CAMPAÑA CUA-PASC 2010 15-2-2010 - Lugar de encuentro de ... · y de intenso conocimiento del misterio de Cristo, que vino para cumplir toda justicia. ARESMA 2010 - O C) 18 ... A

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LITURGIA - CELEBRACIÓN

LITURGIA - CELEBRACIÓN

LITURGIA- CELEBRACIÓNCUARESMA 2010 - (CICLO C)

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La Cuaresma es el resultado de un largo proceso de sedimentación de tres itinerarios litúrgico-sacramentales: la preparación inmediata de los catecúmenos a los sacramentos de Iniciación, la penitencia pública y la participación de la comunidad cristiana en los dos itinerarios anteriores como preparación para la Pascua.

Los primeros datos que podemos encontrar acerca de una preparación de la Pascua es sobre el ayuno de dos o tres días, en los siglos II y III. En Roma este ayuno se extendía durante tres semanas ya en el siglo IV, pero numerosos testimonios hacen pensar ya en la existencia de la cuarentena penitencial como un hecho general a finales de dicho siglo o comienzos del siguiente. Sin embargo, desaparecida la institución del catecumenado y sustituida la reconciliación pública por la penitencia secreta a partir del siglo VII, la Cuaresma quedó configurada como un tiempo casi exclusivamente penitencial y ascético. La ceniza se empezó a imponer a todos los fieles en el siglo IX, cuando había decaído la práctica de la penitencia pública; por otra parte, la devoción a la Pasión de Cristo y a la Virgen Dolorosa inundó también las últimas semanas de la Cuaresma sobre todo a partir de la Baja Edad Media.

La Cuaresma tiene en realidad 46 días, desde el miércoles de ceniza al sábado santo inclusive, a los que se debe restar los seis domingos, quedando así 40 días de penitencia. El movimiento litúrgico impulsó una fuerte renovación de este tiempo orientándolo hacia el misterio pascual. En este sentido se expresó también el Concilio Vaticano II en la Constitución sobre la Liturgia nn. 109-110. Respondiendo a lo deseado por el Concilio, los tres ciclos de la Cuaresma, A, B y C, sin dejar de mantener la unidad de este tiempo, están especializados en cada una de sus finalidades: catecumenal, prepascual y penitencial. Este año 2010 corresponde al ciclo C, cuyos tres últimos evangelios dominicales forman el “tríptico penitencial” que posteriormente comentaremos. Los domingos de Cuaresma tienen tres lecturas cuyos temas no están necesariamente relacionados entre ellos, sino que forman tres secuencias diferentes: la historia de la salvación (Antiguo Testamento), la aplicación a la vida cristiana (Apóstol) y el tema propio del año (Evangelio).

1.- Una actitud para esta Cuaresma: 1.- Una actitud para esta Cuaresma: contemplar su amor. contemplar su amor. El Papa Benedicto XVI en su mensaje para la Cuaresma del 2010: “« La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo » (cf. Rm 3,21-22), nos invita a celebrar la justicia divina, que es plenitud de caridad, de don y de salvación. También desea que este tiempo penitencial sea para todos los cristianos un tiempo de auténtica conversión y de intenso conocimiento del misterio de Cristo, que vino para cumplir toda justicia.

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LITURGIA- CELEBRACIÓN

La Cuaresma nos muestra la Historia de la Salvación como un diálogo de amor de Dios con la humanidad, que no ha sabido ser fiel a una oferta tan generosa. Por ello el camino de la penitencia debería estar saturado por el reconocimiento de la misericordia divina y por el deseo de aprovechar este tiempo de salvación. No hay temor en el amor (1 Jn 4, 11), sino paz y alegría cuando se es digno de él. Jesús, en su misterio pascual, repara nuestra infidelidad y nos da el Espíritu de amor que purga nuestros delitos y nos hace capaces de llamar a Dios Padre. 2- La exposición y vivencia de la historia de la salvación.2- La exposición y vivencia de la historia de la salvación.Cada año la selección de lecturas tiene un criterio propio, así tenemos: Ciclo A) Catecumenal- sacramental, según el orden de los evangelios. Ciclo B) Catecumenal - Alianza – Eclesial Ciclo C) Catecumenal - memoria de las obras de Dios, el camino de la Pascua y su celebración litúrgica.

En este año C debemos evocar nuestro camino hacia Cristo. Cada uno de nosotros es el “arameo errante” a quien Dios convirtió en un pueblo que camina hacia una tierra (Deut 26,4-10, Primera lectura, 1º Domingo de Cuaresma). El ciclo C aglutina las lecturas del Antiguo Testamento alrededor del tema del acontecimiento pascual, que se realiza por la acción de Dios y la respuesta de la fe del hombre. Haciendo memorial del acontecimiento de la Pascua, llega a las generaciones actuales a través de la liturgia y de la profesión de fe. “La liturgia de Israel y su carácter profético para el culto cristiano”: éste podría ser el tema de este año en la historia de nuestra salvación.

3.- La aplicación y vivencia del misterio pascual.3.- La aplicación y vivencia del misterio pascual.La palabra de Dios se dirige a la comunidad presente, pues no se trata de historias del pasado sino que por ella Dios sigue hablando a su pueblo. Para resaltar este principio, las lecturas apostólicas se relacionan o bien con la primera o bien con el Evangelio, a modo de reflexión teológica sobre los acontecimientos proclamados. Ellas expresan el “hoy” en el que hemos de escuchar y volver a Dios, y que iremos precisando en la sección “Comentario litúrgico”. 4.- Los tres domingos “temáticos”: el Evangelio de la misericordia.4.- Los tres domingos “temáticos”: el Evangelio de la misericordia.Los cinco domingos de Cuaresma pueden dividirse en dos grupos en cuanto a las lecturas evangélicas: los dos primeros serían los “sinópticos”, pues en ellos se repiten cada año los episodios del desierto y de la Transfiguración; los tres últimos se pueden llamar “temáticos” pues desarrollan argumentos diferentes que corresponden a las tres finalidades de la Cuaresma: iniciación cristiana, Misterio pascual y conversión. La relación temática de los tres domingos de este año C podría ser: ¿Cómo muestra Dios su amor perdonando nuestros pecados?:

Mostrándonos su gran paciencia y misericordia: 3º Domingo. Lc 13, 1-9: Parábola del labrador y la higuera estéril.

Suscitando en nosotros la conversión y la contricción: 4º Domingo. Lc 15, 1-3.11-32: El hijo pródigo.

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Absolviendo nuestras culpas: 5º Domingo. Jn 8, 1-11: La mujer adultera.

Cuando estamos en puertas de la santa Cuaresma proponemos estos temas como base de una sólida catequesis sobre la Penitencia y su celebración litúrgica como preparación para la Pascua: puesto que la remisión de los pecados nace del amor de Dios, exige un movimiento de nuestra parte y pide el signo visible de la absolución sacramental que la ratifique.

5.- Signos y momentos celebrativos5.- Signos y momentos celebrativosEn cada ocasión podríamos destacar el momento de la celebración más propio de cada domingo. El canto “Sí, me levantaré” podría repetirse cada domingo de esta cuaresma. También puede llamarse la atención hacia el tema propio del día colocando en un lugar destacado, por ejemplo, cerca del ambón, un objeto simbólico que represente de forma plástica y sintética lo que se celebra. Estas signos interaccionan con el espacio sacro habitual y suscitan preguntas que luego se responden en la celebración. Los signos de los dos primeros domingos se ponen sólo esos días, mientras que los tres últimos se van añadiendo para formar una “instalación”.


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CONTEMPLAMOS SU AMOR EN EL SILENCIO.“Acuérdate que eres polvo…”

(Ciclo -C-, 17 de Febrero de 2010).

.- Momento celebrativo que debemos destacar: convocatoria del ayuno solemne por parte de Dios, reunión del pueblo en su presencia. Imposición de la ceniza.

.- Un signo de este día: la ceniza, símbolo de la muerte que ocasiona el pecado, pero vamos al encuentro de Dios que puede dar vida a los muertos.

.- Un personaje: el profeta Joel, mensajero de los últimos tiempos, que cada año nos convoca para la gran expiación de los pecados.

.- Un testimonio vocacional en cada Domingo de Cuaresma .

1. MONICIONES A LAS LECTURAS:

Primera lectura. Joel 2, 12-18: El profeta Joel describe la liturgia penitencial del “Día de la expiación” en el antiguo Israel, y pide al pueblo de Dios que rasgue su corazón y no los vestidos. La penitencia tiene su pleno sentido cuando se convierten las voluntades de las personas. Convertirse es volver a Dios con ánimo firme y sincero. Contestaremos a la palabra de Dios con el salmo penitencial por excelencia: “Misericordia, Señor, hemos pecado”.

Segunda lectura. 2 Corintios 5, 20-6. 2: San Pablo considera la conversión auténtica como una tarea permanente cuando dice: “dejaos reconciliar con Dios” porque nuestro tiempo es breve, y la Cuaresma es tiempo de gracia y salvación. La reconciliación consiste en recomponer la relación rota o debilitada entre nosotros y Dios, entre nosotros y los hermanos.

Evangelio de Mateo 6, 1-6. 16-18: Jesús enseña a sus discípulos cómo tiene que ser su estilo de vida y describe tres dimensiones de la misma: la oración en relación con Dios; la limosna, en relación con el prójimo; el ayuno en relación con uno mismo. La oración es imprescindible para el discípulo de Cristo, la limosna es expresión de sincera caridad y el ayuno muestra la conversión a Dios.

2. IDEAS PARA LA HOMILÍA

Historia de esta celebración

Desde tiempos de san Gregorio Magno (siglo VI), inaugura este día en Roma la santa cuarentena; antes comenzaba la Cuaresma el primer domingo, pero se extendió al

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miércoles anterior para que hubiese cuarenta días de ayuno hasta la Pascua, descontando los domingos, como hemos explicado anteriormente. En el siglo XI, habiendo caído en desuso la penitencia pública, el Papa Urbano II recomendó la imposición de la ceniza a todos los fieles como signo distintivo de la inauguración de la Cuaresma.

¿ A qué nos invita ahora este día? A reconocer nuestra falta de amor. Este es un día que nos invita al silencio y a pensar en el sentido de la vida. La extensión del mal en el mundo está relacionada con el rechazo del amor de Dios: la muerte y el odio sólo se pueden vencer desde la vida nueva que crea aquel amor. Este mensaje está perfectamente fundado en las tres lecturas propias de este día, como se explica en las moniciones que figuran a continuación; todo él se resume en las oraciones de bendición de la ceniza: “Derrama la gracia de tu bendición sobre estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza, para que, fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con el corazón limpio, a la celebración del misterio pascual de tu Hijo”… “Así podremos alcanzar, a imagen de tu Hijo resucitado, la vida nueva de tu reino”.

La imposición general de la ceniza muestra el carácter social del pecado, suma de todos los pecados personales, conocidos u ocultos. Las prácticas cuaresmales recomendadas son la mayor escucha de la Palabra de Dios, junto con la oración, el ayuno y la limosna; concluyendo en una celebración del sacramento de la Penitencia que nos lleve, al final del camino cuaresmal, a encontrarnos con la gracia del perdón y a participar en la Eucaristía pascual con el ánimo renovado.

3. TESTIMONIO SACERDOTAL: EXPERIENCIA DE SILENCIO

Un horizonte desolador se cierne a lo lejos. El profeta lo ve venir. Su mirada penetrante cae en la cuenta de lo que está a punto de acontecer: “Un pueblo invade mi tierra, poderoso e incalculable; sus dientes son dientes de león y tiene mandíbulas de leona” (Joel 1, 6) Su paso será devastador: “va dejando mi viña desolada y mi higuera destrozada: la ha pelado del todo, la ha arrancado y sus ramas quedan desnudas. El campo está arrasado, la tierra está de luto, porque se ha perdido el grano, se ha secado el mosto y se ha agotado el aceite” (Joel 1, 7.10) Una plaga de langostas está a punto de pasar amenazante con intención de arrasar con todo. El profeta contempla y comprende con estremecimiento que lo que está a punto de suceder… será como cuando llegue el Día de Yahvé “¡Tocad la trompeta en Sión, clamad en mi monte santo! Tiemblen todos los habitantes del país, porque llega el Día de Yahvé, porque está cerca! (Joel 2,1)

El profeta mira la realidad de tal modo que penetra los acontecimientos, comprendiendo lo que quieren decir y percibiendo la Palabra de Aquel que está “en medio de Israel, derramando su Espíritu sobre todo mortal, haciendo que los ancianos tengan sueños y los jóvenes, visiones” (Joel 2,27. 3,1-2) Contagiado por esta Fuerza que viene de lo alto, el profeta pronuncia un oráculo que impacta con la urgencia de quien acaba de recibir una noticia y se apresura a salir, con el sobresalto de quien tiene que posponer lo previsto porque ha surgido lo inesperado. Así hace la Palabra cuando ha sido proclamada: “más ahora, oráculo del Señor, volved a mí de todo corazón, con ayuno, con llantos y con duelo. Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos, volved a Yahvé, vuestro Dios, porque él es clemente y

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compasivo, lento a la cólera, rico en amor y se retracta de las amenazas” (Joel 2,12-13).

La llamada del profeta es inapelable. Las trompetas del Santuario se harán eco convocando al ayuno, la penitencia y la oración para que el corazón cambie y pueda acoger la salvación de Dios. Joel lo expresará a su manera: “las eras se llenarán de trigo, los lagares rebosarán de mosto y aceite” (Joel 2, 24) Estas imágenes de abundancia desmedida quedarán empequeñecidas al lado de la abundancia del Espíritu que se derramará sobre todos los corazones. La urgencia a la conversión del corazón está alentada por la inminencia de lo que está a punto de acontecer.

Lo nuestro es acoger el Don de Dios: para esto hemos sido creados. Don irrevocable y definitivo en Jesucristo; el corazón lo desea y, al mismo tiempo, se resiste. Sabemos de todo aquello que lo ciega: sus ensimismamientos, sus fantasías narcisistas de poder, éxito o prestigio, sus tendencias a apropiarse y aferrarse a personas, situaciones y cosas, a ponerse como medida de todo, a convertirse en su propio centro.

En esta Cuaresma se nos propone un itinerario de conversión que pasa por la contemplación, es decir, por reorientar la mirada del corazón. Son muchas las formas de oración que propone la tradición espiritual cristiana, y una de ellas es el «contemplar». Esta palabra la asociamos al modo de vida profesada en la Iglesia por los monjes y monjas contemplativas y quizá también a una cierta actividad esporádica, referida básicamente a la admiración de la naturaleza o de las obras de arte… la contemplación la vinculamos con la interioridad, con la profundidad, con la hondura. Palabras que nos remiten a la experiencia de que lo vivido impacta en nosotros de distintas maneras: hay cosas que nos resbalan; otras nos llegan al alma. De un modo espontáneo oponemos interioridad con exterioridad e identificamos “lo interior” como ámbito de la experiencia de Dios. ¿Será por eso que al orar tendemos a mirar “adentro”? Por esto nuestra tradición espiritual nos enseña que lo opuesto a la interioridad, en realidad, es la superficialidad: situarse superficialmente ante las personas o las situaciones es lo opuesto a una mirada contemplativa, capaz de reconocer más allá de las evidencias, más allá de los prejuicios, más allá de lo que ya sabemos de todo y de todos, incluso de Dios.

Una mirada contemplativa es una mirada con capacidad de fascinación, de admiración, de sobrecogimiento y estremecimiento. ¿No necesitaríamos contemplar de este modo lo cotidiano para reconocer ahí la Presencia del Señor resucitado? ¿No deberíamos recuperar esa mirada contemplativa sobre las personas y las realidades que nos toca vivir para, como el profeta Joel, percibir una Palabra más allá de la expresamente formulada? ¡Salgamos de la superficialidad y la banalidad! Oteemos el horizonte desde otra perspectiva, aquella que nos permite reconocer en el horizonte el Don que Dios tiene dispuesto para cada uno.

Y la Iglesia volverá a proclamar lo inesperado y sorprendente “¡Qué hermosos los pies del mensajero que anuncia que Cristo ha resucitado!”

Ignacio Dinnbier Carrasco s.j.

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4. ORACIÓN DE LOS FIELES

Al comenzar la Cuaresma, pidamos a Dios, nuestro Padre, que escuche las oraciones de su pueblo penitente.

Para que el rito de la ceniza nos recuerde a todos que for mamos parte de la Iglesia, • santa pero siempre necesitada de penitencia. Roguemos al Señor.

Para que todos los hombres se detengan a reconocer la exigencia de renovarse • en la mentalidad y en las obras, y sepan reaccionar con firmeza contra la falta de compromiso moral y social. Roguemos al Señor.

Para que los gobernantes de las naciones trabajen siempre por la paz, la fraternidad, • la justicia y el progreso de todos los pueblos. Roguemos al Señor.

Para que los miembros de nuestra comunidad enfermos y los que sufren se sientan, • más que nunca, en el centro de la co munidad que ora y lucha contra el mal, y se encamina por la esperanza a la victoria pascual. Roguemos al Señor.

Para que los discípulos del Señor, iluminados por la Sagrada Escritura, purificados • por la penitencia y fortalecidos por la Eucaristía, sepan transmitir la fe como alegría y paz en el Espíritu. Roguemos al Señor.

Dios Padre nuestro, que no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, danos tu perdón y tu gracia, para que cuantos con amor observamos las penitencias cuaresmales, obtengamos la paz y la misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

5. BENDICIONES DE MESA

DINÁMICA: Un signo que puede acompañar la mesa familiar esta Cuaresma puede ser la elaboración de un servilletero sencillo para cada miembro de la familia, hecho de cuerda, lazo, lana de colores (preferentemente morado) trenzada…en el que se harán cinco nudos, uno por cada domingo de Cuaresma. Cada domingo desharemos juntos un nudo al terminar la bendición de mesa; durante la Pascua, deshechos todos los nudos, ataremos la servilleta con un lazo simbolizando el abrazo de Dios y el hombre en la Pasión, muerte y Resurrección de Cristo. Aunque los adultos hacemos ayuno y abstinencia ponemos todos los servicios habituales de mesa, explicándoles a los niños que hoy nos alimentamos sólo del Señor. Tenemos

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preparado encima de cada plato la servilleta extendida y sobre ella el material para hacer los servilleteros. Nos sentamos todos: los padres tienen en brazos a los niños más pequeños para ayudarles a hacer los nudos.

“Señor hoy queremos empezar este camino de Cuaresma que nos conduce a tu Pascua acercándonos a Ti y escuchándote en silencio. Hoy ayunamos para que seas Tú nuestro alimento. Por eso hoy callamos para que Tú nos hables, y nos muestres los nudos que nos aprisionan y nos impiden ser buenos y parecernos a ti.”

En silencio cada uno hace cinco nudos en la cuerda o cinta que será su servilletero: cada nudo es un pecado que, con ayuda del Señor, intentaremos deshacer. Al acabar rezamos el Padrenuestro y recogemos los platos, sustituyendo el servilletero habitual por el de Cuaresma.

6. CELEBRACIÓN DEL MIÉRCOLES DE CENIZA CON NIÑOS

Ambientación

En un mural o corcho hacer un círculo grande que ponga en su interior “Dios es amor” y después “monigotes” sueltos alrededor. Así estará el mural hasta la hora de la imposición de la ceniza, momento en que se irán poniendo alrededor de círculo unidos por las manos. Para ello es mejor hacer el montaje total y después recortar para que nos encaje. Los monigotes al principio están separados, porque todos nos alejamos de Dios y de los demás. Al final, están todos unidos a Dios y entre sí.

1. Canto de entrada:

2. Saludo de introducción (Sacerdote o niño/a)

Dios es amor. Si queremos de verdad a los demás, Jesús vivirá dentro de nosotros… pero siempre tenemos el peligro de querernos más a nosotros mismos y a nuestros caprichos que a los demás. Cuando pasa eso, Jesús no está contento porque no puede vivir del todo a gusto en nuestro corazón. Si le echásemos del todo, estaríamos como muertos. Lo normal es que sólo le echemos un poquito: entonces Jesús está incómodo en nosotros, y nosotros estamos enfermos, malitos.

Cuaresma significa 40 días. Es un tiempo que dura hasta la Semana Santa y en el que intentaremos vivir varias cosas:

Conocer a Jesús más a fondo y conocer su mensaje que él nos invita a vivir.•

Conocernos a nosotros mismos más a fondo y descubrir por qué estamos pachuchos, • cuál es nuestra “enfermedad” de corazón.

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Conocer el remedio para ponerlo en práctica, de modo que Jesús esté “a gusto” en • nosotros y nosotros seamos felices para hacer felices a los demás.

Hoy, miércoles de Ceniza nos reunimos para celebrar todos juntos el comienzo de estos 40 días mediante el símbolo de la ceniza.

3. Peticiones de perdón

Vamos a hacer juntos algo que los cristianos han hecho siempre desde hace muchos siglos: pedir perdón a Dios. Es verdad que podemos pedir perdón a Dios a solas en cualquier momento, pero esta mañana es especial, porque lo hacemos juntos, de una manera solemne y oficial, como hermanos que se reúnen junto al Padre. Jesús está de un modo también especial con nosotros, y nos perdona si de corazón le pedimos perdón. (la puede leer el sacerdote o un niño/a)

Canto de perdón o antífona después de cada petición.Porque nos hemos portado mal en casa.•

Porque hemos peleado entre nosotros.•

Porque hemos sido perezosos a la hora de estudiar o de ayudar a los demás.•

Porque a veces no decimos la verdad temiendo quedar mal.•

Porque a veces dejamos de hacer el bien que podríamos hacer. • (si alguno quiere pedir perdón en voz alta lo puede hacer)

4. Imposición de la Ceniza

Se acerca desde detrás el recipiente de la ceniza mientras se lee:

Cuando quemamos algo ¿qué queda? CENIZA.Las cenizas son nuestros egoísmos y enfermedades: peleas, mentiras, pereza en el estudio, falta de cariño y de respeto a nuestros padres...La ceniza significa que todo lo anterior lo hemos quemado y que queremos que nazca en nosotros algo nuevo: la paz, la amistad, la solidaridad, el amor, la dulzura, la comprensión...

Bendición de la ceniza y de los niños

Sacerdote: vamos a quedarnos unos momentos en silencio para rezar pidiéndole a Dios, nuestro Padre, que nos mire con cariño a todos los aquí reunidos, y bendiga con su amor esta ceniza que vamos a imponer en nuestra cabeza como signo de nuestro

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deseo de cambiar y dejar nuestras actitudes cómodas y egoístas.(breves momentos de silencio)

Padre nuestro, cuando somos sinceros reconocemos sencillamente nuestros defectos sin intentar disimularlos, porque tú nos acoges con cariño de Padre. Míranos aquí reunidos y bendícenos a todos para que este símbolo de la ceniza no se quede en un signo vacío, sino que sea verdadero símbolo del esfuerzo que queremos hacer esta Cuaresma para conocer más a Jesús, a nosotros mismos y abrirnos más al regalo del perdón de Dios.

Canto: (imposición de la ceniza)

Los niños después de habérseles impuesto a ellos la ceniza, tienen que ir reconstruyendo el mural, de modo que los muñecos queden en círculo y de cara a la frase “Dios es amor” , mientras el sacerdote acaba de imponerla al resto.

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PRIMER DOMINGODE CUARESMA


CONTEMPLAMOS SU AMOR EN EL DESIERTO.“Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo darás culto” (Lc 4, 8)


.- Momento celebrativo que podemos destacar: acto penitencial. La asamblea se reúne fuera del mundo, en el “desierto” y ante Dios. No podemos ir al encuentro de Dios aturdidos por el ruido del mundo o confiando en nuestras fuerzas.

.- Un signo propio de este día: un televisor, baratijas lujosas, revistas… Estamos rodeados de “dioses” que nos secuestran y esclavizan.

.- Un personaje: Moisés, narrando la historia de la liberación de Egipto

.- Un testimonio vocacional en cada Domingo de Cuaresma

1. MONICIONES A LAS LECTURAS

Primera lectura. Deuteronomio 26, 4-10: En el comienzo de la Cuaresma, la primera etapa de la historia de la salvación es la de los orígenes del pueblo de Dios, evocados por la confesión de fe que cada israelita debía hacer al presentar las primicias de la cosecha.

Segunda lectura. Romanos 10, 8-13: Cuando recorremos las etapas de la historia de la salvación, es para que apliquemos esa experiencia en nuestras propias vidas en la etapa final que inauguró Jesucristo. Por ello, la confesión de fe del pueblo cristiano se refiere al misterio pascual de nuestro Redentor, en donde está el origen de nuestra salvación.

Evangelio de Lucas 4, 1-13: El ayuno de Jesús en el desierto y su victoria sobre las tentaciones son un ejemplo para los cristianos en la renovación de su catecumenado en vistas a la renovación pascual.

2. IDEAS PARA LA HOMILÍA El inicio del camino cuaresmal.

El itinerario pascual, que nos conduce del 1º Domingo de Cuaresma al de Pentecostés, tiene como punto de partida el Bautismo de Cristo: Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo (Lc 4, 1). En el seguimiento de Cristo, cada cristiano se ve sometido a la prueba de la tentación y debe elegir entre el vivir según la carne (Rm 8, 4), (búsqueda

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de los bienes terrenos, del poder, del orgullo) y el vivir según el Espíritu. El ejercicio cuaresmal nos permite comprobar y consolidar nuestra vida de bautizados: Vosotros no estáis bajo el dominio de la carne, sino del Espíritu, desde el momento en que el Espíritu de Dios habita en vosotros (Rm 8, 9).

La historia de la salvación.

Cuando vamos al encuentro de Dios en este primer domingo de Cuaresma. Hay una historia de salvación que prepara el momento actual: es la historia de las intervenciones de Dios a lo largo del tiempo. Cada uno de nosotros erraría como un nómada por la vida (1ª Lectura) si Dios no nos hubiera llamado, a la mayor parte de nosotros al comienzo de nuestra existencia, para formar parte de su pueblo.

Nuestra profesión de fe ha dado un gran paso adelante respecto a la del pueblo israelita. Como enseña san Pablo en la segunda lectura: Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás (Romanos 10,9). Se trata de la fe que se confiesa en el Bautismo gracias a la luz y la fuerza del Espíritu Santo, y que ahora renovamos al recomenzar el camino de conversión que es la Cuaresma. Nuestros padres y padrinos confesaron a Jesús en nuestro nombre, y ahora debemos personalizar esta fe en forma de compromiso.

Todo ello no es fácil. La Iglesia lo sabe, y por eso evoca cada año el ayuno de Jesús, quien de este modo: Inauguró la penitencia cuaresmal, y al rechazar las tentaciones del enemigo, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado (Prefacio). El ejemplo de Jesucristo: renunciar para ser libres y servir a Dios

Jesús es nuestro modelo cuando revivimos el catecumenado en la Cuaresma. Escuchar a Dios, prestar oído a su Palabra, sólo es posible si creemos que No sólo de pan vive el hombre (Lucas 4, 4). El ayuno y la abstinencia cuaresmales -sobre todo en la abstinencia de vicios y pecados- es un ejercicio saludable que debe favorecer nuestra renovación, incluso física, pero es sobre todo una forma de decirle a Dios que no tenemos bastante con los alimentos terrenos, sino que necesitamos alimentarnos de su Palabra.

Jesús es el ejemplo de resistencia a las tentaciones, porque las sintió realmente en su naturaleza humana, y las venció gracias a la perfecta unidad de su persona divina. Las tentaciones del desierto son un ejemplo de las cosas a las que ha debido renunciar la Iglesia a lo largo de su historia, y las que padecemos nosotros mismos: el hambre de las cosas del mundo, el deseo de poder a costa de cualquier maldad o perversión, el intentar manipular la protección de Dios... todo ello nos ha podido ocurrir muchas veces. Por eso, al comienzo del camino cuaresmal, el alimento eucarístico unido a la Palabra de Dios son la ayuda que necesitamos para recorrerlo con fruto y llegar a la renovación de la Pascua.

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3. TESTIMONIO SACERDOTAL: EXPERIENCIA DE DESIERTO

Durante cuarenta días el Espíritu lo fue llevando por el desierto. El relato de hoy nos presenta a Jesús como un vagar sin patria por el desierto y se destacan los 40 años en los que Israel anduvo errante por el desierto. Tiempo de prueba y de verdadera tentación a la que el pueblo sucumbió más de una vez. Fue también un tiempo de ejercicio solitario de su relación con Dios.

No podemos subestimar la profundidad de estas tentaciones de Jesús. El que cargó con nuestros pecados quiso también conocer nuestras tentaciones, su maligno y engañoso poder de seducción (Gen 3,6) y así vemos a Jesús, que no había comido durante 40 días, ofrecérsele un pan al alcance de la mano le debió parecer apetecible; la posesión de este mundo que el debía llevar al Padre, deseable; y el milagro que se le propone utilizable para afirmar su posición ante el pueblo, Como se ve todo muy plausible .

Entonces, ¿Por qué seguir un camino tan complicado de renuncias?...1.- No solo de pan vive el hombre.2- Adora al Señor, tu Dios y sírvele a Él3 No pongas a prueba al Señor tu Dios

Los tres versículos con los que Jesús replica y se opone al diablo no son fórmulas aprendidas de memoria sino respuestas amargas y trabajosamente conseguidas. El resultado es una triple firme y amorosa declaración de fidelidad al Padre, también de un modo más elevado una confesión de fe existencial. Jesús rechaza los ataques del demonio, que recapitulan las tentaciones de Adán en el paraíso y las de Israel en el desierto y el diablo se aleja de Él (CIC 538). Los evangelistas indican el sentido salvífico de este acontecimiento misterioso: Jesús es el nuevo Adán que permanece fiel donde Adán sucumbió a la tentación, así Jesús cumplió perfectamente la vocación de Israel. Cristo se revela como el siervo de Dios totalmente obediente a la voluntad divina. La victoria de Cristo sobre el Tentador es un anticipo de la victoria de la Pasión suprema obediencia del amor filial al Padre (CIC 539).

La tentación de Jesús, muestra la manera que tiene Él de ser Mesías el Hijo de Dios en oposición a lo que le propone Satanás o lo que los hombres le quieren atribuir, y es por eso, por lo que Cristo venció al Tentador a favor nuestro: “Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo, igual que nosotros, excepto en el pecado (Heb 4,15). De este modo, la Iglesia se une todos los años durante los cuarenta días de Cuaresma, at misterio de Jesús en el desierto.

Actualmente parece como si la vida humana requiriese riqueza poder seguridad, olvidándose de las cosas del Espíritu: la conciencia de la presencia de Dios, la fe profunda en medio de la desesperación, y el amor a las cosas sencillas de la vida, las que nos hacen más humanos y más cristianos.

Necesitamos pan para combatir la terrible hambruna que asola a millones de seres humanos. Necesitamos discernimiento para no convertir los medios en el fin de la creación,

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que al principio todo era bueno y al crear al hombre fue muy bueno. Necesitamos mantener un espíritu humilde, inteligente y agradecido para hacer todo lo que tenemos hacer. Glorifica a Dios, beneficiar al prójimo y el trabajo para nosotros. Pues solamente hemos hecho lo que teníamos que hacer.

Dios, ni es tentado por el mal, ni tienta a nadie, al contrario quiere librarnos del mal. Le pedimos que no nos deje tomar el camino que conduce al pecado, pues estamos empeñados en el combate “entre la carne y el espíritu” necesitamos el Espíritu de discernimiento y de fuerza. El Padre nos da fuerza para dejamos conducir por el Espíritu Santo (CIC 2846).

Las obras ascéticas y penitenciales deben ser signo de la participación del misterio de Cristo, que hizo penitencia por nosotros, ayunando en el desierto. La Cuaresma es el tiempo de la gran llamada a todo el pueblo de Dios para que se deje purificar y santificar por su Señor y Salvador. Los tres pilares de la Cuaresma son la consecuencia y el fruto de la conversión cuaresmal, como dicen los Padres de la Iglesia: limosna, oración y ayuno. Estas actitudes cuaresmales nos exigen asimismo que asumamos, en cierto modo la condición de víctima como Cristo Sacerdote, que nos neguemos a nosotros mismos conforme a las normas del Evangelio, que espontánea y libremente, practiquemos la penitencia arrepintiéndonos y expiando los pecados.

Juan Luís Sanchis MartíConsiliario de la Obra Social Femenina


Se abre ante nosotros el camino de la Cuaresma con sus etapas, sus normas y sus metas. Es un gran compromiso para todos. Pidámosle al Señor que nos haga dóciles a su palabra para llegar completamente trasformados a la Pascua.

Por la Iglesia: para que, fortalecida con el pan de la Palabra de Dios, renuncie a la tentación • de confiar en poderes y medios extraños a su misión en el mundo. Roguemos al Señor.

Para que redescubramos el domingo como un día distinto de los demás: el día del • Señor, el día de la comunidad, el día de la reconciliación y de la amistad abierta a todos los hermanos. Roguemos al Señor.

Para que en cada uno de estos cuarenta días encontremos lugar y tiempo para • dedicarnos a la oración y a la meditación de la palabra, para conocer lo que Dios quiere de nosotros y saber renunciar a todo lo que nos impide realizarlo en nuestra vida. Roguemos al Señor.

Para que todas las familias descubran la dimensión doméstica de la Cuaresma, abran • el libro de los Evangelios, creen ocasio nes de oración común y, cordialmente unidos en la caridad, hagan de cada hogar un lugar de acogida fraterna. Roguemos al Señor.

Para que el Señor, al que podemos encontrar cada día en su Palabra viviente, • nos conceda comprenderla y discernir en ella un camino de esperanza y de vida. Roguemos al Señor.


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PRIMER DOMINGODE CUARESMASeñor Jesucristo, que en el desierto fuiste tentado por el maligno, y en la cruz lo derrotaste para siempre; escucha nuestras oraciones, y haz que este tiempo de conversión y penitencia nos fortalezca para superar las pruebas y nos una mas a ti. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.

5. BENDICIÓN DE LA MESA

“Señor hoy queremos acompañarte hasta el desierto: allí Moisés se encontró con Dios y allí fuiste tentado en nuestras hambres de poder, de fama y de riqueza. Hoy deshacemos el primer nudo (en silencio esperamos a que todos hayan deshecho el nudo) en recuerdo de las tres esclavitudes que venciste ¡concédenos vencer las nuestras! Bendito seas porque Tú sacias siempre nuestra hambre ¡Y danos más hambre de Ti en esta Cuaresma a los que hoy compartimos esta mesa! AMEN”

6. PROPUESTA CUARESMAL DE CÁRITAS

Llamados a un nuevo estilo de vivir en Cuaresma

5 SEMANAS - 5 SENTIDOS PARA EL COMPROMISO

Queremos invitar a vivir el compromiso solidario, el compromiso cristiano, con los cinco sentidos. Una semana de Cuaresma para cada sentido solidario. Estas son las propuestas a hacer a la comunidad parroquial cada domingo de Cuaresma tras la eucaristía:

Otro estilo de vivir es posible. En este mundo con tantas prisas y tanta superficialidad, te proponemos desde Cáritas que, durante esta semana, mires con mayor profundidad y detenimiento a las personas con las que convives cada día, con las que te encuentras y tratas cotidianamente. Fíjate en las cosas buenas que tienen, en sus cualidades, en todo lo bueno que ves en ellas, y DÍSELO. Haz que se sientan valoradas y apreciadas por ti. Te pedimos que hagas esto con ocho personas a lo largo de esta semana, y verás lo bien que sienta apreciar la diversidad de cada uno.

La semana de laMIRADA

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Otro estilo de vivir es posible. En este mundo con tanto egoísmo y tanto individualismo, te proponemos desde Cáritas que, durante esta semana, gustes y saborees el ayudar a los que te rodean cuando veas que tengan alguna necesidad, problema, apuro o contratiempo, por pequeño que sea. En concreto te pedimos que hagas ocho favores a personas que puedan necesitar de ti a lo largo de esta semana. Si así lo haces, podrás saborear lo bien que sienta a todos la gratuidad.

Otro estilo de vivir es posible. En este mundo con tantas injusticias que provocan tanta pobreza y tanto sufrimiento, te proponemos desde Cáritas que, durante esta semana, denuncies públicamente lo que “huele” mal en este mundo: la injusta distribución de las riquezas, y la falta de voluntad política de los gobiernos para erradicar la pobreza, el hambre y la miseria en el mundo. Te invitamos a unirte a la Campaña de Pobreza Cero, y que a lo largo de esta semana lleves siempre un lazo blanco en tu ropa (símbolo de esta campaña), o cuelgues de tu balcón o ventana una tela o cartel blanco donde se lea: ¡POBREZA CERO YA!

Durante esta semana te invitamos también a no ser consumista y que hagas un consumo más responsable. Si así lo haces, en lo que depende de ti, el aroma de este mundo será un poco mejor, no estará tan contaminado...

Otro estilo de vivir es posible. En este mundo donde tantas personas sufren soledad y falta de comunicación, te proponemos desde Cáritas que, durante esta semana, afines el oído y te reserves un tiempo especial para dedicarlo a escuchar sin prisa, y hablar con tranquilidad con las personas con las que convives cada día, o con aquellas que hace tiempo que no hablas o no sabes de ellas.

Apaga el televisor, deja internet, quítate los auriculares, y escucha cómo están los que te rodean, los que se encuentran contigo cada día, pregúntales cómo se encuentran, qué tal les va, etc... y simplemente escucha. Te pedimos que hagas esto con ocho personas a lo largo de esta semana, y podrás sentir cuánto bien se puede hacer con tan poco.

Otro estilo de vivir es posible. En este mundo tan insensible y poco comprometido en la lucha contra la pobreza, te proponemos desde Cáritas que, durante esta semana, toques a la puerta de Cáritas para conocerla mejor, para saber todo lo que hace en tu barrio o en tu ciudad, para consultar su página web, para saber qué necesidades tiene y en qué se puede colaborar.

La semana delGUSTAR y SABOREAR

La semana delOLFATO

La semana delOÍDO

La semana delTACTO

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Te invitamos a tomar contacto con algún voluntario de Cáritas para que te cuente su experiencia de voluntariado, lo que hace y lo que le aporta a su vida, cómo se siente y cómo ve las realidades de pobreza que está tocando.

Muévete esta semana y conoce, toca, otras Ongs, otras experiencias de voluntariado. Déjate tocar el corazón por las realidades de pobreza y sufrimiento que hay en tu mundo, plantéate este interrogante: ¿qué puedo hacer yo?

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SEGUNDO DOMINGODE CUARESMA


CONTEMPLAMOS SU AMOR EN LA ORACIÓN.“Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle” (Lc 9, 35)


.- Momento celebrativo que podemos destacar: Liturgia de la Palabra. Cuando nos reunimos los cristianos, lo primero es escuchar lo que Dios dice a toda la Iglesia en esa ocasión. Llevar el Evangeliario en el rito de entrada y depositarlo sobre el altar, o acercarse los lectores al ambón, en su momento, llevando en alto el Leccionario delante del sacerdote.

.- Un signo propio de este día: Un lienzo blanco. Espinas o ramas secas y verdes. El sudario fúnebre de Cristo se convierte en la túnica resplandeciente del resucitado.

.- Unos personajes: Abraham, padre de un gran pueblo. Pedro Juan y Santiago, testigos de la Transfiguración

.- Un testimonio vocacional en cada Domingo de Cuaresma

1. MONICIONES A LAS LECTURAS

Primera lectura. Génesis 15,5-12.17-18: Llegamos a la segunda etapa de la historia de la salvación., la de Abraham. El santo patriarca es modelo para nuestra experiencia catecumenal, pues él escuchó la palabra de Dios, salió de su tierra y consagró la alianza con el Señor, como nosotros renovamos todo ello en el Bautismo y en la Eucaristía.

Segunda lectura. Filipenses 3,17 - 4,1: San Pablo nos promete los frutos del misterio de la transfiguración de Cristo si permanecemos fieles imitadores suyos y amigos de la cruz del Señor. En la iniciación cristiana comenzamos un camino que nos debe llevar a la ciudad eterna del cielo.

Evangelio de Lucas 9,28b-36: el Evangelio de la Transfiguración, propio de este domingo segundo, es un anuncio de la muerte y Resurrección de Cristo, para cuya celebración nos preparamos en la Cuaresma, entendidas según san Lucas como un “éxodo” pascual.

2. IDEAS PARA LA HOMILIA

El domingo de la Transfi guración.

El pasaje de la Transfiguración, que se lee en este domingo, según los tres evangelistas sinópticos, está centrado en la profecía de la muerte del Señor, expuesta bajo la imagen

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del “Éxodo”, la salida de este mundo. Por ello las otras dos lecturas han sido elegidas en relación con estos temas de la transfiguración y del éxodo pascual de Cristo. Así este importante pasaje anuncia la muerte y la Resurrección de Cristo que será el acontecimiento culminante de la Pascua.

La historia de la salvación.

La primera lectura nos sitúa en la etapa correspondiente a Abrahán, segunda etapa de la historia de la salvación, el patriarca que cree en Dios y se le cuenta en “su haber”. El padre de los creyentes se encuentra con Dios, que le hizo salir de Ur de los Caldeos y que se compromete con él mediante unos ritos que certifican y sellan la Alianza.

Aparecen los temas de la fe de Abrahán, la salida, el camino, la alianza mediante unos ritos que son profecía de la nueva y definitiva Alianza sellada en la sangre de Cristo. Es una etapa que el cristiano-catecúmeno personaliza en su propia historia iniciada en el Bautismo, entendiendo este sacramento como un salir de la lejanía de Dios para ir a la tierra prometida de la Iglesia. La confianza en la promesa de Dios, ratificada en la Nueva Alianza, no hace decir con el salmo responsorial 26: “El Señor es mi luz y mi salvación. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida”.

La glorifi cación del cristiano, ciudadano del cielo.

San Pablo nos anuncia la aplicación del misterio pascual de Cristo a sus discípulos fieles. Nuestra ciudadanía está en el cielo, de modo que nuestra muerte, como la de Cristo, será un éxodo pascual hacia el cielo, mediante la espiritualización, glorificación o transfiguración de nuestra condición material y mortal. Como el viejo Abrahán, los cristianos no tenemos nuestra patria verdadera en el lugar donde nacimos, sino que somos caminantes hacia la ciudad definitiva a la que hemos sido llamados.

La gloria de Jesucristo.

Jesús sube a la montaña orando, como subirá al monte de los olivos, al Calvario y, por último, al monte de la Ascensión; allí recibe el anuncio de su tránsito pascual, pues ése es el contenido del diálogo con los misteriosos personajes gloriosos: “Hablaban de su muerte (“éxodo” en el texto original, término exclusivo de Lucas en este pasaje) que iba a consumarse en Jerusalén” (Lucas 9, 31). La predicación de la buena noticia de la salvación por medio de Cristo muerto y resucitado vendrá de la fuerza del Espíritu, al cumplirse los días de Pentecostés.

El catecumenado cuaresmal: aprender a escuchar.

Ante este impresionante conjunto de lecturas, debemos seguir en actitud catecumenal, la cual nos pide en primer lugar que escuchemos a la Palabra de Dios (“Catecúmeno” = “Oyente”), y luego, que mantengamos la esperanza en la vida con Cristo. Escucha y Esperanza: éstas son las virtudes que los cristianos debemos despertar especialmente en la Cuaresma.

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Nosotros, al contrario que los testigos del monte Tabor, estamos ya en el tiempo del Evangelio, y hemos de proclamar a Jesucristo Dios y hombre verdadero, mostrando con nuestro ejemplo que somos ciudadanos del cielo, no como aquellos que sólo aspiran a cosas terrenas, porque andan como enemigos de la cruz de Cristo (Filipenses 3, 19). En la Cuaresma hemos de aprender a amar la cruz de Cristo, árbol de la Vida, guión de la marcha a través del desierto de este mundo y llave de ciudad eterna.

3. TESTIMONIO VOCACIONAL: EXPERIENCIA DE ORACIÓN

1. El momento fundante de la gracia vocacional.

Toda vocación tiene un momento inicial donde todo empieza. Para algunos es el ejemplo de algún sacerdote cercano, o simplemente la insinuación que alguien te pueda hacer acerca de consagrar tu vida a Dios. Para mí, el momento inicial fue el ver a un compañero de mi parroquia que nos anunciaba su partida a Granada a fin de entrar en una congregación misionera con vistas a ordenarse sacerdote. Este fue el momento fundante en el que de repente aparece una pregunta en tu cabeza ¿y yo porque no ser sacerdote?

Esto acontecía cuando yo tenía unos 20 años y la pregunta se clavó en mi mente hasta el punto de ser cada vez más fuerte. Desde siempre había asumido que mi vida estaría encaminada hacia la vida matrimonial y sin embargo me encontraba de repente con una duda que me calaba hasta lo más hondo. Se acababa de prender la chispa de la vocación.

2. La fuerza de la oración.

Una vez se inicia esto, sólo había una cosa que poder hacer frente a estos sentimientos y dudas, orar. En la oración lo vi claro, aquel que siempre había estado junto a mí, Jesucristo, me llamaba. No tenía muy claro cómo y de qué manera pero había una alegría en seguirle. Esto me llevó a ponerlo en constancia de mi párroco, su respuesta fue una pregunta que me marcaría durante los siguientes dos años y que reproduzco literalmente: yo no quiero que tú seas sacerdote… lo que quiero es que descubras que vas a ser feliz el resto de tu vida siéndolo. A esta pregunta yo no era capaz de responder en ese preciso instante, por lo que decidí seguir con mi vida hasta que consiguiera dar respuesta, hasta estar seguro de que el ser sacerdote era lo que me iba a hacer realmente feliz.

3. Dios es Señor de la historia.

Dos años tardé en encontrar respuesta, dos años en los que Dios me fue hablando desde dos ámbitos, la vida diaria y la oración. Fue muy importante en mi proceso vocacional el hecho de que desde los 18 años trabajaba justo enfrente del Seminario Mayor de la Inmaculada, en Moncada. Todas las mañanas, cuando pasaba por delante un signo se alzaba ante mí recordándome todos los días que aún había una pregunta por responder y que iba a seguir ahí hasta que me decidiera, era la imagen de la Inmaculada que se alza en lo alto de la fachada del seminario, a cuyos pies está el crismón, símbolo muy importante para mí ya que por aquel entonces era educador Junior y ese era uno de nuestros signos de identidad.

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También mi vida como educador Junior era para mí un signo, si por un lado la Virgen me recordaba cada mañana la pregunta que había en mi interior, el esfuerzo por transmitir la fe a los jóvenes de mi parroquia me recordaba que era feliz anunciando el evangelio.

Otra luz en el camino han sido también los sacerdotes que me han acompañado desde que soy bien joven. Hombres dedicados a servir a Dios y a llevar a la gente a Jesucristo desde la sencillez, desde la vida, desde el día a día. Su persona, su forma de vivir, de amar a la gente, de enfrentarse con valentía a los problemas cotidianos de cada día sólo hacían que recordarme que había algo sorprendente en su forma de vivir que se iba poco a poco poniéndose a mí alcance.

Todas estas situaciones que muchas veces no quería escuchar ni ver, aparecían en mi oración, y siempre había alegría en ellas.

4. ¡Hágase!

Si la oración fue el punto de arranque en mi vocación, también fue el punto fundamental para poder decir si a la llamada que estaba recibiendo. Llegó un punto en que la pregunta había pasado a ser un problema existencial en todos los ámbitos de mi vida, trabajo, Junior, amigos, familia. Era una espina que no podía arrancar ni cuando salía con alguna chica. No pude soportarlo más y oré con todas mis fuerzas, en mi trabajo me escondía para orar y pedir a Jesús que me ayudara a ver lo que él quería de mí. Una mañana no lo pude soportar más, subí al despacho de la dueña de mi empresa y solicité la baja de la empresa porque era ya el momento de empezar a caminar en una nueva dirección. Empezaban los mejores años de mi vida, los más divertidos y también la mayor aventura que había vivido hasta entonces.

A día de hoy me encuentro en 5º curso de Teología y el año que viene si Dios quiere me ordenarán sacerdote, el camino ha sido y aún es duro en ocasiones, pero es en el encuentro profundo de la oración, de la acción de gracias a Dios, donde encuentro las fuerzas que me animan. Es la figura de Jesús la que tengo siempre delante, la que marca mis pasos y el que dicta el ritmo de mi vida. Él es el Señor de la historia y ¡que historia la nuestra cuando dejamos que sea Él el que la lleve!

Diego Pastor PeronaSeminario Mayor “la Inmaculada”

Curso de 5º


Oremos al Señor, nuestro Dios, que nos ha elegido en Jesucristo, su Hijo, para que seamos hijos suyos, ciudadanos de su reino.

Por la Iglesia, unida al Papa Benedicto: que por la oración y la cercanía a los hombres sepa • escuchar, para encontrar la volun tad de Dios y anunciarla con claridad. Roguemos al Señor.

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Por los que hemos recibido el don de la fe, por los que pre siden las comunidades, por los • que buscan la verdad: que el resplandor de la gloria de Cristo nos haga testigos creíbles del Evangelio capaces de trasmitir la fe a nuestros hermanos. Roguemos al Señor.

Por los pensadores, los poetas, los artistas, los educadores, los científicos, los técnicos, • los legisladores, los gobernantes, y por todos los que colaboran en trasfigurar este mundo; para que el común esfuerzo de todos fructifique en una sociedad mejor, según el proyecto de Dios. Roguemos al Señor.

Por los más pobres de nuestro mundo, por los que mas sufren: para que vean aliviado • su dolor con nuestra solidaridad y encuentren, un día, la gloria de Jesucristo, que les ama. Ro guemos al Señor.

Por todos nosotros, que hemos venido a celebrar la muerte y la resurrección del • Señor: para que esta Eucaristía ayude a nuestra conversión para escuchar y seguir más de verdad a Jesús. Roguemos al Señor.

Escucha, Señor, las oraciones de tus hijos, que buscan tu rostro y esperan gozar de tu dicha en el país de la vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen.

5. BENDICIÓN DE LA MESA

“Hoy deshacemos un segundo nudo: queremos deshacernos de tantos ruidos en nuestra vida que nos impiden orar como tú. Señor tu rostro se transfiguró cuando orabas al Padre ¡muéstranos tu rostro! Enséñanos a rezar con la confianza de Abraham, tu amigo, abiertos a tu Presencia en nuestra familia, agradecidos por tanto don que hemos recibido representado en la abundancia de alimentos con la que llenas nuestra mesa cada día.”

6. MEDITACIONES CUARESMALES DESDE PASTORAL DE LA SALUD

La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos. De manera semejante como el antiguo pueblo de Israel marchó durante cuarenta años por el desierto para ingresar a la tierra prometida, la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios, se prepara durante cuarenta días para celebrar la Pascua del Señor. Si bien es un tiempo penitencial, no es un tiempo triste y depresivo. Se trata de un tiempo especial de purificación y de renovación de la vida cristiana para poder participar con mayor plenitud y gozo del misterio pascual del Señor.

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La Cuaresma es un tiempo privilegiado para intensificar el camino de la propia conversión. Este camino supone cooperar con la gracia, para dar muerte al hombre viejo que actúa en nosotros. Se trata de romper con el pecado que habita en nuestros corazones, alejarnos de todo aquello que nos aparta del Plan de Dios, y por consiguiente, de nuestra felicidad y realización personal.

En este privilegiado contexto, presentaremos la meditación sobre los textos que serán proclamados en los Domingos de Cuaresma, que nos presentan un camino hacia la sanación de la persona humana.

*1ª Domingo de Cuaresma – Lc 4, 1-13 – Tentación de Jesús en el desierto

En la historia común, intervienen sólo hombre. La historia sagrada contempla los hechos desde otro enfoque: el plan de Dios se va realizando, pero obstaculizado por los intentos de Maligno, y los hombres son llamados a participar en esta lucha que sobrepasa sus propios proyectos. Por eso Jesús debía enfrentarse con el espíritu malo.

Nosotros hablamos de tentación cuando sentimos la presión de los malos instintos o nos vemos arrastrados al mal por las circunstancias. Aunque Jesús no tenía los malos instintos que tenemos nosotros, el Espíritu Santo lo indujo a que se pusiera a prueba a sí mismo en el desierto. Y es ahí que sintió más fuerte la sugerencia del espíritu malo para que se desviara de su misión.

Jesús, lleno del Espíritu Santo, inició su ministerio sometiéndose a una prueba durísima: cuarenta días de soledad total y de ayuno. En este retiro Jesús experimentó su fragilidad como criatura y sus dudas antes de enfrentarse al desconocido.

En la experiencia del enfermo también se dan circunstancias que pueden llevar a tentaciones, pues la experiencia de la enfermedad tiene similitudes con la de Jesús.

En el enfermo se enfrenta con la dolencia en soledad pues, por más acompañado que esté, la experiencia de enfermedad es tan honda que sólo él puede hacerse cargo de lo que está pasando. Esta experiencia de radical soledad reclama a su frágil condición, a su vulnerabilidad esencial, a sus pretensiones de pasar por la vida sin las pruebas del dolor, del sufrimiento y de la muerte, dimensiones palpables de la presencia del Mal en la historia humana.

Y esto lleva a la tentación de la desesperación, a la tentación de sentirse abandonado, castigado y ser tratado por Dios de manera injusta, a la tentación de dejarse llevar por la enfermedad y no luchar para recuperar su salud, a la tentación de hacerse victima de las circunstancias, en la tentación de no hacerse responsable por su salud, en la tentación de no aceptar el amor y el cariño de los que le acompañan, en la tentación de negarse a ver que más allá de la enfermedad el continua a ser humano y, por tanto, persona llena de posibilidades.

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Así cómo Jesús venció al Maligno, reafirmándose en su condición de servidor del Padre, el enfermo está llamado a superar las tentaciones que advienen de su circunstancia pues, aún frágil y aquejado por el sufrimiento, trae en sí las posibilidades de alcanzar la vida en abundancia que nos prometió el Salvador. El doliente que supera las tentaciones que surgen de la enfermedad, que supera la intención de dejarse vencer por la enfermedad, se reafirma como un signo de la fuerza del Bien que vence al Mal, haciendo de su vida un referente de esperanza para aquellos que sufren como él.

*2º Domingo de Cuaresma – Lc 9, 28b-36 – La transfi guración de Jesús

En cuando fue bautizado, Jesús recibió una comunicación divina y después de las tentaciones, comienza su ministerio público Ahora, en la transfiguración recibe otra comunicación divina, pues está para empezar otra etapa de su misión: la Pasión.

Jesús ya lleva algún tiempo predicando, pero no se ve esperanza de que Israel supere la violencia que lo lleva a la ruina. Ya que ni siquiera los milagros logran convencer a sus compatriotas, a Jesús sólo le queda enfrentar las fuerzas del mal; su sacrificio será más eficaz que sus palabras para encender el amor y el espíritu de sacrificio en todos los que adelante continuarán su obra salvadora.

Esta transfiguración de Jesús tiene en primer lugar un sentido para él mismo. Jesús no lo sabía todo de antemano, y no se le escatimaban ni las dudas ni las angustias. No parece que el Padre se haya mostrado con él muy pródigo en favores: él más bien sirvió a dios sin esperar recompensas celestiales. Ese día, sin embargo, recibió la certeza de cual era el fin de su misión.

La transfiguración es el testimonio de Dios a favor de Jesús, en su misión profética. En realidad, muchos hombres han sido considerados como profetas en la historia o como “el” profeta, pero ninguno pretendió dar un testimonio de Dios en su favor, fuera de los éxitos que obtuvieron. Jesús, en cambio, se apoyó en testimonios, comenzando por el de Juan Bautista, pues en toda la revelación bíblica la fe se apoya en testimonios. Aquí quienes reconocen a Jesús son Moisés, el libertador de Israel, y Elías, el padre de los profetas.

Por la encarnación de Su Hijo, el Padre da testimonio de su confianza y de su amor por una humanidad herida por el pecado y probada por el dolor, el sufrimiento y la muerte. Esa confianza y ese amor se manifiestan, a nivel humano, en el esfuerzo de todos aquellos que trabajan para sacar al enfermo de su situación y ponen sus talentos e inteligencias en acción para mejorar la vida de la persona humana.

Así como la acción de estos individuos es profética, por mostrar la posibilidad de responder positivamente a las situaciones que hacen padecer al ser humano, con sus actitudes beneficentes ayudan a transformar la situación de los más necesitados, transfigurando al enfermo dolorido y sufriente en personas sanadas, restauradas y llamadas a ser más plenamente ellas mismas.

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El propio enfermo, al hacer en su vida la experiencia de sanación y transformación, protagonista de su historia sagrada, se vuelve entonces también él en profeta de una nueva vida que puede nacer de las circunstancias más crudas de la realidad humana, pero que siempre es acompañada por Dios, que nos tiende la mano a través de las mediaciones de la ciencia y de la técnica a servicio de los que sufren.

*3º Domingo de Cuaresma – Lc 13, 1-9 – La higuera que no da fruto

En este pasaje Jesús pone en tela de juicio la idea que tenemos de los castigos de Dios. No se puede creer en Dios sin creer en la justicia y en la misericordia y, entre los griegos, que tenían dioses caprichosos y poco honrados, la justicia era una fuerza superior a los dioses. Pero uno siempre tiende a sentirse el centro del mundo y a pensar que es el mejor de los hombres. Si la desgracia cae sobre alguno, otros piensan que eso es justo, pero cuando nos toca a nosotros, nos preguntamos: ¿Qué le he hecho a Dios para que me suceda esto?

Tomará en cuenta varios aspectos de la pregunta. En primer lugar tratemos de superar el espíritu de comparación; el mal hecho por los demás, amigos o enemigos, no es peor que el que hacemos nosotros. En segundo lugar, la justicia de Dios sobrepasa en mucho a la nuestra, y sólo se realiza verdaderamente donde se da la solidaridad, la fraternidad y donde el ser humano asume la carga que le toca en la construcción del Reino de Dios.

Las desgracias que en esta vida nos parecen “castigo de Dios” no son en realidad, más que señales de la presencia del Mal en nuestra historia, señales de nuestra vulnerabilidad y fragilidad esenciales, que serán redimidas por Cristo pero que nos hace conscientes del pecado. Sin embargo, desde la realidad del pecado, Dios puede sacar el bien del mal, porque muchas veces convierte a un pecador otorgándole una gracia inesperada.

La enfermedad, muchas veces, nos pone en la boca el por qué a mí, la idea del Dios castigador e injusto. Sin embargo, esta no sólo es una pregunta sin respuesta que lleva a la duda y a la desesperación, sino que denota el desconocimiento sobre la predilección que dios tiene hacía los más débiles.

Dios se revela en Jesús como aquél que ama, acoge, escucha, abraza, acaricia, sostiene, llora por los que sufren, eleva la condición humana, restaura para una nueva vida, sana a los enfermos. Todos estos verbos son verbos conjugados en primera persona, en presente y que continúa dándose hoy día a nuestro alrededor.

En este amor a sus criaturas se manifiesta esencialmente la justicia de Dios. Y signo de su acción misericordiosa en nuestra realidad es la presencia de nuestros familiares que nos acompañan en el hospital, de los amigos que nos vienen a visitar, de los agentes de pastoral de la salud que nos viene a traer el consuelo de la fe, de los capellanes hospitalarios que nos confortan con los sacramentos y la Palabra de Dios, de los profesionales de la salud que ponen su empelo en la recuperación de mi salud.

Nosotros solemos construir, para nuestra seguridad, un dios a nuestra imagen y semejanza, un dios con minúsculas que refleja nuestra pequeñez, nuestros prejuicios y nuestra forma limitada de pensar. Eso no nos permite ver que el verdadero Dios no

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tiene porque adecuarse en nuestros esquemas porque somos incapaces de penetrar la extensión de su inmensa bondad. El nos hace fértiles y multiplicadores de su Gracia cuando nos damos cuenta de nuestras limitaciones y nos entregamos, por amor, a su misericordia, aunque no alcancemos entender lo que nos pasa.

*4º domingo de Cuaresma – Lc 15, 1-3, 11-32 – La oveja perdida y el hijo pródigo

¿Por qué se quejan los fariseos? Porque viven muy preocupados por la pureza ritual. En esa óptica, que está inserta en el antiguo Testamento, si dos personas tienen un contacto físico, el que es impuro contamina al otro. Como por definición los pecadores no piensan limpiarse de las mil impurezas de la vida cotidiana, Jesús pasa por ser un maestro que acepta volverse impuro a cada momento. Jesús pues hablará de la misericordia de Dios, que no sólo no ha eliminado de su horizonte a los pecadores sino que vino especialmente para ellos.

Por otra parte, ¡nada más humano que la indignación de los “buenos”: debe verse la diferencia entre nosotros y los demás! Y Jesús de nuevo se lanza en contra de la vieja idea de los méritos que se adquieren y que Dios debe recompensar. ¡Feliz de la oveja que Cristo fue a buscar! ¡Y pobres de los justos que no necesitan el perdón de Dios!

¿Cuantas veces nos discriminamos a los enfermos, a los discapacitados, a los ancianos, como si su fragilidad fuese un estigma condenatorio, su condición enferma fuese pecaminosa? ¿Por qué los aislamos y nos portamos con ellos como se fuesen personas de segunda categoría? ¿Por qué les quitamos el derecho a la expresión, y a ser ellos mismos?

Eso es más real cuando nos topamos con personas marcadas por una condición social de riesgo, que sufren enfermedades que consideramos degradantes y signos de su degradación social y moral: el sida, las toxicodependencias, las enfermedades sexualmente transmisibles, el alcoholismo, la ludopatía, etc.

Pero si Jesús vino para estos. Vino para acompañar y confortar a aquellos que nosotros marginamos por no perder nuestra imagen de buenas personas, por lo que dirán los demás, por lo qué dirán si me ven con este. Vino para mostrar que la enfermedad no es pecado, no es castigo, no es maldición y que, por tanto, ni el enfermo no es culpable de nada sino que muchas veces es víctima no sólo de su enfermedad sino de nuestra incomprensión.

Debemos desterrar al fariseo que cada uno lleva dentro de sí para que la misericordia de Dios pueda manifestarse en todo su esplendor. Debemos perder la pretensión de que Dios nos debe algo por ser tan “buenos”. En realidad, nosotros sí debemos todo a Dios porque si Él no nos hubiese dado la vida no podríamos disfrutar de todos sus beneficios, y si la vida pertenece a Dios, nosotros no poseemos absolutamente nada que no sea por su Gracia.

Todos somos pecadores, todos necesitamos de la salvación que Dios nos propone y ofrece en Jesucristo, único justo, y todos somos enfermos, algunos de cuerpo, otros de espíritu, necesitados de su amor, de su cuidado y de su amor. Empecemos entonces a amar y acoger como lo hizo Él, que nos abrazó en la Cruz y con ese gesto nos dio el perdón de los pecados y la vida eterna.

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*5º Domingo de Cuaresma – Jn 8, 1-11 – La mujer adúltera

Este es un de los pasajes más bellos del evangelio y uno de os más sugestivos en lo que se refiere al estilo de ayuda de Jesús.

Objetivamente esta mujer está en las peores condiciones posibles. Su pecado es el adulterio. Eso significa la ruptura de un compromiso que asumió con su esposo, ante Dios. Su pecado tiene una triple dimensión: el de la fornicación ilícita, el de la ruptura de un compromiso religioso asumido ante Dios y el de la injusticia para con el marido sobre el cuál lanza la ofensa del adulterio, difícilmente soportable para un hombre.

La actitud y el procedimiento del Señor para con la mujer adúltera son claros ejemplos del su estilo misericordioso, que más sobresale cuando más grave es la falta.

Jesús muestra comprender profundamente lo que siente la pobre mujer. No le dice ninguna palabra de acusación o de reproche, sino todo lo contrario: “¿Nadie te ha condenado?… Tampoco yo te condeno”. Él percibe la suprema vergüenza de la criatura débil, descubierta en su debilidad. Para avergonzarla bastaba ya su conciencia. Además, debe añadirse la vergüenza pública y la antevisión del inevitable castigo: la muerte. Jesús siente la agonía de su alma. Y lo hace sentir.

Ella no sabe lo que va a pasar pero el silencio de Jesús, que no pronuncia sentencia, le enciende en el alma una llama de esperanza. Sólo un sádico usaría el silencio para urgir la acusación y el castigo. Si el Señor fuese condenarla, ponderaría las palabras pero no prolongaría su agonía con el silencio. Y cuanto más pasa el tiempo, más crece la esperanza en el corazón de la persona. Sin embargo, lo enemigos urgen.

Y viene la respuesta, ansiada por ella, inesperada para ellos: “Aquél de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra”. ¿Quien se atreverá decirse sin pecado ante Dios? Nadie.

Es más que respeto lo que muestra Jesús: es misericordia, es perdón absoluto, es amor. Ni una palabra de acusación, ni mismo un comentario, ni una alusión a la falta. La única palabra que le dirige es para tranquilizarla, para mostrarle que está libre de sus acusadores.

Cuanto es difícil perdonar, cuanto es difícil entender la fragilidad ajena, cuanto es fácil encontrarse irreprochable y condenar al otro. Sin embargo, cuando condeno, cuando juzgo, cuando interpreto negativamente las actitudes del otro, quien se pierde soy yo.

Cuando hiero el otro con mi silencio, con mi desprecio, con mi falta de bondad y de perdón, me estoy hiriendo a mi mismo pues el otro es el espejo de mi ser, es en el confronto con el otro donde me descubro bueno o malo, misericordioso u odioso.

Este pasaje nos invita a sanar, a unir, a respetar, a acepta incondicionalmente al otro, porque la misericordia es fuente de salud/salvación, como nos muestra Jesús en su encuentro son la mujer adúltera.

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