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El Desarrollo Del Concepto Missio Dei

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Breve estudio de la procedencia del término missio Dei.Developing the concept Missio Dei and the congress of Willingen

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2009

Investigación de las Bases Bíblicas y Teológicas de la Misión | UNELA

JOSE ACOSTA MUNGUÍA EL DESARROLLO DEL CONCEPTO MISSIO DEI Y EL CONGRESO DE WILLINGEN

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Contenido

Introducción ........................................................................................................................................ 2

1. El concepto missio Dei ............................................................................................................. 2

2. Renovación de concepto de misiones ..................................................................................... 3

3. El congreso de Willingen ......................................................................................................... 5

4. Divergencias en cuanto al uso del término ............................................................................. 7

Conclusiones ....................................................................................................................................... 8

Bibliografía ........................................................................................................................................10

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Introducción

En las primeras décadas del siglo XX surgió el término latino missio Dei el cual luego de ser admitido adquirió gran popularidad en medio de variadas interpretaciones. El término está estrechamente vinculado con la relación existente entre la misión de Dios y el llamamiento de la iglesia a participar.

El fin de esta investigación es profundizar en el concepto missio Dei, ahondar en sus orígenes y las implicaciones que este tiene sobre las misiones.

Se pretende establecer su procedencia, describir en qué contexto germinó y el desarrollo que ha tenido durante casi un siglo en contextos ecuménicos y evangélicos. Hay ciertos indicios de que Karl Barth, teólogo cristiano suizo, conocido por muchos como el teólogo de la palabra tuvo mediación en los primeros usos de este concepto, por lo que se intentará establecer si realmente existe esta relación.

1. El concepto missio Dei

El término missio (misión) Dei (Dios) proviene del latín, y se traduce misión de Dios. El concepto del missio Dei encuentra sus raíces en las escrituras de Karl Barth.

El concepto missio Dei establece la prioridad de la actividad del Dios en términos de misión y caracteriza a Dios mismo como un Dios misionero. En este caso, la misión no se puede concebir primariamente o aún esencialmente como una actividad o programa de la iglesia, sino que reside en Dios. (Smith, 2007)

A su enorme amor por la creación, Dios está comprometido con la misión de la salvación y al rescate a través del envío del hijo por parte del padre y del Espíritu Santo. Con esta actividad misionera de Dios, es formada la iglesia y esta nueva comunidad es llamada a participar en la misión de Dios. Este enfoque de la misión pone en primer plano la acción de Dios, afirmando que la misión es ante todo y sobre todo realización suya, una empresa divina.

La idea tradicional hasta ese momento era que la misión está centrada en la iglesia pero tras el congreso de Willingen la importancia dada a la centralidad de la iglesia en la misión se sustituyó con una perspectiva más amplia que permitía interpretar los acontecimientos del mundo como factores determinantes para la misión.

Según Pablo Deiros (2006) la missio Dei es universal, y su objetivo es justicia para todas las naciones, comenzando con el llamamiento a Abraham a ser de bendición a todas las naciones. (p.201)

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La misión de Dios, refleja el carácter de Dios, como el Dios de justicia que demanda justicia social según fue anunciada por Isaías. Dios está interesado en la justicia social y no solamente en la moralidad privada. 1

Por eso, la misión de Dios es la actividad de Dios en la historia humana para rescatar a la humanidad de su deshumanización cultural, política, económica y social así como de su alienación espiritual respecto a Dios.

2. Renovación del concepto de misiones

Se puede decir que en el siglo XX y a principios del siglo XXI la obra misionera estaba fuertemente institucionalizada. Esto fue evidente del lado católico bajo un papado libre de presiones gubernamentales, en la restauración del orden monástico y de las nuevas órdenes de vida apostólica tomando fuerzas de las masas populares.

Comenzó entonces a presentarse una tensión entre una misión antropocéntrica, con la iglesia y el hombre como propulsor de las misiones y la misión como una labor teocéntrica que nace del corazón mismo del Dios, y que lo ubica como fundador y promotor de toda obra misionera. Generalmente la relación entre la missio Dei y la missio ecclesiae se consideraban estrechamente vinculadas.

La frase originalmente expresaba “el envío de Dios”, en el sentido de que Dios envió a su hijo, Jesús envió al Espíritu Santo. Desde esta perspectiva, Entonces toda misión humana es vista como una participación y extensión del envío divino. (Wright, 2006, p. 63)

La fórmula missio Dei originalmente describe las implicaciones más amplias de la obra salvífica de Dios para el reino, donde las actividades misioneras de la iglesia fueron vistas como un componente indispensable.

Los datos históricos ubican a Karl Barth y Karl Hartenstein, como iniciadores de este concepto de missio Dei.

Karl Barth es considerado el padre del paradigma postmoderno del concepto misión. Este teólogo suizo formado en la universidad de Bern, Alemania, lo consideró necesario para acentuar la acción del Dios en contraste con el enfoque centrado en lo humano de la teología liberal de su día. Sin embargo no fue él quien propiamente utilizó el término. El teólogo rechazó la teología centrada en el hombre, y al igual que Hartenstein apuntaba a una teología teocéntrica. En su discurso Barth acentuaba la acción de Dios (actio dei) y la misión de la trinitaria (missio trinitis).

1 "Préstame atención, pueblo mío; óyeme, nación mía: porque de mí saldrá la enseñanza, y mi justicia será luz para las naciones. (Isa 51:4)

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Contraria a las previas interpretaciones que se venían manejando, el paradigma detrás del concepto argumenta que la iglesia no controla la misión y apunta de una misión centrada en la iglesia a la misión como centro de la iglesia.

Karl Barth, en su conferencia Dogmatica eclesial de 1932, utilizó por primera vez el término "missio" en el ámbito de la teología de la misión, habiéndolo tomado de la doctrina relativa a la ópera Trinitatis. Para él se trataba de una cuestión de certeza de que la iglesia misma tiene un claro lugar como sujeto de la actividad misionera, en el proceso fundamental en la que una persona encuentra en “La Palabra”, una experiencia que sólo Dios puede dar.

El concepto teológico de la justicia de Dios tiene fuerte relación con la posición teológica de Karl Barth. Su visión centrada en “La palabra”, siempre consideró los asuntos sociales y los problemas reales de la iglesia moderna. Sin embargo se debe considerar el contexto histórico en el que él hace su reflexión y la corriente de pensamiento con las que le tocó lidiar para poder comprender el énfasis en ciertos aspectos de sus propuestas teológicas y la esencia de su ideología. Barth desarrolla su pensamiento en el contexto de la primera guerra mundial y de la gran depresión económica de principios de siglo XX.

Mientras que Karl Barth mantenía un concepto con énfasis en al actio Dei (acción de Dios), para Hartenstein, su homólogo alemán, la misión de la iglesia encuentra el fundamento de su existencia y sus límites en la misión de Dios. .”

Fue Karl Hartenstein quien acuñó el término en 1934. Este teólogo alemán en su reporte de Willingen, ideó la frase cuando habló de misión como “la participación en el envío del Hijo, en la missio Dei, con la finalidad de establecer el señorío de Cristo sobre toda la creación redimida”.

Hartenstein tuvo mucho interés en la “la teología de la crisis” de Karl Barth, lo que se reflejó en su pequeño publicación de 1928 con el título de ¿Qué es lo que la teología de Karl Barth tienen que decir a las misiones?

Hartenstein además de ser teólogo era misionólogo. En sus inicios fue influenciado por Karl Heim pero con el pasar del tiempo su enfoque fue girando hacia las misiones. Llegó a ser director de la Misión Basler en 1932 a la edad de 32 años y luego del Concilio misionero evangélico alemán (German Evangelical Mission Council, DEM). El fue un firme defensor de la unidad ecuménica de la Iglesia y luchó por evitar la influencia nazi en el concepto de misiones que se estaba desarrollando en la década de los 40.

Hartenstein utilizó el término missio Dei como una forma de resumir la enseñanza de Karl Barth, quien en su lectura de la misión de 1928, conectó la misión con la teología de la

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trinidad. Aunque el énfasis de Barth era teológico y el del Hartenstein misionológico ambos querían dejar claro que la misión está fundamentada en un movimiento trinitario de Dios y que ese expresa su poder a través de la historia. De esa manera se argumentaba que la misión emanaba de un Dios trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La expresión cambia el énfasis alejándolo del activismo, centrado en la iglesia a un énfasis que ve las misiones como una acción principalmente de Dios. Hay una tendencia a pensar que las misiones es algo que hacemos, una tarea humana que realiza la iglesia. Esto es mayormente así, cuando se cae en un reduccionismo de la misión mundial (misiones) como sinónimo del evangelismo. El evangelismo es algo que hacemos, y es parte fundamental de las misiones pero no va a soportar el peso de los argumentos para decir que la Biblia puede ser hermeúticamente abordada desde una perspectiva misional. (Wright, 2006)

Sabemos que la salvación es del Señor, ¿entonces de quien es la misión? 2

A través de la Biblia vemos una narrativa de salvación que cíclicamente va mostrando un desarrollo del plan de Dios, quien claramente tiene una meta definida. Su propósito redentor, luego de la caída de Adán va mostrando su rumbo al incluir a Abraham en este plan. Wright lo sintetiza así: creación, caída, redención, y esperanza futura.

. Entonces como afirma Christopher Wright, el canto de redención de apocalipsis 7:10 lleva implícito que la misión no es nuestra, la misión pertenece a Dios. (Wright, 2006). Es fácil observar que através de toda la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, el plan de Dios se va desarrollando. Ese plan está estrictamente dirigido a alcanzar a la humanidad caída para atraerla hacia si mismo. Wright agrega que ciertamente Dios tiene una misión para su iglesia pero que tambíen tiene a la iglesia para una misión. (Kirk, 2002)

Dentro de esta meta narrativa es que entra el concepto de missio Dei, donde Dios participa a la humanidad a participar. De ahí se puede decir que la iglesia no solo está invitada a participar, sino también obligada a participar en un plan que viene llevándose a cabo desde antes de que ésta estuviera y para lo cual ésta también existe.

3. El congreso de Willingen

El enunciado missio Dei, se adoptó tras la reunión del consejo misionero de Willingen llevado a cabo en Alemania durante el año 1952. La importancia dada a la centralidad de la iglesia en la misión se sustituyó con una perspectiva más amplia que permitía interpretar los acontecimientos del mundo como factores determinantes para la misión.

2 2 Gritaban a gran voz: “¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!" (Ap. 7:10

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Esta fue la quinta conferencia mundial sobre misión desde Edimburgo 1910 y se llevo a cabo en el contexto de revolución comunista en China. Este régimen había puesto fin a la empresa misionera tradicional en dicho país, provocando que los delegados redescubrieran que la misión depende ante todo de la propia acción de Dios.

Curiosamente, la expresión en si misma nunca fue utilizada durante la conferencia. Esta surgió las semanas siguientes a Willingen en el reporte de Karl Hartenstein como jerarca de Württemburg y director formador de la Misión Basler. El creó el término para resumir las principales conclusiones de clausura de la conferencia, el lo hizo con las siguientes palabras:

El movimiento misionero, del que somos parte tiene su origen en el mismo Dios triuno. De las profundidades de Su amor por nosotros, el Padre envió a su propio Hijo amado para reconciliar todas las cosas para sí mismo, para que nosotros y todos los hombres, por medio del Espíritu, seamos uno con Él y con el Padre en ese perfecto amor que es la naturaleza misma de Dios. ... Nosotros, que hemos sido elegidos en Cristo ... somos por esto mismo comprometidos a la plena participación en su misión redentora. No hay participación en Cristo, sin participar en su misión al mundo. La razón por la cual la Iglesia recibe su existencia es porque la ha dado la misión al mundo. (Richebächer 2003, p. 589) Tomado de (Missio Dei - God’s mission, 2009)

Aunque el concepto se consolidó hasta pasada la nombrada conferencia, la frase missio Dei terminó de ser popularizada en círculos ecuménicos por Georg Vicedom en 1958 y vino a ser de uso común en el movimiento ecuménico después de la primera Conferencia Mundial de Misión y Evangelización llevada a cabo en México, 1963. En esta reunión se debatió la cuestión del testimonio en un mundo donde Dios está activamente actuando, y se invitó a las iglesias a unirse en la missio Dei. Johannes Blauw en una publicación de 1962 titulada: La naturaleza misionera de la iglesia completó la expresión.

En el Concilio Mundial de Iglesias (CMI) el término se usó para hacer referencia a un cambio de orden en el concepto de misión. La perspectiva clásica de la misión comienza con Dios, quien trabaja principalmente por medio de la iglesia para alcanzar y transformar al mundo. Después de la Cuarta Asamblea del CMI de 1968, la missio Dei fue usada para enfatizar que Dios estaba trabajando en el mundo y que lo mejor que la iglesia podía hacer era unirse a los movimientos que Dios estaba haciendo en el mundo (Dios-mundo-iglesia).(Engen, 2009)

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La reunión de Willingen en 1952, convocada en las secuelas de la II Guerra Mundial y la «gran crisis» misionera en la China (cf. Paton 1953:50), debatió el estado de la misión de la iglesia cristiana. En los años inmediatamente anteriores había habido un cambio casi imperceptible de un énfasis en una misión eclesiocéntrica a una Iglesia centrada en la misión. (Bosch, 2005)

Willingen comenzó trazando el perfil de un nuevo modelo. Reconoció que la Iglesia no podía ser ni el punto de partida ni el objetivo de la misión. La obra salvífica de Dios precede tanto a la Iglesia como a la misión. No debemos subordinar la misión a la Iglesia ni la Iglesia a la misión; más bien, ambas deben ser incluidas en la missio Dei. La missio Dei, instituye las “missiones ecclesiae”. La Iglesia ya no es la entidad que envía sino la enviada (cf. Günther 1970, p. 105–114)

El nuevo ambiente encontró su expresión en las palabras de apertura de la declaración aprobada por la siguiente asamblea del IMC, convocada en Achimota, Ghana, en 1958: “La misión cristiana mundial es de Cristo, no de nosotros”. En un folleto publicado después del cierre de la Asamblea de Ghana, Newbigin resumió el consenso logrado de la siguiente manera:

“la Iglesia es la misión», lo cual significa que no es legítimo hablar de una de ellas sin al mismo tiempo referirse a la otra; la sede se encuentra en todas partes, lo cual significa que cada comunidad cristiana se encuentra en una situación misionera; y todas son colaboradoras en la misión», lo cual significa el final de toda forma de tutela de una iglesia sobre otra (Bosch, 2005, p. 246)

El énfasis de Willingen en una base trinitaria es fundamental para entender su concepto.

4. Divergencias en cuanto al uso del término

Algunos consideran que la frase es un tanto ambigua y que su mayor importancia está en el hecho de que tiene su énfasis en la base trinitaria de la misión. Es por eso que la frase debe de ser entendida en el contexto de un fundamento con base trinitaria y con un propósito de redención universal. (Internacional Review of Mission, 2003)

Lesslie Newbigin (1995) considera que el término missio Dei fue utilizado en demasía en los escritos misionológicos luego de la conferencia de Willingen. El considera que la frase fue algunas veces utilizada para marginalizar el papel de la iglesia. Esto ocurrió porque el razonamiento de muchos fue que si Dios es el verdadero misionero, entonces no es necesario promover las misiones, sino salir y ver qué es lo que Dios está haciendo en el mundo y unir fuerzas con él.

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Newbigin considera que el concepto se ha securalizado, sobre todo luego de la conferencia de los Federación Mundial de Estudiantes Cristianos realizada en 1960, titulada “ La vida y misión de la iglesia”, donde los estudiantes fueron retados a salir de la estructura tradicional de iglesia a través de grupos flexibles, abiertos y móviles. El afirma que en las décadas posteriores el concepto de misión fue fuertemente utilizado para referirse al quehacer de la justicia de Dios en el mundo y no expecificamente con el incremento de miembros en la iglesias. (Newbigin, 1995)

Anteriormente y con una línea de pensamiento similar George Vicedom afirma que “la teología conciliar de la misión eventualmente cargó al barco de la missio Dei con tanto equipaje que casi lo hunde”. (Engen, 2009)

La forma en que nos aproximamos y utilizamos esta noción debe de ser muy cuidadosa. Van Engen (2009) considera que “el lenguaje de la missio Dei, aunque potencialmente útil, actualmente requiere de mayor clarificación debido al múltiple, confuso y a veces contradictorio bagaje de términos que conlleva.” ¿Cómo vamos a distinguir qué parte es de la missio Dei y qué parte no lo es? Debemos ser cuidadosos en no convertir todo en misión y perder la misión en el proceso.

Conclusiones

Se puede sintetizar que el popular concepto de la missio Dei, fue articulado por primera vez por Karl Barth en 1932 y después reconocido por Karl Hartenstein en 1952. Luego el término fue asociado con una visión trinitaria de la misión durante la conferencia de la IMC en Willingen en 1952. En adelante, ya no se hablará de las misiones como una etapa en la vida de la Iglesia, sino como un estado constitutivo de ella

Este concepto, de profundo contenido misionológico y teológico, trajo un cambio de orden y tuvo un profundo efecto y un gran alcance en la teología de la misión no solamente de la gente asociada con el Concilio Mundial de Iglesias. Este cambio de paradigma provoca un giro en la manera de plantear la enseñanza misionológica. La forma en que la iglesia comprenderá la misión estará de ahora en adelante vinculada con la realidad de que Dios es el primero que está en misión y la iglesia obedientemente debe participar activamente con él. Es algo que ésta intrínseco en su concepción misma.

En primer lugar, la misión es ante todo de Dios. En segundo lugar, la misión de Dios se define en términos de Trino y está intrínseca al Su carácter. Nuestra misión, por lo tanto, no tiene vida propia, sólo en las manos de Dios el envío puede ser llamado verdaderamente la misión, sobre todo porque la iniciativa misionera viene de Dios. La missio Dei, es acerca de la liberación de la gente para pasar a ser el pueblo de Dios desde una perspectiva individual, comunal y global.

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De acuerdo con el apóstol Juan, la misión consiste en ser enviado al mundo por Jesucristo, como este último fue enviado por el Padre (Juan 20. 21). Esta es la missio Dei o missio Trinitatis. Esta versión de la gran comisión se refiere tanto al contenido como al medio para realizar la misión. La misión de Dios es definida por el ministerio y métodos de Jesucristo.

Por lo tanto, la comprensión de la missio Dei desarrollado desde dentro del contexto de la historia universal y de la historia bíblica es esencial para la misión de la Iglesia hoy. La participación de la Iglesia en la missio Dei siempre sucede desde un contexto determinado y se debe discernir cómo vamos a responder en misión y como esta respuesta puede variar de un contexto a otro.

La missio Dei forma parte esencial de lo que Dios es, y por lo tanto de lo que su iglesia representa. La misión de Dios a través de la iglesia es por lo tanto mucho más que la realización de buenas obras, tiene que ver con la capacidad de asimilar lo que hay en el corazón de Dios y ser movidos con la pasión que emana de su amor. Este concepto de más de un siglo abrió la puerta a nuevas discusiones y finalizando la primera década del siglo XXI corresponde a la iglesia sintonizarse con Dios para discernir de que manera está desarrollando su misión y cual es el papel que como cuerpo de Cristo quiere que asuma su Amada.

Varias preguntas quedan aun abiertas, ¿Como va participar la iglesia de esta misión, desde el punto de vista pragmático?, ¿Cual va a ser la respuesta de nuevas generaciones?, ¿Cuál va a ser su concepto de misión? ¿Cómo va a afectar nuevas posturas de pensamiento misionológico el desarrollo de la futura iglesia y al mundo?

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Bibliografía

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