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Rev. Farmacol. Chile (2012) 5(2): 63 AVANCES EN LAS INVESTIGACIONES FARMACOLÓGICAS Y TOXICOLÓGICAS CON EL EXTRACTO ACUOSO DE LA CORTEZA DEL ÁRBOL DE MANGO (Mangifera indica L.). (Advances in pharmacological and toxicological investigations with the stem bark aqueous extract of the mango tree (Mangifera indica L.) Gabino Garrido, Ph.D. y Marisela Valdés, M.Sc. Departamento de Ciencias Farmacéuticas, Facultad de Ciencias, Universidad Católica del Norte, Antofagasta, Chile. RESUMEN ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐ El extracto de Mangifera indica L se usa en la práctica etnomédica para la mejoría de la calidad de vida de pacientes con diferentes patologías. El presente estudio pretendió hacer una revisión de los avances que han tenido las investigaciones farmacológicas y toxicológicas llevadas a cabo con un extracto acuoso estandarizado de la corteza del árbol de mango. Se revisaron las publicaciones de la composición química principal, que comprende un total de nueve derivados polifenólicos y diferentes microelementos como zinc, cobre y selenio. El extracto demostró, fundamentalmente, actividades antioxidante, antiinflamatoria e inmunomoduladora, analgésica y antialérgica, con un mecanismo de acción relacionado con la capacidad secuestradora de especies reactivas de oxígeno y de interacción con Fe 2+ , la inhibición de la producción de citocinas proinflamatorias, IgE y eicosanoides, de la actividad de fosfolipasa A2 y ciclooxigenasa 2 y de la activación del NF‐κB. Según los reportes revisados, el extracto es seguro para su administración en humanos debido a su bajo potencial de toxicidad. Se realizaron varios estudios clínicos aleatorizados, estudios piloto, serie y reporte de casos con diferentes formas farmacéuticas que corroboraron los hallazgos encontrados en la fase preclínica o aportaron nuevos conocimientos que le atribuyen al extracto un valor agregado importante. Palabras claves: Mangifera indica, Mango, Vimang, Farmacología, Toxicología, Estrés oxidativo, Inflamación, Dolor Publicado por la Sociedad de Farmacología de Chile ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐ INTRODUCCIÓN El mango (Mangifera indica Linneo, Anacardiaceae) es uno de los frutos más importantes desde el punto de vista económico (FAO, 2012). El producto principal del árbol de mango es el fruto maduro entero, que puede ser consumido crudo o procesado en una variedad de productos que garantizan un suministro constante del fruto durante todo el año (Singh, 1990). Industrialmente, hay tres partes de interés del fruto del mango a saber: la pulpa, la cáscara y la semilla. Tradicionalmente la pulpa de mango es el principal punto focal de la utilización del fruto a escala industrial. Esta es un intermediario importante para la producción de bebidas, como un ingrediente saborizante en la industria láctea y en formulaciones de alimentos para bebés (Nanjundaswamy, 1998). Su composición química varía dependiendo de muchos factores como la variedad, la localidad, el clima, y la etapa de madurez. En el proceso industrial del fruto se obtienen subproductos como la piel y la semilla (carozo y nuez o almendra), que representan aproximadamente el 3560% del fruto. ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐ Correspondence to: Dr. Gabino Garrido,Q.F., Departamento de Ciencias Farmacéuticas, Facultad de Ciencias, Universidad Católica del Norte, Angamos 0610, Antofagasta, Chile. Tel.: 5655355631, Correo electrónico: [email protected] ARTÍCULO DE REVISIÓN

AVANCES EN LAS INVESTIGACIONES FARMACOLÓGICAS Y

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 Rev. Farmacol. Chile (2012) 5(2): 63 

 

 

  

AVANCES EN LAS INVESTIGACIONES FARMACOLÓGICAS Y TOXICOLÓGICAS CON EL EXTRACTO ACUOSO DE LA CORTEZA DEL ÁRBOL DE MANGO (Mangifera indica L.).  

(Advances in pharmacological and toxicological investigations with the stem bark aqueous extract of the mango tree (Mangifera indica L.) 

  

Gabino Garrido, Ph.D. y Marisela Valdés, M.Sc.  

Departamento de Ciencias Farmacéuticas, Facultad de Ciencias, Universidad Católica del Norte, Antofagasta, Chile.   

RESUMEN ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐ 

El  extracto  de Mangifera  indica  L  se  usa  en  la  práctica  etnomédica  para  la mejoría  de  la  calidad  de  vida  de  pacientes  con diferentes  patologías.  El  presente  estudio  pretendió  hacer  una  revisión  de  los  avances  que  han  tenido  las  investigaciones farmacológicas  y  toxicológicas  llevadas  a  cabo  con  un  extracto  acuoso  estandarizado  de  la  corteza  del  árbol  de mango.  Se revisaron  las publicaciones de  la  composición química principal, que  comprende un  total de nueve derivados polifenólicos y diferentes microelementos como zinc, cobre y selenio. El extracto demostró, fundamentalmente, actividades antioxidante, anti‐inflamatoria  e  inmunomoduladora,  analgésica  y  antialérgica,  con  un  mecanismo  de  acción  relacionado  con  la  capacidad secuestradora  de  especies  reactivas  de  oxígeno  y  de  interacción  con  Fe2+,  la  inhibición  de  la  producción  de  citocinas  pro‐inflamatorias,  IgE y eicosanoides, de  la actividad de  fosfolipasa A2 y ciclooxigenasa 2 y de  la activación del NF‐κB. Según  los reportes  revisados,  el  extracto  es  seguro  para  su  administración  en  humanos  debido  a  su  bajo  potencial  de  toxicidad.  Se realizaron varios estudios clínicos aleatorizados, estudios piloto, serie y reporte de casos con diferentes formas farmacéuticas que corroboraron los hallazgos encontrados en la fase pre‐clínica o aportaron nuevos conocimientos que le atribuyen al extracto un valor agregado importante. 

 Palabras claves: Mangifera indica, Mango, Vimang, Farmacología, Toxicología, Estrés oxidativo, Inflamación, Dolor  

Publicado por la Sociedad de Farmacología de Chile ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐ 

INTRODUCCIÓN

El mango (Mangifera indica Linneo, Anacardiaceae) es uno de  los  frutos  más  importantes  desde  el  punto  de  vista económico (FAO, 2012).  El  producto  principal  del  árbol  de  mango  es  el  fruto maduro  entero,  que  puede  ser  consumido  crudo  o procesado en una variedad de productos que garantizan un suministro constante del fruto durante todo el año (Singh, 1990). Industrialmente,  hay  tres  partes  de  interés  del  fruto  del mango  a  saber:  la  pulpa,  la  cáscara  y  la  semilla. Tradicionalmente  la pulpa de mango es el principal punto 

focal de  la utilización del  fruto a escala  industrial. Esta es un  intermediario  importante  para  la  producción  de bebidas,  como  un  ingrediente  saborizante  en  la  industria láctea  y  en  formulaciones  de  alimentos  para  bebés (Nanjundaswamy,  1998).  Su  composición  química  varía dependiendo  de  muchos  factores  como  la  variedad,  la localidad, el clima, y la etapa de madurez.  En el proceso industrial del fruto se obtienen subproductos como  la piel y  la semilla  (carozo y nuez o almendra), que representan  aproximadamente  el  35‐60%  del  fruto.

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Correspondence  to:  Dr.  Gabino  Garrido,Q.F.,  Departamento  de  Ciencias  Farmacéuticas,  Facultad  de  Ciencias,  Universidad  Católica  del  Norte,  Angamos  0610, Antofagasta, Chile. Tel.: 56‐55‐355631, Correo electrónico: [email protected]   

ARTÍCULO DE REVISIÓN 

   

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Estos se descartan como desechos y se convierten en una fuente  de  contaminación  debido  a  las  altas concentraciones de  compuestos  fenólicos  residuales  (y  el alto  costo  que  representa  su  tratamiento),  que  pueden tener  efectos  ambientales  perjudiciales,  principalmente debido  a  que  estos  compuestos  podrían  inhibir  la germinación de las semillas. Recientemente (Maisuthisakul &  Gordon,  2009),  se  mostró  que  la  cáscara  constituye aproximadamente  entre  el  15‐20%  de  la  fruta, mientras que  las  semillas  representan  del  20‐60%  del  peso  de  la fruta entera, dependiendo de  la  variedad de mango,  y el núcleo  interior  de  la  semilla  de  45‐75%  de  la  semilla entera.  Estos  subproductos  del mango  se  han  estudiado como antioxidante (Abdalla et al., 2007; Dorta et al., 2012), antibacteriano  (Vaghasiya  et  al.,  2011),  hipoglucemiantes (Rajesh  et  al.,  2008;  Gupta  &  Gupta,  2011),  anti‐hipercolesterolémico  (Anila  &  Vijayalakshmi,  2002)  e inductor de apoptosis  (Kim et al., 2012), entre otros. Por ejemplo,  la  cáscara  de  mango  es  una  fuente  rica  de compuestos bioactivos como los polifenoles, carotenoides, vitaminas  C  y  E,  fibra  dietética  y  enzimas.  Además,  la cáscara  de  mango  podría  ser  una  fuente  rica  de compuestos  bioactivos,  y  enzimas  tales  como  proteasa, peroxidasa  y  polifenol  oxidasa  (Mehrnoush  et  al.,  2012). Esta  cáscara,  si  es  convenientemente  procesada,  podría proporcionar  productos  útiles  con  los  que  se  pudieran equilibrar los costes de tratamiento de residuos y también disminuir  el  costo  del  producto  principal.  Por  lo  tanto, existe un margen para el aislamiento de estos ingredientes activos  y  también  el  uso  de  cáscara  de mango  como  un ingrediente en productos alimentarios procesados.  Asimismo,  la almendra de  la semilla contiene aminoácidos esenciales, proteínas, grasas, carbohidratos, fibra, y es una buena  fuente  de  polifenoles,  fitoesteroles  como campesterol,  β‐sitosterol  y  tocoferoles  y  está  libre  de materiales  tóxicos  como  el  ácido  cianhídrico  (Ajila  et  al., 2007).  Debido  a  las  investigaciones  anteriores,  se  ha sugerido  que  la  almendra  de  la  semilla  de mango  podría ser  utilizado  como  una  fuente  potencial  de  ingredientes alimentarios funcionales (Khammuang & Sarnthima, 2011), que pudieran  ser  comercialmente  valiosos en  la  industria del aceite vegetal y en confitería, entre otros (Pereira et al., 2011).  Las hojas y la corteza del árbol también han sido utilizadas para diferentes fines, fundamentalmente medicinales y sus aplicaciones cubren un amplio espectro de enfermedades, pero  las  citadas  con  mayor  asiduidad  son  los  dolores (menorrágicos,  dentales,  musculares  y  articulares),  las infecciones cutáneas (escabiosis, epidermofitosis, micosis), las  diarreas,  la  sífilis,  la  tuberculosis  y  algunas enfermedades crónicas, tales como la diabetes y la anemia. El  uso  de  la  corteza  del  árbol  de mango  como materia prima vegetal para la preparación de extractos acuosos por diferentes  vías  (maceración,  percolación,  decocción  e 

infusión),  forma parte de  la cultura popular en más de 30 países,  fundamentalmente  de  los  llamados  del  Tercer Mundo, según reportes documentados desde hace más de 200 años (Napralert, 2007).   En  los  últimos  12  años  ha  habido  un  auge  en  las publicaciones  relacionadas  con  las  actividades farmacológicas  de  diferentes  extractos,  obtenidos  de diversas  partes  del  árbol  de  mango,  pero  ha  sido  el extracto  acuoso  de  la  corteza  del  árbol  el  que  más  ha llamado  la  atención  de  un  grupo  de  científicos  que  ha publicado  cerca  de  80  artículos  relacionados  con  la tecnología química y farmacéutica, la composición química y, principalmente,  la evaluación  farmacológica pre‐clínica, la toxicología y los estudios clínicos; así como el papel que desempeña  en  la  actividad  farmacológica  del  extracto  la xantona  glicosilada  mangiferina,  que  constituye  el componente mayoritario dentro de éste.  En esta revisión se analizarán los avances realizados en las investigaciones  farmacológicas  y  toxicológicas  llevadas  a cabo  con el extracto acuoso de  la  corteza del árbol de  la especie Mangifera  indica  (mango)  y  su  utilidad  potencial en  diferentes  patologías.  Esta  hipótesis  es  soportada  por evidencias pre‐clínicas y clínicas importantes, tanto para el extracto como para la mangiferina presente en éste.   ESTUDIOS ETNOBOTÁNICOS Y ETNOMÉDICOS  El  árbol  del mango  es  perenne  y  alcanza  de  15‐30 m  de altura, puede  vivir por más de 100  años  y desarrollar un tronco con más de 4 m de diámetro. El origen del mango ha  sido establecido en Asia, particularmente en  la  región Indo‐Burmese, en las laderas del Himalaya (Tjiptono et al., 1984). El  fruto  se  cultiva desde  los  tiempos prehistóricos, hace más de 6 000 años, siendo considerado como el fruto tropical  más  antiguamente  cultivado  por  el  hombre. Aparecen  referencias al mango en  las Sagradas Escrituras en  Sánscrito,  las  leyendas  y  el  folklore  hindú  2  000  años a.C. y se refieren a él como de origen antiguo. En  la India, el  árbol  de  mango  ha  sido  objeto  de  gran  veneración (Sawangchote et al., 2009).   Las raíces del vocablo, por un lado se señala que la palabra en sánscrito para el mango es amra, lo que significa "de la gente" o "del pueblo", y se señala así porque fue registrado en  ese  idioma  por  primera  vez  en  la  historia  de  la humanidad hace más de 4 000 años.  Por otra parte, se dice que el nombre del  fruto, así como del árbol, deriva del portugués "manga" que se refiere a un término malayo que se pronuncia "mangga" o "mangka", asonancias  que  se  encuentran  sobre  los  pendientes  del Himalaya  y  como  consecuencia,  la  transposición  en  las diferentes lenguas modernas conserva la radical "mango".  

   

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Por  tanto,  las diversidades de nombres para el mango en todo el mundo reflejan  las culturas y  los  idiomas hablados por  las personas que  lo cultivan  (Bally, 2006). Muchos de los  nombres  tienen  derivaciones  comunes,  lo  que  refleja los orígenes y la propagación del árbol de mango junto con el crecimiento de  las comunidades humanas. Por ejemplo, en  las  islas  del  Pacífico  esta  especie  es  conocida comúnmente como  idele (Palau), kangit (Chuuk, Pohnpei), mago  (Niue,  Samoa,  Tuvalu), manako  (Hawaii), manggo, am  (Fiji),  mangko  (Kiribati),  mango  (Inglés),  mango (Tonga), mangot, mangue, manguier (Francés), mangueira (Yap)  y  en  otras  regiones  como  aam,  am,  amb  (Hindi), ampleam  (Tamil), bobbie manja, kanjanna manja, maggo, manggaboom, manja  (Holandés), ma muang  (Indochina), mamung  (Tailandia),  manga,  mango  (Español),  manga, (Portugués),  manga,  mempelam,  ampelam  (Malasia), mangga  (Tagalog),  mangga,  mempelam  (Indonesia), mango  (Ilokano),  mango  (Nueva  Guinea,  Pidgin), Mangobaum  (Alemán),  mwàngx  (Laos),  paho  (Bisaya, Filipinas),  svaay  (Cambodia),  tharyetthi  (Myanmar),  xoài (Vietnam).  Entre  los  frutos  tropicales  comercializados internacionalmente,  el mango  ocupa  el  tercer  lugar  sólo superado por el plátano y la piña, tanto en cantidad como en valor (Yaacob & Subhadrabandhu, 1995) y el quinto de la producción total de los cultivos frutales más importantes del mundo (FAO, 2012). La producción mundial de mangos se estima en más de 26 millones de toneladas por año. La India ocupa el primer lugar entre los países productores del fruto de mango en el mundo, que representan el 54,2% del total  de  estos  frutos  producidos  en  todo  el mundo  y  es comercialmente el cultivo frutícola más importante de este país, con más de mil variedades conocidas hasta  la  fecha. Durante el período 2008‐2009 este país produjo alrededor de 13,6 millones de ton., el segundo  lugar  lo ocupó China (~4 millones  ton.),  seguido  de  Tailandia  (2,5 millones  de ton.),  Indonesia  (2,2 millones  ton., México  (~1,9 millones ton.), Pakistán  (~1,8 millones  ton.)  y Brasil  (~1,2 millones toneladas).  Otros  países  productores  importantes  de mango  son:  en Asia,  China  y  Filipinas;  en  África, Nigeria, Egipto,  Congo,  Costa  de Marfil,  Sudáfrica  y  Ghana  y  en América Latina, Haití, Cuba, Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú (FAO, 2012).  Las diferentes partes del árbol de mango  también  se han utilizado  por  sus  propiedades medicinales.  Alrededor  del 80% de la población mundial, principalmente de los países no  desarrollados,  tienen  en  los  extractos  de  productos naturales  y  sus  derivados  su  primera  opción  para  el tratamiento  terapéutico en  la Atención Primaria de Salud (Mahadi,  2001).  Las  hojas  de  mango  en  Tonga  se  usan como  infusiones y  se utilizan  junto  con  la naranja y otras especies para hacer una poción para el tratamiento de  las recaídas durante alguna enfermedad (Thaman & Whistler, 1996). En Ghana se hierven las hojas con frutas cortadas de 

Citrus  aurantifolia  contra  la malaria  (Asase  et  al.,  2010). También  en  Nigeria  se  utilizan  las  hojas  contra  esta enfermedad  (Aiyeloja  &  Bello,  2006,  Ene  et  al.,  2010), como  febrífugo  (Idu & Onyibe, 2007) y contra  la diabetes (Gbolade, 2009).  En  la  India,  la diabetes  también ha  sido tratada con una bebida hecha a partir de la infusión de las hojas  frescas  (Natarajan  et  al.,  2010).  Estas  hojas  frescas también se utilizan para combatir los vómitos, la diarrea, el dolor estomacal, el agrietamiento de pies  (Rout & Panda, 2010) y el cólera (Kar & Borthakur, 2008). El  jugo de éstas se  aplica  localmente  en  los  ojos  para  la  conjuntivitis (Upadhyay  et  al.,  2010),  problemas  gástricos,  úlceras  y diarrea.  (Das  et  al.,  2008).  También  la  diarrea  y  la disentería son tratadas con extracto de  las hojas  (Kalita & Bora, 2008; Biradar & Ghorband, 2010; De Wet et al., 2010; Upadhyay et al., 2010). Además, éstas son usadas para  las erupciones de  la  lengua  (Jain et al., 2010), en cataplasma para  cicatrizar heridas  recientes o  crónicas  (Agyare et al., 2009) y en  forma de polvo para aumentar  la  fortaleza de los  dientes  (Natarajan  et  al.,  2010). Hervidas  en  agua  se usan como estimulante, aplicadas en el baño después del parto (Rajith et al., 2010) o para tratar el reumatismo (Silja et a., 2008) y mezcladas con hojas de Ficus bengalensis y Ficus religiosa se usan contra el sangramiento (Ponnusamy et  al.,  2009).  En  Brasil  se  emplean  contra  infecciones vaginales,  sífilis,  gripe  con  tos  y  congestión  (Coelho‐Ferreira,  2009).  En  Camerún  la  decocción  de  las  hojas tiernas  se  aplica  contra  la  tos,  el  dolor  de  garganta  y  el asma (Focho et al., 2009b; Noumi, 2010).  En  la India y Pakistán se utiliza  la pulpa del fruto contra  la ictericia  y  el  hepatitis  (Khan‐Marwat  et  al.,  2012;  Pawar, 2012).  También  en  la  India,  la pulpa del  fruto  se  reporta para  tratar  la  malnutrición  y  el  desbalance  en  la  dieta (Singh  et  al.,  2007;  Pushpangadan  &  George,  2010),  el estreñimiento (Satapathy, 2010), la tos (Gupta et al., 2010) y  la  picadura  de  escorpión  y  como  remedio  para  el agotamiento y el golpe de calor (Upadhyay et al., 2010). La mitad del  fruto muy maduro  se  come  con  sal y miel y  se utiliza para el tratamiento de trastornos gastrointestinales, biliares, de  la sangre y el escorbuto. Los mangos maduros son una rica fuente de vitamina A y se utilizan para tratar la deficiencia  de  esta  vitamina,  como  la  ceguera  nocturna (Pushpangadan  &  George,  2010).  Muchos  de  los  usos tradicionales medicinales  del mango  en  la  India  implican comer el fruto verde. Debe tenerse en cuenta que el fruto verde contiene una gran cantidad de la savia tóxica (Rozas‐Muñoz  et  al.,  2012)  que  cuando  se  consume  en  exceso puede causar dermatitis alérgica,  irritación de  la garganta, indigestión,  disentería  y  cólicos.  La  resina  del  árbol también se aplica en la India sobre las encías y los dientes dos veces al día  contra  la piorrea  (Shukla et al., 2010), el agrietamiento  de  pies  y  piel,  vómitos,  diarrea  y  dolor estomacal  (Natarajan  et  al.,  2010;  Rout &  Panda,  2010), extracción  de  diente  (Patil  &  Patil,  2010),  picadura  de 

   

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escorpión (Kulkarni & Adwit, 2011) y desórdenes de la piel (Prashantkumar & Vidyasagar, 2008). Desde  el  punto  de  vista  etnomédico,  en  la  India,  la almendra  de  la  semilla  se  emplea  para  tratar  la  diarrea crónica  (Tetali  et  al.,  2009),  el  asma,  para  expulsar lombrices y otros gusanos en  las úlceras (Rajendran et al., 2008a)  y  para  problemas  urinarios  (Ballabh  et  al.,  2008). Además,  se  ha  reportado  para  curar  los  vómitos  y  la disentería  (Silja  et  al.,  2008).  Se  ha  observado  que tradicionalmente  en  las  tribus  de  la  India  comen  la almendra  de  la  semilla  del  mango  asada  durante  algún período  de  inanición,  por  su  contenido  de  almidón.  El polvo de  la almendra  también es usado como astringente en  sangramientos.  Por  lo  tanto,  se  supone  que  es adecuado para el consumo humano (Ramteke et al., 1999).  La  corteza  del  árbol  en  Samoa,  ha  sido  un  remedio tradicional, como  infusión, para  las  infecciones de  la boca en  los  niños  (Thaman & Whistler,  1996).  En  la  India,  los extractos acuosos de la corteza se utilizan para la diarrea y en  gargarismos  para  los  trastornos  de  garganta,  úlceras bucales  y  olor  fétido  bucal  (Ganesan,  2008).  También  la corteza  se  usa  como  anticonceptivo  (Henry  et  al.,  1996; Bhogaonkar  &  Kadam,  2006),  astringente,  aperitivo, antihelmíntico,  contra  la  gonorrea,  el  asma,  afrodisíaco, para prolongar  la eyaculación  (Kadavul & Dixit, 2009;  Jain et  al.,  2010)  y  mezclada  con  otras  plantas  contra  la insolación  y  el  cólera  (Pooman  &  Singh,  2009).  La decocción  de  la  corteza  fresca  (Upadhyay  et  al.,  2010)  o seca  se  emplea  contra  la  diarrea  y  la  disentería  (Nath & Choudhury,  2010;  Purkayastha  et  al.,  2007)  y  la  difteria (Pawar  &  Patil,  2007a).  El  jugo  de  la  corteza  se  utiliza contra la ictericia (Sarkar & Das, 2010) y la corteza del tallo como  cicatrizante  (Kuvar & Bapat, 2010).  En Camerún,  la corteza del  tallo  se usa  contra el  asma  (Noumi, 2010), el reumatismo  (Jiofack  et  al.,  2008)  y  la  sífilis  (Focho  et  al., 2009a),  en  Nepal  contra  los  dolores  abdominales, disentería,  diarrea,  hepatitis,  enfermedades  de  la  piel, como  antiparasitario  y  antiespasmódico  (Ghimire  & Bastakoti,  2009),  en  Ghana  como  cataplasma  en  heridas recientes  o  crónicas  (Agyare  et  al.,  2009),  en  Uganda contra  la tuberculosis y el VIH‐SIDA (Lamorde et al., 2010; Tabuti et al., 2010), en Nigeria la decocción se usa contra la malaria (Ene et al., 2010) y en Brasil la infusión se aplica en quistes de ovario, mioma uterino y contra  la  tos  (Coelho‐Ferreira, 2009).  USO ETNOMÉDICO EN CUBA.  Como  se  ha  visto,  existe  un  conocimiento  etnomédico documentado del uso de la corteza del árbol de mango en varios países y, en particular, de  la experiencia acumulada durante más de 30 años en la población cubana (Guevara‐García et al., 2004). El uso específico del extracto acuoso de  la  corteza del  árbol de mango  (ECAM)  en Cuba  se ha realizado  de manera  empírica  y mediante  la  experiencia acumulada  por  practicantes  de  la  medicina  natural  y 

tradicional  (Guevara‐García  et  al.,  2004),  cuyo  trabajo  ha sido  el  punto  de  partida  para  las  investigaciones  y  el desarrollo  de  una  la  línea  de  productos  naturales denominada  Vimang®.  A  partir  de  dicho  extracto  y  en dependencia del estado del paciente que se somete a este tratamiento  popular,  las  personas  han  empleado formulaciones  artesanales  del  ECAM  como  la  decocción con el 2% de sólidos totales, para su ingestión por vía oral en dosis de 30 mL, 3‐4 veces al día;  la  loción tópica hidro‐alcohólica  (alrededor  del  5%  de  etanol),  a  partir  de  la decocción, que  se aplica  sobre  las  lesiones de  la piel, 3‐4 veces al día, con un tiempo de aplicación alrededor de  los 30 min;  la  solución hidro‐alcohólica  (alrededor del 2% de etanol), a partir de la misma decocción, que se aplica como un  lavado vaginal o un enema rectal  (entre 3 y 5 mL), 3‐4 veces al día; y el ungüento hidrófilo que contiene alrededor del  30%  de  la  decocción  y  que  se  aplica  de  forma independiente  o  posterior  a  la  loción  tópica  sobre  las lesiones de la piel. El  tiempo de  tratamiento ha  sido  variable  y depende del paciente,  con  un  promedio  entre  los  seis meses  y  varios años, según el tipo de enfermedad.  Estudios  etnomédicos,  publicados  de  forma  parcial (Tamayo et  al.,  2001; Núñez‐Sellés, 2005), han  reportado que el extracto  fue efectivo en patologías  como diabetes mellitus  tipo  II, hiperplasia prostática benigna, dermatitis, Lupus  eritematoso,  diferentes  tipos  de  neoplasias, polineuropatías,  hemorroides,  cervicitis,  así  como infertilidad  (fundamentalmente  femenina),  en  algunos casos con remisión total de la enfermedad.  COMPOSICIÓN QUÍMICA DEL EXTRACTO ACUOSO DE LA CORTEZA DEL ÁRBOL DE MANGO.  El  extracto  es  preparado  por  decocción  por  una  hora  y posteriormente es concentrado por evaporación y secado por  spray  died  para  obtener  un  polvo  fino  de  color  café (ECAM),  el  cual  funde  a  210‐215  °C  con  descomposición (Acosta‐Esquijarosa et al., 2009). El ECAM es el ingrediente farmacéutico  activo  estandarizado  que  se  utiliza  para  la fabricación de  las formulaciones Vimang® (Arús‐Pampin et al.,  2003;  Lemus‐Rodríguez  et  al.,  2006).  La  composición química  del  extracto  ha  sido  caracterizada  por métodos cromatográficos  (planar,  líquido y gas), espectrometría de masa  y  espectrofotometría  UV‐Vis  (Núñez  et  al.,  2002; 2007a,b;  Núñez‐Sellés,  2005)  y  se  podría  resumir  de  la manera siguiente:  • Polifenoles  (35‐45%):  mangiferina  (componente 

mayoritario),  catequina,  epicatequina,  ácido  gálico, propil éster,  ácido  gálico, metil éster,  ácido benzoico, propil  éster,  ácido  3,4‐  dihidroxibenzoico,  ácido benzoico y ácido gálico. 

• Terpenoides  (25‐30%):  β‐elemeno,  β‐selineno,  α‐guaieno,  aromandreno,  hinesol,  β‐edesmol, 

   

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• cicloartranoles,  ledol,  taraxerol,  β‐chamigreno  y bulnesol. 

• Esteroides (1‐3%): β‐Sitosterol y campestrol. • Azúcares  libres  (5‐8%): galactosa, glucosa, arabinosa y 

fructosa. • Polialcoholes (3‐5%): sorbitol, mioinositol y xilitol. • Ácidos  grasos  (1‐3%):  mirístico,  palmítico,  linoleico, 

oleico, esteárico, eicosatrienoico, succínico y malónico. • Elementos  (1%):  calcio,  magnesio,  potasio,  hierro, 

selenio, cobre y zinc.  

EVIDENCIAS  FARMACOLÓGICAS  PRE‐CLÍNICAS REPORTADAS  PARA  EL  EXTRACTO  ACUOSO  DE  LA CORTEZA DEL ÁRBOL DE Mangifera indica.  Del  total  de  las  publicaciones  relacionadas  en  el  área  de Farmacología  y  Toxicología,  encontradas  en  la  BD  de  ISI Web  of  Knowledge,  desde  1988  hasta  junio  de  2012, alrededor  del  35%  corresponde  a  los  estudios  llevados  a cabo  con  el  ECAM,  que  constituye  el  ingrediente farmacéutico  activo  de  las  formulaciones  farmacéuticas que  se  comercializan  en  Cuba  bajo  la marca  Vimang®  y registradas  como  nutracéutico  y medicamento  de  origen natural para  su uso en procesos  inflamatorios y de dolor. Para la obtención de una cobertura más amplia del total de publicaciones relacionadas con el ECAM, también se realizó una  búsqueda  de  artículos  en  las  BD  PubMed,  Scielo  y DOAJ.  

 ACTIVIDAD ANTIOXIDANTE   Los  resultados  de  la  evaluación  de  las  propiedades antioxidantes del ECAM han sido publicados ampliamente (Martínez  Sánchez  et  al.,  2000a,b;  2001a,b;  2003;  Loy  et al., 2002; Garrido et al., 2008). Han  sido  reportadas acciones de ECAM como: captura de ácido hipocloroso, captura del  radical superóxido, captura de radical hidroxilo, acción quelante de hierro, efecto anti‐oxidante sobre ADN,  inhibición de  la peroxidación  lipídica (IPL) espontánea, IPL catalizada por hierro, IPL microsomal (IPLM), IPLM catalizada por hierro, protección a  la pérdida de  grupo  sulfhidrilo  (SH)  proteicos,  protección  a  la aparición de grupo carbonilo (CO) proteicos e inhibición del daño  por  isquemia/reperfusión  hepática  en  ratas  y  en cerebro de Gerbil. Todas estas acciones  fueron  logradas a bajas concentraciones del extracto. La comparación de  la actividad antioxidante de ECAM con relación  a  otros  compuestos  antioxidantes  reconocidos tales como  las vitaminas C y E, así como el beta‐caroteno, demostró  que  el  extracto  es  similar  (inhibición  a  la peroxidación  lipídica)  o  superior  (protección  al  daño oxidativo)  a  dichos  compuestos  (Martinez‐Sanchez  et  al., 2000b). La posible explicación del mecanismo molecular a través  del  cual  el  ECAM  ejerce  su  efecto  antioxidante  se muestra en la Figura 1. 

 Figura 1. 

 

  

Efecto del extracto de la corteza del árbol del mango (ECAM) sobre el balance redox. 

   

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Muchos polifenoles fundamentan su actividad antioxidante no sólo en la capacidad de secuestrar radicales libres, sino en  su  habilidad  de  acomplejar  el  hierro  (Perron  & Brumaghim, 2009; Chobot & Hadacek, 2010). El hierro es uno de  los microelementos de mayor  importancia para el organismo  humano.  Su  capacidad  de  transitar  por  varios estados de valencia lo convierte en elemento esencial para la  actividad  biológica  de  un  número  relevante  de moléculas, de forma particular, aquellas que participan en reacciones  de  transferencia  de  electrones.  Al  mismo tiempo, esta habilidad  lo  transforma en un elemento con un  peligro  potencial,  al  catalizar  la  formación  de  ERO, especialmente el  radical hidroxilo, a  través de  la  reacción de  Fenton‐Haber‐Weiss.  El  organismo  ha  desarrollado  un mecanismo  sensible  para  regular  las  concentraciones  de hierro  y  evitar  su  participación  en  procesos  redox  no deseados.  En  un  número  importante  de  patologías,  esta delicada maquinaria regulatoria se ve afectada por factores endógenos  y  exógenos  y  se  producen  acumulaciones  del metal  en  tejidos  y  órganos,  con  el  consiguiente  daño oxidativo y alteración de la función de la célula.  En  estudios  recientes  (Pardo‐Andreu  et  al.,  2005a),  se demostró  que  el  ECAM  protegió  las  membranas mitocondriales del daño oxidativo inducido por Fe2+. La CI50 del extracto  frente a  la peroxidación  lipídica  inducida por Fe2+ fue más de 10 veces inferior a la CI50 cuando en lugar del  hierro  se  utilizó,  como  inductor,  el  peróxido  de  ter‐butilo (TBOOH). De la misma manera, el ECAM estimuló la autoxidación  del  Fe2+  a  Fe3+  e  impidió  la  reducción  de  la forma  férrica  a  la  ferrosa  por  el  ácido  ascórbico.  La interacción del ECAM con el hierro,  incapacita al metal de participar  en  la  generación  del  radical  libre  hidroxilo  a través de  la reacción de Fenton. Además, el ECAM mostró una  potente  inhibición  de  la  degradación  de  la  2‐deoxiribosa  mediada  por  Fe3+/EDTA‐ascorbato  ó Fe3+/EDTA‐hipoxantina/xantina  oxidasa.  El  incremento  en la concentración de los ligandos utilizados (EDTA o citrato) causó una disminución significativa en el efecto protector del  ECAM  (Pardo‐Andreu  et  al.,  2006a).  Cuando  el ascorbato  se  reemplazó  por  el  radical  anión  superóxido (formado  por  la  actividad  de  la  enzima  xantina oxidasa/hipoxantina),  la  eficiencia  protectora  del  ECAM estuvo  inversamente  relacionada  con  la  concentración de EDTA.  Estos  resultados  indicaron  que  el  ECAM  no  solo bloqueó  la  degradación  de  la  2‐deoxiribosa  a  través  del “secuestro” de radicales hidroxilos, sino que parece actuar principalmente  a  través  del  acomplejamiento  de  iones hierro,  lo  que  previene  su  participación  catalítica  en  la reacción de Fenton‐Haber‐Weiss.  La MF, por su abundancia relativa dentro del ECAM, parece ser  la  responsable  principal  de  este  comportamiento  del extracto  (Pardo‐Andreu et al., 2005b; 2006a). El complejo MF‐Fe3+  (2:1)  incrementó  la  capacidad  secuestradora  del radical  superóxido  y  la  citoprotección  de  hepatocitos 

aislados  expuestos  a  hipoxia‐reoxigenación  en comparación  con  la MF  sola. Además, estudios  in vivo de sobrecarga  de  hierro  (Pardo‐Andreu,  et  al.,  2008) mostraron que el  ECAM  y  la MF mejoran  los  indicadores séricos de capacidad antioxidante y daño oxidativo en ratas sometidas a la administración i.p. de Fe‐dextrana; al mismo tiempo que disminuyeron la acumulación hepática de este metal. Tanto el ECAM como el complejo MF‐Fe3+  también fueron  capaces  de  aumentar  la  viabilidad  celular  cuando células  de  túbulo  proximal  HK‐2  fueron  expuestas  a diferentes  concentraciones  de  As  (Garrido  et  al.,  2012). Además,  se  sabe  que  parte  del mecanismo  de  daño  que provoca  el  As  es  a  través  de  un  componente  de  estrés oxidativo importante (Flora, 2011).  En otro estudio  (Remírez et al, 2005), se demostró que el ECAM  no  resultó  citotóxico  en  hepatocitos  aislados  de ratas  en  el  rango  de  concentraciones  de  5‐1  000  μg/mL después de 24 h de exposición de las células a éste. En ese modelo  celular  sólo  se  observó  un  efecto  citotóxico moderado  a  las  concentraciones  de  500  y  1  000  μg/mL cuando  los  hepatocitos  fueron  expuestos  al  extracto durante  72  h.  Posteriormente,  se  publicó  el  potencial antioxidante del ECAM sobre  los hepatocitos en cultivo  lo que  permitió  evidenciar  la  actividad  antioxidante  del extracto  en  ese  modelo  experimental,  como  forma  de evaluar su efecto sobre dicho órgano (Rodeiro et al., 2007). El ECAM fue capaz de reducir la peroxidación lipídica en el cultivo  y  revertió  significativamente  la  peroxidación inducida  por  TBOOH,  lo  que  se  comprobó  por  la disminución de la producción de MDA y un incremento de las concentraciones de GSH a nivel celular.   Por otra parte, otros estudios (Pardo‐Andreu et al., 2005c) han  mostrado  que  la  acumulación  de  productos  de oxidación  de  la MF  (productos  generados  a  partir  de  su acción antioxidante) induce la transición de permeabilidad mitocondrial  (TPM), debido  a  la  capacidad que  tienen de disminuir el contenido de grupos  tiólicos de  la membrana mitocondrial,  así  como del  glutatión.  Estos productos, de posible naturaleza quinónica, son electrófilos débiles con la capacidad  de  reaccionar  con  los  grupos  SH.  Resultados similares  se  obtuvieron  también  para  el  ECAM  (Pardo‐Andreu  et  al.,  2006c).  Este  comportamiento  debe beneficiar  a  aquellas  células  expuestas  a  una sobreproducción de ERO, como sucede en algunos tipos de células  cancerígenas, en  las  cuales el desencadenamiento de  la  apoptosis mediada  por  TPM  podría  representar  un mecanismo  de  defensa  significativo  para  el  organismo portador.  También  se ha  reportado que  la MF manifestó un efecto hepatoprotector  contra  el  daño  hepático  inducido  por tetracloruro  de  carbono.  En  este  mismo  estudio,  la  MF presentó  una  fuerte  actividad  antioxidante  mediante  el ensayo  del  1,1‐difenil‐2‐picrilhidracilo  (DPPH)  (Pauletti  et 

   

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al., 2003; Dar et al., 2005), lo que fundamentó los hallazgos de  las  propiedades  secuestradoras  de  radicales  libres  in vitro de este polifenol.  Por otra parte, MF ha demostrado efecto secuestrador del radical superóxido producido por los sistemas hipoxantina‐xantina oxidasa y metosulfato fenazina‐NADH; pero no fue capaz  de  inhibir  la  actividad  de  la  xantina  oxidasa, determinada  por  la  producción  de  ácido  úrico  como sustrato, ni modificar  la  respuesta  contráctil  inducida por fenilefrina  o  ésteres  de  forbol  (como  PMA)  en  anillos aórticos  de  rata  (Leiro  et  al.,  2003).  Sin  embargo,  su aglicona  noratiriol  inhibió  la  generación  del  anión superóxido  inducida  por  formilmetionil‐leucil‐fenilalanina (fMLP) y el consumo de O2 en neutrófilos de  rata  (Hsu et al.,  1997).  En  un  sistema  libre  de  células,  generador  de radicales  de  oxígeno,  noratiriol  inhibió  la  generación  de superóxido  durante  la  autoxidación  del  ácido dihidroxifumárico y en el sistema xantina‐xantina oxidasa. Noratiriol  inhibió el aumento de Ca2+  inducido por  fMLP y la formación de inositol trifosfato, así como las actividades de  la  fosfolipasa  C  citosólica  de  neutrófilos  y  la  NADPH oxidasa. Los autores afirmaron que el noratiriol contribuye a la reducción de radicales superóxido atribuida al bloqueo de  la vía fosfolipasa C,  la atenuación de  la fosforilación de la proteína de  tirosina  inducida por  fMLP y a  la supresión de  la  NADPH  oxidasa  a  través  de  la  interrupción  del transporte de electrones.   ACTIVIDAD ANTI‐INFLAMATORIA E INMUNOMODULADORA  Existen  múltiples  evidencias  que  señalan  la  relación existente entre el balance oxidativo a nivel celular y tisular, la respuesta al dolor y el desarrollo de la inflamación, en la que se muestra que  las ERO activan  las proteína‐cinasas y fosfatasas,  así  como  factores  de  transcripción  que promueven  la  biosíntesis  de  citocinas  pro‐inflamatorias (Kyriakis  &  Avruch,  1996;  Cuzzocrea  et  al,  2001).  Las citocinas, a su vez, promueven la aparición de nuevas ERO a partir de la activación de diversos factores de regulación transcripcional, entre los que se encuentra el NF‐κB (Karin & Neriah, 2000; Li & Verma, 2002).  En  estudios  recientes  se  ha  comprobado  que  el  ECAM redujo la inflamación inducida por carragenano, en ratas y cobayos,  y  formalina,  en  ratones,  como modelos  agudos inflamatorios  (Garrido  et  al.,  2001).  En  un  modelo  de inflamación  tópica  en  el  que  se  indujo  el  edema  por agentes  irritantes  (como el ácido araquidónico o el PMA) en la oreja del ratón, ECAM, administrado de forma tópica (oreja),  inhibió  la  inflamación  con  una  reducción  de  la actividad de  la enzima mieloperoxidasa en el tejido de  las orejas tratadas con PMA + ECAM (Garrido et al., 2004a). De  la  misma  manera,  en  un  modelo  de  enfermedad peridontal  inducida en perros  (García‐Triana et al., 2005), el  ECAM  (1%,  disuelto  en  solución  salina  fisiológica), 

aplicado dos veces al día durante tres semanas, redujo de manera  significativa  el  índice  gingival,  la  profundidad  del surco  gingival  y  la  pérdida  ósea,  por  lo  que  la administración tópica del extracto atenuó el desarrollo de la enfermedad peridontal.  Por otra parte, el ECAM inhibió la quimiotaxis de leucocitos polimorfonucleares, lo que permite regular la migración de células  inflamatorias  al  sitio  de  inflamación  e  inhibir  la expresión de moléculas de adhesión,  relacionadas con  los procesos  de  activación  del  endotelio  vascular  y  los procesos  de  trasmigración  de  leucocitos  y  otras  células inflamatorias  al  tejido  inflamado.  Además,  se  pudo comprobar que  ECAM  inhibe  la  expresión de  la molécula de  adhesión  ICAM‐1  cuando  las  células  endoteliales  son estimuladas  con  IL‐1  (Delgado et  al., 2001; Beltrán et  al., 2003).  La  capacidad  quimiotáctica  de  macrófagos peritoneales  de  rata  también  fue  inhibida  por  ECAM (García et al., 2002).  También,  el  ECAM  inhibió  la  producción  de  eicosanoides tales como prostaglandina E2 (PGE2) y leucotrieno B4 (LTB4), mediadores de procesos  inflamatorios relacionados con  la activación de  la vía metabólica del ácido araquidónico, en macrófagos RAW264.7 y J774 (Garrido et al., 2004a; 2006). Este  efecto  podría  deberse,  al menos  en  parte  (PGE2),  a que  ECAM  inhibe  la  expresión  de  la  enzima  inducible encargada  de  la  síntesis  de  estos  mediadores,  la ciclooxigenasa  2  (COX‐2),  mediante  la  inhibición  del proceso de  transcripción de  los  genes que  codifican para esta  enzima  en  macrófagos  peritoneales  murinos estimulados  con  lipopolisacárido  bacteriano  (LPS)  e interferón  gamma  (IFNγ)  (Leiro  et  al.,  2004b).  En  este estudio,  ECAM  solo  redujo,  de  forma  significativa,  la concentración de ARNm de  la enzima COX‐1 con  la mayor concentración  evaluada  (400  μg/mL),  lo  que  pudiera indicar que el extracto es capaz de  inhibir selectivamente la isoforma COX‐2 que se induce en el proceso inflamatorio sin  alterar  la  función  biológica  de  la  enzima  COX‐1. Adicionalmente,  el  ECAM  inhibió  la  actividad  de  la fosfolipasa A2 (PLA2) de secreción sinovial humana (Garrido et al., 2004a).  En  sistemas  experimentales,  en  los  que  se  emplearon células  de musculatura  lisa  vascular,  aisladas  de  arterias mesentéricas  de  ratas  normotensas  y  espontáneamente hipertensas, se  lograron demostrar  los efectos de ECAM y la MF  sobre  la  expresión  de  las  isoformas  inducibles  de COX‐2 y de iNOS, ambos sistemas enzimáticos involucrados en  la hipertensión arterial como enfermedad  inflamatoria crónica,  en  la que desempeñan un papel protagónico  los diversos  procesos  e  intermediarios  asociados  a  las funciones básicas del endotelio  vascular  y  la musculatura lisa  vascular.  Se  comprobó  que  ECAM  inhibió  con mayor efectividad la expresión de iNOS inducida por IL‐1 en ratas hipertensas  respecto  a  las  normotensas, mientras  que  el 

   

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efecto  inhibidor sobre  la COX‐2  fue más acentuado en  las ratas normotensas (Beltrán et al., 2004). El ECAM redujo la contracción inducida por noradrenalina y otro  agente  vasoconstrictor  (U46619)  en  arteria mesentérica de rata (Beltrán et al., 2004), efecto este que no  se  justifica  a  partir  de  sus  propiedades  anti‐inflamatorias.  Sin  embargo,  la  MF  no  mostró  actividad vasodepresora,  lo  cual  sugiere  que  el  efecto  de  ECAM sobre  la  vasoconstricción  mediada  por  la  expresión  de COX‐2 e  iNOS, está  relacionada  con  la presencia de otros componentes  del  ECAM,  cuyo  efecto  aún  está  por demostrar.  En un modelo murino de choque endotóxico  inducido por lipopolisacárido  (LPS),  el  ECAM  inhibió  la  producción  de TNFα  tanto en un modelo de administración aguda como cuando se administró durante una semana por vía oral. Se pudo  comprobar  que  esta  inhibición  está  dada  por  la acción  de  ECAM  sobre  el  trascripto  primario  de  esta proteína (ARNm) tanto en hígado como en pulmones de los animales  tratados  (Garrido et al., 2004b). En  los modelos de inducción de edemas auriculares por ácido araquidónico y PMA, por administración aguda oral de ECAM, se obtuvo una  inhibición  de  las  concentraciones  séricas  de  TNFα (Garrido et al., 2004a). Además, ECAM y MF  inhibieron  la producción  de  esta  citocina  pro‐inflamatoria  en macrófagos  RAW  264.7  y  N9  activados  con  LPS  e  IFNγ (Garrido et al., 2004b). La acción de MF sobre macrófagos residentes del SNC en microglia (como  la  línea celular N9) pudiera explicar la actividad neuroprotectora detectada en un modelo de neuroinflamación y daño oxidativo inducido por estrés en el cerebro de ratas inmovilizadas (Máquez et al., 2012). El tratamiento previo con esta xantona, por vía oral durante siete días, previno todos los efectos inducidos por  el  estrés  como  fueron:  el  incremento  en  las concentraciones plasmáticas de glucocorticoides e IL‐1β; la pérdida  del  balance  redox  y  la  reducción  de  las concentraciones de catalasa cerebral; el incremento de los mediadores  pro‐inflamatorios,  tales  como  TNFα  y  su receptor TNF‐R1, el NF‐κB  y  la  síntesis de enzimas,  como iNOS y COX‐2; y el  incremento de  la peroxidación  lipídica. Estos  resultados  sugieren que  la administración de MF  (o los extractos  ricos en esta  xantona) podría  constituir una nueva  estrategia  terapéutica  en  patologías  neurológicas‐neuropsiquiátricas  en  las  cuales  exista  una  desregulación del eje hipotalámico‐pituitario‐adrenal, neuroinflamación y un daño oxidativo.  Por otra parte, se investigaron los efectos del ECAM en un modelo de colitis ulcerativa  inducida por sulfato sódico de dextrano (DSS) en ratas (Márquez et al., 2010). Para ello, el ECAM  se  administró  en  dos  protocolos  diferentes:  en  el primero  se  administró  el  ECAM  por  vía  rectal,  durante  7 días en co‐tratamiento con DSS, y en el segundo ECAM se administró una vez al día durante 14 días (por sonda oral, 7 días antes de  la administración de DSS y  rectal por 7 días 

durante  la  administración  de  DSS).  Los  resultados demostraron  que  el  ECAM  tiene  propiedades  anti‐inflamatorias que mejoran  los signos clínicos,  la reducción de la ulceración y la reducción de la actividad MPO cuando se administra antes de DSS. Además, la administración del extracto  por  14  días  resultó  en  un  aumento  de GSH  y  la reducción  de  las  concentraciones  de  las  sustancias reactivas  de  ácido  tiobarbitúrico  (TBARS)  y  de  iNOS  y  la expresión de COX‐2, TNF‐α y TNF R‐2 en tejido colónico, y una  disminución  de  las  concentraciones  séricas  de  IL‐6  y TNFα.  Los  autores  declararon  que  la  administración preventiva de ECAM, en un modelo de colitis  inducida por DSS, parece ser el protocolo más efectivo para disminuir el estrés oxidativo y la inflamación en este modelo.  Existe  una  estrecha  relación  entre  la  inflamación,  el desbalance oxidativo y la respuesta inmune. La producción de  ERO  puede  modular  la  expresión  de  numerosas moléculas (citocinas, anticuerpos, factores de transcripción y  otras)  involucradas  en  la  respuesta  inmune,  lo  que  ha permitido  relacionar  algunos  trastornos  en  la  inmunidad con  el  estrés  oxidativo  y  los  mecanismos  de  defensa antioxidante  con  las propiedades  inmunomoduladoras de los fármacos (Matés et al., 2000). La respuesta inflamatoria es  parte  y  consecuencia  de  algunos  tipos  de  respuesta inmune  y  varias  de  las  citocinas  producidas  por macrófagos,  células  T  y  mastocitos  conducen  al reclutamiento  celular,  el  incremento  de  la  permeabilidad vascular,  la  vasodilatación  y  otros  eventos  característicos de  la  inflamación.  Otro  punto  en  común  entre  estos fenómenos lo constituye la actividad del propio macrófago, pues  es  una  de  las  principales  fuentes  de  producción  de ERO, de mediadores pro‐inflamatorios y es uno de los ejes centrales  en  la  activación  de  la  respuesta  inmune adaptativa  que  inducen  la  coestimulación  para  la activación de las células T.  En macrófagos murinos, aislados y estimulados con LPS e IFNγ,  ECAM  redujo  las  concentraciones  de  ARNm  de  las citocinas  TNFα,  IL‐1β  y GM‐CSF,  sin  afectar  las de  IL‐6,  e incrementó  las de TGFβ. Además,  redujo  la concentración de  TNFα  en  el  sobrenadante  de  cultivo  de  macrófagos peritoneales, lo que permitió correlacionar la inhibición del ARNm con la reducción de la proteína (García et al., 2002). Por su parte, la MF inhibió el aumento de iNOS y TNFα en macrófagos de  rata estimulados  in  vivo  con  tioglicolato  y después  in vitro con LPS e  interferón gamma (Guha et al., 1996).  A  concentración  de  100  mM  redujo  las concentraciones  de  sus  ARNm.  Sin  embargo,  a  esta concentración  aumentaron  los  valores  del  transcripto primario  del  factor  de  crecimiento  tumoral‐beta  (TGF‐β) (Leiro  et  al.,  2003).  El  hallazgo  de  que  MF  aumente  la expresión  génica  de  TGF‐β  sugiere  que  este  polifenol,  o extractos que lo contengan, podría tener algún valor en lo prevención  del  cáncer,  enfermedades  autoinmunes, aterosclerosis y otras afecciones cardiovasculares. 

   

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Por  otra  parte,  el  ECAM  inhibió  la  producción  de  óxido nítrico  (NO)  en  macrófagos  RAW264.7  (Garrido  et  al., 2004b), así como en macrófagos peritoneales (García et al., 2002) estimulados con LPS e  IFNγ. Se comprobó que esta acción  de  ECAM  está  asociada  a  la  reducción  de  la concentración de ARNm que codifica para  la  iNOS,  lo que conduce  a  la  inhibición  de  la  expresión  de  esta  enzima, encargada de  la producción del NO a partir de  L‐arginina (Leiro et al., 2004b).  El ECAM  también  inhibió  la activación  inducida por TNFα del factor de transcripción nuclear NF‐κB en células Hela y Jurkat, con  lo cual se  impidió  la degradación del  inhibidor citoplasmático  del  NF‐κB,  o  sea  IκB.  Por  tanto,  la translocación del NF‐κB al núcleo de la célula y su posterior unión a elementos específicos en regiones promotoras de genes  dianas  para  la  producción  de  proteínas  pro‐inflamatorias, tales como citocinas, moléculas de adhesión y enzimas, entre otros, también fue inhibida (Garrido et al., 2005). Por otra parte,  se  comprobó que ECAM  redujo  las concentraciones  de  ARNm  del  NF‐κB  en  macrófagos peritoneales  murinos  estimulados  con  LPS  e  IFN‐γ  sin afectar la concentración de IκB, lo que explica que, además de  inhibir su activación, reduce  la disponibilidad de NF‐κB en  el  citoplasma  celular  y  garantiza  la  presencia  del inhibidor IκB (Leiro et al., 2004a).  Se  piensa  que  uno  de  los  componentes  en  el  ECAM responsable  de  los  efectos  anti‐inflamatorio  e inmunomodulador  sea  la  MF,  por  lo  que  se  realizó  un estudio para demostrar  los mecanismos de acción por  los cuales  esta  xantona  ejerce  tales  efectos  (Leiro  et  al., 2004a).  Todo  ello  se  realizó  a  través  de  la medición  del efecto  sobre  la expresión de diversos  genes  relacionados con  la  vía  de  señalización  del  NF‐κB,  por  lo  que  se demostró que ésta  inhibe  la expresión de dos genes de  la familia  de  Rel/NF‐κB/IκB,  RelA  y  RelB,  lo  que  indica  un efecto  inhibitorio  sobre  la señal de  transducción mediada por NF‐κB; del factor 6 asociado al receptor de TNF (Traf6), lo que pudiera indicar un probable bloqueo de la activación de  NF‐κB  vía  LPS,  TNFα  o  IL‐1;  de  otras  proteínas involucradas en  las respuestas a TNF y a  la vía apoptótica disparada por daño al ADN,  la que  incluye el  receptor de TNF (TNF‐R), el dominio de muerte asociado al receptor del TNF  (TRADD) y  la proteína que  interactúa con el  receptor (RIP);  del  ligando  extracelular  de  IL‐1α,  lo  que  indica, posiblemente,  interferencia con  la respuesta a  IL‐1; de  las citocinas pro‐inflamatorias IL‐1, IL‐6, IL‐12, TNFα y RANTES y  citocinas producidas por monocitos y macrófagos  como el factor estimulante de colonias de granulocitos (G‐CSF), el factor estimulante de colonias de granulocitos‐macrófagos (GM‐CSF)  y  el  factor  estimulante  de  colonias  de macrófagos (M‐CSF); de otras proteínas de receptores toll‐like  (además de Traf6)  tales  como  JNK1,  JNK2 y Tab1; de Scya2 (Small Inducible Cytokine A2), una proteína similar a 

la proteína quimioatrayente de monocitos‐1 (MCP‐1); y de varias  moléculas  de  adhesión  intracelular  (ICAM)  y  la molécula de adhesión  celular vascular VCAM‐1,  la  cual  se encuentra aumentada en ateromas. La  inhibición de JNK1, unido  a  la  estimulación  de  c‐JUN  y  a  la  actividad secuestradora  de  superóxido  anteriormente mencionada, sugiere que  la MF podría proteger  a  las  células  contra el daño oxidativo y la mutagénesis.  Además, MF bloqueó  la activación de NF‐κB  inducido por TNF  y  los  genes  dependientes  de NF‐κB  como  ICAM‐1  y COX‐2 (Sarkar et al., 2004). El efecto estuvo mediado por la inhibición de la activación de IKK y subsiguiente bloqueo de la  fosforilación y degradación de  IκBα. De  igual  forma,  la MF  inhibió  la  fosforilación  de  p65  inducida  por  TNF,  así como  la  translocación  al  núcleo  y  la  activación  de NF‐κB inducida  por  otros  agentes  pro‐inflamatorios  como  PMA, ceramide  y  LPS.  También,  inhibió  la  generación  de  ERO inducida  por  TNF  e  incrementó  al  doble  las concentraciones  de  GSH  (un  modulador  de  las concentraciones  de  NF‐κB)  en  comparación  con  otros antioxidantes.  Al  mismo  tiempo,  decrecieron  las concentraciones  de  GSSG  e  incrementó  la  actividad  de catalasa. MF  y,  por  tanto,  el  ECAM,  podría  constituir  un fuerte  candidato  para  la  terapia  antioxidante  y  anti‐inflamatoria  debido  a  su  capacidad  para  inhibir  la activación de NF‐κB y al incremento de las concentraciones intracelulares de GSH. Todas  estas  evidencias,  tanto  de  experimentos  a  nivel molecular  como  en  modelos  animales,  demostraron  la influencia  de  ECAM  sobre  especies  intermediarias  de  la reacción  inflamatoria,  tales  como moléculas  de  adhesión (ICAM‐1),  citocinas  pro‐inflamatorias  (TNFα  y  sus receptores  TNF R‐1  y R‐2,  IL‐1, GM‐CSF  y  TGFβ), enzimas (COX‐2,  iNOS,  PLA2), mediadores  de  la  cascada  del  ácido araquidónico (PGE2 y LTB4) y factores de transcripción (NF‐κB) que constituyen señales de activación intercelular muy relevantes  de  la  respuesta  inflamatoria  y  del  sistema inmune,  asociadas  a  los  procesos  de  daño  tisular  y activación celular que producen la mayor parte de las ERO. De otra parte, los estudios llevados a cabo con MF indican que  ésta  es  un  inhibidor  de  la  expresión  de  genes  como iNOS  TNFα  y  NF‐κB,  lo  que  sugiere  que  esta  xantona presenta  un  valor  potencial  en  el  tratamiento  de desórdenes  inflamatorios  y(o)  neurodegenerativos.  Estos resultados también indican que la MF modula la expresión de un considerable número de genes que participan en  la replicación  viral,  la  regulación  de  la  apoptosis,  la tumorogénesis,  la  inflamación  y  enfermedades autoinmunes  por  lo  que  pudiera  ser,  en  parte,  la responsable  de  las  actividades  anti‐inflamatoria  e inmunomoduladora del ECAM. Un resumen de  los efectos de ECAM sobre algunos de  los mediadores  pro‐inflamatorios  e  inmunológicos  se  puede apreciar en la Figura 2.  

   

 Rev. Farmacol. Chile (2012) 5(2): 72 

 

 

Figura 2. 

 

TNFα

NF-κB

NF-κB

ICAM-1

iNOS

COX-2

NO.

O2- ONOO-

TNFα

Citoplasma Núcleo

Mediadores Proinflamatorios

ADN

CHOQUE ENDOTÓXICO

ADHESIÓN CELULAR

IL-1β

GM-CSF

ECAM ECAM

AA

INFLAMACIÓN

Fosfolípidos Membrana

ECAM PLA2

PGE2 LTB4

LOX

ECAM

ECAM

TNFα

NF-κB

NF-κB

ICAM-1

iNOS

COX-2

NO.

O2- ONOO-

NO.

O2- ONOO-

NO.

O2- ONOO-

TNFα

Citoplasma Núcleo

Mediadores Proinflamatorios

ADN

CHOQUE ENDOTÓXICO

ADHESIÓN CELULAR

IL-1β

GM-CSF

ECAM ECAM

AA

INFLAMACIÓN

Fosfolípidos Membrana

ECAM PLA2

PGE2 LTB4

LOX

ECAM

ECAM

   Mecanismo de acción anti‐inflamatoria del extracto de la corteza del árbol del mango (ECAM). El proceso de inducción de señales, resultado de la activación del factor de transcripción nuclear κB (NF‐κB) por el factor de necrosis tumoral alfa (TNFα) se inhibe por el ECAM. Bajo condiciones patológicas, la activación de NF‐κB inducida por TNFα estimula la degradación del inhibidor citoplasmático (IκB) del NF‐κB. Después de ese evento, NF‐κB se trasloca al núcleo de la célula para inducir la síntesis de ARNm de algunos mediadores pro‐inflamatorios tales como el TNFα, la óxido nítrico sintasa inducible (iNOS), la ciclooxigenasa 2 (COX‐2), la interleucina 1 (IL‐1) y el factor estimulante de colonias de granulocitos‐macrófagos (GM‐CSF); así como moléculas de adhesión que participan en el proceso de la adhesión celular (como ICAM‐1). El ECAM también es capaz de inhibir otros mediadores importantes del proceso inflamatorio como la fosfolipasa A2 (PLA2), la prostaglandina E2 (PGE2) y el leucotrieno B4 (LTB4). 

  

En otros modelos experimentales, se demostró que ECAM moduló  la  respuesta  inmune  humoral  en  ratones, mediante  la  inhibición  de  la  IgG2a  y  la  IgG2b, inmunoglobulinas  características  de  la  respuesta  Th1 activadora de macrófagos, pero  sin  afectar  la producción de  IgM  (García  et  al.,  2003a).  Este  resultado  se corresponde  con  el  efecto  inhibitorio  de  la  actividad  de macrófagos  (García  et  al.,  2002;  Leiro  et  al.,  2004b),  e indica  que  ECAM  pudiera  utilizarse  en  enfermedades caracterizadas  por  la  sobreproducción  de inmunoglobulinas. La activación de  los  linfocitos T es una etapa crucial de  la respuesta inmune que conduce a un incremento rápido en la  expresión de  genes  relacionados  con  la proliferación  y diferenciación de estas  células.  La desregulación de estos procesos conduce a estados inmunopatológicos como las  

   enfermedades  autoinmunes  y  la  inflamación.  Cuando  los mecanismos de activación de células inmunocompetentes, como  los  macrófagos  y  las  células  T,  persisten  por permanencia del estímulo antigénico o por desregulación de  los mecanismos  inhibitorios,  se produce un estado de sobreactivación  celular  que  conlleva  a  la  excesiva producción de mediadores inflamatorios, lo que conduce a un  proceso  inflamatorio  tal  que  puede  terminar  en  una lesión tisular. Dichos procesos están altamente  implicados en  la fisiopatología de enfermedades tales como  la artritis reumatoide,  las enfermedades  inflamatorias  intestinales y el lupus eritematoso sistémico, entre otras (Issekutz et al., 1988; Ali et al., 1997).  El  ECAM  también  inhibió  la  proliferación  de  células  T humanas  estimuladas  por  un  superantígeno  de 

   

 Rev. Farmacol. Chile (2012) 5(2): 73 

 

 

enterotoxina  B  de  Staphylococcus  aureus  (Garrido  et  al., 2005).  La activación de  los  linfocitos T ha  sido estudiada, tanto en  la  inflamación crónica como en  la aguda, ya que diferentes poblaciones de células T alteran el balance entre el aclaramiento o eliminación del patógeno y  la  inducción de  daño  tisular,  lo  que  depende  de  los  mediadores citocínicos  que  ellos  secretan.  La  activación  por  citocinas conduce a un  incremento rápido en  la expresión de genes relacionados  con  el  crecimiento,  la  adhesión  y diferenciación  de  estas  células.  El  tratamiento  con  ECAM inhibió  la proliferación celular mediada por el receptor de células  T  e  inducida  por  SEB.  Además,  fue  estudiado  el efecto  del  extracto  sobre  la  expresión  en  la  superficie celular de  los marcadores de activación CD25 en células T primarias,  estimuladas  con  SEB.  El  extracto  inhibió  la expresión de este marcador en  la superficie celular de  los linfocitos T. Como consecuencia de la activación celular, las células T primarias progresan a las fases S y G2‐M del ciclo celular,  y  en  este  estudio  se  evaluó  el  efecto  del  ECAM sobre  la  progresión  del  ciclo  celular  en  estas  células  T estimuladas.  El  tratamiento  con  el  extracto  previno  la entrada de las células en la fase S del ciclo celular. La muerte celular inducida por activación (AICD, Activation Induced  Cell  Death)  es  esencial  para  la  homeostasis  del sistema  inmune  (Krammer  et  al.,  1994)  y  su  desbalance está relacionado con diversas enfermedades tales como las inmunodeficiencias y  las autoinmunes (Rieux‐Laucat et al., 2003).  La  elevada  expresión  del  CD95L  asociada  al incremento en  la sensibilidad a  la AICD que se observa en los  individuos  infectados  con  el  virus  de  la inmunodeficiencia  humana  evidencia  que  este  tipo  de muerte  celular  contribuye,  en  parte,  a  la  pérdida progresiva de  linfocitos T CD4+  infectados y no  infectados que  conduce  a  la  desregulación  del  sistema  inmune  en estos pacientes  (Dockrell et al., 1999; Badley et al., 2000; Alimonti et al., 2003).  Los  resultados  experimentales  demostraron  que  ECAM puede  regular  la sobrevivencia de  linfocitos T humanos al inhibir la AICD in vitro. Este efecto se ejerce al disminuir las concentraciones  intracelulares  de  ERO  y  Ca2+,  señales tempranas inducidas que estimulan al TCR (T cell receptor). La capacidad de inhibir las ERO se demostró además, por la reducción  en  la  expresión  de  la  enzima  manganeso‐superóxido  dismutasa  (Mn‐SOD),  involucrada  en  la regulación de  los procesos de estrés oxidativo e  inducida por  la  estimulación  del  TCR  (Hernández  et  al.,  2006a). También,  el  ECAM  actuó  sobre  factores  transcripcionales involucrados  en  la  AICD.  La  disminución  de  las concentraciones  constitutivas  de  NF‐κB  en  presencia  del extracto  determina  una  menor  disponibilidad  de  este factor en la cascada de señales necesaria para la inducción del  CD95L  (Hernández  et  al.,  2006b).  Por  otra  parte,  el extracto  disminuyó  la  fosforilación  de  la  cinasa  de  c‐Jun (JNK), lo que repercute en su activación y en consecuencia, en  la activación del  factor AP‐1  (Hernández et al., 2006a). 

El  conjunto  de  efectos  descritos  conduce  a  la  inhibición observada  de  la  expresión  del  ARNm  del  CD95L  y determina  que  ECAM  inhiba  la  AICD.  En  otro  estudio (Hernández  et  al.,  2007)  se  demostró  que  los  principales polifenoles que componen el ECAM, como MF, catequina y epicatequina  son  responsables, en parte, de  la  capacidad del extracto de  regular  la AICD en  células T. Esto pudiera explicarse  a  través  de  un  mecanismo  que  involucra  la disminución  de  las  concentraciones  de  ERO  y  Ca2+ inducidos por  la activación del TCR. En  todos  los  casos el efecto fue inferior al mostrado por ECAM, lo que fortalece la  hipótesis  del  efecto  sinérgico  que  pudiera  ejercer  la mezcla de componentes que conforman el extracto.  En  la  Figura  3  se  muestra  un  esquema  de  los  blancos potenciales  de  acción  del  ECAM  sobre  la  cascada  de señalización  del  CD95L  estimulada  durante  la  AICD  en linfocitos T humanos.   ACTIVIDAD ANALGÉSICA  Los  ensayos  desarrollados  con  la  finalidad  de  evaluar  la acción anti‐inflamatoria del ECAM, en modelos in vitro e in vivo, mostraron actividad anti‐inflamatoria y analgésica. De forma  específica,  el  ECAM  redujo  el  dolor  inducido  por formalina en la fase tardía de la reacción dolorosa (Garrido et al., 2001, 2004a,b, 2005, 2006).  En la prueba de la formalina se acepta que la primera fase resulta  de  la  activación  directa  de  las  fibras  aferentes primarias nociceptivas y refleja un dolor de tipo fisiológico o nociceptivo (Vyklicky, 1979; Ren & Dubner, 1999; Wilson et  al.,  2006).  Sin  embargo,  existen  aún  dificultades  en  la comprensión  de  los  mecanismos  de  la  segunda  fase. Estudios  recientes  sugieren  que  dicha  fase  resulta  de  un incremento de  la excitabilidad de  las neuronas del cuerno dorsal  espinal  (CDE)  y  se ha demostrado que  la  fase  I  es necesaria  para  el  desarrollo  de  la  fase  II  (Ren & Dubner, 1999).  Este  ensayo  es  considerado  como  un  excelente modelo de dolor persistente de moderada intensidad, que se  asemeja  al  dolor  clínico  en  humanos  (Ortega  et  al., 2002).  La  actividad  del  ECAM  quedó  demostrada  para  la fase  II, de ahí sus potencialidades para el  tratamiento del dolor patológico y su acción antihiperalgésica.  En  el modelo  de  dolor  inducido  por  la  aplicación  i.p.  de ácido  acético  se obtuvo un  resultado  similar  al  reducir el número  de  las  contorsiones  abdominales  (Garrido  et  al., 2001).  Este  modelo  estudia  el  dolor  visceral  o  mixto provocado  por  este  irritante  que  causa  inflamación peritoneal e hiperalgesia (Reichert et al., 2001). También la MF ha mostrado efecto analgésico en este modelo y en el del plato caliente en  ratones, sin exhibir  la actividad anti‐inflamatoria (Dar et al., 2005).  Ambos  estudios  (mediante  la  inducción  de  estímulos nociceptivos  por  formalina  y  ácido  acético)  sugieren  la potencialidad  del  ECAM  para  tratar  las  alteraciones  del procesamiento nociceptivo en circunstancias patológicas.  

   

 Rev. Farmacol. Chile (2012) 5(2): 74 

 

 

Figura 3.  

TCR

PLCγ2

ZAP70 Lck

Núcleo

promotor CD95L

Rho/Rac

MKK 4/7

JNK

p

Jun

p

Apoptosis

ROS

RE

Mi2

4

5

6

Calcineurina

Calmodulina

NFκB

MnSOD

TCR

PLCγ2

ZAP70ZAP70 LckLck

Núcleo

promotor CD95L

Rho/RacRho/Rac

MKK 4/7 MKK 4/7

JNK

pp

Jun

pp

Transcripción Apoptosis

ERO

RE

Ca2+ MiECAM2

4

5

6

3

11

3

Calcineurina

Calmodulina

MnSOD

ECAM

ECAM NFATNF-κB

ECAM

ECAM

ECAM

TCR

PLCγ2

ZAP70ZAP70 LckLck

Núcleo

promotor CD95L

Rho/RacRho/Rac

MKK 4/7 MKK 4/7

JNK

pp

Jun

pp

Apoptosis

ROS

RE

MiMi2

4

5

6

Calcineurina

Calmodulina

NFκB

MnSOD

TCR

PLCγ2

ZAP70ZAP70 LckLck

Núcleo

promotor CD95L

Rho/RacRho/Rac

MKK 4/7 MKK 4/7

JNK

pp

Jun

pp

Transcripción Apoptosis

ERO

RE

Ca2+ MiECAM2

4

5

6

3

11

3

Calcineurina

Calmodulina

MnSOD

ECAMECAM

ECAMECAM NFATNF-κB

ECAMECAMECAM

ECAMECAMECAM

ECAMECAMECAM

 

 

Blancos potenciales de la acción del extracto de la corteza del árbol del mango (ECAM) sobre la cascada de señalización del CD95L estimulada durante la muerte celular inducida por activación (AICD) en linfocitos T humanos. (1) Disminución de las concentraciones de ERO; (2) Disminución de las concentraciones de Ca2+; (3) inhibición de la expresión de Mn‐SOD; (4) inhibición de la fosforilación de JNK; (5) inhibición de la expresión de ARNm del gen CD95L; (6) inhibición de la AICD. RE: retículo endoplasmático. 

 

Como se ha mencionado,  los resultados en otros modelos in  vivo  de  inflamación  complementan  los  hallazgos anteriormente expuestos ya que el ECAM inhibe el edema de la oreja inducido por ácido araquidónico y los ésteres de forbol  (Garrido  et  a.,  2004a),  que  exploran  con  cierta selectividad  las  vías  de  la  lipooxigenasa  (LOX)  y  la  COX, respectivamente.  Además,  estudios  bioquímicos adicionales en estos modelos demostraron una  reducción sistémica del TNFα (Garrido et al., 2004b), el cual participa primariamente en el establecimiento de la hiperalgesia. La expresión  de  esta  citocina  pro‐inflamatoria  favorece  la liberación  de  IL‐1,  IL‐6  e  IL‐8,  reduce  el  umbral  de activación  de  fibras  C,  induce  la  liberación  de neuropéptidos  como  la  sustancia  P  (SP)  y  el  péptido relacionado al gen de  la calcitonina (PRGC) y desencadena las  vías  dependientes  de  la  COX,  para  la  formación  de prostaglandinas  (García  et  al.,  2001;  Covey  et  al.,  2002; Wood, 2005; Xu et al., 2006). Además, conjuntamente con el IFNγ, el TNFα amplifica la producción de aniones  

  superóxido por  los neutrófilos y  la biosíntesis de NO, por aumento de  la actividad de todas  las  isoformas de  la NOS (Eliav et al., 2001; Zelenka et al., 2005). En  los estudios  in vitro (Garrido et al., 2004b), diseñados para profundizar en el  mecanismo  de  acción  de  los  efectos  descritos anteriormente,  el  ECAM  inhibió  la producción de  TNFα  y NO  en  líneas  celulares  de  macrófagos  RAW264.7  y  de manera  interesante el mismo  resultado  fue observado en macrófagos  residentes  del  SNC  en microglia  (células N9). En macrófagos murinos después de la estimulación con LPS e  IFNγ redujo  las concentraciones de  iNOS y de su ARNm, así como de COX‐2 y su ARNm (sin efectos marcados sobre COX‐1),  TNFα;  así  como  PGE2,  que  posee  un  reconocido papel como mediador de la hiperalgesia (Kress, 2005), e IL‐1β. La  IL‐1β es considerada una molécula muy  importante en  el  desarrollo  de  la  hiperalgesia  inflamatoria,  por  sus mecanismos  indirectos  sobre  la  liberación  de  PG,  la inducción de receptores de bradicinina y el aumento en las 

   

 Rev. Farmacol. Chile (2012) 5(2): 75 

 

 

concentraciones locales del factor de crecimiento nervioso (Eliav et al., 2001; Zelenka et al., 2005).   

Se  ha  documentado  que  el  NO  producido  por  la  óxido nítrico  sintasa  neuronal  (nNOS)  y  la  iNOS,  difunde fácilmente  a  través  de  las membranas  celulares  y  viaja  a neuronas  vecinas,  glias  y  a  la  terminal  nerviosa presináptica,  donde  puede  activar  sistemas  de  segundos mensajeros,  con  el  consiguiente  aumento  del GMPc  que activaría a  las proteínas  cinasas dependientes de GMPc y estas favorecerían la liberación de glutamato (Vetter et al., 2001).  Por  otra  parte,  la  PGE2  puede  activar  a  la  adenil ciclasa,  vía  receptor  EP2,  y  aumentar  las  concentraciones de  AMPc,  el  que  activaría  a  sus  proteínas  cinasas dependientes,  como  la  proteína  cinasa  A,  la  cual  induce mayor  liberación de glutamato  (Lui & Lee, 2004). De esta forma,  los  procesos  presinápticos  y  postsinápticos  se retroalimentan  y  exageran  la  señal  excitatoria  en  el CDE. Asimismo, existe una elevación de  las concentraciones de PGD2, PGE2, PGF2α, de  la COX‐2 y del ácido araquidónico en  el  SNC.  También,  existen  evidencias  en  animales  y humanos  que  confirman  los  efectos  antihiperalgésicos centrales de los anti‐inflamatorios no esteroidales durante la  inflamación o el daño nervioso  (Shi et al., 2006). Estos antecedentes  sugieren  la  posibilidad  para  la  utilización terapéutica del ECAM en estos estados.  

La evidencia de que el ECAM previno  la activación del NF‐κB  inducida por TNFα y que no afecta  la expresión de  IκB (Garrido  et  al.,  2005),  unificó  y  dio  soporte  a  todos  los resultados  anteriores.  El  ECAM  pudiera  utilizarse  en  el tratamiento  de  las  alteraciones  del  procesamiento nociceptivo  con  las  consecuentes  implicaciones beneficiosas sobre la inhibición de la cascada inflamatoria y la hiperalgesia. Estudios  recientes  in  vitro  (Lemus‐Molina et al., 2009) en oligodendrocitos  y  en  neuronas  (muchas  de  ellas  son interneuronas  inhibitorias)  apoyan  los  efectos favorecedores  en  la  prevención  de  la  muerte  neuronal excitotóxica  inducida  por  receptores  N‐metil‐D‐aspartato (NMDA) (Baymgärtner et al., 2002). En estos experimentos se  observó  una  disminución  de  las  concentraciones  de glutamato, en presencia del extracto y su xantona aislada, que  lo hacen menos biodisponible para  la  interacción con sus receptores, en especial el NMDA. Múltiples evidencias soportan  la  participación  de  la  vía  postsináptica  receptor NMDA‐NO‐GMPc  en  el  proceso  de  hiperexcitabilidad  del CDE  que  promueve  el  establecimiento  de  los  estados dolorosos  crónicos  (Gao  et  al.,  2005,  Xu  et  al.,  2007). Además,  se  ha  podido  demostrar  el  decrecimiento  de  la muerte  celular  inducida  por  glutamato  en  cultivo  de neuronas,  en  presencia  de  concentraciones submicromolares  de MF,  las  cuales  atenuaron  la  entrada de  Ca2+ mediada  por  receptores,  el  estrés  oxidativo  y  la apoptosis  (Gottlieb  et  al.,  2006).  MF  disminuyó  la generación  de  ERO  y  la  pérdida  neuronal  en  células  de hipocampo CA1 de ratas que fueron sometidas a isquemia. 

Las  ratas  con  isquemia  y  tratadas  con  MF  tuvieron significativamente mejor comportamiento en tres pruebas de conducta dependientes de hipocampo en comparación con  las  ratas  isquémicas  no  tratadas.  En  estos  estudios (Ibarretxe  et  al.,  2006),  se  utilizaron  concentraciones nanomolares de MF, las que protegieron de forma parcial a los oligodendrocitos; así como a las neuronas corticales de un  daño mediano,  pero  no  de  uno  intenso mediado  por receptores  AMPA  (alfa‐amino‐3‐hidroxi‐5‐metilisoxazol‐4‐propionato). Además, MF atenuó la sobrecarga intracelular de  Ca2+  subsiguiente  a  la  activación  de  los  receptores AMPA,  un  mecanismo  que  puede  contribuir  a  sus propiedades neuroprotectoras. La  Figura  4  resume  los  posibles  blancos moleculares  de acción del ECAM sobre el evento nociceptivo.  

Figura 4.  

   Posibles  blancos moleculares  susceptibles  al  extracto  de  la  corteza  del árbol  del mango  (ECAM)  en  el  dolor  crónico.  ECAM  podría  disminuir  la liberación  del  glutamato  (Glu)  por  la  terminal  nociceptiva  a  nivel  del cuerno  dorsal  espinal  (CDE);  inhibir  la  activación  de  la  óxido  nítrico neuronal  (nNOS)  promovida  por  el  aumento  de  las  concentraciones  del Ca2+ citosólico generado por la apertura del canal del receptor NMDA que aumenta  la  magnitud  de  la  despolarización  y  por  la  activación  de  los receptores NK1 por la sustancia P (SP); activar la guanilato ciclasa, la cual aumenta  las  concentraciones  de  GMPc,  cierra  canales  de  K+  y  activa cinasas  dependientes  de  GMPc  que  promueven  la  liberación  de  Glu; inhibir la activación de la fosfolipasa A2 (PLA2) y la síntesis de metabolitos del ácido araquidónico (AA), en especial la PGE2 que en estas condiciones interactúa con receptores EP2 presinápticos que aumentan la actividad de adenilato  ciclasa  con  la  consiguiente  formación  de  AMPc  que  activa  la PKA,  dependiente  de  AMPc,  la  cual  también  induce  liberación  de  Glu; inhibir la síntesis o expresión de citocinas, la iNOS y la COX‐2 mediada por el NF‐κB; e  inhibir  la activación de NF‐κB. De esta manera ECAM podría inhibir  la  respuesta  neuroinmune  y  la  participación  glial  en  la  hiper‐excitabilidad central. 

Terminaciónnociceptiva C

Neurona de proyección

cuerno dorsal medular

Estímulos nociceptivosperiféricos

[Ca2+]

ECAM

[Ca2+]

cinasa

ECAM

GLUT

GC

GMPc

GMPc

AC

AMPc

PKA

AA PGE2

COX-2

EP2

PLA2 ECAM

nNOSiNOS

NO

ECAM

NMDA

Terminaciónnociceptiva C

Neurona de proyección

cuerno dorsal medular

Estímulos nociceptivosperiféricos

[Ca2+]

ECAMECAM

[Ca2+]

cinasa

ECAMECAM

GLUT

GC

GMPc

GMPc

AC

AMPc

PKA

AA PGE2

COX-2

EP2

PLA2 ECAMECAM

nNOSiNOS

NO

ECAMECAM

NMDA

   

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ACTIVIDAD ANTI‐ALÉRGICA  

En  un  modelo  preclínico  de  alergia  inducida  por  un nemátodo  (Trichinellas spiralis) en ratones se demostró el efecto antialérgico  y antihelmíntico del ECAM  y  la MF,  la reducción en suero de  los anticuerpos  IgE específicos, y  la actividad  inhibitoria sobre  la desgranulación de  las células mastoides, evaluado mediante ensayos de anafilaxia pasiva cutánea  (García  et  al  2003b). Otros  estudios  permitieron comprobar con mayor claridad el efecto del ECAM y la MF, sobre diferentes parámetros de la respuesta alérgica, como la producción de IgE, la respuesta anafiláctica, la respuesta cutánea  al  incremento  de  la  permeabilidad  vascular inducida por histamina  y OVA,  la  liberación de histamina de  células  mastocitarias,  mediante  un  modelo  de inflamación  alérgica  inducido  por  ovoalbúmina  (OVA). Ambos productos demostraron una reducción significativa del  edema  plantar  en  un modelo  in  vivo  de  inflamación alérgica  mediada  por  mastocitos  y  la  proliferación linfocitaria en respuesta a la OVA en ratones inmunizados. Tanto ECAM como MF inhibieron la liberación de histamina inducida por 48/80 en los mastocitos peritoneales de ratas (García et al., 2006).   Además, con el objetivo de estudiar los efectos del ECAM y la MF  sobre  la  respuesta  a  la  inflamación  pulmonar  y  la producción  de  citocinas  Th2  se  desarrolló  un modelo  de asma alérgica  inducida por OVA en ratones  (García‐Rivera et  al.,  2011).  Tanto  ECAM  como  MF  produjeron  una marcada  reducción  de  la  inflamación  de  las  vías  aéreas alrededor  de  los  vasos  y  los  bronquios,  inhibieron  las citocinas  IL‐4  e  IL‐5  en  el  fluido  broncoalveolar,  las concentraciones de IgE y la proliferación de linfocitos.  Estos  resultados  experimentales  demostraron  las propiedades  antialérgicas  del  ECAM  y  la  MF,  como consecuencia de  la  inhibición de mediadores como  la  IgE, la histamina y de  la capacidad de  los  linfocitos B y T para contribuir a la respuesta alérgica.   EFECTOS PROTECTORES SOBRE LA MOLÉCULA DE ADN (ESTUDIOS DE ANTIMUTAGÉNESIS Y ANTIGENOTOXICIDAD)  El potencial antimutagénico de ECAM fue realizado tanto in vitro  como  ex  vivo  mediante  el  ensayo  de  Ames.  En  el ensayo  in vitro se evaluó  la protección del ECAM  frente a diferentes  compuestos  con  reconocida  actividad mutagénica.  Por  otro  lado,  en  el  estudio  ex  vivo  los animales fueron tratados durante 30 días con dosis orales del  ECAM  y,  a  partir  de  estos  animales,  se  obtuvo  la fracción  microsomal  hepática  empleada  como  activador metabólico  en  el  ensayo  de  Ames  (Morffi  et  al.,  2012). Como  resultado  de  estos  estudios  se  demostró  que  el ECAM  presentó  actividad  antimutagénica  frente  a diferentes mutágenos a los cuales se expone comúnmente el  hombre  (bleomicina,  ciclofosfamida,  mitomicina  C, 

cisplatino,  dimetilnitrosamina,  benzo(a)pireno,  2‐acetilaminofluoreno,  azida  sódica,  ácido  picrolínico  y  1‐nitropireno).  Además,  el  ECAM  inhibió  la  actividad microsomal  de  CYP1A1,  por  lo  que  los  autores manifestaron  que,  además  de  la  potente  actividad antioxidante que presenta el extracto, éste pudiera ejercer su  efecto  quimiopreventivo  debido  a  su  capacidad  de inhibir  la  actividad  de  algunas  isoformas  del  citocromo P450. Además, en un estudio in vivo en el que se evaluaron los efectos de ECAM sobre el daño al ADN  inducido por  la bleomicina  (Ensayo  Cometa)  en  ratones  NMRI,  se demostró  que  la  administración  del  ECAM  durante  siete días  protegió  del  daño  primario  al  ADN  (Cancino  et  al., 2001).  El  efecto  radioprotector  del  ECAM  frente  a  la  radiación gamma  también  ha  sido  evaluado  (Rosario‐Fernández  et al., 2010). En esta ocasión  se utilizó el ensayo bacteriano SOS Chromotest  (dosis de  radiación de 150 Gy), así como se evaluó  la peroxidación  lipídica y  la actividad enzimática mitocondrial en eritrocitos (dosis de radiación 250 Gy), que son  las  células  más  afectadas  durante  las  sesiones  de radioterapia.  El  ensayo  SOS  Chromotest  indicó  que  el extracto no fue genotóxico en presencia o no de activación metabólica. Además, se determinó que el ECAM presenta actividad  radioprotectora  del  material  genético.  Los autores afirmaron que estos resultados demuestran que el extracto es  capaz de proteger  la estructura  celular de  los daños  inducidos por  la  radiación gamma a  varios niveles: material  nuclear,  membranas  celulares  y  sistemas enzimáticos  mitocondriales.  Posiblemente,  la  MF  sea  la responsable  de  la  radioprotección  demostrada  por  el extracto,  por  lo  que  se  diseñó  un  estudio  en  el  que  los ratones  se  trataron con diferentes dosis de MF, una hora antes de la administración de 10 Gy de radiaciones gamma. La  xantona  redujo  los  síntomas  de  la  enfermedad  por irradiación  y  demoró  la  aparición  de  la  mortalidad comparado con el grupo no tratado e  irradiado (Jagetia & Baliga,  2005).  La  acción  radioprotectora  de  la  MF  se incrementó  de manera  dependiente  de  la  dosis  hasta  2 mg/kg  y  declinó  posteriormente  hasta  100 mg/kg  (dosis máxima  utilizada).  También  se  calculó  la  dosis  letal  50 (DL50) para este polifenol, la cual alcanzó los 400 mg/kg p.c. De esta forma MF protegió a los ratones de la enfermedad y  la  muerte  inducidas  por  irradiación  con  una  dosis protectiva óptima de 2 mg/kg,  la cual constituyó 1/200 de la DL50. Asimismo, MF ha sido estudiada por su capacidad para  reducir  la  frecuencia  de  células  binucleadas‐micronucleadas  inducidas  por  radiación  en  linfocitos  de sangre  periférica  humana  (Jagetia  &  Venkatesha,  2005). MF elevó, de forma significativa, el  índice de proliferación de  las  células  irradiadas  y  redujo  la  peroxidación  lipídica inducida  por  H2O2  de  modo  dependiente  de  la concentración. De la misma manera, en un sistema libre de células, MF  inhibió  la  inducción de  los  radicales hidroxilo, superóxido, DPPH y ABTS. Por tanto, se demostró que MF 

   

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posee propiedades radioprotectoras al suprimir los efectos de  los  radicales  libres  que  se  inducen  durante  las radiaciones.  Por  otra  parte,  el  arsénico  (As)  altera  múltiples  vías celulares  que  incluyen  la  expresión  de  factores  de crecimiento, la supresión de proteínas checkpoint del ciclo celular, promoción y resistencia a la apoptosis, la inhibición de la reparación del ADN, las alteraciones en la metilación del ADN, disminución de la inmunovigilancia, y el aumento de  estrés  oxidativo,  por  la  alteración  del  equilibrio prooxidante‐antioxidante (Flora, 2011).  Teniendo en  cuenta  las  acciones demostradas  tanto para ECAM  como  MF,  sobre  el  estrés  oxidativo  y  su  posible protección  contra  el  daño  inducido  por  As,  se  diseñó  un estudio  en  el  que  fueron  analizados  los  posibles  efectos protectores  del  extracto  y  algunos  de  sus  derivados fenólicos  (ácido gálico, catequina, quercetina y MF) sobre la  citotoxicidad  inducida  por  arsénico  (As3+)  en  la  línea celular de túbulo proximal renal HK‐2 (Garrido et al., 2012). En  células  cultivadas  durante  24  h  en  presencia  de  As3+, ocurrió  una  pérdida  de  la  viabilidad  celular,  dependiente de la concentración, que fue significativamente recuperada por  ECAM,  seguido  de  ácido  gálico,  catequina  y  MF.  El complejo mangiferina‐Fe3+  demostró  ser más  eficaz  ante dicha  problemática  que MF  sola.  Tanto  ECAM  como  los fenoles  aumentaron  significativamente  la  fracción  de células supervivientes. En las células pretratadas con ECAM o fenoles durante 72 h,  la protección conferida por ECAM resultó  disminuida  en  comparación  con  los  experimentos más cortos (24 h). Las células pretratadas con una cantidad sub‐citotóxica  de As3+  o  cultivadas  en presencia  continua de  baja  concentración  de  MF  demostraron  ser  más resistentes a As3+ y mostraron un  incremento  tanto en  la cantidad de P‐gp como del ARNm de ABCB1, mientras que las células cultivadas en presencia de albúmina resultaron más  sensible.  Los  autores manifiestan que, debido  a que todos los cambios anteriores comparten condiciones con la expresión‐actividad  de  glicoproteína  P  (P‐gp),  un transportador potencialmente implicado en la resistencia a arsénico, la capacidad de ECAM y sus fenoles para modular la citotoxicidad inducida por As3+ sería, al menos en parte, dependiente de sus interacciones con P‐gp.   ACTIVIDAD ANTICANCERÍGENA  Existen  reportes  en  la  literatura  relacionados  con  la actividad  anticancerígena  de  extractos  de  mango  que demuestran  especificidad  celular,  aunque  pocos  que relacionen  al  ECAM  con  esta  actividad  a  pesar  que  el extracto  se  utiliza  en  Cuba,  desde  el  punto  de  vista etnomédico,  para  el  tratamiento  del  cáncer  (Guevara‐García et al., 2004). Una posible validación de este uso  la ha  realizado  un  grupo  de  investigadores  (Delgado‐Hernández et al., 2012) que evaluaron tanto al ECAM como a  la MF en modelos de angiogénesis,  teniendo en  cuenta 

que  los  procesos  angiogénicos  son  esenciales  para  el crecimiento  y  la  proliferación  tumoral  (De  la Vega  et  al., 2012).  ECAM  y  MF  se  evaluaron  en  dos  ensayos antiproliferativos de células endoteliales y tres modelos  in vitro de angiogénesis humana  como  son  los explantes de vasos  sanguíneos  de  placenta  humana,  el  gel  sobre  gel (gel‐over‐gel, tipo sándwich) y ensayos en Matrigel. Tanto el  extracto  como  la  xantona  inhibieron  la  formación  de tubos capilares en los dos primeros ensayos, mientras que MF  abolió  la  neovascularización  en  el  ensayo  tipo sándwich.  Ambos  productos  redujeron  la  producción  de TNFα y  la angiogénesis  inducida en  células B16F10 en un modelo de angiogénesis inducida en Matrigel en ratones.  Por  otra  parte,  otros  extractos  de mango  han mostrado protección contra cáncer de próstata en modelos in vivo e in vitro (Prasad et al, 2008) e inhibición del ciclo celular en la  fase  G0/G1  de  células  HL‐60  (Percival  et  al.,  2006), mientras  que  no  han  sido  efectivos  contra  células  de cáncer  de  mama  MCF‐7  (García‐Solís  et  al.,  2009). Posiblemente,  la MF o el  lupeol (triterpeno), presentes en estos extractos, sean los responsables de esta actividad. La MF  ha  mostrado  protección  contra  cáncer  de  pulmón inducido por benzo(a)pireno en  ratones  (Rajendran et al., 2008b), lo que podría estar relacionado con la inducción de la  permeabilidad  mitocondrial  (Pardo‐Andreu  et  al., 2006c). Por otra parte, en un estudio a corto plazo,  la MF administrada en  la dieta de  las  ratas  inhibió el desarrollo de  lesiones  pre‐neoplásicas  inducidas  por  el  carcinógeno azoximetano  (Yoshimi et al., 2001). En un estudio a  largo plazo  tuvo  baja  incidencia  sobre  la  multiplicidad  de  la neoplasia  intestinal  inducida  por  dicho  carcinógeno. Además, la proliferación celular en la mucosa del colon fue reducida  en  las  ratas  tratadas  con  esta  xantona.  Estos experimentos  sugieren  que  MF  constituye  un  potencial agente quimiopreventivo.  En  otros  estudios, MF  tuvo  una  actividad  inhibitoria  del crecimiento de  fibrosarcoma ascítico en  ratones  (Guha et al.,  1996). Mediante  tratamientos  con MF,  tanto  in  vivo como  in  vitro,  aumentó  la  citotoxicidad  contra  células esplénicas  y  macrófagos  de  ratones  normales  y  con tumores implantados. El tratamiento in vitro con MF de las células esplénicas de  ratones a  los que  se  les  implantó el tumor aumentó la citotoxicidad de estas células tumorales, tanto  en  aquellas  sensibles  como  en  las  resistentes  a células naturales asesinas (NK).   De  la misma manera,  la administración de MF protegió a células  N2A  (línea  celular  de  neuroblastoma  murino) contra  la  citotoxicidad  inducida  por MPP+  (el metabolito activo de 1‐metil‐4‐fenil‐1,2,3,6‐tetrahidropiridina), el cual induce  síndrome parkinsoniano en animales y humanos a través de un mecanismo de neurotoxicidad comprometido con el estrés oxidativo (Amazzal et al., 2007). MF restauró el contenido de GSH y reguló  la expresión del ARNm de  la superóxido dismutasa y  la catalasa, por  lo que  los autores 

   

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plantearon  que  la MF  podría  utilizarse  en  la  terapia  de enfermedades  neurodegenerativas,  tales  como  el Parkinson, en  las cuales el estrés oxidativo desempeña un papel crucial.  Por  otra  parte,  los  terpenoides,  como  el  lupeol  y  otros relacionados también ejercen una variedad de actividades citotóxicas contra varios tipos de células tumorales como el melanoma murino B16 2F2,  leucemia HL‐60, U937, K562, melanoma  G36,  carcinoma  de  pulmón  humano  A‐549  y adenocarcinoma  de  colon  humano  DLD‐1  (Chaturvedi  et al.,  2008),  así  como  en  modelos  in  vivo  como  la carcinogénesis  bucal  inducida  por  7,12‐dimetilbenz(a)antraceno  en  el  cachete  del  hámster (Palanimuthu  et  al.,  2012).  Probablemente,  el  potencial quimiopreventivo  del  lupeol  radica  en  su  actividad antioxidante  y  secuestradora  de  radicales  libres  y moduladora  de  los  posibles  efectos  sobre  las  enzimas metabolizadoras de xenobióticos de fases I y II a favor de la excreción  de  metabolitos  carcinogénicos.  Además,  esta molécula  es  capaz  de  actuar  sobre  otros  mediadores moleculares  involucrados  en  esta  patología  como  son:  el factor NF‐κB, las enzimas glutatión S‐transferasa, glutatión reductasa, COX‐2, metaloproteinasa de matriz 2 y catalasa, receptor andrógeno, proteína  cinasa C alfa,  forma  celular de la proteína inhibitoria FLICE (cFLIP), receptor de muerte 3 (DR3), entre otros (Siddique & Saleem, 2011).  Por  otra  parte,  los  ácidos  fenólicos  como  el  ácido  gálico, que  también se han reportado en  los extractos de mango (Núñez‐Sellés  et  al.,  2002),  han  mostrado  inhibición  del crecimiento  celular  en  líneas  celulares  humanas  de esófago,  gástrica,  cérvix,  mama  (MCF‐7),  colon  (HT‐29, Col201) y murinas como Colon 26 (Faried et al., 2007). De la  misma  forma,  se  sabe  que  los  galotaninos  presentan actividad contra el cáncer de colon (células T‐84 y HCT‐116) (Gali‐Mahtasib et al., 2001; Oh et al., 2001; Chen & et al., 2003;  Chen  &  Lin,  2004;  Al‐Ayyoubi  &  Gali‐Muhtasib, 2007),  células  de  cáncer  de mama  (MCF‐7),  así  como  en células T Jurkat (Chen & et al., 2003; Chen & Lin, 2004).  ACTIVIDAD  SOBRE  CITOCROMO  P450  Y  GLICOPROTEÍNA P. POSIBILIDADES DE INTERACCIÓN CON FÁRMACOS  El metabolismo de los fármacos es el mayor determinante del  aclaramiento  de  los  medicamentos,  las  diferencias individuales  en  la  farmacocinética  e,  indirectamente,  la eficacia clínica y  la  toxicidad de  los  fármacos. La  industria farmacéutica  está  llamada  a  comercializar  los  fármacos más  seguros  con  pocos  efectos  adversos,  propiedades farmacocinéticas predecibles e interacciones cuantificables fármaco‐fármaco,  fármaco‐producto  herbal  o  fármaco‐alimento.  El  riesgo  potencial  de  las  interacciones  entre derivados de plantas y fármacos es de particular interés en la actualidad, justamente por el incremento del uso de los primeros.  De esta forma, los hepatocitos representan el modelo más apropiado  para  la  evaluación  del metabolismo  integrado 

de  fármacos,  productos  herbales  o  alimentos,  las correlaciones  metabolismo‐toxicidad,  mecanismos  de hepatotoxicidad y las interacciones (inhibición e inducción) de  xenobióticos  y  enzimas  que  metabolizan  fármacos. También son más rentables los estudios del perfil y la tasa metabólicas,  la  identificación  de  los  citocromos  P450 involucrados,  las  interacciones  potenciales  fármaco‐fármaco o el papel de  las enzimas polimórficas  antes del inicio de los ensayos clínicos (Gómez‐Lechón et al., 2010). Estudios  recientes  (Rodeiro  et  al.,  2008a,b)  demostraron que  la  incubación  del  ECAM  con  las  células  hepáticas  no modificó  la actividad de diferentes citocromos del sistema del  CYP‐450  (CYP3A,  2E,  2D6,  2B6,  2C9  y  2C19).  Sólo  se observó  una  inhibición  significativa,  dependiente  de  la concentración  del  CYP1A1/2,  lo  que  se  puede  considerar como  un  resultado  que  puede  fundamentar  una  posible actividad  quimiopreventiva  del  ECAM,  ya  que  este citocromo ha sido asociado con la activación de diferentes mutágenos  y  carcinógenos  en  el  organismo.  Además,  el ECAM  provocó  una  inducción  dos  veces  mayor  de  la actividad del CYP2B6 en este sistema celular. Mientras que en  otro  estudio  (Rodeiro  et  al.,  2012)  se  examinaron  los efectos  del  ECAM  y  la MF  sobre  varias  enzimas  P450  y UDP‐glucuronosiltransferasas  (UGTs)  en  hepatocitos humanos cultivados en el que se observó una disminución, dependiente de  la concentración de ambos productos, de la  actividad de  las  cinco  enzimas P450 medidas  (CYP1A2, 2A6, 2C9, 2D6 y 3A4). Para todas las actividades se observó una  reducción  de  al menos  50%  a  la  concentración más alta  (250  mg/mL).  Además,  el  ECAM  redujo considerablemente la actividad UGT1A9 (alrededor de 60% a 250 mg/mL) y tuvo menos efectos sobre  las otras UGTs. En contraste, MF (250 mg/mL) tuvo efectos mayores sobre UGT1A1 y 2B7 que sobre UGT1A9 (aproximadamente 55% frente  a  35%  de  reducción,  respectivamente).  La cuantificación  de ARNm  específicos  reveló  una  reducción en  el  contenido  de  ARNm  de  los  CYP3A4  y  3A5,  y  un aumento  de  los  ARNms  de  CYP1A1,  CYP1A2,  UGT1A1  y UGT1A9.  No  fueron  observados  efectos  notables  en  las concentraciones  de  CYP2A6,  2B6,  2C9,  2C19,  2D6  y  2E1. Los  autores  sugirieron  que  la  actividad  y(o)  expresión  de las  principales  enzimas  P450  y  UGT  es modulada  por  el ECAM y que pudieran surgir  interacciones potenciales con fármacos  después  de  una  ingesta  combinada  de  este extracto con  los  fármacos convencionales. Por  lo  tanto, si bien es cierto que no siempre se manifiestan estas posibles interacciones cuando se pasa de modelos in vitro a in vivo, deben ser examinados los riesgos potenciales de seguridad del ECAM cuando se co‐administre con otros fármacos. Por otra  parte,  muchos  compuestos  derivados  de  plantas, incluyendo  los  polifenoles,  son  capaces  de  afectar  la función  de  MDR‐1/glicoproteína  P  (P‐gp  ABCB1) transportador  de  múltiples  fármacos,  lo  que  conduce  a posibles  interacciones  hierba‐fármaco  (Chieli  &  Romiti, 2008).  Por  ello,  se  realizó  un  estudio  para  evaluar  los efectos de ECAM y algunos fenoles presentes en él sobre la 

   

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actividad de P‐gp en una  línea celular de  túbulo proximal HK‐2, en una sub‐línea celular Caco‐2 (seleccionada por su resistencia  a  vincristina,  Caco‐2/VCR)  y  la  sobreexpresión de  P‐gp  (Chieli  et  al.,  2009).  Todos  los  compuestos investigados,  a  excepción  de  catequina  y  ácido  gálico, inhibieron la actividad de P‐gp en células HK‐2, en el orden de  mangiferina  <noratiriol  <quercetina  <ECAM.  Efectos similares se obtuvieron en células Caco‐2/VCR resistentes, pero  fueron  insignificantes  en  los  de  tipo  salvaje, expresando bajas cantidades de P‐gp. Para profundizar en el mecanismo por el cual ocurre esta  inhibición se  realizó un estudio en el que se determinó  la capacidad potencial de  los  compuestos  en  estudio  sobre  el  gen  ABCB1  y  la expresión  de  P‐gp  en  las  células  HK‐2  que  expresan constitutivamente este  transportador  (Chieli et al., 2010). Mediante  western  blot  se  demostró  que  hubo  una disminución dependiente de  la  concentración de P‐gp  en células  cultivadas en presencia de ECAM durante 72 h. El ácido  gálico  y  la  quercetina  también  disminuyeron  las concentraciones  de  P‐gp  a  todas  las  concentraciones estudiadas, mientras que la catequina fue casi ineficaz. Sin embargo, en las células expuestas a MF la cantidad de P‐gp mostró un  incremento dependiente de  la concentración y del  tiempo,  por  lo  que  fue  dos  veces  mayor  que  los controles después de 72 h. También, noratiriol indujo P‐gp a  bajas  concentraciones  pero  el  efecto  disminuyó  a concentraciones superiores. Los cambios en la cantidad de proteína P‐gp se correlacionaron con cambios relativos en el contenido de ARNm de ABCB1 y con la actividad de flujo de salida del  transportador. El  inhibidor  transcripcional 1‐d‐ribofuranosilbenzimidazole  (DRB)  inhibió el aumento de la expresión de ABCB1 inducido por MF, lo que sugiere que el  aumento  podría  ser  debido  a  la  regulación transcripcional  del  ARNm  de  ABCB1.  Las  células  tratadas con MF,  que  sobreexpresaron  el  transportador,  estaban protegidas  frente  a  la  citotoxicidad  de  ciclosporina A,  un sustrato conocido de  la P‐gp. El efecto protector  también se  observó  en  las  células  pretratadas  con  ECAM.  Estos resultados  demuestran  que  ECAM  y  los  polifenoles presentes en él también pueden interactuar con ABCB1/P‐gp a nivel de expresión. Estos resultados demostraron, por primera  vez,  que  ECAM  y  los  polifenoles  presentes  en  el extracto pueden afectar a la actividad del transportador de múltiples  fármacos  P‐gp  ABCB1,  lo  que  sugiere  la posibilidad de interacciones hierba‐fármaco que debían ser estudiadas  en  profundidad,  fundamentalmente  en modelos in vivo.  EVIDENCIAS TOXICOLÓGICAS  Estudios de Toxicidad Estudios,  realizados  en  roedores  (ratas  y  ratones), demostraron  que  el  ECAM  es  un  producto  que  clasifica como No  tóxico cuando se administra por dosis única por las vías oral (DL50 > 5000 mg/kg p.c.) y tópica (DL50 > 2000 mg/kg p.c) (Garrido et al., 2009). Mientras que la toxicidad por dosis única, vía intraperitoneal (i.p.), en ratas permitió 

clasificar  al  producto  como  Tóxico,  con  una  toxicidad diferencial  entre  los  sexos,  de modo  tal  que mientras  la DL50 en las hembras fue de 166,48 mg/kg p.c en los machos fue  >  500 mg/kg p.c.,  lo que  indica que  las hembras  son más  sensibles  al  producto  bajo  estas  condiciones experimentales. El estudio en ratones demostró que la DL50 para las hembras fue de 273,14 mg/kg y en los machos de 219,67 mg/kg,  sin mostrar, en este  caso, diferencia entre los  sexos.  En  estos  ensayos  los  síntomas  clínicos detectados  seguidos  a  la  administración de  ECAM  fueron consistentes con la clasificación del producto.   Estudios de Genotoxicidad  El potencial mutagénico y genotóxico del ECAM se realizó mediante  una  batería  de  pruebas  que  incluyeron  los estudios  propuestos  comúnmente  por  las  agencias nacionales  e  internacionales  para  investigar  los  efectos tóxicos del producto de ensayo sobre el material genético. El ECAM fue evaluado en el ensayo de Ames con el empleo de las cepas TA 1535, TA 1537, TA 1538, TA 98 y TA 100, en presencia  y  ausencia  de  activación metabólica,  pero  éste no  indujo  efecto mutagénico  hasta  concentraciones  de  5 000 μg/placa, límite máximo de evaluación propuesto para este ensayo (Rodeiro et al., 2006). El potencial genotóxico  in vivo del ECAM fue determinado por la administración por vía oral (20 ‐ 2 000 mg/kg p.c.) a ratones  NMRI  de  ambos  sexos.  En  este  estudio  de detección  de  daño  primario  al  ADN  no  existieron evidencias de toxicidad en el hígado, principal órgano que ha  sido  demostrado  metaboliza  la  mayoría  de  los compuestos  presentes  en  el  extracto  como  son  los polifenoles,  los terpenos y  los ácidos grasos (Walle, 2004). A diferencia de  lo observado  in  vitro,  el  ECAM  no  indujo daño primario al ADN en leucocitos de sangre periférica, ni en células hepáticas de los animales tratados, a pesar de la dosis máxima utilizada,  límite máximo aceptado para este tipo  de  ensayos.  Tampoco  se  observaron  efectos genotóxicos cuando el ECAM se administró por vía i.p. (50 ‐ 200 mg/kg),  lo  que  demostró  que  tampoco  induce  daño primario  al ADN en  leucocitos de  sangre periférica, ni en células  hepáticas  de  ratones  NMRI  de  ambos  sexos  por esta  vía  de  administración,  bajo  esas  condiciones  de ensayo (González et al., 2007).  El estudio de  los efectos del ECAM  sobre  la  inducción de micronúcleos  fue  realizado  en  linfocitos  humanos  de sangre  periférica  en  el  que  se  demostró  que  el  extracto presentó  un  efecto  citotóxico  a  la  concentración máxima ensayada (1 500 μg/mL), pero no indujo clastogenicidad en el rango de concentraciones estudiado (150 ‐ 1 500 μg/mL) después de 3 y 20 h de exposición, en presencia y ausencia de activación metabólica, respectivamente (Rodeiro et al., 2006). En  los  estudios  realizados  in  vivo  se  corroboró  que  el ECAM,  administrado  por  vía  oral  produjo  una  ligera citotoxicidad  a  la  dosis  máxima  evaluada  (2  000  mg/kg 

   

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p.c.). Este evento no presentó repercusión clínica para  los animales  en  el  estudio  y  puede  interpretarse  como  un indicador de evidencias de exposición del órgano diana. Al analizar la frecuencia de MN no existió relación con la dosis de ECAM administrada, por  lo que es posible afirmar que, de igual manera que en los ensayos in vitro, el extracto no indujo clastogenicidad a nivel de la médula ósea de ratones NMRI, por  lo que el nivel de dosis al que no  se observan efectos  adversos  (NOAEL),  bajo  estas  condiciones  de ensayo,  fue  2  000 mg/kg/día  (González  et  al.,  2007).  En adición,  la administración  i.p. de ECAM (50 ‐ 200 mg/kg) a ratones  NMRI  de  ambos  sexos  indujo  una  citotoxicidad moderada  sobre el proceso de eritropoyesis a nivel de  la médula  ósea,  pero  no  sobre  los  leucocitos  de  sangre periférica  de  los  animales  tratados  con  el  producto  y tampoco  indujo clastogenicidad en  la médula ósea, por  lo que el NOAEL en este ensayo fue de 200 mg/kg/día. De  manera  general,  puede  apreciarse  que  no  existe relación  entre  las  dosis  de  ECAM  administradas  en  los estudios  realizados  y  la  frecuencia  de  micronúcleos observada, ni tampoco en la respuesta de daño primario al ADN y el porcentaje de nucleoides altamente dañados en los  leucocitos de  los animales  tratados,  lo que  soporta  la hipótesis que  la  inducción de daño primario observada,  in vitro en el ensayo Cometa, pudiera estar relacionada con la generación  de  H2O2  en  las  condiciones  de  incubación empleadas. La ausencia de genotoxicidad in vivo coinciden, además,  con  lo observado para otros polifenoles  como  la quercetina (Metodiewa et al., 1999) y  la estrecha relación entre el ambiente redox y  la actividad genotóxica descrita para  algunos  polifenoles  (Skibola &  Smith,  2000;  Collins, 2005). De acuerdo a estos  resultados,  los autores sugirieron que el  ECAM  presenta  un  bajo  potencial  mutagénico  y genotóxico in vitro y no es genotóxico in vivo.  Estudios de Teratogénesis  El  potencial  teratogénico  y(o)  embriotóxico  del  ECAM, administrado  por  vía  oral,  fue  ensayado  durante  la organogénesis de ratas Sprague‐Dawley, período de mayor susceptibilidad para la producción de perturbaciones en la morfogénesis normal de los órganos y tejidos del embrión. El  ECAM  no  produjo muertes maternas  ni  signos  clínicos relevantes  en  los  diferentes  grupos  de  tratamiento.  Los análisis  estadísticos  del  consumo  de  alimentos  y  los incrementos  de  peso  materno  durante  la  gestación  no evidenciaron  diferencias  significativas  entre  los  animales del  grupo  control  y  los  administrados  con  ECAM.  En relación  con  los  efectos  del  extracto  sobre  el  desarrollo embrionario, no  se obtuvo un  incremento de  las muertes en útero, retardo en el crecimiento, ni  teratogenicidad. El número de madres con fetos no viables y el tamaño de  la camada  no  mostraron  diferencias  estadísticamente significativas entre  las madres administradas  con ECAM y las  controles.  Tampoco  las  pérdidas  post‐implantación 

(reabsorciones embrionarias  como  las muertes  fetales) ni el peso de  los  fetos difirieron de  forma significativa entre esos  grupos.  El  análisis  de  los  esqueletos  no  evidenció malformaciones  en  el  grupo  de  control,  ni  en  los  grupos tratados  (González  et  al.,  2007).  De  acuerdo  a  estos resultados,  el  ECAM  no  es  un  agente  inductor  de aberraciones  cromosómicas  que  no  provoca  alteraciones en  la división celular, ni  inducción de apoptosis a un nivel tal  que  cause  embriotoxicidad  en  las  condiciones experimentales expuestas, por  lo que  su NOAEL  fue de 2 000 mg/kg/día. En  estos  estudios  el  ECAM  presentó  un  bajo  potencial teratogénico;  sin  embrago,  es  necesario  enfatizar  que  la demostración  de  la  inocuidad  de  un  producto  sobre  el proceso de la reproducción involucra no sólo la evaluación de su potencial teratogénico, también  involucra el estudio de sus posibles efectos sobre otros  indicadores como son: el  ciclo estral,  la  conducta en el apareo,  la  fertilidad, y el desarrollo  pre  y  postnatal  de  las  crías  (incluidos  los estudios  sobre  la  descendencia)  y  una  evaluación  de  su función  reproductora,  lo  que  permitiría,  unido  a  sus propiedades  farmacológicas,  definir  su  posible  utilización en mujeres gestantes y niños.  Otros estudios toxicológicos  Los estudios de  irritabilidad,  tanto del ECAM como de  las formulaciones  Vimang®,  demostraron  que  se  está  en presencia de un producto que  clasifica  como No  Irritante por vía oral, tópica, rectal, vaginal y ocular (Garrido et al., 2009).  El  resumen  de  los  resultados  de  los  estudios toxicológicos realizados al ECAM se muestra en la Figura 5.   

EVIDENCIAS DE FARMACOLOGÍA CLÍNICA  

Teniendo en cuenta la efectividad demostrada por el ECAM en  el  tratamiento  y(o)  prevención  de  enfermedades humanas asociadas al estrés oxidativo, inflamación y dolor, sustentada  por modelos  in  vitro  e  in  vivo,  así  como  del conocimiento  el  perfil  toxicológico  del  extracto,  se reportan también  los estudios sobre  la tecnología química (Acosta‐Esquijarosa et al., 2009a,b, 2010; Nuevas‐Paz et al., 2012)  y  farmacéutica  (Arús‐Pampin  et  al.,  2003;  Lemus‐Rodríguez et al., 2006) que no sólo facilitaron la realización de los ensayos anteriores, también permitieron obtener las diferentes  formulaciones  que  se  usarían  en  la  realización de los estudios clínicos (Núñez‐Selles et al., 2007c). 

Ensayo clínico aleatorizado, a doble ciego, para medir el efecto sobre  los  indicadores séricos de estrés oxidativo y la  calidad  de  vida  en  el  adulto  mayor  en  la  Atención Primaria de Salud.  

   

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El  objetivo  del  estudio  (Pardo‐Andreu  et  al.,  2006d)  fue evaluar  la  mejoría  de  la  calidad  de  vida  mediante  la suplementación  con  Vimang®  en  el  Adulto  Mayor  en  la Atención Primaria de Salud, de forma ambulatoria, para lo cual  se  incluyeron  31  adultos  mayores  de  65  años, aparentemente sanos  (Grupo 1), de  forma aleatorizada, a los cuales se  les suministró Vimang® (tableta, 300 mg, tres veces al día) y  se controlaron  siete parámetros del estrés oxidativo: la capacidad total antioxidante sérica (CTA), GSH (peroxidasa, reducido y total), sustancias reactivas al ácido tiobarbitúrico  (TBARS),  superóxido  dismutasa  (SOD)  y potencial  de  peroxidación  (PP).  Los  resultados  de  la 

evolución  del  estrés  oxidativo  en  este  grupo  se compararon  con  los  de  un  grupo  de  30  adultos  no suplementados  con Vimang®  (Grupo  2)  y un  grupo de  30 jóvenes sanos (Grupo 3), con edades entre 25 y 30 años a quienes  se  le  realizaron  las mismas  determinaciones.  Al Grupo  1  se  le  aplicó  el  Cuestionario  de  Salud  SF‐36, validado  internacionalmente  para  evaluar  la  calidad  de vida,  que  contempla  nueve  funciones:  Función  física,  Rol físico,  Rol  social, Dolor  corporal,  Salud  general, Vitalidad, Rol  emocional  y  Salud  mental.  Las  determinaciones  se realizaron a  los  tiempos cero  (inicio del ensayo), 15, 30 y 60 (final del ensayo) días.

 

Figura 5. 

 

ECAMAGUDOS

NO TÓXICO(oral y tópica)

TÓXICO (i.p)(ratas y ratones)

IRRITABILIDAD

NO IRRITANTE(piel, recto y ojos)

IRRITABILIDAD MÍNIMA(vagina)Conejos

GENOTOXICIDAD

NO GENOTÓXICO in vivo(oral, i.p., ratones)

Dosis 150 mg/kg (i.p.)2 000 mg/kg (oral)

TERATOGÉNESIS

NO TERATOGÉNICO(oral, ratas)

Dosis 2 000 mg/kg

CRÓNICOS

NO TÓXICO(oral, 180 días, ratas)

Dosis 2 000 mg/kgSUB-CRÓNICOS

NO TÓXICO(oral, 90 días, ratas)Dosis 2 000 mg/kg

ECAMAGUDOS

NO TÓXICO(oral y tópica)

TÓXICO (i.p)(ratas y ratones)

IRRITABILIDAD

NO IRRITANTE(piel, recto y ojos)

IRRITABILIDAD MÍNIMA(vagina)Conejos

GENOTOXICIDAD

NO GENOTÓXICO in vivo(oral, i.p., ratones)

Dosis 150 mg/kg (i.p.)2 000 mg/kg (oral)

TERATOGÉNESIS

NO TERATOGÉNICO(oral, ratas)

Dosis 2 000 mg/kg

CRÓNICOS

NO TÓXICO(oral, 180 días, ratas)

Dosis 2 000 mg/kgSUB-CRÓNICOS

NO TÓXICO(oral, 90 días, ratas)Dosis 2 000 mg/kg

 

 

Resumen de los estudios toxicológicos realizados al extracto de la corteza del árbol del mango (ECAM). 

 

 

   

 Rev. Farmacol. Chile (2012) 5(2): 82 

 

 

La suplementación con Vimang® modificó en el Grupo 1, de forma  significativa,  cuatro  de  los  siete  marcadores  del estrés oxidativo evaluados, al ser comparados con el grupo control  (Grupo 2) no  suplementado con Vimang® a  los 60 días  de  tratamiento:  incrementó  la  actividad  de  la  SOD extracelular  y  la  CTA;  al  mismo  tiempo  redujo  las concentraciones de TBARS y de glutatión oxidado  (GSSG). Fue  significativo  que  los  valores  de  esos marcadores  del estrés oxidativo en el grupo tratado alcanzaron los mismos valores que el Grupo 3 (jóvenes entre 25 y 30 años). Con  relación  a  la  evaluación  de  la  calidad  de  vida,  la suplementación con Vimang® mejoró la autopercepción de la  salud  en  los  adultos  tratados  en  ocho  de  los  nueve parámetros  evaluados  del  Cuestionario  SF‐36.  Lo  más significativo  de  esta  evaluación  fue  la  mejoría  en  el parámetro  “Dolor  corporal”.  Dicho  parámetro  fue  el primero  que mostró  una  diferencia  significativa,  a  los  15 días de  iniciado el tratamiento, y tuvo  la mayor diferencia al final del ensayo de todos los parámetros evaluados. Sólo un parámetro del Cuestionario SF‐36 (“Rol emocional”) no mostró una diferencia significativa al  término del estudio. Los  autores  manifestaron  que  la  reducción  del  estrés oxidativo en el adulto mayor, mediante  la suplementación con  Vimang®  implicó  una mejoría  de  la  calidad  de  vida, reflejado, sobre todo, en el alivio de los dolores corporales, una mayor autopercepción de mejoría en el estado general de salud y un desempeño superior de la actividad física.  Ensayo  clínico  aleatorizado,  a  doble  ciego  y  controlado, para  determinar  el  efecto  sobre  marcadores  de  estrés oxidativo y la progresión de la enfermedad VIH‐SIDA.   El  objetivo  de  este  estudio  fue  evaluar  la  evolución  del estrés  oxidativo  en  pacientes  seropositivos  VIH  en condiciones de atención sanatorial y dieta controlada y su efecto en  la progresión de  los marcadores  inmunológicos de la enfermedad y la evolución clínica de los pacientes (Gil del  Valle  et  al.,  2002;  Pérez  et  al.,  2003).  Para  ello,  se diseñó  un  ensayo  clínico  aleatorizado,  a  doble  ciego  y controlado,  en  el  que  se  evaluó  el  efecto  de  las  tabletas Vimang®  (ocho  tabletas  de  300 mg,  diarias  durante  seis meses) vs. placebo. Al finalizar el ensayo se pudo evaluar el comportamiento  de  68  sujetos:  36  suplementados  con tabletas Vimang® y 32 que recibieron placebo en los que se evaluaron  variables  de  estrés  oxidativo,  hemoquímicas, inmunológicas  y  nutricionales.  Estos  resultados  se compararon  con  los  obtenidos  para  un  grupo  de seronegativos (28 sujetos). El  grupo  suplementado  con  las  tabletas Vimang®  tuvo un incremento  en  plasma  de  TAS  (Total  Antioxidant  Status), GSH y GPx y una reducción en el potencial de peroxidación, MDA,  hidroperóxidos  totales  en  plasma,  porcentaje  de fragmentación  del  ADN  y  SOD.  Todas  estas  variables tuvieron  una  diferencia  estadísticamente  significativa respecto al grupo placebo.  La mejoría en el estado  redox en el grupo suplementado con Vimang® fue del 56,3% con 

relación  al  3,7%  del  grupo  placebo.  No  hubo  diferencias significativas  en  las  variables  hemoquímicas  y  no  se observaron  efectos  tóxicos  a  nivel  plasmático,  renal,  ni hepático. De  las siete variables estudiadas, tres mostraron tendencia  a  la  disminución:  eritrosedimentación, transaminasa  y  ácido  úrico.  Tampoco  se  detectaron diferencias  significativas  entre  el  conteo  de  CD4  y CD8/CD38 del  grupo  tratado  respecto  al  grupo placebo  y hubo una  tendencia hacia  la  reducción en el  receptor de CD95,  aunque  no  se  observó  diferencia  estadísticamente significativa (p=0,08). En este ensayo, la dieta fue controlada y monitoreada para ambos grupos. El índice nutricional de la ingesta de macro y micronutrientes durante el período de ensayo no mostró diferencias  significativas  entre  los  grupos.  El  aporte  de nutrientes dentro de  la dieta se mantuvo estable durante el  tiempo del  estudio, por  lo que  los  autores  aseguraron que  los  resultados  sólo  se  pueden  adscribir  al  efecto  del tratamiento. Estos no detectaron reacciones adversas en el grupo suplementado con las tabletas Vimang®.   Reporte de casos en asma bronquial.   

Estudios recientes han mostrado evidencias de que las ERO producidas por  las células  inflamatorias de  las vías aéreas desempeñan un papel esencial en la patogénesis del asma bronquial (Nadeem et al., 2003) y que decrece la capacidad endógena  antioxidante  en  pacientes  con  esta  patología (Bowler  &  Crapo,  2002).  Por  lo  tanto,  se  administraron cápsulas Vimang®  (300 mg,  tres  veces  al  día  antes  de  las comidas, durante 12 semanas) a dos pacientes con grados de  asma  diferentes  (Álvarez‐León  et  al.,  2009).  El diagnóstico se estableció mediante interrogatorio, examen físico  y  confirmado  por  pruebas  de  ayuda  en  las  que  se demostró  la  presencia  de  obstrucción  bronquial  por espirometría  basada  en  el  cumplimiento  del  criterio  de FEV1/FVC  <  80%.  El  paciente  I  (femenina,  39  años)  se diagnosticó como asma moderada persistente y el paciente II  (masculino,  43  años)  se  diagnosticó  como  asma  severa persistente. A estos pacientes también se les determinaron inmunoglobulina E  (IgE)  total en suero, proteína catiónica de eosinófilo (ECP) y  la actividad de  la metaloproteinasa‐9 (MMP‐9) a  las 0, 6 y 12 semanas de tratamiento. Se pudo observar  una  disminución  de  la  actividad  enzimática  de MMP‐9 de forma proporcional al tiempo de tratamiento en ambos  pacientes.  Un  comportamiento  similar  se  obtuvo también  para  la  IgE  y  la  ECP.  Desde  el  punto  de  vista funcional,  se  logró  el  mismo  comportamiento  para  el volumen  expiratorio  forzado  (FEV1).  Hubo  una  mejoría clínica evidente, dada por el espaciamiento de los síntomas diurnos (disnea, opresión torácica y sibilancia) y nocturnos (tos  y  sibilancia)  a  partir  de  la  tercera  semana  de tratamiento.  El  paciente  II  no  presentó  síntomas  agudos durante el estudio y tuvo necesidad de usar el salbutamol sólo dos  veces  (una  vez  a  la  segunda  semana  y otra  a  la quinta  semana).  Resultó  significativo  que  ninguno  de  los 

   

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dos pacientes consumió esteroides durante las 12 semanas de tratamiento.   Estudio  piloto  para  determinar  la  eficacia  en  el tratamiento  de  afecciones  dermatológicas  de  alta incidencia en la Atención Primaria de Salud.  La piel, como órgano, no escapa a  la acción deletérea que pueden ejercer las ERO a nivel subcelular, celular y tisular, cuando por  la presencia de patógenos o por alteraciones de su fisiología, se rompe el equilibrio redox, toda vez que existe una íntima relación entre los procesos inflamatorios crónicos o agudos, el envejecimiento, el estrés oxidativo y la protección que ejercen  los polifenoles  (Afaq & Katiyar, 2011). Teniendo  en  cuenta  estos  antecedentes,  se  estudió  la evolución  clínica  de  345  pacientes  portadores  de afecciones  dermatológicas,  atendidos  en  la  Atención Primaria  (Guevara  et  al.,  2007)  los  que  usaron  la  crema Vimang® 1,2%,  tres  veces  al día, en  las  zonas  lesionadas, con el fin de conocer datos que permitieran un diseño más adecuado  y  establecer  su  viabilidad  en  afecciones dermatológicas de alta frecuencia.  En este estudio se siguió la evolución de 158 pacientes con patologías  de  etiología  micótica.  De  ellos,  66  pacientes presentaron  pitiriasis  versicolor,  34  otras  variedades  de epidermofitosis,  fundamentalmente  en  los  pies;  34 presentaron  intertrigo y 24 otras micosis que afectaban  la piel y las mucosas ótica, nasal, bucal, vaginal o rectal.  La evolución de las micosis, en general, tuvo una tendencia significativa en el 39,2% de los pacientes hacia la Remisión Completa  (RC, desaparición de  los síntomas y signos de  la enfermedad  en  el  curso  del  tratamiento,  remisión completa de la crisis en el caso de afecciones crónicas) y en el  52,2% de  ellos Remisión Parcial  (RP,  alivio  significativo de  los síntomas y  signos de  la enfermedad con  reducción en más de un 70% de la extensión de las lesiones o regreso de los signos y síntomas a niveles inferiores a los del inicio de la consulta, en el caso de las afecciones crónicas), frente a un 9% de casos en que la afección tuvo una No Remisión (NR,  mantenimiento  de  los  signos  y  síntomas  de  la enfermedad iguales a los existentes al inicio de la consulta o  reducción de  la extensión de  las  lesiones en menos del 70%).  Cada  patología  en  particular  evolucionó  con  la misma  tendencia  hacia  la RC  o RP.  Este  resultado  podría atribuirse al efecto anti‐inflamatorio de  la crema Vimang®. Las  atopias  y  el  eczema,  como  reacciones  de hipersensibilidad, tuvieron una tendencia hacia la RC en no más de tres meses y sólo pocos casos evolucionaron hacia la  cronicidad.  En  este  estudio,  también  se  siguieron  35 pacientes con dermatitis atópica, de los cuales 22 tuvieron RP,  10  RC  y  3  NR  con  el  empleo  de  la  crema  Vimang®. Además,  de  los  21  pacientes  con  psoriasis  15 evolucionaron hacia una RP y de 10 pacientes con eczema, cinco evolucionaron hacia la RC. De modo general, el 59,1% de los pacientes con patologías dermatológicas de etiología 

inmunológica evolucionó hacia  la RP, el 30,3% evolucionó hacia  la RC y el 10,5% NR,  lo cual  se corresponde con  las tendencias  publicadas  acerca  de  la  evolución  de  estas patologías  con  el  uso  de  esteroides.  Existe,  por  tanto,  la posibilidad  de  reducir  o  evitar  el  empleo  de corticoesteroides  en  estas  patologías,  con  un  efecto económico  y  social  muy  beneficioso,  por  los  efectos colaterales de este tipo de medicamentos.  Por  otra  parte,  en  27  pacientes  con  acné  juvenil,  17 presentaron RP y 7 RC, para un 100% de mejoría en plazos de tratamiento que oscilaron entre los 25 y 60 días. De los 10 pacientes con piodermitis, cinco evolucionaron hacia RP y  cuatro  hacia  RC,  para  un  90%  de  mejoría  en  esta patología. Todos los pacientes con herpes simplex y herpes zoster remitieron parcial o totalmente la enfermedad. Esto corrobora resultados anteriores en  los que se demostró  in vitro (Carballo et al., 2002), la actividad anti‐viral del ECAM frente al herpes simplex tipo 1 (HSV‐1), no así para el tipo 2 (HSV‐2),  así  como  la  evolución  satisfactoria  registrada  en un  reporte  de  caso  de  una  paciente  con  Herpes  zoster (Álvarez et al., 2002).  En  general,  de  49  pacientes  con  afecciones  de  origen bacteriano o viral, el 63,3% evolucionó hacia RP y el 30,6% hacia RC, lo cual resultó elevado de forma significativa. En  los  trastornos  de  la  pigmentación,  las  arrugas  y  las quemaduras  se  observó  una  evolución  favorable  hacia  la RP  o  RC  de  las  lesiones  hipercrómicas  e  hipocrómicas (incluyendo  el  cloasma),  en  las  que  el  origen  es  muy diverso y no existe medicación específica. En el caso de las arrugas, de 18 casos tratados, 15 tuvieron RP y 3 RC.  De  los 345  casos  comprendidos en este estudio el 52,5% evolucionó hacia  la RP, el 39,7% hacia  la RC y el 7,8% NR. Los efectos adversos por  la utilización de  la crema  fueron escasos  y  fundamentalmente  se  manifestaron  en  piel dañada. Los  autores  consideraron  importante  señalar  que  la terapéutica anti‐inflamatoria y antioxidante es inespecífica de estas patologías y puede accionar de modo  facilitador sobre  su  evolución,  por  lo  que  los  resultados  expuestos deben  ser  interpretados  en  el  sentido  de  confirmar  el importante sustrato inflamatorio y de estrés oxidativo que puede  existir  en  cualquier  afección  dermatológica  o  no, con independencia de su etiología.  Reporte y serie de casos en el tratamiento del dolor.  Hay  algunas  evidencias  que  involucran  a  TNFα  en  la sensibilización  central  (Garrido‐Suárez  et  al.,  2010).  Las concentraciones  de  esta  citocina  pro‐inflamatoria aumentan  exponencialmente  después  de  una  lesión  del nervio  y  su  aplicación  intra‐ciática  en  ratas  produce descargas ectópicas en fibras C y Aβ, además, anticuerpos neutralizantes  anti‐TNFα  o  inhibidores  de  la  síntesis  de TNFα  alivian  el  dolor  neuropático  en  la  lesión  de constricción  crónica  y  modelos  de  ligadura  del  nervio siático (Zelenka et al., 2005). 

   

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Por  otra  parte,  los  ensayos  clínicos  han  comenzado  a demostrar que  la  inhibición de TNF alivia algunos tipos de dolor neuropático (Rajkumar et al., 2003). TNFα promueve la  síntesis  de  la  sustancia  P  (SP),  la  adenosina,  péptidos relacionados  con  genes  de  la  calcitonina  y  el  factor  de crecimiento  nervioso  (NGF),  así  como,  modula  genes implicados en la expresión de otras citocinas (IL‐1, IL‐2, IL ‐6,  IL‐8 e  IFNγ) e  induce  su  síntesis. También,  IL‐1β puede contribuir  indirectamente  al  estado  excitotóxico,  a  través de la liberación de NO, ERO, eicosanoides y glutamato. Del mismo modo, se ha reconocido que las ERO, el TNFα y la IL‐1  pueden  inducir  daño  por  inhibir  la  capacidad  de  las células gliales para eliminar el glutamato de  la hendidura sináptica (De Leo, et al., 2006). Por tanto,  las acciones del ECAM  y  la  MF  sobre  la  expresión  de  TNFα  e  IL‐1β, previamente demostradas  (Garrido et al., 2004b;  Leiro et al.,  2004a,b), podrían  explicar  el  efecto  antialodínico  y  la disminución  de  la  frecuencia  de  dolor  paroxístico  en estudios  experimentales  (Álvarez  et  al.,  2002;  Garrido‐Suárez et al., 2009).  TNFα induce la potenciación a largo plazo de fibras C en el cuerno  dorsal  espinal  en  ratas  con  daño  de  nervio  y  los inhibidores  de  NF‐κB  bloquean  este  efecto  (Lin  et  al., 2007).  NF‐κB  es  expresado  constitutivamente  en  el cerebro; sin embargo, su expresión se incrementa después de una  lesión de  la médula espinal y puede activarse por diferentes estímulos como citocinas proinflamatorias, NGF, PKC  y  glutamato.  También, NF‐κB  regula  la  expresión  de varias  proteínas  involucradas  en  la  nocicepción  y  la plasticidad  neural  tales  como  citocinas  proinflamatorias, quimiocinas,  iNOS, COX‐2  y pro‐dinorfina  (Romano  et  al., 2006). La dinorfina podría modular la función immune de la microglia  y  el  astrocito,  así  como  interactuar  con  el receptos  de  NMDA  en  neuronas  y  producir  alodinia (Laughlin  et  al.,  2000).  El NF‐κB  es  también  un  elemento clave  en  la  regulación  de  los  procesos  inflamatorios  de células gliales reactivas, su inhibición transgénica atenúa el dolor y  la  inflamación después del daño nervioso periferal (Fu  et  al.,  2010).  Por  tanto,  los  efectos  inhibitorios  del ECAM,  sobre  la  activación  del  NF‐κB  inducida  por  TNF (Garrido  et  al.,  2005),  podría  sugerir  un  efecto antialodínico del extracto. Además,  las  ERO  también  están  involucradas  en  la sensibilización  central  y  se  ha  supuesto  que  las concentraciones  elevadas  de  ellas  desempeñan  un  papel importante  en  la  fosforilación  de  la  subunidad  1  del receptor NMDA (pNR1), a través de  la activación de PKC y PKA  en  la médula  espinal  (Kim  et  al.,  2006;  Gao  et  al., 2007).  Todos  estos  antecedentes,  unidos  a  las  actividades farmacológicas  demostradas  para  el  ECAM  y MF  podrían inferir  una  actividad  analgésica  importante  en  ensayos clínicos (Garrido‐Suárez et a., 2010). Para ello, se estudió el caso  de  una  paciente  con  diagnóstico  de  Síndrome Doloroso  Regional  Complejo  (SDRC)  tipo  II,  secundario  a una lesión del plexo braquial, con sección del nervio radial 

a nivel humeral que  fue provocada por el desplazamiento de  la fractura del húmero  izquierdo (Garrido‐Suárez et al., 2007).  Al  acudir  a  la  consulta,  la  paciente  presentaba cuatro meses de evolución, con síntomas sensoriales, dolor persistente  quemante  y  paroxístico,  alodinia  mecánica, edema, cambios vasomotores hacia  la hiperhemia y mano en  flexión  por  pérdida  de  la  función  motora  de  los músculos extensores del antebrazo, con el compromiso de la articulación del  carpo  y hombro de  limitación  severa  y dolor  de  valor  5  en  una  escala  numérica  de  Likert.  El estudio  de  conducción  nerviosa  mostró  alteraciones mielínico‐axonales  discretas  del  nervio  mediano  y mielínico‐axonales severas del nervio radial. Se  instauró el tratamiento con Vimang® (2 tabletas de 300 mg, cada 8 h y aplicación local de crema 1,2%, 3 veces al día) por 4 meses, asociado  a  los  bloqueos  simpáticos  y  somáticos  para miembro superior y a  la fisioterapia. La evolución clínica y electrofisiológica  fue  muy  favorable.  Mediante  el seguimiento  post‐tratamiento,  a  los  dos meses  del  alta, después  de  concluir  las  10  sesiones  de  bloqueos  y  el tratamiento sistémico con Vimang, no se observó edema ni cambios  de  coloración  en  la  zona  dañada,  mejoró  el trofismo  de  la  piel,  se  conservó  la  flexo‐extensión  de  los dedos  y  la  flexo‐extensión  del  carpo  fue  limitada  pero posible. Por otra parte,  se determinó  la actividad analgésica de  la suplementación  con  formulaciones  Vimang®  en  15 pacientes  con  SDRC  y  la  posible mejoría  de  la  capacidad funcional postratamiento (Garrido‐Suárez et a., 2009). Para ello,  los pacientes recibieron Vimang® tabletas (1 800 mg, dos  tabletas  de  300 mg,  tres  veces  al  día,  antes  de  las comidas),  crema  (1,2%  en  el  miembro  afectado  3 veces/día)  y  un  bloqueo  simpático  semanal  durante  4 meses. Se  introdujo  la  fisioterapia al mes de  tratamiento. Las  variables  evaluadas  fueron  las  puntuaciones  diarias medias de dolor (PDMD) mediante una escala de Likert, el área  e  intensidad  de  la  alodinia  mecánica  dinámica,  la alodinia al frío, somática profunda y la frecuencia del dolor paroxístico. En  los 15 pacientes las PDMD y el resto de  las alteraciones  sensoriales  se  redujeron  significativamente desde  la  semana  2‐3  de  comenzado  el  tratamiento  con respecto  a  los  valores  iniciales.  La  funcionalidad  del miembro afectado, medida por    la escala de Ennenking et al. modificada, aumentó desde 22,7 a 78,7%.  Por otra parte, se realizó un estudio de reporte de casos en el  que  se  determinó  el  efecto  de  las  formulaciones Vimang® en pacientes  con Herpes  zoster  (Garrido‐Suárez, et  al.,  2011a).  Los  pacientes  (n=12)  recibieron  tabletas recubiertas (1 800 mg, dos tabletas de 300 mg, tres veces al  día,  antes  de  las  comidas,  por  30  días)  asociadas  con bajas  dosis  de  amitriptilina  (10‐25  mg/d)  y  fueron controladas  las  dosis  de  rescate  del  analgésico  utilizado (dipirona).  Además  de  las  tabletas,  ellos  utilizaron compresas que  contenían una dilución al 2% de Vimang® en  las  lesiones de  la piel. Fueron determinadas  las PDMD mediante  la  escala  de  Likert  y  también  fueron 

   

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determinadas  las  variaciones  en  las  dosis  diarias  de  los fármacos usados concomitantemente. El efecto analgésico fue observado desde la primera semana en relación con los parámetros  iniciales  y  ninguno  mostró  neuralgia  post‐herpética. También hubo una disminución  significativa en la  reducción de  la medicación antidepresiva  y  la dosis de rescate analgésica con respecto a las dosis diarias iniciales. No fueron reportados eventos adversos.  En  otro  estudio  de  serie  de  casos  (Garrido‐Suárez  et  al., 2011b)  fueron analizados  los efectos de  tabletas Vimang® (1 800 mg, dos tabletas de 300 mg, tres veces al día, antes de  las  comidas,  por  120  días)  en  12  pacientes  con  dolor asociado a zoster (seis con neuralgia herpética subaguda y seis  con  neuralgia  post‐herpética).  La  terapia complementaria  consistió  en  bajas  dosis  de  amitriptilina (10‐25  mg/día)  y  crema  Vimang®  1,2%  aplicada tópicamente.  En  este  estudio  se  registraron  las  PDMD  a través de  la escala de Likert, el área y  la  intensidad de  la alodinia, la intensidad de la alodinia térmica y la frecuencia de  ardor  espontáneo.  Las  puntuaciones  de  dolor  y alteraciones  sensoriales  disminuyeron  significativamente desde la cuarta semana, con respecto a los datos iniciales. Tampoco  se  reportaron  eventos  adversos.  Los  autores concluyeron que estos resultados que estas formulaciones de Vimang® podrían ser beneficiosas en el tratamiento del dolor neuropático, pero es necesario  la  realización de un ensayo clínico controlado para confirmar esta hipótesis. Los  autores  manifestaron  que  los  resultados  obtenidos, tanto en el reporte como en la serie de casos, sugieren que la  suplementación  con  Vimang®  sería  beneficiosa  para prevenir  y  tratar  el  dolor  neuropático,  aunque  resulta necesaria  la  realización  de  un  ensayo  clínico  controlado para aceptar esta hipótesis.  En otro reporte de casos se estudió la actividad analgésica de  las  tabletas y crema Vimang® en pacientes portadores de osteoartritis  (OA) de  rodilla  y  la posible mejoría de  la capacidad funcional postratamiento (Valverde et al., 2009). Para  ello,  se  estudiaron  10  pacientes  con  diagnóstico clínico  de  imagen  de OA  de  rodilla.  La  semana  previa  al inicio del tratamiento sus PDMD eran mayores de 4, según una  escala de  Likert de  11 puntos.  Se  aplicó  el  índice de capacidad funcional de WOMAC (The Westerm Ontario and Mc Master Universities Osteoarthritis Index) en la consulta inicial  y  al  concluir  el  estudio.  Los  pacientes  fueron asignados  aleatoriamente  a  tres  grupos  (grupo  Vimang® tabletas 900 mg/día [n = 4], grupo Vimang® tabletas 1 800 mg/día  [n  =  3]  y  grupo  Vimang®  tabletas  900 mg/día  + crema  Vimang  1,2%  [n  =  3]).  La  administración  de  las tabletas se  repartió en  tres  tomas cada 8 h y  la crema se aplicó tres veces al día con el mismo intervalo en la rodilla afectada  durante  tres  meses.  Todos  los  pacientes mostraron analgesia satisfactoria a partir de los 15‐21 días hasta los tres meses. Este efecto se relacionó, al menos en parte,  con  la  disminución  de  la  efusión  sinovial  que  se observó en la mayoría de las articulaciones afectadas, pero 

fue  independiente  de  la  disminución  del  grosor  de  la sinovial  constatada  por  ultrasonografía.  Se  observaron ambos efectos, promoción e  inhibición de  la proliferación sinovial, independientemente de la analgesia. La inhibición de la proliferación de la membrana sinovial con respecto a los  valores  iniciales  sólo  fue  significativa  en  el  grupo Vimang 900. Los 10 pacientes mejoraron su calidad de vida en  relación  con  el  alivio  del  dolor  y  el  aumento  de  la capacidad funcional según el índice de WOMAC. De  la misma manera que en  los reportes o serie de casos anteriores  resulta  necesaria  la  realización  de  ensayos clínicos controlados para confirmar  los hallazgos descritos en esas publicaciones.  CONCLUSIONES  La  presencia  de  una mezcla  determinada  de  polifenoles, terpenoides,  ácidos  grasos  y microelementos, unido  a un proceso  de  estandarización  del  extracto  acuoso  de  la corteza  del  árbol  de  mango  (ECAM)  le  otorgan  a  este ingrediente  farmacéutico  activo  de  las  formulaciones Vimang®  un  importante  perfil  antioxidante,  anti‐inflamatorio,  inmunomodulador  y  analgésico manifestado en  una  inhibición  de  la  peroxidación  lipídica  y  una protección  al  daño  oxidativo  de  la  cadena  de  ADN mediante  el  mecanismo  de  secuestro  de  ERO, probablemente a través de la acción de flavonoides y otros polifenoles.  También  a  través  de  la  disminución  de  la acumulación  de  Fe2+  mediante  la  reacción  de acomplejamiento  con  la mangiferina  (MF),  lo  que  puede ejercer  un  mecanismo  preventivo  de  protección  a diferentes  órganos.  El  ECAM  protege  a  la  mitocondria celular  mediante  la  acción  sobre  diversos  sistemas enzimáticos, en los que pueden estar involucrados diversos componentes  químicos  del  ECAM  que  impiden  o disminuyen la formación de ERO.   Desde  el  punto  de  vista  de  la  actividad  sobre  el  sistema inmune, el  ECAM  inhibe  la producción de moléculas pro‐inflamatorias,  tales  como  NO,  PGE2  y  LTB4;  enzimas involucradas en este proceso, tales como la PLA2, la iNOS y la COX‐2 y  la expresión de moléculas de adhesión como la ICAM‐1  e  incrementa  TGFβ.  Todo  ello  vinculado  con  su efecto  modulador  sobre  la  inhibición  de  importantes funciones como la quimiotaxis; la expresión de las citocinas TNFα  y  sus  receptores  TNF  R‐1  y  R‐2,  GM‐CSF  e  IL‐1β mediante la inhibición de la transcripción de los genes que las  codifican,  la  inhibición  de  la  producción  de  isotipos específicos de  inmunoglobulinas,  como  la  IgG2a  y  la  IgG2b sin  afectar  la  producción  de  IgM;  la  inhibición  de  la proliferación  celular mediada  por  el  receptor  de  IL‐2  en células  T,  a  través  de  la  inhibición  de  la  expresión  del marcador de activación CD25 en  la superficie de células T primarias;  y  la  inhibición  de  las  vías  de  señalización intracelular  mediadas  por  NF‐κB  en  linfocitos  T  y  en macrófagos,  lo  que  conduce  a  la  inhibición  de  la 

   

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producción de mediadores moleculares que participan en los procesos inmunológicos, nociceptivos e inflamatorios.  El ECAM  inhibió  la muerte celular  inducida por activación (AICD) en  células T primarias mediante  la disminución de las  concentraciones  de  ERO  y  Ca2+  inducidas  por  la activación  del  receptor  de  la  célula  T,  la  inhibición  de  la fosforilación de la cinasa de c‐Jun (JNK) que participa en la activación  del  factor  transcripcional  AP‐1,  la  disminución de  la  expresión  del  factor  transcripcional  NF‐κB  y  la disminución de  la expresión del  ligando de muerte CD95L. Estos  resultados  demuestran  que  el  ECAM  puede contribuir a prolongar  la  sobrevivencia de poblaciones de linfocitos  T,  lo  que  fundamenta  la  utilización  de  las formulaciones Vimang® en el tratamiento de patologías en las que el  fenómeno de  la AICD este  incrementado, como es el caso de la inmunodeficiencia asociada al VIH. La actividad analgésica del ECAM quedó manifestada por la inhibición de la fase II de la prueba de la formalina al 1%, lo que sugiere que el ECAM pudiera actuar sobre el proceso de  sensibilización  periférica,  específicamente  sobre  el componente  capsaicina‐sensitivo‐neurogénico;  la disminución  de  la  concentración  de  glutamato  y  el aumento del número de neuronas viables en un modelo de muerte neuronal excitotóxica  inducida por NMDA,  lo que sugiere  que  el  ECAM  pudiera  inhibir  la  vía  postsináptica glutamato‐receptor  NMDA‐NO‐GMPc  implicada  en  el proceso  de  sensibilización  central  que  subyace  en  los estados dolorosos crónicos.   El  efecto  antialérgico  del  ECAM  también  fue  evidenciado mediante la reducción de la producción de IgE, la inhibición de  la  desgranulación  de  las  células  mastocitarias,  la reducción  de  la  permeabilidad  vascular  inducida  por histamina,  así  como  la  liberación de histamina de  células mastocitarias,  la  reducción  de  la  respuesta  proliferativa linfocitaria antígeno‐específica y la inhibición de IL‐4 e IL‐5 en un modelo de asma alérgica.  Las  evidencias  clínicas  con  el  uso  de  formulaciones Vimang®,  en  ensayos  clínicos  a  doble  ciego,  en  estudios pilotos  como  en  series  o  reportes  de  casos  han demostrado que existe una  correlación  significativa entre la disminución de los marcadores del estrés oxidativo y de la  inflamación,  el  alivio  de  los  síntomas  clínicos,  la recuperación de marcadores hemoquímicos y la mejoría de la  calidad  de  vida  en  varias  enfermedades  crónicas,  así como en la atención al Adulto Mayor. Los resultados de los estudios toxicológicos pre‐clínicos y la ausencia de eventos adversos significativos en los estudios clínicos han demostrado que se  trata de un producto que no presenta efectos  tóxicos, mutagénicos, genotóxicos, ni teratogénicos en  las condiciones experimentales a que ha sido sometido.  Resulta  necesaria  la  realización  de  ensayos  clínicos controlados  en  patologías  que  transitan  por  un 

componente de estrés oxidativo,  inflamación o dolor para asegurar  la  eficacia  de  las  formulaciones  que  contengan como ingrediente farmacéutico activo al ECAM.  

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