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CATEQUESIS 8 EL PROFETISMO: CENTINELAS DE LA ALIANZA PRESENTACIÓN Como podrás observar, el proceso catecumenal pretende llevarte por el camino de las grandes experiencias bíblicas de la fe. Dichas experiencias sintetizan la historia de la salvación, la salvación de Dios en el hombre. En estas catequesis, la experiencia bíblica es el "profetismo". La experiencia profética es una grande y profunda experiencia religiosa. El "profetismo" no consiste en la tarea de adivinar cosas que van a suceder. Algo así como la "buenaventura". Ni mucho menos. Ser profeta es vivir la fe de tal manera que se comunique, que se haga extensiva a los demás, que irradie como el sol y se transmita como el fuego. Por eso vivir la fe auténticamente es vivir como profeta, ya que esa fe, al ser experiencia y testimonio, se convierte en anuncio de esperanza y de salvación o denuncia del pecado. Es lógico que en este "caminar" que estás realizando a través del catecumenado, en búsqueda de una fe auténtica que te permita vivir el bautismo en plenitud, tengas que reflexionar y hacer tuya la experiencia religiosa de los profetas, entre los que está el profeta por antonomasia, Cristo, la Palabra hecha carne.

CATEQUESIS 8

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CATEQUESIS 8

EL PROFETISMO: CENTINELAS DE LA ALIANZA

 

PRESENTACIÓN

Como podrás observar, el proceso catecumenal pretende llevarte por el camino de las grandes experiencias bíblicas de la fe. Dichas experiencias sintetizan la historia de la salvación, la salvación de Dios en el hombre.

En estas catequesis, la experiencia bíblica es el "profetismo". La experiencia profética es una grande y profunda experiencia religiosa.

El "profetismo" no consiste en la tarea de adivinar cosas que van a suceder. Algo así como la "buenaventura". Ni mucho menos. Ser profeta es vivir la fe de tal manera que se comunique, que se haga extensiva a los demás, que irradie como el sol y se transmita como el fuego.

Por eso vivir la fe auténticamente es vivir como profeta, ya que esa fe, al ser experiencia y testimonio, se convierte en anuncio de esperanza y de salvación o denuncia del pecado.

Es lógico que en este "caminar" que estás realizando a través del catecumenado, en búsqueda de una fe auténtica que te permita vivir el bautismo en plenitud, tengas que reflexionar y hacer tuya la experiencia religiosa de los profetas, entre los que está el profeta por antonomasia, Cristo, la Palabra hecha carne.

Por tanto, en esta catequesis se pretenden tres metas:

Tomar conciencia de que vivir la fe significa vivir como profeta.

Descubrir qué significa ser profeta y cuál es su misión.

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Y, por último, convertirnos asumiendo un estilo de vida por el que seamos y vivamos como profetas en nuestro ambiente.

Primera parte

Quiénes son y dónde están los profetas

1. Introducción

No es extraño que preguntemos dónde están los profetas y quiénes son. Sabemos que existieron, pero ¿existen? ¿Puede una comunidad caminar sin profetas? Ciertamente, el pueblo de Dios hubiera perdido el "norte" señalado por Dios en la alianza si los profetas no hubieran sido auténticos "centinelas", vigilantes de esa alianza y del caminar del pueblo.

Urge que reflexionemos sobre quiénes fueron los "profetas", quién puede y debe serlo hoy y si realmente los hay. Quien quiera ser consecuente con la fe, necesariamente tendrá que decir: "Aquí estoy, Señor, mándame. Quiero ser tu profeta".

2. Quiénes fueron los profetas

Se comienza tratando de descubrir la misión profética a partir de la palabra de Dios. Los textos bíblicos aparecen citados en la documentación. Se puede seguir el siguiente esquema:

— Lectura de cada apartado de la documentación.

— Lectura del texto bíblico correspondiente.

— Comentario y diálogo al respecto.

Para una ulterior profundización, el grupo se interroga sobre las siguientes cuestiones:

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¿Qué sugerencias evoca la reflexión anterior sobre lo que es un profeta en orden a la propia vida cristiana?

A la luz de los rasgos analizados sobre el profeta, ¿cuáles serían los rasgos o características del "falso profeta"?

3. Quién puede y debe ser profeta hoy

Para desarrollar este punto conviene leer los textos del Vaticano II que aparecen en el punto 2.Concilio Vaticano II de la documentación; así como el vocablo   Profeta .

Cada texto puede leerlo una persona, e inmediatamente se pasa a reflexionar sobre él, siguiendo las siguientes pautas de reflexión:

¿Cómo ejerció Cristo su misión profética?

¿A quién responsabiliza Cristo para continuar con la tarea profética?

Fundamento de la función profética del cristiano.

Formas fundamentales de realizarse la misión profética.

Campos posibles donde ejercer el profetismo.

4. ¿Dónde están los profetas?

Se escucha primeramente la canción ¿Dónde están los profetas?, que se encuentra en ladocumentación. Seguidamente, en un clima de reflexión, se profundiza sobre las siguientes cuestiones:

¿Son necesarios los "profetas" hoy? ¿Por qué?

¿Es la Iglesia, como comunidad y pueblo de Dios, profeta en nuestra sociedad?

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¿Son los cristianos seglares, colectiva y asociadamente, profetas? Analizar globalmente los distintos grupos eclesiales.

¿Existen testimonios proféticos a nivel individual? Si se conoce algún testimonio significativo, se comenta en grupo.

5. Oración

Esta primera parte de la catequesis se concluye con la siguiente oración, en la que se manifiesta una actitud de disponibilidad para "ser profeta" hoy. Un miembro del grupo puede leerla en voz alta, mientras los demás le siguen en silencio. Se le dice al Señor: "Aquí estoy, mándame. Quiero ser tu profeta".

"Aquí estoy, mándame"

Señor, tú siempre suscitaste profetas en medio del pueblo como "centinelas" de tu alianza. Ellos fueron pregoneros y portavoces de tus promesas salvadoras. Pero ha pasado mucho tiempo y el silencio parece haber sesgado la voz profética. Por eso preguntamos: ¿Dónde están los profetas?

¿Dónde están los profetas?, es el grito de los que sufren, porque necesitan una palabra de consuelo y esperanza en su dolor.

¿Dónde están los profetas?, es la pregunta de los incrédulos, indiferentes y agnósticos, porque el silencio profético confirma la incredulidad.

¿Dónde están los profetas?, es el interrogante de los débiles en la fe, frágiles en la esperanza y raquíticos en la caridad, porque tal pobreza reclama un soporte en su caminar de creyentes.

¿Dónde están los profetas?, es el sentir de muchos hombres sumidos en la desesperanza, atrapados por "la vida sin sentido", perdidos en el laberinto del absurdo. Sí, ¿dónde están los profetas?, gritan una y otra vez, porque el desconcierto existencial les oprime y necesitan extender sus brazos al infinito y levantar sus cabezas a la trascendencia.

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¿Dónde están los profetas?, es, a veces, el reto de los soberbios y engreídos, de los autosuficientes y poderosos, de los orgullosos y arrogantes, porque se han constituido en "dioses" de sí mismos y creen no necesitar "salvación".

Estas y otras preguntas, Señor, son claro signo de que han desaparecido los profetas; y, sin embargo, son necesarios para que de nuevo "destruyan y arrasen" el mal que radica en el pecado y edifiquen y planten tu alianza de salvación. Por eso, como Isaías, te digo: "Aquí estoy, mándame". Sí, señor:

Quiero ser profeta de tu palabra para anunciar a todos los hombres la buena noticia de tu evangelio.

Quiero ser profeta de la esperanza para poner norte a los "sin sentido", ilusión a los "sin sentido", ilusión a los drogados por el pesimismo, proyecto de vida a los anárquicos de la existencia y una nota de colorido y vida a los tristes y sin horizontes.

Quiero ser profeta de tu salvación para llevar la conversión a los pecadores, la liberación a los oprimidos, la salud a los enfermos, la paz á los de corazón desgarrado, la luz a los sumergidos en tinieblas y el agua viva a los sedientos de eternidad. Quiero, en fin, Señor, ser profeta de tu alianza para ser la conciencia crítica de tu pueblo, denunciando su infidelidad y recordándote que tú eres nuestro Dios, el único Dios verdadero, que nos salvas porque nos amas.

Señor, "aquí estoy, mándame".

Quiero ser tu profeta. Amén.

 

Segunda parte 

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Ser profeta es comprometerse en la denuncia del pecado

1. Introducción

El profeta denuncia el mal

Una de las misiones de los profetas era hacer frente a los pecados que prevalecían en el pueblo. No era tarea fácil ser profeta. Significaba, a veces, tener que condenar comportamientos, denunciar injusticias, criticar posturas; en definitiva, poner al descubierto que el pueblo se desviaba del plan y de la ley del Señor.

El mensaje profético no es un mensaje abstracto. La condenación, acusación o advertencia que el profeta hace está centrada en situaciones concretas. Por eso es un hombre inserto en su mundo, sensible a la alianza de Dios y a la infidelidad del pueblo.

El profeta no es un masoquista que se recrea en la condena, sino que sufre y asume, con angustia y dolor, su tarea de maldecir en nombre de Dios.

Ser cristiano es ser profeta. Y como el pecado es una constante en la historia humana, al cristiano corresponde comprometerse en la denuncia del mismo, sobre todo la de aquellos que son causa de otros muchos males.

2. Reflexiones sobre la palabra de Dios

Se reflexiona sobre las siguientes cuestiones, a partir de los textos bíblicos que se indican en cada una de ellas:

¿Cuáles son los principales "males y pecados" que son objeto de denuncia y condena por los profetas? Señalarlos a partir de los siguientes textos bíblicos: Jer 11,14; Is 5,1-7; Is 1,10-18; Am 8,4-7.

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Responsabilidad del profeta en la condena y denuncia del pecado. Consultar Ez 3,16-21.

Dificultad y contrariedad por ser coherente con la misión profética. Consultar Jer 20,7-13.

3. El mal y el pecado continúan en el mundo

Para reflexionar sobre este tema, el grupo se cuestiona sobre los siguientes interrogantes:

¿Qué pecados sociales pesan sobre los hombres y cuáles deben ser denunciados?

¿Cuál es nuestra experiencia y postura frente a dichos pecados? ¿Los afrontamos? ¿Callamos? ¿Los ocultamos? ¿Somos cómplices?

¿Qué posibles causas explican el silencio, muchas veces, de los cristianos (a nivel personal, asociado e institucional) ante los pecados sociales y públicos?

4. Oración-plegaria

¡Oh Dios!, Señor de la luz y del bien, que no quieres la muerte del pecador, sino que viva y se salve. Te rogamos escuches nuestras súplicas en favor de nuestra debilidad, para que seamos tus profetas en la denuncia y condena del pecado que esclaviza al hombre y destruye tu alianza, hecha a nuestros padres. Por eso, Señor: Danos la luz de tu verdad.

Para ahogar las tinieblas de la mentira y de la hipocresía, que prevalecen en las relaciones del hombre contigo y con los demás hombres:

Danos oídos atentos y mirada vigilante.

Para escuchar tu grito de dolor por la infidelidad de tu pueblo y desvelar las apariencias humanas que cobijan egoísmos y maldad:

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Danos sensibilidad de espíritu y coherencia de vida.

Para percibir y condenar los muchos pecados sociales que destruyen las relaciones entre los hombres y siembran desigualdades, opresiones y esclavitudes:

Danos fortaleza y valentía.

Para no callar y denunciar cuando el silencio es complicidad en el pecado; para arrasar y destruir cuando la pasividad es colaborar en la injusticia; para permanecer fieles y constantes en la lucha cuando el huir es desertar de tu alianza, y, en fin, danos fortaleza y valentía para no defraudarte en la función profética, a pesar de la incomprensión, rechazo y desprecio de los autosuficientes y seguros de sí.Amén.

 

Tercera parte

Ser profeta es comprometerse en el anuncio de la salvación

1. Introducción

El profeta anuncia la salvación

La "vocación" del profeta lleva siempre consigo una "misión", esto es, ser portavoz de la palabra de Dios. Ya hemos visto que una de las funciones del profeta, en razón de su misión, es la de condenar y denunciar fundamentalmente la infidelidad del pueblo a la alianza de Dios.

Sin embargo, la acción profética no se reduce a pronunciar palabras condenatorias, sino que también tiene la misión de anunciar la salvación, a pesar del pecado del hombre: "Juro que

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no quiero la muerte del malvado, sino que cambie su conducta y viva" (Ez 33,11).

En consecuencia, el profeta invitará a la conversión y, además, alentará al pueblo con la nueva alianza. De ahí que el profeta, amén de "destruir, arrancar, arruinar y arrasar", está puesto para "levantar, edificar y plantar" (Jer 1,10).

Es muy importante descubrir la faceta del profeta como mensajero de esperanza. Hay que tener en cuenta que Israel vivió la experiencia del exilio y el destierro como experiencia de castigo a sus pecados. Lógicamente, la voz de los profetas anunciándole que Dios sigue salvando, y, por tanto, que es posible una nueva alianza, se convierte en una esperanza que da sentido a toda su historia, pero en clave de arrepentimiento y conversión.

El cristiano se inserta en un mundo en el que su fe tiene que tener un sentido de esperanza, de anuncio de salvación. Vivir la fe es vivir la experiencia profética de ser mensajero de que Dios salva, sigue salvando y es nuestra alianza.

2. Reflexión sobre la palabra de Dios

Se reflexiona sobre las siguientes cuestiones, partiendo siempre de los textos bíblicos que se citan:

Comentar la "misión" encomendada al profeta según Is 61,1-5.

¿En qué consiste el mensaje de salvación que ofrecen los profetas? Consultar Is 35,3-10; Jer 31, 31-34; Is 65,16-25.

3. Ser pregoneros y testigos de la salvación hoy

Antes de que el grupo entre en diálogo sobre las cuestiones que se señalan, conviene escuchar —o cantar— la canción Queremos,   de R. Cantalapiedra , cuya letra se encuentra en la documentación. Esta canción sitúa al grupo catecumenal

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en orden a su compromiso profético hoy. El diálogo discurrirá en torno a estas cuestiones:

¿Qué clase de "esperanza" y "salvación" debemos anunciar y llevar los cristianos a los hombres?

Seleccionar y comentar algún "testimonio" de persona que realice realmente una función profética de esperanza.

¿De qué formas podemos ser portadores de esperanza y salvación en un mundo "satisfecho", "poderoso", "suficiente" y "seguro de sí"?

¿Qué exigencias concretas impone el "ser cristiano" si "vivir en la fe" significa "vivir como profeta"?

4. Momento de oración

¿A quién enviaré?

¿A quién enviaré?¿Quién irá en mi lugar?,¿quién a los hombres la esperanza anunciará?¿quién será mi profeta?, ¿quién por mí hablará?,¿quién será mi testigo en la verdad?

Tú eres mi elegido, tú irás en mi lugar,tú has de ser un profeta de la paz.Hablarás a mi pueblo, la maldad denunciarás,con mi fuerza, mi testigo tú serás.

¿Cómo dices, Señor?,¿que yo iré en tu lugar?Tú sabes que soy pequeñoy que apenas sé hablar.Pues mis labios son impurosy me da miedo luchar,no soy digno. Tú ya sabes que es verdad.

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No tengas miedo, te voy a purificar.No te inquietes. Yo por ti voy a actuar,Te basta mi gracia, sólo en mí has de confiar, pues mi Espíritu en tu ayuda acudirá.

(Cf el disco Camino de Emaús, en Ediciones Paulinas).

 

Cuarta parte

Celebración: Jesús es el profeta

1. Introducción

Esta celebración tiene el sentido de vivir un momento fuerte de oración y de expresión celebrativa de la fe, teniendo como mensaje central a Jesús, el profeta por antonomasia.

Va a consistir fundamentalmente en dos sesiones: una será de trabajo de grupos y la otra la celebración propiamente dicha.

2. Trabajo en grupos

El grupo catecumenal —o los grupos, si son varios los que asisten a la celebración— se divide en pequeños grupos para reflexionar sobre los textos bíblicos. Una vez que se ha concluido este trabajo, comienza la preparación de la celebración.

Para la reflexión sobre los textos bíblicos, se tendrán en cuenta los siguientes puntos, partiendo de la lectura de los textos bíblicos:

— Textos: Heb 1,1-4; Lc 4,14-24; Mt 11,1-6.

— Pautas para la reflexión:

¿Cuál es la diferencia entre Jesús como profeta y los profetas que le precedieron? (cf Heb 1,1-4).

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¿Qué consecuencias se derivan del comportamiento y de las palabras de Jesús en la sinagoga? (cf Lc 4,14-24).

Analizar el tipo de respuesta que Jesús da a los discípulos del Bautista (cf Mt 11,1-6).

— Síntesis: Cada grupo elabora una breve síntesis del conjunto de los textos en la que se resalten las implicaciones y exigencias que se derivan para el grupo. La síntesis se expondrá en la celebración, después de la proclamación de la Palabra.

Ya hemos dicho que puede celebrarse la eucaristía o bien hacer una celebración de la Palabra. En cualquier caso, es muy importante comenzar la celebración teniendo todo preparado: cantos, moniciones, lecturas, oraciones, local...

3. Celebración

La celebración puede seguir, en líneas generales, el siguiente esquema, que habrá que desarrollar Y preparar:

— Rito introductorio:    Monición de introducción.     Canto de entrada.    Saludo del presidente.

— Rito penitencial:    Cantos o preces penitenciales.

Proclamación de la Palabra:     Monición a la primera lectura.    Proclamación: Heb 1,1-4.    Monición al evangelio.    Proclamación: Lc 4,14-24; Mt 11,1-6.     Exposición de los grupos.    Síntesis del presidente.

— Preces de los fieles:    Se pueden utilizar las que están al final o bien las que elabore el propio grupo.

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— Comunión:    Canto de la paz.     Cantos de comunión.

— Final:    Monición de despedida.     Canto.

Preces de los fieles

Hermanos, oremos a Dios, nuestro Padre, y a Cristo, el Señor, para que escuchen nuestras oraciones y atiendan las súplicas que en ellas hacemos:

Por la Iglesia de Jesucristo, para que su presencia en el mundo sea "palabra" que ilumine el destino de los hombres y "testimonio" que arranque la conversión. Roguemos al Señor.

Por las autoridades y gobernantes de loo pueblos, para que en su ejercicio sean auténticos servidoras de la comunidad y la conduzcan hacia la libertad, la justicia, la convivencia y la paz. Roguemos al Señor.

Por los grupos, asociaciones y movimientos cristianos, para que sean "comunidades eclesiales" vivas y testimoniales, y comprometidas en la defensa del evangelio y en la condena de toda estructura de injusticia y de pecado. Roguemos al Señor.

Por todos los cristianos, para que asuman con responsabilidad y coherencia de vida el "ser profeta" en su ambiente: que prediquen con el ejemplo, que denuncien la injusticia con valentía, que hablen del evangelio con sencillez y que lleven alegría y esperanza al trabajo y a la vida. Roguemos al Señor.

Por todos nosotros aquí reunidos, por esta comunidad que busca vivir la autenticidad del bautismo, para que descubramos que vivir la fe es vivir como profetas y, en consecuencia, seamos, como grupo y como individuos,

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testigos de la salvación que Jesús ha traído al mundo. Roguemos al Señor.

Oh Dios, danos la fuerza de tu espíritu para ser tus profetas entre los hombres y haz que sea realidad cuanto te hemos pedido. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Documentación

1. ¿Quiénes fueron los profetas'?

El profeta no es un adivino. Para muchos, la idea que existe de "profeta" es la del "adivino", el que se dedica a predecir el futuro o algo así como el encargado de hacer la "buena o malaventura". El "adivino" habla por propia cuenta y de su propia sabiduría. El profeta, sin embargo, es un "enviado de Dios" (cf el texto de Dt 18,9-15).

El "profetismo" es un don, una llamada. Ser profeta no es un capricho ni un "hobby". Al ser una "vocación", una "llamada de Dios", nadie puede serlo si no se ha recibido ese "don" de Dios. Lógicamente es Dios quien suscita, elige y determina quiénes van a ser "profetas" a su servicio (cf el texto de Jer 1,4-8).

El profeta está al servicio de la palabra de Dios. Si Dios es el que "llama" y "suscita" a los profetas, lo hace para que ellos sean sus "enviados" a transmitir su Palabra. El profeta, por tanto, no habla en nombre propio ni de sus preferencias, sino en nombre de Dios y según lo que Dios quiere (cf el texto de Dt 18,17-22).

El profeta es "testigo" de la verdad que anuncia. La vocación profética tiene su origen en un encuentro con Dios. Hay, pues, una experiencia de Dios. El profeta comunica, transmite, traduce a lenguaje asequible a los hombres la verdad que Dios le transmite a él, hasta el punto que a veces son los "gestos" y la propia "vida" del profeta los vehículos de comunicación del

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mensaje divino. El profeta realiza en su vida lo que Dios quiere comunicar al pueblo (cf el texto de Ez 24,15-27).

El profeta asume responsable y consecuentemente la misión profética. No es tarea fácil profetizar siendo fiel al mensaje que se transmite, sobre todo si es condenatorio. La dificultad lleva a sentirse débil, impotente e incluso a huir; sin embargo, la palabra de Dios a la que sirve se convierte en exigencia vital, imposible de rechazar (cf el texto de Jer 20,7-11).

El profeta, centinela de la alianza, condena el pecado y anuncia la esperanza. La síntesis de la función profética hace referencia a la alianza que Dios ha hecho con su pueblo. La infidelidad y la ruptura de la alianza exige que el profeta se convierta en pregonero que denuncia dicho pecado. Pero la voz del profeta no sólo es condenatoria, sino que también se alza para anunciar la salvación, traer la esperanza al pueblo y la invitación a la conversión. Siempre es posible por parte de Dios una nueva alianza si el pueblo se convierte. El profeta, pues, vigila para que la alianza sea cumplida fielmente (cf el texto de Ez 33,7-11).

2. Concilio Vaticano II

Ser profeta es función de todo tiempo: ayer, hoy y mañana. El profetismo tuvo una especial resonancia en el Antiguo Testamento.

Podemos pensar que la función del profeta es una "tarea" pasada, veterotestamentaria. Sin embargo, no es así. El ejercicio del profetismo alcanzó su culmen con Jesucristo, quien se lo transmitió a su Iglesia. Por tanto, ser profeta es una tarea de toda la Iglesia y de cada uno de los que a ella pertenecen por el bautismo.

Dice así el Concilio Vaticano II:

"Cristo, el gran profeta, que proclamó el reino del Padre con el testimonio de la vida y con el poder de la Palabra, cumple su misión profética hasta la plena manifestación de la gloria no sólo a través de la jerarquía, que enseña en su nombre y con su poder, sino también por medio de los laicos, a quienes,

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consiguientemente, constituye en testigos y les dota el sentido de la fe y de la gracia de la Palabra (cf He 2,17-18; Ap 19,10) para que la virtud del evangelio brille en la vida diaria, familiar y social. Se manifiestan como hijos de la promesa en la medida en que, fuertes en la fe y en la esperanza, aprovechan el tiempo presente (Ef 5,16; Col 4,5) y esperan con paciencia la gloria futura (cf Rom 8,25). Pero no escondan esta esperanza en el interior de su alma, antes bien manifiéstenla, incluso a través de las estructuras de la vida secular, en una constante renovación y en un forcejeo con los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos (Ef 6,12).

...Los laicos quedan constituidos en poderosos pregoneros de la fe en las cosas que esperamos (cf He 11,1) cuando, sin vacilación, unen a la vida según la fe la profesión de esa fe. Tal evangelización, es decir, el anuncio de Cristo pregonado por el testimonio de la vida y por la Palabra, adquiere una característica específica y una eficacia singular por el hecho de que se lleva a cabo en las condiciones comunes del mundo" (LG 35).

3. Vocablo: "Profeta"

"Persona llena del Espíritu del Señor, que habla en su nombre.

Mensajero e intérprete de la palabra de Dios. Anuncia la acción salvadora de Dios y denuncia el pecado del hombre.

Invita constantemente a la esperanza y a la conversión. Jesús es el gran profeta. En la primitiva Iglesia, san Pablo consideraba a la profecía como un carisma recibido para el bien de la comunidad, que situaba al profeta en segundo lugar, dentro de la comunidad, inmediatamente después de los apóstoles y de sus sucesores.

El ministerio profético supone una acción positiva de Dios: elección, vocación, misión. Dios exige a cambio una entrega total de aquel a quien llama" (CEEC, Con vosotros está 1, SNC, Madrid 1976, 79).

4. Canción: "¿Dónde están los profetas?"

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"En dónde están los profetas que en otros tiempos nos dieronlas esperanzas y fuerzas para andar, para andar.

En la ciudad, desde los campos,entre nosotros están (bis). 

En la ciudad, ¿dónde están? En el mar, ¿en dónde están?

En la ciudad, ¿dónde están? (bis).

Sencilla cosa es la muerte, difícil cosa la vida,cuando no tiene sentido ya luchar.

En dónde están los profetas...

Nos enseñaron las normas para poder soportarnos,y nunca nos enseñaron a amar.

En dónde están los profetas..."

(CANTALAPIEDRA)

5. Canción: "Queremos"

"No queremos a los grandes palabreros. Queremos a un hombreque se embarque con nosotros,que llore con nosotros,que ría con nosotros,que beba con nosotrosel vino en la taberna.

Que coma en nuestra mesa, que tenga orgullo y rabia, que tenga corazón y fortaleza.

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        Los otros no interesan (tres).

No queremos a engañosos pregoneros. Queremos a un hombre: que se acerque a nosotros, que luche por nosotros, que cante con nosotros, que beba con nosotros el vino en la taberna.

Que sepa nuestras penas, que tenga orgullo y rabia, que tenga corazón y fortaleza.

Los otros no interesan" (tres).

        (CANTALAPIEDRA)