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Junio de 2009, N.º 874 de la versión original 13 El sentimiento de victimización colectiva en conflictos sin solución aparente Daniel Bar-Tal, Lily Chernyak-Hai, Noa Schori y Ayelet Gundar* Daniel Bar-Tal es psicólogo político. Es Profesor de la cátedra Branco Weiss para la Investigación en el Desarrollo y Educación Infantil en la Facultad de Educación de la Universidad de Tel Aviv. Lily Chernyak-Hai, Noa Schori y Ayelet Gundar son estudiantes de psicología social del Departamento de Psicología de la Universidad de Tel Aviv. Chernyak-Hai y Schori son candidatos para ingresar al doctorado, mientras que Gundar está cursando un MA (Masters of Arts). Resumen El sentimiento de victimización colectiva surge como un aspecto de importancia cru- cial en la filosofía de los conflictos, sobre todo en el caso de los conflictos que parecen no tener solución, y es una parte fundamental de la memoria colectiva de los conflictos. Ese sentimiento se define como un estado de ánimo compartido por miembros de un grupo que resulta de un daño percibido como intencionado y que tiene consecuencias graves, infligidas por otro grupo. En general se percibe que ese daño es inmerecido, injusto e inmoral, y que el grupo no podía evitarlo. En este artículo, se analiza la naturaleza del sentimiento de victimización colectiva en situaciones de conflicto, sus antecedentes, las funciones que cumple para la sociedad y las consecuencias que acarrea. *** 13 * Los autores agradecen a Johanna Vollhardt, Sabina Cehajic-Clancy, Dinka Corkalo Biruski, Yechiel Klar y Dario Spini sus valiosos comentarios sobre el borrador anterior del presente documento. La corres- pondencia relacionada con este artículo deberá remitirse a Daniel Bar-Tal, School of Education, Tel-Aviv University, Tel Aviv 69778, Israel, correo electrónico: [email protected]

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El sentimiento de victimización colectiva en conflictos sin solución aparenteDaniel Bar-Tal, Lily Chernyak-Hai, Noa Schori y Ayelet Gundar*Daniel Bar-Tal es psicólogo político. Es Profesor de la cátedra Branco Weiss para la Investigación en el Desarrollo y Educación Infantil en la Facultad de Educación de la Universidad de Tel Aviv. Lily Chernyak-Hai, Noa Schori y Ayelet Gundar son estudiantes de psicología social del Departamento de Psicología de la Universidad de Tel Aviv. Chernyak-Hai y Schori son candidatos para ingresar al doctorado, mientras que Gundar está cursando un MA (Masters of Arts).

ResumenEl sentimiento de victimización colectiva surge como un aspecto de importancia cru-cial en la filosofía de los conflictos, sobre todo en el caso de los conflictos que parecen no tener solución, y es una parte fundamental de la memoria colectiva de los conflictos. Ese sentimiento se define como un estado de ánimo compartido por miembros de un grupo que resulta de un daño percibido como intencionado y que tiene consecuencias graves, infligidas por otro grupo. En general se percibe que ese daño es inmerecido, injusto e inmoral, y que el grupo no podía evitarlo. En este artículo, se analiza la naturaleza del sentimiento de victimización colectiva en situaciones de conflicto, sus antecedentes, las funciones que cumple para la sociedad y las consecuencias que acarrea.

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* Los autores agradecen a Johanna Vollhardt, Sabina Cehajic-Clancy, Dinka Corkalo Biruski, Yechiel Klar y Dario Spini sus valiosos comentarios sobre el borrador anterior del presente documento. La corres-pondencia relacionada con este artículo deberá remitirse a Daniel Bar-Tal, School of Education, Tel-Aviv University, Tel Aviv 69778, Israel, correo electrónico: [email protected]

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Daniel Bar-Tal et al. - El sentimiento de victimización colectiva en conflictos sin solución aparente

En todo conflicto grave, crudo y violento entre grupos, al menos uno de los bandos (y, muchas veces, ambos) cree ser la víctima del conflicto. Este aspecto puede verse claramente en los conflictos entre grupos sin solución aparente1. Constituye una parte inseparable de la historia compartida entre los miembros de la sociedad tal como la han construido en su memoria colectiva y en la filosofía del conflicto2, y denota que el grupo rival infligió continuamente un daño injusto e inmoral a los miembros de esa sociedad. La preponderancia de este tema no debe sorprender, en vista de que las socie-dades que participan en conflictos prolongados consideran que sus objetivos están jus-tificados, perciben a su propio grupo de manera muy positiva y deslegitiman al rival.

En este marco, simplemente resulta natural que los miembros de la socie-dad se consideren víctimas de su rival en el conflicto. Ese sentimiento colectivo de victimización tiene importantes efectos sobre la manera en que esas sociedades conducen el curso del conflicto, abordan el proceso de paz y, finalmente, se re-concilian. En muchos casos, actúa como un factor que retroalimenta el conflicto e impide la consolidación de la paz. Resulta importante, entonces, aclarar la na-turaleza del sentimiento de victimización colectiva, sus antecedentes, funciones y consecuencias. Este es el objetivo del presente documento.

A fin de comprender mejor el fenómeno del sentimiento de victimización colectiva, nos referiremos también a las contribuciones realizadas en el estudio de la victimización en el plano individual. Esa línea de investigación se está desarrollando en las ciencias sociales, sobre todo en la criminología y la psicología, donde ha surgido la subdisciplina de la victimología, que estudia las relaciones de las víctimas con sus agresores, su conducta, y las reacciones de la sociedad (incluso las de diversas insti-tuciones) hacia ellos3. En comparación, muy poco se ha escrito en pos de un estudio integral del sentimiento de victimización colectiva en el marco de conflictos sin solu-ción aparente. Esta omisión es extraña si tenemos en cuenta que varios especialistas han reconocido la importancia del sentimiento de victimización colectiva para com-prender la conducta de los miembros de la sociedad, su relación con el rival y con la comunidad internacional en su conjunto4.1 Los conflictos sin solución aparente, en los que las partes invierten importantes recursos materiales y no

materiales y que duran al menos 25 años, se caracterizan por ser totales, prolongados, violentos, centrales y por ser percibidos como insolubles y de suma cero. V. D. Bar-Tal, ‘Sociopsychological foundations of intractable conflicts’, American Behavioral Scientist, vol. 50, 2007, pp. 1430-1453-a.

2 Reconocemos que en prácticamente todos los conflictos entre grupos al menos una de las partes ex-perimenta un sentimiento de victimización colectiva y que muchas veces ambas partes comparten esa percepción. El presente documento se centra en conflictos sin solución aparente, en los que ambas partes siempre experimentan este sentimiento.

3 A. Karmen, Crime Victims: An Introduction to Victimology (2nd edn), Wadsworth: Belmont, CA, 1990; N. Ronel, K. Jaishankar y M. Bensimon, M. (eds.), 2009, Trends and Issues in Victimology. Cambridge Scholars Publishing: Newcastle upon Tyne, UK; O. Zur, ‘The psychology of victimhood’, en R.H. Wright y N.A. Cummings (eds.), Destructive Trends in Mental Health, Routledge: Nueva York, 2005, pp. 45-64.

4 D. Corkalo Biruski y S. Penic (en preparación), ‘Facing trauma, facing the enemy: War trauma, Group iden-tity, collective guilt and outgroup attitudes’, en D. Spini, D. Corkalo Biruski, G. Elcheroth y M. Vasovic (eds.), Facing Massive Violence and Social Change: Collective Experiences in the Former Yugoslavia; J.D. Frank, Sanity and Survival: Psychological Aspects of War and Peace, Vintage: Nueva York, 1967; H.C. Kelman, ‘Social-psy-chological dimensions of international conflict’, en I.W. Zartman (ed.), Peacemaking in International Conflict: Methods and Techniques (edición revisada), United States Institute of Peace Press: Washington, DC, 2007, pp. 61–107; J. Mack, ‘The Enemy System’, 1990, en V. Volkan, J. Demtrios y J. Montville (eds.), The Psychodyna-mics of International Relationships, Vol. I: Concepts and Theories, pp. 83–95, Lexington, MA; V. Volkan, Blood Lines: From Ethnic Pride to Ethnic Terrorism. Westview Press: Boulder, Colorado, 1997

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Sentimiento de victimización: abordaje individual

Existen múltiples clases de situaciones que pueden llevar a una persona como individuo o como miembro de una comunidad a sentirse una víctima. Al parecer, la victimización describe algún tipo de estado psicológico duradero que implica creencias, actitudes, emociones y tendencias conductuales. Por un lado, esto deriva de la experiencia directa o indirecta de victimización, y por el otro, de su permanencia en el repertorio personal. En otras palabras, es un estado en el que el daño experimentado y las consecuencias a largo plazo “se convierten en elementos de la personalidad de la víctima”5.

Experiencia

Desde la perspectiva del individuo, algunos investigadores definen la vic-timización centrándose en los sucesos vividos. Por ejemplo, Aquino y Byron se refieren a la “percepción que tiene el individuo de sí mismo como objetivo, ya sea momentáneamente o a través del tiempo, de acciones perjudiciales realizadas por una o más personas. En su sentido más amplio, víctima es aquel que sufre lesión, pérdida, o infortunio como consecuencia de algún suceso o serie de sucesos”6. Otros especialistas han hecho hincapié en los elementos presentes en la psicología de la víctima y que emergen a partir del suceso perjudicial 7. Destacan el sentimien-to de impotencia y autocompasión, la falta de confianza en uno mismo, la baja au-toestima, la desesperanza, la culpa, la pérdida de confianza, sentido y privacidad, la ausencia del sentimiento de que uno debe rendir cuentas de sus actos, una tenden-cia a echar culpas, y un locus externo de control estable (en este caso, se cree que el incidente estaba más allá del control y la elección de una persona, y concuerda con los sentimientos “fuera de control”)8. Por último, reviste especial interés la conclu-sión que señala que las experiencias de victimización reiteradas pueden originar un patrón de conductas vengativas y ciclos de violencia9.5 J. Herman, Trauma and Recovery, Basic Books: Nueva York, 19926 K. Aquino y K. Byron, ‘Dominating interpersonal behavior and perceived victimization in groups: Evi-

dence for a curvilinear relationship’, Journal of Management, vol. 28, N.º 1, 2002, p. 71.7 M. Bard y D. Sangrey, The Crime Victims’ Book (2ª ed.). Brunner/Mazel Publishers: Nueva York, 1986; v.

también O. Zur, nota 3 supra.8 Además, se descubrió que la victimización personal se manifiesta como trastorno por estrés postraumáti-

co (TEPT), como síntomas de depresión o de abusos de sustancias (P.A. Resick, ‘The psychological impact of rape’, Journal of Interpersonal Violence, vol. 8, 1993, pp. 223–255; J. Wolfe y R. Kimerling, Gender issues in the assessment of post-traumatic stress disorder, en J.P. Wilson y T.M. Keane (eds.), Assessing psycholo-gical trauma and PTSD, Guilford: Nueva York, 1997, pp. 192–238), como miedo y ansiedad (S.E. Taylor, J.V. Wood y R.R. Lichtman, ‘It could be worse: Selective evaluation as a response to victimization’, Journal of Social Issues, vol. 39, 1983, pp. 19–40) y como problemas de salud física (J.M. Golding, ‘Sexual assault history and physical health in randomly selected Los Angeles women’, Health Psychology, 13, 1994, pp. 130–138; H.S. Resnick, R.E. Acierno y D. Kilpatrick, ‘Health impact of interpersonal violence 1: Prevalen-ce rates, case identification, and risk factors for sexual assault, physical assault, and domestic violence in men and women’. Behavioral Medicine, vol. 23, 1997, pp. 65–78).

9 R.J. Bies, T.M. Tripp y R.M. Kramer, ‘At the breaking point: Cognitive and social dynamics of revenge in organizations’, en R. Giacalone y J. Greenberg (eds.), Antisocial Behavior in Organizations, Sage: Thou-sand Oaks, CA, 1997, pp. 18–36; D.P. Skarlicki y R. Folger, ‘Retaliation in the workplace: The roles of dis-tributive, procedural, and interactional justice’, Journal of Applied Psychology, vol. 82, 1997, pp. 434-443.

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Condiciones para la victimización

Otro de los enfoques adoptados establece una serie de condiciones necesa-rias para el surgimiento del sentimiento de victimización. Sugiere que los individuos se definen como víctimas si consideran que: (1) fueron lastimados; (2) no fueron responsables del acto dañino; (3) no pudieron evitar el daño; (4) son moralmente buenos y sufren a causa de la injusticia de la que fueron objeto y (5) son dignos de compasión10. Esta última condición agrega aspectos cruciales a la definición. Se-ñala que la mera experiencia del suceso dañino no es suficiente para que aparezca la sensación de considerarse una víctima. Para tener este sentimiento, es necesario percibir el daño como inmerecido, injusto e inmoral, como un hecho que la víctima no pudo evitar. Es entonces cuando surge la necesidad de lograr empatía.

Un análisis más elaborado

Además de las diferentes definiciones específicas, también han aparecido diversas elaboraciones del análisis de la victimización. Se ha propuesto, por ejem-plo, que la idea de victimización supone la violación de ciertos derechos indivi-duales o colectivos, ya sean derechos concretos como el derecho a tener vivienda y comida, o más abstractos, como el derecho a la felicidad, al espacio habitable, a la autodeterminación y a la libre expresión de la identidad. Esta distinción lleva a otra diferenciación que sugiere que algunas víctimas experimentan una violación tangi-ble de derechos (territorio, propiedad, lesión física, asesinato), mientras que otras son objeto de experiencias intangibles como el daño a la identidad, otros traumas psicológicos, la pérdida de seguridad e incluso la pérdida del “antiguo” yo11. Por lo tanto, la victimización no solo es un suceso objetivo; se basa también en una expe-riencia subjetiva, ya que algunas personas se pueden autodefinir como “víctimas” en circunstancias que muchos otros considerarían como parte de su vida diaria12.

Asimismo, cabe destacar que los individuos pueden experimentar el daño tanto de manera directa como indirecta. Esto significa que pueden sufrir daños físicos o psicológicos ellos mismos o bien estar relacionados con otros individuos victimizados y, por lo tanto, sentir la victimización en forma indirecta13. Por con-siguiente, se supone que el enfoque más práctico para comprender el sentimiento de víctima es centrarse en la percepción que el individuo tiene de su experien-cia desagradable14. Puede decirse que la victimización es un estado psicológico de

10 C.J. Sykes, A nation of victims: The decay of the American character, St. Martin’s Press Nueva York, 199211 A. Confino, ‘Remembering the Second World War, 1945–1965: Narratives of victimhood and genocide’.

Cultural Analysis, vol. 4, 2005, pp. 46–75.12 S. Garkawe, ‘Revisiting the scope of victimology – How broad a discipline should it be?’ International

Review of Victimology, 11, 2004, pp. 275–29413 D. Bloomfield, T. Barnes y L. Huyse (eds.), Reconciliation after violent conflict: A handbook, International

Institute for Democracy and Electoral Assistance, Estocolmo, 2003; R. Strobl, ‘Constructing the victim: Theoretical reflections and empirical examples’, International Review of Victimology, vol. 11, 2004, pp. 295–311.

14 V. K. Aquino y K. Byron, nota 6 supra.

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un individuo que se percibe como una víctima y se siente como tal15, o que tiene “creencias de víctima”16.

No obstante, la pregunta que nos deberíamos plantear es si el sentimiento de victimización está basado únicamente en una autopercepción. Varios estudiosos agregan otra perspectiva al análisis: la mirada del entorno social. Existe una “cons-trucción social” del sentimiento de victimización que define las características de “víctima”, se las asigna a las víctimas y a su entorno social y legitima este “rótulo”17. Una vez que se da esta legitimación, los individuos habitualmente se esfuerzan por mantener ese sentimiento a través del tiempo. Asimismo, cabe destacar que la re-ferencia a la victimización como construcción social permite la variación cultural en la definición de la víctima según los diferentes contextos sociopolíticos18: “la victimización se da en un contexto de relación y en cierto entorno o cultura. Por lo tanto, la conducta de cada participante debe entenderse en el marco de la relación y en su contexto jurídico, económico, político y social”19.

Bases del sentimiento de victimización

Por consiguiente, el sentimiento de victimización se basa en tres elementos. En primer lugar, está arraigado en la comprensión del daño experimentado de ma-nera directa o indirecta20. En segundo lugar, la mera percepción personal no basta. “Víctima” es también un rótulo social; en otras palabras, el resultado del reconoci-miento social de un acto como daño ilegítimo. Por último, una vez que los indivi-duos se perciben como víctimas, generalmente intentan mantener esa condición.

Etapas secuenciales: el proceso de victimización

De modo que se puede considerar la victimización como un proceso so-cial dinámico dividido en varias etapas secuenciales como resultado de las cuales se concede a determinado individuo o a un grupo la condición de víctima21. Por ejemplo, según el enfoque de interacción simbólica, los individuos y los grupos adquieren la calificación de víctimas mediante el proceso social. Este proceso re-quiere haber experimentado un acto dañino y luego sufrimiento, la eliminación de la responsabilidad propia por ese sufrimiento, atribuirle causas al acto perjudicial y especificar las respuestas y conductas esperadas. Viano22 sostuvo que el proceso de victimización consta de cuatro etapas complementarias:

15 J.E. Bayley, “The concept of victimhood”, en D. Sank y D.I. Caplan (eds.), To be a victim: Encounters with crime and justice, Insight Books: Nueva York, 1991, pp. 53–67.

16 V. C. J. Sykes, nota 10 supra. 17 J.A. Holstein y G. Miller, Rethinking victimization: An interactional approach to victimology, Symbolic

Interaction, 13, 1990, pp. 103–122.18 V. J.E. Bayley, nota 15 supra; D. Bloomfield, T. Barnes y L. Huyse, nota 13 supra. 19 V. O. Zur, nota 3 supra. .20 V. D. Bloomfield, T. Barnes y L. Huyse, nota 13 supra; R. Strobl, nota 13 supra. 21 M.M. Lanier y S. Henry, Essential Criminology, Westview Press: Boulder, CO, 1998.22 E.C. Viano, ‘Victimology today: Major issues in research and public policy’, en E.C. Viano (ed.), Crime and

its victims: International research and public policy issues, Hemisphere: Nueva York, 1989, pp. 3-14.

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1. los individuos experimentan daño, lesiones o sufrimientos causados por otra persona o personas o por instituciones;

2. algunos de ellos perciben este daño como inmerecido, improcedente e in-justificado, lo que los lleva a considerarse víctimas;

3. algunas de las personas que se perciben a sí mismas como víctimas intentan obtener validación social tratando de persuadir a otros (familiares, amigos, autoridades, etc.) de que reconozcan que el daño ocurrió y que son víctimas;

4. algunos de los que afirman haber sido victimizados reciben la validación externa de su reclamo, y se convierten así en víctimas “oficiales” (en conse-cuencia pueden recibir apoyo y compensación social o institucional).

Análogamente, Strobl23 propuso cinco criterios mínimos que deben reunir-se para que se conceda a una persona la categoría de víctima:

1. debe tratarse de un único hecho perjudicial identificable;2. su evaluación debe ser negativa;3. se lo debe considerar como un suceso incontrolable;4. debe atribuírsele a un infractor social o individual; y5. debe considerarse que viola una norma compartida por la sociedad.

Sobre la base de las aclaraciones citadas precedentemente respecto de la definición, condición y concepción de víctima, nos proponemos ahora analizar el sentimiento colectivo de victimización, que es nuestro principal objetivo.

Sentimiento colectivo de victimización

Base colectiva

La premisa básica de este artículo es que así como los individuos expe-rimentan el sentimiento de victimización a partir de experiencias personales, los colectivos tales como los grupos étnicos también pueden experimentar ese senti-miento. Puede ser consecuencia de hechos que dañen a los miembros del colectivo en razón de su pertenencia, aun cuando no todos los integrantes del grupo vivan el daño de manera directa24. Los grupos pueden sufrir victimización colectiva, que, de manera similar a la individual, no se basa únicamente en una experiencia obje-tiva sino también en la construcción social que de ella se hace. Esto significa que en el nivel colectivo de victimización, los integrantes del colectivo tienen creencias comunes sobre la victimización de su grupo de pertenencia. El hecho de compartir esas creencias refleja un sentimiento de victimización colectiva. En ese caso, se debe percibir que el daño infligido está dirigido de manera intencional al grupo, o a sus integrantes, en razón de su pertenencia a este.

23 V. Strobl, nota 13 supra. 24 Nos centramos aquí únicamente en el sentimiento de victimización colectiva como consecuencia de la

conducta de otro grupo o grupos.

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Los integrantes del grupo experimentan ese sentimiento sobre la base de su identificación con el grupo. Un acto llevado a cabo con la intención de dañar al grupo en su conjunto o a algunos de sus miembros también afecta el pensamiento y los sentimientos de los otros miembros del grupo que no fueron perjudicados de manera directa25. Perciben que ese daño fue dirigido directamente contra ellos por sus preocupaciones por el bienestar del grupo y su identificación con las causas que persigue26.

Turner y sus colegas27 proponen una teoría psicosocial de la autocalifica-ción que es especialmente pertinente para analizar la relación entre los miembros del grupo, la identidad social y las creencias compartidas en el seno del grupo. Compartir creencias es uno de los elementos básicos para la formación de un gru-po, y la expresión de la identidad social común, ya que las creencias con contenidos especiales definen el prototipo de un grupo. Los individuos que se definen a sí mismos como miembros de un grupo adquieren esas creencias mediante el proceso de despersonalización como parte de la formación de su identidad social. Poste-riormente, continúan adoptando diversas creencias, actitudes y emociones sobre la base de las experiencias de su grupo28. En tal sentido encontramos, por ejemplo, claros indicios de que los miembros del grupo experimentan una empatía indirecta cuando presencian o se les informa sobre la angustia o el sufrimiento padecidos por compatriotas29. Este es un mecanismo psicológico subyacente importante en el desarrollo de un sentimiento colectivo de victimización entre los miembros del grupo que no padecen el daño de manera directa. Un estudio a gran escala efectua-do por Caims, Mallet, Lewis y Wilson30 revela que una gran mayoría de católicos y protestantes de Irlanda del Norte se autodefinen como víctimas del conflicto, a pesar de no haber sido perjudicados de manera directa, porque miembros de su grupo resultaron heridos.

Por consiguiente, el sentimiento de victimización colectiva autopercibida se basa y se refleja en el hecho de compartir creencias31, actitudes y emociones sociales. Estas aportan uno de los elementos fundamentales para un sistema social.

25 M.J.A. Wohl y N. Branscombe, ‘Collective guilt for current ingroup transgressions’, Journal of Personality and Social Psychology, vol. 94, N.º 6, 2008, pp. 988–1006.

26 O. David y D. Bar-Tal, Collective identity and nations: A Socio-psychological conception, 2008, manuscri-to entregado.

27 J.C. Turner, ‘Some current issues in research on social identity and self-categorization theories’, en N. Ellemers, R. Spears y B. Dosje (eds.), Social Identity: Context, Commitment, Content. Blackwell: Oxford, 1999, pp. 6–34; J.C. Turner, M.A. Hogg, P.J. Oakes, S.D. Reicher y M. Wetherell, Rediscovering the Social Group: A Self-Categorizing Theory. Blackwell: Oxford, 1987.

28 D. Bar-Tal, Shared Beliefs in a Society: Social Psychological Analysis, Sage: Thousands Oaks, CA, 2000; D.M. Mackie, T. Devos y E.R. Smith, From Prejudice to Intergroup Emotions: Differentiated Reactions to Social Groups, Psychology Press: Nueva York, 2002.

29 M.H. Davis, Empathy: A social psychological approach, Hawthorne: Nueva York, 1994.30 E. Cairns, J. Mallet, C. Lewis y R. Wilson, Who are the victims? Self-assessed victimhood and the Nor-

thern Irish conflict, NIO Research and Statistical Series, Informe N.º 7, Organismo de Investigación y Estadísticas de Irlanda del Norte (Northern Ireland Statistics and Research Agency), Belfast, 2003.

31 Las creencias sociales son conocimientos compartidos por los miembros de la sociedad que abordan temas y problemas que les preocupan de manera especial, y que contribuyen a su sentido de originalidad, V. D. Bar-Tal, nota 28 supra.

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Las creencias sociales compartidas, como las creencias sobre victimización, sirven como base para construir una realidad, una cultura, una identidad, una comuni-cación, una unidad, una solidaridad, un establecimiento de objetivos y actividades coordinadas, comunes, entre otros elementos32. Además, las sociedades pueden optar por internalizar daños pasados y “transformarlos en historias culturales po-derosas que forman parte de la identidad social”33. Por último, el sentimiento co-lectivo de victimización se vuelve un prisma a través del cual la sociedad procesa la información y toma decisiones.

Fundamentos pasados

Según han observado Staub y Bar-Tal, un aspecto imprescindible del sen-timiento colectivo de victimización es que un grupo puede tener ese sentimien-to en el presente como consecuencia de un daño infligido incluso en un pasado remoto: “Los grupos codifican experiencias importantes, en especial las relacio-nadas con grandes sufrimientos, en su memoria colectiva, la cual puede man-tener el sentimiento de heridas emocionales e injusticias pasadas a lo largo de generaciones”34. Esa codificación cumple varias funciones, de acuerdo con Liu y Liu35, quienes consideran que las culturas determinan sus memorias colectivas36

32 J.W.D. Dougherty (ed.), Directions in Cognitive Anthropology, Urbana: University of Illinois Press, 1985; K. Mannheim, Ideology and Utopia, Harcourt, Brace and Company: NY, 1952; R.K. Merton, Social Theory and Social Structure, Free Press: NY, 1957; T. Parsons, The Social System, Glencoe, IL, The Free Press, 1951; R.A. Shweder y R.A. LeVine (eds.), Culture Theory, Cambridge University Press: Cambridge, 1984.

33 A. Robben y M. Suarez-Orozco, Cultures under siege: Collective violence and trauma, Cambridge Univer-sity Press: Cambridge, 2000, p. 23.

34 E. Staub y D. Bar-Tal, ‘Genocide, mass killing, and intractable conflict: Roots, evolution, prevention, and reconciliation’, en D.O. Sears, L. Huddy y R. Jervis (eds.), Handbook of Political Psychology, 2003, Oxford University Press, Nueva York, p. 722.

35 J.H. Liu y S.H. Liu, ‘The role of the social psychologist in the benevolent authority and plurality of powers systems of historical affordance for authority’, en K.S. Yang, K.K. Hwang, P.B. Pedersen y I. Daibo (eds.), Progress in Asian social psychology: Conceptual and empirical contributions, Praeger: Westport, CT, 2003, pp. 43–46.

36 Se define la memoria colectiva como aquellas representaciones del pasado que son recordadas por los miem-bros de la sociedad como parte de la historia del grupo (v. W. Kansteiner, ‘Finding meaning in memory: A methodological critique of collective memory studies’, History and Theory, vol. 41, 2002, pp. 179–197). La memoria colectiva contiene las historias, los símbolos, modelos, mitos y sucesos que moldean la cultura del grupo. No pretende aportar una historia objetiva del pasado, sino que hace referencia a un pasado que es funcional y pertinente para la existencia actual de la sociedad, así como también para sus aspiraciones futu-ras. Crea, entonces, una historia construida en el ámbito social, cuyas bases pueden encontrarse en algunos sucesos verídicos , pero que es también parcial y selectiva, y distorsiona algunos hechos a fin de cumplir con las necesidades actuales de la sociedad (v. E. Hobsbawm y T. Ranger (eds), The Invention of Tradition, Cam-bridge University Press: Cambridge, 1983; J.H. Liu y D.J. Hilton, ‘How the past weighs on the present: Social representations of history and their role in identity politics’, British Journal of Social Psychology, vol. 44, N.º 4, 2005, pp. 537–556; B. Southgate, What is History For? Nueva York, Rutledge, 2005). Además, Corkako y otros hablan acercan de la “etnización de la memoria”, donde “la memoria misma y la interpretación del pa-sado se vuelven étnicamente exclusivas, con lo cual crean realidades subjetivas y psicológicas y significados simbólicos diferentes a partir de sucesos comunes en personas que pertenecen a diferentes grupos étnicos”. D. Corkalo, D. Ajdukovic, H. Weinstein, E. Stover , D. Djipa y M. Biro, ‘Neighbors again? Inter-Community relations after ethnic violence’, en E. Stover y H. Weinstein (eds.), My neighbor, my enemy: Justice and com-munity in the aftermath of mass atrocity, 2004, Cambridge University Press: Cambridge, pp. 143–161.

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según la “potencialidad histórica”. Esto significa que preservan aquellas historias que pueden ser funcionales para la vida del grupo. De hecho, la memoria colectiva está afianzada en el contexto socio-político-cultural específico que le imprime su significado. Connerton destacó que “nuestra experiencia con el presente depen-de en gran medida de nuestro conocimiento del pasado. Experimentamos nuestro mundo actual en el contexto que está conectado por una relación de causalidad con sucesos y objetos del pasado”37.

La obsesión constante por estos recuerdos, incluso una vez disipados sus efectos, puede explicarse por las funciones que desempeña el sentimiento colectivo de victimización. A pesar de las consecuencias obvias que acarrea el hecho de ser una víctima, que ya hemos visto, con frecuencia la posición de la víctima también se considera poderosa, ya que se la percibe como alguien moralmente superior, digno de compasión y consideración y a salvo de las críticas38. Como resultado de ello, un grupo puede cultivar la imagen de víctima y arraigarla en su cultura.

Los grupos conservan el sentimiento de victimización colectiva como con-secuencia de diversas experiencias traumáticas, como la ocupación colonial en el pasado, el gran daño que se les causó, las guerras a las que fueron sometidos o la prolongada explotación y discriminación, o el genocidio, muchos de ellos en el marco de conflictos atroces y violentos. A modo de ejemplo, los serbios conservan un sentimiento de victimización colectiva a causa de sus experiencias de violen-cia pasadas. Ese sentimiento se refleja claramente en una declaración publicada en abril de 1997 por un grupo de obispos, intelectuales y artistas serbios:

La historia de las tierras serbias…está plagada de instancias de genocidio contra los serbios y de éxodos a los que estuvieron expuestos. Los procesos de aniquilación de los serbios de las más diversas y brutales formas han sido continuos… sin embargo, siempre han defendido su propia existencia, espiritualidad, cultura y convicciones democráticas39.

Asimismo, los polacos sufrieron el yugo de la dominación imperial ejer-cida por Prusia, Rusia y Austria a través de los siglos, de lo cual “emergió un mito romántico que le atribuyó a la nación polaca un papel mesiánico como el “Cristo de las naciones”, o “el nuevo Gólgota”40. A través de ese sufrimiento, la irreprochable Polonia, la víctima inocente, expía los pecados de las demás naciones y asume así su deuda. El concepto que Polonia tiene de sí como la víctima inocente de la agresión de vecinos poderosos ha perdurado a través de los siglos hasta la actualidad y afecta la relación con Alemania y Rusia.

En tal sentido, Volkan41 sostiene que los grupos pueden adherirse a una experiencia particular de violencia y pérdida colectiva que los sobrevivientes no

37 P. Connerton, How Societies Remember, Cambridge University Press, Nueva York, 1989, p. 2.38 M. Kanan, ‘On victim and victimhood: The Iraqi case’, Current History, vol. 98, 1999, pp. 96–10639 Anzulovic, Heavenly Serbia: From myth to genocide, Hurst: Londres, 1999, p. 124.40 A. Jasinska-Kania, ‘Bloody revenge in “God’s Playground”: Poles’ collective memory of relations with Ger-

mans, Russians, and Jews’, International Journal of Sociology, vol. 37, N.º 1, 2007, p. 33.41 V. V. Volkan, nota 4 supra, p. 47.

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puedan superar y conservan en su memoria colectiva. El autor sostuvo que “si las circunstancias históricas no le permiten a una nueva generación revertir los senti-mientos de impotencia del pasado, la representación mental de la calamidad com-partida sigue actuando como elemento aglutinante entre los miembros del grupo. Sin embargo, en vez de elevar la autoestima del grupo, la imagen mental del su-ceso relaciona a las personas a través de un sentimiento continuo de impotencia, como si los miembros del grupo estuvieran cubiertos por un gran manto de victi-mización”. Esa experiencia se considera un “trauma elegido” y lleva a poner el foco colectivo en las experiencias de victimización del grupo, al punto tal que toda la identidad de los miembros del grupo pueda centrarse en ella42. Se la mantiene en la cultura y se la transmite a las nuevas generaciones. Podemos citar como ejemplos de esos “traumas elegidos” la derrota de los serbios a manos de los turcos en la Ba-talla de Kosovo en 1389, la masacre de chinos en Nanjing en 1937, el Holocausto en la Segunda Guerra Mundial, y la Nakba (catástrofe) palestina o el éxodo de los palestinos durante la guerra de 1948. Cada uno de estos acontecimientos tiene una gran trascendencia social; se lo recuerda, conmemora y utiliza para diversos fines de formas muy diversas a fin de que sirvan de enseñanza a la sociedad respectiva y a veces, incluso, para justificar la violencia contra otros grupos.

Podemos dar por sentado que los grupos que centran su memoria colec-tiva en ser una víctima y que se consideran como tal tienden a percibirse también como víctimas en nuevas situaciones en las que se los lastime. Esas sociedades son muy sensibles a indicios y condiciones concretas y tienden a usar fácilmente sus esquemas de victimización inherentes para aplicarlos a la nueva situación. Pode-mos citar como ejemplo a los serbios, que se consideraron víctimas en las guerras que se desataron en la ex Yugoslavia en la década del 90, en parte por su memoria colectiva de la Batalla de Kosovo (que había tenido lugar 600 años antes), pero también por los sucesos traumáticos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando cientos de miles de serbios fueron masacrados, y otros tantos, enviados a campos de concentración43. La traumática reconstrucción y explotación de viejos odios y temores, así como también el énfasis puesto en la victimización de los serbios en el pasado44, puede haber contribuido al nacionalismo que hizo estallar las guerras, los horrendos actos de venganza, las matanzas y las limpiezas étnicas masivas en la ex Yugoslavia45.

42 V. V. Volkan, nota 4 supra; H. Krystal, Massive Psychic Trauma, International University Press: Nueva York, 1968

43 V. B. Anzulovic, nota 39 supra. 44 J. Leatherman, W. DeMars, P.D. Gaffney y R. Vayrynen, Breaking cycles of violence: Conflict prevention

in intrastate cries, Kumarian Press: West Hartford, CT, 1999; G. Ross, The trauma vortex in action again in the Middle East, 2001, disponible en http://www.traumainstitute.org/articles.php (consultado el 24 de abril de 2009).

45 E. Staub, ‘Reconciliation after genocide, mass killing and intractable conflict: Understanding the roots of violence, psychological recovery , and steps toward a general theory’, Political Psychology, vol. 27, N.°6, 2006, pp. 867–894.

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Naturaleza psicológica de la victimización colectiva

Definimos entonces el sentimiento de victimización colectiva como un modo de pensar compartido por miembros del grupo resultante de la percepción de un daño intencional con secuelas graves y duraderas, infligido a un colectivo por otro grupo o grupos; un daño considerado como inmerecido, injusto e inmoral, y que el grupo no pudo evitar46. Ese modo de pensar surge como resultado de una construcción cognitiva de la situación en la cual se inflige el daño. El daño percibi-do puede infligirse en el presente o haber sido infligido en un pasado relativamente reciente, o estar muy presente en la memoria colectiva como un daño causado en un pasado remoto. Puede ser verídico o en parte imaginario, pero por lo general se basa en sucesos vividos. Puede ser a gran escala, como resultado de un suceso que tuvo lugar una vez (por ejemplo la derrota en una batalla o una guerra, el genoci-dio o la limpieza étnica) o el trato dañino y a largo plazo de un grupo, tal como la esclavitud, la explotación, la discriminación o la ocupación.

Síntomas de victimización

Cuando un grupo desarrolla un sentimiento de victimización, este cons-ta de creencias, actitudes, emociones y tendencias conductuales. Las creencias se centran, ante todo, en las diversas formas de daño, como pérdida, destrucción, su-frimiento, opresión, humillación o atrocidades calificadas como incontroladas e inevitables, que otro grupo inflige al grupo de pertenencia. Enfatizan que el daño es inmerecido e injusto, y lo consideran inmoral porque, para los miembros del grupo, viola las normas y los códigos morales básicos que rigen el comportamiento huma-no. Las creencias le atribuyen la responsabilidad del daño al otro grupo. Hacen hin-capié en las tribulaciones del grupo de pertenencia y de sus miembros; pertenecen a la duración y la continuidad de las experiencias perjudiciales, las circunstancias que las rodean y las graves consecuencias resultantes, y destacan la condición de ser una víctima, las obligaciones del perpetrador y las de la comunidad internacional. Esas creencias se centran en el hecho de que esas acciones ameritan las disculpas o el castigo del perpetrador o una compensación de su parte, y el derecho a ser objeto de empatía, apoyo y ayuda de la comunidad internacional.

Las actitudes expresan sentimientos negativos hacia los perpetradores y hacia aquellos que no reconocen la condición del grupo como víctima, mientras que los sentimientos positivos se vuelcan hacia aquellos grupos que se identifi-can con ellos y les brindan apoyo y ayuda. Desde el punto de vista emocional, el sentimiento de victimización normalmente se asocia con la ira, el temor y la auto-compasión. Por último, ese sentimiento se traduce en varias intenciones conduc-tuales como el deseo de evitar daños futuros y de vengar el daño ya ocasionado.

46 No afirmamos que todos los miembros del grupo deban compartir esta forma de pensar. Asumimos que en pleno conflicto sin solución aparente, la gran mayoría de los miembros del grupo la comparten; pero con el tiempo, ante el inicio y la continuación del proceso de paz, ese hecho puede disminuir significa-tivamente.

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Las creencias, actitudes, emociones y tendencias conductuales descriptas se pueden convertir en una parte muy dominante del repertorio de un grupo, asimilarse en su memoria colectiva, donde se lo conserva, elabora y activa con frecuencia. Se lo puede catalogar luego como síndrome de victimización.

Proceso de victimización colectiva

Aceptamos la idea según la cual, como en el caso del individuo, el senti-miento colectivo de victimización se desarrolla de manera progresiva. El o los actos llevados a cabo por otro grupo son solo la primera fase de ese desarrollo. Finalmen-te, esos patrones de conducta deben ser calificados como perjudiciales. La califica-ción se puede realizar de manera inmediata, siguiendo un suceso en particular (por ejemplo, un ataque como el del 1 de septiembre de 1939, cuando Alemania invadió Polonia), o mediante un proceso de autoexplicación como ocurre a veces en situa-ciones de discriminación, opresión, maltrato y explotación colectivas. Una vez más, la calificación del daño debe acompañarse de una evaluación del acto como injusto, inmerecido, inevitable e incontrolable por parte del grupo. Sobre la base de esas conclusiones, un colectivo se califica a sí mismo como víctima e intenta conferir a los demás miembros ese rótulo y las razones que lo fundamentan. Cuando el grupo se percibe a sí mismo como una víctima, hace un esfuerzo activo para persuadir a otros grupos y a toda la comunidad internacional de que tiene esa condición.

No obstante, contrariamente a lo que sucede en el caso del individuo, don-de existe la necesidad de reconocimiento del entorno social, el de la comunidad internacional no es una condición necesaria para la aparición y solidificación del sentimiento colectivo de victimización. Un grupo puede continuar considerándo-se víctima aunque la comunidad internacional no reconozca su victimización e incluso, a veces, considere a ese mismo grupo el perpetrador. Un ejemplo es Irán, que se percibe a sí mismo como víctima aunque la comunidad internacional tenga una percepción del país muy diferente. Ahmadinejad, el presidente iraní, declaró recientemente: “Hemos sido víctimas del terrorismo…”47, mientras que muchos países ven en Irán a un perpetrador que desarrolla armas de destrucción masiva y exporta el terror.

47 Sewell Chan, ‘Iranian Leader, Calling Introductory Remarks Insulting, Addresses Columbia’, New York Times, 25 de septiembre de 2007.

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El sentimiento de victimización en conflictos sin solución aparente

El sentimiento de victimización colectiva surge como tema principal en la filosofía del conflicto48 de las sociedades afectadas por conflictos sin solución apa-rente y es una parte fundamental de su memoria colectiva. La filosofía y la memoria colectiva del conflicto forman parte de la infraestructura psicosocial y aportan los contenidos para una cultura del conflicto que evoluciona a fin de cumplir con los desafíos que este plantea49. Las creencias sociales compartidas sobre la filosofía y la memoria colectiva presentan al propio grupo como la víctima del adversario. El eje de esas creencias es el daño injusto, los actos de maldad y las atrocidades perpetra-dos por el adversario. Ese concepto se forma a través de un largo período de violen-cia como consecuencia de los sufrimientos y las pérdidas de la sociedad50. Cuanto mayor y más prolongado sea el daño que experimenta la sociedad (en especial, la pérdida de vidas humanas) durante el conflicto, y cuanto más intensa y extensa sea la opinión de que el daño es inmerecido e injusto, más frecuente y afianzado será el sentimiento colectivo de víctima.

“Los campos de sangre de los conflictos étnicos nacionales y las tumbas de los caídos son la materia prima con las que están construidas las nacio-nes modernas, el material con que se teje el sentimiento nacional”51.

El sentimiento de victimización colectiva no está relacionado con la fuerza y el poderío de los grupos que participan en un conflicto sin solución aparente. Los

48 La filosofía del conflicto se define como la configuración de las creencias sociales fundamentales que aportan una orientación concreta dominante a la sociedad que sufre un conflicto prolongado sin solu-ción aparente (V. D. Bar-Tal, nota 28 supra). Se ha sugerido que en el contexto de conflictos sin solución aparente, dicha filosofía se desarrolla en ocho temas (v. D. Bar-Tal, Societal beliefs in times of intractable conflict: The Israeli case, International Journal of Conflict Management, 9, 1998, pp. 22–50; y D. Bar-Tal, nota 1 supra), como se detalla a continuación: Ante todo, las creencias sociales sobre la justicia de sus propias metas resumen las metas del conflicto, indican su importancia crucial y aportan sus razones y explicaciones. Las creencias sociales en materia de seguridad destacan la importancia de la seguridad personal y la supervivencia nacional, y resumen las condiciones para lograrlo. Las creencias sociales sobre el concepto colectivo positivo que la sociedad tiene de sí misma se ocupan de la tendencia etnocéntrica a atribuir rasgos, valores y conductas positivos a la sociedad que le es propia. Las creencias sociales sobre la victimización propia abarcan la autopreservación como víctima, en especial en el contexto de conflictos sin solución aparente. Las creencias sociales sobre la deslegitimación del oponente son creencias que niegan la humanidad del adversario . Las creencias sociales en materia de patriotismo generan un apego al país y a la sociedad al difundir lealtad, amor, atención y sacrificio. Las creencias sociales en materia de unidad se refieren a la importancia de ignorar conflictos y desacuerdos internos durante conflictos sin solución aparente a fin de aunar fuerzas ante una amenaza externa. Por último, las creencias sociales en materia de paz se refieren a la paz como el deseo máximo de la sociedad.

49 V. D. Bar-Tal, nota 1 supra.50 D. Bar-Tal, Collective memory of physical violence: Its contribution to the culture of violence, en E. Cair-

ns y M. D. Roe (eds.), The Role of Memory in Ethnic Conflict, Palgrave Macmillan: Houndmills, Reino Unido, 2003, pp. 77–93; v. también H.C. Kelman, nota 4 supra; J. Mack, nota 4 supra; J.V. Montville, Con-flict and Peacemaking in Multiethnic Societies, Nueva York: Lexington Books, 1991; v. también V. Volkan, nota 4 supra.

51 I. Zertal, Israel’s Holocaust and the Politics of Nationhood, Cambridge: Cambridge University Press, 2005, p. 9.

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grupos que son sólidos y poderosos en el plano político, económico y militar de to-dos modos se consideran víctimas o víctimas potenciales del conflicto. La autocla-sificación de víctima no necesariamente indica debilidad. Por el contrario, brinda fortaleza ante la comunidad internacional, que tiende, por lo general, a apoyar a la parte victimizada del conflicto y con frecuencia incita a los miembros de un grupo a vengarse y castigar al rival.

Tal es el caso de los rusos en el conflicto con Chechenia, de los estadouni-denses en la Guerra de Vietnam, de los judíos israelíes en el conflicto palestino-is-raelí, de los turcos en su conflicto con los kurdos, o de los ceilandeses en el conflicto de Sri Lanka. El sentimiento de victimización colectiva es el resultado del contexto desfavorable y del repertorio psicosocial que lo acompaña. La violencia, las pér-didas y el sufrimiento inevitables enmarcados dentro de la filosofía del conflicto llevan a la ineludible deducción de que se es la víctima del conflicto.

La formación del sentimiento de victimización colectiva se basa en las creencias sobre la justicia de los objetivos del propio grupo y en el concepto posi-tivo que uno tiene de sí mismo, a la vez que profundiza la maldad de los objetivos y de las características del enemigo52. En otras palabras, centrarse en la injusticia, el daño, la maldad y las atrocidades asociadas con el adversario mientras se hace hincapié en la justicia, moralidad y humanidad de la sociedad propia lleva a los miembros de la sociedad a presentarse como víctimas53. Las creencias sobre la vic-timización implican que el conflicto fue impuesto por un adversario, que no solo lucha por objetivos injustos sino que también recurre a medios violentos e inmo-rales para conseguirlos. Proveen el incentivo moral para buscar justicia y enfrentar al rival, así como también para movilizar el apoyo moral, político y material de la comunidad internacional. De hecho, estos tres temas de la filosofía del conflicto —creencias sociales acerca de la victimización, la justicia de las metas propias, y la deslegitimización del rival— forman un sistema triangular que constituye las creencias esenciales de un conflicto sin solución aparente54. Los tres temas se ali-mentan y sostienen entre sí, con lo cual contribuyen a que el conflicto continúe.

Por ejemplo, en el contexto del violento conflicto en Irlanda del Norte, tanto los católicos como los protestantes se consideran víctimas del otro. Ambos grupos se centran en el terrorismo del otro bando, y recuerdan los actos violentos de manera selectiva y culpan al adversario por ellos55. Lo mismo ocurre en el caso

52 V. D. Bar-Tal, nota 1 supra; J.D. Frank, nota 4 supra; H.C. Kelman, nota 4 supra; R.K. White, Nobody Wanted War: Misperception in Vietnam and Other Wars, Garden City, NY: Anchor Books, 1970

53 B. Sahdra y M. Ross, ‘Group identification and historical memory’, Personality and Social Psychology Bulletin, vol. 33, 2007, pp. 384–395

54 U. Gopher, Antecedents to the ethos of conflict in Israeli-Jewish society, Tesis de maestría presentada en la Universidad de Tel Aviv (en hebreo), 2006.

55 V. E. Cairns, J. Mallet, C. Lewis y R. Wilson, nota 30 supra; J.A. Hunter, M. Stringer y R.P. Watson, ‘In-tergroup violence and intergroup attributions’, British Journal of Social Psychology, vol. 30, 1991, pp. 261–266.

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de los judíos israelíes y los palestinos en el conflicto árabe-israelí56; los serbios y los croatas en el conflicto surgido tras la declaración de la independencia de Croacia en junio de 199157; los chipriotas griegos y los chipriotas turcos58, y los tamiles y los ceilandeses en Sri Lanka59. Cada comunidad ve en el otro bando la causa de su sufrimiento y percibe al suyo como no responsable; en otras palabras, como la víctima.

En síntesis, tal como lo hemos definido, el sentimiento de victimización colectiva tiene varias consecuencias importantes durante un conflicto sin solución aparente:

1. provoca un estado de ánimo particular en los miembros de la sociedad; 2. aporta una percepción de sí mismo rígida, duradera, con pocas probabi-

lidades de cambiar mientras dure el conflicto, y que muy probablemente persista mucho tiempo después;

3. está acompañado de emociones negativas intensas como la ira, el temor o la autocompasión;

4. aparece automáticamente en situaciones de violencia debido a la naturaleza emocional y teleológica subyacente;

5. funciona como un prisma a través del cual los miembros de la sociedad evalúan sus experiencias, en especial en el contexto del conflicto;

6. exagera la diferencia entre los grupos que forman parte del conflicto;7. implica que el rival puede lastimar constantemente y, por lo tanto, la socie-

dad vive en condiciones de amenaza continuas;8. tiene graves consecuencias cognitivas y emocionales que también refuerzan

la percepción que el colectivo tiene sobre sí mismo como víctima; y9. tiene consecuencias conductuales para la sociedad, ya que sugiere que no

merece el daño, y que, por lo tanto, se deben tomar medidas para evitar cual-quier daño futuro y para castigar al adversario por el daño ya ocasionado.

Por consiguiente, el sentimiento de victimización colectiva habitualmente se traduce en ciclos de violencia por los actos preventivos y vengativos.

56 D. Bar-Tal, Living with the conflict: Socio-psychological analysis of the Israeli-Jewish society, Jerusalem: Carmel (en hebreo), 2007; N. Caplan, ‘Victimhood and identity: Psychological obstacles to Israeli recon-ciliation with the Palestinians’, en K. Abdel-Malek y D.C. Jacobson (eds.), Israeli and Palestinian Identities in History and Literature, St Martin’s Press: Nueva York, 1999, pp. 63–86; L. Khalili, Heroes and Martyrs of Palestine – The politics of national commemoration, Cambridge University Press: Nueva York, 2007; N. Rouhana y D. Bar-Tal, ‘Psychological dynamics of intractable conflicts: The Israeli- Palestinian case’, American Psychologist, vol. 53, 1998, pp. 761–770; J. Vollhardt, ‘The role of victim beliefs in the Israeli-Palestinian conflict: Risk or potential for peace?’ Peace and Conflict: Journal of Peace Psychology (en imprenta).

57 V. V. Volkan, nota 4 supra, p. 54.58 M. Hadjipavlou, ‘The Cyprus conflict: Root causes and implications for peacebuilding’, Journal of Peace

Research, vol. 44, N.° 3, 2007, pp. 349–36559 R. Ramanathapillai, ‘The politicizing of trauma: A case study of Sri Lanka’. Peace and Conflict: Journal of

Peace Psychology, vol. 12, 2006, pp. 1–18.

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Funciones

El sentimiento de victimización colectiva cumple importantes funciones para las sociedades afectadas por conflictos sin solución aparente60. Esas funciones permiten comprender por qué los grupos realizan un esfuerzo activo en pos de crear y, luego mantener, ese sentimiento de victimización.

Algunas explicaciones

En primer lugar las creencias sobre la victimización colectiva autopercibi-da cumplen la función epistémica de esclarecer la situación de conflicto. La situa-ción de un conflicto sin solución aparente es extremadamente amenazante y está acompañada de estrés, vulnerabilidad, incertidumbre y temor, además de que hace trizas las concepciones previas del mundo. Frente a la ambigüedad y la imprede-cibilidad, los individuos deben satisfacer su necesidad de comprender el conflicto de manera integral, lo que da un cuadro de situación coherente y predecible61. Las creencias sociales sobre la victimización colectiva cumplen con estas exigencias, ya que aportan información y explicaciones sobre el conflicto, explican quién es el responsable del daño que este ocasiona, cuál es el bando malo y cuál es la víctima.

60 J. Holmwood, ‘Functionalism and its critics’, en A. Harrington (ed.), Modern Social Theory: an introduc-tion, Oxford University Press: Oxford, 2005, pp. 87–109.

61 J.W. Burton (ed.), Conflict: Human Needs Theory, St Martin’s Press: Nueva York, 1990

Sentimiento de victimización

Memoria colectiva del pasado no relacionada

con el conflicto

• Daño intencional percibido• Considerado como

inmerecido, injusto e inmoral• Considerado como inevitable• Se perciben consecuencias

graves y duraderas

• Visión cambiada del mundo• Egocentrismo y falta de

empatía• Procesamiento selectivo y

sesgado de la información• Menor responsabilidad y

rendición de cuentas• Derecho moral• Mayor empatía y conductas

pro-sociales (rara vez)

Contexto

Conflicto sin solución aparente

Interpretación Transmisión

Difusión

Figura 1. Modelo del sentimiento de victimización colectiva en conflictos sin solución aparente

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Cómo manejar el estrés

Además, sentirse víctima ayuda a manejar el estrés provocado por las con-diciones de un conflicto sin solución aparente. Un manejo exitoso del estrés con frecuencia implica entender y encontrar sentido a las condiciones que lo generan dentro de esquemas existentes y de la mirada mundial actual, o ajustar esa mirada a los hechos62. Las creencias sociales en materia de victimización proveen ese sig-nificado y permiten “que se encuentre el sentido”.

Justificativo moral

En su función moral, sentirse víctima delega responsabilidad tanto por el estallido del conflicto como por la posterior violencia hacia el adversario. Además, aporta el peso moral para buscar justicia y oponerse al adversario y, por lo tanto, sirve para justificar y legitimizar los actos perjudiciales del grupo de pertenencia hacia el enemigo, incluso la violencia y la destrucción63.

Diferenciación y superioridad

El hecho de sentirse víctima genera un sentimiento de diferenciación y superioridad64. Agudiza las diferencias entre los grupos porque, si bien describe al rival en términos deslegitimizantes y al mismo tiempo lo responsabiliza por ac-tos injustos e inmorales, presenta a la propia sociedad como la única víctima del conflicto. Como las sociedades que participan en conflictos sin solución aparente consideran que sus fines están justificados y se perciben de manera positiva, le atri-buyen al rival toda la responsabilidad por el estallido del conflicto, su continuación y, en especial, su violencia. El repertorio se centra en la violencia, en las atrocidades, en las crueldades, en la falta de interés por la vida humana y en el salvajismo del otro bando. Describe al otro grupo como inhumano e inmoral; al conflicto como intransigente, irracional, de amplio alcance e irreconciliable, y esto excluye cual-quier solución pacífica. Estas creencias se contraponen con las creencias sociales sobre la concepción positiva que el colectivo tiene de sí mismo, lo cual presenta al grupo de pertenencia en términos positivos y como la víctima del conflicto.

62 A. Antonovsky, Unraveling the Mystery of Health: How People Manage Stress and Stay Well, Jossey-Bass: San Francisco, 1987; V.E. Frankl, Man’s Search for Meaning, Washington Square Press: Nueva York, 1963; R. Janoff-Bulman, Shattered Assumptions: Towards a New Psychology of Trauma, The Free Press: Nueva York, 1992; S.E. Taylor, ‘Adjustment to threatening events: A theory of cognitive adaptation’, American Psychologist, vol. 38, 1983, pp. 1161–1173.

63 D.E. Apter (ed.), Legitimization of Violence, New York Universtity Press: Nueva York, 1997; J.T. Jost y B. Major (eds.), The Psychology of Legitimacy: Emerging Perspectives on Ideology, Justice, and Intergroup Relations, Cambridge University Press, Nueva York, 2001.

64 J. Sidanius y F. Pratto, Social Dominance, Cambridge University Press, Nueva York, 1999.

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Preparación e inmunización

El hecho de sentirse víctima prepara a la sociedad para actos amenazan-tes y violentos del enemigo, así como también para condiciones de vida difíciles. Alerta a la sociedad respecto de la información que comunica el daño potencial y las confrontaciones violentas continuas, lo que le permite prepararse psicológica-mente para el conflicto duradero e inmunizarse contra las experiencias negativas. La sociedad está atenta y es sensible a insinuaciones de amenazas, por lo que no pueden surgir sorpresas. En ese sentido, el repertorio psicológico también permite la previsibilidad económica, que es una de las condiciones básicas para manejar la tensión de manera satisfactoria65.

Solidaridad

El hecho de sentirse víctima sirve como base para la unidad y la solidari-dad, ya que implica una amenaza para el bienestar colectivo e incluso para su super-vivencia66. Destaca la necesidad de unidad y solidaridad, que son dos condiciones importantes para sobrevivir ante el continuo daño ocasionado por el rival. La vic-timización colectiva puede servir como “adhesivo social”, que une a los miembros del colectivo ante la amenaza actual y los “traumas elegidos” del pasado67. Varias sociedades han utilizado esa base de unidad, ya que esa representación “parece ser capaz de suavizar las diferencias étnicas y regionales”68.

Patriotismo y movilización

La función del sentimiento de víctima es fomentar el patriotismo, la mo-vilización y la acción69. Pone de relieve las necesidades en materia de seguridad como un valor fundamental y señala una situación de emergencia que requiere de movilización y sacrificio, esenciales para contrarrestar la amenaza. Implica la necesidad de emplear todos los esfuerzos y recursos del grupo en la lucha contra el perpetrador. Ocupa un papel central para estimular el patriotismo, lo que provoca la buena disposición para realizar diversos sacrificios con el fin de defender al gru-po y al país, y vengar los actos de violencia llevados a cabo por el enemigo. Además, les recuerda a los miembros del grupo los anteriores actos violentos del enemigo y les muestra que pueden repetirse. La consecuencia es que los miembros de la sociedad se deberían movilizar en vista de la amenaza, e incluso adoptar medidas violentas para evitar daños posibles y vengar el daño ya ocasionado. Por lo tanto,

65 V. A. Antonovsky, nota 62 supra; R.S. Lazarus y S. Folkman, Stress, Appraisal and Coping, Springer Pu-blishing Company: Nueva York, 1984.

66 S. Rosenberg, Victimhood, Intractable Conflict Knowledge Base Project, Conflict Research Consortium, Universidad de Colorado, 2003, disponible en http://www.intractableconflict.org/m/victimhood.jsp (con-sultado el 27 de abril de 2009).

67 V. V. Volkan, nota 4 supra.68 V. J.H. Liu y D.J. Hilton, nota 36 supra, p. 546.69 D. Bar-Tal y E. Staub, Patriotism in the Life of Individuals and Nations. Nelson-Hall: Chicago, 1997.

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esta función es fundamental para hacer frente al desafío de enfrentar al enemigo en el conflicto.

Por ejemplo, en el caso de Sri Lanka, grupos militantes usaban historias de victimización para reclutar a tamiles e inducirlos a cometer actos violentos70. Ra-manathapillai sostiene que: “las historias sobre sucesos traumáticos se han vuelto tanto un símbolo poderoso como una herramienta eficaz para crear nuevos comba-tientes”71. Asimismo, en un discurso pronunciado justo antes de la invasión israelí al Líbano en 1982, el Primer Ministro israelí Menachem Begin utilizó la victimiza-ción colectiva como una razón a favor de la guerra.

“Es nuestro destino que en Israel no haya otra salida más que la lucha”, de-claró Begin, y agregó: “No permitiremos otro Treblinka”. Al mencionar el conocido campo de exterminio, Begin activó creencias sobre la victimización colectiva.

Cómo obtener el apoyo internacional

La victimización en un conflicto permite evitar las críticas y obtener el res-paldo de la comunidad internacional, en especial cuando el grupo o la sociedad en cuestión es la parte débil, sufre más y no viola códigos morales de conducta de al-cance internacional. No se culpa a las víctimas por el estallido del conflicto ni por la violencia que le sobreviene, ya que están sufriendo por la violencia injustificada del agresor. Esto es fundamental para obtener el respaldo de la opinión pública mundial, así como también para aumentar la probabilidad de recibir apoyo moral, político y material. En el período posterior al conflicto, coloca al grupo o a la sociedad en una posición de ventaja —en especial si el rival acepta esa condición— como el bando que debería recibir apoyo, asistencia, compensación y disculpas, por ejemplo.

Victimización competitiva

Como ya hemos mencionado, “la condición de víctima presenta a la víctima como merecedora de compasión, apoyo, ayuda externa. Por definición, las víctimas son vulnerables, y toda violencia por su parte se puede interpretar como la conse-cuencia de su victimización. La adquisición de esa condición se vuelve una manera institucionalizada de escapar de la culpa, la vergüenza o la responsabilidad”72. Por lo tanto, no debe sorprender que las mencionadas “recompensas” inherentes a esta categorización puedan provocar una “victimización competitiva” entre ambos ban-dos de un conflicto sin solución aparente73. Cada uno de los adversarios de un conflicto de estas características hace todo lo posible para persuadir a su propia so-ciedad, al bando rival y a la comunidad internacional de que es la única víctima del

70 V. R. Ramanathapillai, nota 59 supra. 71 Ibíd, p.1.72 M. Smyth, ‘Putting the past in its place: Issues of victimhood and reconciliation in Northern Ireland’s

peace process’, en N. Biggar (ed), Burying the Past: Making Peace and Doing Justice after Civil Conflict, Georgetown University Press: Washington, DC, 2001, p. 126,

73 M. Noor, R.J. Brown y G. Prentice, ‘Precursors and mediators of intergroup reconciliation in Northern Ireland: A new model’, British Journal of Social Psychology, vol. 47, 2008, pp. 481–495.

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enfrentamiento. El bando que gana esa condición se asegura el apoyo internacional y, con frecuencia, la ayuda financiera, dado que la comunidad internacional tiende a asistir a los grupos que son percibidos como víctimas. En tal sentido, Nadler y Shnabel74 examinaron el uso frecuente de la terminología de víctima por los pales-tinos tanto como por los israelíes. Sostienen que “la competencia por la victimiza-ción” entre estos rivales es, en verdad, una lucha por la identidad social moral. Los palestinos describen a los israelíes como una fuerza imperialista, y a veces compa-ran a los soldados judíos con los nazis75. Por otro lado, los judíos israelíes insisten en que son víctimas de la agresión árabe76. Estos dos grupos se esfuerzan por al-canzar una identidad moral social al favorecer las tragedias de su propio grupo por sobre las del otro bando. Asimismo, Noor y otros77 han señalado que los católicos y los protestantes en Irlanda del Norte no solo se centran en la victimización de su propio grupo de pertenencia, sino que también compiten para determinar cuál de los dos grupos es el que más sufre.

Cómo mantener el sentimiento de victimización colectiva

Si tenemos en cuenta los beneficios psicológicos, sociales y políticos que se pueden obtener a partir de la victimización colectiva, no es extraño que las so-ciedades que participan de un conflicto sin solución aparente procuren mantener el sentimiento de victimización a través del tiempo, o al menos mientras dure el conflicto. Se esfuerzan por alimentar las creencias y los sentimientos que están arraigados en el sentimiento de victimización e intentan asimilarlos en la memoria colectiva de la sociedad, así como también en la filosofía del conflicto y en la orien-tación emocional colectiva78.

En aras de mantener este tema en el repertorio de los miembros de la socie-dad, las creencias que forman la condición de víctima se transmiten y diseminan a través de los canales de comunicación y las instituciones de la sociedad. Estas com-plementan la transmisión interpersonal, así como también las experiencias perso-nales de sufrimiento. El sistema educativo ocupa un papel de suma importancia en inculcar esas creencias mediante los libros de texto, los programas de educación, las ceremonias que tienen lugar en las escuelas y los mensajes explícitos e implícitos de los maestros. Además, el discurso público en las arengas de los líderes, los artículos periodísticos y textos presentes en diversos canales de comunicación fortalecen de manera continua el sentimiento de victimización colectiva. Es habitual que los polí-ticos recurran a la victimización colectiva como fuente de poder político, y los recor-datorios de victimizaciones presentes y pasadas son un tema potente para reclutar

74 A. Nadler y N. Shnabel, ‘Instrumental and socio-emotional paths to intergroup reconciliation and the need-based model of socio-emotional reconciliation’, en A. Nadler, T. Malloy y J. Fisher (eds.), Social Psychology of Intergroup Reconciliation, Oxford University Press: Nueva York, 2006, pp. 37–56.

75 N. Oren y D. Bar-Tal, ‘The detrimental dynamics of delegitimization in intractable conflicts: The Israeli-Palestinian case’, International Journal of Intercultural Relations, 31 (1), 2006, pp. 111–126.

76 V. Bar-Tal, nota 56 supra.77 V. M. Noor, R.J. Brown y G. Prentice, nota 73 supra.78 V. D. Bar-Tal, nota 1 supra.

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y movilizar. En el ámbito social y cultural formal, las fechas conmemorativas, los feriados religiosos y nacionales, y las ceremonias que los acompañan sirven como rutina anual para recordarles a los miembros de la sociedad su victimización. Por último, los productos culturales de diversos tipos son un medio importante para transmitir las creencias y sentimientos sobre la victimización de la sociedad. Los libros, películas, obras teatrales e incluso las muestras de arte pueden comunicar el sentimiento de victimización colectiva a quienes consumen esos productos. La so-ciedad israelí constituye un ejemplo de cómo las fuentes sociales, políticas, educa-tivas y culturales ocupan un papel en la formación, transmisión y diseminación del sentimiento de victimización colectiva79. La manera en que los serbios mantienen su sentimiento de victimización es otro ejemplo de su continua socialización80.

Consecuencias

Un sistema de creencias sobre la victimización de la propia sociedad tiene una profunda influencia en todos los aspectos de la vida de sus miembros y de la sociedad en su conjunto. A continuación se resumen algunas de las consecuencias principales.

79 L. Adar y H. Adler, Values Education for Immigrant School Children, Universidad Hebrea y Ministerio de Cultura y Prensa Educativa: Jerusalem, 1965, (en hebreo); R. Arviv-Abbramovich, State ceremonies as mechanism for inculcating ethos of conflict in times of intractable conflict: The Israeli case, 2004, Tesis de maestría presentada en la Universidad de Tel Aviv (en hebreo); D. Bar-Tal, nota 48 supra; D. Bar-Tal, ‘The rocky road towards peace: Societal beliefs functional to intractable conflict in Israeli school textbooks’, Journal of Peace Research, vol. 35, 1998, pp. 723–742; D. Bar-Tal, nota 56 supra; D. Bar-Tal y D. Antebi, ‘Siege mentality in Israel’, International Journal of Intercultural Relations, 16, 1992, pp. 251–275; N. Ben-Shaul, A violent world: TV news images of Middle Eastern terror and war, Rowman y Littlefield: Boulder, CO, 2006; O. David, The crystallization and transformations of the Jewish-Israeli identity: A study of identity reflection in Hebrew readers of the 20th century, tesis doctoral, 2007, Universidad de Tel Aviv (en hebreo); R. Firer, The Agents of Zionist Education, Hakibutz Hameuhad Tel-Aviv, 1985, (en hebreo); C.S. Liebman y E. Don-Yehiya, Civil religion in Israel: Traditional Judaism and political culture in the Jewish state, University of California Press: Berkeley, CA, 1983; D. Ofer, ‘History, memory and identity: Percep-tions of Holocaust in Israel’, en U. Rebhun y C.I. Waxman (eds.), Jews in Israel. Contemporary social and cultural patterns, Brandeis University Press: Hanover NH, 2004, pp. 394–417; E. Podeh, The Arab-Israeli conflict in Israeli history textbooks, 1948–2000, Bergin and Garvey: Westport, CT, 2002; D.A. Porat, ‘From the scandal to the Holocaust in Israeli education’, Journal in Contemporary History, vol. 39, 2004, pp. 636–619; T. Segev, The Seventh Million: The Israelis and the Holocaust, Henry Holt y Co: Nueva York, 2000; E. Shohat, Israeli Cinema: East/west and the Politics of Representation, University of Texas Press: Austin, TX, 1989; H. Yaoz, The Holocaust in Hebrew Literature – As historical and transhistorical fiction, 1980, Tel-Aviv: Eked (en hebreo); J. Yedger, Our Story: The National Narrative and the Israeli Press, Haifa University Press: Haifa, 2004, (en hebreo); A. Yurman, Victimization of the holocaust as a component of the cultural-political discourse in Israeli society between the years 1948–1998, tesis doctoral, 2001, Universidad de Bar-Ilan (en hebreo); I. Zertal, nota 51 supra; M. Zuckermann, Shoah in the sealed room – The Holocaust in the Israeli press during the Gulf war, Hubermann: TelAviv, 1993 (en hebreo).

80 V. B. Anzulovic, nota 39 supra; S. Jansen, ‘Why do they hate us? Everyday Serbian nationalist knowledge of Muslim hatred’, Journal of Mediterranean Studies, vol. 13, N.° 2, 2003, pp. 215–237; D.B. MacDonald, Balkan holocaust? Serbian and Croatian victim-centered propaganda and the war in Yugoslavia, Man-chester University Press: Manchester, 2002; N. Malcolm, Bosnia: A Short History, New York University Press: Nueva York, 1994; T. Pavasovic, The political dynamics of ethnicity change: A casestudy of Serbian textbooks 1970–2002, ponencia presentada en la Conferencia de Harvard-Oxford-Estocolmo en Estocol-mo, 14–16 de abril de 2006; V. Volkan, nota 4 supra.

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Efectos en la mirada del mundo

Mirada general

El sentimiento de victimización colectiva basado en un daño continuo o incluso en un importante suceso traumático al que un grupo fue sometido puede convertirse en la piedra basal para la construcción de una nueva realidad. Esas ex-periencias y las creencias posteriores sobre la victimización del grupo pueden cam-biar la mirada que tiene del mundo en general al dar por tierra con las construccio-nes de la autopercepción colectiva y transformar los supuestos sobre las relaciones entre grupos y el mundo mismo. Los cambios se dan porque, naturalmente, los colectivos victimizados intentan explicar el daño infligido, hacer inferencias, sacar conclusiones y extraer enseñanzas. El primer resultado de esos procesos es culpar al perpetrador y a los circunstantes (grupos que no evitaron que se produjera el daño) y alimentar los sentimientos y las intenciones de venganza. A veces, los colectivos tienden incluso a culpar a su propio grupo porque eso parece ser una explicación razonable para una situación absolutamente inconcebible81. Muy a menudo, afir-man la percepción del mundo como un lugar peligroso, plantean un sentimiento de intensa vulnerabilidad, generan mayor conciencia respecto de la dependencia que el grupo tiene de otros y socava las creencias en un mundo justo82. Algunas veces, el sentimiento de victimización colectiva está acompañado del temor a una aniquila-ción física o simbólica83. Además, los colectivos suelen desarrollan sentimientos de impotencia, humillación, falta de control, desconfianza del grupo rival y la creencia de que es muy poco lo que se puede hacer para cambiar la situación84.

Postura sobre las normas humanitarias

Uno de los efectos específicos que se investigó tiene que ver con la percep-ción de las normas humanitarias. Sobre la base de un estudio a muy gran escala lleva-do a cabo en catorce áreas de conflicto en diferentes partes del mundo, Elcheroth 85

81 E. Staub, ‘Breaking the cycle of genocidal violence: Healing and reconciliation’, en J. Harvey (ed.), Perspec-tives on Loss, Taylor y Francis, Washington DC, 1982, pp. 231–241; E. Staub y L.A. Pearlman, ‘Healing, reconciliation and forgiving after genocide and other collective violence’, en S.J. Helmick y R.L. Petersen (eds.), Forgiveness and Reconciliation: Religion, Public Policy and Conflict Transformation, Templeton Foundation Press, Randor, PA, 2001, pp. 205–229.

82 V. J. Herman, nota 5 supra; J. Mack, nota 4 supra; E. Staub y D. Bar-Tal, nota 34 supra; O. Zur, ‘Rethinking “Don‘t blame the victim”: The psychology of victimhood’, Journal of Couples Therapy, vol. 4, 1994, pp.. 15–36.

83 V. J.V. Montville, nota 50 supra.84 J. Chaitin y S. Steinberg, ‘You should know better: Expressions of empathy and disregard among victims

of massive social trauma’, Journal of Aggression, Maltreatment and Trauma, vol. 17, N.° 2, 2008, pp. 197–226; E.G. Lindner, ‘Humiliation and human condition: Mapping a minefield’, Human Rights Review, vol. 2, N.° 2, 2001, pp. 46–63; E. Staub y L.A. Pearlman, nota 81 supra; V. Volkan, nota 4 supra, así como también ‘Transgenerational transmission and Chosen Traumas: An aspect of large-group identity’, Group Analysis, vol. 34, 2001, pp. 79–97.

85 G. Elcheroth, ‘Individual-level and community-level effects of war trauma on social representations rela-ted to humanitarian law’ European Journal of Social Psychology, vol. 36, 2006, pp. 907–930.

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descubrió que, en el plano individual, las víctimas de violencia tienden a abandonar la concepción jurídica de las normas humanitarias en favor de una concepción según la cual esas normas pueden violarse si se dan ciertas condiciones. Sin embargo, esos mismos individuos continuaron apoyando los principios morales de esas normas. La sorprendente conclusión que se desprende de este estudio corresponde al plano co-munitario, lo cual demuestra que en la comunidad se desarrolla un clima normativo que favorece la concepción jurídica de las normas humanitarias. Un análisis diferente de los mismos datos llevado a cabo por Spini, Elcheroth y Fasel86 demostró un efecto de la vulnerabilidad colectiva por ellos definida como una amenaza real o simbólica para la supervivencia del colectivo como un todo. El análisis demuestra que en una situación de conflicto donde los riesgos de convertirse en víctima están tan disemina-dos que incluso los grupos dominantes no pueden proteger eficazmente a sus miem-bros —esto es, desarrollar vulnerabilidad colectiva— se genera un clima que favorece la defensa de las normas humanitarias dentro de la comunidad.

Percepción del conflicto

El hecho de sentirse víctima del conflicto no solo influye en la percepción que se tiene del mundo en general, sino también del conflicto en sí. En primer lu-gar, el sentimiento de victimización colectiva refuerza enormemente las creencias sociales en la equidad de las metas propias durante un conflicto y en la deslegitimi-zación del rival. Esa actitud refuerza en forma considerable la filosofía del conflicto, que es uno de los incentivos principales para que continúe87. Por lo tanto, un sóli-do sentimiento de victimización tiene efectos sobre el curso que toma el conflicto. Los miembros de la sociedad, que se perciben a sí mismos como víctimas injustas, defienden vigorosamente su filosofía del conflicto y luchan por alcanzar sus metas, evitar daños futuros, y vengar las pérdidas y la destrucción ya ocasionadas. Todas esas maneras de pensar y conductas están acompañadas de una intensa hostilidad, desconfianza y odio dirigidos directamente hacia el rival, lo cual impide comenzar a transitar el proceso de consolidación de la paz. Un estudio llevado a cabo en Cro-acia y Serbia por Corkalo Biruski y Penic88 mostró que la culpa colectiva podría funcionar como un mecanismo de mediación en la relación entre las experiencias traumáticas y las actitudes del grupo contrario.

En ese estudio se descubrió que, cuanto más sufre la gente, más culpan colectivamente al grupo que perciben como responsable de su sufrimiento.

Esto provocó una mayor distancia social respecto del grupo contrario al que atribuían su situación.

En un estudio reciente que se hizo de una muestra nacional de judíos israelíes durante el verano de 2008, se encontraron vínculos significativos entre la

86 D. Spini, G. Elcheroth y R. Fasel, ‘The impact of groups norms and generalization of risks on judgments of war behavior’, Political Psychology, vol. 29, 2008, pp. 919–941.

87 D. Bar-Tal y E. Halperin (en preparación), ‘Socio-psychological barriers to conflict resolution’, en D. Bar-Tal (ed.), Intergroup Conflicts and their Resolution: Social Psychological Perspective, Psychology Press: Nueva York

88 V. D. Corkalo Biruski y S. Penic (en preparación), nota 4 supra.

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percepción del conflicto árabe-israelí y la creencia respecto de su condición de vícti-ma de dicho conflicto (es decir, alrededor del 40,6% de los encuestados estuvo muy de acuerdo o de acuerdo con la siguiente afirmación: “A lo largo de todos los años del conflicto, Israel ha sido la víctima y los árabes y los palestinos son el bando que causa el daño”, y otro 20,8% estuvo algo de acuerdo con ella). En concreto, cuánto más fer-vientemente creía un encuestado que Israel era víctima del conflicto, más (1) acep-taba la historia sionista sobre el conflicto; (2) creía que los judíos tienen derechos exclusivos a toda la tierra de Israel; (3) manifestaban opiniones deshumanizantes sobre los árabes y los palestinos; (4) les atribuían la responsabilidad por el estallido y la continuación del conflicto; (5) creían que los judíos mostraban un comporta-miento moral durante el enfrentamiento y (6) sentían odio hacia los árabes. Los en-cuestados que creían fuertemente en la victimización de Israel también estuvieron menos dispuestos a ceder en varios temas clave presentes en las negociaciones entre Israel y Palestina (es decir, la retirada, Jerusalén, el problema de los refugiados), se mostraron más a favor de actos contundentes hacia los palestinos y menos abiertos a información alternativa sobre el conflicto89.

Mentalidad de sitio

Una de las posibles consecuencias de un continuo sentimiento de victimi-zación es el desarrollo de una mentalidad de sitio90, la cual denota una desconfian-za generalizada en los demás grupos y sentimientos negativos hacia ellos. Dicha mentalidad se basa en un sistema de creencias que indican que los otros grupos tienen intenciones negativas de lastimar al colectivo. Ese síndrome se desarrolla cuando otros grupos apoyan directa o indirectamente al rival (el perpetrador), que es considerado como el mal. La Unión Soviética luego de la revolución bolchevique o el Irán actual son ejemplos de esa mentalidad de sitio.

Efectos sobre la identidad

Según Volkan91, en algunos casos, la fuerte percepción de sí mismo como una víctima puede redefinir la identidad colectiva. De hecho, Adwan y Bar-On92 sostuvieron que desarrollar la autopercepción colectiva como víctima implica un proceso de identidad que se da en conflictos extensos y violentos, donde uno o am-bos bandos reconstruyen su respectiva identidad en torno a su victimización por parte del otro bando. La huella de las experiencias pasadas en los polacos es un ejem-plo de cómo las creencias en materia de victimización pueden afectar la identidad. Se basa en traumas y recuerdos compartidos del sufrimiento y daño padecidos93.

89 V. E. Halperin y D. Bar-Tal (en preparación) Collective beliefs about victimhood in the Israeli Jewish society and their effects on the view of the Israeli-Arab conflict.

90 V. D. Bar-Tal, nota 28 supra; D. Bar-Tal y D. Antebi, nota 79 supra.91 V. V. Volkan, nota 4 supra.92 S. Adwan y D. Bar-On, Victimhood and Beyond: The Bethlehem Encounter, Newton Center, Boston,

2001.93 V. A. Jasinska-Kania, nota 40 supra.

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Además, la percepción del pueblo judío como víctima de un mundo hostil, que sur-gió a comienzos de su historia 94, se ha convertido en una parte central de la filosofía y la identidad judeo-israelí, y tiene un efecto fundamental sobre la forma en que los judíos israelíes perciben la situación y actúan en el conflicto árabe-israelí95.

Egocentrismo y falta de empatía

Como las víctimas tienden a centrarse en sí mismas y en su sufrimiento, su sentimiento de victimización colectivo también puede reducir su capacidad para la empatía. Mack96 destacó que una sociedad sumida en el profundo sentimiento de víctima se centra en su propio destino y está completamente absorta en su su-frimiento, con lo cual desarrolla lo que ha denominado el “egoísmo de la victimi-zación”. Esto significa que un grupo en ese estado no puede ver la realidad desde la perspectiva del grupo rival, empatizar con su sufrimiento ni aceptar la responsa-bilidad por el daño infligido por su propio grupo97. Además, al grupo victimizado con frecuencia le cuesta identificarse con el sufrimiento de otras sociedades en con-textos completamente diferentes y desarrollar empatía hacia ellos.

Esta consecuencia se puede hallar, por ejemplo, en la sociedad japonesa. Los relatos históricos que han sido canonizados y transmitidos en esa sociedad se centran en la muerte y el sufrimiento de los soldados japoneses y de la población civil japonesa, y omiten la muerte, el sufrimiento y la destrucción que sufrieron los demás asiáticos a manos de los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Así, las generaciones más jóvenes perciben a Japón mayormente como una víctima de la guerra, no como perpetrador o agresor. Como consecuencia de esa victimización autopercibida, “muchos japoneses se desorientan desde el punto de vista psicológi-co cuando se les pide que reconozcan la victimización de otros, en especial cuando eso implica admitir la posibilidad de que Japón sea el victimario y perpetrador, algo que no les resulta en absoluto familiar”98.

Procesamiento selectivo y sesgado de la información

El sentimiento de victimización colectiva también influye en los procesos cognitivos99. Provoca que los individuos estén más sensibles a información amena-94 V. D. Bar-Tal y D. Antebi, nota 79 supra; A. Hareven, ‘Victimization: Some comments by an Israeli’, Politi-

cal Psychology, vol. 4, 1983, pp 145–155; C. Liebman, ‘Myth, tradition and values in Israeli society’, Mids-tream, vol. 24, 1978, pp. 44–53; H.F. Stein, ‘Judaism and the group-fantasy of martyrdom: The psycho-dynamic paradox of survival through persecution’, Journal of Psychohistory, vol. 6, 1978, pp 151–210.

95 V. D. Bar-Tal, nota 56 supra.96 V. Mack, nota 4 supra.97 S. Cehajic y R. Brown, ‘Not in my name: A social psychological study of antecedents and consequences

of acknowledgment of ingroup atrocities’, Genocide Studies and Prevention, vol. 3, 2008, pp. 195–211; J. Chaitin y S. Steinberg, nota 84 supra; E. Staub, nota 45 supra.

98 P.G. Schalow, ‘Japan’s war responsibility and the Pan-Asian movement for redress and compensation: An overview , East Asia, vol. 18, N.º 3, 2000, p. 11.

99 R.F. Baumeister y S. Hastings, ‘Distortions of collective memory: How groups flatter and deceive themsel-ves’, en J.W. Pennebaker, D. Paez y B. Rime´ (eds.), Collective Memory of Political Events: Social Psycho-logical Perspectives, Lawrence Erlbaum: Mahwah, NJ, 1997, pp. 277–293.

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zante y que estén híper atentos, buscando amenazas de manera constante100 porque tienen un menor umbral de atención a los estímulos amenazantes, como ocurre cuando los individuos viven situaciones de tensión101. En ese caso, tienden a selec-cionar e interpretar la información sobre posibles daños con demasiada facilidad, a veces sesgándola y distorsionándola. En otras palabras, cada noticia o clave se analiza minuciosamente para hallar signos de intenciones negativas, y los miem-bros de la sociedad pueden inclinarse a buscar información que sea congruente con esas creencias al tiempo que ignoran la evidencia que no las sustenta102. Ese pro-cesamiento se basa en la sospecha que los miembros de la sociedad sienten hacia el grupo que los victimiza, y que es necesaria para prepararlos ante cualquier daño que pueda sobrevenir.

Menor responsabilidad y rendición de cuentas

Como mencionamos anteriormente, el sentimiento de victimización co-lectiva que es fundamental para los conflictos sin solución aparente delega en el adversario la responsabilidad del estallido de la violencia y de la violencia que luego pueda producirse. De hecho, ese sentimiento reduce la activación de mecanismos que generalmente evitan que los individuos y los grupos cometan actos dañinos. Los sentimientos de culpa y vergüenza, las consideraciones morales y una opinión colectiva positiva de sí misma son las garantías de la conducta humana, pero a veces no funcionan cuando los individuos se perciben a sí mismos como víctimas103.

Reducción de la culpa a nivel grupal

El sentimiento de victimización protege la autoestima de los miembros del grupo y evita sentimientos de culpa por haber cometido actos dañinos contra el otro grupo, actos que periódicamente se cometen en conflictos sin solución apa-rente104. Sugiere, desde la perspectiva de la victimización, que el daño fue infligido a modo de castigo y/o prevención, y que no puede culparse a las víctimas por actos considerados como destinados a brindar protección. Por consiguiente, el hecho de percibirse colectiva y perpetuamente como víctima tiene un gran valor psicológico: sirve para amortiguar los pensamientos y sentimientos negativos a nivel grupal105.

100 V. G. Ross, nota 44 supra.101 D.E. Broadbent, ‘Decision and Stress’, Academic Press: Londres, 1971; R.R. Mackie, Vigilance: Theory,

Operational Performance and Physiological Correlates, Plenum: NY, 1977.102 V. H.C. Kelman, nota 4 supra.103 V.M.J.A. Wohl y N. Branscombe, nota 25 supra.104 N.R. Branscombe, ‘A social psychological process perspective on collective guilt’, en N.R. Branscombe y

B. Doosje (eds), Collective Guilt: International Perspectives, Cambridge University Press: Nueva York, 2004, pp. 320–334; N.R. Branscombe, N. Ellemers, R. Spears y B. Doosje, ‘The context and content of social identity threat’, en N. Ellemers, R. Spears y B. Doosje (eds.), Social Identity: Context, Commitment, Content, Blackwell Publishers: Oxford, Inglaterra, 1999, pp. 35–58; N.R. Branscombe, M.T. Schmitt y K. Schiffhauer, ‘Racial attitudes in response to thoughts of White privilege’, European Journal of Social Psy-chology, vol. 37, 2007, pp. 203–215

105 V. M. Wohl y N. Branscombe, nota 25 supra.

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Cuando se destaca la victimización del grupo, los individuos informaron un menor sentimiento de culpa a nivel grupal en respuesta a la violencia ejercida por su grupo de pertenencia hacia otro grupo. La reducción de la culpa a nivel grupal se dio en varios grupos étnicos-nacionales cuando se les recordaron las diversas victimiza-ciones históricas. Un estudio reciente llevado a cabo en relación con el conflicto pa-lestino-israelí descubrió una fuerte conexión entre el sentimiento de victimización de los judíos israelíes encuestados y la reducción de la culpa a nivel grupal por las acciones de Israel contra el pueblo palestino106. Aquellos con un alto sentimiento de victimización demostraron menos culpa, menos responsabilidad moral y menos predisposición para compensar a los palestinos por los actos dañinos cometidos por su país. Utilizaron, también, más cogniciones o justificativos exonerantes, como por ejemplo: “en estas circunstancias, cualquier otro estado hubiera tratado a los palesti-nos de la misma manera” y “creo que los palestinos provocaron esta situación”.

Cómo justificar la conducta negativa del grupo de pertenencia

De igual modo, Cehajic y Brown107 concluyeron que el sentimiento de victimización sirve para justificar la conducta negativa del grupo de pertenencia luego de ocurrida y, por ello, socava la predisposición a reconocer la responsabili-dad del grupo de pertenencia por los delitos cometidos. Los adolescentes serbios que consideran que su grupo es en realidad la verdadera víctima (en la guerra de 1991-1995) y/o que ha sufrido más que los miembros de los otros grupos están menos predispuestos a aceptar la responsabilidad de su grupo por las atrocidades cometidas contra otros.

Derecho moral

La victimización también está estrechamente ligada al sentimiento de de-recho moral, que puede definirse como la creencia de que el grupo está autorizado a utilizar los medios que considere necesarios para garantizar su seguridad, sin demasiado respeto por las normas morales. En su estudio más reciente, Schori, Klar y Roccas108, concluyeron que el sentimiento de victimización colectiva está íntimamente ligado al sentimiento de derecho moral de manera muy positiva, y de manera negativa a la culpa a nivel grupal por las acciones de Israel en los territorios ocupados. También se relacionó con la predisposición a continuar con las opera-ciones militares a toda costa, inclusive permitiendo grandes pérdidas tanto para el bando israelí como para el palestino, y con la intención de seguir castigando al grupo enemigo, incluso si esto se traduce en represalias y sufrimiento para el grupo de pertenencia.

106 Y. Klar, N. Schori y S. Roccas, The shadow of the past: perpetual victimhood in intergroup conflicts, datos no publicados, Departmento of Psicología, Universidad de Tel Aviv, 2009.

107 S. Cehajic y R. Brown (en preparación), Victimhood and acknowledgment of ingroup atrocities, manus-crito no publicado.

108 V. N. Schori, Y. Klar y S. Roccas, When past is present: reminders of historical victimhood and their effect on intergroup conflicts, datos no publicados, Departamento de Psicología, Universidad de Tel Aviv, 2009.

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No sorprende, entonces, que el sentimiento de victimización libere a la sociedad de las limitaciones de las consideraciones morales que generalmente res-tringen el alcance de sus actos. Permite cierta libertad de acción porque la sociedad considera que necesita defenderse en pos de evitar conductas inmorales y destruc-tivas por parte del rival. Esta necesidad con frecuencia permite que la sociedad se sienta liberada de la fuerza vinculante de las normas y acuerdos internacionales. La supervivencia es, en cambio, su consideración primordial. Un ejemplo de esto es el Memorando de la Academia Serbia de las Ciencias y las Artes, que en 1986 sostuvo que: “Serbia no debe adoptar una actitud pasiva y esperar a ver lo que otros tengan para decir, como hizo tantas otras veces en el pasado”. De manera similar, en 1973 la Primera Ministra israelí Golda Meir respondió a la crítica internacional del siguiente modo: “Con respecto a quienes intentan sermonearnos ahora… no vinieron en ayuda de millones de judíos durante el Holocausto…no tienen derecho a sermonear”109. Hace poco, Israel justificó el gran daño infligido a los palestinos en Gaza por el constante bombardeo de misiles palestinos. Por consiguiente, una sociedad puede usar el hecho de sentirse víctima durante un conflicto como expli-cación para rechazar presiones de la comunidad internacional y justificar la adop-ción de acciones desmedidas.

Reacciones violentas

El sentimiento de victimización puede provocar la intensificación de reac-ciones violentas, que son percibidas como un castigo por el daño ya ocasionado y/o como medio de evitar un posible daño futuro. Aporta poder moral para oponerse al enemigo y buscar justicia110. Las acciones violentas se basan en la ausencia de sentimientos de culpa, y en creer que se tiene el derecho y la justificación morales para cualquier acción que lleve a cabo el grupo para defenderse111.

Racionalización de actos inmorales

La condición de víctima se interpreta a veces como una licencia para co-meter actos inmorales e ilegítimos. Esta licencia se basa en varios tipos de raciona-lizaciones: (1) un mundo que permite que esto ocurra no tiene derecho a emitir un juicio moral sobre el grupo; (2) si se permitió que tenga lugar el trauma, entonces las convenciones morales ya no son aplicables, y el grupo de pertenencia no está unido por estas; (3) el grupo de pertenencia está autorizado a hacer todo lo que esté a su alcance para evitar que vuelva a suceder un trauma similar; (4) cualquier cosa que el grupo pueda hacer es poco en comparación con lo que se le ha hecho. Como resul-tado de estas justificaciones, los actos que el propio grupo en cualquier otra circuns-tancia consideraría inmorales e ilegítimos se perciben como justos y loables cuando se utilizan para defenderlo de nuevas amenazas, tanto reales como imaginarias.

109 Ha’aretz, 29 de abril de 1973.110 V. D. Bar-Tal, nota 1 supra.111 V. S. Cehajic y R. Brown, nota 97 supra.

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De víctima a victimario

Horowitz112 y Petersen113 aportan numerosos ejemplos de conflictos in-terétnicos en los que las partes afectadas continuaron los actos de violencia para darle una lección al rival y disuadirlo de cometer actos de agresión en un futuro. En algunos casos, y si se dan ciertas condiciones, la historia de una grave persecución puede llevar a los miembros del grupo a convertirse ellos mismos en perpetra-dores114. Un estudio reciente de Lickel, Miller, Stenstrom, Denson y Schmader115 describe los mecanismos psicológicos que subyacen a los actos de violencia come-tidos a modo de castigo por los miembros del grupo de pertenencia, que ni siquie-ra fueron lastimados, contra los miembros del otro grupo que no habían causado daño alguno. Sugirieron que factores tales como la interpretación inicial del hecho como un acto dañino, la identificación con el grupo de pertenencia y la percepción homogeneizada del rival se traducen en una “represalia indirecta”.

Botcharova116 traza un círculo de venganza que arroja luz sobre los sentimien-tos y procesos derivados de un trauma personal o étnico-nacional. Los sentimientos originarios de sufrimiento, injusticia, ira y frustración pueden generar el deseo “de hacer justicia”, y de allí sin escalas a actos violentos de “agresión justificada”. En términos similares, Staub117 propuso que el sentimiento de victimización colec-tiva está relacionado con las consecuencias negativas del miedo, con la reducción de la empatía y la ira, con prejuicios cognitivos tales como la interpretación de información ambigua como hostil y amenazante, con la aparición de la creencia de que cometer actos violentos está moralmente justificado, con la reducción de la obligación moral de rendir cuentas y, por último, con una tendencia a buscar venganza. Bandura118 sugirió varios mecanismos psicológicos que actúan como facilitadores de la ruptura del compromiso moral y conducen a actos de violencia. Entre ellos, reconoció la justificación moral, la clasificación eufemística, la com-paración ventajosa entre los grupos, la indiferencia o la distorsión de las graves consecuencias de la violencia, y la deshumanización del rival. Se puede aplicar fácilmente este análisis al estado de ánimo de las víctimas que a su vez facilita el daño que infligen. Ramanathapillai119 describe de qué manera este proceso pro-vocó que los tamiles, que habían sufrido continuas atrocidades en carne propia,

112 D.L. Horowitz, The Deadly Ethnic Riot, University of California Press: Berkeley, 2001.113 R. G. Petersen, Understanding Ethnic Violence: Fear, Hatred, and Resentment in Twentieth-Century Eas-

tern Europe, Cambridge University Press: Cambridge, 2002.114 D. Enns, Identity and Victimhood, publicación periódica N.º 28, Berghof Research Center for Construc-

tive Conflict Management: Berlin, 2007; E. Staub y D. Bar-Tal, nota 34 supra.115 B. Lickel, N. Miller, D.M. Stenstrom, T. Denson y T. Schmader, ‘Vicarious retribution: The role of collecti-

ve blame in intergroup aggression’, Personality and Social Psychology Review, vol. 10, 2006, pp. 372–390.116 O. Botcharova, ‘Implementation of track two diplomacy: Developing a model for forgiveness’, en G. Ra-

ymond, S.J. Helmick y R.L. Peterson (ed.), Forgiveness and Reconciliation: Religion, Public Policy, and Conflict Transformation, Temple Foundation Press: Filadelfia, 2001, pp. 279–304.

117 V. E. Staub, nota 45 supra.118 A. Bandura, ‘Moral disengagement in the perpetration of inhumanity’, Personality and Social Psychology

Review, vol. 3, N.º 3, 1999, pp. 193–209.119 V. R. Ramanathapillai, nota 59 supra.

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cometieran actos de violencia indiscriminada que mataron a muchos ceilandeses inocentes. El genocidio de Ruanda es uno de los ejemplos más dolorosos del pasaje de víctima a victimario. En un libro sobre los horrendos sucesos que tuvieron lugar durante la década del 90, Mamdani120 plantea una serie de interrogantes que arro-jan luz sobre los elementos del proceso que encierra a las víctimas en el círculo de víctima devenida en perpetrador:

“¿Qué sucede cuando las víctimas de ayer actúan guiadas por la determi-nación de no volver a ser victimizadas, nunca más? ¿Qué sucede cuando las víctimas de ayer actúan guiadas por la convicción de que el poder es la única garantía contra la victimización, de modo tal que la muerte es la única alternativa digna posible? ¿Qué sucede cuando están convencidas de que el acto de matar a alguien es verdaderamente noble porque implica la predisposición de arriesgar la propia vida y esto es, al final de cuentas, la prueba de la propia humanidad?”

Aumento de la empatía y de las conductas pro-sociales

La descripción precedente se centra en los efectos negativos del sentimien-to de victimización, porque pareciera que estos patrones negativos de pensamiento y conducta son altamente frecuentes y por ende están presentes en la mayor parte de la bibliografía. Sin embargo, se reconoce que el sentimiento de victimización co-lectiva puede, en determinadas circunstancias, provocar una sensibilidad acentua-da por el sufrimiento de los demás, una empatía, entendimiento y predisposición para ayudar a otros grupos que precisen de ayuda121; pero esta manera de reaccio-nar parece ser la excepción más que la regla.

Vollhardt122 presentó este efecto de victimización al diferenciar las creen-cias inclusivas de las víctimas de las exclusivas. Estas últimas ponen el énfasis en la experiencia existencial de la victimización y el sufrimiento entre grupos. De acuer-do con la lógica de esta clase de reacciones, cuando los miembros del grupo pade-cen un daño, ello sintoniza su sensibilidad con el sufrimiento en general y en ciertas condiciones con la similitud que perciben con las experiencias de otros grupos, incluso las del rival en conflicto. Sucesivamente, esta empatía puede facilitar los cursos de acción que fomentan la consolidación de la paz, con inclusión de diversas actividades cooperativas con miembros de la sociedad rival que hayan vivido expe-riencias similares y cuyo repertorio de creencias y actitudes sea similar.

El ejemplo más vívido de este tipo de efecto es la actividad del Foro de Familias Dolientes de Israel y Palestina, creado en 1995 por Yitzhak Frankenthal cuyo hijo fue asesinado por los palestinos. En la actualidad, el foro está formado por varios cientos de familias judías israelíes y palestinas (la mitad de cada lado)

120 M. Mamdani, When victims become killers: Colonialism, nativism, and the Genocide in Rwanda, Prince-ton University Press: Princeton, 2001, p. 34.

121 V. J. Chaitin y S. Steinberg, nota 84 supra; J. Vollhardt, nota 56 supra.122 V. V. Vollhardt, nota 56 supra.

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que han perdido a seres queridos en el conflicto y decidieron dedicar sus vidas a bregar por la paz para:

“evitar más dolor, en ausencia de paz; influir en la opinión pública y en las autoridades responsables de formular las políticas; priorizar el camino de la paz por sobre el de la guerra; educar para la paz y la reconciliación; fomen-tar el cese de actos de hostilidad y el logro del acuerdo político; evitar el uso del dolor como medio para expandir la enemistad entre nuestros pueblos”.

Este ejemplo excepcional es prueba fehaciente de la posibilidad de escapar de los estrechos límites del sentimiento de victimización colectiva de un grupo o una sociedad en particular a las inconmensurables consideraciones morales uni-versales.

Conclusión

El objetivo del presente artículo es describir las bases psicológicas y la di-námica del sentimiento colectivo de victimización en conflictos sin solución apa-rente. No hubo intención alguna de menoscabar la condición de la víctima. Por el contrario, reconocemos que los conflictos sin solución aparente son violentos, crudos y atroces, y que provocan un tremendo sufrimiento a los miembros de la sociedad afectada por ellos. A lo largo de la historia y en los diversos conflictos ha habido sociedades que sufrieron grandes pérdidas, y no ha sido nuestra intención refutar su sentimiento de victimización colectiva. No obstante, es bien sabido que en conflictos sin solución aparente, ambos bandos casi siempre se consideran víc-timas de su rival.

Por lo tanto, es fundamental arrojar algo de luz sobre la naturaleza y el sig-nificado de la percepción colectiva de la victimización. La victimización colectiva autopercibida es un estado de ánimo concebido por los integrantes de la sociedad y transmitido a los miembros de las nuevas generaciones. El establecimiento de ese estado de ánimo se basa en experiencias reales y en el proceso de construcción social. Una vez que evoluciona, se solidifica y tiene importantes consecuencias para los miembros de la sociedad, para la manera en que se maneja el conflicto y para las relaciones generales en el seno del grupo victimizado.

En nuestra opinión, este estado de ánimo reviste gran importancia en los conflictos sin solución aparente. El presente análisis indica que puede ser uno de los factores que impulsan la continuación del conflicto e inhiben su resolución pacífi-ca. Las víctimas ya no consideran el presente como el paso previo para definir un nuevo futuro, sino como la mera continuación del mismo pasado. Por un lado, el sentimiento de victimización es uno de los elementos fundamentales de las creen-cias centrales de la sociedad acerca de la filosofía del conflicto y la memoria colecti-va que lo mantiene, y por el otro es uno de los factores principales que sustentan la violencia. Cuando este estado de ánimo prevalece en ambas partes de un conflicto prolongado, ese conjunto de creencias ayuda a perpetuar los ciclos de violencia. Sin

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embargo, en contados casos el sentirse víctima lleva a considerar formas pacíficas para resolver el conflicto.

De todos modos, los grupos a veces superan las barreras que impiden una resolución pacífica del conflicto y se embarcan en el camino de la reconciliación, como ha sucedido en Irlanda del Norte. En esos casos, existe la necesidad de tratar el sentimiento de victimización. De no ser así, resulta difícil lograr la reconcilia-ción, que exige un cambio en la orientación psicológica hacia el rival pasado y hacia el yo colectivo. Casi todos los teóricos, expertos y profesionales en reconciliación sostienen que, en ese proceso, es necesario tratar las cuestiones de justicia y verdad, que en esencia pertenecen al daño ocasionado durante el conflicto. Esto exige una evaluación del daño ocasionado por ambos bandos, su alcance y naturaleza, la res-ponsabilidad que conlleva, y la debida rendición de cuentas. A lo largo de ese pro-ceso, ambas partes pueden, al menos, reconocer qué ocurrió en el pasado a través de las dos versiones del conflicto (incluso las que versan sobre la victimización).

A menudo, no obstante, se necesita más que eso para superar la obsesión por el pasado. Un proceso de reconciliación exitoso debería, en última instancia, redundar en el cierre de las heridas y el perdón colectivo de los delitos cometidos por el adversario. Ello permite el surgimiento de un marco de referencia común que alienta a las sociedades a reconocer el pasado, confesar sus faltas, revivir las ex-periencias en condiciones seguras, llorar las pérdidas, confirmar el dolor y la pena vividos, recibir empatía y apoyo, y restablecer los vínculos rotos y, finalmente, crear un espacio donde se pueda ofrecer y aceptar el perdón. Se reconoce, además, que los conflictos sin solución aparente pueden ser asimétricos en la manera en que las partes participantes cometieron o cometen actos dañinos. En esos casos, es funda-mental que la parte que sea en mayor medida el perpetrador asuma responsabili-dad por los daños ocasionados. No sólo deberían cesar de llevar a cabo estos actos, sino que también deberían realizar actos de benevolencia, tales como la disculpa y la compensación, en pos de acelerar el proceso de reconciliación.

El sentimiento de victimización colectiva autopercibida es parte inevitable del repertorio humano en el contexto de conflictos prolongados. Las sociedades implicadas en ese tipo de conflictos experimentan pérdidas, derramamiento de sangre y sufrimiento, y ellas mismas le provocan pérdidas, lesiones, destrucción y sufrimiento al rival. Sin embargo, la verdadera prueba para la humanidad es si los grupos implicados finalmente comienzan a ver los contornos de los seres humanos del otro lado del cerco, a través de las sombrías nubes de enemistad que nublan su visión. Este descubrimiento extraordinario puede en última instancia conducir a la gran revelación de que ambas partes son víctimas del conflicto, y que es, por lo tanto, tiempo de ponerle fin.