era, para la generacin adulta de entonces, una norma del pensamiento slocomparable a las nociones del tiempo y del espacio, algo como una categora kantiana. Atlas quesostena la Repblica, hasta sus antiguos adversarios perdonaban en l al enemigo humano, porlo til que era, para la paz de todos, su transfiguracin mitolgica.

    La paz? Tambin envejeca la paz. Los caballeros de la paz ya no las tenan todas consigo.Bulnes, un contemporneo de la crisis, exclama un da: La paz reina en las calles y en lasplazas, pero no en las conciencias. Una cuarteadura invisible, un leve rendijo por donde se colde repente el aire de afuera, y aquella capitosa cmara, incapaz de la oxigenacin, estall comobomba.26

    Y Antonio Caso tambin formul su crtica del porfirismo. Daz fue en sus comienzos

    un gran gobernante. Soldado de la Repblica, bajo su espada se desvanecieron lassombras de los pasos dejados por Maximiliano. De Quertaro, en las cenizas tradas por elviento, nos llegaba el urea de la libertad mexicana. Pero, paulatinamente, toler elentronizamiento de una oligarqua que hizo del egosmo el nico mvil de su existencia,de una casta de privilegiados y latifundistas, que se aduearon del patrimonio nacional;de una oligarqua hambrienta que hizo presa las riquezas, las libertades y los destinosmexicanos. Esta oligarqua, esta casta vivi una existencia de vil inters econmico,preocupada por la industria, el comercio, el acaparamiento de la tierra y el bienestarmaterial. Su vida estuvo inclinada hacia la tierra en busca perdurable del sustento comohacen los animales, en perpetuo movimiento nutritivo, movida siempre por un vorazimperialismo vital, por una avaricia, una gula y una rapia insaciables. El

    acaparamiento de la tierra, la acumulacin de la riqueza agraria fue el resultado de esteinsaciable apetito nutritivo de los hombres del porfirismo. La gran propiedad, la hacienda,el latifundio son la transformacin de la pequea propiedad agraria de los campesinos enalimento para los latifundistas, son la transformacin de la tierra de los campesinos enpesebre nutricio para los hacendados, son la apoteosis del placer bestial de la nutricinque caracteriza a los hombres del porfirismo. El hacendado, el latifundista, es el prototipodel harto, del glotn, del avaro, del acaparador de alimentos, que vivi conforme a la leydel egosmo: maximumde provecho con minimumde esfuerzo. El latifundista y hacendadoes la encarnacin del nico y su Propiedad de que habla Stirner, es el acaparador dela riqueza agrcola del pas que hizo suya la mxima que formul Nietzsche: nocontentamientos sino ms poder.27

    Pero la actitud de los atenestas frente a la dictadura de Porfirio Daz fue ms all. Nose limit a hacer la crtica del dictador y de su rgimen, sino que algunos de ellos seconvirtieron en soldados y empuaron el fusil para derrocar al rgimen dictatorial.Vasconcelos, apenas sonaron los primeros disparos, se alist en las filas del maderismo.Martn Luis Guzmn, aos despus, se incorpor en la Divisin del Norte, al lado de Villa.

    26Alfonso Reyes, op. cit., pp. 5-8.27La Noche, Uruguay. Montevideo. 2 de octubre, 1921.

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    Y a Ricardo Gmez Rbelo, disfrazado de guerrillero, lo encontrataban en loscampamentos, traduciendo a Elizabeth Barreto Browning.

    Como se ve, existe un vnculo muy ntimo entre la actitud filosficay la actitud polticade los atenestas. A la vez que se apartaban filosficamente del positivismo se ibanseparando polticamente del rgimen dictatorial de Porfirio Daz. Es que al mismo tiempo

    que sentan la opresin intelectual, se daban cuenta de la opresin poltica y econmicaque padeca toda la Repblica. Por eso hay congruencia entre su actitud antipositivista ysu actitud antiporfirista. Congruencia que no se advierte en otros grupos de intelectualescontemporneos de los atenestas. Por ejemplo en el grupo de neotomistas oneoescolsticos, quienes filosficamente eran antipositivistas, pero polticamenteporfiristas.

    9. El Ateneo despus del derrumbe porfirista

    Despus del derrumbe de la dictadura porfirista, el Ateneo se incorpor al rgimen de

    Madero. Mis amigos escribe Vasconcelos me nombraron presidente del Ateneo de laJuventud, no por homenaje, sino en provecho de la institucin, cuya vida econmicaprecaria yo poda aliviar, asegurndole cierta atencin del nuevo gobierno eincorporando a casi todos los atenestas al medio oficial.28Con la designacin deVasconcelos, el Ateneo se elev al rango de Ateneo de Mxico, ampliandoconsiderablemente su radio de accin. Por una parte, se elabor un programa derehabilitacin del pensamiento de la raza, que permiti traer a Mxico conferencistascomo Pedro Gonzlez Blanco, Jos Santos Chocano y Manuel Ugarte. Por otra parte, seimprimi a sus actividades una orientacin humanista en favor de la educacin del pueblo,creando con este objeto la Universidad Popular Mexicana, escuadra volante diceAlfonso Reyes que iba a buscar al pueblo en sus talleres y en sus centros, para llevar, a

    quienes no podan costearse estudios superiores ni tenan tiempo de concurrir a lasescuelas, aquellos conocimientos ya indispensables que no caban, sin embargo, en losprogramas de las primarias.29

    Lo que fue ms tarde el Ateneo, nos lo dice Vasconcelos en estos trminos: Lassesiones del Ateneo concluan cada viernes en algn restaurante de lujo. Ya no era elcenculo de amantes de la cultura, sino el crculo de amigos con vistas a la accin poltica.Antonio Caso fue quizs el nico que no quiso mezclarse en la nueva situacin.30

    Medio siglo ha transcurrido desde la fundacin del Ateneo de la Juventud. Muri ya lamayor parte de sus componentes y, tal vez la tierra recibir pronto los huesos de los pocosque sobreviven. Como homenaje a ellos, muertos y vivos, en este cincuentenario de lafundacin del Ateneo, se publica el presente volumen. Lo forman las Conferencias delAteneo de la Juventud, agotadas hace mucho, y cinco trabajos, recopilados de algunasrevistas, que permitirn a los estudiosos formarse una idea cabal de lo que representa laobra realizada por los atenestas para la cultura nacional.

    J. H. L.

    28Jos Vasconcelos, Ulises criollo, p. 464.29Alfonso Reyes, op. cit., p. 60.30Jos Vasconcelos, Ulises criollo, p. 464.

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    NOSOTROS!

    Si no se puede aceptar con Matthew Arnold que los florecimientos poticos sean, en elestricto sentido de la palabra, suscitados siempre por un eficiente trabajo de la crtica, se

    aceptar, al menos, que hay un modo de alternacin entre unas y otras manifestaciones delpensamiento: que a las plyades de poetas suceden los enjambres de crticos, y viceversa.La evolucin de las letras mexicanas, desde la era del Modernismo hasta nuestros das,queda definida por esta frmula: un ritmo, una sucesin casi prevista o previsible, quiznecesaria, entre los virtuosos del talento potico y los sedientos de una nueva atmsfera deideas. Hay, en la generacin que ahora oficia, como tena que ser, poetas verdaderos perosumergidos en la superior tendencia ideolgica, quiralo o no y as lo confiesen o lonieguen. Reflejo, por otra parte, de lo que en todo el mundo sucede: no es hoy el da delcuento maravilloso ni del poema excelso, no es el da de la invencin, sino el de la crisisintelectual, el de la tormenta de los valores. Y el general desconcierto, en medio delnaufragio crtico, como todas las aspiraciones vagas a la vez que intensas, busca alivio en la

    religin. Lo hallar?... Ai posteril'ardua sentenza

    LaRevista Moderna, heredera de los timbres de laRevista Azul, y que populariz entrenosotros la poesa postromntica, apenas muri con su misin. Oigo hablar de resucitarla:no la vida no es reversible, si la resucitan, ser otra. Los poetas de la Revista Modernatuvieron como cualidad comn el don de la tcnica: tcnica audaz, innovadora, y,exceptuando a Urbina que ha perpetuado la tradicin romntica, y a Daz Mirn que vive ensu torre, cierto aire familiar de diabolismo potico que causa una reciprocidad de

    influencias entre ellos y su dibujante Julio Ruelas. Agrupbanse, materialmente hablando,en redor del lecho adonde Jess Valenzuela (siempre mal avenido con las modas, lasescuelas y las costumbres) iba derrochando, despus del otro, el caudal de su generosa vida.Tablada doraba sus esmaltes; Nervo soaba, entregado a su misticismo lrico; Uruetacantaba como una sirena. Y, a veces, llegaba de la provincia Manuel Jos Othn con eldulce fardo de sus buclicas a cuestas, lejano, distrado, exttico. Othn ha muerto, y esperael da de su consagracin definitiva. Es el ms clsico de todos. En la historia de la poesaespaola es, a la vez, una voz nueva y familiar. Su verso tiene, junto a las reminiscencias deFray Luis, ecos de Baudelaire. Aprendi en los maestros definitivos, no en los vanos diosesde la moda; hizo, como quera Chnier, versos antiguos con pensamientos nuevos. Nervoincurri en el pecadillo de acusar de viejos los metros de Othn: era el duelo entre el

    alejandrino modernista y el endecaslabo clsico. Othn se defenda, en privado,recordando que los alejandrinos castellanos son, a su vez, tan viejos como Berceo.Valenzuela tambin ha muerto: su recuerdo perdurar ms que su poesa, aquella amable yespontnea poesa que no tiene nombre en la retrica. A los otros los ha dispersado la vida.Daz Mirn siempre estuvo solo, y siempre, descontentadizo y febril, castiga el estro,confesndose inferior a su ideal, pero superior a lo dems. Urueta ha educado con aladaspalabras el gusto esttico del pueblo, hacindolo amar las cosas bellas y la Grecia francesa.!Trtase deNosotros, revista de arte y educacin, nm. 9, marzo de 1914, pp. 620-625.

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    Su influencia en la prosa mexicana slo ha reconocido por lmites la imposibilidad deseguirlo al mar armonioso en que navega. Tablada ha enmudecido temporalmente, os loaseguro: su excelente don literario no podra agotarse a los pocos trinos. No ha dicho a supluma, como el prudentsimo Cide Hamete: Aqu quedars colgada desta espetera y destehilo de alambre, adonde vivirs luengos siglos. No, Tablada hace versos hoy: maana los

    publicar. Y Nervo se concentra ahora para destilar, gota a gota, el zumo acendrado de susabidura.Al principiar el ao de 1906, Alfonso Cravioto y Luis Castillo Ledn, ayudados por Jos

    Mara Sierra (el cual ha escapado, como por trampa, del mundo de lo conocido), searriesgaron en una empresa periodstica que habra tenido xito, si Cravioto no hubierapreferido sacrificarla a un viaje por Europa. Se fund una revista literaria de los jvenes. Setrat de llamarla Savia Nueva; pero, a influencia todava de la Revista Moderna, se acabpor ponerle el desabrido nombre de Savia Moderna. La revista dur poco, mas lo bastantepara dar conciencia de su ser a la naciente generacin. Su recuerdo aparecer al crtico demaana como una obsesin general, como un rasgo familiar de nuestro instante literario.La redaccin escribe el poeta Rafael Lpez era pequea como una jaula. Algunas aves

    comenzaron all a cantar. Estaba colgada en la mansarda de un alto edificio de seis pisos, amuchos metros de la tierra. Tena una amplia ventana por donde se escapaba la miradalibremente. Frente a aquella ventana, Diego Rivera acostumbraba apostar su caballete.Desde aquella altura, cay sobre la ciudad la palabra nueva.

    Hoy, que ha corrido el tiempo, nos parece que tambin la Savia Modernamuri enbuena hora: a haber perdurado como que pareca una emanacin de laRevista Moderna,habra retardado la evolucin: nos hubiera atado por ms tiempo a los convencionalismosde la poesa modernista.

    Fue aquella plyade, fue aquella tropa la que alz por las calles la bandera del arte libre:la que congreg en las plazas a la muchedumbre universitaria, y dio al traste con la bastardaempresa de un mentecato que pretendi resucitar la Revista Azul, la de Gutirrez Njera

    nada menos! para atacar las libertades de la nueva poesa. Por primera vez en Mxico se viodesfilar a una juventud clamando por los fueros de la belleza y dispuesta si hubiera sidomenester (oh, santas locuras!) a defenderla con los puos. Fueron aquellos los mismos quems tarde convocaron a la patria para celebrar el aniversario de Gabino Barreda, eleducador liberal, y dieron entonces, paralelamente a la anunciacin de una nueva eraliteraria, el signo de una nueva conciencia poltica. Los mismos que haban de fundar laSociedad de Conferencias, de efmera pero provechosa vida, y que despus se haban deagrupar en el Ateneo de la Juventud, que hoy, para dar al tiempo lo suyo, se llama Ateneode Mxico. No par en esto el protesmo de la nueva generacin. El Ateneo ha producido laprimera Universidad Popular, y prepara la fundacin de escuelas. Los literatos de losltimos barcos no aman ya la torre de marfil: sienten con la humanidad; y veneran, como loquera Justo Sierra, a la Atenas Promakos: a la ciencia que defiende a la patria.

    No tena completamente razn Charles Leonard Moore cuando, refirindose a nosotrosen The Dial, de Chicago, observaba que procedamos de Francia. Hace solamente ochoaos que 1a observacin hubiera sido exactsima. Pero, de entonces ac, nuevas aurassoplaron; y si no queremos renegar de la siempre amable y amada Francia, queremos, comodeca Renn, or el rumor que parte de todos los puntos del horizonte. Inclusive (y estoparece ignorarlo el ilustre crtico norteamericano) los rumores que nos llegan del Norte.Para nosotros no han escrito en vano los filsofos y poetas del Norte. En el humorismo delos jvenes se reflejan Holmes y Poe, James en su filosofa; y las rfagas de aliento humano

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    que brotan de la obra de Edith Wharton han pasado sobre las pginas del libro que preparaMartn Luis Guzmn. La influencia de la literatura inglesa, caso tal vez nico en la Amricaespaola, se descubre fcilmente en los jvenes.

    En el grupo literario de la Savia Moderna, como es de rigor, haba los dos gneros deescritores de que nos habla Rmy de Gourmont: los que escriben y los que no escriben.

    Entre los segundos, y el primero de todos, Jess Acevedo. Escribir dice Acevedo comoGoethe es un abuso de la palabra; y, por lo dems, no es necesario ser conocido. Amigo delos buenos libros, es Acevedo; al mismo tiempo, el creador del arte de la conversacin y dela conferencia sobria y sabia. Sus insinuaciones maliciosas, su gusto esttico, la facilidad desu pensamiento, su actitud resuelta ante la vida, hacen de l un tipo de excepcin, un frutode civilizacin superior a la del mundo en que vive. Cuando escriba libros, sus libros sernlos mejores. Entre los prosadores recuerdo, sobre todo, a Ricardo Gmez Robelo,inteligencia gil, esttico entusiasta. De l, como del mirlo de Rostand, se dira:

    Cette me! On est plus las d'avoir couru sur elleQue d'avoir tout un jour chass la sauterelle.

    La rapidez misma de su pensamiento lo hacia cruel. Y, adems grave ofensa para elgnero humano, estaba enamorado del genio. Hubiera quemado a sus mejores amigos anteel templo de la ms austera belleza. Ignoraba, seguramente, quin ha sido Torres Villarroelo cuntos libros ha publicado Emile Faguet, pero lea y relea constantemente los veinte otreinta libros definitivos de la humanidad. Como todos los que han probado lasdesigualdades de la suerte, amaba las inspiraciones de la locura. Ms tarde nos lo arrebatla guerra civil y nos lo devolvi guerrillero. Los noticieros yanquis lo encontraban enmedio del campo de batalla, leyendo a Elisabeth Barrett Browing. Junto a l, AlfonsoCravioto es el representante del sentido literario: su prosa es fluida, musical, llena de brillosy colores. Es el escritor de prosa artstica. Su vida est consagrada a la espectacin literaria:

    ha coleccionado los artculos, los retratos, los rasgos biogrficos de toda su generacin. Decuando en cuando, asoma para celebrar en una prosa de ditirambo algn triunfo del arte odel pensamiento, y vuelve a su silencio habitual. Cegado por un ideal de perfeccin algoabsurdo, se empea en no publicar libros, y se olvida de que, como deca el orgullosolatino, no hay que contar con el maana. Entre los poetas de Savia Modernaestaba RafaelLpez, cuyo primer libro, fruto de varios aos de labor, le ha abierto ya un lugar aparte enlas letras mexicanas; poeta de apoteosis y de fiesta plstica, de mrmol y de sol, que seacerca cada vez ms a la serenidad majestuosa, a lasofrosine, despus de haber embriagadosu adolescencia en los ltimos haxixdel decandentismo. Estaba Manuel de la Parra, musadifana, musa de nube y de luna; alma monstica borracha de medievalismos imposibles,ciega de ensueosy loca de armona. Estaba Eduardo Coln, entregado a una gestacinintensa y difcil, de la que surgir hijo de s mismo. Y Roberto Argelles Bringas, en fin,tan fuerte, tan austero, spero a la vez que hondo, poeta lleno de concepciones vigorosas,concentrado, elptico, en quien la fuerza ahoga la fuerza, y el canto, sin poder deslerse,brota a pulsaciones.

    Otra vez he dicho, y es oportuno repetirlo, que Rafael Lpez y Gonzlez Martnez son,propiamente, el trnsito entre la generacin pasada y la venidera: que de los pasados, deNervo, Tablada, Urbina, Urueta, tienen las virtudes tcnicas, las facilidades, todo lo cual, enla nueva legin apareca un tanto adormecido. Que de sta, en cambio anuncian ciertascondiciones de seriedad, de castidad artstica, que no supieron mantener los pasados, con

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    excepcin de Luis G. Urbina. Si otras comprobaciones no se tuvieran, bastara en efecto,para apreciar la plasticidad del talento de Urbina y su don de penetracin humana, a la vezque de progreso intelectual, la actitud con que ha acogido las ideas que llegan y con que hasaludado a los hombres que llegan. Es el camarada de los jvenes: participa de su fe, y noha vacilado en abrir de nuevo los libros en su compaa. Ni sera justo que nos olvidramos

    de Urueta que, con rasgo generoso y valiente, ha dicho desde la tribuna pblica: Yo sque en esa falange vienen poetas ms vigorosos y perfectos que Daz Mirn, el que esculpecomo Miguel ngel y dibuja como Rafael, ms delicados y tiernos que Amado Nervo, elque hace llorar a las vrgenes de Botticelli y cantar a los ngeles del Beato de Fisole; sque algunos de ellos escriben mejor que yo y hablan mejor que yo.

    La renovacin no poda, naturalmente, limitarse a lo literario. La filosofa positivistamexicana, que recibi de Gmez Robelo los primeros ataques, se desvanece ante la vozelocuente de Antonio Caso, quien difunde por las aulas las nuevas verdades filosficas. Nohay una teora, no hay una afirmacin o una duda que l no haya hecho suyas siquiera porun instante. La historia de la filosofa, l la ha vivido. Y con tal experiencia de las ideas, yel vigor lgico que las unifica, su ctedra es, con razn, el orgullo de nuestro mundo

    universitario. Como representante de la filosofa antioccidental, de lafilosofa molestayque mezcla ingeniosamente a las enseanzas extradas de Bergson, Jos Vasconcelos, enlos instantes que la clera civil le deja libres, combate tambin por su verdad. De sus donesde creacin filosfica y esttica, de sus sinceros arrestos de pensador surgir, si ha de surgiralgn da, una corriente filosfica en el pensamiento mexicano. Ojal no lo arrebaten, porcompleto, las actividades extraas a su vocacin!

    El triunfo del antiintelectualismo en Mxico est casi consumado. El positivismo que loprecedi, si fue til para la restauracin social, vino a ser a la larga, pernicioso para eldesarrollo no slo de la literatura o la filosofa, mas del espritu mismo. Era como una falsa,angosta perspectiva del mundo que no poda bastarnos ya. El positivismo mexicano, queera una reaccin liberal, borr de sus tablas el latn, porque el latn y la Iglesia eran la

    misma cosa, y con el latn borro la literatura. Extraas asociaciones que slo una vez seproducen en la vida de los pueblos! Toda cultura fundamental desapareci, todohumanismo se perdi. Durante este breve periodo, la literatura mexicana tuvo que ser unaliteratura de aficionados, de literatos sin letradura. Pero quiso la suerte que en ese grupo deautodidactos hubiera algunos cuyo sentido de la belleza fuera muy superior al que pudierontener (si alguno tuvieron) los viejos discpulos de seminario. Y naci, bajo la influencia deFrancia, el Modernismo. La verdadera literatura mexicana comienza con Gutirrez Njera.Arrancados pues, por la fuerza de las cosas, a una tradicin enojosa que ya no tena raznde ser, todo lo que viniera ms tarde podra libremente impregnarse del nuevo espritu. Asvivi el Modernismo. Y cuando el tiempo dio la seal de la transicin, la nuevaUniversidad se fund (sin ninguna liga con la antigua) y la nueva generacin penetr en laEscuela de Altos Estudios a resucitar el humanismo. Ya era tiempo. Ya era tiempo devolver un poco al latn y un mucho al castellano.

    Entretanto, la agitacin filosfica que nos conmueve corroe los moldes de la literatura:los gneros retricos se mezclan un tanto, y la invencin pura padece. Apenas la novelatradicional tiene un campen en Carlos Gonzlez Pea, hombre de frrea voluntad,trabajador infatigable, que intenta reflejar las inquietudes contemporneas en un libroconcebido a la manera de Flaubert. Teatro no hay. Y el cuento se hace crtico, burlesco yextravagante... Como en Julio Torri, nuestro hermano el diablo, un posedo del demonio dela catstrofe que siente el anhelo del duende por apagar las luces en los salones y derribar la

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    mesa en los festines: un humorista de humorismo funesto, inhumano, un estilista castizo yun raro sujeto en lo personal. El ensayo, verdadera forma del pensamiento contemporneo,es el arma ms constante de los jvenes mexicanos. El material mismo de su literatura sealtera: su lengua se hace ms rica y noble, se aleja con horror de los atropellos oratorios yde los adornos artificiales, yuxtapuestos.

    Lo que en el desarrollo del humanismo clsico, en el cultivo de 1a buena tradicinespaola y en la formacin del sentido crtico se debe a Pedro Henrquez Urea, esincalculable. Educador por temperamento, despierta el espritu de aquellos con quienesdialoga. Ensea a or, a ver y a pensar. l ha suscitado una tendencia de cultura y un anhelode seriedad y trabajo que es el mejor premio de quienes le siguen. Un pequeo grupo, casiinfantil, estudia y se nutre a su lado. Rafael Lpez, junto a l, con una paciencia de santojardinero, los inicia en el duro oficio de poetas, y ha logrado ya en Francisco GonzlezGuerrero, el primer fruto de sus esfuerzos. De tales embriones esperamos que salgan, alfin, los verdaderos maestros. Esos precoces eruditos, esos crticos imberbes (Castro,Vzquez del Mercado...), esos poetas nios, abrirn una nueva senda en el pensamientomexicano. No los acusemos no les desconfiemos, por prematuros. Hay obligacin de ser

    prematuro: el arte es grande y breve el plazo, y mientras ms tiempo se goce de los bienesde la inteligencia, ser mejor. Ya vemos en ellos, a los investigadores y a los poetas demaana. Han aprendido ya y han comenzado a cumplirlas, las dos superiores leyes deloficio: conocer todos los libros, probar todas las emociones. Hoy los das son negros. Noimporta: a su tiempo lucir el sol, y al amanecer del da siguiente hallaris que los panalesestaban rebosantes de miel, porque las abejas haban trabajado toda la noche.

    ALFONSOREYES

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    EL VERDADERO ATENEO!

    5 octubre 1937.Seor don Octavio G. Barreda,

    Ciudad.

    Estimado y querido amigo:

    En uno de los ltimos nmeros de Letras de Mxico, revista inteligentemente editada ydirigida por usted, aparece, en la seccin Revista de revistas, una nota referente a unartculo del semanario Hoy, nmero correspondiente al 11 del pasado, titulado Cmo erael Ateneo de Mxico.

    Como parece que hay inters en conocer detalles acerca de esta institucin literaria, quetuvo influencia sobre las letras de Mxico, creo que no huelgan los siguientes datoscomplementarios, de cuya exactitud puedo responder pues fui el ltimo secretario del

    Ateneo.En la lista de socios que publicHoyfueron omitidos algunos nombres: los de Leopoldode la Rosa, de Jenaro Fernndez Mac Gregor, de Saturnino Herrn, de Joaqun MndezRivas, de Emilio Valenzuela, de Manuel Romero de Terreros, de Antonio Mediz Bolio y elmo.

    Tengo a la vista la lista de los fundadores del Ateneo que fueron 26, a saber: Acevedo,Araiza, Roberto Argelles Bringas, Barajas, Bravo Betancourt, Caso, Castillo Ledn,Csar, Coln, Cravioto, Davales, De la Parra, Fabela, Fernndez Mac Gregor, GarcaNaranjo, Gonzlez Pea, Henrquez Urea (Pedro), Lpez, Lozano (Jos Mara), Novoa,Palacios, Pallares, Reyes, Salazar, Vasconcelos y Valenzuela.

    Con stos, y con los que fueron ingresando poco a poco, el Ateneo lleg a contar en su

    seno a los siguientes socios:Acevedo, Arq. Jess T.Araiza, Ing. EvaristoArenales, RicardoArgelles Bringas, RobertoAlarcn, Dr. Alfonso G.Barajas, Dr. CarlosBravo Betancourt, Lic. IgnacioCabrera, Lic. LuisCaso, Lic. AntonioCastellanos Quinto, Lic. Erasmo

    Castellanos, JessCastillo Ledn, LuisCsar, Lic. Francisco J.Coln, Lic. EduardoCravioto, Lic. AlfonsoChocano, Jos SantosDvalos, Lic. Marcelino

    !Archivo del Ateneo, Academia Mexicana.

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    De la Parra, ManuelDe la Rosa, LeopoldoEnciso, JorgeEscofet, JosFabela, Lic. Isidro

    Fernndez Mac Gregor, Lic. JenaroGarca Naranjo, Lic. NemesioGmez Rbelo. Lic. RicardoGonzlez Blanco, Lic. PedroGonzlez Martnez, Dr. EnriqueGonzlez Pea, CarlosGonzlez Roa, Lic. FernandoGuzmn, Martn LuisHenrquez Urea, Lic. MaxHenrquez Urea, Lic. PedroHerrn, Saturnino

    Herrera y Ogazn, Srita. AlbaJimnez Domnguez, Lic. EnriqueLpez, RafaelLozano, CarlosLozano, Lic. Jos MaraMariscal, Arq. FedericoMariscal, Arq. NicolsMediz Bolio, Lic. AntonioMndez Rivas, JoaqunNovoa Lic. GuillermoPalacios, Juan

    Pallares, Lic. EduardoPani, Ing. Alberto J.Ponce, Profr. Don Manuel M.Pruneda, Dr. AlfonsoQuijano, Lic. AlejandroRobelledo, Lic. EfrnReyes, Lic. AlfonsoRivera, DiegoRomero de Terreros, ManuelSalazar, Lic. Abel C.Silva y Aceves, Lic. MarianoTeja Zabre, Lic. AlfonsoTorri, Lic. JulioUrbina, Luis G.Urueta, Lic. JessVasconcelos, Lic. JosVelzquez, Miguel A.Valenzuela, EmilioZrraga, ngel

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    Tengo en mis manos el no muy copioso archivo del Ateneo, sus estatutos, cartas,algunas de ellas interesantes, y programas o papeles relacionados con sus actividades.

    Como cosa curiosa hay que hacer notar que entre 1os escritores extranjeros queestuvieron en relaciones con el Ateneo se encuentran los muy distinguidos filsofos EmilioBoutroux y Benedetto Croce, y los literatos Jos Enrique Rod, Arturo Farinelli y doa

    Blanca de los Ros de Lamprez; ellos adems de Chocano, Pedro y Max Henrquez Urea,Pedro Gonzlez Blanco, Ricardo Arenales y Leopoldo de la Rosa, que fueron sus sociosdirectos.

    Fueron directores del Ateneo don Antonio Caso, don Jos Vasconcelos y don EnriqueGonzlez Martnez.

    Hubo socios que dejaron de pertenecer a la institucin temporalmente: don NemesioGarca Naranjo, don Jenaro Fernndez Mac Gregor y don Emilio Valenzuela, quienesdespus reingresaron, por lo menos algunos de ellos. La renuncia de Garca Naranjo fue,segn dice el escrito que tengo en mi poder, por no estar conforme con la conductaseguida por el Ateneo de la Juventud para con el ilustre husped de la Repblica, SeorDon Manuel Ugarte. Fernndez Mac Gregor renunci por haberse tratado asuntos polticos

    en una de las sesiones del Ateneo. As andaban las cosas en 1910.El Ateneo, que con el nombre de Ateneo de la Juventud se fund el 28 de octubre de1909, cambi su nombre por el de Ateneo de Mxico en 1912. La edad de algunos sociosaconsejaba ya 1a supresin de la restrictiva juventud.

    Aunque las actividades principales del Ateneo son conocidas, recordar aqu la serie deimportantes conferencias pblicas que sustentaron algunos de sus socios ms distinguidos:Caso, Pedro Henrquez Urea, Reyes, Gonzlez Pea, Escofet, Vasconcelos. Cuando vinodon Rafael Altamira en 1910, el Ateneo lo acogi calurosamente, ofrecindole una velada yuna comida. El Ateneo organiz, con motivo de la muerte de don Justo Sierra, una veladaque se verific el 22 de octubre de 1912. Cuando el general Huerta quiso aplicar el artculo33 a Chocano, el Ateneo hizo una calurosa mocin, intil, para evitarlo. El ateneo tuvo, as

    en sus primeros tiempos, una vida activa. Posteriormente declin, hasta desaparecer; sinque tenga yo dato exacto respecto a esto ltimo, no obstante haber sido, como digo antes,su ltimo secretario.

    Si cree usted que los datos que anteceden puedan ser de algn inters para sus lectores,puede hacer uso de ellos.

    Soy de Ud. affmo., atto., S. S. y amigo.

    ALEJANDROQUIJANO

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    EL SECRETO DEL ATENEO!

    Escribamos vase el nmero anterior de Todo, acerca del gusto literario y el modo deeducarlo, la manera ms efectiva de practicar el arte de la lectura y prometimos dar el

    secreto del xito de aquel Ateneo de la Juventud de por el mil novecientos diez, que segnfama pblica, inici en nuestro pas una etapa especial de su cultura. Mucho se ha habladodel Ateneo de la Juventud para presentarlo como un esfuerzo de grupo en que cada quienhaba ejercido y recibido influencias. Lo cierto es que nunca hubo un grupo literario detendencias ms heterogneas que el Ateneo. Bastara con leer lo nico que se public y sepresent como obra del grupo: las Conferencias del Ateneo, para convencerse de que cadauno de los asociados era distinto radicalmente del otro. Sin embargo, hubo un elementocomn a las actividades del grupo, consisti en que, cada uno a su manera, colabor paratransformar el ambiente espiritual de la poca; cada uno provoc inquietudes, provocactividades de carcter social, en una palabra, dej huella en su ambiente. El grupo original,numeroso y distinguido sin excepcin, fue quedando reducido a slo cuatro o cinco,

    justamente porque estos cuatro o cinco realizaron la tarea que a mi juicio explica todo elefecto personal y social originado por el Ateneo. Consisti esa tarea en reunimos para leer ycomentar. Pero el secreto de las reuniones aquellas, fue que tuvimos tino para elegir laslecturas.

    Se puede caracterizar lo que nos separ, en el Ateneo, del pasado literario inmediato,simplemente en esto: privaba con anterioridad a nosotros el hbito de las citas incompletasy vagas derivadas de lecturas de segunda mano. Restauramos nosotros, por reaccininstintiva, la prctica de acudir a las fuentes. Se usaba poco antes de nosotros citar a losgriegos, a travs de Hugo de Saint Victor la moda del momento, o a travs de manuales ocompendios, y nosotros nos dedicamos a la sencillsima tarea de leer a Platn directamenteen la traduccin inglesa de Jewet o en la francesa de Vctor Cousin.

    No ramos humanistas ni podamos serlo, dado el absurdo sectario programa de aquellaenorme mediocridad que se llam Gabino Barreda. Adems, y en honor de la verdad, y porlo que a algunos de nosotros toca, ni pudimos haber sido humanistas ni queramos serlo.Desde el principio comprendimos que bien vale la pena sacrificar la posibilidad de leer decorrido en griego y latn, con tal de enteramos del vasto caudal cientfico de nuestra poca,y el saber general de la humanidad. Despus de todo, las traducciones ya estn hechas y sihacen falta ms, que se dediquen a eso los traductores; pero una mente ambiciosa no puedeentretenerse en el arte de expresar una idea en dos o tres idiomas, cuando a penas basta lacapacidad del hombre ms eminente para abarcar en un solo idioma una parte siquiera de lopensable. No era para nosotros como lo fue para Barreda y sus positivistas, con losjacobinos, cuestin de odio religioso lo que nos apart del latn. Fue la consideracin de

    que, a cambio de un esfuerzo de traduccin de materia ya bien traducida, no bamos arenunciar a la mecnica, la fsica, la qumica y la biologa, cargadas de saber que laantigedad no pudo disfrutar y que constituyen para el artista, para el filsofocontemporneo, un material insustituible para crear, lo que por entonces nos pareca metanica del anhelo de sabidura: la formulacin de una visin del cosmos; la determinacin delas posibilidades implcitas en un destino; la investigacin de los modos y determinacionesde la Providencia, considerada como la accin de Dios en las almas y el mundo.!En Todo, nm. 672, 25 de julio de 1946, p. 11.

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    En busca, pues, de todo esto, fuimos a la lectura, y como es eso lo que buscbamos en lalectura, no podan conformarnos los libros que no fuesen los clsicos. Entendiendo losclsicos, segn se explic en el artculo de la semana pasada, en el sentido de las obrasmaestras de ingenio humano, independientemente de la poca en que vieron su aparicin.As se explica que en nuestro pequeo crculo, junto con Platn leysemos a Kant, para

    saltar en otra temporada a los Upanisadas.Insisto entonces, en que actividad tan sencilla como la de leer buenos libros es el origende toda la irradiacin que produjo el Ateneo. Aado ms: conviene al principio leer a losclsicos en compaa. Se oye decir con frecuencia que la lectura de los clsicos es aburrida.Suele serlo, en efecto, para los que no se toman la molestia de enterarse, siquierasomeramente, del ambiente histrico de la obra que se trate de leer. Para entender aHomero hacen falta ciertas nociones de mitologa griega y de historia general; paraentender al Dante, que es ms grande que Homero, hace falta un conocimiento profundo deteologa y metafisicatanista, etctera. Tanto hay en el Dante, que existen sociedadesliterarias dedicadas no precisamente a descifrarlo porque si estilo es claro, pero s adescubrir una parte, cada quien, del caudal inmenso de su ciencia. Pero el fruto que se logra

    de la lectura de Dante o de Homero, fruto de inquietud, de preocupacin de conocimiento ydeslumbramiento; fruto de placer interno del nimo, bien vale todos los esfuerzos que noscueste penetrar la vastedad de sus mentes. Ahora bien, este esfuerzo se cumple mejor encolaboracin de grupos afines. Uno por ejemplo, el que sea poeta, ayudando a descifrar lasalusiones mitolgicas de Homero; otro dilucidar los problemas de la complicadametafsica dantesca y as sucesivamente, a la manera del naturalista que divide el trabajo,dedicndose algunos a clasificar piedras, otros a investigar las conductas de los seres vivos.En la lectura de un clsico hay ms necesidad de criterios y saberes varios, que en elestudio de la naturaleza, porque una obra como la del Dante es culminacin del espritu; yes ms vasto, ms rico el Universo del espritu que todo el panorama de la configuracin yreacciones de la tierra y el aire o el agua y las estrellas.

    El estudio de los clsicos es empresa ardua, pero no hay en la existencia dicha u honraverdaderas, que no cuesten afn y sacrificio. Quien tome la lectura como pasatiempo, esdecir manera de matar el tiempo, que es tambin matar en parte el alma, que se dedique a lanovela policiaca.

    S de grandes hombres vulgares un recin desaparecido presidente, pongo por caso,que declaran conformarse con la literatura del crimen novelado. Eso es tener obliterado elespritu y leer como para combatir el insomnio, usando la lectura como sonsonete y runrndel' espritu; mecanismo mental parecido al estruendo del motor que a fuerza de serrepetido, nos produce la inconsciencia de un buen sueo sin ensueos. Lectura que nosevita el esfuerzo y la inquietud de pensar; droga del alma, barbitrico que a fuerza deaquietar embrutece.

    JOSVASCONCELOS

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    REMINISCENCIAS SOBRE EL ATENEO DE LA JUVENTUD!

    Las notas que sobre el Ateneo de la Juventud public recientemente mi distinguido amigodon Francisco Gonzlez Guerrero, en su interesante columna de este diario, titulada

    "Autores y Libros" me hizo volver la memoria hacia los tiempos de la fundacin de aquelinstituto para completar en lo posible la informacin. Porque el tiempo pasa, la mayora delos hombres que formaron parte de aquel grupo yace ya en la tierra, y los sobrevivientesandamos alrededor de los setenta, y como adems los documentos se pierden o sedestruyen, dentro de unos cuantos aos no habr quien sepa directamente cmo fue aquello.

    Ya en 1938 mi querido amigo y compaero Alejandro Quijano, ltimo secretario delAteneo (quien no consta siquiera como socio en la lista que transcribi el seor GonzlezGuerrero) hizo aclaraciones a una nota de don Octavio G. Barreda, publicada en Letras deMxico, a propsito de un artculo sobre la misma materia del semanario Hoy, titulado"Cmo era el Ateneo de Mxico", Quijano dio la lista completa de los socios, a la vista delos documentos que guarda en su archivo (mismos que con su venia me sirven de base para

    este apunte), y parece que el nmero de aqullos haba crecido, mientras que en el libro deConferencias del Ateneo, que vio la luz en 1910, consta qu los socios numerarios eran 31 ylos correspondientes 8, en la lista que da Quijano hay sesenta y tres miembros, sindistinguir la clase a la que pertenecen. Va en seguida: Jess T. Acevedo, Evaristo Araiza,Ricardo Arenales, Roberto Argelles Bringas, Alfonso G. Alarcn, Carlos Barajas, IgnacioBravo Betancourt, Luis Cabrera, Antonio Caso, Erasmo Castellanos Quinto, JessCastellanos, Luis Castillo Ledn, Francisco J. Cesar, Eduardo Coln, Alfonso Cravioto,Marcelino Dvalos, Leopoldo de la Rosa, Jorge Enciso, Jos Escofet, Isidro Fabela, JenaroFernndez Mac Gregor, Nemesio Garca Naranjo, Ricardo Gmez Robelo, Pedro GonzlezBlanco, Enrique Gonzlez Martnez, Carlos Gonzlez Pea, Fernando Gonzlez Roa,Martn Luis Guzmn, Max Henrquez Urea, Pedro Henrquez Urea, Alba Herrera y

    Ogazn, Enrique Jimnez Domnguez, Rafael Lpez, Carlos Lozano, Jos Mara Lozano,Federico Mariscal, Nicols Mariscal, Antonio Mediz Bolio, Joaqun Mndez Rivas,Guillermo Novoa, Juan Palacios, Eduardo Pallares, Alberto J. Pani, Manuel de la Parra,Manuel M. Ponce, Alfonso Pruneda, Alejandro Quijano, Efrn Rebolledo, Alfonso Reyes,Diego Rivera, Abel C. Salazar, Jos Santos Chocano, Mariano Silva y Aceves, AlfonsoTeja Zabre, Julio Torri, Luis G. Urbina, Jess Urueta, Jos Vasconcelos, Miguel A.Velzquez, ngel Zrraga.

    Es curioso que en el referido libro de conferencias se encuentren tambin errores: porejemplo, se me excluye de la lista de socios, cuando en la pgina siguiente, bajo el rubro"Mesa Directiva", aparezco como el primer secretario de Actas que tuvo el Ateneo. Locierto es que tambin fui socio fundador del grupo, junto con las siguientes personas: Jess

    T. Acevedo, Evaristo Araiza, Roberto Argelles Bringas, Carlos Barajas, Ignacio BravoBetancourt, Antonio Caso, Luis Castillo Ledn, Francisco J. Csar, Eduardo Coln, AlfonsoCravioto, Marcelino Dvalos, Isidro Fabela, Nemesio Garca Naranjo, Carlos GonzlezPea, Pedro Henrquez Urea, Rafael Lpez, Jos Mara Lozano, Guillermo Novoa, JuanPalacios, Eduardo Pallares, Manuel de la Parra, Alfonso Reyes, Abel C. Salazar, JosVasconcelos y Emilio Valenzuela. En total 26 socios.

    !Reminiscencias sobre el Ateneo de la Juventud", enEl Universal, ao XXXIV, t. CXLIII, nm. 12,286, 25de septiembre de 1950, pp. 3, 11.

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    Ahora voy a decir lo que recuerdo del nacimiento del Ateneo. A mocin de AntonioCaso, de Alfonso Reyes, de Pedro Henrquez Urea, de Jos Vasconcelos, de JessAcevedo, y tal vez de alguna otra persona, se fund, en 1908, una Sociedad deConferencias. stas se desarrollaron en dos ciclos, en el casino de la colonia de Santa Marade la Ribera, recientemente inaugurado, y en el segundo yo sustent una pltica sobre

    Gabriel D'Annunzio, que luego fue publicada en un nmero de la famosaRevista Moderna.No recuerdo cules fueron los temas de las dems conferencias; slo s que Caso explic aNietzsche, y Max Henrquez Urea coment a Chopin, ilustrando sus comentarios al piano.

    La Sociedad de Conferencias se transform en Ateneo de la Juventud, en 22 de octubrede 1909. El proyecto de estatutos fue redactado por Caso, Henrquez Urea, Acevedo,Lpez, Cravioto y Reyes. Se estipulaba en ellos que el objeto de la asociacin sera trabajaren pro de la cultura intelectual y artstica de Mxico, celebrando reuniones pblicas en lascuales se dara lectura a trabajos literarios, cientficos o filosficos; organizandodiscusiones sobre temas escogidos de inters; publicando una revista; estableciendocontacto ora con sociedades anlogas, o con individuos que se dedicaran a los mismosfines. Los socios eran de las siguientes categoras: fundadores, de nmero, concurrentes,

    correspondientes y honorarios. La duracin de la sociedad sera indefinida, y no podradisolverse sino por acuerdo de la mayora.Pas aquel grupo por los movidos aos de la transicin del rgimen porfiriano al

    revolucionario, y, naturalmente, sufri mil vicisitudes. Posteriormente, en 1912, hubo dereformarse bajo el nombre de Ateneo de Mxico, pues la juventud de sus socios se habaesfumado como las nieves de antao.

    Yo volv a ser socio durante esta etapa, pues haba presentado mi renuncia en 1910 porla siguiente causa, que demuestra la manera de pensar que muchos tenamos entonces. Encierta sesin en la que fue recibido como socio el licenciado Jos Mara Lozano, l, juntocon l licenciado Garca Naranjo, pronunciaron el tema de actualidad, a saber, el de lasucesin presidencial. La discusin se enzarz y los nimos se acaloraron. Y como desde

    entonces yo, como Platn, odiara la poltica y temiera que el Ateneo se transformase en unclub demaggico, me sal de l.Posteriormente, en 24 de enero de 1912, present tambin su renuncia de socio el

    licenciado Garca Naranjo, dando por motivo no estar conforme con la conducta que siguiel Ateneo para con el ilustre husped de la Repblica, don Manuel Ugarte.

    Respecto a las actividades del Ateneo deca Alejandro Quijano en su carta a Barreda,antes citada:

    Aunque las actividades principales del Ateneo son conocidas, recordar aqu la serie deimportantes conferencias pblicas que sustentaron algunos de sus socios ms distinguidos: Caso,P. Henrquez Urea, Reyes, Gonzlez Pea, Escofet, Vasconcelos. Cuando vino don ManuelAltamira en 1910, el Ateneo lo acogi calurosamente, ofrecindole una velada y una comida. El

    Ateneo organiz, con motivo de la muerte de don Justo Sierra, una velada que se verific el 22de octubre de 1912. Cuando el general Huerta quiso aplicar el Artculo 33 a Chocano, el Ateneohizo una calurosa mocin, intil, para evitarlo. El Ateneo tuvo as, en sus primeros tiempos, unavida activa. Posteriormente declin, hasta desaparecer, sin que tenga yo dato exacto respecto aesto ltimo, no obstante haber sido, como digo antes, su ltimo Secretario.

    Hay que agregar a lo anterior que el Ateneo recibi distinciones muy sealadas deescritores extranjeros entre los cuales se encuentran Emille Boutroux, Benedetto Croce,Jos Enrique Rod, Arturo Farinelli, Blanca de los Ros de Lamperes y otros.

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    Los presidentes del grupo fueron: Antonio Caso, Alfonso Cravioto, Jos Vasconcelos,Enrique Gonzlez Martnez, y, nuevamente, Antonio Caso.

    Por ltimo, quiero hacer unas atentas observaciones a las notas de don FranciscoGonzlez Guerrero. Despus de dar su lista de socios, asienta que entre ellos pocos eran losverdaderos escritores. Esta afirmacin no tiene en cuenta que de los 39 miembros atados

    tienen obra reconocida: Caso, Castillo Ledn, Coln, Cravioto, M. Dvalos, Fabela, GarcaNaranjo, Gmez Rbelo, Gonzlez Pea, Henrquez Urea, R. Lpez, E. Pallares, De laParra, Reyes, Salazar, Silva, Aceves, Teja Zabre, Torri, Vasconcelos, Cabrera y Rebolledo;en total 22. Hay que agregar los nombres de los socios posteriores: Gonzlez Martnez,Guzmn, Mediz Bolio, Mndez Rivas, Santos Chocano, Urueta y algunos ms. Forman enconjunto un buen tanto por ciento, y tngase en cuenta, adems, que entre los socios que noeran literatos se hallaban pintores y msicos de primera calidad, de los que han dado fama aMxico.

    Si, pues, el Ateneo no hizo obra de grupo (y los grupos no actan en masa para difundirla cultura), s contribuy a travs de la produccin individual de sus socios a transformar elsentido esttico, filosfico y moral de nuestro medio.

    Es cierto, por otra parte, que slo un reducido nmero de atenestas milit en elmovimiento revolucionario, que como un volcn estall en 1910. Pero hay que entender latragedia espiritual que agit a los ms de ellos. Crecieron en una poca de tranquilidad,llena de buenas intenciones. La paz porfiriana coincidi con la mundial, basada en elequilibrio europeo resultante de la guerra franco-alemana de 1870. Los que crecimos en eseperiodo llegamos a pensar en el afianzamiento de la paz por medio del respeto a losderechos de todos; en el triunfo de la ciencia; en el mejoramiento paulatino de la vida y detodas las clases sociales, por la moral y por el altruismo. Que nuestra educacin eralibresca? Y qu otra forma de educacin se tiene a los 25 aos? La primera ventana sobreel mundo se abre a travs del pensamiento y de la sensibilidad de las generaciones que nospreceden.

    Aqu en Mxico, palpbamos ciertamente los problemas no resueltos por el gobierno deldictador, pero queramos resolverlos evolutivamente, dentro de la ley. Sabamos, puestoque la crtica de las revoluciones estaba hecha por Taine, por Le Bon, y por otrossocilogos, que es ilusoria la transformacin social que se verifica por medio de ellas, o quecuesta por lo menos, demasiado cara en destruccin de vidas y propiedades. La estructurade un pueblo no cambia milagrosamente en un da. En el nuestro haba entonces (lanecesidad subsiste hoy), que integrar al indio a la civilizacin, haba que alfabetizar, laboresfundamentales que exigen decenios de tranquilidad, tal vez aqu, careciendo de ella, siglos.

    Por eso muchos de la generacin del Ateneo, a pesar de conocer y de sentir las justasaspiraciones populares y de profesar ideales avanzados, a veces ms que losrevolucionarios, no intervinimos en la fase arrasadora de la revolucin, aunque luego,cuando se puso a construir, ayudamos en el lmite de nuestras posibilidades.

    Creo que la principal contribucin de la llamada generacin del Ateneo a la culturamexicana fue su actitud de seriedad y de crtica ante el saber humano. Esta generacin trajoa Mxico un sentido agudo de responsabilidad, un espritu libre e integral que influye, atravs de las obras de sus miembros por hacer que se conozcan las realidades escuetas denuestra patria, para reorganizarla slidamente.

    JENAROFERNNDEZMACGREGOR