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Este Picudo Blanco metamor- foseado en hojas secas de revis- ta ilustrativa-literaria que ahora cobra vida y se te exhibe de forma nada pudorosa ante tus ojos es fruto de un segundo alumbramiento, parto con dolor relativo, en el que las felices cir- cunstancias creativas y financie- ras (no basta la semilla de la idea por si sola, se necesita tam- bién la tierra madre para que todo germine) han hecho posi- ble la semi utópica empresa de sacar, de desarchivar, de resca- tar del fondo de nuestras gran- des carpetas y nuestras mentes la colección de letras del abece- dario conscientemente desorde- nadas y en constante busca de sus infinitas combinaciones en pro y en busca de la belleza. Escribir es a veces jugar a inventar mundos y emociones paralelas a las nuestras, la reali- dad ya está inventada por el caprichoso destino (o lo que sea) que no sabemos lo que es ni podemos controlar. La historia, nuestra humana historia de lo que vivimos, se podrá contar o escribir (en el caso de que al final quede alguien, además de las piedras, para hacerlo) narrando lo que hicimos cuando estuvimos vivos. Mas puede parecernos muy corto y simple ese trayecto entre la cuna y la tumba. Para suplir esa existencial carencia queda aquí de testigo la literatura: la fábrica de sueños adiestrados para saltarnos las leyes físicas que nos impiden volar y ser inmortales como Homero, Shakespeare y Cervantes; por ejemplo. Eso es, nada más y nada menos, parte de lo que persigue este Picudo al que rozas ahora con tus dedos: crear sobre la desconcertante blancura del papel del mismo modo que de un montón de estiércol pueden cre- cer las más bellas flores, tenemos la materia con que se fabrican los sueños recordables e intentamos provocar la lluvia de ideas. Nos faltarán después ojos que nos lean.Quien nos recuerde: Tú. http://elpicudoblanco.blogspot.com http://elpicudoblanco.blogspot.com Diseño de Portada : Manuel Carabias Plaza. Diseño del logo del libro : Modesto Tomás Saavedra. Diseño de las letras y el logo del insecto : Elysa Castro Martínez. Maquetación y edición : Manuel Valero Gómez y José Manuel Sanrodri Limorte-Córcoles. Colaboradores : Pere Vicente Agulló Vicente Molina Foix José Manuel Sanrodri Abel Bri Agulló Silvia Orozco Torres (IRILIAN) Carlos Cebrian Alicia García Nuñez Álvaro Fuentes Rocamora Ana Gómez Penalva Josep Manel Sánchez Antonio Zapata Pérez Eduardo Martínez Cano Eduardo Boix López Eva Mª Palenzuela Martínez Patricio Bruna P. Francisco Gómez Rodríguez Elena Aparicio Escolano Conchita Rivera Toribio Juanjo Viota Sanz Germain Droogenbroodt Ismael Sánchez Martínez Jose Esteve Rico Sogorb Siracusa Bravo Guerrero Manuel Valero Gómez Rodrigo Javier Medrano Jesús Graván Sánchez José L. Palenzuela Martínez Jaime R. Villanueva Donoso Diego W. Abelenda Alonso Jazmina Caballero García Rubén Ballester Urbán Luís Martínez Tortosa Vicente Muñoz Álvarez Paco Gómez Marcos Tina Jover Andrés Marylina Torres Ottado Antonella Rojas Auda Karina García Albadiz Dulce Mar V. Moragón Héctor J. Savery Soto Juan José Morillas Diez ISSN : 1887-973X DEPÓSITO LEGAL: email: [email protected] Presentación Presentación PERE VICENTE AGULLÓ La revista de expresión creativa en la cultura decadente JOSEP MANEL SÁNCHEZ 2

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Portada ilustrada por Manuel Carabias Plaza (Cadiz, 1977)

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  • Este Picudo Blanco metamor-foseado en hojas secas de revis-ta ilustrativa-literaria que ahoracobra vida y se te exhibe deforma nada pudorosa ante tusojos es fruto de un segundoalumbramiento, parto con dolorrelativo, en el que las felices cir-cunstancias creativas y financie-ras (no basta la semilla de laidea por si sola, se necesita tam-bin la tierra madre para quetodo germine) han hecho posi-ble la semi utpica empresa desacar, de desarchivar, de resca-tar del fondo de nuestras gran-des carpetas y nuestras mentesla coleccin de letras del abece-dario conscientemente desorde-nadas y en constante busca desus infinitas combinaciones enpro y en busca de la belleza.Escribir es a veces jugar ainventar mundos y emocionesparalelas a las nuestras, la reali-dad ya est inventada por elcaprichoso destino (o lo que sea)que no sabemos lo que es nipodemos controlar. La historia, nuestra humanahistoria de lo que vivimos, sepodr contar o escribir (en elcaso de que al final quedealguien, adems de las piedras,para hacerlo) narrando lo que

    hicimos cuando estuvimos vivos.Mas puede parecernos muy corto ysimple ese trayecto entre la cuna yla tumba. Para suplir esa existencial carenciaqueda aqu de testigo la literatura:la fbrica de sueos adiestradospara saltarnos las leyes fsicas quenos impiden volar y ser inmortalescomo Homero, Shakespeare yCervantes; por ejemplo. Eso es,nada ms y nada menos, parte de loque persigue este Picudo al querozas ahora con tus dedos: crearsobre la desconcertante blancuradel papel del mismo modo que deun montn de estircol pueden cre-cer las ms bellas flores, tenemosla materia con que se fabrican lossueos recordables e intentamosprovocar la lluvia de ideas. Nosfaltarn despus ojos que noslean.Quien nos recuerde: T.

    http://elpicudoblanco.blogspot.comhttp://elpicudoblanco.blogspot.com

    Diseo de Portada:Manuel Carabias Plaza.

    Diseo del logo del libro:Modesto Toms Saavedra.

    Diseo de las letras y el logo delinsecto:Elysa Castro Martnez.

    Maquetacin y edicin:Manuel Valero Gmez yJos Manuel Sanrodri

    Limorte-Crcoles.

    Colaboradores:Pere Vicente Agull Vicente Molina FoixJos Manuel SanrodriAbel Bri AgullSilvia Orozco Torres (IRILIAN)Carlos CebrianAlicia Garca Nuezlvaro Fuentes RocamoraAna Gmez Penalva Josep Manel SnchezAntonio Zapata PrezEduardo Martnez CanoEduardo Boix LpezEva M Palenzuela MartnezPatricio Bruna P.Francisco Gmez RodrguezElena Aparicio EscolanoConchita Rivera ToribioJuanjo Viota SanzGermain DroogenbroodtIsmael Snchez MartnezJose Esteve Rico SogorbSiracusa Bravo GuerreroManuel Valero GmezRodrigo Javier MedranoJess Gravn SnchezJos L. Palenzuela Martnez Jaime R. Villanueva DonosoDiego W. Abelenda AlonsoJazmina Caballero GarcaRubn Ballester UrbnLus Martnez TortosaVicente Muoz lvarezPaco Gmez MarcosTina Jover AndrsMarylina Torres OttadoAntonella Rojas AudaKarina Garca AlbadizDulce Mar V. MoragnHctor J. Savery SotoJuan Jos Morillas Diez

    ISSN: 1887-973XDEPSITO LEGAL:email: [email protected]

    PresentacinPresentacinPERE VICENTE AGULL

    La revista de expresin creativa en la cultura decadente

    JOSEP MANEL SNCHEZ2

  • El abrigo que llev Lus CernudaVICENTE MOLINA FOIX

    Toda la travesa la hicimos en zig-zag, tratando de escapar a los puntos de mira de la flota alemana. Y a pesar delmiedo daba risa pensar que el barco haca eses cuando avanzaba a oscuras por las aguas rizadas que, nos dijo elsegundo, eran del Mar de Irlanda, pero no las veamos. De vez en cuando, todos los pasajeros de 1 y 2, apiadosen un saln de baile ahora sin danzantes pero an con guirnaldas, nos hacamos guios al escuchar las cargas quelos nuestros tiraban tratando de acertar: todo el Canal, la costa, y los mares del Norte estaban infestados de sumer-gibles, minas, y hasta un ingls jur que l haba observado desde su casa en Plymouth globos-sonda gigantes flo-tando por el aire. Yo, que apenas haba hablado durante todo el viaje para dejar pasar sin preguntas mis canas, larazn de mi prisa, la abultada maleta de cierres plateados, ahora dije algo: chill, ms bien, al ver entrar a nuestramotonave en el puerto de Liverpool y a la diezmada orquesta improvisar un vals.

    El primer enlace me esperaba puntual junto a la escalerilla con un fardo de cuero marcado a tiza roja. Esa era laclave, y no hizo falta hablar: un apretn y cambio. Sera un compatriota? Algo en sus andares, cuando ya se aleja-ba sin volver la mirada, y el gesto de recelo al entregarme el bulto lo haca familiar. Dentro estaban las armas, unaMauser 40, un escoplo, y las balas, y tambin instrucciones trazadas en el forro que haba que tirar, una vez apren-didas, a las aguas del Mersey.

    Que, por cierto, se helaron en ese largo invierno de alarmas y apagones que pas en la ciudad. De la pensin salasolo una vez al da, a la hora del t, a cumplir mi faena. Y qu difcil era rechazar las ofertas de la duea, Miss Kirby,y de los otros huspedes de darme ellos mismos esas clases de ingls que, aadan corteses, ya apenas le hacen falta.En vez de practicar mis imperfectas "th" en la Academia "Voices" yo esperaba a la sombra de una iglesia en ruinasal convoy que traa directas de Madrid las rdenes del da.

    Un catorce de abril tena que tomar el tren a Birmingham y, sin tocar destino, bajarme en Wolverhampton despusde haber cambiado mi cara y el atuendo. El nico lavado que haba en el vagn qued muy salpicado de churretesde tinte mientras volva el pelo a su color oscuro y arrancaba el bigote y las patillas falsas.

    As llegaba a Londres cuatro das ms tarde, ms joven de fachada y envuelto en un gabn que me haca ingls.Nadie me esperaba all, ni tena un horario ni enlaces alemanes con quienes chapurrear fingiendo una amistad y unencuentro fortuito. No poda tampoco pisar nuestra embajada, y todas las consignas ira recibindolas en cdigossecretos que se haran palpables ellos mismos a m. El primero lleg en forma de dibujo raspado con diamante enel cristal espeso de unos frascos de leche que dejaban temprano a la puerta del piso. Mir al trasluz el vidrio y s,all estaba, una clave a seguir, unos nmeros, nombres, hasta un itinerario marcado entre las curvas que haca la bote-lla.Yo era un comerciante venido de Asturias, segn lo planeado, y nada extrao haba en moverse con bolsas por las

    calles del centro preguntando en trastiendas y con un bloc de notas. No sabra decir qu ciudad recorr, ni qu casaso rostros encontraba al andar. Mirar no era lo mo, pero s escuchar. Y escuchando a escondidas en el pub "ReinaAna" me enter del barucho al que acudan todos o al menos casi todos los refugiados rojos que operaban en Londreshostigando al gobierno y soando en volver.Haban cesado ya los bombardeos, y Alemania se rinde, lea en los tablones, aunque yo no opinaba. S que me daba

    cuenta del paso acelerado del policeman de turno frente a nuestra embajada, y no supe qu hacer el da en que notuve ni una orden ni un parte. Fui a una agencia de fletes no lejos de Hyde Park donde en tres ocasiones me citaroncorreos llegados de Berln: mostrador y paredes estaban chamuscados, las pinturas rasgadas, y un olor a petrleo mehizo lloriquear. An recog del suelo 4 medios billetes que casaban con otros que yo tena a salvo metidos en la almo-hada.

    Pas a la accin, por tanto. Me puse a vigilar a dos republicanos que hablaban por la radio en contra de la patria,y tuve que seguirles saltando los escombros que ahora ya limpiaban, y parndome firme, claro est, como ellos, cadavez que pasaban desfilando en la lluvia las tropas vencedoras. Ol y pegu odos, toqu con asco cubos con basurade das, fing estar perdido en el rellano hmedo de una casa de pisos cercana a Kensington. El pestillo salt a unapresin del dedo, pero en ese cuarto, donde s que se hablaba a menudo a gritos de Espaa con rencor, encontr poca

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  • cosa. Folletos tendenciosos, unos libros prohibidos, y dentro de un cajn cerrado con candados un abrigo plegado yenvuelto en varias capas de papeles de arroz.

    Desafiando al mando, fui yo en lugar de ellos el que usara el telgrafo para pedir consejo y hablarles de mi hallaz-go. Nada, no le interesaba ahora a la red ese frente, os desbandis a secas, y hay que volver, con calma, a tu puestode antes.

    Viaj esta vez por Francia y llegu a Madrid a fines de septiembre, ao 47. Entr en una ciudad ya invernal y sinruidos, en la que dispona ahora de unos meses pagados sin servicio ni encargos, y pasaba a ocupar una casa alqui-lada frente al Viaducto. El jefe se qued con los libros ingleses, las cuartillas escritas a mano y con maysculas melas ley en voz alta y nos remos juntos, el resto se tir, y no encontramos nada en el abrigo gris de doble forro acuadros que tanto me cost pasar por la frontera.No me vena mal. Y ese invierno nev. Le quit por si acaso las 4 iniciales (L.C.M.L) cosidas en el cuello y lo hice

    limpiar. El pao an ola, tras el tinte, a colonia, pero era un buen corte, y dos o tres colegas me elogiaron el gustoy hablaron de Inglaterra con algo de nostalgia. Yo le cog, con todo, una extraa mana a ese abrigo entallado: melo pona a ratos y en la calle observaba que algunos se volvan, y una seora un da me pidi en un caf permiso depasar su mano enguantada por un cheviot tan raro. Pero haba semanas, o meses, del invierno, cuando el fro arre-ciaba, en que no lo sacaba, y slo por la noche lo miraba en su percha, y a lo ms que llegu fue a llevarlo por casatodo el da anterior a la maana en que -pasado ya de moda y sus hombreras flojas- se lo di al trapero con otras pren-das viejas.

    SILVIA OROZCO TORRES(IRILIAN)

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    (Vicente Molina Foix, Premio Nacional de Narrativa 2007 por El abrecartas)

  • Y de su calavera de niebla por donde pasa las pupilas de cromosque desechan al oblicuo paisaje elevado, se dibujarn acomodadas las arrugas del cieloresumiendo una mueca insoportablea travs de la ventana;y eyacularn las manchas linfticas de amanecercasi por encima de su estigmatizadobarranco de cucurucho con trocitos de piedray la caracola, se desperdiciar por la arteria de aguaque moja su espina dorsalen medio de nauseos aires,y del absurdo croquis del grano de un pincel,se modelar un inventado barro de blancas hojaspara que estacione su automvilla seorita muerte con su amargo equilibrio,desvanecido entre los agujeros gritos de silencioy en esa noche drogadicta, nos arrancarn el alma.

    ...Y de su calavera de niebla...JOS MANUEL SANRODRI

    ANTONELLA ROJAS AUDA

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  • SobrevivirALICIA GARCA NEZ

    Sigo anegada entre simpatas vanas

    Capa tras capaen el ovillo de la nochese tejen los rboles

    el da con su olor de albadescubre el tejidomostrando sus hebras

    ah estel verde plidoel amarillo rojizo

    perpendiculares a la extensinde este cuerpotendido en la noche

    Capa tras capacomo sbanas oscurascoronan mi lecho.

    Se tejen los rboles

    CARLOS CEBRIN

    KARINA GARCA ALBADIZ

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    Amigo moabraza a tu amor cada da, cada noche,slo por el simple hecho de abrazar.S ingenuo y pueril,arrncale a tu abrazo, a tu vida,el azogue de la pasin.Evita esta humana prisin del deseo.Abraza, besa,no cometas el desprestigiado error de desear.No intentes, tampoco, ser feliz,olvida la peregrina conviccin de amarde esta manera tosca en la que t amas.Besa, besapor el simple hecho de besar.S ingenuo y pueril,no intentes ser feliz,no persigas los absurdos ensueosdel ser humano,simplemente vive, sobrevive,por el simple hecho de vivir.

    OH! amigo moama cada da, cada noche,con ese amor verdaderodesprovisto de acento, sin apego,ama, sin saliva, sin fluidos seminales,sin lgrimas, sin humano y sucio desgaste,por el simple hecho de amar.No sufras amigo mo,deja de sufrir, no llores nunca ms.S ingenuo y pueril.Vive, solo vive, sobrevive,por el simple hecho de vivir.

    Sigo anegada entre simpatas vanas,busco tu esencia por donde vaya,no calma tu ausencia el dolor abierto como brecha en la cabeza.No, no calma mis ganas.

    Las fuerzas se acaban y por contra intelectos van dando vuelcos a diestro y siniestro.Siniestro el panorama que me encuentroentre las sbanas. Pensamientos, pajasmentales aunque ciertas entre las rajasde mi alma. S, mi alma, sa que sempiterna vaga en todos mis versos. "Ests en la paja", dira mi hermana, sa que se desgrana encriptada entre sombras para que t no veas nada.

    Me muero por dentro, por fuera florezco,tibia, delgada, tambin ajada, creciendo.Hacindome mayor a la carrera.A la que salta. Erigiendo un templode trabajo en el que verme compensada.Tomando la calle por casaahora que llega el invierno.

    Poseedora de las letras que paga. Duea de mil palabras en las ondas hercianas.

    Pero ni por esas te captan, ests en otra frecuencia modulada a la espera de otras miradas. Receptiva al acecho de otros pechos en los que regalar el tacto tibio de tu cara.

  • Danza en el suelopreparamos las salida

    me retuerzo y me recuerdo

    esa cancin que circulabaen sentido contrariodictaba el mensaje

    me asusto y me asedio

    aado en la cuneta los versos dolidosestampo las fotos del desierto

    escapo y empieza ese perfume saladoescupo y me envenena ese perfume salado

    escarbo y recibo a ese perfume salado

    predispuesto a fallar salto al vaco sin calcularmalherido me llega ese perfume salado

    joyas para el vaticano ollas de vapor para el picudo

    blanco

    destrozo y amenazointerrumpo y rechazo

    me ensonrrojo y despisto.

    Ya oscurece, el momento ya no es momento, el instante ya no esrestante y detrs de ti se ve lo infinito.

    Detrs de tiLVARO FUENTES ROCAMORA

    Ah! Nostalgia!En qu solitarios momentos siemprereapareces!Se deshiela por pasin ante mis ojossobre la llanura desgarbada y vaca,el mismo que tropieza al amanecer,salpicando de color los grises edificios:El Apolo ms tiernojunto a las estrellas,un ro de recuerdos.

    Mi alma, lejanaolvidada en aquella ciudad,ahora baila, segurocon hojas agonizantes que mis ojos soloimaginanen el parque sin nombre,hambrienta de fro ahogado,recordando el beso inocente.

    Infancia que se aleja,mariposa atrapadaen crcel de madurez y tristeza.Dichoso aqul que vuelve a encontrarla!Hasta el ms anciano,parece esperarla, junto a la ms temida,la parca ciega, mariposa disfrazada,ltima amante que se espera sin prisa.

    La noche abraza el oro otoalmi alma pasea por esa ciudad sin nombre,recolectando sonrisas,esperanzas futuras.

    A menudo el tiempo pasa por nuestro ladocon rostro serio y sombrero,arrastra los pies, y arrugas enmarcan ya sus ojos an infantes.Pasa desapercibido por jvenes.adultos lo esquivan angustiados.Te pregunta la hora y sigue caminando,a veces ms rpido, a veces ms lentose aleja hacia donde el solse deshiela, y su sombra parecelanguidecer a nuestros pies.

    ANA GMEZ PENALVA

    Nostalgia

    JJOSEPOSEP MMANELANEL SSNCHEZNCHEZ7

  • Conviva con una ninfo que me man-tena el pene erecto a perpetuidad.No s cmo lo haca, pero ruar,fumar, beber riadas de alcohol, escri-bir de tarde en tarde y alimentarseajena y decorosamente mereca lapena, por eso debaseguir satisfaciendo esaexcesiva debilidad inex-tricable de la presuntaparienta.Obviamente era un sacri-ficio placentero. Ellaslo tena que ensearmesu culo portentoso; y lafollaba bsicamente porsemejante frontn. Medeleitaba el sonido mis-cible de mis pelotas cho-cando una y otra vez ensus convexas paredes,que no cedan a su empu-je. Cuando el ritmo eraendiablado, mi polla,como un personaje invi-sible, desapareca por sudelicioso intestino.Entonces la abrazabams all de sus inglespara estimularle esaparte superior del cooque la volva loca.Siempre lo dije, la folla-menta era lo mo; y noesa mariconera de versi-tos de esforzada lrica, onovelitas de amor fingido.!Esosidiotas maniticos, preocupados porla esttica, el fondo y la forma !Am me estaba valiendo ms la formade mi rgano y el fondo de la vaginade Norma que toda la poesa delsiglo de oro!Escribir, lo puede hacer cualquiera,pero retener a una ninfmana requie-re otras virtudes que son intransferi-bles. Son otros estados de barruntar

    la vida, porque hay mujeres quenecesitan ser folladas ininterrumpi-damente, como un tren sin estacio-nes, dndoles hacia arriba, haciaabajo, hacia ambos lados, no dejn-doles ni un centmetro cuadrado sin

    frotar tenazmente. Menos mal queNorma cocinaba muy bin, de locontrario, no podra mantener estafachada. Y ese era el momento opor-tuno que yo aprovechaba para aca-rrear cerveza y escribir gilipollecesque justificasen mis polvos.(Norma estaba convencida de que yoera un famoso escritor que acabaramanteniendo su tripa, sus perfumesy su coo. Slo lo ltimo era ver-

    dad.)El caso es que lo mximo que llega-ba a emborronar era un par de pgi-nas, pues al momento, senta susmanos frotndome el paquete, mien-tras me deca con los ojos a medioblanco:"Cario, ya tienes en la mesa

    los alimentos parareforzarte esta cositaque no se pone dura".Antes de bajar la cabe-za, ya me la haba saca-do; y la mantena en suboca grande y carnosa.Norma giraba el cuellopara ambos lados. Yoaprovechaba mismanos libres paraseguir escribiendo,hasta que por micolumna vertebralcomenzaban a escalarplacenteros alpinistasdispuestos a picotearmi cerebro. Mis ojos seestiraron hasta losgenitales. Mi polla bri-llaba ensangrentadapareca una aldaba rotaque ya no perteneca apuerta alguna! Era deella! Se la estabacomiendo como uncanbal se come mediobrazo crudo en plenaselva!. Pens que mivida vala ms que eseanhelante chorizo quedevoraba. Cog el cterque guardo para impre-vistos suicidios y reba-n limpiamente elmiembro a ras de pel-vis. Le dije:" Para ti!.

    Simplemente se lo regal... por losservicios prestados.

    Convivir con una NinfoANTONIO ZAPATA PREZ

    EDUARDO MARTNEZ CANO

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  • Ella subida en aquella tarima deca tener a unhombre atravesado en la garganta yo la tengo aella atravesada en los ojos. Incrustada en laretina como el vidrio de la botella que estalljunto al petardo. Ceguera de amor, dira algnamigo burln y marrullero, ms bien ceguerade pasin puntualizara mi ego. Se ha estanca-do como aquellas varices de antao. Y de vezen cuando muestra su pinchazo certero.Recorriendo el cuerpo, mostrndose roja,negra, morada. Un color distinto para cadamomento del da. Formando meandros en lapiel. Marcas de un mapa anunciando un grantesoro. Se ha aposentado en el pensamiento para que lamente, mi mente, la reinvente una y mil veces.Ella sigue all. Flotando entre las nubes.Acudiendo con el paraguas, sin lluvia, a unacita diaria, jams anunciada. Subida en esa tari-ma comunicando con angustia, que aquel hom-bre se incrust en su garganta. Ella sigue all,en lo alto. Divisando el breve horizonte deespectadores. Armada, tan solo, con esos bre-ves calentadores rosas.

    ...Ella subida en aquella...

    Me hundo tres metros bajo tierra,me hundo bajo el sol de agosto, me hundo en esta habitacin entristecida de un color incierto.

    Me hundo tres, cuatro, cinco metros bajo tierra.Me hundo y lo nico que encuentro son abismos de esperpento silencio en esta memoria, colapsada de tus recuerdosque subsiste en la quietud de m cuerpo.

    Me hundo tres metros bajo tierray hallo un fro indescriptible en mi minsculo pecho desprotegido por tu ausencia nueva.

    Me hundo minuto a minuto en esta tarde de agosto. Me hundo bajo el deslumbrante sol golpeando con fuerza tu rostro ahora sumido en un sueo profundo.

    Alma de naufragio

    HCTOR JOS SAVERY SOTO

    PATRICIO BRUNA P.

    EDUARDO BOIX LPEZ

    EVA MARA PALENZUELA MARTNEZ

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  • Siempre estaba all. La rosa roja con sus ptalos encen-didos como ofrenda de fuego al amor imperecedero. Unamor sin fecha de caducidad, un amor que surcaba lasfronteras de la muerte para quedarse presente en losalmacenes de la memoria.

    Quin sera aquel o aquella que siempre se acordaba deella? Un desconocido/a comparta un secreto conmigo.Pero era ms rpido o quizs sus recuerdos ms ardien-tes que los mos. Cuando yo llegaba junto a la lpidadonde ella ya viva el sueo de la eternidad, otro ser an-nimo haba llegado antes y depositado su homenaje deamor con presencia de rosa roja.

    As una semana y otra. Un mes y otro. Un ao y elsiguiente. Si llevaba a las tarrinas de la tumba un ramode claveles, ya estaba all la rosa viva con sus ptalosdesplegados al sol, con las perlas del roco en el horizon-te de la maana.

    Trat y trat de saber quin sera mi misterioso amigoamante pero nunca coincid con l/ella junto al nicho.Pasaban los calendarios y la rosa segua fiel a su cita. Miestimado desconocido/a cumpla su ritual de amor conperfeccin matemtica. Imagin por las rutas del recuer-do quin poda ser, quin saba igual que yo que el tiem-po es un concepto relativo y en la edad de la memoriacualquier hecho sucedido hace 20 30 aos, poda tenertal fuerza de presencia como tus hechos de hoy mismo. Sera un familiar, un amigo, un antiguo amante, alguienque recibi un favor imborrable de la persona que est alotro lado?

    Busqu y busqu en los laberintos de la memoria pero elenigma creca en mis agitadas circunvoluciones cerebra-les. Me qued por siempre a las puertas de esa alma lim-pia, hermosa. Fuera de los pasillos sedientos de luz de sucasa. Solo con la presencia de la deslumbrante rosa roja.

    La PresenciaFRANCISCO J. GMEZ RODRGUEZ

    ELENA APARICIO ESCOLANO

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  • Generosa la noche cubre la luz del day la humana existencia, al silencio se entregareponiendo energas.El silencio de pronto, como un vidrio se quiebra.Entre gritos nocturnos de inquietante violencia!

    Para imponer en los dems su autoridad estrell sus nudillos contra el muro,proyectando su ira y su soberbia. Hedionda pestilencia satur el espacioimpregnando el ambientede miasmas y cieno.Aspirose el oxigeno malsanocon nauseas malolientes,quebrose malheridoel dulce sueopor el mazazo hirientey en ese mismo instante,se engendr el fro odioso del despreciopor un acto violento, vergonzoso,deprimente y necio.

    A travs del miedoCONCHITA RIVERA TORIBIO

    JUANJO VIOTA SANZ

    Cuenta la leyenda que en elalbor de nuestros das un tai-mado rey encarcel a los ani-males del espejo, obligndo-les a imitar los gestos de loshombres.

    Dicen que la magia les robsu fuerza y su figura, redu-cindoles a meras proyeccio-nes, reflejos deferentes ysumisos del verdugo. Y tam-bin dicen que algn da sal-drn de su letargo y en elfondo del espejo sonar elfragor de sus legiones.

    Rompern entonces su barre-ra especular y esta vez sinduda vencern, porque hoy lamagia ya no existe.

    Por eso siento escalofros almirarme en el espejo, almover mis manos reflejadas,que tal vez me estrangulenlentamente para vengar lacondena de su estirpe.

    Y me estremezco ante la ideade que esta misma noche, omaana al despertar, me salu-de al otro lado la sonrisaindescifrable de un extrao.

    El extraoVICENTE MUOZ ALVAREZ

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  • NOse admiten devoluciones.

    No podrs venir y decirme que ya no me quieres que mis versos no te sirven que mi musa est rota que las letrasme bailan solas o que cojeo en el segundo cuarteto.

    NO,no tendr tiempo para explicarte que tus sentimientos han evolucionado y que ahora son ms maduros y menosapasionados, gilipolleces, no tendr tiempo para ensearte a leer entre lineas lo que ya no entiendes, mi musa notiene tiempo para vendarse las heridas que cicatrizan solas.

    Para qu hacer coreografas en las palabras?Para qu hacer sonetos si no TE cuadran?

    48.

    Mi paraguas invisible de lluvia.Los gatos mutilados mallan salvajes en el subsuelo,sus heridas perturban el horror de nuestra casa.Hemos envejecido con la sensacin de perdonar el gozo y la fascinacin de amarnos,como tu monstruo viejo, annimo amigo mo,mi querido Doctor Frankenstein... como tu monstruo viejo.

    49.

    Has detenido el murmullo del agua brotando clara en el manantial? Labrarn los das impasibles nuestra losay no habremos cambiado nada

    ISMAEL SNCHEZ MARTNEZ "Vociferan los borrachos por los rinconesdel viejo bar,suena un rayado disco de Janis Joplin,los yonquis se extasian en el bao y lasputas se pintan por penltima vez.Corre el alcohol por las venas, es, laautodestruccin..."

    "Con mi ira atrincher a las furciastras la barra prostituida de alcoholes y mercachifles monedas.Y me qued solo con mi hombra...""

    "Sentado en una cojitranca banquetajugaba con el suave aroma y la cucharilla del caf.Para postre, seis copas de coac enturbia-ron mis sentidos.Ahora ya s la moraleja"

    Poemas Cortos del PoemarioHotel de Invierno

    Fragmentos Poticos JOSEP ESTEVE RICO SOGORB

    SIRACUSA BRAVO GUERRERO

    Sevendepoeta

    Costumbres a quitarS de sobra que pisoteas mis amapolasy despetars mis margaritas.Despilfarras mis palabras, destrozas mis castillos en el aire y desperdicias mis caricias. Despiezas mi mundo,me lo revuelves y encima pierdes algunas partes.Me entierras y desentierras

    las ganas de querertey siempre, siempre me despiertasdndome la misma tacita de venenoque yo sorbo poquito a pocopara que haga efecto lentamente.

    12

  • Hablaban dos poetas en la mesao ms bien yo escuchabacon vista en las muchachas de la calley el vate de boina azul escupacieno sobre las gentes,cuando llegaste, msero traidor,con gesto callado, labriego tenue,como quin esconde entre sus papelesla verdad nunca escrita.Mas, las cervezas inspiraron clerasurgiendo tu voz sucia.Farfullas sobre Fsica,farfullas sobre Albniz y Piazzolla,farfullas sobre librosdiciendo: "Neruda es un hijo puta"y me miras a los ojos con celomientras sostengo el llanto.Yo, que nunca mantuve una miradapor miedo a enamorarme,dan ganas de besarteen tus sesgados labiosalcoholizados por la cicuta.Vuelves con pltica devastadoraa inesperadamente revelarmepalabras no olvidadas, dichas por la de los primeros besos:"Todos estamos solos,tienes que ser ms fuerte",y callo quieto con el coraznretumbando en la mesa.Te veo entre tus slabas,el sol en pleno rostro,embaucando en silencioslas decadencias del nio poeta.El tiempo aplaza los momentos puros,el local llega al ocaso, vacala copa a la mitady con las sillas hurfanas.Me insistes en la puerta:"Yo tambin fui poeta, cigarrilloscambiaba por versos en el ejrcito".Decido marcharme con el pensamientoanegado en palomasque suean abrazarte en los tejados,masco tabaco con ansia discretay la sonrisa de Carmen asedialas bastardas aceras.

    Oda al loco eruditoMANUEL VALERO GMEZ

    13RODRIGO JAVIER MEDRANO

  • Hay pocas cosas buenasen esta cruda realidadque merezcan la pena.

    Una de ellas, sois vosotros:el planeta al que nunca jamsllegar nadie;el fuego naciendo por primera vezentre las manos de un sorprendido;la luna iluminada;la manzana de Newton.

    No hay nada que me produzcams alegra por las maanasque vuestras sonrisas,cuando una nube de polvoha ido cegndome por el camino.

    Sin caminosJESS GRAVN SNCHEZ

    14

    JOS LUS PALENZUELA MARNEZ (TRANKI)

  • Que la noche se disuelva en una taza de vidrio caliente revuelta por una cuchara para siempre y que no quede rastro de que alguna vez hubo noche ac

    Que se piense y que parezca que el da no avanz,que el calendario de mutil a s mismo

    Que sea el da ms largo de la vida,que la noche se disuelvahasta que parezca da,Como el caf en la taza de leche.

    Que siempre sea de dapara que los demonios que vienen de nochese queden en la espera, se queden en la potenciade una noche que nunca llegarque atrapados exploten de locurahasta que sean sanosy efectivamente sean capaces de aparecerun da sin nochedesarmados lindosy cuando sea de noche nuevamentese vuelva una y otra vez, ves.

    JAIME RODRIGO VILLANUEVA DONOSO

    ...Que la noche sedisuelva...

    JUAN JOS MORILLAS DIEZ15

    DIEGO WALTER ABELENDA ALONSO

  • Estrenada en el II Festival de Teatro Amateur Villa deViver (Castelln) en febrero de 2006por el grupo de teatro "Atisbos".

    (La NIA se acerca al FALSO ESPECTADOR 2. Lecoloca la pistola en la frente. El FALSO ESPECTA-DOR 2 se asusta, llora. La NIA le agarra por el pelo yle obliga a ponerse de rodillas en el suelo)

    NIA: (Gritando) De rodillas pidiendo perdn! Derodillas! De rodillas!

    (El FALSO ESPECTADOR 2 se pone de rodillas)

    NIA: (Llorando) Reza!

    FALSO ESPECTADOR2: (Llorando) No s rezar.

    NIA: No sabes rezar?

    FALSO ESPECTADOR2: No, no s rezar.

    NIA: (Gritando) Pues entonces recita un poema.

    FALSO ESPECTADOR2: (Llorando) No s ningnpoema.

    NIA: (Extraada) No sabes ningn poema?

    FALSO ESPECTADOR2: (Llorando) No s ningnpoema.

    NIA: Pues canta la tabla de multiplicar del ocho.

    (Breve silencio)

    FALSO ESPECTADOR2: Ocho por una, ocho.

    NIA: (Con desprecio) Qu ms da, si todo es menti-ra?

    (La NIA dispara al FALSO ESPECTADOR2. stecae estrepitosamente al suelo. La NIA apunta alpblico)

    NIA: (Sollozando, mientras apunta con la pistola alpblico) Quines son ustedes? Qu hacen aqu? Qumiran? Qu quieren hacerme?

    Fragmento de la obra: Ni un alma aqu(Sabr maana nada)

    RUBN BALLESTAR URBN

    LUIS MARTNEZ TORTOSA

    MARYLINA TORRES OTTADO 16

  • AHORA QUE LA CARCOMAde la cepa roela mdula ltimay en la garganta del ruiseor triunfante el insectolo celebraven, entonces, muertey que tu abrazo lleguetan tiernamentecomo este maravilloso atardecer.

    "Conversacin con el ms all", homenajea Hans Faverey

    GERMAIN DROOGENBROODT

    Ahora que la carcoma

    Despierto del sueo de los tristesy mis ojos estn secosde tormenta ciegay mi piel tiene los crteres de la lunapor donde se escapan los sueosy se cuelan los llantos de las ballenas.Y crujen las caracolas bajo mis pies,fragmentos de luna rota me acarician con las olas.Despierto de soar despiertoy esta arena no guarda recuerdos,los recuerdos son como estrellas extinguidasque siguen brillando en la noche,"en una noche oscura del alma", quisiera ser inciensoque alumbre tu sonrisa y las dos orillasla luna y las olas.

    Y era un grito el azul del cielo,con una venus enloquecida de brilloque servia de faroa los veleros de almendroempujados por una brisa que arrastraba al precipiciosin luna y al abrazode una felicidad que tiembla entre mis manos,una brisa que retira el mar de unos labioshmedos y tendidos brillando en la otra orilla.Esta noche la brisa es puro aliento y locuraque se abraza con la vida.

    Sueo de los tristesPACO GMEZ MARCOS

    Esa luz enamoradaque envuelve tualma y la madesde hace tantotiempo,es faro camino ygua.Ese brazo protectorque me brindas concario,es para m luchador,es tierno y es decisi-vo.Si a tu miradaencuentropendiente de micontorno,descubro mil sensa-cionesque se escapan detus ojos.Si escucho tu voztranquilaque mi espritu rela-ja,mil mariposas pare-

    ceque salen de tu gar-ganta,

    y tus manos ay tusmanos!son fuertes, tibias,son mgicas,me trasmiten sensa-ciones,energas tan benfi-cas,que curan todos mismales,que son manantial,oasis,que aslan mi vidaenterade peligros, malosauras,inseguridades cie-gas,miedos a no saberqu,o a saber ms de lacuenta.Amor, ro de la vidamar bravo mar encalma,largo camino aseguir,cuando de verdad seama.

    Tus manos enamoradasTINA JOVER ANDRS

    17

  • Sus manos nerviosas, conlas uas recin pintadas derojo, sacaron del fondooscuro del armario sumejor vestido, el de lasgrandes ocasiones que aveces nunca llegan.Resucit de entre las caji-tas apiladas en el viejocofre sus zapatos lila detacn. Necesitaba dar vida,fuerte dosis de vida, alresto de sus das. Afuera, tras la ventana,

    ajena a su suerte, la ciudaden llamas de sol veraniegolanguideca con la tibiacada de la tarde.

    Mir la hora en su relojde pulsera y se retoc conlos dedos su negro pelorizado. Acarici con lamirada las flores del jarrncomo si formaran parte delrostro del ser amado, esehombre tan incrustado anen su corazn.

    Se consideraba una per-sona segura y fuerte peroesa tarde presenta que noiba a poder controlar lasituacin. Mir de nuevosu reloj, l llegara de unmomento a otro. Tan tras-cendental acontecimientoen su vida amenazaba conrebasar su capacidad decontrol. Esper con unamal disimulada ansiedadla llamada a la puerta. Noes que fuera su primeracita pero ahora era diferen-te. Era l, su primer y frus-trado amor. "Ahora seracomo verlo por primeravez despus de tanto tiem-po, casi de toda una vida"se dijo ensimismada. Se

    qued fija mirando su ros-tro reflejado en el espejo.El maquillaje era perfectopero no se reconoci enesos ojos brillantes y esasnerviosas pestaas queintentaban nadar entre lahumedad de la emocinque la desbordaba.

    Pens que tal vez larazn debera ordenar a sucorazn que lo olvidara,que tachara de su vida el

    amor derrochado e inme-recido por aquel joven queno supo luchar por ella ysus circunstancias (suspadres prohibieron su rela-cin con Pablo, "un donnadie" decan) y que ter-min claudicando y casn-dose con otra; tal vez porque la olvid. Eso nunca lotuvo claro. Despus: laresignacin, el matrimo-nio, los dos hijos (Ral ySergio) y el divorcio;luego el tiempo duro deluchar y, con los aos, eldeber cumplido y el vuelode los retoos criados (lo

    ms duro para ella fue eldespegue afectivo deSergio, el ms pequeo).Finalmente, su enfrenta-miento cara a cara con lasoledad crnica que reina-ba en aquellas paredes.

    Pero ahora habitaba enella slo el presente y sucorazn no pareca enten-der de olvidos forzados ."Para bien o para mal, larazn no me pudo conven-

    cer de odiarle y mi amorno tiene fecha de caduci-dad. Ahora slo existe larealidad de este instante enel que puedo contemplar ytocar estas frescas rosasque hoy l me ha enviado.Ellas, con su belleza medicen que Pablo an meama. Ante esta evidencia,todo lo dems deja detener sentido para mi". Lerepeta su mente constan-temente, como en un man-tra.

    Lidia esper, radiante yenamorada como el primerda, la inminente llegada

    de su amado con la ansie-dad de quin espera elfinal de una tormenta dearena en el desierto.Esper.Pasaron los minu-

    tos y las horas hasta queanocheci.Irene, desde una distancia

    prudencial, asista a laescena con discrecin.

    La misma accin se repe-ta cada tarde, un da trasotro.Cuentan que el irse Sergioy quedarse sola fue fatalpara ella. Y que despussupo de la muerte de PabloFuentes, su primer amor. Aos ms tarde, Sergio,

    que tan unido a ella estu-vo, percibi que con elpaso del tiempo ella ibaretrocediendo, paradjica-mente, a una poca dejuventud efervescente.Comprob, abatido, la fra-gilidad de aquella difciladolescente en la queLidia Caballero, su queri-da madre, se converta.Irene era el ngel de laguarda a domicilio quecontrataron (tena buenasreferencias como terapeutade personas, digamos,aquejadas de comporta-mientos peculiares) parapaliar la sequa afectiva deuna joven enamoradiza,incrustada en un cuerpo yen un tiempo equivocadoscomo el aparente esplen-dor, la frgil belleza a pri-mera vista, de las secasflores rojas de su jarrn.

    Bellas Flores SecasPERE VICENTE AGULL

    DULCE MAR V. MORAGN

    18

  • Del interior de la putrefaccin de susropas emerga un agradable e inusualaroma que Arturo advirti. Pero...Remigio cmo es que hueles tanbien? Huelo a limpio, verdad? Esuna extraa historia,se lo debo al demo-nio. Te juro que hevisto al demonio, leexplicaba Remigio aArturo mientrascaminaba hacia elcomedor socialempujando un carrode la compra rebosan-te de basura. Fue hacedos noches. Se mehaba olvidado que levi, pero hoy me heacordado. Fue cuandoel relente me estabaempapando las barbasy yo ya no sabadnde meterme. Bajpor la rambla y memet en uno de esosagujeros que nutren alro en los das de llu-via. La negra y suciaprofundidad calentaba ms que unabrigo de pieles, te lo juro, y no soyyo muy dado a jurar, bien lo sabes.El tnel, la alcantarilla, el desagepor el que avanzaba reptando seencoga y su moho me abrazaba yacariciaba el pescuezo. All, mscaliente que en ningn otro lugar dela tierra, me ech a dormir. Una pro-funda y ronca respiracin me arreba-t el sueo y al despertar vi al demo-nio, te lo juro. En la negrura deltnel resplandecan sus ojos rojosque iluminaban mi rostro y sus fau-ces de rata. En este punto interrum-pi la historia para causarle mayorimpaciencia a su amigo, y se la pro-sigui relatando en el comedor, fren-

    te a un plato de habichuelas. Fue eldemonio quien me dijo que Dioshaba sido cruel con mi destino, queyo no mereca vivir de esta maneraen la miseria. Y me recompens con

    el mayor regalo que nunca me hanhecho, me prometi que durante unda tendra todo cuanto deseara. Asal salir del agujero, consternado ytodava incrdulo, me top con lams guapa y joven monja que jamshan visto estos pobres y viejos ojos.Se interes por m, me llev a sucasa, me limpi, me duch, me pasla esponja en la baera, y all mismopens que si por un da todo me ibaa ser concedido, tambin la deseabaa ella. La ech a la baera y allmismo la tom. Luego me cocindelicias dignas del mismo paraiso,jams com tan bien. Y es por esoque todava huelo a limpio. No seme ocurri cambiar de ropas, ojal

    mis harapos fueran tan nuevos comoese traje tuyo que te regalaron loscuras. Adems te dieron un traje demi talla, no de la tuya. Arturo, atra-pado por la historia que su amigo le

    haba referido, lepidi con desespera-cin: Remigio, llva-me al agujero, yo nocreo en Dios, apenasha hecho nada buenopor m, quiero que melleves a ver a esedemonio, quiz l meayude como a ti.Remigio se prestencantado a acompa-arle al infestadoagujero y una vezante l tuvo sus repa-ros Arturo para entrar,a causa del fango y elolor hediondo queemerga del lugar.Agchate, asmate yentra, Arturo, buenamigo, y no dudes,porque tus deseos vana cumplirse como los

    mos. No temas. As se coloc a cua-tro patas Arturo dispuesto a reptarpor dentro de la caera, y se dio debruces contra el fondo de esta, puesRemigio le haba arreado en el cr-neo un soberbio y mortal golpe conun canto rodado. Mientras se desan-graba, Remigio le arrebat cuidado-samente el traje, procurando nomancharlo de sangre, y ech aArturo al fondo del tnel. Antes deabandonarlo all moribundo le dijo:omit decirte que el demonio mepidi que, como pago a sus favores,le trajera comida. Lo siento amigo.Y Remigio se march sonriente,comprobando lo bien que le sentabael traje.

    ABEL BRIEl demonio del tnel

    SILVIA OROZCO TORRES(IRILIAN)

    19

  • JAZMINA CABALLERO GARCA

    La ciudad es una nia triste

    La ciudad es una nia tristede faldas cortas.No hay mucho que hablar de ellase adorna con escupitajos en las aceraspadece de fiebres interminablesno hay luz,todos caminan de prisales urge dejar la ciudad.

    Los rboles son edificios por donde cuelgan los ancianos,el verde se fueno hay hojassolo un pueblo gris domesticadodonde se amontonan los aplausos.

    La ciudad es una nia tristeno tiene trencitas en su cabello,la ciudad es un niaque no le hace dao a nadiela nia me deprime,enloquece con tres campanadasy nuevamente vuelve al ordenlas ratas a las alcantarillaslos pastores a las iglesiaslas nia a la cama.

    La ciudad es un fracaso como todas las ciudades,los pjaros se marchitany la vida en intentoses una crceldonde todos los prisionerosse ven los rostrosy uno a unocumplen su sentencianos dejan,dejan sus abrigos sobre las perchascuelgan su pasado en el tendedero.

    La ciudad es una nia tristede faldas cortasla nia me deprime.

    LUS MARTNEZ TORTOSA

    RODRIGO JAVIER MEDRANO 20

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