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    AVATARES HISTRICOS DE LA RETRICA

    Arantxa Capdevila GmezUniversitat Rovira i Virgili (Tarragona)

    NOTA DEL EDITOREste artculo comprende el captulo 2, de igual ttulo, perteneciente a la Tesis DoctoralElanlisis del nuevo discurso poltico. Acercamiento metodolgico al estudio del discurso persuasivo audiovisual,dirigida por Jordi Pericot Canaleta y con fecha de defensa 3 de julio de2002. La Tesis Doctoral se encuentra ntegramente disponible en http://www.tdr.cesca.es y, parael presente texto, contamos con la autorizacin expresa de su autora, Arantxa Capdevila, adems

    de su atenta supervisin.

    * * *

    La historia de la retrica abarca un periodo temporal de ms de dos mil aos yrecorrerlo por entero escapa a las pretensiones del presente trabajo. La intencin de ste,no es aportar una mirada exhaustiva de todas las etapas de esta modalidad discursiva,

    sino, simplemente, ofrecer una idea general y revisar sus logros ms importantes. Lafinalidad bsica es comprender mejor las diferentes tendencias actuales en el anlisis deesta materia. Con este repaso histrico se pretende demostrar que, a pesar de losavatares que ha sufrido la retrica a lo largo de los siglos, se mantienen ciertascorrelaciones entre pasado y presente, as como ciertas ideas que, ya apuntadas en suscomienzos, continan en la actualidad.

    http://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/capdevila.pdfn 19, Junio 2005

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    1. Antecedentes clsicos

    Como indica Murphy (1988: 9-13), la retrica es una manifestacin tpicamenteoccidental que nace conectada a un fenmeno judicial, y que, en un primer momento,consiste en la bsqueda de recursos para convencer a un tribunal y a un auditorio.Parece totalmente aceptado por los estudiosos del tema que la retrica aparece vinculadaprincipalmente con los conflictos jurdicos, a pesar de que stos no se puedan separarfcilmente del componente poltico que conllevan. En Siracusa, en el siglo V a.C., unarevuelta de carcter democrtico derroca a los tiranos Geln e Hiern, quienes habanrequisado las tierras de la poblacin para entregarlas a sus mercenarios. Su cadacomporta el inicio de una serie de litigios populares para recuperar las tierrasexpropiadas. Este hecho tiene, pues, una doble faceta jurdica y poltica. En palabras deLaborda (1993: 12), el derrocamiento de los tiranos da paso a la democracia: alitigios para recuperar las propiedades expoliadas. Los tiranos haban sustrado lastierras y las haban dado a mercenarios y secuaces. Cuando se reinstaur la libertad,se instal la palabra pblica y libre, es decir, la retrica.

    De este modo, ya desde los orgenes de esta disciplina, se apuntan dos de los tresgneros clsicos de la retrica: el judicial y el deliberativo. En este sentido, Barilli

    (1989: 3) afirma que: en un mundo como el griego, donde la polis era la organizacinsocial dominante, no pudo tardar en emerger la prctica de la retrica deliberativa. Elltimo en aparecer es el gnero epidctico, un gnero menos funcional e inmediato queel anterior, bastante superfluo y que florecer sobre todo con los sofistas. An contodo, ser Aristteles, como se ver ms adelante, quien partiendo de Empdoclessistematiza y construye la tipologa que se toma como modelo en pocas posteriores. Suclasificacin se fundamenta en el tipo de pblico al cual va dirigido el discurso. Comose puede observar, ya desde buen principio aparece el pblico, o el auditorio, como una

    de las figuras esenciales y como uno de los actores bsicos en el juego retrico. Estapreeminencia del auditorio en la construccin del discurso es una de las conexionesclave con la teora de la argumentacin actual, al tiempo que constituye una primerapista para relacionar la retrica con la pragmtica.

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    Tras la aparicin de la necesidad de litigar pblicamente para poder recuperar laspropiedades perdidas, el segundo paso lo dan Crax y su discpulo Tisias, que son losprimeros maestros de retrica para la gente que tuvo que enfrentarse a los litigios yamencionados. Estos autores proponen un conjunto de tcnicas que permiten argumentar

    de manera ms efectiva ante los tribunales. Su retrica se fundamenta en preceptosprcticos y en ejemplos alejados de la idea filosfica de la bsqueda de la verdad, que sedesarrolla a partir de los sofistas, ya que a los jueces no les interesa tanto la verdadabstracta como la verosimilitud, es decir, aquellos elementos vlidos para cada casoconcreto. Mortara (1991: 18) afirma en relacin con estos dos maestros retricos que:su preceptiva se apoyaba en el principio siguiente: lo que parece verdad cuentamucho ms de lo que es verdad; de ah la bsqueda sistemtica de las pruebas y elestudio de las tcnicas adecuadas para demostrar la verosimilitud de una tesis. Se

    apunta aqu una de las discusiones bsicas en toda la historia de la retrica, la relacinentre verdad y opinin, que marca consecutivamente fases de auge y de decadencia deesta disciplina, sobre todo en el siglo XIX.

    As, ya en este estadio inicial se apuntan dos de las que sern caractersticas bsicas dela argumentacin persuasiva, la importancia del auditorio y la verosimilitud de losargumentos, que harn que la retrica pueda desarrollarse en aquellos mbitos humanosen los que la evidencia emprica es difcil o imposible. Es decir, aquellos mbitos

    propios de la razn prctica. Ello puede suponer tambin otro punto de contacto con lapragmtica. En esta teora, se condiciona la validez del argumento, o del enunciado, aluso y al momento en el que ste se expresa.

    Corax y Tisias no son los nicos autores de estos primeros pasos de la retrica, sino queen el siglo V a.C. se pueden sealar tambin otros como Pitgoras, Parmnides yEmpdocles. De hecho, Plebe (1996: 17 y ss.) afirma que coetneamente a la retricacientfica de Corax y Tisias, basada en la demostracin tcnica de lo verosmil, sedesarrolla otra escuela de retrica irracional que practicaba y teorizaba una retrica nocientfica, sino psicaggica, fundamentada en la atraccin emotiva que la palabra,sabiamente manipulada, ejerca sobre el alma de los oyentes. Esta corriente estuvo msvinculada al mundo pitagrico. Las caractersticas fundamentales que ha de tener eldiscurso desde el punto de vista de esta propuesta son dos. La primera sera lautilizacin constante de la figura retrica de la anttesis, relacionada con la teora

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    pitagrica de los contrarios. La segunda sera la politropa, consistente en el propsitode usar diferentes tipos de discursos para los diferentes tipos de auditorio (en contra dela monotropa o servirse de un solo tipo de discurso). Para Mortara (1991: 19) fueAristteles quien atribuy al ambiente pitagrico la definicin del concepto retrico de

    lo oportuno (Kairos). La idea de la oportunidad de un discurso segn lascircunstancias y los interlocutores fue relacionada con la nocin de politropa. [1]

    Tambin son bsicas en esta etapa inicial las aportaciones de Antfono, que puedenresumirse en tres puntos clave:

    a) Seala una disposicin en cinco partes: exordio, narracin, confirmacin, digresiny eplogo, aplicable a todos los discursos.

    b) Redacta los lugares y argumentos tipo (tpicos), como frmulas generales, vacas,que pueden aplicarse a cualquier discurso, y que tambin son desarrolladas porCicern, Quintiliano y Aristteles (aunque este ltimo autor niega que seanestructuras vacas y afirmar que no pueden aplicarse a cualquier discurso).

    c) Elabora la teora de la verosimilitud.

    Quedan as perfilados los primeros pasos de la etapa inicial de la retrica, aunque su

    consolidacin se desarrolla, a mediados del siglo V. a. C, en el marco de la polisgriega,ms concretamente en Atenas. En este mbito de libertad surgen los sofistas, que paraBarilli (1989: 3) suponen el primer gran acontecimiento de la historia de la retrica, yaque generan un modelo atemporal, epistemolgico y tico. ste, produce un grandesarrollo y viene a cubrir, en palabras de Robrieux (1993), importantes lagunas de lacivilizacin griega, como son la organizacin de las principales estructuras educativas yla contribucin al desarrollo del espritu crtico. A pesar de que sus contribuciones alavance de la retrica como ciencia son claras, tambin lo es que los sofistas se han

    llegado a identificar con una parte muy negativa de la misma por su desvinculacin dela tica entendida como defensa de una verdad absoluta. Esta consideracin negativapuede ser fruto de un malentendido sobre la dimensin real de su tarea. En este sentidose expresa Mara Jos Canel (1990: 444), quien define la filosofa de los sofistas de lasiguiente manera:

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    Crean en la imposibilidad del conocimiento humano para conocer laverdad. Por ello se les tach de escpticos, y lo eran. Pero en suescepticismo cabe la justificacin de los acontecimientos histricos ysociales del momento. Los sofistas, tras las tiranas y los gobiernostradicionales, se presentaban como hombres de una nueva situacin queapuntaba a la democracia. Como rplica al modelo educativo de lossemidioses (basado en el culto a un mundo ideal y pasado) los sofistasbuscaban acercarse a la vida real de los hombres y de la sociedad. Erapreciso conocer al individuo, saber sus fibras ntimas. Con ello, el centrode gravedad de la filosofa cambia la naturaleza por el hombre y lasociedad. Se entiende entonces que los sofistas dieran una importanciacapital a la palabra.

    De hecho, puede afirmarse que los sofistas son posiblemente los primeros en teorizarsobre el poder de la palabra y sobre su influencia en los asuntos humanos y sociales.Con los sofistas se inicia la tendencia a adaptar el discurso a las predisposiciones delauditorio. Esto es, a conocer al auditorio para ajustar el discurso persuasivo a sus ideas,valores y necesidades. En ltima instancia, esta adaptacin de las palabras a lasparticularidades del auditorio supone que el orador debe tener en cuenta las opinionesdel pblico si quiere que su discurso sea efectivo. Y esta operacin comporta elconocimiento de este pblico y, por tanto, se le reconoce un lugar central en el proceso

    comunicativo.

    A pesar de que las propuestas de los diferentes sofistas no coinciden exactamente,Molina (1994) afirma que podemos encontrar algunos puntos comunes a todos ellos.Esta base compartida se centra fundamentalmente en tres aspectos:

    - Por un lado, la preocupacin por el arte que enseaban (la retrica).

    - Por otro lado, el escepticismo manifestado en que el conocimiento no poda ser sino relativo al sujeto receptor (Molina, 1994: 46). De esta manera, el nicocriterio de verdad es ladoxa (opinin). Ello hace que los sofistas se centren enaspectos formales del lenguaje y que as la retrica entre en los dominios de lapoesa.

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    - Otro aspecto, derivado de manera bastante clara del anterior, sera la importanciaque todos ellos otorgan a las circunstancias en las que se produce el discurso. Setrata de un criterio claramente pragmtico que hace necesario que el orador tengaen cuenta la enunciacin del discurso, sus condiciones de puesta en escena.

    Estos aspectos, especialmente los dos ltimos, suponen unos principios retricosbsicos que deben considerarse en cualquier teorizacin retrica. Precisamente, son laimportancia del auditorio como elemento central del proceso persuasivo y laconsideracin de las circunstancias que envuelven el proceso retrico, dos de los puntoscentrales del modelo de anlisis que se propone este trabajo. Para poder comprender demanera un poco ms concreta la concepcin filosfica de los sofistas y lo que ellorepresenta en el panorama histrico de la retrica, resulta conveniente describir las

    propuestas de algunos de los sofistas ms relevantes. Entre ellos destacan las figuras deGorgias, Protgoras e Iscrates.

    En primer lugar destaca Gorgias (485-374 a.C.) [2], que ejerce la docencia en Atenas.Para Berrio (1983: 15), este autor es el exponente de un escepticismo radical que lelleva a negar la posibilidad de conocimiento para conseguir la verdad. El conocimientoes relativo y depende del ser humano. Las implicaciones en el conocimiento de esteposicionamiento las explica muy acertadamente Roman (1994), quien advierte que el

    punto de partida de Gorgias es que la percepcin est limitada por los sentidos. Ellohace que el ser humano est encerrado en su propia subjetividad, porque los sentidosson incapaces de mostrar un mundo unificado. La experiencia del ser humano es ntimay nica y, adems, es imposible transformarla en palabras y transmitirla a otros. Portanto, la realidad no puede comunicarse. Molina (1994: 48) califica esta postura denihilismo: Nada existe, si existiera no podramos conocerlo, si pudiramos conocerlono podramos comunicarlo. De esta manera niega la capacidad simblica ysignificativa del lenguaje, reducindolo a su funcin retrica. As, la palabra persuade alas personas y moldea sus mentes, se dirige tanto al conocimiento como a la pasin. Dehecho, Plebe (1996: 33) destaca dos elementos clave en la definicin gorgiana de laretrica. En primer lugar, la indicacin de la persuasin como esencia de la retrica,tanto en la forma como en el contenido. En segundo lugar, la delineacin de la tareapuramente psicaggica y no cientfica de la retrica. La persuasin sera, entonces,seduccin.

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    Su aportacin ms remarcable es la creacin del discurso epidctico o laudatorioreferido a una persona, ciudad, dios, etctera, a los que loa o censura (esta segundamodalidad es ms rara). Tambin se le atribuye la invencin de la prosa potica,

    introduciendo con ella una de las vertientes ms relevantes de la retrica: laelocutio.Hasta entonces, las figuras de estilo (si es que en aquellos momentos se puede hablar deestas figuras, ya que estaban en una fase muy incipiente) solamente se haban aplicado ala poesa. Con Gorgias la prosa tambin persigue un fin esttico, adems del puramentecomunicativo. Esta primera diferenciacin entre retrica de las figuras y retrica de laargumentacin, que se har ms evidente a lo largo de los siglos y que se consolidardefinitivamente en el Renacimiento, tiene una importancia sustancial para entender laposterior decadencia de la retrica y el cariz que toma su recuperacin en el siglo XX.

    La propuesta de Gorgias es ciertamente radical. La inexistencia de cualquier criterio deverdad lleva a una negacin absoluta del conocimiento y de la comunicacin.

    Protgoras (492-422 a.C.) inicia una va fundamental de la retrica: la filosfica. Relegala bsqueda filosfica de la verdad e intenta encontrar la razn ms convincente basadaen pruebas. Sus fundamentos bsicos son el relativismo escptico (todo depende delmomento, del pblico, de la finalidad, etctera) y un humanismo a ultranza (el hombrecomo medida de todas las cosas). Puede verse que su relativismo no es tan radical como

    el de Gorgias, ya que s admite un criterio de referencia: el ser humano. La existencia deeste criterio, como se ver ms adelante, a travs de su recuperacin por parte deAristteles, da lugar a un relativismo que permite el juego comunicativo entre diversasinstancias cargadas de sentido. El ser humano, como seala Berrio (1983: 15), empiezaa ser centro de inters en el momento en que, con la democracia, las leyes sustituyen elorden natural. La ley es convencional y, por tanto, se ha de conocer al individuo. Berrio(1983: 17) define a Protgoras como creador de lugares comunes que representaranlo que sabe la gente, los cdigos culturales de la poca. Posteriormente, Aristtelesdesarrolla estos dos puntos bsicos y de l pasan a la retrica actual como uno de susprincipios fundamentales.

    Desde el punto de vista de Reboul (1996: 11-12), estos tres autores (Corax, Gorgias yProtgoras) son los mximos exponentes de las tres fuentes de la retrica clsica. Esteautor defiende que la fuente judicial viene representada por Corax y Tisias; la fuente

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    literaria, por Gorgias, y, por ltimo, la fuente filosfica, por Protgoras y, en unsegundo plano, por el resto de los sofistas.

    Iscrates (436-338 a.C.) pretende un equilibrio entre la oratoria y la elocuencia.

    Rechaza tanto los artificios sofistas como la dialctica platnica y constituye un puenteentre dos visiones muy opuestas de la retrica. Robrieux (1993: 10) define suposicionamiento de la siguiente forma:Para l, la elocuencia omnipotente y engaosadebe dejar sitio a una concepcin de la palabra eminentemente humanista, la cual lejosde intentar convencer a cualquier precio se debe presentar ms bien como un arte de pensar, un arte de vivir.Intenta moralizar la retrica volviendo al discurso bello yarmonioso y recobrndolo. Segn Reboul (1996:15), sus normas son la claridad, laprecisin y la pureza. Busca la armona antes que nada: Para l, la retrica no es el

    aprendizaje de un trabajo, es lo que nosotros llamamos cultura general?, y que eldenomina su filosofa. En resumen, busca la belleza y la verdad . Para Berrio (1983:21) se tratara de una nueva retrica que buscara unos objetivos capaces de ser defendidos ticamente y que, adems, fueran susceptibles de aplicacin prctica.

    Platn (428-347 a.C.), como Iscrates, es muy crtico con los sofistas. De hecho, esenemigo acrrimo suyo y les recrimina el dar preeminencia a la opinin sobre la verdad.Esta postura lleva a Barilli (1995: 6-7) a afirmar que del discurso de Platn se

    desprenden connotaciones antidemocrticas: Platn tena la intencin de arrebatar ala mayora el derecho de juzgar, elegir y decidir . Por lo tanto, Platn se opone a laidea de Iscrates de que la retrica es filosofa y cuestiona otra vez la relacin entreretrica y filosofa, que l considera totalmente separadas. En opinin de Spang (1984:22), las tres crticas bsicas que Platn hace a los sofistas son: en primer lugar, que selimitan a las apariencias sin buscar la verdad; en segundo lugar, su falta deconocimientos psicolgicos; y en tercer lugar, el no buscar la verdad a travs de ladialctica. No obstante, a pesar de su postura antisofista, su actitud hacia la retrica noes totalmente negativa.

    Platn diferencia dos retricas. Por un lado, la de los sofistas, con connotacionesnegativas porque trata de persuadir a cualquier precio, sin tener ninguna consideracinsobre la honestidad intelectual. Por otro lado, existe una retrica positiva interesada porla dialctica y por la bsqueda de la verdad, que ayuda a la formacin de los espritus.

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    En palabras de Berrio (1983: 19) esta retrica trata de conducir el alma por la va de laverdad, dejando de lado el mundo de la contingencia y de la apariencia. Platnpresenta estas posturas en dos dilogos: Fedro y Gorgias. EnFedro da una visin mspositiva al tomar como punto de referencia a Iscrates, y aborda un aspecto fundamental

    como es la relacin entre verdad y verosimilitud. En cambio, es enGorgias donde hacereferencias ms explcitas y rechaza la retrica basada nicamente en la opinin, alconsiderarla una falsa persuasin ya que puede basarse en la ignorancia.

    Como seala Berrio (1983: 20), en la propuesta retrica de Platn se elimina totalmenteel conocimiento del auditorio por parte del orador. Platn busca el conocimientoabsoluto, el acuerdo universal, y lucha con todas sus armas () contra el relativismoque hace prevalecer, por encima de la verdad, lo que funciona socialmente. En lneas

    generales, la propuesta platnica denosta la retrica por no considerarla adecuada parala filosofa o, lo que es lo mismo en ese momento, para la bsqueda del conocimiento.Llegados a este punto, el avance de la retrica como disciplina requera unareconsideracin de sus principales postulados que la hiciera vlida para su uso social.

    De esta manera se llega, en este breve recorrido, a la figura clave para el desarrollo de laretrica: Aristteles (384-322 a.C.). La tarea de este autor es ingente y profundizar enella comportara un estudio particular. Por ello, nicamente se sealan sus

    contribuciones ms importantes para la concepcin actual de la retrica. Aristtelesdistingue dos mbitos bien diferenciados: por un lado, la ciencia, donde lasdemostraciones se deben basar en la certeza y en la verdad, y, por otro lado, el discursopersuasivo, que argumenta sobre aquello probable o verosmil. [3] El primero, albasarse en la certeza, busca convencer a un auditorio universal con los mismosrazonamientos, mientras que el segundo utiliza pruebas para persuadir a determinadostipos de auditorio (kairos) sin ninguna pretensin sobre el conocimiento del pblicouniversal.

    Existen, por tanto, diferencias entre razonamientos y diferencias segn el tipo depblico al que el discurso se dirige. [4] Como se seala anteriormente, segn el pblicosurgen los diferentes gneros de la retrica, ya que quien escucha es quien determina laestructura del discurso. As, se sealan tres tipos de gneros retricos: el judicial, elepidctico y el deliberativo, ya apuntados por Anaxmenes. El discurso judicial se dirige

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    Aristteles presenta una retrica fundamentada en la lgica de los valores, que pasan aser puntales clave para comprender una ciencia que l considera autnoma. Laindependencia que le confiere no la desconecta de la filosofa ni de la elocuencia, sino

    que las imbrica de forma tal que constituye un sistema vlido para discutir determinadostemas que Aristteles resume y agrupa en tres mbitos: la educacin, las conversacionesbanales y la filosofa. La razn que da sentido a la retrica como modelo ideal en estasmaterias es que ayuda a descubrir ms fcilmente el error y la verdad. Segn Spang(1984: 23), el Estagirita retoma el camino filosfico de la retrica, concretamente laretrica y la potica, destacando la necesidad de laelocutio.

    Esta distincin entre diferentes ciencias se basa en los diversos mtodos analizados porAristteles. El mtodo inductivo (basado en razonamientos analticos) parte de hechosparticulares para llegar a generalizaciones (y es primordial para la ciencia porquepermite derivar leyes de hechos observados). Para Aristteles, el mtodo inductivo porexcelencia es elejemplo, considerado como uno de los modos de prueba fundamentalesen la argumentacin (Aristteles, 1985: 12):"...Pues todos dan las pruebas parademostrar o diciendo ejemplos o entinemas, y fuera de esto nada; de manera que enabsoluto es preciso que cualquier cosa se pruebe o haciendo silogismo o induccin.Frente a la induccin Aristteles sita la deduccin o silogismo (razonamientodialctico) que, contrariamente al anterior, va de lo general a lo particular. El silogismoest formado por dos premisas (una general y una particular) y una conclusin derivadaque se infiere de las dos premisas. De entre los silogismos, Aristteles destaca comocentro de la argumentacin el entinema (ste reduce la expresin del silogismo queaparece incompleto porque falta una de las premisas, bien por evidente o bien paraesconder su debilidad). Daz Tejera (1994) afirma que el entinema es la aplicacinretrica del silogismo dialctico. A pesar de que el autor considera que ambos sonsustanciales para la retrica, reconoce diferencias en su aplicacin. As, Aristteles ensu Retrica (1985: 13) afirma:"...pues no son menos persuasivos los razonamientosmediante ejemplos, si bien son ms aplaudidos los basados en entinemas.

    La distincin aristotlica entre induccin y deduccin tiene una gran trascendencia en lametodologa cientfica actual. Por un lado, la induccin como mtodo da lugar a

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    corrientes cientficas como el empirismo o el positivismo, en las que todas las pruebashan de poder ser confrontadas con la realidad palpable. El problema que comporta estavisin es que nunca se pueden llegar a conocer todos los casos particulares. Por ello, laregla general que se deduce puede ser rechazada por una constatacin emprica diferente

    y, por tanto, est sometida a revisin.

    Por otro lado, el mtodo deductivo presenta una ley general de la que se pueden derivarcasos particulares. La argumentacin echa races en esta proposicin teniendo en cuentaque la regla general tiene que ser consensuada por un auditorio general (es elrazonamiento dialctico).

    Una visin interesante de la propuesta aristotlica para la consideracin de la retrica

    como actividad discursiva claramente enraizada en la situacin comunicativa en la quese desarrolla es la que nos propone Daz Tejera (1994). Esta autora afirma queAristteles considera la retrica como comunicacin entre un orador y su auditorio. Para justificar esta afirmacin establece una clasificacin general de la obra de Aristtelesdedicada a la retrica que, de esta manera, contiene los tres componentes bsicos de lacomunicacin: [5]

    Cuadro 2: Componentes bsicos de la comunicacin

    Componentes comunicativos Libro Contenidos y argumentos

    Orador (quien habla) Libro I Argumentos que estn en elcarcter de quien habla.Clasificacin de los discursos.

    Auditorio (quien escucha) Libro II Argumentos que se proponen aloyente. Analiza los estados denimo.

    Mensaje Libro III Argumentos que estn en el

    discurso. Puesta en prctica.Lenguaje, estilo, figuras...

    Plebe (1996: 60 y ss.) distingue dos tipos de retrica en la obra de Aristteles,denominadasretrica antiguay retrica reciente. En la retrica antigua, presente en elLibro I (excepto el segundo captulo), considera la retrica como una tcnica de la

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    demostracin apodctica. Sin embrago, en la retrica reciente introduce las pasionescomo elemento fundamental de la retrica. De esta manera, este autor plantea la retricacomo una sntesis de persuasin y de psicagogia.

    Por ltimo, hay que destacar la definicin que ofrece Aristteles de la retrica.Aristteles (1355b) afirma que la retrica esla facultad de considerar en cada caso loque cabe para persuadir (...) sobre cualquier cosa dada, por as decirlo, parece que escapaz de considerar los medios persuasivos, y por eso decimos que no tiene su artificioacerca de ningn gnero especfico. Esto es, la retrica se centra en el estudio de losmedios hbiles para conseguir la persuasin al margen de los contenidos que trata,Robrieux (1993: 11) recoge esta idea y afirma que: Con Aristteles, esta ciencia de la persuasin ya no viene a sustituir a los valores, sino que deviene un modo de

    argumentar, con la ayuda de nociones comunes y de elementos de prueba racionales, a fin de hacer admitir ideas a un auditorio. Esta definicin es sustancial para entender elmodo en que la retrica se recupera en el siglo XX y se puede decir que mantienentegra su validez en la actualidad.

    A travs de la civilizacin griega la retrica llega al mundo romano, donde susubsistencia se vincula a las diferentes formas de gobierno que se suceden. Aflora con larepblica y se cierra en s misma cuando sta cae. Cuando no hay formas democrticas

    de organizacin poltica, la retrica deja de defender posturas reales de oposicin ycrece sobre s misma con ornamentos vacos de sentido. La relacin entre retrica ydemocracia la especfica claramente Kurt Spang (1984: 14) al afirmar: " La retrica tuvotambin sus pocas de reclusin, de aislamiento forzoso, pues slo se desenvuelve en unclima de libertad, libertad de conciencia y de expresin. Donde hay tirana no hayretrica, al menos no existe la retrica dialgica, la que admite y exige la rplica. Eldespotismo admite slo la retrica afirmativa y aduladora.

    Una vez establecida la relacin de la retrica con el sistema poltico vigente, se analizanlos tres exponentes ms claros de este arte en el mundo romano. En primer lugar, hayque hablar de la Rhetorica ad Herenium,de autor desconocido, que introduce laconcepcin retrica griega y la adapta a los cnones romanos con una finalidadacadmica. Es, pues, el punto de partida para los posteriores desarrollos de la materia enel mbito romano. La segunda figura destacable es Cicern (106-43 a.C.). Segn Kurt

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    Spang (1984), Cicern vuelve a reabrir el debate entre retrica y filosofa, realizandouna gran defensa de la retrica como arte histricamente determinado, es decir variableen el tiempo y en el espacio, y complementario de la filosofa. La aportacin de esteautor al corpus retrico consiste en el anlisis de las intenciones retricas, que resume

    en tres:delectare, docere y movere. Es decir, convencer para provocar la accin, perosin olvidar el gusto y el estilo.

    Tambin dentro del mundo romano hay que hablar de Quintiliano, quien deja constanciaen un programa de estudios sistematizando de los elementos que se haban idodesarrollando hasta el momento e incluye aspectos como, por ejemplo, las partes de laretrica, las figuras, etctera. Segn Spang (1984), este autor supone la culminacin dela retrica clsica.

    2. Cada y recuperacin: de la retrica a la teora de la argumentacin

    De acuerdo con la postura de Spang, la desintegracin del modelo poltico romanomarca el inicio de la decadencia progresiva de la retrica, una decadencia que llegarhasta mediados del siglo XX. A partir de la Edad Media, la retrica evoluciona divididaen dos: por un lado, la parte ms argumentativa y, por otro lado, la parte ms elocutiva.La primera de ellas entra en crisis desde un primer momento, lo cual favorece que laretrica evolucione como un arte de la brillantez de la palabra sin ningn fundamentofilosfico o de sentido. La divisin entre estas dos partes culmina en el Renacimiento.Durante estos periodos las aportaciones se limitan a desarrollar a los clsicos. [6]

    La retrica entra ya debilitada y cercenada en el siglo XVIII. A su abandono (hasta larecuperacin contempornea) colaboran algunos factores socioculturales como son eldespotismo ilustrado, que slo se interesa por la retrica afirmativa, y el surgimiento deuna burguesa que quiere acceder al poder poltico. Dentro de este entorno aparece, enprimer lugar, el Racionalismo, que critica a la retrica su falta de contenido. Y tambin,despus, el Romanticismo, que ataca duramente todo el aparato normativo que, desde supunto de vista, coarta la expresividad natural y encierra al lenguaje dentro de unasnormas con las que el espritu humano no puede proyectarse. Pero es el siglo XIX el quemarca la muerte de la retrica, muchas veces certificada con base en su inutilidad pararesolver cuestiones que se entendan clave dentro del pensamiento de la poca.

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    Todo este recorrido histrico sirve para entender mejor las implicaciones y dimensionesque tiene la retrica a partir de la primera mitad del siglo XX. Este siglo empieza conuna profunda crisis debida a una serie de razones que, siguiendo a Gonzlez Bedoya

    (1994), se pueden resumir en tres:

    En primer lugar, el predominio del empirismo y el racionalismo. Estos sistemasfilosficos consideran que la verdad es fruto de una evidencia racional o sensible (portanto, absoluta), y no producto de la discusin entre diferentes opiniones derivadas de laconsideracin de diversas verdades (relativas). La imposibilidad de discutir sobre lasdiferentes concepciones de verdad hace que la retrica se reduzca a consideracionesnicamente estilsticas. Es decir, se deja de lado el Libro I y el II de la Retrica

    aristotlica, y todo el estudio se concentra en las figuras de estilo incluidas en el LibroIII de este autor. En esta misma idea profundiza tambin Perelman (1989) cuandoafirma que el descrdito de la retrica llega cuando es sustituida por un nuevo valor, elvalor de la evidencia, que a partir del siglo XVI toma tres direcciones claras: laevidencia personal, que se desarrolla con el protestantismo; la evidencia racional, que semanifiesta en el cartesianismo; y, por ltimo, la evidencia sensible, que da como frutoms destacado el empirismo (Breton y Gauthier, 2000).

    En segundo lugar, tambin hay que tener en cuenta la estructura poltica pocodemocrtica de los regmenes de principios del siglo XX, que ocasiona dos guerrasmundiales, cuyos efectos no empiezan a superarse hasta los aos cincuenta de dichosiglo. En este escenario no tiene demasiada importancia la capacidad poltica dedefender una idea, ya que las ideas pueden ser impuestas por la fuerza, y por ello laargumentacin pierde utilidad y presencia.

    En tercer lugar, influye el prestigio de la ciencia positiva moderna, que tiende aconsiderar que nada es persuasivo si no se amolda a criterios estrictamente cientficos,cosa que no hace la retrica. Surge aqu una diferenciacin interesante, la que distingueentre lgica formal y lgica informal. El dominio de la primera aboga por lademostracin prcticamente matemtica, con pruebas universalmente aceptadas y, portanto, irrefutables. La segunda sugiere argumentar con pruebas aceptadas hasta un ciertopunto, pero modificables hacia un auditorio concreto.

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    Por ltimo, Mortara (1991: 8) aade una cuarta causa: la escisin entre retrica ypotica que, como se ha sealado anteriormente, hace que aqulla pierda su funcindialctica de discusin libre entre diferentes posturas y opiniones.

    Por lo tanto, los dos rasgos que destacan fundamentalmente de la Retrica clsica son:por una parte, su carcter dialctico, que hace posible la discusin entre opinionesrelativas a diferentes visiones del mundo, y por otra parte, la manera cmo se lleva acabo este dilogo, es decir, mediante argumentaciones casi-lgicas adaptadas a pblicosdiferentes. Ambas caractersticas sealan de manera clara a la retrica como la formapersuasiva propia de la democracia, entendida como mbito de discusin entrediferentes posturas.

    A pesar del panorama apuntado hasta ahora, el siglo XX es tambin el de larevitalizacin de la retrica, con mltiples aportaciones desde diferentes disciplinas.Para Berrio (1983: 36-38) existen algunos paralelismos entre la Grecia clsica y lasociedad industrial que favorecen una recuperacin de la retrica en el momento actual.Pero, al mismo tiempo, la sociedad moderna tiene rasgos propios que hacen que laretrica adquiera especifidades marcadas por el momento en el que se recupera. Lascaractersticas que, segn el autor, configuran la denominada Sociedad Total son las

    siguientes:

    - La poblacin se agrupa en zonas urbanas. Ello comporta que haya una granconcentracin de personas en el mismo territorio. Esta es una caractersticacompartida con la sociedad griega clsica.

    - Como hay un cambio de escala, se modifica tambin la forma de controlindividual y colectivo.

    - Se trata de una sociedad tecnolgicamente avanzada.- Se da una organizacin poltica flexible, que permite que se manifiesten muchastendencias, pero el poder est muy centralizado.

    - Uno de los puntos clave es la centralidad del consumo que se acompaa de lapublicidad. Como seala Berrio (1983: 38):los objetos adquieren un sentido yuna profundidad tales que se reflejan en ellos los deseos, las frustraciones, la

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    realidad y las ideologas de los individuos. Es decir, los objetos se presentan conuna gran carga simblica que hace que los individuos se puedan reconocer enellos.

    Por otro lado, John Bender y David Wellbery (1990: 23-27) enmarcan el devenir de laretrica dentro de un marco filosfico ms amplio. Para ellos la crisis de la retricaalcanza su punto lgido durante la Ilustracin y el Romanticismo (como se ha indicadoanteriormente), y su recuperacin se lleva a cabo en el marco filosfico de la crisis de lamodernidad. Segn Bender y Wellbery, el buen momento de la retrica enlaza con lascaractersticas de esta poca. Destacan cinco:

    - El paradigma dominante en la ciencia deja de ser la neutralidad y la objetividad.

    Con la aparicin deThe Structure of scientific revolutions,de Thomas Kuhn, semarca el inicio de una nueva tendencia donde el avance de la ciencia no se reducea la observacin emprica o a los descubrimientos positivos. La verdad o lafalsedad de la ciencia es fruto del consenso general de la comunidad cientfica.Por ello es necesario el dilogo, la discusin y la argumentacin para mejorar ladisciplina. Ciertos autores llevan esta postura hasta el lmite. Es el caso de PaulFeyerabend quien, con la obra Against the method , da por desaparecido el mtodocientfico positivo como panacea de la evolucin y relativiza la verdad absoluta en

    la que se haba fundamentado hasta entonces toda la estructura del progresocientfico. En un mbito ms amplio, lo que vienen a decir estos autores es que nohay una verdad absoluta, ni tan slo en la ciencia positiva, y que hay diferentesverdades que se ponen en juego y en discusin para llegar a consensos parciales ynunca definitivos.

    - La individualidad ya no es unvoca. En este sentido son fundamentales losavances freudianos sobre el psicoanlisis. Nos encontraramos ante la retrica dela persona: elalter egoentra en conflicto con el ego produciendo una dinmicainterna en el seno de las personas. Tal cosa da lugar a la relativizacin delindividuo, que deja de ser esttico y totalmente conocido.

    - La dinamizacin de la esfera poltica. Con la muerte del liberalismo poltico y elinicio de los movimientos democrticos, la esfera pblica deja de estar dominadapor unos pocos individuos de caractersticas similares (instruidos, con una renta

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    determinada y con una visin del mundo similar). En la modernidad lacaracterstica dominante es la participacin masiva en la vida poltica de personascon intereses muy diferentes, e incluso divergentes; con formacin muy variada ycon concepciones del mundo muy diversas. Ello hace necesario el dilogo social

    para evitar el conflicto que, aunque presente, puede solucionarse sin recurrir a laviolencia fsica.

    - La aparicin de los nuevos medios de comunicacin social, que abren laoportunidad de entrar de forma directa en la discusin social. Esta caractersticava muy ligada a la anterior y es imposible entender una sin la otra. La democraciacomporta la participacin sin ningn tipo de obstculo. La prensa escrita pierderelevancia a favor de otros medios ms fciles de asimilar y con menos barrerasde acceso intelectual.

    - Se rompe el modelo de lenguaje nacional (dominante durante el Romanticismo).Los lenguajes se multiplican y la formalizacin de la lengua, punto importante enel positivismo, se hace muy compleja. [7]

    Visto este panorama dibujado por Bender y Wellbery, es fcil entender el cambioprofundo que experimenta la sociedad del siglo XX, un cambio que favorece larecuperacin de la argumentacin como forma de dilogo entre posturas relativas ante

    diferentes aspectos fundamentales.

    3. Diferentes visiones de la nueva retrica

    La multiplicidad de aproximaciones desde las que se aborda la retrica en el siglo XXlleva a Reboul (1996: 91) a considerar esta disciplina como rota (rhtorique clate).Este autor apunta dos razones de esta ruptura. Por un lado, el objetivo de la retrica noes slo producir discursos sino tambin interpretarlos. Por otro lado, no se limita a los

    gneros clsicos, sino que se ampla a cualquier discurso persuasivo e incluso llega atoda clase de producciones no verbales e inconscientes (como se ha visto en elpanorama que plantean Bender y Wellbery).

    Segn Hernndez Guerrero (1994: 171), la decadencia de la retrica contina hasta losaos cincuenta del siglo XX porque se tiene una concepcin de ella apartada de la idea

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    clsica y su estudio se limita a las figuras retricas. A partir de los aos cincuentaaparecen diversas propuestas renovadoras que tienen en comn el intento de hacer de laretrica una ciencia descriptiva e inductiva.

    Reboul agrupa las tendencias retricas del siglo XX en dos grupos, segn si se fijan msen aspectos estilsticos o en contenidos argumentativos. De esta manera, contempla porun lado laretrica literaria, de inspiracin estructuralista, que parte de problemasliterarios y/o lingsticos, y reduce esta materia al estudio de las figuras de estilo puesconsidera que la retrica no tiene ninguna finalidad. Jean Cohen, Roland Barthes, Gerad

    Gennette y el Grupo , entre otros, son autores que se situaran en esta lnea. Por otrolado, en el otro extremo se encuentra lateora de la argumentacin, con ChaimPerelman como figura clave. En esta tendencia el punto de partida es un problema

    filosfico (de aqu que algunos autores la denominenretrica filosfica): la existenciade una lgica de los valores. Para Reboul (1996: 97) El gran descubrimiento delTratado de la Argumentacin el trmino descubrimiento comporta un presupuesto,que nosotros asumimos es que, entre la demostracin cientfica y la arbitrariedad delas creencias, existe una lgica de la verosimilitud que ellos denominan laargumentacin y que conectan con la antigua retrica.

    La divisin sealada por Reboul sirve perfectamente como estructura inicial por su

    claridad, pero es insuficiente para catalogar todos los movimientos argumentativos delsiglo. Dentro de laretrica literaria o lingsticadiferentes autores han dado lugar avisiones y corrientes que, a pesar de tener elementos comunes, difieren entre ellas enconsideraciones bsicas. Lo mismo sucede con lateora de la argumentacin. No hayduda de que Perelman constituye su exponente ms claro y el punto de partida de estacorriente, a pesar de que no es el nico que se ocupa de ella y sus ideas han sido muymatizadas por otros autores. [8]

    Por ello, dentro de este epgrafe se quiere dar una visin ms concreta de todo elpanorama del siglo, [9] ya que la amplia variedad de tendencias y enfoques que la teorade la argumentacin ha experimentado en los ltimos cuarenta aos ha desembocado enuna gran confusin. Es difcil encontrar una clasificacin que cubra todas las tendenciasactuales. Como mucho, la mayora de los intentos consiguen dar una visin generalcentrada en los autores ms destacados de la disciplina. Tal cosa resulta insuficiente, ya

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    que es necesario construir un marco amplio de clasificacin en tendencias quedestaquen los diferentes rumbos que tiene la argumentacin en este momento. Por otraparte, buscar una clasificacin demasiado reduccionista implica abandonar matices quepueden ser interesantes. Por ello se opta por hacer una primera clasificacin dentro de la

    teora de la argumentacin aunque sin entrar en condicionamientos demasiado precisos.[10]

    En este sentido, la propuesta consiste en dividir las tendencias argumentativas en tresgrandes grupos [11] que abarquen las principales lneas tericas desarrolladas a partir de1958, ao de la publicacin del Tratado de la Argumentacin de Chaim Perelman.Pueden distinguirse tres grandes grupos: [12]

    - Epistemologa de la argumentacin: De esta tendencia se analizan dospropuestas, representadas por Stephen Toulmin y Chaim Perelman que, a pesar detener algunos puntos en comn, se revelan como dos maneras diferentes deconcebir esta modalidad.

    - Tendencias metodolgicas: Aqu se pueden encontrar mltiples aplicaciones adiferentes campos temticos. Debido a las caractersticas de estos trabajossolamente se analiza una propuesta, la de Anscombre y Ducrot, que hacereferencia al mbito metodolgico de la lingstica.

    - Perspectiva cognitivista: En sta destacan las aportaciones de Lakoff y Johnson.Estos autores centran su trabajo en el estudio de la metfora, a la que considerancomo elemento conceptual y no lingstico. Por lo tanto, consideran el lenguajefigurado retrico como una forma de conceptualizar y de ver el mundo. Esdecir, el lenguaje retrico es un procedimiento cognitivo mediante el que elhombre estructura culturalmente su experiencia para interactuarcomunicativamente con los dems. De este modo, constituye un instrumento

    indispensable de conocimiento. Arduini (1993: 17) lo expresa del siguiente modo:

    Nuestro pensamiento se estructura, adems de por medio de un modelolgico-emprico, segn un modelo que podramos llamar retrico y quecoloca en primer lugar las figuras (...) podemos decir que la actividadfigurativa, que se manifiesta en el lenguaje pero tambin en otros

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    sistemas, no permite tanto expresar en un cierto modo (el figurado comodistinto del neutro) el mundo que ya conocemos, sino ms bien permiteque ste sea conocido, lo hace legible, interpretable, ofrece el cuadroposible a travs del cual ordenar el mundo.

    En este epgrafe se desarrolla de manera ms precisa las dos primeras tendencias.

    3.1. La epistemologa de la argumentacin

    Dentro de esta corriente se encuadran todos aquellos autores que han pensado de unamanera global la argumentacin como teora general, tanto a nivel metodolgico como anivel terico. A pesar de que los miembros de esta tendencia provienen de otras

    disciplinas, stas solamente constituyen el punto de partida a partir del cual elaboran unpensamiento autnomo ms o menos desvinculado del enfoque inicial. Comoestandartes de esta lnea se analiza a Chaim Perelman y a Stephen Toulmin, autores dequienes se realiza un primer acercamiento comparado. El ejercicio de comparacin entreestos dos autores puede resultar interesante porque, a pesar de provenir ambos de lalgica y de tener presupuestos de partida comunes, las orientaciones que dan a susinvestigaciones son sensiblemente diferentes.

    Antes de analizar con detalle la figura de Toulmin, conviene hacer un pequeo incisosobre su relacin con la Lgica. A pesar de que este autor proviene del campo lgico yutiliza la argumentacin para resituar la lgica, sus concepciones superan ampliamentelas visiones restrictivas de esta modalidad y, ms concretamente, aquellas que reducenla argumentacin al campo de la lgica dejando fuera de cualquier anlisis todo aquelloque no se puede formalizar. [13] Segn Carrilho (1992: 56) el objetivo de Toulmin hasido dar autonoma al estudio de la argumentacin en relacin con el dominio de lalgica. Dentro de la lgica solamente existe la validez formal y, por lo tanto, obvia la

    eficacia argumentativa tanto cotidiana como cientfica. Para superar esteconstreimiento de la lgica, Toulmin pasa del canon (universal) a los dominios(particulares), que es donde siempre se mueve la argumentacin es decir, lo que puedeser vlido en un dominio puede no serlo en otro.

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    Un buen estudio comparativo de estos dos autores se encuentra en el artculo de CorinneHoogaert publicado en Hermes (1995). Hoogaert (1995: 156) destaca dos puntoscomunes en estos autores. Por una parte, ambos centran su atencin en el aspectomanipulador de la retrica y estudian los procesos racionales utilizados para persuadir a

    un auditorio de la bondad de un punto de vista determinado. Por otra parte, sus obrashan supuesto un ennoblecimiento de la argumentacin, al darle una cierta racionalidadque ya no ser nicamente silogstico-formal, sino ms bien de naturaleza entinmica ycontextual. Puede aadirse una tercera caracterstica comn y es que ambos plantean eltema de la argumentacin en la jurisprudencia y aplican sus propuestas al campo delderecho. Hasta aqu unas similitudes que, a pesar de ser fundamentales, no informandemasiado de los caminos recorridos por los autores.

    No pasa lo mismo con sus diferencias, que dan lugar a concepciones muy diferentes dela argumentacin. [14] La primera oposicin clara entre Perelman y Toulmin est endnde concentran los autores sus esfuerzos analticos. Mientras que Toulmin analizamuy detalladamente los procesos de construccin discursiva desde el punto de vista delorador, Perelman contextualiza estos procesos en relacin con el auditorio al que vadirigido el discurso. As, Toulmin construye un esquema lineal donde no hayretroalimentacin por parte del pblico que modifique la relacin, dejando de lado elaspecto pluridimensional de la comunicacin. El argumento debe ser perfecto en s

    mismo, de modo que no puede ser perjudicado por el mundo exterior limitndose a unaspecto textual. A pesar de todo, Toulmin reconoce la existencia de diferentes camposargumentativos que modificaran, en cierta manera, las fundamentaciones einterpretaciones de un argumento, pero no implica explcitamente en este campo aninguno de los protagonistas de la argumentacin (orador y pblico). As se consigueuna nueva comprensin formal de la argumentacin que integra ciertos elementoscontextuales. Para Carrilho (1992: 58) ello comporta dos consecuencias bsicas: Ladesaparicin de la pretensin de universalidad y la emergencia de racionalidadeslocales, no reconociendo ninguna racionalidad superior que cnicamente las ordene y jerarquice. El problema al que Toulmin se enfrenta es analizar de dnde viene estaambigedad, que finalmente sita en el lenguaje natural como diferente de laformulacin abstracta del lenguaje puramente lgico.

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    El planteamiento de Perelman en este punto es diferente al de Toulmin. A pesar de queparte de que la argumentacin es relativa, entre otras cosas porque utiliza como modode expresin el lenguaje natural ( per seambiguo), Perelman afirma que las diferentesinterpretaciones de un argumento vienen dadas por el auditorio, y ms concretamente

    por los valores que el auditorio pone en juego en cada argumentacin en particular. Es apartir de este auditorio cuando la argumentacin se relativiza de manera ms fuerte.Pero dicho relativismo no es llevado hasta el extremo por este autor, ya que l considerala existencia de unos fundamentos ms o menos absolutos, o como mnimoconsensuados y aceptados. Por lo tanto, las diferencias entre estos autores respecto altema del auditorio son ms bien de grado: Perelman las tiene en cuenta msexplcitamente que Toulmin, pero sin llegar a las ltimas consecuencias de suplanteamiento.

    Otra diferencia entre ambos autores reside en el tipo de argumentos que estudian.Mientras Toulmin se dedica casi de manera exclusiva a los casi-silogismos (as denominados para alejarlos de la lgica formal extrema), Perelman ampla su anlisis adiversos tipos de argumentos muy diferentes, y deja abierta su clasificacin por ladificultad de catalogacin de un campo mvil, mltiple y contingente por definicin.Como indica Carrilho (1992), Toulmin define el argumento de una manera ms flexibley ms amplia que la sostenida por la lgica. De este modo, utiliza dos registros

    diferentes: uno donde pretende definir el esquema de todo argumento utilizado sinimportar en qu situacin o ciencia, y otro donde se insiste en las particularidades quecondicionan siempre de manera determinante la prctica argumentativa. Estos dosregistros se articulan esquemticamente de la siguiente manera (basado en Hoogaert,1995: 158):

    Cuadro 3: Definicin de argumento segn Toulmin

    Idea Principal(D) por tanto,Cualificador(Q)Conclusin(C)

    Visto que lasGarantas (G) Excepto las Reservas (R)

    En virtud del Fundamento (F)

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    Como puede verse en este esquema, Toulmin presenta un modelo de argumento. Para lun argumento es un conjunto de ideas (D) invocadas para sostener una conclusin (C).D apoya a C, y constituye el conjunto de razones que justifican la inferencia, el paso de

    D a C. El paso de D a C es autorizado por las Garantas (G), al igual que puedenaplicarse restricciones (R). Las garantas reposan sobre un fundamento. Para clarificarestas concepciones Toulmin propone el siguiente ejemplo (extrado de Breton yGauthier, 2000: 67):

    Cuadro 4: Ejemplificacin de argumento

    (D) por tanto,(C) Harry ha nacido en las Bermudas por tanto , Harry es Britnico .

    Visto que las(G) Excepto las(R) Visto que aquellos que han Excepto aquellos

    nacido en las Bermudas de padres extranjeros son, en general, britnicos o naturalizados

    americanos

    En virtud del Fundamento (F) En virtud de las leyes y otras disposiciones que estipulan que quien nace en las Bermudas es britnico .

    El peso de este esquema recae en el paso de D a C que, como nos dice Carrilho (1992:58), no siempre es posible (como sugiere la lgica formal) y no es independiente delcontexto donde aparece. Esto muestra la complejidad de la argumentacin, que estmuy modulada por las caractersticas especficas del dominio donde se ejerce o dondequiere hacerse valer (op. cit.). As, la validez de la argumentacin depende de dosaspectos. En primer lugar, del aspecto estructural, que es independiente del campo deaplicacin. En segundo lugar, del mbito contextual, que es dependiente del campo deaplicacin. De todas maneras, el autor pone un acento especial en el segundo aspecto,ya que es el que en ltima instancia origina la pertinencia de la argumentacin.

    Por tanto, para Toulmin hay un nico discurso argumentativo posible. A pesar de suapariencia lgica, el autor introduce unas variantes en el esquema lgico (en cursiva)que matizan mucho esta primera impresin. Lasreservasy la fundamentacinapuntan

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    una cierta consideracin hacia el contexto y el auditorio al que se dirige laargumentacin. Pero es solamente un apunte, ya que Toulmin cree que todas lasposibles interpretaciones del enunciado estn implcitas en l mismo y pueden deducirsesin necesidad de ningn otro elemento. Se queda, pues, en el nivel textual.

    En la clasificacin de Perelman se entra ms detalladamente en el prximo captulo,pero se puede avanzar que este autor trata de superar el nivel textual. Sita laargumentacin dentro de un contexto ms amplio, que se encarga de completar elsentido que pueden tener los diferentes enunciados tanto en virtud del momento comodel pblico al que se dirige.

    Tanto Toulmin como Perelman realizan un avance importante en la consideracin de la

    argumentacin como un mtodo de anlisis. No obstante, Toulmin presenta unacarencia fundamental a la hora de aplicar su esquema a la comunicacin polticaaudiovisual. Como apunta Hoogaert (1995: 157): La estructura del esquematoulminiano parece muy prxima al propuesto por Shannon y Weaver en su teoramatemtica de la comunicacin. Lo cual nos pone en presencia de un modelo lineal, esdecir, sin retroalimentacin por parte del auditorio que modifica la relacin. Lasrectificaciones que otros autores han introducido en el modelo de Shannon y Weaverhan sido tan importantes que ste ya solamente sobrevive como esquema bsico. Entre

    las aportaciones ms interesantes encontramos la inclusin en el esquema bsico, entreotros aspectos de importancia, delruido como distorsionante de la comunicacin y el feed-back como modificador del enunciado. Toulmin ignora ambos aspectos, y por ellosu modelo deviene muy limitado y difcilmente aplicable a los mensajes de los mediosde comunicacin de masas. Pero el descuido ms relevante de Toulmin es la noconsideracin de las caractersticas del pblico presentes en el sistema comunicativo.Para este autor el auditorio es un simple decodificador automtico del mensajepreviamente codificado por el emisor. Esta consideracin de codificacin / descodificacin automtica deja fuera aquellos matices que introduce el pblico en elproceso de recepcin. Desde el punto de vista del presente trabajo, en la comunicacinpersuasiva estos rasgos del receptor son clave para comprender el proceso comunicativoen su totalidad.

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    No pasa lo mismo con Perelman, quien a pesar de no poder incluirse en ninguno deestos modelos, esquematiza los elementos bsicos de cualquier comunicacininterpersonal: orador, auditorio, medio, y otros elementos de distorsin y matizacin delas interacciones entre los dos extremos del hilo comunicativo. Se adapta mejor al

    objeto de anlisis, a pesar de que no es posible una equiparacin exacta. El anlisis dediscursos audiovisuales persuasivos comporta la consideracin de una teora msgeneral que permita tomar en consideracin todos los aspectos del fenmeno. Lospostulados de Perelman y Toulmin son interesantes en la medida en que introducenvariables en la definicin de la argumentacin, que permiten abrir el camino haciaenfoques ms globales. La apertura de miras que conllevan permite retirar laargumentacin de contextos cientficos y aplicarla a mbitos de conocimiento msrelacionados con los asuntos sociales y polticos. As se recupera una de las ideas

    fundacionales de la retrica clsica.

    3.2. Tendencias metodolgicas

    Este apartado engloba a los autores que desde otras disciplinas han considerado la teorade la argumentacin, no como una teora autnoma, sino dentro del marcometodolgico de su propia disciplina. En este sentido, lingistas, socilogos, psiclogosy antroplogos encuentran en esta teora algunas soluciones a problemas planteados en

    el seno de su modalidad. A modo de ejemplo se escogen las propuestas de Anscombre yDucrot (desde la lingstica). En el marco de este trabajo se analizan de maneraesquemtica las propuestas hechas desde esta disciplina reconociendo que existenotros planteamientos interesantes propuestos desde otros puntos de vista en los que nose entra debido a la dimensin y las pretensiones de este trabajo. [15]

    La propuesta terica de Anscombre y Ducrot sirve de ejemplo para plantear un modelode aproximacin desde esta tendencia. Tradicionalmente la lengua se haba considerado

    bsicamente como descripcin de la realidad: es decir,las palabras estn destinadas adar una representacin o una imagen de la realidad (Anscombre y Ducrot, 1994: 9).Esta concepcin representacionalista de la significacin (que se fija en el significado endetrimento del sentido) permite resolver el problema de la referencia. Pero estos autoresproponen una semntica integradora de la pragmtica, que, de manera muy genrica,concibe la actividad lingstica como una actividad intencional.

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    Los dos autores escriben conjuntamente la obra L'argumentation dans la langue, publicada en 1983, un texto que ha sido reescrito y modificado por ellos en diversasocasiones para afrontar las diferentes crticas y para ir dibujando de una manera ms

    concreta los conceptos bsicos. Por las caractersticas de este trabajo no se entra en todala evolucin de las concepciones de estos autores. Slo se fija en las ltimas propuestaspresentadas por Anscombre en un artculo titulado La thorie destopo : smantique ourhtorique? ( Hermes, 15, 1995).

    La tendencia que representan estos autores est ligada a la pragmtica de la escuela deOxford (Searle y Austin). Como el propio Anscombre reconoce (1995: 186), su objetivofundamental es tratar de establecer una teora del sentido de los enunciados que no se

    limite a aquello que el propio enunciado dice directamente, sino que deba buscarlo atravs de valores semnticos profundos que comportan indicaciones de naturalezapragmtica. Robrieux (1993: 30) ve este intento de la siguiente manera: Anscombre yDucrot se esfuerzan en resituar los actos de lenguaje en sus contextos enunciativos,rechazando que el anlisis del contenido explcito del enunciado sea suficiente paracomprender la argumentacin. Estos valores profundos, a diferencia de lo que proponePerelman, pueden encontrarse dentro del mismo lenguaje y no se requiere buscarlosfuera del sistema lingstico. No trascienden ms que indirectamente el nivel del

    lenguaje y, por eso sus indicaciones no componen, como en el caso de Perelman yToulmin, una explicacin de conjunto. Anscombre y Ducrot no pretenden organizar unateora argumentativa, sino dar explicacin a ciertas deficiencias que ellos detectan en ladisciplina lingstica, y por ello recurren a algunos principios de la argumentacin. Esdecir, se limitan al estudio de ciertos componentes lingsticos, (se poda llamar micro-nivel), aunque traten de alejarse de un esquema semntico clsico.

    Anscombre y Ducrot denominan a su teoraPragmtica Integrada. Segn Plantin(1990: 37) lo llaman pragmtica porque sta, tradicionalmente, tiene en cuenta elanlisis de la enunciacin entendida como el estudio de las relaciones del enunciadocon las circunstancias pertinentes que envuelven su produccin. Precisamente,proponen que esta pragmtica est integrada en la lengua (en oposicin a unapragmtica externa). En la pragmtica integrada, los valores semnticos profundoscomportan indicaciones de naturaleza pragmtica. Estos indicadores son para ambos

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    autores lostopo . Lostopo constituyen reglas de racionalizacin profunda que permitenpasar de un enunciado a una conclusin de una manera lgica y no contradictoria. Si seintenta una comparacin, lostopo son lo que Toulmin denominagarante y Perelman,reglas de justicia, salvando los diferentes matices que dan lugar a concepciones

    diferentes, como se ha apuntado anteriormente. Lostopo son la clave que explican todasu concepcin, y por ello se hace necesario profundizar ms en ellos. Sus caractersticasfundamentales segn Anscombre (1995: 190-191) son:

    - Son principios generales que actan de apoyo a los razonamientos. Es decir, sonbasamientos culturales que permiten fundamentar un enunciado y entenderlosegn la concepcin humana del mundo. Desde este punto de vista, puedepensarse que s hay una conexin clara con una concepcin ms global del

    mundo.- Son componentes intralingsticos y, por lo tanto, se encuentran dentro de unsistema del cual extraen el sentido. Lostopo no hay que buscarlos en lasconcepciones personales de cada uno, sino dentro del propio sistema lingstico.Son palabras que remiten a sentidos particulares (a pesar de que cualquier sentidose haya de buscar en referentes externos, tal y como los propios autoresreconocen).

    - Por ltimo, son graduales. Por eso se afirma que de ellos depende la fuerzaargumentativa de un enunciado, la cual ser ms o menos grande segn eltopo utilizado.

    Detrs de este planteamiento los autores reconocen que subyace una determinadaconcepcin de la lengua. Anscombre (1995: 189) afirma que nuestra posicin aparececomo un adscriptivismo moderado, reposando no sobre la nocin de acto cumplido,sino sobre el concepto de potencialidades argumentativas. El sentido profundo de un

    enunciado no consiste tanto en describir un estado de cosas sino en hacer posible unacierta continuacin del discurso en detrimento de otros. La continuacin, como ya seha apuntado, permite utilizar determinadostopo .

    Dentro de este planteamiento se oponen a otras concepciones de la lengua, como son eldescriptivismo la lengua describe un estado de cosas determinado, no hay por lo

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    tanto, ningn dinamismo o la concepcin comunicativa la lengua es vehculo detransmisin de ideas y de experiencias. Por lo tanto, detrs de las palabras no slo hayobjetos y propiedades, sino tambintopo , estas estructuras profundas que dan sentido alas palabras y hacen posible que se produzca una cierta lgica discursiva que ira

    desgranndose de una manera muy deductiva.

    A pesar de que estos autores intenten formular su teora desde un nivel puramentelingstico, queda claro que lostopo son difcilmente explicables sin una referencia almundo comn, es decir, a una cultura determinada en un momento concreto. Ha deexistir un conocimiento comn para dar a lostopo su significado. Los autores sonconscientes de ello cuando plantean que existe una relacin clara con la ideologa: dehecho, hablan de una pragmtica integrada que es inexplicable sin referencias a un

    entorno no lingstico.

    Anscombre y Ducrot critican a Perelman por no tener en cuenta los marcadoreslingsticos (pistas de significado profundo dentro de la propia lengua) en su intento debuscar una fundamentacin comn que ayude a los seres humanos a entenderse y a darsignificados ms o menos reconocidos a determinadas palabras (a pesar de que stospuedan variar). Por lo tanto, es interesante su afirmacin de que hay estructuraslingsticas que son viables, en la medida en que pueden reflejar la estructura profunda

    formada por los valores que tienen tanto el orador como el destinatario.

    La funcin retrica o argumentativa queda reflejada dentro de este planteamiento poruna razn de peso: la referencia a los objetivos que quiere conseguir el acto de lengua.Esta consideracin es bsica porque la teora de la argumentacin, a pesar de plantearseel anlisis de estructuras bsicas, cree que la lengua como sistema global tiene unobjetivo dinmico. Es decir, la lengua, en su manifestacin discursiva, tiene unafinalidad clara: provocar una accin determinada. Aparece aqu otro tema importante: laconsideracin del discurso como unidad persuasiva, porque la lengua por s sola noposee esta funcin y es a travs del discurso como se intenta producir el efecto o efectosdeseados. Anscombre y Ducrot no abordan de manera demasiado exhaustiva esteaspecto, pero lo apuntan cuando analizan enunciados concatenados.

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    Por tanto, estos autores solamente buscan en la argumentacin la explicacin concretade algunos hechos lingsticos que, a pesar de su importancia para la comprensin designificados profundos, no son suficientes para considerar niveles ms generales decomunicacin entre personas. [16] As, desde el punto de vista que se defiende en el

    presente trabajo, se pierden las dimensiones bsicas de las interacciones entre orador yauditorio, la ms importante de las cuales es la finalidad persuasiva, que en ningnmomento es analizada por Anscombre y Ducrot.

    Notas

    [1]: De hecho, Aristteles recoger esta lnea en el libro II de su Retrica, libro quededica a las caractersticas psicolgicas del auditorio.[2]: Las fechas que se refieren a los autores son aproximadas, ya que varan en algunosaos segn los autores consultados. Aqu se siguen las aportadas por Xavier Laborda(1993).[3]: Llegados a este punto, resulta interesante hacer una distincin entredemostrar y

    argumentar (aunque sea de manera muy bsica), ya que es una cuestin fundamentalpara poder seguir el resto de la exposicin. Partiremos de dos criterios principales: eltipo de premisas que utilizan y el pblico al cual se dirigen. En relacin con laspremisas, Daz Tejera (1994) seala que la demostracin parte de premisas verdaderas yque no dependen unas de otras: es decir, parte de primeras y necesarias. El tipo depblico al que se dirige es universal (compuesto por todos los seres humanosracionales). Es el dominio de la ciencia. Por otro lado, la argumentacin concluira apartir de premisas probables y aceptadas, es decir, a partir de opiniones (doxa)

    generalizadas y verosmiles. En este caso, el auditorio de referencia sera particular. Esprecisamente en este segundo tipo donde se sita esta investigacin, sobre materiasopinables, dialcticas. Como seala Daz Tejera (1994: 5):Solamente puededeliberarse sobre aquello que puede ser de otra manera, porque sobre todo lo que es oera por necesidad, o sobre aquello que es imposible que exista o haya existido, no se puede deliberar () No se delibera sobre aquello que no puede ser de otra manera.

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    Una sntesis bsica de esta diferenciacin es la que presenta Reboul (1996: 66-67) encinco puntos basados en Perelman. stos son:a) La argumentacin se dirige siempre a un auditorio particular y ha de tener en cuenta

    el carcter, los hbitos de pensamiento, las emociones y las creencias de dicho

    auditorio. Eso hace que la argumentacin que es buena para un auditorio no lo seapara otro. Tal cosa no sucede en la demostracin, donde no importa el auditorio,sino que resulta vlida para cualquier auditorio.

    b) La argumentacin se basa en premisas verosmiles, es decir, admitidas por elauditorio particular. En la demostracin las premisas han de estar probadas o serevidentes.

    c) La argumentacin utiliza la lengua natural, por tanto ambigua, en oposicin a loslenguajes artificiales utilizados en la demostracin.

    d) En la argumentacin el vnculo lgico no es constreidor, sino que es ms o menosfuerte.

    e) Por tanto, en la argumentacin la conclusin no es definitiva, ya que puede serrechazada por otra argumentacin, sin que ello quiera decir que no sea vlida.Solamente quiere significar que no es absoluta.

    [4]: Segn Plebe (1996: 58), Aristteles empieza a diferenciar entre los tres factoresbsicos de todo discurso: quien habla, la argumentacin entorno a la cual se habla, y lapersona a quien se habla.

    [5]: Este esquema parte de Daz Tejera, aunque completado con interesantesobservaciones de Berrio (1983:24), y permite comprender globalmente la filosofaretrica de Aristteles.[6]: A pesar de que durante estos siglos no hay aportaciones novedosas a la retrica, enesta poca se producen avances relacionados con las enseanzas de profesores liberalescomo, por ejemplo, Abelardo, quien en el siglo XII trata de reintroducir en losprogramas de estudio la dialctica aristotlica. Aqu no se profundiza en ellas, porque secentran sobre todo en cuestiones de estilo. De todas maneras, para profundizar ms en laevolucin histrica de la retrica se pueden consultar, entre otras, las obras de:BARILLI, R.:Corso di retorica. Larte della persuasione da Aristotele ai giorni nostri.Miln, Mondadori Editore, 1995. BARTHES, R.:Investigaciones retricas I: la antiguaretrica. Barcelona, Ed. Buenos Aires, 1982. BELLENGUER, L.: L'argumentation.Principes et methodes. Pars, ESF, 1992. BENDER, J. (eds.):The ends of rhetoric: history,theory, practice. Standford, Standford University Press, 1990. BERGEZ, D.: La rhtorique

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    filosficos de la pragmtica.[8]: Para ampliar el panorama actual de los estudios en teora de la argumentacin, verBreton y Gauthier (2000: captulo 3). Estos autores diferencian entre la investigacinanglfona y la investigacin francfona. A lo largo de las pginas de este captuloafirman que los trabajos de estas tendencias abordan y analizan la argumentacinsiguiendo una concepcin de conjunto, un inters heurstico y un espritu especulativo ocientfico muy diferentes.[9]: Para ver un planteamiento general del desarrollo de esta disciplina en los EstadosUnidos, Plantin (1990: captulo 2). Tambin es muy interesante el repaso realizado porBreton y Gauthier (2000: captulo 3).[10]: Plantin (1998: 17) aporta otra clasificacin temporal. Sita a los refundadores enlos aos cincuenta y los caracteriza porque todos buscan un medio para crear unaracionalidad especfica, prctica, para los asuntos humanos. En los aos sesenta sita las

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    corrientes crticas de los paralogismos y la lgica no formal. Y por ltimo, comocorrientes ms actuales, coloca a las pragmticas de la argumentacin.[11]: Esta clasificacin surge a raz de una conversacin con el profesor Llus Prat,quien da la idea inicial que despus se intenta desarrollar. Tambin el profesor Xavier

    Ruiz Collantes ha revisado la clasificacin haciendo aportaciones interesantes.[12]: En esta clasificacin puede aadirse un cuarto grupo: la corriente filosfica de laargumentacin. Su punto de partida es la definicin del panorama actual comopostmodernidad. No se entra en el anlisis de autores como Ricoeur o Lyotard ya que, apesar de su inters indiscutible, se alejan demasiado del objeto de estudio.[13]: Esta superacin de la lgica formal tambin se trata en la propuesta de Perelman.De hecho, el punto de partida de Perelman es precisamente ste: un intento de superarlas restricciones de la lgica para estudiar valores y hechos sociales, o, lo que es lo

    mismo, no sometidos a condiciones de abstraccin de espacio, tiempo y circunstancia.[14]: Breton y Gauthier (2000: 34) destacan cmo la divergencia fundamental entreambos autores es su concepto de argumentacin, y afirman que Perelman desarrolla suteora retrica contra el racionalismo buscando revalorizar lo verosmil en relacin conlo necesario. De esta manera, para l un argumento revela una racionalidad diferentede la demostracin matemtica. Ante esta concepcin, Breton y Gauthier sealan que lateora de la argumentacin de Toulmin se inscribe dentro de una oposicin a un ciertologicismo y dentro de una voluntad de reforma de la lgica con el objetivo de hacerla

    ms aplicable a situaciones cotidianas de discusin racional. Para l, un argumento esun trmino ms general y complejo que el silogismo (como se examina ms adelante).[15]: Entre estos puntos de vista interesantes destacan la sociologa y la filosofa. Lasociologa aporta a la teora de la argumentacin postulados vlidos para entendercuestiones bsicas planteadas por esta materia. Por ejemplo, sera el caso de los estudiosque desde esta disciplina se hacen del pblico. Las corrientes sociolgicas vinculadas ala teora de la cultura analizan los diferentes tipos de auditorio, lo mismo ocurre con lapsicosociologa. Tambin ayudan a comprender algunos componentes implcitos de lapersuasin cuando analizan la opinin pblica.Adems, puede hablarse de una corriente filosfica de la argumentacin. Los autoresenglobados en este grupo proponen la teora de la argumentacin como macrodiscurso anivel social. Esta vertiente trata de construir una teora general de la argumentacin sindetenerse a pensar en el mtodo de aplicacin: en este sentido es puramenteespeculativa. Una figura clave en esta propuesta es Habermas. De modo general, esta

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    tendencia afirma que la teora de la argumentacin supera los lmites de lasconcepciones lingsticas y textuales antes planteadas, para integrarse en un sistemamucho ms amplio formado por la cultura. De esta manera, la argumentacin deja de seruna metodologa aplicable a diferentes anlisis para convertirse en un fundamento ms

    amplio, que trata de dar explicaciones globales a problemas filosficos clave. Es el casode Habermas (1992: 43) que plantea la teora de la argumentacin como ayuda paraentender el concepto de racionalidad referido a un sistema de pretensiones de validez.En este marco distingue tres aspectos analticos que contribuyen a comprender mejor laargumentacin. En primer lugar, la considera como proceso: es decir como unacontinuacin con otros medios, ahora de tipo reflexivo, de la accin orientada alentendimiento (Habermas, 1992: 46) se trata de la Retrica. En segundo lugar, comoprocedimiento sometido a una regulacin especial se habla de la Dialctica. Y, por

    ltimo, como produccin de argumentos pertinentes para aceptar o no pretensiones devalidez (Habermas, 1992: 47) puede hablarse de Lgica. Estos tres substratos soninseparables y estn ntimamente ligados entre s.

    [16]: En su favor hay que decir que Anscombre y Ducrot no tratan de llegar a este nivelgeneral de la comunicacin. Su intencin es puramente metodolgica dentro de lalingstica y, con sus aportaciones, hacen avanzar esta disciplina de manera muy clara.

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    AbstractThe aim of this article is to offer a general idea of the history of the Rhetoric and torevise its principal stages, in order to analyze better the current trends. This historicalreview, besides, will allow to see the evolution and the changes of the Rhetoric and,

    especially, the relationships between its characteristics in the past and those that it hascurrently.

    Key words Rhetoric, discourse, demonstration, argumentation, logic.