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EL COCO NO TE COMERÁ Dra. Remedios Morales Psicoterapeuta pediátrica Publicado en la Revista Comfenotas No. 1 Agosto 2001 Por suerte los niños ya no creen en el coco. Sin embargo, muchos pequeños atraviesan temporadas en que pesadillas y despertares con aterrorizados llantos transitan por sus noches desvelándolos y blanqueando de paso el sueño de los padres. No es coincidencia que los peores terrores habiten los sueños infantiles ni que éstos sean frecuentes entre los dos y cinco años de edad. Los niños en esta época van confirmando su personalidad, se van haciendo independientes contradiciendo a sus padres y tratando de imponer su voluntad, pero al mismo tiempo el miedo a que sus mayores no los quieran y retiren el apoyo, dada su naciente rebeldía, les llena de inseguridad. De igual manera, es la edad de la escolarización y el mundo del pequeño se amplía hacia lo desconocido. Los ámbitos novedosos ofrecen sorpresas agradables y desagradables. Durante el día los niños están siempre ocupados, pero en la noche la casa se torna silenciosa y oscura, a punto de poblarse de duendes, fantasmas y monstruos. De los adultos, y sobre todo de los padres, depende que los simbólicos representantes de la maldad no entren en el hogar. La hiperactividad diurna debe refrenarse entonces al final de la tarde. Es como levantar el acelerador y conseguir que un ritmo sosegado envuelva la vida nocturna del pequeño. La rutina para entrar a la noche debe ser estable y constante. De ser posible un baño caliente es recomendable; una última comida hacia las seis, ligera y de efecto relajante, (un vaso de leche y un par de galletas, por ejemplo) y sobre todo mucho cariño, hacen milagros para espantar los temores del niño. Como los temores no van a desparecer de un día para otro, sea paciente frente a las pesadillas de sus hijos. Deje la puerta de su habitación entreabierta con una luz muy suave fuera. Asístalo cuando se despierte sobresaltado; vaya a su cuarto, tómelo de las manos y tranquilícelo

El Coco No Te Comera

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EL COCO NO TE COMERÁDra. Remedios MoralesPsicoterapeuta pediátricaPublicado en la Revista Comfenotas No. 1Agosto 2001

Por suerte los niños ya no creen en el coco. Sin embargo, muchos pequeños atraviesan temporadas en que pesadillas y despertares con aterrorizados llantos transitan por sus noches desvelándolos y blanqueando de paso el sueño de los padres.

No es coincidencia que los peores terrores habiten los sueños infantiles ni que éstos sean frecuentes entre los dos y cinco años de edad. Los niños en esta época van confirmando su personalidad, se van haciendo independientes contradiciendo a sus padres y tratando de imponer su voluntad, pero al mismo tiempo el miedo a que sus mayores no los quieran y retiren el apoyo, dada su naciente rebeldía, les llena de inseguridad.

De igual manera, es la edad de la escolarización y el mundo del pequeño se amplía hacia lo desconocido. Los ámbitos novedosos ofrecen sorpresas agradables y desagradables.

Durante el día los niños están siempre ocupados, pero en la noche la casa se torna silenciosa y oscura, a punto de poblarse de duendes, fantasmas y monstruos. De los adultos, y sobre todo de los padres, depende que los simbólicos representantes de la maldad no entren en el hogar.

La hiperactividad diurna debe refrenarse entonces al final de la tarde. Es como levantar el acelerador y conseguir que un ritmo sosegado envuelva la vida nocturna del pequeño. La rutina para entrar a la noche debe ser estable y constante. De ser posible un baño caliente es recomendable; una última comida hacia las seis, ligera y de efecto relajante, (un vaso de leche y un par de galletas, por ejemplo) y sobre todo mucho cariño, hacen milagros para espantar los temores del niño.

Como los temores no van a desparecer de un día para otro, sea paciente frente a las pesadillas de sus hijos. Deje la puerta de su habitación entreabierta con una luz muy suave fuera. Asístalo cuando se despierte sobresaltado; vaya a su cuarto, tómelo de las manos y tranquilícelo haciéndole saber que usted estará atento para protegerle sin tener que llevarlo a la cama matrimonial, ni angustiarse sintiéndose culpable por dejarlo dormir solo, los niños perciben nuestra preocupación y pueden alterarse más.

Desde luego, no permita que vean televisión por lo menos tres horas antes de acostarse.

Sobar advertir que los pequeños tampoco deben ver noticieros ni programas violentos. Incluso las imágenes de muchos dibujos animados y juegos de computador, suelen ser excesivamente vertiginosas e inquietantes.

Antes de dormir cuéntele a sus niños cuentos gratos y de finales felices.

Nunca exagere la importancia de un tema desagradable frente a sus hijos, no hacerlo le ayudará a ser una persona ecuánime y equilibrada. Por último, pero como prioridad sin discusión: manifiéstele su amor acariciándolo mucho, el lenguaje de las caricias dice mucho más que millares de palabras.