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Capital social Kliksberg

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SECCIN OBRAS DE SOCIOLOGA

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CAPITAL SOCIAL Y CULTURA: CLAVES ESTRATGICAS PARA EL DESARROLLO

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PARA EL DESARROLLO

BERNARDO KLIKSBERG LUCIANO TOMASSINI (compiladores)

BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO

FUNDACIN

UNIVERSIDAD

FELIPE HERRERA

DE MARYLAND

FONDO DE CULTURA ECONMICA

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CAPITAL SOCIAL Y CULTURA: CLAVES ESTRATGICAS

Las opiniones expresadas en este libro pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista del BID. Para ms informacin sobre esta publicacin, dirigirse a: IDB Bookstore 1300 New York Avenue NW Washington DC 20577 Estados Unidos de Amrica Tel.: (202) 623-1753 Fax: (202) 623-1709 1-877-782-7432 [email protected] www.iadb.org/pub

Capital social y cultura: claves estratgicas para el desarrollo D. R. 2000, BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO D. R. 2000, FONDO DE CULTURA ECONMICA DE ARGENTINA, S. A. El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires e-mail: [email protected] Av. Picacho Ajusco 227; 14200 Mxico D. F. ISBN: 950-557-368-5 Fotocopiar libros est penado por la ley. Prohibida su reproduccin total o parcial por cualquier medio de impresin o digital, en forma idntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma, sin la autorizacin expresa de la editorial. IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRJNTED N ARGENTINA Hecho el depsito que marca la ley 11.723

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PrlogoEnrique V. Iglesias

El papel que desempea el capital social en los procesos de desarrollo es un tema que est despertando cada vez ms inters. El capital social comprende diversos factores, entre los que se destacan el clima de confianza social, el grado de asociacionismo, la conciencia cvica y los valores culturales entendidos en un sentido amplio. Todos ellos inciden directa e indirectamente, segn lo prueba la evidencia emprica, en el desempeo econmico y poltico de los pases. El desarrollo es un proceso de suma complejidad, que las interpretaciones simplistas no captan. Este tipo de enfoque suele marginar las dimensiones polticas, culturales y de valores, lo cual empobrece seriamente la visin resultante. Las grandes transformaciones que los pases latinoamericanos han experimentado en su desarrollo durante las ltimas dcadas han puesto de relieve la importancia de esas dimensiones y la interaccin entre ellas, que lamentablemente se haban descuidado durante esa experiencia. Nuestra regin ha sido en los ltimos cincuenta aos un verdadero laboratorio de teoras y experiencias polticas, econmicas y sociales. A un perodo de acelerado crecimiento econmico y pronunciado mejoramiento social durante los aos sesenta y setenta, sigui la dcada perdida de los aos ochenta, marcada por la crisis de la deuda y las polticas de ajuste. A esa crisis le sigui un conjunto de reformas estructurales que restablecieron la estabilidad de precios y el crecimiento econmico, pero que dejaron sin resolver graves problemas, tales como la pobreza, la desigual distribucin del ingreso y la atencin insuficiente a las demandas de la sociedad en el campo de los valores. La debida consideracin de las potencialidades del capital social como factor del desarrollo puede aportarnos mucho en la accin para enfrentar estos problemas fundamentales que sealamos y, en general, para construir democracias activas y alcanzar un desarrollo sostenido. En esta obra se recogen los aportes sobre el tema surgidos en el seminario que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) convoc en Pars, en marzo de 1999, en ocasin de la Cuadragsima Reunin Anual de su Asamblea de Gobernadores. En ella se exploran sistemtica y rigurosamente las complejas interrelaciones entre capital social y desarrollo; esta reunin arroja mltiples elementos que pueden contribuir a una renovacin de toda la visin del desarrollo, lo que tiene numerosas implicaciones sobre el diseo de polticas pblicas. Esta es posiblemente una de las primeras contribuciones, de amplio alcance, desde Amrica Latina al gran debate internacional sobre estos temas.7

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CAPITAL SOCIAL Y CULTURA: CLAVES ESTRATGICAS PARA EL DESARROLLO

Se demuestra, entre muchos otros aspectos, cmo el grado de confianza interpersonal en una sociedad incide en el crecimiento; cmo la riqueza del tejido social de la sociedad civil es un factor que hace diferencias muy importantes en la estabilidad democrtica y en el desempeo macroeconmico; cmo la madurez de la conciencia cvica se expresa en un abanico amplsimo de aspectos clave, que van desde el pago de impuestos hasta el grado de voluntarismo. Numerosas investigaciones comparadas han constatado que el capital social "importa" e influye fuertemente en los desenvolvimientos econmicos. En esta obra se examina asimismo el papel de la cultura en general, de las polticas culturales aplicadas en la regin y de las industrias culturales. La cultura es un factor de identidad decisivo para las personas, las familias y los pueblos. Ella provee el marco primario que permite a las personas integrarse a una sociedad. Identidad e integracin son procesos profundamente vinculados al entorno cultural. Esto tiene todo orden de consecuencias en diversos campos, tales como el de la lucha contra la pobreza, que con frecuencia han sido desatendidos. Respetar las tradiciones culturales de las poblaciones desfavorecidas, ayudar a fortalecer su cultura y propiciar marcos de expresin para esta ltima, son acciones que apuntalan su identidad y crean un puente para su integracin social. Esto redunda al mismo tiempo en un crecimiento de la autoestima individual y colectiva de dichas poblaciones, lo que puede convertirse en un motor formidable para impulsar su creatividad y su esfuerzo. Sin embargo, en muchas ocasiones se subestima la cultura de los pobres y no se disean polticas para promoverla. Se crea as un serio bloqueo entre los programas para ayudarlos y un aspecto vital de su realidad, y se atenta contra la autoestima de la comunidad provocando efectos desalentadores. He visto personalmente cmo el respeto por la identidad de los desfavorecidos acta en la realidad. Sobre esto recuerdo con emocin una experiencia conmovedora. Visitando favelas de Ro de Janeiro, donde el BID est realizando un amplio programa de rehabilitacin, un nio me detuvo para mostrarme que a su casa le haban puesto un nmero, y me dijo con gran orgullo: "ahora existimos, tenemos nmero". Poner el nombre a las calles de la favela y numerar las viviendas permitan llamar a servicios de urgencia, recibir correspondencia y, sobre todo, comenzar a tener identidad en la sociedad. Amrica Latina es, lamentablemente, la regin del mundo donde los ingresos y las oportunidades estn peor distribuidos. Necesitamos mejorar cuanto antes los niveles de equidad. Una de las dimensiones a trabajar debera ser la democratizacin del acceso a las diversas manifestaciones de la cultura. Las posibilidades de utilizar el teatro, la literatura, la msica, la pintura, la escultura y otras artes como formas de expresin deben estar al alcance de toda la poblacin. Los resultados pueden ser impactantes, como el obtenido por las orquestas sinfnicas juveniles en Venezuela -con miles de integrantes, en su inmensa mayora humildes-, la labor de base cultural en Colombia y el pujante desenvolvimiento del teatro vocacional en Uruguay.

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PRLOGO

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ante las graves formas de injusticia social y econmica, as como de corrupcin poltica, que padecen pueblos y naciones enteras, aumenta la indignada reaccin de muchsimas personas oprimidas y humilladas en sus derechos fundamentales, y se difunde y agudiza cada vez ms la necesidad de una radical renovacin personal y social.

La censura colectiva a toda forma de corrupcin y el cultivo de valores como la solidaridad, la cooperacin, la superacin de las discriminaciones, la responsabilidad colectiva y el respeto a la dignidad del ser humano daada por la pobreza son algunos de los valores fundamentales de nuestra cultura que debemos fortalecer. Sirva este libro, que desde una perspectiva innovadora y con enfoques interdisciplinarios aborda temas no convencionales, para estimular el debate imprescindible sobre los temas de capital social, cultura, valores y desarrollo. Llamndonos a que no olvidemos la trascendencia de este debate, Carlos Fuentes escribi:Alucinados por el progreso cremos que avanzar era olvidar, dejar atrs las manifestaciones de lo mejor que hemos hecho, la cultura riqusima de un continente indio, europeo, negro y mestizo, cuya creatividad no encuentra equivalencia econmica y cuya continuidad todava no encuentra correspondencia poltica.

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En otro plano, la cultura es estratgica en Amrica Latina y el Caribe, como cimiento para el avance de la integracin econmica regional. La comprensin intercultural de nuestros pueblos, la bsqueda de los elementos comunes y el reconocimiento de nuestra historia compartida nos darn fuerzas multiplicadas en el camino a la integracin. En el campo social, en la integracin regional, en la misma democratizacin de la regin y en otras reas, la cultura puede ser un poderoso factor de desarrollo. Movilizar el capital social requerir un enfoque participativo, como el que se propone en esta obra. No puede ser un esfuerzo burocrtico, sino que ms bien debe contar con la participacin activa de las comunidades. El capital social es el mbito en que se forjan los valores de una sociedad. Su fortalecimiento es esencial. Eso es algo que necesitamos hoy ms que nunca en Amrica Latina y el Caribe, una regin que es prdiga en posibilidades y que no merece padecer los problemas de pobreza, desigualdad y exclusin y de corrupcin que la afectan. El papa Juan Pablo II advierte en su encclica Veritatis Splendor que

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IntroduccinBernardo Kliksberg y Luciano Tomassini

El debate sobre el desarrollo se ha reabierto a inicios del nuevo siglo. Hay ms interrogantes y perplejidades que respuestas slidas. Convicciones acentuadas de las ltimas dcadas no han resistido la confrontacin con los hechos reales y estn hoy en activa revisin. Al mismo tiempo que los acelerados avances tecnolgicos han desatado capacidades productivas y de progreso de inmensas posibilidades, se observa la presencia de agudos desequilibrios sociales, vastos sectores de poblacin en la pobreza, fluctuaciones acentuadas y serios problemas ecolgicos. La posibilidad de predecir la evolucin en la economa parece haber encontrado fuertes lmites. Muchas de las crisis recientes no fueron advertidas anticipadamente, y hay preguntas de fondo an abiertas sobre su origen y en general sobre las leyes de funcionamiento de parmetros macroeconmicos bsicos. En este marco ha aparecido con gran fuerza la inquietud por ampliar y enriquecer el pensamiento sobre el desarrollo indagando acerca de sus dimensiones, limitadamente tenidas en cuenta, cuando la evidencia indica que pesan fuertemente sobre el devenir real de los hechos. Hay entre otros un nuevo inters por las conexiones entre poltica y economa, se afirma con muchas razones que las instituciones cuentan, se enfatiza el papel del capital humano y se ha abierto una amplia rea de exploracin sobre la incidencia del capital social y la cultura en los procesos de desarrollo. Analizar estas ltimas dimensiones en Amrica Latina es el objetivo bsico de este libro que surge del Foro sobre Desarrollo y Cultura llevado a cabo en Pars en el marco de la Cuadragsima Reunin Anual de la Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo, en virtud de una iniciativa adoptada conjuntamente entre el BID y la Fundacin Felipe Herrera Lae. En la actualidad, es muy intensa la actividad de investigacin, bsqueda y discusin que existe sobre el papel de los aspectos valricos del capital social en el desarrollo. Sin embargo, son limitados los esfuerzos al respecto realizados en la regin. La nocin de capital social, muy reciente en general en el pensamiento sobre el desarrollo, y la indagacin del papel de la cultura en el campo econmico social no han pasado an a formar parte del agitado debate sobre los problemas clave que inquietan al continente. Este libro parte de la premisa de que puede aportar mucho a dicho debate, llamando la atencin sobre procesos silenciosos no incluidos en la reflexin convencional, pero de gran peso en la realidad, e iluminando alternativas no 11

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CAPITAL SOCIAL Y CULTURA: CLAVES ESTRATGICAS PARA EL DESARROLLO

tradicionales para los problemas que pueden surgir al considerar estas dimensiones. Un nuevo campo de interrogantes se abre al tenerlas en cuenta: en qu medida y en qu direccin se estn transformando los valores de la sociedad en esta etapa de la modernidad?, qu est sucediendo en Amrica Latina en cuanto a los componentes centrales del capital social?, existe un clima de confianza hacia el interior de las sociedades?, qu sucede en el campo de la asociatividad?, cules son los niveles de conciencia cvica?, cmo se halla el tema del voluntariado? Por otro lado, partiendo de una visin amplia de la cultura, entendindola al igual que la Organizacin de las Naciones Unidas para la Educacin, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como "maneras de vivir juntos", qu tendencias pueden observarse en la regin en este campo crucial ?, qu est pasando en el campo de la identidad?, qu sucede con la cultura popular?, en qu medida hay polticas culturales orgnicas?, cmo estn llegando?, cmo influyen en la cultura de la poblacin las llamadas "industrias culturales"? Todas las preguntas anteriores y otras aadibles confluyen en ciertas preguntas totalmente fundamentales: qu sucede en las sociedades latinoamericanas en trminos de valores?, cules valores importan y cules no?, en qu medida los valores rigen la vida concreta?, qu actitudes hay hacia la participacin en los asuntos colectivos?, qu imagen tiene la participacin misma?, qu puede esperarse de ella? Esta obra tiene un marco de referencia histrica representado por los ltimos veinte aos. Hubo quien augur que ellos significaban el fin de la historia y la hegemona total de un paradigma. Sin embargo, el trayecto sigue lleno de conflictos y contradicciones y, como lo destac Edgard Morin, ms que el fin de la historia estamos presenciando cmo la incertidumbre se ha apoderado de ella. As, los analistas de ms largo plazo sealan que hoy coexisten diversos tipos de economa de mercado, desde la experiencia anglosajona hasta la asitica, pasando por las de los pases del continente europeo. Las diferencias que se advierten entre unas y otras se deben a las tradiciones, las actitudes, los valores, las prcticas o el capital social propios de cada una de esas realidades. Podra decirse que, en lugar de conceder que la cultura es parte del desarrollo, la verdad es que este ltimo depende de la visin cultural predominante. Este fue el sentido de la interrogante sobre las relaciones que existen entre cultura y desarrollo que se plante en el Foro de Pars. La pregunta no pudo formularse en un momento ms oportuno. Existe una amplia convergencia de opiniones en torno a que el ltimo tramo del siglo X presenci una profunda transformacin cultural que, para muchos, equivale a un "cambio de poca". Algunos, como H. P. Stewart Hughes en Sophisticated rebds, refieren las ms importantes expresiones de ruptura al ao 1968, agitado por movimientos contraculturales desde Pars hasta Woodstock, desde la primavera de Praga hasta la revolucin de los claveles en Lisboa o desde Tlatelolco hasta Santiago de Chile.

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INTRODUCCIN

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Para ciertos analistas, estos vientos de cambio pusieron trmino al desarrollo de la modernidad madura, que se despliega desde la apelacin a la razn durante el Renacimiento y la Reforma hasta su codificacin en la ideologa por medio de la filosofa de la Ilustracin y la Revolucin Francesa. A diferencia del mundo medieval, muchos de cuyos elementos penetraron el Antiguo Rgimen, que supona que la vida individual y colectiva era moldeada por el orden o la naturaleza de las cosas, el espritu de la Ilustracin atribuy esa capacidad a los paradigmas o ideologas creados por la razn y difundidos en el plano colectivo por las lites revolucionarias o los gobiernos progresistas. La sensibilidad actual descree de la eficacia de los grandes modelos, paradigmas o proyectos polticos, generalmente operados por el Estado, para plasmar las sociedades. Cree ms bien que, a travs de nuestra interaccin con los dems agentes, somos nosotros los que construimos nuestra sociedad y nuestra vida. A principios del decenio pasado, Robert Putnam, en su trabajo pionero sobre la reconstruccin de la democracia en Italia despus de la Segunda Guerra Mundial, utiliz el concepto de tradiciones civiles para referirse a aquellas actitudes e instituciones que la historia de ese pas haba ido acumulando, sobre todo en el norte, y en torno a las cuales fue posible reconstruir la democracia luego de la cada del fascismo y de la derrota en la guerra. Ms de treinta aos antes, Gabriel Almond y Sidney Verba haban subrayado la importancia de estos factores en sus estudios sobre el papel de la cultura cvica. Despus de eso, la forma en que esta ltima moldea la sociedad y la economa nunca dej de ser reconocida, aunque se silenci durante largo tiempo, debido al doble desafo de cerrar la puerta al debate entre sistemas de valores alternativos dentro del marco de la Guerra Fra y de congelar los patrones de desarrollo del sistema capitalista occidental para preservar sus resultados econmicos. Sin embargo, en los aos recientes, y tal vez como consecuencia del cambio de nuestras sensibilidades filosficas, se ha comenzado a prestar atencin a la transformacin de los valores en las sociedades occidentales y en su periferia. Entre los pioneros de este enfoque se destaca Ronald Inglehart, cuyos trabajos, realizados primero por encargo de la Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo Econmico (OCDE) y posteriormente para la Encuesta Mundial de Valores, demostraron que stos han comenzado a cambiar aceleradamente y a reemplazar un conjunto de valores que l llam materialistas por otros posmaterialistas, centrados en la capacidad de opcin de las personas y en la calidad de la vida. Tomando como marco de referencia estas tendencias, en el Foro sobre Desarrollo y Cultura se analiz la transformacin que han experimentado los valores en nuestras sociedades, as como tambin el estmulo que esta mutacin ofrece para construir comunidades ms abiertas, innovadoras, flexibles, asociativas y participativas. El primer corolario de estas tendencias se refiere a la multiplicacin de las capacidades existentes en el seno de nuestras comunidades para construir el capital social, en sus distintas manifestaciones, y para respetar la diversi-

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CAPITAL SOCIAL Y CULTURA: CLAVES ESTRATGICAS PARA EL DESARROLLO

dad y el pluralismo que constituyen hoy una condicin necesaria para ello. Dentro de este proceso las industrias culturales ocupan un papel muy influyente aunque contradictorio, por lo que una parte de este seminario estuvo consagrada al de estos sectores. El Foro consider que la cultura se refiere, Fundamentalmente, a los valores que inspiran la estructura y el comportamiento de una sociedad y de sus distintos miembros, y que ellos inciden en la generacin de aquel conjunto de tradiciones, prcticas e instituciones que conforman el capital social. Tratando de aportar elementos para contestar preguntas como las planteadas antes, ubicado en el encuadre histrico esquematizado, este libro desarrolla varios momentos de anlisis sucesivos. En su primera parte, se enfoca el peso de los valores culturales en los procesos de desarrollo. El tema es abordado desde diversos ngulos: la historia de las ideas, las relaciones entre capital social, cultura y desarrollo, la incidencia del poder, el perfil que ofrecen aspectos bsicos del capital social en algunas de las sociedades latinoamericanas actuales. En la segunda parte, el anlisis se centra sobre una de las mayores exigencias de la poblacin en nuestro tiempo, la participacin, reconocida como gran constructor de capital social. Se examinan el estado del arte en esta materia, la evolucin latinoamericana, el tipo de debate existente, los desafos y escollos que se plantean y las experiencias de la realidad. El tercer fragmento de la obra est dedicado a las polticas culturales aplicadas en la regin. Se realiza una presentacin integral de ellas y se analizan tres casos: Colombia, Mxico y Brasil. Por ltimo, en la cuarta parte, se someten a indagacin las industrias culturales. Se revisan su realidad en la regin y su funcionamiento en el marco de la globalizacion, y se enfatiza en particular la situacin de las editoriales de habla espaola. El lector podr disponer a travs de este trayecto de un cuadro relevante de las discusiones conceptuales sobre el rol del capital social y la cultura en el desarrollo, y contactarse con los dilemas y las alternativas de accin planteados en reas muy concretas ligadas a ese rol, como la participacin, las polticas culturales y las industrias culturales. Todos los trabajos incluidos han sido encomendados a cientficos de extensa y reconocida trayectoria internacional en sus reas. Constituyen, sumados, un equipo interdisciplinario que desde diversas experiencias aporta lneas de reflexin abiertas y provocativas sobre las preguntas antes mencionadas y otras semejantes que pudieran surgir. La obra tiene asimismo, como un rasgo central, su concentracin en los problemas de esta Amrica Latina inmensamente rica en recursos potenciales y, al mismo tiempo, caracterizada por sus altos niveles de pobreza y sus agudas polarizaciones. Tras la mayora de los trabajos subyace la cuestin de cmo aportar desde estas dimensiones de anlisis, capital social y cultura, al diseo de polticas que logren enfrentar estos desafos impostergables. El Foro de Pars surgi de una iniciativa del Presidente del BID, Enrique V. Iglesias, y fue un esfuerzo compartido por varias organizaciones. Participaron en l la Representacin del BID en Pars, que llev adelante una dedicada e intensiv

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INTRODUCCIN

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tarea en todas las etapas del proceso respectivo, a travs del Representante Andrs Bajuk, del Representante Adjunto Leo Harari y del Asesor Sergio Orce; Bernardo Kliksberg, Coordinador del Instituto Interamericano para el Desarrollo Social, a quien se encomend la planificacin y coordinacin cientfica general del Foro; la prestigiosa Fundacin Felipe Herrera Lae, que viene desarrollando una vasta y fecunda labor en este campo y otras reas conexas, estuvo representada por Luciano Tomassini y Claudio Herrera Alamos e intervino activamente en todas las fases de trabajo realizadas, y el Instituto de Ciencias Polticas de Pars, responsable de diversos aportes acadmicos y organizacionales. Tambin la UNESCO prest colaboracin al Foro y a sus reuniones preparatorias. Asimismo, prest apoyo institucional a la publicacin de esta obra la Universidad de Maryland, a travs de su Instituto de Estudios Latinoamericanos, dirigido por Sal Sosnowski. El Foro de Pars reuni a varios centenares de representantes de gobiernos e instituciones de toda Amrica Latina vinculados con los problemas del desarrollo y el tema de la cultura. La concurrencia desbord todos los pronsticos y esto indica el inters por el tema. All se dio un dilogo de excepcin entre ambos campos, que despert muchas inquietudes en la regin y que se intenta proseguir por medio de esta obra. Ante una Amrica Latina que, a pesar de sus potencialidades, presenta realidades de pobreza y desigualdad acentuadas, urge que la agenda de discusin sobre las polticas necesarias se renueve y ample e incluya de manera sistemtica dimensiones como las analizadas en esta obra. Probablemente, ello ayude al surgimiento de enfoques ms integrados del desarrollo y a la aparicin de ideas renovadoras que puedan medirse con las tristes realidades de exclusin que hoy afligen a vastos sectores en la regin y que se hallan en el centro de la preocupacin de las sociedades latinoamericanas.

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PARTE I

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Los valores culturales y su influencia en los procesos de desarrollo

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El rol del capital social y de la cultura en el proceso de desarrollo*Bernardo Kliksberg

El nuevo debate sobre el desarrolloA principios del siglo XXI, la humanidad cuenta con inmensas fuerzas productivas. Las revoluciones tecnolgicas en curso han alterado sustancialmente sus capacidades potenciales de generar bienes y servicios. Los avances simultneos en campos como la informtica, la biotecnologa, la rebotica, la microelectrnica, las telecomunicaciones, la ciencia de los materiales y otras reas han determinado rupturas cualitativas en las posibilidades usuales de produccin, amplindolas extensamente, con un horizonte de continuo crecimiento hacia adelante. Sin embargo, 1.300 millones de personas carecen de lo indispensable y viven en extrema pobreza con menos de un dlar de ingresos al da, 3.000 millones se hallan en la pobreza y tienen que subsistir con menos de dos dlares diarios, 1.300 millones carecen de agua potable, 3.000 millones no tienen instalaciones sanitarias bsicas y 2.000 millones estn privadas de servicios elctricos. Alcanzar la deseada meta del desarrollo econmico y social es ms viable que nunca en trminos de tecnologas y potencial productivo pero, al mismo tiempo, el objetivo se halla muy distante de amplias poblaciones en diversas regiones del mundo, entre ellas, en Amrica Latina. La "aldea global" en que se ha convertido el planeta, donde las interrelaciones entre los pases y los mercados se multiplican continuamente, parece caracterizarse por una explosin de complejidad, direcciones contradictorias de evolucin y altas dosis de incertidumbre. Exploradores de las fronteras de las nuevas realidades, como Ilya Prigogine (1998), Premio Nobel de Qumica, han sealado que la mayor parte de las estructuras de la realidad actual son "estructuras disipativas de final abierto"; es difcil predecir en qu sentido evolucionarn y las lgicas tradicionales son impotentes para explicar su curso. Edgard Morin (1991) resalta que en lugar del "fin de la historia", vaticinado por algunos que alegaron que al desaparecer el mundo bipolar la historia sera previsible y hasta "aburrida", lo que tenemos ante nuestros ojos es que "de aqu en adelante, el futuro se llama incertidumbre". La historia en curso est marcada por severas contradicciones. As, al* Las opiniones expresadas en este trabajo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente las de la institucin donde se desempea.19

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LOS VALORES CULTURALES Y SU INFLUENCIA EN LOS PROCESOS DE DESARROLLO

hay mltiples aspectos en la cultura de cada pueblo que pueden favorecer a su desarrollo econmico y social; es preciso descubrirlos, potenciarlos y apoyarse en ellos, y hacer esto con seriedad significa replantear la agenda del desarrollo de una manera1 E. Morin resalta las dificultades para tener una visin clara de hacia dnde avanza la historia: "Estamos en lo desconocido, ms an, en lo innominado. Nuestro conocimiento de los tiempos actuales se manifiesta solamente en el prefijo sin forma 'pos' (postindustrial, posmoderno, postestructuralista), o en el prefijo negativo 'anti' (antitotalitario). No podemos dar un rostro a nuestro futuro, ni siquiera a nuestro presente".

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mismo tiempo que, por ejemplo, el conocimiento tecnolgico disponible ha multiplicado las capacidades de dominar la naturaleza, el ser humano est creando desequilibrios ecolgicos de gran magnitud, poniendo en peligro aspectos bsicos del ecosistema y tambin su propia supervivencia. Mientras que las capacidades productivas han llevado la produccin mundial a ms de 25 trillones de dlares, las polarizaciones sociales se han incrementado fuertemente y, segn informes de las Naciones Unidas (1998), 358 personas son poseedoras de una riqueza acumulada superior a la del 45% de la poblacin mundial. Las disparidades alcanzan los aspectos ms elementales de la vida cotidiana. Los acelerados progresos en medicina han permitido una extensin considerable en la esperanza de vida, pero mientras que en 1997, en las 26 naciones ms ricas, sta alcanzaba los 78 aos, en los 46 pases ms pobres era de 53 aos. La idea del progreso indefinido est siendo suplantada por visiones que asignan un rol mayor a las complejidades, las contradicciones y las incertidumbres y que buscan soluciones a partir de su integracin a las perspectivas de anlisis de la realidad.1 En este marco general, hay un nuevo debate en activa ebullicin en el campo del desarrollo. Buscando caminos ms efectivos, en un mundo donde la vida cotidiana de amplios sectores est agobiada por carencias agudas y donde se estima que una tercera parte de la poblacin activa mundial se halla afectada por serios problemas de desocupacin y subocupacin, el debate est revisando supuestos no convalidados por los hechos y abrindose hacia variables a las que se asignaba escaso peso en las ltimas dcadas. Hay una revalorizacin en el nuevo debate de aspectos no incluidos en el pensamiento econmico convencional. Se ha instalado una potente rea de anlisis en vertiginoso crecimiento que gira en derredor de la idea de "capital social". Uno de los focos de esa rea, a su vez con su propia especificidad, es el reexamen de las relaciones entre cultura y desarrollo. Como seala Lourdes Arizpe (1998), "la cultura ha pasado a ser el ltimo aspecto inexplorado, de los esfuerzos que se despliegan a nivel internacional, para fomentar el desarrollo econmico". Enrique V. Iglesias (1997) subraya que en este reexamen de las relaciones entre cultura y desarrollo se abre un vasto campo de gran potencial. Resalta que

EL ROL DEL CAPITAL SOCIAL Y DE LA CULTURA EN EL PROCESO DE DESARROLLO

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que a la postre resultar ms eficaz, porque tomar en cuenta potencialidades de la realidad que son de su esencia y que, hasta ahora, han sido generalmente ignoradas. Ubicado en este contexto que bulle en reclamos por rediscutir la visin convencional del desarrollo e integrar nuevas dimensiones, este trabajo procura enfocar un tema relevante del nuevo debate, las posibilidades del capital social y de la cultura en cuanto a aportar al desarrollo econmico y social. En particular, el trabajo se centra en sus posibles contribuciones a Amrica Latina, una regin con graves problemas en los campos de la pobreza, que afecta a vastos sectores de su poblacin, y de la inequidad (es considerado el continente con ms desigualdade del planeta). Seguramente la integracin de estos planos complejizar mucho ms an la bsqueda de estrategias y diseos adecuados. Pero sa es la idea. Las polticas basadas en diseos que marginan aspectos como los mencionados han demostrado muy profundas limitaciones. El trabajo se propone cumplir su propsito a travs de varios pasos sucesivos de anlisis. En primer lugar, se presentan aspectos de la crisis del pensamiento econmico convencional. La nueva atencin prestada al capital social y a la cultura se inscribe en esa crisis. En segundo trmino, se explora la idea de capital social. El nfasis se pone, en este caso, no en la discusin terica, sino en su presencia concreta en las realidades actuales. El tercer aspecto a considerar, con apoyo en los desarrollos anteriores, es "el capital social en accin" en las realidades latinoamericanas. Se indaga, a travs de experiencias concretas de la regin, cmo el capital social y la cultura constituyen potentes instrumentos de construccin histrica. Por ltimo, se formulan algunas reflexiones sobre posibles aportes de la cultura al desarrollo latinoamericano.

La crisis del pensamiento econmico convencionalSe hallan en plena actividad, actualmente, diversas lneas de discusin sobre los supuestos econmicos que han orientado el desarrollo en las ltimas dcadas. El debate en curso no aparece como un debate hacia el interior de la academia, donde diversas escuelas de pensamiento o personalidades defienden determinados enfoques surgidos de su propia especulacin. Est fuertemente influido por las dificultades del pensamiento convencional en la realidad. Lo han dinamizado y urgido procesos como los severos problemas experimentados por las economas del Sudeste Asitico, las graves crisis observables en economas en transicin, como la rusa, las inestabilidades pronunciadas en los mercados financieros internacionales, los desajustes y las polarizaciones sociales en regiones como Amrica Latina, entre otros. Aparece, gracias a los importantes avances en la medicin de los fenmenos econmicos y sociales, como un debate en el que la especulacin infinita a partir de las propias premisas, caracterstica de dcadas anteriores, es

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LOS VALORES CULTURALES Y SU INFLUENCIA EN LOS PROCESOS DE DESARROLLO

reemplazada por anlisis que arrancan de la vasta evidencia emprica que est generando el instrumental cuantitativo y estadstico. Una primera caracterstica de la crisis en curso es el llamado, cada vez ms amplio, a respetar la complejidad de la realidad. Se previene contra la "soberbia epistemolgica" con que el pensamiento econmico convencional trabaj mltiples problemas, pretendiendo capturarlos y resolverlos a partir de marcos de referencia basados en grupos de variables limitadas, de ndole casi exclusivamente econmica, que no dejaban espacio a variables de otras procedencias. Joseph Stiglitz (abril de 1998) reclama que "un principio del consenso emergente es que un mayor grado de humildad es necesario". Aboga por un nuevo consenso, post Washington, ante las dificultades surgidas en la realidad. Seala a Amrica Latina como uno de los casos que evidencia las dificultades. Afirma: "Yo argumentara que la experiencia latinoamericana sugiere que deberamos reexaminar, rehacer y ampliar los conocimientos acerca de la economa de desarrollo que se toman como verdad, mientras planificamos la prxima serie de reformas". Otro aspecto sobresaliente de la nueva discusin sobre el desarrollo es la apelacin cada vez ms generalizada a superar los enfoques reduccionistas y a buscar, para captar la complejidad, perspectivas integradoras de variables mltiples. Enri que V. Iglesias (1997) advierte: "El desarrollo slo puede encararse en forma integral; los enfoques monistas sencillamente no funcionan". Joseph Stiglitz (octubre de 1998) destaca que se ha visto al desarrollo como un "problema tcnico que requiere soluciones tcnicas", y esa visin ha chocado con la realidad que va mucho ms all de ella. Seala que "un evento definidor ha sido que muchos pases han seguido los dictados de liberalizacin, estabilizacin y privatizacin, la premisas centrales del llamado Consenso de Washington, y, sin embargo, no han crecido. Las soluciones tcnicas no son evidentemente suficientes". Un tema resaltante de la discusin abierta es el nfasis en no confundir los medios con los fines, desvo en el que se sugiere que se ha cado con frecuencia. Los objetivos finales del desarrollo tienen que ver con la ampliacin de las oportunidades reales de los seres humanos de desenvolver sus potencialidades. Una sociedad progresa efectivamente cuando avanzan los indicadores clave, como cantidad de aos que vive la gente, calidad de su vida y desarrollo de su potencial. Las metas tcnicas son absolutamente respetables y relevantes, pero son medios al servicio de esos objetivos finalistas. Si se produce un proceso de sustitucin silenciosa de los fines reales por los medios, se puede perder de vista el horizonte hacia el cual se debera avanzar y equivocar los mtodos para medir el avance. La elevacin del producto bruto per cpita, por ejemplo, aparece en la nueva perspectiva como un objetivo importante y deseable, pero nunca sin dejar de tener en cuenta que es un medio al servicio de fines mayores, como los ndices de nutricin, salud, educacin y libertad, entre otros. Por lo tanto, sus mediciones no reflejan necesariamente lo que est sucediendo en relacin con dichas metas. Amartya Sen (1998) analiza detalladamente esta visin general

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Si en ltima instancia considersemos al desarrollo como la ampliacin de la capacidad de la poblacin para realizar actividades elegidas libremente y valoradas, sera del todo inapropiado ensalzar a los seres humanos como "instrumentos del desarrollo econmico". Hay una gran diferencia entre los medios y los fines.

Stiglitz (octubre de 1998) enfatiza que la confusin medios-fins ha sido frecuente en la aplicacin del Consenso de Washington:Se han tomado la privatizacin y la liberalizacin comercial como fines en s mismos ms que como medios para alcanzar un crecimiento sostenible, equitativo y democrtico. Se ha focalizado demasiado en la estabilidad de los precios, ms que en el crecimiento y la estabilidad de la produccin. Se ha fallado en reconocer que el fortalecimiento de las instituciones financieras es tan importante para la estabilidad econmica como controlar el dficit presupuestario y aumentar la oferta de dinero. Se ha centrado en la privatizacin, pero se ha puesto demasiada poca atencin a la infraestructura institucional -que es necesaria para hacer que los mercados funcionen- y, especialmente, a la importancia de la competencia.

A partir de estas percepciones sobre la estrechez del enfoque meramente tcnico y la necesidad de delimitar fines y medios, se plantean visiones que amplan los objetivos que debera perseguir el desarrollo. Junto al crecimiento econmico, surge la necesidad de lograr desarrollo social, mejorar la equidad, fortalecer la democracia y preservar los equilibrios medioambientales. El Consenso de los Presidentes de Amrica en Santiago (1998) reflej este orden de preocupaciones incluyendo, en su plan de accin, puntos que exceden los abordajes convencionales como, entre otros, el nfasis en la promocin de la educacin, la preservacin y profundizacin de la democracia, la justicia y los derechos humanos, la lucha contra la pobreza y la discriminacin, el fortalecimiento de los mercados financieros y la cooperacin regional en asuntos ambientales. Se resalta, en las crticas al pensamiento econmico convencional, cmo las limitaciones de su marco de anlisis han creado serias insuficiencias de operacin. Variables excluidas o marginadas como, entre otras, las polticas y las institucionales tienen alto peso en la realidad y van a incidir fuertemente creando escenarios no previstos. Quejarse de ellas como "intrusos indeseables" no conduce a ningn camino til. Pareciera que lo que corresponde no es reclamarle a la realidad, sino revisar el esquema conceptual con el que se est analizando, para darles su debido lugar.

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en el caso de los recursos humanos. Seala que constituye un progreso considerable el nuevo nfasis puesto en ellos, pero que se debe entender que el ser humano no es slo un medio del desarrollo, sino su fin ltimo. Ese enfoque no debe perderse de vista. Subraya:

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Alessina y Perotti (1994) plantean la necesidad de ingresar en un examen en profundidad de las intersecciones entre poltica y economa. Destacan que:la economa sola no puede explicar integralmente la enorme variabilidad entre los pases en el crecimiento y, ms generalmente, los resultados econmicos y las alternativas de poltica. Las elecciones de polticas econmicas no son hechas por plan-ificadores sociales que viven slo entre documentos acadmicos. Ms bien, la poltica econmica es el resultado de luchas polticas dentro de estructuras institucionales.

Sen analiza, al respecto, cmo las realidades polticas son determinantes en las hambrunas masivas que han afligido a amplios grupos humanos en el siglo XX. Se gn sus investigaciones (1981), las hambrunas no tienen que ver necesariamente con escaseces de recursos alimenticios. Se vinculan ms con factores como las disparidades de precios relativos, los bajos salarios y las maniobras especulativas. El cuadro de condiciones polticas pesa fuertemente al respecto. Examinando las correlaciones entre hambrunas masivas y tipo de rgimen poltico, determina (1998) que "ningn pas dotado de un sistema de elecciones multipartidistas, con partidos de oposicin capaces de expresarse como tales, de una prensa capacitada para informar y poner en tela de juicio la poltica gubernamental sin temor a ser censurada, ha sido escenario de hambrunas realmente importantes". En esos pases funcionan poderosos "incentivos polticos" para que se tomen decisiones que eviten la hambruna. En cambio, observa que las hambrunas de mayores proporciones han tenido lugar en "territorios colonizados y gobernados por autoridades imperialistas extranjeras, dictaduras militares de corte moderno, bajo el control de potentados autoritarios o regmenes de partido nico donde no se tolera la disidencia poltica". "Las instituciones cuentan" es el ttulo de un reciente trabajo del Banco Mundial sobre la materia (1998). En l, se desarrolla en detalle la visin de que todo el tema de las instituciones debe ser incorporado al anlisis de las realidades econmicas y el diseo de polticas. Entiende, como tales, al conjunto de reglas formales e informales y sus mecanismos de ejecucin que inciden sobre el comportamiento de los individuos y las organizaciones de una sociedad. Entre las formales se hallan las constituciones, leyes, regulaciones, contratos, etc. Entre las informales estn la tica, la confianza, los preceptos religiosos y otros cdigos implcitos. Una de las debilidades del Consenso de Washington habra sido, segn el Banco Mundial, la no inclusin de estas reglas entre las polticas que recomienda. Seala al respecto: "Con una sola excepcin (la proteccin de los derechos de propiedad), las prescripciones de poltica del Consenso de Washington ignoran el rol potencial que los cambios en las instituciones pueden jugar en acelerar el desarrollo econmico y social". Un amplio nmero de investigaciones recientes da cuenta de correlaciones estadsticas significativas entre el buen funcionamiento de las instituciones bsicas, como los mecanismos anticorrupcin, la calidad de las instituciones pblicas, la credibilidad y otras, y los avances en crecimiento, desarrollo social y equidad.

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La teora y la poltica del desarrollo deben incorporar los conceptos de cooperacin, confianza, etnicidad, identidad, comunidad y amistad, ya que estos elementos constituyen el tejido social en que se basan la poltica y la economa. En muchos lugares, el enfoque limitado del mercado basado en la competencia y la utilidad est alterando el delicado equilibrio de estos factores y, por lo tanto, agravando las tensiones culturales y el sentimiento de incertidumbre. El capital social y la cultura han comenzado a instalarse en el centro del debate sobre el desarrollo, no como adiciones complementarias a un modelo de gran vigor que se perfecciona un poco ms con ellos. Todo el modelo est sufriendo severas dificultades por sus distancias con los hechos, y las crticas procedentes de diversos orgenes se encaminan de un modo u otro a "recuperar la realidad" con

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En las reformulaciones en curso del pensamiento econmico convencional ha ingresado, como un tema central, el del capital humano. Mejorar el perfil de la poblacin de un pas es un fin en s mismo, como resalta Sen. Al mismo tiempo, constituye una va fundamental para alcanzar productividad, progreso tecnolgico y competitividad en los escenarios econmicos de fin de siglo. En ellos, el papel del capital humano en la produccin es decisivo. En estructuras productivas, cada vez ms basadas en el conocimiento, como las presentes y prospectivas, los niveles de calificacin promedio de una sociedad van a ser determinantes en sus posibilidade de generar, absorber y difundir tecnologas avanzadas. La educacin hace una diferencia crucial segn las mediciones disponibles, tanto para la vida de las personas y el desenvolvimiento de las familias como para la productividad de las empresas y los resultados econmicos macro de un pas. Es, como se la ha denominado, una estrategia "ganadora" con beneficios para todos. La nutricin y la salud son a su vez, desde ya, condiciones de base para el desenvolvimiento del capital humano. En este cuadro de conjunto, donde las dificultades de la realidad han impulsado una crisis y un proceso de reenfoque profundo del pensamiento econmico, se inscribe la integracin activa a los anlisis del capital social y de la cultura. Una ola de investigaciones de los ltimos aos indica, con datos de campo a su favor, cmo diversos componentes no visibles del funcionamiento cotidiano de una sociedad, que tienen que ver con la situacin de su tejido social bsico, inciden silenciosamente en las posibilidades de crecimiento y desarrollo. Denominados capital social, los exploraremos en la seccin siguiente. Empiezan a influir en el diseo de polticas en algunos pases avanzados, han comenzado a formar parte de la elaboracin de los proyectos de desarrollo e instituciones de cooperacin internacional y estn incluyendo los progresos en capital social en los criterios de medicin del grado de xito de los proyectos. En el centro del capital social se hallan mltiples elementos del campo de la cultura. Como lo destaca Arizpe (1998), tienen todo orden de implicancias prcticas y han sido marginados por el pensamiento convencional. Seala:

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miras a producir, en definitiva, polticas con mejores oportunidades respecto de las metas finales. En ese encuadre, el ingreso al debate de estos temas forma parte del esfuerzo por darle realidad a toda la reflexin sobre el desarrollo. El replanteo del modelo no se est haciendo solamente a travs de la inclusin de diversas variables ausentes. Est en discusin un aspecto subyacente ms profundo, la lgica de las interrelaciones. Una parte significativa del nuevo debate est concentrada en el anlisis de cmo se han subestimado los encadenamientos recprocos entre las mltiples dimensiones y cmo ello ha generado errores de consideracin en la preparacin de polticas. Alessina y Perotti (1994), por ejemplo, subrayan sobre una interrelacin clave: "la desigualdad en los ingresos es un determinante importante de la inestabilidad poltica. Los pases con un ingreso ms desigualmente distribuido son polticamente ms inestables. A su vez, la inestabilidad poltica tiene efectos adversos sobre el crecimiento". Las reas econmica, poltica y social estn inextricablemente ligadas. Lo que suceda en cada una de ellas va a condicionar de manera severa las otras. La visin puramente economicista del desarrollo puede tropezar, en cualquier momento, con bloqueos muy serios que surgen de las otras reas, y as se ha dado en la realidad. Hay en curso, en ese marco, una revaluacin integral de las relaciones entre crecimiento econmico y desarrollo social. En la visin convencional se supona que, alcanzando tasas significativas de crecimiento econmico, ste se "derramara" hacia los sectores ms desfavorecidos y los sacara de la pobreza. El crecimiento sera, al mismo tiempo, desarrollo social. Las experiencias concretas han indicado que las relaciones entre desarrollo econmico y desarrollo social son de carcter mucho ms complejo. El seguimiento de la experiencia de numerosos pases, efectuado por las Naciones Unidas a travs de sus informes sobre el desarrollo humano, no encuentra corroboracin para los supuestos del llamado modelo de derrame. No basta con el crecimiento para solucionar la pobreza. Siendo absolutamente imprescindible, el mismo puede quedar estacionado en ciertos sectores de la sociedad y no llegar a ios estratos sumergidos. Pueden incluso darse tasas significativas de crecimiento y, al mismo tiempo, continuar en vigencia agudas carencias para amplios sectores de la poblacin. James Migdley (1995) seala que esa forma de crecimiento ha caracterizado a muchas naciones desarrolladas y en desarrollo en los ltimos aos, y la denomina "desarrollo distorsionado". El crecimiento, constata, no ha sido acompaado en ellas por un mejor acceso a proteccin de salud, educacin, servicios pblicos y otros factores que contribuyen al bienestar social. Se plantea entonces que, junto a los esfuerzos que es desde ya necesario realizar por el crecimiento, deben practicarse activas polticas de desarrollo social y debe mejorarse la equidad. Las inversiones, mantenidas en el tiempo y considerables, en educacin y salud, en extensin de los servicios de agua potable, instalaciones sanitarias y energa elctrica, y en proteccin a la familia, entre otras, formarn parte de dichas polticas. Para que el crecimiento signifique bienestar colectivo, debe haber simultneamente desarrollo social.

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Debemos ir ms all de la estabilizacin financiera. Debemos abordar los problemas del crecimiento con equidad a largo plazo, base de la prosperidad y el progreso humano. Debemos prestar especial atencin a los cambios institucionales y estructurales necesarios para la recuperacin econmica y el desarrollo sostenible. Debemos ocuparnos de los problemas sociales. Debemos hacer todo eso. Porque si no tenemos la capacidad de hacer frente a las emergencias sociales, si no contamos con planes a ms largo plazo para establecer instituciones slidas, si no logramos una mayor equidad y justicia social, no habr estabilidad poltica. Y sin estabilidad poltica, por muchos recursos que consigamos acumular para programas econmicos, no habr estabilidad financiera.

Como se observa, en la imagen transmitida, la estabilidad financiera no es posible sin estabilidad poltica. Ella, a su vez, est muy ligada a los grados de equidad y justicia social. El frente a abordar es muy amplio. Es necesario atacar, al mismo tiempo, los problemas econmicos y financieros y los sociales, y avanzar en las transformaciones institucionales. El capital social y la cultura son componentes clave de estas interacciones. Las personas, las familias y los grupos son capital social y cultura por esencia. Son portadores de actitudes de cooperacin, valores, tradiciones, visiones de la realidad, que son su identidad misma. Si ello es ignorado, salteado, deteriorado, se

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El anlisis de las interrelaciones entre ambos est yendo, incluso, ms lejos. Se resalta que son interdependientes. James D. Wolfensohn (1996), Presidente del Banco Mundial, ha planteado al respecto: "Sin desarrollo social paralelo no habr desarrollo econmico satisfactorio". Efectivamente, el desarrollo social fortalece el capital humano, potencia el capital social y genera estabilidad poltica, bases esenciales para un crecimiento sano y sostenido. Alain Touraine (1997) sugiere que es necesario pasar a una nueva manera de razonar el tema: "Queda as planteado el principio central de una nueva poltica social: en vez de compensar los efectos de la lgica econmica, sta debe concebirse como condicin indispensable del desarrollo econmico". La visin que aparece es la de que no es viable el desarrollo social sin crecimiento econmico pero ste, a su vez, no tendr carcter sustentable si no est apoyado en un intenso crecimiento social. Otro eje analizado son las relaciones entre grado de democracia y desarrollo social. Wickrane y Mulford (1996), entre otros, han examinado las correlaciones estadsticas respectivas. Sus datos indican que cuando aumenta la participacin democrtica y se dispersa el poder poltico entre el conjunto de la poblacin, mejoran los indicadores de desarrollo social. Los gobiernos tienden a responder ms cercanamente a las necesidades de la mayora de la poblacin. Sumando factores, Wolfensohn (1998) sugiere la imprescindibilidad de ir ms all de los enfoques unilaterales:

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Capital social, cultura y desarrolloSegn anlisis del Banco Mundial, hay cuatro formas bsicas de capital: el capital natural, constituido por la dotacin de recursos naturales con que cuenta un pas; el capital construido, generado por el ser humano, que incluye diversas formas de capital (infraestructura, bienes de capital, financiero, comercial, etc.); el capital humano, determinado por los grados de nutricin, salud y educacin de su poblacin, y el capital social, descubrimiento reciente de las ciencias del desarrollo. Algunos estudios adjudican a las dos ltimas formas de capital un porcentaje mayoritario del desarrollo econmico de las naciones a fines del siglo XX. Indican que all hay claves decisivas del progreso tecnolgico, la competitividad, el crecimiento sostenido, el buen gobierno y la estabilidad democrtica. Qu es en definitiva el capital social? El campo no tiene una definicin aceptada de manera consensual. De reciente exploracin, en realidad, se halla en plena delimitacin de su identidad, de aquello que es y de aquello que no es. Sin embargo, a pesar de las considerables imprecisiones, existe la impresin cada vez ms generalizada de que, al percibirlo e investigarlo, las disciplinas del desarrollo estn incorporando al conocimiento y a la accin un amplsimo nmero de variables que desempean roles importantes en el capital social y que estaban fuera del encuadre convencional. Robert Putnam (1994), precursor de los anlisis del capital social, considera en su difundido estudio sobre las disimilitudes entre Italia del Norte e Italia del Sur que, fundamentalmente, lo conforman: el grado de confianza existente entre los actores sociales de una sociedad, las normas de comportamiento cvico practicadas y el nivel de asociatividad que caracteriza a esa sociedad. Estos elementos evidencian la riqueza y la fortaleza del tejido social interno de una sociedad. La confianza, por ejemplo, acta como un "ahorrador de conflictos potenciales" li-

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inutilizarn importantes capacidades aplicables al desarrollo y se desatarn poderosas resistencias. Si, por el contrario, se reconoce, explora, valora y potencia su aporte, puede ser muy relevante y propiciar crculos virtuosos con las otras dimensiones del desarrollo. La crisis de la reflexin convencional sobre el desarrollo en marcha est abriendo, entre otras, la oportunidad de cruzar activamente capital social, cultura y desarrollo. Hasta hace poco, la corriente principal de trabajo sobre desarrollo prestaba limitada atencin a lo que suceda en dichos campos. A su vez, en ellos, muchas indagaciones se realizaban al margen de posibles conexiones con el proceso de desarrollo. La crisis, que busca ampliar el marco de comprensin para poder superar la estrechez evidenciada por el marco usual, crea un vasto espacio para vencer los aislamientos. En la seccin siguiente, se intenta avanzar en esa direccin, explorando algunas de las mltiples interrelaciones posibles.

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mitando el "pleitismo". Las actitudes positivas en materia de comportamiento cvico, que van desde cuidar los espacios pblicos hasta el pago de los impuestos, contribuyen al bienestar general. La existencia de altos niveles de asociacionismo indica que es una sociedad con capacidades para actuar cooperativamente, armar redes, concertaciones, sinergias de todo orden en su interior. Este conjunto de factores tendra, segn las observaciones de Putnam, mayor presencia y profundidad en Italia del Norte en relacin con Italia del Sur y habra desempeado un papel definitorio en la superioridad que la primera ha evidenciado en materia de rendimiento econmico, calidad de gobierno, estabilidad poltica y otras reas. Para otro de los precursores, James Coleman (1990), el capital social se presenta tanto en el plano individual como en el colectivo. En el primero, tiene que ver con el grado de integracin social de un individuo y su red de contactos sociales; implica relaciones, expectativas de reciprocidad y comportamientos confiables; mejora la efectividad privada, pero tambin es un bien colectivo. Por ejemplo, si todos en un vecindario siguen normas tcitas de cuidado del otro y de no agresin, los nios podrn caminar hacia la escuela con seguridad, y el capital social estar produciendo orden pblico. Diferentes analistas actuales de esta vieja-nueva forma de capital ponen el nfasis en diversos aspectos. Entre otros, para Kenneth Newton (1997), el capital social puede ser visto como un fenmeno subjetivo, compuesto de valores y actitudes que influyen en cmo las personas se relacionan entre s. Incluye confianza, normas de reciprocidad, actitudes y valores que ayudan a las personas a trascender relaciones conflictivas y competitivas para conformar relaciones de cooperacin y ayuda mutua. Stephan Baas (1997) dice que el capital social tiene que ver con cohesin social, con identificacin con las formas de gobierno, con expresiones culturales y comportamientos sociales que hacen a la sociedad ms cohesiva y algo ms que una suma de individuos. Considera que los arreglos institucionales horizontales tienen un impacto positivo en la generacin de redes de confianza, buen gobierno y equidad social. El capital social desempea un rol importante en estimular la solidaridad y en superar las fallas del mercado mediante acciones colectivas y el uso comunitario de recursos. James Joseph (1998) lo percibe como un vasto conjunto de ideas, ideales, instituciones y arreglos sociales, a travs de los cuales las personas encuentran su voz y movilizan sus energas particulares para causas pblicas. Bullen y Onyx (1998) lo ven como redes sociales basadas en principios de confianza, reciprocidad y normas de accin. Con visin crtica, Levi (1996) destaca la importancia de los hallazgos de Putnam, pero afirma que es necesario dar ms nfasis a las vas por las que el Estado puede favorecer la creacin de capital social. Considera que el enfoque de Putnam sobre las asociaciones civiles, lejos del Estado, deriva de su perspectiva romntica de la comunidad y del capital social. Ese romanticismo restringira la identificacin de mecanismos alternativos para la creacin y el uso del capital social, y limitara las conceptuaciones tericas. Wall, Ferrazzi y Schryer (1998)

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- sus prcticas agrcolas eran mejores que las de los hogares que no tenan participacin; derivaban de su informacin, que llevaba a que utilizaran ms agroqumicos, fertilizantes y semillas mejoradas; - tenan mejor informacin sobre el mercado; - estaban dispuestas a tomar ms riesgos porque se sentan ms protegidas al formar parte de una red social; - influan en el mejoramiento de los servicios pblicos; as, participaban ms en la escuela, y - cooperaban ms con el municipio. Los investigadores sealan en sus conclusiones que "los canales identificados por los que el capital social incrementaba los ingresos y la solidez economtrica de la magnitud de los efectos del capital social sugieren que el capital social es capital y no meramente un bien de consumo". La Porta, Lpez de Silanes, Shleifer y Vishny (1997) trataron de convalidar las tesis de Putnam en una muestra amplia de pases. Sus anlisis estadsticos

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entienden que la teora del capital social necesita mayores refinamientos antes de que pueda ser considerada una generalizacin mensurable. Serageldin (1998) resalta que, mientras hay consenso en que el capital social es relevante para el desarrollo, no hay acuerdo entre los investigadores y prcticos acerca de los modos particulares con que aporta al desarrollo, en cmo puede ser generado y utilizado y en cmo puede ser sistematizado y estudiado empricamente. Mientras prosigue la discusin epistemolgica y metodolgica totalmente legtima, dado que los estudios sistemticos sobre el tema recin se iniciaron hace menos de una dcada, y ste es de una enorme complejidad, el capital social sigue dando muestras de su presencia y accin efectiva. En ello queremos concentrarnos. Una amplia lnea de investigaciones enfocadas a "registrarlo en accin" est arrojando continuamente nuevas evidencias sobre su peso en el desarrollo. Entre ellas, Knack y Keefer (1997) midieron economtricamente las correlaciones entre confianza y normas de cooperacin cvica y crecimiento econmico en un vasto grupo de pases y encontraron que las primeras presentan un fuerte impacto sobre el segundo. Asimismo, su estudio indica que el capital social integrado por esos dos componentes es mayor en sociedades menos polarizadas en cuanto a desigualdad y diferencias tnicas. Narayan y Pritchett (1997) realizaron un estudio muy significativo sobre el grado de asociatividad y rendimiento econmico en hogares rurales de Tanzania. Detectaron que, aun en esos contextos de alta pobreza, las familias con mayores niveles de ingresos (medidos por los gastos) eran las que tenan un ms alto grado de participacin en organizaciones colectivas. El capital social que acumulaban a travs de esa participacin las beneficiaba individualmente y creaba beneficios colectivos por diversas vas. Entre ellas:

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arrojan significativas correlaciones entre el grado de confianza existente en una sociedad y factores como la eficiencia judicial, la ausencia de corrupcin, la calidad de la burocracia y el cumplimiento con los impuestos. Consideran que "los resultados de Putnam para Italia aparecen confirmados a nivel internacional". Teachman, Paasch y Carver (1997) trataron de medir cmo el capital social influye en el rendimiento educativo de los nios. Utilizaron tres indicadores: la dinmica de la familia, los lazos con la comunidad y el nmero de veces que un nio ha cambiado de colegio. Encontraron fuerte correlacin con un indicador clave del rendimiento: la probabilidad de desercin. Su hiptesis es que el capital social hace ms productivas otras formas de capital, como el capital humano y el capital financiero. La influencia positiva de un componente central del capital social, la familia, en numerosos aspectos ha sido verificada por diversas investigaciones recientes. Cuanto mayor es la solidez de ese capital social bsico, mejores son los resultados y viceversa. Una amplia investigacin sobre 60.000 nios en los Estados Unidos (Wilson, 1994) indica que los nios que vivan con un solo progenitor eran dos veces ms propensos a ser expulsados o suspendidos en la escuela, a sufrir problemas emocionales o de conducta y a tener dificultades con los compaeros. Tambin eran mucho ms proclives a tener una conducta antisocial. Katzman (1997) seala que, segn estudios realizados en Uruguay, los nios concebidos fuera del matrimonio muestran una tasa de mortalidad infantil mucho mayor que el resto, y los que no conviven con ambos padres biolgicos exhiben mayores daos en distintas dimensiones del desarrollo psicomotriz. En una investigacin en un medio totalmente diferente, en Suecia, en condiciones econmicas mucho mejores, sin embargo, se mantiene el peso diferencial de las familias estables en el rendimiento del nio. Jonsson y Gahler (1997) demuestran que los nios que vienen de familias de padres divorciados tienen menor rendimiento educativo. Hay una prdida de recursos en relacin con aquellos con los que cuenta el nio en las familias estables. Sanders y Nee (1996) analizan la familia como capital social en el caso de los inmigrantes en los Estados Unidos. Sus estudios indican que el espacio familiar crea condiciones que hacen factible una estrategia clave de supervivencia entre los inmigrantes: el autoempleo. La familia minimiza los costos de produccin, transaccin e informacin asociados con l. El autoempleo facilita la aparicin de empresas operadas desde el mbito familiar. Hagan, MacMillan y Wheaton (1996) sealan que en las migraciones, incluso hacia el interior de un pas, hay prdidas de capital social, menores en familias con padres involucrados con los nios y madres protectoras, y mayores si se trata de padres y madres que no se dedican intensivamente a los nios. Kawachi, Kennedy y Lochner (1997) dan cuenta de datos muy significativos sobre la relacin entre capital social, equidad y salud pblica. El conocido estudio de Alameda County (Estados Unidos), confirmado despus en estudios epidemiolgicos

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en diferentes comunidades, detect que las personas con menos contactos sociales tienen peores probabilidades en trminos de esperanza de vida que aquellas con contactos sociales ms extensivos. La cohesin social de una sociedad, que facilita los contactos interpersonales, es -afirman los autores- un factor fundamental de salud pblica. Miden estadsticamente las correlaciones entre capital social, representado por confianza y mortalidad en 39 Estados de los Estados Unidos. Cuanto menor es el grado de confianza entre los ciudadanos, mayor es la tasa de mortalidad promedio. La misma correlacin se obtiene al vincular la tasa de participacin en asociaciones voluntarias con la mortalidad. Cuanto ms baja es la primera, crece la mortalidad. Los investigadores introducen en el anlisis el grado de desigualdad econmica. Cuanto ms alto es, demuestran, menor es la confianza que unos ciudadanos tienen en otros. El modelo estadstico que utilizan les permite afirmar que, por cada punto de aumento en la desigualdad en la distribucin de los ingresos, la tasa de mortalidad sube dos o tres puntos con respecto a lo que debera ser. Ilustran su anlisis con diversas cifras comparadas. Los Estados Unidos, a pesar de tener un ingreso per cpita de los ms altos del mundo (US$ 24.680 en 1993), tienen una esperanza de vida (76,1 en 1993) menor que la de pases con menor ingreso, como Holanda (US$ 17.340, esperanza de vida 77,5), Israel (US$ 15.130, esperanza de vida 76,6) y Espaa (US$ 13.660, esperanza de vida 77,7). Una distribucin ms igualitaria de los ingresos crea mayor armona y cohesin social y mejora la salud pblica. Las sociedades con mayor esperanza de vida mundial, como Suecia (78,3) y Japn (79,6), se caracterizan por niveles de equidad muy altos. La desigualdad, concluyen los investigadores, hace disminuir el capital social, y ello afecta fuertemente la salud de la poblacin. El capital social, al margen de las especulaciones y las bsquedas de precisin metodolgicas, desde ya vlidas y necesarias, est operando en la realidad a diario y tiene gran peso en el proceso de desarrollo. Puede aparecer por medio de las expresiones ms variadas. Por ejemplo, como destaca Stiglitz (octubre de 1998), son estratgicas para el desarrollo econmico las capacidades existentes en una sociedad para resolver disputas, impulsar consensos, concertar el Estado y el sector privado. Hirschman (1984), pioneramente, ha planteado al respecto un punto que merece toda la atencin. Indica que se trata de la nica forma de capital que no disminuye ni se agota con su uso, sino que, por el contrario, ste lo hace crecer. Seala: "El amor o el civismo no son recursos limitados o fijos, como pueden ser otros factores de produccin; son recursos cuya disponibilidad, lejos de disminuir, aumenta con su empleo". El capital social puede, asimismo, ser reducido o destruido. Moser (1998) advierte sobre la vulnerabilidad de la poblacin pobre, en ese aspecto, frente a las crisis econmicas. En cuanto a ellas, resalta: "Mientras que los hogares con suficientes recursos mantienen relaciones recprocas, aquellos que enfrentan la crisis se retiran de tales relaciones ante su imposibilidad de cumplir con sus obligacio-

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EL ROL DEL CAPITAL SOCIAL Y DE LA CULTURA EN EL PROCESO DE DESARROLLO

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nes". Fuentes (1998) analiza cmo en Chiapas, Mxico, las poblaciones campesinas desplazadas, al verse obligadas a migrar, se descapitalizaron severamente en trminos de capital social, dado que se destruyeron sus vnculos e inserciones bsicos. Puede, asimismo, como lo sealan varios estudios, haber formas de capital social negativo como las organizaciones criminales, pero ellas no invalidan las inmensas potencialidades del capital social positivo. La cultura cruza todas las dimensiones del capital social de una sociedad. La cultura subyace tras los componentes bsicos considerados capital social, como la confianza, el comportamiento cvico, el grado de asociacionismo. Como lo caracteriza el informe de la Comisin Mundial de Cultura y Desarrollo de la UNESCO (1996), "la cultura es maneras de vivir juntos [...] moldea nuestro pensamiento, nuestra imagen y nuestro comportamiento". La cultura engloba valores, percepciones, imgenes, formas de expresin y de comunicacin, y muchsimos otros aspectos que definen la identidad de las personas y de las naciones. Las interrelaciones entre cultura y desarrollo son de todo orden, y asombra la escasa atencin que se les ha prestado. Aparecen potenciadas al revalorizarse todos estos elementos silenciosos e invisibles, pero claramente operantes, que involucra la idea de capital social. Entre otros aspectos, los valores de que es portadora una sociedad van a incidir fuertemente sobre los esfuerzos de desarrollo. Como lo ha sealado Amartya Sen (1997), "los cdigos ticos de los empresarios y profesionales son parte de los recursos productivos de la sociedad". Si estos cdigos subrayan valores afines al proyecto reclamado por amplios sectores de la poblacin, de desarrollo con equidad, lo favorecern o, de lo contrario, lo obstaculizarn. Los valores predominantes en un sistema educativo en los medios de difusin masiva, y otros mbitos influyentes de formacin de valores, pueden estimular u obstruir la conformacin del capital social que, a su vez, como se ha visto, tiene efectos de primer orden sobre el desarrollo. Como lo subraya Chang (1997): "Los valores ponen las bases de la preocupacin del uno por el otro ms all del solo bienestar personal. Desempean un rol crtico en determinar si avanzarn las redes, las normas y la confianza". Valores que tienen sus races en la cultura y son fortalecidos o dificultados por sta, como el grado de solidaridad, altruismo, respeto, tolerancia, son esenciales para un desarrollo sostenido. La cultura incide marcadamente sobre el estilo de vida de los diversos grupos sociales. Un significativo estudio realizado en Holanda (Rupp, 1997) trat de determinar diferencias en el estilo de vida entre hogares obreros de un mismo nivel socioeconmico, los cuales se diferenciaban netamente en un aspecto. Algunos de ellos enviaban a sus nios a escuelas con un fuerte nfasis en lo cultural y otros los enviaban a escuelas inclinadas hacia lo econmico. Los comportamientos que surgieron eran muy distintos. Los padres culturalmente orientados utilizaban ms tiempo y energa en formas de arte sencillas como cantar, ejecutar instrumentos musicales y leer un libro cada mes. Su estilo de vida inclua el gusto

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El capital social en accin. Experiencias latinoamericanasQu sucede cuando se realiza un trabajo sostenido de largo plazo sobre la movilizacin de aspectos clave del capital social de una comunidad? Cules son las respuestas observables? Qu oportunidades nuevas y qu dificultades aparecen? Es posible obtener indicios significativos, al respecto, revisando experiencias actualmente en curso. Existe una amplsima gama de ellas a nivel internacional. Algunas han alcanzado celebridad mundial, como la del Grameen Bank de Bangladesh, dedicado a apoyar financieramente a campesinos pobres, que ha logrado sorprendentes resultados apoyndose en elementos que tienen que ver con grado de asociatividad, confianza mutua y otras dimensiones del capital social. Nos concentraremos en nuestro trabajo en experiencias de Amrica Latina, que son indicativas del potencial latente en la regin en esta materia y pueden arrojar

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por formas simples del arte y la bsqueda de una vida saludable, natural y no complicada. Los padres con orientacin hacia lo econmico se centraban en logros econmicos, en bienes materiales y en aspectos como la apariencia externa. Teniendo similares trabajos y niveles de ingresos, la actitud cultural era la variable bsica que estaba impulsando comportamientos muy diversos. En la lucha contra la pobreza, la cultura aparece como un elemento clave. Como agudamente lo destaca la UNESCO, en el informe mencionado (1996): "Para los pobres, los valores propios son frecuentemente lo nico que pueden afirmar". Los grupos desfavorecidos tienen valores que les dan identidad. Su irrespetuosidad o marginacin pueden ser totalmente lesivas a su identidad y bloquear las mejores propuestas productivas. Por el contrario, su potenciacin y su afirmacin pueden desencadenar enormes potenciales de energa creativa. La cultura es, asimismo, un factor decisivo de cohesin social. En ella, las personas pueden reconocerse mutuamente, cultivarse, crecer en conjunto y desarrollar la autoestima colectiva. Como seala al respecto Stiglitz (octubre de 1998), preservar los valores culturales tiene gran importancia para el desarrollo, por cuanto sirven como una fuerza cohesiva en una poca en que muchas otras se estn debilitando. Capital social y cultura pueden ser palancas formidables de desarrollo si se crean las condiciones adecuadas. Su desconocimiento o destruccin, por el contrario, pueden crear obstculos enormes en el camino hacia el desarrollo. Sin embargo, podra preguntarse: lograr esa potenciacin no pertenecer al reino de las grandes utopas, de un porvenir todava ajeno a las posibilidades actuales de las sociedades? En la seccin siguiente del trabajo, se intenta demostrar que eso no es as, que hay experiencias concretas que han logrado movilizar al capital social y a la cultura en escala considerable al servicio del desarrollo y que debe prestrseles la mxima atencin para extraer enseanzas al respecto.

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Villa El Salvador, Per: de los arenales a una experiencia social de avanzadaEn 1971, varios centenares de personas pobres invadieron tierras pblicas en las afueras de Lima. Se les sumaron miles de habitantes de tugurios de Lima. El gobierno intervino para expulsarlos, y finalmente accedi a que se radicaran en un vasto arenal ubicado a 19 km de Lima. Esos 50.000 pobres, que carecan de recursos de toda ndole, fundaron all Villa El Salvador (VES). Se les fueron agregando muchas ms personas y su poblacin actual se estima en alrededor de 300.000 habitantes. La experiencia que desarrollan es considerada muy particular en mltiples aspectos. El plano urbanstico trazado diferencia VES netamente de otra barriadas de pobres. El diseo es de 1.300 manzanas, que configuran 110 grupos residenciales. En lugar de haber un solo centro, donde funcionen los edificios pblicos bsicos, el esquema es totalmente descentralizado. Cada grupo residencial tiene su propio centro, donde se instalaron locales comunales y espacios para el deporte, las actividades culturales y el encuentro social. Esto favorece la interaccin y maximiza las posibilidades de cooperacin. Se da un modelo organizativo basado en la participacin activa. Partiendo de delegados por manzana y por grupos residenciales, los habitantes de VES crean una organizacin CUAVES, que representa a toda la comunidad y que va a tener un peso decisivo en su desarrollo. Establecen casi 4.000 unidades organizativas para buscar soluciones y gestionar los asuntos comunitarios. En ellas participa la gran mayora de la poblacin, y se llega a que cerca del 50% de los mayores de 18 aos ocupen algn cargo como dirigente en trminos organizacionales. Los habitantes de VES desarrollan en estos arenales, carentes de todo orden d recursos y casi incomunicados (deban recorrer 3 km paxa encontrar una va de acceso a Lima), un gigantesco esfuerzo de construccin basado, centralmente, en el trabajo voluntario de la misma comunidad. Un inventario de situacin de fines de 1989 dice que, en menos de dos dcadas, tenan 50.000 viviendas, 38.000 de ellas construidas por los pobladores, el 68% con materiales nobles (ladrillo, cemento, techos de concreto, etc.), haban levantado con su esfuerzo 2.800.000 m2 de calles de tierra afirmada y construido, en su mayor parte con los recursos y el trabajo de la comunidad, 60 locales comunales, 64 centros educativos y 32 bibliotecas populares. A ello se sumaban 41 ncleos de servicios integrados de salud, educacin y recuperacin nutricional, centros de salud comunitarios, una red de

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enseanzas tiles para formular en ellas polticas de desarrollo social. Hemos escogido tres casos que han obtenido resultados de alta relevancia, que son reconocidos en sus pases y a nivel internacional como "prcticas sociales de gran xito" y que son continuamente analizados para buscar posibilidades de replicarlos total o parcialmente.

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El pueblo de Villa El Salvador, con su esfuerzo y su lucha, ha ido construyendo una ciudad de la nada, con cientos de kilmetros de redes de agua y de luz, pistas, colegios, mercados, zona agropecuaria y hasta un parque industrial, conseguido tambin con lucha por los pequeos industriales de la zona.

Se plantea una pregunta de fondo: cmo fue posible lograr estos resultados partiendo de la miseria, en un marco natural tan difcil, en medio de todo orden de obstculos y de la aguda crisis econmica que vivi Per, como toda la regin, en los aos ochenta? Las claves para entender los logros, que no erradicaron la pobreza, pero mejoraron aspectos fundamentales de la vida de la gente de VES y l convirtieron en una barriada pobre diferente, parecen hallarse en elementos incluidos en la idea del capital social. La poblacin originaria de VES estaba conformada, en su mayor parte, por fa milias llegadas de la sierra peruana. Los campesinos de los Andes carecan de toda riqueza material, pero tenan un rico capital social. Llevaban consigo la cultura y la tradicin indgenas y una milenaria experiencia histrica de cooperacin, trabajo comunal y solidaridad. Aspectos centrales de esa cultura, como la prctica de una intensa vida comunitaria, en la que convive la propiedad comunal de servicios tiles para todos con la propiedad familiar e individual, fueron aplicados en VES. Dicha cultura facilit el montaje de esa extendida organizacin participativa, donde todos los pobladores fueron convocados a ser actores de las soluciones de

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farmacias y una razonable estructura vial interna con 4 rutas principales y 7 avenidas perpendiculares, que permitan la comunicacin interna; adems, plantaron medio milln de rboles. Aun con sus habitantes pobres y con serios problemas ocupacionales, como toda Lima, los logros sociales obtenidos por VES eran muy significativos. La tasa de analfabetismo haba descendido del 5,8 al 3,5%. La tasa de matrcula en primaria haba alcanzado el 98% y en secundaria era superior al 90%, todas cifras superiores a las medias nacionales y mucho mejores que las de las poblaciones pobres similares. En salud, las campaas de vacunacin realizadas con apoyo en la comunidad, que haban cubierto a toda la poblacin, la organizacin de la comunidad para la salud preventiva y el control de embarazos haban incidido en un fuerte descenso de la mortalidad infantil al 67 %o, cifra muy inferior a la media naciona que estaba entre el 88 y el 95 %o. La tasa de mortalidad general era tambin inferior a los promedios nacionales. Se registraban, asimismo, avances en materia de obtencin de servicios de agua, desage y electricidad, en un plazo que se estim menor, en 8 aos, que el que tardaban otros barrios pobres para lograrlos, y se haba desarrollado una considerable infraestructura, equipamiento y servicios comunitarios superior a la de otras barriadas. El enorme esfuerzo colectivo realizado ha sido descripto por el varias veces alcalde de VES, Michel Azcueta (1996), del siguiente modo:

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Desde la instalacin misma, la poblacin se organiz para que se construyeran escuelas y los nios no perdieran el ao escolar. Se formaron 12 comits proescuela en los primeros 3 meses y se inici la construccin de muchas aulas en un esfuerzo que, mirado a la distancia, parece enorme y que no se entiende sin acudir a una explicacin sobre sus motivaciones subjetivas. Se empez a dictar clases en aulas que usaban esteras como paredes, las que se impermeabilizaban con plsticos para combatir mnimamente el fro invernal, mientras que el suelo era de tierra apenas afirmada, y los escasos ladrillos fueron reservados para ser usados como precarios bancos por los nios. Estas aulas fueron construidas en jornadas colectivas dominicales, con un entusiasmo y febrilidad que han dejado un recuerdo imborrable entre sus protagonistas.

A favor de estas condiciones se cre en VES un amplio y slido tejido asociativo. S constituyeron organizaciones de jvenes, mujeres, madres, cooperativas de mercados, asociaciones de pequeos industriales y comerciantes, rondas urbanas, coordinadoras y brigadas juveniles, ligas deportivas, grupos culturales de todo orden, etc. La asociatividad cubri en VES los ms variados aspectos. Entre ellos: productores unindose para comprar insumes en conjunto, buscar mancomunadamente maquinarias, mejorar la calidad; ms de un centenar de clubes de madres, que crearon y gestionaron ejemplarmente 264 comedores populares y 150 programas de copa de leche; jvenes que dirigen y llevan adelante centenares de grupos culturales, artsticos, bibliotecas populares, clubes deportivos, asociaciones estudiantiles, talleres de comunicacin, etctera. El trabajo de la propia comunidad, organizada en marcos cabalmente participativos, estuvo en la base de los avances que fue logrando en corto tiempo. El proceso "dispar" el capital social latente, que se fue multiplicando. La creacin, a partir de la nada, de un municipio entero por su poblacin gener una identidad slida e impuls la autoestima personal y colectiva. Como seala Carlos Franco (1992), la ciudad que se cre era la expresin de sus habitantes. No eran simplemente sus pobladores, sino sus constructores. Al crear VES y desarrollarla, se crearo mismos. Por eso, al modo de una marca, cuando se pregunta a los habitantes de VES de dnde son, no contestan como otros, llegados del interior, haciendo refe-

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los problemas colectivos. Funcion con fluidez, a partir de las bases histricas favorables que haba en la cultura campesina peruana. Hasta recetas tcnicas, como las lagunas de oxidacin utilizadas por los incas, fueron empleadas intensamente en VES. stas permiten un procesamiento de los desechos, por va de un sistema de lagunas que lleva a la produccin de abonos, los que despus se usaron en generar zonas verdes y produccin agrcola. La visin anclada en la cultura de los pobladores de VES acerca de la trascen dencia del trabajo colectivo como medio para buscar soluciones impregn desde el inicio la historia de la villa. Aparece reflejada vividamente en cmo se enfrent el problema de construir escuelas. Michel Azcueta (Zapata, 1996) narra:

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Cuando se asiste con alguna frecuencia a reuniones de pobladores y se conversa con los "fundadores" de la comunidad, o sus dirigentes, no resulta difcil advertir expresiones recurrentes de autoconfianza colectiva, certidumbres sobre su disposicin de un poder organizado, cierta creencia en las capacidades de la comunidad para proponerse objetivos y unirse para su logro.

La autoestima fue especialmente cultivada tambin en las escuelas de VES. Los maestros trataron de liberar a los nios de todo sentimiento de inferioridad derivado de sus condiciones de hijos de familias pobres. Procuraron dar seguridad a los nios, para que no se sintieran en minusvala. La cultura cumpli un papel significativo en la experiencia desde sus inicios. En 1974, Azcueta cre y llev adelante el Centro de Comunicacin Popular, espacio destinado a actividades culturales extracurriculares de toda ndole. All surgieron primero talleres de teatro y msica, y luego de otras reas, y se despleg una intenssima labor. Desde esos espacios culturales se procuraba estimular la participacin de la poblacin en las asambleas de toma de decisiones y en las actividades comunales. El teatro de VES produjo, a lo largo de los aos, piezas qu lo llevaron a los escenarios metropolitanos y nacionales. La actividad cultural form parte de la vida cotidiana de la po