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bien son imposiciones foráneas que no abrevan en la tradición local . para dar fundamento a sus contenidos: Más· allá de estos cuestio- namientos, el modelo de los principios se ha transformado en una suerte de referencia universal y única en la región. 6 Otras propuestas alternativas: críticas en clave feminista A continuación se desarrollarán algunas propuestas alternativas· a la bioética de los principios, en particular la que se presenta en clave feminista. Breve recorrido d.El feminismo La bioética feminista también produjo críticas destinadas a cues- tionar la ética y la epistemología basada. en los principios, especial-, mente respecto de la autonomía. Muchas de esas concepciones han . sido esbozadas preliminarmente por el feminismo anglosajón. Su intelección permitirá comprender aun con mayor claridad el planteo de la bioética feminista contemporánea. En este sentido, el feminismo como movimiento de lucha tiene un vasto recorrido, marcado por grandes hitos históricos que hacen 5. Otra dificultad ciel sistema de Beauchamp y Childress, ya planteada por ellos y otros autores es la ausencia de un orden lexicográfico entre los principios, que per- mita Sobre este problema, Diego Gracia propone un ordenamiento jerár - quico, retomando los aportes de David Ross, John Rawls y William Frankena. La no maleficencia y !ajusticia tendrían prioridad sobre la beneficencia y la autonomta. El deber de no hacer daño es sensiblemeqte superior al de hacer el bien. Lo mismo debe señalarse en relación con el pi;incipio de justicia. Por eso, lo.s demás pueden obligar- nos a no hacer dafto o a no ser injustos, pero no pueden obligarnos a ser beneficentes. Por ende, opina Gracia, la beneficencia se halla intrínsecamente relacionada con la autonomía. Este nivel tiene que ver con la la felicidad y, como todos somos diferentes, los principios de autonomía y beneficencia obligan a respetar esa diferencia. Pero hay otro nivel, que se puede denominar "público", expresado en el derecho: en tanto vivi- mos en una sociedad; se que haya ciertos preceptos morales que se apliquen a todos por igual. Aquí se encuentran los principios de no-maleficencia y justicia. Si Jos deberes privados entran en conflicto con los públicos, los segundos tienen la pre- ferencia sobre los primeros. Así, el ordenamiento lexicográfico de Gracia nos brinda un criterio claro para la ponderación de los principios en caso de conflicto. Además, brinda unas orientaciones más precisas para su especificacn, ya que el contenido concreto de los pripcipios del nivel público es fruto de un consenso social. 76 · al siglo XX, como el luchas por los derecho!'!, los debates en lgs y J as trans- formaciones . de ·índole del mundo por ejemplo, los de gl5>l;>alización.(Scott,2011). - . - . · · . _ .. . .• · Su compleja y vasta tr;:iyectoria no resülta sencilla de ºsintetizar. La década del im¡}ortante para la consÓli(JacÍóÍí. de la bioé- tica- estuvo marcada- pa _ i la · emergencia deim feIÍlfuism'o organizado en los Estados la creaciÓÍi, . en W66;i.lle la Na- tional Women- NOW :o .P'. un claro con el y el goce. de' derechos de la mujer. Su principal referente orient.6 . . . su lucha lii.re.forma :del fo ÍB'laldad de los sexos y lá. inclusión efectiva de .eri la . esfera públjca. · Sin embargo, se trató _de una ? época por un do- ·. ble movimiento consolid.ªción y, a su .vez, de es.cisión dentro del ·. fem:ir¡ismo: entre los de y}os. aislados en los campus universitarios. . . . · ... · · · ·· Dentro de la academia, el (eIDinisnió' piμ-tir - de dos po- las denominadas_ de que defienden el lugar diferenci_al la mujer respecto ciéi ,rol masculino y las denominadas ·o· de la equivalencia: que.abogaban por la de géneros, favoreciendo- así la igualda.d en las condicion,es de vida y en el acceso a los derechos en aml>Qs géneros. , . ;. ':· . . . .. · . . _ En este hori.zonte .4e se P.Uede trazar una frontera seme- jante entre las denominadas feministas que recuperan la esencia femenina, y las construccionistas, que buscan develar los modos de producción social de esa falsa creencia y son herederas de la teoría y la literatura francesa, como Michel Foucault, Simone de Beauvoir o Jacques Derrida (Cusset, 2005). Una de las principales ca- racteristicas del feminismo dentro de la universidad era su particular aislamiento, tanto de los demás departamentos como de la sociedad en su conjunto. Sus principales revistas, Signs o Sex Roles, les permi- tieron radicalizar sus posiciones contra las políticas masculinas. Uno de los ensayos más frecuentados de la época era Sexual Po- litics, de la pensadora Kate Millet, quien traza dos de lucha: e:ri primer lugar, resignificar la contrahistoria de la opresión femeni- na a lo largo de la historia y, en segundo lugar, explorar los clásicos de la literatura para identificar la impronta del enfoque misógino (Cusset, 2005). · · Si intentamos hlsf.9rizar el movimientO, tal como destacan Deleu- ze y Guattari en Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, las epis-

sencilla de filpo... · enfol}w~.igualitaristaen r~lación con el acce~o y el goce.de' derechos de la mujer. Su principal referente fue-Betty-Frl~d~,_gÚien orient.6 .

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bien son imposiciones foráneas que no abrevan en la tradición local . para dar fundamento a sus contenidos: Más· allá de estos cuestio­namientos, el modelo de los principios se ha transformado en una suerte de referencia universal y única en la región. 6

Otras propuestas alternativas: críticas en clave feminista

A continuación se desarrollarán algunas propuestas alternativas · a la bioética de los principios, en particular la que se presenta en clave feminista.

Breve recorrido d.El feminismo

La bioética feminista también produjo críticas destinadas a cues­tionar la ética y la epistemología basada.en los principios, especial-, mente respecto de la autonomía. Muchas de esas concepciones han . sido esbozadas preliminarmente por el feminismo anglosajón. Su intelección permitirá comprender aun con mayor claridad el planteo de la bioética feminista contemporánea.

En este sentido, el feminismo como movimiento de lucha tiene un vasto recorrido, marcado por grandes hitos históricos que hacen

5. Otra dificultad ciel sistema de Beauchamp y Childress, ya planteada por ellos y otros autores es la ausencia de un orden lexicográfico entre los principios, que per­mita ponder~los. Sobre este problema, Diego Gracia propone un ordenamiento jerár­quico, retomando los aportes de David Ross, John Rawls y William Frankena. La no maleficencia y !ajusticia tendrían prioridad sobre la beneficencia y la autonomta. El deber de no hacer daño es sensiblemeqte superior al de hacer el bien. Lo mismo debe señalarse en relación con el pi;incipio de justicia. Por eso, lo.s demás pueden obligar­nos a no hacer dafto o a no ser injustos, pero no pueden obligarnos a ser beneficentes. Por ende, opina Gracia, la beneficencia se halla intrínsecamente relacionada con la autonomía. Este nivel tiene que ver con la la felicidad y, como todos somos diferentes, los principios de autonomía y beneficencia obligan a respetar esa diferencia. Pero hay otro nivel, que se puede denominar "público", expresado en el derecho: en tanto vivi­mos en una sociedad; se ne~esita que haya ciertos preceptos morales que se apliquen a todos por igual. Aquí se encuentran los principios de no-maleficencia y justicia. Si Jos deberes privados entran en conflicto con los públicos, los segundos tienen la pre­ferencia sobre los primeros. Así, el ordenamiento lexicográfico de Gracia nos brinda un criterio claro para la ponderación de los principios en caso de conflicto. Además, brinda unas orientaciones más precisas para su especificación , ya que el contenido concreto de los pripcipios del nivel público es fruto de un consenso social.

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· al siglo XX, tal~s ~omo como el ~ufr~~!l ~e~E1pPº~}M luchas por los derecho!'!, los debates en lgs ~mp~f~:~ver~t<ffi~E!. y Jas trans­formaciones . de ·índole ~c9nqmica del mundo como~ por ejemplo, los proc~sos de gl5>l;>alización.(Scott,2011). - . - . · · . _ .. . .• ·

Su compleja y vasta tr;:iyectoria no resülta sencilla de ºsintetizar. La década del 60-épQ~a im¡}ortante para la consÓli(JacÍóÍí. de la bioé­tica- estuvo marcada -pa_i la· emergencia deim feIÍlfuism'o organizado en los Estados .Uni4o~, -~ign~dctiior la creaciÓÍi, .en W66;i.lle la Na­tional Organiz~tio:r:.i.for Women- NOW (Cuss~t. ~Ó05), 'é:o.P'. un claro enfol}w~.igualitaristaen r~lación con el acce~o y el goce .de' derechos de la mujer. Su principal referente fue-Betty-Frl~d~,_gÚien orient.6

. . . su lucha }l~cia lii. re.forma :del sii:;~gi~J>,~~ l~.l!l~ fo ÍB'laldad de los sexos y lá. inclusión efectiva de }~,n;mjer .eri la .esfera públjca. · • Sin embargo, se trató _de una? época copiplE!J~~ ~igna,pi por un do­

·. ble movimiento ~e consolid.ªción y, a su .vez, de es.cisión dentro del ·. fem:ir¡ismo: entre los mili~tes de ~ase y}os. e~~u~an·~~ aislados en

los campus universitarios. . . . · ... · ~ · · ·· Dentro de la academia, el (eIDinisnió' co:m:b~~ ~. piµ-tir -de dos po-

~.- .sicioWJ-l;D.ien~: las denominadas_ fe~~tas de l~;-c(iferencia, que defienden el lugar diferenci_al d~ la mujer respecto ciéi,rol masculino y las denominadas feminista~ .d~ l~;igUaldad ·o· de la equivalencia: que .abogaban por la desn:!:itiji~acign d~_una,dil'erencia de géneros, favoreciendo-así la igualda.d en las condicion,es de vida y en el acceso a los derechos en aml>Qs géneros. , . ;. ':· . . . .. · . . _

En este hori.zonte .4e debate~ se P.Uede trazar una frontera seme­jante entre las denominadas feministas esencialis~s, que recuperan la esencia femenina, y las construccionistas, que buscan develar los modos de producción social de esa falsa creencia y son l~s herederas de la teoría y la literatura francesa, como Michel Foucault, Simone de Beauvoir o Jacques Derrida (Cusset, 2005). Una de las principales ca­racteristicas del feminismo dentro de la universidad era su particular aislamiento, tanto de los demás departamentos como de la sociedad en su conjunto. Sus principales revistas, Signs o Sex Roles, les permi­tieron radicalizar sus posiciones contra las políticas masculinas.

Uno de los ensayos más frecuentados de la época era Sexual Po­litics, de la pensadora Kate Millet, quien traza dos fr~ntes de lucha: e:ri primer lugar, resignificar la contrahistoria de la opresión femeni­na a lo largo de la historia y, en segundo lugar, explorar los clásicos de la literatura para identificar la impronta del enfoque misógino (Cusset, 2005). · ·

Si intentamos hlsf.9rizar el movimientO, tal como destacan Deleu­ze y Guattari en Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, las epis-

temologías alternativas emergieron a mediados de los años 60, a la luz del desarrollo de los pensamientos menores o minoritarios (De­leuze y Guattari, W94), y están estrechamente relacionadas con lá .. fi.losofia marxista, que constituye su punto de partida: No obstante, desde esta herencia, y en cierta medida en su contra, estas epistemo-­logías dirigieron ciertas críticas a la filosoffa marxista, proponiendo un feminismo posmarxista o un empirismo feminista. Su planteo más sólido apunta a la incapacidad del marxismo para pensar la especificidad de la opresión de las mujeres; o, para decirlo en otras palabras, a la reducción sistemática de todas las relaciones de poder, en el modo de·producción ·capitallsta, a la" estructura patriarcal de. la sociedad. ~

Así, entre los primeros ideólogos marxistas, la opresión de la mu­jer era reconocida y comprendida exclusivamente en relarjón con la producción y el sistema econóniico clasista. No .se ocuparon entonces en indagar las razones particulares por la8 cuales la mujer era opri­mida pot su condición de género. La problemática femenina qué.daba frecuentemente subsumida, en estos análisis~ en las relaciones de clase entre la burguesía y el proletariado. ,

Para este enfoque, s'cistenido, por ejemplo, por Engels, el capital y la propiedad privada eran responsables tanto dela de la explotación de la clase obrera como de la opresión del género femenino U!art-mann, 1979). · · · .. _ ·

En los primeros trabajos académic9s de la vertiente feminista, también se estudiaron las implicaciones sociales y epistemológicas de la divúíión sexual del trabajo . . De moP.o tal que estas corrientes de pensamiento se plantearon una rígida división de roles -,.los hombres destinados a la producción, y las mujeres, a la reproducción-, basa­dos fundamentalmente en el privilegio epistemológico concedido a la hegemonía del falocentrismo. .

Ahora bien, desde el enfoque feminista, los sujetos de _ conoci­miento, en su gran mayoría masculinos, tienen uná representación sesgada, parcial, de 1o real respecto del trabajo de reproducción . . Desde esta perspectiva, estas condiciones de vida hacen que los hombres desarrollen una visión de mundo que implica la producción de dicotomías jerárquicas -eultura/naturaleza, razón/cuerpo, abs­tracto/concreto, racional/intuitivo, objetivo/subjetivo- y fundadas en un pensamiento descarnado, que los aleja de la comprensión de la diferencia que insta,la la feminidad. En otras palabras, según este análisis, el pretendido itleal de neutraliQ.ad del trabajo científico es de carácter históricamente situado y siempre supone las detennina­ciolies de género. .

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i I,. , · . . : PA~ IR filósofa feminista norteamericana N ancy Harts~ck (1983 ), ! l!i masCulibidad abstracta del sujeto cognoscente -que también. in-

·.¡. . volucra a las filosoffas marxistas- explicaría la dificultad de pensar · la opresión específica de las mujeres, ya que la división sexual del ¡ ~ral5ajo fue pensada como "naturaln o "dada". ! .:~ Af?.ora p)~n, _de la misma manera en que Marx denunciara el su-:. • . . ;¡:mestcfintetca,riibio "igualitario" q11e se trama en el contrato de tra-

· ¡. · .. - :. ~~jo e~tre él capitalista y el proletario, elucidando las condiciones . ¡ ,. . :~ maten~e.s de existencia, Hartsock pone en· evidenc.ia la opresión de -_,¡ · .,, ; · °':. gé:-r:r~~~~i~e!:9?~º las condiciones materiales de e:X:istencia de las -·-¡ .. " mujeres.- -.' -' ·,_ ' .. ::i:.. .•. , • .. ·.:.,·· · "' - •

=-·r "" ~-,;¿ · ~. ·su preyecto epistemológico consiste, entonces, en recuperar los :, j .- .. · .:±~~~?s-= cogllitivos :.:.ru~~~ricamente invisibilizadbs y despreciados--,- · . ··para pensarlos desne las condiciones materiales de existencia de las r ' .. , -:.-?- ínüjeres;Jransfon:llando la experiencia vivencial de la feminidad en · j ' ~ · sabt>.r y'en lucha política por la igualdad de género. El saber produci-

·. ! .do desde el posicionamiento feminista con stituye entonces, simultá-.. • j· •· _ ne_amente~ _un·r ééurso écigiiitivo y polfüco, y despeja las condiciones

Diateriales de opresión de:l!í mujer, O~CUrecidas e ignoradas por el . \ . saber aoínináríte, 'siempre fa'.lé>goce:ntrado. " " : ,_ ,. .

En los debates actuales del femirlismo académico, se busca de­·construir la relación entre el género-socioculturalmente determina­do-y el sexo -biol6gi.camente configurado-, ideológicamente basada en la precedencia . de éste respecto ~de aquél. La filósofa norteameri­cana Judith Butler, en sendos·trabajos-El género en· dú;puta y Cuer­pos qile: iinportan-, analiza críticamente los modos performativos y dialógicos de la constitución del género.

De modo que, para Butler, la masculinidad y la femineidad devié- . nen en citas obligatorias que operan en la infancia y sitúan al sujeto en determinada posición de género, más allá de su sexo biológico y de la diferencia sexual anatómica. ·

En este sentjd~>, mediante su teorí~, Butler quiere deshacerse de la noción tradicional de' identidad como una esencia anterior al yo, que determina los deseos y los actos, concepción que conlleva una perspectiva esencialista que, finalmente, obstruye la posibilidad de análisis de Ja construcción social del sujeto "ge:i:ierizado" y, por lo tanto, impide la acción política. Para Butler, el cuerpo "generizado" es performativo en la medida en que no tiene un estatus ontológico más allá de los diversos actos que lo constituyen.

Las categorías de género socialmente determinadas operan ade­más como normai: de control y regulación social, -cuyo artificio es des­montado por el ·movimiento radical de las "drags queens", que en sus

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performances parodian públicament.e los dispositivos de producción de género. Tal como señala Butler: "Al imitar el genero, el drag revela implícitamente la estructura imitativa del género mismo, como asi­mismo su contingencia" (Butler, p. 137, citado en Zerilli, 2008: 108).

Ética; feminismo y psico~lisis

Feminismo y psicoanálisis: entre el legado y la resistencia

La aparición del libro de Simone de Beauvoi.F El segundQ sexo _(1949), ha marcado un giro en el desarrollo del fe~smo europeo. La tesis presentada en los dos tomos de El segundo sexo se centra en la crítica de la potencia represiva de la fuerza simbólica del patriarcado sobre ·1a subjetitjdad femenina. De hecho, la mujer ha . sido definida tradicionalmente siempre en referencia al hombre, y no desde ella misma, a la que se la privó, por ende,· de su condición esencial. ' ·

El psicoanálisis lacaniano también tuvo un fuerte in.flujo sobre el pensamiento feminista europeo y norteamericano, representado

. por Juliet Mitchell, Julia Kristeva, Helene Cixous y Luce lrigaray. Las premisas centrales de la teoría lacaniana configuraron un

instrumento teórico eficaz pata analizar las formas de poder sexista. En esta dirección, la crítica feminista lacaniana ha problematizado las explicaciones biológicas del género y ha querido demostrar que la identidad de género y la división sexual son también producto del orden simbólico. \

La pensadora feminista de origen británico Juliet Mitchell escri­bió, en la década del 70, un sugestivo libro titulado Psicoanálisis y feminismo, en el cual articula el psicoanálisis de base lacaniana con la crítica feminista en tomo a la opresión del género.

Uno de los pÍanteos más cat.egóricos de Mitchell supone que la incorporación inconsciente de la ley patriarcal en el marco del ca­pitalismo determina la condición de sufrimiento y opresión de las mujeres.

Su objetivo entone~ es analizar las dimensiones afectivas e in­conscientes _que operan en las relaciones sociales, para poder así de­construir y desestabilizar las relaciones de opresión generadas por el patriarcado. ·

Su enfoque teórico de raíz lacaiúana se sustenta sobre ~os si­guientes ejes:

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l. La importancia de la dJ~eíiJiÓn,inconsciente en la detenÍúna­ción del lugar que. el sujeto ocupa en las relaciones de poder hombre-mujer, históricruiiente olvidada dentro del ~álisis fe-minista. ,

2 .. La separación entre el sexo biológico y la construcción simbó-lico-imaginaria de la sexualidad. •. . .. , . < .

3. La .. imbricación do la sexualldád eQn 1ti Íde¿l~g!a:, . dete'tminan~ .. . tes de lá reproducción de lás\elª§jone~ ae .P~cl~r ~n éi\cápitá~ ~ 1

lismo tardío, · ·· · 4. Las patologías neuróticas~~ la muier, tales co~o el m~!Jf.lquis­

mo, la envidia del pene, los celos, la deb_w.cfa.<1;. d·el. s~pery9,. son concebidas como efectos hi.s~ric;wi,enf.é'd~teruiinados de la sujeción de !as i:najei:ef!.ª l~ l~-,~~tr}aicaj>ú~9 C,.QmÓ.;""atri-.,. butos esenciales de la subjetivid~dJeme~n~, hiR~q~camente , determinados .. · : · · · · · ·· ~ · · ·· · · . - . . . .. ,/ : . . . ~

Por último, l~ filiaciÓn marxista de esta p~nsadora i~ é~nduj~ a tratar de conciliar 11.l lncha contra el sistema de clases con el enfren-. tamiento feminista. contra el patriarcado,· para\ tratar ~i d~· des13n-- · trañar la naturaleza particular de-·18.' opresión de 'la mujer. Tarea compartida por un abanico de feministas radic~es como Shulamith · Firestone, Kate Millet, Roberta H;:i.mi.lton o Zillah Eise:D.$~'ín. ·.

Por otro lado, Helene Cixous y Luce Irigaray, eI.J.cuadradaS en el feminlsmo posestructuralista, elaboran una noción compleja del deseo femenino, basada en una concepción crítica a la ley fálica -como fundamento de las relaciones asimétricas de poder entre el hombre y la mujer. . .

Según estas dos teóricas, la tarea del feminismo es revalorizar la diferencia de las mujeres respecto del hombre, at.endiendo entonces a la "alteridad" radical de lo femenino. Esta postura implica la ex­ploración del inconsciente, .como medio privilegiado para la recons­trucción de la identidad femenina.

Para ello, reivindican la noción del goce · del cuerpo femenino (más allá del goce fálico), para subvertir el vínculo de opresión y dependencia de la mujer respecto del hombre. Ambas sostienen una perspectiva de la sexualidad femenina abierta y plural, atravesada por una diversidad de sensaciones que provien'en de los múltiples elementos de sus órganos sexuales y de sus diversas zonas erógenas, más allá de la hegemou.ía de la genitalidad falocentrada.

Ahora bien , i .. rente las operacicues represivas del orden simbólico, Cixous e Irigaray iristan a elaborar un lenguaje femenino que escape a las regulaciones falocéntricas, inseparables de las oposiciones bina-

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rias que organizan el lenguaje desde una posición masculina. Para ello, tomarán las instancias de goce corporales como determinantes, las que se constitµyen previam nto o.l lengusje y a la ley del Padre.

En una orientación di m tralm nte diferente de Cixous e Iriga­ray, la pensadora biilga.r Juli Iú·iet va, en su tesis de doctorado Revolución en el lenguaJ poético, de 1974, revisa el alcance de lo~ órdenes lacanianos d lo imaginario y lo simbólico, para lo cual uti­liza las nociones de lo miótico y lo tético. ·

Entonces sosti n qu xi.ato una estructuración compleja de lo semiótico y lo tético n la baile de todos los procesos significan­tes. Lo semiótico socia a la fase preedípica, referida al cuerpo materno, y a, por lo tanto, antenor a la diferencia sexual. Esta dimensión d la subjetividad se relaciona con los aspectos biológi- ' cos d l 1 nguaje, xcluidos de la representación significante, tales como: lae pausas rítmicas, los tonos, fos silencios, las escansiones y la musicalidad.

Siguiendo a Lacan, la estructuración de la personalidad asen­tada en la fase del "estadio del espejo" produce un pasaje desde lo semiótico hacia la 1ey tética. Es decir, la constitución del ~eto se produce como efecto del paso de lo semiótico a.lo tético, lo qúe impli­ca la inclusión subjetivante del infanf! en un'conjunto ·estructurado de sentidos histórico-temporales.

Este orden simbólico patriarcal supone la heg~monía de la ley del Padre, en detrimento de lo semiótico, representado pór .la función materna.

Si bien Kristeva ha sido marginada por sus pares feministas, por no poseer un comnromiso político militante, su enfoque posee claras resonancias políticas.

Su proyecto -tal como lo enuncia Eliott- es subvertir la clausura tética, con el objetivo de que la "jora semiótica sea capaz de socavar las estructuras de poder centralizado". ·

En otros términos, Kristeva revaloriza los aspectos semióticos del lenguaje, como potencial herramienta política para desestructurar el orden simbólico, las instituciones sociales y de poder, y las rela­ciones jerárquicas de género.

En palabras de Kri.steva:

Aunque absolutamente necesario lo tético no es exclusivo, lo.semiótico que además lo precede, lo desgarra de cqntinuo, y esta trasgresión produce las diversas transformaciones de la · práctica significante que reciben el nombre de creación. (288)

82 s

· A partir de la ,experiencia del lenguaje poético, cuya fuer¡¡;a se­miótica descoloca la dimensión ideológica del género y la sociedad, Kristeva da a concebir que las estructuras sociales y polÍticas pue­dan set desarticuladas de un modo similar a como· lo hace la poesía con el lenguaje convencional, meramente instnim.ental, habitrial-mel'lte asiento del orden represivo. ·

Esto se ve sobre todo en el lenguaje poético, en efect.o, para • que exista un~ trasgresión de lo simbólico; se tiene que produ- -cir una irrupción de lo impulsos en el orden del significante UIÚversal, el del 1 nguoje natural que cohesiena la unidad so­cial. (Kristeva, 1986: 288)

De módo que las teorías rle Freud y Lacan.,han tenido mi~ fue~­te pregnancia para el proyect.o feminisú;\,_ dado que le ofrecen, he- . rramientas teóricas para una deconstrucción radical de las dimeri'­siones psíquicas y simbólicas que. operan en la arquitectura de la se~dad y la identidad de género, signadas por el sometie~io de) · · lo femenino al orden patriarcal. · ·

Bioética y feminismo · Ética del cuidado: un enfoque alternativo a los principi~s

. En el contexto de la emergencia y la consolida~ión bioética, ha habido important.es desarrollos marcados por una impronta femi­nista. Estos abordajes, más allá de su diversidad y variabilidad se cate~orizan, en dos grandes grupos: uno, orientado al cuidado ; la altendad, y el otro, focalizado en el poder.

Los desarrollos de la ética del cuidado en su vertiente feministas constituyen un giro epistemológico fundamental para la temática aqw en cuestión. .

Señalemos que se .deno~a ética 0

del cuidado al enfoque cont.em­por~eo que considera el cuidado -eare, en inglés- como una catego­ría ética fundamental. Ésta se refiere a la empatía y al sentimiento moral de solicitud que comúnmente se adjudica a las mujeres y que les serían específicos.7 Tal como bien destaca Alise Carse (1995; cita-

6. Cabe destacar que ~ste una ética dd cuidado no feminista que t.ambién pone én­fasis en el cuidad¡¡ y la r~eptividad, sin considersr obViamente la cate~oría de género.

7. El artículo de referencia de Carol Gilligan, publicado por primera vez en 1977, se titula "In a Different Voice: _Women's conceptions of Self and morality".

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