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más a su amigo. Cuando, después de tres meses, Faulkner terminó la obra decidió pagarle la visita y lle- varle la novela. Anderson prometió recomendarla a su editor si Faulk- ner aceptaba que no la leería. Así fue como pudo publicar su primer libro La paga de los soldados (1926). En esa época Faulkner era un es- critor muy poco popular. Sus libros no se vendían. Entre 1929 y 1930 escribió dos de las novelas más im- portantes de siglo XX: El sonido y la furia y Mientras agonizo. y y A pesar de la notable calidad literaria de es- tas novelas no se vendieron como se esperaba. Su primer éxito comercial fue una novela policíaca, Santuario (1931), pero aun así su popularidad entre los lectores norteamericanos era escasa. Lo contrario ocurría con los lectores latinoamericanos. La traducción de Las palmeras salvajes (1939), por parte de Jorge Luis Borges, es paradigmática. Es- critores como Ricardo Piglia argu- mentan que la versión borgiana de esta novela está mejorada, debido a que el lenguaje del original es un tan- to caótico. Se dice que Borges le dio claridad y elevó la potencia literaria de esta obra. Independientemente de esto, autores como Juan Carlos Onetti aceptaron con el tiempo que la publicación de la traducción de Las palmeras salvajes, en Argentina en 1940, fue un punto de partida para el posterior desarrollo de la novela lati- noamericana. Hay quienes afirman, no sin generar polémica, que esa fue la única novela que Borges escribió y que además fue la novela que dio ini- cio al boom latinoamericano. m m UNA EXTRAÑA FAMILIARIDAD Reducir la novela latinoamericana del siglo XX a la emulación de las nove- las de Faulkner sería reduccionista; sin embargo, son muchos los críticos que han observado las similitudes. El principal rasgo es el lenguaje barroco, la corriente de palabras y pensamien- to, que poco a poco van construyendo una trama y una atmósfera. En el prólogo de la La casa verde, Mario Vargas Llosa le agradece a Faulkner haberle enseñado que el arte de la na- rración estriba en muchos aspectos en la forma. Ahí dice Vargas Llosa que a través de la forma, de buscar un método acorde a la historia, se puede contar cualquier cosa. Otro rasgo a resaltar es el ata- vismo y el sincretismo en sus his- torias, lo cual de nueva cuenta lo emparenta con obras como Pedro Páramo y Cien años de soledad. Quizá esto haya sucedido así por el extrañamiento que las sociedades premodernas generaron en estos es- critores (como las del sur de Estados Unidos en el siglo XIX y las zonas rurales de América Latina del XX), quienes en sus respectivas tradicio- nes renovaron el arte de escribir. EL ETHOS TRÁGICO S S La novelística de Faulkner aborda temas como el racismo y la segre- gación de la sociedad de Estados Unidos. Casi todas se sitúan a fina- les del siglo XIX. En este sentido esta narrativa es regionalista. Uno podría pensar que los temas de esta zona del mundo no serían de la in- cumbencia de un lector ajeno a esta realidad. No obstante, como muchas veces lo comentó Carlos Fuentes, lo que salva a la escritura de Faulkner del provincianismo; es decir, de las temáticas netamente regionalistas entre negros y blancos de hace más de un siglo, es precisamente la sen- sibilidad que Faulkner siempre tuvo para generar el ethos trágico. De ahí que muchas veces se le haya equi- parado con los grandes poetas del teatro clásico griego, como Sófocles y Esquilo, lo cual ya es mucho. Es especialmente en la novela Absa- lón! Absalón! donde esta cualidad es más evidente. Ahí la destrucción de la familia Sutpen llega a niveles metafísicos. Onetti en más de una entrevista afirmó que era insupera- ble y que había sido la mejor novela que había leído en su vida. Contra- dictoriamente, en Estados Unidos esta obra no es valorada de igual forma; la tradición anglosajona casi por sistema desdeña todo lo barroco. Faulkner con su estilo abigarrado y de difícil lectura no puede entrar de una manera unánime al canon an- glosajón. Es por ello que quizá sus mejores lectores siempre han sido, y quizá serán, latinoamericanos. www.registrosdevoz.com 76 SIGLO NUEVO Foto: LIFE Foto: LIFE

EL ETHOS TRÁGICO

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Page 1: EL ETHOS TRÁGICO

más a su amigo. Cuando, después de tres meses, Faulkner terminó la obra decidió pagarle la visita y lle-varle la novela. Anderson prometió recomendarla a su editor si Faulk-ner aceptaba que no la leería. Así fue como pudo publicar su primer libro La paga de los soldados (1926).

En esa época Faulkner era un es-critor muy poco popular. Sus libros no se vendían. Entre 1929 y 1930 escribió dos de las novelas más im-portantes de siglo XX: El sonido y la furia y Mientras agonizo. y Mientras agonizo. y A pesar de la notable calidad literaria de es-tas novelas no se vendieron como se esperaba. Su primer éxito comercial fue una novela policíaca, Santuario(1931), pero aun así su popularidad entre los lectores norteamericanos era escasa. Lo contrario ocurría con los lectores latinoamericanos.

La traducción de Las palmeras salvajes (1939), por parte de Jorge Luis Borges, es paradigmática. Es-critores como Ricardo Piglia argu-mentan que la versión borgiana de esta novela está mejorada, debido a que el lenguaje del original es un tan-to caótico. Se dice que Borges le dio claridad y elevó la potencia literaria de esta obra. Independientemente de esto, autores como Juan Carlos Onetti aceptaron con el tiempo que la publicación de la traducción de Las palmeras salvajes, en Argentina en 1940, fue un punto de partida para el

posterior desarrollo de la novela lati-noamericana. Hay quienes afi rman, no sin generar polémica, que esa fue la única novela que Borges escribió y que además fue la novela que dio ini-cio al boom latinoamericano.boom latinoamericano.boom

UNA EXTRAÑAFAMILIARIDAD

Reducir la novela latinoamericana del siglo XX a la emulación de las nove-las de Faulkner sería reduccionista; sin embargo, son muchos los críticos que han observado las similitudes. El principal rasgo es el lenguaje barroco, la corriente de palabras y pensamien-to, que poco a poco van construyendo una trama y una atmósfera. En el prólogo de la La casa verde, Mario Vargas Llosa le agradece a Faulkner haberle enseñado que el arte de la na-rración estriba en muchos aspectos en la forma. Ahí dice Vargas Llosa que a través de la forma, de buscar un método acorde a la historia, se puede contar cualquier cosa.

Otro rasgo a resaltar es el ata-vismo y el sincretismo en sus his-torias, lo cual de nueva cuenta lo emparenta con obras como Pedro Páramo y Cien años de soledad. Quizá esto haya sucedido así por el

extrañamiento que las sociedades premodernas generaron en estos es-critores (como las del sur de Estados Unidos en el siglo XIX y las zonas rurales de América Latina del XX), quienes en sus respectivas tradicio-nes renovaron el arte de escribir.

EL ETHOS TRÁGICOETHOS TRÁGICOETHOS

La novelística de Faulkner aborda temas como el racismo y la segre-gación de la sociedad de Estados Unidos. Casi todas se sitúan a fi na-les del siglo XIX. En este sentido esta narrativa es regionalista. Uno podría pensar que los temas de esta zona del mundo no serían de la in-cumbencia de un lector ajeno a esta realidad. No obstante, como muchas veces lo comentó Carlos Fuentes, lo que salva a la escritura de Faulkner del provincianismo; es decir, de las temáticas netamente regionalistas entre negros y blancos de hace más de un siglo, es precisamente la sen-sibilidad que Faulkner siempre tuvo para generar el ethos trágico. De ahí que muchas veces se le haya equi-parado con los grandes poetas del teatro clásico griego, como Sófocles y Esquilo, lo cual ya es mucho. Es especialmente en la novela Absa-lón! Absalón! donde esta cualidad es más evidente. Ahí la destrucción de la familia Sutpen llega a niveles metafísicos. Onetti en más de una entrevista afi rmó que era insupera-ble y que había sido la mejor novela que había leído en su vida. Contra-dictoriamente, en Estados Unidos esta obra no es valorada de igual forma; la tradición anglosajona casi por sistema desdeña todo lo barroco. Faulkner con su estilo abigarrado y de difícil lectura no puede entrar de una manera unánime al canon an-glosajón. Es por ello que quizá sus mejores lectores siempre han sido, y quizá serán, latinoamericanos. www.registrosdevoz.com

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