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ecofrados

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1maonograflas~ceacde la construccien

Jose G rin an

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~ onograflas~ceac •

_-------------dea construccion

EncofradosJose Grinan

P eru, 164 - 08020 B arce lo na - E spa na

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Introducci6n

© EDICIONES CEAC, S.A.

Peru, 164 - 08020 Barcelona (Espana)

19.' edicion: Junio 1989

ISBN 84-329-2951-4

Deposito Legal: B-25234- 1989

Impreso por

GERSA, Industria Grafica

Tambor del Bruc, 6

08970 Sant Joan Despi (Barcelona)

Printed in Spain

lmpreso en Espana

AI iniciar el presente trabajo nos empuj6 un doble ob-

jeto: orientar a los iniciados en este arte, mediante el

estudio de diversos casos de encofrados en las distintas

partes de una obra, y el de cubrir un hueco en esta

colecci6n puesta al alcance de los futuros tecnicos de

la construcci6n, en donde hallaran una serie ordenada decasos que podran sacarle del apuro en los prirneros pa-

sos de su vida profesional.Ya comprenderan nuestros lectores que es material-

mente imposible crear una obra que comprenda todos

los model os y tipos de mol des y encofrados posibles,

ya que estos son infinitos, y por mucho que extendie-

ramos esta obra, siempre habria casos nuevos, distin-

tos. Por eso aquf exponemos unos cuantos casos, de los

que el lector puede aprender «10 fundamental», el alma

de este importante oficio, aplicables a cuantos problemas

se Ie presenten.Naturalmente, de aquf debe sacar el lector la idea,

el concepto, no el caso concreto, ya resuelto, pues las

caracteristicas de los elementos de un encofrado depen-

den de las fabricas de hormig6n previstas, ya que seran

muy distintos los encofrados para vigas de cimentaci6nque para vigas de pisos, y aun dentro de estes habra

que atenerse a las caracteristicas de cada caso.EI encofrador debe saber c6mo obrara mecanicarnen-

te el hormig6n al ponerlo en el molde, ya que de ese

conocimiento dependera el disponer bien y adecuada-

mente dimensionados los embarrotados, bridas, codales,

latiguillos, etc., etc. EI desconocimiento absoluto de esa

mecanica puede provocar desast res irreparables.

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EI dominio de esa meceruca de que venimos hablan-

do se hace bien patente si el lector se detiene un mo-

mento a pensar que, de ordinario, no se incluyen pianos

de encofrados en las obras de hormig6n, sino que sim-

plemente se dibujan las obras tal y como han de quedar

definitivamente, es decir, los contornos de pilares, vigas,voladizos, etc. Queda al encofrador la concepci6n y con-

fecci6n de cada tipo de encofrado, elementos de seguri-dad, etc. La practice, pues, es tan necesaria en nuestra

materia como la teoria, ya que nos ensefiara a resolver

cientos de casos en que otros rencofrados similares en

todo 0 en parte ya fueron debidamente resueltos satis-

factoriamente.

6

I . Genera lidades

E L H OR MIG ON E N C AB EZ A D E L A C ON STR UC CIO N

De la misma manera que cualquier titular deportivo, encabezamos estamonografia, con la que cerramos el cicio de LA MADERA EN LA CONS-

TRUCCION. Efectivamente, la tecnlca del hormig6n ha alcanzado Iimites

insospechados y hoy marcha en cabeza de cuantos materiales componenla primera divisi6n de la construcci6n.

Hist6ricamente hablando, el hormig6n es de muy reciente invenci6n,

aunque, por otra parte, ya era conocido al menos por los romanos, si

bien no conodan mas que empiricamente el proceso de fraguado. Toda-

via hoy perduran obras de aquellas remotas epocas en las que el hormi-

g6n, 0 mejor, los morteros hidreulicos, eran ernpleados como aglome-rantes.

Parece ser que fue el ingles John Smeaton, alia por el aiio 1756, el

que logr6 entrever algo de 1 0 que sucedia en el proceso de fraguado delas cales. A principio del siglo pasado, serfa Vicat el que produda los

primeros cementos al cocer mezclas determinadas de arcilla y caliza. No

obstante, aun habian de transcurrir bastantes afios hasta que se lIegara

a la producci6n comercial 1 0 cual ocurri6 hacia 1824, en que el ingles John

Aspdin obtuviera a elevadas temperaturas, de una mezcla definida de cal

apagada y arcilla, un producto que denomin6 cemento Portland, ya que

se pareda a la piedra existente en Portland, en el Condado de York.

Modernamente, con el sistema de los hornos rotatorios, la producci6n

del cemento artificial se ha incrementado enormemente, hasta el punto de

constituir su desarrollo un [ndice claro de la economia de los pueblos.

EI campo de aplicaciones del cemento es inmenso, yes, sin duda, un

material indispensable en la construcci6n moderna. Este incremento con-

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siderable en el empleo del cemento, se debe a sus propiedades, que, enu-meradas muy ligeramente (1), son las siguientes:

a) Resistencia al fuego.

b) Duraclon il imitada de las construcciones.

c) Gran resistencia a los esfuerzos exteriores.

d) Bajocosto.

e) Es moldeable.

Esta ultima propiedad, principalmente, es la que ha jugado un papel

muy importante en el hecho de que se empleen los hormigones aun en

obras de diversas formas, ya que basta con disponer de un molde 0 enco-frado suficiente y adecuado.

Por esta causa, el campo de aplicaclon del horrniqon es practicamenteilimitado ya que en la actualidad se utiliza para cimientos de obras, es-

tructuras de edificios, obras de ingenieria, depositos, obras de puertos,

presas, elementos premoldeados y prefabricados, etc.

M AT ER IA LE S Q UE F OR MA N E L H OR MIG ON

EI horrnlqon es una mezcla mecanlcernente obtenida de un aglome-

rante, el cemento, y una dosificaci6n determinada de aridos: arena y gra-

va, amasados con la cantidad de agua suficiente. La masa asi obtenida

tiene la propiedad de «fraguar», endureciendose con el tiempo. En esta

mezcla, es el cementa el elemento que actua como «activador» de ese

endurecimiento que al principio es rapldo, haclendose mas lento despues.

La resistencia 0 dureza obtenida de la mezcla citada varia dentro de

ciertos Hmites con la cantidad de agua que se emplee, de manera que si

se fabrica un horrnlqon excesivamente «seco», la resistencia obtenida sera

menor que si empleados la cantidad de agua «optima». Tarnblen decrece

grandemente aquella conforme va aumentando la centldad de agua. En

la figura 1, mostramos un grafico en que se relaciona el codente agual

cementa y la resistencia obtenida con la mezcla. Se supone que los aridoshan side bien dosificados, de 10 cual tamblen hablaremos.

Estudiando quimicamente el cemento, se ha lIegado a la conclusi6n de

que es el silicato trlcalclco el factor que determina el fraguado, de manera

que es la cantidad de esta sustancia en un cemento la que determina la

buena calidad de este.

Los cementos con buena calidad de cal y bien cocidos, son los que

dan mayor resistencia en el fraguado. EI cociente de dividir el contenido

( 1) La tecnica del cementa en sus multiples aplicaciones: morteros, hormigones, etc.,

la encontrare el lector en la monografra n." 33 TECNICA Y PRACTICA DEL HORMIGON AR.

MADO, Iirnltandose a una sucinta nocion antes de entrar en nuestra materia, intimamente

relacionada con la tecnica del horrniqon armado y de masa.

8

100"4

75" / .

50%

25%

I

I I

I

Figura 10,1 0,2

A g U Q

Cemento

0. 3 q4

de cal por la del resto de los componentes (silice + alumina + oxide de

hierro), recibe el nombre de modulo de hidraulicidad. Este numero suele

variar entre 1,7 y 2,2 en los buenos cementos.EI color predominante en los cementos es el gris verdoso, y despues

de fraguado, en el hormlqon, adquiere una tonalidad predominantemente

gris azulada.

ALGUNAS PROP IEDADES MAS IMPORTANTES

QUE D EB EN R EU NIR L OS MA TE RIA LE S

Durante el fraguado del mortero u hormiqon, se desprende calor de la

masa, como consecuencia del proceso quimico que en ella se efectua para

la transformacion de unos componentes en otros. Este calor depende en

gran manera de la dosificaclon 0 cantidad de cemento, de la cantidad de

aridos, del agua, de la temperatura exterior, etc. Parece ser que la maxi -

ma cantidad de calor desprendido, 0 mejor dicho, la maxima temperaturaque lIega a alcanzar una masa, se produce entre las diez y las doce horas

despues de su amasado. Esta variedad de temperaturas y, por tanto, su

diferencia con la del ambiente, origina que no sean iguales las temperatu-

ras en el nucleo de la masa Q pieza ya moldeada y las de las capas 0 zonas

mas proxirnas al exterior , por 10 que son de temer grietas y hay que adop-

tar ciertas precauciones.En determinadas circunstancias, se requiere un rapido endurecimiento

de la masa empleada en la obra, por 10 que se suele emplear los lIama-

dos cementos de fraguado rapido, para 10 cual se emplean los alcalls. En

otras ocasiones, en cambio, puede interesar que el fraguado del cemento

sea lento, 10 cual podemos conseguir con pequefias dosis de yeso, anhi-

drido sulfurico, e tc .

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Para el endurecimiento de la masa de hormig6n se necesita bastante

agua, por 10 que es muy conveniente el regado de las obras de hormig6n

durante muchos dfas despues de su puesta en obra, 0 de su fabricaci6n,

si se trata de piezas premoldeadas, es decir, preparadas y fabricadas

«fuera» del lugar que han de ocupar definitivamente en una obra.

LOS ARIDOS

Son estes la arena y la grava, pudiendose esta subdividirse a su vez

en gravilla y grava propiamente dicha. La arena comprende granos desde

medio miifmetro hasta los 7 mm de diametro: la gravilla, desde los 7 mm

hasta los 25, y desde aquf a los 60 a 65 mm, ya se llama grava.Por 10 general, gran nurnero de arenas son buenas para la fabricaci6n

de hormigones, siempre y cuando no contengan ciertas sustancias nocivas.

Si las arenas 0 gravas cont ienen arci lla en terrones 0 pegada, son un gran

enemigo del hormig6n, pero, por el contrario, si es en polvo y en pequefiacantidad, favorece el endurecimiento.

EI carb6n, materias orqanlcas, grasas, etc., no deben permitirse nun-

ca. EI agua, asimismo, tambien debe reunir ciertas condiciones, pudien-

dose afirmar que las aguas potables son, en general, buenas para el

amasado.

En la dosificaci6n 0 mezcla de los aridos es preciso que existan de

todos los ternafios, de manera que no se formen demasiados huecos, y asf,al ariadir el cemento, este ocupera el resto de los huecos que hayan dejado

los eridos. formando, bien mezciados todos estes materiales, una masa

uniforme y compacta.

En cuanto a la grava, puede ser de canto rodado (de superficies Iisas)

o grava procedente de machaqueo (aristada y de caras rugosas). Por 10

general, suelen ser estas ultimas mas conveniente que las primeras, pero

esto tiene muy poca importancia, ya que las resistencias definitivas obte-

nidas varfan poco.Es fundamental que los aridos soporten por separado, como mfnimo,

los mismos esfuerzos a los que se de s ee trabaje el hormig6n ya terminado

y endurecido.Un procedimiento muy sencillo para obtener el volumen de huecos de

una determinada mezcla de arldos, es como sigue: basta con tomar una

muestra de dicha mezcia, y cubicarla en un recipiente, en seco; una vezhecho esto, se vertera agua hasta que salga al nivel de los arldos. Este

agua que hemos echado y cuyo volumen sabemos, habra Ilenado todos los

huecos exis tentes en los aridos.Este volumen de huecos es muy importante, ya que el es el que deter-

mina la cantidad de cemento necesaria para obtener una masa compac-

ta, maciza. Interesa, pues, que exista una escala 0 gama de tamarios de

er i dos Asf, si el mayor tamefio de grava que nos interesa para una deter-

10

minada obra es de 35 mm, conviene que los hue:os que dejan (que. se-

ran grandes) se rellenen con otra grava mas peque~a; los ~ue estos dejen,con otra de tamario adecuadamente menor, y aSI sucesivarnente , hasta

que lIegamos a la arena mas fina, supongamos de medio miifmetro, y

de ahl ya el cemento, que ecabara por cerrar los huecos restantes.

En la figura 2 vemos un ejemplo

de cuanto decimos, suponiendo que

son circulares las secciones de cada

elemento de grava empleada.Para determinar la dosificaci6n

mas conveniente cuando tenemos

necesariamente que emplear unos

ciertos aridos por no disponer de

otros, existen las lIamadas curvas 0

parabolas granulometricas, que

corresponden a las expresiones grafi-cas de los cribados de los aridos re-

feridos. Veamos un ejemplo:Figura 2

75 %

7 1 '1 0 - - -

61°k

37%

---

II

I

I fI

I

5 10 15 20

Figura 3

1 1

25%

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Se traza un sistema de ejes cartesianos, es decir, dos rectas perpen-diculares, tal como se indica en la figura 3. En la linea horizontal, 0 ejede las abcisas, se lIevan, a una escala que nos interese por las dimensio-nes del papel, divisiones que representan IQSdlametros en mlllmetros delos diferentes tamaiios de aridos. En la linea vertical, 0 de ordenadas,iremos colocando los tantos por ciento que pasan de cada tamaiio a travesde una colecci6n de cribas.

Si suponemos que a traves de una criba de mall.a de 20 mm, que esel tamaiio maximo que vamos a admitir en un cierto hormig6n, es eltotal del arido de que disponemos, lIevaremos sobre el punto de abcisa20 mm un punto y elevaremos la vertical hasta encontrar a la horizontaltrazada en las ordenadas que corresponden al 100 %. Asf obtenemos elpunto mas alto y mas a la derecha de la curva de cribado. Despues, toma-

remos otra criba de malla mas cerrada, por ejemplo de 15 mm, y su-pongamos nos da que pasan el 92 % de los arldos, Llevaremos a la curvadicho punto, como siempre, elevando la perpendicular en el punto de laabcisa de 15 mm y por el eje de ordenadas la horizontal por el puntocorrespondiente, ~n la escala convenida al 92 %. Despues, con una cribao tamiz de malla de paso 10 mm, suponemos que pasan el 61 %, puntoque lIevaremos a nuestro sistema de ejes coordenados; y por ultimo, porla criba de paso 5 mm, nos pasa el 37 % del total.

Con estos datos, ya podemos dibujar nuestra curva de cribado corres-pondiente a la clase de arldo de que disponemos. Naturalmente, esta cur-va sera mucho mas perfecta, es decir, correspondera de un modo masexacto a la realidad si tenemos a mana un buen juego de cribas, de ma-nera que al ir tomando puntos de abcisa poco distante el uno del otro,podamos dibujar una curva «casi» continua en lugar de una quebrada delargas rectas.

La curva que hemos obtenido, la tenemos dibujada en la figura 3 atrazos. Ahora bien: a traves de muchas experiencias se ha lIegado a la de-terminaci6n de f6rmulas que dan curvas de arldos con los cuales ladosificaci6n es perfecta. Las mas conocidas de entre elias corresponden aFuller, que tiene por expresi6n algebraica:

% de peso que pasa = 100 V - : - -en que d es el dlarnetro de las mallas de cada criba y D el tamaiio delarldo maximo a emplear, y la de Bolomey, que tiene por expresi6n

% de peso que pas, = 10 + 90 V d

D

12

dando valores a d y como ya conocemos cual ha de ser D , vamos obte-niendo los tantos por ciento que lIevaremos sobre las ordenadas. En lafigura3, y para el caso que estamos desarrollando, es decir, para D =20milfmetros, hemos dibujado la curva de Fuller correspondiente. (LInea

gruesa.)Se aprecia que en la mezcla de arldos que hemos tomado tenemos una

falta de gruesos, ya que pasan mas arldos de los que nos interesan (se veen la figura que para el tamaiio de 15 mm pasa el 92 %, y para ese ta-maiio en la parabola de Fuller deberfan corresponder el 85 %), y que esnecesario aiiadir gruesos 0 quitar finos. Esto ultimo parece ser convenien-te, ya que para tamices comprendidos entre los 0 y 10 mm, la curva quedapor debajo de la de Fuller. En consecuencia: debemos de aiiadir gravacomprendida entre los 10 y 15 mm, para que nos suba la curva y ternblen

entre los 0 y 10. Haremos otro tanteo con las nuevas mezclas asf obtenidashasta conseguir una curva 1 0 mas cercana a la parabola de Fuller 0 la deBolomeu, de caracterfsticas muy similares y que queda un poco por en-

cima de equella.Los tamaiios meximos de los arldcs no se eligen a capricho, sino que

vienen determinados por la clase de obra, espacio comprendido entre lasbarras de las armaduras, encofrados, etc.

EI agua es tamblen elemento importante en la mezcla, de manera quese Ie prestara especial cuidado. Segun la cantidad que Ie agreguemos auna mezcla de aridos y cemento, obtendremos una pasta seca cuando elagua aiiadida apenas de sensaci6n de «tierra mojada» al hormig6n; cuandodicha cantidad de agua es normal, pr6xima a la 6ptima, segun vimosen el grafico que representa la figura 1, entonces obtendremos un hormi-g6n de consistencia espesa, 0 normal, manejable. A mayor cantidad deagua se vanobteniendo los hormigones blandos, fluidos, etc., que sonpoco aconsejables, por disminuir la resistencia de la obra. Naturalmente,los elementos de obra imponen a veces un determinado tipo de hormi-g6n, ya que, por ejemplo, en hormigones en masa, en piezas grandes,como cimientos, muros, etc., en donde por aiiadidura puede utilizarsevibrador, son convenientes los hormigones mas bien secos y, en carnblo,

en piezas de pequeiias dimensiones en donde van armaduras y encofr~-dos que reducen el facil manejo del hormig6n habra que utilizar horrni-

gones de tipo mas blando.Otros factores que tarnblen intervienen en la bondad de un hormig6n

son aquellos que guardan relaci6n con el cuidado con que se amase, biensea a mane 0 en hormigoneras: las precauciones que guarden paraponerlo en obra, uno de cuyos cuidados mas importantes es el de noecharlo desde cierta altura, ya que se rompe la unidad de la mezcla, al caerprimero los elementos mas pesados, es decir, la grava gruesa, y asf sucesi-vamente; la temperatura ambiente y la humedad tambi,en son factores ano despreciar, sobre todo el primero; el mantenerlo humero durante un

cierto perfodo, etcetera.

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EL H OR MIG ON EN SU ccM IN ORIA DE EDAD »

Hemos hablado ya de que el hormiqon se obtiene al mezclar mecaru-

camente unos ciertos arldos y cemento, afiadiendo agua para provocar en

dicha mezcla las reacciones quimicas que, tras un primer periodo de fra-

guado, entren francamente en el endurecimiento. Pero el hormlqon se lIeva

o pone en obra como una masa blanda, «sin forma», que se extiende ho-

rizontalmente cuando mas fluida es. En estas condiciones, de poco nos ser-

viria si 10 que necesitamos es construir unas piezas determinadas, prlsma-

ticas, como pilares, muros, vigas, de seccion circular 0 de cualquier otra

forma que haya marcado el proyect ista.

Para ello, segun hemos dicho ya, el hormig6n «moldeable», es decir,que encerrado dentro de unos limites, al cabo de cierto tiempo, dicho

horrnlqon habra formado un bloque con la superficie identica a la que

interiormente tenia el molde, con la cual estuvo en contacto y Ie retuvo

en su expansion.

Por tanto, durante este primer periodo, durante esta «minoria de edad»

del hormlqon, en que no cumple funclon resistente alguna, necesita de

unos moldes, que Ie sirven a la vez de retencion a su natural expansion

de masa amorfa y para darle la forma que nos interese tenga en el futuro.

Todo esto ya nos dice algo muy importante, al mismo tiempo que nos

crea unos serios problemas y preocupaciones: estos moldes deben ser 10

suficientemente resistentes para soportar todo el peso del hormlqon, ar-

maduras, etc., ya que absolutamente ninguna mision resistente se Ie puede

confiar al hormig6n, no solo cuando se pone en obra, sino durante un

periodo mas 0 menos largo, 10 cual depende de la pieza 0 elemento de

que se t ra te.

Pero no todo consiste en colocar un molde 10 suf icientemente resis-

tente como para soportar la carga que posteriormente debe recibir del

horrniqon, armaduras, vibrado, etc., sino que ha de ser construido de ma-

nera que luego, cuando el horrniqon ya se ha endurec ido 10 suficiente parapodersele confiar las misiones para el que ha sido fabricado, se pueda

retirar sin entorpecimientos, sin peligro para la obra y produciendo en

los moldes los minimos desperfectos pos ibles.

No solo entran a formar parte de estos moldes para la puesta en obra

del hormig6n aquellos elementos que integran dicho molde, sino que tam-

bien hay que contar con los apoyos, andamios, etc., que entran a formar

parte de la obra auxiliar que se denomina encofrado y a la cual no se

suele prestar, las mas de las veces por ignorancia, la debida atenclon y el

estudio que requiere el proyecto de un buen encofrado. Generalmente,

se deja a la experiencia, a la practice en estos trabajos, la confeccion del

.'''('ofrado.

14

No debe desdefiarse, pues, la confeccion de un buen encofrado, pro-

cediendo con cuidado en cad a una de sus partes, ya que cualquier fallo

una vez echado el hormig6n, cualquier reforma, tiene muy mala soluci6n.

EL EN CO FR AD O CO MO CIEN CIA Y C OM O A RTE

En los paises mas adelantados de Europa existen unas escuelas para

el estudio del encofrado de obras de horrnlqon, en las cuales, tras des 0

tres afios de aprendizaje, varias visitas a obras de importancia y valiosas

practices, se expende un titulo 0 certificado acreditativo de po~eer esos

conocimientos. En Espana, y por el momento, no se puede decir que. se

haya dedicado una atenci6n especiaifsima, como bien .merece, a.la tecnJ(:adel encofrado y, salvo en las obras de considerable tmpcrtancre, se deja

al «encofrador» la preparacion de los moldes adecuados. Pero este enc:o-

frador, que debe ria ser un tecnico, la mayoria de las veces es un carp in-

tero con pocos conocimientos del horrniqon.

En la tecnica del encofrado entran casi a partes iguales la ciencia y el

arte: la ciencia, en cuanto toca a las partes resistentes que debe cumplir

en su mlsion auxiliar, la facilidad de desencofrar, etc.; y arte, ~or e! gust?en la confeccion de las distintas partes, el dominio de la carpinteria epli-

cada a las necesidades que aqui se presentan.Indudablemente el hecho de que un obrero sea buen albafill 0 carpin-

tero no puede por 'ello indicar que sea capaz 0 este capacitado para eje-

cutar trabajos de encofrado dentro de las garantias ~ue exige la tecnlcedel mismo, sin olvidar en ningun momento 10 concerniente a la parte eco-

nomice, que es base de la construccion. .

Debe exigirse pues, al encofrados, que domine la construccion del hor-

mig6n, los problemas que presenta, ademas de su maestria en el arte de

la carpinteria. . .Por tanto, un buen carpintero montara un encof~ado, Sl se qUle.re,

perfecto, desde el punto de vista de su arte, es decir, con gusto,. ~Ie~clavado y sus piezas bien distribuidas. Pero esto de poco nos servrra Sl

no esta calculado para resistir los esfuerzos enco~endados a lo~ moldes

en los primeros momentos de «Ia vi.d?» del horrniqon. Esta tecnica cons-

tructiva es, pues, la que debe adqulrir el que quiera ser un buen enco-

frador.Otra parte que [ames se debe olvidar es la del des.encof~ad? No bast?

con montar un molde perfecto, desde el punto de vista tecmco y ~~ca-nico sino que hay que tener en cuenta que, una vez cumplida la mlslon

conflada al molde y ya una vez «entrado el hormlqon en su mayo~ia de

eded», en que ya puede valerse por si mism?, ese molde ha de retlrarse

con facilidad, sin operaciones complicadas, Sin destrozo de mad~ra 0 delmaterial empleado, antes bien procurando sacar «totalmente [nteqros »

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n ! · " ' I ' i.!

cuantos mas elementos empleados en el molde mejor, ya que con ello serebaja enormemente el precio del encofrado y de la construcci6n, capitulomuy importante en toda obra. Por eso el montaje del encofrado debe estarprevisto para un facil desencofrado.

Hemos rozado de paso la cuesti6n del «ahorro» en esta materia y ellector nos perdonara si a 1 0 largo de este l ibro insist imos repet idas vecesen ello, ya que los encofrados en una obra representan un capitulo degastos muy considerable, por 1 0 que es fundamental estudiar previamenteuna obra antes de lanzarse alegremente a confeccionar tableros y moldes,ya que la economia obliga a utilizar «los mismos moldes el mayor mimerode veces posible».

16

II. H erram ienta s y ma te ria l

HERRAM I ENTA S

Las herramientas que emplea el encofrador en sus obras son muy dis-tintas y variadas, aunque se puede decir en terrnlnos generales que sonldenticas a las que puede usar el carpintero corriente en sus trabajoshabituales.

En las flguras 4 a 13 presentamos las mas importantes de estas herra-mientas, las cuales vamos a describir brevemente:

Comenzaremos por la sierra de carpintero, que este representada enla figura 4. Esta sierra, como puede apreciarse, consta de una hoja dedientes oblicuos, que al moverse sobre una mismo linea, cortan la ma-dera. Lleva unas ernpufiedures en los extremos de la hoja, que permitengirar esta y darle la inciinaci6n conveniente. Un par de brazos y un lar-guero. Para tensar todo el sistema se emplea una cuerda que se arrolla

sobre sf misma y que se sujeta una vez bien tirante, por reducirse sulongitud, al trenzarla, con un trevesafic, que se pasa al otro lado del lar-guero, de manera que Iesirve de tope.

Otro utensilio es el cepillo (flgura 5), cuya flnalidad, segun indica sunombre, es la de cepillar madera y rebajar esta en los grosores que nosinteresen. Estel formado por un cuerpo, con una caja central, rectangular ,un asidero, y la cuchilla 0 juego de cuchillas. Una cufia aprisiona a lacuchilla, haciendo presi6n con un tornillo.

EI serrucho, que se ve en la flgura 6, consta de un mango y una hojagrande, de forma mas 0 menos trapezoidal, que esta dentada y que cortao sierra por empuje. Con el serrucho se obtienen los aserrados de tablas,brldas y piezas pequefias, para darles ya la dimensi6n definitiva y lascorrecciones que sean necesarias.

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6

~~

7

18

1 0 1 1

Figuras 4 a 13

5

9

Para nivelar los encofrados y, a la vez, ser ternblen util en la opera-

ci6n de «aplomado», se utiliza el nivel de aire 0 de burbuja (figura 7).

Este nivel en nada difiere de los que usan los albafiiles, y consta de uno

o dos niveles; en este ultimo caso, uno es vertical, colocados en una caja

de madera y de forma que la superficie del nivel es exactamente paralela

a la cara inferior de la caja, esto es, la linea tangente al tubo de crista I

(que no es cilfndrico, sino ligeramente curvado), cuando la burbuja esta

centrada, es paralela al plano inferior de apoyo de la caja.

EI martillo (figura 8), adem as de la cabeza maciza, tendra por el lade

opuesto unas ufias que servlran para arrancar los clavos mal colocados,

torcidos, etc., asf como hacer algunas hendiduras en la madera. General-

mente, son de mango corto, ya que 5e suele IIevar en el bolsillo 0 atrave-

sado «en pistolera» tra s el c intur6n.Para guardar la verticalidad de las piezas se utiliza la plomada (figu-

ra 9), que consta de un plomo (esto no quiere decir que el cuerpo pesado

que IIeva en la punta sea de metal IIamado asf, ya que habitual mente

suele ser de hierro) y un hilo. EI plomo va en un extremo y por el otro

del cordel se suele colocar un ojo, es decir, una pieza metallca, cuadrada,

cuyo lade es el mismo que el dlametro del plomo, que suele ser de forma

c6nica. De esta forma, para aplomar una tabla, se apoya uno de los lados

del ojo contra dicha tabla y el plomo debe de rozar la tabla. Basta hacer

esta operaci6n en puntos distintos para aplomar la pieza.

La barra de pata de cabra (figura 10) es una pieza maciza de hierro

de unos 35 a 45 ern de longitud, una de cuyas puntas, como se ve en la

figura, esta curvada y que edemas IIeva un corte 0 pata de cabra que se

utiliza para sacar los clavos, para desencofrar, ernpleandolo a modo de

palanca, etc .

EI serrucho de vaciar 0 de calar (figura 11), es un pequefio serrucho

que se utiliza para los vaciados. Consts de una pequefia hoja, muy estre-

cha, y el asa 0mango.

EI hacha del encofrado (figura 12) se utiliza en el desbaste de la ma-

dera, en aguzar y hacer hendiduras. Consta de una cabeza con hoja aflladaen el mismo sentido que el mango.

La rnaza 0 martillo grande, tambien IIamado el mazo, el macho (figu-

ra 13), etc., como su nombre indica, es un martillo de gruesa cabeza, cuya

utilidad principal es la de clavar estacas y piezas en general gruesas ytoscas.

Adernas de todas estas piezas ya descritas, no hay que olvidar las te-

nazas, barrenas, metro y laplz de carpintero, la lima 0 escofina, la escuadra,etcetera.

Estas son, en terminos generales, las herramientas usuales del buen

encofrador, con los materiales necesarios para el desarrollo de su trabajo,

como clavos, alambre de atar, etc.

19

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CLAVAZON

En la tecnlca del encofrado el arte de clavar difiere enormemente de

s~ ~om6ni~a en la carpinteria. En esta se busca que el clavado de lasdlstl~tas piezas tenga la maxima duraci6n, la mas perfecta uni6n entre

las prezas, ya que todo esta presidido por un unico fin: la duraci6n En

cambio, en el encofrado es muy distinto. Una vez que el molde ha servido

para albergar el hormig6n hasta su total fraguado, es necesario desen-

cofrar, las mas de las veces desclavando, levantando las clavazones de

~anera que las tablas de madera sufran 1 0 menos posible, para poder uti-llzarlas en otras piezas de obras similares. Po r tanto, la clavaz6n en elencofrado busca un doble fin:

1 .° La uni6n de las tablas para que estes puedan soportar est ric ta-mente los esfuerzos a que deben quedar sometidos, pero no excediendoseen que la clavaz6n sea mas robusta de esta necesidad.

2.° La fa.cilidad de desencofrado. Si empleamos clavos de mayor dia-metro y lonqitud que los adecuados (y que aproximadamente iremos in-dicando en los distintos casos de encofrados que presentaremos a 1 0 largo

de esta monograffa), la dificultad de desencofrado crece con estas dos

magnitudes, por 1 0 que entorpeceremos la operaci6n del desmoldeo.

NOMENCL ATURA

Como ya, hemos dicho, ya iremos indicando en cada ejemplo el tipo

de clavos mas .adecuados ~ara la clavaz6n de las tablas. Conviene, pues,

establecer u~ sistema sencillo y general pa_ra distinguir los distintos tipos

de clavos, puas. o. puntas de Par~s, que se utilicen. Lo mas corriente se quelos clavos se distinqan por su dlernetro y longitud. Asf un clavo cuyo dia-

metro sea de 3 mm y su longitud de 50 mm, 1 0 escribiremos que es un

clavo de 30/50, de manera que siempre el primer mirnero lndlcera que ese

es s~ diamet~o medido, en declmas de milfmetro, y el segundo, que es sulonqitud medlda en mllfrnetros.

Las medidas mas usuales de clavos utilizados en encofrados corrientes

suelen oscilar entre los 24/50 a 30/70. En clavaz6n de pequefias piezas

sue len empiearse clavos mas pequefios, tales como el 18/36, yen cambio

para tableros gruesos y tacos se sue len utilizar de hasta 36/85 y aun mas.

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I ' , ' I

II

T AB LA S P AR A E NC OF RA R

Aunque serfa muy conveniente que en Espana se unificaran los distin-

tos tipos de tablas para encofrado con el fin de estandarizar esto, segun

se ha hecho en varios parses, 1 0 cierto es que las dificultades de un nor-

20

mal abastecimiento y el elevado precio que ha alcanzado en el mercado

la madera, empujan al encofrador a emplear cualquier tipo de tabla que

Ie viene a mano, para 1 0 cual tiene que emplear parte de su tiempo en

operaciones que no Ie son propias de su oficio, aserrando, recreciendo,

etcetera, las piezas de que dispone para adaptarlas a los fines que per-

sigue.Los gruesos de las tablas para encofrar sue len ser de 2,5 cm, que es

mas que suficiente para los moldes, con un ancho que debe ria oscilar 1 0

menos posible de los 10 cm, y diversos largos.Con este tipo estandarizado de tablas, se evitaria en gran manera la

clasificaci6n de la madera segun los usos que se vaya a hacer de elias,

tales como tornapuntas, bridas, embarrotados, cufias, etc.Pero, como decimos, el encofrado se tiene que adaptar a los diversos

tipos que existen en el mercado para sus distintos usos.

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III. Encofrado de c im ientos

E L T ERRENO

Las cimentaciones son los elementos de las construcciones mas fntima-mente ligados al terreno sobre el cual se asientan.

Generalmente, los cimientos quedan invisibles, enterrados en el sueloy por debajo de la fabrica vista. Por ello, los encofrados suelen ser mastoscos, menos cuidadosos, edemas de ser menos completos, ya que seutiliza parte del terreno como encofrado, si este se ha excavado con lasdimensiones adecuadas para las piezas de hormig6n que se han pro-yectado.

En cimentaciones se suelen proyectar dados para arranque de pilares,vigas de cimentaci6n corridas entre pilares, vigas entre cabezas de pilotes,losas de hormig6n, etc.

Cuando la cimentaci6n va enteramente enterrada y el terreno no esduro, de manera que se ha excavado con taludes verticales y con las di-mensiones proyectadas para la cimentaci6n, no se emplea encofrado, yaque los taludes del terreno sirven de moldes. Si se emplease encofrado,se perderfa la madera al no poder sacarla, y edemas no tendrfa ningun

objeto, ya que el terreno cumplirfa las funciones de equel.A veces no es posible darle al terreno taludes verticales, pero sf sin

apenas talud, de manera que el exceso de horrniqon que representarfa elrellenar todo el pozo 0 zanja con hormig6n compensarfa el costo del enco-frado, en cuyo caso tamblen suele suprimirse este, quedando los cimien-tos con un pequefio exceso.

En terrenos flojos, en los que no hay la posibilidad antes apuntada,pero que son 1 0 suflcientemente consistentes como para soportar deb ida-mente la masa del hormig6n que gravita sobre ellos, se necesitara encofrarsolamente las partes laterales de la pieza a hormigonar, sirviendo el fon-do del terreno como un tablero mas. En este caso, la anchura de la exca-vaci6n sera un poco mayor de la proyectada con el fin de poder introduciry colocar los tableros laterales con cierta facilidad, asl como, una vez ter-

23

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Correcto lncorredo

Figura 14

minado el perfodo de fraguado necesario, poder .retirar la madera con el

menor desperdicio pos ible.En los casos extremos en que el terreno no pueda soportar la carga

del hormig6n y los cimientos se construyan como vigas entre apoyos mas

profundos, se hara necesario e! encofrado del fondo mediante un tablero.

Sera un caso similar al de una viga. Se tendra en cuenta que el tablero

del fondo debe clavarse «entre» los dos laterales, ya que para el desenco-

frado se qultaran primero los laterales y el fondo todavfa debera dejarse

mas tiempo. Si se clavase «debajo» de los costeros 0 lat erales, la opera-

ci6n de desencofrado sera mas trabajosa, ya que en el desclavado habrfa

que hacer esfuerzos sobre el fondo. En cambio si se clava entre los cos-

teros, los clavos se sacan lateralmente, apoyando la barra de pata de ca-

bra sobre dichos laterales. En la figura 14 indicamos 'las dos maneras ci-

tadas de encofrados, para que el lector pueda apreciar las dificultades dedesencofrado que hemos dicho.

Para fijar los laterales se suelen utilizar codales, que se apoyan per un

extremo en el tabJero y por el otro en el terreno, afianzando de esta ma-nera el molde contra el empuje del hormig6n, tornapuntas 0puntales

apoyados en piquetes, estacones , etc .

En el caso en que el terreno no soporte la carga de hormig6n y haya

que poner tab!ero de fondo, se hara preciso un buen rea Ice y apoyo, de

manera que dlcho tablero no ceda al echar el hormig6n. Pero habra que

ten~r sum~ cuidado en la colocaci6n de dichos apoyos, por 10 que se de-

bera arnpliar la base de apoyo, es decir, que se dlspondra una tabla tal

como indica la figura 15. Ya con ello, la superficie de apoyo en el terrene

es grancfe y, por tanto, la carga por unidad de superficie es pequefia, 50-

portando con seguridad el peso que se Ie transmita de la obra.

71

Como medida elemental, se lim-

piara siempre el terreno en don de

deba apoyarse un codal de toda

tierra vegetal suelta, por 10menos en

un espesor en el que estemos segur~s

de que el terrene no va a ser mas

consistente Y firme.

P RE PA RA CIO N D E L OS

TABLEROS

Cuando se trata de una obra de

poca envergadura, en la cual s610 se

vayan a utilizar los tableros una sola

vez, por 10 g eneral no eonvendra que

la clavaz6n sea excesiva. Con ello se Figura 15

abreviara el trabajo del encofrador,

tanto en el montaje del tablero como

a la hora de desencofrar.Si los elementos de obra exigeo

que el encofrado sea duradero, 10 que equivale a de~i~ q~e se haya deutilizar en varias ocasiones (tal es el caso de una edlflcacicn que. tenga

una serie de vigas de cimentaci6n exactamente iguales), es n~c.esarlo qu~

se cuiden extremadamente los tableros, para sacarles el maxrmo rendi-

miento, ya que laeconomfa en la obra es de notar. .' .Se dlspondran embarrotados para dar mayor resrstencre a las ple;: as,

con clavaz6n adecuada. Se pueden utilizar cleves de 26/58, poco mas 0

menos, para que adquiera solidez el tablero y pueda r~sistir las diversa.s

operaciones de encofrado y desencofrado con las gara.ntl.as de bondad eXI-gidas a todo encofrado, si bien, natural mente, los clmientos son menos

del icados que cualquier otra pieza de la est ruc tura.Por 10 general, los encofrados suelen prepararse en el taller, de rna-

nera que en la obra s610 se procedera a su montaje, despues de ser so.n;e-

tidos a ligeros retoques para encajar los distintos elementos en su sltio.Cuando se trata de encofrados ligeros, estos pueden ser preparados en la

misma obra de importancia 10 mas conveniente es montar un taller de

encofrado e'n ella misma de manera que quedara anulado el capitulo

de transportes y se facilit~ran las diviersas operaciones de rectificado, re-

construcci6n de tableros que despues de un desencofrado han quedado un

tanto defectuosos, pero todavfa con las garantfas de poderse emplear en

nuevos desencofrados.

DIMENSIONADO

Si el terreno es 10 suficientemente consistente como para que la exca-

vaci6n pueda mantenerse con paredes verticales, pero la cimentaci6n que-

25

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Figura 16

da algo por encima del pleno del terreno, habra que emplear unos table-

ros para complet~r la falta de altura, tal como se puede ver en la figu-

ra 16. Para este tipo ~e encofrado «a medias» se dispendran los tableros

con sus barrotes de hinca, para fijarlos al terreno. Una carrera ira a todo

10 largo del tablero, por su parte superior, en el cual se apoyeren los.

puntales y tornapuntas. De trecho en trecho se colocaran unos codales de

madera que mantengan debidamente separados los tableros para contra-

rrestar el empu je de los tornapuntas 0 punta Ie,. Por 10 general al enco-

frar, la separaci6n entre tableros suele ser un poco menor que lemarcade

en _ p royec to, ya que por la presi6n del hormig6n, aquellos tenderan a

abnrs~. Por 10 tanto, en conveniente darle a a un centimetro 0 centimetroy medic menos que a la dimensi6n b.

Hay que tener precauci6n en la adecuada disposici6n de los tornapun-

tas y. puntales, ya ~ue si estos. estan mal colocados, flojos 0 a intervalosexcesivarnenta .ampllos, I? ~resl6n del hormigonado (no s610 el que pro-

duz~a el hormiqon por sr, sino el resto de operaciones anejas, tales como

el vlb~ado de la ma,sa, atacado, etc.) puede producir flexicnes laterales

qu~, Sl, ~ n la mayor ra de los casos no son peligrosas para la obra, son

antle~tetlcas y.pueden inducir a errores en el resto de la obra de fabrica.

SI el horrnlgon es fluido, habra que cuidar el ensamble de las tablasque componen el tablero total, ya que si no se ha cuidado debidamente

por la~ grie.tas u holgura~ del entablado se colocara el mortero, reduciend~

la dosifl cec lon de l horrniqon, produciendo chorreones en las tablas, y, 10

26

que es peor aun, al salir la parte mas fina del aglomerado, cementa y

arena, quederan algunas coqueras en dichos lugares.

A veces, por la especial disposici6n de los tornapuntas, los tableros

tienden a caer hacia adentro, es decir, a reducir la luz, por 10 que suelen

colocarse alambres que atirantan y lIevan el encofrado a su sitio. Estos

t irantes reciben el nombre de lat igui llos .

Naturalmente, cuanto mas alto sea el encofrado, tanto mas resistente

ha de ser, ya que mas presi6n ejercera el hormig6n sobre los tableros

existiendo, por tanto, mas peligro de que estos fllexionen y tomen «for-

ma». En muros de cierta altura, se emplea el sistema de hormigonado por

tongonadas 0 por capas, con 10 que decrece grandemente el peligro de la

flexi6n, al quedar a lturas de hormigonado bastante menores.

T AL LE R D E M O NT AJE

En el taller de montaje y preparaci6n dispondremos de todas las herra-

mientas necesarias y que sue len ser las mismas que figuran en un taller de

carpinteria de cierta cateqorla. Como la labor principal a realizer es la de la

clavaz6n de las tablas, que previamente se habran colocado en su sitio, cla-

sifrcadas debidamente por sus tamafios, es muy conveniente disponer de

mesas de trabajo. Estas mesas se obtienen sencillamente con caballetes y

tableros, sobre los cuales iremos apoyando las nuevas piezas a fabricar.

A LG UN AS ID EA S IN TE RE SA NT ES S OB RE M O NT AJE

D E T AB LE RO S

Conocida la longitud de la pieza a encofrar, comenzaremos por buscar

tablas de la medida dada. En la mayoria de los casos, tendremos que cor-

tar la longitud de las tablas 0 afiadlr otras para obtener la longitud exigi-

da. Tengamos siempre presente que, como norma general, vale mas efiadir

que cortar, si esto es posibfe, ya que «madera cortada, madera desperdi-ciedas.

Lo mas conveniente seria encontrar dos piezas de tabla de madera que

su longitud total fuera la deseada, con el fin de desperdiciar el menor

material posible. Una vez conseguido esto, y para obtener el ancho de la

pieza, habra que unir varias tablas por medio de barrotes, tal como se

ve en la figura 17. EI primer barrote no se debe colocar a tope con las

tablas, es decir, que ambas cosas empiecen al mismo tiempo, sino que se

debe clavar el barrote a un par de centimetros 0 tres, a 10 sumo, mas

alia del extremo de las tablas. Con ello se evita que los barrotes se des-

cleven por efecto de cualquier golpe que reciba el extremo del tablero.

Para dar mayor resistencia a los tableros, los barrotes asi clavados

en los extremos se aflanzaran con dos cleves a todas las tablas, 10 que

evitara cualquier deformaci6n. EI resto del embarrotado se suele cla-

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Figura 17

var con dos clavos en las tablas de arriba y de abajo, y el resto con un solo

clavo. E llo es mas que suficiente para asegura r un buen tablero.

No conviene que los clavos queden en los extremos de los barrotes

o de las tablas, sino que queden desde el lugar de clavado a dicho extre-

mo por 10 menos unos dos centimetros y medio, con el fin de que si una

de las tablas sufriera algun golpe 0 esfuerzo, no rasgase la madera.

Si al clever un clavo se nos tuerce la cabeza, 10 inmediato es sacar lo .

Jamas debemos remacharlo y colocar otro nuevo junto a el. Esto serf a de

pesimos carpinteros. Pero el mal no quedarfa ahi, sino que perjudicaria-

mos la tabla, ya que el clavar un clavo abrimos una herida 0ra sgadura en

sus fibras, luego al poner otro junto a el, esta grieta aumentarfa, debili-

tando, por tanto, toda clase de resistencia. De ahi que tab las delgadas 0

de mala madera tiendan a resquebrajarse por los cleves.

Las tablas a emplear en las piezas de encofrado han de ser de buena

calidad, sin alabeos ni otros defectos que, al poco de usar los tableros, conla humedad del hormig6n y los trabajos a que se yen sometidas en el

encofrado y desencofrado, habra que sustituirlas con grave perjuicio eco-

n6mico, ya que se derrocha material y mane de obra, con la natural per-

dida de tiempo en la buena marcha del hormigonado, que no debe de per-

der e l ritmo marcado.En la figura 18, vemos un tablero conforme a las normas indicadas.

Se hadimensionado, para dar una idea sobre distancias mas convenientes

a que deben ir los distintos elementos que 1 0 integran ( tablas, barrotes,

cleves) .Este dimensionado que damos en la flgura 18 no debe tomarse como

regia general, ya que en cada caso particular variara la disposici6n del

embarrotado. La altura 0 ancho en el sentido transversal de las tablas

y la presi6n que ejerza sobre el encofrado la masa de hormig6n, determi-

28

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Figura 1 8

naran la distancia (y por 1 0 tanto el numero ) de los barrotes a emplear.

Para barrotes se suele emplear escuadrias iguales 0 poco m~yores que

las empleadas para las tablas, es decir, de 25 rnrn X 100 o. mas.Para dar mayor clarldad a nuestras explicaciones, denoml.naremos por

barrotes extremos a los que estan al comienzo y final de la pieza, aquellos

que se colocen a 2,5 ern de los bord?s d: las ta~las. A I:>s demas, los

lIamaremos indistintamente centrales, mterlores 0 mter.mechos.No siempre son suficientes los barrotes para absorbe; los esfu.erzos

de f1exi6n producidos por el empuje de la masa de ,hormlg6n no siendo

conveniente ni econ6mico prodigar en exceso el numero de est~s. En-

tonces, se recurre a las carreras, que son unas tablas que se d:sp~nen

horizontal mente en la parte alta del encofrado, de manera que [rnpiden

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Figura 19

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la deformaci6n de este, tal como se indica en la flgura 19. Con este no-

table refuerzo, en el que edemas se suelen apoyar los puntales y torna-pun tas, se e limina el pe ligro de flexi6n.

En las esquinas (flgura 21), sobre todo en el interior de la misma,

quedan perfectamente encajados los dos tableros que se encuentran, ya

que al disponer los barrotes extremos ados centimetros y medio del co-

mienzo de las tablas, que es el grosor de las mismas, se acoplaran am-

bas piezas, quedando, edemas, encajados los dos barrotes, slrvlendose

mutuamente de refuerzo. En la parte exterior de dicho encofrado se de-

bera reforzar con tab las verticales, si la presi6n que vaya a ejercer elhormig6n, es grande.

Para mayor refuerzo, se suele utilizar una segunda carrera en la parte

baja del encofrado y aun cuando se tema un gran empuje del hormig6n

y el embarrotado sea suflciente para soportar con las debidas garantias de

resistencia dicho esfuerzo, se tcmara la precauci6n de disponer un emba-rrotado con tablas de canto, es decir, tal como se yen en la flgura 22, ya

que es sabido que la resistencia a la flexi6n, en nuestro caso, aumenta

considerablemente con la dimensi6n b de la pieza. Este tipo de emba-

rrotado se suele Hamar de costillaje y costillas a las tablas asi empleadas.

Figura 20

ESQUINAS

PR OL ON GA CIO N D E T AB LE RO S

Las carreras no van clavadas ni

a las tab las ni a los barrotes, como

en un principio podrfa creerse, sino

que se sujetan con alambre de ati-

rantar. Para dar mayor presi6n, entre

la correa y el cable, se van introdu-

ciendo unas cufias hasta que se con-

sigue una eflcaz tirantez. Vease la

flgura 20, en la que se indica esque-msti camente cuanto decimos.

Ya hemos indicado que no siempre la longitud de los tableros coin-

cidira con la de las tablas, por 1 0 que, en la gran mayoria de los casos,

sera necesario prolongar las piezas. Sera entonces conveniente que no

todas las tablas terminen en una misma vertical, sino que los largos se

30

Figura 21

~ ~ ~

~ ~ J

~

~

~

-, " . _Figura 22

31

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vayan distribuyendo de manera que no coincidan esos puntos deblles que

constituyen los empalmes de las tablas. Lo que sf es indispensable es

que sobre dichas juntas se clave un barrote, para dar mayor resistencia ala union.

Sera, desde luego, fundamental, que los empalmes de las tablas sigan

un orden de suceslon, para evitar el que caigan mas de dos sobre un

mismo barrote. Aunque en casos extremos, natural mente, no habra mas

remedio que unir sobre una misma vertical mas de tres tab las, por 10 que

el barrote debera reforzarse debidamente.

M ISIO N D E LA C LA VA ZO N E N LO S TA BLE RO S

Ya hemos indicado que los clavos tienen por mislon la de hacer de

varias piezas (tablas) y unos barrotes transversales, una unidad movible,

transportable, sin que pueda sufrir deformaciones, alabeos ni desperfec tos

en las diversas operaciones a que debe de quedar sometida durante su

empleo.

Donde mas suele sufrir el tablero es precisamente en las operaciones

para las que no ha sido destinado, tales como desencofrado, traslado, etc.

Cuando se pone en obra, salvo las operaciones del encaje de las distintas

piezas, la labor del clavo es bastante escasa, ya que durante el proceso

de fraguado del hormlqon la mision resistente del clavo es casi nula.

Por todo ello, el buen encofrador, tras de cerciorarse de la mislon

del encofrado en las distintas piezas de hormlqon que lIeva una obra, de-

bera saber la clase de clavos que mas Ie conviene emplear. Como el espe-

sor de madera empleada en los encofrados es de 25 mm, resultara que los

clavos de mas de 50 de longitud saldran al otro lade de la tabla, despues

de haberse hundido bien la cabeza en el barrote, per 10 que se deben

«doblar» y remachar contra el tablero, como si trataramos de clavarlos

nuevamente en la madera. Asi quedara bien clavado el barrote al tablero

y a la hora de desarmarlo, en caso de que nos interese esa opearclon, no

hay mas que enderezar el clavo y sacarlo con el auxilio de la barra de

pata de cabra.

A LG UNO S MODE LO S D E E NCOF RA DO S PAR A C IM IE NT OS

En un cimiento en que se ha abierto la zanja con mas ancho que el

necesario para e l c imiento (1 0 que sucedera en terrenos sueltos, en donde

ha de darse cierto talud para que se sostengan por sf mismos, tal como se

ve en la flgura 23), y por 10 tanto el tablero de encofrado sera de la

misma altura del cimiento (0 mejor un par de centimetros mas alto), se

emplean tableros de la forma que se indica en la flgura 24.

32

Figura 23

La distancia entre barrotes sera de unos 80 cm, aunque como ya

hemos indicado, sera la presion del horrniqon a sopor tar la que mande a

la hora de disponer el embarrotado. .Cuando el terreno sea 10 sufl cientemente consistente y su rasante COIn-

cida con la de la base del cimiento (total 0 permanentemente), se pue-

de emplear cualquiera de los dos tipos de encofrado indicados en las

flguras 25 y 26.La flgura 27, representa el corte transversal de un encofrado como

los descritos.Una vez ya previsto el tipo de tablero a emplear, confeccionado en el

taller y trasladado a obra, procederemos a la puesta en obra.

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Figura 24

33

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Figura 25

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Figura 26

34

Figura 27

PU EST A E N O BR A

Antes de lIevar al punto de empleo los tableros, hay que asegurarsebien de que las zanjas para los cimientos esten no s610 abiertas, sino enlas condiciones que convengan al encofrado, Es decir, que no bastara quela zenja sea la indicada en los pianos para las dimensiones que debe detener el cimiento «una vez terminado», sino que tendra la anchura ypt'Ofundidad que haga facil y conveniente la colocaci6n del encofradocalculado.

Porque, indudablemente, todo encofrado necesita un calculo y un es-

tudio racional, no una improvisaci6n, a 10 cual estan muy acostumbra-dos los que se lIaman a sf mismos encofradores.

Una vez, repetimos, que esten las zanjas abier tas conforme a .las nece-sidades del encofrado, procederemos a preparar los diversos materialesque son auxiliares del encofrado, tales como codales, puntales , tornapun-tas, carreras y alambre de atirantar. Tamblen es conveniente tener pre--parados algunos tacos de madera, cui'ias, etc., edemas de, naturalmente, losc1avosque hayamos elegido como los mas id6neos.

Tomaremos, como primera operaci6n, un tablero que, cogido por losextremos, 10 lIevaremos al lugar que debe ocupar . Puesto as! provisional .mente, veremos d6nde conviene ir c1avando en el terreno los piquetes,midiendo a ojo la distancia de manera que luego, al colocar las tornapun-tes, queden estos con la inclinaci6n media de los 500.

35

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Despues de esta operaci6n previa, volveremos a situar el tablero en la

posici6n definitiva, la cual estara determinada por el replanteo de I~ o~ra(con camillas, estacas con puntas, etc.) y conforme a la planta de cirmen-

tos y a las ulteriores reformas que pudiera haber sufrido el proyecto.

Para fi jar el tablero se pueden clever unos tochos 0recortes de redo~-do tras el tablero, por la parte exterior. Esto puede fijar la parte baja

del tablero.

No teniendo estos tochos a mano, se coloca una tabla contra el tabl~-

ro en su parte inferior, por un extremo, y por la otra se clava a los PI-

qu'etes que habfamos colocado en un p~incipio, con .1 0 que ya tendre~os

colocado el tablero inferiormente en la linea que nos interesa. Convencidos

de que ya el tablero no puede correr hacia afuera, tendremos que operaren el aplomado del tablero. Pondremos para ello el nivel 0 la pi om ada en

varios puntos para convencernos de su total verticalidad, heche I~ cuel,tomaremos tornapuntas para situarlos de manera que el extremo mas alto

de este se apoye en la parte superior de un barrote, clavandolo por el otro

extremos al piquete.

Se colocaran cuantos tornapuntas se considere necesario para afian-

zar debidamente el tablero teniendo en cuenta que son ellos los quetransmiten el empu je del horrniqon sobre el tablero al piquete, por 1 0

que no deben de flexionar 0 pandear bajo esta clase de esfuerzo.Los piquetes, que son prefe-

rentemente de rollizo y desperdi-

cios, deberan estar bien clavados,ya que de 1 0 cont ra rio, el empuje

de los tornapuntas, una vez echado

el hormig6n en el encofrado, des-clavarfa 0moverla los piquetes con

grave peligro de la obra.En la figura 28, se indica apro-

ximadamente la inclinaci6n que esconveniente dar, tanto a los torna-

puntas como a los piquetes, de ma-

nera que estos puedan soportar en

buenas condiciones el empuje de

aquellos. Dependera de la natura-leza del terreno al que se tengan

que clever mas 0 menos, para rea-

lizar debidamente su trabajo.

Los tornapuntas pueden ir apo-

yados contra el piquete 0 clava-

dos lateralmente, tal como se ve en las figuras 29 y 30. En la figura

29, vemos el tornapuntas apuntalado contra el piquete, en tanto que

\ \

\ \\ \

" ,~Figura 28

36

\ I

\ \

\ \

\

\ I\ I

\

\ \

\ \

\ I

\ I\f

Figura 29 Figura 30

en la figura 30 queda clavado lateralmente. Ambos sistemas se emplean

indis tintamente y son buenos.

Es ta rnblen conveniente, y esto se hace en el caso en que se clave el

tornapuntas al piquete, que se clava una tabla horizontal que va desde

el piquete (por el otro lado en que ha side clavado al tornapuntas) hastala parte inferior del barrote, con 1 0 que se refuerza la acci6n de los otros

elementos. Ya sabemos que la figura geometrica indeformable es el trian-

gulo y, por 1 0 tanto, mecanlcamente se construyen todas las piezas resis-

tentes «triangulando» su figura.

Realizadas todas estas operaciones con uno y otro tablero de ambos

lados del encofrado, se procede a acodalar y atirantar dichos tablerospara que no puedan ceder en la parte superior.

R EF UE RZO D E E NCOF RADOS

EI descrito anteriormente es un encofrado sencillo, en el que el empu-

je del hormig6n no es considerable, por 1 0 que las piezas que hemosdescrito seran suficientes para no deformarse durante las operaciones delhormigonado.

Pero cuando por diversas causas, tales como la altura del encofrado,

su longitud, grueso 0 cualquier otra causa que motive el refuerzo de los

tableros para su mejor trabajo en obra, se debe disponer de otras piezas

que hagan mas eflcaz la labor del encofrado. Tales piezas pueden ser: los

ej i ones, las carreras, las dobles carreras, etc.

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Figura 31

Ejiones

II

Son piezas 0 recortes de tabla de 12 a 18 cm de largo, que se clavan

en la parte superior de los barrotes extremes y uno intermedio, si el

tablero tiene mucha longitud. Esta altura debe ser tal que, al colocar

apoyada encima la carrera, sobresalgan unos centimetros de tablero. En la

flgura 31 se ve la colocaci6n de los ejiones en un tablero. La distancia

aproximada que debe haber entre ellos suele ser, aproximadamente, de

unos dos metros, y a una altura de manera que las carreras aun salganpor encima de los tableros hasta unos cinco centlmetros 0 poco mas.

Carreras

Estas piezas se sue len fabricar con cuadradillo tarnbien lIamado alfar-

jia, de escuadrfas de 8 por 8, 10 por 10 6 1'2 por 12, seqon los casos,

utilizando los de mayor escuadrfa para los' tableros que deban soportar

grandes esfuerzos. La misi6n de estas piezas es la de dar solidez a los

tableros en sentido horizontal, es decir, que el esfuerzo que soporta el

tablero a causa de la presi6n del hormig6n, se transmite a las carreras,

las que, a su vez, 1 0 transmiten a los barrotes, de los que, flnalmente, pa-

san esta s cargas a l t erreno.

38

I-

Figura 32

En los encuentros de tableros de las esquinas por 1 0 general las ca-

rreras se cruzan, es decir, sobresalen del tablero varios centimetros, de

manera que se refuerzan con unas tablas que impiden la deformaci6n

de los tableros al hacer de tope entre las carreras. En la flgura 32 vemosun pequefio detal le de cuanto decimos .

Una vez colocados los ejiones, se presentan las carreras, se las presiona

fuertemente y se van clavando a cada barrote con clavos de gr.an long i-tud (hasta unos 70 mi lfme tros).

Si colocasemos dos tableros para la construcci6n de un encofrado de

cimientos, aflrmados y aflanzados por los barrotes, este paralelismo diff-

cilmente podrfa mantenerse en cuanto tuvieran que soportar los esfuerzas

del hormigonado e incluso cualquier otro esfuerzo que tendiese a defor-

marlos, tales como apoyo de los operarios, empuje de las carretillas al

verter el hormig6n, etc. Para consequir la indeformabilidad de los tableros

en cuanto a la separaci6n de los mismos se reflere, se emplean las atadurasde alambre, lIamadas latiguillos, y que sirven para impedir que los tableros

se separen, y los codales, que son unas piezas de madera que tienen la

longitud igual a la anchura del encofrado, es decir, de la pieza a hormi-

~ar. Estos codales impiden que los tableros se venzan hacia dentro, dis-

mlOuyendo, con ello, el .ancho de cimentaci6n. Se disponen codales en el

fO~do del encofrado, en la parte mediana y en la superior, que se suelen

qUltar conforme va subiendo la masa del hormig6n. Los latiguillos se que-

dan en el encofrado hasta que el hormig6n ha fraguado y se desencofra,

cortandolos a ras de la superflcie del hormig6n, 1 0 que en algunas regionessuelen Ilamar desbarbado.

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I :

Figura 33

Puntales

Los puntales se disponen para transmitir al terreno los esfuerzos que

reciben en los tableros los barrotes, es decir, que se colocan tal y como se

indica en la figura 33. Estos puntales se situen a distancias convenientes,

segun los esfuerzos que deban soportar. Es muy corriente disponer unocad a metro, poco mas 0menos.

Adernas de todas estas piezas descritas, que podemos calificar como de

sistema principal de resistencia de los tableros, quedan todavfa una can-

tidad de pequei ias piezas dest inadas a «redondear» 0 afinar el trabajo del

encofrado, para lIevar los tableros a su posicion exacta, ya que con la colo-

caclon de todas las piezas anteriormente citadas, los tableros no habran

quedado en su posicion exacta. De entre estas pequeiias piezas, la mlslon

principal es encomendada a las curias. Estas cuiias son pequeiias piezas

de madera en la forma que su nombre indica y que se introducen alii

donde hace falta lIevar el tablero unos milfmetros 0 escasos centimetros

mas alia de donde quedo con las operaciones anteriores. Por ello se pueden

introducir cuiias tanto en los codales como en los barrotes, puntales, etc.

Las operaciones de acuiiado y desacuiiado son sencillas, para 1 0 cual

es conveniente que uno de los pianos inclinados se sus caras quede apo-

yado sobre la superficie que se trata de lIevar a su posicion exacta. Cuando

la pieza acuiiada queda debidamente, se procede al clavado de las cuiias,

bastando para ello puntas pequeiias, ya que no es facil que las cufias se

'-nuevan de sus posiciones.

40

Figura 34 Figura 35

Tirantes

Para impedir la separecion entre los dos tableros que forman el en-

cofrado del cimiento, hemos vista que se utilizaban unos puntales. Tam-

bien se puede prescindir de estos y colocar alambres que impidan esta

seperacion a la hora del hormigonado. Esta operacion se llama atirantado

de tableros.

En el atirantado hay que tener en cuenta que las carreras no cubren

la junta de las dos ultirnas tablas del tablero, con el fin de que se pueda

pasar luego por dicha junta el alambre de atirantar, ya que en caso con-

trario, hebria que perforar un tablero para permitir dicho paso.

EI alambre que se usa para este trabajo y que se vende corrientemente

en el mercado es el alambre recocido de un diametro entre 3 y 5 mm.

La operacion del atirantado no es muy sencilla, ya que hay que tener

cierta prectlca en ella, pues el alambre sue Ie «dar de sf» por 1 0 que hay que

tensarlo mas de una vez, hasta dejarlo bien tirante y en debidas condi-ciones.

En la figura 34 vemos una forma muy corriente de disponer el atiran-

tado. La separaclon entre alambres depende mucho del esfuerzo que les

confiemos, 1 0 cual tambien esta en relaclon directa con la separaclon entre

carreras, es decir, para gran separacion entre carreras habra que disponer

un atirantado mayor, en cambio, si las carreras estan bastante juntas, el

numero de tirantes sera menor. Como norma general, y para teller una

idea de dimensionado, los atirantados se sueien disponer cada espacio que

oscila entre uno y dos metros. En la figura 35 vemos una disposici6n deatirantado.

4i

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Atado el alambre por los extremos, se procede a su atirantado 0 ten-

sado con una barra 0 utilizando las tenazas, el mango del martillo, etc.,

girando (dar garrote) hasta que el alambre, al ser golpeado, de un sonido

clare, rnetalico. Si esta operaci6n de tensado no fuera posible por existir

armaduras , e tc ., 1 0 mas conveniente es acufiar por el exterior del enco-

frado los tirantes, hasta conseguir la debida tensi6n. Estas cufias se clavan

luego con pequefios clavos para impedir que resbalen y se pierda la ten-si6n dada a los a lambres.

ENCOFRADOS DE LOS CIMIENTO) DE PILARES

Un caso particular en el encofra-

do de ci rnientos 10 constituye el en-

cofrado de cimientos de pilares. Es-tos suelen componerse de dos partes:

la base inferior, que gravita direc-

tamente sobre la tierra, que suele ser

un prisma de base cuadrada 0 rec-

tangular, y el tronco de plramide in-

termedio entre la secci6n del cimien-

Figura 36 to y la secci6n del pilar (flgura 36).

Para el encofrado de la base infe-rior, vale todo 10 explicado hasta ahora para cimientos en general, pero

sin la aplicaci6n de tirantes por ser, £Ieneralmente, la distancia entre los

tableros opuestos demasiado grande. l.o dicho en el apartado dedicado

a las esquinas (flgura 21) es 10 mas aproximado a esta clase de encofra-

dos. La diferencia unlcarnente estriba ell que el encofrado del cimiento

de pilar exige el encaje perfecta de los tableros en las cuatro esquinas.

Para ello se encargan 0 se cortan a medida exacta los tableros de los

lados opuestos, los mas cortos por 10 general, cuando la base es rectan-

gular, pudiendo sobresalir las tab las de los otros dos tableros (flgura 37).

EI encofrado del tronco de pirarnide exige tableros inclinados que

Ileven bordes de apoyo con biseles mas 0 menos agudos, sequn sea la in-

clinaci6n del tablero. De los cuatro tableros que componen el tronco de

pirarnide, dos son de cepo, 0 sea, sin limitaci6n lateral, y otros dos ence-

pados, comprendidos entre aquellos. Los tableros encepados Ilevan uno 0

mas barrotes centrales, dispuestos sequn la maxima pendiente del tablero,

y los barrotes laterales, distanciados del borde en el releje del bisel masel espacio ocupado por la tabla de aguante (flgura 38). Los biseles laterales

de los tableros encepados se labran en las: estas de las tablas mediante 1;:1

42

Figura 37

Seccion

I

I

I

IhI

II

_:!__ J 1IJ.3~=c:::~~==~~~Secci6n· bisel Tab/ero encepado

Figura 38

43

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escoflna. Los laterales se trazanpartiendo de sus ejes, a pesar de que el

desperdicio de los recortes pueda ser mayor, pero de esta manera, un p e -quefic error en la medida de la forma 0 de los biseles tiene menos im-portancia.

Tratado de los tableros

Para trazar los tableros encepados

se marca un eje horizontal y otrovertical. EI primero cor responde al

borde inferior 0 de asiento del ta-

blero, .0 sea, a su arista de intersec-

ci6n con el encofrado de la base del

cimiento. EI segundo es el eje de si-metria del tablero trapecial. EI borde

superior tiene la misma medida

que el lade correspondiente del pi-

lar (b) (flgura 39) de manera quea la derecha e izquierda del eje ver-

tical se marcan dos segmentos igualesa bj2.

La altura del tablero (a), 0 sea, la

magnitud que hay que marcar en eleje vertical, es la hipotenusa del

tr ianqulo rectanqulo cuyos cate tos son

la altura del tronco de plramlde (h)y elcoladizo (v) (flgura 38) ..

EI borde inferior del tablero mide

'0mismo que el lade correspon-

diente de la base del cimiento. Con las medidas anteriores, habremos mar-

cado un trapecio que sera la plantilla de la cara interna del tablero ence-

pado, y sirve para cortar las tablas que han de componerlo y para c1avar

el barrote central. .

Los tableros encepados y los de cepo forman entre si diedros obtusos,por 1 0 que para conseguir un buen ajuste de los tableros es necesarios que

el encepado lIeve en sus bordes laterales un bisel adecuado. EI anqulo

de la secci6n recta del bisel se obtiene como sique (flgura 39): se dibuja

el tronco de cono de modo que la arista dela intersecci6n de los tableros

resulte con su verdadera magnitud en la proyecci6n vertical. Se traza el

plano RS perpendicular a dicha arista y se abate sobre el plano horizontal

para deducir en su verdadera magnitud el angulo de la secci6n recta del

diedro a. que es el angulo del bisel.

II

: II

I II

J ? ": - il'l -h-4---'.,

-,

//

\S

Figura 39

44

Una vez dibujado este angulo se traza una paralela a la distancia del

grueso de la tabla y obtenemos la medida del releje (f) del bisel. Esta

se toma perpendicularmente a los lades laterales de la plantilla de la cara

interna del tablero para deducir la de la cara externa. Con los datos obte-

nidos se marca la cara externa del tablero y ya pueden labrarse los biseles.AI clavar los barrotes laterales, estes deberan apartarse del borde del

tablero una distancia igual al releje obtenido anteriormente, con 1 0 que

apoyaran con una arista en el tablero de cepo.

45

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IV . E ncofrad o d e p ilares

E NC OF RA DO D E P IL AR ES

Se puede decir que el encofrado de pilares es el principal trabajo del

encofrador. En toda la obra se encuentran estas unidades en gran numero

y dada la importancia que tiene el obtener un buen trabajo, es por 1 0 que

todo buen encofrador que se estime debe poner todo su cuidado y maestrfa

en obtener buenos paramentos en las columnas a el confladas. A~mas,

no es corriente, mas bien al contra rio, constituiria un raro ejemplar, en-

contrar un proyecto de ediflcaci6n en que se encontrasen ya proyectados

de antemano la forma de encofrar un pilar, dimensionando sus diferentes

piezas y calculando los esfuerzos a que van a estar sometidas. ASI, pues,

todo «se deja» en manes del encofrador, en quien se pone toda la conflanza

del preyec tlste en este pun to.

D IF ER EN TE S C LA SE S D E PILARES

Dentro de la misma unidad de pilares y para su mejor estudio, los

consideraremos en dos grupos:

a) Atendiendo a su secci6n transversal geometricamente, es decir,

que tendremos pilares de secci6n cuadrada cuando su secci6n transversal

o planta sea un cuadrado; pilares rectangulares, circulares, poligonales,

etcetera, cuando su secci6n transversal sea una flgura igual a la indicada.

b) Atendiendo a sus dimensiones. Es decir, tendremos pilares grue-

sos, medios y ligeros. No es 1 0 mismo, encofrar dos pilares de ldentlca

figura, pero de dimensiones uno mucho mayores que el otro, ya que las

piezas a emplear no deberan soportar los mismos esfuerzos .

. Comencemos este capitulo con la manera de encofrar los pilares mas

sencillos.

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P I LARES LIGEROS

No ofrece ninguna difkultad el en-

cofrado de pilares de secci6n cuadra-

da 0 rectangular cuyas dimensiones

son reducidas. Bastan para ello cua-

tro tableros, dos de los cuales, que van

colocados uno frente a otro, son de la

misma dimensi6n que se trata de dar

a l pila r y los otros dos, na turalmente,Figura 40 tambien uno frente a otro, de dimen-

si6n mayor. En la f igura 40 vemos una

secci6n de este tipo de pilar.Estos cuatro tableros no constituyen por sf solos una armaz6n 10 sufl-

cientemente s61ida para resistir los esfuerzos a que debe estar sometldaa la hora del hormigonado, por 10 que hay que atender a su refuerzoo seguridad.

Seguridad

No es posible dar aquf unas reglas acerca de este punto si el lector

desconoce en absoluto la tecnlca del hormig6n. Para ser un buen encofra-

dor, es absolutamente necesario tener, al menos, unas ideas generales,

pero precisas, acerca de c6mo se comporta el hormig6n y la importancia

que tiene esto en la construcci6n. No vale, por otra parte, derrochar ma-

dera y materiales para «obtener una seguridad absoluta» en la buena ca-

lidad del encofrado y salvar asf su responsabilidad, que no es poca. Habra

de tenerse siempre presente que el arte de construir consiste en hacerlo

bien y bara to, empleando 10 justo y necesario.Los tableros habran de ser piezas s61idas, para que al hormigonar no

aparezcan «barrigas», dificilfsimas de corregir, ya que habrfa que repicar

el paramento del pilar en la parte afectada 0 enlucir el res t o hasta conse-

guir una pared lisa vertical. Sus caras deberan ser lisas y hay que cuidar

muy especialmente las esquinas, ya que sueie ser corriente el desportilla-

miento de las mismas a la hora de desencofrar, por su debilidad. Las

juntas de los tableros deben estar bien cerradas, para evitar que, durante

el hormigonado, salga por elias el mortero, 10 que edemas de feas «reba-

bas», dare lugar a la formaci6n de huecos 0 coqueras y otros defectos en

el buen trabajo .tEn que zonas sufren mayores esfuerzos los encofrados? Sin duda al-

guna, en la parte baja del pilar. En el extremo superior, el empuje del

hormig6n es nulo y en la base, el empuje es el maximo. Por tanto, se pue-

de establecer que el pilar esta empujando de la manera que indica la flgu-

ra 41, sobre el encofrado correspondiente. De ahf que se tenga por norma

reforzar la parte baja del encofrado de un pilar.

48

~•----- -

--- - - --

Figura 41

49

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R EPL AN TE O D E U N PIL AR

M A RC OS P AR A M A NT EN ER L A S EC CIO N T RA NS VE RS AL

Supongamos que ya tenemos la viga de cimentaclon, si la hay, 0 las

zapatas de los pilares hormigonados debidamente, con sus hierros de ar-

madura. La primera operaci6n conslstira en determinar el centro del nuevo

pilar que vamos a encofrar. Situado este centro, en virtud de las dimen-

siones de obras fijadas en los pianos del proyecto, se procedera a dibujar

sobre dicho horrniqon y generalmente con laplz grueso, la figura de la sec-

cion transversal del pilar, cosa que es sencilla, ya que dicha seccion trans-

versal sera una flqure geometrica bien sencil la (cuadrada, rec tangular, etc.).

Una vez dibujada, se procede a preparar un marco cuyo hueco interior

tenga las mismas dimensiones que la seccion transversal aumentada en los

gruesos de los tableros a emplear como encofrados, de modo que se in-troduzcan dentro de aquel, sirviendo de cerco. A estas piezas, en algunas

regiones, se les da el nombre de carcelillas ( 1 ).

Como puede apreciarse por 10 dicho, la mislon de estas carcelillas es

la de sujetar los tableros por su parte baja, y de su solidez dependera

que no se abran los tableros al sufrir el empuje del hormlqon, que elli es

grande, ya que no s610 actue el peso propio del horrn lqon, sino tambien

el golpe debido a la caida de la masa desde la altura superior del enco-

frado.

Entre los elementos de seguridad de los pilares, citaremos en primer

lugar los marcos 0bridas, que sirven para impedir que los tableros cedan

al empuje y se deforme la seccion transversal del pilar que se esta hormi-

gonando. Estos marcos 0 bridas se distribuyen en toda la altura del pilar,

siendo su separaclon variable. Efectivamente, en la parte inferior, como

ya hemos dicho anteriormente, van mas juntos y conforme nos separamos

de la base se van distanciando mas. Esto esta de acuerdo con la ley de los

esfuerzos que ha de soportar el encofrado y que ya hemos visto en alflqura 41.

Para obtener uno de estos marcos podemos tomar: Figura 42

a) Cuatro tablas, tal como se ve en la flqura 42.

b) Seis tablas, como se ve en la flqura 43.

c) Dos cuadradillos y cuatro tablas, como se indica en la flgura 44.

d) Dos cuadradillos y bridas 0 zunchos de hierro, como mostramos

en la f iqura 45.e) Dos cuadradillos y alambre de acirantar (fiqure 46).

( 1) Tenqase presente que el que podrfamos Hamar Diccionario de la Construcci6n se

ve enriquecido, edemas de tener en el cabida todas las palabras que acepta la Real Acade-,,·c, Fsnafiola de la Lengua, con las diversas denominaciones adoptadas por ciertas regiones. '

Indudablemente, los mas sencillos de manejar, por la rapidez y porque

su uso es ilimitado, son los de hierro. No sucede 10 mismo con las tablas,

ya que suelen destrozarse si el encofr adcr no es cuidadoso, en la operacion

de desencofrado.

5051

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52

F igu ra 45

Figura 43

Figura 46

Figura 44

53

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VERTICALIDAD

Una operacion que se va ejecutando a medida que se colocan los ta-

bleros, es la de la verticalidad del pilar, que se consigue mediante el aplo-

mado. Esto es fundamental, ya que un pilar torcido es muestra de faltade cuidado y de preci si6n.

:~ra mantener esta verticalidad, es decir, para asegurar el pilar en su

posicion de a~lome a la hora del hormigonado, se pueden disponer torna-

pu~tas que flJe~ la pe:f~cta posicion, teniendo cuidado que ambos lades

est:n en la. d ebld~ posicion, y~ que en case contrario, el pilar puede salirrevlrade. SI los pilares no estan aislados (caso en que es mas interesante

apearlo con las tornapuntas ), entonces se mantienen verticales mediante

las lI~madas cruces de San Andres, clavadas entre ellos, por castilletes,que sirven a la vez para la puesta del horrniqon en obra, 0 por las torn a-puntas y los encofrados de las vigas.

Se procedera al aplomado del pilar por parte de un operario, mien-

tras el otro ira colocando los tornapuntas correspondientes, clavados a los

~ostados de los tableros, tal como se indica en la flgura 47. Si, como diji-

mos, se trata de un pilar sencillo, aislado, deberan colocarse tornapuntas

en los cuatro costados, ya que aquellos trabajan a traccion y si faltase en

algun costado, el pilar saldrfa vencido. Si en alguno de los lados hubiese

algun elemento para fijar el pilar (arranque de viga, etc.), ello nos ahorra-

ria el par de tornapuntas correspondientes a ese lade. En muchas obras

incluso solo colocan un tornapunta en dos lados opuestos.Deben de cuidarse con esmero los tableros de un encofrado, tanto en

10 concerniente a su construcci6n como a la hora de encofrar, desenco-

frar y en el hormigonado. De todo ello dependen cosas tan importantes entoda la obra como son:

La obtenci6n de pilares perfectos, sin desconchados en la superflcie,

debidas a perdidas de mortero, defectos en la superficie del tablero, etc.

No haya desgaste notable de madera (10 ideal serta que toda madera

empleada en un encofrado saliese intacta en el desencofrado, 0 al menos

con escaso desperdicio).

Que todo desgaste de madera repercute en la carestfa de la obra.

P IL ARES A IS LADOOS , CON TORNAPUNTAS

Una vez debidamente replanteado el pilar y fljade la «carcelilla» 0mar-

co de la base, se encajan en ella la parte inferior del encofrado, ponien-

do dos .tornapuntas, los cuales llevaran en el extremo que queda del lade

del pavirnento un corte oblicuo tal, que asienten en toda la longitud delcorte sobre el suelo.

TALLER

L

Adernas de las herramientas ya descritas a su debido tiempo y que son

indispensables para el trabajo de todo encofrador, se precisa una mesa

donde asentar las diversas tablas para la preperacion de un tablero. Esta

mesa de trabajo puede decirse que es indispensable, ya que no vamos a

trebajar sobre el suelo, pavimento 0 un banco de obra. Si no se tiene ya

de antemano, se puede improvisar una con caballetes y tab las, 0 de cual-

quier otra forma que se Ie ocurra al obrero con los elementos que posea

a mano.

Si se desea, y todo esto facilita aun mas el futuro trabajo, se puedeponer en uno de los extremos de la mesa una tabla clavada que nos sirva

de tope, apoyo, y para que salgan rectas las tablas que van a construir el

tablero. Incluso se pueden clavar grupos de dos tab las dejando entre elias

hueco suficiente para int roducir los marcos 0 bridas del tablero .

Es indudable que con las tablas que hay en el comercio no formaran

justamente las dimensiones que nos den de un pilar, sino que habra que

suplementar con otras de otro ancho obtenidas de la division de aquellas.

Como hemos venido diciendo, dos tablas tendran la misma anchura del

pilar y las otras des, opuestas entre sl, tendran esta dimension mas dos

gruesos de tabla, como minimo. Con 10 dicho queda claro que para obtener

los tableros sera necesar io afiadir listones 0medias tablas, cl avandolas por

el costado de los tableros.igura 47

545 5

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A LT UR A D E L OS T AB LE RO S

Com~ y~ hemos dic~o repetidamente, en los pianos del proyecto nadase .suele indlcar, de ordinarlo, acerca de los encofrados, parte esta que se

deja «al buen enten.der de los operarios correspondientes». De ahf que

el encofrador~ a la .vlsta de, los elementos de hormiqon que debe encofrar,

deduzca las dlmenslones mas convenientes a dar a los tableros. Es decir si

solo se han de hormigonar los pilares y una vez hormigonados estes ydesencofrados, proceder al encofrado de vigas u otros elementos de obra

que se. deban apoyar en equellos, la altura a dar a los tableros puede ser

cualquler~ que sea, pero slempre superior a la altura del hormig~nado. Con

ello, efectivamente, se ahorra el corte de tablero, si los pilares son bajos

que luego pueden servir para piezas mayores. Solo bastara a la hora delhormigonado detener este .a la altura exacta de los pilares. Pero, puede

suceder, y esto es muy cornente en las obras, encofrar pilares y vigas para

efectuar un hormigonado continuo. Para ello hay que tenerlo en cue~ta enlos moldes.

Puede suceder que el ancho de la viga sea distinto al del pilar. Si es

menor, caso corriente, se tendra en cuenta en la terrninacion superior de

los tableros. Si es mayor, tarnbien se dispondre el encofrado del pilar para

esta eventualidad.

Todo 1 0 dicho anteriormente corresponde al caso mas corriente en que

las vigas tienen una seccion rectangular en toda la longitud, lncluso en

los arranques junto a los pilares. Si se diera el caso de tener que disponer

de tableros para moldes de pilares del que arrancan vigas acarteladas, la

altura del tablero del cual arranca dicha viga vendre disminuida en las

dimensiones de esa carte ls.

F ABRIC AC IO N D E T AB LE ROS

3,00 + 0,20 - 0,40 - 0,025 = 2J75 m.

Una vez ya determinada la altura del molde, se procede a elegir las

tab las que vamos a necesitar y que mejor encajan en la pieza a construir.

Si tenemos ya tablas de la longitud deseada, tanto mejor, pero si no, y esto

sera el caso mas general, tomaremos las que tengamos de la longitud mas

aproximada. Si son mas largas, no las cortaremos, sino que construiremos

el tablero con dichas tablas, cortandolas a un mismo ras por un solo extre-

mo, que es siempre el de la base del molde. En cambio, por la parte opues-

tal por .la cabeza del pilar, se dejaran sin cortaro Esta operacion se hace

mas adelante, con el molde ya puesto en obra.

Para mantener en su forma rfgida los tableros, es decir, para man-

tener las tablas formando esa unidad lIamada tablero, procederemos at

embarrotado, clavando a el las distintas tab las que forman la pieza. Se

pondra un barrote en la base del tablero y otra en la superior, lIamados

respectivamente barrotesde base y de cabeza. Estos ultimos tienen por

mlsion, edemas de las ya expresadas anteriormente, la de servir de apoyo

a los encofrados de las vigas. Se suelen colocar, edemas, otros barrotes

intermedios para da r mayor seguridad.La distancia a que se suelen colocar estos barrotes es de unos 80 cen-

t frnetros a un met ro.

En cuanto a la longitud de los barrotes viene determinada por la clase

de tableros a que van destinados. Asl, si son para los dQS tableros que

han de tener la misma anchura que la del pilar, esa longitud sera igual at

ancho del pilar mas dos gruesos de tabla, saliendo un grueso por cada lado

del mencionado tablero. Ese saliente sirve para apoyar los otros dos ta-

bleros de mayor ancho. Como decimos, «solo sirven de apoyo», por 1 0 tanto

no se han de clever a aquellos.Para los tableros que son mas anchos que los pilares, la longitud de

los barrotes es la misma que el ancho de los tableros correspondientes.

Se comenzara por clever el barrote de base a una altura del suelo de

unos 15 a 20 em. Con ello se facilita la puesta en obra del pilar y la aber-

P I LARES DE ESQU INA

Todo cuanto digamos aquf para los pilares ligeros, es aplicable fntegra-mente pa ra los medlos grue$Os.

En los pilares de esquina se da la circunstancia de que apoyan dos

vigas. de angulo. Por 1 0 tanto, dos tableros adyacentes, los de las carasexteriores correspondientes a las dos alineaciones de la fachada son mas

altos que los otros dos interiores, y sobre los cuales viene apoyada la vigade su lado correspondiente.

P ILARES I NTERMED IOS

Estos pilares, que son IQS correspondientes a la fachada entre pilares

tienen un tablero largo y los otros tres restantes, sobre los que se apoyar~el fondo del encofrado de las vigas correspondientes, mas cortos,

La altura de estos tableros cortes sera la que viene determinada por:

Altura del techo + grueso del suelo - altura 0 canto de la vigacorrespondiente - grueso del tablero de fondo del encofrado de dicha viga.

Supongan:os que I? altura del techo es de 3,00 metros y el grueso de

la losa del PISO superior es de 0,20 m. La viga tiene un canto de OAO my el grueso del tablero del fondo de la viga es de 0,025 m.

Para la altura de los tableros cortos se tendra:

5657

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tura de limpieza, de la q~e hablaremos despues. Tengase presente que la

base del molde. debe encajar en la carcelilla ya dispuesta tras el replanteode la base del pilar.

Desp~es c.olocaremos el barrote de cabeza, que quedera un grueso de

tabla m.as ba]o que el borde superior del molde del pilar, ya que es, como

se ha dlcho, el apoyo del fondo del molde de la viga Q de la losa de piso.

Una, vez ~Jecutado todo esto, se colocaran los restantes barrotes. Se cla-varan solidamente, ya que los tableros, hasta su puesta en obra han de

s.er transportados y manejedos, edemas que 10mas corriente es que se uti -

Ilce,n ~a~las veces ml~ntras sean servibles. Ya sabemos que los barrotes

est~n unlcament.e destinados a resistir los embates del transporte, manipu-lacicn y colocac.16n en obra, asi como los esfuerzos del desencofrado, pero

nunca lo~ empujes que sobre los tableros e jerce e l hormig6n. Esos esfuerzosde horrniqonado caen sobre los marcos 0 bridas.

Para poder «sanea:» la base del pilar momentos antes del hormigonado

de todas aquellas cosillas que puedan haber caido durante el proceso de

encofrado, tales como clavos, virutas, astillas, etc., se dispone en la base

del encofrado, y 5610 en uno de sus tableros, una abertura por la que se

pueda meter la mana y una escobilla. Esta abertura se cerrare debidamentecuando se vaya a hormigonar.

Tam?ien cuando la altura del pilar es considerable y para evitar que

el horn:lg6n al ca~r de tal .a,ltura se ~isgregue (los gruesos caeran primeroY.lo.s fines despues, obteniendose aSI un hormigonado por capas de muy

dlstinta mezcla y, por 10 tanto, defectuoso), se suelen hacer unas ventanas

en u~o de los tableros a mitad de altura del pilar, que sirven de boca de

horn:l~onado has.ta que el hormig6n IIega hasta ellos. Despues se cierran ycontinua el hormiqonado por la parte superior del molde.

,Y ya que hemos tocado ligeramente el tema de hormigonado, no ven-

dran mal al lector unos consejos que debe tener en cuenta en el hormigo-nado de pilares .

trario, al hormigonar, siempre se mueven los hierros, 10 q ue puede provo-

car que se produzcan grietas interiores en el hormig6n. Estas grietas, si el

hormig6n ya esta algo endurecido, no se cierran, 0 puede suceder que se

introduzca algun arldo algo grueso, dejando una discontinuidad en la masa.

Si estas grietas no IIegan al exterior, no suelen tener gran importancia. No

as! si consiguen IIegar al exterior. Entonces, si no se toman las debidas

pr~cauciones, el pilar tendra corta vida. Por la grieta 0 grietas producidas

se lntroduclra la humedad, alcanzando las armaduras. Estas no tardaran

en cubrirse de la herrumbre caracteristica de la oxidaci6n, perdiendo re-

sistencia, ya que disminuye la secci6n. Por otra parte, en el fen6meno de

la oxidaci6n del hierro se produce un aumento de volumen, es decir, se

dilata, 1 0 que origina un empu je sobre el hormig6n que Ie rodea, IIegando

incluso a hacer le saltar .Es frecuente el que el hormig6n se someta a vibraci6n, 1 0 que obliga

a reforzar bien los tableros para impedir que el vibrado cause alqun des-

perfecto.

Tambien se sue len IIenar los pilares vertiendo el hormig6n en carre-

tillas 0 vagonetas, 1 0 que hay que tener en cuenta para reforzar las cabezas

de los moldes.

CODALES

Para evitar que el molde se deforme, volviendose alguno de los table-

ros hacia el interior, se colocan codales, los cuales son retirados cuando

se hormigona, ya que el hormigcSn empu ja a los tableros hacia afuera y

cumple la misi6n de aquellos , Suelen clavarse l igeramente.

P IL AR ES D E S EC CIO N N O R EC TA NG UL AR

H ORM IG ON ADO DE P I LARES

Dentro del mismo capitulo de los encofrados de pilares ligeros, nos

encontramos con aquellos que no tienen la secci6n cuadrada 0 rectangu-lar, que si bien no son frecuentes, en cambio se pueden presentar en al-

guna obra.

Es muy aconsejable que los tableros se mojen despues del hormigona-

do y, por 1 0 menos un dia despues, hasta su desencofrado ya que el hor-mig6n necesita humedad para su proceso de fraguado y como por la parte

del molde esta en contacto con el exterior, no fraguaria debidamente si no

se, hu~e?ecieran los tableros. C~mo siempre suelen sufrir mas las partes

mas debiles, tales como las esqurnas de los pilares, para evitarlo se suelen

colocar unos listones triangulares en las esquinas, de manera que el pilarno termina en aristes vivas, s ino achaf lanadas.

Otro cuidado a tener en el hormigonado es el de sujetar las armadu-ras, bien con tirantes de alambre 0 con listones, ya que en el caso con-

P IL AR D E S EC CIO N C IR CU LA R

Para encofrar este tipo de pilares no suelen emplearse tablas, las cua-

les deberian adoptar una forma curva para determinar la circunferencia

de la secci6n transversal, sino que se toman tablillas estrechas, sin clever-

las previamente, y con elias se forma el molde.

Para dar forma circular a dichas tablillas sueltas se emplean los IIama-

dos camones, que son los que realmente obligan a las tablillas a adoptar

aquella forma.

58

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Se dispondren primeramente las tablas que van a formar el cam6n,

encajandolas 0 acoplandolas debidamente, para que al trazar sobre este

encaje la ci rcunfe rencia, est a no presente ningun punto de di scont inuidad.

Despues S e sier ra has ta 1 0 mas cerca posible de la traza marcada para la

circunferencia y con hacha, con extremo cuidado, se vada el resto.

Una vez comprobado que la circunferencia esta bien definida, se pro-

cede a clavar las piezas contiguas.

Misi6n de los eamon••

Como puede apreciar por 1 0 ya dicho, los camones no son piezas

resistentes, ya que son francamente deblles, de manera que su unica mi-

si6n es la de «dar forma» a las tablillas que determinan el molde de pilar

circular; conviene recordar bien esto.Para darle rigidez a los encofrados, se utilizan generalmente aros de

hierro, que reciben el nombre de zunchos. Tambien puede emplearse, si

el empuie del hormig6n no ha de ser grande, alambre de acero, en una

sola vuelta 0 a doble vue lta, pa ra re forzar.Los aros metallcos no tienen complicaci6n alguna, ya que como su

nombre indica son unos drculos abiertos por un extremo y que una vez

colocados se cierran por cualquier procedimiento .

Figura 48

Putst. en obr.

En la figura 48 representamos un pilar de secci6n transversal circular.

En los extremos del molde, en la base y en la cabeza se disponen los ca-

mones, que son unas tablas que tienen recortado por una de sus partes

un arco de circunferencia, de manera que entre todas elias completen la

secci6n pedida. EI diametro de dicha circunferencia no sera el mismo que

el que debe tener el pilar ya hormigonado, sino aquel aumentado en dos

gruesos de tabla, pues como se aprecia en la figura 48, al introducir las

dlstintas tabla s en los camones, se di sminuye su hueco.

En la cimentaci6n de hormig6n ya se habran dispuesto previamente

los tacos de madera 0 tablas en el lugar correspondiente en que deb a que-

dar el pilar. A esos elementos debe clavarse el cam6n de la base del pilar,

se aploma, se colocan los aros 0zunchos, se vuelve a aplomar (esta ope-

raci6n debe repetirse con frecuencia para comprobar que esta vertical)

y se colocan las tornapuntas.Los zunehos deben ir mas juntos en la parte inferior que en la supe-

rior, ya que abajo es donde mayores esfuerzos soportan los encofrados

seoun vimos al hablar de los pilares de secci6n rectangular, y cuya ley de

esfuerzos representamos en la figura 41, que tambien es aqul de aplica-

.clon, Como norma general, los aros se colocaran en la mitad inferior a

distaneias que oscilan entre los 40 y los 50 cm, separandose qradualmente

conforme la altura es mayor, pero sin que la separaci6n maxima alcance

los 70 em.

616 0

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Ventana de J impieza y hormigonado

No debe olvidarse nunca dejar una abertura 0 ventana de limpieza en

el fondo del encofrado, en contacto con el suelo, para proceder, momentos

antes del hormigonado, a la limpieza total y definitiva de la base de hor-

mig6n sobre la que arranca el pilar, ya que durante todo el proceso de

encofrado habran cafdo desperdic ios de madera, c lavos, etc .

Si el pilar cilfndrico tuviese una altura considerable, para evitar que el

hormigonado caiga desde tan alto y sus materlales no esten debidamente

mezclados, al caer los gruesos primero y los finos despues, conviene dejar

una ventana a mitad de la altura, con el fin de hormigonar por ella, cerrar

despues convenientemente y continuar el lien ado del molde desde la cabeza

del encofrado.

PILARES DE SECCION POLIGONAL

Indudablemente, este tipo de pilares no es frecuente, pero no esta de

mas aquf una liegra ide" acerca de los mismos, siquiera sea para que el

lector tenga conocimiento de su existencia.

Trazado geometr ico de poHgonos regulares

Los polfqonos regulares los vamos a agrupar en dos grupos:

a) Inscritos en una circunferencia de radio dado.

b) Circunscritos a una circunferencia de radio dado.

EI lade del polfgono ya viene determinado en cada caso en funci6n del

radio correspondiente, que lIamaremos R, si la circunferencia es circuns-crita, y r para el radio de la clrcun-

ferencia inscrita.Resolveremos los siguientes ca-

sos:Dado el radio R 0 r, calcuJar eJ

lade L del polfgono pedido y su tra-

zado geometrico. Comencemos por

calcular eJ:

A

Pentagono regular inscrito en una

circunferencia de radio R

Supongamos que nos dan el radio

de la circunferencia circunscrita, R.

Procederemos de la manera siguiente

B (ver figura 49):

Figura 49 Con centro en 0y radio R, traza-mos la circunferencia. Dibujamos dos

dlametros perpendiculares, tales como los AB y CD.

Por el extremo 0 de uno de ellos y con el mismo radio R dado, se

traza el arco OE, 0 se lIeva sobre la circunferencia de manera que corte

en E. Por este punto, trazamos la para lela al otro dlarnetro AB, que cor-

tara en F al diarnetro CD. Desde E como centro y con radio AF, cortamos

en G al diametro CD. EI segmento c p determinado por AG es el valor del

l ado del pentapono pedido:

EI valor numerico de L es:

R

L=-

210-2V5=l,1795.R

Pen tagono regular c ircunsc rito a una c ircunfe rencia de radio

A'

IC

Figura 50

Este case 1 0 vamos a resolver re-

curriendo al ejemplo anterior. Es de-

c ir, uti li zando el procedimiento segui-

do para obtener la figura 49, y con

el radio actual r, trazamos una cir-

cunferencia (figura 50). Obtenido

H inscrito en ella, el polfgono regular de

cinco lados, basta trasladar estos la-

dos paralelamente a sf mismos hastaque sean tangentes a la circunferen-

cia, tales como los A'H, HI, IJ, KJ

Y A ' K.

EI valor de la IfneaA'H, lado del

poffgono, en funci6n del radio, sera:

L = 2 r V 5 - 2 V 5 = 1,452 r.

Puede suceder que se presente el problema en el orden contra rio, es

decir, que nos digan: deseamos un pilar pentagonal cuyo lado tenga unalongitud dada L.

En este caso, procederemos a calcular el radio sacandolo de la f6rmula

correspondiente. Para mayor faci lidad, l as da remos aquf.

Para el pentagono inscr ito:

R = 0,839 L .

Para el pentagono circunscr ito:

r=0,688 L.63

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Figura 51

(No dames la forma de obtener el pollgono regular de siete lades

-heptagono- por no ser frecuente su uso.)

Examinando la Figura 53, vemos que su trazado es senc il lo.

Con el radio R, trazamos la circunferencia y en ella dos dlarnetros per-

pendiculares entre sf, tales como los AE y GC. Unimos los puntos extremos

de estos dlarnetros, A con C; C con E; E con G, y G con A. Con ello he-

mos obtenido el cuadrado regular inscrito en la circunferencia de radio R.

Trazamos a contlnuaclon otros dos dlametros tamblen perpendiculares

entre sf y de tal manera que FB sea perpendicular a AC y EG (ternbien se

puede obtener esto uniendo los puntos medios de los lades AC y EG); y

HD 1 0 sea a su vez a AG y CEo Uniendo los puntos A-B-C-D-E-F-G-H-A,

tenemos trazado el octoqono.

EI valor del lado en funcion de l radio Res:

L= R V 2 _ . ...; 2 = 0,765 R.

Hexagono regular inscrito en una circunferencia de radio R

Figura 52Para obtener el polfgono de ocho lades circunscrito a una circunferen-

cia de radio r, procederemos exactamente como en IQScasos anteriores,

del pentaqono y hexaqono, trazando la Figura semejantemente a como se

ha hecho para las figuras 50 y 52.Para los encofrados de estas secciones poligonales, se puede proceder

de un modo similar a como se ha descrito para los pilares de secclon

circular.

Para su obtencion basta con trazar el cfrculo de radio R, sequn se ve

en la Figura 51 , y con el mismo radio R cortar arcos de la circunferencia

ya que el lado del hexaqono es igual a l radio.

L =R.PILARES MEDIOS Y GRUESOS

Hexagono regular circunscrito a una circunferencia de radio r

A

Tampoco ofrece dificultad este

trazado, y procederemos como en el

caso similar del pentaqono, trazandopreviamente (figura 52) el hexagono

inscrito y luego trazar tangentes pa-

-----:I C ra lel as a aque llos lados.EI valor del lado en funclon del

radio r, es

EFigura 53

64

En termlnos generales, cuanto se ha dicho para los pilares ligeros es

tamblen aplicable para este tipo de pllares, cuya diferencia con los ya des-

critos es la de tener que soportar mayores empujes debido a la mayor

secclon de horrnigon.

Embarrotado

cPara mayor seguridad en estos pilares, los barrotes 0 bridas t ienen

menos separacion entre sf que en los ligeros, de manera que absorban los

esfuerzos a que han de estar sometidos los moldes.La seccion de los barrotes es la misma que en el caso de pilares lige-

ros, solo en este caso 1 0 que varia, como ya hemos indicado, es la separa-

cion entre ellos .

Atirantado

Oct6gono regular inscrito en una

circunferencia de radio RPara evitar que tales tablas pandeen ante el empuje del hormlqon. se

dispondre un eficaz atirantado, incluso reforzando este con doble alam-

65

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E NC OF RA DO D E C AB EZ AS D E H ON GO

Tablero d. cepo

Cuando una losa de techo continua lisa, apoyada exclusivamente sobre

pilares, estos vanprovistos de unos capiteles que se lIaman cabezas de

hongo. Como las losas sin vigas han de tener un grueso minima de 15 cm,

su encofrado ha de ser mas recio que los corrientes y, por la misma rezon,el encofrado de las cabezas de hongo.

Estas se componen de dos cuerpos t ronco-piramidales, 1 0 que exige unencofrado de 8 tableros: 4 correspondientes al cuerpo inferior y 4 al

superior. Cada tablero tendra forma de trapecio y sus lades habran de

biselarse para encajar perfectamente. Construir el encofrado de una cabe-

za de hongo es, pues, una obra maestra con la que puede lucirse un buen

encofrador.EI procedimiento para el trazado, biselado y colocaci6n de los table-

ros viene a ser casi igual al descrito para los cimientos tronco-piramidales

de los pilares. Por 1 0 que omitimos la descripci6n y nos contentamos con

presentar los dibujos de un encofrado caracterfstico de estos capiteles.(Figura 54.)

Figura 54

TQblero encepado

bre, mas juntos que en el caso de los pilares ya descritos, y con atiran-

tados cruzados, ent re dos tablas fren teadas.

Tornapuntas

Como puede desprenderse de todo cuanto ya hemos dicho, estos pila-

res de mayor secci6n han de ser arriostrados debidamente, para evitar que

se desplomen, 1 0 que si sucede una vez hormigonado no habra mas solu-

cion que derribar el pilar y comenzar de nuevo.

6 6 6 7

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v . Encofrado de p ila resde portic o

PORTICOS

Hasta ahora hemos visto la forma de encofrar pilares «suelos», es

decir, en que al calcularse que las vi gas que descansan sobre ellos van

sencillamente apoyadas, se hormigonan por separado: pilares primero, vi-

gas despues, Se encofra, pues, el pilar, se hormigona en una 0en var ias

etapas y transcurrido cierto tiempo (el que rige en el ritmo Impuesto a

la obra para su buena marcha) se encofra la viga y se hormigona esta.

Pero un portico es la pieza de obra de hormig6n en que pilar y viga

van unidos entre sf «rfgidamente», sin soluci6n de continuidad y donde

los esfuerzos a soportar son muy distintos a los que ya sabemos rigen

para las vigas simplemente apoyadas. En los cases de pilares y vigas, aque-

1I0s trabajan principalmente a compresi6n, por las cargas transmitidas

hasta ellos por las vigas. En cambio, en los p6rticos 0 estructuras aporti-

cadas, los pilares, tamblen Ilamados jambas, estan sometidos a esfuerzos

de flexi6n, en las bases de pilares aparecen esfuerzos horizontales, etc.

Todo 10 anteriormente dicho trae como consecuencia 16gica el quela secci6n transversal del pilar 0 jamba, no sea la misma en toda la altura

del mismo. Y mientras tres de sus cares en una misma jamba son ver-

ticales, la cuarta, que es la inferior al p6rtico, suele estar inclinada hacia

adentro, de manera que en la parte superior tiene mas secci6n que enel p ie.

Taller

Podemos casi admitir aquf cuanto dijimos en materia de pilares en

las paginas anteriores. La diferencia estriba en que dos tableros tienen

una forma de trapecio, en vez de ser rectangulares, como sucedfa en los

6 9

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~ ,

" '... ;.

$eceion

Figura 55

casos anteriores. Esto se consigue

aserrando tablas en el sentido trans-

versal, 0 de su mayor longitud, con

oblicuidad para ir ganando la anchu-ra necesaria.

Los dos tableros trapeciales nolIevan barrotes y las tablas deben

c1avarse a las altarjfas, tal como se

muestra en la figura 55, que sirve

para el embricado posterior .

EI tablero vertical exterior, de

forma rectangular, como la de un pi-

lar normal, no ofrece dificultades.

Los dos tableros laterales exteriores

Ilevan un embarrotado bastante li-

gero, el suficiente para atender es-trictamente a su rigidez, ya que la

misi6n resistente no va confiada a

ellos, sino a los marcos 0 bridas.

EI tablero interior, inclinado, es

tambien de secci6n rectangular, como

el de un pilar normal, pero en este

caso los esfuerzos que debe soportar

son mayores a aquellos, ya que tie-

nen esta forma tan especial y al hor-migonar, el hormig6n trabaja sobre

esa pieza considerablemente. Las dis-

tancias entre barrotes sue len ser muy

pequefias, ya que es conveniente co-

locarlos a distancias no superiores a

los 50 cm. Naturalmente, en la parte

inferior, 0 pie de la jamba, la sepa-

racion entre barrotes sera algoFigura 56

menor.

Otras veces, para aumentar la re-sistencia de este tablero se coloca una

tabla, lIamada por tanto «tabla de

aguante», c1avada a un extreme

del tablero, para darle mayor consis-tencia.

tablero interior tiene de grueso, dos gruesos de tabla (uno es el suyo,

otro el del embarrotado consiguiente), la tabla de aguante debe c1avarse

a una distancia de esos dos gruesos de tabla a partir de la linea de hor-migon, es decir, a 5 cm de la cara del pilar, si es que el grueso de tabla

es de 2,5 cm.Para reforzar estos encofrados, suele tambien usarse del atirantado,

del cual ya hemos hablado en el caso de los pilares y que aquf se emplea

con las mismas caracteristicas.EI arriostrado de las jambas de un portico se efectua mediante las tor-

napuntas , ta l como ya se ha visto anteriormente .

Y en definitiva, el resto de detalles es similar a los ya descritos.

Plante

Estas tables «de aguante» sue len ser tablas sencillas, de las mismas

que sirven para encofrar, y van tal como se indica en la figura 56. Sec1avan a los tableros laterales cuando estos no han side cortados para

darles la forma trapecial necesaria al pilar del portico 0 jamba. Como el

71

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VI. Encofrado de vigasyjacenas

E NCOF RA DO D E V IG AS

Las vigas son las piezas horizontales que descansan sobre los pi l ares,

o bien sobre muros de mamposterfa, fabrlca de ladrillo, etc. Su enco-

frado consiste, en terminos generales, en dos tableros laterales y uno defondo.

Para su mejor estudio, las dividiremos en:

a) Vigas ligeras, medias y gruesas, tal como hacfamos para el estudiode los pilares.

b) Segun el lugar que ocupan en el conjunto de la edificaci6n: en

vigas de fachada, interiores yexteriores.

Para todas estas vigas rigen ciertas normas generales, que podemos

definir asf , en termlnos generales:

Los tableros laterales tienen la anchura de la altura de la viga aumen-

tada en un grueso de tabla, ya que el tablero de fondo, va siempre entrelos laterales.

Los tableros de fondo sue len ser muy ligeros, ya que la resistencia

del mismo se confta a los apeos.Los tableros del encofrado de una viga descansaran totalmente sobre

la cabeza del encofrado de los pi lares .

En la figura 57 vemos los elementos que constituyen el encofrado com-

pleto de una viga.

Pasemos ahora a exponer las distintas formas en que se nos puedepresentar una viga .

V IG A D E F AC HA DA

Como es l6gico, esta clase de vigas tienen por caracterfstica la de te-

ner por uno de sus lades los muros de fachada que cierran el edificio,

y por el otro reciben la carga de la losa del suelo del piso alto.

73

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CodalEncoF r odo Lo co. ./

V ~Borrv le t\f-- C a rr er o c os ~ il IQ

~ r -

Vi9ue~a

~

~I-- Carrero b C l j O

~

~Tabla de ogUO"!,

V/ 1/ .x-,",',,¥ -// }.""."Y/ / ",",",~

1Sopando I

-I--Bri.da

I I I ~Figura 57

AI estar esta viga al exterior, los dos tableros laterales tendran dife-rente altura, ya que PQr la parte de la fachada hay que dar molde a todala altura de la viga, por 1 0 tanto, el tablerocorrespondiente tendra poraltura total la de la viga mas un grueso de tabla, correspondiente al quetiene el tablero de fondo. En cambio, el tablero interior acaba en el enco-

frado de la losa. Su altura sera, pues, aquella que resulte de disminuir a1 2 1 altura de la viga el grosor de lalosa mas un grueso de tabla, que esel de fondo. En la figura 58 vemos la disposid6n de una viga de estetipo.

Figura 58

Taller

de los tableros 5 1 que sera la luz libre 0 distancia entre las caras mas pr6-ximas de dos tableros consecutivos.

Lo comun es que el montaje de los tableros no se efectue a pie deobra. Para poder transportarlos con seguridad, es siempre conveniente quela clavaz6n sea firme.

Es corriente dar a los barrotes una separaci6n comprendida entre los50 y 60 em, ya que han de soportar el empu j e que el hormig6n ejercerasobre los tableros laterales. Estos barrotes suelen tener una escuadrfa de50 mm por 25.

Para el tablero inferior , ademas de las consideraciones antedichas, te-niendo en cuenta que la altura viene disminuida respecto al tablero exte-rior en la altura de la losa del piso, hay que tener las siguientes:

EI tablero exterior, que es el de mayor altura, se ve libre de la losa,por 1 0 que su construcci6n es corriente. Los barrotes deben de lIegar alextremo mas alto del tablero. Los barrotes extremos no se clava r an enlos extremos del tablero, sino a una distancia de ellos que corresponda aun grueso de tabla, ya que el encofrado de las vigas, como sabemos, seapoya en el de los pilares. En el caso, tarnbien muy corriente, de quese encofre la viga despues de haber desencofrado el pilar, la longitud total

1 4 75

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Puesta en obraComo en estos tableros apoyan los encofrados de la lose, hay que dis-

poner de una tabla horizontal, clavada a los barrotes, que se llama carrera.

Generalmente, en planta, los pilares no suelen estar distribuidos sequn los

vertices de un cuadrado, 0dicho de otro modo, la losa que apoya sobrecuatro pilares no es un cuadrado, sino un rectanqulo. EI encofrado corres-

pondiente a este trozo de losa llevara las tablas segun la mayor dimensi6n

y, como es l6gico, los barrotes 0 costi llas que refuerzan dichos tableros,

iran perpendiculares a ellos, es decir, en el sentido de la menor dimensi6n

del rectanqulo. Por 1 0 tanto, esto habra de tenerse en cuenta a la hora

de clavar el tablero lateral interior del encofrado de la vida de fachada

de la carrera correspondiente. Si se trata de la viga que corresponde al

lade menor del rectanqulo, entonces la carrera se sltua a unos 2,5 cm (0sea un grueso de tabla) por debajo del borde superior del tablero de laviga, ya que alll se epoyere el tablero de la losa. Si estamos en el caso

de pertenecer la viga en cuestion, a la parte de la mayor dimensi6n del

rectanqulo, entonces la carrera debe clavarse a una distancia del borde

superior del tablero lateral del encofrado de la viga, que es la suma de un

grueso de tabla mas 10 que corresponda al ancho de los barrotes 0 costi-

lias del encofrado de la losa. Esta carrera se clavara en el taller, no en el

momento de poner el encofrado en obra.

EI tablero de fondo tiene la misma longitud que los tableros laterales,

salvo en el caso de que existan cartelas, en cuyo caso IIegaran hasta el

arranque de estas. La cartela es una soluci6n de continuidad de la viga en

las proximidades del apoyo con los pilares y sus dimensiones vienen dadaspor el calculo.

La anchura del tablero de fondo es la misma que la que tiene la vigade hormig6n, ya que, como hemos dicho y se ha mostrado en la figura 57,

el encofrado de fondo va clavado entre los tableros laterales.

EI embarrotado de estos tableros de fondo, para poderse apoyar a los

laterales y con ello dar mayor consistencia al encofrado, suelen tener una

longitud igual a la anchura de la vida mas dos gruesos de tabla. Estegrueso de tabla, saliendo por cada lade del tablero de fondo, facilita gran-

demente el montaje de la totalidad del encofrado. Pero como ya decimos,

esos salientes son para «apoyar los laterales», es decir, que no se claveran,

ya que con ello se dificultarfa enormemente la operaci6n de desenco-

frado. EI desencofrado de las vigas no sigue el mismo proceso que el delos pilares. En estos se quitan los tableros todos a la vez, al cabo del plazo

fijado para ello y que depende en gran manera de la temperatura am-

biente. En cambio, en las vigas, se desencofran primero los laterales (esta

operaclon puede incluso realizarse pasadas veinticuatro heres, cuando el

clima es caluroso) y, en cambio, los fondos de las vigas deben todavla

continuer muchos dlas mas. Por ello serla fatal clavar los fondos per me-

dio de los salientes de sus barrotes a los laterales, sino los laterales a lostondos.

Lo usual es que en primer lugar se coloque en obra el tablero de fon-

do. Para ello es imprescindible haber dispuesto todo el material auxiliarnecesario, tal como los puntales de apeo, las tablas IIamadas sopandas

y que son sobre las que se apoya el tablero de fondo. Este tablero se

apoya en sus extremos sobre el encofrado de los pilares, si estan todavfa,

o sobre un puntal adosado al pilar, cuya sopanda esta situada a la altura

conveniente, para que al apoyar el tablero de fondo, quede este debi-

damente.Tambien puede armarse el molde fuera de la obra, para 1 0 cual es ne-

cesario colocar unos codales que aseguren la cor recta forma del encofrado.

Estos codales se quitan una vez ya asegurado el encofrado en obra.

. 1 \

Figura 59

7776

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Asentado el tablero de fondo en los dos apoyos extremos, se procede

a colocar los puntales (que suelen estar constituidos por unos rollizos 0

troncos ~e escaso dlametro, de unos 12 a 8 cm de dlametro ) con las co-

rrespondientes sopandas (en la parte inferior de la figura 60 vemos un

puntal con su sopanda) y que son las que realmente tienen a su cargo el

mantener horizontal el tablero de fondo, y despues se procede a colocarlos tableros laterales.

EI tablero lateral exterior se arriostra, tal como se muestra en la fi-

gura 5~, cla.vando uno~ tornapuntas a la cabeza de las sopandas, y evitando

el desllzamlent?, de dicho tornapuntas mediante una tabla de tope 0 de

aguante. Tambien se puede clever dicho tornapuntas al extremo de la

sopanda.

~as sopandas estan aseguradas con dos jabalcones, que al triangular

I~ :Igura Ie da mayor consistencia. La longitud de estas sopandas es la su-

ficlente para sobresalir del tablero de fondo con el fin de poder clavar en

ella los tornapuntas con la debida garantla.

Para la bu~na r:narcha del a~untalamiento, los rollizos .tendren una al-tura un P?co. In~erlor a la que tiene el pilar (es decir, hasta el tablero defondo), dlsmlnulda en los gruesos de tabla correspondientes a las sopan-

das y. a las tablas ~ue se colocan al pie para dar un apoyo firme, planoy horizontal. Ademas, para lograr un perfecto apoyo, se dispondran cufias

para IIevar el tablero de fondo a su sitio exacto.

EI ruimero de rollizos 0 puntales a colocar depende de varios factores

tales como dime.nsiones de la viga a hormigonar, peso que va a soportar

durant; el horm.l~onado, etc. Tenqase muy en cuenta que hasta que la viga

no e~te .en condiciones de «valerse por sf misma» y de soportar las cargasque lncldan sobre ella en las restantes fases de la obra, son los puntales

los que. deben sufrir todos los esfuerzos. Por 10 oeneral, se suelen colocarlos rolllzos separados de 60 a 70 cm, aunque ya decimos que ello depende

de los factores antedichos.

Podrfa, incluso, calcularse el ndmero de rollizos necesarios de la si-

guiente manera:

Conocida la secc!6n de la viga a hormigonar, su longitud, etc., se cal-

cula ,el peso de la misma. Tamblen se determina el peso del molde y de las

demas cargas que va a soportar la viga durante to do el proceso de hormi-

gonado hasta su desencofrado.

ASI IIeqamo~ a determina_r el peso 0 carga por metro lineal de viga en-

cofrada: Suponlendo como clf re de seguridad, que el centfrnetro cuadrado

de secc ,'6n de rol lizo soporta 40 kg, podemos deducir la secci6n necesaria

de aquel los a colocar en punta les y su separaci6n.

En la base del puntal se colocan las tablas 0 tablones que den a aque-

IIos, no s61~ una base reqular, sino un reparto al terreno de las cargas que

sopo~tan. SI no fuera aSI, el puntal se clavarfa en el suelo (en el caso en

que este no fuera de hormig6n 0 resistente). Entre estas zapatas y el pun-

78

tal, se colocaran las cufias precisas para IIevar a su posici6n los puntales.

Una vez conseguido esto, y para evitar deslizamientos producidos por cual-

quier causa, se clavaran ligeramente las cufias a las zapatas, pero sin

IIevar a fondo los clavos, ya que ello dificultarfa la operaci6n inversa de

desencofrar.

Seguridad en los puntales

Naturalmente, deberen rechazarse todos los puntales que no esten bien

derechos, ya que por ser piezas esbeltas pueden flexionar bajo la carga

recibida. Para evitar esto, incluso en los rollizos mas derechos, cuando laaltura es considerable, es necesario arriostrar debidamente los puntales.

Para ello es suficiente que se claven a media altura tablas, de manera que

unan cada rollizo con el mas proximo, tanto en el sentido de la misma

viga a que pertenecen como apeos, como en el sentido perpendicular conla viga siguiente. Con este modo de arriostrar los puntales, no habra forma

de que pandeen y pel igre el encofrado.Y ya que hablamos de puntales para epees de vigas a considerable

altura, conviene recordar que no siempre encontraremos puntales adecua-

dos para esa altura, 0 que ya tengamos en obra otros puntales mas cortos

por cualquier circunstancia. Se pueden aprovechar estos mediante un em-

palme eficaz, que nos permita alcanzar la altura deseada sin que por ello

se pierda resistencia en el apeo. Desde luego, hay que evitar que todos,

absolutamente todos los puntales sean empalmados. Por 10 menos, debe-remos emplear de un sesenta a un setenta por ciento de puntales enteros

yel resto pueden ser empalmados.EI empalme debe hacerse en un extremo, es decir, utilizando un ro-

IIizo que tenga una longitud igual 0 superior a los dos tercios de la total

a conseguir, ya que el pandeo viene a producirse por la parte central. No

hay, pues, que empalmar dos trozos de rollizo iguales, sino, como mlnimo,

que uno tenga el doble de la longitud que el otro. Con ello ya nos salimos

fuera de la zona pel igrosa.En el empalme se cortaran dos caras bien lisas, para que asienten bien

la una sobre la otra, y este corte se dara perpendicularmente a la longi-

tud del rollizo, para evitar deslizamientos. Luego con dos tablillas se pro-

cede al clavado y union de los dos trozos de rollizo.A veces, y para mayor seguridad, se colocaran cruces de San Andres,

arriostrando los puntales y tornapuntas. Los primeros para mantener los

puntales en el plano vertical que pasa por la viga apeada y las segundas

para evi tar deslizamientos de punta les , cafdas, e tc.Estas vigas de fachada que acabamos de describir deberan de cuidarse

mucho, ya que es delicada su construccion por las especiales caracterfsti-

cas que reunen.

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VIGA INTERIOR

£ncofrado losa

Barrote

Soponda

Br(da

Rollizo pun~a l

Figura 60

Por 10 general, una viga interior se caracteriza por tener que soportar

la losa del piso superior por ambos costados, a diferencia de las vigas de

fachada, que s610 ten fan la losa por la parte interior.

Tableros laterales

En este caso, figura 60, en que se muestra una viga interior, los dos

tableros laterales son iguales, y su altura sera la de la viga, disminuida en

la altura de la losa y aumentada en un grosor de tabla, que corresponde

al t able ro de fondo.

Tablero de fondo

En este caso de las vigas interiores, el tablero no difiere absolutamente

en nada del ya descrito para el caso de vigas de fachada.

Taller

80

Podemos repetir aquf cuanto ya dijimos sobre el montaje de tableros

en taller de los moldes para vigas de fachada, de manera que el lector

debe recorde r cuanto en aque lla ocasi6n dijimos.

Puesta en obra

Tarnblen es ldentica la puesta en obra de los tableros en el caso

presente.

ENCUENTROS DE VIGAS

Esquinas

En el caso que aquf vamos a describir, suponemos que el encuentrode las dos vigas que forman la esquina, estan en voladizo, es decir, sin

Figura 61

81

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te por la mitad de la longitud de la junta, otra sopanda. .Se apeeran estas

dos sopandas, epoyandose en el cruce de ambas, con un puntal, y desde

los extremos de las sopandas pondremos jabalcones al punta I, para arrios-trar aquellas.

En la preparacion de los tableros de fondo para una junta a «inglete»

se debe tener muy en cuenta el asserrado en diagonal de las tablas para

que luego unan perfectamente. Si las dos vigas tienen el mismo ancho,

caso que sera el· mas frecuente, el angufo de corte es el de 45 gradosy podremos replantearlo y aserrar lo perfectamente.

Para el apuntalamiento de una junta de este tipo, basta con situar una

sola sopanda a todo 1 0 largo de dicha union.

Estas des son las dos uniones mas corrientes que se efectuan, Puede

hacerse, no obstante, otros tipos de juntas que, por sencilles, se resolveransin dificultad.

vv

Figura 62 Figura 63

V IG A S A CA RT EL AD ASapoyar en la mencionada esquina en pilar alguno, ya que si asf fuese, no

habria problema especial alguno. Se trataria simplemente de dos vigas de

fachada que descansan sobre un mismo pilar.En la figura 61 representamos una esquina en vigas de voladizo. Los

tableros no presentan novedad alguna sobre los ya descritos anteriormen-teo Se tendra en cuenta, en cambio, que las carreras y las tablas de aguante

no tendran la misma longitud que los tableros, sino que sobresaldran 1 0

necesario para que se puedan asentar sobre estas piezas las tablas que sir-

yen de aguante y sujecion vertical de la citada esquina, las que van clava-

das a las carreras.La unice varlacion sensible consiste en los tableros de fondo, ya que

en nuestro caso presente se encuentran los pianos que 1 0 constituyen a

un mismo nivel. Por tanto, este encuentro de ambos tableros puede ha-

cerse:a) Con un tablero «corto» y otro «largo». Uno de los tableros de

fondo cubre toda la esquina y en cambio, el otro, no Ilega al vert ice, sien-do la distancia que aun Ie falta, la del ancho del otro tablero. Este tipo

de fondo se llama junta de borde y testa. En la figura 62 se muestra un

encuentro de este tipo.b) Con ambos tableros encontrandose en cada pu nto, formando,

pues, su junta, una linea diagonal que une los dos vertices de los tableros.

En la figura 63 mostramos un tipo de encuentro con junta a inglete.

Describiremos las caracterfsticas que nos puedan interesar de estos dos

tipos de encuentros.En la preparacion de los tableros de fondo para una junta a «borde

y testa» no hay que tener mas precaucion que darle la debida longitud

a cad a tabla, para que su encuentro en la junta sea 1 0 mas perfec to posi-

ble. En el aputnalamiento de estos fondos hay que colocar una sopanda

precisamente debajo de la junta y cruzandose con esta, y aproximadamen-

Razon de las cartelas (1 )

En el calculo de las vigas se obtiene, a veces, que los esfuerzos que

ha de soportar esta en su union al pilar, son considerabJes. Para absorber

estos esfuerzos basta ria aumentar la secci6n de hierro en esas zonas «pe-

Figura 64

f if O L

( 1) Si el lector quiere tener una idea mas exacta acerca de la raz6n de ser de las

c ar te l a s, d ebe c ons ul ta r l a monograf fa n," 33 T ECN IC A Y PRACT ICA D EL HO RM IGO N ARM AD O

de esta misma colecci6n, ya que aquf s610 damos una muy ligera noci6n acerca de lasmismas.

82 83

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sentamos en la figura 65, que tiene el inconveniente de estropear maderasin posible recuperaci6n. La otra soluci6n consiste en afiadlr tablas en la

par~e acartelada, sin aserrar, sobre las cuales se clevaran, en la posici6ndeb Ida, las de fondo de la cartela (figura 66). Esta soluci6n tiene a su vez

el inconveniente de emplear madera en mayor cantidad de la necesaria,

pero esta no se estropea ni se desperdicia .

EI resto de las caracteristicas es identico a cuantas hemos descrito

para los tableros laterales de las vi gas. Se tendre presente el darle a estostableros laterales la anchura necesaria para que, edemas de la altura de

la viga, queden comprendidos en ellos el tablero de fondo con sus barro-tes y, si las hay, las tab las de aguante. Es corriente marcar sobre los table-

ros laterales las llneas que limitan la superficie inferior de la viga y se

traza tamblen la linea paralela a la distancia, que da un grueso de tablamas la de los barrotes, todo ello correspondiente al tablero de fondo.

La preparaci6n de este tablero se efectua, corrientemente, de la forma

siguiente:

1.° Prepararemos las tablas correspondientes al tablero como si no

existiese la cartela, es decir, como un caso de viga de secci6n igual. Semonta ernbarrotandolo con varios barrotes, pero no con su totalidad.

2.° Por la cara embarrotada se marca la linea extremo de la viga, es

deci r, donde da comienzo la cartela.

3.° Se marca con la sierra, sin profundizar en la tabla en exceso.

4.° Con la azuela se hace una muesca inclinada del lado donde queda

la cartela. .

5.° Se dobla la porci6n de tablero correspondiente a la cartela, obte-

niendo ya esta completamente.

Es, como puede imaginarse, una operaci6n que requiere alguna habi-

lidad, pero no vaya a creerse que es muy diffcil de conseguir.

Naturalmente, tambien se puede formar por piezas la cartela y su viga,

pero queda menos perfecta. Todo consiste en sendos tableros medidos

cuidadosamente y acoplados con habilidad.

Para mayor seguridad, se suele colocar un ernbarrotado formado pordos barrotes, en el lugar donde se inicia el quiebro de la cartela, uno en

cad a lade de ese quiebro, es decir, uno en cada lade 0 tablero.

Figura 65

- - -i->:

Figura 66

llqroses». Pero esto no siempre es econ6mico y se recurre a la otra solu-

cion: acartelar la viga, con 1 0 que se consigue aquel efecto de resistencia

al au.mentar .Ia secci6n de hormig6n, por una parte, y por otra, porquepermite «alejar» la normal secci6n de hierro que tenfamos en los redon-

dos colocados ya en la viga, aumentando, pues, el brazo de palanca y por

1 0 tanto, el valor de resistencia de las armaduras frente a los esfuerzosa soportar.

L~~ longitudes a dar a las cartelas las da el calculo, aunque a vecestambien sue len darse «a priori». Asf, se toma como longitud mas corriente

P?ra la cartela, la de la declma parte de la luz entre pilares y que la pen-diente de la cartela sea la de 3/1. En la figura 64 representarnos unacartela.

. Por tanto, la secci6n transversal de esta clase de vigas no es constantesino que por las cartelas sufre una variaci6n en su fondo. '

VIG AS M AE ST RA S Y BR OCH ALE S

TallerSe lIaman vigas maestras a todas las ya estudiadas y que, resumiendo,

son las que apoyan en otros elementos de obra, tales como pilares, mu-

ros de fabrica, hormig6n, etc. En cambio, se sue l en lIamar brochales a

aquellas otras vigas que se apoyan en las maestras. Tarnbien se les llama

viguetas.

EI encofrado es, pues, algo dlfsrente a los ya descritos .

La preparaci6n de tableros no ofrece dificultades. Podemos obtener losacartelamientos segun mejor podamos disponer de la madera en alrnaceno bien cortando las tablas para darle la forma necesaria, tal como repre-

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como se ve en la citada figura 67. En esta misma figura se expresa la

situaci6n en que debe estar la carrera.EI encofrado de las vigas brochales no ofrece dificultad, siendo valldo

cuanto hasta aqui dijimos ace rca de 1 0 referente a vigas.EI encuentro de ambas vigas, como puede comprenderse, es un punto

debll y por 1 0 tanto debera apearse con gran cuidado; para ello dispondre-mos de un buen punta I, que se colocara precisamente en el centro del en-

cuentro de ambas.La nivelaci6n de ambas vigas tamblen debe de hacerse con mucho

cuidado, colocando las cufias en la debida forma para lIevar los fondos de

ambos moldes al lugar exacto.Debera tarnblen vigilarse que al colocar las armaduras de ambas vigas,

por ser algo mas complicadas que en el caso sencillo de una sola viga maes-tra, no se hayan movido los tableros, y Ilevarios de nuevo a su verdadera

posici6n en el caso contra rio.

Figura 67

Taller

Por 1 0 general, los tableros que constituyen el encofrado de la viga

maestra difieren poco de los que ya hemos visto en los casos anteriores.

En la figura 67 vemos c6mo una viga brochal «entrega» en una vigamaestra.

En los tableros laterales de la viga maestra se colocara un barrote de-

bajo de la abertura de entrega, tal como ya vimos que se hacfa en los

apoyos de las vigas sobre los pilares, penetrando el encofrado de los bro-

chales en el de la viga maestra. La abertura a practicar en los costeros

de la viga maestra debe tener una anchura igual a la que debe tener la

secci6n de la vigueta mas dos gruesos de tabla. En cambio, la altura sera

igual a la que deba tener la vigueta disminuida en el grueso correspon-

diente a la losa de piso mas un grueso de tabla, que corresponde a un

grueso de fondo.

Adernas del barrote de fondo, clavado en el lateral del encofrado de

la viga maestra, para apoyo del tablero de fondo de la viga brochal, se

colocaran dos barrotes mas en los laterales de la abertura de entrega, tal

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V II. Enc ofrado de muros

Se distingue este tipo de encofrados del res t o de los estudiados hasta

ahora porque en ellos se emplean tableros de grandes dimensiones, enconsonancia con las tamblen considrables dimensiones que adquiere este

tipo de obra, al contrario de 1 0 que sucedfa en el caso de pilares y vigas,

caracterizadas por su estrechez y longitud. Aquf, en cambio, en el enco-

frado de muros y paredes, habra de disponer de tabler os grandes en con-

sonancia con la obra a ejecutar .

E NC OF RA DO D E M UR OS

Replanteo

Una vez hormigonado el cimiento sobre el cual se va a asentar el muroque tratamos de encofrar, se procede, sobre el enrasado de aquel, are-

plantear 0 delimitar el nuevo encofrado. Tendremos muy en cuenta queno conviene dejar endurecer totalmente el hormig6n de enrase de cimien-

tos, para poder dejar «agarrados» los cleves y tablas que forman la car-

celilla 0 tablas de sujeci6n de la base inferior del encofrado. Estas carcell-

l ias se situaran de la manera siguien te:

Fijado el eje del muro a encofrar, las tablas de sujeci6n de la base

inferior no iran a una distancia de ese eje igual a la mitad del espesor del

muro, ya que hay que tener en cuenta, edemas de este, gruesos de tabla

y anchos de las tablas que forman las costillas.Asf, pues, y fljandonos en la figura 68, que muestra una planta, tene-

mos. si lIamamos e al espesor del muro, 9 al grueso de tabla y c al anchode costilla:

Separaci6n entre tableros = e + 2 . 9 + 2 . c;y 1 0 que tenemos que alejarnos del eje del muro: e/2 = c + g.

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Es corriente que, una vez clava-das las «carcelillas», se proceda asu jetar las costillas, sobre todo las

extremas del encofrado y varias delcentro.' Para ello se procedera a suaplomado con toda precisi6n y se Ieclava un tornapuntas para su afirma-do. Es fundamental, repetimos, elperfecto aplomado de estas costi llasque ahora situamos, ya que en eliasse van a apoyar todas las operacio-nes sucesivas. Para mayor seguridad,se clava horizontalmente una tabla enla parte .superior de las costll las, queles da mayor rigidez e impide que seseparen, lncllnandose, del plano queforman sus aristas interiores (cara de!muro).

En la figura 69 vemos una tabla de aguante de pie, 0 carcelilla, condos costillas ya aplomadas y una de elias con u~ tornapuntas para arrios-trarla verticalmente. Tarnblen se ha dibujado una riostra horizontal en laparte superior para evitar que las costillan venzan.

Los tornapuntas van clavados por su extremo superior, como ya he-mos visto, por dos cleves a la cabeza de las costillas. Por la parte infe-rior, que se corta en bisel, debe afianzarse bien al suelo, 0 tamblen puedec1avarse una tabla que ya habremos dejado recibida en el hormig6n delsuelo para esta misi6n. Si todo ello, es decir, si no se hubiera dejado pre-viamente clavada una tabla en el hormig6n para sujetar el extremo deltornapunta, tarnblen podemos obtener esa rigidez mediante el c1avado deuna tabla 0 mejor un cuadradillo. En la figura 70 vemos un tornapuntascuyo pie va clavado a la tabla que previamente se ha embutido en el hor-mig6n, y en la figura 71 vemos el caso en que no tuvimos esa previsi6no nos convino mas establecer «el trianqulo de rigidez» mediante un cua-dradillo. En fin, en cada caso particular y sequn los elementos con que secuenten, as! dispondremos el arriostramiento de las costil las.

c-_. I--.~-+--t---__'I-+--+_

90

Figura 68

j_ e

I

Figura 69

Para este tipo de «carcelillas» seo emplea la misma tabla de encofrar,

teniendo, pues, por escuadria 2,5 X 10centfmetros.

Ejecuci6n

Figura 70

91

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Figura 71

Numero de costillas necesarias

No podemos dar una regia 0 formula que de la solucion a este pro-

blema. EI numero de costillas a disponer para que los tableros quedenbien seguros ante los esfuerzos que deben soportar viene en funci6n del

espesor del muro, altura del mismo, forma de hormigonado, empujes quese suponga habran de originarse antes de que el hormig6n pueda «valerse

por s f mismo», etc.

Como una regia general que ha sancionado la practlca, se suele colo-

car una costilla cada 60 0 70 cm. Ello es suficlente en casi la mayoda de

las obras de este tipo. . .En cuanto a los tornapuntas, no siempre suele ser necesarto disponer

uno en cada costilla. Bastara con colocar un tornapuntas cada dos 0 trescostillas, incluso menos. Claro que si se trata del encofrado de un muro

de considerable altura y se va a hormigonar tamblen en alturas grandes,

convendra que los tornapuntas esten mas juntos para mayor refuerzo.

Tamblen tendremos que disponer de mayor mirnero de tornapuntas en el

caso de tratarse de un muro grueso.

Si por economta de obra, 0 por otra circunstancia, la separaci6n entre

costillas fuera superior a los 70 cm, habrfa que procurarse algu.na ma-

nera de impedir que las tablas del encofrado se alabeasen 0 Flexlonaran

al recibir el empuje del horrniqon, produciendo en el muro las felsimas

92

cbarrigas», que son de un efecto deplorable y cuya correcci6n no es,naturalmente, muy ortodoxa, ya que hay que andar repicando el hormig6n

sobrante, enluciendo despues, etc. Se impone, pues, una seria vigilancia

de las costillas y de los tornapuntas. Claro que todavia no hemos descrito

la funci6n que realizan los atirantados y que tamblen impiden que los ta-bleros se abran.

Puede sucedernos que no tenga-

mos suficientes tab las para proceder

a colocar un numero de costillas quenos permita ester seguros del enco-

frado. Esto no debe importarnos de-

masiado si tenemos, en cambio, me-

dias tablas 0 trozos de tablas delongitud suficiente para poder efec-

tuar empalmes con elias y obtenerasi las costillas que nos son necesa-rias para disponer una cada 70 cm

como maximo. Para ello deberemostener en cuenta, en primer lugar, la

forma de sol ape que debe darse a los

empalmes, y en segundo lugar, pero

no por ello men os importante, el

punto del encofrado donde cae esesolape 0 empalme. En las figuras 72

y 73 vemos dos formas de solape. Laprimera (figura 72) no ofrece garan-tia alguna, por tener poca superficie

de contacto. La segunda (figura 73)

es mas correcta. 1ndudablemente,

cuanto mayor sea la longitud sola-

pada, tanto mejor.

Aun en el caso de que efectue-mos un buen solape, tal como se

muestra en la figura 74, no por ello

deberemos darnos ya par sat isfechos.

Estos solapes no deben hacerse en cualquier punto, en cualquier altura.

Si se colocara entre dos carreras, ante el empuje del hormig6n, servirian

de bien poco. Por eso hay que situar esos empalmes «precisamente» a la

altura de una carrera. En las figuras 74 y 75 vemos c6mo debe situarseeste solape. .

o •

•• •

•• ••

Figura 72

Carreras

Van clavadas a ias costillas y suelen colocarse incluso sin necesidad

de colocar primero los ejiones. No obstante, siempre es mas recomen-

93

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o 0 •

• •• • • - -

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Figura 74

Bien

Figura 75

dab Ie colocar primero los ejiones, ya que con ello quedan mejor situadas

y apoyadas las carreras. Naturalmente, antes de comenzar el clavado de

las carreras, ya se habran puesto algunas tablas. Se dispondra asf eltrabajo.

Se pondran los ejiones de la primera hilada, dos 0 tres tablas del en-

cofrado y luego ya la primera carrera, que quedara, pues, situada a cortaaltura del suelo. Ello es muy conveniente, por ser, precisamente, donde

el encofrado sufre mayor empuje a la hora del hormigonado. Luego tomare-

mos el alambre de atirantar, utilizandolo, como en los casos anteriores,

para su jetar los tableros y procurar que no se abran por efecto del em-

puje del hormig6n. Este alambre de atirantar se pasa PQr encima de laultima tabla de encofrado ya dispuesta (en este primer caso, sobre la ter-

cera); se coloca a continuaci6n la cuarta tabla, procurando (el grueso del

alambre tratara de impedirlo) que ajuste bien sobre la parte superior de

la tercera tabla, para 1 0 cual se golpeara ligeramente con el martillo, y

una vez ya conseguido ese acoplamiento entre ambas y el alambre, se pasa

por sobre la carrera y la nueva tabla y asf sucesivamente. Estos alambres

de atirantar se situan cada metro, poco mas 0 menos, siempre sobre lasr=rreras,

94

Las carreras suelen estar constituidas por una sola tabla, en el casode que el empuje del hormig6n y los esfuerzos a soportar no sean de-

masiado grandes. Por doble tabla, cuando se espere que los esfuerzos

sean considerables. Si los esfuerzos son grandes, se sue len emplear cua-

dradillos 0 alfajfas, de secci6n 10 X 10.En cuanto a la separaci6n entre carreras, podemos aquf repetir 1 0

mismo que se dijo cuando hablabamcs del embarrotado de los pilares;

en la base del encofrado del muro, la separaci6n entre carreras suele serpequefia, unos 40 a 50 ern (ya vimos que la primera carrera queda a

unos 30 cm del suelo); luego, esta separaci6n va en aumento, ya que

en la parte alta el empuje va decreciendo con la altura y el empuje a

soportar es menor. Por eso se lIega a separaciones de 1 metro y algo

mas.Como tanto las carreras como los atirantados ejercen la misma fun-

ci6n, que es la de evitar que los tableros se separen 0 abran, si dis-

ponemos un gran numero de atirantados podemos, a cambio de esto,

disminuir la escuadrfa de las carreras. Pero como norma general, po -

demos disponer de un atirantado con alambre de unos 3 a 3,5 mm dedlarnetro cada 70 a 100 cm; se pondra a 70 em, en los casos en que

estemos encofrando muros de cierta altura 0 de espesor considerable.La forma de atirantado ya la vimos cuando tratamos de los pilares,

es decir, se les da «garrote», que equivale a decir que por la mitad del

tirante se introduce una barra y se gira, de manera que al arrollarse sobre

sf mismo, va disminuyendo su longitud y aproximando los tableros hasta

la posici6n deseada.Tarnblen puede tensarse el alambre mediante el acufiado exterior.

Claro que al efectuar esta operaei6n, los tableros tienden a ven-

cerse hacia el interior, disminuyendo su separacion. Esto se evita siem-

pre mediante la colocaci6n de unos codales precisamente en las cerca-

nfas del atirantado. Estes codales estaran cortados a una longitud que

es exactamente la anchura 0 espesor del muro. De esta manera, y dada

la rigidez de los codales, este ancho permanece invariable .

A la hora de hormigonar, y conforme la altura del hormig6n va lIe-gando hasta los codales, estos se estiran, ya que no deben quedar em-

bebidos en la masa de hormig6n, y edemas, porque ya no son nece-

sarles, puesto que el hormig6n empuja los tableros hacia afuera y los

mantiene separados. En cambio, los alambres de atirantar sf que quedan

embebidos en la masa de hormig6n y, cuando se efectue el encofrado,

hay que tener cuidado de recortarlos bien para que no queden «flecos».

MUROS DE CIERTA LONGITUD

Si los muros son de una longitud escasa, no habra dificultad en

el problema de las carreras. Pero cuando esta longitud ex cede de las di-

95

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Figura 76

Figura 77

mensiones de equellas, entonces se nos presenta, como sucedfa con las

costi llas, e l problema del empalme de las carreras .

Estos empalmes pueden ir en cualquier parte del encofrado, no hay

prescripci6n especial para ello. En cambio sf la hay para la forma de

efectuar este empalme.La forma mas eficaz de hacerlo es uniendo ambas piezas a testa,

no con solape, como hadamos en el caso de las costillas. Y para evitar

que por el empuje del hormig6n, estas uniones, al flexionar, rompan

ese empalme hay que tomar las precauciones necesarias dando cierta

rigidez a la junta. Esto se consigue colocando en ella dos tablas, como

se indica en la figura 76, que evitaran, debidamente clavadas, la flexi6n

por la junta. Todavfa mejor es la forma de empalme que se ve en la

figura 77.En cuanto al empalme de las tablas que forman el molde no haydificultad alguna, ya que se van uniendo a testa. S610 cabra aquf tener

la precauci6n de reforzar con una costilla maestra el lugar donde seefectua la junta, para evitar que el encofrado se abra bajo el empuje

del hormig6n. '" .En la figura 78 se muestra un encofrado de un muro completo, con

indic~ci6n de cad~ una de sus partes mas fundamentales y que y\hemos

descrl to hasta aqu I. .

PRECAUCIONESANTES DE HORMIGONAR

Durante todas las operaciones de encofrar, habran cafdo suciedades

al fondo del molde que es necesario limpiar antes de verter la primera

96

Figura 78

capa de horrniqon. Como ya vimos en los pilares, tarnbien aquf se sue~en

ensayar unas ventanas de limpieza, para extraer de elias cuantas pequenas

cosas hayan caldo en el suelo. Una vez efectuada esta Iim.pieza, se ci~r;a

bien la abertura, para que por ella no pueda salir al exterior el hormiqonvertido ni tan siquiera el mortero.

Si los muros tuvieran una altura superior a los tres metros, es con-

veniente tambien hacer ventanas de hormigonado. No es conveniente

echar el hormiqon desde una altura considerable, ya que con ello los ma-

teriales se disgregan. Los gruesos (grava), por ser mas pesados, caen

antes, y los finos (mortero) caen despues, formandose unas capas irre-

gulares de malas mezclas. Si el muro es 1 0 sufic ientemente ancho p~ra

permitir que un peon palee de nuevo el hormig6n hasta darle la. d,eblda

homogeneidad, no hay peligro. Pero si esto no sucede, el horrniqon no

sera de buena calidad.Por eso decimos que es muy conveniente dejar a alturas de unos

tres metros unas ventanas para el hormigonado, con el fin de que no

suceda esa disgregaci6n de que hablabarnos.

97

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Otra de las precauciones que sue len tomarse antes de hormigonar

es la de darle una mana a los tableros por su parte interior con gas-oil

o aceite quemado, Ilamado aSI al que se saca de los motores de los auto-

m6viles 0 de los camiones despues de que estes 10 han utilizado enla lubrificaci6n. Con este pintado, se evita que el hormig6n «se pegue»

al tablero y quedan los paramentos de obra mas lisos y sin desconchados.

E SQ UIN AS D E M UR OS

Replanteo

No ofrece dificultad alguna el replanteo de una esquina de muro. Enrealidad es simplemente el encuentro de dos alineaciones en un punto

que es cornun en ambas. Podemos seguir aSI el mismo procedimiento

que describimos ya para el replanteo de un muro normal. Desde luego,

como al ll, ta rnbien equf sera necesario haber dejado sobre el enrase del

cimiento, antes de que el hormig6n fraguase por entero, 10 que dificulta-

ria la operaci6n, los cleves y las tablas que permitan formar las carcelillas

o tablas de sujeci6n de la base inferior del encofrado.En la figura 79 vemos c6mo se ha replanteado la esquina del muro.

Tenemos trazados los dos ejes de los dos muros que corren a su encuen-

tro. Son estos los A· A y B·B, cuyo encuentro es el C. A la distancia E del

eje, se traza la linea donde ha de clavarse la tabla de su jeci6n de la base.

Ya vimos que esta distancia E no es precisamente la del medio muro

Lv /

-I~ A/

{,v,/

f//

Figura 79

98

Figura 80

correspondiente, ya que hay que tener en cuenta el grueso de las tablas

de encofrado y las costillas que tarnbien se apoyan en las carcelillas. Tra-

zando, pues, las dos llneas separadas del eje en esa cantidad E, tendre-mos replanteada completamente la esquina del muro.

EJECUCION

Por 10 general, uno de los tableros s610 Ilega hasta la esquina. En cam-bio, el otro se prolonga mas alia en una cantidad que corresponde a una

99

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costilla. La disposici6n de estas costillas se muestra en la figura 80. En

ella se ve c6mo la costilla que sobresale va colocada a una distancia de

un ancho de costilla del borde, como una prolongaci6n del otro tablero

mas corto. En cambio, este tablero tiene su costilla en la esquina misma,

como «afiadida» al tablero mayor .

Como se ve en la figura 80, las carreras continuen mas alia de la es-

quina. Esto es necesario para poder colocar las tablas de refuerzo 0 de

aguante de esquina, las cuales van clavadas a la carrera correspondiente.

EI atirantado de las dos paredes que constituyen la esquina no ofrece

dificultades, ya que se efectua como si se tratase de muros independientes,

realizando la operaci6n de la misma manera que ya hemos descrito.

Tarnbien se aplica aqul cuanto dijimos ace rca de los elementos deseguridad y refuerzo, tales como costillas, carreras, tornapuntas, etc.

Si sobre el muro se apoya la lcsa del suelo de piso, el tablero que

queda al interior tiene que ser mas oa]o que el exterior. Las costillas se

cortaran a una altura que sera la del techo disminuida en un grueso de

tabla, que es el correspondiente a la tabla de encofrado de piso.

HORMIGONADO DE MURO Y SUELO

En muchas ocasiones es necesario hormlqonar el muro y el suelo de

continuo, es decir, sin soluci6n de continuidad. Para ello, el tablero inte-

rior tendra que levantarse del suelo la altura correspondiente a la losa

del piso. Esto suele suceder en dep6sitos y otros elementos de obra que

exijan una continuidad en la masa de hormig6n.

Para separar el tablero interior del fondo del suelo se colocan unos

tacos de madera de la altura deseada. Mucho mejor que estos tacos de

madera (los cuales 5610 se deben emplear cuando no dispongamos de otracose ) son unas piezas de hierro sobre las cuales se apoya el tablero.

Estos zancos, como es natural, quedaran embebidos en la masa de

hormig6n, por 10 que no iran excesivamente sujetos a los encofrados. Si

se sujetasen excesivamente impedirfan la operaci6n de desencofrado, te-

niendo inc luso que estropear madera al forzarl a.

En la figura 81 vemos una forma bastante c6moda de colocar estes

soportes, tambien Il amados zancos. Como puede verse, se colocan alter-

nativamente en las costillas, 10 que es mas que suficiente para soportar

con seguridad al encofrado. Van clavados a aquellas con clavos doblados,

ebrezandolos, y a manera de tope, para que el tablero no se deslice por

los redondos, se clavan en lugar conveniente, para que la altura del fondo

del tablero sea la deseada, es decir, igual al grueso de la loza del suelo,

unos tacos de madera que impiden todo descenso.

100

Si se da el caso de que el tablero

interior no se puede apoyar y afian-

za r sobre la carce li lla correspondien-

te, hay que poner unos montantes

por delante de las carreras, acodala-das por la cabeza y el pie.

SOLUCIONES

DE CONTINUIDAD EN EL

HORMIGONADO: HUECOS

Puede suceder que el paramento

del muro a encofrar no sea continuo,cerrado, sino que presente alguna

abertura, tal como una ventana, puer-

ta, etc. En este caso, naturalmente,

hay que tener en cuenta que tarnblen

los huecos, hay que utilizar tableros

estes «huecos» deben preverse en losencofrados.

As! como el muro 0 pared se en-

cofraba colocando las costillas, luego Figura 81

tabla a tabla, en el caso de encofrar

los huecos, hay que utilizar tableros

ya preparados en el taller, con las medidas justas, de modo que tan 5610se procedera a su colocaci6n.

Estos tableros, como han de sufrir empujes de cierta importancia,

debidos a la masa de hormig6n, deberan ir embarrotados como un tablerocua Iqu iera.

TALLER

Las medidas de esta clase de moldes deberan tomarse con extreme

cuidado, ya que habra que tener presente que estos encofrados son para

obtener «huecos» y por 10 tanto las medidas exteriores del tablero seranlas que se produzcan en la obra una vez hormigonadas.

Estas dimensiones, pueden var iar muy l iger amente, sequn dispongamos

en obra los tableros del molde. En la figura 82 vemos que el tablero de

arriba (dintel, si se trata del molde para una puerta) se apoya en los

dos laterales (jambas). Esta manera de encofrar dificulta algo el posterior

desencofrado de la pieza. Mejor para desencofrar es la manera de clavar

el tablero correspondiente al dintel que se muestra en la figura 83, y que

se obtiene al clavar uno de los extremos a la cabeza del tablero de la jamba

y lateralmente al otro. De esta forma, se pueden retirar los encofradosmas facilmente.

101

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Colocado ya el tablero interior

del encofrado del muro, se procede

sobre el al replanteo del hueco quenos interesa obtener. En este replan-

teo hay que tener tambien en cuenta,

como sucedfa con el mure, que ten-

dremos que situar las tablas de

aguante 0 carcelil1as de manera que

encajando los tableros de encofrado

del hueco queden estos en su luger

exacto. Por tanto, estas careellllas se

clavaren a una distancia entre sus

bordes exteriores que sera la del hue-

co a obtener disminuida en dos grue-sosde tabla, correspondIente a lostablerosdel molde y disminuida tam-

bien per otros dos gruesos mas, co-

rrespondientes al embarrotado de dichos tableros. En la figura 84 vemos

unacarceli lla con las dimensiones indicadas.

LO---- _

~~----=2:A~

f F F = r = r : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : ~ ~

Figura 82

L=h-4g

oo •

•o r r - - - - - - - - o ! _ 1-o

o

Figura 84

P UE ST O E N O BR A

.e:hi"

~~

/. 17,l

V /

y Y

~/ ~

Figura 83

REPLANTEO

o •

o

Una vez clavadas las tablas de las carcelillas, procederemos al encaje

del molde que va a determinar el hueco de puerta, ventana, etc. Los. t~-

bleros del molde, que han side ejecutados totalmente en el taller, se Iran

10 2

Figura 85

introduciendo junto a las tablas de aguante correspondientes, para 10 cual

se habra tenido presente c1avar los codales separados un grueso de tabla

del borde interior, para que no coincidan con las tablas de las carcelillas.Efectuado el encaje de los tableros, se procede a colocar los refuerzos,

tales como jabalcones, para resistir el empuje de la masa de hormig6n.

Una vez terminado todo esto, ya estara listo el molde del hueco pararecibir el tablero correspondiente al encofrado exterior del muro.

Para mayor claridad de to do 10 expuesto, puede estudiarse la figura 85,que representa el encofrado de un hueco de ventana.

10 3

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V III. E ncofra do s p ara s uelo sde p lanta s

D IF ER EN TE S C LA SE S D E S UE LO S

Los suelos que constituyen las diferentes plantas de un edificio pueden

ser de muy diversa naturaleza, y son muy variadas las formas de obtenerlo.

Asf podemos construir un suelo con una losa armada sencilla apoyada

sobre pilares y vigas, 0 sobre muros de fabrtce. etc. Un suelo de estetipo,

1 0 podemos ver en la figura 86, cuya mitad derecha lIeva la losa apoyada

sobre vigas de hormig6n y la otra mitad izquierda, sobre muros de fabrka

de ladrillo.

Otra clase de suelo puede estar formada por una losa maciza, como la

anterior, pero en forma de bovedilla, la cual puede tener toda ella el mis-mo espesor 0 puede ser mas gruesa en las entregas (figuras 87 y 88).

Otra clase de suelo es la que representamos en la f igura 8.9, constituido

por losas con nervios 0 vigas en T. Este tipo de suelo se puede, a su vez,dividir en suelos nervados sin cuerpo de relleno, que es el que represen-

tamos en la citada figura 89, y suelos nervados con cuerpos de relleno, que

II

II I~ cZ ~I1

I • . • •I • • • • • •

I

Figura 86

10 5

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Figuras 87 y 88

I J I I IIigura 89

1 0 6

Figura 90

mostramos en la figura 90. Este relleno sue Ie ester constituido por piezas

ceremicas, tales como ladrillos corrientes, piezas aligeradas de formas muy

diversas, bloques huecos prefabricados con matenales de poco peso, tal

como el yeso, carbonilla, hormig6n de piedra p6mez, etc.

Otra c1ase de sue los e sla de ladrillo armado, que puede tener 0 no

una capa de compresi6n de hormig6n. En esta clase de sue los, los ladrillos«cargan» con las fatigas de compresi6n. Como su nombre indica, Ileva unas

armaduras para formar los nervios ceramicos.Otra c1ase de sue l os es la de ladrillo armado, que puede tener 0 no

bricadas fuera de la obra, en taller. Con ello se ehorra buena cantidad

de madera en el encofrado, aunque, claro esta, tienen el inconveniente del

traslado, la elevaci6n y la colocaci6n en obra, operaciones todas harte

engorrosas. Indudablemente, la vigilancia en la buena marcha del horrni-gonado, es mayor que en cualquier otra c1ase de obra. Otro inconveniente

suele ser el peso de estas piezas, el peligro de roturas, etc.

Como puede apreciarse por todo 1 0 expuesto, es muy necesario que el

oflcial encofrador conozca perfectamente la clase de suelo que se Ie enco-

mienda encofrar, pues sequn se trate de uno u otro, asi tendra que operar

en consecuencia. En unos casos tendra que encofrar absolutamente toda

la superficie del suelo, en otros tendra que encofrar parcialmente, en tra-

mos, etc. Segun los materiales a emplear en el relleno, 0 en la losa, asi

tendra luego que tener presente para proceder a colocar un encofrado maso menos resistente, con apeos rnuy tupidos 0 mas separados. Por 10 tanto,

es muy conveniente que tenga ideas muy concretas acerca de los pesos de

los diversos materiales que van a entrar a former parte de los suelos que

Ie han encomendado encofrar. En todo caso, nunca esters de mas que Ileveunas ligeras notas ace r ca del peso por metro cuadrado de los diferentes

materiales mas usuales, y que puede encontrar en cualquier libro de

construcci6n.

SU ELO S D E LO SA S D E H OR MIG ON A RM AD O

EI encofrado de este tipo de loses, apoyadas en muros de hormlgon,

mamposteria 0 fabrlce de ladrillo , 0 bien en vigas sobre pilares, es sen-

cillo. Bastera con tableros corrientes sobre los cuales se sltueran las arma-

duras, recalzadas con cuadradillos de horrnlqon prefabricados y otros ele-

mentos que luego quedaran embutidos en la obra, per 1 0 que se prescribe

que sean tacos de madera.

1 0 7

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Se debe tener siempre presente que esta clase de losas tiene un peso

considerable, por 10 que debemos asegurar el sistema de encofrado me-

diante un buen apeo.

SUELOS DE LOSAS MACtIAS ABOVEDADAS

Este tipo de sue l os no suele ser muy corriente, par 10 engorroso queresulta su encofrado. La principal dificultad estriba, naturalmente, en darle

la adecuada forma. Es mas corriente esta forma abovedada en cubiertas

sobre todo de grandes edificaciones, almacenes, tinglados, etc., por 10 que

remitimos al lector al capitulo que, mas adelante, trata de CUBIERTAS.

LOSAS CON NERVtOS 0 VtGAS EN T

Como su nombre indica, estas losas pierden su soluci6n de continui-

dad en las vigas que forman en realidad sus elementos resistente. Se pue-

den encofrar primero las vigas y despues adosarles IQS tableros de las

losas del suelo, 0 construir totalmente el encofrado de una sola vez. Estono tiene mas importancia que variar el sistema de apoyo del encofrado

de losa. En el primer caso, las carreras de las vigas estaran ya montadas

y habra que contar con elias al montar el tablero de la losa. En el segun-

do caso, no.

Estas carreras se colocan para que en elias se apoyen los extremos de

los barrotes del tablero de la losa. Como puede comprenderse, deben so-portar la mayor parte del peso de la losa.

Para descargar del peso que reciben IQS encofrados de las vigas y sus

puntales, se suelen colocar unos tableros a modo de viguetas, en el mismo

sentido de las carreras, que van colocadas a una distancia de unos 0,80

a 1,20 rn, aproximadamente, variando esta distancia, como es natural, en

funci6n del peso que deben soportar .Cuando se tiene necesidad de obtener viguetas de cierta lonqitud, se

deben empalmar estes, pero teniendo la precauci6n de que se verifique esauni6n a testa y siempre sobre un punta!.

PUESTA EN OBRAS

Como veniamos diciendo, en primer lugar se colocaran las carreras

ados ad as a los encofrados de las vigas y seguidamente las viguetas, si hay

necesidad de elias. Una vez efectuado todo ello, se coloceran las costillasdel tablero, que van de canto. Las dos costillas primera y ultima del en-

cofrado de lose, van clavadas a las vigas, por 10 que reciben el nombre

de costillas de carrera, Iran, pues, como decimos, clavadas a IQS barrotes

del tablero lateral de los encofrados de las vigas.

Estas costillas suelen situarse a distancias pequeiias, de unos 50 em,

10 8

aproximadamente, ya que el peso de la losa, como venimos repitiendo,

suele ser de consideraci6n.Si hubiera necesidad de empalmar costillas, se efectuaria este empal-

me sobre una de las viguetas, nunca entre el vane que queda entre dos

de elias.Las costillas se fijan a los tableros laterales de los eneofrados de las

vigas, pudiendo hacerse desde fuera, clavando los cleves inclinados, 0 cla-varlos por dentro del encofrado de la viga. Sequn se use una forma u otra

de clavado, asl habra de procederse tamblen de forma diferente a la hora

de desencofrar. Si los clavos fueron clavados por fuera, al desencofrar es

fundamental qui tar primero esos clavos para poder desprender la costilla

correspondiente. Si fue clavada la costilla desde el interior del encofr~do

de la viga, para sacar al deseneofrar, basta eon tirar de ella en el sentido

Figura 91

10 9

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perpendicular a la viga, y quedara arrancada del clave que la unia al

encofrado de aquella .

Ya tenemos, pues, las costillas dispuestas. Se procedera a la puesta de

las tablas del tablero. Previamente habran side cortadas estas tablas a su

justa medida. Comenzaremo.s por colocar las dos tablas extremas, perfec-

tamente normales a las costilles, las cuales nos serviran de guia. Estas dos

tabla~ extremas se clava ran con c1avos gruesos. EI resto de las tablas no

necesitan una gran c1avaz6n. Cuando se vaya hormigonando quedaran

perfectamente adheridas a las costillas. '

. Es fun~amental, como deciamos, que las tablas esten cortadas en su

Justa medida, ya que deben quedar enrasadas con los bordes superiores

de los tableros laterales del encofrado de las vigas sobre las que se apoya

la losa de hormig6n.

En la figura 91, p~ra m.e~or compre.nsi6n del lector de todo 1 0 expues-to, se muestran las disposiciones de viquetas, costillas, etc., de un enco-

frado de losa. Hemos suprimido el tablero para poder apreciar mejor cada

una de aquellas piezas.

T AB LA S C O RT AS

. Como es natural, no siempre se dispondra del numero suficiente de

tablas con la adecuada medida para poder ser puestas en obra. Frecuente-

m~nte suce~era que tendremos que empalmar algunas tablas para conse-

gUlr la lonqltud deseada. No hay inconveniente en ello siempre que esta

uni6n de dos tablas se haga de forma que sus testes esten bien unidas

y que esta uni6n se haga sobre una costilla, nunca en el veno entre estes.

. Como este empalme de las tablas cortas, sera, tal vez, frecuente en un

rrusmo tablero, ~s muy convenient~ alternar estas uniones, es decir, pro-

c~rar que no caiqan sobre una rnisma linea, la formada por la costilla,

sino que es mucho mejor que esten formando un escal6n.

A PO YO D E L OS E NC OFR AD OS D E L OS AS

En la figura 92 se muestra la forma en que los encofrados de la losa

IIega hasta el borde exterior de pilares y vigas, pero no se asienta sobre

los encofrados de estos. Es, pues, un arranque lateral de estos tableros el

que se dispone. Lo mismo sucederia en el caso en que la losa se apoyara

en muros de hormig6n 0 fabrica. No descansaria sobre aquel sino que el

tablero iria adosado al de aquel. '

Esta uni6n lateral debe cuidarse en extremo, ya que si se hace de un

modo d~fe~tuoso, por la ranura que quedase se colaria el hormig6n, con

las consiqutentes consecuencias, tanto en la bondad del hormig6n a obte-

ner como en el perfecto acabado de la obra.

1 1 0

Fig ura 9 2

A P UN TAL AM I E N TO

Para apear los encofrados de las losas de hormig6n, se utilizan identl-

cos puntales que- para los de las vi gas, ya descritos. Son, pues, rollizos

con diarnetro alrededor de los 10 cm, 1 0 mas derechos posibles. Si hay

que empalmar dos trozos para conseguir la altura deseada, se tornaran las

medidas ya descritas en el capitulo de encofrados de vigas.Los puntales no sostienen directamente el encofrado de la losa, sino

que 1 0 hacen a traves de las viguetas. Para ello, en las cabezas de los pun-

tales se dispone un trozo de tabla, de 30 a 40 cm de longitud, las cuales

se eleven a aquellos, Se debe colocar un puntal cada metro 0 metro y me-

dio, 1 0 cual depende, naturalmente, del peso de la losa que debe soportar.

Se puede, incluso, calcular, como hicimos ya anteriormente, el numero

de puntales a disponer en un encofrado, conociendo las cargas que deben

soportar, ya que sabremos el tipo de losa que se va a colocar en obra

y, por 1 0 tanto, su peso propio, al cual habra que afiadir las otras cargas,

tales como el peso del tablero, viguetas, costillas, etc., mas el que se pro-

duzca durante el hormigonado (hombres, carret ill as, et c.).Los puntales no deben cortarse a la medida exacta, es decir, teniendo

como base la del suelo y como altura la que hay hasta la vigueta sobre la

cual empuja la brida. Esta medida se tomara algo menor, para proceder

al acufiedc de los puntales, labor esta que luego facilita el desencofrado.

III

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Las bridas de los puntales se clavan a las viguetas antes de quedar elpunta I con sus cufias,

RIOSTRAS

Se pondran cruces de San Andres, para evitar que los puntales pan-

deen en cualquier direccion, Se utilizan tablas. Para mayor seguridad, este

arriostramiento se dlspondra de forma que queden unidos, PQr las cruces

de San Andres, los puntales en dos direcciones perpendiculares, es decir,en dos files de distinto sentido.

T RABAJ O D E D ES ENCO FRADO

Es muy conveniente que esta labor, que es mas delicada de 1 0 que apa-

rentemente parece, puesto que de ella depende el buen uso y conservacion

de la madera, capitulo no despreciable en el costo de una obra, la reali-

cen los mismos operarios que efectuaron el encofrado. EI que encofra y

tiene luego la mislon de desencofrado ya procurara disponer aquel de

manera que no Ie reporte problemas a la hora de efectuar este,

La primera operaclon es la de quitar las cufias de los puntales, quitar

estos y despues las viguetas. Estas saldran perfectamente despues de re-tirar las carreras de tabla que lIevan los encofrados de las vigas y sobre

las cuales se opoyan las viguetas. Quitadas estas, se procede a continua-

cion a la retirada de las costillas y despues la de las tablas del encofradode la losa.

Durante todas estas operaciones, se habran ido quitando los c1avos de

la clavazon antigua, los cuales se van amontonando, ya que muchos de ellos

podran ser utilizados de nuevo, bien conforme se van sacando 0 endere-

zandolos, operaclon esta que corre a cargo de un aprendiz.La limpieza de las tablas antes de su almacenaje de nuevo, es opera-

cion que no debe olvidarse. No hay que olvidar que el horrniqon que queda

en las tablas se ira endureciendo a medida que pasa el tiempo y que paraello, cuanto antes se desprenda de las tab las, tanto mas facll sera eltrabajo.

F OR JA DO S D E H OR MIG ON

Se lIaman forjados de hormiqon armado a un sistema formado por vi-

guetas de hierro de doble T y losas de horrniqon cubriendo los huecos

formados por aquellas, que van colocadas paralelamente a una distancia

11 2

de 0,80 a 1 m. Las losas de horrniqon armado se apoyan en las alas infe-rio r es de la doble T. Las viguetas son las encargadas de soportar las car-gas del suelo.

FO RM AS D E E NC OF RA R

Las losas que constituyen el suelo tienen en este caso poco espesor:

unos 8 cm, por 1 0 que su peso es bastante ligero. Por ello no es difkil

ver obras de este tipo en que el encofrado de las losas va suspendido de

las mismas viguetas, ahorrandose una buena cantidad de madera de apeos,arriostramientos, etc. Dos son, pues, las formas de encofrar un suelo for-

jado de horrnlqon armado: con encofrado que se apoya en el suelo infe-

rior, tal como hemos visto anteriormente, y con encofrado colgado delas propias viguetas.

En el primer caso, se opera tal y como ya se ha explicado anterior-

mente, teniendo aqui la precauci6n de situar los tableros dos 0 tres centi-

metros por debajo del ala inferior de la vigueta con objeto de darle a esta

una protecclon de horrnlqon contra el poor enemigo de ella: la herrum-

bre. De esta forma, edemas, las viguetas quedan dentro del cuerpo de

hormig6n, conslquiendose cielos rasos lisos y uni formes.

Para encofrar un forjado suspendiendo los tableros de las viguetas de

hierro, la operaclon es algo mas complicada .Nos hare falta montar un caballete en el centro de 1 0 que va a ser

forjado, y apoyandose en el y en los tableros laterales del encofrado de

muros 0 las carreras de los tableros laterales de las vigas, y en dlreccionnormal a las viguetas, iremos colocando los listones sobre los cuales se

apoyaran las tablas. Estos listones, que se colocan perpendicularmente a

las tablas y a unas distancias entre si de unos60 cm, se suspenden me-

diante tirantes de alambre, mientras que por los extremes se van apoyan-

do en el caballete, por un lado, y en las carreras de los laterales de vigas

o de encofrados de muros, por el otro.

Despues de haber dispuesto el enlistonado, y para «base de operacio-

nes», se montan ya algunas tablas del encofrado, desde donde puedan tra-

bajar mas seguros y mejor apoyados los encofradorE~s. Puede pr.ocedersedespues a colocar debajo de cada vigueta y ya debidamente atlrantada.

una tabla, con 1 0 que tendremos un sistema de tablas atirantadas. en su

debida posicion para servirnos de guia en el resto. Para lIevar los listones

y tablas a su posicion final, bastera con ir acufiando los tirantes de alam-

bres en los que van suspendidos aquellos,

En la flgura 93 se muestra un encofrado para un forjado de horrniqon

armado.

11 3

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Figura. 93

Figura 94

114

Figura 9S

TECHOS ARTESONADOS

Cuando un techo se apoya en vigas en dos 0 mas direcciones que seentrecruzan, obtenemos el techo casetado. Su encofrado, si se hiciese si-guiendo los procedimientos anteriormente descritos, 0 sea, a base de enco-frar cad a viga separadamente y recortar las tab l as en cada encuentro, eltrabajo serfa Improbc y los desperdicios excesivos. Por 1 0 que es aconse-jable part ir de otro principio: se considera el techo como una losa apoyadapor todos sus contornos y aligerada por los casetones 0artesones.

Considerado est, el encofrado de esta c1ase de techos resulta suma-mente facil: basta construir un tablero liso, como para una losa, conve-nientemente apeado. Sobre este tablero se c1avan los moldes de los case-tones, previamente montados en taller (flgura 94).

CASETONES

Los casetones pueden tener las formas mas complicadas, desde simplesparalelepfpedos a cilindros 0 t roncos de cono 0 de plrarnlde y hemisferios(flgura 95). La unlce preocupeclon a tener en cuenta en el molde, es la

de no hacer completamente verticales las paredes laterales del molde afin de facilitar su extracci6n en el desencofrado (flgura 96).

AI montarse el encofrado, los moldes de los casetones se colocarenbien alineados, vallendose para ello de cordeles. Lo mejor es dibujar los

, .

Figura 96

115

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bordes de las vigas que se cruzan en el tablero, y clever los casetones en

su sit io 10 mas exactamente posible. Las puntas se clava ran 10 menos in-

clinadas que se pueda, para que al desencofrar se desprendan mas facil-mente del tablero .

OTROS TIPOS DE SUELOS

Suelos con nervios y relleno

Se trata de un sistema de nervios 0 viguetas armadas, con separacio-

nes entre S! de unos 70 em, EI espacio que queda entre estas viguetas se

ocupa con elementos ya prefabricados que no hay mas que ir colocando

sobre el encofrado, de manera que dejen el hueco donde se va a hormi-gonar los nervios. Estos elementos prefabricados sue len ser piezas cera-

micas de muy diversas formas, muy aligeradas, ya que no constituyen la

parte resistente del suelo, sino precisamente la carga que han de sopor-

tar las viguetas 0 nervios, ladrillo, piezas fabricadas con materiales de

poco peso, etc.

EI encofrado para este tipo de suelo es un tablero sencillo, como el

que ya hemos descrito en suelos de losa de hormig6n armado, yael re-

mi timos a l lec tor.

Cubriendo las piezas de relleno, se extiende una capa, IIamada capa de

compresi6n, de unos 4 a 6 cm.

Suelos de ladrillo armado

En este tipo de suelos, las viguetas no son de hormig6n armado, sino

de ladri llo 0 piezas cerernlcas adecuadas. Por un hueco de estas piezas,

expresemente hecho para este fin, pasa la armadura calculada para resis-

tir los esfuerzos de rracci6n que se presentan en las losas, mientras los

esfuerzos de compresi6n corren a cargo de las piezas 0 ladrillos y de una

capa de com presion que los recubre, construlda joor una losa de unos5 em de hormig6n. Entre las viguetas as! formadas por los ladrillos y

las armaduras, se colocan piezas ceramlcas adecuadas y que ya presen-

tan en su parte inferior unos rebajes 0 retalfos, seglin el tipo de piezas

empleado en la construcci6n de las viguetas, para que su apoyo sobre estas

sea perfecto.

Este tipo de suelos no necesita encofrado, sino simplemente algunos

eoeos. Para ello bastara con que el lector repase la parte de arristra-

miento ya cit ada en a lguno de los casos anteriores.

Suelos con viguetas prefabricadas

Este tipo de suelos suele ser muy corriente en la construcci6n moder-

na, per la rapidez de su montaje, ya que, edemas, no se pierde tiempo en

116

el fraguado de las piezas de hormig6n que 10 constltuyen, ya que esto se

ha efectuado ya fuera de obra.

Esta constituido por unos nervios de hormig6n armado, previamente

tensado 0 no (viguetas de hormig6n pretensado, cuyas armaduras han sido

tensadas en tall er, 1 0 que permite mayor econom!a de hierro y mejor tra-

bajo en obra), que se encuentran en el mercado (hay actualmente muchas

industrias dedicadas a tal fin, fabricandose distintos modelos de viguetas)

y que se van sencillamente colocando en obra a distancia entre 50 y

70 cm y se cubren los huecos con piezas cerarnicas 0 de otra indole tam-

bien prefabricadas. Como puede verse, es un sistema rapido y econ6mico.

No se necesita encofrado para el mismo.

117

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IX . Encofrados de escale ras

E NCOF RADOS D E E SCAL ERAS

Tal vez sean las escaleras los elementos de obra donde el encofrador

encontrara mas difkultades, ya que existe cierta complejidad de formas

y en los proyectos de edificaci6n nada se preve a tal caso. Sera, pues, el

mismo encofrador el que ante un sencillo plano de una escalera, con s610

las dimensiones que debe tener la obra terminada, sin mas detalles acerca

de la misma, quien «ingenie» la forma mas adecuada para obtener un buen

molde que satisfaga las necesidades de la obra. Sera el, precisamente, quien

proyecte el encofrado, 10 prepare y 10 disponga en obra, con sencillez, eco-

nomfa y facil ejecuci6n.

Naturalmente, no todas las escaleras encierran la misma dificultad de

encofrado. Las hay desde muy sencillas, hasta muy complicadas, recorrien-

do toda la gama entre una y otra. Asf, las escaleras de un solo tramo rec-

to, para dar acceso a s610 dos alturas diferentes, sin ningun quiebro, tal

como se representa en la figura 98, es sencilla de encofrar. En cambio, una

escalera de tramo curvo, con escalones compensados, etc., es mas com-

plicada.Para una mejor descripci6n, recorreremos toda la gama de los dife-

rentes t ipos de escaleras .

Clasificaci6n

Los dividiremos en dos grandes grupos: escaleras rectas 0 de tramos

rectos y escaleras curvas. Si el lector encontrase el problema, muy poco

probable, de tener que encofrar una escalera mixta, compuesta de tramos

rectos y curves. bastaria reducir cada tramo, por separado, a los dos ca-

sos en que aquf dividimos este capitulo.

Las escaleras pueden ir montadas, apoyadas sobre muros por ambos

costados, en cuyo caso el encofrado se limita a la formaci6n de contra-

huellas 0 alzas; apoyadas en un muro por uno de sus lados, y entonces,

11 9

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Figura 97

por el otro lade libre, debera lIevar un tablero lIamado de zanca para po-

der fljar sobre el los tableros de contrahuellas; y escaleras montadas al

aire, es decir, sin apoyo alguno, en el cual debera lIevar dos tableros late-rales 0 de zanca.

ES CA LE RA S SE NC ILLA S DE U N TR AM O R EC TO

. Es el tlpo de escalera mas sencillo (frgura 97). Lo mas corriente y me-jor, es construir la escalera al mismo tiempo que se levantan los murosde caja, si es que va apoyada en ellos, con 1 0 cual los encofrados de los

~uros te~mina~an en la formaci6n de cada peldafio y se horrnlqonara sin~nterrupcI6n. SI la escalera se apoya sobre pilares, estos quedan igualmente

mterrumpidos a la lIegada de cada elemento de escalera.

Estudio previo

Como ya hemos dicho, los pianos de obra normalmente nada indican

acerca de la manera de encofrar una escalera por 1 0 que el encofrador

debera proyectar en cada caso la escalera que'se Ie manda encofrar, co-

menzando por hacer un estudio de la misma.

12 0

A la vista de los pianos del proyecto del edifkio, situara sobre el terre-

no el primer peldafio, numero de estes, caracterfsticas de las huellas y con-

trahuellas, espesor de la losa, etc.Con todos estos datos, se traza un dibujo, 0 se replantea, sobre el

muro 0 tablero lateral, con el fin de encajar sobre el tanto la altura de las

contrahuellas como la longitud de las huellas. Este dibujo a tamafio natural

se llama montea.EI trazado de las Ifneas que marcan las huellas y contrahuellas es sen-

cillo, ya que se trata de Ifneas paralelas.

Encofrado de la losa de escalera

En una escalera sencilla de tramo recto, la losa correspondiente va in-

cl.inada, naturalmente, siendo su pendiente la que recibe el nombre de pen-diente de escalera. Como suele ser corriente que tipo de escaleras no de

grandes anchos, los tableros de losa, cuyas tablas se colocan a 10 ancho,

van embarrotados con s610 dos barrotes, los cuales descansan sobre pun-

tales, que van tarnblen inclinados de manera que formen angulo recto con

los barrotes. En la figura 98 vemos un detalle de una losa y sus barrotes

y puntales.

Las tablas de la losa no se cortaran a la medida exacta del ancho de

la escalera, sino que habra que tener en cuenta que en dicho tablero se

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apoyan los tableros de zanca, que limitan lateralmente el molde de la es-

calera, con todos sus elementos de apcyo: barrotes t bl d. d I I ., a a e aguante depie e a zanca, y os tornapuntas. De manera que si deseamos encof auna escalera cuyo ancho definitivo sea de 080 t I bl r rlosa tendra una anchura total de: ,me ros, e ta ero de la

Ancho de escalera. .

2 tableros para las zancas.

Barrotes para las zancas

2 tablas de aguante . : .

Para disponer los tornapuntas de 1 0 ; tabiero~

de las zancas. .

0,80 m

0,05 m

0,05 m

0,20 m

0,15 m

.. 1 ,25 m

d Presentado el teblero de la losa se procede a su apuntalamiento ueebe pon~rse, como ya dijimos, en angulo recto respecto a equel Siqno

~ule.se p~slble, .Ios pu~tales deberan colocarse con alguna inclinaci6~ y enu nma Instancre, verticeles. '

brLOS puntales perpendiculares al tablero deben lIevar en su pie un corteo ICUO, con el fin de que apoyen la mayor superflcie posible en el suelo

y ad~mas ~olocar tras ellos una tabla clavada al suelo 0 asegurada a el'

para lrnpedir todo deslizamiento. '

TOTAL

Por la parte superior, 0 cabeza,

se apoyan con un corte normal con-

tra los barrotes, y, edemas, con dos

tablas, se hara una horquilla para

abrazar a aquellos, tal como se ve enla figura 99.

~ara impedir el movimiento y laflexion en los puntales, se arriostran

con tornapuntas en dos direcciones

opuesta s, formando las ya clasicas cru-ces de San Andres. .

Cuando ya tengamos bien fijadoel tablero de la losa de la escalera

con sus puntales, etc., nos dispon~

dremos a colocar y fijer los tableros

d~ zanca, si los hay. Ya dijimos que

F. Sl la escalera va entre muros no. r o ~ · 'xisten estos tableros que son los

ra. Si va apoyada en que limitan laterelrnente a la escale-

tablero de zanca, y si v~"m:~~~ ~r ~n costa~o, por el otro llevera una a eire, necesltera dos de estos tablero-

122

Bo.rro"

PuntAI

Tablero de zanca

Figuras 100 y 101

Este tablero 10 formaremos con tablas dirigidas en el sentido de la

pendiente de la escalera, tal como se muestra en la figura 100. La alturade este tablero tiene que ser la necesaria para que, apoyado sobre el ta-

blero de la losa, sume la altura de esta y la de las contrahuellas, mas unoscentlmetros.

Por la parte interior, es decir, la que va a estar en contacto con el

hormig6n, se disponen unas bridas de tal forma que una de sus aristasquede a un grueso de tabla de la superficie vertical de la contrahuella.

De todas maneras, la distancia entre estas bridas sera la de una huella,

y se disponen tal y como se muestra en la figura 101. Los tableros verti-

ca les que formaran la contrahuell a 0 alza de la escalera, se clavan a estas

bridas, las cuales no es necesario cortarles a una dimensi6n prefijada, ya

que pueden sobresalir por encima del borde superior del tablero de zanca

s in que esto sea un inconveniente.En cuanto al embarrotado exterior, se disponen unos barrotes que sue-

len ir normalmente a la direcci6n de las tablas y a unos 70 cm uno

de otro.12 3

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BarroteTabla de pie

Para impedir que el tablero dezanca se desplace fuera de su linea

exacta al recibir el empuje de la

masa de hormig6n, se situa, como

ya vimos al hablar de los muros, una

tabla sobre el encofrado de losa, so-

bre la cual epoyeran y empujaran losbarrotes del tablero de zanca, impi-

diendo todo desplazamiento. En la fl-

Figura 102 gura 102 vemos la disposici6n de untablero de losa con la tabla de piedel tablero de zanca.

Esto en cuanto atafie a impedir el desplazamiento inferior del tablero

de zanca. Por la parte superior y para impedir que este tablero vuelque

cuando el hormig6n empu je, se colocan unos tornapuntas, que van cla-

vados a la cabeza del tablero de zanca y al saliente del encofrado de la

losa, que ya hemos dejado dispuesta para este fln. En la ya citada flgu-ra 102 tenemos asimismo la muest ra de unos tornapuntas.

Formaci6n de contrahuellas

Los tableros de contrahuella deben ir cortados a fa medida exacta en-tre los dos tableros de zanca, para «cerrar» el paso a la masa de hormi-

g6n. Si la escalera no es muy ancha, bastara con que Ileven un solo ba-

rrote en el centro, y a que al poner el hormig6n en obra el mismo empuje

llevara los tableros de contrahuella a apoyar perfectarnente contra las bri-

das de los tableros de zanca. Otra disposici6n de embarrotado de los table-

ros de contrahuella es la que se muestra en la flgura 103, en la que puedenverse u~os ba.rrotes colocados en los extremos del tablero, 0 mejor dicho

~ una ~Istancla de un grueso de tabla del mismo, para que puedan enca-Jar debidarnente en las bridas del tablero de zanca.

Cuando s610 tenemos un tablero de zanca y por el otro costado de

la escalera existe un muro, entonces se debe disponer un tabl6n 0 ta-

bloncillo de sobrezanca, al cual iran suspendidos los tableros de contra-huella.

Si la escalera es de una anchura considerable, al hormigonar, los table-

ros .de cont_rahuella estarian expuestos al empuje de aquel, y podrian pro-

ducirse flex t ones, feas «barrigas» de dificil correcci6n, por 10 que se debe

colocar una tabla central con bridas y tirantes, para proporcionar a lostable ros de las cont rahuel las un nuevo apoyo.

124

Figura 1 0 3

ESCALERAS RECTAS DE DOS 0 MAS TRAMOS (1)

Una escalera de dos 0 mas tramos, tarnbien lIamada escalera de ida

y vuelta, esta constituida de tramos simples, y tal como ya hemos visto

en el capitulo anterior separados, por unas loses de cierta dimension, que

se l lamas rellanos, descansillos 0 mesetas. Por tanto, una vez ya descritas

las caracteristicas de que se compone una escalera recta de un solo tramo,

s610 destacaremosahora las disposiciones a tomar para la formaci6n deltablero de la loss del rellano, ya que todo tramo acabara en dicha losa

o comenzara en ella.

Termlnaci6n del primer tramo

Lo que aqul describimos como terminaci6n del primer tramo sirve

tambien para todas las terminaciones de tramos ante la losa del rellano

en una escalera de varios tramos, es decir, que se trata de «terminaci6n

del tramo infer ior» .

( 1 ) Si el lector desea tener un conocimiento mas amplio acerca de los elementos que

consti tuyen una escalera, con las denominaciones mas usuales de l as mism as, puede consult ar

el libro «Carpinteria de taller y de arrnar» de la Biblioteca de la Madera y el Mueble, de esta

misma editorial.

12 5

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Figura 104

Como puede apreciarse en la flgura 97, todo tramo termina en un ele-mento de apoyo 0 de resistencia, por 10 que el ultimo escalon esta cons-tituido por una viga armada, la viga de la meseta, y el encofrado de estaviga, al hormigonarse de una forma continua, va unido al de la contra-huella correspondiente.

Comienzo del segundo tramo

En la flgura 104 vemos que el arranque del segundo tramo de la esca-lera apoya sobre la viga de la meseta, con un tablero lateral con igualaltura que la de la viga, aumentada en un grueso de tabla, que cor res-ponde al tablero de fondo, y disminuida en el espesor de la losa deltramo.

Meseta del tablero

Primero hay que empezar con el encofrado de la viga que sirve deelemento resistente a la escalera en ese punto. EI encofrado de esta vigaen nada diflere de 1 0 ya descrito para las estudiadas en el capitulo corres-pondiente a vigas. EI tablero de fondo tendra la particularidad de tenerdos anchuras desiguales: del lade exterior de la escalera, y correspon-

12 6

diendo al primer tramo, su anchura tiene que enlazar :on el tablero dela losa y del lado interior de la escalera y correspondiendo al segundotramo, "a anchura es la de la escuadrla de la viga. .

La viga ira apoyada sobre dos puntales con sus correspondientes so-pandas, operando como ya 1 0 describimos anteriormente. . ,

Cuando ya tengamos preparado el encofrado de la vrqa, se pro:~deraal montaje del encofrado de la losa de la me~eta, para 1 0 cual rermtirnosal lector al capitulo de suelos, ya que en nada difiere de equellos.

Para apuntalamientos, tornapuntas, embarr~tados, zancas, etc., de. laslosas de los tramos, remitimos al lector al capitulo de escaleras sencd!asde un tramo, ya que la losa de la meseta divide a una escalera de vanostramos, en sencillas de un solo tramo.

~--~-_"~I 121 __ --+---~12'"

Figura 105

12 7

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ESCALERAS CURVAS

En este tipo de escaleras se incluyen aquellas que estan formadas por

tramos rectos y, por disponer de poco espacio, se hace preciso trazar es-

caleras continuas, es decir, sin ningun rellano intermedio para ganar rapi-

damente altura 0 para conseguir un determinado efecto decorativo, dando,

por tanto, un trazado mixto.

Como no puede obtenerse el efecto deseado de ganar altura por dispo-

ner de poco espacio realizando una escalera de tramos rectos y mesetas,

hay que introducir en las vueltas, los tramos curvos. Esto obliga a dar a

las huellas una forma trapecial, de manera que la planta de la escalera

adopta un trarno semicircular, tal como se ve en la flgura 105.

Tendremos, pues, desarrollos distintos en la parte exterior y en la inte-rior, llemandose linea de huella la linea imaginaria por donde se supone

que se pisa al subir. Se supone que esta linea es la central dibujada. Para

no encontrar diferencias entre el tramo recto y el curvo, se da a esta linea

en todas las huellas del tramo curvo la misma dimensi6n que ya tenia en

el recto y esta es una condici6n esenclal,EI principal inconveniente de este tipo de escaleras es el cambio brus-

co que se producirfaal cambiar repentinamente de un tramo recto por

un curvo. Para evitar esto se procede a una compensaci6n 0 suavlzacion

de peldafios que haga menos brusco el paso de unos a otros.

Por ser interesante, daremos a continuaci6n unos metodos para el tra-

zado de la compensaci6n de tramos curvos.

Trazado matematico

Tracemos en un alzado el desarrollo del rodapie interior, tal como que-

darla dibujado en el caso de la flgura 105. Asf obtendrfamos el perfll que se

muestra en la flgura 106. Sobre la horizontal AB se proyectan las huellas

del desarrollo interior, pero solamente las deflnidas por 1-2, '2-3,3-4,

4-5,Y luego, las

9-10, 10-11Y11-12.

En cambio, ISs3-4,4-5,

Yhasta la 9-10, se sefialan rectiflcadas.Sobre la misma figura, con diferente trazo, se dibuja el desarrollo exte-

rior de la curva.Si unimos ahora las Ifneas de los mamperlanes de ambos perfiles (1)

notaremos que forman Ifenas quebradas muy distintas y se vera el cam-

bio brusco entre las diferentes huellas. Para obtener la compensaci6n de-

bida, trazaremos por el punto medio entre R y C una normal a ella. Se

toman las distancias RH y C l de longitud igaul a las RS, y por estos pun-

( 1 ) Hallare el lector cuanta informaci6n desee sobre trazados compensados en el ca-

pitulo de Escaleras de la Monograff a n. " 25 CARPINTERI4 DE TALLER, de este mismo autor

y colecci6n.

12 8

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12 9

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tos se trazan nuevas llneas perpendiculares, hasta que encuentren a la

trazada por el punto 5.Desde los puntos de intersecci6n, tomados como centro Y con radio

desde ese centro al punto 5, se trazan arcos entre H y 5 por un lade y

5 e Ipor el otro, los cuales nos daran una suavizaci6n del perfil, que no

es otra cosa que la compensaci6n deseada. Por tanto, la linea quebrada de

los mamperlanes la hemos transformado en otra curva de trazado mas

suave. Prolongaremos, pues, las huellas haste encontrar esta linea nueva,

10 que nos dara en la proyecci6n, la planta de las lineas de compensaci6n.

Basta unir estos puntos, Ilevados a la planta de la escalera, con los de la

linea de pisada 0 de huellas, para obtener el trazado completo de las hue-

lias compensadas.

DIFICULTAD DE EJECUCION

Si el encofrado de las escaleras de tramos rectos no eran la labor facil,

el de las escaleras curvas supers con creces dicha dificultad. Como ya he-

mos repetido en muchas ocasiones, no es frecuente encontrar en los pia-

nos de obra nada referente a encofrados de los elementos que componen

aquella, sino que s610 se dibujan y proyectan las obras tal y como deben

quedar una vez terminadas, por 10 que corre «a cuenta del encofrador»

el lnqeniarselas como francamente sepa para obtener los mol des deseados.

Cuando se trata de elementos rectos, la dificultad es exigua; no as! en

el caso de escaleras con trarnos curvos. Generalmente, pues, sera preciso

trazar unos camones que marquen el desarrollo de la losa de escalera, si

va encajada en muros; con cam6n por una parte y tablero de zanca por

otro lado, si If! escalera va por un lade adosada al muro y al aire por el

otro, 0, final mente, con dos tableros de zanca, uno por cada lado, si la

escalera va enteramente al aire.

Camones

Estan destinados a soportar los pesos correspondientes al encofrado

de la b6veda y del hormig6n, por 10 que en el presente caso son los ele-

mentos resistentes del armaz6n de madera. Per tanto, se procurara que

no haya trozos de tabla demasiado estrechos. A veces es muy conveniente

colocar doble tabla en el cam6n para reforzar los apoyos defectuosos que

se producen en las entradas y salldas de la escalera, en que s610 las tablas

que forman el molde del tablero de losa apoyan per un solo extreme.

Doblando el espesor de los camones, se consigue un buen apoyo de dichas

tablas. En la figura 107 se muestra un trazado de camones para una esca-

lera curva.Para el trazado de la linea superior de los camones, ta que sirve de

apoyo a las tablas del encofrado de la losa de la escalera, basta con dis-

i30

I

I,I

III

III

- : 1 0

fo

-IL7°,l 17

0

LItMCamones

7 / 0

!.§ I

0 /

o I

I

Figura 107

minuir en un grueso de tabla la linea de la b6veda que nos marquen los

pianos del proyecto y que dibujaremos sobre la montea. Sobre la pared

en donde se apoya la losa, y sobre una superficie previamente preparada,se dibuja dicha montea.

Los camones de las zancas se dibujan sobre los tableros de estas.

Las tabla: que forman dichos camones pueden ir clavadas a las pare-

des de la caja de la escalera 0 montadas sobre apeos. En la figura 108

vemos un cam6n para apoyo de las tab las del encofrado de la losa de una

escale ra montada sobre un apeo.

Zancas

P?r !a, dificu Itad de ejecutar los tableros de zanca, de la misma forma

que md,caba~o: al hablar de escaleras de tramo recto, en que aquellos

estaban constituidos por tableros estrechos, ya que aqui, por la forma cur-

13 1

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Figura 108

va de la b6veda, habria zonas estrechas, es preferible formar tableros que

asienten en el suelo, como se muestra en la flgura 107. Como ya vemos

en ella, sobre este tablero van tarnbien las tablas que forman los camones,

y las bridas donde apovaran verticalmente los tableros que delimitan lascontrahuellas. Aunque en la flgura 107 se han dibujado estas bridas a dis-

tancias horizontales diferentes (10 que parece saltar a la vista como unerror de dibujo), no es ni mas ni menos que el efecto de la escalera en

curva. Es, pues, una proyecci6n sobre un plano vertical. Habra entre todas

esas distancias, 5610 una que sera la verdadera y que correspondera a la

dimensi6n de una huella. EI resto estera, en el dibujo, claro, deformada

por efecto de la curvatura de la escalera.Para obtener el tablero de zanca, comenzaremos por disponer de un

tablero con las dimensiones necesarias para que nos quepan en el todas

la sbridas del tramo que nos propongamos encofrar. Sobre ese tablero, pro-

cederemos a dibujar la linea de la escalera por la zanca.Es conveniente que las dos tab las inferiores, las que van junto al suelo,

del tablero preparado se prolonguen sobresaliendo del resto, como se in-dica en la flgura 107, para con elias dejar formado el primer peldafio de

arranque de la escalera. A partir de aqui, se lIeva la altura correspondiente

a una contrahuella, que vendra fljada en el p royec to, para determinar el

segundo peldaiio. De esta forma se va obteniendo la traza de los escalones

sobre el tablero. Si unimos todos los extremos mas bajos que forman los

angulos de los escalones, se obtiene una curva para lela a la de la b6veda

de la escalera per su parte inferior, por 10 que no hay mas que bajar dl-

13 2

cha curva en el grosor de la losa para obtener asi el trazo de los camo-nes al disminuir altura en un grueso de tabla.

Para trazar perfectamente la curva de los camones, ya que por el pro-cedimiento anterior 5610 habremos obtenido una serie de puntos corres-

pondientes a la misma, se suelen clavar unos clavos en dichos puntos y

encajar una reglilla algo flexible, hasta darle una forma aceptable estetlca-

mente y que no produzca disminuci6n en el grueso de la losa de la escale-

ra, si acaso aumento de algunos millmetros en dicho espesor.

Losa

Para el encofrado de las losas se necesitan tablas en muy buen uso, de-

bidq a los esfuerzos que deben soportar. Se ha cle tener en cuenta, ade-mas, que por las especiales caracteristicas de las escaleras en curva, habra

que obtener tableros en forma trapecial, ya que por su parte exterior, lashuellas tienen mas desarrollo que por la interior, siendo la linea de huella

la que debe tener la dimensi6n adecuada. La diferencia entre ambas bases

del trapecio sera tanto mayor cuanto «mas cerrada» es la escalera, es

decir, cuanto menor sea el radio de giro de la escalera, en planta.

Estas tablas se apoyan, por una parte, en el cam6n de la zanca y por

el otro en el de caja. Presentados sobre estos camones, se iran clavando a

los camones respectivos. A veces sera necesario clavar unas cufias inter-medias para darles a las tablas el ligero alabeo a que res obliga este tipode escalera.

Cuando la escalera es bastente ancha, 0 se teme que el alabeo de las

tablas de en los extremos de las mismas unas lineas con resaltos, por la

resistencia que dichas tablas oponen al alabeo, se necesitan poner camo-

nes intermedios, para guiar mejor el apoyo de las tab las 0 para que al ser

estas mas cortas, como resultado de dividir su longitud en otra menor, seconsiga un mayor efecto.

Apuntalamiento

Cuando ya tengamos montado el encofrado de la losa de escalera, pro-

cederemos a apuntalarla debidamente. Los puntales que se coloquen debende lIevar, si fuera posible, la direcci6n normal a la superflcie que tratan de

apuntalar, es decir, que iran inclinados de manera que sean perpendicula-

res en cada punto al tablero de la losa de la escalera. Si esto no fuera

posible, se buscare la forma para que esta inclinaci6n sea 10 mas aproxi-

mada posible a la perpendicular.

Los camones l Ievan sus tornapuntas v ' tarnbien sera preciso en la ma-

yoria de los casos disponer tornapuntas para la mayor seguridad de los

puntales, los cuales, para evitar todo desplazamiento, iran arriostrados

entre s f con cruces de San Andres.

13 3

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Madero de sobrezanca

Como ya dijimos al hablar de las escaleras de tramo Tecto, para mejorfljaci6n de las tablas de contrahuella se puede disponer de un tablero, lla-made de sobrezanca, para colgar de el y obtener asl otro apoyo mas, lostableros de contrahuella. De esta manera el empuje que se produce al hor-migonar los escalones y que va contra los tableros de contrahuella, quedamas repartido, puesto que el tablero de sobrezanca se apoya, en un cortebiselado, contra el suelo, si es un primer tramo, 0 sobre una meseta yahormigonada, sies en un tramo alto.

13 4

x . Enco frados de vo ladizos

B AL CO NES 0 G A LE R lA S

Cuando el baleen 0 galerfa es prolongaci6n de un suelo nervado (o conentramado de vigas prefabricadas) en el sentido de las vigas 0 nervios,no es mas que una losa apoyada sobre vigas y su encofrado no ofrecemas dif lcultades que las descritas para dichos suelos en el capItulo corres-pondiente. Su unlca variaci6n consiste en que el extremo del voladizo ne-cesita una tabla termlnal sobre el encofrado de losa como las' descritasen las zancas de escaleras (flgura 102). Especial cuidado debe prestarseal apeo con suflcientes puntales arriostrados con tornapuntas y calzadoscon zapatas continuas (flgura 109).

Cuando el baleen 0 galerfa no apoya sobre vigas, el tablero suele irinclinado, correspondiendo al mayor espesor de la losa en voladizo en suempotramiento (flgura 110).

ALEROS

Los voladizos de aleros de cubier tas suelen encofrarse como los balco-nes descritos anteriormente, no ofreciendo diflcultades el que el alero, aveces, siga la pendiente del tejsdo. Lo diffcil no suele ser el encofrado ensf, sino su apeo, ya que los .aleros suelen estar a considerable al tura, 1 0que obliga a colocar los apeos inclinados para apoyarlos en el muro delediflcio (flgura 111).

MARQUESINAS

EI encofrado de marquesinas de hormig6n armado suele ser igual alde cualquier voladizo, con la ventaja de que por situarse estos a pocaaltura, los apeos pueden apoyar en el terreno.

13 5

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Figura 109

Figura 110

13 6

Figura 112

Figura 1 1 1

CORNISAS

EI encofrado de cornisas s610 se

diferencia del de aleros en la mayor

o menor complicaci6n que ofrece la

conflguraci6n de la cornisa, siendo las

esquinas los puntos que exigen mayor

cuidado del encofrador. Se dispon-

dran unos calibres 0 plantillas negati-vas recias que siguen la conflguraci6n

de la cornisa, deducido el grueso de

las tablas. Estas plantillas haran las

veces de costillas y sobre las mismas

se clsvaran las tablas del molde (fl-

gura 112).

13 7

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XI. E ncofrados de arcos, b6vedas,cupulas y puentes

ARCOS

Para el eneofrado de areos rigen las mismas reglas explieadas ya para

suelos y muros. La diferencia principal estriba en que para formar el in-trad6s de estos elementos se preeisa eoloear unas eimbras sobre las que

se epoyan las tablas del encofrado del areo. Las figuras 113, 114, 115 Y

116 son ejemplos dediferentes eimbras euya variedad es inmensa, adap-

Figura 113 Figura 114

13 9

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Figura 115

14 0

Figura 119

tandose a las diversas formas de areos que se emplean en la eonstrueei6n.

EI extrados no neeesita eneofrado, ya que enlazara en los dernas elemen-

tos del ediflcio (muros, pilares u otros areos) (1).

Como el area suele tener el aneho de la pared en que se abre, se eo-

loean dos cimbras paralelas, en linea con los paramentos, y sobre las

mismas se c1avan las tablas de eneofrado del intrad6s, reeortadas a una

longitud igual al grueso del muro (flgura 117).

Los testeros se eneofran con tablas horizontales como un muro. Si el

area es pequefio, tapendolo del todo (flgura 118), Y si es grande, esealo-

nadas dejando libre el hueeo (flgura 119).igura 11 8

Figura 117

BOVEDAS

Cuando la b6veda a eneofrar perteneee al grupo fundamental de las

cilfndricas, 0 sea, que es generada por un area direetriz, que se traslada a

1 0 largo de un eje, el eneofrado viene a ser similar al del area generador.En lugar de dos eimbras, se compondra de un mimero mayor, sequn la

longitud de la b6veda y la luz, de los que dependen su peso. Las tablesdel intrad6s seran mas largas, y si su longitud es menor que la de la bo-

(1) Para mas detalles, ver la monografia n." 30, ARCOS Y BOVEDAS, de F. Moreno

Garda, de esta misma colecci6n.

14 1

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Figura 120

veda, se procurara que los extremos de las tablas coincidan sobre una de

las cimbras intermedias.La flgura 120 representa un ejemplo de esta clase de encofrado.

Si los testeros son libres, pueden

encofrarse como se ha explicado en

los arcos, 0 mediante plantil las espe-

ciales que se fljan con barrotes, ca-

rreras y puntales adaptados a la for-ma de la boveda (flgura 121).

Para encofrar otros generos de bo-

vedas, como las de rincon de claus-tro, por aristas, esquifadas, estrella-

, das, etc., se forma primero con cim-

bras y medias cimbras una osatura y

Figura 121 sobre esta se clavan las tablas de en-

cofrado del intrad6s.En las flquras 122 y 129 se representan varios encofrados, en planta

o seccion, para estos tipos de bovedas.

14 2

Figura 122 Figura 123

Figura 124

Figura 125 Figura 126

14 3

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Figura 127

Figura 129

CUPULAS

Figura 128

Figura 130

Un caso particular de las b6vedas 10 constituyen las cupulas, que vie-

nen a ser ~nas b6vedas cerradas sobre planta circular 0 ellptica. Tamblen

~uede consl,derarse ge~e~ada por u~ arco que gira alrededor de su eje ver-tical: La mas carectertsnca es la cupula esferice, generada por un arco demedlo punto.

, De 10 anterior se, deduce que la osatura correspondiente a cualquier

cupula se c~mpondra ?e un robusto eje (de secci6n redonda) al que se

une un.a sene de medias cimbras. Las tablas del encofrado del intrad6s,convenlentemente recortadas, se c1avan sobre la osatura mencionada comoen las dernas b6vedas (flgura 130). '

144

PUENTES

Por la rapidez de construcci6n y su larga duraci6n, las grandes obras

de fcibrica que salvan los vanos de rfos, vaguadas 0 brazos de mar, se

construyen con hormig6n en masa 0 armado. En muchas ocasiones hay

que enfrentarse con casi insolubles problemas de cimentaci6n, montaje

de cimbras, castilletes de apeo y hormigonado. Pero con una buena tee-

nica, se puede decir en idioma vulgar que no hay puente que se resista.

En la tecnica del encofrado de puentes de gran envergadura, no entra

s610 el aspecto del molde, sino la resistencia de los elementos que 10 han

de sostener. En ocasiones hay que construir verdaderos castillos que for-

man el armaz6n resistente del molde propiamente dicho.

Clasificaci6n

Indudablemente, en general se da el nombre de «puente» a toda obra

de fabrica cuya flnalidad es la de salvar un vane 0 soluci6n de contl-

nuidad en el terreno para una via de acceso, tal como carretera, ferro-

carril, canal, etc. En ingenierfa, estas obras de fabrica se agrupan segun

la luz libre 0 hueco de obra construida, en:

Canos, cuando la obra de fabrica proyectada tiene una luz libre de

0,6000,80 m.Tajeas, para aquellas obras de fabrica cuya luz libre va de 0,50 a

1,00 m, pudiendo ser de losa de tapa 0 de b6veda de arco.

Alcantarillas, cuando la luz llbre IIega a 3,00 m.

Pontones, si la luz libre no rebasa de 8,50 m.

Puentes propiamente dlchos, cuando la luz libre es superior a 8,50 m.

Dentro de esta clasiflcaci6n hay que distinguir entre los puentes de

tablero y los de arco, ya sea circular (de medio punto, rebajado, peral-tado, e tc.), pa rab61ico 0 de cualquier ot ro tipo.

Las obras de fabrica de peqcefia luz ofrecen pocas diflcultades al en-

cofrador y vamos a describir su montaje en breves Ifneas.

En la flgura 131 vemos una obra de este tipo, de losa 0 tablero. Se

IIaman estribos los muros laterales sobre los que apoya el tablero. EI enco-

frado de estos estribos no se diferencia en nada del ya descrito para los

muros, constando de tableros ya conocidos sobradamente. Los paramentos

internos pueden ir escalonados, si la altura es considerable, inclinados en

un suave talud 0 ser totalmente de un mismo grueso. Cualquiera que sea

su forma, no ofrece di flcul tad su encofrado.

La losa se encofra igualmente como ya explicabamos en el capitulo de

suelos, incluso puede IIevar, como alii sucedla, vigas largueras que son los

elementos resistentes.

14 5

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r - - - - - - - - - - - - - - ~ I

Figura 13 1

Los paramentos exteriores, es decir, los vistos, son siempre verticalesy se encofran como los interiores.

Puentes de arco

Alcanzan los de este tipo las mayores luces conocidas, siendo innu-merables de ellos verdaderas obras maestras de la ingenieria moderna.

Figura 132

14 6

Figura 13 3

Los puntes de arco de luces no muy grandes suelen hacerse a basede medias circunferencias, por 1 0 que reciben el nombre de medio punto

(flgura 132). Cuando el arco es menor que una semicircunferencia, reci-ben el nombre de arcos rebajados, como el de la flgura 133. Pueden tam-bien adoptar forma ellptica (flgura 134), y la mas generalizada, en virtudde sus propiedades tecnlcas, es la parab6lica.

Cuando el vane a salvar es de considerable anchura, se divide el mis-mo en varios tramos mediante un puente que consta de unos pilares cen-trales y entre ellos bien tablero 0arco.

Volviendo a la flgura 132, que nos va a servir en nuestra descripci6ngeneral, vemos que los encofrados de los paramentos de los estribos estanformados por tableros en donde las tablas estan dispuestas horizontal-mente, los cuales se apoyan contra unas carreras horizontales. Todo estearmaz6n se apoya, a su vez, en tablones c1avados verticalmente en elsuelo, los cuales suelen recibir el nombre cle velas, por su parec:ido conestas.

Figura 134

14 7

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edmOn'S Colocados los castilletes, se montan las cimbras y se arriostran. Se

colocan algunas tablas del encofrado de la b6veda, para mantener entre

sf la distancia debida y que se mantengan verticales. Despues se coloca

el resto de las tablas que forman la superflcie inferior de la b6veda. La

superior no va encofrada, 0 lIeva tan 5610 unas tablas en los arranques,

ya que suele adoptar la cafda del hormig6n a dicha superflcie.

Jabalcon Tiranle

Figura 135

Para evitar que las velas se venzan al empuje del hormig6n, hay que

disponer tornapuntas en el paramento del lado del terreno. En los que han

de quedar vistos, como se ven en la citada flgura 132, si la luz no es ex-

cesiva, se emplean codales que ofrecen mayor seguridad.

La disposici6n de los distintos elementos dependen del empu je de hor-

mig6n que deben soportar. La separaci6n entre las carreras es funci6n de

dicho empuje.

Para darle forma al arco se emplean unas piezas lIamadas cimbras, lascuales van montadas sobre unos caballetes que les sirven de apoyo. Estas

cimbras 0 formeros (reciben muy diversos nombres segun las regiones)

lIevan en su parte alta la forma a dar al arco y sobre las cuales se apo-

yan las tablas del encofrado del arco. En la flgura 135 vemos una cimbra

para arco de medio punto.

La cimbra se com pone de los camones, que pueden ir en una 0 varias

fllas para mayor refuerzo, el tirante 0 pieza horizontal, y los jabalcones,

que son a modo de tornapuntas de la pieza.

Entre las cabezas de los castilletes y los tirantes de las cimbras se co-

locan las cuiias, cuya misi6n principal no es la de lIevar a su posici6n

exacta la cimbra y, por 10 tanto, el encofrado de la obra, sino la de

facilitar la labor de desencofrado, cosa que no podrfa efectuarse sin esas

cufias.

14 8 14 9

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X II. E ncofrad os d e d epos ito s

DESCRIPCION

Generalmente, los grandes depositos para almacenaje de llquldos, prin-

cipalmente el agua, e incluso para solidos, como sucede en el caso de los

silos , se construyen de hormlqon.

Suele ser muy frecuente ver depositos de forma 0 secclon circular,

pero ello no excluye el que se puedan obtener de otra seccion cualquiera.

Podemos decir en Ifneas generales que to do cuanto se ha dicho hasta

aquf es ampliamente aplicable al capftulo de encofrado de depositos, solovarlaran las dimensiones. Asf si tratamos de encofrar un deposito de for-

ma 0 seccion cuadrada 0 rectangular, seguiremos la misma tecnica em-

pleada en el encofrado de pilares y muros, etc.Per ser mas frecuentes, como ya hemos dicho, los depositos de planta

circular, y por tener, edemas, ciertas caracterfsticas especiales, vamos a

dar a contlnuacion una detallada exposicion acerca de los mismos.

DEPOSITOS DE FORMA CIRCULAR

Sobre la base 0cimiento de horrniqon, se procedera al replanteo de las

dos superficies, interior y exterior, del deposito a encofrar. EI dlametro

de esta circunferencia exterior, a efectos de encofrado, sera:

Diametro del deposito + dos espesores del muro del deposito + dosgruesos de tabla.

Para darles forma circular a las tablas de encofrado, tarnbien se em-

plean aquf las piezas Ilamadas c;amones de que ya hablabamos al describir

los pi lares de seccion ci rcular .

15 1

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Trazado de una circunferencia mediante cuerdas y ftechas

Toda la dificultad del problema del trazado de los camones estriba en

su replanteo. No P?demos extender sobre el suelo una superficie formada

de tablas y sobre el replantear una circunferencia, para mas tarde recor-

ta~la y que nos sirva de cam6n 0 gura para el molde de un deposito. EstasgUlas, estos camones, hay que obtenerlos con trozos de circunferencia demanera que al unirlos todos, tengamos formada equella, '

A

M

Figura 136

Sacaremos el valor de f:

f2 - 2R . f + c 2 = °

Para ver c6mo solucionamos el

problema , examinemos la figura 136.

En ella, trazando un diametro AOM

y una cuerda perpendicular, BC, se

tiene, en virtud de cierta propiedad

geometrica, lIamada «potencia de un

punto respecto de una circunfe-rencia»:

AD· OM = CO 2

y poniendo en lugar de estas letras

los va lores geomte ri cos que represen-tan, lIamando f a la flecha AD y R al

radio correspondiente, siendo c la ml-tad de la cuerda BC,

f . (2R - f) = c 2

2f = --------- = R ± ...; R 2 _ c 2

~omo puede verse, se obtendran dos valores para f, segun se tome

un ~Igno u otro. Pero s610 uno de ell os es el valldo, el que se obtiene conel slgn,o -, pues el otro da el valor de OM , que no nos vale.

ASI, pues, tendremos que

15 2

f=R-"'; (R-c) (R+c)

~a~ ~b

~ d = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = ~ CFi gura 137

Esto nos da el valor de la flechaen funci6n del radio de la circunfe-

rencia y de la cuerda 0 semicuerda c. Podemos sacar buen provecho deesta propiedad para el fin que perseguimos.

Supongamos, f igura 137, que sobre un tablero de las dimensiones dela-b-c-d, queremos trazar un arco de circunferencia de radio R, que nos va

a servir de cam6n para una determinada obra. Ya tenemos el dato prin-

cipal, el valor de R. Supongamos que vale 2,00metros.Comenzaremos por medir una cuerda, la BC, que, naturalmente, nos

quepa dentro de este tablero que disponemos para el trabajo. Esa cuerda

es, por ejemplo, de 0,80metros.

La fl echa correspondiente, segun los datos que damos, vale:

f =2,00- ...; (2,00-0,40) (2,00 + 0,40) =

= 2,00 - ...; (3,84 = 2,00 - 1,96=0,04 m.

Por 10 tanto, bastara con trazar sobre el tablero a-b-e-d la cuerda BC y

levantar sobre su punto medio, el 0, una perpendicular a BC con una lon-gitud f. Los tres puntos B, C Y A, estan sobre una misma circunferencia.

Para completar la totalidad de la circunferencia, echamos mana de

otra propiedad geometrica, que nos permite seguir obteniendo puntos

de una circunferencia cuando ya tenemos trazados una cuerda y la flecha

correspondiente. Consiste este sencillo procedimiento en unir los puntos

A y C, Y sobre el punto medio de esta nueva cuerda, que pertenece al

arco mitad del BC, se levanta una perpendicular EF, siendo esta longitud

igual a la de la flecha AD dividida por cuatro. Esta propiedad, que sirve

para el replanteo de curvas circulares y que el lector debera aprenderse

de memoria por sus multiples aplicaciones, la podemos resumir asl:

cSi BAC es un arco de circunferencia al que Ie corresponde una cuer-

da BC y una flecha AD, al trazar la cuerda del arco mitad, AC, Ie corres-

pondera una flecha EF que es la cuarta parte de la anterior, AD».

15 3

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Se han ~echo muchas tablas para el trazado de curvas circulares y ellector podra encontrar muchas adecuadas a este fin.

Con este trazado, se pod.r~n obtener los camones necesarios para elencofrado ?e las ~os superficies, la exterior y la interior, de l dep6sito.

Basta con rr encajando todos los trozos de circunferencia aSI obtenidos.

Puesta en obra

. Sobre la solera del hormig6n del dep6sito, si se ha hormigonado pre-vramanta, por separado, se clavaran las tablas de pie, que consisten en

camones, natura!n:ente: Si la s?lera se hormigonase al mismo tiempo que

el resto del deposito, Sin solucion de continuidad, entonces sera necesarioponer las tablas de pie ~el encofrado exterior en superficies planas hori-

~ont~les del terreno previamente preparadas. En cambio, las del encofrado

'~terlor .deben quedar elevadas, 0 «colgaaas», de manera que la aitura 0

diferencia de cotas entre las tab las de pie de ambos encofrados sea igualal espesor de la losa de solera del dep6sito.

Para colocar otro sistema de camones para dirigir las tables del enco-frado por la parte superior, se colocan unos tablones vertical mente IIa-

mado~ en al~unas regiones «velas», y los camones se fijaren a elias. Si el

deposi to tuvie ra una al tura conslde reble, serfs necesario situar direct rices

de camones para que las tablas de los correspondientes encofrados nopierdan su debida posici6n. En la figura 138 vemos la manera de situarlos camones en un encofrado de dep6sito.

D~redri2 exterior

Dlredriz interior

Fi gura 138

15 4

Tenqase siempre presente que los camones s610 tienen la misi6n exclu-

siva de «dirigir y mantener en su debida posici6n» las tablas del encofra-

do, pero nunca la de soportar los esfuerzos y empujes que se produzcan

al hormigonar. Esta misi6n resistente esta confiada a los zunchos. Estos

zunchos son unos aros de hierro que abrazan las tablas de manera que

impiden todo desplazamiento de alguna de elias fuera de la posici6n de-

seada. Estos zunchos son, en realidad, redondos, a los que se les ha dado

la forma circular y por los extremos se les une con cualquier sistema.

Estos zunchos suelen colocarse a distancias comprendidas entre los 40y 80 ern, segun las alturas. Es decir, iran mas juntos aquellos que esten

en la parte baja del encofrado, pues ya hemos visto en varias ocasiones

que el mayor empuje del hormig6n se produce en la base y va disminu-yendo hasta IIegar al borde superior del molde en que su valor es nulo.

Diametro de los dep6sltos

Los dep6sitos pueden tener cualquier dimensi6n, desde la mas redu-

cida a la mayor imaginable. Para depositos de pequefios dlarnetros, las ta-

bias de encofrar tienen que ser 10 mas estrechas posible, ya que en caso

contrario no se obtendria una circunferencia, como secci6n transversal,

sino un polfqono mas 0 menos regular. Por 1 0 tanto, se tendra en cuenta

a la hora de encofrar que para dlarnetros pequefios hay que usar tablas

estrechas.

Apuntalamiento

Como vimos, los camones directrices superiores iban fijados a las «ve-

las», las cuales, edemas, nos servlran para el atlrantedo. Estas «velas»

deberan ir debidamente arriostradas con tornapuntas que, por regia gene-

rai l se colocan de la manera siguiente:

Un tornapuntas en la parte baja, coincidiendo con los camones queforman la directriz inferior y otro tornapuntas en la parte superior, tam-

bien en coincidencia con la altura a que va la directriz superior, tal como

se muestra en la figura 139.

Todo cuanto decimos constituye el grupo de operaciones a efectuar en

el encofrado del paramento exterior. Una vez realizado este. seran los fe-

rrallistas los encaraados de colocar las armaduras que debera IIevar el

deposito, 10 que debe efectuarse «antes de comenzar a colocar el enco-

frado interior», ya que se crearian una serie de dificultades de espacio que

entorpecerian grandemente el trabajo de unos y otros.

Encofrado interior

Va dijimos que si se habra hormigonado previamente la solera del de-

p6sito, el encofrado interior del molde se apoyara sobre dicho suelo, con

15 5

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Figura 139

sus camones, etc. Pero si para la fase de hormigonado se ha previsto hacersin soluci6n de continuidad tanto la solera como las paredes, entonces elencofrado del paramento interior ira colgado sobre tacos de hormig6n,

zancos de hierro, etc.En esta ocasi6n, los camones que sirven de directrices al encofrado

interior han de ser 10 suficientemente fuertes como para servir de ele-mentos resfstentes de los esfuerzos que reciben las tablas.

En cuanto al resto de las operaciones de montaje siguen un procedi-miento en todo similar al ya descrito para el encofrado exterior.

D EPOS IT OS D E S EC CIO N POL IG ON AL

Los dep6sitos que no son circulares, pueden tener cualquier otra sec-ci6n transversal: cuadrada, rectangular, la de un pollgono regular, etc.

En realidad, aunque variando algo en sus dimensiones, son como apli-caciones de encofrados de paredes y muros, que ya hemos descrito en elcapitulo correspondiente.

Sobre la solera del fondo, replantearemos las paredes del muro, talcomo 10 hadamos anteriormente, y clavaremos 0 fijaremos las tablas deaguante de pie de muro. Los tableros seren como los ya descritos en enco-

frados de muros.I,

II 15 6

Como cubiertas de estos dep6sitos se uti lizan los mismos encofradosque ya describimos en el capitulo de Suelos, y ali i podra encontrar el lectorla soluci6n de los casas que se Iepresenten.

PISCINAS

Las piscinas no son mas que dep6sitos de agua, tanto si son de plantarectangular, poligonal, de rlfion, etc. Varia la forma de la solera de fon-do, por darse generalmente a las piscinas distintas profundidades paralos lugares de nadadores y no nadadores, 10que obliqara a recortar lastablas de las paredes de manera que se adapten a la configuraci6n de la

solera.En muchos casos, las paredes s610 requertran el encofrado interior,

s irviendo de exter ior el propio terreno recortado. La figura 1,40 nos ofreceel ejemplo de encofrado de las paredes de una piscina.

Figura 140

15 7

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SILOS

Lo que diferencia los silos de los dernas depositos es la tolva (figu-

ra 141), Y su encofrado no varia esencialmente de la de una cabeza d

hongo,: Vamos a describir somera mente el encofrado de la tolva de un silopequenos monocelular, del que ya se han encofrado los cuatro pilares de

apoyo y se. han colocado los tableros de fondo de cuatro vigas que rodean

I~ tol~a (fiqura 14'2). Dichos encofrados montados serviran de apoyo para

de mo de de la tolva que, a su vez, se construlre a partir de la boca de

escarga.

Primero s~ monta una plataforma sobre la que apoyar el molde de la

bloca: Es sencdlamente un tablero sobre puntales arriostrados y acufiadoso mrsmo que un suelo cualquiera. '

. Seguidamente se forma el molde de la boca, cuadrado 0 redondo me-

d!ante dos tableros anulares con directrices 0 barrotes exteriores eInte-

rl0Jes, como.en I~ figura 138. EI borde superior del molde se arriostra conco ales y el mferlor. con un marco de pie clavado a la plataforma.

Se ~rocede sequidamente a montar dos tableros exteriores, de forma

trapezoidal. Como en la cabeza de hongo, dos de los tableros iran ence-

Fi gura 142

Figura 14 1

pados entre los otros dos de cepo, cuyas tablas sobresaldran en los ex-

tremos 10 necesario para que apoyen en ellos los bordes biselados de los

encepados. Las costillas se dispondran en abanico, por 10 que quedaranmuy juntas cerca de la boca y mas separadas por la parte alta. Las costi-

lias extremas de cad a cara de la tolva se clavan por sus extremos a los

moldes de boca y de pilar y sobre las mismas se disponen dos carrerasde alfarjfa, 10 mas alto y mas bajo posible. Las carreras se apean con

puntales inclinados que en el suelo apoyaran en piquetes hincados en el

terreno.A continuaci6n se monta el encofrado exterior de las paredes, de la

misma manera que una pared cualquiera .Terminado el encofrado exterior, se pasa a montar el encofrado inte-

rior de la tolva. Primero se colocan codales que rnantendren la distancia

entre los dos encofrados correspondiente al grueso de las paredes. Gene-

ralmente estes codales se forman de horquillas de hierrc redondo asenta-

das en taquillos de hormig6n. En las esquinas, a ambos lados y a una dis-

tancia del tablero exterior igual al grueso de la pared aumentado con elgrueso de una tabla, se colocan unas tablas maestras de plano provisiona-

les, sujetas por codales tambien provisionales, y por la parte inferior se

15 9

15 8

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coloca la primera tabla del encofrado que apoya con su bisel correspon-

diente en el molde de boca y se clava a las maestras. Inmediatamente secolocan costillas a cada lade de las maestras y en elias se colocan, una a

una, las tablas de encofrar, clavandolas por dentro. Despues de colocadas

unas tablas se montan algunas costillas intermedias. Las restantes se colo-

caran una vez clavadas todas las tablas del encofrado interior. Oichas cos-tillas han de tener la longitud necesaria para apoyar por su extremo su-

perior en el encofrado exterior. Las carreras interiores se enfrentan apro-

ximadamente con las exteriores. La carrera superior se coloca de maneraque sirva de base del encofrado interior de la pared del silo.

En los tableros interiores de la tolva se dejaran algunos agujeros de

observaci6n para cont rolar la marcha del hormigonado.Por ultimo se procede al montaje del encofrado interior de las pare-des, 10que no ofrece ninguna di ferencia con 10ya descrito.

16 0

X III. E nc ofrad os d e p ieza sprefabricadas

DESCRIPCION

En la construcci6n de nuestros dlas, donde la rapidez de ejecuci6n es

norma general, per las necesidades de las mismas, por ser mas rentable

la inversi6n realizada, etc., una multitud de piezas fabricadas en tallerirrumpen en las obras, donde s610 se efectua la puesta en obra. Con ello se

descarga a cada obra en particular de varios trabajos que encarecerfan la

misma al tener que disponer de maquinaria especial para la fabricaci6n de

dichas piezas. Entre las mas importantes podemos citar la fabr icaci6n de vi-

guetas, tubos de hormig6n, losas para aceras 0 tapas de registros deservicios, cornisas, antepechos, vierteaguas, albardillas, etc.

De todo ello, en cada pars, hay una extensa red de Fabr l caclon de pie-

zas, de diversos modelos, que proporcionan al usuario la entrega de las

mismas a precios que ellos mismos no podrfan obtener en la propia obra.

MOL DE S P AR A V IG UE TA S

Los moldes para las viguetas prefabricadas (de las que exi sten diver-

sas patentes) suelen ser rnetalicos, por su mejor conservaci6n y larga

duraci6n. Se componen de dos 0 mas piezas, que encajan mediante char-

nela, para una vez hormigonada la pieza y fraguada esta, poder efectuar

c6modamente el desencofrado y obtenci6n de la pieza.

MOLDE 5. PARA TUBOS

Los tubos de hormig6n se sue len fabricar en piezas de hasta un metro,

por su peso y mejor manejabilidad. Se hormigonan verticalmente, reta-

cando la masa de hormig6n.

16 1

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Los encofrados correspondientes son tambien metalicos y estan cons-

tituidos por cilindros divididos segun una generatriz en dos 0 mas partes,

para facilitar la operaci6n de desencofrado, que siempre sue Ie ser la mas

engorrosa en toda clase de hormigonado de piezas.

PILOTES DE HORMIGON

Como ya sabemos, los pilotes de hormig6n armado se utilizan enaquellas obras donde los cimientos son debiles. Para obtener una buena

base para cimentar, se clavan en el terreno cierto mimero de pilotes y

sobre sus cabezas, 0 sobre una losa de hormig6n que se asienta sobre

aquellas, se procede a levantar la construcci6n proyectada.Se utilizan, pues, en obras en el mar 0 en los rios, en terrenos are-

nosos muy sueltos, en terrenos fangosos, etc. Van constituidos por un pilarde hormig6n generalmente de secci6n circular, con una punta rnetalica,utilizada para que no sufra deformaciones durante la hinca y facilitareste ,

Si s610 se han de obtener unos pocos pilotes, se pueden obtener enla misma obra mediante la disposici6n de unos moldes sobre el suelo pre-

viamente preparado. En estos casos, la secci6n de los pilotes suele sercuadrada.

EI encofrado de estas piezas es muy sencillo, ya que si se ha preparado

satisfactoriamente eI terreno dandole una superficie bien lisa y horizon-

tal, en donde suele echarse arena para que la superficie del hormig6n

no asiente sobre el terreno, el molde s610 consistira en dos tableros lar-gueros para las .caras laterales y otros dos para cerrar aquellos por los

extremos de cabeza y de pie.

Los tableros costeros iran debidamente arriostrados con tornapuntas

y costillas clavadas en el suelo y llevaran unos codales para impedir que

se abran 0 cierren por la parte superior.

Cuando la fabricaci6n de pilotes se hace en serie, es decir, en plancomercial, suelen disponerse encofrados continuos de madera 0 hierro, loscuales son lien ados de hormig6n mediante un adecuado sistema de hor-

migonado, ya sea por vagonetas , blondines, etc .

La superficie superior de los pilotes no lIeva encofrado, es decir, queda

al aire y se obtiene como cuando se enrasa una superficie de hormig6n

de una losa, etc.

MOLDES PARA FABRICAR PIEZAS A PIE DE OBRA

Si en la construcci6n de un edificio hay necesidad de fabricar cierto

nurnero de piezas de un mismo tipo, como son cornisas, albardillas, ante-

pechos, e tc ., sera recomendable hacer moldes siguiendo las caracterlst icas

deI proyecto.

16 2

Figura 143 Figura 144

Figura 145

16 3

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Figura 146

Moldes para viguetas

Su~let hacerse con tres tablones convenientemsnts preparados Uno

para e .ondo y =.~~e encajan en el , para los laterales. Estos ultimosse mannenen en posrcron mediante unas plantillas en los extremes y unos

c?dales con. tornillo a media altura de los moldes laterales (figura 143) 0

51Ino se qUle:e que queden orificios en el alma de la viga mediante coda~es y cepos (fiqura 144). r

Moldes para dinteles

Para dinteles de seccron rectangular, el molde puede confeccionarsecon tables, barrotes, tablas de aguante, codales y cepos, como en la fi-gura 145.

Moldes para dintel con caja de pers iana

Para fabricar dinteles especiales con hueco para alojar persianas enro-IIables, puede util iza rse el molde de la figura 146.

MO LD ES D IV ER SO S

Ademas de los ya mencionados, existen una gran variedad de moldes

para la 0.~tenci6n ~e piezas prefabricadas de cierto interes y en los quela obtencion en sene reports algun beneficio a la construcci6n.

16 4

Apendice

ENCOFRADOS METALI COS

EI encofrado metallco, como su nombre indica, esta compuesto por

cierto numero de piezas rfgidas, que s610 pueden adaptarse a una forma

exclusiva. De ahl su «limitaci6n» en cuanto a la multiplicidad de formas

a dar con un solo elemento 0 tablero, tal como ya vimos en los encofra-

dos de madera, que son susceptibles de emplearlos en diversidad de pie-

zes, cortando, afiadlendo, c1avando, etc. En cambio, en et encofrado meta-

lico, por su naturaleza, cad a pieza s610 sirve para la c1ase de molde para

la cual ha side proyectada, no pudiendo aprovecharla, salvo algun caso

excepcional, en otro elemento dist in to .

Ventajas del encofrado metalico

En aquellas obras en donde la proliferacin6 de un mismo tipo de

piezas alcanzan un numero considerable, tal como en una construcci6n

donde existan pilares de ldenticas dimensiones y en gran nurnero, los

tableros metalicos ya preparados son insustituibles para la formaci6n de

los encofrados correspondientes.

Su gran ventaja radical no 5610 en la facilidad y rapidez tanto en el

encofrado como en el desencofrado, as! como en que las piezas moldeadas

alcanzan unos paramentos llsos, bien cuidados, sino en que la duraci6n de

dicho encofrado es practlcarnente i1imitada, ya que no se deforman ni

deterioran por el uso.

En cuanto a su manejo, es bien sencillo y aunque casi la sola observa-

cin6 del dibujo correspondiente es suficiente para comprender c6mo se

montan, vamos a dar una sucinta explicaci6n sobre los mismos.

En la fotograffa de la figura 147, vemos reproducido un tablero para

encofrado metalico de un pilar. Observemos que lIeva en los extremos, en

los cantos, unos machos 0 vastaqos, los cuales penetran en los orificios

16 5

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Figura 14 7

16 6

de otro tablero. Esto permite que con un mismo tablero se pueden obtenerpilares de varias secciones.

Tanto las operaciones de encofrado y desencofrado como las de aplo-

made son rapidas y sencillas. Otra ventaja es la bondad de los paramen-tos . Salen pi lares de caras limpias .

Entre las desventajas, podemos citar su inadaptabilidad a todo tipo de

pilares, como sucede con la madera y a su mayor peso para el traslado y

manejo.

Ya veremos mas adelante como estas placas suelen servir tarnbien paraencofrar vigas.

C AR AC TE RIS TIC AS D E L OS E NC OF RA DO S M ET AL IC OS B YS

De gran circulacion en el mercado nacional de la construccion sin ani-

mo de publicidad y solamente porque los consideramos muy interesantes

per sus notables caracterlsticas, presentamos el encofrado metalico uni-

versal BYS, del que, a grandes rasgos, vamos a describir las mas desta-

cadas.

Dura c ion i lim i tad a

Las piezas que componen este tipo de encofrado estan construidas de

hierro y acero de la mejor calidad, no produciendose desgaste algunodurante su usc, por ser muy sencillo su manejo, tanto en el montaje como

en la operaclon de desencofrado.

A d ap ta ble a c ua lq uier m ed id a

Los paneles metallcos, como luego veremos, estan dlsefiados de tal

forma que se adaptan a cualquiera que sea la medida de la estructura que

se desee encofrar.

M ontaje fa dl y eeenemlee

La union de los paneles entre 5 1 mediante unos pernos que se intro-

ducen en los agu jeros del elemento subsiguiente, destierran por complete

todo empleo de mordazas, pasadores, abrazaderas, cuiias, tornillos y cual-

quier otra clase de herramientas. No precisa de personal especializado,

ya que su montaje es senciliisimo. EI desmontaje, por tanto, es tarnblen

una operaclon senci lla, s in que sepuedan producir desperfectos .

16 7

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Amortizaci6n

EI hecho de que estos paneles por las circunstancias expuestas, ten-

gan una vida ilimitada, amortiza su coste mucho mejor que todos los sis-temas conoc idos hasta l a fecha.

Medidas «standard»

Se encuentran estos paneles en el mercado, en las siguientes me-didas:

40 X 50

50 X 5060 X 50

Como dato para el lector, indicamos que un pilar de tres metros dealtura necesi ta el mater ial siguiente:

4 elementos de base.

24 paneles de 50 X 50.

4 pletinas de blocaje.

Para montar un pilar de las dimensiones indicadas, se tarda un tiempoaproximado de 15 minutos.

Montaje

Vamos a dar a continuaci6n un detalle del montaje con este tipo depaneles.

3

e4 I)

Figura 148 Figura 149

16 8

En la figura 148, se yen los elementos de base. Una vez replanteado

el pilar, se van colocando los ilamados elementos de base, de manera que

la arista interior de dichos elementos coincida con 1 0 que va a ser el

paramento definitive del pilar ya hormigonado. Una vez situados estos

elementos de la base, se procede a continuaci6n al montaje de los paneles.

En la figura 149, vemos c6mo el primer panel monta sobre el elemento

base (figura 148) de forma que el primer agujero del panel encaja en el

primer pernio A (figura 148). Los demas agujeros encajaran en los perniossucesivos, despues en el pernio B del elemento num, 2 (figura 144), y el

res to sobrante del panel sobresaldra a continuaci6n en la medida ne-

cesaria.A continuaci6n procederemos a montar el segundo panel sobre el

elemento num. 2 en la misma forma citada en el parrafo anterior, 0 sea

a partir del pernio C, hasta el pernio D del elemento nurn. 3 (fig~ras 148

y 149), sobresaliendo a continuaci6n el trozo de panel sobrante (fig. 150).

Para cerrar el resto del espacio del pilar, se montan los otros dos pane-

les, tercero y cuarto, siguiendo el mismo procedimiento ya descrito (fl-

gura 151).

En la figura 152, se ve el montaje de los subsiguientes tramos de pane-

les, siguiendo siempre el mismo sistema. Cad a panel inmoviliza siempre

a dos de los que tiene debajo, dando una total solidez al encofrado.

Asf seguiremos colocando paneles hasta Ilegar a la altura deseada.

Por ultimo, se colocan las pletinas de blocaje (terminales), como se ve

en la figura 153, para que los cuatro ultlmos paneles no se separen. En la

figura 154 presentamos el encofrado para un pilar.Para el encofrado de muros, como vemos en la figura 155, se em-

plean tarnbien los mismos paneles, edemas de otros elementos que vamos

a describir.

Figura 150 Figura 151

16 9

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Figura 152

F igura 153F igura 154

Contine la

Con este elemento, de dos metros de altura, y que se muestra en laFigura 156, se pueden efectuar toda cJase de paramentos. Se adapta a los

paneles «standard», como se puede apreciar en las figuras ya mostradas.

170

F igura 155

17 1

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Figura l57. . . .

Figura 158

T

Figura 156

Figura 159

1 72

Cuna para sujeci6n de latiguillos

Con esta original cufis y mediante un tensor (ver las figuras 157 y158) se obtiene un maximo de resistencia en am bas caras encofradas

y permite soportar todas cuantas presiones pueda producir el hormig6n,

a! ser depositado en los encofredos y pudiendo efectuar una vlbreclon al

maximo.

Cangreio

Es aste un elemento eficaz e indispensable, pues viene a eliminar radi-

calmente la aplicaci6n de toda clase de tornillos en la uni6n de los panelesentre sl (figura 159).

17 3

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Indice

lntroduccion

I. GENERALIDADES

EI hormiqon, en cabeza de la

construcclon .

Materiales que forman el hor-

hormiqon .

Algunas propiedades mas im-

portantes que deben reunirlos mater iales

Los aridos .EI horrniqon en su «rninorla

de edad» .

EI encofrado como ciencia y

como arte

II. HERRAMIENTAS Y MATE-

RIAL

Herramientas

Clavazon .

Nomenclatura

Tablas para encofrar

III. ENCOFRADO DE CIMIEN-

TOS

EI terreno

Preparacion de los tablerosDimensionado .

Taller de montaje .Algunas ideas inter esantes so-

bre montaje de tableros .

Esquinas .Prolonqacion de tableros .

Mision de la clavazon en los

tableros

Algunos modelos de encofra-

dos para cimientos

17 4

5 Puesta en obra

Refuerzo de encof rado

- Ejiones .

- Carreras.- Puntales .

7 Tirantes .

Encofrado de los cimientos de

8 pilares.

- Trazado de los tableros .

9 IV.

10

ENCOFRADO DE PILA-

RES

14 Diferentes clases de pilares

Pilares ligeros .

15 - SeguridadReplanteo de un pilar

Marcos para mantener la Sec-cion Transversal

Verticalidad .

17 Pilares aislados, con torna-20 puntas.

20 Taller

20 Altura de los tableros

Pilares de esquina

Pilares intermedios

Fabricacion de tableros

Hormigonado de pilares

23 Codales

25 Pilares de secclon no rectan-25 gular

27 Pilares de seccion circular

- Taller.27 - Mision de los camones

30 - Puesta en obra

30 - Ventana de limpieza y hor-

migonado.

32 Pilares de seccion poliqonal .

- Trazado qeornetrico de po-32 ligonos regulares .

3537

38

3840

41

43

44

47

48

48

50

50

54

54

55

56

56

5657

58

59

59

596161

61

62

62

62

- Pentaqono regular inscritoen una circunferencia .

- Pentaqono regular circuns-

crito a una circunferencia .

- Hexaqono regular inscrito- Hexaqono regular circuns-

crito, - Octaqono regular inscrito .

Pilares medios y gr uesos

- Embar rotado

- Atirantado

Tornapuntas

- TornapuntasEncofrado de cabezas de

hongo

V. ENCOFRADO DE PILA-

RES DE PORTICO

Porticos- Taller.

VI. ENCOFRADO DE VIGAS

Y JACENAS

Encofrados de vigas .

Viga de fachada .

- Taller.

- Puesta en obra- Seguridad en los puntales

Viga inter ior.

- Tableros laterales

- Tablero de fondo .

- Taller.

- Puesta en obraEncuentros de vigas .

- EsquinasVigas acarteladas. Hazen

- Razon de las cartelasVigas maest ras y brochales

Taller

VII. ENCOFRADO DE MU-

ROS

Replanteo

Ejecucion

Numero de costillas nece-

sari as

- Carreras.

Muros de cierta longitud . 9562 Precauciones antes de hormi-

gonar 9663 Esquinas de muros . 98

64 - Replanteo 98Ejecucion . . . . . " 99

64 Hormigonado de muro y suelo 100

64 Soluciones de continuidad en

65 el horm igonado. Huecos 10165 Taller 101

65 Replanteo 102

66 Puesta en obra 102

66

67 VIII. ENCOFRADOS DE SUE-

LO DE PLANTA

Diferentes clases de suelos. 105Suelos de losas de horrniqon

69 arm ado 107

69 Suelos de losas macizas abo-

vedadas 108

Losas con nervios 0 vigas enT . 108

Puesta en obras . 10873 Tablas cortas 110

73 Apoyo de los eneotrados de

74 losas 110

77 Apuntalamiento 111

79 Riostras 11280 Trabajo de desencofrado 112

80 Forjados de horrniqon 112

80 Formas de encofrar . 113

80 Techos artesonados . 115

81 Casetones 11581 Otros tipos de suelos 116

81 - Suelos con nervios y re-

83 Ilene 11683 - Suelos con ladrillo armado 116

85 - Suelos con viguetas prefa-

86 bricadas 116

IX. ENCOFRADOS DE ES-

CALERAS89

90 Encofrados de escaleras . 119

- Clasificacion 119

92 Escaleras sencillas de un tra-

93 mo recto . 1?O

17 5

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- Estudio previo .

- Encofrado de la losa de

escalera

- Tablero de zanca- Tabla de pie

- Formaci6n de contrahue-

liasEscaleras rectas de dos 0

mas tramos .- Terminaci6n del primer tra-

mo- Comienzo del segundo tra-

mo

- Meseta del tramoEscaleras curvas .

- Trazado rnaternaticoDificultad de ejecuci6n .

- Camones

- Zancas

- Losa- Apuntalamiento- Madero de sobrezanca .

X. ENCOFRADOS DE VOLA-

DIZOS

Balcones 0 galerias

Aleros

MarquesinasCornisas

XI. ENCOFRADOS DE AR-COS, BOVEDAS, CUPU-

LAS Y PUENTES

Arcos

B6vedas

Cupulae

Puentes

- Clasi fi caci6n

- Puentes de arco

XII. ENCOFRADOS DE DE-Df"I~IT()C::

120 - Trazado de una circunfe-

rencia mediante cuerdas y

121 flechas

123 - Puesta en obra

124 - Diarnetros de .os dep6sitos

- Apuntalamiento124 - Encofrado inter ior

Dep6sito de secc i6n poligonal

125 Silos

125 XIII. ENCOFRADOS DE PIE-

ZAS PREFABRICADAS126

128 Descripci6n.128 Moldes para viguetas

128 Moldes par tubos

130 Pilotes de hormig6n .

130 - Moldes para fabricar pie-

131 zas a pie de obra .133 - Moldes para viguetas

133 - Moldes para dinte les

134 - Moldes para dintel concaja de persiana

Moldes diversos

135

135

135

137 APENDICE

Encofrados rnetalicos

- Ventajas del encofrado

rnetalico . . . .

Caracteristicas de los 'enco-139 fr ados BYS

141 - Duraci6n i limitada

144 - Adaptable a cualquier me-145 dida

145 - Montaje facil y econ6mico146 - Amortizaci6n

- Medidas «standard» .

- Montaje

- Centinela

- Cufia para sujeci6n de la-

51 tiguillos51 - Cangrejo .

152

154

155

155

155

156

158

161161

161

162

162

164

164

164

164

165

165

167

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167

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