Dickinson - La Edad Del Bronce Egea (Cap. 4)

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  • 5/13/2018 Dickinson - La Edad Del Bronce Egea (Cap. 4)

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    Maqueta: RAG OLIVER DICKINSONUniversidad de Durhamitulo original: The Aegeal1 Bronze Age

    LA ED ADDEL BRONCE EGEA

    Rescrvados todos los derechos. De acuerdo a 10dispuesto en-el art. 27Jlpel Codigo Penal.jiodran ser casrigados con penas. de multa y privacion'de libertadquienes reproduzcan 0plagien,en todo a en parte, u na o hm I it er ur ia , a rt fs ti cu IIcientffica, fijadaen ;:ualquier.tipu de soporte sin ia precepriva autorizacion. Traduccion:

    Pedro Lopez Barja de Quiroga

    @ Cambridge University Press, 1994 Ediciones Akal, S. A., 2000,para todos los parses de hab la hispana

    Sector Foresta, I28760 Tres CantosMadrid - EspanaTel.: 91 8061996Fax: 91 8044028ISBN: 84-460-1199-9

    Deposito lega!: M-169-2000Impreso en MaterPrint, S. L.Colmenar Viejo (Madrid)

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    CAPITULO 4

    COSECHAS Y PLANTAS

    POBLAMIENTO Y ECONOMIA

    Creta y el Peloponeso. La distribucion de los asenia-la c o~ oc em os d e fo rm a to da vi a IllUY desigual y su naturale-mouvo de ~ebate; la mayor parte de los datos proceden de.U"".:U"J.~a~phos. ' .9ue abarcan varies perfodos, mas que de losduracion, Id::nt lhcados en n?mero cada vez mayor gracias acampanas de prospeccion. .

    INTRODUCCION

    l

    igual que en el Neolf tico, los asentarnientos de la EB cUltivabhnc la s es d e c e re a le s y I~gumbrcs, can el mismo fin probablernen-antes , esto es, el de arrunorar los r iesgos de un mal ana. La infor-qu e tenemos acerca ?c algunos yacimientos sugiere un predorni-la c~bada, p~ro el tn~o. esta muy difundido y en los textos de lB ~ este el a~lmento basico en que se r epar ten las raciones. Enle!

    la vanedad eml: ;er, sin duda por las mismas razones qhe50-51) , pero tam bien se han encontrado muestras formadas.. par ~ngo de pan. La unica especie nueva que aparece ahora

    I ' I U J O , pero solo en unos pocos lugares , principalmente en la Gredia; probablemente no Ileg6 a convertirse en un alimento ba~i-sf parec~ haber ocurrido mas al norte de Europa) por ser vJI-a la se_g_U1a.odas las legumbres mencionadas anteriormerne

    tarnbien. ~ora; la arveja se almacenaba en cantidades ilio. ~ro quiza ~eusara solo como forraje para animates. Ipn~c!pal cambio en la agr icultura de la EB fue Ia introducci( tnbortlcult~ra, en la que los palacios estaban, evidenternente, intb-Los signos que mas tarde se usaron para acei tunas, aceite eya apar~ce~ en una tabE. lla de Fes tos que debe de per tenecer b l,de los Pnme~os Palacios, y en los textos en l inea l B de Cno-Pdos. se men~wnan grandes huertos y vif iedos, as! como 6 1de higos, aceltuna~,_aceite y vino. Como vimos en el capitulo 2 ,l a hlg.ue ra y la vma son autoc tonos en Grecia, pe ro la histb-

    s u s C 0 l1 1 1 en Z O S e s compleja: sin duda, u vas e higos silvestres k e, ~n e l Neol fti co, pero apenas hay rast ro de acei tunas. Laya chisica , el~borada por Renfrew (1972, cap. 15) afi rrna queBA sc. establecieron en el Egeo var iantes domesticadas de todases~cles, y como quiera que no entraban en competicion conculU~~s por el usa de la t ierra, permitieron que se incrementara

    c uC~lOny P?r .tanto que aparecieran productos para intercarri-yas! se convi rtie ron en U? O de los principales impulsos para elcultural y la prospendad. !

    E n fe~ha re~i.ente, los argurnentos empleados en apoyo de esta teb-& an sido cri ti cados en deta lle (Hansen, 1988). y es verdad que ~I.,~ ~3

    Todas las sociedades preindustriales se basan esencialmente enexplotacion de la t ierra. En el caso de la EB del Egeo, cabe afirmaresto era asf en un grade aun mayor que en el Pr6ximo Orientetemporaneo, porque las soc iedades del Egeo, a 10 largo de la hi~:ori .....mantuviercn su pequeno tamano, Y era insignificante la proporclon desu pobbcion que no estaba directamente implicada en alg:ma form~ =agr icultura; es muy poco probable que la pesca haya podido constltUlf la base de \a economfa de ningiin asenta!11lento importante (Halstead,1981a: 335, n. 2; 1987a: 81) . Habia, claro esta, artesanos especializa-dos, pe ro, como veremos en el capi tulo 5, la mayorfa de c .Hosejer~~asu ofic io s610 a riempo parcial, sin de ja r por ello de t rabajar tambienla tierra, al igual que 10 hac fan los pastores especializados, segunloindican los paralelos modernos (Blitzer, 1990b: 38). S610 l?s espccta-l istas mantenidos por las oligarqufas , de una casa, un palacio 0algunainstituci6n religiosa, pudieron dedicarse a tiempo completo a su '.cio, y diffcilmente su numero pudo h~lbers ido tan eleva?~ com? p~inlluir en In economfa de los asentamlentos en los que VIVU1l1. SI exrs-tfan comerciantes profesionales, distribufan sobre todo productos agrfco-las y tal vel. tuvieran tambien propiedades, C0l110a menudo sucedc. ensociedades mas recientes; los sacerdotes y otras personahdadcs social-mente relevantes aparecen en los textos como propietar ios de tierra yes verosfrni l que esta fuese su principal fuente de ingresosAunque la explotaci6n de la t ierra era Ia act ividad mas il11portan-te en las sociedades de la EB del Egeo, lo s datos que tenernos acercade ella no son en modo alguno abundanles. Se han publicado au nmen os anfll is is de res tos de ani males y plantas que para el Neoli tico.y estes anali sis son parti cula rmente escasos en regiones muy irnpor-

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    mimero d e indicios que muestran una fecha temprana para estos culti -vos ex cscaso, especialmente para el olive, asi como que reposa sobrebases a veces poco solidus. Es evidente, sin embargo, que haeerdepender 1\

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    una revolucion de los productos derivados casi tan importantecomo la primera dornesticacion de animales y plantas (Sherrat , A. G.,1981). Consistieron en el paso de la explotacion de animales, paraobtener fundamentalmente carne, a su cria, para una produccionintensiva de leche y lana y para tener animales de t iro. EI nuevo est i-1 0 de ganaderia implicaba que un mimero mucho mayor de animales sobrevivirfa hasta una edad relativarnente avanzada; muchosmachos, en concreto, sobrevivlan como bueyes castrados para elyugo 0 como cameros castrados para la produccion de I~na: ~inembargo, el problema es de diffcil solucion, pues no es facil distin-gui r s i los restos oseos de las exeavaciones eonst ituyen un refle jo detales practices 0mas bien son parte de la dieta carnie a de los pobla-dores, y no podernos excluir lu posibilidad de que se ndoptaranmodelos cornplejos, como el sugcrido para Nicoria, donde tal vez secriaran ovejas para lana, pero cabras para obtener carne (Mancz,1989: 210). Desde luego, en varios Iugares, incluyendo Lerna yArgissa , los animales se siguieron sacrif icando regularmente a unaedad temprana durante toda la EB (cfr, Halstead, 1987a: 80). Solo enMirtos, donde la muestra no es muy arnplia, y en el Meneleo, segiin10publicado (Carling, 1977: 27), se ha identificado el uso de pro-ductos der ivados, mientras que en Tirinto, el ganado vacuno, lasovejas y las cabras se sacrif icaban con frecuencia a una ~dad rela ti -vamente madura, por 10 que parece probable que se les diera un usomixto (Von den Driesch y Boessneck, 1990: 96-98).Los textos dan un apoyo mas solido en favor de una explotacionintensiva de estos productos derivados, En los textos en lineal A noparece demostrarse dernasiado interes por el ganado, excepto enHagia Triada, que tal vez fuese un centro de produccion lanera, perolos textos en lineal B de Cnosos desde luego indican que se criabanovejas para lana a una escala muy arnplia (unas den mil ovejas apa-recen mencionadas s610 en Creta central). Los rebaf ios de Pilos seregistraron de una manera di ferente, pero eran de considerable tama-fio, y tambien alli, al igual que en Cnosos, habia una importanteindustr ia texti1 que probablemente haria uso de su lana; abundantescantidades de lana tambien se mencionan en Micenas ycant idadesmas pequefias en Tebas, Tambien se alude a otras c1ases de ganado,pero rara vez en grandes cantidades, aunque ~asi dos mil cabr~s ymas de quinientos cerdos aparecen en una sene de textos de Piles,junto con s610 ocho vacas (Ventris y Chadwick , 1973: 198). Los tex-tos de Cnosos tambien se refieren a cabras y a cerdos, pero rara veza vacas; tambien se mencionan parejas de bueyes, general mente enpequeiio mirnero, incluyendo cuatro parejas con .nombre propio enCnosos (Ventris y Chadwick, 1973: 208-213). Sin embargo, no esverosimil que ni los textos ni el mimero rela tivamente bajo de huesos

    III

    I lj:1

    de ganado vacuno, en Nicoria, sean un adecuado reflejolde la reali-~ad: e l vacu~o esta muy bien representado en Tirinto y Ios registrosfl~cales de Pilos, que muestran que esperaban recibir 234!pieles cadaa~o procedentes del territorio bajo su control, presuponeri la existen-e ra de manadas de cierta importancia. ,. Las parejas de bueyes podfan utilizarse para an-astral; el arado 0bIen una carre ta, pero nada de esto 10tenernos bien atestiguado en elmaterial arqueologico. Se conoce un modelo de carro procedente deP~leocastro, y aunque se ha dicho que la orograffa griega $0 era apro-piada para vehiculos con ruedas, estes eran el mejor medio para tras-ladar los enormes bloques de piedra y madera necesarios [para diver-sas clases de construcciones, como en In Grecia posterior. Unasfigurillas que representan varias yuntas de bueyes, y que e~ razonableasociar a l arado, han aparecido en Tsungiza, datadas en ~{Lerna IIh,

    (Pullen, 1992); pero un raro tipo de figurilla rnicenica qu~ muest ra aun hombre condu: :iendo un tinico buey (French, 1971: 16$-166) pro-bablernente se refiera no tanto al arado cuanto a la conduccion de unanimal al sacrificio, 1 0 cual de paso si rve para recordarnos que los ani -males tambien podian criarse con propositos no utilitarios, Los hallaz-g~s de Tsungiza sugieren que tal vez Halstead sea demasiado pesi-mista al sUP:ll1erque las yuntas eran rams incluso en las explotacionesde los palacios (1981a: 330-332; cfr, 1987: 82). Los aradosparece queeran muy primi ti vos: los i inicos fragmentos conocidos de una reja dearado :n bronce, procedentcs de los tesorillos tardfos d~ Arenas yAntcdon, son probablemente de tipo chipriota e incluso podrfanhaberse hecho con metalreutil izado (Catling, 1964: 81-82!y 298).

    EI caballo pudo ut ilizarse para t irar del arado en Grecia (Aschen-brenner, 1972: 57), pero es mas probable que tanto el caballo comoe]. bu.rr? se emplearan principal mente como animales d~ carga alpnncipio y luego para montarlos y, en el caso de los caballos, paraarrastrar carros, tal y como 10sugieren las representaciones figuradas(desde e1principio de los Segundos Palacios en adelante) y f los textosen lineal B; unas pocas figurillas de caballo con j inete indican que elcaballo se montaba desde finales del rnicenico. Por 1 0 general, ni elburro ni el caballo aparecen en las rnuestras oseas, probablernenteporque su carne no se comfa ni se util izaban sus pieles, penh los depo-sitos del micenico tardio en Tirinto contienen huesos de equidos encantidades relativamente abundantes, incluyendo algunos! de rnulas(Von den Driesch y Boessneck, 1990: 93, tab. 5, 102-103 y i 141-143).Probablemente llegaron a Grecia por distintas rutas. El lburrc fuedomesticado par primera vez en el Pr6ximo Oriente y aparece en elEgea en Lerna III; hal lazgos aproximadamente coctaneos en Troyasugieren que llego al Egeo a traves de Anatolia. Aunque los hallaz-gos, excepto en Tirinto, son escasos, es una suposicion razonable la

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    de que los burros y mulas, para entonces, se hab ian convertido en ani-males hubituales de carga y de monta.

    E l caballo, que al pa rece r fue domesti cado par primera vez en lasestepas rusas (Renfrew, 1989: 2(2), aparece en contextos del BA enMacedonial (Ridley y Wardle, 1979: 229), pero no mas al sur antes de lBM, aunque algunos huesos del HA III de Lema y Tirinto podrian per-tenecer a caballos y no a burros. De caballo , los primeros huesos indu-dables, al parecer de una raza can el tamafio del poney, proceden decontextos ~ i e l HM en Argissa, Nicoria y Lerna, de los cuales so lo el deNicor ia per tenece s in duda a una fase temprana. Hay algunos indiciosen el mater ial micenico de una raza de caballos de mayor tamafio , perola mayorfal son ai in de pequei io tamafio, Para esta epoca, el cabal loparece nsocindo exclusivarnente a Ia aristocracia y es posible que losr ebafio s lo s lman tuv ie ran los palac ios con e l unico f in de obtener pare-jas para lo~ carros. Sin embargo, esta asoc iac ion con e l CaITOnaci6mucho despues de la primera aparic ion del cabal lo en e lEgeo, a laquele debemoslretirar sin paliativos las impactantes connotaciones indo-europeas de anta iio; de heche , no es probable que su int roducc iontuviera consecuencias sociales ni economicas apreciables.Sin duda hubo otros anim ales dornesticos. Los restos de perrosson bastante frecuentes y los da tos procedentes del cont inente ind i-can que a menudo se comb su carne, pero el gato esta poco atesti-guado y noles seguro que se trate de una especie dornest ica (Morgan,1988: 42); es posible que se introdujera desde Egipto. Se ha dichoque en a lgunos se llos minoicos aparecen gansos domest icos (veaseMorgan, I Q 8 8 : 64), pero no contamos con restos oseos fiables comorampoco ed 1 0 relat ive a patos 0 palomas dornest icos , y los hallaz-go s de huesos de polio son rnuy probablemente producto de intru-siones modernas (vease recientemente Von den Driesch y Boess-neck, 1990: 114-116). Por ul timo, contamos con pruebas tangiblesde la domest icacion de la abeja, que abundarfa en esta vegetacionmed ite rranea , grac ias a una probable colmena hall ada en Akrot iri(Doumas, ~983: 119, Fig. 19) Y a las referencias a la miel y quizatam bien a apicultores (l ite ralmente: hombres de la mie l) en textos enlineal B (Chadwick, 1976: 124 y 126).

    Dentro de este capitulo podemos tambien inclui r la informacionque tenernos sobre anim ales salvajes, puesto que incluye la cazadeliberada en busca de comida, pieles y cuero, as] Como el controlde los depredadores y otras criaturas que arnenazaran las cosechas.En Pilos aparecen mencionados cazadores profesionales, pe ro no esverosfmil que ha y a s ido una actividad economicamente s ignificati-va . Las muestras de huesos procedentes del cont inente incluyen unmimero importante de huesos de animales salvajes, aunque const i-tuyen una pequefia proporcion del to tal . Como ya vimos en el capf-68

    tulo 2, la fauna era originariarnente ma s variada en la Grecia con ti-nenta l, donde sus habita ts naturales se verian menos agredidos queen las islas. De hecho, la desaparicion de los bosques favorecio alc iervo , que pre fiere los lugares ab iertos. Sin duda , e l cie rvo, y espe-c ialmente e l ciervo raja, se cazaba habitua lmente desde finales de laEB , al igual que el jabalf salvaje y, en menor c an ti da d, l a liebre y elzorro. La demanda del jaba lf sa lvaje debio de inc rementa rse desde elmemento en que el casco chapado con colmil los de jabal ] se con vir-t io en Ull artefacto de prest igio . Se ha calculado que sena necesar iosentre treinta y setenta y c inco pares de colmil los para un unico casco(Morgan, 1988: 112). Por ult imo, como ya hernos sefia lado, la pescala tenernos mas atest iguada en las representaciones art ist icas que enhall azgos concretes: esto quiza se deba en buena medida a los mete-dos utilizados para la recogida del material y quiza tamb ien a que nohernos encontrado las zonas donde se e labo raba el pescado captura -do, pe ro en cua lquie r caso no es prudente concluir que la pesca fueseuna actividad econornica importante en ninguno de los asentamien-tos conocidos.

    Los ASENTAMIENTOS Y SU ESTRUCTURA SOCIALEn genera l se acepta que todos los yaci rnien tos locali zados e ranasentarnientos agr icolas y por esta raz6n se extraen ciertas conclusio-

    nes cuando se ha ll an enclavados en ti erra de poca ca lidad (por eje rn-plo, Sandars, 1978: 77). Se t rata de una hipotesi s de traba jo razona-ble, pero conviene que tengamos en cuenta tarnbien otrasposibilidades, sobre todo cuando los yac imientos se encuen tran enlugares poco apropiados para la agricultura (de heche, solo diez delos yacimientos mesenios del IiR estan en zonas de poca cali d ad dela tierra; cfr, McDonald y Rapp, 1972: 182, tabla 11-1). Con otraspos ibil idades me ref iero a Iugares r ituales y puestos de guardia, quelogicamente deben de' presentar rasgos espec iales en su forma 0 enlos restos allf encontrados, y los campamentos estacionales, 0 tempo-rales de los cazado res, lo s le fiadores y los art esanos que tal vez pre-firiesen trabajar donde hubiexe combustible abundante, tales comolos alfareros y herreros (para pos ibles campamentos de herreros en el}elT itorio de Pi los, vease Chadwick, ]976: 141), y los pas tores, queeran probablemente los mas numerosos de todos.

    El tarna iio del grupo representado en cada yacimiento es otro fac-tor de considerable importancia para su interpretacion COmo asenta-miento agrfco la. En general, l a argumentacion desarrol lada en loscapitulos precedentes indica que los asentamientos de tamaiio rnediose concentranan, a l igual que en el Neol it ico, en e l cult ivo de cerea-S 69

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    les y de legumbres (que requieren gran cantidad de mana de obra sise cul tivan a cierta escala), junto con algunos vegetates y en el cui-dado de una modesta cabaf ia ganadera , rn ientras que Ia agricu lturade huerto, la explotacion intens iva del ganado para obtener pro-ductos derivados y el cul tivo de especies raras , todo ello se l levanaa cabo principalmente en los asentamientos grandes, y en estes talvez solo en las casas mas ficas y en las economfas palaciales en tie-rras que fueran prop iedad de la o ligarquia gobemante 0 estuvierancontroladas por ella.

    En 10que sigue , apenas podrernos c itar c ifras absolutas de pob la-cion porque los escasos datos que tenemos son en su mayoria debi-les- a l estar basados en formulas, s iernpre d iscut ib les, para ob tenerun numero de personas a par ti r de l tumafio est imado del yacimientoo el mimero de casas. Trata el asunto con algiin detalle Wiener( 19 9 0: 1 29 -1 3 3) en relac ion con las c iudades de las islas , probable-mente oeupadas de un modo mas intensivo que la mayorfa de losasentamien tos de la Grecia cont inental en cualqu ier per iodo de la EB.De estas c iudades, las mas pequefias tal ve l, tuvieran una poblaci6nde varios cien tos de personas, mientras que el asentamiento agrfco-la medic tendrfa a lgunas decenas y los mas pequefios apenas una 0dos casas. Las concentraciones de gran tarnafio deben de habera lcanzado poblac iones de varios miles. Por tanto, las pob laciones delos estados y l as regiones de mayor tarnafio senan, como mucho, delorden de las decenas de millar y el maximo de cuarenta mil , sugeri -do para Ja Mesenia micenica en Carothers y McDonald, 1979, esquiza demas iado elevado. Sin duda, muchas de las ciudades maspequefias del Proximo Oriente, cuya captura recuerdan can rimborn-bancia los reyes y conquistadores, eran de un tamaiio similar at delos asentamientos mayores del Egeo , pero nunca debemos olvidar ladiferencia entre los rnicleos mas grandes y las ciudades de Mesopo-tamia y Egipto, n i tampoco el hecho de que muchos asentamien tosimportan tes, eonsiderados grandes en cornparacion con sus con-temporaneos del Egeo, poseen el tarnafio de loque se t iene por aIdeaen la Mesopotamia del Dinastico Antiguo (Renfrew, 1972: 240).Estas diferencias en escala entre el Egeo y el Prox imo Orien te tuv ie-ron , s in duda, reflejo en In organizac ion de las comunidades y en lasociedad en su conjunto.En 10 que sigue. nos concentraremos en Ia naturaleza de es tosmicleos de poblncion y en las relaciones que establecen entre sf, sinvolver a referi rnos a sus ac tividades agrtcolas , salvo cuando tenga-

    1ll0S (jUL' rclcrir a1t:tin datu panicularmcntc importantc. Las excava-ciones y prospecciones nos est rin proporc ionando eada Vl'Z mayorinformacion sobre estos tenus, y es evidente que casi desde loscomienzos de Ia EB hay considerables diferencias entre las reg iones

    ~Fig. 4.1). ~n Creta hay claros ind ic ios del desarro llo de una.C:::~~ta~Ientos des d e una fase temprana. Al principio de5 ha, pe~o ~ : s ~ ~ ~~ ~~masMgrande, con una extension quizaimoon '. a ia y ochlos podemos considerarlosportan~es a pa~tlr de Ia difusion de material del BA . I "L1-HARcementeno (WhlteJaw, 1983: 337-339) S . 0e ,'~"";LVmos como era Ia estru . . IIIembargo, aun node B . ctura SOCIalde estes asentamientos El .ramgan (I970a 42 51) p id if .de la Colina ",', -. or 1 enn rear mansiones en ladiversos ya:~~~~~:lh~, 0en los re~tos de ~structuras semejen buena medida d b~ n el comp1e]~ de Mi ftos resulta pocoen Va iliki A e loa las nuevas Investigac iones l Ievadasde la :~~ I. q.~f,la C.a~a. de Ia Colina ha result ado serellos pre~~:~~IOp:rdeuedldfl.cf~o~dyac~ntes de diferentes fases, u. n e 1 IClO semeJante p .diferente, y restos de edifici , 1 ,ero c~n una onen

    I lOS SImi ares han aparecido en varies

    Yacimientos irnpo t tes d I ', ran es e penodo Prcpalaciat.

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    ~ Peri~o I [2] Estructcrea postenoresIIenodo II -. ~ Lmute de la excavacc-, 10m"====::::::lFig. 4.2 Plano de Mirtos. Can permiso del Dr. T. Whitelaw y el Prof. P. M.Warren.

    res del yacirmenro (cfr. Catling, 1976: 31, Fig. 42, Y PAE, 1980,Lim. 1B', reproducida en Warren, 1987a, Fig. 3). .De uu modo mas verosfrnil , Whitelaw interpreta el plano de Mirtos(Fig. 4.2) como una acumulacion de grupos de casas, cada una con susdependencias para cocina y almacenes, que se van aii adiendo en unasecuenc ia cronologica a medida que el numero de famili as que habraque acomodar crecia has ta un maximo de ~inco 0seis ~1.9?3: 323-334).Es posible que un proceso simi lar ocumera en Vasiliki, ~~n.que lasestructuras presentan un aspecto mucho mas regular . En Tripi ti se hanidenti ficado al menos sei s casas separadas, cada una con unas pocashabitaciones, a cada lado de la cal le central (Fig. 4.3) , pero no hay indi-cios de que fueran construidas sucesivarnente (Vasilakis, 1989; C~~ling,1989: Wl). Cada una probablemente albergaba a una sola familia , alicual qud sucedia en los grupos de casas de Mir tos; una rumba circularident ificada en los alrededores ta l vez fuera utili zada par parte de lacomunidad, En el valle del Hagiofarango, los datos que tenemos apun-tan a un !conjunto de granjas di spe rsas en torno a asentamientos masgrandes sernejantes a aldeas (Blackman y Branigan, 1977: 69-71, Fig. 4.~),que en genera l t ienen asociadas a el las una 0dos de estas tumbas cir-culares. Los pequefios grupos de tumbas c ircula res dispe:sos par laMesara deben indicar la presencia de pequefias aldeas parecidas ; por supar te, la sugerencia de Whitelaw en el sentido de que cad

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    ( 200 ___

    Turnba ci rcul aro Pos ib le tumba c i rcu la@ Asentamiento Granja[ ] Posible granja::::::::::Corriente de aguaaTierra cultivable

    lkll l

    Fig. 4.4. Distribucion de los yacirnientos en el valle del Hagiofarango.Contiene informacion proporcionada por el D r. T . Whitelaw.7, 1 .

    centenares de personas. Mucho mas i recuentes serfan las aldeas pe-quefias , can menos de diez casas, y en algunas areas habrfa enclavesaiin mas pequefios, como granjas aisladas 0camparnentos estacionalesde pastores. Estos ul ti rnos podrfan ser, en algunos casas, sate li tes deuna aldea central, pero ni siquiera a los rnicleos de mayor tamafio hayrazones para at ribui rles e l control sobre ampl ios territorios .] En lasCicladas, la impresion general que obtenemos de los escasos restos deasentamientos y del tamafio de los cementerios es no solo que l

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    (a)

    r::l ; ir ca s L I es~dns profundosL2J (rcconstruidoj

    (b)

    ,Fig. 4.6[ Distribucion de yacmuenros en la Argolide merid ional, en losperfodos HA (.) YHM (D) (a) y eo e l per iodo HR (b) . Adaptado de Beyondthe Acr6pO/is; A Rural Greek Past, de Tjeerd H. VAN ANDEL Y CurtisRUNNEL$. Can permiso del editor, Stanford University Press. 1987 delComite de la Leland S tanford Junior Universi ty.

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    CASA DE LOS PITaS

    o 10m1 :: :1 = = = = = = = t : : : = = = = = = - = l = = l

    Fie. -1.7. Plano de edificios Lerna Ill, en Ziguries. Can permiso de los~fs. D. J. Pullen y R. Hagg.

    En el continente e islas pr6ximas las excavaciones se han realiza-do casi si empre en yacimientos importantes, de la rga vida, pe ro lasprospecciones han mostrado la existencia de numerosos enclaves depequefio tamafio , Algunos de ellos , como ya hernos vista, pudieronsu rgir poria dispersion de la poblacion agricola a eomienzos del B~,que luego se concentr6 en aldeas; orros parece que son consecuencrade la expansion desde estas mismas aldeas en su momen ta de mayordesarro llo en la fase Lerna Il l (HA II) (cfr, Fig. 4.6a). Varias de lasa ldeas de mayor tamafio son mayores que todas las de Creta, a juzgarpor ladispersion del material : Eutresis parece huber abarcado 8 ha enla fase Eutres is (HA I), aunque Sll extension se redujo despues, yentre los enclaves grandes del Lerna IIh se cuentan Tirinto (6 ha)y Tebas (hasta 20 ha) (Konsola, 1990: 465), mientras que Manika,que tiene una pos ible muralla, un cementerio extensfsimo e indieios

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    Fig. 4 .8 . Plano de Lema III. Con permiso del Prof. R. Hligg.

    de calles, alcanzaba, segun algunos autores, las 50 ha (Sampson,1986) . No se ha demostrado, sin embargo, que los enclaves abarcaranta les extensiones; tal vez consistfan en grupos separados de casas,como se ha supuesto en muchos asentamientos de la Edad Oscura, entorno a un micleo central . Los enclaves mas pequefios pudieron estarmucho mas apretados, con calles apenas esbozadas (Konsoia 1984) ,como Ziguries (1,1 ha) (Fig. 4.7), Askitario (0,45 ha) y la fase delLerna I ll temprano en Litares (0,7 ha; Tzavella-Evjen, 1985; Haggy Konsola, 1986, Fig. 36); el hecho de que este ult imo reernplazara aun asentarniento de Eutresis: que quizas abarcara 4 ha es una adver-tencia en contra de cuulquier clase de suposiciones en cuanto a ludireccion que adoptaron estas trans formaciones.Un rasgo notable de var ios yacimientos del Lerna IIhes la apa-ricion de edificios monumentales y fort if icaciones (Fig. 4 .8) . En sumayona, los edificios son del tipo de la casa-corredor, pero el Rundbaude Ti rinto tambien debemos englobarlo en esta ca tegoria. La tenta-cion de atr ibuirles a estos edificios funciones de palacios 0 templesha demostrado ser diffcil de resistir, pero un analisis reciente de laarquit ectura del HA no pudo llegar a ninguna conc lusion en euanto asues) funciorues) (Hagg y Konsola, 1986: 96); el Rundbau, sin78

    . ._ . . . . . . . ; ' - ; :. . .

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    Fig. 4.'] L Plano de Pilakopi en el BR. Con perrn iso del Prof. Lo rd Renfr ew.80

    Hestos deuna casa

    I(> 20 30 In-~-~:::

    Fig. 4.12. Plano de Gurnia en el BM-BR. Tomado de R. W. HulchiI1.IY)J1.Prehistoric Crete (Penguin Books , 1962) , p . 288, F ig . 57, R. W . Hutchinson,1%2. Reproducido can permiso de Penguin Books Ltd .

    \l81

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    /.:

    o 60mc l = = = = ~ = = = = : ! = = = = ~ 1Fig. 4.13. Plano de Paleocastro durante 105SegundosPalacios. Con permisodel Prof. J. A. MacGillivray y el Cornite Directive de la British School deAntenas, dibujado por J. Driessen.

    nada hay que sugiera que fueran ot ra cosa que a ldeas. Ningun rasgosigni ficative, como fort ificaciones, ha podido ser ident iti cado cancer teza (Darcque, 1980: 32-33, sugiere de modo convincente,sobrela base de la estra tigra ffa, que Ia a ide a fort ificada en Malt i no es HMsino HR III). La total carencia de rasgos intercomunitarios, talescomo lugares sagrados, sugiere que se trataba de comunidades enbuena medida autosuficientes e independientes, a 1 0 sumo ligadas

    entr~ sf por debiles lazos y can una organizacion social relat ivamen-t~ s imple. En la o region heladica, solo Colona, en Egina, i parece un. tipo de asentarmento mas complejo, que presenta cla ras la finidadescon las ciudades de las Isl as (Wal ter y Fe lten, 1981) ..Los asentamientos mas importantes de Creta y de algunas islas (Fig. 4.10) podemos conside rarlo s razonablemente como! ciudades, ~porque presentan, en su disposic i6n, notables semejanzas don las ciu- .dades del Proximo Oriente, a pesa r de su menor tamafio, ~n general,los conocemos mejor en Ia fase de los Segundos Palac~os, pero amenu~o los ~nd~ciosde su caracter urbano s o i i 7 \ i l . ' d C i 1 t e s mas pronto .,{(~fr. F l1akOP1,Fig. 4 .11, YSales , 1979, sabre Gurnia) . Su rasgo esen-c ial es un plano de cal le s c laro y relativamente regular que divide blo-ques de estruc turas; en los Segundos Palacios estos bloques puedenpresentar una fachada continua a la call e, pero originalmente quizaestu~leran separados. El plano de calles varia de un lugad a otro: en?CaSlOnes parece articularse en tomo a una plaza central 0 lin edificiormportante, o~ra~ simple~ente sigue una linea que recorre Ia mayorparte del yacmuento (cfr, Bramgan, 1972: 753-754, sabre GurniaPaleocast.ro y Psira, Figs. 4.12,4.13 Y 4.19). A parti r de eflas, se tra~zan ca lle Jon~s que dan acceso al inte rior de los bloques y tambien,can frecuencia, canales de drenaje 0 cafierfas que van desde los edi-fic ios a los _principa les cana les que t lanquean las call es mas impor-t~ntes. ~n diversos puntos nos encontramos pequefias plazas 0espa-CIOS .able:r~s. Las casas varian en tarnai io, comple jidad] y ca lidadarquitectomca, pero por 10 general tienen varias habitaciones y dospisos Cdr. Figs. 4 .14 y 4.15) .

    Los analisis de Palyvou (1986) sabre el trazado de Akrotiri(Fig. 4.16) demuestran la verosimil existencia de algunosiprincipiossubyacentes que pueden considerarse como una forma de urbanismoe implican un grado de control sobre los edi ficios, que puede inc lusoextenderse a las fachadas de las casas, l as cuales exhiben un si stemaregula r de resalt es y de recuadros a 1 0 largo de las principales cal les,En conjunto, la impresi6n que obtenemos es de un gradode sofisti-cacion considerable; el tinico rasgo de las c iudades medi terraneasposter iores que parece fal tar es un s is tema publico de abastecimientode agua. I

    Solo los enclaves mas pequefios consisten claramente e r i un unicoconjunto de estructuras, como en Hagia Irini (Fig. 4 .17) YColona (lhao menos), En Gumia, cuyo centro no es mucho mas grande (alrede-dor de 1,5 ha), hay indicios de la existencia de suburbios, separadospor una depresion na tural en el t erreno, y muchos de los rnicleos queconsideramos ciertamente extensos, como Cnosos (Fig. 4 .18) , Malia,Paleocastro y Akrotir i (areas maximas 75, 23,36 Y20 ha, respectiva-mente, en los Segundos Palacios; Wiener 1990: 129-13(1), tal vez

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    o 5kmst:1 =::t:=::l~:t:=::t:::::1r

    Plano del Bloque N de Paleocast ro . Con permiso del Corni te Direc -Bri ti sh School de Arenas.

    form ados por un micleo rodeados por aldeas, talleres yen Petr as (Ca tling, 1989: 106), no hay en Creta nin-io claro de la existencia de murallas , aunque sf algunos pos i-mas ade lante cap. 5,IV(b)], mientras que Colona, Hagiaakopi estaban todas ellas fuertemente amuralladas en ellado.a ti erra . E l c ircu ito amurall ado que aparece en la ciudad

    '~"'4""'U' en el fresco miniaturista de la Casa Oeste en Akrotiri1), asf como Ia ciudad atacada en el riton del asedio (Mor-: 85-86), sugie ren que tales mural la s tal vez fueran un ele-

    en las isla s aparte de Cre ta .84

    Fie, 4.15. Fachadas de casas restauradas del Mosaico de la ciudad, deCnoso s , S eg ti n Evans, F ig . 2 2 6: a-b, i, q, u-v,

    Es probable que las ciudades actuasen como Iugares cen tr a les,de 1a region 0de la isla entera, pero algunas tal v ez f ue sen ante todopuertos , como Psira (Fig. 4 .19) , Mochlos y Zakro, y para las mayorespodernos pensar que funcionasen como capitales de amplios terri to-nos con otras ciudades menores dependiendo de ellas . Aun no vemosclare como se introdujo este control sobre los centros menores ni pOl 'qu e la s ciudades evoluc ionaron de este modo en este momento con-c reto. Una respuesta parcial serfa Ia biisqueda de mayor seguridad,perc en Creta lo s indicios de una si tuac i6n turbulenta son mas c la rosene l este (con, par e jemplo, l as tones y cist ernas de Pirgos, e l encla-\C Iortificado en Hagia Fotia y las torres-vigfa) , Estos cambios talYC Z sean tambien consecuenc ia del reforzamien to de la autoridadcentral porque con frecuencia podemos identifi ca r en el inte rior deeSI

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    o 20m

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    ,SECTORGAMMA

    (I )

    Fig. 4.16. Plano deAkrotiri en el CR L Con perrniso del Prof. C. Doumas.

    o 10 20 !30mb: --::t:::"; , I

    Fig. 4.17. Plano de Hagia lrini durante los Segundos Palacios. Con permisode los Drs. R. L N. Barber y E. Schofield. 'y por las dispersas estructuras de alguna entidad en Vasiliki (cr i. Pend-lebury, 1939: 101, y los planes mencionados anter iormente, p . 72) , susedificios debfan de parecerse a las casas mas modestas de las ciudades,y Pirgos, por su par te, parece una ciudad en miniatura. Tanto aq~f comoen Kalatiana nos encontramos con un edificio que resal ta en importan-cia sobre los demas, 1 0 que indica que eI modelo que vemos en rnuchasciudades se repetia igualmente en las aldeas mas grandes.

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    500m1=1=f:=f:='I=.:l-J tKEFALA

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    ACROPOLISl -,

    L imHe aprcxirnadoeelasentarrsento enetNeotnco BeoenteUmt~ aprcxtmaocdot ;}!ua de ocupecon~Itetl~vi:ldurante losS~guhdos PnsaciosTumq.'l

    H C .L_J

    Fig . 4 .18. : Dis tr ibuc ion de los res tos cor respondientes aJper fodo de los Pri -meres y S~gundos Pa lacios en e l yac imienro de Cnosos.

    No debe hacerse una dist incion demasiado ngida entre ciudades yaldeas en]lo que se ref iere a sus respectivas act ividades . La mayona delos residenres en las ciudades probablemente posefan tierra y Ia traba-88

    LilTl .4 .1 . La ciudad de l legada en e l f resco minia turi st a de laCasa Oes te ,Akrotiri. Con permiso de la Facultad de Clasicas, Univers idad de Cambridge,_ :. .: IDr . L Mor ga n.jaban, incluidos aquellos que eran artesanos especiulizados, sacerdoteso administradores, pero seria la presencia de estas personas 1 0 que con-verna a las ciudades en lugares centrales y hacia que los mercadereslas visitaran 0 se establecieran en ellas. Tal vez sirviesen tambien comocentres religiosos 0 ceremoniales , pero los enclaves rel igiosos masimportantes de Creta parece que debemos situarlos en el campo 0en losP"' .t!aciosvease el cap. 8). De paso, la presencia de numerosos enclavesrtligiosos en la Creta oriental, que, segun una interpretacion verosfrnil,3!cndian las necesidades de las comunidades locales (Peatfield, 1983:273274), contradice la idea de que hubiera escasa poblacion rural enesa zonaen el MM (Driessen y MacGill ivray, 1989: 101~102).Las prospecciones indican que el poblamiento se extendio porCreta en los Segundos Palacios, hasta el punto de que, en algunaszonas, es posible que toda la t ierra agr icola de cierta cal idad se halla-se ocupada (Warren, 1984a; Fig. 4.20); las terrazas y los diques dePsira (French, 1 991 ; 76) indican que se intenta ba ap rovechar Ia tie-rra a l maximo. Se han identifi cado muchos l ug a re s p equ e fi os quepodernos concebir como granjas ai sl adas, al igual que sucede en elDodecaneso, que ahara formaba parte de I n z on a cultural rninoica~Mdas . 1985 y 1988b). Hay indicios de un modelo sernejante enTern (cfr, Fig. 4.21 para una granja ident ificada en Ftelos), pero noe n M elo s n i en Keos. Tambien son especfficas de Creta. y muy a bu n-

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    /oI 40m1PSEIRA 1991

    F 4 19 Plano de Psira durante los Segundos Palacios. Con perrniso del19. . .Prof. P. P. Betancourt.dantes sabre todo en el este (Driessen y MacGill i~ray, 1989: 103-1(4), los cdificios de gran tnmaiio, las Ilama:las ~11hls): (C~cl?gan,1976, cap. II; Hood, 1983), pe ro lu idea de a lslanllento implfc ita en

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    ~ muros de contenci6n

    0q::!=::::::!=::!=::::::!=J5m ALMACEN I ESTABLO

    Fig. 4 . : p . Plano de una granja en Ftelos, Tera. Con pcrrniso del Dr. R. L.N.Barbery Prof. C. Doumas.descubier to prensas de vino y de aceite en Vazipetro, tambien una pren-sa de ~ino en un edificio cerca de Zakro, y en Pirgos aparecio una tabli-11 aque menciona cierta cantidad de vino, Estas informaciones puedenrelacionarse con el interes de los administradores por el vino, el aceite ylas aceitunas, asi como tambien los cereales, demostrado por sus ideo-grama?, aparecidos en textos en lineal A par toda Creta (Palaima, 1987:92

    \\

    93

    3Q+.305). Las ciudades, que ahora alcanzan su fase 111:1$esarrollada, tal\'CZ tuviesen una clase alta de propietar ios de tierras, con s imilaresintereses. Se ha n localizado prensas en Paleocastro (Driessen y MacGi-ltivray, 1989: 106) y en grandes cantidades en Zakr o, d ond e se h a s ug e-r idoque el palacio tal vez seabas teciera desde las casas de las ciudades(Chryssoulaki y Finton, 1987: 84).EI cuidadoso anal isis llevado a cabo por Weingarten sabre losnurnerosos sellos hallados en enclaves importantes (J986b, 1988, 1989Y 1991) ha reunido valiosos indicios de la exis tencia de un a red de con-! aC IOs entre estes ultimos, que vienen a c omp le rn en ta r l a informacionque tenemos sobre la dis tr ibucion de la cerarnica de calidad y de refi-namientos arquitectonicos del MR lB. En muc ho s c as os , e st es sellosparcce que se hallaban en 1..1nvoltura de algunos do cumen to s r ed ac ta -dos probablemente sobre cuero 0pergamino, mientras que otros ibanun id o s a contenedores 0representaban la s raciones autorizadas para losmensajeros en sus desplazarnientos . Uno de los lugares donde h an a pa -recido en abundancia , la casa A en Zakro, ta l vez fuese como una ofi-dna de aduanas que controlase el movimiento de mercancfas entre elpuerto y el inter ior; un grupo aun mas numerosos de sellos procede delavil la de Hagia Triada, que probablernente se habia convert ido enclcentro administrutivo de la Mesara (La Rosa, en Shaw y Sh ,IW, 1985:-17-50). EI estilo caracterfstico de un tallista de Zakro ( e 1 " Maestro deZakro; Weingarten, 1986a) nos perrnite identificar sellos fabricadosen Zakro que aparecieron en Hagia Trfuda, Cnosos, Kutsambas y lavilla de Esclavokambos al oeste de Tilisos: otros sellas, fabricadosprobablemente en Cnosos en anillos de oro, han aparecido en HagiaTriada, Zakro, Esclavokambos, Tilisos y Gumia (Fig. 4.22).Estos indicios sugieren que habfa intercambios regulates y segu-r os a v ar ie s n iv e le s en el interior de Creta (Weingarten, 1991) Y pode-mos uti lizarlos para argumentar que todos estes enclaves se hallabansometidos a una unica administ racion, aunque el contenido de losdocumentos asf transmitidos de un lugar a otros permanece dras tica-mente desconocido para nosotros y podrfa tambien refer irse a nego-ciaciones, contratos, etc., entre diversas administraciones . Las mar-cadas diferencias entre 1 0 que podemos entrever en Hagia Triada (a Inque parece asernejarse 1 0 que sabemos de La Canea), aunque sussellos encuentran pocos paralelos en otros lugares, y Zakro, que pre-senta algunas analogfas can Cnosos, podemos explicarlas par tiendod e s us diferentes funciones c omo m ic le os de poblacion, Los meda-llones sellados, y a menudo tambien inscritos, se emplean en buenamedida de la misma manera en todos estos si tios (Hallager , 1988) . Noh a y , sin embargo, una glfpti ca comparable fuera de Creta, aunque se

    . han descubierto tabli llas en lineal A en Hagia Irini ( tambien un meda-li on ) y Filakopi.

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    Fig . 4 .22. Yac imientos impor tantes del per iodo Palac ia l en Cre ta .

    EP~RO

    K a t ea' e ko s D maO !

    PElOPONESO

    I Kaxovatos

    Pers te~ ia . .MaruMurialada.

    TESAUA

    SeSklD ..

    Dracmam ..EUBEA

    Orccmenos G.Tebee

    Eurresas .. T an aq r a

    KOaku lstmaTsur1ga.:.ligurlesM tc enas _ B er b; ; t3AfgLS r:Dendra

    Kok~a I I . T rmt c .Epi t. aU olemBiI 2"' -Asme

    Ktafa ns, CoonaEGINA

    Asea ..

    E lmka. . Me i ' l e t eC l.Vafm

    a 50 knt,,==n_~__1

    CITERA

    Fig. 4.23. Yacimientos importantes del HM-HR IIIE en la Orcein cOlll inenlhl.Los indicios de for tificaciones que hernos sefialado antes sugieren

    un ambiente no s iempre pacff ico en el Egeo, ni s iquiera en este per iodode prosperidad. Una potenc ial a rnenaza pudo haber sido e l c recientepoder de los centres de la Grecia continental (es to es, Micenas. Pilos!yPeris teria; Fig . 4 .23) , que des tacan precisamente par aquello de 10 quecarecen, en cornparac ion con las ciudades de las i sl as. No ha y ningtinindicio de una evoluc ion hacia una di sposicion sabre e l plano de t ipourbano ni de edificios monumentales, ni tampoco ha y ras tros de un U $ Oadministrative de los sellos 0 de la escri tura. La nueva oligarqufu delcontinente se caracteriza sobre todo por sus r icos enterramientos; S~IScasas tal vez fuesen algo mas e laboradas que la med ia (algunas con te-

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    nfun frescos sencillos) y tuviesen modestas instalaciones para almace-narniento (cfr. Killian, 1987b: 33, sobre Tirinto y Kakovatos), pero nobay nada semejante a las villas cretenses 0 las grandes casas urbanasde las Cfcladas, Las fuentes de su riqueza estan aun por determinar, aligual que careceruos de una explicacion para el espectacular incremen-to en el intercambio de artfculos de va lor. No hay razones para atribuirestos carnbios a una intensificacion de las pnict icas agrfcolas y el posi-ble incrcuu-nt dernograf ico sugerido por Ia reocupacion de algunasr eg io ne s i nt er io re s a l nordeste del Peloponeso (Wright et al., 1990:641) aiinno se ha dernostrado que fuese general .

    El importante horizonte de destrucci6n en Creta al final de losSegundos Palacios se via seguido de un per iodo de decadencia. Aunquesabemos que en d iv er sa s c iu da de s se mantuvo la ocupacion e incluso ena lg un as , t ra s un pa ren te s is , co nt in u aro n las t a rea s ed il ic i as a gran esca-la, hay indicios del declive, por ejemplo, en la incapacidad para mante-nc r el sistema de clrcnaje en Paleocastro, Los textos en lineal B de Cno-sos dejan claro que los centros locales desempenaban un paperimportante en I a adm in i st rac io n del estado gobemado desde alii, queparece haber controlado 0 al menos e jerc ido fuerte influencia sobrebuena par te de la Creta central y occidental, allnque Ia relacion entre laCreta occidental y la central no esta del OdDclara (Bennet, 1987: 310).Combinando la informacion textual y la a rqueologica, sabemos queentre estos cenrros locales se contaban Til isos , La Canea y Hagia Trfa-da, que podria equivaler a In Da - H i) de los textos, mientras que Kom-rnos era un puerto importante al sur de Creta (Shaw, 1986). Las villas,s in embargo, parecen haber desaparecido como tales , al igual que algu-nas ciudades y muchos de los asentamientos pequefios, aunque min semantenfa una dispersion considerable de enclaves grandes y pequefios.

    Los textos nos proporcionan prec iosos at isbos de la economfa enesta fase ult ima de los palacios en Cnosos. Queda c laro que el pas to-reo de ovejas con el fin de obtener lana era una act ividad fundamen-tal ; en muchas regiones se reunfan grandes rebaf ios y se ha calculadoque para al imenta rlos se requeri ria ent re un cuarto y un tercio de toda1 1 extension de Creta (Bennet, 1987: 309). Ademas, un elevadoruirnero de mujeres par ticipaba en la elaboracion de tej idos , supues-tamente a parti r de esta lana, y se les ent regaban rac iones en Cnososy en otros centres, Muy probablemente no solo producian para lasnecesidades in ternas de l esrado, sino tam bien para la exportacion.Como ya 10 sei ialarnos antes, se mencionan tambien en las tabl ill asdiferentes clases de arboles y vinedos , junto con grandes cantidadesde aceite de oliva, vino y trigo; un juego de tablillas menciona diver-sas cantidades de trigo (en ocasiones, junto con otros productos)ent regadas par los hab itantes de vario s di st ritos: es verosfrnil que setra te de registros fi scales, aunque la cantidad indicada en Da- W o es96

    Ian grande que quiza represente la cosecha entera de la Mesara(Chadwick, 1976: 117-118). Claramente, la economfa palacial sehabra vuelto mas intensiva ; quiza se presto mayor atencion a la pro-ducci6n de lana y texti les y parece que hubo cambios radicales en laspract ices de archive (Palaima, 1987: 305).

    Fuera cual fuese la causa de la destruccion f inal del palacio de Cno-50S, sus consecuencias fueron menos devastadoras para el resto de Cretade 1 0 que solfa cree rse . En part icular, cada vez esta mas cla ro que LaCanea sobrevivio como centro palacial importante y que continuo utili-lando lineal B. Su inf luencia puede percibirse en la amplia difus ion desucaracterfstica ceramica.en la vinculacion can Creta occidental de lasomnipresentes jarras de estribo para alrnacenar, segun parece, aceite deo l iva (aunque tambien podrfan proceder de algtin otro enclave de Occi-dente) y en Ia distribucion de asentamientos importantes junto conp e qu ei io s s at el it es a lr ed ed or de La Cane a, 1 0 cual es indicio de una f lo-reciente economfa rural (Moody, 1983: 302; Lukermann y Moody,1985); se h a l oc al iz ad o i nc lu so una posible villa (Carling, 1979: 42).L as p ruebas de que e l penodo de prosperidad a u n no h ab fa a c ab a do puc-den aducirse tambien para otras partes de Creta. Hasta cierto punto, lastradiciones minoicas se mantuvieron aunque la economia domesticaestaba cambiando (Hayden, 1987); el asentarniento en Kefala Kondrug u ar da c ie rt o p ar ec id o con una manzana de casas y con Mirtos (Kanta,1980: 114-115), y el asentamiento postpalacial de Karfi se parece, en sue st ru ct ur a, m u ch o mas a una ciudad t radicional que a n ad a m ic e ni co .H ay otros indicios de que Creta no perdio completamente su personali-dad en esta epoca, de modo que etiquetar la como micenica es inco-rrecto, aunque p er die se s u posicion de predominio cultural en el Egeo.La informacion disponible sobre poblamiento en otras islas egeas

    no es abundante y aunque podemos identificar nuevos asentamientosen apariencia de buen tamafio, poco podernos decir de la mayoria deellos salvo que suelen situarse en posiciones facilmente defendibles yqu e a veces se am uralla ron a finales de los Terceros Palacios. Hagial rini decline rapidamente, pero Filakopi parece haberse mantenidocomo ciudad, aunque al f inal otro enclave irnportante surgio al sur deMelos, Aparentemente , el mode le general , con la p ob la ci on c on ce n-trada en unos pocos asentamientos importantes, se mantuvo porque lasprospecciones no han logrado detectar enclaves pequefios, Los Terce-ros Palacios estan representados en el Dodecaneso principalmente en'!os cernenterios, cuyo mimero, tamaiio y riqueza relativa debe indicarla existencia de var ios asentamientos importantes , especialmente enRodas, pero en conjunto la informacion procedente de las islas, excep-10 Creta, es muy insatisfactoria,En la Grecia continental , s in embargo, es claro que en los Terceros. se produjo la mayor expansion, en terminos de poblamiento,

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    de toda Ia EB (Fig. 4.24). Las prospecciones indican la creaci6n demuchos asentarnientos nuevos, cuyo tamafio osciia entre probablesaideas y granjas. Es posible que ambas fuesen satelites de co~unida.desmas grandes, pero las relaciones ent re los enclaves no han sido obje tode excesiva atenci6n (efr. Fig. 4.6b). Semejante expansion, comparablea laque tuvo lugar en Lerna III (HA II) en el continente y a los S~~un-.dos Palacios en la region minoica, indica un incremento de poblacion yun deseo de explotar mayor cantidad de tierra (efr. Van Andel y Runnels,1987: 315), tanto para mantener a esa poblacion creciente como paramejorar las economias de los estados afectados. Es probable. e~ e~ecto,que el surgimiento de economfas palaciales en el contmente este Vll1CU-

    Fig. 4.24. Distribucion de yacirnicntos en el continente en e! HR IIIA2-IllB.

    lade a esta expansion, aunque ni las circunstancias de este surgimientoni la naturaleza del VInculo esten suficienternente claros,La presencia de textos en lineal B y de sellos con inscripcionesindica que surgieron economfas palaciales en la Argolide en torno aMicenas (a Ia que es probable que Tirinto estuviera subordinada, l a l

    menos durante parte del perfodo), en Mesenia en torno a Pi los, y enBeocia en torno a Tebas, la cual tal vez controlara tambien buenaparte de Eubea. Podernos conjeturar la existencia de otras economiaspalacia les, como en Orc6menos (a Iaque ta l vez estuviera ligada Gla)y en Atenas, pero serfa precipi tado suponer que todo el mundo mice-nico estaba organizado de Ia misrna manera. Al contrario, principadosmenos organizados, sernejantes a sus predecesores del micenico tem-prano, es posible que abundaran en muchas regiones. Ni siquiera en esta fase floreciente de 1acultura micenica es sen-cil lo analizar la naturaleza de los asentamientos, ante Ia ausencia ~eexcavaciones suficienternente ampl ias . Tsungiza merece una men-ci6n por tratarse de un caso raro de excavaci6n de un asentamientomuy pequefio, consistente s610 en dos conjuntos de estructuras(Wright et al., 1990: 635). Ni siquiera los enclaves grandes abar-can mas de unas pocas hectareas en Ia mayorfa de los casos: una tielas cifras mas elevadas son las 8 ha de Tirinto, aunque si la Cadmeaentera de Tebas estaba edificada abarcar ia unas 30 ha. Y un asenta-rniento con un trazado regular de las calles cerca de Gla es posibleque fuera ai in mayor, aunque apenas se han publicado detalles sobreel (Kienast , 1987; cfr, tambien Kilian, 1988a: 133). Solo de modoesporadico tenemos pruebas de un trazado de calles que divida I~sbloques de estructuras y que cuente con sistemas de drenaje , como enlas ciudades egeas. Asf, en Iaciudadela de Micenas, los drenajes esta-ban unidos a edificios concretos (Iakovidis, 1983: 67-68), y en otraspartes los bloques de estructuras sobre terrazas del HR IllB, algunoscon drenajes , tales como el grupo de Casas Oeste y las casas de Parra-gia (Mylonas Shear, 1987), parecen haberse desarrollado a parti r delos miclcos originulcs sin ninguna clasc de limi tncioncs impucstapor un t razado urbano anterior , y se entremezclan con las rumbas(Fig. 4.25). En Nicoria, las calles vinculadas a las estructuras delArea II I, que fue levantada en el HR HIB, coexisten con una disrri-buci6n aparenternente aleatoria de las casas en el Area IV (Fig. 4.2(j))(Rapp y Aschenbrenner, 1978: 120, 126-127). . IEn conjunto, la arquitectura de los asentamientos micenicos nbparece muy impresionante, con la informacion disponible actualmeri-

    te , pero eso no quiere decir que los asentamientos micenicos carecie-ran completamcnte de estructuras. AI contrario. se observa el propos]-to evidente de reflejar lajerarqufa social en la elevaci6n del palacio j',algunas veces, tambien otras estructuras importantes, en una acropolis

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    6 . Tumbe de! l eon7 . Tumb a d e 1 08 G en8 . Tesor o deAuec9

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    era la misma, pero es probable que este fuera un rasgo exclusive de losenclaves mas grandes.La presencia de fortificaciones a menudo se ha uti lizado para argu-mentar que la guerra era mas frecuente en esta epoca que antes, pe roesto se ve contrarrestado por la amplia distribucion de asentamientos,muchas veces pequeiios, 1 0 que indica una sensacion general izada de.seguridad, y por la evolucion, evidenternente estable, de los asenta-mientos mas grandes hasta f inales de los Terceros Palacios. Has ta estafase, las fortificaciones son notablemente escasas, y de los ejemplosindudiihfenlente temprunos, los de Micenas y Tirinto es posible quepretendieran ser expresion de poder y e l de Gla que quisie ra conver-tirse en un centro de control, mas que proporcionar defensa contracualquie r amenaza grave. Solo mas ta rde fue este el mot ivo aparen tepara la construcci6n 0 la ampliaci6n de las fortificaciones, la provisionde abastecimientos de aguas acces ibles en Micenas , Tir into y Atenas,y el c ierre de amplios espac ios abie rros, t al vez pensados como refu-gios para la poblac i6n local y sus ganados , en Eutresis y Krisa. Contodo, no hubo el menor intento por for tificar micleos tan irnportantescomo Pilos y Orcomenos,La creencia en e l ta lante beli coso de la sociedad micenica en estei periodo parece derivar en buena medida de otra creencia, la de queesta sociedad se encuentra adecuadamente ref lejada en la epica home-rica y demas mater ial legendario. Sin embargo, el mundo de Hornero,en elcual la riqueza la consti tuyen esenc ia lmente e l ganado y otrostesoros moviles y en e l que no se consider-a en absoluto reprensibleadqu irirl a mediante el pil la je, parece completamente ale jadode eseo tro mundo de ordenada fisca lidad sobre el producto de cada te rrito-rio, refl ejado en los textos en lineal B . Aunque ta l vez se prac ticaranel pillaje y la pi rateria en a lgunas zonas de l mundo micenico, al igualque aun subsistfan en algunas zonas de la Grecia clasica (Tucfdides, 1.5),se hace diffc il admiti r que semejantes pract icas las potenc ia ran lassociedades de los palacios; C01110 10ha sefialado Killen (1985: 260),hay indicios claros de una autoridad fuerte y centralizada, que no pare-ce 16gico que consintiera tales actividades. Aunque, a juzgar por losrasgos que acabamos de c ita r, pa rece incrementa rse e l temor a un a ta-que inminente en las iiltimas fases de los Terceros Palacios, es proba-ble que este hecho se deba mas a guerras interes tatales que a una s itua-ci6n de pillaje endernico,

    Con frecuenc ia se insiste en el control de los palac ios sabre [a eco-nornia de sus respectivos terri tories , 10cual se considera debido a lasfunciones que desernpefiaban como centros redistributivos. IncIuso seha sugerido que los palacios incentivabaii la especiai1Zaci6n de algu-nas zonas en ciertos productos, a expensas de la autosuficienc ia, 10cual contribulria al absolute colapso a finales de los Terceros Palacios,

    cuando el si st ema en su conjunto se vino abajo. Sin embargo, una vezanal izados en de tal le los datos de que di sponemos, 10c ierto es que noapoyan esta interpretacion. EI terri torio de Pilos estaba dividido en dosprovincias, can sendas capitales en Pilos y en un centro deuorninadoRe-u-ko-to-ro; probablemente Leuktron (tal vez el enclave de Bllini-ka), cada una de las cuales se subdividia a su vez en un numero de di s-tri tos a efectos administrativos (Fig. 4 .27) ; pero los mismos sei!:1pro- .ductos se Ie exigen a cada uno de los di stritos en cuotas regulares, 10'cua l n_oparece indicar u~.~pecia li zac i6n por zonas sino quizas unsisterruidlsenado-para producir c a t 1 t i C I a d e s ' mas 0 rnenos iguales < \ par-tir de la suma de estos distritos, Es importante sefialar que entre losexigidos no se encuentra ninguno de los productos agrfcolas basicos;de hecho, s610 podemos identificar dos, un tejido de lana y un!tipode cuero, pero los restantes es verosfmil que sean materias p rirnas dealguna clase (Treuil et al., 1989: 496, indica como posibles una hitrba,una especia, cera y miel, pero cfr, Ventris y Chadwick, 1973: 464-465).La producci6n de lino ciertamente parece haber s ido una especialidadde a lgunas comunidades, porque se gravaba de forma separada , perobastante repartidas par todo el te rritorio, Los rebafios de ovejas: queinteresaban al palacio estaban fundamental mente concentrados en tresdistritos, No son faciles de encontrar otros indicios de especializacinnpor zonas y, por tanto, no hemos de suponer que se t ratara de un feno-meno general. ;

    A juzgar por el archivo de Pilos y por el material , mas fragrnen-tar io , procedente de Micenas y Tebas, es cie rto que los palacios] mi -cenicos distribufan ciertas cantidades de algunos productos : los I tra-bajadores recibfan materiales y raciones de productos agrfcolas, e lpa lac io de Pilos enviaba of r end as, part icularmente acei te de oliva , alas capillas, y a los artesanos se les entregaban materiales importados,como el bronce, el oro y el marfi l (pero Smith, 1991, sosti ene !quealgunos herreros no recibian bronce del estado) . Estaban rnuy intere-sados en la lana y, en Pilos, en el Iino; a muchos trabajadores, algu-nos al ta mente espec ial izados, se les rnantenta para que fabricaranproductos textiles en Pilos, y Tebas recibfa cantidades de lana no solode su propio territorio, sino tambien de Micenas, a juzgar por lunatabli lla de 1 4 1 Casa de los Escudos (Tournavitou, 1990b: 85). Evi-dentemente, rambien comerciaban con el aceit e de oliva , tanto ~urocomo perfumado. She lmerdine ha reunido los da tos que indican queel palacio de Pilos, en sus ii ltimas fases, se convirti6 en una factorfade elaboracion de aceite perfumado (1985), Y las grandes jarras deestribo, consideradas como contenedores de aceite, han aparecido enpalacios y otros edific ios importantes en Micenas, Tebas, y otrosenclaves principales, aunque muchas de elias debfan de conteneraceite cretense importado,

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    PROVINCIA CITERIOR(De-we-ro-ai-ko-ra-i-ja,

    Gaeste ladodel Aigaleon?)

    PROVINCIA ULTERIOR(Pe-rai-ko-ra-i-ja,Gal otro lado delAigaleon?)

    CAPITAL: PU-RO (Pilos) Re-u-ko-io-to (GLeuktron?)DISTRITOS EN EL ORDENCONVENCIONAL (algunosnombres van en dativo):

    Pi-swaMe-ta-paPe-io-noPa-ki-ja-neA-phuA-ke-re-wae-re-to/Ro-u-soKe-te-oo-roRi-jo

    Ti-mi-to-a-ke-elTi-mi-ti-jaRa-wa-ra-tyaSa-ma-raA -s i-ke-to- tc :E-ra-te-re-weZa-ma-e-wi-jaE-re-i, subdividido, a etectosadministrativos, enE-sa-re-we-ja yA-te-re-wi-ja

    Fig. 4.27. Divis iones adminis trat ivas del estado de Pilos .

    Sin embargo, los unicos productos agrfcolas que aparecen regis-trados como ingresados en el palacio a bien ent regados por la admi-nist racion son lana en Micenas y Tebas, l ino y algo de trigo en Pilos,hierbas y especias en pequefias cantidades en Micenas, ganado enTebas (Piteros e t a l. , 1990). Carecemos de informaci6n en cuanto a llugar de d6nde los palacios obtenian los productos agrfcolas basicos,aunque se ha dicho que los te rri tori a s pr6ximos a l pa lac io de Pilos talvez pagaran un impuesto en t rigo (Ki llen, 1985 : 244). Asf, 1a imagende los palacios de la Grecia continental como casas de compensacionpara todos los productos de sus territorios no se ve apoyada por losda tos; no podernos suponer que estuvie ran gestionados de una formasimi lar a como se hacia en Cnosos, ni tampoco excluir la posibilidadde que buena parte de los productos de huerta util izados por los pala -cios procediera de fincas controladas par sus func ionarios. Cierta -mente, se ha puesto en duda que en las economias del palacio se cul-tivaran olivos en cantidades significativas, pero las fechas de CI4mencionadas en referencia al polen dellago Osrnanaga, cerca de Pilos(Wright, en McDonald y Rapp, 1972: 195-196), estan sin calibrar y10 4

    probable mente c(m-espOl;dan al final de los Tercero Palacios 0 pocodespues, mejor que ala Epoca Oscura,Est ri fuera de duda que la agricultura de huerto no era pat rimonio

    exclusivo de los palacios. Un texto de Pilos, Un718, en el que seregis tran ofrend as a Poseidon procedentes de un determinado distri to(Ventris y Chadwick, 1973: 282-283), muestra que no solo e l h ! ! . V ( ~ -getas, que era aparentemente la figura mas import ante del esjadom : S p U e s del wanax, s ino tambien un importanre propietar io de tierras,Eike-rya-wo, unacomunidad y una finca de una clase especial esta-ban, ellos tambien, en situacion de poder ofrendar vino. De hecho,Eke-rya-wo apareceen otro texto, Er880, ejerciendo el control sabredos fincas trigueras, mas de mil c ien higueras y un rnimero simi lar de(probablemente} vifias, y todo ello, segiin parece, en el mismo dis tr i-10 (Ventris y Chadwick, 1973: 267; Chadwick, 1976: 117), y , a juzgarpar la natu raleza de ot ras of rend as, en Un718 (quesos, un t~ro, . ~napiel de ove ja), e s c laro que ta rnbien tenia ganado. Diversos Il ldlC10Snos rnuest ran que era una de las principales figuras de l estado (aun-que se Ie denomina de una forma demasiado informal para ser ellI'anax), par 10que resultan de l mayor interes estos datos que nos per-miten hacernos una idea de la extension de SllS propiedades agrfcolas.El dis tr ito antes mencionado tal vez estuviera proximo al palacio ,como suelen estar lo , por 10general , aquellos en los que se enumeran

    propiedades de tierras, pero la capacidad del palacio para obtener \informacion de tal1ada sobre diversos asuntos cla rarnente a fectaba a \.todo el estado, 10 cual, sin duda alguna, viene a rat if icar 10 generaliza- !do de su inf luencia. Otros textos sugieren que algunos funcionar iosviajaban para inspeccionar el ganado y para obtener alguna informa-cion basica acerca de la tenencia de tierras . Eljuego de textos mas inte-resante, sobre el importante centro rel igioso de Pa-Id-ja-ne, incluyealgunos comentarios sobre las condiciones locales que han de proce-der de algun tipo de contacto directo . Tal ycomo 10 ha sefialado Killian(1985: 244), es pos ible que el palacio tuviera un interes especif ico enlos terri torios que aparecen regis trados , dado que estes s610 aburcanuna reducida proporcion del terri torio estatal , y claramente no consti-tuyen una mera parte de alguna c lase de inspecc ion real izada sobretodoel estado. Por esta razon, resulta peligroso deducir a par tir de ellosel panorama completo de la economfa rnicenica, ta l y como tiende ahacer Betancourt (1976: 43-44); de hecho, la arqueologfa muestra quelas legumbres, nunca mencionadas en los textos, se almacenaban enedificios importantes, con 10 que podfan constituir, precisamente, laclase de garantfa frente a una posible perdida de la cosecha de cerea -les que Betancourt echa en fal ta . Para los prop6sitos de este capitulo,el principal interes de estos textos estriba en la luz que pueden arrojar ,siquiera escasa, sabre los SiS!~!llasdetenencja de la tierra,

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    Parece verosimil que el juego de Pa-ki-ja-ne se refiera a la comu-nidad de.este nombre mas que al dis tri to administrativo del que era lacapital, debido al escaso nurnero de personas mencionadas y ala ausen-cia de otros top6nimos. La irnportancia religiosa del lugar puede expli-car algunas peculi aridades que no encontramos en ot ros textos sobre propiedades agncolas, especialmente el importante juego Ea, referidoa un area anonima (Lejeune, 1976), tales como la prorninente posicionde Ia mujer en la estructura de tenencias, aunque ninguna es mencio-nada la primera entre los duefios, y la denominaci6n esclavo deldios aplicado a muchos hombres y mujeres. Parece razonable suponerque cada persona, hombre 0mujer, representa a una casa en donde seincluycn otras personas que purticipan ell los trabajos agrfcolas; en elcaso de las que parecen ser las propiedades mas extensas, cabria supo-ner la existencia de individuos 0 familias dependientes que proporcio-nan mana de obra afiadida, El cornentario introductor io a un grupo detextos parece aludir a cuarenta casas, 1 0 cual encajana con el mimerototal de personas mencionadas en ese grupo, pero como en el juegoentero de Pa-ki-ja-ne se mencionan algo mas de ochenta personas, las ituacion no esui clara. Un motivo para pensar que los textos no reco-gen todas las propiedades de estas personas es el pequefio tamafio dealgunas, que aparecen designadas en dos casos mediante la medida maspequeiia posible, pero dado que el significado de esta unidad de medi-da aiin se nos escapa, esta hip6tesis no pasa de ser una especulacion.

    En los textos de Piles se mencionan dos clases principales de ti e-fA), rra, ki-ti-me-na y ke-ke-me-na; este segundo termino aparece tambienen Cnosos y Tir into, perc en Cnosos un termino diferente parece sus-tituir al primero, 10 que debe servir de adver tencia contra cualquierpresuncion de uniforrnidad en el seno de las sociedades palaciales . Lainterpretacion tradicional de estos terminos como tierra privada ypublica, respectivamente, no carece de detractores (recientementeCarpenter , 1983), pero de heche parece claro que la t ierra ki-ti-me-nas iempre figura asociada a individuos, a quienes a veces se denorninako-to-no-o-ko (

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    claro en absolute que proporcion de la poblacion total la integrabaesta clase de personas.El tipo de agricul tura derivado de Ia posesi6n de varias parceJasseparadas de t ierra podria tal vez asemejarse a1 sistema, habitual enla Grecia de hoy dia, de un usa de diferentes parcelas para cosechasdistintas, pero en este punto los textos no nos ofrecen informaci6nalguna: el trigo es el unico culti vo mencionado en relaci6n con la[enenciu de tierras, pero tal vez se trate de un impuesto y no haya unavinculacion necesaria con los usos reales del suelo, No es posib le, portanto, hacer encajar los textos con los escasos datos arqueologicosque tenernos, como tampoco la cornple ja serie de rangos y status quefiguran en los textos podemos eneontrarla reflejada en las casas y tum-pas, relativarnente homogeneas, En conjunto, la arqueologia muestrauna relativa prosperi dad, ruuy generalizada, a juzgar por los esti losuniformes de casas y rumbas y la clase y calidad de artefactos utili-zados, aunque el estudio de los esquele tos indica una desnutriciontumbien extendida (vease mas abajo), que no sorprende quizas en unapoblacion que dependfa de la agricuJtura en un clima a menudo hos-til. Las fuentes de uno y otro tipo sugieren que la sociedad era jerar-quica , pero en un modo complejo que es probable que se asemeje mas~,las sociedades del Pr6ximo Oriente que a 10que podemos inferir delos poem as homericos. Es digno de menci6n el hecho de que los fun-cionarios rel igiosos y ot ras personas relacionadas con la rel igi6n, losr

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    Pig. 4.28. Yacimientos importarues del perfodo Postpalacial.

    supervivientes, encuent ra mejor apoyo en los datos. Con todo, estosasentamientos parecen haber sido agrupaciones muy flexibles dealdeas y caserios, junto con sus cementerios asociados, tal vez entorno a la residencia de una famil ia dominante , const ituida por casasy chozas a largadas, simples y nada impresionantes (Kil li an, 1988a:146-147 con la Fig. 19) . Tales carnbios, s in duda, ref lejan importan-tes alteraciones sociales, pera no contarnos can informacion f iable decambios igualmente radicales producidos en la economfa rural: elp redominio de los huesos de ganado vacuno en Nicoria, en nive les dela Edad Oscura, t al vez indique un cambio local, pe ro requiere ulte -r iores trabajos que 10 confirmen y, desde luego, no debe emplearsecomo base para dcduccioues de a lcance general . Sin embargo, a t itu-lo de hipotesis, podemos pensar que la agricul tura est~ba de nuevoorientada hacia la subsistencia y, por tanto, mas hacia cereales ylegumbres que hacia cult ivos de huerta, que requerfan importantesinversiones de trabajo y de tiernpo.

    LA GENTE YSU MODO DE VIDA ,La cantidad de datos i it iles sobre las caracterfst icas demograficas

    y ffsicas de las poblac iones del antiguo Egeo es l imi tada, a pesar delgran mimero de enterramientos excavados, Los esfuerzos empleadosen la rned icion de craneos con la esperanza de poder distinguir diver-sos tipos humanos y ras trear movimientos migrator ios parece haberside tiempo perdido, aunque tales estudios han proporcionado ot rosdatos valiosos sobre sexo, edad, niveles de nutricion, enfermedades einc luso heridas, Por desgracia, a menudo sc llevaron a cabo a expen-sas del estudio de otra clase de huesos y s610 se han estudiado UllOSpocos conjuntos amplios de esqueletos (vease sobre todo Angel,1971, sobre los ente rramientos de Lerna, en su mayorfa d~l HM).Los datos sobre la edad indican una baja esperanza dp vida, de

    media en el mejor de los casos, en torno a los 3S para los hombres y30 para las rnujeres, y que pecos individuos I legaban a los 5, 0 y menosa los 60. Tales resul tados han sido vistos con c ierto escept ic ismo enfecha reciente , sobre In base de que contradicen las leyes d~ la demo-graffa historica (Treuil et al., 1989: 142-143), pe ro 10c ie rto es que sediferencian poco de las cif ras para Europa hasta fechas relat ivarnenterecientes y que un cuadro parecido ai in exi ste en muchos [pafses de lTercer Mundo. Cuando los conocirnientos medicos son lirni tados. lahigiene rudimentaria y los antibioticos desconocidos, enfermedades einfecciones muy comunes pueden a menudo resultar mortales, alt iernpo que una dieta insuf iciente y una vida de duro trabajo fisicohabrfan de debi li tar Ia resistenc ia . Asf, no parece haber motives paradudar a priori de que los nifios comunmente morian en I~infancia,rnuchos adul tos en 10que hoy dfa consideramos la plenitud de la viday las mujeres con frecuencia en el parto 0 poco despues.] Conv ieneadvertir que, a juzgar por la muestra procedente de las tumbas dePozo y estudiada por Ange l (en Mylonas, 1973: 379-397)" tampocouna dieta mejor garantizaba una mayor longevidad media. '

    La reciente revision del material minoico llevada a, cabo porMcGeorge (1988) muestra que los indicios de mala al imentacion ,especia lmente las marcas en el esrnal te den tal que indican perfodosde crecimiento detenido, aparecen en Creta (en contra de Ips resulta-dos de estudios anteriores reunidos en Halstead, 1977), pe ro s6[0 enlos cementerios de l MR IlL AI parecer, no se encuentran en nivelesdel MM, como el cemente rio de Ai lia s en Cnosos y los recintos fune-rar ios de Zakro (Becker , 1975) , aunque estos iiltirnos han proporcio-nado indicios de enfe rmedades denta les y de perd idus de dientescomparables a 10que encontramos en el mater ial coeraneo kle la Gre-cia continental , probablemente como consecuencia de una, dieta r icade hid ratos de carbone. EI heche de que , pese a todo, algunos indivi-

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    duos tuvieran buenos dientes, ineluso en la Lerna del HM, podrfasugerir que proceden de familias con mayores recursos y, quizas, unaposicion socia l e levada ; McGeorge tambien anota a lgunos casos ex-cepcionales de mujeres minoicas que vivieron hasta despues de los 45con unos dientes en mejor estado que los de ot ras mujeres mas jove-nes, y un estado de salud en general mejor que el de varones coeta-neos, signos ambos que bien podrfan indica r una especia l posici6nsocial par su par te.

    El ana lisis de los huesos muestra frecuentes signos de art ritis y deadaptaciones rurales, apropiadas en personas que trabajaban la t ie-rra y que, por 10 general , viajaban a pie. A menudo se detec ta osteo-porosis, una deformacion de los huesos, aunque a veces solo enpeque iio grado; l a interpretacion que de el la hace Angel exclusiva -mente en terrninos de resistencia a la malaria la matiza McGeorge,quien aduce var ias causas posibles . Tambien hay fracturas , curadas 0no, que indican heridas tanto accidenta les como de liberadas, inclu-yendo las sufridas en combate (pero las fracturas defensivas enmujeres es probable que sean producto de la violencia domestica) ; noson muy frecuentes, pero en algun caso muest ran un conocimientopract ice de la colocacion de los huesos. Hay tambien casos de extrac-ci6n del iberada de dientes y a lguno muy ra ro de t repanacion, practi-cando un agujero en e l craneo, que presuntarnente se l levaba a cabocon el f in de aliviar jaquecas 0des6rdenes mentales mediante el pro-cedimiento de de jar sal ir a los mal os espfritus. El nivel general desolidez de los huesos nos informa sobre la alimentaci6n y a menu doindica desnutricion.

    Todas las mues tras importantes han dado como resultado alturasmedias muy similares (calculadas mediante f6rmulas f ijas a part ir delos huesos largos), en torno a 1,67 m en hombres y 1,55 men muje-res, perc con variaciones en ambos sexos que osci lan 20 cm en tornoa la media: de este modo, aunque la diferencia es muy marcada, lasmuje res al tas sobrepasaban a los hombres mas bajos. De hecho, pesea los indic ios de mala alimentacion, estas medias solo estan mediocentfrne tro pOl' debajo de las de la Grec ia actual ; en ambos casos, lamarcada diferencia entre hombres y mujeres puede, en par te, ser con-secuencia de la obligacion, impuesta por la sociedad, de a limentar alos varones mejor que a las muje res, como sucede en muchas soc ie-dades del Terce r Mundo hoy en dia.

    La mejor guia para hacernos una idea del aspecto de las poblacio-nes de la EB nos la proporcionan los frescos del BR. Los intentos porreconstruir las cabezas a partir de craneos bien conservados seencuentran min en una fase ternprana (Sakellarakis , 1991: 155, figu-ras 133-134, muestra ejemplos de Anemospil ia) y deben reconstruirel pelo y el color de la piel a partir de las representaciones. En los11 2

    frescos, normal mente, los O]OS y el pelo son oscuros (una muchachaen el fresco de Xeste 3 es pe lirroja ); l a piel, convencional rnente,marron-rojiza en los hombres y blanca en las mujeres, como en Egipto.Todo esto es similar a los colores que se usaran luego en las estatuasy pinturas griegas e indica que las primeras poblaciones eran simila-res en complexion y en color de la piel a los griegos, antiguos ymodernos, a quien tambien pudieron asemejarse en la variedad detipos ffsicos.El pelo aparece representado, la mayoria de las veces, en largosmechones 0 trenzas y s610 de vez en cuando, corto y li so 0 rizado. Dehecho se ha podido identifi car una compleja secuencia de estilos depeinado, para hombres y para mujeres , en Creta y en Tera (Davis, E.N.,1986b; Koehl , 1986): en la primera infancia, la cabeza estana comple-tamente afeitada, luego se dejarfan crecer largos mechones aislados yfinalmente el pelo entero, perc arreglado de diversos modos. EI C011-t exto, general mente ritua l y los elaborados vestidos y adornos de lasf iguras que aparecen, asf como el caracter poco pract ice de los peina-dos mas compJejos, indica claramente que tales estilos, aSIcomo el sis-t ema de ritos de paso y etapas de iniciacion que presuntamente ref le-j an. eran caracteristicos de una minorfa , pero no de la poblaci6n en suconjunto. De hecho, cabe suponer que los egeos corrientes rara vezaparecerfan representados, excepto, verosfrnilmente, en las ciudadesde los frescos de la Casu Oeste en Akrotiri (cfr,Morgan, 1988: 116-117,y e lcap. 6 en genera l, sabre la gente que figura en estos frescos). Lasf iguras masculinas en los frescos micenicos, con peinados sencillos,probablemente ref lejan has ta cierto punto la realidad, mientras que lasmujeres tal vez s implernente imiten un tipo minoico en una forma exa-gerada y tal vez producto de una mala interpretacion (cfr. Immerwahr ,1990: 117). Ulteriores investigaciones en este tema, de por sf fascinan-te, habran de proporcionar, sin duda, valiosos resultados.

    Podemos ofrecer un rapido esquema del r itmo de trabajo que afec-tarfa a la mayor par te de la gente y configuraria eI cnlendario para todoel mundo, porque en una sociedad basicamente agrfcola los r itmos delciclo agrario son de primordial importancia y determinan en quemementos se requiere mano de obra y cuando hay perfodos de bajaactividad que pueden consagrarse a otras tareas como la construccion,las artesanias 0 la guerra. En este punto, parece legft imo que nos base-mos en la real idad actual , puesto que ni e l cli rna ni las condicionesgenerales se han alterado de modo drast ico, EI ana agr icola comienzaen e l orono, tras las primeras lluvias, con la limpieza de los campospara abrir luego los surcos con el arado 0 la azada. Los cerea les y lamayorfa de los vegetales pueden plantarse en ese momenta, perc losguisantes y las lentejas deben esperar hasta lapr imavera, dado que sonmuy vulnerables a las heladas. Traza r los surcos y mantencrlos lim-')'.'\L-t- !13

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    pies de malas hierbas son tareas constantes y, antes de la aparicion delarado, muy intensivas en trabajo; 1 0 mismo puede decirse de la podade vifiedos y olivos. De hecho, 5 1 se cultivan estos ultimos juntamen-te con algun cereal, al agricultor apenas Ie quedan perfodos de bajaactividad en los que pueda hacer otros trabajos (Fig. 4.29; cfr. Aschen-brenner, 1972: 50-57 y Du Boulay, 1974, Apendice III ). El otofio es tambien el momenta de la cosecha y, en caso necesario, de procesarfrutas y nueces: los higos pueden recogerse incluso ya en agosto, perolas uvas normalmente a fines de septiembre, las aceitunas comestiblesa fines de octubre y las de aceite, en noviembre 0 diciembre, pem losprincipales cereales se recogen en mayo a en junio bien, en las tie-rras altas , mas tarde, en julio (Du Boulay, 1974: 32). y las legumbresun poco mas tarde . Un rnes habria que dedicarlo entero a cosechar, tr i-lIar y aventar el trigo con los metodos tradicionales.Lo cosechado debfa ser procesado, pero tam bien almacenado yesto nos plantea un problema. Los datos relativos al almacenamientotienden a disminuir a 10 largo de la EB y, en las ultirnas fases, lamayorfa de las casas contienen, para nuestra sorpresa, muy escasos

    Cultivo E F M A M J J 8 a N DTrigo! Coscchar, Azada,Cebada trillar, aventar sembrar

    Aceitunas Azada, plantar. Azada Cosechar,injcrtar prensar

    Uvas Azada, Cosechar,podar hacer vino

    Higos Azuda Cosechar Azada,podar

    Fig. 4.29 . Propuesta de distribucion de las princ ipales ( areas agr fcolas de losc ul ti vo s m a s imp o rt an te s , b a sa do en Aschenbrenner, 1 97 2, F ig . 4.2, Y DuBooulay, 1974 . Apeudice III . Se ha puesto azada donde estes autore s indi -can arado, para refer irse al metodo probablemente mas habitual para abrir lat ie rr a: e s p os ib le que fuese necesario emplear la azada can mas frecuencia de1 0 que aqui se muestra ,!! 1

    indici~s de la capacidad de almacenarniento que parecerta necesaria(por ejemplo, en Nicoria, en Ia mayorfa de las casas micenicas, s610e~contramos un unico pi tos , colocado en el exterior , y que, por esomlS~l1o:tal vez sirviese de aljibe), No esta claro, sin embargo) cual esel significado de esta carencia, y desde luego sena aventurado supo-ner que indica un control centralizado de todo el almacenamiento y,por 1 0 tanto, del abastecimiento de alimentos. La explicacion podrfaser que se utilizar~n contenedores perecederos, tales como recipien-tes de madera, 0 bien que los recipientes de barro sin cocer, di ffci lesde detectar en las excavaciones, fueran mucho mas comunes de 1 0que parecen indicar los escasos hallazgos; del mismo modo, a lgunosproductos tal vez simplemente se amontonaban sobre el suelo de lahabitaci6n y, por u ltimo, los pitas para almacenamiento quizas sirn-plemente se los l levaron cuando los enclaves fueron abandonandosde manera ordenada, como pudo ocurrir en muchos casos. Aunque suponia una parte irnportante, trabajar la tierra no era laiinica tarea necesaria. Constantemente se precisaba agua y cornbusti-ble, la comida habia que prepararla casi cada dia y el ganado! que setuviera habia que alimentarlo, darle de beber y ordefiarlo, En las socie-dades rurales tradic ionales, algunas de estas tareas es costumbre quelas ~su1l1anlas rnujeres, ayudadas pOI'los nifios mayores, juntcj con la

    fabncaci6n, reparacion y lavado de la ropa, de Ia ropa de carna, ctc.,cuidar a los nifios (aunque de ellos pueden hacerse cargo sus henna-nos mayores), recolectar plantas comestibles, fruta y nueces, y ayudaren las faenas agrfcolas, sobre todo, en la epoca de la cosecha. 1 cui-dado del ganado puede encornendarse a especialistas 0 quizas a losnines de mas edad en areas seguras, con poco riesgo de la presenciade depredadores 0 de ataques de ot ros grupos humanos, No sabemos,~n los ~rimeros m~l~entos, s i la reponsabil idad del t rabajo agricolaincumbfa a las familias por separado a bien 1 0 compartfa la comuni-dad en su conjunto, pero cuando aparecen los textos en lineal B, elhecho de que la tierra se vincule a personas concretas (quq quizarepresenten familias) indica que la reponsabilidad correspondfala cadafamilia. Los parientes y vecinos echar ian sin duda una mano, icon laidea de recibir tarnbien ayuda cuando la necesitasen. 'Los periodos de baja actividad de mal tiempo podian ernplear-se en reparar las herramientas y utensilios 0en fabricar otros nuevos,en acondicionar Ia casa con pequefias reparaciones, como renovarlos sue los de tierra, 0 tambien en trabajos mas exigenres, en Ips quepodrian participar grupos de farnilias 0 Ia comunidad enteral talescomo construir una casa, terraplenar, levantar un muro 0 unl redil,trazar un sendero 0roturar nuevas tierras. La rutina tambien sciverfainterrumpida con desplazamientos para vi si ta r e spec ia l is ta s icomolos ceramistas 0 los herreros, que tal vez vivieran Iejos, 0para adqui-

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    r ir algunas cosas en la ciudad, 0 con la llegada al asentamiento deespecialistas itinerantes y de buhoneros 0 la par ticipacion en diver-'>3S clases de cerernonias. Entre estas ulrirnas se incluyen las cele-braciones farniliares, como bodas y funerales otros rites restringidosal ambito familiar, y tarnbien las ceremonias y fiestas cornunitariasell las que par ticipan todos los habitantes del asentamiento 0 inclusouna regi6n ente ra, t ale s como la ce lebraci6n de algunos mementosirnportantes del afio agr icola, los r ites en honor de los difuntos y deios antepasados y la iniciacion de nuevos adultos , Tambien hemos depensar en asarnbleas per iodicas para tratar asuntos de interes cornuny solventar l as disputas. En todas las ocasiones en las que se reunie -ra un cierto mimero de personas, habria la posibil idad de negociarimercambios de bienes y servicios par 1 0 cual, incluso aunque en lasciudades no hubiese mercados tal y como nosotros los entendemos,cabria la negociacion mercantil y el regateo. En las sociedades ma sorganizadas habr ia que dedicar le cierto t iempo a prestar trabajo para!J~nstituciones dam inantes, ya fuese el pa lacio, el temple a una ol i-garquia familiar, y tam bien habria que pagar alguna c lase de irnpues-tos. 0 al menos negoc iarlos, en algun momento del a iio. Es posibleque fuera asimismo necesar io desplazarse a los centros regionales 0nacionales para tratar estos asuntos y obtener una solucion judicialp a ra l as disputas.Es muy inverosfmil que las ciudades de las sociedades ma s orga-aizadas del Egeo tuvie ran un ri trno de vida muy dife rente. Aunqueuna proporcion mayor de su poblacion Inintegrarfan artesanos, sacer-Jutes, administradores, etc., todos ellos, como vimos al principio, tra-bajarian 1atierra 0 serfan propietar ios de ella. En un puerto, tendrfanma s importancia las act ividades relacionadas con el mar, tales comob fiesta vinculada a la apertura de l trafico marftirno, la cual, segiinsost iene Morgan (1988, cap. 10), const ituye e l tema de l fresco de laCasa Oeste (Lam. 4.2). Asirnismo, en las ciudades ma s grandes y enlos centros de esrados organizados cabe esperar que hubiese cererno-aias ma s numerosas y elaboradas, incluyendo los ri tos vinculados alosdioses patron ales de la ciudad 0el estado y sus gobernantes. Apar-re de esto, los r itmos naturales del an a agricola deterrninarfan todos10:spectos de la vida, como en el campo.

    BIBLlOGRAF1APam los datos sobre plantas y cultivos, vease RENFREW, J. M., 1973,

    1982, YHANSEN, 1988 ( tambien sobre e l v ii iedo y e l o livar , los a rt icu los en.....AloIOlJRETII YBRUN, en prensa, especialrnente BLITZER sabre el olivar); sobreel lino, vease BARBER , 1991: 11-15. Para la informacion que tenemos sobre

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    huesos de animalcs, vease PAYNE, 1985, Y HALSTEAD, 1987a (a los cualesha de ariadirse MANCZ, 1989, para Nieoria; VON DE N DR IES CH , 1987, paraTesalia, Y V ON D EN D RIE SC H Y BOESSNECK, 1990, para l a muest ra mayor detodas, procedcnte d e T ir in to ), y sobre huesos hurnanos, HALSTEAD, 1977, YMCGEORGE, 1988.

    La cnmidad de datos obtenidos de las prospecciones esni en constanteaumcnto; KELLER y Rul'l' (1983) iucluycn un panorma recicnte sobr e estacucstion; HCWE Sllvll 'SON y DICKINSON, 1979, resume la informacion de Gre-cia continental, Citeru, las Ciclndas, las Esporadas septentrionales y el Dode-c un cs o h as tn 1977; v ca se t am b ic n BLACKMAN y BRANIGAN, 1977 (v alle delHagiofarango); McDONALD y RAPP, 1972 (Mesenia); RENFREW y WAGSTAFF,1982 (Melos); VAN ANDEL et al., 1986; VAN ANDEL Y RUNNELS, 1987 (sur dela A rg 6l id e) ; WA TROUS , 1982 (Lasizi); WRIGHT et al., 1990 ( va lle d e N em ea ).

    Muchas de las reflexiones d e BRANIGAN , 1972, pueden aplicarse tambiena las ciudades. Sobre las representaciones de los asentamientos en los fres-co s, vease M OR GA N, 1988, cap. 4, y 1990; TELEVANTOU, 1990. DARCQUE yTREUIL, 1990, incluyen muchos artfculos s ob re p ob lam ie nt o.

    Bibliograjia u ti ! Y reci en te sabre {as princ ipales yacimientos y regiones(muehas publicaciones m as a nt ig ua s se citan en la Introducci6n):

    Cnosos: HOOD Y SMYTH, 1981.M alia : V AN E FE NT ER RE , 1980.Festos: LEVI, 1976.H ag ia T rfa da : W AT RO US , 1984aCreta meridional, en general: SH AW y SHAW, 1985.G urn ia : S OL ES , 1979; 1991.Mochlos: S O LE S y DAVARA S, 1990; FRENCH, 1990: 75; 1991: 74.P si ra : B ETANCOURT y DAVARAS, 1988.Paleocastro: MACGILLIVRAY y SACKETT, 1984; MACGI LLIVRAY , SACKEIT

    et al., 1989, 1991.Zakro: PLATON, 1971.Creta orie ntal, en gen eral: D RIE SS EN y MACGILLIVRAY, 1989.Hagia Irini: CUMMER y SCHOFIELD, 1984; DAVIS, 1. L., 1986..Akrotiri: DOUMAS, 1983.Filakopi: RENFREW Y WAGSTAFF, 1982, cap. 4.T ri an da : MARK ETOU , 1988.K as tri, C ite ra : C OL DS TR EAM y HUXLEY, 1972, 1984.Colona, Egina: WALTER y FELTEN, 1981.Micenas: WACE, 1949; MYLONAS, 1966.Asine: NORDQUIST, 1987.Piles: BLEGEN y RAWSON, 1966; BLEGEN, et al. , 1973.N ic or ia : M cDONA LD y WILKIE, 1992.

    Sobre Ia informaci6n que nos proporciona el lineal B ennornia y tenencia de la tierra, vease en particular V EN TR IS Y1973, caps. V II-IX ; C HA DW IC K, 1976, especialrnente caps. 5 y1985; BENNET, 1988. HALSTEAD, 1988, resume su teorfa delmiento social>, y critica los puntos de vista dominantes acerea demea de lo s palacios.

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    GREClA CONTlNENTAL

    Vease, en general , HAGG,1981a , 1984 y 1985b, y para las t1guril las lasrefercncias ci tadas en e l capitulo 5 .El Centro cultural de Micenas: FRENCH, 1981a; MYLONAS, 1981.REUGIONES DEL PR 6xlMO ORIENTE

    Me he basado fundamentalmcnte en los capitulos per tinentes de la CAH,vo ls. I y II; SEDLER, 1989, Y ROAF, 1990; t ambien en TRIGGER et a l., 1 98 3;KEMP, 1989 (egipcia); JACOBSEN, 1976; POSTGATE, 1977; DAUY, 1984 (Meso-potamia/Siria); GURNEY, 1977 Y 1990, YMACQUEEN, 1986 (Anatolia/hititas).

    CAPITULO 9

    CONCLUSIONES

    En los capftulos precedentes se ha analizado buena parte de lOSmateriales disponibles; ahara ha lIegado el momento de que estudie-mos que sentido pueden tener, tornados en conjunto. Como punto departida aceptarnos que, en su memento culrninante en la EB, en ~IEgeo se habfa establec ido una civi lizacion, segiin la definicion deesta que acepta Renfrew (1972: 7). Las preguntas obvias han de serc6mo ocurrio esto, par que esta civilizacion desaparecio y si fueamplio su legado para la civil izacion griega poster ior.

    En la Int roducci6n he indicado que las explicaciones