Califatos

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    LA EXPANSIN RABE EL CALIFATO ORTODOXO La sucesin de Mahoma y la organizacin del Estado rabe-musulmn

    La muerte del profeta Mahoma produjo la primera gran crisis que enfrent la comunidad musulmana o Umma. Al morir, el profeta no haba designado expresamente a su sucesor ni haba tomado medida alguna para una decisin al respecto. No obstante, parece ser que sin mucha dificultad, sus principales seguidores, aconsejados por Umar y Abu Ubaida, llegaron a un acuerdo al designar en el ao 632 a Abu Bakr como su sucesor (632-634). ste, al anunciar a los fieles la muerte de aqul, pronunci las siguientes palabras: "Hombres: el que adore a Mahoma, sepa que ha muerto; el que adore a Dios, sepa que ste vive y es inmortal."

    El ttulo conferido a Abu Bakr fue el de jalifa, califa, que no es el de profeta. La ley ya ha sido dada, y l, como vicario, debe velar por su aplicacin y regir a la comunidad de creyentes. Este hecho seala la inauguracin de la institucin histrica del califato.

    El califa es el custodio y protector de la fe, dispensador de la justicia, el caudillo en la oracin y la guerra; tiene amplios poderes en el gobierno, en la administracin del Estado y en el nombramiento de gobernadores y jueces. El califato como institucin est basado en el Alcorn. La sura 2, versculo 28, atestigua su origen divino: "Recuerda cuando dijo tu Seor a los ngeles: 'Pondr en la Tierra un vicario'. Dijeron: 'Pondrs en ella a quien extienda la corrupcin y derrame la sangre, mientras nosotros cantamos tu loor y te santificamos?' Respondi: 'Yo s lo que no sabis'."

    Otra sura define el deber del califa de actuar como juez e imponer la sari a, ley divinamente revelada, cuyas fuentes estn constituidas por el Alcorn y la Sunna. "Oh!, David, en verdad te hemos establecido como un vicario (jalifa} en la Tierra. Juzga t verazmente entre los hombres..." (Sura 36, versculo 25)

    Abu Bakr

    Abu Bakr, padre de Aisha, esposa preferida de Mahoma, enfrent con carcter su primera tarea: contrarrestar la secesin de las tribus de Arabia, las cuales se sintieron libres del vnculo moral y poltico que las una a Mahoma y no reconocieron al nuevo califa. Este movimiento de rebelin es conocido tradicionalmente como Riada. Dichas tribus aprovecharon la situacin para negarse a cualquier pago o contribucin. La revuelta termin con una victoria, antes de un ao, sobre todas las resistencias locales, imponindose el dominio musulmn a casi toda Arabia, incluyendo una zona ms amplia que en vida de Mahoma, y alcanzndose la unidad de la pennsula.

    Una vez resuelto el problema de la Riada, los rabes comenzaron las guerras de expansin. Con la fundamental motivacin de extender la nueva fe, se iniciaron las primeras expediciones fuera de las fronteras de Arabia. Estas campaas aumentaron a medida que los musulmanes constataron tanto la increble debilidad de Bizancio y Persia, imperios agotados por un enfrentamiento continuo, como la riqueza de las regiones fronterizas de la pennsula.

    Las primeras incursiones de los musulmanes, tanto en la regin levantina como en Mesopotamia, se tradujeron en rpidas victorias. En ellas se destac Jalid Ibn al-Walid, cuyo genio militar ya haba sido probado en las guerras de secesin y quien posea el apelativo honorfico de Sayf Allah ("la espada de Dios") y el cargo de general en jefe del frente bizantino. En el ao 633, los rabes penetraron en Palestina y Transjordania, desbaratando a los bizantinos en Aynadayn, Baysan y Fihl, y obligndolos a refugiarse en Jerusaln y Damasco.

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    Umar A la muerte de Abu Bakr, le sucedi Umar Ibn al-Jattab. Durante los diez aos del califato

    de Umar (634-644) se realizaran las grandes conquistas del Levante, Mesopotamia, Egipto y Persia, y se pondran los cimientos de lo que iba a ser el clsico Estado islmico.

    En forma sucesiva, fueron conquistadas las ciudades levantinas que estaban bajo hegemona de Bizancio, entre ellas Damasco. La batalla de Yarmuk (636) dej en manos rabes en forma definitiva la Siria bizantina. En 638 abri sus puertas al islam la ltima ciudad de Palestina, Jerusaln; al parecer, la capitulacin de esta ciudad sigui a un pacto que aseguraba a los cristianos vida y bienes, iglesias y libertad de culto, a cambio de sumisin y tributo.

    En el frente oriental, la batalla de Qadisiyya dio trmino al dominio persa del Iraq. Para asegurar las nuevas conquistas, los rabes fundaron dos campos militares, Kufa y Basra, que pronto se transformaran en florecientes ciudades y centros de difusin de la cultura. En estas ciudades naceran las escuelas de gramtica que haban de sistematizar la lengua rabe. Con la batalla de Nihawand, en el ao 641, los rabes se abrieron paso a la meseta de Irn, ocupando finalmente toda Persia.

    La campaa al pas del Nilo fue conducida por Amar Ibn Al-as, quien venci a los bizantinos en la ciudad de Ayn Sams, Helipolis, hasta que finalmente, en 642, los rabes entraron triunfantes en Alejandra. Durante sus campaas en Egipto, Amr Ibn Al-as fund el campo militar de Al-Fustat, que se convertira posteriormente en la importante metrpoli ce El Cairo, ciudad que desempeara un rol de gran relevancia en el desarrollo cultural rabe-islmico.

    Durante el califato de Umar, se fue esbozando la constitucin del naciente imperio rabe, sustentado en una organizacin de carcter militar. El gobernador de cada provincia era el mismo jefe militar que la haba conquistado, en quien se centraban las funciones de presidir la oracin, exhortar de modo oficial al pueblo congregado en la mezquita y administrar justicia en nombre del califa. La poblacin conquistada que profesa confesiones religiosas distintas a la fe musulmana Ahl-AI-Kilab, "gente del libro o judos, cristianos y zoroastrianos reciba la categora de protegidos, dimmi, de ciudadanos de segunda clase en el Estado islmico. Este status social no los obligaba a participar en forma activa en la defensa de la Umma contra los Estados beligerantes, ni les otorgaba derecho a participar en el reparto de los botines de guerra. Sin embargo, su contribucin al tesoro del Ummat al-Islam, comunidad de fieles, se haca a travs del pago de una capitacin o yizya. Los neoconversos al Islam slo podan ingresar a la nueva fe hacindose clientes o mawali de una u otra de las tribus rabes. Tericamente, los mawali tenan el mismo status social que los rabes dentro de la Umma.

    Umar prohibi la adquisicin de tierras privadas en los territorios recin conquistados, respetando los bienes de la poblacin lugarea. Umar fue tambin quien fij e introdujo la era musulmana, computndola desde el ao en que tuvo lugar la hgira de Mahoma (622). La tradicin rabe representa en este califa al ideal de hombre musulmn, por su piedad, sentido de justicia y habilidad poltica y militar. A fines del ao 644 muri asesinado por un esclavo; fue enterrado, como Abu Bakr, junto a Mahoma, en la mezquita de Medina.

    Antes de morir y anticipndose al peligro de guerra civil con que se enfrentara el Islam ante el problema de la sucesin, Umar haba constituido un colegio electoral o Sura, compuesto de seis miembros, integrado por los candidatos ms probables para la sucesin, con el deber de elegir a uno de ellos como nuevo califa. La Sura, haciendo caso omiso de las pretensiones de Ali, eligi al dbil Utman Ibn Affan (644-656), yerno de Mahoma, esperando as poder intervenir en el gobierno. La eleccin de Utman represent una victoria de la antigua aristocracia mequ. Utman

    La debilidad y el nepotismo de Utman pusieron de manifiesto los resentimientos que durante cierto tiempo haban venido desarrollndose subterrneamente entre los rabes. Situacin que se agravaba al eludir, con concesiones privadas, la prohibicin impuesta por Umar de adquirir

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    tierras; de esta manera se fue abriendo camino a la gran propiedad y al capital. Tres de los miembros de la Sura, los ms defraudados, Ali, Zubayr y Talha, trataron de persuadir al califa de que desistiera de su nepotismo, en vista del general descontento en la comunidad islmica, pues como resultado de esta poltica los medinenses, los habitantes de Kufa y de Egipto haban iniciado rebeliones. Asediado en su propia casa, muri asesinado. Utman, sin que pudiera impedirlo Na ila, su mujer, quien posteriormente envi a Mu awiya, gobernador de Siria, la tnica ensangrentada del califa muerto, encomendndole vengar la muerte de su esposo.

    El hecho ms significativo durante el gobierno de Utman lo constituye la fijacin y promulgacin del texto sagrado al cornico.

    A pesar de la inestabilidad poltica que caracteriza a este perodo, la expansin del imperio no se detuvo. En el ao 646 se llevaron a efecto incursiones en Cirenaica, y al ao siguiente en Capadocia y en Frigia. En 649 se produjo la primera expedicin martima musulmana, con un desembarco en Chipre. Dos aos despus se complet la conquista de Persia oriental. Tambin se efectuaron operaciones terrestres en Armenia y en frica septentrional hasta Ifriqiya (actual Tnez), pero fueron limitadas y cesaron prcticamente en el ao 651. Las expediciones martimas continuaron dirigidas por Mu awiya, gobernador de Siria, y Abd Allah Ibn Sarh. A la conquista de Chipre sigui una invasin de la costa siciliana. En 655, la ilota rabe derrot a la bizantina en las cercanas de la costa de Licia; con ello comenz la desaparicin de la hegemona bizantina en el mar Mediterrneo, abrindose nuevos horizontes para el Islam, que empez a prevalecer en el dominio de las rutas martimas y a transformar las condiciones econmicas de los pases costeros.

    Al morir Utman, asumi la conduccin de la Umma Ali Ibn Abu-Talib. Ali

    Utman haba sido asesinado por un grupo de amotinados del ejrcito rabe de Egipto. El crimen marc una crisis en la historia del Islam y a su vez debilit en gran medida el prestigio moral y religioso del califa, al sentar un triste precedente. Si bien el crimen fue cometido por los rebeldes de Egipto, el centro de oposicin ms fuerte fue la misma Medina. Talha y Zubayr, miembros de la aristocracia mequ; Aisha, la viuda del profeta, y el general Amr Ibn al-as, conquistador y gobernador de Egipto, que haba sido recientemente sustituido por orden de Utman, crearon centros de conspiracin; es posible que hayan participado en los acontecimientos conocidos por la tradicin como yawm al-dar, "el da de la casa".

    Ali fue proclamado en Medina como califa, pero al no ser reconocido por todos, dio ocasin a la primera fitna o ruptura de la comunidad. Por una parte, el clan omeya, con Muawiya a la cabeza, reclam el castigo de los asesinos, lo que Ali no pudo o no quiso conceder. Aisha, Talha y Zubayr, olvidando su papel en los acontecimientos precedentes, se sublevaron, arrastrando a la ciudad o misr de Basra en su movimiento. Lo rechazaron tambin los qurayses, que haban perdido poder con la muerte de Utman, y los piadosos medinenses, que vean en Ali al principal beneficiario de un sacrlego crimen.

    Dispuesto a enfrentar a sus antiguos aliados encabezados por Aisha, sali Ali de Medina en octubre de 656, hecho que seal el fin de Medina como capital del imperio islmico. Adems, por primera vez un califa diriga un ejrcito musulmn para enfrentarse con hermanos musulmanes.

    Ali se dirigi al misr Kufa, recibiendo el apoyo de la poblacin, y march contra Basra, donde aconteci la lucha conocida por la tradicin como la "batalla del camello", pues el principal enfrentamiento se desarroll en torno al camello montado por Aisha, la "Madre de los Justos". La batalla concluy con la victoria de Ali. Talha y Zubayr perecieron en el combate y Aisha fue hecha prisionera devuelta a La Meca, donde permanecera hasta su muerte en 678. Despus de ocupar brevemente Basra, Ali regres a Kufa, ciudad que hizo su capital. Aparentemente fortalecido y dueo del imperio islmico, el califa contaba solamente con apoyo en la zona que controlaba; gran parte de Arabia y Egipto permanecan neutrales. Adems era

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    acompaado en su squito por pietistas y tecratas que constantemente discutan su autoridad. En Siria, Mu awiya ocupaba una slida posicin, gobernando una provincia unida, con autoridad centralizada y disponiendo de un buen ejrcito, entrenado y disciplinado en las guerras de frontera con los bizantinos. Mu awiya haba permanecido neutral mientras Ali luchaba con sus adversarios, pero despus de la eliminacin de stos, demand justicia por el asesinato de Utman. Con esto no haca ms que actuar de acuerdo con la antigua costumbre rabe sancionada por el propio Alcorn. Sin reclamar pretensiones al califato, discuta el ttulo de Ali, acusndolo de culpabilidad moral. Su primer movimiento fue rechazar al gobernador que envi Ali para reemplazarlo, lo que oblig al califa a salir al mando de sus tropas. En la primavera de 657, los dos ejrcitos se encontraron en Siffin, a orillas del Eufrates; despus de algunas semanas de negociaciones y desafos, se enfrentaron definitivamente el 26 de julio de 657; cuando las fuerzas de Ali ya alcanzaban la victoria, Amr Ibn al-as, partidario de Mu awiya, hizo a sus soldados clavar hojas del Alcorn en las puntas de sus lanzas, queriendo significar que era necesario detener la lucha fratricida y someterla al juicio de Dios. La presin de sus hombres indujo al califa a aceptar la tregua y a confiar la decisin a unos rbitros. Ante esto, cierto nmero de hombres protest, aduciendo que no reconocan ninguna decisin emanada de arbitraje humano, pues era un sacrilegio dejar en manos de hombres el juicio divino. Mientras se realizaba el litigio, estos partidarios de Ali se aislaron de ambas partes y desde entonces recibieron el nombre de jawariy, "aquellos que se salieron", denominacin que los identificar a lo largo de su historia. Con esto dieron origen al primer quiebre de la Umma, perfilndose as los tres sectores que nacieron del cisma islmico: la Sha, o partidarios de Ali; los jawariy, y aquellos que, siguiendo a Muawiya, conformaron la ortodoxia islmica o Sunna, en otras palabras: shitas, jarichitas y sunnitas. La aceptacin del principio del arbitraje hizo perder a Ali sus prerrogativas de califa. Las sesiones se realizaron en Adrah; los rbitros, absolviendo a Utman, fallaron contra Ali, lo que trajo consigo que las tropas de Mu awiya proclamaran a ste como califa el ao 658. Ali, antes de iniciar su campaa contra Mu awiya, consider necesario reducir en primera instancia a los jawariy, aplastndolos en Nahrawan, hecho sangriento que contribuy a su descrdito y afianz las pretensiones de Mu awiya. Finalmente, Ali fue asesinado en Kufa delante de la mezquita por un jarichita, que vengaba la matanza de sus hermanos. Su muerte asegur el triunfo de la familia Omeya. EL CALIFATO OME YA La pugna poltica interna

    La ascensin al poder de Muawiya, fundador de la dinasta Omeya, da inicio a una nueva etapa para la Umma. Los historiadores rabes inmediatamente posteriores a la dinasta, designan a este perodo como monarqua mulk, negndose a otorgar a los gobernantes omeyas el ttulo de califas, por haber secularizado el naciente imperio islmico, y sealan la reanudacin del califato con el advenimiento abbas, en 750.

    El nexo teocrtico que haba sustentado y mantenido unida a la Umma, durante los primeros califas ortodoxos Abu Bakr y Ornar, haba sido destruido despus del asesinato de Utman y la guerra civil que sigui a este hecho. Al instaurarse la nueva dinasta (661), se pro-dujo el traslado de la capital imperial de Medina a Damasco, lo que signific la prdida del poder para la oligarqua mequ y de la importancia poltica de Medina y La Meca, que slo conservaron su prestigio religioso, como cuna del Islam y centro de peregrinacin de los santos lugares; esto, sumado a la rpida expansin del imperio, al estado de semiautonoma que posean las nuevas provincias, al descontento de los partidarios de Ali, que postulaban los derechos de l y sus descendientes como legtimos sucesores del profeta Mahoma, y al problema jarichita, presentaba un complejo cuadro lleno de dificultades para la naciente administracin Omeya.

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    El rol de Mu awiya, proclamado califa en Jerusaln en 661, fue fundamental para el asentamiento de la dinasta. Su primera gran labor fue el restablecimiento de la unidad del imperio; para ello inici un proceso de centralizacin gubernamental, ahora necesario si el na-ciente imperio haba de sobrevivir. Este proceso supona la adopcin de varias medidas.

    La primera de ellas fue el traslado de la capital a Damasco, cuya posicin central y participacin en antiguas tradiciones culturales y administrativas permitiran hacer posible un gobierno que eficientemente dominara las provincias ms remotas. Adems, Siria ofreca la posibilidad de sustentar la nueva administracin en una poblacin recientemente convertida al Islam y ajena a las luchas intestinas de la pennsula arbiga. Finalmente, Damasco era la base y centro de operaciones de Mu awiya como ex gobernador de la provincia, desde donde iniciara su lucha por el liderazgo de la comunidad de creyentes.

    El segundo paso fue asegurar el poder califal, reafirmando la amplitud de sus poderes como gua religioso y poltico frente a la Sura o consejo de notables musulmanes que el arbitraje de Adrah haba establecido. En cuanto a la administracin provincial, los califas omeyas supieron rodearse de personeros de cuya lealtad no caba duda, dando a los gobernadores amplios poderes para ejecutar la poltica califal. Sin embargo, el nuevo califa se apoy principalmente en los beduinos, al implementar una Sura, organismo consultivo y algunas veces ejecutivo, donde estuvieron representadas las principales tribu rabes, estableciendo un compromiso entre la autoridad y los jefes de tribus y notables. Este sistema fue tambin impuesto en los gobiernos provinciales, donde se constituyeron consejos locales. Esta poltica clara vuelta a la frmula de alianzas tribales prevaleciente en la Arabia preislmica, donde el nexo poltico se sobrepona al religioso, iba a ser una de las causas que conduciran al cabo de un siglo a la cada de la dinasta. Finalmente, para asegurar la continuidad del poder, Muawiya realiz un profundo cambio que caracteriza el paso de los califas ortodoxos a los omeyas; estableci la institucin de la sucesin califal por lnea directa, con lo que se aseguraba el mantenimiento del poder en la Casa Omeya.

    Muawiya, gran constructor del califato omeya, se destac por su habilidad y fineza polticas; fue considerado uno de los ms grandes califas hasta por la oposicin poltica abbas y shita. Su dinasta dot al imperio musulmn de un slido armazn jurdico y administrativo, desarroll la urbanizacin y la vida social, fue la iniciadora de la arquitectura musulmana; favoreci la gestacin de un movimiento intelectual, sentando las bases para el desarrollo de la futura civilizacin rabe-islmica clsica, que la poca abbas no har ms que llevar a su apogeo.

    En el perodo omeya, el imperio musulmn consigui su mayor extensin territorial, abarcando desde los confines de China hasta la pennsula Ibrica. A la muerte de Muawiya (680) se agudizaron los conflictos internos, fomentados especialmente por el crculo medinense, que reprochaba a los omeyas el abandono de las tradiciones del profeta y su excesivo inters por los asuntos temporales en desmedro de los religiosos. Entronizado el hijo de Muawiya, Yazid (680-683), debi enfrentar una rebelin encabezada por Al-Husayn, hijo de Ali y de Ftima, la hija del profeta, quien reclamaba sus derechos al califato. Al-Husayn rehus reconocer al nuevo gobernante. Llamado por los shies de Kufa, fue proclamado califa; cuando intent apoderarse de la ciudad, se enfrent con las tropas dirigidas por Ubayd Allah cerca de Karbala en octubre de 680, perdiendo la vida. Aunque el hecho no tuvo gran trascendencia militar, el drama de Karbala, donde un descendiente del profeta muri luchando contra los "usurpadores", iba a provocar un abismo irreconciliable entre el Islam shita y sunnita. La sha, que comenz como una faccin puramente rabe y poltica, agrupada en torno a las pretensiones de Ali y sus descendientes al califato, habiendo fracasado despus de la batalla de Karbala, busc la victoria como una secta islmica, adquiriendo la mayora de sus proslitos entre los mawali, en quienes la idea de una sucesin legtima a partir de la descendencia del profeta, ejerca mayor atractivo que continuar bajo la hegemona de una dinasta hereditaria cualquiera. El shismo lleg a ser esencialmente la expresin religiosa de la

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    oposicin al Estado y al orden establecido, cuya aceptacin significaba conformidad con (sunn) la doctrina islmica ortodoxa.

    Despus de la batalla de Karbala, algunos shitas se plegaron a los omeyas, otros intentaron sucesivas revueltas en Siria y en Irak, hasta ser finalmente aplastados en 685. Respaldado por descontentos pertenecientes a los ales, a los mawali y a las grandes familias, encabez ms tarde una sublevacin en la zona; se form un pequeo reino que estableci en Kufa, que fue vencido por Ubayd Allah en 687. No volvera a haber rebeliones shitas hasta el ao 740, durante el califato de Hisam.

    Importante fue la rebelin que estall en el Hiyaz, dirigida por Abd Allah Ibn Zubayr, quien no reconoci a Yazid como califa. Este perodo representa un rebrote de las antiguas rivalidades tribales entre los qayses del norte, contrarios a los omeyas, y los kalbes o ye-menes del sur, partidarios de la dinasta. Las tropas de Yazid vencieron en Medina a Ibn Zubayr, quien se refugi en la ciudad de La Meca. El deceso del califa Yazid ocasion entonces un perodo anrquico, ya que su hijo, Mu awiya II, muri a las pocas semanas. Los medinenses proclamaron califa a Ibn Zubayr, apoyado por la tribu de los qayses. Por su parte, sus rivales yemenes eligieron califa a Marwan Ibn al-Hakam, quien finalmente se impuso. Su corto pe-rodo se caracteriz por constantes luchas, hasta que le sucedi su hijo, Abd al-Malik (685-705), quien logr restablecer la unidad y la paz en el imperio, constituyndose en uno de los califas ms destacados de la dinasta. Con la muerte de Ibn Zubayr, el ao 692, desapareci la posibilidad de que las ciudades de La Meca y Medina ejercieran algn rol poltico importante.

    El movimiento jarichita constituy una amenaza permanente para los omeyas. Momentneamente controlados despus de la batalla de Naharawan, los jarichitas evolucionaron hacia tendencias polticas anarquistas, que derivaron en la gestacin de varios focos de rebelin en diversos puntos del imperio.

    Estas revueltas jarichitas prosiguieron hasta el final del califato omeya y fueron uno de los factores que contribuyeron a la cada de la dinasta.

    Durante el gobierno de Abd al-Malik se inici un proceso de organizacin y ajuste de las antiguas estructuras de administracin persa y bizantina; desde luego se instaur el rabe como lengua oficial de la administracin y contadura. En 696 se acuaron las primeras mone-das en arbigo.

    Las revueltas shitas, jarichitas y qayses continuaron poniendo en peligro la seguridad interior del imperio, pero Abd al-Malik, asesorado por el gobernador de Irak, Hayyay, consigui mantener la estabilidad. Sus sucesores, Walid (705-715), Sulayman (715-717) y Umar Ibn Abd al-Aziz (Umar II, 717-720), gobernaron en un perodo de paz que fue alterado durante el reinado de Yazid II (720-724). El ltimo gran perodo de la dinasta omeya fue alcanzado en el gobierno de Hisam Ibn Abd al-Malik (724-744); despus de su muerte, el imperio declin, intensificndose las pugnas tribales y reapareciendo una activa oposicin shita y jarichita. El ltimo califa de la dinasta fue Marwan II (744-750), quien, a pesar de su habilidad, no pudo de-tener los acontecimientos que precipitaron la cada de los omeyas. La expansin del imperio

    El perodo omeya extendi las fronteras del imperio rabe-musulmn a su mxima amplitud, enmarcando lo que sera el mundo musulmn clsico, donde se desarrollara su civilizacin. Aunque en el transcurso de los siglos venideros el imperio iba a ganar nuevos territorios, ya no volvera a alcanzar jams dicha superficie.

    En la frontera de la provincia de Siria con Asia menor, los rabes enfrentaban al imperio bizantino. Los montes Taurus como frontera natural y el carcter no arbigo de la poblacin de Anatolia dificultaron la conquista de la regin; la ocupacin no lleg ms all del Taurus y de algunas regiones de Armenia, limitndose los rabes a frecuentes incursiones. Cabe destacar la ofensiva organizada por Mu awiya, que en una accin combinada martimo-terrestre trat de

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    conquistan Constantinopla (673-677). La capital bizantina fue nuevamente asediada por los rabes en 717-718, sin xito. Desde que Mu awiya organiz una flota de guerra, habra una serie de combates por la hegemona del Mediterrneo, mantenindose una situacin de equilibrio.

    Hacia el este, la conquista de Irn se iba completando. La provincia de Jurasn haba de servir de base para las sucesivas incursiones a Transoxiana. Afganistn fue ocupado en 699-700. Ms tarde, Qutayba Ibn Muslim, gobernador de Jurasn, se apoderara del Tojaristn (705), de la Sogdiana (706-709), del Jawarezm (710-712), de Samarcanda y la Fergana (713-714), convirtindose las ciudades de Bujara y Samarcanda en importantes centros islmicos en Asia central. Hacia el sur, las conquistas prosiguieron con la conduccin del yerno de al-Hayyay, Muhammad Ibn al-Qasim, quien conquist entre los aos 710-712 el Beluchistn y el Sind hasta el Indo. Posteriormente, en 713, despus de sucesivas incursiones, fue ocupado el centro budista de Multan, que se convertira por un breve perodo en el lugar ms avanzado del Islam en la India. Una vez alcanzado Syr Darza (antiguo Yaxartes), se inici la penetracin rabe en China, que la batalla de Talas frenara definitivamente en 751.

    La expansin del imperio por el norte de frica hacia la marca occidental, se reinici con los omeyas. Entre los aos 660 y 663 se realizaron varias expediciones. Sin embargo, la decisiva se produjo con Uqba Ibn Nafi en 670, quien fund un campamento militar en Qayrawan (Kairun), que sirvi de base para la conquista del frica septentrional o provincia de Ifriqiya, y para proteger las comunicaciones con Egipto. La poblacin berber que ocupaba la regin, ofreca una permanente resistencia, destacndose la revuelta dirigida por Kusayla, que en el ao 683 infligi una derrota a los rabes en Biskora, donde falleci Uqba, provocando con esto la evacuacin de Ifriqiya.

    Finalmente, despus de un intento fallido en 695, en 698 los rabes tomaron Cartago, asegurndose la hegemona en el norte de frica.

    Musa Ibn Nusayr, gobernador de Ifriqiya, extendi el dominio rabe hasta el Atlntico entre los aos 705-708. En julio de 710 se realiz la primera expedicin contra Espaa, hasta que en abril de 711, Tariq Ibn Ziyad dio inicio a la conquista de la pennsula Ibrica, desembarcando en el lugar llamado desde entonces lyabal Tariq (Gibraltar) y derrotando sin dificultad al rey visigodo Rodrigo. Las ciudades de Crdoba y Toledo caeran en manos rabes en octubre y noviembre de 711. Prcticamente la totalidad de Espaa cay en manos moriscas en los cinco aos siguientes. Organizacin del califato A comienzos del siglo VIII, los omeyas dividieron el imperio en nueve provincias, reordenadas posteriormente en cinco agrupaciones gubernamentales, sin considerar la capital imperial, Damasco, de la que dependan directamente Palestina y Siria: 1) Irak, Irn, Arabia oriental (capital: Kufa); 2) Hiyaz, Yemen, Arabia central (Medina); 3) Yezire, Alta Mesopotamia, Armenia, Asia menor oriental (Mosul); 4) Egipto (Fustat), y 5) Ifriqiya, Espaa (Qayrawan). Cada uno de estos gobiernos estaba dirigido por un amir o gobernador, que gozaba de gran autonoma. Tena a su cargo la administracin civil y militar. Fue el encargado de la recaudacin de impuestos, hasta que se cre un cuerpo recaudador independiente, de manejo centralizado. El encargado de cada provincia reciba el nombre de amil o sahib al-jaaray. Los gobernadores, designados directamente por el califa, actuaban como soberanos locales y contaban con toda una infraestructura similar a la de la corte califal. Nombraban a las autoridades regionales, tanto en el mbito administrativo como en el judicial. En relacin a este ltimo, fue durante la dinasta omeya que se cre un cuerpo colegiado de eruditos versados en la sharia, ley divinamente revelada, cuyas fuentes eran en aquella poca el Alcorn y la Sunna. Estos estudiosos de la ley o ulema ejercan el cargo de qadi o jueces locales. De la prctica de

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    la jurisprudencia, los qadis desarrollaron la ciencia jurdica que a posteriori generara las cuatro escuelas ortodoxas interpretativas de la ley islmica: Malik, Hanif, Safi y Hambal.

    El sistema financiero del califato qued finalmente estructurado durante el gobierno de Hisam: con impuestos (jaray) que, ligados a los bienes y no a sus propietarios, gravaban la tierra (Usr) slo con el diezmo; pero obligando a los dimmi a pagar una capitacin (yizy). Mediante este sistema se intent solucionar uno de los grandes problemas del mundo islmico desde un principio: el de la propiedad y, en consecuencia, el financiero, debido a que la economa tena su base en la agricultura.

    La poca omeya fue el perodo donde se gestaron y desarrollaron las grandes ciudades del imperio islmico. El origen de stas debe buscarse en los primeros campamentos instalados en el momento de la expansin, tales como Al-Fustat, Kufa, Basra, Qayrawan y tantos otros. Con el aumento de la poblacin y crecimiento de las ciudades nacieron los suburbios y se desarrollaron las actividades comerciales. Los rabes, que desempeaban fundamentalmente cargos administrativos y de gobierno, constituan un sector de la poblacin urbana; el segundo elemento de la poblacin lo constituan los mawali, o recin convertidos al Islam, y los dimmi, o protegidos, que cumplan cargos de segunda importancia en la burocracia estatal, se dedicaban al comercio o desempeaban algn oficio. Actividad cultural

    El imperio omeya extendi la supremaca rabe-musulmana desde el Atlntico hasta el

    Turquestn, manteniendo un carcter rabe en el gobierno y continuando las tradiciones literarias de la Arabia preislmica. La poblacin de origen arbigo que poblaba el cercano Oriente desde el origen de las civilizaciones, se reencontr con los rabes; por ello, y por su calidad de lengua religiosa y administrativa, es que el rabe se convirti rpidamente en la lengua comn. Este reencuentro fue el impulso que hizo germinar una gran civilizacin rabe-islmica, fundiendo elementos de otras culturas (Bizancio, Persia) con rasgos culturales puramente arbigos. En suma, la ltima gran oleada humana desde la pennsula arbiga, hacia todo el cercano Oriente, haba de producir un reencuentro de todo este mundo con lo arbigo ancestral, despertando su conciencia de unidad y sus fuerzas creativas.

    Con los omeyas se iniciaron grandes creaciones en el campo de la arquitectura. Impregnados de sus tradiciones rabes, los califas construyeron imponentes residencias en el lmite del desierto sirio. Son especialmente conocidas las de Msatta, Qasr al Jayr al Garbi, al Sarqi, Jirbat al Mafjar Qusayr Amra, Qastal, y otros. Tambin nacieron en este perodo las primeras construcciones religiosas del Islam: las mezquitas de Medina y La Meca; la mezquita Al Aqsa de Jerusaln y La Cpula de la Roca (Qubbat al-Sajra), erigidas en tiempos de Abd al-Malik, y la gran mezquita de Damasco, que levant Walid I en el ao 750, reemplazando a la antigua baslica de San Juan Bautista. No menos destacable es la primitiva mezquita de Qairawan, que ya no existe, as como las de los amsar de Irak.

    Los principales centros de actividad intelectual fueron Siria e Irak. Apareci una prosa literaria escrita por los kuttab, hombres cultivados, secretarios de los califas y de las grandes personalidades. Se iniciaron los primeros estudios en torno a la tradicin y el Alcorn. Por otra parte, en Medina se desarroll la ciencia religiosa. Los califas omeyas se preocuparon por la vida espiritual y la literatura de su tiempo. En las letras, la tradicin rabe contaba con una riqusima herencia que, unida a la aportacin islmica, llevara a grandes creaciones. La poesa beduina fue enriquecida con nuevos temas: descripciones de la vida en las ciudades, elogios a los prncipes, luchas de partidos. Sigui desarrollndose la poesa amorosa, tambin de herencia beduina, como el poema que la leyenda atribuye al "Loco por Laila". Los tres poetas ms destacados en la poca omeya son Al-ajtal, Yarir y Farazdaq.

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    EL CALIFATO ABBASSI Gnesis y desarrollo

    La ascensin de la dinasta abas al poder tras la cada de los omeyas no fue slo una

    sustitucin dinstica, sino una revolucin que implic profundos cambios en las estructuras del imperio.

    El estilo sirio-bizantino de los califas omeyas fue sustituido por el estilo mesopotmico persa de los abases. Surgi una nueva concepcin del mundo islmico, encarnada por los califas de Bagdad y sus visires, su corte y su autocracia. La vida econmica recibi un gran impulso, la aristocracia beduina de los conquistadores fue reemplazada por un gobierno cosmopolita, sustentado en los mercaderes, los negociantes y los administradores, quienes acrecentaron las fortunas personales y la del Estado. Este cambio respondi a la necesidad de una economa de paz agrcola y comercial.

    El Islam extenda sus dominios desde el Atlntico hasta Asia central, pese a la constitucin de un emirato independiente del poder central en Espaa y a que en el siglo X los fatimes controlaron el norte de frica. La hegemona poltica musulmana estuvo acompaada de una dominacin econmica que gener graves desequilibrios sociales en el imperio. stos dieron lugar a disturbios y revueltas cuyas principales reivindicaciones, aparentemente motivadas por causas de tipo religioso, tuvieron con frecuencia un marcado carcter social, especialmente en el mbito campesino, como manifestacin de oposicin contra el dominio de ciudadanos y burgueses.

    Las ciudades tuvieron un gran desarrollo tanto en el plano econmico como en el cultural. Las letras y las ciencias adquirieron un gran impulso al ser propiciadas por los califas, sabios, poetas, msicos, telogos y filsofos reunidos en torno a las grandes escuelas, madrasa, del pensamiento islmico, que crearon una efervescencia intelectual, de donde surgieron un sinnmero de ideas, sectas, movimientos y polmicas.

    Esta atmsfera creativa no slo influy en las formas de vida y en la mentalidad de poca, sino que tambin se extendi a la vida poltica. Es as como surgieron distintas corrientes ideolgicas interpretativas del Islam y con ello diversas lneas de accin que condujeron a la divisin del imperio musulmn en tres califatos (Fatim, Omeya de Crdoba, y Abbass), incluso en el propio seno del califato abbass se manifestaron tendencias hacia una desmembracin del pode central en beneficio de jefes locales ms o menos importantes. Tal situacin oblig a los califas abbasses, para hacer frente a estas tendencias separatistas, a recurrir a fuerzas exteriores (Turcos), que paulatinamente fueron adquiriendo un papel preponderante no slo en el ejrcito, sino tambin en el gobierno, lo que finalmente llev a la desmembracin del califato y a la destronizacin de la dinasta abbass. Esta situacin afect no slo a Bagdad, sino tambin a los omeyas en Espaa y a los fatimes en Egipto. A partir del siglo XIII, la conduccin del mundo musulmn pas de las manos rabes a las de los no rabes, a nuevos conversos llenos de un entusiasmo comparable al de los primeros discpulos del profeta Mahoma.

    La Ascensin de los Abbasses al poder y los primeros califas El inicio de la insurreccin abbass lo encontramos en un movimiento impulsado por el

    partido hashimiya que estaba formado por adeptos de Mujtar y de Muhammad ibn al Hanafiya, nieto de Ali, escapados a la derrota infligida por Ubayd Allah en el ao 687. Los sobrevivientes se haban agrupado en torno al hijo de Al Hanifa, Abu Hashim. Cuando ste muri, sin descendencia, reconocieron por heredero suyo no a un Ali, si no a Muhammad Ibn Ali, un descendiente de Al Abbas, que fue aceptado por la secta y obtuvo la direccin de su organizacin propagandstica y revolucionaria. El principal centro de actividad estuvo en Jorasn, donde numerosos shitas y abbasses haban sido exiliados anteriormente por Al-

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    Hayyay, all encontr apoyo por parte de los mawali locales, descontentos de su situacin social y econmica.

    La actividad hashim comenz hacia el ao 720, pero no adquiri real fuerza hasta el ao 743, cuando el hijo de Muhammad Ibn Al, Ibrahim, nombra al mawali persa Abu Muslim como encargado de la accin subversiva en Irn. Abu Muslim consigui considerable xito entre la poblacin persa, incluyendo hasta la aristocracia rural y gan tambin la simpata del movimiento shita, el cual acept la direccin de ste. El ao 746 comenz el levantamiento hashim y las banderas negras de los abases fueron izadas en Jorasn. El conflicto entre las tribus rabes impidi a la dinasta omeya detener el movimiento abas, y los ejrcitos de Abu Muslim avanzaron hacia el este, obteniendo victoria tras victoria, hasta que finalmente derrotaron al ejrcito omeya en las riberas del gran Zab. Fue as como el abas Abu Al-Abbas, hermano de Ibrahim, asumi el liderazgo de la Umma como califa y fundador de una nueva dinasta, con el nombre de Saffah.

    El califato de Abu Al-Abbas (750-754) se distingui esencialmente por la persecucin a los omeyas y la distribucin de las provincias a sus parientes. Estableci su capital en la pequea poblacin de Hasimyya, que se edific en la orilla oriental del Eufrates. Ms tarde traslad la capital a Anbar. Le sucedi su hermano Abu Ya'far Al-Mansur ("el victorioso") (754-775). Verdadero fundador de la dinasta, dotado de una muy alta opinin de su rol, quiso ser soberano sin discusin, y para ello persigui a los shitas, quienes, apartados del califato, provocaron revueltas en dos ocasiones (755 y, sobre todo, 762-763), aunque sin xito. En cuanto a Abu Muslim, a quien los abases deban su advenimiento, fue asesinado en 755; representaba un peligro y un adversario para el califa, pues haba conseguido reunir en torno a s un grupo de fieles. Por otra parte, stos, despus de su muerte, fundaron una secta (Abu Muslimiya) que tuvo cierta resonancia en el Jorasn.

    Por su parte los jarichitas, que vieron frustradas sus reivindicaciones, provocaron algunas revueltas en Omn y posteriormente desplazaron toda su actividad poltica al norte de frica, usando como centro de operaciones la ciudad de Trpoli, que capturaron el 757. Los jarichitas se apoderaron de Qairawan al ao siguiente y lograron constituir un Estado que comprenda Argelia oriental, Tnez y Tripolitana. Sin embargo, a pesar de las sucesivas insurrecciones provocadas por stos, fueron finalmente reducidos en 770-771 y la provincia de Ifriqiya permaneci a partir de entonces bajo el dominio del califato.

    Las disidencias de Abu Muslim, de los shitas y jarichitas, obedecieron a que la revolucin abas, como la mayora de estos movimientos, fue una coalicin de diferentes intereses, mantenidos juntos por el deseo comn de derribar a la dinasta omeya, pero condenado a disgregarse en grupos en pugna, una vez lograda la victoria.

    Al-Mansur tuvo el mrito de organizar la administracin del Estado, que situ bajo la direccin de los visires de la familia de los Barmakies, pero sobre todo fue el fundador de la ciudad de Bagdad, exactamente de Madinat As-salam, la ciudad de la paz. Al-Mansur escogi el sitio por buenas razones prcticas. Estableci la ciudad cerca de un canal navegable que liga el Tigris y el Eufrates y que ocup una posicin clave en las rutas comerciales que se cruzan en todas direcciones y sobre el camino a la India. Existe un relato del gegrafo Ya'qubi que revela los pensamientos del califa al elegir el lugar:

    "Esta isla entre el Tigris al este y el Eufrates al oeste es un lugar para un mercado mundial. Todos los barcos que ascienden por el Tigris procedentes de Wasit, Basra, Ubulla, Ahwaz, Fars, Uman, Yamama, Bahrayn y ms all, recorrern sus aguas y anclarn aqu. Mercancas tradas en barcos sobre el Tigris procedentes de Mosul, Diyar-Rabia, Adarbayyan y Armenia, y a lo largo del Eufrates, oriundas de Diyar-Mudar, Raqqa, Siria y los pantanos colindantes, Egipto y frica del norte, sern transportadas y descargadas aqu. Ser la ruta para las poblaciones de Yabal, Isfahan y los distritos de Jorasn. Dios sea loado, que la preserv para m e hizo que la menospreciasen todos los que vinieron antes que yo. En nombre de Dios, la edificar. Entonces vivir en ella mientras viva y mis descendientes morarn en ella despus de

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    m. Ser seguramente la ciudad ms floreciente en el mundo." La ciudad de Bagdad ha sido tambin llamada Madinat Al-Mudawwar, ya que la parte

    esencial de la ciudad estaba constituida por un crculo de cuatro kilmetros de dimetro, que formaba una especie de ciudadela, en cuyo centro se eriga el palacio del califa y a su alrededor fueron construidos otros palacios, mezquitas, edificios oficiales, viviendas para los funcionarios y los cuarteles para la guardia jorasan de los califas. Dos grandes ejes, que se cortaban en el centro en ngulo recto, conducan a las cuatro puertas construidas en las murallas de la ciudad. En el exterior se desarroll rpidamente una gran metrpoli comercial.

    Bagdad fue la capital del imperio por quinientos aos, constituyndose en el centro de la vida poltica, econmica, social y cultural. Una descripcin de la ciudad y su refinamiento se encuentra en las crnicas de los viajes del gegrafo rabe del siglo XIV Ibn Battuta:

    "Bagdad tiene dos puentes de barcas, amarradas de la manera que ya hemos relatado al hablar del puente de la ciudad de Al-Hilla; la gente, lo mismo hombres que mujeres, los cruzan da y noche, muchas veces por el simple placer de pasear. Hay en Bagdad once mezquitas en las que se recita la jutba y se reza la oracin del viernes: ocho en el lado de poniente y tres en la parte de levante; hay otras muchas mezquitas y madrasas, pero estn todas en ruinas. Hay tambin muchos baos de los ms maravillosos que he visto, casi todos embadurnados de al-quitrn hasta la azotea, as que al que los mira le parecen de mrmol negro. Este alquitrn se saca de una fuente que hay entre Kufa y Basora, de la que se le hace manar continuamente. En los bordes del manantial se hace como arcilla, se traspalea y acarrea para Bagdad. "En cada uno de estos baos hay muchas celdas con el suelo y la mitad inferior de las paredes untados de alquitrn, mientras la mitad de arriba est recubierta de yeso puro, blanco; de este modo, los dos contrarios se juntan y sus bellezas se encuentran frente a frente. Dentro de cada una de estas celdas hay un piln de mrmol con dos canalillos, por uno de los cuales corre agua caliente y por el otro agua fra. En la celda no entra ms que una sola persona, sin que nadie la acompae, a menos que lo quiera as; en un rincn hay otra pileta para lavarse, que tiene tambin dos canalillos de agua caliente y fra. A todo el que entra, se le dan tres toallas: una para cersela al cuerpo cuando entra, otra para hacer lo mismo cuando sale de la celda y otra para secarse el cuerpo; no he visto semejante esmero en ninguna otra ciudad, ms que en Bagdad y en algunos pases que se le parecen en esto."

    El cambio de sede de la capital imperial signific el traslado del centro de gravedad desde Siria a Irak, el centro tradicional de los grandes imperios cosmopolitas del Oriente Cercano y Medio, en el que las antiguas influencias orientales, y especialmente persas, desempearon un rol cada vez mayor.

    A la muerte de Al-Mansur accedi su hijo Al-Mahdi (775-785), cuyo gobierno se caracteriz por las acciones represivas contra las sectas heterodoxas y la condena a muerte de sus adeptos, a los que da el nombre genrico de zindiq (opositores a la fe revelada). Se destacan las ejecuciones de Ibn Al-Muqaffa, acusado de maniquesmo, e Ibn Abi Al-Awya, acusado de negar la ley. Despus de una temporal amnista sin resultados, se acrecent la persecucin con la creacin de un organismo especial para ello. Sin embargo, en el ao 778 Al-Muqqanna, "el profeta velado", discpulo de Abu Muslim, dirigi en el Jorasn una gran rebelin que se extendi a Bujara y Samarcanda y solamente dos aos despus logr ser sofocada.

    Al-Hadi muri asesinado en el ao 786 y asumi el poder el clebre Harun Al-Rasid (786-809), cuyo nombre significa "el que sigue el camino recto". Es el califa ms conocido de la dinasta; incluso la leyenda se ha ocupado de l, pues aparece en numerosos cuentos rabes. Por ejemplo, en los cuentos de Las mil y una noches. Vemos a Harun con su visir Jaffar frecuentemente disfrazados caminar entre sus sbditos para conocer sus necesidades, hacer justicia, castigar a los jueces venales y ayudar a desgraciados y oprimidos.

    El fiel Jaffar era el firme apoyo y confidente de Harun. En "Las mil y una noches" es el compaero inseparable de las ms locas aventuras del califa. Entre aquellas leyendas se halla la siguiente: "Una tarde, Harun llam a su visir y le dijo: 'Es mi voluntad ir por la ciudad e

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    interrogar a la gente sobre quienes les gobiernan. Aquellos de los que oiga alguna queja, sern destituidos, y quienes sean alabados sern recompensados'. Jaffar respondi: 'Tu voluntad es ley'.

    "En compaa de su visir y de su verdugo, el califa se dirigi a la ciudad y recorri sus calles y plazas. En una miserable calleja haba un viejo pescador que recitaba en voz alta unos versos quejndose de su triste sino. Al preguntarle por qu estaba afligido, el hombre respondi: 'Oh, seor! Soy un pobre pescador cargado de familia que he trabajado desde el medioda hasta ahora, pero Al no me ha concedido con qu pueda alimentar a los mos'. 'Quieres volver con nosotros a la orilla del ro dijo el califa y echar en mi nombre tus redes en el Tigris? Cualquier cosa que recojas te la comprar por cien monedas de oro'. Contentsimo, el hombre exclam:' 'Por mi vida, os acompao!' Los sigui, pues, hasta las orillas del ro y arroj inmediatamente su red. Sac en ella un pesado cofre sellado que el califa mand abrir: contena una mujer joven, 'blanca como una moneda de plata, pero muerta y cortada en diecinueve trozos'. 'Qu horror! gimi el califa y volvindose a Jaffar, exclam: Oh, perro visir, es posible que en mi imperio sea asesinada la gente y arrojada al ro, y que en el da del juicio tenga yo que responder de estos hechos? Por Al! que esta mujer ser vengada y su asesino perecer con la muerte ms cruel!' Y aadi: 'Te colgar en la poterna del palacio, a ti y a cuarenta miembros de tu familia, si no me traes al asesino de esta mujer, para que pueda darle castigo'.

    "Jaffar pidi tres das de plazo para cumplir tal misin y Harun se los concedi. Pero pasaron los tres das sin que Jaffar hubiese podido descubrir al culpable y las horcas destinadas al visir y a sus parientes estaban a punto. Gente de todas partes acuda para presenciar el suplicio. Pero cuando todos observaban al califa que iba a dar la seal fatal, un joven salido de la multitud se adelant hacia el visir y le habl as: 'Oh, refugio de los pobres, tu rectitud te salvar! Yo soy quien mat a la mujer encontrada en el cofre. Que me ahorquen a m y que la justicia siga su curso'.

    "El joven cont luego al califa lo que sigue: 'Jefe de los creyentes, sabed que esta mujer era mi esposa y la madre de mis hijos. Ella me amaba y me serva con abnegacin. Pero un da en que estaba enferma y deseaba con ansia comer manzanas, fruto rarsimo en Bagdad, pude conseguirle tres. Hacia el medioda, cuando me hallaba en mi tienda sirviendo a los clientes, pas un esclavo negro, alto y feo. Y qu vi entonces? Se entretena con una de las manzanas echndola a lo alto con las manos. Le dije: 'Amigo esclavo, dime, de dnde has sacado esta hermosa manzana?' Y me respondi sonriendo: 'Me la ha dado mi amante. Cuando la visit enferma en cama, tena tres manzanas. Ella me dijo: 'Mi cornudo marido se ha tomado mucho trabajo para trarmelas'. He comido y bebido con ella y me he llevado una de las tres manzanas'. 'Cuando o esto, oh, jefe de los creyentes!, cre perder mi cabeza. Cerr la tienda y me dirig furioso a casa. Busqu las manzanas con la vista y al no ver ms que dos, pregunt a mi esposa: 'Dnde est la tercera manzana?' Levant la cabeza con negligencia y me respondi que no lo saba. Para m fue la prueba de que el esclavo dijo la verdad: cog un cuchillo, me coloqu tras ella y sin decir palabra le cort la cabeza. Despus, la hice pedazos, la coloqu en un cofre y lo ech al Tigris. Pero al volver a casa encontr llorando al mayor de mis hijos. 'Por qu lloras, hijo mo?' Y me respondi: 'He cogido una de las tres manzanas que mi madre tena y me la llev a la calle para jugar con mis hermanos. Vino entonces un vil escla-vo negro que me pregunt de dnde la haba sacado, me cogi la manzana de las manos y se la llev. Temiendo que mam me azotara por haberle robado la fruta, sal de la ciudad con mi hermano y he permanecido fuera hasta al anochecer'. Cuando escuch el relato de mi hijo comprend que el esclavo haba mentido y calumniado a mi mujer de modo abominable. Desde hace cinco das que no ceso de gemir anonadado. Por tanto, os conjuro por el honor de vuestros antepasados que me ejecutis en el acto y hagis justicia, pues no quiero sobrevivir a mi querida mujer'.

    "El califa exclam: 'Por Al, que este hombre merece perdn! Hay que buscar a ese maldito

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    esclavo'. Y volvindose a Jaffar le dijo: 'Descubre a ese miserable, causa de tanto mal. Si no le encuentras, a los tres das morirs'. Jaffar lloraba y se lamentaba: 'Dos veces me has amenazado ya con la muerte; tanto va el cntaro a la fuente...'

    ' 'A la maana del cuarto da; Jaffar se prepar para morir: hizo testamento y se despidi de su familia. Al estrechar a la ms joven de sus hijas en el ltimo adis, percibi algo bajo su vestido y le pregunt: 'Hijita, qu es esto?' 'Padre dijo la nia, es una manzana que me ha dado hace cuatro das nuestro esclavo Rayhan'. Interrogado ste inmediatamente, no tard en confesar que la haba robado a un nio que jugaba en una callejuela. Jaffar sinti gran pesa-dumbre al saber que el culpable era su propio esclavo. Pero tena ordenado conducir al culpable ante el califa y lo cumpli as. Al saberlo, Harun se sorprendi tanto que fue presa de un ataque de risa. La historia le pareci tan extraordinaria que dijo que deba ser escrita en letras de oro, y para agradecerle por haberlo hecho rer, concedi el perdn al esclavo."

    El califa gan gran reputacin en Occidente debido a sus relaciones con la emperatriz de Bizancio, Irene, y con Carlomagno. Bajo su gobierno se inici el desmembramiento del imperio al conceder a los aglabes, gobernadores de Ifriqiya, una autonoma muy prxima a la independencia a partir del ao 799. El norte de frica escap al control de Bagdad, pues el Magrib central se hallaba en manos de los jarichitas rustemes, y Marruecos en las de los idrises alies. Mientras tanto, en Espaa se haba constituido el emirato independiente. Sin embargo, el imperio abas se extenda an desde Egipto hasta la Transoxiana y constitua la mayor potencia poltica y econmica de la poca.

    El ao 803, Harun Al-Rasid pone trmino a la dinasta de visires fundada por Jalid Al-Barmaki, debido al exceso de poder que haba adquirido esta familia en la administracin civil del imperio. Los visires barmakes fueron acusados de haber participado en las intrigas para llevar a los shitas al poder. En el ao 809 muri Harun en una expedicin al Jorasn, contra un levantamiento de la poblacin turca e irania de la provincia. Su muerte dio lugar a una guerra fratricida por la sucesin, de la que sali victorioso Al-Ma'mun (813-833).

    Al-Ma'mun fue un gobernante inteligente, bajo cuyo califato la civilizacin rabe conoci su momento de esplendor; con el deseo de acallar a la oposicin de los alies, design como su sucesor en 847 a Ali Al-Rida, imn de los shitas duodecimanos. Este hecho poltico no signific una unin con la Sha, sino ms bien un hbil intento de pacificacin del imperio, en el entendido de que Ali Al-Rida gozaba de prestigio y contaba con la adhesin de sus seguidores. Sin embargo, esta decisin provoc una serie de protestas, principalmente de los sectores ms ortodoxos de Bagdad, donde una sublevacin llev al nombramiento de otro califa: Ibrahim Ibn Al-Mahdi. La muerte de Ali Al-Rida y del visir pro shita de Al-Ma'mun llev consigo el abandono de esta poltica de acercamiento entre la Sunna y la Sha que haba propiciado el califa.

    Bagdad era entonces un gran centro cultural. Al-Ma'mun, hombre culto y visionario, se interesaba por las obras griegas entonces traducidas por los cristianos: ciencias, medicina y filosofa. Aristteles era objeto de numerosos estudios, y as se introdujo entre los intelectuales rabes el mtodo de razonamiento lgico implementado por los griegos; este mtodo fue especialmente aplicado por la escuela Mutazil, aparecida a finales de la poca omeya; conoci su verdadero desarrollo durante la poca de Al-Ma'mun. Varios de los telogos, juristas y pensadores de la escuela pertenecan a la clase de los mawali, lo que explicara la existencia de reivindicaciones sociales en la temtica de su doctrina. sta apelaba a la razn individual, al libre arbitrio, slo compatible con la justicia divina. Por otra parte, los mutaziles consideraban al Alcorn como creado, no como eterno; esta ltima postura en relacin al texto sagrado suscit vivas controversias en la capital del imperio. El califa, que haba tomado partido en favor de los mutaziles, intent imponer oficialmente su doctrina, mediante la fuerza si era necesario.

    Mientras tanto, al este del imperio, un general de Al-Ma'mun, Tahir, se proclam independiente en el Jorasn, e hizo rezar la jutba (oracin que se haca a favor del califa) en su propio nombre; en Egipto estallaban una serie de conflictos; en Azer Bayjan, un movimiento de resistencia con carcter social, dirigido por Babak, alcanzaba su plenitud entre 826-834. Al-

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    Ma'mun falleci en Tarso en el momento que se preparaba a reiniciar las campaas blicas contra los bizantinos.

    Con su sucesor, Al-Mu'tasin (833-847), se precipitaron una serie de acontecimientos y hechos errneos, productos de su mal manejo de la poltica, que transformaron la estructura del califato. El primero de ellos lo constituy la contratacin de mercenarios bereberes y principalmente turcos, como guardia personal del califa. Esta guardia totalmente leal al califa al menos en principio iba a desempear un rol cada vez ms determinante en la gestin gubernamental, y prcticamente sus jefes seran en algunos perodos los dueos del poder.

    El otro factor fue el abandono de Bagdad por el califa; ste no tena apoyo all, la poblacin era difcil de gobernar, especialmente por su rechazo al mutazilismo; as, Al-Mu'tasil decidi en 835 trasladarse a Samarra, ubicada a 95 kilmetros al norte de Bagdad, donde estaba bajo la proteccin directa de la guardia. sta se beneficiaba de los favores del califa; con el descontento de los rabes y persas que retiraron su apoyo a la dinasta, los califas abases a partir de entonces estuvieron ligados a su guardia, principalmente a los turcos.

    En estas circunstancias, el califa Al-Mutawakkil (847-861) asumi el poder apoyado por dos jefes turcos, uno de los cuales fue asesinado. El mismo Al-Mutawakkil fue ms tarde asesinado por la guardia turca. Durante su gobierno se produjo una reaccin sunnita; la filosofa, teologa dogmtica, kalam, y el mutazilismo fueron condenados y prohibidos; el califa luch tambin contra el shismo, llegando incluso a destruir los santuarios religiosos venerados por stos, como el sepulcro de Husayn en Karbala. Al-Mutawakkil fue el ltimo califa abas preocupado del gobierno; despus de l sobrevino un perodo de desmembracin del califato, del que se derivaron, por una parte, el califato Fatim de Egipto y, por otra, la preponderancia de los turcos selycidas, sobre los territorios disminuidos abases. Administracin, economa y sociedad en el imperio abas "El imnato se fund para sustituir a la profeca en la defensa de la fe y en la administracin del mundo." Al Mawardi

    El califa abas era el imn, lder espiritual y temporal, soberano absoluto de la comunidad de

    creyentes, mandato que estaba regulado por la ley islmica o shari'a, cuyas fuentes la constituyen el Alcorn y la tradicin del profeta, Sunna, en primera instancia, ms el iyma (consenso de los doctos), el qiyas (aplicacin del derecho por analoga) y el ra'i (aplicacin del mtodo racionalista lgico). El cambio de dinasta complet el proceso de estructuracin del Estado, que ya haba comenzado con los omeyas, de un jefe de la comunidad y rey rabe, cuyo poder descansaba en el consenso o iyma de la Sura (consejo consultivo), el califa se transform en un autcrata que pretenda un origen divino para su autoridad. Ya no era vicario del profeta, sino "la sombra de Dios sobre la Tierra". Sustent su poder en el ejrcito y lo ejerci mediante una burocracia asalariada, la aristocracia rabe fue sustituida por una jerarqua oficial. Rodebase de una pompa y ceremonial de corte complicado y jerrquico, en la que podemos percibir una clara influencia de las costumbres cortesanas, sasnidas y bizantinas. Entre los califas surgi la idea de que estaban por encima de los mortales, aislndose de sus sbditos; vivan encerrados en sus palacios, rodeados de su guardia personal, slo eran vistos el da que se trasladaban con gran pompa a la mezquita para la oracin del viernes, pero poco a poco fueron abandonando incluso esta ceremonia y tan slo podan acercarse a ellos sus familiares; en consecuencia, la poblacin se hizo indiferente ante ellos, lo que nunca haba ocurrido con los omeyas.

    Una de las mayores preocupaciones de los califas era su sucesin. Se impuso un principio de herencia en el seno de la familia abas y se esforzaron en regular este principio mediante una designacin testamentaria; sin embargo, el reconocimiento del legtimo heredero provoc

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    frecuentes disturbios; algunos califas llegaron a pensar incluso en la posibilidad de dividir su imperio entre sus herederos; la sabidura o la fuerza hicieron siempre fracasar esta posicin. Antes de tomar posesin del poder, el califa era proclamado como tal por los sabios y notables de la corte y posteriormente aclamado por el pueblo. Estas disposiciones se transformaron en puramente formales y simblicas. El califa detentaba las insignias del califato, el manto, el bas-tn, el sello del profeta y, ms tarde, la lanza.

    Soberano espiritual y temporal, poda nombrar y revocar en sus funciones a los agentes del gobierno. Toda autoridad detentada por stos, lo era en funcin de una delegacin de autoridad califal. El califato abas fue de hecho un despotismo basado en la fuerza militar. La misin califal se asemejaba al concepto de las monarquas orientales preislmicas, ms que a la prxima Bizancio, situacin que se denot plenamente a partir del siglo IX.

    El califa manifestaba pblicamente su misin presidiendo, como sus predecesores la oracin del viernes en la mezquita, impartiendo de tiempo en tiempo espectacularmente justicia, organizando expediciones de magnificencia contra el infiel, cada vez ms espordicas. La administracin del imperio estaba organizada en una serie de diwans o ministerios, entre los que figuraban los de la cancillera, ejrcito, correos e informacin, hacienda, guarda sellos y otras oficinas de carcter menor, a nivel de secretaras de gobierno, todos los cuales estaban bajo el mando supremo del wazir, cargo que fue innovacin abas. El wazir era el jefe de todo el aparato administrativo, y como autoridad suprema, bajo el califa ejerci un inmenso poder.

    La instauracin de un wazir estaba de acuerdo con la modalidad de gobierno implantada por los califas abases, quienes descargaron en este funcionario toda la responsabilidad de la administracin civil del imperio. Hombre de confianza del califa, detentaba los poderes civiles y a veces tambin los militares; como estaba situado a la cabeza de la jerarqua, usaba y abusaba de sus poderes segn la formalidad ms o menos firme del califa. Las oficinas de la administracin, aparato muy perfeccionado, estaban agrupadas en Bagdad; pero la excesiva centralizacin perjudic al imperio y favoreci las tendencias locales de autonoma. En las provincias, la autoridad era conjuntamente ejercida por el anu o gobernante y el 'amil o superintendente financiero; el ministerio de informacin y correo haca de nexo entre la capital imperial Bagdad y las provincias; en stas, la administracin no sufri gran variacin en relacin al perodo omeya.

    Los ejecutores de las polticas gubernamentales eran un vasto nmero de funcionarios o kuttab, una burocracia de gran calidad profesional que le dio a la administracin un valor y una estabilidad ejemplares. Exista una digna tradicin en la burocracia de una moralidad intachable, que fue capaz de soportar todo el peso que significaba el gobierno de un extenso y magnfico imperio como el abas.

    En el ejrcito, perdi su importancia la milicia rabe, y las pensiones a stos fueron gradualmente suprimidas. Ya no era un ejrcito de conquistadores, sino que un instrumento destinado a facilitar la aplicacin de una poltica dentro de los lmites del imperio, especial-mente en las provincias orientales. Al comienzo de la dinasta, el reclutamiento se efectuaba entre los jurasanos, rabes e iranios que haban apoyado a los abases. Pero a partir del siglo IX los califas contrataron principalmente soldados turcos mamelucos, que trajeron de Asia central. Esto llev consigo una decadencia de la aristocracia militar de tipo tradicional; como consecuencia de estos cambios, se produjo una serie de transformaciones de carcter poltico, financiero y social en el imperio.

    Durante los primeros tiempos de los abases, el ejrcito desempe un papel esencialmente militar contra los bizantinos, quienes alrededor del ao 745 reiniciaron una ofensiva, reconquistando Chipre y amenazando las fronteras de Siria y Armenia. En la poca de Harun Al-Rashid se mantuvo la actitud defensiva en las fronteras con Bizancio, mientras que la supremaca martima de los rabes era indiscutible.

    Con Al-Ma'mun se produjo la ruptura definitiva entre el ejrcito rabe y el califa, quien increment el grueso de las tropas mercenarias; sin embargo, el ejrcito rabe no desapareci

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    totalmente, mantenindose una fuerza leal a la dinasta, conocida por 'Arab Ad-Dawla, encargada de defender las fronteras del imperio, Dar Al-Islam, la casa del Islam, y emprender la guerra santa o yihad contra el infiel. Este ejrcito no era rentado, por lo que se precipit una disociacin entre ste y el ejrcito principal central, inicialmente jurasan, el nico inscrito en el diwan, el nico, por tanto, que reciba sueldo.

    Sin embargo, la evolucin no slo tena una causa tnico-poltica, sino que tena tambin un aspecto tcnico. El sistema de combate beduino, basado esencialmente en las hazaas individuales e ignorando tanto el armamento pesado y la guerra de asedio como la explotacin tctica de los arqueros, ya no era suficiente, sobre todo considerando que nos encontramos en un perodo en el que en toda Eurasia se perfila un proceso de la caballera pesada. Las tcnicas de combate, tales como el minado, la "artillera" de sitio, de la nafta, del tiro con arco a caballo, no podan ser enseadas en forma suficiente ms que a un ejrcito profesional, como lo fue el instituido por los abases.

    Es en la vida econmica del imperio abas donde percibimos ms claramente el carcter de los cambios que la revolucin haba trado. El imperio dispuso de ricos recursos. Las cosechas principales de los grandes valles fluviales irrigados fueron el trigo, cebada y arroz, mientras los alimentos secundarios ms importantes lo constituyen las aceitunas y los dtiles.

    Las plantas industriales eran producidas en abundancia, en especial las textiles. El lino de Egipto gozaba de gran reputacin, pero el algodn iba ganndole terreno, y lo mismo pasaba en Siria; Juzistan produca igualmente un lino excelente. El papiro sigui siendo una fortuna monopolizada por Egipto, hasta que se pas a utilizar el papel. En el siglo X se produca, a partir de la conquista musulmana, papiro en Sicilia y se venda en Italia. La caa de azcar, que se comenzaba a conocer en el momento de la conquista rabe en los bordes del golfo Prsico, fue extendida ampliamente con el Islam por todos los territorios llanos, clidos e irrigables. Adems abundaban los cultivos de plantas para tintes y odorferas, sobre todo en Irn, violetas, rosas, jazmines, narcisos, azafrn, ndigo, albecia, incienso del Yemen.

    Los abases emprendieron amplias obras de irrigacin, extendieron el rea de tierra cultivada, desecaron pantanos y consiguieron un rendimiento muy elevado, segn los cronistas. La revolucin dio a los campesinos mayores derechos de posesin y un sistema de tributacin por arriendo ms equitativo, basado en un porcentaje de la cosecha, en vez de un tipo fijo, como anteriormente. Pero la condicin de los campesinos era an mala, y con el transcurso del tiempo se agrav por las especulaciones de los mercaderes y terratenientes acaudalados y por la introduccin de labor por esclavos en grandes posesiones, que degrad el crdito econmico y social de la labor libre. A partir del 900, la generalizacin del sistema del iqta (concesin de tierras a los soldados) contribuy a dislocar an ms profundamente la vida rural. Sin embargo, se trata tan slo de uno de los aspectos que provocaron el trastorno que transform al mundo abas en el siglo X.

    Adems de los beduinos, la cra de ganado era practicada por los habitantes sedentarios, bovinos sobre todo como fuerza de trabajo, corderos, ms importantes para carne, leche, queso y lana, asnos y muas para el transporte de cargas y hombres. Importante para la ali-mentacin es la cra de aves de corral, que se complementaba con la caza y la pesca. El gusano de seda, en un principio criado en los bordes del mar Caspio, se extenda, poco a poco, por otras regiones: Irn, Siria, Sicilia y Espaa. La apicultura, a pesar de su difusin, no evitaba tener que importar miel y cera de los pases eslavos.

    El imperio abas estaba bien provisto de metales. El oro era trado del oeste, especialmente de Nubia y el Sudn; la plata vena de las provincias orientales y sobre todo del Kush indostano, donde, segn una informacin del siglo X, trabajaban diez mil mineros. El cobre era transportado desde las proximidades de Isfahan, donde en el siglo IX las minas que lo producan pagaban un impuesto de cinco mil dirhams. Adems, se traa hierro de Asia central, Persia y Sicilia. Piedras preciosas existan en muchas partes del imperio, y las perlas se obtenan de las ricas pesqueras del golfo Prsico. Sobre la pesquera de perlas se encuentra

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    un relato en el Rihla de Ibn Battuta: "La pesquera de perlas est entre Siraf y Al-Bahrayn, en una baha de aguas quietas que

    parece un gran ro. En los meses de abril y mayo llegan aqu muchas barcas, con pescadores de perlas y mercaderes de Fars, Al-Bahrayn y Al-Qutayf. Cuando el pescador quiere bucear, se cubre el rostro con una careta de concha de gaylam, que es la tortuga, y hace tambin de esta misma concha unas cosas que parecen pinzas, para apretarse las narices; luego se ata una cuerda en la cintura y se sumerge. Algunos aguantan ms que otros bajo el agua; los hay que pueden estar una y dos horas, o an ms. Al llegar el pescador al fondo del mar, encuentra las conchas agarradas a la arena, entre pequeas piedras, y las arranca con la mano o las separa con un cuchillo, que lleva dispuesto para ello; a continuacin, las mete en un morral que tiene colgado al cuello, y cuando le falta la respiracin, tira de la cuerda para que el hombre que sujeta el cabo en la superficie lo sienta y lo suba a la barca. Le cogen entonces el morral, abren las conchas y encuentran dentro trozos que, al ponerse en contacto con el aire, se endurecen y convierten en perlas. Las juntan todas, pe quenas y grandes, y el sultn se queda con la quinta parte, mientras los mercaderes que permanecen en las barcas compran el resto. La mayor parte de estos comerciantes son acreedores de los pescadores, de modo que cogen las perlas por el total de la deuda o a cuenta de ella.''

    En cuanto a la madera, haba un extenso comercio de importacin que traa suministros desde la India y ms all, se dispona de cierta cantidad en el este, aunque faltaba en las provincias occidentales.

    Un tratado rabe medieval divide la industria y las artes en dos grupos bsicos; esto es, aquellos que se ocupan de las necesidades esenciales del hombre, y secundarias o auxiliares. En el rubro de los primeros se encuentran la alimentacin, alojamiento y vestimenta. Fue la industria textil de transformacin la ms desarrollada en el imperio rabe, la ms trascendente, desde un punto de vista econmico, ya sea por las cantidades invertidas o por la produccin y la mano de obra que ocup. La industria textil tuvo su primer desarrollo durante los omeyas, pero alcanz su mxima expansin durante el califato abas. Se produjeron toda clase de gneros, tanto como para abastecer al mercado interno como para la exportacin: gneros en piezas, telas, alfombras, tapiceras, almohadas, etctera. Egipto fue el principal centro productor de ropas de algodn. Damietta, Tinnis y Alejandra fueron famosas por la calidad de sus productos. La manufactura de seda fue heredada de los imperios bizantinos y sasnida y centrada en las provincias persas de Yuryn y Sistn, y en Siria. Alfombras se hicieron en casi todas partes, destacndose las confeccionadas en Tabaristn y Armenia.

    Del gran desarrollo alcanzado por la industria textil dan testimonio, todava hoy, tantos nombres de tejidos de origen rabe-islmico. Lo mismo podramos agregar en relacin a la zapatera, a la cordonera, cuyo nombre deriva de Crdoba, y a la marroquinera de Marruecos. Otras industrias que alcanzaron un gran desarrollo fueron la fabricacin de perfumes, tintes y jabones. Adems, habra que destacar el acero de Damasco, el desarrollo del arte del cobre, grandes progresos en cristalera y cermica.

    Especial mencin hay que hacer a una de las ms importantes mejoras y difusiones

    realizadas por los rabes, como lo fue el invento del papel. ste se fabric por primera vez en China, segn una tradicin, en el ao 105 antes de Cristo. En 751 despus de Cristo, los ra-bes obtuvieron una victoria sobre algunos contingentes de una fuerza china, al este de Yaxartes. Entre los prisioneros capturados por los musulmanes haba algunos fabricantes de papel chinos, que introdujeron su oficio en el mundo islmico. En el perodo de Harun Al-Rashid, el papel fue introducido en Irak. La manufactura se limit en un principio a las provincias orientales, donde primeramente fue introducida, pero el uso del papel se propag rpidamente a travs del mundo islmico, alcanzando a Egipto en el ao 800 y a Espaa un siglo ms tarde. Desde el siglo X en adelante, hay testimonio de la fabricacin de papel en Irak, Siria, Egipto y en la misma Arabia, y pronto hubo fbricas de papel en frica del norte y

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    Espaa. Centros conocidos haba en Samarcanda, Bagdad, Damasco, Tiberades, Hama, Trpoli de Siria, El Cairo, Fez de Marruecos y Valencia de Espaa. La divisin poltica del imperio favoreci la multiplicacin de las fbricas. Las consecuencias de la aparicin del papel son difciles de precisar, pero considerables. Mucho ms prctico que el papiro granuloso, ms econmico y ms liso que el pergamino, espeso y curvado, el papel tuvo mucha importancia para la evolucin de la burocracia del rgimen y para la democratizacin del libro de la cultura urbana. En la historia de la civilizacin omeya alcanz un lugar del mismo orden que la imprenta.

    La industria fue organizada en parte bajo la direccin estatal, y en parte bajo iniciativa privada. Desde los ltimos tiempos omeyas, el gobierno haba mantenido talleres y centros de fabricacin para la produccin de tiraz, material usado para los trajes de gobernantes y para uniformes ceremoniales, concedidos como distintivos honorficos a altos empleados y jefes del ejrcito. El sistema de produccin usual fue domstico. Los artesanos estaban limitados a vender slo a agentes oficiales o a un contratista privado que los financiaba. En algunos casos, los artesanos reciban un salario, y en el siglo IX se cita una tarificacin, en Egipto, de medio dirham al da.

    Uno de los hechos ms destacados del mundo abas fue, junto con el desarrollo del pensamiento intelectual y de la cultura, la amplitud de las relaciones comerciales y de la vida econmica. Es indiscutible que la desaparicin del imperio sasnida y el debilitamiento del imperio bizantino haban dado a los omeyas grandes posibilidades comerciales. Los recursos del imperio y tambin el trnsito comercial vitalmente importante entre Europa y el Lejano Oriente, hicieron posible un extenso desarrollo del comercio, favorecido por la restauracin del orden y seguridad internas y de las relaciones ms o menos pacficas de los pases vecinos logrados por los abases, en vez de las incesantes guerras de conquista realizadas por los omeyas.

    El comercio del imperio islmico tuvo un gran radio de accin. Desde los puertos del golfo Prsico de Siraf, Basra y Ubulla y, en menos proporcin, desde Adin a los puertos del mar Rojo, mercaderes musulmanes recorran la India, Ceiln, las Indias Orientales y China, trayendo sedas, especias, sustancias aromticas, maderas, estao y otros productos, tanto para consumo interno como para la exportacin. Las rutas estaban despejadas, trazadas, los obstculos salvados, se dispona de una posicin clave respecto al gran comercio de la poca el istmo que separa al Mediterrneo del ocano ndico. El imperio abas conoci por ello una gran propiedad econmica. Esta expansin estuvo ligada tambin a la creacin de Bagdad, cuya situacin favoreci, por una parte, la atraccin de mercaderas hacia Irak y llev consigo el desarrollo de Basra; por otra, el comercio de trnsito, pues Bagdad se convirti en centro de distribucin de mercancas hacia el Oriente Medio.

    La conquista de Creta en el ao 827 y la de Sicilia en el transcurso del siglo IX, aseguraron a los rabes el control de la navegacin por el Mediterrneo. Por otra parte, el desarrollo de las ciudades, el enriquecimiento de los sbditos del imperio, tanto rabes como no rabes, la necesidad de aprovechar las ventajas materiales aportadas por las conquistas, hicieron que se instituyera una "sociedad de consumo", cuyo "lujo oriental" no constitua el signo menos importante; la vida econmica y social estaba ntimamente ligada y se asista a una transformacin de la sociedad musulmana, que refleja a la vez el auge literario, filosfico, religioso y el desarrollo cientfico que representa tambin la impronta del siglo IX abas.

    Las rutas alternativas a China e India cruzaban por va terrestre a travs del Asia central. Una fuente de la poca menciona mercaderas tradas desde China, tales como seda, loza, papel, tinta, monturas, caballos, pavos reales, fieltro, ruibarbo, cinamono, utensilios de oro y plata, monedas de oro, joyas, esclavas, as como ingenieros hidrulicos, agrnomos, marmolistas y eunucos. La misma fuente destaca algunas cosas tradas de la India: "tigres, panteras, elefantes, pieles de pantera, rubes, madera de sndalo blanca, bano y nueces de

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    coco". Los manuales de navegacin musulmanes han revelado que los navegantes rabes se encontraban como en su casa en las naves orientales, donde comerciantes rabes se establecieron en China ya en el siglo VIII.

    El extenso intercambio comercial entre el imperio islmico y el Bltico, va mar Caspio, mar Negro y Rusia, es atestiguado por numerosos hallazgos de monedas a lo largo del curso del Volga y sobre todo revelado por fuentes literarias. En Suecia y el resto de Escandinavia se han encontrado miles de monedas musulmanas con inscripciones que datan desde finales del siglo VII hasta comienzos del XI, perodo que marca el florecimiento del comercio islmico. De estos pases obtuvieron los rabes muchos productos, entre los que se destacan las pieles, los cueros y el mbar. El gegrafo rabe Mugaddasi da una lista ms completa y habla de "martas, pieles de ardilla, armios, pieles de zorro, castores, liebres moteadas y cabras; tambin cera, flechas, corteza de abedul, gorros de pieles, cola de pescado, dientes de peces, castreo, mbar, pieles de caballo preparadas, miel, nueces de avellano, halcones, espadas, armaduras, maderas de arce, esclavos, ganado mayor y menor". Parece poco probable que los propios rabes hayan penetrado hasta Escandinavia, quizs tuvieron contacto con los pueblos septentrionales en Rusia, con los kzaros y los blgaros del Volga, sirviendo stos de intermediarios.

    Tambin con frica sostuvieron los rabes un extenso comercio por tierra, siendo oro y esclavos los principales productos importados. El comercio con Europa occidental fue al principio interrumpido por las conquistas rabes, pero reanudado por los judos, que servan de lazo entre los dos mundos hostiles. En un paraje frecuentemente citado, el gegrafo Ibn Jurradadbih habla de mercaderes judos del sur de Francia: "...quienes hablan rabe, persa, griego, francs, espaol y eslavo. Viajan de Occidente a Oriente y de Oriente a Occidente por tierra y por mar. De Occidente traen eunucos, esclavas, nios, brocados, pieles de castor, martas y otras pieles y sables. Embarcan en el pas de los francos, en el mar Mediterrneo occidental, y desembarcan en Farama, de donde llevan sus mercancas a lomo de camello a Qulzum, a distancia de veinticinco parasangas. Despus navegan sobre el mar Oriental (Rojo), desde Qulzum hasta Al-Jar y Yedda, y progresivamente hacia Sind, India y China. De China traen almizcle, aloe, alcanfor, cinamomo y otros productos, y regresan a Qulzum. Entonces los transportan a Farama y navegan de nuevo hacia el mar Occidental. Algunos viajan con sus gneros a Constantinopla y los venden a los griegos, y otros los presentan al rey de los francos y los venden all. En ocasiones traen sus gneros desde la tierra de los francos, a travs del mar Occidental, y los descargan en Antioqua. Entonces viajan, en tres das de marcha por tierra, hasta Al-Yabiya, de donde navegan, descendiendo por el Eufrates, a Bagdad, y despus, Tigris abajo, a Ubulla, y de Ubulla a Liman, Sind, India y China..."

    El comercio musulmn se vio favorecido, asimismo, por la instauracin de un magnfico sistema financiero. Tal sistema result suficientemente original como para merecer un estudio particular. El mundo musulmn goz, adems, de una moneda sana, cuyo valor se mantuvo prcticamente estable hasta poco despus de las cruzadas, estimado en todos los mercados internacionales y en todo tipo de transacciones; tambin se crearon diversos procedimientos de pago: letra de cambio, cheque, operaciones bancarias; el prstamo y la hipoteca tambin fueron practicados, establecindose para ellos ciertos compromisos, hiyol. Se asisti, de hecho, al nacimiento y desarrollo de un vasto capitalismo, en cuyas actividades participaron tanto mu-sulmanes como dimmies. En este terreno, los pueblos islmicos estuvieron mucho ms avanzados que el Occidente cristiano.

    El desarrollo del comercio y de empresas en gran escala dio origen durante el siglo IX a la

    banca. La economa del imperio islmico haba sido primero bimetalista con el dirham persa de plata circulando en las provincias orientales y los denarios de oro bizantinos en los oc-cidentales. Estas emisiones fueron conservadas por el califato, con el peso tipo de 2,97 gramos

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    para el dirham y de 4,25 gramos para el diar. A pesar de muchos intentos para estabilizar el valor relativo de estas monedas, inevitablemente fluctuaban con los precios de los metales de que estaban hechas, y el sarraf, o cambista de moneda, lleg a ser un elemento esencial en todo mercado musulmn. En el siglo IX se transform en un banquero en mayor escala, sin duda apoyado por comerciantes acaudalados con dinero para invertir. Se mencionan bancos con una oficina principal en Bagdad y sucursales en las otras ciudades del imperio, y un complicado sistema de cheques, cartas de crdito, etctera, tan desarrollado, que era posible extender un cheque en Bagdad y cobrarlo en dinero en Marruecos. En Basra, el principal centro del floreciente comercio oriental, cada comerciante tena su cuenta de banco, y los pagos en los bazares se efectuaban slo con cheques y nunca con dinero. En el siglo X haba bancos del gobierno en la capital, con el ttulo de bancos de asistencia, que adelantaban al gobierno las grandes sumas requeridas para los gastos administrativos, contra una hipoteca sobre tributos no recaudados. Debido al edicto musulmn sobre la usura, la mayora de los banqueros eran judos y cristianos.

    La prspera vida comercial de la poca se reflej en sus ideas y literatura, donde encontramos al comerciante honrado sealado como un tipo tico ideal. Las tradiciones atribuyeron al profeta afirmaciones como sta: "En el da del juicio, el mercader musulmn honrado y cabal se clasificar en las filas de los mrtires de la fe". "El mercader ntegro se sentar a la sombra del trono de Dios en el da del juicio." Y al califa Umar I se le atribuyen, con menos fundamento, estas palabras: "No hay lugar donde me vera ms agradablemente sorprendido por la muerte que en el mercado, comprando y vendiendo para mi familia". El ensayista Yahiz, en un trabajo titulado En alabanza de os comerciantes y en censura de los empleados observa que la aprobacin por Dios del comercio como medio de vida est demostrada por su eleccin de la comunidad mercantil de Qurays para su profeta. La literatura de la poca incluye retratos del comerciante, recto, ideal, y mucho asesoramiento respecto a la inversin de dinero en el comercio, junto con mximas como la de no invertir el capital de uno en cosas cuya demanda sea limitada, tales como joyas, que slo son requeridas por los opulentos, o libros cientficos, slo pedidos por eruditos, que en todo caso son pocos y pobres. Esta mxima particular debe haber procedido de un escritor de experiencia ms bien terica que prctica, ya que la realidad demuestra en general que fueron precisamente los tratantes en gneros de lujo, costosos, tales como joyas y batistas finas, los ms adinerados y respetados.

    Todos estos movimientos econmicos trajeron los correspondientes cambios sociales y una serie de nuevas conexiones entre los componentes tnicos y sociales de la poblacin. La casta rabe guerrera estaba ahora depuesta. Haba perdido sus concesiones por el tesoro y sus privilegios. Desde este perodo, en lo sucesivo, los cronistas rabes slo hablaban raras veces de las contiendas tribales de los rabes. Esto no significa que hubiesen disminuido en violencia, pues en perodo tan avanzado como en el siglo XIX se encuentra todava a los descendientes de Qays y Kalb, en Siria, luchando entre s. El cambio significaba que la aristocracia tribal rabe haba perdido su poder para intervenir e influir en los asuntos pblicos, y que sus contiendas y pugnas no tenan ya gran alcance. A partir de este perodo, los hombres de tribu rabes comenzaron a abandonar las amsar, volvindose algunos al nomadismo, que nunca haban abandonado por completo, y establecindose otros en el campo. La poblacin islmica cambi su carcter; desde la ciudad guarnecida por un ejrcito que ocupaba una provincia conquistada, a un mercado donde los mercaderes y artesanos comenzaron a organizarse en gremios y lonjas para mutua ayuda y defensa.

    Pero los rabes no perdieron por completo su supremaca. El gobierno fue al principio predominantemente rabe en sus puestos elevados. La dinasta era todava rabe y se enorgulleca de su arabismo, y el rabe era el nico idioma del gobierno y de la cultura. Se conserv la superioridad terica de los rabes que condujo al movimiento su'ubiyya en literatura y crculos intelectuales, mejorando las pretensiones de los no rabes a igual posicin. Pero un cambio importante se estaba elaborando en el significado de la propia palabra "rabe".

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    Desde entonces en adelante, dejaron de ser los rabes una casta hereditaria hermtica, y se transformaron en un pueblo dispuesto a aceptar como a uno de ellos, por una especie de naturalizacin, a cualquier musulmn que hablara rabe. La emancipacin de los mawali tom la forma de su plena aceptacin como rabes, y hasta los pretorianos jurasanes de los califas se arabizaron por completo. El proceso de arabizacin en las provincias al oeste de Persia fue ayudado por la disposicin de los rabes desmovilizados, por el predominio del idioma arbigo en las poblaciones y su propagacin al campo circundante. Su desarrollo est atestiguado por la primera revuelta conjunta rabe-copta en Egipto en 831. Eventualmente, hasta los cristianos y judos de Irak, Siria, Egipto y frica del Norte comenzaron a emplear el rabe, y el propio trmino "rabe" en el uso arbigo lleg a restringirse a los nmadas.

    En vez de la aristocracia rabe, tena el imperio una nueva clase gobernante, los ricos y los eruditos, poseyendo los primeros, en muchos casos, enormes fortunas en dinero, y propiedades. Estas fortunas fueron formadas desempeando tareas gubernamentales, que estaban no solamente bien pagadas, sino que ofrecan oportunidades ilimitadas para ganancias adicionales, mediante el comercio y la banca, mediante especulaciones y por la explotacin de la tierra por propiedad de la misma o el arriendo de impuestos. Un ejemplo que se cita en una crnica nos informa cmo una familia de empleados invirti una fortuna de cuarenta mil dinares, que haba heredado: mil se dedicaron para reconstruir la casa derrumbada del cabeza de familia; siete mil, en mobiliario, ropas, esclavas y otras amenidades; dos mil fueron entregados a un comerciante de confianza para comerciar con ellos; diez mil fueron enterrados para imprevistos, y con los restantes veinte mil compr una finca, de cuyas rentas viva. Digamos algo respecto a la posicin de los dimmies, los sbditos no musulmanes del imperio. El estado legal de que gozaban ha sido muy idealizado por algunos escritores, que han ensalzado la tolerancia indudable de los gobiernos musulmanes en la concesin de igualdad completa. Los dimmies eran ciudadanos de segunda clase, que pagaban un tipo ms elevado de tributacin, sufran ciertas incapacidades sociales, y en algunas raras ocasiones estaban sometidos a franca persecucin. Pero, con todo, su posicin era infinitamente superior a la de aquellas comunidades ajenas a la iglesia establecida en Europa occidental en el mismo perodo. Gozaban del libre ejercicio de su religin, derechos de propiedad normales, y eran frecuentemente empleados en el servicio del Estado, a menudo en los puestos ms elevados. Eran admitidos en los gremios artesanos, en algunos de los cuales predominaron. Nunca llegaron a padecer martirio o destierro por sus creencias.

    La expansin econmica atrajo hacia las ciudades toda una masa de poblacin hasta entonces errante o que viva miserablemente en el campo. En particular, las ciudades de Irak, y en primer lugar Bagdad, llegaron a reunir una plebe que subsista gracias a las ddivas de los acaudalados; esta afluencia de poblacin result por otra parte totalmente desproporcionada en relacin con la importancia econmica real de la ciudad, lo que gener una serie de conflictos sociales a las urbes del imperio y que a la larga sera un peso excesivo que condujo a continuas revueltas y sublevaciones de este sector de la poblacin y que desestabiliz al imperio, siendo uno de los factores decisivos en la desmembracin de ste. Los conflictos ideolgicos y la desmembracin del imperio

    Hasta finales del siglo IX, y a pesar de los disturbios internos, de las revueltas e incluso de

    las recesiones, el califa abas continu siendo el nico del mundo musulmn, aunque no unnimemente reconocido. Los distintos movimientos ligados al jarichismo no reconocan desde haca tiempo (desde Adrah) a los califas omeyas, y luego a los abases, como suyos. Los shitas no haban llegado a esta posicin, pues esperaban el momento en que su verdadero imam les sera revelado, y de momento mantenan una prudente reserva. Los omeyas de Espaa, que eran la tercera gran familia musulmana, no se atrevieron a dar el paso de proclamar califas a sus emires, lo que podra interpretarse como que el abas, a pesar de los

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    resentimientos que le tuvieron, era el jefe del Islam sunnita, incluso para ellos. A comienzos del siglo X, el mundo musulmn sufri una serie de trastornos considerables:

    por una parte, se dividi en tres califatos, y por otra, en el seno del califato abas estallaron violentas insurrecciones que modificaron de tal modo su estructura, que pronto llegaron a codearse en el gobierno militares turcos sunnitas y visires iranios shitas; adems, algunas dinastas locales oportunistas navegaban entre sunnitas y shitas y entre el califato abas y el califato fatim. As, pues, se asista a un fraccionamiento del mundo musulmn que suceda a la unidad omeya, y a la potencia abas, unidad que pareca estar rota para mucho tiempo.

    El advenimiento de los califas abases trajo consigo un rpido desarrollo econmico del Oriente Cercano y Medio, lo que someti a la estructura social del imperio a una serie de tensiones y esfuerzos violentos, que origin numerosos movimientos de descontento y de rebeli