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EL PRINCIPIO (68-88 AÑOS DE REBELDÍA) FRANCISCO PEREZ ARCE IBARRA 109.pdf

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  • El principio (1968-1988: aos

    de rebelda)Francisco Prez Arce

    Ibarra

  • Francisco Prez Arce IbarraDiciembre 2010Esta es una publicacin del Partido de la Revolucin Democrtica del D.F. ( PRD-DF) y Para Leer en Libertad ACbrigadaparaleerenlibertad@gmail.comwww.brigadaparaleerenlibertad.comCuidado de la edicin: Alicia RodrguezDiseo de portada y libro: Daniela Campero

  • Francisco Prez Arce

    Mi agradecimiento a:

    Tania Hernndez, Lilia Venegas, Mara Eugenia del Valle,

    Emma Yannes, Beatriz Novaro, Leticia Reina, Fritz Glockner,

    Sal Escobar, Sergio Hernndez, Carlos Melesio, Nicols Prez

    Arce Novaro, Francisco Prez Arce Novaro, Carlos San Juan y

    Paco Ignacio Taibo II. Todos ellos leyeron el manuscrito de El

    Principio e hicieron comentarios que me resultaron tiles y,

    ms importante que eso, estimulantes.

    Francisco Prez Arce Ibarra

    Para:

    Edmundo Martn del Campo,

    Carlos Armendriz,

    Den Prieto,

    Efran Caldern Lara

    y Misael Nez Acosta

    En memoria

    Men fight and lose the battle,

    and the thing that they fought for

    comes about in spite of their defeat,

    and when it comes

    turns out not to be what they meant,

    and other men have to fight

    for what they meant

    under another name.

  • El Principio

    [Unos hombres pelean y pierden la batalla,

    y la cosa por la que pelearon

    llega a pesar de su derrota,

    y cuando llega

    resulta no ser lo que pensaban,

    y otros hombres tienen que pelear

    por aquello que pensaban

    bajo otro nombre.]

    William Morris

    Recuerdo, recordemos

    hasta que la justicia

    se siente entre nosotros.

    Del poema de Rosario Castellanos

    Memorial de Tlatelolco

    Prlogo

    Veinte aos fueron El principio del final de un rgi-men. En estas dos dcadas (1968-1988) el rgimen fue derrotado culturalmente por una sociedad que sala de su letargo. Pero las batallas que dieron sus sectores de vanguardia no fueron suficientes para destruirlo de golpe. Lo sacudieron, lo evidenciaron, pero fue slo El principio de una cada que se dio como en cmara lenta en todo el final del siglo. Si el rgimen naci en 1929 podemos decir que lleg a su plenitud en los aos sesenta. Las Olimpiadas Mxi-co 68 iban a representar su cspide, su apogeo, su

  • Francisco Prez Arce

    consagracin mundial, su meta cumplida: la entrada de Mxico a la modernidad ante la vista del mundo. El pas mostrara una economa industrial en desa-rrollo. Un crecimiento slido. Una clase media urba-na satisfecha y con estilos de consumo copiados de Estados Unidos. Una identidad nacional fundada en una historia milenaria pero apoyada en su culmina-cin de bronce, la revolucin institucionalizada, y en un sistema de educacin pblica universal con libros de texto obligatorios y gratuitos. El rostro orgulloso que el pas mostrara al mundo inclua un grandioso Museo de Antropologa y una moderna, funcional y hermosa Ciudad Universitaria cuyo estadio sera sede de las fiestas de inauguracin y clausura y que enton-ces adopt el nombre de Estadio Mxico 68. Pero el rostro que se mostr fue otro: el de un rgimen desptico que realiz una represin sangrienta contra un movimiento estudiantil el 2 de octubre, precisamente una semana antes de la inauguracin de los Juegos. La prensa, sometida monolticamente al rgimen, call la magnitud y el horror de Tlatelolco. A pesar del rgido control de los medios algo se col por la fisura, como el memorable cartn de uno de los padres de la caricatura poltica en Mxico, Abel Quezada, que public una mancha negra y la pregunta azorada: por qu? Pasaron las olimpiadas y sigui la vida: de-cenas de estudiantes en la crcel y un movimien-to estudiantil enclaustrado en sus escuelas, y una rabia contenida. Una clase poltica que quera que

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    todo quedara en el olvido. Una frase acab pasando por encima del silencio de la prensa y derrotando al discurso oficial, una frase que acab venciendo al rgimen: 2 de octubre no se olvida. Toda la oposicin, toda la inconformidad poltica no tena cauce para expresarse en un rgimen cuya piedra de toque haba sido autoridad y su contraparte disciplina. La inolvidable represin del movimiento estudiantil del 68, como las represiones violentas inmediatamente anteriores contra el movimiento de los mdicos en el 65 y contra otros contingentes estudiantiles en algunos estados de la repblica, se haban realizado bajo la divisa de la defensa del principio de autoridad. Pero la mayor de todas las represiones, el mayor crimen del Estado, fue el de Tlatelolco el 2 de octubre del 68. De esas jornadas surgiran numerosos cuadros de la oposicin de izquierda en todas sus vertientes obrera, campesina, guerrillera, intelectual, artstica: Y no slo hay una influencia debido a los cuadros que se trasladan a otros mbitos sino otra ms general que vea sobre la sociedad en su conjunto. Un discurso crtico que arraiga en la mentalidad de amplios grupos que cambian su actitud ante las instituciones del Estado. Por eso es posible identificar a ese movimiento como el principio del principio. Luego siguieron otros movimientos sociales que tambin sacudieron a Mxico.

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    En primera persona

    Estuve ah. Cmo decirlo? Fui parte de estas historias. El 2 de octubre tuve miedo y corr junto con otros que tambin lo tenan. En la universidad el mimegrafo se haba convertido en un artefacto de uso cotidiano. Era nuestro y alcanzamos a sacarlo cuando estaban entrando los tanques por Avenida Universidad. Me enamor en los salones, en los pasillos y en los jardines de ese territorio libre que era la Ciudad Universitaria. Sent que tartamudeaba a las puertas de la refinera de Azcapotzalco, subido en una barda, intentando convencer a los obreros de no s bien qu cosa, de que tenamos razn o de que ramos los buenos en esa batalla. Aprend de maestros universitarios que dejaron de usar corbata y nos hicieron leer libros que no siempre entend pero que de cualquier manera me abrieron un continente nuevo, una manera distinta de ver el mundo. Vi a Los Halcones en San Cosme el diez de junio, y corr y me escond cuando o los balazos. Camin en la carretera en caravanas campesinas que peleaban un pedazo de tierra cincuenta aos despus de la revolucin, cuando la reforma agraria se haba convertido en adorno de discursos de funcionarios. No sufr como campesino;

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    vi sus manos duras y sus pueblos aislados, y entend que quiz nunca entendera. Estuve en las guardias de muchas huelgas largas y fras, y en mtines calientes frente a fbricas calladas, y tena dudas y me preocupaba el futuro de las familias de los obreros si no obtenamos el triunfo o al menos encontrbamos una salida aceptable. Junto con amigos entraables cargu una cmara y un proyector de cine para exhibir pelculas ejemplares. Estuve con los despedidos en las barandillas de la Junta de Conciliacin y Arbitraje acompaando trmites interminables. Escrib, escribimos, imprimimos, repartimos peridicos y boletines de lucha popular para difundir las causas del pueblo. No quise ser guerrillero (no discuto las razones porque ahora no tiene sentido), pero otros lo hicieron, amigos y amigas mas a los que de pronto, inesperadamente, encontr en la pantalla de la televisin, presentados como detenidos por su participacin en acciones armadas, o an peor, vi su nombre en listas de muertos en combate o desaparecidos. Camin no s cuantas veces de la Normal a la Secretara de Educacin Pblica, con los maestros de Oaxaca, de Chiapas, de Morelos, de Guerrero, de Hidalgo y del valle de Mxico, y recorr los plantones que inauguraban una manera de protesta. Presenci ms de un desalojo violento.

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    Redact no s cuntos volantes, no s cuntos desplegados en los peridicos, no s cuntos discursos. De algunos me sent orgulloso aunque no llevaban mi firma. Presenci huelgas de hambre; nunca particip en una. Recuerdo todo esto para decir (para decirme a m mismo) que s de lo que escribo cuando escribo sobre lo que pas en esos veinte aos. Este libro, sin embargo, no est escrito en primera persona. No es un testimonio personal. Ha pasado bastante tiempo para tomar distancia, para hacer preguntas sobre lo que pas y por qu pas, para superar la visin necesariamente limitada del testigo. Pero no ha pasado tiempo suficiente para olvidar estados de nimo y sentimientos entraables. No pretendo ser imparcial. Tal cosa no creo que exista cuando se habla de historia, y menos an de historia contempornea.

    En cascada

    En la primera parte de este libro hablo del movimien-to del 68, sus causas y sus secuelas. En la segunda hago un recorrido rpido por algunos movimientos que se siguieron como en cascada: la insurgencia obrera de 1970 a 1975; el movimiento magisterial de 1979 a 1981; las guerrillas rurales y urbanas, que alcanzaron su mayor fuerza entre 1972 y 1974; el movimiento urbano popular, cuyo apogeo sigui a los terremotos de 1985.

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    Todos los sectores, todas las clases oprimidas o marginadas saltaron a escena en su momento, sin coordinacin y con intensidades diferentes, tejiendo contagios que acabaron por alcanzar a la sociedad entera. Las dos dcadas en su conjunto fueron el principio del fin del rgimen. El rgimen de los gobiernos de la revolucin mexicana ya no daba para ms, haba dejado de satisfacer las expectativas de los principales sectores de la sociedad y en particular a la clase media. Fue perdiendo el consenso a grandes pasos y eso estuvo a la vista en las sorprendentes elecciones federales del 6 de julio de 1988. Sorprendentes? S, lo fueron en ese momento. Aunque vistos en perspectiva aquellos veinte aos, ante la suma de agravios y las experiencias acumuladas, quiz no lo sean tanto.

    I. LA LEVADURA (EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL

    DE 1968 A 1971)

    NUEVE SEMANAS Y MEDIA

    Llamar a 1968 el 68 nos recuerda que es un ao muy importante, que es un referente comn para todos o al menos para muchos mexicanos de la segunda mitad del siglo XX. Da cuenta de la asociacin inevitable de un ao con ciertos acontecimientos trascendentes. Lo nombramos as por lo que sucedi en slo nueve semanas y media. La densidad de ese ao procede de

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    un movimiento social que sacudi al pas y que mucho tiempo despus an era llamado El Movimiento (as, sin apellidos), que fue de masas, estudiantil y juvenil; que tuvo dimensin nacional, desafi a un gobierno estable y someti a crtica toda una cultura poltica. Fue, al mismo tiempo, el enfrentamiento con una estructura autoritaria (aceptada hasta entonces de manera pasiva por una sociedad crecientemente urbana y ms o menos satisfecha) y la crtica de las prcticas polticas del sistema. El movimiento reivindicaba una tica que acab siendo aceptada por amplias capas de la sociedad. Fue el lenguaje llano contra la simulacin. La ciudad de Mxico presenci el fenmeno indito de la comunicacin fluida de los estudiantes rebeldes con el resto de la sociedad (a travs de dos formas novedosas: las brigadas, que eran pequeos grupos que realizaban mtines relmpago, y las pintas en muros y camiones) para contrarrestar la cerrazn casi absoluta de la prensa, la radio y la televisin. Con Daz Ordaz el rgimen haba llegado a su punto ms alto de autoritarismo. (Si, como afirma Cioran, cada siglo tiene su Edad Media, el 68 es uno de los momentos medievales de la Era del PRI, Carlos Monsivis.) Segn la lgica personal del presidente, compartida por la clase poltica, el crecimiento econmico del pas (que haba creado una clase media urbana y una clase obrera industrial) justificaba, y aun exiga, una poltica de mano dura. El discurso

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    dazordacista se origina en la certeza de que en el contexto de logros materiales los movimientos opositores no pueden tener una causa legtima y, en consecuencia, son enemigos del inters nacional. En ese aspecto la poltica no haba cambiado entre el sexenio de Lpez Mateos (1958-64) y el de Daz Ordaz (1964-70). En lo fundamental era su con-tinuacin: una poltica de dos manos, represin con la derecha y concesin graciosa con la izquierda. Los movimientos ferrocarrilero, magisterial y de telegra-fistas; el asesinato de Rubn Jaramillo y su familia; la intolerancia hacia el movimiento cvico en San Luis Potos; el encarcelamiento de dirigentes polticos o intelectuales comunistas fueron acciones del gobier-no de Lpez Mateos, siendo Daz Ordaz su secreta-rio de Gobernacin. La lnea se repiti frente a los movimientos desatados en 1965, 66 y 67, mdico y estudiantiles.1 La constante fue la mano dura: some-. En la dcada de los sesenta se puede hablar de una insurgencia estudiantil, como lo han sealado Gilberto Guevara (988 pp. 24 y ss.), Salvador Martnez Della Rocca (986, pp. 04 y ss.) y Gilberto Balam (969, pp. 24 y ss.). Se refieren a una lista larga de conflictos universitarios en varios estados de la Repblica: 962, La Universidad de Puebla por Reforma Universitaria, en violenta confrontacin con grupos fascistas. En 963, conflicto en la Universidad San Nicols de Hidalgo, en Michoacn, que concluye con el derrocamiento del rector Eli de Gortari. En 964 el movimiento poblano concluye con la cada del gobernador general Nava Castillo. En 65 estalla el movimiento mdico, que se asocia con las Facultades de Medicina. En 966 la Universidad de Sinaloa lucha por su autonoma. En 966 en Durango, el movimiento universitario reclama la explotacin irracional de los recursos minerales del Cerro del Mercado. En 966 estalla el movimiento en la unam que termina con la renuncia del rector Ignacio Chvez. En ese mismo ao el movimiento michoacano pide la destitucin del gobernador Agustn Arriaga Rivera, concluye con la ocupacin militar de edificios de la Universidad. En 967, huelga en la Universidad de Sonora que es reprimida por un grupo paramilitar llamado la ola verde, y el ejrcito ocupa instalaciones universitarias. Los universitarios tamaulipecos inician su lucha por la autonoma con una marcha de Ciudad Mante a la capital del estado y con una huelga de hambre. En ese mismo ao la Escuela de Agricultura Hermanos Escobar de Chihuahua lucha por su sobrevivencia y su incorporacin al Estado, se desarrollaron importantes huelgas de apoyo en todo el pas, destacadamente en Chapingo y en el Instituto Politcnico Nacional.

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    ter cualquier intento de salirse del control monoltico ejercido desde el gobierno, su partido y sus sectores. Son los aos dorados del corporativismo y del presi-dencialismo. Es posible escribe Julio Scherer que el huevo de la serpiente que tanto hemos visto crecer desde entonces haya sido incubado en el periodo del presidente Lpez Mateos.2

    As empez

    El movimiento estudiantil tuvo su origen aparente en un pleito callejero entre estudiantes de escuelas vecinas, las Vocacionales 2 y 5 del IPN, y la Preparatoria Isaac Ochoterena, incorporada a la UNAM. El escenario: La Ciudadela, plaza cntrica de tradicin histrica. Pandillas muy conocidas en la zona organizaban pequeas escaramuzas desde haca aos sin que la autoridad actuara seriamente para detenerlas. Seguramente hubo muchas peleas como esa en otros barrios sin que pasaran de ser episodios locales rutinarios. En esta ocasin los granaderos agredieron con saa a los adolescentes, persiguindolos incluso dentro de las escuelas. Golpearon a cuanto estudiante se cruz en su camino. Con ello despertaron la protesta de todos los estudiantes del Politcnico (la segunda institucin educativa ms grande del pas, emblemtica, adems, por su origen cardenista). La invasin de las escuelas politcnicas recordaba un viejo agravio:2. Julio Scherer Garca, (986).

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    El 23 de septiembre de 1956 escribieron en su boletn de prensa fuimos mancillados al invadir las tropas, nuestra Mxima Casa de Estudios... Hoy, 23 de julio del presente ao, en punto de las 10 horas, nuevamente nuestro Instituto Politcnico Nacional fue vctima de una ofensa al agredir, y cubrirse de gloria el H. Cuerpo de Granaderos, al estudiantado de la escuela Vocacional nmero cinco, culminando con dicha agresin hasta el grado de introducirse a la Casa de Estudios.3 As empez todo. La Federacin Nacional de Estudiantes Tcnicos (FNET),4 convoc a una manifestacin el 26 de julio, misma fecha en la que otros estudiantes, mayoritariamente de las escuelas del ala de humanidades de la UNAM, y las poco influyentes organizaciones de izquierda, realizaban su marcha anual de apoyo a la revolucin cubana. La primera deba terminar en el Casco de Santo Toms, en la plaza de El Carrilln, pero al calor de la protesta decidieron desviar la marcha hacia el Zcalo. Llegaron hasta San Juan de Letrn y marcharon por 5 de Mayo. A unas cuadras de ah, en la calle de Palma, los esperaba la polica para impedirles llegar 3. El Universal, 25 de julio (subrayado en el original).4. fnet: organizacin oficialista reconocida por las autoridades y claramente vinculada al pri. El gobierno trat de negociar con ella. Escribe Corona del Rosal, jefe del Departamento del D.F.: La Federacin Nacional de Estudiantes Tcnicos era el nico grupo organizado que deseaba la terminacin de los desrdenes; por esa razn, solicit dialogar con funcionarios del gobierno. Ninguna otra agrupacin hizo gestiones semejantes. Los lderes de la fnet mostraron sinceridad y buena fe y, al trmino de la reunin, manifestaron su conformidad y firmaron un convenio. Corona del Rosal (995, p. 20).

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    al Zcalo. Los granaderos no se limitaron a detenerla, la agredieron con gran violencia. Los nuevos excesos de la polica se dieron contra quienes protestaban por los excesos de la polica. A unas cuadras de ah estudiantes y militantes de izquierda coreaban festivamente consignas pro cubanas (Fidel, Fidel, qu tiene Fidel/ que los americanos no pueden con l, o bien Con la OEA o sin la OEA/ ya ganamos la pelea). Nada que ver, aparentemente, con la otra marcha, salvo que eran estudiantes y jvenes y que en el momento de mayor cercana estuvieron a una cuadra de distancia, y que muy pronto los granaderos se convertiran en sus enemigos comunes. La manifestacin pro cubana y antiimperialista haca un recorrido del Salto del Agua al Hemiciclo a Jurez, la ruta inclua un tramo de San Juan de Letrn de sur a norte, hasta llegar a la Alameda y ah viraba a la izquierda. La de los politcnicos cruz San Juan de Letrn y tomaron 5 de Mayo para dirigirse al Zcalo, al que no pudieron llegar porque antes fueron agredidos. Seran las siete de la noche cuando los ecos de esa represin llegaron a la otra marcha cuyos participantes, desconcertados, no actuaron unitariamente: muchos, con cierto desasosiego, se fueron a sus casas, otros quisieron ver qu pasaba y se convirtieron en testigos o protagonistas de los enfrentamientos de esa noche. Aun entonces la cosa no tena por qu pasar a mayores (no era la primera manifestacin reprimida),

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    pero las batallas se prolongaron los das siguientes en el centro de la ciudad, en las calles aledaas a las Preparatorias uno, dos y tres. Los estudiantes se vieron acosados y cercados por policas furibundos y se defendieron con ms rabia que conviccin ideolgica. El gobierno decidi acabar la protesta contra los excesos policiacos ahogndola desde su inicio, y apelando a la frmula macartista de culpar a los agitadores (probablemente extranjeros) y al Partido Comunista, financiados por el mtico oro de Mosc. Esa misma noche, agentes de la polica poltica entraron a las oficinas del Partido Comunista Mexicano y la imprenta de su peridico, La Voz Mxico; decomisaron material impreso y detuvieron a varias personas. El gobierno no se dio cuenta de que enfrentaba un movimiento de otra naturaleza. Las acciones de los estudiantes que defendan sus escuelas y combatan en las calles contra los granaderos no se haban gestado en una politizacin previa, no surgan como resultado de una influencia ideolgica. Era un movimiento defensivo. El gobierno actu con la mano dura que tena bien entrenada, y cometi un error crucial (un pecado que habra de costarle muchsimo) al involucrar al ejrcito. Las acciones policiacas en el centro de la ciudad provocaron la entrada al conflicto de tres escuelas preparatorias de la UNAM (la uno, la dos y la tres), las nicas que permanecan en el antiguo barrio universitario. Los granaderos se vieron impotentes.

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    Los estudiantes tomaron camiones, los cruzaron en bocacalles y les prendieron fuego para impedir el trnsito de los vehculos policiacos. El centro fue un campo de batalla. Los policas no pudieron controlar la situacin. A las cero horas del da 30 de julio, un batalln del ejrcito sali del campo militar nmero uno. Segn la crnica del da siguiente del peridico El Da, la tropa inici la marcha a las preparatorias con bayoneta calada... Los estudiantes se vieron obligados a parapetarse en los planteles.... Para desalojar a los estudiantes que se haban pertrechado en el histrico edificio de la Preparatoria uno y tres (edificio histrico del antiguo Colegio de San Ildefonso, sede de la Escuela Nacional Preparatoria que en los aos de los gobiernos revolucionarios ofreci en los patios a los grandes del muralismo mexicano), el ejrcito dispar una bazuca contra una joya, el magnfico portn tallado en madera. Hubo heridos y muertos. An visto a la distancia de varias dcadas, cuesta trabajo explicarse que el ejrcito haya utilizado un arma de ese calibre contra la puerta de una escuela en la que se resguardaban adolescentes desarmados. Este hecho extendi la rabia contra la brutalidad del gobierno, su polica y, ahora tambin, su ejrcito. La versin del ejrcito fue distinta:

    Con la presencia de las tropas en la Preparatoria nmero 3, el grupo de estudiantes se movi en su interior, unos bajando

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    de la azotea y otros de los corredores, hacia la puerta que da salida a la calle Justo Sierra; como la puerta la tenan cerrada los propios estudiantes, al sentir la presencia de las tropas volaron la citada puerta, segn informes con bombas molotov y algunos cartuchos de dinamita.

    En otro documento al respecto informan:

    IV.- Se les exhort a abrir la puerta, incluso se apunt con el Bazooka, un pelotn de Paracaidistas al paso veloz y con una viga trat de forzar la entrada, en dicho momento se escuch una fuerte detonacin resultando heridos los CC. Solds. Paracs. JESS GARCA VARGAS y JOAQUN NAVA BERNAL, con la fuerza de la explosin cediendo dicha puerta.5

    Otro batalln se dirigi a la Vocacional cinco: Los estudiantes se negaban a salir del plantel, entonces el ejrcito

    les dio un plazo de cinco minutos para que desalojaran el lugar y si no las tropas entraran por la fuerza. En ese momento los muchachos se pusieron de pie en la azotea, donde se encontraban, y cantaron el Himno Nacional, despus lanzaron porras al presidente Daz Ordaz y al ejrcito y finalmente trataron de lanzar vivas a la Universidad, pero ya el plazo venca y la tropa entr a la escuela.6

    5. La primera cita corresponde al parte de la subjefatura del Estado Mayor de la Secretara de la Defensa Nacional, y la segunda al parte del Batalln de Fusileros Paracaidistas del mismo 30 de julio. Ambos publicados en Scherer y Monsivis: Parte de Guerra II, p. 7 y 89.6. Excelsior, de agosto.

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    Se est formando un movimiento

    El bazucazo del 30 de julio se convirti en el acontecimiento clave, el hecho simblico que viol la autonoma universitaria. Pregunta Monsivis:

    Por qu surgen con tal celeridad en 1968 las comunidades de enseanza superior: universitaria, politcnica, normalista, del Colegio de Mxico, de los estudiantes de teatro del INBA, das antes slo conglomerados sin unidad posible? El primero de agosto la respuesta es unvoca: se viol la autonoma universitaria, se violaron los recintos del ipn. Hoy, esta justificacin se desvanece un tanto en los recuerdos y los anlisis, pero entonces impulsa las nuevas actitudes y consolida los espacios de libertad de expresin y reunin. La autonoma universitaria en 1968 retiene y acrecienta su podero movilizador... Al ser entonces los residuos de cultura jurdica la nica y ltima zona de la fe en la democracia, resulta inevitable centrar el debate en torno a la violacin de la Autonoma. Se ha vulnerado la esencia de la UNAM su extraterritorialidad y esto es inadmisible, porque en el pas prista la unam garantiza lo excepcional del conocimiento y de

    los derechos de la crtica... lo que ordena o encauza la protesta es un argumento: la violacin de la Autonoma.7

    El prrafo lo explica bien, aunque no subraya lo suficiente el otro extremo del eje, el que se refiere al movimiento politcnico. Un eje que atraviesa la ciudad, la Avenida Insurgentes de norte a sur, de Zacatenco a Ciudad Universitaria, es tambin un eje 7. Monsivis y Scherer (2002), p. 79. (Los subrayados son de fpai.)

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    poltico. La violacin a la autonoma fue un impulso determinante. Pero das ms tarde se ver que el conjunto de estudiantes politcnicos suman otros agravios y tienen un impulso propio. En efecto, la violacin de la autonoma fue una de las causas principales del movimiento. El deto-nador fue la violencia desmedida de la polica y el ejrcito. A la vista de todos artera y sin justificacin alguna. Algo fundamental que permiti la expansin del movimiento fue la actitud del rector de la UNAM, Javier Barros Sierra. El 30 de julio, en una ceremonia en la explanada de CU, iza la bandera a media asta y lee un clebre y brevsimo mensaje: Hoy es un da de luto para la Universidad, la autonoma est amenaza-da gravemente... y termina con este prrafo:

    La Universidad es lo primero, permanezcamos unidos para defender, dentro y fuera de nuestra casa, las libertades de pensamiento, de reunin, de expresin y la ms cara: nuestra autonoma. Viva la UNAM! Viva la autonoma universitaria!

    El primero de agosto, Barros Sierra encabeza una manifestacin que parte de la explanada de Rectora, sale del campus y recorre unos dos kilmetros sobre la avenida de los Insurgentes, hasta la avenida Flix Cuevas. Unos metros ms al norte, en el Parque Hundido, esperaba el ejrcito para asegurar que no se alargara el recorrido. En su mensaje al inicio de la marcha, el rector dijo:

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    Necesitamos demostrar al pueblo de Mxico que somos una comunidad responsable, que merecemos la autonoma, pero no slo ser la defensa de la autonoma la bandera nuestra en esta expresin pblica; ser tambin la demanda, la exigencia por la libertad de nuestros compaeros presos, la cesacin de represiones. Ser tambin para nosotros un motivo de satisfaccin y orgullo que estudiantes y maestros del Instituto Politcnico Nacional, codo con codo, como hermanos nuestros, nos acompaen en esta manifestacin. Bienvenidos. Sin nimos de exagerar, podemos decir que se juegan en esta jornada no slo los destinos de la Universidad y el Politcnico, sino las causas ms importantes, ms entraables para el pueblo de Mxico. En la medida en que sepamos demostrar que podemos actuar con energa, pero siempre dentro del marco de la ley, tantas veces violada, pero no por nosotros, afianzaremos no slo la autonoma y las libertades de nuestras casas de estudios superiores, sino que contribuiremos fundamentalmente a las causas libertarias de Mxico.8

    Con su actitud, el ingeniero Javier Barros Sierra abri anchas puertas al movimiento, le dio legitimidad a sus causas, en contraste con el discurso oficial que se aferraba a la teora de la conjura contra Mxico.98. Ver, Ramn Ramrez, tomo i, p. 79.9. La teora de la conjura fue la versin favorita del gobierno. En ocasiones expuesta de forma grotesca. Corona del Rosal, entonces jefe del Departamento del Distrito Federal (ddf), da por cierta la versin del libro kgb, The Secret Work of Sovietic Secret Agents, publicado por Readers Digest Press en 974, que explica: Despus de los desrdenes iniciales de julio, slo una fraccin diminuta de los muchos miles de rijosos estaba formada por comunistas; numerosos estudiantes nunca haban odo ni sabido de la existencia del kgb. Sin embargo, usualmente, la violencia la iniciaban las llamadas brigadas de choque; grupos disciplinados de entre 5 y 30 hombres que con frecuencia incluan a matones pagados. Muchas de esas brigadas estaban organizadas y financiadas por miembros del Partido, de la Juventud Comunista, o por jvenes dirigidos por el kgb, a travs del Instituto de Intercambio Cultural Mexicano-Ruso. Los comunistas constituan solamente una pequea minora del Consejo Nacional de Huelga, formado por 200 miembros. Sin embargo, ocho de los lderes ms vigorosos, eficaces e intransigentes en los disturbios eran agentes del kgb.

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    El Consejo Nacional de Huelga

    y los seis puntos

    El movimiento se extendi rpidamente, pero tam-bin se organiz rpidamente. El 30 de julio repre-sentantes del Politcnico se reunieron en un Comit Coordinador, y ah decidieron convocar a todas las escuelas que se encontraban en huelga. El viernes 2 de agosto se llev a cabo una junta de coordinacin de la que surgira el Consejo Nacional de Huelga CNH) en el auditorio de la Escuela de Fsica y Mate-mticas en Zacatenco. El Consejo adopt una forma de organizacin que le dara gran reconocimiento y legitimidad; parta de la clula natural del movimiento: las asambleas generales de las escuelas en huelga. El Consejo se formara con delegados electos en cada una de las asambleas. Esto le dio desde el principio una representatividad indiscutible, y al mismo tiempo hizo de las asambleas las plataformas para la organizacin y debate, y un espacio de participacin para todos los estudiantes. El CNH lleg a reunir a representantes de 77 escuelas, incluyendo a las universidades Autnoma de Puebla, Autnoma de Chihuahua, Autnoma de Nuevo Len, Tecnolgico de Monterrey, Universidad Michoacana de San Nicols Hidalgo y la Universidad de Morelos.10Citado por: Alfonso Corona del Rosal, (995).0. Una lista completa de las escuelas representadas, producto del trabajo de Adriana Corona, puede verse en Ral Jardn (2003).

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    El 4 de agosto aparece su primer pronuncia-miento pblico. En un desplegado publicado en Ex-clsior (firmado como Comisin Organizadora de la Manifestacin y los comits de huelga de cada una de las escuelas) se formulan los seis puntos del plie-go petitorio y se convoca a una manifestacin para el 5 de agosto que saldra de Zacatenco para dirigirse a la plaza del Carrilln en el Casco de Santo Toms.11 Si la manifestacin del rector dio la dimensin universi-taria, la del 5 de agosto dio la dimensin politcnica. A la marcha del 5 de agosto no se le ha reconocido la importancia que tuvo. Puede decirse que fue la que le dio forma al movimiento, afirm la unidad y le otorg autoridad legtima al CNH como direccin y como vocero de un movimiento que ya era enorme. As lo ve Gilberto Guevara:

    Los verdaderos triunfos del 5 de agosto... fueron de autoconsumo. El acto casi no repercuti en el pas. En cambio desarroll en los manifestantes una autoimagen: de ese acto surgi el movimiento con identidad propia. El Carrilln fue una fiesta triunfal: porras, gritos, cantos. Algaraba sin precedente. El bullicio se detuvo cuando un orador pidi a la asamblea ah reunida un minuto de silencio por las vctimas de la represin. Luego, espontneamente, la multitud se solt a cantar el himno nacional.12

    Las demandas del movimiento no proponan la transformacin radical de la sociedad pero s tocaban . Ver Ral lvarez Garn (2002), pp. 285 y ss.2. Gilberto Guevara (2004), p. 22.

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    el filo autoritario del rgimen. Los famosos seis puntos del pliego petitorio que unific a los universitarios del pas no atentaban contra el gobierno ni negaban su estatuto jurdico, tampoco contra el sistema econmico que haba sido funcional en las dos dcadas de la post guerra.

    Los seis puntos:13

    1.Libertad a los presos polticos.2.Destitucin de los generales Luis Cueto Ramrez y Ral Mendiolea, as como del teniente coronel Armando Fras.3.Extincin del Cuerpo de Granaderos, instrumento directo de la represin, y no creacin de cuerpos semejantes.4.Derogacin de los artculos 145 y 145 bis del Cdigo Penal Federal (delito de Disolucin Social), instrumentos jurdicos de la agresin.5.Indemnizacin a las familias de los muertos y a los heridos que fueron vctimas de la agresin desde el viernes 26 de julio en adelante.6.Deslinde de responsabilidades de los actos de represin y vandalismo por parte de las autoridades a travs de policas, granaderos y ejrcito.

    El movimiento peda la libertad de los presos polticos (el gobierno no reconoca su existencia). Esta era una demanda tradicional de la izquierda. Cuando se hablaba de presos polticos se hablaba de los presos del movimiento ferrocarrilero acusados del delito de disolucin social. Por eso se incluy la demanda de la derogacin de los artculos que lo tipificaban 3. Ver Ramn Ramrez (969), tomo i, p. 90.

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    en el Cdigo Penal que se haban decretado en las condiciones extraordinarias de la segunda guerra mundial y eran claramente anticonstitucionales.14 Art. 145, que establece el delito de disolucin social:

    Se aplicar prisin de dos a doce aos y multa de mil a diez mil pesos, al extranjero o nacional mexicano que en forma hablada o escrita, o por cualquier otro medio realice propaganda poltica entre extranjeros o entre nacionales mexicanos, difundiendo ideas, programas o normas de accin de cualquier gobierno extranjero que perturben el orden pblico o afecten la soberana del Estado mexicano... Se perturba el orden pblico cuando los actos determinados en el prrafo anterior, tienden a producir rebelin, sedicin, asonada o motn.15

    Los mismos diputados pristas acabaron derogando dichos artculos un ao despus. Se demandaba tambin que se deslindaran responsabilidades por los muertos y heridos durante la represin de los das anteriores, ejercida contra manifestaciones que haban sido convocadas precisamente para protestar por la brutalidad policiaca. Se exiga que desapareciera el cuerpo de granaderos, es decir el instrumento de la represin, y 4. En los aos 958 y 959 se desarroll un fuerte movimiento sindical en ferrocarriles. De las luchas salariales exitosas se pas a la batalla por la democracia sindical y la representacin legtima. El principal dirigente era Demetrio Vallejo Martnez. La huelga de marzo de 959 fue reprimida violentamente, con la intervencin del ejrcito. Hubo varios miles de despedidos y encarcelaron a 300 dirigentes, entre ellos al secretario general Demetrio Vallejo.5. Bajo la presidencia de Miguel Alemn se incorpor en el Cdigo Penal el artculo 45 bis: Para los efectos legales solamente se consideran como de carcter poltico los delitos consignados en este ttulo, con excepcin de los previstos en los artculos 36 y 40.

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    se destituyera a dos jefes policiacos. Los puntos 2, 3, 5 y 6 eran demandas que surgan naturalmente de los acontecimientos recientes. Como puede verse, ninguna demanda atentaba contra el sistema. Nada, aparentemente, de fondo. Las formas, sin embargo, eran subversivas, no ilegales pero subversivas.

    Dilogo pblico o nada

    El movimiento tiene ya personalidad y amplitud y levanta un pliego de demandas. Exiga adems que cualquier negociacin se hiciera pblicamente. Se levantaban seis demandas y una condicin: el dilogo pblico. La frase venci y convenci: esta exigencia es un triunfo moral del movimiento, y su rechazo por parte del gobierno le quitaba puntos a ste. Lo que el movimiento pona en duda era la honradez del gobierno. (Y en eso haba un acuerdo nacional unnime: el gobierno no era honrado, no lo haba sido por lo menos desde el sexenio alemanista.) Por eso no fue tomada en serio la melodram-tica frase de Daz Ordaz cuando ofreci su mano ten-dida: Una mano est tendida, la de un hombre que a travs de la pequea historia de su vida, ha demostrado que sabe ser leal. Los mexicanos dirn si esa mano se queda tendida en el aire o bien esa mano, de acuerdo con la tradicin del mexicano, con

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    la verdadera tradicin del verdadero, genuino, del autntico mexicano, se ve acompaada por millones de manos que, entre todas, quieran restablecer la paz y la tranquilidad de las conciencias...16 El movimiento respondi con certeza punzan-te: a la mano tendida, la prueba de la parafina.17 El dilogo tena que ser pblico porque la poltica mexicana se haca en secreto; a puerta cerrada se corrompa a los dirigentes o se les amenazaba o las dos cosas al mismo tiempo. Por la misma razn el movimiento evit tener un dirigente principal o un grupo pequeo de diri-gentes.18 (Se neg la lgica del comit central, tan cara para la izquierda leninista, y se acudi a una forma democrtica de representacin directa.) El Consejo Nacional de Huelga fue una direccin colectiva nu-merosa. Sus discusiones largas y tediosas, a veces polarizadas. Su conduccin era difcil pero finalmen-te sus decisiones eran respetadas. Como dije antes, su legitimidad era indiscutible dentro del movimien-to, y su prestigio creciente en la sociedad. El dilogo pblico como condicin y la direccin constituida por representantes directos de las asambleas de las escuelas anulaban toda posibilidad de negociar a la usanza del rgimen. Al exigir el dilogo pblico se pona en evidencia al 6. El Da, de agosto.7. Prueba de la parafina, recurso tcnico para detectar si se ha disparado un arma de fuego.8. Se quejaba Corona del Rosal: La agitacin no cesaba y el movimiento creca sin que las autoridades pudieran conocer los nombres de sus dirigentes. Alfonso Corona del Rosal (995), p. 22.

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    rgimen. El movimiento no descubri ningn secreto, simplemente hizo evidente lo que la sociedad saba (la falta de transparencia), y no slo saba sino que, silenciosamente, toleraba.La cocina del movimiento

    El gobierno descalific al movimiento no por lo que demandaba, sino por el atrevimiento de un montn de jvenes que ponan en duda la legitimidad de un gobierno heredero de la revolucin, paternal, desa-rrollista y patriota. El desafo slo poda explicarse como algo perverso o externo, o perverso y externo. Y ese fue el discurso reiterado de la descalificacin, desde denunciarlo como maquinacin de la CIA en in-ters de las oscuras causas del imperialismo (versin del Partido Popular Socialista, y su lder histrico Vi-cente Lombardo Toledano: en su manifiesto del 6 de agosto, seala al MURO,19 el FBI y la CIA como las fuerzas en la sombra del movimiento), hasta la ms socorri-da como maniobra comunista al servicio de intereses inconfesables y, por supuesto, extranjeros. Otra versin fue manejada durante todo el tiempo del movimiento: la de que se trataba de una confabulacin de polticos en la lucha por la candi-datura presidencial. Se habl del inters de muchas personalidades por promover al Dr. Martnez Manau-tou como representante de la tendencia progresista dentro del rgimen, y ms insistentemente en la in-9.muro: Movimiento Universitario de Renovadora Orientacin. Organizacin de ultraderecha auspiciada por grupos clericales para intervenir en la vida de las universidades con grupos de choque. Para su origen e historia, ver lvaro Delgado (2005).

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    tervencin directa de Carlos Madrazo,20 quien pro-mova la creacin de un nuevo partido, Patria Nueva, que representara a los demcratas y reivindicaba los valores de la revolucin mexicana. La escritora Elena Garro, entre otros, estaba convencida de que todo se haba tratado de una provocacin armada por el pro-pio gobierno (y ms especficamente por el secretario de Gobernacin Luis Echeverra) para atribursela a Madrazo y tener una coartada para destruir su pro-yecto. Y no slo Elena Garro estaba absolutamente convencida de eso y tambin Madrazo lo crea. Y se-guramente hubo quien en efecto quiso, desde el go-bierno, aprovechar el movimiento para atacar a Ma-drazo. As lo sugieren al menos las declaraciones (se-guramente inducidas y magnificadas en la prensa) de un dirigente del CNH digno de toda sospecha, Scrates Campos Lemus, que en conferencia de prensa desde el Campo Militar nmero uno, en donde estaba dete-nido, el 5 de octubre revel que Madrazo y sus co-rreligionarios (Elena Garro incluida) haban financia-do al movimiento e incluso les haban proporcionado armas.2120. Carlos Madrazo fue presidente del pri y haba intentando democratizarlo. El presidente de la repblica lo destituy y se convirti en un opositor al partido oficial.2.Esta versin est ampliamente documentada en Patricia Rosas Loptegui (2005). De ah esta cita. Dice Elena Garro: Un da, en 968, fui con mi sobrino Paco a ver a Madrazo a su despacho, en Miguel Laurent, y nos topamos con una manifestacin, de las primeras, la que encabez el rector. Vimos que haba muchos coches sin placas. Carlos sali antes de que yo subiera a su despacho. Le pregunt: Carlitos qu es lo que est pasando? Mire, me dijo, es un complot con muchos vasos comunicantes, tenga usted mucho cuidado; no firme nada, no escriba nada, no se meta en nada porque si nos metemos los madracistas vamos a ser los chivos expiatorios. (p. 332). La declaracin de Scrates Campos Lemus tal como apareci en Exclsior el 6 de octubre de 968: Lo instalan sus guardianes dentro de un gran escritorio circular. Y empieza. Voz grave. Aparentemente seguro de s mismo,

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    En el movimiento haba estudiantes y maestros comunistas de diferentes afiliaciones: leninistas, maostas, trotskistas, guevaristas. Haba tambin los que no eran marxistas, pero s de izquierda, democrticos (o como se prefera decir: progresistas), vinculados a organizaciones cristianas o al no tan lejano Movimiento de Liberacin Nacional, y desde luego simpatizantes de la revolucin cubana. Era un movimiento de masas muy amplio que recoga malestares diversos vinculados a luchas reivindicativas reprimidas como las de los ferrocarrileros y los maestros una dcada antes; el movimiento cvico navista en San Luis Potos, los movimientos estudiantiles de Michoacn, Tabasco y Sonora, de las escuelas de agricultura en Chapingo y Chihuahua;22 de asesinatos impunes como el de Rubn Jaramillo y su familia; de la guerrilla masacrada en Madera, en la sierra de Chihuahua; de la resistencia cvica convertida en guerrilla rural encabezada por Genaro Vzquez en Guerrero. Todos esos factores, inconexos entre s, esta-ban en la cocina del movimiento del 68. Pero tena la principal cabeza del cnh, seala: Humberto Romero, Madrazo, Braulio Maldonado, Elena Garro, Eduardo Gorostiza... son las gentes extraas que se apoderaron del movimiento...El Universal reportaba el mismo 6 de octubre: La conjura al descubierto. Un estudiante descorre el velo; suenan los nombres de Carlos Madrazo, Humberto Romero, Braulio Maldonado, etctera, como instigadores.22.Entre mayo y julio (de 967) tuvo lugar el nico movimiento de carcter nacional que ocurri en el perodo previo a 968: la huelga nacional de apoyo a los estudiantes de la escuela superior de agricultura Hermanos Escobar, de Ciudad Jurez, Chihuahua, que protestaban contra el rgimen de abusos impuesto por los propietarios de esa institucin privada y pedan la federalizacin de la escuela. Este conflicto suscit uno de los ms impresionantes movimientos de solidaridad estudiantil, pues, del 8 de mayo al 5 de julio, la huelga nacional alcanz a incorporar a 70 mil estudiantes de todo el pas... Gilberto Guevara (988), p. 34.

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    adems un ingrediente de nimo internacional: la irrupcin de los jvenes en la historia, con sus ex-presiones libertarias, sus crticas a la vida burguesa y la sociedad de consumo, sus batallas por la igualdad entre las razas, particularmente contra la discrimina-cin de los negros en Estados Unidos, por la libera-cin femenina y la libertad sexual. Y de manera om-nipresente, contra la guerra de Viet Nam. El movimiento estudiantil despertaba amplia simpata en la sociedad mexicana. Exista una crtica compartida y silenciosa. La simpata era por un movimiento rebelde, fogoso y fresco, con la fuerza y la alegra de masas juveniles con buenas dosis de desenfado e inexperiencia, una fuerte carga de irreverencia y una imaginacin desatada. En pocos das el movimiento se hizo fama pblica de inteligente, arrojado y generoso (como hroe colectivo de una novela pica).

    En el corazn de una naranja

    Elena Poniatowska escribi:

    Vienen con la loca alegra que se siente al caminar juntos en esta calle, nuestra calle, rumbo al Zcalo, nuestro Zcalo; aqu vienen; 5 de agosto, 13 de agosto, 27 de agosto, 13 de septiembre, el padre Jess Prez ech a vuelo las campanas de catedral para recibirlos, toda la Plaza de la Constitucin est iluminada; constelada con millares de cempazchitl, millares de veladoras; los muchachos estn en el corazn de una naranja, son el estallido ms alto del fuego de artificio, no

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    que Mxico era triste? Yo lo veo alegre, qu loca alegra; suben por Cinco de Mayo, Jurez, cuntos aplausos, la Reforma, se les unen trescientas mil personas que nadie acarrea, Melchor Ocampo, Las Lomas, se remontan a la sierra, los bosques, las montaas. M-xi-co, Li-ber-tad, M-xi-co, Li-ber-tad...23

    El movimiento no reclamaba el poder para s. No se peda la renuncia del presidente (como lo hicieron los tzotziles, tojolabales, tzeltales y choles del Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional tantos aos despus), ni se le declar la guerra al ejrcito federal. Era un movimiento pacifista, que recurra a las armas de la razn y no a la razn de las armas. Los socialistas del movimiento no hablaban de instaurar el socialismo. Qu diablos queran los estudiantes? Que se les cumplieran los seis puntos? Y luego? Regresar a clases y tan contentos? Es difcil definir con precisin programtica qu quiere un movimiento de masas de esa magnitud; en su cocina se mueven ideas y proyectos contradic-torios. Hay movimientos de masas que no quieren sino tierra o pan o paz o salario o justicia o derechos, y su objetivo central est claro. Este movimiento haba encontrado que poda manifestarse, poda tomar la palabra y expresar una crtica que el conjunto de la sociedad haba callado durante mucho tiempo contra un Estado que por aos haba sido autoritario, demagogo, corrupto y represor. 23. Elena Poniatowska (97), p. 4.

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    Lo que el movimiento logr en su corto verano (nueve semanas y media), fue quitarle la mscara al gobierno, al estilo del traje del emperador, desnudarlo ante sus propios engendros, las clases medias urbanas; el episodio ms elocuente en este sentido fue el mitin de desagravio de la bandera, al que fueron acarreados miles de burcratas, que, avergonzados, rechazaron su lamentable papel de borregos y acabaron siendo reprimidos. Diez aos despus Elena Poniatowska reflexionaba:

    Los estudiantes nunca llegaron a comunicarse realmente con los obreros, nunca encontraron el lenguaje ni lo compartieron porque para la mayora de ellos el problema de los obreros es slo un problema libresco que pueden sentir, pero que no conocen.24

    La escritora tiene razn en el sentido de que la comunicacin no tuvo consecuencias inmediatas, es decir los obreros no se sumaron al movimiento, no lo hicieron suyo. Fueron excepcionales los contin-gentes populares que participaron (destacadamente el del pueblo de Topilejo, o el contingente de ferroca-rrileros que llegaba a sumarse al mitin de Tlatelolco precisamente minutos antes del ataque artero, o los petroleros25 que acudieron a varias manifestaciones), 24.Elena Poniatowska (980), p. 63.25.En el relato nete pueblo agachn, de Gerardo de La Torre (973), se cuenta la participacin de un grupo de petroleros a lo largo del movimiento. Es uno de los pocos testimonios directos (el autor era trabajador de Pemex) que dan cuenta del efecto del movimiento estudiantil en el mundo obrero. El mismo autor escribi la estupenda novela

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    pero no la tiene en otro sentido pues los estudiantes recibieron cotidianamente testimonios de simpata y apoyo moral. Esa simpata por el diablo, por los re-beldes, por los romnticos, por los justicieros des-interesados y por los mrtires tendra consecuencias meses y aos despus.

    Caramba y zamba la cosa

    Antes de convertirse en tragedia, el 68 tambin fue una fiesta. Cito a Armando Bartra:

    En la prctica reivindic tambin la subversin de la vida cotidiana, la liberacin de los modos y las costumbres, las revoluciones ntimas pero trascendentes, la utopa de todos los das, el milenio chiquito. Y es que, entre otras cosas, el 68 fue una fiesta, una catrtica jaquerie juvenil que ayud a liberar espiritualmente a toda una generacin de mexicanos.26

    Paco Ignacio Taibo II lo describe de esta manera:

    El movimiento estudiantil fue muchas cosas al mismo tiempo: un desenmascaramiento del Estado mexicano, rey desnudo ante los millares de estudiantes; fue escuelas tomadas y creacin de un espacio comunal libertario basado en la asamblea; fue debate familiar en millares de hogares, fue crisis de las tradicionales formas de desinformar a la patria y

    Muertes de Aurora (99), en la que el centro del relato es un grupo de petroleros de la refinera de Azcapotzalco, seccin 35 del sindicato petrolero, en los meses del movimiento del 68, con referencias a la problemtica sindical y ecos de la lucha petrolera del 59 en el llamado movimiento de Los Chimales. Esta novela es una fuente indispensable para entender la actitud de los obreros ante el movimiento estudiantil.26. Armando Bartra (998).

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    encuentro del volante, la voz viva y el rumor salvador como alternativas a la prensa y a la tele controladas...27

    Los estudiantes del movimiento muy pronto estuvieron seguros de que vivan un periodo indi-to, extraordinario, trascendente. Ello fomentaba su alegra. Sus cantos eran ms de vida que de guerra. Disfrutaban su superioridad moral, la justeza de su causa y su juventud. Se saban hermosos y romnti-cos. Se identificaban con los jvenes y estudiantes del mundo, y se apreciaban a s mismos. Sin falsa mo-destia podan cantar su propio elogio:

    Que vivan los estudiantes porque son la levadura

    del pan que saldr del horno con toda su sabrosura.Violeta Parra

    Estaban dispuestos a transformar al mundo pero disfrutndolo, descubriendo la nueva libertad sexual, la liberacin femenina, la igualdad entre razas, despreocupndose de viejos tabes, desafiando a la moral conservadora de la clase media de la que casi todos provenan.28 Comprendiendo el cristianismo, en el que muchos abrevaron, de un modo distinto, apoyndose en la flamante corriente de la teologa de la liberacin, de los cristianos para el socialismo.27. Paco Ignacio Taibo II (99).28. Citando a Pablo Latap y Gerardo Estrada, Sergio Zermeo escribe: de acuerdo con la ocupacin del jefe de familia, el 76% del alumnado de la unam proceda (en 968) de sectores ocupacionales medios y slo el 7.52% eran hijos de obreros o campesinos... Otra fuente nos indica que el 9% de los estudiantes de la unam puede ser situado dentro del 5% ms rico de la poblacin (...) Los alumnos del Politcnico proceden de capas con ingresos relativamente ms bajos... pero sin dejar de situarse dentro del 20% ms favorecido de la poblacin... Sergio Zermeo (978), pp. 48 y 49

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    Principio de autoridad

    El presidente Daz Ordaz ya haba mostrado que po-da estar dispuesto a hacer concesiones a un movi-miento por demandas econmicas; pero deban ser unilaterales. As actu con el movimiento mdico.29 Aunque limitadas, otorg mejoras salariales y labo-rales pero siempre de manera unilateral y no como resultado de una negociacin bilateral. Reconocer a la otra parte doblegaba el principio de autoridad y era, por tanto, contrario al presidencialismo. Ante el movimiento del 68 no iba a actuar de otro modo. Las demandas no eran imposibles, pero el solo hecho de plantearse la negociacin bilateral, de t a t, era tomado por el presidente como una derrota. Asumi un lenguaje duro y apost al principio de autoridad, y al hacerlo sacrific la legitimidad del sistema, has-ta entonces reconocida por el grueso de la sociedad. Gabriel Zaid lo formula de este modo:

    Al asumir el principio de autoridad como un principio de impunidad, segn el cual es deshonroso reconocer pblicamente y castigar los atropellos de un subordinado, Daz Ordaz puso todo el honor de la Presidencia en legitimar algo ilegtimo, y el deshonor fue total, en vez de limitado.30

    La mecnica del presidencialismo acab deslegitimando al presidencialismo. En esta lgica subyace la concepcin de sbdito/monarca; bajo el presidencialismo siempre se entendi as la relacin 29. Ver Ricardo Pozas (993).30. Gabriel Zaid (987), p. 9.

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    entre gobernante y gobernados. El presidente como ltima instancia por encima de la ley, capaz de resolver peticiones o conceder gracia, como padre severo y bondadoso, no puede tratar a sus gobernados como ciudadanos sino como sbditos. El movimiento del 68 empieza a romper esta relacin, es el primer paso hacia la ciudadanizacin de la cultura poltica.

    El apogeo del movimiento

    El punto ms alto del movimiento est marcado por dos manifestaciones, la del 27 de agosto y la del 13 de septiembre. Son los das de las batallas ganadas. La primera es la fiesta, el canto, la alegra de haberse convertido en un gran movimiento, de haber subvertido la vida cotidiana, de sentir que se ha ganado la simpata de la sociedad. Es la fiesta de la victoria moral, que se confirma el da despus con el fracaso estrepitoso del mitin del desagravio de la bandera. La del 27 fue la manifestacin ms grande y la ms festiva y ruidosa. Haba 82 nuevos presos polticos, pero el movimiento segua creciendo. La V de la victoria se haba convertido en smbolo, y los seis puntos eran citados y apoyados en los lugares ms insospechados. El Zcalo se llen. Inesperadamente los estudiantes decidieron quedarse en esa plaza y esperar ah el informe presidencial del primero de septiembre y obligar al dilogo pblico. (Fue el primer plantn, aunque todava no se llamaba

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    as al hecho de que un contingente se instale en lugar pblico durante das y noches.) La plancha de concreto se convirti en la continuacin del campus. Las fogatas, los jorongos y las canciones evocaban las escenas cinematogrficas de la revolucin mexicana. Pero la fiesta no dur mucho. A las dos de la maana se abrieron las puertas de Palacio y salieron los tanques del ejrcito; aparecieron tambin por las calles laterales. Los soldados de infantera avanzaron expulsando a los inesperados ocupantes del Zcalo que, para sorpresa de todos, se retiraban cantando un emocionante himno nacional. Fue una operacin en cmara lenta. Los estudiantes salieron en una desordenada manifestacin por las calles que conducen a la Alameda y de ah cada quien se fue como pudo a su casa o a alguna de las escuelas en huelga. La noche del 27 alguien haba izado una ban-dera rojinegra en el asta monumental del Zcalo. En la madrugada del 28 los trabajadores de limpia hi-cieron su trabajo y dejaron un zcalo limpio y arria-ron, como era lgico, la bandera de huelga. Pero ho-ras despus ah estaba otra vez ondeando la bandera rojinegra. A alguien en el gobierno se le ocurri la inefable idea de aprovechar la ocasin para orga-nizar un acto de desagravio de la bandera mexica-na. Desagravio a la patria. Desatar la indignacin del pueblo contra los enemigos de Mxico. Rpidamente movieron el aparato de gobierno y organizaron un mitin para ese mismo da, convocaron (obligaron,

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    llevaron) a los burcratas a manifestarse repudiando la ofensa hecha a la patria. Pero los estudiantes, que andaban por todas partes, llegaron al acto de des-agravio, se metieron en medio, repartieron volantes, y los empleados de gobierno se sintieron avergon-zados y empezaron a corear lo que era verdad: que haban sido llevados ah como borregos; gritaron, protestaron, se autodesagraviaron, y entonces al go-bierno convocante no se le ocurri mejor cosa que reprimir a los acarreados. Otra vez el ejrcito ocup la plancha del Zcalo. El primero de septiembre el presidente dedic la parte medular de su informe de gobierno a condenar al movimiento. El presidente adopta el papel de hroe incomprendido (La injuria no me ofende; la calumnia no me llega, el odio no ha nacido en m...), culpa a intereses extranjeros de ser los promotores de los desrdenes que slo buscan desprestigiar a Mxico y boicotear los Juegos Olmpicos; demuestra el espritu antipatriota de los estudiantes sealando que reproducen las leyendas y las imgenes usadas en otros pases. Y en efecto, el movimiento levant consignas del mayo francs; imgenes de hroes latinoameri-canos como el Che y Camilo Torres; conos del movi-miento negro de Estados Unidos como Martin Luther King, Angela Davis, los panteras negras; personajes que representan la lucha antiimperialista y de libera-cin nacional como Ho Chi Minh al frente del pueblo heroico de Viet Nam; el novedoso Marcuse, y los cl-

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    sicos del marxismo Marx, Engels y Lenin, pero tam-bin Mao Tse Tung, Trotsky y Rosa Luxemburgo. El espectro era amplio. Cada brigada, cada grupo, cada estudiante con una cubeta de pintura y una brocha, escribe lo que quiere, venga de donde venga, exalta al hroe que mejor represente su estado de nimo. En esos das los estudiantes viven la libertad no slo en el campus sino en las calles. El movimiento canta canciones de muchos orgenes: Juditn Reyes, Daniel Viglietti, Vctor Jara, Carlos Puebla, Mercedes Sosa; en otra pista, a Pete Seeger, Bob Dylan, Joan Baez... Las canciones de la guerra civil espaola y los corridos de la revolucin mexicana comparten las veladas. Tambin ensayan con escaso xito cantos en otros idiomas (La Marsellesa, Bella ciao). Los intentos de cantar la Internacional naufragan a la segunda estrofa porque nadie se la sabe, pero la primera se entona con entusiasmo. Arriba los pobres del mundo/ En pie los esclavos sin pan... En los momentos difciles, cuando los estudiantes enfrentan la represin, cantan el himno nacional; se todos se lo saben y es como bofetada al ejrcito. Era como decirles: nosotros representamos el verdadero espritu nacional, ustedes no. Todo eso expresa el movimiento en agosto. Es sin duda internacionalista, hay una enorme influencia de los movimientos estudiantiles europeos y estadounidense, se reactiva la influencia de la revolucin cubana, se destaca la dimensin

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    latinoamericana, se identifica con las luchas de liberacin nacional recientes y en curso. La influencia del mayo francs es evidente. Se lea con avidez la crnica de Carlos Fuentes Pars, la revolucin de mayo,31 publicado originalmente en el suplemento de la revista Siempre! y difundido despus ampliamente en forma de folleto. De ah estas frases tomadas de los muros de Pars, las ms repetidas y emblemticas, que encontraran eco en los muros de la ciudad de Mxico.

    Prohibido prohibir

    La imaginacin al poder

    Seamos realistas: pidamos lo imposible

    Cuanto ms hago la revolucin,

    ms ganas tengo de hacer el amor;

    cuanto ms hago el amor,

    ms ganas tengo de hacer la revolucin.

    Che Guevara: Qu importa dnde nos sorprenda la

    muerte.

    Shakespeare: Hay mtodo en nuestra locura.

    Rimbaud: Hay que cambiar la vida.

    El presidente Daz Ordaz diagnostica en esta presen-cia extranjera la evidencia del complot contra Mxi-co. El su IV informe, todas esas influencias quedan agrupadas bajo el rubro de filsofos de la destruc-cin (se dice que con ello aluda a Hebert Marcuse): Qu grave dao hacen los modernos filsofos de la 3. Carlos Fuentes (2005).

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    destruccin que estn en contra de todo y a favor de nada! (A qu se debe el plural? Cules filsofos de la destruccin? No importa, una afirmacin as de vaga sirve para descalificar al movimiento mexicano y a todos los movimientos juveniles del mundo). Y en consecuencia suelta la amenaza: No quisiramos vernos en el caso... El movimiento del 68 fue general porque no se limitaba a demandas estudiantiles, sus peticiones tenan sentido para el conjunto de la repblica. Era una crtica radical al rgimen, no negaba su estatuto jurdico, propona una sociedad radicalmente dife-rente pero criticaba dos piezas clave del rgimen, extralegales pero inseparables del mismo: el presi-dencialismo sin lmites (y por lo tanto el autorita-rismo tambin sin lmites) y la impunidad derivada de la inexistencia de un estado de derecho. (Deca Daniel Coso Villegas: No ha nacido el hombre que pueda manejar con honestidad un poder absolu-to.32)

    Silencio

    13 de septiembre: Nuestro silencio ser ms elocuente que las palabras que ayer acallaron las bayonetas (Consejo Nacional de Huelga). El movimiento se haba visto a s mismo crecer. Haba disfrutado su mayor triunfo, la manifestacin gigante del 27 de agosto. La marcha ms grande, la ms 32. Citado por Julio Scherer (986), p. 45.

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    combativa, la que recoga la experiencia de un mes de ascenso, despus de todas las otras manifestaciones: la del rector, la del Poli, la del 13, y ahora sta. En una ruta conocida y vital: del Museo de Antropologa, que es un orgullo de modernidad que festeja el orgullo de una identidad de raz milenaria, por el Paseo de La Reforma, tambin orgullosa y ancha, ideal para una marcha ceremonial de conquista, y la penetracin por la calle angosta de Francisco I. Madero, que permite que retumben los pasos en carrera desbocada (Che-Che-Che Guevara), y el Zcalo otra vez a la vista, iluminado, y las campanas a rebato de la catedral metropolitana. La ciudad es de ellos, y tambin lo es la simpata de la gente de la calle (nunca mejor dicho, de la gente en las banquetas). La plaza central del pas poblada hasta el lmite de antorchas que festejan la noche. Y luego el movimiento haba cometido su pecado de soberbia: decidi dejar una guardia permanente en el Zcalo, citaba al presidente (es decir lo desafiaba) a un dilogo pblico que deba realizarse ah el primero de septiembre, precisamente el da del Informe (ceremonia central del presidencialismo), a las diez de la maana. El movimiento se haba desbocado. Y ah qued la guardia de varios miles, y provocaron la nueva salida del ejrcito, esta vez para desalojarlos de la plancha. El primero de septiembre, en vez de dilogo haban odo el monlogo del presidente. En su infor-me contest al desafo con una amenaza franca:

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    Todo tiene un lmite y no podemos permitir que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurdico, como a los ojos de todos ha venido sucediendo; tenemos la ineludible obligacin de impedir la destruccin de las frmulas esenciales, a cuyo amparo convivimos y progresamos... Agotados los medios que aconseja el buen juicio y la experiencia, ejercer, siempre que sea estrictamente necesario, la facultad contenida en el artculo 89, fraccin VI, de la Constitucin General de la repblica... [Son facultades del presidente:] Disponer de la totalidad de la fuerza armada permanente, o sea del ejrcito terrestre, de la marina de guerra y de la fuerza area para la seguridad interior y defensa exterior de la Federacin... No quisiramos vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario; lo que sea nuestro deber hacer, lo haremos; hasta donde estemos obligados a llegar llegaremos.

    Por eso la incertidumbre y el temor para la nueva marcha, la siguiente en una escalera que hasta entonces haba ascendido ininterrumpidamente. Y la decisin del CNH fue audaz: marchar en silencio. Para que nos oigan mejor. Un silencio total. Para demostrar la disciplina de la que somos capaces. Para negar las acusaciones que nos han hecho. Y dejarn guardados los conos no nacionales, y levantarn los de las revoluciones y batallas propias, la de independencia, la de 1910. Las efigies de Hidalgo y Morelos, de Zapata y Villa. Era una decisin arriesgada. Poda fallar. No haba sido unnime ni mucho menos. Pero fue gus-

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    tando por lo que tena de desafo, porque representa-ra una nueva hazaa y original. Y empez la marcha y gust ms. De esto somos capaces. El movimiento volvi a enamorarse de s mismo y disfrut otra vez de la simpata que haba ganado de la gente de las banquetas. El movimiento fue tambin nacional y naciona-lista. Nacional porque toc a todo el territorio de una o de otra manera, aunque el epicentro fue la ciudad de Mxico. Y nacionalista porque reafirmaba el dis-curso de la revolucin mexicana, enarbolaba la so-berana nacional frente al imperialismo yanqui. Ante la crtica desorbitada del gobierno y sus voceros que denunciaban el uso de smbolos extranjeros efigies del Che Guevara y banderas comunistas el movi-miento levant conos de la historia patria. (A partir de esa fecha, en el pas ha habido una continua disputa por la historia. Por primera vez, un movimiento crtico del sistema le arrebataba al rgi-men un grupo de hroes, sacndolos de la galera de la historia de bronce. El gobierno ya no es el heredero nico y plenipotenciario de la revolucin mexicana. Los movimientos sociales detectan las diferencias y manifiestan sus inclinaciones. Si Zapata viviera, con nosotros estuviera. O esa otra frase simple, cantada, Zapata vive/ la lucha sigue. Consignas como sa se escucharn en distintos momentos. En el 94, el movimiento zapatista de los indios de Chiapas le quita definitivamente uno de los

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    hroes ms populares de la revolucin: Emiliano Za-pata.) Pero el movimiento, siendo nacionalista (el himno nacional se canta de manera espontnea y sale de las entraas cuando se enfrenta a una barrera de soldados), nunca abandona su visin internacionalista: Viet Nam y Cuba y las guerrillas centro y sudamericanas estn siempre presentes. El sector estudiantil no quera nada para s mismo. Eso trastornaba la lgica de la negociacin a la que el gobierno estaba acostumbrado. Los movimientos gremiales, sindicales o campesinos e incluso estudiantiles tenan demandas para su gremio o para un sector especfico de la sociedad, demandas que de una manera u otra buscaban mejorar las condiciones materiales de vida a travs de salarios, tierras, prestaciones sociales... Este movimiento estudiantil no peda nada de eso; peda justicia y legalidad. Desenmascaraba la simulacin y la impunidad. Peda la libertad para los presos polticos y, sobre todo, ejerca la libertad a sus anchas.

    Septiembre cambiante

    El 18 de septiembre el ejrcito ocup la ciudad universitaria. El gobierno comete por segunda vez el mismo pecado. Antes fue el bazucazo (segn el ejrcito, fotografiado pero inexistente), ahora los tanques y la infantera entrando al principal campus

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    universitario. La imagen es lamentable y recriminada de inmediato. Ni el monoltico control de la prensa logra ocultar la amplia condena. El gobierno haba adoptado un lenguaje pacifista en su discurso olmpico. El movimiento cre una grfica que demostraba el doble lenguaje de los voceros oficiales: una paloma de la paz atravesada por una bayoneta, un tanque con los aros olmpicos como orugas. El rector Barros Sierra present su renuncia el da 23. stos son fragmentos del texto de su renuncia:

    Sin necesidad de profundizar en la ciencia jurdica, es obvio que la autonoma ha sido violada... Me parece importante aadir que, de las ocupaciones militares de nuestros edificios y terrenos, no recib notificacin oficial alguna, ni antes ni despus de que se efectuaron... Estoy siendo objeto de toda una campaa de ataques personales, de calumnias, de injurias y de difamacin. Es bien cierto que hasta hoy proceden de gentes menores, sin autoridad moral; pero en Mxico todos sabemos a qu dictados obedecen... En estas circunstancias, ya no le puedo servir a una universidad, sino que resulto obstculo para ella...

    El ejrcito sigue en operaciones en los barrios estudiantiles de la ciudad. Los partes militares, ahora conocidos, dan la idea de una ciudad ocupada. Dice el ya citado parte de la subjefatura del Estado Mayor de la Secretara de la Defensa33:

    33. Ver Julio Scherer y Carlos Monsivis (2002).

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    J) Del 19 al 21-sep-68 continuaron los disturbios estudiantiles registrndose algunos encuentros con la Polica.../ K) A las 0150 horas del 22-sep-68 intervinieron elementos del Ejrcito haciendo nicamente acto de presencia, patrullando la zona estudiantil y edificios aledaos, retirndose del rea a las once horas. / L) El da 23-sep-68 continuaron los disturbios estudiantiles y en el rea del CASCO DE SANTO TOMS los alborotadores se enfrentaron a la polica atacndolos con armas de fuego, por lo que posteriormente se generaliz la balacera./ M) En la madrugada del da 24-sep-68 intervinieron fuerzas del Ejrcito que, en combinacin de la polica, procedieron a ocupar los edificios del IPN.

    El movimiento reaccion ante la ocupacin militar de la universidad con acciones espontneas: pintas en muros y camiones, pequeos mtines en mercados y plazas pblicas, reparto de volantes en puertas de fbrica, etctera. Las brigadas andaban por todas partes. Y la polica empez a perseguirlas. Hubo algunos detenidos, pero sobre todo corretizas. A pesar de la atmsfera represiva, los habitantes de la ciudad vean cada da ms ves de la victoria y leyendas contra el ejrcito y el gobierno en muros y camiones. Soldados y tanques en la universidad eran imgenes que provocaban indignacin. Al mismo tiempo se viva una atmsfera de miedo. La sociedad en general conden la accin del ejrcito. Hubo incluso algunas honrosas disidencias en el partido oficial y algunos periodistas que se atrevieron a romper el silencio impuesto. Al terminar septiembre y al comenzar octubre, dos hechos fueron interpretados por los dirigentes

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    del movimiento como un cambio en la escena: la negativa de la Junta de Gobierno a aceptar la renuncia del rector y la salida del ejrcito de CU el da 30. Abonaba a esa interpretacin el hecho de que el da primero de octubre el presidente Daz Ordaz nombr una comisin para el dilogo con el CNH inte-grada por Andrs Caso y Jorge de la Vega Domnguez con la instruccin de iniciar los contactos de inme-diato. El CNH acept una primera entrevista para la que comision a Gilberto Guevara, Luis Gonzlez de Alba y Anselmo Muoz. La primera reunin se llev a cabo el 2 de octubre por la maana en la casa del rector Barros Sierra. El CNH haba convocado a una concentracin en la plaza de Tlatelolco para el mismo da 2 en la tarde, de donde saldra una marcha hacia el Casco de Santo Toms. La situacin era complicada por varios factores. En primer lugar, el movimiento haba sido muy intenso (durante dos meses realiz grandes manifestaciones, se extendi a prcticamente todas las escuelas de educacin superior del pas y sufri persecuciones policiacas, la intervencin del ejrcito y encarcelamientos) y por ello mismo sufra cierto desgaste y abrigaba dudas sobre un desenlace favorable. En segundo lugar, se acercaban las fechas olmpicas (la inauguracin sera el 12 de octubre) y ello aumentaba la presin contra el gobierno. El inicio de las plticas con los comisionados del presidente se poda leer como la urgencia del gobierno de encontrar una salida rpida, incluso bajo

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    la forma de una tregua o medidas que atenuaran la confrontacin y dibujaran un escenario de distensin para la gran fiesta olmpica. Desde el punto de vista del movimiento, las circunstancias parecan permitir una estrategia con-centrada en un punto: la libertad de los presos po-lticos (de hecho en el mismo mitin de Tlatelolco se anunciara el inicio de una huelga de hambre en va-rias crceles del pas) y quiz abrir una va rpida que permitiera obtener la satisfaccin de esa demanda as fuera parcialmente. El mismo da 2 en la maana, la direccin del movimiento valor la situacin tomando en cuenta esos elementos. La reunin tuvo un tono moderadamente optimista. Se avizoraba una salida. Decidi, entre otras cosas, suspender la marcha de esa tarde y limitar el acto al mitin en la plaza. El gobierno deba interpretar esta actitud como un mensaje de distensin. A la llegada a la plaza, los manifestantes vieron al ejrcito desplegado en calles aledaas. De todos modos se concentraron alrededor de 10 mil personas. El mitin se desarrollaba en un ambiente de fiesta escribe Ral lvarez Garn. Despus de dos semanas, la angustia y la incertidumbre producidas por la represin empezaban a disminuir y de nuevo se abran perspectivas claras para el futuro. En ese mitin se comprobara nuestra fortaleza, nuestro buen estado de nimo; ah se hara el recuerdo de los que

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    faltaban... y de los nuevos refuerzos que llegaban. Era un mitin como cualquier otro de los muchos que habamos hecho. Informes, anlisis, directivas y orientaciones del Consejo. Estaba por terminar su intervencin el compaero Vega, de Ingeniera Textil del IPN, cuando se notaron movimientos de tropas...34

    Y entonces empez el infierno inesperado...

    Ha ocurrido algo que se recordar siempre

    El 2 de octubre el gobierno acab con el movimiento, pero al mismo tiempo lo hizo inolvidable. Obtuvo el triunfo de las armas frente a un movimiento desar-mado, pero sufri una derrota moral en un terreno en el que l estaba desarmado. Muchas personas murie-ron en la plaza. Nunca sabremos con precisin cun-tas. La mayora de los testimonios hablan de cientos. El presidente Daz Ordaz quiso restarle importancia hablando de veinte o treinta, como si disminuyendo el nmero disminuyera el horror. Para los estudiantes el 2 de octubre acab sien-do una dolorosa victoria cultural. O mejor dicho, sell una victoria que haban obtenido en nueve semanas y media de manifestaciones, discursos e imgenes. As lo vio, desde el edificio Chihuahua, Gilberto Guevara Niebla: Los soldados, los soldados!

    Volv la vista y observ en el fondo, sobre el puente 34. Ral lvarez (2002).

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    de Santa Mara la Redonda, una columna de soldados perfectamente ordenada, los rifles al pecho, avanzando en direccin a nosotros...Corrimos en medio de un ruido estruendoso tratando de bajar por las escaleras, pero no avanzamos mucho pues en sentido contrario suban individuos armados, con un guante blanco en la mano izquierda, que obligaban a retroceder a la gente. Regresamos por la escalera a toda velocidad. El tumulto era indescriptible: la gente corra y gritaba sin detenerse. Llegamos al departamento de la novia de Flix Gamundi, en el quinto piso, y tocamos en la puerta los que tocbamos ramos como veinte pidiendo a gritos que nos dejaran entrar. Pero la puerta no se abra. Vayan a otro departamento! nos contestaban... Insistimos... Nos abrieron y entramos. Para entonces, la balacera se haba generalizado y se escuchaban detonaciones muy cerca del departamento en el que estbamos. Yo corr hacia la ventana y me asom. En el centro de la plaza yaca una seora de edad mayor, aparentemente herida, que estiraba la mano tratando de alcanzar a una nia que estaba de pie a unos metros de distancia y, alrededor cientos de personas en el suelo, tiradas, inmviles. Volte a la izquierda y comprob que desde muchas ventanas del edificio asomaban brazos con armas de fuego de distinto tipo: pistolas, rifles y ametralladoras; volv la vista a la derecha y observ una escena semejante. Mi sorpresa era mayscula. Sern las columnas de Scrates?, me pregunt... ...advert que muchos delegados al CNH estaban ah reunidos: adems de Flix Gamundi estaban Eduardo Valle, Pablo Gmez, Anselmo Muoz, David Vega..., ramos no menos de veinte delegados reunidos en esas extraas y espantosas circunstancias. De pronto se escuch una detonacin formidable: sentimos que el edificio se sacuda por el impacto... (despus supe que se trat del can de un tanque que dispar con la intencin precisa de impactar cerca del departamento en el que nos encontrbamos).

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    ...los soldados se haban apoderado ya de las escaleras y de los pasillos y suban golpeando gente... Se poda advertir (por los gritos) que estaban desalojando, uno a uno, los departamentos... Sbitamente, los soldados llegaron a nuestra puerta y la golpearon con la culata de un rifle: Abran! Abran, hijos de la chingada!...

    As fueron detenidos algunos de los dirigentes del CNH ese 2 de octubre en el edificio Chihuahua. Abajo, en la plaza y en los edificios de alrededor el drama era similar, o an peor, la muerte se extenda, absurda. Lo sucedido en el edificio Chihuahua est narrado en escritos de tres dirigentes del CNH que se encontraban ah (Gilberto Guevara Niebla, Ral lvarez Garn y Luis Gonzlez de Alba), y coinciden en lo fundamental. De estos, el primero en publicarse fue la novela Los das y los aos, de Gonzlez de Alba, aparecido en febrero de 1971, apenas terminado el gobierno de Daz Ordaz. Transcribo algunos fragmentos:

    De uno de los helicpteros cay una bengala verde que sigui ardiendo en el suelo. Alrededor de la bengala, como si hubiera sido una piedra en el agua, se cre una ola que retroceda hacia los extremos de la plaza. Cay otra bengala, sta era roja... Algo ms suceda all abajo que nosotros no podamos ver... La multitud intent escapar por el costado derecho de la plaza y nuevamente fue rechazada. En el centro de la plaza, las distintas corrientes ya haban producido algunos cados que se levantaban desconcertados... Desde el edificio Chihuahua veamos la plaza convulsionada... Entre las voces y gritos empezaron a escucharse claramente los disparos: venan de la

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    parte posterior del Chihuahua. Se acercan por abajo!, pens. Al mirar frente a m, a lo lejos, hacia el fondo de la plaza, vi que el puente de acceso estaba ocupado por el ejrcito a todo lo largo. Estbamos totalmente cercados y desde los cuatro extremos los soldados avanzaban a bayoneta calada.35

    Haba una enorme confusin en la plaza y en el aire. Era un caos. No slo los estudiantes estaban confundidos. El batalln Olimpia era un cuerpo espe-cial del ejrcito; ese da sus miembros actuaron ves-tidos de civil y para identificarse llevaban un guante blanco o un pauelo blanco en la mano. Su misin era tomar el edificio Chihuahua y detener a los dirigentes. Tomaron el edificio. Y estando en la terraza notaron que los soldados disparaban sobre ellos y gritaban desesperados: Somos el batalln Olimpia! Incluso organizaron un grito a coro conminando a algunos de los estudiantes detenidos, tirados en el suelo del tercer piso, a que gritaran con ellos para que se oyera ms fuerte: Batalln Olimpia! Obviamente estaban confundidos. Tambin estaban confundidos los soldados que avanzaban sobre la plancha. Disparan sin saber a quin. En algunas imgenes se puede apreciar que apuntan hacia arriba, presumiblemente sobre francotiradores apostados en varios edificios, entre otros en el Chihuahua. Quiz los nicos que no estaban confundidos eran los francotiradores: miembros del ejrcito 35. Luis Gonzlez de Alba (97), p. 84. Este mismo autor dice que vio a miembros del batalln Olimpia disparar hacia la plaza.

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    (Estado Mayor Presidencial) y de la polica poltica (Direccin Federal de Seguridad) que haban ocupado sus posiciones desde antes que empezara el mitin, y que fueron los primeros en abrir fuego disparando contra la multitud y contra los soldados. Confundidos y aterrados, los asistentes al mitin corran hacia un lado y hacia otro, buscando las orillas de la plaza, entrando a los edificios en busca de proteccin, oyendo una balacera nunca antes imaginada, continua, de disparos y rfagas, y ms tarde de caonazos. Media hora? Una hora? La duracin es imprecisa, pero todos los testimonios coinciden en que hubo luego una especie de calma que fue interrumpida por balaceras espordicas. En total fueron ms de dos horas. En la plaza se viva el horror. Hay miles de testimonios. Gonzlez de Alba recoge el de una estudiante amiga suya:

    El suelo estaba empapado de sangre. Cuando el fuego era ms intenso y no se poda ni levantar la cabeza nos cubramos con los cuerpos de los muertos; la plaza es completamente lisa, te imaginas?... Yo levant la cabeza y vi, como si fuera un fantasma, a una nia que se acercaba despacio y con los ojos muy abiertos, llevaba una bolsa de pan que apretaba entre las manos, seguro en su casa la haban mandado al pan y de regreso se detuvo en la plaza; la llam, ven trate al suelo!, agchate! Pero sigui caminando entre los cuerpos cados, sin soltar la bolsa y con los ojos abiertos y secos, las balas le zumbaban sobre la cabeza, creo que ni siquiera me oy.

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    Hubo confusin, gritos, pnico. La gente corra tratando de escapar de la trampa. Transcribo unos prrafos de mi novela Hotel Balmori36 que provienen de mi experiencia personal:

    Cmo es chiquito el mundo, interrumpe el maestro Luna, yo estuve ah, en la plaza, corriendo, no recuerdo haber gritado, pero s oa gritos destemplados, corr igual que todos, despavorido, y logr meterme en un departamento, no s de cul edificio, no tengo idea, yo iba con cinco camaradas de la Normal Superior. Corramos asustados. Nos metimos donde pudimos. Oamos las balas rebotar en las paredes, se oye muy feo su impacto en la pared, el corazn te da un vuelco cada vez que oyes una bala que choca, no es como en las pelculas de vaqueros que se oye un zumbido, sino un ruido seco y duro, tac, tac, no hace eco. Entramos a un edificio, subimos todos los pisos corriendo y ninguna puerta se abri. Sin parar los bajamos todos. Era una carrera frentica, en tropel, como estampida. Luego nos metimos en el siguiente y ah s, en el tercer piso, una seora abri y entramos un chorro, ramos como veinte. Nos tiramos en el suelo ocupando la sala y los pasillos del departamento; la duea, una santa seora, no pronunci palabra alguna, estaba asustada, pero sonrea, su semblante era plido y suave, su rostro hermoso ocultaba su miedo detrs de una amabilidad callada; ya no abri la puerta a otros camaradas que tocaban sin mucha esperanza y seguan subiendo desesperados y los oamos golpear otras puertas. Nosotros estbamos adentro, ellos afuera. Nos sentamos seguros y culpables. La balacera vena por rachas, cuando pareca que terminaba, volva ms tupida. De repente se oan disparos de bazucas o de tanques, porque el ejrcito haba

    36, Francisco Prez Arce (2004), pp. 28 y ss.

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    llevado tanques de guerra. Esas explosiones daban la medida de lo artero, desproporcionado, demencial que era el ataque. La duea nos pidi que nos furamos; dijo que ya haba pasado el peligro, y s, haba pasado lo peor, al menos ya no era la balacera tan tupida ni haba gente corriendo, todo estaba ms calmado. Ella mora de preocupacin porque su esposo y sus hijos no haban llegado. Nos pidi por favor que nos furamos, y nos fuimos. Le dijimos cunto le agradecamos lo que haba hecho. Estuvo a punto de llorar. Vayan con Dios, nos dijo. Una alumna de la Normal, de ojos negros, menudita, le quiso regalar una virgen de Guadalupe que llevaba en el cuello. Pero la seora no la acept; no, no, dijo, llvatela, ahora ms que nunca necesitas que te proteja. Vayan con Dios, repiti. La muchacha menudita estaba muy conmovida. Nos fuimos. Despacio bajamos las escaleras para no hacer ruido. No todos logramos salir del cerco. Luego que dejamos aquel departamento y agradecimos de corazn a la seora, una verdadera santa, por habernos protegido arriesgndose ella misma a quin sabe qu, a lo desconocido; la suya fue una accin humana, sencillamente humana. Ahora estaba angustiada porque su familia no haba llegado. Mi deseo ms profundo era que a esposo y sus hijos no les hubiera pasado nada. Digo, luego que dejamos el departamento, bajamos despacio, caminamos por los andadores, la tarde se haba hecho noche. Nos topamos con camaradas que caminaban en sentido contrario de nosotros y nos decan, por all no hay salida. Los veinte que ramos nos separamos en grupos ms pequeos. Yo iba con dos mujeres y tres hombres, todos de la Normal. La muchacha menudita no dejaba de tocar su virgencita. Las mujeres libraron sin ningn problema la barrera militar; unos camaradas que venan en direccin contraria nos avisaron que a ellas las dejaban salir, pero a los hombres no, y menos si eran jvenes. Y s, las dejaron salir sin preguntarles nada. Otro camarada y yo decidimos arriesgarnos, llegamos

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    a la barrera. Salimos porque a un capitn se le peg la gana dejarnos salir. Los otros dos fueron detenidos, porque a ellos otro capitn quiso detenerlos, los subieron a un camin del ejrcito y estuvieron presos en el Campo Militar nmero uno.

    Crimen de Estado

    La decisin haba sido tomada en el ms alto nivel del gobierno. Estuvieron involucrados, ahora lo sabemos, el presidente de la Repblica, el secretario de Gobernacin, el jefe del Estado Mayor Presidencial y el secretario de la Defensa... Y la decisin era acabar con el movimiento con las armas de las fuerzas pblicas, remedando un enfrentamiento con francotiradores que en realidad eran soldados previamente apostados en pisos altos de varios edificios en torno a la plaza... Qu pas? Quin dio la orden de disparar? Por qu? Los estudiantes y la sociedad agraviada tena su versin de los hechos y su veredicto: el culpable es el presidente, l mand a los soldados a reprimir con balas. La versin de la clase poltica era otra: los estudiantes iban armados y provocaron al ejrcito, ste no tuvo ms remedio que contestar con fuego. Esta versin no se sustentaba en los hechos sino en la fuerza que el poder tena para imponer una verdad oficial a travs de una prensa obediente. Pero no toda

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    la prensa era obediente; para ese momento Exclsior se permita espacios de crtica. En febrero de 1971 la editorial ERA public La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska. Se trata de un libro polifnico. Recoge muchas voces de protagonistas. En medio del control frreo que ejerca el gobierno sobre la prensa, despus de ms de dos aos de silencio indigno y de los aplausos desaforados de la clase poltica al presidente por su valor y patriotismo, este libro sella la derrota del rgimen. Es la versin de la sociedad. El libro la pone en letras de imprenta. Evidencias y testimonios posteriores fueron confirmando en lo esencial lo que ah se recoge. Fueron apareciendo tambin fotografas y pelculas, entonces desconocidas.37 Los filmes demostraron lo tantas veces repeti-do por los sobrevivientes: las luces de bengala desde un helicptero como orden de ataque, los soldados entrando a la plaza, rifles con bayoneta calada, fuego continuo durante ms de media hora, y despus in-termitente durante otras dos horas, tiros desde varios edificios, la multitud inerme, desarmada, corriendo para salvar la vida, los miembros del batalln Olim-pia identificados con un guante blanco (o un pauelo blanco en una de las manos) tomando el control del edificio Chihuahua para detener a los dirigentes del CNH, los muertos, hombres y mujeres, tendidos en la plaza.37. Tlatelolco Las claves de la masacre, pelcula de Carlos Mendoza, rene una buena parte del material flmico que fue apareciendo.

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    La versin impuesta por el gobierno slo se apoyaba en que haba cado, herido de bala, el general que comandaba a los soldados apenas empezado el tiroteo, y adems que haba varios soldados heridos y muertos. Hechos indudablemente ciertos. Los primeros disparos vinieron desde pisos altos de edificios circundantes. Quines eran los francotiradores? Quin los apost en esos sitios? El general Marcelino Garca Barragn, secretario de la Defensa en esos das, dej a su hijo Javier Garca Paniagua un expediente con documentos como herencia con su verdad sobre las actividades del ejrcito a lo largo del movimiento, entre julio y octubre del 68. Estaba destinado a la prensa, y ms especficamente a un periodista, Julio Scherer, quien saba de la existencia de esos papeles por voz del propio Garca Paniagua que los custodiaba. Scherer insista en conocerlos. Y Garca Paniagua repeta que no haba llegado el momento. Hasta que el momento lleg, con la muerte de Garca Paniauga. Scherer tuvo los papeles y los dio a conocer. El famoso expediente estaba compuesto de documentos oficiales, partes informativos, y una autoentrevista. La declaracin pstuma del general Marcelino Garca Barragn descubre el ncleo de la conjura terrorista del gobierno:

    Entre 7 y 8 de la noche el general Crisforo Mazn Pineda (comandante de las tropas en el operativo de Tlatelolco) me pidi autorizacin para registrar los departamentos, desde

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    donde todava los francotiradores hacan fuego a las tropas. Se le autoriz el cateo. Haban transcurrido u