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    Cmo hacer cosas con palabrasJohn L ustin

    Este l ibro cont iene ideas expuestas por John LangshawAustin -una f igura clave en el mundo f ilosf icocontemporneo- en sus clases y en un ciclo deconferencias ofrecido en la Universidad de Harvard: lasWill iam James Lectures. Se trata, pues, de unarecopilacin de notas, cuidadosamente realizada porJ. O. Urmson, en la que quedan expuestas las lt imase inconclusas reflexiones de Austin sobre temascandentes de filosofa del lenguaje. A ellos contr ibuyde manera original con su anlisis de las denominadasexpresiones realizativas performative utterances , lanocin de fuerza itocucionene y, en general, con suteora de los actos lingsticos. Las ideas de Austinsobre la importancia del lenguaje ordinar io, el carctercooperat ivo de la invest igacin f ilosf ica, y lanecesidad de una ciencia del lenguaje liberadadefinit ivamente del yugo de la filosofa hacen -entreotras cosas- que esta obra no slo posea atraccinespecial para todos aquellos interesados en la reflexinfilosfica sobre el lenguaje, sino tambin para quienesse preocupan por la teora de la comunicacin, lasemnt ica, la l ingst ica e incluso laf ilosof a delderecho.

    ISBN 978-950-12-6722-831 022

    9 789501 1267228 www.paidos.comwww.paidosargentina.com.ar

    Ic J O H N L U S T I NO H A C E R C O S A S

    C O N P A L A B R A SP L B R S Y C C IO N E S

    http://www.paidos.com/http://www.paidosargentina.com.ar/http://www.paidosargentina.com.ar/http://www.paidos.com/
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    Ttulo original: How to do Things with WordsTraduccin de Genaro R. Carri y Eduardo A. RabossiPublicada de acuerdo con The Clarendon Press, Oxford

    INDICE

    Cubierta: Gustavo Macri

    LA FILOSOFA DE JOHN L. AUSTIN, por GenaroR. Carriov Eduardo A. Rabossi

    NMINA DE TRABAJOS DE J. L. AUS'l'lNPREFACIO DE LA EDICIN INGLES~, porJ. O . Urmson

    121.68 Austin, John loAUS Cmo hacer cosas con palabras : palabras y

    acciones.- 2 ed, 2 reimp.- Buenos Aires: Paids, 2008.224 p. ; 19x12 cm- (Studio)Traducc in de: Genaro Carri y Eduardo RabossiISBN 978-950-12-6722-81 . TItulo 1. lenguaje-Rlosofla

    1 edicin, 19712 edicin, 20032 reimpresin, 2008 Conferencia I

    Conferencia IIConferencia mConferencia IVConferencia VConferencia VIConferencia VIIConferencia vmConferencia IXConferencia XConferencia XIConferencia XII

    Reservados todos los derechos Quedan rigurosamente prohibida sin la autorizacinescrita de los titulares del opyright bajo las sanciones establecidas en las leyes lareproduccin parcial o total de esta obrapor cualquier medio oprocedimiento incluidosla reprografa y el tratamiento informtico. 1962 by Oxford University Press 1971 de todas las ediciones en castellano,Ediciones Paids Ibrica SA,Av. Diagonal 662-664, Barcelona de esta edicin,Editorial Paids SAICF,Defensa 599, Buenos Airese-rnail: [email protected]

    www.paidosargentina.com.arQueda hecho el depsito que previene la Ley 11.723Impreso en la Argentina - Printed in ArgentinaImpreso en Talleres Grficos DAversa,Vicente Lpez 318, Quilmes, en diciembre de 2008Tirada: 1500 ejemplares

    ApNDICE DEL COMPILADORGLOSARIO DE LOS TRADUCTORES DE ESTA

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    111127138153166179195213216

    mailto:[email protected]://www.paidosargentina.com.ar/http://www.paidosargentina.com.ar/mailto:[email protected]
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    10 J L. AUSTIN PALABRAS Y ACCIONESdad, textura abierta, dependencia contextual, carc-ter no explcito de sus reglas de uso, y otras im-perfecciones que los caracterizan. Hacer filosofano es construir clculos ni jugar con ellos. Es poneren claro el complejo aparato conceptual presupues-to en el empleo ordinario de palabras y expresionescruciales que, en su mayora, pertenecen al len-guaje cotidiano, no especializado.

    4) El lenguaje ordinario o natural recoge lasprincipales distinciones que vale la pena hacer, porlo menos en todos los aspectos prcticos de la vidahumana. En consecuencia, un estudio detenido del, hecho con paciencia y minuciosidad, permiteresolver todos los problemas filosficos genuinosrelativos a aquellos aspectos. Ese lenguaje atesorala experiencia secular de la humanidad. Por ello,todas las distinciones conceptuales justificadas estnincorporadas a l, y no hay distincin incorporadaa l que no est justificada. La cuestin est ensaber mirar.5) Sin prejuzgar sobre la gnesis yIo la natura-leza de los problemas filosficos, parece obvio queun adecuado ataque a ellos requiere, como tareaprevia indispensable, dominar adecuadamente elcmulo de distinciones y la riqueza de matices queexhibe el lenguaje ordinario. El examen de ste nogarantiza la solucin (ni la disolucin) de todos losproblemas filosficos, pero constituye un punto departida obligatorio para cualquier empresa ulterior.Por qu apresurarnos a buscar nuevas formas dediscriminacin conceptual sin haber examinadopreviamente las numerosas distinciones que encie-

    v mientras esa tarea siga siendo dificultosa, comopodemos lanzarnos a construir lenguajes artificialesdirigidos a sustituir total o parcialmente a ese len-guaje natural cuyos arcanos no hemos podido deve-lar? Sin un previo relevamiento del lengua; e natu-ral, cmo podremos acordar la convencin ad hocen cuya virtud adjudicaremos significado a los sig-nos del lenguaje tcnico usado para plantear yIoresolver este o aquel problema?B) Las anteriores son algunas de las cosas quepodemos querer decir cuando afirmamos que unfilsofo pone nfasis en el lenguaje ordinario. Enel apartado II veremos en qu sentido y con qualcance puede decirse que Austin fue miembro delmovimiento llamado filosofa del lenguaje ordina-. no .Sin duda es una simplificacin excesiva hablarde un movimiento. Quiz tambin lo sea distinguirnicamente dos lneas dentro de esa orientacin.Sin embargo es usual hacerla y aqu nos atendre-

    mos a ese modo de ver las cosas.1) La primera lnea se vincula al nombre deWittgenstein y a la obra de sus ltimos aos. Paraalgunos, la filosofa del lenguaje ordinario no esotra cosa que lo que Wittgenstein ense desde ladcada del 30 en Cambridge, y que su libro pstu-mo Philosophicallnvestigations recoge a su manera.Se trata de un modo muy original de entender elmenester de la filosofa: hemos resumido toscamen-te su idea central ms arriba, en el punto A.2). Porlas razones all bosquejadas se lo conoce tambin

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    12 PALABRAS Y ACCIONES 13J L. AUSTINla filosofa -para su filosofa- el papel de termi-nar con ellos mediante la exhibicin del origenespurio de los mismos. Mientras que el Wittgen-stein del Tractatus da de baja a toda la filosofa-incluso a la del Tractatus- por considerarla em-barcada en la insensata empresa de querer decir loinefable, el Wittgenstein de las Philosophical In-vestigations da de baja al resto de la filosofa --conexcepcin de la delas 1nuestigations-s- por conside-rada una empresa dedicada a la ridcula faena delidiar con dificultades que ella misma, y slo ella,suscita u origina.Es difcil entroncar al nuevo Wittgenstein -porllamado as- en la historia de la filosofa. Su pen-samiento parece ser radicalmente original. Anantes de la publicacin de las lnvestigations la in-fluencia de las nuevas ideas creci dentro y fuerade Cambridge, especialmente a travs de sus disc-pulos directos.2) La otra lnea perteneciente a la llamada filo-sofa del lenguaje ordinario tiene sus races y suprincipal desarrollo en Oxford. Algunos de sus inte-grantes estn inspirdos por ideas afines a las queresumimos ms arriba en los puntos A.3) y A.5).No es fcil determinar con aceptable certeza enqu medida las enseanzas del nuevo Wittgen-stein influyeron en los filsofos de la lnea oxonia-na. En el prximo apartado trataremos de mostrarque no influyeron en Austin. De todos modos nose justificara intentar aqu un estudio ms dete-nido de las relaciones entre ambas lneas, aun enel supuesto de que estuviramos en condiciones dehacerlo.

    ractersticas inconfundiblemente locales. El intersde los filsofos de Oxford por el lenguaje ordinariotiene antigua data y raz aristotlica. Tal comoPla-tn es el inspirador de buena parte de lo que enfilosofa ha producido Cambridge, Aristteles es elinspirador de buena parte de lo que en filosofa haproducido Oxford.Aristteles es y ha sido admirado en Oxford porlos rasgos que lo distinguen de Platn. Se ha dichoque es respetado, sobre todo, por su falta de dog-matismo; por su inclinacin a admitir sucesivosreplanteos -de un mismo problema y a reconocerla existencia de dificultades; por la honesta minu-ciosidad con que considera las opiniones de otrospensadores y las expresiones usadas por el hombrecomn; por su disposicin a hallar lo que contie-nen de verdad las posiciones divergentes; por suafn de buscar soluciones razonables mediante unaclarificacin analtica de las preguntas que las ori-ginan. Particularmente en los trabajos sobre tica,Aristteles apela con frecuencia al lenguaje ordi-nario comocriterio para formular distinciones esc1a-recedoras y para rechazar otras que no lo son.Uno de los filsofos de Oxford ms influyentesde su tiempo fue John Cook Wilson (1849-1915).Siguiendo una lnea aristotlica insisti en que lasdistinciones corrientes en el lenguaje no puedenser nunca desatendidas por los filsofos y sostuvoque para el estudioso de lgica es capital determi-nar el uso normal ... de una expresin lingsti-ca . Cook Wilson consideraba que el lenguajeordinario sirve, por lo comn, como elemento deconviccin corroborante de doctrinas filosficas s-

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    14 J L. AUSTIN 15ALABRAS Y ACCIONEScaractersticas deCookWilson era su pasin por laexactitud y la lucidez, as comoel respeto frentea los dictmenes del sentido comn, actitudes quecomparta con el filsofo de Cambridge G. E.Moore. Cuando se trataba de examinar usos lin-gsticos ordinarios -faena que consideraba par-ticularmente importante para no incurrir en lasfalacias que engendra el lenguaje de la refle-xin - insista en la conveniencia de tener a lavista una gran variedad deejemplos.Uno de los discpulosms capaces deCookWil-son -si no el ms capaz- fue H. A. Prichard(1871-1947), quien ocup la ctedra deMoral Phi-losophy en Oxford. Sin duda existi una recprocainfluencia de ideas entre ambos. Prichard tambinexhibe puntos de contacto con Moore: as lo de-muestra su predileccin por el lenguaje llano y porel rigor en la argumentacin. Prichard fue tutor deAustin,Ese ambiente fue el que presidi los aos for-mativos deAustin. Una vez graduadosededicconespecial inters a la filosofa griega, y en particu-lar a las obras ticas deAristteles. Adems llega ser un experto en Leibniz, cuya filosofaestudidurante varios aos. Podemos presumir fcilmentecul fue la influencia que sobre l ejerci la tra-dicin aristotlica deOxford, y, dentro de ella, laactitud de respeto hacia el lenguaje ordinarioco-mocriteriopara el planteo e intento desolucindelos problemas filosficos.Ms difcil es conjeturaren qu medida pueden haber influido sobreAustinalgunas de las reflexiones deLeibniz. Vale la penarecordar brevemente ciertos pasajes de ste relati-vos al lenguaje ordinario.

    Es verdad que Leibniz postul la invencin deun alfabetodel pensamientohumano , cuyosele-mentos, adecuadamente combinados,encerraban laverdadera filosofa. En ese sentido, el nombre deLeibniz ha sidovinculado a los proyectos de len-guajes formalizados que caracterizan a la lgicaa partir dela segunda mitad del siglo XIX. Es ver-dad, tambin, que Leibniz crea que las que lllamaba caractersticas reales -esto es, elemen-tos simblicosque se asemejan en forma naturala lo simbolizadopor ellos- slopodan desarro-llarse cabalmente en un lenguaje artificial. PeroLeibniz sostuvo tambin que los lenguajes natu-rales eran en ciertos aspectos caractersticas rea-les . Conrazn, Norman Kretzman ha podidodecirque sobre la base de esa observacin.. , Leibnizs e convirtien el primer filsofoimportante despusdeEpicuroen sugerir comotcnica filosficael re-curso al lenguaje ordinario .En losNouveaux Essais Leibniz dice: Realmen-te piensoque los lenguajes son el mejor espejodela mente humana y que un anlisis de la signifi-cacindelas palabras hara conocer las operacionesdel entendimiento mejor que cualquier otra cosa(Libro IIl, Cap. VII, 6).Ignoramos si estos pasajes de Leibniz u otrossimilares -y lo que ellos implican- influyeronsobreel joven Austin, queestudi a Leibniz con laseriedad y minuciosidad caractersticas en l. Perono nos cabeduda de que s influyeron sobreAus-tin ideas comolas expuestas por John Stuart Mill,uno de los pensadores ms fecundos dentro de latradicin filosficabritnica, quien exhortaba a suscolegas a observar una sana actitud de respetoha-

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    16 PALABRAS Y ACCIONES 17 L. AUSTINlas propiedades inherentes ms valiosas de unlenguaje natural es la de conservar las experien-cias del pasado . El lenguaje constituye un de-psitodel cuerpoacumulado deexperiencias al que,con su aporte, han contribuido todas las edadespretritas y, a la vez, es la herencia que dejaremosa todas las edades futuras . (A System of Logic,Libro IV, Cap. IV, 6). Si usamos los nombrescomonuestra pista o ndices de las cosas -decaMill- inmediatamente ponemosante nosotros to-das las distinciones que han sidoreconocidas, nopor un solo investigador sino por todos los inves-tigadores considerados en conjunto. Sin duda quepodremos hallar, y que hallaremos, que los hom-bres han multiplicado innecesariamente las varie-dades,y quehan imaginadoqueexisten distincionesentre las cosas cuando slolas hay en el mododellamarlas. Pero no estamos autorizados a suponeresto inicialmente. Debemos comenzar por recono-cer las distinciones hechas en el lenguaje ordina-rio Op. cit., Libro 1, Cap. 1, 3).

    Hasta aqu hemos bosquejadoel cuadro generaldeideas sobreel que hay que proyectar la originalcontribucin de Austin. Ahora debemosreferirnosespecficamentea ella.

    respuesta a algunas de estas preguntas en la bre-vsima caracterizacin que hicimos ms arriba enel apartado 1,punto A.S). Cabeaclarar ante todo,que para contestarlas no hay que atender sloa loque Austin dijo acerca de los problemas queellasplantean -que fue en realidad poco- sino tam-bin y, en especial, a lo que Austin hizo al tratarlos problemas particulares de que prefera ocupar-see inferir deall su actitud frente a aquellas cues-tiones generales.En relacin con tales cuestiones sehan atribuidoa Austin dos tesis o doctrinas bsicas. Segn laprimera, el lenguaje ordinario o natural es algosacrosanto; porque est bien tal como est nomerece crticas ni reclama enmiendas. De acuerdocon la segunda, los problemas filosficos se origi-nan exclusivamente en confusiones Iingsticas oen abusos de lenguaje.Austin no sostuvoninguna de estas dos tesis,aunque cabe admitir que algunos rasgos peculia-res desumtodode trabajo y algunas afirmacionessuyas han podidodar cierto fundamento a una yotra interpretacin.Segn Austin el lenguaje natural es un puntode partida necesario, digno de toda atencin, quedebe comprometer nuestro empeoso afn clarifi-cador. Las palabras que empleamos a diario sonherramientas de las que nos valemos para realizarmltiples tareas; es un principio elemental quetratemos de utilizar herramientas limpias . De-bemos saber qu es lo que queremos decir y ques loqueno queremos decir,y esmenester queeste-mos precavidos contra las trampas que el lenguaje

    lCul fue, en trminos generales, la actitud deAustin frente al lenguaje ordinario? Cul fue suposicin frente a los problemas filosficos? Qucrticas formul a los tradicionales modos de pro-ceder de los filsofos?En qu medida puede di-

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    18 J L. AUSTIN PALABRAS Y ACCIONESintento clarificador resultar estril, cuando no di-rectamente engaoso, si no tenemos en cuenta elcarcter instrumental del lenguaje y el preceptode limpieza de los medios de expresin.Se podra sostener, empero, que Austin no se li-mita a pretender que el lenguaje natural sea to-mado comoun punto de partida necesario. En undiscutido pasaje de A Plea for Excuses , afirma:Nuestro repertorio comn de palabras encarnatodas las distinciones que los hombres han credoconveniente trazar y todas las conexiones que hancredo conveniente destacar durante la vida demu-chas generaciones. No cabe duda de que es pro-bable que tales distinciones y conexiones, puestoque han pasado el prolongado test de la supervi-vencia del ms apto, sean ms ricas, ms sensatasy ms sutiles -al menos en lo que respecta a lascuestiones comunes y razonablemente prcticas-que las que cualquiera de nosotros podamos con-cebir una tarde en nuestro silln de trabajo, proce-dimiento que, por lo dems, constituye el mtodoalternativo que recibe la adhesin de la mayora(Phil. Papers, 130).Interpretadas fuera de contexto, estas afirmacio-nes pueden sustentar la idea de que Austin -porlomenos en determinado momento de su evolucinfilosfica- defendi una tesis fuerte (tal como laha calificado Hampshire) segn la cual toda dis-tincin existente en el lenguaje comn tiene unarazn deser, en el sentido deque a toda distincinverbal correspondeuna distincin conceptual, prin-cipio al que hay que agregar su complementario,

    bra postulado algo as comoun Principio deCon-tinuidad en el lenguaje (todoel espacioconceptualest ya ocupadopor los medios lingsticos) que nodejara intersticio alguno para la novedad ola en-mienda. De ms est decir que si fuera steel caso,la crtica deque Austin exalt el lenguaje ordinarioal nivel de ]0 sacrosanto estara plenamente justi-ficada.Pero Austin jams sostuvo dicha tesis fuerte.Unos prrafos ms adelante observa: Por ciertoque el lenguaje ordinario no puede pretender serla ltima palabra, si es que existe tal cosa. Sinduda, lleva en s algomejor que la metafsica de laedad depiedra, a saber, comoya lohemos dicho, laexperiencia y el ingenio heredados a travs demu-chas generaciones de hombres. Si una distincinsirve para los propsitos prcticos de la vida co-mn. .. entonces podemos estar seguros de quehay algoen ella, de que seala algo; sin embargo,es muy probable que no constituir la mejor mane-

    ra de presentar las cosas si nuestros intereses sonms amplios o ms intelectuales que los ordina-rios . Adems, dicha experiencia se ha derivadode los medios de que dispusieron los hombres a lolargo de la mayor parte de la historia de la civili-zacin: no se ha nutrido con los recursos propor-cionados por el microscopio y sus sucesores . Con-cluye Austin: En consecuencia, no cabe duda deque el lenguaje ordinario no es la ltima palabra:en principio puede ser complementado, mejoradoy superado. Pero recuerden: es la primera palabra( A Plea for Excuses , Philo Paper s, 133).

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    2 21 L. AUSTIN PALABRAS Y ACCIONESHampshire) , que incluye los siguientes puntos:a) las distinciones -ntidas o borrosas- que en-contramos en el lenguaje ordinario reconocen porlo general una razn de ser que, llegado el caso,puedey debeexplicitarse, b) el lenguaje ordinarioconstituyeel punto departida para todas las incur-siones lingsticas y conceptuales , as como lapiedra de toque para apreciar los logros de ellas,toda vez que las sutilezas y refinamientos que sealcancen no pueden estar divorciados del lenguajenatural; c) el lenguaje ordinario debe ser comple-mentado y mejorado, si hace falta, segn la natu-raleza del inters que nos gua; y d) si bien lainvestigacin del lenguaje ordinario puede consti-tuir un fin en s mismo -y por cierto que paraAustin lofueen gran medida- no debeolvidarseque cuando sela practica no se miran solamentelas palabras sino tambin las realidades para ha-blar acerca de las cuales usamos las palabras . Detal manera, en todomomento estamos empleandouna conciencia agudizada delas palabras para agu-zar la conciencia que tenemos de los fenmenos,aunque ellas no sean los rbitros definitivos deestosltimos (Phil. Papers, 130).Queda en claro, pues, que es inexacto atribuir aAustin la pretensin decanonizar el lenguaje ordi-nario y la de despreciar el lenguaje tcnico. Ellenguaje ordinario no es la ltima palabra, pero es-sin duda- la primera y, comotal, la imprescin-dible. Qu viene despus es una cuestin totalmen-te distinta.En cuantoal mtodoadecuadopara llevar a caboeste necesario relevamiento preliminar, Austin noseencierra dentro de lmites estrechos: no hay unmtodoprivilegiado. Austin solaescandalizar a sus

    oyentes diciendo que para clarificar un determi-nadoproblema-y comohemos dicho, slojuzgabadignos de inters a los problemas particulares-podabastar con tener a mano un buen diccionario.Esos, haba que leerlo cuidadosamentey con inte-ligencia para inventariar todas las palabras tpica-mente relacionadas con la cuestin, O -mtodoalternativo- extraer de l los significados de lostrminos relevantes previamente seleccionadosconun criterio amplio. En uno y otro caso, haba queoperar cuidadosamente con las palabras y signifi-cados obtenidos,de modo de describir con rigor lascomplejas relaciones que ellos tienen dentro dellenguaje natural. De esta manera sepodran ir for-mando grupos o familias de exprsiones cuya orde-nacinpermitira clarificar un campoms omenosvasto, en funcin denuestras intenciones y del ca-rcter ms o menos comprensivo de la seleccininicial.Perono es estomera gramtica omera lings-tica? En qu medida esta tarea puede ayudar asolucionar problemas filosficos?La posicindeAustin frente a preguntas de estetenor es muy interesante. En primer lugar, nuncapretendi trazar una clara lnea de demarcacinentre la actividad y el inters de los lingistas ylosde losfilsofos.y ello no sloporque, de hecho,tal lnea demarcatoria tajante noexisteen la actua-lidad, sinoporque interpret la fluida situacin enque hoy se encuentran ambas actividades comosignopropiciode que en el futuro se desarrollarauna ciencia lingstica autnoma, fundada en unateora general capaz de otorgarle mayor rigor. Porcierto que en ningn momento pens que sus in-vestigacioneshaban logradoalcanzar ya tal nivel,

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    22 PALABRAS Y ACCIONES 23 L. AUSTINaunque en la parte final del presente libro sepue-den encontrar los lineamientos deuna teora gene-ral de los actos Iingisticos, susceptibles quiz deser desarrollados en el sentidoque indicamos.En segundo lugar, era caracterstico de Austinno preocuparse por el rtulo de loque estaba ha-ciendo. Lo tena sin cuidado que se lo calificara ono de filosofa. A pocoque sepiense, su actitud sehace explicable: la palabra filosofa suele serusada como signo encubiertamente encomisticode un mtodo, de una problemtica o de un tipode respuestas, y Austin profesaba un acendradoamor a la verdad comopara dejarse seducir por elencanto de los rtulos persuasivos.Los trabajos de Austin testimonian el reconoci-miento del valor intrnseco que tienen los anlisisminuciosos de giros y frmulas del lenguaje ordi-nario, ligados a problemas que han preocupado alos filsofos.En tanto tales, esos anlisis no tienenpor qu ser caracterizados comofilosficoso comono filosficos.Pero de todosmodos cabepreguntar-se si las conclusionesalcanzadas con esemtodo, ydesdeesepunto devista, permiten solucionar, o almenos aclarar, problemas tradicionalmente consi-derados filosficos.Tampoco aqu Austin se compromete excesiva-mente con la cuestin. Est interesado en estudiaren forma rigurosa y paciente aspectos particularesdel lenguaje ordinario, con una delectacinmorosay un respeto frente a los datos Iingsticos nuncavistoshasta entonces, y, muchas veces, parece inte-resarse por esos problemas comocuestiones en si,No tuvo inconveniente en admitir que la utiliza-cinde sus logrospara atacar problemas filosficosfuera algo secundario, un simple sub-productode

    la actividad realizada. Es ilustrativo destacar queen este aspectoexiste una diferencia fundamentalentre Austin y el ltimo Wittgenstein, a quienesse suele errneamente equiparar en cuanto a susactitudes frente a los problemas filosficos.Valelapena hacer un brevecomentariosobreelpunto, queimporta el desarrollode algosugeridoms arriba yque, creemos,puede ayudar a entender mejor cier-tos aspectos de la actitud de Austin frente a lafilosofa.Wittgenstein no influy en las ideas deAustin.Esto se debi parcialmente a factores idiosincrti-cos: a Austin le disgustaba el personalismo y elcarcter oracular que caracteriza a muchos filso-fos, rasgos que en Wittgenstein se encontrabansumamente acentuados. Pero adems, la reaccinde Austin est ntimamente ligada a una actitudfrente al quehacer filosficototalmente opuesta ala deWittgenstein. Austin crea con firmeza quela nica manera desuperar el interminable vaivnde las opiniones filosficasen pugna y de terminarcon el afn de generalidad y con la toleranciafrente a la imprecisin que caracteriza a las llama-das tesis filosficas,consista en encarar un trabajocooperativo, en el que el constante intercambio deinformaciones y de experiencias, as comoel con-trol recproco, permitira conquistas parciales sli-das y un avance lento pero seguro.Austin y Wittgenstein, ya en otroplano, conce-ban de manera muy distinta el quehacer de losfilsofos.Para el primero se trataba de progresarsin premuras, conquistando nuevos territorios me-diante el logrode soluciones definitivas y precisas,expresadas con claridad y rigor, lo que dependa-naturalmente-- del desarrollode recursos met-

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    24 PALABRAS Y ACCIONES 25 L. AUSTINdicos aptos y de la aplicacin constante del trabajocooperativo. Para el segundo la solucin de unproblema filosfico consista en hacer desaparecer elhalo de perplejidad y confusin que le da origen,desvaneciendo as el encantamiento de' nuestrainteligencia por el lenguaje . Por eso no puededecirse que para Wittgenstein existan solucionespara los problemas filosficos en el mismo sentidoen que existen para Austin. Lo que ocurre es queen determinado momento podemos dejar de sentir-nos perplejos y confusos: hemos conseguido salirdel laberinto. Pero hallar la salida no es pasar a unrecinto ordenado, construido por nuestro esfuerzo.Encontrar la sal ida es liberarse, como por un actode exorcismo, de una situacin conceptual intolera-ble, presidida por el desconcierto.Por ltimo, Wittgenstein y Austin se distinguenprofundamente en loque concierne al motivo de suinters por el lenguaje ordinario. Para Wittgen-stein es importante comprender el funcionamientodel lenguaje ordinario porque, bsicamente, losproblemas filosficos nacen de confusiones e incorn-prensiones en el uso del mismo. El estudio del len-guaje ordinario es, pues, interesado: es un medio-el nico- para alcanzar un fin especfico. ParaAustin -como ya lo hemos indicado-- el estudiodel lenguaje ordinario poda constituir un fin en smismo y sus conquistas, as alcanzadas, ayudar aresolver los llamados problemas filosficos, aunquecomo una consecuencia no buscada deliberada-mente.Lo expuesto muestra, a grandes rasgos, las dife-rencias de enfoque entre Wittgenstein y Austin.Explica, tambin, por qu dijimos al comienzo deeste apartado que es errneo atribuir a Austin la

    tesis de que los problemas filosficos se originanexclusivamente en confusiones lingsticas y abusosde lenguaje. En realidad no puede decirse queAustin haya sostenido una tesis especfica acercade lo que ha de entenderse por problemas fi los-ficos y, menos an, acerca de cmo se originan.Los comentarios precedentes quiz sirvan pararesumir, en gruesas pinceladas, la actitud de Austinfrente al lenguaje ordinario, y en cierta medida,frente a los problemas llamados filosficos. No pre-tendemos, por supuesto, haber presentado un cua-dro completo ni cosa que se le parezca. Para reme-diar en algo sus deficiencias creemos necesarioreferirnos a varias pautas de comportamiento te-rico que Austin acept expresa o imphcitamente.Austin rechazaba la repeticin rutinaria de teo-ras y el empleo automtico de la jerga filosfica enboga. Pero eso no significa que adopt una actituddespectiva frente a todo afn de hacer teora o deutilizar terminologa tcnica. Su actitud crticaapuntaba a los inevitables empantanamientosque sobrevienen cuando transitamos por ensirnavez los mismos caminos que otros filsofos, delandohondas huellas, transitaron en el pasado. Tambinrechazaba la engaosa facilidad que brindari aque-Ilos caminos trazados con el propsito de evitar losaccidentes y las desigualdades del terreno, y deasegurar una marcha rpida y sin tropiezos. Parano empantanarse y para no empobrecer artificial-mente la rica y excitante experiencia del viaje hayque intentar caminos nuevos, prestar atencin adetalles no atendidos previamente, considerar loque no fue considerado, cualquiera haya sido elmotivo de la desatencin. En cuanto a la termino-loga filosfica tradicional, pensaba que la adopcin

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    26 27J L. AUSTIN PALABRAS Y ACCIONESno crtica de trminos ya acuados comprometanecesariamente a tomar caminos trillados que des-embocanmuchas veces en callejones sin salidas, oa repetir mecnicamente viejas piruetas conceptua-les. Por cierto que Austin jams serehus a usaruna terminologa tcnica til, y cuando lo consi-der necesario introdujo neologismosaudaces paranousar etiquetas desgastadaspor el usoen la iden-tificacin de fenmenos que no haban sido sufi-cientemente destacados.Otra cosaque Austin tambin critic con durezaa los filsofosdel pasado y del presente fue la ten-dencia a simplificar excesivamentelos problemas yla irreprimible inclinacin a dar, de inmediato,soluciones generales . Tal simplificacin y talpremura provocan la inexactitud que, a juicio deAustin, caracteriza a la mayor parte delo que handicho los filsofos.Por ello debemos evitar a todacosta la simplificacin excesiva, que estaramostentados de considerar la enfermedad profesionalde los filsofos,si no fuera su profesin How toDo Things with Words, pg. 38).Para superar esos males crnicos de la filosofay, por encima de todo, para conseguir que se den ella un real progreso, es necesario plantearsemuchos problemas, examinar grandes cantidadesdecasos,analizar con cuidadonumerososargumen-tos, en suma, intentar por todos los medios ponerplenamente en claro la situacin de que se trata.Planteadas as las cosas, seadvierte el sentido quetiene el trabajo cooperativo: slo una unin deesfuerzos permite realizar dicho programa.Quiz no sorprenda ya saber que Austin admi-raba a G. E. Moore, en cuanto ste constituyeunparadigma de seriedad analtica, a quien jams

    obsesionla preocupacin de buscar rpidas o ele-gantes soluciones generales. Si algo lo obsesion.fue el deseode ir examinando problemas concretossin preocuparsedeelaborar el gran sistema. En esto-pero no en ms que en esto- Austin se parecea Moore.Antes de cerrar este aspectode la presentenotaprel:iminarnosparececonveniente transcribir elpa-saje con que Austin concluye Ifs and Cans , puesall exprescon brillo cul era el sentidoque atri-bua a su labor y qu esperanzas lejanas tenadepositadas en ella: En la historia de las indaga-ciones humanas la filosofa ocupa el lugar de unsol central originario, seminal y tumultuoso. Detanto en tanto esesol arroja algn trozo des mis-mo que adquiere el status de una ciencia, de unplaneta fro y bien regulado, que progresa sin pau-sashacia un distante estadofinal. Estoocurri haceya mucho tiempo cuando naci la matemtica,y volvi a ocurrir cuando naci la fsica; en losltimos cien aos hemos sido testigos una vez msdel mismo proceso, lento y casi imperceptible, quepresidi el nacimiento de la lgica matemtica atravs de los esfuerzos conjuntos de los matem-ticosy delosfilsofos.Mepregunto si noes posibleque los prximos cien aos puedan asistir al naci-miento, merced a los esfuerzos conjuntos de losfilsofos,de los gramticas y de otrosmuchos estu-diosos,deuna genuina ciencia del lenguaje. Enton-ces nos liberaremos de otra parte de la filosofa(todava quedarn muchas) de la nica manera enque es posibleliberarse deella: dndoleun punta-pie hacia arriba Phil. Papers, 179-80).Por todolo dichollama la atencin -como conagudeza ha observadoPears- que sehaya llegado

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    28 PALABRAS Y ACCIONES 29J L. AUSTINl pensar que con su actitud terica y suspretensio-nes empricas, Austin hizo de la filosofa algomsfcil, ms elemental y hasta intrascendente, o quehaya queridohacer eso. Si hizoalgodeella -dicePears- la hizoms difcil. Aunque, en verdad, loquerealmente hizofue mostrarnos cuan difcil es .

    utterances ) y bosquej una teora general delosactos lingsticos quepuede servir depunto depar-tida para una construccin terico-sistemtica dealcances revolucionarios. Estas dos ltimas contri-buciones forman parte deHoui to Do Things witlzW ords- la obra cuya traduccin ofrecemosal leo-toroPor tal motivo es conveniente que nos deten-gamos unos instantes en ellas.Primero algo de historia. Como seala Urmsonen el prefacio-citando a Austin- las ideas quesubyacen a la obra comenzaron a tomar forma en1939y fueron publicadas, por primera vez, aunquesin mayor desarrollo, en Other minds (1946).En diversas oportunidades Austin las expuso enclases dictadasen Oxford.Finalmente hizo deellasel tema deun ciclode conferencias -las 'WilliamJames Lectures- dadoen la Universidad deHar-vard en 1955. Austin toc especficamenteel temade las expresiones realizativas en PerformativeUtterances , charla difundida por la BBCdeLon-dres en 1956 (incluida en los Philosophical Papers)y en Performatif-Constatif , trabajo ledo en lasreuniones que tuvieron lugar en Royaumont en1958 (La Phi losophie . Analytique, Les Editionsde Minuit, 1962, pgs. 271-81, traducido al inglspor Warnock, e incluido en la compilacin Philo-sophy and Ordinary Language, de Charles E. Ca-ton, pgs. 22 y sigs.). Lo que Austin dej sobre eltema de la teora general de los actos lingsticosparece agotarseen lo expuestoen el presente libro;hay antecedentes, empero, en las consideracionesprogramticas que formula en A plea for excusesy en lfs and Cans (ver supra, apartado II).Qu es eso de las expresiones realizativas ?Casi sin excepcin los filsofos y los lgicos han

    1Il.Qu frutos produjo la concepcin de Austin ysu peculiar modo?Ya hemos dicho que la obra escrita que dej esmuy brevey que su influencia tuvolugar, primor-

    dialmente, a travs desu relacin personal con co-legas y alumnos, en clases, seminarios, reunionesprivadas, actos acadmicos, etc. Pese a esta par-quedad bibliogrfica la influencia de las contribu-cionesdeAustin ha sidoinmensa. As,por ejemplo,difcilmente pueda hablarse ya de las condicionessignificativasdel verbo conocer sin considerar elanlisis que de l hizo Austin en Other minds .Del mismo modo, sera imperdonable volver a ex-poner o a criticar las teoras sobre la percepcinsensorial y los sense-data sin atender al vapuleoque Austin les infiere en Sense and Sensibilia, oprescindir de las contribuciones deAustin al abor-dar problemas comolos que plantean las excusas,o algunos tipos de enunciados hipotticos, o la no-cin de verdad. Acerca deesta ltima Austin y P.F. Strawson polemizaron con singular brillo.Al mismo tiempo Austin introdujo una proble-mtica autnticamente original con su estudiode las expresiones realizativas ( performative

    Comoapndice de esta nota preliminar insertamos unanmina de los trabajos de J. L. Austin.

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    30 J L. AUSTINatribuido carcter privilegiado a los enunciadosdeclarativos o descriptivos , a las aserciones ,aseveraciones , proposiciones , etc., es decir, alas expresiones que describen algn estado de cosaso un hecho y que monopolizan la virtud de serverdaderas o falsas. La presuposicin obstinada deque nicamente tienen inters terico los enuncia-dos descriptivos fue denominada por Austin fala-cia descriptiva .

    Debes amar al prjimo no es una oracin des-criptiva. Por lomenos no lo es en el mismo sentidoen que lo es El almohadn est sobre el sof o,quiz, Tengo dolor de muelas . Pero qu ocurrecon expresiones del tipo de Prometo devolverte ellibro maana ? Puede observarse que las expresio-nes de este tipo (a) son enunciados, desde un pun-tode vista gramatical; (b) no describen nada, estoes, no son como El almohadn est sobre el sofque describe el hecho de que el almohadn estsobre el sof (c) no son verdaderas ni falsas; y(d) no son sinsentidos. Cul es, pues, su funcin?Cmo justificar su carcter significativo?Austin observa que las expresiones del tipo dePrometo devolverte el libro maana poseen lasiguiente peculiaridad: al pronunciarlas, en ciertascircunstancias, llevamos a cabo una accin que nodebe confundirse con la accin de pronunciarlas.Hacemos algo ms que decir algo: en el ejemploindicado el algo ms es la accin de prometer.Desde un punto de vista gramatical, tales expresio-nes se caracterizan, tpicamente, por la presenciade un verbo en la primera persona del singular delpresente del indicativo, voz activa. Las expresionesde ese tipo -entre las que Prometo devolverte ellibro maana y sus semejantes slo son un caso

    PALABRAS Y ACCIONES 31particular- son denominadas por Austin expre-siones realizativas .Es posible contraponer, en consecuencia, las ex-presiones realizativas a las expresiones descriptivas(o constatativas como prefiere llamarlas Austin)y comenzar a elucidar las condiciones del empleosatisfactorio de las primeras. Es decir, poner demanifiesto las condiciones necesarias que debencumplirse para que la expresin realizativa sea fe-liz . (Por ejemplo, para que decir Prometo x seaen verdad hacer una promesa.) Esa tarea ocupa aAustin los primeros cuatro captulos de este libro.En el captulo V se introduce una pregunta,de apariencia inocente, que producir un desenlaceinesperado. (El libro deAustin, como ciertas obrasde ficcin, tiene un suspenso perfectamente gra-duado por el autor.) Esa pregunta es: qu crite-rios pueden ofrecerse para distinguir las expresio-nes realizativas de las expresiones constatativas?Esta cuestin ocupa los captulos V, VI YVII -losms difciles, quiz, del libro- y los mltiplesesfuerzos hechos en ellos fracasan ruidosamente.Pero no todoes fracaso. All no slose pone de ma-nifiesto la creciente complejidad de la clase de lasexpresiones realizativas ; se advierte, adems; quelas expresiones constatativas estn sujetas, tambinellas, a condiciones necesarias que tienen que vercon su funcionamiento feliz , tal como ocurre conlas expresiones realizativas, y que, a su vez, estasltimas -o al menos algunos tipos de ellas-o noslo deben satisfacer las condiciones generales defuncionamiento feliz, sino que tambin parecenrequerir cierta conformidad con los hechos.A esa altura -al promediar el libro-, Austinpropone nada menos que un nuevo punto de par-

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    32 J L. AUSTIN PALABRAS Y ACCIONES 33tida: considerar seriamente en qu sentidoo sen-tidos se puede afirmar que decir algo es haceralgo . La respuesta de Austin consisteen ofrecer,en gruesos trazos, un esquema tericoque permitaalojar los sentidos ms importantes de aquella ex-presin. Un esquema de ese esquema es el si-guiente:

    Cuando alguien dice algo debemos distinguir:a) el acto de decirlo, esto es, el acto que consisteen emitir ciertos ruidos con cierta entonacin oacentuacin, ruidos que pertenecen a un vocabu-lario, que se emiten siguiendo cierta construcciny que, adems, tienen asignadocierto sentido yreferencia . Austin denomina a estoel acto locu-cionario, o la dimensin locucionaria del acto lin-gstico; b) el acto que llevamos a cabo al deciralgo: prometer, advertir, afirmar, felicitar, bauti-zar, saludar, insultar, definir, amenazar, etc. Aus-tin llama a estoel acto ilocucionario, o la 'dimen-sin ilocucionaria del actolingstico; y c) el actoque llevamos a cabo porque decimos algo: intimi-dar, asombrar, convencer,ofender, intrigar, apenar,etc. Austin llama a estoel acto perlocucionario o ladimensin perlocucionaria del acto lingstico.Mientras que la conexin entre 1) lo que deci-mos en cuantoactode decirlo (dimensin locucio-naria) y 2) las consecuenciasque contingentemen-te sobrevienen porque lo hemos dicho (dimensinperlocucionaria), es una conexin causal, la rela-cin entre la dimensinlocucionaria y loquehace-mos al decir algo (dimensin ilocucionaria) es-segn Austin- una relacin convencional.A suvez, mientras que el significado de las expresiones(en un sentido tradicional del trmino) es parte

    del acto locucionario, la fuerza de ellas est 111-cluida totalmente en el acto ilocucionario.Este es, a grandes rasgos, el argumento de laobra y, en particular, el contenidobsicodel esque-ma terico que Austin propone comoun nuevopunto departida . El lector advertir que el librotiene el tono de lo provisional, cosa que no debeextraar si recordamos que setrata deuna recopi-lacin denotas. Urmson admite en el prefacioqueseguramenteAustin nolas hubiera publicadoen suforma actual y quehubiera preferido elaborar conmayor detalle muchos aspectos que estn mera-mente indicados, cuando no afirmados de maneradogmtica, en un estilo reido con la forma defilosofar tan caracterstica de su autor. No hayduda de que el libro tiene defectos y limitacionesque una elaboracin detenida la Austin-habra evitado. Pero, a pesar deello, setrata deuntrabajo fundamental cuya influencia en el pensa-miento filosficode habla inglesa ha sidoy sermuy grande. Prueba de elloson la extensa biblio-grafa a que ha dadolugar la discusin de variastesis defendidas por Austin y el hecho innegablede que nociones tales comoexpresin realizatiua,acto lingstico, fuerza i locucionaria, falacia des-criptiva, etc., sehan incorporadodefinitivamente ala filosofadel lenguaje .

    En el reciente libro de K. T. Fann (ed.), Syrnposiunton Austin, Londres, Routledge . Kegan Paul, 1969, puedeencontrarse una excelente recopilacin de trabajos de diversosautores que discut.en distintos aspectos de la obra de Austin.La parte cuarta dela obra est dedicada a Hour to Do Thingswith W ords. El libro contiene tambin una exhaustiva biblio-grafa.

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    34 J L. AUSTINIV.

    Alguien ha dicho que las traducciones, comolasmujeres, cuando son bellas no son fieles y cuandoson fieles no son bellas. Nuestra traduccin cierta-mente no es bella y, adems, parece infiel. Hayalguna excusao algn atenuante para eso?. La traduccin deHow to Do Things with Wordses muy espinosa. Resulta literalmente imposibleproducir una versin literal. Los anlisis que ellibro contiene, caracterizados por su gran riquezay finura, se apoyan muchas veces al mximo engiros idiomticos ingleses. Tales anlisis no puedenser traducidos sin ms a otroidioma; noqueda otraalternativa que reconstruirlos en ese otro idioma.Por esohay pasajes de esta versin espaola que,en cierto modo, constituyen una adaptacin msque una traduccin estricta. Hemos tratado, sinembargo, de ajustamos en todo lo posibleal origi-nal, respetando su estilo y su contenido. Pero enms de una ocasin nos hemos visto precisados aintroducirle modificaciones para preservar su sen-tido. Tambin hemos debido cambiar ms de unejemplo. Esas modificaciones no pueden ni debenser consideradas como intentos de enmendarle laplana al autor. Nada ms alejadodenuestronimo.Por el contrario, hemos perseguidoel ideal deman-tener intacto el sentido de la obra, propsito que,paradjicamente, nos ha llevado en ocasiones aapartarnos de su letra. De haber procedidode otramanera hubiramos sacrificadoel espritu a la letra,y el resultado habra sidomuchas vecesincompren-sible.En nuestra tarea hemos contado con la valios-sima y generosa cooperacin del profesor P. F.

    PALABRAS Y ACCIONES 3~Strawson, quien ley minuciosamente los nueveprimeros captulos de la traduccin y nos sugiricorreccionesque en su enorme mayora aceptamos.Queremos expresar, pues, nuestro ms amplio reco-nocimientoal profesor Strawson. Asimismo, expre-samos nuestra gratitud al profesor George Pitchery a la seora Ingrid Hermeren, quienes tambinatendieron con generosa solicitud nuestras con-sultas.Slo nos resta afirmar que asumimos la mscompleta responsabilidad por la traduccin y, por10 tanto, que los errores que puedan hallarse enella nos sonexclusivamente imputables.

    GENARO R. CARRI Y EDUARDO A. RABOSSl

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    PALABRAS Y ACCIONES 3710. How to Talk - Some Simple Ways , Proceedings 01 the

    AristoteZian Society; UlI (1953-54), pgs. 227-46.11. Performative Utterances . Trabajo ledo en 1956 en unode los programas de la BBC.12. A Plea for Excuses , Proceedings of the Aristotelian So-ciety; LVII (1956-57), pgs. 1-30. Trabajo ledo en oca-sin de hacerse cargo de la presidencia de dicha sociedad.13. I fs and Cans , Proceedings of the British Academy;XLII (1956), pgs. lO9-32.14. Pretending , Proceedings of the Aristoteliari Society,Supl. Vol. XXXII (1958), pgs. 261-78. Simposio conG. E. M. Anscombe.15. Report on Analysis Problem N9 12: 'All Swans arewhite or blacks. Does tbis refer to possible swans oncanals on Mars?' , Analysis, 18 (1958), pgs. 97-9.

    16. Performatif-Constatif , Trabajo ledo en 1958 en elcoloquio de Royaumont. Publicado en La PhilosophieAnalytique, Cahiers de Royaumont, Philosophie N Q IV .Pars, Les Editions de Minuit, 1963, pgs. 271-304.17. Three Ways of Spilling Ink , Conferencia ofrecida en1958, en la American Society of Political and Legal Phi-losophy. Publicada en The Philosophical Review, 7(1966), pgs. 427-40.

    18. Philosophical Papas, editado por G. J. Warnock y J. O.Urmson, Oxford, Clarendon Press , 1961. Incluye 2, 3.4, 6, 9, 10, 11, 12, 13 y 14.

    19. Sense and Sensibilia. editado por G. J. Warnock, Oxford,Clarendon Press, 1962.20. How to Do Things with Words, compilado por l . O.Urmson, Oxford. Clarendon Press, 1962.Austin tradujo al ingls Die Grundlagen der Aritmetik,de G. Frege: The Foundations of Arithmetic, Oxford,Blackwel], 1953.

    NOMINA DE TRABAJOS DE J L AUSTIN1. Agathon and Eudaimonia in the Ethics of Aristotle .Trabajo escrito al finalizar la dcada del 30. Est publi-cado en J. M. E. Moravcsik (ed.), Aristotle; Londres,Macmillan, 1968, pgs. 261-96.2. Are There A Priori Concepts? , Proceedings of the

    Aristotelian Society; XII (1939), pgs. 83-105. Simposiocon W. G. Maclagan y D. M. Mackinnon.3. The Meaning of a Word . Trabajo ledo en 1940 anteel Moral Sciences Club de Cambridge y la Jowett Societyde Oxford.4. Other Minds , Proceedings of the Aristoteliari Society;Supl. Vol. XX (1946), pgs. 148-87. Simposio con JohnWisdom.:'. Compilacin de las clases de H. W. B. Joseph sobre

    Leibniz: Lectures on the Philosophy: of Leibniz, Oxford,1949. Esta publicacin es mencionada por G. J. Warnocken John Langshaw Austin: A Biographical Sketch ,Proceedings of the British Academy, Vol. XLiX, pgs.345-6.3.

    6. Truth , Proceedings oi . the Aristotelian Society; Supl,Vol. XXIV (1950), pgs. 111-28. Simposio con P. F.Strawson y D. R. Cousin,7. Critical Notice of J. Lukasiewicz's Aristotle Syllogistic-

    From the Standpoint of Modern Formal Logia, Mind, 61(1952), pgs. 395-404.8. Report on Analysis Problem NQ 1: 'What sort of iis the if of 1 can if 1chooseh' , Analysis, 12 (1952),pgs. 125-6.9. Unfair to Facts . Trabajo ledo en 1954 en la Philoso-phical Society de Oxford.

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    PREFACIO DE LA EDICION INGLESA

    publicado sin duda les habra dado una forma msapropiada antes de entregaras a la imprenta. Estoyseguro de que, por ejemplo, habra abreviado lasrecapitulaciones con que inicia la segunda confe-rencia y las siguientes. Es indudable tambin queen la exposicin oral Austin desarrollaba el textoescueto de las notas. Pero la mayoro de los lectorespreferir contar con una versin fiel de lo que sesabe que Austin escribi, y no con una versinde lo que suponemos que l hubiera publicado o deloque pensamos que probablemente dijo en las con-ferencias. Las pequeas imperfecciones de forma yestilo y las pequeas incongruencias terminolgicasque el texto que publicamos exhibe, no son sino elprecio que hay que pagar por -ello. Espero que loslectores lo acepten.Con todo, esta publicacin no reproduce exacta-mente las notas escritas de Austin. La razn es lasiguiente: si bien en su mayor parte, y en especialal comienzo de cada conferencia, las notas son muycompletas y estn redactadas en prrafos ntegros.con la nica omisin de los artculos y otras par-tculas gramaticales, es frecuente que al final decada conferencia se tornen mucho ms fragmenta-rias y que las adiciones marginales estn muy abre-viadas. En esas partes las notas han sido interpre-tadas y complementadas a la luz de lo que resultade las de 1952-54, ya aludidas. Pudimos, adems,hacer un cotejo con apuntes tomados, tanto en In-glaterra como en los Estados Unidos, por quienesescucharon la exposicin oral, as como con unaconferencia pronunciada por Austin en la BBCsobre Expresiones realizativas y con una graba-cin deotra, titulada Realizativos , que aqul pro-nunci en Gotemburgo en octubre de 1959. En el

    PALABRAS Y ACCIONES

    Las conferencias que forman este libro fueronpronunciadas por Austin en la Universidad deHar-vard, en 1955, y pertenecen a la serie William Ja-mes Lectures. En un breve comentario, Austin diceque las ideas que subyacen en estas conferenciasse originaron en 1939. Me val de ellas en el ar-tculo Other Minds aparecido en los Proceedings01 the Aristotelian Society; volumen XX (1946),pg. 173 Y sigs., y poco despus recorr algo msde la superficie de este iceberg ante diversas asocia-ciones filosficas. .. Durante 1952-54 las clases deAustin en Oxford versaron sobre el tema Palabrasy acciones ; para ello utiliz notas que fue reelabo-randa en cada uno deesos aos. Ellas cubren apro-ximadamente el mismo campo que las conferenciasde Harvard. Para estas ltimas Austin prepar unnuevo conjunto de notas, si bien incorpor aqu yall parte de las anteriores.Aqullas son las notas ms recientes de Austinreferentes a los temas all tratados, aunque con-tinu dando clases en Oxford sobre Palabras yacciones en base a esas notas e introdujo en ellasalgunas correcciones de poca importancia y lesagreg unos cuantos comentarios marginales.En el presente volumen he reproducido, con unmnimo de agregados, las ltimas notas de Austinen la forma ms fiel posible. Si Austin las hubiera

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    4 J L. AUSTINapndice se incluyen indicaciones ms prolijas so-bre estas fuentes auxiliares. Puede haber ocurridoque en esteprocesode interpretacin se haya des-lizado algn prrafo que no hubiera merecido elvisto bueno de Austin. Sin embargo, parece pocoprobable que en alguna parte se hayan distorsio-nado las lneas principales de su pensamiento.Agradezco a todos aquellos que me ayudaronfacilitndome sus apuntes y a quienes me obse-quiaron la grabacin. Deseo expresar mi especialreconocimiento a G. J. Warnock, que examincuidadosamentetodoel textoy me evit numerososerrores; merced a esta colaboracin el lector dis-ponede un textomuchomejor.

    J. O . URMSON

    CONFERENCIA 1

    Lo que habr dedecir aqu no es difcil ni pol-mico; el.nico mrito quequisiera reivindicar parami exposicines quees verdadera, por lomenos enparte. El fenmeno que examinar es muy difun-didoy muy obvio,y sera imposiblequeotros nolohubieran advertido, al menos ~ocasionalmente.Sinembargo, no he visto que se le preste atencin demanera especfica.Durante mucho tiempo los filsofos han presu-puestoque el papel de un enunciado slopuedeser describir algn estado de cosas, o enunciaralgn hecho , con verdad o falsedad. Es ciertoquelos gramticos han sealado siempre que no todaslas oraciones son (usadas para formular) enun-ciados 1: tradicionalmente, junto a los enunciados(de los gramticos) hay tambin preguntas y ex-clamaciones, y oraciones que expresan rdenes odeseoso permisiones. Y los filsofosno sehan pro-puestonegarlo, pese a algn empleo pocorigurosode oracin para significar enunciado . Sin duda,tambin, tanto losgramticos comolosfilsofoshancadoen la cuenta dequeni siquiera es en modoal-1 Por supuesto, nunca es realmente correcto decir que UDaoracin es un enunciado. Mas bien lo correcto es decir que laoracin es usada al hacer un enunciado. El enunciado mismoes una construccin lgica a partir delas formulaciones deenunciados.

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    4 J L. AUSTINguno fcil distinguir las preguntas, las rdenes, etc.de los enunciados por medio de los escasos e insa-tisfactorios criterios gramaticales disponibles, talescomo el orden de las palabras, el modo verbal, etc.,aunque quiz no ha sido comn detenerse en lasdificultades que estehecho obviamente suscita. Por-que, cmo habremos de decidir cul es cul?Cules son los lmites y las definiciones de cadagrupo?

    Pero en los ltimos aos, muchas cosas que ante-riormente habran sido aceptadas sin objecionescomo enunciados , tanto por los filsofos como porlos gramticas, han sido examinadas con renovadaatencin. Este examen, en cierto modo, surgi enforma indirecta, al menos en el campo de la filo-sofa. Primero apareci el punto de vista, no siem-pre expuesto sin un infortunado dogmatismo, de queun enunciado (fctico) debe ser verificable , yesto llev a pensar que muchos enunciados sloson lo que puede denominarse seudo-enunciados.En primer trmino, y en forma ms obvia, se mos-tr que muchos enunciados son, como Kant fuequizs el primero en sostener sistemticamente,sinsentidos estrictos, pese a su forma gramaticalimpecable. El continuo descubrimiento de nuevostipos de sinsentidos ha sido, en conjunto, benefi-cioso, por poco sistemtica que haya sido la clasifi-cacin de ellos, y por misteriosa que haya seguidosiendo su explicacin. Sin embargo, aun los filso-fos establecemos ciertos lmites a la dosis de sinsen-tido que estamos dispuestos a reconocer que .deci-mos; de tal modo fue natural preguntar, en unasegunda etapa, si muchos que parecan seudo-enun-ciados eran en realidad enunciados. Ha llegado asostenerse corrientemente que muchas expresiones,

    PALABRAS Y ACCIONES 43que parecen enunciados, o bien no son formuladasen absoluto para registrar o suministrar informa-cin directa acerca de los hechos, o tienen esepro-psito sloen parte. Por ejemplo, las proposicionesticas quiz persiguen manifestar emociones, ex-clusiva o parcialmente, o bien prescribir conducta oinfluirla demaneras especiales. Tambin aqu Kantse cuenta entre los pioneros. A menudo, tambinusamos expresiones en modos que, por lo menos,estn ms all del mbito de la gramtica tradi-cional. Se ha llegado a advert ir que muchas pala-bras especialmente desconcertantes, incluidas enenunciados que parecen ser descriptivos, no sirvenpara indicar alguna caracterst ica adicional, par-ticularmente curiosa o oxtrafia; de la realidad, sinopara indicar (y no para registrar) las circunstan-cias en que se formula el enunciado o las restric-ciones a que est sometido, o la manera en que debeser tomado, etc. Pasar por alto estas posibilidades.tal como antes era comn, es cometer la l lamadafalacia descriptiva . Quizs esta no sea, empero,una buena denominacin, puesto que descriptivaes, en s misma, una palabra especfica. No todoslos enunciados verdaderos o falsos son descripcio-nes; por esta razn prefiero usar la palabra con s-tatativo . Siguiendo esta lnea se ha mostrado,fragmentariamente hasta ahora, o por lo menos selo ha presentado como probable, que muchasper-plejidades filosficas tradicionales han surgido mer-ced a un error: el error de tomar como enunciadosfcticos lisos y llanos a expresiolles que son sinsen-

    Constatativo es, por supuesto, un neologismo derivadodel gal ic ismo const at ar . Aus tin usa constatiup que. eningls, tambin /'5 UII II/'ologismo. (T.)

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    riosamente, que elloocurra cuando asume su formams explcita. Creoque los gramticas no han vistoloque hay detrs del disfraz , y los filsofos, en elmejor delos casos,slolohan hecho en forma inci-dental 3. Ser conveniente, en consecuencia, estu-diar primero dicho tipo de expresin lingstica .enesta forma engaosa, para poner de manifiesto suscaractersticas contrastndolas con las de los enun-ciados fcticos que imitan.Comenzaremos, pues, poniendo como ejemplosllgunas expresiones lingiisticas que no pueden sersubsumidas en ninguna categora gramatical admi-tida hasta ahora, exceptola de enunciado . Dichasexpresiones no son un sinsentido, y no contienenninguna de esas seales de peligro verbales que losfilsofoshan descubierto, ocreen haber descubierto.Me refiero a palabras curiosas como bueno o to-dos , a verbos sospechosos tales como poder odeber , y a construcciones dudosas tales como lade los enunciados hipotticos. Todos nuestros ejem-plos tendrn, como se ver, verbos en la primerapersona del singular del presente del indicativo enla voz activa 4. Se pueden hallar expresiones quesatisfacen estos requisitos y que, sin embargo:A) no describen o registran nada, y no sonverdaderas o falsas ; yB) el acto deexpresar la oracin es realizar unaaccin, oparte deella, accin que a su vez no sera

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    tidos demaneras interesantes, aunque no desde unpunto de vista gramatical, o bien que han sidofor-muladas con un propsitodiferente.Cualquiera sea nuestra opinin acerca dealgunodeestos puntos devista y sugerencias, y por muchoque podamos lamentar la confusin inicial en quela doctrina y el mtodo filosfico fueron sumergi-dos, no se puede dudar que aqullos estn produ-ciendouna revolucin en filosofa. Si alguien deseallamarla la mayor y ms saludable revolucin entoda su historia, esta no sera, despus de todo, unapret.ensin desmesurada. No debe sorprender quelos comienzos hayan sidofragmentarios, con partipris y guiados por fines diversos. Estoes comn entodas las revoluciones.Delimitacin preliminar del realizativo 2

    El tipo de expresin lingstica que hemos deconsiderar aqu, no es en general un tipo desinsen-tido; aunque, como veremos, el mal uso de ellapuede originar variedades especiales de sinsen-tido . Ms bien pertenece a la segunda clase: a lade las expresiones lingsticas que se disfrazan.Pero en modoalguno sedisfraza necesariamente deenunciado fctico, descriptivo o constatativo , Sinembargo, es bastante comn que as lo haga y, cu-a Los juristas debieran ser. entre todos,los ms conscientesdel verdadero estado de cosas. Algunos, quiz, ya lo son. Sinembargo estn dispuestos a entregarse a su. medrosa ficcinde que un enunciado de derecho es un enunciado de hecho.. Estono es casual: todos ellos son realizativos explcitosy pertenecen a esa clase avasal ladora que ms adelantellamaremos la de los ejercitativos .

    Realizativo es un neologismo derivado de realizar .Lo mismo ocurre, en el original ingls, con periormatiue ;derivadodel verbo to perform . Austin aclara, ms adelante,por qu ha elegido esa expresin. Esas mismas razones pue-den extenderse a realizativo . (T.)2 Todo lo que digo en estos apartados es provisional, ydehe ser revisado a la luz delo que seexpresa ms adelante.

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    46 J L. AUSTINnormalmente descripta como consistente en deciralgo.

    Esto dista de ser tan paradjico comopuede pare-cer, o como, no sin mala intencin, he tratado depresentarlo. En realidad los siguientes ejemplospueden parecer decepcionantes.E.a) S, juro (desempear el cargo con lealtad,honradez, etc. ), expresa do en el curso de la cere-monia de asuncin de un cargo 5.E.b) Bautizo este barco Queen Elizabeth , ex-presado al romper la botella de champaa contrala proa.E.c) Lego mi reloj a mi hermano , como clu-sula de un testamento.E.d) Te apuesto cien pesos a que maana va allover .En estos ejemplos parece claro que expresar laoracin (por supuesto que en las circunstanciasapropiadas) no es describir ni hacer aquello que sedira que hago al expresarme as , o enunciar quelo estoy haciendo: es hacerlo. Ninguna de las ex-presiones mencionadas es verdadera o falsa; afirmoesto como obvio y no lo discutir, pues es tan poco

    5 En el original ingls se alude a una ceremonia nupcialy se ejempli fica con las pa labras 1 do d ichas por el novio.J. O. Unnson incluy al l la s iguiente nota : Austin advir tidemasiado tarde que la expresin 1 do no se usa en laceremonia nupcial; ya no poda enmendar su error. Nohemos modif icado su ejemplo porque el error ca rece de im-portancia filoscfica . Nosotros hemos reemplazado, aqu y enel resto del l ib ro, los ejemplos referentes a l acto de casarseporque los contrayentes no emplean, entre nosotros , expre-siones realizativas ni otras que puedan confundirse conellas. (T.)

    1 Menos an algo que ya he hecho o que no he hechotodava.

    PALABRAS Y ACCIONES

    discutible como sostener que maldicin no esuna expresin verdadera o falsa. Puede ocurrir quela expresin lingstica sirva para informar aotro , pero esto es cosa dist inta. Bautizar el barcoes decir (en las circunstancias apropiadas) la pa-labra Bautizo ... Cuando, con la mano sobre losEvangelios y en presencia del funcionario apro-piado, digo S, juro , no estoy informando acercade un juramento; lo estoy prestando.

    Cmo llamaremos a una oracin o a una expre-sin de este tipo? Propongo denominada oracinrealizatiua o expresin realizativa o, para abreviar,un realizativo . La palabra realizat ivo serusada en muchas formas y construcciones conec-tadas entre s , tal como ocurre 'con el trmino im-perativo s. Deriva, por supuesto, de realizar , quees el verbo usual que se antepone al sustantivoaccin . Indica que emitir la expresin es realizaruna accin y que sta no se concibe normalmentecomo el mero decir algo.

    Hay otras palabras que pueden presentarse comocandidatas, cada una de las cuales cubrira adecua-damente esta o aquella clase ms o menos ampliade realizativos, Por ejemplo, muchos de stos son7 Las oraciones forman una clase de expresiones Iingis-ticas , Est a cl ase debe ser def in ida, segn pienso, en formagramatical. Tengo mis dudas, empero, de que se haya dado

    ya una def in icin sat isfac tor ia. Las expres iones rea li zat i-vas son contrast adas , por ejemplo y esencialmente, con la sexpresiones constatativas , Emitir una expresin constatativa(es decir, emitida con una referencia histrica) es hacerenunciado. Emiti r una expresin realizativa es , por ejemplo,hacer una apuest a. Ver infra lo relativo a ilocuciones .8 En otras ocasiones us la palabra realizatoria perlor-matory ), pero ahora prefiero realizativa porque es menosfea, ms manejable, y porque suformacin es ms tradicional .

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    J L. AUSTIN PALABRAS Y ACCIONES 4948o hablad as, sino de otra manera. Por ejemplo,puedo apostar colocando una moneda en la ranurade una mquina automtica. Podramos entoncestransformar la correspondiente proposicin anteriorde algunas de estas maneras: decir ciertas pocaspalabras es apostar , o apostar, en algunos casos,es simplemente decir unas pocas palabras , o decirsimplemente algo determinado es apostar .

    Pero probablemente la verdadera razn que haceque tales observaciones parezcan peligrosas resideen otro hecho obvio, al que tendremos que volvercon ms detalle ms adelante. Se trata de lo si-guiente: expresar las palabras es, sin duda, por locomn, un episodio principal, si no el episodio prin-cipal, en la realizacin del act (de apostar o delo que sea), cuya realizacin es tambin la finali-dad que persigue Ia expresin. Pero dista de sercomnmente, si lo es alguna vez, la nica cosanecesaria para considerar que el acto se ha llevadoa cabo. Hablando en trminos generales, siemprees necesario que las circunstancias en que las pala-bras s e expresan sean apropiadas, de alguna ma-nera omaneras. Adems, d ,-.ordinario, es menesterque el que habla, o bien otras personas, debantambin llevar a cabo otras acciones determinadasfsicas o mentales , o aun actos que consistenen expresar otras palabras. As. para bautizar elbarco, es esencial que yo sea la persona designadaa esos fines; para asumir el cargo es esencial queyo rena los requisitos correspondientes, etc.; paraque tenga lugar una apuesta, es generalmente nece-sario que haya sido aceptada por otro (el que tieneque haber hecho algo, por ejemplo, haber dichoaceptado ); y difcilmente hay un obsequio sidigo te doy esto pero jams entrego el objeto.

    expresiones contractuales ( te apuesto ) o decla-ratorias ( declaro abierta la sesin ). Pero no co-nozco ninguna palabra en uso corriente que tengaamplitud suficiente como para abarcarlos a todos.La palabra que ms se aproxima a lo que necesi-tamos es, quizs, el trmino tcnico ingls opera-tive ( operativo ) en el sentido estricto que le danlos abogados para aludir a aquellas clusulas de uninstrumento que sirven para realizar la transaccin(transferencia de un inmueble o lo que sea) queconstituye el objeto principal de aqul, mientrasque el resto del mismo simplemente refiere lascircunstancias en que el acto selleva a cabo9. Perooperatiue tiene otras acepciones, y hoy en da seusa a menudo para significar poco ms que efi-caz o conducente . Me he decidido por unapalabra nueva; aunque su etimologa no es irrele-vante, quizs no nos sintamos tentados a atribuirlealgn significado preconcebido.Decir y hacer

    Cabe preguntar entonces s habremos de afirmarcosas como estas:Bautizar es decir unas pocas palabras , o Apostar es simplemente decir algo .En un principio tal idea suena rara oaun imper-tinente, pero puede llegar a no serIo si adoptamossuficientes precauciones. Una objecin inicial depeso, que no carece de importancia, puede ser sta.En muchos casos es posible realizar un acto exac-tamente del mismo tipo, no con palabras, escritas9 Debo esta observacin al profesor H. L. A. Hart.

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    50 J L. AUSTINHasta aqu no hay problemas. La accin puedeser llevada a cabo sin usar expresiones realizativas,y en todos los casos las circunstancias, que incluyenotras acciones, deben ser las adecuadas. Pero al for-mular la objecin podemos estar pensando en algocompletamente distinto y, esta vez; equivocado.Ello puede ocurrir, al considerar algunos de losrealizativos ms intimidatorios, tales como Te pro-meto ... Claro est que las palabras deben serdichas con seriedad y tomadas de la misma ma-nera. No es as? Esto, aunque vago, en general esverdadero: constituye un importante lugar comnen toda discusin acerca del sentido de una expre-sin cualquiera. Es menester que no est bromean-

    do ni escribiendo un poema. Nos sentimos incli-nados a pensar que la seriedad de la expresinconsiste en que ella sea formulada -ya por conve-niencia, ya para fines de informacin- como (unmero) signo externo y visible de un acto espiritualinterno. De aqu hay un solo paso a creer, odar porsentado, que en muchas circunstancias la expresinexterna es una descripcin, verdadera o falsa, delacaecimiento del acto interno. La expresin clsicade esta idea puede hallarse en el Hyppolytus(1. (12), donde Hippolytus dice:'] yi,rj)(jO of. d)f. 0X' , il ()E < rQ l ]v a v ro f. O T ;

    es decir: mi lengua lo jur, pero no lo jur micorazn (o mi mente u otro protagonista ocultoj- .As, te prometo ... , me obliga: registra mi adop-cin espiritual de una atadura espiritual.

    10 No me propongo excluir a todos los otros participantesque no aparecen en el escenario: los iluminadores, el director,ni siquiera el apuntador, Sloobjeto a algunos oficiososacto-res reemplazantes.

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    Es interesante observar en este ejemplo cmo elexceso de profundidad, o ms bien de solemnidad-allana el camino a los irresponsables. Porque quiendice prometer no es meramente cuest in de ex-presar palabras, setrata de un acto interno y espi-ritual puede parecer un slido moralista erguidofrente a una generacin de tericos superficialesLo vemos como l se ve a s mismo, oteando lasprofundidades invisibles del espacio tico, con todala prestancia de un especialista en lo su; gene,.;s.Sin embargo, nuestro moralista proporciona unaescapatoria a Hippolytus, una excusa al perjuro queha dicho S, juro , y una defensa al tramposoque ha dicho te apuesto . La precisin y la moralestn igualmente en favor de -la expresin comnsegn la cual la palabra empeada nos obl iga.

    Si excluimos actos internos ficticios tales comoste, cabe preguntar si podemos suponer que algunade las otras cosas que, por cierto, normalmente serequieren como complemento de expresiones delt ipo de te prometo que, . , , o S, juro (desempe-ar el cargo . .. ) son en realidad cosas descriptaspor estas expresiones y que, por lotanto, hacen que,cuando esas cosas se dan, la expresin sea verda-dera, y falsa cuando ocurre lo contrario. Empe-zando por esto ltimo, consideremos ahora ques loque efectivamente decimos acerca de la expre-sin en juego cuando uno u otro de los hechosnormalmente concomitantes con ella est ausente.En ningn caso decimos que la expresin es falsa,sino que ella, o ms bien el acto 11 (por ejemplo, la

    11 No intentar aqu distinguir esto de manera precisaporque la distincin no tiene relevancia para lo que estamosexaminando ahora.

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    52 J L. AUSTINpromesa), es nulo, o hecho de mala fe, o incom-pleto, o cosa semejante. En el casoparticular delprometer, comoocurre con muchos otros realizati-vos, es apropiado que la persona que expresa lapromesa tenga una determinada intencin, a saber,cumplir con su palabra. y quizs este parece ser,entre todos los episodios concomitantes, aquel quemejor resulta descriptoo registrado por la expre-sin te prometo . Acaso cuando tal intencinfalta no hablamos de una promesa falsa ? Sinembargo, hablar as no es decir que la expresinte prometo que... es falsa, en el sentidodequeaunque el que enuncia eso dice que promete, enrealidad no lo hace, o que aunque describe, des-cribe falsamente. Porque quien usa la frmula te

    prometo que... , promete; la promesa no es si-quiera nula, aunque es hecha de mala fe. La expre-sin es quizs equvoca, probablemente engaosay sin duda moralmente incorrecta, pero no es unamentira ni un enunciado errneo. Lo que mspodemosargumentar es que implica o insina unafalsedad o un enunciado errneo (a saber, que elpromitente seproponehacer algo); pero esoesunacosa totalmente distinta. Adems, no hablamos deuna apuesta falsa o de un bautismo falso; y elhechode que realmente hablamos de una promesafalsa no tiene que comprometernos ms que elhechode quehablamos deuna accin falsa. La pa-labra falso no sloseusa respectode enunciados.

    ONFEREN I nIbamos a considerar, serecordar, algunos casos

    y sentidos (jslo algunos, Dios no asista ) en losque decir algo es hacer algo; o en los que porquedecimos algoo al decir algohacemos algo. Estet-picoconstituyeun desarrollo-hay muchos otros-dentro del reciente movimiento que cuestiona unavetusta suposicin filosfica: la- suposicin de quedecir algo, al menos en todoslos casosdignos deserconsiderados, esto es, en todos los casos considera-dos, es siempreenunciar algo, y nada ms que eso.Nohay duda deque esta suposicines inconscientey errnea, pero al parecer es completamente natu-ral en filosofa. Debemos aprender a correr antesde poder caminar. Si nunca cometiramos errores,cmopodramos corregidos?Comenc llamando la atencin. a manera deejemplo, sobre unas pocas expresiones Iingsticassimples del tipo que llam realizatorias o realiza-tivas. Ellas muestran en su rostro la apariencia-o por lo menos el maquillaje gramatical- deenunciados ; sin embargo, cuando selas mira msde cerca, no son obviamente expresiones lingis-ticas que podran calificarse de verdaderas o falsas . Ser verdadero o falso , empero, es tra-dicionalmente el signo caracterstico de un enun-ciado. Uno de nuestros ejemplos fue la expresinS, juro (desempear fiel y lealmente el car-

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    54 J L. AUSTINgo.. . ) formulada durante la ceremonia de asun-cin de un cargo. En este caso diramos que aldecir esas palabras estamos haciendo algo: a saber.asumir un cargo y no dando cuenta de algo, o sea,de que estamos asumiendo el cargo. Y el acto deasumir el cargo, al igual, por ejemplo, que elde apostar, puede ser por lomenos preferiblementedescripto (aunque no con total correccin) comoel acto de decir ciertas palabras, ms que como elacto de realizar una accin diferente, interna yespir itual, de la cual esas palabras seran simple-mente el signo externo y audible. Quiz sea muydifcil probar esto, pero me atrevera a afirmar quees un hecho.

    Es interesante sealar que en el derecho procesalnorteamericano se admite como prueba la referen-cia a lo que otro ha dicho, si lo que ste ha dichoes una expresin de tipo realizat ivo, No se consi-dera que esa referencia apunta a algo que la otrapersona dijo -porque si fuera as la declaracinsera considerada un testimonio de segunda mano(hear-say), no admisible como prueba- sino msbien como algo que esa persona hizo, esto es, comouna accin de ella . Esto coincide perfectamentecon nuestro primer enfoque acerca de los reali-zativos.Hasta aqu slo hemos sentido que el terrenofirme del prejuicio setorna resbaladizo. Pero ahora,en tanto que filsofos, cmo habremos de prose-guir? Una cosa que, por supuesto, podramos hacersera empezar de nuevo. Otra, sera adentrarnos,por etapas lgicas, en el tembladeral. Pero todo estollevara tiempo. Comencemos, por ahora, por con-centrar nuestra atencin en una cuestin mencio-nada al pasar: la de las circunstancias apropia-

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    das . Apostar no es simplemente, como hemosdicho, pronunciar las palabras te apuesto, stc . .Alguien podra pronunciarlas y, sin embargo, noestaramos dispuestos a aceptar que ha conseguidohacer una apuesta o, al menos, hacerla cabalmente.Para probar esto, basta considerar -por ejemplo-el caso de la persona que anuncia su apuesta cuan-do la carrera ya ha terminado. Adems de pronun-ciar las palabras correspondientes al realizativo, esmenester . como regla general , que muchas otrascosas anden hien y salgan bien para poder decirque la accin ha sido ejecutada con xito. Espera-mos descubrir cules son estas cosas examinando yclasificando tipos de casos en los que algo sale maly, como consecuencia de ello, l acto -asumir uncargo, apostar, legar, bautizar, lo que sea- esun fracaso o, por lo menos, 10 es en cierta medida.Podemos decir entonces que la expresin lingsticano es en verdad falsa sino, en general, desafortu-nada. Por tal razn, llamaremos a la doctrina delas cosas que pueden andar mal y salir mal, enoportunidad de tales expresiones, la doctrina de loslnfortunios.Tratemos primero de enunciar esquemticamen-te yno pretendo atr ibuir carcter defini tivo aeste esquema- alguna de las cosas que SOI1 nece-sarias para el funcionamiento afortunado , o sinobstculos, de un realizativo (o, al menos, de unrealizativo explcito altamente elaborado tales comolos que hasta ahora hemos tenido en cuenta). Luegopondremos ejemplos de infortunios y de sus efectos.Me temo, pero al mismo tiempo espero, que lassiguientes condiciones necesarias resultarn ohvias.

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    56 J L. AUSTINA.1 Tiene que haber un procedimiento convencional acep-tado, que posea cierto efecto convencional; dichopro-cedimientodebeincluir la emisin de ciertas palabraspor parte deciertas personas en ciertas circunstancias.Adems,A.2 en un caso dado, las personas y circunstancias par-ticulares deben ser las apropiadas para recurrir al'procedimientoparticular que se emplea.R.1 El procedimiento debe llevarse a cabo por todos losparticipantes en forma correcta, yR.2 en todos sus pasos.1'.1) En aquellos casos en que, comosucede a menudo, elprocedimiento requiere que quienes lo usan tenganciertos pensamientos o sentimientos, o est dirigidoa que sobrevenga cierta conducta correspondiente dealgn participante, entonces quien participa en l yrecurre as al procedimiento debetener en los hechostales pensamientos o sentimientos, o los participantesdeben estar animados por el propsito de conducirsedela manera adecuada 1, y, adems,1'.2) los participantes tienen que comportarse efectiva-te as en su oportunidad.Ahora bien, si violamosuna (oms) deestas seisreglas, nuestra expresin realizativa ser (de unmodou otro) infortunada. De ms est decir quehay diferencias considerables entre estas formasde' ser infortunadas. Las letras y nmeros elegidospara identificar cada uno de los apartados prece-

    dentes se proponen poner de manifiesto estas for-mas diversas.La primera distincin importante se da entre lasprimeras cuatro reglas A y B, tomadas conjunta-1 Ms adelante se explicar por qu el tener estos pensa-mientos, sentimientos e intenciones no se incluye como unams de las otras circunstaucias a quenos referimos en A .

    PALABRAS Y ACCIONES 57mente, en oposicin a las dos reglas r (de ah elusodeletras romanas y griegas). Si transgredimosalgunas delas primeras (las reglas del tipoA oB),esto es si -por ejemplo- emitimos la frmulaincorrectamente, o si -por ejemplo- no estamosen situacin de asumir el cargo porque ocupamosya un cargoincompatibleconaqul, oporquequiennos recibe el juramento es el ordenanza y noel mi-nistro, entonces el actoen cuestin, estoes. asumirun cargo, no es realizado satisfactoriamente, notiene lugar, nose lleva a cabo. Por oposicin,en losdos casos r el acto es llevado a cabo, aunque lle-vario a caboen esas circunstancias como,por ejem-plo, cuando somos insinceros, constituye un abusodel procedimiento. As, cuando digo prometo sinintencin de cumplir, he prometido pero.. , Nece-sitamos nombres para referirnos a esta distincingeneral. Por ellollamaremos desaciertos a los infor-tunios del tipoA.1 a B.2, en los que nose consiguellevar a cabo el acto para cuya realizacin, o encuya realizacin, sirve la frmula verbal correspon-diente. Y, por otra parte, llamaremos ABUSOS aaquellos infortunios (los del tipo r) en los que elacto es llevadoa cabo. (No hay que subrayar de-masiado las connotaciones normales de estos nom-bres.)Cuandola expresin es un desacierto, el procedi-miento al que pretendemos recurrir queda recha-zado (no autorizado) y nuestro acto (jurar, etc.)resulta nulo o carente de efecto, etc. Nos referimosa l llamndoloun actointentado o, quiz, un in-tento, o nos valemos de una expresin tal comoslo us una frmula de juramento , por oposi-cin a jur . Por otra parte, en los casos r nosreferimos a nuestro actodesafortunado llamndolo

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    58 J L. AUSTINpretendido o hueco , ms que intentado, o tam-bin calificndolo de no perfeccionado, ono consu-mado, ms que denulo o carente de efecto. Quieroapresurarme a aadir, sin embargo, que estas dis-tinciones no son firmes y ntidas; en especial, queno hay que atenerse en demasa a palabras talescomo intentado y pretendido . Har dos obser-vaciones finales respecto dela calidad denulos odecarentes de efecto que pueden presentar los actos.Predicarles estas calidades no significa decir que nohemos hecho nada; podemos haber hecho muchascosas -por ejemplo, podemos haber cometido eldelito de usurpar un cargo-, pero no habremoshecho el acto intentado, esto es, asumir el cargo.Adems, carente de efecto no significa aqu sinconsecuencias, resultados, efectos .En segundo lugar, debemos tratar de poner enclaro la distincin general entre los casos A y loscasos B, esto es, entre los dos tipos de desaciertos.En los dos casos rotulados A seda una mala apela-cin a un procedimiento. Sea porque -hablandovagamente- no hay tal procedimiento o porque elmismo no puede hacerse valer en la forma en quese intent. En consecuencia, los infortunios de laclase A pueden ser denominados Malas Apelacio-nes. Entre ellos, podemos razonablemente bautizaral segundo tipo (A2) -esto es, al caso en que elprocedimiento existe pero no puede aplicarse comose intenta hacerla- Malas Aplicaciones. No hepodidoencontrar una buena denominacin para laclase A.1. En oposicin a los casos A, ocurre queen los casos B existe el procedimiento y es aplicablea la situacin, pero fallamos en la ejecucin del ritocon consecuencias ms o menos calamitosas. Porello, los casosB, por oposicin a los casos A, pueden

    PALABRAS Y ACCIONES 59llamarse Malas Ejecuciones, en oposicin a lasMalas Apelaciones: el acto que seintent est afec-tado, ya sea porque hay un vicio en la realizacindela ceremonia oporque sta no sellev a caboenforma completa. La clase B.l es la de los Actos Vi-ciados y la clase B.2 la de los Actos Inconclusos.

    Obtenemos, as, el cuadro siguiente 2:1niortunios

    A BDesaciertosActo intentado pero nulo/ -A B

    rAbusosActo pretendidohueco- ,1'.2?pero/1 .1~alas ~alasApelaciones Ejecuciones .Acto no Acto Insincerosautorizado afectado/

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    60 J L. AUSTIN1) A qu variedad de actos se aplica la nocin deinfor.tunio?2) En qu medida es completa esta clasificacin de losinfortunios?3) Estas clases de infortunios, son mutuamente exclu-yentes?Ocupmonosde estas preguntas en (ese) orden.1) Hasta dnde se extiende el radio de accinde los infortunos?En primer lugar, parece claro que aunque losinfortunios nos han atrado (o no han logradoatraernos) en conexin con ciertos actos que en

    todo o en parte consisten en emitir palabras, sonuna afeccin de la que son susceptibles todos losactos queposeen el carcter general de ser ritualeso ceremoniales, esto es, todos los actos convencio-nales. Por cierto que no todo rito est expuesto atodas y cada una de estas formas de infortunio(pero estotampocoocurre con todas las expresionesrealizativas). Esto resulta claro ya por el merohecho de que muchos actos convencionales, talescomoapostar o transferir el dominio de una cosa,pueden ser realizados por medios no verbales. Losmismos tipos de reglas deben ser observadosen to-dos estos procedimientos convencionales; basta conomitir en A la referencia especial a la expresinverbal. Todoesto es obvio.Vale la pena sealar, o recordar, cuntos actosdelos que seocupan los juristas son o incluyen laemisinde realizativos o, por lomenos, son o inclu-yen la realizacin de algunos procedimientos con-vencionales. Y, por cierto, seapreciar que de unau otra forma los autores de derechohan sidocons-

    PALABRAS Y ACCIONES 61cientes en forma constante de las variedades deinfortunio e incluso, a veces, de las peculiaridadesdela expresin realizativa. Slola obsesintodavadifundida de que las expresiones jurdicas y lasexpresiones usadas en los llamados actos jurdicostienen queser de algn modoenunciados verdade-ros o falsos ha impedidoque muchos juristas veanesto con mayor claridad; ni siquiera me animaraa sostener quealgunos deellos no lohan hechoya.Sin embargo, tiene un inters ms directo paranosotros advertir que, dela misma manera, muchosdelos actos quecaen dentrodel dominiode la Eticano son simplementey en ltimo extremo, tal comolos filsofosdan por sentado con demasiada facili-dad, movimientos fsicos. Muchos de ellos tienenel carcter general, en todoo en parte, de ser actosconvencionales o rituales, y por ello, entre otrascosas,estn expuestos a infortunios,Por ltimo, podemos preguntar -y aqu tendrque poner algunas de mis cartas sobre la mesa-si la nocin de infortunio se aplica a expresionesque son enunciados. Hasta aqu hemos presentadoalos infortunios comocaractersticos de la expresinrealizatiua. que fue definida (si es que pode-mos decir quedimos una definicin) contraponin-dola a la clase supuestamente familiar de los enun-ciados,Melimitar por ahora l sealar que U11adelas cosas que los filsofoshan hecho recientementeha sidoexaminar detenidamente enunciados que, sibien no son exactamente falsos ni contradicto-rios , resultan sin embargochocantes; por ejemplo,enunciados que se refieren a algo que no existe,tales como El actual Rey de Francia es calvo .Podramos sentirnos tentados a asimilar este casoal del intento de legar algo que no nos pertenece.

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    62 J L. AUSTINNo hay acaso en uno y otro ejemplo una presupo-sicin de existencia? No podemos decir que unenunciado que se refiere a algo que no existe esnulo, y no que es falso? Y cuanto ms consideramosa un enunciado no como una oracin (o proposi-cin) sino como un acto lingstico (del cual aqu-lIos son construcciones lgicas), tanto ms estamosestudiando todo el problema en cuanto acto. Ade-ms, hay obvias similitudes entre una mentira yuna promesa falsa. Ms adelante volveremos sobreel particular a.

    2) Nuestra segunda pregunta fue: En qu me-dida es completa esta clasificacin?i) Lo primero que hay que recordar es que,como al emitir nuestros realizativos estamos sinduda, y en un sentido correcto, realizando accio-nes , entonces, en cuanto tales, esas acciones esta-rn expuestas a toda la gama de deficiencias a queestn expuestas las acciones en general. Esas defi-ciencias son distintas o distinguibles de las que aquexaminamos bajo el rtulo de infortunios. En otraspalabras, las acciones en general (aunque no todas)estn expuestas, por ejemplo, a ser realizadas porla fuerza, o por accidente o debido a este o a aqueltipo de error, o en otras Circunstancias que permiti-rn calificadas de no intencional es. En muchos deestos casos nos resistimos, ciertamente, a afirmarque se ha hecho tal acto obien que el sujeto lohizo.No desarrollar aqu la doctrina general correspon-diente: en muchos de esos casos podemos inclusodecir que el acto fue nulo (o anulable por violen-eia o por influencia indebida), etc. Supongo quea Ver pg. 90 Y sigs, l.a.U.

    PALABRAS Y ACCIONES 63una concepcin de muy alto nivel podra abarcaren una sola doctrina los que he llamado infortunio sr estas 'otras caractersticas desdichadas que sepueden presentar en la ejecucin de acciones, ennuestro caso, de acciones que contienen una expre-sin realizat iva. Pero no nos ocuparemos de esteotro tipo de desdichas . Tendremos que recordar,sin embargo, que en todos los casos que estamosexaminando pueden presentarse caractersticas deeste tipo y que, de hecho, se presentan en for-ma constante. Las caractersticas de este tipo po-dran ser normalmente rotuladas circunstanciasatenuantes o factores que reducen o eliminan laresponsbilidad del agente , etctera.

    ii) En segundo lugar, en tanto que expresionesnuestros realizativos son tambin susceptibles depadecer otros tipos de deficiencias que afectan atodas las expresiones. Aunque estas deficiencias po-dran a su vez ser englobadas en una concepcinms general, nonos ocupamos de ellas deliberada-mente. Me refiero, por ejemplo, a losiguiente: unaexpresin realizativa ser hueca o vaca de unmodo peculiar si es formulada por un actor enun escenario, incluida en un poema o dicha en unsoliloquio. Esto vale de manera similar para todaslas expresiones: en circunstancias especiales comolas indicadas, siempre hay un cambio fundamentalde ese tipo. En tales circunstancias el lenguaje noes usado en serio, sino en modos o maneras que sondependientes de su uso normal. Estos modos o ma-neras caen dentro de la doctrina de las decolora-dones del lenguaje. Excluiremos todo esto de nues-tra consideracin. Las expresiones realizativas, afor-tunadas o no, han de ser entendidas como emitidasen circunstancias ordinarias.

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    iii) Es en parte para dejar a un lado moment-neamente este tipo de consideraciones que. no hemencionado hasta ahora un tipo de infortunio-podra realmente llamrseloas- que nacede lamala comprensin . Obviamente para que puedadecirse quehe hechouna promesa es normalmentenecesario.A) que yo haya sido odo por alguien, quiz por el desti-natario de la promesa;B) que el destinatario de la promesa haya entendido quehice una promesa.Sinosesatisfacen una u otra deestas condicionessurgen dudas acerca de si he prometidorealmente,

    y podra sostenerse que mi acto fue sloun in-tento o que fue nulo. En el campo del derecho seadoptan precauciones especiales para evitar este yotros infortunios, por ejemplo, en materia de noti-ficaciones. Ms adelante, en otro contexto, tendre-mos que volver sobreesta consideracin particular,quereviste gran importancia.3) Estas clases de infortunios, son mutuamenteexcluyentes?La respuesta es obvia.a) No, en el sentido de que podemos fallar dedosmaneras a la vez (podemosprometer insincera-mente a un burro darle una zanahoria).b) No, y esto es ms importante, en el sentidode que las maneras de fallar no se distinguenentre s ntidamente y se superponen ; decidirentre ellas es arbitrario de distintas maneras.Supongamos, por ejemplo, que veo un barco enel astillero, me dirijo hacia l y rompo la botellaque cuelga dela pr