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139 CUADERNOS DE CC.EE. y EE., Nº 37, 2000, pp. 139-160 EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN ESPAÑA Y HOLANDA EN EL SIGLO XVII; LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS Y LA DIFUSIÓN DE IDEAS: HUGO GROTIUS León Gómez Rivas* RESUMEN Entre los autores anteriores a Adam Smith y que se considera ejercieron una cierta influencia en el panorama cultural escocés del siglo XVIII cabe destacar nombres como Grotius o Pufendorf. Sus escritos sobre Derecho y Filosofía Moral tuvieron una importante difusión en Gran Bretaña durante los siglos XVII y XVIII, y aparecen repetidamente citados en los textos de filósofos y economistas ingleses. Por otra parte, es también bastante aceptada la tesis (originada en Schumpeter y Grice-Hutchinson) de una transmisión del pensamiento escolástico español (Escuela de Salamanca) a estos filósofos europeos del Derecho Natural. Sin embargo, las guerras centroeuropeas entre cristianos católicos y reformados, junto al largo conflicto que mantenían las Provincias Unidas de Holanda con la Corona Española, van a actuar de freno en la difusión de esas ideas por la ‘universitas ’ Europea. PALABRAS CLAVE: difusión de ideas, escolástica, Escuela de Salamanca, iusnaturalismo. ABSTRACT It is wellknown the thesis on an influence of Scholastic philosophers in the origin of Economic Thought. In fact, the School of Salamanca it is important not only by its pioneers analysis on economic matters, but also by the subsequent diffusion of these ideas. On the other hand, the great Dutch jurist Hugo Grotius (1583-1645) adopted much of Scholastic ideas. Grotian doctrine was brought to Scotland by the early 18th century professor of moral philosophy at Glasgow G. Carmichael (1672-1729), who transmited all those ideas to his successor, Francis Hutcheson (1694-1746), the teacher of Adam Smith. However, the destructive Thirty Years’ War between catholic and protestant Christians, together with the long conflict maintained in the Spanish Low Countries, act as a brake in the diffusion of all those economic ideas by the European universitas’. KEY WORDS: Spread of ideas, Scholastics, School of Salamanca, natural law, Scottish Enlightenment. (*) Doctor en Historia Moderna por la Universidad Complutense de Madrid, Profesor de Historia Económica de la Universidad Europea de Madrid (CEES).

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EL PENSAMIENTO ECONÓMICOEN ESPAÑA Y HOLANDA

EN EL SIGLO XVII;LA GUERRA DE LOS TREINTA

AÑOS Y LA DIFUSIÓN DEIDEAS: HUGO GROTIUS

León Gómez Rivas*

RESUMEN

Entre los autores anteriores a Adam Smith y que se considera ejercieron unacierta influencia en el panorama cultural escocés del siglo XVIII cabe destacar nombrescomo Grotius o Pufendorf. Sus escritos sobre Derecho y Filosofía Moral tuvieron unaimportante difusión en Gran Bretaña durante los siglos XVII y XVIII, y aparecenrepetidamente citados en los textos de filósofos y economistas ingleses. Por otra parte,es también bastante aceptada la tesis (originada en Schumpeter y Grice-Hutchinson)de una transmisión del pensamiento escolástico español (Escuela de Salamanca) aestos filósofos europeos del Derecho Natural. Sin embargo, las guerras centroeuropeasentre cristianos católicos y reformados, junto al largo conflicto que mantenían lasProvincias Unidas de Holanda con la Corona Española, van a actuar de freno en ladifusión de esas ideas por la ‘universitas’ Europea.

PALABRAS CLAVE: difusión de ideas, escolástica, Escuela de Salamanca,iusnaturalismo.

ABSTRACT

It is wellknown the thesis on an influence of Scholastic philosophers in the originof Economic Thought. In fact, the School of Salamanca it is important not only by itspioneers analysis on economic matters, but also by the subsequent diffusion of theseideas. On the other hand, the great Dutch jurist Hugo Grotius (1583-1645) adoptedmuch of Scholastic ideas. Grotian doctrine was brought to Scotland by the early 18thcentury professor of moral philosophy at Glasgow G. Carmichael (1672-1729), whotransmited all those ideas to his successor, Francis Hutcheson (1694-1746), the teacherof Adam Smith. However, the destructive Thirty Years’ War between catholic andprotestant Christians, together with the long conflict maintained in the Spanish LowCountries, act as a brake in the diffusion of all those economic ideas by the European‘universitas’.

KEY WORDS: Spread of ideas, Scholastics, School of Salamanca, natural law, ScottishEnlightenment.

(*) Doctor en Historia Moderna por la Universidad Complutense de Madrid, Profesor de Historia Económica de laUniversidad Europea de Madrid (CEES).

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“La revuelta holandesa desempeñó un papel, en la política y el pen-samiento de principios del siglo XVII, semejante al de la guerra civilespañola de 1936, aunque por un tiempo más largo”

Christopher Hill (1958), Puritanism and Revolution, London: 127 [enG. Parker, 1986, España y los Países Bajos, Madrid: 84].

Este trabajo pretende recordar algunas ideas menos conocidas sobre los orígenes delpensamiento económico: en un primer epígrafe, la interesante producción intelectual de losescolásticos españoles de los siglos XVI y XVII (la Escuela de Salamanca); y su transmisiónpor Europa a través de los juristas centroeuropeos del derecho natural (Grotius o Pufendorf).En ambos casos, existe ya una abundante bibliografía que nos permite sintetizar brevementelas principales ideas sobre esta materia, como se verá en el primer epígrafe.

A partir de aquí, trataremos de abordar la figura de Grotius desde una perspectiva delmercado y difusión de ideas. No es posible desarrollar en este breve estudio todo el contenidoteórico de los textos del jurista holandés: pero sí vamos a intentar situarlo en una perspectivahistórica que nos permita adoptar un enfoque “realista”1 sobre el marco político, ideológicoe institucional en el que se desarrollan las últimas producciones de la escolástica junto a lasnuevas aportaciones del derecho natural y la filosofía moral de la ‘Scottish Enlightenment’. Meceñiré en concreto a los acontecimientos que se desarrollaron en Holanda desde su rebelióncontra la Corona española hasta el final de la guerra de los Treinta Años, con la paz deWestfalia, que marcó sin duda un hito en la historia europea.

A este segundo propósito dedicaremos tres epígrafes: una presentación del modeloexpuesto por Llombart (1995) sobre la difusión de ideas; una referencia a la figura de Grotius;y finalmente un marco histórico general que nos situe correctamente en las precisas coorde-nadas político-religiosas de la Europa del siglo XVII.

1. SOBRE EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LA ESCUELA DE SALAMANCA

Hoy en día podemos considerar ya bastante asentada, en el ámbito de la Historia delPensamiento Económico, la tesis sobre una influencia de la filosofía moral en los orígenes dela Economía. No sólo porque Adam Smith enseñaba precisamente esa materia en la Univer-sidad de Glasgow; sino también porque en bastantes textos de filosofía o teología anterioresal siglo XVIII ya se esbozaron algunos conceptos económicos que posteriormente fuerondesarrollados por los autores “clásicos” en esta materia.

Así, se ha presentado a la Escuela de Salamanca como uno de los principales antece-dentes del análisis económico. Se trata de los doctores universitarios que enseñaron en la

(1) Llombart se refiere a “The convenience of adopting more realistic approaches to the study and evaluation of thespread of ideas, which should start from the explicit consideration of the historical setting in which the phenomenonoccurs” (1995: 30).

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España de los siglos XVI y XVII, dentro de la corriente de pensamiento conocida como‘escolástica tardía’ o ‘segunda escolástica’. Estos Maestros escribieron pensando en una refe-rencia moral ó ética, ante una serie de problemas teóricos y prácticos que se suscitaron entresus contemporáneos (el incremento de los precios debido a la llegada de metales preciososdel Nuevo Mundo; los cambios entre monedas de distintos países; el interés cobrable por lospréstamos; la justificación de los impuestos; los justos precios y tasas en bienes de primeranecesidad; los monopolios y estancos controlados por el Estado; etc.). De esta manera, a partirde unos casos de conciencia sobre asuntos de negocios, y siguiendo una pauta discursivabasada en la Summa Theologica de santo Tomás de Aquino (en la que se enlazan aquellosasuntos con unas reflexiones sobre la Justicia o la Ley Natural), se llegó a diversos enuncia-dos de gran interés por su contenido teórico sobre nociones de Economía.

Pero explicar estos contenidos2 podría ocupar toda la extensión de este trabajo, demanera que podemos sintetizarlo así:

“The School original contribution to monetary theory consists, in my opinion,in its formulation of a psychological theory of value applied to booth goodsand money, of the quantity theory, and of a theory of foreign exchange thatclosely resembles the modern purchasing power parity theory” (GriceHutchinson 1952, pp. 47-48).

Con lo que podemos concluir que alguna parte de lo que hoy es la Ciencia Económicatiene sus raíces en los trabajos españoles del Siglo de Oro sobre filosofía moral, como apareceen un conocido manual:

“En los sistemas de teología moral de estos escolásticos tardíos la economíaconquistó definitivamente si no su existencia autónoma, si al menos una exis-tencia bien determinada; estos son los autores de los que con menos incon-gruencia se puede decir que han sido los ‘fundadores’ de la economía cien-tífica”. (Schumpeter 1971, p.136)

Y aunque estas líneas de Schumpeter habían sido escritas con anterioridad a la fechade publicación (1954), sin embargo fue la obra de Grice-Hutchinson (1952) la pionera endifundir esa idea sobre la importancia de la Escuela de Salamanca en la historia del pensa-miento económico. Años más tarde nuestra autora escribió el siguiente comentario reforzandola hipótesis expuesta:

“Schumpeter se dio cuenta de que las raíces del análisis económico descan-san en la filosofía moral más que en el mercantilismo, como la mayoría de loshistoriadores anteriores habían sostenido. La principal corriente, en opinión deSchumpeter, se originó con Aristóteles y la escolástica medieval, incluídos losdoctores de los siglos XVI y XVII” (Grice-Hutchinson 1983, p. 173).

(2) Un buen resumen aparece en el texto de Chafuen (1994): propiedad privada, finanzas públicas, teoría monetaria,actividad bancaria e interés, comercio, valor y precio, salarios, monopolios, etc.

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No parece que esta tesis tuviera una gran aceptación en su momento, pero suscitóalgunos interesantes trabajos en esa línea3, que últimamente han sido continuados con granaltura científica4, y en especial por autores de la llamada escuela Austríaca5.Sería demasiadoextenso presentar aquí una retrospectiva bibliográfica sobre los principales textos acerca deesta materia6, pero sí estimo oportuno recordar al menos en forma de comentario bibliográficounas veinte o treinta obras que representan las aportaciones esenciales sobre ello (y queaparece al final).

Existen también opiniones distintas que, aún reconociendo la originalidad de este pen-samiento escolástico, no aceptan una mayor trascendencia en su difusión y han generado undebate abierto que sin duda estimula la investigación:

“Algunos comentaristas han insistido en que la prehistoria de la ciencia eco-nómica se inicia en el siglo XIII con los pioneros escolásticos del análisis delmercado y no con los mercantilistas del siglo XVII. Schumpeter llega a sos-tener que el esquema de La riqueza de las naciones proviene de los filósofosdel derecho natural y no de los fisiócratas y los autores británicos del sigloXVIII... ... Por lo tanto, podemos dudar de que los trabajos recientes sobre laeconomía escolástica requieran una revisión de la historia del pensamientoeconómico anterior a Adam Smith. Es posible que los escolásticos hayanaportado algunas ideas transmitidas por Grotius, Locke y Pufendorf a FrancisHutcheson y Adam Smith, pero eso no justifica la reducción que haceSchumpeter del mercantilismo a una mera corriente secundaria en la marchaascendente del análisis económico” (Blaug 1985, p. 57-59).

Natural Law

Pero conviene notar que estamos asignando a los doctores de Salamanca un papel no sólocreador de ideas económicas, sino también difusor. Es decir, se trataría de averiguar por quérazón y bajo qué área de conocimiento estos conceptos fueron traspasando las fronteras euro-peas. Y continuando con este discurso tan sintético, podemos decir que fue a partir de losestudios sobre el Derecho Natural por lo que especialmente se hicieron famosos esos Maestros.

Fueron aquellos referidos trabajos sobre la Justicia o el Iusnaturalismo7 los que consi-guieron elaborar un armazón lógico bastante consistente y exportable a otros países8, a pesar

(3) Roover (1955) y (1958); Viner (1978).(4) Langholm (1982) y (1998); Lowry (1986).(5) Rothbard (1976) y (1996). Para España ver Huerta de Soto (1996) y (1998).(6) En relación con el caso español ver el artículo “Business Ethics and the history of economics in Spain. The Schoolof Salamanca: a bibliography” que he presentado para el Journal of Business Ethics, que ya ha sido admitido y sepublicará próximamente.(7) Así están las obras de fr.L.León (1571): De Legibus; Lugo (1642): De Iustitia et Iure; Molina (1593): De Iustitiaet Iure; Soto (1553): De Iustitia et Iure; Suárez (1612): De Legibus, y un largo etcétera.(8) “A section on contracts was included by Grotius in his most important work on the Law of Nations, which owesmuch to the writtings of the Spanish jurists” (Grice-Hutchinson, 1952: 65). O bien: “Muchas de las ideas que hicieronfamosos a Thomas Hobbes, John Locke y la mayoría de las de Grotius y Pufendorf las encontramos en Domingo deSoto y Francisco de Vitoria” (Martín, 1997: 137).

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de las difíciles circunstancias político-religiosas de la Europa del seiscientos. Los textosespañoles llegaron a dos importantes juristas centroeuropeos del siglo XVII: Grotius yPufendorf9; y estos a su vez los transmitieron a pensamiento anglosajón a través de lasuniversidades escocesas donde se enseñó durante años con sus textos10. Es en relación coneste punto del Natural Law donde parece que los historiadores del pensamiento económicoencuentran más puntos de acuerdo:

“No hay duda de que Adam Smith conoció las doctrinas escolásticas a travésde los filósofos del derecho natural del siglo XVII: Hugo Grotius y Samuel vonPufendorf” (Blaug 1985, p.57).

Como resumen podemos ofrecer las siguientes conclusiones: la Escuela de Salamancasupo anticipar algunas reflexiones de contenido económico trascendental (en un nivel máspráctico, como la teoría cuantitativa, el análisis de la usura11 o la paridad en los tipos decambios; y en un nivel más teórico, como la teoría subjetiva del valor). Estos textos fueronbien conocidos en la Europa contemporánea, a juzgar por las numerosas ediciones y traduc-ciones que conservamos. Rebasando el ámbito español-católico, aparecen citados en las obrasclásicas de los filósofos centroeuropeos del Derecho Natural (Grotius y Pufendorf)12. Loscuales a su vez se considera que tuvieron una importante influencia en los pensadores de la‘ilustración escocesa’ y a partir de aquí en todo el resto del pensamiento inglés del siglo XVIII.

Holanda y Gran Bretaña

Recapitulando lo escrito hasta aquí, hemos hablado de una transmisión del pensamientoescolástico español al mundo centroeuropeo, y de allí a las universidades inglesas. Vamos aterminar insistiendo en esta segunda ruta ya que, desde un análisis económico de la difusiónde las ideas -como se verá en su momento-, es llamativo el interés que mostraban los inglesesacerca de la prosperidad comercial de la pequeña y recién creada república de Holanda13.

Pero además de una lógica admiración por el éxito económico, hay que tener en cuentala ruptura cultural e ideológica que supuso la Reforma protestante y la consecuenteContrarreforma católica. Durante decenas de años las universidades de una y otra fe cristianapermanecieron cerradas a posibles influencias y colaboración. De manera que, en el caso

(9) “El influjo directo de los escolásticos sobre los economistas clásicos fue probablemente insignificante. Pero síafectaron directamente a la concepción fisiocrática de la ley natural, como veremos, y a través de adaptacionessucesivas de su sistema, realizadas por los teóricos protestantes del derecho natural, en especial Grocio, Pufendorfy Hutcheson, ejercitaron un impacto indirecto sobre Adam Smith” (O’Brien, 1989: 44-45).(10) Grice Hutchinson (1952: 66-67) enfatiza la permanencia de la obra de Pufendorf (1672): De iure naturae etgentium, como libro de texto en las universidades europeas hasta el siglo XVIII. Una confirmación para el caso deLocke podemos verla en Vaughn (1983: 170).(11) “... ahora leo estos estudios como un esfuerzo intelectual honrado para conservar separado lo que la teoría clásicaha mezclado de modo inextricablemente confuso, a saber la tasa de interés y la eficiencia marginal del capital; porqueahora se ve que las disquisiciones de los eruditos escolásticos tenían por objeto dilucidar una fórmula que permitieraa la curva de la eficiencia marginal del capital ser elevada, mientras aplicaban los reglamentos, las costumbres y laley natural para conservar baja la tasa de interés” (Keynes, 1995: 311).(12) “La economía nació en los sistemas de derecho natural y durante mucho tiempo fue tratada como parte de unaciencia social omnicomprensiva, la filosofía moral” (O’Brien, 1989: 47).(13) Ver las referencias a T. Mun y a W. Temple en Perdices (1996), pág. 23.

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concreto de Gran Bretaña, las ideas que llegaban del continente provenían con mayor frecuen-cia del entorno calvinista (Holanda) o luterano (Alemania); y era mucho menor el alcance delos pensadores católicos de España, Francia o Italia.

Es en este sentido por lo que hemos transcrito algunas citas que hablan de influencia“indirecta”. No es posible acometer en este trabajo una búsqueda de las referencias escolás-ticas que puedan encontrarse ocultas en los autores ingleses, o bien manifiestas en los textosde Grotius y Pufendorf. Además, convendría analizar las costumbres sobre las citas en loslibros: qué autores ‘clásicos’ no necesitaban referencias, por ser bien conocidos; o cuándo unadisidencia religiosa14 obligaba a censurar lecturas y libros de consulta. No es extraño compro-bar que era peligroso salirse de los textos de las autoridades ‘políticamente correctas’: de estamanera algunos escritores ocultaron sus fuentes de inspiración, para evitar sospechas. Inclu-so alteraciones políticas en un mismo país obligaban a extremar estas precauciones: así, sonbien conocidos el exilio de Locke -precisamente en Holanda-, debido al posicionamiento desu protector Shaftesbury; o sus renuencias para citar la obra de Hobbes, en ocasiones malreconocida.

Estas consideraciones pueden servirnos para comprender la desaparición de las referen-cias directas a los escolásticos españoles; mientras que, por el contrario, se respetaba elpensamiento de los juristas protestantes como se comprueba en Locke15 o en Mandeville16,autor este último -por cierto- nacido en Rotterdam y formado en la Universidad de Leiden,donde también había estudiado Grotius.

Es solamente con el paso del tiempo y lejos del apasionamiento ideológico cuando sepueden analizar los derroteros de la transmisión de ideas. Y comprobar que su difusión nosiempre obedece a causas ‘lógicas’, ni hay una “flauta de Hammelin” que privilegia a las ideasmás “verdaderas o sólidas” (Llombart 1995, p.33).

2. MODELOS DE DIFUSIÓN DE IDEAS.

Hemos visto hasta aquí algunos contenidos del pensamiento económico de la Escuelade Salamanca, junto a unas hipótesis de transmisión en la Europa de los siglos XVII y XVIII;ahora trataremos de encontrar un marco teórico que nos pueda justificar el por qué de esa

(14) “Pufendorf shows some knowledge of spanish literature, and often draws his illustrations of the conditions ofNatural Law from the writtings of the Spanish historians of the Indes. He occasionally mentions Suárez, but he doesnot specifically refer to the other Spanish jurists. A precursor of the Enlightenment, Pufendorf, was hostile to the spiritof Scholasticism. But in considering his aloof attitude towards his catholic predecessors, we should remember that hiswork was published in Sweden, a strongly lutheran country with a strict censorship. Pufendorf was a man of vastlearning. It is unlikely that in taken over Grotius’s teaching he failed to consult the Spanish authorities to whom Grotiusrepeatedly refers” (Grice-Hutchinson, 1952: 66-67).(15) “He took advantage of Pufendorf’s arguments, he reproduced his positions, and he described his major work as‘the best book of that kind’, better than the great Grotius War and Peace” (Locke, 1991: 75).(16) “Tampoco hay que pasar por alto el probable efecto que sobre Mandeville debió ejercer el ambiente holandés enque creció. Los holandeses estaban especialmente interesados en la libertad de comercio, puesto que eran, entonces,el medio de comunicación entre los países de Europa y tenían -como se ve en los tratados de Grotius y Graswinckel-su interés puesto en la libertad de los mares” (Mandeville, 1997: lviii”.

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difusión. Pues bien: el modelo que hoy se encuentra mejor asentado es el propuesto porStigler (1982, 1983 y 1988) que sistematiza un acercamiento desde el lado de la demanda, queincluye herramientas explicativas muy interesantes como las variables institucionales; y que secomplementaría con el estudio de los costes de transacción, o la consideración de las ideascomo bienes públicos.

Aunque existen algunos trabajos orientativos en este sentido17, el ya citado artículo deLlombart (1995) me parece la mejor aproximación a esta materia, por cuanto sintetiza lasprincipales aportaciones al respecto. Como en nuestro trabajo no pretendemos ir más allá deestos estudios analíticos, sino buscar una aplicación concreta e histórica, estimo suficientepresentar aquí la esencia de este modelo.

Un aspecto que ya he enfatizado es el ‘realistic approach’ a las circunstancias histórico-políticas. En este sentido consideraremos las externalidades del proceso histórico como costesde transacción que afectan al intercambio de ideas de un país a otro e incluso dentro de cadanación. De esta manera, podemos releer los acontecimientos históricos desde unas nuevasclaves que nos hablan de interferencias, utilidad, costes o demanda. Buscaremos la aplicaciónconcreta para el entorno de nuestro personaje, Hugo Grotius, en la Europa del siglo XVII.

En resumen, lo que Llombart explica es lo siguiente: al estudiar el ‘mercado de ideas’tradicionalmente se ha prestado más atención a la producción de éstas que a su difusión ycirculación. Y sin embargo, nada hay más inútil que una idea -aunque sea genial- no cono-cida. Lo que nos lleva a prestar una nueva atención al lector: él decide qué desea estudiar, ocómo interpretarlo (aunque en esto se aparte incluso de la supuesta comprensión prevista enla mente del autor). Así nos hemos situado en ese nuevo ‘lado de la demanda’ que indaga enlas razones del comportamiento del consumidor de ideas.

En su artículo, Llombart aplica estas herramientas al estudio de la difusión en Españade las ideas fisiocráticas. Nosotros vamos a proponer aquí un método muy similar paraacercarnos a la difusión del pensamiento escolástico español por Europa. Nótese aquí queestamos hablando de un ‘producto’ nacido en las universidades españolas, por lo que nosencontramos en una distinta perspectiva: no ya de receptores, sino de emisores. En este caso,la demanda a analizar proviene de los filósofos protestantes del derecho natural y luego, através de ellos, de los primeros economistas clásicos de Gran Bretaña. Esto nos sitúa en esapostura novedosa de considerar una España como productora de ideas, cosa no demasiadofrecuente en nuestra historia (y, seguramente, nunca así planteado en la historia del pensa-miento económico)18.

(17) Ver por ejemplo Almenar y Lluch (1992), que recoge a su vez la aportación de Coats and Collander (1989). Eneste artículo nos interesará sobre todo sus referencias a algunos factores que influyen en la difusión de las ideas, comolos grados de libertad de expresión; las tradiciones idiomáticas, traducciones y contactos personales; etc.(18) Ver también el texto de Perdices (1996: 156-160), que a su vez sumariza el trabajo de Llombart, referido a lasfuentes del pensamiento económico de los ‘proyectistas’ o ‘arbitristas’ españoles del siglo XVIII.

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Afortunadamente, por el lado de la ‘oferta’ sí existe abundante material para un acerca-miento a esta doctrina: los estudios ya referidos sobre los escolásticos hispanos (‘Escuela deSalamanca’), aunque poco conocidos, son abundantes. Y nos permiten acercarnos con granprecisión al pensamiento de una larga lista de autores: Vitoria, Soto, Suárez, fray Luis de León,Molina, Azpilcueta, Tomás de Mercado, Vázquez de Menchaca, Saravia de la Calle, Covarrubias,Mariana o Melchor de Soria.

Grotius y la difusión del pensamiento de la Escuela de Salamanca porEuropa

A continuación presento una lista provisional de conclusiones que se pueden extraer dela aplicación de las anteriores ideas:

1.- Consideramos como una posible demanda de ideas desde Holanda su interés porjustificar racionalmente la ruptura del monopolio comercial de España y Portugal (unidosdinásticamente desde 1580) con Asia y América; así, el tratado Sobre la libertad de los mares19

de Grotius contiene entre sus fuentes de inspiración precisamente los textos de un autorespañol: Francisco de Vitoria. Y ya fue demostrado hace tiempo que el pensamiento interna-cionalista de Vitoria y sus sucesores es básicamente el armazón intelectual que emplearíaGrotius en sus textos, a veces copiandolo casi literalmente20 sin hacer referencia a las fuentes.En la nota 25 insistiremos algo más en las citas directas de autores españoles.

Aceptado este ascendiente intelectual, sin embargo lo que hoy nos llama la atención esque, en nuestro país, no hubo un interés político -aunque sí académico- por aplicar estanovedosa doctrina jurídica. Es posible que no fuera entendida; pero también es más probableque no se quisiera escuchar (un gran jurista y catedrático de Salamanca como Diego deCovarrubias21 fue Presidente del Consejo de Castilla con Felipe II, y estoy seguro de queconocía bien y comprendía el pensamiento de Vitoria, Soto, etc. Pero esa no era la inspiraciónde gobierno que le demandaba el Rey Prudente ...).

2.- Otros aspectos también demandados por la creciente república mercantil holandesaserían las justificaciones del comercio; los cambios y la actividad financiera; intereses y usuras,etc. Pues de nuevo en el pensamiento escolástico español aparece una consistente argumenta-ción racional que explica todos aquellos pormenores desde una novedosa teoría del valor y losprecios, surgida precisamente a raíz de las inquietudes morales de los españoles del seiscientos.Así, los escritos de un ferviente cristiano como Grotius también buscaban apaciguar conciencias

(19) Este opúsculo, publicado en 1609, es un capítulo de la obra mayor De Iure Praedae commentarius, escrita parajustificar el apresamiento de un buque portugués por parte de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, a lavez que se razonaba la ilegalidad del pretendido monopolio lusitano en Asia. Pero con la circunstancia de ser editadojustamente el año en el que se iniciaba la Tregua de los Doce Años entre España y las Provincias Unidas, con elproblema del comercio ultramarino de telón de fondo.(20) Por ejemplo, ver la obra de Luis A. Getino (1934), Relecciones teológicas del maestro fray Francisco de Vitoria,t. III: xi-xxxvii. Además de algunas citas expresas de Vitoria y otros maestros de Salamanca, aparecen unos textoscomparados de Grotius y el teólogo español, en los que se aprecian enormes similitudes.(21) Diego de Covarrubias y Leyva (1512-1577) fue un eminente catedrático de Cánones en Salamanca; delegadoespañol en el Concilio de Trento y obispo de Segovia antes de presidir el más importante Consejo de Felipe II. Veremosque su obra Variarum ex iure resolutionum, Salamanca 1552, fue conocida y citada por Grotius: nota 25.

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preocupadas por compaginar unas lucrativas profesiones comerciales con el problema de lasalvación eterna22. Volvemos a recordar que el origen del Mare liberum estaba en:

“tratar de convencer a un fuerte grupo de accionistas [de la Compañía Holan-desa de las Indias Orientales] que, por ser menonitas, mantenían un irenismoradical y se negaban a aceptar las ganancias obtenidas con el apresamiento dela carraca portuguesa ‘Catalina’ en aguas malacas por el almirante bátavoHeemskerk en 1602, juzgándolas ilícitas”23 .

3.- En cuanto al problema de los costes de transacción en el intercambio de las ideas,visto como frenos a la transferencia de doctrinas de un país a otro, nos volvemos a situarjustamente en la posición opuesta a la que se refieren Almenar, Perdices o Llombart: aquí noes la cuestión si las universidades españolas estaban cerradas o no al pensamiento europeo24.Sino cuál era la receptividad en los países protestantes hacia el pensamiento católico. Y yahemos visto alguna referencia que nos habla de los mismos síntomas de falta de comunica-ción y de cerrazón intelectual.

Por lo que surge la duda sobre el efectivo influjo de los escolásticos españoles más alláde nuestras fronteras. Mi hipótesis aquí sostiene que hubo un enorme peso intelectual de esosdoctores, a pesar de todo. No podemos tampoco tratarlo en estas líneas, pero es un datosintomático el gran número de ediciones y traducciones que se hicieron de los textos sobre laJusticia, las Leyes o los cambios. Sospecho también que en el caso que nos ocupa, los PaísesBajos, la ruptura con España no fue tan completa debido a esa unión dinástica que -al menospara Holanda- se mantuvo a duras penas, con avances y retrocesos fronterizos, hasta 1648.

Pero sobre todo, desde una óptica de la difusión de las ideas, y el acceso a la producciónintelectual española, la situación de Grotius fue particularmente excepcional. Aunque formado enuna universidad -llamemosla así- nacionalista y protestante (Leiden), se doctoró y sobre todovivió exiliado en un ámbito católico: París. No es aventurado pensar que allí tuvo acceso a todala producción intelectual de la Escuela de Salamanca, toda vez que un insigne y muy respetadoprofesor universitario en París -Francisco de Vitoria- había sido el fundador de tal escuela25.

4.- Una hipótesis similar a la anterior se puede sostener respecto a otro bien conocidocoste de transacción: el problema de las censuras y tribunales inquisitoriales. Tampoco po-

(22) Este razonamiento nos llevaría, como ya se habrá observado, a la famosa tesis de Weber sobre la ética protestantey los orígenes del capitalismo, que desde luego no vamos a tratar aquí.(23) Grotius (1956): De la libertad de los mares. Estudio preliminar de Luis García Arias: 10.(24) Me refiero a la Pragmática de Felipe II de 1559, prohibiendo el estudio de ‘nuestros súbditos’ en universidadesextranjeras. Sobre este particular hay una abundante bibliografía. Se puede consultar, por ejemplo, el reciente artículode Pérez Prendes (1998): “La ‘Recopilación’ de las leyes de los reinos castellano-leoneses”, en Felipe II y su época,vol. II, San Lorenzo del Escorial, 127-215.(25) En el ya citado De mare liberum, aparecen una decena de referencias a los españoles como fuentes de autoridad,incluso con el adjetivo de ‘eruditísimos’ (Ver la edición española de Grotius, 1956, De la libertad de los mares: 75; ytambién 76, 78, 83, 115, etc.). Pero esta idea debe ser retomada con alguna precisión más ya que, ciertamente, Demare liberum (1609) es una obra de juventud de Grotius, en la que sólo aparecen algunos textos de Vitoria, Covarrubiasy Vázquez de Menchaca. Un buen estudio heurístico nos permitirá afirmar con precisión qué fuentes conocía Grotiusantes de su exilio (1621), y cuáles pudo añadir después de su estancia en París.

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demos asimilar aquí las aplicaciones referidas a la dificultad para entrar en nuestro país ideasdel exterior26, pues seguimos en el caso contrario de difusión de las ideas españolas en elextranjero. Pero volvemos a repetir que el modelo teórico es el mismo, ya que hubo parecidas-y a veces más rigurosas- censuras ideológicas en el mundo protestante. ¿Cómo lograntraspasar, entonces, esta barrera los textos españoles? Pues la propuesta continuaríaapoyandose en la peculiaridad de su vehículo transmisor: Grotius, un calvinista moderado27,que sería aceptado tanto por los luteranos del imperio germánico como por los anglicanos deGran Bretaña o presbiterianos escoceses. Su vida en el exilio le dará una especie de ‘patentede corso’ para convertirse en el mediador adecuado entre la producción escolástica españolay la nueva demanda de ideas iusnaturalistas o de filosofía moral que surge en la Europa defines del XVII.

5.- Por volver a comparar la difusión en España de ideas económicas del extranjero conesta transmisión del pensamiento escolástico en Holanda, podemos concluir con algunasreflexiones a modo de balance sobre las diferencias más llamativas.

En cuanto a la doctrina en sí misma, considero interesante resaltar la escasa política de‘marketing’ que los doctores escolásticos aplicaron a sus teorías: no sólo no buscaban agradaral poder político (sus reflexiones quedaban en el ámbito de los juicios morales), sino que enmuchas ocasiones fueron hostiles a la política económica imperante (por ejemplo, la condenade las alteraciones monetarias28 o la crítica a los monopolios29). En este sentido, los arbitristasfueron mucho más prácticos a la hora de “vender su producto”, ya que escribían sobre lo quejustamente era el interés buscado por los gobernantes. Los textos de la Escuela de Salamanca,mucho más densos y elaborados, se despreocuparon casi siempre de la opinión que suscitarasu contenido. Lo que nos confirmaría esa especie de ‘desconexión’ ya referida entre la políticaeconómica española y su producción intelectual. A partir de aquí surgen las dos últimaspropuestas sobre las que voy a escribir.

6.- ¿Cómo es posible, entonces, que esa producción analítica, mal comprendida en supaís de origen, traspase sus fronteras hacia otras naciones? (además, hostiles desde un planoideológico). La respuesta que se me antoja es doble: por una parte, gracias a la riquezaconceptual que ya hemos visto se reconoce por algunos autores modernos al pensamientoeconómico de la Escuela de Salamanca. Sus novedosas aportaciones a la teoría del valor,precios, cambios, impuestos o hacienda pública hicieron que esta doctrina satisficiera plena-mente la demanda de ideas económicas que se planteaba desde unas nuevas sociedadesmercantiles (los prolegómenos del ‘capitalismo’) como fueron Holanda o Gran Bretaña.

(26) Sobre esta materia hay abundantes estudios y referencias, como Almenar (1992: 140) o Perdices (1996: 159-163).(27) Los sentimientos ‘pan cristianos’ de Grotius aparecen referidos con bastante frecuencia, por ejemplo: “To hiscontemporaries he was best known as a theological author who was deeply religious and who nourished as his dearestproject the reunion of the sects of Christendom”, Bell (1974): 3.(28) Juan de Mariana (1609): De mutatione monetae. Critica las técnicas de resellado y de envilecimiento en el metalprecioso.(29) Domingo de Soto escribió: “...se ve claramente la injusticia de los monopolios, o sea, cuando uno compra al jefede Estado el privilegio de vender él solamente; o cuando dos o tres, adelantandose a los demás mercaderes, comprantoda la mercancía ...” (En Grice-Hutchinson, 1995: 233).

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Por otra parte, estimo también muy importante en este sentido la formidable herramientade análisis racional que supuso el método escolástico30. Los ya reiterados tratados sobre Lajusticia y el derecho o Las leyes contienen una tan consistente argumentación lógica en susapreciaciones que difícilmente podían obviarse por parte de intelectuales verdaderamentecompetentes (como lo fueron Grotius, Pufendorf, o los filósofos escoceses del derecho natu-ral). Pero en España comenzaron a olvidarse a partir de mediados del siglo XVII. Y es que,además, presentaban dificultades añadidas a la complicada lectura de su texto, casi siempreen latín, como las abundantes referencias a citas de autoridades (que por conocidas en aquélmomento, no se explicitaban como gustaría a un lector menos familiarizado con los clásicosgriegos, romanos y cristianos). Mi impresión aquí vuelve a ser que Grotius fue un casoexcepcional de formación intelectual adecuada para acceder a unos textos que ya apenas casinadie era capaz de entender.

7.- Por último, y aunque no tenga que ver específicamente con el problema de ladifusión de las ideas escolásticas en Holanda, termino con una reflexión sobre la posibledecadencia española del siglo XVII. Si aceptamos el discurso argumentativo aquí expuesto,que nos habla de la riqueza intelectual del pensamiento económico de la Escuela de Salamanca,y de la escasa atención prestada por el gobierno español, puede inferirse una explicaciónlógica de alguna causa de nuestra decadencia en lo económico: no se siguieron las políticasadecuadas (mientras que sí se haría en Holanda o Inglaterra, a dónde llegó indirectamente esadoctrina escolástica a través -entre otros- de Grotius) que demandaba un nuevo orden inter-nacional mejor comprendido por la teoría liberal anglosajona que por un mercantilismo yadecadente.

Esta es, desde luego, una conclusión algo atrevida. Y todavía se puede forzar más, comoproponen algunos autores de la Escuela Austríaca: no sólo es el pensamiento escolástico labase conceptual del liberalismo económico; sino que la recepción incompleta que llega pormedio de Grotius, Pufendorf o Locke hizo que fallaran los pilares fundamentales del análisiseconómico que llamamos ‘clásico’. Así, la teoría del valor emanada de Smith o Ricardo va allevar a un callejón sin salida, sólo superado por la revolución marginalista un siglo después.Pues bien, algunos autores recientes -algo vehementes, eso sí- como Murray Rothbard, sos-tienen que los cien años de ‘travesía en el desierto de la teoría económica’ podrían haberseevitado si se hubiera comenzando a construir a partir de los cimientos subjetivistas de laEscuela de Salamanca31.

(30) Sobre este método lógico-discursivo, remito a la voz ‘escolástica’ en cualquier buen diccionario, como FerraterMora (1958). Esta consistencia en su discurso racional es repetidamente recordada; así, la Enciclopedia Internacionalde las Ciencias Sociales (1973: 730) señala: “Al igual que la dialéctica marxista, el método escolástico sigue un patróninexorable ...”(31) “Far from being cost-of-production moralists, the scholastics believed that the just price was whatever price wasestablished on the ‘common estimate’ of the free market. Not only that: far from being naive labour or cost-of-production value theorists, the scholastics may be considered ‘proto-Austrian’, with a sophisticated subjective utilitytheory of value and price......Smith, far from being the founder of economics, was virtually the reverse. On the contrary, Smith actually took thesound, and almost fully developed, proto-austrian subjective value tradition, and tragically shunted economics on toa false path, a dead end from which the Austrians had to rescue economics a century later”(Rothbard, 1996: x-xi).

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3. UBICACIÓN HISTÓRICA Y POLÍTICA DE GROTIUS (1583-1645)

Entramos así en un tercer y cuarto epígrafes más descriptivos, en los que esbozaremos unaaproximación histórica al contexto de la revuelta holandesa y las guerras de religión del sigloXVII. En el caso concreto de Grotius, estudiaremos cómo pudieron influir en su vida y su obra.Y ello enmarcado en su personal trayectoria de disidencia religiosa dentro de Holanda.

Hugo Grotius nació en Delft (1583), una ciudad medianamente importante cerca deRotterdam, en la provincia de Holanda. Allí residía el príncipe Guillermo de Orange, Estatúderde las Provincias Unidas que desde 1581 estaban en abierta rebelión contra la autoridad deFelipe II32, y que sería asesinado por un mercenario en 158433. Veremos que Alejandro Farnesio,príncipe de Parma, fue el Gobernador español en Bruselas desde 1578 a 1592. Y a pesar deno contar con excesivos fondos, consiguió mantener para su monarca una relativamente buenapresencia militar en Flandes hasta finales de los años ochenta, cuando se suceden los acon-tecimientos de la Armada (1588), las guerras por el trono de Francia (1589), y las rebelionesy motines de las tropas españolas que permitirán la contraofensiva de los Estados Generalescon Mauricio de Nassau (1590).

Durante estos años transcurre la infancia de Huig de Groot, más conocido por la versiónlatinizada de su nombre: Grotius. Hijo de un burgomaestre intelectual, recibió una cuidadosaeducación y el característico orgullo cívico del patriciado holandés. En los comienzos de larepública holandesa, estas ciudades estaban controladas por una cerrada oligarquía que do-minaba los consejos urbanos y provinciales, y que por tanto ejercía un control indirecto sobrelos Estados Generales.

Grotius destacaría muy pronto por sus conocimientos de las lenguas y literatura clási-cas, sus estudios de filología, y tempranas composiciones poéticas, en la línea del completohumanista del Renacimiento. De manera que ingresó con once años en la Universidad deLeiden, pequeña ciudad al norte de La Haya que había conseguido su reconocimiento de sedeuniversitaria desde hacía bien poco, en 1574, cuando los ejércitos españoles fracasaron en suasedio34.

Las excelentes cualidades oratorias de Grotius le pusieron en contacto con el GranConsejero Pensionado Johan van Oldenbarneveldt, portavoz (o abogado) de la provincia deHolanda en los Estados Generales, y líder civil de la rebelión. Grotius pronto se convertiría ensu mano derecha; y así, durante una misión diplomática en la que viajó a Francia casi comoun ‘suitable ornament’(1598), se doctoró en derecho por la Universidad de Orleans.

(32) Para una mejor comprensión de los acontecimientos políticos relacionados con la ‘Rebelión de Flandes’ ver losapéndices históricos que adjunto en el epígrafe 4.(33) Es llamativo que, desde una visión global de su reinado, la política más criticable (aunque no era distinta de lade otros monarcas contemporáneos) de Felipe II -en cuanto que recurrió al asesinato por supuestas ‘razones deEstado’- esté relacionada precisamente con los sucesos de Flandes: Egmont y Horn (1568), Montigny (1570), Orange(1584), ... Sobre este último, ver también el siguiente epígrafe.(34) Además del amotinamiento de los soldados españoles por falta de pagas, los holandeses se defendieron mediantela ruptura de diques, inundando a los sitiadores. Y al ofrecerles Guillermo de Orange un premio a su valor, lasautoridades locales pidieron esta sabia fundación de un centro de estudios superiores.

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En 1599 se incorpora a la actividad pública en La Haya, donde también ejerce comojurista. En 1607 fue nombrado advocaat fiscaal para la provincia de Holanda, y en 1613 esconsejero pensionado de Rotterdam, cargo que le llevó como embajador holandés a la corteinglesa, a la vez que era representante en los Estado Generales de las Provincia Unidas, siendoconsiderado como el probable sucesor de Oldenbarneveldt.

Se casó en 1608 con María van Reigersberch, hija del burgomaestre de Veere, mujerinteligente y de gran coraje que va a ser decisiva en varias circunstancias difíciles de su vida.Tuvieron siete hijos.

Su carrera política se vio truncada a consecuencia de los conflictos religiosos entrecalvinistas ortodoxos y arminianos, que habían tratado de impedir tanto Oldenbarneveldt comonuestro autor buscando un incremento de la autonomía entre el Estado y las iglesias reforma-das. En 1619 el Gran Consejero decidió que sólo quedaba el recurso de un golpe de fuerzapolítico contra el stadtholder Mauricio de Orange, que fracasó, arrastrando en su intento aGrotius. Ambos fueron procesados: Oldenbarneveldt fue condenado a muerte, y Grotius, queal parecer llegó a declarar contra su amigo en el juicio, a cadena perpetua en el castillo deLoevenstein.

Pero logró escapar de la prisión en 1621 gracias al ingenio de su esposa, y se refugióen Francia, donde fue bien recibido. Luis XIII le pagaba una reducida pensión, que le permitióresidir durante diez años en París junto a su familia, con ciertas estrecheces económicas: nopodía enseñar en la Universidad por su credo protestante, y solamente se ganaba la vida comoescritor. Grotius esperaba ser rehabilitado en su país, por lo que regresó a Holanda en 1631con la fallida intención de restablecerse allí: sin embargo, la Asamblea vetaría su entrada, apesar de la opinión del nuevo Príncipe Federico Enrique de Orange, sucesor de Mauricio(muerto en 1625). Pasaría el resto de su vida en el exilio.

Tuvo que huir nuevamente de Holanda, y se refugió en Hamburgo. Allí conocería alcanciller sueco Oxenstiern, quien le recomendó ante la Reina Cristina para embajador deSuecia en París. Tras una estancia en Estocolmo, regresa en 1635 a la corte francesa. PeroGrotius, un erudito algo excéntrico de origen burgués, nunca se sintió a gusto entre diplomá-ticos profesionales con título de nobleza. Como además no podía esperar las demoras en elpago de su salario, continuaba escribiendo, preocupado por un objetivo muy superior a larutina política: la restauración de la unidad cristiana.

En 1644 fue invitado a Suecia por la Reina, y allí viajó con la decisión de presentar sudimisión, y regresar por fin a su tierra natal. Aunque Cristina le ofrecería un puesto en suConsejo de Estado, Grotius rehusó también a vivir en Suecia (donde siempre fue tratado consuma cortesía). Pero fatalmente, en el viaje de regreso su barco se desvió de ruta, y el 26 deagosto de 1645 naufragó en la costa de Pomerania. Dos días después Grotius murió, agotado,en Rostock camino de Lübech. Su cuerpo finalmente pudo ser trasladado a Delft.

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4. MARCO HISTÓRICO DE REFERENCIA.

A continuación se presentan diversos apéndices con los conocimientos básicos parasituarnos en la época y protagonistas en los que se desarrolla nuestra difusión de ideaseconómicas. Se trata de los Países Bajos durante el siglo XVII, como veremos.

APÉNDICE I

Los orígenes de la revuelta de los Países Bajos (1566-1621)

Los territorios que hoy conforman Holanda, Bélgica y Luxemburgo, más una partesustancial del norte y este de Francia, pertenecían en el siglo XVI a la herencia borgoñona35

que recibió Carlos V de su abuela María. Entonces consistía en pequeños estados -y aúnciudades- bastante independientes, y autónomos en lo que se refiere al gobierno local. Así latransmitió a su hijo Felipe, algo aumentada por la anexión de unas regiones pantanosas enel nordeste (Frisia, Groninga, Overijssel, Utrecht y Güeldres).

La frecuente presencia de Carlos (nacido en Gante) en estas provincias; su desvincu-lación del Imperio alemán en 1548; e incluso la circunstancia de que su abdicación solemnetuvo lugar justamente en Bruselas entre 1554 y 1556, les fue confiriendo un mayor sentidoidentitario. Felipe II también había residido allí entre 1549 y 1559, cuando regresó definiti-vamente a España, dejando como regente a su hermanastra Margarita de Parma.

Aunque las ideas protestantes llegaron pronto a estos territorios, y fueron perseguidascon dureza por Carlos V (se considera que el primer ‘mártir’ protestante fue ejecutado enBruselas en 1523), lo cierto es que apenas tuvieron consistencia social; y además eran mo-vimientos anárquicos y heterogéneos (anabaptistas, luteranos, espiritualistas, etc.). El calvinis-mo llegó más bien tarde (hacia 1560) y por el sur, a través de los hugonotes que escapabande Francia.

Durante esa década de 1560 se extendió con fuerza y rapidez un estado de malestar antela política de Felipe II. Existía un descontento por el ‘altivo’ gobierno españolista de Margaritay su ministro el cardenal Granvela; por la nueva organización diocesana, con sus implicacionesde tipo económico; o por el recrudecimiento de las medidas inquisitoriales. De manera quela nobleza flamenca (Egmont, Orange, Nassau, Horn, Montigny, Brederode, etc.), un tiempomuy cercana a la corte de Madrid, comenzó a distanciarse de la política española a la vez queera relegada también por su heterodoxia religiosa.

En 1566 los acontecimientos se precipitaron tras una furia iconoclasta en el sur(‘Beeldenstorm’), que originó la dura represión de Felipe II con el envío del duque de Alba alos Países Bajos. Aquí se inicia un largo periodo (Guerra de los Ochenta Años: 1568-1648)de conflictos bélicos, inestabilidad social y enormes gastos económicos, cerrado con la inde-

(35) Franco Condado, Malinas, Flandes, Namur, Hainaut, Holanda, Zelanda, Brabante, Limburgo y Luxemburgo (másuna cierta autoridad sobre el territorio independiente del obispado de Lieja).

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pendencia de las Provincias Unidas del norte tras la paz de Münster, englobada en los tratadosde Westfalia que también sellaron la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).

Como ha explicado brillantemente el prof. Geoffrey Parker (ver bibliografía), la rebeliónde Flandes es un extenso y complicado conjunto de problemas religiosos, sociales, y políti-cos; que además deben entenderse a la luz del orden económico internacional, con el crecientepeso de los intereses comerciales ultramarinos.

Entre 1568 y 1598 la política española en Flandes fue a remolque de los gobernadores(casi siempre militares) enviados por Felipe II para imponer su autoridad y la ortodoxiacatólica. Incluso había previsto trasladarse él mismo allí, una vez pacificado el territorio.Política que, a la vez, dependía del panorama internacional y los diversos frentes que hubo demantener abiertos el rey Prudente: el Mediterráneo y los turcos; la pugna entre católicos yhugonotes por la sucesión al trono de Francia; los estados italianos; la Inglaterra de Isabel I;la anexión de Portugal; o la defensa de los territorios americanos. Así, en función de ladisponibilidad de recursos y soldados, avanzaba o retrocedía con enorme irregularidad lafrontera de la presencia española en los Países Bajos. Y, en muchas ocasiones, más por losefectos indirectos de motines y revueltas de unos soldados muy mal pagados -¡los famososTercios!-, que por una estrategia militar bien definida.

En torno a 1578-79 se materializaron las uniones de Utrecht (calvinistas del norte) yArras (católicos del sur), precisamente en uno de los momentos más bajos del control espa-ñol. Con todo, hacia 1590 los territorios rebeldes apenas quedaron reducidos a las islas deZelanda y los estados de Holanda, Utrecht y Frisia. Pero a la muerte de Felipe II, la fronteraque dividía Flandes se acercaba mucho a la que hoy separa las actuales naciones de Bélgicay Holanda.

En el testamento del rey español se decidió desgajar los Países Bajos del resto de laMonarquía Católica, bajo el gobierno de los Archiduques (su hija Isabel Clara Eugenia yAlberto de Austria: 1598-1621). Al morir sin hijos, la herencia revierte a Felipe III y sussucesores. Vuelven las campañas militares; los problemas económicos y la dimensión inter-nacional de la contienda (toda la ofensiva holandesa en Brasil y las antiguas colonias portu-guesas en Asia). Pero es también un periodo de cierta estabilidad, confirmada por la treguade los Doce Años (1609-1621) entre holandeses y españoles.

APÉNDICE II

El final de la Guerra de Flandes (1621-1648)

Precisamente con este mismo nombre se organizó en la Fundación Carlos de Amberes(Madrid, septiembre-noviembre de 1998) una magnífica exposición para conmemorar la Pazde Münster (1648). Nos detenemos en este corto periodo de tiempo para conocer los detalleshistóricos de la Europa contemporánea a los años de madurez de Grotius. Precisamente en1621 se establecía en Francia, huyendo de la persecución político-religiosa de Holanda. Y enestos años publicará su más conocida obra: De Iure belli ac pacis (1625).

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En 1621 concluyó la tregua de los Doce Años (coincidiendo con la subida de Felipe IVal trono de España), sin que existiera un deseo de continuidad pacifista por ambas partes. Elnuevo equipo de gobierno español (Zúñiga y, poco después, Olivares) alimentaba ciertasexpectativas de ‘reconquista’, animado por la hegemonía centroeuropea de los Habsburgo enla guerra de los Treinta Años. Por su parte, Holanda arreciaba en la política expansionistaultramarina: precisamente en 1621 se fundó la Compañía de la Indias Occidentales, paraemular los lucrativos resultados del comercio asiático, que ni siquiera durante los doce añosde paz había dejado de crecer (a expensas de Portugal y España).

En este periodo, como queda dicho, la revuelta de Flandes se inserta en el conflictomayor de la guerra de los Treinta Años, llamada también con acierto Primera Guerra Mundial,por cuanto involucró a todas las potencias europeas, y vio desarrollar sus batallas en Europa,Asia y América.

En lo que se refiere a este Nuevo Mundo, la primera ofensiva holandesa fue un fallidoataque al puerto del Callao, en el Perú (1624), y la ocupación de Bahía, capital del Brasil,durante casi un año (1625). Más duradera fue la conquista de Pernambuco (Recife) en 1630,que no sería recuperada por los portugueses -separados ya de la Corona de Castilla- hasta1649. Durante esos casi veinte años, Holanda desarrolló un provechoso comercio basado enel azúcar brasileño y los esclavos de Angola (colonia también arrebatada a Portugal). Inclusoenviaron como gobernador del Brasil al conde Mauricio de Nassau, sobrino-nieto de Guillermode Orange. Sin embargo, el alto coste económico que suponía mantener una flota de guerra,junto a la victoriosa resistencia militar de los portugueses sellaron el destino del Brasil ho-landés, que a su vez provocó la pérdida de Angola.

En Asia, este periodo coincide con el asentamiento de la Compañía de las Indias Orien-tales (activa ya desde 1602) en Ceilán, India, China, Indonesia y Japón.

De vuelta al escenario europeo, recordemos que entre 1625 y 1629 se desarrolla el‘periodo danés’ de la guerra de los Treinta Años, en este caso favorable a los intereses de losHabsburgo (la -muy poco eficaz- toma de Breda, por el general Spínola, ocurre en 1625). Yen 1630 comienza la intervención de Suecia, con Gustavo Adolfo II (muerto en la batalla deLutzen en 1632): aquí recuperamos a nuestro personaje, Hugo Grotius, quien regresaba aHolanda en 1631 con la esperanza de ser admitido en su país. No fue así, y tuvo que volvera exiliarse, esta vez en Hamburgo, donde conoció al Canciller sueco Oxenstiern (gobernadorde su país durante la minoría de edad de Cristina, 1632-1654), quien le llevó de nuevo a Paríscomo embajador de Suecia.

La estancia de Grotius en Francia, país aliado de su Embajada, coincide con el final dela guerra y el comienzo de las negociaciones de paz. Estamos en pleno absolutismo de LuisXIII (1610-1643) y su ministro Richelieu. Y en cuanto al desarrollo de los acontecimientosbélicos, la victoria de los Habsburgo en Nördlingen (1634) detuvo el avance sueco por el nortedel imperio alemán; mientras que se desarrolló una última -y muy costosa en vidas humanas-prolongación de los enfrentamientos por la intervención de Francia en las regiones de Alsacia,Lorena y el Palatinado.

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Si regresamos ahora a la Holanda natal de Grotius, debemos considerar la oportunidadque se les presentaba a los rebeldes de enfrentarse a un ejército español dividido en dosfrentes importantes: el norte de Francia y Centroeuropa. A pesar de las victorias por tierra delCardenal Infante don Fernando, la nueva estrategia de un ataque marítimo fue desbaratada porel almirante holandés Tromp en la batalla de las Dunas (1639), y abandonada definitivamentetras las derrotas en el Brasil (1640).

Esta década de los cuarenta sería enormemente complicada para España por las revuel-tas en Portugal y Cataluña, que para el pueblo lusitano supuso el retorno a la independencia.Estas circunstancias fueron aprovechadas por los rebeldes holandeses: tras los desastresmilitares del ejército español en Rocroi (1643) y Lens (1648) supieron acelerar el deseo depaz a toda costa que se anhelaba en Madrid, alcanzando su reconocimiento como nación enlos referidos tratados de Westfalia. Emancipación de los Países Bajos (1648) que no llegaríaa ver uno de sus más conspicuos ciudadanos, Hugo Grotius que había fallecido unos pocosaños atrás (1645) como quedó señalado.

APÉNDICE III

Gobierno español en los Países Bajos (1556-1648)

Estancia de Felipe II en Flandes e Inglaterra (1556-1559) FELIPE II

Margarita de Parma, regente (1559-1567)

(gobierno de Granvela: 1561-1564)

Duque de Alba, Gobernador General (1567-1573)

Luis de Requesens, Gobernador General (1573-1576)

Juan de Austria, Gobernador General (1576-1578)

Alejandro Farnesio, Gobernador General (1578-1592)

Peter-Ernest, conde de Mansfelt, interino (1592-1594)

Ernesto de Austria, interino (1594-1595)

Alberto de Austria, Gobernador General (1595-1598)

Archiduques Isabel y Alberto, cosoberanos (1598-1621) FELIPE III

Isabel, regente (1621-1633) FELIPE IV

Francisco de Moncada, interino (1633-1634)

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Cardenal-Infante don Fernando, Gobernador General (1634-1641)

Francisco de Melo, Gobernador General (1641-1644)

Manuel de Moura, Gobernador General (1644-1647)

Leopoldo-Guillermo de Austria, Gobernador General (1647-1656)

1648: Tratados de Westfalia. Independencia de las Provincias Unidas del Norte. Conti-núa el gobierno español en el sur con Juan José de Austria (1656-1660), etc.

APÉNDICE IV

Guillermo de Nassau, Príncipe de Orange y la Revuelta de Flandes

Merece la pena destinar al menos unas líneas para recordar la figura del príncipe deOrange, íntimamente relacionada con el origen de la nación holandesa, pero también conalguna repercusión en el vecino reino inglés.

Los condes de Nassau, con posesiones en los Países Bajos y Alemania y con su sedepatrimonial en Breda, eran una familia de la alta nobleza flamenca. El conde Guillermo I (1484-1559) estuvo al servicio del Carlos V, de manera que su hijo Guillermo ‘el Taciturno’ (1533-1584) perteneció a la Orden del Toisón de Oro, sirviendo también al Emperador y a su hijoFelipe II (miembro del Consejo de Estado de los Países Bajos, ocupó un puesto destacado enlas ceremonias de abdicación en Bruselas de 1556; y había luchado con los españoles en lasguerras contra Francia de 1557 a 1559).

Ocurre que este Guillermo recibió por herencia indirecta el Principado francés deOrange36 en 1544, pasando este título a la familia flamenca hasta el siglo XVIII. Su hermanoLuis de Nassau (muerto en la batalla de Mookerheide contra los españoles en 1574) heredóel condado holandés, que pasaría a un tercer hermano, Juan, y a sus descendientes a partirde los que se origina la Casa Real de los Países Bajos.

Volviendo a Guillermo, sus desencuentros con la corte de Madrid comenzaron a partirde los años 1560 debido a suspicacias políticas y religiosas. Convertido al luteranismo ycasado con la hija del elector Mauricio de Sajonia, príncipe protestante muy hostil ante elgobierno de los Austrias, vería perder su influencia en Bruselas durante la regencia de Mar-garita de Parma y el cardenal Granvela. Fueron años de conspiraciones (Spa, 1565); agitacióncivil y disidencias en la fe (furia iconoclasta de 1566); y dura represión por los gobernantesespañoles (ejecuciones de Horn y Egmont en 1568). Todo esto fue causando mella en elEstatúder Guillermo, quien tras la Unión de Utrecht (1579) y el Acta de Abjuración (1581)contra el monarca español se convertiría en el caudillo militar de la Revuelta y, sobre todo,principal ideólogo de las razones políticas de la independencia holandesa. El texto de su

(36) La ciudad de Orange, con importantes ruinas romanas, está situada en el sudeste de Francia; y su jurisdicciónseñorial incluía varias regiones del Franco Condado y Luxemburgo.

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Apologie ou défense (Leiden, 1581) es un perfecto ejemplo de propaganda impresa (algo quejustamente no supo emplear su contrincante español). Pues bien; nos interesaba esta pequeñadisgresión para anotar que una de las primeras tareas institucionales de Grotius, joven abo-gado de la República, fue redactar una historia nacional en la que se justificase jurídica ynarrativamente la ilegítima dominación de los españoles en los Países Bajos (algo que pre-ocupaba extraordinariamente a sus fundadores, y que se mantiene en el himno actual de aquelpaís como curiosa reliquia histórica)37.

Durante estos primeros años de la nación holandesa la biografía de Orange va asociadaal ya citado Oldenbarneveldt38 (1547-1619), otra formidable figura histórica bien poco cono-cida. Consejero de las Siete Provincias, actuaba como contrapeso civil frente al liderazgomilitar de los Nassau. Tuvo un importante protagonismo en las conversaciones de paz con elgobierno español, que concluyeron con la Tregua de los Doce Años (1609-1621). Ya hemosseñalado que fue el protector de Grotius, introduciendolo en la vida política, y su trágico finalpor tensiones religiosas entre diversas ramas del Calvinismo, algo que también afectó deci-sivamente al porvenir de Grotius.

Guillermo de Orange tuvo varios hijos con sus cuatro mujeres, que sucesivamentedesempeñaron el cargo de Estatúder de Holanda, jugando un papel cada vez más importanteen la política europea de su época. De hecho, su nieto y bisnieto emparentaron con la coronainglesa, siendo este último (Guillermo III de Orange, 1688-1702, casado con María Estuardo)rey de Inglaterra y Escocia, al ser coronado en la Revolución Gloriosa de 1688 frente allegítimo heredero católico Jacobo II Estuardo39.

Parece que en 1580 Felipe II puso precio a su cabeza, y ya escribimos que fue asesi-nado en su propia casa de Delft por un mercenario español en 1584.

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(37) El título de esta obra es Annales et historiae de rebus Belgicis (1657), editada tras su muerte pero escrita añosantes, como extensión de su De antiquitate reipublicae Batavicae (1610), redactada precisamente por el motivo indi-cado. Y para su estudio es preciso consultar J. Bell (1973), Hugo Grotius, historian, tesis doctoral inédita, Universidadde Columbia.(38) Para más detalles ver la excelente obra de Jan de Tex (1973): Oldenbarneveldt, 2 vols., Cambridge UniversityPress.(39) Por simple curiosidad, recordemos que lord Shaftesbury fue un intrigante político whig anglicano, enemigoacérrimo de los Estuardo, y protector de John Locke quien justamente escribió entre 1683 y 1688 -exiliado en Holanda-sus Two treatises of government, defendiendo la supremacía del Parlamento sobre la voluntad real.

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2.- Algunas referencias básicas de consulta sobre la Escuela de Salamanca.

Como señalaba en el epígrafe 1 (pág. 4), complemento esas ideas con una relaciónde las principales obras que estimo pueden servirnos de aproximación para conocer elinflujo del pensamiento escolástico en la historia del análisis económico:

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3.- Bibliografía sobre los Países Bajos.

Terminamos este epígrafe con un breve comentario sobre los textos empleados parala elaboración de los apéndices sobre la historia del siglo XVII. Además de los pertinentesmanuales, deseo señalar la interesante aportación del prof. Geoffrey Parker en sus cuatroobras: El ejército de Flandes y el Camino Español (1567-1659), Alianza Universidad,Madrid, 1985; España y los Países Bajos (1559-1659), Rialp, Madrid, 1986; La guerra delos Treinta Años, Crítica, Barcelona, 1988; y España y la rebelión de Flandes, Nerea,Madrid, 1989. Textos que se complementan con uno más reciente de Jonathan Israel(1997): La república holandesa y el mundo hispánico, Nerea, Madrid.

Y por aproximación cronológica, conviene también tener en cuenta todos los trabajossobre Felipe II, entre los que destaco los últimos estudios editados con motivo del IVCentenario de su muerte: M. Fernández Álvarez (1998): Felipe II y su tiempo, Espasa Calpe,Madrid; H. Kamen (1997): Felipe de España, Alianza, Madrid; y G. Parker (1998): La granestrategia de Felipe II, Alianza, Madrid.