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1 • ALEJANDRO AGUADO • ENRIQUE ARDITO • CARLOS M. FEDERICI • WILLIAM GEZZIO • PABLO DOBRININ • GONZALO PALMER • HECTOR REINNA • ANDRÉS TRÍAS •LA AVENTURA CONTINÚA! Nº 15 AÑO 17 / SETIEMBRE, OCTUBRE, NOVIEMBRE 2015

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revista de comics clásicos, cuentos y material sobre la histororia y el estudio de la historieta.

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•ALEJANDROAGUADO•ENRIQUEARDITO

•CARLOSM. FEDERICI•WILLIAMGEZZIO•PABLODOBRININ•GONZALOPALMER•HECTORREINNA•ANDRÉSTRÍAS

•LAAVENTURACONTINÚA!

Nº 15 AÑO 17 / SETIEMBRE, OCTUBRE, NOVIEMBRE 2015

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GUIÓN: PABLO DOBRININDIBUJOS: WILLIAM GEZZIO

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15 balas!!!Contando los 9 números impresos más los 6 en digital (con

éste), les presentamos el 15!La aventura continúa…la de seguir haciendo revistas e

historietas, novelas gráficas que viajarán por la red en busca de lectores y amantes de los cuadritos, tanto o más que

nosotros. Eso nos moviliza a seguir en la Aventura, destinando tiempo y esfuerzo para realizar esta pequeña pero gigante

revista de historietas clásicas, cuentos y temas relacionados con imaginados mundos dibujados, con personajes nuestros y ajenos, pero juntos para llenar la avidez de todo buen lector

historietófilo.

BALAZO Nº 15 AÑO 17 / SETIEMBRE, OCTUBRE,

NOVIEMBRE 2015MONTEVIDEO - URUGUAY

COLABORAN EN ESTE NÚMERO:CARÁTULA:GONZALO PALMER

ALEJANDRO AGUADOENRIQUE ARDITO

CARLOS M. FEDERICIWILLIAM GEZZIOPABLO DOBRININ

GONZALO PALMERHECTOR REINNAANDRÉS TRÍAS

EMAIL: [email protected]

TODAS LAS OBRAS SON PROPIEDAD DE SUS AUTORES. EN CASO DE

UTILIZARSE PARA OTRA PUBLICACIÓN, CONTACTARSE PREVIAMENTE CON LA DIRECCIÓN PARA SOLICITAR SU

PERMISO.

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Colaboradores de Balazo

Mi nombre es Enrique Ardito, guionista y dibujante de historietas y estas son las seis cosas de las que tal vez pueda sentirme orgulloso: Las tiras de prensa Viviana y

Yamandú, Los recién cansados, Tarjeta amarilla, Montevideo cambalache, Don Jubileo, Puroperro y Morán S. R. E. La edición junto a grandes amigos, de “Quimera, el comic uruguayo en serio”. El haber trabajado con William Gezzio, Richard Ortiz, Ignacio Calero, Daniel González, Nicolás Rodríguez

Enrique Ardito

Juele, Eduardo Barreto, Gerardo Fernández, Salvatore, P.Tissa y Werner Rocker. El haber creado e impartido el Curso taller de iniciación al comic para el M.E.C.. El haberme animado a escribir “Un modo más de guionar comics”. Que la Fundación Lolita Rubial haya tenido la deferencia de otorgarme el premio Morosoli.

Viviana y Yamandú

Alejandro Aguado

Publicó en diarios, suplementos, revistas, libros de Patagonia argentina, Argentina, España, Chile, Venezuela, Bolivia, Estados Unidos, Francia e Italia. Tiene 15 libros publicados. Dirigió/coordinó Duendes del Sur, El Espejo de los dibujantes del sur y La Duendes – Historieta Patagónica. Expuso en Argentina, Ecuador, Colombia, Brasil, España y Alemania. Obtuvo premios y diversos reconocimientos en Argentina y el exterior. En Francia participó del libro Dear Patagonia, que fue elegido como mejor libro del año de

autor extranjero de 2013.

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Colaboradores de Balazo

JUAN CARLOS COLLA ACLAND Nací en la ciudad de Paysandú. Al finalizar el bachillerato me traslade a Montevideo para estudiar Publicidad Grafica en la llamada por los militares “Escuela de artes Aplicadas” antigua Bellas Artes. Luego curse en Salto

el primer año de arquitectura, el que abandone para dedicarme definitivamente a la publicidad y la ilustración. Posteriormente me radique por tres años en Buenos Aires donde trabaje para diferentes estudios y

colaborando con algunos ilustradores como Bergandi y Cademartori que trabajaban, entre otras para la revista “Somos”. En estos años realice el comic sobre “La Defensa de Paysandú” (publicado por Banda Oriental en su primera edición en blanco y negro y actualmente reeditado por La Junta Departamental de Paysandú a todo color) Esto me dio el impulso de irme a vivir a España. Allí en Madrid colabore con algunos dibujantes como Rafael Tobías; que era dibujante de comics pero en España se dedicaba a hacer storyboards para agencias de publicidad. Luego me fui a Barcelona, donde entre muchos conocí a Horacio Altuna. Finalmente me radique en Alicante y fui contactado por el periódico “La Verdad”, para hacerles ilustraciones y publicar biografías de personajes Alicantinos en forma de comics. A mi regreso a Uruguay me radique definitivamente en Montevideo. Aquí trabaje para varias agencias de publicidad y colaboré para otras tantas haciéndoles storyboard. En ese periodo publique comics para la revista “El Dedo”, “La Otra”, “Guambia” y algunas más y trabajé en el suplemento “El día de los niños” del diario “El Dia”, hasta su cierre definitivo. Actualmente y gracias al internet, trabajo para el mercado

norteamericano y de algunos otros países, generalmente haciendo comics y storyboard.

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Comenzo a dibujar desde muy pequeno y su padre viendo el interes que tenia en el dibujo decidio regalarle el curso de Continental School donde comenzo a aprender sus primeros “trucos” sobre como realizar un dibujo a nivel profesional.Sus primeras experiencias fueron con compañeros de clase realizando una publicación impresa en base a fotocopias en 3o. de liceo, la revista humoristica El Bocon. El año siguiente decide inscribirse en el curso de Dibujo Publicitario en la escuela Pedro Figari de la UTU. Asi comienza a vincularse mas al aspecto grafico en general de la profesion de dibujante/disenador grafico. Realiza trabajos para diferentes clientes, incluyendo la IMM, el Ministerio de Estadistica, el Inju y un sinfin de empresas y negocios, siempre intentando volcar su veta de dibujante en sus disenos. Realiza tambien algunas animaciones para agencias de publicidad y productoras. En ese momento se da en Montevideo un resurgimiento de fanzines de muy buena calidad, y alli se contacta y comienza a publicar en la Revista de Ciencia Ficcion y Fantasia “Diaspar”, dirigida por Roberto Bayeto donde conoce dibujantes como Gonzalo Mendizabal, Taylor Castro, Leonel Colo, Daniel Argente entre otros. En el contacto con estos dibujantes comienza a descubrir otros autores europeos y del underground americano como ser Moebius, Tanino Liberatore, Enki Bilal, Richard Corben y otros que lo marcarian muchisimo en su carrera como dibujante. Visitando una exposicion de comic nacional organizada por Buquebus,se contacta con William Gezzio, Alejandro Colucci, Rolando Salvatore, Daniel Gonzalez y Pablo Dobrinin entre otros y surge la idea de realizar una publicacion autoeditada. Asi es como nace Balazo. Participa en varias ediciones de Balazo con su personaje de Ciencia Ficcion y Aventura llamado Marco Alvarado.Casi al mismo tiempo recibe un llamado de Rodolfo Santullo, para colaborar en una publicacion de autoedicion de una serie policial llamada Montevideo Ciudad Gris. Realiza los dos primeros numeros y lapices de parte del segundo que fueron terminados por otros colegas como Richard Ortiz y Javier Krojmal. Tambien colabora realizando ilustraciones para diferentes publicaciones locales, entre otras Cafe a la Turca. Luego de algunas otras experiencias de autoedicion, surge una oportunidad para viajar a Estados Unidos y alli, cargando sus lapices y sus tablas de dibujo se lanza a probar suerte en el mercado americano, sabiendo que es un desafio muy grande, comienza a afianzarse en lo que es su lado mas fuerte: El Diseno Grafico. Publica en USA en revistas y semanarios de habla hispana mientras trabaja en una imprenta en Nueva York. Actualmente se encuentra realizando trabajos de diseño grafico e ilustraciones de manera freelance para publicaciones de tipo educativo. Tambien es parte del equipo dirigido por Kurt Christenson, el sello editorial King County Comics desde donde se planea lanzar una serie de comics para ser distribuidos en el area triestatal (NY/NJ/CT). Realiza el diseno de tapa del libro de Antologia de Ciencia Ficcion “Ruido Blanco 3” e ilustra un cuento de una antologia para Estuario Editora realizada por Rodolfo Santullo, Cuaderno de Ficcion Aventurero.Recibio tambien una mencion especial en el concurso de Dark Horse, “Recreate a Hellboy Cover” donde el mismo Mike Mignola fue el juez, encargado de seleccionar las piezas ganadoras.

DANIEL PUCH

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• Mencion especial en el concurso de DarkHorse, “Recreate a Hellboy Cover” donde elmismoMikeMignolafueeljuez,encargadodeseleccionarlaspiezasganadoras.

•• Actualmente se encuentra trabajando enun “motion comic” para la pagina web TheAbsurdist (http://tragicallyabsurd.com/) demuyprontapublicacion.

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GONZALO PALMER

Soy Ilustrador y dibujo comicNací en Montevideo

Estudié dibujo y pintura con Alvaro FontanaHice un taller de carbonilla con Clever Lara

Estudié Diseño Gráfico en Bios UruguayEstudié fotografía en el Ateneo de Montevideo

Soy autodidacta en el manejo de programas de 3D

PUBLICACIONES:Diario La República

Revista Punto y AparteVarios intentos de revistas de comic uruguayo (REM,Medio Tanque etc)

Exposiciones y/o Muestras:Muestra colectiva de ilustración en I.M.M.Muestra colectiva de ilustración en I.M.C.

Colaboradores de Balazo

Pablo Dobrinin

(Montevideo, Uruguay,

21/ 05/ 1970) es escritor y periodista cultural. En Balazo

ha aportado entrevistas, artículos y guiones para Ernesto Cantonnet (Billy), Daniel Puch (Los cuentos del señor Mistic,

Marco Alvarado) y Gezzio (Atorrantelli).

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(Montevideo, 1941), escritor desde 1961, debutó en el campo de la Historieta 7 años más tarde, con la tira diaria “Barry Coal”, la que posiblemente haya sido la primera historieta dentro del cómic mundial protagonizada por un personaje afroamericano, si se hace excepción de las que pudieron publicarse en órganos de prensa de Harlem. De ahí en adelante elaboró una obra que él mismo no vacila en reconocer magra y de calidad debatible, si bien, objetivamente considerada, no puede negársele su carácter de “pio nera” en diversos aspectos, como el mencionado más arriba. Se declara muy agradecido al manojito de “fieles” que han tenido la deferencia de seguirlo a través de su intermi tente trayectoria (interrumpida por períodos en que privaba su dedicación a la narrativa) y también muy sorprendido por haber sido privilegiado con los mismos galar dones que se otorgaron a colegas suyos mucho más prolíficos y de mayor com pe tencia en la especialidad.

Carlos M. Federici

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MARTHA BARNES

Cuando fui más grande estudié en la Academia Nacional de Bellas Artes de la provincia de Mendoza, pero mi idea fija era la historieta y me dediqué de lleno a este tema, con absoluta tozudez.

Mi primer trabajo fue a comienzos de los años cincuenta, en la editorial Muchnik, haciendo letras y pegatinas. Un compañero de trabajo vio algunos dibujos míos y me preguntó si quería probar suerte en la editorial Columba. Por supuesto, dije que sí y allá fui con mi carpeta llena de dibujos y de ilusiones. Me aceptaron enseguida y así comenzó un largo y hermoso camino. Nunca me pidieron ningún cambio en mi estilo y siempre me sentí muy cómoda y libre.

Trabajaba de la siguiente forma: recibía los argumentos de excelentes autores, los llevaba a mi casa, hacía la historieta, cuando estaba lista la entregaba, cobraba puntualmente y así era siempre.

No recuerdo cuál fue mi primer trabajo. Cuando empecé hacíamos muchas adaptaciones de libros de autores famosos, por ejemplo Agatha Christie, Guy de Maupassant y otros.

Además de trabajar para Columba, también lo hice para casi todas las editoriales nacionales.

Además de historietas, realicé ilustraciones de libros de cuentos infantiles, diccionarios, portadas, animales. Trabajé en Record, Esquiú, el diario La Nación, Acme, Rastros… Esto es una cadena con muchos, muchísimos eslabones. Por medio de intermediarios realicé historietas para Estados Unidos y para Europa. Hace poco recibí algunos trabajos publicados por DC Comics y por Eerie Publications. Esto realmente me alegró, porque los dibujos que realicé para el extranjero se me habían perdido de vista —yo creía que para siempre. Los iré subiendo a mi blog poco a poco.

Volviendo a Columba, realicé tantos trabajos de tantos buenos guionistas que no quisiera ser injusta al mencionar algunos y dejar a otros de lado. Vienen a mi mente los nombres de Ray Collins, Armando Fernández, José Luis Arévalo, Alfredo Grassi.

En general realicé trabajos unitarios, salvo en los últimos años de la editorial, en los que tuve la oportunidad de dibujar las series Cuentos del Emir (con guión de Arévalo) y La Enemiga y Pasional (de Armando

Fernández).En cuanto a mujeres historietistas,

sé que hubo, pero no conocí ninguna que trabajara con continuidad. Ya en los últimos tiempos de Columba trabajaba allí una joven historietista, Laura Giulino.

Mi método de trabajo, bási-camente, es leer detenidamente el argumento y documentarme. Luego, diagramar las páginas, ubicar los dibujos en la hoja y dejar lugar para el texto, imaginar los personajes, física e intelectualmente, y que eso sea visible en el dibujo de sus cuerpos y rostros. También, estudiar el ambiente donde transcurre la historia, la época, el clima. Y luego, mirar la hoja en blanco… hasta que venga la idea para saber dónde y cómo empezar. Las figuras tienen que contar lo que sucede sin necesidad de leer el texto primero para poder entenderlas. De pronto, la magia comienza y se empiezan a llenar los cuadros de bocetos, luego la revisión y, por último, el entintado.

Admiro a muchísimos dibujantes: Arturo del Castillo, Francisco Solano López, Bruno Premian, Alberto Breccia, Ernesto García Seijas y tantos otros. Nuevamente, las enumeraciones son injustas ya que dejan fuera a tantos artista extraordinarios, de antes y de ahora.

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WILLIAM GEZZIO

Siento que nací con un lápiz y un pincel bajo el brazo, porque mis recuerdos me traen imágenes de mí, dibujando. Y cuando pude pagarme los estudios, lo hice en la Escuela

Panamericana de Arte, en el curso de los 12 Famosos Artistas, elección que tomaría una y otra vez, si volviera a nacer. Pero a la teoría debí agregarle infinitas horas de tablero, las que realmente me dieron seguridad y

conocimiento en el dibujo.Como nací en un pueblo del interior: Nueva Palmira,

pequeña ciudad portuaria del litoral oeste del Uruguay, tuve que mudarme a la capital para realizarme como

profesional, en diarios y revistas del medio. También lo hice, viviendo un tiempo en Buenos Aires, publicando en varias

revistas de historietas y humorismo.Además de dibujar, mi otra pasión es la pintura de caballete

y de corte realista, preferentemente paisajes y caballos.

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HÉCTOR REINNA

NacióenlaciudaddeRosario,(Argentina)donderegresóconlosañosyresideenlaactualidad.Suhistoriatieneencomúncongranpartedelosdibujantesnacidosenelinterior,quetuvoquemudarseaBuenosAiresparadarelgranpaso.Lafortunalesonrió,yafuerzadetrabajoytalento,enlosaños50formópartedelamíticarevistadehistorietas“Patoruzito”yparalaeditorialdeTorino,dibujóelmíticopersonaje“DonNicola”.Reinnafueunodelosprotagonistasenquelahistorietanacionalbrillabaporsupopularidad.

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TERCERGRADOCARLOSM.FEDERICI

PARA Wulfodtzky, aquello era el pan de cada día.

Un hombre, encogido en una silla, sudando miedo.

El golpe intolerable de 500 vatios.

Otro hombre, de pie, frente al de la silla; un hombre de ojos de

acero helado y mandíbula prominente sombreada de barba.

El cuerpo de este hombre era robusto y tosco, como

modelado a hachazos a partir de un tocón de sequoia; los antebrazos de este hombre, gruesos y peludos como las patas

de una enorme tarántula descansaban, cruzados, a medio salir

de las mangas enrolladas de una camisa sucia. Pero lo más

notable en él eran las manos, hinchadas de nudillos oscuros y de

venas violáceas, manos en las que latía una fuerza ame nazante.

Wulfodtzky siempre era el hombre de pie. Era el hombre-

mecanismo, ajustado para ejecutar con precisión una cierta

tarea.

El otro era... material de trabajo. Sobre ese material se

concentraba Wulfodtzky, reali zan do con antebrazos y manos una

labor de gélida eficiencia. Hasta que el material se ablan daba,

se retorcía y se moldeaba a su satisfacción.

El resultado era precioso para los que le pagaban a

Wulfodtzky: información. Wulfodtzky había cobrado fama en el

ambiente.

El grueso índice del comisario Luke Holland golpeó la llave del

intercomunicador.

—Que entre Wulfodtzky —ordenó.

De inmediato lo tuvo enfrente.

—Siéntese.

Wulfodtzky parpadeó. ¿Sentarse?

—¿Qué pasa? —preguntó— ¿Trabajo?

El comisario lo miró con desprecio.

—Siéntese —repitió—. No lo llamé por eso.

Wulfodtzky ocupó torpemente una silla metálica, frente al

escritorio del comisario.

—¿Sabe lo que hizo, imbécil? —estalló de súbito Holland.

—¿Qué..., por Portino lo dice?

La ancha palma de Holland castigó el escritorio.

—¡Portino era inocente! ¡El culpable se entregó anoche!

¿Entiende, maldito sea?

Wulfodtzky se movió en la silla.

Aunque no se lo recuerde (o se aduzca desconocerlo) un tiempo hubo en que, sobre suelo charrúa, resultaba inconcebible que un narrador comm’il faut condescendiera a transitar por la trocha de los “subgéneros”; esto es, temas policíacos, de terror o de ciencia ficción... A lo sumo se toleraba alguna guiñada al “fantástico” estilo Felisberto; pero fuera de eso, lo “literariamente correcto” era seguir la senda del costumbrismo rural, a lo Morosoli o Da Rosa o — algo más audazmente— el realismo urbano tipo Benedetti. Aunque usted no lo crea. Sin embargo, gente hubo que se rebeló contra esa situación (¡vaya!, los cuento con los dedos, incluyéndome, y parece que me sobran nueve dedos)... Como sea, las cosas eran distintas en la orilla opuesta del estuario, donde campeaba desde unos veinte años atrás toda una tradición transgresora. Allí comenzó a publicarse una revista, versión en castellano de uno de los últimos “pulps” de EE. UU., titulada Tercer Grado. Con destino a ella esbocé el relato que sigue (homónimo a la revista); por desgracia, la existencia de la citada publicación fue efímera, y mi cuento ni siquiera llegó a depositarse en el correo antes de que el órgano de prensa se extinguiera... Pero como “todo le llega al que espera”, según dicen, casi un par de decenios más tarde, en 1980, el escrito de marras fue incluido en una antología integrada por autores de ambas márgenes del Plata. Pero editada, claro, del lado de allá.

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—Yo hice lo que me mandaron —dijo, desmañadamente.

—¡“Lo que me mandaron”! —remedó Holland, con rabioso

desdén— ¡Portino está muerto! ¡Mató al muchacho! ¿Se da

cuenta, imbécil?

—No lo traté peor que a los demás —arguyó Wulfodtzky—. No

tengo la culpa si no resistió.

—¡Portino era inocente!—Ustedes me lo entregaron.

—¡Basta! —el comisario se pasó los dedos temblorosos por el

cabello—. El tío de Portino consiguió armar un escándalo... ¡La

prensa nos va a poner como un trapo! ¡Esto es el acabóse! ¿No

entiende?

Wulfodtzky no respondió. Era torpe de lengua; pero no le

habrían faltado ganas de largar unas cuantas verdades boca

afuera.

—Se ha arreglado su inmediata salida de este Estado. Mejor

para usted que se empiece a mover ahora mismo. ¿Le quedó

claro?

—Bien claro.

Por dentro, Wulfodtzky hervía. ¡Lo estaban poniendo de

pantalla! Iba a ser “el funcionario indigno de la noble tradición de

la esforzada brigada policial de Nueva York”; los titulares armarían

un poco de barullo encima de él, y Holland y los otros, como

pétalos de rosa.

—No se preocupe por el dinero. Ya se tomaron las pro-

videncias del caso —dijo el comisario.

—Muy bien.

Se miraron, sin encontrar nada que añadir. Wulfodtzky salió.

Holland, solo, permaneció unos instantes abstraído, repi-

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queteando con los dedos sobre la mesa. Cuando se percató de

que estaba llevando el compás del “Himno de la Policía” dejó

el golpeteo. Sus dedos saltaron sobre la barra dorada con la

leyenda: “Comisario L. Holland”, la grasitud de las yemas manchó

el bronce y el comisario frotó con la manga.

Después sacó del bolsillo una pastilla rosada y se la puso en la

boca, empujándola con un sorbo de agua que se le an tojó tibia.

La estación no era tan grande como la Central, pero estaba

bastante llena. Wulfodtzky se abrió camino, empujando con el

portafolios del dinero además de los codos.

Estaba hambriento. Lo primero era buscar un sitio para comer.

Después, con toda comodidad, y reconfortado por un buen

whisky, ya estaría en condiciones de planear sus próximos pasos...

Necesitaba coordinar las ideas. Todo había ido dema siado

rápido, se dijo. La esclerosis de su rutina diaria lo inha bilitaba para

adaptarse a cambios súbitos. Los cambios le causaban mareo.

Se palpó los bolsillos en busca de cigarros y encontró una

cajetilla casi vacía. Maldijo entre dientes: un “cartón” se le había

olvidado en la ciudad, por culpa de la salida apresurada.

Se puso uno en la boca e hizo jugar el encendedor.

—¿Me da fuego, por favor?

Wulfodtzky, distraído en sus reflexiones, acercó la llamita al

cigarrillo del que le había hablado, sin molestarse en mirarlo.

—Gracias, amigo —y sintió que el otro lo palmeaba.

—No es nada —contestó maquinalmente.

“Amigo”, pensó Wulfodtzky. Maldito si me conoce y me dice “amigo”... (En la ciudad, los que conocían a Wulfodtzky no lo

trataban de “amigo” tampoco...; pero Nueva York es Nueva York,

se dijo.)

Había un minúsculo snack-bar en la misma estación. Es taba

vacío, lo que atrajo a la naturaleza retraída de Wulfodtzky. Un

barman de cara cerúlea y tristes ojos bordeados de som bra se

acodaba sobre el mostrador tapizado de linóleo rojo.

—Whisky —pidió Wulfodtzky, ocupando un taburete.

—¿Algo para masticar?

—Deme un sándwich de pollo.

El melancólico sujeto lo sirvió y retomó su posición anterior. Un

reloj, quién sabe desde dónde, escupía segundos.

Wulfodtzky comprobó con asombro que estaba inquieto.

¿Qué era lo que marchaba mal...? Pero con el primer sorbo del

whisky ahuyentó esas ideas. Lo urgente era poner en orden sus

proyectos.

¿Qué iba a hacer? Su trabajo de siempre, por supuesto. Era el

único medio de vida para el que estaba capacitado... Tenía que

comenzar a sondear en el ambiente de este nuevo medio en

que lo habían arrojado. Ya se las arreglaría.

Una mano le tocó el hombro.

Se volvió con algún sobresalto, porque no había oído entrar a

nadie. Vio a dos hombres pegados a él. Uno de ellos, moreno y

ancho de cuerpo, tenía la mano todavía cerca del hombro de

Wulfodtzky. El otro, alto como una escalera, y con una enorme

cabeza redonda, permanecía inmóvil, con las manos en los

bolsillos del sobretodo.

—Se le reclama, amigo —dijo el moreno.

El cariamarillo barman movió sus ojos lúgubres y opacos.

Wulfodtzky clavó la mirada en la barra plateada del escritorio,

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grabada con el texto:

E. GUKKA - COMISARIOGukka era un hombre grueso, con una horrible dentadura

amarillenta y una calva rojiza. Hablaba en susurros, y miraba con

tal intensidad que obligaba a desviar la vista de sus ojos duros.

—Lindo truco, ése de deslizarle la “nieve” al compinche,

simulando pedirle fuego —dijo—. Lástima que esté un poco

gastado... Su cómplice se hizo humo; pero nos conformamos

con usted.

Wulfodtzky mantuvo la mirada fija en la bruñida barra. No

contestó.

—¿Se considera inteligente, amigo?

El comisario esperó una respuesta, y al no obtenerla, se

encogió levemente de hombros.

—Supongo que entenderá que largarlo todo por las buenas...,

espontáneamente, diríamos, beneficiaría a su salud en forma

considerable, ¿no es cierto?

Una especie de atontamiento había cubierto a Wulfodtzky,

retardándole las facultades. Hubiese querido poder gritar: “¡No sé nada! ¡No tengo nada que ver con eso!” Pero se daba cuenta de

que tenía perdida la partida. El paquete de droga en el bolsillo

(aquel tipo lo había llamado “amigo”, se acordó)..., el hecho

de su expulsión de la Policía de Nueva York, en cuya nómina

figuraba como “escribiente” (y sabía muy bien que ni Holland ni

los otros iban a mover un dedo en favor de él)..., el agravante

de su precipitada salida del Estado: todo se amontonaba sobre

Wulfodtzky, aplastándolo, reduciéndolo a cero, terminando con

él.

Al fin consiguió exprimir:

—No sé de qué me habla.

Y a él mismo le sonó mal su voz: falsa, mentirosa. Por un

momento grotesco hasta llegó a pensar si no estaría loco, si no

padecería de algún tipo de amnesia y sería culpable de veras, si

ellos, al fin y al cabo, no tendrían razón... Sacudió la cabeza.

Gukka lo observó unos momentos. Se estiró un silencio que le

retorció todos los nervios a Wulfodtzky.

—Pásenselo a Stronheim —dijo por fin Gukka.

Para Wulfodtzky, aquello había sido el pan de cada día.

Un crudo golpe luminoso: 500 vatios quemándose a la vez.

Un hombre, de pie, con los velludos antebrazos cruzados sobre

el tórax y los fríos ojos mirando sin emoción alguna; un hombre de

anchas manos, manos nervudas, que aun en reposo, aterraban

con la promesa de su eficiencia y de su terrible precisión en la

búsqueda de unos resultados previstos anticipadamente.

Otro hombre, chorreando miedo líquido por todos los poros.

agazapado en una silla, temblando, esperando.

Y esta vez, Wulfodtzky era el hombre de la silla.

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El visitante por Alejandro Aguado

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EL DETECTIVE YAMANDÚ COLLAZO EN OTRA SINGULAR AVENTURA GUIÓN Y DIBUJOS: WILLIAM GEZZIO

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UENAS NOCHES!... El Vigilante Nocturno os saluda… ¡Pasad…, pasad sin temor! Aquí, en la soledad de estas mazmorras, donde el ciego instinto de las arañas teje incansablemente sus viscosos encajes…, donde el nitro (como decía Montresor) “centellea en blancos bordados” sobre las húmedas paredes y el drip-drip de las filtraciones se sucede, sin más ritmo que el que el azar determina, golpeando

Mazmorras Memoriales

sordamente sobre las duelas de los toneles de amontillado…, aquí mismo…, flotan, invisibles e intangibles, los fantasmas de las viejas y extintas revistas de historietas… ¡Ah! ¿Se os antojaría poder leerlas…, imbuiros de sus nefandos contenidos? ¡Pues para eso está quien os habla, el Vigilante Nocturno, quien mediante antiguos y blasfemos conjuros virtualizará para vuestro secreto deleite lo más escogido de ese profano material…, traducido y remozado, a fin de que podáis apreciarlo en todo su oscuro esplendor!... ¡Adelante, mis amigos…, la función va a comenzar!

a cargo de Carlos M. Federici

El “Hard-boiled Guy”, subproducto del “Noir”

UANDO -como atinadamente se ha dicho alguna vez- el asesinato abandonó la placidez de los jardines vicariales para ubicarse de un salto en medio de las

lóbregas arterias de asfalto de los bajos fondos urbanos, generalmente mojadas de lluvia e iluminadas por amarillentos faroles, el clásico esquema del detective sagaz y reflexivo ya no funcionó. Las “pequeñas células grises” de Hércules Poirot podían, en cualquier momento, salir desparramadas por el aire bajo el impacto de una bala del .38, y la elegante suficiencia de Ellery Queen corría serio riesgo de verse vejada por la simple fuerza bruta del gorila de turno. Fue menester construirle una suerte de coraza

C de espinas al personaje, a fin de establecer una defensa adecuada contra el medio áspero y hostil en que debería moverse en adelante.

Así nacieron las historias de hard-boiled characters, o though guys, como se les llamó también: tipos duros y resueltos, poco obedientes de las reglas y en ocasiones casi tan inescrupulosos como los maleantes con los que tenían que lidiar cotidianamente. Esta metamorfosis trajo aparejada, además, toda una mutación en el estilo del relato: las frases se acortaron, las descripciones se redujeron a un mínimo indispensable, los diálogos se hicieron breves e incisivos, mientras la acción, cada vez

más trepidante y brutal, se adueñó de la atención de una nueva generación de lectores, también más proclive a la violencia y a la agresividad que las que la precedieran.

E s c o m ú n q u e s e at r ibuya la patern idad de esta alteración (una “evolución” del subgénero pol icial, según algunos críticos contemporáneos) al

R a c e W i l l i a m s, e l p r i m e r«though guy» , creación del escritor Carroll John Daly.

¡B

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escritor estadounidense Samuel Dashiell Hammett (1894-1961), autor de los clásicos “El Halcón Maltés” y “El agente de la ‘Continental’”, pero, si bien es verdad que su pluma privilegiada solidificó los cimientos del “Noir””, y, por extensión, los del hard-boiled, al punto de que bien podría afirmarse que esas modalidades tal vez no existirían de no haber mediado su aporte, lo cierto es que sus protagonistas (Sam Spade y “El Agente”) han de reconocer la existencia deun antecesor.

En efecto, a fines de 1922, en la emblemática revista “Black Mask” (“Máscara Negra”), irrumpía el detective privado Race Williams, concepción del escritor Carroll John Daly (1889-1958), y con él una nueva forma de relatar, a base de breves y contundentes parlamentos y una narración en primera persona, preñada de sarcásticas y agresivas subjetividades. Así quedaba abonado el terreno para una pléyade de personajes, algunos más perdurables que otros, que fueron paulatinamente construyendo una modalidad que habría de perpetuarse hasta nuestros días, obnubilando incluso las otras vertientes más antiguas del policial, acaso por compenetrarse mejor con la creciente intemperancia de la sociedad

Los comic books no fueron ajenos a esta innovación, aunque en ellos la misma se introdujo varios años más tarde, en la década de los 50 del pasado siglo, que fue, además, la del breve auge de estas revistas de historietas, bruscamente interrumpido a mediados de la misma por una campaña destructiva que atribuyó a tales publicaciones nada menos que la culpa de la creciente delincuencia juvenil. Una opinión nunca fundamentada pero que, como tantas otras en la historia, prendió en la conciencia de la sociedad de esa época y a punto estuvo de terminar con la industria, sometida desde 1955 a un código de auto cen sura que la privó en gran parte de su impulso creativo.

Como sea, el hard-boiled se vio bien representado en muchas revistas hoy extintas, pero celosamente conservadas por los coleccionistas (y que, por supuesto, no podían faltar en estas

“Mazmorras”). En ellas hicieron su aparición muchos detectives privados, como por ejemplo Mike Danger, creado en 1946 por el entonces guionista de historietas Mickey Spillane. Rechazada al principio,

Creado en 1946 por Mickey Spillane, el personaje de comic-book Mike Danger fue la prefigura de Mike Hammer, el rudo investigador privado con el cual el escritor se consagraría en los años 50 como autor

de novelas policíacas de pocket books.

En la revista «Black Mask» («Máscara Negra»), fundada en 1920 por el periodista H. L. Mencken, hizo su aparición el detective privado Race Williams, creación de Carroll John Daly, a quien algunos consideran el iniciador del subgéne ro «hard-boiled».

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se publicó finalmente en 1954, dentro de la revista “Crime Detector”, cuando ya Spillane, que dejara atrás el oficio de guionista, había alcanzado la celebridad como novelista “duro” con un personaje protagónico, Mike Hammer, claramente derivado de su criatura historietística.

Su estilo de escritura, y especialmente el lenguaje de sus personajes, iban a influenciar a otros guionistas, que posteriormente firmaron aventuras de los “Private Eyes” (investigadores privados) Sam Hill y Ken Shannon, por nombrar dos de ellos, dibujado el primero por Harry Lucey

y el segundo por Reed Crandall y otros. Pero en todos estos casos las audacias de diálogo, narración y grafismo se veían sensiblemente atemperadas en comparación con las revistas “pulp” o las novelas de quiosco.

Hasta que, casi en las postrimerías de los comic books libres de restricciones, nació, en el tercer número de la revista “Dynamite”, de setiembre de 1953, Johnny Dynamite (de apellido homónimo al título del comic book), “el salvaje de Chicago, el duro y rudo detective privado que es tan explosivo como su nombre”, según se leía en la carátula, que lo presentaba

en primer plano, herido y defendiéndose con una botella rota a modo de arma punzante.

El dibujo era de Pete Morisi, quien, con el estilo de un colega quizás más notorio, George Tuska (que adoptara con el consentimiento de este), reprodujo en los rasgos de su protagonista las facciones del actor cinematográfico John Garfield.

(Pues ha de saber el sector más joven de los lectores de estas “Mazmorras” que en tiempos más venturosos los actores hollywoodenses tenían personalidades tan definidas y carismáticas, que no era raro que más de una vez los dibujantes de historietas los tomasen como modelos. Es clásico, por ejemplo, el caso de Joan Crawford, que inspiró la

John John Garf ie ld (1913-1952), recio actor de la pantalla, inspiró los rasgos fisonómicos de Johnny Dynamite,el «tough guy» protagonista de las violentas aventuras que escribió Ken Fitch e ilustró Pete Morisi.

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apariencia de la famosa “Dragon Lady”, en “Terry y los piratas”, de Milton Caniff. También Dan Barry, para caracterizar a dos villanos de la historieta “Flash Gor don”, Cozy y Skurvey, se sirvió de las fisonomías de los actores Charles Laughton y John Carradine respectivamente. Y, más al sur, Hugo Pratt dibujó al sargento Oliver Forestier, en la historieta de Héctor Oesterheld, “Lord Crack”, sobre el modelo del famoso James Cagney.)

De izquierda a derecha: Milton Caniff y Joan Crawford cambian cómplices sonrisas al develarse el secreto del parecido de la actriz con la «Dama del Dragón» de «Terry y los piratas»; Charles Laughton y John Carradine modelaron a los villanos del «Flash Gordon» de Dan Barry, Cozy y Skurvey; y el célebre James Cagney fue meticulosamente clonado por Hugo Pratt en su personaje del sargento de «Marines» Oliver Forestier, en la historieta de Héctor Oesterheld, «Lord Crack».

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Por su parte, los guiones, en los que no se escatimaba violencia, brutalidad ni audacias, pertenecían a Ken Fitch, quien tenía detrás una larga trayectoria como escritor de historietas “de crimen”. En esta ocasión, buscando tal vez epatar a los lectores de comic books, o atraerse a un público más adulto, acudió a situaciones, diálogos y descripciones (llevadas estas a crudas imágenes por el dibujante) que parecían inconcebibles en el género, aun antes de promulgarse el código de restricciones. Es opinión de vuestro amigo el Vigilante Nocturno que incluso en nuestros días habrá quienes se verán impactados por la violencia y la crudeza que respira la historia que hoy os he traído, protagonizada por el referido personaje y con el tema central, nada menos, de la trata de blancas en los Estados Unidos de los años 50…(¿En una revista de historietas?... ¿¿En esos años??... ¡Ah, pero después de un par de números comenzó a figurar en la tapa la leyenda “Exciting Adult Reading”!… Ya es algo, ¿no?... Har! Har!) Muy bien, ahora…, ¡a disfrutar la historieta!

(Traducción del original en moldavo/hermético por C. M. Federici.)

El «salvaje» detective Johnny Dynamite, en la tapa de la revista homónima de su apellido, y su dibujante, Pete Morisi, autor también de otro popular personaje, Thunderbolt, uno de los tantos superhéroes de los comic books de la década del 50.

PRÓXIMA ENTREGA:¡UNA ESCALOFRIANTE

HISTORIA DE

TERROR!

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EL COMIC DE TODOS LOS TIEMPOS!!!