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Toño, éste es un humilde homenaje a tu vida. De parte de tu familia, amigos y conocidos.

El Toño

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Toño, éste es un humilde homenaje a tu vida. De parte de tu familia, amigos y conocidos.

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El 19 de enero pasado Marco Antonio Gallar, más conocido afectuo-samente como Toño, partió a la Casa del Padre. Pese al calor agobiante, muchísimas personas nos encontramos en la Parroquia de Chacras de Coria para despedirlo. Su familia, la co-munidad de Chacras, sacerdotes, sus amigos y hermanos en el Dia-conado, sus amigos del Movimiento de los Focolares colmábamos el templo, el atrio y hasta la vereda. La homilía del sacerdote nos confirmaba cómo un verdadero cristiano, un verdadero voluntario de Dios impacta en los que lo rodean amando, siendo coherente, vivien-do, cumpliendo sus deberes lo más perfectamente posible y también cómo estas acciones llegan a tantas personas y en tantos lugares que uno no imagina.

En estas épocas en que es tan fácil deprimirse, desconfiar de las fuer-zas y/o posibilidades propias, dejarse ganar por el facilismo, por el co-rrer detrás de un bienestar exagerado, es muy importante difundir la semblanza de Toño, que hasta ayer estuvo entre nosotros y que pudo aunar toda su sabiduría eclesial y su preocupación por los más nece-sitados con el Ideal de la Unidad vivido con una profunda y auténtica coherencia. Para muchos, su sola presencia emanaba esa relación profundísima con Dios que admira y convierte.

Para trazar la semblanza del querido Toño hemos recogido los apor-tes de algunos familiares, amigos y personas que compartieron parte de su fecunda vida.

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Su vida.

Toño Gallar nació el 5 de noviembre de 1928. Fue el mayor de 5 her-manos, hijo de Antonio y Carmen, él español, ella criolla.

Amó profundamente a sus padres. Desde pequeño aprendió la de-voción de su madre, y de joven llegó a ser Responsable de los Aspi-rantes de la Acción Católica.Perteneció a la Parroquia San José. Estudió primero maestro Nor-mal y luego la carrera diplomática en la Universidad del Litoral gra-duándose de Licenciado para el Servicio Consular.

Fue cristiano comprometido y coherente con su fe y su vida perso-nal y pública. Tuvo cargos jerárquicos en la Administración Pública.

En el año 1975 conoce el Movimiento de los Focolares. Va con Nati, su esposa, a una mariápolis a Chile a la Casa de Padre Hurtado, un lugar magnífico, donde participa de su primer Mariápolis. queda impactado.

El tema de dios amor lo vuelve loco. Hasta ahora ha tenido una formación estricta en lo religioso y esta nueva mirada sobre la rela-ción filial con un Dios Padre, Amor y Misericordia, le desborda el corazón.¡Vuelve tan conmocionado! Compra libros de Chiara, a todos quie-re compartir esta novedad.Ese año una de sus hijas está terminando el secundario y él le habla de la posibilidad de que vaya a esa ciudadela que está en O’Hig-gins...la madre más temerosa y protectora “no quiere”...

Una vez me contó que escuchando el testimonio de cómo vivían los gen en la Mariapolis permanente le vino la tentación de pen-sar…“eso es comunismo” pero luego ese pensamiento se modifica al comprobar que se trata de un parangón de la vida de los pri-meros cristianos.

El ideal de la unidad lo toma fuertemente. empieza a valorar mucho vivir concretamente la palabra. Organiza desde la parroquia San José grupos para la Palabra de Vida. Contagia a su párroco, el P. Manrique, para que conozca este atractivo modo de vida.

Entre tanto está avanzando en su formación para el Ministerio del Diaconado. Ya es voluntario. El 26 de junio de 1988 es ordenado

minado su carrera. Toño, criterioso, nos dijo: “Si ustedes se van, Alejandro no podrá recibirse”… otra vez era importante escuchar esa voz. ¡Cuántas cosas le debemos al querido Toño!!!Siempre atento a las necesidades de padres, hermanos y hasta so-brinos.

En 1988 tuve la gracia (y la generosidad de Nati) de cumplir un sueño que tenía de niña: visitar el pueblo de mi padre en España. Ellos se acomodaron a mi presupuesto mucho menor y pudimos conocer y gozar de España y sus islas en 59 días. ¡¡¡Cuántas cosas acuden a mi mente de aquel precioso viaje!!!

Una vez que nuestra madre partió al paraíso, mi hermano acogió a mi padre viudo en su casa. Aquí tengo que reconocer también la encomiable tarea de mi cuñada Nati, que lo cuidó como su fuera su propio padre.Tengo por Toño una gran admiración y un inmenso cariño. Su par-tida me dejó un dolor por la pérdida física del hermano, consejero y apoyo incondicional pero cuento con un hermano en el cielo.

Gloria Gallar de Roldán

Durante la enfermedad de mi esposo Pablo, viví una experiencia muy en Dios con Toño. Fui a su casa para contarle sobre el estado de salud de Pablo, y a pedirle, si era posible, que le llevara la co-munión, ya que no podía desplazarse ni siquiera en silla de ruedas, porque no tenía estabilidad en su cuerpo. En todo momento se mostró agradecido del pedido, y así fue que todos los días iba a casa a llevar a Jesús Sacramentado, y cuando no podía -para no privarlo de la Eucaristía- le pedía a Eduardo Insegna que lo hiciera por él. Nosotros lo esperábamos con agradecimiento y alegría porque to-dos los días era una gracia renovada, ya que en cada celebración nos donaba el Ideal puro.

En todo momento demostró gran humildad y comprensión, re-cuerdo que yo le ofrecía llevarlo y traerlo y nunca aceptó, llegaba por sus propios medios, y cuando lo hacía caminando expresaba que era la oportunidad para caminar.

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diácono permanente. Nunca dejará de ejercer esta vocación junto con su compromiso con el Ideal de Chiara y del Movimiento.

Sus prédicas de la palabra siempre tratan de estar apoyadas y sos-tenidas en sus experiencias de vidas.Año tras año alimenta su espiritualidad en las Mariápolis; allí va haciendo participar al resto de su familia: hijos, hermanos, cuña-dos…nadie debe quedar afuera de esta gran noticia: que todos sean uno. En el año 1986 había ido a Lopianno y allí participó del encuentro de familias nuevas, está con Chiara y los primeros focolarinos.

Se reúne semanalmente con sus hermanos de grupo, los volunta-rios y desde allí trata de irradiar ese amor que le ha tomado para siempre su corazón.A pesar de los achaques de la edad, sigue sirviendo como Diácono, llevando la comunión a un hermano de grupo que está convale-ciente se cae y se fractura la cadera. Es el comienzo de una serie de limitaciones que irá sobrellevando con aceptación de la Voluntad de Dios para su vida.

Esposo fiel y dedicado, padre generoso y desprendido con sus 7 hi-jos. En al año 2006 parte una hija (Ana María) a la Casa del Padre, luego de una prolongada y dura enfermedad. El y Nati lo aceptan con grandeza de corazón... Siempre creyó que el Padre no puede permitir algo malo para nuestra vida.

Abuelo de 21 nietos, siempre tuvo presencia en sus vidas. Desde que eran pequeños compartía el cuidado con sus padres y los sába-dos a la mañana era ya tradicional su paseo con 6 o 7 de ellos para los cerros o caminata por las calles de Vistalba…para terminar en un lomo completo para cada uno, ¡era su picardía semanal!

En los últimos tiempos se iba despidiendo de esta vida terrenal, sabía que cursaba los últimos tiempos, lo decía con mucha paz y anhelaba el encuentro definitivo con el padre.

Durante el último año recibió la sagrada comunión cada día y siem-pre recitaba la oración” “Alma de Cristo” y luego a la Virgen: “Ben-dita sea tu pureza”…

El final fue rápido e inesperado. Dios se lo llevó sin demasiados preámbulos, eso sí, le permitió recibir la unción de los enfermos y

entregarse a las manos de María que lo recibía para entregarlo al gran amor de su vida, Jesús el Señor.

Marité Gallar

Mi hermano Toño.

Cuando yo nací, Toño tenía siete años. Él era el mayor de los cin-co hermanos. Lo recuerdo como un muchacho bueno, de carác-ter parejo, dócil y muy trabajador. Se recibió de maestro en 1947 y trabajó muchos años dando clases en una escuela nocturna que funcionaba a dos cuadras de nuestra casa. Al mismo tiempo estu-diaba diplomacia, carrera que preparaba en Mendoza y en época de exámenes viajaba a rendir a Rosario. Aquí me viene casi el primero de los recuerdos ya que a cada vuelta de viaje me traía un libri-to pequeño, pero que poco a poco iba afianzando mi formación cristiana. Fueron los primeros libros que leí sin ayuda de figuritas: “Santa María Goretti”, “Apariciones de la Virgen de Fátima”, y que dejaron una impronta en mi vida de pequeña de diez o doce años. Eran libros pequeños pero libros de verdad.

Toño siempre tuvo el gusto por escribir. Cuando yo iba a sexto gra-do la maestra nos encomendó que hiciéramos una redacción sobre el general San Martín para participar en un concurso. Le pedí ayuda a Toño, sin saber que una alumna del otro sexto le había hecho el mismo pedido… en consecuencia Toño hizo dos redacciones y sa-lió premiada la otra: ¡La de la vecina! Aunque el autor era el mismo.De mis años de joven lo recuerdo preparando mochila y candil para escalar un cerro en San Isidro, o por ahí cerca, con un amigo. Eso le gustaba mucho.Sus amigos eran los jóvenes de Acción Católica de la parroquia donde desarrollaba sus actividades apostólicas. Fue delegado de aspirantes y luego miembro del Concejo de Jóvenes de Acción Ca-tólica de la Diócesis. Por esa época se puso de novio con Nati y luego se casó en 1952. Su vida fue ejemplo de amor para los padres y hermanos, sirviendo a cada uno según sus necesidades. A Toño hemos acudido cuando teníamos dudas sobre el trabajo, el futuro o la fe. Allá por el 57, con mi novio Alejandro nos queríamos casar, pero la plata era escasa, había posibilidad de trabajo en plena cor-dillera para los dos, pero aconsejados por Toño lo pensamos mejor y nos quedamos a esperar momentos más oportunos. Después de casados vino un sacerdote a ofrecernos trabajo en el sur argentino. Era una oportunidad muy atractiva pero Alejandro no había ter-

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También he asistido a varias celebraciones bautismales, y tengo los mejores recuerdos de sus enseñanzas, que hablaban de un ser con mucha sabiduría, y muy enriquecida por el Ideal de la Unidad. Hablaba con mucha solvencia y sobre todo con el Alma, era muy ameno, siempre compartiendo experiencias valiosas que dejaban a los padres y padrinos muy agradecidos de escucharlo, siempre amable y con una fuerte vocación de servicio.

¡Toñito estará en nuestro recuerdo y corazones siempre!Es un Mariapolita Celestial de muchos quilates, ¡un alma siem-pre unida a dios!

Mirta Ramírez de Cocucci

Lo tuve como compañero en el Centro de Teología de Corazón de María, creo que en el año 1984. Compartimos los 4 años que duró el curso. Era un alumno muy estudioso, a las preguntas de los pro-fesores respondía con fundamentos y dando más de lo que pregun-taban. Siempre lo felicitaban después de que rendía un examen. Tenía un amplio conocimiento de cada asignatura.

Siempre estaba dispuesto a ayudar a quien se lo solicitara y, a pesar de su sabiduría, era humilde, trataba de no hacer ver lo que había estudiado y sabía.

Cuando terminé el curso supe que él seguía la escuela de Ministe-rios, donde se preparó para su ordenación como Diácono Perma-nente.

Silvia Polimeni

Cuando partió Toño, Monseñor Rey dijo: “Tenemos ahora otro San-to”. Con esta frase sería suficiente para hablar de este hermano humilde, lleno de paz, siempre con un consejo sabio, sobre todo para los más pequeños, haciéndose él también pequeño, así era de humilde. Con este mismo amor despedía a cada hermano, cuando partían.

Padre y esposo amoroso y generoso con su familia numerosa. Ser-vidor apasionado de la Iglesia. Fue bautizado en la Parroquia de San José, allí creció, formó parte de la Acción Católica de joven, y de

Y que yo también aprendaQue uniendo mis dolores a Tus Dolores tienen un valor redentorpor mis hermanos.Ayúdame a sufrir con Amor,hasta con alegría.Si no es posible que pase de mí este cáliz,te pido por todos los que sufren:por los enfermos como yo,por los pobres, los abandonados,los desvalidos, los que no tienen cariñoni comprensión y se sienten solos.Señor:Sé que también el dolor lo permites Túpara mayor bien de los que te amamos.haz que estas dolencias que me aquejan,me purifiquen, me hagan más humano,me transformen y me acerquen más a TiAmén

En la reunión semanal de núcleo empezábamos con la celebración de la palabra y la comunión. Siempre estaba presente su vida de fe. Tenía la convicción de que el purgatorio lo sufríamos durante la vida, lo comentó reiteradamente. Su última intervención como diácono fue el responso por su hermana Mirta, fallecida el 27 de diciembre de 2013. Antes del mes, el 19 de enero de 2014, fue a re-unirse con el Padre. Habían pasado casi tres años de preparación para alabar a Dios por la Eternidad. Dios es el centro.

Alejandro Roldán

Tuve la bendición de conocer a Marco Antonio Gallar allá por la segunda mitad de la década del 70. Yo tenía 15 años y había termi-nado de tener un encuentro personal con Jesucristo a través del Movimiento Juvenil Peregrinos, fundado el P. José Manzano que falleció en 1974.

En el Movimiento conocí a dos de sus hijas, a mi amiga Marité y luego a Lucía. Su casa en calle O’Brien de Guaymallén era un hervi-dero permanente con jóvenes de todas las edades, correspondien-tes con las edades de todos los hijos de Marco, que literalmente “tomábamos” la casa y también tomábamos la leche. Era una de

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adulto conoció el Carisma de Chiara. Siempre mostró su disponibi-lidad para el Párroco y los hermanos. Allí lo conocí y fue un padre y guía para nuestra familia. Tuve el privilegio de participar con Toño en la Primera Secretaría del Movimiento Parroquial del Movimiento de los Focolares, junto al Padre Mario Montanari. Volcó su belleza espiritual en la Parroquia de Chacras, dando todo de sí, hasta que su enfermedad se lo impidió. En sus prédicas dejaba traslucir el Ideal de Chiara, como Diácono y como Voluntario.

Silvia Moyano de Jereb

Conocí a Toño en 1976, cuando ambos, también con Ángel Ber-mejillo, estábamos descubriendo el Ideal de la Unidad inspirado por Chiara Lubich. Recuerdo con mucha intensidad las reuniones a las que éramos invitados –en esos primeros tiempos- por Jorge Hadad, Humberto Boccia, Eduardo Insegna, Mario Barrera, José Godoy y Ángel Segreti.

Fue una persona íntegra en su vida pública y privada. Entre sus funciones profesionales, fue Director de la Dirección de Estadís-ticas e Investigaciones Económicas de la Provincia de Mendoza. Entre otras cosas, de este organismo surgen los datos que luego se utilizan para planificar, desarrollar e implementar políticas pú-blicas para atender y resolver problemas de la población. Cuando hablaba de su actividad laboral, siempre recalcaba la importancia de hacer bien el trabajo, de mostrar la realidad tal cual era, y muy especialmente en lo relacionado con los datos sociales, porque sostenía que detrás de un número había personas, había almas merecedoras de todo el respeto y la consideración.

Recuerdo que en esas primeras reuniones Toño les decía a los que ya integraban el Movimiento: “Conozco sobre religión, pero explíquenme cómo hacen ustedes para vivir la Palabra de Dios”. Realmente, esto me asombraba mucho porque su forma de actuar en la vida indicaba que él ya la vivía. Luego entendí que una gran exigencia interior lo llevaba a pedir que le enseñaran a concretar aún más la Palabra de Dios.

Trabajó mucho con el padre “Pato” Manrique en la Parroquia San José de Guaymallén, no solo en la actividad parroquial, sino tam-bién ayudando a gente muy humilde de localidades más lejanas. En las reuniones planteaba su preocupación por encontrar el modo de ayudar mejor a la gente, no solo desde el punto de vista espiri-

tual, sino también en sus trabajos y en sus familias.

Toño era una persona amable, diría exquisita, siempre te recibía con una sonrisa, te preguntaba por cada uno de tu familia, tenía firmes valores espirituales y denotaba mucha sabiduría en los con-sejos que daba. Lo defino como una persona que hizo carne las enseñanzas de Chiara y como un referente del Movimiento Parroquial y de los vo-luntarios del Movimiento de los Focolares de Mendoza.

Armando Marsonet

El diácono Marco Antonio Gallar

Como diácono permanente efectuó más de 4000 bautismos y nu-merosos matrimonios en los que su vida de padre, esposo y abue-lo iluminaba las enseñanzas de Jesús. En Chacras de Coria algunas madres lo señalaban diciendo a sus hijos ya crecidos: él te bautizó, y algunos lo volvieron a elegir para su casamiento. Cada bautismo, cada casamiento, ocupaba toda su atención y toda su preparación. No aceptaba más de cinco bautizandos por vez para personalizar la preparación.

A un sacerdote, que tenía algunas limitaciones por la edad, lo ayu-daba a seguir la correcta secuencia de las lecturas de la misa.

Esta obra de Dios lo entusiasmaba y con el cuidado de su esposa, limitada en sus movimientos, llenaba su día.Desde el momento en que se fracturó la cadera y hasta su muerte, Toño hizo suya la oración de otro enfermo, Juan Pablo ii:

Señor,Tú conoces mi vida y sabes mi dolor,Has visto mis ojos llorar,Mi rostro entristecerse,Mi cuerpo lleno de dolenciasY mi alma traspasada por la angustia.Lo mismo que te pasó a ticuando, camino de la cruz,todos te abandonaron.Hazme comprender tus sufrimientosy con ellos el Amor que Tú nos tienes.

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las casas para los “asaltos” de la época. Se respiraba “familia”. Allí conocí la alegría de vivir de los Focolares y el testimonio tre-mendo de Chiara Lubich, su fundadora. Años después lo encontré trabajando denodadamente en la Curia, sirviendo con humildad a todos los que se arrimaban. El 17 de diciembre de 1997 tuvimos la suerte de venir a vivir a Chacras. Rápidamente, gracias al Padre Juan Carlos Vignoli, a muchos vecinos y ciertamente, a Toño, nos integramos a la comunidad de nuestra Parroquia. Toño ya servía a la comunidad como Diácono permanente. Su ejemplo de vida fue un elemento central en mi vocación eclesial y en el -siempre proyec-to sin terminar- compromiso concreto con vida. Como dice la gente de la Pastoral del Duelo y la Resurrección, te recordamos y rezamos vivo, Toño, porque, desde la Fe, tenemos la Esperanza en una vida de Caridad, de gozar como vos lo hacés ahora de la gloria del Pa-dre. Nuestros muertos no están muertos ¡Están vivos en el Padre!

Eduardo Ferrer

El domingo 19 de enero pasado Marco Antonio Gallar, el querido Toño, amigo de la casa y diácono de la Parroquia durante años, hizo las valijas para ir a tomar su lugar junto a San Pedro. Desde allí debe estar manteniéndolo muy ocupado, yendo de acá para allá, llevando comuniones y palabras de aliento para enfermos y para quienes también se preparan para realizar su último viaje. Desde acá lo recordamos con inmenso cariño. Además de ser el padre de nuestros amigos Gabriel y Javier, fue una persona excepcional, de esas que vale la pena haber tenido cerca. Su paso por la comunidad de Chacras será inolvidable. Demostró que se puede ser coherente con lo que se predica: amor, bondad, humildad, caridad, vivir una vida cristiana. Trabajó incansablemente recorriendo las calles con su valija a cuestas, siempre bien dispuesto. Sembró con el ejemplo y se fue habiendo cumplido su misión. Seguramente quienes lo co-nocieron anidarán por siempre su recuerdo. ¡Chau Marco Antonio, hombre capo de pocas palabras!

Alberto Cabanillas

Querido Toño: El recuerdo al amigo de grandes valores personales y ejemplo de vida cristiana.

Coco García.

ñado por Julio, su querido yerno – hijo, nos sorprendieron por los apuros y angustias que había que pasar. La transfusión programa-da, costó completarla, porque empezó a subir una fiebre incómoda y la agitación se hizo presente, para no calmarse más hasta que se durmiera para siempre. Estaba consciente, lúcido y con intenciones de controlar lo que más pudiera la situación. Quería salir de esa sala y volver a su casa. El, que estaba preparado para morir, tenía la ilusión de que ese momento lo encontrara en su cama. Además quería retener la presencia de Julio “porque él sabe todo”, cómo llamar a la ambulancia para el traslado y así volver a la compañía de Naty. Pero una serie de síntomas, motivaron que de esa sala de cuidados ambulatorios, lo tuvieran que llevar a una habitación y dejarlo internado. El Hospital estaba entrando al fin de semana y no había personal médico que respondiera a un diagnóstico e indicaciones acertadas. Al fin en su pieza, quedó con suero y las plaquetas pendientes para traspasar cuando cesara la fiebre. Ya mis hermanos procuraron compañía para cuidarlo esa noche, aunque no pudo ser la persona que se había ofrecido, teniendo que cubrir su lugar María Clara y Andrés. Era su última noche de pelea, con un fastidio que iba creciendo, molesto por no poder arrancarse la aguja del suero y la mascarilla del oxígeno. Peleaba, con picardía, con movimientos un poco descontrolados, pero con rabia, porque quería estar bien y volver a su casa. Después de todo, fue al hospital por unas cuatro horas y ya llevaba un día. Nicolás lo acompañó a la mañana y luego un amble amigo, que creo que tampoco pudo adivinar que sería el último “cuidador”. Porque en la tarde se puso mal. Yo me ligué un reto por llegar “fuera de hora”, siendo que solo iba a ver como estaba, sin horario arreglado. No pude solo pasar, me tocó buscar con dificultad, la presencia de un profesional que fuera a verlo. No había médico disponible, la médica de guardia estaba sola con una larga lista de pacientes. El papi se ahogaba, y nosotros no teníamos como auxiliarlo. Finalmente, enojada me puse firme y exigí una asistencia médica. La dicha profesional vino, nos sacaron al pasillo, llamaron al personal de unidad coronaria y nos informaron que iban a trasladarlo a esa unidad. Gracias a Dios vino mi esposo, porque me angustié mucho, y no podía estar sola en ese momento. Luego nos explicaron que el corazón fallaba y que estaba en sus últimos momentos. Entonces decidimos llamar al sacerdote, porque eso era lo principal para el papi. Padre Pedro, misionero maronita, de la Parroquia San Juan Marón, vino y nos hizo subir a Unidad Coronaria con él. Habían llegado los volunta-rios para la noche: Gonzalo y Pablo Roldán. Que fueron los partici-pantes junto a la jefa y doctora residente de cuidados coronarios, la

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El Señor lo convocó por su fe y su bautismo para servir al mundo y especialmente, a la comunidad chacrense. Lo hizo con alegría con humildad, profundizó su entrega al hermano y enseñó la Palabra con su ejemplo. ¡Gracias Don Antonio por su legado! ¡Gracias por ser como fue! ¡Hasta siempre!

Nidia Sileoni de Sconfienza

Don Antonio Gallar:

Como lo llamamos en mi familia y lo seguimos recordando. Don Antonio: Un ser humano con una vocación de servicio excepcional ¿Qué vocación? De ayuda espiritual, moral y material a otras per-sonas sin que nadie se enterara. Un ser humano intelectual, rico en espíritu, hombre lleno de paz, voluntad, solidaridad y amor para con los demás, sin distinguir clases sociales, al cual las personas acudían cuando necesitaban una palabra de aliento, él siempre es-taba con ellos dando la palabra de Dios y los fortalecía. Me parece escucharlo hablar con esa paz, con esa compasión, era como un bálsamo que llegaba a nuestros corazones. Cuando visitaba a los enfermos, él trabajaba en la viña del Señor, sembrando en las per-sonas una semillita de alivio, de luz, de esperanza de días mejores para esas personas agobiadas y cansadas. Con cariño y muchos re-cuerdos escribiendo estas humildes palabras, en memoria de Don Antonio que vive en la morada que Dios ha preparado para cada uno de sus hijos.

Familia Torres Uribe.

Fue uno de los Diáconos que servía en nuestra Parroquia desde que se instaló en Chacras de Coria, plasmando en en nuestra me-moria su paternal figura y sabios consejos brotados desde su expe-riencia de fe.

Casado con Nati, junto a sus varios hijos, conformaron una ex-celente familia donde el cultivo de la fe, los valores evangélicos, la honestidad y responsabilidad fueron signos cabales se su ser cristiano. Veinticinco días antes había fallecido una de sus herma-nas y a raíz del hecho platicamos mucho en su casa, pero más me impactó la despedida que hizo de sus restos al día siguiente, casi anticipando también su pronta partida. Todas sus palabras, aunque

llenas de duelo, significaron un especial testimonio de una vida consagrada a Dios, pero también cargada de noble humanidad que a todos nos embargó de sentimientos. Por eso, no tengo dudas en expresarlo, desde el Cielo Nuevo y la Tierra nueva, Toño sigue acompañándonos más que nunca y orando por nosotros que aún tenemos que cumplir nuestra misión terrenal.

Hasta muy prontito querido Marco Antonio, que te vaya bonito y rezá al Señor por nosotros. Con afecto sincero.

Padre Eduardo López

Hay personas que dejan huella en el alma; Toño Gallar fue uno de ellas.

Tuve la suerte de que Toño fuera designado Diácono en la Parro-quia de Chacras durante el tiempo en que fui párroco de la misma.

Definir a una persona no resulta adecuado; cada uno de nosotros es un enigma insondable para sí mismo y para los otros. Salimos del corazón de Dios con un potencial infinito y a su “imagen y se-mejanza” Sin embargo, sí podemos describirla y detallar el vínculo que nos unió a ella. Toño fue (y seguirá siendo en la Casa del Padre Dios), servidor, trabajador, pensante, enérgico, silencioso, abnega-do y orante. Jesús le habrá mostrado la hermosa habitación que le había preparado según su promesa y, ahora, libre del espacio y tiempo, seguirá unido a nosotros. Nuestra fe sencilla es la garantía de lo que decimos.

De Toño me queda su cercanía, sus consejos, sus silencios, su alma inquieta, su tesón en el servicio a Dios y a sus hermanos. Toño, el dolor de tu mirada no empaña la alegría de saber que estás disfrutando de quien siempre buscaste y experimentaste; un Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Rezá por mí, que yo rezaré por vos.

Padre Juan Carlos Vignoli

Es bastante difícil traducir en palabras, los sentimientos para con mi papá. Pero la mami me lo pide, entonces voy a tratar de encon-trar la forma de escribir algunas cosas que hemos sentido. Los últi-mos dos días de su vida, cuando llegó al Hospital Español acompa-

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“asamblea” que rezó las oraciones de unción para la salud espiri-tual. Ahí estaba el papi, sentado en su cama, con mascarilla de oxi-geno atada con unas gomas fuertes, cables de registro en el pecho, los ojos bien abiertos y toda su concentración. Dios nos asistía, estuvo presente en ese momento y nos tocó el corazón. Arz vino y subió para unírsenos y orar. Las lágrimas no me impidieron grabar nítidamente esos minutos, para poder compartirlo después con el resto de la familia. Y nos hizo salir de la sala, Padre Pedro estuvo a solas con el papi, para confesarlo. Luego volvimos a despedirnos. Sus ojos bien abiertos. Le di dos besos: uno por la mami y otro por todos mis hermanos. “Quedas con la Virgen, ahora y luego ella te espera… para recibirte”. Asintió, estaba agitado pero con paz. Creo que hasta contento, como un atleta que llega a la meta.Ahora somos un equipo, cuyo capitán está en el Cielo. Los herma-nos pendientes de la mami, cada uno según sus posibilidades. Los nietos colaboran mucho, la tarea de amor se concreta. Apreciamos la presencia del papi, como un sentimiento permanente, que pro-tege y acompaña. Lo encuentro en la Eucaristía, para pedirle luz y fuerza. Somos los continuadores de una obra porque lo aprendi-mos durante la crianza, en nuestra familia. La mami va de a poco construyendo el consuelo. Es una obra de planes no pensados, para ella casi imposible. Separarse luego de compartir todos los momentos de la vida, la dejó a la mitad. Pero su compañero está, en un plano distinto pero sigue presente. Y tan real como la muerte es seguir viviendo, con el desafío de ser responsables por la tarea: cada día, con los hijos, la casa, el trabajo. Con la certeza de que nos espera el Cielo, donde no hay lágrimas, porque la luz lo cubre todo. El papi está feliz, sin ataduras, sin dolores, disfrutando esa plenitud que preparó en su tránsito en la Tierra. Anhelamos un encuentro próximo, nos volveremos a reunir. La confianza tiene esa bondad de hacer liviana la espera. Nos sentimos unidos, con la mami, los hijos y los hijos políticos, los nietos y biznietos. Eso nos enseñó el papi, y lo estamos viviendo, él está presente acá.

Lucía Gallar

Guardo para siempre en mi corazón las horas felices que pasabas con nosotros, tu amor por las personas y por las cosas simples de la vida. Guardo el calor de tu mano cuando nos acariciabas la cara y decías: mi bonitura preciosura! Guardo cada beso que nos tirabas y nosotros teníamos que atraparlo en el aire y pegárnoslo en la me-jilla. Y guardo tus canciones, tu voz, tus consejos y cada metro que recorrimos juntos. Guardo la última vez que te vi, la última vez que

hicieron sufrir y te agradezco todo tu Amor.

Danos fuerza para continuar y pedile al Padre Celestial una bendi-ción para mi madre y todos los tuyos. Siempre estaremos unidos. Gracias.

Mario Gallar.

Mi viejo querido, siempre te recordaré. Fuiste muy importante en mi vida, un apoyo un respaldo, un consejero...Hoy hace cuatro me-ses de tu partida. Se me vienen a la mente pantallazos de muchas cosas vividas, de chico, cuando vivíamos en la calle Lavalle 1080, luego en O’Brien 726. Todo lo que has trabajado para mantener el familión que construiste. En la mañana, a Casa de Gobierno, des-pués de la pequeña siesta, a la Fac. de Ciencias Agrarias. A la no-che a la escuela nocturna San Lorenzo. Volvías a las 23.30h o más tarde a veces, y la mami me tenía acompañándola y esperando tu llegada. De vez en cuando para darte el parte de novedades, de las macanas que me había mandado (a quienes había cascado, etc.) Recuerdo las primeras nevadas que nos llevabas a Villavicencio a jugar con la nieve en el Hotel. Recuerdo los domingos ir al Zoo a los columpios y luego de regreso a tomar helado a Soppelsa. A la montaña que me hiciste amar con tus anécdotas y caminatas hechas. Cuántas cosas, cuántos lindos recuerdos que me quedan. Fuiste un gran tipo, me educaste con tu ejemplo, a ser una persona honesta, franca, veraz, leal. Doy gracias a Dios por haber tenido un padre como vos. Toñito, estarás siempre en mi corazón. Gracias por todo.

Pablo Gallar

A casi cinco meses de la partida física de mi abuelo, escribo estas líneas para él.

Pase toda mi niñez y parte de la adolescencia viviendo en dos ma-ravillosas provincias lejanas a Mendoza. A los 18 años tuve la opor-tunidad de elegir qué quería estudiar y donde. Luego de pensar en varias carreras me decidí por Ciencia Política y sin dudar elegí estudiarla en Mendoza.

Yo desconocía, en ese entonces (fines del 2010), totalmente el títu-

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te di agua y compota de pera. Las últimas palabras que me dijiste y la última vez que me diste la mano, la última vez y para siempre.Hay tantas cosas que yo no sabía de vos, sólo sabía y sentía que eras enorme y que el amor que nos dabas nos hacía fuertes. Me queda tanto de vos, abuelito, mi Tata. Tal vez nadie sea perfecto pero fuiste el mejor para mí. Te amo para siempre.

Agustina Encina Gallar

Es sábado y son las 10 de la mañana. Me levanto rápido y desayuno entusiasmado. Ni siquiera me lavo la cara. Lleno la botellita con agua y busco la gorra blanca. Bueno, blanca es una forma de decir.

Esta gorra debe tener miles de aventuras encima. Y entonces me siento a esperar a que él llame por teléfono y que diga que está saliendo de su casa para salir a caminar. Es destino es incierto. Tal vez vayamos al zoológico, o al centro de Luján o al camino del higo, fruto que tanto le gusta a él. Yo quisiera ir al cerro de la cruz, porque la semana pasada fuimos a Luján y cuando vamos al zoológico nos cansamos rápido y molestamos mucho.

¿Y quienes vamos? Ojalá pudiéramos ir todos los primos posibles, pero es muy seguro que vayamos los de siempre. El Toño por su-puesto a la cabeza, gran comandante de esta tripulación formada por mis primos Agustina, Juan y Milagros, mi hermano Nico y yo.

Diez minutos después del llamado telefónico suena a lo lejos la inconfundible bocina del Falcon rural. Y salimos corriendo sin olvi-darnos antes de saludar a nuestros papás. El viaje en auto no es la gran cosa, ya que el cerro a subir está a pocos kilómetros de nues-tra casa. El estacionamiento en la banquina de la Panamericana es incentivo perfecto para subir y bajar ligero y así evitar el sobrecalen-tamiento del auto.

Los primeros minutos de la caminata son los más difíciles; el lugar no ayuda, hay demasiadas piedras y es terriblemente empinado. Pero cuando se pasa este primer escollo, lo que sigue se torna fácil y tranquilo, salvo por los cactus que abundan en el suelo. Unos doscientos metros adelante encontramos el alambre de púa que in-dica que estamos entrando en un lugar restringido, o eso es lo que pienso yo. Varios metros hacia adelante y a la izquierda del claro sendero nos espera el gran arbusto que guardará nuestros abrigos. Al ver la gran torre con cables nos aliviamos al saber que vamos

por la mitad del recorrido. Unos minutos más y estaremos en la cima del cerro. Previamente pasamos por la Piedra Blanca Gigante, lugar de descanso y de vaciamiento de botellas. Por fin llegamos a la Cruz, en donde rezamos y buscamos una botella guardada entre los yuyos que contiene un papel con anotaciones de todas las veces que subimos.

Además del sobrecalentamiento del auto, tenemos otro incentivo para la bajada. Sabemos que nos espera un lomito, un helado, una ducha y una siesta. Extraño esas caminatas, extraño al cerro, ex-traño el premio del mediodía, pero más extraño al viejito que iba siempre con una sonrisa cantando y contando sus anécdotas. Te quiero Toño. «A Dios le debo la vida, al sastre los pantalones y al fondero la comida»

Emanuel Gallar

Hablar de mi Papá es hablar de la vida misma, de mi vida. Como decirlo, mi viejo era como el Sol, siempre presente, imponente y regalando calor a todos los que se acercaban a él. Un ser maravillo-so, amoroso y cristalino, con cuestiones como cualquier humano, pero con un sentido de la eternidad poco visto. Me ayudó en toda mi vida y acompaño permanentemente en la decisión que tomé al irme de mi hogar. Sé que era su deseo que volviera a Mendoza pero las cosas se fueron dando para que la Patagonia sea mi desti-no. Nunca dejó de asistirme, junto con mi mamá, siempre me gira-ban dinero o me llamaban o se ocupaban de todos los momentos por los cuales iba mi existir. Todo lo magnifico que era lo han leído en los escritos de sus amigos, conocidos, familiares, yo no quiero agregar más características de él, lo único que me gustaría es que el universo se entere cuanto lo amo y respeto, lo digo en presente porque así lo siento, mi viejo está sentado a mi lado y es testigo de las lágrimas que bañan mi rostro. El misterio de estar y desapa-recer supera nuestra pobre manera de percibir la naturaleza de las cosas, uno quisiera poder abrazarlo, conversar, o mirar las monta-ñas, como hicimos estos últimos tres eneros, pero solo el corazón sabe comprender los caminos del Creador. Yo lo suelto y dejo que su alma brille en Paz, le pido que cuide mucho a mi mamá, y que nos ayude a comprender que la verdadera dimensión de nuestra vida no tiene ni huesos ni músculos, sino puro Espíritu. Papi vos sabes cuánto te amo, te pido perdón por todas las macanas que te

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lo que mi abuelo tenía. Este era Lic. para el servicio Consular.

Durante mi estadía en la casa de mis abuelos, mientras yo hacía el pre, fue donde empecé a descubrir el parecido entre mi tata y yo. Él me contó de cómo había sido su experiencia en la ciudad de Rosario, lejos de su familia y su novia Nati, siguiendo la carrera que tanto lo apasionaba. Me fascinaba escucharlo contar su historia y desde el principio me motivo a seguir estudiando, como él, relacio-nes internacionales.

A pesar de que viví 18 años lejos de mis abuelos, visitándolos de vez en cuando, tuve y tengo la oportunidad de disfrutarlos hace casi cuatro años. Ellos me dieron cariño y contención sabiendo que me costaba estar lejos de mi familia. El Tata me decía que llevaba a Mendoza en la sangre, y que por ello me había adaptado tan rápido a ella.

En el año 2011 comenzó la decadencia. Le llevaba la comunión a un amigo que hacía un tiempo no se podía movilizar, fue a la entrada de su casa donde se le cruzó” una piedra, se cayó y se quebró la cadera. He aquí el comienzo de una odisea. Desde ese día a Toño le cambió la vida.

Tuvo que dejar sus caminatas, que tanto disfrutaba; dejo de presen-ciar la misa y poco a poco su cuerpo dejo de acompañarlo. Empezó a frecuentar el uso de un bastón y todas las mañanas realizaba unos ejercicios en la cama. Pero esto no fue todo, el cambio más importante fue que luego de la caída empezó a ser insulino depen-diente.

El Tata continuó con su vida a pesar de estos cambios. Todos los días realizaba la comunión en su casa junto con la Nati, ya que no podía presenciar la misa.

Además, tuvieron que alternar su estadía en las vacaciones de vera-no. Fue a partir de enero del 2011 cuando empezaron a frecuentar Potrerillos con mi papá Mario. El primer año sólo estuvieron con mi papá, pero a partir del año siguiente nos unimos mis hermanos, mi mamá y yo.

Mi abuelo amaba la montaña, y decía que les había transmitido ese amor a sus hijos. Fue a través de este cambio de sitio para vaca-cionar que mi papá se reencontró con la montaña mendocina que

Cuando cumplí siete años empezó a comprarme libros. Libros que él había leído de chico y quería que estuvieran en mi corazón. Por cada libro que leía me compraba más. Una de las cosas que le debo es, desde chica, haber aprendido a amar los libros y a trans-portarme en las siestas mientras él y la “Mamama” dormían. Esa facilidad que él vio y ejercitó en mí me ha servido siempre a lo largo de mi vida, como el me prometió. Agradezco que haya destinado su precioso tiempo a llevarnos de paseo: al zoo, al cine, decenas de veces a caminar por el cerro, a co-mer lomos a escondidas, a tomar helados. Su mensaje sin palabras era: “son muy importantes para mí”. Así lo fue él para nosotros. Su ejemplo, su calidad como hombre, también la encontré cuan-do salí al mundo y mis profesores de la facultad leían mi segundo apellido y me preguntaban: “¿Sos algo del Toño? Que excelente persona es tu abuelo. Mandale cariños.” También en el comentario de muchas personas que conocí después de que partió.Pero yo lo conocí como mi Tata querido. Lo recuerdo dándome su tiempo, su experiencia, su ayuda. Lo recuerdo agarrándome la cara con sus manos arrugaditas, mirándome y diciendo “mi nena pre-ciosa”. Gracias Tata por haber sido el mejor espejo donde un niño se puede mirar.

Clara Encina Gallar

El último recuerdo de mi padre vivo es su voz por teléfono. Yo pre-paraba mi equipaje para partir de viaje a Costa Rica; fue el 29 de diciembre del 2013 cerca de las 20 horas. Nunca más escuché su voz que tanta veces me aconsejó y alentó.

Me enteré de su fallecimiento cuando estaba preparando mi equi-paje para retornar a Mendoza: el 19 de Enero de 2014.

Para bien o para mal nunca lo vi muerto. Sólo puedo recordarlo vivo y siento su presencia en todo momento.Muchas veces lloré en silencio por su ausencia física y a continua-ción me reproché mi debilidad: el Toño, mi querido viejo, está don-de él siempre quiso.

Sus fuertes convicciones, su fe le hicieron preparar con dignidad su partida hacia la eternidad. El sabía o presentía que su vida terrenal se iba terminando y cuando de esto hablaba solo había paz en su

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tanto ama, y mi abuelo estaba feliz de haber logrado eso.

Fue una experiencia muy hermosa haber compartido estos últimos años con mis abuelos en la montaña. Todos los días el Tata me contaba una anécdota nueva. En la familia Gallar hay muchísimas anécdotas graciosas, el “me calentás el helado” de Emanuel o la gelatina de Julián, entre otras.

El 19 de enero de 2014 el Tata dejo la vida terrenal para encontrarse con el Padre.

Sus últimos días los disfruto en Potrerillos junto a mi papá. Yo sé que él se fue feliz, con la alegría de saber que iba a ser bisabuelo.

El día de su partida yo me encontraba en Allen con mi mamá y mi familia materna, lloré la partida del Tata junto a mi mamá y mi abuela Rosa. Me sentí culpable por no haber estado, pero luego me di cuenta que había pasado diez maravillosos días junto a él en la montaña que tanto amaba.

Durante estos meses mucha gente ha escrito algunas palabras so-bre él, todos coincidimos en que el Toño fue una persona pura, amable, solidaria, devota y sobre todo su actuar coincidía con su pensar; su pensamiento era el de un diacono y diplomático.

Estoy orgullosa de ser nieta del Toño Gallar. Lo siento, lo pienso y lo extraño todos los días.

Laura Mariel Gallar

Hace unos días me pidieron que escribiera algo que quisiera decir en el libro del Tata, mi abuelo paterno. Así es que con todas las ganas de citar algo, coloqué una hoja en blanco frente a mí. Tomé el lápiz y comencé a pensar…¿qué puedo escribir?Lamentablemente, esa hoja quedó en blanco por bastantes días. Y eso que tenía muchas cosas que pensaba redactar. Escribí varias, pero no me gustaron cómo quedaban, y borraba todo lo que apa-recía escrito. Finalmente decidí garabatear las únicas tres simples palabras que se me ocurrieron en el momento:“Te amo abuelo”No quería mostrarlo, porque debía ser escuchado o leído, so-lamente por el Tata. Armé con ese papel el mejor avioncito que

pude, lo decoré un poco y pensé (rogándole a ese pedazo de papel) “Andá con mi abuelo”. Tiré el avión y lo vi volar, subir hacia el cielo y podría jurar que casi toca las nubes, pero eso duró solamente unos momentos antes de que comenzara a caer y caer, hacia donde yo estaba.Eso no me desilusionó para nada. Es decir, algunos pensarían que el avión no tendría que haber vuelto jamás, si es que en verdad llegaba a las manos del Tata. Pero eso me hizo dar cuenta que mi abuelo está acá, con nosotros, todo el tiempo, y que en ese mo-mento estaba cerca de mí. Él nunca se fue, vive con nosotros; en nuestros sueños, en nuestras reuniones y en nuestros recuerdos.Tata, no te perdí, y nadie te perdió. Pero aún así te extrañamos mucho. Gracias por tantos momentos lindos que vivimos. Las ca-minatas, el helado después de subir, llegar hasta la cruz, y bajar el cerro. Las idas al zoológico, los viajes a Potrerillos, y el ir a visitar-te la mayoría de los días a la hora del almuerzo. Siempre te vamos a recordar. Te amo mucho abuelito.

Virginia Gallar

Había una vez un niño que creció y tuvo siete hijos con su esposa Nati, y ellos le dieron 21 nietos. Les enseñó a compartir, a caminar por la montaña y a descubrir nuevos lugares.Y ahora que está en el cielo, nos acompaña en cada paso que damos en cada camino que transitan nuestros pies y nuestro corazón. Gracias Tata por cada paso que compartimos, nos vemos en el camino, en cada montañ y en cada nube.

Nicolás Gallar

Mi abuelo era mi Tata. Así lo llamé yo hace 26 años y todos los nietos que nacieron después de mí. Pasé muchísimas horas de mi vida en la cocina de su casa de mi infancia, en el jardín de la casita de Chacras. Siempre estuvo feliz de recibirnos. Hoy que soy más grande me doy cuenta que le debo muchas cosas. Cuando somos niños nos miramos en el espejo de las personas mayores que nos rodean, nuestros “otros significativos” y son ellos los que van mol-deando la manera en que nos vemos a nosotros mismos. Agra-dezco haberlo tenido en mi vida, con sus ojitos siempre jóvenes, viendo en mí y en mis hermanos su legado, haciéndonos saber lo importantes que éramos para él.

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rostro.

El Toño vivió con la coherencia de un Maestro y la de un Diplomático, los dos títulos que obtuvo.

En sus charlas cotidianas, en sus sermones, en sus con-sejos, en sus bautizos siempre privó la pedagogía para que todos sus interlocutores comprendieran cabalmente lo que estaba diciendo. Llevaba al maestro en el alma. Lo mismo que la diplomacia. Nunca quiso confrontar, por el contrario siempre bregó por la tolerancia, el entendi-miento y el amor al prójimo.

El Toño fue una persona bella y buena. La belleza no es una cualidad exterior, sólo se es bello cuando se es bueno. Una mala persona podrá ser bonita pero nunca bella. Su belleza estaba presente en la vida cotidiana, en su mirada, en sus gestos y, por sobretodo en sus actos. Igualmente que su bondad y misericordia. Uno de sus lemas fue «que nadie que toque a mi puerta para pedir ayuda se vaya con las manos vacías».

En los momentos más difíciles y críticos de mi vida supe acudir a él. Nunca me falló, es más, en varias ocasiones me ofreció su ayuda sin pedírsela. Lo mismo hizo con sus otros seis hijos.

Yo tuve un privilegio inolvidable: compartir con él un via-je de poco más de treinta días por Europa. No es lo mis-mo visitar al padre que estar con él todo el día y todos los días. Fuimos más amigos y cómplices. Fuimos felices.Nunca lo podré pensar como fallecido. Es verdad que extraño su presencia física. Pero es más fuerte su pre-sencia en mi ser.

En mi escritorio, frente a mí, tengo un retrato suyo. Cuando estoy trabajando y por alguna circunstancia me trabo y siento que no puedo más, lo miro. El Toño me hace una guiñada y dice: “dale flaco que vos podés”. Así sigue haciendo la vida más fácil.

Gabriel Gallar

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Agradezco a todos las expresiones de cariño que han he-cho sobre mi amado Toño.

Son todas espontáneas y dicen la verdad.

Yo no voy a agregar más, solamente quisiera hacer mías las ideas de San Agustín, porque yo lloro su ausencia.

No llores si me amas.

Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo...Si pudieras oír el cántico de los ángelesy verme en medio de ellos...Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos; los horizontes, los camposy los nuevos senderos que atravieso...

Si por un instante pudieras contemplar como yo,la belleza ante la cual las bellezas palidecen!¡Cómo!...¿Tú me has visto,me has amado en el país de las sombrasy no te resignas a verme yamarme en el país de las inmutables realidades?Créeme.Cuando la muerte venga a romper las ligadurascomo ha roto las que a mí me encadenaban,cuando llegue un día que Dios ha fijado y conoce,y tu alma venga a este cielo en que te ha precedido la mía,ese día volverás a verme,sentirás que te sigo amando,que te amé, y encontrarás mi corazóncon todas sus ternuras purificadas.

Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis, feliz.ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo,que te llevaré de la mano porsenderos nuevos de Luz...y de Vida...Enjuga tu llanto ¡y no llores si me amas!

Tu esposa, Natividad.

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