Clase Obrera y Sociabilidad

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  • CLASE OBRERA Y SOCIABILIDAD ANTES DE 1848Author(s): M. Agulhon and Eduard J. VergerSource: Historia Social, No. 12 (Winter, 1992), pp. 141-166Published by: Fundacion Instituto de Historia SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/40657950 .Accessed: 12/09/2014 08:00

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  • CLASE OBRERA Y SOCIABILIDAD ANTES DE 1848

    M. Agulhon

    La historia de la lucha de clases es aceptada desde hace varias decenas de aos como un tema histrico mayor; el movimiento obrero y el socialismo estn hoy en da bien integra- dos en los cuadros de conjunto de la historia poltica y social; por decirlo brevemente, en la gran historia, o en la historia, sin ms.

    La historia de la vida cotidiana est, en cambio, mucho menos adelantada en este camino hacia la legitimidad. Cuando no es evocada en una especie de apndice de la histo- ria econmica ("las transformaciones de la vida material y sus consecuencias"), se la abandona, ya sea a la "pequea historia" de los aficionados a lo pintoresco y a las curiosi- dades, o ya a la etnologa retrospectiva; sta, generalmente escrita por los mismos etnlo- gos, no carece, ciertamente, de gravidez, pero en ella el concepto de "gnero de vida tradi- cional" oculta demasiado a menudo consideraciones de cronologa que seran instruc- tivas. l

    Hay, sin embargo, un dominio en el cual la fosa entre la historia "eventual" y la histo- ria de lo cotidiano es menos amplia que en otros, y es el de la historia obrera. Los historia- dores especialistas en el movimiento obrero son por lo general ellos mismos amigos, o sea militantes, de ese movimiento, y por lo tanto se adhieren al postulado segn el cual ese movimiento es una accin cuyo sujeto es una clase, una especie de ser colectivo suscepti- ble de descripcin y de anlisis; una clase cuya existencia como tal conviene demostrar poniendo el acento en las singularidades que la aislan de la sociedad global. Hay ah ya un primer motivo para describir la clase globalmente, y en todos sus aspectos. Otro motivo es ms simple an: los obreros se ha afirmado rebelndose, principalmente porque su vida cotidiana era insoportable; estudiar sus vivencias forma parte, pues, de la investigacin de las causas mismas de su accin colectiva.

    Sea lo que sea de estas diversas razones, el hecho es, a nuestro parecer, que han sido numerosos los historiadores del movimiento obrero que han figurado en la vanguardia de otro movimiento: el que empujaba a los historiadores al encuentro con lo cotidiano, lo fol- klrico y lo etnogrfico. 2 Todo esto es sabido o presentido, y no tenemos intencin de

    Original publicado en Histoire vagabonde, I, pp. 60-97 Editions Gallimard, 1988. Publicado por prime- ra vez, en traduccin inglesa, en The Power of the Past, Essays for Eric Hobsbawn, ed. P. Thane, G. Crossick y R. Floyd, Cambridge University Press, 1984. 1 Algunos elementos de discusin sobre este tema en el artculo que precede a ste, en Histoire vagabon- de, I: "Les Chambres en basse Provence: histoire et ethnologie". 2 Citaremos principalmente The Age of Capital, 1848-1875, Londres, Weidenfeld & Nicolson, 1976 [La era del capitalismo, Labor, Barcelona, 1977]; y Primitive Rebels, Manchester, M. Univ. Press [Rebeldes primi- tivos, Ariel, Barcelona, 1968]. Otro ejemplo brillante del avance britnico en este terreno, el clsico The Making of the English Working Class de E. P. Thompson, Londres, Gollanez, 1963 [La formacin histrica de la clase obrera, Laia, Barcelona, 1977]. Para la produccin francesa, vase J. Droz, Histoire genrale du socialisme, Pars, PUF, 1972, t. I, Des origines 1875 [Historia general del socialismo. De los orgenes a 1875, Destino, Barcelona, 1976]; y para la produccin posterior a esta fecha, la revista Le Mouvement social, Pars, ditions ouvrires, trimestral.

    Historia Social, n. 12, invierno 1992, pp. 141-166. I 141

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    comentar ms largamente estas relaciones entre vanguardismo poltico y vanguardismo epistemolgico.

    Queramos simplemente recordar que el estudio propuesto en estas pocas pginas res- ponde a un gnero histrico ya bien delimitado, el de la historia de la vida obrera, en Francia, en esta primera mitad del siglo xix, que es el perodo de emergencia del "movi- miento obrero".

    El tema propio de este estudio no es en s mismo de los ms originales: la sociabili- dad... entendiendo por tal la aptitud especial para vivir en grupos y para consolidar los grupos mediante la constitucin de asociaciones voluntarias. El obrero est, en efecto, por su condicin especfica, rodeado, tanto en el taller como en el barrio, de congneres cuya suerte comparte, y la asociacin es, pues, consecuencia natural de ello, si es que hay algo natural en la materia; 3 su condicin, por otra parte, lo impulsa a protestar, a l que es pobre y dbil, contra algo mucho ms fuerte que l. Ahora bien, es sabido que "la unin hace la fuerza". Asociacin en lo cotidiano y asociacin para la lucha, no seremos, cierta- mente, el primero en intentar acercarlas. Pero quiz tenga cierto inters continuar el expe- diente.

    Quiz haya que decir tambin desde ahora, para sealar sin ms demora la orienta- cin de este artculo, que la asociacin, en la Francia de 1800 a 1848, no es slo un hecho o un gran tema de la historia obrera; ciertamente, lo es, como acabamos de decir, porque la vida obrera es naturalmente gregaria, despus fraternal, y luego militante; y lo ser tanto ms cuanto que el obrero, despus de 1830, llegar a propugnar la asociacin no solamen- te como instrumento de ayuda mutua sino tambin como instrumento de produccin aut- noma, colectiva y, en consecuencia, equitativa; la asociacin concebida como cooperativa ser una de las palabras clave del socialismo obrero de 1848.

    Pero la asociacin es tambin, al mismo tiempo, una fuerte tendencia de la vida... hay que decir de la vida "burguesa" o de la vida de la sociedad global? Hemos llamado la atencin, hace algunos aos, sobre ese hecho escribiendo Le Cercle dans la France bour- geoise (1800-1848), tude d'une mutation de sociabilit. 4 El individualismo burgus -tal como demostramos- de ningn modo ha desdeado el uso de la asociacin para apropiarse ms fcilmente y con los mnimos costes las comodidades de la vida, desde las realizacio- nes de la cultura hasta los servicios y comodidades materiales que proporciona un Club a la inglesa. Y el liberalismo burgus ha necesitado instancias de concertacin para hacer efectiva y eficaz la poltica parlamentaria y electoral. Todo un movimiento ha empujado as a la Francia ilustrada hacia la constitucin de asociaciones, no obstante la desconfianza que la asociacin de hecho inspiraba, por ms de un siglo todava, en el Estado posnapo- lenico. Ese Estado, en efecto, se haba hecho obsesivamente desconfiado, de su izquierda por la obsesin del club jacobino, y de su derecha por el espectro de las congregaciones. Haba, pues, por decirlo as, un conflicto entre una sociedad civil asociacionista y un Estado antiasociacionista. Este conflicto llen el siglo, y guarneci sus archivos de cajas enteras de expedientes de vigilancia de las asociaciones. 5 Por lo dems, es en parte por la

    3 Desde 1856, el republicano Eugne Bonnemre, para demostrar la rudeza y la barbarie de la vida del campo, la opona a la vida normalmente sociable del obrero de las ciudades. "El taller rene a los trabajadores, y son pocos los que no son miembros de alguna sociedad modesta que los rene aun en las horas de ocio. Trabajan en sociedad, reposan, se divierten, en sociedad...", E. Bonnemre, Histoire des paysans depuis la fin du Moyen gejusqu ' nos jours, Paris, Chamerot, 1856, p. 429.

    I 4 Paris, A. Colin, col., Cahiers des Annales, n. 36, 1977. Archivo Nacional, en diversas subrubncas de la subsene F7, entre las cuales servira de guia el inventano

    I5

    levantado por I. Chaumi. En Le Cercle..., op. cit., hemos dado las cotas correspondientes a las principales investigaciones, pero las fuentes principales estn en el archivo departamental, serie M. Recordamos que el archivo de la prefectura de polica est lleno de lagunas por lo que respecta al perodo anterior a 1871.

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  • va de la vigilancia de los crculos y sociedades burguesas como nos llegan a veces datos suplementarios, marginales e involuntarios, sobre ciertos aspectos del asociacionismo obrero.

    Existe, sin embargo, una diferencia considerable entre la sociabilidad de las clases superiores y la de la clase obrera (o popular en general). No hay asociacin, ya sea infor- mal (simple reunin de habituales) o formal (con estatutos y reglas escritas), sin que exista un lugar de reunin estable. Este lugar es un bien material, un capital. Para el rico, la difi- cultad no es, pues, grande. La sociabilidad informal de la vida de saln se desarrolla en los salones, precisamente, de los grandes pisos aristocrticos o burgueses. La sociabilidad for- mal del crculo de hombres se desarrolla en un local alquilado o comprado a expensas del fondo comn, pero son gastos que se pueden soportar holgadamente.

    El obrero, por su parte, es muy pobre y est muy estrechamente alojado. El estudio de la sociabilidad obrera requiere pues, previamente, que nos preguntemos

    sobre sus lugares de ejercicio. Este problema nos servir para subdividir los anlisis que sucesivamente haremos de las prcticas informales, antes de llegar a las asociaciones cons- tituidas.

    I. Tipologa de la sociabilidad obrera

    Los lugares de la sociabilidad formal: el taller

    El lugar de trabajo puede ser un lugar de reunin y de conversacin amigables. Cuando se evoca el sitio de las veladas en la vida de antao, no se limita a la clsica vela- da de los grupos de familias campesinas en la sala de la granja o en el establo, se recuerda tambin la de los vecinos que se renen en el taller de un artesano, un zapatero, por ejem- plo, que prolonga hasta tarde su jornada trabajando con luz artificial. 6 Pero esto no es lo ms caracterstico de la vida del proletariado concentrado. En cambio, es en un medio tpi- camente obrero, el del textil lions, donde nos sita el proletario Joseph Benot cuando traza el cuadro de la propaganda comunista hacia 1840.

    La discusin oral y la predicacin pblica tenan tambin mucha parte en esta propaganda de todo instante. Las reuniones al aire libre durante el verano, mantenidas en los bosques o los prados cercanos a Lyon, y en los talleres en invierno, completaban la obra que los libros haban comenza- do. [...]

    Figuraos veinte o treinta personas de todas las edades y de ambos sexos reidas en un taller de tejedores y situadas en todos los rincones que quedaban libres por los intervalos que separan los ofi- cios, y esta asamblea alumbrada por una o dos lmparas de obreros que proyectaban una claridad dudosa. [...]

    Otras veces, estas asambleas tenan lugar en el taller de un plegador, pieza siempre vasta y que poda contener un mayor nmero de oyentes... 7

    En otras corporaciones de oficio, la conversacin extraprofesional en pleno taller poda ser favorecida y preparada por una costumbre establecida: en casa de los sastres, por turno, un compaero lea en voz alta para distraer a sus camaradas ocupados en coser. 8

    6 Se encontrarn ejemplos, para Pro venza, en la conocida obra de Frdric Mistral, Mes origines, I Mmoires et Rcits, Pars, Plon-Nourrit, 1906. I 7 Joseph Benot, Confessions d'un proltaire, Pars, Editions Sociales, 1968, p. 74. I 8 Sobre los sastres de Pars, una tesis manuscrita de M. Akashi, dirigida por Michelle Perrot, Pars, I Universidad de Pars VII, 1978. El detalle citado est en la p. 58. I 143

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    s; 8

    Trabajadores metalrgicos

    Este ejercicio de una sociabilidad en el taller mismo, de la que se nos informa sobre todo cuando es subversiva, pero que evidentemente se instal como espontnea y acostum- brada, supona el acuerdo del obrero jefe de taller o la tolerancia del capataz responsable. Los reglamentos de taller de la gran fbrica moderna lo reprimirn, pero atestiguando por eso mismo su existencia.

    En todo caso, otro testigo obrero de los aos de 1 840, Norbert Truquin, es perfecta- mente claro. El obrero infeliz, segn l, "aunque parezca ms libre", es el obrero en un cuarto; es ste quien,

    ...para escapar de ese aislamiento que le pesa, va a buscar a la sociedad en la taberna; all se informa de los precios dados por las hechuras, de las condiciones de trabajo; se bebe su botella cantando algunas coplillas, y luego regresa a su infecto tugurio. En las fbricas, al contrario, los talleres estn caldeados, suficientemente aireados y bien iluminados; all reinan el orden y la limpieza; el obrero se encuentra all en sociedad. Los capataces, en esa poca, eran menos exigentes en la cantidad que en la calidad. Las ganancias se elevaban a diez francos a la semana, a veces a veinte francos: se pagaban los precios convenidos sin ms comentarios. En ausencia de los capataces, se contaban his- torias y piezas de teatro; algn gracioso, improvisando un plpito, se diverta predicando; el tiempo

    _ pasaba alegremente. 9

    144 I I 9 Norbert Truquin, Mmoires et aventures d'un proltaire travers la Rvolution, Paris, Maspero, 1977, I pp. 50-51.

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  • Los lugares de la sociabilidad informal: la "chambre "

    Si es natural tener asamblea en el lugar de trabajo, a poco que se tolere esa costumbre, lo es ms an reunirse all donde se regresa al caer la tarde para dormir. Cmo podran, viviendo en la aglomeracin familiar del tugurio? Sin embargo, algunos pueden porque, siendo jvenes solteros o emigrantes momentneamente alejados de una familia rural, viven en esa especie de dormitorios que se suele llamar chambres. sta puede ser un gra- nero habilitado por el dueo de la fbrica en las proximidades de los talleres, o tambin una habitacin perteneciente a un hospedero profesional, generalmente encargado de taberna. 10

    La palabra chambre en el sentido de dormitorio, y de grupo de hombres que contie- ne ese dormitorio, ha llegado hasta el siglo xx por su uso en la vida militar. Pero en el siglo xix evoca los obreros tanto como los soldados, n y es evocador de sociabilidad, al menos tanto como de sueo: para los carpinteros, "la vida en chambre, las veladas en casa de los taberneros, facilitan las relaciones". 12

    Ahora bien, el fenmeno no se limita a Pars, Lyon y Marsella. De un estudio indito sobre los inicios del movimiento obrero en Cette (hoy Ste,

    Hrault), 13 se deduce que en 1835 una huelga masiva de trabajadores toneleros caus gran impresin: la gendarmera descubri que la organizaba un comit al que llamaban "la Chambre", y que esta "Chambre" coordinaba a una multitud de "secciones" o "chambres". Lo cual equivala a decir que los huelguistas se haban organizado sobre la base natural de sus lugares de habitacin colectiva.

    Chambre se ve llamada as a tomar poco a poco una connotacin de foco de propa- ganda y de lucha.

    Es mediante este rodeo, por otra parte, como hemos comprendido al fin por qu las autoridades de polica y los burgueses de Provenza, antes y despus de 1848, llamaron tan frecuentemente "chambres" a lo pequeos crculos de campesinos y lugareos que se referan a s mismos como "chambrettes". 14 Estas "chambrettes" de los provenzales eran crculos (chambres) de poca monta, crculos (chambres) de gente humilde, de ah el dimi- nutivo. No eran "chambres" porque no dorman en ellas, la gente iba all a pasar la velada

    10 Los huspedes de la chambre son, naturalmente, los clientes de la taberna, con la ventaja de que, si velan, beben y juegan en la habitacin, pueden prolongar la velada ms all de lo que permitira el reglamento de polica relativo a la taberna. Esto inquietaba a la polica. Eso es al menos lo que se desprende de dos textos de 1 822 y 1 824, referentes a Pars, uno de los cuales concierne a unos obreros y el otro a unos estudiantes. (El Livre Noir de Messieurs Delavau et Franchet, Paris, Moutardier, 1829, t. III, pp. 407-408 y t. IV, p. 29). 11 Los ejemplos abundan: N. Truquin, op. cit., p. 55 (albailes, en Paris, h. 1840); A. Perdiguier, Mmoires d'un compagnon, obra postuma, varias veces editada en el siglo xx, citamos segn la edicin de bol- sillo, UGE, Pars, p. 86 (se trata de obreros ebanistas en Marsella, h. 1825); M. Nadaud, Mmoire de Lonard, anden garon maon, ltima edicin, Pars, Hachette, 1976, passim (se trata de albailes en Pars de 1830 a 1 848); o tambin tal informe de polica parisina ("el orden y la concordia reinan en las chambres de obreros en construcciones") citado por G. de Bertier de Sauvigny, "Les ouvriers d'industrie Paris sous la Restauration", en Bull de la Socit d histoire moderne, suplemento de la Revue d'histoire moderne et contemporaine, 1976- l.p.27. 12 Testimonio de Perdiguier citado por Remy Cossez, Les Ouvriers de Paris, Pans, Soc. d histoire de la rvolution de 1848, 1968.

    13 Michele Querol, tesis de licenciatura, manuscrito dirigido por G. Cholvy y M. Agulhon, Universidad Paul Valry, Montpellier, 1971. 14 Vase M. Agulhon, Pnitents et franc-maons de l'ancienne Provence, Paris, Fayard, 1968; La Vie sociale en Provence intrieure au lendemain de la Rvolution, Paris, Clavreuil, 1971; La Rpublique au village, Paris, Pion, 1970. Vase igualmente Lucienne Roubin, Chambrettes des Provenaux, Paris, Pion, 1973; as como el artculo que precede a ste en Histoire vagabonde, I. I 145

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    y despus regresaba con su familia. Pero como se jugaba, se beba y se haca poltica, su conducta un poco inquietante los aproximaba a las prcticas obreras. Tambin se les apli- caba fcilmente, a pesar de su impropiedad, pero a causa de una homofona parcial, el tr- mino obrero y francs chambre, ocultando el trmino dialectal y campesino chambreto.

    Una prueba ms, por si haca falta, de que la chambre de obreros se vea como un lugar de sociabilidad activa, o, si se prefiere, que los obreros encontraban en ella un vncu- lo frecuente y usual.

    La sociabilidad informal no se reduce, pues, a la taberna. Con todo, tenemos que acercarnos a ella, pues evidentemente contaba mucho.

    Los lugares de la sociabilidad informal: tabernas y ventorrillos

    Los textos de origen burgus o administrativo, las descripciones de poca sobre la taberna y su frecuentacin por parte del obrero son tan abundantes que dan la impresin de que todo est dicho. Podemos intentar, sin embargo, aportar algunas precisiones, o, ms exactamente, algunas distinciones. Qu tabernas? Dnde estaban situadas? Cundo se acuda a ellas? Quines se encontraban all? 15

    Pero antes, para qu ir a la taberna?, para escapar de la familia, de sus cargas y de sus deberes? se es el tema bienpensante de la inmoralidad obrera. La taberna, producto del vicio, aleja de la familia, lugar de virtud. A lo que los amigos de la clase obrera, ate- nuando el hecho, sin negarlo absolutamente, respondan, desde esa poca, que el Mal esta- ba en otra parte, no en las inclinaciones de los obreros. Flora Tristan, tan fina observadora como admirable apstol, vea ms bien en la familia el lugar de la tristeza y la discordia, y en la taberna un pobre remedio: la organizacin social est hecha de tal modo, argumenta, que la mujer del pueblo, menor jurdicamente, sin recursos o menos pagada que el hom- bre, casi siempre menos instruida que l, es poco menos que inevitablemente desdeada y maltratada por su marido; la mayor parte de las parejas obreras son infelices; as pues, taberna; pero la culpa es de arriba. 16 Otro argumento, del todo diferente pero complemen- tario, ste dado por L Atelier: era un hecho entonces sin discusin que el vino era un ali- mento, un fortificante indispensable. Aun as el hecho es que en aquella poca no era usual, o sea que no era posible, comprar en la tienda de ultramarinos vino barato en peque- as cantidades, ni, por tanto, tener en casa para beberlo all. Era en casa del tabernero, y slo all, donde el obrero poda beber "su" vino y, prosegua lgicamente L'Atelie:

    15 Sobre los despachos de bebidas de frecuentacin Popular en Pars bajo la Restauracin y la monarqua de Julio, una mina de datos con valor de fuente la proporcionan las Mmoires de Canter, anden chef du service de sret, Pars, Hetzel, s.a. (h. 1860). Cabaret [taberna] es el nombre ms usual para el establecimiento. Estaminet [cafetn] es ms raro. Ginguette [ventorrillo] slo se aplica a los que tienen un espacio ms extenso, y por tanto en la periferia, a partir de las barreras del fielato. Pero tambin hay cabarets en las barreras y en los pueblos (Belleville, Grenelle, etc.). Para el gerente de cabaret, Canler no emplea nunca cabaretier sino siempre marchand de vin [tabernero], en argot "mannezingue". El tabernero sirve de beber, pero tambin comida. Muchas tabernas hacen la funcin de restaurante, con muchachos para servir. Tambin se come en los ventorri- llos, usualmente carne de buey y ensalada (p. 251). Adems, el tabernero acumula a veces la posesin de una taberna con la de un hotel amueblado, es hospedero. Ocurre tambin a veces que posee salas para alquilar, para una comida ms ntima, o para una pareja de paso... Si el tabernero est unido al hampa, es decir, si alberga a ladrones habitualmente y con discrecin, su taberna es llamada un tapis franc [garito]. El testimonio de Canler, evidentemente se refiere sobre todo a la parte (bastante amplia, por lo que parece) del mundo de las tabernas

    I que cobijaba a los profesionales del crimen y la delincuencia. Flora Tristan, L Union ouvrire, Pans, 1844, reimpresin: Pans, EDHIS, 1967, pp. 55-56. Nota tam-

    bin, lo cual confirma lo que hemos dicho ms arriba, que es natural encontrar en las tabernas a los obreros clibes que duermen en las chambres (sobre todo, pensamos nosotros, si la chambre est en la casa del tabernero).

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  • ...no corresponde a los que gozan de todas las comodidades el reprocharnos por ese vino que bebe- mos de vez en cuando, ellos en cuya mesa rezuma y que nunca se privan de l en cada comida. 17

    El obrero, pues, va a la taberna. Busca all una distraccin, bebe un poco de vino, y tambin discute. Pero, seala todava Flora Tristan, tiene el obrero la culpa si la taberna es el nico lugar de reunin permitido?

    En el actual estado de cosas, la taberna es el templo [sic] del obrero, es el nico sitio donde puede ir. En la iglesia no cree para nada; en el teatro, no entiende nada.

    Finalmente (explica ella an), el gobierno, por una desconfianza de origen poltico, le prohibe formar reuniones de lectura, de educacin y de discusin. Volveremos sobre este importante punto.

    Pero todo esto no separa fatalmente de la familia, en cualquier caso no tan completa- mente como a veces se ha dicho. En efecto, los testimonios indirectos que acabamos de ver evocan solamente y especficamente al tabernero, cuya tienda de pequea superficie est situada en plena ciudad; el obrero hace all un alto, entre su domicilio y la entrada al taller, o despus de la salida del taller y antes de volver a su domicilio. El discurso repro- batorio usual slo lo tiene en cuenta a l. Es aqu donde, naturalmente, el mal obrero puede entretenerse en vez de volver con sus hijos, y dilapidar con sus compaeros el dine- ro que debera dar a su mujer que le espera en casa. Pero existe la anttesis, la de la salida familiar: ocurre que el obrero lleva a su mujer y a sus hijos a paseo; esta vez es domingo y no se apian en casa del vendedor de vino ms prximo, tienen tiempo para ir al campo (en Pars, a los ventorrillos de la "barrera"), donde los despachos de bebidas ofertan gene- ralmente vino ms barato, ya que estn ms all de los arbitrios, un terreno libre, un patio, para bailar o para jugar a los bolos. 18 Naturalmente, el obrero clibe lleva a una amiga, regular o efmera. Ahora bien, el contraste entre la borrachera en la tasca y la excursin al campo no opone malos obreros y buenos. Como si formaran dos clases distintas! Ms bien supone una sociabilidad comn pero elaborada, 19 cuyo modelo dualista podramos esquematizar en estos trminos:

    taberna ventorrillo centro urbano fuera de la ciudad ms o menos cotidiano semanal (entre semana) (domingo) hombres solos familias20

    17 Nmero del 30 de abril de 1843, artculo de varits sobre el barrio Saint- Antoine. Tema: el obrero es revolucionario, muy bien, pero no despreciable, es fuerte y moral; el borracho y el disoluto son minora. El ver- dadero pueblo no va a beber a la taberna ms de un da a la semana. Sobre el consumo de vino nos apoyamos en Audiganne, Les Populations ouvrires de la France, 1. 1, pp. 134-135. En Reims, en 1852, el municipio incitar a los toneleros a fabricar barriles pequeos, para que los obreros puedan comprar vino al por menor y as no tener va razn oara ir a la taberna.

    18 Para una clsica evocacin de poca, vase la "Barrire de la Villette", en Les Franais peints par eux- mmes, Encyclopdie morale du XIX sicle, Paris, Curmer, 1840 a 1842, 9 volmenes, t. IX. 19 Rpido anlisis para Marsella en la tesis de licenciatura de J. Estragin, Marseille sous la monarchie de Juillet, Universidad de Provenza, 1970, p. 146. Para Paris, G. de Bertierde Sauvigny, artculo citado, p. 31. . 20 Se podra complicar un poco ms el anterior esquema incorporando la variable estacional. El domingo de los camaradas ebanistas en Chartres es unas veces en la taberna, entre ellos, pasando el tiempo en beber y cantar a coro (en invierno, sobre todo?), y otras en el campo, en las "asambleas y fiestas campestres" (en pri- mavera?) donde hay baile y se pueden buscar compaas femeninas. (A. Paerdiguier, op. cit., pp. 206-208.) No olvidemos adems que tambin haba tabernas en las barreras. I 147

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    I I O fe o

    s

    As es como se aclara quiz una notacin curiosa, oscura de tan elptica, de Michelet en su Diario. En Vascueil, en junio de 1849, nota que en la misa no hay ms que mujeres.

    Dnde estn los hombres? En el caf. Triste iglesia, que pone en relacin, es verdad, con el Centro, pero que rompe la familia, que aisla a las mujeres. La taberna, dice Nol, vala an ms.21

    As pues, lo discutible es la nueva moda del caf burgus, relativamente seorial, donde se lee el peridico (es eso lo que quiere decir "poner en relacin con el centro") y donde las atracciones nuevas (el billar, sin duda) te pueden retener demasiado tiempo. En la taberna, lugar verdaderamente popular, e institucin de la que empezamos a hablar aqu en pasado, se pasaba pues menos tiempo que ahora en el caf? Unos tragos entre sema- na, pero el domingo era familiar? Esas pocas lneas de Michelet podran -entendidas as- abonar an ms la visin dualista de los ocios obreros que pretendemos sugerir.

    Slo enriqueceremos este esquema con dos complementos importantes. La taberna (en ciudad, slo hombres) no es slo el lugar del encuentro cotidiano, es tambin el del

    I - I 21 J. Michelet, Journal, Gallimard, 1959, t. I, p. 607. Nuestra lectura se ilustra aqu con los anlisis del I caf que hemos producido en Le Cercle..., op. cit.

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  • "San Lunes" cuando ese paro profano y subversivo se practica. En cuanto al ventorrillo de barrera, no es slo el lugar de los gozos apacibles de los domingos ordinarios, en ocasio- nes puede ser tambin la sede de las reuniones de obreros en huelga: cuando toda una cor- poracin est en lucha, ninguna tasca de ciudad poda cobijar a todos los participantes, y entonces iban a la barrera en busca de un espacio ms extenso, y quiz no tan vigilado de cerca. 22

    Pero de que los mismos obreros pudieran participar en los dos elementos del sistema podemos estar seguros. Lo testifica Engels, por ejemplo, en un texto cuyo testimonio etno- grfico es precioso por involuntario, pues su relato en la carta citada tiene un objeto exclu- sivamente poltico; se trata de los obreros de carpintera del barrio de Saint-Anntoine, en Pars, en 1846, que se renen cada semana para discutir:

    ...alrededor de doce a veinte de entre ellos (por tanto, hombres, y no en domingo, como se dir a continuacin) lo que oyen en esas reuniones semanales es estudiado a fondo el domingo en las asambleas de barrera a las que acuden Pedro y Pablo (es decir, cualquiera) con mujeres y nios.23

    Hay que hacer una ltima observacin, y es que esta doble dualidad (entre semana y domingo, entre hombres entre s y hombres en familia) reproduce curiosamente la que los observadores coetneos dan como caracterstica de los burgueses y negociantes de las grandes ciudades del Medioda.24 En Burdeos, en Marsella, entre semana, el hombre de negocios no abandona su oficina ms que para ir al Crculo a encontrarse con sus compa- dres; pero el domingo se dedica a la familia y va con ella a pasar el domingo a su quinta suburbana. Costumbres del tiempo, y, como todas las "costumbres del tiempo", costum- bres fcilmente reproducidas de clase en clase. Pero volveremos sobre ello.

    Asociaciones enforma: gremios y mutualidad

    Como es bastante natural, las asociaciones constituidas son mejor conocidas, y con ms precisin, que los grupos informales de la sociabilidad usual. El gremio no necesita ser presentado, lo est por todas partes. Demasiado poco conocida, en cambio,25 la disi- dente "Sociedad de la Unin de Trabajadores del Tour de France", proveniente de una cri- sis sobrevenida en Toln en julio de 1830, se constituye en Lyon en 1832. Parece haber estado activa sobre todo en los oficios del hierro, mientras que el viejo gremio sigue sien- do tpico de los oficios de la construccin y de la madera.

    Uno y otro se definen por la cualificacin profesional, y la bsqueda de su mejora- miento es un fin esencial. El obrero que se asocia lo hace sobre todo en el marco del ofi- cio.

    22 He dado un ejemplo en Une ville ouvrire au temps du socialisme utopique, Toulon 1815-1851, Paris y La Haya, Mouton, 1970, en el captulo sobre la gran huelga del arsenal en 1845. 23 Engels al Comit de correspondencia comunista en Bruselas, en Marx-Engels, Correspondance, Pans, ditions sociales, 1971, 1. 1, p. 407. Una observacin curiosamente parecida es referida por Victor Hugo en Les Misrables a propsito de las tabernas de la rue de Charonne en la primavera de 1832. En ese momento, el clima est en la poltica, hay una efervescencia permanente, reuniones, ya de 8 10, siempre los mismos, ya quien quisiera, hombres y mujeres, llenando la sala (Pars, Gallimard, Bibl. de la Pliade, 1961, pp. 884-885). No precisa si estas ltimas eran en domingo. 24 Principalmente, Stendhal, en Les Mmoires d'un touriste, publicacin postuma, Pars, Champion, 1932, 3 vols.; y Michelet, en su journal, ya citado. Sobre este problema, vase Le Cercle..., op. cit., passim. 25 Aunque la hemos aireado en Une ville ouvrire..., op. cit., en el captulo de 1830 y passim. I 149

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  • 150 I

    A este respecto, los diversos "Deberes" del gremio, y la Sociedad de la Unin, no son ms que subdivisiones de la gran especie de las asociaciones de miembros de un mismo oficio. La frmula ms general y la ms extendida bajo la monarqua de Julio es indiscuti- blemente la "Sociedad Benfica" o "Sociedad de Socorros Mutuos".26 Formada en el marco de un oficio muy preciso, tiene unos estatutos que prevn el pago de un derecho de ingreso y el de cotizaciones mensuales, a cambio de los cuales la sociedad provee los gas- tos de enfermedad o accidentes sobrevenidos a sus miembros. Las estipulaciones de esta ayuda mutua material ocupan, por razones evidentes, una parte principal en los estatutos -en estas materias hay que ser concreto y preciso-, pero en el fondo esta ayuda mutua se vincula a una obligacin de oralidad y de solidaridad espiritual no menos fuerte. Hay que ser de buena vida y buenas costumbres, considerarse como hermanos y asistir corporativa- mente a la procesin funebre de los camaradas difuntos, como si se fuese para ellos una familia ms amplia. 27

    Sabemos los clsicos problemas que plantean las sociedades de socorros mutuos. Relaciones con la Iglesia catlica en primer lugar: parece que muchas de ellas prolongan una tradicin plurisecular de cofradas corporativas; el mantenimiento de un nombre de santo como ttulo, o la obligacin de una misa anual el da de la fiesta de ese santo patrn, bastan para atestiguarlo.28 Relacin con los patronos (se deca con "los amos"): ha sido diversa y variable, pudiendo ir, segn los tiempos, las regiones o los oficios, de la ms estrecha colaboracin (poniendo los amos algn dinero en la caja, adhirindose a la socie- dad como miembros honorarios) a la lucha ms moderna (sirviendo la mutua de enlace en la organizacin de una huelga y generando una caja de ayuda para este fin).29 Relacin, finalmente, con el Estado: pas de una vaga tolerancia bajo la Restauracin (en que lo que fuese tradicional y cristiano era bien visto) a la desconfianza hostil de los primeros aos de la monarqua de Julio, para llegar en los aos de 1840 a una nueva fase de tolerancia e incluso de nimo. Se consideraba, bajo Guizot, que una institucin que habituaba al obrero

    26 mile Laurent, Le Pauprisme et les associaciations de prvoyance nouvelles, tudes sur les socits de secours mutuel, Pans, Guilaumin, 1865, 2 vols.; y luego, toda una historiografa. Vase ms especialmente, para Pars, Les Ouvriers de Paris, op. cit., y para Lyon, que es ms importante an, L 'Histoire gnrale de la coopration de J. Gaumont, Pars, Fdration nationale des cooprations, 1924, 2 vols.; P. Ansart, Naissance de l'anarchime, esquisse d'une explication sociologique du proudhonisme, Pars, PUF, 1970; e Y. Lequin, Les Ouvriers de la rgion lyonnaise 1848-1914, Lyon, Presses de l'universit de Lyon, 1977, 2 vols., t. II, pp. 181- 195.

    27 Para un ejemplo preciso y vivo, vase "L'histoire de la socit des ouvriers tonneliers Cette", en L'Atelier del 31 de marzo de 1850. Esta historia escrita en 1850 no da, sobre los orgenes, los detalles encontra- dos gracias al Archivo por M. Querol y que hemos explorado ms arriba. Numerosos estatutos de sociedades se pueden encontrar en el Archivo Departamental, clasificados bien en la serie M (polica, administracin general) como ya hemos dicho para las asociaciones en general, o bien, a veces, en la serie X (serie que trata de la asis- tencia).

    28 Otro signo de ese carcter arcaico: la prctica del control de la contratacin, con reparto del trabajo mediante turnos de trabajo entre los obreros en el caso en que el empleador patronal no tiene trabajo que ofrecer a todos. El caso es bien conocido entre los cargadores de Marsella, pero lo encontramos tambin entre los gan- cheros de Clamecy, a orillas del Yonne, agrupados en la Cofrada de San Nicols (l'Association, de abril de 1841, citado por J.-C. Martinet, Clemecy et ses flotteurs, La Charit-sur-Loire, 1975, pp. 108-109). Hay ah algo acostumbrado, contradicho por los dogmas ms recientes de la libertad de trabajo y de concurrencia; no se establecera, pues, en el siglo xix, y no pudo mantenerse sino porque el prestigio de la antigedad o la fuerza

    I del hbito jugaban a su favor. I 29 En perodo de auge de huelgas se incorporan entonces a las sociedades de tipo corporativo las socieda- I des de resistencia. stas han sido bien estudiadas para el Pars de los aos de 1830 por Alain Faure en I "Mouvements populaires et mouvement ouvrier Paris (1830-1834)", Le Mouvement social de julio-setiembre I de 1974.

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  • a la previsin, a la moderacin, a la moralidad, y que paliaba en parte la negra miseria de los momentos de paro, tena ms ventajas que inconvenientes.

    Todo eso, repitmoslo, es bien sabido. Sabemos tambin que el fenmeno estaba en expansin. Haba cada vez ms mutuas,

    y como eran apreciadas se tenda a constituir otras entre obreros de diversos gremios veci- nos, cuando -podemos suponer- algn gremio en la localidad no era lo bastante fuerte para dar vida a la suya. 30

    Lo que no es tan sabido es que, en razn de esta popularidad misma, las sociedades profesionales llegaban a asumir las ms amplias funciones de la vida obrera, incluida la sociabilidad general del ocio.

    Despus de todo, "la Madre" de los compaeros era un albergue, la sala tena las comodidades de una taberna, y un dormitorio haca de chambre. Los ritos del gremio se tomaban en serio, pero el repertorio de sus cantos poda dar lugar a sesiones de expansin alegre y recreativa, y no slo de gravedad inicitica. Agricol Perdiguier, en sus Mmoires, no da la impresin de que esta juventud fuese ms morosa de lo natural.

    En sus recuerdos sobre la Marsella de esta poca, Victor Gelu dice expresamente de "la Sociedad de Beneficencia de Saint-Laurent" que

    All se encontraba lo agradable y lo til. Iban all en familia los domingos y las fiestas. Siempre haba mucha gente. Beban, rean, se arrullaban, bailaban, y todava ejecutaban la vieja ronda del "Pont des Olivettes". Tambin se representaban comedias, mejor o peor.31

    Para permitir estas diversiones, era necesario que la sociedad benfica tuviera un local. Podemos suponer, en vista de los gastos y el estatuto jurdico que habra supuesto la posesin de un inmueble, que se trataba de una trastienda de taberna o de un patio de ven- torrillo, alquilado a un tabernero o prestado por ste.

    Como se ve, desde el punto de vista de la vida cotidiana, todo esto da pie para no ver un foso demasiado profundo entre la habitual sociabilidad informal, desorganizada, y lo que ocurra en las asociaciones propiamente dichas.

    Asociacin enforma: goguettes y corales

    Esta ltima observacin nos conduce naturalmente a otro tipo de asociacin, la socie- dad cantora.

    He aqu lo que poda ocurrir en una especie de taberna aparentemente no muy en regla, y culpable tambin de alboroto nocturno, lo que suscit el informe policial de que disponemos:

    Este tal Picot, comerciante de tabaco, vende tambin bebidas en su casa, donde recibe diaria- mente, particularmente los lunes e incluso durante la mayor parte de las noches, a un cierto nmero de consumidores, compuesto por estudiantes y jvenes empleados en las imprentas. Entre estos lti- mos se distingue un tal Collin, compositor, que trabaja en casa del Sr. Didot. El tal Collin es en cier- to modo el corifeo de estas reuniones. Compone unas canciones anlogas a la circunstancia, y los

    30 Larga lista de "asociaciones profesionales obreras" en la gran investigacin del Office du travail, Pars, I Imprenta Nacional, 1900. I 31 Victor Gelu, Marseille au XIXe sicle, editado por P. Guiral, L. Gaillard y J. Reboul, Paris, Pion, 1971, I p. 156 (hacia 1825-1826); la misma observacin en p. 185 a propsito de una "Sociedad benfica de obreros I toneleros" que se reuna en el barrio portuario de Arene, donde se haca tambin teatro de aficionados. I 151

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  • 152 I

    convivios las cantan en coro. En fin, es Collin quien, cuando los debates sobre la ley de polica de prensa, hizo circular ciertos escritos por los talleres de imprenta. Es el autor de la Corbirade. 32

    Como vemos, ah no hay ms que una taberna de habituales, frecuentada por la juven- tud de las escuelas y trabajadores tipgrafos. All se canta, como entonces en todas partes despus de beber. Pero no les falta gran cosa para llegar a ser por una parte una comparsa y por otra una "clula" del Partido Liberal y virtualmente republicano.

    Las comparsas [goguettes], sociedades cantoras populares, reproduccin ampliada de la moda burguesa de las sociedades bquicas y cantoras cuyo protopito es el famoso Caveau, son bien conocidas en nuestra historia, por el lado de lo pintoresco, por el de lo cultural e incluso un poco por el de lo poltico. 33 Ellas fiieron, en efecto, el sostn de la gran voga de la cancin de aficionado: cada miembro de la sociedad -pues la goguette es una sociedad, con su nombre, reglamento, local, oficina y fecha de reunin- compone por turno una cancin, la canta y la hace cantar. 34 De entre estos aficionados surgieron, natu- ralmente, algunos especialistas, algunos semiprofesionales que han dejado renombre. Y, sobre todo, todo eso ha entrado en la estela del clebre Branger. 35 Aqu es donde encon- tramos la ideologa, que a grandes rasgos viene a ser la de Branger mismo y la del libera- lismo de 1830: patriota, anticlerical, epicreo. Es tambin porque el gusto por el placer y las ideas fuerza del rgimen de Julio ocupaban en ese repertorio mucho ms espacio que las desgracias del pueblo y la crtica social, por lo que L'Atelier reprobaba las goguettes. Las vea mancilladas por la complacencia del poder y, finalmente, ms pequeoburguesas que proletarias. Pero no sabramos inferir su sociologa efectiva de su orientacin ideo- lgica.

    De hecho, si a L'Atelier le preocup continuamente fue porque la goguette, pequeo- buguesa, popular en sentido amplio, ejerca una seduccin reconocida sobre el "obrero ingenuo y privado de placeres", y lo corrompa por el atractivo de un repertorio a la vez conformista e inmoral (voluptuoso, jocoso, bquico). Todos los autores estn de acuerdo en ese hecho: la goguette es popular, obrera (vista desde arriba, en esa poca, ambas pala- bras eran fcilmente sinnimas), y su repertorio tiene o bien una vertiente chusca o bien una vertiente seria (liberal-patritica) pero nunca populista o social. La Revue des Deux- Mondes lleg incluso a confirmar los temores de L'Atelier al escribir lisa y llanamente: la produccin literaria de las goguettes es bien ntegra, pero hay dos cosas a tener en cuenta, atestiguan "la preocupacin por los goces artsticos entre las clases obreras" y "se puede decir que la cancin, por mediocre que sea, es un progreso respecto a la disertacin comu- nista".36

    32 Le Livre de Messieurs Delavau et Franchet, op. cit., t. IV, p. 178. El informe es del 12 de junio de 1827; el barrio, el de Saint-Germain-l'Auxerrois. El nombre de la imprenta Didot (ms tarde Didot-Bottin, Finnin Didot, etc.) es conocido. Llama la atencin la alusin a los lunes. La ley que tenda a restringir la libertad de prensa es la llamada "de Justicia y Amor", que fue suspendida, en 1826. Corbire era ministro del Interior, en el ministerio Villele, en el reinado de Carlos X. 33 Arthur Dinaux, Les Socits badines, bachiques, littraires et chantantes, leur histoire et leurs travaux, Paris, Bachelin-Deflorenne, 1867. Pierre Brochn ha dedicado un volumen a los pocos cancionistas de compar- sa [chansonniers de goguette] republicanos en "Les classiques du peuple", Paris, ditions sociales. Hay que evitar confundir, pese a la proximidad de los trminos, la goguette, que es una sociedad, y la guinguette, que es un despacho de bebidas semi rural con baile y distracciones. 34 Descripciones de poca: "Le Goguettier", en Les Franais peints par eux-mmes, op. cit., t. IV (este artculo, muy largo, debido a un cierto Berthaud, es la fuente del artculo "Goguette" del Grand Dictionnaire universel du XIXe sicle de Larousse); y L 'Atelier, en sus nmeros de mayo, agosto y octubre de 1844. 35 Jean Touchard, La Gloire de Branger, Paris, A. Colin, 1968.

    > a . r % t *- ** t * * /"' a s* /^ r' . * . ^ /% mm i /li . 1 * * r JD Articulo de en. Louandre en el tomo i4, z. trimestre, p. :>J/, de la celebre revista, que dedico una investigacin al fenmeno general de la asociacin.

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  • Es por eso, pensaban en L'Atelier, por lo que el poder las toleraba... Una goguette moral (social) y crtica sera prohibida en seguida -continuaba-, pero a quin se perjudi- cara sino al tabernero? El padre de familia se replegara hacia las dulzuras del hogar y los jvenes no tendran otra cosa que hacer sino ir a las clases y a las bibliotecas al caer la tarde...

    Dejando aparte el hecho de que Pars no era un hormiguero de bibliotecas pblicas, se puede pensar que muchos obreros preferan de todos modos el canto en sociedad, en un pequeo decorado de fiesta.

    Hay que saber que en provincias se daban, con menor amplitud, como es de suponer, prcticas anlogas; Victor Gelu, panadero y cancionista, da algunos ejemplos de ello en sus recuerdos sobre Marsella. 37

    No insistiremos ms sobre las goguettes porque lo que nos interesa aqu no es la can- cin, sino el hecho confirmado de que haba obreros que se asociaban, formaban socieda- des, no solamente para la grave finalidad de la ayuda mutua corporativa y mutualista sino tambin una finalidad cultural. Existan adems Sociedades Corales, alrededor de 1848; podan ser de composicin popular, pero, por lo que parece, no de iniciativa popular. 38 He aqu, en cambio, una anotacin sacada del gabinete mismo de un ministro del Interior: qu queda, en 1 840, de las "sociedades secretas" revolucionarias despus del fracaso del golpe de mano de las Saisons? La Socit des Travailleurs y la Socit des Babouvistes, bastante fuertes, y dos ms dbiles, La Socit des Montagnards y la Socit des Jacobins; sta "compuesta sobre todo por fundidores y torneros que se renen para cantar y dis- cutir".39

    Qu curioso, pensaba sin duda nuestro ministro, pues anota el detalle treinta aos despus, esta clula de revolucionarios donde se canta! Nos inclinaramos a pensar que la cosa no sera tan curiosa vindola en sentido inverso: a nuestro parecer, el grupo de cama- radas debi formarse al principio como sociedad amistosa y cantora, y luego se pasara en bloque al militantismo. Pues el hecho es que en ese tiempo muchas conversiones se hacan en grupo, y la idea de separar estrictamente las finalidades y especializaciones de las aso- ciaciones apenas empezaba a madurar. 40

    La cancin, sin embargo, entrecortada o no por refrigerios, no es ms que una de las formas del ocio. El obrero de 1840, haba accedido a otras, o a las sociedades de ocio multiforme? Parece que s.

    Asociaciones en forma: "Crculos" y "Sociedades"

    Como hemos recordado ya, en esa poca los burgueses, al constituir "Crculos", se daban los medios para gozar de un local donde pasar cada da unos momentos bebiendo,

    37 V. Gelu, op. cit., pp. 221-222 y 227. Vase tambin p. 253 (pero aqu se trata ms bien de un crculo); en pp. 256-257, en fin, describe un local de las afueras que pertenece a una logia masnica y que se transforma cada domingo en reunin para cantar, abierta a los profanos. 38 Una breve mencin en L Atelier del 30 de junio de 1850. Estas sociedades han sido brevemente estudia- das por Paul Gerbod, "L'institution orphonique en France du XIXe au XXe sicle", en Ethnologie franaise, 1980, pp. 27-44. Las corales de provincias a menudo son fundadas como obras parroquiales. En Pars, en cam- bio, son obras postescolares, vienen de los antiguos alumnos de las escuelas primarias de la ciudad de Pars. No parece que tengan lazos de filiacin con las goguettes. 39 Charles de Rmusat, Mmoires de ma vie, Pars, Pion, 1954, t. III, p. 391. 40 Hemos encontrado este mismo fenmeno en medio burgus: bastantes "sociedades secretas" republica- nas de comienzos de los aos 1830 en provincias, que hay que examinar de cerca, son crculos que se han poli- tizado (Le Cercle, op. cit.). I 153

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  • Rue Glatigny, Pars 1865

    -S

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  • filmando, charlando, leyendo los peridicos y entregndose a pasatiempos tales como el billar, las cartas, el ajedrez, los domins y otros "juegos de sociedad". Cosas, todas stas, que ya se podan hacer tambin en los cafs. Pero en el caf le puede molestar a uno el desconocido, el cliente de paso, mientras que en el Crculo est seguro de estar en tierra conocida y en un ambiente de discrecin. La frmula del Crculo, algo ms compleja de poner en prctica, puesto que hay que organizar su reglamento, su financiacin y su ges- tin, es preferida a la de la simple frecuentacin del caf.41

    All donde esta prctica burguesa est bien establecida, es vista con envidia y llega a ser mejor o peor reproducida. Los Crculos detectados en ambiente no burgus son, con todo, bastante raros y a menudo sealados como curiosidades o anomalas. En Burdeos, gran ciudad de Crculos, que a veces son llamados tambin Clubs, a la inglesa, sin cuidar- se demasiado de la connotacin jacobina de ese trmino en Francia,

    hay tantos Clubs como en Ginebra. Me anuncian que hay Clubs incluso para los criados: un club para los criados no cocheros y un club para los cocheros. 42

    En regiones como la baja Provenza, la imitacin del Crculo de los burgueses (la chambre) llega hasta a los campesinos de los pueblos (la Chambrette).43 Pero son, tanto los cocheros de Burdeos como los campesinos del Var, ms bien excepciones.

    Es sobre todo en el medio artesano, es decir, en una pequea burguesa baja -quiz mejor an: en una capa superior del pueblo bajo-, donde el fenmeno de creacin de crculos a imitacin de los burgueses se extiende44 hasta el punto de hacer reflexionar a las autoridades sobre las ventajas e inconvenientes de la cosa.45

    Era inevitable que por ese rodeo llegase su conocimiento a la clase obrera propiamen- te dicha, a los trabajadores manuales asalariados, aunque slo fuese porque poda ocurrir que frecuentasen como invitados el crculo de sus "amos". 46 Y despus, por ms que el hecho de la imitacin est probado por textos explcitos, es siempre necesario hacer inter- venir modelos que se imitan?

    41 Ibid., passim. 42 Stendhal, Mmoires d'un touriste, op. cit., t. III, p. 24. 43 M. Agulhon, Pnitents et Francs-maons y La Rpublique au village. Vase tambin V. Gelu, op. cit., p. 166. La idea de la analoga entre prcticas sociales de las diversas clases era un lugar comn en la Provenza de aquel tiempo. Por ejemplo, a propsito del juego Ouego de cartas con apuestas de dinero), "los ricos se entre- gan a l en sus salones con el mismo frenes que los hombres del pueblo en las chambres", escribe La Sentinelle, diario de Toln, el 22 de febrero de 1846 (chambre, aqu, en el sentido de chambrette, como ya hemos explicado). 44 Instructivo es el expediente del "Crculo de Obreros" de Nuits (Cte-d'Or) creado en setiembre de 1842. Estos "obreros" son, de hecho, artesanos, sobre todo toneleros, y viadores. Con ellos, algunos pequeoburgue- ses. Han "establecido este crculo por imitacin del que fundaron los principales habitantes de esta ciudad" y el prefecto autoriz, en febrero de 1841 (Archivo Nacional F7 12236, expediente Nuits, Cercle des Ouvriers, pre- fecto a ministro, 14 de setiembre de 1842). Esta pequea subserie del Archivo Nacional, que no comporta ms que los desechos de una investigacin nacional, muestra tambin sociedades anlogas en Bressuire, Montbliard, Munster (aqu se la llama el "Segundo Casino" -siendo el primero, evidentemente, el burgus-) Lyon, etc. 45 El prefecto de la Cte-d'Or los sopesa as antes de concluir en la autorizacin: "Una asociacin de esta naturaleza inspira, en general, algunas inquietudes por la composicin de su personal, por la influencia que algunos hombres apasionados y hbiles pueden adquirir sobre mentes poco capaces de discernimiento y por la mala eleccin de los diarios a los que se abona. Aadira que un Crculo proporciona ocasiones de gasto a unos hombres que tendran necesidad de reunir todos sus recursos para proveer al mantenimiento y al porvenir de sus familias, pero a esta ltima consideracin se puede responder que la mayora de estos individuos, al frecuentar el Crculo, dejarn de ir a los cafs y las tabernas" (documento citado). 46 A. Perdiguier, Mmoires d un compagnon, op. cit., p. 88: Los domingos bamos [los camaradas car- pinteros] a veces con Portales [su patron del momento] a echar una partida a los bolos o a las cartas, en su jardn del campo, donde se reuna una sociedad de amos. All haba jolgorio, el canto estaba a la orden del da". 155

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  • 156 I

    Para transformar el grupo de clientes habituales de un despacho de bebidas en una asociacin cerrada basta con que el grupo as lo decida. Se redacten o no a continuacin unos estatutos en regla, el paso est dado.

    A partir de 1822, en Pars, a propsito de una taberna sospechosa, la de un tal Hugot, tabernero que tambin sirve comidas, "Au Rendez-vous de la Rade", en el 4 de la barrera de Rochechouart, la polica observa:

    Sabemos que es el lunes de cada semana cuando se renen en su casa quince o veinte indivi- duos, tanto antiguos militares como obreros de bisutera o de imprenta [...]. Por la chambre que ocupa esa sociedad peridica paga sta la suma de 16 fr. por cada sesin al tal Hugot, y no se admi- te all a nadie si no es socio o es presentado por un socio. [...] Se vigilara en vano en esa taberna sin estar iniciado.47

    Esta taberna cerrada, reservada, exclusiva, no es ya una taberna, puesto que normal- mente una taberna es un comercio y la razn de ser del comercio es la apertura al pblico. El grupo que ha decidido establecerse all (al menos el lunes) como grupo no depende ya de la sociabilidad informal de la taberna, es ya una asociacin constituida, aun cuando su estatuto sea rudimentario (y, adems, ilegal por no declarado ni autorizado).

    Pero fuerza es entonces reconocer que entre las asociaciones obreras la categora "Crculo", con sus funciones de sociabilidad pura, de ocio polivalente, o de poltica tcita, es algo a tener en cuenta junto a la categora estrictamente profesional de las mutuas o los deberes y la categora cultural de las sociedades cantoras. Es eso todo?

    Asociaciones enforma: sociedades secretas?

    En la avanzada del movimiento de asociacin voluntaria, hay que hacer sitio al hecho moderno y revolucionario de la organizacin constituida para la lucha poltica (una lucha que, en la poca en que el derecho de voto era negado, no poda ser sino de accin)?

    No se comprendera que nos abstuvisemos de ello, tan comprobado como est que hubo obreros que se batieron en barricadas, de julio de 1830 a febrero de 1848, pasando por junio de 1832, abril de 1834, mayo de 1839...

    De todos modos, desde el punto de vista del examen de la sociabilidad obrera, fuerza es reconocer que nos salimos aqu un poco de su campo. La sociedad secreta republi- cana, de tradicin carbonarista o de tradicin babouvista, y aun la sociedad republicana reducida al secreto por la represin (Derechos del hombre, Amigos del pueblo...), es una sociedad interclasista, aun cuando a veces abundan en ella los obreros.48 Sus cuadros son burgueses o pequeoburgueses ms a menudo que proletarios. Y cuando encontramos en alguna una seccin compuesta toda ella de obreros, la explicacin ms plausible sigue siendo an que es una sociedad obrera "normal" (corporativa o amistosa) que se ha pasa- do en bloque al partido de la accin, sin preguntarse demasiado sobre su cambio de rbri- ca o de categora.

    47 Le Livre Noir..., op. cit., t. II, p. 418. Hemos encontrado, en Le Cercle..., esta nocin de "Caf exclusi- vo": formar un Crculo reservndose el uso exclusivo de un caf, mediante contrato ms o menos formal con el

    I patrn. Para otro ejemplo de este fenmeno en medio popular, vase una observacin en Archivo Nacional F7 I 3092 "hoja de trabajo del 21 de octubre de 1813" (a propsito de una taberna de Bruselas). I * Vase J. Tchernoff, Le Parti rpublicain sous la monarchie de Juillet, Paris, Pedone, 1901; G. Weill, I Histoire du parti rpublicain en France de 1814 1870, Pars, Alean, 1928; y la obra colectiva 1848. Les I Utopistes sociaux, Pars, SEDES-CDU, 1981.

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  • Los Amigos del "ABC", habituales de la taberna "Corinthe", tales como Victor Hugo los inmortaliz en Los miserables, eran estudiantes con algunos obreros, y los estudiantes eran los que dirigan. 49

    En los aos de 1840, tras el fracaso de las insurrecciones y la decepcin consiguiente, veremos extenderse una especie de teora de la no violencia obrera, la que Pierre Dupont expresaba en 1 846 al ecribir en Le Chant des Ouvriers:

    chaque fois que par torrents Notre sang coule sur le monde C'est toujours pour quelque tyran Que cette rose est fconde; L'amour est plus fort que la guerre; En attendant qu'un meilleur vent Souffle du ciel ou de la terre. 50

    Ahora bien, esta idea, que volvemos a encontrar tanto entre los moderados de L'Atelier como en la intransigente y apasionada Flora Tristan, tiene en realidad dos aspec- tos: no violencia contra la violencia insurreccional, y obrerismo contra el jacobinismo aguerrido del pequeoburgus.

    La idea de va pacfica se pretende y se cree, en esa coyuntura (quiz corta) de los aos de 1840, ms proletaria que la idea de las barricadas, El "socialismo" -pues as es como a menudo se llama a esta va pacfica- se pretende y se cree ms obrero que el comunismo neojacobino. 51

    Ello no impide, ciertamente, que haya obreros en las sociedades secretas, pero las sociedades obreras, que repudian el fusil (y que no disponen an de la papeleta de voto), apuestan por la virtud propiamente obrera de la asociacin.

    Ahora bien, la asociacin para ellas es entonces dos cosas; una, bien conocida y bien estudiada, es la idea de unirse para encargarse de la produccin (es lo que llamaramos hoy la cooperativa), y la otra es la idea de estrechar sus lazos en una vida comn mejorada y educadora, es la idea de unin obrera local, sobre la cual querramos llamar la atencin.

    Pero esta discusin sobre la tipologa nos ha hecho anticiparnos sobre la dinmica de esta sociabilidad.

    Cmo se lleg a esa aspiracin?

    II. Dinmica de la sociabilidad obrera

    La asociacin como modelo y como reto

    La sociabilidad informal es antigua, si no "eterna". A comienzos del siglo xix, la conciencia de la fraternidad en un oficio manual, la

    organizacin ms o menos rudimentaria de la ayuda mutua, son realidades que tienen al

    49 Les Misrables, op. cit., pp. 686-700. 50 ["Cada vez que a torrentes / nuestra sangre fluye en el mundo, / es siempre para algn tirano / que este roco es fecundo; / en adelante, administrmoslo, / el amor es ms fuerte que la guerra; / esperando que un mejor viento / sople del cielo o de la tierra."] Pierre Dupont, Chants et Chansons, Pars, 1850, 2 vols. 51 He aqu un texto, evidentemente interesado, pero no despreciable, de Rmusat, ministro del Interior en la poca de las huelgas de la primavera de 1840: "Sin embargo, por ms que unos obreros extraos a los oficios que se haban declarado en huelga, y conocidos por su afiliacin a las sociedades polticas, hubiesen entrado en I campaa y echasen lea al fuego de las coaliciones, se poda percibir en stas trazas de socialismo econmico, I pero muy pocos sntomas de las pasiones insurreccionales. Nosotros slo sabamos que en ciertas reuniones de I obreros se haba rechazado, previa deliberacin, la cooperacin de las bandas republicanas" {Mmoires de ma I vie, op. czY., t. III, p. 421). I 157

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  • 158

    menos tres siglos de existencia; la taberna tambin; y ms an quiz la experiencia de las alegras del vino y de la cancin. La asociacin, en cambio, es entonces ms bien joven. Sin duda, en Le Cercle..., hemos exagerado esa juventud y subestimado la importancia del fenmeno de las chambres literarias, sociedades de lectura, casinos y otros, en la Francia del siglo xviii. Con todo, lo creemos discreto y muy circunscrito entonces al mundo de las lites urbana, aristocrtica o burguesa.

    Hizo falta la Revolucin para abrir los ojos y las mentes a las virtualidades de la frmula (pensemos en la enorme experiencia de los Clubs y Sociedades populares!), y para que la masa de la gente tomase conciencia de que exista un Estado con sus leyes, sus prohibiciones y sus procedimientos; de que exista una poltica, y (cada vez ms) unos peridicos para hablar de ella, y gente para conmoverse por ella. El crecimiento (pues renunciamos decididamente a decir el Nacimiento) de la asociacin voluntaria, organiza- da, formulada, situada ante la mirada del Estado, es caracterstica de la primera mitad del siglo xix en Francia.

    La Revolucin dej su Club, y despus el perodo imperial devolvi su opotunidad a otro modelo.

    Al principio de sus Memorias, el polica Canler evoca su juventud. En 1816, en Pars, entra en la polica, donde encuentra a algunos antiguos soldados que, como l, hacen ese oficio para ganarse la vida, pero sienten una adhesin cordial hacia el emperador. Reconocido por ellos como un amigo, despus de prudentes aproximaciones es invitado a compartir la comida que hacen juntos cada mes (el da de la paga) en el gabinete particular de un cafetero. Al final de la comida, sus anfitriones se revelan como lo que son, unos fie- les del emperador, y apuran solemnemente sus vasos a la salud del recin llegado y a la vuelta de Napolen.

    Amigos mos, dice el presidente, el nuevo compaero a quien recibimos hoy en nuestra peque- a sociedad ha pasado las pruebas satisfactoriamente. Es un infante de tropa que ha seguido paso a paso la fortuna de Napolen y que ha permanecido fiel a su deber hasta la licencia definitiva del ejrcito del Loira. Bebamos pues a su salud, y sea bienvenido entre nosotros! 52

    Es, ni ms ni menos, una "recepcin", por sumario que sea el rito. Captamos aqu en vivo la transicin (o el estado intermedio) entre el simple grupo y la sociedad inicitica, modesto eco del modelo masnico-carbonarista. La enorme expansin de la francmasone- ra bajo el Imperio no haba contribuido poco a popularizar ese modelo, y no solamente en el mundo militar.

    Bajo el Imperio, en 181 1, el alcalde de Saint-Rmy responda a la gran encuesta sobre las asociaciones: hay un Crculo burgus, etc., y

    tenemos tambin una chambre de 5 obreros que se dicen francmasones, pero no creo que lleguen nunca a la cantidad de 20. Ah no hay ni estatuto, ni poltica, ni literatura, ni religin. Todo se redu- ce a unas pocas botellas de vino. 53

    52 Mmoires de Canler, op. cit., pp. 26-27. Canler, hijo de soldado, haba sido infante de tropa, despus I soldado, y despus haba sido obrero unos meses antes de entrar en la polica. Sus colegas, antiguos suboficia- I les, deban ser, como l, de un nivel bastante popular.

    Archivo municipal de Saint-Rmy (Bouches-du-Rhne), copia de carta del alcalde al subprefecto, 2 de

    I53 marzo de 1811, documento comunicado por nuestro amigo Marcel Bonnet, secretario municipal e historiador de esa pequea ciudad.

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  • Aqu todava es un grupo de amigos, reunidos a la vez por la distraccin y, podemos pensar, por la orientacin ideolgica, que juega a la sociedad secreta; que pretende apro- piarse su modelo, porque ese modelo es reconocido como simptico y prestigioso.

    Pero el modelo masnico se alejar en el horizonte. La asociacin, alrededor de 1830, ser principalmente el Crculo, y el Crculo es

    sobre todo burgus, por razones que hemos expuesto ya en otra parte. Pero esa burguesa est tambin en una sociedad en vas de movimiento y de despertar. Lo que "entra en las costumbres" de la burguesa est en el horizonte de un nmero mucho mayor de franceses.

    La clase obrera naciente (todava ah, ms prudentemente, hay que decir creciente?) conoce, tambin, y al principio desde el exterior, la moda del Crculo tal como haba entre- visto la moda masnica. 54 Hay que explorar las consecuencias de esta percepcin. Quiz entenderemos entonces un poco ms por qu, sobre la base de una sociabilidad natural (informal) por definicin tan extensa como la clase misma, apareci una cantidad crecien- te de asociaciones, que a menudo son grupos naturales "formalizados".

    Al principio puede ser en modo menor, casi festivo: "jugar a la asociacin" de alguna manera, con una pizca de parodia. He aqu, en efecto, la curiosa historia que cuenta Victor Gelu.55 Estamos en Marsella, en 1836, y conoce el ventorrillo de la Ascensin, en el 15 del boulevard de la Paix. Los habituales son hombres maduros, en la cincuentena, y son

    ...un hormiguero de buenos amigos, todos hijos de la alegra, por bien que casi todos hombres maduros, muchos antiguos militares, todos reunidos fraternalmente bajo la singular denominacin de Sociedad de los Hermanos Dormidos, bebiendo, comiendo, riendo, jugndose una botella a las cartas y cantando todas las tardes a pleno pulmn con una animacin cordial que ninguna reunin hubiera podido ofrecer.

    No tienen ms estatuto que el de llamar "presidente por rer" al ms alegre de entre ellos, y el de sealar con un banquete el da de San Napolen (el 15 de agosto), como bue- nos militares que fueron. Adoptan a Victor Gelu, que es mucho ms joven que ellos, pero cuyo talento de cancionista les ha gustado. Gelu cuenta:

    Les redact primero un reglamento de sociedad mitad cmico, mitad serio, en que se hablaba a menudo del gran emperador. A continuacin, por San Napolen, versifiqu un himno en honor de ese semidis de los viejos veteranos. Al mismo tiempo, compuse un canto a la fraternidad titulado Los Dormidos para que cantase en todas sus reuniones de gala.

    Y eso no es todo. Veinte aos despus, en el momento en que escribe nuestro cronista (1856), "los raros supervivientes, menos alerta y alegres, y sin embargo todava fieles a su reunin, cantan an aquel cntico, pero se han constituido en sociedad benfica regular".

    Estamos entonces bajo el Imperio autoritario en que, como sabe cada cual, una ceu- da polica desconfa de toda reunin y no admite ms que la mutualidad autorizada en los trminos del decreto de 1852. Bajo Luis Felipe, ms bonachn, se jugaba al Crculo. Pero lo importante, como permanencia, era el grupo amistoso.

    Aparte del hecho de que eran, en su mayor parte, antiguos soldados del Imperio, nos gustara ms saber a qu profesin vincular a aquellos "Dormidos". Si hablamos de ellos

    54 Moda, parecer quiz un poco despectivo, pero tenemos testimonios de la poca sobre ese entusiasmo que al final del Imperio atraves el mundo profano y dio lugar a toda una pseudomasonera. Nos lo hemos encontrado, para Toln, en los Cahiers de Letuaire (Toln, 1925). 55 Marseille au XIXe sicle, op. cit., pp. 228-229. 159

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  • s s I I s? s

    I

    aqu es porque los presumimos populares, y lo que alimenta esta presuncin es que con seguridad eran muy poco letrados: de otro modo no habran esperado a encapricharse con un joven panadero educado y buen rimador para poder entregarse al juego burgus de la Sociedad de estatuto. 160 I

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  • En otras ocasiones hemos llegado a sospechar en semejantes casos el papel de instru- mento, quiz incluso de iniciador, desempeado por un pequeoburgus entre los trabaja- dores. El Crculo de Obreros de Nuits (Cte-d'Or) de que hablbamos no hace mucho comprenda varias decenas de artesanos, una docena de viateros... y un mdico, un vete- rinario y un maestro de escuela. No sera uno de estos trnsfugas de la burguesa quien habra prestado su pluma a la clase popular, y quiz no slo para hacer rabiar al Crculo de Seores? En este caso, no lo sabemos y no podemos decir ms.

    Ms en serio, a veces se imita el Crculo por su comodidad. Por qu, en 1841, unos jefes de taller de la fbrica de tejidos de seda en Lyon fundan

    un Crculo?56 Su artculo 1 lo presenta como profesional, utilitario y mutualista:

    Unos jefes de taller fabricantes de tejidos de seda han fundado un Crculo con el fin de reunir en comn todas las informaciones y conocimientos necesarios para el ejercicio de su profesin, y de ayudarse con sus cuidados y consejos en todas las circunstancias de su vida privada.

    Una sociedad corporativa, pues? Pero he aqu que despus de los artculos que hablan de administracin, de elecciones y de cotizaciones, se llega a un artculo 19 que estipula:

    ...el local donde se establecer el Crculo estar situado en la Croix-Rousse. Contendr una sala en la cual deber existir una cantina y un gabinete de lectura constantemente a disposicin de los socios.

    Y la continuacin de los estatutos prev los detalles. Estamos, pues, en el largo camino que lleva de la cofrada de oficio al sindicalismo

    profesional, pero en la etapa de los aos de 1840 ese camino pasa por el Crculo; ste es, para esa poca, la frmula moderna que aade a los beneficios de la fraternidad el bienes- tar concreto del hogar colectivo que la asociacin puede procurar y que el caf dara menos cmoda y convenientemente.

    Frmula de moda, frmula cmoda, el Crculo es sobre todo una frmula burguesa, y ocurre por fin que los obreros lo reclaman por afn de igualdad y por sentimiento de su dignidad.

    No sabemos si tal era el mvil de los artesanos y viateros de Nuits, pero sabemos bien que era el de los obreros revolucionarios del arsenal de Toln cuya historia hemos contado. 57 Su demanda de creacin de un Crculo de la Unin Obrera deca explcitamen- te: por qu nosotros no?

    Es un hecho que con la costumbre de los Crculos, a los que el Gobierno conceda liberalmente la autorizacin necesaria, el derecho de asociacin era concedido de hecho a la burguesa. Por qu no al pueblo, entonces? Discpulos de Flora Tristan, como hemos demostrado, los socios toloneses aplicaban el lema que ella explcitamente haba dado en su librito de la Union ouvrire antes incluso de emprender su Tour de France. 58

    Pocos observadores de los aos de 1840 han hablado de sociabilidad obrera con tanta precisin como esta extraordinaria mujer. Ella tiene una visin realista de las reuniones de la vida cotidiana, chambres, tabernas; conoce bien el gremio, la Unin, las mutuas, a las

    56 AN F7 12.237, expediente Lyon, Crculo de los jefes de taller. 57 Une ville ouvrire..., op. cit. 58 Union ouvrire, op. cit., pp. 8, 15, 55-56, 73, 1 1 1 y 1 18. 161

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  • 162 I

    que llama a federarse; las sociedades secretas, que ella reprueba (porque las batallas que en ellas se preparan son siempre en beneficio de jacobinos burgueses, demasiado polti- cos, demasiado poco sociales); los ventorrillos, que tambin reprueba (esas canciones son "unos frragos de necedades que no encierran ninguna enseanza til"); en fin, pero como ideal o ms bien como programa, las sociedades de lectura de obreros; llama a su forma- cin, y su llamada pudo ser seguida a veces.

    En suma, hay Crculos para burgueses y los obreros reivindican otros para ellos; ste es uno de los retos poco conocidos de la lucha de clases de los aos de 1840.

    Hasta un peridico de un socialismo tan moderado como L'Atelier lo perciba al estig- matizar la posicin de clase del poder en ese terreno. Su nmero de octubre de 1844 opone dos ancdotas muy instructivas por su contraste. En Pars, un Crculo de jvenes burgueses juerguistas, llamado de la "Tour de Nesle", ni siquiera declarado, se haba con- vertido en un lugar de orgas; a consecuencia de un caso de violacin, la polica tiene que meter la nariz all; ahora bien, los tribunales, indulgentes, ni siquiera incorporaron al acta de acusacin la circunstancia de la asociacin no declarada. En aquel tiempo, en Lyon, la polica llevaba a cabo detenciones de obreros cuya nica falta haba sido crear una socie- dad de lectura.

    "Unos obreros lioneses -dice el peridico-, persuadidos, con razn, de que la mejora material del destino del pueblo va ligada a su mejora moral, forman una asociacin que tiene como fin nico la lectura en comn de los libros, folletos y peridicos que traten de la organizacin social" -y se les trata de conspiradores.

    As, el obrero serio no tiene derecho a la vida de Crculo que se concede al burgus disoluto. La cuestin es muy eminentemente social.

    El ideal del Crculo, para los amigos de la clase obrera y los obreros educados, diga- mos para el socialismo, es pues una especie de anticipacin de la Casa del pueblo (con, en Flora Tristan, un aspecto de bolsa del trabajo -pero no es un poco lo mismo?): un lugar donde el obrero satisfaga la necesidad de vida social sin ser tributario de la taberna o sus dependencias; un lugar donde disponga, gracias al poder econmico de la asociacin, de elementos de bienestar59 que su tugurio no tiene; un lugar donde educarse gracias a una biblioteca. Sociabilidad, bienestar, cultura. Eso es lo que explica la incorporacin del Crculo al modelo falanstrico! El Crculo no es, ciertamente, una idea fourierista en s mismo, no ms que la calefaccin central, pero los inventores del mejor vivir para todos, cmo no haban de recuperarla? He aqu, segn un personaje del Judo errante, cmo ser en la sociedad futura la gran sala de la Casa comn de los obreros:

    Durante el invierno, esta pieza serva al atardecer, despus del trabajo, de sala de reunin y de velada, para los obreros que preferan pasar la tarde en comn en lugar de pasarla en su casa o en familia. Entonces, en esta inmensa sala, bien calentada por el calorfero, brillantemente iluminada por gas, unos lean, otros jugaban a las cartas, aqullos charlaban o se ocupaban en pequeas labo- res...60

    59 Y el bienestar, como se puede entrever en los textos que vamos a citar, no es solamente tener a disposi- cin billar y domin, es simplemente estar caliente y ver claro. 60 De Eugne Sue (1845), a quien citamos segn Michel Ragon, Histoire de l'architecture et de l'urbanis- me modernes, Pars, Casterman, 1971, 1. 1, p. 80. Otro fourierista independiente, Jules Duval, en 1847, pensaba en fundar un diario de la sociedad cuyos salones haran adems la funcin de Crculo, y de Crculo abierto, el domingo, a los obreros, "a los que llenara especialmente los ocios procurndoles lo que les falta y lo que est en sus deseos, los placeres de la sociedad elegante y mundana hasta ahora reservados a los ricos". (Citado por Jacques Valette en su tesis indita sobre Jules Duval, manuscrito, Universidad de Paris I, 1975, 1. 1, p. 274.)

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  • El fourierismo pasar, pero la idea de Casa del pueblo, de hogar popular, etc., har su camino.

    En 1848 no se ha llegado ah, y el movimiento obrero imagina ms que realiza. Pero los burgueses no ignoran el problema, y los hay que -contracorriente de la ten-

    dencia general- ven algunas ventajas en la idea de los Crculos para obreros. Habra moral en un tal Crculo, primero porque es simplemente humano y cristiano que el obrero tam- bin pueda tener veladas y domingos agradables, despus porque la moralidad se supone que viene ms fcilmente al hombre que lee y se educa que al analfabeto entregado a los instintos, y finalmente porque el Crculo funciona como rival de la taberna; en el Crculo no se emborracha uno, ni frecuenta malas compaas.

    A partir de estos principios, el barn de Grando,61 uno de los ms notorios de los burgueses filntropos, disear un ideal de Crculo obrero muy poco diferente del que imaginaban los fourieristas o los talleristas. Es un centro de esparcimiento, bastante com- pleto (jardn para juegos de exterior, billar, sala para juegos de sociedad, etc.) con una fr- mula de Club: all se puede beber, sin lo cual la gente preferira la taberna, pero no se accede sin la presentacin de la tarjeta de adherido.

    En pocas palabras, es la taberna con ms comodidades y menos promiscuidad. La lec- tura tiene un menor lugar en el modelo Grando que en el modelo socialista. En cambio, Grando sabe qu lugar corresponde hacer al canto, etc. El modelo burgus se distingue en realidad sobre todo por la financiacin. Grando la habra confiado a los patronos, segn el ejemplo bien conocido del paternalismo alsaciano; en su defecto, a los obreros de Iglesia; en defecto de stos, a los municipios.

    Lo importante era que la clase obrera tuviese sus crculos. De hecho no tuvo, porque la opinin dominante entre las clases dirigentes y -como

    hemos visto- en el poder era que, con todas sus ventajas, los Crculos de obreros tendran el gran inconveniente de ser focos de propaganda.

    Filntropo tan acreditado como Grando, Villerm escriba, replicando de antemano:

    Suponed unos ncleos de poblacin en que, como se anuncia en algunos prospectos (la Cit Rochechouart) los inquilinos, integrados por numerosos clibes, tuviesen una gran sala comn que sirviese de calefactor durante el invierno, y que fuese adems el lugar de reunin de los dems obre- ros del barrio. No sera muy de temer entonces, sobre todo en Pars, que se formaran all focos de disturbio y de sedicin, tanto ms cuanto que los miembros de esas reuniones tendran toda la facili- dad para verse, para orse, y para conjurarse tras su umbral sin que la polica pudiese impedirlo? 62

    La abominable taberna, por su parte, presenta al menos la ventaja de estar abierta a los soplones...

    Los burgueses no acabarn de discutir en mucho tiempo sobre cul es la categora ms peligrosa, la de los obreros incultos, brutales, inmorales, fcilmente rebeldes (opinin de Grando) o la de los obreros aculturados, vueltos juiciosos, instruidos y por consiguien- te crticos (opinin Villerm).

    Fue la primera opinin, la ms liberal en su principio, la que haba dado lugar a bellas realizaciones civilizadoras como la ley Guizot de 1833 sobre la enseanza primaria. Fue la

    61 "Des rcrations populaires considres comme un des moyens les plus efficaces de dtourner les I ouvriers des cabarets", extracto de los Annales de la Charit, noviembre de 1857, tirada aparte en la Biblioteca I Nacional, Paris. I 62 "Sur les cits ouvrires", en Annales d'hygine publique et de mdecine lgale, t. 43-2, 1850, que cita- I mos segn Murard y Zyberman, "Le petit travailleur infatigable", en Recherches, n. 25, agosto de 1976. 163

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    segunda, la ms tradicional, la que llev al poder a intentar poner trabas a todo aquello que, entre el pueblo, se moviese para organizarse, lo que, de hecho, vena a dejarlo oscilar entre el tugurio y la tasca.

    Pues los hechos parecan desde luego dar la razn a los represivos: la conciencia poltica segua los caminos de la sociabilidad y la asociacin.

    La asociacin como vehculo

    La prueba de que la sociabilidad obrera es a menudo coloreada de espritu de crtica social y de lucha, la hemos suministrado ya indirectamente en la primera parte de este estudio. En efecto, frecuentemente son informes o testimonios de origen o de contenido poltico los que nos han informado indirectamente sobre una realidad etnogrfica. Texto de Engels sobre las asambleas de "barreras" donde los obreros acuden en familia y en masa, y donde se discute de comunismo; texto del tejedor Joseph Benot sobre las charlas de taller en que el comunismo est tambin a la orden del da; textos de los policas de la Restauracin que nos introducen en las chambres o en las tabernas "exclusivas" porque se sospecha que cobijan malas intenciones.

    A los obreros lioneses evocados por Joseph Benot nos los volvemos a encontrar, semejantes a s mismos, bajo la pluma, bien diferente sin embargo, de Charles de Rmusat. El antiguo ministro refiere el relato que le hace el acadmico y economista Wolowski, profesor en Artes y Oficios, que acaba de proceder a una especie de indagacin personal en Lyon. Estamos en 1847. Ha encontrado a los obreros

    ...formados y repartidos en reuniones de habituales, si no de asociados, que se reunan en los mis- mos cafs, las mismas salas o chambres de lectura, de conversacin y de refrigerio. All, en comn, escuchaban lecturas, siempre tomadas de la literatura ultrademocrtica, o discursos de sus camaradas oradores. Algunas veces discutan entre ellos cuestiones suscitadas por estas comunica- ciones...63

    A fuerza de ingenio y discrecin, a veces se llegaba pues, aun sin autorizacin, a crear esos pequeos crculos literarios (cmo interpretar de otro modo "sala o chambre de lectura, de conversacin y de refrigerio"), pero el deseo de hablar no era all gratuito: era hablar por aprender, y aprender para mejorar su suerte.

    La crtica social y poltica est, pues, en los lugares y las instituciones de la sociabili- dad obrera, porque es cmodo, porque es discreto (sobre todo en algn sitio que no sea la taberna) y tambin en razn de ese rasgo que ya sospechbamos: estos hombres simples y fraternales tienen fcilmente reacciones de grupo, y la idea adoptada es con facilidad la idea de todos.

    As es como hemos interpretado en seguida, dndole la vuelta en cierto modo a su testimonio, la extraeza del mismo Rmusat al descubrir unos obreros jacobinos, y que cantaban. Y si fueran ms bien unos obreros que cantaban (sociabilidad ordinaria) y que un da se haban hecho jacobinos (politizacin)?

    En los informes de polica de la Restauracin, tenamos ya la misma impresin. Tommosles el ejemplo del caf de la "Redoute", en el 39 de la rue Grenelle Saint- Honor:64

    i Mmoires de ma vie, op. cit., t. IV, pp. 165-166. Toda la pgina habra de ser citada; es de un gran inte-

    rs para las mentalidades obrera... y oficial. I M Le Livre Noir..., op. cit., t. II, p. 355.

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  • [Lo] lleva un tal Remiot que administra una pension de una veintena de personas. La reunin tiene lugar en una sala de la pianta baja al fondo del patio; las personas que la componen no son otras que los huspedes. [...] Es exactamente verdad que esa casa n. 39 es una sentina de revolucio- narios; all se cantan las canciones compuestas por Branger; all se manifiesta abiertamente el odio contra el gobierno. 65

    Aparentemente, el grupo de sociabilidad natural (los huspedes de un mismo hospe- dero) y la clula poltica sospechosa que canta a Branger y abuchea a los ministros tienen las mismas dimensiones. El siglo xx no ofrecer ya homogeneidades como sta. En el siglo xix, en cambio, se contaba con ellas, se pensaba en los obreros por bloques homog- neos de habitat, de distracciones y de sentimiento. Victor Hugo nos la hace notar a travs de este discurso de su republicano Enjolras. Estamos en Pars en mayo de 1832, habla Enjolras:

    Barrera del Maine, hay marmolistas, pintores, los prcticos de los talleres de escultura. Es una familia entusiasta pero sometida a enfriamiento. No s qu tienen de un tiempo a esta parte. Piensa en otra cosa. Se apagan. Pasan el tiempo jugando al domin. Sera urgente ir a hablarles un poco, y con firmeza. Es en casa de Richefeu donde se renen. Los encontrar all entre medioda y la una. 66

    Y ali va. "Daba la una en el campanario de Vaugirard cuando Enjolras lleg al fuma- dero Richefeu." Su misin tendr xito, desde luego. Pero es el mismo bloque de sociabili- dad quien, segn la coyuntura, deja el domin por el fusil o el ftisil por el domin.

    Conclusin

    No pretendemos haber reconstruido la inmensa historia de la conciencia obrera fran- cesa en el transcurso del tercio de siglo que desemboca en 1848.

    Esa historia es la de un principio de toma de conciencia y, por consiguiente -en vir- tud de una lgica bien conocida-, de intentos de organizacin.

    La organizacin merecera por s misma todo un volumen de descripciones y anlisis. Hemos querido sealar aqu una lnea de investigacin y de reflexin, sin estar seguro de que sea la ms importante; nuestra nica certeza es que no se debera negligir, aun cuando sea considerada como menor.

    Hace mucho tiempo que se conoce la parte del factor econmico, que hace que la clase obrera crezca y se concentre en la industria misma, y que con los ciclos de la coyun- tura sobrevengan accesos de luchas reivindicativas.

    Se acierta a recordar, por otra parte, que la poltica tiene su parte, y W. Sewell acaba de hacerlo con brillantez.67 1830 no es slo el punto de partida terico de la dominacin del capital (dado que acaba de apartar a la aristocracia territorial del centro del poder), es una revolucin concreta de la que salieron unas experiencias, es una conmocin ideolgica que ayud a los viejos oficios a pensarse como asociaciones, a los trabajadores a pensarse como "pueblo", y por consiguiente a los oficios a concebir el pueblo como asociacin de

    65 Estamos bajo la Restauracin ultrarrealista en enero de 1823. Branger es entonces automticamente subversivo. No es sino despus de 1830, bajo un rgimen convertido en oficialmene liberal y laico, cuando Branger y todos los sub-Branger de las comparsas podrn pasar por conformistas y burgueses, al menos desde el punto de vista de los socialistas. w Les Miserables, op. cit., p. yo. begun earner, op. cit., p. ju/, Kicneieu estaoa en la Darrera Montparnasse. 67 En su libro Work and Revolution in France y en La confraternite des proltaires: conscience de classe sous la monarchie de Juillet", en Annales E.S. C, julio-agosto de 1981, pp. 650-7 1 . I 165

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    asociaciones. Dialctica bastante convincente, y producto probado de cuatro aos (1830- 1834) de luchas y de pensamientos igualmente intensos.

    Se habr notado cunto ms atentos estn nuestros propios datos a los aos ordina- rios, los aos de 1820, los aos de 1840. Es que tambin en ellos pasan cosas, por ms que a otra escala, y con un menor grado de notoriedad; estamos aqu en el terreno que podra- mos llamar cultural a falta de un adjetivo ms apropiado.

    Nuestra posicin es que la conciencia y la organizacin del mundo del trabajo no son solamente tributarios de lo que ocurre en la esfera econmica y en la esfera poltica, sino un poco tambin de la evolucin de las costumbres: costumbres de los mismos obreros,68 o costumbres de los burgueses y de los pequeoburgueses.

    Por lo dems, a cada uno lo suyo: la comparacin que hemos aventurado entre la prctica burguesa de la asociacin y la aspiracin obrera a la asociacin, la haba hecho Flora Tristan, y nuestro artculo, en el fondo, no hace ms que consolidar y sistematizar esa intuicin de la gran predecesora.

    La asociacin, palabra clave de la poca de 1848, se dice siempre. Pero esta palabra es rica: la asociacin para sustituir el aislamiento de los obreros, vendidos uno a uno al patrn, la unin en el trabajo de obreros cooperantes, sin patrn, es la idea, en trminos modernos, de "socialismo autogestionario"; la asociacin para ir del oficio a la clase mediante la conciencia de la fraternidad de los oficios, es el proceso de conciencia de clase que W. Sewell ha reestudiado; pero est tambin la asociacin en el sentido del Cdigo Civil y del Cdigo Penal de la poca, en otros trminos la "sociedad". No es menos importante.